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En el espíritu de los pastores que protegen al rebaño y forman la conciencia de las personas,

decimos que es necesario identificar hoy más que nunca aquellas actitudes que no hacen más
que separar y confundir a los creyentes.

Solemos escuchar y ver a predicadores e incluso obispos que tienen reacciones y opiniones
sobre los acontecimientos eclesiales que no condicen con aquellos que dicen seguir a Jesús.
Esto nos hace recordar a Saulo, que en su afán de defender lo que había aprendido no hacía
más que perseguir al propio Jesús.

No vamos a mencionar quienes son, ustedes los reconocerán por medio de lo que, en su afán
de “defender o cuidar de la doctrina”, dicen o hacen.

La Iglesia de hoy está de mal en peor, la Iglesia no es como antes, antes era más firme…

Hoy no existe cabeza en la Iglesia (sedevacantismo)…

El Papa es el anticristo, el papá es un masón…

El Concilio Vaticano hizo que la Iglesia abriese las puertas al mundo pagano…

Quien comulga en la mano está haciendo un sacrilegio…

La única Misa validada es la que celebra en latín y en el rito preconciliar (rito tridentino)…

Sesgos usando 1 Corintios 6:9 en contra de iniciativas de evangelización…

Se ha creado una falsa Iglesia con un rito falso.

En todo esto se puede reconocer que:

 El Papá es criticado de forma negativa


 Existe un cisma mental, “nosotros estamos en la verdad”
 Hay una corriente que desestima todo lo que ha surgido a partir del Concilio Vaticano
II

Causas probables:

Puritanismo: forma de pensar que recurre a una rigidez y escrupulosidad excesivas en el


cumplimiento de determinadas normas de conducta moral pública o privada. Discriminar entre
lo bueno y lo malo es una cualidad humana pero hacerlo desde una conciencia ideologizada
apoyadas en miedos y complejos hace que todo se vea en blanco y negro, y así surge una
moral donde casi todo es pecado.

Lefebrismo: corriente de pensamiento originado en Marcel Lefevre, quien fue obispo de la


Iglesia a partir del año 1947. Marcel comenzó a rechazar los cambios surgidos a partir del
Concilio Vaticano II como por ejemplo los cambios litúrgicos de la Santa Misa con un nuevo
Misal y ritos propios para el culto, y los documentos aprobados por dicho Concilio,
argumentando que desde ese concilio se había cambiado la sana tradición por costumbres e
ideas del mundo moderno. En 1988 fue excomulgado por ordenar obispos a cuatro sacerdotes
ya que lo hizo sin reconocer la autoridad del Papa, que en aquella época era Juan Pablo II.
Actitudes que se cierran a los cambios: sabemos que existen personas que se resisten a
cambiar su forma de pensar y actuar delante de los desafíos que presenta el mundo moderno.
En el caso de la Iglesia son aquellos que por miedo a perder seguridad, aprendiendo algo
nuevo, no aceptan ciertas novedades y cambios en la forma de evangelizar o en prácticas para
una mejor participación en el culto divino.

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