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El desafío de la Inteligencia Artificial: ¿verdad o mentira?

*
Diana Wang
Clarín.com
El ChatGPT llegó para solucionar diferentes problemas y agre-
gar otros tantos.
Cómo saber si ese video que llega por What-sapp no es
fraguado? ¿Cómo saber si ese texto que leemos fue escrito
por un humano o por el chat gpt? Además de las conocidas
fake news, la IA (inteligencia artificial) hoy permite audios y
videos fraguados y textos no escritos por humanos.
¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira? Algunos científicos,
tecnólogos y pensadores de nota levantan la voz de alarma
con toda razón y piden poner freno a la amenaza de los desarrollos de la IA temiendo que
destruyan nuestro mundo así como lo conocemos.
La alarma es legítima pero sospecho que el freno no es posible. La inagotable pasión del
conocimiento y las posibilidades económicas que prevén las grandes corporaciones son un flu-
jo imparable. Como en la antesala de un nuevo mundo, todos quieren ser parte del descubri-
miento, la creación y los desarrollos. Nadie quiere quedarse afuera.
El aluvión de programas de IA y su poder de reemplazar mucho del trabajo humano tiene
además la potencia de controlar individuos, sociedades, empresas y gobiernos. Tal vez se
pueda regular y controlar -con el peligro que entraña quién lo controla y con qué objetivos-
pero difícilmente se podrá frenar. La IA llegó para quedarse.
¿Cómo convivir con el ataque a la credibilidad de estos productos que desafían nuestra
percepción? Si se puede tomar la imagen y la voz de cualquiera y hacerle decir cualquier
cosa, nuestro registro de la realidad está sufriendo un ataque masivo, pone en cuestión lo
que es y lo que no es.
Ya el photoshop había demostrado que las imágenes que circulan en las redes pueden es-
tar intervenidas y que no podemos estar seguros de que la imagen publicada sea fidedigna.
Ahora se agregan los audios y los videos.
Cunden las voces de alerta pero, dado que no lo podremos frenar, tal vez tengamos una
excelente oportunidad para estimular y entrenar el juicio crítico. Si todo puede ser intervenido
y modelado a gusto, habrá que aguzar el músculo de la cautela y la credibilidad.
Nada podrá ser tomado por cierto a priori. Ni textos ni voces, ni noticias ni imágenes. Antes
de creer tendremos que asegurarnos de que efectivamente fue así. “Lo vi o lo escuché por te-
levisión” o “me llegó por whatsapp, facebook o instagram” ya no son indicadores verosímiles.
Antes de darlo por cierto y difundirlo, es preciso confirmarlo por varias fuentes confiables,
como hace todo buen periodista.
Y acá se nos abre una oportunidad insospechada. Podría ser una nueva materia en la edu-
cación formal, especialmente para nuestros adolescentes tan sometidos al mundo de la ima-
gen y pendientes de los “likes”. Una materia que exponga el proceso de construcción de estas
falsedades, su backstage, y desarrolle el juicio crítico que permita distinguir lo falso de lo real.
Y también, vaya paradoja, como la mejor manera de confirmar la veracidad de algo es con
quien lo dijo, deberemos volver al encuentro vivo en lugar de fiarnos de una red social. Volver
al mundo del encuentro, del diálogo, de la pregunta y de la conversación. Volver a usar el te-
léfono como tal y llamar a quien corresponda, cuando sea posible, para saber si eso que está
circulando lo dijo o no lo dijo.
La IA, como aquel robot soñado que resolvería todos nuestros problemas, no distingue
verdad de mentira. Amenazados con vivir en un mundo de espejismos la salida es recuperar
nuestra humanidad y volver a buscarnos, en carne y hueso, el ojo en el ojo, la única manera
de saber si lo visto o leído sobre lo alguien cree o dice es, de verdad, lo que cree que dice.
*Título generado por Chat GPT
Diana Wang es psicoterapeuta y ensayista.

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