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Este documento resume la historia y el desarrollo de la figura de la interpelación en Guatemala desde 1825 hasta la actualidad. Explica que la interpelación surgió como una forma para que el poder legislativo pudiera pedir cuentas al ejecutivo y ha evolucionado a través de varias constituciones del país. Sin embargo, argumenta que en la práctica la interpelación ya no cumple su propósito debido a que la mayoría oficialista en el congreso a menudo evita las sesiones de interpelación.
Este documento resume la historia y el desarrollo de la figura de la interpelación en Guatemala desde 1825 hasta la actualidad. Explica que la interpelación surgió como una forma para que el poder legislativo pudiera pedir cuentas al ejecutivo y ha evolucionado a través de varias constituciones del país. Sin embargo, argumenta que en la práctica la interpelación ya no cumple su propósito debido a que la mayoría oficialista en el congreso a menudo evita las sesiones de interpelación.
Este documento resume la historia y el desarrollo de la figura de la interpelación en Guatemala desde 1825 hasta la actualidad. Explica que la interpelación surgió como una forma para que el poder legislativo pudiera pedir cuentas al ejecutivo y ha evolucionado a través de varias constituciones del país. Sin embargo, argumenta que en la práctica la interpelación ya no cumple su propósito debido a que la mayoría oficialista en el congreso a menudo evita las sesiones de interpelación.
La figura a desarrollar en la presente recensión, resulta de suma
importancia en la democracia de cualquier país, encontrándose en el marco de la división de poderes realizada por Montesquieu, específicamente dentro de las funciones de uno de los tres poderes del Estado como lo es el Poder Legislativo; quien como atribución según la Constitución Política de la República de Guatemala tiene como principal función la legislativa; sin embargo, esta es una de tantas que se le atribuyen por parte de la Ley fundamental. Dentro de esa variedad de funciones se encuentra la figura de la interpelación, misma que se instituye constitucionalmente en nuestro país desde la primera “Constitución del Estado de Guatemala” en el año mil ochocientos veinticinco, teniendo como antecedente inmediato, lo contenido en la Constitución Federal del año mil ochocientos veinticuatro, quien en una parte de su articulado establecía que el Ejecutivo debía rendir informes que se le requirieran por parte del Congreso y el Senado, que si bien no se denominaba “interpelación” como tal, surgió como base para que se desarrollara en la Constitución de 1825.
Siendo Guatemala un Estado independiente de España y México y
aprobada su primera Constitución, en ella se estableció que dentro de las funciones del poder ejecutivo estaba dar a la Asamblea (legislativa) los informes que le pidieran, al igual que en las reformas a la constitución federal del año mil ochocientos treinta y cinco. No es hasta el Acta Constitutiva de la República del año mil ochocientos setenta y nueve que se incorpora el concepto de interpelación, toda vez que los secretarios de Estado pueden concurrir a las sesiones de la Asamblea y tomar parte en sus deliberaciones y tenían la obligación de contestar las interpelaciones que se les dirijan sobre los negocios de la administración. Sergio Alejandro Cano Soto
En el año 1925, se emitió una Constitución Política de la República de
Centro América, en la cual no se regulaba expresamente el concepto de “interpelación” pero si desarrollaba lo concerniente a dicha figura, toda vez que establecía la facultad de las cámaras de pedir a los funcionarios públicos que necesitare y, desde la otra postura, establecía la obligación de presentar ante esas cámaras, dichos informes.
En el año de mil novecientos cuarenta y cinco, la Asamblea Nacional
Constituyente emitió la Constitución de Guatemala, posterior a la época revolucionaria y se establecía la obligación de los Ministros de Estado de Presentarse al Congreso para contestar las interpelaciones que les formulaban por cualquier acto de gobierno. En la Constitución vigente en esa época, también se introduce la figura del voto de falta de confianza, mismo que debía ser solicitado por al menos quince diputados. Una vez emitido el voto de falta de confianza a un ministro de Estado, éste debía renunciar, pero si a consideración el Presidente de la República en Consejo de Ministros, era pertinente. Existía la posibilidad de apelar ante el Congreso dentro del término de ocho días, y se tenía que ratificar el referido voto de falta de confianza, por las dos terceras partes del total de diputados como mínimo; una vez ratificado el voto, el ministro debía renunciar. Un aspecto importante, la emisión del voto de falta de confianza a uno o varios ministros, únicamente podía darse después de seis meses del nombramiento respectivo y en ningún caso podía darse una interpelación dentro de los seis meses últimos del periodo presidencial que estuviere vigente.
Dentro del periodo de la contrarrevolución, en la Constitución del año mil
novecientos cincuenta y seis, se establecía la obligación de los ministros de Estado, de contestar las interpelaciones que se les formularan por cualquier acto de gobierno. Sin embargo, los ministros de defensa y de relaciones exteriores, podían abstenerse de contestar preguntas sobre materias que afectaran la seguridad nacional o las relaciones internacionales; también establecía que las preguntas básicas a realizar se comunicarían al ministro con un tiempo de Sergio Alejandro Cano Soto
anticipación de veinticuatro horas como mínimo. El voto de falta de confianza
debía ser por al menos diez o más diputados al Congreso. Posteriormente, en la Constitución del año de mil novecientos sesenta y cinco, se fue desarrollando de mejor manera y aparejando a lo que se conoce hoy en día acerca de la interpelación. Se restringió lo amplio que podían ser las preguntas, limitando únicamente a las que se debían realizar derivado de los motivos que dieron origen a la interpelación; se amplió el plazo para la remisión del cuestionario básico al ministro interpelado a cuarenta y ocho horas; reduce el número de diputados que podían solicitar el voto de falta de confianza a un total de ocho diputados. El ministro a quien se le haya emitido voto de falta de confianza estaba obligado a comparecer ante el Congreso dentro de los ocho días contados a partir de la emisión del referido voto, de lo contrario, se le tendría por separado del cargo en forma inmediata; también existía la posibilidad que el Presidente aceptara o no la referida renuncia. Hasta que finalmente se plasmó en la Constitución Política de la República de Guatemala del año 1985, todo lo que hoy en día rige la figura de la interpelación.
La figura de la interpelación en la actualidad, es un control del poder político
por parte del legislativo que no cumple con su esencia, toda vez que se ha observado desde hace algunos años que por más que cierto diputados ejerzan la figura de la interpelación a uno o más ministros, esta no se logra realizar debido a que la bancada oficialista y afines a esta, quien es mayoría en el Congreso y en contubernio con el Organismo Ejecutivo (Presidente), cada vez que se pretende realizar una interpelación, no reúnen cuórum con la finalidad de no llevar a cabo la misma, desvirtuando completamente la figura de la interpelación y la división de poderes desde el punto de vista que cada organismo no debe subordinarse a algún otro, toda vez que no existe una verdadera garantía de frenos y contrapesos.