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Katelyn Goldman: una chica desaparecida hace muchos años. Fue uno de los primeros casos de
Bowring y nunca la encontraron. Él se obsesionó con el caso y siempre lo recuerda como un fracaso.
Jack: padrastro de Katelyn.
Carla tiene un papel mucho más relevante esta vez. Conocemos qué pasó desde el
principio y como esa pequeña y sonriente niña que conocíamos en El día que se
perdió la cordura ha evolucionado dentro de una organización macabra.
Amanda intenta empezar una vida junto a Jacob y tranquila por primera vez, ahora
que sabe quién es realmente y su vida y su identidad. Sobra decir que esta
tranquilidad no le durará mucho.
“Llevaba por entonces cinco años buscándola. Ya no era el crío que se quedó
bloqueado, llorando bajo la lluvia en Salt Lake, mientras se llevaban a mi amada.”
Me ha gustado mucho observar la relación entre las hermanas. Como dos niñas han
evolucionado por caminos totalmente diferentes y la fuerza de la familia es capaz de
juntarlas de nuevo pero… con un toque realista, pues ya nunca será lo mismo.
Steven está en la cárcel por asumir los cargos y Kate, que no pudo superar tanto
desastre, se encuentra ingresada en un psiquiátrico.
El inspector Bowring es un nuevo personaje. Se trata del jefe de la Unidad de
Criminología que llevará el nuevo caso, que no solo parece quedarle grande si no que
además tocará viejas heridas de casos que quedaron sin solucionar.
“Cuando alguien como ella se presenta en tu vida, quedas hechizado para siempre y
nunca vueles a ser el que eras”.