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TEMA 3.

LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO:


NATURALEZA Y ELEMENTOS
1. INTRODUCCIÓN
• En el campo del Derecho Administrativo es fundamental tener presente siempre el concepto de
INTERÉS GENERAL. Este concepto legitima la acción del Estado en general y de las
Administraciones Públicas en particular.
• Durante el S.XIX, la codificación civilista recogió con carácter general el principio de responsabilidad
extracontractual o aquiliana, embrión de lo que sería la posterior formulación de la responsabilidad
del Estado. Hasta el S XIX este principio fue ignorado.
• En el S XX, la extensión de los servicios públicos hasta su máximo alcance, bajo la concepción del
Estado Social, hizo necesaria la concepción de mecanismos de responsabilidad para la reparación de
los daños causados por el Estado.
• El sistema español de responsabilidad pública ha recorrido un largo camino en el que GARRIDO
FALLA distinguía tres etapas diferenciadas:
1. Una primera etapa, en la que lo característico del poder público es imponerse sin contrapartida
alguna;
2. Una segunda etapa, en la que aparece una jurisdicción parcial del sistema, concediendo facultades
a la Administración para el sacrificio legítimo de determinados derechos e intereses de los ciudadanos
a la vez que se reconoce a éstos el derecho a ser compensados;
3. Y finalmente, una tercera etapa en la que la teoría de la responsabilidad civil o patrimonial
elaborada por el Derecho privado es asumida por el Derecho Público, ampliando incluso su alcanza a
la responsabilidad objetiva del riesgo.
• Según SANTAMARÍA PASTOR, la GARANTÍA PATRIMONIAL DEL CIUDADANO frente a la
actuación administrativa se asienta en dos instituciones básicas: la expropiación forzosa y la
responsabilidad patrimonial del Estado. Mientras la primera se refiere a las privaciones singulares de
la propiedad realizadas de modo directo y voluntario, la segunda respondería a la privación de derechos
o a los daños causados de forma incidental. Pregunta de test como actúa la administración
2. FUNDAMENTO Y NATURALEZA JURÍDICA DE LOS MECANISMOS DE
REPARACIÓN DE DAÑOS
• El Estado es un instrumento al servicio de la sociedad. Por mandato constitucional, las distintas
administraciones públicas sirven con objetividad los intereses generales y prestan servicios
públicos. La lógica democrática más elemental exige que los daños causados a los particulares por
las actividades de servicio público sean reparados con cargo a lo público, es decir, por la propia
administración.
• El derecho a una indemnización por los daños causados por el desarrollo de los servicios públicos
es un derecho de evidente naturaleza jurídica.

EL FUNDAMENTO ÉTICO DE LA RESPONSABILIDAD


•. La ética exige no dañar a los otros, conducirse hacia los demás de la misma manera que se desea
que los demás se comporten con uno, esto es, sin que se produzcan daños.
• El daño sólo encuentra su justificación ética en la medida en que evita el daño a un valor ético superior.
Por tanto, en la medida en que no concurra una causa de justificación, el daño debe ser reparado por
quien lo causó.
• El principio “naeminem laedere” preside la idea superior de Justicia que se formula desde distintos
campos de pensamiento. Es la Ética , como rama de la Filosofía, adopta por diferentes vías la idea de la
prohibición de dañar a otro y la incorpora al valor superior denominado Justicia.
• Por tanto, si se admite que el daño al otro es en principio inaceptable, el paso siguiente es la
obligación de resarcir; si un individuo causa daño al prójimo, estará obligado a la restitución, a borrar
en la medida de lo posible los efectos de su conducta en la persona del perjudicado.
• Desde una perspectiva ética, libertad y responsabilidad son dos valores morales indisociables; la idea
de responsabilidad deriva de la libertad de elección. Frente al determinismo que predican algunas formas
de pensamiento, el humanismo cristiano ha impuesto en las sociedades occidentales la idea de libre
albedrío: el individuo elige su camino de libertad, opta entre distintas alternativas en base a su libre
voluntad, y por tanto ha de asumir las consecuencias de su elección.
• Según el conocido aforismo de ULPIANO la indemninad: “La Justicia es la voluntad constante de
conceder a cada uno su derecho. Los preceptos del derecho son estos: Vivir honestamente, no dañar a
otros y dar a cada uno lo suyo”.
• La Filosofía del Derecho da forma a los criterios que sustentan la idea de restitución: estos son los
principios de igualdad, dignidad, solidaridad y justicia distributiva. En estos principios tiene su base el
actual Derecho de daños.
• Así el artículo 1902 del CC establece: “El que por acción u omisión cause daño a otro, interviniendo
culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado.”
• La culpa y la negligencia, son precisamente expresiones del libre albedrío; quien obró con culpa o
negligencia lo hizo por voluntad propia, ya que podía haber elegido actuar de otra manera.
• Finalmente, el mecanismo de responsabilidad tiene también un fundamento de equidad en cuanto al
principio constitucional de igualdad ante las cargas públicas, así como un fundamento de justicia: “ius
suum cuique tribuere”. Esto es, la fusta repartición, el justo equilibrio entre los sujetos de una relación
jurídica.
EL FUNDAMENTO POLÍTICO Y SOCIAL DE LA RESPONSABILIDAD: EL ESTADO
AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD
• Ya en el campo de lo público, la responsabilidad por daños también se encuentra una justificación
política, en la Política entendida como radar de la moral que se ocupa de resolver los problemas que
plantea la convivencia colectiva en una sociedad libre y busca el bien común.
• La reparación de daños cuenta con un evidente fundamento político que se puede expresar mediante
la figura del contrato social. Las personas se ponen de acuerdo para crear instituciones de gobierno, a
las que se asigna, entre otros poderes, el de juzgar conductas, el judicial.
• La responsabilidad del Estado es clave en la organización del sistema social. La perspectiva política
de la responsabilidad de los poderes públicos se centra en la conciliación de dos elementos nucleares:
las garantías del ciudadano y la satisfacción de los intereses generales. La sociedad está compuesta por
individuos que tienen intereses que en parte son comunes, en parte divergentes y en parte contrapuestos;
conseguir que todos los intereses sean compatibles con el menor grado posible de conflicto es una tarea
eminentemente política, y esencial en una democracia.
• En nuestro Derecho positivo y en materia de responsabilidad pública, el criterio de reparación no
parte, sin embargo, de un criterio moral, subjetivo por tanto, sino que se concibe como SISTEMA
OBJETIVO DE IMPUTACIÓN DE DAÑOS.

LA GARANTÍA PATRIMONIAL
• En la medida en que el Estado tiene su razón de ser en la protección del ciudadano, el patrimonio de
éste debe quedar indemne ante las actuaciones lesivas de los poderes públicos. Desde esta concepción
se configura el sistema de responsabilidad de los poderes públicos como un sistema de garantía
patrimonial de los ciudadanos.
• El principio de garantía patrimonial queda de este modo justificado en la medida en que, como ha
destacado SOLCHAGA LOITEGUI, “La concepción de una determinada estructura estatal entraña la
aceptación de un orden de valores a proteger que son precisamente los que dan sentido al
constitucionalismo moderno”.
• El derecho a la indemnización por los daños producidos por la actuación de los poderes públicos es
un derecho de contenido patrimonial.
• La finalidad del instituto resarcitorio es recomponer o restituir el patrimonio del ciudadano
perjudicado, por lo que, al menos en su vertiente material, está relacionado con el derecho a la propiedad,
cuya integridad se pretende. El derecho a la propiedad privada, derecho subjetivo reconocido por el
art. 33 de la Constitución, no es un derecho fundamental, por lo que no tendría sentido que un
mecanismo establecido para su reparación, cuando ha sido objeto de una merma ilegítima, tuviera una
mayor protección jurídica que el derecho que pretende preservar.
• El derecho a la indemnización obliga a “reparar el daño causado”. Se trata, por tanto, del derecho a
una reparación integral que tienda a reponer las cosas a la situación anterior a la lesión. Esto no solo
significa reparar los daños, sino que también incluye el afán de borrar las consecuencias de esos daños
en el transcurso del tiempo.
• La evaluación de los daños no puede ser automática, sino que depende de las circunstancias de la
lesión y de la propia persona del lesionado; no toda actuación administrativa produce los mismos
daños.

EL RIESGO FUNCIONAL
• Aquellos perjuicios que excedan de las cargas comunes de la vida en sociedad han de ser reparados
por la propia sociedad, en lo que se ha dado en llamar la doctrina del “riesgo social”.
• Según MARTIN REBOLLO, ha encontrado la justificación de la transferencia a la colectividad de
los costes negativos de la actividad del Estado en la denominada doctrina del riesgo funcional. El riesgo
inevitable de la administración de lo público ha de ser soportado por la colectividad. Según el autor, esta
es la doctrina (doctrina del riesgo funcional) que ha recogido nuestra Constitución en su art. 9.3, bajo el
mandato de responsabilidad de los poderes públicos. El Estado actúa como un gran asegurador de
riesgos colectivos a través de ciertos fondos especiales, (estos fondos de cobertura de riesgos son varios
y contingentes: valgan como ejemplo de garantía salarial, el consorcio nacional de seguros, el del
síndrome tóxico, el de bancos en crisis, el de víctimas de bandas armadas y otros).
• En todo caso, ante la doctrina del riesgo funcional, hay que advertir que el derecho a la reparación no
se basa en el factor de riesgo, sino en el concepto de lesión. El Estado tiene la obligación de reparar
porque no está por encima de los ciudadanos, sino a su servicio.

LA RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL COMO MECANISMO REPARADOR


• En materia de Derecho Público, cuando hablamos de mecanismos de reparación en sentido estricto
nos referimos al instituto de la responsabilidad patrimonial.
• Según MARTÍN REBOLLO el tema de la responsabilidad patrimonial de las Administraciones
Públicas se ha contemplado tradicionalmente desde el prisma de las garantías individuales, pero se ha
de contemplar otro planteamiento que no es incompatible con el anterior, pues la responsabilidad
patrimonial forma parte de la concepción constitucional de las Administraciones públicas como
derivación esencial de la cláusula del Estado social y democrático de Derecho.
• Así se deduce de la lectura de cuatro artículos que la Constitución dedica a la materia de la
responsabilidad: el artículo 9.3, que consagra “la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de
los poderes públicos”; el artículo 149.1.18a, que establece “ también será de aplicación a la
Administración de las CCAA la legislación sobre expropiación forzosa y sobre el sistema de
responsabilidad patrimonial de la Administración”; el art. 121, que dispone la responsabilidad del
Estado-Juez por los errores judiciales y por el funcionamiento anormal de la Administración de
Justicia; y por último el 106.2, ya citado.
• Ha de tenerse en cuenta al respecto el papel que el artículo 103.1 del texto constitucional asigna a las
Administraciones Públicas: servir con objetividad los intereses generales y actuar de acuerdo con los
principios de eficacia y sometimiento a la ley y al Derecho.
• El artículo 106.2 de la Constitución instituye un derecho de resarcimiento a favor del perjudicado
por el funcionamiento de un servicio público, estableciendo de este modo un verdadero derecho
subjetivo.
• ¿Cómo se explicaría que la Administración indemnice a un particular por el desbordamiento de un
arroyo debido a la inexistencia de obras de encauzamiento? En ese caso no se trata de la actuación de
un servicio público que en la consecución del interés general causa un daño a un individuo, sino de la
omisión de un deber general de actuación impuesto por el ordenamiento jurídico. En este supuesto, la
responsabilidad patrimonial no opera únicamente como mecanismo de reparación, sino también de
sustitución de lo que debió haber sido una gestión administrativa eficiente.
• Aparece así, junto al carácter garantista, una segunda dimensión de la responsabilidad que tiene un
carácter corrector; la responsabilidad contemplada no sólo como garantía del perjudicado, sino también
como sanción hacia el órgano administrativo.

LA RESPONSABILIDAD COMO FACTOR DE LIMITACIÓN DEL PODER


• La Constitución ha asignado las tres funciones esenciales del Estado, legislar, administrar y juzgar, a
tres organizaciones diferenciadas: las Cortes Generales, el Gobierno y la Administración de Justicia.
• La responsabilidad de los poderes públicos constituye un elemento clave en el diseño constitucional
del Estado. El concepto de responsabilidad de los poderes no sólo aparece de forma expresa en varios
artículos de la Constitución ( 9.3, 106.2, 121 y 149.1.18a), sino que también se predica de su espíritu,
en la medida en que somete toda la actuación del Estado a la satisfacción del interés general; la propia
existencia de los poderes públicos y de sus privilegios sólo se explica desde el concepto de servicio al
ciudadano.
• El mandato del artículo 9.2 de la CE se traduce en una intensa intervención del Estado en la sociedad.
Los poderes públicos busca la satisfacción del interés general.
• El instituto de la responsabilidad patrimonial del Estado configura un mecanismo de equilibrio entre
el Poder y los ciudadanos, una pieza esencial del Estado social por la que se consagra la idea de que las
secuelas negativas del funcionamiento de los servicios públicos en la consecución del interés general no
deben ser indebidamente soportadas por los particulares.
• El Artículo 9.3 CE establece la responsabilidad de todos los poderes públicos sin excepción, aunque
es la Administración Pública, como gestor del Estado, quien tramita todas las causas de
responsabilidad dirigidas contra cualquier poder del Estado. En España rige un sistema de
responsabilidad objetiva y directa de los poderes públicos que opera como límite a su actuación frente
a los particulares.
3. LA EVOLUCIÓN: DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL A LA DEL ESTADO
• Con refieren GARCÍA DE ENTERRÍA Y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, las primeras demandas de
resarcir dirigidas contra el Estado se articularon en base al Código Civil, con la sola excepción de aquellas
que encontraban acomodo en normas específicas, normalmente singulares o de ámbito reducido.
• El juego combinado de los artículos 1.902 y 1.903 CC español permitía declarar la responsabilidad de
la Administración por actos propios, cuando obrase a través del “funcionario a quien propiamente
corresponda la gestión practicada”, es decir, mediante personas que, por no ser funcionarios, no permitían
una imputación al servicio, según la interpretación jurisprudencial que recogen dichos autores.

4. LA EVOLUCIÓN: DE LA IRRESPONSABILIDAD A UN RÉGIMEN


GARANTISTA
• En materia de responsabilidad del Estado se ha vivido en nuestro país un cambio tan radical que merece
el calificativo de revolución más que el de evolución, pues poco ha tenido de paulatino.
• La evolución de la regulación legal de la responsabilidad administrativa en España se produce del
Derecho Privado al Derecho Público. Hubo algunos antecedentes puntuales, pero no creó un verdadero
sistema legal de Derecho Público hasta la Ley de Expropiación Forzosa de 1954.
• En España, el CC de 1889 incluyó en sus artículos 1.902 y siguientes las normas reguladoras de la
responsabilidad civil extracontractual entre particulares.
• Con anterioridad a 1978, aunque la responsabilidad por daños era una figura largamente consagrada en
el Derecho Privado, no hubo equivalente operativos en el Derecho Público hasta la Ley de Expropiación
Forzosa de 1954 y la Ley de Régimen Jurídico de 1957.
• En el ordenamiento jurídico preconstitucional, la responsabilidad de la Administración del Estado se
hallaba regulada en las citadas Ley del Régimen Jurídico de la Administración del Estado de 1957 y en
la Ley de Expropiación Forzosa de 1954.
• Según establecía la primera en su artículo 40.1: “Los particulares tendrán derecho a ser indemnizados
por el Estado de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes o derechos, salvo en los casos de
fuerza mayor, siempre que aquella lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los
servicios públicos o de la adopción de medidas no fiscalizables en vía contenciosa”
• Y en su artículo 40.2: “ En todo caso, el daño habrá de ser efectivo, evaluable económicamente e
individualizado con relación a una persona o grupo de personas (...)”
• Por su parte, el artículo 121.1 de la Ley de Expropiación Forzosa dice así: “ Dará también lugar a
indemnización con arreglo al mismo procedimiento (el relativo a ocupación temporal de bienes inmuebles
y justiprecio de bienes muebles) toda lesión que los particulares sufran en los bienes y derechos a que
esta Ley se refiere, siempre que aquella sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los
servicios públicos, o la adopción de medidas de carácter discrecional no fiscalizables en vía contenciosa,
sin perjuicio de las responsabilidades que la Administración pueda exigir de sus funcionarios con tal
motivo”
• Y según el artículo 122.1 de la misma norma: “En todo caso, el daño habrá de ser efectivo, evaluado
económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas.”
• La Ley de Expropiación Forzosa de 1954 contempla así residualmente la indemnización de los daños
que no encajaban en los supuestos contemplados en la propia norma. La expresión “bienes y derechos a
que esta ley se refiere” del artículo 121 excluía los daños corporales y morales, aunque el artículo 133 del
Reglamento de EF corrigió esta exclusión, exigiendo como único requisito que la lesión pudiera ser
evaluada económicamente.
• En virtud del artículo 2.e de la vigente Ley de Jurisdicción Cont- administrativa, esta jurisdicción
conocerá de todas las pretensiones que se susciten sobre la responsabilidad patrimonial de la
administración, cualquiera que sea la naturaleza de la actividad o el tipo de vínculo del que derive dicha
responsabilidad.
• La aprobación de la Constitución de 1978 no supuso en materia de responsabilidad patrimonial ruptura
alguna con el régimen preconstitucional, pues en su redacción se reprodujeron en lo sustancial los textos
de la LEF de 1954 y de la de Régimen Jurídico de 1957.
• En su artículo 106.2 CE, no se aparta en lo esencial de las leyes anteriores, pues dice: “Los particulares,
en los términos establecidos por la Ley, tendrán derecho a ser indemnizados por toda lesión que sufran
en cualquiera de sus bienes o derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea
consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos”.
• La regulación legal que deriva del artículo 106.2 CE ha de entenderse parte de una concepción mas
amplia, que es la que se recoge en el artículo 9.3 del texto constitucional: “La Constitución garantiza (...)
la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos”.
5. LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO EN LA CONSTITUCIÓN COMO
RESPONSABILIDAD DIRECTA Y OBJETIVA
• La CE de 1978 cambio de raíz la anterior situación en materia de responsabilidad de los poderes
públicos, y no solo por la inclusión de un precepto, el 106.2, que fija el más alto nivel positivo el derecho
al resarcimiento, sino porque lo hace en el marco más amplio de un nuevo sistema en el que la
responsabilidad de los poderes públicos constituye una pieza fundamental del nuevo Estado de
Derecho.
• Las diferencias entre los preceptos de las Leyes de 1954 y 1957 y el artículo 106.2 de la CE han sido
subrayadas por GOMEZ-FERRER, quien observa que, aunque son pocas, tienen cierta trascendencia.
1. La primera consiste en la remisión a la Ley, que resulta lógica, pues la CE se ha limitado a crear una
garantía mínima regulando los aspectos esenciales que habrán de ser contemplados y desarrollados por
el legislador.
2. La segunda diferencia entre estos preceptos se refiere a la adjetivación del funcionamiento de la
Administración, prescindiendo el texto constitucional de la referencia a su normalidad o anormalidad,
lo que no excluye en absoluto que la Ley añada tal precisión.
3. En tercer lugar, el articulo 106.2 de la CE pues el propio texto constitucional consagra el derecho a la
tutela judicial efectiva de todas las personas.
• En cuanto al origen preconstitucional de la responsabilidad administrativa y a la inclusión del
resarcimiento por daños en la LEF, siendo distinta la naturaleza jurídica de las figuras de la
expropiación y la responsabilidad.
- La expropiación supone una enajenación forzosa que no tiene por qué aminorar la esfera patrimonial
del ciudadano, el perjuicio no se produce sino como consecuencia indeseada que la Ley intenta
evitar.
- El instituto de la responsabilidad parte sin embargo del presupuesto contrario, del daño producido,
cuyas consecuencias inevitables se pretenden minimizar mediante una indemnización. La
expropiación y la responsabilidad son instituciones distintas y perfectamente diferenciadas.
• En un sentido estricto, la responsabilidad a que hace referencia el artículo 106.2 de la CE es la
responsabilidad administrativa, la responsabilidad de las administraciones públicas por el
funcionamiento de los servicios públicos. La propia Constitución establece en el artículo 9.3 la
responsabilidad de todos los poderes públicos, sin excepción ni limitación. Y refiriéndose sus artículos
117.1 y 121, en concreto, a la responsabilidad del poder judicial.
• La Administración española no responde subsidiariamente cuando no puede hacerlo el funcionario, sino
que responde de forma directa y a ella directamente se le exige. La responsabilidad administrativa es
también objetiva. No es necesario atender a la posible culpabilidad del causante, ya que la responsabilidad
deriva del simple funcionamiento del servicio público, sin que la CE exija la anormalidad de ese
funcionamiento.
• En consecuencia, nuestra jurisprudencia ha prescindido de la licitud o ilicitud del acto originario del
daño al enjuiciar la existencia de responsabilidad, ya que lo que resulta ilícito es el daño en sí, u o cómo
se haya causado.
• En cuanto a qué actos administrativos pueden dar lugar a responsabilidad, la jurisprudencia había venido
contemplando “todo el hacer y actuar de la Administración como acto de gestión pública”. Esto incluye
el funcionamiento de todo servicio público, en el sentido más amplio.
• En cuanto a la soberanía, no es posible inferir irresponsabilidad, ya que, siendo el ejercicio de los poderes
superiores, dentro del marco de la legalidad, cuando no está sujeta a Derecho, es nulo.
6. EL DESARROLLO LEGISLATIVO DEL ARTÍCULO 106.2 CE
• La remisión legal del articulo 106.2 CE (“en los términos establecido por la Ley”) fue satisfecha por la
derogada Ley 30/1992, que en su artículo 139.1, entrando en vigor la Ley 40/2015 de 1 de octubre de
Régimen Jurídico del Sector Público (LRJSP), así como la Ley 39/2015 de 1 de octubre del Procedimiento
Administrativo Común de las Administraciones Públicas, (LPAC) una vez que transcurrido el plazo de
“vacatio legis” que preveían sus propias disposiciones transitorias.
• Por tanto, la Ley 30/1992 de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común esta derogada, igual que la Ley 11/2007 de 22 de junio, de acceso electrónico de
los ciudadanos a los Servicios Públicos.
• El articulo 32.1 párrafo primero, recoge el principio general de responsabilidad patrimonial de las
Administraciones Pública en los siguientes términos: “los particulares tendrán derecho a ser
indemnizados por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal
o anormal de los servicios públicos salvo en los casos de fuerza mayor o de daños que el particular tenga
el deber jurídico de soportar de acuerdo con la ley”
• Resulta evidente que la redacción de este precepto es continuación de una tradición jurídica de nuestro
sistema legal.
• Merece especial atención el hecho de que el instituto de la responsabilidad patrimonial haya sido
consagrado al más alto nivel normativo en nuestra Constitución, pues este hecho marca su carácter general
e indisponible. Por su parte, el artículo 149.1.18 subraya la universalidad del régimen de responsabilidad
patrimonial al disponer que es una competencia exclusiva del Estado la de establecer las bases del régimen
jurídico de las Administraciones públicas que, en todo caso, garantizarán a los administrados un
tratamiento común ante ellas; el procedimiento administrativo común, sin perjuicio de las especialidades
derivadas de la organización propia de las CCAA, y el sistema de responsabilidad de todas las
Administraciones Públicas.
• También la Ley de Proceso Autonómico 12/1983, de 14 de octubre, dispuso: “ También será de
aplicación a la Administración de las CCAA la legislación sobre expropiación forzosa y sobre
responsabilidad patrimonial de la Administración.”
• En el ámbito local, el artículo 54 LBRL establece que :
• “Las Entidades Locales responderán directamente de los daños y perjuicios causados a los particulares
en sus bienes y derechos como consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos o de la
actuación de sus autoridades, funcionarios o agentes, en los términos establecidos en la legislación general
sobre responsabilidad administrativa”.
• En cuanto a la normativa supranacional en materia de responsabilidad, hay que destacar el artículo 288
del Tratado de 25 de marzo de 1957, (en la versión consolidada resultante del Tratado de Ámsterdam de
2 de octubre de 1997), cuyo segundo párrafo dice:
• “En materia de responsabilidad extracontractual, la Comunidad deberá reparar los daños causados por
sus instituciones o sus agentes en el ejercicio de sus funciones, de conformidad con los principios
generales comunes a los Derechos de los Estados miembros.”
• La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de Luxemburgo no ha interpretado esto último como un
mínimo denominador común, sino que ha utilizado principios de construcción propia.
7. OBJETIVACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DEL ESTADO: LOS
ELEMENTOS, PRESUPUESTOS O REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDA
PATRIMONIAL
• En la objetivación está la clave del sistema de responsabilidad de los poderes del Estado. Sólo a partir
de una concepción objetiva es posible admitir la responsabilidad de los tres poderes del Estado, tan
distintos entre sí, pero tan complementarios y tan unidos en cuanto a su sometimiento a la legalidad y al
servicio al ciudadano.
• La CE ha configurado un sistema de responsabilidad objetiva y directa de los poderes públicos. Es
responsabilidad directa porque el Estado responde en vía principal y por hecho propio. Es responsabilidad
objetiva porque prescinde del eventual comportamiento culposo del causante, bastando con la producción
de un daño efectivo para que surja la obligación de repararlo. Esto permite al ciudadano dirigir su petición
indemnizatoria contra un sujeto solvente, que es el Estado, sin perjuicio de que éste pueda repetir contra
el culpable. También permite la indemnización por los daños fortuitos e incluso por los causados por
persona no identificada o incierta.
• Basta con que exista un perjuicio efectivo, evaluable económicamente, individualizado en el patrimonio
del perjudicado e imputable al funcionamiento del servicio público para que surja la obligación de resarcir
el daño por parte del Estado.
• La L.R.J. recoge el principio general de responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas
en los siguientes términos: “los particulares tendrán derecho a ser indemnizados por las Administraciones
Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que
la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos salvo en los
casos de fuerza mayor o de daños que el particular tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la
ley” (artículo 32.1, primer párrafo).
• De este enunciado general se deduce que las características fundamentales de la responsabilidad
patrimonial de las Administraciones Pública son dos: es una responsabilidad directa, lo que significa que
la Administración no responde subsidiariamente, y es una responsabilidad objetiva, que, a diferencia de
la tradicional responsabilidad subjetiva propia del Derecho Civil, no requiere culpa o ilegalidad en el
autor del daño.
• Presupuestos o requisitos de la responsabilidad patrimonial.
• Para que exista responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas es necesario que
concurran los siguientes elementos o requisitos: 1) hecho imputable a la Administración, 2) lesión o
perjuicio antijurídico, efectivo, económicamente evaluable e individualizado en relación a una persona o
grupo de personas, 3) relación de causalidad entre hecho y lesión, y 4) que no concurra fuerza mayor.

1. HECHO IMPUTABLE A LA ADMINISTRACIÓN.


• El primer requisito es que exista un hecho imputable a la Administración, es decir, una actuación
administrativa. En tal sentido la Constitución se refiere al “funcionamiento de los servicios públicos”
(artículo 106.2), precisando la L.R.J. que ese funcionamiento es tanto el “normal” como el “anormal”
(artículo 32.1).
a) FUNCIONAMIENTO DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS. Lo primero que se precisa un
“funcionamiento”. Expresión que debe entenderse en sentido amplio, comprendiendo no sólo
actuaciones positivas o de hacer, sino también negativas o de no hacer o soportar.
Lo importante es que ese funcionamiento venga referido a los “servicios públicos”, entendiendo
por tal toda función o actividad administrativa destinada a satisfacer los intereses generales, puesto
que a dicha finalidad van encaminados los servicios públicos. Con ello se excluye del ámbito de la
responsabilidad las actuaciones lesivas de los funcionarios o agentes de la Administración
realizadas con desconexión total del servicio.
Además, ha de hacerse una abstracción de la posible individualización del autor material del hecho
lesivo, por lo que, a diferencia de lo que sucede en el Derecho Penal –en el que es importante la
identificación personal del autor-, lo que importa es que el hecho se haya realizado bajo la cobertura
de la Administración, de forma que si es debido a la conducta de una persona física, basta constatar
que la misma está integrada en la organización de un ente público.
De ahí que ni siquiera sea necesario que el autor del hecho sea un funcionario público, pues debe
entenderse comprendidos en la expresión “personal” tanto los funcionarios públicos en sentido
estricto, como los interinos, los de empleo, laborales, etc., e, incluso, cualesquiera agentes que
desempeñen funciones públicas.
b) FUNCIONAMIENTO NORMAL Y ANORMAL. El funcionamiento de los servicios públicos
determinante del nacimiento de responsabilidad, comprende tanto el normal como el anormal.
1. Funcionamiento normal. El funcionamiento normal de los servicios públicos permite la imputación
de los daños resultantes del riesgo generado por la actuación administrativa. Se trata de daños
eventuales o incidentales causados por acciones lícitas de la Administración, que debe soportar así
tanto los beneficios como los perjuicios de su actuación (“eius commoda eius et incommoda”).
2. Funcionamiento anormal. El funcionamiento anormal de los servicios públicos supone la
posibilidad de imputación de los daños causados por culpa (incluido el dolo) o ilegalidad, tanto si son
atribuibles a un agente identificado como si son daños anónimos, atribuibles a la organización
administrativa genéricamente considerada. Se incluyen los casos en los que el servicio ha funcionado
mal o defectuosamente (“culpa in committendo”, con un rendimiento por debajo de los niveles medios
de prestaciones exigibles en cada servicio) como los casos en que no ha funcionado (“culpa in
ommittendo” cuando existe un deber de actuar).
Ahora bien, si el daño lo ha producido un acto ilegal, su anulación en vía administrativa o
jurisdiccional no presupone necesariamente, según la L.R.J., derecho a indemnización (artículo 32.1,
segundo párrafo). Lo que implica que también en este caso debe acreditarse el cumplimiento de los
demás requisitos establecidos para ello.

2. LA LESION O PERJUICIO Y SUS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS


• El segundo requisito enunciado para que surja la responsabilidad de la Administración consiste, según
la Constitución, en la “lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos” los particulares (artículo
106.2). Lo que reproduce la L.R.J. (artículo 32.1, primer párrafo).
• Desde un punto de vista estricto debe diferenciarse entre lesión y perjuicio. Éste, como señala García
de Enterría, supone un mero detrimento patrimonial. La lesión es el perjuicio antijurídico, es decir, un
detrimento patrimonial respecto del que no existe deber jurídico de soportar (artículo 32.1, primer
párrafo, in fine, y 34.1 de la L.R.J.).
• Pero no basta con que el daño sea antijurídico, sino que, además, debe ser “efectivo, evaluable
económicamente e individualizado en relación a una persona o grupo de personas” (artículo 32.2 de la
L.R.J.).
a) EFECTIVO. Cuando se precisa que el daño debe ser “efectivo” se hace referencia a la producción
real del mismo, excluyéndose los dados hipotéticos, eventuales, futuros o simplemente posibles, así
como los contingentes, dudosos o presumibles, sin que tampoco baste la mera frustración de una
expectativa.
b) EVALUABLE ECONÓMICAMENTE. También se establece que el daño sea “evaluable
económicamente”, ya afecte a los bienes ya a los derechos del interesado. Esto implica que la lesión
debe tener una trascendencia patrimonial apreciable, que se pueda cuantificar y valorar en dinero, no
comprendiendo las simples molestias. Siendo pacífico en la actualidad predicar esta característica de
los llamados daños morales.
c) INDIVIDUALIZADO. El requisito de la individualización, no siempre de fácil concreción, implica
que la lesión debe ser residenciable en un patrimonio concreto y que, además, exceda de los que
pueden considerarse comunes de la vida social, o sea, que no se incluya entre las cargas generales
que exige la vida en común.

3. RELACIÓN DE CAUSALIDAD
A) La relación de causalidad entre hecho y lesión. La responsabilidad patrimonial de la Administración
va a surgir, según el artículo 106.2 de la Constitución (y 32.1 de la L.R.J.), siempre que la lesión a que
se ha hecho referencia sea “consecuencia” del funcionamiento de los servicios públicos, por lo que entre
uno y otro elemento debe existir una relación causal.
B) Intervención de elementos extraños. Ahora bien, como se ha advertido, en la mayoría de las ocasiones
no es posible atribuir el daño a un sólo hecho, por lo que deben ser tenidos en cuenta estos otros factores
entre los que pueden destacarse la actuación de la propia víctima, los hechos de terceros o, incluso, la
intervención de otras Administraciones Públicas. Se está ante la posibilidad de la concurrencia de
concausas que, aún cuando inicialmente fue negada por el Tribunal Supremo, ha sido luego
reiteradamente admitida por su Jurisprudencia, sirviendo en ocasiones para atemperar las consecuencias
de la responsabilidad.
• Se pueden diferenciar los siguientes supuestos:
1) Culpa de la víctima. Uno de los supuestos en que el nexo causal puede alterarse se produce cuando
interviene culpa de la propia víctima. En tales casos habrá que estar al alcance de su actuación, puesto
que si la culpa exclusiva rompe el nexo causal y debe negarse cualquier responsabilidad de la
Administración; si la culpa es inoperante, la relación causal permanece en su integridad, puesto la
actuación del administrado ha resultado intrascendente; finalmente, si la culpa es concurrente, en
cuanto que aun sin romper el nexo causal el actuar de la víctima afecta la producción de la lesión,
debe valorarse la incidencia de dicha culpa a fin de moderar y atemperar la posible responsabilidad
administrativa.
2) Culpa de un tercero. Puede suceder que en la producción del resultado lesivo concurra no ya la
actuación de la propia víctima sino la de un tercero. En este caso se ofrecen las mismas posibilidades
que se acaban de exponer, con las mismas consecuencias: exclusión de la responsabilidad
administrativa si la actuación del tercero rompe el nexo causal, minoración de la responsabilidad de
la Administración en la medida en que la culpa del tercero haya causado el perjuicio y, finalmente,
atribuyendo a la Administración toda la responsabilidad si la actuación del tercero ha sido inoperante.
3) Concurrencia de varias Administraciones Públicas. La última posibilidad mencionada consiste en
que la lesión ha sido causada no por una sino por varias Administraciones Públicas. A este supuesto,
cada vez más frecuente, se refiere la L.R.J. que establece el principio de solidaridad de todas las
Administraciones aunque sólo en los casos de “gestión dimanante de fórmulas colegiadas de
actuación” o cuando no sea posible determinar la responsabilidad de cada Administración (artículo
33).

4. AUSENCIA DE FUERZA MAYOR


• Pese a la concurrencia de los requisitos expresados anteriormente, para que surja la responsabilidad
patrimonial de la Administración se precisa un requisito de carácter “negativo”, puesto que aquélla se
excluye “en los casos de fuerza mayor” (artículos 106.2 de la Constitución y 32.1 de la L.R.J.). Ello
implica que, a sensu contrario, subsiste la obligación de indemnizar en los supuestos de caso fortuito.
• Según la doctrina, por fuerza mayor debe entenderse “aquellos acaecimientos realmente insólitos y
extraños al campo normal de previsiones típicas de cada actividad o servicio, según su naturaleza”, y
por caso fortuito “los acontecimientos o hechos imprevisibles pero insertos en el funcionamiento interno
de cada actividad o servicio, según su naturaleza”.
• A la fuerza mayor se refiere la L.R.J. cuando dice que: “No serán indemnizables los daños que se
deriven de hechos o circunstancias que no se hubiesen podido prever o evitar según el estado de los
conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de producción de aquéllos, todo
ello sin perjuicio de las prestaciones asistenciales o económicas que las leyes puedan establecer para
estos casos” (artículo 34.1).

LA INDEMNIZACIÓN
• La consecuencia de la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas no es sino reparar
la lesión causada como consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos, dejando indemne a
la víctima.
• Esta obligación se concreta, según los artículos 106.2 de la Constitución y 32.1 de la L.R.J., en el
derecho de los particulares a ser indemnizados.

1. CONCEPTOS COMPUTABLES. REPARACIÓN INTEGRAL DEL DAÑO.


La Ley no establece qué conceptos deben integrar la indemnización. Mas no hay duda que tiene que
consistir en “la reparación integral de todos los daños sufridos”, y, por tanto, debe comprender no
solo los materiales, sino los morales y tanto el daño emergente como el lucro cesante, ya que
indemnizar significan, justamente, compensar al perjudicado económicamente para restaurar la
integridad de su patrimonio.

2. CUANTIFICACIÓN DE LA INDEMNIZACIÓN. VALORACIÓN.


La indemnización “se calculará con arreglo a los criterios de valoración establecidos en la legislación
fiscal, de expropiación forzosa y demás normas aplicables, ponderándose, en su caso, las valoraciones
predominantes en el mercado. En los casos de muerte o lesiones corporales se podrá tomar como
referencia la valoración incluida en los baremos de la normativa vigente en materia de Seguros
obligatorios y de la Seguridad Social” (artículo 34.2 de la L.R.J.).
Vemos que este precepto remite a la legislación de expropiación forzosa y legislación fiscal en los
que predominan los precios de mercado. Mas el legislador, consciente de que tales normas puedan
resultar insuficientes se remite, igualmente, a “las demás normas aplicables”, así como, bien que con
carácter orientativo, a los baremos aplicables en otros ámbitos.

3. MOMENTO AL QUE HA DE REFERIRSE LA VALORACIÓN DEL PERJUICIO


Según la L.R.J., “La cuantía de la indemnización se calculará con referencia al día en que la lesión
efectivamente se produjo, sin perjuicio de su actualización a la fecha en que se ponga fin al
procedimiento de responsabilidad ... y de los intereses que procedan por demora en el pago de la
indemnización fijada”, que se fijarán con arreglo a lo establecido en la Ley General Presupuestaria
(artículo 34.3).

4. MODALIDADES DE LA REPARACIÓN
Aunque la expresión “indemnización” que utilizan los textos de referencia pudiera hacer pensar que
sólo existe una obligación reparadora de tipo pecuniario, tal no es así, puesto que según la misma
L.R.J. “la indemnización procedente podrá sustituirse por una compensación en especie o ser abonada
mediante pagos periódicos, cuando resulte más adecuado para lograr la reparación debida y convenga
al interés público, siempre que exista acuerdo con el interesado” (artículo 34.4).
PRUEBA
En principio, y por aplicación de las reglas generales sobre la carga de la prueba, corresponde a quien
reclama la prueba de la concurrencia de los requisitos constitutivos de la responsabilidad patrimonial,
excepto la fuerza mayor, cuya carga probatoria, en cuanto requisito impeditivo, corresponde a la
Administración.
La carga de la prueba del daño y de su extensión corresponderá también al reclamante. Si bien la
apreciación de los elementos de dicha prueba y de la extensión del daño corresponde al Tribunal.
8. FUNCIONAMIENTO NORMAL Y ANORMAL DE LOS CUERPOS DE
SEGURIDAD
• Según BARCELONA LLOP entiende que “al menos como regla general, si la policía ocasiona algún
daño resarcible lo será porque su funcionamiento no ha sido normal, porque no ha observado, en suma,
los estándares normativos de su actuación”.
• Frente a la dificultad de determinar en otros ámbitos de la actuación administrativa cuál es el estándar
medio de rendimiento del servicio, entiende este autor que en el caso del servicio público de seguridad
ocurre lo contrario, pues el artículo 5 de la LOFCSE define con claridad, y de forma pormenorizada, los
principios básicos de actuación.
• Es opinión claramente contraria la de REQUENA JULIANI, quien entiende que aunque es abundante
la jurisprudencia sobre la utilización justificada de la fuerza física por los cuerpos de policía en el ejercicio
de sus funciones, “la determinación legal de los presupuestos de utilización de la fuerza y de los criterios
de proporcionalidad no resulta en absoluto precisa.”
• En cualquier caso, el mandato legal es bien claro; la LOFCSE dispone que los miembros de las fuerzas
y cuerpos de seguridad tienen la obligación, por mandato legal, de velar “por la vida e integridad física
de las personas a quienes detuvieren o que se encuentren bajo su custodia” (artículo 5.3.b LOFCSE)
• Quedan así prohibidas tanto las actuaciones directas del funcionario que puedan lesionar la vida e
integridad física del detenido o custodiado como las omisiones que puedan menoscabar estos derechos
fundamentales.
• Pero una cosa es definir qué está permitido y qué está prohibido y otra cosa es determinar en qué casos
el Estado ha de hacerse cargo del resarcimiento de los daños producidos por la actuación policial.
• Uno de los supuestos de funcionamiento anormal es el derivado de la omisión de actuar. Es el caso en
el que la fuerza pública, requerida para actuar ante unos hechos u obligada por las circunstancias del caso,
no responde, o lo hace injustificadamente tarde.
• El supuesto de inactividad requiere que el servicio público policial haya recibido un requerimiento, bien
a través de una denuncia, bien mediante la puesta en conocimiento de unos hechos que indican la posible
comisión de un delito, o que tiene datos que sugieren un riesgo inminente contra personas o cosas, y
teniendo la obligación de actuar no lo hace.
• Hacemos mención al TS que analizó en su Sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, Secc,.
6a, de 17 de noviembre de 2010, en la que desestimó la pretensión indemnizatoria de una empresa que
había sufrido un robo sin que lo impidiera la policía. Entendió el TS que no había nexo causal entre el
daño y la actuación del servicio público, pues los datos que había comunicado a la comisaría la central
de alarmas operada por una empresa privada de seguridad habían sido incorrectos.
• La inactividad administrativa ha sido equiparada por la jurisprudencia al funcionamiento activo
defectuoso del servicio público. En materia de seguridad pública, el TS debió pronunciarse sobre la
actuación policial en un desgraciadamente famoso atentado.
• El Alto Tribunal daba por hecha la inexistencia de un nexo causal directo entre la actividad
administrativa y los daños y perjuicios producidos, pues éstos habían sido, como había afirmado el
Consejo de Estado, obra directa de los terroristas, pero también entendía que tal circunstancia no permitía
ignorar el hecho de que hubo una cierta relación de causalidad entre la constatada conducta omisiva, por
no adoptarse las debidas precauciones (que pudieron , en su caso, aminorar los efectos nocivos), y el
dramático desenlace. Esta circunstancia es la que, a juicio del Tribunal, justificaba la imputación de los
daños producidos a la Administración, en razón de la concurrencia de ese nexo causal entre el daño cuya
reparación se pretendía y el funcionamiento defectuoso del servicio público.
• También aborda el tema de la inactividad policial una Sentencia de la Audiencia Nacional dictada a raíz
de unos hechos que tuvieron gran relevancia mediática.
• Ante un requerimiento ciudadano o ante determinados sucesos, pueden entrar en alerta de forma
simultánea al menos dos cuerpos policiales, el estatal o autonómico y el local, más los servicios médicos
y de protección civil. A estos efectos, resultan imprescindibles la cooperación recíproca y la coordinación
de las fuerzas y cuerpos de seguridad y los servicios de emergencias pertenecientes a todas las esferas
administrativas. La coordinación no es sólo un principio técnico de eficacia, sino un verdadero principio
jurídico que vincula la actuación de los poderes públicos.
• El artículo 103.1 CE establece que la Administración Pública sirve con objetividad los intereses
generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración
y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho.
• La defectuosa coordinación de los servicios podría entenderse como una suerte de inactividad o
funcionamiento anormal del servicio policial que, eventualmente, puede dar lugar a daños resarcibles. El
TSJ del País Vasco.
• También la jurisprudencia ha dado acogida a algún supuesto de inactividad material derivada de un
deber genérico de vigilancia, al menos en la Sentencia de 11 de noviembre de 2009
• La especial naturaleza de los medios usados por los servicios públicos de seguridad, en especial el uso
de armas y la facultad de aplicar medidas restrictivas de la libertad deambulatoria, convierte su actuación
en terreno abonado para las peticiones indemnizatorias. No sólo el menor error o incumplimiento de las
normas por parte de los cuerpos policiales y penitenciarios causará previsiblemente un daño, sino que
también será posible que el funcionamiento normal lo haga.

LOS EXCESOS DEL SISTEMA


• Las críticas abundan en la línea que separa garantismo y el abuso, el límite incierto entre la generosidad
y el exceso, No hay que obviar que el dinero con el que se abonan las indemnizaciones no cae del cielo,
sino que sale del bolsillo de los contribuyentes. Los fondos con que indemniza el estado a los
perjudicados son fondos públicos, de todos, lo que obliga a extremar las precauciones en cuanto a la
procedencia del gasto.
• No existen estadísticas sobre número de reclamaciones presentadas, cuántas son estimadas en vía
administrativa y cuántas no, cuántas derivan en un recurso contencioso-administrativo, cuántos de estos
recursos se estiman y en que plazo...,en definitiva, cuál es el coste global del sistema de responsabilidad
patrimonial.
• El cambio que se operó en relación a esta materia con la Constitución de 1978 fue tajante, pues suponía
una radical innovación no ya en el plano jurídico, sino también en el político, al aportar un nuevo
fundamento a la responsabilidad de los poderes públicos. Algunos autores advirtieron contra los excesos
que se han producido en esta materia por el cambio legislativo tan brusco que se había producido.
• En cuanto al motivo de muchas reclamaciones tendrían sentido en una cultura de prevención de riesgos
que en España no existe. Nuestro país tiene un bajo nivel de aseguramiento, incluso cuando es
obligatorio, y el infraseguro es bien frecuente. Es sorprendente el elevado porcentaje de vehículos que
circulan por nuestras calles y carreteras sin el seguro obligatorio de responsabilidad civil; cuando ocurre
un accidente, acaba haciéndose cargo de las indemnizaciones el Estado, a través del Consorcio Nacional
de Seguros.
• Nuestro sistema de responsabilidad patrimonial del Estado es probablemente el más avanzado de
Europa, pero no se puede afirmar lo mismo en el campo de su aplicación práctica, porque los Tribunales
españoles han desestimando demandas que en otros países con sistemas menos progresistas hubieran
sido acogidas, y porque el monto de las indemnizaciones queda muchas veces por debajo de lo que
podría esperarse en esos otros sistemas.
• Ha de tenerse en cuenta que , en nuestro ordenamiento, la figura indemnizatoria carece de ese carácter
penal o punitivo típico del Derecho de daños estadounidense, que da lugar a cifras desorbitadas con las
que se pretende no sólo compensar el daño, sino sobre todos castigar al responsable. En nuestro sistema,
la indemnización tiene carácter resarcitorio, por lo que se limita a compensar los daños que, por tanto,
han de ser probados y evaluados por el demandante.
9. BREVE REFERENCIA A UNA EVENTUAL RESPONSABILIDAD CIVIL PERSONAL
DEL FUNCIONARIO.
• La posibilidad de exigencia de responsabilidad civil personal a los funcionarios del Estado se apoya, de
una manera genérica, en nuestro Código Civil. Los funcionarios, como otros profesionales, podrían causar
daños de los que dimanaría su responsabilidad civil personal.
• En la antigua Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado de 1957 tenía establecido que
las autoridades y funcionarios habían de responder por “dolo o negligencia graves”, fórmula que excluía
los grados menos graves de la culpa.
• Por su parte en artículo 36 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre de RJSP estableció de modo taxativo que
el particular debe exigir directamente a la Administración Pública correspondiente la indemnización por
los daños y perjuicios causados por las autoridades y personal a su servicio, incluso en aquellos casos en
que la Administración actúe en relaciones de Derecho Privado. (artículo 35 LRJSP).
• Por lo que, cuando concurre en la producción del daño la conducta dolosa, culposa o negligente del
funcionario, no es necesario demandar solidariamente a éste y a la Administración; se demanda
únicamente a ésta (36.1)
• De esta forma, dado que la Administración responde por el funcionamiento normal y anormal de los
servicios públicos, también responde por las conductas personales lesivas de sus autoridades, funcionarios
y personal a su servicio. Se incluyen por tanto los daños consecuentes de conductas dolosas
(intencionadas) o culposas (atribuibles) de tales personas. Se excluyen únicamente los actos puramente
personales realizados con desconexión total del servicio.
• La Administración dispone de la denominada acción de regreso para exigir del funcionario la
responsabilidad correspondiente (36.2 y 3 LRJSP).Esta acción es totalmente independiente de la acción
de responsabilidad que corresponde al ciudadano. Después de indemnizar al perjudicado, la
Administración “exigirá” de oficio en vía administrativa de sus autoridades y demás personal a su servicio
la responsabilidad en que hubieran incurrido por dolo, o culpa o negligencia graves, previa instrucción
del correspondiente procedimiento.
10. BREVE REFERENCIA A LA RESPONSABILIDAD CIVIL DERIVADA DEL DELITO.
• Ha de tenerse en consideración que, según establece nuestro Derecho Penal, la responsabilidad criminal
conlleva la responsabilidad civil del causante.
• Toda persona criminalmente responsable de un delito o falta loes también civilmente si del hecho se
derivaren daños o perjuicios (Art. 116.1 CP). Así el artículo 121 del mismo texto legal:
• Una interpretación literal de este artículo permitiría concluir que la del Estado es en todo caso una
responsabilidad subsidiaria. Desde la perspectiva penal, es lógico considerar subsidiaria la
responsabilidad del Estado, pues el pronunciamiento judicial condenatorio habrá de declarar responsable
civil directo al penalmente condenado, y responsable civil subsidiario al Estado, en aplicación de los
artículo 116.1 y 119 CP, que así lo disponen.
- Una interpretación literal de este artículo permitiría concluir que la del Estado es en todo caso una
responsabilidad subsidiaria. Desde la perspectiva penal, es lógico considerar subsidiaria la
responsabilidad del Estado, pues el pronunciamiento judicial condenatorio habrá de declarar responsable
civil directo al penalmente condenado, y responsable civil subsidiario al Estado, en aplicación de los
artículo 116.1 y 119 CP, que así lo disponen.
- Y si el perjudicado por el delito cometido por autoridad, agente, contratado o funcionario opta por
reclamar directamente al Estado, la responsabilidad de éste será directa en base al funcionamiento
anormal de un servicio público.
- Puede concurrir de este modo, sobre unos mismos hechos, las distintas perspectivas de responsabilidad
penal como responsabilidad subjetiva y de la responsabilidad del Estado como responsabilidad objetiva
y directa, que constituyen ópticas distintas, pero no contradictorias.
- En cualquier caso, la responsabilidad subsidiaria del Estado que configura el artículo 119 CP responde
al principio de indemnidad y a una concepción subjetiva de la responsabilidad, según la cual el Estado
ha de responder por la actuación culpable o dolosa de sus agentes.

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