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El turismo espacial, los primeros pasos

Publicado el 29 de diciembre de 2021

El turismo espacial forma parte del turismo de aventura más que el de placer, al menos ahora al
principio, pero seguirá expandiéndose a medida que económicamente sea más accesible. Sin
embargo, la realización de esta enorme expansión prevista dependerá en gran medida de la
seguridad de los sistemas de transporte espacial. Subir al espacio no es fácil y, además, implica un
coste considerable.

Vaya por delante que no existe un sistema regulatorio internacional detallado y uniforme (que
incluya normas técnicas) para garantizar su seguridad y eficiencia operativa, y para definir y
asegurar la estandarización de sus operaciones, desde la salida de un puerto espacial, pasando por
una certificación médica, el transporte, la estancia y el regreso atravesando la atmósfera terrestre.
También es necesaria una legislación para determinar responsabilidades derivadas de un fallo
técnico o de la propia operación en el transporte y la estancia. Cuando la integridad de seres
humanos está en juego hace falta pensar en todo acontecimiento posible para evitar futuros
problemas.

Sin embargo, el turismo espacial está ya aquí y ha llegado para quedarse.

“Fue en 2001, cuando por primera vez un civil considerado como el primer turista espacial pasó
ocho días en la Estación Internacional (ISS)”

El negocio

El turismo espacial es un nicho de negocio que ha aparecido hace unos años y que, no sin esfuerzo,
ha derivado en lo que ahora vemos como turismo para millonarios. Es quizá un paso que ha habido
que dar antes de que el turismo espacial sea una realidad al alcance de mucha gente. Las previsiones
determinan que este segmento es el más prometedor del turismo de lujo, un mercado global
potencial de más de 10.000 millones de dólares.

Esta nueva industria busca brindar a los turistas la capacidad de convertirse en astronautas y
experimentar los viajes espaciales con fines recreativos, de ocio o comerciales. Dado que el turismo
espacial es extremadamente caro, se trata de un segmento muy pequeño de consumidores que
pueden y desean comprar una experiencia espacial.

Es previsible que todos estos esfuerzos sean la piedra angular sobre la que se desarrolle una futura
industria que fabrique vehículos y alojamientos turísticos y que consiga una rentabilidad para llevar
a miles de personas a unos precios más asequibles, a acercarse e incluso sobrepasar los 100
kilómetros de altura desde la Tierra a la correspondiente velocidad orbital, lo que se considera la
línea de Kármán, como frontera entre la atmósfera y el espacio.

Los inicios

Desde hace más de treinta años se viene hablando del turismo espacial y fue en 2001, cuando por
primera vez, un civil considerado como el primer turista espacial, pasó ocho días en la Estación
Espacial Internacional (ISS). Primero surgieron proyectos de vuelos suborbitales en cazas
modificados para llevar varios pasajeros. Después se diseñaron proyectos para crear hoteles con las
etapas vacías de combustible de los lanzadores de satélites que quedan orbitando durante un largo
tiempo. Estas se unirían en el espacio y se les dotaría de maniobrabilidad para mantenerlas en
órbita. Sin embargo, ninguna de estas iniciativas ha sido llevada a la práctica, tanto en su desarrollo
como en su financiación.

Con el tiempo aparecieron otras iniciativas entre las que destaca la de la empresa Bigelow, fundada
por un magnate hotelero que basa su diseño es módulos expandibles. El módulo se lanza al espacio
plegado y, una vez allí, se expande hasta alcanzar su tamaño definitivo. Varios módulos servirían
para crear el ‘hotel en el espacio’. De momento ha sido la que ha llegado más lejos pues ha puesto
en órbita dos prototipos en 2006 y 2007. Posteriormente, puso en órbita el Módulo de Actividad
Expandible de Bigelow (BEAM) que se convirtió en el primer módulo expandible en llegar a la
Estación Espacial Internacional en 2016. Su dependencia de los costes de los lanzadores ha
ralentizado su actividad desde entonces.

Otros más han surgido en el camino sin mucha suerte, financiación o factibilidad. Sin embargo todo
ello ha contribuido a echar a andar la bola de nieve que nos ha llevado a los albores de una posible
industria turística espacial en toda regla.

Tipos de Turismo espacial

Como en la superficie terrestre, el turismo no deja de tener distintas modalidades y precios, ya sea
un crucero de placer o una aventura de alto riesgo. Todo depende de cuánto quieras que te suba la
adrenalina y el precio que estés dispuesto a pagar.

Hasta la fecha, podemos decir que hay cuatro tipos de turismo espacial:

 Vuelos de aviones de combate a gran altitud


 Vuelos atmosféricos de gravedad cero
 Vuelos suborbitales de corta duración
 Viajes orbitales de mayor duración al espacio

Vuelos de aviones de combate a gran altitud

Una opción actual para los turistas espaciales es ser llevados a la estratosfera en un avión de
combate supersónico y puede alcanzar una altitud de 20-22 km. A esa altura, la estratosfera, se
puede ver la curvatura de la Tierra, el cielo está oscuro y es posible ver el espacio. Como parte de
esta experiencia de viaje espacial, los turistas también tienen la oportunidad de controlar la
aeronave y hay una serie de maniobras acrobáticas que realiza un piloto experimentado. Estos
vuelos permiten una velocidad de ascenso de 330 m/s y una velocidad máxima de Mach 2,25 (2390
km/h). Se puede conseguir por unos 15.000 a 20.000 euros.

Vuelos atmosféricos de gravedad cero

A través de vuelos parabólicos con un avión se puede conseguir la sensación de ingravidez. A


medida que el avión sube y se estabiliza, pasa por encima del arco de la parábola, la fuerza
centrífuga ejercida sobre el avión y todo lo que contiene cancela la fuerza gravitacional que tira
hacia abajo. En este punto, los pasajeros experimentan la microgravedad, pudiendo sentir como si
estuvieras ingrávido porque solo están presentes fuerzas gravitacionales insignificantes. La
sensación de ingravidez dura unos 30 segundos durante el descenso. Debido a que el avión protege
a los pasajeros de la corriente de aire, pueden experimentar una caída libre sin la interferencia de la
resistencia del aire. Su precio ronda los 5.000 euros.

Vuelos suborbitales de corta duración

Un vuelo suborbital es el realizado a 100 km de altura o más, pero durante el cual no se circunvala
la Tierra en su totalidad. Recientemente se han realizado vuelos suborbitales de turismo espacial
desde los puertos espaciales de Virgin Galactic y Blue Origin en los que se puede experimentar la
ingravidez durante unos pocos minutos a la vez que se puede observar la atmósfera terrestre. Esto
abre la puerta a viajes suborbitales regulares para un mayor público, que podría llegar a ser realidad
en los próximos 10 años con un precio de billete medianamente asequible, que podría ir
disminuyendo hasta los 20.000€.
Viajes orbitales de mayor duración al espacio

Recientemente hemos visto cómo cuatro turistas espaciales de la misión Inspiration4 permanecían
tres días en órbita en donde realizaron experimentos científicos, algo más que una experiencia de
tan solo unos pocos minutos.

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Sin embargo, lo más cercano a un viaje turístico al espacio ha sido el vuelo del magnate
norteamericano y ex ingeniero de la NASA Dennis Tito considerado el primer turista espacial. El
primer ser humano en viajar al espacio únicamente por placer y previo pago de 20 millones de
dólares, llegó a la ISS el 30 de abril de 2001. En la ISS manejó el sistema de comunicaciones y
verificó el equipo de energía del módulo ruso, además de sacar fotos, tomar películas caseras y
mirar mucho por las escotillas, todo lo que se espera de un turista. Sus palabras al volver el 6 de
mayo fueron: “acabo de regresar del paraíso”. Le siguieron otras cuatro personas que utilizaron la
misma modalidad de vuelo a la ISS para un viaje de larga duración.

“Acabo de regresar del paraíso”

MOTIVACIONES del turismo espacial

Los testimonios de los pocos astronautas que habían salido a la órbita terrestre hasta hace apenas
unos 10 años sacudieron el árbol de la curiosidad humana. El negocio era obvio y con los años ha
ido mejorando sus expectativas de convertirse en algo real. Los altos costes sujetaron las riendas de
este caballo durante largo tiempo, pero poco a poco y gracias a las iniciativas privadas se ha podido
llegar a este punto en que estamos. Hoy esa realidad se ve más cercana. Al igual que vemos cómo
se multiplica de forma exponencial la cantidad de satélites en órbita debido a la aparición de las
constelaciones de Internet, también somos testigos de cómo incrementa rápidamente el número de
astronautas que salen de la atmósfera terrestre.

Los factores que motivan esta fiebre del turismo espacial y que han impulsado la aparición de todas
estas iniciativas son:

 Visión de la tierra desde el espacio


 Experiencia de la ingravidez
 Experiencia de alta velocidad
 Experiencia inusual
 Contribución científica
La experiencia de la ingravidez

Esta actividad turística única consiste en utilizar un avión comercial especialmente modificado en el
que pilotos entrenados realizan maniobras parabólicas. Estos vuelos ofrecen una oportunidad de
sentir la ‘ingravidez’ sin ir al espacio, las aeronaves están modificadas con cabinas acolchadas para
evitar lesiones durante los vuelos en ingravidez. La Agencia Espacial Europea también realiza estos
vuelos para hacer ensayos de instrumentos y cargas de pago que posteriormente se llevarán a la
Estación Espacial Internacional, como es el caso de CIMON.

La experiencia de alta velocidad

Otro factor motivacional para salir al espacio es, sin duda, la alta velocidad. Para salir a la órbita
terrestre hay que alcanzar la velocidad de escape de unos 11 kilómetros por segundo (40.280 km/h).
Sin alcanzar esta velocidad no se puede vencer la atracción de la Tierra. Experimentar la velocidad
y el ruido durante el despegue de un cohete lanzador es un momento crítico en la vida de un satélite
y ha de estar diseñado para ello; con más razón hay que redoblar la seguridad a la hora de enviar a
un humano al espacio. En un futuro turismo espacial los exámenes médicos serán un factor
determinante.

Una experiencia inusual

El paracaidismo, el puenting, kitesurf o vuelo con traje de viento son aventuras de alto riesgo que se
buscan para salir de la rutina diaria y elevar los niveles de adrenalina. Experimentar algo nuevo que
llene nuestras vidas de emoción nos da la clave para que, salir al espacio sea una de las experiencias
favoritas en el futuro, siempre y cuando sea económicamente asequible.

Contribución científica

Finalmente, como ya mencionamos, los vuelos de gravedad cero en aviones se utilizan para estudiar
y validar cargar útiles que irán al espacio. Pero el turismo espacial podría llegar aún más lejos.
Solamente de la ingente información de datos sobre comportamiento humano y su salud en el
entorno espacial se podrán extraer conclusiones muy interesantes para una futura colonización de la
Luna o Marte.

“Nos sobrecoge la idea de ser tan pequeños y de que no podemos estar solos en ese universo.”

Previsiones de futuro

La carrera por los viajes comerciales no ha hecho más que empezar. Tres empresas
estadounidenses han anunciado un proyecto para construir la que sería la primera estación espacial
privada de la Humanidad con el objetivo de hacer investigaciones científicas y de acoger turistas.
La estación se llamará Starlab y se espera que esté operativa para 2027.

Por otro lado, estamos presenciando ya muchos proyectos destinados a colonizar la Luna. Para
conseguirlo hay que construir una nueva estación espacial en órbita lunar llamada GATEWAY.
Sería el trampolín necesario para crear establecimientos humanos en la superficie lunar y, por qué
no, a Marte algún día. Obviamente, tendría un coste enorme y la colaboración internacional que la
sufrague no quiere seguir pagando la otra ‘casa’, la ISS. De hecho se habla de la terminación de la
ISS antes de 2030. Es una infraestructura que está allí y que se podría seguir utilizando como
solución a la creciente demanda de turistas espaciales.

Lógicamente habría que solucionar antes muchos problemas, entre ellos el envejecimiento
estructural, quién se hace cargo de los costes de mantenerla, quién la operaría, la implementación de
una regulación, etc. Ha costado bastante dinero y esfuerzo como para desmantelarla y dejar morir
esa gran aventura que tanto ha representado para el ser humano y su conocimiento. Seguro que si
las perspectivas de negocio son interesantes, surgirán inversores.

En esta incipiente etapa de normalización del turismo espacial, es entendible la contraposición de


opiniones al respecto. Son muchos aspectos interrelacionados para tener en cuenta, y hay criterios
objetivos y fundamentados para posicionarse tanto a favor como en contra. No puede ser de otra
manera. Lo que al menos deberíamos esperar y desear es que cale de forma significativa en el ser
humano la necesidad de proteger el planeta, y nos ayude a tomar consciencia global e internacional,
de la fragilidad de nuestro planeta Tierra, tan maravilloso como vulnerable y, por el momento,
único planeta compatible con la vida del ser humano.

Con seguridad, otras opciones irán surgiendo de la imaginación y la voluntad de conquistar el


espacio. El turismo espacial es quizá el último ‘beneficio’ que le quede por brindarnos.

Un turismo rodeado de polémica

La irrupción del turismo espacial ha estado rodeada de polémica, en gran medida por su carácter
exclusivo, por los ingentes recursos que se necesitan. En esta incipiente etapa de normalización del
turismo espacial es entendible la contraposición de opiniones al respecto. Hay muchos aspectos
interrelacionados que se deben tener en cuenta, con criterios objetivos y fundamentados para
posicionarse tanto a favor como en contra. Lo que al menos deberíamos esperar y desear es que cale
de forma significativa en el ser humano la necesidad de proteger el planeta, y que esta polémica nos
ayude a tomar conciencia global de su fragilidad, tan maravilloso como vulnerable y, por el
momento, único planeta compatible con la vida del ser humano. No hay Planeta B.

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