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Objetivos económicos.

Los principales objetivos económicos son: 1) desarrollo económico, 2) estabilidad


de precios, 3) eficiencia económica, 4) ausencia de desempleo, 5) equilibrio
comercial, 6) seguridad económica, 7) distribución equitativa de ingresos y 8)
libertad económica. Los objetivos económicos no son universales, y su grado de
importancia puede variar considerablemente de un país a otro. Además, estos
objetivos no siempre son complementarios, y de hecho pueden estar en conflicto o
ser mutuamente excluyentes.
El objeto de estudio de la economía viene a estudiar las relaciones sociales de la
producción, distribución y consumo de los bienes y servicios, por ende, el
conocimiento de qué producir. Es la política económica la que por medio de los
poderes del Estado manipula diversos instrumentos con el fin de alcanzar objetivos
(sociales, políticos o económicos) previamente establecidos. De esta manera se
orienta la situación con el fin de enfrentar cuestiones de coyuntura o estructura que
de manera cíclica o permanente del sistema productivo. Existen ciertos objetivos
generales que orientan la política económica, estos son: el desarrollo económico
que implica el logro o no de incrementos de los niveles nacionales de producción
mediante distintas formas aceleradores o frenos que se pueden ejercer directa o
indirecta en la sociedad. La estabilidad económica (interna o externa) se puede
lograr por medio de acciones del gobierno que eviten las grandes fluctuaciones en
los precios, de la producción y las relaciones comerciales con el exterior, estos son
factores que de mantenerse influyen en la estabilidad del empleo. La eficiencia en
la asignación es otra de las políticas económicas que puede ejercer el estado lo
implica una adecuada distribución del ingreso y de la producción con el fin de
asegurar el mejoramiento.
El empleo.
Los indicadores que miden la capacidad de una economía de generar suficientes
oportunidades de empleo para su población pueden proporcionar una visión muy
valiosa de la evolución general de la economía. Estos indicadores incluyen las tasas
de desempleo, las relaciones (o ratio) entre empleo y población, las tasas de
actividad laboral, y el coeficiente de empleo del crecimiento o la elasticidad del
empleo con respecto al producto. Este último indicador mide cuánto crecimiento de
empleo se asocia con 1 punto porcentual del crecimiento económico. La disminución
del coeficiente de empleo del crecimiento es materia de preocupación política. La
integración explícita del empleo y el trabajo decente en el crecimiento económico y
las políticas de reducción de la pobreza contribuyen a aprovechar al máximo los
beneficios para la gente y a velar por que el crecimiento sea sostenible e inclusivo.
La estabilidad de precios.
La estabilidad de precios permite relajar las políticas monetarias de control de la
inflación y la expansión del crédito, con la finalidad de que exista más dinero en
circulación y la economía pueda funcionar mejor y se cree empleo a un ritmo más
elevado. El control de la inflación se hace necesario para los Bancos Centrales ya
que puede provocar una subida de los tipos de interés nominales aumentado el
coste de oportunidad de tener dinero.
El crecimiento económico.
Los estudios económicos que han tratado de definir este fenómeno se engloban en
la teoría del crecimiento económico y se centran en el estudio de las mejoras que
experimentan las economías en un número de años determinado, que normalmente
suele extenderse al largo plazo. Para el corto plazo existe la teoría del ciclo
económico.
Mediante el estudio del crecimiento económico son observados otros muchos
aspectos de la vida productiva de una economía, poniendo el foco en su nivel
productivo, la calidad de la educación impartida a sus ciudadanos, sus índices de
mortalidad y natalidad o la esperanza de vida en su región.
Redistribución de renta.
Cuando hablamos de desigual distribución de la renta queremos decir que los
ingresos varían mucho entre unas personas y otras. O sea, que hay personas más
ricas y personas más pobres. Además, si agrupamos a las personas según su
actividad económica, su nivel de formación o el lugar donde viven, veremos que las
desigualdades no son solo una cuestión personal, sino que hay sectores
económicos, grupos sociales y regiones con rentas más bajas y altas. La propia ley
de la oferta y la demanda, en la que se basa nuestro sistema económico, hace
inevitable que unas rentas sean superiores a otras. Por ejemplo, si ofreces un
trabajo muy demandando y que pocos saben hacer, tu salario tenderá a ser
superior.
De entrada, está el problema humano. Cuando la desigualdad hace que una
persona no pueda acceder a los recursos necesarios para vivir con dignidad,
atender a esa persona no es ya una cuestión económica, sino una obligación ética
y política, pero además hay un problema económico fundamental. Quienes tienen
unas rentas altas, especialmente cuando las obtienen de la tierra o el capital, puede
multiplicarlas con más facilidad que quienes tienen rentas bajas. Eso significa que,
incluso cuando la economía crece, los ricos tienden a hacerse más ricos con
respecto a los que menos tienen. En otras palabras, el crecimiento económico a
menudo no reduce, sino que aumenta la desigualdad.
Calidad de vida.
La calidad de vida es un concepto multidimensional bastante subjetivo, pues
depende de los distintos factores que rodean a la sociedad en la que cada individuo
vive y se desarrolla. Contribuye a que los individuos tengan buenas condiciones de
vida y un alto grado de bienestar (Tomás Carpi, Nacher y Bono, 2013). Esa
subjetividad hace que su medición sea bastante compleja; por ello, para poder
comprenderlo mejor según estos autores, es preciso distinguir dos conceptos clave.
Por un lado, la definición de necesidad, como: Algo que el individuo percibe y
expresa según sus propias preferencias y sensaciones. Y, por otro, la que hace
referencia al modo de satisfacer esas necesidades; el cual, está relacionado con los
aspectos materiales (vivienda, alimentación…) y relaciones (afectivas, sociales…),
necesarios para que los individuos se desarrollen física y psíquicamente. Aunque el
modo que cada individuo tenga de satisfacerlas dependerá tanto de las
oportunidades a su alcance como de su estilo de vida (Tomás Carpi, Nacher y Bono,
2013). Para evitar problemas de insatisfacción de las necesidades de futuras
generaciones hay que poner ciertos límites al bienestar de las actuales y así evitar
costes de crecimiento entre ellas. De acuerdo con Sen (1992), hay que tratar de
satisfacer las necesidades relacionadas con las capacidades funcionales básicas
de los individuos: tener una vida completa, gozar de buena salud y utilización de los
sentidos, y conseguir una correcta integración social.
Conservación del medio ambiente.
La principal consecuencia del crecimiento económico continuo es la generación de
una producción masiva de bienes y servicios. Toda esa producción ha de ser
consumida, por lo que el sistema ha desarrollado estrategias muy efectivas para
atar a las personas al consumo, que desde hace unas décadas también es una
actividad que se realiza continuamente.
Así, en el mundo actual nos encontramos con tres procesos que son continuos:
el crecimiento, la producción y el consumo. Para que se mantengan, cada uno
de estos procesos depende de los otros. Por ejemplo, sin producción no hay
consumo, así como sin crecimiento no hay producción, o sin consumo no hay
producción.

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