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Gerencia Estratégica de TI

Luis Alfonso Angulo Bulla

Ensayo – El economista callejero

Conocer y entender los conceptos básicos de la economía: Un camino hacia


una mejor calidad de vida.

Santiago Gutiérrez Vargas


Pontificia Universidad
Javeriana
Bogotá

Introducción

En la actualidad la población está inmersa en la constante interacción con


actividades que involucran a la economía, afectando de manera positiva y negativa
la vida cotidiana de los individuos; se conoce como una disciplina que muchas
veces parece restringida a especialistas, empresarios y políticos, en donde se
presenta como un factor clave que marca el rumbo de la sociedad en su conjunto.
La premisa de que el conocimiento económico puede conducir a una mejor calidad
de vida plantea preguntas importantes sobre cómo la educación en dicha área
puede influir en la toma de decisiones individuales y colectivas. Llegando a
cuestionar si ¿Puede la educación económica jugar un rol fundamental en la mejora
de la calidad de vida de las personas, al capacitarlas para tomar decisiones
financieras informadas y racionales?
A lo largo de este ensayo, se explorarán las implicaciones de dicha premisa y si la
expansión del conocimiento económico entre los ciudadanos puede conducir a una
sociedad más informada, participativa y resiliente. Además, se cuestionará si el
acceso a la educación económica puede marcar una diferencia en la capacidad de
un individuo para navegar de manera efectiva en un entorno económico cada vez
más complejo y competitivo.
En primera instancia, la economía es un factor necesario en la vida humana, siendo
la base sobre la cual se resuelven las necesidades fundamentales de subsistencia.
El trabajo y la producción de recursos son esenciales para garantizar la calidad de
vida de las personas y, por ende, para moldear el curso de la sociedad en su
conjunto. Un buen economista callejero comprende la intrínseca conexión entre la
economía y la existencia humana, reconociendo que la escasez de recursos y la
necesidad de satisfacer las necesidades básicas requieren la dedicación constante
al trabajo.
De igual modo, comprender los conceptos fundamentales de economía puede tener
un impacto significativo en la calidad de vida de las personas. Al conocer cómo
funciona la asignación de recursos, la oferta y demanda, y los principios de
inversión, las personas pueden tomar decisiones financieras más informadas. Por
ejemplo, entender los beneficios de ahorrar e invertir puede llevar a un crecimiento
financiero a largo plazo, lo que brinda mayor estabilidad y posibilidades de alcanzar
metas personales y familiares.
Además, el conocimiento económico puede influir en las decisiones de consumo.
Saber cómo evaluar oportunidades y riesgos en el mercado puede llevar a
decisiones de compra más inteligentes, evitando el endeudamiento excesivo y
maximizando el valor de cada adquisición. Esto contribuye a evitar situaciones de
estrés financiero y mantener un equilibrio entre ingresos y gastos.
Entender cómo se crea la riqueza y cómo fluye a través de la economía también
puede inspirar a las personas a emprender, innovar y crear empleos. Esto no solo
beneficia al individuo, sino que también contribuye al desarrollo económico de la
comunidad en general.
Desde dicha perspectiva, se observa que la producción y obtención de recursos
para la supervivencia han sido una constante a lo largo de la historia humana. Las
sociedades han evolucionado desde la caza y recolección hasta la producción
agrícola e industrial, pero en todos los casos, el esfuerzo productivo ha sido un
denominador común. Incluso en la sociedad moderna, donde la tecnología y la
innovación han aumentado la eficiencia y la productividad, sigue siendo necesario
trabajar para generar recursos y mantener el bienestar.
Además, el texto enfatiza que la relación entre el Estado y la sociedad también
juega un papel crucial en la economía. El Estado, como entidad que detenta el
monopolio de la violencia legítima, tiene la responsabilidad de mantener el orden
público y garantizar la seguridad. Sin embargo, dicho papel también se extiende a
la recolección de impuestos para financiar servicios y beneficios sociales. Si bien la
redistribución puede ser beneficiosa para crear un equilibrio en la sociedad, un
exceso de impuestos puede desincentivar la producción y el trabajo, lo que lleva al
empobrecimiento y a la disminución de la calidad de vida.
Por otra parte, la teoría de oferta y demanda destaca la interacción beneficiosa en
el mercado, donde todos son compradores y vendedores a la vez. Esto se basa en
la valoración subjetiva de bienes y servicios. Sin embargo, la inflación, creada por
la emisión de dinero sin respaldo en la producción, distorsiona dicha dinámica. La
inflación beneficia a quienes reciben dinero primero, desequilibrando la interacción.
En contraste, el mercado genuino se basa en la producción real y el respeto por la
relación entre oferta y demanda. Es importante comprender dichos principios para
mantener un sistema económico equilibrado y beneficioso para todos.
La subjetividad del valor en la economía es un principio fundamental que desafía la
noción de un valor objetivo inherente a los bienes y servicios. Al reconocer que el
valor económico se basa en las preferencias individuales y cambiantes de las
personas, se rompe con la idea de que los precios son determinados únicamente
por factores medibles como los costos de producción. Esta comprensión subjetiva
del valor no solo aclara cómo se forman los precios en un mercado libre, sino que
también refuta nociones erróneas de explotación al demostrar que las ganancias
empresariales se generan al satisfacer las demandas de los consumidores en lugar
de depender de la opresión de los trabajadores.
En el contexto del valor subjetivo y la formación de precios, es fundamental
reconocer el papel esencial que desempeñan los empresarios en la dinámica
económica. A pesar de la percepción a veces negativa que se tiene sobre su
función, los empresarios no solo son creadores de empresas, sino también agentes
catalizadores de la innovación y el progreso económico. Identifican oportunidades
en el mercado, asumen riesgos al invertir recursos en proyectos inciertos,
organizan eficientemente los factores de producción y generan empleo. Además, su
competencia estimula la mejora continua y la satisfacción de las necesidades de los
consumidores. Por tanto, el rol de los empresarios va más allá de la explotación;
son actores cruciales en la creación de valor y en el avance de la sociedad a través
de la satisfacción de preferencias y la generación de riqueza.
De igual modo es crucial saber que el sistema de precios emerge como el
conductor silencioso pero esencial de la economía, orquestando la interacción entre
millones de individuos y sus decisiones económicas. A través de la asignación de
valores monetarios a bienes y servicios, el sistema de precios comunica
información detallada sobre la oferta y la demanda, permitiendo que los
participantes tomen decisiones informadas sin necesidad de comprender
completamente el panorama general. De manera análoga a la red de neuronas en
el cerebro humano, el sistema de precios opera como una intrincada red de señales
económicas que coordina eficientemente la producción y el consumo en la
sociedad. Su capacidad para reflejar de manera dinámica y descentralizada la
complejidad de la economía se asemeja al funcionamiento de un sistema biológico
altamente adaptativo, en el que ninguna entidad centralizada controla cada detalle,
sino que el sistema mismo surge de interacciones individuales, construyendo así la
base de la innovación y la prosperidad continua en la economía capitalista.
En síntesis, este análisis resalta la función esencial de los precios como señales de
mercado que reflejan las valoraciones subjetivas de los individuos y la
disponibilidad relativa de recursos. Estos precios, moldeados por interacciones
descentralizadas, no pueden ser manipulados centralmente sin causar distorsiones
y caos en la economía. Además, se destaca cómo el dinero actúa como un medio
de intercambio y facilita el cálculo económico, permitiendo la asignación eficiente
de recursos y la coordinación de la producción. Por otro lado, se demuestra cómo
la fijación de precios por parte del Estado, como se evidenció en experiencias
socialistas, conduce a la escasez y la ineficiencia. En última instancia, esta
comprensión subraya que la economía moderna depende crucialmente de un
sistema de precios libre y flexible que sirve como brújula para guiar las decisiones
económicas y fomentar la prosperidad en la sociedad.
En resumen, la competencia en la economía no solo es un enfrentamiento entre
empresas, sino una forma de colaboración que impulsa la innovación y mejora
constante. Los empresarios compiten para satisfacer las demandas cambiantes de
los consumidores, lo que a su vez crea un ambiente de descubrimiento y mejora en
la sociedad. Comprender estos conceptos económicos básicos es clave para tomar
decisiones informadas en nuestra vida diaria y contribuir a una sociedad más
próspera. La competencia no solo beneficia a los individuos y empresas exitosas,
sino que también crea incentivos para que todos busquen formas de agregar valor
y mejorar la calidad de vida en general.

El trabajo y la producción de recursos son esenciales para garantizar la calidad de vida de


las personas y, por ende, para moldear el curso de la sociedad en su conjunto. Un buen
economista callejero comprende la intrínseca conexión entre la economía y la existencia
humana, reconociendo que la escasez de recursos y la necesidad de satisfacer las
necesidades básicas requieren la dedicación constante al trabajo. 
De igual manera, el sistema de precios opera como un conductor esencial en la
economía, moldeando las elecciones económicas y las interacciones entre
individuos. A través de la asignación de valores monetarios a bienes y servicios,
proporciona una información detallada sobre la oferta y la demanda. Este sistema
actúa como una red de señales económicas intrincadas, similar a una red neuronal
en el cerebro humano, coordinando de manera eficiente la producción y el consumo
en la sociedad. Su dinámica descentralizada refleja la complejidad económica y
fomenta la innovación y la prosperidad en una economía capitalista en constante
evolución. En última instancia, entender la subjetividad del valor y la función del
sistema de precios no solo impulsa decisiones más conscientes, sino que también
contribuye a mejorar la calidad de vida para individuos y comunidades en su
conjunto.

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