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Resumen Risieri Frondizi Que Son Los Valores scrUBBED
Resumen Risieri Frondizi Que Son Los Valores scrUBBED
¿A qué podrían reducirse los valores? Tres eran los grandes sectores de la
realidad señalados: las cosas, la esencia y los estados psicológicos. El valor
equivale a lo que nos agrada, se desea, es objeto de nuestro interés. El agrado,
el deseo, el interés son estados psicológicos; el valor para estos filósofos, se
reduce a meras vivencias.
¿Qué son los valores?, los valores no existen por si mismos, al menos en este
mundo: necesitan de un depositario en que descansar. Se nos aparecen, por lo
tanto, como meras cualidades de esos depositarios: belleza de un cuadro,
elegancia de un vestido, utilidad de una herramienta, sin embargo la cualidad
valorativa es distinta de otras cualidades. Tales cualidades forman parte de la
existencia del objeto, le confieren ser. Pero el valor no confiere ni agrega ser,
pues la piedra existía plenamente antes de ser tallada, antes de transformarla
en un bien. Aquellas cualidades fundamentales, sin las cuales los objetos no
podrían existir, son llamadas “cualidades primarias”. Junto a ellas están las
“cualidades secundarias” o cualidades sensibles, como el color, el sabor, el
olor, etc. –que pueden distinguirse de las “primarias” debido a su mayor o
menor subjetividad, pero que forman parte del ser del objeto. El color
pertenece a la realidad del objeto, a su ser. La elegancia, la utilidad o la
belleza, en cambio, no forman parte necesariamente del ser del objeto, pues
pueden existir cosas que no tengan tales valores, “cualidades terciarias” llamó
Samuel Alexander a los valores, a fin de distinguirlos de las otras dos clases de
cualidades. La denominación no es adecuada, por que los valores no
constituyen una tercera especie de cualidades. Los valores no son cosas ni
elementos de cosas, sino propiedades es decir cualidades: sui generis, que
poseen ciertos objetos o bienes. Como las cualidades no pueden existir por si
mismas, los valores pertenecen a los objetos que Husserl llama “no
independientes”, es decir que no tienen sustantividad.
Los valores están ordenados jerárquicamente, esto es, hay valores inferiores y
superiores, una clasificación no implica, necesariamente un orden jerárquico, la
existencia de un orden jerárquico es una incitación permanente a la acción
creadora y a la elevación moral, el sentido creador y ascendente de la vida se
basa, fundamentalmente, en la afirmación del valor superior frente al inferior.
VALOR Y ACTITUD.
LUIS VILLORO.
Podemos entender por “valor” las características por las que un objeto o
situación es término de una actitud favorable. Actitud se refiere a una
disposición adquirida que se distingue de otras disposiciones por su “dirección”
favorable o desfavorable hacia un objeto, clase de objetos o situación objetiva.
Creer en algo es tenerlo por un componente del mundo real y estar dispuesto a
actuar en consecuencia. La actitud añade a la creencia un elemento efectivo.
En toda actitud, podemos distinguir el aspecto cognitivo de afectivo y
valorativo.
Valor, podemos decir, es, para cada quien, lo que responde a su interés. La
disposición favorable hacia un valor tiene un reverso, la percepción en el sujeto
de una carencia, implica la vivencia de una falta.
Valor intrínseco: llamamos valor a todo aquello que produce, sirve o conduce a
un valor intrínseco. A este valor en sentido amplio lo denominaremos
extrínseco.
Un objeto tiene valor extrínseco solo si posee las propiedades que se requieren
para obtener un determinado valor intrínseco.
Experiencia de valor.
Realidad de valor.
La experiencia de algo dado se acompaña generalmente de la creencia
espontánea en su realidad. Pero, en la reflexión, puede surgir la duda. La duda
puede ser mayor cuando la atribución de valor se refiere a objetos o
situaciones que no están ellos mismos dados, sino que se infiere de lo dado; la
realidad que puede atribuirse al valor forma parte del mundo tal como es
directamente vivido. En un sentido vivido, “realidad” no es una x que existiera
“fuera de mi”, realidad es aquello que me resiste, se me opone, se me hace
frente, aquello que no es construido, fraguado, puesto por mí.
Acción intencional
No todas las acciones motivadas por deseo están animadas de una intención
consiente, esto quiere decir que rasgos de carácter, sentimientos profundos,
pulsiones inconscientes pueden explicar parcialmente muchos de nuestros
comportamientos.
Existen dos órdenes de valor diferentes: por un lado las cualidades valorativas
experimentadas en un objeto o situación; éstas pueden dar lugar a la
aceptación de la realidad de ciertos valores. Por otro lado, las cualidades
atribuidas a los estados finales de nuestras acciones, se traducen en la
proyección de valores posibles. En ambos ordenes, el juicio de valor debe
justificarse en razones.
Las razones de una creencia son otras creencias, o experiencias de las que se
puede inferir su verdad o probabilidad; las razones justifican las creencias.
Las razones de una acción son sus causas; las razones explican las acciones,
las causas de estas acciones son actitudes, deseos y creencias que incluyen
valoraciones.
* Los segundos son posteriores a las razones, están motivados por ellas.
No cualquier razón es capaz de motivar un deseo, sino solo las que conducen a
una conciencia de lo deseable, de un valor objetivo.
Si el deseo de actuar está motivado por ciertas razones, ¿qué motiva que
queramos atenernos a razones? Si bien el comportamiento puede estar
motivado por razones, para explicar la búsqueda de esas razones no podemos
apelar a ellas mismas, tenemos que suponer una situación inicial que nos
incline a tratar de encontrarlas y seguirlas.
Hume “la sola razón nunca puede ser motivo para ninguna acción de la
voluntad… y nunca puede oponerse a la pasión para dirigir la voluntad”. Kant
sostuvo algo muy diferente. Si se actúa por un deseo o afecto empírico no se
actúa moralmente. La acción moral exige seguir los principios de la razón
práctica y no de las inclinaciones subjetivas. Implica actuar por puro “respeto a
la ley moral”. Esto debe de comprenderse como la voluntad de seguir el deber
por el deber mismo, ordenado por la razón.