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CHILE

Charles Bergquist
Es costumbre iniciar los estudios sobre Chile destacando su singularidad. Entre
todas las naciones latinoamericanas, Chile parece haber experimentado la
evolución política que mas se aproxima a los patrones establecidos en las
naciones industrializadas del área del atlántico Septentrional.
De ahí el segundo rasgo distintivo de chile: su sistema político estable y
democrático. A diferencia de las nuevas naciones del resto de Hispanoamérica,
Chile pronto se estabilizo políticamente después de la independencia, y durante
el siglo XIX desarrollo un Estado relativamente fuerte y un vigoroso sistema
partidista. Se efectuaban elecciones periódicas y se establecieron reglas para
la transferencia pacifica del poder político. Este proceso político continuo en el
siglo XX. Mientras el sufragio se extendió lentamente, Chile desarrollo un
amplio espectro de partidos políticos con cierto apoyo popular y orientación
ideológica, lo cual permitió que el país gozara de una reputación de pluralismo
democrático.
Pese a que la herencia de la era colonial constituyo un factor importante, en
particular la relativa homogeneidad cultural y étnica de la sociedad chilena y la
ausencia de poderosos intereses regionales fuera de la zona central, el
determinante primordial de la estabilidad política de comienzos del siglo XIX fue
el hecho de que Chile, fue el único en desarrollar una económica exportadora
viable entre 1830 y 1860. Las crecientes exportaciones de plata, cobre y trigo
apuntalaron la comunidad de intereses en el seno de la clase dominante de
exportadores e importadores, pero permaneció unificada alrededor de puntos
básicos como la economía política liberal y el mantenimiento del Status quo
social. El creciente comercio internacional estimulado por las exportaciones
reforzó el consenso y proporciono ingresos para construir un Estado eficiente y
fuerte. Chile estuvo en capacidad de usar la fuerza y los recursos de su
temprano desarrollo para proseguir, entre 1879 y 1888, una guerra victoriosa
contra Perú y Bolivia, y anexarse una nueva y explotable base de recursos para
la exportación, los campos de salitre del desierto de Atacama. Se registró un
enorme incremento en el valor de las exportaciones chilenas y, aunque gran
parte de los medios de producción de la industrial del salitre pasó a poder de
los británicos después de la guerra, el Estado chileno, entre 1880 y 1930,
percibió cuantiosos ingresos directa, mediante impuestos a las exportaciones, e
indirectamente, a través de las aduanas, del comercio exterior generado por la
producción de salitre.
La economía exportadora de salitre transformo la dinámica de la política
chilena. Discrepancias sobre el significado de la perdida del control chileno
sobre las propiedades salitreras y sobre la destinación de los ingresos
salitreros precipitaron el rompimiento del consenso elitista y las normas
constitucionales en la breve y sangrienta guerra civil de 1891. Pero la
expansión de la económica salitrera también garantizo la estabilidad y dio
forma a los arreglos políticos que resultaron de la guerra.
Las fuerzas sociales y políticas desatadas por la expansión de la economía del
salitre en la media centuria que siguio a 1880 generaron una tercera
característica distintiva, la mas importante de la historia moderna chilena: el
surgimiento de un movimiento obrero fuerte de la izquierda. El surgimiento de
un movimiento obrero de izquierda en los albores del presente siglo destruyo la
estabilidad política y provoco un rompimiento temporal del sistema partidista en
los años veinte. En los decenios que siguieron al colapso de la economía del
salitre, en 1930, en un ambiente condicionado por la explotación de un nuevo
recurso mineral , el cobre, el movimiento obrero chileno contribuyo a reconstruir
el sistema partidista y empujo toda la política hacia la izquierda, alterando de
manera fundamental el patrón del desarrollo económico nacional.
En suma, es el surgimiento de un movimiento obrero marxista, poderoso e
institucionalizado, lo que más nítidamente distingue la historia moderna de
Chile. Si la temprana aparición de una economía exportadora era viable en el
centro de Chile ayuda a explicar la singularidad política del país en el siglo XIX,
las economías exportadoras de salitre y cobre moldean dicho legado en el siglo
XX. Es tomando el movimiento obrero como punto de referencia que, por un
lado, se torna clara la compleja relación entre la estructura exportadora y el
desarrollo económico y político de Chile y , por el otro, se revela el significado
profundo de la extraordinaria geografía de Chile para la historia humana
contemporánea.
LA VIDA Y EL TRABAJO EN LA PAMPA SALITRERA
La raíz del carácter distintivo del movimiento obrero chileno consistía en la
experiencia única de los trabajadores en la producción de salitre. Uno de los
rasgos mas sorprendentes de dicho ambiente fue la movilidad geográfica de los
obreros salitreros, consecuencia de condiciones que escaban a su control. La
naturaleza cíclica de la industria, especialmente después de 1914, forzó a
decenas de miles de obreros salitreros a dejar la pampa y a veces el norte
mismo durante los periodos de crisis. Empero, aun en los buenos tiempos los
obreros eran extraordinariamente móviles dentro de la zona del salitre. En
épocas de expansión de la industria y alta demanda laboral, los obreros con
frecuencia solo permanecían en un trabajo unos pocos días o semanas antes
de salir en busca de mejores salarios o condiciones de vida.
Los patrones elaboraron ingeniosos esquemas de crédito y de pago, y a
veces requerían depósitos sobre las herramientas en un esfuerzo por retener a
los trabajadores haciéndoles costoso su desplazamiento
A los obreros solo se les pagaba una vez al mes y entre pago y pago se les
hacían avances de créditos en forma de letras o fichas, que podían gastarse en
agua, comida, vestido, herramientas y muchos otros artículos en el almacén de
la compañía. Las empresas restringían la entrada de comerciantes forasteros y
rutinariamente esperaban que las ganancias de sus almacenes sufragaran
alrededor del 10% de los costos laborales. No obstante, los fugados (nombre
que le daban los empresarios a los obreros que desertaban sin saldar sus
cuentas) eran frecuentes. Tales mecanismos crediticios y de pago, que
buscaban retener a los obreros y que servían también para la acumulación de
capital, fueron una fuente constante de inconformidad laboral y un blanco de
las protestas obreras durante todo el periodo.
Al moverse de empleo en empleo, los obreros sacaban ventajas de una
serie de condiciones estructurales en la zona del salitre. Debido a que la
mayoría de los obreros del salitre eran varones solteros, tenían mas
libertad para protestar contra condiciones de trabajo injustas o
intolerables y una mayor voluntad de desplazarse en busca de mejores
condiciones. Tanto las compañías como, mas tarde, los reclutadores del
gobierno, trataron de enganchar hombres con familia. Dicha política
apuntaba explícitamente a amarrar al trabajador a la oficina y a reducir el
valor de su principal carta de negociación, consistente en su capacidad
de desplazarse a otro lugar en procura de paga y condiciones mejores.
Así, toda la estructura demográfica de las provincias salitreras, en los
primeros años del siglo XX, fue distorsionada, con más o menos dos
hombres por cada mujer. La preocupación de los obreros del salitre por
la compañía femenina y la gratificación sexual hallo expresión en un rico
vocabulario regional.
Aparte de lo intenso del deseo de desplazarse, lo que hacia
prácticos los traslados era la naturaleza competitiva y difusa de la
producción del salitre. La existencia de numerosos empleados
compitiendo entre sí en un mercado laboral estrecho abría el campo
para luchar por mejores condiciones de trabajo y de vida, y limitaba
asimismo la capacidad de los propietarios de disciplinar a los obreros,
quienes protestaban, incumplían las normas o se unían con sus
compañeros para conseguir reivindicaciones.
La naturaleza difusa de la minería salitrera obedecia en gran parte
a la geología de los depósitos de caliche. Durante los periodos de baja
demanda mundial y bajos precios, los productores marginales
simplemente cerraban y abrían de nuevo cuando el margen de ganancia
lo permitiera.
La dispersión de las instalaciones productivas condujo al rápido
desarrollo de redes de comunicación en la pampa salitrera. Los
ferrocarriles salitreros privados se extendían por cerca de 860 kilometros
en 1887. Los obreros usaban esta red de transporte, pero hasta los años
veinte muchos simplemente caminaban en busca de trabajo en los
buenos tiempos y de alivio en los puertos en las temporadas malas. Los
obreros salitreros tomaron prestadas muchas expresiones de los
trabajadores portuarios y marítimos, con quienes formaron estrechas
alianzas personales y organizativas, para expresar su sentido de
constante movimiento en la vasta pampa.
Los obreros del salitre desarrollaron una red informal de comunicaciones
entre amigos, parientes y compadres a lo largo y ancho de la pampa, y
por medio de ella comparaban las condiciones en las diversas oficinas.
Pese a que las condiciones de trabajo y de vida, no eran buenas en
ninguna oficina, la voz corría cuando mejoraban en alguna. Los
empleadores mantenían lo mas bajos que podían los salarios y los
gastos laborales; no obstante, eran muy conscientes de la naturaleza
competitiva del mercado laboral. Libres de obligaciones familiares , los
obreros solteros podían empacar sus vestidos y herramientas a la menor
provocación.
Los obreros del salitre expresaban colectivamente la dura realidad del
trabajo cíclico y la limitada independencia de la movilidad geográfica en
el termino que escogieron para la actividad que dominaban sus vidas.
Los trabajadores luchaban a diario con las condiciones que agotaban su
salud física y mental y amenazaban su existencia misma. En tan
corrosivas circunstancias los trabajadores desarrollaron actitudes e
instituciones, primero para hacerles frente y luego para cambiar las
condiciones de sus vidas.
La oficina típica era un poblado industrial ruidoso, contaminado y
maloliente, incongruentemente localizado en la serena inmensidad del
desierto de Atacama. El núcleo de la oficina salitrera era la maquina o
planta de procesamiento, un negro laberinto metálico de chimeneas,
trituradoras, grandes tanques de procesamiento y bateas de secado. Un
poco más adelante estaba el campamento, unas viviendas en forma de
barracas para los obreros de producción; y aún más allá, las mejores
construidas viviendas del personal técnico y los administradores. La
parte central de cada oficina también contenía la pulpería, o sea, el
almacén de la compañía. Algunas oficinas tenían asimismo un
restaurante y un bar manejados por la empresa, donde los solteros
podían tomar su alimentación y bebida.
Adentrándose en la pampa, mas allá de la planta de
procesamiento y las viviendas, quedaban las reservas de mineral de la
oficina y los desechos de las áreas explotadas. Las operaciones de
minería involucraban al grueso de la fuerza laboral, y los salarios de los
mineros constituían alrededor de la mitad del total de los costos
operativos. “Abrir” un depósito de caliche implicaba establecer una línea
de avance para luego explotar una serie de cargas y abrir un rajo o
trinchera. Entonces el minero o particular entraba en la trinchera para
separar, quebrar y cargar el caliche en un carro de mulas que lo
transportaba a la oficina. Allí se evaluaba la calidad del mineral antes de
llevarlo al triturador. Entre tanto, el barretero, que ayudaba a varios
particulares, avanzaba algunos metros y cavaba una nueva línea de
huecos paralela al rajo. Tan pronto como el particular terminaba de
remover el caliche expuesto por la detonación previa, colocaba cargas
en los nuevos agujeros y el proceso de excavación empezaba de nuevo.
Tanto barreteros como los particulares eran dueños de algunas de sus
herramientas y figuraban entre los obreros mejores pagos de la oficina.
Eran frecuentes las disputas entre estos trabajadores y la
administración en torno a las tasas de remuneración y a la calidad y el
peso del mineral enviado a la oficina. Tener éxito en el agotador y
peligroso trabajo de barreteros y particulares implicaba mucho
conocimiento práctico y considerable destreza en el manejo de
explosivos, poco fiables, que se fabricaban en la oficina y se vendían a
los mineros en el almacen.
Niños de diferentes edades, a menudo parientes de obreros
adultos, desempeñaban importantes papeles en el proceso minero.
Niños entre 8 y 10 años de edad que cavaban las cámaras oara los
explosivos, estaban los matasapos, un poco mayores, que ayudaban a
los particulares a romper pedazos de mineral demasiado grandes para
ser levantados y cargarlos. Todos los obreros que trabajaban en
operaciones de minería en la pampa abierta, y a pleno sol, reciben su
pago a destajo.
El procesamiento del caliche implicaba triturar el mineral, disolver
en agua el nitrato de sodio que contenía y luego dejar que la solución
cristalizara y se secara en el aire del desierto. A este proceso básico, la
oficina aplicaba energía mecánica, combustibles fósiles y una tecnología
que incrementaba enormemente la eficiencia del proceso de disolución.
El agua y el mineral eran cocidos en una serie de tintas llamadas
cachuchos. El proceso del salitre era tan peligroso como su extracción:
también era insalubre, desagradable y fatigoso. Los obreros tenían que
debatirse en medio del polvo permanente de los trituradores, el fango del
proceso de disolución, los vapores nocivos y el constante calor de las
calderas, las líneas de vapor y el sol del desierto. Mientras que los
mineros resultaban heridos primordialmente a causas de derrumbes y el
manejo de explosivos de mala calidad, los que laboraban en las plantas
mostraban una alta incidencia de infecciones pulmonares y con
frecuencia eran mutilados o quemados al operar las maquinas. En toda
la región del salitre solo existía un hospital en 1912. La mayoría de los
pacientes eran varones solteros entre 15 y los 40 años. Los accidentes
laborales no se reportaban y eran atendidos en primitivas instalaciones
en las oficinas. Los obreros a menudo tenían que contribuir con un peso
al mes para tales servicios, mientras que la compensación de las
empresas por accidentes era un hecho poco común. Los trabajadores
organizaron muy pronto sociedades de ayuda mutua a fin de sostener a
los afiliados enfermos o heridos y de manera consistente se opusieron a
la tarifa de un peso que la administración deducía de sus salarios. La
necesidad de una seguridad mínima, en especial parrillas protectoras
sobre los cachuchos, figuraba entre las primeras exigencias colectivas
de los obreros del salitre.
Pese a que la comida y la bebida eran más caras en el norte que
en el centro de chile, los salarios reales eran allí más altos. Los solteros,
en particular, que no tenían que pagar alquiler ni alimentar otras bocas,
podían ahorrar cantidades significativas de dinero. Los trabajadores del
salitre se alimentaban mejor que la mayoría de los obreros chilenos. Por
lo general consumían carne dos o tres veces al dia. A menudo las
mujeres suministraban la alimentación a los mineros solteros, pero casi
siempre era política de la empresa prohibirles abrir una pequeña tienda o
un bar. Todos los factores mencionados contribuían al nomadismo de los
obreros.
A pesar de las duras condiciones de trabajo y de vida en la
pampa, los trabajadores se las arreglaban para llevar una rica vida
social. Viajaban fuera de las oficinas para visistar a parientes y amigos,
participaban en funerales y asistían a reuniones políticas en los puertos.
En las pequeñas poblaciones de la pampa, esparcidas a lo largo de las
líneas férreas cerca de las grandes oficinas, bebían, jugaban, visitaban
prostitutas, compraban provisiones a los comerciantes y discutían sus
necesidades comunes y aspiraciones. Eran en tales pueblos donde
muchos tenían acceso a organizaciones sindicales, con frecuencia no
admitidos en las propiedades privadas de las oficinas.
Las sociedades de ayuda mutua, a menudo llamadas filarmónicas
en Chile, se extendieron del centro hacia el norte del país en el siglo XIX
y existían muchas oficinas. En ellas los obreros se enseñaban a tocar
instrumentos musicales y aprendían a bailar. Algunas filarmónicas
también ofrecían clases nocturnas de educación elemental. El alcohol
estaba prohibido en las filarmónicas e incluso la instrucción de danza
entre hombres transcurría en un ambiente de gran seriedad y formalidad.
Los obreros contribuían con dos y hasta cinco pesos mensuales a los
fondos de ayuda mutua, administrados por las filarmónicas y los clubes
de deportes y teatro. Tales fondos se empleaban en el sostenimiento de
miembros lesionados o enfermos, el pago de funerales y el apoyo a las
familias de los obreros por un corto periodo luego de la muerte del
afiliado. Las organizaciones de este tipo eran esencialmente defensivas.
Valiéndose de ellas los obreros procuraban sostenerse espiritual y
materialmente en tan destructivas condiciones sociales de vida y trabajo.
Muy pronto los obreros empezaron a formar instituciones que buscaban
cambiar sus situaciones como clase.
LA ORGANIZACIÓN OBRERA EN EL NORTE
En toda América Latina, los intentos de los trabajadores de los enclaves
exportadores por organizarse y mejorar su situación económica y social
enfrentaron una virulenta represión oficial y privada. Dada la importancia
del sector exportador para la salud económica nacional, la organización
obrera, con todo su potencial para reducir la acumulación de capital,
paralizar la producción en el sector más dinámico e importante de la
economía y detener el principal generador de ingresos del gobierno,
tenía que ser impedida. En el caso de la economía del salitre en Chile,
durante el periodo 1880-1930, uno descubre que a pesar de lo brutal e
intenso de la represión, los intentos de los obreros por organizarse,
aliarse con otros sectores de su misma clase y construir un movimiento
sindical y político capaz de ejercer una considerable influencia en la vida
política nacional, resultaron asombrosamente exitosos.
Como en otras economías exportadoras latinoamericanas, en
Chile los primeros trabajadores que se organizaron y forzaron
concesiones por parte de sus patrones no fueron los vinculados
directamente a la producción exportadora, sino los de la infraestructura
de transporte que había crecido al servicio de la economía de
exportación (obreros marítimos , portuarios y ferroviarios). Pero en Chile,
al contrario de los que ocurrió en muchos países, estos obreros del
transporte en breve fueron respaldados por los trabajadores del salitre.
El resultado fue una institución netamente chilena, formada por la clase
obrera en los albores del siglo XX, la Mancomunal.
En parte sociedades de ayuda mutua, en parte grupo de
resistencia, en parte vehículos para la creación y extensión de la cultura
de la clase obrera, las mancomunales respondían a las necesidades y
aspiraciones de los trabajadores del enclave salitrero. Estas
organizaciones crecieron rápidamente en los principales puertos de la
región salitrera en los primeros años del siglo XX. Construidas en torno a
núcleos de trabajadores portuarios y dirigidas en un principio por
lancheros, las mancomunales pronto incorporaron artesanos, empleados
de los servicios portuarios, ferrocarriles y los obreros del salitre que
laboraban en la pampa misma. Las mancomunales también se
expandieron hacia el sur y se convirtieron en organizaciones poderosas
y muy militantes en la zona carbonífera, cerca de Concepción. Todas las
mancomunales eran organizaciones regionales que reunían obreros
calificados y no calificados de diferentes actividades con el fin de unir
recursos y coordinar acciones.
Las actividades huelguísticas de estas organizaciones militantes
han recibido considerable atención. Las huelgas realizadas por las
mancomunales después de 1900, que culminaron con la huelga general
masiva de 1907 en la zona salitrera. Esa huelga termino el 21 de
diciembre de ese año, en la masacre de Iquique. En esa fatídica
huelga, los obreros exigían la abolición del sistema de vales y la
reducción inmediata de fichas, sin descuento, en todas las oficinas. En
virtud de que la huelga de 1907 expresa de manera tan cruda y
dramática la naturaleza de las primeras luchas laborales de Chile y la
importancia del proletariado salitrero en el desarrollo del movimiento
sindical y de izquierda, y debido a que se convirtió en el símbolo de la
lucha del pueblo chileno contra el capital extranjero y las fuerzas
domesticas conservadoras. La masacre y la represión laboral
generalizada que siguieron a la huelga de 1907 virtualmente destruyeron
la organización sindical efectiva en el norte y pusieron fin a la era de la
mancomunal propiamente dicha. Muy pronto, instituciones
estructuralmente similares resurgieron en la pampa y en los puertos
salitreros. Tales organizaciones también realizaron huelgas, pero se
concentraron aún más en las actividades culturales, ideológicas y
organizacionales que tan importante papel habían desempañado en los
esfuerzos de las primeras mancomunales. La mancomunal ayudo a los
obreros a forjar una concepción independiente y autónoma del mundo
que los rodeaba.
Las actividades culturales y sociales de las mancomunales del
salitre han parecido pintorescas y poco prácticas, pero a través de estas
actividades creativas y a menudo experimentales, los obreros del salitre
desarrollaron, instrumentos autónomos de organización y socialización
que quebraron el monopolio cultural de la clase dominante chilena. Las
mancomunales y las organizaciones que le sucedieron en el norte,
continuaron y ampliaron las funciones de ayuda mutua de las primeras
organizaciones obreras. Sus programas de educación formal incluían
clases nocturnas de técnicas elementales y de tejido para mujeres.
Algunas organizaciones constituyeron cooperativas de consumo.
Muchas actividades se hallaban encaminadas específicamente a
socavar los valores culturales de la sociedad mayor. Los grupos de
teatro abordaban temas explícitamente proletarios en obras escritas gran
parte por anarquistas españoles. Activistas chilenos montaban
campañas de prensa y organizaban reuniones públicas y debates para
desacreditar a los capitalistas, a los políticos conservadores y a la
iglesia. Se aprovechaban de la indiferencia de muchos hombres de la
cultura hispana frente a la actividad religiosa formal.
A diferencia de anarquistas y anticlericales, los socialistas
minimizaron la cuestión de la iglesia y más bien se concentraron en
redefinir el concepto de patriotismo. Las actividades políticas, sociales y
culturales se unían en torno a la prensa obrera, una institución clave en
el desarrollo del movimiento laboral chileno. El más significativo y de
mayor duración fue El Despertar de los Trabajadores (Iquique, 1912-27).
Sus páginas estaban repletas de denuncias de inaceptables condiciones
de vida y de trabajo, información sobre huelgas y actividades culturales y
sociales, transcripciones de textos anarquistas europeos y pensadores
sociales. Establecieron redes de comunicación periodística a lo largo y
ancho de la zona.
Una indicación irrecusable de la creciente autonomía cultural de
los obreros del nitrato es la forma como reaccionaban los patrones del
centro de Chile ante los trabajadores del salitre que contrataban durante
los periodos de crisis de la industria. Los patrones, expresaban temores
de que la fuerza de trabajo local se contaminara políticamente. A medida
que se enfrentaban a este problema, los burócratas de la oficina del
trabajo se hallaban ante un gran dilema, El temor de los desórdenes
masivos los obligaba a llevar al sur a los obreros del salitre sin trabajo.
Otro indicativo de la creciente autonomía cultural y el inconformismo
político de los obreros del salitre es el poderío expansivo de los partidos
reformistas y de izquierda en el norte. Estos partidos – radicales,
demócratas y socialistas – hallaron mas apoyo en el norte. Y pese a que
la mayoría de los obreros del salitre no podían votar y mucho de los
podía lo hicieron por candidatos izquierdistas radicales y demócratas, el
Partido Socialista (Partido Obrero Socialista), fundado en Iquique en
1912, logro elegir seis concejales municipales en 1915 y dos diputados
nacionales en 1921. Después de esta fecha, hasta la represión de 1926
y 1927, la fuerza electoral y parlamentaria del partido Comunista
(sucesor del Partido Socialista) se expandió rápidamente.
A través de su cultura nomádica, los obreros del salitre
aprendieron que podían rechazar condiciones inaceptables y, dentro de
ciertos límites, desafiar con éxito la autoridad. Aprendieron a confiar en
si mismos, en sus amigos y en sus parientes en su búsqueda de una
vida mejor. En las sociedades mutuas los trabajadores se
acostumbraron a unir esfuerzos y manejar colectivamente asuntos tan
serios como la educación, la salud, la enfermedad y la muerte, que
ningún individuo podía controlar solo.
CRISTALIZACION DE UN MOVIMIENTO OBRERO MARXISTA
Las fuerzas económicas e ideológicas desatadas por la Primera guerra
mundial afectaron profundamente la fortaleza y orientación de los movimientos
obreros nacionales en todo el mundo. El conflicto por la dominación mundial
entre dos bloques de grandes potencias capitalistas industriales estimulo una
enorme demanda de máquinas, municiones, alimento y materias primas. La
guerra que genero estas tendencias económicas también mino los
fundamentos filosóficos liberales y, entre los obreros, reforzó las ideologías
anticapitalistas de la izquierda.
Chile, mucho mas que cualquiera otra nación suramericana, participo de
este drama mundial de guerra y movilización obrera. Su economía exportadora
de salitre, se vio íntimamente afectada por los cambios en el comercio, la
demanda y la inovacion técnicas que genero la contienda. Una oleada de
huelgas de proporciones sin precedentes envolvió los principales puertos y
ciudades de Chile y la zona salitrera después de 1918 y alcanzo su máximo
auge a fines de 1919 y comienzos de 1920. Los socialistas dominaban las
organizaciones obreras en la región del salitre, los anarcosindicalistas
predominaban en Santiago y la rama chilena de los Trabajadores Industriales
del Mundo (IWW) llego a ser preponderante en el puerto de Valparaíso. Cada
grupo ejercia, considerable influencia en el área del movimiento obrero
dominado por los otros. Todos cooperaban de manera excelente en la
movilización de la clase obrera en su conjunto, en manifestaciones publicas y
huelgas generales.
Pero fueron los socialistas quienes lograron institucionalizar su fuerza e
influencia en organizaciones obreras y políticas de carácter nacional. Años de
lucha en la religión salitrera habían convencido a los socialistas de que la
solución a los problemas de la clase obrera tendría que ser nacional, mediante
el acceso al poder del Estado. Los socialistas comprendieron como las
fluctuaciones cíclicas de la economía del salitre creaban problemas nacionales
de inflación y desempleo. Los lideres y organizaciones sindicales de la religión
salitrera, asi como la fuerza de trabajo nomada a la que se dirigían, habían
construido redes de comunicación personales y políticas a lo largo y ancho del
centro y el norte de Chile. En los primeros años del siglo XX tales contactos se
extendieron al sur, a la zona productora de carbón, a los combativos enclaves
de pastores de oveja y empacadores de carne del sur de chile.
El vehiculo empleado por los socialistas para construir una organización
obrera nacional fue la Gran Federación de Obreros de Chile. Esta timida y
reformista organización, fundada por trabajadores ferroviarios en 1909, gozaba
de la tolerancia de los funcionarios oficiales y poseía rudimentos de una
organización nacional descentralizada. En la convención de la FOCh, de
diciembre de 1921, celebrada en Rancagua, cerca de la nueva mina de cobre
de propiedad estadounidense, El teniente, los delegados votaron por afiliar la
Federación a la internación Roja y vincular políticamente a sus miembros al
Partido Obrero Socialista. Al siguiente mes, aprobaron cambiar su nombre por
el de Partido Comunista de Chile y unirse a la Tercera Internacional. La
afiliación al movimiento causo cierta disensión, particularmente entre los
elementos reformistas en el seno de la FOCh.
Durante el periodo de auge de las exportaciones de salitre y alto empleo,
inmediatamente después de la guerra, los activistas sindicales se concentraron
en acciones en los sitios de trabajo y en labores organizativas dentro de la
clase obrera. Los huelguistas de ese periodo, alcanzaban el éxito con más
frecuencia. Las exigencias de las huelgas, se centraban en medidas para
establecer y proteger las organizaciones obreras y controlar el medio en el que
se laboraba y la organización del trabajo. Al mismo tiempo, los elementos
militantes dentro del movimiento obrero empezaron a crear contactos con otros
grupos urbanos, especialmente los que habían sido golpeados por la
dislocación económicas de la posguerra, y por ello eran potenciales
simpatizantes de las corrientes ideológicas de izquierda. Esta ultima estrategia
adquirio mayor importancia después de 1919, a medida que la economía del
salitre desfallecía y, en particular después de 1920. El creciente desempleo en
el sector privado y los recortes en el gasto publico no solo erosionaban las
posibilidades de negociación de los obreros industriales, sino que amenazaban
también a empleados y profesionales. La inflación de precio, estimulada por los
avances de crédito en papel moneda de gobierno a los productores de salitre y
por las emisiones de pesos destinadas a recuperar para el fisco las pérdidas de
ingresos provenientes del salitre, perjudicaba a todos los consumidores. A
finales de 1919, por iniciativa de la FOCh, los trabajadores organizados
movilizaron una amplia coalición de grupos urbanos en un esfuerzo por
presionar al gobierno a que redujera los precios de los alimentos y llevara a
cabo reformas tributarias y educativas.
A tan explosiva situación se sumaron en 1921 millares de overos
desempleados del salitre. Enfrentados a la creciente amenaza que significaba
las masas de obreros desempleados en el norte, el gobierno alquilo depósitos y
abrió hospitales en los puertos salitreros y en Santiago y traslado a miles de
trabajadores al sur. La FOCh organizo sindicatos entre estos obreros, y a pesar
de los esfuerzos de los funcionarios del gobierno y la policía, los obreros
servían de fuerza de choque en las acciones huelguísticas y los mítines de
protesta.
El congreso aprobó una ley de residencia, en 1919, que autorizaba a los
funcionarios del gobierno a negar la entrada o expulsar a radicales extranjeros.
Puesto que la limitada presencia de inmigrantes, el gobierno recurrió
principalmente a acciones policivas, poderes de estado de sitio y grupos
paramilitares privados para encarcelar activistas sindicales, romper huelgas,
silenciar la prensa obrera y aterrorizar activistas obreros y estudiantiles. Entre
tanto, las organizaciones obreras , con coraje y creatividad, trataron de
defender los empleos de los trabajadores y preservar sus instituciones. Una
enorme huelga portuaria en Valparaíso, que procuraban mantener un
innovador sistema de trabajo compartido, creado por el sindicato afiliado a la
IWW, fue rota finalmente por la represión oficial. Una prolongada huelga del
carbón para impedir recortes salariales, fue apoyada con fondos de la FOCh y
una huelga general de solidaridad, pero finalmente fracaso. Los obreros
salitreros despedidos de la Oficina San Gregorio en 1921 rehusaron la oferta
de la administración de un dia de salario y el pasaje al sur y declararon que
ellos mismos manejarían la oficina. Cuando la policía trato de expulsarlos,
asesinaron al gerente y amenazaron a los agentes uniformados con dinamita.
Dos días después, una operación militar en gran escala, los obligo a
someterse. La actividad huelguística revivió del nadir de 1922 para alcanzar
niveles sin precedentes en 1925. En marzo de 1925, movilizaciones en gran
escala y una ola de huelgas en el norte desembocaron en el primer contrato
colectivo en la industria del salitre, que mejoró significativamente la jornada
laboral y los salarios, estableció condiciones de indemnización altamente
favorable para los obreros y reconoció la FOCh como el representante legal de
los trabajadores. Por vez primera los sindicatos, ganaron el derecho de
celebrar reuniones dentro de las oficinas. Los trabajadores de cuello blanco de
la industria privada, que se habían organizado inicialmente en el norte,
realizaron una convención nacional en 1924 y adoptaron unos estatutos en que
se definían como una “Clase asalariada” y formulaban un llamamiento a
nacionalizar el comercio y la industria.
El partido Comunista contribuyo a organizar una coalición de grupos
obreros y de clase media en una Asamblea Nacional de Asalariados, con el fin
de participar en las elecciones presidenciales de 1926. Los capitalistas, se
organizaron más eficientemente en el frente económico estableciendo, en
1921, la Asociación del Trabajo de Chile. La organización tenía como propósito
coordinar la resistencia y la propaganda contra los trabajadores radicales. El
gobierno toleraba las organizaciones paramilitares anti obreros. El aparato
represivo del Estado fue fortalecido y sus poderes legales ampliados. El
aparato represivo del Estado fue fortalecido y sus poderes legales ampliados.
Cuando había que usarse repetidamente , la represión surtía el efecto de
socavar la legitimidad de la clase dominante a nivel domestico y a deslustrar en
el extranjero la imagen, cuidadosamente construida, de un Chile progresista y
estable. Ciertos partidos tradicionales abogaron por nuevas leyes que
neutralizaban la amenaza económica y política representada por los obreros
organizados, otros procuraron alcanzar el mismo objetivo a través de nuevos
partidos reformistas que aspiraban a ganar el apoyo de la clase media y los
trabajadores. El más importante de los nuevos partidos era la Alianza Liberal
dirigida por Arturo Alessandri. Logro el control de la cámara baja del Congreso
en 1918. Las propuestas conservadoras y liberales para una reforma laboral
buscaban limitar el poder económico, la autonomía organizativa y el potencial
político revolucionario de los trabajadores chilenos. Las dos propuestas
procuraban institucionalizar el conflicto laboral a través de esquemas de
conciliación y arbitraje. Y ambas trataban de colocar a los sindicatos bajo la
estrecha supervisión y el control del estado por medio de sistemas de
inspección, límites legales al empleo de los fondos sindicales y condiciones
específicas a las huelgas legales. Finalmente, en septiembre de 1924 , los
militares intervinieron y presionaron al Congreso para que aprobase la
legislación laboral. Los oficiales buscaban promociones individuales y mejor
paga. Estaban escandalizados con la corrupción y la ineficiencia del sistema
político chileno. Ni el movimiento obrero ni el capital estaban satisfechos con la
legislación laboral impuesta a ellos por los militares en 1924 y la mayoría de las
reformas fue letra muerta durante varios años. Los anarquistas denunciaron la
idea de institucionalizar el movimiento laboral dentro del aparato del Estado
capitalista. El partido Comunista creo alianzas con grupos de empleados
privados para presionar por una aplicación selectiva de las nuevas leyes. Esta
movilización y los éxitos electorales izquierdistas posteriores contribuyen a
explicar la actitud represiva del gobierno militar desde mediados de 1925. La
ofensiva contra el movimiento laboral marxista, la mas severa y eficaz hasta
ese momento en Chile, empezó en la región del salitre en junio de 1925. Alli los
obreros organizados en la FOCh amenazaron con suspender la produccion si
no se ponían en practica los terminos del contrato colectivo pactados tres
meses antes. Los propietarios reaccionaron con despidos masivos de obreros
militantes. Enfrentados a la posibilidad de otra huelga general en la zona, el
gobierno opto por la represión. El 4 de junio de 1925 se lanzó una operación
militar en gran escala contra los obreros salitreros de La coruña. Cientos mas,
la mayoría militantes anarquistas y comunistas, fueron encarcelados o
enviados al exilio, muchos de ellos a las remotas islas chilenas del pacifico.
En los años subsiguientes, Ibañez trato de aplicar la nueva legislación
laboral recurriendo a medios corporativos formales. Creo una central obrera
gobiernista, instalo amigos en las posiciones directivas de los sindicatos
controlados por el régimen e intento asegurarse la lealtad de los lideres y de las
bases otorgándole beneficios materiales palpables. Para 1928 la izquierda
había sido derrotada y sus otrora poderosas organizaciones sindicales y
políticas virtualmente destruidas.
TRAYECTORIA DE LA IZQUIERDA CHILENA
Entre 1919 y 1932, revela como la insurgencia de los trabajadores chilenos en
la posguerra forzó a la clase dominante a otorgar dolorosas concesiones y a
redefinir los canales y los límites de la lucha de clases. Dicho proceso implico
una ruptura total del sistema político “democrático” de Chile, la promulgación de
una nueva Constitución que reforzó considerablemente el poder ejecutivo y la
creación de una serie de nuevas instituciones laborales. Dos tendencias
principales definen los cuatros decenios de la historia económicas chilena
después de 1930, cada una profundamente influenciada por cambios
acaecidos en el sistema capitalista mundial. Primero, la depresión mundial y la
guerra destruyeron la economía del salitre y luego contribuyeron a consolidar
en su lugar una nueva economía exportadora de minerales, estructuralmente
similar, alrededor del cobre. Segundo, la ruptura de la division internacional del
trabajo en el periodo de 1930 a 1945 estimulo el proceso de industrialización
nacional en Chile. Para el final de ese periodo, la manufactura se había
convertido en el sector mas importante de la economía doméstica. Los cambios
señalados ocurrieron dentro de un marco de estancamiento agrícola.
Las cuatro décadas posteriores a 1930 definieron asimismo un completo
periodo histórico en la evolución del movimiento obrero chileno. Toda la etapa
se caracterizo por el resurgimiento de organizaciones obreras marxistas y por
el creciente avance electoral de los partidos de izquierda. En la primera fase, la
organización obrera se extendió bajo las restricciones y oportunidades de la
compleja estructura institucional implantada en los años veinte. Dicha
estructura demostró ser efectiva para limitar el poder económico del
movimiento obrero chileno, a través de leyes que restringían, al nivel de
empresas individuales, la organización y la contratación colectiva, separaban
obreros y empleados en diferentes tipos de sindicatos y limitaban el recurso
legal de la huelga. Esta debilidad en la esfera economía privada obligo a los
trabajadores a buscar compensación en la esfera política publica. El
compromiso con un complejo sistema de relaciones industriales introdujo a los
obreros en un vasto y burocrático sistema de leyes laborales , procedimientos e
instituciones. El manejo exitoso de tal sistema requeria un conocimiento
detallado de la ley, paciencia y tacto, los tornaba dependientes de la pericia de
los profesionales de clase media de los partidos marxistas y favorecían el
surgimiento de lideres reacios a innovaciones tales como el control obrero. Los
partidos marxistas se aliaron electoralmente con elementos de la burguesía
nacional y las clases medias. El programa del Frente popular y sus inmediatos
sucesores giraba en torno al apoyo del Estado al crecimiento industrial y la
expansión de los servicios sociales. Durante una década, a partir de 1939, el
Frente Popular logro establecer una corporación de desarrollo estatal, CORFO,
para coordinar y promover el desarrollo económico. La CORFO fue concebida y
respaldad por la izquierda. El apoyo gubernamental al alza de salarios y la
ampliación de los servicios sociales para los sectores urbanos ayudo a
expandir el mercado interno para la industria nacional durante los primeros
años de la década de los cuarenta. Los partidos marxistas alcanzaron tales
metas, sin embargo, pagando un alto costo ideológicos, políticos y económicos.
En 1939, bajo presión de sus socios conservadores , detuvieron un importante
impulso organizativo en el campo. Esta fase culmino con la ofensiva política e
ideológica del capitalismo a escala mundial en la posguerra contra los
trabajadores organizados y la izquierda. Dicha compañía dividió las
instituciones sindicales y políticas marxistas de Chile y culmino con la represión
sistemática del Partido Comunista en 1949. Durante el segundo periodo, la
izquierda reconstruyo su base institucional y recupero su ímpetu revolucionario
en lo político y en lo ideológico. Modifico su compromiso con las limitantes
legales del sistema de relaciones laborales y las huelgas ilegales sobrepasaron
creces las legales. La nueva combatividad de la izquierda chilena impidió el
desarrollo vigoroso del capitalismo dependiente, amparado por la inversión
extranjera, después de 1950. En los años cincuenta, las políticas
gubernamentales tendientes a suavizar la carga impositiva de las compañías
del cobre se convirtieron en un explosivo asunto publico. En los sesenta, a
medida que aumentaba la presión de la izquierda por la nacionalización de la
industria del cobre, las empresas empezaron a mostrarse dispuestas a vender
parte de su capital ante las generosas ofertas del gobierno tendientes a
establecer un control conjunto, publico y privado, o sea, la “chilenizacion”. La
izquierda organizo manifestaciones masivas y huelgas generales con el
propósito de proteger o incrementar los salarios reales de los trabajadores en
una economía estancada e inflacionaria, y rechazar las políticas dictadas por
entidades monetarias internacionales. Durante los años sesenta, los marxistas
empujaron mas hacia la izquierda todo el espectro político de Chile. En 1970
dominaron la coalición de la Unidad Popular que consiguo elegir al socialista
Salvador Allende a la presidencia. Tal victoria les permitio llevar a la practica
muchos aspectos del programa estatista, nacionalista y de bienestar social
inicialmente en los años treintas. Los marxistas estimularon la sindicalización,
sacaron adelante un alza significativa en los salarios reales y ampliaron
considerablemente los servicios sociales. Nacionalizaron el sector exportador
de minerales, las grandes empresas manufactureras y los bancos. Pero la
demanda creciente supero la capacidad productiva del país en la medida en
que los capitalistas locales y extranjeros sacaban su dinero o saboteaban la
producción, y las exigencias de los obreros por aumentos salariales, control
sobre el proceso de trabajo y acceso a la tierra trastornaban la producción.
Cuando los problemas de distribución e inflacion erosionaron el apoyo popular
del gobierno, este se encontró cercado por la derecha, minado por la división
interna y atado por los obstáculos constitucionales, legislativos y judiciales a
sus iniciativas. Pero la mayoría de la dirección marxista se aferró hasta el fin a
los preceptos de la legalidad constitucional. Sus antagonistas de clase no lo
hicieron. El gobierno militar fue derrocado por un golpe militar, en septiembre
de 1973, apoyado por elementos de todos los partidos no marxistas, los
capitalistas nacionales y extranjeros, el gobierno de Estados Unidos y una
buena parte de la clase media chilena.
LA PARADOJA DE LA MODERNA HISTORIA DE CHILE
Una reseña de las tendencias económicas y políticas desde 1930 nos muestra,
entonces, una paradoja central de la historia moderna de chile. Fue la fortaleza
misma del sindicalismo marxista y de la izquierda lo que engendro y nutrió su
gran debilidad: el compromiso con una orden legal e institucional burgués y la
creencia en una vía electoral al socialismo.

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