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ISMAEL REYES BAUTISTA

CAPÍTULO XXX
LA JUSTIFICACIÓN DEL ESTADO

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA


- Habiendo analizado el problema del origen del
Estado, nos queda por aprender el otro problema a
que nos referimos en el capítulo anterior, el relativo a
la justificación del mismo, la justificación de la
organización política. En primera instancia, debemos
proponer el problema; analizar en qué radica el
problema de la justificación del Estado. En esta
primera parte del asunto vamos a seguir la exposición
que hace Jellinek, con las elementales rectificaciones
a su ideología positivista. Las instituciones humanas
poseen el sello distintivo de la voluntad del ser
humano, a diferencia de los hechos de la Naturaleza,
que se generan de forma elemental,
independientemente de dicha voluntad. El realizado de
la Naturaleza obedece a leyes elementales, que
operan constantemente en el mismo sentido, en qué
momento hay condiciones idénticas. por otro lado, las
ocupaciones humanas no permanecen condicionadas
de forma elemental; llevan en sí el contenido
independiente de la voluntad de las personas. Por
esto, como el Estado es el producto de la actividad
humana, puesto que como ya hemos observado en su
esencia está formado de un grupo de interacciones de
los hombres, es lógico que nos preguntemos ¿por qué
debería existir, y al hacer este interrogante expone los
el problema de su justificación. El problema se basa en
desentrañar aquel porqué; el responder a la pregunta
de por qué debería' existir el Estado. Insistimos en
que, al formular aquel interrogante, no planteamos
nuevamente el. problema del origen del Estado. No
investigamos ahora en qué momento y cómo nació la
organización política, no cuál es el motivo de su
realidad. Hemos de contestar, entonces, a las
próximas tes preguntas que formula Jellinek: ¿Por qué
debería existir el Estado con su poder coactivo? ¿Por
qué debería la persona dominar su voluntad a la de
otro? ¿Por qué y en qué medida debería el ser
humano sacrificarse a la comunidad? Si contestamos
estas cuestiones en sentido afirmativo “fundamentado,
habremos encontrado el motivo de ser del Estado, la
ayuda. de su vida; en un vocablo, su justificación. Hay
además doctrinas negativas de la justificación del
Estado. El anarquismo y otras doctrinas extremistas,
como el marxismolenismo, niegan la necesidad de la
vida del Estado. Nuestro objetivo es probar que el
Estado es una organización elemental, pues responde
a exigencias propias de la naturaleza humana. Una
corriente de ideología trata de solucionar este
problema mencionando que hablamos de un fácil
fenómeno histórico, que consigue una variedad de
maneras, empero constantemente teniendo definida
unidad por la persistencia en cada una de ellas, de
determinadas propiedades invariables. La Filosofía
Escolástica, por su lado, consideró al Estado como un
ser de realidad específica y con plena justificación en
sí mismo, independientemente de hallarse en la
Historia, siendo su realidad histórica, un efecto
elemental de su justificación ética. Jellinek, según con
su ideología positivista, según su postura afiliada a
esta corriente, estima la postura di, la filosofía clásico
irrelevante o inadecuada para intentar este problema
de la justificación del Estado, puesto que plantea que
la filosofía clásica sencillamente estudia el Estado a
partir de un criterio especulativo. Naturalmente, según
con su horror a la Metafísica, Jellinek desecha que
logre estudiarse el Estado, en la manera que lo hace la
filosofía clásica. Dice Jellinek que, a partir de la
perspectiva positivo, los tratadistas del Derecho
Público inclusive llegan a desconocer este problema,
pues piensan que la vida histórica del Estado basta
para justificarlo. Otros intentan examinar la
organización política a la luz de los postulados del
Derecho, y a la luz de los mismos, ver si se justifica o
no su realidad. Por nuestra parte, nos adherimos a la
postura de la filosofía clásico y consideramos que es
viable y primordial solucionar el problema ético de la
justificación del Estado. Consideramos que sí es
posible filosofar acerca. del Estado, penetrar dentro de
su misma esencia, tomar de su realidad los caracteres
esenciales y buscar el fundamento primario, el
principio causal eficiente de la institución política. Una
vez que hemos planteado en sus términos generales'
el problema de la justificación del Estado, una vez que
sabemos en qué consiste este problema, qué es lo que
debemos desentrañar para resolverlo, y habiendo visto
también a grandes rasgos algunas corrientes
doctrinales en relación con el mismo, vamos a
examinar ahora, más concretamente, las teorías
particulares' en relación con la justificación. del Estado.
El problema de la justificación del Estado ha tratado de
ser resuelto desde distintos puntos de vista por los
pensadores. Podemos clasificar en cinco grupos
fundamentales esas doctrinas:

1) Las que fundan el Estado en una necesidad


religiosa.

2) Las que buscan su apoyo en una necesidad física.

3) Las que tratan de encontrar una fundamentación


jurídica a la existencia del Estado.

4) Las que encuentran ese apoyo en la moral.


5) Las que tratan de dar una fundamentación
psicológica a la existencia del Estado.

TEORÍA TEOLÓGICA-RELIGIOSA

-En primer término, examinaremos la teoría teológico-


religiosa. Haremos una historia de esta doctrina y
efectuaremos el examen crítico de la misma. La teoría
teológico-religiosa considera que el Estado, en su
existencia, se justifica por ser obra directa de Dios, por
haber sido fundado por la Divinidad. Por esa
circunstancia, todos los hombres están obligados a
reconocerlo y. a someterse a su organización. En la
antigüedad dominó esta doctrina, lo que es explicable
por la casi identidad que existía entonces entre la
comunidad religiosa y la comunidad política, como
sucedía en Grecia y en Roma. Demóstenes afirmaba
que hay que obedecer a la ley por ser obra de Dios. En
esta expresión encontramos condensado el
pensamiento de. los pueblos antiguos, respecto del
problema de la justificación del Estado: el orden estatal
recibe su validez de su origen divino inmediato. Con el
advenimiento del cristianismo se operó un cambio en
las concepciones políticas: San Agustín, en La Ciudad
de Dios, no consideró al Estado como de origen divino,
sino que vio en él una consecuencia del pecado de los
hombres que hizo necesaria la sujeción de los mismos
a un poder V distinguió la comunidad política. de la
religiosa. Consecuencia de esta distinción, que
efectivamente existe en la realidad, por tratarse de
agrupaciones humanas que persiguen no fines
antagónicos, pero sí diferentes, fue la lucha por· la
preeminencia entre la Iglesia y el Estado, que se
desarrolló durante la Edad Media y que, según la
concepción -.teológica, en forma teórica al menos,
tenia que resolverse en favor de la Iglesia, por el
pensamiento político dominante de que "toda potestad
viene de Dios" La doctrina de San Agustín se fue
precisando y 'se estableció que si bien el Estado nacía
como una consecuencia de! pecado, no obstante se
justificaba de' manera relativa por impartir su
protección a los débiles. En la Edad Media es
expuesta también la teoría de “las dos espadas”,
basada en la interpretación de un pasaje del Evangelio
de San Lucas, según esa teoría, Dios, Señor del
mundo, ¡concedió a la Iglesia dos espadas, que
significan e! poder espiritual y e! temporal. Pero una de
esas espadas es prestada por la Iglesia al Emperador,
que de esta -manera se convierte en. el titular del
poder temporal, y así, según Bonifacio VIII,
refiriéndose a esas dos espadas, "la una es de la
Iglesia, la otra sirve para la Iglesia" Por el contrario, los
partidarios del Emperador estimaban que éste recibía
su poder de Dios de manera inmediata. Dentro de este
grupo de doctrinas teológicas, la más importante es la
de Santo Tomás, porque significó un avance
extraordinario que rectificó notablemente las doctrinas
teológicas primitivas. ¡Santo Tomas de Aquino,
armonizador excelso de la teoría aristotélica con los
principios de! Cristianismo, afirmó en todo su vigor el
principio del Estagirita de la sociabilidad natural del
hombre, con fundamento en la indigencia social de su
personalidad, que, ya sabemos, significa su
incapacidad para lograr por sí solo la adquisición de
los bienes necesarios para su perfección física y
moral, y fundando esa sociabilidad natural también en
su condición racional, que lo lleva a relacionarse, a
vivir con sus semejantes. ¡En De regimine Principum
dice e! doctor Angélico: "Pero es propio del hombre e!
ser animal social y político que vive entre la
muchedumbre más que todos los animales." ¡Y hace a
continuación un razonamiento acerca de la necesidad
que tiene e! hombre de la ayuda ele sus semejantes, y
concluye: "Luego necesita vivir en sociedad con otros
muchos para ayudarse mutuamente y poder
consagrarse. a investigaciones racionales
especializadas, así uno a la medicina, etc.,"· Además,
Santo Tomás considera que e! Estado es un producto
de la naturaleza misma de los hombres y de las cosas,
No está de acuerdo con la doctrina agustiniana de
considerar al Estado como una derivación del pecado
y dice que aun en el estado de inocencia, si no hubiera
existido el pecado, de todos ruados tendría que existir
cierto dominio. cierto poder, que es la manifestación
nuis típica de la sociedad política, pues dice en la
SI/lila Teológica: "Porque siendo (,1 hombre
naturalmente un animal sociable. los hombres en el
estado de inocencia hubieran vivido en sociedad, y la
vida social de muchos no es posible si no hay alguno
que presida, dirigiendo a todos al bien común, puesto
que muchos se dirigen por si mismos a muchos fines y
no a uno solo. Por eso dice Aristóteles que cuando
muchas Cosas se ordenan a una sola, siempre hay
una que es como la principal y directriz." No obstante,
la justificación del poder para Santo Tomás proviene
de un elemento trascendente; proviene de Dios mismo.
De acuerdo con la frase de San Pablo, dice también el
Aquilátense: Non est enirn potestas nisi a Deo. (No
existe poder si no proviene de Dios.) Toda potestad
viene de Dios. De esta manera resulta Dios el origen
de la sociedad civil y de la sociedad política, por ser el
Creador de todas las cosas y en consecuencia, de la
naturaleza humana con sus impulsos sociales, que, a
su vez, origina el Estado, pero con esta explicación se
le asigna el ser la causa mediata del Estado, pues su
Causa inmediata en su producción por la voluntad de
los hombres, siguiendo impulsos de su misma
naturaleza social. En resumen, la doctrina de Santo
Tomás en relación con el problema de la
jusríficacíórrde Estado queda encuadrada dentro de la
clasificación de las teorías teológicas sólo en cuanto a
la causa remota del Estado; sostiene que, aun cuando
el poder político proviene de manera inmediata de la
naturaleza del hombre y de las cosas, de manera
mediata tiene su origen en Dios,' Creador de todo lo
existente. Por otra parte, el poder sólo se justifica
cuando su finalidad es obtener el bien común
temporal, que no es sino la proyección en el mundo,
del orden eterno establecido por el Creador. , Las
"formas concretas del poder político quedan sujetas al
arbitrio humano, a la voluntad de los ‘hombres:
(Dominium et praelatio introducta sunt a jure humano.)
Esta posición del santo filósofo fue adoptada
posteriormente por los filósofos y teólogos españoles
del Siglo de Oro, entre los que figuran Suárez, Melina,
Mariana, Vázquez de Menchaca, etc. La doctrina de la
fundamentación teológica del Estado, con sus
diferentes aspectos, siguió apareciendo en la base de
las explicaciones de los pensadores posteriores,
quienes apoyaban sus razonamientos en la idea
primaria del origen divino del poder. Pero a diferencia
de la doctrina de Santo Tomás y sus seguidores que
en cuanto a las causas inmediatas de la sociedad
política implica una secularización de la misma, y en
consecuencia, de la teoría que ha de explicarla. El
absolutismo europeo de los siglos XVI al XVIII, con sus
expositores Filmer y Bossuet, sus figuras históricas,
como Carlos 1 y Luis XIV, procuraron fundar al Estado
personificado en el monarca, en el origen divino de su
investidura, "Rey por la gracia de Dios", de una
manera directa. Ya hemos advertido la transformación
que sufrieron las teorías políticas por la diversa
orientación que les dieron la otra corriente de
pensadores que secularizaron el poder y
fundamentalmente por las doctrinas del pacto social de
Hobbes, Locke y Rousseau, en 11\ misma época.
Consecuencia de la orientación de estos pensadores,'
es el negar toda influencia divina inmediata o mediata
a Dios en la 'organización estatal. Lo cierto es que la
doctrina teológica primitiva, en el sentido de fundar el
Estado en su origen divino directo, ha sido superada
por la corriente científica moderna derivada del
pensamiento de la filosofía tradicional, que sin dejar de
reconocer a Dios como causa primera, como Creador
mediato de todo lo existente, considera al Estado
como el producto de la actividad humana y procura
buscar su fundamento en su misma naturaleza y en las
realidades de la persona humana. Al lado de estas
doctrinas teológicas, hubo otras que tratan de resolver
el problema de la justificación del Estado en sentido
negativo, fundándose en otras directrices, tomando en
cuenta otros factores, sirviéndose de distinto apoyo,
para edificarla. Entre ellas se encuentra la teoría de la
fuerza.

TEORIA DE LA FUERZA

Esta teoría trató de explicar la existencia del Estado en


la circunstancia de que considera natural el dominio de
los débiles por los fuertes. Este dominio, dicen,
constituye una ley natural que no puede ser evitada
por el arbitrio humano. El hombre tiene que someterse
necesariamente al poder del Estado, considerando que
dicho poder es una Fuerza natural de la misma índole
que la luz del sol, que el movimiento rotatorio de la
tierra, etc.; que es una necesidad ineludible, como la
de las leyes físicas. Esta teoría de la fuerza tiene
también antiguos orígenes. Encontramos rasgos de
ella en las teorías de los sofistas. Según estos
pensadores, el Estado es una institución que existe en
interés de los gobernantes, de la clase directora, para
organizar la explotación social, siendo la misióu del
Derecho encadenar los débiles a los fuertes. Es la
teoría del derecho del más fuerte. Posteriormente
volveremos a encontrar algunos de los lineamientos de
esta doctrina en' el pensamiento de los autores
contrarios a la Iundameutncióu reológica del Estado.

Vestigios de la teoría de la fuerza los encontramos en


la obra de 'Hobbes; qué' en el estado de naturaleza
aseguraba que no tenía más límite el derecho de cada
individuo que su fuerza. Spinoza llegó, a. identificar
Derecho y fuerza. Las' anteriores doctrinas son'
relativamente negativas de la justificación del Estado.
No buscan su desaparición. pero tampoco justifican
con acierto su existencia. El marxismo es una doctrina
negativa de la justificación del Estado. Engels,
basándose en la doctrina de Marx. dice: "El Estado es
el opresor de la sociedad civilizada. pues en todos los
períodos ejemplares de la Historia ha sido. sin
excepción. el instrumento de las clases dominantes y
la máquina para mantener a los sometidos en,
servidumbre y perpetuar la dominación de las clases."
Las doctrinas que hacen descansar la fundamentación
del Estado en la fuerza, generalmente mezclan en su
exposición también elernentos tomados de otras
doctrinas, especialmente de la contractualista, como
hace Spinoza. ' Los marxistas consideran que. con
objeto de terminar esa situación dominante de la
fuerza. que origina la lucha de clases, ha de
transformarse la sociedad dando paso a una
comunidad que descanse en la "solidaridad". De esta
manera llegan a afirmar la necesaria destrucción del
Estado. Consideran que éste es un mal. que no
responde a una necesidad natural y que debe
desaparecer para dar lugar a una estructura social
más justa. "El Estado. y con él la autoridad política -
dice Engels-. desaparecerán a consecuencia de la
futura revolución social. Es decir, que las funciones
públicas perderán su carácter político y se
transformarán 'en simples funciones administrativas
para velar por los intereses sociales, Cuando esto
suceda. el Estado irá a parar al museo de
antigüedades. al lado del hacha de bronce y de la
rueca."

una necesidad ineludible, como la de las leyes físicas.


Esta teoría de la fuerza tiene también antiguos
orígenes. Encontramos rasgos de ella en las teorías de
los sofistas. Según estos pensadores, el Estado es
una institución que existe en interés de los
gobernantes, de la clase directora, para organizar la
explotación social, siendo la misióu del Derecho
encadenar los débiles a los fuertes. Es la teoría del
derecho del más fuerte. Posteriormente volveremos a
encontrar algunos de los lineamientos de esta doctrina
en' el pensamiento de los autores contrarios a la
Iundameutncióu reológica del Estado.

Vestigios de la teoría de la fuerza los encontramos en


la obra de 'Hobbes; qué' en el estado de naturaleza
aseguraba que no tenía más límite el derecho de cada
individuo que su fuerza. Spinoza llegó, a. identificar
Derecho y fuerza. Las' anteriores doctrinas son'
relativamente negativas de la justificación del Estado.
No buscan su desaparición. pero tampoco justifican
con acierto su existencia. El marxismo es una doctrina
negativa de la justificación del Estado. Engels,
basándose en la doctrina de Marx. dice: "El Estado es
el opresor de la sociedad civilizada. pues en todos los
períodos ejemplares de la Historia ha sido. sin
excepción. el instrumento de las clases dominantes y
la máquina para mantener a los sometidos en,
servidumbre y perpetuar la dominación de las clases."
Las doctrinas que hacen descansar la fundamentación
del Estado en la fuerza, generalmente mezclan en su
exposición también elernentos tomados de otras
doctrinas, especialmente de la contractualista, como
hace Spinoza. ' Los marxistas consideran que. con
objeto de terminar esa situación dominante de la
fuerza. que origina la lucha de clases, ha de
transformarse la sociedad dando paso a una
comunidad que descanse en la "solidaridad". De esta
manera llegan a afirmar la necesaria destrucción del
Estado. Consideran que éste es un mal. que no
responde a una necesidad natural y que debe
desaparecer para dar lugar a una estructura social
más justa. "El Estado. y con él la autoridad política -
dice Engels-. desaparecerán a consecuencia de la
futura revolución social. Es decir, que las funciones
públicas perderán su carácter político y se
transformarán 'en simples funciones administrativas
para velar por los intereses sociales, Cuando esto
suceda. el Estado irá a parar al museo de
antigüedades. al lado del hacha de bronce y de la
rueca."
Si fueran consecuentes no deberían detenerse en este
breve lapso de tiempo que llamamos Historia, sino que
tendrían que abordar además la Prehistoria y
consagrar como modelos morales a las gentes de
Neanderthal. » Sencillamente va a poder tornarse
como una falsa preparación que trata de ver en el
Estado un mal primordial a los hombres, que se les
obliga por una fuerza ciega, imposible de ser apartada,
como no sea mediante la violenta transformación' que
preconiza el socialismo marxista. Dicha transformación
como se observa en los regímenes políticos
contemporáneos que la han adoptado, no lleva a la
eliminación de la autoridad política sino a su
formidable consolidación. en detrimento de la
diferencia y de la independencia de los hombres, que
se ven encadenados al nuevo y monstruoso Levíathan.

El marxismo-leninismo tiene un criterio falso de la


naturaleza de las personas y del Estado. El
comportamiento humano no puede explicarse
unilateralmente como el resultado único de los
procesos socioeconómicos y es además ilógico
intentar de describir la compleja realidad del Estado
con el mismo sistema. Por esto es congruente con su
ideología su conclusión negativa de la justificación del
Estado, sin embargo, es falsa por no partir del
entendimiento conveniente del ser humano y de la
sociedad política.

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