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Salmos 139: 14.

Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado,


y mi alma lo sabe muy bien.

El filósofo inglés Anthony Flew (1923-2010). Después de dedicar su vida a la


propagación del ateísmo, causó revuelo en el mundo académico anglosajón
cuando llegó a profesar fe en un Dios creador públicamente a finales del 2004.

Esta noticia tan significativa a nivel internacional, sin embargo, apenas fue
anunciada por la prensa española. El académico Francisco José Soler Gilla
mentó este hecho: “Diarios como el New York Times dedicaron extensos
artículos a comentar el último libro de Flew, y a tomar partido en la discusión
acerca de esta obra.

Mientras que, en España, la noticia apenas si trascendió de las páginas de


Internet dedicadas a la información religiosa. Y algo muy parecido ocurrió tras
la muerte de Flew en 2010”.

La tendencia actual en España es traducir los libros ateos en seguida al


castellano, pero la erudición teísta es pasada por alto. ¿Por qué será? La
traducción de la última obra de Flew, Dios existe (Editorial Trotta, 2012) ha sido
todo un logro. Se tratade un libro pequeño, publicado en el 2007, en el cual
Flew cuenta la historia completa de su conversión intelectual.

Esta obra está repleta de datos autobiográficos; pero lo más interesante son las
tres razones que ofrece para explicar su cambio tan radical de cosmovisión.

Estos argumentos ocupan el lugar central del tomo. ¿Cuáles son?

Respuesta:

1.- Los orígenes de las leyes de la naturaleza.

2.- Los orígenes de la vida.

3.- Los orígenes del universo.

El apologeta español Antonio Cruz, dijo: “Yo creo que la ciencia


contemporánea hace que cada vez sea más difícil ser un ateo intelectualmente
satisfecho”.

1.- Los orígenes de las leyes de la naturaleza (capítulos 5 y 6).

Flew estima que el argumento del diseño inteligente es sumamente persuasivo.


La existencia de leyes (es decir, simetría/ regularidades) en la naturaleza revela
una mente divina detrás de ellas. Estas mismas leyes, explica el inglés,
llevaron a Albert Einstein y a los padres de la física cuántica (entre otros) a
postular el concepto de la Mente de Dios.

En una entrevista con Benjamín Wiker, confesó Flew, “Tenía que haber una
Inteligencia detrás de la complejidad integrada del universo físico”. Es como si
el universo supiera que veníamos. Comenta el filósofo, “Se ha calculado que, si
el valor de solo una de las constantes fundamentales hubiese sido
ligerísimamente diferente, no se hubiese podido formar ningún planeta capaz
de permitir la evolución de la vida humana”. La única posible explicación de tal
ajuste fino se debe al diseño Divino.

Por esta razón Flew reprende a los ateos contemporáneos que niegan la idea
de un Diseñador y proponen en su lugar la idea especulativa del multiverso.

La teoría del multiverso enseña que hay una infinidad de universos como el
nuestro en existencia y se ha dado la casualidad (¡vamos, casualidad con ‘c’
mayúscula!) de que la vida ha aparecido justamente en nuestro universo.

Apelando al físico Paul Davies y al filósofo Richard Swinburne, Flew tacha esta
teoría como disparatada, especulativa y filosóficamente vacía. En palabras de
Swinburne, “Es una locura postular un trillón de universos (causalmente
desconectados entre sí) para explicar los rasgos de un solo universo, cuando
postular una sola entidad (Dios) solucionaría el problema”. Y, de todas formas,
aun si la teoría del multiverso fuera cierta, tampoco podría explicar el origen de
las leyes de la naturaleza. Concluye, Flew, “Así que, haya o no multiverso,
todavía tenemos que habérnoslas con la cuestión del origen de las leyes de la
naturaleza.

Y la única explicación viable es la Mente divina”. Las leyes de la naturaleza, por


tanto, dan testimonio de la existencia de un Dios ordenador/ creador.

2.- Los orígenes de la vida (capítulo 7).

Otra cosa que Flew no podía explicar a partir de una cosmovisión atea fue el
origen de la vida en sí. ¿Cómo es que surgió y se conservó la vida en nuestro
planeta? Una cosa es tener leyes físicas que permiten la existencia de la vida;
pero otra cosa es la aparición de la vida en sí. Y no estamos hablando de
cualquier tipo de vida; sino vida inteligente.

Flew se pregunta, “¿Cómo puede un universo hecho de materia no pensante


producir seres dotados de fines intrínsecos, capacidad de autorreplicación y
una química codificada?”
Tales preguntas constituyen un gran desafío científico e intelectual para el
ateísmo del siglo XXI. En términos sencillos, el materialismo no es capaz de
explicar tantas señales de inteligencia de forma satisfactoria. Intenta refugiarse
bajo el lema de reacciones químicas. No obstante, el ADN (ácido
desoxirribonucleico) y el ARN (ácido ribonucleico) han revelado que la vida se
trata de muchísimo más que una simple serie de reacciones químicas.

En todas las células hay un código genético asombroso que almacena una
cantidad compleja de información. ¿De dónde viene esta información si todo es
fruto de materia no pensante y no inteligente? Como explica Paul Davies, “El
problema de cómo esta información significativa o semántica pudo surgir de
una colección de moléculas no inteligentes, sometidas a fuerzas ciegas y
carentes de propósito, supone un profundo desafío conceptual”.

¿Cómo es que semejante vida puede existir en este planeta? Flew lo tiene bien
claro, “La única explicación satisfactoria de esta vida orientada hacia propósitos
y auto replicante que vemos en la Tierra es una Mente infinitamente
inteligente”.

3.- La existencia del universo (capítulo 8).

Flew no solamente se quedó perplejo ante las leyes de la naturaleza y la vida


inteligente que existía en la Tierra, sino que la existencia del cosmos también le
llevó a Dios. Puesto que nada viene de la nada, todo tiene que venir de algo.

El universo es algo que requiere una explicación. El punto clave en este sentido
para Flew fue el descubrimiento de la teoría del Big Bang. En términos
autobiográficos, recalca nuestro filósofo que, “Cuando, siendo aún ateo, me
enfrenté por primera vez a la teoría del Big Bang, me pareció que esta teoría
cambiaba mucho las cosas, pues sugería que el universo había tenido un
comienzo y que la primera frase del Génesis estaba relacionada con un
acontecimiento real. Mientras pudimos albergar la cómoda idea de que el
universo no había tenido un comienzo ni tendría un final, fue fácil considerar su
existencia (y sus rasgos más fundamentales) como hechos brutos.

Y, si no había razón para pensar que el universo tuvo un comienzo, no había


necesidad de postular otro ente que lo hubiera producido. “Pero la teoría del
Big Bang cambió todo esto. Si el universo había tenido un comienzo, pasaba a
ser totalmente razonable, incluso inevitable, preguntar qué había producido ese
comienzo. Esto alteraba radicalmente la situación.

Reconocí también que los creyentes podrían, con toda razón, acoger la
cosmología del Big Bang como algo que tendía a confirmar su creencia previa
en que “en el principio” Dios creó el universo”. La incapacidad de la ciencia a la
hora de entender la causa del Big Bang condujo a Flew al postulado de Dios.
Ya no era posible seguir creyendo en la eternidad de la materia.
El Big Bang enseña que todo surgió a partir de algo. Y ese algo tenía que ser
inmensamente grande. Y ese algo inmensamente grande es Dios.

Conclusión Estas, pues, son las tres razones principales por las que Flew
renunció su ateísmo y se hizo deísta: los orígenes de las leyes de la
naturaleza, los orígenes de la vida y los orígenes del cosmos. No podía refutar
la evidencia de la ciencia contemporánea.

Por eso explica que, “En resumen, mi descubrimiento de lo divino ha sido una
peregrinación de la razón, y no de la fe”.

De esta forma vemos que la ciencia y la fe no se pueden considerar como


enemigas sino como compañeras de milicia que procuran dar a conocer algo
más de la gloria de Dios.

Para citar a Antonio Cruz de nuevo, “Teología y ciencia constituyen así


mecanismos legítimos para la búsqueda de conocimiento verdadero. La
primera, intenta aproximarse al carácter y propósito de Dios revelado en la
Biblia, mientras que, la segunda se preocupa por las leyes y mecanismos que
rigen el universo creado por ese mismo Dios”. La ciencia da testimonio de Dios
y gracias a este testimonio, Flew se convirtió a la fe cristiana.

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