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2023-1
Mi piel no tiene capas
Mi piel no tiene capas. Todo lo que me dicen lo siento cien veces más fuerte, cien veces
más alto, cien veces más hiriente. Y cansa. Cansa el no tener protección alguna contra el
mundo. El ser tan delicado como pluma. El poder sentir cómo cada palabra parece una
puñalada contra tu piel en carne viva, y yo, sin saber lo que sucede, me quedo. Me quedo
porque pienso que esta vez será diferente, que cada puñalada me hará más fuerte, pero
luego recuerdo. Mi piel no tiene capas.
INVESTIGACIÓN I
Al ser un trastorno con el cual viviré el resto de mi vida, ha resultado una forma de hacer las
paces con él. Desde el momento en el que me diagnosticaron, no he podido tener un
momento para decir “Tengo TLP” y en realidad creérmelo, ya que sigue siendo algo
surrealista para mi. Por tanto, mi intención ha sido realizar algo personal, algo que me
ayude a afrontar y superar el trauma que tengo entre mi diagnóstico y yo, para, finalmente,
lograr aceptar y convivir con este.
¿Cómo voy a trabajar el tema? Cuál es tu punto de partida, cuáles han sido tus referencias.
Investigación de tus referentes: Al menos 5 referencias fotográficas.
Mi piel no tiene capas, es una serie fotográfica que consiste en explicar, por un lado, el
extremo de las emociones que más se presentan en mi día a día. Por otro lado, se busca
representar la cotidianidad de estas emociones mediante situaciones que ya han sucedido, o
que creo que pueden suceder. Estas, pueden llegar a obstaculizar mis relaciones
interpersonales. Se utiliza el blanco y negro durante toda la serie para representar cómo en
la “enfermedad” solo puedes ver cosas negativas o positivas, no intermedios; en otras
palabras, solo puedes ver blancos y negros, no grises.
Elegí este estilo de narración, debido a que me ayuda a contar y representar cómo es vivir
con trastorno límite de personalidad y, además, vivir con el miedo constante de frustrar los
vínculos que puedo llegar a tener con otras personas.
● Autoras/es que han trabajado el mismo tema.
Giorgia Zafanelli, Riet Verduyckt y Carolina Spencer, son algunos de los autores que
han realizado una serie fotográfica en base al trastorno límite de la personalidad. En
ellos, nos podemos dar cuenta que la fotografía en blanco y negro es predominante;
sin embargo, en Rehearsal to ourselves se utiliza el color para, según Giorgia, crear
un ambiente teatral y un intento de crear emociones tangibles y visuales. En palabras
de la fotógrafa: “El hecho de que los cientos de alfileres que perforan el pecho cada
vez que te sientes en peligro encuentren su dignidad visual, convirtiéndose en
símbolos, colores, objetos y sombras, los hace inmediatamente reconocibles y, en
consecuencia, volteables.”
Veronica´s lives
Rehearsal to ourselves
Herself
Somewhere between psychosis
Distancia, punto de vista, encuadre, técnica, nitidez y poetización son los recursos
que he podido encontrar en Somewhere between psychosis y Splitting.
Splitting
● Autoras/es que han trabajado la misma técnica.
En Splitting, podemos denotar cómo el tiempo de obturación y el uso del color son
utilizados en la serie fotográfica presentada. El tiempo de obturación utilizado—como
se mencionó previamente—es de 1 seg. a 5 seg, ya que la despersonalización es algo a
lo cual no he querido llegar como recurso de manera completa. La falta de color se
debe a que a las personas con este trastorno se nos suele repetir que solo tenemos la
capacidad de ver en blanco y negro. Es decir, en algún conflicto, no pensamos el
“¿Por qué pudo haber pasado esto?, si no pensamos en si hicimos lo correcto o si lo
que hicimos está mal, llevándonos al extremo de no visualizar “tonalidades
grisáceas”.
● Autoras/es que de alguna manera coinciden en uno o más puntos con tu trabajo.
Herself
Splitting
Investigación del proyecto.- Historia, contexto, tema en sí: ¿Qué estoy trabajando? ¿Por qué
elegí trabajar este tema?
Homero e Hipócrates son autores que describieron, en primera instancia, el trastorno límite
de la personalidad como individuos que sufrían de cambios inconscientes de ánimo, siendo
estos depresión, dolor, ira, manía y tristeza; sin embargo, no se les prestó atención. No fue
hasta la época del renacimiento que el tema fue tomado en consideración. El primer teórico
que pudo ponerle un nombre a los comportamientos impulsivos fue Bonet, quien la
denominó como folie maniaco-mélancolique.
Desde el año 1664, el nombre ha ido cambiando, pasando por diferentes estudios de distintos
psicólogos y psiquiatras, hasta llegar al nombre actual: borderline. El cual se utilizó por
primera vez en el ámbito profesional en el año 1938. El término se utiliza para describir a
pacientes los cuales no encajan en las categorías de neurótico o psicótico, más bien, se
conceptúan en el siguiente orden: “normal” - “neurótico” - “psicótico”.
Los demás síntomas del borderline son: intolerancia a la soledad, sentimientos de vacío y
aburrimiento, manifestaciones de ira inapropiada, impulsividad, miedo al abandono,
autolesión, patrón de relaciones intensas e inestables, cambios rápidos de identidad de
imágen, periodos de paranoia y demás.
En el año 2015 fue cuando me di cuenta que algo no estaba bien conmigo. Tenía algunos
comportamientos que no eran “normales” para una niña de 12 a casi 13 años, sin embargo,
decidí ignorarlo. Todo explotó en el 2020. A mediados de ese año comencé a perderme, recaí
en viejos hábitos, dormía todo el día, no tenía el ánimo ni las ganas de hacer absolutamente
nada, pero ninguna alarma resonó en mi cabeza. Lo soporté hasta que bañarme dolía,
lavarme los dientes era un deporte olímpico y comer era la menor de mis preocupaciones. A
final de año me diagnosticaron con trastorno límite de la personalidad. Recuerdo quedarme
en blanco, tener a la psicóloga en el teléfono hablando sobre qué era y qué conllevaba
tenerlo; empero, no podía escuchar nada, solo el hecho de estar “enferma”. En noviembre de
2020 comencé con el tratamiento, dos zatrix, un paroxet y un topiramato, todo en la noche.
El 2021 fue mi primer año de universidad. Mi primer año con un diagnóstico el cual me
pesaba el alma. ¿Quién era? Comencé a pensar en que solo era mi “enfermedad” y me dolía.
Dolía pensar en que lo único en lo que mis amigos podrían pensar al verme es que estoy mal
de la cabeza. Me sumergí por completo en el estudio, recaí de nuevo en hábitos que creí
haber dejado en el pasado. Y por un momento pensé en darme por vencida, no había hecho
las paces con mi trastorno ni este conmigo. Era como si convivieramos en la misma casa
pero si no nos habláramos. Tenía que encontrar una manera de poder hacer las paces con él
sin que me vuelva a convencer de caer. Es ahí donde conocí al arte como manera de
desahogo.
Advocar por la salud mental o hablar de ella puede ser tedioso. Ya que todos están a favor de
cuidar la salud mental y de hablar de ella, hasta que alguien de su círculo personal la tiene,
desde ese momento la frase “ojos que no ven, corazón que no siente” cobra sentido con su
persona. Es por ese motivo que mi carta de presentación era: ¡Hola! Tengo TLP, ten cuidado.
Y todo por no haber aceptado mi trastorno.
La fotografía y la escritura se convirtieron en las formas de arte mediante las cuales podía
descargar mi enojo, ira, depresión y felicidad. Se convirtió en una manera de conectar con
otras personas, para que no pasen por lo mismo que yo, en otras palabras, nadie está solo en
este doloroso viaje de autodescubrimiento.
“…no toda recaída va de arriba abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa
cuando ya no se sabe dónde se está.”
- Julio Cortazar
Formato/otras fuentes
● Textos
Mi piel no tiene capas. Todo lo que me dicen lo siento cien veces más fuerte, cien veces
más alto, cien veces más hiriente. Y cansa. Cansa el no tener protección alguna contra el
mundo. El ser tan delicado como pluma. El poder sentir cómo cada palabra parece una
puñalada contra tu piel en carne viva, y yo, sin saber lo que sucede, me quedo. Me quedo
porque pienso que esta vez será diferente, que cada puñalada me hará más fuerte, pero
luego recuerdo. Mi piel no tiene capas.
Nicole D.
A veces me pregunto por qué no puedo ser normal. Sí sé que la palabra no está puesta en
el contexto que se merece, pero simplemente necesito un momento de normalidad, de
sentir que puedo ser feliz sin que todo se derrumbe al segundo. Mis pensamientos vagan
hasta lo más profundo de mi ser, lo único que puedo encontrar en ellos es la
desesperación de que nunca llegaré a estar estable. Tengo miedo que los momentos en los
que pueda llegar a ser feliz sean pocos, lamentablemente, es verdad, nadie puede ser feliz
siempre, pero el hecho de casi siempre estar molesta, ansiosa, triste, es cansado. Nadie
entiende que estoy cansada y que hay veces en las que no puedo seguir. La vida es
cansada. Yo estoy cansada.
Nicole D.
● Audiovisual
Podcast en Spotify.- Escucho diferentes podcasts, un ejemplo de este es Al Borde del TLP.
Desde mi perspectiva personal, el TLP se manifiesta como un viaje caótico que incluye
altibajos emocionales, relaciones inestables y una lucha constante por mantener una
identidad fuerte y coherente. Para quienes lo hemos experimentado, la sensación de estar en
una montaña rusa emocional puede ser abrumadora y agotadora.
Por ende, el aporte planteado al tema vendría a ser una experiencia personal, por la cual se
expone mis vivencias junto al TLP; sin embargo, las imágenes no tienen por qué
interpretarse de manera literal. Esto significa que cualquier persona que ha pasado por un
momento difícil en la vida puede sentirse identificada sin necesidad de tener el trastorno.
Mi piel no tiene capas, se convirtió en un interesante punto de partida para explorar no solo
cómo mi trastorno de personalidad afectaba mis relaciones. Originalmente, mi intención era
ahondar en los rincones más profundos de mi ser y explorar las complejidades y desafíos que
presenta mi condición en el día a día. Pero a medida que el proyecto avanzaba, reflexioné
sobre la serie en su conjunto y tuve una idea: mi capacidad para elegir un camino diferente
al de simplemente aceptar esta lección como parte de mi viaje de recuperación.
Hoy, definitivamente, puedo decir que esta experiencia se ha convertido en una parte interna
de mí, entrelazada con mi identidad. Mis bloqueos ya no son algo externo, sino una parte
integral de lo que soy como persona. Me he dado cuenta de que lo que llamo "enfermedad" es
en realidad lo contrario: es una fuente de fuerza y creatividad. En lugar de sentir vergüenza
o culpa, he aprendido a abrazar y celebrar mi singularidad, sabiendo que no hay nada de
malo en ser diferente.
REFERENCIAS
Riet Verduyckt. 2017. Borderline spaces and places-A walk at the dark side of live.
Lensculture.