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Espacio y tiempo Espacio: la vida de AH es planteada como una historia itinerante, que toma

como punto cero Madrid y que se ramifica hacia la periferia de España en un vaivén constante:
Madrid, Valencia, Madrid, pueblo de Burgos (norte), Madrid, Alcolea del Campo (sur), Madrid.
Los viajes del protagonista sirven para a) mostrar sus reacciones y aprendizajes ante medios
(mundos) diferentes, o sea, mostrar la formación de su personalidad, la densidad humana de
su alma; y b) reflejar documentalmente los ambientes sociales de la España de la época, toda
su diversidad, y señalar en cada uno de ellos los síntomas de la enfermedad del alma nacional.
De estos ambientes sociales destaca la oposición gran ciudad (Madrid) / mundo rural (Alcolea).
El otro rasgo distintivo del tratamiento del espacio es que cada lugar (Madrid, pueblo de
Valencia, Valencia capital, pueblo de Burgos, Alcolea) está presentado como un mundo en
pequeño (microcosmos), cerrado y autónomo (“autárquico”, se podría decir), el cual carece de
contacto con los otros microcosmos que componen la sociedad española. Solo Madrid ofrece
una repetición constante de personajes e historias, siempre la misma gente y las mismas
historias; sin embargo, no hay personajes ni acontecimientos ni ambientes que tengan
continuidad de uno a otro espacio. AH penetra en cada uno de ellos, ve, vive, piensa, siente
cosas, y sale (es expulsado) de cada uno, para enseguida penetrar en el siguiente. Los
microcosmos de Madrid que experimenta AH son la universidad, el hogar familiar, los barrios
bajos (donde cabe incluir el paso por hospitales y por el trabajo de médico de Higiene), el
(trágico) hogar matrimonial, y la terraza de Iturrioz. Los de Valencia son el pueblo (lugar
saludable) y la capital (lugar enfermizo). El pueblo de Burgos no presenta microcosmos alguno
pues no se dice nada de él. Y, por último, Alcolea, el microcosmos más unitario y aislado del
relato. De entre todos ellos, la terraza de Iturrioz funciona como una metáfora existencial del
paraíso terrenal (véase lo explicado antes). Por su parte, el aislamiento y la clausura de cada
espacio por el que pasa AH sugieren a) que España es una sociedad desarticulada,
descompuesta (“invertebrada” la llamó Ortega), que AH vive en un país donde cada cosa
(individuos, clases sociales, regiones, etc) marcha por su lado, aislada y cerrada, sin contacto ni
comunicación con el resto de la realidad; y b) que las reacciones y los aprendizajes de AH en
cada espacio son experiencias también desarticuladas, descompuestas, a las que AH no logra
dar cohesión ni coherencia. En lugar de una personalidad que se forma, en AH nos
encontramos con una identidad que se de-forma, que se disgrega o dispersa, que vive perdida
en los ambientes por los que pasa y en el interior de sí misma. Tiempo: El tiempo externo de la
novela, o sea, la biografía de Andrés, cubre, más o menos, desde la infancia hasta que tiene 28
años. Sin embargo, el tiempo interno, la duración de los acontecimientos narrados en relación
con la forma de narrarlos, produce una doble impresión: 1º) los acontecimientos importantes
en la vida de Andrés ocurren muy aprisa, y son narrados con rapidez; a veces, en aceleración
constante: la entrada en la univerdidad; los momentos de superación de cada curso académico;
la primera enfermedad de Luisito; la segunda enfermedad de este y la noticia de su muerte; los
incidentes médicos en Alcolea; la declaración a Lulú, el hogar conyugal y la tragedia final. Se
trata de los momentos extraordinarios, que se salen de lo corriente, los hechos que el
protagonista o el azar han convertido en trascendentes. 2º) junto a los acontecimientos
importantes, gran parte de la novela se centra en describir (desde el punto de vista de AH) el
mundo social y los personajes que lo rodean; en hacer valoraciones (morales) acerca de todo
ello; y en resumir costumbres y hábitos de la vida de AH. Estos momentos de la novela
detienen el ritmo narrativo, le imprimen lentitud o incluso paran en seco la acción. Es el
pesado tiempo de la vida corriente, de todo aquello que ocurre y se repite sin cesar, amarga y
dolorosamente, en medio del cual acontecen los hechos importantes vistos antes. Este tiempo
que se sucede pero que no avanza, en que siempre pasa lo mismo, sería, desde el punto de
vista de la filosofía de Schpenhauer, la vida misma, es decir, la expresión de la fuerza ciega,
irracional y amoral de la voluntad. Baroja lo expresa así en la novela: “la vida es estúpida, sin
emociones, sin accidentes… el mundo es ciego; (…) la vida cruel, canalla, infame, la vida sin
finalidad, sin objeto, sin principios y sin moral…” T

Las discusiones del protagonista de El árbol de la


ciencia (1911), Andrés Hurtado, y su tío Iturrioz, constituyen la
parte central de la novela. A través de ambos personajes, Pío
Baroja enfrenta las dos corrientes filosóficas más pujantes a
finales del s. XIX: el positivismo y el vitalismo. Ambas son
respuestas al pesimismo intelectual que se había extendido por
Europa tras las críticas de Kant ySchopenhauer a las dos
principales Ideas de la Razón: Dios y la libertad.

En la Crítica de la Razón Pura (1781), Kant había negado la


posibilidad de conocer las Ideas de la Razón (Mundo, Alma y
Dios) de modo que los mitos religiosos heredados de las culturas
griega y judeocristiana quedaban cuestionados para
siempre. Tras la primera Crítica ya no era posible hablar de
volver a confiar ciegamente en las ideas religiosas que sostenían
nuestra civilización. La Crítica de la Razón Pura, introdujo
incluso serias dudas respecto a la existencia del mundo externo.
Así que Kant, en un gesto de debilidad según Nietzsche,
recuperó los objetos de la Metafísica en la Crítica de la Razón
Práctica (1788). La libertad, lainmortalidad y Dios se
convirtieron en postulados, es decir, ideas que es necesariopoder
pensar si no queremos caer en una existencia vacía,
contradictoria, sin sentido.
Schopenhauer no hizo más que llevar al extremo la tarea
destructiva que Kanthabía iniciado en la Crítica de la Razón
Pura. En El Mundo como Voluntad y Representación (1819)
Schopenhauer describe la verdad del mundo si uno renuncia a
los postulados kantianos. En tanto fenómeno o representación,
el mundo es puro determinismo sometido a las rígidas leyes de la
naturaleza, en tanto noúmeno o cosa en sí, voluntad ciega,
irracional y amoral. En las reuniones en la azotea de su tío,
Andrés se hace eco del nihilismo del autor de Parerga y
Paralipómena(1851) al afirmar que “la vida es estúpida, sin
emociones, sin accidentes… el mundo es ciego; ya no puede
haber ni libertad ni justicia, sino fuerzas que obran por un
principio de causalidad en los dominios del espacio y del
tiempo… la vida cruel, canalla, infame, la vida sin finalidad, sin
objeto, sin principios y sin moral…”. La única solución ética
posible según Schopenhauer es matar la voluntad en cada
individuo, lo cual puede hacerse mediante la contemplación
estética o la verdad científica.

Ante este panorama se abren dos posibilidades a finales del s.


XIX:

 Andrés representa el positivismo, la confianza en que


el progreso de la ciencia terminará resolviendo también los
problemas más profundos de la vida humana. La unión de razón y
experiencia son armas suficientes para resolver el problema
del mundo externo y alcanzar la verdad. Con el tiempo, la
ciencia no sólo nos revelará las leyes matemáticas de la naturaleza
sino también cuál puede ser el mejor orden social posible. Sin
embargo, el problema insoluble del positivismo, presente en
toda la obra de Pío Baroja y heredado directamente de
Schopenhauer, es la contradiccion entre ciencia y vida. El
conocimiento y las ideas son puro reflejo del mundo y antítesis
de la vida y, por tanto, de la acción. La ciencia no servirá nunca
para dar sentido a la vida del hombre u organizar un sistema
político perfecto. La ciencia mata la vida.
Elraciovitalismo de Ortega y Gasset sería también una respuesta
a esta dicotomía.

 Iturrioz, su tío, opta por el vitalismo en su vertiente


nietzscheana: la abolición de los valores judeocristianos traerán
consigo un nuevo tipo de hombre que frente al sinsentido de la
vida no caiga en la desesperación sino, al contrario, se arme de
valor, serenidad, y reposo, que arranque de sí “toda tendencia a la
humildad, a la renunciación, a la tristeza, al engaño, a la
rapacidad, al sentimentalismo…” Este nuevo hombre guarda
cierto parecido con el superhombre de Nietzsche, especialmente
en su crítica al nihilismo cristiano. Los cambios en España
pasaban, según Baroja, por dejar atrás elcristianismo,
la mediocridad y el caciquismo. En este sentido, las críticas de
Nietzsche a la religión cristiana y sus teorías
del superhombre le servirán a Baroja de inspiración en la tarea
regeneracionista del 98.

El final trágico de la novela representa, evidentemente, el triunfo


de Schopenhauer, del veneno nihilista que marca la personalidad
de Andrés Hurtado y también de España, el tema de fondo en los
autores de la generación del 98. Desde un punto de vista
individual, Andrés Hurtado, idealista hasta la médula, ve en la
muerte algo de consuelo: espacio y tiempo no están afuera, por
tanto, el mundo no continuará tras su muerte. La muerte del
individuo es también la muerte del Universo.

Así lo resume Gonzalo Sobejano en su libro clásico sobre la


influencia de Nietzsche en España.

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