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TEMA 1.

EN TORNO AL CONCEPTO DE ORDEN PÚBLICO Y


SEGURIDAD CIUDADANA
1. LA CONCEPCIÓN DE LA SEGURIDAD COMO SERVICIO PÚBLICO
CONCEPTO DE SEGURIDAD
• En relación con la intervención del Estado en materia de seguridad, es el Estado el que determina el
proceder de la Administración en base exclusiva al principio de legalidad/primacía de la ley (en lo
que se basa la ley).
• ¿Y por qué esto es así? Porque el principio de separación de poderes inherente al Estado democrático,
no es el poder ejecutivo el que decide qué ámbitos corresponden a su actuación, sino el Parlamento
quien decide el modelo de seguridad pública y quien atribuye al Ejecutivo los medios para modelarlo
y protegerlo, a través de la atribución de competencias y mediante la aprobación de leyes sustantivas y
de los presupuestos.

CONCEPTO DE ORDEN PÚBLICO O PAZ PÚBLICA


• ORDEN PÚBLICO: conjunto de reglas mínimas y esenciales para la convivencia armónica de la
comunidad. El orden público es concretado por el Derecho; es el orden jurídico, el orden establecido
por el ordenamiento jurídico elaborado por las instituciones legítimas en una democracia.
• La CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA recoge los conceptos de orden político y paz social en su
artículo 10.1, refiriéndose en concreto a la dignidad de la persona, a los derechos inviolables que le son
inherentes (vinculados a la condición humana), al libre desarrollo de la personalidad, al respeto a la ley
y a los derechos de los demás.
• El TEXTO CONSTITUCIONAL supera así el concepto de orden político, y teniendo en cuenta el
principio democrático, el Estado no está en ningún caso por encima de los individuos y su única
legitimidad deriva del servicio a los intereses generales de la ciudadanía.

CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
• Artículo 16.1 CE se refiere al concepto de orden público como límite a la libertad ideológica, religiosa
y de culto, precisando que dicho orden público es el “protegido por la ley”. El mismo límite se impone
a los derechos de reunión y manifestación en lugares públicos que consagra el artículo 21.2 del texto
constitucional.

CONCEPTO DE SEGURIDAD PÚBLICA


• El artículo 149.1. 29ª CE, dispone que la seguridad pública es el concepto delimitador de las
competencias exclusivas del Estado en la materia.
• El concepto constitucional de seguridad pública incluye todas las funciones de protección del libre
ejercicio de los derechos y libertades y la garantía de la seguridad ciudadana; se refiere a la protección
de personas y bienes, a la tranquilidad y al orden, e integra la protección civil.
• La seguridad pública es la premisa; el orden público es el resultado y ambos conceptos son
definitorios del servicio público que presta el Estado para su protección.
• Nuestro ORDENAMIENTO PENAL añade a estos conceptos el de paz pública, que contempla como
bien jurídico especialmente protegido frente a ciertas formas de terrorismo. Los artículos 571 y
577 del CP de 1995, que regula este tipo de delitos, se refieren a “bandas armadas, organizaciones o
grupos cuya finalidad sea la de subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública”.
• Los conceptos de seguridad y orden sólo alcanzan su legitimidad en los sistemas políticos democráticos
y de Derecho; esto es, aquellos en los que prevalecen el principio de legalidad y el respeto a los derechos
fundamentales de los ciudadanos.
• En este sentido, NACIONES UNIDAS ha utilizado el término de seguridad humana, acuñado en el
Informe sobre el Desarrollo Humano de 1994 del Plan de Naciones Unidas para el Desarrollo como
concepto ligado al bienestar social y libre ejercicio de los derechos y libertades.
• En cuanto a la interpretación que nuestro TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ha hecho del concepto de
seguridad pública, varias de sus sentencias contienen una concepción pública que excede lo
estrictamente policial.
• Por tanto, la policía de seguridad -lo policial- es sólo una parte de la seguridad pública.
• Nuestro TC considera que el concepto de seguridad pública que contiene nuestra Constitución es un
concepto no restringido a la materia policial y que por tanto no queda delimitado por la función, sino
por la finalidad: la protección de personas y bienes y al mantenimiento de la tranquilidad y el orden
ciudadano.
2. SEGURIDAD OBJETIVA Y SUBJETIVA: LA ALARMA SOCIAL
• La seguridad personal no es una necesidad primaria, sino que es básica, tiene un valor esencial en la
psicología del individuo y de la sociedad.
• La seguridad se alimenta de la realidad social y de cómo nos desenvolvemos en ella individuos y
organizaciones.
• Antes, estudiaban la criminalidad en términos estadísticos (números y objetivos), ahora es mediante
“encuestas de victimización”, es decir se analiza la vertiente subjetiva de la seguridad como demanda
ciudadana.
• Los gobiernos estatales y locales de las sociedades modernas no pueden ignorar la percepción de los
ciudadanos sobre la seguridad, ya que es útil para las elecciones, para así fomentar el cambio con las
campañas electorales de aumentarla.
• Una de las principales aspiraciones de los ciudadanos es la seguridad y así que los poderes públicos
puedan solventar esas demandas relacionadas con ésta.
• La percepción de inseguridad por parte de los ciudadanos crece o decrece sin que de forma necesaria
lo haga en relación directa con datos objetivos, pues se trata precisamente de un sentimiento subjetivo.
• La percepción de la inseguridad es un sentimiento subjetivo, que pueden ser perjudiciales originando
la alarma social.
• La alarma social es un concepto que está orientado a las resoluciones judiciales. El Juez sabe cuál es
el sentir general de la sociedad mediante los medios de comunicación.
• ¿Y que consideramos como alarma social? La ALARMA SOCIAL es aquello que se tiene por
intolerable. Ejemplo: Si un violador sale de la cárcel, el etiquetado de violador va a seguir en él, esto
es una alarma social, la noción ajena de una persona violadora en las calles. Las alarmas sociales se
difunden tanto por redes sociales, como por medios de comunicación.
3. LA SEGURIDAD PÚBLICA COMO SERVICIO PÚBLICO
• La soberanía reside en el pueblo y se ejerce a través de los órganos de representación elegidos
por sufragio universal. El Estado de Derecho basa toda su actuación en el respeto a las normas jurídicas
válidamente adoptadas por dichos órganos. El estado de Derecho crea normas que la Administración
obliga a los ciudadanos a cumplir, incluso por la fuerza, sancionando el incumplimiento, es la única
forma de Estado que goza de auténtica legitimidad.
• En el estado de Derecho, la actividad de policía se identifica con la función estatal asumida por la
organización administrativa para la prevención y defensa frente a los peligros para la seguridad o el
orden público, en base a habilitaciones generales o específicas, mediante el uso de órdenes y medios
coactivos regulados por ley formal y revisables ante los Tribunales.
• En los distintos modelos políticos es siempre el Estado quien tiene asignado el papel de garante de la
seguridad, función que realiza de forma más o menos efectiva según los medios de que dispone.
• En el artículo 104 CE, las funciones policiales han quedado alejadas de la represión política, las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tienen como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y
libertades y garantizar la seguridad ciudadana (seguridad interior del Estado).
• La seguridad exterior del Estado, caracterizada por la integridad del territorio nacional y por la
inviolabilidad de las fronteras, esta atribuida a las Fuerzas Armadas, sin que quepa ninguna
confusión entre ambas funciones, quedando a salvo el deber de colaboración entre las distintas
Administraciones públicas que impone la legislación administrativa.
• El Estado social garantiza los mínimos vitales, la procura existencial y el bienestar general. En
consecuencia, el Estado debe salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos porque la seguridad es
una de las principales necesidades humanas. La sociedad delega en el Estado, el uso de la fuerza para el
cumplimiento de sus fines de interés general que tiene asignados, así el articulo 1.2 de la CE establece:
“La soberanía nacional reside en el pueblo del que emanan los poderes del Estado”.
• El concepto de orden público como instrumento de control político ha sido superado por una noción
más amplia: la de orden público como garantía de la seguridad ciudadana y de la convivencia
pacífica.
• El actor tradicional de la seguridad, el ejército, ha sido sustituido en la tarea de la seguridad por los
cuerpos policiales de carácter civil. Estos cuerpos tienen una dependencia no política, sino
administrativa, del Gobierno. Se trata de un modelo policial civil, frente al modelo militar, y de un
modelo profesional, frente al de policía política.
• En nuestro país, la Constitución ha optado por un monopolio de los cuerpos policiales en materia de
seguridad interior, pero se trata de un monopolio suavizado por el hecho de que el ordenamiento jurídico
contempla la posibilidad de que otros actores intervengan en tareas de seguridad privada, si bien con
absoluto sometimiento a una prolija normativa específica y con un férreo control por parte de las
autoridades.
• La concepción del Estado democrático, social y de Derecho ha impuesto por tanto un cambio
cualitativo sobre el concepto de orden público empleado en otros modelos jurídicos, especialmente los
de corte autoritario.
4. EL ENGARCE CONSITUCIONAL DE LA SEGURIDAD
• El aseguramiento de la paz social está en la raíz misma de la concepción del Estado desde sus
mismos orígenes. El Derecho ha sido definido como mecanismo de control social, como forma de
modelar el comportamiento de los ciudadanos para acomodarlo a las normas jurídicas, que determinan
en cada momento qué conductas son admisibles y cuáles, por no serlo, son merecedoras de prohibición
o sanción.
• Artículo 10 de la CE establece: “La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son
inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son
fundamento del orden político y de la paz social”.
• El engarce entre el Estado y protección de la seguridad es innegable.
• Según PAREJO ALONSO, el monopolio estatal del uso de la coacción y de la violencia enlaza el
grado de seguridad dentro del ámbito constitucional.
• El monopolio del Estado en el uso de la fuerza se ve confirmado por la afirmación constitucional de
sus competencias exclusivas (artículo 149 CE):
- sobre la seguridad Pública, sin perjuicio de la posibilidad de creación de policías por las CCAA
en la forma que se establezca en los respectivos Estatutos en el marco de lo que disponga una ley
orgánica (artículo 149.1. 29ª CE).
- sobre el régimen de producción, comercio, tenencia y uso de armas y explosivos (artículo 149.1.
26ª CE)
- sobre Defensa y Fuerzas Armadas (artículo 149.1. 4ª CE)
- sobre Administración de Justicia (artículo 149.1.5ªCE)
- sobre legislación penal y penitenciaria (artículo 149.1. 6ª CE)
• Este marco competencial se corresponde con la asignación al Gobierno de la Nación de las funciones
contenidas en el artículo 97 CE: “El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración
civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo
con la Constitución y las leyes”
• Según MARTINEZ QUIRANTE la consignación legal del monopolio de las armas por el Estado no
se produjo hasta la Ley de Seguridad Privada de 1992, donde por primera vez se declara de forma
expresa que “el monopolio de la seguridad corresponde al Estado”.
• El ordenamiento jurídico regula tanto la materia penal como la criminal que deriva del poder judicial,
y distingue la seguridad pública o ciudadana, donde dentro se encuentra los órganos administrativos y
cuerpos de empleados públicos (servicio público de seguridad), además del Gobierno.
• La condición de la seguridad como servicio público implica una actividad administrativa sujeta al
principio de legalidad.
5. SEGURIDAD Y RIESGO: LAS NUEVAS AMENAZAS A LA SEGURIDAD
PÚBLICA
• La nueva concepción de la seguridad es deudora de la pérdida de peso de los factores militar y
político.
• Según Jordán el panorama político y militar ha cambiado en la sociedad, lo que antes se consideraba
como amenaza ahora no lo es y viceversa.
• La nuevas preocupaciones económicas y medioambientales condicionaban las relaciones
internacionales de 1970 y 1980, con la aparición de formas de delincuencia de alcance transnacional y
los auges nacionalistas de 1990 muestra la insuficiencia del enfoque tradicional para contener las nuevas
amenazas a la seguridad, que derivan de estos nuevos fenómenos.
• Las profundas transformaciones políticas, económicas y sociales de las últimas tres décadas han
dejado obsoletos los planteamientos tradicionales sobre seguridad.
• En la actualidad el poder estatal ha decaído ante la “nueva guerra” que supone la “privatización de la
violencia”. Comienza así en los años 70 del pasado siglo un proceso de pérdida de valor de la soberanía
política de los Estados tanto por el fenómeno de globalización de la economía como por la ineludible
cesión de competencias en favor de organismos supra estatales o transnacionales.
• Se ha acuñado un nuevo concepto que pretende suplir las deficiencias del tradicional: el de
SEGURIDAD INTEGRAL, con un contenido y una interpretación radicalmente diferente.
• Las transformaciones económicas, sociales y políticas han dado lugar a la construcción doctrinal de la
noción de “SOCIEDAD DEL RIESGO”, expresión que acuñó BECK en 1986. Síntesis sociológica
que los nuevos riesgos son ocasionados por los propios individuos, que hace que de alguna manera
impida el avance del conocimiento y así afecte a la naturaleza. Es la intervención o las decisiones del
individuo es lo que crea el riesgo, lo que es un peligro construido, según Prieto.
• BERMEJO argumenta que se necesitan las tres condiciones siguientes para señalar la conexión:
1. definir y caracterizar la amenaza;
2. identificar el objeto referido a la seguridad;
3. el nexo lógico existente entre ambos términos debe ser explícito de modo que se pueda seguir la
relación de causa a efecto.
6. HACIA UNA SEGURIDAD LÍQUIDA Y BIPOLAR
• La seguridad de las sociedades depende no solo de la propia dinámica social, sino también de otros
múltiples elementos externos que confieren a esta materia una inestabilidad inevitable.
• Interpretando a ZYGMUNT BAUMAN la tradicional concepción de la seguridad pública como
elemento sólido y estable, conformador de una sociedad basada en valores estables y difícilmente
mutables, se ha transformado en un orden líquido, incierto, que se extiende por distintos estratos sin
acabar de asentarse en una forma determinada.
• Las políticas de seguridad y las instituciones encargadas de garantizarla se ven abocadas a una
adaptación interminable a una realidad cambiante, y no terminan de servir como marcos de
referencia para las decisiones humanas y para las estrategias a largo plazo.
• La seguridad pública se mueve por tanto en esta dimensión intangible y líquida que involucra distintos
niveles de gobierno, diferentes agendas y múltiples políticas públicas. Pero, a la vez, la seguridad
pública también se mueve entre dos polos que, sin ser opuestos, son bien distintos: el gran crimen y el
pequeño ilícito.
• Junto al delito grave, que produce un evidente daño social y una gran repercusión mediática,
encontramos los pequeños incumplimientos de la norma, cuyo efecto no es despreciable. En efecto, los
ilícitos menores conllevan costes ocultos, costes de oportunidad que son más difíciles de evaluar que
los costes que acarrea el gran delito. La teoría de las ventanas rotas (teoría de los cristales rotos que fue
elaborada como un intento de atajar el vandalismo en la ciudad de New York) sostiene que los delitos
menores y el comportamiento antisocial son el caldo de cultivo de los delitos mayores. Existe una
relación entre el pequeño incumplimiento de la norma y el gran delito. Ambos erosionan la confianza
del ciudadano en el sistema y consumen gran cantidad de recursos públicos, pues la alarma social se
amplifica por cobertura mediática.
• Este fenómeno tiene una consecuencia inmediata en forma de molestias causadas a los residentes,
que no logran tener tranquilidad en sus hogares ni pueden conciliar el sueño. Tiene también una
consecuencia a medio plazo, menos visible, que es el deterioro de salud de algunos vecinos, por la
falta de sueño y por el estrés causado por el ruido. Pero una tercera consecuencia se muestra con el
paso del tiempo en forma de coste de oportunidad: el valor de las viviendas desciende por el deterioro
del entorno. Es un factor silencioso, difícilmente cuantificable, pero tiene un impacto social
significativo.
• En este escenario bipolar se sitúa la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad; no todos
iguales, con las mismas funciones y para las mismas finalidades, sino especializados en distintas áreas
de la seguridad pública. Y así se entiende la existencia de distintos cuerpos de funcionarios aplicados a
un mismo servicio público: desde la especialización.
• Los CUERPOS DEL ESTADOS se hacen cargo de la gran delincuencia, de la que se distingue por
su extensión (delincuencia organizada, transnacional...) o por su gravedad (terrorismo, trata de personas,
delitos sexuales...). En el otro extremo, los CUERPOS DE POLICÍA LOCAL deben combatir la
delincuencia de alcance local, pero también, y de modo principal, las conductas antisociales y los
comportamientos incívicos. De ambas cosas depende, en semejante medida, la percepción de
seguridad de los ciudadanos; DESDE AMBOS POLOS SE CONSTRUYE LA SEGURIDAD
PÚBLICA.
• En este marco de incertidumbre, el papel de los servicios públicos de seguridad adquiere una
importancia insustituible. Los cuerpos policiales en los distintos niveles territoriales-estatales, regional
y local- desarrollan una misión única y de vital importancia: la garantía de los derechos de los
ciudadanos; principalmente, de sus derechos fundamentales.
7. LA RENOVADA LEGITIMACIÓN DEL MONOPOLIO ESTATAL DEL USO DE
LA FUERZA
• El uso de la fuerza y de la coerción es consustancial a toda forma de Estado. Según la conocida
formulación de MAX WEBER, toda sociedad organizada descansa en el monopolio del uso de la
fuerza.
• En su evolución política, el Estado experimenta un proceso de extensión; el Estado policía deja el paso
libre al Estado social, cuyas instituciones garantizan el bienestar material y espiritual de sus ciudadanos
asumiendo cada vez más funciones de un modo sólo limitado por sus recursos materiales, personales y
financieros. Y dado que la seguridad es una de las principales necesidades del hombre que vive en
sociedad, se ha llegado a afirmar que el objetivo de la seguridad se ha convertido en la cláusula
legitimadora por excelencia del Estado moderno.
• La función de policía se encarga así a órganos estatales. En nuestro país, la ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA se encarga de toda función policial; la POLICÍA, como órgano, se inserta en la
Administración pública, bajo la dependencia del Gobierno (artículo 97 CE). Según el artículo 1.4 de
la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de 1986: “El mantenimiento de la seguridad pública
se ejercerá por las distintas Administraciones púbicas a través de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad”.
• La legitimidad de la actuación policial se asienta en el cumplimiento de la misión que le ha sido
asignada en el texto constitucional, en el servicio al interés general y en el cumplimiento escrupuloso
del ordenamiento jurídico.
8. LOS LÍMITES A LA ACTUACIÓN DEL ESTADO EN MATERIA DE SEGURIDAD
• La limitación de los poderes estatales de las potestades públicas, su control y la responsabilidad
por su aplicación son elementos inherentes y consustanciales al modelo democrático. Los distintos
límites al uso de la fuerza por parte del Estado están legalmente configurados en los países de nuestro
entorno jurídico, tanto en la Constitución como en sus leyes de desarrollo.
• Los límites que impone nuestro ordenamiento jurídico al uso de la fuerza por parte del Estado en
materia de seguridad son, de modo principal: la finalidad, la legalidad, la proporcionalidad y el
respeto a las libertades. Esto, con carácter general, porque en sectores específicos se aplican normas
más concretas, como es el caso de las que sujetan las actuaciones policiales.

A) EL LÍMITE DE LA FINALIDAD
La finalidad como límite está establecida en el artículo 104 CE:
“Las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, tendrán como misión
proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”
• Según dispone el artículo 103.1 CE, la Administración Pública sirve con objetividad los intereses
generales. Por tanto, los cuerpos policiales están para hacer cumplir la Ley a todos los ciudadanos
por igual. Sin embargo, lo que distingue a las fuerzas y cuerpos de seguridad del resto de las
Administraciones Públicas no es exactamente la finalidad, sino la peculiar organización de sus
elementos materiales y personales y, en particular, el uso instrumental de la fuerza física.
• La LOFCSE de 1986 detalle de modo prolijo en su artículo quinto los principios básicos de actuación
de los miembros de dichas Fuerzas y Cuerpos.
• La PROTECCIÓN DE LA SEGURIDAD CIUDADANA es una tarea realizada a través de:
- las fuerzas y cuerpos de seguridad
- la elaboración de normas
- la actuación de las Administraciones Públicas en general

B) EL LÍMITE DE LA RESERVA MATERIAL DE LEY


Toda actividad administrativa está sujeta al principio de legalidad (artículos 9.3 y 103.1 CE).
Dado que la actividad administrativa de policía de seguridad, la relativa al mantenimiento o
restauración del orden público, incide o puede incidir sobre la libertad personal, existe en este
caso por imperativo constitucional una reserva absoluta de ley, y de ley orgánica. También por
mandato constitucional (artículo 104.2 CE), las funciones, principios básicos de actuación y
estatutos de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad han de ser regulados por ley orgánica.
La Ley Orgánica 4/2015, de protección de seguridad ciudadana (LOPSC), específica y detalla las
actuaciones que pueden ejercer las autoridades para el mantenimiento y restablecimiento de la
seguridad ciudadana.
• El Ministerio del Interior y las demás autoridades competentes en materia de seguridad sólo pueden
actuar cuando tienen competencias expresamente atribuidas por una norma con rango de ley. Esto
significa que, si bien la estrategia y la táctica quedan en manos del GOBIERNO, las líneas
fundamentales de la seguridad nacional son marcadas por el PARLAMENTO.

C) EL LÍMITE DE LA PROPORCIONALIDAD
La proporcionalidad es un principio general del Derecho y también un criterio que pone límites a la
actuación de los poderes públicos. La proporcionalidad conforma un principio de construcción
jurisprudencial que ha sido recogido por nuestro ordenamiento jurídico en algunas normas de rango
legal y, aunque nuestra Constitución no recoge este término, el Tribunal Constitucional lo ha
interpretado como una concreción del principio constitucional de interdicción de la arbitrariedad de
los poderes públicos y, por tanto, como uno de los principios generales del Derecho.
• La proporcionalidad supone un factor de mesura en la relación entre la norma y la realidad que se
persigue proteger o modificar. Es también, medida de la licitud de toda limitación normativa de
las libertades.
• La actuación administrativa ha de estar justificada por ser razonable en cuanto al fin que se
persigue. En cuanto a cómo se hace operativo este concepto, nuestro Tribunal Constitucional ha
establecido tres requisitos o criterios: que la medida adoptada sea adecuada para cumplir el fin
previsto, que sea necesaria por no existir otra más moderada y que traiga más beneficio al interés
general que perjuicio al particular.
• La exigencia de proporcionalidad se aplica de forma especialmente intensa a la actuación de las
fuerzas y cuerpos de seguridad en sus actuaciones para el mantenimiento o restablecimiento del orden
público y, de forma más concreta y especial, en el uso de armas de fuego.
• En definitiva, el principio de proporcionalidad permite al Juez apreciar si los medios empleados por
la Administración en su actuación resultan adecuados y no excesivos para el fin perseguido.
9. SEGURIDAD Y LIBERTAD
• Libertad y Seguridad aparecen en el Preámbulo de nuestra Constitución como conceptos hermanados.
• En España, este debate doctrinal entre libertad y seguridad, alcanzó altas temperaturas a raíz de la
aprobación de la LEY ORGÁNICA 1/1992 (ya derogada) sobre protección de la seguridad ciudadana,
motejada por sus críticos como la “ley de la patada en la puerta” y que, sin embargo, el entonces
Defensor del Pueblo se negó a recurrir ante el Tribunal Constitucional por no advertir en ella indicios
de inconstitucionalidad. Pasados más de veinte años de aquello, el debate ha vuelto a producirse, siendo
el partido político que recurrió ante el Tribunal Constitucional aquella Ley decidió sustituirla apoyado
en su mayoría absoluta, pero con el voto en contra de la práctica unanimidad de los demás partidos
políticos. La VIGENTE LEY ORGÁNICA 4/2015, de protección de la seguridad ciudadana, ha sido
bautizada como la “ley mordaza” por quienes ven en ella un recorte de libertades.

• Seguridad y libertad son conceptos inseparables, pero el hecho de que lo sean no significa que tengan
idéntico valor. El disfrute de muchas de las libertades constitucionalmente protegidas requiere la
intervención activa del Estado, una vez superada la doctrina del Estado liberal, que entendía que se
satisfacía mejor la libertad individual mediante la abstención del Estado.
• En el diseño de nuestro actual modelo de Estado, el ejercicio de los derechos y libertades
constitucionales requiere a menudo la intervención administrativa, pues la complejidad social hace
que dicho ejercicio así lo demande.
• Los derechos de libertad y seguridad, siendo ambos derechos fundamentales, tienen una naturaleza
diferente, pues el DERECHO A LA SEGURIDAD no termina en sí mismo, sino que tiene un carácter
instrumental respecto de otros derechos. El individuo necesita que se garantice su seguridad para
poder disfrutar de sus demás derechos fundamentales.
• A diferencia de los DERECHOS DE LIBERTAD, que pueden agotarse en su ejercicio de forma
completa y satisfactoria (voto, expresión, intimidad..), el DERECHO A LA SEGURIDAD requiere de
modo ineludible la intervención prestacional activa del Estado y no puede ser nunca completado, ya
que necesariamente conlleva cierto margen de insatisfacción. El derecho a la seguridad de los
ciudadanos es correlativo con la obligación del Estado de intervenir, que es jurídicamente exigible
como los demás derechos fundamentales.
• El Estado debe garantizar la seguridad sin perjudicar las libertades ciudadanas.

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