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K.S.

GIRTAB

BOLERIA
PRÓLOGO

EL OJO DEL AMPHI-DRACO


Esta obra no puede ser reproducida, copiada y distribuida sin
la autorización del titular de los derechos. Se aprecia su
apoyo y el respeto a la propiedad de este autor. Este libro
es una obra de ficción y cualquier parecido con personas,
vivas o muertas, o lugares, eventos o locales es pura
coincidencia. Los personajes son producto de la imaginación
del autor y se utilizan de manera ficticia

Boleria: Prólogo
El ojo del Amphi-draco
Todos los derechos reservados.
Copyright 2016 por K.S. Girtab
CONTENIDO

CAPÍTULO 21: EL ENTRENAMIENTO

CAPÍTULO 22: EL REGRESO

CAPÍTULO 23: EL ASESINO

CAPÍTULO 24: LA EMBOSCADA

CAPÍTULO 25: LA GUERRA


EL ENTRENAMIENTO

Tras el inesperado regreso de Anais Atria a Regum Urbem, sólo


quedaba pendiente la localización de su gemela Nina para tener un
cierto control sobre la bomba instalada en la Isla de la Victoria de
Levit.
Después de la plática con Rodro Markab, Arlés Probzzer sabía
que era trascendental encontrar a la hija adoptiva de Chariot antes
que nadie, tenía a sus más implacables rastreadores tras de la chica,
confiaba en que los mejores de ellos, el Vicepresidente Geedy y su
experto en sistemas y comunicacionbes Ganesh, lograran ubicarla.
Todavía digería las revelaciones de aquel hombre, sin duda
alguien peligroso a quien no quitaría un ojo de encima, el papel de
las gemelas Atria era fundamental en el futuro de la humanidad, su
última defensa o su caída en desgracia.
Estaba sumido en sus pensamientos cuando en un destello
apareció ante él una de las personas que tenía en mente: el
Vicepresidente acompañado de su auxilar Quantum, el guerrero
capaz de controlar el espacio, Arlés conocía desde hace mucho
tiempo a Geedy para saber que algo importante ocurría, de otra forma
jamás irrumpiría de esa manera en su oficina.
Su rostro esbozó una enorme sonrisa cuando el Vicepresidente
agitó un folder frente a él, no podía ser otra cosa que la localización
de la gemela perdida.
–Espero que no jueges con mis emociones y me tengas la
ubicación de Nina Atria…
Geddy no le contestó al Presidente, tan sólo le guiñó un ojo, justo
en ese momento sonó el comunicador personal de Arlés, ambos
vieron en la pantalla de cristal líquido el nombre de quien llamaba, se
trataba del genio de las computadoras: Ganesh.
–Avísale que yo he ganado –dijo en voz alta Geedy cuando Arlés
levantó el auricular con la intención de que el hombre al otro lado de
la línea lo escuchara.
Una Nina agotada por completo intentaba dar un paso más, su
cuerpo estaba totalmente exhausto, los músculos ya no le respondían,
la nieve le llegaba hasta las rodillas, tenía sus piernas congeladas y el
solo moverlas le causaba un gran dolor.
Sus ropas estaban desgarradas y el frío se colaba por cada rincón
de su cuerpo cortándola como dagas afiladas, pero aun así era
soportable, el aire gélido no calaba tanto en sus entumidas
articulaciones como la extremadamente congelada nieve sobre la que
caminaba.
El extremo norte de Boleria era el lugar más hostil del país,
ubicado en el territorio de Riazor, eran pocas las personas que
sobrevivían a sus intensas temperaturas, ese era el emplazamiento
que Sor Ara había elegido para entrenarla tras dejar la zona
montañosa del Tercer Distrito de Arcadia, después de cuatro meses
en ese lugar la ahora adolescente ya estaba al límite.
A su lado, Sor Ara la acompañaba sentada cómodamente en un
vehículo motorizado que avanzaba sin ningún problema en ese hostil
lugar, vestía ropa abrigada y no se notaba que sufriera las
calamidades que azotaban a Nina, vigilaba a la menor arengándola
para que diera un paso más.
–¡Vamos Nina! Todavía te falta mucho para que desfallezcas, no
has avanzado en lo absoluto en tu entrenamiento, a este ritmo no lo
vas a lograr.
–¡Ya basta, Sor Ara! –se quejó la chica mientras caía, se sentía
incapaz de dar un paso más–. Esto no es ningún entrenamiento, todo
lo que hago desde hace cuatro meses es caminar todo el día por este
maldito lugar… ¡No estoy aprendiendo nada!
Para poder ser alumna del maestro Rodro debes primero aprender
a controlar tu energía –le espetó Sor Ara–. De otra manera no
soportarás su entrenamiento.
–Ya controlo mi energía, esto no es más que tortura de su parte,
Sor Ara. –Nina tenía los ojos llorosos–. Yo quiero aprender a
pelear…
–Si no puedes realizar el trayecto que se te impuso, jamás
controlarás tu energía como es debido.
–El trayecto es demasiado largo –Nina señalaba el horizonte
mientras trataba de incorporarse sin éxito–, llevamos muchos meses
sólo caminando en la nieve y ni siquiera hemos llegado a nuestro
destino, por lo menos podría decirme cuánto me falta.
–Te lo diré cuando lo tengamos a la vista –contestó Sor Ara con
seriedad–, antes no tiene caso que lo sepas.
–Para usted es muy fácil decirlo –Nina por fin logró incorporarse,
aunque por su estado se notaba que no se quedaría de pie por mucho
tiempo–. Recorre la distancia en ese vehículo…
–Yo no soy la que está entrenando, Nina, eres tú, yo sólo te estoy
ayudando.
–Me ayudaría más que me acompañara alguien que supiera pelear
–se seguía quejando la adolescente–, usted sólo sirve para regañarme,
habla de energía pero yo ya puedo controlarla, lo que quiero es que
alguien me enseñe a liberar mis habilidades con las que ataqué al
Sacerdote, esta caminata no me sirve de nada.
–Nadie te enseñará nada hasta que demuestres que eres una
persona fuerte y digna de ser entrenada.
–¡Váyase al diablo! –explotó Nina–. Usted y todos los malditos
del emplazamiento donde me llevó, esos tipos no hacen más que
burlarse de mí y de mi supuesta debilidad, de haber sabido que iba a
tratarme así me hubiera quedado en el Convento, por lo menos las
religiosas allá eran más humanas.
–Al escuchar el último reclamo de la menor, Sor Ara no pudo
contenerse, la abofeteó con tal rudeza que Nina volvió a caer,
después le dio la vuelta a la moto-nieve en la que se trasladaba,
avanzó un par de metros y se detuvo, descendió del vehículo y
caminó hacia la menor, la levantó de los cabellos y le espetó:
–Yo no tengo por qué estar en la parte más hostil del país oyendo
tus quejas, si no deseas seguir con el entrenamiento, lárgate, camina
hacia el este, si tienes suerte llegarás a un poblado donde podrás
hacer lo que te venga en gana, si deseas seguir entrenando, regresa tú
sola, si sobrevives el regreso mañana iniciaremos otra vez el
recorrido de siempre hasta que lo termines como es debido y esta vez
sin quejas.
La religiosa lanzó con fuerza el rostro de la chica contra la nieve,
se volvió hacia su vehículo y sin decir nada más se marchó. Nina con
temor en los ojos observó cómo se marchaba Sor Ara, no podía creer
lo que la religiosa estaba haciendo, el trayecto de regreso siempre lo
hacían juntas en ese vehículo, por esa razón Nina caminaba hasta
desfallecer, porque sabía que no debía preocuparse por la vuelta al
pequeño campamento donde entrenaba.
Al principio pensó que Sor Ara sólo le estaba jugando una mala
pasada, que le estaba aplicando un castigo para que dejara de
quejarse, pero conforme pasaba el tiempo el cielo se oscurecía y el
frío arreciaba, se convenció que en realidad esa mujer la había
abandonado.
Motivada por el miedo a morir, la adolescente se levantó, pensó
en las palabras de la religiosa, si caminaba hacia el este encontraría
un pueblo y sería libre, el problema era que desconocía la distancia
que debía recorrer para llegar a ese poblado, por lo menos estaba
segura que la distancia desde el campamento hasta donde se
encontraba era de seis horas caminando, en ese momento ella apenas
se podía mover y el regreso sería mucho más complicado que la ida,
pensó que la decisión que tomara en ese momento ya no se trataba de
su entrenamiento o de volverse más fuerte, se trataba de salvar su
vida.
Llevaba más de cinco minutos sin decidir qué hacer, cinco
minutos menos de vida, tal vez vitales para su supervivencia, el
camino hacia el pueblo se vislumbraba más tranquilo pero se
preguntaba si de verdad deseaba terminar con su entrenamiento.
Al final se decidió y regresó por donde llegó, andando el camino
de regreso al campamento y a Sor Ara, Nina se vio obligada a forzar
su deteriorado y cansado cuerpo más allá de sus límites, apenas
llevaba dos horas del trayecto de vuelta cuando cayó por vigésima
ocasión, la adolescente pensó que de manera definitiva, ya ni siquiera
sentía su cuerpo y el sueño la estaba derrotando, pensó en quedarse
ahí, en ese lugar y descansar un momento nada más, estaba segura
que con unos minutos que cerrara los ojos y descansara nada le
pasaría.
La adolescente se dejó llevar, cerró los ojos y se sintió mejor, de
inmediato su mente se perdió en sus sueños, observó a Alekh con su
bondadosa sonrisa y a Primus molestándolo, también vio a Annie reír
y a Rachel mirando reprobadoramente al futuro Inquisidor. Todo era
risas y alegría. También observó a Boyle, Nina saboreaba una
deliciosa taza de chocolate caliente acompañando al hijo del
Sacerdote en una de sus inhumanas guardias, compartían la taza,
ambos estaban sentados contra la pared y ella estaba recargada en el
cuerpo del aspirante a Caballero Fantasma, su cuerpo era fuerte,
cálido y confortable, el ideal para dormir, como siempre sucedía,
ninguno hablaba pero se veían felices, a Nina le encantaba el
chocolate, en ese lugar se sentía bien, no tenía por qué irse a otra
parte.
Después todo cambió, ahora veía a Zaín Lot, su padre, su amado
Chariot, la cargaba, abrazaba y besaba mientras la arropaba para
dormir, nadie la quería más que ese hombre. A su lado, otra niña
idéntica a ella se acurrucaba junto a su cuerpo, también la abrazaba,
se trataba de su hermana Anais.
El paisaje volvió a cambiar, ahora se encontraba en un amplio
cuarto que parecía una pequeña iglesia, un hombre vestido de negro
se paseaba delante de ella.
–¿Te has dado cuenta que vas a morir? –le preguntó el hombre a
Nina directamente a su mente.
–¿Quién es usted? –Nina se veía asustada–. ¿En dónde estoy?
–Estamos en un lugar de tu mente entre sueños y ya me conoces,
una vez salvé tu vida… ¿Lo recuerdas?
Nina hizo memoria, recordaba a ese hombre delante de ella
formando el triángulo de sombras.
–Usted es quien convocó a la bestia que me salvó del Sacerdote,
la Salamandra…
–Así es –contestó con soberbia el hombre–, soy Abigor, el
demonio líder de los siete pecados capitales y me necesitas otra vez
para sobrevivir…
–Ayúdeme entonces –pidió Nina.
–La primera vez fue gratis –le espetó el hombre de negro–, ahora
te costará…
–¿Qué es lo que desea?
–Sangre, me gusta la sangre, deberás darme la sangre de una
persona preciada para ti...
–¿Por qué quiere la sangre de alguien a quien yo aprecio?
–Porque me gusta la sangre, odio ser una sombra al servicio de
alguien más, prefiero pensar que soy retribuido si presto mi poder,
no creas que puedes engañarme, si aceptas el trato, me darás desde
este momento el nombre de la persona que sangrará, en cuanto la
veas, yo tomaré posesión de tu cuerpo y cobraré mi deuda..
–No puedo permitir eso.
–Entonces muere.
Nina le dio la espalda al hombre y se dirigió a las puertas de la
capilla, Abigor la detuvo por el brazo.
–Espera, por hoy tú ganas, lo justo es que sepas conscientemente
lo que soy capaz de hacer para que hagamos un trato, pero no puedo
ayudarte gratis otra vez, por única ocasión aceptaré un precio de
sangre cualquiera…
–El Sacerdote –dijo Nina de inmediato–, si el precio es la sangre
de una persona cualquiera, te doy la de ese hombre.
Abigor en un inicio se sorprendió, después comenzó a reír.
–Me caes bien, pequeña, eres astuta, la sangre de ese hombre no
es algo que pueda cobrar en un corto plazo, tal vez nunca, de ahora
en adelante tendré más cuidado con mis palabras. Cumpliré mi parte
del trato y te salvaré, pero para hacerlo necesito el control de tu
cuerpo y mente, sólo así serás capaz de regresar.
–¿Prometes que me devolverás mi cuerpo y mente cuando esté a
salvo?
–Tu mente y cuerpo son tuyos, no puedo quitártelos, sólo te estoy
prestando mi poder, únicamente puedo controlarte por un lapso de
tiempo para cobrar los pactos que hagamos, yo siempre seré la
sombra y tú el ama… –La sombra añadió en voz muy baja que Nina
no escuchó–: Te prestaré mi poder pero en compensación arreglaré
cuentas con la puta que nos abandonó.
La nieve estalló de repente, un enorme hueco en el suelo mostraba
el suelo desnudo, en el centro una figura se incorporaba, Nina sentía
la energía correr por todo su cuerpo, ella no podía morir, no hasta
vengar la muerte de su padre y encontrar a su hermana gemela, debía
soportar todas las torturas, sufrimientos y calamidades para lograr su
objetivo, la muerte de Chariot no podía quedar impune y se prometió
que jamás descansaría hasta encontrar a Anais.
Con firmeza dio un paso al frente, después otro y otro más, ya no
se sentía cansada, al contrario, una intensa fuerza y frenesí
desesperado se apoderaron de ella, su cuerpo le pedía acción,
desahogar esa energía que la sobrepasaba, un triángulo de sombras se
formó frente a ella y del triángulo surgió su bestia protectora,
la Salamandra, monstruo alado híbrido combinación de un dragón y
un lagarto, la bestia de sombras envolvió a Nina y se lanzó al vuelo,
volviéndose en instantes una con el medio ambiente.
El tramo que le tomó seis horas de ida lo recorrió en apenas
quince minutos de regreso, en un instante ya se encontraba en el
campamento donde Sor Ara la esperaba, como una exhalación
furiosa la bestia apareció entre sombras en el aire y se dirigió
directamente hacia la religiosa, pero ya no era la Salamandra, era un
ser cuyo cuerpo estaba cubierto por una capa con capucha de
sombras, al interior de la capucha sólo sus ojos brillaban, parecía que
su objetivo no era otro que destruir a esa mujer por haber
abandonado a su ama.
A un escaso metro de llegar a su objetivo el terrorífico ser se
detuvo, en la mente de Nina retumbó la palabra “basta”, la bestia
volvió a transformarse en una Salamandra, se veía cansada, era la
segunda ocasión que la convocaban y ahora fue por mucho más
tiempo que la primera vez, en cuanto la Salamandra desapareció, la
adolescente colapsó derrumbándose en los brazos de Sor Ara.

Nina abrió los ojos y sintió un intenso mareo, la cabeza le dolía y


sentía el cuerpo destrozado, hizo a un lado las cobijas que cubrían su
cuerpo para percatarse que todo su torso estaba vendado, se trató de
incorporar pero unas firmes manos la obligaron a recostarse y la
volvieron a cubrir con la manta, cuando la menor volvió la cabeza
hacia la persona que la cuidaba se encontró con Sor Ara, quien con
su voz autoritaria de siempre la reprendía.
–Regresaste y sobreviviste a pesar de que estuviste un par de días
al borde de la muerte, eso quiere decir que deseas seguir con tu
entrenamiento, la desesperación del momento te salvó y lograste
invocar a tu sombra protectora, pero ese no es el objetivo que
perseguimos, es peligroso que invoques a tu sombra negra si no
puedes controlarla, es la segunda vez que lo logras, jamás lo vuelvas
a hacer, cada vez que la invoques te pedirá un precio de sangre y
créeme, lo cobrará. A través de la simple energía debes ser capaz de
lograr lo que hiciste auxiliándote de su poder, el manejo de tu sombra
sólo es un accesorio adicional, si tú no eres fuerte, tu poder no sirve y
tus sombras te consumirán.
–Me abandonaste –fue lo único que respondió Nina con la voz
“quebrada”.
–Tú te lo buscaste, si deseas seguir con el entrenamiento debes
aprender a cerrar la boca y obedecer, si después deseas desquitarte
por mi forma de tratarte estás en tu derecho, pero mientras estés aquí
harás lo que yo te diga.
–Me abandonaste –volvió a decir Nina alzando la voz.
–Ya te dije que…
Sor Ara no terminó la oración, Nina se incorporó y entre lágrimas
la abrazó, la chica se aferraba con fuerza a la religiosa.
–No me vuelvas abandonar por favor, para la próxima quédate a
mi lado hasta que muera congelada pero no me dejes, puedo soportar
lo que sea menos que me abandonen, nunca lo vuelvas a hacer.
Unas lágrimas ya asomaban por el rostro de la religiosa, quien
devolvió el abrazo a Nina, la besó en la frente y la obligó a
recostarse.
–Lo siento, pequeña –le dijo mientras le acariciaba la mejilla–, no
sabía que eso significaba tanto para ti, no lo volveré a hacer, ahora
descansa.
Una semana le llevó a Nina recuperarse de sus heridas, tiempo
durante el cual convivió con las personas que junto con ella y Sor
Ara habitaban en el campamento, todos eran guerreros curtidos,
todos alumnos del mismo maestro, aquel con quien la religiosa
deseaba que Nina aprendiera las artes del combate.
Los hombres se veían fuertes, al contrario de Sor Ara y Nina que
usaban abrigada ropa para el frío, ellos apenas se cubrían con ropas
ligeras, el frío no parecía importunarlos, todo el tiempo se la pasaban
entrenando.
–Obsérvalos –le decía Sor Ara a la adolescente señalando a los
guerreros con su cuchara–, ve sus cuerpos perfectos y la sincronía
con la que entrenan, esos tipos tienen un control total de su energía,
por eso el frío no tiene ningún efecto en ellos.
Nina observaba detenidamente a los guerreros entrenar mientras
se llevaba la comida a la boca, en ese momento ella y su instructora
estaban sentadas en una bastante larga mesa de madera rectangular
en la intemperie, la mesa y los largos bancos del mismo material que
se encontraban en los extremos del mueble eran utilizados por esos
guerreros para comer, tenían prohibido internarse en la pequeña
cabaña adjunta, ellos entrenaban, dormían y vivían en campo abierto,
lo que formaba parte de su entrenamiento.
Desde que Nina vio a esos hombres por primera vez la habían
impresionado, todos se veían poderosos y las técnicas con las que
combatían eran impresionantes.
–Quiero ser tan fuerte como ellos, Sor Ara, le prometo que no me
volveré a quejar.
–Así debe ser, pequeña –la religiosa revolvió la corta cabellera de
Nina–, para un guerrero el control de la energía lo es todo, olvídate
de los grandes poderes de los guerreros élite, los que son realmente
poderosos son aquellos que tienen un control total de su energía, los
que sobresalen, en Boleria existen personas que pueden inhibir tus
capacidades, si eso sucede sólo vas a depender de tus habilidades, de
tu espada y del control de la energía, si las sabes utilizar como es
debido, serás siempre más fuerte y más rápida, podrás hacerle frente
a quien sea.
–Por lo visto nuestra princesa por fin se tomará el entrenamiento
en serio –las interrumpió un enorme y musculoso hombre levantando
a Nina como si fuera un muñeco.
–Bájame, Vacilius –dijo Nina entre risas.
Sor Ara le sonrió al líder de aquellos hombres que compartían el
campamento con ellas, pensó que nadie era inmune al encanto de esa
chica. Vacilius depositó a Nina en el suelo.
–Me alegra que hayas decidido tomarte el entrenamiento en serio
–comento el enorme hombre–, muchos aquí apostaron que te
rendirías y casi ganan, trataban de menguar tu animo diciéndote que
no podrías hacerlo, burlándose de ti e instándote a renunciar, pero yo
siempre supe que lo lograrías, en cuanto retomes tu entrenamiento,
yo las acompañaré en su travesía por la tundra, te demostraré, Nina,
que la prueba de resistencia es una nimiedad.
Nina emocionada abrazó a Vacilius, ahora se sentía más motivada
de seguir su entrenamiento, pensó que si corría al lado de alguien
más el trayecto se le haría menos difícil.
Después de su semana de descanso, Nina volvió a la rutina, desde
el primer día Sor Ara observó un cambio en la actitud de la chica,
ahora en realidad entrenaba, no sólo se esforzaba por avanzar más, se
concentraba para expulsar su energía y así hacer más llevadero el
esfuerzo.
Tras otra semana de duro entrenamiento, la religiosa, orgullosa,
señaló una enorme montaña de hielo que se observaba a la distancia.
–Ahí está tu objetivo, Nina, en una semana avanzaste más que en
todos estos meses, tan sólo requerías de motivación, lo que tú puedes
hacer es imposible para cualquier otra persona, sólo tienes que
proponerte las cosas para que lo consigas, cuando logres realizar el
camino de regreso sin forzar tu cuerpo iniciaremos el verdadero
entrenamiento.
–¿Podré entrenar contigo, Vacilius? –La menor le hablaba
emocionada al líder del campamento, quien cumpliendo su promesa
había acompañado a la religiosa y Nina toda la semana en su
travesía.
–Conmigo aún no –le explicó el guerrero–, empezarás con los
troopers, cuando aprendas a controlar tu elemento lo harás con los
elementors y cuando puedas convocar a tu sombra blanca, entonces
entrenaras con los bérserkers.
–¡Yo ya soy una bérserker! –se quejó Nina–. Ya he convocado a
mi sombra.
–Pero no a voluntad –le explicó el guerrero.
–Pronto lo haré…
–Y entonces será un placer entrenar contigo, será divertido
hacerlo antes de que me superes…
–Tú eres muy fuerte, tan fuerte como mi amigo Mundo –exclamó
la menor–, yo jamás estaré a tu altura…
–No sabes lo que dices, pequeña –Vacilius le revolvió el cabello a
Nina–, esta prueba que tu completaste en unos cuantos meses a la
mayoría de nosotros nos tomó por lo menos seis años, tú estás en un
nivel completamente distinto a todos los que entrenamos en el
campamento.
–¿Eso significa que pronto entrenaremos juntos? –preguntó
emocionada Nina.
–Más pronto de lo que te imaginas –le respondió Vacilius
sonriéndole.
–Eso me emociona mucho –comentó una Nina sonrojada–, la
verdad es que tu compañía me ayudó mucho a terminar la travesía,
tus consejos fueron de gran ayuda y el que corrieras a mi lado
siempre fue muy motivante –se volvió hacia la religiosa–, espero no
se ofenda Sor Ara.
–Para nada, nena –respondió sonriendo la religiosa–, ya te había
dicho que yo no era una muy buena maestra de campo, soy maestra
de escritorio, sólo te acompañaba para cuidarte y vigilar que
cumplieras con la primera etapa de tu entrenamiento.
–Pues será mejor que espere aquí, Sor Ara –dijo Nina
preparándose para una carrera–, usted maneja muy despacio y nos va
a retrasar, le apuesto lo que quiera a que hoy regreso por mi propio
pie al campamento. ¡El que pierda lava los trastos! –le gritó al
guerrero sin darle oportunidad de responder.
Vacilius observó cómo Nina se encarreraba a la montaña de hielo
que significaba su objetivo cumplido, le sonrió a Sor Ara y después
corrió detrás de la adolescente, la religiosa observó a su protegida
correr como si nada, su cuerpo cada vez se hacía más fuerte, pronto,
muy pronto comenzaría su verdadero entrenamiento.

Nina, Sor Ara y Vacilius llegaron al campamento antes que de


costumbre, la menor apenas si podía caminar pero logró correr todo
el trayecto, en cuanto colocó un pie en la zona de entrenamiento gritó
con los brazos en alto:
–¡Lo logré!
Todos los guerreros del lugar se volcaron sobre ella y la
levantaron en hombros, la bañaron con agua helada en un simbólico
recibimiento en sus filas, ahora Nina era una guerrera más, se había
ganado el derecho a entrenar con ellos.
Todos saltaban, gritaban y reían, Nina estaba encantada entre esos
hombres que la trataban con rudeza, como si fuera uno de ellos, en
ese momento, una exclamación de alegría sobresalió por encima de
las demás, era una voz femenina que no provenía de Nina ni de Sor
Ara, todos se volvieron para ver quien gritaba con tanto júbilo, se
trataba de una chica con hábitos religiosos, se veía que rondaba los
diecinueve o veinte años, una jovencita apenas.
Tanto Nina como su protectora se preocuparon cuando vieron a
aquella chica, se trataba ni más ni menos que de la joya de Sor
Suzanah, la responsable del Convento de donde habían escapado,
aquella molesta chica era quien más se ensañaba con Nina.
–Sor Ara, Nina –saludaba la recién llegada–, que alegría
encontrarlas, la Madre Superiora estará muy contenta de recibirlas de
nuevo en el Convento, aunque no tanto como el Sacerdote, estoy
segura que su recibimiento será inolvidable.
De inmediato Sor Ara puso a su protegida detrás de ella.
–Hola Alei –le devolvió el saludo observando fijamente las ropas
azules de distintas tonalidades y el anillo en su mano derecha con un
deslumbrante zafiro incrustado–, o más bien creo que debo decir Sor
Alei, al parecer ya eres una religiosa miembro de la Secta del Norte,
veo con tristeza y preocupación que ya nos han encontrado…
¿Alguien más te acompaña?
–Tal vez, Sor Ara, pero no se preocupe, basta conmigo para
llevármelas a las dos, por su voluntad o a la fuerza.
–Me temo que la primera opción no es viable –respondió Sor Ara.
–Entonces esto les va a doler…
Sor Alei se encaminó hacia sus presas pero en ese momento los
guerreros del campamento encabezados por Vacilius le cortaron el
paso.
–Nina es una hermana de armas, ya ha sido admitida por nosotros
y no permitiremos que se la lleven –dijo el líder del campamento
señalando a la Religiosa intrusa con su espada–, conozco la fama del
brazo guerrero de la Iglesia, dicen que la Secta del Norte está
compuesta por poderosas guerreras pero en este campamento
entrenamos más de cien guerreros expertos en el manejo de la
energía, aunque no tenemos un poder de línea de sangre o “Gash”
como le llaman ustedes, somos tan fuertes como cualquier guerrero
élite, será mejor que se retire si no quiere perder la vida…
–¡Esperen! –Les gritó Sor Ara a sus defensores–. Este no es su
problema, no vale la pena que arriesguen sus vidas por nosotras.
–Nina es una de nosotros y no la dejaremos marchar –dijo
Vacilius con autoridad–. Fin de la discusión.
La intrusa le sonrió a Vacilius y a los guerreros que lo
secundaban, pensó que una buena batalla en la nieve calentaría su
cuerpo, sin decir nada más, en un instante apareció entre sus
oponentes, de un golpe con el puño cerrado le reventó el cráneo a
uno de ellos.
–Espero que los demás sean mejores que este pobre diablo que
acabo de matar, de lo contrario esta va a ser una pelea muy
aburrida…
Todos los guerreros se volcaron sobre la recién ordenada
religiosa, quien a una increíble velocidad y con su fuerza superior
diezmaba a sus enemigos tan solo utilizando sus manos, cuando los
guerreros del campamento utilizaron su poder elemental para
detenerla, la adolescente mostró sus largas uñas a sus enemigos, que
más bien parecían garras de cinco centímetros de longitud.
–¿Ahora quieren usar las fuerzas elementales? –preguntó Sor
Alei–. No hay problema, haré lo mismo, los mataré en sus mismos
términos.
–Ocúltate y pon atención –le ordenó Sor Ara a Nina–, esa es la
manera como un guerrero élite pelea y utiliza la energía.
Nina no hizo caso a la religiosa, con la boca abierta observó a
aquella chica que peleaba sola contra todos los guerreros, esa era una
muy diferente Alei de la que ella conocía, infinitamente más fuerte y
poderosa, utilizaba sus manos como dos cuchillas que no sólo
desgarraban la piel de sus enemigos, también detenían el filo de sus
espadas como si de un arma se tratara, después sus manos se
cubrieron de energía pura elemental, energía que cambiaba de color
conforme su portadora lo disponía, las uñas de sus dedos cambiaban
del blanco congelante al rojo fuego, del azul acuoso al café terroso,
del verde viento al morado eléctrico.
Utilizando sus uñas en un solo movimiento y a una velocidad que
Nina apenas percibía, Sor Alei arrasaba con los guerreros, los cortaba
con sus manos de piedra, los quemaba con las de fuego, congelaba
con las de hielo y los electrificaba con las de electricidad.
Cuando cubría sus manos con agua las utilizaba para su defensa,
rompían con una gran fuerza destructiva las armas de los guerreros.
Nina notó que la religiosa no manipulaba la energía de viento
hasta que se vio rodeada, entonces rasgó el aire con sus uñas, la
fuerza del viento cortó los cuerpos de los guerreros que trataban de
cercarla como si se tratara de armas de un filoso metal.
La masacre fue despiadada, Nina observaba con horror como esos
buenos hombres con los que había convivido en los últimos meses
eran asesinados por protegerla, su límite llegó cuando Vacilius
enfrentó a Sor Alei, el bérserker fue el último guerrero que quedó de
pie e increíblemente llevó el ritmo de batalla de la asesina, su
elemento era la electricidad y con ésta cubría su cuerpo, lo que
incrementaba su velocidad.
–¡Debemos ayudarle! –gritaba Nina revolviéndose entre los
brazos de Sor Ara–. ¡Lo van a matar…!
–No hay nada que podamos hacer –le dijo la religiosa mientras
con una fuerza poco usual en ella detenía a la adolescente–, pero
puedes observar, aprender, espero que ahora entiendas la necesidad
de controlar la energía.
–¿Cómo puedes decir eso en este momento? –se quejaba Nina–.
No es momento de que me des lecciones, debemos ayudar a Vacilius.
–Lo siento –respondió Sor Ara–, pero no podemos hacerlo.
El guerrero peleó valientemente pero su fiereza no fue suficiente,
con sus largas uñas utilizando capacidades eléctricas, Sor Alei
desgarró el pecho del bérserker en forma de una “equis”, Vacilius de
inmediato empezó a sentir cómo su cuerpo era rasgado, dejó caer su
arma, estaba derrotado, entonces la chica dio la estocada mortal, sin
embargo, antes de que alcanzara el corazón de su último oponente
con sus uñas de roca, Sor Ara comentó:
–Ahora si puedo intervenir.
Con los dedos índice y pulgar extendidos simulando un arma, una
descarga de fuego salió de la mano derecha de la religiosa
impactando a Sor Alei, quien se vio obligada a alejarse de su
objetivo, un moribundo Vacilius cayó al suelo, aunque las uñas de
roca de Sor Alei no alcanzaron su corazón, la herida en su pecho era
mortal.
–Así que finalmente se anima a intervenir, Sor Ara –la asesina
veía sonriente a la tutriz del Santo Hermano–, esto es mejor de lo que
pensé, Sor Suzanah me advirtió de usted y de su capacidad de
combate, yo soy la mejor guerrera en la historia de la Secta del
Norte, desde que me enteré que usted era una compañera de la Madre
Superiora en ese mismo grupo, siempre quise enfrentarla en un duelo
a muerte.
–Deseo que pronto lamentarás, te vi pelear y posiblemente en un
futuro podrías ser la mejor guerrera del Convento pero jamás serás la
mejor de la historia, ni siquiera la mejor de esta época, a quien le está
destinado ese privilegio se encuentra a mi lado –abrazó a Nina por el
hombro–, ahora mismo sólo eres un prospecto, todavía tienes que
madurar, te recomiendo, si todavía quieres ser la mejor, que te retires
en este momento y salves tu vida.
Las hostilidades entre las dos miembros de la Secta del Norte
iniciaron, Nina no podía estar más impresionada, a sus veinte años de
edad, el cuerpo de Alei ya era el de una persona adulta y su estatura
era similar a la de Sor Ara, en cuestiones físicas estaban
emparejadas, su maestra seguía el ritmo de batalla y la velocidad de
la enviada del Clero, ninguna de las dos dominaba a la otra, ambas
peleaban con las manos desnudas de formas completamente
diferentes, mientras Sor Alei juntaba todos sus dedos para simular
una daga, los dedos de la mano de Sor Ara estaban separados, todos
y cada uno de ellos podían provocar una detonación elemental.
Hubo un momento en que ambas se separaron, las dos decidieron
utilizar sus armas de combate. Entonces comenzó la verdadera
batalla, Alei se armó con un par de cuchillas a las cuales les dio
capacidades elementales, los elementos actuaban al interior de los
cuerpos de sus víctimas como si fueran venenos de acuerdo al tipo de
energía utilizado, el hielo congelaba huesos y el fuego quemaba los
órganos, la tierra drenaba y secaba los cuerpos al contrario del agua
que los hinchaba, la electricidad hacía que los órganos internos se
descompusieran o dejaran de funcionar, bastaba una pequeña herida
con esas letales armas para matar a un guerrero, el viento creaba
dentro de los cuerpos una burbuja de aire que con gran presión y
fuerza llegaba directamente a la cabeza de sus oponentes causando
un derrame cerebral o también podía llegar al corazón, ocasionando
un paro cardiaco.
Por su parte, de entre sus ropas Sor Ara extrajo un par de
hermosos revólveres de color gris acero, los cuales disparaban cargas
elementales de las seis energías básicas: las balas de fuego eran
explosivas, las de agua de alta densidad, las de viento eran sónicas y
las de electricidad neutralizaban el cuerpo, las de hielo congelaban
todo el cuerpo como si de una estatua se tratara y las de tierra
desgarraban la piel. La batalla de poder estaba igualada.
Mientras las religiosas combatían, Nina corrió hacia Vacilius,
quien estaba expirando su último aliento.
–Sor Ara es increíble… ¿verdad? –le comentó el guerrero a Nina
que sostenía su cabeza.
–Lo es –contestó Nina molesta con la religiosa–, si era tan fuerte
debió pelear desde el principio.
–Eso no importa –comentó el guerrero escupiendo sangre–, debes
ayudarla, su contrincante es muy fuerte.
–Lo haría si pudiera –contestó Nina–, pero ya ni siquiera alcanzo
a verlas, la velocidad de ambas es increíble…
–Puedes hacerlo si te concentras, vamos, trata de hacerlo,
concentra tu energía.
–No puedo –se quejó Nina después de concentrarse y no
conseguir nada.
–Tú puedes –insistió el moribundo guerrero–, recuerda la
sensación que tuviste cuando liberaste a tu sombra.
–Sólo han sido dos veces y fue casualidad, las emociones y la
desesperación me sobrepasaron, mi sombra surgió por sí sola y era
negra, no blanca, como se supone que deben ser las sombras de las
miembros de la Secta del Norte –señalaba a las combatientes–, yo no
sé cómo convocarla…
–Tú puedes –Vacilius tomó la mano de la chica–, concéntrate,
vamos, déjame ver tu poder antes de morir…
Nina observó al bérserker, parecía que en cualquier momento
expiraría su último aliento, fue arropada por una cálida energía que
inundaba su cuerpo, entró en comunión con ella y sintió a su sombra
salir y formar un triángulo de sombras, de repente observó frente a
ella a una mujer de blanco que le habló directamente a su cabeza.
–Finalmente lo lograste, has conseguido invocarme.
–¿Qué sucede? –preguntó una confundida Nina en voz alta–.
¿Quién eres tú? No eres Abigor…
–Mi nombre es Satariel, soy la líder de las siete virtudes y tu
sombra guerrera protectora, tu compañera de batalla, yo te
protegeré incluso de Abigor.
–¿Con quién hablas? –preguntó el guerrero.
–Con la mujer que tenemos enfrente –le respondió Nina.
–Él no puede verme ni oírme –le aclaró la dama de blanco a la
chica–, la conexión es sólo entre tú y yo.
–¿Puedes ayudar a Vacilius? –preguntó Nina esperanzada en
salvar al moribundo guerrero.
–No –respondió Satariel tajantemente–, soy una sombra guerrera,
no una curandera, ese hombre ya ha muerto.
Nina se volvió hacia Vacilius, con tristeza observó que su sombra
tenía razón, una gran furia la invadió.
–Si eres una sombra guerrera vamos a pelear, ayúdame…
–Aún no tienes la habilidad ni el control de la energía suficiente
para pelear con mi poder.
–Pero antes ya he convocado a Abigor…
–No es así, Abigor es un demonio que representa a los siete
pecados capitales, la oscuridad de tu alma, todas las guerreras de la
Secta del Norte manejan una sombra blanca y una negra, una virtud
y un pecado, una carga con la que lucharán toda su vida;
dependiendo de su naturaleza, una de esas sombras dominará a la
otra. Pero tú eres distinta, no controlas un pecado y una virtud, en tu
cuerpo residimos un ángel y un demonio. Abigor ha surgido para
salvarte de situaciones desesperadas, sin embargo, cada que actúe te
cobrará un precio de sangre, te obligará a lastimar a tus seres
queridos y te matará lentamente con cada invocación, si no hay una
sincronía entre los dos incluso te pedirá que mates solo por
complacerlo, jamás debes convocarlo, yo estoy aquí para protegerte
y servirte, conmigo tienes el poder suficiente para vencer a cualquier
enemigo, todavía te falta aprendizaje pero vas por buen camino, el
primer paso se ha dado y es la comunicación entre nosotras.
–Pero necesito ayudar a Sor Ara, debe haber algo que podamos
hacer.
–Te ayudaré, pero tu energía únicamente te permitirá realizar un
ataque, sólo eso.
–Lo aprovecharé… –exclamó Nina con resolución.
–Concéntrate –le dijo la mujer de blanco–, siente la energía de la
batalla, es demasiado intensa para pasar desapercibida.
Nina se concentró, entonces sintió la desbordante energía
alrededor, logró volver a ver la batalla de las dos religiosas, ambas
eran increíbles, los disparos con los revólveres de energía elemental
de Sor Ara eran precisos pero la defensa de Sor Alei era
impenetrable, una segunda hoja surgió de las empuñaduras de sus
cuchillas y después lanzó una de las dagas de doble hoja contra su
oponente que sin voltear a ver el arma que se cernía contra ella
disparó uno de sus revólveres a su espalda impactando la daga y
desviándola de su curso evitando así que la dañara. Sin importar que
alcanzaran o no a su objetivo, las dagas de Alei siempre regresaban a
sus manos.
Las dos combatientes cada que utilizaban sus armas, ya fuera de
manera ofensiva o defensiva, dejaban una onda de choque, ambas
estaban en un nivel que Nina pensaba sería imposible alcanzar.
La menor estaba fascinada con la forma de pelear de Sor Ara, era
rápida, fuerte y sus ágiles movimientos impedían que fuese alcanzada
por las armas de su rival, que aunque era más rápida que su
protectora, no era tan ágil en sus movimientos. Sin embargo, el
enfrentamiento se empezaba a inclinar del lado de Alei.
En ese instante vio el momento idóneo para actuar, con la ayuda
de Satariel logró volver a convocar a su Salamandra, delante de ella
se formó un triángulo de sombras de donde surgió la bestia, ahora
debía concentrarse una vez más para realizar su disparo, Sor Alei
estaba descubierta y con la guardia baja producto del cansancio de su
batalla, Nina extendió la mano y tocó a la Salamandra, nada sucedió.
–¿Qué pasó? –le preguntó a Satariel–. ¿Por qué la Salamandra no
ataca como la última vez?
–Porque no la has dotado con ninguna energía elemental –le
explicó la mujer de blanco–, por eso te dije que únicamente podrías
hacer un solo ataque, tú al igual que Sor Alei y Sor Ara puedes
manejar las seis energías elementales básicas, concéntrate en una y
después traspasa ese poder a tu bestia, concéntrate en atacar y
mantén la cabeza fría, recuerda, sólo puedes atacar una vez, tu
energía no da para más, el cuerpo de la Salamandra tomará los
atributos elementales que le des.
Nina se concentró, siguió los movimientos de las dos guerreras
que por el cansancio ya se habían ralentizado, esperó el momento
oportuno y ordenó a su bestia atacar.
El cuerpo de sombras de la Salamandra se impregnó con
propiedades de fuego, alternaba el color de las sombras con el rojo
del elemento calcinante, atacó a la orden de su ama lanzándose en
contra de Alei Nihal, fallando por unos centímetros de su objetivo,
sin embargo, el ataque fue suficiente para llamar la atención de Sor
Alei, quien encajó una de sus cuchillas en el hombro de su
contrincante derribándola y después volteó a ver a la menor justo en
el momento en que Nina volvía a dotar con energía elemental a su
bestia que en un instante se había vuelto a formar a su lado, una
nueva carga de la bestia de sombras con fuego en su interior se
dirigió a la asesina, casi riendo Sor Alei con una de sus dagas
bloqueó el embate y después lo disipó.
–El ataque fue muy débil –le espetó a Nina–, ni siquiera valió la
pena ocuparme de él, mataré a Sor Ara y después me encargaré de ti.
–Sí lo valió –dijo Nina sonriendo.
Sor Alei hizo una cara de sorpresa cuando volteó hacia el suelo
donde había derribado a su rival y vio el espacio vacío, sólo se
encontró con una mancha de sangre, se recriminó a sí misma lo
estúpida que era, por ocuparse del intrascendente disparo de Nina
descuidó a su verdadera oponente, quien ya se encontraba a su
espalda.
–El combate no fue justo, Sor Ara –masculló Sor Alei–, yo te
derroté, recibiste ayuda.
–Tampoco fue justo que asesinaras a esos hombres que sabías
nunca tuvieron oportunidad contra ti, Alei, no me importa lo que
pienses, disfruta en el otro mundo tu victoria ante mí.
Sor Ara disparó a quemarropa un disparo de electricidad que no
sólo atacó el cuerpo y las ropas metálicas de su rival, la paralizó por
completo, después ejecutó un segundo disparo con su otro revólver al
que dotó con características de hielo, el cuerpo de Alei quedó
congelado por completo como si se tratara de una escultura de hielo,
así destruyó la protección de la adolescente, por último le otorgó a su
arma energía de tipo viento, el disparo sónico fue devastador, la
asesina cayó al suelo, derrotada.
–Eres buena, niña –dijo Satariel a Nina mientras se desvanecía–
, dividiste la energía de tu ataque en dos de menor potencia, el
triunfo es tuyo.
–No tenía otra alternativa –respondió Nina–, aún no me coordino
con mi bestia, dudaba acertar en mi primer intento.
–Insisto que eres buena, será un placer pelear a tu lado, hasta la
próxima…
La sombra se desvaneció por completo al igual que
la Salamandra, la chica observó a Sor Ara, quien seguía armada y
con los revólveres listos para seguir combatiendo. Se disparó a sí
misma una bala de fuego, gritando de dolor, la religiosa se tambaleó
pero no cayó.
–¿Por qué hizo eso? –le preguntó Nina, quien no pudo evitar
volver la cara cuando la religiosa se disparó.
–Las cuchillas de Alei cuando combina su filo con energía
elemental adquieren características ponzoñosas que actúan como
venenos en el cuerpo, la maldita me alcanzó a herir con su cuchilla
de fuego, mis órganos se estaban comenzado a quemar, al dispararme
mi propia energía logré inhibir el efecto ponzoñoso del arma de esa
chica.
Nina tragó saliva sólo de pensar en el poder que ahora tenía Alei
Nihal, la diferencia entre ambas era abismal, después se volvió hacia
Vacilius, quien yacía sin vida delante de ella, la adolescente se
levantó y le reclamó a la religiosa:
–¿Por qué no intervino antes, Sor Ara? Si lo hubiera hecho
Vacilius y muchos de sus compañeros no habrían muerto
protegiéndome…
Sor Ara observó la intención de Nina de incorporarse y caminar
hacia ella, extendió la mano y le ordenó:
–No te muevas, esto no ha terminado, aunque suene cruel mi
deber es protegerte, si hubiera peleado antes te habría perdido.
–¡No hay nadie más! –exclamó Nina–. Sólo lo dice por…
La menor no pudo seguir reclamando, un gusano de color blanco
surgió de la tierra y empezó a cubrir el cuerpo de Vacilius hasta
rodearlo por completo, entonces el guerrero, ahora cubierto por una
nueva piel blanca, se incorporó y atacó a Nina.
Sor Ara no se movió de su lugar, sólo observó como un puño se
estrellaba en el rostro de Vacilius cubierto con el plasma blanco del
gusano que ahora era una armadura, aun así, por el impacto el
guerrero voló hasta estrellarse con una roca.
–Por eso pude pelear hasta el final –dijo Sor Ara señalando la
espalda de Nina, lo hice hasta que estuve segura que no corrías
peligro…
Nina volteó para ver a la persona que había dado ese poderoso
golpe a Vacilius, se trataba de la asistente de quien se suponía sería
su maestro, una hermosa y voluptuosa mujer entrada en su cuarta
década, de piel blanca, cabellos negros, rasgos finos y hermosos ojos
azules.
–Vesta –susurró Nina, sorprendida–. ¿Qué haces aquí?
–El maestro quería ver tus avances, está muy interesado en ti pero
no da oportunidades a ociosos y tú ya tardaste demasiado en
completar tu primera prueba, me envió para darte un ultimátum,
aunque al parecer ya no es necesario que te lo diga, estás lista para
ser su alumna…
–Deja la plática para después, Vesta –la interrumpió Sor Ara–,
creo que esto está lejos de terminarse.
En ese momento las tres mujeres observaron a los cadáveres de
los guerreros asesinados por Sor Alei incorporarse, todos al igual que
Vacilius estaban protegidos con una armadura de plasma blanca
creada por un sin número de gusanos del mismo color, mismos que
una vez que cubrían los cuerpos por completo, controlaban los
cadáveres.
–Al parecer la zorra de Sor Alei no vino sola –masculló Vesta–, la
Hermana Tierra de la Alta Cúpula Eclesiástica la apoya, tienes que
destruir por completo a estas cosas o por lo menos cortar sus cabezas,
de otra forma seguirán molestando.
Con lentitud Nina se volvió hacia la roca donde se estrelló el
cuerpo de Vacilius, seguía inmóvil, su cabeza estaba literalmente
destrozada y sus sesos desparramados sobre la nieve.
El combate nuevamente comenzó, Nina fue apartada del área de
combate y de nuevo se impresionó, esta vez por las habilidades de
Vesta, a quien consideró mucho más rápida y letal que Sor Ara o Sor
Alei, a un ritmo acelerado y sólo armada con su espada cortaba
cadáveres en armadura blanca de una manera permanente y letal.
Veía sus movimientos pero no su espada, era demasiado rápida,
sus cortes eran precisos, allá donde desviaba su mano, una cabeza
rodaba, Sor Ara por su parte disparaba a los muertos en armaduras
blancas sólo con el arma de su mano izquierda, la derecha la tenía
inutilizada por la herida que le causó Sor Alei, no era tan precisa
como la recién llegada pero su poder destructivo era superior, la
diferencia entre ambas guerreras la marcaba el número de
contrincantes caídos por cada una, aunque su número era muy
similar, los cortados por Vesta no se volvían a levantar, en cambio, la
religiosa no siempre era tan certera, a veces sólo arrancaba brazos,
piernas o partía a sus enemigos a la mitad, esos guerreros en
armadura blanca seguían atacando aunque tuvieran alguna
extremidad cercenada.
Las dos guerreras acabaron con todos los cadáveres en armadura
blanca, ambas se veían cansadas, con lo que no contaron fue con una
nueva oleada de enemigos, más del doble de los guerreros
derrotados. Vesta se enfureció.
–Esta maldita puta se lo está tomando en serio, además de los de
casa trajo a sus propios soldados…
–¿Todos son cadáveres? –preguntó una entristecida Nina, no
podía concebir que alguien profanara de esa manera a los muertos.
–No necesariamente –respondió Vesta–, los malditos gusanos de
esa tipa pueden atrapar a quien sea…
–¿Hasta mujeres y niños? –Nina se veía escandalizada.
–Sobre todo mujeres y niños –aseguró Vesta–, son los más fáciles
de capturar.
–Pero la Hermana Tierra es una de las principales representantes
de la Iglesia… –Nina no podía creer que alguien que servía a los
Dioses pudiera hacer cosas tan crueles como esa, utilizar como carne
de cañón a los muertos era pecado, pero hacerlo con los vivos era un
crimen imperdonable, sobre todo si se trataba de los más indefensos.
–¿Y eso que importa? –preguntó Vesta exasperada por la
inocencia de Nina–. No hay depravados más desgraciados que los
representantes de la Iglesia, pronto lo descubrirás, hoy es un buen día
para comenzar, ahora hazte a un lado, tengo muchas cabezas que
cortar.
Nina trató de impedir que Vesta atacara pero la mujer la hizo a un
lado de manera violenta mandándola a volar, la adolescente pidió
ayuda a la religiosa.
–Ayúdeme, Sor Ara, no podemos permitir que Vesta mate a
personas inocentes.
–Lo siento –dijo la religiosa apuntando a los cuerpos en armadura
blanca que ya corrían hacia ellas–, son ellos o nosotras, esas cosas ya
no son humanos.
La pelea nuevamente inició, tanto Vesta como Sor Ara arrasaron
con esos seres en armadura de plasma, pero eran demasiados, ambas
resoplaban cuando uno de esos seres les lanzó un ataque de tipo
fuego.
Vesta eliminó el ataque con un movimiento de su espada, después
le comentó a la religiosa que tenía la espalda apoyada en la suya.
–Al parecer la puta de la Hermana Tierra en esta segunda oleada
no sólo agarró muertos y débiles, también se hizo con algunos
guerreros… ¿Cómo estás?
–En mi límite –dijo Sor Ara casi sin aliento.
–Yo te recomiendo que aguantes, Ara, si tú caes yo me largo y
dejo a esa niña aquí, sólo me estorbaría para escapar.
–No puedes ser tan cruel.
–Esa niña no me interesa en lo absoluto –señalaba a Nina–, te
apoyaré hasta tu muerte y después me voy de aquí.
Sor Ara volteó a ver a Nina y su cara de espanto después de
escuchar las palabras de Vesta, le sonrió.
–No te preocupes, nena, saldremos de esta situación como hemos
salido de otras, Vesta es una gran controladora de la energía…
¿Ahora entiendes lo que te decía?
Nina afirmó con la cabeza, no podía creer la tranquilidad con la
que le hablaba Sor Ara, a pesar de estar en peligro no dejaba de lado
su rol de instructora, tomó una espada del suelo y se colocó junto a
las guerreras,
–Regresa a donde estabas –le ordenó Sor Ara–. Tú sólo nos vas a
estor…
–Déjala –la interrumpió Vesta–, que luche por su vida, la
protegeremos si corre peligro, de nada le servirá que tome la espada
después de que tú estés muerta.
Sor Ara le lanzó una mirada de desaprobación a Vesta pero
permitió a Nina quedarse con ellas para pelear, no pudo rebatir el
argumento de su aliada. Los seres en armadura de plasma volvieron a
atacar, Nina agarró su espada con fuerza y se lanzó contra ellos pero
antes de que se diera el enfrentamiento sintió una enorme explosión
de energía, antes de salir volando por la tremenda onda de choque
observó el cuerpo de un hombre aterrizar entre las líneas enemigas
pulverizando todo a su alrededor, Sor Ara de inmediato se colocó
detrás de la adolescente evitando así que su protegida saliera
disparada, una vez que todo pasó, Nina observó a un adulto mayor
parado solo entre sus enemigos, desenterró su espada del suelo y con
tranquilidad veía a los seres en armadura de plasma que no fueron
destruidos, sólo lo rodeaban, ninguno se atrevió a atacarlo.
–¡Maestro Rodro! –gritó emocionada mientras corría a sus brazos,
con nadie se sentía más segura que con ese hombre.
El anciano abrazó a Nina y la mantuvo junto a él, la menor no
hubiera podido descifrar la edad de aquel hombre, se veía viejo pero
tan fuerte como un joven de veinte años. Rodro Markab observó a su
alrededor, los enemigos lo rodeaban pero ninguno lo atacaba, guardó
su espada y habló con voz tranquila pero potente:
–Ya basta, Hermana Tierra, perdió su oportunidad de matar a Sor
Ara y de llevarse a Nina, si insiste en atacar, en menos de un segundo
llegaré hasta donde usted se encuentra y la eliminaré tan rápido que
no sabrá que está muerta hasta que le muestre su corazón en mis
manos.
La amenaza surtió efecto, los seres en armadura de plasma
cayeron al suelo, tomando a Nina de la mano el hombre mayor
señaló a Sor Ara y a Vesta.
–Síganme, he decidido entrenar a Nina yo personalmente desde
ahora, iremos a otro lugar donde jamás nos encontrarán.
La religiosa y la guerrera alcanzaron a la chica y al adulto mayor,
Nina abrazó a Sor Ara.
–Usted es increíble… ¿Por qué nunca me dijo que era una
guerrera de la Secta del Norte? De haberlo sabido no me hubiera
importado correr con usted en la nieve, eso habría sido más
motivante que hacerlo con Vacilius.
Al recordar al bérserker, Nina agachó la cabeza con tristeza, Sor
Ara se la levantó por el mentón.
–Esta es la vida que elegiste, nena, la muerte siempre va a bailar a
tu alrededor, es el destino de un guerrero, por eso tienes que volverte
fuerte, para que puedas sobrevivir.
–Eso es muy triste, todos los hombres que Sor Alei mató eran
buenas personas.
–Lo eran, pero todos sabían a lo que se exponían cuando
decidieron ser mis alumnos –le dijo Rodro Markab–, si alguno de
ellos hubiera dado un paso hacia atrás yo mismo habría cortado su
cabeza, la cobardía no cabe en la cabeza de un guerrero, a Sor Ara no
le gusta combatir, por eso oculta sus habilidades, pero como ya lo
has visto, cuando tiene que hacerlo es la mejor, no duda en matar a
su enemigo, en un duelo con otro guerrero élite no cabe la piedad –el
anciano acarició la mejilla de la menor–, debes estar preparada, niña,
tú eres una guerrera élite.
–Así es Nina –Sor Ara tomó la mano de la chica–, no fue casual el
que hayas huido conmigo, cuando vimos tu poder, Mundo y yo
decidimos que yo era la persona ideal para enseñarte, nuestras
habilidades son muy parecidas al pertenecer las dos a la Secta del
Norte, ambas manejamos la energía psíquica sombras, la energía
pura y el metal como complemento, pero tu poder va más allá del
mío y de cualquier otra miembro de la Secta del Norte, eres la
destinada a dirigirnos.
–¿Por qué dice eso? –preguntó la menor con curiosidad.
–Tus sombras Satariel y Abigor –explicaba la religiosa–, son las
líderes naturales de las sombras que manejamos las demás: las siete
virtudes y los siete pecados.
–Sus sombras…
–Humilitas, la sombra que representa la humildad y Kenodoxia, el
pecado de la soberbia.
–Entonces todas tenemos un lado oscuro que debemos controlar,
eso al menos fue lo que me dijo Satariel.
–Así es, lo mejor es jamás utilizar a la sombra negra, es peligroso
para nosotras, tu verdadera compañera es Satariel, con la ayuda del
maestro Rodro pronto aprenderás a pelear a su lado, pero primero
deberás controlar a la bestia de tu triángulo de sombras:
la Salamandra.
Nina escuchaba con atención a su maestra, aunque la
entusiasmaba aprender de ella y de Rodro Markab, la entristecía el
destino del guerrero, sin embargo, no se amedrentó, ella seguiría su
camino no sólo para vengar a su padre y encontrar a su hermana,
también para proteger a sus amigos, a Alekh, a Annie, a Rachel y
hasta a Primus.

En el lugar donde se había desarrollado el combate, un enorme


gusano blanco de diez metros de largo y tres de alto surgió del suelo,
abrió sus fauces y una mujer vestida con una sotana blanca del clero
salió de su boca, estaba herida, sus inmaculadas ropas blancas
estaban teñidas de sangre a la altura de su hombro derecho, lesión
cortesía de Rodro Markab, la representante de la Iglesia se acercó al
cuerpo caído de Sor Alei y comprobó su pulso.
–Eres afortunada –murmuró–, estás viva, pensaba utilizarte como
alimento para mi mascota pero otra vez será, aunque no sé qué tan
bueno es que hayas sobrevivido, tendrás que explicar tu fracaso a la
facción rebelde de Cúpula Eclesiástica, si te encuentran culpable
desearás haber muerto…
Un gusano más pequeño se desprendió de la bestia mayor, se
hundió en la tierra y surgió por debajo de Sor Alei, cargándola y
trasladándola dentro de las fauces del gusano principal, la Hermana
Tierra siguió a la pequeña bestia y entró en las entrañas del
gusano Wormer, éste cerró sus fauces y se internó en la tierra, en ese
momento las armaduras de las personas que no fueron eliminadas se
quebraron, se volvieron polvo y se fundieron con la nieve, dejando
en el lugar de batalla un grupo mixto de hombres, mujeres y niños,
todos muertos.
Concentración… concentración es lo que Nina necesitaba,
comprender los flujos de energía de su cuerpo y canalizarlos al
exterior en una explosión interminable, tal y como lo hacía el
maestro Rodro Markab.
El anciano era considerado el mejor esgrimista del país y tal vez
de la historia, su control de la energía era total, entre los discípulos se
decía que aquel hombre jamás había utilizado su “Gash”, con su
depurada técnica de usar la espada y su control perfecto de la energía
no existía el guerrero que le hiciera frente.
Otro año más había pasado y Nina se encontraba en el pináculo de
su entrenamiento, un año fue el tiempo que ese hombre le concedió
para entrenarla y la miembro perdida del Clan Atria no lo había
desperdiciado.
En poco tiempo ella se había convertido en una de las discípulas
más poderosas de Rodro, un logro encomiable si se tomaba en cuenta
que era la que tenía menor tiempo entrenando con el viejo maestro.
Ese día en lo particular era especial, el maestro Rodro la había
mandado a llamar, Vesta le adelantó que le haría una propuesta que
no podría rechazar, se sentía feliz y plena.
A pesar de estar concentrada en la exploración de su energía
escuchó con claridad a Vesta llamarle, esa era la verdadera fuente del
poder, el tener los sentidos en alerta, Nina sabía qué pasaba a su
alrededor con una precisión perfecta, cuando se concentraba todo lo
veía en cámara lenta, sus sentidos se intensificaban y ella accedía al
poder de los Dioses, al nivel superior del conocimiento que la hacía
volverse uno con la naturaleza.
De inmediato abrió los ojos y se apuró hacia la enorme casa
improvisada del maestro Rodro, quien la recibió con una gran
sonrisa, Nina aún se preguntaba la edad de aquel hombre, su cabello
era completamente cano, había arrugas en su rostro pero no
demasiadas, su único ojo era vivaz y muy despierto, tenía una mirada
juvenil, incluso la cicatriz que cruzaba su ojo derecho lo hacía verse
más interesante, seguramente quien se lo había arrancado estaba
muerto, era alto, debía medir por encima de los dos metros de
estatura y su cuerpo era toda perfección, ágil, atlético y musculoso,
ninguno de los cuerpos jóvenes y fornidos de los hombres que
entrenaban con él se le comparaban.
–Veo que cada vez eres una mejor controladora de la energía –le
dijo con satisfacción.
–He practicado mucho, maestro, puede probarme cuando…
–No es necesario –la interrumpió Rodro–, puedo sentir tu poder,
las examinaciones son para los cretinos que jamás alcanzarán el nivel
de mis discípulos más avanzados, como tú, Miroslav o Vesta.
Nina sonrió cuando la asistente personal de Rodro le cerró el ojo
cómplicemente.
–Tu tiempo conmigo se ha terminado, Nina, me congratulo de que
has aprovechado el periodo que estuviste aquí, has llegado más lejos
que cualquiera, va a ser una lástima perderte.
–Siento que aún tengo mucho por aprender –se quejaba Nina–, un
año es muy poco tiempo para entender sus técnicas de combate.
–Ese es el punto por el que te he mandado llamar, pequeña, yo
busco el talento y tú lo tienes, me gustaría entrenarte por más tiempo,
convertirte en mi discípula principal.
Nina no pudo evitar saltar de la alegría, lo que ese hombre le
estaba proponiendo era un sueño que anhelaba desde que se enteró
que pronto partiría.
–Si me permite seguir sus enseñanzas le prometo que seré la más
dedicada de sus discípulas…
–Estoy seguro de eso, sin embargo, para que te permita alcanzar
los conocimientos superiores del control de la energía, deberás tomar
una difícil decisión, hasta ahora, la única persona que conoce mis
más avanzadas técnicas es Vesta, no había encontrado a nadie digno
de ser mi pupilo en el siguiente nivel de aprendizaje hasta que los
conocí a ti y a Miroslav Venati, ambos son dignos de confianza y de
respeto, mis mejores estudiantes desde hace mucho tiempo.
La mención de Miroslav Venati incomodó a Nina, el tipo era un
pesado que siempre estaba buscando propasarse con ella, sin duda
era el más fuerte de los discípulos de Rodro, el único que la superaba
a ella, lo que más la molestaba de ese chico era que siempre la veía
con superioridad, como si conociera algo de su vida que incluso ella
ignoraba o al menos así se lo había hecho saber en varias ocasiones,
proponiéndole intercambiar su cuerpo por la información, a lo cual,
ella siempre se negó.
–¿Cuál es la decisión que deberé tomar? –preguntó Nina con
curiosidad, debía poner atención a las palabras de ese hombre para no
comprometerse más de lo que estaba dispuesta a hacer.
–Deberás despedir a tu protectora –dejó caer Rodro sin
preámbulos–, Sor Ara es una buena persona y amiga mía en lo
particular, pero ella no pertenece a mi grupo más íntimo, su fidelidad
está con el Clero, no puede acceder al siguiente nivel de mis
enseñanzas.
–Pero no puedo hacer eso –Nina puso cara de decepción–, le debo
demasiado a Sor Ara…
–Es tu decisión, Nina –Rodro se acercó a la chica–, Sor Ara ya
tomó la suya, pase lo que pase, ella regresará al Clero para ser
juzgada y tú al Convento, de una u otra forma se separarán, si deseas
continuar tu instrucción con las religiosas, es cosa tuya.
–Usted habla de su grupo más íntimo… ¿Qué significa eso?
–Que somos una familia, tú tienes un deber con tu país y tu
religión, pequeña, ni yo puedo evitarlo, pero, si te unes a mí, tu
nueva familia, yo, Vesta, Miroslav y otras personas que conocerás
más adelante, seremos tu prioridad.
Nina estaba pensativa, en términos de lo que decía el maestro
Rodro, ella ya tenía una familia, la cual estaba integrada por Alekh
Algol, Primus Hotep, Rachel Arcturus, Annie Harrods y
próximamente su hermana Anais, incluso ella incluía a Sor Ara y
Mundo en esa familia, deseaba seguir aprendiendo con el maestro
Rodro, pero el precio era demasiado alto.
–Veo que dudas –el rostro de Rodro Markab era de decepción–, es
comprensible, aún no tienes ni idea de lo que puedes aprender
conmigo, te voy a dar una pequeña demostración…

La enorme Salamandra sobrevolaba las grandes y hermosas


lagunas del estado de Aztlán, en su interior viajaban Vesta, Miroslav
Venati y Nina. La gemela perdida del Clan Atria se preguntaba:
¿Cómo demonios se había metido en ese embrollo?
Tal vez fue la ambición, después de que Rodro Markab le
mostrara el nivel que podía alcanzar, Nina deseo con todas sus
fuerzas alcanzar ese poder, con él ya no necesitaba de nadie para
vengar a su padre y encontrar a su hermana, el mismo maestro Rodro
le prometió que acogería a Anais como si fuera la misma Nina.
Sin aceptar aún la propuesta de su maestro, Nina sentía que la
engañaron, sin saber por qué, aceptó partir en aquella misión para
demostrar a su maestro que estaba preparada, Vesta sería la sinodal
de ella y Miroslav, debían eliminar a un enemigo del maestro Rodro
y de su “familia”.
El primer paso para abandonar el Convento de manera definitiva
estaba dado, salió del campo de entrenamiento escondido en el
desierto de Levit sin avisar a Sor Ara para cumplir con su primera
misión como parte de la familia del maestro Rodro.
“Eliminar a un objetivo”, para Nina eso no significaba otra cosa
que asesinar a sangre fría, sabía lo que conllevaba ser un guerrero y
que eventualmente pelearía a muerte, mataría o la matarían, la
cuestión era por quien lo estaba haciendo, ella estaba dispuesta a
matar o morir por la memoria de Chariot o por proteger a Anais o a
Alekh Algol, pero hacerlo por la familia del maestro Rodro no estaba
tan segura de ello.
El objetivo no era cualquier persona, se trataba de uno de sus
exdiscípulos, un “traidor” a la familia, el examen final de Nina para
unirse a la familia del maestro Rodro también era una advertencia:
“si nos traicionas, te mueres”.
Vesta le señaló un paraje desolado, Nina ordenó a su bestia
descender, no podía negar los avances al amparo de Rodro Markab,
en un año había logrado dominar a su bestia y controlar a Satariel,
incluso Sor Ara estaba sorprendida por sus avances, esa fue una de
las razones por las que Nina decidió pertenecer a la familia del
maestro Rodro, con nadie avanzaría en sus entrenamientos como con
él.
La Salamandra descendió, ya en tierra firme se difuminó dejando
a la vista a sus tres pasajeros. Vesta les dio las últimas instrucciones
a los dos chicos para que completaran la misión.
–El emplazamiento de los Caballeros Fantasmas de la Orden de
Aztlán es aquel inmueble que sobresale al norte de aquí. Aldo Brunn
es el nombre del Centinela que deben eliminar, todos los martes va a
ese lugar a pasar revista a los cadetes miembros del ejército
asignados a la procuración de Justicia del estado de Aztlán, son
chicos de su edad que apenas están aprendiendo, insectos para
ustedes…
Perdón –la interrumpió Miroslav Venati–. ¿Ha dicho usted que
nuestro objetivo es un Brunn?
–Así es… ¿Alguna objeción?
–Si asesinamos a un Brunn la familia gobernante del estado de
Aztlán se nos vendrá encima, nosotros no…
–Deja que Rodro Markab se preocupe por eso –lo interrumpió
Vesta–. La cuestión es muy sencilla… ¿Lo harás o no?
Miroslav Venati soltó una maldición, por una mala broma había
caído de la gracia del Rey y por unirse al grupo de Rodro Markab
hizo del Clan Adam sus enemigos jurados, además estaba el asunto
de la Iglesia, por atentar contra el Santo Hermano se había ganado la
enemistad del Clero, tuvo que salir huyendo para que no lo
ejecutaran, lo pudo hacer gracias a los traidores que había en la
misma Iglesia.
Ahora tendría tras él al poderoso Clan Brunn, uno de los cuatro
principales del país, los gobernantes vitalicios de Aztlán. Tendría a
tres implacables enemigos tras su cabeza por razones que ni siquiera
le concernían, pensó que nada bueno se veía en su futuro, ahora más
que nunca necesitaba recibir las enseñanzas del siguiente nivel del
maestro Rodro.
–Lo haré.
–Entonces dense prisa –los apuró Vesta–, el tiempo que se tarden
en terminar con su tarea también será tomado en cuenta, una vez que
se dirijan al emplazamiento no hay arrepentimientos ni marcha atrás,
si se acobardan, yo misma los mataré, ustedes deciden, regresaré con
sus cabezas o la de Aldo Brunn.
Miroslav corrió hacia el inmueble de entrenamiento de la Orden
de Aztlán, Nina lo siguió, de inmediato lo alcanzó.
–Utilizaremos a mi Salamandra, puede hacerse invisible, estando
dentro de ella nadie nos verá ni nos sentirá.
–De acuerdo.
Sin dejar de correr, un triángulo de sombras se formó frente a
Nina, de él emergió su Salamandra, quien de inmediato se posó
sobre su ama y su acompañante, una vez que ambos estuvieron en su
interior, levantó el vuelo y se hizo invisible, fusionándose con el
ambiente.
Miroslav se notaba nervioso, no era el tipo arrogante de siempre,
observaba inquieto el paisaje que pasaba a gran velocidad a su
alrededor, dentro de la Salamandra, se veía a sí mismo flotar en el
aire aunque sabía que nadie más podía verlo ni percibirlo, Nina le
habló para tranquilizarlo.
–Cuando lleguemos al lugar y encontremos al Centinela… ¿Qué
sugieres hacer?
–Yo acabaré con él, tú encárgate de los chicos en el lugar, seguro
pelearán por su líder, a ti no te gusta lastimar a los más débiles y
seguramente los defenderás, lo que puede ocasionar una pelea entre
los dos que aprovechará el Centinela, los cadetes serán tu
responsabilidad, si alguien se me acerca, lo eliminaré.
Nina no pudo replicar el plan de Miroslav, aunque la dejaba a ella
de lado, le estaba dando la oportunidad de salvar muchas vidas y al
mismo tiempo la liberaba de mancharse las manos de sangre, pensó
que era un buen arreglo.
–Está bien.
–Antes de que entremos en combate necesito decirte una cosa, si
algo he aprendido con el maestro Rodro es que nada es lo que parece,
ten por seguro que nos costará un gran trabajo eliminar al Centinela,
si traicionó a “la familia” significa que en algún momento fue un
discípulo del maestro Rodro al igual que nosotros, debe ser muy
fuerte, tal vez muramos en el intento junto con la mayoría de los
cadetes del lugar, si eso pasa, por lo menos quiero hacer una buena
acción antes de morir.
Nina se quedó con la boca abierta ante las revelaciones de
Miroslav, quien le estaba relatando su encuentro con Primus Hotep y
compañía en la zona montañosa del Tercer Distrito de Arcadia, en
ese momento no sabía si alegrarse por finalmente saber de su
hermana o golpear a Miroslav por no decirle nada durante tanto
tiempo.
–Realmente eres un hijo de puta –masculló.
–Un hijo de puta que peleará a tu lado, dime… ¿Somos
compañeros o cada quien actuará por su lado?
–Hoy somos compañeros pero yo jamás perteneceré a la misma
familia que tú.
–Como si eso me importara…
Los dos chicos se internaron en el inmueble, en el patio había
aproximadamente un par de centenares de cadetes, muchos menos de
los que Nina esperaba, Miroslav le explicó que era muy complicado
pertenecer a la élite del ejército que era destinada a servir en la Orden
al mando de los Caballeros Fantasmas como protectores de la
justicia, se tenían que cumplir con duras pruebas físicas y mentales
para ser admitidos, la primera ley de la Orden era que sólo los
mejores hombres podían hacer valer la justicia.
No les tomó mucho tiempo encontrar al Centinela, su uniforme
color guinda con el símbolo de la letra en la espalda del Caballero
Fantasma al que servía lo delataba, Miroslav señaló la gran letra
Dseta (Ζ).
–Ahí está nuestro objetivo.
–Elimínalo y vámonos –lo urgió Nina.
–No –Miroslav sonreía–, el maestro Rodro fue muy específico
conmigo acerca de cómo deseaba que ese traidor muriera, lo atacaré
de frente y lo destrozaré hasta que ruegue por su muerte.
Nina no pudo evitar que Miroslav abandonara el escondite dentro
de su Salamandra, el miembro del Clan Venati de inmediato se hizo
presente y atacó al Centinela, quien en el último instante evitó el
impacto del relámpago de energía pura.
Aldo Brunn se veía tranquilo, ordenó a sus auxiliares que
mantuvieran a raya a los cadetes para que no salieran lastimados,
después se volvió hacia su atacante.
–¿Puedo preguntar cuál es el motivo de esta irrupción? Tu falta es
grave, muchacho, enfrentarás una pena de muchos años en prisión.
–Quien enfrenta la pena de muerte eres tú –le respondió
Miroslav–, hoy es el día de tu ejecución por el delito de traicionar al
maestro Rodro Markab.
–Otra vez –dijo con cara de aburrición el Centinela–, el viejo no
se cansa, eres el décimo que perderá la vida en el intento, hoy no
tengo ganas de pelear, te dejaré irte, pero te recomiendo que no
regreses con tu maestro, él no perdona la desobediencia.
–Lo sé, si acepté la misión es porque voy a matarte…

En el desierto de Levit, Sor Ara masacraba a todos los guardias


que le impedían llegar hasta la avanzada aeronave del maestro Rodro
Markab, sus disparos eran letales, en un instante despachó a más de
cuarenta aguerridos soldados, se apresuró al sentir la monstruosa
energía que se acercaba.
De un salto trepó en la moderna máquina, manipuló los
interruptores adecuados y las hélices empezaron a girar, una vez en el
aire, un par de alas surgieron a los costados del vehículo y las
turbinas se pusieron en acción, las hélices dejaron de girar, se
unieron en un mismo punto y se retrotrajeron, después, a una
velocidad de infarto la aeronave se perdió en el cielo.
El aparato de radio en la ultramoderna aeronave sonó, la religiosa
pensó en apagarla pero en el último instante se arrepintió, apretó un
botón para poner el altavoz y contestó:
–Adelante.
–Sor Ara –se escuchó en los altavoces–. ¿Se puede saber por qué
elimina a mis hombres y roba cosas de mi propiedad? Usted es mi
invitada especial, sólo tenía que pedirme la aeronave…
–Lo siento, Rodro, llevo prisa y no tenía tiempo de discutir con
usted, digamos que estamos a mano, usted tampoco tenía derecho de
hablar con mi niña a mis espaldas.
–Ya veo… No cabe duda que es usted una joya Sor Ara, dudo
mucho poder averiguar cómo le hizo para descubrirme pero ya no
hay nada que hacer, supongo que este es el rompimiento de nuestras
relaciones.
–Yo creo que sí y la verdad lo lamento.
–No, no lo lamenta, pero yo sí, porque de verdad la aprecio, no
derribé su vehículo aunque pude hacerlo, supongo que me contuve
porque es mío…, pero dejando eso de lado, le prometo que no haré
nada contra usted a futuro, si se lleva a Nina, ambas son libres, sin
embargo, si nuestros caminos se llegan a cruzar, créame, huya y
hágalo lejos, porque no tendré piedad con usted.
–Entendido.
–Una cosa más… Ese vehículo que usted robó es muy preciado
para mí, es de última tecnología, hay pocos como ese en el país, me
gusta mucho, quiero tenerlo de regreso sin un rasguño, lo que le
suceda a mi juguete, le pasará a su rostro…
–Entendidas sus dos amenazas, maestro Rodro, trataré de jamás
entrometerme en su camino y su maravilloso juguete lo tendrá de
regreso tan impecable como me lo llevé. Hasta nunca.
Sor Ara cortó la comunicación, en su mente sólo estaba la idea de
llegar con Nina, se sentía responsable por la chica, ella la había
llevado con Rodro Markab para su entrenamiento, afortunadamente
jamás confió en ese hombre y lo tenía bien vigilado a través de sus
sirvientes, quienes sin saberlo llevaban micrófonos entre sus ropas,
cortesía de Sor Luisah, quien en todo momento supo en donde se
encontraba su amiga.
Para fortuna de la religiosa, las personas de la servidumbre eran
como objetos para Rodro Markab, no les prestaba atención, mientras
una mujer hacía el aseo en su casa improvisada, él hablaba con Nina
de su futuro, Sor Luisah los escuchó y puso en sobre aviso a Sor Ara.
Y en ese momento manejaba esa maravilla de la tecnología
propiedad de Rodro Markab con la única intención de recuperar a
Nina, esperando que no fuera demasiado tarde.

En la base militar de Aztlán, las palabras ya estaban de más,


Miroslav atacó al Centinela con un relámpago de energía pura, del
cuerpo de Aldo Brunn surgió la parte superior de un enorme
monstruo alado de cuatro brazos, el cuerpo de la bestia estaba
formado de tierra comprimida, el color de su piel era gris y contaba
con pelaje en la parte trasera de su cuerpo y brazos.
La aparición de la bestia sacó a Nina del ensimismamiento en el
que estaba perdida, no dejaba de pensar en la revelación de Miroslav,
en ese momento lo único que deseaba era ir a Regum Urbem a buscar
a su hermana.
Desde el interior de la Salamandra observó a los combatientes,
aunque Miroslav era un adolescente como ella, su altura ya pasaba
los dos metros, era más alto que su rival aunque menos fornido,
observó a la bestia surgida de la espalda del Centinela, en principio
se parecía a los dragones del ejército de la Ciudadela o a los cíclopes
del ejército santo.
Su piel era gruesa y peluda, el pelaje eran tan duro que desgarraba
lo que tocaba, sus cuatro brazos culminaban en enormes garras que
destrozaban hasta el concreto, su hocico estaba coronado por
enormes y puntiagudos dientes que rompían hasta el acero mismo,
sus largos y puntiagudos cuernos eran tan filosos como un par de
espadas, sus enormes alas se veían fuertes, como si fueran un escudo,
por si fuera poco, sus brazos y su cabeza se estiraban a voluntad del
Centinela.
Miroslav había evitado todos los embates de su rival pero no tenía
tiempo ni de atacar, con preocupación Nina observó que los cadetes e
instructores se estaban preparando para intervenir en favor de su
Comandante, debía impedir una masacre a como diera lugar.
Decidió aparecerse en el terreno de combate, su
enorme Salamandra amedrentó a los cadetes e instructores, sin
embargo, al ver que ella nada hacía, volvieron a la actividad.
Un enorme triángulo de metal se formó delante de la Salamandra,
Nina la tocó dándole propiedades de viento, el cuerpo físico de la
bestia se combinó con las sombras y el elemento adquirido,
mostrando resquicios verdes en todo su ser, cuando cruzó el triángulo
de metal se transformó en un polvo verde, mismo que llegó a los
cadetes e instructores, el polvo se coló por sus vías respiratorias
asfixiándolos, gran parte de ellos cayeron desmayados, después le
dio capacidades de hielo a su bestia, el cuerpo de sombras de
la Salamandra ahora con vestigios blancos atravesó el triángulo de
metal convirtiéndose en un polvo blanco que inmovilizó a otros
tantos cadetes e instructores congelando sus extremidades, contra el
último tercio utilizó un ataque de agua, la bestia por tercera vez
atravesó el triángulo de metal formando un polvo azul dándole una
gran pesadez al ambiente, aplastando los cuerpos contra el suelo
como si la gravedad se hubiera incrementado alarmantemente,
después de ese último ataque la Salamandra al instante se volvió a
formar al lado de su ama.
Aldo Brunn no perdía detalle de la batalla de Nina, estaba
asombrado por el poder del “Gash” de esa chica, era sorprendente la
forma en que combatía auxiliándose de la mítica Salamandra, la cual
en un principio parecía una bestia de carne y hueso, sin embargo, en
cuanto su ama la tocaba su cuerpo se fusionaba con un elemento para
después, cuando pasaba a través del triángulo de metal, se
transformaba en algún tipo de polvo elemental para finalmente
volver a surgir como una exhalación negra hasta formar su cuerpo
físico del triángulo de sombras que seguía a espaldas de la guerrera a
donde se movía.
Después de encargarse de todos los cadetes e instructores, Nina
apenas pudo evitar el golpe dirigido a ella, al volverse vio a la bestia
del Centinela atacándola, al mismo tiempo, Aldo Brunn combatía
sólo con su espada en contra de Miroslav Venati, su forma de
combatir con el arma era excelsa, un digno alumno de Rodro
Markab.
Los golpes de la bestia se sucedieron uno tras otro, tanto Nina
como la Salamandra los evitaron todos, la bestia de la miembro
perdida del Clan Atria tenía la capacidad de inmaterializar su cuerpo
a través de las sombras, por lo que los impactos no la afectaban y la
chica tenía rápidas reacciones.
Nina tomó la ofensiva, no podía estar huyendo todo el tiempo,
bastaba con que un solo impacto de la bestia la alcanzara para dejarla
fuera de combate. Tocó a su Salamandra otorgándole características
terrosas, el cuerpo físico de la bestia se combinó con las sombras a
través de las cuales se vislumbraban destellos cafés, cuando ésta
cruzó el triángulo metálico, se transformó en un polvo café que al
instante se fusionó creando decenas de piedras afiladas.
El ataque no hizo mella en el monstruo cuya gruesa piel lo
protegió al tiempo que sus poderosas alas cubrieron a su
controlador, pero al defenderse dejó de atacar permitiéndole a Nina
moverse con más libertad en el terreno de combate y seguir
manteniendo la ofensiva.
Nina entonces le otorgó capacidades eléctricas a su bestia, misma
que al pasar a través del triángulo metálico se transformó en un polvo
morado que atacó a Centinela y bestia, sería imposible para él
cubrirse, el polvo se colaría por cualquier rendija que dejara su
defensa y eran muchas.
Para sorpresa de la adolescente, el ataque no surtió efecto, el
momento de desconcierto fue bien aprovechado por el Centinela para
golpearla alargando la cabeza de su bestia, Nina apenas pudo evitar
que uno de los cuernos se incrustara en su vientre pero el golpe fue
letal, cayó al suelo con varios huesos lesionados.
Mientras caía, Nina observó también a Miroslav doblegarse, Aldo
Brunn lo cortó en más de cinco ocasiones, su compañero perdía
demasiada sangre, estaba al borde de la derrota.
–Les dije que aún son unos niños –el Centinela se preparó para un
ataque final–, te preguntarás por qué tu polvo no me hizo nada –
observaba a Nina, quien no respondió pero hizo una afirmación con
la cabeza–. Es muy sencillo, el pelaje de mi bestia absorbe los daños
dirigidos hacia mí, tu polvo jamás me tocó. Y tú, mi amigo –señaló a
Miroslav que apenas podía mantenerse en pie–, eres bueno pero yo
pasé por tu mismo entrenamiento hace bastantes años, mejoré
muchos aspectos de la técnica del maestro Rodro, algo que sólo te da
la experiencia, jamás podrás derrotarme.
Nina se levantó con un gran esfuerzo, sus piernas temblaban, tocó
a su Salamandra mientras comentaba:
–Por todos lados escucho decir que el control de la energía vence
al poder, pero no es cierto, el caso del maestro Rodro es uno entre
millones, un guerrero con “Gash” generalmente va a vencer a otro
que no lo tiene aunque sea un maestro del control de la energía,
claro, si un guerrero con un poderoso “Gash” controla su energía a
un nivel superior, será invencible, pero tú no eres ni uno ni otro, sólo
un buen guerrero que está a punto de ser aplastado por un poder
abrumador… –observó directamente a Miroslav–. ¡Hazlo!
Nina tocó el cuerpo de su Salamandra dándole capacidades de
fuego, la bestia al pasar a través del triángulo de metal, se transformó
en polvo rojo, el cual se impregnó en el cuerpo del Centinela.
–Ya te dije que mi bestia absorberá tu polvo y su piel es
indestructible –comentó Aldo Brunn tras las alas de su bestia–, tu
ataque es patético…
–No importa que tan fuerte sea la piel de tu bestia –le respondió
Nina sonriéndole–, mi polvo de fuego ataca el interior de su cuerpo.
La bestia lanzó un alarido al sentir que se quemaba por dentro,
Nina se preguntó si sería de dolor o simplemente era una reacción al
ataque elemental, sus brazos y alas se abrieron de par en par.
–Aun así no me has hecho nada –le espetó el Centinela
preparando un ataque fulminante con su espada–, como ya te lo dije,
mi bestia absorbió todo el polvo…
–Lo sé –respondió Nina sin perder la sonrisa, después se volvió
para ver a Miroslav Venati–. ¿Qué demonios esperas?
Aldo Brunn se giró la cabeza lentamente, se había olvidado de su
otro rival, Miroslav se veía molesto, él hubiera querido derrotarlo en
un duelo de espadas, entendió que aún le faltaba mucho por aprender,
se juró a sí mismo hacer lo que fuera necesario por aprender las
técnicas del segundo nivel de control de la energía de Rodro Markab.
Extendió la mano hacia el Centinela, quien tenía una expresión de
terror en los ojos, lo impactó de lleno con su relámpago de energía
pura, el objetivo estaba cumplido, su víctima yacía derrotada en el
suelo, increíblemente, aún con vida.
Los pocos cadetes e instructores que seguían conscientes gritaban
todo tipo de insultos y amenazas a Nina y Miroslav, algunos de ellos
lloraban, en sus ojos se notaba la impotencia de no poder ayudar a su
Comandante, por quien al parecer, todos estaban dispuestos a dar la
vida.
Los dos chicos se acercaron al desgarrado y malherido cuerpo en
el suelo, Aldo Brunn respiraba con dificultad y sangraba en demasía,
Nina pensó que aunque no lo remataran moriría, también veía con
temor a Miroslav, se preguntaba cuál sería la potencia real de su letal
ataque para dejar en ese estado a alguien que tenía un poderoso
escudo de energía. El Centinela apenas podía hablar.
–Me han derrotado y sé que van a asesinarme, aunque espero que
no lo hagan, esto no está bien, yo soy una buena persona, alguien que
vive por y para la justicia, no les he hecho nada a ustedes que
merezca la pena para matarme.
–Sólo estamos cumpliendo órdenes –le respondió Miroslav–, no
sabemos si eres una buena o mala persona, no nos interesa, lo único
que nos informaron es que traicionaste a tu familia y el castigo por
esa falta es la muerte.
–Una familia con una cabeza podrida –aclaró el Centinela–, quien
sólo utiliza a sus discípulos como piezas reemplazables sin valor,
como sus asesinos de cabecera. Yo me negué a eso, un padre de
familia, como se pretende vender Rodro Markab, jamás pediría a sus
hijos hacer cosas tan terribles.
–Si sabías como era Rodro Markab –repuso Miroslav–, no debiste
ingresar a su familia desde un inicio, sigues siendo un traidor, un
hipócrita y un mentiroso, trataste de obtener conocimientos sin pagar
por ellos, mereces morir.
–Yo, al igual que ustedes, fui engañado por la palabrería barata y
las demostraciones de poder de ese tipo, pero cuando conocí su
verdadera personalidad me alejé de él, espero que ustedes sean
inteligentes y lo abandonen antes de que sea tarde.
–Para lo único que ya no hay tiempo es para salvar tu vida. –
Energía pura en forma de electricidad empezó a correr por el brazo
de Miroslav.
–Por favor –Aldo Brunn se resistía a morir de esa manera–. Ante
ustedes tienen a un hombre derrotado, un patético ser que ruega por
su vida, un militar de respeto preferiría morir antes que sus hombres
lo observaran humillarse, pero tengo tres hijos, su madre acaba de
morir de una larga y desgastante enfermedad, no quiero que vuelvan
a pasar por esa situación, hoy era mi último día de trabajo, sólo vine
a despedirme de mis queridos alumnos, decidí vivir una vida
tranquila por mis hijos, los Centinelas a diferencia de los Caballeros
Fantasmas, sí tenemos la opción de retirarnos si la causa es justa, el
Supremo Consejo ya había aceptado mi renuncia, por favor, no le
quiten a su padre a mis hijos, si muero los separarán.
Las palabras de ese hombre llegaron a lo más profundo del alma
de Nina, en él vio a Chariot. Su padre. Un guerrero que intentaba
redimirse, en los hijos de Aldo Brunn se vio a ella misma y a su
hermana Anais, separadas por las circunstancias, de ninguna manera
permitiría que Miroslav lo asesinara, protegería a ese hombre aunque
eso significara ir en contra de su nueva familia.
Miroslav preparó el disparo pero Nina lo detuvo, en su mente sólo
estaban los hijos de ese hombre, no permitiría que los separaran y
que sufrieran lo mismo que ella, Nina no pasaba una noche sin añorar
encontrar a su hermana.
–¿Qué demonios te sucede? –preguntó molesto Miroslav–. Si esto
te incomoda, date la vuelta y márchate, yo me hago cargo.
–El hombre ya está derrotado, déjalo en paz, yo tomaré la
responsabilidad de dejarlo vivir.
–Tu responsabilidad será castigada como es debido –se escuchó la
voz de una mujer a su espalda–, pero ese hombre se muere aquí,
nadie que haya traicionado a Rodro Markab puede salir vivo.
Nina sintió un intenso escalofrío en la espalda, Vesta estaba ahí y
esa mujer no permitiría que la misión fallara, de inmediato se colocó
delante de Aldo Brunn bloqueando con su cuerpo a los asesinos.
–Sólo te daré una oportunidad para hacerte a un lado –amenazó
Vesta–, si insistes en rebelarte lo tomaré como una traición a la
familia y también acabaré con tu vida
La miembro perdida del Clan Atria no se hizo a un lado, por el
contrario, un triángulo de sombras se apareció a su lado y de él
surgió su Salamandra.
Vesta comenzó a reír mientras observaba a la bestia, se llevó la
mano a la espada y señaló con ésta a Nina.
–Tienes diez segundos…
Nina sintió que la tomaban del tobillo, se trataba de Aldo Brunn,
quien con la voz entrecortada le habló:
–Déjalo así, agradezco tu ayuda pero no voy a permitir que una
vida más joven se pierda por mi culpa, conozco a Vesta, fue mi
compañera de entrenamiento y no tienes ninguna posibilidad de
vencerla, cortará tu cabeza en apenas un instante, no te preocupes por
mí, aunque separarán a mis hijos seguirán vivos y estarán bien, a fin
de cuentas son unos Brunn, me voy tranquilo al saber que al menos
le arranqué a una joven buena y que vale la pena a Rodro Markab.
–Se acabó el tiempo…
La voz de Vesta hizo temblar a Nina que no tuvo posibilidad de
reacción, la alumna más avanzada de Rodro Markab de un solo tajo
pensaba encargarse de los dos, el cerebro de Nina reaccionó por sí
solo llevándola a un nivel superior de la conciencia, observó el letal
filo del arma y la curva mortal que avanzaba hacia su objetivo: ella y
el Centinela, trató de detener el embate pero no logró moverse, con
desesperación observó que su cuerpo no se movía a la misma
velocidad que su mente, moriría.
Cerró los ojos cuando sintió la energía asesina del arma tocar su
cuello en un movimiento descendente, en unos segundos que a ella se
le hicieron eternos comenzaría a sangrar.
El choque de acero con acero la devolvió a la realidad, frente a
ella se encontraba Sor Ara con sus revólveres en forma de “equis”,
mismos con los que detuvo el movimiento de la espada
asesina.
La reacción de Vesta no fue la esperada, no hubo sorpresa en su
rostro ni sus movimientos se detuvieron, en el mismo instante que
Sor Ara detuvo su espada la impactó con una violenta patada.
Sor Ara salió volando pero alcanzó a disparar, sus proyectiles de
elemento tierra hicieron una curva extraña y ambos impactaron a
Vesta, quien también cayó varios metros hacia atrás alejándose de
Nina y el Centinela.
Las dos letales mujeres se levantaron sin perderse de vista, a pesar
de su defensa infranqueable, Vesta sangraba.
–¿Cómo demonios hiciste eso? –preguntó a la religiosa.
–Mis balas nunca fallan –respondió Sor Ara–, basta que fije el
objetivo con mis ojos para que den en el blanco sin importar hacia
donde dispare…
Vesta observó los ojos de la religiosa en ellos se vislumbraban
unos círculos de tiro al blanco, uno por cada revólver.
–Pero la vez que enfrentamos a la Hermana Tierra fallaste
mucho…
–Ni uno sólo de mis tiros, todos dieron en el blanco al que estaban
dirigidos, era una estrategia, no contra ti, contra la Hermana Tierra,
esperaba que se confiara para tenerla a punto de disparo…
Vesta sonrió al ver la postura de la religiosa, su patada la había
lastimado, su velocidad se vería menguada y ahora pondría más
atención en sus disparos, ninguno la alcanzaría.
–Creo que te has dado cuenta que ya estás derrotada.
–Lo sé, pero si piensas que te irás de aquí tan sonriente como te
ves ahora, estás equivocada.
Tanto Nina como Miroslav veían sorprendidos a las dos mujeres,
el muchacho ahora estaba más obsesionado que nunca de seguir
entrenando con el maestro Rodro al ver la capacidad de combate de
Vesta, muy superior en su opinión a la de la religiosa.
Por su parte, Nina observaba con preocupación a Sor Ara, la
miembro de la Secta del Norte no se veía preocupada, entonces
comprendió que la religiosa aún no se auxiliaba de sus sombras,
podía utilizar a la virtud de la humildad: Humilitas, para pelear, en
caso extremo incluso podía convocar al pecado de la
soberbia: Kenodoxia, pagaría un precio de sangre pero el poder entre
ambas se igualaría.
Tanto las armas como las ropas de Sor Ara se volvieron blancas,
Vesta no se dejó intimidar y la señaló con su espada sin perder la
sonrisa.
–Así que vas por todo… Igual vas a caer.
Nina fue incapaz de ver lo que sucedió después, tan sólo observó
la cara de desesperación de Sor Ara, quien apuntaba con su revólver
exactamente hacia donde la adolescente se encontraba, después se
volvió hacia Vesta, quien había desaparecido de su lugar para
posicionarse junto a ella, la estrategia de la principal colaboradora de
Rodro Markab era obvia, pensaba matar a Nina primero para afectar
psicológicamente a Sor Ara y así eliminarla también.
El golpe fue descomunal, la onda de choque mandó a Nina al
suelo cayendo sobre Aldo Brunn, pensaba que el disparo de Sor Ara
había dado en el blanco hasta que vio el cuerpo de Vesta incrustado
en la pared al lado de la religiosa, quien de inmediato corrió hacia
ella alejándose de la auxiliar de Rodro Markab.
El muro donde estaba incrustada Vesta cayó, la guerrera se veía
furiosa, Nina volteó hacia donde se dirigía la mirada de la segunda al
mando en la familia de Rodro para encontrarse con un hombre
vestido en una inconfundible armadura color guinda, en su capa con
capucha tenía el símbolo de su espada encerrado en un triángulo
dorado: Dseta (Ζ), mismo que tenía Aldo Brunn en sus ropas, se
trataba del Caballero Fantasma a quien servía.
–Sir Axayácatl –saludó Sor Ara viendo al recién llegado guerrero.
Nina se volvió a sorprender, ya había oído algo acerca de ese
hombre, se trataba del líder de la Orden de Aztlán, uno de los
famosos Controladores de la Materia.
El Caballero Guinda tomó a Miroslav por la parte trasera de sus
ropas, el miembro del Clan Venati estaba tan atemorizado que no
hizo nada por defenderse, en opinión de Nina parecía más un perrito
asustado que un “orgulloso” alumno de Rodro Markab, Sir Axayácatl
lo arrojó a un lado haciéndolo caer de bruces.
Para sorpresa de Nina, Vesta no hizo nada, tan sólo observaba al
Caballero Fantasma frente a ella, después de unos segundos que
parecieron horas, la mujer habló.
–¿Vienes a arrestarme?
–Trataron de matar a un Centinela, ese es un delito grave.
–Bien sabes que no podemos pelear…
–El pacto de no agresión se cancela si atentas contra mi deber, los
demás lo entenderán.
–¿Entonces es inevitable? –Vesta se llevó la mano a la espada.
–Lárgate –ordenó Sir Axayácatl–, todavía estás incompleta y no
deseo matar a alguien a quien puedo aplastar con la pura voluntad,
sólo te advierto que mi bondad no es eterna, si vuelves a las andadas
terminarás en la cárcel, donde te mataré llegado el momento, a
cambio de la concesión de tu partida, quiero que jures que jamás
volverán a buscar a Aldo.
Vesta no respondió, tan sólo una lágrima de impotencia corrió por
su mejilla, señaló a Miroslav y le indicó que la acompañara, ambos le
dieron la espalda a Nina y compañía para salir por el agujero en el
muro que el cuerpo de Vesta había abierto tras el primer ataque del
Caballero Fantasma de Aztlán. Sir Axayácatl no le impidió la
retirada, entendió que con su silencio aceptaba el acuerdo.
–Espera –le gritó Sor Ara a Vesta al tiempo que le lanzó un
dispositivo–, el avión de tu jefe se encuentra saliendo por el hueco a
tu derecha, dale las gracias al maestro Rodro por prestármelo.
La mujer atrapó el dispositivo en el aire y se volvió para reanudar
su marcha, sin embargo, no se aguantó las ganas de irse así sin más.
–El cobarde de Aldo Brunn puede estar tranquilo, cumpliré mi
palabra, su vida no me interesa, te la regalo, es la tuya la que
disfrutaré aplastando una vez que obtenga mi “Gash”, eso si el
maestro Rodro no se me adelanta.
–Tus amenazas me tienen sin cuidado –le respondió el Caballero
Fantasma–, sólo me interesa que dejen en paz a Aldo, si tú o Rodro
quieren venir por mí, saben que estoy a su servicio, el maestro seguro
me recuerda como su más grande obsesión, soy el único de sus
alumnos élite que se le ha escapado y jamás pudo atrapar. La única
vez que nos enfrentamos, hace algunos años, perdió su ojo derecho,
dile que cuando quiera, le arrebato el que le queda.
La boca de Nina no se pudo abrir más, observaba impresionada a
ese hombre moreno en armadura guinda, no creía que existiera nadie
que pudiera hacerle frente al maestro Rodro y Sir Axayácatl le había
arrancado un ojo, ese guerrero que tenía enfrente era el responsable
de la cicatriz del gran Rodro Markab.
Sor Ara cerró la boca de la menor y después le dio un fuerte
coscorrón, el Caballero Fantasma sonrió cuando Nina se dolió de la
cabeza.
–¿Qué haremos con esta niña? –preguntó.
–Salvó mi vida –se apresuró a decir Aldo Brunn–, no te atrevas a
regañarla siquiera, es una joya que debe ser pulida en el camino del
bien y la justicia, me cubrió con su cuerpo a pesar de que enfrentaba
a alguien que podía matarla de un solo golpe, cualquiera se habría
hecho a un lado al saber que nada podría hacer, incluyéndome yo,
pero ella no lo hizo, se quedó en su lugar, como una digna guerrera,
yo moriría por ella…
–Pues no te falta mucho… –respondió entre risas Sir Axayácatl.
–Maldito…
–Si te mueres por un ataque como ese no merecías entonces ser un
Centinela.
Aldo Brunn se retorció del dolor cuando Sir Axayácatl le dio una
ligera patada en el vientre, el Caballero Fantasma ordenó que lo
llevaran a la enfermería, Nina no concebía lo que veía, ese hombre
que hasta hace unos minutos parecía un gigante que podía destruir el
mundo con un puño, en ese momento se veía como un tipo bonachón
y divertido.
Sir Axa, como le decían todos en la Orden para no mencionar su
largo y complicado nombre, no permitió que Sor Ara y Nina se
fueran sin antes comer con él, escuchó divertido cómo esa niña había
puesto bajo su control a todo el regimiento y también se impresionó
cuando le comentaron que fue gracias a ella que Aldo Brunn fue
derrotado.
Bastaron unos minutos de convivencia con aquel hombre para que
Nina se sintiera en confianza, terminó riendo y bromeando con Sir
Axa como si se conocieran de toda la vida.
Cuando llegó la hora de retirarse, pasaron a ver a Aldo Brunn que
ya estaba en recuperación, sus heridas eran más vistosas y menos
peligrosas de lo que se esperaban.
Sir Axayácatl obligó a Nina a hacer una nueva promesa, le dijo
que ahora pertenecía a una nueva familia, la de los alumnos
desertores de Rodro, la cual estaba integrada sólo por tres exclusivos
miembros. Sir Axa, Nina y Aldo Brunn prometieron que siempre se
ayudarían.
Cuando Nina y Sor Ara partieron, lo hicieron en el interior de
la Salamandra, su nuevo destino estaba en el norte del país, irían a
Regum Urbem a buscar a Anais.
EL REGRESO

Las dos mujeres encapuchadas caminaban con discreción por las


calles de Ersghiaal, su atuendo no era llamativo, se trataba del clásico
uniforme de las religiosas del país adoradoras de la Diosa de la
Naturaleza Nah. Sotana blanca larga con capa negra con capucha
como prenda para calentarse, decenas de mujeres con el mismo
atuendo se observaban desfilando por la Ciudad Blanca, la cual
limitaba con la Ciudad de los Dioses Banayah, el lugar donde se
encontraba la Santa Sede.
Las religiosas de los diferentes templos del país visitaban a
menudo la Ciudad Blanca después de acudir a la Ciudad de los
Dioses, en Ersghiaal vivían las familias más nobles del país, personas
adineradas que aportaban grandes cantidades de dinero a los
diferentes templos, a los cuales patrocinaban, era un honor y se
consideraba un privilegio el que el escudo de una familia noble
adornara la pared de entrada de algún templo, significaba que ese
Clan era devoto y seguidor de la doctrina predominante de Boleria,
de esa manera le decían a la nación entera que su Casa era honorable
y del agrado del Clero.
Sor Ara y Nina llegaron a un hotel modesto en el que
acostumbraban hospedarse las religiosas más pobres y humildes del
país, no existía una tarifa para pasar la noche, se dejaba a
consideración de los necesitados miembros del Clero el que
aportaran lo que pudieran permitirse.
En Boleria no todos los templos eran ricos y suntuosos, también
existían los templos pobres, aquellos que de verdad se establecían
para servir, en donde los votos de pobreza se respetaban, el dinero
que recibían lo utilizaban en sus comunidades, igual de
empobrecidas que los templos.
A esos representantes religiosos les costaba más trabajo encontrar
un patrocinador, buscaban entre las familias menos adineradas algún
alma que deseara presumir su fe y que al mismo tiempo no pudiera
costearse el imprimir el símbolo de su Casa en un rico templo.
Se registraron en la posada donde el encargado, un tipo sucio y
obeso les indicó que sólo las podía hospedar una noche en un
pequeño cuarto que compartirían con ocho religiosas más, después
les dirigió una mirada lasciva, en voz baja les ofreció una habitación
para ellas solas por el tiempo que quisieran si contaban con el dinero
suficiente o si aceptaban acostarse con él.
Nina estuvo a punto de golpear a ese sujeto, le parecía abominable
lo que pedía, era imposible que alguna monja aceptara su propuesta.
Sor Ara, adivinando su intención, la tomó del brazo, aceptó la
habitación comunal, encargó sus pertenencias con aquel hombre y se
retiró de nuevo junto con Nina.
La adolescente seguía enfurecida, deseaba regresar, tan sólo le
bastaba tener una pequeña plática con aquel abusivo y horrible
hombre para que nunca más en su vida volviera a abusar de una
mujer.
–Por favor, Sor Ara –se quejaba–, sólo esta vez, no podemos
dejarlo pasar...
–Podemos y lo haremos –respondió la religiosa–, por desgracia
esa es una práctica regular en lugares como ese, lo más triste es que
muchas mujeres aceptan, algunas porque no tienen la vocación que
se exige a las religiosas y se lo quieren pasar bien en la Ciudad
Blanca en lo que consiguen fondos para su templo, los cuales, se
gastan una buena cantidad en divertirse, algunas otras porque su
vocación las excede y no piensan irse de Ersghiaal sin el patrocinio
que le permitirá a su templo seguir funcionando.
–El que suceda en otros lugares no significa que debamos
permitirlo –insistía Nina, por su experiencia con el Sacerdote no
podía tolerar cualquier tipo de abuso sexual contra una mujer.
–El amedrentar al tipo que atiende el lugar no ayudará en nada –le
explicaba Sor Ara–, se trata de una mafia, empiezan ofreciendo un
lugar por sexo y después prometen dinero, en general la mujer
boleriense es guapa, de buenos genes, esos lugares no son otra cosa
que sucursales de reclutamiento para trata de esclavas sexuales que
exportan al extranjero.
Nina se estremeció al escuchar a Sor Ara, no podía creer que
existiera gente tan malvada.
–No puede ser, no pueden existir personas que hagan eso.
–Existen, miles de niñas y jovencitas son ofrecidas por
empobrecidas familias a la Iglesia, lo hacen para tener una boca
menos que alimentar, buscando que su hija tenga un mejor futuro en
el Clero y para ganarse el favor de los dioses, una práctica que
también se realiza con los varones hijos de personas en la miseria,
sólo que los niños son ofrecidos al ejército. Lo más triste de todo es
que los que controlan el negocio de venta de niñas se encuentran en
las más altas esferas de la Iglesia, por lo que son intocables al igual
que sus negocios, nuestro amigo el Sacerdote es quien controla la
trata de blancas en el país, además de otras cosas, ese tipo es el
demonio en persona,
–¿Pero cómo es posible que le permitan hacer eso?
–Aún eres muy inocente para ver el mundo como realmente es –
Sor Ara besó con ternura la frente de Nina–, es una lástima que
crecerás y te golpearás con la realidad, verás las injusticias del
mundo y no podrás hacer nada más que mirar, después te
endurecerás, como nos pasa a todas, al final, te dejará de importar…
–¡Eso jamás! –explotó Nina–. Yo jamás me podré mantener
impasible ante el dolor de los débiles.
–Por eso me jugué la vida sacándote del Convento –Sor Ara
acarició la mejilla de su pupila–, porque creo en ti, en Primus y sobre
todo en Alekh, él es quien en realidad puede hacer la diferencia, pero
necesita ayuda, apoyo y protección, la mafia en la Iglesia o en la
Corona es más cruel, perversa e implacable que la de las ciudades, el
Santo Hermano necesitará un ejército a su alrededor para hacer los
cambios que la Iglesia necesita.
–¡Alekh lo hará! –exclamó Nina totalmente convencida de ello–.
Primus, Annie, Rachel y yo lo ayudaremos, apoyaremos y
protegeremos.
–Yo sé que así va a ser –Sor Ara sonreía–, si los Dioses lo
permiten, yo también estaré a su lado para apoyarlo.
Las dos mujeres se tomaron de la mano y continuaron caminando,
mientras se acercaban a Regum Urbem, Nina preguntó:
–¿Por qué dice que hay una mafia en la Corona? Hasta donde me
han ensañado en el Convento, los pobladores de Regum Urbem son
todos inmensamente ricos desde tiempos ancestrales, poderosos e
influyentes, no necesitan hacer negocios sucios si lo tienen todo.
–El dinero, el poder y la influencia son de los peores vicios que
existen en nuestra sociedad –le explicaba Sor Ara–, el hombre jamás
tendrá suficiente de eso, siempre querrá más, estar en la cima, mirar
por debajo del hombro a sus semejantes. Esos vicios se exacerban
más todavía en personas como los habitantes de Regum Urbem, la
Ciudad del Rey, personas que toda su vida han vivido rodeadas de
lujos, a quienes por generaciones se las ha enseñado desde su
nacimiento que son seres superiores, en todos los países se cree que
el Rey es un elegido de los Dioses para gobernar sobre los hombres y
sus colaboradores más cercanos son la élite de la tierra para cumplir
los designios del Rey.
–¿Pero eso qué tiene que ver con cometer delitos? –Nina entendía
el punto de Sor Ara, pero aún creía que por eso mismo, a los
habitantes de Regum Urbem no les faltaba nada.
–Los habitantes de Regum Urbem son como los miembros de la
Iglesia, intocables por las leyes civiles, ambos tienen sus propios
ejércitos, cuerpos de seguridad y tribunales, la Corona y el Clero se
saben por encima de la ley y con base en eso cometen los más
abominables crímenes sin ser castigados por ello.
–Pero el Gobierno no puede cerrar los ojos ante eso…
–El Gobierno tampoco está exento de la maldad y suponiendo que
lo estuviera, le es imposible ir en contra de la Iglesia o la Corona,
estamos hablando de millones de fieles, un ejército poderoso y
guerreros élite de primer rango que defenderán al Clero contra
cualquier ataque, el país se vería seriamente debilitado si el estado
decidiera abiertamente declarar la guerra a la Iglesia. Boleria tiene
muchos enemigos en el exterior, quienes sólo esperan un signo de
debilidad para acabar con nuestra nación, es responsabilidad del
estado proteger a su población y sus instituciones, por eso tienen un
acuerdo, si lo quieres ver, desventajoso, con la Iglesia para poder
sostener al país.
–¿Y qué hay de la Corona? –preguntó Nina pensativa–. Regum
Urbem solo es un pedazo de suelo en medio de una ciudad de las seis
que componen Ishtar, no es como el Clero que también controla el
Distrito Comercial de Arcadia y cientos de pueblos, hay una capilla
en cada localidad del país, comprendo el poderío de la religión pero
no el de la Corona…
–La Corona es tan poderosa como la Iglesia –aseguró Sor Ara– y
tiene casi el mismo número de fieles, la gente adora la figura del Rey
desde la formación misma del país, un soberano como ellos, sin un
“Gash” que le permita gobernar con mano tiránica.
–Pero su poder se limita sólo a Regum Urbem –insistió Nina–, no
tiene injerencia en los tres poderes, el Ejecutivo-Legislativo, el
Judicial o el Eclesiástico, sus súbditos tampoco le adoran tanto como
los fieles de la Iglesia a los tres Dioses… ¿Cuál es su poder real?
–El poder real del Rey radica en que es el máximo mandatario del
país, el Presidente que representa al poder Ejecutivo y Legislativo, el
Gran Maestre de los Caballeros Fantasmas que representa al poder
Judicial y los Santos que representan a la Iglesia, le deben fidelidad y
obediencia al Rey, aunque parece que en la época actual la figura del
monarca ha sido rebasada por los demás poderes que tienen una
facultad de imperio y mando sobre la población, el Rey sigue siendo
una figura de obediencia, los representantes de los tres poderes se
inclinan ante él.
–¿Hasta la Santa Madre? –preguntó Nina sorprendida, ella
pensaba que la máxima jerarca religiosa no se inclinaba ante nadie.
–Incluso la Santa Madre –aseguró Sor Ara–, el poder del Rey no
sólo está sustentado en tradiciones, para comprender bien su figura
debemos remontarnos a la época de los primeros hombres libres, en
aquel entonces, el norte de lo que ahora conocemos como Boleria era
el territorio más poderoso del mundo conocido, sus Clanes se unieron
a la comunidad de las tierras altas, representadas por los De Grieff
para formar el reino de Hamal, sin embargo, cuando se dio la fusión
de reinos con Aztlán, los Clanes del Norte reclamaron el control del
nuevo reino, ellos fueron los principales guerreros que derrotaron al
último de los gigantes y no permitirían que un representante de otra
familia los gobernara, fueron años de una guerra interna muy intensa
y sangrienta, al final, se estableció el sistema que ahora tenemos, se
le otorgó la silla del Rey al Norte representados por el Clan Adam,
sin embargo, se pactó que la administración del país o el nuevo reino
de Boleria, como se le llamó en aquel entonces, recaería en las dos
familias que se habían levantado como las más poderosas…
–Los De Grieff y los Yaotl –completó Nina.
–Así es, por siglos duró ese sistema de gobierno hasta que llegó la
famosa revolución de los FILOS, las familias De Grieff y Yaotl
perdieron el control del país pero la Corona no se vio afectada, tú te
preguntarás… ¿Por qué razón la Corona subsiste? ¿No es así?
Nina afirmó sin decir palabra.
–Pues es muy sencillo, el Norte sigue siendo el lugar más
poderoso del país y sus milenarios Clanes aún apoyan a la Corona,
no sólo hablo de los del extremo Norte, sino prácticamente de todo el
estado de Riazor, Casas como la tuya y la mía entrarían en guerra por
defender al Rey, también se unirían Clanes tan poderosos como la
familia del Presidente: los Probzzer, una de las Casas más ricas del
mundo, quienes te aseguro, apoyarían a la Corona antes que a nuestro
actual gobernante. Incluye también en el paquete a los verdaderos
herederos del Clan Adam, su rama guerrera, los Brunn, gobernantes
de Aztlán y muchos clanes más del suroeste, un rompimiento con la
Corona significaría la partición del país, aunque ahora Hamal y Levit
son tan poderosos como Riazor y Aztlán por ser los estados que
gobiernan los Clanes De Grieff y Yaotl, ningún gobernante se
atrevería a ir en contra de la Corona para no resquebrajar a Boleria.
Nina escuchaba con atención la explicación de Sor Ara, tenía
muchas dudas, pero era una la que más curiosidad le daba.
–Aún no me ha dicho por qué son tan malos los habitantes de
Regum Urbem.
–La respuesta es muy sencilla, cariño –Sor Ara volteó hacia Nina,
quien a través de la capucha de la religiosa alcanzó a ver una mueca
de decepción–, porque pueden serlo, la competencia entre ellos por
ser más rico, poderoso e influyente los ha llevado a realizar acciones
desleales y al margen de la ley con tal de superar a los demás, de
tener el favor del Rey, al saberse intocables, les es indiferente
realizar los más espantosos crímenes si no serán castigados por ello,
hay nobles que incluso no pueden salir de Regum Urbem, si así lo
hicieran, enfrentarían varios procesos que penden sobre sus cabezas,
entre esos miembros de la realeza hay personas que controlan el
mercado de las drogas, la prostitución, la trata de blancas, incluso
hay esclavistas o sujetos que organizan masacres para diversión de
otros ricos, juegos en los que obligan a la gente a matarse sólo para
su entretenimiento, redes de pornografía infantil, vendedores de
armas…
Nina dejó de escuchar a Sor Ara, su mente se negó a comprender
que hubiera personas tan ruines en el mundo y que fueran solapadas
por quienes se suponía debían proteger a los ciudadanos.
–Lo que dice es terrible –comentó Nina escandalizada–, no pensé
que el país estuviera tan mal…
–Las grandes ciudades y la mayoría de los pueblos gobernados
por los principales Clanes están limpios, los nobles tampoco desean
enemistarse con las Casas más importantes del país, en las
principales urbes, esos negocios se los dejan al hampa. Los
miembros de la Corona, al igual que la Iglesia, se aprovechan de las
pequeñas comunidades, de los rezagados, de los poblados olvidados,
que hay muchos en el país, también operan en el extranjero, son un
cáncer para todo el mundo. Pero como ya te lo he dicho, el país
cambió, el Presidente Arlés ha cumplido sus promesas, sus políticas
de apoyo a los pueblos marginados van avanzando, de ahí que tanto
la Corona como la Iglesia se encuentran enojados con él, les ha
quitado gran parte de sus ingresos, ese hombre camina por la cuerda
floja, lo que está en peligro no es su presidencia, es su vida.
Nina pensó en el Presidente del país, uno de sus héroes
personales, los libros de texto lo señalaban como el hombre más
brillante de su generación y tal vez el mejor estratega de la historia,
sólo comparable con Zarth y Kaiser Adam, el primero, el líder que
llevó a la humanidad al triunfo sobre los Gigantes, el segundo, el
estratega que unió a los reinos de Aztlán y Hamal para derrotar al
llamado último de los gigantes, un hombre nacido de la semilla de
los Gigantes que prácticamente ya se había apropiado de todo el
mundo conocido y que fue vencido por la estrategia perfecta de
Kaiser.
La ahora adolescente pensaba que las tres figuras habían marcado
un antes y un después en la historia de la humanidad, sólo que el
Presidente Arlés, a diferencia de las dos leyendas inmortales, había
alcanzado la gloria en su temprana juventud, reclamó la presidencia
apenas pasados los veinte años de edad, tenía toda una vida por
delante para forjar su legado, mientras que los otros, prácticamente
desaparecieron después de lograr sus hazañas.
–El Presidente Arlés con la ayuda de Alekh lo logrará –afirmó con
total convicción.
–Así será mi niña…
Sor Ara y Nina llegaron a las enormes murallas que anunciaban la
entrada a Regum Urbem, los grandes pilares de mármol y las
enormes puertas de tres oros le daban una vista intimidante, las dos
mujeres se voltearon a ver y sonrieron la una a la otra, la extrema
vigilancia no era nada para Nina.
Con toda tranquilidad caminaron al costado de un edificio, en un
callejón vacío Nina explotó su energía haciendo surgir su triángulo
de sombras, después convocó a su bestia, la Salamandra, el monstruo
alado de sombras surgió y con su cuerpo envolvió a las dos mujeres,
después se volvió invisible y levantó el vuelo internándose en las
entrañas de Regum Urbem.
Sor Ara y Nina siguieron el plan que previamente habían trazado,
la religiosa se haría presente en el lugar usando un hábito distinto del
que portaba en la Ciudad Blanca, ahora se haría pasar por una monja
de un templo rico, de las cuales, había muchas en la Metrópoli de la
Corona.
El objetivo era investigar el paradero de Anais. Para
desesperación de Nina, Sor Ara era una persona muy prudente,
buscaba a las personas indicadas y sus preguntas no eran directas, la
miembro perdida del Clan Atria pensó que de esa manera
encontrarían a su hermana en dos años.
Fiel a su forma de ser, desobedeció las órdenes de Sor Ara y se
internó en los jardines del palacio del Rey, pensó que lo único que
tenía que hacer era localizar a alguien idéntica a ella.
No llevaba buscando ni diez minutos cuando alguien la tomó por
el brazo y le bajó la capucha, Nina se volvió y se encontró con un
joven con el uniforme de la Guardia del Rey, la adolescente hizo una
cara de disgusto, en muy poco tiempo la habían descubierto echando
así por tierra el plan de Sor Ara, quien estaba segura se llevaría un
gran disgusto.
–¿Qué demonios haces aquí? –Le dijo el joven con brusquedad,
bien sabes que no se te permite salir del palacio. Eres una estúpida.
¿Pensaste que por cortarte el cabello no te iba a reconocer? Vamos,
te enseñaré una lección para que no vuelvas a desobedecer…
Nina se dejó llevar, el guardia la llevó por un sitio apartado, al
parecer la había confundido con su hermana y pensaba hacerle daño,
sonrió al pensar en la sorpresa que se llevaría.
Pasaron por varios puestos de guardias y almacenes de armas,
Nina pensó que ese era el emplazamiento para la Guardia destinada
al Palacio, cuando estuvieron en un lugar apartado, el joven Guardián
la azotó contra la pared.
–Ahora recibirás tu castigo y no te preocupes en delatarme,
Armantus Adam nos dio carta abierta de hacerte lo que nos venga en
gana si te encontrábamos fuera de Palacio, él me apoyará.
–Por favor –rogó Nina intentando sacar algo de información, las
palabras que mencionara el guardia determinarían su destino–. No
me vuelvas a hacer daño…
–No seas exagerada –comentó el guardia lamiéndole la cara–,
nunca te he hecho verdadero daño, a menos que consideres que
agarrarte el trasero y uno que otro toqueteo es “hacerte daño”, ahora
quiero que tú me toques a mí –se llevó la mano a la entrepierna–,
vamos, te va a gustar…
Nina no se contuvo, tomó al joven e inexperto guardián del cuello,
lo levantó y le dio la vuelta azotándolo contra la pared. El guardia
intentó tomar su espada pero Nina apretó con más fuerza el cuello,
después, le propinó un potente golpe en el estómago.
El guardia cayó al suelo de fea manera, volviendo el estómago y
doblándose del dolor, en cuanto pudo hablar, amenazó a quien él
pensaba era Anais Atria.
–Lamentarás esto, bien sabes que te tienen prohibido tocar a los
nobles, yo no sólo soy originario de una de las principales doce
familias, pertenezco a la gurdia personal del futuro Rey, tu castigo
será terrible.
Nina no hizo caso de las amenazas del joven guardián, por lo que
había estudiado, sabía que existían doce familias del norte de Riazor
que formaban parte permanente de la Corte del Rey, los que
conformaban el Consejo Real, cuestión que a ella en nada le
afectaba, lo tomó de los cabellos y le espetó:
–Yo no puedo atacar a los nobles pero tú si puedes aprovecharte
de mí… ¿Así funcionan las cosas aquí?
–Si ya lo sabes… –El guardia se quitó de un manotazo el agarre
de Nina–. ¿Para qué preguntas?
–Sólo para estar segura de las cosas, hasta donde yo recuerdo, soy
una Atria, mi Casa es de las más nobles del Norte y del País.
–Tu Casa también es de las doce que conforman el Consejo Real –
el Guardia escupió sangre al tiempo que hablaba con desprecio–,
pero tú en lo particular estás en la lista negra del heredero al trono,
podrás ser otra vez la favorita del Rey pero su primogénito, el futuro
Rey, te odia, bien sabes que a ti nadie te considera noble, sólo eres
una huérfana recogida a quien nadie interesas, tu…
El Guardia no pudo seguir hablando, un puño se estrelló contra su
rostro rompiéndole todos los dientes del frente, Nina se sentía furiosa
y frustrada, le dolía el saber que en ese lugar su hermana era tratada
como ella en el Convento. Un chillido la sacó de sus pensamientos.
–¡Te judo que te ahodcadán pod esto!
Nina volvió a golpear al Guardia, lo hizo dos veces más
rompiéndole un pómulo, la nariz y destruyéndole una oreja, el joven
guardián dejó de hablar para sólo llorar y quejarse, Nina le agarró la
entrepierna con fuerza.
–¿Aquí es dónde querías que te agarrara? Está bien, te
complaceré, te voy a arrancar esto para que no vuelvas a hacerle
daño a nadie…
El chico empezó a llorar y a suplicar.
–No, pod favod, Anais, tú no edes mala, ya no me hagas daño, te
judo que no didé nada, no me adanques eso pod piedad…
–Está bien –Nina aflojó la presión–, sólo si me respondes algo,
últimamente he sentido que alguien me vigila, seguramente eres tú y
algunos más, vamos a ver si estoy en lo cierto… ¿Podrías decirme
qué es lo que hago en todo el día? No me mientas, yo sé que me
deseas y me acosas, demuéstrame que te intereso, si fallas tan sólo
una vez, te arrancaré esta porquería que tienes entre las piernas con
todo y bolas…
El asustado guardia le relató a Nina lo que hacía Anais con lujo de
detalles, varias veces lo obligó a repetir las palabras, también tenía
fracturada la mandíbula y le causaba un gran dolor hablar, a veces
incluso se rasgaba la lengua con sus dientes rotos, cuando dejó de
serle útil, en la muñeca de la adolescente se formaron un par de
triángulos: uno de sombras y otro de metal, de la palma de su mano
surgió un polvo verde que asfixió al Guardia y lo puso a dormir,
después, tiró un estante de armas sobre su cuerpo, de esa manera
podrían explicarse sus heridas, por su versión de los hechos no se
preocupaba, nadie le creería, en esos momentos se suponía que Anais
estaba entrenando, su gemela tendría testigos de que ella jamás
acompañó a ese abusador a la armería. El recorrido ella lo hizo con la
capucha puesta, nadie le vio el rostro.
Convocó a su Salamandra para buscar a Sor Ara e introducirse en
el palacio, pero antes de hacerlo se lo pensó bien, no podía permitir
que el abusador en el suelo se aprovechara de ninguna otra mujer,
tomó una pesada bola de metal de la que pendía una cadena y la dejó
caer en las partes íntimas de aquel pobre desgraciado, por fortuna
para él, en ese momento no sintió ningún dolor.
Amparada por la invisibilidad de su bestia, Nina encontró a Sor
Ara, quien después de darle un fuerte coscorrón por desobedecerla,
accedió a ingresar al palacio.
La Salamandra hábilmente se introdujo en el palacio, trepando
por los techos y paredes avanzó con facilidad a través de todo el
inmueble, para fortuna de Nina, Sor Ara conocía el lugar, guió a la
bestia inmaterial hasta el lugar que el guardia le había indicado a
Nina como el sitio donde entrenaba Anais.
Llegaron en el momento justo en que Anais combatía con su
maestro: Sir Astaroth de la Orden de Ishtar, Nina se llevó las manos
al rostro, no fue capaz de contener las lágrimas, ella nunca se
consideró una chica atractiva, sin embargo, su hermana le pareció
hermosa, su rostro armonioso, su cabellos largos, su físico delgado y
fuerte, sus gráciles movimientos.
Observó maravillada el triángulo amarillo que se formaba delante
de su gemela, a través del cual, absorbía los ataques de su maestro en
forma de ráfagas para devolvérselos en forma de rayos de energía
pura que surgían del mismo triángulo.
–Pon atención –le comentó Sor Ara a su alumna–, ese es el
segundo gran poder de la Casa Atria: el triángulo de transmutación,
tan letal como tu triángulo triple de metal, sombras y energía pura.
En ese momento Sir Astaroth dio por terminada la lección, se veía
satisfecho con el desempeño de su alumna.
–Vas por buen camino, esta fue tu última lección, ya no tengo
nada más que enseñarte, a partir de este momento, de ti depende los
avances que logres en el desempeño de tu habilidad, la cual, todavía
tiene que madurar, estoy orgulloso de haber sido tu maestro –le
extendió la mano–, la próxima vez que lleguemos a combatir en un
entrenamiento, será como hermanos de la Orden de los Caballeros
Fantasmas, porque estoy seguro que tú ganarás la espada del alfabeto
antiguo Sigma y te convertirás en Lady Alyassa.
Anais no estrechó la mano de Sir Astaroth, lo abrazó con fuerza
mientras le agradecía por haberla entrenado, el Caballero Fantasma
también conocido como el “Duque” correspondió al abrazo y
después, como si nada sucediera, le dio la espalda a Anais y se retiró
del salón de entrenamiento.
Nina estaba más que emocionada, su hermana, su querida y tan
añorada gemela sería una Espada Real, estaría en la cima de todas las
castas guerreras del país, desde donde al igual que Alekh, podría
hacer una diferencia.
Sor Ara tuvo que detenerla para que no se hiciera presente, le
indicó que en varias partes del inmueble había cámaras de vigilancia,
sobre todo en los lugares de entrenamiento, le advirtió que ellas
estaban ahí sólo para corroborar que Anais se encontraba en el
Palacio y estaba bien, su misión había terminado.
–Por favor, Sor Ara –rogaba Nina–, necesito decirle que estoy
viva y que la he encontrado, no lo sé, pero tal vez ella también me
busca, es una sensación horrible el no saber nada del paradero de la
única familia que ambas tenemos.
–Tu hermana no se crió como tú –le explicó la religiosa–, los
Atria son una familia muy influyente en Riazor, en la Iglesia, en la
capital, en Regum Urbem y en el país en general, Anais no ha vivido
tu vida, te aseguro que su estancia en este lugar ha sido de ensueño,
seguro la tratan como una princesa.
Nina estaba a punto de rebatir las palabras de Sor Ara, las cuales
eran completamente erróneas, aquel guardia se lo había dicho, Anais
en el palacio no era más que una indeseada, alguien a quien todos
veían por debajo del hombro, así como a ella en el Convento de
Riazor, pero no le dio tiempo, en ese momento su hermana salió del
salón de entrenamiento, no pensaba perderla de vista, aún sin el
consentimiento de Sor Ara, hablaría con ella.
La Salamandra invisible siguió a Anais a través de varios pasillos,
Nina sólo esperaba la oportunidad de ver a su gemela a solas para
hacerse presente, en ese momento Sor Ara no podía hacer nada sin
exponerse a que fueran descubiertas, escuchaba sin hacer caso de los
regaños de la religiosa.
De repente sintió un gran dolor en el brazo, se trataba de Sor Ara,
Nina estaba a punto de decirle que eso no era necesario pero al ver su
rostro no hizo ningún reclamo, se alarmó, la mirada de la religiosa
era de terror total.
–¿Qué sucede, Hermana? –le preguntó.
–Estamos perdidas –Sor Ara señalaba al hombre con quien Anais
hablaba, la gemela de Nina se veía sonriente y muy cómoda hablando
con aquel tipo, quien ni siquiera las había volteado a ver, no
mostraba de forma alguna que las hubiera descubierto.
–Creo que se equivoca, Sor Ara, nadie puede detectar a
mi Salamandra ni a quienes se encuentran dentro de ella, aquel
hombre ni siquiera nos ha volteado a ver…
–No es necesario –la religiosa temblaba–, te aseguro que nos ha
descubierto, ese tipo es el famoso “cazador de dragones”, el principal
guardián del Rey, no hay nada que se le pase por alto, estamos
perdidas, sólo tenemos una oportunidad de sobrevivir y es que ese
hombre nos perdone la vida…
Vlade Adam terminó de hablar con Anais, le revolvió
cariñosamente el cabello y siguió su camino, Nina y Sor Ara
contenían la respiración, el “cazador de dragones” se dirigía directo
hacia ellas, la miembro perdida del Clan Atria sentía más temor y
desesperación conforme se acercaba aquel hombre, no entendía por
qué, no liberaba energía alguna ni mostraba signos de violencia o de
que las hubiera visto siquiera, actuaba como una persona normal
caminando rumbo a algún lado, sin embargo, conforme se acercaba,
Nina sentía que su vida se le escapaba, en ese momento compartió el
sentimiento de Sor Ara, una lágrima se formó en su ojo derecho y
cayó por su mejilla, lo que quería decir que había aceptado su
inminente muerte.
Cuando el guardián del Rey alcanzó la cabeza de la Salamandra,
Nina no lo soportó más, no deseaba morir, tenía miedo, mucho
miedo, aún no estaba lista para rendir cuentas a los dioses, apenas
había localizado a su hermana, el destino no podía ser tan cruel, trató
de escapar pero Sor Ara la detuvo.
En el justo momento en que Vlade Adam pasó al lado de Nina, la
adolescente se abrazó a Sor Ara en un instinto de necesidad de que la
protegieran, se aferró a la religiosa llorando en silencio, esperando
que la salvara.
El “cazador de dragones” se siguió de largo y dio vuelta más
adelante en una esquina, sólo entonces Nina soltó a Sor Ara, quien
también temblaba y se veía tan asustada como ella.
–¿Qué fue lo que sucedió, Sor Ara? –Nina sentía que su corazón
se le saldría del pecho–. Ese tipo se pasó de largo como si no
existiéramos pero de verdad sentí que nos asesinaría, fue un
sentimiento horrible…
–Necesito que me escuches y por favor, te lo ruego, hazme caso –
Sor Ara tomaba a Nina de los hombros–. Sal de aquí de inmediato,
abandona Regum Urbem y espérame en la posada que alquilamos en
la Ciudad Blanca Ersghiaal, no hagas ninguna tontería por favor…
¿Me lo prometes?
–¿De que está hablando, Sor Ara? –Nina veía con temor a la
religiosa–. Vámonos juntas, le aseguro que no la volveré a
desobedecer…
–No puedo acompañarte, debo jugarme nuestra única carta de
supervivencia, pasa la noche en la posada, si no regreso al siguiente
día tendrás que volver tú sola al Convento.
–¡No! –exclamó Nina aferrándose al brazo de Sor Ara–. No me
voy a ir sin usted, me lo prometió, me dijo que jamás me volvería a
abandonar, a donde vaya usted iré yo.
–No puedes, nena –Sor Ara acarició el rostro de Nina, sabía que
de esa forma siempre la convencía de obedecer, Nina sólo hacía caso
cuando le pedían las cosas de buena manera y la chica jamás se
oponía a nada cuando la religiosa la trataba con cariño–, recuerda
nuestra misión, antes que nada, antes que nuestras vidas está la del
Santo Hermano, tú y yo huimos para entrenarte y estuvieras en
condiciones de protegerlo, no flaquees, así son las cosas, de nada
servirá que las dos muramos en este lugar.
–No. –Nina seguía rogando–. No puedo dejarla si me está
asegurando que la van a asesinar…
–No te voy a mentir, ya estás grande para aceptar las cosas, que no
salga de aquí con vida es una probabilidad muy alta, tampoco es un
hecho que tú puedas abandonar el lugar, pero tenemos que
jugárnosla, las probabilidades dicen que tú tienes más oportunidades
de salvarte si huyes protegida por tu Salamandra mientras yo
entretengo al “cazador de dragones”.
Nina ya no pudo decir más, Sor Ara le besó la frente, salió del
cuerpo de la Salamandra y caminó siguiendo los pasos de Vlade
Adam, entre lágrimas, Nina se marchó hacia la salida del palacio, lo
menos que le debía a su mentora era obedecer sin chistar su última
orden, lo hizo maldiciéndose y culpándose, se sentía responsable por
la inminente muerte de Sor Ara.
En cuanto la religiosa dio la vuelta al pasillo, se encontró con el
“cazador de dragones”, quien estaba recargado en la pared,
sonriéndole.
–Hola, Ara, sabía que vendrías a buscarme… ¿Dónde está la
persona que te acompaña?
–En este momento saliendo del Palacio –respondió la religiosa
encarando al guardia del Rey con aplomo y valentía.
–Puedo capturarla en un instante…
Sor Ara hizo a un lado su hábito y le mostró un par de revólveres
a su interlocutor.
–No, Vlade, no te permitiré capturar a mi acompañante, tendrás
que conformarte conmigo.
–Sabes que te voy a torturar y me dirás todo lo que ahora me
ocultas.
–No importa mientras mi colaborador siga con vida…
–¿Colaborador o colaboradora? –El “cazador de dragones” parecía
estar divirtiéndose con el interrogatorio.
–Escuchaste lo que dije, ahora soy una maestra, me enoja repetir
las cosas…
Vlade Adam empezó a reír de buena gana, tomó del brazo a la
religiosa y se la llevó del lugar.
–Vamos, para mañana en la mañana habré acabado contigo.

Ya pasaba del medio día de la mañana siguiente y Sor Ara aún no


aparecía, Nina era un manojo de nervios, no durmió en toda la noche,
apenas cerraba los ojos y veía a Sor Ara siendo asesinada por aquel
terrible hombre al que llamaban el “cazador de dragones”, debía irse
al Convento de Riazor según la última instrucción de Sor Ara, sin
embargo, no lo hizo.
Se disculpó mentalmente con su maestra y después se juró a sí
misma que lo volvería a hacer en persona, de ningún modo podría
irse y dejar a Sor Ara atrás, su conciencia jamás la dejaría tranquila y
de esa forma no podría serle de utilidad a Alekh, era mejor morir que
vivir con esa ansiedad, esa culpa de haber dejado abandonada a
quien tanto había hecho por ella, Nina decidió que la vida de Sor
Ara era tan valiosa como la suya y que no permitiría que la torturaran
hasta la muerte, porque estaba segura que eso es lo que harían, la
atormentarían de maneras crueles hasta que la religiosa hablara,
entonces también pondría en peligro a Anais.
Debía volver a Palacio y evitar más tragedias, sabía que Sor Ara
era fuerte y que no se doblegaría tan fácil, Nina supuso que
torturarían a la religiosa en los cuarteles de la guardia a un costado de
palacio, ella ya había estado ahí, ese lugar era el ideal para…
¡Demonios! Nina recordó al guardia que la interceptó el día anterior,
seguramente también le achacarían ese ataque a Sor Ara, los guardias
estarían molestos y buscarían venganza, debía apurarse.
Nina convocó a su sombra blanca, el ángel Satariel se posó en ella
y le otorgó sus habilidades, corrió hacia la también conocida como
metrópoli de la Corona, llegó en apenas unos instantes, la gente
común o los guardianes del orden de la Ciudad Blanca ni siquiera la
vieron en su frenética carrera
Cuando llegó al mismo callejón oscuro y vacío cercano a Regum
Urbem del día anterior, se internó en él, un triángulo de sombras se
formó delante de ella y de él surgió su Salamandra. La miembro
perdida del Clan Atria estaba a punto de internarse en las entrañas de
la bestia cuando sintió un fuerte golpe en la cabeza.
Nina se tomó la cabeza con ambas manos justo en el lugar donde
recibió el golpe, no necesitó voltear para saber de quien se trataba, de
inmediato se volvió, Sor Ara estaba frente a ella, como siempre, con
su mirada rígida.
–Ni aún en mi muerte me obedeces –la regañaba agitando el dedo
índice frente a su rostro–, te dije que si no regresaba al medio día te
fueras a Riazor… ¿Qué demonios haces en las puertas de Regum
Urbem?
Apenas si escuchó el regaño, Nina no pudo ni contestar siquiera,
abrazando a la religiosa comenzó a llorar, Sor Ara trataba de
calmarla, pero no lo consiguió, el llanto de la adolescente se
escuchaba hasta fuera del callejón.
Pensaba en lo sucedido, Vlade fue una persona sumamente
especial para ella en su juventud, era mucho mayor que Sor Ara pero
parecían de la misma edad gracias a los genes del Clan Adam que
conservaban mejor a sus miembros, lo apreciaba mucho, en aquellos
tiempos la ayudó a salir de una profunda depresión en la que se
encontraba después de perder a su primer amor, sin embargo, conocía
bien al “cazador de dragones” y sabía que era una persona que jamás
mezclaba la amistad con su deber, ella misma lo vio, cuando era
una adolescente, matar a su mejor amigo por ir en contra de la
Corona.
Vlade Adam no la llevó a ningún lugar para torturarla, la guio
hasta su habitación y le dio dos opciones: pasar la noche con él o
decirle el motivo de su visita “a escondidas”, la religiosa no lo pensó
dos veces, habría pasado la noche con ese hombre en cualquier
momento y sin que hubiera una amenaza de por medio.
Las dos mujeres prófugas partieron de la Ciudad Blanca hacia la
tundra de Riazor, aún no era tiempo de regresar al Convento, faltaba
completar la última parte de la instrucción de Nina.
Tanto Sor Ara como Nina guardaron el secreto de lo que hicieron
antes de abandonar el palacio del Rey, la religiosa no le dio detalles a
su alumna de su escape ni de su noche de pasión con Vlade Adam.
Por su parte, la domadora de la Salamandra tampoco le dijo a su
maestra que mientras huía se encontró con su hermana, la siguió
hasta su habitación y le dejó una prueba de su existencia.

La noche anterior, Anais llegó a su habitación, una formidable


suite de lujo en el palacio, contaba con una enorme sala, un comedor,
cocina, una amplia recámara con baño completo, un gimnasio con
baño y sauna incluido, un área de recreación, un estudio equipado
con una amplia biblioteca y un enorme ventanal con vista a su jardín
favorito.
La habitación era una digna vivienda del palacio del Rey, Anais
en lo absoluto se sentía encerrada en ese lugar, la orden de restricción
contra ella para salir de palacio, Anais misma la había aceptado a
espaldas del Rey para quitarse a sus enemigos de encima y así poder
estar en paz, en ese lugar tenía todo lo que deseaba incluido su bello
jardín a la mano, bastaba una llamada para que le cumplieran hasta el
más mínimo capricho, de nuevo era la favorita del Rey pero ahora
llevaba su título con humildad, se sentía a gusto con su vida.
Sus únicos momentos incómodos, muy esporádicos, eran cuando
se llegaba a encontrar con Armantus Adam a solas, el futuro Rey
siempre buscaba el modo de humillarla, enviaba a soldados de su
guardia particular o sirvientes a molestarla, intentos burdos e idiotas,
según Anais, para fastidiarla. Los sirvientes eran groseros con ella o
derramaban algo sobre sus ropas, los guardias iban más allá, al ser
hijos de familias nobles se podían permitir ser más abusivos, le
tocaban el trasero o se le insinuaban sexualmente, pero no iban más
allá.
Nada resultaba, comparado con lo que Anais sufrió en su infancia,
los burdos intentos del primogénito del Rey para molestarla eran una
nulidad, Anais simplemente los soportaba y se alejaba de inmediato.
Como siempre hacía, abrió el enorme ventanal de par en par y
contempló su jardín, mientras lo observaba pensaba en Kaf Prae y en
lo absurda que había sido su petición hacia él, no tenía derecho a
obligarlo a buscar a su gemela perdida, esa era una labor que le
correspondía a ella, por eso se estaba matando en los entrenamientos,
para convertirse en una Espada Real, sabía que una vez que
perteneciera a los Caballeros Fantasmas, nadie jamás podría volver a
ordenarle nada.
Después de contemplar un rato su jardín se dio un largo baño,
cuando estaba a punto de tumbarse en su cama y leer hasta dormirse,
escuchó un ruido en la entrada de su recamara, se asomó y tan sólo
vio en el suelo un pedazo de papel con la forma de un triángulo.
Anais de inmediato reconoció el papel, era de su propio estudio,
se concentró para reconocer alguna energía alrededor pero no
percibió nada, levantó el papel doblado, casi se va de espalda cuando
leyó lo que decía en la parte de atrás:
TE ENCONTRÉ
Anais empezó a temblar. ¿Qué demonios está sucediendo?
¿Quién me está amenazando? Se preguntó. Pensó de inmediato en
los primos Rotanev, también le vino a la mente el imbécil de Aleidus
Mirach, un bérserker de familia noble perteneciente a la guardia
personal de Armantus Adam, el peor de esos tipos a su parecer, un
imbécil que siempre la importunaba al amparo del primogénito del
Rey, quien sin saberlo aún, gracias a su gemela jamás volvería a
molestar a una mujer en su vida.
Se relajó, ella ya no era la de antes, aunque lo ocultaba a los
demás, ahora podía defenderse a sí misma en contra de cualquiera,
no podía ser una miedosa si pensaba pelear por una de las espadas
del alfabeto antiguo de la Orden de Riazor.
Deshizo el triángulo de papel, cuando así lo hizo, un dije con un
sencillo collar de piel cayó al suelo, de nuevo se quedó pasmada, otra
vez temblaba, sin poder controlar su pulso levantó el collar y observó
el dije, no había duda, era la figura de una mujer alada con los brazos
abiertos, realizada en tres oros: cuerpo blanco, alas rosas y armadura
amarilla.
Anais se llevó la mano derecha a su propio cuello y jaló la cadena
de iridio que lo adornaba hasta dejar al descubierto un dije del
triángulo de su familia: los Atria, el Clan del Triangulum Australe.
Juntó ambos dijes, los cuales, cuadraron a la perfección, la mujer
alada sostenía el triángulo en sus manos de una manera perfecta,
Anais estaba segura que ambos fueron hechos como una sola pieza.
Completamente emocionada volvió a tomar el papel que de nuevo
se hallaba en el suelo, había más, tres frases separadas pero
suficientes para ella: “Orgullosa de ti” “Conviértete en Espada Real
y cambiemos el mundo” “Pronto nos reuniremos y jamás volveremos
a separarnos”. Al final estaban las iniciales de quien enviaba la nota:
N.A.
Anais cayó de rodillas y comenzó a llorar abrazando la carta, se
imaginó a su hermana gemela, más valiente y aventurada que ella.
Nina la había encontrado primero, de repente la sintió, no importaba
qué tan bien se escondiera, eran gemelas, las unía un lazo psíquico
más fuerte que cualquiera.
En un santiamén llegó hasta su balcón y cerró las enormes
ventanas, en ese instante dejó de sentir a Nina, de nuevo abrió las
ventanas y se asomó al jardín, aspiró hondo y aún pudo sentir algo de
la cálida energía de su hermana alejándose.
–La próxima vez yo seré más rápida –susurró.
Anais estiró su cuerpo mientras caminaba rumbo a su gimnasio,
era muy temprano para dormir, debía ejercitarse, prepararse en serio,
ser más fuerte, antes el pertenecer a la Orden de los Caballeros
Fantasmas era una meta para conseguir un fin, ahora se había
convertido en una obligación, Nina le había pedido que se convirtiera
en una Espada Real, confiaba en ella, pensaba cambiar el mundo y
quería tenerla a ella, a una chica sin valor, a su lado. A partir de ese
momento todo cambiaría, mientras empezaba a hacer abdominales
pensaba exigir a su cuerpo más de lo que podía entregarle, cuando
volviera a ver a Nina, sería más poderosa que su gemela, sólo así
estaría en condiciones de ayudarla a cambiar el mundo.

Después del entrenamiento con Rodro Markab que sólo le enseñó


a Nina los fundamentos básicos del uso de la energía, la chica y Sor
Ara recorrieron toda la tundra del estado de Riazor huyendo de sus
cazadores, sobreviviendo, no hubo mejor entrenamiento para la
adolescente que ese, siempre corriendo sin dejar rastro, no podían
enfrentar a los perseguidores, sus vidas dependían del supuesto
desconocimiento que tenían acerca de la orden dada por el Sacerdote
de buscarlas y capturarlas.
Lo del ataque de Sor Alei y la Hermana Tierra era un incidente
aislado del que a nadie le convenía hablar, Sor Ara fingiría que jamás
se encontró con ellas, no importaba que Alei sobreviviera a sus
disparos, la versión oficial diría que tanto ella como la Hermana
Tierra jamás hallaron a las prófugas, tampoco les convenía que se
supiera la masacre que habían realizado por la fallida captura.
Así estuvieron ocho meses, Nina se convirtió en una guerrera
implacable, capaz de huir de cualquier enemigo en sus narices,
cuando Sor Ara entendió que no había nada más que enseñarle a la
joven miembro del Clan Atria, decidió dejarse ver.
Ambas, cansadas de viajar de pueblo en pueblo y de comunidad
en comunidad, aparecieron mostrándose en público en la ciudad de
Volantis, una de las famosas ciudades de hielo de Riazor. Se
registraron en un caro hotel y pidieron todos los servicios
imaginables al cuarto, se relajaban después de una larga temporada
en el desierto de hielo.
Para entonces Nina vestía con harapos, su desarrollo se seguía
dando y ella continuaba creciendo, su ropa estaba remendada, bajo la
mirada complaciente de Sor Ara, la ahora adolescente mayor de edad
se compró un par de prendas de tela especial de guerrera, las cuales
tenían un tejido especial para resistir los ataques elementales no
letales, una especie de armadura aplicada a la ropa común que sólo
las personas con un gran poder económico podían costearse. Su antes
plano pecho ya mostraba dos senos de buen tamaño que sin duda
seguirían creciendo, igual pasaba con su trasero que se mostraba
redondo y firme descansando debajo de una cintura fuerte y sin
grasa, sus piernas eran torneadas y poderosas, toda Nina era una
invitación a la sensualidad.
La respuesta de la Iglesia llegó más tarde de lo que ambas
suponían, hasta el otro día, cosa que Sor Ara agradeció, pudo
relajarse como era debido de todos esos meses en la tundra.
De inmediato ambas fueron llevadas por la guardia eclesiástica a
la Ciudad de los Dioses Banayah en Ishtar, directamente a la Santa
Sede, en donde fueron recibidas al instante por la Santa Madre en
persona, quien las abrazó a ambas con cariño.
–Por fin aparecen –dijo pellizcando una mejilla a Nina–,
estábamos muy preocupados por ustedes dos... ¡Llevan dos años
desaparecidas! Muchos deseaban declararlas muertas. ¿En dónde
carajo han estado?
Sor Ara bajó su semblante en un reconocido gesto de pena, se
inclinó un poco hacia abajo, Nina la imitó, más por no meterse en
problemas que por otra cosa, la Hermana inmediatamente se
disculpó.
–Toda la culpa es mía, Santa Madre, llevé el entrenamiento de
Nina más allá de lo que se me estaba permitido, pero en mi defensa
he de decir que la jovencita es un prodigio, sin duda quien saldrá
ganando por sus talentos esla Santa Iglesia, eso se lo puedo asegurar,
si hay que recibir un castigo por lo sucedido, se me debe aplicar a
mí...
–Conoces a la Iglesia demasiado bien, hija –señaló la
Santa Madre levantando el rostro de Sor Ara–, eres parte de la cúpula
más influyente pero hiciste mal, muy mal en desaparecer con esta
niña...
–El permiso para llevármela me fue otorgado por la
Madre Superiora del Convento –se defendió Sor Ara mientras
abrazaba a Nina por el hombro, la menor le devolvió el abrazo
aferrando a su maestra por la cintura.
–Sé lo del permiso, Sor Ara, pero de ninguna manera usted tenía
autorización de ausentarse de sus obligaciones por dos años y menos
aún con una menor.
–De eso soy culpable, Santa Madre. –La religiosa volvió a
agachar la cabeza–. Y estoy dispuesta a recibir el castigo que me
impongan.
–Siempre fuiste una buena muchacha, Ara Wezn, una de mis
preferidas, sin embargo, tu gran debilidad es tu corazón, tienes suerte
de que en la Cúpula Eclesiástica todavía hay quien se preocupa por
ti, por lo pronto serás enviada al Distrito Comercial de Arcadia,
donde serás juzgada, nada más puedo hacer por ti.
Sor Ara se sorprendió al escuchar el apellido de su Clan de origen:
Wezn, el Clan Columba o de la Paloma del bajo norte de
Riazor, hacía muchos años que nadie la llamaba de esa forma, desde
que se ordenó y recibió la bendición en el Convento, desde entonces
todo mundo le llamaba por su nombre religioso: Sor Ara, la Hermana
de la Humildad, lo que le decía la máxima representante de la Iglesia
podía ser una bendición o una trampa, generalmente por su falta sería
encerrada en la prisión de la Ciudad de los Dioses Banayah: la Torre
Sur, la más terrible del país, es lo que ella se imaginó cuando fue
llevada junto con Nina a ese lugar, sin embargo, le ofrecían la
oportunidad de redimirse de sus pecados en un templo del Distrito
Comercial de Arcadia, una diferencia abismal.
–Gracias Santa Madre –comentó Sor Ara mientras se arrodillaba y
besaba la túnica de la mandamás de la Iglesia del culto a los tres
Dioses.
–No hay de qué, hija, ahora despídete de Nina, ella será enviada
de regreso al Convento en Riazor.
–Por supuesto.
La Santa Madre dejó solas a las dos mujeres dándoles su espacio
para que se despidieran, de seguro jamás se volverían a ver.
–Sor Ara... –Nina trataba de no llorar.
–No hay marcha atrás, Nina –le dijo la religiosa seriamente–, no
sabemos qué va a ser de mí, pueden tratar de asesinarme en el viaje
al Distrito Comercial o pueden pasar otras "extrañas" cosas en el
camino, pero si sobrevivo, yo me las arreglaré para encontrarte, lo
importante es que estés al lado del Santo Hermano y lo protejas, por
eso yo he ofrecido mi vida entrenándote, pronto serás más fuerte que
yo y protegerás mejor al Santo Hermano, espero que tú también estés
dispuesta a dar la vida por él...
Nina abrazó a Sor Ara con fuerza, sin poder reprimir sus lágrimas,
ya habían tenido esa conversación otras veces, sabían lo que pasaría
y ninguna de las dos pensaba faltar a su promesa.
–Mi vida estará al servicio del Santo Hermano –contestó Nina
enjugándose las lágrimas.
–Sé que sí, desde que te vi por primera vez supe que serías una
poderosa guerrera, Nina, mejor que cualquiera, por eso te entrené,
para asegurarme de que el Santo Hermano esté bien protegido, tú y
Primus Hotep son mejores que Mundo y yo, harán un buen trabajo.

Ese mismo día, al anochecer, Nina regresó al Convento de Riazor,


fue recibida con gran alegría por la Madre Superiora y las demás
monjas encargadas del lugar, al parecer todos culpaban a Sor Ara de
su desaparición, rapto fue la palabra que todas utilizaron, Nina no
desmintió a nadie, no valía la pena, si el Sacerdote fue exonerado por
intentar violarla a ella y matar al Santo Hermano, quería decir que la
justicia divina o por lo menos sus representantes en la tierra eran
corruptos, por lo que pensó que no tenía caso defender lo
indefendible.
El Sacerdote por supuesto que también estuvo presente en la
recepción, contrario a lo que él pensaba, Nina lo miró sin emoción
alguna, no había ni miedo ni odio en su mirada, eso lo desilusionó un
poco, sólo un poco, ya le enseñaría él lo que significaba el terror
extremo, junto con la pasión...
Nina fue acogida por sus compañeras como una heroína, todas
estaban ansiosas de escuchar su historia y cómo se había librado de
la "malvada" Sor Ara. Nina hábilmente tomó el papel de mártir
afligida, mencionó que era muy doloroso recordar lo que había
pasado, pidió tiempo para "cicatrizar sus heridas emocionales", sólo
entonces, quizá, estaría preparada para abrirse con los demás y contar
sus traumáticas experiencias.
Contrario a lo que pensó, la recepción más fría se la dieron sus
compañeros, a quienes consideraba sus amigos, Annie la abrazó y
besó en repetidas ocasiones, pero sus palabras no estaban cargadas de
ninguna emoción, si acaso, su lenguaje corporal le causó escalofríos.
Rachel tan sólo la saludó como si se hubieran visto el día anterior,
al contrario de Nina, apenas había crecido, su cuerpo seguía viéndose
frágil, pero su rostro sí que había cambiado, se veía mayor, mucho
mayor, sus ojos descansaban sobre dos grandes ojeras aunque sus
lentes las ocultaban un poco, pero Nina la observó a detalle y estaba
segura que el maldito del Sacerdote era el culpable de eso.
Aunque Rachel se veía frágil, en absoluto lo era, su actitud para
con Nina fue por demás fría, su forma de comportarse mostraba a
una mujer dura, inflexible y manipuladora, nada que ver con la chica
dulce y tierna que ella conocía.
Hasta Alekh cambió, en ese tiempo que dejaron de verse creció
mucho más que ella, sus antes infantiles y femeninos rasgos ahora
mostraban a un atractivo adolescente, ya no tenía aquella mirada
confiada y bondadosa, al igual que Rachel, también se veía
endurecido, la saludó con gusto, incluso casi la abrazó, pero en el
último momento se arrepintió, eso hizo que Nina se sintiera triste,
todo el tiempo que estuvo ausente fue precisamente en el Santo
Hermano en quien más pensó.
–Creo que ya no soy tu chica favorita... ¿Verdad?
Ante las atrevidas palabras de Nina, todos se quedaron
sorprendidos, desde que ella partió junto con Sor Ara, Alekh Algol
ya no volvió a permitir que nadie aparte de su cercano círculo le
hablase con camaradería, únicamente unos pocos conservaron ese
privilegio y sólo en privado, Nina se sintió estúpida, se agarró la
nuca sin saber que más hacer o decir, no se explicaba el que todos la
vieran de esa manera por una mala broma, una chica rompió el
silencio.
–Así que tú eres la famosa Nina, esa chica que según cuentan se
rebelaba ante la autoridad...
Nina volteó hacia la chica que le hablaba, era guapa pero nada
extraordinario para recordar, la auténtica belleza era la muchacha
sentada junto a ella, una rubia que se veía más bien tímida y ausente
de todo lo que ahí estaba sucediendo, Nina, fiel a su espíritu rebelde
y beligerante, respondió a la chica que la increpaba, a quien no
reconoció de entre sus antiguas compañeras.
–Yo soy esa Nina –comentó señalándose con el dedo pulgar de su
mano derecha–, y sí, soy rebelde ante la autoridad pero también
intolerante ante la estupidez y la mala educación, así que baja el tono
de tu voz cuando hables conmigo.
–Yo te hablo como quiero –respondió la chica alzando más la
voz–, una zorra, corriente, vulgar, pobre y sin familia como tú
debería guardar su lugar ante cualquiera de nosotras y ante el Santo
Hermano principalmente, ya ni se diga ante su prometida –la chica
señalaba a la hermosa muchacha a su lado, quien de inmediato se
sonrojó.
Nina no pretendió seguir con la guerra de insultos, en un
santiamén se colocó al lado de la chica que la insultaba y la dejó
inconsciente de un golpe en la quijada, después encaró al Santo
Hermano.
–¿Es cierto eso?
Alekh no supo que contestar, lo sorprendió la actitud de Nina,
pero sobre todo, luchaba contra sus ansias de tomarla de la mano y
llevársela del lugar pero después de lanzarle una mirada a "su
prometida" no hizo nada.
Nina iba a dirigirle un nuevo reclamo cuando sintió que alguien la
tomaba por la cintura y se la llevaba de ahí, no le dio ni tiempo de
reaccionar, sólo veía cómo todos se alejaban rápidamente de su
campo de visión, volteó para ver a quien la estaba "raptando" aunque
ya sabía quién era.
–¡Vaya! –suspiró–. Por fin veo un rostro agradable que al parecer
sigue siendo el mismo...
–Los idiotas no cambiamos –le respondió Primus Hotep sin
soltarla ni aminorar el paso.
Primus llevó a Nina a su habitación y la arrojó sin miramientos en
su cama, la joven novicia se levantó de inmediato y se lanzó a los
brazos del futuro Inquisidor, no había notado cuánto necesitaba el
abrazo sincero de un amigo hasta que lo sintió.
–Oye –le dijo Primus sin soltarla–, hasta parece que te has
enamorado de mí.
–Ni yo podría ser tan idiota –le respondió Nina mientras apoyaba
su cabeza contra el pecho de su amigo, le pareció que Primus estaba
incluso un poco más alto que Alekh.
Después de los abrazos, Nina se sentó en la cama y le pidió a
Primus que le contara lo que había sucedido durante su ausencia, se
le hacía increíble que todos sus amigos hubieran cambiado tanto, le
dolía en especial lo de Alekh.
–Nunca debiste irte aunque era necesario –comenzó diciendo
Primus–, aunque no lo creas tú eras el centro de todos nosotros,
alrededor de ti era que florecía nuestra amistad.
–Estás equivocado –lo corrigió Nina–, nuestro centro es Alekh,
todo gira a su alrededor, él es el amigo de todos, a quien protegemos,
los demás simplemente nos integramos a su círculo.
–Yo también lo creía hasta que te fuiste, pero todo cambió, era tu
manera de actuar y la forma de interrelacionarte con los demás lo que
hacía que todos estuviéramos juntos.
–Tú eres como yo pero más divertido...
–Tal vez, pero todos cambiaron, Alekh se amargó por no tenerte
cerca, le pegó muy fuerte tu ausencia, eso lo hizo alejarse de los
demás, supongo que el estar con los amigos de siempre le recordaba
cuando estabas entre nosotros, lo peor de todo es que deseaba no
volverte a ver, quería que estuvieras lejos, a salvo, por eso su
reacción de hace rato, teme por ti y creo que va a hacer una tontería
con tal de volverte a poner a salvo.
A Nina se le encogió el corazón al escuchar las palabras de
Primus y al mismo tiempo sintió un gran calor en el pecho, Alekh no
la había olvidado, se preocupaba por ella, eso lo significaba todo para
la joven novicia.
–¿Y qué sucedió con Annie y Rachel? –preguntó Nina–. A ambas
las sentí muy diferentes.
–Annie se volvió una perra descorazonada, incluso yo le temo,
cambió completamente desde que la Madre Superiora la tomó como
su alumna particular, ahora es más como Alei Nihal y su grupo de
arpías.
Nina pensó en su encuentro con la ahora Sor Alei en la tundra de
Riazor, en la inmensa diferencia de poder que había entre ambas, se
preguntaba si todavía vivía, Alei era la única miembro de todo aquel
grupo que siempre la molestaba que aún no había visto en el
Convento.
–Me extrañó no ver a Alei, pensé que sus insultos serían lo
primero que recibiría a mi regreso.
–Nadie sabe nada de ella desde hace un año que fue admitida en la
Secta del Norte –le explicó Primus.
Nina pensó en hablar con Sor Luisah, la invaluable amiga de Sor
Ara, era importante saber si Alei había muerto y qué se sabía al
respecto, por el momento se concentró en sus amigas.
–¿Y qué hay de Rachel? Es a la que sentí más cambiada.
–Me temo que ella es quien más ha sufrido, el Sacerdote la tomó
como su protegida, Alekh y yo no pudimos hacer nada al respecto.
Al escuchar eso Nina se enfureció, se imaginó todo lo que Rachel
debió haber sufrido, lo indescriptible...
–¿Tan cobardes fueron que no pudieron sacar la cara por su
amiga?
–El Sacerdote ahora es una persona muy influyente, Nina,
amenazó con regresarme al Distrito Comercial si insistía en meterme
con él, no podía arriesgarme a eso, sigo en el Convento por
mediación de algunos personajes importantes de las altas esferas
eclesiásticas que me pusieron aquí, pero me advirtieron que dejara a
ese hombre en paz, mi deber es proteger a Alekh.
–Pero Rachel...
–Lo siento mucho por ella, de verdad que sí, pero Rachel tendrá
que ver por sus propios problemas, al parecer hay una conjura para
deshacerse de Alekh, sin él de por medio, nuestro próximo supremo
jerarca eclesiástico será el Sacerdote, los Dioses nos socorran de que
suceda eso.
Nina pensó en las palabras de Primus, aunque ella quería a
Rachel, su lealtad estaba dirigida al Santo Hermano, así se lo había
prometido a Sor Ara que dio su libertad por entrenarla, tampoco
podía arriesgarse a que la corrieran del Convento.
–Ya me has dicho cómo cambiaron Rachel, Alekh y Annie... ¿Qué
pasó contigo? ¿Por qué te alejaste de ellos?
–Las razones son muchas, pero la principal es que Alekh y Rachel
me aburrieron, aunque seguimos siendo los mejores amigos, mi
relación con Alekh es más de Santo Hermano e Inquisidor, Annie ya
te dije, ahora me causa escalofríos.
Primus omitió decir que él y Annie habían perdido la virginidad
juntos, que después de varias veces de mantener relaciones sexuales,
Annie empezó a celarlo y él dio por terminada su relación, después
de que ambos se alejaran, mucho después, fue que Annie se convirtió
en una persona siniestra.
–Tampoco vi a Boyle Riazor… –Nina trató de sonar lo más fría
posible, le apenaba que Primus notara sus anisas de ver al hijo del
Sacerdote, en quien también había pensado mucho en sus dos años
de entrenamiento.
–Regresó de Regum Urbem poco después de que te fuiste, no
estuvo mucho tiempo por aquí, su padre lo envió a otro lado –le
explicó Primus sin querer ahondar en el tema–. Nadie sabe a dónde.
Tienes suerte, las personas que más te molestaban ya no se
encuentran aquí.
Nina se molestó con el comentario de Primus pero se guardó el
reclamo, el futuro Inquisidor no conocía la verdadera personalidad de
Boyle, pensó que nadie la conocía, ni siquiera el mismo Boyle, ella sí
lo conocía y le agradaba, se sintió triste, vacía y decepcionada de no
encontrarlo, la explicación de Primus no la dejó satisfecha, pensó en
también investigar qué había sido de Boyle Riazor.
También deseaba probarse, se sabía poderosa pero desde la batalla
con Aldo Brunn aún no combatía con alguien de su nivel para valorar
su verdadero potencial físico y elemental, se preguntaba si ya había
dejado atrás a Primus, cuando se fue dos años atrás, él era la persona
más poderosa del Convento, exceptuando a Mundo, el Sacerdote y
tal vez Boyle Riazor, pero ahora dudaba que pudiera sostener una
pelea contra ella.
–¿Qué tan poderoso eres, Primus? –preguntó Nina.
–Lo suficiente para proteger a Alekh de quien sea que quiera
hacerle daño, eso incluye al enfermo del Sacerdote... ¿Y tú?
–Lo suficiente para protegerte a ti de quien quiera hacerte daño.
Primus sonrió, no sabía lo que había extrañado a Nina hasta que la
volvió a ver, pensó que si se volvía a ir, él la extrañaría más que
nadie, incluso más que el Santo Hermano. Sin decir nada empezó a
aumentar su energía, Nina entendió el reto e hizo lo mismo, el nivel
que alcanzaban los dos estaba sobrepasando el cuarto, las paredes
empezaron a temblar, en ese momento se abrió la puerta y entró
Alekh.
–¿Acaso están locos? Su energía se siente en todo el Convento,
nadie debe conocer su verdadero potencial...
Nina se sorprendió de ver a Alekh, desvaneció su energía y esta
vez no se controló, se lanzó a sus brazos y lo besó repetidas veces en
todo el rostro, un par de ellas en los labios. El Santo Hermano
también la abrazó, lo hizo con tal fuerza que Nina pensó que la
estaba fusionando con su cuerpo, no le hubiera importado si eso
pasaba.
–Te extrañé mucho –le dijo Nina.
–No más que yo a ti –le respondió el Santo Hermano–, pero ya
sabía que tardarías en regresar, Sor Ara me advirtió que te entrenaría
por separado, me dijo que tú serías mi protectora.
–Y por supuesto que lo voy a ser –le aseguró Nina, quien al ver la
mirada fría de Primus después de ver cómo besaba a su amigo, se
acercó a él y también le dio un rápido beso en los labios ante la
mirada sorprendida de Alekh y la sonrisa estúpida del futuro
Inquisidor, Nina pellizcó al Santo Hermano–, quita esa cara que los
dos son mis amigos, además, por lo que me dijeron, tú ya estás
comprometido...
Alekh le lanzó una mirada de furia a Primus, pero éste levantó las
manos y aclaró:
–Yo no he dicho nada, ni siquiera he tratado el tema con Nina,
recuerda que quien habló fue esa chica a la que nuestra amiga
golpeó...
El Santo Hermano estudió los rostros tanto de Nina como de
Primus y llegó a la conclusión de que ninguno mentía, le dio su
versión de los hechos a Nina.
–Los Riazor siempre han sido una fuerza importante en la cúpula
religiosa, la familia más poderosa en el Clero, dos de ellos: Hei y
Arne, se disputaron la Suprema Prelatura, el grado más alto después
de la Santa Madre, el puesto para nuestra desgracia lo ganó Hei, a
quien todos conocemos como el Sacerdote, no conformes con eso me
han comprometido con Giny Riazor, nieta de Hei, de esa forma se
han asegurado su ascenso total a la cima dela Iglesia.
–Pero tú como el Santo Hermano no puedes casarte… –Nina se
veía confundida.
–En la Iglesia se le llama “prometida” y “compañera” al miembro
de la familia Riazor que compartirá el poder con el máximo jerarca
de la religión del Culto a los tres Dioses, nada tiene que ver con un
matrimonio, es una alianza ancestral del Clan más influyente del
Clero y sus Instiuciones.
Alekh le explicó a Nina a detalle la gran influencia que tenían los
Riazor al interior del Clero, aunque el Clan gobernante del estado de
los hielos jamás mandaría directamente sobre la Iglesia, facultad que
sólo correspondía a los Clanes Markab, Rasalgethi y Algol de
Hamal, por disposición del Concilio de Mandos, desde que se creó la
Iglesia del culto a los tres Dioses como una religión universal, se
estableció que un Riazor siempre sería el compañero espiritual del
líder eclesiástico en turno, así lo fueron Harald y Beatrice Riazor, el
primero, el anterior Sacerdote y padre de Hei, la segunda, la anterior
Sacerdotisa y abuela de Beth, la actual miembro del Sindicato de la
Ciudad de los Dioses Banayah, ambos fueron los compañeros
espirituales de la Santa Madre y el Santo Padre, ninguno de los dos
seguía con vida, la longevidad –casi cien años– de los dos
mandatarios era milagrosa.
–¡Eso y un carajo! –exclamó Nina después de escuchar la
explicación del Santo Hermano–. Maldita zorra, la debí golpear a ella
en lugar de a su estúpida amiga.
–Te equivocas –le respondió Alekh–. Giny es una buena chica que
nada tiene que ver con este compromiso, creo que está con nosotros...
–Tal vez sea una trampa de su abuelo para manipularte... –refutó
Nina.
–No lo creo –interrumpió Primus–. El abuelo de Giny es un
enfermo mental y un depravado, pero eso no significa que su familia
sea igual. Entrené con su hermano Barian en la Santa Sede y puedo
asegurarles que es un buen tipo, alguien por quien vale la pena pelear
–Primus recordó todas sus peleas con el joven Amphi-draco de hielo
y la amistad que se forjó entre ambos al final, también llegó a su
mente la batalla para rescatar a Neary–, Barian sin duda arriesgaría
su vida por las personas que estima. Ahí también conocí al padre de
los dos, un miembro del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh, es
raro, tiene secuelas de comportamiento muy extrañas, rayando
incluso el retraso mental, seguramente por culpa del Sacerdote, dicen
los rumores que el padre de Giny prohibió al Sacerdote acercarse a
ella, a todo mundo en el Convento le consta que ambos no se dirigen
la palabra por ningún motivo...
–Así es –dijo Giny Riazor que en ese momento estaba entrando en
la habitación acompañada de una novicia religiosa que Nina nunca
había visto en el convento, sin embargo, por las descripciones que le
había hecho sor Ara, supo que se trataba de Sor Luisah–. Desconozco
cuál sea la relación de mis padres con mi abuelo, pero es un hecho
que le prohibieron acercarse a mí o dirigirme siquiera la palabra,
desde que llegué al Convento, jamás he interactuado con él.
–Hola –se presentó la religiosa que acompañaba a Giny Riazor–,
soy Sor Luisah, amiga íntima de Sor Ara, miembro de la Secta del
Norte, la Hermana de la Castidad, estoy junto con Giny en este lugar
para proteger al Santo Hermano.
–Pero el compromiso... –Quiso saber Nina sin importarle nada
más.
–Es muy real y legal –aseguró Giny–, pero yo no pienso hacer
nada que el Santo Hermano no quiera, yo fui educada bajo su manto
y desde pequeña aprendí a amarlo, más lo amo ahora que lo conozco
y sé que es una buena persona, pero jamás me interpondría en su
felicidad.
Nina se mordió un labio para no decir una estupidez, esa chica
aunque se veía tímida había tenido el valor de expresarle sus
sentimientos a Alekh y era hermosa, mucho más que ella, pensó,
además de que se veía más femenina, decidió por el momento no
pensar en ello, lo importante en ese instante era proteger al Santo
Hermano y eso es lo que todos en ese lugar harían aún a costa de sus
propias vidas.
Por su parte, Giny pensaba en su abuelo y en la relación secreta
que llevaba con él, a través de sus cartas había aprendido a conocerlo
y amarlo, era imposible que el hombre que escribía esas cartas fuera
una persona mala, ella le creía a él, había una conspiración en su
contra y estaban utilizando al Santo Hermano, quien a su vez era
envenenado e influenciado por la gente a su alrededor.
Giny por el momento calló, aunque no le gustaba la forma en que
se expresaban del Sacerdote no dijo nada, así se lo había pedido su
abuelo pero le informaba todo lo que se platicaba acerca de él, le
avisaba puntualmente de todo lo que hablaban el Santo Hermano y
Sor Luisah, la institutriz de Giny, quien al parecer era una traidora, la
miembro del Clan Riazor no lo podía creer cuando su abuelo la
desenmascaró, de verdad apreciaba a esa mujer, le dolió en el alma
saber que Sor Luisah era quien manipulaba los hilos para hacer
parecer a su abuelo un monstruo, pero ya arreglaría cuentas con esa
religiosa traicionera, Giny le demostraría que quien la traicionaba se
moría, entre las dos, la auténtica “chica mala” era ella.
EL ASESINO

El Presidente de Boleria se entretenía en su enorme tablero que


mandó a hacer especialmente para él, un tablero de ajedrez cuatro
veces más grande de lo normal y con dos veces más piezas de lo
habitual.
Además de las piezas blancas y negras había otras de color café y
color oro, las acomodó todas con paciencia y extremo cuidado, un
color en cada lado del tablero, mientras lo hacía, pensaba en la
apremiante situación que vivía el país.
Rodro Markab le hizo relevantes manifestaciones que lo
encaminaron por el sendero correcto, unir las partes faltantes del
entrañado rompecabezas que le había puesto el Emperador fue
cuestión de tiempo, de pensar y de avanzar, acierto y error.
De ser una pieza pasó a ser un jugador y terminó siendo el
maestro del juego, ahora las piezas estaban en su lugar, a él le
correspondía moverlas con inteligencia, un pequeño error
desencadenaría consecuencias catastróficas, sus principales piezas
estaban distribuidas a través de todo el tablero y vestían de todos los
colores.
Ahí estaban sus favoritos, a los que tenía más vigilados: las
hermanas Atria, a quienes casi daba por perdidas, a las dos,
afortunadamente para él, ambas volvieron por su propio pie al juego.
También estaban Barian Riazor y todos los Amphi-
dracos conocidos, por supuesto colocó al Emperador, al Sacerdote, a
Dante Adam y a Sir Thomas como los reyes de las piezas negras,
doradas, cafés y blancas respectivamente.
El que algunos participantes de su juego pertenecieran a un mismo
color de fichas no significaba necesariamente que fueran aliados, en
un cofre a su lado, disponía de cinco juegos más de piezas de
colores: azul, verde, rojo, naranja y gris, mismos de los que
dispondría cambiándolos durante el transcurso de su juego.
Ahora empezaba la acción, durante los años que pasaron él lo
dispuso todo para llegar a la situación actual, por supuesto, nada salió
como él deseaba pero si en algo se distinguía el Presidente era en
saberse adaptar a las circunstancias, adelantarse al tiempo y elaborar
nuevas estrategias, al final, todo le resulto como esperaba.
Era la hora del juego, en un tablero se iba a definir el futuro del
país y tal vez el de la humanidad, él prácticamente ya no tenía nada
que hacer, los jugadores tenían el libre albedrío de avanzar y moverse
como les viniera en gana… ¿O no?
Todos tenían un rol y se moverían como él lo esperaba, estuvieran
conscientes de ello o no, incluso sus colaboradores tendrían que
hacer su labor, la mayoría de ellos sin saber su papel en específico
que desempeñarían en ese tablero, ellos sólo debían hacer su tarea
para “motivar” a las demás piezas a moverse como él lo deseaba.
Comenzó el juego con un movimiento arriesgado tomando al
caballero de las piezas negras y haciéndolo saltar sobre sus peones,
en la base de aquella primera pieza movida, se leía el nombre de
“Force”.

El niño irrumpió en el pequeño y sucio apartamento de un


portazo, apenas podía respirar por el cansancio y el esfuerzo, se tomó
unos segundos para recuperar el aliento.
El encargado del lugar dejó a un lado el libro que estaba leyendo,
se terminó su cigarrillo de una última calada y lo apagó en el suelo,
su fina barba recién salida le daba la apariencia de ser alguien mayor,
las playera sin mangas mostraba los múltiples tatuajes en su cuerpo,
muchos de ellos dibujados para ocultar las diversas cicatrices que le
habían dejado un sin número de batallas en las calles, de entre sus
tatuajes sobresalían dos: un dragón blanco que abarcaba su pecho,
hombro y brazo derechos y un dragón rojo que abarcaba las mismas
extremidades del lado izquierdo .
En cuanto el recién llegado menor recuperó el aliento, de
inmediato se acercó al hombre de los tatuajes.
–Force, hay problemas en el lado sur de tu territorio –el chiquillo
se mostraba alarmado–, la gente de Britos quiere arrebatarnos todo el
costado sur, nos dicen que ese territorio no nos pertenece.
–Ese territorio no pertenece a ningún mafioso, Pino –dijo Force
con total tranquilidad–, al igual que toda esta ciudad, los territorios
ya no existen, son pocos los grupos mafiosos que quedan y pronto los
exterminaremos.
–Pero el lado sur –insistía el pequeño Pino–, están masacrando a
tus hombres…
–Yo no tengo hombres más que los dos idiotas que ves aquí. –
Force señaló a otro tipo igual de tatuado que él jugando un video
juego y a otro joven en un rincón puliendo su espada, a Pino en lo
particular ese joven era el que, cuando conoció a esos tres
pandilleros, más temor le daba–. Los idiotas a los que están
masacrando son mafiosos que se nos han unido por conveniencia,
que se defiendan como puedan.
–Pero entre ellos hay vecinos de la comunidad –se quejaba Pino–,
muchachos como ustedes que creen en ti y en lo que haces, a ellos no
los puedes dejar solos.
Force revolvió el cabello del menor, aún recordaba cuando lo
recogieron de la calle, tenía apenas cinco años y unos bravucones le
estaban dando una paliza, uno de sus compañeros, el que afilaba la
espada, a quien le decían el Empalador, lo defendió, situación que
sorprendió a Force, el Empalador era un tipo a quien no le importaba
nada de lo que sucedía a su alrededor, en aquel entonces sólo peleaba
cuando él o su “asesor” se lo pedían y no dejaba a nadie con vida.
Después de salvar a Pino, éste los siguió durante tres días, a donde
Force miraba ahí estaba ese chiquillo sin importar la hora que fuera o
la peligrosidad del lugar. A Force le dio curiosidad, preguntó por el
chico en los alrededores, él se movía en los sitios bajos de la ciudad,
en los arrabales, lugares que a diferencia de las grandes urbes de todo
el país, no estaban definidos, al ser la ciudad de Nazeth una urbe
controlada por la Mafia, las zonas ricas, de clase media y pobres no
estaban bien delimitadas más que por la simple marca urbana.
Algunos vecinos del lugar le pudieron dar informes del chiquillo,
se llamaba Pino y su padre era un delincuente de poca monta que se
metió con la persona equivocada, lo asesinaron y dejó desamparado a
su hijo.
Force observó que el niño tenía un severo problema de
desnutrición, estaba muy delgado y grandes ojeras surcaban sus ojos,
le llamó y el chico obedeció, le dio unas monedas y le pidió que le
llevara un paquete de cigarrillos, Pino lo obedeció, le llevó los
cigarros y Force lo dejó quedarse con el cambio, así el pequeño se
unió a su banda como mandadero, conocía muy bien los barrios bajos
y era inteligente, se sabía mover, vivía con ellos en su pequeño y
sucio apartamento, era un compañero más.
–Lo siento, Pino –Force se regresó a su lugar y volvió a tomar su
libro intitulado “la senda del guerrero”–, apenas ayer sostuvimos una
dura batalla, los mafiosos que quedan cada vez se arman mejor y con
tecnología de punta, hoy no estoy de humor para pelear.
–Pero si tu no moviste ni un dedo –se quejó Pino–, ellos dos –
señaló a los otros dos pandilleros en el lugar–, son los que arrasaron
con todos, siempre lo hacen, tú sólo observas…
–Yo soy el jefe, Pino –contestó Force tratando de aguantarse la
risa–, eso debe tener sus privilegios.
–Eres el jefe porque eres el único que habla –lo encaró el menor–,
pero eres el más débil de los tres…
Force comenzó a reír, era cierto, sus compañeros eran dos tumbas
andantes, por eso él llevaba la voz cantante en el grupo, ninguno de
los dos era mudo pero no hablaban mucho por razones distintas, el
“Empalador” era reservado por naturaleza, prefería las acciones,
claramente se notaba que arrastraba problemas psicológicos desde su
infancia, era un autómata que rara vez se preocupaba por lo que
sucedía a su alrededor, por el contrario, el otro era un fanfarrón que
no hablaba sólo porque le parecía “cool”, decía que el ser una
persona callada le daba un aire místico, aunque Force sospechaba
que también acarreaba problemas de su infancia, preguntando a
quienes lo conocían de toda la vida, le contaron que desde muy
pequeño había decidido no hablar, el comunicarse lo menos posible
lo hacía llamar la atención de los demás a quienes les parecía
simpático ver a un niño comunicándose con señas, hablando sólo lo
indispensable.
–¿Acaso quieres disputarme el liderazgo del grupo? –Force retaba
a Pino–. Tal vez ahora tú quieras hablar por los tres.
–Cuando crezca te daré una paliza –aseguró Pino–, jamás te he
visto pelear, debes ser un inepto, incluso te he visto huir cuando tus
perros no te acompañan, yo…
Pino no pudo seguir hablando, el “Empalador” lo tomó de la oreja
y lo arrojó al suelo con violencia, lo que provocó las risas de Force y
su compañero que jugaba videojuegos.
–No les quise decir perros –se disculpaba Pino desde el suelo–,
por lo menos no a ti –señaló al “Empalador” mientras miraba con
resentimiento al pandillero en el sillón jugando videojuegos–,
pero no se preocupen, yo no voy a dejar solos a nuestros camaradas,
si me muero, será su culpa…
Force volvió a reír y esta vez sus dos compañeros lo imitaron, un
Pino enfurecido trato de salir corriendo pero el “Empalador” se lo
impidió levantándolo por las ropas. Mientras Pino pataleaba y gritaba
todo tipo de obscenidades, Force le preguntó al “Empalador”:
–¿Irás con él?
El “Empalador” le sonrió a su líder y se guardó su espada en la
funda que pendía en su cintura, Force dejó salir un suspiro, tomó su
libro y se lo arrojó al jugador de videojuegos golpeándolo en la
espalda.
–Apaga eso –le ordenó–. Pino tiene razón, vamos a rescatar a
nuestros aliados…
El jugador se levantó de mala gana, no apagó su consola de
videojuegos, amenazó a Pino que si perdía su partida se desquitaría
con él, el menor le mostró la lengua pero al mismo tiempo se ocultó
tras la pierna del “Empalador”.
Force y compañía llegaron en un instante hasta el lado sur de su
territorio, el paisaje era apocalíptico, una zona de guerra total, los
mafiosos que deseaban el territorio de los pandilleros estaban
masacrando a sus rivales. Incluso los mafiosos que supuestamente
estaban del lado de Force y compañía se habían unido al que
pensaban sería el bando vencedor.
El jugador de videojuegos le dio una palmada en la espalda a su
líder para que le pusiera atención, señaló a los mafiosos que los
habían traicionado, después se señaló la sien dándose tres golpecitos
con el dedo índice para finalmente negar con la cabeza mirando con
desdén a Force al mismo tiempo que le mostraba el pulgar de la
mano derecha hacia abajo.
A través del trato diario con ese tipo, Force ya sabía interpretar
sus señas, lo que le quería decir es: “Te dije que no aceptaras a esos
tipos”.
Force levantó los hombros con desgana y le mostró el dedo
medio a Jugement, después volteó hacia el “Empalador” y señaló el
campo de batalla.
–¿Te encargas de esto, Boyle?
Boyle Riazor no contestó, pero un vapor amarillento lo rodeó,
Force concentró su energía en su brazo derecho y el vapor del
Empalador lo rodeó adquiriendo de él sus capacidades elementales,
la espada del hijo del Sacerdote se encendió y se lanzó al ataque.
–¿Ya ves cómo sí sirvo para algo? –le comentó Force a Pino–. Le
presto mis habilidades a Boyle para que arrase con el enemigo,
somos un buen equipo, yo proporciono los medios y él la habilidad.
Jugement observaba extasiado a Boyle acabar con sus enemigos, a
pesar de que los Mafiosos cada vez contaban con mejores armas y
ejércitos de guerreros con capacidades elementales, día a día seguían
perdiendo más terreno, sólo quedaba el grupo más poderoso que era
contra el que combatían en ese momento, el de Britos Shmuel, un
hombre tan poderoso y lleno de recursos como el Emperador, si lo
vencían, ya no habría poder que se le opusiera al líder de la Sociedad
del Crimen.
Jugement ya llevaba un par de años con ese proyecto, desde su
regreso de Arcadia, en aquella misión donde acompañó a Kaf Prae a
conseguir información acerca de Nina Atria. El Emperador por fin
había hecho oficial su incorporación a la mesa directiva de la
Sociedad del Crimen y lo nombró el líder operativo de la
organización.
El Emperador era el líder absoluto de su grupo criminal y la
Emperatriz su mano derecha, Maison la encargada de la logística, la
investigación y las comunicaciones, Étoile tenía el rol de espía y
asesina, y ahora él tenía el papel de operativo y guerrero de la
Sociedad, su primera misión fue limpiar la ciudad de las demás
bandas de delincuentes y estaba muy próximo a cumplir con su
objetivo.
Para hacerlo se unió a Force, su único amigo, un tipo sumamente
inteligente, de inmediato le cedió el liderazgo del grupo conformado
por ellos dos, a él no le interesaba ser el jefe de nada, le gustaba estar
en la mesa directiva de la Sociedad del Crimen porque toda su
familia era parte de ella. Jugement consideraba al Emperador y
compañía su única familia.
Boyle Riazor se les unió poco tiempo después en un pacto de
cooperación entre el hijo del Emperador: Vincent Hobbs y el
Sacerdote, Vincent era un consumado asesino independiente que
llevaba una relación hostil con su padre, el Sacerdote pensó que
Boyle podría aprender mucho del mejor asesino del país y de paso
vigilar de cerca a la Sociedad del Crimen, los máximos enemigos de
la Iglesia.
El sobrenombre del “Empalador” se lo ganó a pulso, fueron sus
enemigos quienes lo nombraron así, Boyle Riazor era una máquina
asesina, un ser sin moral ni sentimientos, realizaba sus encargos con
una perfección inigualable, no sólo asesinaba a los mafiosos del
grupo criminal que enfrentaba en ese momento, también había
asesinado a miembros de la Sociedad del Crimen y de todos los
demás grupos criminales. Boyle no tenía “bandera”, él asesinaba a
quien su “asesor” le ordenaba.
El único aliado de Vincent Hobbs, el “asesor” de Boyle, era el
dinero, asesinaba a quien sea si le pagaban la cantidad correcta y el
chico Riazor era su discípulo estrella, una máquina implacable de
asesinar, sobre todo en los barrios bajos, donde más lo utilizaban, su
nombre era sinónimo de terror, en donde se presentaba no quedaba
nadie en pie, empalaba vivos a los líderes para dejar un claro mensaje
de su presencia, tal y como su “asesor” se lo aconsejó. Muchos
entendieron el mensaje y se fueron de Nazeth antes de correr con la
misma suerte.
El tiempo libre de Boyle era suyo y de nadie más, así se lo había
hecho saber su “asesor”, a quien no le importaba que su alumno
estrella arrasara de manera gratuita con los hombres de su principal
cliente, el líder criminal que más oposición ponía al reinado del terror
del Emperador: Britos Shmuel.
Y ahí estaban, librando una de las últimas batallas por el control
de Nazeth. Cuando vio que los mafiosos sacaron la artillería pesada,
Jugement no se pudo contener más, sin avisar a Force se lanzó al
campo de batalla, creando tanta destrucción y bajas en el enemigo
como el “Empalador".
Pino observaba la batalla desde un lugar seguro, jamás se cansaba
de ver pelear a Boyle y Jugement, los mafiosos utilizaban armamento
letal incluso para guerreros portadores de un “Gash”.
Sus armas podían traspasar la piel de los guerreros, disparaban
una bala sónica que lo atravesaba todo, los cañones que se ajustaban
a los antebrazos disparaban una especie de antimateria destructiva
que desintegraba lo que tocaba, algunos otros estaban protegidos por
armaduras mecánicas que incrementaban sus capacidades físicas en
un mil por ciento además de disparar rayos de energía pura tan letales
como las balas sónicas y los cañones antimateria.
Pero para lastimar a Boyle y Jugement primero tenían que
alcanzarlos, Boyle era extremadamente rápido, los ataques de las
avanzadas armas de sus enemigos se debilitaban al entrar en contacto
con su vapor, por lo que podía evitarlas sin ningún problema y a los
guerreros en armaduras mecánicas los desgarraba con su espada a la
cual le otorgaba capacidades elementales.
Jugement era tan letal como Boyle, sus flores de energía pura
arrasaban con lo que tocaban e increíblemente los disparos y ataques
de sus enemigos jamás lo alcanzaban, Pino se preguntaba si la
sombra que rodeaba a Jugement tenía algo que ver con el fallo de sus
enemigos.
La batalla se intensificó cuando una veintena de bérserkers se
unieron a la contienda, Pino ya no pudo observar nada, sólo veía
destellos y escuchaba golpes y explosiones, gritos y lamentos de
muerte, dolor y desolación, a la única persona que podía ver era a
Force, quien como siempre, estaba de pie, observando con
tranquilidad el curso de la batalla y rematando con sus pequeñas
estacas que tenía entre los dedos a los guerreros caídos.
Pino comprendió que el lugar en el que se encontraba ya no era
seguro, tarde o temprano lo alcanzaría uno de esos letales ataques, en
cuanto tuvo la oportunidad salió de su escondrijo y corrió para
alejarse, no dio ni veinte pasos cuando entendió su error, una lluvia
de disparos se cernió sobre él, estaba perdido.
Los disparos lo alcanzaron de inmediato, el menor se arrodillo y
se cubrió la cabeza, una reacción natural, como si por ese simple
hecho pudiera protegerse de las balas sónicas que destrozarían su
cuerpo.
El impacto se dio, las balas llegaron a su objetivo pero Pino seguía
vivo, levantó la vista y se vio envuelto en un manto negro, Force lo
estaba protegiendo, con incredulidad observó cómo las balas se
estrellaban en la gabardina oscura del líder pandillero.
Pino temblando se aferró al cuerpo de Force, no entendía cómo no
sólo su gabardina color verde militar se había oscurecido, también
sus ropas. De repente su cuerpo fue levantado del suelo, el joven
líder lo cargaba mientras le sonreía, le mostró su puño al menor, sus
guantes otrora grises que combinaban con sus pantalones ahora
también eran negros, Force golpeó el piso produciendo un poderoso
temblor que destruyó el suelo a su alrededor, derribando a varios
tiradores que se encontraban en la cercanía, después, les dio
capacidades elementales a las piedras que levantó del suelo y las
arrojó sobre sus enemigos en una rápida sucesión, causando más
estragos que Boyle y Jugement juntos.
Todo sucedió en un instante, Pino ni siquiera pudo ver lo que pasó
después, tan sólo veía figuras difusas y sentía el viento golpeándolo
apretando su cuerpo contra Force.
Un segundo… Pino sintió que todo sucedió apenas en una
fracción de segundo, Force lo depositó en el suelo, el menor se talló
los ojos para ver la enorme destrucción a su alrededor, tan sólo tres
figuras se mantenían de pie, sus tres amigos, sus tres protectores:
Jugement, el Empalador y Force.
El menor sentía que el corazón se le saldría del pecho, varias
veces había visto pelear a Jugement y Boyle pero jamás al líder,
Force fue quien arrasó con el ejército rival en tan sólo un instante,
por todos lados se observaban cuerpos destrozados o traspasados por
numerosas estacas metálicas.
Force sacudió el cabello de Pino como siempre solía hacer para
tranquilizarlo, después se volvió hacia Boyle y Jugement y con la
mirada les señaló el norte de la ciudad, lugar en el que se encontraba
su viejo, pobre y sucio departamento.
Los tres guerreros y el menor se encaminaron a su guarida, lo
hicieron entre vítores y muestras de apoyo de sus camaradas
sobrevivientes, Pino no dejaba de observar al líder, admirándolo, se
dijo que a partir de ese momento no volvería a increparlo y mucho
menos a desobedecerlo, como siempre hacía. Force era un líder digno
de respeto.
Cuando llegaron al edificio donde se encontraba su departamento,
Pino observó que una enorme limusina estaba aparcada al frente, ya
sabía lo que significaba: problemas.

Al interior del departamento tres personas adultas aguardaban a


que sus pupilos llegaran, los tres “asesores” no eran más que los
asesinos más letales del país.
En primer lugar estaba Étoile, la asesina de la Mafia y “asesora”
de Jugement, una mujer temida en todo Boleria, jamás había fallado
en eliminar a un “blanco”, inteligente y práctica, enseñaba a su
pupilo el arte del asesinato, veía en él a un “diamante en bruto”,
pensaba que con la dirección adecuada Jugement podría convertirse
en el mejor asesino de la historia.
El problema con su discípulo era que el chico era un desquiciado
sediento de sangre, Jugement no entendía de sutilezas, una vez que le
asignaban un “blanco” no hacía elaborados planes ni investigaba a
sus víctimas, simplemente los buscaba, los enfrentaba frontalmente y
los eliminaba.
Eso significaba un gran problema en su oficio, no siempre debían
eliminar a un “blanco” de manera frontal, muchas veces debían
hacerlo de tal manera que el asesinato debía parecer un accidente o
incluso muerte natural, todo dependía del cliente y sus necesidades,
en ese aspecto Jugement tan sólo era un matón. Étoile no pensaba
darse por vencida, estaba decidida a convertir a su pupilo en un
asesino de élite.
Mientras la asesina de la Mafia fumaba un cigarrillo largo
recargada en la pared cercana a la puerta, Vincent Hobbs, “el número
uno” entre los asesinos élite, hojeaba sentado en la única mesa del
departamento el libro que horas antes estaba leyendo Force.
Hijo del Emperador y la Emperatriz usaba el apellido del su Clan
materno, en Boleria por costumbre prevalecía en los hijos el apellido
más prominente sin importar de cuál de los padres proviniera, en el
caso de Vincent no había lugar a dudas, los Hobbs eran de las
principales seis familias del país.
Tenía un pasado problemático con sus padres, a quienes
despreciaba, él jamás tomaba un trabajo de la Mafia que no fuera de
Britos Shmuel pero hacía “descuentos” a sus clientes que le pedían
diezmar al principal grupo criminal del país, el que lideraban el
Emperador y la Emperatriz.
Era un profesional en todo el sentido de la palabra, todos sus
contratos eran estrictamente negocios en los cuales no involucraba
sus emociones, le asignaban un “blanco”, si le interesaba tomaba el
contrato, en caso contrario sus clientes no recibían ninguna respuesta
de él, lo que significaba que rechazaba el trabajo.
“El mejor asesino del mundo” era el “asesor” de Boyle Riazor,
con quien rompió su ley de jamás tomar aprendices gracias a una
oferta que le hizo el Sacerdote y que no pudo rechazar.
Vincent Hobbs se sentía satisfecho de su pupilo, se veía en Boyle
a sí mismo cuando tenía su edad, el chico era una máquina asesina,
aprendía todo lo que le enseñaba con una rapidez impresionante y no
sólo eso, el joven aprendiz perfeccionaba las técnicas de asesinato
aprendidas. Después de ver lo que el hijo del Sacerdote podía hacer,
Vincent Hobbs pensaba “arrebatárselo” al ahora Supemo Prelado a
cualquier costo, no tenía duda alguna de que era un desperdicio que
un imbécil como el Sacerdote manipulara a su voluntad a alguien tan
extraordinario como Boyle Riazor, quien por la naturaleza de su
poder se complementaba a la perfección con sus sobrinos Nathan y
Anuar, otros dos guerreros con capacidades parecidas a las de Boyle.
Los tres tenían la habilidad de copiar el “Gash” de otros guerreros,
cada uno de manera distinta y única.
Justice, la tercera “asesora” asesina, veía la televisión acostada en
el sillón donde Jugement jugaba sus videojuegos, parecía que estaba
totalmente concentraba en un programa de concursos que transmitía
el aparato de entretenimiento pero en realidad no les quitaba la vista
de encima a los otros dos asesinos, bastaba un descuido para que
cualquiera de los tres pasara a mejor vida.
Así como Étoile era la asesina más letal y Vincent Hobbs el
mejor, Justice era considerada la asesina más confiable y la más cara
de los tres. Sus servicios sólo los podían costear las más altas esferas
del poder, como la Iglesia, la Corona o el Gobierno.
Justice, a diferencia de los otros dos asesinos élite, era una mujer
con “licencia para matar”, protegida siempre por sus poderosos
clientes era intocable y a diferencia también de Étoile y Vincent
Hobbs, le pagaban por no matar, sus poderosos clientes le temían y la
mantenían en sus nóminas bajo el pacto de que jamás aceptaría un
contrato para eliminarlos. Así de efectiva y temida era esa mujer.
“Asesora” de Force, la asesina élite de las altas esferas del poder
era quien tenía una relación más abierta con su pupilo, su interacción
era más de amistad que de maestro-discípulo, ella le enseñaba sus
mejores técnicas a su alumno pero Force, a diferencia de Jugement y
Boyle Riazor, elegía personalmente a sus objetivos, el líder de los
tres residentes de aquel desvencijado departamento sólo asesinaba
criminales y a juzgar por la cara de orgullo de la asesina, se podía
adivinar que “su chico” era el mejor de los tres.
No había ninguna empatía entre los tres asesinos élite, ni siquiera
se caían bien, sólo se trataban con un silencioso respeto, todos se
preguntaban si aceptarían un contrato para matar a sus contrapartes,
aunque lo dudaban, en el fondo los tres sabían que lo aceptarían sólo
para ver si eran capaces de acabar con su principal competencia.
A ninguno de los tres les afectaba que sus aprendices vivieran en
el mismo departamento, mientras los chicos cumplieran con sus
obligaciones a ellos no les incumbía donde residieran o con quien se
involucraran, sobre todo Jugement y Boyle Riazor tenían muy en
mente que si sus compañeros de habitación se volvían un objetivo,
los asesinarían sin pensarlo un instante.
Era la primera vez que los tres asesinos élite se encontraban en ese
lugar, sólo en muy contadas ocasiones habían coincidido dos de
ellos, pero jamás los tres. La incomodidad flotaba en el aire pero
ninguno daba muestras de estar preocupado o en alerta, por el
momento no había un contrato sobre sus cabezas, por lo tanto,
estaban en paz.

Sin prestar atención al elegante vehículo, los tres guerreros y el


menor ingresaron al edificio, subieron por las viejas escaleras de
metal a las cuales les faltaban algunos escalones, Pino se alegró de
ver una vez más las añejas, corroídas y pintarrajeadas paredes de lo
que él consideraba su hogar.
En la entrada de su departamento se encontraron con cuatro
enormes hombres vestidos con un elegante traje negro y gafas
oscuras, no les prestaron atención y éstos tampoco hicieron nada por
impedirles la entrada a su departamento. Al interior se encontraron
con una hermosa, sensual y sofisticada mujer que esperaba a
Jugement recargada en la pared, quien en ese momento tiró su
cigarrillo y lo apagó pisándolo contra el sucio piso de cemento.
Casi enfrente de ella los recién llegados se encontraron con
Vincent Hobbs, quien sin prestarles atención siguió hojeando el libro
de Force, al mismo tiempo Justice se incorporó y apagó el televisor,
Jugement hizo una cara de fastidio al ver su consola de videojuegos
apagada, había perdido su partida.
Force le dio a Pino un billete de alta denominación, el menor ya
sabía lo que significaba, tenía que perderse por un par de horas en lo
que los mayores hablaban con sus respectivos “asesores”, tomó el
billete y salió del departamento, sólo que en esa ocasión no se fue,
tenía un mal presentimiento, corrió al piso inferior, salió por la parte
de atrás, subió por la escalera de emergencias y volvió a entrar al
departamento por la habitación de su líder para espiar la
conversación de sus amigos y los experimentados asesinos.
En la pequeña sala, Jugement besó la mejilla de la mujer miembro
de la Mafia, se siguió derecho, se aplastó en su sillón a una prudente
distancia de Justice, encendió el televisor así como la consola de
videojuegos y comenzó de nuevo su partida, Boyle hizo lo propio,
paso al lado de Vincent Hobbs como si no estuviera ahí, se sentó en
su banquillo en la esquina de la habitación, sacó su espada y
comenzó a repararla y afilarla, ese día había tenido mucha acción y
merecía que la consintieran.
Force tomó una silla, la colocó en un espacio de la habitación a
modo de ver a los tres “asesores” al mismo tiempo y se sentó contra
el respaldo para escucharlos.
–Ahora sí la hicieron en grande –comenzó diciendo Étoile–,
destruyeron todo alrededor en el lugar donde combatieron… El
Emperador tendrá problemas con el Gobernador de Levit.
Force no le dio importancia al asunto, sacó sus cigarros de su
bolsillo, sin invitarle uno a la asesina de la Mafia, encendió el que
había extraído de la cajetilla y después de darle una profunda calada
respondió:
–Yo no estoy en la nómina del Emperador, no por lo menos de
manera directa, así que no recibo órdenes de él. Los mafiosos tenían
artillería pesada, nosotros sólo reaccionamos de acuerdo a las
circunstancias, si no le gusta a tu jefe la manera en que actuamos,
que nos venga a reclamar él en persona.
–Ahora no sólo pareces un mugroso pandillero sin educación –le
espetó Étoile a su interlocutor–, te comportas como tal.
Force le dio otra calada a su cigarro y le respondió a la mujer
mientras exhalaba el humo:
–Sinceramente me da flojera hablar contigo, acabamos con la
mayor fuerza opositora de la Sociedad del Crimen, más de doscientos
hombres en una sola pelea, tu jefe debería estar aquí agradeciéndome
el favor…
–No te las des de muy rudo, muchacho –lo interrumpió Vincent
Hobbs–, acabaste con muchos hombres de mi principal cliente, si
Britos Shmuel me lo pide, mi próximo “blanco” serás tú.
Force se incorporó y se encaminó hacia el considerado mejor
asesino de todos los que se encontraban en la pequeña habitación,
puso el dedo en la cubierta de su libro que giraba entre la mano de
Vincent Hobbs y la mesa, detuvo su movimiento, lo tomó como si
fuera un preciado tesoro y después se volvió a sentar.
–Es mi favorito –comentó agitando el libro.
En un instante Étoile se apareció al lado de Force, le arrebató el
cigarro, le dio una calada y le arrojó el humo a la cara, después lo
apagó en la gabardina del líder pandillero.
–El contrato de Justice con el Emperador para que te entrenara se
ha terminado –le informó la miembro de la mesa directiva de la
Sociedad del Crimen en el oído–, tu patética pandilla se desmiembra
hoy.
Étoile se incorporó y se dirigió a la puerta, antes de salir se volvió
hacia Jugement, tomó el revólver de uno de sus guardianes y disparó
a la enorme pantalla de alta definición, cuando captó la atención del
más reciente miembro de la mesa directiva de la Sociedad del
Crimen le informó:
–Tu misión en este muladar también ha terminado, estoy aquí para
llevarte al edificio de las Industrias Arca para que tomes el lugar que
te corresponde junto a nosotros. Ya basta de jugar como si fueras un
niño, la batalla contra la Iglesia se aproxima, debemos reportarnos en
el penthouse del Emperador de inmediato. Deja lo que estás haciendo
y vámonos.
Jugement le lanzó una mirada de furia a Étoile, pensó en hacerle
una seña obscena pero la actitud severa de la mujer lo aplacó, sólo
arrojó el control contra la pantalla para terminarla de destruir y dejó
escapar un gruñido de desaprobación.
–Tienes diez minutos para despedirte de estos patéticos
perdedores –le advirtió la asesina–, si es que quieres hacerlo, te
espero abajo.
–La miembro de la mesa directiva de la Sociedad del Crimen no
dijo más, les dio la espalada a pupilos y asesinos y salió del lugar
seguida de sus guardianes, a quienes utilizaba cuando no estaba
trabajando como escudos humanos para morir en su lugar si alguien
trataba de asesinarla.
Después Vincent Hobbs se levantó, le cerró el ojo con
complicidad a Force mientras le decía a su pupilo:
–Tu entrenamiento conmigo también ha concluido, Boyle, tu
padre te manda decir que vayas a Regum Urbem en la Ciudad Blanca
Ersghiaal para presentar tu solicitud de ingreso a la Orden, al parecer
serás un Caballero Fantasma, menudo desperdicio –se lamentó–,
aprender el oficio de asesino para después pertenecer al grupo que
administra la justicia en el país.
Vincent Hobbs no dijo más, sin despedirse de nadie abandonó el
pequeño departamento, en cuanto salió de la habitación, Force y
compañía dejaron de sentir su presencia.
Boyle guardó la espada en su funda y se preparó para partir, las
órdenes de su padre eran absolutas e incuestionables. Force se le
quedó viendo a su mentora, faltaba que Justice dijera la razón de su
presencia en ese lugar.
–Como ya lo ha dicho Étoile –comenzó diciendo la asesina élite–,
mi contrato con el Emperador de entrenarte ha terminado, fue todo
un placer volver a estar contigo, toma –Justice le extendió una carta a
su pupilo que Force de inmediato recibió–, te la envía el Emperador
como parte del acuerdo que había entre ustedes, yo me retiro, como
siempre, fue muy divertido convivir contigo, ojalá el destino me
permita volver a verte pronto, corazón.
–Espero que no sea como asesino y blanco –bromeó Force.
–Yo jamás aceptaría un contrato para asesinarte, bebé.
Justice besó a Force en la mejilla y después se retiró, dejando en
el pequeño y sucio departamento a sus tres residentes. A Force le
tomó apenas un par de minutos leer la misiva del Emperador,
después se despidió de sus compañeros de habitación.
–Yo también me marcho –les informó a Jugement y Boyle–, fue
un placer, chicos, los veo cuando nuestros caminos se vuelvan a
cruzar.
En ese momento Pino irrumpió en la habitación, tenía la mirada
cristalina, su familia se estaba desmoronando. Force se desprendió de
la llave con cadena que pendía de su cuello y se acercó al menor.
–Ten amigo –le ofreció la llave–, ya sabes en dónde está nuestra
caja fuerte, toma todo lo que hay ahí y dispón de ese dinero como te
venga en gana.
–No quiero el dinero –dijo Pino dando un manotazo a la llave que
cayó al suelo–, los quiero a ustedes.
Force le sacudió el cabello con camaradería, como siempre hacía.
–Todos tenemos cosas que hacer, nuestra sociedad está desecha,
tú tan sólo eras nuestro empleado y ahora estás despedido, el dinero
en la caja fuerte es tu indemnización, si no lo quieres, déjalo ahí, es
cosa tuya.
–Pensé que eran mi familia… –El menor no pudo reprimir una
lágrima.
–Si lo somos entonces debes de comportarte como nuestro
pequeño hermano –le aclaró Force–. Como un hombre, nosotros
tenemos cosas que hacer, en esta familia nadie se lamenta y nadie se
apega a nada, nos volveremos a ver cuando el destino así lo dicte.
Pino iba a volver a hablar, pensaba suplicar porque esos tres
chicos siguieran unidos pero sintió un golpe en la cabeza, se trataba
de Boyle que siempre lo golpeaba cuando quería que hiciera algo o le
prestara atención, el miembro del Clan Riazor se llevó el dedo a los
labios indicándole que se callara, después sacó de entre sus ropas un
hermoso revólver con dos gatillos, el primero de ellos disparaba el
arma y el segundo activaba un resorte que hacía emerger un par de
filosas navajas a los lados del cañón, hacía tiempo Pino se la había
visto a un mafioso y desde entonces no dejaba de hablar de cuánto le
gustaría tener una igual.
–¿De dónde la sacaste? –preguntó el menor, quien desde que vio
el arma había estado buscando una igual sin tener fortuna.
–Me la regaló el tipo a quien se la viste –respondió Boyle con su
rostro siempre serio–, me dijo que sólo muerto me la entregaría…
Kaf y Jugement comenzaron a reír, a Pino no le hacía gracia tener
el arma de un muerto, después Jugement lo golpeó en el pecho, el
menor como una reacción se llevó las manos al lugar en donde el
joven mafioso lo golpeó, tomando con éstas el control del
videojuego.
–Cómprate una televisión dos veces más grande, un buen equipo
de sonido y termina mi partida, no importa a donde te vayas, te
buscaré para cerciorarme que haces algo bueno con mis logros, si la
jodes te mataré.
Sin decir más, los tres jóvenes salieron del pequeño, derruido y
sucio departamento, el que fuera su hogar por los últimos tres años, a
la salida escucharon a Pino, quien les gritaba con el control del video
juego en una mano, el revólver en la otra y la cadena con la llave en
el cuello.
–¡Váyanse al diablo, malditos bastardos! ¡No los necesito! ¡Yo
también soy un hombre! ¡Su padre de los tres y no tengo apego a
nada! –Cayó de rodillas sin poder contener más el llanto para
después susurrar–: Los quiero.
Ninguno de los tres jóvenes pandilleros se detuvo o le dedicó
alguna palabra de consuelo al menor, ni siquiera volvieron la cabeza,
caminaron juntos hasta la salida del edificio donde Kaf Prae fue el
único que se despidió.
–Ese niño tiene más bolas que nosotros tres juntos, estará bien.
Hasta luego, par de malnacidos, fue un honor pelear a su lado.
Boyle y Jugement afirmaron con la cabeza, ninguno de los dos,
fieles a su silencioso estilo, respondió, los tres expandilleros y
aspirantes a asesinos tomaron rutas distintas, cada uno de ellos
preparado para los próximos eventos que determinarían sus futuros.

Kaf llegó a una pensión de autos cerca del viejo edificio donde
vivía con Jugement y Boyle, quitó la funda protectora a su vehículo,
un hermoso clásico de carreras de cincuenta años de antiguedad,
pensó que no había mejor oportunidad que esa de probar ese costoso
juguete, tenía tiempo, se colocó sus gafas oscuras y salió del lugar
rechinando llanta.
Su destino era una de las principales ciudades del estado, donde se
encontraba, el puerto más importante del país, la ciudad más vigilada
de Boleria: Edén, en cuya demarcación se encontraba la tristemente
famosa Isla de la Victoria, el lugar de residencia de los Titanes.
Mientras viajaba con el pedal a fondo por las modernas carreteras
de Levit, Kaf recordaba su largo camino como aprendiz de asesino,
después de su fallida incursión en Arcadia por encontrar a Nina
Atria, regresó a pedir ayuda al Emperador, quien negoció su ayuda a
cambio de que Kaf se convirtiera en asesino bajo la supervisión de
Justice.
Antes de iniciar su instrucción, fue llamado por su maestro Sámaj
Alderamin a la tundra del estado de Riazor, al lugar donde entrenó
por tres años, en ese sitio se encontró con los llamados Arcanos
Negros, grupo de poder del estado de los hielos cuyos miembros
poseían los llamados Tesoros Negros.
Ahí lo esperaban Diablo, nombre de guerrero de Sámaj
Alderamin, además de Justice, Amoreux y Roue, portadores de la
Cornamenta Negra, la Capa Negra, la Vara Negra y el Arco Negro
respectivamente, quienes en una pequeña y simple ceremonia le
concedieron a Kaf su nombre de guerrero: Force y su consiguiente
inclusión en los Arcanos Negros como el portador de la Armadura
Negra.
Sámaj Alderamin le volvió a explicar las reglas bajo las que se
conducían los Arcanos Negros, sobresaliendo tres de ellas: La
primera era que su inclusión en los Arcanos Negros no era opcional,
al ser el portador de la Armadura Negra, Kaf tenía una obligación
con su país y su estado, si les daba la espalda su castigo era la muerte
para que dentro de la familia Prae naciera con posterioridad un
guerrero que llevara con honor el Tesoro Negro que les correspondía.
La segunda regla tenía que ver con el lugar en donde se
encontraban, a partir de ese momento Kaf era un integrante de los
Arcanos Negros y no sólo un aprendiz, ahora se llamaba Force y
tenía la obligación junto con sus demás compañeros de vigilar ese
lugar por el espacio de un año de manera alternativa, es decir, cuatro
años de descanso por uno de servicio.
Sámaj Alderamin fue muy claro con esa regla, la principal a su
decir, sin importar dónde estuviera o las complicaciones que tuviera,
él debía estar en ese lugar de la tundra a primera hora del primer día
del año y se quedaría vigilando ese sitio hasta que feneciera el último
segundo del mismo año, tiempo en que se presentaría su siguiente
compañero para cumplir su obligación.
Al igual que la primera regla, el fallar o retrasarse no era una
opción, si no se presentaba por su propio pie en ese lugar, se
entendería como un acto de rebeldía, por lo que el siguiente miembro
de los Arcanos Negros en turno se presentaría y cubriría su lugar en
tanto sus demás compañeros lo cazarían hasta matarlo.
La última regla tenía que ver son sus compañeros, los Arcanos
Negros tenían una única misión y no estaban atados a ninguna
Institución gubernamental, religiosa, de la Corona o a algún grupo de
poder, en sus años libres Kaf Prae podía hacer lo que le viniera en
gana, incluso, podía pertenecer a un bando contrario al de sus otros
compañeros, sin embargo, si se daba el caso de que dos Arcanos
Negros combatieran a muerte, el sobreviviente tendría la obligación
de suplir al guerrero caído en su deber de custodiar lo que ellos
llamaban “la puerta del norte”, es decir, cubriría dos años de servicio
por cada cinco trascurridos en lugar de uno.
Kaf Prae aceptó su destino, las reglas y las obligaciones que le
generaba el ser portador de la Armadura Negra, juró ante sus
compañeros que cumpliría su deber y que si llegase a faltar al mismo,
aceptaría la muerte como única sanción a su falta.
Después regresó a Levit, aceptó el trato que el Emperador le
ofreció a cambio de su cooperación. El convenio era sencillo, el jefe
de la Mafia le ayudaría a encontrar a Nina Atria mientras Kaf
“limpiaba” la ciudad de Nazeth.
El ahora adolescente aún no se explicaba por qué el líder de la
Mafia estaba tan encaprichado con él, en convertirlo en un guerrero
élite de respeto, al parecer, sin pedir nada a cambio, el deshacerse de
los criminales de la ciudad sólo era una artimaña, el Capo criminal
deseaba algo más, Kaf desconocía lo que le deparaba el futuro, pero
si de algo estaba seguro era que jamás serviría al Emperador.
El Capo criminal le dio carta abierta a Kaf para que actuara como
le viniera en gana, se instaló en un pequeño y miserable
departamento en la zona más conflictiva y pobre de la ciudad de
Nazeth, desde donde comenzó su labor de limpia.
Al siguiente año recibió la visita de su compañera favorita de
entrenamiento: Jet Mirach, la guerrera llamada Justice, quien le
explicó que a pedido del Emperador se convertiría en su maestra en
el “arte” del asesinato.
Kaf desde el principio estableció las reglas con su tutora y
compañera, él cumpliría su parte pero jamás asesinaría a un inocente,
aceptó limpiar la ciudad de maleantes, por lo que sólo asesinaría a
criminales, la escoria que tenía a Nazeth sumida en el miedo y la
violencia.
Justice no tuvo problema en aceptar los términos de Kaf, sus
habilidades como asesino se desarrollarían mejor si debía matar a las
cabezas criminales de la ciudad, hombres y mujeres que estaban bien
custodiados, para asesinarlos debía pulir sus habilidades al máximo.
Al poco tiempo de que iniciaron sus entrenamientos se encontró
con Jugement, quien en esos momentos también estaba siendo
instruido en el mismo “arte” que Kaf por parte de la asesina de la
Mafia: Étoile.
Sin pedir permiso, Jugement se instaló en el departamento de Kaf
donde ambos se convirtieron no sólo en compañeros de cuarto, sino
en los más habilidosos sicarios de la Sociedad del Crimen, ambos
arrasaron con la competencia del Emperador.
La diferencia entre Kaf y Jugement era que el segundo aceptaba
cualquier misión sin importar quien fuera el blanco, por otro lado,
Kaf incluso llegó a aceptar contratos externos para matar a criminales
en el bolsillo del Emperador que abusaban de su poder.
En más de una ocasión Jugement y Kaf se llegaron a enfrentar,
uno protegiendo a los líderes mafiosos al servicio del Emperador y el
otro eliminándolos, los éxitos y fracasos de ambos quedaron
igualados, sus batallas terminaban cuando el blanco era asesinado o
puesto en resguardo, entonces, sin importar lo que sucediera en sus
enfrentamientos, en el departamento eran dos amigos que dejaban
sus rencillas en la calle.
No podía decir que aquella fue una mala época, sobre todo
después de la llegada de Boyle, a quien Kaf se encontró mientras
realizaba un encargo, el hijo del Sacerdote asesinaba bajo la tutela de
Vincent Hobbs y coincidieron en un objetivo, en esa ocasión Boyle
le ganó la carrera al portador de la Armadura Negra y se llevó el
bono del contrato.
Kaf simpatizaba con Boyle, después de aceptar su derrota lo invitó
a dejar su lujoso departamento en el centro de la ciudad y que se
fuera a “vivir la vida” con él y Jugement en su pobre, sucio y
derruido departamento, al día siguiente Boyle llegó al lugar con todas
sus cosas.
Mientras Kaf cumplía su parte del trato con el Emperador
aprendiendo las letales técnicas de asesinato de Justice, el Capo
criminal también cumplió la suya, mantuvo informado puntualmente
al portador de la Armadura Negra de los avances en la investigación
para encontrar a Nina Atria.
Pasado un mes desde que Nina regresó al Convento de Riazor,
Kaf la buscó y habló con ella, con alegría escuchó de voz de la
propia Nina que ya había conocido a su hermana gemela y le contó
de su travesía en Regum Urbem. Observando a Nina, Kaf pensó que
ella y su hermana gemela sólo eran idénticas en el físico, la manera
de ser de ambas era muy diferente, Nina era una chica sorprendente,
divertida e hiperactiva, era difícil conocerla y no quedar encantado
con ella, con su forma de ser, Nina contagiaba a todos su amor por la
vida, su alegría natural era un revulsivo para el alma de quienes la
rodeaban.
Anais era un misterio, aunque tenía el mismo rostro que su
hermana, la rodeaba un aire místico que la hacía más atractiva, su
personalidad era arrolladora, conocerla llevaba a dos emociones
contrarias, o la amaban o la odiaban, generalmente el odio venía
acompañado de la envidia, Anais era una persona superior en todos
los sentidos, su presencia imponía y muchas personas no sabían lidiar
con eso, no en balde era la favorita del Rey.
Después de ver a Nina, con la ayuda del Emperador y sus
contactos, Kaf pudo internarse en Regum Urbem para visitar a Anais,
quien lo recibió con gran emoción, le mostró el dije de Nina y su
carta, hablaron largo y tendido de la gemela perdida, al final Anais le
informó que se estaba preparando para ser una Espada Real,
quedaron de volverse a ver cuando Anais compitiera por la espada
Sigma (σ).
Kaf regresó a Levit a cumplir con su parte del trato, terminaría su
entrenamiento con Justice, eliminaría a la competencia del
Emperador y después sería libre de hacer lo que le viniera en gana, o
eso es lo que creía.
Ya en Levit, Kaf se dio cuenta de su realidad, él era un guerrero
élite y siempre tendría a alguien detrás de él, ya sea para controlarlo
o para matarlo, conoció de cerca al monstruo de tres cabezas, tanto la
Corona como la Iglesia y el Gobierno deseaban reclutarlo y ninguno
de los tres aceptarían un no por respuesta, al parecer, la Armadura
Negra era un preciado bien con el que todos deseaban contar.
Recibió invitaciones, generosas propuestas y hasta amenazas, era
un hecho que no podría vivir en paz, despreciaba a la Corona, a
cuyos miembros conocía de primera mano, todos seres despreciables
que vivían en la opulencia, imbéciles que explotaban a las personas
más pobres y vulnerables, seres que se pensaban superiores y no
tenían ningún respeto por la vida humana.
La Iglesia era peor, oprimía a las mayorías bajo la bandera de la
religión, Kaf consideraba a sus líderes como el peor cáncer del país,
nido de ladrones, violadores, asesinos, explotadores, usurpadores y
un sinfín de despectivos calificativos más que le quedaban cortos a
una Institución cuya finalidad era llevar a sus fieles por el camino del
bien. Maldito ejemplo con el que predicaban, pensaba Kaf.
El Gobierno tampoco se salvaba, sus representantes eran la
personificación del poder mal llevado para explotar a los gobernados,
por medio de la violencia y el miedo la mayoría de los habitantes del
país eran gobernados por tiranos que aplicaban la ley del acero para
poner orden y oprimir a su pueblo.
Kaf había visto en persona cómo las personas se embriagaban de
poder por más mínimo que fuera, desde el empleado de ventanilla en
una oficina gubernamental hasta los responsables del gobierno, todos
se sentían superiores a los demás y parecía que disfrutaban
humillando a sus semejantes, parecía una necesidad para sus
patéticas almas el sentirse superiores, el pensar que estaban por
encima de alguien más.
Todo era un asco y él no pensaba ser parte de eso, incluso llegó a
pensar en el ofrecimiento del Emperador de unirse a su grupo
criminal, irónicamente, el menos malo de todos. Si se unía a la
Sociedad del Crimen estaría protegido, el problema radicaba en que
Anais se convertiría en una Espada Real, ambos estarían en los dos
opuestos extremos de la ley, Anais se guiaría por las leyes y la
justicia y Kaf viviría al margen de la primera, para él la segunda no
existía.
Una difícil decisión, el grupo histórico al que pertenecía Kaf
servía a la Corona, a quienes el portador de la Armadura Negra
despreciaba, los consideraba peor que basura, delincuentes con
licencia para hacer lo que les viniera en gana. Además, aún no les
perdonaba el cómo habían tratado a Anais, sin importar lo que
sucediera con él en el futuro, jamás serviría a la Corona.
Fueron tres años los que Kaf pasó en Levit aprendiendo el oficio
del asesino bajo las enseñanzas de Justice, su instrucción terminó y
ahora se dirigía a su siguiente destino sin saber aún lo que sería de su
futuro.
Llegó a la hermosa ciudad de Edén, un paradisiaco puerto, el más
importante del país, de inmediato se trasladó a la dirección que le
proporcionó el Emperador, era la parte más pobre de la ciudad, cerca
del mar, donde vivían los trabajadores del puerto.
El edificio le recordó un poco al basurero en el que vivía en
Nazeth, igual de viejo y a punto de derrumbarse, en cuanto estacionó
el vehículo fue abordado por un muchacho que le abrió la puerta y le
pidió las llaves.
–No se preocupe, jefe –le dijo con una sonrisa–, yo se lo cuidaré,
el barrio es peligroso pero su hermoso vehículo está a salvo conmigo.
Kaf observó con desconfianza al joven que le extendía la mano
para recibir las llaves de su vehículo, paseó la mirada por los
alrededores y pensó que no podía ser peor que dejarlo solo y sin
vigilancia, le entregó las llaves al joven e ingresó al edificio.
En el interior se encontró con dos enormes hombres de color que
al menos debían medir los dos metros veinte centímetros de estatura,
uno de ellos le abrió la puerta, del otro lado una hermosa y elegante
mujer lo recibió con una gran sonrisa.
–Lo están esperando, joven Force, sígame por favor.
Kaf observó alrededor, el interior del edificio nada tenía que ver
con la porquería en donde él solía vivir, en el que ahora se
encontraba rebosaba el lujo, pensó que la fachada era sólo para
despistar a posibles enemigos, nadie podría imaginarse que alguien
importante utilizaría ese lugar.
Todo el piso estaba alfombrado y finos tapices cubrían las
paredes, en las cuales también se veían varias pinturas cuyas firmas
de sus autores Kaf reconoció como renombrados pintores del
presente y el pasado.
El mobiliario era exquisito y de buen gusto con un toque
minimalista, parecía que nada estaba fuera de lugar, todos los
elementos encajaban a la perfección como un todo que parecía haber
sido creado para verse de manera sublime.
Mientras seguía a la mujer al moderno ascensor que se activaba
con la voz, Kaf pensaba en ese sobrenombre con el que ahora todos
lo llamaban: Force. El nombre venía asociado a su aditamento de
combate, uno de los míticos Tesoros Negros: la Armadura Negra.
El llamarse Force significaba que ya era un guerrero élite y que
ingresaba al grupo de poder asociado a su Armadura, los llamados
Arcanos Negros, algún día él también tendría que dejar todo cuanto
estuviera haciendo por ir a vigilar la llamada puerta del norte, el
emplazamiento histórico que su grupo de poder tenía el deber de
vigilar.
–Hemos llegado, caballero.
La voz de la hermosa mujer sacó a Kaf de su ensimismamiento,
estaba a punto de tener una importante entrevista con un hombre que
le daría valiosa información acerca de Anais Atria o al menos eso
decía la misiva que le había enviado el Emperador:
“Nuestro acuerdo ha concluido satisfactoriamente, algunos de
mis aliados me han traicionado y necesito encargarme de ellos, ya
no puedo seguir vigilando a tu novia, sin embargo, hay alguien que
te dará una importante información acerca de ella, sólo puedo
adelantarte que Anais Atria está en peligro, ya es tiempo de que
demuestres el resultado de tu entrenamiento, si deseas
ayudarla enfrentarás a otros guerreros élite, estás a punto de
ingresar a un mundo de intrigas y traiciones, donde nada es lo que
parece, ve a la dirección escrita en la tarjeta adjunta si te sientes
preparado”.
Kaf no lo dudó ni un instante, se sentía preparado, sabía que podía
pelear contra quien fuera, por supuesto que no creía en las palabras
del Emperador y sabía que estaba siendo utilizado, sin embargo, si la
seguridad de Anais estaba de por medio, él haría lo que fuera
necesario para ayudarla.
Ingresó en una enorme habitación, tan lujosa y exquisitamente
amueblada como el resto del lugar, un hombre al que él le calculó
unos treinta años cuando mucho lo recibió de manera cordial, le
ofreció algo de beber, oferta que Kaf rechazó, sin importarle lo que el
chico dijo, le pidió a su asistente un par de cervezas, le comentó a
Kaf que en los lugares soleados era la bebida más consumida, le
aseguró que la cerveza que probaría era la mejor del mundo.
Después lo invitó a pasar a una enorme sala, en ese lugar
manipuló un control remoto y una gran pantalla mostró a cuatro
personas, tres mujeres adultas rondando su cuarta década, entre las
que se encontraba una de sus maestras en la tundra, la guerrera
portadora del Arco Negro: Yod Sham, también conocida como Roue
de los Arcanos Negros, la cuarta imagen correspondía a un joven
como él a quien Kaf ya conocía: Corio Rotanev.
En ese momento llegó la mujer recepcionista y le entregó un vaso
cervecero a Kaf y otro a su anfitrión, quien obligó a Kaf a probar la
bebida antes de entrar en materia.
–¿Qué te parece? –le preguntó mientras disfrutaba su bebida–.
Apenas has cumplido tu mayoría de edad pero seguro ya has probado
los vicios de la vida…
Sin preguntar si podía hacerlo, Kaf encendió un cigarrillo y dejó
la bebida de lado.
–Sabe amarga, es la primera vez que pruebo el alcohol, sólo fumo
cuando sé que voy a pelear, me relaja.
–Entiendo la indirecta –dijo el hombre dando otro sorbo a su
cerveza–, aquí no pelearás con nadie pero te aseguro que si quieres
tener una buena riña, la tendrás, aunque te he de advertir que vas a
perder.
–¿Contra usted? –preguntó Kaf tirando la ceniza del cigarro sobre
la fina alfombra.
–No –respondió el hombre sin darle importancia a la bravuconería
del chico–, contra ellos –señaló las imágenes del monitor.
–Sólo conozco a dos de los que muestra la pantalla –comentó Kaf,
estuvo a punto de tirar el cigarrillo a la alfombra pero después se
arrepintió–. ¿Dónde lo apago?
–Donde quieras –le respondió el hombre con indiferencia–, la
alfombra ya está arruinada.
El resto del cigarrillo se desintegró entre los dedos de Kaf, quien
creó una pequeña llama para extinguirlo, después le prestó su total
atención a su anfitrión.
–¿Quiénes son las dos mujeres que aparecen con Roue y Corio
Rotanev y qué tienen que ver con Anais Atria?
–Son guerreras en la bolsa de la Corona –le explicó su anfitrión
señalando a cada una de ellas–: Tian de la Armada Elemental de
Arcadia y Démeter de los Bérserkers Celestiales del Círculo del
Zodiaco.
Kaf observó bien a las dos mujeres que le señaló su anfitrión,
ambas se veían peligrosas, el hombre siguió con su exposición.
–Tu amiga y otros miembros de reconocidos Clanes de Riazor
próximamente pelearán por el honor de obtener una espada del
alfabeto antiguo y así pertenecer a la Orden de los Caballeros
Fantasmas del estado de la tundra. Por lo que he investigado, conoces
bien a los implicados, los primos Rotanev: Corio, Erich, Nohel y
Ada, todos protegidos especiales del primogénito del Rey,
complementan a los aspirantes: Ysshud Shedar, Miroslav Venati y
Boyle Riazor.
Kaf afirmó con la cabeza, en efecto, los conocía a todos ellos,
despreciaba a la mayoría, Ysshud le caía bien y Boyle era su
hermano de batalla.
–¿Y qué hay con eso? –preguntó, sospechaba que tendría que
encargarse de alguno de ellos, lo que no entendía, era la participación
de las tres mujeres en la pantalla, incluyendo la de su maestra y
compañera: Roue.
–En los últimos años la Corona ha perdido mucha influencia en la
Orden de los Caballeros Fantasmas –le explicaba el hombre mientras
daba otro sorbo a su cerveza–, los Demonios de Ishtar le son fieles al
Presidente y los antiguos Profetas nada tenían que ver con la gente
del Rey.
La mención de los miembros de la Órdenes de Ishtar y Riazor le
trajo viejos recuerdos a Kaf, conocía a Lady Aliel y Sir Astaroth de
los Demonios de Ishtar, dos guerreros que él consideraba imbatibles,
como lo tenían que ser todos los Caballeros Fantasmas, por otro lado
había escuchado que los antiguos Profetas de Riazor eran
delincuentes prófugos sobre los que pendía una sentencia de muerte
por asesinar a los anteriores Herreros de la Orden de Hamal.
–La Corona desea tener el control de los nuevos Profetas –dedujo
Kaf, pensando en que todos los aspirantes estaban relacionados de
alguna manera con la gente del Rey.
–Así es –confirmó el anfitrión señalando a Kaf, mostrando así su
aprobación–, desde que todos eran unos aspirantes, la Corona se
encargó de tomar a los futuros Profetas bajo su manto para
asegurarse de que no se repitiera lo de la generación anterior, donde
el Gobernador del Estado los eligió a su entera conveniencia, aunque
al final de poco le sirvió, sus propias creaciones lo traicionaron.
Kaf tenía muchas dudas acerca de esos antiguos miembros de la
Orden de Riazor, sin embargo, no estaba ahí por lecciones de
historia.
–¿Cuál es el problema? –preguntó a su interlocutor–. La Corona
tiene bajo su manto a todos los aspirantes…
–El problema es que con los años la mitad se le “han salido del
corral” por así decirlo –el misterioso hombre encendió un cigarro y
tiró la ceniza en la alfombra, lo que hizo sonreír a Kaf–. Miroslav
Venati está siendo entrenado por un enemigo jurado de la Corona:
Rodro Markab; Ysshud Shedar ha mostrado un temperamento
rebelde, poco confiable para lo que busca la gente del Rey en un
aliado, para ese chico es más importante la amistad que la lealtad a su
majestad.
El portador de la Armadura Negra volvió a sonreír, cada vez le
caía mejor Ysshud Shedar, nada que ver con el molesto enano que
conoció en su temprana infancia. Su anfitrión seguía hablando de los
candidatos a Caballeros Fantasmas.
–Boyle Riazor fue descartado desde que estuvo como alumno de
intercambio en Regum Urbem, ese chico sólo obedece las órdenes de
su padre, el guerrero conocido como el Sacerdote, un hijo de puta
muy inteligente, mezquino y traicionero en el que nadie confía, tan
dañino para la Corona como los otros dos.
La mención de Boyle preocupó a Kaf, lo que decía su anfitrión era
cierto, aunque después de convivir tanto tiempo con él, tanto Kaf
como Jugement se dieron cuenta de que el hijo del Sacerdote podía
cambiar su forma de ser en el entorno adecuado.
–Quedando para el final tu amiga Anais Atria –continuó ese
hombre que de alguna manera estaba ligado al Emperador–, la
llamada favorita del Rey, una chica cuyas acciones y perfil
psicológico han “encendido los focos rojos” en el círculo más
allegado al monarca, al parecer conoce un secreto que puede cimbrar
a la Corte entera, ella es la que más peligro corre, si bien su majestad
la aprecia y la protege, las personas cercanas al soberano saben que
la chica no es confiable y pretenden desaparecerla a espaldas de su
jefe.
Kaf no necesitó más explicaciones, conocía a la perfección el
secreto que guardaba Anais puesto que lo había descubierto a su
lado, al parecer la vida de su amiga pendía de un hilo, sabía que los
conspiradores que deseaban matar al Rey no podían eliminarla sin
saber a quiénes les había confiado su secreto, pero podían también
estarse moviendo, tal vez acabarían pronto con el soberano y
entonces la vida de Anais no valdría nada.
–Quedando los primos Rotanev como únicos candidatos –Kaf se
estaba empezando a enfurecer–, cuatro idiotas manejables, al servicio
y voluntad de la Corona.
–Así es, ahí entran los personajes en la pantalla –el anfitrión
señaló las imágenes de las tres guerreras y Corio Rotanev–. Las
personas contratadas por la Corona para asesinar a los posibles
rivales de los primos Rotanev. Démeter de los Bérserkers Celestiales
se encargará de Ysshud Shedar, Tian de la Armada Elemental tiene la
misión de matar a Boyle Riazor, es imposible que puedan asesinar a
Miroslav Venati, está bien cubierto por la gente de Rodro Markab y
sus aliados, gente muy poderosa en el país que también está
interesada en inmiscuirse en la Orden de los Caballeros Fantasmas,
de él se encargará Corio –señaló al chico en la pantalla–, “el
favorito” del Rey y el más fuerte de los primos Rotanev, Miroslav
será el único de los objetivos que competirá por una espada del
alfabeto antiguo y la Corona tiene presupuestado que perderá.
En ese momento Kaf se quedó sin habla, quien quedaba era la
maestra a quien más apreciaba, Yod Sham, la portadora del Arco
Negro, la mujer divertida con alma de niña, quien en el corazón de
Kaf había sustituido a su madre, lo que escuchaba no podía estar
pasando.
–Roue es la encargada de la Corona para eliminar a Anais Atria –
susurró luchando por no caer de rodillas.
–Así es, los Arcanos Negros tenían un pacto con el Emperador, a
través de ellos ese hombre protegía y vigilaba a tu novia, pero vino
un rompimiento, Diablo y Roue lo abandonaron y se decantaron por
servir al primogénito del Rey, Amoreux y Justice cumplirán su
palabra y continuarán apoyando al Emperador, en estas épocas el
más peligroso de todos, Diablo, está ocupado cumpliendo una tarea
ancestral que les corresponde a los Arcanos Negros, de la cual tú
sabes todo, por lo que él, por el momento, no es un obstáculo en tu
camino.
Kaf recordó la obligación de los Arcanos Negros, en teoría estaba
corriendo el tiempo de Justice para cuidar la puerta del norte, sin
embargo, tres años atrás la portadora de la Capa Negra había
cambiado de turno con Sámaj Alderamin a pedido de éste último.
En ese año Sámaj Alderamin trató de convencerlo de unirse a la
causa del primogénito del Rey, lo envolvió con todo tipo de
promesas, pero Kaf no aceptó, él jamás sería un aliado de un traidor
que atentara contra la vida de su propio padre, el portador de la
Cornamenta Negra se desilusionó con la respuesta de su alumno, le
aseguró que aunque no quisiera, al final terminaría ayudando a
Armantus Adam y no obtendría nada a cambio.
A Kaf poco o nada le importó la amenaza de su maestro, quien no
pudo hacer nada contra él en esos días porque el Emperador en
persona lo protegía, al año siguiente se presentó ante él Justice y
comenzó su instrucción como asesino.
Sin importar los motivos, Kaf pensaba que era una suerte el que su
maestro estuviera “amarrado de manos” en la tundra cumpliendo su
deber con Boleria, consideraba a ese hombre el más peligroso del
país.
Pero esa no era su principal preocupación, la revelación de su
anfitrión lo dejó perplejo, aún no podía creer que las personas que
más apreciaba se enfrentarían en una batalla a muerte.
–Roue es la encargada de la Corona para eliminar a Anais Atria –
repetía Kaf mientras las fuerzas lo abandonaban, ahora entendía el
mansaje del Emperador: “…algunos aliados me han traicionado y
necesito encargarme de ellos…”, era difícil saber cuántos y las
identidades de los sujetos que traicionaron al líder criminal, quien
tenía a muchas personas en el bolsillo, también era cierto que su
batalla contra la Iglesia estaba próxima, la convocatoria de Jugement
lo probaba.
Kaf se mesó los cabellos, no podía creer lo que escuchaba, ni
siquiera podía recurrir a Amoreux o Justice, sus otros compañeros en
los Arcanos Negros, a quien seguramente el Emperador ya tenía
asignada alguna tarea en su batalla contra la Iglesia, por eso lo había
enviado a ese lugar, con ese hombre, porque estaba sólo y
efectivamente, las posibilidades de Anais de sobrevivir eran de cero
así como las de él de derrotar a su antigua maestra, sólo tenían una
pequeña posibilidad de sobrevivir si la enfrentaban entre los dos. La
pregunta era: ¿Tenía él el valor de enfrentar a una persona a la que
apreciaba tanto en un duelo a muerte? No lo sabía.
Roue sí, ella completaría su misión por encima de lo que fuera y
de quien sea, eso fue lo primero que le enseñó cuando lo entrenó en
la tundra. Kaf entendió que debía decidir y tanto su corazón como su
mente fueron muy directos: salvaría a Anais, tenía la ligera esperanza
de convencer a su maestra de desistir, tal vez si Anais prometía no
concursar por la espada…
–Si piensas intervenir debes partir a Ishtar cuanto antes –le
advirtió su interlocutor–, al parecer ya entendiste las implicaciones
de lo que te estoy diciendo, a mí no me interesa quien se quede con
esas espadas, esto sólo lo hago como un favor al Emperador, si así lo
deseas, tengo a una bestia que puede llevarte a la capital en un
santiamén…
–De acuerdo –dijo un desganado Kaf–, gracias por todo –le
extendió la mano a su anfitrión–, aunque no me lo dijo, usted
seguramente también es un jugador en esta partida de poder, espero
me diga su nombre antes de dejarme marchar.
–Puedes llamarme Eacos –el hombre estrechó la mano de Kaf–,
tienes razón al pensar que soy un jugador en este pulso de voluntades
tras el poder y puedo asegurarte que soy un enemigo jurado de la
Corona, te repito que por el momento no me interesa lo que suceda
con las espadas del alfabeto antiguo, me da igual que las ganen los
primos Rotanev o tu chica y los demás pretendientes incómodos, esta
información te la di como un favor al Emperador con quien tengo un
pacto de comunicación, el préstamo de tu pasaje a Ishtar lo hago
porque creo que será bueno ver cómo se vienen al suelo los planes de
la Corona, aunque nada está escrito, las asesinas son guerreras de
respeto, muy eficientes, lo más seguro es que tú y los otros jóvenes
mueran, ya veremos.
Kaf se despidió, la asistente de Eacos lo condujo a la cima del
edificio, donde encendió una enorme bengala que estalló en el cielo,
minutos después apareció una enorme bestia alada de quince metros
de altura, la mitad delantera de su cuerpo era el de un águila y la
trasera el de un león, Kaf ya había escuchado hablar de ella pero
nunca se imaginó que fuera tan impresionante.
–Ese es el mítico Grifo, la bestia del FILO Oscuro número siete,
Isis…
–Esa bestia es el padre del Grifo de Isis, más grande y poderoso –
le informó la mujer–, su nombre es Gryphos, es una de las bestias
más rápidas del mundo, sube en ella y llegarás en un instante a Ishtar.
Kaf se aproximó al borde del edificio, observó una luz que
rodeaba todo el entorno.
–¿Qué es? –le preguntó a la mujer.
–Tecnología de última generación –respondió la asistente–, el
edificio por medio de luces crea una imagen alrededor que oculta
a Gryphos, en cuanto esa hermosura despegue nadie te verá ni el
polvo…
Kaf saltó al lomo de la bestia y como la mujer se lo advirtió,
despegó en un instante, sintió alrededor de su cuerpo una ligera
presión elemental de tipo viento, pensó que la bestia lo estaba
sosteniendo en su lomo para que no saliera volando debido a la
presión de la velocidad, todo a su alrededor pasaba como una
película a alta velocidad.
Dejó de pensar en su travesía y se concentró en su objetivo, debía
salvar a Anais y al mismo tiempo evitar pelear con Roue, esperaba
poder lograrlo, no le importaba lo que tuviera que hacer, esas dos
mujeres junto con Neary Barac eran las más importantes en su vida.

Llegó en un instante a Ishtar, la velocidad de Gryphos era


inigualable, la bestia con cuerpo de águila y león lo dejó en la Ciudad
Blanca Ersghiaal, donde Kaf de inmediato se escabulló en Regum
Urbem, en ese lugar se encontró con Boyle Riazor, quien recién
había llenado su solicitud como postulante a Caballero Fantasma por
la Orden de Riazor. La cual, tramitó a través del despacho de la
Orden que operaba en Regum Urbem, mandato dado por su padre
para mostrar a la Corona que estaban a su disposición.
En cuanto llegó a la ciudad del Rey, Boyle se trató de poner en
contacto con Anais, al no encontrarla investigó su paradero, le
informó a Kaf que la chica se encontraba cumpliendo una misión de
vigilancia de un emplazamiento en las afueras de la Ciudad.
Kaf soltó una maldición, el que Anais estuviera en un sitio
apartado la convertía en un blanco fácil, se apresuró a buscarla, no
sin antes advertirle a su amigo de las intenciones de la Corona de
deshacerse de él, tenía que andarse con cuidado en ese lugar.
Boyle se tomó las cosas con calma, como siempre, no mostró
ninguna emoción, le comentó a Kaf que en esos días no se hablaba
de otra cosa en palacio que del regreso de los primos Rotanev y de lo
poderosos que eran, todo mundo apostaba a que ellos serían los
futuros portadores de las espadas del alfabeto antiguo que
correspondían a la Orden de Riazor.
Kaf preguntó a su amigo si ya había tenido la ocasión de
encontrarse con alguno de los chicos Rotanev y de medir su fuerza,
Boyle lo negó, sólo se había presentado para inscribir su candidatura
por una de las espadas del alfabeto antiguo de la Orden de Riazor, al
parecer no le importaba quien fuera su oponente ni pensaba
investigarlo. Kaf dudaba que alguien pudiera derrotar al hijo del
Sacerdote.
Ambos salieron presurosos al patio principal para ir en ayuda de
Anais, a Kaf le fue imposible quitarse de encima a Boyle, sin
importar lo que pasara, el hijo del Sacerdote lo acompañaría a ayudar
a su amiga.
En cuanto estuvo al aire libre, las ropas de Kaf se volvieron
negras, la Armadura Negra se posicionó en su cuerpo y de inmediato
dio un largo y poderoso salto, no así Boyle, quien se quedó estático
en su lugar, tres segundos después, Kaf cayó a su lado estrellándose
contra el suelo.

En el emplazamiento de Ishtar, Anais se estaba dando un largo


baño después de una intensa jornada de entrenamiento, el lugar le
venía bien para desarrollar sus habilidades, pensaba en pedir permiso
para quedarse un tiempo más ahí, si se podía, hasta la fecha en que
disputaría con Ada Rotanev el derecho a portar la espada del alfabeto
antiguo Sigma.
Estaba por tenderse en la cama cuando alguien tocó a su puerta,
Anais con cara de hartazgo fue a abrir, en ese emplazamiento se
entrenaban a los ejércitos del estado a la orden de la Corona, ella no
tenía nada que ver con ellos, sólo estaba de paso supliendo al
Capitán, el lugar se dirigía solo, no la necesitaban para nada o eso era
lo que ella pensaba.
Abrió la puerta, del otro lado estaba uno de los instructores del
lugar, se cuadró ante ella y con su voz marcial le dio el informe de lo
que estaba sucediendo.
–Milady Atria –dijo sin bajar el saludo de la frente–, nos
encontramos bajo ataque.
Anais se sorprendió con las palabras de aquel hombre… ¿Quién
demonios planearía un ataque a una base de entrenamiento?
–¿Está seguro? –preguntó asomándose por la ventana–. No se ve
nada…
–Nos atacan por la entrada principal –informó el Instructor–, usted
es la persona con mayor rango aquí, esperamos sus instrucciones.
Anais reaccionó rápido, no podía mostrarse temerosa, pensó que
tal vez aquella era una prueba para mostrar si en realidad estaba
preparada para convertirse en una Espada Real, no pensaba fallar.
–¿Tiene usted alguna experiencia en batalla, Mayor? –preguntó al
militar.
–Ninguna –había un asomo de temor en la voz del instructor–,
siempre he sido un docente.
–Eso es preocupante –comentó Anais con inquietud–. ¿Entre los
instructores hay alguien con experiencia en batalla?
–Sí –respondió de inmediato el Instructor–, un par de mis
compañeros han servido en activo al ejército, son los que están
coordinando la defensa del emplazamiento en lo que usted se hace
cargo.
–Llámelos enseguida…
El instructor fue por sus dos compañeros en lo que Anais se vistió
con sus ropas de batalla, la miembro del Clan Atria se decepcionó en
cuanto los vio, el más joven de los dos tenía cuando menos el medio
siglo de existencia aunque todavía se veía voluntarioso, el mayor de
ellos caminaba con dificultad, Anais ya lo había visto en varias
ocasiones, era el encargado de la Biblioteca.
La joven aspirante a Espada Real entendió de inmediato que no
tenía tiempo para lamentaciones, lo que tenía enfrente era todo con lo
que podía contar y estaba dispuesta a utilizarlo para sobrevivir.
–¿Alguno de ustedes dos ha estado en una situación similar a esta?
El más anciano de los dos hombres observó a Anais con lástima,
era una buena chica a la que apreciaba, asidua visitante suya en la
librería, ese anciano apreciaba a cualquier persona que amara la
lectura, deseaba endulzarle las cosas pero dada la situación debía
hablarle con franqueza.
–Mi amigo y yo somos simples guerreros del ejército, un par de
ancianos que se niegan a retirarse a morir en algún asilo, hemos
peleado en algunas batallas, no lo niego, pero jamás hemos estado en
una situación como la presente, en este tipo de batallas, sólo personas
como usted salen vivas, los simples soldados como nosotros somos
utilizados como carne de cañón.
–Pero deben de saber de estrategias –insistía Anais–, cualquier
cosa que sepan nos sirve ahora…
–Esa es su mejor opción –el mayor de los dos recién llegados
señaló una ventana cercana–, usarnos como distractor, huya mientras
nosotros tratamos de incomodar y detener a quien nos ataca lo más
posible, usted es a quien buscan.
–¿Cómo lo sabe? –preguntó Anais sintiendo una punzada de ira.
–En los últimos meses sólo han mandado cadetes inservibles –
contestó el menos anciano de los recién llegados–, como lo dijo mi
compañero, carne de cañón, antes este era un emplazamiento modelo,
grandes guerreros salían de aquí, esto no es más que la presentación
de un platillo que lleva tiempo preparándose, señorita, usted es una
persona élite, como puede ver, su presencia en este lugar no tiene
razón de ser a menos que sea el objetivo de quien nos ataca…
Con desesperación Anais corrió al frente donde ya se podía ver el
campo de batalla, aquello no era una pelea entre el ejército y un
irruptor, era una masacre, decenas de flechas elementales estaban
acabando con todo alrededor, incluso el armamento de aquellos
chicos era paupérrimo, una vergüenza para el poder adquisitivo de la
Corona que siempre se armaba con lo último en tecnología.
Daba tristeza y furia ver aquello, los cadetes no tenían ninguna
oportunidad, serían arrasados en un instante aunque estaban bien
organizados en grupos compactos, con lo poco que tenían defendían
con valor el emplazamiento, pensó que aquellos dos ancianos eran
mejores de lo que le mencionaban.
–Están masacrando a sus hombres –les dijo a los instructores–, si
yo soy el objetivo deberían irse, algunos pueden salvar la vida…
–Aunque así fuera –contestó el más anciano de los instructores–,
no podemos hacerlo, no importa si tenemos a lo peor del ejército,
seguimos perteneciendo a la Guardia Real, seríamos colgados si
escapamos a nuestro deber de proteger este emplazamiento, además
de que sería una vergüenza y un deshonor huir, tenemos la
obligación de proteger este lugar y lo haremos hasta con la vida del
último de los hombres.
–Yo tampoco pienso irme –le espetó Anais.
–Nuestro deber es protegerla Milady –mencionó el anciano
bibliotecario–, todos en este emplazamiento estamos a sus órdenes.
–¡Ordeno la retirada entonces! –gritó Anais.
–Nos rehusamos –comentó el menos anciano de los dos
instructores que recién llegaron–, lo siento, niña, si te marchas ahora
puedes levantar una queja formal y pedir un juicio marcial contra
nuestros cadáveres.
–Eso no es gracioso –Anais hizo a un lado de manera brusca a los
instructores–. Ustedes aquí estarán mañana, el día después de
mañana, el que le sigue y muchos más para decir que sobrevivieron a
esta masacre y así puedan ayudar a la siguiente persona a quien
pretendan asesinar en este lugar.
Un triángulo de cristal se formó en la muñeca de Anais, quien al
cruzarlo desapareció, los tres instructores se quedaron solos, el más
anciano de ellos apuró a los otros dos.
–Esa niña va a pelear, nuestro deber es protegerla con nuestras
vidas, de algo le podremos servir, ya sea como escudo o como
señuelo, andando…
Los tres instructores abandonaron la habitación mientras
planeaban la estrategia para soportar el más tiempo posible.
Antes de hacerse presente en el campo de batalla, el triángulo
teletransportador de Anais la llevó a las barracas traseras, el basurero
del lugar, ahí, en una choza oculta pero impecablemente ordenada, se
encontró con un maduro hombre al que difícilmente podía calcularse
su edad, su barba estaba encanecida pero no mostraba arrugas en los
ojos, era difícil adivinar el estado de su cuerpo por las holgadas y
desgastadas ropas militares que usaba aunque caminaba renqueando
por el pie derecho, además, una gran melena blanca adornaba su
cabeza y le cubría parte del rostro.
Su rol en ese lugar era el cuidado y limpieza de las armas, labor
que realizaba con una eficiencia casi religiosa, todos hablaban de su
impecable trabajo pero su persona pasaba desapercibida para la
mayoría en un lugar plagado de donnadies.
Anais veía a esa persona con sumo respeto, era la verdadera razón
por la que no deseaba abandonar ese emplazamiento, el humilde
hombre frente a ella le había enseñado más que todos los
renombrados y expertos maestros que había tenido.
–Maestro –le llamó en cuanto lo vio–, estamos bajo ataque…
El hombre en ese momento leía un libro y disfrutaba de una taza
de café, no se inmutó ante la alarma de su alumna, tan sólo dejó la
taza en el plato que descansaba en la mesa, se limpió la boca con una
servilleta y comentó:
–Este lugar es una basura, tú eres lo único que vale la pena aquí,
toma tus cosas si es que tienes algo que valga la pena en este
emplazamiento y vete.
–Pero los soldados que están aquí…
–Ya están muertos –la interrumpió de tajo–. ¿Acaso no sientes la
energía? Un guerrero élite está por destruirlo todo y su único objetivo
debes ser tú, si te vas, tal vez los soldados tengan oportunidad de
vivir.
–No me mienta –le reclamó Anais–. Si me voy igual los van a
asesinar, el irruptor no va a permitir que queden testigos de lo que
hizo.
–Creo que así será –comentó el hombre encargado de las armas–,
más razón para que te vayas de aquí.
–No vine a pedir su consejo –le espetó Anais–, vengo por su
ayuda, soy la encargada de este lugar y no voy a abandonar a los
soldados que aquí entrenan.
–Esa es tu decisión –apuntó el hombre–, ya me conoces, yo no
peleo por nadie y nadie me interesa, estoy aquí sólo por ti, por
ayudarte a sacar ese poder que me tiene fascinado pero en realidad no
me quita el sueño si te asesinan.
–Es usted un cobarde…
–He estado en muchas batallas, jovencita, he arriesgado mi vida
más veces de los años con los que cuentas, sé cuando una batalla está
perdida y es mejor retirarse…
–Por lo menos entrégueme mí…
–Nada de eso –la interrumpió el armero–, hicimos un trato y no
has demostrado que lo merezcas, si quieres pelear es tu problema,
ahora, si me lo permites, tengo que organizar mi huida.
Anais le dedicó una última mirada de decepción a quien fuera su
entrenador y maestro en los últimos meses y después se dirigió al
campo de combate, el viejo maestro negó con la cabeza, sabía que
esa tonta chiquilla iría al matadero.
Una vez que Anais se retiró, el armero se preparó para marcharse,
rasuró su barba y se puso ropas limpias, se quitó las cejas postizas y
la peluca blanca, su cuerpo lleno de cicatrices era fuerte y musculoso,
su andar era fino y preciso, ya no renqueaba, se observó en el espejo
soltando un murmullo de aprobación, el viejo militar había muerto,
ahora sólo quedaba “el devorador blanco”, aquel hombre con el que
Anais convivió varios años en las profundidades del desierto de
Levit.
En cuanto estuvo listo se marchó, ni siquiera tenía curiosidad por
lo que sucedería con su alumna, le daba igual si vivía o moría,
aunque, conociendo a Anais, estaba seguro que sobreviviría, si así
era, él la buscaría después, tenía algo que le pertenecía a la miembro
del Clan Atria y debía devolverle.

A un kilómetro de distancia, Roue apuntaba su Arco Negro hacia


el emplazamiento, una vez que tensaba la cuerda de su arma su
visión se modificaba, sus ojos eran capaces de ver a kilómetros de
distancia, veía a sus blancos como si estuvieran a unos cuantos
metros, su arco estaba vacío, ella no llevaba ningún carcaj o bolso
similar para sus flechas, las producía ella misma con su energía, el
arco era un auxiliar que las potenciaba y la auxiliaba para dar en el
blanco.
Cada flecha lanzada tenía un objetivo específico, persona u objeto,
ninguna era desperdiciada, en el centro del Arco Negro había tres
pequeños cilindros, el superior tenía diez caras distintas, en cada una
se vislumbraba un número del 1 al 9 y había una más con la marca:
X.
El cilindro era giratorio y dependiendo del número en el que lo
detenía Roue, era el número que el Arco Negro multiplicaba las
flechas de la asesina siendo el diez el número máximo de saetas que
podía disparar en un solo tiro.
El tamaño de las flechas también variaba dependiendo del tiempo
que le tomara a la arquera disparar la flecha y del cilindro de en
medio, el cual tenía seis caras con los números: 1, 10, 20, 30, 40 y
50, las cuales significaban el número por el que se multiplicaba el
tamaño de las flechas, siendo la de un metro el tamaño estándar y el
número “uno” el modo de “descanso” del cilindro medio.
El tamaño de las flechas podía aumentar desde los diez hasta los
cincuenta metros de altura, para hacer crecer las flechas, el cilindro
superior del arco debía estar en la posición: X, en la cual, las flechas
no se podían duplicar.
El cilindro inferior marcaba la velocidad, contaba con cuatro
caras, una con tres líneas onduladas que significaban la velocidad del
viento, otra con tres líneas curvas en sentido vertical que
simbolizaban la velocidad del sonido y otra con ocho líneas rectas
unidas en una de sus puntas a un pequeño círculo imaginario
formando un punto resplandeciente, simbolizando la velocidad de la
luz y el último lado tenía un círculo cruzado por una línea
transversal, era el símbolo que mantenía “apagada” la característica
de velocidad del arma.
Dependiendo de la velocidad era la potencia del ataque, entre más
veloz era la flecha, menos potente era el impacto, sin embargo, una
lluvia incesante de flechas de poca potencia podían ser más efectivas
que un impacto de una flecha de cincuenta metros de longitud.
Al igual que en el segundo cilindro, para poder utilizar el cilindro
inferior, el cilindro superior debía marcar el símbolo X y el cilindro
medio el número “uno”, con lo que sólo se podía lanzar una flecha de
tamaño normal a la vez, lo cual no era una desventaja, la rapidez que
alcanzaban las flechas era impresionante, el objetivo era atravesado
por muchas más flechas que las diez que permitía la multiplicación
aunque menos potentes. Para realizar ese disparo, Roue debía tensar
dos veces su arco, una para disparar la primera flecha y una segunda
para las posteriores, una vez que dejaba de tensar el arco por segunda
ocasión, la “lluvia” de flechas finalizaba.
Cada cilindro era independiente y para utilizarlo los otros dos
debían estar en modo “apagado”, Rue era una maestra con su arma,
manipulaba los tres cilindros a gran velocidad mientras combatía, era
difícil para el ojo simple poder observar la rapidez con la que
cambiaba el modo en que lo utilizaba.
Roue se estaba divirtiendo, podía haber destruido el
emplazamiento completo con una sola flecha pero eso sólo sería una
pérdida de tiempo, si ya estaba ahí pensaba pasárselo bien, tenía
curiosidad de probar la fuerza de un “Gash” tan poderoso como el del
Clan Atria.
Terminaba de disparar una nueva carga de flechas de fuego
cuando en un grácil y sencillo movimiento se dio la vuelta y detuvo
con su mismo arco el ataque de la espada que iba dirigido a su cuello,
agresora y agredida se quedaron un momento forcejeando, Roue le
lanzó una mirada reprobadora a Anais.
–Tardaste mucho en venir, niña, muchas personas murieron por tu
culpa…
–Yo no maté a nadie –Anais cada vez se sentía más furiosa–, la
asesina eres tú…
–Así es, pero tu indecisión mató a muchos, si pensabas
enfrentarme debiste venir antes, no tienes lo que se requiere para ser
una Espada Real.
–¿De eso se trata esta masacre? –preguntó Anais sin creer lo que
escuchaba–. ¿De una simple prueba para ver si tengo lo necesario
para pertenecer a los Caballeros Fantasmas?
–No, yo sólo soy una mensajera y el mensaje es muy sencillo,
fallaste, no mereces pertenecer a la Orden…
–Y la muerte es mi castigo.
–Así es, ni siquiera vales la pena para que te mate tu adversaria en
un duelo por la espada Sigma, quien sí es poderosa, tú tan solo eres
una niña mimada que jamás hará algo por sí misma en la vida, das
asco, eres una burla para la Orden, para tu familia y para los Clanes
del Norte, tu sola presencia en este mundo es una aberración, pero no
te preocupes, para eso vine, para terminar con tu patética existencia.
Anais jamás se había sentido tan furiosa en su vida, en ese
momento dejó de importarle todo, lo único que deseaba era destruir a
esa mujer y hacer que se tragara sus palabras.

En Regum Urbem, del impacto con la tierra quedó un agujero, Kaf


se incorporó, gracias a la protección de la Armadura Negra no había
resultado herido, sin embargo, el golpe que recibió le hizo entender
que muy difícilmente podría dejar la ciudad del Rey, como muchos
también llamaban a la pequeña metrópoli dentro de la Ciudad Blanca
Ersghiaal.
A su lado vio a Boyle Riazor, estaba serio, bastante humo salía de
su cuerpo y no dejaba de ver al frente, Kaf siguió su mirada y se
encontró con las últimas personas a quienes deseaba enfrentar: uno
era Albert Adam, antiguo guardián personal del fallecido Rey Daren
junto con el “duelista”, la otra persona era ni más ni menos que la
lideresa de los Sindicatos de Ishtar, la guerrera conocida como
Duquesa, la mujer más influyente en Regum Urbem.
El ver a dos de las personas más importantes de la Ciudad Blanca
Ersghiaal preocupó de sobremanera a Kaf, sobre todo porque ubicaba
a ambos de entre los conspiradores para matar al Rey. Si ellos dos
eran sus oponentes para impedir que fueran a ayudar a Anais,
significaba que su amiga debía morir a cualquier costo.
–No te metas en esto –le dijo a Boyle–, las órdenes de tu padre no
incluyen perder la vida ante esos monstruos.
–¿Qué harás tú? –preguntó Boyle.
–Prefiero morir antes que permitir que dañen a Anais.
–Mi padre no me dijo nada acerca de esos dos –señaló a Albert
Adam y Duquesa–, por lo tanto puedo hacer con ellos lo que me
venga en gana, le debo una muy grande a Anais por ocultarle
información de Nina, hasta que no se lo pague, la protegeré.
Albert Adam y Duquesa veían con cara de aburrimiento a los dos
chicos, ninguno de los dos atacaba, estaban ahí para detenerlos, no
para matarlos, Kaf sería de utilidad para Armantus Adam más
adelante y otra persona diferente a ellos dos se encargaría de Boyle,
no tenían por qué mancharse las manos con él.
Los dos chicos no perdieron más el tiempo, debían apresurarse si
deseaban ayudar a Anais Atria, Kaf atacó a Albert Adam y Boyle
hizo lo propio con Duquesa.
Los encuentros duraron apenas un instante, Albert Adam derrotó a
Kaf en apenas tres movimientos, la Armadura Negra fue incapaz de
soportar el poder de la pegada del antiguo Guardián del Rey, algo
parecido sucedió con Boyle, quien aunque copió el látigo de energía
pura de Duquesa, no fue capaz de seguir sus movimientos, ambos
quedaron derribados en el suelo.
–Será mejor que se queden ahí –les advirtió el Guardián del
anterior Rey–, si se levantan, no seremos tan cuidadosos otra vez,
podríamos lastimarlos.
Ni Kaf ni Boyle hicieron caso de la amenaza de Albert Adam,
ambos se pusieron de pie y se prepararon para atacar, una enorme
cantidad de humo rodeó al hijo del Sacerdote, quien con dos látigos
de energía pura atacó al mismo tiempo a los sirvientes del Rey,
mientras tanto, de un poderoso salto Kaf se alejó del lugar de la
batalla.
Cogió una cinta que llevaba amarrada al brazo y la desenrolló en
un rápido movimiento, convirtiendo el trozo de piel en una espada
negra, no importaba qué objeto utilizara, lo único que necesitaba para
formar su arma era un canalizador, el trozo de piel alrededor de su
brazo fue idea de su maestra Justice, a quien le desagradaba que
utilizara el cinturón para transformarlo en su espada.
–Gracias amigo –pensó Kaf, no habían sido necesarias las
palabras, una mirada bastó para que ambos se entendieran, Boyle le
daría el tiempo necesario para escapar, lo importante en ese momento
era ayudar a Anais, al parecer, ni Albert Adam ni Duquesa pensaban
eliminarlos, no al menos en Regum Urbem, a la vista de demasiados
curiosos.
Para mala suerte de Kaf, su estrategia no les resultó, de nuevo fue
impactado con una brutalidad tres veces más intensa que la primera
vez, su velocidad no significó nada para los guerreros a los que
enfrentaban, su espada apenas pudo contener los primeros ataques,
ahora había sido Duquesa quien lo alcanzó y lo “bajó” a nivel de
suelo de nuevo.
Aparentemente no había sentido dolor, sin embargo, le costó un
gran trabajo ponerse de pie, Kaf se imaginó que cuando desactivara
su armadura sentiría todo el dolor de esa batalla, volteó hacia Boyle y
vio que su amigo no lo estaba pasando mejor, Albert Adam lo
sostenía en el aire por el cuello sin que el “Empalador” pudiera hacer
nada al respecto, después, el Guardián del anterior Rey lo arrojó al
suelo como si fuera un saco de basura.
Kaf ayudó a Boyle a incorporarse, ambos sabían que no
soportarían un tercer golpe de esos monstruos, sin embargo, no les
quedaba otro remedio.
–Jamás pensé que habría tanta diferencia entre un guerrero élite de
primer nivel y nosotros –comento Kaf con desgana–, somos unos
insectos comparados con ellos.
–De nada va a servir que nos derroten aquí –le respondió Boyle en
voz baja–, si utilizo todo mi poder puedo contenerlos un minuto, eso
es todo lo que te daré, lo demás depende de ti…
Kaf entendió las palabras de Boyle, su amigo iba a utilizar sus
mejores técnicas contra dos rivales invencibles, el portador de la
Armadura Negra conocía bien al “Empalador” y sabía lo metódico,
inteligente y observador que era durante una batalla, sabía de sus
límites y hasta donde podía exigirse, si decía que le daba un minuto
era porque se lo daría sin importar lo que hicieran sus oponentes, Kaf
no pensaba desaprovechar el tiempo que su amigo le estaba
otorgando, elevaría su armadura al siguiente nivel, si la combinaba
con su viento, estaba seguro que ni Albert Adam o Duquesa lo
alcanzarían. Los dos aprendices de asesinos decidieron jugárselo
todo en ese siguiente movimiento.
El vapor de Boyle se intensificó, el “Empalador” tomó el poder de
su amigo sobre las fuerzas elementales, era con el que más se
identificaba al pelear a su lado durante tanto tiempo, su espada se
cargó de energía tipo viento y en un rápido movimiento atacó a sus
rivales.
La hoja del arma ni siquiera alcanzó a realizar el elipse completo,
una mano detuvo su giro natural, tanto Kaf como Boyle veían al
nuevo guerrero en escena, desilusionados, ese tipo se veía tan fuerte
como Albert Adam o Duquesa, en resumen, habían perdido.
El misterioso hombre llevaba una chamarra de mezclilla y un
pantalón de la misma tela, bajo la chaqueta portaba una sudadera roja
deportiva cuya capucha usaba sobre la cabeza, soltó el arma de
Boyle, con voz grave, susurrante y ronca les indicó a los dos chicos:
–Lárguense…
Kaf se quedó estático, no supo qué hacer, por el contrario, el
siempre frío y cerebral Boyle lo tomó de sus ropas y usando el látigo
de energía pura que de nuevo había tomado del poder de Duquesa,
enlazó la antena de una alta cúpula y salió disparado del lugar.
Al mismo tiempo, Albert Adam y Duquesa intentaron detener a
los chicos pero a una velocidad impresionante, el recién llegado
detuvo a Duquesa, evitó su patada, tomó su pierna y con el mismo
impulso de la mujer la arrojó al suelo, al Guardián del anterior Rey
no le fue mejor, una gigantesca bestia mitad águila mitad león golpeó
a Albert Adam en el aire lanzándolo al suelo.
–¿Qué se siente ser los que caen y no los que derriban? –preguntó
el recién llegado con su áspera pero tranquila voz.
–Gorthys –Albert Adam siseó el nombre de su inoportuno
visitante con reproche y odio–. Tu presencia en Regum Urbem viola
todos los acuerdos con tu familia.
–Mi amo no firmó ningún acuerdo con ustedes por lo que no está
violando ninguna regla, Radamanthys no tiene obligaciones con
ningún grupo de poder del país…
–Lo sabemos –le espetó Duquesa–. Tu amo lo único que desea,
junto con Horus, es la destrucción de Boleria.
–Radamanthys tiene una deuda con el muchacho de la Armadura
Negra y la está pagando, sólo eso… –Les informó Gorthys–. Esos
chicos ya están lejos de su alcance y ustedes bien saben que no vengo
solo, Gryphos es sólo uno de mis hermanos que me acompañan…
–Lárgate –ladró Albert mientras escupía en el suelo–, hoy no es el
día que los Adam y los Enoch arreglarán cuentas, pero falta poco,
pronto, muy pronto la estirpe de Caín Enoch desaparecerá por
completo.
–Lo mismo te digo de los Adam –respondió Gorthys–, ahora
mismo no son más que insectos para los Enoch, siguen vivos porque
todos los Clanes élite del país los protegen, especialmente los del
norte, pero pronto cambiarán los tiempos y mi amo será no sólo el
gobernante de Boleria, será el rey del mundo.
En un parpadeo Gorthys desapareció y apareció en el lomo
de Gryphos, la bestia a una muy lenta velocidad se alejó de Regum
Urbem.
–¿Y ahora qué haremos? –preguntó Duquesa con decepción.
–Dejaremos todo en manos de los asesinos que contratamos –le
respondió Albert Adam–, espero que no nos fallen… ¿Entendido?
Dos verdes, brillantes y enormes ojos felinos iluminaron la
oscuridad hacia donde Albert Adam había hablado, de entre las
sombras surgió un enorme tigre blanco de cinco metros de alto, sobre
el que montaba una mujer.
–Yo me encargaré de ellos, tú sólo cumple con lo que
prometiste…
–Mi palabra es la del primogénito del Rey –le aseguró Albert
Adam que también alcanzó a ver a su primo Dante a la distancia, lo
cual lo intimidó, Dante le había prohibido lastimar a Anais Atria, a
regañadientes cambió sus planes, prefería que el guardián del Rey
tratara directamente con Armantus el destino de Anais y no meterse
en problemas con ninguno de los dos–, acaba con Boyle Riazor y
tráeme a Anais Atria, entonces cumpliré mi palabra.
–La chica no estaba en nuestro trato –se quejó Tian, guerrera de la
Armada Elemental, grupo protector del Tercer Distrito de Arcadia.
–Ahora lo está –respondió Albert Adam sin darle importancia al
asunto, tú sólo tráemela y avisa del cambio de planes a la persona a
quien se la encargué, si me ayudas, te compensaré con algo tan bueno
como el arreglo original.
–Lo pensaré.
Tian ordenó al enorme tigre blanco, Byakko, partir, energía de tipo
viento rodeó a la bestia y en un instante desapareció. En cuanto
estuvieron solos, Albert Adam se volvió hacia Duquesa.
–La presencia de Gorthys en este lugar es preocupante, significa
que Radamanthys y Horus se han empezado a mover, quiero que
viajes a la ciudad de hielo Volantis en Riazor y hables con la
gobernadora, necesitamos saber qué planean esos dos contra la
Corona.
–De acuerdo.
Duquesa tomó un camino distinto al de Albert Adam, pensaba en
la forma de abordar a quien fuera su maestra, una miembro, al igual
que Radamanthys, del llamado Clan Maldito. Asiria Enoch,
gobernadora de la ciudad de hielo Volantis en el estado de Riazor,
estado que históricamente le pertenecía a la Corona pero que en
últimas fechas era dominado por los Enoch a través del más poderoso
de sus miembros: su Patriarca conocido como Elohim, guerrero que
en fechas actuales ya no existía, como los demás Patriarcas de las
grandes familias, fue eliminado durante la revolución de los FILOS
por los guerreros que ahora gobernaban el país.
Desde entonces, los miembros de la familia Enoch estaban
desperdigados, Elohim no era quien los mantenía unidos, al
contrario, era a quien sus familiares más odiaban, sin embargo, él los
mantenía a raya, subyugados al gobierno de Boleria y sus
instituciones, ahora que el guerrero más poderoso del país ya no
existía, era una incógnita lo que los miembros del llamado Clan
maldito tramaban.
Dante Adam no dijo nada ni se acercó a su primo Albert, sabía
que la orden de asesinar a Anais provenía de Armantus, el
primogénito del Rey, pero él tenía sus propios planes para la
miembro del Clan Atria, los cuales no incluían su asesinato, pensó
que sus primos Albert y Bruno, los Guardianes del anterior Rey,
estaban pisando terreno peligroso, si las cosas no salían como lo
habían planeado, la situación les estallaría en la cara.

De varias partes del Arco Negro surgieron afiladas cuchillas para


auxiliar a su portadora en la batalla cuerpo a cuerpo, Anais y Roue
mantuvieron un duelo frontal de habilidad con sus respectivas armas,
para sorpresa de la integrante de los Arcanos Negros, la aspirante a
Espada Real llevaba muy bien sus movimientos, la batalla estaba
igualada.
Ambas contrincantes decidieron que la batalla se definiría con sus
habilidades especiales, de un salto se alejaron la una de la otra, de
inmediato Roue tensó su arco formando una flecha de hielo, giró el
cilindro inferior hasta que se iluminó el número cinco, entonces
disparó la flecha que se multiplicó en cinco saetas más.
Anais formó un triángulo de lados multicolores, el cual
literalmente absorbió las seis flechas de hielo, después, regresó el
ataque en forma de viento, mismo que fue rechazado por Roue con
una flecha del mismo elemento.
–Interesante –susurró Roue–, una controladora elemental que
puede transmutar la energía, veamos qué tal lo haces con energía
pura…
Roue utilizó la segunda cualidad de su Arco Negro, las
características elementales se las daba ella y la cuerda se formaba
con el simple movimiento de tensión al disparar. El arma contaba
aparte con cuatro juegos de cuerdas distribuidas en dos poleas de los
extremos, las cuales le permitían utilizar las energías: psíquica,
metal, natural y fusión, dependiendo de la característica que le
quisiera dar a su arco, halaba la cuerda deseada y la “ensartaba en el
otro extremo, lo cual hacía con una rapidez y precisión inigualables.
Creó una flecha de energía pura, para hacerlo “activó” las cuatro
cuerdas especiales al mismo tiempo, al tensarlas, todo el arco brillo
en un intenso color amarillo, como si estuviera hecho de la energía
más poderosa de todas, disparó la flecha mortal, segura de que Anais
no tendría ninguna oportunidad, sin embargo, delante de la chica se
formó un triángulo diferente, amarillo, el cual absorbió la flecha y
después le devolvió el ataque en forma de rayo.
La portadora del Arco Negro tuvo que saltar para no resultar
herida, estaba emocionada, no se había equivocado al dejar viva a esa
chica, le daría una gran diversión antes de matarla.
Desenroscó las cuerdas y preparó su tercer cilindro, tenía
curiosidad por ver si aquellos triángulos eran capaces de actuar a
través de la velocidad de sus flechas, estaba segura que su rival no las
vería llegar, tal vez sus triángulos podrían absorberlas antes de que
llegaran a su destino.
Anais tampoco se quedaba estática, no había disparado todo el
poder absorbido por el triángulo de energía pura, su “Gash” le daba
la facultad de que sus triángulos de poder interactuaran entre ellos, el
triángulo blanco “cargó” el triángulo multicolor y la pretendiente al
puesto de Lady Aliel en la Orden de Riazor preparó su ataque.
Arco y triangulo estaban listos para disparar su descarga, los dos
al mismo tiempo liberaron su carga, Rue se decidió por flechas
eléctricas para sellar los movimientos de su rival y Anais prefirió
atacar con energía congelante con la misma finalidad.
Ambas energías chocaron en el centro formando una enorme
columna de polvo, cuando éste se disipó, tanto Roue como Anais se
veían sorprendidas, sus ataques no chocaron entre sí, ambas sabían
que eso era imposible, las dos atacaron por lados distintos, era Kaf
quien recibió el impacto de ambos ataques con su Armadura Negra,
la cual cubría todo su cuerpo, estaba en su segundo nivel.
–Deténganse –les ordenó a ambas al tiempo que su armadura de
cuerpo completo se difuminaba dejando sólo la de primer nivel que
convertía en metal sus ropas–, esto no tiene por qué ser así.
–¿Qué haces aquí, muñeco? –le preguntó Roue, quien le llamaba
así porque según ella, era tan lindo como un muñeco de felpa.
–Vengo a detenerte –le advirtió Kaf a su maestra dándole la
espalda a Anais–. Por favor, abandona tu misión.
–Tú eres el único por quien pensaría en hacer algo como eso… –
El rostro de Kaf se iluminó al escuchar a su maestra, sin embargo, se
oscureció al escuchar sus siguientes palabras–. En caso de que fueras
mi objetivo, pero no es así, mi deber es eliminar a esa niña –señaló a
Anais–, bien sabes que debo completar mi misión, eso fue lo primero
que te enseñé, a cumplir con tu palabra.
–Yo he dado mi palabra de proteger a Anais en contra de quien
sea –le respondió Kaf con tristeza, te quiero como a una madre, Yod,
tú bien sabes que es así, no permitiré que lastimes a Anais, por
favor…
Roue puso el dedo índice sobre la boca de Kaf, obligándolo a
callar, le dedicó una sonrisa maternal, era evidente que ella también
sentía hacia él algo más que simple amistad.
–Somos guerreros, muñeco, el que pertenezcamos al mismo grupo
de poder no significa que nos unan los mismos intereses ni que nos
motiven los mismos ideales, esto es trágico pero no puedes
cambiarlo, sé que intentarás detenerme, pero aún no tienes la
habilidad para hacerlo, yo controlo en su totalidad mi Tesoro Negro
y tú apenas llegas al segundo nivel del tuyo, no tienes oportunidad
contra mí. Tu amiguita morirá aquí sin que puedas hacer nada al
respecto, hoy no será el día de tu muerte pero tal vez la próxima vez
que nos veamos, sí, todo depende si vas a buscar vengar su muerte.
Sólo te perdonaré el que me ataques una sola vez, si me vuelves a
buscar con la finalidad de matarme, me defenderé y me aseguraré de
que no lo vuelvas a intentar.
–Entonces no hay nada que yo pueda hacer para detenerte… –Kaf
miraba al suelo, ni siquiera se atrevía a ver a los ojos a su maestra.
–Así es, muñequito precioso, ya sabes que para mí, la palabra
dada es un compromiso ineludible, lo siento.
–Yo también, como tu alumno tampoco faltaré a mi palabra de
proteger a Anais.
–Lo cual me llena de orgullo –Roue acarició la mejilla de Kaf,
levantándole el rostro para obligarlo a sostenerle la mirada–, eso
significa que te entrené bien.
–¡Ya basta! –Anais empujó a un lado a Kaf enfrentando a Roue–.
Esta es mi batalla y nadie más la peleará por mí, Kaf no me prometió
nada ni me debe nada. –Se volvió hacia el portador de la Armadura
Negra–. ¡Es cierto! No tienes por qué hacerlo, voy a ser una Espada
Real, si no puedo con esto, no merezco vivir.
–Vas a matarla porque estorba a tu empleador en sus planes –Kaf
de nuevo se colocó frente a Roue–, Anais no debe presentarse a
disputar un lugar en la Orden de Riazor, si ambos te juramos que ella
no se presentará… ¿Te olvidarás de esto?
Roue lo pensó un momento, observó detenidamente a la chica,
entonces sonrió, sin importar lo que ella opinara, Anais ya tenía una
meta fija, decidió, sólo por diversión, darle gusto a su “muñeco”.
–Si tu amiga acepta no presentarse a disputar el derecho a portar
la espada del alfabeto antiguo Sigma, podrán irse, sin embargo, no
creo que sus detractores se queden de brazos cruzados, aunque yo no
acepte la posterior misión de “desaparecerla”, alguien más lo hará.
–Me preocuparé de eso cuando suce…
Kaf no pudo terminar de hablar, una bofetada en pleno rostro lo
silenció, Anais lo veía con furia, de su rostro ya salían algunas
lágrimas.
–¿Qué te da el derecho de decidir por mí? ¿Quién te dio la
facultad de decidir mi futuro? Sin importar lo que suceda, voy a ser
la próxima Lady Alyassa.
–Entiende –Kaf desesperado sacudió a Anais por el hombro–,
estamos hablando de tu vida, Roue te matará aquí mismo, eso te lo
puedo asegurar… ¿De qué te sirve aferrarte a algo que de igual forma
no vas a poder cumplir?
Anais golpeó en el estómago a Kaf y a continuación en el rostro,
después de derribarlo le espetó:
–Porque yo también hice una promesa, voy a ser una Espada Real,
me convertiré en Gran Maestre de la Orden y ayudaré a mi hermana
a cambiar el mundo.
Kaf se limpió la sangre del labio, desde el suelo insistía en hacerla
desistir.
–Tu hermana estaría de acuerdo conmigo en que tu vida vale más
que tu promesa, un millón de veces más. –Después agachó la mirada,
la voz se le “quebraba” y los ojos se le pusieron cristalinos–. Tu vida
vale más que todas las promesas del mundo.
Anais se agachó, levantó la cabeza de Kaf que ya mostraba
algunas lágrimas, por segunda vez lo besó en los labios.
–Mi vida de nada vale si no puedo hacer algo bueno con ella, ya
estoy harta de que me salven, de vivir con miedo, no quiero volver a
depender de nadie, ni de ti, la próxima vez que nos enfrentemos a
una situación parecida, yo te estaré protegiendo a ti.
En un instante, tanto Kaf como Anais sintieron que alguien los
levantaba del suelo y los arrojaba lejos de ahí, apenas justo a tiempo,
un poderoso impacto dejó un amplio cráter de varios metros de
profundidad, en medio de la destrucción, se encontraba un enorme
tigre blanco con una mujer sentada encima de él.
Kaf palmeó el brazo de Boyle al tiempo que se levantaba, su
amigo de nuevo lo estaba salvando, ese impacto habría matado a
Anais, quien también se incorporaba. Con sus manos recargadas en
su arco que pendía horizontal en su espalda, Roue señaló con la
mirada a la recién llegada.
–Tu suerte se terminó, muñeco, tus amigos morirán aquí, esa
mujer es Tian, una poderosa guerrera miembro de la Armada
Elemental de Arcadia, como podrás ver el poder de su bestia es
extraordinario, los enterrará a todos en este lugar.
–Yo también puedo hacer eso –le aseguró Kaf–, mataré a esa
bestia en un santiamén…
–Tenemos trabajo que hacer Roue –Tian interrumpió a Kaf–, las
órdenes cambiaron, debemos matar al chico Riazor y llevar viva a la
chica ante nuestro empleador.
Roue se mostró sorprendida, aplaudió emocionada la nueva
noticia.
–Los dioses te sonríen, muñeco, deja que matemos a tu
acompañante y que nos llevemos a tu novia, hoy, tú y ella salvarán la
vida.
Kaf comenzó a reír, hasta ese momento comprendió que Roue de
ninguna manera era la persona que él creía, esa mujer sin corazón no
merecía el cariño que le tenía, se volvió hacia Boyle.
–¿Qué dices, amigo? ¿Te dejo morir solo para salvar mi vida y la
de Anais?
Boyle, con su conocida actitud desinteresada y desprovista de
sentimientos, no respondió nada, tan sólo le mostró el dedo pulgar a
su amigo.
–Eso quiere decir que acepta –le dijo Kaf a Roue–, o mejor dicho,
que no le interesa, también quiere decir que si es necesario peleará
con las dos, él jamás morirá.
–¿Y tú que harás, muñeco?
–Anais ya dejó en claro que no desistirá, nada puedo hacer ante
eso, dejaré que haga lo que quiera –se volvió hacia Boyle–, déjame a
la mujer de la bestia, tú encárgate de la arquera.
Boyle no contestó, su vapor abarcó todo el terreno de combate,
hasta a la bestia, después, a una velocidad increíble atacó a Roue.
Kaf hizo lo propio, tal como lo había anticipado, Anais fue tras él
para apoyarlo, sonrió, así podría protegerla.
Roue apuntó con su Arco Negro a Boyle, colocó el cilindro
superior en el número tres, haló la cuerda y se formó una flecha de
energía elemental hielo, disparó la flecha que se multiplicó por tres,
el “Empalador” no hizo nada por evitarlas, las cuatro flechas se
difuminaron al entrar en contacto con el vapor que lo rodeaba, lo que
le dio la oportunidad al chico de acercarse lo suficiente para golpear
a su rival.
El impacto fue descomunal, a pesar de evitarlo por poco, la onda
de choque mandó a volar a la portadora del Arco Negro, quien se
incorporó de inmediato, así comenzó un combate vertiginoso, donde
la peor parte del daño se lo llevaba la mujer, ninguna de sus flechas
alcanzaban a su rival, su vapor lo protegía y en cambio él cada vez
estaba más cerca de golpearla.
Los movimientos de Boyle eran híper veloces y felinos, incluso
sus uñas desgarraban, una parte del vapor a su alrededor tenía la
forma del tigre Blanco Byakko, Roue ya sangraba por varias partes de
su cuerpo, comprendió que ese chico no era en lo absoluto una presa
fácil, debía ponerse seria si deseaba derrotarlo, se preguntó si Kaf
sería tan bueno como él.
Con su arco recibió un nuevo impacto, el arma absorbió el golpe
además de darle una buena posición en el campo de batalla, logrando
alejarse de su oponente, dejó el primer cilindro en la letra X y giró el
segundo cilindro hasta que se iluminó el número diez, disparó una
flecha de piedra, la cual creció hasta los diez metros en su
trayectoria, la saeta como todas las demás se desvaneció dentro del
vapor que rodeaba a Boyle, sin embargo, Roue notó que poco faltó
para que ésta lo golpeara.
Probó de nuevo, ahora con la flecha de veinte metros con la
misma consistencia, llegó más lejos, casi… Probó después con otra
terna de flechas de veinte metros con propiedades heladas, eléctricas
y de fuego, la primera no llegó tan lejos como la de piedra, las otras
dos se “diluyeron” mucho antes, comprendió que el volumen de la
masa era un elemento clave en su batalla.
Boyle peleaba con la misma frialdad que su rival, estudiándola
también, cualquier otro guerrero en su condición ya se habría
desesperado, tenía a su rival donde quería y sólo era cuestión de
alcanzarla para destrozarla, sin embargo, Roue no le permitía
acercarse y por el contrario, ya había descubierto un punto débil en
su defensa.
Las habilidades copiadas al tigre blanco Byakko eran las ideales
para atacar, sin embargo, Roue había demostrado ser una veterana
guerrera con un largo y retorcido colmillo, no sólo dependía de su
Tesoro Negro para combatir, ella era una experta y poderosa
guerrera, aún y cuando él utilizaba el viento de Byakko para ser más
rápido, Roue se las arreglaba para evitarlo o salir lo menos dañada
posible, la mujer no precisaba del arco para crear las flechas
elementales, con el arma sólo les daba potencia y alcance a distancia,
cada que él se acercaba, lo rechazaba con sus ataques elementales
que salían directamente de sus manos utilizando, al igual que Kaf,
cualquier objeto como canalizador, dependiendo del objeto era el
tamaño de la flecha que formaba con las manos desnudas, Boyle tuvo
que aceptar que Roue era mejor combatiente cuerpo a cuerpo que él,
además, estaba el asunto del Arco Negro, el cual no sólo servía para
disparar flechas, era una peligrosa y afilada arma a corta distancia.
Pero no sólo Roue tenía sorpresas, él también, poco a poco se
acostumbraba más al poder de Byakko y a sus habilidades, el vapor
de Boyle le daba acceso a todos los secretos de la habilidad de un
guerrero, bestia o sombra, aún a los que éstos desconocían.
Estaba preparando su siguiente ataque cuando una flecha de
treinta metros de roca lo impactó de lleno, la saeta lo golpeó directo
en el estómago y lo incrustó por completo en el emplazamiento
militar derribando parte de la torre principal.

Kaf no se explicaba por qué sus golpes no eran efectivos contra


ese enorme tigre blanco, todo su cuerpo se convertía en viento por un
momento, el suficiente para eludir sus golpes y después se
materializaba para golpearlo con toda la fuerza de un huracán, si él
no estuviera portando la Armadura Negra seguramente ya estaría
muerto.
El apoyo de Anais tampoco era una ventaja para él, Tian no dejó
nada al azar, en cuanto la chica se lanzó al ataque convocó a otra de
sus monstruosas bestias: Suzaku, el ave de fuego, la cual, tenía la
misma habilidad deByakko, podía por instantes desmaterializar su
cuerpo en su elemento: el fuego, para eludir a su rival y acercarse a
ella para contraatacar.
Para sorpresa de Kaf, Anais llevaba el combate en contra del ave
de fuego mejor que él contra el tigre blanco, aunque había que tomar
en consideración que Tian se mantenía todo el tiempo sobre Byakko,
acechándolo, esperando sólo por una pequeña abertura en su defensa
para acabar con él.
A pesar de su precaria situación, Kaf veía con orgullo cómo Anais
se desenvolvía en el campo de batalla, así como ella no podía dañar
al ave de fuego, los ataques de Suzaku tampoco le afectaban,
apoyándose en su triángulo multicolor transmutaba el fuego en otras
energías, contraatacando con ellas, manteniendo a la bestia a raya.
Al ver que la batalla no se inclinaba hacia ninguno de los dos
bandos, Tian decidió intervenir para inclinar la balanza de la victoria
de su lado, atacó al mismo tiempo a sus dos rivales. Saltó directo
hacia Kaf y lo atacó con su poder sobre la llamada tierra cristal, un
enorme escudo de diamante trasparente intentó golpear a Kaf pero el
portador de la Armadura Negra lo destrozó de un movimiento
auxiliándose con su espada de hoja oscura, con lo que no contaba el
miembro de los Arcanos negros fue con el siguiente ataque de Tian,
quien a la distancia lanzó un golpe en su dirección, una serpiente
negra de tierra surgió de su extremidad aplastando a Kaf contra el
suelo de una manera brutal, destrozando por completo su Armadura
Negra para después inmovilizarlo con el escudo de diamante, al
mismo tiempo utilizó el poder extra que le brindaba el ser miembro
de la Armada Elemental, podía fusionar el poder de la tierra con la
tierra cristal, con sus manos creó un cristal alargado con tierra dentro,
lo arrojó hacia Anais, quien trató de absorberlo con su triángulo
multicolor, craso error, el cristal destruyó el triángulo y encerró a
Anais en un ataúd de las dos tierras.

Roue, con una sonrisa en los labios, se acercó a las ruinas que
descansaban sobre el cuerpo de Boyle, fue demasiado tarde cuando
alcanzó a reaccionar. El cuerpo del miembro del Clan Riazor se
transformó en aire justo cuando los restos del inmueble cayeron
sobre él, tal y como lo hacía Byakko, de quien había tomado
“prestadas” sus habilidades.
En un instante se colocó al lado de Roue y la golpeó de lleno, la
portadora del Arco Negro no tuvo suficiente velocidad de reacción,
cayó sangrando al suelo, se incorporó furiosa al tiempo que lanzaba
un par de flechas a su rival para alejarlo, de nada le sirvió, el cuerpo
de Boyle nuevamente se volvió de consistencia de viento, las flechas
pasaron a través de él y con la fuerza prestada del tigre blanco volvió
a golpear a Roue.
La guerrera se alcanzó a proteger con su arco, las partes “filosas”
del arma se volvieron a desplegar y con estas atacó a Boyle, quien no
pensaba dejar escapar su ventaja, desenfundó su espada y continuó su
intenso ataque sobre su enemiga, quien volvió a demostrar que la
experiencia es una gran ventaja a la hora de combatir.
En un instante creó un par de flechas, de viento y fuego, a una
velocidad imposible de ver las disparó ambas al mismo tiempo
auxiliándose de la cuerda que controlaba la fusión de su Arco negro,
la cual había ajustado en una fracción de segundo, ambas flechas
chocaron entre sí justo cuando atravesaban el cuerpo insustancial de
Boyle, creando una gran explosión. El hijo del Sacerdote cayó,
parecía que había perdido el sentido.

En la otra batalla un golpe sólido destrozó el escudo de diamante


trasparente, Tian observó a un guerrero diferente del que había
aplastado, éste tenía una armadura negra metálica que cubría todo su
cuerpo, incluso la energía que desprendía era muy superior a la
mostrada con anterioridad.
En un instante se colocó al lado del tigre blanco, del brazo
derecho de la armadura se desplegó una filosa hoja de espada, al
mismo tiempo de las distintas articulaciones se notaba el brillo verde
de la energía elemental del viento, Kaf rasgó el cuerpo inmaterial del
tigre blanco con su arma, la bestia soltó un rugido de dolor y
retrocedió, cuando Tian se asomó a ver el costado de su bestia
observó una profunda herida.
–¿Cómo es posible? –preguntó a Kaf–. Byakko era inmaterial
cuando lo atacaste.
–El viento se puede combatir con viento –le explicó Kaf–, aunque
se inmaterialice lo voy a destrozar, igual pasará con tu bestia de
fuego y otras más que tengas, las derrotaré a todas con este segundo
nivel de la Armadura Negra, pero antes liberaré a Anais.
Kaf desapareció de la vista de Tian y apareció junto a Anais, el
brillo verde en sus articulaciones se difuminó cambiando por uno
café, ahora su armadura tenía características elementales de tipo
tierra, apoyándose en su espada trató de romper el ataúd de cristal y
tierra, no lo logró.
–Si lo rompes por la fuerza la matarás –le advirtió Tian–, tu tierra
no sirve contra una fusión, cada que intentes destruir el ataúd de
cristal, la tierra en su interior comprimirá el cuerpo de esa chica hasta
destrozarlo…
Kaf observó con atención a través del cristal, efectivamente, se
percató que la tierra se había comprimido alrededor de Anais, quien
hizo un rictus de dolor, el portador de la Armadura Negra se volvió
furioso contra la miembro de la Armada Elemental.
–Entonces sólo tengo que matarte para después liberarla…
–Mi muerte nada tiene que ver con esa prisión elemental –Tian
señalaba el ataúd donde Anais estaba capturada al tiempo que
desaparecía a su tigre blanco para que se recuperara de la herida que
le causó su rival.
–Tu muerte tal vez no ayudará a Anais, pero con bastante dolor
me dirás como ayudarla, el dolor es un incentivo como pocos…
–Puedo matar a tu amiga ahora mismo si quisiera hacerlo…
–No, no puedes, no por lo menos si no estás tocando el ataúd, tu
energía no está sincronizada con la prisión de Anais…
–Inteligente el chico… –Tian le dedicó una perversa sonrisa–, yo
no tengo que tocar el cristal, sólo debo intentar destruirlo…
En ese momento surgió un dragón azul de diez metros de altura,
alado y con escamas, éste de inmediato atacó con un disparo de agua
que surgió de sus fauces el ataúd de cristal.
De inmediato Kaf se colocó delante del ataque y lo bloqueó con el
escudo en su brazo izquiedo de su nueva armadura, sin embargo, en
ese preciso instante fue impactado por Tian, quien golpeó a la
distancia saliendo de su puño energía de viento con la forma
de Byakko, el impacto alejó a Kaf de Anais.
El portador de la Armadura Negra se levantó de inmediato, su
protección metálica soportaba cualquier impacto pero su
preocupación aumentaba, al igual que sucedió cuando lo incrustaron
en la tierra, se percató de que Tian podía golpear físicamente con la
fuerza elemental de sus bestias en lo que éstas se recuperaban, lo que
significaba que no tenía ningún punto débil y por el contrario, él cada
vez se sentía más agotado.
–Te presento a mi dragón acuático Seiryu y a mi serpiente de
tierra Genbu…
Con terror Kaf observó a una enorme serpiente negra surgir de la
tierra para aprisionar el ataúd de cristal y triturarlo con su cuerpo, su
velocidad no fue suficiente para impedirlo, el ave bermellón y el
dragón azul se lo impidieron atacándolo al mismo tiempo, el portador
de la Armadura Negra sólo pudo observar, impotente, como el ataúd
se resquebrajaba.
Una potente explosión destrozó a la serpiente negra, en el centro
de la destrucción sólo se veía el cuerpo iluminado de Anais, rodeada
por energía pura, dos pequeños triángulos rodeaban sus muñecas,
ambos amarillos, tambien se observaba, a su espalda, uno más
grande, multicolor. La miembro del Clan Atria señalaba a Tian.
–Si crees que tu mediocre ataque puede derrotarme estás bien
equivocada… –después se volvió hacia su compañero–. Mi triángulo
amarillo puede transmutar la energía elemental en energía pura, pero
necesita tres energías elementales para hacerlo, dentro del ataúd pudo
absorber la tierra y la tierra cristal, con mi triángulo multicolor
transmuté la tierra en viento…
–Sólo tú eres capaz de mantener la calma en una situación así –
comentó Kaf con orgullo.
–No te lo digo para que me alabes –le espetó Anais–, te lo digo
porque necesito tres energías otra vez…
Un enorme triángulo amarillo se formó al lado del triángulo
multicolor de de Anais, del triángulo multicolor surgió un Golem de
plasma de cinco metros de altura que de inmediato atacó al
dragón Seiryu, Kaf lanzó tres dardos metálicos al triángulo amarillo,
uno cargado con energía de viento, otro con fuego y otro más con
hielo, al ingresar al triángulo de energía pura, éste brilló, después
lanzó un poderoso rayo de esa misma energía contra el ave
bermellón, un enorme escudo trasparente reflejó el poder hacia otro
lado.
–Por fin un combate de verdad… –Tian se veía emocionada–,
hace mucho que no atacaba con todo mi poder…
Para sorpresa de Kaf y Anais, la serpiente negra se volvió a
formar y de inmediato atacó al Golem de plasma, triturándolo, sin
embargo, el ser de otra dimensión se convirtió en una plasta que
escapó de entre el cuerpo deGenbu volviéndose a formar a un lado,
después, descargó un poderoso golpe en la cabeza del animal
destrozándosela, millones de pequeños granos de arena volvieron a
formar la cabeza del reptil negro.
Parecía que el duelo de dos seres indestructibles estaba igualado,
sin embargo, con la ayuda del dragón Seiryu, la bestia de Tian logró
maniatar al Golem de plasma, el agua del dragón azul al combinarse
con el cuerpo terroso de Genbu crearon un lodo que inmovilizó
al Golem.
La batalla de Kaf y Anais en contra del Byakko, que de nuevo se
apareció en el campo de batalla y Suzaku apoyados por Tian tampoco
les favorecía, las bestias eludían sus ataques de forma por demás
hábil modificando sus cuerpos con su elemento: el viento y el fuego
respectivamente, cuando corrían el riesgo de ser golpeados los
protegía el escudo de diamante trasparente de Tian, quien a su vez
atacaba con sus cristales de la fusión de la tierra a los dos chicos, el
acercarse a ella tampoco era una ventaja, la miembro de la Armada
Elemental esgrimía una espada curva con la que era muy hábil.
Los golpes de las bestias eran descomunales, a pesar de que los
triángulos de energía pura en las muñecas de Anais protegían su
cuerpo al igual que la Armadura Negra el de Kaf, a base de ser
atacados con violencia pura los cuerpos de ambos estaban al límite.

Para sorpresa de Roue, Boyle Riazor volvió a levantarse y no sólo


eso, al incorporarse le arrojó un cristal terroso que la dejó lastimada
de la pierna derecha, el hijo del Sacerdote aprovechó el momento
para atacarla auxiliándose de la velocidad de Byakko, pero Roue
lanzó un par de flechas de viento al suelo a sus pies para alejarse a la
misma velocidad de su oponente, dándose todavía tiempo de lanzarle
otra letal combinación con sus flechas elementales: agua y hielo.
Todo alrededor de Boyle se congeló con esa letal combinación
pero el cuerpo del miembro del Clan Riazor no fue congelado, justo a
tiempo lanzó un cristal de tierra que lo protegió del doble ataque de
Roue.
De un golpe Boyle destruyó el hielo y se dispuso a seguir
combatiendo, sin embargo, no pudo despegar las piernas del piso,
otra combinación de flechas, de agua y tierra lo tenían aprisionado de
los pies, una masa de lodo lo tenía inmovilizado, de inmediato Roue
se colocó a su lado, el Arco Negro se volvió más pequeño y cambió
su color a gris, se dobló en tres partes y la guerrera lo guardó en la
funda que estaba dispuesta en su espalda, después señaló el combate
de Kaf y Anais contra Tian.
–De verdad me has sorprendido, muchacho –le dio una palmada
en la espalda a Boyle, quien no hizo nada por evitarlo, no distinguió
una energía violenta en su rival–, has ascendido en la escala de tu
poder, ahora puedes adquirir dos técnicas en tu cuerpo, aunque
todavía se te dificulta combinarlas con tu vapor defensivo durante un
combate, lo cual requiere una gran concentración y control de la
energía, será interesante verte pelear por una espada del alfabeto
antiguo, por ahora lo dejaremos aquí, puedes intentar seguir peleando
conmigo o ir a ayudar a tus amigos que al parecer van a perder su
batalla, tú decides.
Boyle observó que Kaf apenas podía levantarse, Anais estaba en
el suelo, al parecer desmayada, si no intervenía sus amigos serían
derrotados, su vapor de energía pura cubrió sus pies, pero ya no era
amarillo, ahora era de color blanco, éste aflojó la masa de agua y
tierra, liberó sus extremidades y después, auxiliándose con la
velocidad de Byakko, se lanzó en contra de la miembro de la Armada
Elemental.
El resultado no fue distinto, la velocidad de Boyle era la misma
del tigre blanco y los cristales de tierra comprimida de ambos
guerreros se nulificaban uno al otro, sin embargo, Boyle fue
vapuleado por los ataques conjuntos del ave de fuego Suzaku y el
dragón de agua Seiryu.
Los golpes de las bestias no tuvieron el mismo impacto en Boyle
que en Kaf y Anais, el vapor defensivo del joven Riazor restó energía
y potencia a los mismos, de inmediato se incorporó y reinició el
ataque.
Tian sonrió, sabía que ese era el único rival que le quedaba por
vencer, Kaf y Anais ya estaban fuera de combate, todo terminaría en
el siguiente ataque, preparó su arma y le ordenó a Byakko atacar de
forma directa a Boyle.
El encontronazo de poderes era inevitable, sin embargo, un
triángulo de cristal se formó delante de Boyle, haciéndolo
desaparecer, otro igual se formó por detrás de Tian, de donde surgió
el joven miembro del Clan Riazor, el ave bermellón estaba atenta
para proteger a su ama y atacó con un potente embate de fuego, sin
embargo, la Armadura Negra de Kaf se posó en Boyle, cubriéndolo,
de esa forma el hijo del Sacerdote no se molestó en evitar el ataque
de Suzaku, lo recibió y se siguió de largo, golpeando con todas sus
fuerzas a Tian.
La guerrera cayó de manera brutal en el suelo, haciendo un gran
boquete, Boyle cayó al lado de sus compañeros, Anais apenas estaba
consciente, aun así lo había ayudado, al igual que Kaf.
–Ataca con todo lo que tengas y no te detengas por nada –le dijo
Anais–, yo me encargaré de que siempre llegues a tu objetivo, toma
mi poder...
–La Armadura Negra te protegerá –le aseguró Kaf–, no podrás
usar sus capacidades elementales como yo pero por lo menos
aumentará tu fuerza, confiamos en ti, amigo, combate con el poder de
los tres…
Boyle se deshizo del poder de Byakko y de la fusión de doble
tierra de Tian, en contraste, adquirió el poder completo de Anais
sobre los triángulos de energía.
Dos triángulos de cristal se posaron en sus muñecas, uno
multicolor se colocó delante de él al igual que uno amarillo, en un
solo ataque se jugaría el todo por el todo.
Al igual que lo hacía Anais, Boyle estiró la mano, desde su
muñeca el triángulo de cristal se proyectó por delante de él para
teletransportarlo, mientras el hijo del Sacerdote se internaba en el
triángulo de cristal, el triángulo multicolor absorbía la energía
de Genbu, la serpiente negra que tenía maniatado al Golem de
plasma, la tierra absorbida se transmutó en hielo, energía con la que
atacó al ave bermellón Suzaku, apagando su fuego.
Al mismo tiempo el triángulo blanco absorbió la energía de viento
de Byakko, de agua Seiryu y de tierra de Genbu, cargándose de
energía pura, el golpe fue uno solo pero devastador para el tigre, el
dragón y la serpiente, después, auxiliándose en el poder de la
Armadura Negra, Boyle golpeó a las cuatro bestias y a Tian, todos
cayeron pero se volvieron a incorporar.
–Ese maldito escudo trasparente –se quejó Anais–, impide que nos
deshagamos de una vez por todas de las bestias, parece que esa mujer
es invencible…
–Debemos atacar los tres al mismo tiempo –dijo Kaf mientras la
Armadura Negra regresaba a su cuerpo–, Boyle, usa tu energía en las
bestias, Anais, ocúpate de Tian, distráela un momento, yo me
encargaré del resto…
Boyle y Anais hicieron lo que Kaf les pedía, Boyle abarcó con su
poder que quitaba la energía a Tian y sus bestias, Kaf y Anais podían
desplazarse entre el vapor sin preocuparse, el humo se disolvía por
donde ellos pasaban, Tian se veía agotada, su rostro era la más pura
representación de la furia, enseguida entendió quién era el primero de
esos chicos al que debía aniquilar, el más peligroso.
Ordenó a sus bestias que acabaran con Kaf, sin él dirigiendo a los
otros dos serían presas fáciles, con su escudo de diamante presionó
al Golem de plasma contra el suelo, oportunidad aprovechada por
Anais para atacarla con su triángulo blanco, tomó las energías de tres
de las bestias de la miembro de la Armada Elemental para
potenciarlo, tres triángulos multicolores se formaron delante de cada
bestia para absorber su poder y después lanzaron un rayo de la
energía absorbida al triángulo amarillo.
Un poderoso rayo de energía pura surgió del triángulo amarillo, el
cual, impactó directo en el vientre de Tian. Al mismo tiempo, las
cuatro bestias de la asesina atacaron a Kaf, ni aun protegiéndose con
la Armadura Negra sería capaz de soportar el impacto de los cuatro
elementos.
Cuando las bestias estaban a centímetros de impactarlo, el cuerpo
de Kaf explotó, la Armadura Negra absorbió las seis energías que su
portador controlaba: aire, tierra, fuego, agua, electricidad y hielo, las
fusionó en un único punto en el pecho y estalló destruyendo todo a su
alrededor, la onda de choque golpeó a las cuatro bestias de lleno,
todas cayeron derrotadas al suelo, en cuanto tocaron tierra
desaparecieron. Kaf cayó junto a Boyle, antes de quedar inconsciente
le comentó:
–Eso es todo lo que puedo hacer, te dejo el resto, te toca terminar
con Tian…
Kaf levantó la vista sólo para ver una espada saliendo del vientre
de su amigo, tras él se encontraba Tian, asomó la vista más allá y
observó a Anais totalmente inconsciente en el suelo, trató de correr
hacia ella, pero un intenso dolor en el costado lo puso de rodillas,
Tian colocó su espada en el cuello del guerrero caído, incluso la
Armadura Negra desapareció, Kaf estaba derrotado, al límite de sus
fuerzas, se tocó el vientre, tenía una profunda herida, sangraba en
demasía.
–Les dije que perderían, nunca tuvieron oportunidad contra mí…
Tian enterró la espada en el cuello de Kaf con la intención de
degollarlo, la espada entró hasta su empuñadura, pero el cuello del
miembro del Clan Prae no sangraba, un pequeño triángulo de cristal
envió el filo de la espada a otra dimensión, otro triángulo idéntico
surgió en el pecho de Tian, el filo del arma surgió de él para clavarse
en su cuerpo, sin embargo, la punta del arma se detuvo apenas tuvo
contacto con las ropas de la miembro de la Armada Elemental, un
escudo trasparente de diamante detuvo el letal ataque.
El golpe posterior le llegó por un costado, una Anais totalmente
agotada y sangrante la derribó usando su propio cuerpo, después
abrazó el de Kaf, protegiéndolo, el portador de la Armadura Negra ya
no tenía fuerza ni para apartarla, su rostro pálido mostraba las
consecuencias de la pérdida de sangre, ni siquiera pudo apartarse de
Anais.
Tian se volvió a incorporar, sus piernas le temblaban, ella misma
estaba al borde del colapso, pero la victoria era suya, todo se debió a
su experiencia en el combate y a sus rápidos reflejos. Boyle estaba en
el piso, desmayado pero aún con vida, la miembro de la Armada
Elemental tuvo que aceptar que el chico era un genio para el
combate, si le hubiera dado la oportunidad, en el futuro sería de los
guerreros más poderosos del país, aun teniéndola de espaldas, en el
último segundo logró establecer dentro de su cuerpo los triángulos de
cristal que tomó del poder de Anais Atria, los cuales protegieron sus
órganos vitales antes de colapsar, sin embargo, ahora estaba tan
desprotegido como un bebé recién nacido, lo mismo sucedía con Kaf
y Anais, el portador de la Armadura Negra había recibido más daño
que el joven Riazor, la herida en el costado de su vientre era
profunda y Anais había agotado lo último de sus energías en ese
último intento de defensa con sus triángulos de cristal, ahora lo único
que la miembro de la Armada Elemental debía hacer era cortar y
eliminar, para eso sólo necesitaba su espada, no más.
Decidió empezar con Kaf, Anais sabía que nada podía hacer ya
para defenderlo, lo único que le quedó por hacer fue abrazarlo y
compartir su destino, a Tian ya no le importaba la orden de regresar
con esa chica viva, en las batallas siempre había riesgos y eso debía
saberlo Albert Adam.
Levantó la espada para dar el golpe final, antes de que lo pudiera
hacer fue herida por varias municiones de armas de fuego, de
inmediato se protegió con su escudo de diamante trasparente y se
volvió para ver quien la atacaba, se trataba de los instructores y
cadetes del emplazamiento destruido.
–¡Huya señorita! –decía el más anciano de los instructores–.
Nosotros nos encargaremos de esa mujer…
No pudo seguir hablando, tres cristales de tierra comprimida
estallaron cerca de él y de los soldados a su alrededor, todos fueron
destruidos en la explosión, sus cuerpos fueron comprimidos dentro
de sendos ataúdes de cristal.
Después volvieron a aparecer sus bestias, todas caídas, en un
instante se fusionaron con ella creando un enorme Dragón
Dorado de cuerpo alargado, como el de una serpiente, mismo que en
una enorme explosión de energía pura destruyó el emplazamiento
con todos sus habitantes dentro.
Cuando el ataque terminó, el dragón desapareció dejando el
maltrecho cuerpo de Tian junto a sus próximas víctimas, la miembro
de la Armada Elemental respiraba trabajosamente, apenas si se podía
mantener en pie.
–Imbéciles –masculló mirando hacia las ruinas del emplazameinto
tomando su brazo derecho, era el que más daño había recibido, tres
impactos de bala lo dejaron inutilizado–, con ustedes gasté lo último
que tenía de energía, pudieron haber salvado sus vidas si hubieran
permanecido ocultos como las ratas que son, pero no importa, con la
espada me basta y sobra para…
Tian fue incapaz de seguir hablando, una flecha de energía pura
traspasó su pecho, su rostro agotado y maltratado por el fragor de la
batalla observaba incrédulo y escéptico a su asesina, la guerrera que
se suponía estaba ahí para apoyarla.
Cayó de rodillas mientras su mente se perdía en el limbo, en lo
último que pensó fue en su esposo, en que le había fallado, el
guerrero conocido como Susanoo llevaba mucho tiempo deprimido,
siendo relegado de cualquier cargo político por haber peleado en el
bando perdedor durante la revolución de los FILOS, para colmo de
males, ella jamás pudo darle un hijo.
Pensaba congraciarse con su amado esposo, nada podía hacer con
respecto a darle un heredero, ella era estéril, pero podía volver a
encumbrarlo, los Nisser, familia a la que pertenecía su marido, era
una de las más importantes e influyentes del extremo norte de
Riazor, había pactado con Albert Adam el encumbramiento de
Susanoo en la Corte del Rey a cambio de su ayuda como asesina,
pero falló, pensó que se merecía la muerte si no podía ayudar al
hombre que había amado toda su vida.
El arco de Roue dejó de brillar después de lanzar la más poderosa
de sus saetas, mientras desenroscaba las cuerdas y guardaba su arma
observó caer el cuerpo sin vida de Tian, con paso firme se acercó a
Anais y la ayudó a levantar a Kaf, a quien regañaba como cuando era
su discípulo.
–Espero que este combate te sirva de lección, debes ser muy
cuidadoso cuando utilizas tu máximo poder, la explosión de tu
armadura es una fuerza implacable, comparada a una descarga de
energía pura, sin embargo, cuando la utilizas tu armadura deja tu
cuerpo desnudo y vulnerable por unos segundos, situación que
aprovechó Tian para herirte apoyada en su defensa de diamante, esa
mujer tenía el control de las cuatro bestias cardinales: el tigre
blanco Byakko controlador del viento, el ave
bermellón Suzaku controladora del fuego, el dragón
azul Seiryu controlador del agua y la cuarta bestia, Genbu,
controladora de la tierra, que se divide en dos: una tortuga con una
serpiente encima, ya han visto a la serpiente negra, Tian y su
caparazón de diamante era la tortuga…
–¿Pero cómo llegó hasta mí? –preguntó Kaf en un murmullo, le
costaba trabajo hasta respirar–. Yo vi cuando Anais la golpeó.
–Viste cuando la ataqué –lo corrigió Anais apenada–, esa bruja
desvió mi disparo con su espada a la que cubrió con ese escudo de
cristal y con su “caparazón” me aplastó contra el suelo dejándome al
borde del desmayo, creo que me rompió algunos huesos… Lo siento,
por mi culpa…
–Al mismo tiempo que aplastó a esta inútil –interrumpió Roue
cansada de la actitud desvalida de Anais–, con su mismo escudo Tian
se impulsó hacia ti, esa mujer de verdad era una guerrera de respeto,
mejor que todos nosotros juntos, en una batalla uno a uno, dudo
mucho que pudiera derrotarla, en un instante descubrió tu truco y
supo que era imposible salvar a sus bestias, por lo que utilizó su
protección de cristal en ella misma y aprovechó los segundos que
quedaste desprotegido para herirte mortalmente.
–Después cayó detrás de Boyle –completó Kaf con vergüenza, él
le había fallado a su amigo por ser tan descuidado–, quien estaba al
límite usando su vapor para protegernos y debilitar a las bestias.
–Así es –Roue volteó hacia el adolescente inconsciente–, él es el
único de ustedes tres que puede considerarse un guerrero, observó el
ataque de Tian y la obligó a ir por él antes de que esa bruja te
eliminara, intensificó su inhibición sobre ella, no le dejó más
alternativa que ir por él, el nivel de energía de ese chico, al contrario
de Tian que era una veterana, no le alcanzó para protegerse, se
sacrificó por ti.
–Ya sabemos cómo nos pateó el trasero Tian –Kaf se volvió hacia
Roue–, ahora lo que deseamos saber es… ¿Qué harás tú? Como
podrás ver, estamos a tu merced.
–Acabo de matar a mi compañera, lo cual será una sentencia de
muerte para mí, agradeceré que digan que ustedes la mataron y me
obligaron a huir, eso aumentará su popularidad a niveles
insospechados, aunque tal vez sólo sea por un tiempo, pronto tu
amigo y tu novia pelearán por las espadas del alfabeto antiguo contra
los primos del Clan Rotanev, con su nivel actual, serán barridos –se
volvió hacia los escombros de lo que antes había sido un
emplazamiento militar–. Hablen a la capital por ayuda, no se atrevan
a llamar a Regum Urbem, no se preocupen, la gente del Presidente se
encargará de ustedes.
Roue no dijo más y se alejó caminando, en cuanto se perdió en la
distancia, varios cadetes y el único sobreviviente de los
instructores auxiliaron a Kaf y compañía. Siguiendo las
instrucciones de la portadora del Arco Negro llamaron a la Ciudad
Capital Assur, la ayuda médica llegó de inmediato apoyada por los
Caballeros Fantasmas de la Orden de Ishtar: Sir Daimon y Sir Baal,
con ellos viajaba también el hombre de confianza del Presidente:
Lámed Aswan, quien se encargaría personalmente de los
sobrevivientes, ocultándolos del ojo vigilante de la Corona y del
Clero.
Kaf y Boyle fueron sedados y subidos en camillas a un
helicóptero, Anais Atria y los Caballeros Fantasmas también viajaron
con ellos, a la distancia, la chica preguntó por el destino de las
personas que ocupaban el emplazamiento militar, se preocupaba por
ellos, la mayoría de esos soldados había dado la vida por protegerla.
–¿Qué pasará con ellos? –preguntó mientras veía que los
sobrevivientes subían en tres enormes helicópteros.
–Estarán bien –le dijo Sir Daimon para tranquilizarla–, su valor
será recompensado, son militares y se deben al estado, serán
incorporados a la nueva Guardia Nacional, el grupo militar del
Presidente que abarcará todo el país.
–¿Y el instructor? –Anais en ese momento veía a uno de los
ancianos instructores subir a un helicóptero.
–Es un sobreviviente –acotó Sir Baal–, su talento será también
aprovechado en la Guardia Nacional, una vez que obtengas la espada
del alfabeto antiguo Sigma, podrás visitarlo cuanto quieras.
Sir Baal le ofreció el puño a Anais, la joven, ruborizada, se la
chocó con su propio puño, la apenaba que ese hombre, un Caballero
Fantasma en funciones, ya la considerara su hermana de armas, en
ese momento pensó que sucediera lo que sucediera, ella pertenecería
a la Orden o moriría en el intento.

En la Ciudad Blanca Ersghiaal, Albert Adam despotricaba furioso,


le acababan de informar que Kaf Prae, Anais Atria y Boyle Riazor
estaban en un hospital exclusivo del gobierno de la Ciudad Capital
Assur, enclavado en Pretoria Imperia, la pequeña ciudad del poder
ejecutivo, importante asentamiento como Regum Urbem o la Santa
Sede.
Era evidente la intervención presidencial, ahora Anais Atria y
Boyle Riazor serían intocables hasta el día del combate por las
espadas del alfabeto antiguo de la Orden de Riazor, el Presidente
Arlés se anotaba un punto más a su favor, Tian estaba muerta y Roue
desaparecida, tal vez también fallecida, ningún testigo presencial
quedó en el lugar por lo que le era imposible saber qué había
sucedido.
Le molestaba en especial la situación de Anais Atria, esa chica
estorbaba en los planes de Albert de encumbrar a su propia hija: Ada
Rotanev, a la cima de las castas guerreras del país.
Por supuesto que estaba preocupado por el futuro, jamás hubiera
esperado que Kaf, Boyle y Anais derrotaran a Tian y Roue, de ser
así, su poder era una dificultad para tomar en serio. La presencia en
Regum Urbem del siervo de Radamanthys: Gorthys, también lo
complicaba todo, no podía dejar de lado el hecho de que los
anteriores Profetas, aquellos traidores con un precio sobre sus
cabezas, eran unos fieles seguidores del ahora líder del Clan Enoch,
familia rival de los Adam desde tiempos inmemoriales, de ser así, los
miembros del Clan maldito de nuevo deseaban tener influencia en la
Orden, Albert de ninguna manera pensaba permitírselos.
Meditaba la situación, tal vez alguno de los esbirros de
Radamanthys había ayudado a esos chicos, era la única explicación
posible a la derrota de las miembros de la Armada Elemental y los
Arcanos Negros, él mismo junto con Duquesa habían probado el
poder de Boyle y Kaf, ninguno de los dos era rival para Tian o Roue
y Anais era una nulidad.
Ahora sólo le quedaba esperar, su hermano: Bruno Adam, había
preparado a los chicos Rotanev para quedarse con las espadas del
alfabeto antiguo de los llamados Profetas, no había nadie más
poderoso en el país que Bruno, “el duelista”, tal vez tampoco mejor
instructor, él hubiera preferido quitarse las complicaciones del
camino pero ahora nada se podía hacer, tan sólo esperar a que los
primos Corio, Ada, Erich y Nohel, acabaran con sus oponentes.
Mientras seguía en sus pensamientos, la voz de una sirviente lo
trajo de vuelta a la realidad, se trataba de su secretaria particular.
–Lord Albert, un hombre llamado Susanoo, miembro de la
Armada Elemental, solicita hablar con usted, dice que es referente a
Tian, otra miembro del mismo grupo de poder del Tercer Distrito de
Arcadia.
Albert se mordió el labio hasta sangrar, lo último que le faltaba,
tener que lidiar con el esposo de Tian, un guerrero muy peligroso del
Cinturón de la Ciudadela de Arcadia, en ese momento no tenía ganas
de hablar con él.
–Dile que estoy ocupado, después me comunicaré con él.
–Se lo dije antes de molestarlo, señor, pero él insistió en que
atendiera su llamada, mencionó que su esposa fue asesinada y la
última persona con quien Tian habló fue con usted, si me lo permite,
señor, Susanoo no es una persona a quien deba echarse de enemigo,
debe responderle.
El primer impulso de Albert fue golpear a su secretaria. ¿Cómo se
atrevía esa estúpida a decirle lo que tenía que hacer? Después pensó
las cosas con frialdad, la idiota tenía razón, lo último que necesitaba
era a un enemigo como Susanoo, quien era, como mínimo, el doble
de poderoso que su mujer, algo muy peligroso para cualquiera que
fuera su adversario, con reticencias tomó el auricular del
comunicador, no sin antes destrozar el cuello de su ayudante.
–¿Susanoo? Hola, antes que nada déjame decirte que lamento
mucho lo ocurrido… Sí, yo puedo decirte todo lo que sucedió… No,
no podemos hablar de eso por este medio… Perfecto, si puedes
trasladarte a Regum Urbem te lo explicaré todo…
Albert colgó, furioso, la única manera de que Susanoo se hubiera
enterado tan pronto del asesinato de su mujer debía ser por
mediación de la gente del Presidente, señaló a otro de sus ayudantes
que lo observaba con terror, temeroso de correr la misma suerte de la
secretaria por el delito de hacer su trabajo, el sobrino del Rey le
encargó deshacerse del cadáver y contactar a su hermano Bruno, lo
necesitaría a su lado si Susanoo se ponía violento, el “duelista” tal
vez era el único guerrero del país capaz de acabar con uno de los
miembros más poderosos de la Armada Elemental.
LA EMBOSCADA

Los Amphi-dracos son una especie única desde su aparición hace


millones de años, en la época en que los dragones gobernaban la
tierra, ellos eran venerados como auténticos dioses.
Su linaje era parecido a lo que ahora se conoce como el “Gash”,
sólo podía existir un Amphi-draco de cada elemento en el mundo, así
existían los Amphi-dracos de fuego, agua, aire, tierra, hielo,
electricidad, metal, psíquico, de sombras, de fusión, natural y de
energía pura, los amos supremos de su especie.
Al morir uno de ellos, de entre los más poderosos dragones surgía
el huevo que contenía al nuevo dios de su especie, el que los
gobernaría y protegería contra sus enemigos.
Con la llegada de los Hectanóquiros y los Gigantes, el reinado de
los Amphi-dracos terminó, la guerra de especies fue cruel y
sangrienta, con miles de bajas en los tres bandos.
La guerra duró siglos, los Hectanóquiros fueron la primera raza
en desaparecer a manos del salto evolutivo de su especie que
significaron los Gigantes.
Los siguientes en caer fueron los dragones, quienes se vieron
superados en número por los Gigantes. Los antiguos gobernantes del
planeta ya no eran vistos como un enemigo a derrotar, se
convirtieron en una especie en peligro de extinción, unas bestias
para cazar y robarles sus habilidades.
Así es, los Gigantes, más inteligentes y capaces que los dragones,
encontraron la forma de utilizar la piel, ojos y poder de las bestias
en su propio beneficio, así terminó la guerra y comenzó la cacería.
Los Amphi-dracos entendieron que la era de los dragones había
terminado y que su derrota era inminente, no existía el Gigante que
en solitario pudiera derrotarlos, sin embargo, varios de ellos eran
demasiado para los dioses dragones, su especie estaba condenada a
la extinción.
Una vez que aceptaron su destino, planearon su venganza, los
doce principales dioses dragones hicieron contratos, pero no con los
Gigantes, sus verdugos y cazadores, lo hicieron con la nueva especie
que estaba poblando el planeta a un ritmo increíblemente rápido: los
hombres.
Aquellos pequeños especímenes, una copia reducida de los
Gigantes que eran utilizados para su servicio y diversión, fueron el
objetivo de los Amphi-dracos, no había mejor venganza que apoyar
a los desvalidos, a los insignificantes, a los débiles, a extinguir a la
raza que mató y cazó a su especie.
El poder de los Amphi-dracos no sólo se debía a su habilidad
suprema de controlar los elementos, sus ojos eran su más letal arma,
a través de ellos las habilidades de los Gigantes dejaban de
funcionar, por eso eran invencibles en batallas uno contra uno, sin
embargo, nada podían hacer contra los interminables ejércitos de
Gigantes que cada vez los cercaban más y más.
De esa forma, los doce Amphi-dracos hicieron contrato con un
número igual de humanos, no les dieron el gusto a los Gigantes de
atraparlos, les otorgaron a los hombres el máximo poder del fuego,
el agua, el aire, la tierra, el hielo, la electricidad, el metal, la
energía psíquica, de las sombras, de la fusión, la naturaleza y la
energía pura.
El contrato con los hombres fue muy sencillo, los Amphi-dracos
prácticamente eran eternos, la única forma de morir era que otro
Amphi-draco o algún otro ser con un poder fuera de este mundo, lo
matara.
Los dragones les otorgarían su poder a los hombres a través de
sus ojos, los Amphi-dracos vivirían en una dimensión alterna y
surgirían cuando su amo los convocara, de esa manera, dragón y
hombre pelearían codo a codo como hermanos.
Pero los Amphi-dracos eran taimados, mezquinos y tramposos,
por supuesto que ellos también consideraban a los hombres unos
insectos, seres inferiores con los que no tenían la obligación de
cumplir una promesa, sólo eran un vehículo para extinguir a su
verdadero enemigo: los Gigantes.
Los Amphi-dracos engañaron a los hombres, no les mencionaron
que sus mentes se fundirían cuando sus poderes despertaran, así, el
dragón tendría la oportunidad de seguir siendo el amo, devorando
por completo la voluntad del humano.
A través de los siglos, la batalla por la mente humana en los
usuarios del gen Amphi-draco ha sido ganada por los dragones,
quienes una vez con el control del cuerpo y el poder, han
ambicionado recuperar lo que creen que por ley les corresponde: el
mundo.
Afortunadamente para el hombre, los Amphi-dracos son bestias
guerreras y orgullosas, que prefieren morir antes que colaborar con
los de su especie, se odian entre sí y tratan de destruirse si conviven
más de dos en una misma época.
Está por demás decir que jamás han logrado su objetivo, para su
infortunio, ellos nacen dentro de familias pertenecientes al país más
poderoso del mundo, un solo Amphi-draco jamás podrá con decenas
de guerreros nacidos con un poder de línea de sangre, el famoso
“Gash”.
Pero los dragones son una especie que no se rinde, son eternos y
no les importa fracasar una y otra vez, la destrucción y muerte que
generan es descomunal, son muchos los guerreros élite que caen
bajo sus garras, ellos son los únicos que han puesto a temblar al
país, desestabilizándolo y debilitándolo, por eso se creó la ley anti
Amphi-draco, el hombre descubrió, como sus antepasados, que
podía ocupar el poder de esas bestias, al fin y al cabo, su presencia
en el mundo obedecía a un contrato con el hombre y no a una
subyugación como sucedía con todas las demás bestias antiguas.
La diferencia era esencial, las bestias que controlaban todos los
guerreros en Boleria eran seres que servían después de muertos,
mediante el uso de una piedra sagrada eran enviados a la dimensión
de las bestias y desde ahí eran convocados para pelear por sus
nuevos amos, las circunstancias, características y normas por las
que volvían eran distintas, pero en todos los casos se trataba de
bestias resurgidas, carentes de una energía de vida, sólo presentes
debido al poder de un instrumento sagrado.
Los Amphi-dracos son distintos, se trata de seres vivos que
mediante un contrato aceptaron vivir en el limbo, su energía vital
jamás se vería extinguida al ser compartida en dos dimensiones
distintas, podía morir la bestia del mundo humano, pero la de la
dimensión de las bestias siempre existirá.
De esa manera su principal poder puede ser utilizado por los
hombres, los Amphi-dracos se manifiestan en el mundo humano a
través de los ojos de sus usuarios originales y sus descendientes, sus
poderes crearon un “Gash” permanente en la estirpe que eligieron
para que los representara en la tierra y “el elegido” era quien
controlaba todo el poder de los dioses.
Los gobernantes de Boleria a través de la ley anti Amphi-draco
encerraron a “los elegidos” para utilizar sus ojos “en favor de la
humanidad”, pactaron con los Clanes portadores que uno de los
ojos sería para ellos y el otro para el estado.
Un descendiente nacido con el “Gash” de los dragones era
susceptible de portar un ojo de Amphi-draco, tenía parte de su poder
y podía dominar a un dragón de menor tamaño que el original.
El otro ojo era utilizado por el estado para reforzar a sus
ejércitos de elementors, guerreros que peleaban con una versión
pequeña de dragones elementales concebidos a partir de los ojos de
los Amphi-dracos, los ojos eran necesarios para seguir produciendo
más guerreros a favor del estado.
Un solo ojo podía formar miles de guerreros, el estado tenía
reserva para varios siglos de soldados, en la actualidad, los ojos
izquierdos de los herederos de los Amphi-dracos se utilizan en
investigaciones para crear guerreros superiores.
Hay otra característica que separa a los Amphi-dracos de los
guerreros élite de Boleria que controlan bestias míticas y es que
todos están conectados entre sí, sus ojos son objetos de cambio y de
poder.
El ojo del Amphi-draco puede elevar los poderes de un
controlador de un dragón, el estado muchas veces ha utilizado los
ojos izquierdos que le corresponden como trueque por los servicios
de esos guerreros.
Entre Amphi-dracos también pueden utilizarse sus ojos, los dos
ojos de un Amphi-draco pueden restituir el ojo perdido de otro
Amphi-draco, o bien, tres ojos de distintos Amphi-dracos pueden
reestablecer también el ojo perdido.
Cualquier familiar directo del Clan Amphi-draco que controle el
elemento original de la bestia puede poseer el ojo derecho de
dragón, sin embargo, sólo los “elegidos” tienen la capacidad de
manipular la fusión de los ojos y utilizarla en sí mismos, es decir, los
guerreros que no nacieron con los ojos de Amphi-draco de manera
natural, si pierden el ojo, pierden la vida, los “elegidos” pueden
recuperar su poder si le arrancan los ojos a otro Amphi-draco.
El poder del ojo prestado en un descendiente también depende del
guerrero original, mientras éste viva, aquel podrá utilizar su poder,
si el guerrero original muere, el ojo prestado se apagará y el
guerrero que lo utiliza perderá las capacidades adquiridas así como
la visión del ojo de dragón.
Esa era una de las principales razones por la que los Amphi-
dracos siempre estaban en guerra, tratándose de matar los unos a
los otros: tener ojos “de reserva”.
Barian escuchaba con atención la historia de los Amphi-
dracos contada por uno de ellos: Carlton Barac, el último domador
de Amphipteres, el dragón de fuego.
Carlton Barac era el único de los cuatro prisioneros domadores de
un Amphi-draco que aún conservaba su ojo derecho. Cautivo en el
interior de la prisión más impenetrable del país, la Torre Sur de la
Santa Sede, había sido el guía de Barian durante seis años.
Neary se las había ingeniado para, una vez al mes, introducir a su
amigo hasta la celda del Amphi-draco de fuego para que aprendiera
los secretos de su poder, y así, estuviera en condiciones de ayudarla.
–Ya están terminadas las prisiones de la Ciudadela –le informaba
Barian a Carlton–, me avisó Neary que en unos días serán
trasladados a su nueva prisión.
Carlton Barac pensaba en las implicaciones de la revelación de
Barian, él y los demás Amphi-dracos eran prisioneros castrenses, el
lugar actual de su encierro sólo era provisional tras el cierre
definitivo del Quinto Distrito como una ciudad-prisión.
El gobierno de Arcadia en los últimos años estaba construyendo
varias prisiones en los diferentes Distritos que conformaban su
territorio para albergar a los criminales sentenciados que antes
habitaban el Quinto Distrito.
A los más peligrosos los trasladarían a la que sería la prisión más
resguardada de todas, la ubicada en la zona militar de la Ciudadela,
mientras, a él y a los demás Amphi-dracos los encerraron en la
prisión más impenetrable del país, la Torre Sur de la Santa Sede,
lugar donde recluían a los criminales más peligrosos o a guerreros
élite que iban en contra del Gobierno, la Corona o la Iglesia.
Personas que no ejecutaban por considerar que sus habilidades les
podrían ser de utilidad en otros tiempos.
–Entonces nuestro plan debe comenzar –advirtió Carlton–. ¿Estás
preparado?
–No lo sé… –Barian se sentía inseguro, se estaba jugando
demasiado en la consecución del plan que había diseñado con el
veterano Amphi-draco.
–Esta será tu única oportunidad, muchacho, una vez que llegue a
la Ciudadela de Arcadia no nos volveremos a ver jamás.
Barian entendía lo que ese hombre le decía, la construcción de las
prisiones en la Torre Sur de la Santa Sede eran especiales, ninguna
habilidad basada en el “Gash” o las fuerzas elementales funcionaba,
la energía era inhibida, en ese lugar todos eran personas comunes y
corrientes, de ahí la imposibilidad de escapar, quien entraba no
volvía a salir, se quedaba encerrado o perdía la vida.
Lo mismo sucedería en la Ciudadela de Arcadia, si bien era
imposible crear otra prisión como la Torre Sur de la Santa Sede, la
prisión del estado armamentista estaba diseñada por la más alta
tecnología para retener a sus prisioneros, además de que sería la más
vigilada del país.
–Lo haré –aseguró Barian–, es sólo que aún no entiendo por qué
usted está haciendo esto, no va a obtener ningún beneficio…
Carlton exhaló un suspiro, Barian no pudo ver la cara de
resignación que hizo, hablaban a través del ducto por donde le
pasaban sus alimentos, aún no se conocían en persona. Lo que decía
el chico Riazor era cierto, a Carlton le era imposible escapar durante
su traslado gracias a los brazaletes inhibidores que tenía en las
muñecas, con el sólo hecho de que su custodio o un encargado del
sistema central apretasen un botón, su corazón se detendría y su
cerebro colapsaría en un corto pero intenso lapsus de dolor.
Él seguiría siendo un prisionero sin importar lo que pasara…
¿Cuál era su motivación? ¿Por qué molestarse en ayudar a Barian?
Ese chico era el Amphi-draco de hielo original, su enemigo más
encarnizado, no había razón para auxiliarlo.
–Neary es una buena chica –comenzó diciendo Carlton–, la
elegida para darle mi ojo derecho hasta el momento de su accidente,
entonces fue desechada, no se podía desperdiciar mi ojo en una
lisiada.
–Es lo que no entiendo –insistió Barian–, conservas tu ojo derecho
y al parecer lo harás por algún tiempo más, yo en lo particular
apreciaría el don de la vista por todo el tiempo que se me permitiera
tenerlo.
–En el Quinto Distrito de Arcadia te hubiera dado la razón,
muchacho –dijo Carlton con nostalgia–, en ese lugar éramos los
amos, un amplio sitio donde podíamos desplazarnos con libertad,
incluso los cuatro Jueces que gobernaban el lugar estaban un rango
por debajo de nosotros que éramos los verdaderos gobernantes de la
demarcación, pero aquí, encerrado entre cuatro paredes… ¿Para qué
quiero la vista? En todos estos años no se han dignado a prestarme ni
una puta revista, todo lo que veo es el gris de las paredes, mi cama y
un maldito inodoro, te aseguro que con los ojos cerrados puedo
dormir, comer y cagar.
Barian sonrió ante las palabras de Carlton, quien seguía dando sus
razones.
–Tú y Neary son la única razón por la que sigo cuerdo, los padres
de tu amiguita ya me lo han dicho varias veces, llegando a la
Ciudadela me quitarán el ojo derecho y me encerrarán en un lugar
como este hasta que muera. ¿Sabes por qué no han matado a los
otros Amphi-dracos a pesar de que ya no están cuerdos? Por sus ojos
y su sangre, sus ojos derechos siguen siendo utilizados y la sangre la
necesitan para conservar los ojos que coleccionan, en cuanto su
sangre y sus ojos derechos ya no les sean de utilidad, los ejecutarán
para que así nazca el siguiente Amphi-draco.
–Los ojos que conserva la Ciudadela… –Quiso saber Barian–.
¿Podemos robarlos?
–Ya no sirven para otra cosa que para experimentar, hay un límite
de tiempo para traspasar los ojos de un Amphi-draco.
–Pero si hace rato hablabas de “ojos de reserva” entre los Amphi-
dracos…
–Así es, los ojos de un Amphi-draco pueden conservarse en el
interior de otro Amphi-draco, nuestra sangre y energía vital los
conserva, si perdemos un ojo el que guardamos se instala solo en el
lugar adecuado, sin embargo, no podemos ser utilizados como
recipientes humanos… ¿Entiendes por qué?
–Sí –respondió Barian de inmediato–, tendrían sus dos ojos
activos y por lo tanto serían el doble de peligrosos aunque estén
encerrados en el lugar más seguro del mundo.
–En efecto, y todavía no encuentran la forma de utilizar nuestra
sangre para mantener los ojos activos, pero la necesitan para
conservarlos y seguir su investigación, sin nuestra sangre los ojos se
secan y se vuelven inútiles, por lo que respondiendo a tu pregunta,
estoy por partir a la Ciudadela de Arcadia, donde me quitarán mi ojo
derecho, prefiero por lo menos mantener mi libre albedrío de donde
va a terminar mi preciado don, como ya te lo dije, tú y Neary fueron
mi rayo de luz en este lugar, prefiero que ustedes lo conserven y
devolverle la salud a esa dulce niña.
Las palabras de Carlton Barac le infundieron nuevos ánimos y
valor a Barian, si ese hombre se estaba jugando la vida y la vista por
Neary, él no podía hacer menos, para ese momento se había
preparado durante seis años, no podía fallar.
–Cumpliré mi parte –le dijo al controlador del
dragón Amphipteres–, gracias por todo, esta es la última vez que nos
reunimos…, hasta que te lleve los ojos derechos de Amphisbaena,
Amphicetus y Amphiupiter.
Barian abandonó la celda de Carlton Barac, se escabulló por el
camino que le había indicado Neary, lo hacía con total calma y
naturalidad, sabía cuándo evitar las cámaras de seguridad y a los
custodios, sólo a algunos, varios de ellos eran amigos de los padres
de Neary y por ayudar a la chica fingían no percatarse de su
presencia.
En cuanto salió de la zona de celdas de la Torre Sur, corrió a
buscar a su amiga, la encontró como siempre en su habitación, a
Neary no le gustaba salir de ahí, podía encerrarse en ese lugar
durante meses.
Saludó a Barian como siempre, con una sonrisa fingida y sin
ninguna emoción, el joven dragón ya estaba acostumbrado a que lo
primero que esa chica le veía eran las piernas, aquella parte de su
cuerpo que a ella no le funcionaba.
El joven Riazor de inmediato se sentó en la cama, de esa manera
sentía, que por lo menos en ese instante estaba a la par de Neary. La
chica movió su silla hasta quedar frente a él.
–Ya está listo todo –le informó Barian–. Carlton me dijo que…
–¡Olvídalo! –lo interrumpió Neary–, se cancela todo, yo no quiero
que…
–Nada se puede cancelar –le advirtió Barian con seriedad–. Esto
no sólo se trata de ti, Carlton está decidido a ayudarnos, perderá su
ojo de igual forma…
–¿No entiendes que no me importa el ojo de Carlton? No me
importa ser una minusválida, lo que me tiene así eres tú, no sólo vas
a arriesgar la vida para obtener los ojos de tres Amphi-dracos, si lo
logras serás declarado un criminal, le darás la razón a quienes desean
quitarte los ojos… –Unas lágrimas empezaron a resbalar por las
mejillas de Neary–. Tú ocuparás el lugar de Carlton y vivirás su
miserable existencia, el estar inválida no es nada en comparación con
eso.
Barian no respondió nada, pensaba decirle a Neary que no había
peor infierno que verla siempre deprimida, que tenía tanto tiempo de
no ver su sonrisa que hasta ya había olvidado cómo se veía, que lo
destrozaba verla siempre en esa silla de ruedas, que prefería
arrancarse los ojos él mismo a seguir viéndola así, pero guardó
silencio, se levantó y la besó en la frente.
–Mañana yo mismo me encargaré de que subas al tren que llevará
a los Amphi-dracos a Arcadia, si te resistes te subiré inconsciente,
cuando despiertes, podrás patearme el trasero con tus propias piernas.
Lo juro.
El controlador de Zero se dispuso a salir de la habitación, Nery lo
tomó de las ropas antes de que saliera.
–Es una trampa –le confesó–, todo es una trampa del Emperador y
de mis padres, jamás llegarás a Carlton, todo está preparado para que
subas al tren y te enfrentes a los guerreros que custodian al Amphi-
draco de fuego, los portadores de los ojos derechos de los Amphi-
dracos de viento, agua y electricidad, en cuanto obtengas sus ojos,
mis padres se harán cargo de ti, utilizarán tu cuerpo como recipiente
para conservar los ojos que logres obtener y te llevarán con el
Emperador para que los tome todos, después entregarán tu cuerpo a
la Orden, los ojos se habrán perdido y tu obtendrás tu merecido, te
tratarán como a un criminal, el único que pagará por todo, mis padres
habrán escapado con la ayuda del Emperador y yo seguiré en esta
silla de ruedas… por favor, no lo hagas.
–¿Desde cuándo conoces el plan de tus padres? –preguntó Barian,
tenía el rostro sombrío.
–Desde el principio –le confesó Neary–. Ellos creen que me
engañan, pero yo soy más lista que ellos, los he escuchado, me han
dicho que los ojos de los tres Amphi-dracos cautivos son para mí,
para ayudarme a caminar y los tuyos son para el Emperador, pero es
mentira, tú y yo nos quedaremos con nada…
–¡Eso es imposible! –en esos momentos Barian no sabía que
pensar, se estaba jugando la vida y su futuro por Neary, para él no
tenía sentido una traición.
–Lo sé, yo no soy una “elegida”, no puedo fusionar ni obtener los
ojos de otro Amphi-draco que no sea Amphipteres… ¿Ahora lo
entiendes? No tiene caso que vayas al matadero, yo…
–Tú vas a subir a ese tren y saldrás de todo esto caminando –
Barian casi estaba gritando–, esas dos bestias que dicen ser tus
padres no merecen tu consideración, si se interponen en mi camino
acabaré con ellos, el plan es el mismo, llegaré hasta Carlton con los
ojos derechos de Amphisbaena, Amphicetus y Amphiupiter.
–¡No seas necio! –insistió Nery que lloraba a lágrima viva–. Te
estuve engañando hasta que me enteré que mis padres me estaban
marginando de su plan, yo también pensaba sacrificarte, no valgo la
pena, no mereces arriesgar la vida y tu futuro por mí…
–Esa es mi decisión, tú sólo preocúpate por estar en el tren…
Barian no dejó que Neary lo volviera a reconvenir, se salió de la
habitación, pensativo, debía planear una nueva estrategia, tan sólo
tenía un par de días para volver la situación a su favor, el renunciar
no era una opción, recuperaría la salud de Neary a como diera lugar.
Para ese momento ya no le importaba la prueba que debía superar
en los próximos meses, la fecha límite estaba a punto de llegar,
pronto cumpliría los dieciocho años y él debía mostrar a cinco
sinodales, miembros elegidos por el Gobierno, el Clero, la Corona, el
Clan Enoch y Sir Khaos como presidente del jurado, que podía
controlar sus ojos de dragón, en caso de fallar, su sentencia podía ir
desde perder su ojo izquierdo hasta correr el mismo destino de los
pobres bastardos que debía eliminar para salvar a Neary.
Su poder se había incrementado, era mucho más poderoso ahora,
sin embargo, aún no dominaba sus dos ojos de Dragón, su tía la
Hermana Naturaleza le infundía ánimos pero su mirada decía otra
cosa, no lo lograría, había fallado. Estaba seguro que su tía estaba
poniendo todos sus esfuerzos en que conservara al menos su ojo
derecho.
Por eso estaba decidido en ayudar a Neary, pensaba igual que
Carlton Barac, si de todas formas perdería su ojo y hasta quizá su
libertad, lo menos que podía hacer era utilizar sus dones para que
Nery volviera a caminar, estaba decidido a darle la oportunidad de
una nueva vida.
Lo que no le comentó a Neary era que él mismo se estaba jugando
el todo por el todo en esa misión, un enviado del Presidente había
hablado con él, de alguna forma Arlés Probzzer se enteró de sus
planes y le comentó que lo apoyaría, por lo menos en un principio, si
lograba recuperar los ojos de los Amphi-dracos, transportarlos y
entregarlos al estado, esa sería considerada su prueba adelantada y
obtendría su añorada libertad, prueba que obviamente no pasaría, le
devolvería la capacidad de caminar a las piernas de Neary y él se la
jugaría en la prueba pactada ante cinco sinodales, eso si salía vivo e
indemne de su misión.

Carlton Barac fue sacado de su celda y llevado, totalmente


encadenado, a la estación de tren donde partiría rumbo a la Ciudadela
de Arcadia, el lugar donde pasaría los últimos años de su vida.
Observó el impresionante tren al que le decían “la bestia”, un
vehículo que impresionaba sólo de ver el kilómetro que medía de
largo, sin embargo, ese no era el motivo que le había ganado tal
apelativo, la máquina era una mole de cinco metros de altura
construida con Metalist, el metal más fuerte existente, cuya dureza
podía ir del nivel ocho al diez dependiendo de la aleación con la que
se le reforzara, un metal muy difícil de encontrar en la naturaleza, se
necesitaba un arduo y costoso procedimiento para extraerlo y
manipularlo.
Algunos de sus vagones se alzaban hasta los quince metros y
estaban construidos por otras aleaciones metálicas de dureza nivel
seis o siete, una autentica bestia, imponente, indestructible, imposible
de frenar una vez que partía a su destino.
El amo del Amphi-draco de fuego fue ingresado en uno de los
primeros vagones, el segundo, los otros tres Amphi-dracos fueron
colocados en el primer vagón, Carlton Barac alcanzó a observar
cuando los subieron.
Los tres en la actualidad no eran más que despojos humanos,
Carlton pensó que sólo llegarían a la Ciudadela de Arcadia a morir,
esos pobres bastardos ya no servían para nada, los tres caminaban
humillantemente con un collar en el cuello y una cadena que los unía,
como animales, pensó que él prefería morir antes de terminar así.
Su situación era distinta, un impresionante operativo de seguridad
lo llevó hasta el vagón de la “bestia” que sería su prisión provisional
hasta que llegara a su destino, todos lo veían con miedo, su ojo
derecho todavía imponía, nadie deseaba acercarse a él y nadie le
sostenía la mirada, así es como deseaba irse del mundo, como un
dragón y no como una mascota.
El tren se puso en marcha, Carlton observó a sus custodios con
desdén, cómo disfrutaría matarlos a ambos, con sólo su ojo derecho
los devoraría, tal vez antes de llegar a Arcadia tendría oportunidad de
hacerlo.
Pensó en Barian y Neary, ambos deberían de haberse colado en el
tren, en ese momento empezaba la prueba del chico Riazor, él había
sido su maestro teórico y la tía del muchacho, la Hermana
Naturaleza, la controladora de Amphiphlor, el dragón de la
naturaleza, su maestra práctica.
Carlton Barac desconocía el potencial del chico, sólo lo conoció a
través de sus pláticas en la prisión de la Torre Sur de la Santa Sede,
donde los poderes y la energía eran inhibidos, esperaba que tuviera la
fuerza necesaria para llegar hasta él.
En el último vagón del tren, Barian, escondido, aguardaba su
oportunidad, sólo tenía que esperar, nada más le quedaba, si el tren
no se detenía a medio camino en las faldas de la zona montañosa de
Hamal, él tendría que sacar a Carlton Barac a como diera lugar del
tren, una tarea prácticamente imposible si como le habían
comentado, dos Caballeros Fantasmas lo custodiaban.

En la Ciudad Capital Assur, Ozmar De Riot se presentaba ante el


Presidente del País, en ese momento recibía los documentos
referentes al traslado de Carlton Barac y los demás Amphi-dracos de
la Torre Sur de la Santa Sede a la nueva prisión en la Ciudadela de
Arcadia, el veterano militar los leyó con cuidado, señaló algunas
cosas en ellos y después se los devolvió al Presidente.
–El plan está bien pero tiene varios huecos, situaciones que se
pueden salir de control sobre la marcha, dudo mucho que no las haya
prevenido el mejor estratega del país… ¿Qué va a suceder si las
cosas no salen como estos documentos lo refieren?
Arlés Probzzer le sonrió a su colaborador, el Presidente de Boleria
era famoso por ser el mejor estratega del país, siempre adelantándose
a las circunstancias, previendo todas las posibles situaciones, en todo
momento estando un paso delante de sus enemigos. Sabía que a su
Secretario de Defensa le había extrañado que él se empeñara en hacer
el plan de traslado de Carlton Barac, ese tipo de situaciones siempre
se las delegaba a sus colaboradores.
–El plan se realizó con prisa –se disculpó el Presidente–, Lámed
Aswan lo elaboró y yo sólo lo completé, sin embargo, como puedes
observar se han tomado todas las precauciones pertinentes, incluso
dos miembros de los Caballeros Fantasmas de la Orden de Ishtar
junto con sus Centinelas custodian a los prisioneros, también fueron
asignados Ra y Sejmet en el equipo de vigilancia.
–Ese es uno de los puntos débiles que marqué en su plan… –
Ozmar de Riot señaló con su bolígrafo los papeles que el Presidente
tenía en sus manos–. Conozco bien a esos dos, eran unos
prometedores militares que cayeron en desgracia por enfrentarse al
fallecido Etneo Brunn, ambos terminaron en el Quinto Distrito, estoy
seguro que sus nombres estaban en la lista de muertos durante la
guerra de revolución…
–Esos dos son un par de traidores –le informó Arlés a su
colaborador con una cómplice sonrisa–, pelearon junto con nosotros
en la lucha revolucionaria pero en la batalla de la Ciudadela fingieron
su muerte para huir, en cuanto me enteré de su traición liberé una
orden de aprehensión contra ellos, desgraciadamente pidieron ayuda
al Clero y su petición tuvo éxito, desde entonces viven como
refugiados políticos en la Torre Sur de la Santa Sede.
–Entiendo… –El Comandante Ozmar de Riot movió la cabeza
recriminándose su estupidez… ¡Por supuesto que Arlés Probzzer no
dejaba nada al azar! Ahora estaba viendo las verdaderas intenciones
de su jefe–. Un plan de traslado rigurosamente bien hecho, perfecto
en todos los sentidos, pero con demasiados huecos para el hombre
más inteligente del país…
–Alguien muy influyente movió los hilos para que esos dos fueran
asignados a proteger el tren, yo sólo le di el visto bueno.
–Pero les ofreció inmunidad en el trayecto, si llegan al Distrito
Comercial de Arcadia tampoco podremos aprehenderlos y en ese
lugar no podrán ser vigilados como en la Santa Sede, les será más
factible huir, si es que llegan…
–Eso ya no es cuestión nuestra, viejo amigo, la responsabilidad
del viaje recae en los custodios, no en nosotros.
Ozmar de Riot veía al Presidente con devoción, como responsable
de la defensa nacional, a él le correspondía realizar el plan de
traslado de Carlton Barac, sin embargo, habría imponderables en el
camino y su fama así como su credibilidad como el hombre
implacable del Presidente se verían mermados, por eso Arlés
Probzzer lo había dejado fuera, para protegerlo, consideró ocioso
preguntar al Presidente sobre la persona o personas que habían
movido los hilos para que Ra y Sejmet viajaran en “la Bestia” rumbo
a Arcadia, si Arlés deseaba que lo supiese, ya se lo habría dicho.
–Ningún plan que yo realizara sería perfecto y no podría prevenir
lo que va a suceder… ¿Verdad?
–No sé de qué me hablas. –El Presidente fingió revisar otros
papeles dando por terminada la reunión con su Secretario de
Defensa–. Entrega los documentos de traslado a Carlo Tiberian y que
los firme como responsable.
–¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudar?
–Todo está bien, puedes retirarte.
Ozmar de Riot hizo una pequeña inclinación, tomó los papeles del
traslado de Carlton Barac y los demás Amphi-dracos, se dispuso a
retirarse, mientras abría la puerta del despacho presidencial, el
mandatario nacional comentó sin dejar de ver sus documentos:
–A medio camino del traslado de Carlton Barac, en las faldas de la
zona montañosa del estado de Hamal, hay una torre propiedad de la
Orden de los Caballeros Fantasmas, está abandonada, me gustaría
que le dieras una vuelta para ver en qué condiciones se encuentra, si
está en buen estado, tal vez podríamos comprársela a la Orden, te
envío a ti porque eres un militar, quiero que observes el terreno, su
posición estratégica, la quiero utilizar como un emplazamiento para
la nueva Guardia Nacional… ¿Puedes encargarte de eso?
Ozmar de Riot sonrió, Arlés Probzzer nunca dejaba de
sorprenderlo.
–Ahora estoy ocupado, Señor Presidente, pero más tarde me daré
una vuelta por el estado de Hamal.
–Bien, llévate a Carlo Tiberian, su opinión es importante, él será
el Comandante de la Guardia Nacional.
–Como usted diga.
Ozmar de Riot llegó con Carlo Tiberian y le entregó los
documentos, el futuro Comandante Supremo de la Guardia Nacional
los leyó con detenimiento, el Secretario de Defensa observó que
sonreía mientras los firmaba.
–Al parecer quedaré mal en tu lugar, Ozmar.
–La orden es del Presidente –se defendió el Secretario de Defensa.
–Está bien, a mí en lo particular no me afecta, el plan es perfecto,
nadie me podrá reprochar nada.
–Ya déjate de sonrisas estúpidas y dime cual es nuestra labor. –A
Ozmar de Riot no le gustaban los juegos, sabía que había algo más
en aquel plan y la orden del Presidente de enviarlo a Hamal, justo por
donde pasaría el tren que trasladaría a Carlton Barac–. ¿Nosotros nos
haremos cargo de los Custodios?
–No –Carlo Tiberian también se puso serio–, nuestra labor sólo
será de observación… ¿Recuerdas a Barian Riazor?
–El hijo de Conde y Mort del Sindicato de la Ciudad Oculta
Hiddensh –respondió Ozmar de inmediato–, el chico nació con los
genes del Amphi-draco de hielo, es un peligro para el país.
–El chico está a prueba, en unos meses debe demostrar que no es
un peligro para el país, la Sociedad del Crimen quiere apropiarse de
sus ojos así como de los de Carlton Barac y su única oportunidad es
hacerlo mientras es trasladado a la Ciudadela de Arcadia, pero no
sólo ellos desean esos ojos malditos, la Corona y la Iglesia también
intentarán hacerse con ellos.
–¿Me estás diciendo que ese chico, Barian, también está en el
tren? Eso es peligroso, no podemos permitir que ninguno de los
grupos que me mencionaste obtengan sus ojos…
–La mejor edad para arrancar los ojos de un Amphi-draco es de
los trece a los veinte años, cuando los ojos están en plena
maduración, pueden hacerse muchas cosas con ellos, por eso todos
los quieren, ya después no sirven más que a otro Amphi-draco o para
cuestiones de investigación.
–Lo de la Mafia es comprensible, su líder es un controlador de
dragones, pero lo de la Iglesia y la Corona es más peligroso, ambos
tienen mucho poder, no es ningún secreto que tanto los líderes
eclesiásticos como el Rey quieren desestabilizar el gobierno de Arlés,
es inquietante el uso que pretenderán darle a los ojos de los Amphi-
dracos…
–Eso sólo lo sabe el Presidente, él fue quien se encargó de meter a
Barian Riazor al tren, no me comentó la razón de su plan, habrá un
atentado y el tren se detendrá a medio camino pero nuestra labor es
vigilar y acabar con quien salga de la torre de vigilancia de los
Herreros de Hamal, lugar que los custodios de Carlton Barac
utilizarán para resguardar a su prisionero mientras reciben ayuda.
–Ya entiendo –Ozmar de Riot se llevaba la mano al mantón–, los
Caballeros Fantasmas de Ishtar defenderán el emplazamiento contra
los ataques de la Mafia, el Clero y la Corona mientras esperan la
ayuda de los Herreros de Hamal y los Apóstoles de Arcadia, las
Órdenes más cercanas al lugar.
–Así es, momento que Barian Riazor deberá aprovechar para
tomar los ojos de los prisioneros encerrados provisionalmente en la
torre.
–¿Ojos de prisioneros dices? –Ozmar sentía que se había perdido
en la plática.
–Así es –Carlo le entregó una hoja que no venía en la del plan de
traslado–, junto con Carlton Barac y los Amphi-dracos originales de
viento, agua y electricidad, serán trasladados los usuarios actuales de
los ojos derechos de Amphisbaena, Amphicetus y Amphiupiter,
personas que oficialmente no existen.
A Ozmar de Riot le tembló la mano cuando vio el documento.
–Esto es una abominación… –comentó más para sí mismo que
para Carlo.
–Lo sé –Carlo le quitó la hoja al Secretario de Defensa antes de
que la destruyera presa de los nervios–. Fue un largo juicio de
custodia que el Presidente le ganó a la Corona y a la Iglesia, el
máximo tribunal del país integrado por todos los Caballeros
Fantasmas en activo, dictó sentencia a favor del estado.
–Ahora entiendo… –Ozmar de Riot se recuperó de inmediato–, el
objetivo de la Corona y la Iglesia no sólo son los ojos de Barian y
el Amphi-draco de fuego, es recuperar a los usuarios
de Amphisbaena, Amphicetus yAmphiupiter.
–Así es, mientras sus esbirros tratan de recuperar a esas
abominaciones, Barian deberá derrotarlos y quitarles sus ojos
derechos, a esos tres y al Amphi-draco de fuego, si lo logra y nos los
entrega, será libre.
–Ese muchacho no lo logrará –afirmó Ozmar de Riot consiente de
todos los obstáculos que el chico Riazor debería de salvar, no sólo
debía derrotar a tres monstruos, también lucharía contra dos
experimentados guerreros que eran Ra y Sejmet, una labor
imposible–, morirá en el intento…
–Si es así, mejor para todos, ya lo has dicho, un Amphi-
draco siempre será un peligro para el país, nuestro deber será
eliminar a todo lo que salga de la torre de vigilancia de la Orden de
Hamal, con excepción de Barian Riazor, quien deberá estar cuerdo y
entregarnos los cuatro ojos de dragón, los cuales nosotros llevaremos
a la Ciudadela de Arcadia para que experimenten con ellos, en caso
de que no cumpla con cualquiera de esas exigencias, también lo
mataremos a él. Órdenes del Presidente.
A Ozmar de Riot le bastó escuchar lo último para cuadrarse, él era
un militar fanático del orden y obediente de la escala de mando, las
órdenes del Presidente eran sagradas para él, sin importar cuales
fueran o los motivos, Ozmar las ejecutaba.
Los dos guerreros salieron del edificio de Seguridad Nacional
instalado en la zona sede del gobierno federal conocida como
Pretoria Imperia, junto con el palacio de gobierno y otros inmuebles
del estado.
Pretoria Imperia era una pequeña metropoli dentro de la Ciudad
Capital Assur donde se encontraban todos los edificios públicos,
territorio parecido a la Santa Sede en la Ciudad de los Dioses
Banayah, Regum Urbem en la Ciudad Blanca Ersghiaal o el Distrito
Judicial en la Ciudad Sagrada de Uruk.
En la salida, los dos miembros del gobierno se encontraron con la
Hermana Naturaleza, maestra de entrenamiento y tía de Barian, quien
les impidió el paso.
–¿Sucede algo, Hermana? –le preguntó Carlo Tiberian.
–Me enteré de algunas cosas desagradables que tienen que ver con
mi sobrino –les aclaró la religiosa–, no sé a dónde se dirijan, pero yo
los acompañaré.
–Me temo que eso es imposible –acotó Ozmar de Riot–, estamos
en una misión especial, cualquier situación con respecto a su sobrino
deberá canalizarla con Lámed Aswan, él es el encargado de todo lo
relacionado con Barian Riazor.
–Me temo que ya hablé con él y me vi forzada a drogarlo con mi
planta de mandrágora para que me dijera la verdad, no se preocupen,
el Vocero y Consejero del Presidente está bien, sólo despertará en
unas horas con una gran resaca.
–Lo que usted ha hecho es un delito –le advirtió Carlo Tiberian.
–Y lo que me dijo Lámed Aswan es un crimen que causará el
rompimiento de la Iglesia y la Corona con el estado, hablé con la
Santa Madre y ella no ha dado ninguna orden respecto al traslado de
tres bienes de la Iglesia, se trata de un grupo rebelde del Clero a
quienes pretendo descubrir, además de que también tendrán
problemas con el Sindicato si mi hermano Conde y su esposa Mort se
enteran de lo que pretenden hacer con su hijo.
–Resolveremos eso cuando regresemos –dijo Ozmar de Riot,
quien pensaba cumplir con la orden del Presidente por encima de
cualquier otra cosa, estaba seguro que Arlés Probzzer tenía un plan
de contingencia en caso de que los descubrieran, esa era la mayor
virtud de su jefe, adelantarse a los acontecimientos.
–El problema está en que no los dejaré ir, caballeros –amenazó la
Hermana Naturaleza–, o voy con ustedes o no salen de aquí, como
sea, si me jodo yo, se joden conmigo.
Carlo Tiberian hizo una mueca de disgusto, sintió el poder de esa
mujer y sabía que podía detenerlos el tiempo suficiente para que
fallaran en su misión, decidió que le permitiría acompañarlos, si
interfería, era mejor matarla en Hamal cumpliendo su misión, que
eliminarla en Pretoria Imperia donde los dejaría maniatados.
–Está bien, vamos.
–¿Qué dices? –Ozmar De Riot se sorprendió de que su compañero
cediera tan rápido–. No podemos hacer eso…
Carlo Tiberian tomó a Ozmar por el brazo, lo apartó de la
religiosa y le dijo al oído:
–No podemos entretenernos más tiempo aquí, la presencia de la
Hermana Naturaleza no interfiere con nuestros planes, por lo menos
no al principio, si hace algo más que observar, deberá enfrentarse a
los Caballeros Fantasmas, a los esbirros de la Mafia, a las fuerzas
rebeldes del Clero y hasta a los aliados de la Corona, si Barian
Riazor falla y debemos eliminarlo, también nos la cargamos a ella.
–De acuerdo –respondió Ozmar sin estar convencido del plan de
Carlo Tiberian, sin embargo, en ese momento a él no se le ocurrió
una mejor opción y el tiempo corría…
Los dos hombres del gobierno y la religiosa partieron rumbo a
Hamal, tanto Ozmar como Carlo eran dos guerreros élite del país,
capaces de enfrentarse con cualquier oponente sin importar su nivel,
eran dos FILOS Oscuros conocidos como Chronos y Drakkar
respectivamente, portadores de las espadas oscuras Eón e Indra.
Ozmar convocó a la bestia mítica que le proporcionaba su espada, el
descomunal dragón de escamas blancas Zilant, bestia de colosales
alas que sólo contaba con sus patas delanteras, el resto de su cuerpo
era parecido a una serpiente, sus escamas eran de metal, el blanco de
éstas resplandecían dándole una apariencia divina.
Los dos colaboradores del Presidente montaron en el majestuoso
dragón que de inmediato, a una orden de su amo, levantó el vuelo
rumbo al estado de Hamal, a su vez, la Hermana Naturaleza convocó
a su bestia, el poderoso Amphi-draco de la naturaleza Phlor, cuyo
cuerpo estaba formado de tallos ramas y hojas, las cuales tomaron la
esencia del elemento viento, apoyándose en éstas, el dragón levantó
el vuelo detrás de Zilant.

En su oficina, inmediatamente después de que Ozmar de Riot se


marchara, el Presidente recibió una llamada en su comunicador
privado, levantó el auricular, del otro lado de la línea su interlocutor
le informaba desde la Santa Sede:
–El tren ha partido con Barian Riazor dentro, tal como lo
anticipaste, el Emperador fue quien se encargó de todo, ha
comprado a varios de los guardias que se ocuparán del traslado, el
chico no tendrá problemas en ingresar a la torre de vigilancia de la
Orden de Hamal.
El Presidente colgó, había descubierto a tiempo el plan del
Emperador de hacerse con los ojos de Barian, en ese momento ya
sabía el destino de los mismos y de ninguna manera pensaba dejar
que los obtuviera, el dejar al chico Riazor a su suerte en el
emplazamiento de Hamal era una apuesta arriesgada para el
Emperador, si Barian moría, el mafioso perdería su carta de
negociación con el hombre que guardaba el control de la bomba en la
Isla de la Victoria de Levit.
El hombre misterioso… Arlés ya había descubierto su identidad,
era un tipo peligroso, miembro de una familia que le estaba
ocasionando problemas desde el inicio de su administración, el pacto
de ese hombre con el Emperador dependía del éxito en la misión de
Hamal, ese había sido el acuerdo, devolvería el control de la bomba a
cambio de los ojos de un Amphi-draco.
Por el momento el Presidente estaba atado de manos, aunque
conocía la identidad del hombre que guardaba el control de la bomba,
no podía hacer nada para aprehenderlo sin el peligro de que la hiciera
estallar y desatara el apocalipsis, la destrucción del mundo.
Debía esperar, lo que sucedería en Hamal sería trascendental en
los acontecimientos a futuro, él no sólo debía evitar que el
Emperador obtuviera los ojos de Barian, también debía impedir que
la Iglesia y la Corona se hicieran con los portadores de los ojos
derechos de los Amphi-dracos de viento, agua y electricidad, además
de los ojos de Barian Riazor y Carlton Barac.
Nuevamente se ponía al descubierto la guerra entre el Clero y la
Mafia, el Emperador pretendía destruir a los esbirros que la Iglesia
deseaba rescatar, por su parte, la Corona deseaba los ojos derechos
de aquellas monstruosidades que los portaban, no era un secreto que
uno de los protectores del Rey, su sobrino Vlade Adam, el célebre
“cazador de dragones”, sabía utilizar los ojos para potenciar sus
habilidades, si ese hombre los obtenía, se convertiría en el guerrero
más poderoso del país, una amenaza constante que podía incluso
acabar con su gobierno.
El pacto entre el Clero y la Corona estaba claro, si rescataban a los
engendros, los ojos los conservaría la Iglesia, si sólo lograban
hacerse con los ojos, éstos serían para el Rey.
Los engendros… Arlés los conocía bastante bien, dos hombres y
una mujer, en vida, dos de ellos pertenecieron al ejército
revolucionario y el otro peleó por el estado, dos de ellos cayeron en
la batalla de la Ciudadela y el otro era un traidor al que Escorpión, el
líder del movimiento de revolución, se encargó de ejecutar en
persona.
Tres muertos vivientes al servicio del Clero, el Presidente hasta la
fecha aún no averiguaba qué guerrero de Boleria tenía la capacidad
de controlar a la muerte, llevaba años investigando pero aún no daba
con esa persona, sabía que de alguna forma estaba ligado a la Iglesia,
quien mantenía el secreto bien guardado, era por demás obvio que en
una probable guerra abierta, sería su carta de victoria.
El Presidente ya había anticipado la inclusión de ese enigmático y
desconocido personaje en sus planes a futuro, si era necesario,
provocaría la guerra abierta entre la Mafia y la Iglesia apoyando en
secreto a los delincuentes para obligar al Clero a utilizar su carta del
triunfo, una vez detectado, se encargaría de él.
Las repercusiones de ese plan eran muchas y la mayoría lo dejaría
mal parado, por eso debía esperar, las cosas poco a poco debían darse
por sí mismas, él sólo movería los hilos indicados para llevar a sus
enemigos por el “camino adecuado”, la Iglesia y la Corona también
tendrían su enfrentamiento ese mismo día en un lugar distinto, así lo
había dispuesto él. Se sirvió una copa de whisky y se quedó junto a
su comunicador personal esperando que le llegaran más noticias
desde Hamal, al mismo tiempo, siguió manipulando sus piezas en el
gigantesco tablero de ajedrez, avanzando a un peón negro en cuya
base se leía el nombre: Barian.
A Barian el tiempo le pasó como un suspiro, estaba tan nervioso y
metido en sus pensamientos que apenas escuchó el sonido de los
frenos del tren obligando a “la bestia” a detenerse.
Su corazón se sobresaltó, en su imaginación se veía peleando en el
tren si éste no se detenía en la zona de las faldas de la montaña,
jamás se percató que precisamente se encontraban ahí, su corazón
empezó a latir con fuerza, se recriminó lo estúpido que era, de no
haber sido por el sonido de los frenos, él se habría quedado metido
en sus pensamientos hasta llegar a Arcadia.
Con sigilo se asomó por la ventana del vagón, se encontraba en un
pequeño compartimento para equipaje que tenía una puerta con
ventana especial hacia el exterior para que los empleados bajaran el
equipaje, la pequeña ventana servía como ventilación y para que los
empleados que trabajaban al interior del compartimento se pudieran
comunicar con el exterior sin necesidad de abrir la compuerta.
Por la ventana observó cuando los Centinelas organizaban a los
guardias de seguridad para llevar a los prisioneros hacia la torre de
vigilancia de la Orden de Hamal, un enorme edificio circular de
concreto y acero de veinte metros de alto y por lo menos quinientos
metros cuadrados de superficie, sin ventanas, una prisión ideal, ahora
debía moverse, introducirse en aquel lugar.
De nuevo estaba tan inmerso en la visión de los guardias de
seguridad trasladando a los prisioneros que no se dio cuenta de que
un par de guardias abrieron la puerta del compartimento desde el
interior del tren. Uno de ellos sacó una espada mientras el otro se
abalanzó sobre el adolescente.
Barian respingó cuando sintió la mano sobre su hombro, el
ambiente en el compartimento bajó su temperatura a niveles
alarmantes, el hombre con la espada lo amenazó:
–Ya basta de eso, niño imbécil, si quieres entrar a la torre deja de
hacer tonterías.
El joven Amphi-draco pudo respirar cuando vio a los dos tipos,
uno con un uniforme de los custodios en las manos y el otro con una
espada con el símbolo del ejército de Ishtar.
–Lo siento –se disculpaba mientras la temperatura volvía a
aumentar–, pensé que venían a atraparme.
–De quererlo hacer te habríamos atacado mientras observabas el
exterior como un idiota –le espetó el guardia de la espada–, de prisa,
vístete y sal de aquí, te esperamos afuera.
Barian se puso el uniforme de los custodios y se colocó el
cinturón de la espada, era alto para su edad y le quedó bien, sin
embargo, aún tenía el rostro de un chico, uno de los guardias le
entregó sus lentes oscuros para disimular su edad.
–Son especiales para ver en la oscuridad y detectan la energía, a
nadie le extrañará que los uses, ahora salgamos de aquí.
Los dos guardias acompañados de Barian de inmediato se
entremezclaron con el río de guardias, militares y custodios que
aseguraban el perímetro, los tres avanzaron hasta la torre de
vigilancia de la Orden de Hamal, una vez en la entrada, el guardia
que le entregó la ropa a Barian le señaló la puerta principal.
–Hasta aquí llegamos nosotros, sólo los custodios pueden pasar al
interior, ya hemos cumplido nuestro pacto con el Emperador, a partir
de aquí, estás por tu cuenta.
Barian se internó en la torre, pensaba en el plan del Emperador,
quien había aceptado ayudar a Neary a cambio del ojo izquierdo de
Carlton Barac, el cual, se formaría con la unión de los ojos derechos
de los dragones deAmphisbaena, Amphicetus y Amphiupiter, ese
había sido el trato, el ojo derecho serviría para curar a su amiga y el
izquierdo para el uso personal del Emperador.
Toda la negociación la había realizado su amiga unas horas antes
de partir, quien aprovechando que sus padres tenían tratos con el
líder mafioso, decidió re-negociar con él. Ra y Sejmet habían pactado
con el Emperador la entrega de Barian a cambio de su libertad, sin
embargo, Neary amenazó al Emperador con delatarlo e hizo un
nuevo trato con él.
Un ojo era mejor que ninguno, el gobierno desestimó entregarle el
ojo derecho de Carlton Barac a Neary porque debido a su
incapacidad de caminar ya no les era útil y no encontraron otro
miembro del mismo Clan compatible con el del Amphi-draco de
fuego, sin embargo, el ojo sí era importante para su amiga, que si
bien no incrementaría en gran medida su poder, si la curaría, algo que
al gobierno no le interesaba, preferían avanzar en sus investigaciones
científicas para descubrir más detalles acerca del poder de los Amphi-
dracos.
El Emperador al final negoció con Neary, sólo tenía una
oportunidad de hacerse con los ojos de un Amphi-draco y era durante
su traslado a la Ciudadela de Arcadia, le dijo a la menor que el trato
con sus padres subsistía de la misma manera. Al líder mafioso no le
importaba quien le entregara los ojos del dragón. Todo se reducía a
una nueva competencia en la que estaba de por medio la vida de
Barian, la sanación de Neary así como la libertad de Ra y Sejmet.
El plan de los chicos era sencillo a la vez que imposible, hacerse
con los dos ojos de fuego y entregarlos al Emperador, quien debía
utilizar el derecho en Neary, el líder criminal tenía fama de siempre
respetar sus tratos, el Emperador comentó que prefería un ojo recién
formado que los utilizados por tres resucitados, los cuales, no sabía si
le serían de alguna utilidad, prefería apostar a lo seguro.
Debían arriesgarse, no tenían otra opción, ese hombre era su única
alternativa, no había nadie más que ellos conocieran que pudiera
manipular un ojo de dragón. La segunda fase del plan era derrotar a
Ra y Sejmet y así evitar que entregaran a Barian al Emperador, se
escuchaba fácil…
Mientras ascendía en la torre, Barian se preguntaba si podría
llegar hasta donde se encontraba Carlton Barac, sabía que no sólo
debía derrotar a los tres portadores del ojo derecho de los Amphi-
dracos de viento, agua y electricidad, también debería enfrentarse a
los padres de Neary en un combate posiblemente a muerte, al final,
decidió dejar de pensar en eso, avanzar paso a paso.
Cuando llegó al segundo piso de la torre, dos custodios le cerraron
el paso, Barian les mostró una moneda de oro, uno de los Custodios
la revisó y después le hizo una afirmación a su compañero, quien
abrió la puerta mientras le advertía al controlador de Zero:
–Nuestro trato con el Emperador fue dejarte pasar, negaremos la
entrada a quien quiera ingresar más allá de este piso, pero si se trata
de un Centinela o un Caballero Fantasma, abriremos las puertas y
después huiremos, tus enemigos se encuentran a partir del cuarto
nivel, ahí encontrarás a un Centinela de los desaparecidos Profetas de
Riazor, del quinto al séptimo piso vigilan tres personas
encapuchadas, en el octavo piso encontrarás a Ra y Sejmet, tres
dragones inofensivos se encuentran prisioneros en el noveno piso y
el premio mayor, el Amphi-draco de fuego, te espera en el último
piso.
Barian afirmó y se internó en las escaleras del segundo piso que
llevaban al tercer piso, ahora empezaba una batalla contra reloj, debía
llegar hasta el último piso lo antes posible, Neary le aseguró que
llegaría al décimo piso en el momento indicado, se imaginó que con
la ayuda de algún guerrero al servicio del Emperador, le sería
imposible a su amiga llegar al último piso en silla de ruedas.
Decidió por el momento olvidarse de Neary y de todos sus demás
temores, debía concentrarse en las batallas que tendría por delante,
llegó al tercer piso, el cual debería estar vacío pero no era así, al
parecer, la información que le dieron fue equivocada, los custodios
de la entrada habían traicionado al Emperador.
Barian se preparó para pelear, pensó que un enemigo más no
importaba, el guerrero guardián del tercer piso salió de las sombras,
grande fue la sorpresa del miembro del Clan Riazor al ver a su
primer oponente, quien se acercaba con una sonrisa maliciosa hacia
él.
–Qué sorpresa saber que los enemigos han logrado entrar tan
rápido y más sorprendente aún que tú estés entre ellos…
–¿Qué haces tú aquí? –preguntó Barian casi sin aliento.
–Vine con Lady Aliel como parte de mi entrenamiento, me ordenó
internarme en la torre antes que nadie, sin ser visto, sabía que había
traidores entre los custodios, yo voy a ser un Caballero Fantasma y
debo cumplir con mi obligación, creo que lo entiendes… ¿Verdad?
Barian hizo una mueca de disgusto, no le agradaba en lo más
mínimo enfrentarse a Ysshud Shedar, su antiguo compañero de
entrenamiento junto con Primus Hotep, pensaba que al final se
habían hecho amigos pero al parecer se equivocó, el pelear con ese
chico sabía que le supondría gastar por lo menos la mitad de su
energía y todavía después tendría que enfrentar a seis enemigos más,
sintió una gran tensión y estrés, sabía que su misión era imposible de
completar. Una voz lo llevó a otra dimensión.
–¿Ahora estás dispuesto a hacer un trato conmigo?
El enorme Amphi-draco de hielo observaba con sus ojos blancos a
Barian, su voz se escuchaba triunfante, ese chico lo necesitaba.
Mientras el hielo caía a su alrededor, Barian cayó de rodillas,
derrotado.
–Sí, deseo hacer un trato contigo.

Varios kilómetros adelante, un enorme contingente de guerreros


de la Iglesia y la Corona estaban siendo advertidos, al parecer alguien
más se les adelantó y emboscó a “la bestia” con todos sus pasajeros,
quienes se estaban pertrechando en una construcción cercana.
El dirigente de aquella segunda emboscada soltó una maldición,
llamó a todos sus efectivos para que se prepararan para partir, de
inmediato una gran cantidad de vehículos se puso en marcha.

En el exterior de la torre de vigilancia, Sir Astaroth y Lady Aliel


esperaban a que los mecánicos arreglaran el desperfecto en las vías
del tren, al parecer, un deslave había partido uno de los rieles,
situación que a veces se daba, les explicaba el maquinista,
asegurándoles que en un par de horas colocaría el riel de repuesto
una vez que éste llegara desde la refaccionaria de Hamal, quienes
mencionaron que la pieza les llegaría en un máximo de tres horas.
Cinco horas era el tiempo aproximado que estarían varados, el
líder de las Espadas Reales de Ishtar sabía que la rotura del riel no
tenía nada de normal teniendo en cuenta la naturaleza de los
pasajeros del tren, situación por la que Sir Astaroth decidió ocupar la
torre de vigilancia de la Orden de Hamal como prisión provisional de
los reos que trasportaban, ese lugar era prácticamente una cárcel, el
lugar ideal para defenderse.
–Te entiendo que esto no es normal –le decía Lady Aliel, quien
por el contrario, se veía más calmada–, pero también es extraño que
el riel se partiera en este preciso lugar… ¿No? Sólo un idiota
planearía una emboscada aquí, donde podemos resistir fácilmente
hasta que lleguen los refuerzos.
–Tienes razón pero no por eso es menos preocupante, tengo un
mal presentimiento…
–Estamos preparados, Sir, te repito que si es una emboscada la
planeó un retrasado mental, no sólo nos dejaron en un lugar desde el
que podemos defender nuestro “cargamento”, sino que nos han
permitido desplegarnos correctamente para defendernos, si nos
querían emboscar aquí, debieron atacarnos en cuanto “la bestia” se
detuvo o cuando apenas estábamos descendiendo, revisamos la torre
y estaba vacía, la vigilancia de nuestros prisioneros es la mejor que
podíamos haber deseado, sin descartar tu teoría de la emboscada,
creo que estaremos bien.
En ese momento el “Duque” observó la enorme cantidad de
vehículos que se acercaban, no necesitaba ser un genio para descubrir
las intenciones de esas personas, llamó a uno de los Centinelas a su
cargo para darle instrucciones.
–Comunícate con las Órdenes de Hamal y Arcadia, diles que
estamos en problemas y que necesitamos de su ayuda… ¡De prisa!
El Centinela se alejó corriendo, tanto Sir Astaroth como Lady
Aliel desenfundaron sus espadas para enfrentar a los guerreros que se
aproximaban en decenas de vehículos.
–Te dije que era una emboscada –masculló el “Duque”.
–Yo creo que la rotura de la vía fue una bendición –respondió la
“Justicia Blanca” sin perder el buen humor, para ella las víctimas no
eran ellos, serían esos centenares de desgraciados que osaban
hacerles frente–, tal vez la verdadera emboscada estaba más
adelante…
Sir Astaroth levantó una ceja, miraba a su compañera con
curiosidad, ciertamente su manera de ver las cosas era distinta pero
sustentable, no importaba el número de enemigos si los prisioneros
estaban bien resguardados, ellos dos acabarían con quien fuera hasta
que llegaran los refuerzos, tal vez aquella casual rotura de la vía
salvaría la misión.
–¿Sientes alguna presencia poderosa? –le preguntó a su
compañera.
–Algunas de guerreros élite –respondió Lady Aliel preparando el
primer ataque–, yo me encargaré de ellos, tú y los Centinelas
encárguense de la basura…
La primera ráfaga de energía pura lanzada por la “Justicia Blanca”
auxiliándose de su espada destrozó un par de vehículos, de uno de
ellos saltó Hermite, guerrero perteneciente al Sindicato de la Ciudad
Blanca Ersghiaal, enviado directamente por el primogénito del Rey
para recuperar los ojos de los Amphi-dracos. Una camioneta se
detuvo a su lado, Hermite se subió en la parte trasera, donde también
viajaba Sacerdotisa, miembro del Clero y representante del Sindicato
en la Ciudad de los Dioses Banayah, encargada de la facción rebelde
de la Iglesia para recuperar a los engendros portadores de los ojos de
dragón.
–Caballeros Fantasmas de la Orden de Ishtar –comentó Hermite a
su compañera del Sindicato–, la batalla será complicada…
–Acabaremos con ellos en un instante –repuso la miembro del
Clero–, nos apoyan dos de los miembros más fuertes de la Corona y
la Iglesia.
En otra camioneta varios metros atrás, viajaba Bruno Adam, el
célebre “duelista”, quien lideraba al ejército de emboscada, lo
acompañaba la Hermana Tierra, la miembro rebelde del Clero que
servía a la facción que se oponía a la sucesión del Santo Hermano,
dos guerreros implacables. El Clero y la Corona se habían tomado la
misión en serio, ambos pensaban recuperar los preciados ojos de
dragón a cualquier costo, tal y como Sacerdotisa aseguraba, las
Espadas Reales de Ishtar que protegían la torre de vigilancia de la
Orden de Hamal no representaban un peligro para ellos.

Al mismo tiempo que se daban los primeros enfrentamientos en


los alrededores del emplazamiento en las faldas de las montañas,
cuatro caballos provenientes de las sedes de las Órdenes de Hamal y
Arcadia salieron surcando el aire, todos con rumbo a la zona
montañosa del estado de Hamal atendiendo a la llamada de auxilio de
sus hermanos de la Orden de Ishtar. Los corceles alados grises de los
Herreros y los corceles alados negros de los Apóstoles volaban a toda
velocidad, todos se encontraban casi a la misma distancia de donde
Sir Astaroth y Lady Aliel peleaban contra sus enemigos.
Sir Phillippe y Lady Madeleine acudían por parte de los Apóstoles
y Sir Hefesto y Sir Regin por los Herreros, ahora el resultado de la
contienda dependía de la rapidez con que ellos llegaran al campo de
batalla, todos los segundos contaban, la balanza de la victoria para
uno u otro bando dependía de la rapidez de los corceles alados.
LA GUERRA

El Gran Maestre de la Orden de los Caballeros Fantasmas


caminaba por los campos del Primer Distrito de Arcadia, se dirigía
en específico a una zona apartada donde se encontraría con un medio
hermano suyo del que desde hacía muchos años, nadie en el país
sabía nada acerca de él.
Una vez al mes sin falta, Sir Thomas visitaba a esa persona que
ocultaba de los asesinos de la Iglesia, la Corona y hasta del
Gobierno, haciendo honor a una promesa que le hizo cuando le
reveló detalles escabrosos de quienes lo buscaban para asesinarlo.
Para el Caballero Fantasma parecía que había sido el día anterior
cuando su medio hermano se presentó ante él hecho un manojo de
nervios, eran tiempos difíciles, los rebeldes liderados por Escorpión
y el actual Presidente pensaban tomar la zona militar y el edificio de
la Ciudadela de Arcadia, algo que en aquel entonces sonaba
imposible, una locura, sin embargo, al final lo lograrían.
El hecho fue que su medio hermano se presentó ante él antes de
aquella histórica batalla que duró un solo día, Qof Shmuel se veía
envejecido, parecía que se derrumbaría en cualquier momento.
Su medio hermano era el espía del Escuadrón de la Muerte, el
guerrero conocido como Sol, al parecer había llevado su labor más
allá de lo permitido, su curiosidad y habilidades para desentrañar
misterios imposibles de resolver lo llevaron a enterarse de
situaciones que no debía conocer, verdades que le arrebatarían la
vida.
Se desnudó ante su medio hermano, le contó todo, el Santo Padre
estaba patrocinando un laboratorio en Levit en un búnquer bajo el
agua en el que pretendía por medio de la tecnología y la
manipulación genética, trasladar el poder de los Inquisidores a
decenas de niños.
El Gran Maestre se fue de espaldas al escuchar la primera
confesión, no lo podía creer, le espetó a su primo que desde tiempos
inmemoriales los países más avanzados del orbe trataban de recrear
los poderosos “Gash” de los Bolerienses sin éxito alguno,
demasiados factores influían en el proceso, los más conocidos eran el
ADN o línea de sangre, las terminaciones cerebrales que activaban
las habilidades y el llamado Gen de los Dioses, el eslabón perdido
que se decía unía a los hombres con los Gigantes. Hasta la fecha, la
ciencia no había podido desentrañar ninguno de los tres secretos.
Sol le explicó que lo del Santo Padre era diferente, los niños con
los que experimentaban de alguna manera tenían sangre de los cinco
Clanes portadores del “Gash” de los Inquisidores, los mismos
guerreros del Clero se prestaban para servir de “conejillos de indias”,
a palabras del miembro del Escuadrón de la Muerte, los científicos de
Levit estaban cerca de lograr su objetivo.
“Nephilim”, como también era conocido Sir Thomas por su gran
tamaño –medía dos metros con cincuenta y tres centímetros–, se
imaginó las desastrosas consecuencias de los actos del líder
eclesiástico, con un ejército de cientos de Inquisidores podría no sólo
conquistar el país, todo el planeta sería suyo.
Pero Sol fue más allá, también le informó del plan que el padre de
ambos, Raam Shmuel, estaba fraguando en conjunto con la Corona,
al parecer iban a aprovechar la revolución de los FILOS para dar un
golpe de estado, pretendiendo poner al Patriarca de los Shmuel en el
poder.
El Gran Maestre vio a su medio hermano con preocupación, él
estaba enterado del plan de los Shmuel de ascender a lo más alto de
las castas en el país, pero su padre por algún motivo que Sir Thomas
desconocía, había dejado a Sol relegado, si alguien como el miembro
del Escuadrón de la Muerte había descubierto el complot, otros más
lo harían, su futuro y el de toda su familia estaba en peligro, debía
silenciarlo.
También le habló de los planes del gobierno de buscar y encontrar
una roca que al parecer, le daría a quien la obtuviera un poder
inigualable, capaz de someter a todas las Casas guerreras del país,
roca que también buscaba el Santo Padre, a través de esa piedra es
que pensaba formar a su ejército de Inquisidores.
Sir Thomas pensó que en realidad Sol estaba jodido, se había
adentrado en las entrañas del monstruo de tres cabezas, conocía
secretos que reducían el valor de su vida a cero, lo mejor era acabar
con su sufrimiento de una vez.
Estaba a punto de matar a su medio hermano cuando éste le
confesó el motivo por el que lo buscó a él y no a alguien más, estaba
paranoico pensando que había dejado rastros en sus investigaciones
que llevarían a los influyentes personajes que había espiado hasta él,
le aterraba la idea de morir asesinado.
Le habló de su “Gash”, le confesó al Gran Maestre que deseaba
deshacerse de su poder para que así sus perseguidores no pudieran
encontrarlo, le propuso trasladar sus habilidades al hijo del Caballero
Fantasma, quien estaba confirmado era el heredero de las
capacidades de línea de sangre de Sol.
El guerrero a quien todos llamaban también “Nephilim” por su
descomunal tamaño se lo pensó mejor, a su hijo Dahl le vendrían
bien las habilidades de Sol y él podría ocultar al miembro del
Escuadrón de la Muerte para que le enseñara a su hijo a usar esas
capacidades correctamente, además, el tener a su disposición a un
espía de la envergadura de Sol a su servicio era una ventaja
impagable.
Aceptó el trato que le ofreció su medio hermano, hicieron el
traslado de poder y después lo ocultó en un poblado rural del Primer
Distrito de Arcadia, donde pensaba después aprovecharse de él…
Pero el destino cambia a las personas, el poder recién adquirido de
Sol no le alcanzó al hijo de Sir Thomas para salvarse de morir
asesinado a manos de su propio abuelo, un acto de una maldad
indescriptible tan sólo por la búsqueda del poder, en aquella ocasión
el Gran Maestre de la Orden no sólo perdió a su hijo, su compañera
de vida también fue asesinada junto con su retoño.
El perder a su familia cambió a “Nephilim”, decidió enmendar su
camino y vivir lo que le restaba de su existencia tratando de hacer
sentir a su mujer y a su hijo orgullosos, vengó sus muertes, por
supuesto, Raam Shmuel fue traicionado por la Corona gracias a las
gestiones y amenazas del Caballero Fantasma, además de que murió
por la ley de la espada. Sir Thomas fue el verdugo de su propio
padre.
Después Sir Thomas se encargó de desenmascarar al Santo Padre
un año después de que se enterara de sus antinaturales acciones,
tiempo que tardó en encontrar y ajusticiar a su padre.
Pero lo hizo con tacto e inteligencia, no deseaba enfrentar con el
poderío del Clero a la Orden de los Caballeros Fantasmas que estaba
en franca decadencia después de que él mismo casi la llevara a la
ruina.
Se encargó de sembrar la semilla de la duda en las personas
indicadas del Clero, la Corona y el Clan Maldito, quienes de
inmediato tomaron acciones y detuvieron al anciano loco, frustrando
sus sueños de dominación mundial y obligándolo a retirarse.
Después habló con Sol, le prometió que cumpliría su palabra y lo
protegería, promesa que hasta la fecha había cumplido, en
retribución, el exmiembro del Escuadrón de la Muerte siguió
investigando acerca de aquella piedra que podía poner a la nación de
rodillas, pensaba entregársela a su medio hermano para que la
resguardara en su calidad de guardián del orden y la justicia.
Sir Thomas llegó a la morada en el campo, Sol se veía un hombre
nuevo, contento con su humilde estilo de vida, lejos de las batallas,
los asesinatos y las investigaciones donde se jugaba la vida.
Saludó con gusto a su medio hermano, la mujer de Sol sirvió la
comida y los tres degustaron sus alimentos en un ambiente de
familia, el exmiembro del Escuadrón de la Muerte le anunciaba con
gran felicidad a “Nephilim” que pronto sería tío.
El Gran Maestre de la Orden abrazó a su medio hermano y a la
futura madre, les deseó a ambos una feliz y larga vida, el resto de la
tarde se la pasaron platicando hasta que llegó la hora de despedirse,
fue entonces cuando Sol habló seriamente con Sir Thomas.
–Mi investigación para ti termina aquí, hermano, espero que me
comprendas, ahora que voy a ser padre de nuevo, quiero hacer las
cosas bien, yo…
Sir Thomas entendía las palabras de su medio hermano, su historia
como padre tampoco era un cuento de hadas, su primer hijo, Britos,
el cual procreó con su compañera Luna del Escuadrón de la Muerte,
fue un chico que creció completamente apartado de una figura
paterna, Sol y Luna nunca congeniaron del todo y se separaron en
muy malos términos, Sol jamás vio por su hijo porque Luna, una
mujer rencorosa, se desquitó de él por medio del pequeño.
Poco tiempo después Sol se juntó con otra notable mujer: Jady,
del poderoso Clan Mirach del norte del estado de Riazor, con quien
tuvo un par de hijas, con ella duró muchos años hasta que la
abandonó para protegerla después de que se enterara de los secretos
de la Corona, el Clero y el Gobierno.
De nada le sirvió alejarse de su familia para mantenerlos al
margen de los problemas, la hija mayor de Sol, Brenda, fue asesinada
por la Corona durante la revolución de los FILOS y Sol nada pudo
hacer por ella, esa era una losa que cargaba siempre.
La hija menor de Sol tampoco era en la actualidad una persona de
bien, miembro de los Arcanos Negros, Jet Mirach se convirtió en una
elitista asesina, una mercenaria que se vendía al mejor postor, una
criminal con licencia para matar a nombre y por mandato de los
poderosos, irónicamente se hacía llamar Justice.
Tres hijos a los que no crió y después los abandonó por completo
cuando “desapareció del mapa”, chicos que no tuvieron quien los
guiara, el resultado: una hija asesinada, otra asesina y el único varón
se convirtió en el principal Capo criminal competidor del Emperador.
–No te preocupes –Sir Thomas interrumpió a su hermano al ver
que Sol no conseguía decir las palabras apropiadas–. Lo más
importante en tu vida debe ser tu familia, yo sé lo que te digo.
Sol no pudo reprimir una expresión de tristeza al recordar a su
sobrino Dahl y a Nadia, la mujer de su hermano, ambos asesinados
por un loco enfermo de poder que desgraciadamente era también el
padre de ambos. Decidió dejar ese tema de lado.
–Lo sé, pero no creas que te he fallado, apenas he hecho un gran
descubrimiento acerca de ya sabes qué…
–¿De qué se trata? –preguntó entusiasmado Sir Thomas.
–Me gustaría enseñártelo en persona pero ya es tarde y le prometí
a mi mujer no salir en la noche… ¿Qué te parece si pasas mañana,
vamos a la bodega secreta donde está todo el material de mi
investigación y te explico mi descubrimiento? Ya que si te urge…
–Mañana está bien, paso por ti temprano.
Sir Thomas convocó a su corcel alado, mismo que apareció detrás
de él, montó al hermoso y musculoso caballo negro y se dispuso a
retirarse, cuando estaba a punto de levantar el vuelo a su espalda
escuchó:
–Gracias por todo, Gore, de verdad cambiaste mi vida.
–No hay problema.
Sol vio al Caballero Fantasma alejarse, sonrió y se regresó a su
casa, pensaba en la sorpresa que se llevaría su medio hermano
cuando le revelase el avance de su investigación.
Entró a su casa donde abrazó y besó a su mujer al tiempo que le
acariciaba el vientre, su vida era sencilla, nada que ver con la
fastuosa vida digna de un importante miembro de una de las familias
más ricas del país que llevaba antes, pero era tranquila y había amor
en ella, se sentía afortunado.
Los golpes en la puerta lo hicieron sonreír, seguramente su medio
hermano no se había aguantado la curiosidad de saber el resultado de
sus investigaciones, volteó hacia su mujer y le dijo con resignación:
–Gore siempre fue así, hiperactivo, desde pequeño era un huracán,
todo el tiempo en movimiento, hay algo que debo hacer, no me
esperes despierta…
–No te preocupes –contestó la mujer acariciando la mejilla de su
esposo, ella sabía todo lo que Sir Thomas había hecho por ellos y le
estaba muy agradecida.
–¡Ya voy! –exclamó Sol ante los insistentes golpes en la puerta–.
¿Acaso tanta es tu curiosidad que…
No alcanzó a terminar la frase, en cuanto Sol abrió la puerta fue
abatido por una ráfaga de disparos, su cuerpo se despegó del suelo,
salió volando hasta la mesa del comedor cayendo sobre ella y
rompiéndola.
En la entrada, un joven con las ropas negras que distinguían a los
Santos Inquisidores del Clero avanzaba hacia su víctima, detrás de él
entró una hermosa y también joven mujer que jugaba en su mano
derecha con una aguja metálica de veinte centímetros de longitud, la
pasaba entre sus dedos a una gran velocidad.
La mujer de Sol ni siquiera gritó, se quedó congelada por el
pánico, sólo se quedó parada viendo la aterradora escena mientras se
agarraba el vientre, de momento, los Inquisidores no le hicieron caso.
–Ha llegado la hora de que pagues por tus pecados, Sol –le dijo el
muchacho al tiempo que le apuntaba a la cabeza con el arma.
Sol apenas se podía mover, aunque cedió su “Gash” a su sobrino,
aún quedó algún resquicio de poder en su cuerpo, pero en ese
momento no pudo utilizarlo, al momento supo que ese chico había
utilizado en él algún tipo de balas inhibidoras.
Bajó la cabeza, resignado, en los últimos años ya se había
tranquilizado de aquella paranoia de que pudiera ser encontrado y
ajusticiado, después conoció a la que sería su mujer y su vida
cambió.
Por supuesto que durante las investigaciones para su primo se
enteró de los asesinatos del Mago y de Chariot, eso volvió a encender
los focos rojos, pero averiguó que ninguna de las Instituciones que
formaban al monstruo de tres cabezas tenía idea alguna de su
paradero, por lo que decidió dejar de investigar, llevar una vida
sedentaria y cuidar sólo de su mujer y su hijo, para su desgracia, ese
futuro que se imaginaba sería truncado.
–Sé a lo que vienen pero yo nada tuve que ver con el ataque a las
instalaciones del complejo de investigación del Santo Padre en Levit
–les dijo a los asesinos con la intención de salvar su vida, agotaría
hasta el último recurso para librarse de la muerte–. Pueden constatar
que para entonces ya había desertado del Escuadrón de la Muerte.
–Sabemos bien tu participación en ese atentado, Sol –le informó
Costurera–, nos tomó mucho tiempo pero al final descubrimos que
fue tu hermano, Sir Thomas, quien “soltó la lengua”, tú fuiste quien
descubrió el proyecto del Santo Padre y lo delataste, eres el peor de
todos, lo demás fue sencillo, sólo tuvimos que seguir a “Nephilim”
para encontrarte…
–¿Mi hermano está muerto? –preguntó Sol.
–Aún no, pero lo estará –le aseguró Pistolero–, Sir Thomas no es
un tipo al que podamos asesinar con la facilidad que lo haremos
contigo y su puesto también es un impedimento, nos echaríamos
encima a toda la Orden, lo que significaría una pena de muerte, sin
embargo, te aseguro que lo mataremos, Sol, acabaremos con ese tipo
en su momento, pero no hablemos de él, tú eres ahora nuestro
protagonista…
–Hagan lo que tengan que hacer –dijo Sol, resignado, si esos chicos
sabían cuál fue su participación en la misión que resultó en el
asesinato de más de cien infantes, no valía la pena rogar por su vida,
los asesinatos del Mago y Chariot así se lo demostraban–. Sólo dejen
fuera a mi mujer de esto que nada tiene que ver con lo que yo era
antes, está embarazada, por favor, sólo déjenla ir…
Costurera soltó una malévola risita y tomó con violencia a la mujer
del brazo, se lo apretó de tal manera que la doblegó y gritó del dolor.
–Lo que nos dices es todo un gusto, Sol –obligó a moverse a la
mujer hasta que el exmiembro del Escuadrón de la Muerte la tuvo a
la vista–. Antes de morir verás como la matamos a ella y al producto
de sus entrañas, primero sacaré del vientre de tu mujer a la criatura y
después le cortaré la cabeza frente a tus narices, sólo para que tengas
una idea de lo que sintió el Santo Padre cuando asesinaron a sus
niños…
–¡No! –gritó Sol tratando de incorporarse pero la bota de Pistolero
lo regresó al suelo.
–¡Hazlo! –apuró el Inquisidor a su compañera–. Tenemos prisa…
De un movimiento de su brazo la Inquisidora obligó a la mujer a
arquear su cuerpo, elevó su aguja para empezar a desgarrar su
vientre, milímetros antes de que empezara a cortar, la voz de Sol la
detuvo.
–¡Espera! –Hay algo, tengo información de la Piedra de los Dioses
perdida, un avance importante, sé que el Santo Padre la busca desde
hace mucho tiempo, si le perdonan la vida a mi hijo y a mi mujer, se
las daré.
–¡Que se vaya al diablo! –exclamó Pistolero–. Desgarra a esa
perra para después matar a este idiota e irnos a Levit, el Santo Padre
nos espera…
Costurera de nuevo amagó con desgarrar a la mujer y una vez más
una voz la interrumpió, esta vez se trataba de Celeris, la auxiliar del
Santo Padre que había acompañado a los Inquisidores por órdenes de
su jefe, estaba en el borde de la puerta y señalaba al exmiembro del
Escuadrón de la Muerte.
–El Santo Padre dice que acepta el trato, pero sólo te dará una
oportunidad, no tenemos tiempo para juegos estúpidos, tú morirás en
este momento y coseremos un numero en tu pecho para que tus
compañeros sepan que si encontramos al miembro desaparecido del
Escuadrón de la Muerte, el siguiente puede ser cualquiera, si la
información que nos des es errónea, tu mujer morirá en el peor de los
tormentos.
Mientras en su mente se disculpaba con su medio hermano por
traicionarlo y entregar el producto de su investigación a sus
enemigos, Sol les dio la ubicación y la llave de la cueva secreta
donde él y Sir Thomas habían establecido su “guarida de
investigación”, les dio santo y seña de lo que encontrarían en ese
lugar y, por supuesto, la descripción del documento resultado de su
último hallazgo.
Pistolero le disparó una bala en la cabeza acabando
inmediatamente con su vida, Costurera cosió un enorme número tres
en su pecho y después le sacó varias fotografías.
La mujer de Sol lloraba en silencio, tratando de ser fuerte por su
hijo, su compañero sentimental había dado la vida por protegerlos, a
ella correspondía velar por la vida de su bebé.
Terminado el trabajo, Celeris hizo un gesto de aprobación,
después señaló a la mujer.
–Ya nos vio, no podemos dejarla viva y mucho menos a su hijo
para que vengue a su padre, esperemos que Sol haya dicho la verdad,
vámonos, el Santo Padre nos espera en Levit, este fue apenas el
proemio de nuestra cruzada santa...
La mujer no tuvo tiempo de suplicar por su vida o la de su hijo,
Costurera le encajó una aguja psíquica, en el cuello, lo que hizo que
su víctima se relajara.
–Tu cuerpo ahora está dormido –le comentó a la mujer de Sol–,
nada sentirás, es lo único que puedo hacer por ti…
Una lágrima corrió por la mejilla de la mujer al tiempo que una
segunda aguja psíquica fue enterrada en su sien, matándola al
instante, Costurera la depositó con cuidado en el suelo y después se
retiró con pistolero y Celeris rumbo al estado de Levit a pelear la
verdadera batalla.

El Sacerdote se regodeaba en su oficina del Convento en el estado


de Riazor, estaba en los cuernos de la luna, era el segundo al mando
de toda la religión del culto a los tres Dioses, una divinidad con
salvoconducto para hacer cualquier cosa sin pagar las consecuencias.
El camino fue difícil, sus rivales para el puesto de Supremo
Prelado eran personas muy importantes con cargos en aquel entonces
superiores al suyo, en primer lugar estaba Sacerdotisa, miembro del
Sindicato de la Ciudad de los Dioses Banayah en Ishtar, Regidora de
la Santa Sede y líder de la Cúpula Eclesiástica, la mujer más
poderosa del Clero después, por supuesto, de la Santa Madre.
El otro candidato era un sobrino suyo, hijo del Gobernador del
estado de los hielos, eso no le había puesto las cosas sencillas, el
padre de Arne Riazor y los miembros de la Alta Cúpula Eclesiástica
estaban apoyando al colaborador del Presidente con todo su poder
político, pero todos eran unos novatos si de artimañas políticas se
trataba.
El exmiembro del Escuadrón de la Muerte era un hábil y mañoso
operador, compró, corrompió, sobornó, amenazó, cerró acuerdos, se
comprometió, traicionó, investigó, extorsionó y hasta se vendió con
tal de ganar adeptos.
Todavía a un par de días de las elecciones él era quien estaba en
más desventaja de los candidatos, la fuerza de la Corona y el
Gobierno apoyando a Sacerdotisa y a Arne Riazor respectivamente,
estaba marcando la diferencia, todos se preguntaban… ¿Quién de los
dos resultaría vencedor?
El Sacerdote esperó hasta el último momento para sacar su carta
de triunfo, lo hizo durante la última asamblea del Concilio, donde los
tres candidatos dieron un último discurso a los líderes eclesiásticos
que votarían por quien deseaban que fuera el futuro Supremo
Prelado.
Los discursos de Sacerdotisa y Arne Riazor fueron impecables,
era por demás evidente que ninguno de ellos había escrito ese
pronunciamiento final, el de Sacerdotisa tenía la firma del operador
político de la Corona: Dante Adam, un sujeto por demás elocuente;
el discurso del Guardián del Destino fue sumamente emotivo, a las
claras, escrito por el Presidente para dar un último empujón a su
candidato.
Entonces el Sacerdote se paró ante el atrio y dirigió su último
mensaje, el cual no fue un discurso inteligente como el de
Sacerdotisa ni emotivo como el de Arne Riazor, el de él fue un
monólogo cargado de resentimiento, manipulación y
descalificaciones.
Primero se centró en su principal obstáculo y claro triunfador,
hasta el momento, de ese último evento: su sobrino Arne Riazor.
Habló de su pasado militar, de cómo traicionó al gobierno para
unirse a las filas de los rebeldes, hizo incapié en su deslealtad,
calificándolo de una persona que se vende según su conveniencia.
Resaltó en forma negativa el principal atributo por el que se le
reconocía en el país, Arne era el mejor espía de Boleria. ¿Qué se
podía esperar de un esbirro del Presidente, su mano derecha, en la
más alta posición del Clero? Él mismo dio la respuesta: Caos,
sumisión y terror.
Recordó a todos los presentes que el Presidente se negó a hincar la
rodilla y aceptar, como todos los máximos mandatarios de la historia
del país, la bendición de la Iglesia del culto a los tres Dioses, su
Iglesia, por mediación de su representante y máxima dirigente que
era la Santa Madre.
Señaló de frente a Arne Riazor exclamando con gritos que
precisamente su contrincante religioso era el brazo derecho de ese
Presidente impío, ateo y rebelde que retaba abiertamente a la Iglesia,
su hombre de confianza.
Mencionó bajando el tono de su voz que con Arne Riazor en el
segundo máximo puesto de la Iglesia sus secretos estaban en peligro,
si eso sucedía, los cimientos de la máxima religión del país se
cimbrarían como nunca, lo que sin duda buscaba el verdadero
titiritero del simple muñeco que era Arne Riazor: el Presidente Arlés
Probzzer.
La audiencia aún no se recuperaba de aquel mordaz ataque a quien
hasta ese entonces contaba con la simpatía y preferencia de la
mayoría cuando el Sacerdote, volviendo a alzar la voz arremetió
contra su otro oponente: Sacerdotisa.
Tachó a la miembro del Sindicato de ser una persona gris,
acobardada y falta de carácter, recordó a todos que desde su
privilegiada posición de líder de la Cúpula Eclesiástica y Regente de
la Santa Sede, era la principal culpable de la precaria situación en
que se encontraba ahora la Iglesia.
También la acusó de traidora e ingrata para con la Santa Madre, a
quien ensalzó ante todos los presentes, Sacerdotisa había puesto de
rodillas a la Iglesia ante el Gobierno cuando históricamente siempre
había sido al contrario.
Enfatizó ante los presentes que en esos momentos, desde el
ascenso de la Santa Madre a la cima de su Iglesia, Sacerdotisa, sin
título aún, era la segunda al mando de su deteriorada religión,
numeró de manera puntual todos sus desaciertos, endilgándole
también acciones fallidas en las que ella nada tuvo que ver, incluso la
acusó de enriquecerse a costillas del santo erario, mostrando
documentos de los desfalcos. Mostró a la religiosa como una persona
corrupta, incapaz y deleznable.
Tanto Amón como Sacerdotisa se quedaron sin palabras ante tan
graves acusaciones, la mayoría de ellas sin sustento alguno, Arne
Riazor no era un político, toda su vida había sido un soldado, un
eficiente efectivo que hacía con pulcritud lo que se le pedía, la
oratoria no era su fuerte y mucho menos estaba preparado para hacer
frente a la cascada de imputaciones que el Sacerdote le achacó.
Se quedó en silencio, si acaso tartamudeó alguna endeble defensa
de sus acciones, situación que el Sacerdote aprovechó para golpearlo
con más fuerza hasta que lo dejó callado, derrotado, sudando y con la
vista al suelo. Un oponente fuera.
Sacerdotisa estaba todavía más impactada por lo sucedido, llevaba
una relación amigable con el Sacerdote… ¡Por los Dioses! Ella lo
había defendido del juicio en su contra, la mayoría de sus
acusaciones eran falsas, ella era una persona con una reputación
intachable.
Lo que más le enfureció fueron las imputaciones de desfalco, los
documentos que el Sacerdote mostraba eran desvíos de dinero hacia
apartados secretos, indispensables para mantener a la Iglesia en su
hegemonía pero de los cuales ella no podía hacer mención alguna.
Trató de acusar al Sacerdote de ser un criminal pero sus palabras
fueron acalladas por el exmiembro del Escuadrón de la Muerte bajo
el argumento de que ella había sido su defensora de oficio, un
nombramiento que eligió por voluntad propia, el criticar la fama
pública y honorabilidad de quien fuera su cliente la expondría como
una mujer amoral, corrupta y sin principios, la peor calaña de
persona que engañó al máximo tribunal eclesiástico sólo para
ascender en su carrera.
También calló pero la miembro del Sindicato de la Ciudad de los
Dioses Banayah no se quedó viendo al suelo como el imbécil de
Arne Riazor, insultó al Sacerdote, le grito mentiroso, manipulador y
traidor, después, abandonó la asablea entre el murmullo general y las
miradas acusadoras.
Entonces, ya sin opositores que cuestionaran su discurso final, el
Sacerdote habló a los líderes eclesiásticos, lo hizo con dureza y con
su voz más potente, encendida, juró ante los tres Dioses que él era el
candidato ideal, el único que podía poner no sólo al Gobierno de
rodillas, también a la Corte del Rey e incluso a los principales Clanes
del país, se vendió como un mesías que entregaría a la Iglesia su
antigua gloria, ya sea por la fuerza de la fe o de las armas, aseguró a
los presentes que tras su mandato la religión del único Dios quedaría
reducida a nada, prometió acabar y reducir a cenizas hasta el último
templo del culto opositor que se practicaba principalmente en el sur
del país.
Al final recibió una gran ovación, muchos de los líderes
eclesiásticos odiaban al Gobierno por sus reformas que tanto les
afectaban, otros más deseaban quitar posiciones estratégicas a la
Corona y la mayoría sentía una auténtica aversión a la religión del
único Dios, estaban dispuestos a ir a una guerra santa para explusar a
ese culto impío del país.
Tras la asamblea, el escándalo fue mayúsculo y el Sacerdote logró
su objetivo, sus opositores perdieron fuerza al final de la carrera por
el segundo cargo más importante de la Iglesia, su discurso de odio le
valió muchos allegados, la competencia se cerró.
Al final sus triquiñuelas fueron suficientes y efectivas para lograr
derrotar por un muy pequeño margen a sus dos poderosos oponentes,
y así, lograr hacerse con un importante puesto, el que lo ponía sólo
un escalón por debajo de la Suprema Jerarca de su religión y como
candidato número uno a guiar a su Iglesia si la Santa Madre moría o
era considerada incapaz de cumplir con sus funciones...
No le dio tiempo al Presidente, quien sí era un maestro en el
debate y en la política de responder a favor de su candidato,
Sacerdotisa y la Corona tampoco tuvieron capacidad de reacción,
ambos sólo tuvieron un día para lanzar sendos comunicados
respondiendo a las imputaciones del Sacerdote, ambas fueron tibias,
se supieron derrotados y no deseaban ganarse la enemistad de quien
ya tenía en la bolsa la elección.
Los votos favorables llegaron al Sacerote más por miedo que por
afinidad, los altos jerarcas religiosos tenían temor de que alguien
como Arne Riazor descubriera los más profundos secretos del Clero,
si los hacía públicos, propiciaría una límpía general sin precedentes,
lo mismo sucedía con Sacerdotisa, su clara ineptitud podría poner a
la Iglesia de rodillas ante el gobierno, algo inaceptable, al final, tanto
los indecisos como los más corruptos votaron por el Sacerdote, todos
temían, pero no a quien sería el Supremo Prelado sino al Presidente,
quien tenía el poder de acabar con un régimen religioso por demás
conveniente y explotador de las masas, ese miedo fue el que le dio la
victoria final.
El puesto era una bendición que pocas veces se otorgaba dentro de
la Iglesia, la suprema prelatura era ejercida por lo general por el
compañero –siempre miembro de la familia Riazor– del líder
eclesiástico en funciones, la longevidad de la Santa Madre y el
fallecimiento de su compañero muchos años atrás habían obligado al
Clero a “desempolvar” el antiguo nombramiento para así tener un
medio de control sobre la figura más importante de su religión.
Lo único malo de todo era que sus nuevas obligaciones le
impedían estar por prolongados lapsos en el Convento de Riazor,
lugar que era su sitio de operaciones y el centro de su infierno
particular, un infierno para los demás, claro, para él era el paraíso
personificado.
En su carácter de Supremo Prelado estaba obligado a viajar
constantemente al Distrito Comercial de Arcadia –donde tenía su
base fija–, así como a la Santa Sede en la Ciudad de los Dioses
Banayah en Ishtar, además de realizar viajes esporádicos por las
Iglesias, Capillas, Conventos, Monasterios y demás inmuebles
dedicados al culto de los tres Dioses que estaban esparcidos por todo
Boleria.
Y ese precisamente fue uno de los impedimentos que tuvo para
poder estar por fin a solas con su máxima obsesión: Nina. Aquella
chiquilla rebelde y sensual que se negaba a someterse a su santa
voluntad, que era la voluntad de los Dioses, tal y como lo
especificaban las sagradas escrituras.
Como un suspiro trascurrió un año entero desde que Nina regresó
de su supuesto entrenamiento con Sor Ara. Entrenamiento que el
Sacerdote sabía fue una huida desesperada para alejar a la ahora
adolescente de él. Las obligaciones de su nuevo puesto lo mantenían
alejado del Convento, sobre todo los llamados constantes de la Santa
Madre, quien frecuentemente lo requería para que la auxiliara en las
pláticas y negociaciones con el Presidente del país, un hombre
bastante joven pero muy hábil e inteligente a juicio del Supremo
Prelado.
Arlés Probzzer era un hueso duro de roer, llevaba varios años
resistiéndose a los persistentes embates de la Iglesia y no sólo eso,
les estaba quitando privilegios de forma muy discreta pero constante,
privilegios a los que la Santa Sede no estaba dispuesta a renunciar.
La batalla política con el Presidente y su gabinete fue larga y
despiadada, pero al final, como siempre sucedía, la Iglesia ganó,
aunque Arlés era hábil e inteligente le faltaba "colmillo" y
experiencia. El Sacerdote era un viejo lobo de mar y el máximo
mandatario del país un joven tiburón. Al final ganó la experiencia, el
Supremo Prelado tenía acorralado al máximo mandatario del país, en
cuestión de días, Arlés Probzzer doblaría la rodilla como todos sus
antecesores y la vida seguiría tal y como lo Dioses lo disponían.
El Sacerdote estaba extasiado, si algo lo llenaba más que el sexo y
la depravación era la humillación y la desesperación, y por encima de
todo, la victoria sobre un formidable enemigo, no había mayor
satisfacción que derrotar a los poderosos, a los inteligentes, a los
superdotados. El Presidente Federal estaba por encima de todos esos
calificativos. Un rival implacable que luchó contra él en todos los
campos de batalla y en sus mismos términos, ese joven no le temía a
nada y tampoco dudaba en ensuciarse las manos si era necesario, el
mejor adversario de su vida.
El Supremo Prelado no podía dejar de admirar a Arlés, tal vez
fuera por su pasado criminal o por su victoria sobre los Patriarcas
que gobernaban el país: los llamados FILOS Divinos. Por donde se le
viera ese joven era un rival invencible, sólo un ser divino podía
ponerse a su nivel, alguien tocado por los Dioses, una divinidad
puesta en la tierra para gobernarla: él.
Era por demás obvio que si el Presidente de Boleria, el hombre
más poderoso del mundo, doblaba la rodilla ante la Iglesia, todo se
debía a su derrota ante él, por lo tanto, al Sacerdote le correspondía
no sólo controlar la Iglesia del culto a los tres Dioses, le correspondía
el dominio del mundo a través del arma más poderosa que existía: la
fe otorgada a través de la religión.
Unos días..., eso era lo que faltaba para que el Presidente se
arrodillara, su derrota ya era inobjetable, nada podía cambiarla, pero
antes de llegar al clímax viendo a su enemigo sobajándose ante él, el
Sacerdote pensaba darse otro gusto, uno que llevaba mucho tiempo
saboreando y que también estaba a punto de escapársele: Nina.
La ahora adolescente ya tenía diecinueve años, el Sacerdote no
podía permitir que llegara virgen a los veinte, era precisamente entre
los diez y los quince años que él disfrutaba más de la carne de una
niña, se perdió la mejor etapa pero los diecinueve todavía estaban
bien. El cuerpo de Nina se le había negado en varias ocasiones, desde
que esa chica tenía once años el Sacerdote intentó poseerla y falló,
pero aunque que eso fue algo lamentable tampoco podía quejarse, fue
el inicio de su ascenso al poder, lo que lo tenía en la posición en la
que estaba ahora.
Ya tenía su plan en orden y arreglado, a punto para el gran
momento, la excitación por lo que iba a hacer no sólo se trataba de
poseer al objeto de sus deseos, era una experiencia de vida, un
camino de varios pasos que constituían un todo.
Iniciaba con “el deseo”, el cual consistía en la etapa de los
preparativos y el plan maestro, después seguía “el engaño”, atraer a
su víctima, todo ese lapso de tiempo le proporcionaba un éxtasis
incomprensible, difícil de igualar, pero había una etapa más
placentera, tal vez la mejor, aquella que Hei Riazor llamaba "la
expectativa", los instantes en que se imaginaba lo que venía por
delante y lo encendían hasta el límite.
Después venía lo que él llamaba "el momento", cuando atrapaba a
su víctima y la torturaba contándole lo que le iba a hacer, arrancarle
su ropa con violencia pero al mismo tiempo sin lastimarla, eso
vendría después, de manera muy puntual, planeada y por supuesto
sádica y cruel.
Al final llegaba "el éxtasis", el momento cumbre de su obra, la
penetración seguida de los violentos embates hasta descargar toda su
virilidad, la cual no duraba poco tiempo, después de tantos
preparativos, su cuerpo estaba listo para un disfrute prolongado y
total.
Ese era el momento de la violencia, cuando debía dominar a su
demonio interno, su víctima debía llegar viva hasta el final, no
siempre lo conseguía, pero cuando lo hacía, sentía que estaba en el
paraíso.
Terminado todo seguía "el recuerdo", si los pasos anteriores
fueron no sólo dignos de sus expectativas, sino que las habían
superado, entonces quedaban registradas en su mente para regodearse
con esas imágenes las veces que deseara y por supuesto, para
superarse con la siguiente "experiencia".
Todo estaba listo, perfecto pensaba el Supremo Prelado, el
ambiente tétrico que se esforzó en preparar le quedó a pedir de boca,
sólo faltaba que llegara la víctima, lo que ocurriría en cualquier
instante. Volteó hacia la puerta y observó con sumo placer cómo la
manija daba vueltas, así lo había pedido el Sacerdote, Nina no sabía
que en esa habitación preparada especialmente por él había una
trampa, pensaba que sólo estaba cumpliendo un mandado.
La perilla de la puerta hizo un ligero "click" anunciando que el
cerrojo estaba corrido por completo y la puerta podía ser abierta, un
ligero y fino hilo de saliva corrió por la comisura de los labios del
Sacerdote, su mirada era roja, abrasiva, impaciente; varias cuerdas de
consistencia terrosa salieron de sus manos para atrapar de inmediato
a su presa.
La puerta se abrió, no lo hizo lentamente, por el contrario, fue de
manera violenta, la madera azotó contra la pared resonando con
fuerza, el sonido hizo eco en la habitación, las cuerdas de inmediato
se cernieron sobre la víctima pero se detuvieron a milímetros del
cuerpo de la presencia femenina que jadeaba en el marco de la
puerta, esa mujer no era a quien el Sacerdote esperaba.
–¡Debes partir inmediatamente a Levit! –exclamó la
Madre Superiora entre resuellos–. El Santo Padre ha iniciado la
guerra contra la Mafia y la respuesta del Emperador fue
contundente... ¡Ha explotado una bomba en la Catedral de
Nazeth! La Santa Sede te ha encargado la misión de acabar con la
Sociedad del Crimen.
Las cuerdas de consistencia terrosa del Sacerdote bailaron sin
control por la habitación destrozando todo a su alrededor, la
Madre Superiora tuvo que esquivar las mortales cuerdas en más de
una ocasión, el Supremo Prelado con la voz entrecortada comentó:
–Esto no es obra del Santo Padre ni del Emperador, el culpable es
el Presidente y yo haré que pague por ello.

En el Palacio de Gobierno ubicado en Pretoria Imperia, el


emplazamiento del poder ejecutivo federal dentro de la
Ciudad Capital Assur, el Presidente del país, Arlés Probzzer, estaba
recibiendo los informes de lo que sucedía en Levit al momento
mismo que acontecían los hechos.
–La orden ha sido dada por la Iglesia –informaba Arne–. El Santo
Ejército irrumpirá en la Ciudad de Nazeth para acabar con la
Sociedad del Crimen.
–¿Quién irá al frente del Santo Ejército? –preguntó Arlés.
–Tal y como tú lo vaticinaste, el Sacerdote fue nombrado
Comandante, la misión será su completa responsabilidad.
–¿Cuál es la posición del Gobernador de Levit?
–El Arcángel Azrael ha desplegado al ejército del estado pero no
ha dicho a que grupo apoyará, todo depende de la limpieza con la que
actúe la gente de la Iglesia en su incursión...
–Bien, todo ha salido conforme lo planeamos...
Arlés y Arne chocaron los puños, el Presidente de Boleria con no
pocos esfuerzos logró establecer la paz entre la Iglesia y la Mafia por
varios años, lo consiguió principalmente maniatando al Santo Padre.
Mientras todos pensaban que su atención total estaba concentrada en
la reconstrucción y reconciliación del país, la Iglesia a través del
Sacerdote lo estuvo golpeando todo el tiempo, impidiéndole gobernar
adecuadamente, siempre manteniéndolo ocupado con problemas
gubernamentales que se extendían a lo largo y ancho del país.
Era una cosa de locura, los problemas se acumulaban por cientos,
generalmente relacionados con la fe, clérigos de todo el país
inconformes con las medidas del Presidente, alebrestaban a sus
feligreses y los conminaban a quejarse incluso de manera violenta,
cerraban caminos, tomaban oficinas federales, invadían las calles,
todo por privilegios que le estaban siendo retirados al Clero.
Los privilegios suspendidos no eran más que incontables fuentes
de riqueza y poder que la iglesia tenía para someter y subyugar a sus
mismos fieles, era un pacto no escrito en el país: los principales
Clanes controlaban las grandes ciudades, las poblaciones menos
importantes eran gobernadas por los estados y el Clero tenía potestad
sobre el resto del país, sobre las poblaciones olvidadas de los Dioses.
Los pequeños pueblos también eran una mina de oro, enormes
terrenos propiedad de la Iglesia que explotaban como mejor les
convenía, azuzando y matando de hambre a sus pobladores. Con la
bandera del miedo, la violencia y el castigo eterno doblegaban y
gobernaban con mano tiránica a los pobladores.
Las injusticias eran incontables, el retraso social y académico
todavía peor, los pequeños pueblos gobernados y explotados por la
Iglesia eran los más retrasados del país.
Pero llegó la revolución, el nuevo Presidente había prometido la
reestructuración, la bandera de los rebeldes era la integración de
todas las comunidades olvidadas. Arlés tenía muy en cuenta sus
promesas y trataba en lo posible que se lo permitían sus enemigos
políticos ayudar a esas comunidades rezagadas y apartadas.
Sin embargo, los problemas no dejaban de llegar, gobernar un país
como Boleria era por demás complicado, había Clanes muy
poderosos que siempre estaban en conflicto con otras familias igual
de influyentes, la sangre de los bolerienses era de casta guerrera,
cualquier conflicto por más pequeño que fuera podía terminar en una
confrontación, que, si no se detenía a tiempo, terminaría en un
conflicto social al integrarse a la disputa otros Clanes ya sea por
simpatía, por lealtad o por ambición.
También debía ocuparse de la administración general del estado,
de las relaciones internacionales. Boleria era el país más poderoso
del orbe y tenía muchos enemigos, el Presidente jamás podía quitar
un ojo del exterior.
De igual manera tampoco podía olvidarse de su principal
preocupación: la bomba instalada en la Isla de la Victoria de Levit,
hasta no recuperar el dispositivo que la activaba, el Presidente no
tendría descanso.
La Corona y los Caballeros Fantasmas también jugaban su papel,
todo el tiempo vigilando cualquier paso que daba el Presidente,
criticando sus acciones y magnificando sus desaciertos, cualquier
decisión que tomaba, por más pequeña que fuera, siempre encontraba
una crítica en las dos instituciones.
A la ecuación se unián como una piedra constante en el zapato, la
Mafia, Barian Riazor y los demás Amphi-dracos que estaban
dispersos por el país, todos una seria amenaza si no se les tenía
controlados.
Y a todo eso, se sumaba la intensa, incipiente y constante presión
de la Iglesia, no sólo para que sus privilegios no fueran afectados,
buscaban para sus miembros más puestos políticos, integrarse a la
vida pública del país y sobre todo, que el Presidente se hincara ante
las cámaras de televisión en el Santo Templo ubicado en la Ciudad
de los Dioses Banayah de Ishtar para que la Santa Madre le diera su
bendición.
Esa bendición era sumamente importante, más por su significado
que por el acto en sí, en primer lugar, mostraba a los bolerienses que
el Presidente era un devoto y fiel seguidor del culto a los tres Dioses,
en segundo lugar y más importante, mostraba que hasta el mandamás
del país era inferior a la religión, necesitaba postrarse y tener la
bendición de la Iglesia para gobernar.
Arlés lo sabía, esa era la razón por la que acudía a misa todos los
domingos a escuchar el sermón de la Santa Madre, no le importaba,
por el momento, que los ciudadanos pensaran que era un fiel de la
religión, al contrario, su presencia en el Santo Templo le permitía
golpear a la Iglesia de forma discreta sin que el pueblo lo señalara
por eso.
Sin embargo, desde que el Sacerdote se había convertido en
Supremo Prelado por encima de Arne Riazor, su principal
colaborador a quien él había apoyado con todo su poder político,
todo cambió. Ese hombre era un auténtico peligro, un hábil
manipulador de las situaciones y experto golpeador de un régimen.
Ante él, el Presidente tuvo que emplearse a fondo pero entre más
batalla daba más sucio jugaba ese hombre, si Arlés no fuera el
máximo mandatario del país, hubiera podido pelear en sus mismos
términos con el Sacerdote, pero había un límite hasta dónde podía
ensuciarse las manos sin responsabilidad alguna, límite que no tenía
el exmiembro del Escuadrón de la Muerte, quien escudándose en la
religión lo golpeaba a diestra y siniestra de las maneras más bajas y
deplorables posibles.
Pero el Sacerdote cometió un error, jamás contó con la capacidad
de Arlés de encargarse de mil cosas a la vez, el máximo mandatario
tenía la habilidad de poner toda su atención en varias cuestiones de
gran importancia al mismo tiempo sin descuidar ninguna de ellas,
con su inteligencia superior podía encargarse de todos los asuntos
que agobiaban a su gobierno y de más aún.
Sólo necesitaba una ayuda, él no podía estar en varios lugares a la
vez, pero su principal auxiliar y aliado sí, Arne Riazor, mejor
conocido como Amón de los Guardianes del Destino, tenía la
capacidad de multiplicar su cuerpo sin límite alguno y no sólo eso,
también tenía la habilidad de tomar la forma que él quisiera, hombre,
mujer, niño, animal e incluso objetos, era el espía perfecto, así,
apoyado en su mejor amigo, el Presidente pudo hacer frente a todos
sus problemas.
Era por demás evidente que su principal obstáculo para llevar a
cabo un buen gobierno era la Iglesia a través del Sacerdote, un
hombre con un ego más grande que su maldad, Arlés aprovechó de
inmediato esa ventaja, peleó en todas las trincheras en su contra
otorgándole pequeñas victorias, cediendo terreno hasta darle la idea
de que lo tenía acorralado. Mientras, Arne a través de sus clones se
infiltró en las más profundas raíces y estructuras de la Iglesia, pero
no paró ahí, también se inmiscuyó en el crimen organizado y hasta en
la Corona, penetró hasta sus secretos más protegidos.
Y al final actuó, Arlés era la cadena que tenía maniatada la mano
asesina del Santo Padre, lo "mantenía a raya" dándole información
vital de sus enemigos con la condición de que aplazara su venganza,
con cada nuevo dato que le daba, lo acercaba más a una victoria
contundente.
Por otro lado, conservaba una comunicación estrecha con la Mafia
a través de Lámed Aswan, quien por órdenes del Presidente, cada vez
mantenía con ellos una relación más ríspida.
Pero no todo quedó ahí, Arlés también mantuvo una
comunicación directa con los Gobernadores de los cuatro estados que
conformaban Boleria además de las capitales Arcadia e Ishtar: Astrid
De Grieff en Hamal, Bastián Riazor en Riazor, Donnar Brunn en
Aztlán y Arad Yaotl en Levit; todos ellos –a excepción de Bastián
Riazor–, amigos íntimos suyos que pelearon a su lado en la
revolución, con ellos trató el tema de la Iglesia y la Mafia así como
las posibles repercusiones.
Con quien mantuvo una comunicación más estrecha fue con Arad
Yaotl, el Arcángel Azrael, Gobernador de Levit, era en ese estado
donde la Mafia tenía secuestrada una ciudad entera, situación
permitida por el Gobernador en un pacto oculto con la Sociedad del
Crimen, podían operar en la ciudad si respetaban las vidas de los
pobladores que no fueran mafiosos, a cambio, si había disputa con
otro estado, ellos pelearían a su lado, sin duda un poderoso aliado.
Los términos del plan de Arlés se cumplieron cabalmente, le dio
la victoria al Sacerdote y se estableció una fecha para el evento de la
bendición de su puesto, sería el próximo domingo, al mismo tiempo,
dejó de darle información al Santo Padre, de tener contacto con él y
no sólo eso, lo amenazó con dejar caer todo el peso de la ley contra el
anciano exdirigente y sus colaboradores si iniciaba su venganza y
trasgredía la paz social.
Aquello fue como darle luz verde al antiguo máximo jerarca
eclesiástico, quien se burló y escupió en la amenaza presidencial,
llamó a sus fieles seguidores, a sus hijos religiosos, los Santos
Inquisidores: Fantasma, Costurera y Pistolero, los tres arrasaron con
un casino propiedad de la Mafia donde estaba de encargada una de
las principales cabezas de la Sociedad del Crimen: Ayin Josafat,
mejor conocida como Maison, la encargada de la inteligencia del
grupo criminal.
El casino quedó en ruinas pero la misión de matar a Maison falló,
la integrante de la Mafia haciendo honor a su fama de experta espía y
conocedora de lo que va a suceder antes que nadie, se enteró de la
incursión de los Inquisidores y logró escapar a tiempo.
La respuesta de la Mafia fue contundente, una explosión con
algunos fieles adentro, todos mafiosos de bandas rivales, en el
principal templo religioso del culto a los tres Dioses de la ciudad de
Nazeth: su Catedral.
Ahora, el principal rival político del Presidente estaba marchando
a la guerra en una batalla que, ganase el bando que fuera, Arlés los
sometería a ambos con la ley en la mano.
Y aún le faltaba su carta del triunfo, la que lo exoneraría de los
acontecimientos que se llevarían a cabo en la ciudad de Nazeth, la
Corona también estaba inmiscuida hasta el cuello, apoyando desde
las sombras a la Mafia y a la facción del Clero contrario a la Santa
Madre, al Rey le convenía una guerra entre religiosos y criminales
para de esa manera, a través de sus ciudadanos controlar la Mafia y a
través de los principales miembros de la Corona al Clero, ambos los
necesitarían si la guerra iniciaba.
En ese momento la Corona y la facción rebelde de la Iglesia
estaban librando otra batalla en Hamal contra la Mafia y el Gobierno
por los ojos de varios Amphi-dracos, si fallaban quedarían muy mal
parados.
Enemigos de unos en una batalla y aliados de esos mismos en otra
contienda, la Corona pretendía desgarrar desde sus entrañas al
monstruo de tres cabezas para hacerse con el control del país.
Lo que la Corona desconocía era que Arlés ya tenía todo
planeado, la guerra entre la Iglesia y la Mafia no pasaría de los
hechos en Nazeth, contaba con el apoyo de la suprema jerarca de la
religión: la Santa Madre, para tranquilizar la situación, la líder
religiosa era una mujer que odiaba los conflictos. A la Mafia la
controlaría a través de los máximos representantes de la ley: los
Caballeros Fantasmas, así, dejaría en una situación precaria al grupo
del Clero contrario a la Santa Madre, controlaría a la Iglesia,
aplastaría a la Mafia y maniataría a la Corona, victoria total y todo lo
había logrado manipulando a sus enemigos y detractores para que
actuaran de la forma que él tenía prevista aún en contra de sus
voluntades.
Sin embargo, para que las cosas se dieran de la manera adecuada,
la Corona también debía fracasar en su incursión en Hamal, de otra
manera la victoria del Presidente en Levit se vería menoscabada,
aunque seguía siendo una victoria en ambos frentes, a veces también
había que dejar que la suerte hiciera su trabajo.
Pero su principal objetivo no era obtener la victoria en una guerra
que sabía desde el principio que ganaría, su plan era obtener el
control que podía destruir el mundo, el dispositivo que podía activar
la bomba oculta en la Isla de la Victoria de Levit, lugar donde
residían los Gigantes que gobernaron la tierra hacía miles de años.
Dos batallas trascendentales se estaban dando en ese momento,
una en Hamal por los ojos de los Amphi-dracos y otra en Levit entre
la Mafia y el Clero, el Presidente pensaba sacar tajada de ambas, su
margen de ganancia era bastante amplio y estaba preparado para lo
peor que de igual forma le redituaría buenos dividendos, sin importar
lo que sucediera en ambos frentes, él ganaba.
En su enorme tablero de ajedrez avanzó al rey de las fichas
doradas en cuya base se leía “Sacerdote” custodiado de varios
peones, al mismo tiempo avanzó a la reina de las fichas negras en
cuya base se leía “Emperatriz” para posicionarla junto a su torre, en
cuya base se leía V. Hobbs.
Su plan era arriesgado pero no podía desaprovechar la
oportunidad, esa batalla en Levit que llevarían a cabo la Mafia y el
Clero promovida por la Corona, dejaría al Emperador desprotegido
por un momento, situación que el Presidente aprovecharía para
obtener más información sobre la relación real entre el Emperador y
la persona que tenía el dispositivo que activaría la bomba en la Isla
de la Victoria para actuar en consecuencia, la situación era crítica,
según los últimos informes que le habían llegado, el control había
sido clonado…

La Emperatriz observaba con preocupación a su hijo, el fruto de


sus entrañas, un prometedor joven que se había perdido en el camino,
al igual que sus padres...
En ese momento le estaba reclamando su estupidez, ya sabía que
Vincent había hecho algo más que guardar el control que podía hacer
explotar la bomba en la Isla de la Victoria, mucho más, lo clonó, algo
muy peligroso sobre todo para el mismo Vincent, el tener una copia
del aparato significaba que los Caballeros Fantasmas le darían caza
sin tregua hasta recuperar el dispositivo y después lo encerrarían de
por vida en una prisión.
Los reclamos caían en oídos sordos y la líder de la Mafia lo sabía,
ella no tenía ningún derecho a reclamarle nada a su hijo si ni siquiera
lo crió, de eso se encargó su familia, los Hobbs, ella y el Emperador
pensaron que sería lo mejor para él, nada bueno podía depararle si
sus padres tan sólo eran unos mercenarios.
Su Vincent era un milagro de la naturaleza, un regalo de los dioses
producto del amor entre miembros de dos Clanes que se odiaban a
muerte desde su formación como eran los Hobbs de Levit y los
Caroli de Hamal.
Dalet Caroli y Gimel Hobbs, el Emperador y la Emperatriz, dos
jóvenes que se odiaron desde el primer momento en que se vieron,
prácticamente los obligaron a prestar juramento al mismo grupo de
poder protector de Regum Urbem: los Arcanos Mayores, grupo que
después fue degradado a simples mercenarios al servicio del
gobierno y el Clero.
Fue ahí cuando los dos jóvenes tuvieron su primer punto de
acuerdo: no estaban de acuerdo. Era un ultraje y una falta de respeto
total a sus Clanes y a su linaje el separarlos de la Corona para ser
utilizados como simples mercenarios, sin embargo, nada pudieron
hacer, los entonces gobernantes del país: los FILOS Divinos, fueron
inflexibles, el apoyo de la Iglesia y la Corona terminó por aplacar sus
protestas, ellos debían hacer lo que su país les pidiera, si los requería
como asesinos, eso serían.
Al verse derrotados por los gobernantes, Dalet y Gimel decidieron
cambiar el nombre de su grupo, ya no eran los Arcanos Mayores, los
orgullosos protectores del Rey y la Corona, ahora eran asesinos,
mercenarios al servicio de los más oscuros intereses, debían tener un
nombre que representara lo que hacían, un nombre que atemorizara a
los demás guerreros del país, todos debían saber que si los antiguos
Arcanos Mayores los visitaban, sus días estaban contados, a partir de
entonces se hicieron llamar el Escuadrón de la Muerte.
El trabajar juntos por un mismo fin hizo que Gimel y Dalet se
conocieran mejor, ambos descubrieron que tenían muchas cosas en
común, se odiaban porque tenían que odiarse, porque así se los
enseñaron desde que nacieron, esa fue una de las razones por las que
los antiguos patriarcas formaron a los Arcanos Mayores, juntaron a
los Clanes más beligerantes del país, aquellos que estaban en guerra
perpetua y los obligaron a trabajar juntos en un grupo élite a favor
del único personaje que tenía la potestad y el imperio para
doblegarlos: el Rey.
Una vez que superaron las barreras del odio irracional, nació el
amor, Dalet y Gimel se supieron enamorados, ambos mandaron al
diablo a los Consejos de Familia de sus respectivos Clanes, quienes
se opusieron tajantemente a la unión, si no hicieron nada cuando los
rebajaron de grupo élite a simples mercenarios, tampoco podían
tomar decisión alguna respecto a sus vidas.
Y se casaron… Tuvieron un par de preciosos hijos, sobresaliendo
el menor de ellos, a quien muchos consideraron maldito pero a pocos
sorprendió su concepción, Dalet era un domador de dragones y
Gimel una hija del Clan de las Sombras, las posibilidades eran muy
altas, altísimas y los pronósticos se cumplieron.
El gen dragón y el gen de sombras dieron a luz
a Hraesvelgr el Amphi-draco de las sombras, tanto Dalet como
Gimel se preocuparon, su hijo por ley podría perder los ojos, sin
embargo, Thore, el entonces Presidente del Consejo de Gobierno del
Cinturón de la Ciudadela y Patriarca de los Hobbs, protegió al
infante, su Clan lo adoptó y se comprometió a educarlo y controlar la
bestia en su interior.
Dalet y Gimel vieron la propuesta con buenos ojos, los Hobbs
harían del pequeño Vincent un hombre de bien, sería educado para
ser un Caballero Fantasma, esa era la única manera de proteger los
ojos del menor, que perteneciera a la Orden, en donde siempre lo
tendrían vigilado y lo eliminarían si la bestia en su interior lo
dominaba.
Vincent tuvo una buena infancia, la de todo niño élite, con todos
los lujos y a la vez responsabilidades, se esforzó al máximo por
controlar a la bestia en su interior y lo logró, se convirtió en el amo
indiscutible de Hraesvelgr, estaba listo para ser un Caballero
Fantasma de la Orden de Levit.
Pero el destino le jugó una mala pasada. Al igual que a sus padres,
el Gobierno lo traicionó. El entonces Gobernador de Levit, Patriarca
del Clan Yaotl y líder de la Legión de los Iluminados: el Arcángel
Miguel, impuso ante la Orden a su hijo Mikael y a su sobrino Isaac,
un acto de total nepotismo que nadie le controvirtió.
En aquel entonces la Orden de los Caballeros Fantasmas era una
burla, habían perdido gran parte de su influencia política y poder
debido a los malos manejos que el todavía a la fecha Gran Maestre
de la Orden, Sir Thomas de los Apóstoles de Arcadia, hizo por
influencia de su padre, otro de los grandes Patriarcas, el de la familia
Shmuel.
Las seis Órdenes del país estaban integradas por el mismo número
de miembros: tres varones y una mujer, la de Levit ya estaba
integrada por los jóvenes Mikael e Isaac y el puesto de la mujer era,
obviamente, inaccesible para Vincent, sólo le quedaba una
oportunidad, contender por la espada del alfabeto antiguo Xi (ξ) de
Sir Gene, la cual estaba en poder de Jean Yaotl, un hombre a punto
de cumplir los sesenta años, edad en que según las reglas de la
Orden, podía ser retado por un joven aspirante a la espada, un reto a
muerte al año hasta que se la quitaran.
Pero nuevamente se impuso la voluntad del Patriarca de los Yaotl,
la de Vincent era la primera solicitud de reto hacia Jean Yaotl por el
puesto de Sir Gene, sin embargo, el Arcángel mayor la pasó por alto
y permitió en un combate sin las formalidades de ley que otro
miembro de su familia: Jahziel Yaotl, retara a quien todos llamaban
el “Biónico”. Jahziel ganó, cobró la vida de su tío Jean y obtuvo el
derecho de reclamar la espada Xi (ξ) para sí, con lo que se llenaron
las plazas para los llamados Guerreros del Libro Sagrado, dejando a
Vincent con nada.
Sin espada, sin oportunidades y sin futuro, la carrera de Vincent
fue truncada, su antes habilidad de controlar los ojos del dragón que
a todos admiraba se convirtió en una amenaza, él era un Amphi-
draco, nada menos queHraesvelgr, el dragón de las sombras, ya no
había cupo en el lugar al que por ley pertenecía, ahora era un simple
mortal, un individuo peligroso para la sociedad y como tal, tendría
que entregar su ojo izquierdo como garantía de que no era nocivo
para su país.
Vincent no entregó su ojo, jamás lo haría, sus padres no lo
apoyaron, ellos tenían sus propios problemas con la disolución del
Escuadrón de la Muerte y la formación de la Sociedad del Crimen, el
joven Hobbs tuvo que ver por sí mismo, su padrino y protector,
Thore Hobbs, había muerto como muchos guerreros más durante la
revolución de los FILOS, se quedó sin apoyo.
Para sobrevivir tuvo que apoyar a quienes luchaban contra el
gobierno, se sumó en Levit al movimiento liderado por el ahora
Presidente Arlés Probzzer y Escorpión del Círculo del Zodiaco, pero
su participación fue discreta, como todo mundo, jamás pensó que
esos chicos pudieran derrotar a los todopoderosos gobernantes, hizo
su labor siempre desde las sombras, no deseaba empeorar su
situación cuando el movimiento fuera aplastado.
Pero la revolución triunfó, todos los guerreros élite que
participaron abiertamente en el movimiento recibieron su
recompensa, Vincent, siendo más poderoso que todos no tuvo ningún
reconocimiento, fue un soldado más, una cara invisible en un mar de
inconformes que se alzaron contra un gobierno tiránico.
No obtuvo recompensa alguna ni indulto hacia su condición, para
su mala suerte, otra vez. Él peleó bajo las órdenes y tutela del líder
del movimiento revolucionario: Escorpión, quien debió asumir el rol
de Presidente en lugar de Arlés Probzzer, pero resultó que el tipo era
un mediocre, un imbécil temeroso del poder. El miembro del Círculo
del Zodiaco ganó su revolución, entregó el poder a su mejor amigo y
desapareció por completo de la vida pública convirtiéndose en una
leyenda.
De nada le sirvió a Vincent buscar el apoyo del Presidente, quien
se sentía incómodo frente a un auténtico Amphi-draco, el miembro
del Clan Hobbs con amargura comprobó que Arlés Probzzer estaba
más que dispuesto a autorizar su mutilación que a ayudarlo.
Entonces volteó hacia sus padres, vio lo bien que les iba como
criminales, en poco tiempo pusieron bajo su mando a toda una
ciudad y formaron la banda criminal más poderosa del país, un
imperio que abarcaba los seis estados de Boleria.
Los buscó y se puso a sus órdenes, su poder les vendría de
maravilla. Pero lo rechazaron, tanto el Emperador como la
Emperatriz se negaron a permitir que su hijo se convirtiera en
criminal, ya habían perdido a su hijo mayor y no estaban dispuestos a
ver morir al único que les quedaba, le ofrecieron convertirlo en un
empresario legal, una persona poderosa desde el mundo de las
finanzas, le prometieron que el estado jamás volvería a solicitarle su
ojo izquierdo pues él ya no sería un guerrero, sería una persona
productiva e influyente para el país.
Vincent se enfureció, lo que sus padres pretendían era peor que
quitarle un ojo, estaban mutilando su espíritu, su esencia, él era un
guerrero, toda su vida se dedicó a entrenar y controlar
a Hraesvelgr. ¿Cómo se atrevían esos dos criminales de mierda a
mostrarlo como un perrito faldero cuando él era un dragón?
Se marchó vociferando y amenazando con formar su propia
organización criminal, sería mejor, más influyente y más sanguinaria
que la Sociedad del Crimen, al final, sólo logró lo último, su
organización criminal era temida y respetada pero era un insecto en
comparación del monstruo que crearon sus padres.
Pero su madre cometió un error, le dio un gran poder al encargarle
el dispositivo que haría estallar una bomba en la Isla de la Victoria,
quería demostrarle que aún lo amaba y confiaba en él… Mujer
estúpida, Vincent hizo lo que todo buen mafioso haría en su lugar.
En primer lugar condicionó la devolución del aparato, exigió de
sus padres los ojos de un Amphi-draco para sustituir el que el estado
le quitaría, después aprovechó el momento de desconcierto de los
líderes mafiosos para clonar el dispositivo antes de devolvérselos,
teniendo ahora en sus manos el destino de la humanidad.
En esos momentos Vincent Hobbs le devolvía la mirada a su
madre, la de él estaba cargada de aburrimiento, ya no soportaba los
sermones de aquella mujer, pretendía dejarla con la palabra en la
boca y marcharse de ese lugar.
–Por favor, Viny –le rogaba la líder criminal–, dame el dispositivo
que clonaste, quizá todavía pueda salvar tu vida.
–Ya te dije que yo no tengo el dispositivo, madre, el genio en
electrónica es Britos, él lo clonó y por lo tanto él lo guarda, nada
puedo hacer en ese aspecto…
La Emperatriz pensó con repulsión y odio en Britos Shmuel, hijo
de sus antiguos compañeros en el Escuadrón de la muerte Sol y
Luna, el mejor amigo de su hijo, prácticamente se criaron juntos,
Britos era a quien le achacaba el mal camino que había tomado
Vincent.
La vida de Britos era una copia de la de su hijo, sólo que a
diferencia de Vincent, nadie se explicaba cómo ese chico había
nacido con los genes de Sirrush, el Amphi-draco de tierra.
Todo lo que le sucedió a Vincent le había sucedido a Britos por
igual, ese chico también fue entrenado para ser un Caballero
Fantasma y al igual que su Viny, fue hecho a un lado por el Arcángel
Miguel para colocar a sus familiares en las filas de los Guerreros del
Libro Sagrado.
También tuvo una discreta actuación en la revolución de los
FILOS, tampoco obtuvo una recompensa y junto con Vincent creó la
banda criminal más sanguinaria del país, ese chico era el verdadero
Capo de su grupo mafioso, Vincent sólo era un peón, el asesino de
ese grupo criminal.
–Tú sólo dime dónde está y yo me encargo de lo demás… –La
Emperatriz no se andaba con juegos, pensaba ella misma ir en
persona a encargarse de Britos Shmuel.
Vincent sonrió, no le dijo a su madre que prefería matarla a ella
que traicionar a Britos, el único que había estado con él en todo
momento.
–Si vienes a ayudarme, madre, dime cómo activar el dispositivo,
es la única defensa que tengo, mi única arma contra el estado, aunque
lo entregue bien sabes que me encerrarán y no sólo me quitarán mi
ojo izquierdo, me dejarán ciego y encerrarán de por vida, como lo
hacen con todos los Amphi-dracos.
–Tú te buscaste esto, Viny –se quejaba la Emperatriz–. ¿No
podías simplemente olvidar tu rencor contra el estado? Ser un
Caballero Fantasma no lo es todo en la vida…
–¡Para mí sí! –estalló Vincent–. Desde que nací fui entrenado para
eso, incluso tú y mi padre me decían “Sir” desde pequeño, no te
atrevas a juzgarme, menos tú que creaste la mayor organización
criminal de la historia sólo porque fuiste desechada por el estado.
Digamos que seguí el ejemplo de mis padres.
–Lo nuestro es una obra de arte –masculló la Emperatriz–, lo tuyo
una mierda que pronto será desechada…
–Si me entregas a tus Arcanos Sombras te aseguro que los supero
en cinco años, tú y mi padre no construyeron la Sociedad del Crimen
solos, no te adjudiques títulos que no son tuyos…
La Emperatriz abofeteó a su hijo, sin embargo, Vincent tenía
razón, la Sociedad del Crimen no sería lo que era ahora sin la
invaluable ayuda de Maison y Étoile, quienes junto con Jugement y
los desaparecidos Chariot y Tempérance formaban otro grupo de
poder de Levit, independiente de los Arcanos Mayores, llamados los
Arcanos Sombras, guerreros que se habían quedado sin propósito,
ellos tenían una labor parecida a los Arcanos Negros en la parte más
hostil del abrasante desierto, debían cuidar la llamada puerta del sur,
una labor que sus antepasados habían realizado generación tras
generación, sin embargo, gracias a uno de los socios de su marido, el
hombre rubio conocido como Horus, su labor concluyó
abruptamente, razón por la que los integraran al Escuadrón de la
Muerte, tarea que todos los miembros aceptaron para expiar la falla
de sus predecesores.
–¿Así acaba todo, madre? –preguntó Vincent con un hilo de
sangre corriéndole por la comisura del labio–. ¿Contigo dándome el
primer adelanto de lo que será el fin de mis días?
–Ya te dije que…
–Debes darte cuenta que ya no tengo salvación, madre –la
interrumpió Vincent–, bien sabes que ni siquiera yo soy el líder de la
organización criminal que creé, es Britos quien la lidera, yo
únicamente soy un asesino, por cierto, el mejor. Sólo tú tienes la
forma de salvarme, dime cómo activo el maldito interruptor o vete y
déjame morir, hoy me citaste aquí porque me pediste que te
devolviera el tuyo, ya lo tienes, sólo márchate, al parecer la Iglesia se
ha propuesto hoy acabar con ustedes, el edificio de las Industrias
Arca está cercado, ve a salvar tu organización criminal, esta es
nuestra despedida.
–Lo sé –dijo la mujer abrazando a su hijo entre lágrimas–, sé que
hicimos todo mal contigo y que tú eres un idiota que empeoró las
cosas, sin importar lo que suceda hoy en nuestra batalla contra el
ejército santo, tú serás un enemigo de todos por esa maldita réplica
del interruptor de la bomba en la Isla de la Victoria que hiciste,
incluyendo a la Sociedad del Crimen, esto es lo último que haré por
ti, por favor, no destruyas a la humanidad…
La Emperatriz le susurró a su hijo la forma de activar el
interruptor, necesitaba la sangre de las hijas de la fallecida
Tempérance: Nina y Anais Atria, pero no era tan sencillo, la sangre
que conservaba el Emperador en el pequeño dije de rodio con forma
de tubo de ensayo en su cuello, no era una simple muestra, se las
sacaron a las niñas cuando nacieron, el momento en que los guerreros
élite explotaban su energía al máximo, para hacer un compuesto
idéntico, debía obligar a las dos chicas a hacer lo mismo, de otra
manera no serviría.
La líder mafiosa se preguntaba en esos momentos si Britos
Shmuel realmente cumpliría su pacto con su esposo de entregarle la
réplica del control de la bomba en la Isla de la Victoria de Levit a
cambio de los ojos Amphi-dracos.
Después de darle un último beso en la mejilla a su retoño, dos
grandes alas de elemento viento surgieron de la espalda de la
Emperatriz y se fue volando rumbo al edificio matriz de las
Industrias Arca, donde en unas horas se desataría una guerra contra el
Clero sin precedentes.
En cuanto perdió de vista a su madre, Vincent se volvió hacia un
callejón, donde se encontraba un individuo oculto en las sombras.
–Ya la escuchaste, investiga todo acerca de esas chicas,
necesitamos su sangre cuanto antes…

El Santo Padre se movía entre los callejones de la ciudad de


Nazeth a bordo de una camioneta tipo Van de color blanco conducida
por Tzadi Ekahau, acababan de destruir el tercer Casino de los más
redituables de la Mafia y ahora se dirigían al edificio corporativo de
las Industrias Arca, empresa que servía como fachada a la Sociedad
del Crimen y que era su base fija y principal fuente de operaciones.
El edificio de veinte pisos de alto construido en resistente cristal
era uno de los más vistosos en la zona central de la ciudad de Nazeth,
en el pasado fueron las oficinas corporativas de una empresa
trasnacional extranjera, que, tras una rápida negociación con el
Emperador, se lo vendieron a las Industrias Arca por un precio
irrisorio, una vez concretada la operación, los familiares de los
principales socios de la empresa trasnacional fueron liberados sin
ningún daño por los secuestradores que los tenían capturados. La
empresa cerró operaciones en Boleria y se retiró sin hacer denuncia
ni declaración alguna como parte del "acuerdo" con el jefe de la
Mafia.
Para entonces el depuesto religioso ya contaba con su equipo
completo, Costurera, Celeris y Pistolero ya se encontraban con él y le
habían dado los detalles de su misión en Arcadia junto con un
importante “plus”, los documentos de toda la investigación de Sol
acerca del último trozo de la Piedra de los Dioses, un artefacto que el
Santo Padre conocía a la perfección, llevaba toda su vida buscándolo,
sin embargo, ni siquiera observó los documentos del exmiembro del
Escuadrón de la Muerte, en ese momento sólo le importaba su
venganza.
La conductora de la camioneta, Tzadi Ekahau, mejor conocida
como Luna del desaparecido Escuadrón de la Muerte, no mostró
emoción alguna al enterarse del fallecimiento de su antigua pareja
sentimental y padre de su hijo Britos, a quien odiaba por haberla
abandonado.
A pesar de ser una exmiembro del Escuadrón de la Muerte había
llegado a un arreglo con el Santo padre para ayudar a su hijo Britos a
deshacerse de su principal competidor: el Emperador. La ayuda de
esa mujer le venía de maravilla al depuesto jerarca, necesitaba a
alguien que conociera bien a los asesinos de sus niños, Luna era su
carta del triunfo para matar al Emperador y compañía.
A los dos beneficiaba la eliminación del Presidente de la
Industrias Arca, el Santo Padre cumplía su venganza y la mujer
aseguraba el ascenso de su hijo y su organización criminal a ser la
principal del país.
Cerraron el pacto de colaboración bajo la promesa de que Luna
sería la última asesinada y el número trece sería cosido en su piel.
Los dos contratantes tenían sus planes ocultos para deshacerse de su
socio provisional, sin embargo, ambos pensaban cumplir cabalmente
el acuerdo de matar a todos los miembros del desaparecido
Escuadrón de la Muerte.
El anciano jerarca, sus dos auxiliares y los tres Inquisidores
estaban dando una tercera vuelta por los alrededores del edificio, el
cual se veía fuertemente vigilado y sus guardias armados hasta los
dientes, esperaban impacientes el ataque de la Iglesia.
–¿En qué momento irrumpiremos? –preguntó Fantasma, ansioso
por entrar en acción–. Esa vigilancia no es nada para nosotros,
Pistolero puede hacerse cargo de ellos mientras Costurera y yo
entramos al edificio y los matamos a todos...
–¡Oye! –reclamó Pistolero–. ¿Por qué tengo que encargarme yo de
la basura? También quiero enfrentar a los fuertes...
–Eres el más débil de los tres –le explicó Fantasma con cierta
irritación–. Si entras con Costurera o conmigo nos pondrías en
desventaja y por lo tanto en peligro.
–¡Vete al diablo, pendejo! –explotó Pistolero–. Soy mejor que tú
en todos los aspectos, tú te encargarás de la basura y yo entraré con
Costurera, si entro contigo sólo me estorbarías, se me dificulta un
poco pelear y al mismo tiempo protegerte...
–Yo podría derrotarte con los brazos y las piernas atadas, sólo
utilizando "esta"... –respondió Fantasma agarrándose la entrepierna.
–Síguetela agarrando, marica –dijo Pistolero apuntando con su
dedo índice a los genitales de su compañero–, es pequeña pero desde
aquí creo que puedo darle...
Fantasma se levantó para golpear a Pistolero que ya había
apretado el puño y retrotraído el brazo para repeler la agresión, pero
en ese momento Costurera se interpuso entre los dos golpeándolos a
ambos en "sus partes nobles".
Tanto Fantasma como Pistolero se llevaron ambas manos a los
genitales y se dolieron por el golpe traicionero de su compañera que
los veía a los dos con una mezcla de reproche y burla, en ese
momento le preguntó al anciano que los dirigía:
–¿Cuál es la estrategia, Santo Padre?
–Muy sencillo, hija –respondió el anciano dando varios
bastonazos a los jóvenes que se seguían doliendo de la entrepierna–,
ninguno se va a encargar de la "basura", ese trabajo se lo dejaremos
al Ejército Santo que no debe de tardar en entrar en acción, los tres se
dirigirán de inmediato a buscar y matar a los miembros de la
Sociedad del Crimen que se encuentren en el edificio, mientras estos
dos idiotas pelean, tú coserás los números en el pecho de esos
asesinos.
–Está bien –respondió Costurera sonriéndole a la sensual
cuidadora del Santo Padre, quien le devolvió el gesto, después volteó
hacia la calle, esperando impaciente el arribo de las fuerzas
eclesiásticas al edificio de la Mafia–. Pero el ejército de la Iglesia
viene a dialogar –la chica hizo una mueca de desgana–, Luna me lo
dijo, la orden de la Santa Madre es evitar por todos los medios la
batalla, tendremos que incitar a ambos bandos para que inicien las
hostilidades.
El Santo Padre acarició la mejilla de la chica.
–Por eso no te preocupes, tengo un pacto con la Corona, su gente
se encargará de que estalle el conflicto, después entraremos en acción
nosotros.

Mundo caminaba de una esquina a otra en su pequeña celda de


cuatro metros cuadrados en la prisión de la Torre Sur en la Santa
Sede, emplazamiento del Clero dentro de la Ciudad de los Dioses
Banayah, lugar donde llevaba tres años recluido. Su juicio nunca se
llevó a cabo, simplemente lo encerraron y botaron la llave.
El exmiembro del Escuadrón de la Muerte conocía a la perfección
el lugar que ahora era su morada. En ese sitio sólo ingresaban los
guerreros más peligrosos, aquellos que tenían un gran poder y que
posteriormente podían ser utilizados, ya sea como mercenarios o
como sujetos experimentales para entender su poder.
Sólo había un lugar peor que esa prisión y era el Quinto Distrito
de Arcadia, una pequeña ciudad donde enviaban a los peores
criminales del país, los reos ingresaban con un brazalete en sus
muñecas que estaba conectado a su cerebro y corazón, si alguien
salía de los límites del Quinto Distrito, su corazón se detenía y moría
en medio de un gran dolor.
El guerrero protector del Santo Hermano pensó que sería una
difícil decisión para un guerrero promedio elegir su prisión, en un
lugar como en el que se encontraba en ese momento no había nada
que hacer, sólo sentarse y dejar que el tiempo pasara, una forma de
martirio bastante cruel, sin embargo, pisar el Quinto Distrito era una
casi segura sentencia de muerte para quien fuera condenado a vivir
en ese lugar.
El Quinto Distrito de Arcadia era gobernado por tipos como él,
guerreros muy poderosos que imponían su estatus por medio de la
fuerza, llamaban Jueces a los más poderosos y eran quienes
gobernaban la demarcación.
La razón por la que existía la prisión de Banayah era muy clara,
no podían enviar a los guerreros más poderosos que pensaban utilizar
a futuro al Quinto Distrito, en ese lugar podían ser asesinados y eso
sería una gran pérdida para quien quisiera aprovechar las habilidades
de los reos.
El Quinto Distrito... Mundo pensó que se había quedado en el
pasado, con el triunfo de la revolución ese lugar fue clausurado, los
reos que vivían ahí fueron reinstalados en otros centros
penitenciarios y los habitantes que no llevaban un brazalete en el
brazo, aquellos que nacieron ahí, hijos de padres criminales, fueron
apoyados por el gobierno para integrarse a la sociedad, el gobierno
inició desde hacía unos años el proyecto de convertir al Quinto
Distrito en un lugar común y corriente para vivir, un distrito más de
Arcadia.
Shin Anhur, nombre de civil de Mundo, pensaba en la traición
de la Iglesia, él fue contratado para cuidar a su mayor bien: el Santo
Hermano, un chiquillo excepcional que le haría mucho bien a la
religión y cumplió con cabalidad, se ordenó en el Clero para ser
digno protector y juró ante las Sagradas Escrituras vivir bajo las
reglas de la Iglesia al culto de los tres Dioses... ¡Menuda estupidez!
Sus antiguos compañeros del desaparecido Escuadrón de la Muerte,
quienes ahora eran criminales, jamás lo hubieran traicionado de esa
manera, ahora Mundo entendía cómo se sentían.
Todavía recordaba el día en que lo llevaron a esa horrible prisión,
estaba siendo escoltado al Distrito Comercial de Arcadia, donde
supuestamente debía estar hasta que se resolviera el juicio en su
contra, a medio camino fueron "emboscados", Mundo sabía que todo
fue una farsa, los Inquisidores del Santo Padre lo buscaban para
matarlo y la Santa Madre, adelantándose a su predecesor, envió al
Hermano Cielo y al Hermano Inframundo a capturarlo, los miembros
de la Alta Cúpula Eclesiástica se veían incómodos con su misión,
pero ante todo se debían a su jerarca, sin decir palabra alguna lo
escoltaron hasta la Torre Sur y lo encerraron en la prisión en la que
ahora se encontraba, lejos del Santo Padre pero al alcance del largo
brazo de la Iglesia.
En ese lugar Mundo mataba el tiempo jugando a las adivinanzas,
pensaba en la versión oficial que se podía haber dado de su
desaparición: si escapó y estaba prófugo, si lo mataron o si
simplemente se desvaneció, no importaba, en cualquier caso estaba
muerto o en su defecto, había una sentencia de muerte sobre su
cabeza que cualquier guerrero del país podía cumplir con una muy
jugosa recompensa de por medio, por supuesto.
El guerrero dejó de caminar, se sentó en su colchoneta y se
dispuso a matar el tiempo, le gustaba pensar en su protegido,
realmente creía en el Santo Hermano y en el bien que le podría hacer
a la Iglesia, esperaba que sobreviviera a los abusos del Sacerdote, de
la Santa Madre y de todos en la maldita Cúpula Eclesiástica en
general, ese chico no estaba hecho para ser el máximo jerarca de una
institución corrompida pero sí podía ser el salvador de una fe que
estaba muriendo.
También pensaba en Nina, esa chiquilla hiperactiva y
desobediente pero al mismo tiempo leal y cariñosa, recordaba cómo
disfrutaba entrenarla, la niña se ganó su corazón en muy poco
tiempo.
Entonces empezaba su etapa de odio, de rencor hacia la prisión en
la que se encontraba y hacia sí mismo por dejarse capturar como un
maldito pusilánime, si iba a morir no debía ser en una prisión, debía
de hacerlo protegiendo a los dos niños que le habían robado el
corazón.
Mundo estaba a punto de iniciar su golpeteo diario contra la pared
hasta que le sangraran los puños cuando escuchó un ruido que venía
del exterior, era la cerradura de su celda, se paró frente a la puerta,
digno y orgulloso, preparado para pelear y escapar si era necesario,
las paredes de las prisiones en la Torre Sur de la Santa Sede eran
especiales, inhibían cualquier poder, sin embargo, él era un
extraordinario combatiente, no pensaba estar ni un minuto más en ese
sitio, prefería morir matando tratando de escapar que como un
imbécil quejándose por su destino, no sabía si iba a volver a ver
abrirse esa puerta, así que tenía que aprovechar la oportunidad.
En cuanto la puerta se abrió por completo, Mundo se preparó para
embestir a quien estuviera del otro lado, pero no lo hizo, jamás pensó
volver a ver a la persona que lo saludaba.
–Hola Mundo –dijo la mujer que iba custodiada por la Inquisidora
conocida como Mentalista en cuanto sus miradas se encontraron–.
Vengo a hacerte una propuesta de nuestra santificada Cúpula
Eclesiástica, que si bien no va a darte la libertad, sí puede enviarte a
otra prisión de alta seguridad donde tendrás más prerrogativas y
estarás más cómodo, y tal vez, sólo tal vez, si haces bien las cosas,
hasta seas exculpado.
El ex miembro del Escuadrón de la Muerte estaba perplejo, no
podía creer lo que sus ojos le mostraban, había vuelto a ser
traicionado, lo único que alcanzó a balbucear fue el nombre de su
interlocutora:
–Sor Ara...

El Emperador revisaba por centésima vez la defensa de sus


oficinas corporativas, en todos sus escenarios jamás se imaginó un
ataque directo en su ciudad por parte de la Iglesia, pensó que la
guerra sería sucia, como acostumbraba pelear el Clero, golpeando y
ocultándose.
Inmediatamente supo que la orden de ataque no venía de su
excompañero del Escuadrón de la Muerte: el Sacerdote. Hei Riazor
era lo suficientemente inteligente para hacer tamaña estupidez, la
Santa Madre tampoco haría algo así, ella era una pacifista, jamás
libraría una batalla abierta como si fuera una guerra santa. Alguien
más debió mover los hilos en las altas esferas eclesiásticas, alguien
que se beneficiara de todo eso, podía ser un alto Prelado de la
Cúpula, alguien que buscara la silla de la suprema jerarca religiosa,
incluso pensó en la Corona.
También le venían a la mente algunos de sus enemigos criminales,
sobre todo pensaba en su principal opositor: Britos Shmuel, el hijo de
sus excompañeros Sol y Luna. Últimamente la lucha por el control
de la ciudad con la banda delictiva de Britos se había intensificado,
tal vez el controlador del Amphi-draco de tierra había encendido los
ánimos del Santo Padre. Su principal competidor estaba perdiendo la
batalla por el control de la ciudad, era irremediable su derrota y
expulsión de Nazeth, el impulsar una guerra entre la Sociedad del
Crimen y la Iglesia era una medida desesperada y que estaba fuera de
su alcance. Alguien mucho más poderoso e influyente lo estaba
apoyando, el Emperador tenía conocimiento que a Britos lo
patrocinaba la Corona.
El líder criminal sabía que Arlés Probzzer tenía controlado al
antiguo líder religioso dándole información medianamente cierta
pero muy verosímil, sin embrago, Ayin Josafat, mejor conocida
como Maison, le había comentado que el Santo Padre estaba
respondiendo a una agresión, la única manera en que podía haber
roto su pacto con el Presidente del país.
Arlés Probzzer..., el Emperador no dejaba de pensar en el
mandamás de Boleria, por más que buscaba no encontraba un motivo
por el que el Presidente buscara iniciar la guerra, sería un problema
más en su administración..., a menos que el muy cabrón tuviera una
carta ganadora oculta. Cosa que tampoco le extrañaría.
El líder mafioso decidió dejar de pensar en quién había detonado
la guerra, lo importante ahora era sobrevivir al ataque del Ejército
Santo, ocasionar el mayor daño posible a la ciudad y después culpar
a la Iglesia de atacar directamente sin pensar en los daños que
causaría. El Gobernador de Levit estaría furioso, más que él
pertenecía a la religión contraria al culto a los tres Dioses: a la
religión monoteísta del único Dios dominante en Levit, si lograban
sobrevivir al embate que se venía en ciernes y después continuar la
guerra en otros frentes, tendrían a los Arcángeles y al poderoso Clan
Yaotl de su lado.
Para el Emperador la situación estaba muy clara, si la Iglesia los
destruía en ese único ataque, podía decir que liberó a la ciudad del
crimen, agacharía la cabeza hipócritamente, pagaría los daños y le
daría concesiones al gobernador en otros estados, un pacto razonable,
sin embargo, si la incursión fallaba, la furia y respuesta no sólo de los
Arcángeles, sino de toda la religión del único Dios y hasta de los
Nueve Coros de Levit, el conjunto de los Clanes élite del estado de
los desiertos y las playas paradisiacas, sería implacable. Todos se
unirían a su causa contra la Iglesia del culto a los tres Dioses.
Lo que preocupaba al Capo criminal era precisamente eso, la
Iglesia sabía que no podía fallar, por lo que mandaría un contingente
lo suficientemente poderoso para destruirlos, ellos tenían un plan
pensado y organizado seguramente desde hacía muchos meses, el
Emperador apenas si estaba organizando su defensa, ya no digamos
una contraofensiva decente. Seguía pensando en su estrategia cuando
la asesina del Escuadrón de la Muerte, Étoile, comenzó a reír a
carcajada suelta.
–¿De qué demonios te ríes, bruja idiota? –le pregunto
airadamente la Emperatriz que se veía más preocupada que el líder
criminal.
Etoile tardó en contestar, se doblaba de la risa, cuando intentaba
articular alguna palabra, se volvía a reír, sus carcajadas contagiaron a
Jugement, su aprendiz, que la imitó sin saber el motivo por el que su
maestra reía.
–Perdón, jefa –se disculpaba la asesina mientras con el dorso de la
mano derecha se limpiaba una lágrima–, sé que la situación no es
graciosa pero la ironía de la vida sí...
–¿A que te refieres, Pei? –preguntó el Emperador.
–A que esta es precisamente el tipo de misión que le hubieran
encargado al Escuadrón de la Muerte –contestó Étoile tratando de
aguantar una nueva arcada con su risa correspondiente–, el de
asesinar a una peligrosa banda de criminales... ¿Curioso, no? Pensé
en hablarle a la Santa Madre para ofrecerle nuestros servicios...
La Emperatriz volteó a ver al Emperador sólo para percatarse que
el líder criminal se estaba aguantando la risa, la segunda al mando de
la Mafia, una mujer siempre seria, casi amargada desde la muerte de
su primogénito, soltó al instante una carcajada que contagió a toda la
plana mayor del Escuadrón del Crimen, el ambiente de tensión se
relajó.
–Pei tiene razón –dijo la Emperatriz–, nosotros éramos el brazo
asesino de la Iglesia, la Corona y el Gobierno, no tienen a nadie que
nos pueda hacer frente...
–Sólo Mundo y el Sacerdote –reflexionaba el Emperador con una
media sonrisa, algo sabía que no quería compartir–, seguramente
ellos dirigirán el ataque, Maison nos mantendrá informados de todo,
pero estoy preocupado por ella –volteó a ver a Jugement–, ve con
Ayin y protégela, no podemos darnos el lujo de perderla, sin ella esta
guerra se va a complicar más de lo necesario...
El joven hizo una mueca de desagrado, él quería combatir, no ser
una niñera, pero sabía que las decisiones del Emperador eran
incuestionables, se levantó de mala manera para retirarse pero Étoile
le puso una mano en el hombro.
–Quédate, bebé, yo iré a cuidar de Maison, sólo prométeme que
no te emocionarás, si las cosas se ponen difíciles huye y salva tu
vida...
El joven casi saltando de emoción se puso una mano en el pecho y
mostró la palma de la otra mano a su maestra a la altura de su
hombro, como era su costumbre, no dijo ninguna palabra pero se
estaba comprometiendo a seguir las órdenes que le dio Étoile.
–¿Estás segura de esto, Pei? –preguntó la Emperatriz–. Jugement
aun no está preparado para pelear contra el Sacerdote o Mundo...
Étoile sonriendo le revolvió el cabello a su pupilo.
–Resh puede con cualquiera, de todas formas ya prometió
retirarse si las cosas se complican, él dirigirá a nuestro ejército...
–Está bien –interrumpió el Emperador dirigiéndose a Étoile y
dando por terminada la discusión–, tú eres la responsable de la
seguridad, si dices que Jugement puede encargarse de todo, que lo
haga.
Étoile le dio un beso a su pupilo en los labios y después se retiró
despidiéndose con una voz cantarina, contoneándose y agitando la
mano, lamentaba no poderse quedar a pelear y matar a algunos
guerreros élite, pero también pensaba que ya era justo que Jugement
avanzara al siguiente nivel de sus capacidades.

–¿Cual es el trato que me ofrece la Cúpula Eclesiástica?


–Pelearás por la Iglesia contra tus antiguos compañeros, hasta
matarlos o morir en el intento...
–¿Qué pasa si la misión falla y yo vivo?
–Si no se te responsabiliza del fracaso, irás a una prisión menos
restrictiva, tendrás más libertades.
–¿Y si se me responsabiliza?
–Volverás aquí pero además serás torturado dependiendo de tu
omisión en la batalla o de tus fallas...
–¿Y si logramos una victoria total?
–Dependiendo de tu participación en esa victoria podrías incluso
alcanzar la libertad.
–¿Podré seguir protegiendo al Santo Hermano?
–No, vivirás el resto de tus días en uno de los templos del Distrito
Comercial como un monje. Te has iniciado en la religión como un
novicio... ¿Recuerdas?
–Eso no es quedar libre...
–Es mejor que vivir como un prisionero y un posible mercenario
que debe arriesgar la vida en misiones que no le interesan, bien
sabes que si tomas el camino del hábito, los Supremos Sacerdotes te
protegerán incluso del Santo Padre, serás intocable y vivirás el resto
de tu vida en paz. Ya no hay tiempo... ¿Qué decides?
El avión de la Iglesia estaba arribando a su destino mientras
Mundo recordaba su plática con Sor Ara, había aceptado el trato,
pero no consideraba regresar, no con vida al menos a ninguna prisión
ni al Distrito Comercial de Arcadia, el cual, también consideraba una
prisión, si se ordenaba como un monje de alguno de los templos del
Circuito del Peregrino, jamás saldría de ese lugar, en cuanto pusiera
un pie fuera de la zona de templos moriría.
El tiempo se le agotaba y aún no se le ocurría cómo escapar, el
brazalete en su mano derecha le impedía hacerlo, el sólo hecho de
intentarlo haría que su corazón explotara.
Lo que más le molestaba era que su compañero en esa misión, el
Sacerdote, tendría en sus manos el control de su vida o muerte, el
Supremo Prelado podía asesinarlo en el momento que así lo deseara
y vaya que Mundo sabía cuanto lo deseaba...
Todavía no se recuperaba de la sorpresa de averiguar que Sor Ara
ahora trabajaba para los traidores de la Iglesia. El trato entre ambos
fue frío, únicamente hablaron para pactar los términos de la ayuda de
Mundo para con el Clero, de nada más.
En cuanto él y la Inquisidora que lo escoltaba descendieron del
avión, se encontraron con un numeroso ejército y con el Sacerdote al
frente, éste saludó con un efusivo abrazo a Mentalista, después le
ofreció la mano a Mundo.
–Hola Mundo, espero que por esta ocasión dejemos de lado
nuestras diferencias y trabajemos juntos, como en los viejos tiempos.
Mundo no aceptó dar la mano al Sacerdote, en ese mismo
momento sucedió lo que él tanto se temía, la Inquisidora le entregó al
Supremo Prelado el control del brazalete que podía quitarle la vida.
–¿Así vamos a trabajar juntos? –preguntó Mundo–. ¿Con mi vida
en tus manos? Sor Ara me aseguró que ese control lo cargaría
Mentalista.
–El líder de la misión es el Supremo Prelado –respondió
mecánicamente la guerrera del Clero–. A él le corresponde decidir si
haces bien tu trabajo o si mereces morir.
–A mí no me corresponde decidir eso, querido amigo –dijo el
Sacerdote dándole una palmada en la espalda a la Santa Inquisidora,
lo hizo con una suavidad que Mundo estuvo seguro que había algo
más que amistad entre ellos–, es cuestión de los Dioses el saber
cuándo van a llamarte para ser juzgado.
–Usted es el representante de los Dioses en la tierra, su Ilustrísima
–respondió Mentalista–, por lo tanto es su potestad decidir si este
criminal debe vivir o morir.
–Me temo que tiene usted razón, Santa Inquisidora –el Sacerdote
volteó a ver a Mundo–, pero puedo asegurarte, estimado amigo, que
sabré decidir con humildad y justicia si debes permanecer entre los
vivos para seguir sirviendo a los Dioses o morir para que les
respondas por tus pecados...
–Déjate de pendejadas y dime cuales son los términos de nuestra
cooperación –interrumpió Mundo, molesto por las patrañas que
estaba escuchando, el Sacerdote sólo se estaba burlando de él–. Pero
deberás cumplirlos si vas a adentrarte en terreno hostil conmigo a tu
lado.
–Los términos son muy sencillos, camarada –dijo el Sacerdote con
su irritante paciencia de siempre–, cubres mi espalda y yo la tuya,
enfrentaremos al Emperador y la Emperatriz, una misión sumamente
difícil, casi suicida, si vencemos, regresarás con vida. La adorable
Mentalista está de testigo de mis palabras.
–¿Y si fallamos?
–Fallar no es una posibilidad, Mundo –el tono condescendiente
del Sacerdote cambió por uno más serio–, si no logramos el objetivo,
quizá yo y Mentalista regresemos con vida para planear una nueva
estrategia, pero tú regresarás en un ataúd y tal vez con un número
cosido en el pecho... ¿Nos entendemos?
Mundo al igual que todos los exmiembros del desaparecido
Escuadrón de la Muerte sabía de los asesinatos que estaba
perpetrando el Santo Padre auxiliándose de los Inquisidores
Pistolero, Fantasma y Costurera, de ninguna forma pensaba terminar
sus días con un número cosido en su cuerpo.
–Nos entendemos... –respondió Mundo en un suspiro–. Así que el
Santo Padre también estará por aquí...
–Él inició esta guerra. Nos valdremos de su ayuda para aniquilar a
nuestros antiguos compañeros y después lo arrestaremos a él y a
quienes lo ayudan, hoy es día de limpia eclesiástica, purificaremos a
la Iglesia de todos sus males empezando por esta criminal ciudad de
mierda. Y después seguiré con nuestro querido Presidente –pensó el
Sacerdote.
–De acuerdo –respondió Mundo pensando que no llegaría a ver la
luz del día siguiente, aun así, prefería morir peleando que encerrado
en la celda de la Torre Sur en la Santa Sede, pudriéndose.
Mundo iba a empezar a caminar cuando un intenso dolor en el
pecho lo asaltó, sentía que le estrujaban el corazón, inmediatamente
cayó de rodillas y después de costado, se tocaba el lado izquierdo del
pecho y encogió las piernas por el dolor, después sintió que la cabeza
le explotaba, empezó a escupir sangre hasta que la opresión paró.
El exprotector del Santo Hermano empezó a respirar con
normalidad y su corazón a bombear sangre, sentía que tenía un
tambor por dentro, las palpitaciones parecían que le romperían el
pecho, cada una de ellas venía acompañada de un ligero y doloroso
"tirón" muscular en los pectorales, un dolor soportable en
comparación de lo que acababa de sufrir, también se sentía mareado
y desorientado, el dolor de cabeza lo abandonaba con una
desesperante lentitud.
–Perdón por eso, amigo –dijo el Sacerdote con una mueca de
hipócrita pena mostrándole el dispositivo que controlaba el brazalete
de Mundo–, sólo estaba probando que este artefacto funcionara
correctamente, al parecer no hay ningún problema, espero que esto
no afecte tu rendimiento.
–No importa –Mundo se levantó con gran trabajo–, si mi
rendimiento falla, el que quedará desprotegido eres tú, ya veremos si
puedes pelear tú solo contra el Emperador y la Emperatriz.
El Sacerdote empezó a reír despreocupadamente, deseaba matar a
Mundo en ese instante pero no podía, sabía que en el momento más
peligroso de la batalla que se aproximaba, cuando tuvieran que
enfrentar a sus antiguos compañeros del Escuadrón de la Muerte,
Mundo le pediría el control del brazalete bajo amenaza de no pelear,
lo que también significaría su muerte a manos del Emperador y la
Emperatriz, en ese caso, el Supremo Prelado le entregaría el control
del brazalete a Mundo pero no la llave, pelearía pero no escaparía,
tampoco era que le urgiera matarlo, verlo sufrir era más divertido...
claro que si se daba la oportunidad, lo aplastaría.

En la entrada del edificio de las industrias Arca, representantes del


Clero y de la Mafia discutían, ambos apoyados de sus respectivos
ejércitos, el contingente del Clero era más voluminoso pero los
Mafiosos tenían la ventaja del lugar, dentro y fuera del edificio tenían
apostados a sus hombres dispuestos a entrar en acción y masacrar a
sus enemigos si comenzaba la batalla.
Ambos bandos gritaban, insultaban y se culpaban mutuamente de
la situación que se estaba viviendo, los representantes del Clero y la
Mafia buscaban que el bando contrario aceptara su responsabilidad y
ofreciera una compensación por los daños recibidos.
La discusión era una farsa y todos lo sabían, al final, lo que se
buscaba era llegar a un mal trato, que ninguna de las partes obtuviera
lo que buscaba y cada quien aceptara su responsabilidad así como
una promesa de futura no agresión, planear una reunión en el Distrito
Comercial de Arcadia, lugar considerado tierra sagrada donde ningún
guerrero podía ejercer un acto de violencia bajo consigna de perder la
vida. Lo que se buscaba era impedir la guerra.
Conforme avanzó el tiempo los ánimos se calmaron, tal y como lo
habían anticipado ambos bandos, sus representantes empezaron a
ceder, las pláticas estaban llegando a buen puerto, la guerra sería
evitada.
Ya estaban tratando los últimos puntos de inflexión, la actitud era
arrogante por ambas partes pero todos sabían que el objetivo estaba
cumplido, en ese momento el representante de la Iglesia llamaba
impío al representante de la Mafia cuando el disparo de un arma de
energía pura hizo estallar la cabeza del representante del Clero.
Todos los miembros de la Mafia, alarmados y asustados, voltearon
a ver al idiota que había disparado, éste gritaba como poseído
que “unos mugrosos aprovechados no tenían calidad moral para
insultarlos”, no hubo tiempo para calmar los ánimos, la respuesta fue
inmediata, uno de los representantes de la Mafia fue acribillado ahí
mismo por varios soldados del ejército santo.
La respuesta fue inminente y la batalla inició sin que ninguno de
los dos bandos buscara la guerra, de inmediato la calle se llenó de
sangre y de muertos, los dos ejércitos se atacaron con todo lo que
tenían.

En Regum Urbem, el Rey Davis Adam observaba en directo a


través de una pantalla lo que estaba sucediendo en Nazeth, lo
acompañaban sus sobrinos Dante y Albert Adam así como Duquesa,
líder del Sindicato de Ishtar.
Vieron en vivo cómo había iniciado la guerra entre la Mafia y el
Clero, un Albert orgulloso de lo que sucedía le explicaba al monarca
que tenía infiltrados en ambos ejércitos, esos infiltrados fueron los
que habían disparado sus armas e iniciado la batalla.
La guerra era necesaria, tanto para menoscabar la influencia del
Emperador, quien tenía claros tratos con el Clan rival del Rey, los
Enoch, como para arrebatarle la ciudad a favor de Britos Shmuel, el
otro líder mafioso que era apoyado por la Corona.
La contienda también los posicionaría en el Clero, ellos apoyaban
en secreto a la facción rebelde del Clero y al Santo Padre, quien tenía
planeado volver a dirigir a la Iglesia traicionando a la Santa Madre.
La apuesta era de alto riesgo, el Emperador debía ser eliminado,
de otra forma de nada valdría el apoyo que se le concedió a los
rebeldes de la Iglesia, Albert prometió que muy pronto, gracias a él,
la Corona por fin se posicionaría en todos los grupos de poder del
país: la Mafia, el Clero y próximamente en la Orden de los
Caballeros Fantasmas a través de los primos Rotanev.
Poco a poco seguían ganando apoyo, en silencio, desde las
sombras, cada vez tenían más adeptos, pronto, muy pronto podrían
hacerle la guerra al Clan rival, los Enoch, y entonces ya nada les
impediría hacerse con el control del país, pero su ambición iba más
allá, el Clan maldito era el principal freno de sus ambiciones, los
Adam eran los descendientes directos de los Gigantes más
poderosos, los primeros hombres con un “Gash”, los miembros de
los famosos Clanes del Norte.
Su ambición siempre fue el dominio mundial pero siempre
tuvieron distintos escollos, el principal de ellos: Caín Enoch, el
Patriarca y líder eterno de su familia, el FILO Divino número doce
también conocido como Elohim, un pusilánime que siempre se
conformó con sólo controlar Boleria y recibir tributo de
prácticamente todos los países del continente, muchas veces los
miembros del Clan Adam le ofrecieron el país a cambio del mundo,
Caín siempre se negó y los maniató a través de los poderosos
miembros de su Clan y de los otros FILOS Divinos.
Ahora los tiempos eran distintos, Arlés y compañía con su
revolución se deshicieron de los principales responsables de frenar al
Clan Adam: Elohim y los demás FILOS Divinos. En los tiempos que
corrían todos estaban muertos, nada detenía ahora al Clan del Rey de
iniciar su proyecto de dominación mundial, nada excepto el Clan
maldito y los residentes de la Isla de la Victoria, a quienes Albert
pensaba utilizar, la cereza en el pastel de su plan maestro…

El Emperador también observó por las pantallas en su oficina el


momento justo en que inició la batalla contra el Ejército Santo, en
ese preciso instante llamó a los hombres de su más entera confianza,
a los que les había encargado la seguridad de su inmueble.
–Caballeros, ha llegado la hora, nuestro futuro se decide aquí, los
que sobrevivan tendrán un lugar en la mesa directiva de la Sociedad
del Crimen, den todo de sí, los que lo logren se convertirán en
dioses...
Los altos mandos mafiosos levantaron sus manos y lanzaron un
grito de guerra, en su mayoría eran guerreros proscritos, poderosos
combatientes que habían forjado sus habilidades en las calles, al
fragor de la batalla. Todos y cada uno de ellos pensaban dejar la vida
en la contienda que estaba a punto de iniciar, el pertenecer a la mesa
directiva de la Sociedad del Crimen era lo máximo a lo que podían
aspirar. El Emperador alzó las manos para acallar los gritos, después,
despidió a todos sus subalternos quedándose únicamente dos de sus
más cercanos colaboradores: Jako y Sago, junto con Jugement, a
quienes preguntó:
–¿Trajeron lo que les pedí?
–Sí señor –respondió uno de ellos–, aquí están los prisioneros,
aunque lamento decirle que tres de ellos están muertos por las
heridas que les causamos al capturarlos, espero que no haya
problema, usted no especificó nada respecto a su condición.
El otro colaborador apretó una serie de números en su
comunicador móvil, varios de sus matones entraron con doce cajas
sencillas de madera en forma de ataúd, dentro de cada uno de ellos
había un hombre encerrado, nueve de ellos atados, tres muertos.
–Doce cuerpos en total, jefe, tal y como usted lo solicitó.
–Perfecto –dijo el Emperador sonriendo–, estos pobres diablos
serán mis guerreros personales, quedarán bajo su mando...
–Sí señor.
En ese momento los mafiosos se alejaron de los ataúdes, los
cuerpos atados miraban con terror a los líderes mafiosos, los
asesinados tuvieron suerte de no ver lo que les sucedería, todos eran
matones de grupos contrarios a la Sociedad del Crimen, el
Emperador y la Emperatriz se colocaron delante de ellos, una intensa
energía emanó de los líderes criminales y un grito de auxilio llenó el
lugar.

Después de la plática con el Capo mayor de la Sociedad del


Crimen, los generales mafiosos de inmediato se reportaron con sus
unidades, mientras caminaban a sus respectivos puestos junto a su
líder: Jugement, más adelante se encontraron con los otros dos
Generales del Emperador, un par de mercenarios que habían vendido
sus servicios a la Mafia por encima de su lealtad a la Corona, dos
portadores de Tesoros Negros, un hombre y una mujer que
respondían a los nombres de Amoreux y Justice.
Jako y Sago chocaron puños, ellos en lo particular manejaban las
energías psíquica y metal respectivamente, podrían parecer mucho
más débiles en comparación con Jugement o los portadores de
Tesoros Negros, pero ya habían mostrado su valía en las calles, el
Emperador en persona los había ascendido a la posición que ahora
ocupaban.
Al llegar a la base del edificio, los cinco generales se separaron
para vigilar cada costado, Sago estaba a cargo de cubrir la
retaguardia con los guerreros controladores de energía natural;
Jugement tenía la responsabilidad de cubrir el flanco derecho del
inmueble, a su cargo estaban los guerreros llamados troopers,
combatientes capaces de manejar las energías elementales sólo a
través de un arma.
Por su parte, Jako organizaba a los elementors, guerreros que no
utilizaban armas pero que eran capaces de dominar dos energías
elementales, él protegería el lado izquierdo del edificio, por último,
el frente del inmueble sería protegido por los dos generales mafiosos
contratados como mercenarios por el Emperador y la Emperatriz,
ellos comandaban a los bérserkers y a la fuerza armada de la Mafia.

El Ejército Santo con el Sacerdote al frente, estaba compuesto


igualmente por bérserkers, elementors y troopers, pero sus guerreros
eran especiales, sólo controlaban las energías psíquica y metal. Los
bérserkers además controlaban la energía natural Cíclopes, bestias de
tres metros y un sólo ojo que estaban atados a sus amos por lazos
psíquicos por lo que no podían separarse de ellos más de cinco
metros, peleaban físicamente y sus cuerpos tenían una dureza de
nivel seis –en una escala de diez como máxima dureza–, de igual
forma, a través de vórtices dimensionales de sus manos podían surgir
las espadas de sus amos para pelear o tener más alcance.
Los elementors controlaban la energía metal en forma de
puntiagudas y filosas estacas de un metro de longitud así como la
energía psíquica telequinesis en su forma básica para darles
dirección, no control. Finalmente los troopers podían crear sus
propias armas de acero de nivel de dureza cinco, sus cuerpos
expelían una fuerza psíquica capaz de absorber la energía de sus
contrincantes.
Todos los guerreros del Ejército Santo podían controlar la energía
metal como armadura, la cual consistía en transformar los hilos de
sus ropas en un tipo de metal maleable y muy ligero de dureza nivel
cinco.

Desde su vehículo tipo Van, los Santos Inquisidores a las órdenes


del Santo Padre observaron el inicio de las hostilidades al frente del
edificio, el ejército de la Mafia estaba bien armado, con tanques,
armamento que disparaba energía elemental y hasta enormes
máquinas cibernéticas de metal controladas internamente por los
criminales, armatostes que podían atacar físicamente o con energía
elemental.
El Ejército Santo por su parte, atacó en un inicio a la distancia a
través de sus elementors, una inmensa lluvia de varillas metálicas
menguó el número de sus adversarios, no tardó mucho en darse el
choque físico de ambas facciones, la matanza se veía por todos lados,
no se veía a un claro bando dominador.
–¡Vayan ahora! –ordenó el Santo Padre señalando el inmueble
donde operaba la Mafia–. Quiero que cosan por lo menos un par de
números en los pechos de esos malditos...
Sonriendo y empujándose entre ellos, salieron a toda prisa
Pistolero y Fantasma, parecía que iban a una fiesta y no a integrarse a
una masacre, detrás de ellos, Costurera saltó de la puerta lateral de la
Van con gracia y elegancia, cerró la puerta de la camioneta no sin
antes enviarle un beso al Santo Padre.
–¡Apúrate, Nikka! –La apuró Pistolero mientras corría hacia el
edificio de la Mafia–. O te quedarás rezagada...
Los tres jóvenes pasaron como una exhalación entre los
combatientes de los dos grupos en disputa, ni siquiera se molestaron
en matar o lastimar a nadie, simplemente corrían a una gran
velocidad evitando ágilmente todos los obstáculos, en el lado
derecho de sus rostros, alrededor de su ojo color azul cielo, se formó
en negro el tatuaje la cruz de Boleria, símbolo representativo del
país.
Cuando tuvieron la entrada principal del edificio de frente, sus
tatuajes se difuminaron, Pistolero sacó uno de sus revólveres y
disparó contra las puertas, las cuales en una gran explosión volaron
hacia el interior del inmueble, una vez adentro, los tres jóvenes se
quedaron quietos, todos intuyeron que el peligro real se encontraba
en esa zona.
Estaban rodeados por medio centenar de bérserkers, pero esos
guerreros no eran el peligro real, de entre las sombras surgieron los
dos Generales de la Mafia que se vendieron al Emperador como
mercenarios, detrás de ellos caminaban seis hombres con las ropas
rasgadas, la mirada perdida y la cabeza de lado, sus pasos eran torpes
y sus cuerpos se movían por instinto, pesadamente, a un movimiento
de la mano de uno de los mafiosos, el varón, se detuvieron y
quedaron estáticos, balanceándose de un costado al otro, sólo a la
espera de órdenes, la mujer al servicio del Emperador señaló la salida
del inmeble, todos los bérserkers entendieron la orden y salieron del
lugar para integrarse a la batalla que se desarrollaba en el exterior,
los Inqusidores no les impidieron la salida, no quitaban la vista de los
principales guerreros al servicio del Capo mayor, sus verdaderos
oponentes.
–Mira nada más qué tenemos aquí –dijo Pistolero señalando a los
dos mafiosos con uno de sus revólveres–, a dos de los mercenarios
más famosos del país: Justice y Amoreux, no sabía que se habían
unido a la Mafia...
–El que paga manda –dijo Justice, una hermosa mujer de cuerpo
atlético, firme y bien proporcionado, reconocida por ser de las
mejores asesinas del país–, en este caso es el Emperador.
–¿Desde hace cuánto trabajan para él? –preguntó Costurera.
–Ya tiene bastante tiempo que tenemos tratos, hace poco nos
volvimos exclusivos –respondió Amoreux, un atractivo, narcisista y
rubio hombre cuyos rasgos bien podrían confundirse con los de una
mujer hermosa, su cuerpo también era delgado pero atlético–. Al
parecer ya sabían de su ataque...
–¿Es necesario hacer esto? –preguntó Fantasma que simpatizaba
con ambos–. Hemos trabajado juntos en otras ocasiones, digan su
precio y podemos llegar a un arreglo...
–Lo siento, hermoso –le respondió Justice guiñándole un ojo–, si
peleamos hombro con hombro con ustedes es porque fuimos
contratados por la Iglesia para ayudarlos y siempre lo hicimos con
profesionalismo, ahora tenemos un nuevo jefe, el contrato está hecho
y no podemos traicionarlo, eso hablaría mal de nosotros y terminaría
con nuestra reputación, lo siento, pero nuestra tarea es defender este
inmueble y así lo haremos.
–¡Al diablo su reputación! –exclamó Costurera que tampoco
quería pelear con esos dos combatientes–. Ustedes pueden ser
guerreros exclusivos de la Iglesia, no necesitan ningún otro jefe, hoy
puede ser la reivindicación de su vida.
–No preciosa –comentó Amoreux entre risas, al contrario de los
jóvenes que tenía enfrente, él no estaba ni un poco nervioso, ni
siquiera incómodo por el inevitable enfrentamiento–. Nosotros
estamos bien con nuestros vicios y demonios, peleamos por gusto y
para quien nos ofrece no sólo un excelente pago, sino un buen botín
y diversión, ese es por el momento el Emperador. Así que ustedes
deciden, pueden marcharse y planear mejor el asesinato de nuestro
cliente o atacar ahora y morir en el intento. Yo apuesto por la victoria
de nuestro contratante…
–El retiro no es una opción y te aseguro que perderás esa apuesta
–señaló Fantasma–. Nuestra renuencia a pelear contra ustedes es
porque nos caen bien y no deseamos matarlos, pero si se interponen
en nuestro camino, los aplastaremos como los insectos que son en
comparación nuestra.
–Valientes palabras de un chiquillo al que le he salvado la vida en
más de una ocasión –respondió Justice–, en vista de que no se van a
retirar y nosotros debemos defender este emplazamiento... ¡Que
empiece la fiesta!
–Les presentamos a nuestros refuerzos –comentó Amoreux–. Si
logran vencerlos entonces les haremos el honor de pelear contra
ustedes...
Amoreux señaló a los tres Santos Inquisidores, en ese momento
los seis cuerpos que se encontraban tras ellos de nuevo empezaron a
moverse, lenta y pesadamente, con pasos cortos y desganados.
–¿Es esto una broma? –preguntó Pistolero.
–Sí –respondió Justice de inmediato– y una de muy mal gusto...
El primero en atacar fue Pistolero, disparó hacia uno de esos
hombres que parecían muertos vivientes, a una sorprendente
velocidad el hombre desvió el disparo con su mano derecha, en ella
se había formado un guante metálico de color verde con la forma de
la cabeza de un dragón, en seguida el guante empezó a abarcar todo
su cuerpo, dándole la forma de un dragón verde metálico con cuerpo
humano y grandes alas, al final, nada quedaba de aquel frágil y
lastimoso ser que solía ser un hombre, ante los Inquisidores estaba un
enorme híbrido dragón-humano alado de dos cabezas, con armadura
de metal en sus hombros, brazos, patas y torso, medía tres metros de
altura, una de sus cabezas era su mano derecha, la izquierda
terminaba en una garra de cuatro afiladas cuchillas, el dragón se
levantó por los aires y atacó a los guerreros de la Santa Iglesia.
Desde el aire, a una velocidad increíble, el dragón verde atacaba
con energía elemental viento disparada desde las fauces abiertas de la
cabeza que descansaba en el brazo derecho, los huracanes que salían
de la extremidad destrozaban todo a su alrededor, mientras
esquivaban el poderoso ataque de aquel híbrido, los Inquisidores se
percataron que dos hombres más habían cambiado de forma, ambos
de la misma manera que el primero, se habían transformado en un
dragón rojo y uno azul, los dos dispararon al mismo tiempo desde su
extremidad en el brazo derecho energía elemental fuego y agua
respectivamente.
Pistolero dejó de huir, sacó sus dos revólveres y disparó hacia
ambos ataques, el fuego y el agua se extinguieron en cuanto tuvieron
contacto con las balas del soldado del Clero. Al mismo tiempo,
Justice preguntaba a su compañero.
–Esos chicos son muy fuertes y lo sabemos bien, no debemos
confiarnos... ¿Te parece si los atacamos con todo?
–Adelante –respondió Amoreux señalando primero a los otros tres
cuerpos que permanecían balanceándose detrás de ellos–. Acaben
con esos chicos –ordenó señalando a los Santos Inquisidores.
En los otros tres infelices que habían atrapado los mafiosos se
iluminó un círculo en el tronco de sus cuerpos, los tres crecieron en
tamaño hasta llegar a los tres metros de altura, sus brazos se
alargaron y les salieron grandes garras, el color de su piel era
totalmente blanco, se veía correosa, como la de un gato rasurado, el
cabello así como las demás partes de sus rostros incluyendo las
orejas, nariz y ojos se les cayeron, quedando una gran cabeza calva y
con la piel estirada junto con una boca coronada con cuatro enormes
colmillos que sobresalían de sus fauces, lo más impresionante de
esos seres no fueron sus cuerpos, fueron las enormes alas
emplumadas que les crecieron a la espalda, las de cada uno tomaron
un color distinto: moradas, blancas y cafés.
Los tres se elevaron por los aires y dispararon plumas elementales
a sus enemigos, las moradas estaban cargadas de energía elemental
electricidad, las blancas eran de hielo y las cafés eran de roca sólida.
De inmediato Fantasma señaló a los nuevos enemigos, a su alrededor
surgieron tres espíritus inmateriales, formas redondas con dos brazos
cubiertos de guantes de metal y una boca repleta de afiladas agujas
en lugar de dientes, los espíritus se lanzaron de inmediato contra los
ataques elementales, devorándolos y destruyéndolos con sus brazos
metálicos.
Inmediatamente después, Costurera sacó una enorme aguja que
tenía el tamaño de una espada mediana, la cual empuñaba por su
"ojo", en ese momento les gritó instrucciones a sus compañeros
señalando a sus distintos oponentes:
–Pistolero, encárgate de esos dragones; Fantasma, esas horribles
cosas aladas son tu responsabilidad; yo me ocuparé de que Justice y
Amoreux no intervengan...
Los tres chicos chocaron puños al mismo tiempo y se lanzaron al
ataque, tanto Pistolero como Fantasma estaban emocionados de
pelear, no tanto Costurera, quien no disfrutaba como sus compañeros
de una batalla pero ella era la más letal de los tres.

El ejército de la Iglesia al mando de una decena de bérserkers


ingresó por la parte lateral del edificio, a ellos los esperaba Jugement
y su ejército de troopers, los guerreros del Clero ingresaron de
manera táctica y ordenada, cien elementors que integraban esa fuerza
dispararon sus estacas metálicas contra el miembro de la Sociedad
del Crimen.
Al ver Jugement el ataque, inmediatamente activó su poder, el
joven asesino de la Sociedad el Crimen controlaba la energía
psíquica sombras, de un portal encima de él surgieron las
llamadas Horas: Carpo, Dice e Irene, las tres se fusionaron con su
cuerpo y se prepararon para el combate.
La primera en tomar acción fue Carpo, la llamada "Hora del
otoño" surgió del cuerpo de su amo y estiró el brazo hacia el ataque
metálico, con un poderoso viento de energía pura desvió todos los
ataques que iban dirigidos al cuerpo de Jugement, las poderosas
estacas de metal no hicieron daño alguno al joven cabeza de la mafia,
las afiladas armas quedaron regadas por todo el recinto, algunas
incluso dobladas o rotas, los que no tuvieron tanta suerte fueron
varios de sus soldados troopers, quienes fueron alcanzados por las
estacas del enemigo.
Enseguida de los elementors tocó el turno de atacar a los troopers
del Clero, doscientos de ellos debían acercarse a sus enemigos para
forzar una lucha cuerpo a cuerpo, con la cercanía les quitarían su
energía hasta matarlos. En cuanto los guerreros del Ejército Santo
atacaron, los de la Mafia hicieron lo mismo, del brazo
de Carpo surgieron flores amarillas de energía pura que se
impactaron contra los guerreros del Clero, en cuanto el pétalo de una
flor tocaba el cuerpo de un trooper, se originaba una gran explosión,
dependiendo del lugar donde se diera el estruendo se sabía si el
guerrero moría o sólo quedaba incapacitado para seguir peleando, lo
único cierto era que con el solo toque de uno de los pétalos de esas
mortales flores, los soldados de la Iglesia no podían seguir
combatiendo.
La masacre fue sanguinaria cuando Carpo agregó el viento de
energía pura a la ecuación, las flores se deshojaron por completo y a
gran velocidad arrasaron con todo el ejército santo, tanto troopers
como elementors así como con los guerreros que apoyaban a
Jugement, al asesino poco le importó matar a sus propios soldados, lo
excitaba la matanza sin importar quien caía, aliado o enemigo, daba
lo mismo, en un instante acabó con sus trescientos opositores. Al
final, sólo quedaron en pie de lucha los diez bérserkers que
comandaban esa facción de los soldados de la Iglesia, ellos habían
librado la muerte gracias a sus bestias: los Cíclopes, que eran más
resistentes que las armaduras de los demás soldados.
Sin darle tiempo a Jugement de volver a planear otro embate
similar, los diez bérserkers se lanzaron al ataque, armados con
espadas y con sus cíclopes por delante trataban de mantenerlo lo
suficientemente ocupado para evitar ser destruidos por esas letales
flores de energía pura.
Los guerreros de la iglesia eran grandes combatientes y no le
daban a Jugement ningún respiro, quien apoyado en su
sombra Carpo estaba esquivando todos los ataques, "la Hora del
otoño" con su viento de energía pura mantenía alejados a los cíclopes
y con sus flores de energía pura evitaba que su amo fuera alcanzado
cuando un bérserker lograba saltar la defensa de viento, misma que
golpeaba con la potencia de la energía pura. El asesino de la Mafia
más que apurado se notaba que se estaba divirtiendo horrores con
esos hombres, ya había acabado con cuatro de ellos cuando un quinto
lo sorprendió.
Mientras con su espada le rasgaba el cuello a su cuarta víctima,
Jugement se percató que un quinto bérserker quería aprovechar su
posición ventajosa y lanzó a su cíclope contra él. El joven asesino ya
tenía perfectamente medido el alcance de esos seres y logró evitar el
ataque retrocediendo hábilmente, con lo que no contó fue con la
habilidad de los bérserkers de "trasladar” sus espadas a las manos de
sus bestias. La espada del bérserker se incrustó en un vórtice
dimensional, saliendo una versión mayor de la afilada hoja de la
palma de la mano derecha del cíclope que era la más cercana al
rostro del mafioso.
Por cuestión de centímetros el arma no se incrustó en el cuello de
Jugement pero sí le rasgó la piel, lo que para desgracia de sus
contrincantes lo enfureció, un poderoso tornado de viento de energía
pura creado por Carpoalejó a los soldados de la Iglesia y los estrujó
unos contra otros, después surgió la segunda sombra del asesino.
–Esta es mi sombra Dice –comentó Jugement señalando a sus
rivales, aunque el miembro de la mafia casi no hablaba, consideraba
una obligación decirles a sus rivales más fuertes cómo morirían–, "la
Hora de la justicia". No quedará ni el polvo de sus cuerpos. Esta
pelea se ha terminado.
En los brazos de la sombra surgieron dos huracanes de energía
pura que se comprimieron hasta formar los discos de una
balanza, Dice los chocó uno contra otro produciéndose una gran
explosión de energía pura que desintegró a los soldados de la Iglesia.

Jako y Sago aguardaban el ingreso de las fuerzas del Clero, uno en


el costado izquierdo y el otro en la retaguardia, al primero lo
acompañaban tres monstruos de alas color azul, rojo y verde; el
segundo era custodiado por tres híbridos dragones de color morado,
blanco y café, además de sus respectivos ejércitos.
Por el costado izquierdo ingresó Mentalista con el Ejercito Santo
y por la parte trasera lo hicieron el Sacerdote y Mundo sin ningún
apoyo, ellos dos debían acabar con quien se les pusiese enfrente.
Los monstruos alados a la orden de Jako de inmediato
comenzaron a hacer estragos entre el ejército de la Iglesia, las alas de
consistencia acuosa, de fuego y de viento estaban superando al poder
del enemigo. Los misiles metálicos de los elementors no alcanzaban
a golpear a los monstruos alados que hábilmente los eludían, los
troopers no se daban abasto tratando de escapar de los constantes
ataques de las plumas elementales y estaban siendo derrotados a un
ritmo bastante acelerado, lo mismo pasaba con los cíclopes de los
bérserkers, aunque eran tan grandes como los monstruos alados, la
fuerza y poder de los sirvientes de la Mafia era muy superior a la de
los monstruos de los guerreros de la Iglesia. La lucha entre los
soldados de ambos bandos estaba pareja, los elementors
controladores de dos energías de la mafia sostenían una encarnizada
batalla con los combatientes del Clero.
Mentalista y Jako sólo observaban la batalla y dirigían a sus
huestes. El monstruo de las alas verdes volaba a una velocidad
impactante, él era quien se estaba encargando del grueso del ejército
santo, cuando sus plumas de viento golpeaban a un soldado lo hacían
con la fuerza de un huracán, destrozando al enemigo. El monstruo de
las alas rojas incendiaba todos los ataques metálicos de los
elementors, las largas estacas quedaban reducidas a retorcidos y
chamuscados pedazos de acero, por último, el monstruo de las alas
azules, destrozaba a los cíclopes de los bérserkers y con ellos a sus
controladores, los estaba aniquilando con su fuerza bruta, sus alas de
naturaleza acuosa sólo las usaba para defenderse, los puños de los
cíclopes se destrozaban al entrar en contacto con las plumas de alta
densidad, al igual que las espadas de los bérserkers que se rompían al
"traspasar" la defensa del enemigo.
El Ejército Santo estaba prácticamente derrotado pero la
Inquisidora ya había establecido su estrategia, estudiando las
habilidades de sus enemigos eligió a la bestia enemiga que iba a
controlar, no sería el monstruo de las alas verdes, era demasiado
rápido para poder atraparlo, tampoco pensaba utilizar al de las
plumas de fuego, aunque también era muy liviano, su defensa no era
tan buena, iría por el monstruo de las alas azules.
En la parte derecha del rostro de Mentalista surgió el tatuaje de la
cruz de Boleria alrededor de su ojo, al mismo tiempo la pupila de su
ojo izquierdo color azul cielo se transformó en la cruz elemental,
disparó misiles metálicos de cincuenta centímetros de longitud y un
centímetro de circunferencia que surgieron de la piel de las palmas
de sus manos, éstos atacaron al monstruo de las plumas de agua, que,
tal y como lo planeó, se cubrió con sus alas azules para evitar ser
impactado en el cuerpo, los misiles se perdieron en el interior acuoso
de las alas, la Inquisidora sonrió, ya lo tenía.
A una orden suya y contra la voluntad del monstruo, las grandes
alas acuáticas se abrieron para descubrir su cuerpo, Mentalista con el
dedo índice hizo varias flexiones señalando hacia sí misma y las alas
llevaron al monstruo ante la Inquisidora. Con la palma de la mano la
guerrera de la Iglesia le ordenó detenerse a una distancia prudente
para que las piernas y las afiladas garras de las manos de la bestia no
la alcanzaran, después lanzó doce misiles más, incrustándose dos en
las piernas –muslos y pantorrillas–, dos en los brazos y antebrazos,
cuatro en el torso y finalmente, cuando ya tenía al ser alado
totalmente controlado, lo hizo pararse frente a ella y agachar su
cabeza hasta estar a la altura de la Inquisidora.
Mentalista extrajo un último misil metálico de la palma de su
mano y lo introdujo en la cabeza de la bestia, ahora tenía un control
total sobre ella. El monstruo de las alas azules primero destrozó a lo
que quedaba del ejército de la Mafia apoyado por la Inquisidora, de
cuyos hombros surgieron dos huesos metálicos que extrajo con
ambas manos, los huesos estaban tan filosos como si de una espada
se tratara, ambos surcaron el aire destrozando a velocidades de
infarto a los criminales.
La miembro de la Santa Inquisición no sólo tenía el control de su
esqueleto de metal, el cual podía producir tanto misiles como objetos
punzo cortantes, a través del magnetismo era capaz de manipular sus
movimientos a voluntad, sus huesos tipo espada desgarraron a todo el
ejercito de la mafia que apoyaba a Jako mientras un par de misiles de
un metro de longitud giraban a su alrededor protegiéndola de las
plumas elementales de los monstruos de las alas de viento y fuego,
inhibiendo sus ataques.
Después de encargarse del ejércitó de la Mafia, Mentalista ordenó
a la bestia de las alas azules atacar a su compañero de las alas de
fuego, la pelea fue brutal, sin embargo, el monstruo controlado por la
guerrera eclesiástica sometió al de las plumas de fuego, mientras el
monstruo de las alas rojas trataba de liberarse del agarre del
monstruo de las alas azules, la Inquisidora lanzaba sus misiles hacia
las extremidades y alas del monstruo sometido.
Con medio cuerpo incapacitado y la otra mitad inmovilizada por
su compañero de alas azules, el monstruo de las alas rojas fue llevado
hacia Mentalista, fue entonces el momento que Jako consideró
oportuno para intervenir, sacó su espada y atacó a sus propias bestias,
al ser manipuladas por la guerrera del Clero ya no le servían.
La Inquisidora se dio cuenta de inmediato de las intenciones de su
enemigo y ordenó a la bestia de las alas azules esquivarlo a la
derecha, como si le hubiera leído el pensamiento a su rival, Jako
cambió de posición en la última milésima de segundo y dio un
mandoble al aire, al parecer a ninguna parte, sin embargo, cuando la
espada estaba terminando su trayectoria aparentemente accidental,
las cabezas de los monstruos de alas azules y rojas se atravesaron en
su camino y ambas fueron separadas de sus cuerpos.
Cuando Jako cayó al piso, Mentalista lo atacó con más de una
docena de misiles metálicos que salían de su mano derecha, todos
lanzados a grandes velocidades y dirigidos a zonas específicas de su
cuerpo, al mismo tiempo, con su mano izquierda atacaba a la bestia
de las alas de viento. Ningún misil acertó. El monstruo fue
demasiado rápido y Jako parecía que se adelantaba al tiempo, justo
en el momento que iba a ser impactado retiraba su extremidad
atacada dejando que el misil fallara por milímetros de su objetivo.
El ambiente se tensó, Mentalista en ese momento supo que la
batalla a desarrollarse era seria, no le importaba el monstruo alado,
ya sabía cómo acabar con él, quien la inquietaba era ese hombre
desconocido que peleaba para el Emperador.
–¿Quién diablos eres? –preguntó la Inquisidora–. Es imposible
que un guerrero como tú trabaje para un pobre diablo como el
Emperador.
Jako le sonrió a Mentalista, se llevó una mano al oído, enfundó su
espada y después le dio la espalda mientras se despedía.
–Esta ya no es mi batalla, ya tengo la información que vine a
buscar.
Mentalista observó a ese extraño guerrero volver la cara y
levantarse la gafas oscuras a modo de despedida para después
internarse en el inmueble seguido del monstruo de alas verdes, la
Inquisidora exhaló aire y se dio un respiro, su misión de tomar la
parte izquierda del inmueble estaba completada, se tomó unos
minutos en tomar un descanso y después se dirigió a los pisos
superiores para matar al Emperador y sus huestes.

Mundo y el Sacerdote estaban ingresando por la parte trasera al


inmueble de la Mafia, la poca resistencia que encontraron fue
rápidamente destruida por el Sacerdote, a ellos les correspondió
enfrentar a una docena de guerreros controladores de fuerzas
naturales, combatientes que podían convocar bestias salvajes para
combatir a su lado, el Supremo Prelado desplegó sus cuerdas terrosas
con las que amarró y destrozó a todos los soldados de la Mafia junto
con sus bestias en un instante. Una vez que acabaron con la
oposición inicial se encontraron con Sago y los dragones
antropomorfos de color morado, blanco y café.
El Sacerdote sonrió al ver a sus rivales, tanto él como Mundo
conocían perfectamente a quien pertenecían esos dragones, sin dejar
de verlos le comentó a su excompañero del desaparecido Escuadrón
de la Muerte.
–Al parecer el Emperador se lo ha tomado en serio, será una
buena batalla...
Nadie le respondió, el Supremo Prelado esbozó una risa
reprimida, se le ocurrió hacer enojar un poco a su compañero, no
había nada como humillar a alguien antes de librar una batalla.
–Vamos Mundo... ¿Todavía estás enojado por lo de hace rat...?
Cuando el Sacerdote volvió la cara para burlarse de Mundo, el
sorprendido fue él, no había nadie a su lado, retrocedió
completamente la cabeza y todavía alcanzó a ver al protector del
Santo Hermano antes de que cruzara la puerta por donde habían
entrado, inmediatamente lo amenazó mostrándole el dispositivo que
destrozaría su corazón.
–¡No te atrevas a irte, maldito cobarde, o lo lamentarás!
Mundo no le hizo caso y siguió caminando hacia la puerta, antes
de que la cruzara el Sacerdote apretó el botón que acabaría con su
vida, pero nada sucedió, el Supremo Prelado apretó el botón diez
veces más y el resultado fue el mismo: nada.
Al momento de cruzar la puerta de salida, Mundo arrojó a su
espalda el dispositivo que se suponía debería tener en la muñeca,
inmediatamente después, se perdió en las calles de la ciudad de
Nazeth. El Sacerdote traspirando de rabia y nervios volteó hacia sus
rivales, Sago le sonreía, tronó los dedos en dirección a los dragones
blanco y café y después señaló al alto jerarca eclesiástico, los dos
monstruos inmediatamente se abalanzaron sobre él.
La cabeza del brazo derecho del dragón blanco disparó un ataque
de hielo al Sacerdote y lo mismo hizo la cabeza del brazo diestro del
dragón café, la fuerza elemental de hielo y tierra atacaron al sádico
religioso, quien sin moverse de su sitio se defendió, de su mano
derecha surgieron varias cuerdas blancas y cafés, de consistencia
helada y terrosa respectivamente, con ellas "amarró" la energías que
iban dirigidas hacia él, al mismo tiempo, de su mano izquierda
surgieron otras cuerdas rojas y verdes, de consistencia de fuego y
viento, con ellas ató a los dragones y los azotó en el suelo,
posteriormente las cuerdas apretaron hasta destruir a las dos bestias,
en el suelo sólo quedaron los cuerpos de dos desgraciados matones
que habían sido capturados y poseídos.
El Sacerdote levantó la vista, confiado, quería ver la cara de
sorpresa de ese pobre diablo al servicio del Emperador al observar
que había destrozado a sus dos guardianes con una facilidad
vergonzosa, pero esta vez tampoco se le cumplió el deseo, Sago, con
total tranquilidad, ordenó al dragón morado no moverse de su lugar,
varias cuerdas de metal surgieron de sus manos y se enterraron en el
piso, el religioso apenas alcanzó a dar un salto hacia atrás para que
las varillas metálicas que surgieron del suelo no lo traspasaran, ahora
el sorprendido era él, conocía a ese hombre, lo conocía demasiado
bien, veía y señalaba a su adversario con sorpresa.
–No puede ser, tú no tienes nada que hacer aquí, esta no es tu
lucha...
Sago interrumpió al exmiembro del desaparecido Escuadrón de la
Muerte.
–Yo estoy donde debo estar, la ventaja es tuya, manejas todas las
cuerdas elementales, yo sólo las metálicas...
Dicho lo anterior, comenzó la guerra de cuerdas, ambos guerreros
establecieron sus hilos elementales por todo el terreno de combate
para acorralar a su rival, llegó un momento en que el Sacerdote rodeó
por los cuatro flancos a Sago con cuerdas de consistencia de aire,
tierra, agua y fuego, solo debía "cruzarlas" para destrozarlo.
Así lo hizo, pero en el último momento Sago se cubrió con sus
cuerdas metálicas, las cuales prevalecieron al contactar con los hilos
elementales de su rival. Al tocar las cuerdas metálicas del guerrero de
la Mafia, las del religioso se "cortaron" evitando hacerle daño.
Sago aprovechó su ventaja para "tocar" sus cuerdas metálicas
como si se tratara de un arpa, de éstas salió una dulce melodía que
inhibió las habilidades del Supremo Prelado, situación aprovechada
por Sago para establecer su armadura metálica en su brazo derecho y
golpear con toda la fuerza del metal en el rostro al Sacerdote.
El alto jerarca religioso salió volando por el impacto, varias veces
su cuerpo golpeó contra el piso antes de detenerse, en cuanto golpeó
el suelo por última vez, tres esculturas de un metro de altura y cuatro
brazos surgieron de la tierra, el Sacerdote se preparó para
contraatacar, sin embargo, tanto Sago como el dragón verde ya se
habían ido.
El Sacerdote lo pensó un momento mientras se limpiaba con la
manga la sangre que le fluía por la comisura izquierda de su labio,
internarse ahora en ese edificio era una clara sentencia de muerte si el
tipo de las cuerdas metálicas era apoyado por sus compañeros, él
jamás podría con esos tipos ahora que Mundo lo había abandonado.
Conocía a la perfección al supuesto mafioso, él mismo lo había
entrenado en el Quinto Distrito pero las cosas entre ambos no
terminaron bien. Decidió que el riesgo no valía la pena, desapareció a
dos de sus tres esculturas, recogió el brazalete de Mundo y salió por
la misma puerta trasera que lo hizo su excompañero del Escuadrón
de la Muerte, dejando sola y a su suerte a Mentalista.

En la recepción principal, los Santos Inquisidores ya habían


liquidado a sus rivales, Pistolero con sus balas inhibidoras psíquicas
aniquiló a los tres dragones, con su revólver derecho destruía todos
los ataques elementales y con el izquierdo impactaba a sus enemigos,
la parte del cuerpo de los híbridos donde impactaba la bala psíquica
volvía a su forma humana original, cuando los cuerpos de sus rivales
ya no pudieron ni moverse, con balas de metal los eliminó.
Por su parte, los espíritus inmateriales de Fantasma devoraron por
completo las plumas de los monstruos alados, quienes ya sin su
principal arma para defenderse, fueron presas fáciles de las filosas
garras y los afilados dientes de los espíritus que al igual que las balas
psíquicas de Pistolero, la extremidad que mordían, volvía a su forma
original.
Al ver a sus bestias ser derrotadas, Amoreux tuvo que intervenir
en la pelea, su arma de combate era uno de los legendarios Tesoros
Negros: la Vara Negra también llamada Esculapio, se trataba de un
tatuaje en su brazo izquierdo consistente en una espada tipo vara con
una serpiente enrollada en ella.
El mercenario desenfundó un cuchillo que se fusionó con el
tatuaje materializando la espada negra y quedando la imagen de la
serpiente danzando en el brazo. Con la espada en su poder, Amoreux
trazó varias líneas en el aire y el suelo, líneas que se transformaron
en serpientes de esos dos elementos.
Los reptiles elementales de tierra y viento atacaron a los
Inquisidores, pero no llegaron a su objetivo, todas las serpientes
fueron traspasadas por la aguja de Costurera y enganchadas por
nuevos hilos, esta vez la aguja era psíquica y los hilos metálicos,
además del tatuaje de la cruz de Boleria en el lado derecho de su
rostro, la cruz elemental sustituyó la pupila izquierda de la
Inquisidora por un instante, una vez que atrapó a todos los reptiles
elementales, los enredó alrededor de los dos mercenarios y los hizo
explotar.
Después de la explosión, los Inquisidores se percataron de que ni
Amoreux ni Justice estaban heridos, el cuerpo de la mercenaria
estaba cubierto de una Capa Negra que daba la impresión de no tener
consistencia física, atravesaba el brazo de Justice como si de un
holograma se tratara, al parecer, ese accesorio de oscuridad había
absorbido el impacto y ahora Jugement estaba con ellos.
El más joven miembro de la mesa directiva de las Industrias Arca
sonreía mientras observaba a los guerreros del Clero, mostró tres
dedos a sus compañeros y después señaló con la otra mano a los
Inquisidores volviendo a mostrar tres dedos con esa otra mano, acto
seguido, hizo una mueca con los labios hacia abajo y afirmó con la
cabeza en cuatro ocasiones para finalmente levantar la mirada viendo
a los mercenarios contratados por el Emperador y paseó su mano
derecha frente a los representantes de la Iglesia.
–Creo que quiere decir: “tres contra tres, no está mal... ¿A quién
eligen?” –comentó Amoreux.
Tanto el mercenario como su compañera se voltearon a ver y
ambos asintieron, la hermosa mujer fue quien habló mientras se
llevaba la mano al oído, escuchando lo que sucedía en otros frentes.
–Esta vez a ninguno, muchacho, la batalla está ganada y no
conseguiremos nada peleando, vámonos de aquí.
Jugement movió la cabeza de un lado a otro repetidamente, se
señaló con total seguridad y después señaló el piso, acto seguido
pasó su dedo índice por su cuello y señaló a sus enemigos.
–Al parecer este idiota no se va a retirar sin la cabeza de uno de
ellos... –le dijo Amoreux a Justice.
Sin esperar respuesta de los mercenarios, Jugement se lanzó al
ataque a gran velocidad apoyado por el viento de energía pura de su
sombra Carpo, el viento amarillo destruyó los disparos de Pistolero,
las flores de energía pura eliminaron los espíritus de Fantasma y el
poder combinado de ambos ataques rompieron los hilos psíquicos de
Costurera, cuando el asesino estuvo entre los tres Inquisidores, surgió
su sombra Dice y tocó los platillos de energía pura de la balanza de la
justicia.
La explosión fue monumental, varias serpientes de roca sólida
estaban destruidas alrededor de los mercenarios, los reptiles sirvieron
de escudo para mantenerlos a salvo, en medio de la destrucción
estaba Jugement y a sus pies, en el suelo sin moverse, los tres
Inquisidores.
–Me deshago de ellos y nos vamos –dijo el asesino hablando por
primera vez al tiempo que desenfundaba su espada.
–Aún no están derrotados –le advirtió Amoreux–. Ni siquiera los
heriste de gravedad…
En ese momento se incorporaron los tres Inquisidores, los tres se
veían furiosos, en el momento justo todos habían establecido su
armadura de metal y eso los había salvado, sus ropas estaban
destrozadas pero ellos seguían vivos y dispuestos a seguir peleando,
en un instante los ojos izquierdos de los tres guerreros de la Iglesia
cambiaron, además del tatuaje en el lado derecho de sus rostros, la
cruz elemental se formó en lugar de sus pupilas en sus ojos azul cielo
izquierdos, antes de que volvieran a iniciar las hostilidades, Justice le
advirtió a Jugement.
–Ya te divertiste, vámonos...
–Ya les dije que lo haré hasta que por lo menos mate a uno de
estos idiotas... –respondió el asesino viendo a los Inquisidores.
–Como quieras, guapo –dijo Justice haciendo una cara de
hartazgo–, Amoreux y yo ya cumplimos, nos retiramos.
La guapa mujer señaló a los Inquisidores, su compañero le
entendió y trazó una línea curva continua en el aire formando una
serpiente de diez metros, dependiendo de la fuerza que el guerrero le
imprimía a sus movimientos, era la lejanía y el tamaño con la que
creaba a sus reptiles, a mayor fuerza y lejanía, mayor tamaño.
La descomunal serpiente de viento recién formada de inmediato se
abalanzó contra los guerreros del Clero, al mismo tiempo la capa de
la mercenaria se tornó de fuego, elemento que de inmediato alcanzó a
la serpiente de viento preparando una monumental explosión. Una
flecha de metal traspasó el ataque reduciéndolo sólo a una leve
ventisca.
Todos voltearon hacia donde había provenido el ataque, se trataba
de una mujer con un enorme arco metálico de color dorado y una
armadura gris inconfundible, armadura que portaban los miembros
del único grupo de poder que abarcaba todo el país: los Caballeros
Fantasmas. Justice de inmediato reconoció el arma.
–Así que ese es el famoso Arco de Sangre, el único que puede
compararse con el Arco Negro de mi compañera Roue...
Lady Aquila no respondió, de su espalda surgieron dos enormes
alas metálicas, las extendió y decenas de sus plumas se
desprendieron, con ellas y su habilidad de controlar el viento cercó al
monstruo de alas verdes que se acercaba silenciosamente, las plumas
metálicas rodearon en ciento ochenta grados a la bestia de plumas de
viento, la guerrera cerró su puño derecho y las plumas metálicas
destrozaron a su objetivo, lo único que cayó desde las alturas fue el
cuerpo destrozado del cadáver de un mafioso cualquiera.
–Tu Capa Negra no es nada en comparación de mi Arco de Sangre
–comentó la guerrera de la armadura gris a Justice.
–¿Qué hace aquí una miembro de los Caballeros Fantasmas de la
Orden de Hamal? –preguntó Costurera sin entender lo que estaba
sucediendo.
–Estoy en una misión secreta –respondió Lady Aquila.
–Tendrás que explicarte mejor que eso –repuso la Inquisidora–.
Tu presencia aquí puede causar una guerra con Levit.
–No si los Caballeros Fantasmas de la Orden de Levit solicitaron
la ayuda de los Herreros –dijo otra voz, esta vez masculina.
Todos volvieron a voltear hacia quien hablaba, era un hombre en
una armadura parecida a la de Lady Aquila pero en color azul oscuro,
de inmediato lo reconocieron, se trataba del líder de la Orden de
Levit: Sir Exxus.
–Disculpen la intrusión –se excusó el Caballero Fantasma–, pero
esta batalla que se acaba de librar en Nazeth es jurisdicción del
estado de Levit, por lo tanto nos concierne a nosotros, por el
momento no haremos ningún arresto, pero nos llevaremos al joven
Jugement para interrogarlo...
El asesino de la Mafia se volvió hacia el líder de la Orden de
Levit, lo señaló retadoramente.
–Estás en un error si crees que me vas a poder arres...
En ese momento el lugar de la batalla cambió, Jugement se
encontraba en su casa, postrado ante el cuerpo sin vida de su padre,
justo se lamentaba por su pérdida cuando las puertas de la entrada se
rompieron, un gigante de dos metros con ochenta y cinco centímetros
y músculos por todos lados se acercó a él con la mirada enloquecida,
el pequeño miembro de la Sociedad del Crimen lo reconoció de
inmediato, era imposible olvidar a un sujeto como ese, era el asesino
de su padre, el miedo lo paralizó, intentó llamar a sus sombras,
las Horas, para que lo protegieran, pero éstas nunca surgieron,
Jugement no se explicaba lo que pasaba, se observó las manos y vio
que eran más pequeñas de lo que él recordaba, se revisó todo el
cuerpo... ¡Era un niño!
Desesperado y a sabiendas que no tenía ninguna oportunidad ante
el asesino de su padre, Jugement trató de huir, pero las piernas no le
respondieron, el primer golpe le destrozó la columna vertebral, el
dolor fue insoportable, después el gigante sádicamente le arrancó una
oreja, el pequeño gritó de dolor, en ese momento el despedazado
cuerpo de su padre se incorporó, Jugement le pidió ayuda, llorando y
entre suplicas imploraba que lo auxiliara, pero éste empezó a reír.
–No te preocupes, hijo –le respondió–, esto no es más que una
ilusión pero el sufrimiento es bastante real, cuando me digas lo que
quiero saber, la tortura terminará.
En el mundo real no había pasado más que un segundo, el asesino
de la Mafia cayó de rodillas y se desvaneció golpeando el suelo con
el rostro, todos lo miraban sorprendidos, Sir Exxus, en cuyo ojo
derecho un trisquel había sustituido su pupila, les explicó a los
Inquisidores:
–Lo atrapé en una ilusión para poder llevármelo, espero que no se
interpongan, no quiero tener problemas con la Iglesia.
En ese momento estaban llegando a la recepción principal del
edificio los dos Generales de la Mafia que abandonaron sus
posiciones de batalla, Jako por un costado y Sago por detrás
acompañado del dragón morado, Justice y Amoreux volvieron a
respirar, con ellos apoyándolos era posible que escaparan de ese
lugar, tranquilidad que les duró poco, unas cuerdas metálicas
atraparon al dragón morado y lo lanzaron con violencia hacia donde
estaban todos los guerreros, antes de que tocara el suelo, Jako, de un
gran salto y un corte perfecto le rebanó la cabeza, al suelo sólo cayó
el cadáver decapitado de quien en vida había sido un mafioso rival de
la Sociedad del Crimen. Los mercenarios no creían lo que veían, sus
compañeros estaban diezmando su propio ejército.
–¿Jako, Sago? ¿Por qué hicieron eso? –preguntó Justice–. Esos
dragones eran nuestros aliados...
Jako le sonrió a su supuesta compañera, después volteó a ver a Sir
Exxus, quien hizo una muda afirmación, el supuesto mafioso se
agarró la cara por debajo de la barbilla y tiró con fuerza, se arrancó
su rostro falso y comentó rascándose la cara:
–Ya no soportaba esta porquería, pica mucho el rostro...
Casi al mismo tiempo un temeroso Amoreux volteó hacia Sago,
quien hizo lo mismo que Jako, se despojó de su rostro falso.
–No te quejes –le dijo Sago a Jako, si es que se llamaban así–, tu
rostro es más feo que el de esa máscara, yo en tu lugar me quedaba
así...
Jako le mostró el dedo medio a su compañero mientras Lady
Aquila caminaba al lado de Sago, Costurera de inmediato al ver sus
verdaderos rostros los identificó a ambos.
–Sir Gene de la Orden de Levit –dijo señalando a Jako– y Sir Lyra
de la Orden de Hamal.
–Así es, Inquisidora –le respondió Sir Exxus–, como ya les
mencioné antes, será mejor que no interfieran con esto y nos
permitan marcharnos con Jugement.
Varias cuerdas metálicas surgieron de la mano de Sir Lyra,
mismas que rodearon el cuerpo caído del asesino de la Mafia y lo
levantaron, Pistolero sacó su revólver y apunto hacia el Caballero
Fantasma de Hamal.
–Me temo que no podemos permitir eso, Sir, ustedes pueden
marcharse, Jugement tiene que responder por sus pecados ante los
Dioses.
Lady Aquila apuntó con su arco hacia Pistolero, Sir Exxus volteó
a ver a los Inquisidores, los tres establecieron su armadura de metal y
evitaron mirarlo directo a los ojos, el líder de la Orden de Levit habló
lo más claro posible.
–Si hay una presencia ilegal aquí es la suya, voy a dejar las
cuestiones administrativas en manos del Gobernador, mi primo el
Arcángel Azrael, si son declarados culpables, nosotros mismos los
cazaremos y juzgaremos, no tienten a su suerte, si de verdad son
inteligentes nos dejarán ir...
Costurera puso su mano en el arma de Pistolero y la bajó
lentamente, con la cabeza les hizo la indicación a los Caballeros
Fantasmas de las Órdenes de Levit y Hamal de que podían irse en
paz.
–¿Por qué hiciste eso? –Pistolero le reclamó a su compañera–.
Nuestro deber era ajusticiar a ese tipo.
–Nuestra pelea es con los exmiembros del Escuadrón de la Muerte
–lo corrigió la Inquisidora–, el Santo Padre entenderá, de ninguna
manera iba a querer enemistarse con un grupo tan peligroso como la
Orden de los Caballeros Fantasmas, además –señaló a donde se
supone que estarían los mercenarios–, hasta Justice y Amoreux ya
han huido.
–¡Que les den por el culo! –exclamó Fantasma–. Ellos no
importan, Nikka tiene razón, además, no tenía caso arriesgarnos por
Jugement –señaló los elevadores del edificio–, arriba tenemos un
festín para darnos gusto, ya no hay nadie que nos impida subir...
Pistolero y Costurera le sonrieron a su compañero y se
encaminaron a los elevadores, en ese momento se encontraron con
Mentalista, su mentora y líder de los Inquisidores, su rostro se veía
totalmente pálido, desencajado, temblaba y caminaba con dificultad.
Costurera y Fantasma se apresuraron a ayudarla, antes de que
alguno preguntara algo, Mentalista comentó:
–Yo en su lugar no subiría, los sujetos que están arriba no son a
quienes buscan, pero pueden aplastarlos a los tres como si fueran
insectos, de milagro y por lástima sigo viva, espero que me crean...
Los tres jóvenes Inquisidores activaron su energía para sentir la
presencia de la que hablaba Mentalista, los tres sintieron un poder
totalmente desproporcionado, abrumador, algo de no creerse. Al
mismo tiempo todos voltearon hacia las escaleras, dos hombres
bajaban platicando entre ellos, totalmente ajenos a lo que sucedía,
ninguno de los guerreros del Clero se movió ni un ápice pero todos
temblaban de miedo, cuando los dos hombres pasaron al lado de los
Inquisidores, uno de ellos, el de piel morena, le advirtió a Mentalista:
–Recuerda lo que te dije.
Los dos hombres se siguieron de largo y se encaminaron a la parte
trasera del edificio, una vez que estuvo seguro que ya no lo
escuchaban, Pistolero se secó el sudor del rostro mientras comentaba:
–¡Puta madre! ¿Quiénes son esos monstruos?
–Los guerreros más poderosos del país, los únicos cuyo poder
puede compararse al de los Titanes que viven en la Isla de la
Victoria –respondió Mentalista.

El Santo Padre esperaba ansioso por sus Inquisidores, estaba


seguro que lograrían por lo menos acabar con dos de los asesinos de
sus niños, de aquellos infantes asesinados por el Escuadrón de la
Muerte. Su eterna cuidadora, Celeris, trataba de calmarlo diciéndole
palabras optimistas y masajeando sus viejos hombros, el ambiente se
estaba relajando cuando la mujer que conducía la camioneta tipo van
le comento:
–La misión ha fallado y en este momento vienen a arrestarlo,
Santidad.
–¿Quién viene? –preguntó el Santo Padre con total calma.
–El Hermano Cielo de la Alta Cúpula Eclesiástica... ¿Qué
hacemos?
–Tú vete de aquí –le dijo el Santo Padre a la mujer–. Se supone
que estás muerta, yo me las arreglaré solo, por favor, cuida a los
muchachos.
–No se preocupe, Santo Padre, lo haré.
Luna abandonó el vehículo e instantes después llegó el Hermano
Cielo de la Alta Cúpula Eclesiástica acompañado de un pequeño
ejército para aprehender al Santo Padre.
–Buenas tardes, Santidad.
–Hermano Cielo –respondió el Santo Padre viendo el pequeño
ejército que acompañaba al miembro de la Alta Cúpula Eclesiástica–.
¿Es necesario todo esto?
–Usted dígamelo, Santo Padre –respondió el alto jerarca
eclesiástico con una amable sonrisa–. ¿Lo es?
–No hijo, por supuesto que no... ¿Cuáles son los cargos?
–Creo que ya lo sabe, Santidad, la principal finalidad de la
Iglesia es resguardarlo de la justicia civil. El Presidente de Boleria y
el Gobernador de Levit piden su cabeza.
–El pueblo no me dejará morir solo, me quiere y me estima –dijo
con total seguridad y resolución el antiguo máximo jerarca de la
Iglesia del culto a los tres Dioses.
–Lo sabemos, Santidad, eso nos será de mucha ayuda para
negarnos a entregarlo, ahora vámonos por favor, entre más tiempo
estemos en Levit más difícil nos será salir... ¿Desea que le ayude con
su silla?
–No, hijo –el Santo Padre le dio una palmada a la mano del
Hermano Cielo–, Celeris me llevará, tú sólo indícame el camino.
–Sígame, por favor.
El Hermano Cielo se encaminó hacia el solar donde estaba el
helicóptero que aguardaba para llevarlos directamente al Distrito
Comercial en Arcadia, una vez que estuvieran en tierra sagrada, ya
nada podrían hacer el Presidente o el Gobernador para llevar a juicio
al Santo Padre, a quien la Cúpula Eclesiástica protegía, no por
estimarlo o porque fuera un miembro importante a esas alturas
para la Iglesia, lo hacían para evitar el escándalo y reducir los daños
que había causado a la religión esa fallida misión en el estado de
Levit.

En el edificio de la Sociedad del Crimen, los Inquisidores


hablaban de los guerreros que acababan de irse y al mismo tiempo
Mentalista regañaba a sus jóvenes alumnos hasta que llegó un
momento en que se quedó completamente inmóvil. Costurera,
Pistolero y Fantasma se prepararon para pelear, en ese instante se
hizo presente la mujer que conducía la camioneta del Santo Padre.
–Tranquilos chicos –dijo la mujer mientras se acercaba a ellos–,
Mentalista está bien, sólo la inmovilicé un momento, no escuchará lo
que vamos a platicar...
Los Inquisidores observaron el suelo, la sombra de una mano
corría desde el cuerpo de la recién llegada hasta las piernas de
Mentalista.
–¿Qué sucede, Luna? –preguntó una preocupada Costurera–. ¿En
dónde está el Santo Padre?
–Fue aprehendido por la Alta Cúpula Eclesiástica –respondió la
mujer–. Sus temerarias acciones no podían quedar sin castigo, yo le
advertí que esta incursión era una trampa pero no me hizo caso...
–Por el momento eso no es importante –interrumpió Pistolero–.
Lo que debemos hacer es organizarnos para rescatar al Santo Padre...
–Por eso estoy aquí –dijo la mujer a quien llamaban Luna–. Por
órdenes del Santo Padre escapé antes de que lo arrestaran. Escuchen
bien, chicos, no voy a decirles que hacer, ustedes ya son mayores y
decidirán lo que sus conciencias les dicten.
–Pero nos vas a dar un consejo –apuró a decir Costurera.
–Así es –respondió Luna–, como ustedes saben yo también era
una miembro del desaparecido Escuadrón de la Muerte, se supone
que estoy desaparecida, incluso creo que hasta ya me dieron por
muerta, así que debo volver a esfumarme. En unos minutos por la
entrada principal de este edificio vendrá otro representante de la
Alta Cúpula Eclesiástica a aprehenderlos, aquí lo importante es que
no se resistan al arresto, por lo que tienen dos opciones: irse conmigo
o regresar al Distrito Comercial.
–¿Qué nos recomiendas? –preguntó Fantasma que se veía
claramente perturbado por todo lo que pasaba, su fallo había sido
monumental–. Sólo quiero que sepas que esto no fue nuestra culpa,
aquí había otras personas aparte de los miembros de la Sociedad del
Crimen, dos guerreros sumamente poderosos además de cuatro
Caballeros Fantasmas, dos de la Orden de Levit y dos de la Orden de
Hamal...
–Sé lo de los dos hombres –Luna aún sentía escalofríos por la
presencia de aquellos dos individuos–, hicieron bien en no
molestarlos, incluso yo me oculté hasta que se retiraron por
completo, estoy segura que los miembros de la Alta Cúpula
Eclesiástica tampoco han ingresado hasta estar seguros que esos tipos
ya están bien lejos...
–Lo que nos interesa saber ahora es tu opinión de lo que debemos
hacer. –La apuró Costurera a sabiendas que tenían el tiempo encima.
–Yo les recomendaría que se dejen arrestar, son Inquisidores, el
brazo justiciero de la Iglesia y no hay quien los reemplace, cumplan
con sus castigos que seguramente serán físicos y manténganse cerca
del Santo Padre en su arraigo en el Distrito Comercial. La vida del
prófugo es peor que cualquier castigo, no es algo por lo que unos
muchachos como ustedes deban de pasar, estarán bien, les prometo
que yo estaré al pendiente de ustedes, cuando sea el momento
adecuado, volveremos a atacar.
El tiempo se había terminado, los jóvenes Inquisidores
convinieron dejarse arrestar y quedarse al lado del Santo Padre, antes
de que se dieran cuenta, Luna ya había desaparecido y Mentalista los
seguía regañando.
–Espero que no sean tan idiotas como para querer escapar de aquí,
deben afrontar las consecuencias de sus actos con honor y
responsabilidad, el uniforme que portan así se los exige.
–No hay problema, maestra –dijo Fantasma ofreciendo sus
manos–. Conocemos la ley eclesiástica y sabemos que hemos fallado,
nos ponemos a su disposición para que haga el arresto.
Pistolero y Costurera imitando a su compañero le ofrecieron sus
manos a Mentalista para que los arrestara, la líder de los Inquisidores
de un manotazo se las retiró, se veía más molesta, si eso se podía.
–Son más estúpidos de lo que parecen si piensan que voy a usar
mi poder para arrestarlos, yo creo en su palabra así como en la
justicia de la cruzada del Santo Padre, hablaré por ustedes en su
juicio y los defenderé con mi vida, ahora vámonos.
Antes de que se empezaran a encaminar llegó hasta ellos un
miembro de la Alta Cúpula Eclesiástica, el Hermano Inframundo
acompañado de una docena de bérserkers, estaba ahí para arrestarlos,
no fue necesario que mencionaran palabra alguna, Costurera,
Pistolero y Fantasma se rindieron ante él y aceptaron acompañarlo en
calidad de presuntos traidores al Distrito Comercial de Arcadia para
ser juzgados.
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EN LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS:


– ¡Inicia el arco final!
– Batalla en Hamal por los ojos Amphi-dracos.
– El Convento en llamas, el Sacerdote ataca con todo.
– Los nuevos Profetas, encuentros por las espadas de Riazor.
– Conlusión de la historia. ¡¡¡Final imprevisible!!!

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