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Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que
la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio.
Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar
y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo
murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus
hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus
muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando.
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para
mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de
paseo al río de los pirules. Los ishtos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre
los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa a las voladas, como si trajera
gran prisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma
guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se
estaban ahogando.
Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el
agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían
muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el
diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas
habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río
y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.
Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de
ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y
cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán
mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la
veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y
gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que
con alaridos buscaba a sus hijos.
Las mujeres cerraban las ventanas, y al trasnochador que venia con copas, hasta la borrachera se
le quitaba al ver aquel carro que conducía un espectro, donde iba la llorona, del carruaje salían
grandes llamaradas y se escuchaba una largo y triste gemido de una mujer, un esqueleto vestido
de negro, el que guiaba el carruaje, jalado por caballos briosos. Un día, cuatro amigos, haciéndose
los valientes, quisieron seguir al carruaje que corría a gran velocidad por céntrica calle de
Aguascalientes que daba al río pirules.
Ellos la seguían, temblando de miedo, pero dándose valor con las copitas, dio un último grito de
tristeza y dolor ¡ Aaaay mis hijos ¡ y desapareció con todo y carruaje.
EL SOMBRERON
Se dice que el Sombrerón es un ser maligno muy galante, enamorado y seductor empedernido, y
que sabe entrar a las casas sin abrir las puertas. Aparece a la hora del crepúsculo y recorre las
calles y los barrios de la ciudad. Cuando ve a una hermosa jóven de ojos grandes y cabello largo,
amarra su mula al poste de la casa donde vive ésta, toma su guitarra y empieza a cantar una
ranchera que acompaña con el taconeo de sus botas. Si la mujer se asoma a su ventana al
escuchar la música y mira al Sombrerón, caerá irremediablemente bajo el embrujo de su dulce
voz. A partir de ese momento el Sombrerón la visitará todas las noches para darle serenata, hasta
ganarse su alma.
Las víctimas del Sombrerón parecen hipnotizadas, tienen la mirada perdida y solo piensan en la
música de su enamorado. Dejan de comer y dormir, y muchas veces amanecen con el cabello
trenzado. Es muy difícil que una mujer hechizada por el Sombrerón salga del embrujo por sí
misma, ya que casi nunca reconocen su estado y terminan muriendo de inanición. Por eso es
importante siempre estar atentos con el comportamiento de hijas, sobrinas y hermanitas, ya que
si el Sombrerón ha elegido a una de ellas para llevarse su alma dependerá de uno deshacer el
maleficio. La única manera de salvarle la vida es cortándole muy corto el cabello, ya que esto no le
gustará al Sombrerón y la dejará de buscar, aunque nunca la olvidará.
LA SIGUANABA
Cuerpo escultural
Posee una cabellera larga de color negro
Viste un vestido de color blanco muy fino, por donde se trasluce su hermoso cuerpo
Oculta su rostro, que es como el de una yegua o una calavera de caballo, hasta que su
víctima se encuentra muy cerca de ella
En Guatemala, el mito dice que a la Siguanaba generalmente se la encuentra lavándose el pelo con
un guacal de oro y peinándoselo con un peine del mismo metal precioso. Se cuenta, asimismo, que
vaga por las calles de la ciudad de Guatemala, donde acosa a hombres enamorados.
Se cuenta que todos los hombres que viajan de noche están propensos a ella. Pero ella prefiere
perseguir a los hombres enamorados, “Don Juanes” a quienes les gusta presumir de sus
conquistas, y hay quienes dicen que la Siguanaba se aventura a aparecerse de día en lugares
lejanos y solitarios.
La Siguanaba se les aparece en cualquier tanque de agua o a las orillas de los ríos, bañándose con
una palangana de oro y peinando su hermoso cabello negro con un peine del mismo metal,
mientras su bello cuerpo se trasluce a través de su fino camisón blanco.
El hombre que la mira queda enamorado de ella. Entonces, la Siguanaba lo atrae hacia un área
solitaria y de poca infraestructura, generalmente un barranco o un basurero. Ahí, suelta una
estridente risa que paraliza de terror a quien la escucha, mientras gira hacia su víctima para
revelarle su espantoso rostro que se transforma en una calavera de caballo. Sus ojos se tornan
rojos y se salen de sus cuencas, su piel suave y delicada se vuelve arrugada y verduzca y de su
hocico suelta un olor nauseabundo.
El hombre, si acaso logra sobrevivir al susto, debe morder una cruz o una medallita y
encomendarse a Dios para no perder su alma. Las pesadillas, sin embargo, lo acosarán hasta el día
de su muerte.
EL CADEJO
“Parte del cabello muy enredada que se separa para desenredarla y peinarla”.
De ahí, que el nombre que los españoles dieron a esta criatura parezca estar relacionado al
enigma que representa, como un enredado misterio.
Cuenta la leyenda que cuando Dios vio los problemas obstáculos que a diario enfrentaban los
seres humanos, creó un ser sobrenatural para protegerlos: el Cadejo. Con forma de perro blanco y
ojos rojos que brillaban como llamas ardiendo, su misión era protege a sus seguidores.
Pero cuando el Diablo vio al Cadejo blanco, se puso celoso y decidió crear a su propio Cadejo, un
perro negro con patas de cabra y también de ojos rojos como llamas, con un hedor repugnante, y
cuya misión es hipnotizar a los trasnochadores para robarse sus almas.
El Cadejo blanco mantiene a raya al Cadejo negro, para evitar que se robe las almas de los
inocentes. Esto conlleva a que en numerosas ocasiones los Cadejos blancos y negros se enfrenten.
Tipos de Cadejos
Según la leyenda, existen 4 tipos de cadejos. El primer Cadejo es el más peligroso, pues es
considerado como el mismo Satán que ha tomado forma de un enorme perro negro, del tamaño
de una vaca, con una gran melena y en sus patas de cabra arrastra cadenas ardientes al rojo vivo
que fueron calentadas por el fuego del infierno.
El segundo tipo de cadejo son los Cadejos negros, muy similares al primer tipo de Cadejo, pero
más pequeño. Los Cadejos negros son criaturas demoníacas que intentan robar el alma de los que
llevan vidas desordenadas, principalmente borrachos y drogadictos.
El tercer tipo de cadejo son los Cadejos blancos, que son considerados buenos y que cuidan a las
personas inocentes para que los Cadejos negros no les hagan daño. Se podría decir que son una
especie de ángel de la guarda con forma canina. Estos a diferencia de los negros no tienen patas
de cabra sino patas caninas.
El cuarto tipo de Cadejo son grises, que serían el producto del cruce entre un Cadejo negro y uno
perro normal. Este es el único tipo de Cadejo que se puede matar. Cuando uno de estos es
matado, su cuerpo se disuelve en cuestión de segundos, dejando tras de di una asquerosa mezcla
de fluidos que maldice la tierra y evita que vuelva a crecer vegetación en ese lugar.
Forma de ataque
De acuerdo con la leyenda, el Cadejo se esconde en lugares oscuros esperando que pase su
víctima, generalmente un trasnochador bolo o drogado. Cuando escoge a su víctima, asume una
posición muy agresiva que la paraliza de terror, impidiéndole huir o pedir auxilio. Clava sus ojos
rojos y ardientes en los de su víctima para hipnotizarlo y robarle su alma u ocasionarles una
terrible muerte. Algunos Cadejos lamen a su víctima en la boca, convirtiéndolos en alcohólicos o
drogadictos para siempre. Quienes han sobrevivido a un encuentro con el Cadejo parecen sufrir
una condición parecida al Desorden de Estrés Post Traumático por el resto de sus vidas.
Algunos dicen que los artículos religiosos ofrecen cierto grado de protección contra el Cadejo. Por
ejemplo, pueden ser repelidos quemando incienso. Aunque menos eficaces, un rosario o un
crucifijo pueden ser de ayuda para mantener a raya a un Cadejo que se haya acercado demasiado.
Si el Cadejo es gris, puede ser matado por cualquier medio como si se tratara de un perro normal,
pero debe cuidarse de no ser mordido pues la herida ocasionaría la muerte en pocas horas. En
caso de ser mordido, debe lavarse con agua bendita lo antes posible. Las únicas historias de
mordeduras de Cadejo son de los grises, pero es posible que esto se deba a que nadie haya
sobrevivido a un ataque con mordida de un Cadejo negro.
El abuelo de Sebastián tenía que recoger zarzaparrilla para unas curaciones que le encargaron, él
era dueño de parcelas en Chichimuch y Chimenjá, sabía que allí había esta planta y se fue a estos
lugares, después de dos semanas de recorrido dispuso acampar con las gentes que lo llevaban en
Tzumuy, al lado de una peña que tenía una cueva para hacer el campamento.
Al fondo de la cueva había una entrada, pero no le prestaron atención, colocaron su hamaca cerca
de la entrada y por el cansancio en la búsqueda de la zarzaparrilla se quedaron dormidos.
Al entrar más la noche se despertó el abuelo. Al ver un bulto lo empujó para quitarlo de la entrada
y poder salir de ahí, él logró medio ver un animal grande que no era más que el felino más grande
que hubiera imaginado y visto.
Asustado, despertó a sus compañeros y trataron de perseguirlo, pero se les escapó. Al otro día, al
buscar encontraron la zarzaparrilla como para trabajar una semana, pero el abuelo tenía fiebre y
pasaron un día, dos, tres, cuatro y no daba señales de que se le quitara.
Datos de la Leyenda de Guatemala, sobre el cerro Tzumuy(Foto: amazenglish.blogspot.com)
Una noche estaba el abuelo medio dormido, vio descender de la montaña a un viejito vestido
como cahabonero, tenía barba rala, en la cabeza un gran pañolón y lo acompañaba un tigre
grande, llegó hasta donde estaba, se sentó en una piedra junto a la hamaca y le dijo:
—Te ves muy grave y debes regresar a tu rancho, pues lo que tienes es susto por ver a mi mascota,
el más grande, eso te asustó al pasar bajo tu hamaca, es por eso que se lo regalé a un cordelero de
Chichimuch y él le vendió el cuero al cura de Cahabón, regresa rápido y te consigues unos pelos de
la cola y la barba de ese cuero y con esos pelos debes hacer deshumazón, y así te aliviarás.
Entonces se fue el viejo y al otro día mi abuelo le contó a su discípulo lo que había pasado.
Nos vamos, le dijo, porque el que me habló es Tzultaká, debemos regresar de inmediato al pueblo.
Al no más llegar, le mandaron a preguntar al cura si había comprado un cuero de tigre, el
respondió que sí, que hace unos días había comprado un cuero muy grande.
El abuelo mandó a traer todo lo que el viejo del cerro le había ordenado para su curación y sí, el
abuelo llegó ser el mismo de antes un hombre sano y fuerte.
El carretón de la muerte
Cuando los pobladores presienten la presencia de este Carretón, prefieren estar ocultos en sus
casas, porque es capaz de llevarse a todos. En otros países, este Carretón también está presente,
sola su presencia es que se llevarán a algunos vivos. Casi similar a la leyenda de Guatemala.
El duende
La mayoría de veces se dedican a cambiar las cosas de su lugar o esconderlas. El duende habita en
cuevas ubicadas en barrancos, en donde acostumbra esconder a los niños para hacerles comer
excremento de caballo o enloquecerlos.
Por las noches se dedica a tirar piedras a los techos de la casas, a perseguir a las muchachas en
edad de tener novio, a hacerle trenzas a los caballo o a tocar guitarra. Precisamente una de las
maneras de ahuyentarlo es colocándole una guitarra destemplada a media noche y así dejará en
paz a la familia.
Dice la Leyenda que el duende es un ángel expulsado del cielo debido a su envidia hacia Dios, y fue
condenado a vagar por los campos asustando a las personas.
Cuentan que "a las jovencitas que tienen novio y cuando éste está de visita, las fastidian con
órdenes o secretos malignos al oído, que el pobre joven se indigna y termina por no volver a ver a
su adorada.
Si no está presente el muchacho o pretendiente, las perturban en la casa con órdenes y consejos,
hasta que las enajenan para que no se verifique el matrimonio. Durante el sueño, estos espíritus
les ocasionan pesadillas, las llaman a un lugar conocido, hasta que las tornan sonámbulas.
Así han encontrado varias vagando lejos de su residencia, que van o vienen por determinado sitio,
sin darse cuenta ellas de tal acto. Hasta que alguno de la familia o conocido la encuentra en estado
de subconsciencia."
A pesar de todo, continuaba fiel a sus padres ya ancianos. En tanto, más de un hombre le
insinuaba su amor pero ella lo seguía a palazos o pedradas, por ése tiempo su papá vivía en Santa
María (caserío de La Arena), donde tenía otra mujer, y por eso su hija lo odiaba.
Como de costumbre, la “China María” salió con su ganado, pero esta vez los llevó a un lugar
diferente a los que frecuentaba, subió una inmensa loma de arena, buscó un algarrobo, se sentó
bajo él a mirar a sus animales que comían el rico pasto verde. De repente ante sus ojos apareció
una extraña mujer de ojos azules, cabellos largos y ondulados que le preguntó: ¿Qué haces linda
pastora? María temerosa contestó: mirando pastar mi ganado. La señora dijo: Estas son mis
tierras, pero si me haces un gran favor...no te preocupes ¿Qué es lo que quieres?, le dijo, -Quiero
uno de tus chivos, le contestó, yo a cambio te daré un cerdo.
La pastora se agachó a pensar, que si hacía el cambio, le pegarían en su casa, o hasta no comería;
finalmente aceptó el trato a fin de que la dejara pastar siempre en el hermoso lugar que había
encontrado.
La señora la miró fijamente señalando una loma blanca de arena y dijo: allí me vas a dejar uno de
tus mejores chivos, mañana allí mismo recogerás un cerdo bien gordo. Así lo hizo María,
regresando a su casa a las seis de la tarde. Cuando se dieron cuanta que les faltaba un chivo, le
pegaron y la dejaron fuera de casa sin comer. Esa noche durmió en la calle, un borracho, Pedro
Pablo, conocido como mujeriego por malograr hogares, jañapero y cañacero, muy malo quiso
abusar de ella, pero le dio de palazos hasta hacerlo huir, eso sirvió para que odie este tipo de
personas.
Sin que sus padres se dieran cuenta, María salió temprano con su ganado al lugar pactado el día
anterior, subió la inmensa loma, llegó al lugar donde dejó el chivo, pero en vez de cerdo encontró
una linda laguna cristalina, donde saltaban grandes peces, había también árboles, frutales bien
cargados...
Sorprendida guio a sus animales para que tomen agua, pero a medida que llagaban, se metían a la
laguna y no salían más. María se asustó vio una balsa y se subió en ella, y con un palo tentaba en el
agua sus animales ahogados, pero no tocaba nada. Al llegar al centro de la laguna la rama que
usaba se atracó por más que jalaba con fuerza no salía. Entonces decide lanzarse al agua, pero a
medida que se hundía la laguna se transformaba en la inmensa loma de arena que fue
anteriormente.
Solamente quedaron las huellas de los pies descalzos de María y de las patas de su ganado, rastros
que el viento borró luego. Algunos campesinos que por allí trabajaban dieron razón que por ese
lugar vieron a la “Dominga” por última vez cerca de la “loma grande” o “Médano Blanco”. Sus
padres ese día no durmieron esperando a su china, su mamá hasta lloró.
Muy de madrugada fueron al lugar donde dijeron haberla visto anteriormente; al llegar a la “Loma
Blanca“, su padre divisó a la María Dominga de espaldas, la llamaba con insultos, amenazándola, la
madre que más abría los ojos no lograba verla. El viejo cogió una rama de overo para pegarle, pero
solo azotaba al aire. Con el tiempo el padre se volvió loco y la madre murió de pena, porque recién
valoraba a su hija perdida. Finalmente los pobladores llegaron a deducir que fue un encanto lo que
hizo desaparecer a María Dominga.