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f i Primera : — S considerac; Tacio 5. deontoloss nes sobre Etica Ogia de la Psic .. cay Brimera entra de ina secu Slcomotricidad, le acercar alguna, ncia de : Rotas sobr ati . s consid. @ una temética tan de leraciones general importante, con la intencién 1 bjercicio profesional, para Petals. sobre la constitucén de un codigo a 2 es de ética y una Eduardo Coon tica de la Psicomotricidad. ieee La intencién de : estas notas, es acercat : sideraciones generales, acerca de ene nee SOM comunidad de profesionales universarios, La escuela Céigo de ica yuna ley det gree ettsien us de pscomocicidnd, como modelo, las carters y spe Ja prdctica dela Psicomocrcidd resins: Para Clizaciones después, pasan progresvamente a cons- Considero fundamenct ticuir un auevo lugar de consideracién: la relacién de ean’ rental a estas discusiones, la psicomotricidad con el conjunto de la Universidad dhe ness Puntos, consideracién, Argentina, y en este marco, de un nuevo modo, la rela- Tits Ge estos breves comentarios y no tépicos cidn de la psicomotricidad argentina con el desarrollo ee desarrollados: dela psicomotricidad en el mundo y muy en particular, aoe social, publico y comdn de los bienes con el abanico de problemas que presenta la constela- cién contemporinea en el orden clinico, educativo y + El escaruto social de la psicomotricidad, comunitato. establecer que constituirén, ; or naturaleza ético deontolégica de la psicomotti-. La dimensi6n misma de esta nueva cualidad, implica cidad, por supuesto, una reconsideracién de su estaruto social « Los principios Bisicos de la étca. y de su relacién con el estado nacional. En este marco En Ia actualidad la psicomotticidad en la Argentina debe pensarse la condicién y el estatuto de una ley del enfrenta una circunstancia histérica cuya importancia _ejercicio profesional y como correlato de ella, un cédi- seria dificil poder exagerar go éxico deontoldgico del profesional psicomotricista. Constituida a lo largo de.las dlkimas décadas, en el Esta nueva condicién no implica la negacién de su marco de la tradicién de Escuela, por diferentes circuns- devenir histérico, sino su reconocimiento. La respon- tancias, encara en nuestros dias, a partir de un proceso sabilidad de hacer, ‘de lo heredado’, algo ‘adquirido’ y leiple en dimensiones y complejo en circunstancias, [a responsabilidad posterior de llevarlo hacia adelante, al estaruto y la responsabilidad de una préctica profe-- a su consumaciéa, a la “suma’ de sus posibilidades, sional universitaria. De un modo y con una dimensién transforméndolo inevitablemente y eniriqueciéndolo que antes Ia prictica no habia conocido. permanentemente, en esta trasformacién. En este sen- Este horizonte, delimita, obligadamente, de un nuc- tido la psicomotricidad debe cambiar. De este modo, vo modo las relaciones que la psicomotricidad establece con él estado, con la sociedad civil, con otras précti- cas profesionales y a su interior, con Ia comunidad de impone reflexionar la direccién de estos cambios, la sus practcances y de la comunidad de pracicantes con historia también, Es esperable una manera responsable Cade uno de sus miembros. Sobre todo, desde el punto de.conservar, superéndose, el carécter la originalidad y de vista de las incumbencias que de hecho y de derecho {a idiosincrasia que le es propia. En estas condiciones corresponden al desempesio de la psicomotricidad. Sin no hay espacio para denunciar de ilusorio'el porvenis, lugar a dudas, entre ellas, la salud, la educacién y la accién comunitaria. Cada una de las cuales inscribien- cog RNTIEE? contintia creciendo y no hacerlo no es una posibilidad en el especteo contempordneo que le compete. La hora sino tan sélo la nostalgia. El porvenir més’que una posi- bilidad es una responsabilidad presente, pero es preciso do de modo particular, las milsiples dimensiones de _detenerse para entender en profundidad, de cuantos di- responsabilidad ética, que constituyen, Ia dimensién de _ferentes modos esté presente entre sus practicantes. La Ia asistencia, la docencia y la investigacién. historia de la psicomotricidad, asi lo exige. Bn muchés En este contexto, [a comunidad de practicantes en aspectos, la psicomotricidad, fue la historia de un por- el campo de la psicomotricidad, se conduce inevita- venir y de una trasformacién, de muchas diferencias y blemente hacia su transformacién progresiva en una algunos consensos. scidad ha perdido hace ya emp? Pero, la psicomotti de aes jor sus eurores, ¥ esta mayoria de edad, z ero preparada, Quizé todavia, no muy acoscusy Sowers eo 2 preparacién es codavia, pero asu nueva condicién. Est bresias, y aunque cada vex menos, la aspiracién de mem! 4 insinuada atin, pero cada ver més presente, la conciene cia de la necesidad de su regulaci6n. Es decis le inexo- rable trasformacién que conduce, a través del desarro- Uo de su conciencia érico deontoldgica -la de su propia condicién ético deontolégica- del pedido de per! al reconocimiento de la necesidad de sus limisaciones, regulaciones y controles, inceriores tanto como exterio- res a la préctica. Ninguna préctica lleva en si asegurada, el desarrollo de sus virtudes por encima del desarrollo de sus desvios. Las delimi- taciones criticas maduras, més que los reconoci- mientos presurosos, son las que comprenden el maximo de desarrollo de las posibilidades y poten cialidades de una prictica asistencial, educativa, cli- nica y comunitaria, que se sabe deudora més que acreedora de un beneficio, desde el punto de visca de su compromiso so- cial. Aquel que define su posibilidad misma como prdctica. No ¢s la sociedad primero, la que tiene que reconocerla, sino sélo des- pués de un reconocimien- to exhaustivo, por parte de la prictica, del alcance * genuino de posibilidades y limites que la compro- mete con la sociedad a la que sirve. Y esto, por encima de sus buenas y loables, aspiraciones ¢ in- : tencionés, compromete ala indagacién y estudio, de su contribucién auténtica, obligadamente telativa, en sus campos de imcumbencias. El ajuste éptimo de sus be- neficios, sus riesgos y sus costos. En términos mas sim- ples ain: no hay ningtin lugar aceprable, que permira distinguir entre la promocién de la psicomotricidad y la promocién de una buena psicomotricidad, para ello, no obstante hay que animarse a delimitar y reconocer la ccrica de la psicomorricidad Ia buena price debe obligarse a rea- fronsere entre [2 SAE gssincin debe Obliense 3 Fp ae ego de ct lizarse, POF fas diferencias Sos fuer naxcisismo jmiento de la ne- yea que mejor ocimiento de fa ne? I ede a eae esi : “ figenua, condenads aderis POF Ten el echazo de ee sibilidades y alcances prarupone 5 PO zxa dlimiaién de 7 sentido, 10S 16 : an 10 En ee i edcacion formal superion BOsGS srccuentes en el dmbico mismo de le ellos, el campo de a wn particular, el horizonce furu- ae a inmediato, prefigura. el Gesfio de la. macricula- Glen de la prdctica y fa re- glamentacion desu gjerci- fio profesional. Es decir, del hecho objetivo de la historia de la practica y el ejercicio de la psicomotri- cidad, al derecho positivo, dela practica y el ejercicio de la psicomotricidad en la argentina -que es, prin- cipalmente, el de sus de- beres y obligaciones-. Del mismo modo en que lo es para el Estado, el recono- cimiento de esta prictica y expecialidad, para con la sociedad a la que sirve mientras regula. Esa responsabilidad es una responsabilidad ética. No en términos morales sino’en términos socia- les, porque compromiete, menos a la disquisicién filoséfica 0 teérico critico especulativa, y més com- prométe, de una manera crucial, a la calidad técnica de un servicio, prestado a la sociedad, para el cudl la sociedad civil se compromete en la formacién de prac- ticantes especializados: sus psicomotticistas. En este sentido, la psicomotricidad argentina, hexe- deta en muchos aspectos, de [2 tradicién psicoanaliti- ca, enfrenta el desafio de la consideracién critica de las posibilidades reales y aleances de contribucién de una ambito reconocimientos CO! cjercicio de la préctica, En este campo, m uno de tadicién que hiscéricamente lace de su relaciSn con el ee chong natn con esd conformed a de fi le su ejercicio profesional, en amparo de una metapsicologia de la subj i yor camnponenne maapscologie dela subjevided ov WoL somponencs prvlsgiadament tdi expect “os Pussen encontrar ena atalidad a can del lsu cevisibn critica, madurae histérica, Sobre todo, en un horizonte intelectual que privile- gia como poliscamente correcto, el pensamiento de la deconstruccién y el correspondiente abandono de la subjetividad moderna, mis que la consideracién de su revision critica, En ese contento, es de esperar el aban- dono consecuente de los tres principis éicos generales y bisicos que son correlativos de aquella subjetividad y alos que les corresponde la diceccibn érico-deontol6gi- | cay el gobierno de toda prictica educativa, asistencial y clinica. El respero por la auronomia y la libertad del individuo, correlaciva de la proteccién de su vulnera- bilidad clinica, sociceducativa 0 econémico social; el ajuste dptimo entre el maximo beneficio y el minimo perjuicio que la préctica pueda representar, y a justa Uistribucidn, de estos beneficios en funcién del hori- zonte social que su ejercicio supone. En una obra madura, “El escruccuralismo”, Jean Pia- get despliega una crcica cercera y sincera 2 la ahistori- Cidad genealogica, propia de las apologias de la contin gencia, el acontecimienco, y el devenir radical ‘posmo- deo’, La resumo en una cita: “Si el hombre, segiin dice Foucault es cierco desgarra- mienco en el orden de las cosas, ‘un pliegue en nuestro saber’, ese desgarramienco y ese pliegue resulta de un vastisimo resquebrajamiento, organizado', constivaide por toda la vida’? Esta vida, se expresa en nuestra realidad social, no como un bien privado, tan singular como indefinible, sino mejor como un bien comin, social y piblico, y por canto, necesariamente judiciable y conforme a de- echo -y siempre, aunque de un modo insuficiente, so- cialmente definido-. e desdibujé, la delimiracién, L Las bastardillas son nuescras. 2 Piaget, J. (1968) “El exrucruralismo”. vie

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