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En sus inicios la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) surge

espontáneamente como un grupo de mujeres que iban a los mismos lugares de detención que
informaban los agentes, tales como el mismo Estadio Nacional y algunos hospitales, para saber
algo de sus familiares desaparecidos. Ellas empezaron a darse cuenta que habían ciertas personas
que nunca recibían información, por lo que se preguntaban diariamente si sabían algo de sus
familiares o no y empezaron a acompañarse entre ellas ya que en los tiempos de dictadura, buscar
y denunciar eran suficientes motivos para hacerte desaparecer. Cuando estas mujeres salían
juntas era menos probable que les hicieran algo, pero al final del día eso no les importaba, ya que
su único objetivo era el de poder conocer el paradero de su familiar o familiares detenidos y
encontrarlos con vida. A medida que más personas se fueron uniendo a ellas pasó a ser un grupo
heterogéneo en el cual hombres y mujeres compartían un objetivo y pena en común.

Gracias al apoyo del Comité Pro Paz, que toma la iniciativa de apoyar a esta agrupación y
brindarles un lugar donde pudieran compartir su situación, la AFDD pudo empezar a funcionar a
fines de 1974 con solamente veinte miembros. Un año después, en marzo de 1975, la AFDD
aumento a 75 miembros y luego en junio de ese mismo año subió a 270. A fines de 1975, el
número de miembros aumentó a 323. Esta cifra representaba un alto porcentaje de afectados ya
que en Santiago se estimaba que habían alrededor de 1.000 personas desaparecidas.

Mireya García,una de las primeras miembros, señaló que el hecho que los impulsó a formar la
AFDD fue la publicación de de la lista de las 119 personas en la Operación Colombo. La única
misión de la AFDD en ese entonces era encontrar el paradero de los detenidos. Y hoy en día, en
cambio, sus miembros quieren hacer justicia por todos los derechos humanos que fueron violados
en ese tiempo, así como también quieren que los individuos que cometieron estos crímenes
paguen por lo hecho, llendo a la cárcel. Durante los años de 1976 hasta 1979 la AFDD se manifestó
en varias ocasiones y de diferentes formas. Un ejemplo de tales manifestaciones ocurrió el 18 de
abril de 1979 cuando miembros de la AFDD se encadenaron a las rejas del ex Congreso Nacional,
donde entonces funcionaba el Ministerio de Justicia. El objetivo de esta manifestación era exigirle
a la autoridad una declaración y solución a sus demandas.

DIAGNÓSTICO DE UNA PROBLEMÁTICA DE LA AGRUPACIÓN DE FAMILIARES


DE DETENIDOS DESAPARECIDOS
Una de las problemáticas que presenta la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos
(AFDD) es su origen, es decir, la formación de una organización de familiares de personas
detenidas desaparecidas. Los detenidos desaparecidos son personas que se les han violado todos
sus derechos, y con ello, todos sus derechos humanos.

La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) presenta un marco jurídico, con los
derechos y deberes de quienes son detenidos y juzgados como criminales de un delito, así como
de los derechos y deberes del Estado. En Chile los derechos humanos fueron violados
sistemáticamente por el Estado durante el período entre el 11 de septiembre de 1973 al 10 de
marzo de 1990. Una de las violaciones a los derechos humanos fue la detención forzada.
Los detenidos desaparecidos fueron personas “arbitrariamente detenidas” (violación al artículo 9,
DUDH) , a quienes se les desconoció su “personalidad jurídica” (violación al artículo 6, DUDH), que
no fueron oídas ante un “tribunal independiente e imparcial” (violación al artículo 10, DUDH), sino
que fueron procesados por Consejos de Guerra, cuyos jueces muchas veces no eran abogados, y a
veces eran ejecutados inmediatamente (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, CNVR, pg.
94), que no recibieron ni un “debido proceso” ni un “juicio justo” (violación al artículo 9, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, PIDCP) , a las que no se les presumió “su inocencia
hasta probar su culpabilidad conforme a la ley en un juicio público” (violación al artículo 11,
DUDH). En muchos de los casos de los Consejos de Guerra, los detenidos han pasado por las
comisarías, luego a los cuarteles de investigación (donde han estado de tránsito), luego al
regimiento y posteriormente a la cárcel o a los campamentos de concentración (CVVR, pág. 97). En
estos “últmos recintos especiales” se cometen “malos tratos y tortura”. Como señala el Informe de
la CNVR en su página 98: “No se sabía cuando serían trasladados a otros lugares, sometidos a
proceso o dejados en libertad. En las afueras de estos recintos esperan sus familias. Ellas saben, o
les han dicho, que han sido detenidos, que están aquí o allá, en un recinto de reclusión. Aún,
suelen llevarles a ese recinto ropa, comida. Luego, un mal día... ya no se encuentran allí. A veces
les dicen que nunca han estado allí. Otras, que les han trasladado a tal o cual parte, donde
también los niegan. Otra, que los han puesto en libertad. Otras, la respuesta es una burla, una
amenaza, una alusión siniestra. En algunos casos, no reaparecerán jamás”.

Dicho esto, la CNVR continúa en su página 106: “Lo anteriormente señalado respecto de la
disposición de cadáveres es sólo un ejemplo del maltrato que se dió a las familias de los detenidos
desaparecidos, las cuales - aún suponiendo que las víctimas hubieren incurrido en algún delito - no
tenían parte en ello. Como prácticas que se reiteran monótonamente, podemos enumerar las que
siguen: negar a la familia el hecho de la detención; negarle el lugar de la misma, o aquel al cual el
detenido ha sido trasladado; negarle la visita, o permitírsela sólo por breves momentos y en
presencia de guardianes, aún después de concluidos larguísimos lapsos de incomunicación y duros
interrogatorios; ocultarles la muerte del detenido; entregarle el cadáver en una urna sellada, con
prohibición de abrirla; prohibición de velatorio o de funeral público; orden de enterrar de
inmediato y sin acompañamiento; orden de enterrar en otra parte; larguísimas esperas para
recibir alguna noticia de los detenidos, las más de las veces de pie, tratados - los parientes que
aguardan - con grosería o crueldad verbal, ocasionalmente con violencia física, y casi siempre con
prepotencia; destrucción o robo de objetos o muebles en los allanamientos; extorsiones a las
familias, bajo falsas y torturantes promesas de libertad; en alguna parte, la familia debía
manifestar su buena disposición depositando dinero en una cuenta del Banco del Estado; orden
perentoria de dejar la ciudad o pueblo en un plazo brevísimo, etc.”

La CNVR agrega que sería inexacto afirmar que todos los familiares recibieron todos estos malos
tratos previamente enumerados, pero son numerosos los casos. Relevante es, en cambio, un
párrafo posterior: “Frente a ello, resulta admirable la paciencia, pertinacia y dignidad con que las
familias se empeñaron, primero, en mantener el contacto con los detenidos; segundo, en
auxiliarlos y consolarlos; tercero, en defenderlos legalmente; y cuarto, ya muertos o
desaparecidos, en buscar sus restos para honrarlos”.

Hoy en día, la mayor problemática de la AFDD es que no ha habido justicia para gran parte de los
casos. Algunos sienten, que de alguna medida, se ha naturalizado este último problema, viendo a
los “detenidos desaparecidos”, como víctimas de un proceso conflictivo que presentó la historia de
Chile, pero evadiendo su personalidad jurídica, su derecho a la justicia y a la verdad, y a la difusión
de que dichos derechos sean sabidos y respetados por la sociedad chilena en su conjunto, y en ese
sentido, hay una falta de responsabilidad del Estado de Chile en ser no sólo un garante, sino que
un promotor de los Derechos Humanos, como Estado Parte de la ONU. Dicha responsabilidad se ve
reforzada tras la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, firmada en
Brasil en 1994, de la que Chile forma parte. Esta Convención existe tras vivir una realidad muy dura
en todos los países latinoamericanos. De esta forma, vuelven a reafirmarse los Derechos Humanos
buscando superar los sucesos inhumanos ocurridos en las décadas anteriores y sobretodo
destacando la desaparición forzada en cualquier circunstancia, de cualquier forma,
considerándola un delito político. Por tanto, el problema de la falta de justicia existe en la
organización desde su origen, y se mantiene hasta el día de hoy. No ha habido juicios contra los
perpetradores; muchos torturadores, encargados además de detener a las víctimas, están
impunes. Muchos chilenos conviven con ellos día a día, desconociendo el pasado oscuro de estas
personas. Esta realidad es la que vive la AFDD, por lo que su aspiración mayor es a que se haga
justicia y se sepa la verdad.

CONCLUSIONES
A raíz del trabajo llevado a cabo podemos concluir que la presencia de una agrupación de este tipo
como la AFDD, en cierto modo legitima y visibiliza a todos los mismos derechos humanos, debido a
que se encarga de mantener viva en la memoria colectiva todos los hechos aberrantes acontecidos
en un pasado.

En nuestro caso, al referirse a una agrupación de familiares de detenidos desaparecidos, podemos


decir que nos pareció muy interesante y valiosa su labor, ya que de alguna manera pasa a ser una
suerte de “red de apoyo” entre ellos, porque los agrupa y hace trabajar por un mismo objetivo,
con la misma convicción. También cabe agregar que es en la colectividad que por lo general toman
fuerza las demandas respecto a algún tema, por lo que ésto confiere un rostro aprehensible para
todos aquellos que los rodean.

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