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Eclesiástica I
Curso de Formación
Ministerial
Por Laura Saá
CURSO DE FORMACIÓN MINISTERIAL
Coordinador Didáctico
JORGE L. JULCA
Junta Editorial
JERRY RICE, VICERRECTOR ACADÉMICO SENDAS-COSTA RICA
GERALDO NUNES, COORDINADOR EDUCACIÓN TEOLÓGICA,
DISTRITO SURESTE PAULISTA-BRASIL
RAMÓN SIERRA, RECTOR SBN-CHILE
EDGAR BALDEÓN, VICERRECTOR ACADÉMICO STNS-ECUADOR
MACARIO BALCÁZAR, DIRECTOR CENETA-PERÚ
JORGE DURÁN, PROFESOR SNS-ARGENTINA
GERMÁN ESPINOZA, RECTOR SNB-BOLIVIA
CARLOS SÁENZ, DIRECTOR ÁREA HISPANA-CARIBE
SCOTT MEADOR, RECTOR STN-GUATEMALA
Contribución Editorial
ADRIÁN H. QUIROGA Y V. ARIEL ALMIRÓN
INTRODUCCIÓN ................................................................................. 7
PRESENTACIÓN ................................................................................. 9
UNIDAD I: ENCUENTROS Y
DESENCUENTROS EN EL ESTUDIO Y
ORIGEN DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA.................................. 11
UNIDAD V: ENCUENTROS Y
DESENCUENTROS EN LA IGLESIA MEDIEVAL .................... 113
L
a edición de los treinta libros que conforman el Curso de
Formación Ministerial, es el resultado de muchas conver-
saciones mantenidas con personas que trabajan en la tarea
de capacitar a los llamados al ministerio hasta que lleguen a la
ordenación en la Iglesia del Nazareno.
David Wesley
Director
Introducción
E
s un gran privilegio presentar a los estudiantes de la Región
MAC - México, América Central y Panamá- esta excelente bi-
blioteca de formación ministerial.
E
l Curso de Formación Ministerial es una colección de trein-
ta libros básicos que han sido diseñados de acuerdo a los
parámetros establecidos en la Guía de Desarrollo Ministerial
2003-2007 de la Iglesia del Nazareno para la Región de Sudamérica y
2004-2008 de la Región México y América Central.
Unidad I:
Encuentros y desencuentros
en el estudio y origen de la
historia de la iglesia
Importancia de la
historia de la iglesia
DEFINICIÓN DE HISTORIA DE LA IGLESIA
N
o podemos entrar a estudiar la historia de la iglesia sin
antes comprender qué es lo que significa la palabra “his-
toria”. Una comprensión de ella nos orientará a entender
qué es lo que estudiaremos, cómo lo haremos y qué es lo que lleva-
remos a la práctica. Justo L. González dice lo siguiente con respecto
a lo que significa la palabra historia:
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Libro para el Estudiante
Historia Eclesiástica I
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Historia Eclesiástica I
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Historia Eclesiástica I
Fuentes de la historia
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Historia Eclesiástica I
El Imperio Romano
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Libro para el Estudiante
Historia Eclesiástica I
EL CONTEXTO GRECORROMANO
La paz romana
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Historia Eclesiástica I
Tanto por tierra como por mar, éstas se extendían desde Inglaterra
hasta China. En todo el mundo del Mediterráneo las carreteras, la
paz, la ley y el orden romanos animaban a la gente a viajar, tanto
por motivos de negocios como por placer, con una libertad y una
comodidad que fue desconocida hasta los tiempos modernos.
Los barcos en este período cruzaban el Mediterráneo desde
Gibraltar hasta Roma en siete días, y desde Roma a Alejandría en
dieciocho. Sin estas comunicaciones los viajes misioneros de Pablo
y otros misioneros hubiesen sido imposibles.
La cultura griega
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Libro para el Estudiante
Historia Eclesiástica I
El pensamiento griego
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Historia Eclesiástica I
Por otra parte, los cristianos usaron las armas de los filósofos
griegos para denunciar a los dioses helenos. Un vistazo a la “Apo-
logía” de Arístides o al “Discurso de los griegos” de Justino nos mos-
trará cómo usaron este método de ataque.
En época tan temprana como la de Jenófanes en el siglo VI a. C.
los pensadores no sólo atacaban las leyendas homéricas, sino que
además intentaban encontrar un camino hacia una deidad única
que gobierna todo el universo mediante el pensamiento.
Tanto Platón como Aristóteles imprimieron este ímpetu a este
movimiento hacia el monoteísmo. El primero presentó como la
más elevada de sus ideas la Idea de Bondad que él identificaba con
Dios, y este Dios era personal. Era el Demiurgo, aquel que imprimía
en el flujo de la materia informe las ideas que hallamos copiadas
en el mundo de la apariencia en el cual vivimos. En el Timeo se
describe el proceso de la creación y, obviamente, se los atribuye a
la bondad de Dios.
También Aristóteles se inclinó hacia el monoteísmo. Los dioses
subsidiarios que pudiera haber son expulsados al espacio inter-
estelar; dentro de nuestra esfera hay un Primer Motor, el cual, aun-
que no creó al mundo (que es eterno), sin embargo le da la forma
mediante el pensamiento. Por sobre el cambio y la decadencia, aquél
está obrando incesantemente aunque en perfecto reposo. Este Dios
es inmaterial; Aristóteles ciertamente lo describió como pensamiento
del pensamiento. Aunque logra evitar exitosamente el antropomor-
fismo de los poetas, Aristóteles priva a su deidad de toda relación
personal con los seres humanos. La deidad que él concibe es una fría
y matemática Causa Final.
El Dios propuesto por estos filósofos griegos carece de una
conciencia intrínseca y de ninguna manera se lo debe confundir
con el Dios personal, creador y redentor, es decir, el Dios de la
tradición judeo-cristiana. En un inicio hubo un rechazo hacia la
cultura pagana, pero ante la realidad de que esta influía en el
mundo antiguo, el cristianismo no cerró los ojos ante ella.
En el Nuevo Testamento encontramos a Pablo y a otros misio-
neros cristianos empleando lo que consideran útil del paganismo.
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Historia Eclesiástica I
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Historia Eclesiástica I
EL CONTEXTO JUDÍO
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La sinagoga
El escriba
Era una clase social que se había desarrollado antes del tiem-
po de Cristo. Estos eran maestros profesionales y eruditos que se
ocupaban de las Escrituras y especialmente en la ley judaica, tanto
en su forma escrita como en su tradición oral. Podían ser también
sacerdotes, pero la mayoría de ellos eran laicos. No eran de ninguna
manera una casta hereditaria, como lo eran los sacerdotes, sino que
cualquier persona, por su competencia, podía entrar en sus filas.
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Historia Eclesiástica I
La vida de Jesús
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Historia Eclesiástica I
juntarse con él les informó sus difíciles requisitos, que les desani-
maron e hicieron retroceder. Su muerte fue despreciable y pareció
inútil. Los documentos auténticos de su vida y enseñanza son tan
breves que con facilidad podrían imprimirse en una sola edición de
nuestros tratados y en ellos, la mayor parte estaría dedicado a los
últimos días de su vida. No existe ninguna biografía de él hecha de
forma debida.
Sin embargo, aquella vida es la vida más influyente de alguien
en nuestro planeta y esta influencia continúa en aumento.
Nacimiento, niñez y juventud de Jesús: Jesús nació en un
pesebre en Belén, nombre asociado con el nombre de David, el rey
más amado por los judíos, y fue criado en Nazaret. Su familia fue
humilde. Por los nombres de sus hermanos, que han llegado has-
ta nosotros, deducimos que la familia mantenía viva la tradición
macabea y que eran leales a la fe judaica.
La familia era profundamente religiosa y eso puede apreciarse
en algunas evidencias como: el relato de la concepción y naci-
miento de Jesús en el Evangelio según Lucas, mucho de lo cual
debe provenir sólo de la madre, María; el otro relato de su naci-
miento, en el Evangelio según Mateo, el cual se presume viene de
parte de José.
La delicadeza de los relatos, la hermosura y el profundo sen-
timiento religioso de la natividad, parecen reflejar el carácter de
María de quien se dice “guardaba todas estas cosas, meditándolas
en su corazón”; el hecho del parentesco de María con la madre de
Juan el bautista, el cuidadoso cumplimiento de la ley judaica en
la circuncisión y en la ceremonia de consagración de Jesús en el
templo y la costumbre de María y José de ir cada año a Jerusalén a
la fiesta de la Pascua, demuestran su religiosidad.
Por eso, no es de sorprenderse que Jesús formara la costumbre
de frecuentar la sinagoga, que aprendiera a leer, que su lectura
principal fuera en los libros sagrados de su pueblo y que, aun a
la edad de doce años, hubiera meditado profundamente en los
problemas presentados en aquellos libros. Como, después de que
Jesús empezó su carrera pública, no se hace mención de José como
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Aunque Jesús tenía mucho que decir acerca del reino de Dios,
con lo que Él enfatizaba las relaciones de los hombres uno con otro,
Él estaba profundamente interesado en los individuos. Para él, no
se debería permitir que el respeto judaico por el sábado impidiera
que se ayudase a los individuos, si esto quería decir sanarlos o ali-
viar su hambre. Él declaró que había “venido a buscar y a salvar lo
que se había perdido” y por esto quería decir al individuo.
Su relación sin igual con Dios: Una de las cuestiones más difí-
ciles y discutidas acerca de Jesús es, qué se consideraba a sí mismo.
¿Se consideraba a sí mismo el Mesías? ¿Por qué a menudo se lla-
maba el Hijo del Hombre? Durante siglos la cuestión de la relación
de Jesús con Dios ha ocupado las mentes más eruditas entre sus
seguidores. Si somos atentos a los documentos evangélicos, Jesús
se consideraba a sí mismo y a su mensaje como inseparables.
Jesús tenía una relación con Dios tan intensa que no ha conocido
jamás otro ser humano. Aunque no tuviésemos las declaraciones
en el Evangelio según Juan, como las que lo describen como el
Logos, y aquellas en las que Jesús declara que Él y el Padre son uno,
tendríamos la asombrosa afirmación de Jesús conservada en Mateo
en la que declara que todas las cosas le han sido entregadas por el
Padre, que nadie conoce al Hijo sino el padre y que nadie conoce
al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelarlo. Esto
fue corroborado por la autoridad consciente con que hablaba Jesús.
Mientras declaraba que no había venido para destruir la Ley y los
Profetas, dijo enfáticamente que vino a cumplirlos.
Asimismo, en contraste con los profetas judíos quienes se consi-
deraban como voceros de Dios y quien con sus palabras expresaban
“así dice el Señor”, Jesús repetidas veces usaba la expresión “yo os
digo”, asumiendo tranquilamente que Él tenía derecho inherente a
hablar así. Esto fue una de las causas de la ira que Él despertó entre
los dirigentes religiosos de los judíos, pues ellos lo consideraban
blasfemo cuando tomaba para sí las funciones de Dios. En más de
una ocasión los enfureció cuando declaró perdonados los pecados
de un individuo.
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Tan sin igual era la relación de Jesús con Dios, que aun sus dis-
cípulos no entendieron con facilidad esto. Una muestra es Pedro,
quien después de haber confesado que Jesús era el Hijo del Dios
viviente, no puedo asimilar la cruz y la resurrección y por eso tuvo
que ser reprendido. Luego de estos acontecimientos es que sus
íntimos empezaron a ver lo que era inseparable de su misión y a
comprender quién y qué fue Jesús en realidad.
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Unidad II:
Encuentros y desencuentros
en la Iglesia Primitiva
T
ratar de escribir la historia del cristianismo es un asunto
complejo, puesto que muchas veces debemos acudir a las
presuposiciones, por una parte, mientras que por otra,
luchamos por ser objetivos y contar lo que realmente ocurrió. En
este sentido, cabe mencionar que lo que se presenta a continuación
no es una simple repetición de hechos que acontecieron, sino una
interpretación histórica.
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nente del Espíritu Santo era considerada por los cristianos como
un rasgo esencial de su vida y su fe.
Los creyentes con su experiencia de Jesús y del Espíritu Santo
ampliaron y enriquecieron el concepto de Dios. Seguían creyendo
en Dios y lo llamaban Padre, pero también creían en Jesús, que era
Dios mismo, que se había hecho carne.
También estaban convencidos de que el poder que hallaron
obrando en ellos y dentro de la comunidad cristiana, era Dios.
Aunque los primitivos cristianos eran de antecedente judío y
habían sido instrui dos en la afirmación de un solo Dios, eran cons-
treñidos, para sorpresa suya, a pensar en Dios como Padre, Hijo
y Espíritu Santo, Tres en Uno. Los problemas intelectuales susci-
tados por aquella iluminación habían de ser de interés perpetuo y
vinieron a ser temas principales del pensamiento cristiano, pero
también de gran controversia.
Los efectos de la resurrección y la venida del Espíritu Santo
sobre los discípulos fueron de gran importancia. De hombres y
mujeres desalentados y desilusionados, llegaron a ser una com-
pañía de testigos entusiastas de Cristo. Desde ellos, la fe se exten-
dió rápida y espontáneamente a muchos centros del mundo gre-
coromano y aun más allá.
Los discípulos, como hombres y mujeres, cristianos de todos
los siglos, continuaban siendo humanos. Sin embargo, en ellos
hubo un poder, una vida que les vino por medio de Jesús, el cual
obraba una transformación moral y espiritual, que resultó ser
contagiosa. Esta vida de santidad fue consecuencia del bautismo
en el Espíritu Santo y fue también lo que marcó distintivamente a
los primeros cristianos. El relato de la operación de aquel poder y
aquella vida en los siglos siguientes es la historia del cristianismo.
La comunidad cristiana de Jerusalén tuvo un rápido crecimien-
to. Pronto incluyó a judíos que habían vivido en la dispersión, así
como a nativos de Galilea y Judea y aun a algunos de los sacerdo-
tes hebreos. El conjunto de cristianos adoptó el nombre iglesia que
viene de la Septuaginta, donde se emplea para indicar el conjunto
del pueblo de Israel como una congregación divinamente llamada.
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EL PENTECOSTÉS Y LA
IGLESIA EN EL MUNDO GENTIL
Por otra parte, Pedro llegó a Jope, ciudad costera, donde resu-
citó a Dorcas y permaneció por algún tiempo en casa de Simón que
era curtidor. Su estadía con un curtidor demostraría que ya esta-
ba libre de las costumbres judías, pues este hombre por su oficio
sería considerado inmundo. El apóstol tuvo aquí una visión de un
gran lienzo, el cual contenía toda clase de animales una voz habló
a Pedro: “Lo que Dios limpió no lo llames tú inmundo”. Inme-
diatamente, llegaron mensajeros de Cesarea, pidiendo a Pedro
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6 De Sobrino, José A. Así fue la Iglesia Primitiva. España: Bibloteca de autores cristia-
nos, 1986., p. 122.
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Organización y administración
Cuando la iglesia comenzó en Jerusalén se gobernaba por un
concilio de apóstoles, quienes la guiaban en el poder y la sabidu-
ría del Espíritu Santo. No había ancianos, diáconos, ni obispos;
no había sínodos, distritos, parroquias, juntas, asambleas. La
estructura de gobierno se desarrolló según se iban presentando
las necesidades. La organización, por lo tanto, era muy simple.
La dirección de la congregación de Jerusalén estaba al principio
en manos de Pedro, y en menor grado de Juan. Compartían con
ellos toda la compañía apostólica como un cuerpo directivo pero
dudosamente organizado como lo intenta presentar Hechos.
Esto es deducible debido a los desencuentros internos que
tenían que enfrentar y que, desde luego fueron resueltos después
de consultas entre ellos. Así por ejemplo, tenemos el primer desen-
cuentro producido porque las viudas de los griegos no eran aten-
didas en la distribución diaria y que es narrado en Hechos 6. Eso
dio como resultado que se nombren los primeros ministros (fuera
de los doce) con una comisión, aunque no está claro si este fue
el inicio del diaconado como lo conocemos en la actualidad. Lo
que conocemos es que este oficio fue desarrollado por hombres y
mujeres.
Acerca del ministerio del diaconado no se sabe cuándo y cómo
se originó. Puede haber surgido por la necesidad que sentían los
“ancianos” de ser ayudados en la administración de los asuntos
materiales de la iglesia. En todo caso se sabe que este cargo no
comenzó con el nombramiento de los siete diáconos menciona-
dos en el capítulo 6 de Hechos. Es cierto que el trabajo que se
les encomendó era una función para diáconos, pero a ellos, sin
embargo no se les llamó diáconos. No hay ninguna indicación de
que continuaran en la ocupación de proveer para los pobres en la
congregación. Dos de ellos, Esteban y Felipe, aparecieron como
figuras importantes en la predicación del evangelio. En Hechos
21:8 a Felipe se lo llama evangelista. Así que, no existen razones
para creer que el cargo de diácono comenzó con los siete.
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tal vez en todas las iglesias, los títulos de ancianos y obispos eran
permutables dentro del mismo puesto oficial.
La primera diferencia entre ancianos y obispos la tenemos
en las cartas de Ignacio, obispo de Antioquía en Siria, escritas
alrededor del 115 d.C. Hallándose en camino hacia Roma como
prisionero, para morir como resultado de su testimonio y activi-
dad dirigente, escribió cartas a las iglesias de Asia Menor en Efeso,
Magnesia, Tralles y Filadelfia; a Policarpo, obispo de Esmirna y
a la iglesia en Roma. En todas estas cartas, excepto en la enviada
a Roma, donde no había obispo, se exhorta a los creyentes a que
obedezcan y sean leales al obispo local. Ignacio, en estas cartas
deja ver algo de la organización de las iglesias y del concepto que
él tenía sobre la misma. Se evidencia que en varias iglesias había
un solo obispo.
Ignacio ordenaba obediencia al obispo, y hablaba de pres-
bíteros y diáconos como si ellos fueran oficiales reconocidos en la
iglesia y mandó que se les obedeciera a ellos también. Nada había
de hacerse sin el obispo y la Santa Cena había de ser administrada
o por el obispo o por alguna persona a quien el obispo hubiese
encargado esa función.
En esos días el cargo de obispo era el de “anciano líder” en una
congregación o el de líder de todas las iglesias de la ciudad. Esta
última era la posición de Ignacio en Antioquía y de Policarpo en
Esmirna. Esos obispos eran llamados “monárquicos” lo que signi-
fica “gobierno por un solo individuo”.
Las razones por las que elevaron el oficio a obispo en diferen-
cia al cargo de ancianos son las siguientes:
• La administración de la iglesia lo requería.
• La persecución.
• La aparición de herejías.
Es así como surge el obispo metropolitano. Con el tiempo, el
obispo de la iglesia en una ciudad capital de una provincia romana
vino a ser considerado como la cabeza de toda la iglesia en la pro-
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Historia Eclesiástica I
El lugar de reunión7
Durante los dos primeros siglos después de Cristo, los cristia-
nos no tuvieron edificios eclesiásticos, en razón de que no podían
poseer propiedades por no tener una posición legal en el Imperio
Romano. Las congregaciones cristianas se reunían en casas de
familia donde desarrollaban su vida como comunidad de fe.
Tres grandes acontecimientos en la historia del cristianismo neo-
testamentario ocurrieron en una casa de Jerusalén: La última cena de
Jesús con sus discípulos (Marcos 14:12-26); las apariciones del Jesús
resucitado a los apóstoles (Juan 20:14-29) y la venida del Espíritu
Santo (Hechos 2). En el Nuevo Testamento se mencionan muchas
“casas” en las que se reunía la Iglesia Primitiva y se dan los nombres
de sus dueños:
En Filipos fue Lidia (Hechos 16:40); en Corinto, Justo (Hechos
18:7); en Roma, Epeneto, Asíncrito, Flegonte, Hermas, Patrobas,
Hermes, Filólogo, Julia, Nereo y Olimpas (Romanos 16:5,14, 15);
en Efeso, Aquila y Priscila, entre otras. Estas iglesias caseras fue-
ron características del período neotestamentario y hasta el segun-
do siglo. Los primeros cristianos se sentían felices al reunirse en
sus propias casas.
Los paganos tenían templos, los judíos, sinagogas, pero los cris-
tianos eran algo nuevo e ilegal, no tenían reconocimiento oficial y
eran sospechosos. La única propiedad privada de las iglesias fueron
las tumbas, allí se reunían especialmente en tiempos de persecución.
Fueron pues, entonces, estas iglesias caseras las que expandieron el
cristianismo por todo el mundo romano y más allá también.
Pensamientos filosóficos
En esta época debemos considerar las siguientes corrientes filo-
sóficas:
7 Deirós, Pablo A. Historia del cristianismo. El Paso: Casa Bautista de Publicacio nes,
1985., pp. 9-12.
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ESTOICISMO
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LOS APORTES DE
FILÓN DE ALEJANDRÍA
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Personajes destacados
La iglesia naciente contaba con hombres de gran personalidad
y fuerza que no tenían temor de manifestar y defender su fe fren-
te a las autoridades de aquel tiempo. Entre estos personajes des-
tacados de la Iglesia Primitiva tenemos a los apóstoles Pedro y
Pablo. Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, la iglesia iba
creciendo cada vez más, y estos personajes jugaron un papel muy
importante.
EL APÓSTOL PEDRO
EL APÓSTOL PABLO
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Unidad III:
Encuentros y desencuentros
en la Iglesia Patrística
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l cristianismo se iba extendiendo cada vez más e iba desa-
rrollando sus organizaciones y perfeccionando sus pensa-
mientos en cuanto a la fe, al mismo tiempo que surgían
divisiones en sus filas.
En la época patrística o de los padres de la iglesia también se
estaban formulando procesos y normas para el ingreso a la iglesia.
Las formas de culto se estaban desarrollando y elaborando para
alcanzar y conservar los ideales cristianos.
Asimismo, son notables los escritos de los padres de la iglesia,
de los apologistas, el surgimiento de las herejías y controversias
y la ampliación de las persecuciones por parte de las autoridades
romanas 8.
A continuación desarrollamos los encuentros y desencuentros
que marcaron la historia del cristianismo desde esta época hasta el
futuro.
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EL PASTOR DE HERMAS
LA CARTA DE BERNABÉ
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El énfasis incorrecto
sobre las buenas obras
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La oposición al cristianismo:
Los apologistas y la persecución
Algo que debemos indicar como muy significativo en la exten-
sión del cristianismo, fue el hecho de que en sus tres primeros
siglos, éste se halló frente a una persecución tan fuerte y severa,
que llegó a lo máximo en el siglo cuarto. Pese a todas estas circuns-
tancias, el cristianismo crecía más y más.
En el principio, los principales perseguidores eran los que se
aferraban al judaísmo y se contrariaban por la manera en que
sus instituciones eran menoscabadas por los cristianos, a quienes
consideraban una secta. Con la separación del judaísmo y el cristia-
nismo, la mayoría de los convertidos eran gentiles, sin embargo,
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Este fue más benévolo con los cristianos que todos los empe-
radores anteriores. Durante este reinado los cristianos podían pre-
sentarse como una “corporación” legal, y por esto adquirir bienes.
Es así como los cristianos empezaron a levantar sus edificios para
llevar a cabo sus cultos.
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LOS MONTANISTAS
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LOS NOVACIANOS
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Controversias doctrinales
de este período
El desvío de la norma apostólica en este período fue originado
por la influencia de cuatro sectas que van a influir en el cristianis-
mo, y van a causar gran daño y confusión a los creyentes. Según
Muirhead9, estas sectas fueron: Los ebionitas, los gnósticos, los
maniqueos y los monarquianos.
LOS EBIONITAS
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LOS GNÓSTICOS
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LOS MANIQUEOS
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LOS MONARQUIANOS
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Organización y administración
Junto con los cambios en la vida cristiana, hubo también cam-
bios en la organización y en la forma de administrar las iglesias.
En los tiempos de Ireneo no había habido distinción entre los
títulos de “presbíteros” y “obispos”, siendo empleados estos como
sinónimos. Más adelante, como consecuencia del crecimiento de
la iglesia, éstos designaron dos funciones distintas. Los obispos se
convirtieron en los presidentes de los cuerpos de presbíteros.
Al finalizar este período encontramos además, una gran canti-
dad de oficiales subalternos, como subdiáconos, lectores, acólitos,
confesores, celadores y exorcistas. Poco a poco las ceremonias sen-
cillas fueron tomando incremento y énfasis, lo mismo que la idea
de la unidad orgánica ocupaba el lugar de la unión espiritual. Así,
resultó que el poder local quedó en las manos de los obispos para
asegurar el orden en la comunidad. También se verificó la centra-
lización del poder supremo en un jefe de la iglesia universal. Si la
iglesia había de ser una unidad externa y orgánica necesitaría de
alguien que interpretase sus leyes y mantuviese el orden entre los
obispos en general.
Desde el tiempo de Cipriano (250 d.C.) en adelante, esa idea
ganó terreno rápidamente. Fue así como se dieron los primeros
pasos para la doctrina de la supremacía de la iglesia de Roma
como centro de una unidad de una iglesia universal.
Personajes destacados
de la época
En esta época se destacaron ciertos hombres dotados de gran
capa cidad intelectual. Estos personajes hicieron grandes contri-
buciones a la iglesia por medio de sus escritos, ayudando así al
desarrollo de la grandes doctrinas cristianas. Entre los personajes
más destacados de la época tenemos a Tertuliano, Clemente de
Alejandría, Justino Mártir, Ireneo, Hipólito y Orígenes.
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TERTULIANO
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA
JUSTINO MÁRTIR
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IRENEO
Nació en Asia Menor por los años 130 al 135 d.C., habiendo
siendo discípulo del anciano Policarpo, quien a su vez había sido
discípulo del apóstol Juan.
Fue educado en filosofía, en los clásicos griegos, en las Sagradas
Escrituras y en la literatura eclesiástica de los períodos anteriores.
Era un hombre piadoso, celoso de su fe y de vida sencilla. En un
tiempo de gran persecución asumió el pastorado de la iglesia de
Lyon, donde se portó fiel y valerosamente. Ireneo escribió cinco
libros, exponiendo y refutando las doctrinas de las diversas sectas
gnósticas, explicando cabalmente la doctrina cristiana. Combatió la
enseñanza de los gnósti cos y enseñó la doctrina del libre albedrío
del hombre.
HIPÓLITO
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Libro para el Estudiante
Historia Eclesiástica I
ORÍGENES
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Historia Eclesiástica I
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Historia Eclesiástica I
Unidad IV:
Encuentros y desencuentros
en la Iglesia Imperial
E
ste período comenzó con el triunfo de Constantino ganando
para sí el Imperio Romano. Antes de su famosa batalla con-
tra Majencio, Constantino dijo que había visto en los cielos la
forma de una cruz con la siguiente inscripción: In hoc signo vinces,
esto quiere decir: “En esta señal vencerás”. Y puesto que, en la
mencionada batalla venció, comenzó a beneficiar al cristianismo.
Así, en el año 313 d.C., Licinio y él promulgaron el famoso decreto
de tolerancia religiosa refiriéndose especialmente al cristianismo.
Este decreto es conocido también como el decreto de Milán.
Sin embargo, debemos notar que Constantino no hizo que el
cristianismo fuera la religión establecida del imperio, sino que se
limitó a reconocerla con tolerancia y favores especiales. Después de
Constantino es cuando llegó a ser la religión establecida. En otras
palabras, este gobernante sólo proclamó la libertad de conciencia en
cuestiones religiosas. El mismo se decía convertido al cristianismo.
No debemos culpar a Constantino por lo que hicieron sus sucesores
para establecer el cristianismo como la religión del Estado; pero lo
que no podemos negar es que esta religión favorecida por el empe-
rador y él mismo como cristiano, contribuyeron a la apertura de las
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puertas para que todo el mundo pagano entrara, inclusive con sus
supersticiones.
En el Oriente, por ejemplo, gran número de templos paganos
fueron confiscados y dedicados al servicio de los cristianos. Tam-
bién, como Constantino se diera cuenta de que entre los cristia-
nos se guardaba el primer día de la semana, siendo considerado
santo por causa de la resurrección de Cristo, promulgó un edicto
para que ese día fuera considerado de fiesta religiosa en todo el
imperio. Aquí debemos considerar que, Constantino promulgó el
decreto porque vio que los cristianos guardaban el domingo, recor-
demos que la iglesia era gentil en este tiempo, y que no guardaba
el sábado como los judíos.
Posteriormente, Constantino comenzó a considerarse cabeza
del cristianismo o Sumo Pontífice que era un título del paganismo,
con lo que intervino en la convocación de concilios y cuestiones
religiosas. Todo esto trajo gran confusión dentro del cristianismo,
puesto que, comenzaron a mezclarse costumbres paganas con cos-
tumbres cristianas. Una de estas era dar los nombres de virgen y
de santos a las divinidades de las religiones falsas. El cristianismo
se fue haciendo tan popular que, se fundió íntimamente con el
paganismo entrando en esta época en un verdadero peligro para
el cristianismo.
En el año 330 d.C., Constantino trasladó la sede de su gobier-
no imperial a Bizancio, principalmente por estar disgustado con
el paganismo que aún prevalecía en Roma. La elección de Cons-
tantinopla (la ciudad aún estaba en construcción cuando éste
murió) como la nueva capital, afectó profundamente el curso de
la historia. Uno de los resultados fue un imperio dividido y una
iglesia también dividida, a pesar del esfuerzo de Constantino para
hacer de la sede del nuevo gobierno el verdadero centro del cris-
tianismo. Construyó en la nueva capital del imperio magníficos
templos cristianos, trajo de todas partes del mundo obras de arte
y elevó al obispado de Constantinopla a una posición igual a la del
obispo de Roma.
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Desarrollo de la teología:
Controversias doctrinales y
movimientos que intentaron
restaurar la doctrina
La persecución y la lucha por la propia existencia del cristianis-
mo durante los tres primeros siglos no permitieron que los cris-
tianos tuviesen tiempo para razonar mucho sobre las doctrinas
fundamentales de sus creencias. Pero una vez que vino la paz,
comenzaron a hacerlo, es así que, se produce la sistematización de
las doctrinas cristianas, ya que, fueron presionados por una parte
por el gnosticismo y por otra, por las disidencias en las filas de los
mismos cristianos.
En este período se desarrollan las doctrinas cristianas bajo
la influencia de la cultura clásica, en especial de la filosofía. Las
fuentes de discusiones fueron las Sagradas Escrituras, inclusive
los libros apócrifos y la tradición, los cuales determinaban el
contenido de la Biblia y la interpretaban. El proceso fue la contro-
versia, provocada principalmente por los orientales, y las reso-
luciones convertidas en fórmulas de doctrinas por los concilios
ecuménicos, los cuales fueron considerados como inspirados y su
aceptación necesaria a los que quisieran salvarse.
Sin embargo, debemos indicar que, algunas veces estos conci-
lios provocaron intrigan y violencia que terminaban en cismas,
pero aún así fueron aceptados como leyes del imperio y en la
mayor parte de los casos fueron apoyados por el poder imperial.
Los concilios reconocidos de esta época fueron los siguientes:
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CONTROVERSIAS DOCTRINALES
DE ESTE PERÍODO
El arrianismo
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El nestorianismo
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Los monofisistas
El pelagianismo
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11 Lacy, G. H. Breve historia del cristianismo. EE. UU: Casa Bautista de Publicacio
nes, 1962, pp. 35-36.
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Los donatistas
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Los jovianistas
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Los iconoclastas
En el comienzo del siglo VIII, la adoración de imágenes ya
estaba sumamente extendida. Sin embargo los judíos, mahome-
tanos, monofisitas y un pequeño grupo de cristianos de las iglesias
oficiales le hicieron una tenaz oposición. Y mientras duraba esta
larga y sangrienta controversia, en Oriente la reforma se intentó
por medio del emperador León, quien prohibió en el año 726 d.C.
la adoración de las imágenes, ordenando que fuesen retiradas de
las iglesias. Estos decretos fueron ejecutados violentamente con
apoyo del ejército, pero el patriarca de Constantinopla, Germano,
se negó a cumplir las órdenes imperiales por lo cual fue preso y
desterrado.
Igual suerte tuvieron los monjes que persistían adorando imá-
genes, cuando en el año 780 d.C., Irene subió al trono como regen-
te por su hijo Constantino quien entonces era un niño. Pero ella,
convocó el Sínodo de Nicea en el 787 d.C., el cual se declaró a favor
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12 Gonzaga, Javier. Concilios Tomo I. USA: International Publications, 1965., pp. 33-35.
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El reinado Carlovingio
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Los monasterios
y su desarrollo
Después de que el cristianismo llegó a dominar el imperio,
la mundanalidad entró en la iglesia y llegó a prevalecer. Muchos
que anhelaban una vida más elevada estaban descontentos con el
mundo que les rodeaba, comenzaron a retirarse del mundo. Ya
fuese solos o en grupo, habitaban en retiro, procurando cultivar la
vida espiritual por medio de la meditación, la oración y los hábitos
ascéticos. Este espíritu monástico empezó en Egipto.
En la Primitiva Iglesia Cristiana no encontramos casos de vida
solitaria, pero podemos considerar a Antonio como su fundador,
pues en el año 320 d.C., llamó la atención con su vida y sirvió
de ejemplos a miles. Vivió solo por espacio de muchos años en
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Personajes destacados
de este período
Vamos a continuación a nombrar a algunos de los dirigentes más
destacados de este período; de acuerdo a Hurlbut14, éstos fueron:
14 Hurlbut, Jesee (et. al.). La historia de la iglesia cristiana. EE. UU.: Editorial Vida,
1989., pp. 87-89.
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Unidad V:
Encuentros y desencuentros
en la Iglesia Medieval
E
sta etapa comprende los mil años transcurridos desde la
caída de Roma hasta el principio de la Reforma Protestante.
Debemos destacar que este período constituye una transi-
ción de la civilización grecorromana a la civilización romano- ger-
mánica, la cual ejercerá su dominio en el mundo occidental. Así,
el cristianismo medieval se limitó casi exclusivamente a este sector
del mundo.
Los pueblos teutónicos y latinos se dedicaron a desarrollar
la civilización en lo que correspondió a Italia, España, las Galias,
Gran Bretaña y Alemania, puesto que los dos siglos de destrucción
por parte de los invasores bárbaros habían constituido sólo catás-
trofes para el mundo de aquella época. En el oriente la situación
fue todavía mayor, pues la fuerza de la iglesia estaba debilitada
y la cruz del cristianismo era suplantada por la luna creciente del
islamismo.
Aunque es común considerar la Edad Media como una fase
histórica de estancamiento y retroceso, no debemos olvidar que
en los diez siglos que la constituyen, se desarrolló lentamente un
nuevo vigor que transformaría, siglos después, las instituciones
políticas, sociales y religiosas modificándolas y adaptándolas a la
civilización moderna.
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La separación de las
iglesias latina y griega
El mayor desencuentro lo constituye este evento. Desde tiempos
atrás habían existido diferencias notables en doctrinas y prácticas
en las iglesias latina y griega. Estas diferencias fueron aumentando
con el curso del tiempo, y con eso dificultando más y más el acer-
camiento entre los dos pueblos. Mientras que el oriente paralizaba
sus fuerzas y circunscribía su campo de actividades, el occidente
continuaba desarrollándose en su esfera secular y eclesiástica. Se
llegó entonces a la conclusión de que las diferencias eran de carác-
ter religioso, rompiéndose definitivamente los lazos fraternales en
el año 867 d.C.
Desde esta fecha en adelante, se trabó una lucha sin tregua
entre oriente y occidente, hasta que en el 1054 d.C., el Papa León
IX y el patriarca Miguel Cerulario, se excomulgaron mutuamente,
junto con sus seguidores, condenándolos a la perdición, pena que
aún no ha sido revocada.
Entre las diferencias de prácticas podemos anotar: La Iglesia
Oriental permite el matrimonio del clero, la Iglesia Occidental
no lo permite; en el occidente los sacerdotes se afeitan, entre los
de oriente se dejan crecer la barba; los de occidente llenan sus
templos de imágenes, los de oriente usan nada más que cuadros
representativos de diversos santos; en oriente se practica la inmer-
sión triple, en occidente se bautiza mayormente por aspersión; las
fechas de la celebración de Navidad son distintas.
Entre las controversias doctrinales tenemos: La controversia
cuar todecimana, la procedencia del Espíritu Santo y la adminis-
tración de la iglesia.
Una de las controversias más largas que sostuvieron estas dos
iglesias tiene que ver con la celebración de la pascua. Se refería
al día de la semana en el cual debía conmemorarse la muerte del
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El progreso y la decadencia
del poder papal
La coronación de Carlomagno marcó un nuevo período en la
historia político-eclesiástica de Europa, ya que, los dos poderes
aparecen íntimamente ligados en busca del ideal común de pode-
río y dominio. Sin embargo, el desarrollo del poder papal aunque
siempre ascendente, no era constante, pues hubo fuertes príncipes
que lo resistieron, así como príncipes débiles que se sometían a
él. También algunos Papas fueron débiles y otros inmorales, espe-
cialmente entre 850 y 1050 d.C., éstos desacreditaban su puesto,
aun en el tiempo más elevado de su supremacía. De estos Papas
merecen destacarse, de acuerdo a Muirhead15 los siguientes:
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Las cruzadas
Las cruzadas fueron expediciones más bien de carácter mili-
tar, llevadas a cabo por los cristianos de los siglos XI, XII y XIII,
con el objeto de liberar a Palestina del poder de los infieles. Esta
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Esta orden fue fundada en 1209 d.C. por San Francisco de Asís.
Se expandió desde Italia a todas partes de Europa, inclusive se
estableció una orden paralela femenina por Clara de Asís que se
llamó “Las Claras Pobres”.
Ellos se dedicaban al cuidado de los enfermos, de los pobres
y los sufrientes. Así, se dice que durante la peste negra, plaga que
casi acabó con Europa en el siglo XIV, más de 120.000 monjes y
monjas franciscanos murieron mientras prestaban ayuda a los
moribundos y enfermos.
La caída de Constantinopla
La caída de Constantinopla ocurrió en 1453 d.C. Esta fecha ha
sido fijada por los historiadores como el punto de división entre
los tiempos medievales y modernos. El Imperio Griego nunca se
recobró de la conquista de los cruzados en 1204 d.C., pero aunque
las fuertes defensas naturales y artificiales protegieron por mucho
tiempo a la ciudad de los turcos, finalmente ésta fue tomada por
Mahoma el Segundo.
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El principio de la
reforma religiosa
El término “Reforma” se refiere a la convulsión religiosa que des-
truyó la unidad de la iglesia cristiana en Europa occidental durante
el siglo dieciséis, y que dio origen a principios religiosos que han
regido a las iglesias protestantes y evangélicas: “Sola fe, sola gracia,
sola Escritura” y el sacerdocio universal de los creyentes.
En general, la Reforma se produjo por las siguientes catego-
rías, según Amaya17:
1. El dogma de la iglesia.
2. Prácticas eclesiásticas.
3. Prácticas populares.
4. Abusos eclesiásticos.
17 Amaya, Isamael E. Los forjadores de nuestra fe. EE. UU.: Logoi, 1982., pp. 14-24.
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Personajes destacados
de este período
Entre los grandes personajes de este período podemos nom-
brar a los siguientes:
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BERNARDO DE CLAIRVAUX
(1091-1153 D.C.)
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Bibliografía
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Notas
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