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GIORGIO BANDINI
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RECUERDOS DE ITALIA.
DURAN. UBflERO
MADRID.
i
I
RECUERDOS
DE ITALIA
POR
EMILIO CASTELAR
MADRID
IMPRENTA DE T. FORTANET
CALLE DE LA LIBERTAD, NÜM. 29.
187 2
AL QUE LEYERE.
Emilio Castelar.
LLEGADA A ROMA,
Estamos eu Oivita-Vecchia. Cuando el bote se
grandes sentimientos ,
postraríame de hinojos
sobre el suelo para besarlo. Itallam, Itallam;
primus condamat Achates. Pero habíame olvi-
dado en mi entusiasmo de que esta Italia es la
\
Pero cómo se borran estas emociones asi que
veis la corte pontificia! No puedo resistir á la
tentación de recordar un cuento del más gracioso
<le los escritores italianos, de Boccacio.
«Érase un cristiano viejo, florentino, muy
dado á ganar almas para el cielo , mérito á que
libraba su eterna bienandanza, cuando dio con
un, no recuerdo si moro, si judío, y puso empeño
en abrir los ojos de su alma á la eterna luz; pero
nus sum.
Y cuenta que para descubrir esto se necesita
quitar la capa de inmundicia, bajo la cual falle-
ce Roma. Junto al lujo oriental de los cardena-
les, los harapos de un pueblo hambriento: junto
á las carrozas doradas, nubes de mendigos des-
calzos; en torno de los soberbios palacios de már-
mol, una horrible greca donde están confundidos
toda suerte de mal olientes excrementos. Y sin
embargo, esta ciudad es la capital de Italia.
Abril 12 de 1868.
LA GRAN RUINA.
Ver la Ciudad Eterna fué uno de los ensueños
de mi existencia; uno de los deseos de mi cora-
zón. Niño, la religión romana me habla de Dios,
de la inmortalidad , de la redención , de todas las
ideas que ensanchan hasta lo infinito los horizon-
tes del alma. Adulto, la lengua del Lacio fué mi
estudio exclusivo , estudio que á una imaginación
de suyo plástica, le presentaba como en relieve,
entre los dulces versos de Virgilio, los concisos
períodos de Tácito, y los rotundos de Tito Livio,
aquellos héroes antiguos, que sólo hablan vivido
para la libertad y para la patria. Ya en la juven-
tud, al penetrar por la puerta de las Universi-
dades, la literatura romana y el derecho ro-
mano hablan acabado de inspirar al ánimo un
anhelo vivísimo por ver las colinas de donde
tantas ideas descendieron sobre la conciencia hu-
mana; los sepulcros que guardan tantos huesos
ilustres , los cuales han servido como de abono á
36 RECUERDOS DE ITALIA.
I
:
LA GEAN RUINA. 41
LA GRAN RUINA. v 43
¡
Y pensar que este edificio , capaz de vencer á
veinte siglos con todas sus catástrofes , se fabricó
las bestias.
50 líECUERüOS DE ITALIA,
de las prostitutas.
Pero viene el cesar y el pueblo lo aclama,,
siempre agradecido á las fiestas, y sobre todo á
las matanzas. Los sacerdotes y las vestales consa-
sin realidad ,
que las tristes limitaciones de nues-
tra lógica y la incurable imperfección de nuestro
lenguaje nos ha obligado á poner en el eterno
océano de la vida. Es verdad que algunos astros
se han apagado en nuestro sistema solar, como
ñiunas y flores enteras han desaparecido en nues-
tra corteza terrestre pero ni se ha extinguido el
;
lización .
76 RECUERDOS DE ITALIA.
hubiera extinguido , i
cómo saliéramos nosotros
del abismo! Y sin embargo, ¡qué reposo! ¡Qué
especie de tranquilidad en aquella región de la
muerte! Los fugitivos que allí se escondieron,
dominaron al mundo. Las ideas que allí se plan-
taran, cubrieron con su benéfica sombra, por es-
pacio de muchos siglos, los altares, los templos;
i
Quién , al ver las dos sociedades , no hubiera
dicho que la subterránea estaba destinada á des-
aparecer ; y la superior , la que al aire y á la luz
se esperezaba en el placer y en el vicio , destinada
por su falso brillo ,
por su poder aparente ,
por la
fuerza que fingía ,
por los cortesanos que la cerca-
ban, á durar siglos de siglos! Arriba los cesares,
tierra.
Universo.
La sociedad es como la naturaleza. El mal está
en lo particular, en lo contingente , en los limites
romanos y bárbaros ,
que peleaban como enemi-
LA CAPILLA SIXTÍNA. 117
estuviera ebrio.
Imaginaos un cuerpo trasladado súbitamente
de la zona tórrida al polo, del abismo al cielo, de
la cima de una montaña al abismo, de lámar
tempestuosa á un lecho mullido ; y quizá no ten-
dréis idea de los saltos que ha dado el alma de
Miguel Ángel por las contradicciones de su tiem-
po. El Luzbel de la Biblia, pasando de la' natu-
raleza angélica á la naturaleza diabólica, y el
Infierno.
Es imposible resumir cuanto se ha dicho sobre
este fresco. La escuela académica reinante en el
llamas eternas.
No se puede sostener mucho tiempo la aten-
ción concentrada en lo sublime. Cuando se siente
mundo.
\
EL CEMENTERIO DE PISA.
,
<3reacion.
Y sin embargo, no hay monumento que ex-
prese la nada como este paralelógramo, irregular
y España, uni-
dos á la civilización por Venecia
das en memorable cruzada marítima, ün dia la
media luna llegó hasta Constantinopla. Los bi-
zantinos, los griegos, cayeron unos en pos de otros
bajo la cimitarra de los turcos, cuyo filo brillaba
bruñe el sol todos los objetos con sus rayos, esos pin-
celes de la naturaleza , y la brisa cargada con los
aromas de la primavera, con las salinas exhalacio-
á los poetas ,
que han revelado una verdad , yá
los mártires, que por la verdad han muerto. Sólo
así la historia se ilumina , la vida se eleva á lo
infinito, la conciencia se enrojece en la absoluta
verdad, como el hierro en el fuego. Sólo así nos
sentimos unos en todas las generaciones y nos
elevamos á la comprehension de todas las ideas;
sólo así traemos á nuestra alma el espíritu hu-
mano, y en el espíritu humano diluimos nuestra
alma. Sólo así nos elevamos á Dios, y Dios se co-
munica íntimamente con nosotros. Sólo así pode-
mos ser habitantes verdaderos del Universo, ver-
daderos hijos de Dios, y unos é idénticos en toda
la sucesión de los siglos con el desarrollo progre-
sivo del humano espíritu.
— Yo de ninguna suerte puedo conformarme
con vuestras ideas. Parécenme contrarias á todas
las y justificativas de todos los errores.
verdades
Yo creo que un solo pueblo ha conocido á Dios
en el mundo antiguo, el pueblo judío; y que una
sola sociedad conserva y difunde esta vida en el
mundo moderno, la Iglesia católica. Fuera de
-218 EECUERDOS DE ITALIA.
dado SU carácter ,
que prefirió Metastasio al Dan-
te. Por fin entró en la Iglesia y se dio al oficio de
i
Qué grande hubiera sido Pió IX , si al sentir
coreta ;
por su origen un campesino convertido al
sacerdocio. La agricultura es propicia á los prela-
mática.
— Lo que Antonelli sabe profundamente es eco-
Universo.
Y bajo el dominio de este Papa que aspiraba á
evangelizar el mundo, á cristianizar la democra-
cia , háse convertido la autoridad pontificia á un
absolutismo que fuera imposible bajo el imperio
de los monarcas absolutos. Se estremece el ánimo
considerando cómo ha caminado nuestra Iglesia
á la inversa de nuestra civilización. Una institu-
Rávena que ,
la eclipsaban , entregarse á toda su
ambición espiritual, á toda su soberanía en las
TOMO I. 18
274 RECUERDOS DE ITALIA.
por la respiración ,
por el cambio continuo de mo-
léculas ,
absorbemos la vida de la naturaleza como ;
por la síntesis ,
por la generalización , dilatamos
nuestra alma concreta é individual en el espíritu
culos ;
en un museo Diana con media luna so-
la
bre la frente, el arco entre las manos, seguida de
sus ninfas , y saludada por las selvas ; en otro mu-
seo la aurora abriendo las puertas eternales al dia;
por doquier, en los arcos triunfales y en las sere-
ticano?
Mas no seré yo quien peque de exclusivo é in-
nica ,
como una infusión de la divinidad por las
TOMO I. 21
:]22 KECUERDOS DE ITALIA.
¡
cuántos y cuan crueles combates !
i
Qué porfiada
enemiga! En Roma hay contra ellos la misma
repugnancia que en Mallorca contra los chuetas.
En este tiempo de tolerancia religiosa , de insti-
tuciones democráticas, hemos visto expulsados
de público baile mallorquín , dos ciudadanos por
pertenecer ú, la raza de los chuetas , es decir, por
j
EL GÜETO. 331
EL GUETO. 333
De esta suerte ,
poniendo en parangón unos y
otros relatos, puede fácilmente deducirse la ver-
dad perfecta. Yo leí en autor digno del índice,
que los Papas imponían á los j udíos la obligación
de ir todas las semanas, una vez por lo menos,
á un sermón católico expresamente pronunciado'
contra ellos y contra sus doctrinas, á fin de to-
carles en el corazón y atraerles á la verdadera
fé. No creí tal enormidad ¿Puede darse mayor
desacato á la inviolabilidad de la conciencia hu-
mana? ¡Cómo! Yo creo que tal templo es sombra
en vez de luz ;
que tal ceremonia es superstición
en vez de sagrado rito; que tal doctrina es error
en vez de verdad y me arrastrareis por fuerza á
;
334 EECUERDOS DE ITALIA.
EL GUETO. 335
tria? »
Yo me encontraba en Roma completamente
consagrado á la meditación y al estudio. Para mí
en aquella ciudad sólo eran las ruinas interesan-
tes y las obras de arte que entre las ruinas se
levantan. Evité toda sociedad casi por completo,
y consumí el tiempo en los museos, en las igle-
— ¿Su importancia?
— No importo nada.
— Usted un hombrees célebre.
— ¡Yo ¿Tiene usted ganas de
célebre: ¡Bali!
mofarse de mí? pregunté.
le
— He impedido que llegara hasta su
la policía
cuarto.
— La policía
—
i
— ¿Por qué?
— Por venir á Roraa con antecedentes. tales
— Pero debo aseguraros que ninguna idea po-
líticame ha traido á Roma. Usted pudo observar
que ni he recibido ni he hecho ninguna visita.
—
Pues aun dicen más.
— ¿Qué dicen?
— Que usted condenado á muerte.
está
— Y en garrote vil.
— Por revolucionario.
— Por por demócrata.
liberal,
— Ya sabe usted, me con misterio, dijo las re-
amor.
Nosotros tenemos adelfas para coronar á los poe-
tas; bosques de mirtos dignos de ser habitados
por los antiguos dioses; palmerales bajo cuyas
anchas palmas parece vagar el genio del Asia;
costas de áureas arenas y de celestes aguas ;
pro-
montorios y cabos que el sol poniente dora con
esmaltes dignos de las riberas de Grecia ; el aroma
del azahar y del jazmin en los aires higos tan ;
pita de amor en
ondas y canta eternamente
las
antiguo paganismo.
Estas tierras tan bellas, tan graciosas, atraen
eternamente á todas las razas ; son las tierras de
la comunicación perpetua entre todos los hom-
bres. Quédense para los agrestes montañeses con-
servar tras los desfiladeros de sus cordilleras , en
382 RECUERDOS DE ITALIA.
nesí de la vida.
Bella debe ser, bellísima, pero con toda su
hermosura, vence y anonada al hombre. Qué di-
ferencia de los mares serenos, cuyas olas parece
que esculpen las islas; de las costas armoniosí-
simas que se abren sin recelo á los vientos y á
las aguas; de los olmos, graciosas columnas,
entre las cuales se mantienen las parras con sus
flexibles sarmientos y sus recortados pámpanos;
de la flora artística de las orillas del Mediterrá-
neo, flora llena de bálsamos, el jazmín entrela-
zado con la pasionaria, la verbena al pié del mir-
to , en el hondo valle el olivo , el granado , la hi-
j
PAKTHENOPE. 39l
FIN.
índice.
Páginas.
Al que leyere v
Llegada á Roma 1
La capilla Sixtina 89
Venecia 171
El Gueto 317
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