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2: Víctor Manuel “El Frente” Vital, el ladrón más popular en los suburbios del norte del

Gran Buenos Aires. Tenía diecisiete años, y durante los últimos cuatro había vivido del robo,
con una
diferencia metódica que lo volvería santo; lo que obtenía lo repartía entre la gente de la villa: los
amigos, las doñas, las novias, los hombres sin trabajo, los niños
lo consideraban tan poderoso como para torcer el
destino de las balas y salvar a los pibes chorros de la metralla. Entre los trece y los diecisiete
años el
Frente robaba al tiempo que ganaba fama por su precocidad, por la generosidad con los botines
conseguidos a punta de revólveres calibre 32
murió tras una persecución q lo llevo a una casa abandonada donde un cana le descargo el
cargador del revolver al frente

3:los del FRENTE VITAL contra los Sapitos, una banda de lo que en
la villa llaman “ratas” o «rastreros”, pibes que sacados por las pastillas roban en el mismo lugar
en el
que viven. tambien estaban “los Chanos”, un rosario de
hermanos dedicados a vender cocaína que habían abierto cada uno su propio kiosco, varias
bocas
de expendio concentradas en unos cien metros cuadrados.El Tripa era uno más en la familia de
los chanos El Tripa era la antítesis del Frente
Vital
4: Porque El odio a la policía es quizás el más fuerte
lazo de identidad entre los chicos dedicados al robo. No hay pibe chorro que no tenga un caído
bajo
la metralla policial en su historia de pérdidas y humillaciones. Para estos chicos la muerte de su
amigo es una de esas heridas que se saben incurables; con las que se aprende a convivir: se
veneran, se cuidan, se alivianan con algún ritual, se cuecen con el recuerdo y con las lágrimas.
Y
como si el destino hubiera querido preservarlos o privarlos del momento fatuo del velorio y el
funeral
de un ser adorado, los tres estaban presos el día que un policía bonaerense asesinó al ídolo “el
frente “
5. Cuando me mueran quiero que me toquen cumbia es un relato de Cristian Alarcón,
reconstruye la vida y la muerte de los jóvenes lúmpenes del conurbano bonaerense. El texto no
es una investigación periodística clásica, un relato donde el autor quedó inevitablemente
atravesado por los personajes que entrevistó y el ámbito socio-económico de la villa San
Francisco de San Fernando (la 25). Narra la historia de Víctor Manuel "El Frente" Vital, que
evoca la relación entre los villeros y el accionar del aparato policial. Considerado “el Santo de
los pibes chorros”, el ídolo pagano, es una especie de Robin Hood, defensor de los marginales
de las villas del suburbano bonaerense. Una persona que se convierte post mortem, en un
personaje literario y reflejo de la realidad social donde la violencia, el robo y la muerte son el
destino inevitable de toda una generación excluida. “El Frente Vital mantenía los códigos de la
vieja delincuencia, ya caducos en un territorio donde el paco y el alcohol borraron todo rastro de
lealtad y valor, y solo queda la supervivencia a cualquier precio”. La tarea del escritor será
entonces la de reflejar el mito pero también todo aquello que lo rodea: su anillo ideológico, lo
que confluye y representa como figura mítica. Un delincuente que fue muerto cuando aún no
salía de la adolescencia. El relato aparece exento de códigos externos como el sociológico y se
encuentra más bien inmiscuido en las vivencias interiores de ese territorio. Un lenguaje que
describe con cuidadosa pluma ese microcosmos, pero que no aspira a su interpretación como
clausura de su decir sino como un legitimar de aquel código de los pibes chorros. El autor ha
destacado la importancia de la cumbia villera en su relato: “La cumbia villera es una pátina que
reviste a esa vida de un tono melodramático y de algún modo mejora las condiciones de esa
vida. No es que la haga glamorosa, apenas la hace soportable. Los pibes chorros necesitan
recrear en el boliche su condición de grupo dominante, al igual que en el territorio del barrio. El
libro trata de tener esa cadencia, de sonar desde el título al compás del fenómeno. Que es una
cultura con ciertos territorios, con amigos y enemigos, drogas, familiares, robos y odio a la
policía, entre otras cosas”.

más.
Víctor Manuel “El Frente” Vital era uno de esos pibes. Nacido en la transición democrática,
fallece a los 17 años vía lo que conocemos como “gatillo fácil”[1] en una villa de San Fernando.
Desde entonces, lo que constituía otro joven atrapado por las balas de la Bonaerense asesina da
paso a la increíble generación de un mito que Cristian Alarcón revela en toda su magnitud en el
extraordinario “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia”. Publicado por Editorial
Norma en 2003, “Cuando me muera…” es una brillante radiografía de los cambios sociales que
experimentó nuestro país, visualizados a través de los “pibes chorros”, esa denominación
despectiva que utiliza una mayoría social y que aquí Alarcón resignifica presentando el contexto
de su accionar y las variaciones en sus metodologías (con una frondosa investigación cualitativa
alrededor del famoso tema de los “códigos”)

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