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El descubrimiento del mineral de Chañarcillo y la demanda triguera de California y Australia fueron los
pilares del relativo crecimiento económico que experimentó nuestro país durante los inicios de la
segunda mitad del siglo XIX; no obstante, el progresivo agotamiento de las reservas de plata del
yacimiento nortino y el declive de la demanda externa por productos agrícolas, afectaron severamente a
la incipiente economía nacional y los productores nacionales vieron en peligro su acomodada situación;
por lo demás, al disminuir las exportaciones los ingresos fiscales descendieron bruscamente.
La explotación de los yacimientos salitreros del norte alivió el complicado panorama económico de Chile;
el descubrimiento de nitratos por parte de José Santos Ossa en el interior de la zona de Antofagasta en
el año 1866 marcó un punto de despegue para la economía chilena. El desarrollo de la industria salitrera
quedó supeditado a la evolución de las relaciones bilaterales entre Chile y Bolivia, puesto que el territorio
de Antofagasta era disputado por los gobiernos de cada estado; según lo acordado en el tratado de
1866, la provincia de Antofagasta formaba parte de Bolivia y por ello los inversionistas chilenos debían
contar con la venia de la nación altiplánica.
Debido a la enorme demanda internacional por salitre, gran cantidad de capitales chilenos se instalaron
en Antofagasta, convirtiendo a la zona norte del país en el polo de crecimiento económico de la época.
En forma paralela, en el añ0 1870 se descubrió el yacimiento de plata de Caracoles, hecho que aceleró a
la emergente economía chilena puesto que permitió la acumulación de grandes fortunas y una gran
recaudación de impuestos. A ello se sumó, además, la explotación del mineral cuprífero de Tamaya por
iniciativa de José Tomás Urmeneta.
Por otro lado, la ocupación efectiva del territorio de la Araucanía posibilitó el desarrollo de una pujante
industria agropecuaria en la zona recién incorporada a la jurisdicción del gobierno chileno; uno de los
principales factores que impulsaron las faenas en la Araucanía fue la demanda de productos e insumos
provenientes de los centros mineros del norte del país.
Tras la guerra del Pacífico nuestro país quedó con el control de los yacimientos salitreros más grandes
del mundo, hecho que impactó fuertemente en el crecimiento de la economía nacional. Los mayores
beneficiados de la nueva situación geopolítica fueron los empresarios chilenos que habían puesto sus
capitales en las salitreras del norte, puesto que según los postulados liberales en materia económica, el
gobierno chileno propició la iniciativa privada por sobre la estatal y generó favorables condiciones para el
desarrollo de la industria salitrera.
La primera mediada adoptada a este respecto por el estado chileno fue la revocación de la confiscación
de las salitreras que había decretado el gobierno peruano sobre las explotaciones en Tarapacá, a
principios de la década de 1870. Debido a ello, el gobierno chileno emitió una serie de bonos y pagarés
para indemnizar a los propietarios afectados por la medida peruana. El juego especulativo que generó la
puesta en venta de los bonos chilenos, permitió al empresario inglés John Thomas North acumular una
gran cantidad de ellos y hacerse con la propiedad de más del 60% de las salitreras de la provincia de
Tarapacá, lo que valió el apodo del “rey del salitre”. North, además, era propietario de una serie de
industrias derivadas de la minería del salitre, como por ejemplo, empresas ferrocarrileras y empresas de
abastecimiento de aguas; la amplitud de sus negocios, le permitieron a North, acumular una enorme
fortuna y convertirse en un actor fundamental de la política en la zona norte.
El efecto del incremento sostenido de las exportaciones mineras chilenas fue un consecuente aumentó
del tráfico naviero en las costas chilenas, lo que permitió al puerto de Valparaíso consolidarse como la
principal plaza de la costa Pacífica del continente sudamericano. El gran desarrollo del comercio
internacional posibilitó la aparición de compañías navieras que conectaron a los principales puertos y
centros productores de América, siendo la más destacada de ellas la Compañía Sudamericana de
Vapores, la que contaba con un servicio que unió a Valparaíso con el Callao y Panamá a partir del año
1888. Posteriormente, las conexiones económicas de Chile con Argentina se estrecharon a instancias de
los comienzos de los trabajos de construcción del ferrocarril trasandino, el que fue inaugurado en el año
1910.
Las influencias del crecimiento económico generado por la industria salitrera también se hicieron sentir
en el resto del país, las que se concretaron en las notorias transformaciones urbanas y demográficas que
afectaron a las principales ciudades del territorio nacional, en particular a Iquique, Antofagasta,
Valparaíso y Santiago. El cambio más notorio a nivel país fue la emergencia de una mayor cantidad de
población urbana por sobre la rural, un hecho inédito en la historia de Chile que fue catalizado por las
masas de campesinos que se trasladaron al norte del país en busca de mejorar sus condiciones de vida,
en desmedro de las escasas expectativas que ofrecían las explotaciones agrícolas de la zona central del
país.
La Cuestión Social en Chile a fines del siglo XIX
El crecimiento económico generado por la industria minera instalada en la zona norte del país fue
fecundo para la acumulación de grandes fortunas entre los empresarios chilenos y para que el Estado
pudiera desarrollar una vasta red de obras públicas. Sin embargo, la mayor parte de la población chilena
no recibió los beneficios del progreso económico; por le contrario, tras la fastuosa imagen de los
capitanes de la industria chilena, se escondía una dura y trágica realidad social.
En primer lugar el despegue de la economía chilena implicó el surgimiento de una serie de oleadas
migratorias desde el campo a la ciudad, o en su defecto desde el campo a las oficinas salitreras del norte
del país. Las grandes urbes chilenas no estaban preparadas para recibir los repentinos y vastos flujos de
población proveniente del campo, y debido a la escasez de viviendas, los recién llegados a los centros
urbanos se debieron instalar en las inmediaciones de las industrias y se ubicaron en habitaciones
precarias y deficientes.
De esta forma surgieron algunas de las tradicionales viviendas chilenas como los “cuartos redondos”, los
“conventillos”, los “ranchos”; los primeros de ellos, eran habitaciones sin luz ni ventilación en las que se
ubicaban todos los miembros de un grupo familiar; los “conventillos” eran complejos de viviendas
compuestos por un conjunto de habitaciones que se disponían a ambos lados de una calle interior que
servía de pasillo; finalmente, los “ranchos” eran precarias construcciones realizadas a base de abobe y
con techumbres de paja.
Las pésimas condiciones habitacionales y el extremo hacinamiento eran factores que elevaban
considerablemente las posibilidades de multiplicación de enfermedades pandémicas, a lo que se
agregaban problemas de alcantarillado, dificultades para la evacuación de aguas servidas, y
complicaciones severas en la extracción de la basura.
Las pésimas condiciones que debían enfrentar los obreros de las ciudades, no diferían en mucho con las
que debían lidiar los mineros del salitre en las oficinas del norte del país; de hecho, sus precarias
habitaciones eran construidas con un componente metálico denominado calamina, el que hacía a las
viviendas de los mineros casi inhabitables puesto que por el día no aislaban las altas temperaturas, y por
las noches no protegían a los trabajadores y sus familias de los inclementes fríos desérticos. La situación
sanitaria también era deficiente debido a la carencia de profesionales de la salud para atender a una
masa de población en constante aumento.
En el aspecto laboral los obreros industriales y los mineros del salitre se hallaban aún más
desprotegidos, ya que no existía una legislación al respecto y los abusos patronales eran perpetrados
cotidianamente en las industrias y en las oficinas salitreras. Para el periodo de la llamada República
Salitrera no existían los contratos de trabajo ni menos los sistemas de previsión; por el contrario, eran
usuales las jornadas laborales de 14 horas de duración.
Las pésimas condiciones laborales eran aumentadas en las oficinas salitreras a través del sistema de
fichas, el que implicaba que a los mineros no se les cancelaban sus remuneraciones con dinero de curso
legal, sino que por medio de fichas confeccionadas con diversos materiales que servían como
instrumento de pago en las pulperías emplazadas en cada oficina; lo paradójico del asunto es que las
pulperías eran de propiedad de las mismas salitreras, lo que en la práctica significaba que el producto del
trabajo de los mineros era acumulado en última instancia por los dueños de las propias salitreras.
Las precarias condiciones sociales y laborales en las ciudades, pero especialmente en las oficinas
salitreras, originaron la aparición de un conjunto de organizaciones y movimientos sociales que
agrupaban y que canalizaban las demandas de los obreros y mineros. Estas organizaciones se sumaron
a las ya existentes como la Sociedad Unión de Tipógrafos, fundada en 1853 en la ciudad de Santiago y a
la Sociedad de Artesanos de la Unión. En el año1900 se fundó el Congreso Social Obrero, organización
que aglutinaba a más de 150 sociedades obreras, y en el año 1909 surgió la Federación Obrera de Chile
(más conocida por su sigla FOCH).
La organización de los trabajadores en las oficinas salitreras dio paso a la aparición de la denominada
“prensa obrera”, la que consistía en periódicos dirigidos a los mineros y que entre sus principales
mensajes difundían la idea de la huelga como una herramienta de lucha contra la explotación y como
medio de presión para obtener mejoras en sus prácticas laborales. Debido a la inexistente legislación
laboral, las huelgas eran de carácter ilegal y eran violentamente reprimidas por las fuerzas policiales y
por los servicios de guardias contratados por los dueños de las salitreras.
La represión contra las manifestaciones obreras y en especial contra las huelgas fue una constante del
periodo que analizamos y las fuentes periodísticas dan cuenta de una considerable suma de
enfrentamientos entre grupos de obreros y fuerzas policiales, e incluso algunas veces, contra
contingentes compuestos por elementos militares.
En el año 1903, durante la huelga de los estibadores y obreros portuarios, las fuerzas policiales enviadas
por el gobierno regional a romper el movimiento obrero, asesinaron a cerca de 50 manifestantes; en el
año 1905, a instancias de la “huelga de la carne” ocurrida en la ciudad de Santiago, las fuerzas policiales
cobraron 70 victimas entre los obreros; sin embargo, el hecho más controversial que sacudió a la
sociedad chilena fue la “matanza de la Escuela de Santa María” acaecida en el año 1907, como corolario
de una masiva huelga protagonizada por los trabajadores de las salitreras de la provincia de Tarapacá.
Las cifras oficiales hablan de una cifra cercana a los 500 muertos, aunque otras fuentes señalan que el
número de victimas de la represión militar se elevó por sobre las 2.000 personas.
Por el contrario, gracias al auge económico que propició la elevada demanda de salitre, las clases
dominantes atravesaban por una realidad absolutamente opuesta a la trágica realidad que debía
enfrentar el grueso de los trabajadores chilenos en las ciudades y en las oficinas salitreras. Los sectores
dominantes de la sociedad chilena fueron los principales beneficiados del boom del salitre y gracias a
sus vinculaciones con la industria minera y la industria agropecuarias sus fortunas aumentaron
enormemente.
La gran cantidad de recursos de que disponían los acaudalados empresarios chilenos les permitieron
construir enormes y fastuosas mansiones y palacetes, los cuales generalmente eran amoblados con
mobiliario importado desde Europa. La práctica de consumir productos de lujos europeos se extendió a la
educación y comúnmente los hijos de los miembros de la clase dominante eran enviados a completar sus
estudios a Francia.
Junto a la emergencia del proletariado industrial sometido a pésimas condiciones de vida y trabajo, y a la
extraordinaria bonanza que experimentó la oligarquía minera y agrícola, en el periodo de la República
Salitrera comenzó a consolidarse un estrato social que había mejorado sus condiciones, principalmente,
gracias al aparato público de educación, el que tradicionalmente ha sido denominado clase media. En
efecto, la clase media en este periodo aumentó su número debido al crecimiento del sistema educativo, y
coyunturalmente, por causa de al expansión del aparato administrativo.
El complejo panorama social de Chile en el periodo que marco el paso del siglo XIX al siglo XX fue
enfrentado de forma tibia y débil por los respectivos gobiernos que dirigieron al estado chileno. En
materia laboral sólo se realizaron tenues esfuerzos por mejorar las paupérrimas condiciones en que se
debían desempeñar la mayor parte de los trabajadores nacionales; en el caso de las oficinas salitreras,
las iniciativas estatales destinadas a detener los abusos a los que estaban sometidos los trabajadores
del salitre, fueron nulas debido a la alta influencia de los empresario salitreros en las políticas
gubernamentales, ya que su industria representaba más del 90% de las entradas fiscales, por medio del
pago de impuestos aduaneros.
Como señalamos recién, las iniciativas del estado en materia social fueron casi inexistentes y se
limitaron a un conjunto de disposiciones puntuales y descontextualizadas que no afectaron mayormente
la suerte de los trabajadores del país. Entre estas disposiciones podemos mencionar a la denominada
“Ley de Habitación Obrera”, dictada en el año 1606; la “Ley de la Silla”, promulgada en 1915; y
finalmente a la ley de Accidentes del Trabajo y la ley de Descanso Dominical, ambas del año 1916.
De hecho, el primer ferrocarril que existió en Chile se construyó en 1851 y su trazado unió las zonas de
mineras de Copiapó con las instalaciones portuarias de Caldera. Pocos años después, en 1859, se inició
el funcionamiento de la línea ferroviaria entre Rancagua y Santiago, la que posteriormente se extendería
al sur del territorio nacional. En 1863, las importantes ciudades de Valparaíso (en la práctica el centro
económico) y Santiago (centro administrativo) quedaron unidas mediante la línea férrea. En este mismo
periodo se inició el servicio de navegación a vapor que conectaba a los puertos de Valparaíso y El
Callao.
En el aspecto urbano, la ciudad que mayor desarrollo logró en obras públicas fue Santiago, lugar en
donde en el año 1856 se implementó el alumbrado público a gas, y al año siguiente se introdujo el
sistema de tranvías.
Esta serie de adelantos técnicos fue acompañada de una política estatal que tenía como objetivo
desarrollar un sentido de identidad nacional. Con los recursos provenientes de los ingresos aduaneros, el
Estado chileno financió la presencia y el trabajo en Chile de un grupo de científicos e intelectuales
europeos, como por ejemplo Claudio Gay, Ignacio Domeyko, Rodolfo Philippi, Amado Pissis, Lorenzo
Sazié, o Guillermo Blest.
En la literatura se produjo un fecundo movimiento de escritores de tendencia liberal que se conoció como
la “Generación de 1942”, y que cuenta entres sus principales exponentes a José Victorino Lastarria,
Alberto Blest Gana, José Joaquín Vallejos, Miguel Luís y Gregorio Víctor Amunateguí y Diego Barros
Arana (estos tres últimos destacaron en el campo específico de la historia). Mención aparte merece el
caso de Francisco Bilbao, quién a través de la publicación de su obra “Sociabilidad Chilena” provocó un
gran revuelo al explicitar los planteamientos de la Sociedad de la Igualdad, y generó que la imprenta que
editó el texto procediera a retirarlo de circulación y a quemar los ejemplares recuperados.
De todos los extranjeros que contribuyeron al desarrollo cultural de Chile fue el venezolano Andrés Bello,
quién es considerado uno de los humanistas más importantes de América durante el siglo XIX. Este
intelectual caraqueño se desempeño en diversos ámbitos del saber como la literatura, la gramática, la
historia, el derecho y la filosofía, entre otros. Andrés Bello fue el primer rector de la Universidad de Chile,
además de senador de la República y redactó el Código Civil de Chile. Sus contribuciones al desarrollo
de nuestro país le ameritaron la concesión por gracia de la nacionalidad chilena.
El Salitre en Chile
Desde el siglo XVIII que el salitre se explotaba en Chile. Al principio en forma clandestina por indígenas
locales que lo extraían de lugares escondidos.
Entre 1810 y 1812, se instalaron en las pampas salitreras del norte grande de Chile, las oficinas de
Negreiros, Pampa Negra y Zapiga (Tarapacá).
Para obtener el salitre que tenia un gran valor comercial por sus cualidades como fertilizante para la
tierra y como ingrediente en la elaboración de la pólvora, había que someter al caliche, la piedra que
contiene el salitre, a un proceso conocido como lixiviación.
Consistía en cocer el caliche en agua en un recipiente con fondo de cobre. Gracias a este procedimiento,
el cloruro de sonio precipitaba y el agua iba saturándose cada vez más con el nitrato de sodio. El agua
pasaba a otro recipiente y ahí el salitre se cristalizaba y adquiría su característico color blanco. Luego se
colocaba el salitre a la intemperie para que evaporara la humedad que aun contenía. Este sistema se
utilizo hasta la mitad del siglo XIX.
A mediados de 1830 el salitre era comprado por Francia, Estados Unidos, Inglaterra y luego por
Alemania, Italia y otros países europeos. La exportación de salitre al Viejo Mundo marca el hito más
importante en la historia de la industria salitrera nacional.
En 1850 la industria recibe un nuevo impulso ya que la provincia de Tarapacá contó con más mano de
obra y capital. Además, en 1853 se comenzó a usar otro sistema para elaborar el salitre, obteniendo
mayor rendimiento y eficiencia.
En 1866, el empresario y explorador chileno José Santos Ossa, realizo con éxito ante el gobierno de
Bolivia las gestiones legales para explotar salitre en territorio boliviano. Era la primera vez que se
explotaría este mineral en tierras que no fueran peruanas. Así, en octubre de 1869 se inició la
elaboración de salitre en la oficina Salar del Carmen, una planta al sur del río Loa.
En 1871 se inauguró el primer ferrocarril salitrero para unir el cantón La Noria con el puerto de Iquique.
Esta conexión entre los lugares de extracción y un puerto fue una constante y el ferrocarril era el
encargado de transportar el salitre para que fuera exportado en barco desde distintos puertos del norte
de Chile.
La causa más inmediata del inicio de la Guerra del Pacífico fue que Bolivia no respetó el acuerdo de
límites de 1874 que tenía con Chile. El impuesto que el gobierno de Bolivia impuso a la Compañía de
Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, pasando a llevar el tratado, dio pie al inicio del conflicto bélico. La
Compañía se negó a pagar y el gobierno boliviano ordenó el embargo de sus bienes, su venta en
subasta pública, y la reivindicación de las salitreras mantenidas por la Compañía. El gobierno chileno
respondió ocupando el puerto de Antofagasta, el 14 de febrero de 1879.
Acabada la Guerra del Pacifico y en la década de 1890, cerca del 60% de la industria del salitre estaba
controlada por capitales ingleses. En los años posteriores habría más inversión chilena y alemana.
EVOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD CHILENA
EN LOS ÚLTIMOS 100 AÑOS
A lo largo de este último centenario, nuestra sociedad ha sufrido cambios vertiginosos, tan
profundos como lo ha sucedido en todo el mundo; de poseer gran prosperidad dado a la
exportación del salitre durante las primeras dos décadas del siglo pasado, caímos en la crisis más
grande de nuestra historia: “la crisis del `29” donde nuestra producción cayó un 70%; y luego, tras
años de trabajo, aspiramos a ser el país más desarrollado dentro de Latinoamérica. De una
sociedad políticamente activa, hemos pasado a poseer una sociedad políticamente inactiva; de una
sociedad poco ostentosa e imitativa, pasamos a ser preocupadas por aprovechar al máximo lo que
tenemos y no gastar en lo innecesario, para luego transformarnos en consumistas compulsivos;
conflictos políticos, entre clases sociales presentes durante toda nuestra historia nos han
caracterizado de acuerdo al estrato perteneciente de cada cual; prejuicios que antes no existían y
que ahora sí, temas que antes nunca se tocaron y que tras cien años sí.
Aspectos en la economía que han influido de sobremanera las condiciones sociales de los estratos
existentes, las percepciones de mundo y la cosmovisión de la sociedad, de una generación a otra
han variado las formas de vestir, de hablar, de enfrentar el futuro, las relaciones humanas, la
tecnología, el consumismo, en fin, tantos aspectos de la sociedad que se han trasformado en el
último centenario.
En fin, tantos aspectos habidos y por haber, han variado de una forma u otra, profundamente como
también no, dentro de nuestra sociedad.
Este trabajo de investigación busca mostrar la sociedad a lo largo del último siglo dentro de los
siguientes aspectos: esperanza de vida, expectativas de las personas frente a su futuro, educación
y algunas de sus más relevantes características, las relaciones humanas y cómo eran,
equipamiento urbano, salud; además de mostrar las diversas entrevistas realizadas a personas
pertenecientes a diferentes generaciones dentro del lo que fue el siglo XX.
Sociedad:
Esperanza de vida
En 1920 su esperanza de vida era de un bajo índice. Que no aumentaba hacia la edad de las
mujeres en 32,2 y los hombres con 30,9 años aprox. Esto se debe a las condiciones de higiene, y
por tanto de salud, eran muy precarias. Se trabajaba entre doce y catorce horas diarias (el obrero
del salitre en el norte de chile), sin descanso el día domingo (este se hizo obligatorio solo en 1907).
Las condiciones del trabajo eran altamente riesgosas puesto que los cachuchos, donde se
procesaba el caliche, no tenían rejas de protección y era fácil caer en ellos.
Por otro lado el campesino que arribaba a santiago, llegaba a una ciudad que no tenía las
condiciones mínimas para recibirlos: no nos referimos al alcantarillado o agua potable (que habría
sido un lujo), sino que santiago tenía un enorme déficit de viviendas y sus habitantes vivían
hacinados en los conventillos, hileras de pequeñas piezas sin ventanas y sin luz a lo largo de una
ínfima callejuela donde las mujeres lavaban y cocinaban. Por la calle corría la acequia que hacía las
veces de alcantarillado. En 1910 se contaban en la capital 1600 conventillos, en los cuales vivían
75.000 personas, es decir 46, 875 personas por conventillo. Los sectores populares vivían en una
promiscuidad que fue caldo de cultivo para todas las enfermedades infecciosas: cólera, viruela y el
tifus, cobraron muchas vidas.
Hacia el año 1920 la esperanza de vida aun era baja, por lo anterior mencionado.
De la segunda a cuarta década de nuestro siglo anterior la esperanza de vida iba llegando a los
41,8 años aproximadamente en el año 1930 para las mujeres y los hombres alcanzaban a los
39,5, gracias a los adelantos científicos, mayor acceso a salud pública y mayor preparación
superior, además muchos de la población que trabajaba en minería emigraron a la ciudad, y ya no
tenían el riesgo de intoxicación y muerte por accidente laboral. En la ciudad tenían la posibilidad de
trabajar en ocupaciones que no implicaban tanto desgaste psicológico y físico.
A mitad del siglo XX las personas ya tenían mas prosperidad en sus años y longevidad, en estos
tiempos (1950) el promedio de esperanza para la población femenina era de 56,8 años
aproximadamente, en comparación del hombre que era de 53,0 años, a pesar de la poca diferencia
de edad, esta a través del tiempo se va a distanciar aún mas con el hombre viviendo menos.
En la época de los 60 la mujer ya rodeaba los 59,9 años, en un trecho bastante distanciado del
hombre que su longevidad no superaba los 54,4 años aprox. Esto se debe a que los hombres
hacían trabajos pesados, ya sea en la agricultura, ganadería, industrias y comercio.
En los años 70 se contaba con una expectativa de vida de 64,7 años. A diferencia de los hombres
con un 58,5 por muerte natural.
Para mediados de 1980 la mujer alcanzaba un índice más alto, distanciándose aun más del
hombre, de 74,2 y su contrario tenía un índice de 67,8.
Durante el gobierno del Patricio Aylwin (1993) la población femenina promediaba en su edad: 77,3 y
el del hombre un 71,4
En la actualidad las mujeres tienen un índice muy alto, de 80,4 años y avanzando. El hombre
contaba con un promedio de vida de 74,4 años de longevidad.
El aumento del índice del porcentaje de esperanza de vida durante los últimos 100 años, se debe a
la implementación de la salud en la sociedad y a la facilidad de acceso de ésta, además de las
políticas de implementación de proyectos para fomentar la higiene ambiental, los hábitos (como por
ejemplo durante la segunda mitad del siglo XX) de aseo, etc. en la sociedad, crean conciencia y por
ende, mejoran la calidad de vida y su longevidad.
Entre los años 1900 y 1940 la alta mortalidad se explica principalmente por las condiciones de
higiene y los deficientes servicios de salud pública. En este periodo la esperanza de vida era baja.
Entre 1919 y 1922, por ejemplo, el promedio de vida era de 32 años, y una década más tarde,
alcanzaba solo a los 40 años. La mortalidad infantil también era muy alta, llegando a registrarse, en
el año 1935, 25,7% de defunciones de niños menores de un año, una de las tasas más altas del
mundo.
A partir de la década del '40, esta situación fue variando de manera notable; se dieron importantes
pasos en materia de salud, como creación de Direcciones generales como la de Protección a la
Infancia y Adolescencia (Protinfa), Servicio Médico Nacional de Empleados, creación de las
Mutuales de Seguridad para la protección de trabajadores contra riesgos y consecuencias de
accidentes del trabajo (1958), fomento y recuperación de la salud de los obreros, esposa e hijos
hasta los 15 años, progreso en las condiciones de la higiene además de mejorar significativamente
las redes de agua potable y alcantarillado. Con estas condiciones favorables, aumenta
progresivamente la esperanza de vida (1940: 41,8 años y 1960: 57,1 años).
El resultado de este transcurso se observa en el alto proceso de crecimiento de la población
chilena, que alcanzó su nivel máximo en 1960, con una tasa de crecimiento 2,5% anual.
Desde 1965 en adelante, la tasa de natalidad decrece, en parte respondiendo a un mayor desarrollo
económico y social que favorece acciones de planificación familiar establecidas a partir de 1962 por
el Servicio Nacional de Salud. En 1991 la tasa de natalidad era de 21,3% y la de mortalidad general
era de 5,6%, lo que da un crecimiento vegetativo de 1,57% para ese año.
En fin, el hecho de que la esperanza de vida en nuestro país haya ido en aumento se puede atribuir,
como ya mencionamos, al perfeccionamiento y al desarrollo de las políticas sociales implementadas
a los largo de estos últimos 100 años, que fomentaron el mejoramiento en la calidad de la salud y
de las condiciones del entorno, tanto como en la posibilidad de de que la población accediera a
éstos. De esta forma es como, dentro del contexto histórico actual, podemos indicar una esperanza
de vida cercana a los ochenta años de edad.
NIVELES DE ALFABETIZACIÓN
(de 15 años y más)
Año Porcentajes
1952 80,2%
1960 84.6%
1970 88,9%
N° de alumnos
Año Técnico
Enseñanza Media Profesiona
l
Educación pre-
Año Educación básica Educación media Educación superior
básica
Durante el período, algunos de estos tipos de instituciones desaparecieron, como es el caso de las
escuelas vocacionales, que fueron suprimidas hacia fines de la década del 6O; en este mismo
momento otras, como las escuelas normales fueron convertidas en establecimientos post-
secundarios y terminaron por ser suprimidas por el gobierno militar en 1973, para encargar la
formación de profesores de educación pre-básica y básica a las universidades.
En el año 1967, durante el gobierno de Frei se establece la enseñanza obligatoria durante los ocho
primeros años, es decir, se aumentan dos años de obligatoriedad.
Durante el gobierno militar se crearon, en el nivel básico, las llamadas "escuelas de concentración
fronteriza", establecimientos de educación básica completa, con internado y con algunos esfuerzos
de capacitación para el trabajo asociados a las características del respectivo medio. Estas escuelas
se localizaron en zonas aisladas, de baja densidad, ubicadas en las cercanías de las fronteras con
Perú, Bolivia o Argentina.
INDICE DE ALUMNOS MATRICULADOS ENTRE LOS AÑOS 1950 Y 1995
Las dos universidades públicas -Universidad de Chile y Universidad Técnica del Estado- junto con
aumentar notablemente su cobertura, se extienden prácticamente a todo el territorio, a través de un
conjunto de "sedes" o campus regionales, que tienden a auto nominarse, sobre todo a partir del
proceso de reforma de 1967-70.
En 1981, la organización de la educación superior experimentó una drástica reestructuración legal.
Se distinguieron tres tipos de centros de educación superior: las universidades, los institutos
profesionales de educación superior y los centros de formación técnica. A las primeras, se
reservaron doce carreras de alto prestigio y de mayor duración académica. Los institutos
profesionales fueron definidos como entidades docentes que mantendrían carreras de cuatro o
cinco años de duración, en tanto que los centros de formación técnica ofrecerían carreras técnicas
cortas, de no más de dos años de duración.
Por otra parte, se abandonó el mecanismo de creación por ley de nuevos centros de educación
superior. Se dieron amplias facilidades para la fundación de universidades, institutos y centros
privados. Por su parte, por un acto de autoridad estatal, las Universidades estatales vieron reducido
su ámbito a las facultades e institutos que tenían en Santiago.
Año Índice
1950 26,2%
1964 35,8%
1974 54,8%
1990 51,2%
1995 54,1%
(*) Durante los gobiernos de los Presidentes González Videla, Ibáñez del Campo, Alessandri, Frei,
Allende, Gobierno Militar y Aylwin.
A partir de 1990 (gobierno Aylwin) se comenzaron a desarrollar gradualmente los Programas de
Mejoramiento de la educación preescolar, básica y media. En 1996 (gobierno Frei), a este
mejoramiento se le dio el nombre de Reforma Educacional, dada su complejidad.
El 7 de mayo de 2003, el presidente Ricardo Lagos promulgó las Reformas Constitucionales y una
de ellas estableció la enseñanza media obligatoria y gratuita, entregando al Estado la
responsabilidad de garantizar el acceso a este nivel educacional para todos los chilenos hasta los
21 años de edad. De este modo, este gobierno logró que los niños, niñas y jóvenes tengan un
mínimo de 12 años de escolaridad. Para conseguir que esto sea una realidad, la Reforma
Constitucional fue acompañada de un Plan de Jornada Escolar Completa
Aspectos del hogar:
Relación hombre-mujer
Era bastante formal, y solo se podía dialogar si es que los padres lo aprueban y en presencia de
ellos, y si es que el hombre tenía intenciones de formalizar.
El vinculo matrimonial eran planeadas por conveniencia, ya sea económica o por clase social
(apellido).
De acuerdo con el pasar de los años las libertades se fueron profundizando. Una podría ser la
libertad de expresar más libremente los sentimientos. Obviamente a principios de siglo e incluso a
mediados de éste, la relación entre hombre y mujer se presentaba en una constate desigualdad,
con respecto a derechos personales y necesidades de cada sexo como desigualdades cívicas.
Recordemos que sólo tras la década del '50 la mujer entra a participar en el entorno cívico. Es por
esto que la voz de la mujer era menos valorada que la del hombre.
Relación padre- hijo
A comienzos del siglo XX, el padre estaba legalmente autorizado para castigar físicamente -en
forma "moderada"- a sus hijos, podía solicitar su detención y exigir la profesión a que debían
dedicarse, al menos en cierta fase de la vida y solo si la actividad exigida era decente.
La relación no era tan cercana y más bien era formal entre ellos, no así el hijo con su madre tenían
una mejor relación que los tiempos actuales, al sentirse marginados por el jefe de hogar se unían.
El maltrato físico es una característica que ha estado presente a lo largo de todo el último
centenario e, incluso, en la actualidad aún se presentan casos. No puede negarse que el índice de
maltrato se ha reducido notoriamente y que ya no es bien visto dentro de lo que respecta la
educación de los infantes.
La relación en general se basaba en un respeto mutuo al menos hasta la década de los '80, en que
el padre se limitaba sólo a traer sustento económico, la comunicación no se presentaba tan fluida,
ejemplo de esto es el hecho de que en la mesa no se hablaba y si se hacía sólo eran casos
excepcionales como para hacer mención de algo. Esta característica de la relación familiar se
mantuvo muy arraigada por lo menos hasta mediados del siglo XX.
“mi papá no hablaba mucho conmigo por su educación machista, pero un abrazo antes de
acostarme era lo suficiente” (77 años)
“Con los hijos no había mucho afecto, pero al menos en mi caso no existía maltrato, nos tratábamos
de UD., no se preocuparon mayormente de la educación, ni de inculcarnos hábitos. Además era
todo mal visto, por ejemplo si nos reíamos mucho, eso ya era cosas de tontos” (57 años)
“Yo viví con mi tía y mi relación con ella era como extraña, la quería y todo, sin embargo ella era
demasiado aprehensiva y yo buscaba mas libertades” (49 años)
“Mi padre era poco ortodoxo para educarnos, usaba la fuerza bruta y ni siquiera se podía hablar a la
hora del almuerzo” (47 años)
“La relación con mi padre la recuerdo buena, cuando mi madre falleció nos dimos un apoyo mutuo.
En sí la relación de nosotros fue buena”
“No había una relación continua ya que mi papá trabajaba mucho y lo veíamos poco en casa. Para
cuando se jubiló ya éramos todos adultos” (43 años)
“Era jerárquico, mi padre era de la iglesia calvinista por lo que era muy estricto” (40 años)
“En general existía comunicación” (27 años)
“Hay muy buena comunicación, hay mucho afecto entre nosotros, eso me ayudó a lograr mis
cometidos, pienso yo”. (25 años)
“La relación con mis padres se ha basado en la comunicación diaria en la que se ha conversado de
todos los temas con una mentalidad abierta a los tiempos actuales” (22 años)
“Es mas igualitaria (algo que aumento con el pasar de los años), por ejemplo yo, a mi mamá la tuteo
y no hay ninguna falta de respeto en ésto o al menos así se piensa actualmente; a veces peleamos
y es como discutir como una amiga de mi edad (risas)”. (14 años)
A medida que transcurren los años y las generaciones se puede apreciar un cambio en lo que
respecta la comunicación entre padre-hijo, además de las trasformaciones en el trato por parte de
los padres. De pasar a una generalidad maltratadota, se pasa, a unja generalidad que busca
comunicar, algo ya presente en la actualidad. Son muy remotas las relaciones “chapadas a la
antigua”.
Relación entre padres
La relación en parejas era muy formal y toda mujer que no estuviera casada no podría surgir
independientemente, y aún casada su vida giraba en torno a servir a su pareja sin ninguna
remuneración a cambio.
Existía un respeto de parte de la mujer a su pareja por su posición de jefe de hogar, aunque en el
contrario el hombre la golpeaba y obligaba a tener relaciones sin que ella expresara satisfacción, y
además el maltrato no era penado por la ley en esos tiempos.
Actualmente los matrimonios se ven sujetos a una relación de confidencia, de compartir vivencias,
ya no sólo se habla de un esposo o esposa sino que a su vez de un amigo (a), un compañero (a).
También las relaciones - tras la segunda mitad del siglo XX - maritales se han caracterizado por
tomar la polémica decisión de separarse, no solo dentro de un aspecto conyugal sino que también
lo que respecta a los bienes materiales: separación de bienes.
El número de hijos dentro del matrimonio ha disminuido considerablemente, de 12,5 hijos promedio,
a nivel nacional, en la década de los '30 se ha pasado a un promedio de 2,5 hijos por familia. Algo
que conlleva al matrimonio a dedicarse - en el caso de la capital y grandes urbes - , al desarrollo
laboral y a una mayor dedicación en lo que respecta las relaciones de la familia e hijos en el caso
de las familias de provincia.
Posesiones de la familia
Entre 1900 y 1920 la clase alta tenía la posesión de la tierra (oligarquía terrateniente). Ésta era su
principal, y a veces, única fuente de ingresos. Si no poseían tierras sus posesiones se conformaban
por las riquezas obtenidas durante el siglo XIX (preferentemente por herencias), o por los
contundentes ingresos de quienes se vinculaban a la minería, la banca y/o al comercio (oligarquía
mercantil), por ende, poseían un trabajo - aunque muchas veces no era necesario realizar algo
precisamente catalogado como “trabajo” - bien remunerado y mucha servidumbre a su disposición.
Chile en los años 1929 1933 aprox., la bonanza económica desapareció en breve plazo, porque
cesó el incremento continuo de las exportaciones de nitrato, que era el mecanismo que Ie daba a la
sociedad chilena su carácter dinámico.
Poseían lujosas mansiones de estilo árabe, neoclásico o gótico; acceso a equipamiento urbano
como por ejemplo: alcantarillado, en santiago, cuando éste se instaló o luz eléctrica.
Durante las primeras dos décadas del siglo XX, los sectores medios no tuvieron una fisonomía
definitiva. Esta clase estaba más bien constituida por descendientes empobrecidos o venidos a
menos de los antiguos conquistadores, o bien por mestizos privilegiados, funcionarios y artesanos
radicados en la ciudad. Eran simplemente un estrato intermedio entre los notables y la servidumbre
o el bajo pueblo urbano. Vale decir, se trataba de un sector social pobre que poseía lo básico para
vivir, títulos mobiliarios adquiridos de familiares arruinados o a través de herencia por defunción;
poseían, además, el acceso a una educación de carácter humanista y letrada que tendía a
fortalecer sus expectativas sociales, pero que no les entregaba una preparación técnica ni una
actitud adecuada como para ir en busca de un enriquecimiento.
La clase baja, conformada por el campesinado, se podía dividir, durante las primeras décadas del
siglo, de a cuerdo al campo laboral en el que se encontrara, así, en el caso de los inquilinos
podemos decir que contaban con la casucha entregada por el patrón, la chacra (terreno donde
sembraban) y algunos productos que eran deliberados por el patrón del propio fundo. Por otro lado
el peón con lo único que contaba era con su ropa que llevaba y el sueldo que ganaba de fundo en
fundo (trabajador a trato). En el caso de los obreros del carbón y del salitre tenían las piezas donde
vivían por lo general más de una familia y las fichas con las que podían comprar en la pulpería. Y
por ultimo el trabajador que emigraba de campo-ciudad y se asentaba en los conventillos, tenía su
pieza que arrendaba y el sueldo.
De esto podemos concluir que, a lo largo de estas primeras décadas, existía una muy demarcada
estratificación social, no sólo medida por el ingreso económico o por el nivel de educación ni de
formación cultural, sino que además se encontraba presente la capacidad de poder adquisitivo que
cada estrato poseía y, por ende, los bienes materiales con los que la familias contaban.
Avanzando hacia las décadas '30 y '40, el estilo de vida de la clase alta pasó de la influencia
francesa a la norteamericana. Una nueva ola extranjerizante se reflejó en el deporte, en la
vestimenta, en la vida social e incluso en el vocabulario. Haciendo de este nivel social un grupo
ostentoso que además de cubrir necesidades elementales de las familias, buscaba la “imagen
social” de acuerdo a la moda y la vida europea.
Al igual que en la clase alta, durante las décadas del '30 y '40, las posesiones, fruto de los cambios
de la industrialización, de la democratización política, de las mayores posibilidades de educación y
de los programas de reorganización educacional hacia las áreas técnicas, surgió un conglomerado
de ”obreros especializados” que se fue asimilando a los sectores medios adoptando su forma de
vida, sus inquietudes y anhelos, algo que posibilita - no en su totalidad, pero sí en un mayor número
de familias - un mayor poder adquisitivo.
Ya en lo que respectan las décadas del '50 al '70, el grueso de la clase media, optó por la lucha de
obtener la “casa propia” (acompañada por un pequeño jardín) como meta socioeconómica
prioritaria; para lo cual recibió la ayuda del Estado, a través de las “Cajas” (similares a las
cooperativas dedicadas a resguardar los fondos de los empleados. Entre otras estaba: caja de
empleados particulares, caja de empleados fiscales) primero, y después las “Asociaciones de
Ahorro y Préstamo”.
Dentro de éste margen y a lo largo de éstas décadas la clase media, no sufrió mayores
transformaciones con respecto a los bienes raíces. Podemos mencionar el hecho de que ésta, en
este lapso, ha tomado mayor conciencia con respecto a su calidad de estrato social medio, por lo
que la actitud imitativa y, por ende, sus posesiones no se contradicen de acuerdo a su estrato; tomó
aprecio por el orden, la regularidad - sin mayores rigideces - y especialmente la “seguridad”; adoptó
los valores de civismo, de tolerancia y en cierta medida la solidaridad. Además se presenta la
creciente ambición económica junto con las ansias de la modernización de la sociedad.
Durante los años 1952 y 1970, en Chile y principalmente lo que se refiera a Santiago, se produjo un
profundo cambio con respecto al estilo de vida de los chilenos.
Las transformaciones dentro de los hogares de la clase media - y en general de todas las clases
sociales -, y específicamente frente al aumento de bienes materiales que las familias llegarán a
tener, se ven fuertemente transfiguradas a partir de las décadas del año 1974 hasta la actualidad.
En este periodo de tiempo se implanta (1973 - 1989), en Chile, un régimen dictatorial que, dentro de
todas las reformas económicas y estamentales conjuga también una transformación de índole
social, haciendo del consumismo y de la mayor “accesibilidad” a bienes materiales una
característica propia de la sociedad que se forja.
Tras el desarrollo del capitalismo se puede apreciar un fenómeno social denominado “el ascensor”
que consiste en que todas las clases sociales tienen muchas más facilidades para adquirir bienes
materiales, además de tecnología y otra serie de productos y servicios para el consumo familiar
dado a la oferta del mercado instaurado, sin embargo no existe la movilidad social, vale decir, mi
capacidad de adquisición aumenta, pero así como la mía aumenta, también aumenta la de la clase
social anterior y la que me sigue más abajo también, por ende, yo sigo perteneciendo a mi clase -
como las otras también - sólo que ahora el rango para estar dentro del estrato social en el que me
ubico ha variado de acuerdo al reajuste económico.
A lo mencionado se agrega el hecho de que así como quien pertenece a la clase alta tendrá los
recursos como para adquirir tecnología de una marca de renombre, el de clase media podrá pero
bajo una de menor calidad y el de más abajo adquirirá, por consecuencia, una tecnología de mucho
menor calidad que el de clase media; a ésto es, como en la actualidad se le denomina como una
“pobreza disfrazada” puesto que todas las clases tendrán acceso a un televisor, pero de diferente
calidad y/o costo, tal como sucede con la salud, el equipamiento urbano, la educación, la vivienda,
los lugares de recreación, la población en la que cada clase se asienta, entre otros, varía de
acuerdo al poder adquisitivo.
En la actualidad prácticamente la totalidad de la población nacional cuenta con los recursos
básicos: agua potable, alcantarillado, luz eléctrica; proceso que se ha venido desarrollando a partir
de los años '50. Vivienda, en su generalidad poseen, sin embargo no todos como patrimonio familiar
ya que existe el arriendo y los departamentos mucho más generalizado que la casa propia y dentro
de un terreno debido a los altos costos que adquirir una de éstas constituye para una familia de
clase media y baja.
Nivel de consumismo
Lo que respecta a las primeras décadas del siglo XX, el dinero, para la mentalidad de la oligarquía o
clase alta, era un instrumento para mantener un estilo de vida, no importaba la “forma del ingreso”,
sino que la del gasto. Si era necesario endeudarse, los créditos se conseguían con facilidad. El
dinero se gastaba en educación y cultura que estuvieron más bien ligadas a un adorno de la
personalidad que a una necesidad de instrucción o formación de la persona para luego vivir de ello.
A esto se suman los viajes a Europa, a la adopción de las modas europeas y a la imitación del estilo
de vida burgués.
“vale la pena seguir la vida de un joven de nuestra sociedad. Nace y su cuna de bronce se la vende
Busquet, Leckel, Lümaden; las ropas que le abrigan las envía la Casa Prat, la Casa Francesa y la
Casa Escocesa; el coche lleno de juguetes en que los pasea la English Nurse lo manda la Krauss.
Crece y los Padres Franceses o el Instituto Ingles se encargan se su educación, sus libros
escolares se los vende Tesche Ivens o Conrad. Su ropa se la hace Pujol, PIneaud, Cervi, Deltain,
Zene, Jianini, Falabella, Russo o Casini; sus zapatos Pepay, Vuletich,...” etc.
(Tancredo Pinochet ironizando respecto a la fascinación que suscitaban en la clase alta chilena por
los artículos importados y las marcas o nombres Europeos).
Por su parte, la clase media, adoptó una actitud imitativa del sector alto. En sí se trataba de un
sector social pobre. Durante la semana no se daban lujos si no que a la hora de invitar a algún
familiar a su modesta casa se preparaban grandes banquetes y lujos con tal de aparentar un buen
nivel de vida, es decir, esta clase no aceptaba del todo su condición económica.
Tras la segunda década, sin embargo, este estrato social inicia un proceso de conciencia de clase
que, conjuntamente, lleva a ésta a dejar de lado aquella actitud imitativa.
Dentro del estrato social mas bajo, aunque quisiera consumir, no se tenían los medios como para
hacerlo. De partida al inquilino se le entregaba una casa, una pequeña chacra, algunos alimentos
que producía el propio fundo y el salario en dinero prácticamente no existía; el obrero urbano
ganaba sueldo mínimo y la mayoría del sueldo lo invertía en el arriendo de la pieza del conventillo
(la generalidad representaba el 60% del sueldo); el obrero del salitre trabajaba bajo un sistema de
pago en fichas. Estas fichas eran canjeables en la pulpería de la oficina que las emitía y la pulpería
era, a su vez, el único establecimiento comercial de la oficina. Por lo que la clase baja no tenía
accesibilidad al consumo de productos fuera de lo que adquiría para su subsistencia independiente
de que quisiese consumir o no, puesto que el solvento de sus necesidades se priorizaban bajo un
margen económico-social.
En lo que respecta a las décadas `50 y '70 la clase media - al igual que el estrato superior - no se
dedicaba a consumir productos ni bienes de manera innecesaria, es decir, se invertía sólo en lo
preciso sin caer en el ostento. Si se tenían recursos económicos éste cubriría las necesidades
básicas, sólo lo elemental, a diferencia de lo que se presenta tras las décadas posteriores al '70.
Dentro del mismo panorama urbano, los sectores sociales bajos, en su gran mayoría compuestos
por la inmigración campesina que llegaba a la ciudad sin trabajo estable y que generalmente se
aglomeró en las “poblaciones callampas” se caracterizaron por tocar los límites extremos de la
miseria económica y humana en un sentido amplio. Sin servicios, viviendo en la promiscuidad y en
la mayor pobreza, el alcoholismo, el abuso y otros vicios se transformaron en males endémicos.
Entre los años 1952 a 1970, dentro del mundo campesino, aún primaban los valores arcaicos, pre-
modernos donde sólo la extensión del alfabetismo y, más todavía, la proliferación de la “radio a pila”
en la década del '60, la debilitarían definitivamente. Finalmente la Reforma agraria, a partir de los
'70 alteraría esta concepción de mundo drásticamente.
Por ende, la sociedad, a lo largo de las décadas del '40 al '70 no se caracterizó por tener un nivel de
consumismo alto, no se tenía este pensamiento arraigado ni tampoco existía una presión social
como para llevarte al consumo excesivo. Esto sin embargo, no deja de lado el hecho de que más de
alguna vez una que otra familia de la sociedad buscó aparentar riqueza o adquirió algo fuera de lo
“básicamente necesario” empero es algo que se aleja mucho a lo que hoy se denomina
consumismo compulsivo.
Tras el gobierno de Salvador Allende, se implanta, en Chile, un Gobierno Militar (1973 a 1989) en el
cual se instaura una economía de libre mercado, pasando gran parte del patrimonio nacional a
mano de los privados, por ende, se produce el desarrollo de una sociedad de mercado regida por la
oferta y la demanda, una producción de bienes y servicios apuntados al consumo.
El constante bombardeo propagandístico por parte de los Mass Media - el televisor se masifica en
chile tras el año 1962 - llegado a todos los hogares chilenos, crea necesidades en las personas que
en sí no son indispensables. Por ejemplo: se muestra una bebida de cierto sabor y correspondiente
a cierta marca. El mensaje que entregará aquél spot publicitario será de la siguiente lectura: Si no
tomas ésta bebida, es posible que ya no te sientas tan feliz dentro de tu grupo social, no serás tan
aceptado si prefieres otro tipo de refresco, por ello necesitas y debes consumir éste.
Así como se utiliza la publicidad para bienes de consumo directo, se utiliza para el caso de la
educación superior, para el caso de las Isapres y tantos otros servicios habidos y por haber.
Lo anterior nos conduce a lo siguiente: tras la implantación de una economía de libre mercado, el
consumismo ha tomado más que relevancia dentro de la sociedad, puesto que es necesario
cambiar constantemente para demostrar de que nos ha ido bien, se cree necesario actualizarse
según la moda que se encuentre vigente; y no es una característica de sólo un estrato social, sino
que de todos. El consumismo, a partir de 1974 y en la actualidad, es una distinción propia de todas
las clases sociales.
Participación en cargos públicos
A lo largo de toda nuestra historia nacional, la participación política se ha regido bajo cánones de
índole estamental y sexista.
Estamental dado a que Chile ha contado con una sociedad altamente jerarquizada (especialmente
durante la primera mitad del siglo XX) que concentraba el poder político en una pequeña elite de
terratenientes y comerciantes (oligarquía, en las primeras décadas del siglo XX y con el correr de
los años, la burguesía, para llegar a lo que hoy es la clase alta o pudiente). Ésta es quien se ha
encargado de dirigir la política del país. Este grupo social es quien, además de poseer el poder
económico dentro de la clase dirigente es quien ha tomado los cargos públicos. Y sexista puesto
que la clase dirigente y los cargos públicos estaban conformados en su mayoría (por no decir su
totalidad) por los hombres que formaban parte de la oligarquía, sólo en la actualidad las mujeres
han estado tomando un rol más protagónico dentro de lo que es la política.
Cabe mencionar que la lucha de las féminas nacionales por lograr una participación dentro del
círculo público se inicia en las dos primeras décadas del siglo XX y dentro de las organizaciones
mutualistas. En ellas se integraron mujeres que a pesar de su participación limitada y el no tener
voz propia no tuvieron impedimento para continuar con la búsqueda de reivindicación de sus
derechos civiles y políticos. Tras pasar los años '20, la situación referida cambió, al menos al interior
de la asociación general de profesores (primario), fundada en 1923. Esta, junto a su naturaleza
sindical, tuvo un carácter de movimiento cultural y pedagógico.
Como ya se ha mencionado las primeras organizaciones femeninas surgieron en 1920, año en el
que Eloísa Alarcón, Graciela Sanhueza, Elvira Vargas y otras fundaron el Partido cívico Femenino.
En 1944 se celebró el Primer Congreso Nacional de Mujeres del que nació la Federación Chilena de
Instituciones Femeninas, destacándose por su labor reivindicativa, Amanda Labarca, Ana Figueroa,
Adriana Olguín, Inés Enríquez, Aída Yávar, Graciela Lacoste, Mimí Brieva, entre otras.
Fruto de la FECHIF, se presentó al senado un proyecto de ley sobre el sufragio femenino; sin
embargo, sólo en 1948 fue discutido en la Cámara de Diputados y el 8 de enero de 1949
promulgado solemnemente en el Teatro Municipal.
Durante el gobierno de Gabriel González Videla surgieron iniciativas estatales que recogieron
inquietudes femeninas expresadas durante su lucha por la obtención del derecho a voto. Se
desarrolló un importante esfuerzo destinado a mejorar el status jurídico de la mujer. Con este fin se
creó la Oficina de la Mujer, organismo que patrocinó importantes estudios sobre la maternidad, se
preocupó del mejoramiento de los derechos hereditarios y se dictaron disposiciones legales que
permitieron a las funcionarias del estado, percibir directamente su asignación familiar.
Conjuntamente con esto, la mujer comenzó a participar en funciones públicas, siendo designada por
vez primera una de ellas en el cargo de Intendente, que recayó en Inés Enríquez, quien
posteriormente fue la primera mujer que se desempeñó como parlamentaria. Se designó a Carmen
Vial, embajadora de Chile en Holanda; Ana Figueroa representó a nuestro país en las Naciones
Unidas y Adriana Olguín fue designada Ministra de Justicia.
En el año 1939, bajo el gobierno de Arturo Alessandri, se les otorgó el derecho a voto en las
elecciones municipales, no así en las parlamentarias ni en las presidenciales, ésto sólo se logra en
el año 1949 bajo la ley Nº 9.292. Las mujeres participaron por primera vez en la elección
presidencial de 1952, en donde fue electo Carlos Ibáñez de Campo. Desde entonces, su
participación en los procesos electorales se fue ampliando progresivamente hasta llegar en 1970 a
la paridad con los votantes masculinos.
Actualmente nos encontramos bajo el gobierno de Michelle Bachelet, primera Presidente en la
historia de Chile, hecho que no deja más que claro que la participación de la mujer en los cargos
públicos ya es un hecho real, esperado, cotidiano. Esto sin embargo no elimina rasgos patriarcales
presentes en la sociedad.
Nos cabe mencionar, además, que una de las características actuales, a nivel social, se refiere a la
predominancia de la imagen por sobre las ideas. La participación es cada vez más mediática y está
cada vez más centrada en la elaboración de mensajes simples y visualmente atractivos, sin que
necesariamente tengan un mayor contenido, lo que sumado a un ambiente de despolitización,
permite que mucho electores se movilicen transitoriamente de una oferta a otra, transformándose
muchas veces la participación en una competencia publicitaria.
Equipamiento urbano y salud
Salud
Aunque oficialmente, el Ministerio de Salud, fue creado en 1959, desde mucho tiempo atrás una
serie de instituciones tuvieron entre sus tareas el de velar por la salud de los chilenos. Aquí les
presentamos una breve reseña de nuestra historia.
El Ministerio de Salud fue creado en virtud del Decreto con Fuerza de Ley N° 25 de 1959, con la
responsabilidad de realizar actividades de programación, control y coordinación en materia de
salubridad pública. Sin embargo, sus orígenes habría que buscarlos en el 1552 cuando por orden
del Rey Carlos V de España se funda el Hospital San Juan de Dios, primer establecimiento de salud
del país. Durante la época colonial existía alta prevalencia de enfermedades infecto-contagiosas,
entre ellas viruela, tifus exantemático, sarampión, afecciones entéricas, tuberculosis, enfermedades
venéreas y -en algunas zonas del país- peste bubónica, malaria y fiebre amarilla. El nivel
socioeconómico, las condiciones ambiéntales, la ruralidad y la falta de acceso a los escasos
establecimientos asistenciales condicionaban la situación descrita.
Desde comienzos del siglo XIX se crearon diferentes instituciones tendientes a estructurar la
orgánica del sector salud en Chile, entre los que destacaron la Junta de Vacunas (1808) y la Junta
Directiva de Hospitales (1832). Hacia 1850 existía en Chile un movimiento ya organizado formado
por las Sociedades de Socorros Mutuos (SSM), entidades que conformaban sistemas solidarios de
ahorro privado destinados a otorgar principalmente prestaciones de salud y previsión a sus
afiliados.
Por su parte, el Estado comenzó a incorporar el cumplimiento de tareas de higiene pública, dentro
de las funciones encomendadas a diversos ministerios. Es así como en 1887 -cuando existían siete
ministerios- lo relativo a la beneficencia pública y a los cementerios fue encomendado al Ministerio
del Interior. Esta cartera creó en 1907 una sección de administración sanitaria que tendría a su
cargo todo lo relacionado a la higiene y beneficencia pública.
Hacia 1924 se crea el Ministerio de Higiene, Asistencia y Previsión Social, que se hará cargo de las
tareas de higiene pública. En el marco de la reestructuración de Ministerios realizada en 1927, se
determinó la creación mediante decreto de la cartera de Bienestar Social, cuyas funciones serían:
El servicio de higiene pública y asistencia y previsión social.
La alta inspección del trabajo y de la vivienda, la inspección de las cajas de previsión, la
fiscalización de las leyes sociales.
Por decreto Ley, en 1932 se le cambia el nombre a esta secretaría de Estado y pasa a llamarse
Ministerio de Salubridad Pública. En 1953, la entidad nuevamente cambia de nombre, para
proceder a llamarse Ministerio de Salud Pública y Previsión Social. Sin embargo, seis años más
tarde la secretaría de Estado se divide, creándose el Ministerio de Salud Pública (Decreto con
Fuerza de Ley N° 25) y -como organismo independiente- el Ministerio del Trabajo y Previsión Social.
A fines de 1973 el gobierno militar considera que el Ministerio de Salud está dotado de escaso
poder de decisión, de una estructura inadecuada y no cuenta con los recursos humanos
capacitados, situaciones que le impiden cumplir con el rol que le asignan las políticas de salud. Por
ello se inicia la reorganización de esta secretaría de Estado, adecuando su funcionamiento a los
objetivos fijados por el gobierno militar, lo que se concreta con la dictación del Decreto Ley N° 913
del 28 de febrero de 1975 y al que se suman una serie de reglamentos internos.
Esta norma legal permitió iniciar una etapa de transición, durante la cual se profundiza el estudio de
las bases orgánicas para constituir el Sistema Nacional de Servicios de Salud, lo que conduce a la
revisión y modificación de las disposiciones legales que regían el funcionamiento del ministerio y de
las instituciones de salud que se relacionaban con el Ejecutivo por su intermedio. Esto lleva a la
dictación del Decreto Ley 2.763 del 3 de agosto de 1979, que reestructura al Ministerio de Salud,
crea el Sistema Nacional de Salud y establece los organismos dependientes -ISP, Fonasa y Central
de Abastecimiento-, a lo que posteriormente se agregaron nuevos reglamentos.
Actualmente, el sistema de salud chileno, es de carácter mixto, es decir, contempla la participación
de entidades públicas y privadas. Según los resultados de la encuesta CASEN 1990, la distribución
de la población, según el uso de los diferentes subsistemas es la que muestra la Tabla 1.
Años Índice
1900-1920 10%
1920-1940 30%
1940-1960 70%
1960-1980 88%
1917: Inauguración de Acueducto Laguna Negra que, con 87 kilómetros de extensión, transporta
hasta estos días agua desde la cordillera.
1997: Inauguración del Edificio Corporativo EMOS (Parque de los Reyes, Santiago).
2002: Inauguración del más avanzado Sistema de Control Operativo de Latinoamérica. Adquisición
del 50% restante de la propiedad de Aguas Manquehue. Construcción de la "Rambla Gaudí" en el
acceso al Edificio Corporativo. Inicio del Plan Eureka, que tiene como objetivo consolidar una
organización en red. Se inauguran las nuevas Plantas de Tratamiento de Aguas Servidas de San
José de Maipo y Paine.
2003: Entra en operación la Planta de Tratamiento de Aguas Servidas La Farfana, la más grande de
Latinoamérica y una de las cinco más grandes del mundo.
-Luz eléctrica:
1900: Puesta en servicio Central térmica Mapocho, 1,2 MVA, corriente continua. Alimenta el
alumbrado público del centro de Santiago y tranvías eléctricos
1900: Central Aldunate en Valparaíso (pequeña)
1905: Puesta en servicio de Central Hidroeléctrica El Sauce en Valparaíso, 1MVA, en corriente
alterna
1909: Puesta en servicio Central Hidroeléctrica Florida, 12 MVA, corriente continua (hasta la fecha
existe, se ocupa el mismo sitio, con maquinas de mayor potencia, y para eso se ha debido realizar
repotenciacion. Ocupa el cauce del río Maipo)
1909: Central Hidroeléctrica El Sauce en Los Andes, 500 kVA, corriente alterna
1915: Central Térmica Tocopilla, 3 unidades de 10 MVA cada una, 50 Hz. Alimenta a las faenas de
Chuquicamata mediante un doble circuito de 110 kV (aproximadamente 130 kilómetros). Hecho que
ocurre solo ocho años después de haberse construido en el mundo la primera línea operada en 100
kV
1916- 1920: Se detiene crecimiento por Primera Guerra Mundial
1920: Cuentan con energía eléctrica Santiago y Valparaíso y solo algunas ciudades aisladas
(Antofagasta, Los Andes, Victoria, Osorno y otras mas pequeñas), abastecidas mediante
excedentes industriales (que les sobraba energía y vendía a las Municipalidades)
- Compañía General de Electricidad Industrial: abastece inicialmente Nuñoa, se extiende
posteriormente a San Bernardo, Rancagua, Rengo, San Fernando, Chillan, Concepción, Los
Ángeles y Temuco
- Compañía Nacional de Fuerza Eléctrica (CONAFE): 1920. Constituida por capitales chilenos y
norteamericanos. Actualmente es de capitales chilenos solamente y es una filial de la CGE
(Compañía General de Electricidad) que abastece la zona de Viña del Mar
- Compañía Chilena de Electricidad (posteriormente CHILECTRA) 1921: Formada originalmente
con capitales alemanes, los que debieron ser traspasados a inversionistas ingleses como
consecuencia de compensaciones de guerra al terminar la Primera Guerra Mundial. Abastecía
principalmente a Santiago y Valparaíso
- Sociedad Austral de Electricidad S.A. (SAESA) 1926: Abastece inicialmente a la zona de Arauco.
Actualmente se concentra en la X región
- 1923: Se construye la Central Maitenes, 25 MVA, perteneciente a la Compañía Chilena de
Electricidad
- 1925: Se crea la Dirección de Servicios Eléctricos y de Gas. Cuya misión principal era definir las
áreas de operación de las empresas eléctricas, y elaborar y súper vigilar la aplicación de
reglamentos técnicos, etc.
- 1928: Se pone en servicio la Central Hidroeléctrica Queltehues de 27 MVA y de propiedad de la
Compañía Chilena de Electricidad. Ese mismo ano se realiza la ampliación de la Central térmica
Mapocho en una maquina de 14 MVA pero ahora en corriente alterna
- Los desarrollos de las Centrales Maitenes, Queltehues y la ampliación de la Central térmica
Mapocho son acompañados por importantes aumentos de consumo (33% acumulativo anual entre
1922 y 1927)
- Continúa el desarrollo eléctrico en el resto del país. Cada ciudad o pueblo se abastece en forma
aislada. Existe un importante incremento de los consumos asociados a las explotaciones mineras e
industriales. Lamentablemente muchos de ellos se construyeron en 60 Hz lo que impidió su
posterior interconexión
- En este periodo se realiza la interconexión Santiago - Valparaíso y se electrifica el ferrocarril
Santiago - Valparaíso (1925)
- La crisis económica mundial entre 1929 y 1933 impide continuar con la construcción de nuevas
plantas de generación eléctrica. Aumentan significativamente las interrupciones de servicio y se
pierde confiabilidad en la alimentación de energía eléctrica. Solo en 1939 se incorpora la Central
Térmica Laguna Verde al servicio público. La situación se complica aun más con los inicios de la
Segunda Guerra Mundial
- 1935: Creación de CORFO (por efecto del terremoto de Chillan). Una de sus primeras tareas fue
poner en marcha un plan de acción inmediata: desarrollo de centrales de generación destinadas a
abastecer las necesidades más urgentes
- 1942: CORFO detalla la forma de llevar adelante el Plan de Electrificación del País, el que
contemplaba un desarrollo por etapas:
- Primera Etapa: Desarrollo aislado de las diferentes zonas del país
- Segunda Etapa: Interconexión entre zonas. Se construyen centrales generadoras de mayor
tamaño. Las interconexiones se realizan en alta tensión, evitando consumos intermedios
- Tercera Etapa: Se contempla el Sistema Interconectado y se establece para su operación un
despacho de carga único y centralizado
- 1943: Se organiza y se constituye la Empresa Nacional de Electricidad S.A. (Endesa). Su misión
era materializar el plan de electrificación del país
-Alcantarillado:
Durante la última década del siglo XIX y las primeras del XX se efectuaron diversos proyectos con
la finalidad de instalar alcantarillado en Chile, específicamente en la ciudad de Santiago.
El estudio técnico y financiero de las tres propuestas presentadas durante dichas décadas fue
encargado por el Gobierno a una comisión de cuatro miembros incluyendo a Ricardo Larraín Bravo.
Santiago presentaba condiciones favorables para el trazado del alcantarillado por su estructura
urbana de damero y por la existencia de un caudal continuo y suficiente de agua (Río Mapocho).
En 1910 se celebró en Chile uno de los acontecimientos más importantes de una república
autónoma: cien años del inicio del proceso emancipador que llevó a la independencia del país.
Junto con esta celebración se finalizaron los trabajos de instalación de sistemas de alcantarillado y
fue encendido el nuevo alumbrado público de Santiago.
Durante los años 1952 a 1970 la infraestructura vial permaneció casi sin modificaciones y los
servicios se extendieron atrasada y penosamente; con la consecuencia que muy pronto surgieron
problemas gravísimos como la falta de locomoción adecuada, los atochamientos, la ausencia de
aseo y el Smog. Estos problemas tardaron en ser abordados en conjunto y sólo durante el gobierno
de Frei se comenzaron a adoptar algunas soluciones definitivas: se inició la construcción del Metro,
de la avenida Norte-Sur y de los anillos de circunvalación; también se inicia el crecimiento vertical
(construcciones emblemáticas son: la Torres San Borja, Las Torres de Tajamar, Diego Portales, la
Villa Frei). Por otra parte, se incrementó la extensión de servicios de agua y luz a las poblaciones,
aunque no se logró poner fin a las “callampas” o poblaciones periféricas formadas por la toma de
terrenos por parte del proletariado para asentarse, ejemplos de éstas: San Gregorio, la Victoria, la
legua, José Maria Caro, Pudahuel, La Pincoya, el Salto, Recoleta, la Palmilla.
Año Índice
1907 -
1920 -
1925 10%
1930 n.d.
1940 n.d.
1950 47,4%
1960 49,8%
1975 55%
1990 60%