En el derecho penal de Guatemala, la responsabilidad de los hechos se refiere a la obligación de una persona de asumir las consecuencias legales de sus acciones. En otras palabras, un individuo es considerado responsable por los delitos que comete y se le imputan las consecuencias legales correspondientes. Esto implica que, si alguien comete un delito, debe enfrentar las sanciones legales establecidas por la ley toda vez, este apegado al principio de intervención mínima, que obliga al Estado a sólo perseguir a aquellas acciones concretas que impidan la normal convivencia social. El respeto a este principio lleva a lo que la doctrina ha denominado “DERECHO PENAL DE HECHO”. Frente al derecho penal de hecho, durante mucho tiempo se apoyó un “DERECHO PENAL DE AUTOR”. En él, se entendía que el derecho penal debía sancionar a las personas no tanto por lo que hacen, sino por lo que son. La ley penal adquiría así un alto contenido moralizante, entrando a juzgar la forma de ser o el modo de vida de las personas. Se sancionaban, de esta manera: las 22 formas de vida consideradas como desviadas o antisociales, perdiendo con ello la protección al bien jurídico su función de límite y garantía del derecho penal. Llevado al extremo, el derecho penal de autor favorece la imposición de medidas de seguridad predelictuales. Esto es, habiéndose detectado una personalidad “peligrosa” o “desviada” se le aplica una medida de seguridad, por ejemplo, un internamiento, “antes de que cometa cualquier delito”. En otras palabras: en un delito de robo, el derecho penal de hecho sancionará al reo por haber robado una cantidad en un día concreto, mientras que el derecho penal de autor lo hará por “ser un ladrón”. el artículo 73 del Código Penal exige para poder aplicar la suspensión condicional que “antes de la perpetración del delito, el beneficiado haya observado buena conducta y hubiere sido un trabajador constante”. Sin entrar a valorar la crueldad que supone, en la actual situación económica del país, sancionar al desempleado, no puede admitirse que a una persona se le niegue este beneficio, y por tanto vaya a la cárcel, sólo por no haber observado buena conducta. En otras palabras, se le sanciona por su forma de ser, por ser un “inadaptado”. No obstante, las manifestaciones más graves del “derecho penal de autor” no se reflejan en los textos legales, sino en la práctica forense. Así, por ejemplo, si una persona es joven, de barrio marginal y con tatuajes, rápidamente será calificada como “marero” y de forma, incluso inconsciente, el juez bajará el listón de la “duda razonable” para considerarlo culpable de algún hecho delictivo. Incluso se justificarán las decisiones sancionadoras con el argumento de que “si no hizo ésta, pagará por todas las anteriores que no lo atraparon”. 3.4.PROPORCIONALIDAD DE LAS PENAS La proporcionalidad de las penas, por su parte, es un principio fundamental en el sistema de justicia penal guatemalteco. Este principio busca garantizar que las penas impuestas a los infractores sean proporcionales a la gravedad de los delitos cometidos. En otras palabras, las penas deben estar equilibradas y adecuadas al daño causado y a la magnitud de la infracción. En el sistema legal guatemalteco, la proporcionalidad de las penas se basa en una evaluación cuidadosa de diversos factores, como la naturaleza del delito, el grado de participación del infractor, las circunstancias agravantes o atenuantes y el daño causado a la víctima o a la sociedad en general. El objetivo es evitar que las penas sean excesivas o inadecuadas, asegurando así que el castigo se ajuste de manera justa a la gravedad del delito. En resumen, en el derecho penal de Guatemala, la responsabilidad de los hechos implica que los individuos son responsables por los delitos que cometen y deben enfrentar las consecuencias legales correspondientes. La proporcionalidad de las penas busca garantizar que las sanciones sean equilibradas y adecuadas a la gravedad de los delitos, considerando diversos factores relevantes. Estos principios son fundamentales para asegurar la justicia y el equilibrio en el sistema de justicia penal guatemalteco. En la elaboración o modificación de cualquier tipo penal, el legislador, teniendo en cuenta los principales aspectos del principio de intervención mínima, tendrá que respetar las siguientes reglas: • La prohibición de cualquier conducta debe estar encaminada a la protección de un bien jurídico concreto y no de principios morales o éticos. • Sólo deben protegerse por la vía penal bienes jurídicos necesarios para permitir la convivencia en sociedad. No se deben prohibir penalmente las conductas que no afecten a terceros. • Sólo se debe recurrir a la vía penal, si los bienes jurídicos no pueden ser protegidos por formas menos violentas (derecho administrativo, derecho civil, etc.). • Debe rechazarse la vía penal si esta genera más perjuicio que beneficio. • No deben imponerse penas excesivamente altas ni desproporcionadas. • Las conductas prohibidas han de describirse en forma concreta, evitándose los tipos penales abiertos. • Finalmente, y no por ello menos importante, nunca se debe creer que el derecho penal por sí solo resuelve problemas sociales.