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Capítulo 26

La expansión norteafricana del Daesh:


repetición de patrones históricos y
amenazas en la frontera
sur de Europa

Olga Torres Díaz

Arabista e islamóloga.
Especialista en Análisis del Terrorismo Yihadista,
Insurgencias y Movimientos Radicales de la Universidad de Sevilla

SUMARIO: 1. INTRODUCCIÓN. 2. LA EXPANSIÓN DEL NUEVO CALIFA-


TO: ACTUALIZACIÓN DE CONCEPTOS Y PROCEDIMIENTOS
CLÁSICOS. 3. DE SIRIA AL MAGREB: LA REPETICIÓN DE UN
ITINERARIO CALIFAL. 4. ACTUALIZACIÓN DE ESTRUCTURAS
ADMINISTRATIVAS Y FISCALES. 5. REVITALIZACIÓN DE PA-
LABRAS Y CONCEPTOS CLÁSICOS. 6. EL DAESH EN EL FLAN-
CO SUR EUROPEO: RIESGOS Y AMENAZAS. 7. REFLEXIONES
FINALES. 8. REFERENCIAS.

1. INTRODUCCIÓN
Cuando el 29 de junio de 2014 –no por casualidad primer día del mes
de Ramadán de aquel año– el hasta entonces llamado Estado Islámico
de Irak y Levante declaró oficialmente la creación de un Estado trans-
nacional, un califato, bajo la nueva denominación de Estado Islámico
a secas, el anuncio pudo parecer uno de los tantos cambios y modifi-
caciones simplemente nominales que suelen acompañar a los grupos
insurgentes o terroristas. Que este cambio llevara aparejado el también
novedoso nombramiento como califa de Abu Bakr al-Bagdadi, su líder

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desde 20061 tras la muerte de su predecesor Abu Musab al-Zarqawi, no


dejaba de tener unos tintes exóticos si no folclóricos en la percepción
general desde el exterior. Sin embargo, para la justa comprensión del
alcance e implicaciones que para la evolución de la estrategia del mo-
vimiento tenían estas dos nuevas denominaciones, se hacía necesario
acudir a las raíces históricas y doctrinales árabes e islámicas del grupo.
Esas raíces habían sido sin duda muy tenidas en cuenta por el nuevo
califa, de quien, pese a su decidida inclinación a mantener un perfil bajo
y envuelto en sombras –quizás por diferenciarse de la expansiva y per-
manente exposición pública que observó su antecesor en Irak–, se dice ha
recibido una extensa e intensa formación islámica. En julio de 2013 diver-
sos foros yihadistas distribuyeron una detallada biografía de al-Bagdadi,
cuyo original árabe fue traducido por SITE Intelligence Group de manera
casi inmediata. En un estilo tradicional y laudatorio se podía leer de él
que descendía de las más acreditadas y nobles tribus de los tiempos del
Profeta, que era reconocido como una muy destacada autoridad dentro de
la corriente del salafismo yihadista, que su educación alcanzaba hasta un
doctorado en estudios islámicos por la Universidad de Bagdad y que si
no se prodigaba en audios o vídeos no era «por falta de elocuencia ni por
la debilidad de su argumentario. Quienes esto dicen faltan a la verdad,
pues sus discursos son elocuentes, sus argumentos sólidos y su inteligen-
cia manifiesta»2.
La alusión a la elocuencia no era absoluto banal –entroncando con el
constante afán de remitir cualquier característica del grupo o su dirigente
a la tradición más acrisolada y canónica–, porque ésta, al-balaga, ha sido
un recurso fundamental y muy apreciado en la historia de la lengua árabe,
a cuyo estudio y exaltación se dedicaron algunas de las figuras cumbres
de su literatura mediante la recopilación de ejemplos y la redacción de no
pocos manuales. En esa línea de un uso intensivo de la elocuencia, la retó-
rica y las exégesis clásicas se ha venido desarrollando también desde sus
inicios la mayoría de las manifestaciones del complejo y cuidado aparato
mediático de la organización, se supone que dirigido e inspirado doctri-
nalmente por el pensamiento emanado de su líder incontestable; pensar,

1. Ese año, y tras la muerte de al-Zarqawi (líder de la franquicia de al-Qaeda en Irak


desde su juramento de lealtad a bin Laden en 2004), Ibrahim Awwad al-Badri había
aglutinado diferentes facciones insurgentes y constituido lo que llamó Estado Islámi-
co de Irak, dependiente de al-Qaeda. En 2010 se hacía llamar Abu Bakr al-Bagdadi,
había relevado a la matriz como actor fundamental en la zona y absorbido gradual-
mente a sus combatientes. En 2013, tras un movimiento expansivo hacia Siria, el
nombre había vuelto a cambiar al de Estado Islámico de Irak y el Levante.
2. h t t p : / / n e w s . s i t e i n t e l g ro u p . c o m / b l o g / i n d e x . p h p / c a t e g o r i e s / j i h a d /
entry/226-the-story-behind-abu-bakr-al-baghdadi.

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por tanto, que el califa pudiera carecer de ella sería asumido casi como un
demérito en su cuidada formación araboislámica. Sería esta sólida pre-
paración, y el profundo conocimiento del glorioso y mitificado pasado
califal, la que proporcionaría también las bases tanto para la elaboración
ideológica del constructo utópico que había de sustentar al nuevo califa-
to como para el restablecimiento y utilización de antiguos procedimien-
tos, éstos nada utópicos sino altamente realizables, para su propagación
territorial.
Este trabajo pretende por tanto, en primer lugar, un muy breve acer-
camiento a la similitud entre el fenómeno expansivo actual –desde su
geografía a su semántica, pasando por su estructuración administrativa y
fiscal– y el acaecido entre los siglos VII y X durante los califatos orientales
y andalusíes, para, en segundo término, detenerse en los riesgos y amena-
zas que dicha expansión supone en el muy cercano e inestable flanco sur
de Europa. La intensidad y evolución de estos riesgos y amenazas –por lo
que representa su cosmovisión y el sistema que pretende instaurar, ade-
más de la perspectiva de una lucha que se intuye va a prolongarse en el
tiempo– dependerá de los tres aspectos fundamentales en que se sostiene:
• La consolidación y extensión del nuevo califato, que no tiene por
qué estar compuesto por territorios anejos unos a otros y que puede
ir asimilándose cada vez más a los efectos de una bomba de racimo
a medida que se avance en el debilitamiento del foco siro-iraquí.
• El afianzamiento de su supremacía mediante la eliminación o ab-
sorción del resto de grupos o movimientos yihadistas en cada área,
con lo que ello conlleva de agitación en Estados ya de por sí proble-
máticos o fallidos y el riesgo asociado de provocar nuevas oleadas
migratorias masivas hacia Europa.
• La continuidad y mantenimiento de su eficaz sistema de propagan-
da y diseminación doctrinal a través de Internet, que opera simul-
táneamente como llamamiento doble: emigrar a las zonas controla-
das o, si ello no es posible, atentar e instaurar el terror en los países
de residencia.

2. LA EXPANSIÓN DEL NUEVO CALIFATO: ACTUALIZACIÓN


DE CONCEPTOS Y PROCEDIMIENTOS CLÁSICOS
En el siglo XIV –y en su monumental obra al-Muqqadima3, conocida
como Prolegómenos y concebida como introducción a una Historia

3. Ibn Khaldûn. Discours sur l’Histoire universelle, Al-Muqaddima. Traduit de l’arabe, pré-
senté et annoté par Vincent Monteil. Paris: Sindbad, 2007.

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universal–, Ibn Jaldún4 afirmaba que es propio de la naturaleza huma-


na el servirse del razonamiento por analogía estructurando los esquemas
mentales en paralelismos y semejanzas. Seiscientos años más tarde, la
lingüística cognitiva defiende que la elaboración de nuevos conceptos se
realiza a partir de otros ya conocidos y a través de nuestra experiencia
directa del mundo. El sistema conceptual, por tanto, se basaría en la metá-
fora y la analogía como herramientas de conocimiento y el lenguaje sería
el instrumento para estudiar ese sistema y reflejarlo. Los postulados de
Lakoff5, por ejemplo, formulados en los años ochenta del siglo pasado, se
fundamentan en el profundo enraizamiento de ese recurso en el pensa-
miento humano. Pero «lingüística cognitiva aparte, el razonamiento por
analogía ha gozado siempre de gran predicamento y tradición en el Islam,
que lo reconoce como fuente secundaria del Derecho y como herramienta
de jurisprudencia»6. Vemos así que resulta difícil sustraerse a la influencia
que la impronta de modelos anteriores y conocidos tienen en el estableci-
miento de los presentes; y si esos modelos anteriores están además reves-
tidos de un prestigio real o atribuido, apelar a ellos tendrá un componente
añadido de respetabilidad o legitimidad para los posibles receptores del
nuevo mensaje.
En este sentido, y en el mundo araboislámico, los modelos califales
clásicos se yerguen como el paradigma de la brillantez y el pasado glorio-
so, la época dorada de la civilización musulmana. Por tanto, que acudan
sistemáticamente a ellos quienes pretenden establecer un nuevo orden
ideológico, doctrinal y operativo parece inevitable, aunque ese hecho no
se esté identificando plenamente en los análisis actuales, generalmente
más dedicados a los ejercicios de prospectiva que a los de recapitulación
y conexión con las raíces. En el caso del Daesh, su expansión norteafri-
cana7 sigue el recorrido iniciado por Omar –el segundo de los llamados
califas Bien Guiados o rashidun en la primera mitad del siglo VII– de la
mano de sus comandantes y culminada por los de los califas omeyas a
finales del mismo siglo; su estructura administrativa y fiscal se asemeja a
la primera establecida también por Omar; y la recuperación semántica y
la actualización de conceptos y vocabulario clásicos que rodean tanto sus
4. Nacido en Túnez, en el seno de una familia andalusí de Sevilla, fue descubierto por
la historiografía occidental a finales del XIX y reconocido como el gran precursor de
las ciencias político-sociales y el liberalismo económico además de como historiador
y hombre de letras.
5. Lakoff, George y Johnson, Mark. Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra, 2001.
6. Torres, Olga. Mirar con otros ojos. Genios, figuras, ficciones y creaciones árabes. Sevilla:
Benilde Ediciones, 2016, p. 88.
7. Objeto de este trabajo pero no la única vía expansiva que está siendo replicada por el
nuevo califato.

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acciones como sus producciones propagandísticas se realiza acudiendo,


de un modo a menudo peculiar y sesgado, a usos teológicos medievales.

3. DE SIRIA AL MAGREB: LA REPETICIÓN DE UN ITINERARIO


CALIFAL
Tras la muerte del Profeta en 632, Abu Bakr, el primer califa ortodoxo,
extendió el califato por la Península Arábiga en sus breves dos años de
mandato y su sucesor, Omar, protagonizó el primer movimiento destina-
do a expandir el Islam fuera de su espacio original. En sólo diez años de
liderazgo, además de conquistar el actual Irak, arrebató Siria a los bizan-
tinos en 636 y su lugarteniente ‘Amr Ibn al-As alcanzó Egipto haciéndose
con el Sinaí en 639 y fundando Fustat8 en 641; en 642 tomaba la Cirenaica
y en 644 la Tripolitania libias. Durante el califato omeya (661-750), se pro-
dujo un segundo impulso expansivo: en 670 Uqba Ibn Nafi9, general bajo
los califas Muawiya y Yazid, llegaba a Kairouan –en la provincia de Ifriqi-
ya, que agrupaba la actual Libia occidental, Túnez y el este de Argelia– y
en 682 ya había alcanzado el Atlántico marroquí. En los años posteriores
se sucedieron avances y retrocesos ante el imperio bizantino, que era el
que estaba siendo desalojado de estos territorios, pero en 698 el impe-
rio araboislámico estaba definitivamente asentado en todo el Magreb. En
711 entraban finalmente en la Hispania visigoda a través de la cabeza de
puente norteafricana.
Desde su fundacional bastión iraquí, el Daesh –que aún se hacía llamar
entonces Estado Islámico de Irak y Levante– llevó a cabo su primer mo-
vimiento expansivo en la primavera de 2014 hacia el mismo territorio por
el que Omar había comenzado sus conquistas en el siglo VII: Siria, donde
de inmediato proclamó el establecimiento de nueve provincias utilizando
un término, wilaya, sobre el que será conveniente volver más adelante.
Esta primera anexión al nuevo califato se producía en un territorio ale-
daño al foco inicial y mediante un trasvase de contingentes procedentes
del mismo, además de las eventuales incorporaciones de otros grupos o

8. Fustat fue el nombre dado al misr (guarnición, base militar fronteriza) que se erigió
como primera capital árabe de la zona, sólo unos kilómetros al sur de donde se alza-
ría posteriormente El Cairo que llega hasta nuestros días. Con el tiempo, misr se cons-
tituiría en el nombre árabe de Egipto y así se refieren a menudo también los cairotas
a su ciudad.
9. En este empeño generalizado por remitirse al pasado glorioso que presentan los gru-
pos yihadistas, Uqba bin Nafi es el nombre de un autodenominado batallón que ope-
ra en Túnez, con incursiones en Argelia, tras haber aglutinado a los componentes de
AQMI y Ansar al-Sharía en ese país. Mantiene una abierta pugna con el Daesh en la
zona.

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individuos activos en Siria y participando en la paralela guerra civil que


allí aún tiene lugar. A partir de junio, y ya proclamado oficialmente el
nuevo califato bajo el nombre de Daesh, su aparición en nuevas áreas que
recuperaban denominaciones clásicas adquirió una velocidad sorpren-
dente. Ese mismo mes, en Egipto emergía la llamada Sinaí; en Argelia en
septiembre al-Jazair y en Libia en octubre tres más: Barqa, Tarabulus y
Fezzan. Todas ellas tras la correspondiente declaración de lealtad, bay’a,
de otros tantos grupos afines bajo una fórmula curiosamente idéntica.
Esta oleada de juramentos –a los tres citados de Egipto, Argelia y Libia
se unieron los de grupos en Arabia Saudí y Yemen– hizo quizás necesa-
rio que el número 5 de Dabiq, el estandarte doctrinal y de comunicación
escrita del complejo aparato mediático de la organización, aclarara en no-
viembre de 2014 el proceso a seguir para el reconocimiento de una nueva
wilaya y establecer así una cierta normativa unificadora. En su sección
titulada Remaining and Expanding10 –Baqiyyah wa tatamaddad, Permanencia
y Expansión– se recogían tanto todas estas declaraciones como las exhor-
taciones particulares de cada uno de los colectivos locales de combatien-
tes a unirse a su causa. En el mismo texto, Abu Bakr al-Bagdadi anunciaba
oficialmente la aceptación de esos juramentos, decretaba la invalidación
de cualesquiera otros grupos o actores en su área de influencia y sancio-
naba el establecimiento de las correspondientes wilayat así como el reco-
nocimiento de sus respectivos gobernadores. Pero el párrafo inmediato
siguiente se centraba en una importante aclaración o justificación, que se
reproduce traducida:
Con anterioridad al anuncio de estas nuevas wilayat, algunos grupos en el
Jorasán, el Cáucaso, Indonesia, Nigeria, Filipinas y otros territorios habían
prestado ya juramento de lealtad al Califa al igual que siguen haciéndolo ac-
tualmente. El Estado Islámico anunció la aceptación de los juramentos de es-
tos grupos o individuos [...], pero ha retrasado el anuncio de la declaración de
sus respectivas wilayat aun admitiendo que algunos de estos grupos son más
nutridos y poderosos en las zonas citadas que algunos otros cuyas wilayat
sí han sido reconocidas. Esta demora tendrá fin de dos posibles maneras: el
nombramiento o reconocimiento por parte del Califa de un líder de entre los
múltiples grupos que han prestado juramento en cada una de esas zonas, y
se han fusionado entre sí, o el establecimiento de una línea de comunicación
directa con el Califato por parte del líder que aún no haya contactado con el
Estado Islámico ni recibido por tanto información y directrices del Califa. [...]
Cada uno de estos nuevos territorios resulta importante para la futura expan-
sión del Estado Islámico pues lo proveen de una mayor experiencia y recursos.

10. Dabiq, n.° 5, pp. 22-33. Puede consultarse en línea en: https://azelin.files.wordpress.
com/2015/02/the-islamic-state-e2809cdc481biq-magazine-522.pdf.

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Vemos así, por una parte, que el juramento de lealtad realizado por
grupos afines y la aceptación del mismo por parte del nuevo califa son
cuestiones bien diferenciadas de la declaración de una wilaya y que no
se relacionan de forma automática; si no se tiene certeza del predominio
de una determinada facción o grupo sobre el resto de las presentes en un
territorio ni se identifica un claro líder e interlocutor que, además, haya
contactado con el califa, puede aceptarse la bay’a, pero no se proclama
una nueva provincia bajo una autoridad subrogada. Las razones para ello
parecen obvias, ya que el llamado califato ha de tener plena conciencia,
al igual que el resto del mundo, del enorme fraccionamiento de los movi-
mientos yihadistas en muchas de las áreas en las que operan e incluso de
la pugna entre ellos en no pocas ocasiones. Sin embargo, la última frase
reproducida resulta algo más sorprendente al hacer referencia a la impor-
tancia de los nuevos territorios en lo relativo a la provisión de recursos
para el califato, pues hasta ahora se ha venido haciendo más hincapié en
aquello que el Daesh pueda estar proporcionando a sus afiliados y no en
lo contrario. Y es en la conjunción de ambas cuestiones, otorgamiento de
autoridad y posible obtención de recursos –para la propia autosuficiencia
o, hipotéticamente, para surtir a la sede central–, donde es posible ver la
similitud con los sayyala li-fulan ‘ala ma fi yadihi del califato omeya, sobre
todo en el emirato, luego califato, occidental cordobés y, afinando aún
más, entre los siglos IX y X.

4. ACTUALIZACIÓN DE ESTRUCTURAS ADMINISTRATIVAS Y


FISCALES
Cuando el emir Abd Allah I, séptimo emir omeya de Córdoba, llegó al
poder a finales del siglo IX, en el territorio estaban presentes muy nume-
rosos líderes locales –bien asentados y provenientes de clanes y familias
de las diversas oleadas previas– «que gobernaban de manera práctica-
mente autónoma del poder cordobés, si bien seguían reconociendo su
autoridad, pues lo necesitaban para legitimar su poder sobre esos terri-
torios. El control por parte de los omeya [...] era casi inexistente»11. Ante
esa situación e imposibilitado para ejercer un dominio efectivo, el go-
bierno central empezó a proceder a la emisión de unos títulos de propie-
dad (siyill, plural sayyala)12 que registraba como concesiones territoriales

11. Herrero Soto, Omayra. «El perdón del gobernante (al-Andalus, ss. II/VIII-V/XI).
Una aproximación a los valores político-religiosos de una sociedad islámica pre-mo-
derna». Tesis doctoral. Universidad de Salamanca: 2012, p. 186.
12. Vocablo de origen griego, σιγίλλιον, que pasó al árabe con el significado de registro,
inscripción o protocolo.

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y que Chalmeta consideró de «legitimación a posteriori»13; como


contrapartida a esta legitimación se establecían unas tasas que el con-
cesionario venía obligado a pagar al Estado central. Estas concesiones
se iban renovando convenientemente mientras el titular de las mismas
siguiera acreditando el control sobre su zona y el mantenimiento a raya
de otras posibles facciones en pugna por el poder local. Sin embargo,
y con el paso del tiempo, empezaron a aparecer señores territoriales
que demandaban que, a cambio de seguir garantizando la autoridad
del emir en su zona, debían quedar exentos de pagar contribuciones,
con lo que la secuencia y la filosofía del procedimiento se alteraban
sustancialmente.
Un ejemplo del poder local e independiente que ejercieron estos se-
ñores sobre sus territorios lo constituye el clan de los Banu Qasi, que
dominaron la fronteriza Marca Superior, donde se enfrentaban francos
y andalusíes, entre el siglo VIII y el IX. Este clan se impuso sobre otros va-
rios también presentes en la zona, como los Banu Sabrit o los Banu Tuyib,
y, desde esa posición de supremacía, estuvieron en condiciones de solici-
tar la concesión del correspondiente siyill sobre sus territorios en la zona
central del valle del Ebro. La inscripción llevaba a la vez aparejada la de-
legación del cobro de tributos en la zona y de ellos se detraería posterior-
mente el importe de la tasa a pagar al poder central –un procedimiento ya
utilizado durante las campañas expansivas por el norte de África, pues los
territorios y recaudaciones quedaban asignados a los comandantes que
las habían conducido–. «Este acto, que originariamente es una concesión
del emir, se convierte en una mera formalidad en los momentos en que
el mandatario carece de medios para hacer efectiva su autoridad, vacián-
dose completamente de contenido, ya que se limita a dar cobertura legal
a una situación preexistente»14. Un siglo más tarde, en el X, y siguiendo a
Miquel Barceló15, el ya califa cordobés al-Hakam II otorgaba un siyill so-
bre las tribus Kutama a un tal Abu-l-’Ays, un aliado bereber del norte de
Argelia que le había ayudado a afianzarse en el poder, cuando éste quiso
volver a su tierra16. En ese largo documento oficial todo se ordenaba y re-
gulaba remitiéndose a la sharía, pero las directrices fiscales ocupaban dos
de las tres páginas.

13. Chalmeta Gendrón, Pedro. «Concesiones territoriales en al-Andalus (hasta la llegada


de los Almorávides)». Cuadernos de Historia, vol. VI, 1975, p. 53.
14. Lorenzo Jiménez, Jesús. «Los ḥuṣūn de los Banū Qasī: algunas consideraciones desde
el registro escrito». Brocar, 31, 2007, p. 89.
15. Barceló, Miquel. «Un estudio sobre la estructura fiscal y procedimientos contables
del Emirato Omeya de Córdoba (138-300/755-912) y del Califato (300-366/912-976)».
Acta historica et archaeologica mediaevalia, n.° 5-6, 1984, pp. 45-72.
16. Un proceder que veremos repetirse en el siglo XXI en Libia.

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Con las salvedades que son del caso y pese a la distancia temporal, el
proceso conducente al reconocimiento de las actuales wilayat por parte
del Daesh no parece diferir mucho del que tuvo lugar mil años antes,
como tampoco el interés por el establecimiento de sistemas administra-
tivos y fiscales de forma casi inmediata. La primera estructura guberna-
mental califal, inspirada en la de la Persia sasánida, fue obra de Omar, el
ya citado segundo califa Bien Guiado, y se dividía básicamente en Ejér-
cito, diwan al-yund, y Hacienda, diwan al-jaray. El primero llevaba el re-
gistro «de los nombres de todo aquél que llevaba el mensaje de Dios al
mundo [...] en esa realidad nueva, pero imbuida del concepto tribal de
ghazw17...»18, normalmente agrupados en las tribus o clanes que compo-
nían las tropas. El segundo lo constituían los gabinetes de recaudación de
impuestos. Los abasíes introdujeron un tercer departamento al establecer
una dirección coordinadora central o diwan al-rasail, una especie de Secre-
taría de Estado.
De esta inicial estructura, que se iría diversificando y ampliando con
posterioridad, se deriva el hecho de que la sociedad araboislámica haya
sido, desde su origen y fundación, tribal y tributaria; dos rasgos que, aun
con el paso del tiempo y las evoluciones ineludibles, siguen estando pro-
fundamente enraizados en el imaginario colectivo y que el Daesh ha ac-
tualizado y reproducido de inmediato en su estructura. El aparato militar
que permitió la adquisición de nuevos territorios en Irak y Siria mantiene
registros detallados de quienes componen sus contingentes al igual que
lo hacía el diwan al-yund. Al menos eso pudo deducirse de los listados con
22.000 fichas de combatientes extranjeros en Siria que filtró un desertor y
obtuvieron los servicios de seguridad británicos y alemanes en marzo de
201619. Y ese aparato militar fue también inmediatamente complementado
con el establecimiento del aparato administrativo y recaudador impres-
cindible para la réplica de un supuesto califato, donde la ampliación de
la base de sus recursos es tan importante como la ganancia territorial.
Además, esta obtención de recursos a través del sistema impositivo direc-
to sobre las poblaciones sometidas cobra cada vez más importancia ante
los continuos reveses que las operaciones de la coalición que lo combate
suponen para la obtención y el tráfico de petróleo, por ejemplo.

17. Término clásico para referirse a las expediciones y ataques de unas tribus bedui-
nas contra otras en período preislámico. En la actualidad se utiliza en el sentido de
invasión.
18. Vercellin, Giorgio. Instituciones del mundo musulmán. Barcelona: Bellaterra, 2003, p.
336.
19. http://www.sueddeutsche.de/news/politik/konflikte-persoenliche-daten-
von-22-000-is-dschihadisten-aufgetaucht-dpa.urn-newsml-dpa-com-20090101-
160310-99-160132.

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5. REVITALIZACIÓN DE PALABRAS Y CONCEPTOS CLÁSICOS


En cualquiera de sus soportes, el aparato mediático del Daesh recurre
de manera continua a un vocabulario que reverdece conceptos tradicio-
nales árabes y apela a la teología islámica fundacional de corte salafista20.
Un vocabulario y unos conceptos que retrotraen a épocas históricas, ma-
yoritariamente medievales, en que sin duda fueron aplicados de manera
mucho más adecuada y pertinente al lugar y situación de lo que puedan
serlo ahora. Este recurso se utiliza intensivamente y de manera deliberada,
pues pretende la instauración de un estado emocional, más que político o
religioso, y queda patente en el hecho de que esas palabras se mantienen
en árabe –convenientemente transliteradas pero sin cursiva alguna– en los
textos en otras lenguas que diseminan su doctrina. Así ocurre por ejemplo
en la revista Dabiq –con 15 números publicados21, todos ellos en inglés salvo
el 3, lanzado en francés–, que se constituye en el paradigma de la difusión
del constructo utópico y distorsionado que la organización propone, aun-
que no es la única22. Su audiencia objetiva está fuera de las fronteras físicas
del núcleo siro-iraquí –éste y el de lengua árabe en general está convenien-
temente atendido mediante otras publicaciones o recursos– y no domina
habitualmente el árabe ni tiene una gran formación musulmana, pero, aun
así, absorbe e interioriza términos como kafir, murtadd, salibi, rafidi, tagut o
shahid, incorporándolos a su vocabulario en lugar de sus equivalentes in-
fiel, apóstata, Cruzado, refutador, tirano o mártir. Estos destinatarios asimi-
lan también, por ejemplo, que los Hermanos Musulmanes son apóstatas23,
los chiíes refutadores24 o que al-wala’ wal-bara’ –la lealtad hacia cualquier
musulmán y el rechazo y alejamiento de todo aquél que no lo sea, ambos
en nombre de Dios y amando lo que Él ama y odiando lo que Él odia– es un
ejemplo de hermandad por el mismo credo, sin importar etnia ni origen,
que se opone al que consideran rampante racismo estadounidense25 frente
a su comunidad afroamericana, por citar sólo algunos ejemplos.
Recuperar, además, la palabra y el concepto de califato no es tampoco
una elección baladí, ni en su sentido religioso ni el político. Porque un
20. En puridad, el salafismo original, surgido en el XIX, no es más que el retorno al ape-
go al Corán y la sunna ejemplificado por los salaf (los píos ancestros): el Profeta, sus
compañeros y las dos generaciones siguientes.
21. A la fecha de cierre de este texto en septiembre de 2016. Todos los números están
disponibles en línea en: http://www.clarionproject.org/news/islamic-state-isis-
isil-propaganda-magazine-dabiq.
22. Istok se publica en ruso, Konstantiniyye en turco y Dar al-Islam en francés.
23. Dabiq, n.° 14, pp. 28-43.
24. Dabiq, n.° 13, pp. 32-45.
25. Dabiq, n.° 11, pp. 18-21.

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califato es, originalmente, exactamente eso: un Estado político-religioso


que engloba tanto a los territorios y poblaciones bajo su dominio directo
como a la comunidad musulmana en su conjunto. Para lo primero ne-
cesita de una zona física en la que establecer su dominio, pero para lo
segundo, y ahí residen tanto su peculiaridad como su amenaza actual
más distintiva, no. Cuando en marzo de 1924 la Asamblea Nacional tur-
ca declaró abolido el último califato, desposeyó también del título de
califa al último representante de la dinastía otomana, Abdülmecid II,
que lo había seguido ostentando durante dos años casi como reliquia
histórica. En ese momento, y como prueba del doble significado del cali-
fato antes apuntado, se alzaron numerosas voces, muchas, incluso fuera
de Turquía, que abogaban por el «mantenimiento del califato y del ca-
lifa/sultán como cabeza simbólica del pueblo musulmán. [...] El fin del
Imperio Otomano constituyó un desastre para aquéllos que deseaban la
unidad musulmana y el establecimiento de una umma26 transnacional
islámica»27.
Es evidente que en el siglo XXI la comunidad musulmana en general
no se siente vinculada a este nuevo califato ni a esta concepción clásica,
pero sí existe un reducido colectivo dentro de la misma, y no siempre pro-
veniente de la marginalidad o la exclusión, que se siente atraído por su
revitalización histórica y tradicional aun rechazando los métodos yihadis-
tas. Quienes no los rechazan, todavía más minoritarios aunque aparatosos
mediáticamente, son el objetivo prioritario de los llamamientos a unirse
a esta reedición califal, tan mitificada y utópica como distorsionadora y
pervertida.
El término wilaya, por su parte, tiene el significado actual de provincia
o prefectura y como tal se utiliza en las divisiones administrativas de
muchos países árabes. Sin embargo, su contenido y campo semántico
son mucho más amplios, un rasgo propio de la lengua árabe y las semí-
ticas en general, y el verbo del que deriva, waliya –simplificadamente
traducido como «gobernar»–, expresa la existencia de algo contiguo a
otra cosa o la aparición de algo inmediatamente después de lo anterior y
sin ningún espacio o lapso intermedio. En los textos clásicos hacía refe-
rencia a la proximidad, material o inmaterial, entre dos cosas o personas;
el amor y la amistad; la victoria y el socorro; el seguimiento y la sumi-
sión; la tutela y el liderazgo. Y es en ese amplio sentido en el que ha de
26. Pueblo, nación o comunidad en árabe y un término que aparece hasta 62 veces en
el Corán. Entidad que teóricamente comprende a todos los musulmanes del mundo
independientemente de su nacionalidad u origen.
27. Gleave, Robert. s.v. «Ottoman Empire». Encyclopaedia of islamic civilisation and religion.
Netton, Ian Richard (Ed.). London: Routledge, 2008, p. 504.

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entenderse la elección de este vocablo por el nuevo califato y el complejo


universo que quiere representar. Una wilaya del Daesh, además, supone
una noción bien distinta a la de las llamadas franquicias de al-Qaeda,
que ha venido suministrando a sus grupos asimilados apoyo financiero,
entrenamiento, publicidad y experiencia operativa y militar; obtenien-
do a cambio nuevos combatientes, nueva logística y nuevos escenarios
potenciales para su marca y su lucha contra los países occidentales que
supuestamente apoyan gobiernos árabes apóstatas No obstante, este mo-
delo se ha mostrado a menudo incapaz de controlar de modo efectivo a
sus franquiciados, como sucedió en el caso emblemático de Abu Musab
al-Zarqawi en Irak, que dio paso a la aparición del Daesh. Éste, aunque
no obvia el alentar progresivamente a sus simpatizantes a atacar países
occidentales a medida que va siendo hostigado y acorralado en su bas-
tión principal, tiene como prioridad el establecimiento de un califato que
«permanezca y se expanda» y para ello las ganancias territoriales resul-
tan irrenunciables.
Al aceptar la bay’a de grupos más o menos afines a su doctrina del sa-
lafismo yihadista, previamente asentados y operativos en regiones distan-
tes del epicentro siro-iraquí, el Daesh legitima y da cobertura y relevancia
internacional a esos grupos al tiempo que éstos replican de inmediato la
metodología, la administración tributaria y judicial y los medios de alec-
cionamiento, represión y propaganda de la central del califato, que los
ampara doctrinalmente desde ese momento. Una vez replicado el marco
doctrinal y de vida cotidiana que establece la matriz, las wilayat disponen
de una gran autonomía a la hora de acometer sus actividades de combate
en sus áreas de influencia, siempre y cuando éstas estén inspiradas en la
doctrina y consignas emanadas del corazón del califato.

6. EL DAESH EN EL FLANCO SUR EUROPEO: RIESGOS Y AME-


NAZAS
Los continuos conflictos e inestabilidades norteafricanas –por ceñir-
nos a la franja más inmediata a Europa, pero sin que sea posible olvi-
dar la misma situación en el Sahel y el Golfo de Guinea, que aviva y
retroalimenta también a la primera– de los últimos años han facilitado
de modo sustancial el establecimiento o afianzamiento de organizacio-
nes terroristas, insurgentes o simplemente delictivas y fomentan también
el que quieran incluso presentarse en ocasiones como alternativas a los
regímenes, o la ausencia de éstos, existentes. Hacia ellas se ha dirigido
el Daesh porque, como ocurre con cualquier insurgencia, su objetivo es
ampliarse y aglutinar partidarios, activos y pasivos, tanto mediante la
atracción discursiva y la suplantación de la autoridad –proporcionando

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servicios y seguridad que ha dejado de lado el poder constituido y que


legitiman y hacen atractivo al movimiento– como a través de la coerción
y la intimidación de la población. Esta expansión occidental desde el Si-
naí hasta Argelia ha aprovechado las mismas ventanas de oportunidad
de las que se benefició para su implantación en Siria e Irak, replicando
las estrategias allí utilizadas inicialmente y apoyándose en la existencia
previa de grupos afines. Su presencia en el norte África constituye evi-
dentemente un riesgo para los Estados en los que infiltra a la vez su vio-
lencia y su ideología, al añadir factores que multiplican las debilidades
de los mismos, pero, simultáneamente, amenaza a Europa al aproximar
cada vez más la desestabilización a su flanco sur y dejando de ser una
cuestión «oriental».
Es a esa ampliación operativa y doctrinal a lo que aspira el Daesh a
través del reconocimiento de nuevas wilayat que, aunque sea de modo
nominal, proporcionen la sensación de que su avance es imparable. Pero
ésta es una expansión en cierto modo falaz, pues no supone más que
la absorción de organizaciones yihadistas ya presentes en cada territo-
rio, con muy distinta fortaleza y capacidad militar, y no una operación
ex novo protagonizada por un trasvase de contingentes originales que
avanzan sin freno. Esa falacia no supone en modo alguno una dismi-
nución del riesgo que representa el Daesh, pero no debe ser perdida de
vista a la hora de analizar su estructura real y las debilidades que acoge
en su seno, que son notorias y derivadas de su propia configuración.
Los casos de Egipto, Libia y Argelia ilustran ejemplos bien diferencia-
dos en cuanto al origen, implantación y fortaleza de las organizaciones
asimiladas.
En Egipto, la wilaya del Sinaí se reconocía al grupo Ansar Bayt al-Maq-
dis (ABM)28, considerado el más letal de los grupos insurgentes activos en
Egipto. ABM llevaba operando en la península desde 2011, cuando la re-
volución de la plaza Tahrir provocó una desestabilización en Egipto, aún
más notoria en el caótico Sinaí, que todavía no ha logrado atajarse com-
pletamente. Sus espectaculares acciones se habían dirigido inicialmente
contra Israel y las FF. AA. egipcias y habían alcanzado objetivos en otras
provincias e incluso en El Cairo. La absorción nominal de una organiza-
ción bien entrenada y con probada capacidad de acción ante el ejército
más poderoso del mundo árabe era sin duda un objetivo altamente ren-
table propagandísticamente para el Daesh, además del valor simbólico
de poner un pie en el cuerpo central que divide el Mashreq del Magreb,

28. En las referencias a estos grupos se ha optado por mantener la denominación en ára-
be, descartando su traducción al inglés o al castellano.

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el oriente y el occidente araboislámicos. Tras el juramento de lealtad a


al-Bagdadi, sus tácticas viraron hacia operaciones de corte más guerrille-
ro y quizá de menor repercusión, pero tuvieron un punto de inflexión en
sentido contrario cuando se atribuyeron el derribo del avión de pasajeros
ruso del 31 de octubre de 2015 –sólo unas semanas después de una opera-
ción a gran escala del ejército egipcio, en el mes de septiembre, contra los
grupos insurgentes29 activos en la península–. Las estimaciones más sen-
satas calculan que el grupo aglutina a un máximo de 1.000 combatientes y
está formado por extremistas egipcios, antiguos militantes palestinos pro-
venientes de Gaza y beduinos de la zona30, todos ellos muy ideologizados
y beligerantes por distintos motivos.
La importancia estratégica que se atribuye a un Egipto estabilizado, y
no sometido a influencias islamistas que puedan desembocar en derivas
indeseables, quedó patente en las más que tibias condenas occidentales
a lo que no fue sino un golpe de Estado, al calor de la contestación pre-
via, contra el presidente Mursi –el primero, no es posible obviarlo, elegi-
do democráticamente en unos comicios presidenciales en la historia del
país–. El hecho de que estuviera respaldado por los Hermanos Musul-
manes quizás contribuyó a que su derrocamiento a manos del general
al-Sisi pareciera un mal soportable o menor, aunque la represión poste-
rior desatada por éste haya supuesto un renovado estímulo y justificación
para la insurgencia y el terrorismo yihadista, sobre todo protagonizada
por ABM, hoy wilaya Sinaí. Su flaqueza, como la de muchos de los grupos
del norte de África, reside sin embargo tanto en la pluralidad de orígenes
y motivaciones de sus integrantes como en el conflicto irresoluto entre la
lealtad al Daesh o a la matriz en la que todos se inspiraron originalmente:
al-Qaeda. En este caso concreto, esa colisión quedó patente en el hecho
de que inmediatamente después del juramento de lealtad a al-Bagdadi se
producía una escisión y la llamada ABM en el Valle del Nilo manifestaba
la continuidad de su lealtad a al-Qaeda.
La caída del régimen de Gadafi en 2011 supuso la ventana de oportu-
nidad que desencadenó el establecimiento de muy diversas facciones in-
surgentes en un país, Libia, tradicionalmente polarizado y segmentado

29. ABM no es la única agrupación yihadista en la zona. Jund al-Khilafah fi Ard al-Kina-
na o Majlis Shura al-Mujahidin fi Aknaf Bayt al-Maqdis, entre otros, están también
presentes en el área. Los primeros juraron lealtad al Daesh en septiembre de 2014 y
los segundos le declararon su apoyo en octubre del mismo año.
30. Rahmani, Bardia and Tanco, Andrea. «ISIS’s Growing Caliphate: Profiles of Affi-
liates». Wilson Center, The Islamists, Feb 19, 2016 [fecha de consulta: 29 de agos-
to de 2016]. Disponible en línea en: https://www.wilsoncenter.org/article/
isiss-growing-caliphate-profiles-affiliates.

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en identidades étnicas y tribales31. Una segmentación que sólo el férreo


control del coronel había mantenido a raya, aplicando por igual repre-
sión y nepotismo, y que había sofocado entre otras las veleidades salafis-
tas y yihadistas de las tribus y milicias del este, «un tradicional foco de
activismo islámico»32, además del histórico enfrentamiento con las del
oeste. Desde septiembre de 2011, la Misión de Apoyo de Naciones Uni-
das en Libia (UNSMIL) no ha logrado revertir el caos sobrevenido y en
el país han coexistido, en el marco de una abierta guerra civil, hasta tres
gobiernos distintos: la Cámara de Representantes con sede en Tobruk,
de corte liberal y apoyada por las milicias Zintan; el Congreso General
Nacional en Trípoli, de inspiración islamista y respaldado por milicias
de Misrata; y, desde el mes de marzo de 2016, un supuesto Gobierno de
Acuerdo Nacional con un autoproclamado Primer Ministro. El choque
entre los dos primeros se intensificó a partir del verano de 2014 y fue es-
poleado también por la irrupción de otro actor: el general Khalifa al-Haf-
tar, en su momento leal a Gadafi y luego secundado por el ejército libio
y el gobierno de Tobruk en su combate contra las milicias proislamistas.
Este escenario no podía resultar más conveniente para la aparición de
la multitud de organizaciones, grupos y facciones que interactúan en
la zona junto a las milicias antes citadas. Uno de los más relevantes se
había formado inicialmente por un grupo de libios desplazados a Siria
en 2012 para combatir al régimen de Bashar al-Assad bajo el nombre de
Katiba al-Battar.
En abril de 2014 algunos de esos veteranos regresaron a su país33, pasa-
ron a denominarse Majlis Shura Shabab al-Islam y se asentaron en Derna,
situada en el este y a 300 km de la frontera egipcia, tomándola en nombre
del Daesh según declararon. Cuando fue reconocida como wilaya se le
asignó el nombre de Barqa (la Cirenaica clásica) y simultáneamente se
declararon las de Tarabulus (Tripolitania), en el oeste y con sede en Sirte,
y Fezzan, al sur. Pese a este fulgurante y prometedor comienzo y la conti-
nua actividad terrorista y de hostigamiento a la que ha sometido al resto
de actores, su existencia en Libia ha sufrido y sufre de constantes reveses.
31. Lavoix, Hélene. «The Islamic State in Libya – When Lybian Tribes Pledge Allegiance
to the Khalifah». Red (Team) Analysis Society, May 16 2016 [fecha de consulta: 31 de
agosto de 2016]. Disponible en línea en: https://www.redanalysis.org/2016/05/16/
islamic-state-libya/.
32. Celso, Anthony. «The Islamic State’s Colonial Policy en Egypt and Libya». Journal
of Political Sciences & Public Affairs, 2015, 3:171 [fecha de consulta: 2 de septiembre
de 2016]. Disponible en línea en: http://www.esciencecentral.org/journals/the-isla-
mic-states-colonial-policy-in-egypt-and-libya-2332-0761-1000171.php?aid=58267.
33. Como había hecho Abu-l-’Ays en el siglo X al regresar a Argelia y obtener un siyill
sobre los territorios de los Kutama.

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ANÁLISIS DE LA SEGURIDAD INTERNACIONAL DESDE PERSPECTIVAS ACADÉMICAS

Desde su establecimiento en la zona, los integrantes de la wilaya de la


Cirenaica han venido combatiendo al gobierno de Tobruk y a las tropas
de su aliado el general Haftar, pero fueron expulsados de su feudo en
junio de 2015 por el Majlis Shura al-Mujahidin de Derna, una coalición
de grupos islamistas ligada a al-Qaeda, en un ejemplo de la pugna en-
tre los «legitimados» por el califato y los «tradicionales» de la matriz u
otras facciones también implantadas en cada zona, que en Libia ha sido
especialmente llamativa. La wilaya de Trípoli ha competido en su área con
Ansar al-Sharia en Libia (ASL) pese a haber absorbido a parte de sus cua-
dros en abril de 2015, cuando Abu Abdullah al-Libi, uno de sus referentes
ideológicos, proclamó su abandono de al-Qaeda y su lealtad al Daesh34.
ASL, por su parte, representa el prototipo del entrelazamiento transnacio-
nal de estos grupos y obliga casi a trazar un diagrama entre el punto de
origen y el final de la cadena: ligada a la Katiba al-Muhajirin de Latakia,
en Siria, que juró lealtad a Jabhat al-Nusra, a su vez conectada a al-Qaeda
y hoy desvinculada de ella desde su reciente cambio de denominación a
Jabhat Fateh al-Sham. La importancia de esta wilaya y de su bastión prin-
cipal en Sirte, con acceso directo al Mediterráneo, la convirtieron en mayo
de 2016 en el objetivo prioritario de las fuerzas del Gobierno de Acuer-
do Nacional, respaldadas desde el 1 de agosto por intervenciones aéreas
norteamericanas, que han logrado, al parecer, expulsar de la ciudad a los
últimos combatientes del Daesh a finales del mismo mes35. La wilaya del
Fezzan, por su parte, y para continuar con el desinterés histórico hacia la
zona, no parece registrar excesiva actividad –salvo algún esporádico ata-
que suicida de escasa consecuencia en puestos de control36– ni preocupar
en demasía a nadie.
En Libia se han hecho patentes tanto el riesgo sobre el terreno como
la amenaza a Europa que el Daesh, como epítome de las organizacio-
nes yihadistas allí activas, representa. En el propio país, su presen-
cia dificulta aún más la difícil estabilización que se pretende y tiene,
también, un enorme potencial de contaminación a Estados vecinos de
precario equilibrio como Túnez. Su cercanía a Italia, por otra parte, ha
venido constituyendo desde hace años una muy significativa vía de ac-
ceso de inmigración irregular a Europa –en muy penosas condiciones

34. Garstenstein-Ross, Daveed and Barr, Nathaniel. «The Islamic State’s varying fortu-
nes in North Africa». War on the Rocks, June 24, 2015 [fecha de consulta: 3 de sep-
tiembre de 2016]. Disponible en línea en: http://warontherocks.com/2015/06/
the-islamic-states-varying-fortunes-in-north-africa/.
35. http://english.alarabiya.net/en/News/middle-east/2016/08/28/Libya-forces-
push-into-last-ISIS-held-areas-of-Sirte.html.
36. http://www.almonitor.com/pulse/files/live/sites/almonitor/files/docu-
ments/2015/IS_Activity_in_Libya.pdf.

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BLOQUE TEMÁTICO Iv. CAPÍTULO 26. La expansión norteafricana del Daesh...

y generando a la vez un sobrecogedor drama humano y un quebranto


político, social y económico difícil de gestionar por los países recepto-
res–. En los últimos tiempos, y tras el acuerdo entre la UE y Turquía para
frenar el flujo que el conflicto siro-iraquí generó hacia Grecia, esta signi-
ficativa vía se ha convertido en la principal, aunque ya desde el verano
de 2015 el Primer Ministro italiano, Matteo Renzi, ha venido solicitando
una mayor implicación y solidaridad de sus socios europeos para conte-
nerla o absorberla. Unos meses antes, a principios de ese mismo año, el
Daesh había amenazado directamente con provocar una oleada masiva
de inmigración procedente de Libia, que cifró en hasta 500.000 personas,
si se producía una intervención militar internacional contra sus bases37.
Que esta amenaza no llegara a concretarse en su momento no la hace
descartable en el futuro.
En el caso de Argelia y aun habiéndose proclamado la wilaya al-Jazair,
la expansión del Daesh ha encontrado en la fuerte implantación previa
de al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) un obstáculo hasta ahora in-
salvable, a pesar de haberse nutrido de las defecciones de pequeños gru-
pos asociados a ésta. Jund al-Khilafa en Argelia, Katiba al-Huda, Katiba
al-Ansar, al-Ghurabaa o Jamaat Houmat al-Da’wa al-Salafiya, tras sus
respectivos juramentos de lealtad a al-Bagdadi, compusieron la intrin-
cada mezcla que intenta ondear la bandera negra del califato en Argelia.
Su actividad ha sido puntual, aunque lo más llamativa posible, y se ha
visto obligada a golpear con más frecuencia y efectividad en el vecino
Túnez38 que en su propio suelo, donde fue prácticamente desmantela-
da en diversas operaciones durante el primer semestre de 2015. Porque,
además de a AQMI, el Daesh se enfrenta en Argelia a un aparato estatal
y militar bien acostumbrado a lidiar con la inestabilidad social y política
interna, la insurgencia o el terrorismo desde hace décadas. Su estratégica
posición entre dos de los focos más preocupantes para la estabilidad del
Magreb, como son Libia y Mali, y sus esfuerzos contraterroristas hicie-
ron de este país un interlocutor especial para el desarrollo del Diálogo
Estratégico que desde 2012 mantiene Washington con Rabat y Argel –de
manera paralela dada las casi inexistentes relaciones entre ambos–. Y si
en el caso de Marruecos EE. UU hace hincapié en alentar reformas políti-
cas y desarrollo económico, en el de Argelia las cuestiones de seguridad
se configuran como prioritarias39. Este respaldo norteamericano, basado
37. http://www.ilgiornale.it/news/cronache/minaccia-dellisis-se-ci-colpite-mettia-
mo-mare-500mila-1094992.html.
38. Como en el atentado al Museo del Bardo de marzo de 2015.
39. Roussellier, Jacques. «ISIS, a Game Changer for Algeria». Sada, Carnegie Endowment
for International Peace, October 21, 2014 [fecha de la consulta: 4 de septiembre de

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ANÁLISIS DE LA SEGURIDAD INTERNACIONAL DESDE PERSPECTIVAS ACADÉMICAS

en el diálogo y el asesoramiento y no en el intervencionismo directo,


fortalece el papel contraterrorista y diplomático argelino en la región y
ofrece un ejemplo de que otras aproximaciones al fenómeno son también
posibles.

7. REFLEXIONES FINALES
La continuada apelación al escrupuloso apego a una supuesta ortodo-
xia religiosa, al ejemplo de pureza islámica de los tiempos del Profeta y
los inmediatos posteriores, ha sido identificada y reseñada con profusión
en los análisis occidentales, aunque quizás no siempre bien entendida,
explicada ni contraargumentada. Jacquard40, por ejemplo, afirmó que las
bases ideológicas de los movimientos terroristas islamistas eran pobres,
mal construidas y no aglutinadoras políticamente –al contrario que las
de sus predecesores europeos nacionalistas y separatistas–, porque no se
basaban en los escritos de ningún teórico reconocido –como Marx, Hegel
o Keynes, según proponía– sino en el Corán. Este tipo de razonamien-
to –además de una burda simplificación, pues el Corán no es la única
fuente inspiradora a la que estos movimientos se remiten–, es parango-
nable a que un supuesto experto egipcio hubiera dicho en su época que
la incipiente Revolución Francesa estaba destinada al fracaso por laica y
por no apoyarse en las acreditadas teorías de Ibn Jaldún sobre el declive
de los imperios. Igualmente, la persistente acentuación occidental de la
pretendida marca religiosa de estos movimientos no sólo contribuye a la
diseminación del constructo perverso y manipulador que los mismos pre-
tenden –y a los que se sirve de indeseable altavoz–, sino que obvia otros
muchos rasgos que están igual de presentes y que son los que realmente
componen el cuadro final que ha de comprenderse y desmontarse. Las
deficiencias o carencias de algunos análisis no radicarían por tanto en la
opacidad o escasez de la información, que está claramente disponible en
gran medida, sino en la prepotencia intelectual, el desconocimiento de
la realidad subyacente a los fenómenos puntuales y la incapacidad para
insertarlos en un continuo histórico de extenso recorrido anterior y, más
importante aún, probablemente de larga evolución futura. A ese respecto
convendría tal vez recordar la frase de Churchill «The longer you can look
back, the farther you can look forward», porque sin la correcta comprensión
del pasado resulta muy dificultosa la de las fuerzas que están tratando de
modelar el futuro.
2016]. Disponible en línea en: http://carnegieendowment.org/sada/56981.
40. Jacquard, Roland. En nombre de Osama Bin Laden. Barcelona: Salvat, 2001.

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BLOQUE TEMÁTICO Iv. CAPÍTULO 26. La expansión norteafricana del Daesh...

Retomando la relación entre lengua y cosmovisión colectiva, la recupe-


ración y actualización de un cierto vocabulario, de unas palabras o con-
ceptos concretos, entronca con la antropología lingüística y sus teorías
sobre el determinismo aplicado a ésta: la lengua modula nuestra forma de
pensar y percibir la realidad. Lo anotó ya Victor Klemperer, asociándolo
al Tercer Reich y su similar proceso de actualización de conceptos y mani-
pulación del lenguaje, al decir «Pero el lenguaje no sólo crea y piensa por
mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica,
tanto más cuanto mayores son la naturalidad y la inconsciencia con que
me entrego a él»41. A ese mecanismo apela el Daesh cuando utiliza ac-
tualmente palabras como califato, califa, wilaya, infieles, apóstatas, Cruza-
dos, romanos y el largo etcétera de arcaísmos con que trufa sus mensajes.
No está sólo recuperando un determinado discurso, está modulando una
nueva realidad al apelar a la historia gloriosa, al constructo ideológico y
a la utopía. Pero, sobre todo, está manipulando a su audiencia objetiva a
través de las emociones y embarcándola en un proceso que ésta termina
por percibir como irresistible. Un tipo de manipulación, la del lengua-
je y la realidad a la que se vincula, del que no estamos a resguardo en
Occidente tampoco, sometidos a un diario bombardeo por parte de cier-
tos analistas y medios de comunicación envidiablemente dotados para la
comprensión y explicación de cualquier concepto o fenómeno del mundo
araboislámico, aunque provengan de disciplinas muy diversas que nada
tienen que ver con él. Un bombardeo supuestamente analítico o informa-
tivo, pero claramente sesgado, cuando no lleno de desconocimiento, que
repite una y otra vez dos o tres mantras que terminan por instalarse en
el imaginario colectivo como un dogma y que, lejos de contribuir al ne-
cesario sosiego para afrontar el problema, incitan a la estigmatización del
islam y la comunidad musulmana en general, que son presentados como
un todo monolítico.
Ese es, más allá de la presencia física o la actividad terrorista e insur-
gente de sus grupos asociados en el norte de África o en cualquier otro
lugar, el verdadero peligro que supone el Daesh: la diseminación de una
doctrina violenta y autojustificada que no se erradica con las por otra
parte imprescindibles operaciones militares. Una doctrina que continúa
extendiéndose sustentada por aliados fundamentalistas que son y han
sido, a su vez y bien vale la redundancia, aliados fundamentales de di-
versos gobiernos occidentales a pesar de recientes alejamientos más es-
téticos y mediáticos que tangibles. Una creencia que se nutre también de
las desproporcionadas e indiscriminadas respuestas que provoca en las

41. Klemperer, Victor. LTI, La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo. Barcelona:
Editorial Minúscula, 2012, p. 31.

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ANÁLISIS DE LA SEGURIDAD INTERNACIONAL DESDE PERSPECTIVAS ACADÉMICAS

sociedades del exterior ante sus colectivos musulmanes. Una ideología


para la que ni la democracia ni la bonanza material parecen constituir
barreras o antídotos efectivos según señalaba y alertaba Hatem Ben Sa-
lem42 –en el marco de una jornada43 celebrada en Sevilla en mayo de 2016–,
pues el fundamentalismo está fuertemente arraigado en buena parte de
las sociedades árabes. Para ilustrar lo primero ponía como ejemplo a su
propio país, al que se refirió como «una isla de democracia rodeada de
desafíos», que alberga movimientos yihadistas en su territorio y que ha
sido el principal proveedor de combatientes extranjeros en Siria e Irak; y
para lo segundo a Arabia Saudí, donde el bienestar económico tampoco
ha evitado la aparición de colectivos, o la declaración de wilayat, aún más
fundamentalistas que el propio régimen.
La situación de toda la cuenca del Mediterráneo en los últimos tiempos
presenta muy diversos dilemas económicos, culturales, políticos y socia-
les a la comunidad internacional –sean las potencias con capacidad de
influir en la zona, la Unión Europea o la OTAN–, que se ve obligada a un
difícil ejercicio de equilibrio que oscila entre el intervencionismo, el apoyo
multifactorial, el socorro a petición de parte, la injerencia, la omisión, la
dilación o la inhibición. De la estabilización de esos países y de la integra-
ción en la vida social y política de discursos islamistas moderados que
puedan absorber a los más radicales, sin ahondar en su estigmatización
y su expulsión a la periferia y la marginalidad, puede que dependa el fu-
turo freno a la expansión del salafismo violento. Porque el islam político
es un movimiento con un innegable sustento en amplios sectores de la
población que no va a ser erradicado aunque se termine derrotando al
salafismo yihadista en un futuro no cercano Estos movimientos islamistas
moderados se constituyen como los únicos actores capacitados para la
elaboración de una contranarrativa efectiva y en el seno de sus propios
países y sociedades, por lo que seguir arrinconándolos o proscribiéndo-
los, como ha sido a menudo el caso, sólo contribuirá a espolear respuestas
cada vez más agresivas. Y es a esa integración y aceptación a lo que de-
bería consagrarse también la influencia que se ejerce desde el exterior, de
manera que el Mediterráneo vuelva a ser el espacio conector que recorda-
ba Kaplan44 y no la brecha cada vez más insalvable que separe, ideológica,
económica y políticamente, a sus pueblos del norte y del sur.

42. Director del Institut tunisien des études stratégiques y anteriormente Secretario de Es-
tado de Asuntos Magrebíes y Africanos, luego de Asuntos Europeos, y Ministro de
Educación de Túnez.
43. «Oportunidades y retos en el Mediterráneo occidental». Organizada por el Real Ins-
tituto Elcano y la Fundación Cajasol.
44. Kaplan, Robert. La venganza de la geografía. Barcelona: RBA, 2013.

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BLOQUE TEMÁTICO Iv. CAPÍTULO 26. La expansión norteafricana del Daesh...

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