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Capítulo 10

Se sentó en la mesa a tomar el desayuno. Los últimos días se sentía horrible del
estómago, ella pensó que se trataba de la gastritis que tenía desde niña y que de
vez en cuando aparecía, pero los vomito constantes la estaban haciendo pensar de
otra forma, no era tanto, en realidad era una mujer muy inteligente.

—Muchas gracias —le dijo a la sirvienta cuando está puso el plato en la mesa.

Los últimos días no había salido de su habitación, y Alejandro no se había


molestado en ir a verla, dando a demostrar con eso que no le importaba en lo más
mínimo su salud, acto que a Sofía le dolía muchísimo.

Tomo la cuchara y empezó a comer ensalada de vegetales. Era lo que comía


últimamente sin vomitar.

—Buenos días —dijo Alejandro sentándose en el comedor.

Sofia subió la mirada lentamente. Era la primera vez que lo veía levantado, tenía
el cabello mojado, una toalla enrollada en el cuelo, y sus labios ligeramente
rosados.

Sofia lo observo por varios minutos de manera disimulada, no podía engañarse, amaba
a Alejandro y todo lo que estaba padeciendo le dolía más de lo que quería.

Bajo su mirada y pinchó un brócoli con el tenedor para llevarlo a su boca.

—¡Estas muy pálida! Estás demasiado decaída y delgada, deberías de comer otra cosa
que no sean esos vegetales todos los días —el cuerpo de Sofía se tensó.

—Es lo que soporta mi estomago —dijo bajando la mirada.

—¿Estas aún enferma del estómago? ¿O será que estás embarazada? No te atrevas a
quedar embarazada para atraparme, yo no quiero hijo, y menos contigo —un nudo se
poso en la garganta de Sofía.

No, no había pensado en la posibilidad de un embarazo, pero ahora que lo


mencionaba, había estado juntos dos veces y no se habían cuidado en ninguna, así
que el embarazo era una opción válida.

Trago grueso, y mientras las lágrimas caían, comió el contorno de su plato hasta
que terminó. Sofia intento ponerse de pie, quería entrar rápido a su habitación
para poder soltar el llanto que estaba conteniendo, pero Alejandro la detuvo.

—Vas a estar aquí hasta que termine de comer —le dijo el con molestia.

Sofia trago doble, se giró y se sentó en silencio a mirarlo comer. Alejandro comía
lentamente de un plato de huevos revueltos. Sofia miro el plato por varios
segundos, y luego unas ganas inmensas de vomitar la invadieron. Quería aguantarlas,
pero no pudo, así que salió corriendo al baño para vomitar.

Termino de vomitar y subió el rostro para limpiarse, dándose cuenta con eso que
Alejandro estaba detrás de ella. Su mirada fría irradiaba terror.

—Te harás una prueba de embarazo, y si estás embarazada, te deshaces del niño -dijo
el molesto.

El rostro de Sofía se empapó de lágrimas, lo miro con dolor y respondió:


—¿Por que dices tanta crueldad? ¿Acaso no es también tú hijo? ¿Como me pides que
asesinen tu propia sangre? —el se quedó observando el rostro limpio de Sofía. Era
pálido, además de sensual. Aunque era idéntica a Sara, había algo en ella que la
hacía parecer dulce.

—¿Como estás segura de que es mi hijo? —Sofía casi se ahoga con el llanto. Tapó su
boca con la palma de su mano y sollozó en silencio.

Lo vio darle la espalda sin ninguna contemplación.

—Vas a ir ahora mismo a hacerte la prueba de embarazo, si estás embarazada ya sabes


lo que debes hacer —fueron sus últimas palabras.

El rostro de Sofía se tornó rojo, apenas lo vio alejarse, de agachó al excusado y


volvió a vomitar todo lo que había comido.

¿Y ahora que haría?

Cuando llego a la clínica, sus piernas temblaban grandemente, camino a pasos lentos
y subió al laboratorio. Después de varias horas tenía el sobre con la prueba de
embarazo en sus manos.

Ella no quería abrirla, estaba aterrada de hacerlo. Respiro profundo e intento


salir de la clínica para hacerlo en un lugar más tranquilo cuando escucho una voz
conocida.

—Si, también es lo que más deseo mi amor —Sofía, enseguida se escondió para ver de
quien se trataba.

Si respiración se entrecortó cuando se dio cuenta de quien era, era nada más y nada
menos que Sara Miller, su gemela, pero eso no era todo, ella estaba acompañada de
Alejandro, su esposo.

¿Que habían ellos ahí? ¿Y por que razón Alejandro estaba con Sara y no con ella?

Respiro profundo y los vio entrar a una consulta ginecológica.

—¡No! —exclamó tapando sus manos.

No, no podía ser posible que el tuviera un hijo con su gemela, y a ella que era su
esposa me decía que abortara, ¿que mal había hecho?

Intento incorporarse para irse, pero una grueso mano la detuvo en seco. Sofia
sintió que su cuerpo se estremecía en gran manera, suspiró con pesadez y se giró
para ver el dueño de la mano que la sostenía.

—¡¿Doctor Cooper?! —exclamó lavando la mano a su pecho.

Cooper la miro con el entrecejo arqueado. Sofia estaba pálida, sus labios temblaban
y parecían irritados, ¿que le pasaba? ¿Estaría enferma?

—¿Te en asuste? ¿Que haces aquí? ¿Algún problema? —interrogó con curiosidad.

Sofia bajo la mirada, nerviosa, no sabía que decirle, ni cómo decirle.

—Puedo, puedo pedirte un favor —pregunto con la mirada gacha.


Cooper tomo su rostro para que subiera la cara, y asintió con la cabeza.

—¿No hay alguna manera que averigües si la pareja que entro a consulta esperan un
hijo? —pidió avergonzada.

Cooper miro en dirección al consultorio. Por suerte el conocía muy bien al doctor,
era su colega y amigo.

—Si, lo haré,pero dime, ¿que pasa? —preguntó el preocupado en el momento que dicha
pareja salía de la consulta.

Cooper se escondió con Sofia en una de la columnas, miro a Alejandro Lombardi con
Sara Miller y entendió el porqué de la situación.

—¿Acaso no es ese tú esposo y tú hermana gemela? —preguntó sorprendido.

Sofia bajo la mirada con vergüenza mientras una lágrima salía de sus ojos.

—Lo siento mucho, no entiendo como el té hace algo así, eres una mujer muy hermosa,
deberías divorciarte —dijo Cooper con temor.

Sofia respiro con pesadez, ella deseaba hacerlo, aunque amaba a Alejandro, quería
divorciarse e irse si estaba embarazada, pero no podía, estaba atrapada en ese
matrimonio por muchas razones y no podía hacer nada.

—Espérame en un lugar menos visible, puede ser en la cafetería, prometo ir en


cuanto sepa que está pasando —Sofía asintió con la cabeza y camino a la cafetería
mientes Cooper buscaba lo que ella le había pedido.

Mientras estuvo sentada, solicitó un jugo de naranja, era la única fruta que la
refrescaba y no le daban ganas de vomitar, tomo el sobre entre sus manos, y lo
comenzó a abrir lentamente.

Sofia se quedó inmóvil al ver el resultado, unas palabras rojas se clavaron en su


mente, y con eso las dudas.

¿Que haría? ¿Abortaría para complacer a su cruel esposo, o se iria lejos con ese
bebé?

Pero como podía escapar, Alejandro la encontraría en un momento si quisiera, el era


un hombre lleno de influencias y poder.

Dobló el papel y con la garganta seca lo metió en su bolso para ingerir el jugo,
cuando sintió que Cooper se sentó en frente de ella.

Lo miro con los ojos brillosos, quería llorar, pero no quería molestarlo más de lo
que ya lo había molestado.

—Están en tratamiento para concebir, pero parece que uno de los dos es estéril, por
esa razón no lo han logrado —Sofía apreto sus manos con fuerza.

Era obvio que su hermana no podía salir embarazada, porque ella estaba en estado de
su esposo.

—Cooper, mese cito otro favor —Cooper asintió con la cabeza —. Estoy embarazada y
quiero ocultar mi embarazo, por lo menos un tiempo —el docto la observo extrañado.

—Siento mucho lo que…


—No, no lo hagas, no quiero que sientas más lastima de la que yo misma siento por
mi —su voz se quebró—. Solo quiero tu ayuda, sentir que de verdad tengo a alguien
que se preocupa por mi aparte de mi abuelo —reventó en llanto.

Cooper se lava to del asiento donde estaba, y abrazo a Sofía con fuerza. No sabía
por qué, pero quería ayudarla en todo lo que le pidiera, la veía tan frágil, tan
sola, y tan vulnerable que no podía evitar hacerlo.

Cuando Sofía llegó a casa, se encontró con la sorpresa de que Alejandro ya había
llegado.

—¿Donde está mi esposo? —preguntó a la sirvienta.

—Está en el despacho, señora, pero me pidió… —ella no le tomó importancia, camino


hasta el despacho y abrió la puerta de golpe.

Alejandro tenía los ojos rojos como el mismísimo demonio, su semblante era
escalofriante, mientras tomaba una copa de vino. Apenas vio a Sofía entrar, si
mirada áspera fue dirigida a ella, al mismo tiempo que escondía algo en la gaveta
de su escritorio.

—Aquí tienes las pruebas —puso el sobre en el escritorio.

Alejandro iba a insultarla, pero cuando ella puso el sobre en el escritorio, su


cuerpo se tensó. Abrió el sobre con manos temblorosas y le leyó el resultado.

—Cono veraz, no estoy embarazada, así que no es necesario que aborte —dijo ella
quitándose para irse, pero Alejandro la tomó por la mano.

Sofía se giró y se quedó viéndolo estática, si semblante se tornó apagado, como si


estuviera decepcionado. La realidad era que en el fondo el quería que ella
estuviera embarazada, el quería encontrar la excusa perfecta para obviar su
venganza, pero al ver que Sofía Miller no estaba embarazada debía seguir con su
plan, era una promesa que había hecho.

—Me alegro de que no tengas que pasar por un Aborto, he escuchado por ahí que son
doloroso —sonrió con malicia.

El rostro de Sofía se apagó, ella quería ser fuerte, pero no podía, se sentía muy
tonta y débil, sin carácter y sumisa.

—¿ Por que no quieres tener un hijo conmigo? ¿Apuesto que con otra mujer si? ¿Es
por mi rostro Alejandro? ¿Sabias que esto se puede operar? —su voz se quebró.

—Existe el riesgo de que igual quedes como un monstruo, es una marca que tienes de
nacimiento, ¿no? —Sofía apretó sus puños, molesta. Quería decirle que ella no había
nacido con esa marca, que esa marca se la había hecho su hermana, pero, ¿para que?
No tenía caso, como siempre no creerían en ella, cuando era pequeña intento
decirles a sus padres, pero no le creyeron, y Alejandro tampoco lo haría porque
también estaba a favor de Sara.

—No es algo congénito, no es hereditario, fue… un accidente que pase de niña —


explicó con la saliva seca.

—No me importa, no quiero un niño contigo, y no pienso discutirlo, ademas, ¿para


que gastar saliva en algo que ya no fue? ¿No estás embarazada o si? —la miro con
duda.

—No, no lo estoy, tienes el papel en tus manos, Ale , no te preocupes —se soltó de
su agarre y salió dando un portazo.

Alejandro la miro irse, un dolor de clavo en su pecho muy dolorosamente. Se sentó


en la silla y respiró profundo, tomando de nuevo el sobre en sus manos.

¿Que le pasaba? ¿Por que deseaba que en vez de negativo subiera positivo?

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