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HUÁSCAR CAJÍAS K.

BENJAMÍN MIGUEL

Catedráticos de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Mayor


de San Andrés (UMSA)

APUNTES

DERECHO PENAL BOLIVIANO

2a. EDICIÓN

EDITORIAL JUVENTUD. LA PAZ, BOLIVIA. 1966.

Es propiedad de los editores, quienes perseguirán toda edición clandestina,


conforme a la Ley.

Impreso por Editorial Cajías, sistema offset.


PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

Esta obra no es, tampoco pretende ser, un Tratado de Derecho Penal. Faltan para
llegar a tal objetivo, no sólo la consideración amplia de los diversos temas, sino
también el aparato crítico que debe acompañar a todo tratado digno de tal nombre.

Nuestro propósito es más modesto: el de ofrecer a nuestros alumnos una exposición


didáctica del Derecho Penal, conforme a las clases que dictamos en la Universidad
de La Paz; buscamos asimismo proveer a nuestros colegas de profesión una obra
en que puedan hacerse consultas rápidas acerca de nuestra legislación.

Consideramos que, de esta manera, aunque no hayamos ofrecido nada nuevo a los
especialistas, habremos facilitado la tarea de los estudiantes. Tendrán éstos la
oportunidad de prescindir de los policopiados usuales que, aunque redactados
sobre las exposiciones de los profesores por personas de muy buena voluntad,
generalmente tienen fallas porque atribuyen a tal o cual persona ideas que nunca
ha tenido o expuesto. El principal defecto de ellos es que-circunscriben el círculo de
intereses y de investigaciones de algunos alumnos que concluyen santificando a
tales copiados.

No deseamos incurrir en el error de sustituir un mal por otro apenas menor. Éstos,
apuntes no han de reemplazar a las grandes obras de Derecho Penal; quieren ser,
más bien, una introducción a las mismas. Los apuntes serán un guía y nada más,
que debe conducir a otros libros y na a eliminarlos del círculo dé intereses dé los
estudiantes.

Tenemos la confianza de que nuestros lectores nos juzgarán de acuerdo a lo que


hemos pretendido hacer, considerando los límites que nosotros mismos nos hemos
impuesto.

En cuanto a una obra de mayor envergadura, habrá de esperar la promulgación del


nuevo Código Penal cuya redacción ha sido encomendada por el gobierno a un
grupo de distinguidos juristas. Si bien esta tarea codificadora es de suyo difícil y no
consiente precipitaciones, calculamos que no ha dé tardar en ofrecer sus frutos.
Esperar un poco es algo aconsejado por la prudencia.
PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN

En breve tiempo, se ha agotadora primera edición dé la Parte General de nuestro


Derecho Penal boliviano. Ello nos ha llevado a lanzar esta segunda edición que
incluye ahora la Parte Especial.

Entretanto, ha sido puesto en consideración del gobierno el anteproyecto de nuevo


Código Penal, lo que nos ha llevado a tomarlo en cuenta en la redacción de estos
Apuntes, con la esperanza de que la reforma penal llegue a tornarse una realidad y
no corra el mismo destino que tentativas anteriores.

En esta, edición no se ha alterado la numeración de los artículos constitucionales,


todavía hecha sobré la Carta de 1961. Esta ha sido derogada, se halla en vigencia
la de 1947 y en estudio una completamente nueva que probablemente será
considerada dentro de pocos meses. En tales circunstancias es preferible dejar la
numeración anterior, librando a nuestros lectores el relacionar el contenido de los
mismos, con el de aquellos que hayan de aprobarse. Esa es una deficiencia
inevitable ya que, de cualquier modo, correríamos el riesgo de quedar pronto
sobrepasados por cualquier nueva Carta.

Ojalá esta edición tenga, como la anterior, una favorable acogida de parte de los
juristas y estudiantes bolivianos.

Redacción de esta obra:

Los capítulos de la presente obra han sido redactados por los autores, siguiendo
esta distribución:

Dr. Huáscar Cajías K.: Capítulos 1 a 23 y 38 a 45.

Dr. Benjamín Miguel H.: Capítulos 24 a 37 y 47 a 66.

El Dr. Walter Flores Torneo, distinguido catedrático de Derecho Penal de la


U.M.S.A., ha tenido la gentileza de cooperarnos redactando el capítulo 46, por lo
cual manifestamos nuestro reconocimiento.
ABREVIATURAS USADAS EN REFERENCIA A LA BIBLIOGRAFÍA

Antolisei Francesco Antolisei: MANUA LE DIDÍRITTO PENALE


Parte Generale. Ed. Giuffré. Milán. 1949.

Cuello Calón Eugenio Cuello Calón: DERECHO PENAL. 10a. Ed.


Bosch. Barcelona, 1951. 2 Vols.

Durán Manuel Durán P.: APUNTES DE DERECHO PENAL. 2


ts. Realizados por Aquiles Etchenique. Ed.
Establecimiento Gráfico Gestetner. Sucre, 1962.

Grispigni Filippo Grispigni: DIRITTO PENALE ITALIANO. 2 Vols.


Ed. Giuffré. Milán, 1950.

Jiménez de Asúa Luis Jiménez de Asúa: TRATADO DEDERECHO


PENAL. 5 Vols. Ed. Losada. Buenos Aires. Tomo I, 1955.
2a. Ed.; tomos II a V, año 1951 y ss.

Maggiore Giuseppe Maggiore: DERECHO PENAL. 5 Vols. Trad. de


José J. Ortega Torres. Ed. Temis. Bogotá, 1955/56.

Medrana Ossio José Medrano Ossio: DERECHO PENAL APLICADO.


Ed. Potosí.- Potosí, 1961.

Mezger Edmundo Mezger: TRATADO DE DERECHO PENAL. 2


Vols. Trad. de José Arturo Rodríguez Muñoz. Ed. Revista
de Derecho Privado. Madrid, 1935.

Pacheco Joaquín Francisco Pacheco: EL CÓDIGO PENAL


CONCORDADO Y COMENTADO. 3 Vols, 3a. Ed.
Imprenta de Manuel Tello. Madrid, 1867.

Proyecto López Rey Manuel López Rey: PROYECTO OFICIAL DE CÓDIGO


PENAL. Publicaciones de la Comisión Codificadora
Nacional. La Paz, 1943.
Puig Peña Puig Peña, Federico: DERECHO PENAL. Parte General.
Ed. Revista de Derecho Privado. Madrid, 1955. 4a. Ed.

Soler Sebastián Soler: DERECHO PENAL ARGENTINO. 5


Vols. Ed. Tipográfica Editora Argentina. Buenos Aires,
1951.

Von Liszt Franz von Liszt: TRATADO DE DERECHO PENAL. Trad.


de Quintiliano Saldaña. 3 Vols. Ed. Reus. Madrid, 1962.

Welzel Hans Welzel: DERECHO PENAL. Parte General. Trad.


de Carlos Fontán Balestra en colaboración con Eduardo
Friker. Ed. de Palma. Buenos Aires. 1956.
PRIMERA PARTE

INTRODUCCIÓN

EL DERECHO PENAL Y SUS CARACTERES

1.- CONCEPTO DE DERECHO PENAL. El Derecho Penal es un conjunto de


preceptos jurídicos que determinan lo que es delito y las sanciones que, como
consecuencia, se le han de aplicar.

Son, por tanto, dos los aspectos principales de que se ocupa el Derecho Penal. El
primero es el delito cuyos caracteres generales y especiales tienen que ser
determinados. El segundo es la sanción que es una consecuencia del delito. Es
precisamente la naturaleza de esta consecuencia la que distingue al Derecho Penal
de las otras ramas del derecho, como luego hemos de ver.

Preferimos usar la palabra sanción porque ella puede englobar tanto la pena en
sentido estricto, es decir, la sanción aplicada al delito ya cometido y afectó del
mismo, como la medida de seguridad que tiene carácter preventivo, pues trata de
evitar que el delito se cometa. En cualquier caso, la sanción deriva del delito, sea
este pasado o simplemente previsible para el futuro.

La distinción entre pena y medida de seguridad, no es tajante y excluyente. Por el


contrario, ambas formas se complementan, trabajan para el mismo fin.

La sanción no.es un elemento del delito, no integra la definición de éste; es


simplemente una consecuencia qué, además, no siempre se presenta.

Alrededor de los conceptos arriba mencionados, se mueven la mayoría de las


definiciones propuestas por los penalistas modernos. Damos a continuación
algunos ejemplos.

Derecho Penal es el “conjunto de normas y disposiciones jurídicas que regulan el


ejercicio del poder sancionador y preventivo del Estado, estableciendo el concepto
del delito como presupuesto de la acción estatal, así como la responsabilidad del
sujeto activo, y asociando a la infracción de la norma una pena finalista o una
medida aseguradora”. (Jiménez de Asúa: I, p. 31)
“Derecho Penal es el conjunto de normas jurídicas establecidas por el Estado, que
determinan los delitos y las penas”. (Cuello Calón: I, p. 7)

“Se llama Derecho Penal a la parte del derecho que se refiere al delito y a las
consecuencias qué éste acarrea, ello es, generalmente a la pena”. (Soler: I, p. 21)

“El Derecho Penal (o Derecho Criminal represivo) es el conjunto de normas jurídico


estatales que, a la violación de los propios preceptos, unen como consecuencia una
pena”. (Grispigni: I, p. 114)

“Derecho Penal es el conjunto de normas jurídicas con las cuales el Estado prohíbe,
mediante la amenaza de una pena, determinadas conductas humanas (acciones u
omisiones); es, en otros términos, el conjunto de preceptos cuya inobservancia tiene
por consecuencia la aplicación de una pena al autor del acto ilícito”. (Antolisei, p. 1)

“Derecho Penal es el conjunto de las reglas jurídicas establecidas por el Estado que
asocian el crimen como hecho, a la pena, como legítima consecuencia”. (Von Liszt:
I, p. 5)

“Derecho Penal es el conjunto de normas jurídicas que regulan el ejercicio del poder
punitivo del Estado, conectando en el delito como presupuesto, la pena como
consecuencia jurídica”. (Mézger: I p. 23)

“El Derecho Penal es la parte del ordenamiento jurídico que determina las acciones
de naturaleza criminal y las vincula con una pena o medida de seguridad”. (Welzel,
p. 1)

Las diferencias que presentan las anteriores definiciones se deben, a veces, a las
distintas posiciones de principio que asumen sus autores.

2.- DENOMINACIONES. No siempre ha habido uniformidad en cuanto al nombre


con que debe ser designada la ciencia jurídica cuyo estudio iniciamos. El problema
es mayor de lo que pudiera creerse en un primer momento pues, para ciertos
autores, excede el campo de lo puramente formal.

Las dos denominaciones más usuales son Derecho Penal y Derecho Criminal.
La mayor parte de los autores modernos se inclinan por el nombre de Derecho
Penal; para ello, toman en cuenta que lo característico de esta rama del derecho es
que se refiere a la pena, a la especial consecuencia que trae consigo la violación de
estas normas jurídicas.

Quienes prefieren el nombre de Derecho Criminal ponen el acento no en las


consecuencias de la conducta delictiva, sino en esta misma, es decir, en el crimen.
Para ellos, el nombre, de Derecho Penal se refiere a una sola de las consecuencias
del delito -la pena- quedando otras excluidas, por ejemplo, las medidas de
seguridad. Además, el nombre de Derecho Criminal permite de modo lógico estudiar
dentro de esta ciencia a quienes, con su conducta, infringen una ley penal, pero no
deben recibir una pena propiamente dicha; tal es el caso de los inimputables. Por
fin, alegan, el insistir en el aspecto de la pena lleva directamente a concebirla como
simple castigo, como retribución, lo que no está de acuerdo con la finalidad
perseguida por las instituciones penales ni con las tendencias actuales en esta
materia.

El nombre de Derecho Criminal ha sido usado tanto por autores clásicos como
modernos. Fue el que empleó el padre del Derecho Penal científico, Francisco
Carrara, quien tituló a, su obra principal: “Programma di Diritto crimínale”. Ferri
empleo la misma denominación. En Francia, Donnedieu de Vabres ha puesto un
título ecléctico a su principal obra.

"Traite Elementaire de Droit Criminel et de Legislation Pénale Comparée”. La


designación de “Criminal Law” es la corriente en el derecho anglosajón.

Hay autores que han utilizado otras denominaciones; pero éstas no han obtenido
suficiente aceptación. Entre ellas se destaca la usada por, Pedro. Dorado Montero,
quien llamó a su obra fundamental sobre esta materia. “Derecho Protector de los
Criminales”. Ese nombre era como síntesis de sus concepciones.

Una necesidad lógica nos lleva a aceptar la designación de Derecho Penal Es la


que mejor traduce la definición de esta ciencia, pues consigna tanto el género -
Derecho-, como la diferencia especifica -la pena-. El problema ésta en la forma en
que es entendida esta última; la que tendrá que ser concebida según el contenido
que le den las concepciones científicas predominantes en determinado momento.
Todas las palabras tienen una evolución semántica; no ha sido una excepción la
palabra “pena”, la que, en cuanto a su significado, no tiene porqué ser concebida
tan inmutable como para merecer ser reemplazada. Bastará para evitar mayores
discusiones, sobreentender que la pena, latu sensu, incluye a las medidas de
seguridad.

3.- DERECHO PENAL OBJETIVO Y SUBJETIVO. Las definiciones que dejamos


consignadas más arriba se refieren al Derecho Penal objetivo. considerado como
un conjunto de normas, como parte del derecho vigente.

Sin embargo, debemos también considerar el Derecho Penal subjetivo el jus


puniendi o derecho de castigar. El sujeto titular de ese derecho entendido como
facultad, es el Estado: sólo a él se le atribuye hoy.

Pero el ejercicio del jus puniendi no es arbitrario; está sujeto a condiciones que se
impone el propio Estado y que se traducen en el Derecho Penal objetivo. Este regula
la pretensión punitiva del Estado.

4.- CARACTERES DEL DERECHO PENAL. El Derecho Penal posee ciertas notas
que lo caracterizan. Las fundamentales son:

a) Es derecho público. - Más concretamente el Derecho Penal pertenece al campo


del Derecho Público Interno. Ello deriva de las siguientes consideraciones: 1) Sólo
el Estado tiene hoy la capacidad de penar, es el único titular del jus puniendí. 2) sólo
el Estado tiene facultad para determinadas conductas que han de considerarse
cómo delictivas en el campo del derecho privado, por ejemplo, en el Derecho Civil,
los particulares tienen facultad en muchos aspectos, para suplir, ampliar y hasta
apartarse de la ley pues ésta con frecuencia tiene carácter supletorio con respecto
a la voluntad de las partes; pero los particulares nunca tienen la facultad de crear
tipos penales. 3) El delito establece relaciones entre la persona particular y el
Estado, considerado como poder público y no como persona privada.
d) Es normativo, valorativo y finalista. Estas características derivan dé qué, dentro
de la clasificación en ciencias del ser y del deber ser, el derecho se encuentra entre
éstas últimas. El derecho en general y, por tanto, también el Derecho Penal, se halla
constituido por un conjunto de preceptos y normas que se distinguen de otras
porque su cumplimiento puede ser exigido coercitivamente. Todo deber ser implica
una valoración tiene los caracteres de un valorizo sucede con las normas láñales
que son valores jurídicos. Todo valor es un fin, algo que debe ser alcanzado v
realizado mediante la acción del hombre: en tal sentido, la norma penal es un fin,
aunque sometido a otros fines superiores.

Las normas penales, en cuanto valores, son estudiadas por la axiología jurídico-
penal, que es una parte de la Filosofía del Derecho.

c) Es dogmático. Se llama dogma aquello que debe ser recibido y aceptado tal como
es, sin añadidos ni supresiones. El Derecho Penal parte de un dato que es la
legislación positiva, dato que aquél no puede cambiar, sino que debe admitir como
punto de partida obligatorio sobre el cual se hará toda la construcción científica.

Este dogmatismo hace que el Derecho Penal deba construirse sobre una base
cerradamente jurídico-positiva, dejando de lado otras consideraciones, por ejemplo,
las referentes al derecho natural o las que provienen de las ciencias naturales:
Criminología, Medicina Legal, etc. No quiere esto decir que el Derecho Penal no se
relacione con estas otras materias; pero lo que hay que tener en cuenta es que los
conceptos de tales materias son, por así decir, juridizados por el Derecho Penal y
tenemos que aceptarlos tal como fueron juridizados.

El Derecho Penal es una ciencia que trata de establecer los alcances de una
legislación positiva determinada. No quiere ello decir que hayan de cerrarse los ojos
a principios generales pues éstos, si realmente son generales, pueden ser aplicados
a cualquier legislación y tendrán que ser tomados en cuenta por lo menos como
medios interpretativos; si quiere decir simplemente que debe partirse
inevitablemente de una base que es el derecho positivo cuyo estudió constituye la
médula del Derecho Penal.
Tampoco se pretende con este dogmatismo, afirmar que el derecho positivo es
perfecto y que no se le pueden hacer críticas por. su atraso en relación con las
condiciones sociales o los hallazgos de la ciencia. Esta crítica no sólo es posible,
sino necesaria y deseable, pero ha de provenir de fuera del Derecho Penal,
entendido en su significado estricto. En cuanto al alcance práctico de tales críticas,
ellas serán aceptadas por el Derecho Penal, si caben dentro del derecho positivo -
ahí está una función que deben realizar los teóricos y la jurisprudencia; si no caben
dentro de la legislación vigente, servirán, simplemente de jure condendo, para
propugnar y justificar reformas futuras.

Este dogmatismo, más estricto y terminante en el Derecho Penal que en otras ramas
del derecho, se justifica por el tipo de bienes que se protege y por la naturaleza de
la sanción que se impone a quienes incurren en violaciones.

Es también una necesidad, que hay que recalcar, sobre todo frente a pretensiones
como las del positivismo, que no pueden llevar sino a que, al destruirse este
dogmatismo, se destruya simultáneamente la base para edificar cualquier sistema
jurídico penal firme y conforme con un régimen de garantías.

d) ¿Es constitutivo o sancionador? Si bien en cuanto a los tres caracteres anteriores


existe relativa uniformidad de criterios, no sucede lo mismo en cuanto a si el
Derecho Penal es constitutivo o sancionador.

Para unos -von Liszt, Grispigni, Jiménez de Asúa, etc.- el Derecho Penal tiene
carácter sancionatorio y secundario. Fundan su posición en que las normas.
penales, en lo que toca a la definición de conductas y bienes protegidos, ya se hallan
de antemano en otras ramas del derecho; por ejemplo, el Derecho Constitucional
establece las normas relativas a las funciones propias del Poder Ejecutivo y del
Legislativo; el Derecho Civil dicta las reglas relativas a la propiedad, al matrimonio,
etc. Esas ramas del derecho tienen, además, sus propias sanciones para aplicarlas
a quienes incurren en violaciones; por ejemplo, son nulos los actos de un Ministro
que realiza un acto que está fuera de sus atribuciones; el que daña la propiedad
ajena está obligado a pagar una reparación; se puede imponer coercitivamente que
el padre mantenga a sus hijos. Pero a veces y precisamente en los casos más
graves, las sanciones propias de esos derechos no son suficientes; la sociedad, el
sistema jurídico entero, requieren de una protección mayor. Entonces surge el
Derecho Penal como un garantizador eficaz de los demás derechos, como una
segunda línea de defensa definitiva. Si alguien incendia la casa ajena, no es
suficiente que pague los daños y perjuicios causados; si alguien contrae un segundo
matrimonio estando vigente el primero, no basta con establecer la nulidad del
segundo; entonces, el Derecho Penal reconoce -tomando el precepto de otros
derechos- las figuras delictivas de incendio y bigamia y estatuye para ellas
sanciones penales. El Derecho Penal constituye, simplemente sanciona; no define
privativamente derechos, sino que se limita a establecer que ciertas violaciones a
los mismos serán reprimidas, de una manera especial.

Esta Posición, como bien hace notar Grispigni (I, pp. 235 y 236), no destruye la
autonomía del Derecho Penal pues ella está garantizada: 1) Por la naturaleza de la
propia sanción, que no se encuentra en otros tipos de derechos y 2) porque define
cuáles de las conductas que atacan los bienes jurídicos restablecidos, constituyen
delitos.

Tampoco implica una valoración menor el que se sostenga que el Derecho Penal
tiene carácter secundario; esta palabra significa simplemente que nuestra materia
se halla detrás de los otros derechos, como protectora de ellos. Más bien, en este
sentido, se reconoce, al Derecho Penal como suprema garantía de todo el
ordenamiento jurídico. Sin embargó, nos parece que la posición anterior, es errada.
El Derecho Penal es constitutivo, establece por sí solo algunos bienes a los que
Brinda protección. Es decir, hay bienes jurídicos cuya existencia no es definida por
otros derechos. Con respecto a ellos, mal se podría hablar, entonces, de carácter
simplemente sancionatorio y secundario del Derecho Penal, pues entonces este no
podría sancionar ataques contra un bien que todavía no ha sido jurídicamente
reconocido. Pero lo que sucede es mucho más simple: que el bien ha sido definido
por el propio Derecho Penal que no necesita recurrir a otros derechos para hacer lo
que puede por sí mismo. Por ejemplo, sólo nuestra Constitución de 1961 establece
el derecho a la vida; pero ya mucho antes lo había reconocido el Derecho Penal y
sólo él. Lo mismo puede decirse de otros bienes, como la integridad corporal, el
pudor, la buena fama, que no son bienes jurídicamente establecidos sino por el
Derecho Penal.

Contra estos hechos, no vale el decir que tales bienes, aunque no explícitamente
definidos fuera del Derecho Penal, derivan del total ordenamiento jurídico. Este
argumento llevaría a dos consecuencias igualmente rechazables: 1) A que el total
ordenamiento jurídico incluye, como no puede ser de otro modo, al Derecho Penal,
en cuyo caso es evidente que es éste de carácter constitutivo y que contribuye con
lo que le compete a definir los bienes protegidos por el total ordenamiento jurídico;
es decir, este razonamiento de los partidarios de la tesis de que el Derecho Penal
es meramente sancionatorio, es rechazable porque implica una petición de
principio. 2) Si el total ordenamiento se entiende como incluyendo a los principios
del Derecho q al Derecho Natural resulta que el argumento se refiere a algo que no
está en consideración, porque de lo que se trata es de sí en un determinado sistema
de derecho positivo y sólo dentro de él, el Derecho Penal es constitutivo o
sancionador; si él define para que tengan vigencia positiva, algunas normas o se
limita a sancionar las normas definidas por otros derechos. La respuesta correcta
no nos parece dudosa.

A mayor abundamiento, podemos citar los casos en que el Derecho Penal parte de
supuestos propios distintos a los de otras ramas del derecho. Por ejemplo, el
Derecho Penal protege la vida aún en el seno materno (delito de aborto) o
inmediatamente después del nacimiento (delito de infanticidio que puede llegar a
equivaler a un asesinato); el Derecho Civil concede protección al ser concebido,
sólo en relación con derechos expectativas; considera al recién nacido como sujeto
jurídico sólo si tiene forma humana en sus partes principales y, vive por lo menos
24 horas.

Consideran que el Derecho Penal es constitutivo, Carrara Rocco Manzini, Florian,


Bataglini, etc.
5.- ELEMENTOS DEL DERECHO PENAL. De acuerdo con lo que se ha dicho en la
definición que son los elementos del Derecho Penal: 1) El delito y 2) su
consecuencia jurídica, esto es, la sanción.

Sin embargo, el delito no puede ser considerado, simplemente como un acto aislado
ni la pena como referida sólo a dicho acto. El delito es cometido por una persona
concreta que existía antes de cometer su delito v que seguirá existiendo después.
La pena tiene que ser aplicada a dicha persona concreta buscando su corrección.
Por ello, el Derecho Penal moderno, sobre todo por influencia de la Escuela Positiva
y de los hallazgos de la Criminología, tiene, que dedicar consideración especial al
delincuente.

Por este camino, no nos salimos del campo estrictamente jurídico que es el que
compete al Derecho Penal; menos pretendemos incurrir veladamente en los errores
cometidos por el positivismo. Quedamos en el terreno jurídico porque es el Derecho
Penal mismo el que establece preceptos para encarar la personalidad del reo y
adecuar al mismo las sanciones que han de aplicársele para establecer sus
posibilidades de reincidencia y de corrección.

De allí surge un tercer elemento: El delincuente. Su consideración permitirá resolver


numerosas cuestiones, por ejemplo, la relativa a nuestros indígenas campesinos y
selváticos que plantean problemas penales peculiares, pero que no tienen por qué
ser resueltos dictando un código especial para ellos. (Cf.: Medrano Ossio, la
Responsabilidad Penal de los Indígenas; passim)

Ya no es sólo la doctrina la que insiste en estos tres elementos: Delito, sanción y


delincuente. La legislación positiva sigue ese camino, por ejemplo, el Código Penal
italiano de 1930, que tanta influencia ha tenido en todo el mundo.

6.-TITULAR Y DESTINATARIO DEL DERECHO PENAL. El único titular del Derecho


Penal, de la facultad de sancionar los delitos.es hoy el Estado. No siempre ha sido
así, como veremos en la parte histórica. Pero hoy, sólo el Estado tiene la facultad
de definir los delitos, determinar sus sanciones, imponerlas en el caso concreto v
ejecutarlas.
En cuanto al destinatario, se considera generalmente qué es doble:

a) Por un lado, todas las personas que caen dentro del ámbito de vigencia de
Derecho Renal. Este las conmina, bajo amenaza de una pena, a respetar las
normas establecidas. Impone deberes a rocíos inclusive a los imputables pues
éstos, como luego veremos, en cierto sentido, caen hoy bajo ciertas reglas
generales establecidas por la legislación penal.

b) Por otro lado, los órganos estatales encargados de aplicar el Derecho Penal. Una
vez que una infracción penal se ha producido, esos órganos tienen la obligación de
actuar preventiva o represivamente ante el caso concreto, para aplicar las sanciones
correspondientes.

7.- SISTEMÁTICA. El desarrollo de estos Apuntes seguirá la línea más admitida en


la actualidad, es decir, habrá una Parte General en la que se tratará de los principios
positivos que rigen en nuestra materia y que son aplicables a los diversos tipos de
delitos particulares. Luego se desarrollará la Parte Especial, en que se estudiarán
los tipos delictivos en particular.

Esta división no sólo corresponde a las más admitidas tendencias actuales, sino
que sigue el orden establecido por nuestro código vigente. Sin embargo, la distinción
entre Parte General y Especial no es tajante ni puede serlo. Eso es particularmente
verdadero en cuanto a nuestra legislación que, por su antigüedad, contiene algunos
errores sistemáticos. Por ejemplo, el de considerar la legítima defensa en el capítulo
referente al homicidio y no en la parte general, como corresponde.

Ambas partes serán precedidas de una necesaria introducción que contribuye a


situar al Derecho Penal. En tal introducción nos ocuparemos de definiciones,
relaciones e historia del Derecho Penal.
CAPÍTULO II

RELACIONES Y MÉTODOS DEL DERECHO PENAL

1.- LAS CIENCIAS PENALES. El Derecho Penal no pretende agotar el estudio del
delito. Este puede y debe ser encarado desde distintos puntos de vista y, con
distintos métodos por el conjunto de las Ciencias Penales de las que a continuación
nos ocuparemos.

Muchas son las clasificaciones de las Ciencias Penales intentadas hasta ahora. Las
discrepancias no suelen depender de un mero afán de originalidad, sino de que aún
no existe pleno acuerdo acerca del contenido de las diversas disciplinas penales
particulares.

La clasificación que proponemos enseguida consigna cuatro grupos fundamentales


de materias.

A.- Ciencias Jurídico – Penales:

1.- Derecho Penal

2.- Derecho Procesal Penal

3.- Derecho Penitenciario

B.- Ciencias Penales / Causal-Explicativas:

1.- Criminología

2.- Penología

3.- Criminalística

4.- Sociología Jurídico-Penal

5.- Medicina Legal

6.- Psicología Judicial

C.- Ciencias Filosófico-Penales:

1.- Filosofía Jurídico-Penal


D.- Ciencia Mixta:

1.- Política Criminal

Entre estas disciplinas existen estrechas relaciones derivadas de que todas ellas
tienen el mismo objeto general y fines comunes.

Damos a continuación nociones acerca de esas distintas disciplinas.

El Derecho Penal, cuya definición y contenido han sido ya tratados, es la disciplina


troncal de las Ciencias Penales, pues determina el campo en que ellas se han de
mover, al establecer las conductas que son delictivas y las penas aplicables.

Derecho Procesal Penal. Es ya antigua la distinción entre el Derecho Penal


sustantivó y el adjetivo. Ella corresponde a la que hoy se hace entre Derecho Penal
y Derecho Procesal Penal. La norma penal sustantiva tiene un carácter, abstracto y
general; por ejemplo, sanciona con 10 años de presidio el homicidio doloso. Pero
eso no basta: es preciso que la sanción conminada de manera general se aplicación
requiere de una serie de actos, de un proceso que, por el fin que persigue, podemos
denominar proceso penal y al que “se puede, considerar como el conjunto de las
actividades y formas, mediante las cuales los órganos competentes,
preestablecidos en la Ley, observando ciertos requisitos, proveen, juzgando, a la
aplicación de la ley penal en cada caso concreto: se trata –dicho en otros términos-
de definir la relación jurídica penal concreta, y eventualmente, las relaciones
jurídicas secundarias conexas”.

“De este concepto del proceso, surge, a su vez, el de Derecho Procesal Penal, el
cual es el conjunto de normas jurídicas que regulan y disciplinan el proceso, sea en
su conjunto, sea en los actos particulares que lo integran”. (Florián: Elementos de
Derecho Procesal Penal. Ed. Bosch, Barcelona, 1934, p. 14)

Derecho Penitenciario. La condena penal y aún la detención preventiva suponen la


existencia de instituciones que ejecutan dichas medidas; tales instituciones
funcionan regladas por un ordenamiento jurídico que establece la organización
jerárquica administrativa, los sistemas penitenciarios, el régimen disciplinario, los
deberes y derechos de los reclusos, etc. Este ordenamiento jurídico que norma la
ejecución de la pena se denomina Derecho Penitenciario.

Causal Explicativas. No establecen normas, no pertenecen al terreno del deber ser,


sino del ser; buscan descubrir relaciones de causa a efecto. Sin embargo, toman en
cuenta también consideraciones axiológicas, inevitables cuando se estudia al
hombre en su conducta individual y social.

La Criminología es la ciencia que estudia causas del delito como fenómeno


individual y social. Está integrado por la Biología, la Sociología y Sociología
Criminales que estudian las causas del delito desde sus particulares puntos de vista.
A ella deben reducirse la Antropología Criminal y la Sociología Criminal que algunos
autores pretenden conservar todavía como ciencias autónomas. (V. Grispigni: I, pp.
31-42)

La Penología es el estudio naturalístico de las sanciones, englobando bajo ésta


última palabra tanto la privación o limitación de los derechos del reo, como la
prevención y la corrección que las sanciones tienen como fin. Esta ciencia es de
tipo eminentemente naturalístico, pues se dedica a recoger datos, analizarlos,
evaluarlos. Realiza, hasta donde es posible, experimentos. Las conclusiones a que
llega la Penología son posteriormente llevadas al Derecho Penitenciario para que
tengan vigencia jurídica.

La Criminalística es la ciencia que estudia los medios para el descubrimiento del


delito y la identificación del delincuente. El nombre de Criminalista, fue inventado
por Hans Gross y es casi universalmente aceptado. Sin embargo, hay quienes
prefieren el nombre de Policía Científica.

La Criminalística se sirve de variados medios para alcanzar sus objetivos. En


general, esos medios tienen sólida base científica y se aplican para obtener pruebas
en el proceso judicial. Entre tales medios se hallan el estudio de las manchas, de
las huellas palmares, plantares y digitales (dactiloscopia); la balística, planimetría,
fotografía policial, señalamiento antropométrico (bertillonaje), etc.
La Sociología Jurídico-Penal, es una rama especializada de la Sociología. Estudia
las relaciones existentes entre la organización y funcionamiento de la sociedad y las
normas jurídico-penales que en ella rigen. La sociedad determina las normas
penales estableciendo qué bienes tienen que ser protegidos. Pero las normas
penales, a su vez, reaccionan sobre sociedad. Estos problemas son los que atañen
a la Sociología Jurídico-Penal.

La medicina legal es la aplicación de la ciencia médica a los problemas planteados


por el Derecho. Ella da muchos de los conceptos que luego son juridizados por el
Derecho Penal; así sucede con los conceptos de enfermedad, demencia,
alcoholismo, herida, lesión, etc.

La Psicología Judicial resulta de las aplicaciones de la Psicología al estudio de las


personas que intervienen en el proceso judicial. Ya ha prestado muchos servicios
para esclarecer problemas importantes tales como los relativos a la exactitud que
puede atribuirse a las declaraciones testificales, por cultos y bien intencionados que
sean los testigos. Han sido también de sumo provecho los estudios acerca de la
psicología del juez, de los jurados, del público, del encausado, de los peritos, etc.
En sentido amplio, incluye el estudio deja víctima, sin cuyo conocimiento es, a
veces, imposible comprender la conducta de quien atenta contra ella.

Las Ciencias Filosófico-Penales provienen del estudio del Derecho desde el punto
de vista filosófico. La Filosofía Jurídico Penal se ocupa de problemas tales como el
de las relaciones entre las valoraciones contenidas en las normas penales y la
axiología; la naturaleza y fundamentos del derecho de penar; la finalidad que debe
etc.

Por fin, en un cuarto grupo, como un resultado y a la vez, fundamento, de otras


ciencias penales, se halla la Política Criminal, disciplina de carácter mixto
constituida por el conjunto de normas jurídicas y principios prácticos que sirven para
luchar eficazmente contra el delito. La Política Criminal se halla relacionada, por un
lado, con la Criminología y la Penología; con la primera, porque la lucha contra el
delito no puede ser eficaz si no se conocen las causas del mismo; con la segunda,
porque ella, en su campo de acción propio, ya pone en marcha los postulados dé la
Política Criminal. Se relaciona, por otro lado, con el Derecho Penal, pues recoge y
evalúa los resultados de las medidas que él contiene para combatir el delito. De
acuerdo con esta evaluación y con los aportes de la Criminología, Penología y otras
ciencias penales, sugiere las reformas legislativas convenientes.

No hay que confundir Política Criminal con Política Social. Aquélla se refiere a un
campo más reducido pues busca evitar o simplemente disminuir los delitos; ésta
busca implantar medidas para extirpar todas las conductas y condiciones
antisociales.

Podemos resumir así los fines de la Política Criminal:

1) Busca los medios preventivos y represivos adecuados para combatir el delito.

2) Trata de plasmarlos en medidas legislativas (Cf. Von Liszt I, p. 7 y especialmente


II, pp. 15-25 y 37-85).

Como es obvio, el Derecho Penal tiene vínculos particularmente estrechos con las
demás Ciencias Penales; pero también los tiene, aunque no sean tan profundos,
con otras ramas del Derecho, como pasamos a explicar enseguida.

2.- RELACIONES CON OTRAS RAMAS DEL DERECHO. La mayoría de los bienes
jurídicos protegidos por el Derecho Penal se hallan consignados también en otros
derechos, desde el punto de vista de éstos. La función propia de Derecho Penal se
entrelaza con las que cumplen las demás partes del total ordenamiento jurídico.

No hemos de detallar todas las relaciones, sino las principales de ellas existentes,
como es natural, sobre todo con las materias que integran el grupo del Derecho
Público, al que pertenece el Derecho Penal.

a) Relación con el Derecho Constitucional. Éste contiene los principios básicos


sobre los cuales debe edificarse todo el ordenamiento jurídico positivo; establece
garantías fundamentales que tienen inmediata repercusión sobre el Derecho Penal.
Tipifica algunos delitos como el atentado a las garantías constitucionales y la
sedición (arts. 9 y 4); señala sanciones, como la correspondiente a los delitos de
asesinato, parricidio, traición a la patria y espionaje grave (art. 27); aclara los límites
de la obediencia jerárquica como causa de justificación (12); funda el principio de
legalidad (art. 26 y 31); crea bienes jurídicos que deben ser protegidos por el
Derecho Penal, etc.

b) Relaciones con el Derecho Administrativo. Se refieren a varios aspectos. Por


ejemplo, el Derecho Penal sanciona varias conductas que van contra la
administración pública; las medidas de seguridad, por lo menos según el común
sentir, tienen carácter eminentemente administrativo; la ejecución de la pena se
halla regulada por el Derecho Penitenciario que, como el Derecho de Policía, -y las
contravenciones que éste establece- se hallan dentro del campo del Derecho
Administrativo, lo que también sucede con el Derecho Penal disciplinario propio de
la administración pública.

c) Relaciones con el Derecho Internacional Público. Se refieren a instituciones tales


como la extradición y la vigencia de la ley en cuanto al espacio. Hay delitos
consignados en convenios internacionales, tales como los de piratería, tráfico de
estupefacientes, trata de seres humanos -prostitución y esclavitud-. A raíz de la
última guerra mundial, han surgido especiales problemas penales, como los
derivados de los crímenes de guerra, genocidio, etc.

d) Relaciones con el Derecho Civil y otras ramas del Derecho Privado. Tales
relaciones derivan en primer lugar, de que hay Instituciones de Derecho Privado
que hallan su más eficaz protección en el Derecho Penal; éste tiene entonces que
atenerse a lo que el Derecho Privado haya establecido. Tales los casos del
matrimonio monógamo -delito de bigamia-; deberes y derechos derivados de la
filiación- delitos especiales que los hijos pueden cometer contra los padres, delito
de abandono de familia, etc.-; la institución de la propiedad sirve de fundamento a
varios tipos penales; las quiebras se hallan clasificadas en el Código Mercantil, pero
sus consecuencias más graves se determinan en el Código Penal. Además, hay
que recordar que los delitos traen consigo la obligación de reparar los daños civiles
causados a las víctimas.

3.- DERECHO PENAL NO CRIMINAL. Hay ramas del derecho que contienen
sanciones similares a las establecidas por el Derecho Penal; a veces, inclusive
mayores que algunas de las que éste último consigna. Sin embargo, no es posible
una confusión entre el Derecho Penal propiamente dicho o criminal y los demás que
consignan sanciones. Entre estos derechos sancionatorios podemos citar:

a) Derecho Penal Disciplinario. Es un conjunto de normas relativas a las faltas


contra la disciplina que deben mantener los funcionarios públicos. Como sucede
con los preceptos penales, los de tipo disciplinario definen las faltas y determinan
las sanciones correspondientes.

Sin embargo, existen diferencias que es necesario apuntar, por ejemplo: El Derecho
Penal propiamente dicho tiene por objetivo mantener el total ordenamiento jurídico
mientras el disciplinario pretende garantizar solo la buena marcha de la
administración; en el primero, rige estrictamente el tipo penal, no hay lugar para la
analogía y está implicada el ejercicio del poder de justicia; en el segundo, los tipos
penales no son tan estrictos, puede emplearse en cierta medida la analogía y se
ejercita solo el poder de administración que tiene el Estado.

De modo semejante, hay instituciones públicas y privadas que tienen su derecho


disciplinario como, por ejemplo, las universidades, las asociaciones, etc.

b) Derecho Penal Administrativo. Tiene un carácter más bien preventivo por lo cual
incluye medidas de seguridad. Define y sanciona las infracciones menores y
establece una justicia meramente administrativa.

Sin embargo, una distinción terminante con el Derecho Penal no puede ser
establecida porque en medio se halla el problema de distinguir los delitos de las
contravenciones o faltas. En lo substancial, el derecho Penal Administrativo se
refiere a las faltas policiales; eso no quiere decir que se refiera a conductas
moralmente irrelevantes o que las sanciones sean siempre leves; eso no puede
decirse, por ejemplo, de ciertas conductas -autores multi reincidentes de faltas-
tahúres, proxenetas, ni menos de algunas medidas de seguridad que pueden ser
más severas que algunas sanciones contenidas en el Código Penal.

Hay además otros ordenamientos jurídicos que establecen sanciones sobre ciertas
actividades especiales. Por ejemplo, el Derecho Penal Fiscal, que se refiere a
conductas contrarias a los intereses de la hacienda pública, en materia de
impuestos y tasas. El Derecho Penal Económico qué se ocupa de faltas contra la
economía y que adquiere singular desarrollo en los regímenes en que hay un
considerable planeamiento o dirigismo económico. El Derecho Penal Laboral,
Sanitario, de Imprenta, etc.

Existe también un Derecho Penal Militar, con su código propio y que es aplicable a
materias castrenses.

En su momento, nos referiremos al Derecho Penal Internacional. (V. sobre estos


puntos, especialmente Jiménez de Asúa, I, pp. 42 - 63 y Cuello Calón I, pp. 9-16)

4.- LOS MÉTODOS. Hay que insistir, aunque parezca una tautología en qué el
Derecho Penal debe ser elaborado y estudiado con un método jurídico. Debe
descartarse el método experimental que pretendieron utilizar los positivistas. Ese
método es adecuado para las ciencias naturales o de hechos, para cuando se
construye en base a inducciones. Cualquiera sea el éxito que la experimentación
haya traído a las ciencias naturales, entre éstas la Crimino logia, su aplicación al
Derecho Penal es destructora.

Sin embargo, quede claro que método jurídico no equivale exactamente, a método
lógico-abstracto; este se basa en la deducción pura y fría, como sucede en las
matemáticas. Esa frialdad no es compatible con un sistema dé normas, pleno de
momentos valorativos. El método lógico-abstracto puro es excedido por los fines
que busca el Derecho, fines que, al no ser tomados en cuenta, podrían hacer difícil
y hasta imposible no sólo el construir científicamente el Derecho Penal, sino
inclusive el entenderlo.

Es indiscutible que, por ser el Derecho Penal dogmático, hay que partir de ciertos
principios generales de los cuales habrá que deducir las consecuencias lógicas;
pero aquellos principios, así como sus aplicaciones, tienen fines, son valores. Por
ello, el método utilizable tiene que ser al mismo tiempo lógico-abstracto-deductivo,
valorativo y finalista o teleológico.
CAPÍTULO III

HISTORIA DEL DERECHO PENAL

1.- LOS FUNDAMENTOS DEL DERECHO DE PENAR. La existencia del derecho


está ligada a la existencia de la sociedad: ubi societas, ibi jus. Imposible es, en
efecto, pensar en alguna sociedad real que no esté sometida a algún ordenamiento
o sistema de organización cuyo respeto sea obligatorio. Si ese ordenamiento es
quebrantado, se producen reacciones de la sociedad. Estas reacciones, por lo
menos algunas de ellas, las llamamos penas; ante los ojos de los pueblos primitivos
se hallan justificadas porque van contra atropellos, contra conductas que ponen en
peligro a las personas o al grupo, contra violaciones de normas vigentes.

En los pueblos de primitivos, existe un cierto sentido de justicia cuyas


manifestaciones se hallan, desde luego, condicionadas por el desarrollo cultural a
que las comunidades habían llegado. Es frecuente que la justicia asuma formas
rígidas y se tienda a devolver mal por mal.

Las normas primitivas de conducta no estaban diferenciadas en civiles, cecales


religiosas, etc. Lanormade conducta era total, confundía lo religioso con lo moral y
lo jurídico y hasta con los preceptos simplemente higiénicos. Sin embargo, como
sostiene Grispigni (1, p. 45), hoy es posible realizar esa distinción tomando en
cuenta la naturaleza de las medidas adoptadas.

El mismo autor (1, p. 47) hace notar que, para Clasificar las etapas de evolución de
la pena, lo fundamental es establecer el fin por el cual la pena se aplica, lo que con
ella se busca. Ese fin es el fundamento del derecho de penar.

En un comienzo, la pena es principalmente un medio de defensa del individuo. Este


reacciona de una manera privada, sin Intervención del grupo y prácticamente sin
tener que respetar límites. Es la fase de la venganza privada que, sin embargo,
probablemente no fue absoluta porque había algunos hechos que implicaban la
intervención de todo el grupo o de sus autoridades.
En una segunda etapa, la pena asume carácter religioso. Sus instituciones penales
han sido reconstruidas a través de testimonios culturales -pinturas, esculturas,
leyendas, etc.- que han llegado hasta nosotros y a través de comparaciones con lo
que sucede en los pueblos salvajes que subsisten hoy. Este segundo método se
halla, sin embargo, sujeto a críticas, por cuanto es discutible que el salvaje actual
sea idéntico al hombre primitivo.

En las viejas organizaciones sociales tienen fundamental importancia las


instituciones denominadas tótem y tabú. Tótem es el supuesto antepasado común
del grupo; generalmente, un animal o un vegetal que concluyen siendo divinizados.
En relación con el tótem, existía el tabú, un código de obligaciones de hacer y no
hacer, que regía en la colectividad. La violación de ese código era un delito que
merecía sanción; era algo que iba contra los mandatos religiosos y que debía ser
reprimido por respeto a la divinidad. La pena es un medio de dar satisfacción a los
dioses.

Esta etapa religiosa existió inclusive en pueblos que habían superado ya las
concepciones primitivas y que habían llegado a otras más perfectas.

Posteriormente, surgió la denominada fase de la venganza pública en que el delito


se considera falta contra la sociedad y el Estado. Estos reaccionan contra el
delincuente, para vengarse por medio de la pena.

El poder público por sí mismo, como en Babilonia, o en nombre de Dios, como entre
los israelitas, comienza imponiendo límites a la. reacción del particular. Lo hace por
medio de la ley del talión según la cual, el daño con que se reacciona debe ser igual
al daño causado por el delito; la fórmula talional “ojo por ojo, diente por diente”, es
una manifestación del equilibrio métrico que se busca establecer entre delito y pena.

El poder público permite luego que, mediante un pago, llamado composición, el


delincuente pueda evitarse inclusive la sanción talional.

Por fin, llega un momento en que el Estado no solamente regula la venganza


privada, sino que la anula, reservándose para sí el derecho de sancionar.
La pena asume sucesivamente otros fines. Por ejemplo, mediante ella se busca
intimidar a los ciudadanos a fin de que no delincan.

Luego -ello es evidente, por ejemplo, en la Edad Media- lo que se busca es dar a la
pena un fundamento moral; al mal “delito” corresponde como natural reacción el mal
“pena”. Esta es la fase de la retribución moral.

Por fin, se llega a concebir la pena como un medio para corregir al delincuente,
como medio de prevención especial cuya aplicación supone el conocimiento de las
causas del delito y la necesidad de combatirlas para que no vuelvan a actuar en los
casos concretos.

La evolución del derecho de penar no ha sido uniforme en todos los pueblos: unas
formas no han sustituido totalmente a las otras.

Sin embargo, es característico que hoy el Derecho Penal de los pueblos civilizados
de a la pena un carácter público, normativo y que busca la prevención general y
especial.

Hasta aquí, nos hemos referido a la evolución del fundamento del derecho de penar.
En los acápites que siguen, haremos una breve relación de la evolución del Derecho
Penal, de los tipos delictivos y las penas específicas, así como de las teorías que
se construyeron, sea para justificar el ordenamiento existente, sea para censurarlo
y pedir su abolición y su sustitución por otro al que se consideraba más justo.

2.- EL DERECHO PENAL, ORIENTAL Y GRIEGO. Nos hemos de referir a la


evolución dentro de los límites de la historia antigua.

China. Las disposiciones anteriores a la era cristiana tienen carácter sobre todo
religioso. Las penas solían ser muy crueles. En los primeros tiempos históricos,
hallamos ya vigente el libro de las Cinco Penas: “amputación de la nariz, amputación
de las orejas, obturación de los orificios del cuerpo, incisiones en los ojos y muerte”
(Jiménez de Asúa, I, p. 226). Posteriormente, comenzaron a establecerse
distinciones basadas en la intención y en los móviles del delito.
India. Las más antiguas disposiciones penales conocidas se hallan en el código de
Manú que, para su tiempo, era uno de los ordenamientos más completos. Si bien
se basa en prejuicios, que llevan a distinguir delitos y penas según la casta a que
pertenecieran los transgresores, contiene puntos dignos de mención, como la
consideración que presea a las diversas formas en que hubiera intervenido el
elemento subjetivo.

Babilonia. El Código de Hammurabi (comienzos del segundo milenio antes de


Cristo) es el primero en que se reconoce al Derecho Penal carácter público y laico.
Establece las primeras formas conocidas de talión, que es regulado de modo
detallado y estricto. Distingue, aunque de manera muy basta, el dolo de la culpa.
Las penas son crueles.

Israel. Tiene un derecho estrictamente religioso, contenido sobre todo en el


Pentateuco. Allí se consignan muchas penas de carácter talional y se reconocen
como lícitas algunas formas de venganza privada. Interpretaciones posteriores,
contenidas en el Talmud, aligeraron mucho la severidad de las sanciones.

Grecia. Creó un derecho muy evolucionado, pero que nunca llegó a las alturas
alcanzadas por su filosofía o a la sistematización propia del Derecho Romano.

En un comienzo, las concepciones penales son religiosas; Dike, la Justicia, es


fuerza divina, como también lo son las Furias, encargadas del castigo. Este tiene
carácter de sanción de los dioses, como puede verse especialmente en las leyendas
mitológicas y en las tragedias, donde la fatalidad (Moira) se impone aún contra
voluntad de los hombres.

Pero pronto se evoluciona a la concepción de un Derecho Penal laico, público y que


contiene medidas tendientes a la individualización; se consideran la libertad y la
responsabilidad personales,

La evolución llevó también de la responsabilidad del genos o grupo familiar, a la del


individuo.

El Derecho positivo es muy variado porque cada “polis” o ciudad tenía sus propias
disposiciones.
Ese derecho positivo reconocía la esclavitud. Pero los filósofos, especialmente los
sofistas y algunos seguidores de Sócrates, fueron los que primero hablaron de un
derecho natural, anterior y superior a la ley vigente, y que no reconoce
desigualdades esenciales entre los hombres. Pero estas prédicas teóricas no
llegaron a tener repercusión alguna en la legislación.

3.- DERECHO ROMANO. El pueblo romano tuvo una especial aptitud para él
derecho: Los principios que Roma estableció hace veinte siglos, siguen sirviendo
como base a las instituciones jurídicas actuales.

Si bien, en un comienzo, el derecho romano tuvo carácter religioso, muy pronto se


convirtió en secular; el jus sucedió rápidamente al fas.

En los primeros tiempos históricos, probablemente alrededor del momento en que


la monarquía dio paso a la república, la potestad del patestad familias era ilimitada
en el campo penal; poseía el jus vitae ac necis (de vida y muerte). Pero, al lado,
existe la venganza pública. En los últimos tiempos de la monarquía, va se da la
distinción entre delitos públicos (crimina) y privados (delicta privata).

Entre los delitos públicos se hallan el perduellium (traición a la patria) y el


parricidium, es decir, la muerte de un miembro de la gens. Estos crímenes son
sancionados por organismos especiales. En cuanto al incensus- por negativa de
cumplir con los deberes militares y financieros-, era el Censor quien aplicaba las
sanciones. El perduellium y el parricidium eran castigados con la muerte
(supplicium); el incensus, con la venta como esclavo y la confiscación de bienes.

Fuera de éstos, había otros delitos públicos constituidos por actos contrarios a la
religión.

La muerte de una persona cualquiera, que posteriormente se llamó homicidium, era


castigada en el ámbito privado, a través de la venganza.

Durante la república, una vez quitado al gobernante el poder religioso que el rey
tenia, el Estado anula el sistema de la venganza privada y se reserva el derecho de
castigar. Pero antes de llegar a tal grado de evolución, hay un periodo de transición.
Por ejemplo, en la Ley de las Doce Tablas, todavía se admite el delito privado. En
ellas se describen tales delitos privados, la venganza de tipo talional era ilícito
excederse- y la posibilidad de evitarla por medio de la composición.

En la Tabla XII, se establecen la colusión de un árbitro, el falso testimonio y el


incendio doloso como nuevos delitos públicos que agregar al perduellium y al
parricidium. La misma tabla determina que los “crimina publica” sean juzgados por
magistrados especiales, en cambio, los delicia privata quedan sometidos a la
jurisdicción civil, ante la cual el perjudicado acude en busca de sanción para el
delincuente y de reparación del daño. Según las normas generales del jus civile, el
tribunal criminal sólo actúa contra el ciudadano varón púber.

Este Derecho Penal ya contiene notables avances en cuanto a la distinción del


elemento subjetivo en dolo y culpa.

La anulación de la venganza privada llega en el siglo II antes de Cristo, cuando


Roma se convierte en gran potencia. Se reduce la jurisdicción familiar y del pater;
aumentan los delitos públicos.

Vale hacer notar que, hacia el final de la república, las penas experimentan una
atenuación general y la de muerte casi desaparece.

En esta época, la sanción por los delitos privados es siempre pecuniaria (poena).

Es importante la ley Cornelia de sicariis y veneficiis porque sanciona los actos


preparatorios de las bandas criminales -actos preparatorios externos, se entiende,
ñola mera intención de delinquir-.

Con el imperio, se advierte un agravamiento de las penas. Primero, la de muerte se


aplica al parricida; pero luego se extiende a otros delitos. Se crean nuevas penas,
como la de trabajar en las minas (ad metalla) y trabajos forzados (ad opus).

Por influencia de juristas y filósofos -por ejemplo, Paulo y Séneca- comienza a


concebirse la pena no sólo como castigo sino como medio de enmienda. De esta
concepción, participan varios de los padres de la naciente Iglesia cristiana.

El derecho imperial es altamente evolucionado; llega hasta donde nunca se había


llegado antes; toma en cuenta el dolo y la culpa, la preterintencionalidad y el delito
impulsivo; considera las circunstancias atenuantes y agravantes, la imputabilidad y
el error. Pero no contiene una teoría de la tentativa y admite la analogía.

Las anteriores instituciones permanecen, en lo esencial, en la obra de Justiniano.

4.- EL DERECH O GERMÁNICO. Los germanos sucedieron a los romanos en el


gobierno de Europa a la que trajeron instituciones penales que les eran propias y
que, especialmente antes de la invasión, tenían como fuente la costumbre no
escrita.

El primitivo Derecho Penal germánico, anterior a la invasión, tenía carácter religioso.


El delito rompía la paz y ocasionaba, en los delitos públicos, la friedlosigkeit o
pérdida de la paz para el culpable que podía ser matado por cualquiera, si no lo era
por la autoridad. En los delitos privados, aparecía la faída o estado de enemistad
contra el ofensor y su sippe (clan), de parte del ofendido y su sippe; la faída era
considerada como un derecho v un deber.

Con la invasión, el Estado bárbaro toma fuerza y el Derecho Penal comienza a


adquirir un carácter cada vez más público, restringiéndose los límites de venganza
privada (faída). Al cabo de un tiempo, variable según los reinos, el Estado constituye
por ser el único titular del derecho de sancionar, dejando a los particulares sólo la
facultad de reclamar por el daño. Esta evolución se nota también en el hecho de
que, al comienzo, el particular podía o no devolver, la paz, pero luego debe
devolverla obligatoriamente, cuando el culpable ha cumplido las condiciones
establecidas por el rey.

La composición se toma entonces la gran institución penal. Ella es un pago que


sirve al mismo tiempo de pena y de reparación civil.

La pena deja pronto de ser simple consecuencia de la venganza, para buscar la


intimidación y la corrección, como sucede entre los lombardos.

Entre las penas -cuando la composición no es posible- se hallan la de muerte la


mutilación, la reducción a la esclavitud y el destierro.
El derecho germánico implica varios retrocesos con respecto al romano. Por
ejemplo, es esencialmente objetivo, es decir, la responsabilidad se establece por el
resultado y no por la actitud subjetiva del agente; sólo en algunos casos particulares,
muy restringidos, se llegó con el tiempo a distinguir delitos culposos y dolosos.
Como consecuencia, tampoco se establece la punibilidad general de la tentativa ya
que en ésta, por principio, no hay resultado. En cambio, se responde por el resultado
inclusive cuando se lo ha causado sin dolo ni culpa.

El carácter religioso del derecho germánico, subsistente largo tiempo, explica ciertas
instituciones judiciales como el juicio de Dios, las ordalías y él duelo judicial. Aunque
generalmente combatidos por la Iglesia, estos medios de resolver las contenciones,
duraron por mucho tiempo.

5.- EL DERECHO CANÓNICO. Es el derecho propio de la Iglesia cristiana y se


remonta, en sentido amplio, hasta los primeros siglos de nuestra era.

Las fuentes principales de este derecho se encuentran en el Decreto de; Graciano


(1140), las Decretales de Gregorio IX (1234), el Libro de Bonifacio. VIII (1298) y las
Constituciones Clementinas (1317) que, una vez recopiladas, dieron lugar al Corpus
Juris Canonici.

El Derecho Canónico comenzó siendo un derecho disciplinario, pero ya en plena


Edad Media, adquirió mucho mayor alcance.

Se aplicaba por razón de persona y por razón de materia. Según el primer principio,
regía sobre los clérigos; según el segundo, sobre quienes podían no ser clérigos.
Se reconocían delitos puramente seculares, cuyo conocimiento y represión
quedaba a cargo de las autoridades civiles. En materia mixta, es decir, en casos en
que una conducta violaba al mismo tiempo preceptos eclesiásticos y seculares,
ambas autoridades eran competentes; por ello no faltaron conflictos de jurisdicción
(entre estos delitos mixtos se hallaban la usura, el adulterio, etc.).

He aquí algunos rasgos del Derecho Penal Canónico:

a) Era un derecho público, pero de carácter religioso; las sanciones se imponían en


nombre de Dios, fuente de toda autoridad.
b) Como consecuencia de lo anterior, no siempre se distinguió con claridad entre lo
que es pecado y lo que es delito. Sin embargo, se hizo notar que el pecado podía
ser simplemente de fuero interno, mientras el delito requería la aparición de ciertos
actos externos.

c) Hay delitos de carácter religioso, como la herejía, la hechicería, etc.

d) Se combate la venganza privada, tan favorecida, sobre todo en los primeros


tiempos, por el derecho germánico.

e) Se dulcifican las penas; las aplicadas por el Estado tenían carácter vindicativo e
intimidativo. La Iglesia aplicaba sanciones “medicinales” tendientes a la corrección
y el arrepentimiento. De ahí por qué estas sanciones eran indefinidas en su duración
pues quedaban vigentes hasta que el reo se hubiera enmendado; de ahí también la
aparición de privaciones de la libertad, sobre todo en monasterios, donde se
presumía que el aislamiento provocaría la meditación y el arrepentimiento.

f) Igualdad de todos ante la ley, por ser todos hijos de Dios. Esta igualdad no impidió
que se buscara individualizar las sanciones conforme a las condiciones de cada reo.

g) Relaciones con el poder civil para la aplicación de algunas penas que, impuestas
por tribunales eclesiásticos, eran empero ejecutadas por el brazo secular. Este era
el caso de la pena de muerte y otras en que había derramamiento de sangre. Es de
hacer notar que, a medida que se aproximaba el Renacimiento, las penas impuestas
por los tribunales eclesiásticos, comenzaron a agravarse y que, como contagio de
las prácticas seculares, se emplearon torturas durante el juicio para obtener la
confesión, considerada la reina de las pruebas que había de buscarse mediante una
adecuada pesquisa o inquisición. La Inquisición se origina a fines de la Edad Media
y adquirió sus peores características por la alianza con el poder civil.

h) Se dio gran importancia al elemento interno descartando el mero juicio por el


resultado que era propio del derecho germánico. Esa era natural consecuencia del
carácter religioso del Derecho Canónico. Se tomaron en cuenta algunas
derivaciones sobre terceros, por ejemplo, en el caso de los hijos incestuosos o
sacrílegos.
i) Se combatió contra los juicios de Dios y las ordalías, que eran contrarios al espíritu
del cristianismo. Se instituyó el derecho de asilo, que evitó excesos, y la tregua de
Dios que consiguió frenar la belicosidad de los germanos.

En general, el Derecho Canónico, pese a algunas confusiones, trajo progresos de


todo tipo. Inclusive sus más acérrimos adversarios, los que ponen en primer lugar
las prácticas inquisitoriales, no pueden negar que los delincuentes, cuando podían,
se colocaban bajo jurisdicción de los tribunales eclesiásticos por considerarlos más
ecuánimes y, si cabe la expresión, más humanos. La caridad y la justicia cristianas
tuvieron vigencia, aunque siempre dentro de las limitaciones propias de jueces
humanos y del tiempo a que nos referimos.

6.- DEL DERECHO PENAL SECULAR DE LA EDAD MEDIA AL SIGLO XVIII. Hubo,
durante la Edad Media, un momento en que se debilita la autoridad de los reyes
bárbaros y, como consecuencia, retorna en el ámbito de la justicia penal secular, el
sistema de la venganza privada, contra el cual lucha la Iglesia, apoyada luego por
los estados que comenzaban a recuperar su poderío.

El Derecho Penal medieval es una mezcla del derecho romano, el germánico y el


canónico, con creciente influencia del primero.

Es característica general de este derecho medieval, la crueldad, sobre todo en las


formas de ejecución. Abundan las penas de mutilación y muerte y ésta se ejecuta
buscando el sufrimiento del reo y la intimidación.

El primer país donde comienza el predominio del derecho romano es Italia, en cuyos
múltiples estados locales surgen disposiciones penales y estudios en que el viejo
pasado resucita. Entre los autores más destacados se hallan Alberto de Gandino,
Bartolo y Baldo de Perugía, en el siglo XIV; todos ellos eran comentaristas del
derecho romano y sucedieron a los glosadores; de la generación anterior. En los
siglos XVI y principios del XVII, son de suma importancia las obras de Julio Claro y
de Próspero Farinacio.

El fenómeno de la “recepción” (del derecho romano) ya se había producido también


en España en el siglo XIII con las Siete Partidas, pero tardó mucho en llegar a
Alemania. La recepción alemana se produjo a través de dos legislaciones: la
Banbergensis, de 1507 y especialmente, la Constitución Criminal Carolina (CCC)
de 1532, cuando era Emperador Carlos V quien dio su nombre a aquel
ordenamiento. Si bien se vuelve a la concepción de un Derecho Penal público, las
disposiciones sobre las penas y su ejecución no permiten sostener que la Carolina
fuera una obra revolucionaria en su época.

Nombres notables en los pueblos de habla alemana fueron los de Benedicto


Carpzovio (muerto en 1666), a quien muchos consideran el primer Penalista
alemán, y Bohmer (muerto en 1772) que hizo comentarios a la obra del primero e
influyó en la redacción de la Constitutio Criminalis Theresiana de 1768.

7.- EL SIGLO XVIII. BECCARIA Y HOWARD. El siglo XVIII ha sido testigo de una
de las mayores revoluciones en el campo del Derecho Penal.

Este había conservado las características de siglos anteriores y se hallaba, por ello,
en total desacuerdo con la realidad social y las ideas que circulaban por Europa, en
el siglo XVIII.

Como hace notar Grispigni (I, p. 65), ese Derecho Penal implicaba: “Falta de
proporción entre las penas y la gravedad del delito: abuso de la pena de muerte;
poderes ilimitados del juez; privilegios para algunas clases de personas, arbitrio
absoluto del Príncipe. Como consecuencia de lo anterior, había un aumento
impresionante de la criminalidad”.

Contra este derecho tradicional, se alzó el “Iluminismo”, doctrina según la cual,


frente a las tinieblas de las costumbres y de las instituciones a basadas en
concepciones teológicas dogmáticas, debía aceptarse exclusivamente la guía de la
razón humana, luz que habla de aclarar la oscuridad existente. Dentro de esta
doctrina racionalista se movieron los enciclopedistas y quienes los antecedieron y
siguieron: Montesquieu, Diderot, Dalembert, Voltaire, Rousseau, cuyas doctrinas
abrirían paso a la Revolución Francesa. -El racionalismo jurídico ya se había
iniciado el siglo anterior con la doctrina del derecho natural de Grocio y sus
seguidores: Hobbes, Puffendorf y Thomasius.
Pero la verdadera conmoción vino de un folleto titulado “Dei Delitti y delle Pene”,
escrito por el milanés César Bonesana, marqués de Beccaria, cuando tenía 25 años.
La obra se publicó en 1764.

Es verdad que ese libro no es original, que se limita a reunir las ideas existentes en
los ambientes intelectuales de su tiempo y que seguramente debe mucho a la
inspiración de los hermanos Verri, sobre todo a Pedro; tampoco puede negarse que
Beccaria no siempre entendió la exacta significación, las concordancias y las
incompatibilidades entre las doctrinas filosóficas de los autores en quienes se
apoyó. Pero también es verdad que su obra es un excelente resumen de lo que se
pensaba en su tiempo, que respondía a las necesidades, y deseos de entonces y
que, por ello, tuvo; una resonancia continental que enseguida se hizo sentir tanto
en la teoría como en la práctica.

“Dei Delitti y delle Pene” escuna obra en que se critican el arbitrio judicial, las
crueldades de los procedimientos judiciales -la tortura-, la enormidad de las penas,
el derecho de gracia atribuido al soberano, la falta de garantías para los
encausados. Beccaria es adversario, salvo para casos excepcionales, de la pena
de muerte que entonces se prodigaba por muchos delitos. Busca humanizar el
Derecho Penal y en esta tendencia es seguido por muchos escritores de su tiempo
y por la legislación, por, ejemplo, Leopoldo de Toscana, en 1786, abolió la pena de
muerte, la tortura y el arbitrio judicial; Catalina de Rusia dispuso la redacción de
nuevas disposiciones penales.

Mientras Beccaria causaba esta sacudida en las leyes, John Howard hacia algo
semejante con respecto a la ejecución de las penas.

Nacido en Inglaterra, en 1726, tuvo ocasión deponerse en contacto con las cárceles
de su tiempo; promiscuas, antros de contagio criminal y que enfermedades
corporales, lugar de suplicio, donde la alimentación era pésima, faltaban el aire y la
limpieza; donde ninguna corrección podía lograrse.
Sus observaciones fueron concretadas en el libro: “Estate of prisons” que tuvo tanta
fama como el de Beccaria y que, como el de éste, suscitó una ola de reformas que
llevaron a la creación de los sistemas penitenciarios modernos.

Howard murió en 1790, en Kerson (Rusia), donde había sido llevado por su afán
apostólico. Su última enfermedad fue precisamente la fiebre carcelaria (tifus
exantemática).

A fines del siglo XVIII, se produjo la Revolución Francesa, destinada a llevar a la


legislación las prédicas que se habían hecho en los decenios anteriores, inclusive
en el Plan de Legislación Criminal de que era autor Maraty que se había publicado
en 1883.

La Revolución Francesa, a través de la Declaración de los Derechos del Hombre y


del Ciudadano y de los Códigos Penales de 1791 y 1795 -cuya culminación, fue el
de 1810, todavía vigente- estableció la igualdad de todos ante la ley, aboliendo el
sistema antes existente; consagró como garantía el principio “nullum crimen, nulla
poena sine praevia lege”; dulcificó los castigos; si bien no abolió la pena de muerte,
dispuso que se ejecutara causando el menor sufrimiento posible, adoptando como
sistema el de la guillotina; suprimió la tortura como práctica procesal. Pero, en el
afán de corregir ciertos defectos, incurrió en los contrarios; por ejemplo, en el Código
de 1791 se establecen penas absolutamente fijas que, si bien quitaban todo arbitrio
al juez, incurrían en una exageración inhumana.

8.- LA CODIFICACIÓN EN LOS SIGLOS XIX Y XX. Nos hemos de referir en este
acápite, sólo a las legislaciones principales. Las doctrinas, manifestadas a través de
escuelas penales, merecerán un capítulo especial.

El primer código del siglo XIX, es el de Napoleón, de 1810, que todavía rige en
Francia, si bien modificado para ponerlo a la altura de las exigencias de nuestro
tiempo. Fue un código que tuvo mucha influencia.

En Italia, hubo diversos códigos en los estados que existían en la-península.


Después de la unificación, se promulgó el Código Zanardelli (1889) que fue luego
sustituido por el Código Rocco de 1930, dictado bajo el fascismo. Sigue vigente en
la actualidad, con algunas reformas que le fueron introducidas después de la caída
del fascismo.

Alemania, como nación unificada, implantó el Código de 1872, que sigue en


vigencia, con reformas.

Rusia Soviética se rige, en lo fundamental, por el Código Penal de 1926, reformado


por diversas leyes.

España dictó su primer código en 1822, bajo la influencia de la legislación francesa;


ese código tuvo breve vigencia. Otro fue dictado en 1848, luego sustituido por el de
1870 que es el actualmente vigente, con numerosas reformas sobre todo las de
1932 y 1944.

Las legislaciones de Francia, Italia, España y Alemania han sido la fuente principal
de inspiración para las reformas penales latinoamericanas.

En cambio, ha sido muy escasa la influencia inglesa y norteamericana, seguramente


debido a que el Common Law supone una mentalidad diversa y una confianza en la
jurisprudencia, que los latinoamericanos no reconocen.

Los códigos latinoamericanos principales, vigentes en la actualidad, son los que


siguen:

Chile: Código de 1874.

Perú: de 1924, muy influido por el de Suiza.

Argentina: Código de 1921, con influencias positivistas.

México: Código Penal Federal de 1931, también con notables influenzas


positivistas.

Cuba: Código de Defensa Social, de 1938.

Brasil Código Penal vigente desde 1942; sumamente moderno y característico por
su precisión.
En todos estos países, ha habido numerosas leyes reformatorias y
complementarias.

Existe hoy, en toda Latino América, un movimiento de reforma traducido en


proyectos de nuevos Códigos Penales.
CAPÍTULO IV

LAS ESCUELAS PENALES

1.- LA ESCUELA CLÁSICA. En el siglo XIX, se inicia la lucha de las Escuelas. Estas
se consideran como un conjunto de doctrinas correlacionadas y principios comunes
que caracterizan a un grupo de pensadores.

Las variaciones teóricas que se dan en los distintos autores, hacen difícil una
sistematización completa de las escuelas y de las divisiones de cada una de ellas.
De ahí porque nos hemos de limitar a los aspectos principales de los movimientos
que han tenido mayor repercusión en el mundo.

Como ha de verse, gran parte de las discusiones, versan sobre la naturaleza, el


fundamento y la finalidad de la pena.

En la primera de las grandes escuelas modernas es la Clásica, denominada así,


con un cierto matiz peyorativo, por Ferri.

La Escuela Clásica tiene como más alto representante a Francisco Carrara; pero
junto con él, se encuentran involucrados autores muy diversos por sus ideas, unidos
simplemente por su contraposición con los principios de la Escuela Positiva y que
ésta reunió en un solo haz, para simplificar su, tarea polémica.

Carrará comenzó; mediados del siglo XIX, la redacción de su “Programa de Derecho


Criminal” que es como el evangelio de la Escuela Clásica y que fue la primera gran
obra sistemática de la materia.

Los principios generales de la Escuela Clásica son los siguientes:

a) Método lógico-abstracto que parte de los principios generales para aplicarlos a


los casos concretos.

b) Imputabilidad basada en el libre albedrío; el delincuente es penalmente


responsable porque es capaz de escoger y de decidir libremente. Si tal libre albedrío
no existe, por cualquier razón, tampoco habrá responsabilidad penal.
c) El delito es un ente jurídico; es en el campo jurídico donde tiene particular
existencia. No es un hecho o fenómeno de la naturaleza.

d) La pena es un mal con el cual se sanciona al delincuente, porque éste ha violado


el ordenamiento jurídico; la pena es un medio para proteger o tutelar ese
ordenamiento.

Aunque estas son las características esenciales del clasicismo, existe, sin embargo,
una gran variedad de posiciones sobre otros puntos. Por ejemplo, Benthan -el
pensador inglés que ideó el sistema arquitectónico llamado Panóptico- considera
que el fin de la pena es esencialmente utilitario, pues general. Dentro de la misma
tendencia se mueve Romagnosi, si bien este hace notar que la pena es un contra
impulso al impulso criminal, con lo cual hace resaltar un aspecto individual muy
semejante al tomado en cuenta por la Escuela Positiva,

Carmignani basaba, sus ideas en la utilidad guiada por la justicia.

Escuela Clásica fue la gran sistématizadora del Derecho Penal, la que lo elaboro
científicamente, de un modo tan avanzado que sus puntas de vista tienen que ser
tomados en cuenta inclusive en los tiempos actuales. Pero es evidente que pecó de
formalismo, que dejó de lado la necesidad de individualizar el tratamiento penal.
Esta fue una consecuencia de las concepciones del siglo XVIII, que habían sido
consagradas por el Derecho Penal de la Revolución Francesa.

2.- ESCUELA POSITIVA. Nacida en 1876, con la obra de Lombroso “El hombre
Delincuente” y perfeccionada por otros autores, como Ferri -sin duda el
representante más destacado de la escuela-, Garófalo, Sighele, etc., tuvo una etapa
de predominio mundial de alrededor de medio siglo. Sus principios estaban de
acuerdo con el movimiento progresivo de las ciencias naturales operado en el siglo
XIX y ha alcanzado logros de los cuáles no se puede prescindir hoy.

Los principios del positivismo penal son los siguientes -notándose en ellos la
contraposición con la Escuela Clásica-:

a) El método que debe utilizarse es, el experimental, el análisis de los hechos, de


los cuales han de extraerse los principios generales por vía de inducción.
b) Responsabilidad penal basada en el hecho de vivir en sociedad; el hombre no
goza de libre albedrio ni de nada semejante; su conducta esta fatalmente
determinada. Si el individuo tiene ciertas características, que la escuela se esforzó
en establecer, y está inclinado al delito, es peligroso desde el punto de vista criminal.
La vida en la sociedad vía peligrosidad son las bases de la responsabilidad penal.
Consiguientemente, también los inimputables tienen que responder por sus actos
antisociales,

c) La pena es un medio de defensa social con el cual el grupo reacciona Frente a


los ataques criminales de que es objeto. Esta pena puede ser preventiva, aplicarse
antes de que se haya cometido delito y solo ante la peligrosidad del individuo; de
allí provienen, las medidas de seguridad.

c) El delito es un hecho natural que se presenta como resultado de causas también


naturales. El delito puede ser explicado a través de sus causas ambientales,
biológicas y psíquicas.

La Escuela Positiva tuvo como principal mérito el haber llamado la atención no sobre
el delito, como figura conceptual, sino sobre el delincuente de carne y huesos cuyas
condiciones individuales deben ser tomadas en cuenta para la aplicación de las
sanciones. Buscó humanizar el Derecho Penal, aunque pretendió hacerlo por un
camino errado. En cambio, sobre todo en sus primitivas concepciones, fue incapaz
de construir un sistema de Derecho Penal comparable al de la Escuela Clásica.

Por ello, a la larga, la dogmática jurídica tuvo que ser admitida como sucedió con
Ferri en 1928 y con el neo positivista Filippo Grispigni.

3.- LA “TERZA SCUOLA”. Pretende obtener una conciliación constructiva entre las
escuelas Clásica y Positiva.

Fue Manuel Carnevale, a fines del siglo XIX, quien dio a su posición aquel nombre
y quien encabezó un movimiento sumamente interesante en el campo del Derecho
Penal, pues deseaba salvar el rigor metódico del clasicismo y aprovechar también
los hallazgos del positivismo y de la recién fundada Criminología.
La “Terza Scuola” tuvo variantes notables. Por ejemplo, Bernardino Alimena -
creador de la dirección llamada del positivismo crítico- rechaza tanto el método
abstracto puro del clasicismo como la existencia de tipos delictivos criminológicos y
la afirmación de que todo criminal está morbosamente desviado de la normalidad
humana.

Arturo Rocco, propugnador del Código Penal Italiano de 1930, es otro representante
de una teoría conciliadora reflejada en aquel Código, que no conoce tanto la pena
como las medidas de seguridad, la responsabilidad de los inimputables, la
peligrosidad, etc.

4.- ESCUELA CORRECCIONA LISTA. Esta escuela, en sus líneas fundaméntales,


sigue a la Escuela Clásica, pero tiene algunos caracteres propios que justifican el
dedicarle un acápite especial.

Las teorías según las cuales el fin esencial de la pena es la corrección del
delincuente, son viejas; se hallan expuestas por Platón y por varios autores
medievales. Sin embargo, sólo adquieren su plenitud con la obra de Carlos David
Augusto Roeder, autor alemán de la primera mitad del siglo XIX.

Según Roeder, no sólo hay que buscar con la pena que el delincuente no vuelva a
transgredir la ley, sino que debe tratarse de reformarlo en lo interior, en su voluntad,
hasta lograr que ésta se pliegue libremente a las exigencias sociales.

Como se ve, Roeder comienza a considerar, medio siglo antes del na cimiento de
la Escuela Positiva, al delincuente como hombre concreto, con vida interior propia y
que debe tomarse en cuenta; se aparta así de las frías generalizaciones de la
Escuela Clásica, entonces en boga. Pero conserva para la pena un sentido general
utilitario y preventivo.

La teoría correccional tuvo mucha influencia, especialmente en. España adonde


llegó sustentada por la filosofía de Krausse en que Roeder se basaba y que en la
península tuvo más discípulos que en la propia Alemania. Esa influencia se nota,
por ejemplo, en Dorado Montero cuya obra “Derecho Protector de los Criminales”
es una de las fundamentales y más originales que se han escrito en lengua
española.

Pese a los innegables méritos de esta escuela y a su afirmación, hoy generalmente


aceptada, de que el fin de la pena es la corrección del delincuente, se le han hecho
algunas críticas básicas. Hoy se piensa que la pena debe contentarse con la
readaptación jurídica, logrando que el criminal no reincida; la readaptación moral
completa es un gran ideal, pero muy difícil de alcanzar. En todo caso, no se puede
aplicar la pena por actos inmorales ni continuarla aplicando simplemente porque la
corrección moral no ha sido alcanzada. Basta con que se haya logrado la
readaptación jurídica a que más arriba nos referíamos.

Además, si el fin de la pena es la corrección, aquella no debería aplicarse a los reos


que son incorregibles o se hallan en el límite dé serlo, púes, ¿para qué sancionar
cuando el fin de la sanción no puede ser alcanzado.

5.- ESCUELA DE LA POLÍTICA CRIMINAL. Es otra doctrina que pretende superar


las contradicciones entre el clasicismo y el positivismo, salvando lo mejor de ambos.

Es una escuela alemana a la que se denominó “joven Escuela” o “escuela


sociológica”; fue llamada especialmente “Escuela de la Política Criminal” porque
busca los medios más aptos para combatir a la delincuencia.

Las ideas de este movimiento se hallan ya, en lo fundamental, en Adolfo Merkel a


quien suele también considerarse como jefe del positivismo critico -una variante de
la “Terza Scuola” italiana- en Alemania.

Pero el gran sistematizador es Franz von Liszt, uno de los mayores penalistas
germanos de todos los tiempos. Su posición, teóricamente sólida y sumamente apta
para la práctica, ha sido seguida en lo esencial por numerosos autores, dentro y
fuera de Alemania.

Los principios de esta escuela son los siguientes:

a) Existen tanto el Derecho Penal como la Criminología; en el primero debe utilizarse


el método lógico-abstracto, por ser el más adecuado; en la segunda, el método
aplicable es el experimental porque se trata con hechos. Sin embargo, eso no debe
llevar a un aislamiento entre ambos tipos de ciencia, sino a su complementación,
como se busca precisamente en la Política Criminal.

b) La base de la responsabilidad penal es doble. En principio, los delincuentes


normales son responsables porque son culpables y son culpables porque son
imputables. Pero debe admitirse, aunque excepcionalmente, para los delincuentes
anormales, una responsabilidad, basada en la defensa social y la peligrosidad, tal
como hacían los positivistas.

c) Hay un delito que es un ente jurídico, es decir, un concepto sobre él cual hay que
basar toda la construcción dogmática del Derecho Penal. Pero el delito, es también
un hecho concreto, un resultado de causas naturales, que tienen que ser
estudiadas. Sin embargo, las ciencias causal- explicativas no son parte del Derecho
Penal.

d) La pena tiene una finalidad retributiva, es una consecuencia inevitable del delito
ya cometido. Pero como también es necesario buscar la corrección del reo y evitar
el delito, entonces hay que echar mano de las medidas de seguridad, cuyo carácter
es esencialmente preventivo; ellas miran al futuro.

Esta posición intermedia ha tenido gran influencia sobre todas las legislaciones y
es, al menos en sus aplicaciones prácticas, la que más se adecúa a la necesidad
de no quitar al delito cierto carácter axiológico y de defender a la sociedad de los
ataques de que es víctima.

6.- ESCUELA DUALISTA. Lleva hasta el extremo las posiciones de la Escuela de la


Policía Criminal.

Fue Carlos von Birkmeyer quien, en 1911, en su afán de superar a la Política


Criminal, escuela de la que era adversario, propuso que se dictaran dos códigos:
uno penal, con la pena de carácter retributivo otro “código preventivo” integrado por
medidas de seguridad. En un sentido muy semejante sé pronunció Ernest von
Beling en 1922, cuando propuso un Código que tuviera dos partes: una Penal y otra
de Seguridad.
En Italia, Silvio Longhi siguió esta tendencia, inclinándose a la solución de
Birkmeyer.

7.- LA ESCUELA HUMANISTA. Fue fundada por Vincenzo Lanza, en 1905. Adquirió
relieve sobre todo a partir de 1925 al aparecer la revista “La Scuola Pénale
Umanista”; pero luego, a la muerte de Lanza, la escuela perdió casi toda fuerza,
pese al trabajo de dos ilustres discípulos: Falchi y Montalbano.

Lanza considera que hay estrechos vínculos entre la moral y el Derecho Penal. Son
los sentimientos personales los que indican que debe ser considerado delictivo. El
Estado no es ente jurídico, sino moral y es por principios morales por los que debe
reaccionar frente al delito.

El Estado no debe considerar delictivas las conductas que no repugnan a los


sentimientos morales.

En cuanto a la pena, su fin esencial consiste en la reeducación moral de los


delincuentes.

La evolución del Derecho Penal sólo será posible cuando busque ponerse en
consonancia con la moral del pueblo. En tal sentido, conductas hoy en que se
llevan a cabo en legítima defensa y por estado de necesidad, deben pasar a ser
delictivas porque son manifestaciones de suicidio tiene que ser considerado, como
delito pues repugna a nuestros sentimientos morales.

Aunque muchos postulados de esta escuela pueden ser alabados por su nobleza y
aunque llaman la atención sobre algo que muchos pierden de vista –las estrechas
relaciones entre moral y Derecho- la escuela de Lanza no ha tenido mayores
repercusiones por la dificultad que existe de crear un Derecho Penal sobre las bases
que él consideraba las únicas posibles.

8.- LA ESCUELA TÉCNICO JURÍDICA. Es una escuela que nació como una
reacción ante las exageraciones y errores metódicos del positivismo. Según esta
tendencia, el Derecho Penal debe encarar y resolver sus problemas con método
propio, que es el jurídico. Debe crearse una verdadera técnica jurídica. Han de
quedar fuera del Derecho todos los, problemas que no sean jurídicos: por ejemplo,
los problemas filosóficos como el de libre albedrio, en su aspecto metafísico y los
problemas naturalísticos como, por ejemplo, los que plantea la criminología. La
mezcla de problemas y métodos lleva a la anarquía.

De estas concepciones participan, en Italia, Manzini, Rocco y Massari. Similar es la


escuela alemana de la Dogmática Jurídica -entre cuyos sostenedores se hallan
Binding, Beling y Mezger; sin embargo, estos autores no reniegan de la filosofía,
sino simplemente de las exageraciones del positivismo. La escuela Dogmática
alemana está, de hecho, ligada a la filosofía de los valores.

Hay que advertir que estos movimientos, por tomar en cuenta funda-mentalmente
problemas metodológicos, permiten entre sus sostenedores muchas discrepancias
de fondo. Tienen la desventaja -tal es el caso de las tendencias italianas- de
endiosar al derecho positivo y de encerrarse exageradamente en el estudio del
mismo etc., tuvo el mérito de evitar la disolución de la técnica jurídica a que se iba
por influencia de la Escuela Positiva.

9.- POLÍTICA Y DERECHO PENAL. Las escuelas ya no se contraponen en los


últimos tiempos, con el encono que usaban el siglo pasado y los primeros decenios
del actual. Se ha ido a transacciones en las que se busca/salvar y aprovechar lo
mejor, lo más duradero que cada escuela ha descubierto.

Ahora el conflicto se presenta, más bien en el campo de las relaciones entre los
regímenes políticos y el Derecho Penal; son aquellos los que llevan sus
contraposiciones al campo de este.

En líneas muy generales, la oposición se presenta entre los regímenes de tipo liberal
que pretenden garantizar los derechos de la persona humana, y los regímenes de
tipo socialista o estatista, en que la ciase Estado, la raza, etc., buscan predominar
sobre aquellos derechos.

El derecho individualista pone en el centro la libertad personal y alrededor de ella,


las limitaciones necesarias para asegurar la vida en sociedad. En las dictaduras,
por el contrario, lo central son los derechos de los entes colectivos y la sumisión a
ellos dé los derechos Individuales.
La máxima garantía del individuo es el principio nullum crimen, nulla poena sine
praevia lege al que se atenían la Escuela Clásica y los códigos inspirados en ella.
Contra ese principio van las dictaduras, prototípicamente, el fascismo, el nacional-
socialismo y el comunismo.

Los dos grandes ataques provienen del empleo dé la analogía y del crecimiento del
Derecho Penal Administrativo, de tipo político. La analogía ha tenido más uso en
Rusia y Alemania nazi que en Italia. En cambio, el Derecho Penal Administrativo
carente de las garantías del Derecho Penal común ha tenido un desarrollo
monstruoso, sobre todo como medio para anular a los adversarios políticos. Es una
desgracia que la tendencia se presenté también en algunos países que son o
pretenden ser democráticos.

Campos de concentración y similares han existido en muchas partes, inclusive fuera


de Rusia, Alemania e Italia, sin que precediera forma alguna de proceso judicial: las
vías administrativas son las que rigen; contra ellas no suele haber recurso legal
alguno valedero.

Hay otros ataques contra el principio nullum crimen, nulla poena sine praevia lege,
entendido de manera estricta. Sin embargo, no creemos que aquel principio quede
vulnerado por algunas instituciones penales modernas qué buscan dar más
libertada Juez y adecuar las sanciones a la personalidad del reo.

Nos referimos fundamentalmente a la consideración de la peligrosidad del reo, al


arbitrio judicial y a la condena indeterminada.

La proclividad de una persona hacia el delito obliga a tomar medidas de seguridad


ya que las posibles víctimas tienen, al fin y al cabo, derecho de ser protegidas.

El arbitrio judicial, no absoluto y que no llegue hasta, la creación de delitos y de


penas, es una necesidad a fin de utilizar la aplicación del derecho para adecuarlo a
cada caso concreto.

Por fin la condena indeterminada torna realidad, el fin de la pena que es la


corrección; mientras ésta no sea lograda, la pena debe persistir" por lo menos para
ciertos casos especiales.
No creemos que la democracia y el respeto a los derechos humanos sean
incompatibles con estas medidas. No hay porqué rechazarlas en bloque; el principal
problema es el de la reglamentación, para evitar exageraciones y abusos.
CAPÍTULO V

EL DERECHO PENAL BOLIVIANO

1.- ÉPOCA PRECOLONIAL. No son muchos los datos seguros que poseemos;
inclusive los que han llegado a nuestro conocimiento, por obra de los cronistas
españoles y criollos, se refieren más bien a los últimos tiempos del incario que a los
tiempos anteriores.

Por ello, tiene que recurrirse a veces a métodos comparativos que no dejan-de tener
peligros (V: El Ayllu, de Bautista Saavedra).

Según aquellos datos, la época aymara, que en Bolivia precedió por siglos a la
incásica, se caracteriza en lo social por la existencia de grupos tribales semejantes
a la gens romana. Tal es la opinión de Bautista Saavedra, (ob. cit.). En ese régimen
se repitieron, al parecer, las instituciones típicas de ese estadio de evolución: la
venganza de la sangre, la composición -cuyo monto se pagaba en especie. Dado el
ordenamiento económico vigente, caracterizado por la propiedad comunitaria, el
robo era considerado un delito muy grave, más que el homicidio. Las sanciones
eran severas, estando entre ellas la muerte y el destierro, que equivalía al estado
de pérdida de la paz, pues el individuo quedaba sin la protección de su grupo, que
solía ser su única garantía.

La jurisdicción penal era presumiblemente de tipo tribal o familiar pues no se


conocieron poderes superiores centralizados.

Distinta fue la situación bajo los incas, cuando la centralización política fue una
realidad, bajo un gobernante único y absoluto, que tenía en sus manos un poder
incontrastado y que además era de origen divino o sagrado. Desobedecer al Inca
no sólo era delito, sino sacrilegio.

Las penas eran generalmente severas. Tenían carácter público, pues se imponía
en nombre de la autoridad, representante del Estado.

Las penas buscaban el escarmiento y la intimidación.


La responsabilidad penal no estaba limitada al individuo culpable. Debido a la
finalidad escarmentadora de la pena, en varios delitos sobre todo en los de rebelión
y algunos religiosos-las consecuencias recaían sobre familias y aun pueblos
enteros.

Se conocían circunstancias agravantes y atenuantes por ejempló, la ignorancia


justificada de una disposición, la necesidad en caso de robo, etc. Pero la tendencia
general era la de severidad; la pena de muerte abunda, probablemente perqué el
delito era, al mismo tiempo, un sacrilegio. Dicha pena se ejecutaba de diversas
maneras, pero siempre con miras a aterrorizar y escarmentar: hoguera,
descuartizamiento, entierro en vida, lapidación, horca.

Para delitos menores, existían las penas de golpes y azotes. Se conocía la privación
de libertad; había cárceles (zancay) y lugares de detención preventiva. También
existía la reducción a la esclavitud.

Los Incas legislaron sobre casi todos los delitos principales; entre éstos, incluyeron
algunas conductas que pocas veces han sido tomadas en cuenta por las
legislaciones antiguas, como la sodomía y la ociosidad.

Como en todo Estado monárquico absoluto en que existe una nobleza, las penas
no fueron iguales para todos. El Inca era penalmente irresponsable; los nobles
gozaban de un tratamiento privilegiado.

2.- DERECHO COLONIAL. Entró en vigencia con la llegada de los españoles a


América. Rigió alrededor de tres siglos, inclusive algunos años después de nuestra
declaración de independencia. Algunas de sus instituciones, aunque algo
cambiadas, persisten en nuestro derecho vigente.

En tierras del Alto Perú, este derecho no tuvo aplicación tan completa como en otras
regiones donde antes de la conquista sólo existían tribus errantes, muy retrasadas
en su cultura y en su organización social. En el Alto Perú, habiendo ya una cultura
relativamente evolucionada, muchas instituciones quedaron vigentes; las
organizaciones indígenas gozaron de relativa autonomía. Pero tendieron a
suprimirse las instituciones que chocaban radicalmente contra las ideas de los
conquistadores.

Por el momento, a causa de carencia de estudios, no es posible determinar con


exactitud hasta dónde éste derecho llegó a tener real vigencia, hasta dónde y desde
cuál momento, las instituciones españolas comenzaron a sobreponerse a las
vernáculas.

El derecho vigente en las colonias americanas estaba compuesto por tres


ordenamientos:

a) Leyes de Indias, que tenían prioridad de aplicación y que habían sido


dictadas expresamente para América.

b) Derecho Español, que tenía carácter supletorio; se aplicaba, cuando las leyes
de Indias no tenían disposiciones.

c) Regulaciones dictadas por los gobernadores de cada zona.

A continuación, hemos de hacer un resumen de estos tres acápites.

Las leyes de Indias habían sido dictadas expresamente para estas regiones. Tales
disposiciones fueron recopiladas varias veces, antes de llegarse a la “Recopilación
de Leyes de los Reinos de Indias”, concluida en 1680.

El derecho penal indiano estuvo lejos de ser sistemático; lleva consigo todos los
defectos de la época en que fue dictado; pero contiene también virtudes que sólo el
prejuicio puede desconocer. Las más importantes disposiciones penales se hallan
en el libro VIII de la recopilación mencionada.

Pero ya antes de ella se había legislado contra vagos, jugadores y gitanos y


dispuesto, en 1593, que los delitos cometidos contra los indios fueran castigados
con más rigor que los cometidos contra españoles.

El libro VIII de la Compilación de 1680 detalla los delitos entonces corrientes; habla
de las cárceles y de su funcionamiento; de las penas: capital, galeras, destierro y
multa (en casos particulares, se establecen otras sanciones, sobre todo las de
mutilación y azotes).

Estuvieron también vigentes los delitos de carácter religioso, especialmente los de


hechicería, sobre los cuales tenían jurisdicción los tribunales de la Inquisición.

Estas leyes, y demás disposiciones probablemente no tuvieron un cumplimiento


exacto en sus aspectos positivos; pero tampoco sucedió eso en los negativos. Hay
suficientes testimonios para asegurar que los tribunales pese a las conminatorias
de la corona, usaron de un amplio arbitrio para dulcificar las sanciones (Sobre ello
V. Jiménez de Asúa, I, 893-933)

El derecho español que regía con carácter supletorio, estuvo integrado por las
siguientes disposiciones principales:

El Fuero Juzgo o Líber Judiciorum, del siglo VII. Sus penas son intimidatorias;
incluye delitos de herejía y judaísmo; supera el rudo objetivismo del derecho
germano; distingue las penas de acuerdo a la condición social.

Los fueros regionales, en vigencia en muchas partes, se sucedieron durante siglos


y estuvieron particularmente influidos por el derecho germánico.

Especial consideración merecen las Siete Partidas en que, al lado de las


instituciones germanas, se encuentran las propias del Derecho Canónico y el
Romano. Las disposiciones penales se hallan en la Partida VII. Se instituye un
Derecho Penal público; se insiste en que la pena tiene por finalidad el escarmiento;
se reconoce la existencia de inimputables; se distingue el homicidio doloso del
culposo; hay algunos rudimentos acerca de la instigación, la tentativa y la
complicidad. Las Partidas son muy severas con los delitos de herejía.

Posteriormente, se dictaron el Ordenamiento de Alcalá (1348-); el ordenamiento de


Montalvo (1483). Las leyes de Toro (1505, fueron las primeras leyes españolas, que
tuvieron vigencia en América), la Nueva Recopilación (1567, bajo Felipe II) y la
Novísima Recopilación, (1805) que fue la última legislación española que rigió en
América.
Los representantes de la autoridad española en Indias - virreyes, gobernadores,
intendentes- tuvieron algunas facultades en usó de las cuales dictaron disposiciones
penales; pero aún no se ha hecho el estudio de las que hubo en el territorio del Alto
Perú.

Sobre el derecho español, V: Jiménez de Asúa, I, pp. 650-704; Soler, I, pp. 77- 82;
Cuello Calón, I, pp. 101- 144).

3.- EL DERECHO PENAL REPUBLICANO. Nacida Bolivia a la vida independiente,


siguieron vigentes las disposiciones coloniales.

El 21 de diciembre de 1826, se dispuso que rigieran las leyes de las Cortes


españolas de 1812.

Entretanto, se había iniciado el estudio de un nuevo Código penal inspirado en el


español de 1822. Bajo el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, aquel fue
aprobado el 28 de octubre de l830 y entró en vigencia el 18 de julio de 1831. Se le
hicieron críticas especialmente por ser demasiado riguroso. El 3 de noviembre de
1834, se aprobó el Código Penal en actual vigencia.

De este modo, fue Bolivia el primer país latinoamericano que contó con una
legislación penal, para entonces moderna. La inspiración de este cuerpo es la
corriente en aquel momento: pretendía recoger las direcciones clasicistas y las
garantías consagradas por la Revolución Francesa. Su base es el libre albedrío;
reconoce el principio nullum crimen, nulla poena sine lege.

Entre sus virtudes, se hallan el subjetivismo, el arresto domiciliario; la indemnización


a los inocentes; la distinción general entre delitos y culpas, etc. Entre sus defectos
principales se hallan la redacción confusa e imprecisa en varios aspectos, el
exagerado casuismo, la rigidez en las penas y el carácter exageradamente
intimidatorio en la ejecución de algunas de ellas (v. gr., la de muerte), la variedad
Inmotivada de penas, y otros que se irán consignando en estos apuntes.

Hoy, se tiende a hablar sin más, de nuestra legislación penal anacrónica que lo es,
resulta indudable; pero tales críticas no son justas cuando se refieren a los
legisladores del siglo pasado; mejor caerían sobre quienes no fueron
posteriormente capaces de sustituir y modernizar ese código. Además, no faltan
veces en que las críticas provienen del desconocimiento del código.

Las reformas posteriores no han sido substanciales, sino de detalle. Entre las
principales, citaremos:

Ley de 3 de noviembre de 1840 que establece la conmutación de la pena de muerte


por la de 10 años de presidió; establece esta pena para de ellos que antes estaban
sancionados con la primera.

Ley de 3 de septiembre de 1883, sobre perjurio.

Ley de 19 de diciembre de 1905, sobre penas para el hurto.

Ley del 29 de agosto de 1907 que deroga los delitos contra la religión del Estado.

Ley del 1° de diciembre de 1914. sobre cómputo de tiempo de condenas.

Ley de 16 de septiembre de 1916, sobre rebaja de penas.

Ley de 15 de abril de 1932 (del divorcio) que deroga el delito de adulterio.

Ley de 31 de diciembre de 1940 que deroga las solemnidades intimidatorias con


que se ejecutaba la pena de muerte.

Ley de 23 de diciembre de 1949, sobre cheques sin fondos.

Ley de 5 de enero de 1961, sobre usura.

Ley de 10 de enero de 1962, sobre estupefacientes.

La Constitución también ha introducido reformas penales. Por ejemplo, la de 1880


derogó las penas de infamia y de muerte civil y redujo la aplicación de la pena de
muerte a los delitos de asesinato, parricidio y traición a la patria. La de 1961 abolió
la pena de muerte para esos tres delitos, sustituyéndola por 30 años de presidio;
dispuso que esta pena se aplicara también al espionaje de consecuencias graves.
(Sobre este acápite, V: Medrano Ossio, pp. 25 - 36 y especialmente: Manuel Durán,
Antecedentes Históricos de la Legislación Penal Boliviana; Ed. Charcas; Sucre,
1941; del mismo, Apuntes de Derecho Penal I, pp. 71 - 78)
4.- TENTATIVAS DE REFORMA. Ha habido varias tentativas de reformar el Código
vigente, pero sin resultado hasta el momento.

En 1839, se encomendó a la Corte Suprema redactar un nuevo código, pero no


resulto sino el que rigió entre 1845 y 1846, para volver enseguida al del Mariscal
Santa Cruz.

El proyecto Urquidi, de 1857, no llego a ser considerado. Tomaba en cuenta el


sistema arquitectónico del Panóptico.

En 1868 y 1905 se trató de organizar comisiones codificadoras, pero sin resultado.

En 1938, se publicó el proyecto de que es autor Julio Salmon; no llego a se


considerado. Es un código muy semejante al argentino de 1921.

La comisión de reforma creada bajo el gobierno del General Enrique peñaranda


llego a aprobar en 1943 como proyecto oficial del Código penal, el redacto por el
penalista español, boliviano por adopción, Manuel López Rey, cuyo trabajo había
comenzado ya en 1940. Es un código moderno, con muchas instituciones
avanzadas, pero que se resiente de una terminología muy personal y de cierto
desacuerdo con el estado de evolución en que se encuentra la judicatura boliviana.
(Una crítica constructiva sobre este proyecto, en Manuel Duran: “La reforma Penal
en Bolivia”; Ed. Universidad Mayor de San Francisco Javier, Sucre, 1946).

El profesor Medrano Ossio redactó, en 1939, unas bases para la reforma,


notoriamente influidas por el positivismo; pero no se llegó a la redacción de un
proyecto.

La necesidad de una reforma ha sido vista como cada vez más urgente.

En virtud de ello, un decreto de 23 de marzo de 1962 creo comisiones Codificadoras


para redactar anteproyectos en las diversas ramas. La Comisión de Código Penal
estuvo integrado por los doctores Manuel Duran P., Hugo Cessar Cadima, Manuel
José Justiniano y Raul Calvimontes.

Antes de la redacción definitiva, hicieron encuestas a investigaciones personales


meritorias.
Al cabo del plazo establecido, es decir, a los dos años de iniciadas sus labores, la
comisión entrego al gobierno el Anteproyecto del Código penal para Bolivia.

Posteriormente, se anunció la creación de una nueva comisión que revisaría el


Anteproyecto antes de someterlo a su aprobación final. Pero los miembros de dicha
comisión no han sido designados. En todo caso, es difícil que ella pueda dar su
última palabra mientras no se apruebe la nueva Constitución Nacional, a la cual el
Código tendrá que someterse.

El Anteproyecto es moderno, se inspira en principios en vigencia, tiene una


sistematización adecuada, articulado claro y brinda una sólida base para introducir
las reformas de detalle que se juzguen convenientes después de analizarlo.

Se divide en dos partes, como es hoy usual: Parte General y Parte Especial. Tiene
363 artículos permanentes y dos transitorios.

5.- LA CIENCIA PENAL BOLIVIANA. Las obras producidas no son muchas. Sin
embargó integran un conjunto apreciable.

En Criminología, la primera obra publicada fue la de Bautista Saavedra “Compendio


de Criminología” (1901); sólo llegó a publicarse el tomo primero. Contiene
especialmente la historia de las instituciones penales. Estaba al día, para su
momento. EÍ “Tratado de Criminología” de Adolfo Saavedra, publicado en 1932
sigue las huellas del anterior; pero no es propiamente una obra de Criminología, tal
como se entendía ya entonces. Dentro de concepciones actuales se mueven la
“Introducción al Estudio de la Criminología” (1945) de Manuel López Rey -primer
libro de un autor boliviano en que esta ciencia es considerada en su contenido
moderno-. De Hugo César Cadima, las “Lecciones de Criminología” (a partir de
1954) de las cuales se han editado ya dos tomos, y la “Criminología” del autor de
estos apuntes (2 ts., 1955 y 1956).

El Derecho Penal boliviano ha sido expuesto en diversas obras. En orden al tiempo,


fue la primera (1888) la de Luis Paz que trata de la parte general. Manuel Durán,
catedrático en la -Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier tiene
una bibliografía amplia y sumamente sólida entre las que se destacan:
“Antecedentes Históricos de la Legislación Penal Boliviana” (1941), “La Reforma
Penal en Bolivia” (1946), “Apuntes de Derecho Penal”, (2 ts., y varias ediciones a
partir de 1958); folletos y numerosos comentarios críticos de la jurisprudencia penal.
Hugo César Cadima, catedrático en la Universidad Técnica de Oruro, ha dado a luz
recientemente, dos obras: “Derecho Penal” (1962); el tomo primero, único aparecido
hasta el momento, trata de la introducción a esa materia; el “Código Penal de
Bolivia” contiene la parte general; lleva concordancias y anotaciones sobre
jurisprudencia y doctrina.

José Medrano Ossio tiene varios folletos y dos obras principales: “Derecho Penal.-
Sus bases reales.- Su actualidad.- Parte Teórica” (1951) y el “Derecho Penal
Aplicado” (1960); esta es la primera obra, directamente redactada por el mismo
autor, en que se hace una exposición completa del Derecho Penal boliviano (la de
Manuel Durán consiste en apuntes de clase tomados por Aquiles Etchenique).

José Valdivieso, catedrático en las Universidades de La Paz y Cochabamba ha


publicado un libro sobre “Libertad Condicional” (1941) y otros varios estudios
menores.

La bibliografía del Prof. Manuel López Rey es amplia; versa especialmente sobre
materias penológicas en relación con el cargo que aquel ha desempeñado hasta
1960, en la Secretaría de Defensa Social de las Naciones Unidas.

Jorge Frías Caballero, que trabaja en Argentina, ha editado dos obras notables por
su rigor: “La Lucha de Escuelas y la Moderna Ciencia del Derecho Penal” (1942) y
“El Proceso Ejecutivo del Delito” (1944).

El autor de estos apuntes tiene diversos folletos, entre ellos: “El Alcoholismo ante
las Ciencias Penales” (1953); “Los Establecimientos Penales y Correccionales
Abiertos y la Realidad Boliviana” (1953); “La Condena Condicional” (1963).
SEGUNDA PARTE

LA LEY PENAL

CAPÍTULO VI

FUENTES DEL DERECHO PENAL

1.- FUENTES DE PRODUCCIÓN Y DE CONOCIMIENTO. Se llaman fuentes del


Derecho Penal los medios que dan origen a ese derecho.

Es ya usual la distinción entre fuentes de producción y fuentes de conocimiento.

Cuando se habla de fuentes de producción, se entienden por tales los sujetos


jurídicos- capaces de crear preceptos penales. Como el Derecho Penal es público
podemos decir que hoy la única fuente de producción es el estado. Cuestión
derivada es la de saber si dentro del Estado, por la organización descentralizada de
éste en lo político, hay entidades que pueden dictar preceptos penales para ciertas
regiones como sucede en el sistema federal de gobierno. En todo caso, será
siempre el Estado la fuente de producción, siendo secundario que esa actividad se
reconozca a tales o cuales organismos públicos.

Lo anterior quiere decir que han desaparecido otras fuentes de producción, como el
pater familias. Ni el acuerdo de partes puede establecer delitos o sanciones.
Tampoco puede hacerlo el pueblo directamente, a través de costumbres que
admita. Estas, para convertirse en Derecho Penal vigente, deberán ser reconocidas
por el Estado, mediante disposición expresa que las consigné.

Se llama fuente de conocimiento “la forma que el derecho objetivo asume en la vida
social” (Grispigni, I, 305); es decir, es el medio por el cual la fuente de producción
se manifiesta.

Las fuentes de conocimiento se dividen en escritas y no escritas, según su manera


de presentación, y en directas e indirectas. Se llaman directas o inmediatas las
fuentes que crean expresamente obligaciones penales de hacer o no hacer y sus
penas, son indirectas o mediatas (las fuentes que pueden no son estatales, relativas
a aquellas obligaciones, a cuyas condiciones o límites se refieren.
Dentro de nuestro ordenamiento jurídico, como luego hemos de explicar con más
detalle, la única fuente directa o inmediata de conocimiento es la ley; es decir, rige
el principio nullum crimen, nulla sine praevia lege.

Entre las fuentes mediatas o indirectas que hemos de considerar, se hallan la


costumbre, la jurisprudencia, la doctrina y los principios generales del derecho;
éstos últimos tocan muy de cerca a la equidad y al derecho natural.

2.- LEY PENAL Y NORMA PENAL. La ley penal está compuesta de un precepto
primario y de otro secundario; en otras palabras, contiene un precepto a través de
la descripción de una conducta y otro que señala la pena que es consecuencia por
haber incurrido en esa conducta.

Suele decirse que la conducta delictiva viola la ley; pero esta expresión no es
exacta, como lo ha hecho notar Binding. Para éste autor, el precepto penal sólo de
manera implícita contiene una orden o un mandato.

La conducta delictiva no viola la ley, sino que se adecúa a la descripción que ésta
da; está conforme con ella, en tal sentido. Lo que se viola con la conducta es la
norma que es supuesto dé la ley; es esa norma la que dice: “no matarás”, “no
robarás”, etc. La ley penal define las formas de conducta con que se viola la norma;
por eso, es posible decir que, para que una sanción sea aplicable a causa de una
conducta, es necesario que ésta se adecúe al precepto primario, a la descripción de
la ley penal.

Desde luego, no hay norma penal sin ley penal. Aquella es el supuesto lógico de
ésta; pero no adquiere vigencia jurídica, no es realmente una norma penal mientras
la ley no la ha consagrado. La teoría de Binding no supone volver a concepciones
jus naturalistas; encaja perfectamente en una teoría en que se respete el derecho
positivo como fuente primaria.

Se ha dicho que las normas penales provienen de las ramas del derecho que no
tienen carácter; por ejemplo, el mandato “no robarás” resulta de la constitución de
la propiedad por el Derecho Civil; el Derecho Penal no haría sino dar una especial
sanción a las violaciones contra esas normas jurídicas extrapenales. Esta es una
posición propia de quienes piensan que el Derecho Penal es simplemente
sancionatorio, tema al que nos hemos referido ya antes. Sin embargo, como en esa
ocasión hicimos notar, aunque no puede negarse que existen correlaciones entre
las distintas partes del total ordenamiento jurídico -pues éste, al fin y al cabo, es
uno-, tampoco es posible desconocer que las normas penales -adquieren categoría
de tales solo cuando son puestas en vigencia por una ley penal. Mientras esta no
exista, no hay norma penal; habrá civil, principio de derecho natural, costumbre o lo
que sea, pero no norma penal.

Otro problema distinto es el relativo al origen último de las normas; ¿de dónde
provienen el “no matarás” “no robaras”, etc.?

Se han dado muchas soluciones al respecto. Max Ernesto Mayer considera que el
origen hay que encontrarlo en la cultura. Esta respuesta parece la más adecuada,
pero no es subsistente por sí misma pues remite a otra cuestión sumamente difícil:
la de establecer qué es cultura y si en el fondo deísta no se hallan valores que tiene
vigencia permanente y absoluta. Además, queda por resolver por qué ciertos
valores pasan, en cierto momento, a ser normas penales y por qué, en otro
momento, dejan de ser tales,

3.- LA LEY PENAL COMO ÚNICA FUENTE DIRECTA. Hoy se admite que la única
fuente directa e inmediata de conocimiento en Derecho Penal es la ley. Para dar
una respuesta concreta, habrá que acudir a los diversos ordenamientos
constitucionales pues son éstos los que establecen qué es ley y cuáles otras
disposiciones pueden considerarse equivalentes a ella.

En Bolivia rige el principio “nullum crimen, nulla poena sine praevia lege”. Eso se
deduce de diversas disposiciones:

De la Constitución Política del Estado, artículos:

“14.- Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales ni condenado sino en
virtud de ley anterior al delito...”

“26.- Sólo el Poder Legislativo tiene facultad para alterar y modificar Códigos, así
como para dictar reglamentos y disposiciones sobre procedimientos judiciales.
“31.- Nadie será obligado a hacer lo que la Constitución y las leyes no manden, ni
privarse de lo que ellas no prohíban”.

Del Código Penal, articulas:

“1.- Comete delito el que libre y voluntariamente y con malicia, hace u omite lo que
la ley prohíbe o manda bajo alguna pena...”

“2.- Comete culpa el que libremente, pero sin malicia, infringe la ley por alguna
causa que puede y debe evitar”.

“27.- A ningún delito ni culpa se impondrá nunca otra pena que la que señala alguna
ley promulgada ocho días al menos antes de ser perpetrado”.

“28.- A ningún delito ni por ningunas circunstancias... se aplicarán otras penas que
las siguientes...”

Lo mismo establece el Proyecto López Rey, en su artículo 13.

Lo que es una ley y la forma de sancionarse y ser puesta en vigencia, se determinan


en nuestra Constitución, artículos 74 a 84. El estudio detallado respectivo pertenece
al campo del Derecho Constitucional.

En Bolivia, dentro de este sentido de ley, podemos considerar:

a) Las disposiciones penales contenidas en la Constitución Política del Estado, que


sirven de base a todo el ordenamiento jurídico.

b) El Código Penal común.

c) El Código Penal militar.

d) Las leyes penales especiales, como las referentes a los delitos de usura y sobre
estupefacientes.

e) Los Tratados internacionales debidamente ratificados.

f) Los códigos y leyes no penales, pero que contienen disposiciones de este tipo;
por ejemplo, el Código Mercantil que contiene las características de los distintos
tipos de quiebra; el Código Civil que define el delito de estelionato.
g) Los bandos y ordenanzas de guerra, dentro de los límites establecidos por el
Código Penal militar, en su artículo 7°.

Quedan dos problemas: el de los decretos-leyes dictados por los gobiernos de facto
y los decretos con fuerza de ley a que se refiere la Constitución en su artículo 73,
atribución 3a.

En cuanto a los decretos-leyes, ellos son concebibles y han sido dictados cuándo el
Poder Legislativo no está constituido. Se ha reconocido que aquellas disposiciones
tienen vigencia hasta el momento en que la situación se constitucionaliza. Por
ejemplo, el decreto-ley de 3 de enero de 1956 -tocante a delitos contra la economía
nacional y a estupefacientes- dejó de tener vigencia el 6 de agosto del mismo año
cuando la situación Constitucional se normalizó totalmente.

En cuanto a los decretos con fuerza de ley, que pueden ser autorizados por la
Comisión Legislativa, juzgamos que ellos nunca pueden crear delitos ni establecer
sanciones penales. Eso puede deducirse tanto de las disposiciones constitucionales
arriba mencionadas, como de las disposiciones del Código Penal, que dejan
entender claramente que sólo la ley en sentido estricto puedo crear delitos y penas.

A Fortiori, los simples decretos supremos no son fuentes de conocimiento directas


de Derecho Penal, así lo establece la Constitución en s artículo 95, que dice:
“Art.95.- Son atribuciones del Presidente de la Republica: la. Ejecutar y hacer
cumplir las leyes, expidiendo los decretos y órdenes convenientes, sin definir
privativamente derechos, alterar los definidos por la ley, ni contrariar sus
disposiciones, guardando las restricciones consignadas en esta Constitución”.

Caracteres de la ley penal. Pueden ellos deducirse de lo anteriormente expuesto.


La ley penal:

a) Es excluyente, pues sólo ella crea delitos y sanciones.

b) Es obligatoria para todos; no caben excepciones ni por convenio entre, personas


particulares (estas excepciones pueden ser creadas en otros derechos).

c) Es ineludible, pues rige mientras no es derogada por otra ley.


d) Es igualitaria, porque no reconoce distinciones ni privilegios debidos a
consideraciones de raza, casta, religión, títulos nobiliarios, etc.; lo cual no quiere
decir, como en su momento veremos, que no se busque la individualización de las
sanciones.

La ley penal en blanco. La ley penal debe establecer, por un lado el delito y, por
otro, la sanción. Las leyes penales en blanco determinan la pena, pero dejan a otras
disposiciones el definir las conductas delictivas. A veces, lo que se hace es dar
determinaciones generales, dejando a otras disposiciones el consignar los detalles.

Estas leyes en blanco no tienen, vigencia sino cuando la adquieren las disposiciones
a que se remiten.

Citemos algunos casos contenidos en nuestro Código Penal. “Art. 631. La quiebra
que, con arreglo al Código o leyes de comercio fuere declarada fraudulenta, será
castigada...”

“Art. 636.- Todo aquel que con arreglo al Código o leyes de comercio fuere
declarado cómplice de quiebra fraudulenta...”

Es muy importante el hecho de que, a través de las leyes en blanco, cobren


particular importancia ciertas fuentes mediatas o indirectas como los reglamentos.
He aquí algunos casos contenidos en nuestro Código Penal:

“Art. 262.- El que llevase consigo algunas de las armas generalmente prohibidas
por los reglamentos especiales de la materia...”

“Art. 269.- Cualquiera que, sin aprobación legal, conforme a los reglamentos
respectivos, ejerciere la medicina, cirugía...”

4.- EL PRINCIPIO "NULLUM CRIMEN NULLA POENA SINE PRAEVIA LEGE. Este
es el llamado principio de legalidad e implica la garantía por excelencia para el
ciudadano.

Quien lo acuñó en su forma actual fue el penalista alemán Feuerbach; pero el


concepto ya había sido enunciado por Becaria y por la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano que se aprobó durante la. Revolución Francesa.
Se halla consagrado, como más arriba vimos, por nuestra Constitución, Política y
por el Código Penal, en los artículos citados.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, dice


en su artículo 11. “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma
su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su
defensa.

2.- Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse
no fueron delictivos según el derecho nacional o internacional. Tampoco se
impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito”.

Este principio se ha traducido actualmente en cuatro garantías, reconocidas por


nuestra Constitución y leyes. Dos de esas garantías son de tipo propiamente penal:
A Nullum crimen sine lege (no hay delito sin ley) y b) Nulla poena sine lege (no hay
pena sin ley; art. 27 del Código Penal); esta garantía puede considerarse que se
extiende también a las medidas de seguridad pues, de otro modo, todo el sistema
podría ser fácilmente burlado. Las otras dos garantías se refieren al juicio y dicen:
a) Nemo iudex sine lege hay juez sino ha sido creado por ley) y b) Nemo damnetur,
sine legale iudicium (nadie puede ser sancionado sin juicio legal). Jiménez de Asúa,
II, p. 338)

5.- LA ANALOGÍA. Los mayores ataques al principio de legalidad se producen


actualmente cuando se permite aplicar la ley por analogía; es decir cuando una
disposición penal puede aplicarse a casos no previstos, pero semejantes a los
previstos.

Esta posibilidad existía en el derecho anterior a la revolución francesa, cuando los


jueces gozaban de un arbitrio suficiente para usar la analogía hasta excederla
creando verdaderos delitos nuevos. Pensadores anteriores, como Aristóteles y
Santo Tomás, y normas, como las contenidas en la Carta Magna inglesa, tendían a
restringir en lo posible los poderes del juez; pero al frente, estaba la tradición del
derecho romano que permitía castigar “adexemplum legis” (V. Maggiore, I, p. 141).
Cuando se creían superados tan peligrosos principios, surgió la analogía propiciada
por regímenes totalitarios. A veces no sólo la analogía, sino la posibilidad de crear
nuevos tipos penales del Código Soviético de 1926, en su artículo 26, establecía la
legalidad de la analogía: pero en su artículo 6°. va más allá pues establece como
delito “toda acción u omisión dirigida contra la estructura del estado soviético o que
lesione el orden Jurídico creado por el régimen de los trabajadores y campesinos
para la época de transición a la organización social comunista”

Como la garantía se manifiesta a través de tipos legales estrictos, la destrucción de


aquella era máxima en el proyecto ruso de Krylenko, de 1930, que sólo tenía parte
general; de acuerdo a los principias definidos en ésta, debían establecer los delitos
en cada caso concreto.

La ley nazi de 28 de junio de 1935 -ya abolida- decía en su párrafo segundo: “Será
castigado el que cometiere un hecho punible declarado por la ley o que merezca
ser penado conforme al principio fundamental de una ley penal y al sano sentimiento
popular. Si no hubiera ley directamente aplicable al hecho, éste será penado según
la ley en cuyo principio fundamental encaje mejor”.

Por ese camino han seguido otros países comunistas, como Rumania, y también
Dinamarca (V: Cuello Calón, I, p. 179, notas 7, 8 y 9).

En buena medida, estos retrocesos se producen porque se cree -como Massari-


que el principio de legalidad implica una garantía política, ligada a los principios
liberales; no parece haberse admitido que la constituye ante todo una garantía
jurídica.

Tampoco han sido exclusivamente autores o gobiernos antiliberales los que han
aconsejado o cometido abusos. Por ejemplo, la escuela positiva echaba abajo este
principio con la teoría de la peligrosidad pues debía ser ésta y no los tipos penales,
la que determinara la pena y su naturaleza y duración.

El ataque extremo fue llevado a cabo por los aliados victoriosos en la última guerra,
cuando aplicaron a los denominados criminales de guerra, leyes dictadas con
posterioridad a los hechos incriminados, en las cuales estos eran definidos y se
establecían a posteriori sus penas respectivas.

La analogía prohibida es la que se refiere a la agravación o creación de penas. Por


tanto, ella cabe, aun en el terreno del Derecho Penal, en lo que toca a lo que
favorece al reo, especialmente a las causas eximentes y a las circunstancias
atenuantes.

6.- FUENTES MEDIATAS O INDIRECTAS. A ellas nos hemos referido ya en


general. Pasémosla considerarlas en particular.

a) La costumbre está constituida por el uso repetido y tomado en cuenta por el


Derecho; no es fuente directa del Derecho Penal, pero puede contribuir a aclarar
ciertas cuestiones en las cuales se basa la aplicación de la ley penal. Por ejemplo,
el artículo 583 dice: “Es injuria todo acto hecho, toda palabra dicha con intención de
deshonrar, afrentar, envilecer, desacreditar, hacer odiosa, despreciable o
sospechosa, o mofar o poner en ridículo a otra persona, siempre que efectivamente
el acto hecho o la palabra dicha sea bastante para poder causar alguno de estos
efectos en la opinión común, o en la más generalmente recibida entre las gentes del
pueblo en que se cometa el delito...” Igual remisión inevitable a la costumbre existe
en los casos en que se habla de literatura o cuadros pornográficos, lo que se puede
considerar un escándalo matrimonial, etc.

b) La jurisprudencia no tiene entre nosotros la misma función casi legislativa que en


el derecho anglosajón. No es fuente ni mediata ni inmediata. El juez está sometido
sólo a la ley, quedando la jurisprudencia reducida a una ayuda en la interpretación.
Ello se debe a que la jurisprudencia, aunque fuera establecida por la Corte Suprema
y sea uniforme, no tiene valor general, sino que se limita a la definición de casos
concretos ya puestos en consideración de los tribunales.

c) La doctrina, tal como es expuesta por los tratadistas, tampoco tiene videncia;
sirve como medio de ilustración y de interpretación, pero nada más.
d) Los principios generales del derecho tienen igual importancia que la doctrina, a
menos que se hallen traducidos en normas del derecho positivo; tal sucede, por
ejemplo, con la irresponsabilidad derivada del caso fortuito y de la fuerza mayor.

En situación semejante a los principios del derecho, con los cuales tienen estrechos
vínculos, se hallan la equidad y el denominado derecho natural.
CAPÍTULO VII

INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL

1.- CONCEPTO. Interpretar la ley consiste en fijar los exactos límites y la


significación de ella; es descubrir su sentido y reconocer los alcances que tiene.

La tarea interpretativa no es excepcional sino sumamente corriente; cualquier


exposición de Derecho Penal la exige. Es indispensable para el juez, cuando busca
aplicar la ley a cada caso concreto.

Pese a que lo anterior es una realidad, la interpretación ha tenido enemigos; por


ejemplo, lo era Beccaria, cuando negaba al juez la facultad de, interpretar la ley. Sin
embargo, es obvio que Beccaria tomaba la palabra interpretación en sentido distinto;
lo que él trataba era de evitar la extensión de la ley hasta cubrir conductas no
preestablecidas como delitos; o sea, deseaba poner atajo al arbitrio judicial tal como
se lo practicaba el siglo XVIII.

La necesidad de la interpretación no es discutida hoy porque a fin de cuentas allá


busca simplemente que la ley sea comprendida.

EÍ objeto de la interpretación es lo que la ley dice, no lo que el legislador quiso


disponer a través de ella. El legislador tiene una voluntad que es la que lo lleva a
dictarla ley; pero una vez que ésta entra en vigencia, adquiere un ser propio,
independiente de quien la creó. La ley tiene entonces su voluntad propia y sobre
esta versa la interpretación. Por eso ante las dudas que se presentan, no se acude
en busca de aclaraciones continuas hasta el que sancionó la ley ola proyectó: uno
estudia la ley misma.

Interpretar es fundamentalmente conocer y para conocer hay que aplicarlos


preceptos de la será una Lógica jurídica.

Algunos de los principios básicos que rigen la interpretación/son dados por la


costumbre y por la doctrina, así como por el carácter valorativo de todo el
ordenamiento jurídico.

La interpretación puede clasificarse desdé tres puntos de vista:


a) Según el sujeto u órgano que la realiza, puede ser: 1) Auténtica; 2) Judicial y 3)
Doctrinal.

b) Según los medios que se emplean, puede ser: 1) Gramatical; 2) Lógica y 3)


Sistemática.

c) Según el objetivo a que se pretende llegar, puede ser: 1) Declarativa; 2)


Restrictiva y 3) Extensiva.

2.- LA INTERPRETACIÓN SEGÚN EL ÓRGANO QUE LA HACE. Desde este punto


de vista, hay tres especies de interpretación.

a) Interpretación auténtica. Es la realizada por el mismo órgano que dictó la


disposición: entre nosotros sólo puede ser el Poder Legislativo.

A veces, la interpretación se allá en la misma ley; entonces se denomina contextual.


Tal sucede, por ejemplo, en nuestro código, con el articulo343 que determina
quienes han de ser considerados funcionarios públicos, cuando se utiliza esta
designación. El articulo 387 interpreta la expresión “incontinencia pública y
escandalosa”; el artículo 481 da regías para determinar qué ha de entenderse por
premeditación; etc. La ley sobre giro de cheques sin fondos -de 23 de diciembre de
1949- implica una interpretación del artículo 637 del Código Penal, que define la
estafa.

Los antecedentes “auténticos” de una ley, como ser la exposición de motivos o las
discusiones camarales, no son una interpretación auténtica; son simplemente
medios para realizar la interpretación.

La ley interpretativa es retroactiva, es decir, se supone en vigencia desde el


momento en que lo estaba la ley principal a la que se pretende interpretar pues se
limita a fijar los alcances de ésta. De ahí la importancia y de establecer si la ley es
sólo interpretativa o si realmente se está creando algo nuevo bajo aquel rótulo, nada
más que para burlar el principio de legalidad.
b) Interpretación judicial. Es la realizada por los tribunales de justicia sobre todo por
los que atienden y resuelven los recursos últimos; especialmente por tanto. Es como
la interpretación dada por la Corte Suprema.

Se halla vinculada exclusivamente a la ley vigente y no tiene carácter obligatorio.


Sin embargo, tiene gran importancia porque permite ir adecuando la ley, a veces
anticuados, a la necesidad de cada momento.

Puede aclarar muchos casos; por ejemplo, eso tía sucedido con la ley arriba
mencionada acerca de los cheques sin fondos.

Al considerar la interpretación judicial, debe advertirse que el juez no es ni puede


ser un simple aplicador mecánico de la ley; es un valorador y tanto de la ley como
del caso concreto y de Tas relaciones existentes entre ambos.

c) Interpretación doctrinal. Es la realizada por los tratadistas de Derecho Penal. Es


la más libre de todas pues puede tomar en cuenta no sólo la ley vigente sino la
deseable para el futuro; no solo el derecho sino cuantas ciencias pueden ayudar a
entenderlo. Abre cambios al futuro y ayuda a aclarar conceptos erróneos.

3.- INTERPRETACIÓN SEGÚN EL MEDIO EMPLEADO. Desde este punto de vista,


podemos considerar tres variedad.

a) Interpretación gramatical. Esta que se realiza por medio del significado de


palabras y frases

Esta es la primera forma de interpretación a que se ha de recurrir. Si las glabras y


frases de una ley son claras e inequívocas, la tarea interpretativa debe darse por
concluida. No es lícito exceder el sentido que claramente tiene una ley. Por ejemplo,
nuestro Código usa la palabra estupro para designar cierto delito y explica cómo la
entiende; ante ello no solo es ocioso, sino indebido, acudir a otras legislaciones para
interpretar esa figura delictiva.

Los problemas, empero, no siempre quedan resueltos fácilmente. Hay que delimitar
la significación de ciertas palabras técnicas; hay que escoger, porque, a veces uno
es el significado común de una palabra, otro el significado jurídico y otro el que le
da alguna ciencia natural. Tomemos, como ejemplos que podrían multiplicarse, las
palabras “demencia” y pubertad” que son usadas en nuestro Código Penal (Arts.
419 y 13, inc.2) Un tiempo al iniciar ciertos juicios, algunos fiscales interpretaron la
palabra “veneno” empleada en el artículo 279, como incluyendo a los
estupefacientes

A veces, las palabras tienen un significado genérico y otro específico; tal sucede
con la voz “seducción” empleada en el artículo 15, tac. 3o. y en el artículo 422.

Pará establecer el significado o los diversos significados de las palabras, hay que
hacer un examen del Código como totalidad; sólo así pueden hallarse criterios de
distinción; así ocurre, por ejemplo, con la palabra “circunstancias” usada en los
artículos 14, 15 y 483 del Código Penal.

Pero como la interpretación gramatical no basta en muchos casos, hay que recurrir
a otros medios.

b) Interpretación lógica. Busca la “ratio legis”, los fundamentos tradicionales de la


ley, los fines que ella busca;-por esto último, algunos hablan de interpretación
teológica pues el objetivo de lo que se hace y, por tanto. también de la ley, es la
primera causa de toda acción.

Dentro de este medio, se considerarán los antecedentes de la ley, el nombre con


que se la ha designado, las discusiones cantarales, etc. Cabe también el uso de la
legislación comparada, sobre todo si la ley nacional se na inspirado en una
extranjera.

c) Interpretación sistemática. Es la que se realiza tomando en cuenta laminaciones


que existen entre las instituciones penales y entre éstas y el total ordenamiento
jurídico. En éste no pueden existir racionalmente contradicciones insalvables, ni
absurdos, porque todo tiene -hay que suponer, como principio, que tiene- un
fundamento racional.

La interpretación que se haga de un artículo, palabra o institución, no debe conocer


contra el ordenamiento total; aquella debe colegirse de un racional análisis del
sistema y de las partes del mismo.
lomemos un ejemplo: la idea de pubertad es expresada en los artículos 419 y 420
del Código Penal, al hablar de los delitos de violación y abuso deshonesto. Si no se
consideran ambos conjuntamente y como disposiciones penales no sometidas, en
este aspecto, a lo que establece el Código Civil, llegaríamos a la absurda
consecuencia de que aquellos delitos están penados cuando se cometen contra una
mujer menor de 12 y mayor de 14, pero no si se comete contra la mujer que se halla
entre los 12 y los 14 años. La interpretación sistemática permite evitar esta
conclusión absurda.

4.- INTERPRETACIÓN SEGÚN EL OBJETIVO BUSCADO. Al interpretar, podemos


buscar simplemente accionar puntos controvertibles, o ampliar o restringir el alcance
aparente de la ley.

a) Interpretación declarativa. Lo que con ella se busca es resolver algún punto


controvertido. Por ejemplo, hasta 1949. se discutía -según nuestro parecer, sin
razón, pero no es de eso de lo que aquí tratamos sí el giro de cheques sin fondos
podía constituir delito de estafa, en ciertos casos la polémica fue resuelta al
sancionarse la ley de 23 de diciembre de 1949.

b) Interpretación restrictiva. Se sobreentiende restrictiva en los aspectos penales.


Es aquella, que busca reducir al mínimo compatible con la ley el número de casos
que pueden ser sancionados por ella. Se Ha dicho, hasta el abuso, que esa debe
ser la meta de toda interpretación, según se deduce de los principios, “in dubio pro
reo” y “favorabilia amplianda, odiosa restringenda”. Ambas frases latinas son citadas
con suma frecuencia por nuestros abogados y jueces; pero es usual que se les
atribuya a ambas un significado que no tienen ni deben tener.

La legítima interpretación restrictiva sólo existe cuando Se advierte que, dando toda
su extensión a las palabras empleadas en la redacción de una ley, se iría mucho
más lejos de lo que ella quiere. De otro modo, se cometerían abusos que concluirían
destruyendo toda la eficacia de la ley. La interpretación busca la voluntad de la ley,
no el comprimirla hasta donde sea posible.
Si hay duda, ella debe beneficiar al reo; eso es admisible y admitido especialmente
en el campo de las pruebas. Pero antes del beneficio, hay que considerar si
realmente la duda es admisible en el caso de que se trata; sólo si es admisible, se
resolverá la cuestión “pro reo”

Para concluir, podemos citar la opinión de Grispigni: No es exacto aquello que


comúnmente se repite: que las disposiciones penales y las excepcionales, se deben
interpretar en sentido restrictivo. Tampoco tiene que ver con la interpretación el
principio in dubio pro reo, el que se refiere a las pruebas del hecho. Como tampoco
tiene fundamento el otro principio que, como derivación del primero, se ha intentado
afirmar en el terreno del derecho sustancial, o sea: in dubio, mitus; in poenis benig-
nior est interpretatio facienda. Y en verdad, si toda vez que es dudosa la voluntad
de la ley se debiera escoger la más benigna, entonces la interpretación habría
concluido: bastaría demostrar que en determinada norma es posible otra
interpretación, para que entre las dos tenga que elegirse siempre la más benigna55
(I, p. 343).

c) Interpretación extensiva. Se da en aquellos casos en que la voluntad de la ley


excede de lo que se expresa con sus palabras. Desde luego, esta interpretación no
debe de ir más allá de lo que la ley permite; debe quedarse dentro de los límites
señalados por ésta. De otro modo, se destruirá el principio de legalidad.

5.- LÍMITES DE LA INTERPRETACIÓN EN MATERIA PENAL. LA


INTERPRETACIÓN ANALÓGICA. Los límites de la interpretación penal están
dados por la ley misma; no se puede ir más allá de lo que ella dispone pues se
incurriría en dos errores. 1) El destruir el principio de legalidad, que rige entre
nosotros y que es esencial como garantía. 2) El de convertir la tara interpretativa en
tarea legislativa, lo que es inadmisible.

Párrafo aparte merece la interpretación analógica. No se trata de analogía, pues


esta crea nuevas normas penales por semejanza con las normas vigentes; la
analogía implica creación de tipos y de penas que no existían. La interpretación
analógica se queda en el campo de la ley, debido a que esta la que crea el tipo, si
bien deja expresa constancia de que puedan ser tomadas en cuenta circunstancias
semejantes o hechos parecidos; la ley hace una enumeración ad exemplum y deja
que, por semejanza, sean considerados otros casos similares.

Así sucede, por ejemplo, en los siguientes artículos:

“506.- El que, por ligereza, descuido, imprevisión, falta de destreza en el manejo de


alguna arma, equivocación, contravención a las reglas de policía y buen gobierno,
o por otra causa semejante…”

“516.- El que empleando voluntariamente y a sabiendas alimentos, bebidas, golpes


o cualquier otro medio análogo, procure que alguna mujer embarazada aborte…”

“637.- Cualquiera que, con algún artificio, engaño, superchería, practica


supersticiosa u otro embuste semejante…”.

Puede advertirse, por los ejemplos recién citados, que la interpretación es


simplemente tal, es decir, se limita a establecer el significado de una disposición
vigente: no crea nuevas normas; pero analógica, porque resuelve por semejanzas.

Pero es de esencia que la interpretación no excede como hace poco decimos, los
límites de la ley: eso habrá que tomarse en cuenta de modo especial en la
interpretación analógica, por los peligros en que ella se encuentra de excederse.

Lo anterior se refiere a la ley in malam partem; pero en lo favorable al reo, es


admisible la analogía, a fortiori lo será la interpretación analógica.
CAPÍTULO VIII

VIGENCIA DE LA LEY PENAL EN EL TIEMPO

El Derecho Penal tiene un ámbito de vigencia en cuanto a:

a) El tiempo.

b) El espacio.

c) Las personas.

A estos tres aspectos, nos hemos de referir en el capítulo presente y en los dos que
siguen.

1.- NACIMIENTO, VIGENCIA Y DEROGACIÓN DE LA LEY PENAL. La ley penal es


una expresión de la cultura; aquella cambia porque lo mismo sucede con ésta.
Continuamente nacen disposiciones que se ocupan de asuntos antes no tratados
por el derecho; también la inversa es evidente: que ciertas instituciones salen de
campo jurídico: por fin, y es lo que más corrientemente sucede, los temas
permanecen en el campo del derecho, pero son tratados de distinta manera.

De allí surgen los principales problemas de que nos vamos a ocupar:

1) Leyes y delitos nuevos antes no existentes. 2) Leyes y delitos que desaparecen.


3) Leyes y delitos que se suceden.

La ley nace en cierto momento está en vigencia por un tiempo más o menos largo
y luego es abrogada; la abrogación corresponde a su muerte. En principio, la ley
puede definir delitos y establecer sus sanciones sólo mientras está vigente.

En cuanto al nacimiento de la ley penal, es decir, en cuanto al momento en que se


inicia su vigencia, entre nosotros rigen las siguientes disposiciones.

Constitución Política del Estado, artículo 84: La ley es obligatoria desde el día de su
publicación, salvo disposición contraria de la misma ley. Esta última salvedad se
refiere a los casos en que la ley dispone que entrará en vigencia algún tiempo
después de su publicación caso que es precisamente el de las leyes penales.
En efecto, el Código Penal dice: “Art. 27.- A ningún delito ni culpa se le impondrá
nunca otra pena, que la que le señala alguna ley promulgada ocho días al menos
antes de su perpetración”. Sólo hay que tener en cuenta que, de acuerdo a la
Constitución de 1961, estos ocho días han de contarse a partir del día de
publicación.

Este plazo tiene por objeto dar a los ciudadanos la oportunidad de que se enteren
de cuales conductas serán en lo futuro consideradas delictivas. Es un plazo breve,
habida cuenta de nuestra realidad. En cuanto a la derogación, ella puede ser
expresa o tácita y no puede operarse sino por virtud de otra ley o de la Constitución.
La derogatoria es expresa cuando la ley la indica de manera terminante; así ha
sucedido con los artículos referentes al delito de adulterio, abolido por la ley de 15
de abril de 1932. La derogatoria es tácita cuando la ley nueva cubre las mismas
conductas que una ley anterior. La práctica ha hecho que, entre nosotros, se incluya
un artículo en el cual se expresa: “Quedan derogadas todas las disposiciones
contrarias a la presente ley”. A este, respecto, el Código 1 Penal dice: “Art. 49.- Las
leyes penales posteriores en su sanción y promulgación derogan las anteriores, sin
necesidad de contener cláusulas especialmente derogatorias, siempre que ambas
tengan por objeto castigar hechos de una misma especie y de unas mismas
circunstancias”.

La sucesión de leyes suele crear problemas especiales; por eso, es usual que
cuando un código haya de reemplazar a otro, se dicten algunos artículos
transitorios. Es lo que sucede con los artículos 693, 694 y 695 / del Código Penal
vigente y los artículos 364 y 365 del nuevo Anteproyecto.

2.- RETROACTIVIDAD, IRRETROACTIVIDAD Y ULTRAACTIVIDAD DE LA LEY


PENAL. En términos generales, una ley es retroactiva cuando se aplica a hechos
consumados, antes de que ella entrara en vigencia; es irretroactiva, cuando no se
aplica a tales hechos anteriores; es ultra activa cuando se sigue aplicando aún
después de haber sido derogada.

El principio común está establecido por el Código Civil, que dice: “Art. 2º. La ley no
dispone sino para lo venidero y no puede tener efecto retro activo”. Esta disposición
está de acuerdo con la contenida en el artículo 27 del Código penal al que más
arriba nos hemos referido.

Dé lo anterior, se deduce que se halla vigente el principio “tempus regit actum”; la


ley que rige un acto es la que estaba vigente cuando el acto se realizó.

Ni puede ser de. otra, manera, sobre todo en materia penal. Ninguna garantía sería
eficaz si se destruyera el principio “nullum crimen nullapoena sine praevia lege”. El
delito implica una contraposición con la ley; ¿cómo pudo haberse dado tal
contraposición cuando la ley todavía no estaba vigente? Si la pena tiene un fin efe
prevención general, ¿cómo podría haberse despreciado tal prevención si ella
todavía no existía? En suma: no puede existir el deber de respetar una ley que
todavía es la vigente. Si algún ordenamiento dispusiera algo distinto, estaría
exigiendo a los ciudadanos dotes proféticas, prever el futuro, lo que es absurdo e
inadmisible.

Hasta tal extremo es esto evidente que inclusive en la Alemania nazi, que admitió
la analogía, se rechazó un proyecto para establecer la retro- actividad de la ley
penal.

3.- CASOS DE SUCESIÓN DE LEYES PENALES. LA APLICACIÓN DE LA LEY


MÁS BENIGNA. LA COSA JUZGADA. La irretroactividad se refiere al aspecto
penal de la ley, no a lo que elimina o disminuye penalidades. En este último caso,
se siguen otras normas, se acepta la aplicación de la ley más favorable al reo.

Si buscamos una justificación para este último principio, poco menos que
universalmente aceptado, ha de ser difícil hallarlo en estricto derecho. Según este,
la tipificación y pena aplicables deberían ser siempre las existentes en el momento
en que se cometió el acto. Pero, por una razón de justicia, se ha admitido la
aplicación de la disposición más benigna.

El problema se presenta especialmente, cuando hay una sucesión de leyes entre el


momento en que se cometió el acto y aquel otro en que se dicta la sentencia
definitiva. Supongamos un adulterio cometido en 1931, pero que no había sido
sentenciado hasta el 15 de abril de 1932, cuando delito quedó abolido: ¿Deberá
aplicarse el Código Penal a pesar de todo, es decir, serán, ultraactivos los artículos
pertinentes? ¿Deberá aplicarse la nueva ley, vigente al dictarse sentencia, pero
inexistente cuando el acto criminal se había producido? Es decir, ¿será la ley
posterior más benigna retroactiva, pues se aplicaría a actos consumados antes de
entrar ella en vigencia?

Cuatro son los casos que pueden presentarse:

a) La ley nueva crea delitos antes inexistentes; entonces esa ley es irretroactiva.

b) La ley nueva agrava la situación del delincuente en relación con la ley anterior;
esta ley anterior, es ultraactiva (se juzga de acuerdo a ella, aunque ya no esté
vigente); la nueva ley es irretroactiva.

c) La nueva ley quita carácter delictivo a una conducta; entonces, esa ley es
retroactiva; la ley anterior no es ultraactiva.

d) La nueva ley atenúa los alcances penales de la anterior; la ley nueva es


retroactiva; la anterior no es ultraactiva.

En los casos a) y b) se aplica simplemente el principio “nullum crimen, nulla poena


sine praevia lege”, tal como lo contienen los artículos 1º., 2º. y 27 del Código Penal.
En cuanto al caso c), resulta absurdo sancionar una conducta que, por haber sido
abolida como delito, ya no es criminal y el Estado no tiene interés en sancionar. En
el punto d), debemos tener en cuenta que el Estado considera no necesaria una
represión tan grave como antes.

Problema distinto es el de determinar cuál es la ley más benigna en el caso concreto.


Sin duda lo es la que en conjunto es más benigna, prescindiendo, de tal o cual
aspecto que implicara agravación. Sin embargo, hay algo que no puede hacerse:
quebrar la unidad de la ley; no pueden tomarse los aspectos más favorables de dos
o más leyes; tiene que aplicarse una sola.

Lo anteriormente dicho rige también cuando hubo una ley intermedia entre aquella
bajo cuya vigencia se cometió el hecho y aquella otra bajo cuya vigencia se dictó
sentencia definitiva. Esta posibilidad de una tercera ley se presenta con frecuencia,
sobre todo cuando los juicios tienen larga tramitación. En tal caso, el principio
“nullum crimen, nulla poena sine praevia lege” tiene plena aplicación cuando la
situación del reo se agrava. En cuanto a los casos de benignidad, es cuestión de
elegir entonces entre tres o más leyes, según las reglas arriba consignadas.

No toda la doctrina ha estado conforme con las consecuencias anteriores. Las


apoyarán los partidarios de los derechos individuales, pero se opondrán quienes
ponen en primer lugar a la sociedad o al Estado y las necesidades de una racional
política criminal. Para éstos últimos, quien violó una ley demuestra una actitud tal
de falta de respeto por el orden jurídico, que su conducta debe tener alguna sanción,
aunque sólo fuera una medida de seguridad. En cuanto a la elección de pena,
deberá preferirse la que mejor garantice la corrección del reo y, por consiguiente, la
defensa de la colectividad.

La doctrina de la benignidad se sigue entre nosotros y se basa en las siguientes


disposiciones aplicables:

“Art 693.- Los reos que hubieran de ser juzgados en alguna instancia o recurso, por
delitos cometidos antes de la publicación de este Código serán castigados con las
penas establecidas en el anterior, siendo ellas menores; pero en el caso de ser
mayores, podrán reclamar la imposición de las que establece este Código en los
casos correspondientes”.

“Art. 694.- Todas las acciones u omisiones que habiendo sido criminosas por el
Código Anterior no Hayan sido consideradas como tales en el presente, no estarán
sujetas a pena alguna...”

(V: sobre estos aspectos especialmente Maggiore, I, ppi 192-206).

La cosa juzgada. La segunda parte del recién citado artículo 694, dice: “... Éste
artículo no comprende los delitos o culpas castigadas antes de la promulgación de
este Código por sentencia ejecutoriada y pasada en autoridad descosa juzgada”.
Esta disposición consagra la santidad y la inamobilidad de la cosa juzgada.

La revisión puede existir en los procesos penales, inclusive si pasaron en calidad


de cosa juzgada; pero como se trata de casos excepcionales, la ley debe ser
restrictivamente interpretada. Ahora bien, entre los causales que pueden dar lugar
a revisión (artículos 322 a 326 del Procedimiento Criminal) no se hallan las
referentes a leyes más benignas dictadas con posterioridad, a la sentencia
definitiva.

Esta situación, que tiene aspectos de injusticia pues hubiera quizá bastado que el
reo opusiera unas cuantas excepciones para mantener abierto el juicio hasta que
se dictara la ley más benigna, beneficiándose con ella puede ser resuelta por dos
caminos: 1) Acudir a la rebaja de pena y al indulto debiendo considerarse la
abolición del delito como causa determinante para conceder esos beneficios. 2)
Establecer en la misma ley, posterior, que los reos definitivamente condenados,
cesaran de cumplir la pena que les fue impuesta; esto es lo más racional, en vista
de que la abolición del delito prueba, por sí misma, que el Estado ya no tiene interés
en castigarlo. Este es el camino seguido por el Anteproyecto de 1964.

4.- LAS LEYES EXCEPCIONALES Y TEMPORALES. Estas leves han suscitado un


problema especial en relación a las leyes comunes.

Se llaman leyes excepcionales las que se dictan en circunstancias de particulares


trastornos: guerras, conmoción civil terremotos, grandes incendios, inundaciones,
etc. En esas condiciones, lo usual es que se impongan sanciones particularmente
graves en relación con las normas corrientes

Se llaman leyes temporales aquellas cuya derogatoria se halla establecida en ellas


mismas; rigen dentro de un período que ellas mismas se fijan y luego quedan
autobolidas.

¿Qué sucederá en los casos, que naturalmente serán numerosos, en que el retorno
a la normalidad y a la ley permanente, plantee conflictos sobre la retro actividad o
ultra actividad de la ley?

No han faltado quienes sostengan que también en este caso hay que apelar el
criterio corriente, es decir, el de la ley más benigna.

Pero la opinión más admitida considera que estas leyes son siempre de aplicación
preferente, es decir, son siempre ultraactivas. La razón es la siguiente: Por principio,
estas leyes tienen vigencia limitada; en buen número de casos, si no en la mayoría
de ellos, aquellas habrán dejado de tener vigencia antes de que se hubieran
pronunciado sentencias definitivas; aplicar entonces el criterio de la mayor
benignidad equivaldría; a quitarles toda eficacia; los delincuentes tendrán la casi
seguridad de que serán sancionados con la disposición común y la ley excepcional
o temporal no habría tenido razón de ser; estaría de antemano destinada, a no ser
cumplida y a no ejercer la presión especial para conseguir, la cual fue dictada.

5.- TIEMPO DE COMISIÓN DEL DELITO. Este problema se halla en relación con
el de la vigencia de la ley en el tiempo, pues de lo que se trata es de establecer en
que momento, bajo la vigencia de cual ley fue cometido el delito.

El tema no ofrece ninguna dificultad cuando el delito es instantáneo, cuando el


resultado subsigue inmediatamente a la conducta. Pero adquiere relieve si ha
habido cierto tiempo entre ésta y aquél y, en medio, se ha producido un cambio de
legislación.

La opinión común, ante el silencio de la ley, se inclina por tomar en cuenta el


momento de la conducta, ya que a ella se dirige sobre todo la conminación de la
pena; sería manifiestamente injusto sancionar una conducta que, cuando se produjo
no era delictiva, simplemente porque el resultado apareció cuando aquella era
considerada delictiva por una ley posterior.

Esa razón es suficiente para rechazar tanto la posición de quienes propugnan que
el delito debe considerarse cometido en el momento de la aparición del resultado -
esta posición llegaría a carecer totalmente de sentido en los delitos formales- como
la de quienes, guiándose por lo que sucede en cuanto al lugar del delito, sostienen
que el delito debe considerarse cometido tanto en el momento de la conducta como
en el de la aparición del resultado; esto conduciría a la extraña e inadmisible
conclusión de que el delito se ha cometido en dos momentos distintos.

Además, si el resultado, o éste conjuntamente con la conducta, fueran los


determinantes, habría que juzgar de la imputabilidad en ambos movimientos o sólo
en el de la aparición del resultado, cuando es evidente que ésta tiene que tomarse
en cuenta con relación al momento de la manifestación de voluntad.

En cuanto a los delitos continuados y permanentes (véase luego) hay que


considerarlos como una unidad; el delito se juzga cometido en el momento en que
se ejecutó cualquiera de las conductas que forman parte del mismo. Esto quiere
decir que si la primera parte de las actividades se realizó cuando la conducta no era
delictiva, y la otra parte, cuando la conducta era delictiva, el total constituye
indudablemente un delito. (Sobre este tema, véase especialmente von Liszt, II, pp.
310-312)

Una sola excepción puede admitirse, relativa a la prescripción; como luego veremos,
el cómputo del tiempo para la misma suele comenzar cuando se produce el
resultado.

6.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Conforme a la doctrina vigente, ha regulado así


el problema de la vigencia de la ley en el tiempo:

Art. 4o.- (En cuanto al tiempo). Si la ley vigente en el momento de cometerse el


delito fuere distinta de la que exista al dictarse el fallo, se aplicará siempre la más
favorable.

Si durante el cumplimiento de la condena se dictare una ley más benigna, será ésta
la que se aplique. Para las medidas de seguridad regirá la ley vigente en el
momento de la sentencia y si se modificara, la del tiempo de su ejecución.
CAPÍTULO IX

VIGENCIA DE LA LEY PENAL EN EL ESPACIO

l.- EL DERECHO PENAL INTERNACIONAL. Muchos son los problemas que


pueden presentarse en cuanto al ámbito especial de validez de la ley penal. Citemos
algunos:

Un hombre dispara su fusil desde la frontera argentina, sobre un hombre que se


halla en la frontera boliviana; producida la muerte, ¿cuál será la legislación, que
habrá de aplicarse al delincuente? Un ciudadano Bolivia no, desertor durante una
guerra internacional que sostenemos, llega a acuerdos con el enemigo contra su
propia patria; ¿podrá él ser castigado por nuestra ley, aunque su conducta se
hubiera realizado totalmente en territorio extranjero? La misma pregunta podemos
hacernos en relación con alguien que, en otro país, falsificara moneda boliviana.

Las normas relativas a estos problemas han recibido en su conjunto el nombre de


Derecho Penal Internacional, porque suponen relaciones de cooperación y, no
raramente, conflictos de competencia, entre estados soberanos.

Tales normas se refieren concretamente, en lo que toca al derecho sustantivo: -1)


Al ámbito de vigencia del Derecho Penal nacional. 2) A la extradición y el asilo. En
cuanto al procedimiento, aquellas tocan a otros dos, problemas: 1) El de la
jurisdicción de los tribunales nacionales y, 2) El de la aplicación de la sentencia
extranjera en el territorio nacional. Son los dos primeros los que ahora nos ocupan.

Resultan fundadas algunas críticas contra el nombre, de esta rama jurídica pues se
dice en el fondo, se trata del asunto de la validez espacial de la ley penal interna;
es decir, se trata, de un problema de derecho nacional; sin embargo, las
implicaciones internacionales aparecen enseguida, así como la necesidad de
resolverlas a través de tratados, como ya se ha hecho en algunos aspectos; por ello
no vemos cómo, por lo menos de momento, podríamos prescindir de la
denominación que hemos dado a este acápite.

Se han entendido también como Derecho Penal Internacional otros ordenamientos.


jurídicos., concretamente:
a) El Derecho Penal que tiene por sujetos a los Estados (como sucedería cuando
se pretende sancionar a causa de agresiones ilegítimas, de usurpaciones
territoriales, etc.)

b) El derecho que se refiere a tribunales internacionales competentes para juzgar,


conforme a ciertas normas sustantivas, a los autores de delitos internacionales
semejantes a los que fueron conocidos en los juicios de Tokio y Nürenberg, contra
los criminales de guerra; como se recordará, en tales ocasiones se actuó en virtud
de principios novedosos dejando V j de lado especialmente la garantía “nullum
crimen, nulla poena sine praevia lege”.

Para designar el derecho referente a estos dos casos, se ha preferido usar el-
nombre Derecho Internacional Penal.

2.- PRINCIPIOS GENERALES. El ámbito espacial de validez de la ley penal no


coincide con el territorio material, sino que lo excede, como a continuación hemos
de ver.

Los principios que rigen esa aplicación de la ley penal en el espacio, son cuatro: 1)
De territorialidad. 2) Real o de defensa. 3) De personalidad y 4) De
intraterritorialidad, universal o de justicia mundial.

a) Principio de territorialidad. Es el fundamental. Según él, el Derecho Penal rige


sobre todas las personas que habitan en el territorio nacional comprendiendo dentro
de éste no sólo la superficie limitada por las fronteras, sino el espacio aéreo; el
subsuelo y el mar territorial; se hallan incluidas además, ciertas ampliaciones
consentidas por el Derecho Internacional Público, así como algunas restricciones
por él consignadas y a las que nos hemos de referir luego.

Los principios se hallan contenidos en los siguientes preceptos de derecho positivo:

Código Civil, “Artículo 1º.- Las leyes obligan en todo el territorio boliviano y serán
ejecutadas en cada parte de la república en virtud de su solemne promulgación.

“Artículo 4º.- Las leyes de policía y de seguridad obligan a todos los que habitan en
el territorio”.
Ambos artículos, como es patente, se refieren a todo el derecho y no sólo al civil.

En correlación con lo anterior, ha de interpretarse el artículo 7º de la Constitución:


“Toda persona tiene los siguientes deberes fundamentales: a) De obedecer las
leyes”.

Código Penal, “Artículo 6º.- Todo boliviano o extranjero que dentro del territorio de
la república cometa algún delito o culpa, será castigado sin distinción alguna con
arreglo a este código... salvas las excepciones estipuladas en los tratados
existentes con otras potencias”.

Por una ficción jurídica., que tiende a ser superada actualmente, se considera
territorio nacional el de nuestras embajadas en el extranjero; en reciprocidad,
quedan excluidos los locales pertenecientes a representaciones diplomáticas
extranjeras en Bolivia. Sin embargo, hoy se piensa que, en tales casos, hay
simplemente un privilegio de inmunidad personal de los representantes
diplomáticos.

Las representaciones consulares no están comprendidas en esta excepción.

En virtud de los principios del Derecho Internacional Público, se consideran como


territorio nacional los navíos y aeronaves de guerra que se hallan en territorio de
jurisdicción extranjera o en zonas no sometidas a jurisdicción nacional alguna; los
navíos y aeronaves comerciales o civiles, cuando se hallan en alta mar o en zonas
aéreas no sometidas a jurisdicción nacional extranjera.

El Tratado de Montevideo, ratificado por Bolivia, dice a este respecto:

“Art. 8º.- Los delitos cometidos en alta mar o en aguas neutrales, ya sea a bordo de
buques de guerra, o mercantes, se juzgan y penan por las leyes del Estado a que
pertenece la bandera del buque”.

“Art. 9º.- Los delitos perpetrados a bordo de los buques de guerra de un Estado, que
se encuentren en aguas territoriales de otro, se juzgan y un con arreglo a las leyes
del Estado a que dichos buques pertenezcan…”
Ésta extensión del territorio en casos relativos a las fuerzas armadas esta
consagrada por el Código Penal Militar al que pasamos a referirnos: 6º “Art. 5º.- Las
disposiciones que contiene este Código se aplicarán a los delitos y faltas militares-
que sean cometidos en el Ejército y sus dependencias, ya sea dentro del territorio
nacional o estando en país extranjero”.

El proyecto López Rey establece en la primera parte del artículo primero: (Principio
de Territorialidad). “Las leyes penales de Bolivia, se aplican a toda persona que
cometa una infracción penal en territorio boliviano, entendido éste jurídicamente, o
en territorio sometido a su jurisdicción”.

b) Principio real o de defensa. Rige, porque el Estado se halla obligado a defenderse


de los ataques criminales, aunque éstos provengan del exterior. Como la situación
supone sancionar conductas producidas fuera del territorio nacional, las
disposiciones respectivas tienen que ser interpretadas a manera restrictiva.

Las disposiciones vigentes se hallan contenidas en el Código Penal y en él


Procedimiento Criminal; en el primero tenemos:

“Artículo 7º.- El boliviano que, con arreglo a los tratados o en los casos que
prescriban las leyes, fuere juzgado en Bolivia sobre delito que hubiera cometido en
país extranjero, bien por habérsele aprehendido, en territorio de la República o bien
por haberle entregado otro gobierno, sufrirá la pena prescrita en este Código contra
el delito respectivo, salvas las excepciones estipuladas en los mismos tratados".

En el Procedimiento Criminal:

“Art. 6º. Todo boliviano culpable de alguno de los delitos contra la seguridad del
Estado o de falsificación de su moneda o documentos del crédito nacional, aun
cuando estos crímenes se hayan ejecutado fuera del territorio de la República,
podrá ser procesado, juzgado y castigado en ella con arreglo a sus leyes”.

“Art. 7º. - La disposición del artículo anterior será extensiva a los extranjeros qué,
habiéndose complicado en iguales delitos, puedan ser habidos por la extradición, o
por hallarse dentro del territorio de la República”.
Las disposiciones anteriores se relacionan también con el delito de traición a la
patria (art. 27 de la Constitución), según lo establecen los artículos 152 y 160 del
Código Penal y artículos 86 a 95 del Código Penal Militar.

A este respecto, dice el Proyecto López Rey: “Art. 5º.- (Principio real). Será punible
conforme a la ley boliviana, cualquiera que haya participado en el extranjero en
delitos contra el Estado boliviano, la Fe Pública y la Economía Nacional bolivianas.

Si el delincuente se encuentra en territorio boliviano o se obtiene su extradición, la


sanción dictada contra él por los tribunales de Bolivia, será ejecutada incluso si por
los delitos citados en el párrafo anterior, hubiere sido juzgado definitivamente en el
extranjero.

“Si en este hubiera cumplido, con motivo de tales delitos, una sanción, la misma
será deducida igual o análogamente del cumplimiento de la que se le imponga por
los tribunales de Bolivia”.

c) Principio de. personalidad o nacionalidad. Es el caso en que la ley "toma en


cuenta, para sancionar, la condición de boliviano, es decir, la nacionalidad. En
principio puede considerarse un aspecto activo: cuando el boliviano, es autor del
delito; o pasivo, cuando el boliviano es víctima del mismo.

Se puede tomar en cuenta la nacionalidad también en los casos de extradición,


cuando un gobierno extranjero pide la entrega de un boliviano, para juzgarlo.

Hay que tomar en cuenta que este principio es también excepcional con relación al
de territorialidad.

Aunque muchas veces opera junto con el- principio de defensa, es distinto del
mismo.

Fuera de los artículos citados al tratar de aquel principio de defensa, existe el 8o.
de nuestro Procedimiento Criminal, que establece: “Art. 8º.- Todo boliviano culpable
de algún atentado cometido contra otro boliviano fuera del territorio de la República,
podrá ser procesado y castigado a su regreso a ella, siempre que no lo haya sido
en el país en que delinquió, cuando el ofendido presente su querella por sí o por
sus representantes legales”.

En este caso, como se ve, es necesario que se cumplan las siguientes condiciones:
1) Que tanto el autor como la víctima sean bolivianos. 2) Que el autor haya
regresado a Bolivia, es decir, que se halle en territorio nacional. 3) Que el delito no
haya sido juzgado y sancionado en el país en que se cometió, y 4) Que el
perjudicado o sus representantes legales presenten querella.

El Proyecto López Rey contiene la siguiente disposición:

“Art. 2º (Principió de personalidad). Las leyes penales de Bolivia se aplican a todo


boliviano que intervenga como autor o participante en un delito cometido en el
extranjero, siempre que su conducta sea considerada como delictiva en el lugar de
su ejecución.

Si existe una diferencia entre la ley boliviana y la del lugar, el juez boliviano la tendrá
en cuenta en favor del infractor, al aplicarle la ley nacional.

Salvo las excepciones establecidas por la ley, la persecución contra el boliviano por
los delitos cometidos en el extranjero, está subordinada a su retorno al país, o a su
extradición.

Igualmente, no habrá lugar a persecución alguna, si el boliviano acredita que fue


absuelto o condenado, en el extranjero y en este caso, que ha cumplido la sanción
impuesta o ha sido legalmente exento total o parcialmente de la misma.

Si eludió cumplir totalmente la sanción que le fue impuesta, lo cumplido en el


extranjero será deducido del cumplimiento de la sanción que se dicte contra él en
Bolivia. No se podrá, sin embargo, ejercer procedimiento, judicial alguno por el delito
cometido por un boliviano en el extranjero, cuando conforme a la ley del lugar, dicho
procedimiento esté subordinado a una denuncia o querella y la misma no ha sido
presentada o fue legalmente retirada o rechazada”.

El primer acápite de este artículo establece la jurisdicción boliviana con sentido más
amplio que el Código vigente.
d) Principio de intraterritorialidad, universalidad o justicia mundial. Según él, delito
es considerado tal en cualquier país y el delincuente puede ser juzgado o
sancionado por cualquier Estado que lo aprehenda.

Se aplica en los delitos denominados internacionales, considerados como tales en


virtud de tratados multilaterales; así los casos de la piratería, trata de blancas y de
negros, estupefacientes, etc.

Generalmente se exige, para poder proceder, el cumplimiento de las siguientes


condiciones: 1) Que el delincuente se halle en el territorio del Estado. 2) Que no
haya sido sancionado ya por la conducta a cuya causa se procede.

Entre nosotros, no existe al respecto una disposición de derecho interno.

El Proyecto López Rey contiene los dos artículos siguientes:

“Art. 6º (Principio Universal). Será igualmente punible conforme a las leyes


bolivianas si antes no lo hubiese sido ya por el mismo hecho, independientemente
del lugar del delito y de la nacionalidad del agente, cualquiera que haya cometido
en el extranjero los delitos llamados de piratería o análogos, falsificación de
moneda, billetes de Banco y efectos públicos; trata de esclavos, blancas o menores;
terrorismo, tráfico ilícito de drogas nocivas y demás delitos previstos por las
convenciones internacionales válidas para Bolivia”.

“Art. 1º (Principio Universal). Todo otro delito cometido en el extranjero, podrá ser
sancionado en Bolivia, conforme a los artículos que preceden, si el delincuente se
encuentra en territorio boliviano y si la extradición no ha sido pedida o si, aun
siéndola, fue rechazada, siempre que la Corte Suprema de Justicia ordene la
iniciación del procedimiento judicial oportuno.

El fundamento de este proceder se halla en la solidaridad mundial para la lucha


contra el delito.

3.- LA EXTRADICIÓN Y EL ASILO. La extradición es otra institución del Derecho


Penal Internacional; busca evitar que el delincuente quede impune por el simple
hecho de haber logrado salir del país en que cometió su delito.
Concepto. La extradición consiste en la entrega de un delincuente, por parte de un
Estado bajo cuya jurisdicción aquel se encuentra a otro Estado que lo reclama para
juzgarlo por un delito o para imponerle la sanción, si el juicio ya se hubiera
producido.

Fuentes. Las fuentes de la extradición son las siguientes:

Disposiciones de derecho interno; a veces se hallan contenidas en los Códigos, a


veces en una ley especial. Bolivia carece de una regulación puramente interna sobre
esta institución.

Tratados internacionales. En Bolivia, se halla vigente el Tratado de Montevideo,


también existen tratados bilaterales con varios gobiernos extranjeros.

Reciprocidad; ella surge en virtud de hechos concretos, de un pedido de extradición;


tal pedido contiene expresa o implícitamente un ofrecimiento de reciprocidad.

Clases. La extradición es de dos clases, según la posición de los Estados frente a


ella: Es pasiva para el Estado requerido, para aquel al que se pide que
entregueinmllelincuente. 2) La activa para el Estado requirente, para el que pide que
el delincuente le sea entregado.

Sujetos y delitos sobre los que versa. Hay condiciones a las cuales la extradición se
halla sometida.

En cuanto al sujeto, la única limitación que existe en algunos casos -no entre
nosotros ahora, pero sí en el Anteproyecto de 1964- es que no se entrega a la nación
al para ser juzgado en el extranjero: se lo juzga en los Tribunales nacionales por el
delito cometido en el extranjero.

En cuanto a la clase de delitos:

- La extradición procede en los delitos comunes, pero no en los políticos o conexos


con los políticos. La calificación de delito corresponde, en este caso, al país
requerido (art.23 del Tratado de Montevideo).
- Tampoco procede la extradición en los delitos de duelo, adulterio, injurias y
calumnias, contra el culto; pero si procede por los delitos comunes conexos con los
anteriores (artículo 22 del Tratado de Montevideo).

Por una práctica universal, los delitos puramente militares, como la omisión del
cumplimiento del servicio militar o la deserción, no dan lugar a extradición.

Debe tratarse de delitos de alguna gravedad; quedan excluidas las faltas. Según
artículo 21 del Tratado de Montevideo, la extradición procede cuando el delito tiene
una sanción privativa de libertad de por lo menos dos añas, u otra equivalente; salvo
cuando ya hubiera sentenciaren cuyo caso, la pena debería ser de un año, por lo
menos.

- El delito materia dela extradición no debe haber prescrito de acuerdo a las leyes
del país requerido o requirente. No es justificado que un país entregue a una
persona si ésta ha ejecutado una conducta que el país en que se encuentra sea
considerada delictiva.

- Que la conducta sea considerada delito tanto por el país requerido como por el
requirente, por razones similares a las de caso anterior.

- Es también de práctica -recogida por el Tratado mencionado; artículo 26- que no


se pueda sancionar al delincuente sino por el delito que sirvió de materia a la
extradición; nunca se procederá por delitos políticos anteriores a la misma. Pero
podrán sancionarse los delitos comunes, previo conocimiento del Estado que
entregó al delincuente.

Además, si la pena aplicable es la de muerte, el Estado requerido puede exigir que


se aplique la inmediatamente interior (art. 29).

El asilo. Es una institución que consiste en que el Estado acoge a un delincuente y


no lo sanciona, ni concede su extradición.

El derecho de asilo se halla consagrado por nuestra Constitución, la que dice: “Art.
18.- Se reconoce el derecho de asilo diplomático en los alcances contemplados por
las normas y convenios internacionales. La extradición no procede sino por la
comisión de delitos comunes y en ningún caso por motivos políticos”.

El Tratado de Montevideo establece:

“Art. 15.- Ningún delincuente asilado en el territorio de un Estado podrá ser


entregado a las autoridades de otro, sino de conformidad a las reglas que rigen la
extradición”.

“Art. 16.- El asilo es inviolable para los perseguidos por delitos políticos...”.

5.- LUGAR EN QUE SE COMETIÓ UN DELITO. Para aclarar si un delito cae dentro
de los límites de vigencia espacial de la ley penal, es necesario establecer el lugar
donde tal delito se ha cometido.

Supongamos que desde Santiago de Chile se envía una carta injuriosa a una
persona que vive en La Paz; ¿dónde se cometió el delito? ¿En el lugar donde se
desplegó la actividad o donde apareció el resultado? Iguales preguntas pueden
hacerse si alguien dispara a través de una frontera.

Existen tres teorías al respecto.

- Teoría de la actividad; el delito se juzga cometido allí donde ocurrió la


manifestación de voluntad o conducta.

- Teoría del resultado: el delito se juzga cometido en el lugar donde se produzcan


los resultados de la conducta.

- Teoría mixta, que es la más aceptable, si se interpreta racionalmente la ley, cuyo


fin es la protección de bienes jurídicos. Si se aceptara una sola de las dos teorías
anteriores, podría producirse un reenvío del que resultara la impunidad del
delincuente; tal sucedería si, por ejemplo, el país desde el cual se hizo el disparo
aceptara la teoría del resultado y si el país en que se produjo la muerte aceptara la
teoría de la actividad. Sólo una teoría mixta y unitaria impediría los posibles casos
de injustificable impunidad a que darían lugar las otras dos teorías, si son admitidas
separadamente.
Este es el principio que sigue el Proyecto López Rey en su artículo 1º, segunda
parte, que dice “… Se estimara cometida una infracción en territorio boliviano,
cuando una conducta de ejecución haya sido intentada o realizada en dicho territorio
o cuando el resultado de la infracción se haya producido en el mismo”.

6.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. El Anteproyecto de 1964 se atiene a los


principios antes enunciados, en cuanto a la vigencia espacial de la ley penal.

Dice, al respecto:

Art. 1º (En cuanto al espacio). Este Código se aplicará:

1º.- A los delitos cometidos en el territorio de Bolivia o en los lugares sometidos a


su jurisdicción.

2º.- A los delitos cometidos en el extranjero, cuyos resultados se hayan producido o


debían producirse en el territorio de Bolivia o en los lugares sometidos a su
jurisdicción.

3º.- A los delitos cometidos en el extranjero por un boliviano, siempre que éste se
encuentre en territorio nacional y no haya sido sancionado en el lugar en que
delinquió.

4º.- A los delitos cometidos en el extranjero contra la seguridad del Estado, la fe


pública y la economía nacional. Esta disposición será extensiva a los extranjeros, si
fueren habidos por extradición o se hallasen dentro del territorio de la República.

5º.- A los delitos cometidos en naves, aeronaves u otros medios de transporte


bolivianos, en país extranjero, cuando no sean juzgados en éste.

6º.- A los delitos cometidos en el extranjero por funcionarios al servicio de la Nación,


en el desempeño de su cargo o comisión.

7º.- A los delitos que por Tratado o Convención de la República se haya obligado a
reprimir, aun cuando no fueren cometidos en su territorio.

Art. 2º (Sentencia extranjera). En los casos previstos en el artículo anterior, cuando


el agente sea juzgado en Bolivia, habiendo sido ya sentenciado en el extranjero, se
computará la parte de pena cumplida en aquél si fuere de la misma especie y si
fuere de diferente, el juez disminuirá en todo caso la que se imponga al autor.

Art. 3º (Extradición). La extradición no procede por delitos políticos ni por delitos


comunes conexos a los mismos.
CAPÍTULO X

VIGENCIA DE LA LEY PENAL EN CUANTO A LAS PERSONAS

1.- PRINCIPIO DE IGUALDAD DE LAS PERSONAS ANTE LA LEY. En los capítulos


anteriores, hemos visto que las personas son iguales ante la ley; es decir, ya no
existen privilegios derivados de la nobleza, la religión o la situación económica o
social.

Esta igualdad resulta también del hecho de que todas las personas, como hemos
visto; están obligadas, cuando se hallan en territorio nacional, a someterse a las
leyes de Bolivia. Tal obligación es particularmente estricta con las leyes penales,
pues éstas son de derecho público y uno de los signos de la soberanía nacional.

Pese a lo anterior, la ley penal debe tomar en cuenta a veces la situación especial
de las personas, no por consideración a privilegios individuales y privados; sino en
razón de las funciones públicas que desempeñan. Son, por tanto, más privilegios
del cargo que de la persona.

Las normas acerca de aplicación de la ley penal en cuanto a las personas, se hallan
contenidas tanto en la Constitución como en leyes secundarías.

Hay que distinguir dos aspectos:

Privilegio de irresponsabilidad: en tal caso, la persona es impune por conductas que


serían delictivas si las realizarán quiénes no desempeñan ciertas funciones. Este es
el caso que corresponde estrictamente al Derecho Penal, pues se trata de
inaplicabilidad de las normas sustantivas.

Privilegio de proceso; entonces existe responsabilidad penal, pero el juicio o puede


iniciarse sea hasta que se hayan cumplido ciertos trámites no jurisdiccionales o haya
transcurrido cierto término, o el proceso tiene que realizarse ante determinados
tribunales.

En este segundo caso, se trata de problemas que corresponden, en su detalle, al


Derecho Procesal Penal.
2.- CASOS DE IRRESPONSABILIDAD O IMPUNIDAD. En nuestro ordenamiento
jurídico, sólo se reconocen dos casos de impunidad.

a) Representantes diplomáticos extranjeros. El problema es resuelto de acuerdo


con el Derecho Internacional Público y supone reciprocidad. Los tratadistas actuales
consideran que esta irresponsabilidad no se basa en ningún derecho de
extraterritorialidad, sino en una mera inmunidad jurisdiccional personal, por la cual
los tribunales nacionales no pueden procesar a un diplomático extranjero. Hasta el
momento, no existe completo acuerdo para determinar con exactitud a cuáles
funcionarios ampara este privilegio; no hay discusión en cuanto a quienes
encabezan la representación diplomática; pero es menos claro establecer qué otros
funcionarios gozan de inmunidad. Como lógica extensión, también se hallan
exentos los Jefes de Estado extranjeros, si cometieran delitos en territorio nacional.

Pueden darse excepciones cuando el país representado desafuera a su


representante, o cuando éste renuncia voluntariamente a sus inmunidades.
Entonces los órganos jurisdiccionales bolivianos podrían proceder aplicando la ley
nacional.

b) Los diputados y senadores, los cuales, según el artículo 51 de la Constitución,


“son inviolables en todo tiempo, por las opiniones que emitan en el ejercicio de sus
funciones”. Si, por ejemplo, en una actuación camaral, uno de ellos injuriara o
calumniara a una persona, no puede ser sancionado. Este privilegio se basa en la
necesidad de que los representantes nacionales gocen de irrestricta libertad de
palabra, al discutir proyectos de ley ejercer el derecho de controlar al Poder
Ejecutivo u opinar sobre los más distintos asuntos. Es un privilegio racional,
inclusive si se tiene en cuenta que ha dado lugar a ciertos abusos.

Pero los representantes nacionales son responsables criminalmente por las


opiniones que emitan fuera del ejercicio de sus funciones.

3.- PRIVILEGIOS DE PROCESO. Ellos se refieren tanto a requisitos qué hay que
cumplir antes de proceder con el juicio criminal, como a las condiciones que debe
reunir el tribunal encargado del juicio.
a) Requisitos para proceder. Se refieren a la necesidad de obtener permiso "para
proceder, o de que transcurra cierto término. Ningún senador o diputado, incluyendo
al vicepresidente de la República, en cuanto es Presidente del Congreso y del
Senado, puede ser “acusado, perseguido o arrestado en ninguna materia, si la
Cámara a la que pertenece no da licencia” (art. 52, de la Constitución). Debemos
recordar que en ciertas obligaciones civiles -por tanto, no sólo en casos criminales,
cabe la privación de libertad.

Según la ley de 31 octubre de 1884 -ley de responsabilidad de altos funcionarios


del Estado en su articulo18, el Presidente y Vicepresidente de la República
responden durante su mandato, sólo por los delitos de traición a la patria, violación
de garantías constitucionales y malversación de fondos públicos. “Por los demás
delitos, serán juzgados después que terminen sus funciones”.

En cuanto a cualquier diputado o Senador o el Vicepresidente de la República cómo


presidente del Congreso y del Senado no podrá ser demandado en materia civil
desde 60 días antes de la reunión del Congreso, hasta el término de la distancia
para que se restituya a su domicilio artículo 52 de la Constitución.

b) Condiciones del tribunal. La Constitución Política del Estado, en sus artículos 14


y 117, establece que nadie puede ser juzgado por comisiones especiales ni pueden
crearse-tribunales de excepción; ambas son garantías procedimentales para las
personas.

Todos son iguales ante la ley; pero ésta misma, en determinados casos, establece
ciertos tipos de tribunales -que no son excepcionales, sino Regulares en relación
con la materia de que conocen y a los funcionarios que juzgan- para garantizar
mejor la aplicación de la ley.

Esos tribunales conocen sólo delitos cometidos por personas en el ejercicio de


funciones públicas; no se viola, por tanto, el principio de igualdad ante la ley de
todos los individuos; simplemente se toman en cuenta la función desempeñada y
los delitos que pueden cometerse con relación a su ejercicio.
Por los delitos comunes, esos mismos funcionarios quedan sometidos a la
jurisdicción ordinaria.

Nos referimos a algunos aspectos centrales, sobre todo de jurisdicción ya que el


tratar del trámite del proceso corresponde a otra materia: el Derecho Procesal
Penal.

La situación de los altos dignatarios del Estado, se halla regulada -en manto a
procesos criminales toca- por las leyes de 31 de octubre de 1884 octubre, de 1944.

“El Presidente, el Vicepresidente o cualquier otro de los designados para ejercer el


Poder Ejecutivo, serán responsables mientras duren sus funciones, con ocasión de
haberlas realmente ejercido, por los siguientes delitos.

1.- Traición a la patria.

2.- Por violación de las garantías individuales.

3.- Por malversación de los fondos públicos... (Art. 18 de la ley de 31 de octubre de


1884).

Los Ministros son responsables.

1.- Por traición a la Patria.

2.- Por infracción del texto expreso de la Constitución y de las leyes.

3.- Por malversación de los fondos públicos.

4.- Por hacer más gastos que los presupuestos.

5.- Por soborno o cohecho en los negocios de su cargo o en nombramientos de


empleados públicos.

6.- Por violación de las garantías individuales (Art. 17 de la ley recién citada).

Los magistrados de la Corte Suprema son juzgados, de acuerdo a la ley de 7 de


noviembre de 1890, por el delito de prevaricación, que esa ley define.
Los denominados casos de Corte son numerosos. Puede vérselos en los artículos
124. Inc. 6 y 125 de la Constitución y leyes secundarias.

En cuanto al tema tratado en este capítulo, el Anteproyecto de 1964 dice:

“Art. 5º.- (En cuanto a las personas). La lev penal no reconoce ningún fuero ni
privilegio personal...”
TERCERA PARTE

EL DELITO

CONCEPTO DE DELITO

1.- CONCEPTO Y DEFINICIONES. El delito es una conducta que se opone a lo que


la ley manda o prohíbe, bajo conminatoria de una pena. Cuando hablamos de delito
surge enseguida la idea de algo que se contrapone al ordenamiento jurídico; un
análisis mayor nos dirá que, además, esa conducta produce una reacción especial
que es la pena; pero como también hay penas o sanciones, de tipo civil,
administrativo, etc., llegaremos a la conclusión de que el delito tiene una pena
“criminal”.

Esta definición es puramente formal y aunque frecuentemente dada por autores y


legislaciones del siglo XIX, tiene el defecto de ser una tautología pues, al fin y al
cabo, nos dice que es delito lo que la ley considera como tal.

Por eso, mejor es ir a una definición substancial, que nos diga cuáles son los
elementos que integran un delito y que esté hecha por género próximo y diferencia
específica, tal como lo manda la Lógica.

A tal definición deberá llegarse por una inducción; es decir, se estudiarán los
distintos tipos delictivos especiales y se extraerá lo que ellos-tienen de común. No
se tomará en cuenta lo que los distingue como robo, homicidio, prevaricación, etc.,
sino lo que los hace delitos; tendremos así un concepto general de delito, que dejará
de lado, por el momento, lo que es propio de cada especie de delito en particular.

Lo primero que salta a la vista es que el delito se halla en la amplia categoría de los
hechos jurídicos, es decir, de aquellos sucesos que producen resultados de
derecho; más concretamente, se halla entre los actos jurídicos, porque en el delito
interviene la voluntad y es como efecto de ésta que aparecen las consecuencias
jurídicas.

En segundo lugar, ese acto se opone al ordenamiento jurídico positivo. Esta noción
de "antijuricidad" es esencial para que un acto pueda ser considerado delictivo.
Por fin, la consecuencia jurídica, la pena, es característica; es la-que diferencia al
acto delictivo de otras conductas antijurídicas.

En líneas generales, por tanto, el delito es un acto antijurídico (género próximo) cuya
consecuencia es una pena de tipo criminal (diferencia específica).

Desde ahora, debemos dejar establecido que, si la pena es integrante de la


definición de delito, no es parte de éste a manera de elemento, sino de
consecuencia, es. decir, a modo de algo que lógica y temporalmente viene después.

A este mismo respecto, debemos distinguir entre delito como figura jurídica general,
y delito como acto concretó que cae bajo las determinaciones de aquella figura. En
cuanto figura jurídica, el delito envuelve necesariamente la noción de pena; no
puede concebirse acto delictivo alguno cuya consecuencia lógica no sea la pena.
Sin embargo, en el caso del delito concreto, puede que algunas veces, la pena no
sea aplicable, por causas que luego hemos de ver. Si esta distinción -entre tales
dos significaciones de la palabra delito- no es tomada en cuenta, puede incurrirse
en errores; por ejemplo, el de pensar que, puesto que la pena no es elemento del
delito, sino consecuencia del mismo, no debe formar parte de la definición
substancial.

La definición más lograda sobre los elementos del delito y que es resultado de una
larga elaboración doctrinal ha sido dada, a nuestro parecer, por Mezger; este autor
define al delito como presupuesto de la pena y, por tanto, lo caracteriza sólo a él
dando sus notas materiales o substanciales. Mezger dice: "Delito es la acción
típicamente antijurídica y culpable". (I, 163)

Esta definición -y las que son semejantes a ella-tiene dos ventajas: 1) Excede el
campo puramente formal; es una definición substancial. 2) Tiene carácter jurídico;
es decir, deja de lado las pretensiones de ciertos sociólogos, jusnaturalistas y
partidarios de la escuela positiva, que buscaban definir el delito para todos los
tiempos y lugares y que daban la noción no tanto de lo que el delito es, como de lo
que debe ser.
Posteriormente, al considerar la pena criminar, nos referiremos a los caracteres de
ella; ahora, dentro de la definición de Mezger, haremos un resumen de los
caracteres del delito.

"Acción"; con esta palabra nos referimos a las manifestaciones externas humanas,
es decir, a la conducta (esta palabra es preferible a la de acción, pues involucra sin
esfuerzo los delitos por omisión, lo que no sucede con la otra). Se excluye del campo
delictivo lo que, habiendo ocurrido en el fuero interno de la persona, no ha llegado
a manifestarse externamente.

"Típicamente antijurídica"; la conducta debe oponerse al ordenamiento jurídico, no


estar justificada por dicho ordenamiento; además, debe caer bajo la descripción de
uno de los tipos penales; es decir, debe ser "típicamente antijurídica".

"Culpable"; esta palabra se refiere a los momentos psíquicos del delito; á la


posibilidad de que la conducta sea puesta a cargo de quien la realizó -imputabilidad-
y a la manera en que la conducta es producto de la actitud interior -formas de
culpabilidad-.

A fin de que se puedan hacer comparaciones damos, a continuación, algunas otras


definiciones:

"Delito es aquel comportamiento humano que, a juicio del legislador, contrasta con
los fines del Estado, y exige como sanción una pena (criminal). (Antolisei, p. 88)

"Delito es aquella conducta que, -a juicio de las personas que según el


ordenamiento jurídico están autorizadas para dictar las normas jurídicas- torna
imposible o pone en grave peligro la existencia y la conservación de la sociedad"
(Grispigni, I, p. 144) o también, con una fórmula que este autor considera
equivalente a la recién transcrita: "Delito es aquella conducta que hace imposible o
pone en grave peligro la convivencia y la cooperación de los individuos que
constituyen una sociedad". (I, p. 144)

"Delito es toda acción que ofende gravemente el orden ético-jurídico y por esto
merece aquella grave sanción que es la pena. En otros términos: delito es un mal
que debe ser retribuido con otro mal para la reintegración del orden ético-jurídico
ofendido". (Maggiore, I, p. 251)

"Delito es una acción típicamente antijurídica culpable y adecuada a una figura legal
conforme a las condiciones objetivas de ésta". (Soler, I, P. 227)

2.- EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE DELITO. El concepto de delito


es tan esencial en el Derecho Penal, que la evolución de este se halla ligada
estrechamente a la de aquél.

El primer concepto técnico de delito lo dio Carrara al decir que delito es "la infracción
de la ley del Estado, promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos,
resultante de un acto externo del hombre, positivo o negativo, moralmente imputable
y políticamente dañoso" (cit. por Jiménez de Asúa, III, p. 39). En esta definición, se
considera que lo esencial es que el delito es un ente jurídico, consecuencia de una
contraposición al derecho. No es un ente de hecho, sino jurídico. Por eso no se dice
que el delito es acción, sino infracción. Y precisamente, infracción del derecho y no
de la moral o la religión.

Cuando los hechos adquirieron papel de protagonistas en las ciencias penales, es


decir, cuando apareció la Escuela Positiva, la definición cambió. Fue Garófalo el
autor de una de las llamadas a suscitar mayores discusiones; consideró que hay
que distinguir el delito natural del meramente legal; el primero consiste en la lesión
a los sentimientos altruistas fundamentales de piedad y probidad; estos
sentimientos son hoy instintivos, forman parte de la naturaleza del hombre civilizado;
de ahí por qué el ataque a ellos constituye un delito "natural". Van contra la piedad
los actos que atacan la vida, la integridad física o causan dolor sensible o moral
(seducción, difamación, etc.) Van contra la probidad el robo, hurto, estafa, etc.

Los delitos puramente legales son aquellos que corresponden a necesidades


políticas propias de cada país; tales los relativos a caza y pesca, el culto, etc.

La tentativa de Garófalo para construir un criterio que permita distinguir lo que es y


debe ser delito, de lo que simplemente es tal -porque está en la ley- ha sido
considerada fallida. En primer lugar, porque los de probidad y piedad no son los
únicos sentimientos dignos de ser tomados en cuenta para construir aquel criterio;
además no existen, de hecho, tales conductas consideradas universalmente, en el
mundo civilizado, como delictivas. Por fin, hay la necesidad de partir de aquello que
la ley considera delito, pues de otro modo, se corre el riesgo de destruir el Derecho
Penal.

Por el mismo camino -de crear un criterio superior y más duradero que el de la
legislación positiva y que debe servir de norte a ésta- se mueven otras definiciones
como las antes mencionadas de Antolisei, Grispig- ni y Maggiore.

Paralelamente, ante los destructores desbordes del positivismo, los penalistas


alemanes comenzaron, con Beling a la cabeza, a construir una definición dogmática,
es decir, sacada del derecho positivo; ellos quieren una definición substancial, pero
de base jurídica y no filosófica o sociológica; desean establecer los elementos del
delito (lo que, dicho sea de paso, tiene un riesgo; el de llevar a que la definición se
transforme en descripción.

Beling intentó, ya en 1889, una definición dogmática, que luego fue corregida por él
mismo varias veces. Consigna, lo que es un adelanto, la teoría de las normas de
Binding; por ello el delito es considerado algo antijurídico; se refiere también a la
doctrina del tipo penal, que tan fecunda ha sido para el Derecho Penal. Beling llegó
a la siguiente definición, después de cerca de cuarenta años de lanzada su primera
idea: "Acción punible (delito en el sentido amplio) es toda acción típicamente
antijurídica y correspondientemente culpable, que no está cubierta por una causa
objetiva de exclusión de la penalidad". (Cit. por Jiménez de Asúa, III, p. 53).

Esta corriente es la que ha llevado a la definición de Mezger que consignamos en


el primer punto de este capítulo y que es la que, pensamos, ha de servir de base a
cualquier perfeccionamiento futuro.

3.- CARACTERES DEL DELITO Y TEORÍAS ANALÍTICAS Y SINTÉTICAS


ACERCA DE LOS MISMOS. Como vimos, los elementos esenciales del delito son
tres: conducta, antijuridicidad y culpabilidad -suponiendo siempre su consecuencia,
la pena, porque sin ésta no hay delito-.
Sin embargo, como retorno a una vieja tradición especialmente italiana, se ha
presentado la doctrina de que los elementos (la materia del delito) son solo la acción
y la culpabilidad; o sea hay dos elementos (concepción bipartita) y no tres
(concepción tripartita) como dicen los alemanes. La antijuridicidad, según aquellos
penalistas italianos, no es elemento, sino esencia del delito. Los elementos pueden
o no ser delictivos; adquieren este carácter sólo cuando son antijurídicos. Ahora
bien: la antijuridicidad es una relación de contraposición entre los elementos y el
derecho; por tanto, la esencia del delito es simplemente una relación. (V. Antolisei,
pp. 137-140)

Otro problema resulta de la manera de considerar los caracteres del delito.

No puede negarse que, a partir de Beling, hubo un movimiento favorable al análisis,


a considerar separadamente los elementos. Como es natural, una exageración en
ese sentido puede llevar a perder de vista al delito como conjunto, como una síntesis
unitaria de todos los elementos.

Ha sido una lástima para el Derecho Penal que, a problemas eminente-mente


técnicos, se mezclaran otros de tipo político. Se habló, sobre todo en Alemania, de
que al derecho atomizador de tipo liberal había que oponer, una concepción
totalizadora, de tipo nazi. Caído el nacismo, las teorías favorables a consideraciones
de conjunto sufrieron una crisis inmerecida; porque ellas no son nazis por esencia,
aunque pudieron serlo por accidente.

La doctrina de la consideración de conjunto ha sido apoyada por autores de la talla


de Welzel (V. obra citada, passim) y Mezger.

En realidad, la contraposición no puede ser terminante. El análisis no es principio


de tal o cual doctrina, sino una necesidad metódica; las consecuencias a que él
lleva, tienen que ser respetadas; por ejemplo, si se establece que hay distintas
causas que pueden destruir el delito, porque dejan sin vigencia a uno de sus
elementos, es absurdo volver a la vieja concepción de tratar de las causas
eximentes de manera conjunta. Pero el análisis supone que se ha partido de un
todo; si tal análisis pierde de vista ese punto inicial, podrá llegar a constituir partes
muy bien estudiadas, pero que habrán perdido su cohesión, que ya no serán
realmente partes, sino elementos independientes; de esta manera se olvidará que
el delito es algo estructurado cuyos componentes no pueden ser entendidos sino
uno en función del otro y todos como integrantes de un conjunto.

Por tanto, ni concepciones analíticas ni sintéticas, como si fueran excluyentes; unas


y otras, pero con un criterio rector: el de la totalidad.

4.- LA AUSENCIA DE ELEMENTOS DEL DELITO. Los elementos del delito son
esenciales; si falta uno, en delito desaparece.

A veces, los elementos existen en apariencia y tiene que darse su consecuencia: la


pena. Pero la intervención de ciertos factores anula a tal o cual elemento y, por
tanto, hace desaparecer el delito o impide la imposición de una pena.

Es decir, al lado de caracteres positivos del delito -que lo constituyen- pueden darse
caracteres negativos del delito-que lo destruyen o hacen des-aparecer la pena-.

A continuación, damos un cuadro de esos caracteres que serán tratados en detalle


en su momento.

ASPECTO POSITIVO ASPECTO NEGATIVO

Conducta Ausencia de conducta

Tipicidad Ausencia de tipicidad

Antijuridicidad Causas de justificación

Imputabilidad Causas de inimputabilidad

Forma de culpabilidad Causas de inculpabilidad

Pena Causas de impunidad.

5.- EL DELITO EN EL DERECHO PENAL BOLIVIANO. Las definiciones


correspondientes se hallan en el Código Penal, artículos 1 y 2. El primero se refiere
al "delito" y el segundo a la "culpa"; en realidad, la distinción se hace en base a la
culpabilidad, lo que no es justificado y debe rectificarse en cualquier legislación
futura. En ambos casos se trata de delitos; el artículo 1 se refiere al delito doloso, y
el 2 al culposo.

Los elementos y la consecuencia del delito se hallan así establecidos: Conducta:


"Comete delito el que... hace u omite..." (art. 1). "Comete culpa el que... infringe..."
(art. 2).

Antijuridicidad: "... lo que Ta ley prohíbe o manda..." (art. 1) "... infringe la ley..." (art.
2).

Culpabilidad: "...el que libre y voluntariamente y con malicia..." (art. 1). "... el que
libremente, pero sin malicia... por alguna causa que puede y debe evitar" (art. 2).

Pena: "... bajo alguna pena..." (art. 1).

Es general que los códigos modernos no den una definición del delito; se limitan a
detallar sus caracteres generales ya enunciar los tipos específicos. El Anteproyecto
de 1964, sigue esta tendencia, que es la más aceptable.
CAPÍTULO XII

CLASIFICACIONES DE LA INFRACCIÓN PENAL

Las infracciones de la ley penal pueden ser distinguidas y clasificadas desde


diversos puntos de vista. Esa tarea de distinguir y clasificar no tiene objetivos
puramente teóricos, sino que lleva a consecuencias prácticas.

1.- CLASIFICACIÓN SEGÚN LA GRAVEDAD. SISTEMA BIPARTITO Y SISTEMA


TRIPARTITO. Esta clasificación pretende distinguir las infracciones penales de
acuerdo con la gravedad de las mismas.

Se han seguido dos sistemas: el tripartito, que admite tres tipos de infracciones -
crímenes, delitos y contravenciones- y el bipartito que sólo reconoce dos grados -
delitos y contravenciones-.

La dificultad, en ambos casos, se halla en que no existe ningún criterio firme,


duradero e intrínseco para distinguir las infracciones según su gravedad. Todo suele
depender de circunstancias de tiempo y de lugar que se reflejan en los cambios
legislativos. Por ejemplo, en pocos siglos la hechicería ha pasado de ser uno de los
crímenes o delitos más graves, a simple falta de policía, cuando sirve de medio para
embaucar a los ingenuos.

Carrara creía haber encontrado un criterio de distinción. Pensaba que los delitos
ofenden los altos principios de la ética universal y del derecho natural. En cambio,
faltas y contravenciones se establecen por simple utilidad social, no son "mala in
se". Pero tal criterio no es admisible; por ejemplo, un hurto pequeño-de esos que
nuestra ley denomina rateros- va contra la moral natural, pero es falta. En cambio,
el omitir el servicio militar se relaciona con necesidades de mera utilidad y, sin
embargo, constituye delito. Además, aunque haya una ética con principios
absolutos, es la verdad que las concepciones humanas acerca de ellos, han variado
mucho según condiciones de tiempo y lugar. Pensemos por ejemplo en el delito de
hechicería a que más arriba nos referimos.
Iguales críticas merecen otros criterios. Por ejemplo, en los fundamentos del Código
italiano de 1889, se decía que los delitos causan lesión, mientras las faltas o
contravenciones causan peligro.

Tampoco vale decir que las faltas son delitos en miniatura. Una descripción de ese
tipo no es exacta, en primer lugar, por los cambios legislativos aludidos más arribe;
en segundo lugar, porque implica una tautología: las faltas son menos graves
porque son delitos en miniatura y son delitos en miniatura porque son menos graves.

En realidad, la distinción tiene que hacerse sobre bases prácticas, con fines
utilitarios, como la hacen las legislaciones. Esas bases son dos:

- La pena: más grave para los delitos, menos grave para las faltas o
contravenciones.

- La jurisdicción: distinta al juzgar los diversos tipos dé infracciones.

El código francés es el prototipo del sistema tripartito; está en relación con los
tribunales que conocen de las infracciones, tribunales que son también de tres tipos.

En general, la restante legislación mundial, se inclina al sistema bipartito, también


basado en la gravedad de la pena y la jurisdicción.

Nuestro ordenamiento jurídico se inclina a la bipartición; con la salvedad de que las


contravenciones suelen hallarse determinadas por leyes y otras disposiciones
especiales.

2.- DELITO INSTANTÁNEO, PERMANENTE Y CONTINUADO. Esta clasificación


se hace tomando en cuenta la forma de la conducta delictiva.

Hay, delito instantáneo cuando la conducta se lleva a cabo en un momento. La


determinación de si se trata de un momento o no, depende de la mente de la ley y
no de lo que diga el reloj; por ejemplo, si alguien mata de varias cuchilladas, comete
un delito instantáneo.
Esta clasificación se hace desdé el punto de vista de la conducta y no del resultado;
si uno mata de un tiro, el delito es instantáneo, aunque el muerto quede en tal
condición para siempre.

La mayor parte de los delitos son de. este tipo.

Hay delito permanente cuando la conducta perdura en el tiempo y cada uno de los
momentos de tal conducta se considera delictivo o de consumarán. Tales son los
casos de omisión en prestar el servicio militar, la detención ilegal, la prolongación o
anticipación ilegal de funciones públicas, el rapto, la permanencia ilegal en casa
ajena, la bigamia, etc.

Hay que distinguir el delito permanente, del delito instantáneo con efectos
permanentes; este es el caso, por ejemplo, de las lesiones d5g0r vida o
mutilaciones. de la falsificación Je documentos, etc.

Hay delito continuado cuando se producen varias conductas que tienden en la


intención del apante, a un fin común. Es necesario que la ley no de relevancia a
cada uno de los actos, porque si así fuera, tendríamos varios delitos y no un solo
delito continuado. Ejemplos: el cajero que va sacando pequeñas cantidades hasta
apoderarse al fin de una gruesa suma; él responde por la apropiación de ésta, como
si fuera una sola, y no por tantas apropiaciones como actos aislados realizó.

A veces, la ley da relevancia a cada acto y constituye las nociones de habitualidad


y profesionalidad, que tienen consecuencias penales.

3.- DELlTOS DE ACCIÓN, DE OMISIÓN Y DE COMISIÓN POR OMISIÓN. También


estos delitos se refieren a la forma de la conducta.

Son delitos de acción aquellos que se cometen con una conducta positiva, haciendo
algo que la ley prohíbe; por ejemplo, robar rompiendo puertas; matar con una
cuchillada; violar, etc.

Son delitos de omisión los que se cometen por no hacer, mediante una conducta
negativa que infringe una ley imperativa: no se hace lo que se debe hacer. Tales los
casos de no prestar el servicio militar, de que las autoridades no persigan a los
delincuentes, (art. 396), de la retardación de justicia (art. 397), de no dar aviso a las
autoridades sobre la preparación o comisión de delitos públicos (art. 450), etc.

En los delitos de comisión por omisión se hace lo que no se debe, dejando de hacer
lo que se debe. Por ejemplo, la madre que, para matar a su hijo, deja de alimentarlo;
la enfermera que, para matar a un paciente, deja de darle los remedios que éste
necesita; el centinela que no impide que ciertas personas ingresen a un cuartel,
para tomar posesión de él, etc.

De estos delitos de comisión por omisión existen casos en nuestro código. Véase el
Art. 530, tac. 2º.

4.- DELITOS MATERIALES Y FORMALES. Al hacer esta clasificación, se toman en


cuenta las consecuencias de la conducta.

Delitos materiales, también llamados de resultado, son Aquellos cuya consumación


exige la aparición de un resultado material externo; tales, el homicidio, la violación,
etc.

Son delitos formales aquellos que se consuman con la sola conducta o


manifestación de voluntad. Puede que algunas veces ellos tengan un resultado
material, pero éste no es tomado en cuenta por la ley para tipificar el delito.

Son delitos formales, por ejemplo, la confederación para resistir a las leyes o
autoridades (art. 214); el constituir cuadrilla de malhechores (art. 237); las calumnias
y las injurias (porque, para ser tales, no es, necesario que ellas desacrediten o
lleguen a disminuir la buena fama del calumniado o injuriado), etc.

Esta distinción tiene importancia en cuanto a la tentativa pues se admite de modo


general, que en los delitos materiales la tentativa es posible, lo que no sucede en
los delitos formales.

5.- DELITOS DE LESIÓN Y DE PELIGRO. Son delitos de lesión aquellos que


causan un daño real al bien, jurídico; tales son los casos de violación; el robo, el
homicidio, etc. Por eso también se denominan delitos de daño.
Son delitos de peligro los que suponen la simple probabilidad de que el daño se
produzca. Tales son los casos de la cuadrilla de malhechores (art. 237); la
construcción de medios para la falsificación de moneda (art. 290); el despacho de
drogas perjudiciales y venenos sin cumplir con los reglamentos (art. 271); la
preparación de veneno (art. 513); el apadrinar o incitar a riñas (duelos) (art. 547),
etc.

6.- DELITOS INDIVIDUALES Y COLECTIVOS. Toman en cuenta al sujeto que


comete el delito.

Se llaman individuales los delitos que pueden ser cometidos por una sola persona;
desde luego, pueden participar más, pero para que el delito exista, la ley no exige
sino la actividad de una. Son de este tipo la mayoría de los delitos: hurto, abuso de
confianza, homicidio, etc.

Son colectivos los delitos para cuya comisión la ley exige que haya dos o más
personas (se puede llegar inclusive a especificar el número de sujetos); tales los
casos de-tuadrilla de malhechores, rebelión, motín, conspiración, riña, etc.

7.- DELITOS DOLOSOS, CULPOSOS Y PRETERNINTENCIONALES. Esta


clasificación se hace tomando en cuenta la actitud psíquica de los agentes.

Son delitos dolosos los que, según nuestro código se perpetran con libertad,
voluntad y malicia; tales, son el homicidio voluntario (479), el asesinato, el robo, etc.

Son delitos culposos los que se realizan sin malicia (intención), pero si por alguna
causa actué se puede y debe evitar, es decir, según la terminología de nuestro
código, por ligereza, descuido, negligencia, imprudencia, impericia.

Son delitos preterintencionales o que se producen más allá de la intención, aquellos


en que se bica cometer un delito, pero resulta otro más grave; por ejemplo, cuando
queriendo sólo lesionar a una persona se la mata (art. 505).

Sobre este punto, que contiene muchos aspectos discutibles si partimos de la base
de nuestra legislación, hemos de volver con más amplitud cuando tratemos de las
formas de culpabilidad.
8.- DELITOS DE ACCIÓN PÚBLICA Y DE ACCIÓN PRIVADA. Esta distinción se
basa en la procedibilidad de las acciones.

Son delitos de acción pública -llamados erróneamente, por nuestra legislación,


delitos públicos- aquellos cuyo enjuiciamiento puede ser pedido por cualquiera y
hasta ser llevado a cabo de oficio.

Son delitos de acción privada -erróneamente designados por nuestra legislación


como delitos privados- aquellos cuyo enjuiciamiento requiere presentación de
querella de parte.

La primera parte del artículo 5º del Código Penal dice: "Las culpas o delitos son
públicos o privados. Culpas o delitos públicos son aquellos que pueden ser
acusados por todo boliviano a quien la ley no le prohíbe el ejercicio de este derecho,
ya en general, ya en casos determinados. Culpas y delitos privados son aquellos
cuya acusación es permitida solamente a las personas ofendidas por ellos..."

A continuación, ese artículo detalla cuáles delitos son públicos.

De manera concordante, el Procedimiento Criminal establece en su artículo 5º. “Los


procedimientos sobre injurias, calumnias, rapto de personas o sobre cualquier otro
delito de los que la ley califica como privados, sólo se iniciaran a virtud de querella
del ofendido. El desistimiento de éste ante el fiscal de la causa, pondrá también fin
en cualquier estado del proceso a la acción penal iniciada para el juzgamiento de
dichos delitos.”

9.- DELITOS CALIFICADOS Y PRIVILEGIADOS. Esta clasificación se refiere a la


gravedad de las infracciones, tal como se traduce en el grado y naturaleza de la
pena.

En los ataques a los bienes jurídicos hay, por así decir, uno de gravedad medía; tal
el caso, por ejemplo, del homicidio doloso establecido en el artículo 479.

A ese delito puede agregarse una agravante que, sin alterar la naturaleza del bien
atacado, implica la imposición de una pena mayor a la del delito medio; en ese caso,
estamos ante un delito calificado. Tales los casos de asesinato y de parricidio que
son homicidios calificados.

A veces, por el contrario, se da alguna atenuante con respecto al delito medio, lo


cual se refleja en la imposición de una pena menor. Tales son los casos del
homicidio resultante de un exceso en la legítima defensa (art. 498), el cometido por
causa de honor C 495), el infanticidio por causa de honor (489, segunda parte), el
resultante de una riña (arts. 491 a 493), etc.

10.- DELITOS COMUNES, POLÍTICOS Y SOCIALES. Esta clasificación -que puede


hacerse siguiendo tres criterios, según enseguida veremos- tiene gran importancia,
en cuanto a diversas instituciones penales, como extradición, la amnistía y el asilo
para establecer si un delito es político, existen los tres criterios siguientes.

a) Criterio subjetivo: toma en cuenta la intención o móvil que tuvo el agente. Si la


conducta se dirige contra el gobierno o las autoridades. Según este criterio; serán
delitos políticos los actos de terrorismo que tienen por fin derribar a un gobierno, el
asalto a un banco si la intención es la de obtener fondos para actividades
subversivas, etc.

b) Criterio objetivo: el delito es político si realmente va contra el orden gobernativo.


Desde este punto de vista, el asalto al banco es delito común; pero puede
considerarse político el asesinato de un Ministro, que derribe a un gobierno o lo
ponga en peligro, aunque la intención o el móvil no hubiera sido político.

c) Criterio mixto; es el más recomendable; toma en cuenta una combinación de lo


subjetivo v lo objetivo, porque la aplicación exclusiva y extremada de uno solo de
los anteriores criterios lleva a conclusiones que repugnan al más elemental sentido
de justicia.

Estos delitos han merecido siempre una consideración especial porque las
apreciaciones sobre los regímenes de gobierno y las autoridades tienen mucho de
relativo; las ideas rectoras suelen ser cambiantes, Si una persona lucha por la
monarquía en una república, puede cometer delitos que lo lleven a la cárcel o al
patíbulo por el momento; pero esos mismos delitos convertirán en héroe al agente,
si la monarquía realmente se instaurara.

Fuera de los delitos políticos, se halla el problema de los conexos con ellos; estos
suelen seguir la suerte de los delitos políticos mismos (hay asilo y amnistía para
ellos).

Hay que advertir que no basta que un delito vaya contra el Estado para que se
considere político; es necesario que atente contra el ordenamiento público y
gubernativo. Por ejemplo, quien roba fondos del Estado, comete un delito comían;
lo mismo quien falsifica moneda o incurre en malversación de fondos.

Más arriba decimos que la relatividad de estos delitos es grande, tanto como las
apreciaciones que pueden hacerse acerca de un gobierno y su acción. La moral no
siempre se siente atacada por algunos de estos delitos y más de una vez se ha
hablado hasta de un derecho al tiranicidio. Por ejemplo, entre nosotros, se presentó
el célebre proyecto de Ley Capital, de que fue autor Franz Tamayo.

Los delitos sociales se hallan íntimamente relacionados con los políticos atentan
contra los principios sociales y económicos. Tales, por ejemplo, los casos de
sabotaje, de huelgas violentas, etc. Los criterios para establecer si un delito es de-
tipo-social, son semejantes a los expuestos para establecer si un delito es de tipo
político.

En cuanto a ciertas consecuencias, en vista de las correlaciones estrechas


existentes, en la práctica se sigue el camino de asimilar los delitos sociales a los
políticos; por tanto, los primeros serán acreedores del derecho de asilo y al beneficio
de la amnistía.

11.- DELITOS SIMPLES Y COMPLEJOS. Los delitos simples son aquellos en que
hay un solo acto cuyo resultado es la lesión de un solo bien. A si sucede, por
ejemplo, en el feminicidio, la violación, etc.

Los delitos complejos son aquéllos en que ay varios hechos y se lesionan varios
bienes; pero la ley no los considera como delitos aislados, sino que unas lesiones
constituyen elementos o circunstancias que agravan la responsabilidad por la lesión
principal. Por ejemplo, el homicidio doloso y premeditado es un delito art. 479; el
incendio o destrucción de una propiedad, por medio de explosión son otros delitos
(arts. 661 y 665); el matar por medio de incendio o explosión constituye delito de
asesinato (art. 483, 5). El rapto es un delito (art. 548); el abuso deshonesto, otro
(arts. 419 y ss.); el rapto seguido de abuso deshonesto constituye un sólo delito
complejo (art.550).

Análogo al delito complejo es el denominado "progresivo"; en el complejo, una lesión


es considerada agravante de otras; en el delito progresivo se va pasando de delitos
menores a mayores y éstos absorben a aquellos. Por ejemplo: un nombre amenaza
a Otro con matarle (art. 600), lo hiere (art. 521 y ss.) y concluye matándolo; éste
último delito absorbe a los previamente cometidos.

12.- DELITOS COMUNES Y ESPECIALES. Esta clasificación toma en cuenta


condiciones de los sujetos del delito.

Se llaman delitos comunes aquellos que pueden ser cometidos por cualquier
persona; por eso, la descripción legal dice: “toca persona que...”, “El que...” etc.

Son delitos especiales -que, más técnicamente deberían ser denominados duitos
propios- aquellos que puedan ser cometidas sólo por personas que tienen ciertas
condiciones. Tales condiciones pueden referirse al cargo público (art. 296):
"Cualquiera funcionario público, civil, eclesiástico o militar..."; art. 345: "Los jueces
de derecho o árbitros..."; art. 369: "Los Intendentes, Gobernadores, comisarios,
Corregidores, Alcaldes o cualesquiera otros funcionarios públicos que teniendo a su
cargo la recaudación de los impuestos personales...", etc.). Al oficio (art. 314):
“Cualquier abogado, defensor o procurador en juicio…”; art. 306: "El profesor de
alguna ciencia o arte..."; arts. 267y 268: "El médico o cirujano...", etc.). A la situación
familiar (art. 443: "El hijo o hija..."; art., 448 "El marido..."; etc.). A ciertas condiciones
personales (art. 489: "... las mujeres solteras o viudas..."; (art. 317)-. La mujer
embarazada..." etc.

Las personas que no reúnen esas condiciones no pueden ser autores, de delitos
propios, pueden, en cambio, participar como coautores, cómplices, fautores o
auxiliadores, receptadores o encubridores, dependiente de las circunstancias de
cada hecho y de las determinaciones de la ley.

13.- DELITO INFRAGANTI. Esta clasificación es de tipo procedimental y toma en


cuenta el pronto descubrimiento del delito y de su autor. Nuestro Procedimiento
Criminal establece al respecto:

"Art. 27.- Hay delito infraganti: 1º. Cuando se descubre en el acto de cometerse; 2º.
Cuando, acabado de cometerse, la alarma y clamor del público indican al autor; 3 º.
Cuando el autor o sindicado es descubierto, mediante las. armas, instrumentos,
papeles u otros objetos que le designan como autor o cómplice del delito, con tal
que sea en un tiempo inmediato".

Las consecuencias de detalle del delito infraganti son estudiadas por el Derecho
Procesal Penal.
CAPÍTULO XIII

LA CONDUCTA

1.- CONCEPTO Y CONTENIDO. La conducta es el acto humano con que se


exterioriza una decisión de la voluntad.

En primer lugar, por tanto, la conducta criminal supone una actuación exterior;
queda excluido lo que permanece en el fuero interno; la decisión voluntaria por sf
sola, si ella no se ha exteriorizado, no tiene relevancia penal.

También quedan fuera de la conducta, tal como el Derecho la considera:

a) Las condiciones de la persona, lo que ella es; sólo tiene relevancia lo que hace.
Por eso, la peligrosidad del sujeto no es conducta, aunque a través de ésta pueda
patentizarse. Supongamos que Lombroso hubiera tenido razón cuando estableció
los caracteres del criminal nato; aun entonces, criminal habría sido no quien tuviera
tales rasgos, sino el que realizara una conducta criminal.

b) Los movimientos corporales que no son exteriorización de la voluntad; por


ejemplo, las respuestas meramente reflejas; lo que uno realiza de modo
exclusivamente mecánico o automático.

c) Lo realizado por agentes que no son humanos: los animales y las cosas.

Dentro del elemento de "conducta", se estudiarán los siguientes aspectos:

a) El sujeto

b) El objeto

c) El resultado

d) La relación de causalidad entre la conducta y el resultado. Este te ma será


considerado en capítulo aparte.

e) Las formas de manifestación de la voluntad (acción y omisión).

También deberán ser estudiadas las causas que implican ausencia de conducta.
2.- EL SUJETO. CASO DE LAS SOCIEDADES. El sujeto de la conducta delictiva
puede ser activo o pasivo, es decir, autor-participante o víctima.

El sujeto activo es siempre la persona física, no las sociedades, ni las cosas ni los
animales, porque carecen de voluntad en sentido propio.

Como ya vimos, el sujeto activo puede ser cualquier persona (delitos comunes) o
sólo las que cumplan ciertas condiciones (delitos propios); puede ser un solo
individuo o puede requerirse, para que la conducta cobre relieve jurídico, que actúe
junto con otros (delitos colectivos).

Por fin, puede ser protagonista, es decir, autor o coautor o representar un papel de
menor importancia, participando en el delito como cómplice, fautor o auxiliador,
receptador o encubridor (ver más adelante, el capítulo sobre participación).

El sujeto pasivo o víctima es aquel que sufre el daño de la conducta delictiva. Puede
ser un hombre concreto o una sociedad o ente colectivo; en este último caso, no
puede ser sujeto pasivo dé todos los delitos; por ejemplo, podrá ser víctima, de robo
o estafa, pero no de asesinato o heridas.

A veces, la ley exige que la víctima reúna ciertas condiciones: ser mujer (en la
seducción, el estupro alevoso, etc.); ser menor de la pubertad (abuso deshonesto,
tal como lo concibe el art. 419); ser menor de tres días (infanticidio por causa de
honor, art. 489); tener determinada calidad oficial (art. 381: desobediencia de un
funcionario público a su superior), etc.

Es lo corriente que la conducta del agente pueda realizarse en cualquier tiempo y


lugar; pero hay casos en los cuales la ley determina ciertas condiciones de tiempo,
lugar o de situación. Por ejemplo: la traición a la patria es la complicidad con e.l
enemigo en tiempo de guerra extranjera (Constitución, art. 27); art. 416: "El que en
templo, o en otro lugar público, o en reunión particular numerosa profiriese
escandalosamente palabras torpes y deshonestas..."; es agravante, en el robo,
cometerlo desde media hora después de ponerse el sol hasta media hora antes de
que salga, (art. 609, la.); se toma en cuenta si el robo se cometió durante motín,
ruina, incendio u otra desgracia, (art. 615 ). También se toma en cuenta el modo de
operar: con engaño, violencia, premeditación, veneno, etc.

Las sociedades. Las sociedades y demás entes colectivos, si se hallan legalmente


reconocidos como tales, son personas, es decir, sujetos de derechos, y
obligaciones.

Parecería, pues, en un primer momento; que ellas, pueden ser sujetos activos de
delito; sin embargo, el problema no es tan fácil de resolver.

Hay quienes, como von Liszt, de Marsico, etc., piensan que teniendo la sociedad
una personalidad distinta de la de los socios, puede cometer también delitos a ella
propios; por ejemplo, en sus operaciones comerciales, puede estafar. La cuestión
está en las penas que pueden aplicarse; no ciertamente las privativas o restrictivas
de libertad; pero sí las penas pecunarias y la disolución, que es un equivalente de
la muerte.

En cambio, otros autores, como Manzini, Binding, etc., que piensan que los entes
colectivos son ficciones jurídicas, concluyen que, precisamente por ello, no pueden
ser sujetos de responsabilidad penal. La pena, si la hubiera, sobre una sociedad
recaería, inclusive sobre los socios inocentes lo que es insostenible. La
responsabilidad penal, por tanto, sólo recae sobre los individuos que hubieran
estafado, robado, etc., pero no sobre la sociedad misma.

Esta última- parece ser la única solución posible. Y ello por una razón fundamental:
la conducta que al Derecho Penal interesa debe ser manifestación de una voluntad.
Pero voluntad en verdadero sentido, no la tienen sino los individuos (por sí mismos
o como parte de un ente colectivo); sólo ellos pueden, por tanto, ser sujetos activos
de delito.

Es verdad que la sociedad puede ser disuelta, suspendida temporalmente,


sancionada con multas y obligada al resarcimiento de daños; esas sanciones
existen y son racionales; pero no pertenecen al campo estrictamente penal, sino al
administrativo.
Si esta conclusión es la preferible en doctrina, lo es mucho más tratándose de
nuestro Derecho Penal; los artículos 1º. y 2º que hablan de libertad y voluntad, no
dejan resquicio alguno para sostener una responsabilidad penal de los entes
colectivos en cuanto tales. Es distinto que algunas disposiciones del Derecho Penal
se tomen en cuenta para aplicar sanciones administrativas.

En todo caso, es necesario mantener separados siempre que sea necesario -lo es
en este punto- los principios del Derecho privado y los del Derecho Penal. (Un buen
resumen sobre esta cuestión, en Maggiore I, pp. 469 - 477).

3.- EL OBJETO. Hay que comenzar distinguiendo entre objeto material y objeto
jurídico de la conducta.

El objeto material es el que recibe de hecho, físicamente, la conducta del


delincuente; ha sido llamado en tiempos pasados -que perduran sobre todo en
nuestra legislación procesal- "cuerpo del delito"; es la cosa robada, el cuerpo que
recibe las lesiones.

El objeto jurídico es el bien atacado con la conducta delictiva; es también -


denominado objeto de protección. Es el derecho de propiedad en el robo; la
integridad corporal (como bien jurídico, no como realidad de hecho), en las lesiones;
la buena fama, en los delitos de injurias y calumnias, etc. Es, en el fondo, el
ordenamiento jurídico penal que es atacado por el delito. Se ha dicho que siendo el
Estado el creador y titular de ese ordenamiento -pues el Derecho Penal es público-
es él el verdadero objeto de ataque del delito.

4.- EL RESULTADO. Es la alteración, jurídicamente relevante, que se produce en


el mundo externo como consecuencia de la conducta criminal.

La conducta tiene diversos efectos; pero desde el punto de vista jurídico, sólo
algunos son relevantes; esos efectos relevantes son el resultado. Por otra parte, la
consecuencia de la conducta es algo distinto de ésta; las concepciones, como la de
Mezger, que consideran resultado todo lo exterior, es decir, inclusive la conducta
misma, no pueden ser admitidas.
Posteriormente hemos de referirnos a los casos en que una conducta produce
varios resultados, todos los cuales son delictivos.

Sucede frecuentemente que el delito consumado implique la aparición de un


resultado: la muerte, las lesiones, la apropiación de la cosa, etc.; las consecuencias
del delito adquieren singular relieve en los delitos agravados por el resultado, como
sucede en las lesiones y en los casos de delito preterintencional.

En cambio, el resultado no existe en ciertos delitos; algunos de éstos quedan


consumados con la mera realización dé la conducta. Es lo que sucede en los delitos
formales.

Otras veces, el delito no depende de que se produzca un daño real (delitos de lesión
o daño); basta con que de la conducta resulte la probabilidad de tal daño (delitos de
peligro).

De lo anterior, podrá concluirse que el resultado no es siempre esencial para que el


delito consumado exista.

5.- ACCIÓN, OMISIÓN Y COMISIÓN POR OMISIÓN. Estas son formas en que la
conducta se manifiesta.

La acción es un hacer positivo; consiste en conducirse de una manera prohibida por


el Derecho Penal, en hacer lo que no se debe.

La omisión implica una conducía negativa; consiste en no hacer lo que la ley manda;
se infringe una ley imperativa que ordena que algo debe ser hecho.

Se ha hablado también, según ya vimos, de delitos de omisión impropia o de


comisión por omisión; en ellos, se viola una norma imperativa omitiendo algo, como
medio para violar una norma prohibitiva, y producir un resultado indebido. Tal el
caso del que mata a otro no dándole alimentos.

6.- RELACIÓN DE CAUSALIDAD. REENVÍO. Este es el punto en que debería


tratarse de la relación de causalidad. Pero el asunto será estudiado en capítulo
aparte, al que nos remitimos.
7.- LA AUSENCIA DE CONDUCTA. No toda modificación del cuerpo de una
persona constituye una conducta relevante desde el punto de vista del Derecho
Penal; para que así suceda, según vimos, es necesario que la conducta sea una
manifestación de voluntad, es decir, sea un acto humano.

Han sido los tratadistas alemanes los que han hecho notar que hay casos en que
las manifestaciones corporales no son manifestación de voluntad; entonces no
habría conducta, es decir, tampoco habría delito.

Ese es el caso de las respuestas puramente mecánicas del organismo, como los
reflejos. Sobre este punto no hay duda que oponer.

Tampoco la hay cuando el sujeto obra arrastrado por una fuerza material ajena, por
ejemplo, cuando alguien da una puñalada porque se le ha forzado materialmente a
empuñar un cuchillo y a introducirlo en el cuerpo ajeno. A este respecto, dice
nuestro-Código: "Art. 13.- Son circunstancias que destruyen el delito o culpa... 5a.-
Cometerlos involuntariamente, forzado en el acto por una violencia material a que
no se haya podido resistir".

Hay autores como Jiménez de Asúa y Soler que tratan aquí otros casos como las
conductas realizadas durante el sueño, el sonambulismo, la sugestión, la hipnosis
y ciertos estados de completa inconciencia.

Aunque estos temas todavía pueden ser y son objeto de discusiones, consideramos
por nuestra parte que les corresponde ser tratados como causas de inimputabilidad
(Cfr. lo que sobre imputabilidad dice Welzel, pp. 163-165). Si así no fuera, sería
correcto tratar como ausencia de conducta, es decir, en el presente acápite las
formas más graves de oligofrenia y de demencia, lo que no puede admitirse a menos
que se intente en el Derecho Penal una sistematización totalmente distinta de la que
hoy se admite.
CAPÍTULO XIV

LA CAUSALIDAD

1.- CONCEPTO. En líneas generales, la causalidad es la relación que existe entre


dos fenómenos, cuando el uno produce al otro.

La noción de causalidad- es especialmente usada las ciencias naturalísticas como


la física y la química; es también la que se usa en las ciencias penales de tipo
explicativo, como la Criminología.

El problema está en determinar si esa noción naturalística es la que ha de aceptarse


en Derecho Penal.

La cuestión se plantea en los delitos de resultado. Sólo si éste ha sido causado por
la conducta, si es un efecto de ella, el autor es responsable de tal resultado. Por
donde vemos que la casualidad esta, en Derecho Penal, íntimamente relacionada
con la responsabilidad: sólo se responde por aquello que uno ha causado con su
conducta.

En las ciencias naturales hay un principio: si quitamos la causa, desaparece el


efecto. Por tanto, para establecer si un fenómeno fue causa de otro, basta que
hagamos una operación mental: si suponiendo inexistente el fenómeno precedente,
desaparecería el fenómeno consecuente, el primero es causa del segundo; si
borramos mentalmente el primer fenómeno y el segundo subsiste, el primero no es
causa del segundo: no hay relación de causalidad entre ellos.

Pero resulta que la causa no es nunca un fenómeno aislado: supone una: verdadera
estructura de ellos. Se ha dicho que los fenómenos que han de estar presentes para
que otro se produzca, pero que no se modifican en el caso concreto, son
condiciones; causa, entonces, sería el fenómeno que no sólo está presente, sino
que actúa y produce el cambio o efecto. Pero las distinciones que pueden hacerse
concluyen siendo tan sutiles, sobre todo cuando se trata de juzgar la conducta
humana y sus consecuencias, que lo más recomendable es prescindir de la
distinción entre causas y condiciones.
Ni es sólo eso lo que hemos de tomar en cuenta. No tratamos aquí, en efecto, de
establecer lo que es la causalidad según la física, o la metafísica; lo que buscamos
es determinar si el derecho que surgen tales o cuales circunstancias que un
resultado sea atribuido a una conducta; es decir, tratamos de la causalidad como
relación relevante desde el punto de vista jurídico. En tal sentido, causa puede ser
inclusive la taita o ausencia de un hecho, como sucede en los delitos omisivos o
cometidos por omisión.

Por fin, es conveniente recordar que estamos considerando un problema objetivo,


no subjetivo; nos hallamos en el terreno de la conducta y su resultado; no se debe
de mesclar aquí el problema de la culpabilidad: que esta es otra de las bases de la
responsabilidad penal, estamos de acuerdo; pero insistimos en que es
precisamente "otra", es decir, algo distinto de la relación de causalidad.

Con estos presupuestos y advertencias, es posible pasar a estudiar las teoi-ías


acerca de la causalidad en Derecho Penal.

2.- TEORIAS DE LA CAUSALIDAD. Tratan ellas de establecerlos criterios que


desde un punto de vista jurídico-penal, permiten afirmar que un resultado ha sido
causado por una conducta.

a) Teoría de la equivalencia de las condiciones. Fue enunciada por primera vez por
el autor alemán vón Buri, en 1873, aunque la había comenzado a elaborar en 1860.
Esta teoría parte dpi principio de que causa es el conjunto de condiciones
necesarias para que un resultado se produzca. O sea, causa es todo fenómeno que
mentalmente suprimido, supondría la no aparición del resultado. Es obvio que
ninguna persona puede poner la totalidad de tales condiciones. De allí surgió la
noción o teoría de la equivalencia de las condiciones o de la condictio sine qua non

Para ser responsable de un resultado -causa del mismo- basta haber puesto una de
las condiciones que llevó a que aquel se produjera. Poner una condición equivale a
hacerse responsable por la actuación de frogas ellas de todo el complejo causal.

No cabe distinguir entre condiciones primarias o secundarias, muy importantes o


poco importantes; lo fundamental es que, sin aquella condición puesta por el agente,
el resultado no hubiera aparecido. No se toman en cuenta ni la concausa o causa
más importante ni las causas sobrevinientes que hubieran alterado, aunque fuera
de modo fundamental, el curso de los hechos.

Por ejemplo, es autor de homicidio el que ocasionó a un hemofílico un tajo en la


mano a raíz de la cual hubo una muerte por hemorragia. Aunque se pruebe que
dicho tajo no puede ser considerado mortal entre personas normales y que la muerte
se debe principalmente a la con causa enfermedad de la víctima, como se puso una
condictio sine qua nón, se responde por el resultado.

Otro caso: se causa una herida que consta que no es mortal; pero, al ser trasladada
la víctima al hospital, la ambulancia sufre un vuelco y aquella muere. Entonces se
responde por homicidio, porque las causas sobrevinientes no se toman en cuenta.

Ni siquiera queda excluida la responsabilidad cuando el proceso causal ha sido


alterado por la acción dolosa de un tercero (V. estos casos, como sentencias de
tribunales alemanes -que acogen plenamente la teoría de von Buri- en Mezger, I,
pp. 206-210).

Es indudable que esta doctrina se basa en una concepción científica: es causa todo
fenómeno, que, mentalmente suprimido, supondría la no aparición del resultado.

Es también un mérito de ella el haber dado criterio que puede ser válidamente
empleado en la mayoría de los casos y el haber evitado una larga discusión sobre
las concausas.

Pero es evidente que una aplicación absoluta de esta teoría conduce a


exageraciones que chocan con el más elemental sentido de justicia, fuera de que
llegue a hacer que uno sea responsable en casos fortuitos y de fuerza mayor. Obliga
a un análisis minucioso de las condiciones y arrastra a Investigar demasiado lejos
en orden al tiempo.

Los partidarios de esta teoría sostienen que los excesos anotados hallan su
corrección, su limitación, en la culpabilidad, que es otra de las bases de la
responsabilidad. Pero esta solución no es. satisfactoria. En primer lugar, porque si
la relación de causalidad tiene un carácter objetivo, su solución debe ser hallada en
el campo de la conducta y no ser transferida a un terreno subjetivo; en segundo
lugar, porque ese correctivo no ópera en los casos de responsabilidad objetiva o por
el resultado, que subsisten en las legislaciones positivas.

Estos defectos no son corregidos tampoco si, como hace von Liszt, se excluye la
responsabilidad cuando sobreviene el hecho doloso de un tercero.

Nuestro Código, aunque no contiene una teoría general de la causalidad ni se refiere


a la misma, dispone ciertas limitaciones que corrigen aplicaciones extremadas como
las que derivan de la teoría de la equivalencia de las condiciones. Por ejemplo, dice
en el artículo 507: "En todos los casos de que tratan los artículos precedentes de
este capítulo es indispensable, para que haya homicidio, que la persona contra
quien se cometa muera por efecto y consecuencia natural dalas heridas, golpes o
violencias que se le hayan causado, dentro de los sesenta días siguientes a aquel
en que se hubiere cometido el delito..." Y agrega en el artículo 508: En el caso que
dentro de los sesenta días, o después de ellos muera el herido o maltratado,
constando no ser mortales de modo alguno los golpes o heridas y no haber sido la
muerte efecto de ellas sino de la impericia de los cirujanos, de algún exceso del
herido o de otro accidente casual e inconexo con el delito, no será castigado el reo
como homicida, sino como autor de heridas o golpes de la mayor gravedad, con
arreglo al capítulo siguiente; salvas las modificaciones y excepciones que el mismo
capítulo contiene en los casos respectivos.

El artículo 3º de la ley de 3 de noviembre de 1840 dispone: "Las penas que impone


el artículo 508 del Código Penal sólo tendrán efecto cuando el herido o maltratado
conserve aún al tiempo de su muerte o sufra los resultados de los golpes o heridas;
mas no en el caso de hallarse enteramente sano antes o después de los sesenta
días".

Estas disposiciones no son suficientes para elaborar una teoría, pero, por lo menos
en relación con casos especiales, evitan algunas exageraciones.

La teoría de la condictio sine qua non, según vimos, lleva a excesos. A fin de
subsanarlos, se han sugerido otras que no incurran en ellos. Se busca, en primer
lugar dejar de lado la creencia de que todas las condiciones sean igualmente
importantes; por el contrario, se trata de establecer cuál de ellas es la que se
destaca de tal modo que "sirva para afirmar" que cierta conducta es causa de un
resultado; por eso, se ha hablado de que estas doctrinas son individualizadoras o
de la causa cualificada. En segundo lugar, estas teorías tratan de mantener
separados dos problemas que se confunden en la teoría de la condictio sine qua
non: el de la causalidad y el de la responsabilidad.

En tercer lugar, no tratan de establecer si simplemente, de acuerdo a un criterio


naturalístico, un fenómeno es efecto de otro -esa erala meta de la teoría de la
equivalencia de las condiciones- sino de saber si el Derecho quiere dar relevancia
a todo vínculo causal, o sólo a algunos y, en este caso, a cuáles.

La bibliografía sobre este punto es sumamente rica y variada, sobre todo en


Alemania. Una revista de ella, aunque sea de modo somero, excedería en mucho
los alcances de estos apuntes. Por ello, nos hemos de limitar a exponer las teorías
principales, aquellas que, según la visión que actualmente se tiene de los
problemas, probablemente han de servir para aplicar debidamente el Derecho.

b) Teoría de la causa adecuada. Según ella, no es causa cualquier condición


necesaria para la aparición del resultado, sino solamente aquella que, de un modo
general, lo produce, la que es adecuada o apropiada para ello.

De este modo, se piensa limitar los alcances de la causalidad natural simple. Para
ello, como ya en 1871 hacía notar von Buri, hay que distinguir entre causas que
generalmente llevan a la aparición del resultado y causas que de un modo sólo
excepcional o fortuito conducen a él.

Esta posición, con más o menos variantes, ha sido sostenida por Kohler, Grispigni,
Florián, etc.

Si decimos que causa jurídicamente relevante, es la que "generalmente" produce el


resultado, entramos de lleno en un campo de probabilidades pues la causa
adecuada es aquella que, según la experiencia enseña, tiene las mayores
probabilidades de llevar al- efecto. Pero probable ¿para quién? ¿Quién debe
establecer el grado de probabilidad? ¿Quién es el que determinará cuáles
concausas o causas sobrevinientes operan de tal modo que tuercen de manera
relevante el curso de los hechos, al extremo de que la causa primitiva pueda ser
dejada de lado?

Para unos, el cálculo debe ser hecho por el propio agente; para otros, por el juez;
pero, en este caso, todavía habrá que establecer si el juez debe colocarse en la
posición que tenía el agente antes de llevar a cabo su conducta o si deberá juzgar
conforme a lo que luego se produjo.

Esta teoría tiene el mérito de descartar la causalidad cuando, por ejemplo., la


ambulancia en que iba la víctima sufre un vuelco; o cuando hubo una lesión mínima
que sólo por notorio descuido de la víctima o de terceros, se transformó en mortal.

Sin embargo, como se ve, al hablar de previsibilidad o probabilidad, trae a colación


indebidamente y de nuevo, el problema de la culpabilidad. Deja pendientes los
problemas de la responsabilidad objetiva y de los delitos preterintencionales; elimina
la responsabilidad de los que especulan sobre la aparición de un curso causal
extraordinario. Además, todavía se mantiene en el campo de la causalidad; pero,
en tal campo, es claro que tiene razón la teoría de la equivalencia de las
condiciones.

Por ello, es necesario hacer algunas rectificaciones en la teoría de la causalidad


adecuada, aunque basándose en la misma.

c) Teoría de la causa típica. En ella se insiste en la relevancia jurídica que debe


tener la causa y no sólo en su adecuación con el resultado.

Esa relevancia jurídica, dice Beling, sólo puede obtenerse dentro de cada tipo penal:
no puede haber reglas generales.

Es él tipo el que habla de "matar" “apoderarse de cosa ajena”, “violar” “incendiar”,


etc. El problema debe considerarse en relación a lo que es más característico del
“matar”, "incendiar", etc.
Esta teoría resuelve, entonces, en buena medida, también los problemas derivados
de la responsabilidad objetiva o el delito preterintencional: también en tales casos
habrá que considerar aquello a que el tipo da relevancia. Por tanto, debe aceptarse
la adecuada, pero en relación con cada tipo de ser vivo.

Y no solo en relación con el tipo delictivo, sino en cuanto al papel que se representó
al producirlo; es decir, esta teoría permite establecer la relación de causalidad no
sólo en cuanto al autor, sino en cuanto a todos los que participan en la aparición del
resultado.

La teoría de la causalidad típica es favorecida inclusive por Mezger.

Tiene un punto flojo: la pregunta qué es matar, seducir, etc., no siempre puede ser
claramente respondidas; no hay un criterio unitario absoluto para hacerlo.

Las tres teorías hasta el momento expuestas, son las más usuales; sin embargo,
existen otras que se mueven, como al comienzo decíamos, dentro del amplio campo
de las causas individualizadoras o cualificadas por alguna razón, es decir,
destacadas del conjunto de las condiciones a que se refiere la teoría de von Buri.

c) Teoría de la preponderancia. Ha sido sostenida por Binding. Según ellas hay un


momento de equilibrio entre las condiciones capaces de llevar a un cambio y las
que lo impiden; hay un equilibrio entre factores positivos y negativos. Es causa aquel
factor positivo que, al actuar rompe aquel equilibrio y lleva a que el efecto aparezca.

No es relevante cualquier factor, en cuanto causa, sino sólo aquel que depende de
la voluntad del hombre. Por eso, Antolisei, que se acerca mucho a Binding en este
aspecto, ha hablado de la causa humana. Quedan de lado como irrelevantes, los
factores puramente naturales. Si éstos se tornan importantes en algún momento es
porque han sido puestos al servicio de la causa humana. Esta es la preponderante
y la que realmente interesa al derecho, la que puede servir de base a la
responsabilidad, para señalar al autor. La determinación de quién es el autor o, en
su caso, de si lo hubo; esa es la misión de la causalidad, ese el problema que ella
debe resolver.
Puede responderse por las causas naturales inclusive excepcionales, si ellas
concurren al fin propio de la conducta humana que de ellas, se sirve. Eso depende
en mucho de hasta dónde el hombre puede conocer y planear.

Esta doctrina, como se ve, abandona cualquier concepto filosófico de la causalidad


y toma como punto de partida un criterio práctico o empírico.

d) Teoría de la condición más eficaz. La sostuvo Carlos von Birkmeyer. Parte este
autor de una crítica de la teoría de la equivalencia de las condiciones y considera
que es causa no cualquier condición, sino aquella que se destaca por su mayor
eficacia para producir el resultado. Resulta obvio que es imposible atenerse a un
criterio cuantitativo para establecer cuál es la causa de un resultado.

f) Teoría de la causa eficiente. Ha sido seguida, con algunas discrepancias no


fundamentales, por Manzini, Stoppato, de Marsico, etc.

Se basa en una distinción entre causa eficiente que es la que produce el hecho;
condición, que permite actuar a la causa eficiente o remueve los obstáculos para
que ella actúe; y ocasión, que es una circunstancia que facilita la acción de la causa
eficiente.

Este esquema, plenamente aceptado por Stoppato, se basa en los estudios


filosóficos del Padre Víctor Cathrein, inspirado en las corrientes aristotélico-
tomistas.

Su dificultad mayor: la de distinguir entre causas y condiciones.

J. Kohler puede ser colocado aquí, si bien este autor alemán considera que la causa
eficiente, se distingue cualitativamente de las que no lo son, es decir, de las
condiciones.

g) Otras teorías. Entre ellas, podemos citar la de la causa próxima o ultima de


Ortmann, seguida también, por autores franceses -Chaveau y Helie, Garraud, etc.;
según ella; es causa el factor que se ha agregado como último a los restantes y
está, por tanto, más próximo al resultado. Esta teoría se acerca a la del Derecho
Civil que establece responsabilidad por los resultados "directos" de una conducta:
Ranieri habla de una causa necesaria, es decir, de aquella que, una vez puesta,
trae indefectiblemente el resultado.

Joaquín Pacheco (III, p. 28) trata de una causa que intrínsecamente lleva al
resultado; desde luego, comenta, aquella situación particular -no se trata, por tanto,
de una doctrina general de las heridas que producen, "de suyo la muerte.

h) Teorías negativas. Son aquellas que disminuyen o niegan la importancia de la


elaboración de una teoría propia de la causalidad.

En el primer caso se halla Max Ernesto Mayer.

Por su parte, Welzel, exponiendo su propia teoría del finalismo en la acción y


criticando las ajenas (V: pp. 44-56) niega toda importancia a éstas por basarse en
un criterio naturalista, en que la causa eficiente, y no la final tiene el papel de
protagonista.

Hay que hacer una observación final que vale por todo lo dicho en el presente
capítulo. Salvo en ciertos casos excepcionales, no es fácil hacer una clasificación
terminante de cada autor; ellos suelen discrepar entre sí por cuestiones de detalle -
o que parecen tales- y evolucionan a lo largo de su vida; pueden ser colocados en
tal grupo o en tal otro, según el punto de vista que el expositor juzgue más relevante.
La dificultad deriva de la multitud de opiniones que se han emitido y que es tal que
puede llevarnos justificadamente a preguntarnos si la nebulosidad del tema no ha
sido aumentada por el polvo levantado alrededor de él y si no ha llegado el momento
en que se tenga que retornar a los principios, prescindiendo del follaje creado por
las muchas teorías hoy expuestas y que aumentan paulatinamente. (Cfr: Jiménez
de Asúa, III, pp. 418-604)

3.- LA CAUSALIDAD EN LOS DELITOS DE OMISIÓN, EN LOS DELITOS


CALIFICADOS POR EL RESULTADO Y EN LOS PRETERINTENCIONALES.
Hasta el momento, nos hemos referido especialmente a los delitos de acción y a
aquellos en que la base de la responsabilidad no es solamente la relación de
causalidad, sino también la culpabilidad. Pasamos a referirnos a los casos
especiales relativos a los temas delimitados por este acápite.
En cuanto a la omisión, nos reducimos al caso de la simple pues la comisión por
omisión puede ser considerada plenamente con los criterios antes expuestos. Un
primer criterio sostiene que, en la omisión, no hay verdadera relación causal puesto
que no hay acto, no hay propiamente un actor. Nos parece, sin embargo, más
aceptable el criterio que sostiene que no evitar un resultado, pudiendo y debiendo,
equivale a causarlo lo que la ley pide es que se ponga un factor capaz de impedir
ese resultado desde luego, este segundo criterio es admisible en relación con el tipo
penal y el criterio de la ley (causalidad típica).

Al respecto, nuestro Código Penal dice, en su artículo 530:

"Tendráse por maltratamiento de obra, y será castigado de la propia manera, según


el daño que resulte y las circunstancias con que se cometa... 2º.- La omisión de
cualquiera acto prescrito por la ley, siempre que el que lo cometiere lo haga a
sabiendas y para que resulte daño a otra persona, resultando este daño
efectivamente".

En los delitos calificados por el resultado -arts. 522, 523, etc., de nuestro código- el
agente es responsable, siempre que entre su conducta y el resultado haya relación
de causalidad. Si por ejemplo, una persona "es incapaz de trabajar durante tres días
como efecto de las lesiones recibidas, pero sobreviene una gripe mientras el
paciente se cura y a causa de esta gripe, queda imposibilitado por mayor tiempo, el
agente, no puede ser considerado responsable de esta prórroga. El agente
responde sólo de aquello que fue causado por su propia conducta".

En los delitos preterintencionales hay que seguir el mismo criterio (art. ou5) a la
muerte sobreviene como consecuencia de la conducta el agente, éste responde por
ella, aunque no hubiera tenido intención de causaría. Pera si la muerte es resultado
de algo que no ha sido causado por el agente éste no será responsable por ella.
Los preceptos de los arts. 507 y 508, y del 3o. de la ley de 3 de noviembre de 1840,
facilitan la solución de estos problemas.
CAPÍTULO XV

LA ANTIJURIDICIDAD

1.- CONDUCTA Y ANTIJURIDICIDAD. El segundo elemento del delito es la


antijuridicidad. La conducta, para ser criminal, debe ser antijurídica, es decir,
opuesta al derecho.

No hay que confundir el carácter antijurídico con el carácter antisocial del delito. Es
aquel el que realmente cuenta; en cuanto al segundo, no puede ser tomado en
cuenta directamente. No se trata de que para el Derecho sea indiferente que una
conducta dañe o no a la sociedad; se trata de que tales daños son jurídicamente
relevantes sólo en la medida en que el Derecho los recoge, y dentro de las
condiciones y formas en que él las recoge. En otras palabras, lo determinante es la
voluntad del legislador que escoge y valora, de entre los actos antisociales, aquellos
que serán antijurídicos.

Lo mismo puede decirse de la distinción, propiciada por von Liszt, entre lo


antijurídico formal para otros, antijurídico a secas- y lo antijurídico material, pues
este último equivale a lo antisocial.

En suma: No debe confundirse lo jurídico y, en su caso, lo antijurídico, con las


razones que el legislador ha tenido para crear el Derecho positivo. .

Se ha discutido mucho si la antijuridicidad tiene carácter subjetivo u objetivo.

Según los que sostienen la teoría subjetiva, la antijuridicidad de un acto sólo puede
determinarse si previamente se han tomado en cuenta los otros dos elementos del,
delito; es decir, no sólo la conducta, sino también la culpabilidad; si este último
elemento subjetivo es dejado de lado, es imposible hablar de antijuridicidad; el acto
humano es antijurídico tomado en su totalidad, o sea, como manifestación de
voluntad, como, hecho externo que corresponde a una voluntad (en tal sentido v.
Antolisei, pp. 104 - 105).

Sin embargo, la teoría dominante, que parece la más aceptable, considera que la
antijuridicidad tiene carácter objetivo; es un juicio acerca de la relación que existe
entre la conducta y el derecho, siendo ambos elementos objetivos. En cuanto a la
culpabilidad, es otro elemento a cuya consideración sólo puede pagarse cuando se
ha establecido la antijuridicidad. Al Derecho Penal no le interesa la culpabilidad
intención, negligencia, imprudencia, etc.- de las conductas que no son antijurídicas.

2.- ANTIJURIDICIDAD Y TIPICIDAD. Para que una conducta sea delictiva, no basta
que ella se oponga al régimen jurídico; es también necesario que se adecúe al tipo
penal. Por eso, hemos aceptado, al tratar de la definición de delito, que éste es
conducta típicamente antijurídica.

Los tipos penales son constituidos como una garantía para el individuo contra
ataques tan graves como son los propios del Derecho Penal; esa garantía implica
no dejar vigente sólo el amplio y no siempre bien definido límite de lo antijurídico.

La antijuridicidad penalmente relevante sólo existe en aquellas conductas que se


adecúan a un tipo penal o, como algunos autores prefieren, que están subordinadas
a una descripción. Eso ya lo vimos al tratar del principio nullum crimen sine lege,
lugar al que ahora nos remitimos.

El tipo es un esquema ideal que contiene las notas constitutivas de delito; es una
descripción de los caracteres del delito. Cuando una conducta reúne todos esos
caracteres, ella es delictiva; de otro modo, no.

Sin embargo, hay que hacer una distinción. No hablamos aquí del "tipo" como el
conjunto de notas generales que debe reunir cualquier conducta para ser delito; esta
descripción general incluiría la culpabilidad que es un elemento del delito. El tipo se
refiere simplemente a la conducta antijurídica; es una descripción de ella; pero no
incluye la culpabilidad que no es presupuesto de la antijuridicidad típica, sino de la
punibilidad. El tipo legal, precisamente por ser legal, debe ser estudiado en la
antijuridicidad.

Todavía dos aclaraciones para evitar equívocos. Se ha dicho, con razón, que la
tipicidad de una conducta es la "ratio determinandi" de su antijuridicidad; eso es
verdad, porque sólo interesan al Derecho Penal las conductas que caen bajo una
descripción típica. Pero la antijuridicidad no es una característica del tipo; una
conducta puede adecuarse a la descripción típica y no ser antijurídica. Tal, por
ejemplo, el caso de quien mata en propia defensa; el matar cae bajo una descripción
típica; pero esa conducta es considerada justa, no antijurídica. En otras palabras, la
tipicidad es condición necesaria, pero no suficiente para hablar de antijuridicidad.

Sobre este punto, debe recordarse, porque/ayudará a una mayor comprensión, la


teoría de las normas de Binding.

Es errónea, empero, la conclusión que algunos extraen de lo anterior, en sentido de


que el tipo no supone valoración. La supone y en dos momentos fundamentales: 1)
Cuando el legislador considera y aprueba cuáles conductas deben ser tipificadas
como delito; 2) Cuando el juez examina la conducta para establecer su adecuación
o no adecuación al tipo.

Los elementos de la descripción típica -excluida, como dijimos, por principio, la


culpabilidad- son los siguientes:

a) El sujeto. Hay un sujeto activo que es el que realiza la conducta, sí que comete
el delito, y un sujeto pasivo, que es el que recibe el daño de la conducta delictiva.
Hay delitos de sujeto indiferente que pueden ser cometidos por cualquiera: y delitos
propios, que sólo pueden ser cometidos por personas que reúnan ciertas
condiciones. El tipo penal también toma en cuenta, a veces, particulares relaciones
que pudieran existir entre el sujeto activo y el pasivo; eso resalta en los delitos de
parricidio, infanticidio por causa de honor, etc., pero no solamente en ellos, b) La
conducta. Que se suele designar con un verbo o una frase de valor verbal: matar,
violar, no dar aviso a las autoridades, etc. En general, el tipo se refiere simplemente
a la acción; pero, a veces, establece ciertas exigencias en cuanto al lugar
(pronunciar palabras obscenas en templo), el tiempo (por ejemplo, en cuanto al
delito de traición a la patria, que sólo puede cometerse cuando existe guerra
internacional); el modo (matar con veneno constituye asesinato), etc.

c) Objeto. Se refiere, como en su momento dejamos establecido, tanto al objeto de


la acción o del hecho gamo al objeto de la protección: el bien jurídico tutelado por el
derecho.
3.- LOS ELEMENTOS SUBJETIVOS DEL INJUSTO. Dentro de la descripción del
tipo penal, se toman, a veces, características psíquicas del sujeto agente; tales
características se convierten entonces en elementos de la descripción típica.

No se trata de la culpabilidad, cuyos caracteres estudiaremos en capítulos próximos,


sino de actitudes que, aunque dependientes del fuero interno del sujeto agente, son
tomados en cuenta para determinar el tipo objetivo del injusto. Si esos elementos
no se presentan, no es que no haya culpabilidad: lo que faltará es la tipicidad.

En nuestra legislación (segunda parte del art. 1º) el dolo se presume. En cambio los
elementos subjetivos del injusto tienen que ser probados, como sucede con todo lo
tocante a la tipicidad.

Debe advertirse que no todos los autores se hallan de acuerdo con esta concepción
(favorable a ella y con amplia exposición, Mezger I, pp. 287-297).

He aquí algunos ejemplos que ofrece nuestro Código:

"Art. 254.- Los que escalaren... una cárcel, fortaleza... en que existan/personas
presas, con el objeto de dar (les) libertad..."

"Art. 255.- Las propias penas se, impondrán... a los que con igual violencia y objeto...
acometieren a los ministros de justicia..."

"Art. 289.- Los que contribuyan a expender... en Bolivia las expresadas monedas,
con conocimiento de su defecto..."

"Art. 301.- Los que hayan usado de alguno de los documentos falsificados...
sabiendo su falsedad..."

4.- EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE TIPICIDAD. Esta teoría, aunque


sistematizada sólo este siglo, ha tenido antecedentes en los anteriores.

Por ejemplo, en el siglo XVIII, el "hecho del delito" fue denominado cuerpo del delito.
Por eso, el cuerpo del delito es necesario para dictar una condena penal, ya que es
nada menos que la justificación de que aquél se ha cometido. De este modo, el
conjunto de los caracteres del delito, como hecho que hay que poner en relación
con el derecho, asume gran importancia procesal.

Pero la doctrina del tipo (Tatbestand) surgió con sus caracteres modernos por obra
de Beling. Este autor considera que el tipo es un puro concepto, una descripción
que nada tiene de valorativa; pero tan necesaria que, a los principios garantizadores
del Derecho Penal, había que agregar, según Beling dice, este otro. No hay delito
sin tipicidad.

Durante un tiempo, al definir el delito, se decía que la conducta debe ser


"antijurídica" y "típica"; esa era una consecuencia de pretender mezclar las doctrinas
de la norma (Binding) con la de Beling; pues, al fin y al cabo, se pretendía sostener
que el acto delictivo es, por un lado, algo que se opone a las normas del derecho -
que es antijurídico- y, por otro lado, que es típico, es decir, adecuado a un tipo legal.

Esta separación terminante fue también admitida por Max E. Mayer, si bien en un
sentido distinto. Para este autor, el hecho de que una acción sea típica es un indicio
de que también puede ser antijurídica; puede ser, pero no siempre lo es: hay
conductas típicas que no llegan a ser antijurídicas.

La superación final ha sido encontrada por Mezger quien, al decir que la conducta -
delictiva es típicamente antijurídica, une ambos caracteres y convierte, como vimos,
a la tipicidad en la razón de ser de la antijuridicidad. La antijuridicidad penal sólo
surge para una conducta, Cuando ésta es subsumible en un tipo penal.

5.- LAS CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN EN GENERAL. El Derecho es creado como


medio de tutelar ciertos intereses a los que constituye en bienes jurídicos. Cuando
esos bienes son atacados por medio de una acción típica, la conducta se torna
también antijurídica;

Pero puede suceder y sucede, que el derecho considere que ciertas conductas, no
obstante adecuarse a la descripción típica, sin embargo, no se oponen al
ordenamiento jurídico, es decir, no son antijurídicas. Desde luego, eso no ocurre
sino de modo excepcional; lo corriente es que la conducta típica sea antijurídica.
Las razones qué eliminan la antijuridicidad de una conducta se han de-nominado
causas de justificación o de exclusión del injusto. A veces, se las llama también
eximentes, porque cuando existen, no hay lugar para la pena.

Debe tenerse en cuenta que estas causas de justificación no operan después de


que aparece la antijuridicidad, para borrarla. Cuando existe una causa de
justificación, la conducta es lícita ab initio, no ha sido antijurídica en ningún
momento; la antijuridicidad fue sólo aparente, pero no real.

Estas causas, precisamente por constituir excepciones, deben encontrarse


tipificadas también en el Derecho Penal o establecidas en el ordenamiento jurídico
total.

Si tratamos de establecer las razones para admitir las causas de justificación,


advertiremos que se trata, en el fondo, de que el interés protegido por el Derecho
ha desaparecido o tiene que ser sacrificado ante otro mayor; en el primer caso, se
aplica el principio de la ausencia de interés; en el segundo, el principio del interés
preponderante.

Hay ausencia de interés, cuando el presunto ofendido da su consentimiento para el


ataque. Hay un interés preponderante, cuando el agente obra en cumplimiento de
su deber o en ejercicio de un derecho.

. En los próximos capítulos nos referimos a las causas de justificación en particular.

Incluiremos también, en vista de la posición asumida por algunos autores, un


acápite relativo a las causas supra legales de justificación y a si ellas existen.
CAPÍTULO XVI

CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN: CONSENTIMIENTO DEL OFENDIDO Y


CUMPLIMIENTO DE ESPECIALES DEBERES

1.- CONSENTIMIENTO DEL OFENDIDO. Una conducta no es antijurídica cuando


el titular del bien atacado presta su consentimiento para ese ataque y
consiguientemente, renuncia de manera legalmente válida a la protección que el
derecho le concede.

Este es el caso más claro de ausencia de interés.

Tal renuncia tiene amplio campo en el derecho privado; pero sus límites no pueden
ser iguales en el Derecho Penal, porque éste tiene carácter público y porque los
bienes que tutela interesan a toda la sociedad y no sólo al titular individual.

Por tanto, la renuncia de este titular sólo puede servir excepcionalmente como
causa de justificación.

En general, se considera que para que el consentimiento tenga relevancia jurídica,


se deben cumplir las siguientes condiciones:

a) En cuanto al titular: debe tener capacidad para disponer válidamente del bien
jurídico protegido. Cuando tal capacidad no existe, el consentimiento no es válido.
Tal el cago, por ejemplo, del artículo 419, donde el abuso deshonesto sigue siendo
tal, aunque hubiera consentimiento del menor impúber; es que éste no tiene
capacidad para consentir válidamente depara renunciar a la protección penal.

b) En cuanto al momento; el consentimiento debe ser dado antes de que se


produzca el ataque o cuando él se halla en ejecución; pero no con posterioridad al
mismo.

c) En cuanto al objeto, se presentan las mayores discusiones debido al interés


que la sociedad tiene en prestar una protección penal, aunque el propio titular del
bien jurídico no tenga interés en dicha protección, en lo que a él le toca.
De un modo general, puede decirse: 1) El sujeto pasivo no puede consentir
válidamente en un ataque sobre objetos de que él no puede disponer. Ciertamente
tal es el caso de delitos contra la vida; por ello, nuestro, código castiga la
cooperación en el suicidio; también para nuestras disposiciones vigentes, carece de
relevancia el que la víctima hubiera pedido ser matada. Es así mismo seguro que el
sujeto no puede disponer de manera absoluta de su integridad corporal, si bien en
este tema, a falta de disposiciones concretas, habrá que hacer, como en doctrina
se aconseja, una valoración de cada caso concreto. En general, se considera que
los derechos patrimoniales y relativos a la buena fama, pueden ser renunciados.
Por fin, como criterio que puede servir, se tiene el de la división en delitos de acción
pública y delitos de acción privada; es obvio que, si se concede a la parte
perjudicada la facultad de iniciar o no la acción penal para obtener la sanción, a
fortiori permitirá que de antemano, el titular del derecho renuncie a la protección
penal que él tiene; esos derechos son disponibles para él.

2) No se puede renunciar a un derecho cuyo ataque va contra el orden social;


por ejemplo, una esposa no puede renunciar válidamente a su derecho al
matrimonio monógamo; la bigamia es punible, aunque la persona particular
perjudicada no tuviera interés en la protección penal.

3) El consentimiento no es válido cuando mediante la renuncia de un interés se


trata de perjudicar, a un tercero (daño para cobrar un seguro) o se busca dejar de
cumplir un deber (mutilación consentida para no prestar servicio militar; art. 184 del
Código Penal Militar).

A veces, por ejemplo, cuando se requiere violencia (violación, robo) y ésta no se


produce porque el sujeto consiente, no existe una causa de justificación:
simplemente la conducta no ha sido típica.

Suscita particulares dificultades el caso del consentimiento presunto, el cual no


puede ser deducido sino dé acuerdo a las circunstancias de cada caso concreto.

Puede suceder que el consentimiento de la víctima no opere como causa de


justificación, sino cambiando el tipo de delito o trayendo una disminución en la
penalidad. Por ejemplo; una es la pena si el aborto fue procurado sin el
consentimiento de la mujer embarazada y otra cuando tal con- sentimiento_ se
produjo (art. 516); pueden verse, como otros ejemplos, los artículos 556 y 557.

Como se deduce de lo anterior, en Derecho Penal no tiene una gran extensión el


principio "volenti non fit injuria" (no se hace injuria al que quiere o consiente; aquí la
palabra injuria tiene un alcance mayor que el usual pues se toma como todo aquello
que atenta al derecho, es decir, que es antijurídico).

2.- EL CUMPLIMIENTO DE ESPECIALES DEBERES. No obra antijurídicamente


quien actúa en cumplimiento de la ley o en virtud de orden . que" está legalmente
obligado a obedecer. Podrá esa conducta ser típica; pero no se opone al derecho,
sino que está de acuerdo con él.

a) Cumplimiento de la ley. La ley impone ciertos deberes, cuyo cumplimiento


obviamente no puede ser delictivo. "El soldado que fusila, el alguacil que prende, el
médico que amputa, no son objeto de la ley penal a pesar de que causen daño. Y
es tan claro este punto que muchas legislaciones no han hecho ninguna mención
de él, por no conceptuarlo necesario" Pacheco, I, p. 175).

Estos deberes pueden hallarse establecidos no sólo en la ley sino en cualquier


fuente competente del ordenamiento jurídico.

Muchas veces, estos deberes forman parte del cargo o autoridad que se ejerce y,
por ello, tienen otra faz: la de las facultades cuyo ejercicio es obligatorio.

No hay en nuestro artículo 13 -que se ocupa de las eximentes- ninguna mención de


esta causa de justificación, sin duda porque es obvia; sin embargo, en algunos
artículos de la parte especial, se hace mención de ella; citemos como ejemplos: -

"Art. 561.- El que sin facultades legítimas...

"Art. 562.- El que sin facultad legítima...

Según se deduce del artículo 585, el Fiscal que cumple su deber al sindicar a un
delincuente, no comete delito.
b) Obediencia debida. “Son circunstancias que destruyen el delito o culpa las que
eximen a sus autores, cómplices,, auxiliadores o fautores, receptadores o
encubridores de toda responsabilidad penal o satisfactoria. Tales son, además de
las que expresa la ley, en los casos respectivos, las siguientes: 4a. Cometerlos en
cumplimiento de una orden de las que legalmente se debe obedecer y de las que
se mande cumplir sin- embargo de las reclamaciones permitidas”. (Art. 13 de
nuestro Código Penal)

Para que haya obligación de obedecer a alguien, es necesario que éste tenga
derecho de mandar. Tal derecho generalmente se halla establecido fuera del
ordenamiento penal.

Si estos requisitos se hubieran cumplido, el inferior debe cumplir la orden pues, en


caso contrario, incurrirá en el delito tipificado en el artículo 375 del Código Penal.

Sin embargo, existe la disposición del artículo 376, que establece los límites del
derecho y del deber de representar; dicho artículo dice:

Igual pena se impondrá al que difiera ejecutar o hacer ejecutar la orden superior,
aunque sea con pretexto de representar acerca de ella, excepto en los casos
siguientes:

1º Cuando la orden superior sea opuesta a la Constitución;

2º Cuando no sea comunicada con las formalidades que la ley requiera, o haya
algún motivo para dudar prudentemente de la autenticidad de la orden;

3º Cuando sea una resolución del gobierno o de otra autoridad subalterna, obtenida
evidentemente con engaño, o evidentemente dada contra la ley en perjuicio de
tercero;

4º Cuando de la ejecución de la orden resulten, o se teman probablemente graves


males que el superior no haya podido prever.

Aunque en estos casos podrá el ejecutor de la orden suspender bajo su


responsabilidad la ejecución para representar al que la haya dado, sufrirá las penas
respectivas con arreglo a este capítulo, si no hiciere ver en la misma representación
la certeza de los motivos que alegue. Si el superior repitiere la orden, después de
enterarse de la representación, deberá cumplir y ejecutarla inmediatamente el
inferior, excepto en el único caso de ser manifiestamente contraria a la Constitución,
reservándosele el derecho de dar la queja, a quien corresponda.

Con relación a este último aspecto, dispone de manera terminante el artículo 12 de


la Constitución: "Los atentados contra la seguridad personal hacen responsables
tanto a sus autores como a sus ejecutores sin que pueda servirles de excusa, a
éstos haberlos cometido por orden superior".

Según hace notar Pacheco (I, p, 176), en todas las situaciones hay presunciones a
que atender. En la materia que ahora nos ocupa, la presunción es que la autoridad
está obrando legalmente; de ello, derivan dos consecuencias: 1) La representación
debe incluir sus razones, aquellas que fundamentan el ir contra la presunción
señalada; esto lo establece clara y sabiamente nuestro Código pues, de otro modo,
se correría el riesgo de destruir todo el ordenamiento jerárquico; 2) en caso de duda,
hay que obedecer.

Lo anteriormente dicho se refiere a los casos en que hay una subordinación


jerárquica, especialmente de tipo, administrativo. Pero nuestro Código es más
amplio, ya que no sólo se refiere a ella; entran aquí muchas relaciones derivadas
del Derecho privado. Por ejemplo, las órdenes que un padre da a su hijo; las que un
amo da a un sirviente; las que el jefe de una empresa da a sus empleados. Si bien
muchas de estas subordinaciones. son menos estrictas qu3 en el derecho público,
pueden presentarse hasta el extremo de que sea racional admitir la obediencia
debida como causa de justificación.

En cuanto a quién es el responsable final en estos casos, nos dice el artículo 9 del
Código Penal: "Son autores del delito o culpa: 2o. Los que hacen a otro cometerla
(la acción) contra su voluntad... dándole alguna orden de las que legalmente esté
obligado a obedecer o ejecutar..." Sobré este punto, volveremos luego con mayor
extensión.
c) El derecho de corrección. Puede considerarse, aquí como lo hacen algunos
autores -por ejemplo, Mezger- porque este derecho se halla relacionado con
deberes.

El principio es este: no es antijurídico un acto de corrección, si ésta queda dentro


de los límites señalados por el derecho.

Este derecho de corrección se manifiesta, por ejemplo, en el campo disciplinario;


ampliamente admitidas se hallan las sanciones disciplinarias de tipo administrativo.
Lo mismo sucede con las organizaciones privadas que pueden imponer llamadas
de atención, multas, expulsión, etc., conforme a sus propios estatutos -siempre que
éstos se mantengan en los límites legales-.

Más amplio es el derecho de corregir que tienen los padres en relación con su deber
de educar a los hijos. Nuestra legislación penal admite también un derecho de
corrección del marido sobre la mujer.

Nuestro Código Penal habla de "amonestaciones y moderados castigos


domésticos" que el padre puede infligir a sus hijos y el esposo a su esposa (arts.
443 y 446).

Sin embargo, los excesos son también- punibles (art. 446). A veces, cuando el daño
es muy grande, la existencia del derecho de corrección opera a modo de atenuante,
dando lugar a un delito privilegiado. (V. arts. 503, 504 y 537)

Los límites del derecho de corrección, aun en relación con el deber de educar, se
hallan restringidos también fuera del ámbito penal y con influencia sobre éste; por
ejemplo, los organismos estatales creados para protección de menores intervienen
inclusive mucho antes de que se llegue a límites delictivos. En cuanto a la esposa,
puede recurrir a la ley del divorcio contra los excesos del esposo en materia de
corrección; es, además, contestable que ese derecho subsista después de haberse
establecido la igualdad jurídica entre los cónyuges.

El Anteproyecto de 1964, dice respecto al tema tratado en este capítulo:

"Art. 11.- Está exento de responsabilidad:


3.- (EJERCICIO DE UN DERECHO, OFICIO O CARGO, CUMPLIMIENTO DE LA
LEY O DE UN DEBER). El que en ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo,
cumplimiento de la ley o de un deber, vulnera un bien jurídico ajeno.

Pero el exceso es punible, según lo establece el Art. 13.


CAPÍTULO XVII

CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN

EJERCICIO DE UN DERECHO

Hay casos -que enseguida explicamos- en que el sujeto ejerce un derecho; mientras
ese ejercicio se mantenga dentro de los límites de la licitud, mientras no incurra en
excesos, la conducta no es antijurídica.

1.- LA LEGÍTIMA DEFENSA. Es la reacción con que, empleando los medios


racionalmente necesarios, se causa un daño al autor de una agresión inminente,
ilegítima y no suficientemente provocada.

Esta es una de las causas de justificación más de antiguo conocidas y que se han
admitido como incontestables.

Ya los romanos decían: vim vi repeliere licet (es lícito responder a la violencia con
la violencia). Las Partidas tienen disposiciones expresas al respecto.

La tendencia de la evolución lleva a que continuamente se admitan nuevos bienes


jurídicos que pueden ser protegidos mediante la legítima defensa.

Ella es, ante todo, un derecho, es decir, una facultad que el ordenamiento jurídico
concede, no es un deber, por lo menos en el campo del Derecho Penal común (en
el Derecho Penal militar, pueden darse esos casos de obligatoriedad de ejercer la
legítima defensa; puede ello deducirse del Art. 256, inc. 2o.).

a) Fundamentos. ¿Por qué la legítima defensa está permitida? Se han dado varias
respuestas a esta pregunta.

Para unos, el fundamento se halla en el derecho natural. "El instinto de propia


conservación, el sentimiento de la personalidad, obligan al hombre a defenderse a
si propio y a sus derechos: el amor de la familia le arrastra a defender a sus
parientes: la generosidad, el amor de lo justo, la sublevación natural contra la
opresión que el fuerte ejercita en el débil, le impelen a su vez a defender a los
extraños". (Pacheco, I, p. 159)
Carrara consideraba que el ataque ocasiona una coacción sobre el sujeto que se
defiende: eliminando en este el factor subjetivo del delito. Pero esa explicación es
inadmisible; el que se defiende queda justificado, aunque obre con perfecto dominio
de sí mismo.

Los positivistas, por su lado, pensaban que tal elemento subjetivo criminal no existe
porque el sujeto no tiene propósitos antisociales. Se objeta que la calidad de tales
propósitos no es suficiente para crear la justificación.

En realidad, el fundamento no parece ser uno sólo. Tres razones principales pueden
darse para justificar la legítima defensa: 1) El derecho natural que no encuentra
ninguna causa de censura en el ejercicio de la legítima defensa; 2) El agredido
ejercita una función pública: la de preservar él la vigencia del derecho, en momentos
en que la autoridad no tiene oportunidad de intervenir; 3) El agredido está autorizado
a ejercer la legitima defensa, porque tiene intereses legítimos que proteger: en él
caso producido, de un conflicto de intereses, la ley tiene que preferir los derechos
del agredido injustamente.

Estas explicaciones caben perfectamente dentro de nuestro régimen jurídico.

Nuestro Código Penal incurre en un error, al considerar la legítima defensa en la


parte especial, al tratar de los delitos contra las personas.

La legítima defensa debe ser. considerada en la parte general, como las demás
causas de justificación. Además, si bien las más graves consecuencias de aquella,
pueden recaer sobre la vida y la integridad corporal del agresor, no faltarán casos
en que se resuelvan en ataques contra la propiedad u otro bien; por ejemplo, cuando
se arrebata un arma ajena o se ingresa en el domicilio de otro. Sin embargo, puede
deducirse que, si la ley autoriza el ataque contra aquellos bienes fundamentales, a
fortiori permitirá atacar otros de menor importancia.

b) Requisitos. Para que haya legítima defensa, se deben reunir los siguientes
requisitos:

- Agresión ilegítima; es necesaria porque la legítima defensa no es una acción sino


una reacción. No es necesario que la conducta ajena sea culpable: basta con que
sea ilegítima, es decir, objetivamente opuesta al derecho; por eso, cabe la reacción
contra los ataques realizados por un demente o un menor. No cabe la legítima
defensa contra los actos legítimos; por ejemplo, un criminal infraganti no puede
alegar esta causa de justificación contra, el que quiere detenerlo. Como los animales
y las cosas no pueden realizar actos antijurídicos, la reacción contra los ataques de
ellos es una defensa simple; pero recaemos en él tema que nos ocupa cuando
aquéllos operan como instrumentos de una agresión ilegítima.

A este requisito se refiere nuestro Código Penal cuando dice: "Art. 497.- .... contra
un agresor injusto... contra el que injusta y violentamente..."

- Actualidad o inminencia de la agresión. El ataque debe estar en marcha y no dejar


tiempo para recurrir a los medios normales para contenerlo, por ejemplo, a las
autoridades. El ataque debe ser tan actual, que el agredido no tenga otra salida que
la de obrar por sí mismo. Por ello, no hay legítima defensa cuando el ataque ya se
ha consumado y no cabe prevenirlo; si bien cabe el derecho de detener al atacante
y hasta de evitar la fuga mediante daño infligido a aquel, estas conductas no
integran la legítima defensa, sino el ejercicio del deber de ayudar a la administración
de justicia evitando la fuga de los culpables (art. 501). Por ello, no cabe la legítima
defensa ante las agresiones, contra la buena fama; tales agresiones se convierten
en simple razón para disminuir la pena (art. 500).

El artículo 497 se refiere a esta condición diciendo que la reacción se produzca "en
el acto" de la agresión.

- Necesidad del medio empleado en la defensa. No se trata de proporcionalidad no


es que el atacado a cuchilladas no pueda defenderse con un revólver. La necesidad
del medio no debe ser absoluta, sino racional, acorde con las circunstancias del
momento.

Esto hay que tenerlo en cuenta especialmente en cuanto a la posibilidad de que el


agredido emprenda la fuga; en verdad, éste no puede de modo general, hallarse
obligado a huir, es decir, a renunciar a sus derechos dejando triunfante al agresor.
Si la ley hubiese dicho necesidad absoluta aun simplemente necesidad, antes de
responder a esta cuestión, sería recesarlo fijar y resolver esta otra: ¿pude huir y
libertarme de ese modo, de la persona que me amagaba? Porque si de hecho pude
huir, es claro a todas luces que no tuve necesidad, absoluta necesidad, de sacar la
espada para defenderme.

"Pero diciendo la ley necesidad racional, esa otra cuestión ha desaparecido, o por
mejor decir, no surge siquiera. Un hombre de ciertas condiciones no puede huir
delante del peligro, de ciertos peligros, cuando posee otros medios de conjurarlos.
Para un hombre de ciertas condiciones, había la necesidad racional de repeler la
injuria con la fuerza, cuando era poseedor de un arma y esa injuria se le lanzaba en
público. Si de otro modo obrase, el mundo no admitiría su longanimidad, sino que
se reiría de su vilipendio. La necesidad racional le compelía a él, allí mismo donde
no pudiera señalarse necesidad absoluta. Esto se comprende perfectamente".
(Pacheco, I, p. 153)

Las palabras del penalista español pueden, mutatis mutandis, ser aplicadas a
nuestro Derecho Penal. En suma, como se ve, la fuga no puede ser considerada un
medio "racional" sino en ciertos casos excepcionales.

Nuestro Código Penal (art. 497) habla de "que no haya otro medio para impedirlo"
(que el matar al agresor).

Puede darse que el medio empleado y el daño causado al agresor, sean más graves
que los racionalmente necesarios, dadas las circunstancias; entonces se presenta
el exceso al que luego hemos de referirnos.

- Falta de provocación suficiente. La legítima. defensa no justifica la conducta del


que reaccionó contra una agresión que él mismo había provocado de modo
suficiente.

"Pero, ¿la suficiencia de qué? ¿La suficiencia para qué?

Si la letra de la ley no lo dice, su espíritu es claro, sin embargo, y no nos deja la


menor duda. La provocación suficiente no puede ser otra que la que extinga o
atenúe la culpabilidad de la agresión. En tanto que nuestras provocaciones fueron
tan leves que, si se hubiesen dejado arrebatar por ellas los que las sufrían, no
hubieran tenido excusa en sus arrebatos; en tanto, decimos, que permanecen las
cosas en tal terreno, nuestro derecho de defensa subsiste también contra los que
exagerando el alcance de tal motivo, quieran hacernos objeto de sus agresiones.
Nuestra inocencia no ha perdido sensiblemente nada, pues los contrarios son aun
plenamente responsables, sin atenuación ninguna, de las malas obras, de las
agresiones ilegítimas que en su cólera y en su ceguedad dirijan contra nosotros".
(Pacheco, I, p. 155)

Por ejemplo, quien provoca a otro a riña mortal, no puede alegar legítima defensa
al repeler el ataque de que fue objeto. Sin embargo, el derecho subsiste cuando la
provocación no fue suficiente, por ejemplo, si habiéndose incitado a una riña a
puñetazos, el adversario ataca con un cuchillo. (V. artículo 499)

c) Legítima, defensa propia y de terceros. La legítima defensa puede


ejercitarse, en primer lugar, para proteger los propios bienes. Sin embargo, por
tratarse de una situación en que hay que salvar la vigencia del derecho, la ley
consiente que sea lícito proteger con la acción propia los bienes ajenos.

El artículo 497 es terminante al respecto, pues habla de la necesidad de proteger a


la propia familia o a "otra persona". Es sobre todo en estas circunstancias en que
resalta la actividad públicamente relevante que lleva a cabo el que ejercita la
legítima defensa.

d) Bienes que pueden ser defendidos. Según el artículo 497. pueden ser
legítimamente defendidos los siguientes bienes:

La vida

La integridad corporal (el inc. 3o. habla de "daño a las personas")

El pudor

La libertad

La propiedad
e) Defensas mecánicas predispuestas y offendicula. El titular de un derecho
puede predisponer ciertos medios mecánicos que dañen al agresor inclusive en
ausencia del ofendido. Puede tratarse de trampas, armas de fuego colocadas para
disparar al tocarse ciertos mecanismos, etc. Estos casos deben considerarse con
cuidado pues fácilmente su uso lleva a excesos. Si bien las circunstancias de hecho
tendrán que ser evaluadas en cada caso concreto, es efectivo que, aun en teoría,
puede admitirse que es más fácil incurrir en excesos con estas defensas mecánicas
predispuestas -sobre todo si se hallan bien disimuladas- que con armas usadas
personalmente por el agredido. Además, ellas suelen ser permanentes, lo que va
contra algunas limitaciones legales- existentes en nuestro Código por ejemplo que
la agresión deba realizarse de noche.

Hay que juzgar estas defensas como si el agredido se encontrara presente cuando
aquellas operan. (V. Soler, I, pp. 417-418)

En cuanto a las offendicula, son medios visibles que se utilizan para disuadir un
ataque; el agresor se pone conscientemente en el peligro y sufre las consecuencias.
Es el caso de, los cercos de espinas, de alambre de púa, las verjas dentadas y los
vidrios rotos. No pueden exceder las necesidades; por ejemplo, no será lícito, al
menos como regla, electrificar las alambradas.

Lo mismo puede decirse de los perros de guarda; ellos deben tener un fin primero
disuasivo. No será lícito, por tanto, emplear perros amaestrados para no ladrar y
que se lancen directamente a la garganta del autor de la agresión.

f) Exceso en la legítima defensa. Se presenta cuando los medios empleados al


defenderse y los daños causados son mayores que los racionalmente necesarios.

El exceso no habrá de ser considerado en abstracto sino en el caso concreto, no


siendo racional que a la víctima se le exija que tome todas las precauciones posibles
para causar el menor daño, aun con un considerable riesgo de que la agresión tenga
éxito; si una persona, por ejemplo, es golpeada con un garrote y se defiende con un
revólver, hay la posibilidad, en teoría, de que se salve hiriendo al atacante en una
pierna o el brazo: pero será cuestión de las circunstancias el determinar si tal
limitación era exigible al extremo de que se pueda juzgar excesiva la muerte dada
al agresor con un disparo al pecho o la cabeza.

Al respecto dice nuestro Código Penal:

"Art. 498.- Si en cualquiera de los casos del artículo precedente, resultare exceso,
ligereza u otra culpa en el uso de la defensa legítima, o porque fuere leve el daño
que amenazase en la agresión, o porque el homicida hubiere tenido otros medios
de evitarlo, sin necesidad de matar al agresor, sufrirá el que cometa el homicidio en
estos casos, una reclusión de seis meses a un año, e igual tiempo de destierro..."

"Art. 501.- Los que cometan un homicidio por deseo de precaver o impedir un delito
grave, que en el acto mismo del homicidio se esté cometiendo, o se vaya a cometer,
contra la causa pública, o por el de sujetar en el propio acto a un fascineroso
conocido, o al que acabe de cometer un robo, un homicidio o cualquier otro delito
grave, y vaya huyendo y no quiera detenerse, no sufrirán pena alguna en el caso de
que a juicio de los jueces resulte que no hubo más que celo en la acción, que la
requirió la gravedad y trascendencia del delito, y que no hubo otro medio para
precaverlo o impedir la fuga del delincuente. Pero si hubiera habido otro medio, o el
delito no fuere de tanta trascendencia y gravedad que baste a justificar el homicidio,
o resultaren en el autor de éste alguna ligereza, exceso u otra culpa se le impondrá
una reclusión de uno a cuatro años, y destierro por igual tiempo. Si resultare no
haber sido más que un pretexto el deseo de evitar el delito, o el de sujetar al
delincuente o haber habido malicia de parte del homicida, será éste castigado con
arreglo a los artículos 479, 483 y 502, según las circunstancias de la acción". Puede
verse también, el artículo 499.

g) Legítima defensa putativa. En el caso del exceso, existen todos los elementos de
la legítima defensa, salvo la necesidad racional del medio empleado. En cambio, en
la legítima defensa putativa no hay realmente un ataque, pero el sujeto cree, que sí
existe. Por ejemplo, una persona que pasa por una calle en que se han producido
varios asaltos, es abordado rápidamente por un ebrio que busca simplemente fuego
para encender un cigarrillo; pero aquella persona se cree atacada y repele la
supuesta agresión matando al ebrio.
Este es un caso de error de hecho que debe ser resuelto de acuerdo con los
principios que al desarrollar ese tema han de ser enunciados.

2.- EL ESTADO DE NECESIDAD. "El estado de necesidad es una situación de


peligro actual de los intereses protegidos por el derecho, en la cual no queda otro-
remedio que la violación de los intereses de otro, jurídicamente protegidos" (von
Liszt, II, p. 341).

Tal caso sucede, por ejemplo, cuando alguien que se halla en una casa, rodeado
por el fuego, ingresa violentamente en la ajena, para salvarse; cuando se toma un
automóvil ajeno para trasladar a un herido que requiere atención médica urgente,
etc.

Estas situaciones fueron consideradas como justificantes en tiempos inclusive


pasados. En la Edad Media, se habló, por ejemplo, de que una persona podía robar
o hurtar cuando necesitaba esos bienes para sobrevivir.

Hay autores que identifican la legítima defensa, con el estado de necesidad; pero
eso es inadmisible porque si bien en ambos casos hay una colisión de intereses por
la cual uno de éstos debe ser sacrificado, los puntos de diferencia son-
fundamentales, como pasamos a ver:

LEGÍTIMA DEFENSA ESTADO DE NECESIDAD

Es una reacción Implica una acción

Existen un acto jurídico Existen dos bienes igual-

y otro antijurídico mente protegidos por el

derecho.

No hay obligación de En ciertos casos, puede

indemnizar haber obligación de

indemnizar
Al tratar de la fundamentación racional de esta eximente, no siempre se la ha
considerado como causa de exclusión de injusto; se ha pretendido asimilarla a la
fuerza irresistible y al miedo grave, es decir, considerarla una causa de
inculpabilidad.

Recordemos lo que dice nuestro Código en su artículo 13: "Son circunstancias que
destruyen el delito o culpa... 6a. Cometerlos por las amenazas y el temor fundado
de un mal inminente y tan grave que baste para intimidar a un hombre prudente, y
dejarlo sin arbitrio para obrar".

Es posible que, en algunos casos, pueda aplicarse ésta disposición; pero no es


menos evidente que en la mayoría de ellos eso no sucederá, sea porque no haya
temor, sea porque no haya la perturbación psíquica suficiente para que, pueda
hablarse de inculpabilidad.

Debe tenerse sumo cuidado al determinar los requisitos en que el estado de


necesidad puede sr válidamente invocado; no debe olvidarse que, al fin y al cabo,
se ataca el bien jurídico de una persona inocente.

En general, la doctrina establece los siguientes requisitos:

- Que el mal causado sea menor que el que se trata de evitar; por tanto, no será
lícito matar a una persona, para sustraerle medicamentos con los cuales, se podrá
evitar que a otra se le ampute una mano. A veces, se ha sostenido que basta que
los intereses en conflicto sean de igual entidad: entonces, sería lícito que una
persona, durante un naufragio, quite a otra el salvavidas, condenándola a perecer.

- Que el estado de necesidad no haya sido creado de propósito, para asegurarse


una excusa.

- Que el sujeto no se halle obligado a sacrificarse; por ejemplo, el bombero está


obligado a sacrificarse para salvar a otros.

- Que el mal sea actual y no haya posibilidad de evitarlo por otros medios.

Nuestra legislación no admite esta causa de justificación; sólo la considera


circunstancia atenuante en casos de robo y hurto. Dice al respecto, el artículo, 628:
"La necesidad justificada por el reo de alimentarse o vestirse, o de alimentar o vestir
a su familia en circunstancias calamitosas, en que por medio de un trabajo honesto
no hubiere podido adquirir lo necesario, será excepción bastante, para que se
disminuya de una tercera parte a la mitad de la pena respectiva, al delito cometido
por primera vez".

3.- EJERCICIO LEGÍTIMO DE UN DERECHO. No obra antijurídicamente la persona


que ejercita su derecho, dentro de los límites que este consiente. Si la ley
estableciera lo contrario, incurriría en una contradicción, pues una misma conducta
sería simultáneamente considerada jurídica y antijurídica.

En primer lugar, podrían mencionarse en este capítulo el derecho de corrección, el


de obrar dentro de las facultades legales, etc. Pero a ello ya nos hemos referido
anteriormente.

Nos queda por referirnos a una situación análoga, prevista por nuestro Código y que
dice: "Art. 13.- Son circunstancias que destruyen el delito o culpa... 3o. Cometerlos
casualmente y sin intención en el ejercicio de un acto lícito".

La licitud de un acto, el que el mismo sea conforme a Derecho, puede provenir de


una ley o de cualquier otra fuente, incluyendo la costumbre admitida (por ejemplo,
la de quemar fuegos artificiales durante ciertas festividades). Puede provenir
también del oficio de médico, abogado, etc. o cargo que se desempeña, o de
autorizaciones legales- para cazar, conducir automóvil, etc.; puede resultar inclusive
de disposiciones generales; por ejemplo, si nuestro gobierno establece
organizaciones deportivas donde está representado el box, si autoriza la venta de
entradas, considera que esa actividad es lícita y conforme a ello habrá que juzgar.

Citemos como conductas típicas que al tenor de la disposición que nos habíamos
examinando, no son antijurídicas: la del cazador que, mientras realiza su actividad,
mata a un colega a quien confunde con un animal o a quien no advierte; la del
médico que, para realizar una operación, hiere al paciente; la del chofer que,
conduciendo de acuerdo a los reglamentos de tránsito, atropella a un peatón y lo
mata, etc.
Sin embargo, nuestro Código descarta la justificación cuando el derecho propio fue
ejercitado con la intención -con dolo- de causar el daño o cuando este pudo y debió
ser evitado -es decir, se obró con culpa-. No habrá causa de justificación si, por
ejemplo, el cazador iba por una zona en que le constaba que había muchas
personas y disparó sin tomar precaución alguna; o si el chofer, conduciendo
conforme a. los reglamentos, a- tropella a una persona, aunque tuvo tiempo para
frenar o las circunstancias le obligaban a prever que una persona podía interponerse
inesperadamente en su curso.

Queda, por, tanto, justificada- sólo la conducta que se produce de manera casual.
De otro modo» resultaría un abuso de derecho, es decir que uno- ejercitarla las
propias facultades hasta el extremo de dañar los derechos ajenos.

podemos preguntarnos aquí si una persona puede recurrir a las vías de hecho para
hacer respetar los propios derechos. Son los casos en que una persona desea
tomarse la justicia por sus propias manos.

Dentro de nuestro ordenamiento jurídico, la respuesta es no (salvo los casos, ya


explicados, de legítima defensa).

Nuestro Código dice:

"Art. 684.- El que a la fuerza quitare a su deudor alguna cosa para hacerse pago
con ella, o para obligarle a pagar lo que debe, sufrirá también un arresto de cuatro
a veinte días, y una multa de cinco a cincuenta pesos".

"Art. 686.- En la -misma pena incurrirán los que, en caso de ser la posesión dudosa,
se la disputaren a la fuerza".

Dos casos especiales de ejercicio del derecho existen en el tratamiento médico-


quirúrgico y en las lesiones deportivas.

4.- TRATAMIENTO MÉDICO QUIRÚRGICO. Envuelve todas las actividades


médicas, inclusive preventivas, que pueden caer dentro de una descripción típica.
Además, hay acuerdo entre los autores para tomar en cuenta no sólo las actividades
que se refieren a la salud en sentido estricto sino también al aspecto estético (cirugía
estética y de restauración).

Dos fundamentos pueden darse parí justificar estas actividades: el con-sentimiento


del paciente y la legitimidad de un ejercicio profesional autorizado por el Estado; sin
duda, de ambos fundamentos, el de mayor peso es el segundo.

Si el médico ejerce un derecho, es indudable que tiene que hacerlo dentro de los
límites de la licitud; por lo tanto, el daño que se causare debe hallarse dentro de los
límites de lo tolerable dada la relatividad del conocimiento humano y la falibilidad,
que es propia de nuestra naturaleza; pero el daño es punible es decir no opérala.
causa de exclusión de injusto-cuando ha mediado dolo o culpa; el primero no suele
ser muy común en cambio la segunda sí, y se presenta por causa de negligencia o;
impericia; tampoco es imposible que se presente algún caso de imprudencia, por
ejemplo, cuando se emplean técnicas o medicamentos no suficientemente
comprobados.

Habrá que tomar en cuenta el consentimiento presunto en algunos casos; por


ejemplo, una persona inconsciente es llevada a la asistencia pública y requiere de
una intervención quirúrgica inmediata. En tales casos puede racionalmente
prefinirse que la víctima hubiera dado su consentimiento para ser operada.

Por fin, a veces el daño puede resultar del cumplimiento de un deber; por ejemplo,
en los casos en que el Estado obliga a someterse a ciertas medidas curativas o
profilácticas: vacunas de distinto tipo, internamiento obligatorio para ciertas
enfermedades infecto contagiosas, etc.

El campo de la actividad médica envuelve varios otros problemas penales que


todavía se hallan en discusión; por ejemplo, el de la muerte dada a un feto para
salvar a la madre, el del aborto terapéutico -allí donde no se halla reglamentado
expresamente-, el empleo de medicamentos no suficientemente experimentados
cuando no parece haber otro recurso para salvar al paciente, etc.-
5.- MUERTE Y LESIONES DEPORTIVAS. Se trata también del ejercicio de un
derecho reconocido por el Estado. Este no sólo permite las prácticas deportivas,
sino que suele alentarlas.

Como consecuencia de estas actividades, pueden presentarse casos de lesiones y


hasta- de muerte, que son los que plantean problemas al Derecho Penal.

El" criterio que permite hablar de una causa de justificación es el del ejercicio de un
derecho (se trate de un deportista aficionado o profesional). Tal ejercicio debe ser
lícito; la licitud, en este caso, se halla establecida por los reglamentos propios de la
actividad deportiva. Por tanto, no es penalmente responsable la persona que causa
un daño a otra, si tal daño se produjo durante las actividades deportivas
reglamentarias; pero responderá plenamente cuando ha incurrido en faltas, porque
ellas se colocan fuera del ejercicio lícito.

En este caso, se ha hablado también de que la justificación procede del


consentimiento que seda para correr los riesgos que la actividad deportiva implica.
Sin duda, no puede hablarse del ejercicio lícito de un derecho, si una de las partes
ha sido ilegalmente obligada a participar en un deporte; pero ese es otro problema;
en realidad, la tesis del consentimiento no es admisible porque éste no se extiende
hasta la pérdida de la vida y los ataques graves contra la integridad corporal, según
vimos; cuanto más, el consentimiento sirve para delimitar el campo dentro del cual
el ejercicio lícito del derecho es admisible.

Un problema particular es planteado por el boxeo, ya que, en él, por principio, se


tiende a dañar el normal funcionamiento del organismo ajeno; entonces parecería
que tal daño no puede ser exculpado, porque se procura intencionalmente y no sólo
casualmente; si la muerte se produce, parecería que no puede dejar de
considerarse como delito preterintencional. Sin embargo, muertes y lesiones por el
boxeo están justificadas sin duda, porque aquel deporte es legítimo, está-autorizado
y tiene sus reglamentos. Lo que pasa es que éstos deberían ser cambiados, sobre
todo porque la experiencia ha demostrado que las muertes y lesiones graves están
lejos de ser raras; pero ese es un terreno, que excede los límites del Derecho Penal.
6.- LA NO EXIGIBILIDAD DE OTRA CONDUCTA. No obra antijurídicamente la
persona que se halla en tales circunstancias, que no era racionalmente posible
exigirle una conducta distinta. Esta eximente, como se ve, se halla relacionada con
el estado de necesidad.

Se dan algunos ejemplos: un chofer que, después de atropellar a alguien, lo


abandona por temor de ser linchado por los circunstantes; el hijo que es llamado
por su padre para participar en una pelea entre familias, etc.

Sin duda, ni el chofer ni él hijo se hallan absolutamente obligados a comportarse


como lo hicieron; pero había una presión tal de las circunstancias, que no era
racional exigirles una conducta distinta.

Parece lo más lógico, como piensa Antolisei (pp. 226-227) que esta eximente se
coloque entre las causas de justificación; sin embargo, en vista de que también
puede considerarse que se sufre una presión, las tendencias alemanas suelen
colocar la no exigibilidad de otra conducta entre las causas de inculpabilidad. Esa
corriente es seguida por ejemplo, por el Proyecto López Rey, que dice: "Art. 22
(Inculpabilidad). No actúa culpablemente... 3) (No exigibilidad). Quien habida cuenta
de las circunstancias excepcionales en que se hallaba, a él no imputables, y que le
colocaron en una situación de notoria falta de libertad de actuación no le era
racionalmente exigible una conducta distinta a la realizada".

No obstante, las críticas que puede suscitar esta disposición sistemática, tiene una
ventaja: que el agredido puede actuar en legítima defensa bues el ataque, aunque
inculpable, es ilegitimo.

En nuestra legislación, no existe ninguna disposición sobre este tema. Algunas de


las conductas a que él se refiere, pueden ser impunes sólo si caben dentro de una
de las eximentes, sobre todo la de coacción y amenazas, establecidas en nuestro
Código.

7.- LAS CAUSAS SUPRALEGALES DE JUSTIFICACIÓN. Sobre todo por influencia


de Max E. Mayer y Mezger. se ha intentado construir una doctrina de causas
supralegales de justificación; tales causas se hallarían fuera y por encima del
derecho positivo. Este, se dice, tiene su fundamento en las normas de cultura para
otros autores, en principios éticos, religiosos, sociales, etc. si el carácter delictivo
que se da a ciertas conductas depende de tales principios que están más allá del
derecho positivo, nada de raro que en esos principios no legislados puedan
encontrarse causas de justificación.

Hay dos puntos que considerar. Puede admitirse la existencia de instancias


supralegales que sirvan de fundamento al derecho positivo y en las cuales éste se
inspira. Sin embargo, lo que nos interesa en Derecho Penal es lo legislado, es decir,
el derecho positivo y vigente; decimos que el delito es "antijurídico" porque se opone
a ese ordenamiento jurídico y no a los principios ideales en que el mismo se funda.
Si así no se hiciera, destruiríamos seguramente toda posibilidad de elaboración
científica de nuestra disciplina y pondríamos en peligró todas las garantías.

En suma, lo que nos interesa es la voluntad del Estado tal como se manifiesta en la
legislación positiva. Es verdad que ésta puede ser ampliada o restringida por una
interpretación racional; pero esa interpretación no podrá exceder lo que el derecho
positivo dice y quiere; de otro modo, el intérprete, por nobles que sean sus
intenciones, incurriría en una usurpación: la de tomar el puesto del legislador.

Por tanto, opinamos que no pueden admitirse causas de justificación supralegales.

8.- El Anteproyecto de 1964 regula estas causas de justificación de la siguiente


manera:

Art. 11.- Está exento de responsabilidad:

1.- (Legítima defensa). El que en defensa de cualquier derecho, propio o ajeno,


rechaza una agresión injusta y actual, siempre que hubiere necesidad racional de
la defensa y no existiese evidente desproporción del medio empleado.

2.- (Estado de necesidad). El que infringe un deber o causa un mal para evitar otro
mayor, inminente o actual, por él no provocado y no evitable de otra manera,
siempre que el necesitado no tuviere, por su oficio, cargo actividad, la obligación de
afrontar el peligro.
3.- (Ejercicio de un derecho, oficio o cargo, cumplimiento de la ley o de un deber).-
El que en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo, cumplimiento de la ley
o de un deber, vulnera un bien jurídico ajeno.

Art. 12.- (Exceso). El exceso en las situaciones anteriores, no constituye causa de


justificación. Es punible y será sancionado con la pena prevista para el delito
culposo, cuando proviniere de una excitación o turbación justificables por las
circunstancias.
CAPíTULO XVIII

LA CULPABILIDAD EN GENERAL

LA IMPUTABILIDAD

1.- CONCEPTO Y SISTEMÁTICA. La conducta típicamente antijurídica tiene su


origen en el fuero interno del hombre, en momentos psíquicos: éstos son el objeto
de estudio del capítulo destinado a la culpabilidad. Esos momentos psíquicos son
la causa de la manifestación externa llamada conducta y porque tal ligazón existe,
la conducta antijurídica puede ser atribuida y reprochada a una persona. Una
persona es culpable de un-acto en cuanto éste le puede ser atribuido y reprochado.

Por tanto, en el concepto de culpabilidad, hay dos puntos que tomar en cuenta:

a) La causalidad psicológica, por la cual cierta conducta puede ser atribuida


plenamente a un sujeto, y

b) El juicio de reproche, que es la consecuencia.

El tema de la culpabilidad viene naturalmente después del de la antijuridicidad;


puede haber conductas, reprochables desde el punto de vista moral o religioso, pero
aquí nos interesan la atribución personal y la reprochabilidad de las conductas
antijurídicas.

La base de este juicio, que implica una valoración, se halla en el comportamiento


libre y voluntario. Pero debe recordarse que esta libertad se toma como un dato
empírico, como algo -que el hombre experimenta cuando obra. Queda de lado la
discusión metafísica de este problema, que no corresponde al Derecho Penal. Por
eso ha autores que dicen que la culpabilidad que nos interesa es la-de tipo jurídico,
no ético.

Esta culpabilidad es también culpabilidad por un acto aislado, por tal o cual conducta
y ha de juzgarse en relación con ella. No podemos tomar en cuenta el estado -
situación duradera del autor-, como si la conducta delictiva fuera nada más que una
manifestación de la personalidad de aquel. Se ha hablado, sobre todo en Alemania,
de una culpa de autor, según la cual éste respondería no sólo por lo que hace, sino
por lo que es; pero tal concepción es tan inaceptable como la de la escuela positiva
que, insistió más en los rasgos del criminal, que en su conducta antijurídica. El autor
responde por su acto y no por su personalidad: esa es -la base de la culpabilidad.

Sistemática de este elemento del delito. EÍ desarrollo de este tema puede


distribuirse racionalmente en los siguientes puntos:

a) La imputabilidad, como presupuesto de la culpabilidad. A continuación, se tratará


de las causas de inimputabilidad.

b) La culpabilidad y sus formas de aparición. Primero, se tratará de la culpabilidad


en general y luego de sus formas de aparición, esto es, el dolo y la culpa, con sus
variedades.

Como consecuencia, habrán de considerarse las causas de exclusión de la


culpabilidad.

2.- IMPUTABILIDAD Y RESPONSABILIDAD. Para que una conducta sea culpable,


reprochable, es necesario que antes sea atribuible a determinado sujeto.

Imputar es atribuir a alguien, es colocar algo a cargo de alguien. Imputabilidad es la


capacidad de recibir imputaciones.

Ahora bien, ¿cuándo puede decirse que esa capacidad existe o, con otras palabras,
cuándo la persona es imputable?

Desde luego, en un sentido amplio y corriente, toda conducta es atribuible a quien


la lleva a cabo. Pero aquí no se trata de tal concepción, sino de establecer cuándo
tal atribución es relevante desde el punto de vista penal; cuándo, dé acuerdo al
Derecho Penal, una persona es imputable.

La respuesta nos la dan los artículos lo. y 2o. del Código Penal, cuando establecen
que existe delito cuando sé ha obrado voluntariamente, cuando la conducta es una
manifestación de voluntad.

Por tanto, se hace necesario un análisis acerca de la voluntad y, más precisamente,


de la voluntad libre a que se refiere nuestro ordenamiento jurídico positivo.
El acto voluntario pasa por tres momentos:

a) La presentación de las razones (momentos representativos) y de los motivos


(momentos efectivos y valorativos) que pueden llevar a una manifestación externa.

b) La deliberación, durante la cual se sopesan y consideran, se enjuician, las


rabones y motivos.

c) La decisión de obrar o no obrar, resultante de los momentos anteriores. Este es


el punto más propiamente voluntario.

Como consecuencia, aparece la conducta, la realización externa que, por su origen,


llamamos voluntaria.

Por eso, el Código Italiano, en su artículo 85, establece: "Es imputable el que tiene
capacidad de entender y de querer".

Por tanto, no existirá imputabilidad cuando algún proceso anormal altera la


capacidad representativa o volitiva, y la altera de modo substancial; por ejemplo,
cuando se padece de alucinaciones, delirios, demencia, fobias, etc.

Dentro de nuestro sistema vigente, la responsabilidad penal, es decir, la posibilidad


de responder por un delito sufriendo la consecuencia, que es la pena, tiene por
presupuesto la imputabilidad. Son penalmente responsables los imputables. Si, por
alguna razón, la imputabilidad queda anulada, cesará también la responsabilidad
penal.

Pero este criterio no es hoy universalmente seguido. En general, se piensa que si


bien sólo quienes son imputables deben recibir una pena en sentido estricto, sin
embargo, las personas que cometen actos típicamente contrarios al Derecho Penal
menores, anormales mentales-han de sufrir cierto tipo de consecuencias, sobre
todo podrán ser sometidos a medidas reeducativas o de seguridad, según el caso
aconseje y el derecho prevea.

Pero prosigue la dificultad porque estas personas inimputables, sólo forzando los
términos podrán ser llamadas delincuentes; para que lleguen a serlo, faltará uno de
los elementos del delito.
3.- DOCTRINAS SOBRE LA RESPONSABILIDAD PENAL. Este tema, aunque ya
no con la exacerbación de hace algunos decenios, sigue siendo hoy uno de los
puntos controvertidos del Derecho Penal.

Tres son las posiciones principales que se han enunciado:

a) Criterio clásico. Se basa en la admisión de la libertad moral del hombre; éste


es penalmente responsable en cuanto actuó usando de su libre albedrío; en
consecuencia, la pena tiene un sentido de retribución y se aplica basándose en la
distinción entre imputables e inimputables. Nuestro Código Penal, al sostener, en
sus artículos lo. y 2o. que, para que exista delito, es necesario haber obrado libre y
voluntariamente, admite el criterio de la escuela clásica.

b) Criterio positivista. Según esta .escuela, la conducta del hombre se halla


fatalmente determinada, como sucede con los fenómenos propios de los demás
seres naturales. No hay una libertad moral (sin embargo, el más notable de los
positivistas modernos, Grispigni, no niega la libertad moral, sino que simplemente
la considera como un criterio inidóneo para establecer la responsabilidad penal; (V.
I, p. 38). La responsabilidad penal surge del hecho de que el hombre vive en
sociedad y de que ésta tiene el derecho y el deber de defenderse ante los ataques
de que es objeto; de ahí la tesis de la pena como medio de defensa social. Se toman
en cuenta ciertas condiciones que la escuela clásica consideraba como causas de
inimputabilidad: la enfermedad mental, la edad, etc., pero ya no para excluir la
imputabilidad y consiguientemente la responsabilidad, sino para adecuar la sanción
a las condiciones del reo.

a) Criterios eclécticos. Adoptan una posición intermedia. Se suelen inclinar a


considerar el libre albedrío no como una realidad metafísica y absoluta, sino como
un dato empírico suministrado por la Psicología; los que actúan libremente merecen
una pena porque son imputables; en cambio, los inimputables deben ser sometidos
a una medida de seguridad. Pena y medidas de seguridad integran la sanción, que
es la consecuencia de la conducta antijurídica.
Estas polémicas se han apaciguado junto con otras que mantuvieron las distintas
escuelas. Las legislaciones modernas han aceptado una posición ecléctica que
salva, al mismo tiempo, la libertad humana y la necesidad de luchar contra todas las
infracciones de la ley.

4.- LA PELIGROSIDAD. La noción de peligrosidad ha surgido en el derecho


especialmente por influencia de la escuela positiva. Fue Garófalo el que más trabajó
sobre el tema, hasta convertirlo en uno de los ejes de su teoría.

La peligrosidad es la capacidad que un sujeto tiene para cometer delitos. Ella no


puede determinarse, según es claro, sino por un criterio de probabilidad: cuanta
mayor sea la probabilidad de delinquir, mayor será la peligrosidad del sujeto.

Una persona se inclina más o menos al delito, en virtud de las causas que influyen
o pueden influir en su conducta: herencia, glándulas, edad, situación familiar,
económica, características psíquicas, etc. En suma: la peligrosidad depende de la
acción de factores que; por lo menos en gran parte, se hallan fuera del alcance de
la libertad humana. Si alguien es particularmente inclinado al delito, eso no proviene
de una libre elección.

Para la escuela positiva, hay que ir inclusive más allá: a un completo determinismo.
Uno es lo que es: no puede ser de otra manera en virtud de su libre albedrío. A
ciertas causas delictivas corresponden ciertos efectos criminales. Cuando esas
causas -estudiadas y determinables por la Criminología- existen, hay una alta
probabilidad de que se caiga en el delito. Y si hablamos de mera probabilidad -para
los positivistas no es que se renuncie al determinismo; Se trata simplemente que no
llegamos a conocer completamente todas las causas, por lo cual no podemos
predecir" con exactitud.

Inclusive sin admitir los postulados de la escuela positiva, se acepta hoy que hay
personas más inclinadas al delito que otras; se ha llegado hasta a predecir, con alto
porcentaje de seguridad, si un individuo delinquirá por primera vez o si reincidirá.

Pero el problema no es ese. En realidad, lo que cabe es preguntarse si la


peligrosidad puede servir de base a la responsabilidad.
La respuesta es terminantemente: No.

La responsabilidad no puede fundarse sino en la culpabilidad, tal como la hemos


explicado en las páginas anteriores. Eso vale no solo de jure condito, sino también
de jure condendo.

Eso no quiere decir que la tendencia al delito no haya de ser tomada en cuenta. Tal
actitud sería absurda si lo que se busca es la corrección del delincuente. Lo que se
quiere decir es que primero ha de establecerse la culpabilidad y sólo luego la
peligrosidad, sirviendo ésta sobre todo para establecer la duración y naturaleza dela
sanción.

En otras palabras, la noción de peligrosidad, en sentido de particular proclividad


para el delito, no es apta para determinar si un individuo es delincuente o no; esta
calidad ha de establecerse conforme al criterio de la culpabilidad a que más arriba
nos hemos referido. Pero el estudio de las causas que llevan a una especial
proclividad al delito ha de servir para determinar el tipo de tratamiento penal, es
decir, correctivo, que debe aplicarse al individuo.

Se dirá que en ciertos casos -malvivientes, vagos, mendigos, prostitutas, etc.- se


adoptan medidas de seguridad con carácter preventivo y basándose simplemente
en la peligrosidad de tales sujetos, en que ellos llevan una vida que los acerca al
delito. Mucho podría decirse al respecto; pero, para nuestro propósito, baste
recordar que esas personas son sometidas a ciertas medidas, simplemente por ser
antisociales; nadie los considera delincuentes, o sea, autores de una conducta
típicamente antijurídica y culpable; esto es suficiente para demostrar que la
peligrosidad sola tío basta para fundar la responsabilidad penal.

Entre nosotros, el Prof. Medrano Ossio es un partidario de dar una amplia función a
la peligrosidad.

5.- LAS ACTIONES LIBERAE IN CAUSA. Como regla general, la imputabilidad debe
establecerse en relación con el momento en que se lleva a cabo la conducta
delictiva.
Esa regla tiene su excepción en las denominadas actiones líberae in causa.
Supongamos que una persona tímida, a fin de tomar ánimos para matar a otra, bebe
hasta tornarse inconsciente y, en este estado, efectivamente mata, como quería
hacerlo cuando se encontraba normal; entonces, no se toma en cuenta la
anormalidad intencionalmente provocada, en que se encontraba en el momento de
realizar la acción delictiva; con toda lógica se considera la imputabilidad en el
momento en que se tomó la decisión. Así lo establece el artículo 16, inc. 1o. de
nuestro Código, al referirse a la embriaguez, Pero obviamente, el principio vale para
todas Las situaciones semejantes.

La situación de imputabilidad debe retrotraerse en el tiempo al momento en que se


tomó la decisión, también en los casos en que el sujeto busca simplemente crearse
una eximente.

La razón que para ello puede darse es la siguiente: la ejecución del delito no
comienza en esos casos con el ataque o la emboscada, sino en el momento en que
uno realízalos actos para ponerse en situación de inimputabilidad; tales actos
integran el camino de ejecución que lleva hasta el delito consumado.

6.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Establece los siguientes principios: Art. 13.- (No
hay pena sin culpa). De ninguna consecuencia de la acción será responsable el
agente, si no ha obrado por lo menos culposamente. En consecuencia, la
culpabilidad y no el resultado es el límite de la pena.

Art. 19.- ("Actio libera in causa"). El que para cometer un delito provocare
voluntariamente su incapacidad, será sancionado con la pena prevista para el delito
doloso, cuando el agente se colocó en ese estado con el fin de cometer el hecho o
de procurarse una excusa, y como delito culposo en los demás casos.
CAPÍTULO XIX

CAUSAS DE INIMPUTABILIDAD

1.- CONCEPTO. Se dice que una persona es penalmente inimputable, cuando no


obra con conciencia y voluntad; entonces, de acuerdo al Derecho Penal, una
conducta no puede serle referida e imputada.

Las causas capaces de llevar a la inimputabilidad se hallan establecidas en el


Código, como enseguida veremos. Ellas no tienen que ser interpretadas
restrictivamente o con criterio psiquiátrico técnico -por ejemplo, tomando como
demencia sólo lo que la Psiquiatría considera tal-; hay que hacer una interpretación
teleológica y sistemática, tomando en cuenta el fin que tienden estas eximentes y
las determinaciones contenidas en todo el ordenamiento jurídico y especialmente
las establecidas en los artículos lo. y 2o. Además, ya que no se trata de aspectos
penales ni de excepciones, cabe la interpretación por analogía.

Las causas de inimputabilidad se refieren a falta de suficiente madurez física y


psíquica, a anormalidad mental permanente o transitoria y a otras condiciones
semejantes.

2.- LAS CAUSAS DE INIMPUTABILIDAD. Son las que a continuación se detallan.

a) La minoridad penal. La suficiente madurez física y psíquica para establecer o


fundar la imputabilidad, está ausente en los menores; tal verdad es tan obvia que
ha sido reconocida desde tiempos antiguos. Se halla establecida en el Derecho
Romano, el Canónico y en las Partidas.

La tendencia actual es la de excluir completamente del Derecho Penal a los


menores; ellos deben ser sometidos no a medidas punitivas, sino reeducativas. Se
ha establecido ya un verdadero Derecho de Menores.

No existe consenso, sin embargo, en cuanto a los años que la-minoridad


comprende. La mayor parte de las legislaciones modernas establecen los 16 años
o una edad próxima a ella, como el límite de la minoridad. Pero tal límite, como es
evidente, tiene mucho de artificioso, de puramente empírico; en realidad, se lo
admite por la necesidad de establecer un límite cierto para fines prácticos y no
porque haya ciencia alguna capaz de justificar el que se fijen términos exactos en
esta materia.

Se ha discutido mucho ulerea de si se puede o no hablar de menores delincuentes.


En sentido estricto, ciertamente no, porque para que ellos cometan delito les falta la
imputabilidad. Sin embargo, se suele aplicar aquel adjetivo a los menores cuya
conducta se halla tipificada en el Derecho Penal, o sea como a veces se dice, a
quienes tienen una conducta objetivamente, antijurídica. Esta contraposición entre
conducta y norma penal no puede ser dejada de lado cuando de tratamiento
correctivo se trata; matar, asaltar, violar, no es ciertamente lo mismo que huir del
hogar; la valoración penal toma en cuenta conductas particularmente graves y ese
hecho tiene que ser relevante para el Derecho de Menores y para las medidas que
se toman en cuanto a la corrección.

En las legislaciones con bases clásicas corno la nuestra, ha sido usual distinguir
tres etapas vítales en los menores: la primera, más o menos coincidente con la
infancia, de inimputabilidad absoluta; la segunda, entre la pubertad y la
adolescencia, en que hay responsabilidad penal si bien atenuada, cuando se ha
obrado con discernimiento; cuando éste no existe, no hay responsabilidad; tercera,
la ce fines de la adolescencia y primeros años de la juventud en que hay
responsabilidad atenuada, e incapacidad para sufrir ciertas penas.

El criterio que permite la distinción es el del discernimiento. Sin embargo, el mismo


se halla hoy desechado. En primer lugar, porque es sumamente difícil ponerse de
acuerdo en cuanto a lo que esa palabra significa. Para unos, es la capacidad de
distinguir entre lo bueno y lo malo; pero, si éste fuera el significado aceptado, habría
que llevar la imputabilidad a años muy anteriores a los de la pubertad pues una
distinción entre bien y mal, siquiera oscura, ya la suelen tener los niños de siete
años de edad. Para obviar esta dificultad, se ha dicho que actúa con discernimiento
quien se da cuenta no sólo de aquella distinción, sino que conoce el mundo y las
cosas y advierte las consecuencias de sus acciones (en tal sentido, ya Pacheco, I,
pp. 143-144). Sólo que, aun considerando estos otros puntos, nos quedamos
siempre en aspectos puramente intelectuales y dejamos de lado la consideración
de la madurez sentimental y social, can claramente puestas en relieve por la
psicología evolutiva; dejamos de lado también, las posibilidades reeducativas que,
en este período vitsi, de gran plasticidad, son mucho mayores que en la adultez y
que justifican el insistir en medidas correctivas, como preferibles a las punitivas.

Por ello, decíamos, se -ha abandonado el criterio del discernimiento, pese a sus
pretensiones científicas, y se ha preferido una determinación empírica de la edad
límite basándose sobre todo en la madurez total y la corregibilidad. Ya hemos
reconocido que la fijación de límites tiene mucho de artificioso; pero, aun así, es
preferible obrar de esa manera. No oiremos que, aunque la fijación final de límites
tenga algo de artificios y empírico, están lejos de faltar datos científicos-biológicos,
psicológicos y sociales- que permiten una aproximación racional.

Nuestra legislación contiene las siguientes disposiciones:

1) Los menores de diez años quedan excluidos completamente de


responsabilidad penal; así lo establece, el artículo 13: "Son circunstancias que
destruyen el delito o culpa... la. Cometerse el delito o culpa dentro de los diez
primeros años de la edad".

2) Entre los diez y los diecisiete años, opera el criterio del discernimiento; pero,
en el peor de los casos, la responsabilidad es atenuada. El artículo 42 dice: "Si se
declarare que el mayor de diez años y menor de diez y siete obró sin discernimiento
y malicia, no se le impondrá pena alguna y se le entregará a sus padres tutores c
curadores, para que le corrijan y cuiden de él, pero si éstos no pudieren hacerlo, o
no merecieren confianza, y la edad adulta, del menor y la gravedad del caso
requieren otra medida al juicio prudente del juez, podrá éste ponerle en una casa
de corrección, por el tiempo que crea conveniente, con tal que nunca pase de la
época en que cumpla los veinte años de edad, Si se declarare haber obrado con
discernimiento y malicia, se lee castigará con la cuarta parte a la mitad de la pena
señalada al delito, según lo que se prescribirá en el artículo 64".
3) De los 17 a los 21 años: la menor edad es por si sola atenuante y ocasiona la
conversión de pena. Al respecto tenemos: "Art. 15.- Del mismo modo, se tendrán
por circunstancias que disminuyan el grado del delito... La menor edad del
delincuente..."."Art. 64.- En ningún caso serán condenados a presidio ni a obras
públicas: Los menores de veintiún años..."

Por lo anterior, se verá que entre nosotros es el juez común quien conoce los casos
referentes a menores. La tendencia actual, que la doctrina admite uniformemente,
es que se deben crear tribunales especiales no sólo por el personal que los integra,
sino también por la forma de proceder, ajenas a los formalismos de los tribunales
que juzgan a los mayores. Lamentablemente, diversos proyectos e iniciativas para
instaurar entre nosotros los tribunales de menores, no han llegado a convertirse en
realidad.

b) La anormalidad mental. No es imputable la persona que, a causa de una


anormalidad mental grave, no puede obrar de manera consciente y voluntaria.

Tres son los criterios par-a determinar si existe anormalidad mental.

- Criterio biológico o psiquiátrico. Según él, es anormal mental inimputable el sujeto


que, por padecer una enfermedad, es determinado como tal por los peritos
psiquiatras. Este es el criterio a que se inclina nuestro código. Supone la sumisión
del juez a la opinión de los peritos y la irrelevancia de los momentos lúcidos, aunque
durante uno de ellos se hubiera cometido el delito.

- Criterio psicológico. Según él, no hay que tomar en cuenta la enfermedad, sino la
alteración psíquica que ella produce; es un criterio de aplicación sumamente difícil.

- Criterio psiquiátrico-psicológico-jurídico. Es de carácter mixto y supone que el juez,


sobre la base de los informes periciales, aprecia con criterio normativo -desde el
punto de vista del derecho- si las alteraciones producidas son suficientes para
fundar la inimputabilidad del sujeto. Este es el criterio más aceptable porque toma
en cuenta no sólo la situación médica, sino sus repercusiones jurídicas, que son las
que al penalista interesan.
Es lo corriente que haya discrepancia entre la terminología que usa el legislador y
la que emplean los tratados de Psiquiatría para designar los casos de anormalidad
suficientemente graves como para eliminarla imputabilidad. Si eso sucede en
legislaciones modernas, a fortiori ocurrirá con nuestro Código Penal promulgado
cuando la ciencia psiquiátrica se hallaba en pañales. Él tiene dos disposiciones, en
su artículo 13, por las cuales la eximente existe cuando se obra "en estado de
demencia" (inc. 2º) o "... privado del uso de (la) razón de cualquier otra manera
independiente de su voluntad..." (inc. 7º)

¿Cuáles son las anormalidades, tan graves, que creen un estado de


inimputabilidad? La respuesta hay. que buscarla en una combinación de los
conocimientos psiquiátricos actuales, lo dicho en los incisos recientemente citados
y lo establecido por los artículos 1º y 2º.

Ciertamente son inimputables los casos profundos de oligofrenia, los estados


demenciales y psicóticos y las neurosis más graves. Ciertamente no serán
inimputables algunos neuróticos, los oligofrénicos leves (debilidad mental y casos
límites) y la mayoría de los psicópatas. Un estudio detallado de estas anormalidades
puede encontrarse en libros especializados.

Hay casos en que la imputabilidad no es plena, aunque existe; las legislaciones


modernas suelen hablar por ello, de semi imputables. Ninguna disposición existe al
respecto en nuestro Código; sin embargo, entre las atenuantes, se consigna la "falta
de talento" del delincuente (art. 15 inc. lo.); una interpretación extensiva, que es la
única racional de la palabra talento permitirá a los jueces incluir en tal designación
a todos los anormales leves, cuya imputabilidad no está destruida, sino disminuida.

Persistirá siempre, sin embargo, pese a cuanto los legisladores se esfuercen, la


dificultad de trazar líneas terminantes de separación entre la anormalidad grave, la
leve y la normalidad.

Algunas legislaciones han mencionado expresamente el caso de los sordomudos


de nacimiento. Ellos, por lo común, son simplemente sordos, que al no haber podido
oír las palabras, tampoco pudieron aprenderlas para reproducirlas. La Psicología ha
demostrado que la palabra es esencial para el desenvolvimiento mental, fuera de
ser un medio de adaptación social. Los sordomudos de nacimiento, aunque sean-
básicamente normales, suelen quedar intelectualmente retrasados, en situación
semejante a los oligofrénicos y es este retraso, el que se toma en cuenta para
determinar la existencia de un estado de inimputabilidad (fuera del caso, en que el
sordomudismo no sea sino uno de los síntomas de otras graves anormalidades
cerebrales). Los sordomudos pueden actualmente ser instruidos y llegar a hablar,
adquiriendo un desarrollo mental normal.

Esta situación, a nuestro modo de ver, no merece un acápite especial, que por lo
demás, no se dedica a cada tipo de anormalidad mental; tiene que resolverse de
acuerdo a los principios generales sobre la inimputabilidad.

Menos grave aún, es la situación de los ciegos de nacimiento.

c) La embriaguez alcohólica. La embriaguez alcohólica ocasiona perturbaciones


mentales a veces graves; altera los procesos cognoscitivos y disminuye el control
voluntario sobre los actos. El grado en que el alcohol afecta a cada individuo es muy
variable; depende de la personalidad del sujeto, de la cantidad y calidad de las
bebidas y de ciertas circunstancias individuales y ambientales. Salvo casos
extremos, puede, sin embargo, afirmarse que el estado de anormalidad derivado de
la embriaguez no llega a ser tan grave como el de ciertas enfermedades mentales.

Parecería pues, que el legislador debe inclinarse a considerar que la embriaguez


constituye una causa de inimputabilidad o de semiimputábilidad, según el grado de
perturbación que produzca, Pero el derecho es valorativo y no puede prescindir de
esa característica al tratar de la embriaguez.

Si esta es voluntaria, si se llegó, a ella a sabiendas, no puede decirse que subsista


una plena inocencia en el sujeto por lo que cometa cuando se halle embriagado. No
es que haya entonces culpa al no prever el delito; el criterio, de que siempre hay
una responsabilidad culposa por lo que se haga durante el estado de ebriedad,
aunque sostenido por autores tan estimables como Pacheco (I, pp. 205-206) no es
aceptable porque sólo puede aplicarse a algunos casos en que la previsión ha sido
posible y exigible. El problema está en que no puede servir de eximente o atenuante
un acto reprobado por la sociedad y cometido voluntariamente. El vicio no puede
pretender erigirse en excusa; esto vale especialmente cuando la ebriedad no es
sólo voluntaria, sino también habitual. Todo hombre sabe cuáles son los efectos del
alcohol; si lo ingirió voluntariamente, es posible afirmar que, también
voluntariamente, el sujeto se puso en peligro de incurrir en ciertas conductas.

De ahí por qué la mayor parte de las legislaciones no reconocen a la embriaguez


voluntaria aguda y crónica, capacidad para servir de causas de inimputabilidad o de
atenuación.

En principio, nuestro Código establece: "La embriaguez voluntaria o cualquiera otra


privación o alteración de la razón de la misma clase no exime de la pena". (Art. 13,
Inc. 7º)

Por tanto, la ebriedad común, nunca es eximente. Pero puede ser atenuante, con
las siguientes condiciones:

- Que no haya sido preordenada, es decir, qué no se trate de un acto libera in causa
(art. 16, lo.)

- Que no haya habido antes enemistad con la víctima (Art. 16, lº)

- Que la ebriedad no sea habitual (Art. 16, 2º)

- Que no haya servido de excusa en un juicio anterior (Art. 16, 3º)

En los demás casos, la embriaguez aguda y habitual no eximen de responsabilidad


ni atenúan la pena.

Sin embargo, hay dos tipos de embriaguez que merecen otro tratamiento, que llevan
a un estado de inimputabilidad. El primero es el de la ebriedad crónica, que ha
concluido en un estado de demencia. El segundo toca a la embriaguez patológica;
a veces, se reacciona de una manera patológicamente anormal ante pequeñas
ingestiones de alcohol; entonces puede haber una eximente, ya que se trata de que
el sujeto queda privado de su razón, sufre de una grave alteración, por razones
independiente de su voluntad (art. 13, 7º); sin embargo no habrá ni eximente ni
atenuante, cuando el sujeto conocía su tendencia a reaccionar patológicamente; es
obvio que entonces existía deber y posibilidad de prever.

Nuestro Código habla, al tratar de la embriaguez, de "cualquiera otra privación o


alteración de la razón, de la misma clase". Se pueden considerar aquí, otras
anormalidades, por ejemplo, la ebriedad o alteración ocasionada por éter u otros
productos. En la legislación moderna, sobre todo se tienen en vista los
estupefacientes.

Si éstos fueron usados con fines permitidos, lícitos, la alteración puede


considerarse, según su gravedad, eximente o atenuante (la analogía, en este último
caso, es permitida). Pero si el uso fue ilegal, constituye delito conforme a la ley de
estupefacientes y no puede servir de atenuante; hay concurso de delitos, según se
ha de considerar en otro capítulo. Desde luego, habrá que considerar siempre como
eximente la anormalidad profunda, aunque hubiera resultado del repetido uso de un
estupefaciente.

d) La anormalidad transitoria. Es admitida como eximente en nuestro Código,


según se deduce de los Arts. 1º, 2º y 13º, inc. 7º

Esta anormalidad transitoria, para ser eximente, tendrá que existir en el momento
en que se lleve a cabo la conducta.

Resulta de shocks, altas fiebres que se presentan en algunas enfermedades, de la


ebriedad patológica. También tendrá que considerarse aquí la anormalidad
resultante del uso lícito, con fines médicos, o por caso fortuito o fuerza mayor, de
estupefacientes.

La eximente existe cuando la normalidad quita el uso de la razón y la capacidad de


obrar voluntariamente.

e) Otros estados de inconciencia. Pueden tener el más variado origen y han


suscitado muchas discusiones, tanto entre los penalistas como entre los psiquiatras
y psicólogos.
1) El sueño; no es imputable el que hubiera causado un daño estando dormido; por
ejemplo, la madre que aplasta y mata a su hijo en cuya compañía dormía. Exige,
como se ve, que no hubiera habido una conducta libera in causa ni que la madre
hubiera podido prever lo que sucedió, porque en ambos casos no podrá haber
excusa.

2) Sonambulismo; durante el sueño, pueden ejecutarse actos relativamente


complicados: caminar, abrir puertas, etc. Los principios que tienen que-aplicarse,
son los mismos del caso anterior.

3) Hipnotismo; es el estado máximo de sugestión, en que una persona depende de


la voluntad de otra. Es discutible que, al menos como regla general, el hipnotizado
pierda completamente su conciencia. Tendrá, entonces, que resolverse conforme a
las características de cada caso. Habrá la eximente de inimputabilidad cuando el
sujeto que realizó la conducta obró como simple instrumento; de otro modo, existirá
simplemente una atenuante, al tenor del inc. 3º del Artículo 15.

4) Dolor extremo. Tendrá que verse si en el caso concreto y dadas las circunstancias
personales, destruyó el uso de la razón y la capacidad ; de obrar siquiera con un
mínimo de voluntad; entonces, se asimilaría a la anormalidad transitoria. Sin
embargo, como regla. general, no podrá hablarse sino de una atenuante, (Art. 15,
inc. 2º)

5) Estados pasionales. Operan solo como. atenuante, como causas de


semiimputabilidad; la disposición citada en el número anterior vale también para
éste; además, el código establece penas especialmente leves cuando se obra por
arrebato pasional, humanamente comprensible y socialmente no reprobable; así
sucede con los artículos 492, 495, 496, 500, 503, 504, etc.

6) Intoxicaciones no alcohólicas. Los principios generales han sido expuestos


anteriormente. Añadamos que, algunas veces, el organismo puede resultar
intoxicado por razones profesionales (saturnismo de los linotipistas) o por mal
funcionamiento del organismo (intoxicaciones endógenas, como las que pueden
resultar de anormalidades de las glándulas); consideramos que se pueden incluir
en este punto las alteraciones mentales que resultan de algunas infecciones.

3.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Contiene los siguientes principios:

Art. 17.- (Inimputabilidad). Son inimputables:

1.- (Enajenación mental). El que en el momento de cometer él hecho no haya podido


comprender la criminalidad del acto o inhibir sus impulsos delictivos, a causa de
enajenación mental.

2.- (Intoxicación crónica). El intoxicado crónico por alcohol o estupefacientes,


cuando se hallare en el estado a que se refiere el inciso anterior.

3.- (Sordomudez y ceguera). Asimismo, el sordomudo y el ciego de nacimiento sin


instrucción.

4.- (Embriaguez). El ebrio, cuando la embriaguez sea plena y fortuita.

5.- (Indio selvático). El indio selvático que no hubiera tenido ningún contacto con la
civilización.

Art. 18.- (Semi-imputabilidad). Cuando los casos a que se refiere el artículo anterior
no excluyan totalmente la capacidad de comprender o de querer del agente, sino
que la disminuyan notablemente, el juez atenuará la pena conforme al Artículo 39 o
decretará la medida de seguridad más conveniente.

El juez procederá en igual forma, cuando el agente sea un indígena cuya


incapacidad deriva de su inadaptación al medio cultural boliviano y de su falta de
instrucción.

Art. 5º.- (En cuanto a las personas). La ley penal no reconoce ningún fuero ni
privilegio personal, pera, sus disposiciones se aplicarán a las personas que en el
momento del hecho fueren mayores de diez y seis años.
CAPÍTULO XX

FORMAS DE CULPABILIDAD

EL DOLO

1.- PROBLEMAS GENERALES. Según y vimos, la imputabilidad es la aptitud básica


del individuo para que su conducta sea puesta a su cargo. Pero no basta esa aptitud
general o de principio para que haya culpabilidad; es necesario considerar la actitud
psíquica que, en el caso concreto, el sujeto asumió en relación con su conducta.

El sujeto, al que suponemos imputable, puede haberse conducido de cierta manera


porque expresamente lo quiso o simplemente por desidia, imprudencia o impericia.
En tales casos, el sujeto no es culpable de su conducta por igual título; se ve
enseguida que hay que hacer distinciones. La ley las hace.

En todos los casos, según lo establecen los artículos 1º y 2º del Código Penal, el
sujeto debe haber actuado con libertad -lo que quiere decir con voluntad-, teniendo
la posibilidad de escoger una conducta distinta, no delictiva, pero habiéndose
inclinado por ésta. Porque hubo tal libertad, el sujeto es culpable de lo que hizo o
dejó de hacer.

Pero, en un caso, el del artículo lo., el sujeto actúa con voluntad y malicia lo que
equivale, como veremos, a intención, a lo que la doctrina actual denomina dolo. En
el otro, actúa en virtud de una causa que el sujeto podía y debía evitar, es decir,
según la terminología hoy admitida, con culpa. Por tanto, la culpabilidad puede ser
dolosa o culposa; el delito resultante puede ser referido al sujeto a título de dolo o
de culpa.

En ambos casos, empero, el sujeto no sólo debe tener la capacidad general de


conocer lo que "hace y de decidir y obrar en consecuencia -imputabilidad-, sino de
conocer la ilicitud de lo que hace en concreto, no obstante, hacerlo libremente.

No sé trata, desde luego de una ilicitud derivada del conocimiento especializado de


la ley, propio de los profesionales, sino de una conciencia más general y siempre
presumida ya que el legislador parte del presupuesto de que la ley es conocida de
todos.

Resulta de lo anterior que no habrá culpabilidad cuando el sujeto obra en virtud de


datos falsos o cuya interpretación equivocada era legalmente tolerable -error- o
cuando la conducta, aunque reconocida como ilícita, se ejecuta contra la propia
voluntad, no libremente -coacción-.

A estos aspectos, heme.: de referirnos en las páginas que siguen.

2.- EL DOLO. ELEMENTOS QUE LO INTEGRAN. El dolo se refiere siempre a un


acto antijurídico; no es la intención de realizar un acto cualquiera sino precisamente,
un acto que la ley prevé como delictivo.

Se han expuesto diversas teorías acerca de la esencia del dolo.

a) Teoría de la voluntad. Sostenida, entre otros, por Carrara y Hippel. Según


ella, lo característico del dolo es que se quiso realizar el acto, que fue la voluntad la
que determinó a hacerlo, no obstante, el conocimiento de que él es ilícito. Desde
luego, no se niega que debe existir una representación de lo que se ha de hacer,
eso es obvio, pues los momentos representativos son el antecedente lógico del acto
voluntario; pero se insiste en que lo propiamente doloso es la decisión voluntaria.

Hay que agregar algunas observaciones todavía.

La voluntad no tiene que tender a realizar una violación de la ley, sino simplemente
a ejecutar el acto. Aquella particular finalidad del sujeto no es necesaria para que
pueda hablarse dé dolo.

El acto, además, ha de ser intencional, es decir, buscar un resultado, el que es


querido -por lo menos, en los delitos de resultado-; un individuo, para matar
dolosamente, no solo ha de querer disparar su revólver, sino que su víctima muera.

Por fin, el acto voluntario no ha de buscar necesariamente un resultado seguro y


predeterminado, sino que puede implicar el querer aquello que se presente, como
resultado probable (dolo eventual).
A este criterio, que podemos considerar clásico, se atiene nuestra legislación
vigente, según se advierte claramente en el artículo lo. del Código Penal.

b) Teoría de la representación. Ha sido sostenida principalmente por von Liszt


para quien "dolo es el conocimiento; que acompaña a la manifestación de voluntad,
de todas las circunstancias de hecho que acompañan al hecho previsto por la ley".
Como se ve, von Liszt no prescinde de. la decisión voluntaria, pero considera como
lo esencial el momento cognoscitivo. Se piensa que quien ha de realizar la
valoración acerca del dolo es el juez y que para él mismo es muy difícil establecer -
o, para el legislador, presumir- algo tan íntimo como la decisión voluntaria; la
atribución por. dolo se" hará, según esta teoría, por un procedimiento menos
complicado: estableciendo si, dadas las circunstancias de hecho, el sujeto debía
necesariamente prever lo que ocurrió.

La dificultad de esta doctrina se halla en que puede suscitar confusiones entre el


dolo y la culpa con representación o consciente.

c) Teoría del asentimiento. Esta teoría, sostenida especialmente por Beling, se


inclina más a la de Carrara que a la de von Liszt. Ha merecido mucha consideración
en la doctrina actual.

Según Beling, lo decisivo no es la representación sino la actitud que el sujeto adopta


frente a ella. No es el tener la representación o el deseo de realizarla, sino el asentir
al resultado.

Se ha hecho notar que esta doctrina se parece a la de los moralistas medievales


para los cuales el pecado no se halla en el sentir, sino en el consentir.

El grado en que la voluntad se adhiere a lo representado es distinto según los casos,


aunque siempre, dentro de la categoría del dolo; va desde el querer premeditado y
directo, hasta la admisión de un resultado simplemente probable (dolo eventual).

Como se ve, la teoría de Beling, aunque semejante en muchos aspectos a la de


Carrara. es más amplia, cubre más campos.
(Cf. la definición que da López Réy, Art. 15.-"... Existe dolo en quien sabe, actúa
antijurídicamente y quiere el resultado producido. También existe dolo en quien, sin
perseguir dicho resultado, se lo representa como probable y lo admite de antemano
en su voluntad si liega a producirse").

El art. 14, del Anteproyecto de 1964 dice: "(Dolo) El delito es doloso cuando el
resultado antijurídico ha sido querido o previsto y ratificado por el agente, o cuando
es consecuencia necesaria de su acción".

En resumen: el dolo supone elementos representativos y volitivos. Se refiere a la


simple acción siempre; ha de querer además el resultado, cuando éste integra el
tipo delictivo.

No es necesario ni relevante, que el sujeto busque ir contra la ley; basta que él vaya
consciente y voluntariamente contra lo que la ley establece. Ese conocimiento debe
referirse a todos los elementos del tipo; por ejemplo, en relación con el artículo 161,
tiene que saber que la víctima es un ministro extranjero, reconocido por el gobierno
boliviano; en el caso del artículo 160 debe tener conciencia de que sus actos de
hostilidad se dirigen contra súbditos extranjeros y que son capaces de provocar una
declaración de guerra o represalias.

3.- CLASES DE DOLO. Según lo ha hecho notar especialmente la teoría de Beling,


existen diversas clases de dolo.

a) Dolo directo, es aquel que existe cuando el sujeto busca expresamente el


resultado producido. Por ejemplo, coloca en un teatro una bomba explosiva para
matar a muchas personas.

b) Dolo específico; se opone al dolo genérico; éste es el que existe cuando se


quiere lo descrito por el tipo penal; en cambio, el dolo específico existe cuando se
busca un fin particular. Sirve para establecer tipos penales o circunstancias
agravantes o atenuantes. Se halla en relación con los denominados elementos
subjetivos del injusto.

He aquí algunos ejemplos:


"Art. 489.- ... las mujeres viudas o solteras que teniendo un hijo ilegítimo... para
encubrir su fragilidad..."

"Art. 529.- Los salteadores o ladrones que para robar o hacer alguna fuerza..."

, "Art. 548.- Es raptor el que para abusar de otra persona o para hacerle algún
daño..."

c) De consecuencias necesarias; llamado también indirecto; es el que se tiene


no en relación con el acto expresamente querido sino en relación con lo que del
mismo resulta de modo necesario. Por ejemplo, si un terrorista coloca una bomba
en un teatro lleno, para matar a un solo individuo, tiene dolo directo en relación con
la muerte de éste, y dolo de consecuencias necesarias en cuanto a las otras
muertes que la explosión de la bomba no ha podido menos que causar.

d) Dolo eventual; existe cuando el resultado delictivo no es expresamente


buscado, pero, considerándolo probable, se lo acepta de antemano. Por ejemplo,
un chofer conduce a alta velocidad; advierte que, si se le cruza un peatón, lo matará
al no poder frenar a tiempo; ante esa probabilidad, la acepta.

El Dolo de ímpetu y de propósito. En el primero, entre la presentación de motivos y


razones y la conducta, media una decisión rápida; suele operar generalmente como
atenuante. El dolo de propósito es lo contrario, transcurre cierto tiempo considerable
entre el surgimiento del dolo y actuación; hay persistencia en el propósito delictivo;
se pueden escoger y disponer mejor los medios del delito; en suma, hay
premeditación; este dolo opera como agravante (v. arts. 481; 14, inc. 2º, etc.)

f) Dolo de daño y dolo de peligro. Toma en cuenta el bien protegido. Hay dolo
de daño, cuando el sujeto busca lesionar el bien protegido; hay dolo de peligro
cuando simplemente se busca ponerlo en peligro, amenazarlo (Cf. delitos de daño
y de peligro).

g) Dolo inicial, concomitante y sucesivo. (Según la designación de Antollsei, p.


191). El dolo inicial es el que existe sólo hasta el momento de realizar la conducta;
el concomitante es el que acompaña los momentos siguientes (y cuando se actúa
con particular saña contra una víctima que se halla moribunda; Art. 483, 6º) El dolo
sucesivo, en general, no es tomado en cuenta; sin embargo, el seguir actuando aún
después de conseguido el fin propuesto, puede tener relevancia, por ejemplo,
cuando se descuartiza a un cadáver después de haber cometido el homicidio (Art.
483, 6º)

En cambio, tiene relevancia el denominado arrepentimiento, que es como una


suspensión de la intención dolosa. Así lo establece el artículo 15, incisos 5o. y 6o.

4.- LA PRESUNCIÓN DE DOLO. El artículo lº. del Código Penal en su parte final,
dice: "En toda infracción libre de la-ley, se entenderá haber voluntad y malicia,
mientras que el infractor no pruebe o no resulte claramente lo contrario".

Esta es la llamada presunción de dolo. Es una presunción juris tantum ya que admite
prueba en contrario.

Mucho se ha discutido sobre la justicia y la conveniencia de esta medida que


transtrueca algunas concepciones de otras ramas del Derecho; por ejemplo, en el
Derecho Civil, la buena fe se presume mientras no se demuestre lo contrario; en
cambio, sí, bien no con toda exactitud, podría decirse que, en materia penal, lo que
se presume es la mala fe, a menos que se pruebe o resulte que ella no existió.

El aspecto que más resalta, es precisamente el de la carga de la prueba; el que


comete una infracción libre está obligado a probar que obró sin voluntad ni malicia.
¿Qué razón valedera puede darse para adoptar esta actitud?

No se puede dudar de que es difícil establecer lo que sucede en el fuero último, lo


que el sujeto quiso maliciosamente; eso lo habían visto antiguos legisladores,
anteriores a la doctrina de von Liszt, que tanto insiste en esa dificultad. Pero es
inadmisible que, como consecuencia, se establezca la presunción de que el
delincuente obró con malicia, quedando a su cargo demostrar lo contrario. Tal
presunción es a todas luces injusta. La injusticia no disminuye porque se agrega
que, sin necesidad de tal prueba aportada, por el sujeto, la presunción pueda ser
anulada si de los datos del juicio "resulte claramente, lo contrario".

Puesto que el dolo tiene que ser deducido de los hechos externos -únicos
asequibles al juez- lo racional es establecer que aquel resultara solo de las pruebas
aportadas durante el juicio; se partirá de ellas para inferir o presumir el dolo; es
decir, habrá una presurción de hecho y no de derecho.

Esta posición tiene tanto a su favor que la presunción de dolo, a la manera de la


contenida en nuestro Código Penal, tiende a desaparecer de la legislación vigente.
No existe en el Anteproyecto de 1964.
CAPÍTULO XXI

FORMAS DE CULPABILIDAD

LA CULPA

1.- CONCEPTO Y ELEMENTOS. El artículo 2o. de nuestro Código Penal dice que
"comete culpa el que libremente, pero sin malicia, infringe la ley por alguna causa
que puede y debe evitar". Define así el que hoy es denominado delito culposo.

Como resulta de la definición citada que, como no sea en el nombre, se halla acorde
en esencia con los principios aceptados por el Derecho Penal actual- el delito
culposo se caracteriza por un elemento negativo y por tres elementos positivos.

El elemento negativo es la ausencia de malicia, es decir, de la intención o voluntad


dirigida a realizar una conducta y, en su caso, a obtener un resultado antijurídico.

Los elementos positivos son:

a) La libertad (lo que supone voluntad simple, no maliciosa, según la


terminología de nuestro Código) con que se realiza el acto, esa libertad puede ser
destruida, como en el dolo, por el error o por la coacción.

b) El deber de prever la infracción de la ley. Ese deber puede tener su fuente en


la ley, un decreto, una reglamentación (por ejemplo, la referente a velocidad con
que se puede conducir un vehículo), un contrato, etc.; también puede derivar de
circunstancias de hecho, por ejemplo, el que las aceras de una calle no sean
suficientemente amplias de modo que la gente con frecuencia baje a la calzada,
puede ser suficiente para que, por prudencia, el chofer deba guiar a velocidad
mucho menor que la reglamentaria.

c) La posibilidad de prever el resultado, para que haya culpa es necesario que


exista la posibilidad de prever; cuando tal posibilidad no existe, cuando el hecho se
halla más allá de la previsión, hemos salido ya del terreno dé la culpabilidad.

Por tanto, hay culpa sólo cuando hay imprevisión, pese a que existen el deber y la
posibilidad de prever.
Por ello, la culpa va contra el deber, contra ley; por eso implica una desobediencia
que es la base de la punibilidad. Tal es el común parecer de la doctrina penal
presente y de la legislación positiva.

2.- LA NATURALEZA DE LA CULPA. Hay varias doctrinas que tratan de establecer


la esencia de la culpa, la que la constituye y sirve de base al juicio de Censura a
que ella da lugar.

Según Carrara, la esencia dé la culpa está en la previsibilidad; ella implica la


violación del deber de prever. Como dice en su Programa (parr. 80): "La culpa se
define como la voluntaria omisión de diligencia en calcular las consecuencias
posibles y previsibles del propio hecho. Dícese consecuencia previsible porque la
esencia de la culpa está en la pre-visibilidad."

Esta es la corriente más aceptada en los tiempos actuales y la que mejor encaja en
las determinaciones de nuestra legislación vigente.

Para otros autores, la culpa consiste fundamentalmente en una falla intelectual, que
es la que impidió que se previera lo que ocurrió posteriormente. Como
consecuencia, se deriva que la conducta culposa no es punible (así, Tarde, etc.)
Esta teoría no sólo se halla en contra de la legislación vigente, sino contra los
propios hechos.

Para los positivistas, la conducta culposa es antisocial y, por tanto, quien la lleva a
cabo es un ser peligroso contra el cual cabe defenderse.

Ha tenido su momento de popularidad la explicación psícoanalítica, según la cual el


dolo supone Un querer consciente, mientras la culpa supone un querer inconsciente;
en él delito culposo, se manifiestan las tendencias inconscientes, cuando la
represión consciente puede ser burlada. Por ejemplo, cuando una madre dormida
aplasta a su hijo en realidad quiso inconscientemente aplastarlo; para conseguir
este objetivo, esperó que, durante el sueño, la-, censura consciente estuviera
disminuida, casi anulada.
Consideramos, con la doctrina clásica, que la previsibilídad debida es la esencia de
la culpa y la base de su punibilidad. Hay un deber que no se ha cumplido; esa
violación o desobediencia no puede ser indiferente desde el punto de vista jurídico.

3.- CLASES DE CULPA. La doctrina, seguida ya por algunas legislaciones,


distingue entre culpa con representación y culpa sin representación o, como algunos
autores prefieren, culpa consciente y culpa inconsciente;

a) Culpa con representación es la que se da cuando el sujeto se representa el


resultado delictivo, cuando lo prevé como posible, pero estima que no se llegará- a
producir. Por ejemplo, un chofer conduce a gran velocidad y prevé que puede
aparecer inesperadamente un peatón, pero confía en que no lo atropellará. Esta
culpa se halla en el límite con el dolo eventual, sólo que en éste el resultado es
querido, si llega a presentarse. En cambio, en la culpa con representación, aunque
hubiera habido previsión, sin embargo, no hay nunca intención de causar el
resultado.

b) Culpa sin representación. En ella, no se realízala debida operación de prever;


hay simple ausencia de previsión. El resultado delictivo se presenta sin que el sujeto
selo haya representado. Por eso se ha hablado también de culpa inconsciente.

Dentro de nuestro ordenamiento vigente, esta distinción carece de relevancia. Sin


embargo, es posible que la futura legislación la acoja ya que es obvio que la
intensidad de la participación subjetiva en el resultado, es mucho mayor cuando hay
culpa consciente que cuando ella es inconsciente; esta diferencia no puede
permanecer indiferente para el Derecho, si bien es claro que surgirán muchas
dificultades para establecer qué clase de culpa hubo en cada caso concreto.

El Anteproyecto de 1964 dice sobre este punto:

Art. 15.- (Culpa). El delito es culposo cuando el resultado, aunque haya sido
previsto, no ha sido -querido por el agente y se produce por imprudencia,
negligencia o inobservancia de leyes, reglamentos, órdenes o resoluciones.

4.- CONCEPTO DE IMPRUDENCIA, NEGLIGENCIA E IMPERICIA. La ley utiliza


pocas veces la designación directa de culpa; en general, se inclina a especificar las
formas que asume la conducta culposa; usa las palabras descuido, ligereza,
negligencia, imprudencia, impericia.

Imprudencia es una noción que se relaciona con la de riesgo o peligro, con la


probabilidad de que el daño se produzca. El que obra con imprudencia puede poner
mucha atención en lo que hace, es decir, no ser negligente, pero en todo caso se
coloca en el riesgo de dañar los intereses ajenos. La idea de imprudencia se
encuentra en varios artículos del Código; en el artículo 632, se habla más bien de
temeridad, que implica una noción igual a la de imprudencia.

Negligencia implica que el sujeto no pone la debida atención en lo que hace, que se
descuida, que no sopesa debidamente los hechos, por lo cual obra con ligereza.
Negligencia, descuido, ligereza, son palabras sinónimas. Tenemos muchos casos
de negligencia señalados en nuestro Código; por ejemplo:

"Art. 355.- El que teniendo a su cargo caudales o efectos de los sobredichos diere
lugar por su negligencia..."

"Art. 506.- El que, por ligereza, descuido, imprevisión... mate involuntariamente a


otro..."

"Art. 535.- El que involuntariamente hiera o maltrate de obra a otro por ligereza,
descuido u otra causa que pueda y deba evitar..."

Impericia es una noción que se refiere a falta de conocimiento, de saber hacer; el


que obra pon impericia puede poner máxima atención en lo que ejecuta, puede no
ser descuidado, pero la falta de conocimiento lo lleva a producir el resultado que
podía y debía evitar. Nuestro Código se refiere a veces a falta de instrucción.

He aquí algunos ejemplos contenidos en nuestro Código:

"Art, 506.- El que... por falta de destreza en el manejo de un arma... mate


involuntariamente a otro..."

"Art. 397.-... Si no lo hiciere a sabiendas, sino por... falta de instrucción..."


El artículo 541 puede resolverse también, en muchos casos concretos, en un delito
culposo por impericia, siendo ésta deducible de la carencia de título de cirujano.

5.- EL DELITO PRETERINTENCIONAL. Se produce cuando el resultado de la


conducta dolosa del agente es más grave que el querido.

Mucho se ha discutido acerca de la naturaleza de la responsabilidad penal que


resulta. Para algunos autores, hay dolo por la lesión menor y culpa por la mayor, ya
que el resultado más grave era previsible; sin embargo, esta teoría no es admisible
no sólo porque es irracional suponer que el legislador sancione más levemente el
delito parterintencional -mezcla de dolor y culpa- que él solamente culposo
(comparar el artículo 505, con el 541), sino porque la ley no exige, como se verá,
que haya existido la previsibilidad del resultado; ella toma en cuenta sólo que éste
se haya producido.

En otras palabras, si bien debe existir dolo en cuanto a la lesión menor, la


responsabilidad por el resultado se establece en base a la simple relación de
causalidad; basta que el resultado sea consecuencia de la conducta del agente;
hay, por tanto, un caso de responsabilidad objetiva.

Si consideramos lo establecido en los artículos 1º y 2º del Código Penal,


advertiremos que el delito preterintencional constituye una auténtica excepción a
ellos; aquellos artículos suponen que haya una relación entre la actitud subjetiva del
agente y el resultado de lo que hace; en el delito preterintencional, esa relación no
existe.

Por lo recién dicho, la doctrina moderna se inclina a no aceptar responsabilidad


penal sino por aquello que resulta de la culpabilidad; considera que ir más allá
constituye admitir teorías ya superadas, es decir, la responsabilidad objetiva. Se
admite que la culpabilidad señala el límite de la responsabilidad penal.

El Anteproyecto de 1964 dice al respecto:

Art. 13.- (No hay pena sin culpa). De ninguna consecuencia de la acción será
responsable el agente, si no ha obrado .por lo menos culposamente. En
consecuencia, la culpabilidad y no el resultado es el límite de la pena.
La doctrina ha logrado tanto en este aspecto, que es corriente hoy que el delito
preterintencional se admita nada más que en el homicidio, cuando resulta la muerte
de alguien a quien solamente se había intentado lesionar.

Las disposiciones vigentes entre nosotros son las siguientes:

"Art. 505.- El que matare a otro sin intención de matarle, pero con la de maltratarle
o herirle, será reo de homicidio involuntario..."

(Puede notarse, en este caso como en otros, la forma confusa de que nuestra
legislación emplea el adjetivo "involuntario").

"Art. 512.- El que, sin intención de matar, sino con la de causar alguna enfermedad
o demencia, o con la de inspirar alguna afición o desafecto, aplicare o hiciere tomar
a otros substancia venenosa o bebida nociva, será infame y castigado según el daño
que causare. Si resultare por efecto de ella el fallecimiento de aquel a quien se dio
la substancia o bebida venenosa o nociva, sufrirá el reo la pena de diez años de
presidio, con arreglo al capítulo siguiente".

6.- LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA Y LOS DELITOS AGRAVADOS POR EL


RESULTADO. Ya en el acápite anterior hemos visto que la responsabilidad objetiva
es establecida simplemente en base a la relación de causalidad, tal corno sucede
en los delitos preterintencionales.

Otra forma de responsabilidad objetiva, y la más extendida de todas, se halla en los


delitos calificados por él resultado. Se sobreentiende que éste tiene que ser
producto de la conducta del sujeto, pero no atribuible ni a dolo ni a culpa, porque
entonces tendríamos otras figuras jurídicas.

Tal es el caso artículo 573 de abandono de un niño, seguido de lesiones o muerte


del mismo.

Lamentablemente, con un criterio poco acorde con las tendencias actuales, al


mismo tiempo que nuestros legisladores abolieron la pena de muerte (Art. 27 de la
Constitución), con lo cual pretendían ser modernos, crearon el delito es espionaje
que cause grave daño al país, y lo asimilaron al delito de traición a la patria, en
cuanto a la penalidad, que es la más grave establecida en todo nuestro
ordenamiento jurídico. La lectura de dicho artículo demostrará que no es necesario
qué tal daño se ligue a dolo o culpa del delincuente; basta que aparezca como
consecuencia de la conducta de éste, es decir, se ha castigado en base a la
responsabilidad objetiva, con más severidad que en muchos casos de delito doloso
cometido contra bienes jurídicos de alta importancia.

En nuestra legislación existen casos en que la responsabilidad penal no se agrava


por el resultado, pero se establece por éste, con prescindencia de si aquel pudo ser
querido tal como se presentó o pudo ser previsto; la pena, consecuencia de la
responsabilidad, se establece de acuerdo al resultado. Se trata de los casos de
heridas, ultrajes y malos tratamientos de obra, establecidos por el artículo 521 y
siguientes del Código Penal. Se exige, es verdad, como punto inicial la existencia
de una conducta dolosa o culposa; pero la responsabilidad, medida por la pena,
está de acuerdo con el daño producido -pérdida de órganos o incapacidad de
trabajar- con prescindencia de lo que el agente hubiera tenido intención

precisa de hacer o posibilidad de prever.

Desde luego, no siempre habrá agravación; podrá también darse el caso de que el
daño sea pequeño y se tenga que sufrir sólo la sanción consiguiente. Eso
dependerá del simple resultado.
CAPÍTULO XXII

CAUSAS DE INCULPABILIDAD

1. CONCEPTO. Las causas de inculpabilidad o de exclusión de la culpabilidad son


aquellas que destruyen el dolo o la culpa, es decir, el vínculo psicológico que, salvo
en los casos de responsabilidad objetiva, se requiere para la existencia del delito.

Estas causas dejan subsistente la imputabilidad, pero al eliminar la culpabilidad,


hacen que el delito ya no exista como atribuible al sujeto que realizó la conducta
típicamente antijurídica.

Todavía no existe unanimidad en la doctrina acerca de la sistemática de estas


causas; por ejemplo, el estado de necesidad es, para unos, causa de exclusión del
injusto; para otros, de exclusión de la culpabilidad.

2.- CLASES. Hemos de tratar en este número el constreñimiento contra el sujeto, el


caso fortuito y la fuerza mayor.

a) Violencia física es la vis mayor o fuerza absoluta con la cual se constriñe


materialmente a una persona a cometer el acto antijurídico. A ella nos hemos
referido, por considerarlo como el lugar en que se debe colocarla sistemáticamente,
al tratar de la ausencia de conducta.

b) Violencia moral, denominada también vis compulsiva, es el constreñimiento


psíquico producido en el sujeto por amenazas, a raíz de las cuales lleva a cabo la
conducta antijurídica.

Esta eximente se halla establecida por nuestro Código Penal en su- artículo 13, que
dice: "Son circunstancias que destruyen el delito o culpa... Cometerlos por las
amenazas y el temor fundado de un mal inminente y tan grave que baste para
intimidad a un hombre prudente y dejarle sin arbitrio para obrar..."

Las condiciones para que la violencia moral o coacción pueda operar como
eximente, según se deducen de la disposición citada, son las siguientes:

- La existencia de amenazas, que son la causa inicial.


- Temor -miedo, dicen algunos tratadistas y legislaciones-que es la
consecuencia psíquica de las amenazas. Ese temor debe ser fundado en la
realidad, corresponder a la naturaleza y circunstancias de las amenazas.

- Mal inminente y no sólo posible. No se considerará que hay mal inminente


cuando puede ser evitado por medios distintos a la comisión del acto coaccionado;
por ejemplo, cuando se puede recurrir a la policía.

- Mal grave; esta gravedad ha de ser puesta en relación con el mal que se
causará al tercero; evidentemente, tiene que haber una racional proporción entre el
mal que uno quiere evitar para sí y el que ha de causar a otro.

- Acción no libre; la intimidación ha de ser tal que perturbe el normal


funcionamiento de la psique hasta el extremo de poderse hablar de que el sujeto no
obró con libertad. Esta perturbación no se mide con criterio subjetivo, de acuerdo a
las condiciones personales del sujeto amenazado, sino con criterio objetivo, que es
el del hombre prudente; en otras palabras, el enjuiciamiento posteriormente no se
hará preguntándose qué sucedió con Fulano cuando fue amenazado, sino que
habría sucedido si en esas circunstancias se hubiera encontrado un hombre
prudente.

- Que no exista el deber de sacrificarse; si bien este deber no puede


considerarse absoluto, sin embargo, puede operar hasta cierto punto, con un
fundamento igual al que existe en el estado de necesidad.

Para que la situación de coacción exista no es necesario que el mal se amenace


directamente contra el sujeto mismo o sus bienes jurídicos propios; puede también
ejercerse contra un tercero, por ejemplo, contra un pariente suyo. Nuestra ley no
contiene restricciones al respecto.

c) Fuerza mayor. Con esta eximente y con la de caso fortuito, nos hallamos ya
no sólo fuera de la culpabilidad dolosa o culposa -pues eso sucede con la
responsabilidad objetiva- sino más allá de toda responsabilidad penal.

Se trata de que el dolo o la culpa requeridos por los artículos 1º y 2º para que haya
delito, no existen y por tanto, tampoco hay delito. Una reforma penal que busque
limitar la responsabilidad por la culpabilidad, deberá reducir la responsabilidad
objetiva a fuerza mayor o caso fortuito.

La fuerza mayor es aquel conjunto de circunstancias que empujan inevitablemente


a un sujeto a conducirse como lo hace; es una fuerza irresistible que impide obrar
de otra manera. Por ejemplo, un chofer va por una calle pendiente y, de pronto, se
le rompen los frenos, no puede dominar a su vehículo, y éste mata a una persona o
destruye una propiedad. Una persona, enterada de que se está tramando un delito
público, no lo denuncia a las autoridades porque se halla con que debe recorrer un
camino que ha sido cortado por un deslizamiento de tierra.

d) Caso fortuito; en él, el sujeto se conduce de manera típicamente antijurídica,


pero sin dolo ni culpa, en virtud de un acontecimiento cuya previsión no puede
racionalmente pedírsele; no hay fuerza mayor, es decir, una causa que opere de
modo irresistible; se trata de algo más bien imprevisible. En tales casos, solemos
hablar de accidentes. Por ejemplo, un chofer conduce su vehículo con las
previsiones habituales; pero, de pronto, un peatón se le cruza en el camino no dando
tiempo a frenar; un hombre que camina por la acera resbala en una cáscara y va a
dar contra otro al que ocasiona lesiones.

Si en el caso fortuito operan acontecimientos imprevisibles, aunque no tengan una


fuerza irresistible, en la fuerza mayor, puede haber previsión -el chofer, puede darse
perfecta cuenta de que arrollará a un peatón con el vehículo que ha escapado al
control- pero la consecuencia es inevitable.

3.- EL ERROR Y LA IGNORANCIA. El conocimiento es el que guía a la voluntad y,


por tanto, a la acción. Si ese conocimiento está viciado, lo mismo sucederá con la
voluntad. En tal caso, no podrá hablarse de culpabilidad.

Trataremos de los casos en que no hay conocimiento en absoluto, es decir, de los


casos en que hay ignorancia y también del error, que es un conocimiento sólo
aparente.

Sin embargo, hoy se tiende a unificar tanto la ignorancia como el error pues ambos
suponen carencia de conocimiento. En efecto no hay un conocimiento erróneo y
otro verdadero; o hay conocimiento o no lo hay. El conocimiento es verdadero o no
es conocimiento.

La ignorancia y el error pueden versar sobre la realidad o sobre las normas jurídicas;
o sea, pueden ser de hecho o de derecho.

Error de derecho. La ignorancia y el error de derecho no tienen relevancia jurídica.


En efecto, no puede nunca aducirse ignorancia desconocimiento de la ley (Art. 6º
del Código Penal). Esa ignorancia puede provenir tanto de un desconocimiento total
de la ley, como de una errónea interpretación de la misma. Ambos casos reciben el
mismo trato.

Esta presunción de conocimiento de la ley -presunción juris et de jure que no admite


prueba en contrario- es una consecuencia de la obligatoriedad de la ley, a que nos
hemos referido en párrafos anteriores; es una necesidad, ya que resulta de la
soberanía del Estado, de la facultad que éste tiene de regular los actos que se
producen en su territorio.

Sin embargo, hoy se discute acerca de si esta presunción tan absoluta, tiene un
fundamento de justicia, por lo menos en situaciones extremas. Tiene que pensarse
en la necesidad de aplicar el principio ad impossibilia nemo obbligatur: nadie está
obligado a lo imposible; y, a decir verdad, hay casos en que a una persona le puede
haber sido imposible conocer la ley; hay lugares de nuestro territorio, tan
desvinculados del resto del país, que en ellos la ley queda desconocida por tiempo
mayor al de ocho días de su publicación después de los cuales entra en vigencia.

¿Cómo, en tales circunstancias, puede respetarse, como hoy tiene que hacerse, la
validez absoluta de la presunción de que la ley es conocida por todos?

A fotiori resalta la injusticia, cuando los autores de actos delictivos son individuos
que no sólo están materialmente desvinculados de los grandes centros del país,
sino que no están culturalmente asimilados, ni siquiera en principio, como sucede
con los indígenas selváticos. Una. consideración de estos aspectos sido la que ha
llevado a que el proyecto López Rey (Art. 20, 2º) incluya un tratamiento excepcional
para, tales indígenas.
Si bien la presunción es absoluta tratándose de leyes -que tienen que ser publicadas
para entrar en vigencia- a nuestro modo de ver, aun hoy es posible alegar ignorancia
con respecto a otras disposiciones del derecho -decretos, resoluciones,
disposiciones reglamentarias, etc.- si hay razones justificativas para ello y si de tales
disposiciones de menor jerarquía que la ley, pudieran resultar consecuencias
penales. No hay necesidad de que nos refiramos a los decretos o resoluciones
reservados ya que, por ese carácter, obviamente no pueden ser conocidos.
Tomemos, por ejemplo, el caso de una disposición de Tránsito que modifique rutas
para vehículos; el no respetar la dirección del tránsito puede dar lugar a algunos
delitos culposos; pero, ¿cómo exigir que la reglamentación se cumpla si ella no ha
sido dada a conocer de modo apropiado?

Error de hecho. Se refiere a circunstancias propias de la realidad. Por ejemplo,


habrá error de derecho si alguien entra intencionalmente en la residencia de alguien,
creyendo que no es domicilio porque está simplemente alquilada, no es propia de
quien la habita; habrá error de hecho cuando uno toma por la propia habitación la
de otro y se introduce en ella.

El error de hecho debe reunir ciertas condiciones para poder excluir la culpabilidad.
La doctrina establece que tales condiciones son las siguientes:

- El error ha de ser esencial, es decir, recaer sobre uno de los elementos


constitutivos del delito; no sobre algo secundario e irrelevante. Por ejemplo, no
cometerá bigamia quien contrajera matrimonio con una persona, ignorando que ésta
se halla vinculada por un matrimonio preexistente y válido. A veces, el error o
ignorancia puede simplemente cambiar el tipo jurídico, por ejemplo, cuando alguien
cree matar a una persona cualquiera y en realidad victima a su padre (no habrá
parricidio).

- El error debe ser decisivo, es decir, ser el que abra camino a la conducta, el que
cause su aparición.

- El error debe ser inculpable, es decir, no provenir del dolo o culpa del que en él
incurre.
Estas reglas valen para los casos en que se incurre en error de hecho sobre la
existencia de una causa de justificación, por ejemplo, cuando alguien erre
encontrarse en condiciones de ejercitar la legítima defensa (legítima defensa
putativa).

Error in objecto e in persona. La falta de conocimiento puede recaer sobre el objeto


de ataque, sea éste una cosa material o una persona.

Ambos errores, que son de hecho, pueden acarrear consecuencias jurídicas. Por
ejemplo, no es lo mismo falsificar un documento público que uno privado
(suponiendo siempre que se trate de un error de hecho y no de derecho).

Particular relevancia puede tener el error cometido en cuanto a las personas, por
algunas cualidades que ellas tengan y que se reflejen en el derecho. Por eso, es
frecuente que la ley establezca, para ciertos delitos (arts. 161, 489, etc.) que se obre
a sabiendas de esa calidad; por ejemplo, que la persona ofendida es un
representante extranjero, o padre o hijo del ofensor; de otro modo, si el error es
justificable, se responderá simplemente como si se hubiera actuado contra una
persona cualquiera.

Tanto el error sobre cosas como sobre personas debe ser esencial para tener
relevancia jurídica. La tendrá si, por ejemplo, se confunde un templo con una casa
particular y se profieren palabras obscenas (art. 416), pero no si confunde un templo
con otro. Tendrá relevancia el error cuando se intercambia una persona cualquiera
con otra que reúne ciertas calidades; pero no la tendrá cuando, por ejemplo, en
lugar de asaltar a un transeúnte, se asalta a otro. A este respecto, se ha hablado de
un dolo genérico; sin embargo, no hay necesidad de llegar a tal explicación para
admitir la plena culpabilidad, a todas luces justa, en los casos anteriores; basta
considerar que, si se ha cometido un error, éste no es esencial, no recae sobre
elementos constitutivos del delito.

4.- LA ABERRATIO ICTUS. Ha sido llamado también delito aberrante. En él, no hay
propiamente error cometido por el sujeto, sino una alteración del curso causal por
él desencadenado.
Por ejemplo, A dispara contra B, pero, a causa de que hay varias personas que
continuamente se mueven, mata a C.

El problema planteado se halla resuelto por el art. 497 del Código Penal el que dice
que es "indiferente, en este caso, que el homicida dé la muerte a otra persona
distinta de aquella a quien se propuso hacer daño".

Este principio, que por su naturaleza no debería estar en la parte especial sino en
la general del Código Penal, puede aplicarse, a nuestro modo de ver no sólo en
caso de delitos contra la vida.

Es mucho lo que se discute acerca de la naturaleza de esta figura, a- cerca de la


base para crear esta responsabilidad. No hay propiamente dolo en cuanto al objeto
realmente dañado. Tampoco culpa por el resultado producido -en ninguna parte se
establece que sea necesario haberlo podido y debido prever- a la que se uniría la
tentativa por el resultado querido y buscado, pero no producido.

Parece que la doctrina más acorde con la realidad es la que sostiene que hay un
caso de responsabilidad objetiva -se responde por el simple nexo causal- en la
aberratio ictus. En cuanto a la pena aplicada, que es igual a la del delito doloso, ella
puede explicarse porque hubo realmente una actitud dolosa. Sin embargo, el
problema está precisamente en justificar el que se tome en cuenta para un resultado
producido el dolo existente en relación con otro resultado, buscado, pero no
producido. No se ve claramente aquí aquel nexo psíquico que es esencial para
hablar de existencia de culpabilidad.

Situación distinta es la resultante de la llamada aberratio delicti; en ella, se quiere


cometer un delito, pero resulta otro de distinto tipo; por ejemplo, se dispara contra
una persona para matarla, pero simplemente se causa un incendio. En tales casos,
parece lo más racional hablar de una tentativa de homicidio y de un segundo delito
culposo, si éste fuera configurable como tal; si no lo fuera, el segundo resultado
derivará simplemente de caso fortuito.
Nota sobre las causas de inculpabilidad. Nuestro artículo 13 contiene todas las
eximentes: La ausencia de conducta, las causas de justificación, de inimputabilidad
y de inculpabilidad.

Queremos referirnos ahora sólo a aquella parte del artículo en que se excluye de
toda responsabilidad penal y civil a los participantes de un delito cuyo autor hubiera
resultado exento. Dice el mencionado Artículo 13.- "Son circunstancias que
destruyen el delito o culpa, las que eximen a sus autores, cómplices, auxiliadores o
fautores, receptadores o encubridores, de toda responsabilidad penal y
satisfactoria".

Esta exención para los participantes, cuando resulta la del autor, es lógica en las
causas de justificación, puesto que el hecho cometido es lícito desde un comienzo;
hablando con propiedad, no puede haber cómplices, fautores, etc., de un acto que
no es delictivo.

Pero la situación no puede ser la misma cuando se trata de causas de


inimputabilidad o inculpabilidad -incluyendo el error-; estas causas no tienen validez
sino para la persona que se encuentra en las individuales condiciones requeridas
para invocar la eximente. Lo que tiene carácter tan individual no puede servir de
eximente general, inclusive para quien no reúne aquellas condiciones. Por ejemplo,
el dueño de un automóvil sabe que éste se halla en malas condiciones mecánicas,
pero llama a un chofer para que conduzca el vehículo; a raíz de esas malas
condiciones se produce un delito culposo; evidentemente, el error del chofer excusa
a este, pero no al que conocía las fallas del vehículo, aunque, según nuestro
ordenamiento jurídico, pudiera ser considerado cómplice o fautor.

En la nueva legislación boliviana tienen que introducirse las necesarias distinciones.

Tanto más si, según el Código vigente, tampoco existe la obligación de pagar los
daños civiles, lo que resulta realmente injusto para los perjudicados.

5.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Contiene las siguientes disposiciones:

Art. 16.- (Inculpabilidad). Son causas de inculpabilidad:


1.- (Error de hecho). El error esencial e invencible sobre las circunstancias
determinantes del hecho.

Si el error fuere imputable al agente, será sancionado cuando la ley lo configure


como delito culposo.

2.- (Error o ignorancia de derecho). El error o ignorancia de la ley no imputable al


agente, cuando éste hubiere obrado en la creencia de que su acto era lícito. En caso
contrario, la sanción podrá ser atenuada de acuerdo con la personalidad del autor y
en conformidad con el artículo 39.

3.- (Violencia moral). La coacción o amenaza de un mal inminente y grave que


causare en el agente incapacidad para obrar según su propia voluntad.

4.- (Obediencia jerárquica). La obediencia jerárquica, siempre que la orden emane


de una autoridad competente para darla, que el agente esté obligado a cumplirla y
no sea. contraria a la Constitución. En este caso, será punible el que dio la orden.
CAPÍTULO XXIII

LAS EXCUSAS ABSOLUTORIAS

1.- CONCEPTO. Lo que diferencia al delito de otras conductas antijurídicas es la


pena, o sea, el particular tipo de consecuencia que aquel ocasiona.

Sin embargo, hay casos en los cuales, existiendo delito, la pena no se aplica. Entre
aquél y ésta, para que la segunda llegue a aplicarse, se requiere el cumplimiento de
ciertas condiciones objetivas de punibilidad (juicio legal, sentencia ejecutoriada,
querella de parte en los delitos de acción privada, etc.). Tales condiciones se hallan
muy controvertidas; varias de las señaladas por los autores, pueden reducirse a
causas de justificación, de inimputabilidad, de inculpabilidad o ausencia de tipicidad;
es decir que entonces no hay delito y, por tanto, mal puede imponerse una pena.

Las excusas absolutorias son circunstancias que dejan subsistente el delito, pero
impiden la aplicación de la pena que el mismo merece.

Se trata de un verdadero perdón consignado en la propia ley y establecido en


atención a los vínculos familiares, el interés público o de las mismas personas
perjudicadas, (matrimonio subsiguiente a un delito sexual, entre el ofensor y la
víctima).

No existen, hasta el momento, criterios absolutamente seguros para determinar


cuáles son las excusas absolutorias. Contra una opinión muy extendida, creemos
que ellas pueden ser tanto contemporáneas a la conducta delictiva como posteriores
a ella.

Deben rechazarse como excusas absolutorias, por no serlo, todas las circunstancias
que operan para destruir el delito; en tales casos no hay pena simplemente porque
no hay delito.

Sin embargo, hay que anotar que este capítulo es uno de los menos elaborados del
Derecho Penal, por lo cual caben todavía muchas rectificaciones.

2.- CASOS PRINCIPALES. Varios casos, contenidos en nuestro Código Penal,


pueden considerarse como excusas absolutorias, es decir, causas de impunidad.
Una de las más antiguas se refiere al homicidio "in rebus Veneris", es decir, en
materia sexual, concretamente al caso en que el esposo mata a la esposa adúltera.
En el Derecho Romano, era esa una facultad que, con pena, primero al marido y
luego al pater familias. Esta excusa absolutoria ha durado hasta tiempos recientes,
como en las legislaciones argentina y chilena; pero ahora, hay la tendencia a que
desaparezca, quedando simplemente como homicidio privilegiado. Esto es lo que
sucede en nuestro Código Penal, Artículo 495.

Otra excusa se halla en el hurto y el robo de algo que pertenece a otro miembro de
la familia. Hay dos razones para que se proceda de tal manera- 1) La idea de que
hay cierta copropiedad, siquiera en relación con derechos expectaticios, como los
derivados de una herencia, sobre todo lo que pertenece a los miembros del grupo
familiar. 2) La necesidad de conservar la unión en éste. En muchas legislaciones, la
excusa vale solamente para el hurto; en la nuestra, no cabe duda de que el beneficio
se extiende también al robo; eso se deduce del hecho de que. el articulo 629 está
colocado bajo el título: "Disposiciones comunes a robos y hurtos Nuestra legislación,
según se verá, tiene de la familia una concepción amplia. En efecto, establece: "Art.
629.- El marido que quita o toma las cosas de su mujer, la mujer que toma o quita,
las de su marido, el viudo o viuda que toma o quita las que hubiesen pertenecido a
su difunto conyugue, el padre o madre que quita o toma las de sus hijos
discernientes; los hijos o descendientes que toman, o quitan las de sus padres o
madres, u otros ascendientes, y todos aquellos que se hallen en el mismo grado de
afinidad, no pueden ser demandados sino para la restitución y resarcimiento. Pero
todos aquellos que hubiesen participado a sabiendas de la cosa tomada, o que la
hubiesen ocultado o hubieren auxiliado, serán castigados, como reos de robo o de
hurto, o como encubridores o auxiliadores, respectivamente". Esto último quiere
decir que la excusa tiene un alcance estrictamente personal.

Hay otras excusas absolutorias establecidas en atención a los sentimientos


familiares y de amistad o gratitud.

Por ejemplo, quedan excluidas ciertas personas del deber de denunciar los delitos
que merezcan pena corporal o los preparativos para cometerlos. Así dice el artículo
452.- "Exceptúanse de lo dispuesto en los dos artículos precedentes los que no den
noticia de los delitos cometidos, tramados o internados por sus padres, abuelos,
hijos o nietos, cónyuges amos, maestros, tutores o curadores, parientes
consanguíneos o afines hasta el cuarto grado inclusive, o por personas con quienes
estuvieren unidos por amistad, amor, gratitud o compañía doméstica de dos meses
por lo menos antes de la ejecución o trama del delito, y de una manera que sea
conocida en el pueblo respectivo la amistad, amor, motivo de gratitud o compañía,
sin perjuicio de que sean castigados como merezcan en el caso de complicidad,
auxilio, receptación o encubrimiento".

No puede crearse un sentimiento de desconfianza, por una posible delación, entre


personas unidas por tales lazos.

Igual consideración se tiene en cuanto al marido con respecto a la mujer y viceversa,


los ascendientes y descendientes en línea recta, los parientes consanguíneos hasta
el cuarto grado; los afines hasta el mismo grado; los maestros, amos, tutores y
curadores; los discípulos, criados, pupilos y menores y las personas que están
unidas por vínculos de amistad, amor y gratitud, contraídos por lo menos dos meses
antes de perpetrarse el delito. Igual consideración, decíamos, se tiene con estas
personas cuando participan como receptadores o encubridores, pues entonces se
hallan exentos de pena (art. 41). Esas relaciones personales operan como
atenuantes en otros casos de participación (V. artículo 40).

El arrepentimiento manifestado de ciertas maneras, puede señar también de excusa


absolutoria. Así, lo establecen los artículos 192, 206 y 453.

"Art. 192.- Los individuos que habiéndose alzado en rebelión o sedición se


sometieren absolutamente al primer requerimiento de la autoridad pública, no
sufrirán por la insurrección, si pertenecieren a la segunda o tercera clase, más pena
que la de quedar sujetos por dos años a la vigilancia especial de las autoridades..."
Los reos de primera clase tendrán una atenuación también considerable.

"Art. 453.- Los cómplices en algún delito o culpa que por un efecto de
arrepentimiento dieren aviso a la autoridad competente, antes de haberse cometido
el delito o descubierto la conjuración o maquinación para cometerlo y antes de
haberse empezado a proceder judicial o gubernativamente sobre ello, de manera
que la noticia dada sea causa de que se precava oportunamente el daño, serán
relevados de toda pena por aquel hecho y quedarán únicamente por uno a cuatro
años bajo la especial vigilancia de las autoridades..."

Con relación a este punto, establece el proyecto López Rey:

"Art. 184: (Excusa absolutoria). El que hallándose complicado para la comisión de


los delitos comprendidos en este título, diere en tiempo útil, conocimiento de los
mismos a una autoridad o a sus agentes, quedará exento de pena".

En esos casos, prima la consideración de la utilidad pública.

Por fin, podemos citar, en los delitos de abuso deshonesto, violación y seducción,
la excusa proveniente del matrimonio, subsiguiente al hecho, entre la víctima y el
ofensor. Dice el artículo 425 de nuestro Código Penal: "No habrá lugar a las penas
impuestas por los mismos artículos contra los reos que no teniendo impedimento
alguno de los que la Iglesia llama dirimentes, casaren con las ofendidas antes de la
sentencia que cause ejecutoria".

En este caso, el desorden proveniente del delito queda remediado y la víctima recibe
una satisfacción relacionada directamente con el daño que sufrió.

3.- EL DELITO PUTATIVO. Hay delito putativo cuando una persona lleva a cabo
una conducta que cree criminal, pero que no está establecida como tal; por ejemplo,
si cree que apropiarse de un cadáver constituye robo o que subsiste el delito de
adulterio.

En tales casos, no hay delito -por eso, los autores alemanes hablan de delito
imaginario-; se aplica simplemente el principio nullum crimen sine praevia lege. La
antijuridicidad no depende de lo que el sujeto crea, sino de las normas
objetivamente vigentes.

Sin embargo, se ha hecho notar que el autor de la conducta ha obrado demostrando


su menosprecio por la ley, su falta de consideración básica por ella. Debido a eso,
hay códigos, como el italiano, que disponen la aplicación de una medida de
seguridad.
CAPÍTULO XXIV

LAS CIRCUNSTANCIAS DEL DELITO

1.- CONCEPTO DE CIRCUNSTANCIAS Y DIFERENCIA CON LOS ELEMENTOS


DEL DELITO. La palabra circunstancia" viene de dos vocablos latinos: circum, que
quiere decir alrededor, y estaré, que significa estar, o sea circunstancia es lo que
está alrededor. Generalmente, circunstancia es, por lo tanto, toda modalidad que
rodea un hecho, que puede modificarlo, pero no en su esencia.

Desde el punto de vista jurídico-penal, podemos decir que el concepto de


circunstancia se fija por "los acontecimientos que están presentes en la comisión de
un delito y que modifican sus consecuencias agravándolas o disminuyéndolas, pero
sin suprimirlas". De esto surge la existencia de las circunstancias agravantes y
atenuantes que modifican las consecuencias de la responsabilidad, sin eliminarla.

Cuando las circunstancias que rodean a un delito son agravantes, tenemos por
resultado un delito calificado; cuando son disminuyentes o atenuantes aparece el
delito llamado privilegiado.

El problema de las circunstancias se presenta una vez cometido el delito, porque es


entonces cuándo se debe establecer la sanción que le corresponde.

Las circunstancias legales no tenían razón de ser, en el antiguo derecho debido a


que estaba vigente el sistema del arbitrio judicial. Con la Revolución Francesa, entra
en pleno vigor el sistema de la legalidad; el Código Francés de 1791 establece
penas absolutamente fijas; obligando al juzgador a aplicar las que expresamente
señalaba la ley de acuerdo al caso concreto; por eso no se podía hacer una
graduación de la responsabilidad. El sistema de la pena fija es modificado por el
Código Francés dé 1810 que establece la medida de la pena dentro de ciertos
límites, conteniendo una enumeración, de las circunstancias; éste es-el criterio qué
sigue la Escuela Clásica y por consecuencia el Código Penal Boliviano que
pertenece a esa Escuela.

La evolución en este campo sigue su curso y posteriormente se impone la


orientación de cierto arbitrio con referencia a las circunstancias, confiriendo, al juez
facultades para fijar libremente la pena entre límites sumamente amplios; éste
sistema, por ejemplo, se sigue por el Código holandés de 1881.

Existe una diferencia notable entre las circunstancias del delito y sus elementos; ella
radica fundamentalmente en que éstos últimos son -necesarios para la existencia
del delito, es decir, sin uno de ellos no puede darse el tipo delictivo, pues forman
parte de su esencia. Las circunstancias no constituyen parte esencial- del delito,
sino accidentes que pueden agravar o disminuir sus consecuencias; el delito
subsiste sin ellas. La diferencia entre elementos y circunstancias del delito es la
misma que existe entre esencia y accidente.

Criterios para establecer las circunstancias. Antes de ingresar al tema propio de las
circunstancias que agravan o disminuyen la penalidad, vamos a analizar los criterios
que se siguen para determinarlas; ellos están clasificados principalmente en 4
grupos:

a) Criterio objetivo. De acuerdo a esta tendencia se toma en primer término


como medida de la gravedad el daño social causado (Beccaria). Francisco Carrara
dice que la gravedad del delito depende del daño inmediato que es la ofensa
causada al derecho; cuando ella no es suficiente debe acudirse al daño moral o
mediato que consiste en la disminución de la seguridad.

b) Criterio subjetivo. Para esta tendencia la gravedad del delito se mide por el
conjunto de razones y motivos que determinan a un individuo a cometer delito
(Romagnosi).

El positivismo sigue el criterio de la peligrosidad del delincuente, conceptuando los


rasgos determinantes de su personalidad; por lo tanto, está dentro de este criterio
subjetivo.

c) Sistema mixto. Modernamente existe la tendencia eclética para medir la


responsabilidad penal de acuerdo a la importancia del bien jurídico lesionado, por
lo que toma en cuenta la gravedad objetiva, los motivos determinantes y la
personalidad del delincuente.
El Código Penal Boliviana además de su carácter taxativo establece algunas
circunstancias con criterio objetivo y otras con criterio subjetivo.

De modo general en lo que se refiere a las circunstancias atenuantes y agravantes


los Códigos siguen tres sistemas: a) El genérico, mediante el cual el Código señala
la existencia de las circunstancias, sin indicar específicamente cuáles son; b)
Específico por el cual el Código enumera taxativamente cada circunstancia; c) El
libre arbitrio, en el cual el Juez por criterio propio determina la circunstancia y la
aplica al caso concreto; d) El especial, de acuerdo a este sistema seguido por
muchas legislaciones contemporáneas no se establece la-enumeración de las
circunstancias en el artículo de modo genérico en la parte general, sino que en cada
delito se señalan sus circunstancias (V. Puig Peña, II, 49-50).

En nuestro Derecho Penal, hay circunstancias generales, aplicables a todos los


delitos en que es jurídicamente posible; pero también existen circunstancias para
ciertos delitos en especial; por ejemplo, en cuanto al robo, las agravantes se hallan
contenidas en el artículo 609; una atenuante, en el artículo 628.

Se sigue el criterio clásico, de determinar las circunstancias de modo específico y


taxativo. Es el sistema del numerus clausus en que no se admiten sino las
circunstancias expresamente determinadas por la ley.

Así lo dice el artículo 45: "Si resultare un delito o culpa de los comprendidos en este
Código con circunstancias favorables o perjudiciales al reo, que no estén
comprendidas literalmente en ninguna de sus disposiciones, el juez prescindirá de
éstas, y le impondrá solamente la pena que merezca el delito por lo demás
circunstancias expresadas literalmente en este Código, consultando luego al
Cuerpo Legislativo por el conducto y trámites establecido por la ley".

2.- CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES. Son aquellas que tienen el efecto de


aumentar la responsabilidad penal la que se traduce en la sanción que. ha de
aplicarse.

- Según el artículo 14, existen las siguientes agravantes:


"Primera: el mayor perjuicio, susto, riesgo, desorden o escándalo que cause el
delito". Esta agravante es de carácter objetivo; toma en cuenta no sólo el daño
causado a los bienes jurídicos, sino el peligro (riesgo) que para ellos puede crearse.

"Segunda: la mayor necesidad que tenga la sociedad de escarmientos por la mayor


frecuencia de los delitos", Es circunstancia también de tipo objetivo, se basa en la
necesidad de prevenir los delitos por medio de la amenaza de sanciones más
graves.

"Tercera: la mayor malicia, premeditación y sangre fría con que se haya cometido
la acción; la mayor osadía, impudencia, crueldad, violencia o artificio o el mayor
número de medios empleados para ejecutarlo". Circunstancia de tipo subjetivo;
toma en cuenta también la mayor capacidad delictiva del delincuente, su menor
consideración por la víctima y por la sociedad; la variedad de medios implica
persistencia del propósito criminal, así como mayor desorden social. Estos
caracteres revelan en el sujeto, aquello que algunos ordenamientos modernos
denominan mayor intensidad del dolo. Aunque el Código hable de "acción",
obviamente incluye, también la omisión.

"Cuarta: la mayor instrucción o dignidad del delincuente y sus mayores obligaciones


para con la sociedad, o para con las personas contra quienes delinquiere".
Circunstancia de tipo subjetivo; la instrucción y dignidad del delincuente implican
para él una más alta responsabilidad, la obligación de obrar con más cuidado; la
sociedad puede exigir más a los que más consideraciones concede; asimismo, las
relaciones con otras personas pueden implicar especiales deberes de gratitud,
sumisión, etc., cuya violación aumenta naturalmente la responsabilidad.

"Quinta: el mayor número de personas que concurran al delito". Circunstancia


objetiva; toma en cuenta la gravedad de la cooperación y acuerdo para el delito.

"Sexta: el cometerlos con armas o en sedición, tumulto o conmoción popular, o en


incendio, "naufragio u otra calamidad o conflicto". El uso de armas contribuye a una
mayor perturbación social e inclina a pensar en delitos que se cometen sobre seguro
y con ventaja; en los demás casos, el, cometer delitos implica mayor
desconsideración con los intereses sociales, aprovecharse de condiciones en que
la autoridad no puede ejercer normalmente sus funciones, añadir; voluntariamente
un daño a los ya provocados por la naturaleza o por especiales circunstancias.

"Séptima: la mayor publicidad o autoridad del sitio del delito, o mayor solemnidad
del acto en que se cometa". Circunstancia subjetiva-objetiva, que revela en el autor
la poca importancia que concede a las repercusiones de su delito; el daño moral
contra la sociedad es mayor.

Octava: la superioridad del reo con; respecto a otro a quien dé órdenes, consejos o
instrucciones para delinquir, o le seduzca, instigue, solicite o provoque para ello.
Circunstancia subjetiva, que demuestra en el autor capacidad para usar mal de su
autoridad y poderes, para aumentar el número, de delincuentes mediante la
inducción a otros y para emplearlos como instrumentos: implica una corrupción
delictiva.

"Nona: en todos los delitos contra las personas, serán circunstancias agravantes la
tierna edad, el sexo femenino, la dignidad, la debilidad, indefensión, desamparo o
conflicto de la persona ofendida". Circunstancia de base subjetiva que muestra en
el reo, su capacidad para actuar con ventaja.

"Décima: haber cometido el delito de noche o en lugar solitario, o con abuso de


confianza o con disfraz". Esta circunstancia tiene base subjetiva, pues revela en el
individuo mayores preparativos, tendencia a escoger las condiciones para asegurar
el éxito de su conducta delictiva y garantizarse impunidad.

"Undécima: haber cometido otro delito, aunque sea de diferente naturaleza,


después de haber sido indultado o castigado".

"Duodécima: haber fugado de la prisión durante el curso de la causa". Estas


circunstancias revelan en el sujeto persistencia en las tendencias delictivas.

3.- CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES. Ellas disminuyen la responsabilidad


penal haciendo más leve la pena.

Se hallan establecidas en el artículo 15 y son las que a- continuación se explican:


"Primera: la menor de edad del delincuente y su falta de talento e instrucción".
Circunstancia de base subjetiva; el delincuente tiene disminuida la imputabilidad, su
capacidad de entender y de decidirse en consecuencia.

"Segunda: la indigencia, el amor, la amistad, la gratitud, la ligereza o el arrebato de


una pasión que hayan influido en el delito". Estas condiciones muestran en el sujeto
menor intensidad de la culpabilidad, menos persistencia en el propósito delictivo;
crean situaciones en que es difícil exigir que el sujeto" obre con plena serenidad;

Los sentimientos aludidos son, en parte, socialmente loables.

"Tercera: el haberse cometido éste por amenazas o seducciones, aunque no-sean


de aquellas que basten para disculparle". Hay una disminución de la culpabilidad
del sujeto.

"Cuarta: ser el primer delito y haber sido constantemente buena la conducta anterior
del delincuente, o haber hecho éste servicios importantes al Estado". En el primer
caso, hay antecedentes que permiten presumir la escasa tendencia delictiva del
sujeto, su adaptación social, la no necesidad de ejemplarizar o corregir a fondo; en
el segundo caso, el Estado, principal ofendido con el delito, retribuye de alguna
manera los servicios que le han sido prestados y que demuestran en el sujeto un
sentido social bien desarrollado.

"Quinta: el arrepentimiento manifestado con sinceridad, inmediatamente después


de cometido el delito, procurando voluntariamente su autor impedir o remediar el
daño causado por él, o socorrer o desagraviar al ofendido".

"Sexta: el presentarse voluntariamente a las autoridades, después de cometido el


delito, o confesarlo con sinceridad en el juicio, no estando convencido el reo por
otras pruebas". Revelan poca persistencia, transitoriedad del propósito delictivo,
capacidad de reaccionar positivamente ante el mismo.

"Séptima: haber sido provocado el delincuente".

"Octava: haberse cometido el delito en estado de ebriedad". Esta de-terminación


concuerda con el artículo 16; en el primer volumen se ha tratado de esta situación.
Con referencia a una crítica de nuestro Código Penal, podemos decir que la vida
humana ofrece una serie de actuaciones que, en su variedad, desborda cualquier
enumeración o limitación que el legislador haga; por eso, el sistema taxativo no
puede contener la infinidad de acontecimientos que rodean el hecho delictivo y que
pueden alterar la responsabilidad penal. Nuestro sistema, que es limitador, muchas
veces no puede adaptarse a la dinámica de la vida.

4.- CIRCUNSTANCIAS DEL DELITO Y GRADO DE LA PENA. De acuerdo a


nuestro Código, las circunstancias agravantes y atenuantes sólo se aplican cuando
existe pena indeterminada entre un máximo y un mínimo; el artículo 17 dice: -"En
los casos en que la ley imponga al delito o culpa una pena indeterminada, fijando
solamente el mínimo o máximo de ella, los jueces en sus fallos deberán declarar el
delito o culpa y su grado. Cada uno de estos delitos o culpas tiene tres grados. El
primero o el más grave de todos, el segundo o el de inferior gravedad; el tercero, el
menos grave de todos. Para la calificación de alguno de estos grados los jueces
atenderán al mayor o menor número de las circunstancias agravantes o
disminuyentes del delito que estén probadas en el proceso". Por tanto, para
determinar la existencia de las circunstancias y el grado del delito debemos
referirnos a la graduación de la responsabilidad. Existe una responsabilidad término
medio, la cual es alterada algunas veces agravándose y otras, atenuándose, por
consecuencia, el delito puede surgir en ese término medio, o por encima de él o por
debajo, en cuanto a su gravedad.

El delito excede en gravedad al término medio, cuando concurren más causas de


agravación que de atenuación; entonces se aplica la pena mayor, que tiene por
efecto sancionar en correspondencia con la mayor responsabilidad.

Cuando en-el delito-concurren más circunstancias atenuantes que a- gravantes,


tenemos que la responsabilidad es menor y por lo tanto se aplica la pena de menor
graduación.

Cuando en el delito no hay agravantes o disminuyentes, o cuando concursen igual


número de atenuantes y agravantes, se aplica la pena término medio; eso
corresponde al término medio de la responsabilidad.
He aquí algunas observaciones que deben tomarse en cuenta:

a) Las circunstancias deben ser probadas, una por una.

b) Las circunstancias objetivas valen para todos los que intervinieron en el


delito; las subjetivas, sólo para aquellos que las tienen.

c) No se suman las circunstancias genéricas con las especiales ni con los


elementos de un tipo delictivo; por ejemplo, si en el tipo de un balito, es elemento el
cometerlo en lugar público o de especial respeto, no se tomará en cuenta esa
agravante; si el tipo delictivo supone el arretaco de una pasión, no se considerará
la atenuante similar.

d) Para que haya una atenuante o agravante, no hay necesidad de que se


cumpla todo lo que en ella se indica (ejemplo: menor edad, falta de talento o
instrucción), sino solamente una de tales características.

Al respecto, el Ante proyecto de 1964. dice:

Art. 38 "(Circunstancias) 1.- Para apreciar la personalidad del autor, se tomará


principalmente en cuenta: a) La edad, la educación, las costumbres, y la conducta
precedente y posterior del sujeto, los móviles que lo impulsaron a delinquir y su
situación económica y social, b) Las condiciones especiales en que se encontraba
en el momento de la ejecución del delito y los demás antecedentes, y condiciones
personales, así como sus vínculos de parentesco, de amistad o nacidos de otras
relaciones, la calidad de las personas ofendidas y otras circunstancias de índole
subjetiva. - Se tendrá en cuenta, asimismo: la premeditación, el motivo bajo
antisocial, la alevosía y el ensañamiento. 2.- Para apreciar la gravedad del hecho,
se tendrá en cuenta: la naturaleza de la acción, de los medios empleados, la
extensión del daño causado, y del peligro corrido".

Art. 39 (Atenuantes especiales) "En los casos en que este Código dispone
expresamente una atenuación especial, se procederá de la siguiente manera: 1, La
pena de presidio. será sustituida por la de reclusión. 2) La de reclusión, por la de
prestación de trabajo. 3) En los demás casos, la escala será disminuida de una
tercera parte a la mitad, sin que en ningún caso la pena pueda ser inferior al minimun
legal".

Art. 40 (Atenuante generales) “podrá también atenuarse la pena: licuando el autor


a obrado por un motivo honorable, o impulsado por la miseria, o bajo la influencia
de padecimientos morales graves e injustos, o bajo la impresión de una amenaza
grave o por el ascendiente de una persona a la que deba obediencia o de la cual
dependa. 2) Cuando se ha distinguido en la vida anterior por un comportamiento
particularmente meritorio. 3) Cuando ha demostrado su arrepentimiento mediante
actos, y especialmente reparando los daños, en la medida en que le ha sido posible.
4) Cuando el agente sea un indígena carente de instrucción y se pueda comprobar
su ignorancia de la ley”.

Art. 37 (Fijación de la pena) "Compete al juez, atendiendo la personalidad del autor,


la mayor o menor gravedad del hecho, las circunstancias, y las consecuencias del
delito: 1) Tomar conocimiento directo del sujeto, de la víctima y de las circunstancias
del hecho, en la medida requerida para cada caso. 2) Determinar la pena aplicable
a cada delito, dentro de los límites legales".
CAPÍTULO XXV

VIDA DEL DELITO O "ITER CRIMINIS"

1.- CONCEPTO. El delito no surge a la vida de un golpe, sino que para manifestarse
en un hecho consumado recorre una vía, un camino, que se denomina "iter criminis"
o vida del delito.

Esta vía tiene un comienzo, que es la idea criminal que surge en la mente del autor
y un fin-que es la consumación de esa idea, la perfección del delito. En este camino
del delito se distingue una serie de etapas intermedias, distribuibles en dos fases:
Una interna y otra externa. La primera está constituida por la gestación del crimen
en el espíritu del agente; la segunda, la realización exterior del propósito delictivo.

El tipo y la estructura de un delito dependen de su origen, de su fase interna; pero


debemos considerar que, no obstante, esta importancia de la fase interna, no hay
delito propiamente dicho si ella no se expresa en actos externos punibles.

En la fase interna, el delito existe como algo subjetivo, encerrado en la mente del
agente; en la externa, existe como hecho objetivo, manifestado por actos
perceptibles. Además de estas dos fases, Luis Jiménez de Asúa, distingue otras
dos intermedias: la resolución manifestada y el delito putativo. En la resolución
manifestada no existe expresión externa es pura y simplemente una determinación
propuesta; en el delito putativo no existe actuación exterior delictiva, puesto que lo
que se conceptúa delito sólo está en la mente del autor.

Edmundo Mezger, a la fase interna la llama aspecto interno, subjetivo, psíquico, y a


la fase externa, aspecto externo, objetivo, material.

2.- MOMENTOS EN LA VIDA DEL DELITO. Los momentos en la vida del delito son:

a) Fase interna. La fase interna comprende la ideación criminal representada por el


momento en que surge en el ánimo del agente la idea de cometer el delito (los
escolásticos denominan este fenómeno psíquico, tentación). Cuando surge la idea,
el sujeto puede rechazarla o aceptarla; si toma la primera determinación y la idea
no vuelve, no existe ningún problema. Pero si la idea es aceptada el sujeto comienza
a deliberar, considerando el pro y el contra de la misma; así ingresa en la etapa de
la "deliberación" que es el período de lucha interna en el que se contraponen por
una parte las ideas criminales y por otra las del deber y el temor al castigo.

Después de la deliberación, si el sujeto se decide a cometer el delito, nos


encontramos ante la estación interna de la "resolución" que es el momento decisivo
en el que el agente decide ejecutar su propósito criminal.

Esta es la fase interna que plantea el grave problema de su impunidad o punibilidad.


Las dos primeras etapas de esta fase, en cuanto a su punición, no ofrecen problema
porque son actos típicamente internos que escapan a la sanción penal, pues como
ya se dijo, el pensamiento no delinque. El tercer momento, es el de la resolución;
permite establecer una diferencia que radica en lo siguiente: si esta etapa queda
encerrada en el fuero conciencial, participa de la impunibilidad de las dos anteriores,
pero si se manifiesta externamente, la situación cambia porque sé materializa
produciendo una perturbación social; por ejemplo, amenazas, provocación, etc.

De modo general, podemos afirmar que, si estas etapas de la fase interna no


alcanzan a manifestarse perturbando la normalidad jurídica, no son punibles; admitir
lo contrario nos conduciría a sancionar el simple pensamiento. No obstante, lo
afirmado, Rocco, al proyectar el Código Italiano de 1930, estableció que si toda
violación es un acto, el hecho de querer un delito constituye ya un conato delictivo.
Pero estas tendencias son muy peligrosas al pretender ingresar en la conciencia.

El principio de la no punibilidad de las ideas está consagrado por el artículo 36 del


Código Penal Boliviano que dice: “El pensamiento y la resolución de delinquir,
cuando todavía no se ha cometido ningún, acto para preparar o empezar la
ejecución del delito no están sujetos a pena alguna; salva la vigilancia especial de
las autoridades en los casos que determine la ley”. La primera parte de este artículo
consagra de modo claro la no punibilidad de las ideas; la segunda establece simples
medidas preventivas en determinados casos.
b) Conspiración e instigación. Hemos dicho que, entre la fase interna y la externa
existen zonas intermedias. Una de ellas es la resolución manifestada, que a su vez
comprende la proposición, la instigación y el complot o conspiración.

Podemos dar el concepto de la conspiración comprendiéndola como "la resolución


tomada por dos o más personas para cometer delito"; y de la instigación como "la
proposición para cometer un delito, pero inclinando la voluntad, aunque no se
convenza; en mover el ánimo de la. persona sobré quien se opera para determinarla
a cometer delito". Ya no se trata de una mera resolución manifestada sino más bien
de una figura intermedia. En la delincuencia la instigación constituye al agente en
autor. Estas formas intermedias no son actos preparatorios, como piensan muchos
penalistas, puesto que no son indiferentes, sino que tienden a un delito; pero no son
materiales, sino verbales, variarán si se realizan, además, actos materiales. Por eso,
se las denomina simplemente resoluciones manifestadas en las que la voluntad se
manifiesta sin infracción de la objetividad jurídica en la mayor parte de los casos.

En nuestra economía jurídica, el artículo 3o. del Código Penal se refiere a la


conspiración en los siguientes términos: "La conjuración para un delito consiste en
la resolución tomada entre dos o más personas para cometerlo. No hay conjuración
en la mera proposición para cometer un delito que alguna persona haga a otra u
otras, cuando no es aceptada por estas. Este precepto distingue entre conjuración
(conspiración) que es la resolución tomada por varios para cometer delito y la mera
proposición no aceptada que no es delito y esto porque en el primer caso existe
resolución de delinquir. La conspiración (conjuración) es penada cuando existe
principio de ejecución; por eso solo se castiga la conjuración en los casos indicados
por los artículos: 195 que dice: "La conjuración formada para cualquiera de los actos
comprendidos como casos de rebelión o de sedición en los dos capítulos
precedentes, si no fuera seguida de alguna tentativa, será castigada con una prisión
de dos meses a dos años y con la obligación de -dar- fianza de buena conducta; y
si fuere seguida de alguna tentativa con la pena correspondiente según las
disposiciones del artículo 37 de este Código. La proposición hecha y no aceptada
para alguna rebelión o sedición, será castigada con la obligación de dar fianza"; 215
que establece: "Es delito toda reunión secreta para tramar, preparar o ejecutar
alguna acción contraria a las leyes. Los individuos que en cualquiera de estos casos
resaltaren haber entrado voluntariamente y a sabiendas en la reunión, serán
castigados por este solo hecho con un arresto de cuatro días a cuatro meses, o con
una multa de dos a sesenta pesos"; y el artículo 216 del mismo cuerpo de leyes que
establece: "Los jefes, directores o promotores de la reunión sobredicha y los que a
sabiendas y voluntariamente hubieren prestado para ello su casa o habitación,
sufrirán doble pena; todo sin perjuicio de que a unos y otros se les impongan las
demás que merezcan por el delito que hubieren cometido". Como vemos por estas
disposiciones legales vigentes, la reunión para tramar etc., ya constituye de suyo
delito, porque se considera que existe principio de ejecución.

c) Actos preparatorios. Los actos preparatorios son los que dan inicio a la fase
externa; se refieren a la intención del agente, expresada y que tiende a preparar la
realización del delito. En la práctica es difícil distinguir los actos preparatorios, de
los de tentativa; para diferenciarlos se han planteado varias teorías, las principales
son:

-I- Doctrina de Francisco Carrara. Llamada de la "Univocidad;". Sostiene que es


preciso establecer la distinción entre actos unívocos que por sí solos revelan la
intención criminal del agente y actos equívocos que pueden servir tanto para un fin
lícito como para uno ilícito. Los primeros constituyen la tentativa y los segundos los
actos preparatorios. Esta tesis-ha sufrido muchas críticas.

-II- Doctrina de Beling. Beling distingue el núcleo del tipo y la zona periférica; el
núcleo está señalado por una acción, por un verbo: matar, robar, etc. Hay tentativa
cuando se ha comenzado a ejecutar tal acción nuclear; hay actos simplemente
preparatorios, cuando todavía no se ha comenzado a matar, robar, etc. El problema
está en determinar cuándo se inició esta acción de matar, robar, etc.

-III- Doctrina de Max E. Mayer. Llamada también, del "bien jurídico atacado",
establece la distinción firmando que los actos de ejecución atacan o ponen en
peligro el bien jurídico, mientras que los preparatorios no contienen ningún ataque
y dejan la situación invariable.
Las conclusiones que deduce Puig Peña (II, pp. 195-196) son:

A.- Que teóricamente la diferencia entre actos de preparación y ejecución es difícil


de establecerse, lo que impide llegar a un criterio general definitivo.

B.- En la práctica, es más fácil aplicar la doctrina de la univocidad de Carrára.

C.- Algunos códigos han incrementado la punibilidad de la preparación, así por


ejemplo el Código Ruso.

¿Deben ser o no punibles los actos preparatorios? Respecto a esta cuestión se


plantean dos doctrinas (V. Puig Peña, II, pp. 196-197).

1.- DOCTRINA DE LA PUNIBILIDAD, mantenida por los positivistas que sostienen


que los actos preparatorios son manifestaciones de la peligrosidad criminal, que
debe castigarse muy especialmente cuando se realizan por delincuentes habituales.

2.-DOCTRINA DE LA IMPUNIDAD, sostenida por la Escuela Clásica, se funda en


los siguientes argumentos: Los actos preparatorios no son violación de norma
jurídica; por ejemplo, comprar veneno no es violación del precepto de respetar la
vida ajena. Son de naturaleza indeterminada, no revelan de modo claro la intención
de cometer delito; se puede comprar un rifle para cazar o cometer un homicidio. La
punibilidad de los actos de preparación puede dar lugar a la arbitrariedad judicial.

Sin embargo se castigan ciertos actos preparatorios conceptuados como delitos sui
generis; así por ejemplo tenemos que la fabricación dé moneda constituye un
monopolio exclusivo del Estado, los troqueles o matrices solamente pueden estar
en las oficinas autorizadas; por lo tanto, su tenencia por cualquier particular aunque
no se usen en la fabricación de moneda, constituye delito como acto preparatorio,
razón por la cual el art. 290 de nuestro Código Penal establece lo siguiente: "Los
que construyan, vendan o introduzcan, o suministren de cualquier modo cuños,
troqueles u otros instrumentos que exclusivamente sirvan para la fabricación de
moneda, no siendo por encargo y para servicio de las casas nacionales de este
ramo, e igualmente los que sin orden o permiso de autoridad legítima tengan en su
poder alguno de ellos, sufrirán, aunque no se haya llegado a hacer ningún mal uso,
la pena de cuatro a diez años de obras públicas, rebajándose estas penas a la mitad
si los instrumentos no sirvieren sino para fabricar moneda extranjera". Ver también
el art. 37, según el cual los actos preparatorios no son punibles a menos que
constituyan delitos por sí mismos.

d) La tentativa. Romagnósi dice que la "tentativa es la ejecución incompleta de la


infracción". Jiménez de Asúa dice respecto de la tentativa: "Cuando la voluntad
criminal se traduce en un caso externo que entra en la esfera de la consumación
del delito sin llegar a llenarla y va dirigido claramente a conseguir la objetividad
jurídica del delito, pero sin llegar a lesionarla, el acto se llama ejecutivo y la figura
se denomina tentativa.

En el iter criminis, aunque el agente llegue a la esfera de la realización externa, no


siempre perfecciona su obra. Puede suceder que:

A.- El culpable dé principio a la ejecución del delito, pero no lo consuma por no haber
realizado todos los actos que integran el mismo, por razones ajenas a su voluntad;
aquí tenemos la tentativa. Si no lo consuma por su propia voluntad, nos
encontramos ante la figura llamada desistimiento.

B.- El culpable realiza todos los actos que integran el delito, pero no produce el
efecto por acontecimientos ajenos a su voluntad; esto se llama delito frustrado.

C.- El culpable realiza todos los actos; pero no obstante su voluntad, el delito no
llega a su consumación porque los medios empleados son inadecuados o el sujeto
pasivo es inidóneo; tenemos aquí el delito imposible.

D.- El culpable realiza codos los hechos obteniendo el propósito que se determinó;
tenemos aquí el delito consumado.

E.- El culpable realiza todos los hechos, consuma el delito y aprovecha de sus
consecuencias; ésta es la figura del delito agotado (V. Puig Peña, II, p. 198).

Las formas A, B y C son las figuras imperfectas de la infracción.

Problemática de la punibilidad de la tentativa. Existen varios criterios sobre la


punibilidad de la tentativa; los principales son:
I) La tentativa debe ser punible con una pena menor que la del delito consumado.
Criterio mantenido por la Escuela Clásica. Dice ésta que la voluntad criminal se da
igualmente en la tentativa que ¿n el delito consumado, que produce alarma en la
sociedad y que el individuo atacado corre peligro, pero como no hay violación de
norma y producción de daño material, por ello, la pena debe ser menor.

II) La tentativa debe ser tan punible como el delito consumado, afirman los
subjetivistas. Entre ellos tenemos a Adolfo Prince que sostiene la tesis de que el
peligro representado por el delincuente se da en igual grado en la tentativa y en el
delito consumado; la sociedad debe por esto defenderse.

Los correccionalistas sostienen a este respecto que deben equipararse la tentativa


y el delito consumado, aunque debe castigarse la tentativa más levemente, cuando
es indicio de culpa menor.

III) La Escuela Positiva sostiene que una vez que la temibilidad se ha exteriorizado,
a través de la tentativa, la reacción social de defensa es indiferente ante el delito
consumado o la tentativa.

Elementos de la tentativa. Los elementos que integran la tentativa son: lo.


Resolución del culpable para cometer el delito la que Mezger dice que debe
contener todas las características de la acción típica ejecutada de allí deriva:

I) La no existencia de la tentativa en delitos culposos;


II) Es difícil concebir la tentativa en el delito de ímpetu;
III) No cabe hablar de tentativa en los delitos preterintencionales.

2o. Que existe un principio de ejecución; el culpable mediante hechos debe iniciar
la ejecución del delito. Teóricamente no hay ninguna dificultad en distinguirla del
delito frustrado, pero en la práctica, sí.

3o. Que el culpable inicie la ejecución con actos idóneos, es decir que los medios
empleados puedan conducir al delito.

4o. Que el delito no se produzca por causas ajenas a la voluntad del autor.
El Código Penal Boliviano, en su artículo 4o., define de la siguiente manera la
tentativa: "La tentativa de un delito es la manifestación del designio de delinquir
hecha por medio de algún acto exterior qu de principio a la ejecución del delito, o la
prepare". Esta definición de nuestro Código contiene los siguientes elementos:
designio de delinquir, manifestación del designio por acto externo, principio de
ejecución. Pero es imperfecta, porque en la última parte confunde la tentativa con
la preparación del delito cuando dice: o la prepare ya que los actos preparatorios no
son todavía tentativas. El Código Penal Boliviano sobre este punto sigue la
tendencia de la Escuela Clásica objetiva; por eso castiga, con pena menor la
tentativa que el delito consumado; así tenemos el artículo 37 que dice: "Por regla
general, y excepto en los casos en que la ley expresamente determina otra cosa, la
tentativa de un delito, cuya ejecución haya sido suspendida por motivos
independientes de la voluntad de su autor, será castigada con la cuarta parte a la
mitad de la pena que la ley prescriba contra el delito que se intentó cometer, sin
perjuicio de las penas que mereciere el acto preparatorio del delito. La tentativa de
un delito que haya dejado de consumarse por voluntario desistimiento del autor, no
será castigada, sino cuando el acto preparatorio tenga señalada alguna pena, en
cuyo caso será ésta la que se aplique, salvas las disposiciones de la ley".

f) Delito frustrado. Existe delito frustrado, que otros llaman tentativa completa o
acabada, cuando el culpable realiza todo lo que estaba de su parte para producir el
delito, pero éste no aparece por causas independientes de la voluntad de aquél.

Elementos del delito frustrado. Los elementos del delito frustrado son en parte
comunes a la tentativa; entre ellos se cuentan la resolución de delinquir, no
producción de resultado, idoneidad de la conducta; los elementos específicos del
delito frustrado son:

I) El culpable practica todos los actos que deben dar por resultado el delito; esto lo
diferencia de la tentativa que es la ejecución incompleta mientras que la frustración
implica que el sujeto realizó todo lo que a él le competía, para alcanzar el resultado,
pero éste no se produjo.
II) La no producción del resultado obedece a causas extrañas a la voluntad del
agente.

Punibilidad del deliro frustrado. Sobre la punición del delito frustrado, el problema
se plantea de modo más o menos parecido al de la tentativa, pero como supone
mayor gravedad, debe ser castigado con pena mayor porque el agente hace por su
parte lo que era posible para que se realice el delito mientras que en la tentativa no
se realizan todos los actos. Lo lógico es sancionar la frustración en menor grado
que el delito consuma do y más que la tentativa. En nuestra legislación no se conoce
el delito frustrado, el que es equiparado a la tentativa.

Arrepentimiento -en el delito frustrado. En el delito frustrado la no producción del


resultado obedece a causas extrañas a la voluntad del agente. No cabe
desistimiento, sino la figura denominada arrepentimiento activo.

En este caso se aprecia como atenuante.

El Código Penal Boliviano no contiene ninguna referencia a la frustración, que está


incluida en la tentativa; así tenemos por ejemplo el artículo 37 que dice: “Por regla
general y excepto en los casos en que la ley determine expresamente otra cosa, la
tentativa de un delito cuya ejecución haya sido suspendida por motivos
independientes de la voluntad de su autor...”; aquí se habla de la tentativa cuya
ejecución se ha suspendido por motivos ajenos a la voluntad del autor; el Código la
trata como atenuante en relación con el delito consumado; cuando el resultado no
se produce por desistimiento voluntario del autor no hay castigo sino cuando los
actos ya realizados tengan alguna pena.

Desistimiento de la tentativa. Desistimiento es la interrupción que el autor realiza


por propia voluntad en el proceso del delito, evitando su perfeccionamiento. La
característica esencial del desistimiento es que el autor interrumpe el proceso
delictivo por propia voluntad.

Efectos del desistimiento. El desistimiento voluntario libera dé la pena, pero si en la


conducta existe al mismo tiempo un delito consumado distinto, éste se castiga.
g) Delito consumado y agotado. Carrara dice que hay delito consumado cuando el
hecho alcanza la objetividad jurídica que constituye el título especial de un
determinado delito. Es decir, existe consumación cuando el delincuente realiza
todos los actos y estos encuadran en un tipo penal; cuando se produce la lesión o
el peligro fijado en el tipo penal.

Los códigos no definen en la parte general al delito consumado porque se entiende


que lo hay cuando la conducta reúne los requisitos señalados por la ley en cada
caso. La última etapa del iter criminis es el "delito agotado" que se presenta cuando
se perfecciona el delito y continúa la acción hasta lograr el fin que se proponía el
actor; por ejemplo, en el robo, cuando se violan bienes jurídicamente protegidos,
tenemos el delito consumado, pero si el agente además vende las cosas robadas
tenemos el delito agotado. Es decir, por agotar el delito se comprende que el agente
consiga el resultado final y último que quería.

El agotamiento de delito puede dar lugar al agravamiento de la sanción. Muchas


veces el agotamiento puede producirse en el mismo tiempo de la consumación, por
ejemplo, en el homicidio, cuando el agente sólo quiere matar a su victimaren el
momento de matar consuma y agota el delito.

El Código Penal Boliviano no distingue entre delito agotado y consumado; les da


igual tratamiento.

3.- DELITO IMPOSIBLE. CONDICIONES IDONEAS E INIDONEAS. PUNIBILIDAD.


Hay delito imposible cuando la conducta del agente no puede concluir realizando el
tipo, porque, o no existe el sujeto pasivo (disparar contra un maniquí) o los medios
empleados son inadecuados (se pretende envenenar con una substancia no nociva)
o el sujeto pasivo no es idóneo (apuñalar a un cadáver).

Para resolver esta situación existen varias teorías:

a) La Escuela Clásica, con su teoría objetiva, dice que el daño es un elemento


esencial al delito; que éste se divide en inmediato, que es el mal sensible
ocasionado por la violación del derecho, y mediato o moral constituido por la
intimidación de los buenos.
Para esta escuela la inidoneidad puede ser absoluta y se produce cuando el medio
empleado es inidóneo totalmente y para todos los casos; por ejemplo, no se puede
matar empleando azúcar como veneno; puede ser relativa cuando el medio
empleado es eficaz, pero en el caso concreto deja de serlo, como dar veneno en
cantidad insuficiente para causar la muerte,

b) Teoría subjetiva de von Buri; para éste la tentativa se castiga en cuanto significa
una manifestación de la voluntad, caso contrario es impune; no importa si los medios
son idóneos o no.

c) Teoría positivista de Garófalo, para quien el punto clave no es el peligro que


representa la conducta sino la temibilidad. Si la conducta realizada es bastante para
probar la temibilidad del agente, se debe proceder al castigo de la tentativa
imposible; pero si la inidoneidad de los medios demuestra que el agente es incapaz
de delinquir, demuestra la ineptitud del agente para cometer el delito y prueba su no
temibilidad, entonces no debe haber represión penal.

d) Teoría intermedia de von Liszt, que afirma que la tentativa es la manifestación de


la voluntad dirigida a un hecho cuya punibilidad radica en el carácter peligroso de la
manifestación de voluntad, por eso la tentativa no peligrosa, no es propiamente
tentativa y tampoco es punible. Hasta aquí sigue la teoría objetiva, pero ella no se
hermana con la subjetiva porque afirma que el acto debe considerarse tomando en
cuenta las consideraciones que lo acompañan: el peligro concreto. Es objetiva
cuando usa la noción de peligro y es subjetiva cuando toma las circunstancias que
el autor ha conocido o podía conocer.

Punición del delito imposible. Sobre la punición del delito imposible


fundamentalmente imperan dos corrientes. Una establece que no se puede
sancionar cuando procede de medios absolutamente inidóneos porque no hay
posible resultado, ni cuando falta el objeto; la razón: en ambos casos no puede
darse la figura criminal.

En algunas legislaciones se castiga al delito imposible porque el delincuente


representa peligro, pero casi en la generalidad es sancionado por pena leve.
Jiménez de Asúa, Beling, etc., proponen, con referencia al delito imposible, que se
lo toma como orientación para declarar la peligrosidad del agente razón por la cual
se le podrían aplicar medidas de seguridad.

Edmundo Mezger llama al delito imposible "tentativa inidónea". Esta es la más


exacta denominación,

En el Código Penal Boliviano el delito imposible no se halla legislado, Al respecte,


el Anteproyecto de 1964, dice:

(3) Art. 8 (Tentativa) "El que mediante actos idóneos enequívocos comenzaré la
ejecución del delito y no lo consumare por causas ajenas a su voluntad, será
sancionado con los dos tercios de la pena establecida para el delito consumado".

Art. 9 (Desestimiento y arrepentimiento eficaz) No será sancionado con pena


alguna: 1) El que desistiere voluntariamente de la comisión del delito

(2) El que de igual modo impidiere o contribuyere a impedir que el resultado se


produzca, a menos que los actos realizados constituyan delitos por si mismos®.

Art. 10 (Delito imposible) "Si el resultado no se produjera por no ser idóneos los
medios empleados o por impropiedad del objeto, el juez solo podrá imponer
medidas de seguridad".
CAPÍTULO XXVI

LA PARTICIPACIÓN

1.- CONCEPTO. En el mundo del delito, ocurre algo similar a lo que sucede en el
campo de la actividad honesta y legal; las personas se asocian para obras de gran
envergadura o paria colaborarse en realizar las cosas mejor y más fácilmente.

En el ámbito del delito existe una serie- de formas delictivas en las que los agentes
se asocian para realizar un delito o formas en que para la comisión del delito se
requiere necesariamente de la participación de dos o más personas, por ejemplo,
en el duelo, aborto, etc. (participación necesaria).

La asociación para cometer delito se denomina participación o codelincuencia que


es la figura jurídico-penal en la que en un hecho punible han tomado parte varias
personas; por eso estamos en las condiciones de definirla como "la forma delictiva
que surge cuando dos o más personas quieren la ejecución de un delito realizando
algo para que tenga vida en la esfera de la realidad". De esto deducimos, como dice
Mezger, que el punto de arranque científico de toda teoría jurídico penal de la
participación es la relación de causalidad. La actividad del partícipe debe haber sido
causa respecto del hecho, sólo existe participación cuando la conducta de los
asociados, es causa, de delito; es decir, cada uno participa desde el mismo o
diferentes ámbitos en la producción del acto típicamente antijurídico. La no
existencia dé relación causal con respecto al resultado elimina el concepto de
participación.

La participación o delincuencia asociada como también se la llama, tiene hoy gran


importancia porque de acuerdo a las estadísticas criminales, el mayor porcentaje de
los delitos más graves está representado por esta asocie de codelincuencia; así
tenemos en Bolivia, que uno de los delitos más graves de los 20 últimos años ha
sido el denominado “Atraco de Calamarca”, perpetrado en participación el 28 de
Julio de 1961.

Para que se dé la figura de codelincuencia o participación, además de la relación


de causalidad, se requieren las siguientes condiciones:
a) Intención en todos los participantes en realizar un delito determinado y que
esté encaminado a consumar el delito y no sólo, algunos actos de ejecución. Por
eso, muchos tratadistas niegan la participación en los delitos culposos debido a que
en estos no hay intención.

b) Todos los partícipes deben ejecutar por lo menos un acto encaminado a


realizar directa o indirectamente el delito.

En toda codelincuencia hay un solo delito y todos los participantes son responsables
y han de ser penados por el delito cometido, según la actividad que realizan. Las
circunstancias agravantes y atenuantes, sólo afectan a las personas en quienes
concurren sin alcanzar a las otras; las circunstancias objetivas que obran como
agravantes afectan a los que en el momento de la ejecución del hecho tienen
conciencia de su concurrencia.

2.- DOCTRINA SOBRE LA CODELINCUENCIA. Se han propuesto, de modo


general, varias teorías siendo las principales: .

a) Teoría clásica. Que considera la delincuencia como un delito único con tantas
responsabilidades como partícipes. Esta escuela plantea la unidad de delito y la
pluralidad de delincuentes responsables. Por ejemplo, el inductor que hace todo lo
posible para que se cometa un delito no será castigado si el ejecutor material no lo
realiza, porque la figura delictiva no ha aparecido; no hay un delito autónomo de
inducción.

b) Teoría de von Liszt y von Buri. Estos tratadistas sostienen que no es posible
admitirse diferencia entre la causa (autor) y la condición (cómplice) porque quien ha
puesto una condición para obtener el resultado es también completamente
responsable de él. Este sistema, que es contrapuesto al clásico, puede conducirnos,
a un tratamiento penal severo ya veces injusto para los partícipes.

c) Teoría de la autonomía de la complicidad. Sostiene que la complicidad debe


considerarse como delito distinto e independiente, como "delito sui géneris". Cada
conducta de los participantes debe considerarse como autónoma.
En esta teoría podemos distinguir tres tendencias: La de Nicolandi que exige una
incriminación expresa e independiente en cada caso, según la cual los copartícipes
son punibles en relación a su conducta antisocial; la tendencia de Getz no diferencia
al cómplice del autor; y la dirección de Massari, hace de la complicidad un delito sui
géneris de naturaleza accesoria, llamado delito de concurso.

d) Doctrina del Positivismo. Presta su adhesión a la teoría unitaria de la Escuela


Clásica, aunque censura su criterio objetivo. Scipion Sighele, en su obra La Pareja
Delincuente, dice que la codelincuencia no da un resultado equivalente a la adición,
sino al producto de sus componentes de la misma manera que la fuerza de dos
caballos unidos es mayor que la suma de la fuerza de los dos caballos separados.
En la codelincuencia hay mayor gravedad subjetiva porque los criminales asociados
se muestran más temibles, y hay mayor gravedad objetiva porque disminuye la
posibilidad de defensa de la víctima. De esto deduce que la complicidad es
circunstancia agravante.

De las doctrinas anteriormente expuestas sobre la participación, hoy la más seguida


es la clásica.

3.- LA AUTORÍA Y CO-AUTORÍA. Los sujetos pueden tomaren la participación una


serie de funciones de acuerdo a su actuación; por ejemplo, pueden ser autores,
auxiliadores, etc. El Código Penal, en su artículo 8º establece las formas en las que
un sujeto puede participar del delito, al decir. "Son delincuentes o culpables, sujetos
a la responsabilidad que les imponga la ley no solamente los autores del delito o de
la culpa, sino también los cómplices, los auxiliadores o fautores y los receptadores
o encubridores".

Es autor, dice Mezger, "el que ha causado mediante su acción el tipo legal, en tanto
su actividad no aparezca como instigación o auxilio" (II, p. 249). En otras palabras,
es autor de un delito el que lo ejecuta realizando los elementos que integran su
figura legal. Esta es la concepción tradicional de la autoría y también la de nuestro
Código; los demás participantes tienen otras denominaciones y representan otros
papeles. Esta noción es llamada restrictiva. Frente a ella en la doctrina alemana ha
aparecido la concepción "extensiva" según la cual es autor todo el que interviene en
la producción del hecho con una actitud causal, a menos que se concrete a
participar como inductor o cómplice.

Co-autoría: "Es co-autor el que como autor conjuntamente con otro autor
plenamente responsable ha causado el resultado" (Mezger, II, p. 268).

La co-autoría no es participación, porque esta forma en sentido estricto se da tan


sólo en el que interviene no como autor en el acto de otro.

De esto se deduce que en los delitos especiales o propios sólo puede ser co-autor
el que reúne las condiciones de autor; en los delitos de propia mano o propios (autor
es el que mediante su propia acción personal ha causado el resultado) se excluye
la co-autoría cuando el sujeto no reúne las condiciones requeridas por el tipo penal.

La co-autoría supone el acuerdo sobre el acto conjunto o sea cooperación


consciente y querida.

El Código Penal Boliviano en su artículo 9 se refiere a los autores y dice: "Son


autores del delito o culpa: 1) Los que libre y voluntariamente cometen la acción
criminal o culpable; 2) Los que hacen a otro cometerla contra su voluntad, ya
dándole alguna orden de las que legalmente esté obligado a obedecer y ejecutar,
ya forzándole para ello con violencia, ya privándole del uso de su razón, ya
abusando del estado en que no la tenga siempre que cualquiera de estos cuatro
medios se emplee a sabiendas y voluntariamente para causar el delito y que lo
cause efectivamente; 3) Los que libre y voluntariamente y a sabiendas ayudan o
cooperan a la ejecución de la culpa o del delito en el acto de cometerlo".

Autores mediatos e inmediatos. Son autores mediatos los que producen el delito
valiéndose de otro sujeto que no es autor, que no es culpable o que es inimputable.

Pueden valerse de un inimputable, por ejemplo, de un demente declarado o de un


niño; o que no es culpable, por ejemplo, aprovechándose de un error esencial de
hecho en que se halla una persona o de la autoridad que sobre ella se tiene;
valiéndose de la violencia, por ejemplo, si se toma la mano ajena y se le hace apretar
el gatillo de un arma de fuego, para matar a otra persona; o por co-acción moral
como por ejemplo, lo dice el artículo 9 en su inciso 2o. de nuestro Código
anteriormente transcrito.

Autor inmediato es el que personal y directamente realiza el delito, por ejemplo, el


que cae en lo definido por el artículo 9 en su inciso lo. anteriormente transcrito.

La instigación. La instigación, también llamada inducción, "es él influjo


intencionalmente realizado sobre una persona para determinarla a la comisión de
un delito" (Cuello Calón, I, p. 588). La instigación puede ser intelectual o moral y
material. Supone que alguien distinto del instigador, ejecuta físicamente la conducta
criminal.

La instigación tiene que ser intencional; el incapaz o el inimputable no pueden


inducir. Para que haya instigación, ha de inducirse a cometer un delito determinado
y no de modo genérico. Si el instigado comete delitos no comprendidos en la
inducción, éstos no pueden serle imputados al instigador a menos que sean la
consecuencia necesaria de la conducta a que se instigó.

Cuando la instigación no es seguida por el inducido, los clásicos dicen que el


instigador es impune, pues no hay delito; pero los positivistas aducen que esto
denota peligrosidad y que el instigador debe ser sometido a. medidas-de seguridad.
Nuestro Código sigue la teoría clásica, como inmediatamente se verá.

La instigación ha sido llamada por algunas legislaciones "autoría intelectual" o sea,


el instigador sería un verdadero autor, aunque mediato, del delito. No es ése criterio
de nuestro ordenamiento positivo. En efecto él; Código Penal Boliviano, al hablar de
los cómplices, en el artículo 10 en sus incisos 3) y 4) se refiere a la instigación
porque dice: "Son cómplices... 3) Los que a sabiendas y voluntariamente por sus
discursos, sugestiones, consejos, o instrucciones provocan o incitan directamente
a cometer una culpa o delito, o enseñan o facilitan los medios de ejecutarlo, siempre
que efectivamente se cometa la culpa o delito de resultas de dichos discursos,
sugestiones, consejos o instrucciones; 4) El que libre y voluntariamente a
sabiendas, por soborno o cohecho, con dádivas o promesas, o por órdenes o
amenazas, o por medio de artificios culpables hace cometer el delito, o culpa que
de otra manera no se cometería. En las promesas que constituye el soborno o
cohecho, se comprende las esperanzas de mejor fortuna ofrecidas por el
sobornador al sobornado".

4.- COMPLICIDAD. En la comisión del delito, se presentan figuras secundarias,


accesorias que no son necesarias para la comisión; es decir que, sin ellas, el delito
se puede realizar; pero contribuyen facilitando la comisión; son los llamados
cómplices que Mezger caracteriza como los que auxilian con voluntad de cómplice,
el hecho. del autor; es decir que presentan al autor uña cooperación secundaria;
además, esa cooperación debe ser dolosa (II, p. 283).

La cooperación puede ser moral cuando se instruye al delincuente indicándole el


medio o forma, de cometer el delito, o dándole ánimo con promesa de ayuda para
su ejecución o para facilitarle. su impunidad; y material cuando se prestan medios
materiales para la realización del hecho o cuando se interviene en su ejecución
mediante actos que no son propios y característicos de la autoría del delito.

Si el cómplice no quiere el resultado antijurídico y proporciona medios inidóneos


para el delito es impune; por ejemplo, si da azúcar en lugar de veneno para matar,
a una persona.

Si el autor se excede en la comisión del delito, el cómplice no responde por el


exceso; pero Ja inimputabilidad del autor no exime de responsabilidad al cómplice.

La diferencia entre autor y cómplice radica en que el autor es la que ejecuta la acción
típica y el cómplice realiza los actos accesorios o previos.

Principalmente dos son las condiciones que se requieren para que se dé la


complicidad: a) que la conducta del cómplice no se subsuma en la definición que
hace el Código de los autores; b) que el cómplice intervenga en actos anteriores o
simultáneos al delito; si interviene después incurre en la figura de encubrimiento o
receptación.

Algunos penalistas distinguen entre cómplices primarios y secundarios, los primeros


son los que auxilian antes de cometer el delito y su cooperación es determinante en
el resultado y los secundarios que auxilian antes o después, pero sin cuya
cooperación de igual modo se cometería el delito.

Con relación a la penalidad, el criterio de la Escuela Clásica es favorable al de


aplicar una sanción menor al cómplice que al autor. Pero hay escuelas y
legislaciones modernas que inspirándose en el criterio subjetivo afirman que se
castiga la temibilidad o peligrosidad, por lo que la sanción puede ser igual a la del
autor.

El Código Penal Boliviano, en su artículo 10, se refiere a la complicidad y dice: "Son


cómplices: 1º Los descendientes que ayudan o cooperan con sus ascendientes en
línea recta, y la mujer con el marido a la ejecución de la culpa o del delito en el acto,
de cometerlo sus ascendientes o el marido, sin embargo, de lo dispuesto en el tercer
caso del artículo precedente; 2º Los que, aunque no ayuden o cooperen a la
ejecución de la culpa o del delito en el acto de cometerlo suministran o proporcionan
voluntariamente las armas, instrumentos o medios para ejecutarlo sabiendo que han
de servir para este fin; 3º Los que a sabiendas y voluntariamente por sus discursos,
sugestiones, consejos o instrucciones provocan o incitan directamente a cometer
una culpa o delito o enseñan o facilitan los medios de ejecutarlo, siempre que
efectivamente se cometa la culpa o delito de resultas de dichos discursos,
sugestiones, consejos o instrucciones; 4º El que libre y voluntariamente y a
sabiendas, por soborno o cohecho con dádivas o promesas, o por órdenes o
amenazas, o por medio de artificios culpables hace cometer el delito o culpa que de
otra manera no se cometería. En las promesas, que constituyen el soborno o
cohecho, se comprenden las esperanzas de mejor fortuna ofrecidas por el
sobornador al sobornado".

Este artículo en los incisos 1), 2) y 4) se refiere a la complicidad material, en el inciso


3) a la moral. Para una correcta interpretación del inciso 4) se debe concordarlo con
el artículo 487 del Código Penal. Debe notarse -inc. 1- que la relación de parentesco
disminuye la responsabilidad pues los coautores responden como cómplices.

5.- AUXILIADORES O FAUTORES. Es difícil distinguir a los auxiliadores o fautores,


de los cómplices; por eso algunos tratadistas y legislaciones contemporáneas los
incluyen en la complicidad; no obstante estoy de acuerdo al Código Penal Boliviano
podemos decir que auxiliadores o fautores son.- Los partícipes que no concurren a
la comisión. Es decir, que a veces, concurren como incitadores reforzando o
haciendo surgir la resolución de cometer el delito. O como auxiliadores,
subsequens, que concurren prometiendo asistencia y ayuda para después de
cometido el delito; se distingue en ésta última figura de los encubridores porque
éstos no tienen nexo causal previo alguno con la ejecución del delito, el auxiliador
subsequens, sí; su actividad es anterior al delito.

El Código Penal Boliviano caracteriza a los auxiliadores o fautores en el artículo 11,


que dice: "Son auxiliadores y fautores: 1º Los que voluntariamente y a sabiendas
concierten entre sí la ejecución de una culpa o delito que llega a tener efecto; pero
que no cooperan ni ayudan a su perpetración en el acto de cometerlo ni la causan
por ninguno de los medios expresados en el artículo 10; 2º Los que sin noticia ni
concierto previo acerca de la culpa o delito, y sin ayudar ni cooperar para su
ejecución, acompañan en ella voluntariamente y a sabiendas al que lo comete y le
ayudan después de cometido para ocultarse, o encubrir el delito, o se aprovechan
de sus consecuencias con el reo principal; 3º Los que, habiendo ordenado,
sugerido, aconsejado, enseñado o facilitado voluntariamente y a sabiendas la
ejecución de un delito, o sobornado, amenazado o provocado para ello, son causa
de que en vez de aquel delito se cometa otro mayor o diferente, por consecuencia
o efecto inmediato de la orden, consejo o instrucción dada, o de la sugestión,
soborno, amenaza o provocación hecha; 4º Los que voluntariamente y a sabiendas
por sus discursos, sugestiones, consejos, instrucciones, órdenes, amenazas u otros
artificios culpables, aunque no provoquen directamente a cometer el delito culpa,
contribuyen principalmente a que se cometa; 5º Los que voluntariamente conciertan
con alguno de los reos principales o cómplices antes de cometerse el delito y con
conocimiento de éste, que receptarán u ocultarán la persona de alguno de ellos o
las armas, instrumentos o utensilios de la ejecución o alguno de los efectos en que
consiste el delito o que los comprarán, expenderán o distribuirán, en todo o parte;
6º Los que voluntariamente y a sabiendas, sirvan de espías o centinela o hacen
espaldas a los delincuentes para la ejecución de un delito, o les prestan para ello
algún abrigo, noticia o auxilio, no llegando, a incurrir en ninguno de los casos del
artículo 10, o les facilitan los medios de reunirse, o les ofrecen antes de la ejecución
y con conocimiento de ella, protección, defensa o cualquiera. Otra ayuda para
salvarlos o encubrir el delito".

6.- RECEPTADORES Y ENCUBRIDORES. Bajo el nombre de encubrimiento, los


clásicos agrupan dos figuras que siendo parecidas tienen constitución diversa;
receptación y encubrimiento; la primera consiste en recibir los efectos originados en
un delito y la segunda, en proteger al culpable.

Por esto el concepto de encubrimiento puede decirse que es la intervención de un


tercero en el delito para "la ocultación de los culpables del delito o del cuerpo o de
los efectos de éste, o de los instrumentos, con que se cometió o el de sus huellas
con el fin de eludir la acción de la justicia; o en auxiliar a los delincuentes para que
aprovechen de los efectos del delito de las ventajas económicas que éste les
hubiere proporcionado o en aprovecharse el propio encubridor de aquellos
beneficios" (Cuello Calón, I, p. 592). Es fundamental para que se dé la figura de
encubrimiento que exista una conducta activa.

Requisitos del encubrimiento. Las principales condiciones para conformar el


encubrimiento son: a) que la persona tenga conocimiento de la perpetración del
delito; b) que no haya participado en el delito ni como autor ni como cómplice o
fautor; c) que intervenga con posteridad a la ejecución del delito; d) que la
intervención sea auxiliando a los delincuentes para que aprovechen del delito;
albergándolos, ocultándolos o ayudándolos a fugar.

Naturaleza del encubrimiento (¿el cubrimiento es delito autónomo?). AI tratarse de


la naturaleza del encubrimiento nos encontramos ante tres doctrinas.

a) La doctrina Clásica considera al encubrimiento- conectado con el delito del


autor; es la doctrina de la unidad del encubrimiento con el delito principal.

b) La doctrina que considera el encubrimiento como un delito especial diferente


del principal; no es tomado como una participación, porque los actos del
encubrimiento no están en las resoluciones y conciertos que implica la co-
delincuencia. El encubridor no responde del delito porque no ha participado en la
comisión de él; su delito es autónomo.

c) La doctrina ecléctica parte de la distinción entre el encubridor y receptador que


coopera a la prolongación de la lesión antijurídica causada por el delito y el
auxiliador que ayuda a cometer el delito.

El Código Penal Boliviano, en su artículo 12 habla del encubrimiento y receptación


y dice: "Son delincuentes como encubridores o receptadores: 1o. Los que dan asilo,
prestan su casa o protegen de cualquier modo a uno o más delincuentes sabiendo
que han cometido o pretenden cometer un delito; 2o. Los que reciben, ocultan,
venden o compran a sabiendas los instrumentos que sirven para cometer el delito
o las cosas obtenidas por medios criminosos". Respecto a la penalidad del
encubrimiento el artículo 41 de nuestro Código sanciona a los encubridores y
receptadores con pena menor que a los fautores y exime de pena cuando son
parientes.

7.- DELITO COLECTIVO. En los tiempos modernos, caracterizados por la


participación activa de las masas en la vida social y política, el delito colectivo
llamado anónimo cometido por las multitudes, cobra gran importancia por su mayor
frecuencia. Ha sido estudiado desde diversos ángulos tales como el sicológico, el
social, el político, el penal. A nosotros nos interesa por la materia el estudio del delito
colectivo desde el punto de vista jurídico penal.

Caracteres del delito colectivo. Las principales características del delito colectivo
son: a) el objeto que se propone la multitud al cometer el delito colectivo no es
personal; los sentimientos o estímulos que la impulsan son comunes a varios; b) los
delitos colectivos requieren necesariamente un sujeto plural.

Responsabilidad de los delitos colectivos. La responsabilidad de los delitos


colectivos constituye un problema; para algunos penalistas el delito colectivo es
moralmente menos coercible que el delito individual, más temible} por lo que dicen
que la pena debe ser agravada. Otros sostienen los puntos contrarios, suprimen la
responsabilidad en el delito colectivo haciéndola recaer no en el individuo sino en la
masa. Otra tesis sostiene que la responsabilidad debe ser igual que en la
complicidad para cada individuo de la masa.

La doctrina más generalizada es la que distingue entre dirigentes y dirigidos para


efectos de la responsabilidad. Con relación a los conductores dicen, que la
responsabilidad es mayor, y en cuanto a los meros ejecutores la responsabilidad
varía, pero de todos modos es más atenuada en relación con la de los primeros.
Para determinar la responsabilidad en los delitos colectivos, los tratadistas
consideran los siguientes aspectos: 1) Lograr la individualización de los
delincuentes; 2) una vez individualizados se descarta a los inimputables por razones
de edad o por enfermedad y a quienes actuaron por amenazas o presión; 3) se
deben considerar los móviles y condiciones personales para determinar atenuantes
y agravantes; 4) se debe considerar la influencia que el culpable ha ejercido en la
masa.

Al respecto, nuestro Código Penal hace distinciones:

Así sucede en los artículos 176, 177, 178, 179, 183, 200 y 201.

Artículo 176.- Los reos de rebelión, cuando se haya llegado a consumar ésta en
cualquier de los casos sobredichos, se dividen en tres clases.

Artículo 177.- A la clase primera corresponden como cabezas y reos principales:

1o. Los que hayan propuesto, promovido directamente; organizado o dirigido la


rebelión o suministrado o proporcionado para hacerla voluntariamente y a
sabiendas, caudales, armas víveres o municiones; 2o. Los que, para la rebelión,
hayan sublevado algún cuerpo de tropas o cuadrillas de gentes armadas o alguna
tripulación de buque o algún pueblo o distrito, o hayan sobornado, seducido u
obligado á unos u otros para el mismo fin o que para el mismo objeto tocaren o
hicieren tocar campana, arrebato o generala, llamada u otro toque de guerra; 3o.
Los que para proteger y fomentar la rebelión hayan usurpado el mando de algún
cuerpo de tropas de algún pueblo o distrito, de algún puerto, fortaleza o buque; y los
que, teniendo legítimamente el mando de alguna de estas cosas, abusaren de él
para unirse con los rebeldes, o entregarse a ellos. 4o. Los que de cualquier otro
modo comandaren como jefes algún pueblo, cuerpo de tropas, tripulación de buque,
o cuadrilla de rebeldes; no entendiéndose por jefes los que de capitán inclusive
abajo ejerzan algún mando en los cuerpos de tropas o en las cuadrillas, a no ser
que éstas obren con separación en cuyo caso serán siempre considerados como
jefes los que tengan en ellas mando principal; 5o. Los funcionarios públicos y los
eclesiásticos seculares o regulares que con sus exhortaciones, discursos o
sermones pronunciados al pueblo o con edictos, cartas pastorales, bandos,
proclamas u otros escritos oficiales hubiesen causado la rebelión o la fomentaren
directamente después de acaecida o excitaren del mismo modo a continuarla; 6o.
Los que fueren aprehendidos en el lugar mismo del delito haciendo resistencia con
armas. Los reos de esta primera clase son traidores y sufrirán la pena de muerte
perdiendo todos los auxilios, subministrados.

Artículo 178.- "Pertenecen a la segunda clase: 1o todos los que voluntariamente y


a sabiendas hubiesen suministrado ¿los rebeldes algún auxilio de dinero, víveres,
armas o municiones y que no estén comprendidos en el párrafo lo. del artículo
anterior; 2o. Todos los que ejercieren alguna autoridad o mando entre los rebeldes
y que no estén comprendidos en el párrafo 4o. de dicho artículo; 3o. Cuales quiera
otras personas que además de las expresadas en el párrafo 5o. del mismo artículo
fomentaren directamente la rebelión o excitaren del propio modo a continuarla, o
contribuyeren principalmente a ella con sus discursos, escritos, sugestiones,
amenazas o artificios; 4o. Todos los que voluntariamente y a sabiendas estuvieren
de acuerdo con los rebeldes o les suministraren noticias o avisos para sus
operaciones. Los reos de esta segunda clase sufrirán la pena de dos a ocho años
de prisión, perderán todos los auxilios que hubiesen suministrado y quedaran
sujetos a la vigilancia especial de las autoridades por uno a cinco años".

Artículo 179.- "Pertenecen a la tercera clase todos los que no comprendidos en las
dos primeras que hubieren, tomado parte en la rebelión o levantamiento, o hubieren
dado voluntariamente y a sabiendas algún otro auxilio o abrigo a los rebeldes. Los
reos de esta clase sufrirán la pena de uno a tres años de obras públicas, y la
sujeción a la vigilancia especial de las autoridades por igual tiempo, salvas las
excepciones de los artículos 40 y 41 con respecto a los auxiliadores, receptadores
o encubridores.

Artículo 183.- Los reos de sedición consumada en cualquiera de los casos de los
artículos precedentes, se dividen también en tres clases correspondiendo a ellas
respectivamente las mismas personas expresadas en los artículos 177, 178 y 179.

Artículo 200.- Los cabezas de motín o tumulto a saber: 1o. Los que lo hayan
propuesto, excitado o promovido directamente, organizado o dirigido; 2o. Los que
hayan llevado la voz principal o sobornado, seducido u obligado a otros para tomar
parte en él; 3o. Los que para el motín o tumulto tocan o hicieren tocar campana,
arrebato o generala, llamada u otro toque de guerra, sufrirán una reclusión de seis
meses a dos años y quedaran sujetos por un año más a la vigilancia especial de las
autoridades, en el caso de que diez o más de los amotinados se hubieren
presentado con armas de fuego, acero o hierro.

Artículo 201.- "Los demás reos de tumulto o motín, en que diez o más se hubieren
presentado con dichas armas, sufrirán un arresto de quince días o cuatro meses o
una multa de veinticinco a cien pesos".

Al respecto, el Anteproyecto de 1964. dice:

Art. 20 (Autoría) "Son autores los que ejecutan directamente el hecho o prestan una
cooperación de tal naturaleza, sin la cual no habría podido cometerse No es autor
el que haya sido constreñido por fuerza física irresistible. En este caso, quien
hubiere ejercido la violencia será punible".

Art. 21 (Autores mediatos) "Son autores mediatos, los que para cometerlo se valen
de un inimputable o los que inducen en error a otro, para el mismo objeto".

Art. 22 (Instigación) "Son instigadores los que intencionalmente determinan a otro a


cometer el hecho".

Art. 23 (Complicidad) "Son cómplices los que de cualquier otro modo facilitan o
cooperan a la ejecución del hecho, en tal forma que aun sin esa ayuda se habría
cometido.
Los que, en virtud de promesas anteriores, prestan asistencia o ayuda con
posterioridad al mismo".
CAPÍTULO XXVII

EL CONCURSO DE DELITOS

1.- CONCEPTO. Según Edmundo Mezger, la teoría del concurso se ocupa de la


pluralidad de enjuiciamientos jurídico penales frente a un solo hecho punible y de la
pluralidad de hechos punibles.

La aparición de varios delitos provoca un concurso material o un concurso formal.


Hay concurso material cuando existen varias conductas y varios delitos. Hay
concurso formal cuando una sola conducta se traduce en varios delitos.

A veces, sin embargo, la ley unifica varias conductas hasta considerarlas como un
sólo delito; eso sucede por ejemplo y como luego ha de verse, en el delito
continuado.

También hemos de analizar los conceptos de concurso real y dé concurso de leyes.

El estudio del concurso de delitos abarca tres problemas: a) la determinación de si


existen una o varias acciones en un delito; b) cómo ha de enjuiciarse una acción
que produce varios delitos; c) cómo han de enjuiciarse varias acciones conectadas
de alguna manera.

2.- LA UNIDAD DEL DELITO. PLURALIDAD DE DELITOS. Hay unidad de delito


cuando con una sola acción se comete un solo delito, es decir, cuando el
ordenamiento jurídico toma consideración de un solo delito como emergencia de la
actuación ilícita de una persona.

La unidad de delito puede surgir: a) cuando existe unidad natural de acción; el


agente, con un solo pensamiento criminoso, realiza un solo acto y produce un solo
resultado antijurídico. Por ejemplo mata a otro con un disparo; hay un solo acto y
una sola voluntad, b) Cuando una pluralidad de acciones naturales da como
resultado un solo delito; por ejemplo, antes de matar a un sujeto se lo hiere y pega,
hay varias acciones pero un solo delito; homicidio, c) Cuando con unidad de
propósito, se realizan diversas acciones, aunque cada una sea una figura delictiva,
sin embargo todas se funden en una unidad jurídica; es el llamado delito continuado,
d) Cuando existe pluralidad continuada de acciones que mantiene un solo estado
antijurídico, por ejemplo el secuestro, (delito permanente), e) Cuando se realizan
diversas infracciones cada una de las cuales no es delito sino que la suma de todas
da el resultado antijurídico.

Por eso, en la unidad de delito, las modalidades de éste son: I.- Delito instantáneo
que se consuma con una sola acción realizada por el agente. II.- Delito permanente
o continuo que contiene persistencia en el resultado del delito, durante el cual
mantiene su acción la voluntad criminal; por ejemplo, el secuestro. III.-Delito
complejo constituido por hechos diversos cada uno de los cuales constituye parte
de un solo delito, por ejemplo, para robar, se rompe la puerta de una casa y al
ingresar ella se apodera de una cosa ajena; aquí existe allanamiento, daño a la
propiedad y robo; pero sólo subsiste el robo que incluye a los demás actos. IV.-
Delito colectivo, fundado también en varios actos individuales, pero cada uno de
ellos no es un delito aparte; lo es la suma de actos. V.- Delito continuado es un delito
único, es la ejecución de un solo hecho punible a través de varias violaciones a la
misma disposición penal, aunque se hayan cometido en diferentes fechas, pero
siempre que se hayan realizado actos dentro de la misma resolución; como lo define
Puig Peña: hay delito continuado "cuando una persona realiza diversos actos, cada
uno de los cuales integra una figura de delito, pero que, a efecto de la penalidad, se
consideran como la ejecución parcial de una sola, única infracción" (II, p. 282). Se
discute mucho sobre su naturaleza jurídica; Carrara, Manzini, consideran que la
unidad del delito continuado es una ficción jurídica; Alimena, Impallomeni, dicen que
es una unidad real. También está en tela de discusión su punibilidad; para unos
debe merecer, atenuación y para otros, al contrario, agravación, por implicar mayor
peligrosidad y persistencia delictiva.

La doctrina acepta uniformemente estos delitos continuados cuando se trata de


delito contra la propiedad, pero cuando atacan la vida e integridad corporal se
rechaza esta figura; se discute en los delitos contra el honor.
Requisitos del delito continuado. Para determinar los requisitos del delito
continuado, existen dos sistemas: el subjetivo, representado por los tratadistas
italianos y el objetivo, representado por los penalistas alemanes.

a) Para el sistema subjetivo se requieren las siguientes circunstancias en el


delito continuado: unidad de resolución en el agente, unidad de disposición legal,
pluralidad de acciones.

b) Para la escuela objetiva son indispensables en el delito continuado las


siguientes circunstancias: unidad de acción, similitud de tipo, unidad de bien jurídico
lesionado, homogeneidad en la ejecución.

Pluralidad de delitos. Se presenta esta figura, cuando el mismo agente, con una
sola acción comete varios delitos o cuando el mismo agente ejecuta varios hechos
delictivos de la misma o diversa Índole; entonces nos encontramos ya en la figura
del concurso que debe ser analizada a través del concurso ideal, de leyes y real.

3.- CONCURSO IDEAL Y CONCURSO DE LEYES. Las tres principales formas de


concurso son: concurso ideal o formal, de leyes y real. En este acápite nos
referiremos a las dos primeras.

Hay concurso ideal o formal cuando una sola conducta ocasiona varias infracciones
a la ley o cuando se comete un delito como medio para perpetrar otro, por ejemplo,
cuando se incendia una casa para matar al que la habita o cuando, al golpear a una
mujer embarazada se le causan lesiones y se la provoca al aborto.

Lo característico en estos casos, es que las disposiciones legales aplicables no se


excluyen entre sí, sino que coexisten.

A veces, la ley crea un delito complejo, es decir, asimila a un solo tipo penal, la
conducta que ataca a dos o más disposiciones; tal el caso, por ejemplo, en que
asimila a asesinato, el dar muerte mediante destrucción o incendio (art. 483).

Para que haya delito compuesto o simple concurso ideal, es requisito que el agente
tenga un solo fin; pero observa Cuello Calón (I, p. 614), cuando hay dos o más fines
criminales -se dispara un solo tiro para matar a dos personas- se produce un
concurso real.

La legislación boliviana no contiene ninguna disposición general para resolver los


casos de concurso ideal o formal; pero se dan al tratar de delito en especial reglas
para la aplicación de las sanciones. Por ejemplo, según el artículo 190, los reos de
sedición deberán sufrir, además de las penas propias de tal delito, las de los otros
delitos que se cometieran con ocasión de aquélla. El artículo 283, se refiere a los
que integran la cuadrilla de malhechores; a ellos se les aplícala pena propia de este
delito y además la que corresponde a los delitos cometidos salvo que en el tipo.
penal concreto, la pena resulte agravada porque los autores actuaron en cuadrilla.
El artículo 550 dispone:

Artículo 550.- "Si el reo abusare deshonestamente de la persona robada en


cualquiera de los casos de los dos artículos precedentes contra la voluntad de ella,
sufrirá cuatro años más de obras públicas y destierro por igual tiempo. Si además
de robarla la maltratare de obra, o cometiere contra ella otro delito sufrirá también
la pena respectiva al que cometa".

Ante los casos no resueltos de esta manera, no queda sino considerar que hay
concurso de leyes -como lo propugna la doctrina alemana- o aplicar el artículo 43
que, aunque se refiere más específicamente al concurso real, tiene suficiente
amplitud para consentir su aplicación a algunos casos de concurso ideal.

Concurso de leyes. Existe cuando a una misma conducta son aplicables dos o más
disposiciones legales; pero mientras en el concurso formal, las normas infringidas y
las penas se incluyen entre sí, en el concurso de leyes, las disposiciones se oponen
entre sí, es decir, se excluyen; ha de aplicarse una sola de ellas.

A fin de resolver esta cuestión, se admiten diversos principios:

a) Principio de la especialidad; según él, la disposición especial deroga a la general,


en los casos a que aquella se refiere. Se considera disposición especial aquella que
agrega algunos elementos a los contenidos en la disposición general. Por ejemplo,
el artículo 483 (asesinato) puede considerarse especial en relación con el 479, pues
agrega nuevos elementos a los contenidos en éste. Por regla general, el cómplice
sufre una sanción menor que el autor; sin embargo, el artículo 636 determina de
manera especial, que el cómplice de quiebra fraudulenta sufra una pena igual a la
del autor. Los artículos 237 y 238 contienen disposiciones especiales en relación
con la agravante general contenida en el artículo 14, inciso. 5o., etc.

b) Principio de principalidad; cuando concurren una ley. principal y una accesoria,


aquella excluye a ésta. Supongamos el artículo 493, referente a muerte dada en
riña; en general, se trata de un homicidio privilegiado; sin embargo, cuando se
presentan alevosía, y traición, el castigo es el correspondiente al asesinato; la
norma referente a éste toma carácter principal.

c) Principio de consunción o absorción; el precepto más amplio excluye al menos


amplio; por ejemplo, cuando se presenta duda acerca de si una persona ha
intervenido como cómplice o como fautor, el artículo 11 se autodefine como menos
amplio que el 10; dice que se será fautor, a menos que se sea cómplice. Si hay
allanamiento de domicilio y apropiación de cosa ajena, el precepto más amplio-robo-
absorbe a los preceptos menos amplios.

4.- CONCURSO REAL. Resulta cuando diversas conductas han dado lugar a
diversos delitos, sin que ninguno de éstos haya sido previamente sancionado
(porque entonces no habría concurso sino la figura llamada reincidencia).

Tres son los criterios principales, presentados para resolver los casos de concurso
real:

a) Acumulación material; el autor ha de sufrir tantas sanciones como delitos


hubiera cometido; las penas se suman. Como es evidente, la aplicación de este
criterio tiene sentido exageradamente mecánico y retribucioncita; puede llevar a
absurdos que, en lugar de ganar respetabilidad para el Derecho, lo ponen en
ridículo; por ejemplo, cuando un individuo es sentenciado a doscientos años de
presidio.

b) Acumulación jurídica; cada delito tiene su pena; pero se toma como base la
sanción más grave de las merecidas y se agrega una parte de las penas
correspondientes a los delitos menores. Es frecuente que la legislación determine
que la acumulación no puede pasar de cierto limité, de cierto total. Es el criterio más
seguido por ser el que menos defectos tiene. Una variante del mismo ha sido
aceptada por el Proyecto López Rey, que dice: "Art. 49 (Concurrencia de delitos).
Al responsable de dos o más delitos o contravenciones, se le impondrán todas las
penas correspondientes a las diversas infracciones cometidas para que las cumpla
simultáneamente, si fuere posible, habida cuenta de la naturaleza y efectos de las
mismas".

"Si dicho cumplimiento simultáneo no fuere posible total o parcialmente, se


observarán las reglas siguientes: Primera, en la imposición de las penas, se
observará el orden de su gravedad que es el expuesto en el artículo 39, para su
cumplimiento sucesivo en cuanto fuere posible... Segunda: sin embargo de lo
dispuesto en la regla anterior, el máximo de la duración de la condena no podrá
exceder de veinticinco años, dejando de imponérsele las que excedieren de dicho
límite, que no excluye la imposición de las medidas de seguridad que se estimen
necesarias".

c) Absorción; se aplica sólo la pena mayor correspondiente al débito más grave.


Tiene el inconveniente, de que ciertos delitos carecen de pena, siendo indiferente
el que se los haya cometido o no. Este es el criterio seguido por nuestra legislación
vigente; en efecto, el artículo 43 dice:

Artículo 43: "Por regla general, salvas las disposiciones de la ley, cuando algún reo
haya de ser sentenciado por dos o más delitos que merezcan pena corporal sufrirá
solamente el máximo de la pena mayor; y se impondrán con ella, si las mereciere el
reo, la de infamia, las penas pecuniarias y las no corporales, excepto la de arresto.
Para el caso de este artículo se entenderá mayor la pena que entre las de su clase
ocupa un lugar numéricamente preferente en el artículo 28".

A ello debe agregarse, en lo que corresponde, lo dispuesto por el artículo 94; donde
más bien se adopta el criterio de la acumulación jurídica; ese artículo dice:
Artículo 94.- "Cuando por la unión de unas penas con otras en los casos de
reincidencia o de cometerse durante la fuga, nuevos delitos o culpas que no sean,
casos de reincidencia, resultare que se debe imponer a un reo un número de años
de obras públicas, reclusión o prisión que exceda en cuatro o en menos de la mayor
duración respectiva de estas penas, no se le impondrá, más que el término de esta
respectiva duración. Si el número de años excediere en más de cuatro, sufrirá el reo
la pena mayor con arreglo al artículo 43, aumentándose el tiempo dé la otra u otras
en la proporción siguiente: un año de presidio por dos de obras públicas; uno de
obras públicas por dos de reclusión y uno de reclusión por dos años de prisión."
CAPÍTULO XXVIII
LA REINCIDENCIA

1.- CONCEPTO. En el concurso de delitos, hemos visto que una persona puede
cometer varios delitos, en la reincidencia, también una persona comete dos o más
delitos, pero con acciones diferentes y tiempos distintos; por eso es que Cuello
Calón define la reincidencia como "la situación del individuo que después de haber
sido juzgado y definitivamente condenado por un delito, comete otro, u otros, en
determinadas condiciones". El vocablo reincidencia viene dé la palabra latina
recidere que significa recaer.

Hoy, la reincidencia constituye uno de los problemas penales y sociales más graves
por su continuo aumento y por la profesionalización y habitualidad del delito. Por
ausencia de tratamiento o colaboración post-carcelaria, unas veces; otras por
razones psicológicas o sociológicas, económicas, etc., el ex convicto recae en el
delito; por eso, con vehemencia, se habla hoy de la sentencia indeterminada,
libertad condicional, etc., para evitar la reincidencia.

2.- CRITERIOS PARA DETERMINAR LA REINCIDENCIA. Por algunos autores, se


distingue entre reincidencia y simple reiteración; ésta última es un cúmulo de
infracciones, pero sin que ninguna hubiera sido condenada; la reincidencia sería el
cumulo de infracciones, alguna o algunas de las cuales hubieran sido condenadas
en sentencia.

Para algunos penalistas, existe reincidencia con la comisión de un nuevo delito


cuando hay sentencia anterior, aunque ésta no se hubiera cumplido; pero para otros
es requisito que exista la sentencia y que ésta, se haya cumplido, pues, dicen si no
se ejecuta la sanción, ¿cómo podemos afirmar que el delincuente es reacio al
tratamiento penal?

Existen criterios que sólo aceptan la reincidencia si es de delitos de la misma


especie, pues recaer, nos dicen, es volver a cometer la misma falta en un tiempo
más o menos breve después del anterior delito; otros estudiosos del tema, afirman
que no es necesaria la infracción de la ley en los mismos tipos; lo que interesa es
que haya nueva infracción, cualquiera sea, después del anterior delito. Por eso se
distinguen dos clases de reincidencia: a) la identidad absoluta que implica igualdad
en los delitos; esta tendencia, ha perdido su gran ascendiente sobre la materia
debido a la teoría del móvil que puede ser el mismo, en delitos de distinto tipo; b)
identidad relativa que da mayor importancia en la comisión de la reincidencia, a la
igualdad en el impulso criminoso que generalmente desemboca en la comisión de
delitos de la misma especie, lo que no excluye que puedan producirse delitos de
diferente especie. El juez es el que tiene que analizar la existencia de la identidad
del móvil, para lo cual al juzgador se debe dotar de una clasificación de los móviles.
Esta reincidencia es la seguida modernamente.

Clases de reincidencia. La reincidencia puede ser:

a) Genérica, cuando el delincuente comete un delito de distinta clase que el


primero por el que fue condenado.

b) Específica si el nuevo delito que comete el ex condenado es de la misma o


análoga especie de aquel por el que ha sufrido sanción.

c) Propia, si el nuevo delito se comete por el sujeto cuando ya ha cumplido la


pena anteriormente impuesta.

d) Impropia, cuando no se ha cumplido la pena anterior y se comete nuevo


delito.

Con relación a estas diferentes clases de reincidencia, Carrara estima que la


genérica es la más peligrosa porque revela mayor variedad de aptitudes
delincuenciales; otros creen que la específica es la más peligrosa porque demuestra
impulsos arraigados en la conciencia del agente. Para otros tratadistas todas son
iguales: la diferencia radica en el tratamiento que debe darse al delincuente.

Coincidente con este problema está el de la prescripción de la reincidencia en el


cual se distingue, tres teorías: I.- La teoría de la temporalidad, que enseña que
después de transcurrido cierto tiempo, la reincidencia no debe considerarse como
tal porque prescribe como los delitos; la tendencia al delito desaparece con el
tiempo. II.- La teoría de la perpetuidad, sostenida por el positivismo, dice que la
reincidencia no puede sujetarse a término pues si se comete nuevo delito después
de un tiempo bastante largo es señal de que la tendencia es arraigada. III.- La teoría
ecléctica; su principal representante es Francisco Carrara, quien dice que la
reincidencia no prescribe, es perpetua, pero los efectos de agravación que produce
van disminuyendo según el tiempo que media entre uno y otro delito.

3.- CONSECUENCIAS DE LA REINCIDENCIA. Puede considerarse clásica la


postura según 1a cual la reincidencia se debe traducir en la agravación de la pena,
sin embargo, algunas críticas y discrepancias han surgido últimamente al respecto.

Las principales corrientes actuales acerca de las consecuencias de la reincidencia,


son las siguientes:

a) Tendencia a la agravación. Es la propia de la Escuela Clásica; según ella la


reincidencia implica en el agente una particular rebeldía contra el orden jurídico y
hay una particular necesidad de agravar la pena, ya que la corriente se demostró
insuficiente. Esta agravación no se manifiesta sólo en la pena por el nuevo delito,
sino en otras instituciones. La legislación mundial suele considerar que la
reincidencia tiene efectos tales como la pérdida de la libertad provisional, la
suspensión de la condena condicional, la imposibilidad de la rehabilitación, la
interrupción del término de prescripción, etc.

b) No agravación. Es la posición propia de Carmignani, Merkel, etc. Para ellos,


el delito anterior ya ha recibido su propia pena; considerarlo como causa de
agravación implicaría doble pena por el mismo, lo que es inadmisible. Además, si el
individuo reincidió, es porque no le fue aplicada la pena debida; la incapacidad de
corrección no puede ser imputada al reo.

c) La reincidencia como atenuante. Según esta doctrina, sostenida por


Kleinshrod, la reincidencia forma hábito y éste disminuye la libertad; si un delito es
resultado de una situación en que la libertad se halla limitada lo natural es que haya
atenuación de la pena.

d) Tendencia ecléctica. La reincidencia, para esta tendencia, es simple


presunción desfavorable para el acusado, presunción que puede ser destruida por
las circunstancias del hecho; el Juez debe apreciarlas para establecer si ha de
aplicarla o no como agravante.

e) Tendencia moderna. La Escuela Correccionalista, considera la reincidencia


como uno de los efectos de las penas cortas; el delincuente primario en la cárcel,
con el contacto de los delincuentes avezados, se convierte muchas veces en
profesional. La pena, más que castigar debe robustecer la voluntad de los
delincuentes para que no recaigan. La tendencia moderna separa la reincidencia de
la habitualidad, distinción que veremos a continuación. Esta escuela dice que la
habitualidad desplaza al concepto de reincidencia, ya no interesa la repetición de
un. delito sino la tendencia arraigada la peligrosidad.

4.- HABITUALIDAD, PROFESIONALISMO E INCORREGIBILIDAD. Para efecto del


tratamiento del delincuente, interesa distinguir claramente entre habitualidad,
profesionalismo e incorregibilidad, por un lado, y la reincidencia por otro; todas son
formas de repetición de hechos delictuosos que la doctrina penal llama criminalidad
crónica. Recordaremos una vez más, el concepto de cada una de estas formas y
deduciremos sus efectos penales:

La habitualidad es la costumbre adquirida por la repetición frecuente de los actos


delictuosos, que va creando la mayor facilidad en la ejecución es una persistencia
en el delito.

La habitualidad se parece mucho a la reincidencia, pero, para que exista


habitualidad, es necesario que exista una costumbre que se incorpore al modo de
ser y obrar del sujeto. Además, en la habitualidad no interesa mucho que los
anteriores delitos se hayan sancionado o sentenciado antes de que se cometan
nuevos delitos.

Los delincuentes profesionales también se parecen al habitual; hay persistencia en


una senda criminal elevada a la categoría de profesión y oficio, la costumbre va
unida aquí al lucro; existen actos previos de aprendizaje con su graduación hasta
llegar a un otro perfeccionamiento criminal La incorregibilidad determina que el
hábito criminal no se desarraigue ni con la educación ni con la sustitución de la
actividad criminal, por otra honesta.

Frente a ellos la reincidencia es simplemente la repetición de delitos en diversos


tiempos.

Las penas en el siglo XIX fracasaron en lo que se refiere a los delincuentes


habituales, profesionales e incorregibles; las penas corporales no alcanzaban a
corregirlos, reeducarlos o resocializarlos. El positivismo al descubrir la pena
indeterminada, encontró la solución penológica para estos delincuentes.

El Código Penal considera, en el artículo 14, inciso 11), la reincidencia cómo


agravante y se refiere a la reincidencia genérica.

Según nuestro Código, para que haya reincidencia, se requieren tres condiciones:
1) Comisión de un nuevo delito; 2) que haya analogía de delitos en cuanto al bien
jurídico atacado (los delitos deben estar comprendidos en un mismo capítulo); 3)
debe haber cierto tiempo entre la condena al primer delito y la comisión de aquel
que implica la reincidencia. El artículo 89 dice: "Incurre en reincidencia el reo que
dentro del término qué corre desde la notificación de la sentencia ejecutoriada hasta
pasados dos años de haber cumplido su condena o que dentro de los dos. años
siguientes al día en que hubiere sido indultado comete otro delito o culpa que esté
comprendido en el mismo capítulo de este Código que el primer delito o la primera
culpa porque fue condenado, o de cuya pena fue indultado".

La reincidencia opera siempre como agravante; la pena crece según aumenta el


número de reincidencias.

Artículo 90.- "La reincidencia por la primera vez después de haber sufrido el reo su
condena, será castigada con el máximo de la pena con que la ley castiga el nuevo
delito o culpa siendo ella indeterminada; más si la pena es determinada se le
impondrá ésta con el aumento de una cuarta parte graduándose, según los artículos
31 y 32. La reincidencia por la primera vez, antes de cumplir el reo su condena, será
castigada del mismo modo sin perjuicio de sufrir la del primer delito o de la primera
culpa".
Artículo 91.- "La reincidencia por la segunda vez será castigada en el primer caso
del artículo precedente con el máximo de la pena que merezca el nuevo delito y una
cuarta parte más, y en el segundo con el aumento de una cuarta parte de ella. La
reincidencia por la segunda vez antes de haber sufrido el reo las penas a que fue
condenado, será castigada del mismo modo sin perjuicio de sufrir dichas penas."

Artículo 92.- Por las demás reincidencias serán castigados los reos con arreglo a la
escala siguiente:

Penas señaladas por Reincidencia Reincidencia por


la ley al delito segunda vez
Infamia Infancia con un año Infamia con dos años de
de reclusión obras públicas
Privación de empleo Privación con inha- Privación con inhabilita-
o cargo bilitación por seis ción perpetua en general
años
Inhabilitación La misma pena por Inhabilitación perpetua
temporal doble tiempo
Sujeción a la vigi- Arresto por un año Reclusión por un año
lancia especial de
las autoridades
Retractación o Retractación o satis- Retractación o satisfacción
satisfacción facción con 6 meses con 1 año de arresto
de arresto
Apercibimiento Apercibimiento judi- Apercibimiento judicial
judicial cial con un mes de con 2 meses de arresto
arresto
Represión Apercibimiento Apercibimiento judicial
judicial judicial con un mes de arresto

Si se cometen delitos nuevos cuando el reo ha fugado, la reincidencia ya no es


específica, sino genérica y acarrea también agravación, según el artículo 93, que
dice: "Todo reo que notificado con una sentencia ejecutoriada se fugare antes de
cumplir la pena, y después de la fuga cometiere otro delito o culpa que aunque no
esté comprendido en el mismo capítulo que el primer delito o la primera culpa se
halle expresado en otros capítulos de este Código, sufrirá la pena de muerte si él
nuevo delito lo mereciere; mas sí éste tuviera señalada otra pena, será condenado
a ella en el grado máximo después de haber sufrido la primera. La misma regla se
observará para los casos de repetirse nuevos delitos o culpas que no sean casos
de reincidencia, después de la segunda, tercera y demás fugas del reo."

Los otros artículos referentes al tema son los siguientes:

Artículo 94.- Cuando por la unión de unas penas con otras en los casos de
reincidencia, o de cometerse durante la fuga, nuevos delitos o culpas que no sean
casos de reincidencia resultare que se debe imponer a un reo un número de años
de obras públicas, reclusión o prisión que exceda en cuatro o en menos de la mayor
duración respectiva de éstas penas, no se le impondrá más que el término de ésta
respectiva duración. Si el número de años excediere en más de cuatro. Sufrirá el
reo la pena mayor con arreglo al artículo 43, aumentándose el tiempo de la otra u
otras en la proporción siguiente: un año de presidio por dos de obras públicas; uno
de obras públicas por dos de reclusión y uno de reclusión por dos años de prisión.

Artículo 95.- "Cuando por la reagravación de las penas en todos los casos de este
Código resultare que a un reo se deba imponer un número de años de presidio
mayor de treinta, sufrirá la pena de muerte."

Artículo 96.- "El reo rematado que dentro del establecimiento donde sufre su
condena o fuera de él, sin fugar, cometiere otro delito o culpa que no sea caso de
reincidencia será castigado con el máximo de la pena que merezca su nuevo delito
o culpa, sin perjuicio de cumplir su primera condena. No se comprenden en este
artículo las correcciones que el jefe de los reos rematados les debe imponer por las
faltas que cometan contra los reglamentos del establecimiento".

Artículo 97.- "El condenado a muerte a quien el Presidente de la República hubiere


conmutado esta pena, o aquel que se hubiere librado del último suplicio por la suerte
y que antes de completar el destierro de diez años de la República o de diez años
de presidio en los casos respectivos, cometiere en el territorio de ella otro delito o
culpa al que la ley imponga pena de extrañamiento o de presidio o de obras públicas
por más de seis años de duración será condenado a muerte. Si el nuevo delito
mereciere una pena menor de las ya expresadas u otra diferente, será condenado
a extrañamiento después de haber sufrido el máximo de la pena del nuevo delito.
En relación con lo anterior hay que considerar que, en la actualidad, la pena de
muerte se halla abolida por el artículo 27 de la Constitución Política del Estado.

Al respecto, el Anteproyecto de 1964, dice: Art. 44 (Concurso ideal) "El que con una
sola acción u omisión violare diversas disposiciones legales que no se excluyan
entre sí, será sancionado con la pena del delito más grave, pudiendo el juez
aumentar el máximo hasta en una cuarta parte".

Art. 45.- (Concurso real) El que, con designios independientes, con una o más
acciones u omisiones., cometiere dos o más delitos, será sancionado con la pena
del más grave pudiendo el juez aumentar el máximo hasta la. mitad.

Art. 41 (Reincidencia) "Hay reincidencia siempre que el condenado en Bolivia o en


el extranjero por sentencia ejecutoriada, cometa un nuevo delito, si no ha
transcurrido desde el cumplimiento de la condena un plazo de 5 años".

Art. 42 (Delincuente habitual y profesional) "Será considerado delincuente habitual


el que habiendo cometido dos o más delitos en el país o fuera de él, perpetrare otro
que revele una tendencia orientada hacia el delito en concepto del juez," antes de
transcurridos diez años desde la comisión del primero.

Se tendrá por profesional al delincuente que de su actividad antijurídica haya hecho


un sistema de vida.
CUARTA PARTE

CONSECUENCIAS DEL DELITO

CAPÍTULO XXIX

LA PENA

1.- CONCEPTO DE LA PENA. Etimológicamente, la palabra pena, para algunos


tratadistas, viene del latín "pondus" que significa peso; es decir, es el peso de la
justicia que cae sobre el que infringe la ley o la justicia que pesa la sanción en un
platillo de la balanza para establecer el equilibrio roto por el delito. Para otros viene
del sánscrito "punya" que significa pureza, virtud, es decir que la pena purifica. Otros
creen que la palabra pena viene del término griego ponos que, traducido, significa
trabajo, fatiga. Finalmente, la mayor parte de los tratadistas cree que es una
derivación de la palabra latina poena que quiere decir castigo, sanción.

La pena, según Mezger, es retribución, privación de bienes jurídicos que recae


sobre al autor de un delito con arreglo al acto culpable. Es decir que la pena es la
consecuencia lógica y jurídica de in delito sigue a la infracción como el efecto sigue
a la causa; por eso podemos decir que la pena es "un mal impuesto por el Estado
al culpable de una infracción criminal -como consecuencia de la misma y en virtud
de sentencia condenatoria al efecto". (Puig Peña, II, p. 296) .

De este concepto podemos deducir los siguientes caracteres de la pena:

a) La pena es un mal porque priva de bienes jurídicos o disminuye su goce (libertad,


vida, propiedad, algunos derechos). El Estado, al privar o limitar el goce de ciertos
bienes jurídicos a través de la pena, no llega a obrar en el fuero interno del reo, pues
él no es susceptible de coacción. Algunos tratadistas, de modo aislado, afirman, que
la pena en lugar de ser un-mal es un bien; por ejemplo, los correccionalistas dicen
que la pena es un bien para el delincuente porque lo reforma y reeduca su voluntad.
En sentido semejante piensa Dorado Montero. Pero para la gran mayoría de las
escuelas, la pena constituye un mal porque se la sufre y no se la goza, como se
hace con los bienes.
b) La pena es impuesta por el Estado; de ahí su carácter público; es impuesta para
conservar el orden jurídico o para restaurar el perturbado por el delito. Además, sólo
el Estado tiene el derecho de punición porque a ningún particular se le reconoce la
facultad de castigar; porque si esto sucediera llegaríamos al sistema de la venganza
o de la justicia directa o de mano propia. El estado interviene, primero, determinando
la pena en una ley; luego, imponiéndola por medio desautoridad competente, es
decir, de Juez; por fin, ejecutando la pena a través de autoridad competente.

El Estado, al legislar sobre las penas, considera la proporcionalidad entre la


gravedad del delito cometido y. su sanción. Cuando las ejecuta a través de la
administración, las hace cumplir tal como la ley indica.

c) La pena se impone al que ha infringido la ley penal, es decir que sólo se pueden
aplicar las penas a los autores del delito; de aquí se deduce el principio de la
personalidad de las penas (St. Tomás de Aquino) es. decir que nadie puede ser
castigado en lugar de otros o por hechos ajenos. De esto también se deduce que
los inimputables no pueden ser sancionados porque son incapaces de pena y que
asimismo las personas sociales tampoco pueden ser penadas.

d) Debe ser legal, es decir, establecida previamente por una ley. Comprende esto
el principio de legalidad expresado en el aforismo jurídico nulla poena sine lege. Es
decir, no puede haber pena si no está establecida previamente una ley, y no puede
aplicarse otras penas distintas a las señaladas expresamente por la ley.

e) La pena debe imponerse en virtud de sentencia condenatoria; es decir, sólo el


poder judicial, que representa al Estado, puede penar y este poder sólo puede
actuar sancionando en sentencia condenatoria como emergencia de juicios
penales.

2.- ESENCIA Y FIN DE LA PENA. La esencia de la pena es la privación o limitación


de los bienes jurídicos, según vimos. Pero no existe acción que no tenga un fin por
eso la pena como acción tiene fin. Se reconoce a la pena un fin primario y general
que es la prevención de los delitos.
La prevención de los delitos se realiza por dos medios: Actuando sobre la
colectividad o sobre el individuo que delinque o tiende a delinquir. La actuación
sobre la colectividad se llama prevención general y la qué se realiza sobre el
individuo, prevención especial. Por ello la pena abarca tres momentos:
conminación, imposición y ejecución.

(4) La prevención general es la actuación pedagógico-social sóbrela colectividad;


es un acto dirigido a todos. La tendencia a realizar actos criminales, no se limita a
una determinada clase humana, sino que está como criminalidad latente en todos,
sin excepción. Con el fin de contrarrestar esta inclinación se establecen
determinados contra impulsos, advirtiendo a todos el mal que sigue a la infracción.
Asila pena actúa sobre la conciencia de la colectividad intimidando y previniendo.
Al mismo tiempo, sirve para educar el sentimiento en sentido ético contrario al delito.
Cuando la ley castiga conductas valora los bienes atacados por el delito.

Por eso podemos decir que la prevención general persigue los siguientes fines:

a) Intimidación, divulgando en la colectividad temor al mal que ocasiona la pena.

b) Respeto a la personalidad, porque la pena no solamente debe actuar


mecánicamente para impedir los delitos, sino que debe reunir momentos y valores,
de sentimientos profundos, lo que sólo se consigue con el respeto a la persona
humana. La persona del individuo, sea víctima u ofensor, tiene valor propio que no
se puede ni debe destruir, aunque cometa delitos.

c) La prevención especial es la actuación sobre el individuo que ya delinquió para


evitar que cometa nuevos delitos. Ella puede ser corporal o física y anímica o
psíquica. La actuación anímica difiere de la prevención general por su esfera de
acción que es individual; se materializa en los mismos medios en la intimidación,
siempre en el marco del respeto de la persona humana.

La prevención especial persigue los siguientes fines:

a) La reforma o enmienda del reo; la pena no sólo debe privar del bien jurídico, sino
que debe considerar el futuro del reo para que, una vez cumplida la sentencia, no
reincida o vuelva a convertirse en un peligro social; poseso debe tender la pena a
la reforma-del convicto.

b) La eliminación o inocuización, si el delincuente no es susceptible de reforma. El


listado debe aplicar la pena a fin de que el delincuente no pueda seguir dañando.

En resumen, podemos decir que los fines de las penas son: obrar sobre el
delincuente con el propósito preponderante de reeducarlo, reformarlo y readaptarlo
o en su caso eliminarlo; obrar sobre la sociedad mostrándole mediante la
conminación y ejecución de las penas las consecuencias de la conducta delictuosa,
vigorizando el respeto a la ley.

3.- TEORÍAS ACERCA DEL FUNDAMENTO DE LA PENA.

a) Teoría de la intimidación. Llamada, también de la ejemplaridad; tuvo su apogeo


en Roma; sostiene que el fin justificativo de la pena es principalmente intimidar a
todos los hombres, cansándoles temor hacia la sanción, a través del espectáculo
de la ejecución de las peñas. La intimidación, además de actuar sobre el ánimo del
pueblo, debe hacerlo sobre el propio delincuente para qué no reincida.

b) Teoría de la expiación. El fin de la pena, según esta teoría, es purificar al


delincuente del delito cometido, a través de tormentos, sufrimientos que hieran su
naturaleza sensible para borrar sus faltas (pecados). Se aplica este sistema en
regímenes teocráticos. Se considera la pena como una medicina de la perversidad,
como decía Platón.

c) Teoría de la corrección. Esta teoría es propia de la Escuela Correcionalista, cuyo


principal teórico es Roeder. Para esta Escuela, la pena se fundamenta en la-
corrección del culpable a través de su educación; busca la enmienda del culpable
para rehabilitarl9 y resocializarlo, para que el sujeto llegue a querer y desear lo justo.

d) Teoría de la utilidad. Jeremías Bentham es el teórico de esta escuela; dice que


las penas solamente se hallan justificadas por la utilidad qué representan a la
sociedad cuando castigan a los culpables disminuyendo asilos delitos y
aumentando las garantías a los derechos.
e) Teoría del defensismo. Sostenida por von Liszt, considera que la sociedad tiene
a defenderse de los enemigos externos e internos; de los primeros, lo hace por el
ejército o defensa militar; y de los segundos, que son los delincuentes, se protege
a través de la defensa penal o social.

La defensa social se ejercita por la represión y prevención del peligro que


representan los criminales.

f) Teoría positivista. La Escuela Positiva considera la pena como una reacción de la


sociedad contra el delincuente que con su delito se opone al desarrollo y vida social
normal.

4.- CLASIFICACIÓN DE LAS PENAS. Las clasificaciones de las penas difieren


según él punto de partida o el fin que se cree que debe perseguir la pena. Las
principales clasificaciones son:

a) Por el fin que persiguen, se clasifican en penas "intimidatorias", aplicables a ,los


sujetos no corrompidos y que todavía tienen moralidad, la que debe reforzarse
usando el temor; penas de "corrección" aplicables a los pervertidos moralmente,
pero corregibles; se tiende en este caso a reformar el carácter del delincuente; y
penas de "eliminación" aplicables a los incorregibles y peligrosos con los que se la
perdido toda esperanza de reformarlos o corregirlos y solamente queda la
posibilidad de eliminarlos de la sociedad.

b) Por el modo como se imponen las penas, éstas se dividen en "principales que se
aplican por si solas e independientemente de cualquier" otra; aunque puede
aplicarse conjuntamente con otras su existencia no depende de éstas otras. Penas
"accesorias", que sólo se aplican asociadas a una principal y que no pueden tener
validez y existencia por sí solas.

c) Por la materia sobre la que recae la aflicción, las penas se clasifican en corporales
que pueden ser sobre la vida o integridad corporal (pena de muerte, amputaciones,
esterilización, castración, etc.); penas privativas de libertad que tienen por fin quitar
la libertad del condenado en orden de la elección del domicilio (prisión, obras
públicas, etc.); penas restrictivas de libertad que simplemente restringen la libertad
de locomoción (confinamiento, destierro, detención en domicilio); penas pecuniarias
que recaen sobre la fortuna del condenado; penas infamantes que recaen sobre el
honor (muerte civil, pena de infamia); estas penas han desaparecido casi de todas
las legislaciones modernas. Penas privativas de derechos (ciudadanía, tutela, etc.).
Penas varias (retractación, apercibimiento, etc.)

Legislación Boliviana. El Código Penal Boliviano no define la pena como lo hace con
el delito y la culpa; en su artículo 27 establece el principio de legalidad, al prescribir
que a ningún delito ni culpa sé le impondrá nunca otra pena que la fijada por una
ley promulgada (publicada) 8 días antes dé la comisión del delito.

En el artículo 28, el Código Penal clasifica las penas a las que puede ser condenado
un delincuente, en Bolivia, en tres clases: penas corporales, penas no corporales y
penas pecuniarias, confundiendo unas clases de penas con otras. Este artículo
dispone lo siguiente: "A ningún delito ni por ningunas, circunstancias, excepto en
los casos reservados a los fueros eclesiástico y militar se aplicarán en Bolivia otras
penas que las siguientes: Penas corporales: Primera, la de muerte; segunda, la de
presidio; tercera, la de extrañamiento perpetuo o temporal del territorio de Bolivia;
cuarta, la de obras públicas; quinta, la de reclusión en una casa de trabajo; sexta,
la de ver ejecutar una sentencia de muerte; séptima, la de prisión en una fortaleza;
octava la de confinamiento en un pueblo o distrito determinado; novena-, la de
destierro temporal de un pueblo o distrito determinado. Penas no corporales:
Primera, la declaración de infamia, a cuya ciase pertenece también la de ser
declarado indigno del nombre boliviano o de la confianza nacional (derogado);
segunda, la inhabilitación para, ejercer empleo, profesión o cargo público en
general, o en clase determinada; tercera, la privación de empleo, honores, profesión
o cargo público; cuarta, la suspensión de los mismos; quinta, el arresto; sexta, la
sujeción a la vigilancia especial de las autoridades; séptima, la obligación de dar
fianza de buena conducta; octava, la retractación; novena, la satisfacción; décima,
el apercibimiento judicial; undécima, la reprensión judicial; duodécima, el oír
.públicamente la sentencia; décima tercera, la corrección en alguna casa de esta
clase para mujeres y menores de edad. Penas pecuniarias: primera, la multa;
segunda, la pérdida de algunos efectos".

Al respecto, el Anteproyecto de 1964, dice:

Art. 25.- (La sanción) "La sanción comprende las penas y las medidas de seguridad.
Tiene como fines la enmienda y la readaptación social del delincuente, así como el
cumplimiento de las funciones preventivas general y especial",

Art. 26.- (Enumeración) “Son penas principales las siguientes: 1) Presidio. 2)


Reclusión. 3) Prestación de trabajo. 4) Multa, Sor, penas accesorias: Inhabilitación
absoluta. 2) Inhabilitación especial”.
CAPÍTULO XXX

PENA DE MUERTE Y PENAS CORPORALES

1.- LA PENA DE MUERTE. ARGUMENTOS EN PRO Y EN CONTRA. FORMAS DE


EJECUCIÓN. En el conjunto de las llamadas penas corporales, tenemos las
propiamente corporales, cuyo fin principal es ocasionar al penado un dolor o daño
corporal, y la pena de muerte, a la que continuación nos referiremos.

La pena de muerte llamada también pena máxima porque no existe otra más
severa), o capital (porque sirve para sancionarlos delitos más graves o capitales)
fue una de las sanciones más aplicadas en la antigüedad, en parte por la rigidez,
por la poca flexibilidad del poder sancionador existente, en parte porque el Estado
de aquellos tiempos no tenía la suficiente organización penológica para atender a
los reos, segregarlos de la sociedad y corregirlos; por lo tanto, le era más fácil
eliminarlos.

Hoy se usa la pena de muerte para los delitos más graves y casi todos los países
del mundo que la mantienen, lo hacen con criterio restrictivo, es decir, limitándola a
pocos delitos.

En la antigüedad, la pena de muerte en cuanto se trataba del delincuente, perseguía


hacerlo sufrir antes de matarlo; frecuentemente, esta pena iba precedida por
torturas; además, pretendía intimidar al pueblo con el espectáculo de la ejecución.
Hoy en ningún país del mundo, la pena de muerte persigue el sufrimiento del
condenado; más aún, se ha buscado tecnificar la ejecución para que el penado sufra
lo menos posible, como por ejemplo en la silla eléctrica o en la cámara de gas; pero
en verdad, el sufrimiento moral provocado por la noticia que recibe el reo dé que
será ejecutado y por la espera de un plazo ineluctable no son posibles de evitar por
ningún medio.

Por su significado y por lo que representa la pena de muerte, podemos dar el


siguiente concepto de la misma: "Es la pena que se impone con la finalidad de privar
de vida al sentenciado".
Hay una serie de discrepancias y polémicas que han separado a los doctrinarios en
la materia en dos grupos: Los partidarios a la pena de muerte y los abolicionistas,
cada tino con una serie de argumentos que procuramos resumirlos.

Partidarios de la pena de muerte. Santo Tomás de Aquino, en su Suma Teológica,


dice que la pena de muerte es un acto natural dé defensa del cuerpo social que se
ve en la necesidad de amputar uno de sus miembros dañados para que no sufra las
consecuencias todo el cuerpo; es decir, así como nos vemos obligados a
amputarnos un miembro gangrenado para no morir y salvar el todo que es el cuerpo,
igual sucede con la pena de muerte, aplicada a un delincuente.

Los principales argumentos de los defensores de la pena de muerte son los


siguientes:

a) El Estado tiene la obligación de defender a sus miembros contra los ataques de


terceros, de igual manera que un particular tiene el derecho de legítima defensa
propia y de terceros. La pena de muerte, pues, se justifica porque es una forma de
ejecutar esta defensa a cargo del Estado. Se ha dicho, contra este argumento que
falta el mal inminente y no evitable y por otro medio, que es fundamento de la
legítima defensa.

b) Garófalo dice que la pena de muerte es el mejor medio para realizar una selección
artificial en la sociedad, eliminando a los sujetos anti-sociales, a los inadaptables, a
los delincuentes temibles; es, pues un medio saludable para el mejoramiento de la
raza. Ferri objeto lo anterior, aduciendo que para que surta efecto sería necesario
realizar verdaderas hecatombes de criminales lo que atacaría el sentimiento de los
pueblos y civilizados.

c) La pena de muerte, tal como se ha demostrado, a través de las estadísticas


criminales, es la que tiene mayor eficacia intimidativa, pues en los países en que se
aplica, disminuyen los delitos graves, y en los que la han abolido, aumentan.

d) La pena de muerte ahorra a la sociedad el mantenimiento de seres que son sus


enemigos, puesto que el Estado gastaría de otro modo grandes sumas en alojarlos,
vestirlos, alimentarlos vigilarlos. Se critica este argumento afirmando que, frente al
valor más digno que es la vida, no sé, puede oponer uno de categoría inferior como
el económico.

e) La pena de muerte, es insustituible: la pena que la sustituiría lógicamente, sería


la prisión perpetua; pero si ésta es rígida, se convierte en cruel; si es suave, su
ejecución se vuelve inadecuada para, los criminales más peligrosos.

Además, es insustituible la pena de muerte para los incorregibles o difícilmente


corregibles contra los que sólo se puede emplear está sanción para salvaguardar la
sociedad.

f) La pena de muerte es una especie de justicia retributiva en los delitos contra la


vida, pues, como explicaba Alfonso Karr, “sí se quiere suprimir la pena de muerte,
que los asesinos empiecen a suprimir los homicidios”.

g) La pena de muerte no es un acto impío, porque no es sino un medio de defensa


legítima que ejercita la sociedad contra los que pretenden ofenderla o la han
ofendido; la sociedad sólo reacciona.

El abolicionismo de la peña de muerte. San Agustín en la antigüedad es uno de los


principales partidarios de la supresión de la pena de muerte. En la época moderna,
Beccaria, en su libro "De los delitos y de las penas" (1764) fue el más serio y
apasionado impugnador de la máxima pena; explica que esta pena carece de
efectos intimidatorios y de trascendencia en la opinión pública, la ejecución a vista
de todos. Otros tratadistas se basan en el Antiguo Testamento, afirmando que sólo
Dios da la vida y la quita, y que por esto la vida humana no puede ser quitada por
los hombres, aunque actúen por el Estado.

Robespierre representa en esta materia un caso extraordinario, pues a pesar de


haber combatido la pena de muerte, presentando inclusive a la Asamblea un
proyecto de abolición, envió a miles al cadalso.

Los argumentos morales para la supresión de la pena de muerte son:

a) La pena de muerte, se dice, es un acto impío porque su ejecución significa


arrogarse derechos sólo reconocidos a la Divinidad.
b) La pena de muerte es un acto contrario a la sociabilidad humana porque va contra
la solidaridad, el quitar la vida a un miembro del cuerpo social.

c) La pena de muerta ataca la inviolabilidad de la vida humana, pues el Estado no


concede la vida, por lo que tampoco puede quitarla.

Los argumentos jurídicos y penológicos con que se plantea la supresión de la pena


de muerte son:

a) La pena de muerte carece de eficacia intimidativa; las estadísticas demuestran


que la supresión, en algunos países no significa aumento de los delitos castigados
con ella y los países que la mantienen no experimentan disminución en estos
delitos; esto en cuanto se refiere al aspecto preventivo.

b) La pena de muerte, con referencia a ciertos delincuentes, carece de eficacia, por


ejemplo, en los casos de asesinos insensibles, delincuentes profesionales, etc.;
ellos consideran la pena de muerte como una especie de un riesgo profesional que
asumen de antemano.

c) El espectáculo de la ejecución no produce escarmiento sino una desmoralización


porque exalta al delincuente; a veces, el espectáculo despierta los instintos
morbosos de los espectadores.

d) Enrico Perri dice que la pena de muerte es como uh espantapájaros, porque el


criminal casi nunca llega al cadalso por una serie de causas, entre las que está el
indulto.

e) El argumento más serio y contundente para el abolicionismo está representado


por aquel que considera la pena de muerte, cuando existe el terror judicial, como
irreparable; en todas las demás penas, el error judicial se repara siquiera
parcialmente; pero una vez, perdida la vida no se puede hacer nada para devolverla.

f) La pena de muerte no tiene divisibilidad y proporcionalidad, con relación a la


gravedad del delito; no sé puede morir más o menos, sólo se muere.
g) La pena de muerte no cumple con el fin primario de toda pena qué es corregir, ni
tampoco se adapta a las concepciones modernas de la frenología sobre la
reeducación, rehabilitación, y resocialización del reo.

La campana para eliminar la pena de muerte ha adquirido rigor por el abuso que se
ha hecho de ésta, no precisamente en el campo de los delitos; comunes, sino en el
de los políticos, especialmente en los regímenes totalitarios y dictatoriales.

Formas de ejecución de la pena de muerte. Existe una serie dé formas de ejecución


dé la pena de muerte; las principales y más conocidas se señalan a continuación:

a) Lapidación, el condenado era muerto por golpes de piedras arrojadas por el


público; es una forma antigua de ejecución; los hebreos, por ejemplo, la usaban
principalmente para los adúlteros.

b) Crucifixión, para los delincuentes infames, fue aplicada por los romanos; se
amarraban las extremidades de los condenados a los extremos de la cruz; la muerte
se, producía lentamente por una especie de descoyuntamiento. Cristo sufrió esta
pena, pero clavado.

c) Horca, muy usada en la Edad Media y todavía en vigencia en Inglaterra y algunos


estados de Estados Unidos de Norte América; se cuelga del cuello al condenado,
quien no tiene soporte en los pies, se provoca la muerte por el descoyuntamiento,
en el cuello, y por asfixia.

d) Hoguera, usada en la Edad Media, especialmente para sancionar a los herejes,


consistía en amarrar al reo a un poste y rodearlo de leña, que se encendía.

e) Guillotina, se hizo famosa en la Revolución Francesa; consiste en la decapitación


que es provocada por la caída de una especie de cuchilla que, separa la cabeza del
tronco.

f) Fusilamiento, forma de ejecución de la pena de muerte, actualmente la más


aplicada en todo el mundo; consiste en disparar armas de fuego contra el
condenado.
g) Electrocutación, es aplicada especialmente en Estados Unidos de Norte América;
es la forma de ejecutar la pena de muerte aplicando una descarga eléctrica en el
cuerpo.

h) La pena de muerte ejecutada a través de gas letal, consiste en asfixiar dentro de


cámaras especiales y casi instantáneamente al condenado; usada también en
Estados Unidos de Norte América; según sus apologistas, no causa ningún dolor.

i) La ejecución de la pena de muerte a través del “garrote”, se realiza del siguiente


modo: al reo se le pasa una cuerda por el cuello; en la parte posterior, hacia la nuca,
el verdugo introduce una vara de madera o garrote, la que se atornilla poco a poco
trenzando la cuerda hasta asfixiar al reo; a veces, se sienta al condenado en un
banquillo apoyando la espalda sobre una madera vertical que tiene un agujero a la
altura del cuello, se pasa el lazo por el agujero y del otro lado se pone el garrote que
se atornilla. Fue un sistema muy usado en España y sus posesiones.

La Pena de muerte en Bolivia. Por mandato de la Constitución Política del Estado


vigente desde agosto, 4 de 1961, artículo 27, quedó derogada la pena de muerte y
fue sustituida por 30 años de presidio. Hasta agosto de 1961, en nuestra legislación,
la pena de muerte estaba Contemplada con un carácter restrictivo por mandato del
entonces artículo 25 de la Carta Magna que la limitaba a los delitos de parricidio,
asesinato y traición a la patria.

El Código Penal Boliviano, consideraba la pena de muerte con un carácter


ejemplarizador, pues en su artículo 50 dice: La pena de muerte se ejecutará en la
ciudad, villa o cantón en cuyo distrito se cometió el delito; y las demás penas serán
cumplidas en los establecimientos que ofrezcan mayor seguridad y comodidad, y
estuvieren más próximos al lugar del delito, los que serán designados por el Juez
en su sentencia.

Artículo 51 dice: La pena de muerte consistirá en el fusilamiento del reo. La


ejecución se realizará antes de la salida del sol, dentro de la cárcel en que haya
guardado prisión el reo y no concurrirán al acto fuera del sacerdote que asista al
ajusticiado, sino los funcionarios estrictamente necesarios para la realización y
comprobación de la pena. El artículo 52 establece: "El condenado a muerte será
ejecutado dentro de las cuarenta y ocho horas de habérsele notificado, la sentencia,
excepto en los casos designados en el Código de Procederes". El artículo 53 dice:
"El reo será conducido desde la cárcel al suplicio en su vestido ordinario, con grillos
y los ojos vendados. Si además de la pena de muerte hubiese merecido la de
infamia llevará descubierta la cabeza. El parricida arrastrará también una cadena
de hierro pendiente del cuello. Los reos sacerdotes que no hubiesen sido
previamente degradados llevarán la cabeza cubierta con gorro negro". El artículo
54: "Desde la salida del reo de la cárcel hasta su muerte, así en las calles de tránsito
como en el sitio de ejecución, reinarán el mayor orden y silencio, que no serán
interrumpidos, sino por las oraciones del reo y de los sacerdotes. Cualquiera que lo-
turbare será arrestado en el acto y castigado sumariamente con dos a quince días
de cárcel, o con una multa de cuatro a veinte pesos". Finalmente, el artículo 55
dispone: "El cadáver del reo quedará expuesto al público en el mismo sitio hasta
puesto el sol, y después será sepultado sin pompa por sus parientes y amigos, a
quienes podrá ser entregado, o por disposición denlas autoridades; exceptuase de
la entrega los cadáveres de los traidores y de los parricidas, a los cuales se enterrará
en el campo fuera de los cementerios públicos, sin pompa ni señal que denote el
sepulcro. Los que infringieren cualquier parte de" este artículo, serán castigados con
un arresto de un mes a un año".

Estos artículos fueron reformados por la ley de 30 de diciembre de la que disponía


que la pena de muerte consistía en el fusilamiento, ajeado antes de la salida del sol
en el recinto carcelario con la presencia sacerdote y de los funcionarios
estrictamente, necesarios paralización y comprobación del acto es decir: del pelotón
de fusilamiento, e del mismo, alcaide, médico forense, juez de la causa; asimismo
derógalos artículos 53, 54, 55 del Código Penal y establecía la conmutación de pena
de muerte por 20 años de presidio.

2.- PENAS CORPORALES PROPIAMENTE DICHAS. MUTILACIÓN Y AZOTES.


Las penas corporales propiamente dichas tienden a causar un sufrimiento o daño
físico al condenado para obtener su arrepentimiento y corrección además de la
ejemplarizaron para los que presencian el espectáculo de la imposición de tales
penas.

Ellas tuvieron gran aplicación en la antigüedad. Las principales penas corporales


eran las mutilaciones de distintas partes del cuerpo, azotes, marcas, como medidas
preventivas para señalar a los reos para que la gente se cuidara de ellos. Por la
gran campaña e impugnación que hizo beccaria, casi todas estas penas han
desaparecido, habiendo sido la pena; azotes la que más tarda en ser abolida.

No obstante, el avance humanizador del Derecho Penal en cuanto a la aplicación


de las penas, existen defensores principalmente de la pena de azotes; entre ellos
figura César Lombroso, quien cree que son las penas las adecuadas para los seres
degradados y brutales que obran estimulaos por los sentidos y se reprimen, por
temor al dolor que representa la pena.

Se dice que es una pena que no separa al condenado de su familia, y o la deja sin
sostén económico.

Los argumentos contrarios a estas penas corporales son:

a) Su aplicación está en pugna con los sentimientos de humanidad de los


pueblos cultos; su aplicación desmoraliza. Sobre los degradados, no produce
ningún efecto,

b) Van contra la dignidad de la persona humana, porque degradan al hombre y


provocan lesiones orgánicas, lo que repercute en el trabajo, disminuye la producción
y la capacidad para que el condenado mantenga a su familia.

c) Estas penas no corrigen; la experiencia demuestra que los que las han
sufrido reinciden en el delito en cuanto se reponen del mal.

No obstante el progreso del concepto de la dignidad de la persona humana, las


críticas hechas y la refutación de Beccaria, la pena de azotes subsiste, en varios
países así como en algunos estados de Estados Unidos le Norteamérica; en
Inglaterra estuvo vigente hasta 1948; pero debido al aumento alarmante de la
criminalidad juvenil, especialmente sexual; en Inglaterra hoy existe una gran
corriente para reestablecerla; inclusive algunos de los más furibundos abolicionistas
de la pena de azotes han cambiado de opinión ante estos hechos.

También subsiste esta pena en Canadá, Nueva Zelandia, Australia, Unión de


Estados de África del Sur.

La pena de azotes se puede aplicar como sanción penal propiamente dicha y como
medida disciplinaria para mantener el orden en las prisiones, cuarteles, a menores
de 21 años, en establecimientos correccionales.

En Bolivia, la pena de azotes no existe como sanción penal, pero un tiempo se la


usaba como medida disciplinaria en los cuarteles.

Algunos penólogos dicen que la pena de azotes como medida correctiva aplicable
a menores da buenos resultados y la consideran como un excelente sustituto de las
penas cortas de prisión, y Como un eficaz medió de intimidación.

Mutilaciones. Las mutilaciones tienden a eliminar partes del cuerpo e inhabilitar


ciertas funciones. Se usaban mucho en la antigüedad. Se mutilaban principalmente
las extremidades (manos, pies), la lengua; también podemos considerar entre las
mutilaciones las marcas impuestas a ciertos reos, con el fin de prevenir a las
personas de su condición de ex-convicto y determinar fácilmente la reincidencia.

El principal fin de las mutilaciones, como sanción penal, era infligir sufrimiento,
escarmentar al mutilado, servir de medida ejemplarizadora, pues el mutilado, donde
se presentaba, exhibía su desgracia y esto causaba temor a los demás. Esta forma
de mutilaciones, no se utiliza hoy; existen otras, más sutiles, menos visibles y que
no tienen el fin de ejemplarizar o producir dolor; son las castraciones y
esterilizaciones realizadas algunas veces por los llamados fines eugénesicos.

3.- CASO ESPECIAL DE LA CASTRACIÓN Y LA ESTERILIZACIÓN. La castración


y la esterilización se emplean, como medidas de eugenesia de higiene social, para
contener a ciertos delincuentes y anormales con el fin de evitar, en algunos casos,
delitos sexuales y, en otros la descendencia.
La castración "es la mutilación o la eliminación de los órganos sexuales, los
testículos en el hombre y los ovarios en la mujer".

Esta intervención en el cuerpo humano trae consigo graves alteraciones tanto


biológicas como psicológicas.

La esterilización es la intervención en el organismo a través de ligazones, de


inyecciones, que inutilizan tanto en el hombre como en la mujer la capacidad
reproductiva o suprimen la fecundidad. Tiene repercusiones menos dañinas que la
castración.

Los defensores de la castración y de la esterilización sostienen:

a) Que es la única forma de reprimir a los delincuentes sexuales brutales para


que no reincidan en forma múltiple, porque a través de la aplicación de estas
medidas se quita a tales delincuentes su potencia y peligrosidad criminal.

b) Estas, medidas se consideran como las únicas de higiene social o eugénicas


aplicables a enfermos mentales para evitar descendencia tarada y proclive a la
delincuencia.

c) Se las emplea como medidas preventivas para evitar delitos sexuales.

Los argumentos adversos a la castración y esterilización son contundentes y de


gran lógica, por lo que han determinado que se revisen las legislaciones de los
países que las reconocen. Las principales objeciones son:

a) Los derechos humanos y la dignidad de la persona humana han de-terminado


que la integridad del cuerpo y de las funciones sea protegida de modo absoluto; la
esterilización y castración van contra estos principios porque atacan el derecho al
cuerpo que es inalienable. La función sexual no es solamente un instinto, que causa
placer, sino que responde a lo más profundo de la naturaleza humana, al deseo de
procrear para prolongarse en el tiempo; contra este derecho natural van tales
medidas penales.

b) La ciencia biológica y más concretamente la genética no han determinado


hasta ahora que las enfermedades mentales se heredan de modo absoluto; mucho
menos la herencia del delito que es un fenómeno fundamentalmente social. Se han
logrado distinguir los genes transmisores del color de la piel, de los ojos, pero hasta
ahora no se ha identificado un gene que trasmita el delito o la tendencia delictiva;
mientras no se logre esta identificación y es muy difícil que se llegue a tanto las
medidas de castración y esterilización carecerán de valor científico, son precipitadas
e injustificadas pueden interpretarse como simple manifestación del instinto de
venganza o crueldad.

c) En materia de herencia representa un papel de primer orden la transmisión


de los genes recesivos y dominantes; eso puede determinar que padres
aparentemente sanos procreen hijos tarados y a la inversa, por lo que no hay ningún
criterio racional para discriminar a quiénes se han de aplicar estas medidas y a
quiénes no.

Los principales países que aplican la esterilización son 30 estados de los Estados
Unidos de Norte América; como medida eugénica el condado de Vaud en Suiza y
en el Estado de Veracruz de México; se aplicó en Alemania Nazi, siendo suprimida
desde 1946; en Suecia, Dinamarca para los delincuentes sexuales anormales.

En Bolivia no existen estas sanciones; tampoco se ha dado ningún caso en nuestra


historia penal, de aplicación de la castración y esterilización.

4.- CONCEPTO DE PENA CORPORAL EN NUESTRA LEGISLACIÓN. Ya hemos


señalado que, para la teoría, la pena corporal se expresa a través de la pena de
muerte y de las mutilaciones ya se trate de castración, esterilización, o cualquier
otra semejante que tienda a hacer sufrir o dañar físicamente al delincuente.

El Código Penal Boliviano no define la pena, por esto tal vez incurre en errores en
cuanto se trata de clasificarla en sus especies.

El artículo 28 del Código Penal establece el sistema de penas y las clasifica en tres
tipos: penas corporales, penas no corporales y pecuniarias. No tiene ninguna
denominación de penas restrictivas o privativas de libertad, que son las más
numerosas. El Código tiene un concepto errado de la pena corporal, pues para él
no es sólo pena corporal la que tiende a suprimir la vida o hacer sufrir al condenado,
sino toda pena que limita el derecho de libre tránsito, es decir la libertad,
confundiendo penas corporales con las penas restrictivas, y privativas de libertad;
por falta de un concepto de pena corporal, clasifica como tales (artículo 28) la de
muerte, presidio, extrañamiento perpetuo o temporal de Bolivia, obras públicas,
reclusión en una casa de trabajo, ver ejecutar una sentencia de muerte, prisión en
una fortaleza, confinamiento en un pueblo o distrito, la de destierro perpetuo o
temporal de un pueblo o distrito determinado.

Podemos concluir que él Código tiene una nomenclatura y sistema anticuados;


confunde penas corporales, con las privativas o restrictivas de libertad, de carácter
grave.
CAPÍTULO XXXI

PENAS PRIVATIVAS Y RESTRICTIVAS DE LA LIBERTAD

1.- CONCEPTO. Las penas privativas y restricticas de la libertad son las más
características del Derecho Penal moderno. Ellas han determinado el nacimiento de
la Ciencia Penitenciaría, que no es un capítulo más del Derecho Penal, sino una
ciencia auxiliar del mismo. Esta ciencia gira alrededor del eje qué está determinado
por la ejecución de las penas privativas y restrictivas de libertad.

Las penas privativas de libertad consisten en la reclusión del condenado en un


establecimiento determinado al efecto, bajo el régimen señalado por ley.

Frente a las penas privativas de libertad tenemos las restrictivas de libertad que
prohíben al condenado ingresar a un distrito determinado (destierro) o salir de un
distrito determinado (confinamiento) o habitar en el país (extrañamiento).

Las penas privativas de libertad son hasta hoy, insustituibles como medios de
segregar de la sociedad a los sujetos socialmente peligrosos y dañinos.

Las penas privativas de libertad se fundamentan en un argumento filosófico y en


otro de orden práctico.

a) Argumento filosófico; nos dice que siendo el delito un abuso de la libertad, es


lógico que se prive de ella al delincuente que no sabe usaría.

b) Argumento práctico: se puede organizar mejor la defensa social, a través de


la segregación; esta, constituye un instrumento correctivo o reeducador del
condenado; intimida al público llamándolo a que piense en las consecuencias antes
de cometer el delito; crea ciertas condiciones aprovechables para el tratamiento
educativo.

Los tratadistas contemporáneos nos enseñan, que las bases para la ejecución de
las penas "privativas "de libertad deben ser las siguientes:
a) Debe considerarse qué la pena es un mal, una sanción que implica un
sufrimiento, por ello, la pena privativa de libertad no debe convertirse en
holgazanería ni en una especie de descanso para el sancionado.

b) El sentenciado no pierde por ello su condición de persona humana; debe


actuarse viendo en cada penado un hombre, por lo que la pena no debe herir ni
ofender su dignidad.

c) La pena debe encaminarse a la reeducación y readaptación social del


delincuente. La reforma del sancionado es el fin principal de todo sistema
penitenciario

d) La reforma requiere que se individualice la ejecución de la pena, tema que


posteriormente analizaremos

Eugenio Cuello Calón dice que en una organización moderna de las penas
privativas de. libertad, deben considerarse los siguientes supuestos:

1.- Separación absoluta de sexos; separación entre jóvenes y adultos

II.- Separación individual nocturna;

III- Régimen alimenticio e higiénico adecuados;

IV.- Régimen de asistencia moral y religiosa; educación intelectual;

V.- Régimen de trabajo.

Con referencia a la ejecución de las penas privativas de libertad y su control, se


sostiene modernamente que deben estar a cargo y responsabilidad de la autoridad
judicial; en este sentido se ha pronunciado el Congreso Internacional de Penología
realizado en París en 1937.

Es desaconsejable, que la ejecución de estas penas esté a cargo exclusivo de


autoridades administrativas, que muchas veces no sólo ignoran los principios
elementales del Derecho Penitenciario sino del Derecho en general, como sucede
en nuestro medio con muchos Alcaides y Gobernadores de los penales.
Con la intervención de la autoridad judicial, debe ejercerse vigilancia sobre los
derechos del preso que deben ser respetados; velarse porque la condena se cumpla
de acuerdo a las leyes.

Está también en discusión el problema de si las penas privativas de A libertad deben


ser varias o una sola.

Se dice que, manteniendo una diversidad de penas, ellas responden mejor a la


individualización, porque permiten su adaptación a las diferentes clases de
delincuentes; además se sostiene que someter a los delincuentes dé delitos graves
y a los de delitos leves a la misma pena, atenta contra el sentimiento de justicia. Los
partidarios de la pena única dicen que ella no impide una adecuada individualización
durante la ejecución y evita los cuantiosos gastos que la pluralidad de penas impone
al Estado durante la ejecución; esta tendencia va ganando terreno actualmente.
Pero los Códigos Penales en general están inspirados todavía en el sistema de
pluralidad de las penas privativas de libertad.

2.- EVOLUCIÓN HISTÓRICA. LOS SISTEMAS PENITENCIARIOS.


CONDICIONES DE LAS PENITENCIARIAS. Para analizar la evolución histórica de
las cárceles, tenemos que comenzar en el Derecho Romano; éste conceptuaba que
las cárceles tenían la misión principal de custodia de los delincuentes destinados al
suplicio, es decir que para esta concepción la cárcel era una medida de carácter
provisional destinada a evitar la fuga de los delincuentes y procesados.

El Derecho Canónico dio gran importancia a la prisión porque aislaba al condenado


de la sociedad, lo que permitía que la pena cumpla su fin principal que era facilitar
la reflexión y el arrepentimiento; la prisión llevaba consigo el deber de trabajar para
que él ocio no engendrara malos hábitos. En resumen, el fin de la cárcel era moral,
de arrepentimiento y enmienda para alcanzar la salvación del alma.

En el siglo XVI, el inglés Bridwell crea la House of Correction. También se organizan


reformatorios, para vagabundos y prostitutas en Amsterdam. En Roma, el Papa
Clemente XI crea el Hospicio San Miguel para delincuentes jóvenes. John Howard
inicia la gran batalla cara la humanización de las cárceles en el siglo XVIII; escribe
su famosa obra "Estado de las Prisiones"; hace una crítica al sistema carcelario,
después de visitar las prisiones de muchos países; pone las bases de la ejecución
racional y humana de la pena de prisión. En sus ideas, se basa la ciencia
penitenciaria, cimentada en la erección de cárceles higiénicas, con sentido humano
y con el fin de conseguir la corrección y regeneración de los condenados.

Los sistemas penitenciarlos. La lucha iniciada, por John Howard culmina con una
serie de intentos de reformas del sistema carcelario a través de varios tipos los que
principalmente surgen en Estados unidos de Norte América. Entre los principales
tenemos:

a) Sistema Celular Filadelfiano; este nombre se debe a Filadelfia que, 1817 instituyo
este sistema que consiste en el aislamiento diurno y nocturno del reo en su celda;
este aislamiento sólo es interrumpido por el paseo en los patios y las visitas
periódicas del sacerdote y funcionarios; fuera de esto, el reo no tiene ninguna
comunicación durante su condena. Este sistema obedece principalmente a los
principios religiosos del puritanismo.

Se argumentaren su favor: 1) evita el contagio, criminal entre reclusos; 2) no permite


la trasmisión de la técnica del delito de los delincuentes profesionales a los
primarios; 3) mediante el aislamiento, se obliga al preso a meditar sobre sus culpas,
purificando su alma, por el arrepentimiento.

Los adversarios del Sistema Filadelfiano le objetan lo siguiente: 1) este sistema, por
el aislamiento que impone, es perjudicial para la salud mental del condenado y por
el aislamiento, no se pueden organizar la enseñanza y el trabajo por lo que la
reforma del reo queda librada a su propia iniciativa; 3) al aislar al reo lo convierte en
inadaptado a la sociedad normal; 4) es antieconómico porque el sistema celular
demanda grandes gastos.

b) Sistema de Auburn o Mixto. Es llamado así porque fue en la localidad


norteamericana de Auburn, donde se instituyó por primera vez; se llama mixto
porque dispone el aislamiento celular nocturno y la vida en común durante el día,
bajo el régimen de silencio absoluto. Los defensores del sistema, dicen que no
provoca ninguna perturbación mental debido a la vida en común; en la práctica
existe dificultad en su aplicación porque el régimen de silencio absoluto, no se
puede conseguir si no es aplicando fuertes castigos único medio de reprimir una
tendencia profundamente humana; el silencio absoluto puede también provocar
perturbaciones por las fuertes inhibiciones y tensiones que supone.

c) Sistema Progresivo. El sistema Progresivo surgió a mediados del siglo pasado;


tiene por común denominador el ir disminuyendo progresivamente la estrictez dé la
pena hasta llegar a un régimen de libertad condicional, de acuerdo a la conducta
del penado.

Sus principales variedades son:

I.- Sistema Inglés; se compone de tres períodos graduados: el primero, de


aislamiento absoluto; el segundo, de régimen de vida en común durante el día y el
último, de libertad condicional. Por la buena conducta, se le otorgan al penado vales
que le sirven para que pase de un período a otro hasta llegar a la libertad.

II.- Sistema Irlandés, llamado también de Crofton es perfeccionamiento del


anterior, introduce un período intermedio o, de preparación, a la libertad condicional;
los penados, en este período, hacen vida normal durante el día fuera del
establecimiento, ocupados en trabajos de campo, y fábricas cercanas como obreros
libres. Muchas legislaciones modernas lo prefieren.

III.- El sistema de Reformatorios, que es el más perfeccionado dentro del Sistema


Progresivo: ha sido realizado principalmente por los norteamericanos. Se
caracteriza por la aplicación del sistema progresivo, sentencia indeterminada y la
libertad bajo palabra o condicional. En este sistema, los delincuentes se clasifican
en tres grados: ingresan en el 2o; pueden pasar al primero mejorando o caer en el
tercero por mala conducta. En el primer, grado, se les concede la libertad bajo
palabra. Si pasan un tiempo en esta situación, sin recibir observaciones se concede
libertad definitiva a los reos; si tienen mala conducta, vuelven al grado que les
corresponde. Completan el sistema instituciones de vigilancia, patronato y
asistencia social para el liberado. Este sistema se aplicó por primera vez en Estados
Unidos de Norte América.

Sistema Arquitectónico Panóptico; ideado por Jeremías Bentham, que consiste más
en un sistema arquitectónico que propiamente penitenciario; su nombre viene de las
palabras, griegas: “pan” que quiere decir todo, y, “optikon” que significa visión; es
decir, visión total. Dentro de este sistema, se construye el edificio para que se
permita la visión en todas las celdas; permitiendo la vigilancia por pocos guardias;
se utiliza el sistema de observación central; las celdas se construyen en distribución
radial; la forma general del edificio es la de un rombo. En Bolivia, la Penitenciaría
de La Paz pretendió tener la estructura Panóptico que ha sido desvirtuada porque
se han hecho construcciones internas sin seguir los lineamientos generales del
sistema.

Construcción en forma de postetelefónico. Este sistema se organizó en Francia; sus


principales características son: contempla un largo corredor cubierto, cortado de
trecho en trecho por alas perpendiculares, de celdas; se parece a un poste central
de teléfonos, que representa al corredor central de la penitenciaría; las maderas que
lo cortan perpendicularmente equivalen a. los pabellones. Sus ventajas: permite el
fácil acceso debido al corredor que llega a todos los pabellones; las personas se
trasladan fácilmente de un lugar a otro; en este caso, los reos, con gran facilidad,
son conducidos de un punto a otro. Desde el punto de vista estructural, este sistema
se adecúa fácilmente al sistema progresivo.

Condiciones de las penitenciarías. Existe hoy acuerdo en que las penitenciarías


deben desechar las construcciones tipo fortaleza; tampoco debe darse la impresión
de que constituyen un lugar de castigo, sino más bien de reforma. Las cárceles
deben adecuarse a las condiciones del reo, es decir no todas deben ser iguales; se
deben tomar en cuenta el sexo, edad, educación, etc. además de la clase de delito
cometido y sí el delincuente es reincidente o primario.

Subsisten cárceles cerradas; pero, a su lado, aumentan en número, las prisiones de


seguridad media y abiertas sin rejas, muros ni guardias armados- los campamentos,
etc.
Además, se descartan las penitenciarías gigantescas, verdaderos colmenares
inhumanos. Se recomiendan cárceles de no más de 500 celdas.

Hay establecimientos especiales para reos que padecen ciertas anormalidades.

Todas las cárceles deben estar organizadas en sistemas de celdas individuales para
la noche, servicios higiénicos, talleres de diferentes artes e industrias, campos
deportivos, bibliotecas con libros especiales, principalmente de fondo moral y
religioso, capillas. Es necesario que el personal sea especializado; debe contarse
con pénólogos, médicos especialistas, psiquiatras, asistentes sociales, guardias
especializados en cárceles, criminólogos.

En Bolivia, por diferentes razones, no se observan las anteriores bases para un


sistema penitenciario medianamente moderno, no existe personal especializado, las
cárceles están semi derruidas, hay promiscuidad, falta de higiene, asistencia médica
y espiritual. En La Paz, sólo se ha logrado separar la cárcel de hombres la de
mujeres, siendo esta última la que funciona mejor y más de acuerdo con los
requerimientos contemporáneos.

3.- PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD. Son penas privativas de libertad aquellas


que consisten en la reclusión del condenado en un establecimiento destinado al
efecto, bajo régimen especial, que generalmente comprende la obligación de
trabajar. Estas penas constituyen hoy la base central de las penas modernas, pero
en la antigüedad se aplicaron muy poco, pues solo tuvieron carácter preventivo para
evitar la fuga de los delincuentes el Derecho Canónico organizó la prisión como
pena para someter a los encarcelados a un régimen de penitencia. En la legislación
laica no se las utilizó en gran escala hasta el siglo XVI. Con la influencia de John
Howard (1726-1790) se humanizaron las cárceles y hoy estas penas han alcanzado
en materia de sanciones, la mayor aplicación posible.

La legislación penal boliviana reconoce las siguientes penas privativas de libertad:


Presidio, obras públicas, reclusión en una casa de trabajo, prisión en una fortaleza,
arresto, corrección en una casa especial (Artículo 28 del Código Penal Boliviano).
La forma de cumplimiento de la pena privativa de libertad, se halla establecida por
los siguientes artículos de nuestro Código Penal.

Artículo 29.- Fuera de los casos de reincidencia o de reagravación de las penas y


de cometerse nuevos delitos o culpas en casos de fuga o en otros especiales, la
mayor duración de las de presidio, obras públicas, reclusión, extrañamiento
temporal de la República, prisión confinamiento y de la de destierro del pueblo o
distrito determinado será de diez años, y la de arresto y de corrección será de seis.

Artículo 44.- Las penas que tengan tiempo determinado se empezarán a contar el
día en que seno tipifique al reo la sentencia que cause ejecutoria, pero el tiempo de
su prisión le será contado como parte de la pena, en esta forma: cada seis meses
de arresto o prisión se graduará por igual tiempo de prisión, de arresto, de
confinamiento y de destierro temporal, por cinco meses de reclusión, por cuatro de
obras públicas y por tres de presidio. Los días de arresto, reclusión o de otra pena
temporal serán completos de veinticuatro horas, los meses de treinta días
cumplidos; los años también completos de doce meses.

Este artículo tiene particular importancia dada la realidad, boliviana, donde no hay
facilidades para cumplir los distintos tipos de penas.

Artículo 60.- Las penas de presidio, obras públicas y reclusión, imponen a los reos
el deber de ocuparse en los trabajos designados por los reglamentos respectivos
durante el tiempo de su condena. Los reos condenados a presidio, que por falta de
establecimiento donde deban sufrir esta pena, o por la de los trabajos en que deban
ocuparse, según el reglamento respectivo, no pudieren cumplir su condena, serán
destinados a obras públicas, corriputándoles es cada diez y ocho meses de esta
pena por un año de presidio, y trabajando en ellas las mismas horas que designan
el reglamento para los condenados a dichas obras.

Artículo 67.- El reo condenado a prisión, la sufrirá en un castillo, ciudadela o fuerte,


o en otro lugar aparente dentro del distrito del departamento, sin más trabajo ni
mortificación que no poder salir de su recinto interior, hasta cumplida su condena.
Si quebrantare la prisión, será restituida a ella, donde cumplirá la pena con un
aumento de tiempo correspondiente al del quebrantamiento de la prisión.

Estos artículos señalan las líneas generales de la ejecución de las penas; se hallan
complementados por el Reglamento General de Cárceles de 16 de junio de 1897;
pero ni en el Reglamento del Panóptico Nacional o de la sección menores del mismo
se establece algo que pudiera ser considerado cómo constitutivo de un verdadero
régimen penitenciario; muchas disposiciones, son simplemente administrativas y,
aun en este aspecto resultan hoy inadecuadas.

4.- PENAS RESTRICTIVAS DE LIBERTAD. Las penas restrictivas de libertad no la


quitan al condenado sino que la disminuyen. Algunas veces estas penas restrictivas
disminuyen la libertad no permitiendo que el condenado ingrese en el territorio
nacional, otras veces lo obligan a no ingresar o permanecer en un distrito y
finalmente en algunas circunstancias estas penas no permiten al reo salir de un
distrito o localidad determinada. Estas penas restrictivas, de libertad son
principalmente el extrañamiento, el destierro y el confinamiento.

En el Derecho Romano existía la "relégatio" que era un confinamiento, y su forma


agravada era la deportado. En el Derecho Germánico y en el Canónico también se
contemplaban estas sanciones. El Código Español de 1822, del cual deriva nuestro
actual Código Penal, desarrolla grandemente estas sanciones, incluyendo en ellas
la sumisión a la vigilancia de las autoridades del condenado a estas penas, que hoy,
en la mayor parte de las legislaciones, han desaparecido o se las mantiene como
medida estrictamente policial.

Extrañamiento. Es la pena restrictiva de libertad que consiste en la expulsión del


condenado del territorio nacional por el tiempo que señale la sentencia. Cuando esta
penase aplica a los extranjeros, toma el carácter de medida dé seguridad, tal como
por ejemplo la contempla la Ley de represión del tráfico de estupefacientes. En
cuanto se la aplica a los nacionales, es sumamente difícil su ejecución si no existen
tratados internacionales y de reciprocidad, debido, a que ningún país recibe a los
nacionales de otro que sean convictos en su país de origen.
Al respecto dice el art. 61 de nuestro Código Penal. El extrañamiento perpetuo o
temporal del territorio boliviano, impone al reo condenado a esta pena, el deber de
salir fuera de él, dentro del término que designare la sentencia con arreglo al Código
de Procederes. Si se le aprehendiere en la República antes de cumplir su condena,
será conducido fuera de ella después de haber sufrido de seis meses a un año de
prisión, si el extrañamiento hubiese sido perpetuo; pero si hubiese sido temporal, la
cumplirá sin descuento del tiempo anterior.

El Destierro. Esta pena restrictiva de libertad consiste fundamentalmente en privar


o prohibir lo sentenciado con ella de entrar y residir en un lugar determinado o radio
señalado por la sentencia.

El artículo 69, dice al respecto: El destierro, perpetuo o temporal de un pueblo o


distrito determinado, impone al reo la obligación de salir del lugar donde cometió el
delito a veinte leguas en contorno, dentro del término señalado por la sentencia. Si
volviere antes de cumplir su condena, será conducido fuera del pueblo o distrito
determinado a sufrirla sin descuento del tiempo anterior.

El Confinamiento. El Confinamiento es la pena, restrictiva de libertad que consiste


en conducir al condenado a un lugar determinado y prohibirle que salga del mismo
por el tiempo que señala la sentencia; se complementa esta sanción sometiendo al
reo a la vigilancia de las autoridades.

Al respecto dice el artículo 68: El reo sentenciado a confinamiento, en un pueblo o


distrito determinado, no podrá salir de éste y de sus arrabales, y tendrá obligación
de noticiar a la autoridad local su habitación. Si quebrantare el confinamiento, sufrirá
un arresto de uno a ocho meses sin perjuicio de cumplir su condena.

En Bolivia, es necesario distinguir entre el confinamiento decretado por el Juez y


surgido a raíz de un delito común, y los confinamientos en estado de sitio que el
Poder Ejecutivo puede imponer contra las personas sindicadas de alterar el orden
público; en este caso está prohibido confinar a las personas que están en estas
circunstancias a una población malsana; este confinamiento dura sólo en tanto esté
en vigencia el estado de sitio.
El destierro por motivos políticos está totalmente prohibido por la misma Carta
Magna en su artículo 111. Pero en el Código Penal se contempla la pena de
destierro para los delitos comunes igual que el extrañamiento y el confinamiento;
así, por ejemplo, el artículo 492 del Código Penal determina que se sancionará con
seis años de destierro al que involuntariamente en riña o pelea provocada por la
víctima mate sin traición ni alevosía.

El artículo 28 del mismo Código Penal establece como penas, restrictivas de libertad
las siguientes: a) la de extrañamiento perpetuo o temporal del territorio de Bolivia;
b) la de confinamiento en un pueblo o distrito determinado; c) la de destierro
perpetuo o temporal de un pueblo o distrito determinado.

5.- ARRESTO DOMICILIARIO. Esta pena como otras, ha sido adoptada como
medida de política criminal.

Hay acerbas críticas contra las penas de corta duración, a las que se ataca, por los
siguientes conceptos: a) No intimidan al sancionado, porque especialmente los
habituales, la consideran como un pequeño riesgo en la carrera criminal; b) no
corrigen al penado debido a que la cárcel no tiene tiempo de corregir al que entra
en ella; más bien lo expone al contagio criminal; y c) afectan más a los honrados
que por los azares de la vida son penados; pueden ellos llegar a perder la vergüenza
y el respeto a las inhibiciones sociales y otros lazos que los atan a la sociedad.

Por estas razones se han propuesto otras soluciones para sustituirlas; entre ellas
figura el arresto domiciliario, cuyo concepto podemos fijarlo en los siguientes
términos: es la autorización al reo para que cumpla en su propio domicilio el arresto
siempre que el delito no sea de gravedad.

El arresto domiciliario con relación a las otras penas de corta duración mantiene los
mismos fines, sólo hay sustitución en la forma; por estudios penológicos es
preferible aplicarla a los delitos menores.

El Código Penal Boliviano, en el artículo 74, contempla el arresto domiciliario


limitándolo a las mujeres honestas, personas ancianas, valetudinarias y para las
que vivan de algún arte, oficio, profesión doméstica.
Al respecto, el artículo 74 dice: El condenado a arresto, será puesto en cárcel, o
cuerpo de guardia, según las circunstancias del lugar; pero esta cárcel será siempre
diferente de la dé los acusados o procesados por delitos. Podrán ser arrestadas en
su propia casa las mujeres honestas, las personas ancianas y valetudinarias, y las
que vivan de algún arte, profesión y oficio doméstico. El que quebrantare el arresto,
sufrirá doble tiempo de la misma pena.

Hay casos en los cuales las mujeres menores de edad pueden ser internadas en
casas de corrección.

Por fin, como pena restrictiva de libertad, podemos citar la sujeción a la vigilancia
especial de las autoridades que se halla así reglamentada en el artículo 75: El reo
a quien se imponga sujeción a la vigilancia especial de las autoridades, tendrá
obligación de dar cuenta de su habitación y modo de vivir a la autoridad local
encargada de la policía y de presentársele personalmente en los períodos que ésta
le prevenga; la cual podrá exigirle fianza de buena conducta cuando este se hiciere
sospechoso, y si no la diera, confinarle en un pueblo o parte de él, donde pueda
trabajar, y aun arrestarle por el tiempo que crea conveniente, si quebrantare este
confinamiento; pero sin excederse nunca del término señalado a la sujeción del reo
bajo la vigilancia de la misma autoridad.

Al respecto, el Anteproyecto de 1964, dice: Art. 27.- (Privativas de libertad) Son


penas privativas de libertad:

1) (Presidio) El presidio se aplicará a los delitos que revistan mayor gravedad y


tendrá una duración de uno a diez años, excepto en los delitos de parricidio,
asesinato y traición a la Patria que, de acuerdo a la Constitución están sancionados
con 30 años, sin derecho a indulto: y en los de concurso, cuyo máximo no podrá en
ningún caso, exceder de 15 años. (Nota): De acuerdo a la Constitución vigente de
1947 los delitos de parricidio, asesinato y traición a la Patria se sancionan con la
pena de muerte.

2) (Reclusión) La reclusión se aplicará a los delitos de menor gravedad y su duración


será de un mes a 8 años.
3) (Aplicación) Tratándose de cualquiera de estas sanciones, el juez podrá aplicar
una u otra en conformidad con el Art. 37".

Art. 58.- (Detención domiciliaria) "Cuando la pena no excediere de 6 meses, podrán


ser detenidas en sus propias casas las mujeres de buenos antecedentes y las
personas mayores de 60 años o valetudinarias".
CAPÍTULO XXXII

PENAS PECUNIARIAS Y PRIVATIVAS O RESTRICTIVAS DE DERECHOS

OTRAS PENAS

1.- LAS PENAS PECUNIARIAS. LA MULTA: PRINCIPIOS QUE LA RIGEN. Las


sanciones pecuniarias son las que están representadas por el pago de una suma
de dinero que se hace a los organismos del Estado en concepto de pena o por la
pérdida de ciertos efectos.

El origen de estas penas es antiguo. Así tenemos que en el Derecho Romano la


confiscación se encuentra regulada por el crimen perduellonis; en el Derecho
Germánico, se expresa a través de lo que se llama "muleta y bonus"; en el Derecho
Canónico se admitía la multa especialmente para los delitos de herejía.

Las principales penas, pecuniarias son: la confiscación, el comiso de objetos e


instrumentos del delito y fa multa

La confiscación. La confiscaci6íres la pérdida total o parcial del patrimonio en favor


de los órganos del Estado o de terceros, cómo pena impuesta a un delito. Esta
sanción se aplicaba en la antigüedad principalmente en los crímenes de lesa
majestad. Posteriormente, se empleó para sancionar los delitos religiosos. Como la
confiscación privaba de todo patrimonio, fue objeto de sé verás críticas, razón por
la que dejó de aplicarse al afirmarse la concepción liberal del derecho de la piedad.
En nuestros días asistimos a una especie de renacimiento de la pena dé
confiscación aplicada principalmente para sancionar los delitos contra él. Estado
así, por ejemplo, en Francia, por Ley de 1938, se la impone para sancionar los
delitos contra la seguridad del Estado. En la mayor parte de los países totalitarios,
la confiscación ha sido desvirtuada porque se la usó como arma de represión
política.

En Bolivia por mandato de la Constitución Política del Estado la confiscación está


prohibida.
La Ley Orgánica de Aduanas usa el término confiscación en sentido de comiso de
la mercadería sospechada de contrabando.

La confiscación tiene una gran diferencia con la expropiación con la que se


acostumbra a confundirla. La expropiación es un acto administrativo y no una
sanción; el expropiado no pierde sus derechos de propiedad, sino que se le resarce
con su precio, lo que no se da en la confiscación.

Pérdida o comiso de algunos efectos del delito. El comiso de los objetos o


instrumentos utilizados para cometer un delito se conceptúa como una pena
pecuniaria.

El Código Penal Boliviano, en el artículo 86, determina que las armas, instrumentos
o utensilios, con que se ha ejecutado el delito y los efectos que formen el cuerpo-
del delito se decomisarán por el Juez, para destruirlos o inutilizarlos, o se los aplicará
como la multa. Ese artículo establece: Las armas, instrumentos o utensilios con que
se haya ejecutado el delito y los efectos en que este consista o que formen el cuerpo
de él, se recogerán por el juez para destruirlos o inutilizarlos siempre que convenga,
y cuando no.se aplicará como multa el importe que se pueda sacar de ellos; a no
ser que pertenezcan a un tercero a quien se hubiere robado o sustraído sin culpa
suya, en cuyo caso se le restituirá integra y puntualmente.

El comiso es la pena principalmente en materia aduanera, para sancionar el delito


de contrabando, pues la Ley de 1º de abril de 1929, establece que toda mercadería
en qué no se haya cumplido con las formalidades de ley o que sea, sospechosa
será decomisada como medida preventiva mientras se concluya el proceso
respectivo; una vez fallado el proceso y si la sentencia es probatoria de la demanda,
se decomisarán los objetos. señalados como contrabando.

Existe el decomiso como pena para todas las mercaderías en mal estado o
peligrosas para la salud; también existió en períodos de control de compra y venta
de mercaderías, cuando se prohibía la ocultación, agio o especulación.

Multa. La pena de multa es la principal de todas las llamadas pecuniarias y consiste


en la obligación impuesta al condenado de pagar determinada cantidad de dinero
como consecuencia de su delito. Es necesario distinguir en ésta pena, la multa como
sanción penal, de la reparación, resarcimiento de daños y perjuicios a que está
obligado el culpable de un delito, porque estos últimos casos son de materia civil.
hasta hace poco, la multa estaba eclipsada por el predominio de las penas privativas
y restrictivas de libertad exteriormente ante este; caso de las penas cortas de
privación de libertad y como sustitutivo de ellas, la multa adquiere gran difusión.

Por su naturaleza, la pena de multa tiene ventajas y desventajas sobre las otras
penas.

Las ventajas que los tratadistas anotan en favor de la multa son:

a) La multa no deshonra ante la sociedad debido a que el sancionado no ingresa a


la cárcel.

b) La pena de multa no impide que el sancionado siga vinculado con su familia,


realizando su vida normalmente, trabajando y atendiendo a la subsistencia dé sus
parientes.

c) La multa es más intimidante que la cárcel en muchos casos, porque algunos


delincuentes se habitúan a la prisión, pero nadie se habitúa a pagar periódicamente
sumas de dinero.

d) Además de representar una economía para el Estado, el cumplimiento de esta


pena constituye una fuente de ingresos.

e) Es flexible y divisible, razón por la cual se adapta a la situación económica del


penado.

Entre las desventajas de la multa, los tratadistas anotan las siguientes:

a) La desigualdad que entraña, pues la misma multa puede ser irrisoria par a un rico
y constituir la ruina de un pobre; no es lo mismo una multa de $b. 100 para un obrero
que para un industrial. Para disminuir este inconveniente, se aconseja que la multa
se aplique de acuerdo a la gravedad del delito, pero tomando en cuenta las
posibilidades económicas del delincuente. Con esto no se remedia el problema
cuando el sancionado es insolvente.
b) La multa, como pena, no es personal, pues sus consecuencias no recaen sobre
el penado sino sobre su familia.

c) La multa tiene poco valor reeducativo, debido a que no altera en nada la


personalidad del reo.

En la mayor parte de las legislaciones, existe la conversión de la multa Cuando ella.


no es cumplida se transforma en una pena privativa de libertad la razón de tanto al
día.

El artículo 28 del Código Penal Boliviano señala como, penas pecuniarias las multas
y la pérdida de algunos efectos.

El artículo 83 de nuestro Código Penal dice: La pena de multa obliga a los reos al
pago de la cantidad pecuniaria a que ha sido condenado en la sentencia, la cual
será siempre proporcionada a los bienes, empleos e industria del delincuente,
salvos los casos especiales de la ley. Este artículo determina que la multa en Bolivia
esté regida por el sentido de proporcionalidad de acuerdo a los ingresos del
sancionado. El artículo 84 del mismo Código señala la conversión de la multa por la
pena de arresto, pues dice: El reo condenado a pena pecuniaria que no tuviere con
qué pagarla, o no diere fiador, pasara a un arresto de quince días a seis meses
donde pueda trabajar para satisfacerla después de haber sufrido las demás penas
a que también hubiese sido condenado.

El artículo 85 establece: En todo delito cometido por soborno, cohecho o regalo, se


impondrá al sobornador y al sobornado de mancomún una multa equivalente al
duplo de lo dado o prometido, sin perjuicios de las demás que prescriba la ley, 1o
dado en soborno o regalo no se restituirá nunca al sobornador, sino que se aplicará
también su importe como multa. Si lo prometido en soborno no consistiere en
cantidad u otra dádiva determinada sino en ofrecimiento de alguna colocación o en
otras esperanzas de mejor fortuna, graduarán los jueces prudencialmente la utilidad
o rendimiento, que en un mes produciría lo prometido si se hubiere realizado, y él
importe de lo que así gradúen será el que debe duplicarse y aplicarse como multa.
Además del Código Penal, tenemos como legislaciones sobre la multa el Decreto
Supremo de 23 de Febrero de 1962 con respecto a las penas aplicadas por la
Policía; señala la multa de Bs. 20.000 hasta Bs. 100.000 y en caso que no pueda
pagarse calcula la cantidad de Bs. 20.000 como equivalente a un día de arresto.

De igual modo el decreto Supremo de 30 de marzo de 1962, en lo referente a las


sanciones de las infracciones de Tránsito establece la multa de Bs. 20.000 hasta
Bs. 100.000, con equivalencia de un día de arresto a Bs. 20.000.

2.- PRIVACIÓN Y RESTRICCIÓN DE DERECHOS. Estas penas están


representadas por el conjunto de sanciones que tienden a privar al delincuente del
ejercicio de determinados derechos o suspenderle o limitarle en el ejercicio de los
mismos como consecuencia de su indignidad o incapacidad.

Estás penas existían en el Derecho Penal antiguo con mucha profusión y tenían el
carácter de infamantes. En el derecho contemporáneo tienen un carácter distinto
porque no se busca destruir la dignidad de la persona humana, sino que se usan
principalmente como medidas de seguridad.

La declaratoria de infamia, hoy abolida, producía desmoralización y excitaba


oficialmente al desprecio del condenado.

En este género de penas, como típica, tenemos la muerte civil, por la que el
condenado perdía todos sus derechos civiles y políticos; la patria potestad, la
autoridad marital, sus derechos patrimoniales; no podía, adquirir ni por compra ni
por donación, ni entre vivos ni por causa de muerte. Por mandato del artículo 27 de
la Constitución Política del Estado, estas penas no existen en Bolivia.

Entre las penas privativas de derechos tenemos, principalmente: la de privación de


derechos políticos privación de derechos civiles, penas restrictivas del ejercicio
profesional.

Privación de Derechos Políticos. Estas penas son generalmente accesorias;


consisten principalmente en privar al reo de sus derechos políticos, de la calidad de
ciudadanos, con derecho a concurrir a, las elecciones para la formación de los
Poderes del Estado como elector o elegido.
Las principales penas de esta especie son:

I.- La pérdida de la nacionalidad; mediante esta sanción, al condenado se lo


convierte en apatrida, puesto que pierde el vínculo que lo une a su sociedad
jurídicamente organizada. En Bolivia, esta pena no existe.

II.- La pérdida de la ciudadanía, que consiste en privar al condenado del derecho de


concurrir a las elecciones como elector o elegido.

En Bolivia sólo existe la suspensión del ejercicio de la ciudadanía, con que se


sanciona a todo sujeto condenado a pena corporal, la misma que dura mientras no
sea rehabilitado por la Cámara de Senadores.

b) Privación de ciertos derechos civiles. Casos contemplados por nuestra


legislación. A estas penas algunas tratadistas las llaman “interdicción civil” y
consisten privar al penado de los derechos de patria potestad, de tutela, de la
administración de los bienes, del derecho de disponer de los propios bienes entre
vivos. Generalmente tienen carácter accesorio.

Entre las penas más importantes de este rubro tenemos: Pérdida de la patria
potestad, aplicable a raíz de un delito ocasionado por el mal uso de la patria potestad
o por negligencia en el cumplimiento de los deberes que implica o por el mal
ejemplo; así cuando un padre induce a la prostitución de la hija, en nuestro Código
penal tenemos por ejemplo el caso del artículo 27 que dice: si la prostitución o
corrupción de las ya mencionadas dimanare de abandono o negligencia de sus
padres, madres o abuelos, perderán estos la autoridad que las leyes les conceden
sobre las personas y bienes de las ofendidas, y serán apercibidos. Si el abandono
y negligencia fuere de parte de los tutores, curadores parientes, maestros,
directores, o jefes de establecimientos a cuyo cuidado estuvieren las ofendidas,
sufrirán aquellos la privación de sus cargos respectivos y serán multados con veinte
a cien pesos.

Igualmente se pierde la tutela o guarda de menores cuando los tutores o


guardadores tratan d& inducir a la prostitución o abusaren deshonestamente de sus
pupilos; así lo determina el artículo 423 del Código Penal.
Además, existe el artículo 66, que dice: Los condenados a presidio, obras públicas
o reclusión, serán considerados durante el tiempo de su condena en estado de
interdicción judicial por incapacidad física y moral, y se le nombrará a su elección
curador, que represente su persona y administre sus bienes. A los reos ausentes y
contumaces por delitos que merezcan las penas sobredichas, se les nombrará
también un curador para que administre sus bienes dentro de los primeros cuatro
años de su ausencia.

Artículo 423: Si alguno de los delitos mencionados en este capítulo fuere cometido
por un funcionario público o ministro de la Religión, o por una persona a quien esté
encargada la guarda, asistencia o educación, de la ofendida aprovechándose de
sus funciones, será infame y sufrirá el máximo de la pena respectiva con
inhabilitación perpetua para obtener el cargo del que hubiese abusado, y la privación
de todo poder y derecho, sobre la persona y bienes de la ofendida; sin perjuicio de
las demás penas que-mereciere por la lesión o daño causado con el delito.

c) Penas restrictivas del ejercicio profesional. Estas penas son las que prohíben el
ejercicio de funciones públicas, profesiones y cargos a ciertas personas.

Entre las principales penas de este subtítulo tenemos:

I.- La inhabilitación absoluta para ejercer cargo público, que no permite a una
persona que ejerza ningún cargo público electivo o de designación.

II.- La inhabilitación especial para determinado cargo público que se refiere a uno
específico.

III.- La suspensión de cargo público, que implica la prohibición del ejercicio del cargo
público o de otro análogo durante el tiempo de la condena. La suspensión del
ejercicio u oficio, que priva al sancionado de la facultad de ejercer profesión o
artesanía durante el tiempo de la condena.

V.- La inhabilitación para el ejercicio de profesión u oficio de modo definitivo.


En las sanciones de este subtitulo, nuestro Código es muy pródigo; la mayor parte
de los delitos contemplados en el Libro II tienen como accesorias estas penas.
También se establece en la Ley sobre Estupefacientes.

3.- PENAS CONTRA EL HONOR. Estas penas, llamadas también infamantes, están
destinadas a destruir la dignidad o el honor de que pueda gozar una persona.

Las penas contra el honor fueron abundantes en el derecho antiguo, hoy casi no se
las mantiene, debido, principalmente a consideraciones penológicas, pues se afirma
que la pena tiende a reeducar, a reformar al delincuente, para lo cual se debe
reforzar su moralidad; pero esta pena precisamente va a desmoralizarlo; por otra
parte, la indignidad, la infamia y el deshonor provienen del delito y no de la pena
con la que se lo castiga; vienen dé la opinión que merecemos de los demás y no de
la ley. Estas penas, en su aplicación, son desiguales, puesto que no pesan lo mismo
sobre una persona de alto sentido del honor que sobre un truhan.

Por estas razones, se ha insistido en su abolición desde el siglo XVIII: Thomasius.


El célebre jurista de la Escuela del Derecho Natural en 1723, sostuvo que las penas
infamantes son absurdas por lo que deben abrogarse, aducía que estas penas
infamantes son contrarias a la corrección del reo y solamente constituyen un
impulso para las malas acciones. Algunos tratadistas han solicitado su abolición
como penas propiamente dichas, pero son partidarios de su consideración como
medidas de seguridad.

Las principales penas de infamia son: La declaratoria de infamia, de indignidad, de


privación de honores.

El Código Penal Boliviano, en su artículo 28, contempla las siguientes penas contra
el honor: la. La declaratoria de infamia a cuya clase pertenece la de ser declarado
indigno del nombre de boliviano o de la confianza nacional. Esto, significa que la
declaratoria de infamia, es decir, la privación del honor, traía, consigo la pena de
indignidad de ser considerado como Boliviano; o sea más o menos que el
condenado perdía la nacionalidad, o la confianza nacional por lo que no podía
ejercer ninguna función pública, sea electiva o de nombramiento. 2á. Privación de
honores, sanción que consiste en el que el sujeto pierde todos los méritos,
condecoraciones y títulos por cargos que ejerció.

En nuestra historia, tenemos el caso del Mariscal Santa Cruz, quien una vez
derrocado del gobierno fue declarado infame e indigno del nombre de boliviano, lo
que permitió a sus adversarios confiscarle todos sus bienes. Por este caso por la
inoperancia de estas penas y por los abusos qué representaban especialmente en
materia de represión política, es que los legisladores han aprobado el actual artículo
27 de la Constitución Política del Estado que declara que en Bolivia no existe la
pena de infamias sanción que muchos artículos del Código Penal imponían para
varios delitos.

Véanse los siguientes artículos, hoy abolidos:

Artículo 70.- Las penas corporales y la de infamia, privan a los reos condenados a
estas peñas de los derechos de ciudadano boliviano, hasta obtener la rehabilitación
y son inherentes a ellas las penas de privación e inhabilitación de todo empleo y
cargo público. El infame además no podrá ser acusador sino en causa propia, ni
testigo, ni perito, ni albacea, ni tutor, ni curador, sino de sus hijos o descendientes
en línea recta, ni árbitro, ni servir en el ejército ni armada, ni en la milicia nacional,
ni tener empleo, comisión, oficio, ni cargo alguno público.

Artículo 71.- Ninguna pena lleva consigo la de infamia, sino únicamente la de muerte
por el delito de traición; en las demás no hay infamia, sino cuando la ley lo declare
expresamente.

4.- OTRAS PENAS EN NUESTRA LEGISLACIÓN. Por su arcaísmo, nuestro Código


Penal tiene una serie de penas, algunas de las cuales ya no se las aplica y otras ya
han sido derogadas de los Códigos modernos y de los diferentes proyectos del
Código Penal que tenemos en Bolivia.

Estas penas anticuadas que todavía están vigentes en Bolivia, principalmente son
las siguientes.

Dar fianza de buena conducta; pena señalada por el artículo 76, que manda que el
condenado debe dar una fianza que garantice que observará buena conducta. La
fianza consiste en presentar un fiador a satisfacción del Juez, quien garantiza con
todos sus bienes de que el afianzado no cometerá ningún otro delito en el período
de vigencia de la fianza. La ley permite la alternativa de que, si no se hallare fiador,
el condenado sufra arresto por la mitad de la fianza en un lugar donde pueda
trabajar.

Esta sanción se halla en desuso por las circunstancias, puesto que nadie puede
garantizar a otro de que no cometerá delito, razón por la cual es imposible encontrar
un fiador sobre un asunto que escapa al control de cualquier persona. Dice el
artículo 76: El que por sentencia o disposición de la ley deba dar fianza de que
observará buena conducta, tendrá la obligación de presentar un fiador abonado a
satisfacción del juez de la causa. El fiador será responsable con sus bienes de todo
delito o culpa que cometa el fiado dentro del término de la fianza. Si el reo no hallare
fiador, podrá ser confinado o arrestado donde pueda trabajar por un tiempo que no
pase de la mitad del señalado al afianzamiento.

Retractación. La pena de retractación contemplada por el artículo 77 del Código


Penal, consiste en que el penado con esta sanción deberá cumplir su sentencia
desdiciéndose públicamente, de modo verbal de lo que afirmó por escrito o público
o dijo oralmente. Ésta pena carece de todo contenido de reforma y sólo sirva para
dar satisfacción y tranquilizar al ofendido por ciertas expresiones vertidas por el
condenado. El artículo 77 dice: El reo condenado a retractarse, lo hará
desdiciéndose verbal- mente de lo que haya dicho, escrito o publicado.

Satisfacción. Esta pena, contemplada por el artículo 78 del Código Penal, consiste
en que verbalmente el sentenciado debe dar satisfacción confesando su delito, o
culpa y pedir que el ofendido se dé por desagraviado. Si el ofendido tiene con el
ofensor la relación de benefactor, maestro, tutor o curador, deberá suplicar se dé
por satisfecho. En efecto dice este artículo. El reo sentenciado a dar satisfacción lo
hará también verbalmente confesando su delito o culpa, y manifestando el deseo
de que la persona ofendida se dé por desagraviada. Si el ofendido ejerciera alguna
autoridad o superioridad respecto del ofensor, o hubiera sido su benefactor,
maestro, tutor o curador, deberá además suplicarle que se sirva darse por
satisfecho.

Artículo 79.- La retractación y satisfacción serán públicas o privadas, según lo


determine el juez con arreglo a la ley en los casos respectivos. Las públicas, se
ejecutarán ante el juez y escribano, a puerta abierta en audiencia pública y
concurrencia particular numerosa, a que asistirán precisamente las partes y los
testigos presenciales del suceso. La retractación y satisfacción privadas se
verificarán en cualquier sitio, que determine el juez a puerta cerrada, asistiendo con
él las partes, el escribano v los testigos presenciales, del suceso. Los que
sentenciados a cualquiera de estas dos penas rehusaren cumplirla puntualmente
cuando fuere ordenado por el juez respectivo, serán puestos en reclusión hasta que
obedezcan.

Artículo 80.- Tendráse por concurrencia particular numerosa para los casos de la
ley," toda aquella que pase de cinco personas, además de las que habiten la casa
o sitio donde se verifique la concurrencia.

La satisfacción se diferencia de la retractación, en que la primera de las nombradas


se refiere a la confesión de un delito y requiere por parte del ofendido, la aceptación
mientras que en la retractación no es necesario confesar ningún delito; se la presta
por simple ofensa.

Apercibimiento judicial. El apercibimiento judicial es la pena que consiste en que el


condenado recibo de parte del Juez una prevención para que se abstenga de
reincidir en el futuro cometiendo más faltas, con la alternativa de agravación de la
sanción. Dice el artículo 81.- El apercibimiento judicial consistirá en expresarse y
declararse en la determinación del juez, el acto culpable del reo, previniéndole que
ha faltado a su obligación y que se abstenga de reincidir en otras faltas, con
prevención de que, si reincidiera, será castigado con mayor severidad.

Represión Judicial. Esta pena está señalada por el artículo 82 del Código Penal y
consiste en que el Juez determina el acto por el cual se dice al reo indicándole que
ha faltado a su obligación, expresándole finalmente que se tiene la esperanza de su
enmienda.

La reprensión se diferencia del apercibimiento judicial, en que esta sanción previene


el incumplimiento de un deber y notifica que en caso de reincidencia se aplicará la
pena agravada mientras que en la reprensión judicial se llama la atención al reo
porque na faltado a su deber, sin amenazar con pena agravada en caso de
reincidencia.

5.- DETERMINACIÓN DE LA PENA EN NUESTRO DERECHO. Nuestra legislación


contiene diversas disposiciones acerca de la forma de establecer la pena
correspondiente al delito.

A varias de ellas nos hemos referido ya, por ejemplo, al tratar los casos de los
menores de 17 años, del concurso, de la reincidencia, de la valoración de las
circunstancias, de la necesidad de juicio previo, etc.

Ahora hemos de referirnos a algunos puntos complementarios.

a) Divisibilidad: La ley impone a veces la división de la pena en ciertas partes.


Los artículos 31 y 32 dicen:

Artículo 31.- Cuando la ley impóngala mitad, la 4a. u otra parte cualquiera de una
pena determinada, se dividirá para su aplicación en las partes que designe la ley.

Artículo 32.- Cuando la ley imponga la mitad, la tercera u otra parte cualquiera de
una pena que consista en cantidad o tiempo determinado con máximo y mínimo, se
tomarán dichas partes, conforme al artículo precedente del término mínimo, o del
medio o del máximo de la pena que después de graduar el delito impusiese el juez.

b) Tentativa: La tentativa de un delito en sancionada con un medio a un cuarto


de la pena establecida para el delito consumado; al respecto, dice el artículo 37. Por
regla general y excepto en los casos en que la ley determine expresamente otra
cosa, la tentativa de un delito, cuya ejecución haya sido suspendida por motivos
independientes de la voluntad de su autor, será castigada con la cuarta parte a la
mitad de la pena que la ley prescriba contra el delito que se intentó cometer, sin
perjuicio de las penas que mereciere el acto preparatorio del delito. La tentativa de
un delito, que haya dejado de consumarse por voluntario desistimiento dé su autor,
no será castigada, sino cuando el acto preparatorio tenga señalada privación a
cuatro años de reclusión y la suspensión a arresto que dure la mitad del tiempo de
la suspensión.

e) Cómputo: El sistema de cómputo se halla establecido por el artículo 44 que,


después de la reforma introducida por ley de lo. de diciembre de 1914, ha quedado
redactado así: "Art. 44.- Las penas que tengan tiempo determinado y que deban
cumplir los reos condenados por sentencia ejecutoriada, se computarán desde el
día de su detención o prisión. Para los efectos de estas condenas, los días serán
completos de veinticuatro horas, los meses de treinta días cumplidos y los años,
también completos, de doce meses".

f) Beneficio de la duda: A favor del reo, según el artículo 46 que dice: En todo
caso en que el juez dudare fundadamente sobre cuál de dos o más penas, deba
aplicar a un delito, le aplicará siempre la menor y cuando la ley lo autorice para
imponer a su arbitrio una pena u otra, jamás dejará la elección de ella a la voluntad
del reo.

Al respecto, el Anteproyecto de 1964, dice:

Art. 29.- (Multa) La multa consiste en el pago a la Caja de Reparaciones, de una


cantidad de dinero que será fijada por el juez en días multa.

El importe de un día-multa será determinado prudencialmente por el juez, tomando


en cuenta la situación económica del condenado sin sobrepasar el monto de la
entrada diaria del mismo. El monto será de uno a 500 días multa.

Art. 30.- (Plazo de pago) "La multa se hará efectiva dentro del plazo de 10 días. Sin
embargo, a solicitud de parte interesada y teniendo en cuenta la situación del
condenado, el juez podrá acordar un plazo o autorizar el pago por cuotas exigiendo
para ello fianza real o personal". Art. 31.- (Insolvencia del condenado) "En caso de
insolvencia, se aplicará al condenado la pena de prestación de trabajo sin privación
de libertad descontando el producto del mismo la cantidad necesaria hasta cubrir el
monto de días- multa a que fue condenado".

Art. 32.- (Conversión de la multa en reclusión) Si el condenado no la pagare, siendo


solvente, la multa se convertirá en reclusión. Un día de reclusión equivale a un día
multa.

El pago de la multa en cualquier momento, deja sin efecto la conversión


descontándose el tiempo de reclusión que hubiere cumplido el condenado en la
proporción antes indicada.

Art. 33.- (Inhabilitación) La inhabilitación puede ser absoluta y especial. La


inhabilitación absoluta, importa: 1) La pérdida del mandato, cargo, empleo o
comisión públicos. 2) La suspensión del derecho de ciudadanía. 3) La incapacidad
para obtener mandatos, cargos, empleos o comisiones públicas. 4) La suspensión
del goce de toda renta de vejez o pensión.

En este caso si en condenado tuviera esposa, hijos menores de cualquier clase o


padres ancianos y desvalidos, o personas que vivan bajo su amparo corresponderá
a ellos el importe de la renta de vejez o pensión. En caso contrario, su importe se
destinará a incrementar el fondo de reserva del condenado, conforme al Art. 75".

Art. 34.- (Inhabilitación especial) La inhabilitación especial consiste: 1) En la


imposición o algunas de las inabilidades enumeradas en los incisos del art. anterior.
2) En la prohibición de ejercer una profesión o actividad cuyo ejercicio dependa de
autorización o licencia del poder público.
CAPÍTULO XXXIII

PENAS MODERNAS

1.- TENDENCIA A LA INDIVIDUALIZACIÓN DE LA PENA. La tendencia a la


individualización de la pena surgió como una reacción ante la Escuela Clásica y el
Derecho Penal Tradicional. Para las escuelas penales tradicionales no importa
mucho el delincuente, ellas determinan la pena tomando en cuenta la relación de
proporcionalidad entre la pena y el delito. Esta relación proporcional reviste dos
aspectos; el cualitativo que atribuye la peña más grave a los delitos más graves y
así proporcionalmente, con diversidad de penas atendiendo la diversidad de delitos.
La proporcionalidad cuantitativa que determina la pena mayor o menor según, la
mayor o menor culpabilidad del reo.

Los principales representantes de la Escuela Clásica, como Carrara, apoyados en


estos principios proclamaban que la pena ha de estar en relación con el delito, pero
descuidaban la personalidad del delincuente. Ésta Escuela dedúcelas siguientes
consecuencias penológicas: existiendo pluralidad y diversidad de delitos, no se
debe aplicar a todos penas iguales, sino diversas según los casos; que siendo los
delitos de diversa gravedad, debe establecerse una graduación de las penas para
que guarden una relación con los crímenes y finalmente, que las penas deben ser
divisibles y graduables para que los diversos delitos en sus diversas fases puedan
tener penas adecuadas por su aumento o disminución.

A esta concepción, que olvidó la personalidad del reo, se opone la crítica de que es
imposible la proporcionalidad porque cada condenado v constituye una
individualidad irreductible a la de otro, lo que determina la imposibilidad de relación;
por eso hay que buscar otras bases distintas a la de la proporcionalidad.

Se critica a las escuelas de la proporcionalidad, indicando que desconocen las


causas naturales del delito y las consiguientes necesidades básicas de la
corrección. Para remediar tales errores, se propuso partir de los siguientes
fundamentos:
a) El delito delata-la personalidad del delincuente; así, por ejemplo, el delito
contra la vida denota que el autor tiene distinta personalidad que el de un. delito
contra la propiedad; por lo tanto, la pena debe ser diferente para uno y otro caso.

b) La manera de cometer un delito y la especie de delito cometido dependen de


condiciones personales, tanto biológicas y síquicas como sociales.

Estos supuestos han conducido a la formulación dé la pena bajo el principio de la


individualización, que consiste en la relación existente entre la pena y la
personalidad del. delincuente; o sea que es atendiendo a la personalidad del
sancionado como se le debe aplicar la pena, como el ultraje a cada cuerpo, si es
que se quiere asegurar su rehabilitación y resocialización.

Esta tendencia, que ocupa la atención de la moderna peno logia, reconoce varios
momentos, siendo los principales: a) El momento legislativo; al dictarse la ley es
imposible individualizar la pena, porque la norma tiene carácter general, no se la
dicta para un caso concreto; no obstante lo cual en este momento se pueden poner
las bases de la individualización si se legisla en sentido de que deberán
considerarse los móviles que pueden tener los agentes al cometer el delito,
estableciendo al mismo tiempo varias clases de penas para que en su aplicación, el
Juzgador obre de acuerdo a su criterio y adopte la medida más conveniente al caso
concreto. La ley debe contemplar amplios espacios entre el máximo y el mínimo de
la pena para que el Juez pueda, graduar las penas privativas y restrictivas de
libertad de acuerdo a la personalidad del reo. b) Cuando realmente comienzo la
individualización de la pena es en el momento judicial, cuando el Juez aplica la ley
que llena los anteriores requisitos. Para una buena individualización en el momento
judicial, se requiere que el Juzgador esté realmente preparado, no sólo
jurídicamente, sino para alcanzar el conocimiento de la personalidad del reo, eso-
exige estudios en psicología y sociología en otras palabras, para que sea factible
este momento, se requiere que la judicatura no sólo sea lograda, a través de la
práctica, sino supone un estudio especializado. c) El último momento de este
proceso individualizador de la pena es el administrativo o penitenciario a cargo de
los funcionarios de los establecimientos carcelarios, o de otras instituciones quienes
deben estudiar al condenado para conocer los efectos que las penas obran sobre
él y comprobar si está en vías de readaptación y reforma; está por demás decir que
es imprescindible que este personal sea de profesionales especializados en
penología, casó contrario, la individualización dé la pena quedaría trunca y no
lograría los objetivos que busca.

2.- LA CONDENA CONDICIONAL. Por razones de política criminal, se ha buscado


un sustituto de las penas de duración breve, debido a los efectos perniciosos que
éstas tienen, como ser, por ejemplo, la transmisión y enseñanza de la técnica del
delito, el perfeccionamiento de los delincuentes a través del contacto de los reos
primarios con los habituales y reincidentes. Entre los sustitutivos, se ha encontrado
la condena condicional que consiste en la suspensión de la pena privativa de
libertad con la que ha sido sancionado un delincuente y en el perdón definitivo si el
reo no vuelve a delinquir dentro de un plazo determinado. Es decir, que la condena
condicional se concede al reo antes de que comience a ejecutarse la pena y
después de dictarse la sentencia que condena a un determinado tiempo de privación
de libertad. En el fondo, la condena condicional supone la no ejecución de la
sentencia, es decir, que practica una remisión condicional de la pena nombre con el
que se conoce en la legislación italiana.

Entre los antecedentes remotos de esta pena, tenemos el Derecho Canónico que a
las primeras faltas las sancionaba con indulgencia esperando que el reo se
arrepintiera. Los antecedentes próximos de la condena condicional los encontramos
a mediados del siglo pasado en el Estado Norteamericano de Massachussets que
la aplicó con toda efectividad a los delincuentes menores de edad. Hoy por hoy, la
contemplan casi todas las legislaciones del mundo; en Bolivia no está admitida, pero
sería muy útil su incorporación a nuestra legislación.

En la condena condicional existen dos sistemas, uno denominado anglo sajón,


caracterizado porque suspende condicionalmente el pronunciamiento de la
sentencia, y otro, que es el sistema europeo continental, en el que se dicta la
sentencia, pero se suspende su ejecución. Este segundo sistema es el seguido por
las legislaciones latinoamericanas.
La reglamentación de la condena condicional que no es más que la suspensión de
la pena, reviste distintas modalidades: una llamada sistema de prueba,
principalmente puesta en ejecución en Estados Unidos de Norte América, se
caracteriza porque se suspende la pena y señala un período de prueba durante el
cual el reo es vigilado y asistido por funcionarios especializados que lo controlan y
lo ayudan a que; no recaiga en el delito; y el sistema según el cual la aplicación de
la pena está condicionada por la buena conducta del penado; pero una vez en
libertad no existen funcionarios encargados de su auxilio y vigilancia. En este
sistema la pena condicional sólo se aplica a determinados delincuentes.

Para que la condena condicional sea beneficiosa y no produzca efectos dañinos,


deben observarse los siguientes requisitos:

a) Deben seleccionarse los reos a quienes se ha de aplicar.

b) Sólo debe aplicarse a determinada clase de condenados, como por ejemplo


a los primarios; no debe aplicarse a los reincidentes, habituales, profesionales.

c) El plazo de prueba debe tener suficiente duración para probar si el


delincuente merece el perdón de toda la pena.

d) Debe organizarse una discreta vigilancia y asistencia de los culpables


beneficiados con esta medida.

Los partidarios de esta clase de penas señalan entre sus beneficios los siguientes:

a) EL período de prueba ejerce sobre el condenado una función educadora; la


suspensión de la pena significa un estímulo al condenado con la idea que la
remisión de la pena en su totalidad puede ser una realidad.

b) La condena condicional permite que el condenado viva en el seno de su


familia, que no queda en abandono ni pierde la ayuda material y moral.

Los adversarios de esta pena alegan que, aplicando la condena condicional, se falta
al deber que tiene el Estado de castigar, lo que pone en peligro el orden jurídico y
el principio de autoridad.
La pena condicional existe en casi todas las legislaciones modernas.

3.- LA LIBERTAD CONDICIONAL. Como una consecuencia de la individualización


de la pena y como culminación dentro del sistema penitenciario progresivo, surgió
la libertad condicional, que es la libertad que se concede al reo antes de que hubiere
cumplido la totalidad de sus sentencia privativa de libertad bajo la condición de que
por determinado tiempo su conducta sea irreprochable y de acuerdo a condiciones
predeterminadas por ley.

La libertad condicional se basa en el supuesto de la corrección y enmienda del reo,


razón por la cual la prisión carece ya para él de finalidad. En este punto, es donde
se choca con el obstáculo de saber cuándo realmente un preso se ha corregido; la
experiencia carcelaria demuestra que los criminales corrompidos reincidentes y
habituales son los mejores presos debido a que se adaptan a la vida carcelaria; Ferri
propuso por ello, que la libertad condicional se conceda después de un examen
biopsicológico y personal del condenado para tener la mayor certeza de su
corrección.

¿Quién debe conceder la libertad condicional?

Al respecto, existen dos sistemas; uno llamado americano, porque se aplica


principalmente en Estados Unidos de Norte América, que se caracteriza porque las
autoridades penitenciarias dan la libertad condicional y vigilan y asisten el liberado;
y por sistema europeo, que concede tal-facultad a las autoridades judiciales.

Las condiciones generales que se fijan para la concesión de la libertad provisional


son.

a) Que el reo esté corregido, evidencia que se obtiene a través de los exámenes
criminológicos a los que hemos aludido anteriormente;

b) Durante el período de libertad y vigilancia, el reo no. debe cometer nuevos


delitos; caso contrario, el penado vuelve a la cárcel a completar su condena y a
sufrir la nueva que merece por el último, delito;
c) Durante el período de libertad provisional, el reo debe estar sujeto a la
vigilancia de las autoridades. Sobre este punto y en relación con las autoridades
encargadas de la vigilancia y asistencia del sujeto que goza de libertad condicional,
por una parte, existe la tendencia de que estas tareas estén a cargo de la Policía
especializada, lo que se critica debido a que la Policía tiene por misión principal
mantener el orden público y reprimir la delincuencia; ella crea en el liberado una
serie de inhibiciones. Otra tendencia, indica que la vigilancia y asistencia del
beneficiado, con libertad provisional esté a cargo de una organización oficial o
particular especializada, tendencia que va ganando terreno y que cuenta con el
apoyo de la Resolución del XII Congreso Penal y Penitenciario realizado en La Haya
en 1950.

d) Es necesario que el reo haya cumplido parte de su sentencia, para poder


gozar de la libertad condicional.

En Bolivia, no existe el sistema dé libertad condicional, la que no debe confundirse


con la libertad provisional que se concede al reo durante el sumario y que constituye
sólo una institución procesal.

4.- PERDON JUDICIAL. El perdón judicial es la facultad otorgada a los tribunales


para eximir el cumplimiento de la pena por ciertas circunstancias que concurren.
Encuéntranse antecedentes de esta institución en el derecho canónico. Beccaria la
defendió. Hoy aparece en algunos Códigos como en el Danés, Uruguayo,
Colombiano, etc., donde se usa el perdón judicial en caso de delitos leves y cuyas
consecuencias de hechos son insignificantes; a veces existe el perdón puro y otras
acompañado de amonestación.

El perdón judicial se fundamenta en los siguientes principios:

a) Individualización que aplica la pena según las características del reo; un


delito puede tener significación y peligrosidad determinada cuando proviene de
ciertas personas, pero puede perder este carácter si se origina en otras.

b) Oportunidad, que consiste en la facultad reconocida a las autoridades


penales para omitir, en ciertos casos de mínima importancia, el castigo.
c) La falta de peligrosidad en el autor de la infracción.

d) Ausencia de alarma social.

A pesar de existir defensores acérrimos de esta institución, también hay detractores


en gran número que se fundamentan en un criterio de utilidad; alegan que cuando
existe delito no debe primar el sentimentalismo ya no el criterio de la corrección.

Como consecuencia de la individualización de las personas, la aplicación del arbitrio


judicial y la tendencia reeducadora que debe tener toda pena, apareció la sentencia
indeterminada, llamada también pena indeterminada; consiste en las penas
privativas o restrictivas de libertad que no tienen límite fijo, esto choca contra las
concepciones de la Escuela Clásica que propugna la definición de los límites de las
penas que deben ser fijos y predeterminados en la ley.

Los partidarios de la pena indeterminada alegan, contra los principios de la Escuela


Clásica, lo siguiente:

a) Que cuando la pena es fija, la autoridad está obligada a retener a reo por
más que ya se ha enmendado y corregido.

b) Cuando la pena es fija y ya se ha cumplido, las autoridades deben poner libre


al reo, aunque no se haya corregido ni reeducado.

Quienes se oponen a la determinación de la pena, dicen que un hombre nunca es


idéntico a otro; una pena puede corregir a determinada persona, y no a otra; por eso
es que la pena indeterminada obra como el hospital con referencia al enfermo, que
no lo da de baja hasta que lo cure. Platón aconsejaba que los legisladores
consideren a los delincuentes como enfermos del alma, debiendo procurar su
curación.

Las penas indeterminadas pueden ser de varias clases:

a) Pena absolutamente indeterminada que no reconoce ni máximo ni mínimo,


propuesta por Kraeppelin, se la aplica en Dinamarca a los delincuentes que hayan
reincidido más de cinco veces; en su aplicación es determinante el aspecto
correctivo.
b) Pena relativamente indeterminada existe cuando se fija un máximo o un
mínimo; en el primer caso de pena interminada en el máximo y determinada en el
mínimo, se fija la privación de libertad en el mínimo que debe sufrir el reo, dejando
libre la determinación de su máximo; en el caso de la pena indeterminada en el
mínimo y determinada en el máximo se establece el máximo que debe durar la pena,
dejando indeterminado el mínimo de duración.

Muchas veces se adopta el sistema de determinación de máximo y mínimo a la vez;


por ejemplo, la pena es de dos a seis años de reclusión.

Los penólogos aconsejan que la pena indeterminada no se aplique en cualquier


caso ni clase de delincuentes; así, Von Lizt decía que la pena indeterminada se
puede aplicar a todos menos a los delincuentes políticos y sociales; Von Hamel cree
que la pena indeterminada debe aplicarse sólo a los delincuentes ocasionales;
finalmente, otros afirman que la pena indeterminada sólo debe imponerse a los
peligrosos y reincidentes.

Las críticas que se hacen a la condena o pena indeterminada son las siguientes:

La conciencia social requiere que el delincuente sufra un castigo, sea éste peligroso
o no.

Por la indeterminación de la pena, los derechos individuales peligran.

En Estados Unidos de Norteamérica, en numerosos de sus Estados, se aplica con


éxito la pena relativamente indeterminada.

6.- CASOS DE CONVERSIÓN Y REBAJA DE PENA EN NUESTRA LEGISLACIÓN.


En la legislación Bolivia, no existen ni la condena condicional ni la libertad
condicional ni la pena indeterminada, debido al arcaísmo de nuestro Código Penal.

Frente a ello existen dos instituciones favorecedoras de los reos: la conversión de


pena y la rebaja de la pena.

La conversión de pena es la institución penal que determina el cambio de la pena


original-por otra, para lo cual considera los siguientes aspectos: la conducta del reo,
motivos biológicos y sociales. No debe confundirse la conversión de la pena con la
conmutación, porque ésta se refiere al cambio de la pena máxima o de muerte por
otra de menor gravedad, mientras que la conversión de la pena se refiere a cualquier
cambio.

El artículo 64 del Código Penal Boliviano señala que cuando un menor de 21 años,
un mayor de 60 años o las mujeres merezcan por su delito pena de obras-públicas
o presidio se les cambiarán éstas por una de reclusión. Dicho artículo establece:

Articulo 64.- En ningún caso serán condenados a presidio ni obras públicas: lo. Los
menores de. veintiún años; 2o. Los mayores de sesenta años; 3o. Los ordenados
de grados mayores; 4o. Las mujeres. El tiempo respectivo de dichas penas sufrirán
éstos en una reclusión. El menor dé i veintiún años, jamás será condenado a
infamia.

La rebaja de la pena es la institución de política criminal consistente en la


disminución de la pena por diversas razones. Para la aplicación de esta gracia se
deben llenar los siguientes requisitos señalados por el artículo 102 del Código Penal
Boliviano; que el condenado no sea reincidente; que no cometa ningún delito antes
de cumplir con su sentencia; que no haya sido conmutado; que no haya sido
condenado por traición; ni sea cómplice ni autor ni encubridor de parricidio y
asesinato; que el condenado muestre buena conducta; que se arrepienta del delito
cometido y que demuestre el arrepentimiento pagando los daños y perjuicios
causados a la víctima; que haya cumplido con la tercera parte de la sentencia. La
rebaja de pena, se halla reglada por los siguientes artículos del Código Penal:

Artículo 100.- Por medio del arrepentimiento y de la enmienda, pueden los reos
rematados sin distinción de clase y fuero conseguir la rebaja de las penas a que han
sido condenados, después de haber sufrido al menos una tercera parte de ellas. Al
reo que se le hubiera impuesto una pena que no exceda de dos años de duración,
se le podrá rebajar de la sexta a la quinta parte de ella. Al reo a quien se le hubiese
impuesto una pena mayor de dos años de duración y que no llegue a cuatro, se le
podrá rebajar de la sexta a la quinta parte de ella; al que se le hubiere impuesto una
pena de cuatro años o mayor de cuatro años y que no llegue a seis, podrá
rebajársela de la quinta a la cuarta parte de ella; al que se hubiere condenado a una
pena de seis años o mayor de seis y que no llegue a ocho, se le podrá rebajar de la
cuarta hasta las dos terceras partes de ella; y al que se le hubiere impuesto una
pena de ocho años de duración o mayor ocho años se le podrá rebajar la tercera
parte de ella.

Artículo 102.- No se les concederá rebaja alguna lo. A los reincidentes: 2o. A los
reos que antes de cumplir su condena cometen otro delito o culpa; 3o. A los que por
el Gobierno o por la suerte ge les hubiere conmutado la pena de muerte; 4o. A los
condenados por traición, a los cómplices; fautores y encubridores, de los delitos de
parricidio y asesinato.

Al respecto el Anteproyecto de 1964 dice:

Art. 66.- (Libertad condicional) "El juez de la causa; mediante sentencia motivada,
podrá conceder libertad condicional por una sola vez, al condenado a pena privativa
de libertad mayor de 3 años, previo informe de. la Dirección del Establecimiento
Penitenciario y Juez de Vigilancia, conforme a los siguientes requisitos".

1) Haber cumplido las diferentes etapas del sistema progresivo o las dos terceras
partes de la pena impuesta. 2) Haber dado pruebas evidentes de buena conducta
durante la ejecución de la pena. 3) Haber satisfecho la responsabilidad civil
resultante del delito. 4) Si del examen de su personalidad y de su medio social
pudiera razonablemente inducirse que se comportará correctamente en libertad.
CAPÍTULO XXXIV

LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD

1.- CONCEPTO. Entre las mayores reformas, penales contemporáneas, podemos


mencionar las medidas de seguridad, que marcan una gran evolución en el campo
de la sanción.

El Estado, para luchar contra la criminalidad, sólo contaba con la evolución y


progreso de las medidas penales, el Estado cuenta con otros medios de lucha
representados por las medidas de seguridad, que podemos definir como "los medios
o procedimientos por virtud de los cuales el Estado trata de obtener la adaptación
del individuo o la sociedad (medidas educadoras o correccionales) o la eliminación
de los inadaptables (medidas de protección). (Federico Puig Peña, II)

El Estado, con la pena, sólo podía luchar contra los que incurrían en los casos
típicos del Código Penal, pero no podía hacer nada contra los que realizaban actos
dañosos a la sociedad y se encaminaban por la ruta del delito sin llegar a cometerlo;
no se los podía sancionar mientras no caían en la conducta tipificada; es decir, nada
podían hacer los órganos jurisdiccionales punitivos del Estado contra los individuos
peligrosos, descritos por los positivistas, o sea contra el-gran número de personas,
que están en condición especial de convertirse con gran probabilidad en autores de
delitos.

La sociedad se halla ante un peligro latente, por lo que el Estado debe actuar para
evitar el desenlace; ante este fenómeno, no puede imponer penas mientras esa
posibilidad no se manifieste en una conducta delictiva, pero tampoco el Estado
puede cruzarse de brazos, por lo que actúa a través de las medidas de seguridad,
que se incorporan al dispositivo de defensa penal sin que haya infracción-punible
pre-existente, y que se distingue de las sanciones que constituyen parte del sistema
de defensa con ocasión de un delito ya cometido.

2.- DOCTRINAS SOBRE LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD. Existe disparidad en lo


que se refiere a la naturaleza de las medidas de seguridad. Se han planteado al
respecto, tres doctrinas que son:
Doctrina de la identidad. Esta tendencia, mantenida por la Escuela Positiva,
principalmente representada por Ferri y Grispigni, afirma que no existe diferencia
substancial entre las penas y las medidas de seguridad porque ambas tienen por
objeto la defensa social, reafirman la autoridad del Estado, son sustituibles unas por
otras y se refieren a la actividad criminosa. El Código Ruso Soviético se basa, en
cuanto a las medidas de seguridad, en esta tendencia.

Doctrina de la separación. Esta doctrina, mantenida principalmente por Florian;


Alimena; Loñghi en Italia; Garraud en Francia; Beling, Birkmeyer; Loflér en
Alemania; sostiene que entre medidas cíe seguridad. y penas no hay identificación
pues presentan las, siguientes distinciones:

a) La pena se impone al culpable como consecuencia de un delito; la medida de


seguridad se impone por el carácter de peligrosidad del sujeto.

b) La pena es un medio de producción de sufrimiento o aflicción; la medida de


seguridad no tiene carácter aflictivo.

c) La pena se determina por la culpabilidad del agente y por la importancia del bien
jurídico lesionado; la medida de seguridad se aplica sólo por la peligrosidad.

d) La pena es una reacción contra un hecho punible, ya producido mientras que la


medida de seguridad es prevención de los delitos, mira al futuro.

Doctrina Ecléctica. Esta doctrina, llamada también intermedia, admite la existencia


de algunas diferencias entre penas y medidas de seguridad, pero sostiene que en
la práctica generalmente se confunden, además algunos penados no sienten las
penas como una aflicción y frente a ello muchos de los sujetos sometidos a medidas
de seguridad las sienten comodina verdadera pena.

3.- CLASES DE MEDIDAS DE SEGURIDAD ADMITIDAS HOY. Las medidas de


seguridad admitidas hoy, se Tas puede clasificar según los siguientes conceptos:
I.- Por el fin que persiguen son: a) Eliminatorias: que tienden a la expulsión del sujeto
de un lugar determinado; si es extranjero, expulsión del país; o la prohibición de
residir en un lugar determinado.
b) De protección social propiamente dicha: se refiere a los enajenados, sordomudos,
o anormales en general, que por sus condiciones pueda caer en la delincuencia o
ser inducidos a ella; es decir, presentan estado de peligrosidad.

c) Intimidativas: que tienden a internar en casa de trabajo a los considerados como


sujetos susceptibles de medidas de seguridad.

d) Correctivas como el sometimiento a régimen de trabajo.

e) De vigilancia: que imponen la obligación de declarar el domicilio o residencia y la


sujeción a la vigilancia de las autoridades.

f) Terapéuticas: como el aislamiento curativo en casos de intemplanza.

II.- Por el tiempo de duración, las medidas de seguridad se pueden clasificar en:

a) Perpetuas como, por ejemplo, cuando a un extranjero se lo expulsa del territorio


nacional.

b) Por tiempo absolutamente indeterminado como, por ejemplo, el aislamiento


curativo en una casa de templanza.

c) Por el tiempo que establezca el tribunal, como el de someterse a la vigilancia de


autoridad declarando el domicilio.

d) Por tiempo determinado.

4.- PERSONAS SOMETIDAS A LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD. En toda


sociedad, existe una gama de personas, sometidas a medidas de seguridad debido
a estados de anormalidad psíquica, biológica, o por taras sociales. Ellas si bien no
cometen delito, por esas circunstancias están en una proclividad tal que es
necesario prevenir su posible conducta delictiva con estas medidas de seguridad,
internándolas en manicomios especiales sanatorios o instituciones de reeducación,
colonias agrícolas casas de trabaje o reforma suspendiéndolas de ejercer cargo
público, etc.

Principales personas que pueden ser susceptibles de estas medidas de seguridad.


a) Vagos maleante y mal entretenidos. Debemos hacer previamente una distinción
entre quienes pueden ser clasificados de vagos; la ley de 1886 da la Policía, califica
como vagos a las siguientes personas:

I.- Los que carecen dé domicilio conocido;

II.- Los que no tienen oficio, profesión, renta, sueldo, ni ocupación ni bienes con que
vivir;

III.- Los ebrios consuetudinarios;

IV.- Los que piden limosna sin ser pobres mendicantes calificados por la
Municipalidad.

Son maleantes los que, sin llegar a cometer delitos, causan daños, cometen faltas
e infracciones de Policía de modo continuo o reiterado; es decir, que hacen de las
infracciones un hábito, llegando a convertirse en sujeto antisociales.

La ley llama mal entretenidos a los siguientes sujetos:

l.- Los que diariamente concurren a casas de juego, o embriaguez;

II.- Los que viven del engaño, fraudes, hurtos rateros;

III.- Los que se ocupan de corromper a hijos de familia, dependientes;

IV.- Los que; habitualmente viven del comercio ilegal o escandaloso;

V.- Los que se titulan adivinos o hechiceros.

A todos estos sujetos, la ley les aplica medidas preventivas de internamiento en


colonias agrícolas previo proceso y resolución.

b) Mendigos. La mendicidad es un fenómeno social que unas veces se practica por


razones de impedimento para realizar cualquier actividad productiva y cuando el
Estado no tiene medidas para suplir estas circunstancias; pero, en la gran mayoría
de los casos, constituye un hábito injustificado, muchas veces relacionado con el
carácter de bohemio o el parasitismo social; en estos casos, constituye una
conducta antisocial, implica proclividad para cometer delitos especialmente contra
la propiedad. Por estas razones, se les aplican medidas de seguridad en forma de
internamiento en casas de trabajo para reformar al sujeto y habilitarlo al trabajo.

c) Prostitutas y homosexuales. La prostitución tiene diversas causas; en algunos


casos, puede ser efecto de anormalidades psíquicas, especialmente en las débiles
mentales; o hay razones hormonales o funcionales como, la ninfomanía, casos en
los cuales deben ser sometidas las personas a tratamiento médico psiquiátrico.

La prostitución puede deberse también a malformaciones sociales, que


desembocan en el parasitismo, en el medio fácil de ganarse la vida; entonces en
lugar de cometerse delito se lo sustituye con la práctica de la prostitución. En sí, la
prostitución ya es una conducta antisocial a la que puede atribuirse gran proclividad
al delito por la concepción que se adquiere acerca del respeto a las personas y a la
propiedad; por ello es que deben aplicarse medidas de seguridad; en algunos casos,
internamiento en sanatorios y en otros en establecimientos de trabajo y
reeducación.

d) Caballeros de industria. Son las personas que constituyen esa especie social que
vive lamentando la prostitución, como los chulos, corruptores de menores; son los
fomentadores de juegos de azar, de engaños y fraudes, nacen de ello un medio de
vida, como los especializados en los famosos cuentos del tío.

Estas personas, aunque según muchas legislaciones no cometen delitos, observan,


conductas antisociales sujetas a medidas de seguridad como el internamiento en
casas de trabajo, granjas, etc.

5.- CASOS DE PENAS Y MEDIDAS DE SEGURIDAD QUE SE APLICAN


CONJUNTAMENTE. Las penas y medidas de seguridad se aplican conjuntamente
cuando existe, como consecuencia de la conducta antisocial o estado de
peligrosidad, probabilidad de caer en una conducta tipificada como delito; en estos
casos, la pena pura y simple no cumple con su misión de reeducar o reformar al
sujeto; es necesario entonces aplicar al mismo tiempo medidas de seguridad.

Estas medidas de seguridad y penas aplicadas conjuntamente se traducen


generalmente en:
a) Internamiento en un establecimiento para enfermos mentales, en los casos que
una persona, como consecuencia de su enfermedad mental, realiza una conducta
delictiva.

b) Internamiento en una colonia agrícola, en los casos en que una persona como
consecuencia de su conducta antisocial, puede incurrir en un delito; por ejemplo, si
un vago hurta, se lo interna en una colonia agrícola para que adquiera el hábito y la
habitualidad de trabajar.

c) Internamiento en una casa de trabajo o reforma igual que en el caso anterior es


aplicable a los vagos, caballeros de industria, prostitutas, rufianes, etc.

d) Internamiento en un sanatorio para el caso de los dipsómanos, toxicómanos,


prostitutas por anormalidad psíquica o biológica, cuando pueden llegar al delito a
consecuencia de su estado; se trata, por lo tanto, de curarlos y corregirlos.

e) La suspensión de ejercer determinada industria, tráfico, comercio, profesión,


cargo, empleo, oficio o actividad, cuando ellos pueden colocar al sujeto en estado
peligroso; por ejemplo, un farmacéutico que por su contacto con las drogas
manifiesta su proclividad a cometer el delito de tráfico ilegal de estupefacientes.

f) Prohibición de residir un lugar determinado, por ejemplo, cuando existe enemistad


con el vecindario, lo que constituye estado de proclividad para delitos cometidos
contra las personas; por lo tanto, se debe alejar al sujeto de ese lugar.

Al respecto, el Anteproyecto de 1964, dice:

Art. 29.- (Medidas de seguridad). "Son medidas de seguridad: 1) El internamiento,


que puede ser en manicomios o casas de salud, en un establecimiento educativo
adecuado, en una casa de trabajo o de reforma, o en una colonia agrícola. 2) La
suspensión o prohibición de ejercer determinada industria, comercio, tráfico,
profesión, cargo, empleo, oficio autoridad. 3) La vigilancia por la autoridad. 4) La
caución de buena conducta".
CAPÍTULO XXXV

CAUSAS DE EXTINCIÓN DE LA PENA

1.- CONCEPTO. Cometido un delito, surge la relación jurídica que se establece


entre el autor de un hecho punible y el Estado; éste exige al primero que responda
por la violación de los preceptos penales. Cuando falta una de las condiciones para
que surja esta relación jurídica, la acción del Estado se paraliza o extingue o se
suspende según los casos, estamos entonces frente a casos de exención de
responsabilidad que ya hemos visto, o, ante la extinción de la responsabilidad.

Dé lo expuesto, podemos deducir el concepto dé las causas de extinción de la


responsabilidad penal y exponerlo en los términos que lo hace Von Lizt en su
Derecho Penal, cuando dice de aquellas, "son determinadas circunstancias que
sobrevienen después de la comisión de un delito determinado y anulan la acción
penal o la pena".

De esta definición podemos extraer las diferencias entre la extinción de la acción


penal y de la pena, y la exención de responsabilidad,

a) Las causas de exención de la responsabilidad, son anteriores o contemporáneas


al hecho, por ejemplo, la locura, la minoridad, etc., mientras que la extinción de la
acción y de la pena es sobreviniente al hecho, inclusive aparece: algunas veces
después de que la acción judicial se pone en marcha o después de que acaba la
persecución y se dicta sentencia (como por ejemplo en el indulto).

b) Las causas de exención de responsabilidad son intrínsecas; se refieren a la


persona del delincuente, relacionada con su actividad criminal; las causas de
extinción de la acción penal y de la pena son extrínsecas, (ajenas a la relación
causal, puesta en marcha por la conducta delictiva.

Las principales causas de extinción de la pena son cumplimiento de la pena,


amnistía, indulto, prescripción, perdón del ofendido, el derecho de gracia.

2.- CUMPLIMIENTO DE LA PENA. El cumplimiento de la pena en la forma señalada


por la sentencia extingue la pena. Aquí estamos ante una figura análoga al pago de
las obligaciones en materia civil; en ésta un modo normal, de cumplir con las
obligaciones contraídas es pagarlas; en el Derecho Penal, el medio normal de
extinción de la condena es su cumplimiento porque, es el fondo, la responsabilidad
penal es una deuda y la pena, el modo de pagarla, con lo que queda extinguida la
obligación penal.

Sobre esta clase de extinción de pena existen dos teorías que la enfocan de modo
diverso:

a) La teoría retribucionista, que sostiene que el delito obliga al autor hacia la


sociedad y que-esta obligación queda satisfecha cuando se ha cumplido con la
sentencia.

b) La teoría de la enmienda, para la cual responsabilidad no se extingue cuando


se ha cumplido la condena simple y llanamente, sino en el momento que se logra la
corrección, e inclusive si es necesario con la intervención de. las medidas de
seguridad contempladas en el Derecho Penal Moderno. Después de cumplida la
pena, la defensa social actúa, a través de estas medidas.

3.- MUERTE DEL REO. La muerte del reo extingue la pena debido a que uno de los
términos de la relación jurídica nacida por el delito desaparece: el autor. La
responsabilidad penal es estrictamente personal e intransferible. En la antigüedad
no siempre se siguió este criterio; en el Derecho Romano, la responsabilidad era
transmisible en ciertos delitos graves. En la Edad Media, la muerte del reo no
impedía la ejecución de la pena; incluso se quería borrar la memoria de ciertos
delincuentes quemando sus cadáveres.

En cuanto a la muerte del reo y a las penas patrimoniales no existe criterio uniforme.

Existe una tendencia la más antigua, en sentido, de que la muerte del reo no
extingue la sanción pecuniaria, sosteniendo que la multa, la pérdida de efectos, etc.,
afectan al patrimonio y que como éste se transmite a los herederos subsiste el
derecho del Estado de Exigirlos y la obligación de los herederos de pagarla con los
bienes hereditarios.
Otra tendencia sostiene que la muerte del reo extingue la responsabilidad penal,
aunque sea pecuniaria, así tenemos el Código Italiano y el Holandés.

4.- AMNISTÍA. El derecho de gracia es la institución jurídica penal que engloba a la


amnistía y al indulto; supone que el Estado renuncia a su facultad de sancionar,
frente a ciertos casos.

Este sistema ha sido utilizado desde tiempos antiguos como por ejemplo en la India,
el pueblo hebreo, etc. en él Derecho Romano esta facultad se manifestó la abolitio
y la indulgentia.

La amnistía, vocablo que deriva de la palabra amnesis que significa olvido puede
ser definida como el acto de un poder del Estado, ya sea el Ejecutivo o el Legislativo,
que berra o pone en-olvido ciertos hechos, prohibiendo la persecución o
suspendiendo el enjuiciamiento o aboliendo la condena de los sujetos que están
bajo cualquiera de estas circunstancias.

La amnistía es un olvido y como dice Silvela, una derogación parcial y transitoria de


la ley penal respecto a hechos ya realizados y llevados a cabo por el poder público,
debido a circunstancias principalmente políticas.

Esta disposición tomada por la autoridad pública, generalmente está legislada para
eximir de responsabilidad penal y civil a los enjuiciados o sentenciados, por delitos
políticos con el fin de asentarla tranquilidad y paz públicas.

Los efectos generales que produce la amnistía son:

a) El olvido del delito y como consecuencia la cancelación de las hojas de


antecedentes penales.

b) Cuando la pena implica al mismo tiempo inhabilitación o supresión o suspensión


en el ejercicio de la profesión o en la administración pública, cesan estas
incapacidades con efecto retroactivo sin que sea necesaria la rehabilitación.

c) En la mayor parte de las legislaciones, por ejemplo, la nuestra, la responsabilidad


civil cesa con la amnistía.
La amnistía, de acuerdo a sus alcances puede ser general cuando beneficia a todos
los delincuentes, o parcial, cuando sólo alcanza a algunos. Muestro Poder
Legislativo ha llegado a dictar amnistía a favor de una sola persona.

Muchas veces se confunde la amnistía con el indulto; por eso es mejor fijar sus
diferencias que son:

El indulto sólo es aplicable a delitos comunes y alcanza a una persona: sus efectos
no alcanzan de ningún modo a la responsabilidad civil emergente del delito; la
amnistía es para delitos políticos impuesta por una necesidad social o política y que
extingue la pena y todos sus efectos civiles.

En la legislación boliviana la amnistía sólo es aplicable a los delitos políticos; así lo


preceptúa la Constitución Política del Estado en el artículo 57, inciso 12, que entre
las atribuciones del Poder Legislativo señala la de decretar amnistía por delitos
políticos y el inciso 12 del artículo 95 de la misma Carta Magna que también atribuye
esta facultad al Presidente de la República.

5.- INDULTO. Otra de las manifestaciones de derecho de gracia es el indulto; y


entendemos por él la clemencia o indulgencia o el perdón social ejercido por un
poder del Estado en favor de determinadas personas y en relación con una parte de
la pena.

Este derecho ha sido ejercido desde los tiempos más antiguos, hoy lo ejerce ya sea
el Poder Ejecutivo, o el Legislativo.

Ese derecho tiene propugnadores y adversarios. Sus defensores como Merkel,


Manzini dicen que se fundamenta en la justicia y en la defensa social para lograr los
siguientes fines:

a) Suavizar los rigores que resulten de la aplicación de las leyes que sean muy
severas.
b) Tomar en consideración algunas circunstancias, que no se hayan revelado
durante el proceso, pero sí en la ejecución de la pena y dulcificar la sanción
y el tratamiento del culpable.
c) Reparar en lo posible los errores judiciales.
d) Donde está en vigencia la pena de muerte, es una manera de atenuarla
(conmutación).

Los adversarios del indulto, entre los que se encuentran Garófalo, Beccaria,
Filangieri, dicen lo siguiente:

a) El indulto es una injusticia porque puede beneficiar a quien no lo merece, si


cuenta con la simpatía del gobernante; éste puede perdonar a quien ha
cometido un delito y no lo ha retribuido.
b) El gobierno no puede perdonar a quien ha infringido la ley.
c) Los criminales deben responder por sus delitos.
d) La escuela Correccionalista de Roeder dice que el fin de la pena es corregir
y que el indulto, al hacer que no se cumpla la pena, impide que el delincuente
sea corregido.

El indulto puede ser total o parcial; es total, cuando alcanza a toda la pena o parcial
cuando alcanza a una parte de la misma.

El indulto también puede ser general cuando alcanza a todos los individuos
condenados por determinados delitos y especial cuando sólo alcanza a una o
alguna persona.

El indulto sólo alcanza a la sanción penal, pero no a la responsabilidad civil así, por
ejemplo, el artículo 18 de nuestro Código Penal dice que los delincuentes o
culpables deberán satisfacer el daño causado por el delito a que sean indultados.

El artículo 57 (caso 12) de la Constitución Política del Estado señala, entré las
atribuciones del Poder Legislativo, la de conceder el indulto previo informe de la
Corte Suprema de Justicia.

Por el artículo 435 del Procedimiento Criminal se establece como requisito para la
procedencia del indulto los siguientes extremos:

a) Acreditar por el reo buena conducta posterior, a la comisión del deliro;

b) Haber sufrido una tercera parte de la pena.


6.- PRESCRIPCIÓN DE LA PENA. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA
PRESCRIPCIÓN EN MATERIA PENAL. La prescripción penal consiste en la
extinción de la responsabilidad penal por el transcurso de un periodo de tiempo, en
determinadas condiciones, siempre que el delito no sea perseguido o la pena no
haya sido: ejecutada. De esto se infiere que la prescripción en materia penal puede
ser de la pena o de la acción.

No todos los tratadistas de Derecho Penal han estado de acuerdo con la


prescripción en la materia. Para Beccaria, Gundeler Bentham y otros, la prescripción
es una institución peligrosa para la seguridad social. Garófalo y los positivistas en
general la rechazan en tratándose de los reos habituales y delincuentes natos.

Los partidarios de la prescripción en materia penal la justifican con las siguientes


razones:

a) En una consideración de orden subjetivo, referente al "jus puniendí"; dicen


que hay una presunción de renuncia, ya sea del particular, ya sea de la sociedad,
que no tienen interés en perseguir el hecho lejano en el tiempo y tal vez olvidado.
Por parte del delincuente hay presunción de enmienda después del transcurso de
cierto tiempo si no ha vuelto a delinquir,

b) En una consideración de orden social: con el transcurso del tiempo se debilita


la necesidad de la pena y, en dirima instancia, al cesar la alarma social, cesa uno
de los fundamentos del derecho de castigar.

La prescripción puede ser de la pena, cuando hubo proceso y se sentenció sin que
el reo hubiera sido aprehendido por la justicia, o si aquél logró sustraerse a ella; la
pena ya no se la puede aplicar después de cierto tiempo de dictada la sentencia. La
prescripción puede referirse también a la acción cuando cometido el delito no se ha
procesado al autor o, habiendo sido iniciado el proceso, no se lo ha continuado
hasta dictarse sentencia que cause estado.

El Código Penal Boliviano en el artículo 103 dice: La prescripción de las penas y de


satisfacción a que son responsables los delincuentes es la extinción del derecho
que concede la ley para acusarlos o denunciarlos y para exigir de ellos la reparación
de los daños que hubieren causado con \su delito o culpa. Para los reos ausentes
o rebeldes, o para los prófugos la prescripción de las penas es el olvido y perdón de
ellas.

La prescripción tiene carácter público y no sólo de beneficio privado; sí lo hace notar


la Corte Suprema, según auto consignado en la Gaceta Judicial, No. 648, pág. 9;
ese auto dice: Siendo la prescripción instituida en materia criminal, tanto a beneficio
del delincuente cuanto de la misma sociedad, a la cual deja de interesar el castigo
del delito, cuya persecución se omitió o descuidó largo tiempo, toca al Ministerio
Público, cuando la prescripción se haya operado, requerir en interés público, que
sea definida como cuestión de previo y especial pronunciamiento y que, en
consecuencia, se observe la causa, cualquiera que sea su estado; en cuyo caso,
llegando a ser inoficiosa la prosecución del proceso, al juez mismo le incumbe
proveer, aun de oficio, aunque el encausado no lo solicite.

Para que el término de la prescripción corra, se requieren dos condiciones:

a) Que no haya acción penal.

b) Que no se cometan nuevos delitos antes de cumplirse el plazo de la prescripción.

Las reglas respectivas están dadas en los artículos 105 y 106 del Código Penal que
dicen

Artículo 105.- “Estos términos son fatales y corren de momento a omento y se


interrumpen: 1o. Porque en su curso se hubiere intentado i acusación o la denuncia
conforme a las leyes; 2o. Porque en su curso antes de haberse cumplido el término
respectivo se cometa cualquier Otro delito o culpa. La interrupción de los términos
interrumpe también la prescripción de las penas y de la satisfacción; y empezarán
a contarse en el primer caso de este artículo, desde que se hubiere abandonado
todo procedimiento criminal, y en el segundo desde la fecha del segundo delito o
culpa. La demanda civil por la satisfacción, no interrumpe la prescripción de las
penas”.

Artículo 106.- “Los reos a quienes se hubiese absuelto en juicio conforme a las leyes
de procederes, empezarán a prescribir las penas y la satisfacción, por los delitos o
culpas de que fueren juzgados desde el día en que se les hubiese notificado la
sentencia de su absolución. El término para éstos será la mitad de los designados
en este capítulo en los casos respectivos. Los reos que sean absueltos
definitivamente prescribirán la pena y la satisfacción desde el acto en que se les
notifique la sentencia de absolución que causa ejecutoria, de manera que desde
este momento no pueden ser juzgados por el mismo delito o culpa de que han sido
absueltos”.

En cuanto a los plazos de prescripción, se hallan establecidos por el Procedimiento


Criminal, artículos 436 y 444; esta ley, por ser posterior, ha derogado las .reglas
existentes en el Código Penal.

En resumen, esos artículos establecen lo siguiente:

Prescripción de acción:

a) En delitos sujetos a pena corporal: 8 años computables según las reglas dadas
por el artículo 438 del Procedimiento Criminal, que dice: La acción pública y la civil
que resultan de un delito sujeto a pena corporal, se prescribirán a los ocho años,
contados desde que se cometió, siempre que no haya habido proceso ni aun las
primeras diligencias del suma- rio durante este término.

Cuando se haya dado principio al sumario o proceso, sin llegar a dar sentencia, el
término de esta prescripción se contará desde la última actuación que se haya
practicado en el proceso, aun con respecto a aquellas personas que no hayan sido
complicadas en él.

b) En los delitos sujetos a pena correccional,2 años computables según las reglas
anteriores; al respecto, dice del artículo 439 del Procedimiento Criminal: "El término
de la prescripción para los delitos sujetos a pena correccional será el de dos años
cumplidos en el uno y el otro caso y con sujeción a las mismas reglas del artículo
anterior".

c) En las faltas de simple policía, el plazo es de un año; dice el artículo 441 del
Procedimiento Criminal: La acción pública y la civil que resulten de una falta de
simple policía se prescribirán en un año contado desde que se cometió la falta, aun
cuando ésta haya sido denunciada y perseguida ante la justicia, con tal que no haya
sido sentenciada.

En caso que haya sido sentenciada, pero con recurso de apelación, él término de
esta prescripción, se contará desde la interposición de este recurso.

Prescripción de la pena. Exige, según es claro, que haya sentencia condenatoria


ejecutoriada, que imponga la pena.

Los plazos son los siguientes:

a) En materia criminal, 10 años desde la sentencia; dice el artículo 436 del


Procedimiento Criminal: Las penas impuestas por sentencia en los juicios seguidos
en materia criminal, se prescribirán por diez años cumplidos que principiarán a
correr desde el día de la sentencia.

En tal caso, el condenado no podrá residir, sea en el departamento donde reside


aquel contra quien o sobre cuya propiedad sé hubiese cometido el delito o sus
herederos directos. El gobierno podrá designar al condenado, el lugar de su
residencia.

b) En materia correccional: 3 años desde la sentencia. Dice el artículo 437 del


Procedimiento Criminal: "Las penas impuestas por sentencia en juicios seguidos en
materia correccional, se prescribirán por tres años cumplidos que principiarán a
correr desde que la sentencia sea ejecutoriada".

c) En faltas de policía: 1 año, de acuerdo a lo que dice el artículo 440 del


Procedimiento Criminal: "Las penas impuestas por sentencia, en faltas de simple
policía, se prescribirán en un año contado, en las sentencias no apelables, desde el
día de la sentencia, y en las que admiten este recurso, desde que se haya pasado
el término de interponerlo".

Además, hay que tomar en cuenta las siguientes disposiciones:

Artículo 107.- E1 reo condenado por sentencia final, aunque sea en ausencia y
rebeldía,, y el que notificado de ella y antes de sufrir la pena, o después de empezar
a sufrirla fugare sin cometer otro delito, aunque no prescriba la satisfacción,
prescribe sin embargo las penas a que fue condenado en términos duplos de los
asignados respectivamente en este capítulo; siempre que en el curso de dichos
términos no hubiese cometido otro delito o culpa cualquiera, y que además acredite
haber tenido desde la perpetración del delito por el que fue juzgado o desde su fuga,
una conducta constantemente honrada. Los reos comprendidos en este artículo que
hubiesen sido juzgados o condenados por delitos que merezcan pena corporal o de
infamia, y que en los términos respectivos las hubiesen prescrito, -no podrán ejercer
sin embargo los derechos de ciudadano boliviano sin conseguir la rehabilitación
constitucional y sin que ésta se publique conforme a las leyes.

Artículo 108.- Toda persona sin distinción de clase ni de fuero, tiene el derecho de
prescribir las penas y la satisfacción, en los términos y con los requisitos prevenidos
en este capítulo.

Procedimiento Criminal, Art. 442: "En ningún caso los condenados por contumacia
cuya pena esté prescrita, podrán ser admitidos a purgar la contumacia".

“Art. 443.- Las condenaciones civiles impuestas por sentencia en materia criminal,
correccional o de policía, y que están ejecutoriadas, se prescribirán según las reglas
del Código Civil”.

"Art. 444.- Las disposiciones del presente capítulo no derogan en manera alguna,
las leyes particulares relativas a la prescripción de acciones resultantes de ciertos
delitos o de ciertas contravenciones". Este artículo se refiere al principio según el
cual las leyes especiales crean excepción para las disposiciones generales.

7.- PERDÓN DEL OFENDIDO. El perdón del ofendido, como forma de extinción de
la pena, se aplica sólo a los delitos privados, siempre que la parte ofendida,
representada por todas las personas dañadas por el delito expresamente haga
conocer por escrito este perdón, que debe ser absoluto, es decir no puede ser
condicional; finalmente para que el perdón del ofendido tenga eficacia jurídica debe
ser aprobado por la autoridad judicial en auto expreso por desistimiento de parte.

8.- DERECHO DE GRACIA. Como anteriormente hemos visto, el derecho de gracia


es la renuncia que hace el Estado de su facultad de castigar algún delito; constituye
una de las causas dé la extinción de las consecuencias del delito. Parece que la
expresión DERECHO DE GRACIA encierra, una contradicción, pues no puede ser
a la vez derecho y gracia; pero aquí se aplica la palabra derecho como facultad que
puede tener un magistrado S6oíacia como facultad libre en su ejercicio, pero con la
cual sólo se puede favorecer a una persona, y no perjudicarla.

En la antigüedad, el príncipe o el monarca usaban el derecho de gracia solemnizar


y alegrar las grandes festividades poniendo en libertad a un detenido, por ejemplo,
para solemnizar la Pascua, se ofrecía al pueblo a "9 a través del derecho de gracia,
la libertad de Cristo o Barrabás. En la actualidad este derecho de gracia casi ha
desaparecido en las legislaciones, y como hemos señalado anteriormente, ha sido
sustituido por la amnistía y el indulto.

AI respecto, el Anteproyecto de 1964, dice:

119 Art. 100.- (Extinción de la acción penal) "La potestad para ejercer la acción, se
extingue: 1o. Por la amnistía. 2oc Por la prescripción, 3o. Por la renuncia o el
desistimiento del ofendido en los delitos de acción privada".

Art. 104.- (Extinción de la pena) "La potestad para ejecutar la pena impuesta por
sentencia ejecutoriada, se extingue: 1o. Por la amnistía. 2o. Por la prescripción. 3o.
Por el perdón judicial y el de la parte ofendida, en los casos previstos en este código.

Art. 101.- (Prescripción de la acción) La potestad para ejercer la acción prescribe:


a) en ocho años, para los delitos que tengan señalada una pena privativa de libertad
de seis o más de seis años, b) en cinco años, para los que tengan señaladas penas
privativas de libertad menores de seis y mayores de dos años, c) en tres años, para
los demás delitos. En los delitos sancionados con penas indeterminadas, el Juez
tomará siempre en cuenta el máximo un de la pena señalada. Art. 105 (Términos
para la prescripción de la pena) La potestad para ejecutar la pena, prescribe: a) en
diez años, si se trata de pena privativa de libertad mayor de seis años, b) en siete
años, tratándose de penas privativas de libertad menores de seis años y mayores
de dos, c) En cinco años, si se trata de las demás penas.
Estos plazos empezarán a correr desde el día de la notificación con la sentencia
condenatoria, o desde el quebrantamiento de la condena, si esta hubiere empezado
a cumplirse.
CAPÍTULO XXXVI

LA RESPONSABILIDAD CIVIL

1.- CONCEPTO. Todo delito ocasiona dos daños; el primero, el propiamente


criminal, está constituido por el quebrantamiento del orden jurídico, por el ataque a
la sociedad, por la alarma que en ésta se produce; este daño trae por consecuencia
la pena. El segundo, deriva de que se ha atacado un bien que tiene su titular
individual; éste también sufre las consecuencias del delito; este daño, llamado civil,
es reparado por medio de una indemnización.

Por tanto, el delincuente debe someterse a dos responsabilidades: la penal y la civil.

De lo anterior, podemos deducir que la responsabilidad civil es la obligación que el


delincuente tiene de indemnizar a la víctima del delito por los daños causados.

Se ha hecho notar que, algunas veces, puede darse el caso de que el daño civil no
se haya producido y, por consiguiente, no haya lugar a la correspondiente
indemnización. Eso es posible en ciertos casos, especialmente de tentativa y
algunos tipos de delito, por ejemplo, la cuadrilla de malhechores; sin embargo, la
regla es que el daño civil exista.

Se ha discutido mucho acerca de la naturaleza de esta responsabilidad por la


indemnización; para unos ella es de carácter civil y en lo -fundamental, tendrá que
regirse por las disposiciones existentes en esa materia; para otros, es una pena.
Nuestra Lev del Procedimiento Penal resuelve la cuestión en el segundo sentido
pues en su artículo 261 dice: “La satisfacción del daño que impone el articulo-18 del
Código Penal, es una pena y su aplicación debe ser requerida de oficio, por el
Ministerio Público, aunque no.se haya constituido la parte civil”.

En doctrina, Silvela, Clivellani, etc., sostienen que la indemnización pertenece al


campo del derecho civil, porque ella entraña una obligación í de resarcir los daños
que él ha causado a terceros.

Esta tesis pro-civilista no se ajusta a la realidad; por ello, el profesor Jiménez de


Asúa, Pessina, Aramburu, etc. dicen que la acción civil ex delito supone un delito y
debe estar ligada a la pena: los daños causados a la víctima del delito no pueden
desligarse de éste, son sus frutos, razón por , la que corresponde al Derecho Penal
en su calidad de reparador del orden jurídico perturbado por el delito, restablecer el
derecho lesionado en todas las esferas y partes a donde ha llegado la violación.

La indemnización de los daños civiles no ha sido estudiada con la misma


preocupación que la responsabilidad penal; pero ya Jeremías Benthámy y
Bonneville de Marsagny y Spencer trataron de llenar este vacío. La escuela que
verdaderamente ha sentado un precedente sobre este punto y llamado la atención
sobre la responsabilidad civil ha sido la Positiva, que ha teorizado sobre el problema,
especialmente a través de Enrico Ferri y Garófalo. Ferri dice que el Estado; ni sabe
prevenir ni reprimir los delitos por lo que no cumple con sus deberes con los
ciudadanos; en consecuencia, debe indemnizar a los particulares por los daños
sufridos por los delitos que no supo ni pudo prevenir, reservándose el derecho de
obtener del delincuente el pago dé esta reparación.

" Garófalo es el que más ha trabajado en la Escuela. Positiva sobre este problema.
Distingue según que el delincuente sea solvente o insolvente. En. el primer caso
debe constituirse en favor del perjudicado una hipoteca sobré los inmuebles y un
crédito privilegiado sobre los muebles. Si el perjudicado renuncia a la
indemnización, se deberá obligar al delincuente a entregar la cantidad
correspondiente para qué sea depositada en una caja dé multas destinada a dar
ayuda a los indigentes perjudicados por el débito. En el segundo caso, de los
insolventes, se deberá obligar a los responsables a entregar en beneficio del Estado
o de los ofendidos por el delito luna parte de sus ganancias que exceda de lo que
es absolutamente indispensable para las primeras necesidades de la vida,

El problema del resarcimiento de los daños causados por el delito ha hecho surgir
nuevas doctrinas, nuevos sistemas. Hay quienes hablan del trabajo obligatorio en
beneficio de la víctima o -de sus dependientes ya (sea realizado en la cárcel o
gozando de libertad.

Existe frente a esto el problema de si los inimputables. son o no responsables


civilmente. La exención de responsabilidad criminal o penal no siempre origina la
responsabilidad civil. En las causas de justificación, la exención de la
responsabilidad penal debería ir acompañada de la exención de la responsabilidad
civil, pues el que obra conforme al derecho no causa a otro, ningún perjuicio
ilegítimo por lo que no hay responsabilidad penal; en tratándose de la
inimputabilidad no existe criterio uniforme. La Legislación Francesa funda la
responsabilidad civil sobre el dolo o sobre la culpa: sin la concurrencia de estos
factores no hay responsabilidad.

La legislación alemana funda la responsabilidad civil sobre la relación de causalidad


material y por tanto fuera del dolo o culpa; es el criterio llamado de la responsabilidad
sin culpa. De acuerdo al criterio francés no es posible exigir responsabilidad civil al
inimputable criminalmente (dementes, menores de edad, etc.) puesto que obran sin
dolo ni culpa, pero en el Código alemán los inimputables por lo anteriormente
expuesto deben reparar los daños que causan.

El artículo 13 del Código Penal, considera que las eximentes eliminan la


responsabilidad civil.

Los positivistas dicen que los inimputables deben resarcir los daños causados por
el delito como consecuencia de su responsabilidad social. Manzini fundamenta la
responsabilidad civil de los inimputables en la equidad, sosteniendo que nadie
puede ser perjudicado en sus intereses por lo cual el que cause daño sea o no
imputable debe responder por su delito.

Gran parte de los tratadistas sostienen que el delito causa daño a la víctima y que
este daño no puede desligarse de él; son como los frutos con I relación al árbol, por
lo que la responsabilidad civil pertenece, tanto al campo penal como al civil. Este
criterio es seguido por la Legislación Boliviana tal como lo puntualiza el artículo 3o
del Procedimiento Penal que dice: La acción civil puede seguirse al mismo tiempo
que la pública y o penar y en el mismo tribunal que conozca de ésta, o bien
separadamente.

En este segundo caso 19 instancia civil quedará suspendida, hasta la resolución


definitiva del juicio criminal que se haya iniciado antes o durante la dicha instancia.
La suspensión de la acción civil prevista por este articulo y el 382, no se decretará
sino después de que el ministerio público haya iniciado la organización de la
sumaria, con la actuación de las primeras diligencias, o cuando llegue el caso
previsto por el artículo 905 del Código Civil.

2.- DAÑOS MATERIALES Y MORALES. AVALUACIÓN DE LOS MISMOS. Hay


problemas particulares que se presentan para establecer aquello a que ha de
referirse la indemnización por los daños y perjuicios ocasionados por el delito.

No hay grandes dificultades para hacer estas avaluaciones cuando el daño se ha


producido sobre un objeto de propiedad: una casa incendiada, una cosa robada.

Más difícil es el asunto cuando el daño es principalmente moral, pero él repercute


directamente en perjuicios económicos; por ejemplo, cuando se calumnia a un
comerciante, y como consecuencia, sus negocios sufren pérdidas.

Pero el punto de discusión mayor es el que toca a los daños simplemente morales,
a la posibilidad de indemnizarlos por la vía civil y a los principios que podrían
seguirse para determinar el monto indemnizado. Tal sería el caso, por ejemplo, de
una seducción, de una calumnia, etc. La dificultad deriva, como es evidente del
hecho de que lo simplemente moral no se encuentra entre los bienes patrimoniales
y no es fácilmente reducible a éstos.

Al encarar este asunto, se presentan 2 tesis principales:

a) La tesis negativa: que niega la indemnización en los daños morales en


sentido estricto, para ello se fundamenta:

1) La imposibilidad de establecer una relación entre daño moral y su- equivalencia


económica;

2) La reparación en este caso no sería más que una pena en lugar de resarcimiento.

b) Tesis afirmativa: Sostiene que la imposibilidad de repararlos daños morales


causados por un delito en sentido estricto no es absoluto, debido a que la
determinación del daño no es más que la determinación de las modificaciones
producidas en el goce; si con el dinero no se puede devolver el bienestar-
perturbado por el delito, sin embargo con él se pueden obtener nuevos goces. Por
esta razón la indemnización al daño moral no es una pena, porque si la ley ordena
el resarcimiento de los daños patrimoniales causados por el delito no deben
exceptuarse los causados al patrimonio moral.

¿Cómo se pueden evaluar los daños morales? Es muy difícil la avaluación de los
daños morales cuando éstos no tienen una posible equivalencia patrimonial o
material; la mayor parte de los tratadistas ponen como puntos de referencia para
esta avaluación los siguientes:

a) La calidad de la persona lesionada por el delito.

b) La repercusión social del daño moral causado, por el delito.

c) Las consecuencias de esta repercusión.

d) La calidad de la persona que comete el delito.

3.- LA SATISFACCIÓN CIVIL EN LA LEGISLACIÓN BOLIVIANA. Nuestro Código


Penal denomina satisfacción, a lo que el Derecho Penal Moderno conoce con el
nombre de responsabilidad civil; la trata en el libro 1o capítulo V, comenzando por
el artículo 18 que dice. "Los delincuentes o culpables satisfarán el daño que
hubieren causado con su delito o culpa, aunque sean indultados o reciban la
conmutación de la pena. Si fuesen dos o más los delincuentes o culpables, todos y
cada uno de ellos estarán obligados mancomunadamente a la satisfacción. Desde
el momento en que se cometa un delito o culpa, los bienes de los delincuentes y
culpables, se tendrán por hipotecados especialmente para la satisfacción".

A la primera parte de este articuló nos hemos referido al hablar del indulto y la
conmutación.

Respecto a la segunda parte del artículo tenemos que es una excepción a la regla
general planteada por el artículo 793 del Código Civil que establece que la
mancomunidad en realidad solidaridad en las obligaciones debe estipularse
expresamente y no se presume mientras que en esta parte del artículo citado en
primer término la mancomunidad se presume.
La tercera parte del artículo 18 del Código Penal, estipula una hipoteca legal sobre
los bienes inmuebles del culpable o delincuente desde el momento en que comete
el delito para lo cual de acuerdo a la ley de 1887 el Jaez debe expedir un testimonio
notificando a la Oficina de Derechos Reales, la hipoteca.

La materia que comprende la responsabilidad civil, está señalada en el artículo 19


que dice: La satisfacción comprenderá:

1º. La restitución de los bienes del ofendido, que le serán entregados aunque sea
por un tercer poseedor;

2º. La indemnización de los males ocasionados a la persona y bienes del ofendido


en todas sus partes y consecuencias, comprendiéndose entre estos los intereses
ordinarios y compuestos, que el ofendido hubiese dejado de ganar desde el
momento del delito;

3º. La pensión a la viuda e hijos menores de la persona muerta por el delincuente,


mientras no lleguen a casarse, equivalente al importe de uno a tres jornales
ordinarios divisibles entre aquéllos;

4º. La pensión al herido o maltratado durante su incapacidad para el trabajo


equivalente al importe de uno a tres jornales ordinarios. Para calificar los jueces la
pensión prevenida en los dos últimos números de este artículo, atenderán a las
facultades del delincuente, a las ganancias que hubiese dejado de percibir el
ofendido, su viuda e hijos y al número y situación de su familia.

El artículo anterior se refiere, en su primer inciso, a la devolución de los objetos del


delito: como es natural, esto no podrá suceder en todos los delitos. No podrá ocurrir
en los delitos en que aquel objeto no existe- lo que será lo más frecuente en los
casos de homicidio, violación, injurias, y calumnias, etc.; tampoco ocurrirá cuándo
el tercero hubiera adquirido legalmente la propiedad de esos objetos. Notemos que
el Código se refiere al poseedor.

El inciso segundo indica qué- la indemnización debe hacerse tomando en cuenta no


solo el dañó emergente, sino también el lucro cesante. En cuanto a la pensión
establecida en el inc. 3o.; hay que advertir que la determinación de su monto su
halla dejada a la apreciación del juez; esa es una cuestión de hecho,

Además de lo anterior el Código Penal señala una responsabilidad civil subsidiaria


en el caso de inimputables. El artículo 20 dice: Además de los delincuentes o
culpables, son obligados civilmente ala satisfacción:

1º. Los encargados de la guarda de los locos, por el daño que causaren éstos por
la falta de cuidado debido y vigilancia en su custodia;

2º. Los ascendientes por sus descendientes mayores de diez años y menores de
edad que tengan bajo su potestad;

3º. Los tutores, curadores y generalmente todos aquellos que tengan en su


compañía, bajo su potestad o a su cargo inmediato a los menores de edad.

4º. Los maridos por sus mujeres. La responsabilidad dé los comprendidos en Tos
tres últimos números de este artículo es subsidiaria en defecto de bienes propios
del delincuente o culpable, y no podrá extenderse a mayor cantidad que la que
importe la porción legitima de los descendientes o los bienes de la mujer inclusos
los gananciales que tenía ésta al tiempo de la perpetración del delito o culpa.

Por el artículo 21 del mismo Código se determina, que: También son responsables
civil y mancomunadamente con los delincuentes o culpables.

1º. Los amos y jefes de cualquier establecimiento, por el daño que causen sus
esclavos, criados, dependientes y operarios, con motivo o por consecuencia del
servicio en que aquéllos los emplean;

2º. Los que alojen o reciban huéspedes por el daño que causaren éstos, siempre
que omitan el asiento verídico o dejen de dar a la autoridad competente el aviso
puntual que respectivamente les estén ordenados por las leyes o reglamentos del
caso, dentro del término, que ellas prescriban;

3º. Los fiadores respecto de la persona que hayan fiado y con arreglo a las
circunstancias y condiciones de la fianza.
La ley boliviana también determina la trasmisibilidad de la responsabilidad civil, tanto
a los herederos del obligado como de los que son de la víctima, en su "articulo 22
del Código Penal que dice: El derecho de ser satisfechos" y la obligación de
satisfacer que resultan de un delito o culpa, pasan respectivamente a los herederos
de los ofendidos, y a los de los que son responsables a la satisfacción.

En el artículo 23 de la Ley Penal se establece una prioridad en la responsabilidad


civil, pues preceptúa: La satisfacción del ofendido será preferida al pago de las
multas y a toda obligación que contrajeren los que son responsables a ella desde el
momento de haberse cometido el delito o culpa.

Por el artículo 24 se determinan casos de indemnización sin que-haya sentencia


ejecutoriada; ese artículo dice: No habrá lugar a la satisfacción antes de la
condenación del delincuente o culpable por sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada en juicio criminal, excepto en los casos siguientes:

(1º) En ausencia y rebeldía de aquéllos, conforme a las leyes del Código de


Procederes en los casos respectivos;

(2º) Por fallecimiento de los mismos antes de la conclusión del juicio criminal, en
cuyo caso podrá pedirse la satisfacción por medio de la acción civil;

(3º) Por convenio entre el delincuente y el ofendido, o porque éste prefiera la acción
civil.

Además, la ley en su artículo 25 señala la manera, como el insolvente: puede


satisfacer los daños causados por el delito, pues dice: No teniendo el delincuente
medios para la satisfacción será condenado a trabajar, en una reclusión en su oficio
u otro trabajo para el que fuere considerado más a propósito, por todo el tiempo
necesario para pagarla, salvo que otorgue fianza de satisfacer a contento del
ofendido, o que éste se dé por satisfecho.

En el artículo 26 se establece la obligación de cancelar las costas del juicio, pues


preceptúa: En todos los casos en que la administración de justicia no sea gratuita
se debe imponer a los reos, cómplices, auxiliadores o fautores, receptadores o
encubridores la condenación de costas, mancomunadamente, pudiendo gravarse a
uno más que a otros, según el diferente grado de su delito o culpa".

Al respecto, el Anteproyecto de 1964 dice:

Art. 87 (Responsabilidad civil) "Toda persona responsable penalmente lo es también


civilmente y está obligada a la reparación de los años materiales v morales
causados por el delito".

Art. 92 (Mancomunidad y transmisibilidad de las obligaciones) La responsabilidad


civil será mancomunada entre todos los responsables del delito. Esta obligación
pasa a los herederos del responsable y el derecho de exigirla se trasmite a los
herederos de la víctima.
CAPÍTULO XXXVII

REHABILITACIÓN

I.- INDEMNIZACIÓN A LOS INOCENTES

1.- CONCEPTO. La rehabilitación es la institución penal que devuelve al ex reo la


capacidad para el ejercicio de los derechos, a cuya pérdida fue condenado por la
sentencia impuesta.

En el Derecho Romano, se conocía la rehabilitación con el nombre de restitutio in


integrum, que devolvía a ciertos condenados los derechos políticos, suprimía la
pérdida de la dignidad personal y ciertos derechos patrimoniales. En la antigüedad,
la rehabilitación constituía una concesión graciosa de parte del magistrado o de la
clemencia real; pero, en el derecho moderno, ha perdido este carácter porque se la
considera como un derecho adquirido por el penado al haber demostrado conducta
irreprochable. En el derecho contemporáneo se aplica principalmente por la nueva
concepción de los derechos individuales y por principios de política criminal.

2.- FORMAS DE REHABILITACIÓN. En nuestros días la rehabilitación reviste tres


formas por su origen: la judicial, legal y legislativa.

La rehabilitación judicial es la conferida por la autoridad judicial, que exige ciertas


condiciones como aquella de que el condenado dé muestras de buena conducta,
de que está corregido, durante cierto plazo. La autoridad judicial, en vista de la
petición y del examen de la misma puede conceder o negar la rehabilitación, según
se hubieran cumplido o no las condiciones que la ley imponga al reo.

La rehabilitación legal, adoptada por Francia, Italia, Bélgica, Suiza, Portugal, etc.,
tiene lugar automáticamente sin necesidad de petición previa del interesado, por el
transcurso de cierto tiempo en él que el reo no debe cometer otro delito. Esta forma
de rehabilitación es criticada debido a que viene a ser una manifestación
injustificada de indulgencia semejante a los indultos. La idea de la rehabilitación que
tiene por base la corrección del penado y su adaptación a la vida social, implica la
prueba de una vida honrada y laboriosa; sin tal demostración no hay rehabilitación
posible (Cuello Calón, I, 704).
La rehabilitación legislativa es la que se confiere por el Poder Legislativo que
devuelve al ex convicto sus honores, cargos, etc., para lo cual el interesado debe
acreditar que ha cumplido toda su sentencia o que ésta ha prescrito, o que haya
sido indultado o amnistiado, acompañar una certificación que evidencie que ha
satisfecho los daños civiles emergentes de su delito. En Bolivia existe la
rehabilitación Legislativa tal como veremos posteriormente.

3.- ALCANCES DE LA REHABILITACIÓN. El Derecho Penal moderno da a la


rehabilitación un alcance más general y amplio, pues no sólo considera que la
rehabilitación devuelve los cargos y honores perdidos, sino que en la rehabilitación
comprende también lo siguiente:

a) Cancelación de la condena en los registros oficiales, de modo que al


rehabilitarse al ex reo no solamente se le restituye el ejercicio de sus derechos, sino
que sus antecedentes penales desaparecen.

La cancelación de los antecedentes penales a través de la rehabilitación tiene gran


significación, puesto que implica una serie de consecuencias de importancia.

Por una parte, esto ayuda al delincuente, a su readaptación, porque elimina la carga,
que a veces debe llevarse toda la vida, de contar siempre con aquel precedente;
éste es un tropiezo para la total normalización de la vida social. Pero, por otra parte,
acarrea, también dificultades; los antecedentes penales sirven, para que el tribunal
se forme una idea clara acerca de la personalidad del reo; si éste ha cometido un
delito después de su rehabilitación, es científicamente desaconsejable que se
prescinda totalmente del hecho de que antes se cometió otro delito; el precedente
es un dato imprescindible tanto para los que han de juzgar al delincuente, como
para quienes han de ejecutar la sanción correspondiente; sobre todo éstos, deberán
volver necesariamente al pasado del sujeto para establecer las posibles causas
para que la primera pena no hubiera corregido.

Como se advierte, la situación no es fácil de resolver. En medio se hallan


consideraciones de tipo humano y de Política Criminal que inclinan tanto a que los
antecedentes penales se borren totalmente o a que persistan; quizá lo más
aconsejable es que tales antecedentes puedan ser tomados en cuenta, aún
después de la rehabilitación, para ciertos fines especiales; por ejemplo si no para
agravar la pena- pues ello iría contra una de las características de la rehabilitación-
por lo menos para servir de base a fin de adecuarla a las necesidades de corregir
al reo.

En nuestro país, en 1962, se ha dictado la ley que crea el registro de antecedentes


penales, que no lo había antes, ya que solo teníamos registros de antecedentes
personales; ahora, por la ley mencionada, todo condenado con sentencia
ejecutoriada, ingresa en el registro de antecedentes penales a cargo de la Policía.

b) La rehabilitación reintegra los derechos perdidos para ayudar al ex convicto


a adaptarse a la vida social y poder luchar por su subsistencia. Esta, reintegración
se refiere tanto a los derechos políticos como civiles.

En la legislación Boliviana, por mandato del artículo 70 del Código Penal, se


determina que el condenado a penas corporales es privado de los derechos de
ciudadano hasta obtener su rehabilitación, inherente a lo cual ya la inhabilitación y
privación de todo cargo y empleo público.

De igual modo por el caso 2º del artículo 41 del mismo Código Penal se determina
que los derechos de ciudadano se suspendan además de los otros dos casos por
defraudación de caudales públicos o quiebra fraudulenta, previa sentencia
ejecutoriada y condenatoria a pena corporal.

La rehabilitación, como decíamos anteriormente, la concede el Senado por mandato


del inc. 2º del artículo 71 de la Constitución Política del Estado qué dice
textualmente: "Son atribuciones de la Cámara de Senadores: Rehabilitar como
ciudadanos a los que hubiesen perdido esta calidad".

Las condiciones para que proceda la rehabilitación de acuerdo a la lalación nacional


están -estipuladas por la ley de 18 de noviembre de 1887 que ha sido incorporada
-al Procedimiento Penal bajo el número de los artículos:

432 "La rehabilitación como a bolivianos o como a ciudadanos respectivamente a


los que hubiesen perdido estas cualidades, no podrá concederla el senado, sino en
los casos siguientes: cuando en los casos de condenación judicial por tribunales
competentes, a penas corporales, compruebe el interesado, con el testimonio de la
sentencia condenatoria y de la rebaja, en su caso haber cumplido la condena en su
integridad o prescrito la pena, conforme a las leyes; y cuando el reo hubiese sido
perdonado, conforme a la ley, debiendo acompañar a la solicitud de rehabilitación
el decreto, de indulto o de amnistía".

El artículo 433 establece: "En los casos del artículo anterior se acompañarán,
además, las pruebas de buena conducta y el certificado que acredite el pago de
costas, daños y perjuicios, siempre que no esté prescrita la responsabilidad civil
Fuera de estos casos y sin las condiciones expresadas, no podrá el Senado
conceder la rehabilitación".

4.- INDEMNIZACIÓN A LOS INOCENTES. En el mundo judicial existen casos en


los que un inocente es procesado e inclusive condenado por defectos de
procedimiento, de la prueba, de la interpretación de ésta, etc.

Además, sabemos que se usa como arma el recurso inmoral de neutralizar la


actividad de las personas, a través de sindicaciones falsas, a lo que se suma el
sistema de presumir la culpabilidad de las personas como lo establece el artículo
Primero de nuestro Código Penal; también pueden producirse pruebas falsas, todo
lo que termina en procesos a los inocentes, sus detenciones preventivas e incluso
sus detenciones formales, y sentencias condenatorias que causan una serie de
perjuicios materiales y morales.

La persona que ha sido sometida a un juzgamiento en forma errada o dolosa,


atribuyéndosele delitos que no ha cometido y recibe de ello daños, tiene derecho a
una indemnización por los perjuicios y daños sufridos, por las angustias y molestias,
por el descrédito que se le ocasiona, etc., etc.

Por esto podemos decir "que la indemnización a los inocentes es la institución


establecida en favor, de la persona declarada inocente después de haber sufrido un
proceso criminal para ser indemnizada de los daños y perjuicios sufridos en su
reputación y sus bienes".
Como hemos anotado, el procesado inocente puede sufrir una serie de perjuicios
que van desde el, económico hasta el psicológico y moral. Los principales daños
que puede sufrir un inocente procesado son:

a) Económicos: 1) El procesado descuida o abandona en muchos casos su actividad


diaria para atender el proceso y probar su inocencia, con lo que sufre una lesión
económica al dejar de percibir rentas por no trabajar o trabajar menos;

2) Por el solo hecho del proceso, el sujeto puede quedar dañado en todas sus
relaciones económicas y laborales; si es empleado, obrero o dependiente, se lo
suspende o despide del trabajo; si es profesional libre, el hecho del proceso le hace
perder o disminuir su clientela;

3) El proceso demanda una serie de gastos, muchas veces elevados, que privan al
procesado y su familia de la satisfacción de sus necesidades más premiosas;

4) Muchas veces, el procesado es preventivamente privado de su libertad, lo que


determina un total abandono de su familia y trabajo.

b) Psicológicos y morales: Al procesado se le crea una serie de problemas que, le


hacen perder la buena fama, la autoestima, la fe en el porvenir y en la sociedad, a
la que llega a concebir más bien como a un enemigo, pierde o disminuye su
confianza en las instituciones.

Es por todo esto que, como una justa reparación de los daños, molestias, perjuicios,
torturas morales sufridas a causa del proceso, se establece la indemnización a los
inocentes.

Criterio dé Garófalo. Garófalo sostiene sobre este punto el criterio de que así como
el delito lesiona los sentimientos de piedad y probidad, el procesamiento de un
inocente también lesiona estos sentimientos, razón que determina la reparación de
los daños resultantes.

Garófalo no sólo enuncia este deber de reparar los daños causados a los inocentes
por un proceso, sino que propone todo un sistema completo para efectivizar esta
reparación. Aconseja la creación de una caja de multas provenientes de las sumas
de dinero que por indemnización paguen los delincuentes y que no son usadas
debido a la renuncia de los directamente perjudicados; con esta caja, el Estado
pagaría los daños causados a los inocentes procesados. Sostiene Garófalo que el
Estado no sólo debe intervenir donde le interesa y desentenderse donde no se lo
perjudica o no le interesa, sino que debe cumplir lo más ampliamente posible su
misión, adoptando una serie de medidas tales como proteger a los inocentes
juzgados, ayudándoles a través de estas cajas.

Sistemas que se siguen. Con respecto a la indemnización a los inocentes juzgados,


se siguen dos sistemas:

a) Un sistema a través del cual la reparación requiere que la sentencia


declaratoria de inocencia sea absoluta, es decir, que el Juez declare inocente a un
sujeto porque éste realmente ha probado a través de todos los medios que admiten
las leyes, su inocencia.

b) Otro sistema que sólo requiere que exista sentencia absolutoria, ya sea
porque sé han presentado, por el inocente pruebas o porque no han existido
pruebas en su contra, aunque él no haya aportado ninguna.

La Legislación boliviana sigue el primer sistema.

En lo que se refiere a la parte obligada a la indemnización, tenemos que realizar


una discriminación; si el juicio ha sido seguido a querella o denuncia de particular,
éste debe indemnizar; si el Juez o el Ministerio Público por ignorancia, malicia o
negligencia coopera directa o indirectamente con el querellante o denunciante, son
responsables solidariamente en la indemnización.

Si el juicio se sigue a instancia del Ministerio Público, el Estado es el obligado a


indemnizar el inocente siempre que no haya malicia, ignorancia o negligencia de las
autoridades judiciales o del Ministerio Público, en cuyo caso serán éstos los que
respondan.

En la legislación nacional tenemos el artículo 110 del Código Penal que dice: "Toda
persona sin distinción alguna que después de haber sufrido un procedimiento
criminal fuera declarada absolutamente inocente conforme al Código de
Procederes, será indemnizada inmediata y completamente de todos los daños y
perjuicios que hubiese sufrido en su persona reputación y bienes a causa de dichos
procedimientos. La indemnización se hará en la misma sentencia absolutoria, y
cuando esto no pueda verificarse, se declarará al menos en ella el derecho del
inocente para ser indemnizado por el orden común prescrito por las leyes. La acción
para conseguir la indemnización se prescribirá, como toda otra acción personal, y
la ejecutoriada sobre ellas".

Artículo 111.- "Si el procedimiento criminal hubiese sido por acusación o denuncia
particular, el acusador o denunciante hará la indemnización y cuando el juez o algún
otro funcionario público en el caso 10 del artículo 144 hubieren cooperado por
malicia, ignorancia, o negligencia a la injusticia del procedimiento, sufrirán igual
responsabilidad mancomunadamente con el acusador o denunciante".

Artículo 112.- "Si el procedimiento criminal hubiese sido de oficio, o por acusación
fiscal, o por intervención de cualquier otro funcionario público la indemnización se
hará por el juez, fiscal y funcionarios, que hubieren causado, u ocasionado, o
cooperado en el juicio por malicia o culpa suya; pero si todos estos funcionarios
hubiesen procedido con arreglo a las leyes, aunque después resulte la inocencia
absoluta del tratado como reo, se hará la indemnización por el Gobierno, ya sea
pecuniariamente, ya sea con algún empleo o cargo, u honra, según las
circunstancias de la personas y lo determine la sentencia".

Artículo 113.- "La indemnización por los males a la reputación y honor en los casos
de este capítulo, se hará además con la satisfacción pública que el acusador o
denunciante debe dar ante el juez o tribunal que absuelva al procesado, o ante otra
autoridad a quien se cometiere el cumplimiento de esta diligencia. Si el denunciante
o acusador fuere declarado además caluminante, sufrirá, la pena de retracción
pública en vez de la satisfacción, la que se verificará ante las autoridades
designadas en este artículo".

Artículo 114.- Antes de pronunciarse el auto motivado, no hay procedimiento


criminal que dé derecho a la indemnización ni prive al acusado, o denunciado de
sus derechos políticos o civiles; sin embargo y según fuere la acusación o denuncia
qué hubiese dado lugar a los procedimientos anteriores al auto en que se hubiese
declarado no haber lugar a formación de causa, podrán aquellos usar de la acción
de calumnia, o de la injuria conforme a las leyes en los casos respectivos.

Estos artículos se hallan aclarados por los siguientes del Procedimiento Criminal:

Artículo 263.- Si el acusado fuere declarado inocente, el Juez ordenará que en el


acto sea puesto en libertad, si no estuviera detenido por otra causa.

El Juez fallará en seguida sobre daños y perjuicios, respectivamente solicitados por


las partes, después que éstas -hayan alegado y oído siempre al Fiscal.

Artículo 264.- "El acusado que fuere absuelto podrá también reclamar, daños y
perjuicios de sus denunciadores, por la calumnia. No obstante, los funcionarios
públicos no podrán ser molestados por esta causa siempre que en el ejercicio de
sus funciones hubieren denunciado un delito; salvo el recurso de responsabilidad
contra los mismos, si hubiere lugar a él.

Los fiscales están obligados a solicitud del acusado, a descubrirle a sus


denunciantes".

Artículo 266.- En caso de ser declarado inocente como en el de reo absuelto o


condenado, el Juez fallará sobre los daños e intereses solicitados por la parte civil,
o por el acusado; los liquidará en el mismo auto, o señalará día para la audiencia
de las partes y el examen de los documentos conforme al artículo 263.

El Juez ordenará también que los efectos tomados sean devueltos al propietario.

No obstante, en el caso de haber habido sentencia condenatoria, no se hará la


restitución sino justificándose por el propietario, que el condenado dejó pasar los
términos del recurso de casación, o que, si usó de él, término el asunto
definitivamente.

Artículo 268.- Las demandas de daños e intereses, formuladas por el acusado


contra los denunciantes, o la parte civil, o por ésta contra el acusado o condenado,
se resolverán por el mismo Juez.
La parte civil formulará su demanda sobre "daños e intereses, antes de la sentencia;
cefrado el debate, no habrá lugar a la demanda.

La misma disposición comprende al acusado, si tuvo conocimiento de su


denunciante; en el caso en que el acusado no hubiera tenido conocimiento de su
denunciante, sino después de la sentencia, estará obligado a presentar su demanda
al mismo Juez; y de no hacerlo, dentro de 30 días, quedará su acción extinguida.

Con respecto a los terceros que no hubieren tenido parte en el proceso, estas
demandas se dirigirán al Juez competente.

La Jurisprudencia de la Corte Suprema ha establecido claramente los siguientes


aspectos:

a) La indemnización sólo procede en caso de que hubiera declaración absoluta


de inocencia; no cuando se ha tratado simplemente de una absolución por
insuficiencia de pruebas (Gaceta Judicial, No. 314, pág. 2092). Es de censurar que
nuestros tribunales hayan tomado la mala costumbre, casi universalmente seguida,
de dictar sentencia simplemente absolutoria, aun en casos en que la inocencia sea
patente a través de las pruebas aportadas en juicio.

b) De acuerdo al artículo 264 del Procedimiento Criminal, el acusado absuelto


puede reclamar daños y perjuicios sólo cuando ha habido calumnia; pero no cuando
ha surgido simplemente alguna causa de impunidad, por ejemplo, la prescripción
(Gaceta Judicial No. 567 pág. 16),

5.- EL ERROR JUDICIAL. CAUSAS Y RESPONSABILIDADES. El error judicial es


la situación de condena de un inocente por causas de interpretación errónea, de los
medios de prueba, descubriéndose el error cuando ya está cumplida la sentencia o
se la está cumpliendo.

La historia judicial nos enseña muchos casos de errores judiciales, algunos de ellos
irreparables como, por ejemplo, cuando se aplica la pena de muerte; por ello la
mayor parte de los códigos modernos contemplan esta figura y dan medios para
repararla.
La sistemática penal discute si el error judicial es materia penal sustantiva o
procesal. En el fondo del examen de su naturaleza podemos decir que atañe a
ambos; al Derecho Penal porque este sienta el principio y al Derecho Procesal
porque es el producto de la apreciación errónea de la prueba.

¿Qué causas pueden determinar la apreciación errónea de la prueba?

Las causas que conducen al error judicial por falsa- apreciación de la prueba son
varias:

a) Errores de identificación del sujeto activo por la víctima;

b) Error o alteración de la confesión;

c) Equivocación, de buena o mala fe, de los testigos;

d) Declaración indagatoria errada o confusa;

e) Defectuosa identificación del delincuente por los encargados de la


investigación;

f) Problemas propios de la psicología del testimonio;

g) Otras causas.

Fundamento de la indemnización en caso de errores judiciales. En el Derecho


Administrativo antiguo se conceptuaba al Estado como irresponsable de sus actos,
es decir que si en la actuación de los órganos estatales, se perjudicaba o lesionaba
a los particulares, el Estado no reparaba el daño causado; esta es la "teoría del
Estado absoluto". Se estimaba que el Estado no podía equivocarse y si existía un
error (error judicial) se tenía que aceptar y soportar como un gravamen más o como
un fruto de la mala suerte.

Hoy, esta teoría ha sido superada en todos sus aspectos; a Estado se lo conceptúa
como persona jurídica responsable de todos sus actos y si a través de sus
organismos, se equivoca lesionando a terceros, los debe indemnizar, pues no es
aceptado el divorcio del Estado y de los órganos que lo representan; el Estado actúa
a través de tales órganos, al aplicar la ley, ejerce un derecho con el cual no se debe
perjudicar a otros; pero si lo hace, el Estado debe responder.

A la luz de esta concepción, del Estado persona jurídica, se admite que el error
judicial es producto de la equivocación del juzgador, representante y órgano del
Estado. A estas equivocaciones puede llegar el Juez como hemos dicho, por
defectos de apreciación de la prueba, por la prueba en sí misma que no ofrece
seguridad para la formación del criterio, por el error del testigo o de la víctima misma.

Con referencia a la responsabilidad que extraña el error judicial, hay que distinguir
si el error es por culpa del Juez, en cuyo caso él es el que responde; si se encuentra
en imposibilidad económica para responder del daño causado por el error judicial,
se propone la creación de cajas por el Estado, de la Caja Judicial de
Indemnizaciones Legales, debido a que el, error judicial debe ser indemnizado de
modo análogo al que se hace con la víctima del delito.

Entre las legislaciones modernas que se refieren, al error judicial y a su


indemnización tenemos el Proyecto Oficial del Código Penal del Dr. Manuel López
Rey Arrojo, que contempla las siguientes disposiciones.

Artículo 109.- (Indemnización).

El condenado por error judicial, tendrá derecho a una indemnización por parte del
Estado, por los perjuicios materiales y morales sufridos, sin perjuicio de las
responsabilidades a que hubiere lugar.

En la sentencia en que se declare su inocencia, se decretará también su


rehabilitación, reintegración y restitución de todo aquello que, por razón de la
errónea condena hubiere sido privado, salvo los derechos de tercero adquiridos de
buena fe.

Dicha sentencia se publicará en el periódico oficial y en los más importantes de las


capitales de Departamento a costa del Estado.

Artículo 111.- (Caja Judicial de Indemnizaciones Legales). Para la satisfacción de


las anteriores indemnizaciones, se creará la Caja Judicial de Indemnizaciones
Legales, cuyos fondos se constituirán con el importe de una, estampilla o sello
judicial que con carácter obligatorio y en la cuantía que se determine, se adherirá a
toda demanda, denuncia o querella; con el veinte por ciento de toda multa que se
imponga en aplicación de este Código; con las aportaciones señaladas por las leyes
y con las voluntariamente hechas por los particulares.

La administración de dicha Caja, dependerá directa y exclusivamente de la Corte


Suprema, de Justicia que dictará el oportuno reglamento por el que se regirá la
referida Caja, y al frente de ella se hallará un funcionario judicial con categoría de
Magistrado.

Al respecto, el Anteproyecto de 1964, dice:

Art. 96 (Requisitos) El condenado a inhabilitación podrá pedir al juez de la causa,


dos años después de cumplidas todas las sanciones, su rehabilitación para recobrar
el uso y goce de los derechos y capacidades de que fue privado, previo
cumplimiento de los siguientes requisitos: 1o. Haber dado pruebas efectivas de
buena conducta, que hagan presumir su readaptación social. 2o. Haber satisfecho
la responsabilidad, civil.

Si el condenado estuviere comprendido en las previsiones de los artículos 43 y 82,


se duplicará el plazo señalado en el párrafo 1º.

Art. 95. (Indemnización a los inocentes) Toda persona que- después de haber sido
sometida a juicio criminal fuere declarada inocente, tendrá, derecho a la
indemnización de todos los daños y perjuicios que hubiere sufrido con motivo de
dicho juicio.

La indemnización la hará el acusador o denunciante, o el Juez si dolosamente o por


ignorancia o negligencia hubiere cooperado a la injusticia del juicio.

Si el juicio se hubiere seguido de oficio o por acusación fiscal o por intervención de


cualquier otro funcionario público, la indemnización se hará por el Juez, fiscal y
funcionarios que hubieren causado u ocasionado o cooperado en el juicio dolosa o
culposamente.
Art. 98 (Rehabilitación del inocente y del condenado por error judicial) El condenado
por error judicial y el inocente, merecerán en sentencia especial plena rehabilitación,
A esta sentencia se le dará la mayor publicidad.
QUINTA PARTE

DE LOS DELITOS EN ESPECIAL

CAPÍTULO XXXVI

DE LOS DELITOS EN PARTICULAR

1.- PROBLEMÁTICA DE LA PARTE ESPECIAL. Durante siglos, las disposiciones


penales fueron dadas fuera de toda clasificación. Sólo con la aparición de los
Códigos, que pretenden ser un todo ordenado y sistemático de preceptos relativos
a una materia y que, desde ese punto de vista, intentan superar a las meras
compilaciones anteriores, se presentó la necesidad de crear criterios de
clasificación, es decir, de división racional de las distintas partes que integran el
Derecho Penal y los Códigos de la misma materia.

Hoy, se acepta de manera universal la división del Derecho Penal en Parte General
y Parte Especial.

La Parte General contiene las disposiciones de aplicación común a los distintos tipos
de delitos. La Parte Especial es la que describe esos distintos tipos delictivos y
señala la sanción que ha de aplicarse a cada uno de ellos en particular.

Esta distinción es consecuencia necesaria del principio nullum crimen, nulla poena
sine praevia lege. No bastan las disposiciones de la Parte General para poder
caracterizar a una conducta como delictiva; es necesario que exista una descripción,
una definición detallada dé las conductas delictivas, como medio para distinguirlas
de las conductas jurídicamente lícitas.

Tal definición, para cumplir su función de garantía de los derechos personales, ha


de ser clara y precisa.

Como una reacción contra el principio nullum crimen, nulla poena sine praevia lege,
de manifiesto origen democrático y liberal, ciertas tendencias dictatoriales modernas
han combatido el carácter limitativo y de. garantía personal implícito en-la Parte
Especial. Un primer ataque a la misma ha aparecido con la aceptación de la
analogía que permite considerar como delictivas y sancionar conductas que no
están expresamente definidas como criminales en la Parte Especial, pero que se
parecen a las definidas: se obra ad exemplum legis, según era costumbre antes de
la Revolución Francesa.

La razón que se da para obrar de tal manera, según ya vimos, es fundamentalmente


ésta: El rígido respeto de las definiciones penales deja a la sociedad inerme frente
a muchas conductas dañinas y merecedoras de represión. La extensión de los tipos
penales, la necesidad de que éstos se tornen flexibles, ampliables a las urgencias
de los casos concretos es condición para defender a la colectividad de manera
eficaz.

Cuando se acepta la analogía, los poderes del juez se ensanchan


considerablemente. Él se vuelve, en cierto sentido, creador de delitos y de penas,
adquiriendo cierta independencia frente al legislador.

Dentro de esta tendencia, la posición extrema ha sido sostenida por el célebre jurista
soviético Krylenko que propiciaba lisa y llanamente la desaparición de la parte
especial.

Según Krylenko, la Parte Especial debía ser reemplazada por unas cuantas líneas
generales- capaces de dar lugar a la más amplia analogía, por listas "orientadoras
de acciones especialmente peligrosas, para que el juez pueda, según los ; principios
generales, condenar por cualquier acción socialmente peligrosa, aunque no sea
previsible por analogía en dichas listas, pero con la obligación de motivar
ampliamente las razones que lo hayan impulsado a declarar esa acción como
socialmente peligrosa" (cit. por Maggiore, III, p. 5).

El juez crearía tipos penales y sanciones como se ve, sin más obligación que la de
motivar su punto de vista.

2.- EL TIPO PENAL. SUS ELEMENTOS. En la Parte General, nos hemos referido
a lo que es el tipo penal. El mismo es una definición analítica de los elementos o
caracteres que constituyen un delito; no tiene un contenido simplemente lógico, sino
también valorativo.
Hay que considerar que la ley penal contiene dos preceptos: el precepto primario
es la definición del delito; el secundario, la determinación de la pena o sanción que
habrá de aplicarse.

La disposición legal sobre cada delito suele contener los siguientes elementos:

a) Sujeto del delito. Puede ser activo o pasivo.

El sujeto activo puede ser cualquier persona (delitos comunes), en cuyo caso la ley
hablará de "el que..." o "la persona que..." Puede ser necesario, otras veces, que el
sujeto reúna ciertas condiciones (delitos propios de funcionarios, de ciertos
profesionales, de la mujer encinta, etc.) En ciertos casos (cielitos colectivos) se
requiere que el sujeto activo sea plural.

El sujeto pasivo puede ser igualmente cualquier persona o sólo la que se halle en
ciertas condiciones. Por ejemplo, la mayoría de los delitos sexuales se pueden
cometer sólo contra una víctima del sexo femenino; el infanticidio por causa de
honor existe sólo cuando el neonato se halla dentro de los tres primeros días de
vida y tiene ciertos lazos de parentesco con el delincuente; ciertas conductas, para
ser delictivas, deben realizarse contra personas especiales (un funcionario público,
un representante diplomático extranjero, etc.).

b) Objeto de delito. El objeto jurídico o de protección generalmente se halla


establecido en el nombre o designación que le da a los títulos o capítulos; allí se
habla de delitos contra la vida, la integridad corporal, la honra, la tranquilidad, etc.

El objeto material o de ataque puede ser descrito con cierto detalle; por ejemplo,
para que exista; bofetada se requiere que el golpe se haya dado contra ciertas
partes del cuerpo.

c) La forma de conducta. El tipo determina si el delito supone acción u omisión;


uso de violencia o engaño; etc. A veces, es relevante el medio que se emplea, por
ejemplo, veneno; o alguna modalidad de la conducta, por ejemplo, actuar en
cuadrilla, con acechanza, de noche, en un templo o lugar público. El núcleo de la
conducta criminal se expresa, directa o indirectamente, con un verbo: matar, injuriar,
malversar, etc.
d) El resultado que también es descrito cuando es relevante; por ejemplo, en la
duración de las heridas o en los delitos preterintencionales.

e) Las circunstancias especiales, es decir, aquellas que deben ser tomadas en


cuenta fuera de las circunstancias generales. Por ejemplo, nuestro Código
establece circunstancias agravantes y atenuantes especiales en el delito de robo
(arts. 609 y 628).

f) Los aspectos subjetivos, entre los cuales se hallan los denominados elementos
subjetivos del injusto, la forma de culpabilidad -hay delitos dolosos o culposos y que
son definidos como tales-, el dolo específico, etc.

g) La sanción que comprende todas las consecuencias del delito incluyendo la


satisfacción del daño civil que, en virtud del artículo 261 del Procedimiento
Criminal.es una pena dentro de nuestro ordenamiento jurídico.

3.- CLASIFICACION DE LOS DELITOS. Desde un punto de vista práctico, el


problema de la clasificación de los delitos es resuelto por la legislación vigente.

Pero no carece de importancia la consideración de este asunto desde el punto de


vista doctrinal y de jure condendo. Tal, por ejemplo, lo que sucede con la legítima
defensa en nuestro actual código; su ubicación entre los delitos contra la vida trae
innecesarias complicaciones que tienen que ser salvadas en una nueva legislación.

Para establecer una clasificación y distribución del articulado de un Código -aquí,


ese es el objetivo buscado- hay que cumplir dos condiciones esenciales: 1) Definir
debidamente el tipo penal. 2) Colocarlo luego de manera sistemática, racional, entre
los demás tipos penales.

El cumplimiento de estas condiciones servirá para que se cumplan mejor los


objetivos del Derecho positivo. La creación de tipos penales y su clasificación no
deben tomar en cuenta sólo las exigencias lógicas doctrinales sino también las
necesidades prácticas, la realidad a la que la ley ha de aplicarse. Muchas veces,
una palabra dudosa, la colocación de un artículo en cierto lugar más que en otro,
son suficientes para que surjan dificultades en la aplicación de un Código.
En cuanto a la primera condición, relativa al tipo, éste debe ser definido de modo
claro y preciso. Debe ser claro en cuanto a sus elementos constitutivos, en cuanto
a sus caracteres o notas y, por tanto, en su lenguaje. Debe ser preciso, es decir,
sus límites han de estar bien determinados, de modo que se pueda establecer
cuáles son las conductas que quedan dentro del alcance del tipo y cuáles quedan
fuera; un tipo no bien delimitado se presta a confusiones. Las disposiciones, por otro
lado, a fin de ser realistas, aplicables al tiempo y lugar en que están llamadas a
tener vigencia, han de implicar un verdadero compromiso, no siempre fácil de
alcanzar. Entre los elementos que hay que tomar en cuenta en ese compromiso
están: las necesidades de la fría definición lógica, la axiología que juzga delitos y
penas conforme a ciertos valores, la evolución histórico-cultural que da los
fundamentos reales, la experiencia existente en cada tiempo y lugar, la prudencia
con que hay que concluir si ciertas conductas es conveniente que sean
consideradas delictivas y las sanciones que sean las más aptas para cumplir la
función de prevención general y especial.

En cuanto a la clasificación o sistematización; varios son los criterios tomados en


cuenta a lo largo de la historia; algunos de ellos han sido ya dejados de lado. Hoy
mismo, en la doctrina y en la práctica legislativa, hay discrepancias.

Sin embargo, la tendencia general toma cada vez más en cuenta la naturaleza del
bien jurídico vulnerado por la conducta delictiva, como principal criterio rector. En
tal sentido, se agrupan los delitos contra la vida, contra la administración de justicia,
la honestidad, la propiedad, etc.

Este criterio se combina con otros dos que sirven para las distribuciones mayores
de la materia propia de la Parte Especial del Derecho Penal: El criterio del sujeto
pasivo y de la gravedad del delito.

Se considera el sujeto pasivo que recibe directamente el daño del delito. Así
tenemos, por un lado, delitos contra el Estado o la comunidad no es este el lugar en
que nos ocuparemos de las designaciones más apropiadas- tales como la sedición,
la malversación de fondos públicos, etc.; por otro lado, delitos contra los
particulares, como la calumnia, el homicidio, la violación, etc. Más arriba
advertíamos que se toma en cuenta el sujeto directamente dañado por el delito, ya
que indirectamente, el Derecho Penal siempre vela por los intereses sociales; por
algo él tiene carácter público. Los Códigos varían en cuanto a cuál de ambas
categorías es puesta antes que la otra.

El criterio de la gravedad de las infracciones penales es también tomando en cuenta


por los legisladores para hacer las grandes divisiones dentro de los Códigos. En tal
sentido, se reparten por un lado los delitos y, por otro, las faltas o infracciones. Esta
división tiene inmediatas repercusiones sobre la competencia de los jueces que han
de conocer de cada tipo de infracciones.

Las otras clasificaciones de delitos, de las que dimos cuenta al tratar de la Parte
General no tienen repercusiones mayores en cuanto a la distribución sistemática
dentro de un cuerpo legislativo.

4.- SISTEMA DEL CÓDIGO PENAL VIGENTE. Aunque para su momento, nuestro
Código Penal significó un gran paso adelante, hoy deja mucho que desear frente a
los progresos alcanzados y que ya han sido incorporados en diversas legislaciones
extranjeras.

Los tipos penales se mueven dentro de dos extremos: la exuberancia de las


descripciones, lo que lleva a un casuismo exagerado, y las simples enunciaciones
que no definen nada y que crean graves dificultades prácticas; este último es el
caso, por ejemplo, del delito de abuso deshonesto (art. 419).

La Parte Especial no denominada así, desde luego, por nuestro Código- comprende
del artículo 115 al 695. Se halla dividida en dos libros, el Segundo y el Tercero (el
Primero corresponde a la Parte General de los códigos modernos).

El Libro Segundo se ocupa "de los Delitos contra el Estado" y abarca del artículo
115 al 478. El Libro Tercero trata "De los Delitos contra los Particulares" y abarca
del artículo 479 al 695; incluye, en los artículos finales, las disposiciones transitorias.

Cada Libro se divide en Títulos y éstos, en Capítulos.


El Anteproyecto de 1964 se divide en dos libros, el primero contiene la Parte General
y el Segundo, la Parte Especial, incluyendo un título sobre disposiciones transitorias.
Cada Libro se divide en títulos y éstos, en capítulos.

La Parte General consta de siete capítulos y 108 artículos. La Parte Especial tiene
XII títulos, al que hay que agregar uno final, sobre disposiciones transitorias. En
total, este libro abarca del Art. 109 al 363. Los artículos 364 y 365 contienen las
disposiciones finales de carácter transitorio.

El Anteproyecto empieza con los delitos contra él Estado y sigue con aquellos cuyo
sujeto pasivo directo es la persona particular. Su división sistemática está acorde
con los principios modernos e incluye bienes jurídicos configurados conforme a la
evolución alcanzada por el Derecho Penal.
CAPÍTULO XXXIX

DELITOS CONTRA LA CONSTITUCIÓN Y EL ORDEN POLÍTICO

DE LA REPÚBLICA

1.- ANÁLISIS DEL LIBRO SEGUNDO TÍTULO PRIMERO DEL CÓDIGO PENAL. El
Libro Segundo de nuestro Código Penal se refiere a los delitos contra el Estado; es
decir, se refiere a aquellas infracciones de las cuales es sujeto pasivo directo el
Estado. Los tipos penales incluidos en este Libro no corresponden, empero, íntegra
y precisamente a tal delimitación. Hay algunos delitos que dañan más bien a la
sociedad o comunidad; tal sucede en algunos casos de violaciones de secreto o en
la falsificación de documentos privados. Otros delitos dañan directamente a los
particulares, como sucede con los cometidos contra el pudor violación, abuso
deshonesto, seducción para los cuales la clasificación, entre los delitos contra el-
Estado resulta manifiestamente inadecuada.

Muchos de estos delitos son de tipo político.

El Título lo de este Libro se refiere a los delitos contra la Constitución y el orden


político de la República. Se divide en cuatro capítulos:

1) De los Delitos contra la libertad de la Nación;

2) Delitos contra el Presidente, Vicepresidente de la República y Ministros de


Estado;

3) Delitos contra la Religión del Estado y;

4) Delitos contra la libertad de los bolivianos.

El nombre de este Título es exagerado ya que, entre los delitos consignados no se


hallan todas las conductas que atentan contra la Constitución; se han tomado en
cuenta sólo algunas de las disposiciones que ésta contiene, sobre todo las relativas
al funcionamiento del gobierno en sus poderes Ejecutivo y Legislativo, a la religión
oficial del Estado y a la libertad que la Carta Magna garantiza a los habitantes del
territorio nacional no sólo a los bolivianos.
2.- DE LOS DELITOS CONTRA LA LIBERTAD DE LA NACIÓN. Tal es la
denominación del Capítulo 1o., Título 1o., Libro II del Código Penal. Como
enseguida se verá, no contempla en realidad delitos que atenten contra la libertad
de la Nación en cuanto tal, por lo que la designación del Capítulo puede
considerarse inadecuada.

a) Delitos contra la Constitución y la Forma de Gobierno. Se hallan consignados en


los artículos 115 y 116 del Código Penal.-Tienen en común los siguientes aspectos:

- Pueden ser cometidos por cualquier persona.

- Las conductas van contra la Constitución o la forma de gobierno, tratando de


trastornarlas o destruirlas.

- El tipo delictivo es definido como tentativa, pudiendo la sanción ser agravada en


caso de consumación del delito o aparición de delitos contra la seguridad interior
del Estado, contra la tranquilidad o el orden público.

- En la descripción existe un elemento especial: los actos, para ser delictivos, deben
tender DIRECTAMENTE a trastornar o destruir la Constitución o la forma de
gobierno que ella establece. Por tanto, no son delictivas las conductas que llevan
indirecta o mediatamente a ese objetivo.

La conducta con que se intenta este delito puede consistir en hechos o en palabras
escritas o pronunciadas oralmente.

Cuando el trastorno es intentado de hecho, la pena es de dos a seis años de


presidio. El autor, en vista de la redacción del artículo 27 de la Constitución ya no
puede ser considerado "traidor", como lo establecía el artículo 115 del Código Penal.
Esta última disposición determina que, si el delito es consumado, el autor sufrirá la
pena de muerte; tal sanción, característica general de nuestro código que reprime
con dureza los delitos contra el gobierno establecido no es aplicable en virtud del
recién mencionado artículo de la Constitución; se aplicará la ley de 3 de noviembre
de 1840 que establece la pena de 10 años de presidio.
Cuando la conducta no se manifiesta en hechos, sino en palabras, pronunciadas o
escritas, el delito es-sancionado con uno a cuatro años de prisión, Se agregarán
dos a seis años de expulsión del territorio nacional, cuando el delito "se cometiere
en discurso, sermón u otro escrito oficial dirigido al público, a alguna corporación o
a un funcionario público" (art. 116). Si, como resultado de estas palabras, se
produjere "rebelión, sedición, motín o alboroto popular, sufrirá la pena prescrita por
la ley contra los autores principales de esos delitos, según la clase a que
correspondan, siempre que ella sea mayor que las penas precedentes, las que se
aplicarán irremisiblemente si fuere aquélla menor" (art. 116).

b) Delitos contra las Cámaras Legislativas y sus Componentes. Estos delitos tienen
por sujeto pasivo a las Cámaras Legislativas en cuanto tales y a sus componentes,
cuando llevan a cabo las funciones de diputados o senadores.

- No convocatoria de las Cámaras. Este delito es propio; sólo puede ser cometido,
según lo establece el artículo 117, por el que hallándose encargado de la
administración pública del Estado..." Esta fórmula es sumamente vaga y, a nuestro
parecer, no puede ser entendida sino como comprendiendo a quienes, según la
Constitución, están facultados para convocar a sesiones ordinarias o extraordinarias
y, debiendo, no hacen la convocatoria.

Si analizamos la segunda parte del artículo 117, éste incluye también a "los que,
encargados por la Constitución de aconsejar el Presidente de la República, le den
dictamen evidentemente contrario a dicha Constitución". Como es patente, no se
trata de cualquier consejo, sino aquel que es determinado. por la Carta fundamental
y siempre que el consejo vaya precisamente contra ésta. La redacción de esta
segunda parte, tan general, inclina a pensar, pese a que se trata de un mismo
artículo, que aquella no se refiere sólo a los que aconsejan en materia de
convocatoria a sesiones de las Cámaras.

La pena correspondiente es de cuatro a diez años de prisión. El autor ya no es


considerado "traidor" ahora.
- Tentativa de disolver las Cámaras. Este delito es definido en el aspecto de
tentativa. Puede ser cometido por cualquier persona. La conducta debe estar
constituida por hechos directamente encaminados a disolver una o las dos
Cámaras, cuando se hallan reunidas en sesiones ordinarias o extraordinarias.

La pena es de cuatro a diez años de presidio. En caso de que él delito e consumare,


según el artículo 118 del Código Penal, la pena es la de muerte: estando ella abolida
por la Constitución, se aplicaran 10 años de presidió, conforme a la ley de 3 de
noviembre de 1840. La calificación penal de "traidor" ya no es aplicable al autor.

- Presiones indebidas contra las Cámaras y sus integrantes. Dentro de esta


designación general, caben diversas conductas y artículos del Código Penal.
Citaremos concretamente los siguientes casos contemplados:

1) "Todo funcionario público que se oponga al cumplimento del Decreto de


convocación de las Cámaras, expedido por las autoridades constitucionales o que,
encargado de su observancia en todo, o en parte, deje de cumplirle, o que impida
directa o indirectamente que alguno o algunos de los Diputados de las Cámaras se
presenten en ellas, o que les niegue los auxilios que para este efecto les concede
la ley, sufrirá una multa de ciento a quinientos pesos, sin perjuicio de otra pena, si
incurriere en caso que la tenga señalada" (art. 123).

2) "El que intentare entrar o entrare tumultiariamente y con armas al palacio, o


a la casa, donde se hallen reunidas las Cámaras, con el objeto de prender, maltratar
de obra, herir o matar a los diputados o a alguno de ellos, o con el de obligarlos por
la fuerza o por las amenazas de violencias a proponer, o dejar de proponer, a hacer
o dejar de hacer alguna ley, decreto o cualquier otro acto, a levantar, prorrogar o
suspender la sesión, será condenado a muerte como traidor" (art. 119). Nótenselos
siguientes aspectos: este artículo equipara la mera tentativa al delito consumado lo
que resulta- sobre todo supuesta la primitiva pena de muerte- exagerado, ya que,
por ejemplo, la tentativa de herir a un diputado, equivaldría a darle muerte; por otra
parte, según la ya mencionada ley de 1840, la pena actual es de diez años de
presidio.
3) "El que usare de violencia o de amenazas contra la libertad de opinar y de
votar de cualquier miembro de las Cámaras o el que le persiga en cualquier tiempo
por sus opiniones emitidas dentro de la sala, en el ejercicio de sus funciones, sufrirá
la pena de un año "a dos de prisión" (art. 120). Esta disposición concuerda con el
artículo 51 de la Constitución, que dice: "Los senadores y diputados son inviolables
en todo tiempo, por las opiniones que emitan en-el ejercicio de sus funciones".

- Insultos y falta de respeto a las Cámaras. Los delitos abajo configurados tienden
a garantizar al Poder Legislativo respetabilidad contra ciertos ataques y tranquilidad
para realizar su trabajo. La protección penal se extiende más allá de los ataques de
hecho y las amenazas que tienden a impedir o torcer las funciones legislativas.

Las disposiciones contenidas en nuestro Código Penal son las siguientes:

Art. 121.- "El que insulte o injurie a alguna de las Cámaras, o al Congreso, de alguno
de los modos expresados en el artículo 137, sufrirá las penas designadas en él, en
los casos-respectivos".

Art. 129.- "Cualquiera persona que falta al respeto de las Cámaras, o que turbe el
orden y tranquilidad de sus sesiones, será castigada con un arresto de quince días
o dos meses, si la falta fuera leve, y con una prisión de uno a tres años, si fuere
escandalosa o más grave, sin perjuicio de que el presidente de la Cámara o de las
Cámaras, pueda decretar por sí el arresto del delincuente, poniéndole a disposición
del juez competente, dentro de las veinticuatro horas. Los diputados a las Cámaras,
si incurrieren en este delito, serán castigados conforme a su reglamento interior".

Art. 131.- "Toda persona de cualquier clase que se presentare con-, armas en el
edificio en que celebraren sus sesiones las Cámaras y las juntas electorales, será
expelida en el acto y sufrirá uno a dos años de arresto. Exceptúanse de la
disposición de este artículo los que se hallen en el servicio de la guardia del
Congreso, de alguna de las Cámaras". En cuanto al caso de las juntas electorales»
véase lo que luego se dirá, al tratar de los delitos electorales.

- Desconocimiento de algunas facultades de los Poderes del Estado. La


Constitución y las leyes atribuyen ciertas facultades al Poder Ejecutivo, al Poder
Legislativo y a sus Cámaras componentes; dada la importancia de tales facultades,
su desconocimiento es delito aunque, como se verá, él se produzca de manera
indirecta, sea no dando parte de algo que tales Poderes deben conocer, sea
acudiendo a otras personas o entidades que no tienen tales facultades.

Al respecto, el Código contiene los siguientes artículos.

Art. 132.- "El boliviano o extranjero, que habiendo recibido bulas, breves o rescriptos
pontificios, no los presentare inmediatamente al gobierno, para los fines expresados
en la Constitución, sufrirá de dos a seis años de prisión, y si fuere funcionario
público, perderá además su empleo, Si se resistiere a la presentación de ellos,
después de haber sido requerido al efecto, por la autoridad competente, será
extrañado de la República; y si hubiere hecho uso de ellos antas de haberlos
presentado, sufrirá la misma pena".

Art. 133.- "Se exceptúan del artículo precedente, los breves expedidos por la
Penitenciaría de la Corte de Roma, como dirigidos al fuero interno".

Estos dos artículos eran consecuencia del Patronato que anteriores constituciones
reconocían al Estado. Han sido abolidos de manera tácita porque la Constitución de
1961 ha derogado el Patronato Eclesiástico.

Art. 134.- "El que- solicitase por sí o por interpuesta persona, ante otra autoridad
que no sea nacional, títulos, honores, beneficios, dignidades o cualesquiera otros
empleos o cargos o los admitiere sin las formalidades que requieren la Constitución
y las leyes para su opción y admisión, será extrañado de la República".

c) Delitos de Diputados Nacionales. Se trata de actos cometidos por miembros de


las dos Cámaras; por tanto, son delitos propios.

Los dos casos previstos por nuestra legislación penal se hallan contenidos en los
artículos 127 y 128 del Código.

Art. 127.- El Diputado a las Cámaras que, sin causa legítima, dejare de presentarse
a ellas a ejercer sus funciones en el día señalado por la Constitución, y el Diputado
que, sin igual causa, se retirase sin licencia de la Cámara a que pertenece, serán
declarados indignos de la confianza nacional.

Como es claro, bajo la designación de "diputado" se entiende a los componentes de


ambas Cámaras, es decir, la de Diputados y la de Senadores.

Art. 128.- "El diputado a las Cámaras que admitiere para sí, o solicitare para otro,
algún empleo o ascenso, no siendo de escala en su respectiva carrera, o alguna
pensión o condecoración, que provea el Poder Ejecutivo, perderá el empleo,
pensión o condecoración, será declarado indigno de la confianza nacional, y si se
hallare en ejercicio, será expelido de las Cámaras".

De este artículo, poco queda vigente, es decir, se aplicará a menos casos de los
primitivamente previstos ya que el ejercicio de ciertos cargos dependientes del
Poder Ejecutivo puede traer ahora sólo la suspensión de la función de representante
nacional, suspensión que no tiene ningún carácter punitivo, sino de simple utilidad
o conveniencia.

El artículo 128 del Código Penal ha de ser puesto en relación con los artículos 49 y
53 de la Constitución, que dicen:

Art. 49.- "Los senadores y diputados podrán ser designados Presiden te o


Vicepresidente de la República, Ministros de Estado o Agentes Diplomáticos,
quedando suspensos de sus funciones legislativas por el tiempo que desempeñen
aquellos cargos. Fuera de ellos, no podrán ejercer otros dependientes de los
Poderes Ejecutivo o Judicial".

Más afín con el Código Penal es lo dispuesto por el:

Art. 53.- Los senadores y diputados no podrán adquirir ni tomar en arrendamiento,


a su nombre o en el de tercero, bienes públicos, ni hacerse cargo de contratos de
obras o de aprovisionamiento, ni obtener concesiones u otra clase de ventajas
personales.
Tampoco podrán durante el período de su mandato, ser empleados de entidades
autárquicas, ni abogados de sociedades anónimas o de empresas privadas que
negocien con el Estado.

La contravención de estos preceptos importa pérdida del mandato, popular,


mediante resolución de la respectiva Cámara, conforme al artículo 59, atribución la
de esta Constitución.

d) Delitos contra el Presidente, Vicepresidente de la República y Ministros de


Estado. Se hallan previstos en el Capítulo 2o., Título 1 Libro II del Código Penal,
abarcando del artículo 135 al 138.

El sujeto activo de estos delitos es cualquier persona. Los sujetos pasivos pueden
ser el Presidente de la República, el Vicepresidente cuando desempeña las
funciones de aquél, los Ministros de Estado o el Presidente del Consejo de Estado,
cargo éste último que hoy ya no existe.

Las conductas delictivas que se pueden llevar a cabo son las siguientes:

- Tentativa, con actos directamente encaminados a alcanzar el fin buscado, de


prender a aquellos dignatarios, maltratarlos, herirlos o matarlos. La sanción es de
prisión de dos a seis años; si el delito se consuma, la sanción es de diez años de
presidio (art. 135).

- Tentativa de privar a esos dignatarios de su legítima autoridad, de sus


prerrogativas o facultades constitucionales. Sanción, de cuatro a seis años de
prisión; el delito consumado merece diez años de presidio (art. 136).

El considerar traidor al que cometa los delitos contemplados en los artículos


anteriores, ya no tienen razón ante lo dispuesto por el artículo 27 de la Constitución.

- Insultos, a sabiendas, dirigidos contra los dignatarios mencionados. Sanciones:


dos a seis años de prisión o reclusión, si las injurias son públicas; la mitad de tales
penas, si las injurias son privadas. "Si la injuria fuere a presencia de ellas o cometida
por medio de un libelo infamatorio, o en sermón o discurso al público, pronunciado
en sitio público, se aumentarán dos años de la pena correspondiente" (art. 137).
- El usar fraude o dolo para justificar la imposibilidad física o moral de esas
autoridades. Pena: diez años de prisión (art. 138).

El sistema de gobierno actual ha derogado tácitamente el delito consignado en la


segunda parte del art. 138, delito consistente en que los Ministros de Estado o el
Presidente del Consejo de Estado no entreguen el mando supremo al Presidente o
Vicepresidente legalmente electos y reconocidos por las Cámaras.

e) Delitos Electorales. Son los relativos a los comicios electorales. Las normas
respectivas tratan de proteger la corrección de fondo y forma de las elecciones, la
tranquilidad con que los actos correlativos deben efectuarse y asegurar el
cumplimiento de su deber de parte de los ciudadanos votantes y de ciertas
autoridades especiales.

Las disposiciones contenidas en el Código Penal- artículo 122, 123, 124, 125, 126,
130- han sido sustituidas por las nuevas que se hallan en la Ley Electoral, artículos
250 a 257 (Estatuto Electoral).

Esta Ley distingue entre faltas y delitos electorales y los reglamenta de la siguiente
manera:
SECCIÓN DÉCIMA

VIOLACIONES ELECTORALES

CAPÍTULO I

FALTAS ELECTORALES

ARTÍCULO 250.- Se impondrá multa de Bs. 1.000.- a Bs. 50.000.- a criterio del
juzgador, según el grado de cultura del infractor y su mayor conocimiento de los
deberes cívicos, en los siguientes casos:

1) A los que dejaron de inscribirse en el Registro Cívico respectivo en los casos


y términos establecidos por los artículos 94o y 103o del presente decreto; con
excepción de los mayores de 70 años, ausentes de la República e impedidos
legalmente.

2) A los que estando inscritos se abstuviesen de votar, salvo que prueben


hallarse comprendidos en alguno de los siguientes casos de exención:

a) Ser mayor de 70 años.

b) Encontrarse el día de la elección, a más de 45 kilómetros de su sección


electoral; por ausencia del país, cambio de domicilio después del cierre de
inscripciones, cumplimiento de comisiones en servicio del Estado u otras
circunstancias que a criterio del juzgador justifiquen la ausencia del elector.

c) Haber estado impedido de concurrir al acto electoral por enfermedad o fuerza


mayor.

3) A los que porten armas de cualquier clase contra lo dispuesto por los artículos
240, inciso 5) y 249, inciso 1).

4) A los que inciten, provoquen o realicen manifestaciones, reuniones o


propaganda política, infringiendo las disposiciones del artículo 248, inciso 3).

5) A quienes recusen infundadamente a las autoridades electorales.

6) A quienes falten al respeto debido a las autoridades electorales.


7) A quienes en el lapso de seis meses se afilien a más de un partido político
para los fines previstos en el inciso 1) del artículo 54, sin formular previamente
renuncia pública de su anterior afiliación.

8) A las autoridades electorales que, teniendo conocimiento de la comisión de


actos violatorios de la libertad y pureza del sufragio, no los denuncien
oportunamente para su juzgamiento.

9) A los electores que violen el secreto del sufragio en los casos 1), 2), 3) y 4)
del artículo 196.

Artículo 251.- Tal como dispone el artículo 248, inciso 1), queda terminantemente
prohibido en el día de la elección expender y, o consumir bebidas alcohólicas en
casas, tiendas, cantinas, hoteles, restaurants y cualquier otro establecimiento
público o particular, así como la realización de espectáculos públicos en general.

La infracción a estos casos se sancionará con una multa de Bs. 50.000.- a Bs.
500.000.-

Artículo 252.- Es indispensable la presentación del certificado de sufragio de la


última elección hasta tres meses después de su verificativo, para el desempeño de
cargos públicos, iniciación y prosecución de trámites y juicios ante toda clase de
autoridades y para el verificativo de operaciones bancarias en general, bajo las
sanciones previstas en el artículo 250.

A su vez, las autoridades y funcionarios que dieren paso a dichos trámites y juicios
u operaciones bancarias, sin exigir la previa presentación del certificado de sufragio
o del comprobante que justifique causa de impedimento legal o pago de la
respectiva multa, serán sancionados con la multa de Bs. 10.000.- a Bs. 50.000.
CAPÍTULO II

DELITOS ELECTORALES

Artículo 253.- Se impondrá una multa de Bs. 30.000.- a Bs. 100.00°- o reclusión de
seis meses a dos años, en los casos siguientes:

1) A los funcionarios encargados del Registro Cívico qué a sabiendas, alteren,


oculten o sustraigan los documentos relativos al Registro o expidan libretas a
personas que no les corresponden.

2) A los funcionarios electorales que no expidan con oportunidad las


credenciales de los delegados de partidos políticos o que se nieguen admitirlos,
impidiendo, por este medio, el ejercicio de las facultades que les acuerda el presente
decreto.

3) A los funcionarios públicos que, por actos u omisiones, motiven la irregular


constitución y funcionamiento de las mesas receptoras y escrutadoras de sufragios.

4) A los funcionarios electorales que rehúsen o demoren la expedición de


certificados, copias legalizadas y testimonios en los casos que señala este decreto.

5) A los funcionarios electorales que se nieguen sin motivo justificado, a


concurrir al ejercicio de sus funciones o que consientan inscripciones, votaciones o
escrutinios ilegales.

6) A los jueces o tribunales que no resolviesen los juicios o procedimientos


electorales con estricta sujeción al tenor de este decreto o demorasen
indefinidamente la resolución de ellos.

Artículo 254.- Se impondrá la pena de reclusión de uno a tres años, en los siguientes
casos:

1) A los funcionarios que a sabiendas presenten o hagan valer documentos


electorales alterados o apócrifos, así como a los que alteren o inutilicen los mismos.

2) A los funcionarios electorales que, por actos u omisiones en la preparación y


desarrollo de las elecciones, causen la nulidad de ellas.
3) A los funcionarios públicos cualquiera que sea su categoría, empleados, agentes
o encargados de Ja administración pública que, abusando de sus funciones,
directamente o por instrucciones impartidas a personas de su dependencia
jerárquica, intenten obtener los votos de los electores en favor de una candidatura
determinada o impulsen a los electores a no concurrir a la elección.

4) A los funcionarios que, por favorecer intereses políticos, redujeran a prisión a los
propagandistas, candidatos, delegados o afiliados dé un partido, pretextando delitos
o faltas que éstos no han cometido.

5) A los que instalen ilegalmente una mesa electoral para recibir votos o efectuar
escrutinios usurpando las funciones de los jurados de la misma o se apoderen de
las ánforas.

6) A los que asalten ánforas o promuevan desórdenes con la finalidad deliberada


de estorbar o impedir el desarrollo del acto plebiscitario o de evitar que se conozcan
los resultados electorales.

Articulo 255.- Se impondrá una multa de Bs. 30.000.- a Bs. 50.000.- a los que
ejecuten actos violatorios del presente decreto, tendentes a alterar el resultado de
una elección, no sancionados especialmente en este capítulo, cualesquiera que
sean los medios que se pongan en práctica.
CAPÍTULO III

DISPOSICIONES COMUNES

Artículo 256.- Si el responsable de las faltas y delitos electorales fuese funcionario


o empleado público, el juzgador le impondrá además de las sanciones previstas en
los dos-capítulos anteriores, las siguientes:

1) Suspensión del cargo público, de uno a tres meses, sin goce dé haberes e
inhabilitación por igual tiempo paira ejercer empleos dependientes del Estado,
cuando; la infracción estuviese comprendida en los casos que señalan los artículos
250, 251, 252 Y 255.

2) Suspensión: del cargo público de 3 a 6 meses, sin goce de haberes e


inhabilitación para desempeñar empleo fiscal por. igual tiempo, en el caso del
artículo 255 si el juzgador impone la sanción precuniaria.

3) Suspensión de los derechos de ciudadanía por el tiempo que dure la reclusión,


en los casos prescritos por los artículos 253 y 254.

Artículo 257.- Cprripleméntando el régimen procesal especificado en la. presente


sección, serán aplicables, en los juicios que se instruya por violaciones electorales,
las normas siguientes:

1) Para el juzgamiento dé las autoridades públicas electorales por, las violaciones


de que tratar, los capítulos I y II, no se requerirá, permiso o licencia previa de la
entidad, a, que pertenezcan, salvo en él, caso de los ciudadanos, que integren las
Cortes Electorales en representación de los Poderes Legislativo y Judicial.

2) La suspensión de la ciudadanía cuando concurran las circunstancias que señala


el inciso 3) del artículo 256, se hace extensiva a toda persona que sea condenada
a reclusión.

3) Los que por mandato del presente decreto sean sancionados con la suspensión;
de sus derechos de ciudadanía, se rehabilitarán por ministerio de la ley y sin
necesidad de la resolución del Senado, en el momento de cumplir la condena
impuesta.
4) En los casos-en que proceda el beneficio dé libertad provisional por faltas o
delitos electorales, la fianza se calificará necesariamente en el triple de la sanción
o de su equivalente calculado a razón de Bs. 1.000 por día de reclusión.

5) La acción para denunciar las violaciones electorales es de carácter público,


correspondiendo al denunciante el 50% de la multa, de cuya participación quedan
excluidas las autoridades públicas y electorales, así como los dirigentes nacionales
y departamentales de organismos políticos.

6) Toda persona a quien se imponga sanción pecuniaria deberá pagar la multa


dentro del término perentorio del tercero día de ejecutoriado el auto o, sentencia
condenatoria. En caso contrario la referida sanción se convertirá en pena de
reclusión, a cuyo efecto se tasará cada día de cárcel en Bs. 1.000.-

7) Las multas provenientes de las infracciones de este decreto, se depositarán en


el Banco Central de Bolivia en una cuenta que se, denominará "Multas electorales".
El reglamento interno, de los organismos electorales determinará la forma en que
se hará efectivo al denunciante el porcentaje que le reconoce el inciso 2) de este
artículo.

3) DELITOS CONTRA LA RELIGIÓN DEL ESTADO. Estos delitos han sido


derogados por la ley de 29 de agosto de T907. Se hallaban, hasta entonces.
Incluidos en el Capítulo 3º, Título lº, del Libro II, o sea, del artículo 139 al 142 del
Código Penal. Se castigaban distintas acciones, como las de conspirar para
reemplazar la religión del Estado, ultrajar los objetos del culto, Ta destrucción de los
mismos y atropellos a los actos religiosos.

En virtud de la ley arriba citada, ahora los actos punibles son los que pueden caer
dentro del Capítulo 6º, Título 3º, Libro II del Código Penal. Dicho capítulo se
denomina: "De los atentados contra las autoridades establecidas o contra los
funcionarios públicos cuando procedan como tales y de los que les usurpan o
impiden el libre ejercicio de sus funciones., o les compelen a ellas con fuerza o
amenazas"; ello demuestra que los delitos propiamente relativos a la religión han
sido derogados.
Sin embargo, puede considerarse que se ha ido demasiado lejos. En efecto, la
libertad de culto es consagrada por la Constitución y nada será más natural que el
garantizarla mediante disposiciones penales adecuadas; éstas deberán proteger el
legítimo ejercicio del culto, sobre todo de la religión oficialmente reconocida, y no
solamente el derecho que, fieles y no creyentes, tienen a la asociación o la
tranquilidad.

4.- DELITOS CONTRA LA LIBERTAD DE LOS BOLIVIANOS. Se hallan indicados


en el Capítulo IV, Título I del Libro II, comprendiendo los artículos 143 a 148.

El bien jurídico protegido son las libertades que la Constitución reconoce no a los
bolivianos solamente, sino a cuantos habitan el territorio nacional. Como se verá,
no se trata de todas-las libertades y derechos, pues algunos de ellos son
considerados en otras partes del Código Penal.

En general y a la luz de muchos casos prácticos de conocimiento público, puede


estimarse que las penas son sumamente suaves en relación con los derechos
personales que son violados, sobre todo cuando se produce una indebida privación
de libertad.

Como se observará, muchos de los delitos consignados en este capítulo son


propios, pueden ser cometidos sólo por funcionarios públicos o por ciertos
funcionarios públicos.

Los delitos previstos son los siguientes:

Contra la libertad de expresión y de acción. El artículo 143 dice:

"El que impidiere o coartare a algún boliviano al ejercicio de la facultad legítima que
tiene para hablar, escribir y hacer libremente todo aquello que no esté prohibido, o
se prohibiere por las leyes, o por legítima autoridad. con arreglo a ellas, y que no
ceda en perjuicio de obra persona, o que, aunque ceda, esté autorizado por la ley,
es violador de la libertad individual y sufrirá un arresto de dos días a dos meses. Si
el violador empleare para ello alguna fuerza o violencia, o abusare de autoridad
pública que esté ejerciendo, será castigado con arreglo al capítulo 4º, título 1º, libro
3º"
Sobre las detenciones indebidas. El artículo 144 dice:

"Son reos de atentado contra la libertad individual:

1º.- El funcionario público que sin ejercer autoridad judicial competente, impusiere
a alguno, cualquiera pena, fuera de los casos en que la ley le autorice expresamente
para ello.

2º.- El funcionario público, de cualquiera clase, que hiciere sufrir a un hombre alguna
pena, sin que haya sido oído y juzgado, según derecho por el tribunal competente
determinado con anterioridad por la ley, fuera de los casos del artículo 47 de este
Código.

3º.- El juez o magistrado, que aunque con autoridad competente para juzgar,
impusiere o hiciere sufrir a un hombre alguna pena que no esté señalada al delito
respectivo por la ley promulgada antes de su perpetración.

4º.- El juez o funcionario público de cualquiera clase que allanare la casa de un


hombre, no siendo en la forma y en los casos prescritos por la ley.

5º.- El Ministro de Estado que firme, el juez o cualquier otro funcionario público que
ejecute alguna orden del Presidente de la República, que prive a un individuo de su
libertad o le imponga por sí alguna pena fuera de los casos en que pueda decretarlo,
conforme a la Constitución.

6º.- El magistrado o juez que arreste o mande arrestar a un hombre sin observar lo
prevenido por la Constitución.

7º.- El Ministro de Estado que firme y el juez o cualquiera otra autoridad pública que
ejecute alguna orden del Presidente de la República para tomar la propiedad de
algún particular o corporación, o para turbarle en la posesión, uso y
aprovechamiento de ella, no siendo con arreglo a lo prescrito en la Constitución.

8º.- El funcionario público de cualquiera clase que pudiendo decretar el arresto o la


detención de una persona, la arresta o detiene en cárcel o custodia privada, excepto
en los casos en que no haya cárcel pública, o que no haya la correspondiente
seguridad en ella.
9º.- El funcionario público de cualquiera clase que mande privar o prive a un
individuo de alguna de las garantías o libertades que le concede la Constitución.

10º.- El funcionario público que por sí o por invitación de otra autoridad, provea auto
cabeza de proceso o proceda de cualquier otro modo criminalmente contra una
persona, que haya sido denunciada por culpa o delito público, sin que este garantida
la denuncia con arreglo a la ley.

11º.- El funcionario público que hiciere sufrir, permitiere, o tolerare que un reo sufra
alguna pena que no le hubiese sido impuesta por sentencia ejecutoriada.

- El que incurriere en alguno de los casos de este artículo, perderá su empleo y


quedará inhabilitado perpetuamente para obtener oficio o cargo alguno. Si
cometiere además prevaricación u otro delito, será castigado con las penas
señaladas a ellos.

- Existen causas de justificación que se hallan contenidas en el artículo 145:

Exceptúanse de la disposición del artículo precedente:

1º.- Los Ministros de Justicia, empleados en la Policía, y las partidas de persecución


de malhechores, cuando detengan alguna persona sospechosa para el solo efecto
de presentarla inmediatamente a los jueces.

2º.- Los Prefectos, Gobernadores y Corregidores, cuando ejerzan las atribuciones


que les concede la Constitución.

Cuando quien comete los anteriores delitos no es autoridad, se aplica el artículo


146:

"También es reo de atentado contra la libertad individual, el que sin ejercer autoridad
alguna arresta a una persona sin ser infraganti, o sin que preceda mandamiento del
juez por escrito, que se le notifique al tratado como delincuente. Cualquiera que
incurra en alguno de estos dos casos, sufrirá un arresto de diez a veinte días".

La detención con fines de mortificación, opresión, etc., se halla contemplada en el


artículo 147:
"Sin embargo de lo- que queda prevenido, el que dé propia autoridad y sin ejercer
alguna pública, arrestare o prendiere a alguna persona, no para presentarla a un
juez competente, o ponerla a disposición de éste en cárcel u otro sitio público, sino
para oprimirla, mortificarla, o detenerla en custodia privada, sufrirá la pena de uno
a seis meses de reclusión, sí la- prisión o detención de la persona no pasare de
ocho días, excediendo de este término y no pasando de treinta días, será la pena
de uno a tres años de reclusión, y siendo más larga el duplo de la misma pena.

El que a sabiendas proporcione el lugar para la detención o prisión privada, sufrirá


respectivamente las mismas penas; todo sin perjuicio de cualquiera otra en que
incurra por las demás circunstancias que mediaren. Si en la detención o prisión
privada se maltratare a la persona injustamente detenida por alguno de los medios
expresados en el capítulo 4o., título 1o., del libro 3o., se impondrán además al reo
las penas que allí se prescriben.

El delito de detención arbitraria se halla relacionado con los jueces, alcaides y otros
funcionarios que normalmente pueden ordenar o disponer la detención o libertad de
los individuos, pero que en el caso delictivo no ejercen esas funciones de manera
legal. La figura penal se halla establecida en el artículo 148, que dice:

Cométese delito de detención arbitraria:

1º.-Cuando el juez, arrestado un individuo, no le recibe su declaración indagatoria


en el acto mismo en que se ordene el arresto si fuere posible, y cuando no, dentro
del improrrogable término de cuarenta y ocho horas, y cuando dentro del mismo
término no manifiesta al tratado como reo la causa de su prisión y el nombre cíe su
acusador, si le hubiere.

2º.- El magistrado o Juez que organizada la sumaria deja de proveer el auto


motivado por más tiempo que, el que, en los casos respectivos, señala el Código de
Procederes.

3º.- Cuando le manda poner o permanecer en la cárcel en calidad de preso sin


proveer sobre ello auto motivado, de que se entregue copia al alcaide.
4º.- Cuando el alcaide sin recibir esta copia, e insertarla en el libro de presos, admite
alguno en calidad de tal o cuando sin orden escrita de autoridad competente reciba
en la cárcel algún hombre en clase de detenido o de arrestado, no siendo en los
casos exceptuados por la ley.

5º.- Cuando el juez manda poner en la cárcel a una persona que de fiador, en los
casos en que la ley no prohíbe expresamente que se admita la fianza.

6º.- Cuando no pone en libertad al preso bajo la fianza luego que en cualquier estado
de la causa aparezca que no deba imponérsele pena corporal.

7º.- Cuando en las visitas de cárcel prescritas por las leyes no visita todos los
presos, o cuando sabiéndolo, tolera que el alcaide los tenga privados de
comunicación sin orden judicial, o en calabozos subterráneos o malsanos, o con
prisiones que conduzcan a mortificarlos más allá de lo que exija su seguridad.

8º.- Cuando el mismo juez incurre en estos tres últimos casos.

9º.- Cuando el alcaide comete los delitos del caso 7o, de este artículo, u oculta algún
preso en las visitas de cárcel para que no se presente a ellas.

10º.- Cuando el funcionario público a quien la ley le autorice para dar libertad al que
sufra una detención arbitraria, o al que haya cumplido su condena no se la otorga
en el acto-de saber su detención,

El funcionario público que incurra en alguno de los casos de este artículo por
ignorancia o descuido, será suspenso de empleo de un mes a un año. Si incurriere
a sabiendas en alguno de los mismos casos, será suspenso de su empleo, sueldos
y honores de seis meses a dos años; y sufrirá un arresto por otro tanto tiempo y con
las mismas mortificaciones que sufrió injustamente el detenido,

5.- DISPOSICIONES COMUNES. Se hallan contenidas en los artículos 149 y 150.


El 149 se refiere a las infracciones intencionales contra otras disposiciones expresas
de la Constitución; en la segunda parte, define un delito culposo. Ese artículo dice:

"Además de los casos expresados en los cuatro capítulos que preceden, la persona
de cualquiera condición o clase que en algún otro punto contravenga con
conocimiento a disposición expresa y determinada de la Constitución, pagará- una
multa de diez pesos a ciento, o sufrirá un arresto de veinte días a un año. Si fuere
funcionario público, sufrirá además un año de suspensión de empleo y sueldo, o se
le impondrá la pena de prevaricación si incurriere en este delito. Si la contravención
del funcionario público procediere de descuido o de falta de instrucción, será la pena
únicamente de. dos a seis meses de suspensión de empleo y sueldo".

El 150 se refiere a dos casos en que la conjuración y la simple proposición


constituyen conducta punible. Dice así:

“La conjuración formada para cualquiera de los actos comprendidos como casos de
traición en los dos primeros capítulos de este título, si fuere seguida de alguna
tentativa, será castigada con la pena de dos a seis años de reclusión. La proposición
hecha y no aceptada para cualquiera de dichos actos, será castigada con la pena
de uno a dos años de reclusión, y dos más de sujeción a la vigilancia especial de
las autoridades”.
CAPÍTULO XL

DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD EXTERIOR DEL ESTADO

1.- CONCEPTO DE ESTOS DELITOS. El Título II del Libro II se refiere a los delitos
contra la seguridad exterior del Estado; tiene dos capítulos. El primero tocante a los
que comprometen la existencia de la Nación o exponen al Estado a los ataques de
una potencia extranjera; el segundo, sobre los delitos contra el Derecho de Gentes.

En ambos casos, se trata de la relación de un Estado con otros, no de peligros o


conmociones de alcance y origen puramente interior.

El legislador ha tomado en cuenta no sólo el daño efectivamente causado sino


también el peligro que se crea, aunque el mismo no llegue a manifestarse en una
lesión material.

2.- DE LOS QUE COMPROMETEN LA EXISTENCIA DE LA NACIÓN O EXPONEN


AL ESTADO A LOS ATAQUES DE UNA POTENCIA EXTRANJERA. Las
disposiciones del Código Penal -artículos 151 al 160- se hallan enmarcadas por lo
que establece la Constitución Política del Estado, cuyo artículo 27 dice: "No existe
la pena de muerte, la de infamia ni la de muerte civil. En los casos de asesinato,
parricidio y traición a la patria, se aplicará la pena de treinta años de presidio, sin
derecho a indulto. Se entiende por traición la complicidad con el enemigo durante el
estado de guerra extranjera o el espionaje en favor de otros países en tiempo de
paz, que ponga en grave peligro la seguridad del Estado".

El primer delito, el más grave de todos, contra la seguridad exterior del Estado, es
la traición.

A este respecto, dice Pacheco:

Traición y traidor vienen del latín traditio, traditor, nombres derivados del verbo
tradere, entregar. Naturalmente, pues, la traición lleva consigo la idea de una
entrega, de una deslealtad, de un quebrantamiento de fe y de confianza. De aquí
sus relaciones con la alevosía, de aquí su fácil extensión en varios y diferentes
sentidos. Mas el resultado de esa facilidad llegó a ser que, caminando de
inducciones en inducciones, de analogías en analogías, se llegase a atribuir el
nombre de traidor a delincuentes sumamente distintos. Nuestro Código de 1822
había llevado la confusión hasta el punto que exigía pronto remedio. Necesita base
retornar al origen y a la aplicación propia, aplicando un poco de severidad al uso de
tales palabras. Por eso, decimos que es digno de aprobación lo que en nuestro

Código se hace. De hoy más, no se llamarán traiciones sino a los crímenes que en
este capítulo se contienen, ni traidores sino a las personas "que los hubiesen
cometido" (II 57).

Recordemos que el Código- de 1822, al que Pacheco se refiere, es el inmediato y


directo precedente de nuestro Código Penal; no nos llame, por tanto, la atención el
que éste haya calificado de traidores, a delincuentes que en realidad no han
cometido lo que propiamente es traición. La amplitud que, a este término, se dio,
sirvió también en varias oportunidades con fines estrictamente políticos, para
denigrar a los gobernantes caídos. De ahí por qué, como en su momento lo hiciera
Pacheco, juzguemos loable el que haya sido la propia Constitución la que, para
evitar confusiones y abusos, haya tipificado el delito de traición y señalado la
sanción que se le ha de aplicar. Esta alabanza no se extiende, desde luego, a todo
el artículo 27 que antes citamos.

La definición contenida en la Constitución es, en todo caso, lo suficientemente


amplia como para dejar campo a que el Código Penal cite las conductas que pueden
constituir traición. Al mismo tiempo, habrá que tener en cuenta lo que establece el
Código Penal Militar en sus artículos 86 a 94. El artículo 27 de la Constitución
establece que la traición a la patria se comete con dos distintas conductas.

1) Mediante complicidad con el enemigo durante el estado de guerra extranjera.

2) Mediante espionaje realizado a favor de otros países, en tiempo de paz,


siempre que aquél sea apto para poner en grave peligro la seguridad del Estado.

Pasamos a considerar en detalle ambas figuras.

Comencemos advirtiendo que, según la descripción penal vigente, la traición no es


delito propio, que sólo puede cometer el boliviano. Esta limitación era natural dado
el concepto mismo de traición, pero se halla superada ahora. Desde luego, los
artículos del Código Penal tendrán que ser interpretados con cuidado ya que, en
algunos casos, para que la conducta sea delictiva, la condición de boliviano será
imprescindible, pero en otros casos no, pues, aunque se tratara de no boliviano, la
sanción aplicable será la correspondiente al traidor. Será el tipo penal, encuadrado
en las prescripciones constitucionales, el que resuelva cada caso.

No es suficiente, para que haya traición, cualquier tipo de entendimiento con el


enemigo exterior. Se usa la palabra complicidad que, evidentemente se refiere al
artículo 10o. de nuestro Código Penal; pero no sólo a las conductas allí
establecidas, sino a todas las otras que fuera de ese artículo, se hallan definidas de
modo especial en el Capítulo que consideramos ahora y en el correlativo del Código
Penal Militar. En segundo lugar, tal complicidad o entendimiento tiene que ser con
el enemigo, no con otros países neutrales o no beligerantes. En tercer lugar, tiene
que verificarse durante el tiempo de guerra extranjera; nuestra Constitución no exige
que tal guerra haya sido declarada conforme a las normas del Derecho
Internacional; habla sólo de "estado de guerra", es decir de una guerra que exista
de hecho, como sucedió, por ejemplo, durante buena parte de la contienda que
sostuvimos con el Paraguay.

El espionaje constituye, sin duda, una de las formas más conspicuas de traición a
la patria. Así lo ha entendido nuestro ordenamiento jurídico que, muchas veces,
define como constitutivas de traición conductas que son espionaje y otras que no lo
son.

El espionaje implica el transmitir informaciones sobre algo que no es conocido por


todos, que no es público. Las informaciones así dadas causan peligro para el país,
cuyo interés se halla en mantenerlas en reserva. Ese peligro puede ser grande
inclusive si se realiza en tiempo de paz y eso ha sido tomado en cuenta por nuestra
Constitución vigente. Ella establece dos condiciones para que sea aplicable su
artículo 27, es decir, para que se pueda hablar de traición y consiguientemente se
pueda imponer como pena la de 30 años de presidio.
Primera condición: que el espionaje se realice en favor de otros países. O sea,
ciertas indagaciones, revelaciones, etc., no serán traición cuando la información se
preste con fines internos, por ejemplo, para llevar a cabo una revolución; eso hay
que tomarlo en cuenta cuando se interpreten los diversos artículos del Código Penal
común y del Militar; en estos casos, cuando el espionaje no es a favor "de otros
países", se aplicarán las sanciones establecidas en los códigos mencionados y no
la de la Constitución.

Segunda condición: el peligro resultante debe ser grave para la seguridad del
Estado. Aun si prescindimos de la redacción poco feliz de esta parte del artículo
constitucional, todavía podemos hacer dos observaciones de fondo. 1) El colocar
sólo la palabra "grave" como toda guía, es dejar excesiva libertad a los jueces,
precisamente para aplicar la sanción más grave que existe en todo nuestro
ordenamiento jurídico. 2) Según este artículo, no hay necesidad de que el "grave
peligro" sea conscientemente buscado; ni siquiera se requiere que él sea previsible;
basta con que resulte del espionaje; en otras palabras, estamos aquí ante un caso
de responsabilidad objetiva poco justificable, teniendo en cuenta que se trata de la
sanción más grave y que este delito se pone en igual nivel que otros cometidos con
plena conciencia e intención.

De acuerdo a lo anteriormente dicho, hay que interpretar las disposiciones


contenidas en la legislación secundaria.

Los artículos correspondientes son los que siguen: Del Código Penal común:
CAPÍTULO I

DE LOS QUE COMPROMETEN LA EXISTENCIA DE LA NACIÓN O EXPONEN


AL ESTADO A LOS ATAQUES DE UNA POTENCIA EXTRANJERA

Art. 151.- "Todo boliviano que hallándose la Patria invadida o amenazada por
enemigos exteriores la abandonare sin licencia del Gobierno y huyere
cobardemente a buscar su propia seguridad en otro país, será declarado indigno,
del nombre boliviano".

Art. 152.- "Cualquier boliviano que, sin haberse naturalizado en país extranjero,
tomare las armas para servir en el ejército o armada de los enemigos, ayudarles y
hacer la guerra a su Patria, es traidor y sufrirá como tal la pena de muerte".

Art. 153.- "El boliviano que por medio de emisarios o de correspondencia, o por
cualquiera otra inteligencia, intriga o maquinación con alguna o algunas potencias
extranjeras, o con sus ministros, o agentes procurare excitarlas, inducirlas o
empeñarlas a emprender la guerra, cometer hostilidades contra Bolivia o sus
aliados, es también traidor, y sufrirá la pena de muerte. Sin embargo, si la excitación
no hubiere llegado a surtir efecto alguno al tiempo del juicio, será castigado el reo
con la pena de infamia, y la de dos a ocho años de presidio".

Art. 154.- "Es igualmente traidor y sufrirá la pena de muerte cualquier boliviano, que
por alguno de los medios expresados en el artículo precedente, comunicare a los
enemigos de Bolivia o de sus aliados, con el objeto de que hagan la guerra a ella o
a sus aliados o se aperciban para ella, o la continúen más ventajosamente, algún
plan, instrucción o cualesquiera avisos o noticias acerca de la situación política,
económica o militar de la Nación, o de sus "aliados, o suministrare, procurare o
facilitare a dichos enemigos recursos, auxilios, socorros, planes de fortificaciones,
puertos o arsenales o cualesquiera otros medios para los fines expresados. No se
comprende en este articulo la correspondencia que tuviere un boliviano con los
súbditos de una potencia enemiga sin ninguno de los designios crimínales que se
expresan en el mismo y en el precedente; pero, sin embargo, si el resultado de esta
correspondencia fuere el de suministrar a los enemigos algunas noticias
perjudiciales a Bolivia o a sus aliados, sufrirá el que la tuviere una prisión de uno a
cuatro años".

Art. 155.- "También es traidor y sufrirá la pena de muerte el boliviano que de hecho
o de consejo facilitare o procurare facilitar a los enemigos la entrada de sus tropas
en el territorio de Bolivia o en el de sus aliados, o promoviere los progresos de las
armas, enemigas contras las bolivianas, o aliadas de mar o tierra, o entregare o
procurare de hecho o de consejo que se entregue a los enemigos alguna ciudad,
pueblo, plaza de armas, castillo, fortaleza o puesto fortificado, arsenal, almacén,
parque, puerto, escuadra, buque o fábrica de municiones pertenecientes a la Nación
o a sus aliados. Lo dispuesto en este artículo debe entenderse, sin perjuicio de lo
que con respecto a los militares prescriban sus ordenanzas y reglamentos".

Art. 156.- "También es traidor y sufrirá la pena de muerte el boliviano que en tiempo
de guerra desertare o se pasare al enemigo, o hiciere que otros se deserten, o les
ayudare para ello a sabiendas".

Art. 157.- "Las disposiciones de los seis artículos precedentes comprenden en igual
forma a los extranjeros que se hallaren al servicio de Bolivia. aunque no hubieren
obtenido carta de naturaleza. El extranjero de cualquiera otra clase, que, hallándose
en Bolivia domiciliado o transeúnte en tiempo de guerra, cometiere alguno de los
delitos expresados en los cuatro artículos precedentes, aunque no sea considerado
traidor, sufrirá las penas establecidas por ellos en los casos respectivos".

Art. 158.- "Los que sirvieren de espías a los enemigos de Bolivia o de sus aliados,
sufrirán la pena, de muerte; y si los reos fueren bolivianos o estuvieren al servicio
de Bolivia, aunque sin carta de naturaleza, serán además considerados como
traidores. Iguales penas sufrirán respectivamente los que acogieren, ocultaren,
protegieren o auxiliaren voluntariamente a los espías del enemigo, sabiendo que lo
son, salvas las excepciones de los artículos 40 y 41".

Art. 159.- "Cualquier funcionario público, que, estando encargado por razón de su
oficio del depósito de planos o diseños de fortificaciones, puertos o arsenales,
entregare a sabiendas a alguno de los agentes de una potencia extranjera, aunque
sea neutral o aliada, o les descubriere el secreto de alguna negociación o expedición
de que se hallare instruido oficialmente por su ministerio, será declarado infame, y
condenado a prisión de cinco a diez años. Cualquiera otra persona no encargada
por razón de su oficio de dichos planos o diseños, o de los secretos expresados,
que por soborno, seducción, fraude, violencia, o por cualquier otro medio lograse
sustraer o descubrir alguno de ellos, e incurriere en el propio delito, será también
infame, y sufrirá la pena de cinco a ocho años de obras públicas".

Del Código Penal Militar -corrientemente aplicable en tiempo de guerra- los


siguientes artículos:
TÍTULO III

DE LOS DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD DE LA PATRIA

CAPÍTULO I

DE LOS DELITOS DE TRAICIÓN

Art. 86.- Se entiende por traición la complicidad con el enemigo durante el estado
de guerra internacional. Se supone que hay complicidad con el enemigo, en los
siguientes casos:

1º. Cuando se pide la anexión o se levanta en armas, para someter o entregar el


todo o una parte de la República al enemigo exterior.

2º. Cuando se incita a alguna Nación extranjera para que haga la guerra a la
República o se concierta con ella con el mismo objeto.

3º. Cuando se toma armas contra la República, formando en las filas del Ejército
enemigo.

4º. Cuando se deserta al frente del enemigo y se pasa a engrosar sus filas.

5º. Cuando se facilita la entrada de fuerzas enemigas al territorio nacional,


proporcionándoles voluntariamente cualesquiera recursos que sirvan para ese fin;
o favoreciendo la ocupación de una plaza o puesto militar, o la toma de almacenes
de guerra o de provisiones de víveres.

6º. Cuando se suministra a los enemigos, el Santo, el secreto de las operaciones o


negociaciones, planos, estado de las fuerzas u otros datos o noticias, que sirvan
para favorecer sus operaciones y perjudicar las del Ejército nacional.

7º. Cuando se sostiene correspondencia con los enemigos de la República, ya sea


directamente o por medio de otras personas, para favorecer sus operaciones.

8º. Cuando, se sirva de guía al enemigo en sus operaciones contra las fuerzas de
la República o de sus aliadas; o siendo guía de éstas, desviarlas maliciosamente
para entorpecer sus operaciones y, facilitar las de aquél.
9º. Cuando se impide o embaraza en cualquiera manera que las fuerzas de la
República en campaña, las poblaciones, fortalezas o puertos, reciban
oportunamente en tiempo de guerra, los contingentes o refuerzos de hombres y
demás auxilios que se les envía o necesiten, así como las noticias o documentos
que sean conducentes a la defensa nacional.

10º. Cuando se pone en libertad a los prisioneros de guerra con objeto de que
engrosen las filas del enemigo.

11º. Cuando se oculta, se hace ocultar o se favorece la evasión de los espías del
enemigo, sabiendo que lo son; o cuando se sirve también de espía de él, dentro del
territorio nacional o en los campamentos,

12º. Cuando se destruye o se inutiliza maliciosamente para entorpecer las


operaciones del Ejército nacional y facilitar las del enemigo, los caminos, vías
férreas, líneas telegráficas y sus aparatos; los canales, diques, puentes y obras de
defensa; las armas, municiones, víveres y cualquier otro material de guerra; salvo
que fuese por orden expresa o prevención anticipada del General en Jefe,
Comandante de fuerza independiente o del Jefe de una plaza sitiada, o para salvar
de una situación inminentemente peligrosa en que se pudiesen encontrar las
fuerzas o plazas.

13º. Cuando se intercepta, de acuerdo con el enemigo o para favorecer sus


operaciones, un convoy o correspondencia destinados para el Ejército, o se causa
maliciosamente cualquier avería que interrumpa el servicio en campaña.

14º. Cuando se toma parte en connivencias o maquinaciones, de acuerdo. con el


enemigo, o con objeto de favorecer sus operaciones para inducir o imponer al Jefe
de una plaza sitiada o bloqueada, o de un Ejército o fuerza cualquiera en campaña,
a arriar la bandera nacional, capitular, rendirse o retirarse.

Art. 87.- "El- militar que cometa alguno de los delitos comprendidos en el artículo
anterior, será castigado con la pena de muerte, previa degradación si fuese Jefe,
Oficial o Clase".
Art. 88.- "Los cómplices serán castigados con la pena de diez años de prisión militar,
y los encubridores con la rebaja de la cuarta o la tercera parte de la misma pena;
igualmente previa degradación, en el caso previsto en el artículo anterior".

DE LOS DELITOS DE ESPIONAJE E INSTIGACIÓN

Art. 89.- "Constituyen delitos de espionaje los siguientes:

1º. Introducirse clandestinamente o con disfraz, en tiempo de guerra en los


campamentos de las tropas que operen en campaña.

2º. Conducir comunicaciones, partes o pliegos del enemigo, no siendo obligado a


ello; y en caso de serlo, no entregarlo a las Autoridades o Jefes del Ejército, al
encontrarse en lugar seguro, o inutilizarlas u ocultarlas paira ponerlas a salvo.

3º. Practicar reconocimientos, levantar planos o croquis de las plazas, puestos


militares, arsenales o almacenes de Guerra, o en los campamentos de las tropas
en campaña, cualquiera que sea la forma en que se ejecuten: salvo la competente
autorización por escrito.

4º. Presentarse con carácter de parlamentario no siendo constituido en legal forma


por el enemigo, o cometer en desempeño de esa misión, alguno de los delitos
señalados en los incisos anteriores.

Art. 90.- "Los comprendidos en el artículo anterior serán castigados con la pena de
muerte".

Si el delito previsto en el inciso 3o. se cometiese en tiempo de paz, la pena será de


prisión militar en segundo grado.

Art. 91.- "Los cómplices o encubridores que acogieren, ocultaren o protegieren a los
espías, del enemigo, sabiendo que lo son, sufrirán iguales penas que éstos, salvo
lo dispuesto en el artículo 21".

Art. 92.- "Si de entre los prisioneros de guerra se tuviese conocimiento que alguno
algunos hubiesen desempeñado anteriormente el papel de espías, no serán
justiciables por ese delito, cualquiera que hubiese sido su gravedad e importancia".
Art. 93.- "Los militares enemigos que debidamente uniformados y de manera
ostensible, ejecutaren cualquiera de los actos expresados en los incisos lo. y 2o. del
artículo 89, que fuesen capturados, no serán considerados como espías sino como
prisioneros de guerra".

Art. 94.- "Será considerado como instigador o seductor, todo individuo que fuese
sorprendido o descubierto de haber incitado a los militares al abandono de las filas
del Ejército en campaña, o que se pasen a las del enemigo; de haberles
suministrado los medios para verificarlo, o de haber intentado o reclutado gente en
el territorio nacional, en favor de una nación con la que estuviese en guerra la
República".

Art. 95.- "Los autores de este delito, serán castigados con la pena de muerte.

Si el culpable fuese un militar del Ejército, será condenado además a la


degradación, en ambos casos".

Hay delitos que, sin constituir traición a la patria, ponen a ésta en peligro de ser
atacada por un país extranjero. Este posible ataque justifica el que se hable aquí de
delitos contra la seguridad exterior del Estado; sin embargo, el tipo penal se refiere,
como enseguida se verá, a medios empleados, que van contra las normas del
Derecho Internacional; por tal razón, estos delitos señalan el paso a los delitos
contra el Derecho de Gentes.

Al respecto, dice nuestro Código Penal en su artículo 160:

"El que sin conocimiento, influjo ni autorización del Gobierno cometiere hostilidades
contra alguna potencia extranjera, aliada o neutral, o contra los súbditos de alguna
de ellas, y expusiere al Estado por esta causa a sufrir una declaración de guerra, o
a que se hagan represalias contra bolivianos, será condenado a dar satisfacción
pública y a una prisión de uno a tres años, y pagará una multa igual a la cuarta parte
del valor de los daños que hubiere causado, todo sin perjuicio de cualquiera otra
pena que merezca por la violencia cometida. Si por efecto de dichas hostilidades
resultare inmediatamente, o al tiempo del juicio, una declaración de guerra; será
castigado el reo con la pena de cuatro a diez años de prisión.
2.- DELITOS CONTRA EL DERECHO DE GENTES. En este Capítulo II del Título
II, se prevén los delitos cometidos contra las normas del Derecho Internacional. Este
ha establecido ciertas prácticas universalmente adoptadas. Aunque su violación no
suponga la posibilidad de acudir a tribunales internacionales semejantes a los
nacionales, cada país civilizado se ocupa de castigar tales delitos a fin de garantizar
la pacífica y correcta convivencia entre los pueblos.

Entre los delitos previstos se hallan los que atenta contra el territorio v súbditos
extranjeros: contra sus representantes diplomáticos y sus prerrogativas; los
relativos a la violación de salvoconductos y armisticio; la entrega de un extranjero a
otro gobierno, fuera de los casos y los trámites señalados por los tratados
existentes.

Nuestro Código se refiere también a dos de los delitos hoy denominados


internacionales: La traía de esclavos y la piratería, Al considerar tales delitos, hay
que recordar que la esclavitud no existe en Bolivia, al tenor de los artículos 5 de la
Constitución y 109 del Código Penal. Por, otra parte, tanto por la evolución
producida como por la pérdida de nuestro acceso al mar, sólo de manera accidental
o derivada podrá nuestro código aplicarse por causa de piratería.

Los artículos en que son reglamentados estos delitos son los siguientes:
CAPÍTULO II

DE LOS DELITOS CONTRA EL DERECHO DE GENTES

Art. 1-61.- "El que atentare directamente y de hecho contra la vida de: un Ministro
extranjero, enviado cerca del Gobierno boliviano por una Corte extranjera, después,
de reconocido, y admitido, y sabiendo, el/carácter de su persona, será condenado
a prisión de cuatro a diez años. Si consumare el delito, sufrirá la pena de muerte".

Art. 162.- "El que cometiere alguna violencia, maltratamiento de obra, ultraje o injuria
contra las personas mencionadas en el artículo anterior, y con igual conocimiento,
sufrirá el máximo de la pena que merezca la violencia, maltratamiento, ultraje o
injuria., según las disposiciones comunes de este Código. Los delitos mencionados
en éste y en el artículo precedente, se reputarán como delitos comunes en los casos
en que los reos hubiesen-procedido sin conocimiento del carácter de dichas
personas".

Art. 163.- "Los ministros de justicia o cualesquiera funcionarios públicos que violaren
los derechos, prerrogativas o inmunidad real o personal reconocidos por las. leyes
de la República en los ministros públicos extranjeros, o en sus casas, familias o
comitiva, serán condenados a dar satisfacción, pública o privada, según haya sido,
la violación, y serán suspensos de empleo y sueldo por uno a tres años".

Art. 164.- "Cualquiera persona que violare el salvoconducto otorgado, en tiempo de


guerra por él, Gobierno a algún súbdito de la potencia o potencias enemigas o
neutrales, sufrirá una. prisión de tres meses a un año, y pagará una multa igual a
la, cuarta parte del valor de: los daños y perjuicios que causare, además de
cualquiera otra pena que merezca por la violencia cometida".

Art. 165.- "El que a sabiendas violare tregua o armisticio celebrado con el enemigo,
y publicado en forma, sufrirá una-prisión dé. seis meses a dos años y pagará una
multa igual a la cuarta parte del valor de los daños que hubiere causado, sin perjuicio
de cualquiera otra pena que merezca por la violencia cometida. Las propias penas
sufrirá el que violare en igual forma algún tratado de paz, de alianza o de comercio
vigente entre; Bolivia y cualquier otro Estado. Lo dispuesto en éste y en él,
precedente artículo, debe entenderse sin perjuicio de lo que con respecto a los
militares prescriban sus ordenanzas y reglamentos".

Art. 166.- Se comete piratería:

1º. Practicando en mar algún acto de depredación o de violencia contra los


bolivianos, o contra los súbditos de otra Nación con. quien Bolivia no esté en guerra;

2º. Abusando de la carta de corso legítimamente concedida para practicar algún


acto de depredación o de violencia, o cualesquiera hostilidades contra los navíos de
Bolivia o de otra Nación contra la que no se hubiese recibido autorización para
hostilizarla;

3º. Apoderándose de algún navío, o de lo que pertenece a su equipaje, por medio


de, fraude o de. violencia cometida contra su comandante;

4º. Entregando un navío a los piratas o enemigos, o lo que pertenecía a su


tripulación o equipaje;

5º. Oponiéndose con amenazas o con violencia a que el comandante o la tripulación


defienda el navío atacado por piratas o por el enemigo;

6º. Cometiendo un extranjero depredaciones o violencias contra los navíos


bolivianos en tiempo de. paz, o en tiempo de guerra sin la competente autorización;

7º. Cometiendo el comandante de una embarcación hostilidades contra los navíos,


de la República, o de otra. Nación bajo el pabellón o la bandera de otro Estado por
quien no ha, sido autorizado para cometerlas;

8º. Aceptando el boliviano carta de corso de un gobierno extranjero, sin competente


autorización del suyo;

9º. Navegando armada cualquiera embarcación sin pasaporte, sin matrícula del
equipaje u otro documento qué pruebe la legitimidad de su. viaje;

10º. Traficando el boliviano o, extranjero residente en la República con piratas


conocidos, suministrándoles cualquier auxilio o manteniendo con ellos inteligencia
que tenga por objeto perjudicar la paz;
11º. Navegando un comandante de navío armado con dos o más patentes de
diversas potencias;

Art. 167.- "Los, que cometan piratería de cualquiera de los modos ex-presados en
los números 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7, del artículo precedente, serán condenados a diez
años de presidio; el que la cometa del modo expresado en el número 8 de uno a
ocho años de la misma peña; el comandante de navío que se halle comprendido en
el 9. sufrirá de cuatro a diez años de presidio, y su tripulación de dos a ocho años
de la misma pena; y los que incurrieren en los casos de los números 10 y 11 serán
condenados de dos a diez años de presidio";

Art. 168.- Los piratas y los que en el mar o en las costas o puertos robaren o se
apropiará algunos efectos de buque extranjero, que haya naufragado o arribado con
a verías, serán castigados con diez años de presidio;

Art. 169.- "Los Ministros de Justicia, o-cualesquiera funcionarios públicos que sin
autorización legítima entraren de mano armada en territorio extranjero, aunque sea
con el fin de prender o perseguir a algún malhechor, súbdito de Bolivia, que se haya
refugiado en aquel país, sufrirán la pena de suspensión de empleo y sueldos por
uno a. tres años";

Art. 170.- "Todos los que delinquieren contra las personas, honrado propiedades de
los extranjeros domiciliados o transeúntes en Bolivia, serán castigados como si
delinquieren contra los bolivianos, aunque esté declarada la guerra contra la Nación
a que pertenezca el extranjero. Compréndase en esta disposición los prisioneros de
guerra, los cuales están igualmente bajo la protección de las leyes, salvo los
derechos de represalias, y lo que exija de las autoridades la seguridad pública";

Art. 171.- "El funcionario público de cualquiera clase que fuera de los casos y
términos prescritos en el artículo 109, entregare o hiciere entregar a otro Gobierno
la persona de un extranjero residente en Bolivia, sufrirá una prisión de uno a cuatro
años; pero si a la persona extregada se le impusiera la pena de muerte de resultas
de la entrega, el funcionario público que la hubiese hecho, será condenado a prisión
por cinco a diez años";
Art. 172.- "El funcionario público de cualquiera clase que entregare o hiciere
entregar a otro Gobierno, o un particular un esclavo asilado en Bolivia, o que
permitiere su venta, sufrirá de uno a cuatro años de prisión”;

Art. 173.- "El funcionario público que confiscare o secuestrare, o hiciere confiscar o
secuestrar la propiedad particular de un extranjero residente o no residente en
Bolivia, aunque sea a título de represalias en tiempo de guerra con la nación
respectiva, será suspendido de empleo y sueldo por uno a tres años; pero no se
entenderá esta disposición respecto de la confiscación o secuestro de las
propiedades pertenecientes al Gobierno que se halle en guerra con Bolivia, o a los
auxiliadores del mismo";

Art. 174.- "Los que por mar o por tierra introdujeren para venta esclavos en Bolivia,
sufrirán dos a cuatro años de reclusión, y una multa equivalente a la sexta parte del
valor de dichos esclavos, quedando libres éstos. Los que a sabiendas comprasen
esclavos de los así introducidos, sufrirán las mismas penas, quedando también
libres dichos esclavos;

3.- EL ANTEPROYECTO DE 1964.- El anteproyecto de 1964 trata de estos delitos


en el libro II, Título I-denominado "Delitos contra la seguridad del Estado"; Capítulos
I y IV.

En el capítulo I, denominado "Delitos contra la seguridad exterior del Estado", que


es correcto se incluyen las siguientes conductas: Traición (art. 109); sometimiento
total o parcial de la nación al dominio extranjero (art. 110); espionaje (art. 111);
introducción clandestina y posesión de medios de espionaje (art. 112); delitos
cometidos por extranjeros (art. 113); actos hostiles (art. 114); revelación de secretos
(art. 115); delito por culpa (art. 116); infidelidad en negocios del Estado (art. 117);
sabotaje (art. 118); incumplimiento de contratos de interés militar (art. 119); delitos
contra un Estado aliado (art. 120).

El capítulo IV se denomina "Delitos contra el Derecho Internacional" y se refiere a


las siguientes conductas:
Delitos contra jefes de Estado extranjeros (art. 135); violación de inmunidades (art.
136); violación de tratados, treguas, armisticios o salvoconductos (art. 137);
genocidio - un delito que ha sido resultado de la última guerra - (art. 138); piratería
(art. 139); entrega indebida de personas (art. 140); ultraje a la bandera, el escudo o
el himno de un Estado extranjero (art. 141).
CAPÍTULO XLI

DE LOS DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO Y

CONTRA LA TRANQUILIDAD Y ORDEN PÚBLICO

1.- NATURALEZA DE ESTOS DELITOS. Al Hablar, en el capítulo anterior, de los


delitos contra la seguridad exterior del Estado, notamos que ellos están constituidos
por conductas que ponen en peligro la existencia de él, su soberanía, su integridad;
se dirigen contra el Estado como tal y lo comprometen de una manera grave.

En cambio, en este capítulo, hemos de referirnos a los delitos que atenta contra la
seguridad interior del Estado. Se trata de conductas que van contra el gobierno,
contra las autoridades y sus facultades legítimas, contra la ejecución de las leyes.
Es decir, no van contra el Estado en cuanto tal. Se advierte que, teniendo en cuenta
este criterio, los delitos contra la Constitución y el orden político de la República
podrían, con criterio sistemático, haberse colocado en este lugar y no en el que
ahora ocupan; este traslado existe en muchos de los códigos modernos.

Este Título III se refiere también a los delitos contra la tranquilidad y el orden público.
Pacheco, al referirse a los delitos contra la seguridad interior del Estado, hace casi
un siglo, decía con criterio certero: "Los delitos contra la seguridad interior del
Estado no lo son, sin duda, contra la existencia de este, pero lo son contra su
manera de ser. El Estado en sí, el Estado respectivamente al mundo, ni muere ni
varía por la comisión de uno de estos crímenes; pero su situación íntima, doméstica,
si es permitido usar de esta palabra, se estremece, se compromete, puede
experimentar dolorosos trastornos y perjudicialísimas convulsiones. La Nación
continuará existiendo a pesar de ellos; pero podrá existir de otro modo. Aun tales, y
de tal consecuencia pueden ser estos hechos, que lleguen a afectar esa existencia
misma. Un país dominado por la anarquía, llega fácilmente hasta la pérdida de su
nacionalidad. Acordémonos de la desgraciada Polonia" (II, 115).

2.- DE LA REBELIÓN Y DEL ARMAMENTO ILEGAL DE TROPAS. Este delito, el


más gravemente sancionado de los que van contra la seguridad interior del Estado,
se halla configurado en el Capítulo 1 Título III, Libro II, artículos 175 a 180 de nuestro
Código Penal El capítulo da tanto la definición del delito como las categorías en que
deben distribuirse legalmente los que lo cometen.

Estas categorías, por depender de una disposición especial, se sobreponen, cuando


hubiera conflicto, a las derivadas de los conceptos que la Parte General de acerca
de autores, cómplices, fautores y auxiliadores, encubridores y receptadores.

El delito de rebelión tiene los siguientes caracteres:

1) El sujeto activo del delito es una porción más o menos numerosa de súbditos
de "la República"; o sea, se trata de un delito colectivo.

2) La conducta consiste en "el levantamiento o insurrección..."

3) Tal conducta se dirige "contra la patria o contra el gobierno legítimo de la


Nación".

4) Elemento subjetivo específico en quienes llevan a cabo la conducta: negar la


obediencia debida (a la patria y al gobierno legítimo) o procurando sustraerse de
ella. Este elemento puede darse por existente, cuando-se hace la guerra con las
armas contra la Patria y el gobierno legítimo.

Tanto por estos caracteres subjetivos como, por los objetivos, el delito de rebelión
es típicamente político. Es, además, formal; para su consumación basta con que se
den los caracteres definidos en el artículo 175; no es necesario que aparezca un
resultado material distinto de la conducta misma.

Como se trata de un delito colectivo, entre los autores existe una organización bien
planeada o que surge durante los hechos; los sujetos activos desempeñan distintas
funciones, más o menos directamente relacionadas con la consecución de los
objetivos buscados; más o menos importantes-para llegar ellos. Es decir, se
presentan distintas formas de participación, que son tomadas en cuenta para
determinar las sanciones. Nuestro Código Penal, desde este punto de vista,
distingue tres grupos de personas; al primero pertenecen los autores materiales e
intelectuales (que ahora no sufren pena de muerte, sino presidio dé diez años); al
segundo, los auxiliadores principales; al tercero, los no comprendidos en los dos
grupos anteriores y que han participado de manera secundaria.

Al respecto, dicen los artículos 176 a 179.

Art. 176.- "Los reos de rebelión, cuando se haya llegado a consumar ésta en
cualquiera de los casos sobredichos, se dividen en tres clases". CLASE PRIMERA

Art. 177.- A la clase primera corresponden como cabezas y reos principales:

1º. Los que hayan propuesto, promovido directamente, organizado o dirigido la


rebelión, o suministrado o proporcionado para hacerla voluntariamente y a
sabiendas, caudales, armas, víveres o municiones;

2º. Los que para la rebelión hayan sublevado algún cuerpo de tropas o cuadrillas de
gentes arreadas, o alguna tripulación de buque, o algún pueblo o distrito, o hayan
sobornado, seducido u obligado a unos u otros para el mismo fin, o que para el
mismo objeto tocaren o hicieren tocar campana, arrebato o generala, llamada u otro
toque de guerra;

3º. Los que para proteger y fomentar la rebelión hayan usurpado el mando de algún
cuerpo de tropas, de algún pueblo o distrito, de algún puerto, fortaleza o buque; y
los que, teniendo legítimamente el mando de alguna de estas cosas, abusaren de
él para unirse con los rebeldes, o entregarse a ellos;

4º. Los que de cualquier otro modo comandaren como jefes algún pueblo, cuerpo
de tropas, tripulación de buque o cuadrilla de rebeldes: no entendiéndose por jefes
los que de capitán inclusive abajo ejerzan algún mando en los cuerpos de tropas, o
en las cuadrillas; a no ser que éstas obren con separación, en cuyo caso serán
siempre considerados como jefes los que tengan en ellas mando principal;

5º. Los funcionarios públicos y los eclesiásticos, seculares o regulares, que, con sus
exhortaciones, discursos o sermones pronunciados al pueblo, o con edictos, cartas
pastorales, bandos, proclamas u otros escritos oficiales hubiesen causado la
rebelión, o la fomentaren directamente después de acaecida, o excitaren del mismo
modo a continuarla;
6º. Los que fueren aprehendidos en el lugar mismo del delito haciendo resistencia
con armas. Los reos de esta primera clase son traidores, y sufrirán la pena de
muerte, perdiendo todos los auxilios suministrados". CLASE SEGUNDA

Art. 178.- Pertenecen a la segunda clase:

1º. Todos los que voluntariamente y a sabiendas hubiesen suministrado a los


rebeldes algún auxilio de dinero, víveres, armas o municiones, y que no estén
comprendidos en el párrafo lo del artículo anterior;

2º. Todos los que ejercieren alguna, autoridad o mando entre los rebeldes y que no
estén comprendidos en el párrafo 4º de dicho artículo;

3º. Cualesquiera otras personas, que además de las expresadas en el párrafo 5o


del mismo artículo, fomentaren directamente la rebelión, o excitaren del propio modo
a continuarla, o contribuyeren principalmente a ella con sus discursos, escritos,
sugestiones, amenazas o artificios;

4º. Todos log que voluntariamente y a sabiendas estuvieren de acuerdo con los
rebeldes, o les suministraren noticias o avisos para sus operaciones. Los reos de
esta segunda clase sufrirán la pena de dos a ocho años de prisión, perderán todos
los auxilios que hubiesen suministrado y quedarán sujetos a la vigilancia especial
de las autoridades por uno a cinco años. CLASE TERCERA

Art. 179.- "Pertenecen a la tercera clase todos los no comprendidos en las dos
primeras que hubieren tomado parte en la rebelión o levantamiento, o hubieren dado
voluntariamente y a sabiendas algún otro auxilio, o abrigo a los rebeldes. Los reos
de esta clase sufrirán la pena de uno a tres años de obras públicas, y la sujeción a
la vigilancia especial de las autoridades por igual tiempo, salvas las excepciones de
los artículos 40 y 41 con respecto a los auxiliadores, receptadores o encubridores".

El delito de armamento ilegal de tropas es cometido por "cualquiera que sin


legítimas facultades levantare o formare, o hiciere levantar o formar del nuevo algún
cuerpo de tropa armada, o pusiere o hiciere poner sobre las armas alguna de la
milicia nacional activa o local, o reclutare, o hiciere reclutar soldados o gentes para
que se armen, aunque no sea para cometer alguno de los delitos comprendidos en
este Código" (180). La pena es el destierro de dos a cuatro años; si se tratare de
funcionario público, perderá además sus empleos, sueldos y honores.

Sujeto de este delito no es colectivo; es un delito formal (no requiere la aparición de


un resultado material); es un delito político porque pone en peligro la seguridad
interior del Estado e implica usurpación de facultades que son poseídas sólo por las
autoridades legítimas.

3.- DE LA SEDICIÓN. Este delito, en sus distintas variedades y circunstancias, se


halla caracterizado en los artículos 181 al 189 del Código Penal.

Sus caracteres son los siguientes:

1) Es un delito colectivo pues consiste en el "levantamiento ilegal y tumultuario de


mayor parte de un cantón o distrito..." (art. 181); "el levantamiento ilegal y
tumultuario de un cuerpo de tropas, o de porción de gentes que por lo menos pasen
de cuarenta individuos" (art. 182). El delito es colectivo inclusive en el caso señalado
por el artículo 189, que dice:

"Si el levantamiento sedicioso no fuere de la mayor parte de un pueblo o distrito, o


no pasaren de cuarenta individuos los sublevados, se castigará a los reos con
arreglo a los artículos 218, 234, 248 y 256".

2) La conducta consiste en "el levantamiento ilegal y tumultuario...".

3) El elemento subjetivo especial no es el de "sustraerse dé la obediencia del


Gobierno Supremo de la Nación, sino de oponerse con armas o sin ellas a la
ejecución de alguna ley, acto de justicia, servicio legítimo o providencia de las
autoridades, o de atacar o resistir violentamente a éstas o a sus ministros o de hacer
daños a personas, o a propiedades públicas o particulares, o de trastornar o turbar
de cualquier otro modo y a la fuerza el orden público" (art. 181).

4) Es un delito formal, pues no se requiere la aparición de un resultado material.


Para evitar daños mayores, la ley concede a los sediciosos la posibilidad del
desistimiento, ante los requerimientos de la autoridad. Al respecto, dice el artículo
182, en su segunda parte: "Para que se tenga por consumada la sedición, es
necesario que los sediciosos insistan en su propósito, después de haber sido
requeridos por la autoridad pública, para que cedan".

Los reos de sedición consumada se dividen; como-los de rebelión, en tres clases.

La ley hace una distinción penando más la sedición en que diez o más personas se
presentan con armas-de fuego, acero o hierro y tienen por objetivo acciones
especialmente graves. Se atenúa la pena en un cuarto del total, cuando se usan
armas menos peligrosas; se reduce a la mitad, cuando no hay ese número de
personas que hayan hecho uso de estas armas.

Al respecto, dicen los artículos 184, 185, 186 y 187:

Art. 184.- "Los reos comprendidos en la primera clase, sufrirán la pena de cuatro a
ocho años de presidio, siempre que diez o más sediciosos se hayan presentado con
armas de fuego, acero o hierro, y que la sedición consumada haya tenido por objeto,
o por resultado inmediato cualquiera de los siguientes: 1º. Resistir la ejecución de
alguna ley, o de alguna providencia legítima del Gobierno Supremo. 2º. Matar, herir,
prender o maltratar de obra a alguna autoridad pública en el ejercicio, o por razón
de su ministerio. 3º. Asesinar, herir o forzar personas, talar campos, robar o saquear
propiedades, incendiar o destruir edificios. 4º. Allanar o escalar cárceles u otros
establecimientos públicos de corrección o castigo para poner en libertad a los
delincuentes, o para asesinarlos o herirlos, o para arrancarlos a la fuerza de manos
de la justicia".

Art. 185.- "Los reos de segunda clase en cualquiera de los casos del artículo
precedente, serán castigados con Ta pena de uno a seis años de obras públicas, y
los de tercera clase con una reclusión de. uno a cinco años".

Art. 186.- "En los demás casos de sedición consumada con armas, según los
artículos 181 y 182, los reos de la primera clase sufrirán la pena de cuatro a ocho
años de obras públicas; los de segunda la de uno a tres años de las mismas; y los
de tercera una reclusión de dos meses a dos años".

Art. 187.- "Si en la sedición consumada no se hubieren presentado con armas de


las sobredichas, diez o más sediciosos, sino con palo o piedra u otro instrumento a
propósito para hacer daño, se impondrá a todos una cuarta parte, menos de las
penas respectivamente señaladas; rebajándoseles otro tanto, si tampoco hubieren
hecho uso de estas armas en el número expresado".

El artículo 188 se refiere al caso en que una sola persona comete actos similares a
los propios de los sediciosos que actúan en grupo; entonces, ese delincuente es
también considerado sedicioso, si bien con pena atenuada; ésta puede agravarse
por el resultado si, como consecuencia de la Conducta de aquel, se produce motín,
tumulto o asonada. El mencionado artículo 188 dice:

"Sin embargo de lo que queda prevenido, cualquiera que levantare grito o diere voz,
o hiciere alguna tentativa para impedir la ejecución de la justicia en algún
delincuente, cuando la estuviere sufriendo, o fuere conducido a sufrirla, será
considerado como sedicioso y castigado con uno -a cuatro años de reclusión,
aunque no le acompañe ninguna otra persona; y si el grito, voz o tentativa causare
motín, tumulto o asonada, será castigado con doble pena, imponiéndose a los
demás reos sus cómplices, que también serán considerados como sediciosos, la
pena de uno a cuatro años de reclusión; todo sin perjuicio de las demás penas a
que se hagan acreedores por cualquiera otro delito que cometieren unos y otros. Si
se consumare el delito con la evasión del delincuente, cuyo castigo se hubiese
impedido, sufrirán el reo o reos de este delito la misma pena que hubiese sufrido
aquel, advirtiéndose que, si esta pena fuere la de muerte, no la sufrirá el sedicioso
sino en la forma ordinaria y común, sin calidad agravante".

Hay un caso especial de sedición que se halla contemplado en el artículo 4º,


segunda parte, de la Constitución, en referencia con el 194 del Código Penal.

La Constitución dice: "Art. 4º. Toda fuerza armada o reunión de personas que se
atribuye los derechos del pueblo, comete delito de sedición".

En concordancia, aunque refiriéndose a otros aspectos más, se halla en artículo


194 del Código Penal, que dice:

"Cualquiera persona o reunión de individuos que sin autorización hiciere peticiones


a nombre del pueblo, o se arrogare el título de pueblo soberano, o que de palabra
o por escrito, excitare directamente la rebelión o sedición, o. diere voz con igual
objeto en sitio público o de concurrencia, aunque no se haya llegado a verificar
alguno de estos delitos, será castigado con uno a tres años de reclusión. La misma
pena se aplicará respectivamente a los que propagaren o publicaren falsas noticias
políticas o militares, o funestos vaticinios, sabiendo la falsedad, y con el objeto de
excitar a la rebelión o sedición".

Disposiciones Comunes. Nuestro Código contiene algunas disposiciones aplicables


a los delitos de rebelión y sedición.

1) Proposición y conjuración. Es general que la proposición y la conjuración


simples, que no pasen de tales, no sean sancionadas; pero, en lo que toca a los
delitos contra la seguridad interior del Estado, dada la especial necesidad de
precautelarla, aun los primeros pasos en el camino del delito son sancionados. La
proposición simple, no aceptada, trae consigo la obligación de dar fianza; la
conjuración merece prisión de dos meses a dos años, debiéndose dar además
fianza de buena conducta (art. 195).

2) Requerimiento de dé" autoridades. Las autoridades deben requerir a los


rebeldes y sediciosos que depongan su actitud; las consecuencias son distintas
según ese requerimiento sea oído o no. Si los rebeldes o sediciosos se someten
absolutamente y pertenecen a la segunda o tercera categoría de delincuentes, sólo
quedarán sujetos a la vigilancia de las autoridades por dos años; si pertenecen a la
primera categoría, las sanciones son más graves, aunque siempre menores que en
caso, de persistir en su primer propósito; los reos de rebelión sufrirán entonces
prisión de seis meses a tres años, más dos años de sujeción a la vigilancia de las
autoridades; si se trata de sedición, la pena es de prisión de tres a dieciocho meses,
más un año de sujeción a la vigilancia de las autoridades (art. 192). Si rebeldes y
sediciosos no se someten, se aplica el artículo 193, que dice:

"Si hecho el requerimiento con arreglo a las leyes no desistieren los rebeldes o
sediciosos de su propósito, se podrá usar desde luego de las armas, y de todo el
rigor militar contra ellos y tratarlos como a enemigos públicos".
3) Casos especiales sobre las penas. Los culpables de rebelión y sedición, fuera
de las penas correspondientes a tales delitos, sufrirán las que correspondan a otros
delitos que hubieran cometido durante el levantamiento (art. 190). Además, los
promotores o cabezas de aquellos delitos responderán también, por los delitos que
cometan los otros rebeldes o sediciosos, a menos que éstos hubieran obrado por
su cuenta y que los promotores no tuvieran culpa alguna en ello (art. 191). Los
autores de delitos contra el Presidente, Vicepresidente de la República y Ministros
de Estado; los autores de delitos que comprometen la existencia de la Nación o la
exponen a los ataques de una potencia extranjera y los rebeldes o sediciosos,
cuando merezcan penas de presidio, prisión u obras públicas, sufrirán además
confinamiento por igual tiempo (art. 196).

4.- MOTINES O TUMULTOS, ASONADAS Y OTRAS CONMOCIONES


POPULARES. Estos son también delitos en su mayoría colectivos y cada vez de
menor gravedad con relación a los de rebelión y sedición. La cantidad de personas
que intervienen y los fines que ellas buscan, son determinantes de cada tipo penal.

El motín o tumulto se halla definido en el artículo 197, que dice:

Es motín o tumulto el movimiento insubordinado y reunión ilegal y turbulenta de una


gran parte de un cantón para exigir a la fuerza o con gritos insultos o amenazas,
que las autoridades o funcionarios públicos como tales otorguen o hagan, o dejen
de hacer alguna cosa justa o injusta, aunque sin llegar a ninguno de los casos-
expresados en los artículos 175, 181 y 182. También es motín o tumulto el
movimiento de una porción de gentes que por lo menos pase de cuarenta personas
mancomunadas para el mismo objeto 21.

La asonada es considerada en el artículo 198, que dice:

"Es asonada la reunión ilegal y movimiento bullicioso de un número de personas,


que por lo menos llegue a cuatro, mancomunadas y dirigidas con gritos, insultos o
amenazas, a turbar o embarazar alguna fiesta o acto público o hacer justicia por su
mano, a incomodar, injuriar o intimidar a otra u otras personas, u obligar por la fuerza
a alguna cosa, sea justa o injusta, o a causar de cualquier otro modo algún
escándalo o alborotó en el pueblo, aunque sin llegar a ninguno de los casos
expresados en los artículos 175, 181 y el precedente". También equivale a asonada
el motín cometido por un número de personas que pase de cuatro, pero no llegue a
cuarenta.

Para ambos delitos, valen las reglas, que se dieron en los casos de rebelión y
sedición, respecto al requerimiento de las autoridades y el sometimiento al mismo
o su rechazo. Pero hay variación en las penas; el artículo 206 dice:

"Si al primer requerimiento de la autoridad pública obedecieren, y se retiraren los


reunidos en el motín o asonada, sólo se impondrá a los cabezas un arresto de ocho
días a dos meses en caso de motín, o una multa de cinco a treinta pesos; y se
rebajará a la mitad esta pena en caso de asonada. Los demás reos no sufrirán pena
alguna por el delito de la asonada o motín, aunque serán castigados por cualquiera
otro que durante él hubieren cometido en particular".

En cuanto a categorías de delincuentes, sólo existen dos: los cabezas del motín o
tumulto y los demás participantes. Los artículos 200 y 201, dicen al respecto:

Art. 200.- "Los cabezas de motín o tumulto a saber: 1º. Los que lo hayan propuesto,
excitado o promovido, directamente, organizado o dirigido. 2º. Los que hayan
llevado la voz principado sobornado, seducido u obligado a otros para tomar parte
en él 3º. Los que para el motín o tumulto tocan o hicieren tocar campana, a rebato
o generala, llamada u otro toque, de guerra, sufrirán una reclusión de seis meses a
dos años, y quedarán sujetos por un año más a la vigilancia especial de las
autoridades, en el caso de que diez o más de los amotinados se hubieren
presentado con armas de fuego, acero o hierro".

Art. 201.- "Los demás reos del tumulto o motín en que diez o más se hubieren
presentado con dichas armas, sufrirán un arresto de quince días a cuatro meses, o
una multa de veinticinco a cien pesos".

El uso de armas de cierto tipo, tiene importancia en la determinación de la pena,


según los artículos 202 y 203:
Art. 202.- "En las asonadas en que cuatro o más individuos se hubieren presentado
con armas de las sobredichas, se castigará a los cabezas con uno a seis meses de
prisión o reclusión, y doble si fueren funcionarios públicos, o eclesiásticos seculares
o regulares. A los demás reos se les impondrá un arresto de cuatro días a un mes,
o una multa de dos a quince pesos".

Art. 203.- "Si no se hubieren presentado con armas de fuego, acero o hierro, diez o
más individuos en el motín, y cuatro o más en la asonada, se impondrá a todos una
cuarta parte, menos de las penas señaladas respectivamente en los tres últimos
artículos, rebajándoseles otro tanto si tampoco hubieren hecho uso de armas de
otra clase en el número expresado".

Cuando durante el motín y la asonada se cometieren otros delitos, se sufrirán


también las penas correspondientes a éstos, en condiciones semejantes a las
establecidas en los casos de rebelión y sedición (art. 205).

Cuando las pretensiones de los reos de motín 9 asonada son justas y regulares, tal
hecho será considerado como atenuante especial, pero nunca como eximente (art.
207).

El Código da un trato especial a la incitación para cometer estos delitos, según el


artículo 208, que dice:

"Cualquiera persona que de palabra o por escrito excitare directamente a cometer


alguno de los delitos de este capítulo, o diere voz con igual objeto en sitio público o
de concurrencia, o tocare o hiciere tocar con el mismo objeto campana arrebato,
aunque no se haya llegado a verificar el motín o asonada, sufrirá respectivamente
la mitad de las penas corporales prescritas en el artículo 206. Las mismas penas se
impondrán al que publicare o propagare falsas noticias o vaticinios sabiendo su
falsedad, y con el objeto de excitar un motín o asonada, o de espantar, o alarmar, o
seducir al pueblo".

Hay otras conmociones populares tomadas en cuenta por nuestra legislación


vigente, causadas por ciertas señales de alarma y por desórdenes en lugares donde
hay mucho público. Tales casos ya no son usuales o tendrán, en buena parte, que
ser considerados como simples faltas de Policía.

5.- FACCIONES Y PARCIALIDADES; CONFEDERACIONES Y REUNIONES


PROHIBIDAS. Estos delitos son aún menos graves que los anteriores; se hallan, en
algunos casos, tácitamente derogadas las disposiciones respectivas, por la libertad
de asociación y de culto actualmente existentes. Tal sucede, especialmente con los
artículos 212 y 2.13 del Código Penal.

Quedan vigentes, de manera especial, las disposiciones referentes a facciones y


las que tocan a reuniones secretas destinadas a tramar algo contrario a las leyes.
Pero en este último caso, como es obvio, quedarán exentas de penas las conductas
que tienen una causa de justificación; por ejemplo, las reuniones para tomar
acuerdo a fin de hacer derogar una ley; por otra parte, una adecuada interpretación
nos dice que tales reuniones secretas constituyen conjuración, cuanto más, actos
preparatorios; no pueden ser sancionados sino en cuanto pasos primeros para
cometer delitos.

En relación con lo anterior, nos dicen los artículos 211, 212, 215 y 216:

Art. 211.- "Los que por emulación, rivalidad, odio, ambición, avaricia, o espíritu de
venganza o de partido, celebraren entre sí algún concierto para armarse, o hacer
que otros se armen contra: algunas personas, o para conseguir por la fuerza que
domine alguna facción o. para lograr con igual violencia cualquiera otro objeto contra
el orden público, serán por este sólo hecho obligados a dar fianza de que
observarán una conducta pacífica, y los promotores o autores principales del
concierto, sufrirán además un arresto de cuatro días a tres meses. Si del concierto
resultare la perpetración de otro delito, se aplicará además la pena de éste. Si el
concierto fuere para causar alguna rebelión o sedición, o si siguiere alguna, tentativa
para cualquiera de estos delitos, se observará lo dispuesto en el artículo 195."

Art. 212.- "Los que son color de culto religioso formaren hermandades, cofradías u
otras corporaciones semejantes sin conocimiento y licencia del Gobierno, serán
obligados a disolverlas inmediatamente, y castigados con una multa de uno a treinta
pesos, o con un arresto de dos días a dos meses".

Art. 215.- "Es delito toda reunión secreta para tramar, preparar o ejecutar alguna
acción contraria a las leyes. Los individuos que en cualquiera de estos casos
resultaren haber entrado voluntariamente y a sabiendas en la reunión, serán
castigados por este solo hecho con un arresto de cuatro días a cuatro meses, o con
una multa de dos a-sesenta pesos".

Art. 216.- "Los jefes, directores ó promotores de la reunión sobredicha, y los que a
sabiendas y voluntariamente hubieren prestado para ello su casa o habitación,
sufrirán doble pena; todo sin perjuicio de que a unos y a otros se les impongan las
demás que merezcan por el delito que hubieren cometido".

6.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Contiene las disposiciones correlativas a las


tratadas anteriormente, en el capítulo II -denominado "Delitos contra la seguridad
interior del Estado"-, del título I, del Libro II.

Los artículos correspondientes, que eliminan la perjudicial tendencia al detalle del


Código actualmente vigente, se refieren a las siguientes conductas: Rebelión (art.
121); concesión de facultades extraordinarias (art. 122); sedición (art. 123);
atribuirse los derechos del pueblo (art. 124); disposición común a los delitos de
rebelión y sedición (art. 125); conspiración (art. 126); seducción de tropas (art. 127);
infracción al deber de resistencia, que las autoridades tienen ante los delitos
anteriores (art. 128); ultraje a los símbolos nacionales (art. 129).
CAPÍTULO XLII

DE LOS DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO Y

CONTRA LA TRANQUILIDAD Y ORDEN PÚBLICO

1.- RESISTENCIA CONTRA LAS LEYES Y ACTOS DE LAS AUTORIDADES. La


vigencia do la ley es condición para el mantenimiento del orden y tranquilidad
públicos y para que el Estado se halle seguro en lo interno. Pero no sólo hay que
tratar de la ley en abstracto, sino también de la ejecución v cumplimiento de ella a
través de los organismos y autoridades públicos: inútil seria hablar de cumplimiento
de la ley cuando las autoridades que la representan son desconocidas u
desobedecidas.

La parte del Código Penal que ahora estudiamos, tiende a sancionar las faltas
contra las leyes y autoridades, inclusive cuando no se llega a los extremos de la
rebelión, sedición, motín o asonada.

Prevé los actos de resistencia o impedimento a la ejecución de las leyes y también


a las disposiciones de las autoridades, sean judiciales o no. Dentro de estas
disposiciones hay algunas que se hallan expresamente regladas por normas
jurídicas; pero hay otras que están libradas al criterio de las autoridades: aún estas
órdenes, libradas al arbitrio administrativo. tienen que ser obedecidas siempre que
no se opongan a la ley pues, en este caso; el funcionario habría excedido sus
facultades, Como luego se ha de observar, nuestro Código señala a veces
alternativamente las sanciones de prisión o reclusión, sin dar criterio claro para
determinar cuándo el juez escogerá una u otra, Establece agravación sobre todo a
través de penas accesorias cuando los culpables son funcionarios públicos.
Establece casos especiales relativos a personas eclesiásticas: tales casos tienen
que ser encarados, para saber si subsisten o no los delitos en cada situación
concreta conforme a la Constitución de 1961 que ha abolido el Patronato. También
prevé los casos en que se desobedecen las citaciones legalmente hechas.

Estos puntos se hallan contenidos en los artículos 217 a 222, que dicen: Art. 217.
El que de hecho y a sabiendas, fuera del caso prevenido en el artículo 188. resistiere
o impidiere la ejecución de alguna ley. acto de justicia, reglamento u otra providencia
de la autoridad pública sufrirá una reclusión o prisión de uno a cuatro años,
aumentándosele una cuarta parte, si para ello usare de alguna arma, cualquiera que
sea. sin perjuicio de otra pena en que incurra por la violencia que cometiere. Los
funcionarios públicos, que como tales incurran en este delito, serán castigados con
arreglo el capítulo 6º. Titulo 6º, de este Iibro.

Art. 218.- "Si alguno de los delitos expresados en el artículo anterior, fuere cometido
por una reunión tumultuaria de personas que llegando a cuatro no exceda de
cuarenta, y en que cuatro o más hayan usado de armas de fuego, acero o hierro,
se impondrá a los cabezas, directores o promotores la pena de uno a cinco años de
obras públicas, y a todos los demás reos indistintamente la de uno a cuatro años de
prisión o reclusión, rebajándose a unos y otros la cuarta parte de la pena respectiva
si hubieren hecho uso de armas de otra clase. Si no se hubiere hecho uso de armas
de ninguna clase por cuatro o más individuos, los cabezas o directores serán
castigados con nueve meses a tres años de reclusión, y todos los demás reos
indistintamente con la de seis meses a dos años de la misma pena".

Art. 219.- "El que de palabra o por escrito excitare o provocare directamente a
desobedecer al Gobierno o alguna autoridad pública, o a resistir o a impedir la
ejecución de alguna ley, u otro acto de los expresados en el artículo 217, sufrirá una
reclusión de tres meses a un año, si la excitación o provocación no hubiere surtido
efecto; pero en este caso será dicha pena de seis meses a dos años. Si hiciere la
excitación o provocación un funcionario público, o un eclesiástico secular o regular
cuando ejerzan las funciones de su ministerio, se le aumentarán dos años más de
pena en ambos casos con privación de empleos, sueldos y honores".

Art. 220.- "El que de palabra o por escrito provocare con sátiras o invectivas a
desobedecer alguna ley o al Gobierno u otra autoridad pública, sufrirá un arresto de
quince días a dos meses o una multa de ocho a treinta pesos con privación de
empleos, sueldos y honores, al funcionario público que cometiere este delito
ejerciendo las funciones de su ministerio. Pero si un eclesiástico secular o regular
abusando de él en sermón o discurso al pueblo, o en edicto, carta pastoral u otro
escrito oficial, censurare o calificare como contrarias a la Religión o a los principios
de la moral Evangélica las operaciones o providencias de cualquiera autoridad
pública, sufrirá una reclusión de dos a seis años. Si denigrare con alguna de estas
calificaciones al Cuerpo Legislativo, o al Gobierno Supremo de la Nación, será
extrañado de la República".

Art. 221.- "El que de palabra o por escrito negare o impugnare las legítimas
facultades que por la Constitución y las leyes correspondan a la Suprema potestad
civil, su soberanía e independencia en todo lo temporal, su imperio sobre el clero y
sus rentas, o su autoridad acerca de todas las materias de la disciplina exterior de
la Iglesia de Bolivia, será castigado como incitador a la inobediencia con un arresto
de quince días a dos meses, o una multa de ocho a treinta pesos. Si cometiere este
delito un funcionario público, o eclesiástico secular o regular ejerciendo su ministerio
en discurso o sermón al pueblo, o en edicto, carta pastoral u otro escrito oficial,
sufrirá una reclusión o prisión de un año a tres y si insistiere o reincidiere, será
extrañado de la República. La disposición de este artículo no comprende las
disputas escolares y los discursos académicos sobre los objetos prohibidos en él".

Art. 222.- "La persona que desobedeciere al llamamiento legal de una autoridad, o
funcionario público en casos que según ley o reglamento fue, se facultado para
mandarle comparecer, y que sin causa justa omitiere hacerlo, sufrirá un arresto de
dos a seis días, o una multa de uno a tres pesos, sin perjuicio de ser obligada por
la fuerza a obedecer. Exceptúanse; de esta disposición los que cometiendo este
mismo delito merecieren otra pena expresamente designada por la ley".

2.- DE LOS ATENTADOS CONTRA LAS AUTORIDADES ESTABLECIDAS, O


CONTRA LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS CUANDO PROCEDE COMO TALES;
Y DE LOS QUE LES USURPAN O IMPIDEN EL LIBRO

EJERCICIO DE SUS FUNCIONES O LES COMPETEN A ELLAS CON FUERZA O


AMENAZAS. Bajo este extenso rótulo, el Capítulo VI, Título III libro II., trata de varios
aspectos que, en su mayoría, con mejor criterio sistemático, pudieron haberse
colocado ya en capítulos anteriores.
Los artículos 223 a 226 se refieren a tentativas de homicidios y otros atentados
contra funcionarios públicos de distinta jerarquía. La ley exige, para la existencia de
estos delitos, que ellos se cometan cuando aquellos se hallen ejerciendo sus
funciones o por razón de su ministerio. Los distingue, además, en funcionarios que
pertenecen como diputados- y senadores a las Cámaras, son Ministros de Estado,
ejercen otros altos cargos, jurisdicción o autoridad pública y en funcionarios públicos
en general.

El artículo 223 trata de la tentativa de homicidio; la sanción es de dos a cuatro años


de obras públicas cuando el atentado se dirige contra funcionarios de la primera
categoría; es de uno a cuatro años de reclusión cuando se dirige contra funcionarios
de la segunda categoría.

En ambos casos, si el culpable desiste voluntariamente de su delito lá pena se


reduce a la mitad (art. 224).

Si se tratare de atropello, herida, ultraje o maltrato de obra, la Sanción es de


satisfacción publica y reclusión de seis meses a dos años, cuantíe la víctima es
funcionario del primer grupo. Se impondrán satisfacción pública y reclusión o prisión
de un mes a un año, cuando la víctima es funcionario del segundo grupo (art. 225).

Cuando se usan o toman armas contra esos funcionarios en las condiciones dichas,
se los amenaza con fuerza o violencia o se los injuria, las penas son las siguientes:
satisfacción pública y reclusión o prisión de un mes a un año cuando se atenta
contra funcionarios del primer grupo satisfacción pública y arresto de 8 días a dos
meses, cuando la acción se dirige contra funcionarios del segundo grupo (art. 226).
Todo ello, sin perjuicio de lo que el Código dispone sobre casos de calumnias.

El que, a sabiendas de su condición, matare a correista, conductor o postillón,


cuando cumplen funciones de tales, sufrirá diez años de presidio. Cuando el delito
consistiere en atropello, herida, maltrato, ultraje, violencia material contra las
mismas personas, la pena será la máxima establecida por los mismos delitos en los
títulos I, II y III del Libro III (art. 227).
El Código prevé, en sus artículos 228 a 236, los delitos por medio de los cuales
puede entorpecerse el ejercicio de las funciones públicas, sea amenazando o
intimidando a los encargados de ellas, perturbando la realización de los actos en
que ellos intervienen, faltándoles al respeto, sea haciéndose pasar indebidamente
por funcionario con jurisdicción o autoridad. La pena es agravada cuando el delito
se comete de manera colectiva o usando armas; se toma en cuenta la calidad de
éstas, como en otros delitos de que ya hemos hablado.

Para que los actos de los funcionarios públicos sean válidos, como para que lo sean
los de las personas particulares, es necesario que se haya obrado con libertad.
Nuestro Código determina (art. 236) que todo lo que los funcionarios públicos hayan
hecho bajo presión es nulo, inclusive si es justo. Como es lógico, esa nulidad resulta
una vez probada la existencia del delito correspondiente.

Las disposiciones a que nos referimos se hallan así detalladas en el Código Penal:

Art. 228.- "El que, a presencia de alguna de las autoridades públicas, y cuando se
hallen ejerciendo sus funciones, o por razón de su ministerio, les faltare al respeto
debido con palabras o acciones insultantes, o indecentes, o perturbare la
solemnidad del acto, sufrirá un arresto de cuatro días a dos meses. El funcionario
público que ejerza autoridad y se considere ofendido en alguno de dichos casos,
podrá arrestar al delincuente, poniéndole inmediatamente a disposición del juez
competente para que le juzgue conforme a las leyes. No se consideran injuriosas ni
insultantes las palabras consagradas por la ley para significar las faltas de los
funcionarios públicos y de que usen los que los acusan, o sus abogados y procura-
dores, con tal que lo hagan ante el juez competente que debe juzgar dichas faltas".

Art. 229.- "El que, para intimidar a un funcionario público en el ejercicio de su


ministerio, o para vengarse de algún acto que como tal haya ejecutado, le hiciere
algún daño en sus propiedades, será castigado con el máximo de la pena que
mereciere el delito con arreglo al capítulo 8º, título 3º del libro 3º. Si para el mismo
fin allanare violentamente, escalare o asaltare la habitación del algún funcionario
público de los comprendidos en el primer párrafo del artículo 223, sufrirá una
reclusión o prisión de dos meses a dos años; rebajándose a la mitad esta pena, si
se cometiere el delito contra cualquiera otro funcionario público".

Art. 230.- "El que usurpare y se arrogare jurisdicción o autoridad pública que no
tenga, fuera del caso del artículo 395, sufrirá una reclusión de seis meses a dos
años; y una prisión de quince días a un año, si usurpare y se arrogare alguna otra
función pública. Si para el mismo fin usare del medio de fingirse con tal jurisdicción,
autoridad o función pública, será castigado además con arreglo al capítulo 9º título
5º, de este libro".

Art. 231.- "El que voluntariamente y a sabiendas-impidiere o estorbare a los


tribunales o jueces, o a cualquiera otra autoridad pública, civil, militar o eclesiástica,
o gubernativa, municipal o económica el libre ejercicio de sus funciones, sufrirá una
reclusión o prisión de un mes a un año y un arresto de ocho días a seis meses, si
cometiere este delito respecto de cualquiera otro funcionario público".

Art. 232.- "El que obligare o compeliere a alguna autoridad pública con amenazas u
otra fuerza a hacer como tal alguna cosa, aunque sea justa, sufrirá una reclusión o
prisión de tres meses a dos años; y un arresto de quince días a un año, si cometiere
este delito contra cualquiera otro funcionario público".

Art. 233.- "Si para alguno de los actos comprendidos en los dos artículos
precedentes, se usare de armas de fuego, acero o hierro contra la autoridad o
funcionario público, se doblarán las penas respectivamente señaladas en ellos; y si
fueren de otra clase las armas de qué se hiciere uso, se aumentará solamente una
cuarta parte a las penas prescritas en dichos dos artículos".

Art. 234.- "Si alguno de los delitos expresados en los artículos precedentes de este
capítulo fuere cometido por una reunión tumultuaria de personas que llegando a
cuatro no pasen de cuarenta, y que cuatro o más hayan usado de armas de fuego,
acero o hierro, se les impondrá a todos los reos de la reunión indistintamente una
mitad más de las penas respectivas que en dichos artículos se prescriben. Pero si
fueren de otra clase las armas de que hubieren usado, se aplicarán a todas las
penas dé dichos artículos con el aumento de una cuarta parte; y en ambos casos a
los cabezas, directores y promotores de la reunión se les aumentará además una
mitad del total de la pena que les corresponda. Si no se hubiere hecho uso de armas
por cuatro o más individuos, los cabezas, directores y promotores sufrirán una mitad
más de las penas señaladas respectivamente en dichos artículos, aplicándose las
que éstos prescriben a todos los demás reos sin distinción alguna".

Art. 235.- "Las penas prescritas en los artículos de este capítulo contra los que
atenían contra las personas y propiedades de los funcionarios públicos, se aplicarán
sin perjuicio de las demás que con arreglo a los títulos lº y 3º, libro 3º de este Código
correspondan a los delitos respectivos cometidos contra sus personas o
propiedades.

Art. 236.- "Toda capitulación o composición a que por medio de la fuerza o


amenazas se les haya obligado a las autoridades o funcionarios públicos en el
ejercicio de su ministerio, toda gracia, concesión, providencia o disposición que por
este medio se les haya arrancado, será siempre nula y de ningún valor por más
justa que aparezca".

DE LOS DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO Y


CONTRA LA TRANQUILIDAD Y ORDEN PÚBLICO

1.- DE LAS CUADRILLAS DE MALHECHORES. Este es un delito formal que se


halla consignado en la mayor parte de las legislaciones actuales, aunque bajo
distintos nombres. Se trata, como se ve, de un delito de caracteres particulares pues
existe con el simple acuerdo de delinquir, sin necesidad de que se haya ejecutado
aquello que sirvió de finalidad a la asociación criminal. Razones preventivas
elementales justifican el que se obre como lo hace nuestro Código, ya que estos
delitos colectivos son particularmente dañinos y deben ser cortados desde sus
primeros pasos, sin esperar la tentativa que es la única actitud punible de manera
general; pero ya vemos que conviene crear excepciones a esa regla.

Es un delito colectivo; sólo existe por asociación de cuatro o más personas que, de
común acuerdo, se proponen cometer, juntas o por separado, uno o varios delitos
(art. 237). Cuando intervienen más de cuarenta sujetos, las sanciones son las
mismas de la sedición, distinguiéndose como en este caso, las calidades de los
participantes (art. 239). Cuando son menos de cuarenta, sólo se distinguen, al tenor
del artículo 238, dos grupos; promotores y cabezas, por un lado, y los demás
seguidores, por otro.

Si los delitos propuestos llegan a ejecutarse, se agregan las penas de éstos a las
correspondientes a la cuadrilla de malhechores; esta acumulación no se realizará
cuando el delito cometido ya tomé en cuenta, para aumentar la pena, la actuación
de criminales en cuadrilla (art. 238, segunda parte).

2.- DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD DEL ESTADO, IGLESIA O COMÚN DE


LOS PARTICULARES. El capítulo VIII, del título III del Libro II tiene por objeto
precautelar los bienes del Estado, Iglesia, otras entidades públicas, así como lo que
es bien común, contra diversos tipos de ataque. Entre esos bienes, se hallan los
que, sin ser de propiedad del Estado, por orden del gobierno o de autoridad
competente están bajo secuestro o custodia (art. 241).

Entre las conductas contempladas como delictivas se encuentran: El. robo, hurto,
usurpación o apropiación fraudulenta que son castigados como si se cometieran
contra particulares; si el culpable es funcionario público encargado de esos bienes,
sufrirá las sanciones establecidas en el capítulo III, Título VI del Libro II.

El robo a correos del gobierno, conductores de correspondencia y postillones se


sanciona de distintas maneras. Si la víctima es un correo que está en asuntos del
servicio, la pena es de cuatro a diez años de prisión. Si se trata de conductor de
correspondencia o postillón, el hecho constituirá una agravante, sancionándose
conforme, a los capítulos I y II, Título III, del Libro III. Si tales funcionarios fueran
extraviados o detenidos más de media hora, la sanción será la máxima que se
establece en esos capítulos, sin perjuicio de .la pena merecida por la muerte o malos
tratos que se dieran a la víctima, conforme al artículo 227.

El incendio o inutilización o destrucción de los bienes predichos se sancionará


conforme, a los artículos, 243, 244 y 245; en éstos, se da una enumeración que
demuestra todos los inconvenientes del excesivo casuismo en que cae nuestro
código. La pena fija será de diez años de presidio, si resulta alguna muerte
preterintencional. Si la destrucción, incendio, etc., fuere un medio con el cual se ha
buscado matar intencionalmente, el culpable comete asesinato.

3.- CONTRABANDO Y EVASIÓN DE IMPUESTOS. Los artículos 250 a 253 del


Código Penal se refieren a los que dañan el patrimonio público por medio del
contrabando o evadiendo fraudulentamente los impuestos que están obligados a
pagar.

Esta materia se halla hoy regulada por el denominado Derecho Penal Financiero,
cuyas sanciones son, en esencia, de tipo pecuniario. Los procesos respectivos, se
llevan a cabo ante autoridades administrativas.

Por tal razón, el estudio detallado de estas faltas es objeto del Derecho Financiero
y del Administrativo en general. Salvos, desde luego, los casos en que aquellas se
cometan utilizando medios que por sí mismos constituyen delitos de acuerdo al
Código Penal.

La ley de 19 de enero de 1914 y la Ley Orgánica de Aduanas son las que hoy
determinan lo que hay que considerar como contrabando y las penas que en esos
casos han de aplicarse.

4.- ALLANAMIENTO DE LUGARES DE DETENCIÓN Y FUGA DE DETENIDOS.


Los artículos 254 al 261 del Código Penal velan por la seguridad de las cárceles y
de quienes en ellas están detenidos, así como por el cumplimiento de la detención
o de las penas contra la libertad. De manera derivada, vela también por el
cumplimiento de las sanciones pecuniarias a que hubiese sido condenado el fugado;
tales sanciones recaen mancomunadamente sobre los culpables de la fuga (art.
260, segunda parte).

El escalamiento, asalto o allanamiento con violencia de un lugar de detención con


el fin de libertad, matar o herir a los presos, merece por sí solo la pena de uno a
diez años de reclusión. Es, como se ve, un delito formal e incluye un elemento
subjetivo, un fin propio de la conducta. Si el resultado se produce, las penas serán
las siguientes: cuando hay fuga, igual número de años de obras públicas; si hay
heridas, igual tiempo de presidio; si hay asesinato, la pena correspondiente a este
delito (art. 254). Estas sanciones se impondrán también cuando con igual objeto y
modo se acomete a los ministros de justicia o a quienes conduzcan presos (art.
255).

Los alcaides y demás encargados de la custodia de presos, detenidos o


sentenciados, pueden cometer, en esta materia, varios delitos propios. Si toleran
alguno de los delitos arriba enunciados, sufrirán de uno a diez años de obras
públicas. Si de otro modo, aunque no intervengan escalamiento ni violencia, ayudan
o permiten a sabiendas la fuga de un recluso la pena será de uno a ocho años de
obras públicas. Si en todo mediare soborno o cohecho, se agregará la inhabilitación
para obtener cargo público alguno (art. 257). Si esas personas dieren lugar por culpa
a la fuga de un recluso, la pena será de suspensión de un mes a un año y arresto
por igual tiempo, la primera vez; por la segunda, perderán el empleo y sufrirán la
pena de uno a doce meses de prisión o reclusión (art. 258).

Si una persona cualquiera facilita la fuga, empleando fraude, artificio, soborno o


cohecho o, a sabiendas, da aguda o auxilio para que aquella se produzca, sufrirá
una reclusión de dos meses a dos años. Si el culpable fuere funcionario público,
perderá además su empleo; si hubiere cometido el delito en ejercicio de su cargo,
se le impondrán además las penas del prevaricador. No sufrirán pena alguna los
esposos o parientes en línea recta que se ayuden entre sí; los demás comprendidos
en el artículo 1º, sólo recibirán la mitad de la pena (art. 259).

La graduación de la pena se hará tomando en cuenta el número y circunstancias de


los reclusos fugados y la renta de los custodios (art. 260).

El recluso que fugare usando escalamiento o violencia, sufrirá uno a tres meses de
reclusión o prisión, sin perjuicio de las penas que pudiera merecer por las violencias
mismas.

5.- FABRICACIÓN, VENTA, INTRODUCCIÓN Y USO DE ARMAS PROHIBIDAS.


El Estado se preocupa de garantizarla tranquilidad de las personas y prevenir la
comisión de delitos, reglamentando la fabricación, comercio y uso privado de ciertas
armas; dicta, por ello, reglamentos especiales, que hoy se encuentran
fundamentalmente en las: disposiciones referentes a la Policía Boliviana las que
establecen la obligación de registrar las armas de fuego (véase más adelante, lo
relativo a faltas policiales).

Los artículos 264 y 265 establecen qué, cuando por el uso de esas armas
prohibidas, se cometieren delitos o cuando siendo arrestado alguien se encontraren
en su poder dichas armas, tales hechos, por sí solos, constituirán una circunstancia
agravante. Se exceptúan quienes usaren de esas armas en los casos que
constituyen eximentes, según el Capítulo I, Título I, del Libro III.

6.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Se refiere con mucha mayor sistemática y orden


a los delitos contra la tranquilidad pública, a los que atentan contra este bien jurídico.
Incluye algunos delitos hoy universalmente aceptados, pero que no habían sido
consignados en nuestro Código vigente.

Las conductas delictivas consignadas son las siguientes: instigación pública a


delinquir (art. 130); apología pública de un delito (art. 131); asociación delictuosa
(art. 132); terrorismo (art. 133); desórdenes o perturbaciones públicas (art. 134).

DELITOS CONTRA LA SALUD PÚBLICA

1.- NATURALEZA DE ESTOS DELITOS. Los delitos a que nos referimos en este
capítulo y el siguiente atentan contra el bien jurídico salud pública.

Las conductas no van específicamente contra la salud de un particular determinado.


Ellas se dirigen contra la salud pública, es decir, contra la colectividad en general,
contra las condiciones que deben reunirse para que la salud reine en ella.

Dentro de estas líneas generales, muchos son los delitos que pueden de-finirse y
que las legislaciones modernas consignan.

De tales delitos, buena parte son de simple peligro y formales; es decir, se dan sin
necesidad de que aparezca una lesión material, por el simple hecho de crear las
condiciones favorables para que ella aparezca. El concepto de salud pública está
estrechamente ligado con lo jue la ciencia médica conoce en cada época. Eso
sucede en cuanto a los medios que se juzgan idóneos para salvaguardar esa salud
pública o para ponerla en peligro. Por ejemplo, no se podía exigir que, hace más de
siglo y cuarto, nuestro Código previera los delitos relativos a estupefacientes, por la
sencilla razón de que éstos eran entonces apenas conocidos.

En ese lapso, la ciencia médica ha hecho considerables progresos; ha dejado muy


atrás las previsiones de nuestro Código Penal, inclusive en lo que toca a la
terminología.

En pocos aspectos como en éste, nuestro Código se halla tan anticuado, tan ajeno
a las necesidades actuales.

Se han dictado disposiciones concomitantes como, por ejemplo, las destinadas a


reglamentar el ejercicio de las profesiones médicas, el Código de Salud y la Ley
sobre estupefacientes. Pero ellas no son suficientes para remediar las fallas del
Código fundamental; se refieren a ciertos aspectos parciales o tocan el lado
administrativo del problema, salvo la ley de estupefacientes.

2.- EJERCICIO ILEGAL DE LAS PROFESIONES MÉDICAS. Para garantizar la


salud pública, el Estado exige que quienes se dedican al ejercicio de las ramas
médicas cumplan ciertas condiciones de idoneidad. La idoneidad es demostrada,
desde el punto de vista legal, por medio del diploma profesional que extiende el
propio Estado y que requiere el previo vencimiento de estudios especializados.

No todo consejo que se dé sobre tratamiento médico, drogas, etc. constituye


ejercicio ilegal de profesión médica. No comete ese delito, por ejemplo, la persona
particular que aconseja a un amigo un medicamento para curar un dolor de cabeza.
Inclusive se ha planteado el problema sobre casos más graves, por ejemplo, en el
de las consultas pagadas que conceden ciertos "naturistas" o personas que ofrecen
curar preocupaciones, manías y otras alteraciones, que caen en el campo de acción
del psiquiatra.

Nuestro Código prevé diversas conductas delictivas propias dé los profesionales


médicos y de los que realizan actividades a ellos relativas.
El artículo 268 se refiere al caso de colusión; previene el que la reunión de las
calidades de médico y boticario en una sola persona o los pactos entre quienes
ejercen tales profesiones, sirvan de medio para perjudicar a los pacientes. Estas
asociaciones son generalmente previstas inclusive en la legislación actual, para
prohibirlas. El artículo mencionado establece:

Art. 268.- "El médico o cirujano que ejerciendo su profesión, y sin estar autorizado
para despachar una botica pública por falta de profesor, vendiere por sí o por
interpósita persona, o por medio de algún acto simulado medicamentos o drogas
simples o compuestas o celebrare compañía, o cualquier pacto con boticario, o
indicare botica para la compra de dichos medicamentos o drogas, pagará una multa
de ciento a doscientos pesos".

El ejercicio ilegal de las profesiones médicas se halla definido como delito en el


artículo 269, que dice:

"Cualquiera que, sin aprobación legal, conforme a los reglamentos respectivos,


ejerciere la medicina, cirugía, farmacia, arte obstetricia o la flebotomía, pagará una
multa de veinte a cien pesos, y sufrirá una reclusión de uno a. seis meses, si por su
impericia no se hubieren seguido males de consideración a los pacientes, a quienes
asistió o suministró remedios. Pero si se hubieren verificado estos males,
acreditados en debida forma, la reclusión será de uno a tres años, además del pago
de la multa, y sin perjuicio de la mayor pena que le correspondiere, si hubiere usado
de título falso con arreglo al título 5o. de este libro. Este artículo no comprende a los
que sin ejercer profesionalmente la medicina, cirugía, farmacia, arte obstetricia, la
flebotomía, socorren a los enfermos en caso de urgente necesidad y cuando no se
encuentre facultativo alguno, suministrándoles de buena fe remedios que crean
oportunos".

Como se verá, la parte final incluye una situación que hoy calificaríamos de estado
de necesidad y que-sirve como causa de justificación.

Es frecuente que los profesionales de ramas médicas se enfrenten con casos que
contengan indicios de haberse cometido delitos contra las personas. La ley
establece entonces, la obligación de sentar las denuncias respectivas a fin de evitar
la impunidad de los crímenes que pudieran existir; para tales casos, se crea una
excepción al secreto profesional médico. Quien no hiciere la denuncia comete el
delito de omisión establecido en el artículo 270, que dice:

"Los que obtuvieren la aprobación expresada en el artículo anterior, deberán hacerla


constar ante la autoridad local del pueblo de su domicilio o residencia, so pena de
una multa de veinte a cien pesos Por el mero hecho de hacer constar dicha
aprobación, quedan obligados los que pretendieran hacer uso de ella, a dar parte
inmediata al juez del pueblo de toda persona muerta violentamente o herida, a cuyo
reconocimiento o curación asistiesen y de cualquiera otra en quien, ejerciendo ¿u
facultad, advirtieren señales de envenenamiento o de otra violencia material,
cometida contra la misma persona, con expresión individual de su nombre, señas,
calidad y habitación, y de la causa o circunstancia de la muerte, herida,
envenenamiento o violencia; pero cuando un niño nazca muerto, naturalmente no
deberán descubrir el nombre de la parida cuyo honor puede padecer. La falta de
cumplimiento de estas obligaciones, se castigará con un arresto de ocho días a dos
meses, o una multa de diez a cincuenta pesos".

3.- DELITOS DE LOS BOTICARIOS. Como se advertirá, la legislación se ceñía a


las condiciones del tiempo en que fue dictada.

Define delitos formales, pero que pueden ser agravados por el resultado dañino a
las personas.

Nuestro Código prevé diversas conductas, las cuales se hallan hoy sometidas a
reglamentos administrativos especiales del ramo de salud pública.

El artículo 271 sanciona la venta de géneros medicinales dañinos, cuando no existe


receta. Tal artículo dice:

"Ningún boticario ni practicante de botica venderá ni despachará remedio alguno


secreto, cuya venta no esté autorizada competentemente, veneno alguno, ni droga
que pueda ser nociva a la salud, ni bebida ni medicamento en cuya confección o
preparación entre parte alguna venenosa, o que pueda ser nociva, ni menos esta
parte sola, sin receta de médico o cirujano aprobado. El que hiciere lo contrario
pagará una multa de cincuenta a doscientos pesos, si de la bebida, droga o
medicamento que diere no se hubiere seguido daño alguno. Pero si se hubiere
seguido daño, acreditado en debida forma, el boticario o practicante de botica,
además de pagar la multa referida, sufrirá una reclusión de seis meses a dos años".

Las composiciones medicinales dañinas podrán venderse en otros casos, pero solo
a cabezas de familia y tomando en cuenta ciertas condiciones, según lo determina
el artículo 272, que dice:

"Aquellas composiciones que puedan servir para usos domésticos o artísticos, pero
que, aunque no son venenosas pueden causar la muerte, no se venderán ni se
despacharán sino a los cabezas de familia que las pidan por escrito, o dando su
nombre si no supieren escribir; los cuales deberán expresaren ambos casos su
domicilio, la cantidad o proporción que necesiten, y el uso a que la destinen. El
boticario o practicante de botica que contravenga a esta disposición, pagará una
multa de diez a cien pesos, si no se siguiere daño de la composición que hubiese
vendido; y si se siguiere alguno, además de la multa expresada, sufrirá, según el
daño que hubiese causado, con arreglo al título lº del libro 3º"

La comisión del delito culposo, consistente en equivocarse por impericia o descuido,


es sancionada por el artículo 273, que dice:

"El boticario y practicante de botica, que equivocando por impericia o descuido el


medicamento prescrito en la receta del facultativo, sea en la sustancia o en la dosis,
causare por ello algún daño, pagará una multa de diez a cien pesos y sufrirá un
arresto de uno a seis meses; y si no le causare, se le impondrá una multa de dos a
diez pesos".

También se prevé la venta de drogas adulteradas, inútiles o corrompidas; el artículo


274 dice al respecto:

"El boticario que vendiere drogas o medicinas simples o compuestas, adulteradas o


sin virtud o corrompidas, sufrirá las penas establecidas en el artículo anterior en los
casos respectivos".
En relación con lo anteriormente previsto, se halla el delito consistente en que un
boticario dé por buenos medicamentos que no lo son.

Dice el artículo 275: "El boticario destinado al reconocimiento de géneros


medicinales, que diere por buenos los de mala calidad o nocivos a la salud, pagará
una multa de cincuenta a doscientos pesos y será privado perpetuamente del
ejercicio de su arte y de obtener empleo, o cargo público alguno".

La colusión con médico y el despacho de recetas carentes de ciertos requisitos


formales, se hallan previstos en el artículo 276, que establece:

"El boticario o practicante de botica que despache recetas que no sean en


castellano, o que carezcan de los requisitos que previenen los-reglamentos de
Policía, o tuviere compañía u otro pacto cualquiera con algún médico o cirujano,
pagará una multa de veinticinco a doscientos pesos".

El artículo 277 es una muestra de lo anticuado de nuestra legislación penal; dice:

"El boticario que teniendo para usos de farmacia víboras, u otros animales
venenosos no los custodiare con las precauciones necesarias, pagará una multa de
cinco a veinte pesos. La- misma pena se impondrá a otro cualquiera que sin licencia
de la autoridad local mantenga dichos animales; sin perjuicio de-las demás penas
que unos y otros merezcan por el daño que causaren".

4.- DE LOS QUE VENDEN GÉNEROS MEDICINALES SIN SER BOTICARIOS.


DISPOSICIONES COMUNES. Este capítulo -el tercero del Título IV, del Libro II- se
refiere tanto a la verita de medicamentos por personas que no tienen calidad de
boticarios como a algunas importantes disposiciones comunes a todos los
profesionales autorizados de ramas médicas -nuestro Código habla todavía- de
barberos y sangradores.

La venta de géneros medicinales por no boticarios queda limitada a simples,


compuestos y al por mayor (art. 278).

La venta de minerales (sic) venenosos no podrá hacerse sino a ciertas personas y


tomando algunas precauciones (art. 279).
Más importancia tienen las disposiciones comunes a las profesiones médicas y
afines, pues tienden a garantizar la atención de los enfermos y pacientes; pretenden
que tales profesiones sean de utilidad general, verdaderos apostolados y no estén
sometidas a los caprichos de quienes las ejercen.

En primer lugar, se halla la obligación de residencia para quienes han sido dotados
con fondos públicos y que, por ello, deben prestar ciertos servicios. Dice el artículo
280:

"Los médicos, cirujanos, boticarios, comadrones o matronas, que dotados de cuenta


del Estado, de alguna provincia o pueblo, o de algún establecimiento público, no
residieren constantemente en el lugar, establecimiento o botica que sirven, o que
se ausenten de ellos sin conocimiento y licencia de la autoridad local, o del jefe del
establecimiento, o que rehúsen, nieguen o retarden el servicio a que están obligados
por su destino, pagarán una multa de cincuenta a trescientos pesos por la primera
vez, y por la segunda serán condenados además al perdimiento de su empleo y a
la inhabilitación para volver a ejercer su arte".

En segundo lugar, se halla el delito de omisión que comete el profesional de ramas


médicas que "sin causa legitima se negare al llamamiento de un enfermo, o
rehusare prestar los auxilios propios de su arte, o abandonare a un enfermo de cuya
asistencia se halla encargado", aunque no se halle -tal profesional- dotado por el
Estado, provincia o establecimiento (art. 281).

El artículo 282 sanciona a los funcionarios públicos que, estando encargados de


velar sobre la legalidad de exámenes y títulos de profesionales médicos, no cumplen
ese cometido. De este modo, la ley precautela que tales profesionales tengan
garantizada idoneidad.

Nuestro Código remite a los reglamentos sanitarios la sanción de quienes propagan


enfermedades y se evaden de lazaretos o quebrantan cuarentenas, creando así
peligro contra la salud pública (art, 283).

5.- EL CÓDIGO SANITARIO. Bajo este nombre y por decreto de fecha 24 de julio
de 1958, fue puesto en vigencia un cuerpo de disposiciones referentes a salud
pública, y que se hallan en concomitancia con lo que establece el Código Penal.
Éste conserva prioridad por tener categoría de ley.

El Código Sanitario es, con respecto a la ley penal, una norma reglamentaria, a que,
a veces, aquella se refiere. Por su cuenta, crea faltas "contra la salud pública".

Establece ciertas obligaciones, por ejemplo, la de denunciar ciertas enfermedades


(art. 45); las personas que tienen ese deber están determinadas por el artículo 46:

Art. 46.- Las enfermedades transmisibles de declaración obligatoria, deberán ser


notificadas dentro de las 24 horas siguientes a su diagnóstico, sea éste cierto o
probable, a la autoridad sanitaria más próxima, por:

a) El médico que asista al paciente.

b) El deudo o encargado de la casa o establecimiento en que esté alojado el


enfermo.

c) El representante legal, los familiares o las personas responsables del


enfermo.

d) La persona encargada del Laboratorio que contribuya al diagnóstico de la


enfermedad respectiva.

e) El veterinario, en casos de zoonosis.

f) Toda persona que tenga conocimiento o sospecha de la existencia de algún


caso de tales enfermedades. La notificación de enfermedades transmisibles que es
de declaración obligatoria, no constituirá una violación del secreto profesional.

Crea otras obligaciones, como, por ejemplo, la de someterse a inmunización (arts.


59 a 65), las relativas a saneamiento ambiental, medicina del trabajo, control
sanitario de animales, de alimentos y bebidas. Da reglas para el ejercicio de la
medicina y profesiones afines (arts. 112 a 122) y para el control de productos
medicinales, biológicos, químicos y farmacéuticos, especialidades farmacéuticas y
de drogas narcóticas (arts. 123 a 135).
Las infracciones al Código Sanitario son conocidas por el Director del Servicio
Nacional de Salud, los Directores de los Servicios Distritales de Salud y los de los
Centros de Salud, dentro de la jurisdicción de cada uno de ellos (art. 191).

Las sanciones se hallan establecidas en los artículos 195 a 208, que transcribimos
a continuación:

Art. 195.- "Se aplicarán sanciones, sólo en aquellos casos en que se establezca en
forma fehaciente, previa la investigación respectiva, la existencia de infracciones
sanitarias.

El incumplimiento de una notificación de la autoridad sanitaria podrá dar lugar a una


amonestación del infractor, sin perjuicio de sus obligaciones de dar cumplimiento a
las disposiciones infringidas, dentro del plazo que señale la autoridad sanitaria".

Art. 196.- "Todos los que tomen parte en la preparación o ejecución del hecho que
constituye una violación o falta de cumplimiento de las disposiciones de este Código
o sus Reglamentos, así como aquellos que prestan auxilio, o cooperación de
cualquier especie para cometerla, serán responsables de las infracciones
sanitarias".

Art. 197.- "Si en el curso de las investigaciones que se practiquen para esclarecer
una infracción sanitaria, se comprueba que la denuncia hecha por personas ajenas
a la Administración Pública, no se basa en ningún fundamento serio y que tenía por
objeto provocar una molestia innecesaria, se aplicará al denunciante una multa de
100.000 bolivianos, sin perjuicio de la acción civil, en reparación de los daños
morales y materiales que interponga la parte perjudicada".

Art. 198.- "La autoridad sanitaria, podrá clausurar los locales y establecimientos
comerciales o industriales, y sitios de espectáculos públicos, donde se haya
comprobado una infracción a las disposiciones de este Código o sus Reglamentos".

Art. 199.- "La infracción de las disposiciones de este Código, o de sus Reglamentos,
será sancionada, salvo en los casos que se señalen específicamente, con multas
de 50.000 a 100.000 bolivianos, y en caso de reincidencia, con el doble de la multa,
sin perjuicio de las otras penas que se puedan imponer según la naturaleza de la
infracción".

Art. 200.- "Las infracciones al artículo 83 de este Código, se castigarán en todo


caso, con el comiso y destrucción de los productos contaminados, sin perjuicio de
las demás penas establecidas en la legislación vigente".

Art. 201.- "Sin perjuicio de las disposiciones del artículo 100 de este Código, y de la
multa que establece para toda infracción el artículo 199, y demás penas que señala
la legislación vigente, las infracciones a los artículos 99 y 101, serán castigadas en
todo caso, con el comiso y destrucción de los artículos alimenticios y bebidas, y la
clausura del local o establecimiento donde se fabriquen, distribuyan o expendan,
por un término no menor de tres meses, ni mayor de seis. En caso de reincidencia
la clausura será definitiva".

Art. 202.- "Las infracciones a las obligaciones que impone el artículo 47 de este
Código, serán sancionadas de acuerdo con el artículo 199".

Art. 203.- "Las infracciones a las disposiciones de los artículos del capítulo l Título
V, del Libro Segundo, de este Código, podrán instigarse también, sin perjuicio de
las sanciones que establece el artículo 199, con la clausura del establecimiento o
local, público o privado, en que se hubieran cometido las infracciones y el comiso
del equipo, materiales y efectos correspondientes".

Art. 204.- "Sin perjuicio de las sanciones que se establecen en el artículo 199 de
este Código, y los demás que señala la Legislación vigente, las infracciones a las
disposiciones de los artículos 124 párrafo c), 126, 130, 131 y 132 de este Código,
serán castigadas con el comiso y destrucción de esos productos, y la clausura de
los locales o establecimientos en que se hubieran cometido las infracciones, en la
forma indicada en el artículo 201".

Art. 205.- "Cuando la violación consiste en el hecho de mantener un mueble o


inmueble en estado que afecta, o pueda afectar la salubridad de un lugar, o que
perjudique o amenace la salud colectiva o individual de la población, formalmente
declarado" como tal, por escrito, por la autoridad sanitaria respectiva, y la persona
responsable se haya abstenido de destruirlo, suprimirlo o removerlo en el plazo
señalado en la notificación, los autores o cómplices serán castigados con multa de
acuerdo con lo establecido en el artículo 199 de este Código. En caso de
reincidencia, se aplicará el máximo de las penas, sin perjuicio de las facultades que
tiene el Ministerio de Salud Pública de hacer efectiva compulsivamente, las sumas
invertidas en la supresión, destrucción o remoción de dicho mueble o inmueble".

Art. 206.- "Las sanciones impuestas por infracciones, serán aplicadas por las
autoridades sanitarias, de acuerdo a las disposiciones de este Código".

Art. 207.- "Se depositarán las multas que se perciban por infracciones sanitarias, en
una cuenta especial del Ministerio de Salud Pública, que será destinada para
campañas, o el desarrollo de programas extraordinarios de Salud Pública".

Art. 208.- "Las sanciones impuestas por este Código, no substraen la


responsabilidad civil del infractor".

6.- EL ANTEPROYECTO DE 1964. Contiene disposiciones sobre la salud pública


en el capítulo III, del Título V, del Libro Segundo El nombre común de ese título es
muy interesante: "Delitos contra la seguridad común".

Las conductas tipificadas son las siguientes: delitos contra la salud pública (art.
216); violación de la ley de estupefacientes (art. 217) que se remite a la ley especial
hoy existente; ejercicio ilegal de la medicina (art 218); disposiciones comunes (art.
219) que se refieren a casos de agravamiento de penas, y formas culposas en que
pueden cometerse delitos contra la salud pública (art. 220).
CAPÍTULO XLV

DELITOS CONTRA LA SALUD PÚBLICA

ESTUPEFACIENTES

1.- ANTECEDENTES. Durante mucho tiempo, Bolivia careció de una legislación


adecuada para reprimir los delitos relativos a estupefacientes, no obstante que ellos
tenían categoría de crímenes internacionales, que la fabricación y tráfico de cocaína
constituían actividades corrientes y que contribuían a desprestigiar en lo
internacional al país.

La única solución posible consistía en dictar una ley especial; pero, antes de llegar
a tan obvia salida, se recurrió a otras dos, que, como era de presumir, no tuvieron
éxito en su aplicación.

La primera estaba contenida en el decreto- ley de 3 de enero de 1956 que tuvo muy
escasa vigencia pues, como todas las disposiciones de esa categoría, dejo de tener
vigencia al constitucionalizarse el país, en agosto de ese año. Además, el articulado
era sumamente reducido e inadecuado para fundar jurídicamente una política
criminal en tan importante materia. Dadas las reglas relativas a la vigencia en las
leyes penales en el tiempo, no debe extrañar que el Decreto Ley mencionado no
haya tenido aplicación práctica.

La segunda, a la que se acogieron algunos fiscales consistía en asimilar los


estupefacientes a venenos e incoar con tal base las acciones criminales, este
recurso carecía de toda efectividad. En primer lugar porque, tratándose de delitos
contra la salud pública a que nos hemos referido en el capítulo anterior y analizada
la redacción de los artículos pertinentes, era por lo menos dudoso que la tipificación
pudiera hacerse considerando a los estupefacientes como venenos. En segundo
lugar, aquellos delitos son tipificados como propios de profesionales médicos y era
lo corriente que los fabricantes y traficantes de estupefacientes no tuvieran esa
condición por lo cual quedaban fuera de la legislación existente. En tercer lugar, las
sanciones establecidas, eran con toda evidencia, inadecuadas.
Quedaba, por tanto, como sanción, la que se pudiera imponer por la vía
administrativa y la detención preventiva, más o menos larga, a que quedaban
sujetos algunos autores de estos delitos.

Al fin, en 1959, se creó una comisión para redactar, entre otros, el anteproyecto de
ley sobre estupefacientes. La redacción quedó concluida pronto; la edición
respectiva, de carácter oficial, se dio a conocer en 1959, siendo de lamentar que la
aprobación legislativa tardara tanto, que la ley sólo fue promulgada el 10 de enero
de 1962.

Debemos agregar que el anteproyecto fue modificado en las Cámaras, pero no para
bien, como luego haremos notar.

Las citas sobre artículos se refieren a los propios de ley sobre estupefacientes.
Hemos utilizado asimismo la exposición de motivos redactada x por la Comisión que
se encargó de proyectar la ley.

2.- SUBSTANCIAS ESTUPEFACIENTES. El término "estupefaciente" es genérico


y, por ello, poco adecuado para ser utilizado en una ley penal. Si consideramos el
significado usual de esa palabra y el hecho de que el juzgador no debe someterse
necesariamente al alcance técnico de cada expresión, cabía la posibilidad de que
la expresión "estupefaciente" se extendiera inclusive, por ejemplo, a los barbitúricos.

Para evitar estas dificultades y pese a que tenía conciencia de que una enumeración
taxativa es peligrosa, pues puede dejar fuera algunas substancias merecedoras de
ser consideradas entre los estupefacientes, la Comisión estimó conveniente
referirse concretamente a las substancias señaladas por los acuerdos
internacionales. Por eso, la ley de 10 de enero de 1962 dice en su artículo 1º:

Para el objeto y fines de la presente ley, se consideran estupefacientes:

a) El opio bruto y opio medicinal en todas sus formas;

b) Los alcaloides derivados del opio;

c) Los sucedáneos de la morfina;


d) La cocaína bruta y sus derivados;

e) La ecgonina;

f) El cáñamo índico y sus preparaciones galénicas;

g) Los preparados medicinales y no medicinales derivados de los alcaloides


anteriormente enumerados.

Este artículo toma en cuenta las sustancias a que se refieren las Convenciones de
La Haya (1912) y de Ginebra (1920). Pero, en vista de las condiciones nacionales,
se ha eliminado la hoja de la coca; de nabería incluido, como hacen otras
legislaciones, buena parte de la población boliviana habría podido ser considerada
delincuente. Como el aspecto de la materia prima no puede ser dejado de lado y es
fundamental para combatir racionalmente la fabricación de Cocaína que es la que
más interesa a Bolivia como causa de represión, se ha incluido el artículo 12o., que
dice:

"El que violare los reglamentos sanitarios referentes al cultivo y comercio de


materias primas para la fabricación de estupefacientes, será sancionado con arresto
de tres a seis meses y multa de cien mil a un millón de bolivianos.

El Poder Ejecutivo dictará estos reglamentos dentro del término de treinta días,
computables a partir de la promulgación de esta ley".

Tales reglamentos, no han sido todavía puestos en vigencia. La ley, aunque es un


instrumento necesario de lucha, no es suficiente por sí sola; los delitos de
fabricación y tráfico de cocaína serán frecuentes mientras la materia primap5eda
producirse y comerciarse libremente y las ganancias obtenidas sean elevadas.

Hay que considerar permanentemente que existe causa de justificación cuando los
estupefacientes se producen, comercian, suministran, usan o poseen dentro del
ejercicio de actividades lícitas, con autorización oficial, por estado de necesidad o
dentro de tratamiento médico.

3.- LOS SUJETOS DEL DELITO. En principio, las acciones contempladas por la ley
pueden ser cometidas por cualquier persona; son de sujeto activo indiferente. Pero
se toman en cuenta, para algunos efectos penales y preventivos, ciertas
condiciones de los sujetos activos del delito.

Los profesionales de ramas médicas pueden recetar o suministrar estupefacientes


innecesariamente; en tal caso, sufren las sanciones contenidas en el artículo 2º. Al
respecto, el artículo 7º dice:

El profesional de especialidades médicas que recetare estupefacientes sin ser ellos


necesarios para fines terapéuticos, o los suministrare o hiciere lo uno o lo otro en
cantidades mayores a las requeridas, sufrirá la misma pena consignada en el
artículo segundo. Para la calificación de los aspectos señalados en los artículos
sexto y séptimo, sin perjuicio de los peritajes de los médicos forenses, se requerirá
informe de una comisión especial del Ministerio de Salud Pública".

Como dice la exposición de motivos: "Las prescripciones de este artículo tienden a


responsabilizar a los profesionales por incumplimiento de los deberes inherentes a
sus funciones".

A fin de tomar precauciones contra la comisión de estos delitos, se ha incluido el


artículo 8º que dice:

"Los profesionales de especialidades médicas estarán obligados a dar parte de las


recetas de estupefacientes al Ministerio de Salubridad, Asimismo, los,
farmacéuticos darán razón mensual al Ministerio de. Salubridad de las existencias
de estupefacientes en sus establecimientos de expendio y laboratorios y de las
recetas médicas que hayan despachado".

Los mismos profesionales cuando cometen los delitos de fabricación, comercio,


suministro, posesión de estupefacientes o suministro de locales o instalaciones para
elaborarlos, comerciar con ellos, suministrarlos o usarlos, sufrirán un aumento de la
mitad de las penas respectivas (art. 50., inciso e). Esta agravación se aplicará
inclusive a quien "desempeñare accidentalmente, sin ser profesional médico,
funciones similares".

La agravación se justifica por varias razones. Dice, a este respecto, la exposición


de motivos: "Los profesionales de especialidades médicas tienen, por un lado,
facilidad para adquirir estupefacientes o para disponer de ellos; por otro, una mayor
responsabilidad social ligada a las delicadas, funciones que desempeñan. Si se
valen de tal situación para cometer estos delitos, debe ser mayor la sanción. Es
particularmente reprochable que el que está encargado de velar por la salud atente
contra ella. Se ha considerado también el hecho de que en algunos lugares alejados
hay personas que no son profesionales, pero ejercen funciones de tales; por
ejemplo, barchilones, empíricos, etc."

La delincuencia aumenta su peligrosidad cuando es cometida por criminales


asociados que, de esa manera, potencian su capacidad de causar daño. Eso es
particularmente verdadero en el caso de fabricación y tráfico de estupefacientes:
hay bandas de alcance internacional que son las encargadas de crear clientela y de
satisfacer sus necesidades. Por eso, el artículo 5o. en su inciso b) agrava también
la sanción cuando el delito es cometido por integrantes de bandas dedicadas a
elaborar, traficar o suministrar estupefacientes.

También hay una agravante especial, cuando el autor es un funcionario público;


pero, para que la agravación se dé, es necesario que esa persona reúna además
las siguientes condiciones (art. 5º a): 1) que tal funcionario tenga la misión de vigilar
las actividades ilegales relativas a estupefacientes; y 2) que los delitos se cometan
como consecuencia de esa misión. Estas disposiciones tienden a prevenir que
ciertos funcionarios se sirvan precisamente de su cargo para asociarse a los
fabricantes y traficantes; no debemos olvidar que las bandas que delinquen en
materia de estupefacientes por las grandes ganancias que obtienen, pueden ser
fuente de corrupción para los funcionarios que están encargados de controlarlas y
reprimirlas.

También, de acuerdo a la segunda parte del artículo 10º, la omisión de denuncia es


más gravemente sancionada cuando es de ella culpable un funcionario que se halla
en las- condiciones arriba mencionadas.

En principio, es indiferente la calidad de la víctima del tráfico o suministro de


estupefacientes. Pero ciertos casos excepcionales han tenido que ser tomados en
cuenta para agravar la responsabilidad de los delincuentes.
Tales casos, son los siguientes:

"Si los estupefacientes se suministraren a menores de edad, enfermos mentales o


a quienes, por condiciones de subordinación o por vínculos de familia, se hallaren
en condiciones de ser fácilmente inducidos al uso de tales drogas" (art. 5º, inc. c).

Si él suministro se hiciere a personas dé las cuales se espera obtener determinados


beneficios o a las que se pretendiere inducir a cometer actos ilícitos o inmorales
(Art. 5º, inc. d).

En cuanto al primer caso, hay que tener en cuenta la imprevisión e indefensión de


la víctima, que son aprovechadas por el delincuente. En relación con el segundo, la
exposición de motivos de la ley dice: "Muchas veces, las drogas se suministran
como medio para cometer otros delitos o actos inmorales; por ejemplo: para
conseguir trato preferente indebido en algunos actos comerciales, o para seducir a
una mujer, etc. La agravante no se refiere sólo a aquellos casos en que se induce
a cometer delitos, sino que incluye las conductas inmorales, no sancionadas
penalmente ya que, en cualquier caso, a la corrupción derivada del uso de
estupefacientes, se suma otra más".

4.- CONDUCTAS DELICTIVAS. Varias son las conductas que la ley considera
constitutivas del delito.

El artículo 2º, prevé la elaboración completa o incompleta, el comercio y el


suministro de estupefacientes. Según la exposición de motivos:

"Elaboración es una palabra con la cual se quiere significar cada una de todas las
actividades de transformación, desde la materia prima bruta hasta la presentación
del estupefaciente elaborado para su uso inmediato. Se comete delito cuando se
realiza cualquiera de esas operaciones de transformación, aunque el producto
estuviere imperfectamente elaborado o se efectúen sólo las últimas etapas. Se
asimila la tentativa al delito consumado -esa es una excepción a las disposiciones
de nuestro Código Penal- porque la dirección inequívoca de la voluntad del
delincuente es suficiente para la existencia del delito, además, así se busca reprimir
aún aquellos casos en los cuales el descubrimiento de la elaboración se realiza en
las primeras etapas del proceso (ejemplo: maceración de la coca); un elemental
sentido de justicia se opone a tratar con benignidad los actos preparatorios y aún
los de ejecución parcial, diferenciándolos del hecho consumado.

El comercio se refiere a las transacciones onerosas, de cualquier tipo que sean y


cualquiera sea la forma de retribución que exista. Comprende tanto las actividades
realizadas dentro de nuestro territorio como las internacionales.

Suministro es una expresión genérica que indica todo acto por el cual se pone a
disposición de otros, cualquier estupefaciente. Principal, pero no exclusivamente,
se ha tenido en vista la necesidad de reprimir el suministro gratuito, muy común
entre personas que buscan corromper a conocidos o amigos y en los primeros
momentos de adquisición del vicio, cuando existe interés en Tos traficantes, de
buscar nuevos clientes. Enviciar y corromper a otros, aunque fuera a título gratuito,
merece sanción".

Artículo 3º, sanciona la simple posesión no legalmente justificada, de


estupefacientes.

"Se sanciona la simple tenencia de estupefacientes, aunque sea para uso personal.

Es claro que si la tenencia estuviera ligada inequívocamente con los actos previstos
por el Art. 2º, será éste y no el relativo a la mera tenencia el que habrá de aplicarse.

La tenencia no es punible cuando proviene de actos legítimos, pero habrá que


probar este extremo; en los demás casos, se supone que ha habido alguna actividad
ilegal, que es precisamente la que fundamenta la sanción".

También comete delito "el que suministrare a sabiendas local o instalaciones


destinadas a elaboración, tráfico, suministro o uso ilegítimos de estupefacientes"
(art. 4º).

"Se ha previsto la condición y punibilidad de quiénes proporcionan local o los medios


de fabricar, suministrar o usar estupefacientes.

Pese a la justicia del criterio de considerar punibles a quienes realizan estos actos,
podrían surgir dificultades sobre el grado de participación dadas las distinciones que
hace al respecto nuestro código. Por ello, se ha considerado necesario aclarar que
este es un caso de coautoría".

Omisión de denuncia. Este delito se halla establecido en el artículo 10o. Implica la


obligación que todos tienen de dar noticia a las autoridades competentes, sobre la
existencia de cualesquiera de los delitos previstos en esta ley. Esta omisión, según
ya vimos, es más gravemente sancionada cuando el culpable "fuere funcionario
público encargado de vigilar, prevenir o reprimir estas actividades o profesional de
especialidades médicas..." (art. 10º, segunda parte).

Ya tratamos de otra figura consistente en la violación de los reglamentos sanitarios


(art. 12).

Apoderamiento y disposición ilegales de estupefacientes decomisados,


secuestrados y depositados. Casos de extravío. Estos delitos se hallan en relación
con el artículo 16º, que dice:

"Los estupefacientes y materias primas decomisados o secuestrados serán puestos


dentro del término de las dos primeras horas hábiles de trabajo a disposición del
juez de la causa, quien luego de determinar su cantidad y calidad, en el día y con la
intervención del Ministerio de Salud Pública, los depositará preventivamente a las
resultas del respectivo juicio en el Banco Central de Bolivia, bajo constancia".

El artículo trascrito tiende a evitar sustituciones, que más de una vez se han
denunciado.

Puede suceder, como también se ha denunciado, que alguien que carezca de


facultad legal para hacerlo, disponga de tales estupefacientes o se apodere de ellos;
dice, al respecto, el artículo 17º.

"El que dispusiere o se apoderare ilegalmente de las substancias de-comisadas,


secuestradas o depositadas a que se refiere el artículo anterior, sufrirá las penas
señaladas en el artículo segundo y correlativos de la presente ley".
Quien se halle a cargo de decomiso de estas substancias, del secuestro o sea
depositario y, por culpa, las hiciere extraviar, comete también delito, al tenor del
artículo 18º:

"El que estando en posesión legal de estupefacientes o de materias primas


decomisadas, secuestradas o depositadas, las extraviare parcial o totalmente sin
mediar dolo, sufrirá de uno a dos años de presidio, sin perjuicio de que se restituya
su valor".

5.- PENAS Y MEDIDAS DE SEGURIDAD. Las principales penas por delitos


relativos a estupefacientes son las de privación de libertad y de

multa, que son impuestas de acuerdo a la ley, de manera conjunta.

La pena privativa de libertad se explica tanto por necesidades de prevención como


de corrección. La de multa, es consecuencia de las finalidades de lucro que influyen
en las más graves de estas conductas delictivas.

Las penas privativas de libertad quedan sometidas a las reglas generales


contenidas en el Código Penal. Pero, para la de multa y su conversión eventual en
privación de libertad, se seguirán las reglas del artículo 14º:

"Para determinar el monto de la multa, el juez tendrá en cuenta:

a) La magnitud de las actividades delictivas;

b) La capacidad económica de los delincuentes;

c) El monto de las ganancias que se hubieren obtenido;

d) El daño moral y económico causado.

En caso de insolvencia del reo, cada dos millones de bolivianos de multa será
equivalente a un mes de reclusión, siendo inaplicable para este sólo efecto el
artículo 84 del Código Penal".

Es de hacer notar que, de acuerdo al artículo 20º: "Las penas establecidas en la


presente ley no podrán ser objeto de rebaja ni indulto".
La pena para la elaboración, tráfico, suministro de estupefacientes, suministro de
local o instalaciones, recetas indebidas y disposición o apoderamiento indebidos de
substancias decomisadas, secuestradas o depositadas, es la de presidio de tres a
diez años y multa de diez a cien millones de bolivianos.

La posesión ilegal recibe presidio de tres a cinco años.

La omisión de denuncia tiene reclusión de seis meses a un año (art. 10º).

La violación de reglamentos sanitarios tiene arresto de tres a seis meses y multa de


cien mil a un millón de bolivianos (art. 12º).

El extravío merece de uno a dos años de presidio, fuera de la restitución del valor
de lo extraviado (art. 18º).

Penas accesorias. Se hallan señaladas en el artículo 9, que dice:

"Además se aplicarán las siguientes sanciones accesorias, según los casos:

a) La pérdida a favor del Estado de las drogas decomisadas y de los enseres


empleados en su elaboración. Los estupefacientes serán puestos a disposición del
Ministerio de Salud Pública, para que les dé destino legalmente permitido,
autorizado por resolución suprema;

b) La inhabilitación del funcionario para ocupar cargos públicos después de


cumplida la pena por un tiempo igual al de la privación de libertad;

c) La inhabilitación del profesional de especialidades médicas para ejercer su


profesión por tiempo igual al de la privación de libertad;

d) La cancelación del permiso de funcionamiento y de la personería jurídica que


obtuvieron los establecimientos industriales y comerciales;

e) El extrañamiento del país de los extranjeros, después de cumplida su


condena privativa de libertad;

f) La publicación de la sentencia en todos los casos y sanciones aplicadas.

La exposición de motivos dice lo siguiente al respecto:


Es general que, para estos delitos, se consignen penas accesorias a las principales.

La pérdida de efectos es legal y lógica; sería injusto que, después de imponer multa,
por ejemplo, se dejara a los delincuentes en poder de instalaciones o de
estupefacientes que valen más que la propia multa. Esta es una aplicación del
artículo 86 del Código Penal. Como se han presentado ya casos dudosos a cerca
del destino de las drogas decomisadas, resulta conveniente determinar que sólo el
Ministerio de Salud Pública podrá disponer de ellas.

Es lógico que el funcionario público que, por la misma comisión de estos delitos, ha
demostrado no tener la suficiente responsabilidad para ejercer el cargo, se vea
privado del derecho de desempeñarlo después de salir de la cárcel. La inhabilitación
para ejercer cargos públicos subsistirá aún en el caso de que el reo fuere
rehabilitado como ciudadano.

Lo mismo puede decirse del profesional de especialidades médicas que ha


demostrado ser incapaz de actuar conforme a las delicadas responsabilidades
impuestas por su misión social.

La disposición sobre industrias (químicas, farmacéuticas, etc.) y el comercio (de


importación o no), se justifica porque esas actividades son lícitas mientras cumplan
una función social.

Hay una sanción grave como la cancelación de personería y la suspensión de


actividades, de un ente colectivo, cuando la finalidad de las actividades industriales
o comerciales se torna ilegal. En todo caso, esta sanción se impone sólo cuando los
dueños o personeros de la empresa obran con dolo. Cuando ha habido únicamente
un delito culposo la sanción es menor. Estas penas para las empresas no excluyen
la responsabilidad personal de quienes resultaren directamente culpables de los
delitos. El límite está dado por los casos en que, no obstante, la vigilancia ejercida
para evitar el mal uso de drogas o su elaboración, hay empleados inferiores que
incurren en delitos; para ese caso queda sólo la responsabilidad penal de los
culpables.
Es natural que Bolivia se defienda del elemento extranjero que se dedica al delito y
que, después de su condena sea extrañado del país como elemento peligroso e
indeseable.

La publicación de la sentencia tiene, sobre todo, un valor moral y preventivo.

Agravamiento de la pena. Hay dos casos que son considerados por la ley de
estupefacientes.

El primero toca a la reincidencia, sumamente frecuente en estos casos, tanto de


parte de los usuarios como de parte de los fabricantes y traficantes; las bandas de
que éstos corrientemente forman parte, suelen facilitar la reincidencia. El artículo
13º, dispone que, en tal caso de reincidencia. las penas se dupliquen.

El segundo se refiere a la aparición de resultados especialmente graves, como


consecuencia del suministro de estupefacientes. Para que la pena agravada sea
aplicable, basta el suministro; no es necesario que se busque aquel resultado grave;
ni siquiera que se lo hubiera podido prever; es decir, se establece una
responsabilidad objetiva. En vista de ello, resultan exageradas las penas que la ley
establece y que han sido aumentadas respecto a las contenidas en el proyecto
oficial. La ley sanciona la muerte con veinte años de presidio, es decir, con el doble
de la pena que se aplica al homicidio doloso y premeditado, lo que resulta
evidentemente absurdo. El artículo 6º dice. "Si el suministro ilegal de
estupefacientes causare enfermedad o alteración mental graves y duraderas, la
pena de presidio será de seis a diez años. Si resultare la muerte, la pena será de
veinte años de presidio".

Medidas de seguridad. En pocos campos del Derecho Penal queda, como en este,
tan justificada la existencia de medidas de seguridad. La ley de estupefacientes
contiene dos determinaciones al respecto: una se refiere a los usuarios y está
contenida en el artículo lIº, que dice:

"El que usare indebidamente estupefacientes, será internado en un organismo de


salud pública o asistencia social, hasta su total curación. A petición de parte o de
oficio, el juez considerará toda vez. que sea necesaria, la situación del Internado
para suspender la medida si hubiere lugar, previo informe de peritos psiquíatras".

La exposición de motivos explica así esta medida:

"El vicioso suele, encontrarse en condiciones tales al cabo de cierto tiempo, que no
vacila en cometer delitos para procurarse la droga; inclusive si desea curarse tiene
que hacerlo disminuyendo las dosis y adquiriéndolas muy probablemente de
manera ilícita. Por eso, es oportuno darle la posibilidad de presentarse a las
autoridades, para que la curación se efectúe bajo la vigilancia de éstas".

La mayor parte de los países aplican estos sistemas con buenos resultados.

Se sobreentiende que los actos exculpados son los de mero uso, pero no los de
fabricación, tráfico o suministro de estupefacientes, ni otros contemplados en la
presente ley.

Hay convenios internacionales que obligan a Bolivia a supervigilar el cultivo y


comercio de materias primas que sirven para la elaboración de estupefacientes. Los
reglamentos pertinentes tienen que ser respaldados por medidas penales.

Es verdad, lastimosamente, que esas medidas no se han tomado con la materia


prima que en Bolivia es más fácil de conseguir: la coca. Pero esta ley impone un
deber imperativo a las autoridades sanitarias de hacer también algo a este respecto.
Mientras la vigilancia no comience desde los primeros momentos, la fabricación de
cocaína, su tráfico y suministro serán difíciles de evitar.

La otra está contenida en el artículo 15º y se refiere al derecho de inspección con


simple requerimiento fiscal; ese artículo dice:

Artículo 15.- "Los locales abiertos al público, tales como burdeles, cafés,
establecimientos de diversión y otros semejantes, podrán ser inspeccionados por
las autoridades con solo requerimiento fiscal, si hubiere indicios de que en aquellos
se expenden, elaboran o usan estupefacientes".

Por su parte, la exposición de motivos se explica así:


"La necesidad de prevenir el expendio, fabricación o uso de estupefacientes sólo
exige requerimiento fiscal como condición para inspeccionar ciertos
establecimientos abiertos al público. Los domicilios privados conservan su
inviolabilidad, conforme a lo determinado por la Constitución".
CAPÍTULO XLVI

DELITOS CONTRA LA FE PÚBLICA

1.- FALSIFICACIÓN Y ALTERACIÓN DE LAS MONEDAS. El Título 5º del Libro


Segundo del Código Penal vigente se ocupa en su Capítulo I "De la falsificación y
alteración de las monedas". Eugenio Cuello Calón dice: "Por moneda se entiende a
los efectos penales el papel moneda, los billetes de Estado y de Banco, la moneda
metálica y los demás signos de valor de curso legal emitidos por el Estado u
organismos autorizados para ello. A los mismos efectos se equiparán las monedas
nacionales y las extranjeras (art. 284, párrafos primero y segundo)". Esta referencia
al Código Penal Español da una idea cabal de lo que actualmente debe entenderse
por moneda.

Nuestro Código sitúa las figuras delictivas en las que incurren los que falsifican y
alteran monedas entre los llamados delitos contra la fe pública; otros códigos los
tipifican como falsedades. Falsedades alterar la verdad, de manera maliciosa, en
perjuicio de otros. Fe pública es la certeza que involucran los actos, documentos y
otros instrumentos emanados del Poder Público, de tal suerte que invocándolos no
es necesario mayor prueba ni trámite para su validez.

Siendo la moneda el instrumento indispensable en toda transacción, acto de


comercio y tráfico económico entre los hombres, no es preciso recalcar su
trascendencia e importancia; pues podemos indicar que todos los actos de la
actividad humana, salvo los de estricto valor moral o espiritual, pueden referirse en
última instancia a un valor monetario.

El Art. 284 del Código Penal, expresa: "Los que fabricaren o hicieren fabricar
monedas falsas, imitando las de oro y plata, que circulan legalmente en Bolivia, bien
las fabriquen de otros metales, bien de los mismos que representan, pero de ley
inferior, o con menor peso que las legítimas, los que rayaren las monedas legales
de oro o plata, disminuyendo su legítimo valor, o las cercenaren de cualquier otro
modo, y los que a monedas legales de un metal inferior dieren apariencias de otro
superior en cualquiera de las dos clases referidas, serán condenados de cuatro a
diez años de presidio e infamia".

Juzgamos oportuno mencionar el hecho de que nuestro Código, en el artículo


anteriormente transcrito, en su parte descriptiva, nos habla de monedas metálicas,
y concretamente de. las de oro y plata (conviene recordar que nuestro país se
adhirió al bimetalismo, como corriente financiera relevante en el siglo XIX). La
"moneda metálica", como hace notar el ilustre Prof. Cuello Calón, "es la moneda
acuñada; no se concibe moneda sin cuño de carácter oficial (escudo de la nación
efigie del Jefe del Estado, etc.)".

Cometen el delito de fabricación y alteración, de las monedas, quienes las fabrican


o hicieran fabricar dichas monedas falsas; ya que solo el Estado puede atribuirse la
facultad de fabricar o hacer fabricar moneda. La mencionada facultad es privativa
del Estado. En Bolivia se fabricó mucho tiempo moneda metálica en la famosa Casa
de la Moneda de Potosí y actualmente el Estado hace fabricar papel moneda
(billetes de Banco) por firmas especialmente dedicadas a ello (generalmente
londinenses) por intermedio del Instituto Emisor que es el Banco Central de Bolivia.

, Se incurre en el delito de falsificación y alteración de monedas, cuando se fabrican


las mismas de otros metales distintos a los que deben legalmente ser fabricadas
(alterando el metal, en su acepción química); también se perpetra este acto delictivo
fabricando monedas metálicas de ley inferior (adulteración en la ley) o fabricándolas
de menor peso que las legítimas. Otra forma de comisión de los delitos que
estudiamos consiste en rayar las monedas legales de oro y plata, disminuyendo su
legítimo valor o cercenándolas de cualquier otro modo. Finalmente se incurre en las
sanciones establecidas en el Art. 284 (cuatro a diez años de presidio e infamia,
teniendo presente que la pena de infamia, como ya se ha dicho en otra parte de
esta obra, fue abolida por la Constitución Política de 1880), cuando a las monedas
legales de un metal inferior se les da apariencias de otro superior en cualquiera de
las dos clases referidas.

El Art. 285 del Código Penal prevé el caso de que alguno que tenga a su cargo los
sellos nacionales, abusara de cualquiera de ellos para acuñar monedas falsas, caso
en el que se le aplica la misma sanción contemplada en el Art. 284 (cuatro a diez
años de presidio).

El Art. 286 del mismo Código Penal se coloca en el caso de los que en Bolivia
falsifiquen o cercenen, o hagan falsificar y cercenar monedas de oro y plata
extranjeras que no circulen en Bolivia, sancionándolos con la pena de cinco a diez
años de obras públicas. Los que incurran en este delito con respecto a monedas de
cobre o de vellón extranjeras que no circulen legalmente en Bolivia, son
sancionados con la pena de dos a cuatro años de obras públicas.

"Los que privadamente y sin autorización fabriquen o acuñen moneda de cualquiera


clase de las que circulan legalmente en Bolivia -expresa el Art. 287- aunque sean
del mismo metal, ley y peso que las legales, pagarán una multa de ciento a
cuatrocientos pesos y sufrirán una reclusión de seis meses a dos años". Además,
prescribe: "Los que en Bolivia hagan otro tanto con respecto a las monedas
extranjeras que no circulen legalmente en esta República, pagarán una multa de
treinta a cien pesos y sufrirán un arresto de tres meses a un año".

El Art. 288 reza: "Los que en cualquiera de los casos expresados en los artículos
anteriores, contribuyan a expender o introducir en el territorio boliviano las monedas
fabricadas, cercenadas o ilegítimamente acuñadas, con conocimiento del defecto y
habiendo tenido parte en éste, o alguna inteligencia previa con los falsificadores
para la ejecución del delito, sufrirán igual pena que los reos principales;
comprendiéndose en esta disposición las monedas acuñadas fuera de la República,
con el tipo, ley y peso de las nacionales. Igual pena sufrirán, también, los que
construyan o suministren los cuños, instrumentos, ingredientes o medios para
falsificar o cercenar las monedas, sabiendo el mal uso. que se ha de hacer de ellos".
Este artículo se refiere a los codelincuentes que participan en la comisión de los
delitos de fabricación y alteración de moneda falsa.

Por lo que concierne a los que contribuyan a expender o introducir en Bolivia las
expresadas monedas con conocimiento de su defecto, pero sin previo acuerdo con
los autores -del delito y sin haber tenido parte en su ejecución, el Código Penal, en
su Art. 289 manifiesta que serán castigados como auxiliadores del delito principal.
Fuera de la previsión manifestada, el mencionado artículo prescribe que no alcanza
a quienes, habiéndolas recibido por buenas, las vuelven a poner en circulación.
Tratase de un caso de ignorancia de los que actúan de buena fe. Finalmente se
ocupa de los que hacen pasar moneda falsa, sabiendo el defecto de que adolecen,
caso en que se les impone una multa equivalente al tres tanto del importe de las
monedas defectuosas que hayan expendido, y sufrirán, además, un arresto de ocho
días a dos meses.

La última disposición del Código Penal, sobre este tema, está contenida en el Art.
290, que expresa: "Los que construyan, vendan o introduzcan, o suministren de
cualquier modo cuños, troqueles u otros instrumentos que exclusivamente sirvan
para la fabricación de moneda, no siendo por encargo y para el servicio de las casas
nacionales de este ramo, e igualmente los que sin orden o permiso de autoridad
legítima tengan en su poder alguno de ellos, sufrirán aunque no se haya llegado a
hacer ningún mal uso, la pena de cuatro a diez años de obras públicas, rebajándose
estas penas a la mitad si -los instrumentos no sirvieren sino para fabricar monedas
extranjeras".

La fabricación de moneda falsa constituye un delito formal: puede o no ser puesta


en circulación o hacerse uso de ella; basta la creación de "una" moneda falsificada.
La falsificación misma y las otras formas de alterar la moneda legítima importan el
elemento objetivo o material, siendo el elementó subjetivo aquel que ratifica el dolo
cuándo se fabrica moneda ilegítimamente.

El Art. 290 transcrito crea un verdadero delito autónomo cuando sanciona a todos
los que vendan, introduzcan o suministren cuños, troqueles u otros instrumentos
destinados a la falsificación de moneda. Doctrinalmente la tenencia de tales objetos
destinados a la fabricación de moneda es un acto preparatorio (Ver Iter-criminis).

Para aclarar algunos conceptos vertidos sobre la fabricación de moneda falsa,


resulta oportuno mencionar lo expresado por don Eugenio Cuello Calón, cuando
manifiesta: "Cercenamiento, según el Diccionario de la Academia Española,
significa "cortar las extremidades de alguna cosa, disminuir o acortar". De aquí que,
la moneda metálica puede ser disminuida en su peso limándola, raspándola o
haciendo en ella una fuerza mecánica, o recurriendo a medios químicos que le
resten su valor".

Los billetes de Banco (por ley de 30 de septiembre de 1890) han sido asimilados a
la calidad de moneda.

En Bolivia es frecuente el uso de "billetes" fabricados con fines festivos,


conmemorativos o folklóricos, hecho que más de una vez, ha dado lugar a que se
perpetren actos delictivos valiéndose de la ignorancia, ingenuidad o simpleza de las
personas; por lo que debe propenderse a la prohibición absoluta de su fabricación.
Tal el caso de los billetes de alasitas, que fueron "pasados3 en un Banco de Estados
Unidos.

Sobre esta materia, el Anteproyecto de Manuel López Rey y Arrojo, elaborado en


1943, prescribe bajo el título "Delitos contra la Fe-Pública", disposiciones sobre
falsificación de moneda. Así tenemos el Art. 278 que se refiere a la falsificación e
introducción de moneda; luego se refiere a la recepción de buena fe (Art. 279) y
trata del caso de los que expendieren, pusieren en circulación moneda falsa o
alterada, conociendo tales hechos. El Art. 280 del mismo Anteproyecto López-Rey,
habla de los encargados de la emisión o fabricación de moneda que, a sabiendas,
autorizaren, emitieren o fabricaren moneda que no se ajuste a los requisitos legales
o pusieren en circulación moneda que no tuviere ya curso legal.

El Art. 281 se refiere a la equiparación a la moneda, cuando expresa: "A los efectos
penales, se equiparán a la moneda, los billetes de Banco de curso legal, los títulos,
cédulas, acciones, obligaciones, cupones y análogos, cheques y, demás
documentos legalmente autorizados y emitidos, fueren, nacionales o extranjeros".

El Anteproyecto de Código Penal Boliviano, redactado por la Comisión Codificadora


Nacional, legisla esta materia en el Título de los Delitos contra la Fe Pública, en su
Capítulo I que trata de la falsificación de moneda, billetes de banco, títulos al
portador y documentos de crédito. En el Art. 186 tipifica el delito de falsificación de
moneda, sea ésta- metálica o papel moneda de curso legal, nacional o extranjera.
La circulación de moneda falsa recibida de buena fe, cuando existe conocimiento
de la falsedad, se encuentra contenida en el Art. 187. En el Art. 188 vemos que el
mencionado Anteproyecto de la Comisión Jurídica Nacional, se ocupa de la
equiparación de valores a la moneda, quedando en calidad de tales: los billetes de
Banco, legalmente autorizados; los bonos de la deuda nacional; los títulos, cédulas
y acciones al portador, emitidas legalmente por los Bancos, entidades o compañías
autorizadas para ello; los cheques.

2.- DE LOS QUE FALSIFIQUEN LOS SELLOS DE LAS CÁMARAS, DEL


PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DE LAS AUTORIDADES Y OFICINAS DEL
GOBIERNO, O LAS ACTAS O RESOLUCIONES DE LAS CÁMARAS, LOS
TÍTULOS, DESPACHOS Y DECRETOS NACIONALES, EL PAPEL MONEDA, LOS
CRÉDITOS CONTRA EL ESTADO O CONTRA OTROS ESTABLECIMIENTOS
PÚBLICOS.

El Capítulo II de este mismo Título, en el Art. 291, indica: Son falsarios y acreedores
a la pena de diez años de prisión, los que a sabiendas falsifiquen .o hagan falsificar:
Primero, el sello de las Cámaras o alguna acta, resolución, decreto u orden
auténtica de las mismas; segundo, los sellos o la estampilla del Presidente de la
República, o del Consejo de Gobierno o de cualquiera otra autoridad que conforme
a la Constitución se halla encargada de la Suprema Administración del Estado;
tercero, la firma o rúbrica de los mismos, o la de alguno de los Ministros de Estado
en resolución, orden, decreto u otro escrito auténtico que fuere expedido a nombre
del Presidente de la República, o del Consejo de Estado, o de cualquiera otra
autoridad encargada constitucionalmente de la Suprema administración de la
República; cuarto, los sellos de que usan la Corte Suprema de Justicia y Cortes de
Distrito Judicial, o algún despacho, provisión u otro escrito auténtico que fuere
expedido por cualquiera de estos tribunales. De acuerdo a la citada disposición se
constituyen en falsarios todos los que falsifiquen o hagan falsificar sellos o
estampillas de los magistrados y autoridades que se mencionan en el texto del Art.
291; los que falsifiquen firma o rúbrica de las mismas o los que falsifiquen iguales
sellos, firmas o rúbricas de los magistrados de la Excma. Corte Suprema de Justicia
y de las Cortes Superiores de Distrito.
Las providencias de los Magistrados citados merecen fe pública y tanto sellos,
firmas y rúbricas de tales altos funcionarios o magistrados sirven para autenticar,
probar y certificar actos administrativos o judiciales de especial relevancia, por lo
que cuando se los falsifica no puede menos que incurrirse en delito grave.

El Art. 292 del Código Penal vigente complementa la anterior prescripción,


asignándoles igual pena a los siguientes: A los que apoderándose indebidamente
de los sellos mencionados, usan de ellos a sabiendas para autorizar o para que otro
autorice algún documento falso; a los que encargados por razón de su empleo de
los sellos referidos abusen de ellos a sabiendas para el mismo objeto; a los que
falsifiquen o hagan falsificar los billetes del Crédito Público, vales del empréstito,
alguna de las ciases del papel moneda garantizado por el Estado, o documentos de
crédito reconocidos y liquidados contra el mismo o a su favor, acciones de Banco
Nacional o de otro establecimiento público autorizado por la ley, o letras y
libramientos, o cartas de pago formales de alguna de las tesorerías de la nación,
que circulen legalmente en Bolivia como tal papel moneda bajo la garantía del
Gobierno.

Incurren en la misma clase de delitos, de acuerdo al Art. 293 y son castigados con
la pena de dos a seis años de obras públicas: Los que falsifiquen o hagan falsificar
algún otro documento de crédito reconocido y liquidado contra el Estado, acción de
banco o establecimiento público autorizado por la ley, o letra, libramiento o carta de
pago formal de una tesorería de la nación que no circulen legalmente en Bolivia,
como papel moneda, bajo la garantía del Gobierno; 2º los que falsifiquen o hagan
falsificar alguna de las clases de papel sellado que se administre por cuenta del
Gobierno; 3º los que falsifiquen o hagan falsificar billetes o cédula de rifa o lotería
que se haga por disposición y bajo la garantía del Gobierno; 4º los que falsifiquen o
hagan falsificar los sellos o marcas de emblemas nacionales, o de armas de que
usen oficialmente cualesquiera otras autoridades, oficinas o empleados del
Gobierno; 5o. los que falsifiquen o hagan falsificar los sellos públicos de alguna
provincia o pueblo de que usan en sus escritos de oficio las autoridades provinciales
o municipales, o sellos de Prelados eclesiásticos u otros funcionarios públicos en
documentos de la misma naturaleza; 6º los que habiéndose apoderado
indebidamente de dichas marcas o sellos, los empleen para autorizar alguna
falsedad; 7º los que así abusaren de estos sellos, siendo depositarios de los mismos
por razones del empleo que ejerzan; 8º los que en Bolivia falsifiquen o hagan
falsificar cualquiera clase de papel moneda extranjero, garantido por el Gobierno
respectivo o acciones de Banco de la misma clase".

En estos delitos existe siempre el elemento dolo representado por el vocablo que
tanto usa nuestro Código-, a "sabiendas", quedando eximida la culpa, esto es, la
otra especie de culpabilidad.

El Art. 294 contiene una disposición relativa al hecho de cometerse los anteriores
delitos de falsificación, mediando cohecho o soborno, lo que agrava el delito. El Art.
295 establece sanciones para los que hagan uso de tales documentos sabiendo su
falsedad y habiendo tenido parte en ella o alguna inteligencia previa con los
falsificadores; finalmente son castigados como auxiliadores, los que hagan uso de
dichos sellos, marcas o documentos, sabiendo su falsedad, pero sin haber tenido
parte en ella, ni inteligencia con los falsificadores para la ejecución del delito
principal.

3.- DE LAS FALSEDADES, SUPRESIONES Y OMISIONES QUE SE COMETAN


EN ESCRITURAS, ACTOS JUDICIALES U OTROS DOCUMENTOS PÚBLICOS O
DE COMERCIO.

El Capítulo III deteste Título, se ocupa en el Art. 296 del funcionario público civil,
eclesiástico o militar que ejerciendo sus funciones cometa alguna de las falsedades
siguientes: Primera, extender o autorizar a sabiendas escritura pública o auténtica
que sea falsa, o testimonio, acta judicial o partida de casamiento, muerte,
nacimiento o bautismo, o acuerdo de autoridad pública de la misma clase; segunda,
alterar algún documento verdadero de los que quedan expresados, arrancando,
borrando o variando lo que en él estaba escrito, o intercalando lo que no estaba;
tercera, intercalar en los libros, protocolos o procesos, después de estar cerrados,
alguno de los documentos sobredichos, aunque no sea falso; cuarta, extender o
autorizar fraudulentamente testimonios o certificación de alguno de los expresados
documentos falsos o alterados, o ilegalmente intercalados, como queda dicho,
sabiendo la falsedad, alteración o intercalación ilegítima; quinta, fingir letra, firma,
rúbrica, signo o sello en alguno de los documentos sobredichos; sexta, faltar
fraudulentamente a la verdad en la extensión de alguno de los documentos
mencionados, suponiendo personas, desfigurando los hechos, suprimiendo lo que
ha pasado, añadiendo lo que no ha habido o alterando las fechas verdaderas; y
séptima, cometer alguna de las falsedades designadas en este artículo en libros o
asientos de oficina o establecimiento público, en títulos, certificaciones, cartas de
pago, o cualquiera otro documento oficial, fuera de los expresados en el mismo
artículo". La sanción establecida para esta clase de delitos es la de cinco a diez
años de obras públicas, no pudiendo volver a obtener empleo, cargo ni oficio alguno
público.

Se complementa la anterior previsión del Código Penal en el Art. 297 que se refiere
a los que cometen estos delitos por soborno o cohecho; éstos no podrán alcanzar
la rebaja de las penas a que han sido condenados, y los sobornadores y cohechores
sufrirán la pena de dos. a cinco años de obras públicas.

En virtud del Art. 298: "serán condenados de dos a seis años de obras públicas, los
que en Bolivia cometan alguna de las falsedades expresadas en los artículos
precedentes, en letras de cambio, libros, reconocimientos, pólizas, guías u otros,
instrumentos de comercio, sea nacional o extranjero; los que se muden él nombre
y apellido en cualquiera de los documentos expresados en este artículo; cualquiera
funcionario público, civil, militar o eclesiástico que teniendo a su cargo los libros de
actas o partidas, o los protocolos o registros públicos de que trata el artículo 296,
suprimiera u omitiere en ellos a sabiendas alguna acta o acuerdo de la autoridad
respectiva, o alguna escritura pública que ante él se hubiera otorgado, o alguna
partida o asiento de los que comprueben el estado civil de las personas; los qué
falsifiquen en Bolivia documentos públicos extranjeros como los expresados en el
mismo artículo. Prescribe este artículo que los funcionarios públicos que cometieren
cualquiera de los delitos de que se ocupa, serán condenados además a la
inhabilitación perpetua para volver a obtener empleo o cargo público.
Si alguno de los delitos expresados en el artículo precedente fuere cometido por
soborno o cohecho -dice el artículo 299- los sobornados o cohechados no podrán
obtener la rebaja de las penas a que han sido condenados, y los sobornadores y
cohechadores, sufrirán por el mismo hecho la pena de uno a tres años de obras
públicas.

Quedan exceptuados, de conformidad al artículo 300, de las disposiciones de los


artículos precedentes los que no hagan más que falsificar o usar de alguna
certificación o documento, oficial falso de empleado o funcionario público, dirigido o
recomendarse a sí propios, o a excitar la beneficencia del Gobierno o de los
particulares, sin daño inmediato de tercero. La pena de falsificador o cómplices en
estos casos, será la de una multa de diez a cincuenta pesos, y un arresto de uno a
seis meses.

El artículo 301, último de este Capítulo III, equipara a los que hayan usado de alguno
de los documentos falsificados de que tratan los artículos precedentes de este
capítulo, cuando saben su falsedad o habiendo tenido parte en ella o alguna
inteligencia previa con los falsificadores, con los autores principales, por lo que
sufrirán la misma pena que si ellos hubiesen cometido la falsedad en los. casos
respectivos; mientras que a los que hagan uso con conocimiento de la falsedad,
pero sin haber tenido parte en ella ni inteligencia alguna con los falsificadores, para
la ejecución del delito principal, los castiga como meros auxiliadores.

Desde el punto de vista del Derecho Penal, según Pacheco, citado por Eugenio
Cuello C. documento es, "todo lo que da o justifica un derecho, todo lo que asegura
una acción, todo lo que prueba aquello en que tiene interés una persona". El propio
Cuello Calón expresa: "Documento, para los efectos de nuestro Código, equivale a
escrito destinado a probar hechos de los que se originan o puedan originarse
consecuencias jurídicas".

Los documentos son: públicos y privados. Los primeros son aquellos que extienden
los funcionarios públicos llamados por ley; en consecuencia, hacen plena prueba,
sin más requisito. Los segundos, no hacen plena prueba sino previo su
reconocimiento judicial; y, lógicamente a contrario sensu, no son públicos.
Algunos conceptos sobre documentos pueden verse en la Ley del Notariado, así
como en el Código Civil. El Art. 905 de este cuerpo de leyes, expresa: "La escritura
pública hace plena fe respecto a la convención que contiene, tanto entre las partes
contratantes, como entre sus herederos". Y el Art. 903 del mismo Código Civil,
define lo que es escritura pública, diciendo: "Escritura pública es la que ha sido
hecha con todas las solemnidades necesarias por un funcionario público autorizado
para otorgarlas". Se puede alterar la verdad en un documento (falsedad de
documento) de varias maneras: variando el contenido de un documento realmente.
auténtico o fraguando íntegramente un documento o de manera parcial. Los
tratadistas distinguen la falsedad material que pueda verificarse objetivamente
utilizando un método investigatorio, de la falsedad intelectual o ideológica. En esta
clase última de falsedad al método investiga- torio debe alcanzar al contexto del
documento, así como a su origen para ser comparados con la verdad de los hechos.

4.- DE LAS FALSEDADES EN DOCUMENTOS PRIVADOS, SELLOS, MARCAS Y


CONTRASEÑAS DE LOS PARTICULARES. En nuestro Código Penal, los delitos
contra la Fe Pública son tratados también en el Capítulo IV de este Título. El Art.
302, establece: "Cualquiera que en perjuicio de otro cometiere falsedad en las
marcas, sellos, contrasellos, .o contraseñas de que use alguna fábrica o
establecimiento de comercio existente en Bolivia, o en algún escrito o documento
privado, ya mudándose el nombre o apellido, ya fingiendo firma, rúbrica o sello, ya
forjando un escrito falso, ya alterando alguno verdadero, borrando, arrancando o
variando lo que en él estaba escrito, o añadiendo lo que no lo estaba, será infame
y sufrirá la-pena de uno a tres años de reclusión".

Del texto del artículo citado, se desprende que, para incurrir en esta clase de delitos,
es conditio sine qua non que la falsedad se perpetre perjudicando a otro (en
perjuicio, dice el Código).

En la legislación boliviana el concepto de marca lo encontramos en el Reglamentó


de Marcas, cuyo -artículo primero, expresa que es marca todo signo o emblema
característico y peculiar con que se quiere especializar los artículos de una fábrica,
los objetos de un comercio, los productos de la tierra y de las industrias agrícola,
forestal, ganadera y extractiva. Las marcas se encuentran debidamente
garantizadas por esta misma legislación.

Es de utilidad diferenciar que cuando se incurre en falsedad de documento público,


el bien jurídico directamente vulnerado por dicha conducta es la Fe Pública,
existiendo desde ese momento adecuación de la conducta al tipo penal; mientras
que, cuando se trata de falsedad de documento privado es necesaria la diligencia
de reconocimiento que generalmente se opera cuando el documento ha sido
utilizado para incurrir en perjuicio de otro.

Si los delitos del Art. 302 se cometen mediando soborno o cohecho, se les agrava
la pena a los sobornados o cohechados, aumentándoles seis meses de reclusión; y
los sobornadores o cohechadores son condenados por el mismo hecho a la pena
de tres a dieciocho meses de la misma pena, según señala el artículo 303.

Puede ocurrir de que los delitos contemplados en el Art. 302 no sean en perjuicio
de tercero, caso en que "se sancionan con un arresto de ocho días a tres meses,
por disposición del Art. 304.

El. Código Penal se sitúa en la circunstancia de los que para eximirse, o para eximir
a otro de algún cargo público o cualquiera obligación de la misma naturaleza,
forjaren o hicieren forjar alguna certificación falsa de médico o cirujano, relativa a
enfermedad u otra lesión, o alteraren o hicieren alterar alguna certificación
verdadera de esta clase para acomodarla a otra persona diferente, casos en los que
el Art. 305 impone la pena de tres a dieciocho meses de reclusión, sin perjuicio del
castigo que merezcan por rehusar hacer aquel servicio.

La anterior disposición punitiva tiene aplicabilidad sobre todo en los casos en los
que se burlan los reglamentos militares, concretamente, la Ley del Servicio Militar
Obligatorio.

El Art. 306, fuera del caso expresado en el Art. 300, contiene una disposición que
concierne a la vida académica, pues habla del profesor de alguna ciencia o arte que
diere voluntariamente y por favorecer a otra persona una certificación en falso, ya
de enfermedad o lesión para eximirla de algún servicio público, ya dé estudio,
examen o suficiencia, para frustrar los reglamentos vigentes, asignándoles la pena
de dos meses a un año de prisión, y una multa de veinte a cien pesos.

En estos delitos, el autor no sólo debe incurrir voluntariamente en la acción


delictuosa, sino que debe perpetrarla por favorecer a otra persona. Si se otorga la
certificación falsa por soborno o cohecho, sufrirá una reclusión de uno a tres años
con suspensión de su empleo o profesión por cuatro años. El sobornador sufrirá un
arresto de dos a seis meses.

Los que administren inmediatamente mesones, posadas, fondas o cuales quiera


otras casas de hospedaje -manifiesta el artículo 307-, que debiendo según la ley
lleva registro o dar parte a las autoridades de las personas que hospeden, las
inscriban a sabiendas bajo nombres o apellidos supuestos, pagarán una multa de
veinte a sesenta pesos y sufrirán arresto de uno a seis meses, sin perjuicio de ser
castigados como receptadores o encubridores, si supieren que el huésped es algún
malhechor, o que ha cometido algún delito. Iguales penas se impondrán a los
huéspedes que en estos casos mudan el nombre o apellido.

La anterior previsión, tiene modernamente estrecha relación con los reglamentos de


Policía que exigen a los propietarios de hoteles, moteles, cabañas, etc. un registro
de alojados, llamado "parte de pasajeros" y cuya infracción constituye falta.

En el artículo 308 diferencia a los que hagan uso de los documentos, sellos, marcas
y contraseñas expresadas en los artículos precedentes de este capítulo, sabiendo
que son falsos, habiendo tenido parte en la falsedad, o alguna inteligencia previa
con los falsificadores para la ejecución del delito, equiparándolos en cuanto a la
pena con los autores principales del delito; de los que sin esta inteligencia ni
intervención alguna en el delito usan de ellos, sabiendo que son falsos, por lo que
son castigados como auxiliadores.

5.- DE LA FALSIFICACIÓN O ALTERACIÓN DE LOS PESOS Y MEDIDAS. Y DE


LA FALSEDAD EN LA VENTA DE METALES, PEDRERÍA Y OTROS EFECTOS.

El Capítulo V de los Delitos contra la Fe Pública, en el artículo 309, dice: "Cualquiera


que en perjuicio del público altere los pesos o medidas legales, o usa de pesos y
medidas falsas o alteradas, pagará una multa de cinco a cincuenta pesos y sufrirá
un arresto de uno a seis meses".

En la disposición que acabamos de citar el sujeto pasivo del delito es el público y


se incurre en este delito alterando pesos y medidas legales. En Bolivia, por razones
de facilidad en su manejo, se ha adoptado el sistema métrico decimal, pero nuestro
Código s§ refiere a cualquier tipo de pesos o medidas.

Según el artículo 310, "cualquiera que por razón de su oficio, o en almacén o tienda
pública venda alhajas, o efectos de oro y plata de ley inferior a aquellas en que los
venda, o un metal por otro de más precio, o piedras falsas por finas, o cualquiera
mercancía, falsificada por otra legítima y verdadera, o que cometa en perjuicio de
los compradores cualquiera otra falsedad acerca de la naturaleza de los géneros
que venda, perderá dichos efectos, mercancías o géneros en que cometiere la
falsedad, pagará una multa de veinte a cien pesos, y sufrirá un arresto de un mes a
un año".

El Art. 311 establece: "Los funcionarios públicos, comisionados, asentistas o


proveedores por cuenta del Gobierno, o de algún establecimiento público, que
ejerciendo sus funciones cometan alguna de los delitos expresados en los dos
artículos precedentes, serán castigados con arreglo al capítulo 12, título 6º de este
libro". Los demás abusos que se cometan así en cuanto a pesos o medidas, como
acerca de la venta de mercancías, de acuerdo al artículo 312, se comprenden en el
libro 3º, título 3º y en el reglamento general de Policía.

El Anteproyecto López-Rey involucra esta clase de delitos bajo el Título III, Capítulo
II cuando dice: "Falsificación de papel sellado y otros efectos" y los tipifica así: En
el Art. 282, la falsificación o alteración de papel sellado; en el Art. 283, la recepción
de buena fe, en el Art. 284, la emisión, ilegal; en el Art. 285, la aplicación auténtica
indebida; se refiere también a los instrumentos para falsificar (Art. 286); en el Art.
287 a la utilización de lo ya usado; en el Art. 288 a la falsificación de billetes de
locomoción; y, en el Art. 289; a la falsificación de entradas.
En el Capítulo III del citado Anteproyecto, siempre en el Título III comprende a los
delitos de falsificación de documentos y los clasifica de la siguiente manera: En el
Art. 290, se ocupa de la falsificación material: en el Art. 291, da el concepto penal
de falsificación ideológica y expresa que ésta se comete por el que, en documento
público o privado, hiciere o permitiere se haga constar declaración, manifestación o
acto falso o alterado sobre lo que fuere la razón de ser de dicho documento.

El Art. 292, dispone sobre la firma en blanco; el Art. 293, prevé autorización de actos
nulos; el Art. 294, se refiere al testimonio indebido; y, el Art. 295, a certificados
falsos.

El Anteproyecto elaborado por la Comisión Codificadora Nacional de 1964 se ocupa


de esta suerte de acciones delictivas en el Libro Segundo, PARTE ESPECIAL,
Título IV, Capítulos II y III. El Capítulo II, trata de la falsificación de sellos, papel
sellado, timbres, marcas y contraseñas.

Los codificadores de 1964, en el Art. 190, tipifican la falsificación de sellos, papel


sellado y timbres; en el Art. 191, la impresión fraudulenta de sello oficial; en el Art.
192, la recepción de buena fe; en el Art. 193, la falsificación y aplicación indebida
de marcas y contraseñas; en el Art. 194, la falsificación de billetes de empresas
públicas de transporte; en el Art. 195, la falsificación de entradas; en el Art. 196, la
utilización de lo ya usado; en el Art. 197, se ocupa de los útiles para falsificar.

El Capítulo II, del Título IV, del Libro Segundo de este mismo Anteproyecto se
dedica a los delitos de falsificación de documentos en general, y prescribe sobre la
falsedad material (Art. 198); la falsedad ideológica (Art. 199); la falsificación de
documento privado (Art. 200); la falsedad ideológica en certificado médico (Art. 201);
la supresión o destrucción de documento (Art. 202); y el uso de instrumento
falsificado (Art. 203).

DELITOS CONTRA LA FE PÚBLICA

l.- DE LOS QUE VIOLEN EL SECRETO QUE LES ESTÁ CONFIADO EN RAZÓN
DEL EMPLEO, CARGO O PROFESIÓN PÚBLICA QUE EJERZAN Y DE LOS QUE
ABRAN O SUPRIMAN INDEBIDAMENTE CARTAS CERRADAS. La consideración
de la violación del secreto entre los delitos contra la fe pública corresponde a la
sistemática arcaica del Derecho Penal ya superada y que consideraba estas
relaciones como falsedades. En cambio, la estructura penal moderna estudia la
violación de los secretos entre los delitos contra la libertad, ya que considera que la
libertad protege la personalidad humana en su totalidad.

El Anteproyecto de 1964 tiene al respecto dos disposiciones en el capítulo de los


delitos contra la seguridad interior del Estado; una, en el artículo 115 que dice:
"(Revelación de secretos) El que revelare secretos de carácter político o militar
concernientes a la seguridad del Estado, a los medios de defensa o a las relaciones
exteriores, incurrirá en privación de libertad de uno a seis años. La sanción será
elevada en un tercio, si el agente perpetrare este delito abusando de la función,
empleo o comisión conferidos por la autoridad pública", y otra, en el capítulo de
delitos contra la actividad judicial, referente al patrocinio infiel, en el artículo 176 que
dice: "El abogado o mandatario que defendiere o representare partes contrarias en
el mismo juicio o que de cualquier modo perjudicare de-liberadamente los intereses
que le fueren confiados, será sancionado con prestación de trabajo de un mes a un
año y multas de cien a trescientos días".

Los delitos de este subtítulo atacan el bien jurídico protegido de la intimidad de la


vida personal, pues la ley no sanciona el hecho de la violación, sino en el fondo, el
perjuicio de la divulgación de los secretos de la intimidad personal.

Nuestro Código entre estos delitos contempla las siguientes figuras:

I.- El funcionario público, militar, civil o eclesiástico que a sabiendas sin orden
competente revele secreto que le está confiado por su cargo o que revele secretos
que por ley debe guardar o que franquee documento reservado que esté a su cargo,
serán sancionados con la pérdida del empleo, con presidio, de uno a doce meses,
con la agravante de que si existe prevaricato o soborno se los sancionará con
reclusión de seis meses a dos años con inhabilitación por toda la vida para ejercer
cargo. También comete delito el sobornador y se lo sanciona con arresto de tres
meses a un año. La ley estipula la disminuyente para estos casos si se comete el
delito por negligencia o culpa, siendo la sanción la suspensión del empleo de un
mes a un año.

Nuestro Código Penal Militar en su artículo 111, llama a estos delitos, de infidencia;
consisten en la revelación de un secreto confiado.

II.- Los abogados, defensores, procuradores que: a) en juicio descubran secreto de


su defendido; b) que enterándose de la defensa, la abandonen; c) quien perjudique
a su defendido para favorecer al contrario obteniendo utilidad personal; serán
sancionados con reclusión de dos a cuatro años más multa e inhabilitación perpetua
para ejercer cargo. El punto a) se ha querido interpretar como prevaricato, pero para
nosotros no lo es porque la ley de 1905 y el artículo 344 del Código Penal definen
este delito de otra manera como en su oportunidad veremos. Existe agravante para
el caso a) cuando la revelación de secreto causa perjuicio lo que se sanciona con
reclusión de uno a tres años; en la circunstancia b) si hay soborno, no se puede
volver a ejercer el oficio. Al sobornador se lo sanciona con arresto de un mes a un
año.

III.- El eclesiástico, abogado, médico, cirujano, boticario, comadrona, barbero y otros


a, los que por el ejercicio de su profesión se les confía secreto y lo violan, se los
sancionará, si no hay prescripción contraria, con arresto de dos meses a un año y
multa.

IV.- El artículo 16 de la Constitución Política del Estado establece la inviolabilidad


de la correspondencia y papeles privados que no pueden ser ocupados sino en los
casos señalados por ley y por orden de autoridad competente, caso contrario no
producen efecto probatorio dichas cartas y papeles violados. Existen casos
específicos en los que se autoriza la ocupación y apertura de la correspondencia
privada, como ser en las quiebras, comisión de delito, guerra internacional.

El Código Penal determina que el empleado de correos que sustraiga correo, es


decir, retire la carta; que suprima, es decir que desvíe la carta para que no llegue a
su destino; la abraces decir la viole; fuera de los casos señalados por ley, será
sancionado con la pérdida del empleo, con la inhabilitación para volver a ejercerlo,
multa y reclusión de seis meses a dos años.

V.- Cualquier empleado público que incurra en las anteriores conductas o las haga
realizar, fuera de los casos en que la ley lo autorice, será sancionado con la pérdida
del empleo; multa y arresto de tres meses a un año.

VI.- Si un particular, maliciosamente sin autorización del destinatario, comete estos


delitos, será sancionado con multa y arresto de quince días a seis meses; se
exceptúan el tutor, padre, encargado, marido.

VII.- Si la carta es dirigida por conducto particular y el culpable procede como


funcionario público e incurre en las conductas anteriormente mencionadas y
descritas, será sancionado con la pérdida del cargo, multa y arresto de quince días
a cuatro meses; pero si es particular, se lo sancionará con arresto de ocho días a
dos meses.

Existe una agravante para estos casos si se hace conocer a otro la carta violada, el
delito se sancionará con doble pena.

Estos delitos están tipificados en el Código Penal en los artículos 313 al 320.

2.- DE LOS ACUSADORES, DENUNCIANTES Y TESTIGOS FALSOS Y DEMÁS


QUE EN JUICIO OFICIALMENTE FALTEN A LA VERDAD. Para nuestro estudio
tenemos que el delito de los acusadores de acuerdo al Código Penal comprende las
siguientes figuras:

I.- Quienes en juicio acusen de delito público y no prueben su aseveración, aunque


obren sin malicia, serán sancionados con el pago de costas, daños y perjuicios y
con arresto por el tiempo que debía aplicarse al acusado por el delito denunciado si
se lo hubiere comprobado. Existe una agravante cuando la acusación es falsa,
calumniosa, sancionándose con inhabilitación para ser acusador.

II.- Quien se querella contra otro y no pruebe su querella será sancionado con el
pago de costas, daños y perjuicios y con la pena igual que hubiera sufrido el
acusado de ser cierta la querella.
III.- El acusador que por dinero o algo equivalente abandone su acción pública, será
san clonado con igual pena que hubiere merecido el querella-do, más inhabilitación
para acusar y el resarcimiento-de los daños y perjuicios.

IV.- Quienes falsamente, de mala fe, calumniosamente, denuncien y no prueben,


serán sancionados con penas iguales a la de los falsos acusadores.

Falso testimonio. Consiste este delito en la violación del deber de veracidad que
tienen los testigos y peritos, que ocasionen daños a la normal administración de
justicia y a las personas.

No existe acuerdo sobre su naturaleza jurídica; algunos ubican el falso testimonio


entre los delitos contra la administración de justicia como lo hace el Anteproyecto
de 1964; el Código Penal vigente ubica estos delitos entre los que van contra la fe
pública.

Los elementos constitutivos de estos delitos principalmente son: a) declaración o


juramento en causa civil o criminal; b) que se sea testigo de acuerdo con lo
dispuesto por el artículo 198 del Procedimiento Civil; c) declaración falsa, es decir
contraria a la verdad; d) voluntad o intención de faltar a la verdad.

Nuestro Código establece los siguientes casos:

I.- El testigo, o perito bajo juramento que declare maliciosa y falsamente en juicio
civil, será sancionado con la pena de seis meses a dos años de obras públicas y si
es en juicio criminal con la mitad de la pena del delito principal. Existen las siguientes
agravantes para los casos anteriores: a) Cuando se cómete el delito por soborno se
aplica el doble de la pena; al sobornador las dos terceras partes de la pena; b) si
por la declaración falsa se sanciona al procesado, se aplica al actor de la
declaración falsa igual pena que al reo.

II.- Al perito o testigo que declare en favor del sobornador o de otra persona, aunque
no haya sido sobornado, se lo sancionará con multa y arresto de dos meses a un
año.
III.- El que en cualquier caso incurre en perjurio faltando maliciosamente a la verdad,
será sancionado con dos meses a un año de reclusión.

IV.- Quien en juicio informe contra la verdad, cuando es materia civil será
reprendido, multado y arrestado de quince días a dos meses, pero si es empleado
público perderá el cargo. Existe la excepción para quienes, sin dar falso testimonio,
faltan a la verdad para favorecer a otro contra el que no puede ser testigo.

Para la graduación de la pena se seguirá el siguiente criterio: a) Se considerará la


idiotez o imbecilidad; b) la ignorancia, c) la malicia.

Caso de juramento decisorio. En este caso, aunque se jure contra la verdad, no hay
perjurio por determinación del artículo 948 del Código Civil que en este caso no
admite la prueba de falsedad del juramento y porque además el artículo 328 del
Código Penal limita el perjurio a los peritos y testigos;-pero quien jura
decisoriamente no es perito ni testigo.

Estas figuras están definidas en el Código Penal en los artículos 312 a 334.

Como hemos dicho, el Anteproyecto del Código Penal de 1964 contempla estos
delitos bajo el título de "Delitos .contra la función judicial"; en el artículo 166 tipifica
la acusación y denuncia falsas; en el artículo 167, la simulación de delito en la
siguiente forma: "El que a sabiendas denunciare o hiciere creer a una autoridad
haberse cometido un delito de acción pública inexistente, que diere lugar a la
instrucción de un proceso para verificarlo, será sancionado con prestación de
trabajo de tres meses a un año". En el artículo 168, trata de la auto-calumnia; en el
artículo 169, define, el falso testimonio y en el artículo 170 el soborno, de la siguiente
manera: "El que ofreciere o prometiere dinero o cualquier otra ventaja apreciable a
las personas a que se refiere el artículo anterior, con el fin de lograr él falso
testimonio, aunque la oferta o promesa no haya sido aceptada o siéndolo, la
falsedad no fuere cometida, incurrirá en reclusión de uno a dos años y multa de
treinta a cien días".

3.- DE LA SUSTRACCIÓN, ALTERACIÓN O DESTRUCCIÓN DE DOCUMENTOS


CUSTODIADOS EN ARCHIVOS, OFICINAS U OTROS DEPÓSITOS PÚBLICOS;
DE LA APERTURA ILEGAL DE TESTAMENTOS CERRADOS Y DEL
QUEBRANTAMIENTO DE SECUESTROS, EMBARGO, SELLOS PUESTOS POR
AUTORIDAD LEGÍTIMA. Este título se refiere a los documentos que están bajo la
custodia de autoridades, como los expedientes en los juzgados, documentos de los
ministerios, etc., que son sustraídos, alterados, destruidos o los documentos de los
notarios -como los testamentos cerrados- que son violados y de la violación de los
precintos en los embargos, sellos puestos por orden de autoridad competente.

De acuerdo a nuestro código se cometen estos delitos en los siguientes casos:

I.- Quienes con malicia sustraigan, destruyan en todo o en parte: a) proceso civil o
criminal, b) protocolo, c) libro de partidas, d) actas, e) acuerdos, f) registros, g)
expedientes y efectos, h) cualesquier documentos existentes en archivo o depósito
público.

II.- Quienes fraudulentamente introduzcan en archivo, oficina, depósito público,


documento o efecto apócrifo para engañar haciendo suponer que es verdadero,
siendo falso.

III.- Quienes a sabiendas abran testamento cerrado sin las formalidades de ley, con
excepción del propio testador.

IV.- Quienes abran, rompan, destruyan o sustraigan maliciosamente en todo no en


parte lo mandado cerrar o sellar por orden de autoridad.

V.- Quienes a sabiendas rompan sobres, papeles o efectos contenidos.

En todos estos casos se aplicará la pena de reclusión de uno a cuatro años, sin
perjuicio de imponerse la correspondiente pena al robo.

VI.- Si el encargado del archivo comete estos delitos como autor, cómplice,
cooperador será sancionado con presidio de uno a cuatro años y privación
permanente para ejercer cargo.

VII.- Las alteraciones que se hagan en los documentos se castigan con igual pena
a la que corresponde a la falsificación de documentos públicos.
Existe en estos delitos la agravante consistente en el soborno; al sobornador
además se le sanciona con arresto de seis meses a dos años.

Estos delitos están tipificados en el Código Penal en los artículos 335 al 338.

El Anteproyecto del Código Penal, en el título de falsificación de documentos en


general, tiene el artículo 202 sobre la supresión o destrucción de documento,
definiendo el delito del siguiente modo: "El que suprimiere, ocultare o destruyere,
en todo o en parte un expediente o un documento, de modo que pueda resultar
perjuicio, incurrirá en la sanción del artículo 200".

4.- DE LOS QUE SUPONEN TÍTULOS O FACULTADES QUE NO TIENEN O USAN


CONDECORACIONES O DISTINTIVOS QUE NO LES ESTÁN CONCEDIDOS.
Aquí nos referiremos a quienes engañan haciéndose pasar por personas que tienen
diferentes títulos o funciones, sin poseerlos realmente.

De acuerdo a nuestro Código cometen estos delitos:

I.- Los que sin título se hacen pasar por funcionarios públicos, agentes del Gobierno
o empleados.

II.- Los que sin título ejercen función pública, civil, militar o eclesiástica. La pena
aplicable en los dos casos anteriores es de presidio de uno a tres años, con la
agravante si se incurre en el delito al usar título que no se tiene.

III.- Los que usan título o insignia que no tienen conferido; condecoración o distintivo
que no les ha sido otorgado, serán sancionados con la pérdida de la insignia,
condecoración y multa y prisión de cuatro meses a un año, con agravante si, al usar
estas insignias, etc., cometen otro delito.

IV.- Los que a sabiendas confirmen, apoyen estas ficciones, auxilien o cooperen
serán sancionados igual que los autores principales.

Disposiciones, comunes. Si cualquiera de estos delitos es consecuencia de


negligencia o culpa de los encargados de los troqueles, archivos, libros, sellos,
marcas, depósitos públicos, sufrirán la pena de multa, suspensión del empleo de
cuatro meses a un año; en caso de reincidencia se sancionará con la privación del
empleo.

Estas figuras están tipificadas en el Código Penal en los artículos 339 al 342.
CAPÍTULO XLVIII

DELITOS Y CULPAS DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS

1.- QUIÉNES SON FUNCIONARIOS PÚBLICOS. Existen delitos propios a la


función que se desempeña; realizándose aquellos por otra persona que no sea
funcionario público no constituyen delito o lo son de distinta naturaleza que el
cometido por funcionario público; es decir, que ciertas funciones tienen delitos
específicos y propios; así por ejemplo tenemos en el delito de revelación de secreto
profesional; el delito solo puede ser cometido por el profesional a quien se le ha
confiado el secreto.

Entre los delitos que van unidos a la función que se desempeña, tenemos. por una
parte, delitos que sólo pueden cometerse por funcionario público como hemos visto,
y por otra, circunstancias agravantes cuando el delito es cometido por funcionario
público, es decir, si el delito fuere realizado por una persona que no desempeña
función pública se la sancionará en el término medio, sin agravación.

Entre los delitos que sólo son propios a la función pública, tenemos el prevaricato,
que sólo puede ser cometido por funcionario público. Frente a esto, hay hechos
permitidos a las personas particulares, pero que realizados por funcionario público
constituyen delito. Basándose en estos aspectos es que la doctrina alemana
clasifica a los delitos en: propio, cuando las conductas delictivas son únicamente
referentes a ciertas funciones; e "impropios", cuando la conducta delictiva adquiere
relevancia especial tratándose de funcionario público.

La existencia de delitos propios al funcionario público nos obliga a fijar claramente


la calidad de funcionarlo público, es decir a saber quién es funcionario público.

En las legislaciones contemporáneas existe un Código de Administración Pública,


que define al funcionario público; lamentablemente en Bolivia, no lo hay; en su
ausencia, se aplica el Código Penal que es la única ley en el país que califica
quienes son funcionarios y empleados públicos; este Código los enumera
casuísticamente. Nosotros diremos que empleado público es "la persona que
participa accidental o permanentemente en el ejercicio de la función pública, ya sea
por elección popular o designación emanada de autoridad competente"; y se los
puede clasificar en funcionarios civiles de administración, eclesiásticos y militares.

El artículo 343 del Código Penal vigente, hace una enumeración de los funcionarios
públicos de la siguiente manera: Son funcionarios públicos todos los empleados
civiles, eclesiásticos o militares, por elección, propuesta o nombramiento de los
colegios electorales, de las Cámaras o el Poder Ejecutivo, aunque sean temporales,
y los subalternos nombrados por ellos; los comisionados o encargados por el
Gobierno o por alguno de sus agentes públicos en lo relativo a su encargo o
comisión. Los Diputados a las Cámaras o Colegios Electorales, los comisionados
subalternos, y demás oficiales públicos nombrados por estas corporaciones para el
servicio público o municipal de las provincias o de los pueblos respectivos incluso
los empleados en la enseñanza pública, y los profesores titulares de alguna ciencia
o arte con dotación o sin ella. También se comprenden los prelados y cuantos
tengan jurisdicción eclesiástica, los que ejerzan cura de almas o cualquiera otra
función pública por razón de dignidad, cargo o comisión eclesiástica, que obtengan
con renta, sueldo o emolumento para ello. Asimismo, los jueces, los nombrados de
oficio o judicialmente en clase de peritos, repartidores, contadores, administradores,
depositarios, curadores, defensores, interventores, promotores fiscales, jueces
árbitros por lo relativo al negocio en que lo sean y los corredores de lonjas y cambios
con título. Son también funcionarios públicos en lo relativo a sus oficios los curiales,
a saber: los agentes fiscales, relatores, abogados, escribanos, cancilleres,
registradores, alguaciles, porteros, oficiales y demás dependientes subalternos de
las oficinas de los tribunales y juzgados, aunque sean nombrados por éstos, como
también los procuradores. Los funcionarios públicos no podrán ser privados de sus
empleos sino por delito que merezca esta pena, y después de haber sido oídos y
juzgados conforme a los artículos 47 y 48, o por habérseles cumplido el término de
su comisión o empleo, siempre que este fuere temporal.

El Anteproyecto del Código Penal de la Comisión Jurídica, entregado en 1964, no


define al funcionario público ni lo clasifica, porque sus redactores presumen que se
dictará la ley o estatuto el empleado público o Código de la Administración, que
defina al funcionario público.

2.- LA PREVARICACIÓN. El prevaricato es una de las figuras típicas de delitos


cometidos por funcionarios públicos. Etimológicamente, prevaricato viene del
vocablo latino "varicare" que significa caminar torcido. De acuerdo al Diccionario de
la Lengua Española, significa la falta a la obligación que tiene la autoridad.

El tratadista Merkel define al prevaricato "como la resolución dolosa" y con


parcialidad en un asunto jurídico, cometida por funcionario público o arbitro".

El prevaricato en el Código Alemán está conceptuado como el delito cometido por


el funcionario o juez en la dirección de un asunto, procediendo culpable o
intencionalmente, en favor o en perjuicio de una de las partes.

La ley boliviana, en la denominación y calificación del prevaricato, comprende los


delitos cometidos por los funcionarios públicos que menciona. En los códigos
modernos, este tipo penal figura entre los delitos contra la función pública; el
anteproyecto del Código Penal Boliviano de 1964, tipifica el prevaricato en
diferentes capítulos según la función pública; así por ejemplo en el artículo 173 se
refiere al prevaricato en la judicatura.

El delito de prevaricato lesiona los intereses particulares y de carácter social, la


legalidad en la administración de justicia. De acuerdo a nuestro código vigente, para
que se cometa prevaricato, se fija como condición indispensable que el sujeto activo
sea funcionario público en ejercicio de sus funciones.

Las figuras de prevaricato en el C. Penal Boliviano en las siguientes características:

A) Funcionario público proceda contra haciendo lo que prohíben en ejercicio de sus


funciones las leyes dejando de hacer lo ordenan realizando estos actos por: a)
soborno; b) por interés, personal; c) por desafecto a alguien; d) en perjuicio de cosa
pública o de tercero.
Sanción: El prevaricador pierde el empleo, sueldos y honores; no puede volver a
obtener cargo público alguno y además se acumulan las penas que merezca por
otros delitos emergentes de la prevaricación.

B) Prevaricato cometido Que realicen los mismos

por jueces o árbitros actos anteriormente descritos.

Sanción: Se debe distinguir para la pena, si el prevaricato es en causa civil o penal.


Si el prevaricato es en causa civil, se condena al autor a oír públicamente su
condena, además de las penas anteriormente señaladas. Si el prevaricato es en-
causa penal o criminal, además de las penas ya señaladas, se lo condena a la
misma pena e igual tiempo de prisión del delito juzgado.

C) La prevaricación cometida por funcionario público, presenta las siguientes


figuras:

I.- Los que al prevaricar cometen además un delito contra la libertad. Se los
sanciona con las penas anteriormente descritas.

II.- Los que por soborno o promesa de soborno, o por razones de familia, directa o
indirectamente, prevariquen. Se los sanciona además de las penas anteriores con
reclusión de uno a cuatro años, si no estuviere señalada pena mayor, caso en el
cual se aplica ésta.

III.- Comete delito de prevaricato el juez, árbitro o funcionario público que, por sí,
por su familia, o por interpósita persona, admite a sabiendas algún soborno,
cohecho o regalo, razón por la cual actúa de modo contrario a su obligación, o deja
de hacer aquello a lo que está obligado. Se lo castiga con sanciones iguales a las
anteriores, pero si comete otro delito se le impone, además de las otras penas, la
específica del nuevo delito.

IV.- Los jueces o funcionarios que ejercen autoridad y reciben sueldo del gobierno,
cometen prevaricato cuando admiten regalo de subalterno o del que tenga pleito o
negocio en el despacho público. En este caso, la sanción es de apercibimiento
conjuntamente con suspensión del cargo de dos meses a un año, multa que se
cobra dejando el regalo en favor del despacho.

V.- Los abogados cometen prevaricato cuando directa o indirectamente admiten


regalo o soborno para actuar contra su obligación o no hacer lo que deben hacer.
En este caso, se pena al abogado con la privación del cargo o empleo, prohibición
del ejercicio profesional y además pena de reclusión de uno a tres años. Además
de estas prevaricaciones, tenemos la cometida por los Ministros de la Corte
Suprema de Justicia, definida por el artículo 3o. de la Ley de 7 de Noviembre de
1890, que dice: "Cometen prevaricación: 1º, los que juzgan contra ley expresa, en
perjuicio de la causa publica o de tercero interesado, por afecto o desafecto a alguna
persona o corporación. 2º, los que juzgan por soborno o cohecho, dado o prometido,
directamente o por interpósita persona. 3º, los que intervienen y fallan en causa en
que son interesados personalmente, o conociendo que lo es algún pariente suyo
legal, consanguíneo dentro del cuarto grado o afín dentro del segundo. 4º, los que
dan consejo a alguno de los que litigan o son juzgados ante ellos, con perjuicio de
la parte contraria".

Las figuras anteriormente vistas están contenidas en los artículos 344 a 349 del
Código Penal.

El Anteproyecto de la Comisión Jurídica de 1964 tiene las siguientes disposiciones:


articulo. 173 "(Prevaricato). El juez que en el ejercicio de sus funciones procediere
contra las leyes, ya haciendo lo que ellas prohíben expresa y terminantemente o
dejando de hacerlo que ordenan del mismo modo, por interés personal o por
soborno, o por afecto o desafecto a alguna persona o corporación o en perjuicio de
la causa pública o de tercero interesado, incurrirá en privación de libertad de dos a
cuatro años.

Si la prevaricación fuere cometida en causa criminal, la sanción aplicable será de


privación de libertad de dos a seis años.
Lo dispuesto en el párrafo primero de este artículo, es aplicable a los arbitros o
amigables componedores o a quien desempeñare funciones análogas de decisión
o resolución.

Art. 174.- (Consorcio de jueces y abogados). El juez que concertare la formación


con uno o varios abogados, o formare parte de ellos, con el objeto de procurarse
ventajas económicas ilícitas, en detrimento de la sana administración de justicia,
será sancionado con presidio de dos a cuatro años.

Idéntica sanción será impuesta al o a los abogados que, con igual finalidad y efecto,
concertaren dichos consorcios con uno o varios jueces, o formaren también parte
de ellos.

Artículo 175: (Abogacía y mandato indebidos). "El que, sin estar profesionalmente
habilitado para ejercer como abogado o mandatario, ejerciere directa o
indirectamente como tal, incurrirá en prestación de trabajo de un mes a un año y
multa de treinta a cien días".

"Art. 176.- (Patrocinio Infiel). El abogado o mandatario que defendiere o


representare partes contrarias en el mismo juicio o que de cualquier modo
perjudicare deliberadamente los intereses que le fueren confiados, será sancionado
con prestación de trabajo de un mes a un año y multa de cien a trescientos días".

3.- SOBORNOS, COHECHOS Y REGALOS. Comúnmente los regalos no


constituyen ningún hecho delictivo ni ilícito, pero si ellos se hacen en atención al
cargo público y para influir en el ejercicio de la función pública, se convierten en
delitos.

Los sobornos, cohechos y regalos en muchos casos constituyen una a- gravante de


delito; en otros casos un delito autónomo.

Soborno y cohecho son sinónimos y por ellos se entiende el acto del funcionario
público que recibe una dádiva o acepta una promesa de dádiva para hacer algo
relacionado con el ejercicio de sus funciones o para dejar de hacer lo que es de su
obligación.
En relación con estos delitos, nuestro Código, tiene las siguientes figuras:

I.- El soborno o cohecho, la dación de regalos, desde el punto de vista del que hace
el soborno o cohecho o da los regalos, es decir el sobornador; se castiga con la
pena de uno a tres años de reclusión; pero si merece una pena mayor que ésta, se
le aplica la mayor.

II.- Si el soborno no ha sido aceptado, al sobornador se lo sanciona con arresto de


dos a seis meses, además con multa equivalente al salario del sobornado y
reprensión. Es decir que el soborno se consuma con el solo hecho de la propuesta
de soborno, cohecho o regalo, aunque el funcionario no reciba el soborno y lo
rechace.

III.- Existe el soborno realizado por las personas para obtener a través de él un
cargo público, una dignidad, etc. En este caso la sanción es, además de las
anteriores, la pérdida del cargo obtenido por el soborno y el impedimento para
desempeñar empleo o cargo público.

El Código establece una norma general para todos los funcionarios públicos
mediante la cual se prohíbe recibir cosa alguna, directa o indirectamente, de
personas que tengan cualquier relación con su oficina. Si se infringe esta
disposición, la pena que se aplica al autor es el apercibimiento conjuntamente con
una multa equivalente al valor de lo recibido.

Las figuras penales anteriormente vistas están contenidas en los artículos 350 y 351
del código Penal; de igual manera el Anteproyecto de 1964 las contempla en los
artículos 170 y 145,

4.- EXTRAVÍO, USURPACIÓN Y MALVERSACIÓN DE CAUDALES Y EFECTOS


PÚBLICOS, POR LOS QUE LOS TIENEN A SU CARGO. Antes de ingresar definir
penalmente estas figuras delictivas, veremos qué significan los vocablos extravío,
usurpación, malversación y caudal.

Por extravío entendemos la pérdida de caudal o fondo público que está a cargo del
funcionario. La usurpación es la posesión o apropiación sin derecho o sin título de
caudales entregados para su manejo. La malversación, como su nombre lo dice, es
dar aplicación indebida a los fondos públicos, es decir fuera del destino fijado en el
presupuesto; es invertirlos mal, y se los invierte mal cuando se los aplica a fines
distintos de los presupuestados. Para efectos de la materia que estudiamos, por
caudales .se entiende cualquier clase de bienes que pertenecen al Estado.

Se incurre en estos tipos penales en los siguientes casos:

I.- Cuando cualquier funcionario público:

la recaudación Caudales del Estado

la administración Comunidad

tiene a su cargo el depósito de Pueblo

la intervención Provincia

la distribución Establecimiento público de y…

extravió a sabiendas estos caudales, pero los reemplazó sin que haya sido
necesario su empleo y sin que estos caudales hayan hecho falta. En esta primera
figura la pena es la suspensión del empleo por dos meses a un año, más multa del
10% al 20% del importe extraviado conjuntamente con apercibimiento.

II.- Si se incurre en el mismo tipo anterior, pero de manera que se deje de pagar
necesidades, la pena aplicable es del duplo de la anterior más el resarcimiento de
daños y perjuicios causados.

En caso de reincidencia se pena con la pérdida del empleo además de las penas
anteriormente vistas.

III.- La tercera figura consiste en que si, a sabiendas se extravía, malversa, usurpa
caudales que no excedan del monto de la fianza dada para el ejercicio del cargo; se
sanciona el delito con la pérdida de la fianza conjuntamente con la prohibición para
ejercer cargo público alguno y multa del 30% al 60% del fondo malversado.

IV.- En la cuarta figura, se tipifica el hecho consistente en que se usurpan, extravían


o malversan a sabiendas fondos públicos; caso en el cual además de la pena
anterior se, aplican también las siguientes: reclusión, obras públicas o presidio de 6
meses a dos años según el monto usurpado, extraviado o malversado.

V.- Cuando el que tiene a su cargo fondos públicos o caudales, por negligencia, los
extravía o por esta causa otra persona los usurpa o defrauda; aquí se-pena con la
suspensión del empleo de seis meses a dos años conjuntamente con el pago del
déficit y una multa equivalente, al 10% del monto extraviado, usurpado o
defraudado.

VI.- En este sexto caso, tenemos el hecho consistente en que los funcionarios
públicos que tienen a su cargo-la recaudación, administración, depósito, distribución
de fondos del Estado, pueblo, provincia, etc., se hacen, prestar dinero sin
autorización, o se prestan de las personas que tienen negocios con el Estado. Por
la primera vez, se sanciona la infracción, igual que en el caso anterior: por la
segunda vez, se pena con la pérdida del empleo conjuntamente con el pago del
déficit y una-multa equivalente del 10% al 30% de lo prestado.

VII.- Cuando el funcionario a sabiendas contribuye al desfalco de la hacienda


pública, disminuye los valores, los caudales, se lo sanciona con la pérdida del.
empleo, conjuntamente con el pago del déficit y multa.

VIII.- La octava figura ya no se refiere al funcionario público sino al particular que


tiene a su cargo por comisión del Gobierno caudales y efectos pertenecientes a las
clases anteriormente, expresadas y las extravía, malversa/usurpa; queda sujeto a
las figuras penales anteriormente vistas con las mismas penas.

Estos delitos están definidos en los artículos 352 al 358 del Código Penal v en los
artículos 142 al 145, 151-152 del Anteproyecto del Código Penal de 1964.

5.- DE LAS EXTORSIONES Y ESTAFAS COMETIDAS POR FUNCIONARIOS


PÚBLICOS. Los delitos del subtítulo constituyen el mayor flagelo de la
administración pública contemporánea en casi todos los países, especialmente en
los subdesarrollados, porque los bajos sueldos percibidos se los quiere compensar
delinquiendo contra el particular a través de extorsiones.; estafas, o mediante delitos
contra el Estado, razón por la cual se los considera como un cáncer de la burocracia.
Hoy por hoy quien tiene relaciones económicas con una repartición estatal es
víctima de estos delitos, que en última instancia recaen en la economía estatal o del
pueblo, pues las personas que son sujetas a extorsiones, y estafas cometidas por
empleados públicos por razón de su actividad económica, a sus costos agregan las
sumas erogadas por estos conceptos cobrándose así del pueblo estos montos.

La extorsión es un delito en la mayoría de los casos cometido por funcionarios


públicos, y consiste en hacer pagar al contribuyente sumas de dinero a las qué no
está obligado,

Este delito se comete en los siguientes casos:

I.- Cuando el funcionario público, civil, militar o eclesiástico que tiene las funciones
de:

recaudación

administración impuestos

arrendamiento derechos

depósito de renta pública

intervención municipal

distribución

exija o haga exigir, haga pagar, sumas de dinero que sabe que no deben pagarse
o que haga pagar más de lo que debe pagarse. Se lo sanciona cori la pérdida del
cargo conjuntamente con>el resarcimiento de daños. Se agrava el delito si procede
de esta manera con el deseo de perjudicar, caso en el cual, se convierte en
prevaricador aplicándosele la pena correspondiente a este delito.

II.- El segundo caso se refiere a las mismas circunstancias anteriores, pero el


funcionario además de la extorsión, usurpa o malversa lo injustamente exigido o
pagado. La pena aplicable para este delito es la del resarcimiento de los daños y
perjuicios conjuntamente con la inhabilitación permanente para ejercer cargo
público, multa equivalente al importe de lo injustamente percibido y pena de obras
públicas de cuatro a diez años o presidio de diez años según el monto.

III.- Este tipo se refiere a los mismos delitos anteriormente descritos, pero usando
además fuerza armada o violencia; caso en el cual la pena privativa de libertad
correspondiente se aumenta en dos años.

IV.- Lacuarta figura se refiere al caso en que se cometen los delitos anteriores
aprovechándose la exigencia del pago de impuestos y gravámenes legales,
empleando medios violentos contra los contribuyentes o sometiéndolos a
vejámenes. La pena que se aplica en este caso es la de suspensión del cargo de
uno a cuatro años conjuntamente con la pena que merezca por las violencias o
vejámenes. Si el funcionario público procede de esta manera para perjudicar a
terceros, se convierte en prevaricador, con la pena correspondiente.

Estafas cometidas por empleados públicos estas figuras se presentan en los


siguientes casos:

I.- Cuando el funcionario público que, en ejercicio de sus funciones, debe hacer un
pago, para beneficiarse exige descuento o gratificación. La sanción en este delito
es la pérdida definitiva del empleo o cargo conjuntamente con el reintegro de lo
indebidamente exigido y el triple como multa.

II.- Cuando debe exigirse un pago por el funcionario público, sin causal ni motivo
legal no lo exige; en este caso tenemos un delito por omisión en el ejercicio del
cargo público. Se pena esta omisión con la suspensión de cuatro meses a dos años
del ejercicio del cargo, conjuntamente con el pago de los daños y perjuicios, multa
equivalente del 8% al 12% de lo que no cobró.

III.- Cuando el funcionario público, para cumplir con sus deberes emergentes del
cargo, exige dinero o gratificación o exige más de lo que legalmente debe: figura
que es otra de las plagas de la administración pública en nuestro país y en muchos
otros, conocida con la denominación vulgar de "coima", deliro que atenta contra la
economía de los particulares y del pueblo. Se castiga esta infracción con el reintegro
de lo recibido más multa, conjuntamente con la suspensión del cargo de seis meses
a tres años por la primera vez; por la segunda con la pérdida del empleo o cargo y
prohibición para ejercer cualquier otro cargo público, además de las penas
anteriores.

IV.- Cuando se exigen sumas de dinero o daciones que legalmente no están


obligados a hacerlo, y el delito no se consuma porque no se dio efectivamente el
dinero o lo solicitado; se pena el hecho con la suspensión del empleo de dos meses
a dos años conjuntamente con una multa graduada de la cuarta parte a la mitad del
importe indebidamente exigido.

V.- El empleado que, pretextando órdenes superiores inexistentes, con el fin de


cometer estos delitos de exacción, obtiene dineros o efectos, es sancionado con la
pena de un año de reclusión y con las que merezca por los delitos en que incurriera.

VI.- Si el empleado público, para estas exacciones, falsifica documentos, se lo


sanciona con penas pecuniarias y con las que merezca por la falsificación.

VII.- Cuando los particulares, encargados de cobrar estos gravámenes, cometan


estos delitos, se los castiga con la pérdida de la comisión o encargo, conjuntamente
con el resarcimiento de los daños y perjuicios y mitad de las penas corporales
impuestas a los funcionarios públicos para estos mismos delitos.

VIII.- Cuando los funcionarios encargados del cobro de gravámenes y otros,


percibiendo los cobros no den los recibos y certificaciones respectivas, se los pena
por el delito con la pérdida del cargo.

Esta parte del Código sienta un principio general aplicable a las exageraciones y
estafas de empleados públicos, consistente en que, si estos delitos son cometidos
por personas que no sean funcionarios públicos, se les aplica las mismas penas
fijadas para los funcionarios públicos.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, al respecto, tiene tres figuras renovadas
en el Título de delitos contra la Punción Pública; los denomina: en el artículo 145,
"cohecho pasivo propio", y dice: "El funcionario público o autoridad que para hacer
o dejar de hacer un acto relativo a sus funciones contrario a los deberes de su cargo,
recibiere directamente o por interpuesta persona, para sí o un tercero, dádivas o
cualquier otra ventaja o aceptare ofrecimientos o promesas, será sancionado con
presidio de dos a seis años y multa de treinta a cien días". Delito de Concusión,
tipificado por el artículo 151 que dice: "El funcionario público o autoridad que, con
abuso de su condición o funciones, directa o indirectamente, exigiera y obtuviere
dinero u otra ventaja ilegítima con proporción superior a; la fijada legalmente, en
beneficio propio o de un tercero, será sancionado con presidio de dos a cinco años".
Las "exacciones" están definidas en el artículo 152, que dice: "El funcionario público
que exigiere u obtuviere las exacciones expresadas en el artículo anterior para,
convertirlas en beneficio de la administración pública, será sancionado con reclusión
de un mes a dos años. Si se usare de. alguna violencia en los casos de los dos
artículos anteriores, la sanción será agravada en un tercio".

Las anteriores figuras están tipificadas en los artículos 359 a 370 del Código Penal
vigente.

6.- DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS QUE EJERCEN NEGOCIACIONES, O


CONTRAEN OBLIGACIONES INCOMPATIBLES CON SU DESTINO. Se cometen
estos delitos en las siguientes circunstancias:

I.- Cuando el funcionario público en ejercicio de sus funciones y en representación


del Gobierno, interviene en subasta, arriendo, adjudicación, embargo, secuestro,
partición judicial, y directamente o por interpósita persona tome para silos objetos
de estos actos.

II.- Cuando en los mismos casos anteriores, y aprovechando estas ocasiones, entre
en negociación, lucro, especulación personal.

Las dos figuras delictivas anteriores se castigan con la pérdida de dicho cargo,
inhabilitación para ejercer otro, cargo público, por dos a seis años. Pero si el sujeto
activo es juez, se lo sanciona con la inhabilitación perpetua para ejercer cualquier
judicatura. Para todos conjuntamente multa del 6% al 20% del importe de la suma
y nulidad del negociado.

III.- Cuando igualmente se aprovecha, para sí, cuando las personas intervienen
como peritos, tasadores, agrimensores, tutores, curadores, albaceas.
IV.- Cuando los prefectos, militares, jueces, intendentes, los que tienen jurisdicción
eclesiástica, administradores, contadores del gobierno, aduaneros, policías, o
cualquier empleado público, directamente o por terceras personas, comercia en el
distrito, donde ejercen sus funciones. Se los sanciona con la pérdida del cargo y, si
hay perjuicio, el resarcimiento del daño.

V.- Cuando el funcionario público se constituye en deudor de su subalterno o fiador,


o lo haga su fiador o adquiere con ellos obligación pecuniaria. Se castigan estas
conductas para precautelar a los inferiores, para que no sean víctimas de sus
superiores en adquirir obligaciones o préstamos bajo la amenaza expresada o no
de tomar-se represalias en caso de negativa, como destitución u hostigamiento en
el ejercicio del cargo. Se sanciona éste-delito con la suspensión del cargo de seis
meses a un año el apercibimiento. Si el sujeto pasivo o víctima es litigante y el juez
es el sujeto activo, el magistrado pierde el cargo.

No obstante lo visto, existe una excepción absolutoria por causa de necesidad,


cuando el funcionario no ha recibido su paga y necesita dinero para sobrevivir; en
este caso no se aplica pena 353

El Código vigente contempla estos tipos en los artículos 371 a 374, y el


Anteproyecto de 1964, en los artículos 146 a 152.
CAPÍTULO XLIX

DELITOS DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS

1.- DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS QUE NO OBEDECEN O CUMPLEN LAS


LEYES U ÓRDENES SUPERIORES; DE LOS QUE IMPIDEN O EMBARAZAN O
SE CONCIERTAN PARA IMPEDIR O EMBARAZAR SU EJECUCIÓN O LA DE
ALGÚN ACTO DE JUSTICIA; Y DE LOS QUE INCURREN EN OTRAS FALTAS DE
SUBORDINACIÓN Y ASISTENCIA AL DESEMPEÑO DE SUS OBLIGACIONES.-
Las figuras delictivas del epígrafe están tratadas en el Capítulo V, Título 6º, del Libro
2º del Código Penal vigente y se refieren a las conductas de los funcionarios
públicos, sean administrativos o judiciales, que manifiestamente demuestran
desobediencia o se niegan a dar debido cumplimiento a las decisiones y órdenes
de las autoridades superiores emanadas en el ejercicio de sus funciones con
atribución y competencia, y al incumplimiento de las sentencias dictadas por juez
competente.

Estos delitos son propios de los funcionarios públicos, sean judiciales o


administrativos, razón por la cual éstos son los únicos que pueden ser sujetos
activos; el sujeto pasivo es la administración pública y el bien jurídico violado es la
obediencia jerárquica en el ejercicio de la función pública.

Como elementos constitutivos de estos delitos, el Derecho Penal nos señala los
siguientes: a) La negativa abierta del funcionario público a dar cumplimiento a orden
o sentencia que provenga de autoridad superior; b) Que las órdenes resistidas sean
impartidas legalmente, es decir, en ejecución de atribuciones enmarcadas en la
jurisdicción y competencia y que llenen las formalidades de ley; c) Quede parte del
sujeto activo exista el ánimo de no acatar la orden superior dictada legalmente, es
decir que inspire al agente una intención delictiva.

Muchas veces existen órdenes que contrarían la ley, o no cumplen con las
formalidades que se prescriben para estos casos, entonces el funcionario ejecutor
para eximirse de responsabilidades, debe representar, es decir, hacer conocer al
superior jerárquico que imparte la orden, que ésta adolece de vicios de ilegalidad;
no cumpliendo la orden representada no comete delito.

De acuerdo a nuestro Código Penal, este delito se da en los siguientes casos:

1.- Cuando al funcionario se le imparte una orden legalmente y no la cum pie no la


ejecuta no la hace cumplir inmediatamente por lentitud, omisión o descuido. Se
sanciona el delito cuando es cometido por primera vez con la suspensión del empleo
de seis meses a un año conjuntamente con el resarcimiento de los daños y
perjuicios. En caso de reincidencia se dobla la pena anterior: cuando se comete el
delito por tercera vez se lo califica como prevaricato con la sanción correspondiente
a este delito.

En estos delitos existe la eximente de responsabilidad, es decir su no sanción,


cuando no se cumple o se difiere o hace diferir la ejecución de las órdenes en los
siguientes casos: a) Cuando la ordenes opuesta a la Constitución; b) Cuando la
orden no se comunica al funcionario de acuerdo a las formalidades de ley o haya
duda fundada de su autenticidad; c) Cuando la orden "haya sido obtenida
engañosamente o dada contra la ley en perjuicio de tercero; d) Cuando de la
ejecución de la orden puedan emerger daños que no sé pueden prever". En estos
casos, que plantean contradicciones jurídicas, para evitar en algunas circunstancias
infracciones legales o" en otras daños y perjuicios que pueden ser consecuencia de
la orden, el funcionario, antes de la ejecución debe representarla indicando los
motivos en los cuales se basa: si no representa y ejecuta la orden, es directamente
responsable dejas consecuencias, pues, por mandato de la Carta Magna son
responsables los ejecutores de las ordeñes sin que puedan alegar haberlo hecho
por mandato superior, Si una vez Representada la orden, el superior insiste en el
cúmplase, el inferior debe ejecutarla dejando constancia de la representación,
excepto si es- contraria a la Constitución, reservándose el derecho de queja ante la
autoridad competente.

II.- Cuando el funcionario público por malicia o involuntariamente, no ejecuta como


hace ejecutarla-orden recibida. Se sanciona esta infracción con la privación del
cargo, resarcimiento de los daños y perjuicios, inhabilitación definitiva para ejercer
función pública, aplicadas conjuntamente: sin perjuicio de la pena que le
corresponda por delito mayor.

III.- Cuando el Código no señala penas por incumplimiento de. las leyes, decretos:
cuando los superiores no hagan cumplir a sus subalternos las leyes y decretos,
órdenes, y se perjudique a terceros, se castiga esta figura penal con la suspensión
del cargo; de quince días a seis meses.

IV.- Si dos o más funcionarios públicos convienen en impedir el cumplimiento de ley


ordena o servicio, embarazando su ejecución y se conciertan y confabulan o
renuncian a sus cargos con ese objeto. Se los sanciona con la pérdida del empleo
y se inhabilitan para ejercer cargo público de dos a seis años. Si por estas conductas
realmente impiden o enbalazar la ejecución de ley u orden, la pena es la
inhabilitación perpetua sin perjuicio de pena mayor por el daño causado.

V.- Si el concierto para las conductas anteriores fuere realmente para impedir la
ejecución de ley o acto de justicia u orden, se sanciona con inhabilitación para
ejercer cargo público.

Existe una agravante para estos casos, consistente en que si el concierto es


realizado por funcionarios civiles y militares con el fin de que fuerza armada apoye
o se solidarice, se sufre la pena anterior conjuntamente con dos años de prisión. Si
interviene fuerza armada, el delito pasa-a convertirse en sedición o motín,

VI.- Cuando el empleado público, en función de servicio, desobedece, falta al


respeto por escrito o por palabra al superior. Se sanciona el caso con la suspensión
del empleo de dos meses a tres años, sin perjuicio de aplicarle otra pena mayor si
la merece. La agravante de esta figura radica en ultrajar o maltratar de obra al
superior por razones de servicio, caso en el cual se sanciona con pena doble de la
anterior y con otras que merezca por su conducta.

VII.- La séptima figura se refiere al delito de "dejación1 de funciones", que se


"presenta cuando el funcionario público abandona su trabajo, aunque sea
temporalmente, o deja de asistir a sus funciones o no retorna en él, "plazo de la
licencia sin que medie enfermedad o impedimento grave." Se sanciona la figura, con
la suspensión del cargo de uno tres años conjuntamente con el resarcimiento de
daños y perjuicios y pérdida de los sueldos devengados en la ausencia.

VIII.- Está figura se refiere al no retorno después de cumplirse la licencia,


sancionándose con la pérdida del sueldo hasta que retorne.

IX.- El noveno, caso se refiere al atraso en la posesión del cargo, cuando el


funcionario que ha recibido su nombramiento no tome posesión del cargo en el plazo
de cuarenta días, sin que medie impedimento. La pena consiste; en la pérdida del
cargo.

Las figuras analizadas están contenidas en. el Código Penal en los artículos 375 a
382 v en el Anteproyecto del Código Penal de 1964, en los artículos152 a 157, 160
a 162.

2.- DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS DE MALA CONDUCTA Y DE LOS


QUETRATAN MAL A SUS INFERIORES Y A LAS PERSONAS QUE TIENEN QUE
RECURRIR A ELLOS POR RAZÓN DE SU OFICIO DE LOS QUE COMETEN
VIOLENCIAS EN EL EJERCICIO DE SUS FUNCIONES Y DE LOS QUE ABUSEN
DE LA AUTORIDAD O PODER QUE TENGAN POR SU EMPLEO PARA ASUNTOS
PARTICULARES. Los delitos del subtítulo están contemplados en el Código Penal
en el Capítulo VI. Título 6º, del Libro 2º. En otras legislaciones, de carácter más
moderno, como la francesa belga, etc., estos delitos se denominan abusos contra
la honestidad, mientras que en la alemana tienen el nombre de delitos contra el
pudor.

Estos delitos son propios, que sólo pueden cometerse por funcionario público y se
configuran cuando este solicita o seduce a una mujer que tiene pendiente del
despacho asuntos en trámite.

En estos delitos se hace una distinción según se traté de delitos cometidos por los
funcionarios en general y los cometidos por los encargados de las prisiones para
efecto de las penas que se pueden aplicar.

Como anteriormente hemos dicho, sólo pueden ser agentes en estos delitos los
funcionarios públicos, mientras que sujeto pasivo puede: ser cualquier persona de
sexo femenino v siendo el valor jurídico lesionado él pudor o cómo dicen algunos
tratadistas contemporáneos, la "Libertad sexual".

Para la configuración de estos delitos deben concurrir los siguientes elementos.

a) Solicitar a una mujer, es decir proponer, pretenderla o requerir en amores o


relaciones sexuales extramatrimoniales a una mujer, otros señalan que basta que
sea persona de sexo diferente u opuesto, especialmente por qué; en la vida
administrativa existen mujeres, que igual que los varones pueden tener estas
conductas; pero este segundo caso no es contemplado-por nuestra legislación.

b) Seducir al que tiene tramites, es decir rendirlo para lograr la relación sexual
mediante ofrecimiento.

c) Que la mujer (persona de sexo opuesto) tenga asuntos pendientes en el


despacho del sujeto activo.

Para que él delito se consume no es necesario que se produzca el ayuntamiento


pero, de producirse la relación sexual, puede originar que el delito se transforme en
estupro. Además, el delito está consumado, aunque el funcionario para el logro de
sus: pretensiones no ofrezca resolución favorable En estos delitos, se, excluye la
culpa, puede que no se da el caso que se cometa sin voluntad o intención, por
descuido o negligencia, sino que precisamente es la expresión más definida de una
decisión voluntaria.

De acuerdo a nuestro código vigente, tenemos las siguientes figuras de estos


delitos:

I.- Cuando el juez solicite, o seduzca: a) A mujer litigante en su despacho: b) A mujer


que está acusada en su despacho: c) A mujer que sea testigo en su despacho; d) A
mujer presa. Se sanciona al autor conjuntamente con la. pérdida del cargo,
inhabilitación para ejercer la judicatura y otras penas que merezca por el delito. En
este caso, constituye agravante el que la víctima esté presa bajo la autoridad del
juez caso en el cual, además de las anteriores, se aplica la de inhabilitación, para
ejercer cualquier cargo público.
II.- Los funcionarios de las prisiones que seduzcan o soliciten a mujer que está presa
en sus dependencias. Se aplica la pena de privación del Cargo e inhabilitación para
ejercer cargo público de dos a cuatro años; sin perjuicio de otras penas que merezca
como persona particular.

III.- Los funcionarios que soliciten o seduzcan a las mujeres que tienen negocios en
su despacho. Se los sanciona con las mismas penas que en el caso.

IV.- Los funcionarios públicos qué lleven vida escandalosa; incontinencia pública,
embriaguez repetida o que sean, jugadores viciosos de juegos prohibidos (están
prohibidos los juegos de azar en el país, excepto la lotería, que es monopolio
estatal) y se maneja con desidia o ineptitud en el ejercicio de su cargo. Se lo
sanciona, con la pérdida del cargo, al mismo tiempo de no poder trabajar en función
pública hasta que demuestre estar corregido, se aplican conjuntamente las penas
que le corresponden como a particular.

La ley para no dejar librada a la interpretación judicial, califica como conducta


publica y escandalosa,, por incontinencia embriaguez repetida, la que reúne las
siguientes circunstancias: a) El funcionario que en su casa mantiene a una mujer
pública conocida por tal; b) cuando frecuente con escándalo casa de ramera
(lenocinio o de citas); c) cuando el padre, tutor parientes dentro, del cuarto grado de
consanguineidad, curadores, requieren por, intermedio de la autoridad para que se
separe de, una mujer con la que., no está casado y no lo hace; d) la embriaguez v
juego prohibido repetidos tres veces en el año se califica como embriaguez repetida
y viciosa.

V.- El funcionario 1 que se exceda en sus facultades de reprender y así ultraje,


ofenda, injurie, maltrate de obra, por escrito, o palabra. Se lo sanciona, con la pena
de suspensión del cargo de quince días a un año, y además con las penas que
merezca como particular. Si estos excesos son repetidos más de tres veces en un
año. se priva al funcionario del cargo; igualmente si realiza estos actos con personas
particulares que tienen asuntos en la oficina pública.
VI.- La sexta figura se refiere al caso en que el funcionario, con pretexto del cargo,
comete violencias contra las personas o propiedades sin motivo legítimo. Se lo
castiga con la suspensión del empleo de uno a tres años; v además con las penas
que merezca como particular.

VII.- Este caso se refiere al funcionario que abuse de su cargo o de, la fuerza
armada. Se lo sanciona con la suspensión del empleo cíe uno a tres años. Se agrava
la pena si por el abuso se obliga hacer lo que no debe hacer, o si se llega, a cometer
por esto delito o cualquier violencia. Se sanciona con la inhabilitación perpetua para
ejercer el cargo, sin perjuicio de aplicarse otras penas por el delito cometido.

El Código Penal señala estos delitos en los artículos 383 al 390.

3.- DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS QUE ANTICIPAN O PROLONGAN SUS


FUNCIONES O EJERCEN LAS QUE NO LES CORRESPONDENTES
indispensable que el poder público tenga un funcionamiento armónico y sistemático
para que pueda cumplir con sus funciones administrativas, para lo cual cada
funcionario debe obrar dentro de los límites de sus atribuciones y durante el período
que por ley se le señala. Cuando el funcionario empieza a ejercer sus funciones
antes de la fecha señalada por ley o cuando habiendo vencido su período, continúa
en funciones, comete delito, que según los casos recibe las denominaciones de
anticipación y prolongación de funciones. Estos tipos penales están considerados
en el código vigente en el Capítulo VII, Título 6º, del Libro 2º y tratan del ejercicio
indebido dé la función pública.

El período de iniciación y de término de la función pública está fijado en el título que


el Gobierno a nombre del Estado expide, debiendo llenarse las demás exigencias
de ley según los casos, como ser fianzas, juramento, etc.

Como hemos dicho ya, los principales delitos que pueden cometerse en este género
son: la anticipación, prolongación y usurpación dé la función pública.

Por anticipación de la función pública se entiende el comenzar a ejercer el cargo


antes de jurarlo, prestar la fianza o cumplir con los requisitos señalados por ley.
Mientras que por prolongación de la función pública se entiende continuar
ejerciendo. el cargo después de haber cesado en él.

Además de estas dos figuras tenemos la usurpación de funciones que se dará


cuando el funcionario público se arroga funciones distintas dé las suyas; la ley, al
sancionar esta conducta, trata de defender el área propia de cada función, evitando
las intromisiones ajenas. En la usurpación podemos distinguir dos especies: la
propia y la impropia. Por usurpación propia se entiende la conducta del funcionario
cuando invade atribuciones legislativas, ataca atribuciones del Poder Legislativo o
del Poder Judicial. La condena dé dichas conductas se dirige a la defensa de los
poderes del Estado. La usurpación impropia se da cuando un funcionario se niega
a inhibiese en un asunto, debiéndolo resolver o hacer, cuando una autoridad
intimida a otra, o cuando se niegan a remitir antecedentes debiendo hacerlo.

En el Código Penal vigente, al respecto tenemos las siguientes figuras:

I.- Cuando el funcionario público empieza a ejercer funciones antes de prestar la


fianza y el juramento. Se pena este delito con la suspensión del cargo con seis
meses a un ano, conjuntamente con la restitución del sueldo cobrado y multa.

II.- Cuando el funcionario encargado de cumplir la fianza, permite que el nombrado


empiece a ejercer el cargo sin prestar antes la fianza. Se sanciona este caso del
mismo modo que el anterior más la responsabilidad de lo que se pierda.

III.- El que teniendo a su cargo mando militar, a sabiendas que na sido separado y
licenciado de él, lo conserve. Por saber, para este caso, se entiende que el gobierno
oficialmente conmine la dejación. Se castiga el caso con 4 a 10 años de prisión.

IV.- Cualquier funcionario público que ha sido dado de baja del cargo y continúa
ejerciéndolo, en todo en o parte. Este delito se castiga con la inhabilitación para
ejercer cargo, restitución de los sueldos percibidos, más multa equivalente al sueldo
percibido.

V.- Cualquiera que se exceda de sus funciones a sabiendas-o ejerza otros caraos
que no le correspondan. Se lo sancionará conjuntamente con multa, apercibimiento
sin perjuicio de otras penas mayores por otros delitos cometidos. Si incurriere en
esta figura sin saberlo, sino por descuido o falta de instrucción se lo sancionará con
pago de multa en la mitad, con más apercibimiento y suspensión del cargo de 15
días a 4 meses.

4.- DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS OMISOS EN PERSEGUIR A LOS


DELINCUENTES Y DE LOS QUE NIEGUEN O RETARDAN LA ADMINISTRACIÓN
DE JUSTICIA. LA PROTECCIÓN O LOS REMEDIOS LEGALES QUE DEBEN
APLICAR, NO COOPEREN O AUXILIEN, DEBIENDO, A LOS SERVIDORES DEL
ORDEN PÚBLICO. Los títulos de este acápite se refieren principalmente a los
delitos de omisión y de comisión por omisión de los funcionarios públicos,
especialmente judiciales, y personas particulares, según las circunstancias. Nuestra
ley considera estas figuras en el Capítulo VIII, Título Sexto del Libro 2º, y se los
conoce más con las denominaciones de denegación y retardación de justicia.

Lo que caracteriza a estos delitos es la paralización o prolongación de la acción de


justicia y protectora del Poder Judicial. Se incurre en estas figuras por omisión en el
cumplimiento del deber de la administración de justicia, siendo indiferente que el
Magistrado lo haga a sabiendas, por malicia, o ignorancia, puesto que la ley
presume que el funcionario de justicia, para desempeñar estos cargos, tiene
conciencia del alcance de sus funciones, razón por la cual la ignorancia, el error o
la culpa son descartadas como justificativos.

Siendo delitos propios por la función que se desempeña, sólo pueden ser sujetos
activos los funcionarios judiciales; sujetos pasivos o victimas puede ser cualquiera
que tenga pendiente trámite judicial; el bien jurídico desconocido, lesionado, en
última instancia, es la violación del deber de administrar justicia.

Sobre este aspecto, nuestro Código tiene las siguientes figuras:

I.- Cuando los funcionarios que tienen a su cargo reos y detenidos, no usan de sus
facultades para tomar medidas a fin de castigarlos, detenerlos o perseguirlos. Se
sanciona esta primera figura conjuntamente con la suspensión de todo cargo, de 1
a 3 años, y multa.
II.- El funcionario que niegue, rehusé, retarde a sabiendas la administración de
justicia (retardación de justicia, delito propio de los jueces o de los que actúan en
cálida de tales), protección y de amparo. Se sanciona este delito con la suspensión
de todo cargo público de dos meses a un año, conjuntamente con multa y
apercibimiento. Pero si no se lo hace a sabiendas sino por desidia, descuido,
negligencia, falta de instrucción, se sanciona esta figura con multa equivalente a la
mitad de lo que corresponde por el anterior delito y suspensión del cargo por quince
días a seis meses.

El Código sienta un principio aplicable a todos los anteriores tipos consistente en la


extensión a todo funcionario público que debe administrar justicia, cooperarla,
promoverla, y que rehusé o retarde el cumplimiento de sus obligaciones. Del mismo
modo comete estos delitos el empleado que notificado para cooperar a la justicia,
rehusé o retardé su cooperación.

Los delitos vistos están contemplados en los artículos 396 a 398 de nuestro código;
en el Anteproyecto del Código Penal de 1964, hay éstas y otras figuras como, la
denegación de auxilio, en el artículo 155; omisión de denuncia, en el artículo 178, y
otros delitos en los artículos 177, 179 a 185.

5.- DE LOS TRIBUNALES Y JUECES ECLESIÁSTICOS QUE HACEN FUERZA. En


nuestro país, antes de la ley del divorcio (15 de abril de 1932) especialmente, los
eclesiásticos ejercían funciones de jueces eclesiásticos que tenían mucha
importancia, ya que tramitaban anulaciones de matrimonio y separaciones, con la
característica de que sus decisiones se invocaban como recurso ante la autoridad
civil; en muchos casos, el tribunal civil requería la remisión de obrados, exigencia
que si no se cumplía por el juez eclesiástico, se denominaba fuerza o hacer fuerza,
es decir, resistencia a las determinaciones del juez civil.

En el Capítulo IX, del Título 6º del Libro, 2º de nuestro Código, están estas figuras,
entre las cuales tenemos las siguientes:

I.- Cuando los jueces o tribunales eclesiásticos hacen alguna de las fuerzas
expresadas en las leyes, contra ellas. Se sanciona este delito con suspensión del
empleo y sueldo, por un año, conjuntamente con apercibimiento. Pero si estos
jueces cometían prevaricato, se remite él hecho al delito de prevaricato.

II.- Cuando los jueces eclesiásticos son requeridos por el tribunal para que levanten
la fuerza, es decir para que no resistan a las disposiciones de la justicia ordinaria y
más bien continúan haciéndola. Se los sancionará en este caso con la pérdida del
empleo conjuntamente con los sueldos, rentas honores.

III.- Si es interpuesto el recurso de fuerza ante la Corte Suprema y se niegan a


remitir obrados. Se sanciona con penas iguales a las anteriores.

Estos delitos están configurados en los artículos 399 a 401 del Código Penal. El
Anteproyecto del Código Penal de 1964 ya no tiene por qué referirse a estos delitos,
porque no tienen razón de ser debido a que las resoluciones de los tribunales
eclesiásticos no tienen fuerza de aplicación o ejecución en las relaciones civiles.

6.- DE LOS DELITOS Y CULPAS DE LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS EN LA


ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. En este grupo de delitos, resalta principalmente
el prevaricato cometido por los jueces. Algunos tratadistas distinguen en estos
delitos según se los cometa en materia criminal o civil reservando para la primera la
calificación de prevaricato propiamente. Pero en nuestro código la diferencia de
materia, sea civil o criminal, sólo importa para determinar la gravedad de las
sanciones, que es más rigurosa para el juez en lo penal que para el civil.

Estos delitos también son propios; por eso el agenté sólo puede ser el juez; mientras
que la víctima puede ser cualquiera que tenga trámite judicial. El bien jurídico
violado es la justicia.

La doctrina señala como elementos integrantes para que se den estos delitos, los
siguientes: a) Que se haya dictado sentencia injusta o sea qué sea contraria a la ley
de modo manifiesto; b) que la sentencia redunde en perjuicio del reo; c) que la
sentencia se dicte a sabiendas de que es injusta, es decir, con conciencia de la
injusticia.
Los móviles que pueden haber motivado la dictación de esta clase de sentencias
pueden ser diversos, pero si el motivo es la recepción de recompensa de dinero, el
delito pasa a convertirse en uno de cohecho.

En nuestro Código, tenemos sobre estos delitos las siguientes figuras:

I.- Cuando el juez, por ignorancia o descuido, falta a la ley en materia civil, se pena
al autor con apercibimiento y suspensión del cargo de tres a seis meses. Pero si el
fallo es en causa criminal en la cual no se aplique pena corporal, la sanción es el
apercibimiento y la suspensión del cargo de seis meses a 12 meses. Si el fallo es
sobre pena corporal, se pena con apercibimiento y doble de suspensión que en el
anterior caso. En todas las figuras deben satisfacerse las costas, daños y perjuicios
ocasionados por el fallo.

II.- El segundo caso se refiere al magistrado o juez que contraviene las leyes
procesales y que determina que se repongan obrados para observar
procedimientos; se lo castiga por esta mala administración de justicia con el pago
de costas procesales y multa.

III.- Los jueces que juzgan causas en las que intervienen sus parientes o que tengan
otro impedimento, o den consejos a algunas de las partes en perjuicio de la otra. Se
sanciona este caso con la pérdida e inhabilitación para ejercer cargo.

IV.- Cuando los árbitros nombrados, adelantan juicios, antes del fallo, en perjuicio
de la otra parte; se sanciona este delito igual que en el caso anterior. Pero si
adelantan juicios para que se los recuse, la pena es apercibimiento y multa. Si
adelantan juicio por descuido o ligereza, sólo se sanciona con reprensión.

V.- Este caso se refiere a los fiscales, cuando, de acuerdo con los jueces.
dictaminan contra la ley, situación en la cual se los considera cómplices del juez.
Pero si no hay acuerdo con el juez no se los castiga, porque los dictámenes y
requerimientos del Ministerio Público no hacen decisión por si solos, pueden ser
desoídos o contradichos por el juez. Estas mismas normas se aplican a los
asesores, auditores de juzgados especiales.
VI.- Los jueces, árbitros, etc., que siguen conociendo una causa, no obstante haber
sido recusados, cometen delito y se los sanciona con la suspensión del cargo de
seis meses a un año.

VII.- Cuando en las Cortes, los vocales despachen asuntos ignorando hechos
porque el relator no los hizo conocer, en este caso no son responsables, sólo es
responsable el vocal relator; se lo sanciona con costas, daños y perjuicios
mancomunadamente con el abogado de la parte agraviada.

Los delitos vistos se contemplan en los artículos 402 al 408 del Código Penal.

7.- DELITOS DE LOS ASENTISTAS, PROVEEDORES Y EMPLEADOS PÚBLICOS


QUE SUMINISTRAN, VENDEN, COMPRAN O ADMINISTRAN ALGUNAS COSAS
POR CUENTA DEL GOBIERNO. Por su antigüedad, nuestro Código no tiene las
figuras contemporáneas más infringidas en materia de delitos contra el Estado,
cuales son los delitos contra la "Economía Nacional", pero que sí están tipificados
en el Anteproyecto del Código Penal de 1964, del artículo 221 al 231.

Los delitos que el Código trata en el Capítulo XI, del Título 6º, Libro 2º, en la
legislación contemporánea se los ha pasado al rubro de delitos de estafas, hurtos,
fraudes cometidos por funcionarios públicos, ya que se refiere a los asentistas, es
decir a los proveedores del Gobierno que aligeran pesas y medidas. En estos delitos
el agente es el proveedor; el sujeto pasivo, el Gobierno, y el bien jurídico lesionado,
la economía nacional.

El Código, al respecto, contempla los siguientes casos:

I.- Cuando habiéndose contratado entre el Gobierno y los proveedores y asentistas


para que suministren víveres, vituallas, utensilios, maquinaria, armas y se alteran o
usan pesas y medidas falsas, o se cometen fraude en cuanto se trata de calidad y
cantidad. Se sanciona estos delitos conjuntamente con multa y arresto de cuatro
meses a un año. Igual pena se aplica a los comisionados del Gobierno que alteran
precios y gastos.

II.- Si los anteriores delitos se cometen por un empleado del Gobierno, se lo


sanciona con las mismas penas más la inhabilitación para ejercer cargo público.
Este caso se da principalmente en los proveedores y jefes de adquisición de las
entidades estatales autónomas que obtienen sobre facturaciones.

III.- Si los anteriores engaños causan perjuicios superiores a cien pesos, los
anteriores sufrirán las penas de inhabilitación más multa y cárcel.

Las demás faltas que se cometan en estas labores se sancionarán de acuerdo a los
reglamentos.

El Código vigente señala estos delitos en los artículos 409 a 412.

Disposiciones comunes a los delitos de este capítulo. Principalmente tenemos tres


disposiciones comunes, señaladas del artículo 413 al 415 del Código Penal, que
son:

I.- Si los jefes toleran estos delitos, o por omisión permiten que se cométanse
convierten en responsables solidarios de los autores principales.

II.- Cuando a sabiendas, el jefe tolere o permita estos delitos, sufre la misma pena
que el reo principal.

III.- Pero si se da el caso de prevaricato, se aplican las penas correspondientes a


este delito.
CAPÍTULO L

DELITOS CONTRA LAS BUENAS COSTUMBRES

La moral es base para una convivencia humana de recíproco respeto para perpetuar
las buenas costumbres que rigen las interrelaciones sociales.

Las buenas costumbres que rigen en una sociedad son el conjunto del hábitos y
conductas que están adecuados a los principios morales que sustentan la vida
social de un medio; constituyen principios que se expresan a través de valores que
imperativamente exigen su reconocimiento.

De distintas maneras y modos se pueden violar estos valores que están, protegidos
por el Derecho, cometiéndose una serie de delitos que en nuestra legislación y en
el Anteproyecto del Código Penal de 1964 reciben la denominación de delitos contra
las buenas costumbres, aunque en otras legislaciones reciben nombres distintos
como ser: delitos contraía honestidad, que comprenden el escándalo, los llamados
delitos sexuales, etc., delitos contra el pudor, etc.

El Título VII, del Libro 2º del Código Penal contempla estos delitos en seis capítulos,
entre los cuales señala: De las palabras y acciones obscenas en sitio público; de
los que promueven o fomentan la prostitución o corrompen menores; de los
bígamos; de los matrimonios clandestinos; del desacato de los hijos a los padres;
de los escándalos matrimoniales.

1.- DE LAS PALABRAS Y ACCIONES OBSCENAS EN SITIOS PÚBLICOS; DE LA


EDICIÓN, VENTA Y DISTRIBUCIÓN DE ESCRITOS, PINTURAS O ESTAMPAS
DE LA MISMA CLASE. Con el nombre de "escándalo público", en otras
legislaciones se conocen los delitos del subtítulo. La doctrina, considera entre éstos
en sentido estricto los relativos a la prostitución y otros como el rufianismo; o la
exposición escandalosa de doctrinas que atacan la moral pública.

En estos delitos, el agente puede ser cualquier persona, y la víctima es la sociedad,


en tanto que el bien jurídico lesionado son las buenas costumbres, es decir, la moral
colectiva objetivada a través de conductas admitidas en la convivencia social.
La ciencia penal nos señala como elementos que configuran estos delitos, los
siguientes: a) Ofensa a las buenas costumbres, la misma que puede realizarse por
medios escritos, de palabra, obras, películas, es decir, a través de toda clase de
conductas u objetos obscenos que lesionan la moral colectiva, que Cuello Calón
denomina "buenas costumbres", considerando las circunstancias especiales que
acompañan la producción del hecho que permite calificarlo de obsceno; b) el
escándalo que producen estos hechos, ha de ser grave, es decir, de trascendencia
social. Para el efecto, escándalo significa, la ofensa que el conocimiento de estos
hechos causa en el sentimiento del recato y morigeración propios de las personas.
Trascendencia, para nuestra (materia, significa consecuencias perjudiciales para
las buenas costumbres. La circunstancia de gravedad del hecho es independiente
del número de personas ante las cuales se realiza. Además de estos elementos
constitutivos, el Código Español exige que tenga carácter sexual; y si no se da esta
característica, la conducta se convierte en una grosería que es falta de policía, pero
no delito. Esta circunstancia en Bolivia tiene otra interpretación como veremos. c)
Que el hecho u objeto sea ofensivo a las buenas costumbres o al pudor; d) que el
hecho tenga impreso el elemento interno, psicológico, la voluntad criminal, es decir,
conciencia del carácter impúdico de la conducta u objeto que se opone a las buenas
costumbres.

Estos delitos tienen el carácter de ser permanentes, es decir que la infracción de la


ley está vigente hasta que cese el acto.

Los delitos contra las buenas costumbres se diferencian de los sexuales, en que los
de escándalo no se dirigen contra un individuo determinado y porque no contienen
directamente móvil sexual.

Con relación a la primera clase de delitos contra las buenas costumbres, él Código
Penal tienen las siguientes figuras:

I.- Quien en templo o lugar público o en reunión numerosa, profiera palabras torpes
o deshonestas, será castigado con arresto de 15 días a cuarenta. Se agrava el delito
en los siguientes casos: a) Si en los mismos lugares se comete acción deshonesta,
indecente, ofensiva a la moral y buenas costumbres; como pena se aplica el duplo
de la anterior. Para estos casos la moral y buenas costumbres se determinan por la
opinión pública, la que se deja librada, al criterio del juez. b) Publicar escritos
contrarios a la moral y buenas costumbres; se aplica la misma pena que en el casó
precedente más multa. c) Si cualquiera de estos delitos fuere cometido por
eclesiástico, funcionario público, o representante de la administración pública, la
pena es la misma del caso anterior y apremio.

II.- Aquellos que Introducen al país o expongan al público, vendan, presten, regalen
o de cualquier modo distribuyan escritos, pinturas, estampas, relieves, estatuas. Por
estampas, figuras, pinturas, relieves, estatuas, y otras manifestaciones obscenas y
contrarias a las buenas costumbres no se entiende las que representan figuras al
natural, si no representan actos lúbricos o deshonestos. Este tipo penal se sanciona
con arresto de quince días a dos meses conjuntamente con multa equivalente al
valor de estos objetos.

En todos estos delitos, como medida complementaria dé la sanción, los jueces


deben recoger los objetos para inutilizarlos; pero si son obras artísticas, se los
guarda en depósitos reservados.

Estas figuras están contenidas en el Código Penal del artículo 416 a 418. El
Anteproyecto del Código Penal de 1964, en su Título XI, Libro 2º, los denomina
igualmente delitos contra las buenas costumbres, pero en lo que se refiere a este
subtítulo analiza los tipos en el capítulo IV, bajo la denominación de: "Delitos de
ultraje al pudor público"; al respecto tiene los artículos 323 al 325.

2.- VIOLACIÓN Y ABUSO DESHONESTO. La violación, abuso deshonesto,


estupro, etc., son llamados genéricamente delitos sexuales; por ello algunas
legislaciones les dan nombres propios, como la Italiana de 1931 (que los llama
delitos contra la libertad sexual, porque en su concepto cada cual tiene derecho a
disponer de su persona o cuerpo sexualmente, y estos delitos precisamente se
encaminan a obligar a uno para que sexualmente obre contra lo deseado o contra
su voluntad; el Código chileno de nómina a estos delitos con el nombre de delitos
contra la moral; el Código español y otros, los llaman delitos contra la honestidad;
el Anteproyecto del Código Penal Boliviano redactado por el Dr. Manuel López Rey
y Arroyo los denomina delitos contra la voluntad; nuestro Código y el Anteproyecto
de 1964, así como también otras legislaciones llaman a éstos, delitos contra las
buenas costumbres.

Entre estos delitos, tenemos las principales figuras en la violación, el estupro y el


abuso deshonesto.

Violación. En el Derecho Canónico se exige para que se dé la violación la


circunstancia de desfloración; hoy este elemento está descartado, por ello podemos
definir la violación como "el acceso carnal con una mujer contra su voluntad o sin
ella (en sonambulismo, hipnotismo, etc.)"

En este delito puede ser sujeto activo cualquier persona, algunos tratadistas
estipulan que deben ser necesariamente hombres, pero Eugenio Cuello C. dice que
incluso pueden serlo las mujeres cuando actúan como inductoras o cooperadoras.
Sujeto pasivo tiene que ser una mujer viva, puesto que estando muerta no hay
violación (necrofilia); para algunas legislaciones, como la italiana, incluso el varón
puede ser víctima, pero para gran parte de los autores en este caso sólo se tiene
abuso deshonesto. La mujer víctima puede ser virgen o desflorada, soltera o
casada, de buena o mala conducta, incluso prostituta; situaciones que son
indiferentes para que se configure este delito.

Para que exista el delito de violación es necesario que se den los siguientes
elementos; el hecho de yacimiento, yacimiento ilícito e intención delictuosa de yacer.

a) El hecho de yacimiento, significa tener trato carnal con una persona o sea copula;
es pues la copula ilícita contra la voluntad de la mujer o sin esta voluntad. Es
indispensable para que haya violación que exista unión normal, es decir la
introducción del pene en los órganos sexuales femeninos.

b) El yacimiento ilícito significa que la víctima no es esposa del agente. No se da


como delito la violación de la esposa, aunque el yacimiento sea contra su voluntad,
porque el esposo está en el ejercicio legítimo de su derecho, puede disponer
sexualmente de ella. Es evidente que, de acuerdo al Derecho Penal
contemporáneo, el acceso carnal dentro del matrimonio en algunas circunstancias
puede ser ilícito cuando significa un peligro para la mujer (contagio venéreo, estado
de embarazo) o puede privarle de la existencia. Dentro del matrimonio, la cópula
anormal no es violación sino abuso deshonesto.

c) La intención delictuosa de yacer es el elemento subjetivo interno, para perpetrar


la violación.

Medios de violación. Para la violación pueden emplearse como medios


principalmente los siguientes: intimidación y .uso de fuerza, ya sea física o moral
(intimidación).

La fuerza en este aspecto es la violencia que se emplea ya sea para inmovilizar la


víctima, para reducir o anular su resistencia; es necesario tener presente que la
fuerza no ha de ser entendida en términos absolutos. Además, debemos considerar
que la resistencia de la víctima ha de ser constante para evitar simulaciones;
algunos tratadistas indican que si la mujer se resiste al principio para acceder
después ya no se tendrá violación, pero la mayor parte sostiene que si ha opuesto
resistencia sincera y luego siente placer sigue habiendo violación. Finalmente, es
necesario que la fuerza ejercida sea sobre el sujeto pasivo, sobre su propia persona,
y no sobre otros.

La intimidación es la violencia moral, la amenaza de un mal, como por ejemplo


amenazas de muerte con una pistola, con un puñal, con actos que perjudicarían el
honor de la familia, la reputación de una persona. También la amenaza puede ser
contra terceros cuando ella realmente causa una fuerte coacción en la mujer, como
por ejemplo, amenazar matar al hijo.

No hay voluntad de parte de la víctima en la cópula, cuando la mujer se halle


privada: a) De la razón o de los sentidos, como en el caso de las dementes, idiotas,
imbéciles, embriagadas, drogadas, es decir que sean incapaces de dar su
consentimiento, ya que en estos casos se excluye la voluntad consciente y libre; b)
no hay consentimiento en la mujer cuando no ha cumplido doce años, puesto que
la ley estipula que hasta esta edad no tiene capacidad de consentir, es decir se
supone que realiza los actos sin voluntad; c) realizar el acto, como hemos visto,
contra la voluntad o sin ella, empleando ya sea fuerza (violencia) o intimidación.

El delito de violación se consuma con el yacimiento, aunque no haya realización


completa del acto; basta introducir el órgano masculino en el femenino.

Autores de este delito también son, además de los que hemos visto, todos los que
cooperan como, por ejemplo: los que tapan la boca de la víctima, los que la sujetan
etc.; por eso es que decimos que la mujer puede ser coautora.

La violación puede conducir a la ejecución de otros delitos. casos en los cuales


tenemos las figuras preterintencionales, como por ejemplo cuando por violar sé
causa la muerte de una persona, heridas, lesiones.

Nuestro Código no legisla de modo expreso la violación, pero tiene las siguientes
figuras:

I.- Todo el qué abuse deshonestamente de niño o niña que no haya llegado a la
edad de la pubertad (12 a 14 años). La sanción es de presidio de 4 a 8 años,
conjuntamente con destierro por igual tiempo, sin perjuicio de indemnizar los daños
que hubiere causado.

II.- El que abusare deshonesta y violentamente de mujer mayor de 14 años y menor


de 17; será castigado con la pena de uno a tres años de reclusión y destierro por
igual tiempo.

III.- El que de igual modo abusare de mujer honesta, será penado con reclusión dé
2 a 4 años y destierro por igual tiempo.

Existe en nuestro Código una disminuyente aplicable a las anteriores figuras,


consistente en que, si la víctima es mujer pública conocida como tal, caso en el cual
se aplica la pena de arresto de 6 meses a un año. Asimismo, existe la agravante
para estos delitos, cuando el sujeto activo es funcionario público, religioso,
encargado de la educación de la víctima, o asistencia de la misma, y aproveche sus
funciones para cometer estos delitos; caso en el cual se sanciona con el máximo de
la respectiva pena conjuntamente con la inhabilitación para ejercer cargo público,
sin perjuicio de pagar los daños que causare.

IV.- Son también responsables de los interiores delitos los cómplices, auxiliadores,
fautores, receptadores, encubridores. Se los sanciona con la obligación de dotar a
la víctima de acuerdo a su posición y a la del ofensor.

Nuestra ley configura una eximente absolutoria, es decir, no se aplica. pena


quedando el juicio sin materia justiciable si el ofensor se casa con la victima antes
de dictarse sentencia.

Estas figuras están determinadas en los artículos 419 al 425 del Código Penal.

En el anteproyecto de 1964 tenemos el artículo 308 que dice: (Violación) El que


tuviere acceso carnal con persona de uno u otro sexo, incurrirá en privación de
libertad de dos a siete años, en los casos siguientes: 1º Si la víctima no hubiere
llegado a la edad de la pubertad. 2º Si se hubiere empleado violencia física o
intimidación. 3º Si la persona ofendida fuere una enajenada mental o estuviere
incapacitada, por cualquier otra causa, para resistir. Como se ve el Anteproyecto se
refiere al acceso camal con persona de cualquier sexo sigue la corriente del Código
Italiano de 1931 tipifica al delito la Violación de modo exacto y preciso. También
tenemos al respecto el artículo 310, que en numera circunstancias agravantes.

Abuso deshonesto. El abuso deshonesto es el delito Consistente en la realización


de actos libidinosos atentatorios al pudor de otra persona, de uno u otro sexo, con
exclusión de yacimiento y concurriendo las circunstancias prescritas por ley
(Federico Puig Peña).

El abuso deshonesto se realiza sin o contra el consentimiento de la víctima según


los casos. El sujeto activo puede ser cualquier persona, hombre o mujer, igualmente
la victima puede ser cualquiera, sin diferencia de sexos. El bien jurídico lesionado
es el pudor. Por ello el Código Francés llama a éstos, delitos contra el pudor.

Los elementos constitutivos del abuso deshonesto son los siguientes: a) La ofensa
sin ánimo de acceso carnal. Esta ofensa puede realizarse a través de actos
impúdicos ofensivos en cuerpo desnudo o no, o inducir a la víctima a realizar actos
impúdicos como, por ejemplo, desnudarse sin que exista contacto sexual. Los actos
han de ser obscenos, es decir, vedados por la moral y la decencia. No es necesario
para que se dé el delito que la víctima se excite o comparta la excitación; b) se
requiere que se haga fuerza por parte del agente, o intimidación o que la víctima,
por cualquier causa, esté privada de la razón o del sentido o sea menor de la edad
de la pubertad; c) que haya voluntad criminal en el ofensor; este es el elemento
subjetivo, interno, que se manifiesta en la conciencia de obrar contra la voluntad de
la víctima o sin ella y con el móvil lúbrico para excitar el instinto sexual o satisfacerlo.

El abuso deshonesto se consuma cuando se realiza el acto que atenta al pudor,


haya o no satisfacción. Si el abuso deshonesto se realiza sobre distintas personas,
hay tantos delitos como víctimas; pero si el abuso deshonesto se realiza sobre una
persona en distintos o diferentes momentos hay un solo delito. Si por el abuso
deshonesto se cometen otros delitos, éstos también se castigan.

Nuestro Código no tipifica el abuso deshonesto expresamente, pero aplica la


expresión de abuso deshonesto cuando habla del estupro y de la violación, y se da
este delito en; nuestra legislación cuando se realizan. los actos de las figuras I, II,
III, IV anteriormente vistas, pero sin que exista intención de acceso carnal, con las
mismas atenuantes y agravantes del estupro, pero, repetimos, sin acceso camal y
sin la intención de yacimiento. Se aplican a este delito los tipos de los artículos 419
al 424 del Código Penal.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, tiene el artículo 312 que dice
textualmente: "(Abuso deshonesto). El que en las mismas circunstancias y por los
medios señalados en el artículo 308 realizare actos libidinosos no constitutivos de
acceso carnal, será sancionado con privación de libertad de seis meses a tres años.
La pena será agravada en la mitad, si concurrieren las circunstancias del artículo
310”.

3.- SEDUCCIÓN. La seducción, en la mayoría de las legislaciones, no está


configurada porque muchas la consideran como una preparación al estupro. Hay
tratadistas que sostienen que la seducción en sí no es delito, que si llega a
consumarse es estupro, pero si no se consuma con la relación sexual se queda en
el puro engaño, en los embustes, es decir como tentativa. Veremos cómo es
considerada la seducción en nuestro Código.

Según el Diccionario de la Lengua, seducir significa hacer caer a una persona en


error o pecado, sobornarla, corromperla; es decir, que la seducción es el engaño
practicado u otro medio fraudulento que se emplea aprovechando la inexperiencia
o debilidad de una mujer para obtener sus favores; siendo por lo tanto los medios
empleados, la serie de artimañas, engaños, embustes, usados para alterar el criterio
verdadero o correcto que tiene una mujer a fin de tener con ella cópula carnal. La
seducción sirve para torcer la voluntad de la mujer a fin de que acceda a una relación
carnal.

En nuestro Código, la seducción está tipificada en el artículo 422, que dice: "El que
sedujere a una mujer honesta mayor de la edad de la pubertad, y menor de 17 años,
y tuviere con ella cópula carnal, será desterrado por uno a tres años". Por lo visto,
en nuestro ordenamiento jurídico la seducción es delito cuando entre los catorce y
diecisiete años, por engaños y otros medios se tiene con ella cópula carnal. Si la
mujer tiene más de 17 años e intervienen otras circunstancias que señala la ley, la
figura se convierte en estupro.

Los elementos de la seducción son: a) Engaños o fraude contra la víctima; b) que


la víctima sea mujer honesta; c) que sea mayor de 14 años y menor de 17; d) que
se tenga cópula carnal.

No hay seducción si falta uno de estos elementos, por ejemplo, no puede haber
seducción de mujer pública conocida por tal.

4.- EL ESTUPRO ALEVOSO. El estupro toma su nombre de la palabra latina


“stuprum”, y se la usaba por los romanos para designar todos los delitos sexuales;
esta circunstancia dificulta aún hoy su definición. Siguiendo el concepto que da el
Diccionario de la Lengua, por estupro se entiende el acceso carnal sin fuerza ni
violencia con mujer virgen o doncella. El comentarista español Pacheco define al
estupro como todo acceso carnal ilegítimo no acompañado de violencia. El
Anteproyecto del Código Penal de 1964, define al estupro de la siguiente manera
en el artículo 309: (Estupro) El que mediante seducción o engaño tuviere acceso
carnal con mujer honesta que hubiere llegado a la pubertad y fuere menor de 17
años, incurrirá en la pena de privación de libertad de 1 a 4 años.

La doctrina y la legislación positiva pena! descartan el requisito de mujer virgen


desde el punto de vista anatómico, porque lo entiende más en el sentido moral
equivalente a mujer de vida honesta, de buenas costumbres; porque además no se
exige la virginidad material debido a que la Medicina Legal ha demostrado que la
virginidad se puede perder por simples ejercicios o movimientos, y porque también,
el himen en muchas constituciones femeninas no se rompe aunque la mujer tenga
varias relaciones sexuales.

El sujeto activo puede ser cualquier hombre que no sea el esposo de la víctima; el
sujeto pasivo tiene que ser necesariamente mujer honesta; se excluye la posibilidad
de que sea varón como se plantearen la violación; el valor jurídico atacado es la
honestidad y la integridad corporal, aunque muchos autores dicen que ataca la
libertad sexual.

Para que haya estupro es necesario que se presenten las siguientes circunstancias:
a) Cópula sexual sin violencia, si hay violencia el delito se convierte en violación; b)
que la víctima sea mujer honesta, requisito que no es exigible en la violación; c) que
el medio usado sea la seducción; d) que la víctima sea mayor de 14 años y menor
de 17, pues si es menor de 14 se entiende que no puede dar su consentimiento y
por lo tanto se califica el acto como delito de violación.

En nuestro Código vigente, lo que es estupro según lo doctrina no está definido con
esta palabra y de acuerdo a su contenido puede darse este delito que es el
anteriormente visto y definido en el artículo 422 ya transcrito. Pero en nuestra
legislación penal tenemos enlamado estupro alevoso definido en el Título I, Capítulo
V, del Libro 3º, entre los delitos contra las personas y que presenta los siguientes
tipos:

I.- Hay estupro alevoso cuando se abuse deshonestamente de una mujer casada o
desposada, haciéndole creer sinceramente por medio de engaños o ficción
bastante, que convenzan que el agente es su marido o esposo. Mas si la mujer está
de acuerdo con estas ficciones sabiendo su naturaleza deja de ser estupro, se
convierte en adulterio que en nuestra legislación dejó de ser delito. Esta primera
figura se castiga con dos a cuatro años de obras públicas, conjuntamente con
destierro por el tiempo que la mujer agraviada o su marido vivan, a no ser que éstos
consientan lo contrario.

II.- El que abuse de mujer casada contra su voluntad privándole del uso de la razón
o aprovechando de que no está en uso de la misma. La pena que Se aplica a este
caso es la misma del anterior.

III.- El que realice estos actos con mujer que no sea pública conocida como tal. La
pena que se aplica a este delito es de reclusión de dos a cuatro años con destierro
mientras viva la ofendida, a no ser que ella consienta lo contrario.

IV.- El que abuse deshonestamente de una mujer que no sea ramera conocida como
tal, engañándola con matrimonio que tenga sólo las apariencias de verdadero. La
pena que se aplica es la reclusión de tres a seis años conjuntamente con destierro
mientras viva la ofendida, a no ser que consienta lo contrario. Existe la reducción de
la pena de uno a tres años si la engañada es mujer pública.

V.- El que abuse dé una mujer engañándola por medio de casamiento, siendo ya
casado con otra, además de la pena que merece por la bigamia, se le aplicará el
resarcimiento de daños y perjuicios, y un año más de obras públicas, siempre que
la mujer haya sido efectivamente engañada y no sea ramera conocida; si lo fuera,
sufrirá sólo la pena del caso anterior.

Otras formas de estupro. La doctrina y legislación contemporánea consideran


nuevas formas de estupro, como las siguientes:

a) Estupro por abuso de necesidad, que es aquel en que se obtiene acceso


carnal abusando dé la necesidad angustiosa de la víctima, que no tendría esta
relación si no mediara esta circunstancia; por ejemplo, cuando una mujer honesta
necesita recursos, dinero para alimentar a sus hijos y sólo se le, proporcionan si
accede a la cópula.
b) Estupro con abuso de superioridad que se da cuando el agente ocupa una
situación de jefe, maestro, patrón de la víctima, que ante éste no pueda rechazar la
relación sexual sino con riesgo de sufrir un gran perjuicio.

Las cinco figuras vistas están contempladas en los artículos 422, 566 al 569 del
Código Penal. El Anteproyecto del Código Penal las contempla en los artículos 309
al 312.

5.- FOMENTO DE LA PROSTITUCIÓN Y CORRUPCIÓN DE MENORES.


ACUERDOS INTERNACIONALES SOBRE LA TRATA DE BLANCAS. Para el
enfoque de este tema, es necesario analizar el comportamiento jurídico frente a la
prostitución. Sobre el tema y tratamiento de la prostitución existen los siguientes
sistemas:

a) La prohibición de la prostitución, cuyo ejercicio la convierte en delito; b) la


reglamentación de la prostitución que permite su ejercicio reglamentado; c) el
sistema que deja libre el ejercicio de la prostitución, que la considera lícita. En
nuestra legislación la prostitución no es delito, se sigue el criterio de la
reglamentación.

Al haber delineado el comportamiento legal frente a la prostitución, diremos que esta


conducta, llamada también proxenetismo, amor mercenario o comercio sexual,
consiste en la práctica habitual de la unión carnal con diferentes personas, ya sea
en forma normal o aberrada, con fines de lucro.

Si bien en Bolivia, la prostitución no está sancionada, pero silo está la corrupción de


menores, que en última instancia tiene por fin proporcionar víctimas para el tráfico
sexual. Por corrupción de menores debemos entender los actos que tienden a
quebrantar la moral de los menores de edad, iniciándolos en el vicio. Este es uno
de los delitos de mayores y más perniciosas consecuencias; por ello todas las
legislaciones lo consideran como uno de los más graves, porque tiende a destruir la
juventud y niñez que precisamente son el futuro de toda sociedad, por lo tanto,
compromete el porvenir mismo de las sociedades. Para combatirlo es que las
naciones, individual y colectivamente lo persiguen y sancionan.
El sujeto activo en estos delitos puede ser toda persona que contribuye a la
prostitución de jóvenes de uno y otro sexo; el sujeto pasivo es el joven de cualquier
sexo.

Se estipula como elementos constituyentes de este delito, los siguientes:

a) La ejecución de actos que promuevan, faciliten o favorezcan la prostitución o


corrupción por medio de dádivas, ofrecimientos, consejos, seducción, ayuda.

b) Que la víctima sea menor de diez y siete años.

c) Que los actos tengan carácter de habitualidad, pero en nuestro país, este
elemento no está exigido por el Código, es más bien una agravante.

La ley boliviana se refiere indistintamente a la corrupción y prostitución de menores;


hemos visto ya la diferencia entre ambos.

La acción delictuosa está determinada en contribuir, ayudar, cooperar a la


corrupción o prostitución (corromper, depravar). El acto mismo puede estar dirigido
a satisfacer los deseos de otro o los de uno mismo. El Código no dice nada respecto
al lucro por el cual se pueden ejercer estas conductas; puede haberlo o no.

La edad es la inferior a los diez y siete años para que haya corrupción de menores;
pasada ella, el hecho ya no es punible. El Código señala que, si la corrupción es el
resultado de la falta del encargado del cuidado y educación del joven, se lo sanciona
con multa y privación del cargo.

De acuerdo a nuestro Código, en estos delitos tenemos los siguientes tipos:

I.- Toda persona que contribuya a la prostitución o corrupción de joven de uno u otro
sexo, menor de 17 años, empleando dádivas, ofrecimiento, consejos, engaños o
seducción, o proporcionándoles a sabiendas casa u otro auxilio para ello. Se
sanciona a los delincuentes de esta figura con las mismas sanciones que a los
autores principales. Se señala como agravante la habitualidad, caso en el que se
duplica o cuando se hace contra sirvientes o domésticos; por habitualidad se
entiende realizar tres o más actos de esta naturaleza en distintas ocasiones.
II.- Si la prostitución o corrupción se debe al abandono o negligencia de los padres,
o abuelos, pierden éstos la autoridad que la ley les reconoce y la administración de
los bienes del ofendido, más apercibimiento; si el abandono es de parte de los
tutores, curadores, parientes, maestros, directores, o jefes de establecimientos a
cuyo amparo están los menores, pierden ellos sus cargos más multa.

Los diferentes países se han preocupado de disciplinar los actos atentatorios a la


moral de la juventud, razón por la cual han celebrado congresos contra la trata de
blancas, adoptando disposiciones especiales; este delito es considerado de
naturaleza internacional, y se lo castiga por cualquier Estado sin importar dónde se
lo haya cometido.

Entre los congresos que se ocuparon del caso tenemos que mencionar
principalmente el celebrado en París en 15 de Julio de 1902, que disciplina el
proxenetismo y da carácter internacional a estas disposiciones. Por trata de blancas
se debe entender llevar mujeres de un país a otro para dedicarlas a la prostitución.

El Código Penal contempla las anteriores figuras en los artículos 426 y 427, y el
Anteproyecto- de 1964, en los artículos 318 al 322.

6.- LA BIGAMIA. La palabra bigamia deriva de los vocablos latinos bis, que significa
dos, "gamia" que quiere decir casamiento. Se comete delito de bigamia cuando una
persona, estando ligada por un vínculo matrimonial, contrae otro matrimonio no
estando disuelto el anterior.

La bigamia, en algunas legislaciones, como en la española, está considerada dentro


de los delitos contra el estado civil; de igual modo la considera el Anteproyecto del
Código de 1964; pero en nuestro Código vigente está entre los delitos contra las
buenas costumbres.

Se considera la bigamia como un delito -grave porque no solamente es una ofensa


a la ley, sino que lleva consigo el abandono del primer cónyuge, la violación de la fe
jurada, la disolución de la familia, el engaño del otro cónyuge.

En estos delitos, los agentes pueden ser los dos contrayentes del segundo
matrimonio cuando ambos conocen del matrimonio precedente caso contrario sólo
comete delito el que conoce la vigencia del matrimonio anterior. El sujeto pasivo es
el contrayente del primer matrimonio y también el del último matrimonio que lo ha
contraído de buena fe. El bien jurídico lesionado es la monogamia, dentro del
matrimonio.

Como elementos integrantes de este delito tenemos principalmente los siguientes:

a) Existencia de un matrimonio que no está disuelto ni por muerte de uno de los


cónyuges ni por divorcio; en otras legislaciones se agrega la declaratoria jurídica de
muerte, pero en Bolivia no está legislada esta situación; b) que se contraiga un
segundo matrimonio válido que no sea nulo ni anulable.

El delito de bigamia supone siempre la existencia de dolo; por eso si ambos


contrayentes saben que uno está casado, en ambos se supone el dolo y los dos
cometen delito; de igual modo, cualquiera que interviene en la celebración del
matrimonio sabiendo la existencia de un matrimonio anterior vigente de uno de los
contrayentes, también comete delito; por ejemplo, el testigo.

El delito de bigamia se consuma por el hecho de celebrarse, aunque el matrimonio


no se haya consumado con la cohabitación. Se da la figura de la frustración cuando
debido a causas ajenas al agente no se celebra el segundo. matrimonio; pero se
realizan todos los trámites y preparativos para la celebración. Si una persona
comete varios delitos de bigamia sin qué el primer matrimonio se haya disuelto,
tenemos la figura del concurso de delitos.

De acuerdo al artículo 117 del Código Civil, el perjudicado por un segundo


matrimonio puede demandar su nulidad, que se juzga con, preferencia. La validez
del primer matrimonio es cuestión prejudicial.

De acuerdo a nuestra legislación penal, este delito se presenta en los siguientes


casos:

I.- El que contrae nuevo matrimonio sabiendo que no ésta disuelto otro que lo liga.
Si por este medio abusa deshonestamente de mujer honesta, comete estupro
cuando se la engaña con apariencia de matrimonio, en cuyo caso se castiga como
estupro; caso contrario se castiga con obras públicas, de 3 a 6 años.
II.- La mujer que siendo soltera contrae matrimonio con persona que sabe que es
casada. Se la sanciona con obras públicas de uno a dos años. Pero si la persona
soltera ignora que la otra es casada, y si su ignorancia se debe a negligencia
culpable por no enterarse del verdadero estado de la otra, sufre la pena de
reprensión.

III.- Si el que celebra el segundo matrimonio sabe que el primero es nulo y se prueba
la nulidad, sólo se lo sancionará con arresto de seis a doce meses.

IV.- Hay presunción de muerte de un cónyuge que exime la pena de bigamia cuando
durante uno o más años no se sabe riada de él, después de haber realizado las
diligencias, para averiguar de su paradero y es fama que ha muerto. Al respecto,
debemos hacer notar que en Bolivia no existe la declaratoria de muerte por
presunción, razón por la cual, en lo que se refiere a este artículo, no es aplicable.

V.- Cuando el que debe celebrar el matrimonio coopere y ayude a celebrar el


bígamo, se le aplica la pena de inhabilitación para ejercer el cargo público con más
presidio de dos a cuatro años.

VI.- A los testigos que con malicia y conocimiento concurren a la celebración del
matrimonio bígamo se los castiga con las penas aplicables a los testigos falsos.
Pero si no tienen malicia, sino incurren en la figura por culpa, se los castiga con
presidio de seis meses a un año.

VII.- Si los funcionarios que celebran el matrimonió son engañados con relación al
estado civil de los contrayentes no sufren ninguna pena. Pero si en los documentos
existe alguna sospecha y de todos modos celebran matrimonio cometen delito y se
los sanciona con la suspensión del cargo de cuatro a diez y ocho meses o multa.

Estas figuras están consignadas en los artículos 428 al 434 del Código Penal y en
el Anteproyecto, del artículo 240 al 241.

7.- MATRIMONIOS CLANDESTINOS, FALTOS DE LAS PREVIAS


FORMALIDADES DE LEY. En los códigos contemporáneos, estos delitos están
consignados entre los delitos contra el estado civil de las personas. El matrimonio
es una institución básica para la existencia de una sociedad organizada; por eso la
ley, en lo que toca a su celebración, estipula formalidades y condiciones, que por
ser de orden público no están sujetas a la voluntad de las partes contrayentes.

Por lo tanto, se tiene que sólo puede celebrarse el matrimonio cumpliendo con los
requisitos esenciales y de forma que la ley exige, que en nuestro caso están
objetivados en el Código Civil, en la ley de 11 de octubre de 1911 y su reglamento
de 19 de marzo de 1912, llamadas Leyes del Matrimonio Civil, ya que hasta
entonces sólo regía el matrimonio canónico, llamado también religioso.

Los requisitos esenciales para la celebración del matrimonio son: la edad que en el
hombre es de 14 años y en la mujer de 12; mutuo y libre consentimiento de las
partes; que los contrayentes no estén dentro de los grados prohibidos por la ley;
ascendientes o descendientes y parientes hasta el 2º grado de consanguineidad
(cómputo civil); consentimiento de los padres, en ciertos casos.

Los requisitos formales para la celebración del matrimonio principalmente son los
siguientes: debe celebrarse ante el oficial del Registro Civil y observarse las
formalidades de ley.

De lo anteriormente expuesto podemos decir que los matrimonios clandestinos o


faltos de las previas formalidades debidas son los realizados sin la observancia de
lo prescrito por las leyes.

De acuerdo al Código Penal vigente, en su Capítulo IV, Título VII del Libro 2º,
tenemos las siguientes figuras sobre estos delitos:

I.- Los matrimonios que se celebran sin observarse las formalidades que establece
la Iglesia y las leyes; los que contraen matrimonio de esta clase y los testigos son
delincuentes, y se los sanciona con reclusión de dos a cuatro años. La ley establece
una disminúyeme, que se sanciona con arresto de cuatro a ocho meses, si antes de
la sentencia el matrimonio se revalida con uno legal.

II.- El funcionario eclesiástico o civil que por su ministerio interviene a sabiendas en


un matrimonio sin las previas formalidades de ley comete delito y se lo sanciona con
las mismas penas anteriores e inhabilitación para ejercer cargo.
III.- Si el matrimonio, además de ser clandestino, el sujeto que interviene se hace
pasar por funcionario civil o eclesiástico y como testigo; se sanciona al suplantador
y testigos, y a aquellos que no tienen de acuerdo al Capítulo IX Título V, del Libro
2º del Código Penal.

IV.- Los menores de edad que se casan sin autorización de sus padres y de quien
debiera darla; se los sanciona con reclusión de seis meses.

V.- Los funcionarios, civiles y eclesiásticos que deben intervenir en la celebración


de los matrimonios, si los celebran o permiten o cooperan a que se contraigan sin
licencia conociendo estos defectos; se los pena con la suspensión del cargo de uno
a cuatro años, más destierro por igual tiempo.

VI.- Los que celebren matrimonios violentando al párroco o funcionario con testigos
prevenidos para el efecto. Se sanciona a todos los que concurren, con reclusión de
dos a cuatro años, si el matrimonio fuere nulo por otra causa; si no fuere nulo, con
reclusión de cuatro a diez y ocho meses.

Disposiciones generales. Las anteriores figuras y capítulos del Código Penal tienen
las siguientes disposiciones generales; a) a todo el que incurra en bigamia o
matrimonio clandestino y se arrepienta o retracte voluntariamente antes de
consumarlo o cohabitar, se le rebaja la pena que le corresponda, a la mitad.

Las figuras anteriormente vistas están consignadas en el Código Penal en los


artículos 436 al 442 y en el Anteproyecto del Código Penal de 1964, en los artículos
241 al 247.
CAPÍTULO LI

DE LOS DELITOS CONTRA LAS BUENAS COSTUMBRES

1.- DEL DESACATO DE LOS HIJOS CONTRA LA AUTORIDAD DE LOS PADRES


Y DEL DE LOS MENORES DE EDAD CONTRA SUS TUTORES, CURADORES O
PARIENTES A CUYO CARGO ESTUVIEREN. Los actos del subtítulo, hoy ya no
son materia de un Código Penal, como veremos en su oportunidad, ya que debido
a la evolución del Derecho Penal, especialmente a partir de la segunda mitad del
siglo pasado, surge en la legislación un nuevo criterio con referencia al problema
penal de los menores, con características peculiares que determinan que el trato
legal no. puede ser idéntico al que se da al delincuente; adulto puesto que los
jóvenes e infantes no cometen propiamente delitos; por ello, se ha creado una
legislación de menores, llamada en algunos países de "protección penal de los
menores".

De lo dicho surge a la realidad jurídica que las faltas que cometen y su conducta no
son objeto del Derecho Penal y por eso no se los considera ni en los tratados de
Derecho Penal ni en los Códigos.

Cuando se promulgó nuestro código no existía todavía esa corriente, por eso es que
determinadas conductas de los menores respecto a sus progenitores o tutores están
consignadas en nuestra ley penal, pero de un análisis de los artículos pertinentes
también podemos deducir que a estas conductas el Código no las considera como
delitos, sino que en el fondo las trata como a faltas.

El concepto que tiene el código de las relaciones familiares, especialmente entre


ascendientes y descendientes, tutores y pupilos, corresponde al que se tiene
normalmente, pero por considerar al padre de familia como una autoridad en el
hogar, se llega a precautelar su autoridad.

Lo referido en este subtítulo, en nuestro código vigente, está tratado en el capítulo


V, Título VII, Libro 2o; entre los principales tipos tenemos los siguientes:

I.- El hijo o hija que se encuentra bajo la potestad paterna y que: a) Se ausente sin
licencia; b) comete exceso grave; c) notable desacato; d) muestra mala inclinación
que no se corrige con las amonestaciones y moderados castigos. Se sanciona,
conduciendo al menor ante el juez para que lo reprenda y le indique sus deberes.
En caso de reincidencia en las mismas faltas, el juez determina el internamiento en
casa de corrección por un mes a un año. Cuando la madre es viuda, puede actuar
igual que el padre; si no hay padres puede actuar el abuelo o abuela.

II.- Cuando las faltas son: a) Graves injurias; b) malos tratos de obra contra los
padres o abuelos por más que el menor haya salido de su patria potestad. Se castiga
esta falta con exheredación de acuerdo al Código Civil, sin perjuicio de las penas
por delitos contra las personas y la fama.

III.- Si el padre o a la madre han formado segundo matrimonio y los hijos cometen
las anteriores faltas, o las quejas vienen de tutores, curadores, parientes; el juez
debe averiguar los hechos, examinar los defectos existentes y las conductas, para
luego establecer que sanciones conviene aplicar.

IV.- Si las quejas resultan infundadas y más bien los hijos o pupilos son las victimas
maltratadas o sufren de excesos o caprichos. Se sanciona la figura con el reproche
del Juez al culpable; pero si esto no basta, de acuerdo al Código Civil emancipará
al menor o lo separará de los padres o tutores sin perjuicio de otras sanciones por
abusos emergentes.

El Código Penal contempla estas figuras del artículo 443 al 446; y el anteproyecto,
en el art. 248.

2.- DE LAS DESAVENENCIAS Y ESCÁNDALOS EN EL MATRIMONIO. Estas


figuras que contempla el Código Penal, igual que las anteriores, no son propiamente
delitos sino faltas, razón por la cual deberían figurar en los reglamentos de policía,
pero no en un Código Penal. Por esto es que los Códigos modernos no los
mencionan. En la actualidad otras formas son las que figuran generalmente bajo el
título de "Delitos contra los deberes de asistencia familiar", como lo hace el
Anteproyecto del Código Penal Boliviano de 1964, en su Capítulo II, Título VII, del
Libro 2º. Hoy aquellas figuras pierden importancia en nuestro medio porque con la
Ley del Divorcio más son causales de divorcio.
La mentalidad de los que hicieron el código esta encajada en el marco que
considera a la familia como la célula básica de la sociedad y de la cual depende la
formación de las personas; ello implica cierto comportamiento de sus miembros que
comprende deberes y obligaciones recíprocos, considerando que el padre y esposo
era la máxima autoridad del hogar.

Por otra parte, en dicha época, primer cuarto del siglo pasado, no existía el divorcio
concebido en los actuales términos. Pero hay ciertas conductas señaladas por el
Código Penal que perfectamente encajan hoy como causales de divorcio.

Estas conductas, que en el fondo son faltas, están tipificadas en el Capítulo VI,
Título VII, del Libro 2º del Código Penal; entre las principales tenemos:

I.- Cuando la mujer o esposa: a) Se ausenta de su casa sin autorización del marido;
b) comete exceso grave; c) desacato al esposo; d) muestra malas inclinaciones que
las simples amonestaciones y moderados castigos no son suficiente para corregir.
La sanción que se aplica es de que el esposo la conduce ante el Juez para que la
reprenda y le haga conocer sus deberes. Si reincide, el esposo lo pone en
conocimiento del juez y con su auxilio le puede conducir a una casa de corrección
por un mes a un año.

II- Cuando el marido porque lleva conducta relajada o da malos tratamientos a la


mujer, que no sean de obra -porque si son de obra pueden pasar a otra clase de
delitos- da lugar a justas quejas de la mujer. Por la primera vez el juez sanciona
reprendiendo; si reincide, el esposo será arrestado y puesto en casa de corrección
por el tiempo que se crea necesario, que no pasará de un año, pero si existe nueva
queja, puede pasarse del año.

III.- Si los escándalos en el matrimonio son mutuos y se repiten a pesar de las


represiones y amonestaciones del juez; se sanciona arrestando a ambos o se los
pone en casa de corrección por el tiempo que se crea conveniente, sin que pase del
año. Pero se recomienda a las autoridades que interpongan sus buenos oficios
evitando el escándalo, procurando la conciliación antes de imponer pena y evitando
la separación.
El Código Penal contempla estas figuras en los artículos que van del 447 al 449.

Como anteriormente hemos dicho, el Anteproyecto trata de figuras nuevas contra


los deberes de asistencia familiar, en el artículo 248 que dice: "(Abandono de
familia) El que sin justa causa no cumpliere las obligaciones de sustento, habitación,
vestido, educación, y asistencia inherentes a la autoridad parental, tutela o condición
de cónyuges o conviviente, o abandonare el domicilio familiar o se sustrajere al
cumplimiento de las indicadas obligaciones, será sancionado con reclusión de seis
meses a dos años o multa de cien a cuatrocientos días. En la misma pena incurrirá
el que no prestare asistencia o no subviniere a las necesidades esenciales de sus
ascendientes o descendientes mayores incapacitados, o dejare de cumplir, teniendo
medios económicos, una prestación alimentaria legalmente impuesta".

En su artículo 249 dice: "Incumplimiento de los deberes de asistencia) Incurrirá en


privación de libertad de seis meses a dos años, el padre, tutor, curador, de un menor
o incapaz, y quedará inhabilitado para ejercer la autoridad parental, tutoría o
cúratela, en los siguientes casos: 1.- Si dejare de proveer sin justa causa a la
instrucción primaria de un menor en edad escolar. 2.- Si permitiere que el menor
frecuente casas de juego o de mala fama o conviva con persona viciosa o de mala
vida. 3.- Si permitiere que el menor frecuente espectáculos capaces de pervertirle o
que ofendan al pudor, o que participare el menor en representaciones de igual
naturaleza. 4.- Si autorizare a que resida o trabaje en casa de prostitución. 5.- Si
permitiere que el menor mendigue o sirva a mendigo para inspirar conmiseración".

En su artículo 250 dice: "(Abandono de mujer embarazada) El que fuera de


matrimonio hubiere embarazado a una mujer y la abandonare sin prestarle la
asistencia necesaria, será sancionado con reclusión de seis meses a tres años. La
pena será de privación de libertad de uno a cinco años, si a consecuencia del
abandono la mujer cometiere un delito de aborto, infanticidio, exposición o
abandono del recién nacido, o se suicidare".

3.- LOS DELITOS CONTRA LA FAMILIA EN LAS LEGISLACIONES MODERNAS.


En las legislaciones modernas no existen delitos o faltas cometidas por uno de los
dos cónyuges en el sentido que estipula nuestro código, sino más bien delitos contra
la familia. Es decir, delitos que atacan el valor jurídicamente protegido llamado
familia, que pueden obrar para destruirla o desvirtuarla. En la mayor parte de las
legislaciones, estos delitos se denominan contra el estado civil de las personas.
Sabemos por nuestros estudios civiles, que el estado civil es el vínculo que une a
las personas en la relación familiar, nacido del matrimonio que es el elemento
generador de la familia; por ello los actos que lo atacan se dirigen también contra la
familia.

El sujeto activo en estos delitos puede ser un miembro de la misma o un extraño; el


sujeto pasivo es variado, pero siempre en relación con la institución familiar.

Los delitos más conocidos de este rubro son: suposición y usurpación de parto;
sustitución de niño, usurpación del estado civil, celebración de matrimonios ilegales,
bigamia, matrimonios celebrados sin observar las normas legales, simulación de
matrimonio, alteración y sustitución del estado civil, abandono de familia, etc.

El Anteproyecto del código penal boliviano de 1964, trata de estos delitos en el


artículo 240 (bigamia). El art. 241 dice: "(Otros matrimonios ilegales) Será
sancionado: 1º Con privación de libertad de uno a tres años, el que no siendo
casado contrajere a sabiendas matrimonio con persona casada. 2º Con privación
de libertad de dos a cuatro años, el que hubiere inducido en error esencial al otro
contrayente. 3º Con privación de libertad de dos a cuatro años, el que hubiere
ocultado impedimento legal respecto a su propio estado civil o del otro contrayente".
En el artículo 242 habla de la responsabilidad del oficial del Registro Civil. El art.
243 dice: ("Simulación de matrimonio). El que se atribuyere autoridad para la
celebración de un matrimonio, o el que simulare matrimonio mediante engaño, será
sancionado con privación de libertad de dos a seis años".

El artículo 244 dice: "(Alteración o sustitución - del estado civil). Incurrirá en reclusión
de uno a cinco años: 1.- El que hiciere inscribir en el Registro Civil una persona
inexistente. 2.- El que en el registro de nacimientos hiciere insertar hechos falsos
que alteren el estado civil o el orden de un recién nacido. 3.- El que, mediante
ocultación, substitución, o exposición, aunque ésta no comporte abandono, dejare
a un recién nacido sin estado civil, tornare incierto o alterare el que le corresponde.
4.- La que fingiere preñez o parto, para dar a un supuesto hijo derechos que no le
corresponden".

De la atenuación, de los delitos anteriores trata el artículo 245. El artículo 246 dice:
"(Sustracción de un menor o incapaz). El que sustrajere a un menor de diez y seis
años o a un incapaz, de la potestad, de sus padres, adoptantes, tutores o curadores,
y el que retuviere al menor, contra su voluntad, será sancionado con privación de
libertad de uno a tres años. La misma pena se aplicará si el menor tuviere más de
diez y seis años y no mediare consentimiento de su parte".

El artículo 247 dispone: (Inducción a fuga de un menor). El que indujere a fugar a


un menor de diez y seis años o a un incapaz o con su consentimiento y para el
mismo fin lo sustrajere de la potestad de sus padres, tutores o curadores, incurrirá
en privación de libertad de un mes a un año. La misma pena se aplicará al que
retuviere al menor o incapaz contra la voluntad del padre, tutor o curador.

4.- EL DELITO DE CONTAGIO VENÉREO. Este delito tipificado en muchas


legislaciones contemporáneas, es llamado también de contagio de enfermedad
sexual, denominación que tiene su dificultad porque puede haber contagio de
enfermedad venérea, pero que no sea por razones sexuales; pero ejemplo cuando
una nodriza enferma contagia al niño; por estas razones es preferible la
denominación de contagio venéreo.

Estos delitos son de reciente tipificación debido a los estragos que causaron y por
el aumento pavoroso de estas enfermedades. La teoría en que se basa la tipificación
de estos delitos ya ha sido expuesta anteriormente; no la repetimos, sólo nos
referiremos a algunos aspectos positivos.

Con referencia a las enfermedades sexuales, en los países se adoptan dos clases
de medidas: unas, preventivas, y otras, represivas. Ambas tienden a precautelar el
bien jurídico denominado salud. El sujeto activo es la persona consciente de su
enfermedad que no asume ninguna precaución para evitar daños a terceros; el
sujeto pasivo puede ser cualquiera.
La medida preventiva que con referencia a las enfermedades sexuales se adopta,
puede ser la internación forzosa en institutos sanitarios para aislar de la sociedad al
enfermo, con prohibición de circular hasta que sea dado de alta.

Entre las medidas represivas tenemos principalmente la privación de libertad del


enfermo, para aprovechar este tiempo para curarlo, conjuntamente con multa y
resarcimiento de los daños y perjuicios causados.

Es evidente que los estados nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca, USA), son los
países que marchan a la cabeza en la lucha contra estas enfermedades, sin
desconocer que existen grandes progresos en los países europeos y algunos
Latinoamericanos.

Lo que caracteriza a estos delitos es la culpa que adquiere un matiz especial,


aunque muchas veces puede existir dolo cuando el enfermo, con malicia, tiene
contactos, relaciones o contamina objetos con el fin de contagiar a una persona. Por
lo general el delito se produce a través del dolo eventual que está integrado por la
falta de previsión de un mal que puede sobrevenir, sin que la posibilidad de que
pudiera producirse el contagio indujera al culpable a apartarse del coito causante
de la lesión y aceptando esta posibilidad. Gran parte de estos delitos son culposos,
es decir, por falta de previsión, por ignorancia, ausencia de prudencia, pues el solo
hecho de estar enfermo supone la obligación de tomar las medidas necesarias para
evitar el contagio.

Este delito en algunas legislaciones está considerado en el Título relativo a los.


delitos contra la salud; la mayor parte de las legislaciones lo consideran entre los
delitos de lesiones.

El delito de contagio venéreo en nuestro país todavía no está tipificado, pero en el


anteproyecto del Código Penal de 1964 se lo consigna en el Capítulo III, Título VIII,
Libro 2º, entre los "Delitos contra la integridad corporal y salud", en el artículo 277,
que dice: "(Contagio venéreo). E1 que a sabiendas de hallarse atacado de una
enfermedad venérea, pusiere en peligro de contagio a otra persona mediante
relaciones sexuales, extra sexuales, o nutricia, será sancionado con privación de
libertad de un mes a un año. Si el contagio se produjere, la pena será de privación
de libertad de uno a tres años".

De acuerdo al artículo anteriormente transcrito, para que se configure el delito de


contagio venéreo, se requiere: a) Conocimiento de estar afectado de enfermedad
venérea; b) poner en peligro de contagio venéreo a" otra persona mediante: relación
sexual, extra sexual o nutricia. El anteproyecto se refiere no sólo al hecho de
contagiar, sino de poner en peligro de contagio, es decir, para que se consume el
delito no exige el contagio; el contagio obra como agravante de la sanción. De
acuerdo al artículo visto, si una persona ignora que está enferma, goza de eximente
de responsabilidad.
CAPÍTULO LII

DE LOS QUE REHUSAN AL ESTADO LOS SERVICIOS QUE LE DEBEN

1.- DENUNCIA DE DELITOS PÚBLICOS. En este capítulo tenemos que ver


principalmente delitos por omisión, que como ya hemos estudiado anteriormente,
son de dos clases: delitos por omisión propiamente dichos y de comisión por
omisión.

Los delitos de omisión surgen por la inactividad de las personas, por la inercia del
sujeto, cuando la ley les manda actuar.

Los delitos de comisión por omisión, consisten en causar un daño natural que se
produce por la inactividad, por ejemplo, tenemos el caso de infanticidio cometido
con sólo no dar alimento al niño.

Habiendo hecho la anterior aclaración, es necesario analizar nuevamente la


clasificación puramente procedimental entre delitos públicos y privados; aunque
sabemos que esencialmente todos los delitos son públicos porque atacan bienes
jurídicos protegidos por el Estado, procedimentalmente la diferencia radica en que
los llamados delitos públicos pueden y deben ser denunciados por cualquiera,
mientras los llamados delitos privados sólo pueden, ser denunciados por los
afectados. Partiendo de esta diferencia y considerando el orden público que interesa
a todos, la ley exige cumplir ciertas obligaciones, como ser la denuncia de los delitos
públicos por cualquier persona; de ahí que la inacción ante un delito de esta clase
constituye un delito de omisión.

Nuestro Procedimiento Criminal, en su artículo 24, determina que toda persona que
presencie un delito público está obligado a dar aviso al Juez o Fiscal.

En el título VIII, Capítulo Único del Libro 2º del Código Penal, se trata de estos
delitos, entre los cuales tenemos principalmente los siguientes:

I.- Comete delito: a) Todo el que ve cometer un delito público; b) que sepa que se
ha cometido; c) que sepa que se está tramando contra el orden público y, no da
noticia a la autoridad más inmediata y lo antes posible, sin perjuicio y riesgo suyo.
Se sanciona con arresto de un día a seis días.

II.- Las anteriores obligaciones son mayores cuando: a) Hay conspiraciones contra
la Constitución o el Gobierno; b) en los delitos contra la seguridad y tranquilidad del
Estado y orden público; c) se sabe que se está cometiendo estos delitos; d) se sabe
que se están tramando y no se da parte a la autoridad sin perjuicio y riesgo propio.
La pena que se aplica en estos casos es de presidio de uno a cuatro años si el delito
es de traición. Si el delito es de diferente naturaleza y merece pena de obras
públicas por más de seis años, se aplica la sanción de reclusión de 1 mes a 1 año
o multa.

III.- Los cómplices de uno de estos delitos que se arrepientan antes de cometerse
dan parte a la autoridad, o descubierta la conspiración dan noticia que evita el daño,
en este caso sólo se los castiga con vigilancia de uno a cuatro años.

En estos delitos existe como eximente el que no se dé noticia de estos delitos por
tener parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo grado por
afinidad, o son tutores, cónyuges curadores, maestros, personas unidas por amor,
gratitud.

Estas figuras están en el Código Penal en el artículo 450 al 453.

2.- ARRESTO DE DELINCUENTES. La denominación de delincuentes se usa en


este subtítulo para designar a toda persona que ha cometido delito, aunque todavía
no haya sido procesada. (En lenguaje penal estricto, delincuente es el que tiene en
contra una sentencia ejecutoriada, sentido que para este título no es tomado).

Todo delito perturba el orden público; por eso toda persona que vea que se está
preparando la omisión de un delito o que habiéndose cometido este, no intervenga
y detenga al autor, comete delito por omisión, es decir, no hace lo que la ley manda.
Por lo tanto, la obligación de las personas radica en una acción preventiva evitando
la comisión del delito mediante la aprehensión de todos los que lo preparan y
represiva, arrestando al autor cuando ya se ha cometido el delito.
Se debe tener presente que esta intervención del ciudadano reviste carácter de
urgencia y de supletoria, es decir, que interviene en el caso en que no sea posible
que intervengan las autoridades; pero si hay representantes de la ley, estos tienen
la obligación de realizar estos actos; el ciudadano sólo tiene el deber de auxiliarlos
en caso necesario.

La materia de estudio está reglamentada tanto por el Código Penal como por el
Procedimiento Criminal. Podemos señalar los siguientes casos:

I.- Toda persona que vea cometer un delito o sepa que se va cometer, tiene la
obligación de impedir el acto o de dar aviso inmediatamente a la autoridad, cuando
fuere posible y viable. Debe considerarse que, si existe riesgo para el ciudadano,
su obligación disminuye hasta desaparecer. La pena que se aplica a este tipo es de
arresto de uno a seis días más multa.

II.- La obligación de auxiliar o de detener a un delincuente o socorrer a una persona


agredida injustamente, o reducida a un estado en que requiere socorro; la pena que
se aplica a este caso por no actuar es la misma que la anterior.

III.- Cuando una autoridad solicita auxilio contra un delincuente, si no se corre


peligro de vida, se debe prestarlo. En caso de omisión la pena que se aplica es de
arresto de dos a doce días con multa.

IV.- Todo funcionario de justicia, militar, civil, prefecto, subprefecto, corregidor, jefes,
oficiales de las fuerzas armadas, y todo el que lleve insignia en razón de su cargo,
o funcionarios conocidos por tales, deben ordenar practicar el arresto, persecución
del delincuente infraganti, y tomar todas las disposiciones que el caso exige, que
deben ser obedecidas. Si así no se obra, la pena que se aplica es cual que la
precedente.

La Policía Judicial que debe perseguir a los delincuentes y entregarlos a la justicia


se ejerce por guardias, vigilantes, gendarmes, policía, corregidores, fiscales en
general, alcaldes parroquiales, jueces instructores, prefectos, subprefectos.

En la legislación boliviana hay delito infraganti en los siguientes casos:


1) Cuando se descubre el delito en el acto de cometerse; 2) cuando acabado de
cometerse el delito, el clamor público indica al autor; 3) cuando el autor es
sorprendido o descubierto con las armas, instrumentos, papeles, en tiempo
inmediato a la ejecución.

Estos tipos están en el Código Penal en los artículos 454 al 456; y en el


Procedimiento Criminal, en los artículos 9 al 11 y 27.

3.- SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO. A partir del siglo pasado principalmente,


con el aumento de las tensiones en el mundo, y especialmente con las conquistas
napoleónicas, es que se ha ido imponiendo el servicio militar obligatorio. El servicio
militar en la antigüedad y Edad Media, era pagado; el ser soldado era algo así como
una profesión y tenía vigencia en estado de guerra.

En nuestro tiempo, el servicio militar tiene las siguientes características: a) Servicio,


es decir, obligación o carga de un sujeto sin derecho a recibir remuneración; b)
permanente, o sea que rige en estado de paz y guerra; c) fundamentalmente
masculino, aunque en nuestro tiempo se dan casos del servicio militar femenino.

El servicio militar tiende a preparar e instruir al ciudadano en el arte de la guerra a


modo de previsión para que en cualquier caso se pueda afrontar una situación de
emergencia, es decir, formar tropas que en tanto se presente el estado de guerra
se hallen en reserva.

En nuestro país, rige el servicio militar obligatorio para los hombres hábiles que han
llegado a la edad de 19 años; entraña una prestación, su negativa da lugar a un
delito de omisión sancionado tanto por el Código Penal común como por el Código
Penal Militar.

Sobre la omisión de la prestación del servicio militar, en nuestra legislación tenemos


los siguientes casos:

I.- El que siendo boliviano y tiene que defender a la patria con las armas cuando sea
llamado, contravenga esta obligación o se negare al servicio militar cuando le toque.
Se lo sanciona con la pena de aumento de un tercio a la mitad del tiempo que le
corresponda.
Hay agravante cuando, para evitar las obligaciones anteriores, se \isa de fraude;
además de la pena ya vista, se aplica multa; pero si pese a ello el sujeto se hiriere
o inutilizare voluntariamente, se le aplica la pena de presidio o reclusión equivalente
a la mitad del tiempo que debía haber estado en servicio.

II.- Es obligación el prestar auxilio a las tropas en tiempo de guerra con bagajes,
alojamiento, etc.; se comete delito si no se lo presta y la sanción es el apremio para
obligar a prestar estos servicios y multa.

III.- También se entiende por servicio militar la intervención de tropas dirigidas por
su comandante para mantener el orden público o para restablecerlo, o para arrestar,
perseguir, delincuentes y otros o ejecución del auto de buen gobierno. En caso de
incumplimiento, se aplican las mismas penas que a los miembros de la Policía
cuando no cumplen con su obligación de acuerdo al Capítulo VIII, Título VI, del Libro
2º del Código Penal.

Además de estas figuras tenemos las del Código Penal Militar que, en caso de
conflicto de leyes, tienen aplicación preferente.

IV.- Existe delito de inobediencia al servicio militar cuando al llamado no se


presentan en el tiempo de ley. La pena que se aplica es el doble del tiempo del
servicio y/o destino a colonia militar.

V.- Cometen delito los que omiten inscribirse en el registro militar. La pena es igual
que la anterior.

VI.- Quienes perteneciendo a las reservas no acuden a los ejercicios y revistas de


ley. Cuando no justifican su inconcurrencia, se los sanciona con arresto disciplinario
de ocho días en la Policía o cuartel por la primera vez; quince días por la segunda;
enrolamiento de tres meses por la tercera vez.

VII.- Quienes, siendo llamados para servicio de instrucción o acuartelamiento en


tiempo de paz y no concurran en el término fijado por el Gobierno. Quienes no
justifiquen la imposibilidad material de asistir serán sancionados con enrolamiento
por tres meses.
VIII.- Los que en tiempo de guerra son llamados para enrolamiento y
acuartelamiento y no concurren a los lugares de concentración en el término de
treinta días. La pena que se aplica es de prisión militar por tres años; pero si durante
la guerra se presentan y justifican su imposibilidad para presentarse en el tiempo
hábil, se les exime de la pena.

IX.- Están comprendidos también en estos delitos quienes sin causa justificada se
negarán a ejercer cargo de vocal en Consejo de Guerra, Consejo Disciplinario, Juez
Instructor, Fiscal, Defensor, Secretario. La pena que se aplica es de arresto de uno
a tres meses y. pérdida del cargo.

Estas figuras están en los artículos 457 a 460 del Código Penal y de artículo 179 al
186 del Código Penal Militar.

4.- NEGATIVA A DESEMPEÑAR CARGOS PÚBLICOS.- La función pública es


voluntaria; para ejercerla se deben reunir los requisitos de idoneidad y capacidad, y
aceptación. Pero si, de modo general la función pública es voluntaria, existen ciertos
cargos que deben ser aceptados cuando se los confiere.

Entre las principales figuras de estos delitos tenemos:

I.- Quien nombrado juez o conjuez y no habiendo otro para ejercer el cargo, se
niegue a aceptarlo o desempeñarlo, o deje de asistir a un juicio sin causa legítima.
La sanción es reprensión y multa.

II.- Los que se negaren a desempeñar cargo Concejil en un pueblo o los que falten
a sus obligaciones ausentándose; se los sanciona con multa, apremio para que
desempeñen el cargo.

Estas figuras están en el Código Penal de los artículos 461 a 462.

5.- PROFESIONALES DE RAMAS MÉDICAS QUE SE NIEGAN A PRESTAR


SERVICIO. Por su naturaleza y responsabilidad, muchas profesiones son
consideradas como servicio público. Las ramas médicas que comprenden médicos,
cirujanos, dentistas, farmacéuticos, obstetras, comadrones, bioquímicos, etc.
Desempeñan servicio público y en caso de ser los únicos en una localidad o en caso
de urgencia y siendo los más próximos, no pueden negar su concurrencia a
solicitud; la negativa constituye delito.

Sobre este aspecto nuestra ley contempla los siguientes casos:

I.- Cuando el médico, cirujano, comadrona, matrona, boticario, sangrador, sean


llamados y requeridos por una autoridad para hacer reconocimiento o curación o
para prestar auxilio y no lo hacen sin causa de legítima impedimento. Se aplica
prisión de dos a ocho días o multa.

II.- Si en el pueblo no hay otro facultativo que pueda suplirlo y no concurre causando
daño; se sanciona al autor con dos meses a un año de reclusión más multa.

Las figuras anteriormente descritas están contempladas en el artículo 463 del


Código Penal.

6.- ABOGADOS Y PROCURADORES QUE SE NIEGAN A DEFENDER


GRATUITAMENTE A LOS POBRES. Este delito ocurre en las provincias o ciudades
donde no existen defensores de reos pagados por el Estado y nombrados por la
Corte del Distrito. Hemos analizado el carácter de función pública de la abogacía,
que implica a su vez función social; por eso es que de acuerdo a la Ley de
Organización Judicial, cada año se nombra defensores y procuradores de reos
pobres pagados igual que los jueces; cuando estos defensores no cumplen con sus
obligaciones cometen delito de omisión; de igual modo incurren en delito si para
prestar, sus servicios a los pobres cobran.

Para que una persona pueda usar de los servicios gratuitos del defensor de reos
pobres, de acuerdo a ley, debe ser declarada pobre de solemnidad. Pero si uno está
privado de libertad en la cárcel, basta que no tenga defensor para que el Juez le
nombre abogado de entre los defensores de reos. Los defensores de reos sólo son
para materia penal, no así para la civil y otras.

En nuestra legislación tenemos las siguientes figuras sobre este caso:


I.- Dentro de las anteriores normas, el abogado y procurador que sin motivo se
nieguen a defender gratuitamente a los pobres; se lo sanciona con multa y
suspensión del ejercicio profesional de dos a seis meses.

II.- Quien abandone un caso o sea negligente, perjudicando al interesado, será


sancionado con el pago de indemnización de los daños causados.

El abogado, al jurar ante la Corte del Distrito para el ejercicio profesional, jura
defender a los pobres.

Estos casos están contemplados en los artículos 464 al 465 del Código Penal y 159,
274, 298 al 300 de la Ley de Organización Judicial.

7.- DE LOS QUE SE NIEGAN A SER TESTIGOS EN CAUSA CRIMINAL. Las


causas criminales son de orden público; por ello, toda persona citada en calidad de
testigo no puede dejar de concurrir para declarar lo que sabe. Si omite este deber,
comete delito de omisión y será aprehendido para que preste su declaración y
además sufrirá la sanción de arresto o multa. De todos modos, no puede eludir su
presencia; es obligación del ciudadano concurrir a declarar en causa criminal. En
materia civil, que carece del carácter de orden público, su inconcurrencia es
sancionada con reprensión y la mitad de las penas de arresto o multa aplicable en
causa criminal.

El Código contempla este caso en el artículo 466 y el Procedimiento Criminal de los


artículos 70 a 74.

8.- DE LO QUE SE NIEGAN A ACUDIR EN CASO DE CALAMIDAD PÚBLICA. Las


calamidades públicas son las que afectan a la población, a la sociedad; catástrofes
de diferentes índole, origen y causa que obligan a la solidaridad social. El hecho de
vivir en sociedad, obliga a sus miembros a prestarse auxilio en estos casos; la
negativa da lugar a delitos de omisión. Nuestra ley se dirige a los que por su cargo
deben prestar estos servicios y tiene el siguiente caso:

Quienes por su oficio (médicos, etc.) o por contrato, o por obligación emergente de
los reglamentos de policía que obligan al auxilio en casos de catástrofe, incendio,
naufragio u otra calamidad o riesgo para evitar o remediar daños, dejen de intervenir
sin causa legítima que se lo impida. Se los sanciona con multa, salvo otra
disposición. Este caso está contemplado en el Código Penal en el artículo 467.

9.- OTROS CASOS. Quien se negare a prestar cualquier servicio público en caso
necesario, sea a requerimiento de. autoridad, fuera de los casos mencionados; se
lo obligará al servicio y penará con multa y a pagar al que le hubiera sustituido en el
servicio público.

Esta figura está descrita en el artículo 468 del Código Penal.


CAPÍTULO LIII

DELITOS DE IMPRENTA

l.- DE LOS DELITOS DE LOS ESCRITORES. El Derecho Penal conoce los hechos
del título, mas con el nombre de "Faltas de imprenta". Casi ninguna legislación los
considera como delitos, sino como faltas con sanciones correlativas. Este enfoque
se lo hace porque en gran parte de los países está vigente la libertad de expresión,
sin que esto signifique libertinaje.

Esta materia es muy discutida debido a que una regulación en este campo tiene que
ser equitativa y prudente. Al tratar de regularla es fácil caer en extremos, porque si
se adoptan medidas drásticas, generalmente se cae en la negación de la libertad
de expresión, o por no regularla o hacerlo superficialmente se provoca un verdadero
libertinaje que ocasiona daños morales tan perniciosos como los provocados por la
negación.

Considerando la libertad de expresión como un derecho fundamental de la persona


humana, el artículo 6o., de la Constitución Política del Estado la garantiza por
cualquier medio, lo cual debe ser entendido en el concepto cabal de libre expresión,
siempre que a través de ella no se lesionen bienes jurídicamente protegidos. Simón
Bolívar, sopesando la verdadera dimensión de la libertad de expresión, decía que
no existe poder que pueda regular las conciencias.

En la actualidad, casi todas las medidas reguladoras de imprenta se refieren


principalmente a la prensa oral o escrita debido a que ha llegado a constituir el medio
de información y lectura del común de las gentes; se puede decir que la prensa es
el libro del hombre de nuestros días. Nadie niega que muchos libros pueden llegar
a atentar contra valores jurídicamente protegidos; pero esto se da con mayor
frecuencia en el periodismo.

Podemos señalar que a través de la imprenta se pueden cometer los siguientes


delitos principalmente:

a) Provocar, directa o indirectamente, la desobediencia de las leyes o autoridades


(campaña de desprestigio) que puede culminar con motín, alzamiento o tumulto. Se
debe distinguir esta figura de la crítica a los actos administrativos y conductas de
hombres públicos con el fin de que enmienden errores o mejoren la administración.
En este primer caso de desprestigio o fomento a la desobediencia generalmente se
da la figura de provocación.

b) Apología del delito, esta figura es la más común, cuando por diferentes "razones,
se defienden o apoyan conductas que son o pueden llegar a ser delitos.

c) Ofensa a la moral, buenas costumbres y principios que rigen una sociedad.

En Bolivia los delitos o faltas de imprenta están regulados tanto por el Código Penal
como por la Ley de Imprenta de 19 de enero de 1925 y por la Ley del Anonimato de
30 de septiembre de 1944; esta última sigue vigente, aunque ha caído en desuso.

Nuestro código distingue los delitos que pueden ser cometidos en esta materia por
los escritores de los que pueden cometer los impresores.

En los casos siguientes señalamos los delitos que pueden cometer los escritores de
acuerdo a nuestra ley:

I.- Cuando se abusa de la libertad de imprenta y por ello se comete algún delito
definido por el Código. Se sanciona este delito con la pena respectiva que merezca
el delito más multa, que sólo se cobra cuando no es agravante para

aumentar la pena del delito de imprenta.

II.- Los que reimprimieren o vuelvan a publicar los escritos ordenados que se recojan
por haber sido abusivos de la libertad de imprenta. La pena que se aplica a este
caso es igual a la anterior.

Existe disminuyente cuando lo escrito está en idioma extranjero, caso en el que se


aplica la mitad de la pena.

Los delitos de imprenta, de acuerdo al código, sólo reconocen como responsables


a los autores o editores, es decir los que firman lo escrito. En estos delitos no se
dan casos de cómplices, auxiliadores, o fautores, receptadores o encubridores,
debido a que el escribir es labor eminentemente personal, individual que no necesita
de otro para escribir como tampoco otro pueda coadyuvar en esta labor.

Eximente de responsabilidad. Se presenta la eximente de responsabilidad, es decir,


que no cometen estos delitos, las siguientes personas: a) Los que imprimen las
opiniones de los representantes nacionales en ejercicio de sus funciones; b) los que
hacen críticas al gobierno y a la administración en términos que no sean injuriosos
sin que lleguen a cometer delitos comprendidos en el código y con el objeto de
ilustrar a la opinión pública.

Todos los ejemplares declarados abusivos de la libertad se recogerán e inutilizarán.

Estas figuras están contempladas en el Código Penal en los artículos 469 al 474.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, trata de esta materia en el Capítulo IV,
Título XI, del Libro 2º, bajo el título de "Ultrajes al pudor público", tiene el artículo
324 que dice: "(Publicaciones y espectáculos obscenos). El que con cualquier
propósito expusiere públicamente, fabricare, introdujere en el país o reprodujere-
libros, escritos, dibujos, imágenes u otros objetos obscenos, o el que los distribuyere
o pusiere en circulación, o el que públicamente ofreciere espectáculos teatrales o
cinematográficos u otros obscenos, o trasmitiere audiciones de la misma índole,
será sancionado con reclusión de tres meses a dos años".

2.- DE LOS DELITOS DE LOS IMPRESORES. Ya hemos indicado que sobre esta
materia nuestro código distingue el delito cometido por los escritores del cometido
por los impresores. Para fines de esta materia son impresores quienes siendo
dueños o no de una imprenta la dirigen, administran y la usan como medio de vida
o para otros fines editando y publicando obras o periódicos. Como requisito previo
para realizar la labor gráfica es necesario que la imprenta se registre y matricule,
tanto para fines fiscales como para la responsabilidad. Este registro se hace en la
Dirección de Industrias del Ministerio de Economía, en la Renta y Municipalidades,
estos dos últimos con fines tributarios.

De acuerdo a nuestra ley sobre los delitos de los impresores, existen las siguientes
figuras:
I.- a) Cuando el impresor hace uso de su imprenta sin dar aviso a las autoridades
competentes del nombre que debe administrarla, de la razón social; b) cuando no
se pone el pie de imprenta, es decir fecha y lugar de la impresión con el nombre de
la editorial.

La pena que se aplica a estos casos es la de privación de la Administración de


imprenta de cinco a diez años con multa.

II.- Cuando se publica sin firma de autor o que llevando nombre no se dé razón
exacta del autor o no presente un garante de éste. En este caso al administrador se
lo reputa autor y se lo sanciona con las mismas penas del caso anterior.

III.- Cuando mediante pseudónimo o anónimamente se escribe y el administrador


de la imprenta, sin que sea obligado en juicio, delata al autor, comete infracción y
se le aplica la misma pena de los casos anteriores.

IV.- El impresor que venda o distribuya ejemplares mandados a recoger; o los vende
o el que siendo requerido de entrega no los da, los oculta, no avisa el verdadero
número. La sanción en este caso es de multa.

El Código Penal contempla estos tipos en los artículos 475 al 478.

3.- LEY DE IMPRENTA DE 1925. Los delitos de imprenta en muy pocas


legislaciones se los tipifica y consigna en el Código Penal Común; pero todos los
códigos, entre los cuales está el nuestro, estipulan que los delitos que se cometen
mediante la prensa se castigan con las penas correspondientes a estos delitos. A
través de la prensa es sabido que pueden cometerse los delitos de libelo
infamatorio, calumnias, injurias, difamación, violación de secretos, etc. Por esto es
que no tiene mucha importancia tratar de los delitos cometidos a través de la prensa
porque generalmente ya se encuentran tipificados en otros capítulos, evitándonos
así repeticiones inútiles.

En otros países, en cambio, por la naturaleza sui generis de la prensa, se han


dictado leyes especiales y porque además aparecen ciertas responsabilidades
como las del director que imprime anónimos sin exigir el nombre del autor.
Existe otra tendencia que prefiere no dictar ley especial, sino más bien que adopta
un reglamento de imprenta que norma las publicaciones, deberes y obligaciones de
los editores, impresores, escritores, directores; señalando las infracciones como las
faltas.

En Bolivia, está vigente la llamada Ley de Imprenta de 19 de enero de 1925, que


surgió como una reacción al Régimen Liberal derrocado en 1920 que persiguió a
muchos ciudadanos por sus escritos. Para demostrar que se ingresaba en un
período de libertad, el 12 de Julio de 1920 se dictó el reglamento de imprenta,
elevado a ley en 19 de enero de 1925. Cabe hacer notar una anomalía que radica
en que primero se dictó el reglamento y luego la ley, lo normal es lo inverso.

Nuestra ley de imprenta no ha sido efectiva ni ha tenido aplicación, ya que no sólo


se debe redactar una buena ley sino que debe estimarse sus posibilidades reales
de aplicación; lamentablemente en nuestro caso la ley es más literaria que efectiva,
principalmente falla la parte procedimental que es muy engorrosa y aparatosa; por
eso es que constantemente existen problemas de prensa que no se resuelven
porque la ley no se ajusta a la realidad nacional; por eso es que queriendo darle
mayor efectividad en 19 de Septiembre de 1951 se dictó un Decreto Ley que
suprimía el jurado de imprenta y establecía que los delitos y faltas de imprenta
debían ser juzgados por la Justicia Penal Ordinaria, ya que el jurado de imprenta
que señala la ley nunca se reúne; este Decreto Ley incorporaba a las radioemisoras
a la ley de imprenta, señalaba que también cometía este delito todo el que era
sorprendido en la impresión, tenencia, reparto de material subversivo.

Este decreto Ley quedó derogado después de la revolución del 9 de abril de 1952.

Haciendo un análisis exegético de la Ley del 19 de enero de 1925, se tiene que ésta
consta de 71 artículos, casi la mitad de orden procesal; entre los que nos interesa
por la índole de nuestra materia, tenemos los siguientes:

I.- Estatuye la libertad de publicar sin censura, previa salvo las restricciones de la
ley.
II.- Son responsables de los delitos de imprenta: 1) Los que firman como autores;
2) los directores; 3) los editores. La responsabilidad es sucesiva, es decir que se
establece por el orden señalado, pero no es solidaria.

III.- Las publicaciones, en sus primeras páginas, consignarán los nombres de los
directores y responsables; si no se cumpla con esta exigencia, tales publicaciones
serán declaradas clandestinas.

IV.- Es de obligación llevar el pie de imprenta, es decir el nombre del establecimiento


y la fecha.

V.- La clandestinidad se sanciona con multa; la responsabilidad es solidaria y


mancomunada entre propietarios, editores y administradores.

VI.- Las publicaciones venidas del exterior hacen responsables a los que las ponen
en circulación.

VII.- Se consuma el delito de imprenta cuando se distribuyen tres o más ejemplares,


o se leen por cinco o más personas. No hay delito si no hay publicación.

VIII.- En materia dé imprenta, el secreto es inviolable; el director o responsable que


viola el secreto fuera de juicio, comete delito contra la fe pública.

IX.- Se tipifica como delito de imprenta contra la Constitución Política del Estado,
cuando lo publicado se dirige a trastornar, destruir o inducir a la inobediencia de la
Carta Magna; pero no hay delito cuando se hace ver defectos de las autoridades.

X.- Se comete delito contra la sociedad, cuando a través de publicaciones se


compromete la existencia o integridad de la Nación, se expone a guerra o alteran la
tranquilidad y el orden público.

XI.- En materia de imprenta, se delinque contra las personas, cuando en su contra


se hacen imputaciones falsas, se las injuria.

Las penas que se aplican por los delitos anteriormente vistos pueden ser: a)
Pecuniarias; b) multas en los delitos personales, obscenos o inmorales; c) multas
en los delitos contra la Constitución y la sociedad. Si la multa no es cancelada, se
la sustituye- por reclusión, calculándose 320 por un día de reclusión.

Las contravenciones a la ley de imprenta son faltas y se las sanciona con multa.

La prescripción opera en esta materia cuando pasan cuatro meses de la publicación,


los que corren en las publicaciones clandestinas desde que las conoce la autoridad.

La manera de juzgarse estas faltas de imprenta es muy especial en nuestra


legislación, pues se establece el sistema de jurado. Los miembros del jurado son
elegidos por los Concejos o Juntas Municipales según el caso, entre abogados
notables, miembros de las universidades, propietarios. Como requisito para ser
jurado, se exige ser vecino del lugar y estar en goce y ejercicio de los derechos
civiles.

4.- LEY DEL ANONIMATO DEL 30 DE SEPTIEMBRE DE 1944. Esta ley de 1944
es una de las leyes más interesantes que tiene el país y que se enfrenta con
defensores y detractores, por diferentes circunstancias ha quedado como un mero
enunciado debido a que en su artículo cuarto se establece que el Poder Ejecutivo
la reglamentará, lo que hasta la fecha no ha sido realizado.

Los detractores de la ley fundamentan su posición indicando que no se pueden


cometer delitos usando de la prensa, tampoco se puede tolerar esta ley que lesiona
y limita la libertad de expresión lo que vendría a contradecir la Constitución Política.
A los partidarios y sostenedores de esta posición se les podría preguntar, ¿qué es
lo que podría hacerse para sancionar los delitos cometidos usando de la prensa si
no se individualiza al autor? Precisamente la ley, como veremos, no limita la libertad
de expresión, sino que exige que quien escriba, sea responsable; esa
responsabilidad se establece únicamente individualizando e identificando al autor,
sabiendo quién ha escrito. En el caso de aceptar la posición opuesta a la ley, por la
pasión que existe en muchos casos y por otras circunstancias, la libertad de
expresión se convertiría en libertinaje, en un abuso contra el honor, la honra, las
buenas costumbres y moral públicas.

La ley que prohíbe el anonimato establece lo siguiente:


I.- La prohibición del anonimato en toda publicación de carácter público y privado.

II.- Dentro de la prohibición quedan comprendidas cualesquiera clases de


publicaciones, sean serias, jocosas, burlescas o científicas; no se excluye ninguna.

III.- El autor de una publicación necesariamente deberá afirmarla; si no se cumple


con este requisito, la responsabilidad cae sobre el director en los diarios y revistas,
o sobre el editor en otras publicaciones.

IV.- También en el periodismo oral, es decir, en las radioemisoras, se prohíbe el


anonimato; toda crónica radial debe indicar autor.

Como se ve, la ley sólo regula la responsabilidad de quien escribe o dice algo, para
eliminar el anonimato.
CAPÍTULO LIV

DELITOS CONTRA LOS PARTICULARES

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS

1.- ANÁLISIS DEL LIBRO II.- TÍTULO I.- DELITOS CONTRA LAS PERSONAS.
"Delitos contra los particulares" es el título general del Libro Tercero de nuestro
código, que responde a su contenido y estructura, pues como ya hemos estudiado,
el Libro Segundo trata de los delitos contra el Estado en su gran variedad, dé
expresiones.

En su contenido, el Libro Tercero se diferencia del Segundo, porque contiene figuras


cuyos efectos dañan directamente y de modo inmediato al individuo y de modo
indirecto a la sociedad, pues el delito si muchas veces lesiona bienes jurídicos cuyo
titular es una persona determinada, indirectamente altera, lesiona los principios que
son la base de la convivencia social Lo contrario sucede con las figuras delictivas
estipuladas en el Libro Segundo que directamente atacan a la sociedad e
indirectamente al individuo. Por estas razones, en el Libro Segundo el sujeto pasivo
es el Estado o la sociedad mientras que en el Tercero la víctima es el individuo.

El Libro: Tercero comprende tres títulos que son: Primero, delitos contra las
personas; segundo, delitos contra la honra, fama y tranquilidad de las personas;
tercero, delitos contra la propiedad. En el Título I del Libro III del Código se agrupan
una serie de delitos que van contra la vida y salud de las personas. Es necesario
que observemos que cuando en este Título se habla de delitos contra las personas
no se especifica el bien; jurídico tutelado, sólo se refiere al sujeto protegido por el
Derecho, mientras que en el Título II y III se refiere al bien jurídico tutelado como
ser la honra, fama, tranquilidad, propiedad. Cuando el Código habla de delitos
contra las personas lo hace en el sentido de que al sancionar el homicidio, por
ejemplo, las heridas, etc., está protegiendo a la persona no en el sentido amplio e
integral que ahora tiene; en el Derecho sino sólo su parte física.

Desde el punto de vista del ejercicio profesional, sin duda el Libro III es el más
aplicado, no porque en este carneo se cometan más delitos que en los del Libro II,
sino porque ellos hieren directamente los intereses de los particulares que
reaccionan inmediatamente para defenderse, pues son personas físicas que sienten
más vivamente los efectos del delito.

Por su arcaísmo, el Libro III como todo el Código Penal, tiene sus defectos, pero
esto no debe conducir a desconocer sus bondades, situaciones que en el curso dé
estas lecciones veremos y analizaremos.

Los códigos modernos tienen estructura diferente a la del nuestro; por ejemplo, el
Código Italiano de 1931 ya no trata de los delitos contra las personas sino contra la
persona en particular y comprende por tales no sólo la integridad física sino otros
bienes jurídicos que no caen dentro del ámbito físico sino más bien espiritual, como
ser, por ejemplo, la libertad, el honor, el buen nombre, etc.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, trata de los delitos contra los particulares
en el Libro II, del Título VIII al XII; allí tenemos: Delitos contra la vida e integridad
corporal, delitos contra el honor, contra la libertad, contra las buenas costumbres y
contra la propiedad.

El Título I del Libró Tercero del Código vigente comprende seis capítulos que son:
lº Homicidio; 2º heridas, ultrajes y malos tratamientos de obra; 3º de las riñas y
peleas, aunque no resulte homicidio ni heridas y de los que provoquen o auxilien
para ellas; 4º de los raptos, fuerzas y violencias contra las personas y violación de
los enterramientos; 5º adulterio y estupro alevoso; 6º de los que exponen, ocultan o
cambian niños o comprometen de otro modo su existencia natural o civil y de los
partos fingidos.

2.- EL HOMICIDIO EN GENERAL. En los delitos contra las personas, por su


gravedad, porque ataca el máximo valor que tiene el individuo cual es la vida, el
Código Penal en estos delitos se refiere en primer lugar al homicidio. El homicidio,
según muchos autores, es el primer delito cometido por el hombre, pues en la Biblia
ya tenemos el relato de la muerte de Abel por Caín. Por la gravedad que entraña
este delito, que suprime la vida sin la cual no existen los demás bienes para el
sujeto, es que las legislaciones de todos los tiempos han castigado el homicidio con
gran severidad, generalmente con la pena de muerte, aplicando la Ley del Talión.

La palabra homicidio deriva de dos términos latinos: homo, que significa hombre, y
caedere que equivale a matar. Ya podemos adelantar una definición general del
homicidio en los siguientes términos: "Es el acto voluntario para destruir la vida de
un semejante". De esta definición preliminar podemos deducir los siguientes
elementos integrantes de esta figura: a) La destrucción de la vida, que tiene que ser
realizada por otra persona humana, pues las acciones humanas son las únicas que
interesan al Derecho Penal, aunque en la Antigüedad se han dado casos de juicios
a animales; b) la destrucción de la vida humana tiene que ser voluntaria, es decir,
debe estar revestida la conducta del llamado dolo de muerte, intención de matar;
este elemento elimina la muerte causada por caso fortuito, la culposa y la
preterintencional; c) que la muerte causada sea injusta e ilegal.

Analizando más profundamente estos elementos, por vida se entiende para el objeto
de nuestra materia, el hecho de estar vivo, aunque agónicamente.

La existencia de la voluntad homicida es el dolo de muerte, elemento que puede


darse en los siguientes casos: 1) Dolo directo y determinado contra una persona,
por ejemplo querer matar a una persona concreta, identificada y matándola
realmente; 2) dolo de muerte indeterminado, querer matar y matar efectivamente
pero sin dirigir la acción dé homicidio contra una persona individualmente
identificada; por ejemplo querer matar y hacerlo disparando contra una multitud; 3)
dolo homicida eventual, que se presenta cuando la voluntad no está encaminada
ciertamente a matar, aunque la muerte aparezca como posible y probable y el autor
asiente a la posibilidad y no se abstiene de ejecutar sus actos; 4) dolo de muerte
con error, que se presenta en el error en persona, cuando por ejemplo en lugar de
matar a B se mata a C por error.

En el homicidio, puede ser sujeto activo cualquier persona con excepción de los
hijos con relación a sus padres, de éstos con sus hijos o ascendientes, casos que
se dan las figuras de parricidio y filicidio. El sujeto pasivo puede ser cualquier
persona viva; pero en el homicidio del Jefe del Estado o de ciertos funcionarios se
tiene una figura especial de homicidio; también tenemos que la muerte del feto no
es homicidio, porque no se lo considera todavía persona humana sino posibilidad,
según la concepción del código, opinión no compartida por la filosofía escolástica
que considera que hay persona donde existe vida, sea intrauterina o extrauterina.

Los medios para la comisión del homicidio empleados por el agente deben ser
idóneos, es decir, que contengan las condiciones de lograr el homicidio, que incluso
puede ser logrado por omisión como en el caso de dejar morir a una persona por no
prestarle el auxilio necesario; pueden emplearse medio directos e indirectos; se
presenta el último caso cuando, por ejemplo, a un loco se lo arma y alecciona para
que mate a una persona. Con referencia a la idoneidad de los medios morales
empleados para el homicidio se los discute en el Derecho Penal; algunos tratadistas
sostienen que puede haber homicidios causados empleando medios morales, por
ejemplo, cuando a un cardíaco se le causa un susto que le provoca la muerte; otros
autores difieren de esta posición porque, dicen que no se puede probar la relación
de causalidad, razón por la que niegan la idoneidad de estos medios. Además de lo
visto también se presenta el concurso de delitos cuando por matar a uno, también
se mata a otra persona.

Hemos visto ya que el homicidio por error en la persona consiste en causar la muerte
a persona la que se quiere matar, situación que no excluye la calificación de
homicidio voluntario. Se da el homicidio preterintencional, cuando se quiere sólo
herir, pero se causa la muerte. Algunos tratadistas sostienen que este homicidio es
una clase del voluntario; otros estiman que es un delito de lesiones que ocasionan
la muerte. Los elementos del homicidio preterintencional son el ánimo de causar
daño, pero no de matar y que la muerte no se haya previsto.

El homicidio culposo por negligencia o imprudencia surge cuando involuntariamente


se causa la muerte de una persona por un acto libre en su origen cuyas
consecuencias no fueron previstas por el agente, aunque pudieron y debieran
haberlo sido; es decir surge la obligación de previsibilidad que una persona normal
debe tener. El homicidio culposo se presenta frecuentemente en el tratamiento
médico quirúrgico, cuando el médico por negligencia o impericia causa la muerte,
situación que ya se ha analizado en otro capítulo.

También se presenta la figura del homicidio en riña y tumulto, cuando


acometiéndose y riñendo varias personas resulta un muerto de este acto, sin que
pueda concretarse al autor, pero que se puede comprobar que se le han causado
lesiones graves que provocan un deceso. Se da el homicidio fin cuando se persigue
sólo matar; y el homicidio medio cuando se mata para facilitar la comisión de otro
delito como señala el inciso 7, del artículo 483 del Código Penal.

Existen también las figuras de auxilio e inducción al suicidio y el homicidio con


consentimiento de la víctima, caso en los cuales comete delito quien preste auxilio
o induce o en el caso de que la víctima dé su consentimiento y el sujeto ejecuta la
muerte (eutanasia).

Nuestro código en su artículo 479 define el homicidio diciéndolos que maten a otra
persona voluntariamente, con premeditación con intención de matarla, no siendo
por orden de autoridad legítima. En esta definición, nuestra legislación se refiere al
homicidio premeditado; en otras legislaciones, la premeditación no es integrante del
homicidio voluntario sino más bien una agravante.

Nuestro código estipula que, si se causa indirectamente la muerte por efecto de


heridas o violencias causadas, dentro de los sesenta días de producidas éstas, se
entiende que hay homicidio como señala el artículo 507. Si el sujeto muere después
de este tiempo, se sanciona sólo con diez años de presidio.

El artículo 508 de nuestro código determina que, si dentro de los sesenta días o
después muere la víctima, pero constando que las heridas no eran mortales y que
no es por efecto de ellas que se produce la muerte y más bien se debe a la impericia
de los médicos, algún exceso del herido o de otro accidente causal e inconexo con
el delito, no se considera al reo como homicida.

La premeditación es una agravante del homicidio es definida por el artículo 480 del
Código Penal y uno de los elementos que sirve para calificar el asesinato definido
por el artículo 483.
El artículo 479, al definir el homicidio voluntario, dice que no debe ser causado por
orden de autoridad competente, es decir por sentencia dictada por Juez competente
que es la única autoridad que puede ordenar la muerte de un sujeto, obediencia o
mandato legal; cuando interviene una de estas circunstancias hay una causal de
inculpabilidad de acuerdo al inciso 4, del artículo 13. De acuerdo al mismo artículo
479 que estamos viendo, para la calificación de homicidio voluntario es indiferente
el error en persona o la aberratio ictus.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 hace la distinción del homicidio simple,
es decir, sin ninguna circunstancia atenuante ni agravante y lo define en el artículo
251 del siguiente modo: "(Homicidio simple) El que matare a otro, será sancionado
con privación de libertad de uno a diez años".

3.- HOMICIDIO VOLUNTARIO. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS. Por homicidio


voluntario, entendemos la destrucción de una vida humana con la voluntad, animus
necandi, de lograr ese objetivo. De este concepto podemos deducir sus elementos
constitutivos, que fundamentalmente son dos:

1) La destrucción de una vida humana, lo que supone que la víctima debe ser
persona humana viva. En tiempos pasados, se insistía mucho en la necesidad de la
calidad de persona humana del sujeto pasivo porque se creía en la existencia de
monstruos que hubieran sido generados de la cópula entre personas y animal, razón
por la cual no se los consideraría personas y su muerte no sería homicidio; hoy, con
los progresos de la genética se descarta toda posibilidad de generación producida
por cópula de persona con animal; por eso toda criatura que tiene los rasgos
comunes y generales de la persona, se considera como tal aunque tenga
anormalidades notables.

La vida es requisito esencial para que se califique el hecho como homicidio; no


importa al Derecho Penal si la persona es sana, enferma, moribunda o sin mayores
posibilidades de vivir, o un recién nacido cuya sobrevivencia es realmente una
incógnita; lo que interesa a nuestra materia es que haya los vestigios mínimos de
vida. La destrucción de la vida humana puede ser realizada a través de actos
materiales como ser golpes, disparos, cortes, impidiendo la respiración, etc., y por
actos morales. Con referencia a estos actos hemos visto anteriormente las
posiciones adoptadas. Los anteriores hechos destructivos de la vida son por acción,
pero también se puede suprimir la vida por omisión.

2) El otro elemento del homicidio voluntario es la existencia de la intención


homicida, llamada también animus necandi o dolo de muerte que está integrada por:
a) Conocimiento por el agente de que la víctima morirá como consecuencia de su
acción (previsión); b) conocimiento de que el resultado se causa injustamente; c)
que el sujeto activo pese al conocimiento del hecho y su significado, admite el
resultado de muerte en su voluntad de acción.

A) El dolo directo y determinada se da cuando el sujeto activo quiere matar y ejecuta


su acción con claridad de objetivos y personas, sin que haya lugar a confusión
alguna; B) hay dolo indeterminado, cuando el agente sin intención de matar a una
persona individualizada, realiza actos que ocasionan la muerte de una persona;
recuérdese el ejemplo ya citado cuando queriendo matar se dispara contra una
multitud y resulta muerto cualquiera; C) dolo eventual, cuando la conducta del sujeto
activo no está encaminada directamente a causar la muerte, ésta aparece como un
resultado probable, al que se asiente, sin que por esto el agente se abstenga de
ejecutar su acción para evitar la probabilidad; D) dolo en caso de error, cuando el
agente confunde a la posible víctima y en lugar de matarla, mata a otra; de acuerdo
al artículo 479 del nuestro código este hecho no exime la posibilidad de calificar el
homicidio como asesinato. Lo mismo sucede con la aberratio ictus.

Es sumamente importante la existencia del dolo de muerte para distinguir entre el


delito de lesiones y el homicidio frustrado; para calificar el delito como de lesiones
debe comprobarse que no ha existido dolo de muerte.

Se excluye, el dolo de muerte, es decir que no existe, en los siguientes casos: 1)


Cuando el hecho se debe a la mera casualidad; b) en el homicidio culposo, ya que
la imprudencia excluye la malicia, y recíprocamente, la malicia excluye la
imprudencia; 3) en el homicidio preterintencional.
De todo lo expuesto, se evidencia que lo más difícil de probar es la ausencia de
voluntad homicida, situación para la cual se debe comprobar su inexistencia por las
manifestaciones exteriores principalmente de la conducta del sujeto activo, como
son por ejemplo: que existan hechos que comprueben que la intención no fue matar;
que esos hechos se concreten a la situación moral, modo, forma y accidentes del
delito; relación de causa a efecto, cuando la lesión no entraña necesidad mortal y
no obstante muere la victima por la concurrencia de concausas o causas
sobrevinientes imprevisibles, por ejemplo en una herida no mortal que causa la
muerte por falta de asistencia médica.

En nuestra legislación, el artículo 479 del Código Penal se refiere al homicidio


voluntario. De acuerdo a él los elementos del homicidio voluntario son: 1) Acto de
matar; 2) la intención de matar; 3) que el acto sea premeditado; 4) que la muerte no
sea ordenada por autoridad competente. El primer elemento se presenta cuando se
cumple el deseo de matar; el segundo elemento es el dolo definido por el artículo
482 del Código Penal. en los siguientes términos: "También se supondrá siempre
en el homicidio voluntario, la intención de matar, excepto cuando el reo pruebe
manifiestamente que no la tuvo, o cuando por las circunstancias del suceso, por la
clase y sitio de las heridas o golpes, o por la de los instrumentos con que fueron
causados, resulte que, aunque el homicida se propuso herir o maltratar a aquella
persona, no tuvo intención de darle muerte. La intención el de dar la muerte se
supondrá siempre en el que espontáneamente dispare contra otra arma de fuego o
de viento, sabiendo que está cargada". El tercer elemento es la premeditación
definida por el artículo 480 del mismo código, que en su oportunidad estudiaremos.

4.- LA PREMEDITACIÓN. PRESUNCIONES ESTABLECIDAS. La pre-meditación


en el homicidio es un elemento sumamente importante, porque en algunas
circunstancias puede determinar la calificación. En algunas legislaciones, la
premeditación está considerada como elemento integrante del homicidio y en otras
sólo como causal de agravación.

Existen muchas interpretaciones de la premeditación; para algunos consiste en


actuar conforme a un plan deliberado, con medios escogidos o preparados de
antemano; otros dicen que la premeditación más se refiere a la actuación de los
motivos de la inhibición que a los medios especiales; finalmente existen autores que
dicen que la característica de la premeditación es la de un lapso de tiempo entre la
determinación y la ejecución de la acción homicida, unida al ánimo frío y reflexivo y
a la voluntad resuelta de consumar el homicidio.

La premeditación, de acuerdo a su acepción gramatical, significa pensar y


reflexionar una cosa antes de ejecutarla. La premeditación es un acto perteneciente
a la vida espiritual, que no puede ser percibida por los sentidos; para su aprehensión
es menester que trascienda al exterior a través de signos que delatan su existencia,
razón por la cual para su determinación la ley establece presunciones. Es necesario
comprender, para evitar errores, que la premeditación no es pasión, más bien es
todo lo contrario de la pasión, la premeditación es fundamentalmente frialdad,
claridad en el objetivo; la pasión significa en última instancia falta de análisis y
confusión.

Existe la llamada premeditación condicionada; es decir la decisión de ejecutar la


acción homicida si se cumplen determinadas condiciones. Al respectó, Francisco
Carrara dice que la decisión de matar es cierta y lo incierto es la ejecución en estos
casos. La premeditación subsiste en el error de persona.

La premeditación, por su importancia y gravedad, en la legislación nacional está


definida taxativamente por el Código Penal, para no dejar al criterio judicial su
determinación que se la considera como un elemento integrante del delito, como lo
define el artículo 479, mientras que el anteproyecto del Código Penal de 1964,
considera la premeditación sólo como causal de agravación de acuerdo al artículo
52, inciso 2.

La premeditación existe en el homicidio voluntario, de acuerdo al artículo 480, en


los siguientes casos; "La premeditación o el designio de cometer la acción formado
antes de cometerla, existe en el homicidio voluntario: lº aunque el previo designio
de cometerlo se haya formado con alguna condición, o con alguna diferencia en
cuanto al modo de ejecutar el delito; 2º aunque se haya formado el designio con
relación a otra persona o. a persona indeterminada; 3º aunque antes del homicidio
se haya formado designio, no precisamente de matar, sino de maltratar a una
persona determinada o indeterminada, siempre que al tiempo de ejecutar el delito
se unan en el reo la espontaneidad y la intención actual de dar la muerte".

Para determinar la premeditación existe la manera de fijarla a través de las


presunciones que en algunos casos son juris et de jure, es decir, que no admiten
prueba en contrario; se presenta ésta primera clase cuando, el homicida voluntario
mata con las circunstancias del artículo 481, que dice: "En el homicidio voluntario
se supondrá haber premeditación siempre que el homicida mate a sangre fría y sin
causa, o con el fin de cometer u ocultar otro delito, o sin ser movido por alguno de
los estímulos siguientes: 1º, por una provocación, ofensa, agresión, violencia,
ultraje, injuria o deshonrra grave que en el acto mismo del homicidio se haga al
propio homicida, o a otra persona que te interese; en cuyo caso se comprende así
el que mate por esta provocación, como el que por ella promueva en el acto una
riña o pelea de que resulte la muerte del ofensor; 2º, por un peligro o ultraje o
deshonra grave que fundadamente tema el homicida en el acto mismo del homicidio
contra sí propio, o contra persona que le interese; 3º, por el robo, incendio, invasión,
escalamiento o asalto de una propiedad que el homicida vea cometer en el acto
mismo del homicidio; 4º, por el deseo de precaver o impedir cualquier otro delito
grave que en el acto mismo del homicidio se esté cometiendo, o se vaya cometer
contra la causa pública; 5º, por el de sujetar en el propio acto del homicidio a un
facineroso conocido, o al que acaba de cometer un robo, un homicidio o cualquier
otro delito grave, y vaya huyendo, y no quiera detenerse; 6º, en los padres, amos y
demás personas que tengan facultad legítima de castigar por sí a otros, se excluye
también la premeditación cuando se excedan en el castigo por un arrebato del enojo
que les causa en aquel acto las faltas o excesos graves, que hayan cometido las
personas castigadas. Cualquier que sea la provocación, ofensa o injuria que mueva
al homicida, no se eximirá éste de la premeditación en el caso de que sin riña ni
pelea cometa el homicidio, no en el acto mismo de la provocación, injuria u ofensa,
sino algún tiempo después, suficiente para obrar con reflexión, el cual será
calculado por los jueces, atendidos el carácter y juicio del reo, o la naturaleza de la
provocación, ofensa o injuria".
En otros casos la ley establece la presunción juris tantum, es decir que admite
prueba en contrario, asilos casos establecidos por el artículo 482, que dice:
"También se supondrá siempre en el homicidio voluntario, la intención de matar,
excepto cuando el reo pruebe manifiestamente que no la tuvo, o cuando por las
circunstancias del suceso, por la clase y sitio de las heridas o golpes, o por la de los
instrumentos con que fueron causados, resulte que aunque el homicida se propuso
herir o maltratar a aquella persona, no tuvo intención de darle muerte. La intención
de dar la muerte se supondrá siempre en el que espontáneamente dispare contra
otra arma de fuego o de viento, sabiendo que está cargada".

Cuando existen circunstancias que califiquen el homicidio como asesinato, se


supone siempre la existencia de premeditación, como lo establece el artículo 486,
que dice: "En el homicidio voluntario con cualquiera de las circunstancias que
constituyen el asesinato, se supondrá siempre la premeditación, sin embargo, de
cualquier excepción que alegue el reo, y solamente se admitirá la de no haber
habido intención de dar la muerte, si así fuere, con arreglo a lo prevenido en el
artículo 482".

5.- LA ABERRATIO ICTUS. La aberratio ictus es el error en la persona o en el golpe;


el caso del error en la persona se presenta cuando se mata a otra persona en lugar
de la que se quería matar; de todos modos hay homicidio voluntario, pues, como ya
lo hemos dicho la muerte de una persona distinta a la víctima originaria es
indiferente a la ley.

Hay el error en el golpe, cuando por ejemplo se dispara para matar a B, se hierra la
puntería y se alcanza a C; también por las mismas razones expuestas existe
homicidio voluntario. En ambos casos el error es un elemento accidental que no,
influye en la culpabilidad del agente.

En la aberratio ictus surgen graves problemas, que veremos al tenor de los


siguientes ejemplos: a) Cuando por error en la persona, en lugar de matar a A, se
mata al padre, el problema se plantea a través de la pregunta, ¿existe o no
parricidio? El parricidio, como lo veremos, es uno de los delitos más graves;
generalmente se lo sanciona con la pena máxima. En el caso del ejemplo, no hay
parricidio porque para configurar este delito se requiere que el agente, al matar,
sepa que está matando a su padre o personas que señala la ley para configurar
este delito. b) La figura inversa de la anterior, si se quiere matar al padre y por error
se mata a otro en su lugar, ¿hay o no parricidio? No, porque la ley requiere para
que se dé el tipo del parricidio que entre agente y víctima exista la relación de
parentesco dentro de los grados que señala la misma ley.

En nuestro código penal la aberratio ictus está contemplada en el artículo 479, que
determina que es indiferente para la calificación, el caso en que se dé muerte a otra
persona distinta de aquella a la que se propuso hacer daño.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 no se refiere a la aberratio ictus porque


en el artículo 251 dice que homicidio es matar a otro, sin ninguna otra diferencia o
sea que es indiferente el error en persona.
CAPÍTULO LV

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS

1.- EL HOMICIDIO CALIFICADO. El homicidio puede estar rodeado en su ejecución


por algunas circunstancias prefijadas en la ley y que lo agravan, aumentando por lo
tanto la responsabilidad penal del autor; en este caso el homicidio se llama
calificado.

A fin de configurar el homicidio calificado, es necesario partir del término medio, es


decir del homicidio puro y simplemente, sin ninguna circunstancia atenuante ni
agravante, figura a la cual se suman las circunstancias. Cuando al término medio
de la figura del homicidio se le aplica una circunstancia disminuyente de
responsabilidad, se tiene el homicidio privilegiado; cuando al término medio se le
suma alguna circunstancia agravante, entonces tenemos el homicidio calificado o
agravado.

Algunos autores indican que el homicidio puede ser calificado en favor o en contra
del reo.

Entre los homicidios calificados más importantes tenemos el asesinato y el


parricidio.

Nuestro Código Penal, en el artículo 483, tipifica algunas causales que califican al
homicidio cómo asesinato; "de igual modo procede el artículo 252 del Anteproyecto
del Código Penal de 1964, al consignar las causales de agravación del homicidio.

2.- ASESINATO. CARACTERES CONSTITUTIVOS. CASO DE COOPERACIÓN AL


SUICIDIO. Desde el punto de vista etimológico, asesinato para algunos autores,
deriva de la palabra asis que significa insidia; recordando a los fanáticos sirios
armados por Arsacides, principe del Asia Menor que asediaba insidiosamente a las
Cruzadas. Según otros autores nuestro vocablo deriva del nombre de los
consumidores del hajchid, llamados aychichinos, droga que altera el ánimo
violentando a las personas e induciéndolas a matar.
El asesinato es un homicidio calificado, es decir, agravado; constituye la figura penal
de mayor gravedad, razón por la cual generalmente se le aplica como sanción la
pena máxima. Por eso es que, para evitarse errores provenientes del arbitrio judicial,
las circunstancias que califican el asesinato están expresamente definidas por la
ley.

El sujeto activo puede ser cualquier persona imputable; de igual modo el sujeto
pasivo puede ser cualquiera; la vida es el bien jurídico violado por estos delitos.

Nuestro Código Penal, en su artículo 483., señala las circunstancias que califican al
homicidio como asesinato y ellas son:

a) Matar a otro voluntariamente, punto que ya se ha explicado.

b) Premeditación, es decir habiendo ya previsto y meditado el homicidio,


excluyéndose lógicamente la espontaneidad; la premeditación es el designio de
matar como dice el artículo 480 ya transcrito; o a sangre fría, sin ser movido por
provocación, ofensa, agresión, violencia, ultraje, injuria, deshonra grave, hechos en
el acto del homicidio mismo como se establece por el artículo 481 del mismo código.

c) Intención, dolo de matar, que ya hemos estudiado anteriormente.

A ellas hay que agregar cualquiera de las siguientes circunstancias:

a) Matar en virtud de dones o promesas hechas previamente. En el Derecho


Romano esta clase de homicidio recibe la denominación de crimen inter sicarios, es
decir por mandato. Esta figura presupone en la comisión del delito la intervención
de dos o más personas, la que ofrece el precio o promesa y el ejecutor material. La
razón por la cual la concurrencia de dos o más personas califican el homicidio
respecto del mandatario, es el hecho de sumarse a la perfidia de otro por
recompensa o promesas de carácter económico; el mandatario en la muerte
ocasionada obra sin un fin propio, como instrumento pagado para fines ajenos.
Porprecio.se entiende cantidad, suma de dinero, u objeto de valor; por promesa, el
ofrecimiento de una remuneración. La promesa debe ser efectiva y no presunta; el
delito se configura y existe aun cuando el precio y la recompensa prometida no
lleguen a entregarse al culpable. El homicidio ejecutado por mandato, pero sin
recompensa y promesa no constituye asesinato. Son culpables de este delito tanto
el que paga el precio o hace la promesa como el que realiza materialmente el delito.

b) Con previa acechanza, circunstancia que la ley la entiende como: 1) Aguardar


a la persona asesinada o a la tenida en lugar suyo en uno o más sitios para darle la
muerte; 2) Observar la ocasión oportuna para embestirla; 3) Ponerle espías, o algún
tropiezo o embarazo para facilitar la ejecución; 4) Buscar auxiliadores para el mismo
fin; 5) Emplear de antemano cualquier otro medio insidioso para sorprender a dicha
persona y consumar el delito (artículo 484 C.P.B.).

c) Con alevosía, a traición y sobre seguro; estas son las características que
rodean la ejecución del asesinato tradicional; por esto Francisco Carrara llama a
esta forma, homicidio con ocultación moral. Esta característica tiene lugar cuando
el enemigo ha ocultado su ánimo hostil, simulando amistad o disimulando la
enemistad; y añade que, cuando existe un enemigo, cuando se presenta
acometiéndonos amenazadoramente nos da la oportunidad de ponernos en guardia
y hasta de defendernos, pero quien se nos presenta con la sonrisa en los labios con
intenciones de matarnos nos engaña y es difícil defendernos.

En muchos códigos, la alevosía está tratada dentro de la premeditación y no de


modo independiente, ya que sin premeditación no puede haber alevosía.

En el artículo 485 de nuestro código se define la alevosía, la traición y el sobre


seguro de la siguiente, manera: 1) Sorprender descuidada, dormida, indefensa o
desapercibida a la persona asesinada; 2) llevarla con engaño o perfidia para facilitar
su asesinato; 3) antes de matarla, privarla de la razón, de las fuerzas o armas o de
cualquier otro auxilio; 4) con el fin de matar a la víctima, empeñarla en una riña o
pelea provocada por el asesino con ventaja conocida de su parte; 5) usar de
cualquier artificio para cometer el delito con segundado sin riesgo del agresor o para
quitar la defensa al acometido.

d) Con sustancias o bebidas venenosas o nocivas que a sabiendas se hayan


aplicado a la persona de cualquier modo que sea. La razón que justifica esta
calificación para el asesinato es la peligrosidad que revela el procedimiento
empleado y además la posibilidad de que el autor use este medio mortífero, e
insidioso que en muchas circunstancias burla la acción de la justicia. El elemento
material del envenenamiento está constituido por el hecho de introducir o facilitar la
introducción de una substancia capaz de causar la muerte de la víctima, con ánimo
homicida. El medio o la sustancia empleada son indiferentes.

En casi todos los casos, el empleo del veneno implica la premeditación salvo
excepciones. Como el sólo empleo del veneno en el homicidio es alevoso, la
agravante de alevosía no puede ser excluida en estos casos por ser inherente al
delito.

El elemento subjetivo es el ánimo de causar la muerte; el delito se consuma con la


muerte, de la persona envenenada; pero puede dar la frustración cuando se realizan
todos los actos encaminados a obtener el objetivo y la muerte no se produce; se
presenta la tentativa inacabada cuando se ejecutan los actos dirigidos a suministrar
el veneno, pero no todos los que deberían producir como resultado la muerte.

e) Con explosión o ruina de materiales preparados para el-asesinato, o con


fuego que para matar a una persona se ponga a la casa o sitio en que se halle la
víctima; estos medios contienen en sí la alevosía y peligrosidad porque sus efectos
son grandes; si estos mismos actos se realizan contra el Estado, se los considera a
través de las respectivas figuras del Libro 2o del código.

La razón de la calificación de un delito cometido con estas agravantes es no


solamente la mayor perfidia, sino también que contienen un peligro general para la
colectividad.

f) Matar con tormentos o con algún acto de ferocidad o crueldad, aunque se


cometa alguno de ellos con el cadáver después de darle la muerte a la víctima; esta
agravante recibe la denominación general de ensañamiento y consiste en aumentar
deliberada e inhumanamente el sufrimiento de la víctima o realizar estos actos con
el cadáver demostrando ferocidad; cólera, furor. Algunas legislaciones consideran
que no hay ensañamiento si los actos se realizan en el cadáver, porque dicen que
ya no hay sufrimiento, pero nuestro código establece que hay ensañamiento. Hay
quienes consideran que esta agravante no siempre encierra gran perversidad; otros
creen que la señal de gran perversidad es prueba de extravío de ánimo, cólera,
pasión que denominan al agente en el momento de la ejecución del delito. De todos
modos, esta causal revela en el asesino gran peligrosidad y a veces aberraciones.

g) Matar con el fin de cometer otro delito o con el de castigar la resistencia que
en la ejecución de éste oponga la persona asesinada o con el de impedir que
estorbe o embarace la misma ejecución o que la descubra o detenga al delincuente
después de cometerlo. Este caso se desenvuelve a través de las siguientes
circunstancias: 1) Por ejemplo, cuando para robar se mata al cuidador de las cosas
(latrocinio); 2) cuando se mata al que se opone o quiere impedir la ejecución de un
delito: 3) matar a quien estorbe la ejecución: 4) matar a quien denuncie, descubra o
trate de detener al delincuente.

h) Cooperación al suicidio: Cooperación al suicidio en el acto de cometerse el


delito. Para analizar esta figura es preciso que previamente establezcamos si el
suicidio es delito en nuestra legislación, figura que en su oportunidad veremos.

Puede prestar ayuda al suicida para que ejercite su propósito a través de diversos
medios, como por ejemplo proporcionando el veneno para que lo emplee en el
suicidio, o arma, etc., o cualquier cooperación directa o indirecta (Auxilio intelectual).
No es cooperación la mera actitud pasiva que no impide el suicidio. Para que la
cooperación al suicidio sea considerada como asesinato, nuestra ley exige que sea
en el acto del suicidio, es decir ayudando a quien se quita la vida, por ejemplo, en
un momento de gran turbación, desesperación y depresión darle al sujeto un
revólver sabiendo que lo utilizará en matarse o presumiendo que por su estado
realizará este acto o ayudándole a ponerse la soga al cuello, etc.

Otras legislaciones, como la española, comprenden esta figura como un delito


independiente y no una agravante del homicidio como la nuestra e implican en ella
la inducción al suicidio, es decir, instigar para que se lo cometa.

El elemento subjetivo en este delito es la intención de prestar auxilio; los modos son
indiferentes. Se consuma el delito con el suicidio.
Por mandato constitucional y del código, nuestra legislación sanciona el asesinato
con la pena de muerte. En la Constitución de 1961, con 30 años de presidio.

Las figuras anteriormente analizadas están contenidas en los artículos 481 a 486
del Código Penal.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, define el asesinato en el artículo 252 del
siguiente modo: "Será sancionado con treinta años de presidio sin derecho a indulto,
el que matare: 1.- A sus descendientes o cónyuge o conviviente, sabiendo que lo
son. 2.- Con premeditación o siendo fútiles o bajos los móviles. 3.- Con alevosía o
ensañamiento. 4.- En virtud de precio, dones o promesas. 5.- Por medio de
sustancias venenosas u otras semejantes. 6.- Para facilitar, consumar u ocultar otro
delito o para asegurar sus resultados. 7.- Para vencer la resistencia de la víctima o
evitar que el delincuente sea detenido".

3.- PARRICIDIO- DISPOSICIÓN CONSTITUCIONAL. El vocablo parricidio deriva


de las palabras latinas "par" que significa semejante y "cidium", del verbo caeder,
que equivale a matar. En las primeras épocas de la legislación romana, todo el que
mataba a otro, era parricida; pero posteriormente se empleó la palabra para calificar
a los que mataban a sus parientes. Los romanos distinguían el parricidio propio que
era el matar a los ascendientes y el impropio que era el dar la -muerte a los demás
parientes.

El parricidio ha sido siempre sancionado con gran rigor porque se lo considera que
no sólo extingue una vida, sino que también viola sentimientos fundamentales
profundamente arraigados en la naturaleza humana.

En nuestra legislación, la figura del parricidio se la restringe al homicidio del padre,


madre, ascendientes, en línea directa (abuelos, bisabuelos), aunque en otras
legislaciones se extiende a todos los parientes.

Con referencia a la naturaleza jurídica del parricidio existen diversos criterios;


algunos tratadistas y legislaciones lo consideran como un homicidio calificado por
la circunstancia del parentesco, entre estas se encuentra las legislaciones alemana,
italiana, colombiana, argentina. Otras legislaciones consideran el parricidio como un
delito especial y autónomo, entre ellas se encuentra la nuestra.

El parricidio se manifiesta a través de los siguientes hechos: a) Para que exista el


parricidio es indispensable que el autor conozca la relación de parentesco; razón
por la cual la aberratio ictus in persona excluye el parricidio; si el ejecutor es hijo
ilegítimo y conoce de la relación de filiación, igualmente comete parricidio por más
que no esté declarado legalmente como hijo. b) El parricidio es independiente de
toda circunstancia agravante, pues en si ya es un delito calificado sin que necesite
de ninguna de las otras circunstancias que caracterizan al asesinato. c) Las
circunstancias atenuantes no tienen influencia.

En el parricidio, se admite la defensa legítima en caso de agresión ilegítima al hijo,


pues todos tenemos el derecho de defender nuestra vida sea quien fuere el agresor.

Es necesario recalcar que los descendientes ilegítimos, en cualquier grado, si saben


de su parentesco, por más que no exista ninguna declaración legal que lo
establezca, cometen parricidio; (el código francés, sobre este extremo, exige que el
parentesco sea probado legalmente. El parricidio no comprende a los hijos
adoptivos por la inexistencia de los vínculos sanguíneos; por otra parte, no
comprende a los padres políticos o suegros.

El parricidio puede ejecutarse por comisión o por omisión, por ejemplo, a los padres
ancianos casi impedidos de moverse no prestarles alimentación hasta que se
mueran por consunción.

Es lógico que puede cometer parricidio quien está comprendido dentro de los grados
señalados por la ley, ya sea que intervenga como autor, cómplice, encubridor.
Siempre la figura rectora es el parricidio.

En este lugar surge un problema jurídico penal cuando uno de los intervinientes en
el delito es extraño a la relación del parentesco, entonces, ¿comete parricidio u
homicidio?. Algunos autores sostienen que debe ser castigado como parricida
porque el delito es especial y no una agravante y además porque el tercero conoce-
el conocimiento es necesario los lazos que unen al autor con la víctima. Otros
sostienen que si la participación del extraño tiene lugar mientras se comete el delito
debe ser castigado como homicida o asesino; pero si interviene después de
realizado el delito, conociendo sus caracteres, se debe castigar como encubridor
del parricidio. Nuestro Código Penal en su artículo 490, determina que comete
parricidio el que mata a su padre, madre u otro ascendiente en línea recta.
Condiciona la calificación del delito a que el ejecutor sepa quién es la víctima, es
decir, debe existir conocimiento de los lazos de parentesco. En el caso de muerte
de otros parientes que no están en la relación de parentesco que señala el código,
ya no hay parricidio. La ley añade que la muerte sea causada voluntariamente, con
intención de matar o herir.

Por mandato constitucional, artículo 25, el parricidio es uno de los tres delitos que
merece la pena de muerte en nuestro país.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, en su artículo 253 restringe el parricidio


a la relación de parentesco con el padre o madre, abuelo u otro ascendiente en línea
recta, con la condición de saber quién es la víctima

4.- OTROS HOMICIDIOS CALIFICADOS. Entre otros homicidios calificados, de


acuerdo a nuestro Código Penal, tenemos los siguientes: el del artículo 487, que
dice: "Los que deliberadamente para matar a otro, pagaren o sobornaren a una o
más personas, serán infames y sufrirán diez años de presidio y destierro por igual
tiempo. Si no resultare la muerte, serán castigados los sobornadores y sobornados
con arreglo al artículo 528".

El artículo 488, que dice: Los salteadores y ladrones que de cualquier modo maten
para robar o hurtar, o en el acto de hacer el robo o hurto, o después para encubrirlo
o salvarse, serán castigados como asesinos, cualquiera que fuere su intención y
premeditación, sin exceptuar caso alguno. Todos los que concurran o cooperen al
robo o hurto cuando lo hagan dos o más, serán castigados como reos del asesinato
que se cometa; excepto cuando resulte claramente quien lo cometió en particular, y
que los demás no tuvieron parte alguna en el homicidio, ni pudieron remediarlo, ni
dejaron de hacer cuanto les fue posible para impedirlo.
La primera parte del artículo 489, nos dice: "Los que maten a un hijo o nieto, o
descendiente suyo en línea recta, o a su hermano o hermana, o a su padrastro o
madrastra, o a su suegro o suegra, o a su entenado o entenada, o a su yerno o
nuera, o a su tío o tía carnal, o al amo con quien habiten o cuyo salario perciban; la
mujer que mate a su-marido, o el marido a su mujer, siempre que unos u otros lo
hagan voluntariamente, con premeditación, con intención de matar y conociendo a
la persona a quien dan muerte, sufrirán las mismas penas que los asesinos:"

El artículo 491 se refiere a: "El que sin ser movido por ofensa o injuria alguna
provoque a otro riña o pelea, y riñendo o peleando le mate voluntariamente y con
intención de matarle, sufrirá la pena del artículo 479 aunque no haya traición ni
alevosía. Si la hubiere, será castigado como asesino".
CAPÍTULO LVI

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS

1.- HOMICIDIOS PRIVILEGIADOS. Hemos dicho que el homicidio, cuando tiene


una agravante, se denomina calificado, pero cuando está beneficiado por una
circunstancia disminuyente, constituye el homicidio privilegiado, dando como
consecuencia la aplicación de una pena más benigna o reducida.

Las circunstancias generales que disminuyen la gravedad del delito también se


aplican al homicidio para convertirlo en privilegiado. Ya hemos estudiado que las
circunstancias qué privilegian un delito disminuyendo su gravedad y su
responsabilidad; están configuradas en las ocho circunstancias disminuyentes
generales del artículo 15 de nuestro código.

Pero además de estas circunstancias disminuyentes generales, existen otras


específicas y propias que privilegian los homicidios y que por su naturaleza
solamente pueden aplicarse a los delitos de esta especie y no a otros.

Entre los principales homicidios privilegiados tenemos: infanticidio por causa de


honor, homicidio por exceso de legítima defensa, homicidio en riñas y peleas, el
duelo, homicidio por causa de honor, homicidio por exceso de corrección, homicidio
involuntario, homicidio culposo, homicidio piadoso.

Vamos a ver uno por uno estos homicidios privilegiados en los cuales la
responsabilidad y la sanción, están atenuadas.

2.- INFANTICIDIO POR CAUSA DE HONOR. De modo genérico, podemos decir


que el "infanticidio por causa de honor consiste en la muerte de un recién nacido
causada por la madreo abuelos maternos, para ocultar la deshonra de la madre.
Como en su oportunidad veremos, en nuestra legislación el concepto varía.

La circunstancia de "ocultar la deshonra" es la que califica este delito y lo convierte


en privilegiado. Pero no todos los tratadistas están de acuerdo en reconocer la
calidad dé atenuante al hecho de querer salvar el honor de la madre, pues
justificadamente y con sobrada razón se sostiene que este delito es repugnante
humanamente, ya que a la honra qué no estuvo presenté para evitar la concepción
no sé la puede reconocer valor ni fuerza para excusar el homicidio dé un recién
nacido, víctima inocente que paga tas consecuencias de las conductas de otras
personas. No se puede justificar un concepto tan subjetivo como es la honra
encubriéndola con un verdadero delito; no basta hablar de honra, sino que hay que
llevarla en la conciencia y en la conducta; una falta cometida, un traspié como es la
concepción ilegal se la quiere subsanar con un crimen a través del infanticidio. El
honor no se lo conserva extinguiendo la vida de un inocente sino a través de una
conducta honesta y responsable. En el caso que estudiamos el honor se lo salva
criando y educando honestamente al hijo nacido fuera de matrimonio.

Los elementos genéricos del infanticidio son: a) Muerte de un recién nacido; b) que
la muerte se cause por la madre o abuelos matemos; c) que la muerte tenga por
finalidad ocultar la deshonra de la madre; d) que exista dolo de muerte. Cuando nos
refiramos a la legislación nacional, analizaremos estos elementos.

Es necesario tener presente que en el infanticidio no se da la preterintencionalidad.


Por su naturaleza, el infanticidio es un delito de lesión integrado por la concurrencia
de la intención de matar, pero cuando el acto no responde al propósito de matar
entonces hay abandono u otra figura. Si la mujer quiere deshacerse de su hijo y lo
deja a la puerta de una casa a consecuencia de lo cual contrae pulmonía y muere,
se califica como infanticidio si hay dolo de muerte. El infanticidio también puede
cometerse por imprudencia cuando el propósito de ocultar la deshonra
necesariamente implica la ausencia de malicia. Además, es necesario considerar
que cualquier motivo extraño o distinto a la intención de cubrir la deshonra de la
madre, excluye el infanticidio, como delito privilegiado.

Los que cooperan como cómplices en el infanticidio, coa excepción de la madre y


abuelos, si es el padre o abuelo paterno o un extraño cometen un asesinato.

Para nuestra legislación el infanticidio se define como: "La muerte de un niño recién
nacido, tenido ilegítimamente por mujer soltera o viuda para cubrir su fragilidad
(honra)".
Para nuestro código de acuerdo a su artículo 489, a fin de que se configure el
infanticidio conjuntamente se requieren tres elementas: a) tiempo; b) móvil; c)
calidad de la persona.

a) Tiempo: La muerte del niño se ha de realizar dentro de los tres días del
nacimiento; es necesario que nazca vivo, aunque no tenga las posibilidades de
viabilidad, pues basta que haya existido vida en el recién nacido. En otras
legislaciones el tiempo es distinto. Después de este plazo la muerte probada del hijo
puede ser considerada como homicidio, asesinato.

b) Móvil: Este ha de ser exclusivamente para cubrir la fragilidad, es decir, la


deshonra, como dice el código; y que sea tal, a juicio de los jueces el principal y
único móvil. Por la definición, se tiene que el hijo ha de ser ilegítimo v que la madre
debe ser de buena fama y no corrompida. Si falta el móvil, si el hijo es legítimo, si la
madre es prostituta, si ha tenido otros hijos en análogas Condiciones, entonces falta
el móvil y ya no se da la figura del infanticidio.

c) Calidad de las personas: La madre debe ser soltera o viuda de buena fama.
En razón de esto el padre, el abuelo o hermano, que mate al hijo, al nieto al hermano
respectivamente, aunque sea dentro de los tres primeros días del nacimiento,
comete asesinato.

Según nuestro código, sólo la mujer soltera o viuda puede ser sujeto activo; pero
existen algunas opiniones descartadas desde luego, que sugieren que ¡a mujer
casada que debe dar a luz por ejemplo a los cuatro meses del matrimonio y mata al
recién nacido, comete infanticidio, porque quiere cubrir su deshonra; extremo que
nosotros desechamos totalmente, porque aquí falta el justificativo de ser mujer
soltera deshonrada. Según el código español, también los abuelos maternos
pueden ser sujetos activos de este delito.

El infanticidio puede cometerse ya sea por acción u omisión (no ligar el cordón
umbilical, no dar alimento, etc.)

Nuestro Código Penal define el infanticidio en el artículo 489.


El Anteproyecto del Código Penal de 1964, en el artículo 258, define el infanticidio
privilegiado de la siguiente manera: "La madre que para encubrir su fragilidad o
deshonra diere muerte a su hijo durante el parto o hasta tres días después, incurrirá
en privación de libertad de uno a tres años". Como vemos, esta definición adolece
de un grave error de consecuencias imprevisibles al no discriminar en la calidad de
las madres, al poner el concepto de deshonra que es relativo y sujeto a
interpretaciones sin límite. Pues por madre se puede entender la casada, soltera o
viuda.

3.- HOMICIDIO POR EXCESO DE LEGÍTIMA DEFENSA. Es necesario antes de


ingresar al tema del exceso de legítima defensa, recordar las eximentes de
responsabilidad previstas por el artículo 497 del Código Penal que pueden dar
precisamente como resultado el exceso. Estas eximentes son: 1) La necesidad de
ejercer la legítima defensa de la vida propia, o de otra persona, actuando contra un
agresor injusto en el acto del homicidio.

2) Matar en el acto de rechazar a un agresor injusto que de noche invada la


casa, o trata de asaltar o incendiar, rompiendo puertas, escalando paredes.

3) Matar al agresor en el acto de defender su casa, su familia contra el salteador,


ladrón u otro agresor injusto.

4) Matar en el acto de defender la propia libertad o de otra persona contra quien


injustamente trata de arrebatarla.

5) Matar en el acto de defender una mujer honesta de algún ultraje o ataque


violento contra su pudor, en el acto de homicidio; no habiendo otro medio de
impedirlo.

Es necesario que en todos estos actos de legítima defensa se use un medio que
evite la muerte del agresor, si tal medio es racionalmente posible.

Si en cualquiera de las figuras mencionadas se descubre que ha existido exceso,


ligereza u otra culpa, en el uso de la legítima defensa, o cuando el daño es leve o
existiendo otros medios a emplearse para evitar el homicidio del agresor y se lo
mata, entonces surge la figura del exceso de legítima defensa.
La legítima defensa no se puede emplear indiscriminadamente, la ley prescribe
ciertos requisitos como ser: que realmente no exista otro medio para evitar la muerte
del agresor. Pero si por ligereza, es decir, obrando precipitadamente, sin meditar ni
buscar otros medios menos lesivos se precipita alguien en usar el máximo recurso,
resultando posteriormente que hubiere sido posible evitarlo, se incurre en el exceso.

Nuestro Código, en el artículo 498, sanciona el exceso de legítima defensa con


reclusión de seis meses a un ano con igual tiempo de destierro.

Es necesario distinguir la situación cuando el ladrón quiere fugar y en su fuga se lo


trata de contener, si en la resistencia a la detención mata, se lo califica como
asesino, porque aquí no tenemos agresión injusta.

4.- HOMICIDIO EN RIÑAS Y PELEAS. Esta figura es conocida en las legislaciones


modernas con el nombre de "homicidio en riña tumultuaría" y se caracteriza por la
lucha de dos o más personas de distintos bandos que acometiéndose entre sí, se
mezclan y confunden, dificultándose la distinción de unos y otros, resultando como
consecuencia de estos conflictos uno o más muertos.

La teoría penal reconoce varias especies de riña tumultuaria; entre las principales
tenemos: 1) Riñas confusas con homicidio; 2) riñas confusas con lesiones graves;
3) riñas confusas con lesiones menos graves.

En nuestra legislación, tenemos el homicidio en riña y peleas, que supone una lucha
por vías de hecho entre dos o más personas. Adquiere diversas modalidades según
haya habido provocación por parte del homicida o que éste haya sido provocado o
que finalmente se vea empeñado casualmente en una riña o pelea no provocada ni
aceptada por él.

Sobre estos delitos, nuestro Código contempla las siguientes figuras:

I.- Quien, sin ser movido por ofensa o injuria, provoque a otro a riña o pelea y riñendo
lo mate con intención, es considerado como homicida voluntario; cuando hay
traición y alevosía se convierte el tipo en asesinato.
II.- Quien, provocado por alguna ofensa, agresión, violencia, injuria, deshonra leve,
de las que no incluyen premeditación, promueve riña o pelea contra el ofensor, y
riñendo o peleando con él, sin traición ni alevosía, lo mate voluntariamente con
intención de matarle, se lo sanciona con presidio de cinco a seis años y con destierro
por igual tiempo. Quien incurre en este mismo caso provocado por ofensa,
deshonra, ultraje, injuria grave de las que excluyen premeditación, se sanciona con
reclusión de dos a seis años y destierro de dos años; pero si hay traición y alevosía,
el delito se convierte en asesinato.

III.- Quien, provocado por otro a riña y pelea, la acepte y emplee en ella alevosía,
traición o la emprenda con ventaja o incurra en las circunstancias del asesinato, se
lo define como asesino y se le aplicará las penas correspondientes a este delito.

IV.- Quien, empeñado casualmente en una riña o pelea, aunque no provocada ni


aceptada voluntariamente por él, y riñendo o peleando con su contrario, sin traición
ni alevosía, lo mate con intención de matarle, sufre la pena de obras públicas de
dos a cuatro años y destierro por igual tiempo. Si se dan las circunstancias de
traición y alevosía se transforma el delito en asesinato.

El duelo. El duelo como figura social es una falsa y aberrada manera de reponer y
justificar ofensas; en el fondo no repara ni justifica nada, pero que atenta contra la
vida, bien jurídicamente protegido, por lo cual penalmente es considerado como
delito, y en caso de consumación como homicidio voluntario. En tal sentido el
artículo 493 del Código Penal dice: El que provocado por otro a riña y pelea la acepte
voluntariamente y riñendo o peleando con él, sin traición ni alevosía mate al
provocador con intención de matarle, sufrirá la pena de dos a seis años de obras
públicas y destierro por igual tiempo. Si le matare a traición o con alevosía será
castigado como asesino.

5.- HOMICIDIO POR CAUSA DE HONOR. El honor es un elemento integrante de


la vida espiritual de las personas, con relevancia subjetiva, puesto que su
estimación, aunque existan normas que lo definan, depende en gran parte del titular.
Refiriéndonos a la circunstancia del subtítulo, estos delitos son aquellos en que
principalmente se mata al sujeto que es sorprendido en relaciones sexuales con la
esposa del agente activo o con la hija de éste, aunque generalmente podemos
establecer que son homicidios que se cometen cuando uno conoce que su honor y
su buen nombre han sido mancillados. Es indispensable insistir en arrebato e
inmediatez que debe rodear a la ejecución del homicidio o delito, ya que, si uno
sabe de una deshonra sufrida y durante algún tiempo prepara su delito para
vengarse, el homicidio pierde el carácter de privilegiado, pues ya intervienen la
premeditación y malicia; ya no hay dolo de ímpetu."

Solamente pueden ser sujetos activos en éste0 homicidios el padre, abuelo,


ascendientes en línea directa, el esposo, hermano, suegro, padrastro. Sujeto pasivo
es el sorprendido en yacimiento con la mujer que no es su esposa, o esa misma
mujer.

Come-requisitos configurativos de estos delitos tenemos los siguientes: sorprender


en acto carnal a la hija, nieta, descendiente en línea directa, esposa, hermana,
nuera; o en acto deshonesto preparatorio del acto carnal, o acto deshonesto.

En nuestro Código tenemos las siguientes figuras delictivas:

I.- El homicidio voluntario que se comete contra la persona de la hija, nieta,


descendiente en línea directa, cuando es sorprendida en acta carnal con un hombre
o contra el hombre que yace con ella. La pena que se aplica

II.- Si el homicidio se comete sorprendiendo, no en acto carnal sino en otro


aproximado o preparatorio al primero; la pena en este caso es de reclusión de uno
a cuatro años.

III.- Si la sorpresa y muerte se hace en la persona del cónyuge o del que yace con
él; en el primer caso, se aplica la pena de arresto de un mes a Un año; y en el
segundo con el duplo del mismo.

IV.- Quien mata a su hermana, nuera, entenada o al que se encuentra yaciendo en


el acto deshonesto, recibe la sanción en el primer caso, de reclusión de uno a tres
años con destierro por igual tiempo, y, en el segundo, reclusión de dos a cuatro
años con igual tiempo de destierro.
Se considera que lo básico, para privilegiar estos delitos es sorprender a las
personas mencionadas en acto carnal o en otro deshonesto por los sujetos que
enuncia la ley y no por cualquiera.

La ley privilegia estos homicidios porque en su concepto y de acuerdo a la


concepción que rige nuestra vida social, "especialmente familiar, la honestidad
sexual es una de las bases indispensables para mantener vigentes los principios
que sustenta la vida ordenada y correcta; afecta a estos principios la sorpresa del
acto vituperable que unida a la reacción emocional determina que el sujeto pierda
el control de su personalidad y de sus actos, pudiendo decirse incluso que mata en
estado de semi inconsciencia, de gran turbación, lo que de por sí disminuye la
imputabilidad.

Estos delitos están señalados por nuestro Código en los artículos 495 y 496.

El Anteproyecto del Código Penal, de 1946, en su artículo 254, denomina a estos


delitos por emoción violenta y dice: "El que matare a otro en estado de emoción
violenta, excusable o impulsado por móviles honorables, será sancionado con
reclusión de uno a seis años. La sanción será de dos ocho años para el que matare
a su ascendiente, descendiente, cónyuge o conviviente, en dicho estado". Podemos
criticar-este artículo por su vaguedad que puede llevar a interpretaciones realmente-
taras que determinen que gran parte de los homicidios se escuden o apelen a esta
disposición, pues ¿qué ha de entenderse por móviles honorables?; como vemos
que el concepto es enteramente subjetivo, si uno invoca estos móviles, que
alegando dice que para él son honorables, aunque para los otros no los sean,
¿quién puede contradecirle o demostrarle lo contrario? Por eso creemos que la ley,
como lo hace el Código vigente, debe precisar qué se entiende por causa de honor;
el caso contrario es dejar la puerta a la impunidad o a la punibilidad atenuada.

6.- HOMICIDIO POR EXCESO EN LA CORRECCIÓN. De acuerdo a nuestra


organización familiar, el sistema jurídico vigente, como no puede ser menos,
reconoce el derecho de corrección familiar entre las personas que especifica, o sea
de los maridos sobre sus esposas, de los padres, abuelos, patronos, maestros,
sobre los hijos, nietos, criados, discípulos, es decir sobre las personas que tienen a
su cargo. Pero este derecho de corrección, que muchas veces se aplica por
diferentes razones y circunstancias puede conducir a la muerte del corregido. Si por
estas correcciones resultare la muerte, la ley considera al homicidio como
involuntario y privilegiado.

Sobre, este aspecto, nuestro Código contempla las siguientes figuras:

I.- El marido por el derecho de corrección que tiene sobre la mujer, cuando en el
momento de ejercerlo sufre arrebato o enojo y por ello la mata, comete homicidio
involuntario. Se debe considerar que la muerte surja por el descontrol que sufre el
sujeto activo por el gran enojo y arrebato que le impiden razonar. Se castiga este
delito con presidio de cuatro a seis años y destierro por igual tiempo.

II.- Los padres, abuelos que, al castigar a sus hijos y nietos respectivamente, sufran
enojo y arrebato y en estos estados los maten, son considerados por ello como
homicidas involuntarios por ligereza, siendo sancionados con penas iguales a las
anteriores.

III.- Quien, con derecho legítimo castigue a sus criados, discípulos que están
legalmente a su cargo y en el momento del castigo sufre enojo, arrebato y los mata
por ello, se lo sanciona con penas iguales a las anteriores.

Estos tipos están señalados por el Código Penal en sus artículos 503 y 504.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 no se refiere a estas figuras.

7.- HOMICIDIO INVOLUNTARIO EN NUESTRO CÓDIGO. Hasta el momento


hemos analizado el homicidio voluntario, aquel que contiene el elemento subjetivo,
la voluntad de matar denominada "animus nocendi"; pero es necesario aceptar y
considerar homicidios que no son dolosos, que surgen sin que el sujeto activo tenga
la voluntad de matar, como consecuencia de ciertas conductas en algunos casos
exageradas, en otros por imprevisión, culpa, descuido. Cuando intervienen estas
circunstancias nos hallamos frente a los homicidios involuntarios "que reciben
tratamiento privilegiado. Algunos autores denominan a estos delitos con el nombre
de homicidios culposos debido a que están caracterizados por la ausencia de dolo
de muerte, ya que la conducta no está impresa de la intención y voluntad de matar.
En este subtítulo analizaremos el homicidio involuntario propiamente dicho y, en el
otro, la modalidad del homicidio culposo.

Además de los homicidios involuntarios que hemos visto, de acuerdo a nuestra


legislación penal, tenemos el siguiente: "El que mate a otro sin intención de matarle,
pero si con la intención de maltratarle o herirle, será reo de homicidio involuntario".
Se lo sanciona con obras públicas de dos a cuatro años y con igual tiempo de
destierro. Pero si intervienen algunas de las circunstancias del asesinato se agrava
la pena de obras públicas por cuatro a diez años y destierro por igual tiempo. Como
vemos, en esta figura existe un homicidio involuntario preterintencional; está
tipificada por el artículo 505 del Código Penal.

El Anteproyecto de 1964, contempla sólo el homicidio culposo y no otros homicidios


involuntarios, englobándolos a todos en esta figura.

8.- HOMICIDIO CULPOSO. El homicidio culposo pertenece también a los no


intencionales, pues surge con ausencia de dolo de muerte y por la falta de previsión.

Por lo dicho, tenemos que el homicidio culposo es causado por negligencia, por no
poner el cuidado y atención que una persona normal y común pone en sus cosas,
o por imprudencia, causando involuntariamente la muerte por un acto cuyas
consecuencias no fueron previstas, aunque debieron y pudieron haber sido
previstas.

Para que se configure el delito culposo es necesario que se den los siguientes
elementos constitutivos: a) El hecho de la muerte; b) el hecho inicial debe ser lícito,
no tipificado por la ley como delictual; si fuere punible tendríamos el homicidio
praeterintencional; c) es necesario que exista relación de causalidad entre el acto
lícito originario y la muerte; d) en el sujeto activo debe excluirse la posibilidad del
ánimo de muerte o intención; e) el sujeto activo, en su conducta, debe caracterizarse
por la falta de previsión de las consecuencias del hecho.

Con gran frecuencia, el homicidio culposo se presenta en el tratamiento médico-


quirúrgico, pero como la prueba es sumamente difícil por las circunstancias que
rodean el ejercicio de la profesión, queda lamentablemente impune fomentando la
irresponsabilidad profesional que muchas veces juega sin miramientos con la vida
de las personas, convirtiendo el profesional en un verdadero homicida, en algunas
circunstancias multireincidente.

Sobre esta clase de homicidios, nuestro Código contempla el siguiente caso en el


artículo 506: "El que, por ligereza, o descuido, imprevisión, falta de destreza en el
manejo de alguna arma, equivocación, contravención a las reglas de Policía y buen
gobierno o por otra causa semejante que pueda y deba evitar, mate
involuntariamente a otro, o tenga, aunque involuntariamente, la culpa de su muerte
sufrirá un arresto de tres meses a dos años y otros dos años más de destierro".

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, contiene el artículo 260 que dice:
"(Homicidio culposo) El que por culpa causare la muerte de una persona, incurrirá
en reclusión de seis meses a tres años". En el artículo 261 define el homicidio en
accidente de tránsito del siguiente modo: "El que resultare culpable de un accidente
de tránsito a cuya consecuencia se produjere la muerte de una o más personas,
será sancionado con privación de libertad de seis meses a tres años", En el artículo
255, define el homicidio en prácticas deportivas del siguiente modo: "El deportista
que tomando parte en un deporte autorizado causare la muerte de otro deportista
en el acto del deporte, con evidente infracción de los respectivos reglamentos, será
sancionado con reclusión de seis meses a dos años".

9.- HOMICIDIO PIADOSO. El tan discutido homicidio piadoso, llamado también


eutanásico, es el causado para evitar que la víctima siga sufriendo; en gran parte
de los casos, por no decir en la totalidad, se trata de enfermedad incurable; a veces
se provoca la muerte a solicitud desesperada del propio sujeto pasivo que en cierta
forma cuando pide la muerte se convierte en activo.

El homicidio por. piedad plantea la problemática de los valores, entre los cuales la
vida es el superior que no admite su extinción por razones sentimentales tal como
la de evitar dolores o sufrimientos, aunque a veces sean espantosos. Cuando este
homicidio se practica concretamente en los enfermos incurables, recibe el nombre
de eutanasia.
Frente al problema de la eutanasia existen posiciones en muchos casos
irreconciliables. Existen tratadistas que admiten su licitud incluso causando el
homicidio piadoso sin consultar a la propia víctima cuando ésta sufre enfermedad
incurable; otros la admiten para los casos de los irremisiblemente perdidos sin
esperanza de salvación y torturados por angustiosos sufrimientos. Al frente existen
los teóricos que rechazan radicalmente esa licitud, insistiendo en que el hombre, el
médico, no es quien debe decidir la muerte de un enfermo por más que sea
incurable y esté aquejado por dolores intensos; pues la vida es un don preciado sin
la cual no es posible disfrutar de ningún otro don; agregan que la vida, aunque sea
dolorosa, siempre es preferible y mejor que la muerte; por otra parte, si el hombre
no da la vida mucho menos puede quitarla. Con referencia & la alegación o pretexto
de los dolores fuertes, se demuestra que la ciencia contemporánea, en materia de
analgésicos, sedantes y narcóticos ha progresado tanto que dicen que no hay dolor
que no pueda superarse. Finalmente, la aplicación de la eutanasia significaría una
rémora para la ciencia, porque en lugar de investigar soluciones a los males que
aquejan al hombre, se contentaría con la solución más fácil: la de la eutanasia.

Por lo expuesto, la mayoría de los tratadistas y de las legislaciones sostienen que


conceder impunidad absoluta por la eutanasia sería indebido, porque entonces el
médico contaría con un poder onmímodo sobre la vida para extinguirla cuando lo
estime conveniente, haya o no motivo, pues su apreciación es eminentemente
subjetiva, librada a su apreciación personal. Por ello, quienes aceptan la muerte por
piedad se limitan a tratar este homicidio privilegiado imponiendo una rebaja de la
pena, que mantiene su carácter como demostración de que la sociedad reprueba
estos actos.

Si bien nuestro Código vigente no trata, de este problema por su antigüedad, en


cambio el Anteproyecto del Código Penal de 1964 lo hace en su artículo 257 del
siguiente modo: "Se impondrá la pena de reclusión de uno a tres años, si para el
homicidio fueren determinantes los móviles piadosos y apremiantes las instancias
del interesado, con el fin de acelerar una muerte inminente o de poner fin a graves
padecimientos o lesiones corporales probablemente incurables, pudiendo aplicarse
la regla del artículo 39 y aun concederse excepcionalmente el perdón judicial". La
crítica a este artículo del Anteproyecto está ya hecha por lo dicho anteriormente.
Nos falta referirnos a la solicitud del propio enfermo, que no tiene cabida debido a
que por la enfermedad y a veces por los dolores; no está en completo uso de sus
facultades, extremo que determina ausencia de voluntad; por otra parte, así como
es delincuente quien ayuda al suicidio, en el homicidio piadoso a instancia de la
víctima, se presenta la misma figura más o menos, tal vez agravada por ser el
ejecutor una persona distinta de la víctima.

Para acabar este capítulo, diremos que, para la ley boliviana, para que exista
homicidio en los casos, vistos es necesario como requisito que la persona contra
quien se realiza la acción muera por efecto y como consecuencia natural de las
heridas, golpes, dentro de los sesenta días siguientes a aquel en que se cometió el
delito. Si la muerte sobreviene después de los sesenta días como resultado del
hecho, el reo sufrirá la pena de presidio de diez años si la ley le fijaba la pena de
muerte; si la pena es menor, se le impone una tercera parte menos, excepto a los
ladrones. Esta disposición está contenida en el artículo 507 del Código Penal
vigente.
CAPÍTULO LVII

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS

1.- ENCUBRIMIENTO, ENTIERRO U OCULTACIÓN DE CADÁVERES. Antes de


ingresar a la tipificación del encubrimiento en los casos específicos del entierro u
ocultación de cadáveres, recordaremos el concepto genérico que en Derecho Penal
tiene el encubrimiento, definido en el artículo 12 del Código Penal respecto al
encubridor o receptador, como también se llama, de la siguiente manera: a) Los que
dan asilo, prestan su casa o de cualquier modo protegen a uno o más delincuentes,
sabiendo que han cometido delito o pretenden cometerlo; b) los que reciben,
ocultan, venden, o compran a sabiendas los instrumentos que sirven para cometer
el delito o las cosas obtenidas por medios criminosos. Estas son las figuras
genéricas del encubrimiento o receptación; ahora las aplicaremos al caso concreto
y específico de los cadáveres. Consideramos que, de acuerdo a nuestra legislación,
cuando una persona muere repentinamente, ya sea de muerte natural o accidental,
o cuando fallece por muerte no natural, para obtener el certificado de óbito que
permita el entierro, necesariamente debe ser sometida a autopsia con el fin de
evidenciar las causas de la muerte y determinar si hubo o no homicidio.

En la aplicación concreta del encubrimiento sobre cadáveres, el Código señala las


siguientes figuras:

I.- Quien ,sin orden o permiso de autoridad legítima: a) entierre; b) oculte el cadáver
de una persona cuya muerte sea el resultado de 1) heridas, 2) de otras violencias
con señales externas de ellas. Se sanciona al culpable o culpables con prisión de
cuatro meses a dos años, sin perjuicio de ser castigados como cómplices,
auxiliador, o encubridor de los delitos principales.

II.- Quien entierre, oculte o encubra el cadáver de una persona que haya muerto
repentinamente; se lo sanciona con arresto de ocho días a dos meses o multa de
cuatro a treinta pesos.

Se entiende que el que entierre u oculte un cadáver sin cumplir con las condiciones
que la ley señala para estos casos, para ser calificado como encubridor, no debe
haber intervenido en el homicidio directa ni indirectamente, ni como autor intelectual
ni material, ni haber sabido que se iba a cometer el delito, pues para que haya
receptación es indispensable que conozca el delito sólo después de consumado.
Comete un delito independiente cuando no sabe que la muerte se debió a un
homicidio, pero existiendo signos externos de violencia en el cadáver, lo entierra.

Nuestro Código trata de estas figuras en los artículos 12 y 510.

2.- DE LOS ENVENENADORES. Por envenenamiento entendemos el medio de


causar la muerte de una persona o enfermarla haciéndole consumir bebidas o
alimentos nocivos. En esta figura es necesario distinguir dos clases de actos
delictivos: uno consistente en la preparación de sustancias nocivas para darlas en
daño de otro, es decir el hecho de preparar sustancias venenosas para matar o
dañar a una persona constituye un delito independiente, que de delito, aunque el
veneno no se use o no se consuma por nadie. La otra figura delictiva está dada en
el hecho de hacer consumir el veneno matando o enfermando a un sujeto. Puede
darse la situación de que ambas formas se reúnan en un solo sujeto activo, caso en
el cual, si el delito se consuma, se castiga por la segunda forma.

Criminológicamente, el envenenamiento es la forma más sutil y artera de matar,


usada mayormente por las mujeres porque no requiere del empleo de la violencia y
porque no provoca derramamiento de sangre ni conlleva signo de violencia, es
frecuente que escape al descubrimiento. Existen -algunos venenos cuyos efectos-
son difíciles de distinguir de los de muerte natural, como en el caso del arsénico.
Como forma de ejecución de la pena de muerte, también se ha dado en la historia
el empleo de este medio; bástenos recordar la muerte de Sócrates en la Antigua
Grecia condenado a muerte bebiendo la cicuta; las cámaras letales de gas
constituyen también un proceso de envenenamiento.

En el envenenamiento no sólo se castiga el delito cuando se consuma, sino también


los actos preparatorios. El envenenamiento supone la existencia de alevosía,
premeditación, sangre fría, pues cuando se da a consumir substancias venenosas
se hace engañando, habiendo preparado y meditado el acto con claridad; por eso
el envenenamiento consumado da lugar a la calificación de asesinato, sin otra
alternativa.

En nuestra legislación tenemos las siguientes figuras del envenenamiento:

I.- Cuando se usa veneno para matar con intención de matar, el homicidio se califica
como asesinato.

II.- Cuando a sabiendas, se emplea veneno o sustancias nocivas para matar, pero
no se causa la muerte, se sanciona el delito con presidio de diez años.

III.- Cuando se usa veneno o sustancia nociva sin intención de matar, pero sí de
causar enfermedad o demencia o con el fin de causar enfermedad, afecto o
desafecto y no causar la muerte, se castiga la figura según el daño causado. Pero
si se provoca la muerte se sanciona con presidio de diez años.

IV.- Cuando se preparan sustancias nocivas o venenosas para que se empleen en


homicidio, se sanciona el delito con obras públicas de tres a seis años con destierro
por igual tiempo. Sí la preparación no es suficiente o idónea para matar, sino para
dañar, la pena que se aplica es de reclusión de dos a cuatro años.

V.- Si el agente desiste voluntariamente, antes de descubrirse o consumarse el


delito o se realizan actos para que no surtan efectos el veneno, la pena que se aplica
es de reprensión Y sujeción a la vigilancia de las autoridades.

VI.- Si el sujeto para quien se haya preparado las sustancias o el veneno para
matarlo o envenenarlo, por causas ajenas a la voluntad del sujeto activo no llega a
tomarlas; se castiga al autor con la reducción de la pena de la cuarta parte a la mitad
del delito que le hubiere correspondido.

Estas figuras están contempladas en el Código Penal en los artículos 483. inciso 4;
511 a 514 y 37. En el Anteproyecto se contempla el envenenamiento como causa
agravante o calificada del homicidio en el artículo 252, inciso 2.

3.- EL ABORTO. Otra de las plagas que asuela la sociedad contemporánea por su
desprecio a la vida y moral, es el aborto, palabra que viene del vocablo latino
"abortus" que significa "sacar fuera". Las determinaciones filosóficas sobre la
existencia de la vida desde el momento de la concepción han influido en el Derecho,
para extender su acción protectora al feto, es decir, al ser humano antes de que
nazca y todas las conductas que violen esa protección significan delito.

En la primera época de la legislación romana, el aborto no era considerado como


delito debido a que el fruto de la concepción se lo tenía como parte de las vísceras
de la mujer preñada; posteriormente, por influencia de la concepción cristiana de la
vida, se comenzó a sancionar. La Iglesia condena el aborto voluntario; al respecto
las disposiciones del Código Canónico son terminantes, las cuales han sido
ratificadas en la Encíclica Casti Connubi, promulgada por el Papa Pío XI en 1930,
que no deja posibilidad para la práctica del aborto voluntario.

Después de lo dicho, podemos definir el aborto, como la "expulsión prematura y


voluntariamente provocada del producto de la concepción, o su destrucción en el
vientre de la madre". De esta definición podemos deducir las siguientes
características de este delito:

a) Expulsión prematura del producto de la concepción voluntariamente provocada,


es decir que el feto es sacado del vientre antes de que cumpla con su ciclo normal
de gestación, con el ánimo feticida, es decir para que muera; b) la destrucción del
fruto de la concepción en el seno materno que, puede efectuarse a través de una
serie de actos y maniobras que van desde los golpes hasta la ingestión de
sustancias que no matan a la madre, pero sí al feto.

La persecución penal que se realiza al aborto no es hecha por simples razones


religiosas o Sentimentales, sino por interés social y público. Entre las principales
causas por las cuales se pena el aborto, tenemos las siguientes: 1) una función y
fin del Derecho Penal es proteger el valor vida en cualquier grado y manifestación
que se encuentre, razón por la cual el feto es sujeto de la protección jurídica, pues
su vida no pertenece a la madre; 2) así como el Derecho Penal protege la vida y
salud del feto, también debe velar por la vida y salud de la madre, aunque ésta no
lo quiera; el aborto representa un peligro para ella, causa por la cual el Derecho
Penal debe perseguir todo acto que significa un desmedró o violencia de las
mismas, provenga este atentado dé lamadreode tercera persona; 3) quien comete
aborto o lo ayuda o induce a su realización, puede cometer cualquier otro delito sin
escrúpulos, porque el aborto es expresión de una relajación moral que elimina los
sentimientos morales de convivencia sin los cuales no es posible observar las
normas jurídicas que rigen la vida social; 4) el Derecho debe proteger la raza
humana y la población humana; el aborto ataca dicha protección.

Dados los anteriores fundamentos básicos para la punición del aborto; desde el
punto de vista positivo se tiene que está tratado en las diferentes legislaciones de
los siguientes modos:

1) Legislaciones para las cuales el aborto no es delito, es decir, que admiten su


impunidad, como por ejemplo en Rusia, siempre que el aborto se lo realice dentro
de los tres primeros meses del embarazo y bajo ciertas condiciones.

2) Legislaciones que castigan el aborto cuando no cumple con algunos supuestos


fijados por la ley, con la salvedad que se lo sanciona si se lo practica sin el
consentimiento de la madre.

3) Legislaciones que excusan la punibilidad del aborto en algunos casos o


determinan su calificación privilegiada con sanción disminuida, cuando por ejemplo
se lo practica por fines de eugenesia, por necesidad, por causas sentimentales, neo
malthusianismo, etc.

4) Legislaciones que castigan ampliamente el aborto voluntario.

El aborto, por su naturaleza, puede ser de diferentes clases; entre las principales
tenemos:

a) El aborto provocado, que es el voluntario, cuando se procura la expulsión del


feto sin necesidad y sólo por liberarse del fruto de la concepción.

b) El aborto espontáneo, cuando por razones fundamentales anatómicas y


constitucionales de la mujer, ésta no puede retener el fruto de la concepción.

c) El aborto provocado contra o sin el consentimiento de la mujer, a través de


golpes, violencias, engaños, amenazas, intimidación.
d) El aborto realizado por la propia mujer o provocado a su petición o con su
consentimiento.

e) El aborto que ocasiona la muerte dé la mujer embarazada. Sobre este


aspecto existen opiniones divergentes sostenidas por los tratadistas; algunos
consideran que hay delito de aborto, otros de homicidio, otros creen que hay delito
de aborto doloso; finalmente hay quienes sostienen que hay delito de homicidio
culposo.

f) Hay el aborto realizado por actos de violencia, pero sin ánimo feticida; aquí
se da culpa grave que raya en el dolo eventual; para definir la figura penal se debe
probar que no hubo voluntad de hacer abortar, que no se sepa el estado de gravidez,
y que el aborto sea causado por la violencia.

g) El llamado aborto honoris causa, es decir provocado por la madre, abuelos


maternos para evitar la deshonra de la hija o nieta no casada y que se halla en
estado de gravidez. Al respecto debemos decir que este justificativo para el aborto
no tiene ningún asidero jurídico ni social, amén de estar condenado radicalmente
por la moral, puesto que la fama no se salva cometiendo un delito sino con la
conducta honesta y moral; querer justificar el aborto con un delito por causa de
honor es profundizar más la deshonra; por otra parte un traspié que culmina con la
concepción no es ningún delito y puede remediarse con la vida honesta posterior y
la educación ejemplar del que va a nacer; el justificativo, sin contenido, de honoris
causa, es un resabio de la concepción liberal que considera más importante guardar
las apariencias de honor que respetar la vida.

h) El aborto causado por facultativo, que puede ser por necesidad cuando no
existe ningún otro remedio y medio de evitarlo, circunstancia en la que el médico no
debe escoger entre la vida de la madre o del feto, sino que debe realizar todos los
esfuerzos para salvar ambas vidas; y aborto sin necesidad con intervención del
facultativo, ya sea cooperando o causándolo, caso en el que es delito.
El delito de aborto se consuma cuando muere el feto, y se da la frustración cuando
por ejemplo se da el abortivo que no produce efectos. Hay tentativa inidónea cuando
el medio empleado no es apto para el fin buscado

Volveremos a repetir sobre la valoración del aborto desde el punto de vista positivo:
La tendencia objetiva o clásica, informada por el liberalismo, sostiene la impunidad
del aborto; la subjetiva lo castiga porque denota en la agente peligrosidad.

Es evidente que ciertos hechos facilitan el aborto y lo encubren haciendo difícil su


persecución, como por ejemplo cuando es realizado por facultativo en clínica, a
través de la utilización de abortivos, etc.

En nuestra legislación, el aborto está tratado de la siguiente manera:

I.- Cuando voluntariamente, a sabiendas, se emplean bebidas, golpes o cualquier


otro medio para que una mujer embarazada aborte, sin que ella lo sepa ni consienta;
se castiga este caso con reclusión de dos a cuatro años para el que lo provoca.
Pero si la mujer consiente en el aborto, se sanciona a todos los que intervienen con
reclusión de uno a dos años. Se entiende que en los anteriores casos no se ha
consumado el aborto; porque si se consuma, para el caso que no haya
consentimiento de la mujer, se sanciona con reclusión de cuatro a ocho años y si
media consentimiento, con reclusión de dos a cuatro años.

Las anteriores figuras se agravan cuando el médico, cirujano, boticario, comadrona


o matrona, a sabiendas, proporciona o facilita los medios para el aborto; si el aborto
no se realiza se sanciona con obras públicas de dos a seis años; pero si tiene efecto
se castiga con obras públicas de cuatro a ocho años conjuntamente con
inhabilitación perpetua para ejercer el cargo.

I.- Cuando la propia embarazada, a sabiendas, emplee métodos para abortar y


consigue su objetivo, se la sanciona con reclusión de uno de a dos años.

La ley señala una disminuyente cuando la mujer es soltera, viuda no corrompida, de


buena fama, y que a criterio del juez resulte que abortó para encubrir su fragilidad
(honoris causa); de ello hemos ya hecho la crítica. Este caso se sanciona con
arresto de uno a dos años.
El Código Penal se refiere a las anteriores figuras en los artículos 516 y 517.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 adopta una posición demasiado liberal
con referencia al aborto, y establece, por ejemplo, en el artículo 265 lo que sigue:
"(Aborto honoris causa) Si el delito fuere cometido para salvar el honor de la mujer,
sea por ella misma o por terceros, con consentimiento de aquella, se impondrá
reclusión de 6 meses a dos años, agravándose la sanción en un tercio, si
sobreviniera la muerte". Una disminuyente que deja abierta la puerta para justificar
toda clase de abortos cuando se realiza con el pretexto de salvar el honor de la
mujer; situación que se agrava mucho más por la impunidad del aborto que
consagra el artículo 266 que dice: (Aborto impune) Cuando el aborto hubiere sido
consecuencia de un delito de violación, rapto no seguido de matrimonio, estupro o
incesto, no se aplicará sanción alguna, siempre que la acción penal hubiere sido
iniciada. Tampoco será punible si el aborto hubiere sido practicado con el fin de
evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no podía ser
evitado por otros medios. En ambos casos, el aborto deberá ser practicado por un
médico, con el consentimiento de la mujer y autorización judicial en su caso. En los
cuatro primeros casos -primera parte del artículo citado- es sumamente difícil
comprobar si hubo violación, rapto o estupro real o si más bien se fingen estas
figuras o. se las crea con posterioridad a los hechos, o también, siendo las
circunstancias fundamentalmente subjetivas, es sumamente difícil comprobarlas,
puesto que una mujer puede alegarlas para justificar su aborto; en el caso del peligro
para la vida de la madre o su salud hemos visto ya que entonces no se puede
suprimir la vida de uno para salvar la del otro, pues se deben realizar todos los
esfuerzos posibles para salvar ambas vidas sin preferencia para ninguno; caso
contrario, al facultivo se lo inviste de poderes absolutos sobre la vida y no se le
podrá comprobar que el aborto ha sido practicado sin que exista peligro para la vida
de la madre. Como vemos, estas figuras dejan la puerta completamente abierta para
la práctica indiscriminada del aborto y consagran su impunidad abierta o
veladamente.
También el Anteproyecto se refiere al aborto seguido de lesión o muerte, delito
praeterintencional y el aborto culposo, en los artículos 264, 267 y 268
respectivamente y a la práctica habitual del aborto en el artículo 269, que dice:
"(Práctica habitual del aborto) El que se dedicare habitualmente a la práctica de
aborto, incurrirá en privación de libertad de uno a seis años". Este artículo solamente
sanciona con privación de libertad al delincuente y omite injustificadamente la
sanción lógica y que corresponde a esta clase de delitos que por su naturaleza,
como ser la inhabilitación definitiva para ejercer la profesión.

4.- TENTATIVA DE SUICIDIO. El suicidio es delito porque atenta contra la vida, bien
jurídico protegido por el Derecho Penal; pero como sujeto activo y víctima se
confunden en, una persona, cuando se consuma es imposible sancionarlo. Por eso
en las legislaciones existe unanimidad al considerar al suicidio consumado como
impune, ya que no existe la persona activa o ejecutora para que sea sancionado.

Si bien el delito consumado no es sancionado, existen figuras delictivas que.


circundan al suicidio que son punibles, como por ejemplo la tentativa de suicidio; la
provocación al suicidio.

La doctrina cataloga al suicidio como un delito porque representa una lesión moral
y material a la sociedad, porque viola la acción protectora del Estado a la vida;
porque en muchos casos el suicida elude el cumplimiento de deberes y
obligaciones; causa la desgracia y terceros, especialmente cuando el suicida tiene
responsabilidades familiares. La vida no es un bien libremente disponible por el
particular.

La tentativa de suicidio es el suicidio no consumado, y puede ser consecuencia del


error en el medio usado, por ejemplo, querer matarse con una pistola que no
funciona; arrojarse de un piso alto y caer sobre cosas blandas. También la tentativa
de suicidio puede ser ocasionada porque la lesión no ha sido suficiente para causar
la muerte.

La otra figura, que circunda al suicidio, es el auxilio al suicidio llamada también-


inducción al suicidio de otro, como por ejemplo en el caso de proporcionar un-arma
a un sujeto sabiendo que va a suicidarse; explicando al posible-suicida como debe
obrar para lograr su propósito, etc. En la cooperación, es indiferente el móvil que
induce al cooperador.

La provocación al suicidio también se produce cuándo se alienta al suicidio de otro,


como en la ruleta rusa, o en el "duelo a la americana", es decir cuando dos o más
contraen el compromiso de quitarse la vida una vez echada la suerte, dejándose el
resultado librado al azar.

En nuestra legislación, están configuradas la cooperación al suicidio y la tentativa


en los siguientes casos:

I.- Quien coopere al suicidio en el acto de cometerse, es asesino.

II.- La tentativa de suicidio suspendida por propia voluntad no es sancionada.

III.- Si la tentativa de suicidio es suspendida por causas ajenas al suicida, será


castigada con arresto en hospital, de un mes a un año, y con sujeción a la vigilancia
de las autoridades y del médico.

IV.- Si el reo es sorprendido en acto de suicidio, se lo sanciona con reclusión en


cárcel o establecimiento sanitario.

Estas figuras están fijadas en los artículos 483 inciso 8, 519 y 520.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, en el artículo 256, tiene la figura del
homicidio-suicidio y dice; "El que instigare a otro al suicidio o le ayudare a cometerlo,
si la muerte se hubiere intentado o consumado, incurrirá en reclusión de dos a seis
años. Si con motivo de la tentativa se produjeren lesiones, la sanción será de
reclusión de uno a cinco años. Aunque hubiere mediado consentimiento de la
víctima en el doble suicidio, se impondrá al sobreviviente la pena de reclusión de
dos a seis años".
CAPÍTULO LVIII

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS

1.- DE LAS HERIDAS, ULTRAJES Y MALTRATAMIENTOS DE OBRA. En las


legislaciones modernas, estos delitos son conocidos bajo el nombre de delitos de
lesiones, Su objetivo es atacar la integridad corporal sin atentar contra la vida,
ocasionando daños y sufrimientos más o menos graves. El elemento subjetivo que
los diferencia de los delitos de homicidio, radica en el animus la edendi en lugar del
animus necandi.

Sobre la definición de estos delitos, el tratadista Federico Puig Peña nos da la


siguiente: Es "todo daño causado en el cuerpo, en la salud o en la mente de una
persona originado por un tercero sin dolo de muerte".

Del concepto transcrito podemos deducir los siguientes elementos constitutivos de


estos delitos:

1) La existencia de un daño causado en la salud o mente de una persona; las


acciones o hechos que ocasionan estos daños pueden ser originados por un acto
material o moral (miedo, angustia, etc.); todas estas conductas deben estar
desprovistas del ánimo de matar, sólo estarán revestidas del ánimo de causar
lesiones o trasmitir enfermedades. Si interviene el ánimo de muerte, el delito se
transforma en uno contra la vida.

2) En estos delitos, debe existir la voluntad de lesionar, "animus laedendi", que,


como hemos visto, excluye el dolo homicida; para configurar estos delitos no se
precisa el dolo directo, bastan el eventual y el indeterminado.

3) Debe haber relación de causa a efecto, de la conducta con la lesión causada.

Por su gravedad, la doctrina moderna del Derecho Penal clasifica estos delitos en:
a) lesiones gravísimas como son por ejemplo la castración, mutilaciones; b)
Lesiones graves entre las que podríamos poner las alteraciones o modificaciones
somáticas irreparables; c) Lesiones menos graves o simples lesiones como heridas,
golpes o maltratamientos.
De acuerdo a nuestro Código, se produce una lesión cuando se hiere, golpea o
maltrata de obra a una persona, ocasionándole perturbaciones, pérdidas de
órganos; pero el Código no emplea el término de lesión, sino de heridas, golpes o
maltratamientos.

Así mismo, el Código define claramente que se debe entender por maltratamiento
de obra y por ultraje. Por la primera figura comprende: a) El susto peligroso
ocasionado a tina persona a sabiendas y con intención de hacerle daño, siempre
que efectivamente resulte alguno; b) La omisión de cualquier acto prescrito siempre
que el que lo hiciere lo haga a sabiendas y para que resulte daño a otro y que
efectivamente este daño resulte. A su vez por ultraje la ley comprende todo
maltratamiento de obra que en la opinión común cause alguna deshonra, vituperio
o descrédito o atente contra el pudor de una persona o manifieste escarnio o
desprecio de ella.

En estos delitos, el sujeto activo y pasivo puede ser cualquiera y el valor jurídico
lesionado es la integridad corporal, la salud. Si con bofetada en público a persona
honrada se le causa ultraje además de las heridas, la pena se dobla,
considerándose la clase de persona y de público.

De acuerdo a nuestro código, sobre la materia tenemos las siguientes figuras:

I.- Quien voluntariamente o de cualquier otro modo maltrate de obra con


premeditación, intención de maltratar, lisiando brazo, pierna, u otro miembro y
órgano principal o cualquier otra parte del cuerpo, de modo que produzca
enfermedad o incapacidad de trabajar de por vida; será sancionado con obras
públicas de cuatro a seis años y con destierro por igual tiempo. Se agrava el delito
anterior si se lo ejecuta con algunas circunstancias del asesinato, sancionándose
en este caso con presidio de cuatro a ocho años y destierro por igual tiempo.

II.-

a) Cuando la enfermedad o herida provoca incapacidad que pase de treinta días,


se sanciona el delito con reclusión de un año a tres.
b) Si la incapacidad provocada pasa de ocho días y no llega a treinta, se aplica la
pena de reclusión de seis meses a dieciocho meses. Para ambos casos existe la
agravante cuando intervienen algunas de las circunstancias del asesinato,
castigándose entonces con reclusión de dos a cuatro años en el caso a) y, en el
caso b), con reclusión de uno. a dos años.

c) Si la enfermedad o incapacidad pasa de dos días y no excede de ocho, se


sanciona con arresto de uno a tres meses, pero si hay alguna de las circunstancias
de asesinato se sanciona con reclusión de uno a seis meses.

d) Cuando el golpe o herida no causan incapacidad o enfermedad o si éstas no


pasan de dos días, se sanciona con arresto de quince días a dos meses; si
intervienen algunas de las circunstancias del-asesinato, se sanciona con el doble
de tiempo.

III.- Quien, a sabiendas que es su padre, madre, ascendiente directo,


voluntariamente lo hiera, dé golpes, ultraje de obra con intención de maltratar, será
sancionado con presidio de diez años, u obras públicas de tres años a seis años,
según la gravedad.

IV.- Quien hiera o maltrate de obra a su padrastro, madrastra o amo de quien recibe
salarios, la pena que se aplica varía según los casos anteriores merece presidio,
obras públicas o reclusión, la cual será de un año más de la que debiera sufrir si la
víctima fuese persona extraña y si fuere caso de simple arresto, la pena durará
doble tiempo.

V.- Los ladrones o salteadores que para cometer un delito o después de cometerlo
para encubrirlo hieran o maltraten causando enfermedad o incapacidad para
trabajar que pase de treinta días o le aten o dejen a la intemperie sin que nadie
pueda socorrer o ejerzan crueldad o ferocidad; se sancionará con presidio de diez
años y destierro por igual tiempo; si las heridas y maltratamientos fueren más leves
se sancionará con las penas máximas correspondiente al robo o fuerza.

Hay que considerar aquí los siguientes dos artículos:


"532.- Exceptúense de las disposiciones de este capítulo los que hieren o maltraten
de obra a otro en los casos del artículo 13 y en los que eximen de toda
responsabilidad al homicida.

533.- También se exceptúan los que, aunque sea voluntariamente y con intención
de hacer daño, hieran o maltraten de obra a otro en los casos que eximen de la
pena del homicidio voluntario según los artículos 495, 496, 499, 500 y 501 y el primer
párrafo del artículo 498. Los que así delinean serán castigados en los términos
siguientes: El que según los artículos citados del capítulo anterior incurra en pena
de arresto por el homicidio voluntario, no tendrá responsabilidad alguna por las
heridas o malos tratamientos de obra que hagan en igual caso; el que por dichos
artículos incurra en pena de reclusión por el homicidio voluntario, sufrirá la tercera
parte del tiempo de reclusión allí señalada en un simple arresto por las heridas o
malos tratamientos de obra que haga en igual caso, siempre que produzcan al
maltratado, una enfermedad o incapacidad de trabajar como antes, que pase de
treinta días. Si las heridas o malos tratamientos causaren enfermedad o incapacidad
de trabajar, que pase de ocho días o llegue a ellos, será la pena de seis a treinta
días de arresto; y si fueren más leves, no tendrá el autor más responsabilidad que
la satisfactoria y la de ser reprendido".

VII.- Si en riña y pelea, sin traición ni alevosía, se hiere o maltrata a una persona
con intención de herirla, se aplica la tercera parte de la pena de reclusión si la
enfermedad o incapacidad no pasa de treinta días; si es menos, arresto de ocho
días a un año.

VIII.- Si se hiere o maltrata involuntariamente a una persona, por culpa o descuido;


la pena que se aplica es la reprensión, pero si la herida o maltrato causa enfermedad
o incapacidad, que impida trabajar como antes por más de treinta días, la pena es
de arresto de seis días a un mes.

IX.- El dueño o encargado de animal fiero o peligroso o perro que causa daño a
alguna persona, por estar suelto o no tenerlo con las precauciones debidas o por
negligencia o culpa, es sancionado con una pena igual a la anterior.
X.- Cuando en riñas y peleas; se causan sin las circunstancias del asesinato,
heridas o maltratamientos se sanciona con la cuarta parte menos de la. pena
principal.

XI.- Si al ejercer el derecho de castigar a una persona, se excede o la hiere y


maltrata se aplican las normas del art. 504; pero si el autor es el padre o ascendiente
en línea directa no hay responsabilidad, a no ser, que lisien o incapaciten
perpetuamente para el trabajo, caso en el cual se castiga con arresto, de seis días
a un mes.

XII.- Quien hiciere tomar a otro veneno o sustancias nocivas y le causan enfermedad
o demencia, se castiga esta figura de la siguiente manera: a) Si la enfermedad pasa
de treinta días, con reclusión de uno a tres años; b) si la enfermedad no llega a
treinta días y pasa de ocho, se sanciona con seis a diez y ocho meses de reclusión;
c) si la enfermedad no excede de ocho días y pasa de dos, se sanciona con arresto
de uno a ocho meses; d) si la enfermedad no pasa de dos días, se sanciona con
arresto de quince días a dos meses; e) si la enfermedad y demencia pasan de treinta
días y no excede de un año, se sanciona con obras públicas de cuatro a seis años;
f) Si la enfermedad pasa del año, se sanciona con presidio de diez años y destierro
por igual tiempo.

Si en estos actos median las circunstancias del asesinato, se agrava la sanción.

XIII.- Si las heridas o lesiones son recíprocas, en riñas y peleas, sin malicia ni
alevosía, solo se sanciona por el exceso de la enfermedad del que sufre más; si no
hay exceso se produce la compensación y no hay pena. Si la enfermedad o
incapacidad de uno es temporal y la del otro perpetua, no hay compensación. En
todos los casos el juez debe corregir a los actores, arrestarlos quince días o multa
en su lugar, según crea el juez.

XIV.- Cuando las heridas o maltratamientos son causados entre cónyuges, los
autores sólo pueden ser acusados por éstos, y si existiendo la denuncia se concilian
antes de sentencia, la pena que se aplicare será: a) Que la reclusión se convierta
en arresto. b) El arresto se transforma en reprensión. Pero si se da reincidencia no
hay conversión de pena, y por segunda reincidencia se castiga de acuerdo al
capítulo II, Título II del Libro lº.

Se da la agravante cuando se maltrata a otro con garrote, o al desnudo en las nalgas


o en otra parte desnuda del cuerpo; entonces se aplica la pena máxima de estos
delitos, sancionándose a los cómplices con las mismas penas de los autores
principales. Estas figuras comprenden a todos los que tienen el derecho de castigar
a otros, excepto a los padres y ascendientes. Se hallan tipificadas estas conductas
en el Código Penal en los artículos 521 a 544. El Anteproyecto del Código Penal
comprende estos delitos bajo-el título de "Delitos contra la integridad corporal y la
salud", y clasifica las lesiones en gravísimas, graves y leves, en los artículos 270 a
276.

2.- INUTILIZACIÓN DE LOS ÓRGANOS DE LA GENERACIÓN. De modo concreto


estos delitos se conocen con los nombres de castración. Se presentan cuando sin
que exista ninguna urgencia de salud y sin que medie enfermedad incurable por
otros medios, voluntariamente y a sabiendas se inutiliza o extirpa por cualquier
medio algunos de los órganos de la generación, sin llegar a causar por esto la
muerte.

Estos delitos se dan en la pérdida o inutilización de los órganos sexuales tanto del
hombre como de la mujer; el bien jurídico lesionado es la integridad corporal y
cualquiera puede ser sujeto pasivo o activo.

Como elementos constitutivos de estos delitos tenemos los siguientes:

a) El hecho de castración, es decir la extirpación de los órganos sexuales


masculinos o femeninos (testículos, ovarios). Es necesario tener presente que la
mera esterilización no constituye castración, ya que es sólo la privación de la
capacidad de reproducción sin que se produzca la extirpación de ningún órgano,
como por ejemplo realizando ligaduras de los conductos seminales o de las trompas
de Falopio; pero la esterilización constituye un delito de lesiones.
b) El propósito que debe animar al agente es el de castrar, intención y ánimo de
extirpar los órganos genitales; son indiferentes los motivos que animan al agente
activo.

Desde el punto de vista teórico se ha establecido que, si la castración se realiza por


una necesidad de vida, por causa de enfermedad no curable por otro medio, con
intervención de médico y consentimiento del sujeto, no hay delito; incluso si el
enfermo por razones de estado de salud no puede ser consultado ni dar su
consentimiento, pero éste puede racionalmente presumirse, cumpliéndose las otras
exigencias, no hay delito.

De acuerdo a nuestro Código tenemos las siguientes figuras de estos delitos:

I.- Quien, sin ser cirujano, porque haya razón de enfermedad que exija castrar,
voluntariamente castre o inutilice de cualquier modo (esterilice) algún órgano de la
generación, sin llegar a causar la muerte, será sancionado el autor con la pena de
obras públicas de cuatro a seis años si hay castración, y de reclusión de uno a
cuatro años si hay inutilización (esterilización).

II.- Quien, sin ser cirujano y en razón de enfermedad que lo requiera, inutilice brazo,
pierna u órgano principal del cuerpo o produzca enfermedad de por vida o pérdida
de alguno de sus miembros u órgano principal que lo incapacite para trabajar
perfectamente, se lo sancionará con una pena igual a la anterior.

El Código Penal señala estos delitos en los artículos 540 y 541.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, también trata de estos delitos bajo el
título "Delitos contra la integridad corporal y la salud", de los artículos 270 a 277.

3.- TIPOS DE HERIDAS, ULTRAJES Y MALTRATAMIENTOS DE OBRA. Para los


fines de nuestro estudio, por heridas entendemos el trauma causado en el cuerpo
ya sea con corte o rotura, y por lesión el daño causado en la salud física o mental
de una persona.

Se ha establecido de modo general que las heridas, lesiones, etc., se clasifican en


gravísimas, graves y menos graves.
Nuestro Código para graduar las penas en los delitos de heridas, clasifica las
lesiones de acuerdo a la duración de la enfermedad o incapacidad para trabajar
proveniente de las lesiones, porque en su concepto, cuanto mayor es la duración
de estos males, más graves es la lesión. Por eso, cuando la lesión provoca
enfermedad o incapacidad de por vida o cuando se trata de la pérdida de miembros
u órganos o de incapacidad perpetua para trabajar como antes de la lesión, la pena
que se aplica es de cuatro a seis años de obras públicas y destierro por igual tiempo;
si la incapacidad es temporal y dura más de treinta días, la pena es de uno a tres
años de reclusión; si la lesión causa enfermedad o incapacidad que pasa de los
ocho días y no llega a los treinta la pena es de reclusión por diez y ocho meses; si
la incapacidad no excede de ocho días y pasa de los dos, se sanciona con arresto
de uno a tres meses; si la lesión no causa sino incapacidad de trabajar que no pasa
de dos días, se sanciona con arresto de quince días a dos meses.

La gravedad es también determinada según los órganos de la generación, órganos


vitales, etc.

El Código Penal contempla estas figuras en los artículos 521 al 524.

4.- HERIDAS Y MALTRATAMIENTOS CULPOSOS. Las heridas y mal, tratamientos


culposos surgen cuando se los causa por impericia, negligencia, imprudencia; es
decir que en el agente existe la ausencia de previsión.

En la práctica médica, la doctrina penal distingue los siguientes casos sobre estas
figuras:

a) Cuando el facultativo causa lesiones en una intervención quirúrgica realizada


con fin curativo lícito, circunstancia en la que prima la impunidad, es decir la
exención de responsabilidad penal. Para que se dé este caso se requiere que el
acto sea licito y realizado con consentimiento del operado o de quien debe prestarlo,
salvo el caso de extrema urgencia en que no haya posibilidad de requerir el
consentimiento; y que no haya culpa.
b) Cuando por ignorancia, imprudencia, negligencia, se practica una operación
no indicada causando daño o lesión o habiéndose infringido las reglas médicas por
impericia o negligencia, circunstancia en la que hay responsabilidad penal y civil;

c) Quien sin tener título profesional cause lesión en una intervención es


responsable del daño causado; además de los delitos emergentes de ejercicio ilícito,
de la profesión;

d) Quien realiza una intervención con fines no curativos, por ejemplo, fines
estéticos y cause lesión, es responsable de estos daños.

En nuestro código de modo genérico tenemos el art. 541.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, establece los delitos culposos en el


artículo 274.

5.- DE LAS RIÑAS Y PELEAS, AUNQUE NO RESULTE HOMICIDIO NI HERIDA Y


DE LOS QUE PROVOQUEN Y AUXILIEN PARA ELLAS. El Código Penal considera
estos delitos en los artículos 545 a 547:

I.- Riñas y peleas entre dos o más personas, aunque no existan consecuencias ni
uso de armas prohibidas; en el momento de la-riña o pelea podrán los autores ser
arrestados infraganti y el juez, si no existe otro delito, en el término de cuarentaiocho
horas, deberá determinar lo conveniente.

II.- Si uno es ofendido y provoca al ofensor a riña y pelea, pero ésta no se verifica o
no resultan daños, no habrá sanción.

III.- Quien sin ofensa ni injuria provoque a riña o pelea, aunque ésta no se verifique,
será aprestado de ocho días a dos meses.

En los dos casos anteriores, el provocador, a petición del ofendido o provocado y a


juicio del juez, si es necesario, dará fiador de buena conducta pacífica, o si no la
diese saldrá desterrado por uno a tres años del pueblo en que ha provocado la riña.

IV.- Los padrinos portadores a sabiendas de billetes, o carteles de provocación o


que conciertan riñas y peleas y cualquier otro que auxilie y contribuya
voluntariamente a la riña y pelea será castigado como auxiliador o fautor del delito
que se cometa; y si no resulta daño de la riña, sufrirá arresto de ocho días a dos
meses.
CAPÍTULO LIX

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS

l.- EL RAPTO. VARIEDADES DE SU GRAVEDAD. El problema jurídico de la


naturaleza del rapto en su solución no cuenta con unanimidad de criterios. Para
unes., el rapto fundamentalmente se realiza por razones sexuales: para otros es un
delito contra la familia, pues a través de él muchas veces se obliga a contraer
matrimonio, y también significa la segregación de un miembro de familia. Francisco
Carrara sostenía que el rapto es un delito contra la libertad, porque impide la libertad
de traslación de las personas a los lugares que desee, es decir, que el rapto obliga
a una persona contra su voluntad a permanecer en un lugar, aunque aquí tampoco
puede descuidarse el móvil sexual que puede tener este delito. Finalmente, para
otros autores, el rapto es un delito contra la honestidad pues procura relaciones
sexuales contra la voluntad de la víctima.

Es necesario distinguir el rapto por móviles sexuales del rapto por razones
pecuniarias a fin de obtener un pago a cambio de dejar en libertad al raptado, figura
que es muy común en los Estados Unidos de Norte América; al efecto debemos
recordar el rapto del niño Lindberg, que ha pasado a la historia criminal. Nuestro
código se refiere al rapto mencionado en primer término.

De modo preliminar y general, podemos definir el rapto de mujer, como el delito


consistente en la sustracción de una mujer sacándola del lugar donde se encuentra,
.de modo fraudulento o violento, con fines deshonestos o de matrimonio.

El rapto es Un delito contra las personas, puede ser de las siguientes clases: a)
Rapto por fuerza o contra la voluntad del sujeto pasivo; b) rapto no violento; c) rapto
agravado con presunción de muerte.

Con el fin de configurar el tipo de rapto con fuerza deben concurrir los siguientes
elementos: 1) Sustracción de una mujer de su domicilio o del lugar donde se
encuentra; 2) la sustracción debe realizarse contra su voluntad; 3) el objetivo que
persigue la sustracción debe ser él abusar o causar daño.
El rapto no violento tiene como elementos constitutivos los siguientes: 1) La víctima
de la sustracción debe ser menor de edad; 2) que el rapto se realice con anuencia
de la persona; 3) que el rapto se realice con miras deshonestas.

El rapto agravado con presunción .de asesinato, se presenta cuando el raptor no da


razón del paradero del raptado o alguna explicación satisfactoria mientras que el
raptado no aparece.

De acuerdo a nuestra legislación el rapto es de otra persona, es decir no especifica


sexo, razón por la cual la victima puede ser hombre o mujer, con el fin de abusar de
ella o causarle daño, por lo tanto, este delito puede ser cometido contra la
honestidad o contra la libertad.

Al respecto nuestro Código establece las siguientes figuras:

I. Es raptor quien, para abusar de otra persona o para hacerle daño, la lleve forzada
contra su voluntad, de una parte a otra, ya sea con violencia material o con amenaza
o intimidación suficiente para impedirle resistencia, o engañándola a nombre de
autoridad legítima. La pena que se aplica en este caso es de uno a cuatro años de
obras públicas, pero si se causan heridas o malos tratamientos se agrava la sanción.

Por esta definición de nuestra legislación, vemos que el rapto consiste en sacar a
una persona de su domicilio, sin su voluntad, la misma que desaparece por la
violencia, el engaño, la amenaza o la intimidación.

II.- También comete rapto quien, por cualquier engaño, pero sin fuerza o violencia
ni amenazas, robe a una persona que se deja llevar de buena fe sin conocer el
engaño. Al autor se lo sanciona con reclusión de uno a tres años, sin perjuicio de
otra pena por el engaño.

Se agrava el delito cuando contra la voluntad de la persona robada, se la abusa


deshonestamente, en los casos anteriores. Castigándose con la pena de cuatro
años más de obra públicas y destierro por igual tiempo; pero si además se la
maltratare de obra o se cometiere con ella otro delito, se sufrirá la pena del delito
respectivo.
III.- Presunción de asesinato. Si la persona raptada, de acuerdo a los dos primeros
casos, no aparece en el tiempo de terminarse el juicio, ni el raptor da razón de ella,
se castiga el delito con presidio de diez años. Pero si aparece el raptado
comprobándose que no ha muerto, y se evidencia que no apareció antes por causas
ajenas al reo, este saldrá del presidio y no sufrirá más que la pena que le
corresponda por los artículos anteriores.

Hay una causal disminúyeme cuando la víctima del rapto es mujer pública,
reduciéndose la pena a la mitad de la principal.

El Código Penal contempla estas figuras en los artículos 548 al 551 y 554.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 tipifica estos delitos en los artículos 313
al 317, distinguiendo el rapto propio, el impropio y el realizado con miras
matrimoniales que es tratado indulgentemente.

2.- ROBO DE MUJER CASADA. Hemos hecho referencia al rapto llamado propio
consistente en el realizado contra la voluntad de la mujer que hubiese llegado a la
pubertad y al rapto impropio que es el realizado con la voluntad de la mujer que
hubiere llegado a la edad de la pubertad.

Dentro de la anterior distinción, tenemos que el robo de mujer casada, como llama
nuestro Código, es el rapto propiamente dicho de una casada para abusar de ella.
Para que este tipo se configure, se requieren los siguientes elementos constitutivos:
a) Que la mujer sea casada. b) Que se la saque de su domicilio con su
consentimiento.

Sobre este delito nuestra ley tiene las siguientes figuras:

I.- Quien para abusar de una mujer casada la robe a su marido, consintiéndolo ella
comete delito, que se sanciona con dos a seis años de reclusión y destierro por igual
tiempo.

II.- En el caso de rapto; si la fuerza o engaño se cometen con mujer casada, la pena
se agrava con un año más de obras públicas y destierro mientras viva el marido, a
no ser que éste permita que el destierro se suspenda.
Estos tipos están señalados por los artículos 556 y 553 del Código Penal.

3.- ROBO DE MENORES. El rapto de menores es una de las figuras delictivas más
usuales en los países donde existen grandes fortunas, con el fin de obtener a través
del rapto, una compensación para la devolución del menor. En otros países existe
el robo de menores, pero principalmente para dedicarlos a diferentes labores, a fin
de sustituir y reemplazar a las personas de servicios pagados, como sucede en
nuestro país, o para dedicarlas a la trata de blancas cuando las víctimas son niñas.

Para los efectos de nuestra ley es necesario distinguir el menor que ha cumplido 21
años, pudiéndose tratarse de un emancipado, es decir de un mayor de 18 años y
menor de 21 que ha sido emancipado; del robo con consentimiento del menor. En
estos casos las consecuencias penales son distintas. Hay que considerar también
el robo del menor de 17 años no emancipado, caso en el que se presume que no
puede dar su consentimiento porque no tiene madurez.

Además de las anteriores diferencias, existe otra que apareja diferencias penales
según se trate del robo conexo con la corrupción del menor, es decir realizado para
promover, facilitar o favorecerla prostitución o corrupción de una persona, ya sea
con actos o consejos. Incluso hay deliro de corrupción si estos actos se realizan con
el consentimiento del menor o cuando tiene lugar sobre menores corrompidos,
bastando para el efecto que se den facilidades para la realización de estos actos
impúdicos, aunque estos no se realicen.

El delito en estas figuras se consuma cuando se realizan los actos encaminados a


promover, favorecer, facilitar la corrupción o prostitución, aunque ésta no llegue a
consumarse.

De acuerdo a nuestro Código vigente, tenemos sobre estos delitos las siguientes
figuras:

I- El robo de un menor no emancipado con su consentimiento; se sanciona el caso


con reclusión de dos a seis años, más destierro por igual tiempo y multa.

II- Cuando se robe a un menor que no hubiere cumplido 17 años, se supone que no
hay consentimiento por la falta de madurez para expresarlo; la pena aplicable a esta
figura es la de obras públicas de dos a cuatro años con destierro por igual tiempo y
multa. Se exime de sanción cuando el menor de 21 años soltero o viudo robe a
soltera o viuda menor de 17 años con su consentimiento y se casan; pero sino, se
casan, se sanciona con reclusión de uno a cuatro años y dos más de destierro.

III.- Cuando se robe a menor de 21 años para corromperla, se castiga el delito con
presidio de cuatro a ocho años, con igual tiempo de destierro.

Estas figuras están determinadas en el Código Penal en los artículos 557 y 426.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 señala estas figuras bajo el título de
corrupción de menores en el artículo 318 que dice: "(Corrupción de menores) El que
mediante actos libidinosos o por cualquier otro medio corrompiere o contribuyere a
corromper una persona menor de diez y siete años incurrirá en privación de libertad
de uno a cinco años. La sanción podrá ser atenuada libremente o eximirse la pena
al autor, si el menor fuere persona corrompida". El artículo 319 del Anteproyecto
dice: "(Corrupción agravada) La pena será de privación de libertad de uno a seis
años: lº Si la víctima fuere menor de doce años. 2º Si el hecho fuere ejecutado con
propósito de lucro. 3º Si mediare engaño, violencia o cualquier otro medio de
intimidación o coerción. 4º Si la víctima padeciere de enfermedad o deficiencia
psíquica. 5º Si el autor fuere ascendiente, marido, hermano, tutor o encargado de la
educación o custodia de la víctima.

El Anteproyecto, en el artículo 320, trata de la corrupción de mayores y dice: "El que


por cualquier medio corrompiere o contribuyere a la corrupción de mayores de diez
y siete años, será sancionado con reclusión de tres meses a dos años. La pena será
agravada en una mitad en los casos 2º, 3º, 4º y 5º del artículo anterior". En este
mismo capítulo, el Anteproyecto trata del Proxenetismo y de la Rufianería en los
artículos 312 y 322 respectivamente.

4.- DETENCIÓN ARBITRARIA. Es necesario recordar que la detención tratada en


este subtítulo difiere de la detención arbitraria tipificada en el Libro 2º del Código
como delitos de los funcionarios públicos en ejercicio de sus funciones, situación
que ya hemos analizado. Ahora nos referiremos al delito cometido por un particular
cuando encierra o detiene a otro privándole de libertad.

En estos delitos, el sujeto activo puede ser cualquier persona, excepto el funcionario
público que usando de sus facultades ordena o practica la detención, es decir que,
actúa como representante del Poder Público. Sujeto pasivo, también puede ser
cualquier persona, incluso quien está privado de la facultad de moverse.
Lógicamente, el valor jurídico protegido y lesionado es la libertad, especialmente la
de locomoción.

Los elementos constitutivos de éstos delitos son principalmente:

1) El hecho de privar a una persona de su libertad, ya sea por el encierro o


detención. Al efecto, para nuestro estudio, encerrar significa poner a uno en un lugar
del que no puede salir y detener, significa impedirle o restringirle la libertad de
movimientos.

2) La privación de libertad debe ser ilícita; si interviene alguna circunstancia que


hace desaparecer la ilicitud también desaparece la antijuricidad, así, por ejemplo,
cuando en un delito infraganti se detiene al autor en ausencia de las autoridades
llamadas por ley.

3) El acto debe estar investido de intención criminal, es decir, de la voluntad de


privar de libertad a una persona. El delito se consuma cuando efectivamente se ha
privado al sujeto de libertad.

Cuando el agente sufre el error de hecho de buena fe, cuando por ejemplo cree que
un sujeto ha cometido un delito infraganti sin que lo haya cometido y lo detiene,
entonces la privación de libertad no es delito, porque en el acto no está presente la
voluntad criminal.

Sobre la detención arbitraria nuestro Código tiene las siguientes figuras:

I.- Quienes cometen algún delito de detención arbitraria o atentado contra la libertad,
son delincuentes contra la libertad de los bolivianos, delito tipificado por el Capítulo
IV, Título I del Libro 2º del Código que ya hemos visto.
II.- Quien, sin facultades legítimas o sin órdenes de autoridad competente, ate o
haga atar a una persona o le ponga o haga poner grillos, esposas, o cadenas o lo
oprima de cualquier otro modo equivalente, fuera del caso de que esto sea preciso
para su seguridad, o cuando se halle delinquiendo o infraganti, o se teme su
resistencia o fuga; se le aplica la pena de uno a tres años de reclusión y multa. Pero
si el sujeto es funcionario público, además se le aplica la pena que por ello merezca
de acuerdo al Capítulo IV, Título I del Libro 2º.

Estas figuras están contempladas en los artículos 559 y 561.

El Anteproyecto de 1964 contempla estas figuras bajo el título de "Delitos contra la


libertad individual", entre los que enuncia reducción a la esclavitud o estado análogo,
privación de libertad, amenazas, coacción, vejámenes, y torturas, delitos contra la
libertad, de prensa, atentados contra la libertad de enseñanza, en los artículos 291
a 297.

5.- DE LOS QUE FUERZAN A OTROS A REALIZAR ACTOS PÚBLICOS. OTROS


TIPOS DE EMPLEO DELICTIVO DE FUERZA. Los delitos del subtítulo hoy se
denominan coacción y generalmente son ejecutados contra el patrimonio y
consisten en impedir a otro, con violencia, hacer lo que la ley no prohíbe o le
compelen a realizar lo que no quiere, sea el objetivo justo o injusto.

En estos casos, el bien jurídico lesionado es la libertad, ya que se viola la facultad


de libre determinación y, expresión de la voluntad. El sujeto activo puede ser
cualquiera y el sujeto pasivo también puede ser cualquier persona capaz, por lo
tanto, no pueden ser víctimas los privados de voluntad o capacidad.

Los elementos constitutivos de estos delitos son: 1) Impedir a otro hacer lo que la
ley le permite, u obligarle hacer lo que la ley prohíbe o finalmente, obligarle hacer lo
que no quiere; el hecho básico es lesionar la voluntad. Para el efecto por violencia
se entienden la fuerza física y la intimidación. 2) La violencia empleada ha de ser
ilícita. De esto se deduce que el que impide a otro hacer lo que la ley prohíbe no
comete delito. 3) El tercer elemento de estos delitos está representado por la
voluntad de emplear la violencia para imponer a otro una conducta determinada.
Este delito se consuma cuando por la coacción, a causa de la violencia o
intimidación, la víctima hace lo que no quiere o deja de hacer lo que quiere.

Sobre este tema, en nuestro Código tenemos las siguientes figuras:

I.- Quien contra la voluntad de una persona ya sea con amenazas, violencias,
intimidación, la fuerza a otorgar testamento, escritura o contrato, a firmar acta o
escrito, entregar o inutilizar título, documento o efecto cualquiera, siempre que de
los actos resulten contra la persona forzada, una obligación y una responsabilidad
que no contraería libremente, o una disposición que no habría hecho con igual
libertad, o disminución del derecho; la pena que se aplica es de reclusión de dos a
cuatro años. Si por el hecho resulta perjuicio a la propiedad de la persona forzada
o a sus herederos, se aplicará además una multa del triple del perjuicio y
usurpación.

II.- Quien, por intimidación, violencia, fuerza, amenaza, sin autoridad o sin orden de
autoridad competente, obligue a una persona a lo que no quiere, sea justo o injusto,
o para impedirle que ejecute lo que no esté prohibido por la ley; se lo sancionará
con la pena de arresto de ocho días a seis meses con multa.

III.- Quien, ejerciendo autoridad pública, abuse de ella obligando a realizar a una
persona lo que no está obligada a hacer o a no hacer lo que no está prohibido; se
lo sancionará con penas iguales a las anteriores.

Existe agravante cuando quien cometa estos delitos se hace pasar por autoridad
usando títulos, insignia falsa, uniforme o distintivo; sufrirá la pena correspondiente
a estos delitos y las de arresto se transformarán en obras públicas.

Además de lo dicho, debemos referirnos a la amenaza que atenta contra el derecho


que tienen las personas de sentirse seguras y tranquilas, contra toda perturbación
de la tranquilidad personal y familiar y de sentirse seguras de la confianza mutua.

Las figuras vistas las define el Código en los artículos 560 y 562.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 contiene el artículo 294 que dice:
"(Coacción) El que con violencia o amenazas graves obligare a otro a hacer, no
hacer o tolerar algo a que no está obligado, incurrirá en reclusión de seis meses a
dos años. La sanción será de reclusión de uno a cuatro años, si para el hecho se
hubiere usado de armas". Asimismo, en el artículo 293 se refiere a las amenazas
del siguiente modo: "El que mediante amenazas graves-alarmare o amedrentare a
una persona, será sancionado con prestación de trabajo de un mes a un año y multa
basta de sesenta días. La pena será de reclusión de tres a diez y ocho meses, si la
amenaza hubiere sido hecha con arma o por tres o más personas reunidas".

6.- VIOLACIÓN DE SEPULTURA. Las sepulturas en algunos casos dan derecho


perpetuo para que reposen indefinidamente los restos, de los deudos, en otros
casos el tiempo es limitado, pero de todos modos son inviolables, es decir que no
se las puede abrir, salvo disposiciones judiciales, debido a que ellas representan no
sólo elementos materiales sino principalmente morales, son el símbolo material de
los antecesores y seres queridos muertos; por eso es que tienen el carácter de
inviolables.

Cometen estos delitos quienes faltando al respeto debido a la memoria de los


muertos violaren los sepulcros o practicaren profanación de cadáveres.

La ubicación de estos delitos en el Código Penal debía estar entre los delitos contra
la religión por el significado religioso que tienen los cadáveres y no entre los delitos
de fuerzas y violencias contra las personas como lo hace el Código.

El delito de violación de sepulturas comprende: a) La profanación de sepulcros; y b)


la profanación de cadáveres.

Para nuestro Código, sepulcro y sepultura son sinónimos y entiende por ellas el
lugar donde se ha inhumado o enterrado un cadáver o parte de él. El delito consiste
en violar el sepulcro, levantar la loza o abrirla de cualquier medio, también
comprende la destrucción o mutilación de estatuas o adornos.

La profanación de cadáveres está contenida en el hecho de desenterrarlo y ejecutar


cualquier acto atentatorio a la memoria de los cadáveres. Por cadáver, para fines
de estas figuras se entiende el muerto o parte de él. Con estos delitos comúnmente
se cometen conexos los de robo y hurto, puesto que casi no tiene objetivo la
violación de la sepultura si no es para robarla, a no ser que el sujeto activo tenga
alguna anormalidad mental que lo pueda conducir a actos con los cadáveres, como
por ejemplo la necrofilia.

Sobre estos delitos, de acuerdo a nuestro Código tenemos el siguiente tipo: Art.
563: "El que a sabiendas abra o quebrante sepulcro bien para aprovecharse de sus
materiales, bien para despojar al cadáver sepultado de sus vestiduras, o efectos
bien para desenterrar-sus restos o deshonrarlos de cualquier otro modo". La pena
que se aplica a-este delito es de arresto de tres meses a un año y multa, sin perjuicio
de castigar por robo si el agente comete este delito. Existe una eximente de
responsabilidad si el acto se realiza por orden de autoridad competente, se
practique la exhumación o se abre el sepulcro pasado el tiempo del convenio, por
autoridad competente, de acuerdo a las normas vigentes.

Esta figura está definida por el artículo 563 del Código Penal.

7.- DE LOS QUE EXPONEN, OCULTAN O CAMBIAN NIÑOS O COMPROMETEN


DE OTRO MODO SU EXISTENCIA NATURAL O JURÍDICA. En otras legislaciones,
los delitos de este subtítulo están consignados entre los "Delitos contra el estado
civil de las personas". Entre las principales figuras de estos delitos tenemos la
suposición de parto que consiste en que falsamente se supone hijo de una mujer, a
quien no es su madre, alterándose por consiguiente el estado civil, situación que
cobra gran importancia en sucesión; así la viuda que no tiene hijos concurre a la
sucesión con los padres del causante, mientras que si hay hijos concurre sólo con
los hijos.

En estos delitos, el elemento material está constituido por el hecho de fingir que un
niño ha nacido de una mujer que no es su madre. Comete el delito la mujer que
finge estar en cinta y dar a luz. Es indiferente para la configuración del delito la
filiación legitima o ilegítima. El elemento psicológico está representado por el ánimo
de atribuirse al niño a una mujer que no es su madre. El móvil que estimula la
comisión de este delito puede ser el lucro; el ejemplo puesto, de la mujer que
enviuda, o de obra índole, por ejemplo, encubrir una filiación ilegítima con una
aparente legitimidad. Este delito se consuma con la simulación de parto, sin que sea
necesario que lo inscriba en el registro civil. Son también autores la mujer que finge
el estado de preñez y quienes la cooperan.

La sustitución de un niño por otro consiste en colocar un niño en lugar de otro que
ha nacido de distinta madre. En este delito puede-ser sujeto activo cualquier
persona, los padres o extraños; sujeto pasivo son los niños cambiados, alterándose
con esto su estado civil. Mediante la sustitución se introduce en la familia un niño
que no es de ella, otorgándole filiación que no es la suya. Es indiferente el sexo. Los
niños pueden ser recién nacidos o de corta edad.

Puede darse el caso de doble sustitución cuando dos son los niños intercambiados.

El elemento psicológico radica en la voluntad de sustituir un niño por otro. El delito


se consuma cuando realmente se cambian los niños; tampoco es necesario que se
inscriba en el Registro Civil.

La ocultación de niño consiste en hacer desaparecer el hijo y la exposición es el


abandono del hijo. En ambos casos es indiferente el modo cómo se realiza. El
elemento psicológico de estos delitos consiste en hacer perder el estado civil del
niño.

En estos delitos, puede ser sujeto activo cualquiera, el sujeto pasivo es el o los niños
según los casos. Algunas legislaciones exigen que el hijo sea legítimo.

La usurpación del estado civil consiste en la ficción del agente que aparenta ser una
persona distinta a lo que realmente es, con ánimo de usar los derechos de la
persona aparentada.

Pasando a la legislación positiva, nuestro Código Penal contempla sobre estos


delitos las siguientes figuras:

I.- Quienes voluntariamente exponen o abandonen un hijo suyo de legítimo


matrimonio y menor de siete años cumplidos, no siendo en casa de expósitos,
hospicio u otros bajo protección de autoridad pública; se aplica al delincuente la
pena de reclusión de uno a tres años. Para configurar este delito se requieren los
siguientes elementos constitutivos: 1) Abandono voluntario; 2) hijo legítimo; 3)
menor de siete años cumplidos; 4) que el abandono se haga en lugar que no sea
prescrito por ley o bajo autoridad.

II.- Quien se encargue de la lactancia, educación o cuidado de un niño: a) Legítimo;


b) de padres conocidos; c) menor de siete años cumplidos; d) que lo abandone o
exponga voluntariamente en lugar que no esa señalado por ley o autoridad para
este efecto, se le aplica la pena de reclusión de seis meses a dos años.

III.- Quien: a) Abandone, exponga voluntariamente niño menor de siete años


cumplidos; b) niño ilegítimo o de padres desconocidos; c) que no sea en lugar
señalado por ley o autoridad; se sanciona con arresto de tres meses a un año. Existe
agravante cuando estos delitos se cometen por los padres naturales o por los
encargados de su lactancia, cuidado o educación, aplicándose el doble de la pena
anterior.

IV.- Quien, dentro de las anteriores circunstancias, abandone un niño en soledad o


sitio retirado del paso de las personas con probabilidad de no ser socorrido; la pena
que se aplica es de reclusión de doble tiempo por el delito respectivamente
señalado.

V.- Si por el abandono, el niño queda herido o lesionado, la pena que se aplica es
además de la del abandono, la de la herida; pero si el niño muere la pena es de seis
a diez años de obras públicas. Si los autores del abandono son los padres o
encargados de su cuidado o educación o lactancia, la pena es de ocho años de
presidio.

VI.- Compromete el estado civil de un niño quien encontrando un niño recién nacido
abandonado o expuesto no lo entregue o dé cuenta de su hallazgo a la autoridad;
la pena que se aplica es de arresto de ocho días a cuatro meses.

VII.- Compromete el estado civil de un niño quien, habiéndose encargado de su


lactancia, educación y cuidado, siempre que el niño no haya llegado a la edad de la
pubertad, lo niegue u oculté a las personas que legítimamente lo reclaman, y a
sabiendas cambia el niño por otro; la pena que se aplica en este caso es de
reclusión de uno a tres años y multa.
Nuestro Código contiene estas figuras en los artículos 570 a 575; y el Anteproyecto
del Código Penal de 1964, en los artículos 278 a 280 y 244.

8.- DE LOS PARTOS FINGIDOS. Ya nos hemos referido también a este caso, que
también se llama suposición de parto, y que consiste en que falsamente se supone
hijo de una mujer que no es su madre, alterándose así el estado civil.

Sobre este delito el Código Penal tiene la siguiente figura: Art. 576: "Las mujeres
que supongan haber parido un hijo que no es suyo y a los que a sabiendas las
auxilien para ello 5. Serán sancionados con reclusión de uno a tres años y multa. El
Anteproyecto del Código Penal de 1964, sobre la misma figura, trata en el inciso" 4
del artículo 244.

9.- DE LOS QUE NO PRESTAN SOCORRO PUDIENDO HACERLO. El deber de


asistencia a quien necesite ayuda surge de la solidaridad social creada por el hecho
de la convivencia y que en determinadas circunstancias obliga al socorro que
recíprocamente se deben las personas, especialmente cuando se encuentran en
situaciones aflictivas como por ejemplo sufriendo heridas, malos tratos, ataques de
agresor injusto, etc. Esta obligación crece cuando las personas desempeñan ciertas
funciones, como por ejemplo las de policía, etc.

Sobre este delito, que es principalmente de omisión, de comisión por omisión,


nuestro Código, en el artículo 578 contempla la siguiente figura: "Todo el que
pudiendo hacerlo sin perjuicio ni riesgo suyo, no prestare el socorro que esté en su
arbitrio a cualquiera persona que halle herida, maltratada, acometida por un agresor
injusto, o constituida en otro conflicto que requiera los auxilios de la humanidad...
Se le aplicará la pena de; reprensión, arresto de uno a seis días o multa. Pero si es
funcionario- público encargado del orden y auxilio quien comete este delito, se lo
sancionará con agravante.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 contempla el caso del artículo 281 que
dice: "(Denegación de auxilio) El que debiendo prestar asistencia, sin riesgo
personal, a un menor de doce años o a una persona incapaz, desvalida o en
desamparo o expuesta a peligro grave e inminente, omitiere prestar el auxilio
necesario o no demandare el concurso o socorro de la autoridad pública o de otras
personas, será sancionado con reclusión de un mes a un año".

10.- ABANDONO DE HIJOS Y DEUDOS. En este subtítulo nos corresponde, por


una parte, analizar el abandono de los hijos y, por otra, el de los deudos.

Cuando hablamos de abandono de niños nos referimos a aquellos que todavía, no


han llegado a la edad de la pubertad; el abandono se realiza por el encargado de
su guarda.

En estos delitos, el sujeto activo puede ser el padre, la madre, el tutor o cualquier
encargado del menor, aunque sea sólo conferido privadamente por los padres. El
sujeto pasivo es el menor que no ha llegado todavía a la edad de la pubertad.

El elemento material que configura estos delitos es la interrupción en los cuidados


y vigilancia de los menores que por esto quedan en situación de desamparo y
peligro. Para la existencia de este delito no es necesario que realmente se presente
el daño ni que sea grave.

El abandono del menor puede cometerse de diversos modos, llevándolo a otro lugar
en situación de peligro o no, en sitio poblado o desértico, para los efectos del delito
es indiferente la duración del abandono.

El abandono tiene lugar mediante hechos positivos, por ejemplo, sacando al niño
de casa y dejando en otro lagar; por omisión cuando se consiente su fuga o no se
hace nada para impedirla sabiendo que se va a realizar.

En algunas legislaciones, el abandono pierde su ilicitud cuando se justifica por


causa de necesidad, es decir, en la incapacidad de atender a la subsistencia del
menor. En estos delitos no se da la tentativa, el autor es quien lo realiza y quien
colabora a su ejecución o quien, por mandato, lo ejecuta.

El abandono de deudos se refiere al abandono de personas a las que estamos


obligados a mantener; nace de la obligación natural creada por el parentesco.

En los Códigos modernos existe la figura del abandono de familia, criterio seguido
también por el Anteproyecto del Código Penal de 1964. En el abandono de familia
el agente es culpable de quebrantar el deber de asistencia que la patria potestad y
la tutela imponen a los padres, tutores y a los que deben prestar asistencia a un
niño, se desentienda de los deberes familiares, especialmente cuando el abandono
se realiza en forma tal que esto significa un peligro para su vida, su integridad
personal o salud. En los niños predomina el problema del peligro moral.

Nuestro Código al respecto contiene los siguientes tipos:

I.- Quienes se encuentren encargados de la guarda, educación o cuidado de un niño


mayor de siete años y menor de la pubertad, lo abandonen voluntariamente en un
pueblo extraño o despoblado no siendo en hospicio o sitio oportuno bajo la
protección de autoridad pública; el autor será sancionado con arresto de tres meses
a miaño; pero si los que cometen el delito son los padres, abuelos, el delito se
agrava con la pena de arresto de cuatro a diez y ocho meses.

II.- Los padres o parientes que expongan o abandonen a sus hijos o deudos o que
cometen cualquier delito de los expresados en este capítulo; serán sancionados
además de las penas anteriores con la pérdida del derecho que las leyes dan a la
sucesión de los hijos o deudos.

Estas figuras están contempladas en los artículos 577 y 579 del Código vigente.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 contiene bajo el título de "Delitos contra
los deberes de asistencia familiar", el artículo 248 que dice: "(Abandono de familia)
El que sin justa causa no cumpliere las obligaciones de sustento, habitación,
vestido, educación y asistencia inherentes a la autoridad parental, tutela o condición
de cónyuge o conviviente, o abandonare el domicilio familiar o se sustrajere al
cumplimiento de las indicadas obligaciones, será sancionado con reclusión de seis
meses a dos años o multa de cien a cuatrocientos días. En la misma pena incurrirá
el que no prestare asistencia o no subviniere a las necesidades esenciales de sus
ascendientes o descendientes mayores incapacitados, o dejare de cumplir, teniendo
medios económicos, una prestación alimentaria legalmente impuesta". En el artículo
249, se refiere al incumplimiento de los deberes de asistencia y dice: "Incurrirá en
privación de libertad de seis meses a dos años, el padre, tutor, curador, de un menor
o incapaz, y quedará inhabilitado para ejercer la autoridad parental, tutoría o
cúratela en los siguientes casos: lº Si dejare de proveer sin justa causa a la
instrucción primaria de un menor en edad escolar. 2º Si permitiere que el menor
frecuente casas de juego o de mala fama o conviva con persona viciosa o de mala
vida. 3º Si permitiere que el menor frecuente espectáculos capaces de pervertirle o
que ofendan el pudor, o que participare el menor en representaciones de igual
naturaleza. 4º Si autorizare a que resida o trabaje en casa de prostitución. 5º Si
permitiere que el menor mendigue o sirva a mendigo para inspirar conmiseración".

En el artículo 250, se refiere el Anteproyecto al abandono de mujer embarazada en


los siguientes términos: "El que fuera de matrimonio hubiere embarazado a una
mujer y la abandonare sin prestarle la asistencia necesaria, será sancionado con
reclusión de seis meses a tres años. La pena será de privación de libertad de uno a
cinco años, si a consecuencia del abandono la mujer cometiere un delito de aborto,
infanticidio, exposición o abandono del recién nacido, o se suicidare".

El mismo Anteproyecto, bajo el título de abandono de niños o de otras personas


incapaces, dice en el artículo 278. lo siguiente: "(Abandono de menores) El que
abandonare a un menor de doce años, será sancionado con reclusión de tres meses
a dos años. Si del abandono resultare lesión corporal grave o muerte, la pena será
agravada en un tercio".

En el artículo 279 se refiere el Anteproyecto al abandono por causa de honor; al


respecto la crítica aplicable a este artículo es la misma que hemos hecho
anteriormente tanto al aborto por causa de honor como ai infanticidio; dice: "La
madre que abandonare al hijo recién nacido para salvar su honor, será sancionada
con reclusión de un mes a un año. Si del hecho derivare la muerte o lesión grave,
la pena será aumentada hasta tres o dos años respectivamente".

En el artículo 280, el Anteproyecto se refiere al abandono de incapaces del siguiente


modo: "Incurrirá en la pena de reclusión de un mes a dos años, el que, teniendo
bajo su cuidado, vigilancia o autoridad, abandonare a una persona incapaz de
defenderse o de valerse por sí misma por cualquier motivo".
CAPÍTULO LX

DELITOS CONTRA LA HONRA, FAMA Y TRANQUILIDAD

DE LAS PERSONAS

1.- DE LAS CALUMNIAS Y LIBELOS INFAMATORIOS. Los delitos contra la honra,


fama y tranquilidad de las personas no atacan la integridad corporal sino el ámbito
espiritual y moral llamado honor. En las sociedades debe reconocerse que la honra
es parte de la existencia social es decir el respeto es esencial a la convivencia
humana. El respeto al honor como a la vida es creación de la persona humana, es
un hecho cultural y no natural.

Para nuestro estudio es necesario resolver la pregunta ¿qué es el honor? ¿En qué
consiste? Al respecto se pueden dar muchas definiciones, pero nosotros diremos
que es la conformidad de nuestros actos con la norma moral. La honra, a su vez, es
el concepto que los demás tienen de nuestro honor. Los delitos que atacan la honra
infringen el concepto que los demás tienen de nuestra virtud.

Es necesario distinguir en la idea de honor un aspecto subjetivo y otro objetivo. El


aspecto subjetivo es el sentimiento de la propia dignidad moral, de nuestros méritos,
de nuestro valor moral. La esfera objetiva comprende la representación de la
apreciación y estimación que los demás hacen de nuestras cualidades morales y de
nuestro valor social. El aspecto subjetivo es el honor en sentido estricto y el objetivo
es la buena reputación. La lesión contra cualquiera de estos dos ámbitos integra los
delitos contra el honor.

La protección jurídica en este campo no sólo se refiere al honor, a la dignidad


personal y buena reputación, sino que en general, se extiende para sancionar toda
imputación falsa de hechos delictuosos y expresiones o hechos ofensivos a la
dignidad e integridad moral de las personas, tanto de los que disfrutan de buena
reputación como dé los indignos y deshonestos.

Los principales delitos que abarcan estos actos son las calumnias, injurias y libelos
infamatorios.
Podemos definir la calumnia como lo hace el Código Español, "la falsa imputación
de un delito de los que dan lugar a procedimiento de oficio".

En este delito puede ser sujeto activo cualquiera; de igual modo sujeto pasivo puede
ser cualquiera, incluso los niños y locos, ya que a estos también se les puede causar
daños en su buena reputación individual y familiar. Así mismo las personas jurídicas
pueden ser sujetos pasivos, ya que tienen honra y reputación; también puede ser
víctima la persona viva e incluso los muertos, pues son sujetos de derechos en
atención a sus parientes.

Los elementos constitutivos de estos delitos son los siguientes:

1) La falsa imputación de un delito, es decir atribuir un delito„ culpa o acción


delictuosa; la imputación debe ser de hecho punible de acuerdo a ley. A los efectos
de este delito es secundaria la clase de delito imputado, pero debe ser de delito
público; la imputación de una falta o contravención no da lugar a la calumnia; así
mismo es secundaria la publicidad de la imputación, es decir que puede ser hecha
ante numeroso público o ante una persona; es secundario el grado de delito
imputado o que sea de autor, cómplice, etc. La imputación debe recaer sobre
hechos concretos y determinados, designándose la persona imputada.

2) Voluntad criminal, es decir que, el elemento subjetivo está integrado por el


conocimiento del grado de inocencia del imputado, o sea que quien imputa debe
saber que el delito no ha sido cometido por el imputado. La voluntad debe ser
consciente; aunque algunos autores consideran que debe haber ánimo consciente
de perjudicar al calumniado, otros creen que no es necesario la concurrencia de un
dolo especial, sino que basta la mera voluntad. No se da la voluntad delictuosa y,
por lo tanto, no hay delito, si la imputación falsa se hace de buena fe o en el ejercicio
legítimo de un cargo.

Las calumnias proferidas contra una persona en un sólo acto sin interrupción
constituyen un solo delito, pero si se imputan hechos distintos hay tantas calumnias
como delitos imputados.
Por lo general, se distinguen dos clases de calumnias: a) la calumnia propaganda
por escrito y con publicidad (libelo infamatorio) que es la más grave; b) la no
propaganda por escrito y sin publicidad.

La calumnia, que es delito contra el honor, tiene semejanza con la acusación o


denuncia falsa que es un delito contra la administración de justicia; ambas consisten
en la falsa imputación de un delito, pero en la calumnia la falsa imputación es ante
cualquiera, mientras que la acusación es ante el juez, atentando contra la
administración de justicia.

El libelo infamatorio es la calumnia cometida en sermón público, discurso


pronunciado en sitio público, en cartel, anuncio, pasquín, prensa, lámina, pintura u
otro documento puesto al público o en papel impreso que haya sido distribuido a
otras personas.

En estos delitos, existe la llamada "exceptio veritatis", es decir la prueba de la


veracidad de la imputación, circunstancia con la que desaparece la violación de bien
jurídico, desapareciendo la calumnia.

Nuestro Código distingue la calumnia pública, el libelo infamatorio y la calumnia


privada, configurando al respecto los siguientes tipos en los artículos 80, 580 y 582:

I.- Quien, en discurso o acto público en papel leído o conversación tenida


abiertamente en reunión o sitio público o en concurrencia particularmente
numerosa, calumnie a otro imputándole voluntariamente y con falsedad delito o
culpa que esté señalada por ley. La pena que se aplica es la retractación pública y
la tercera parte a la mitad de la misma pena que se impondría al calumniado si fuera
cierta la imputación, sin que en ningún caso la pena pueda ser inferior de 1 a 2 años
de reclusión si es la calumnia pública. Para efectos de este delito se ha de entender
por concurrencia particularmente numerosa aquella que pase de cinco personas,
además de los que habiten la casa o sitio donde se verifique la concurrencia.

II.- Libelo infamatorio. Si la calumnia fuere cometida en sermón o discurso público,


en cartel, anuncio, pasquín, lámina o pintura, u otro documento puesto al público o
en papel impreso o manuscrito que haya sido distribuido a otra persona o enviado
o presentado a otra autoridad. La pena que se aplica en este caso además de las
prescritas en el caso anterior es multa,

III.- Calumnia privada. La calumnia que se cometa privadamente imputando o


echando en cara a otra persona en presencia de una o más personas, un hecho
falso de que siendo cierto podría resultar algún daño, deshonra, odiosidad o
desprecio; la pena aplicable en este caso es la retractación en presencia del juez y
escribano, con reclusión de uno a seis meses

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 tiene el artículo 282 que dice:
"(Difamación) El que, de manera pública, tendenciosa y repetida, revelare o
divulgare un hecho, una calidad o una conducta capaces de afectar la reputación
de una persona individual o colectiva, incurrirá en prestación de trabajo de un mes
a un año o multa de veinte a doscientos cuarenta días". En el artículo 283 trata de
la calumnia y dice: "El que por cualquier medio imputare a otro falsamente la
comisión de un delito, será sancionado con privación de libertad de seis meses a
tres años y multa de cien a trescientos días. En el artículo 284 define la ofensa a la
memoria de los difuntos del siguiente modo: "El que ofendiere la memoria de un
difunto con expresiones difamatorias o con imputaciones calumniosas, incurrirá en
las mismas penas de los dos artículos anteriores. La propalación de ofensas está
tratada en el artículo 285 que dice: "El que propalare o reprodujere por cualquier
medio los hechos a los que se refieren los artículos 282, 283 y 284, será sancionado
como autor de los mismos". La excepción de verdad está tratada por el artículo 286
del siguiente modo: "El autor de difamación y calumnia no será punible si las
imputaciones consistieren en afirmaciones verdaderas, pero el acusado solo podrá
probar la verdad de la imputación: 1) Cuando se trate de ofensas dirigidas a un
funcionario público y con referencia a sus funciones. 2) Cuando el querellante
pidiere la prueba de la imputación, siempre que tal prueba no afecte derechos o
secretos de tercera persona".

2.- INJURIAS. SUS CLASES. Por injuria se entiende toda expresión proferida o
acción ejecutada en descrédito, deshonra o menosprecio de Otra persona (Cód.
Español).
De la misma manera que en la calumnia, el sujeto activo y pasivo puede ser
cualquiera; se exceptúan los dignatarios de Estado que pueden ser agentes de
delitos especiales señalados por el Libro 2º.

Los elementos constitutivos de éstos delitos son:

a) Expresiones, o actos, palabras o hechos, propalados oralmente o escrito;


estas expresiones deben tener contenido ofensivo, exteriorizando el propósito de
injuriar en actos o en omisiones. Las injurias pueden realizarse directamente o por
intermedio de otra persona, en presencia o ausencia del ofendido, en privado o en
público o con publicidad, caso en el que se presenta agravante.

El delito se consuma cuando haya el propósito de injuriar o menospreciar al


injuriado; no influye en el delito el vicio o condición de ignorancia del ofendido.

La injuria ha de ser ejecutada para deshonra, desprecio o descrédito de la víctima.


Con relación al descrédito no sólo se refiere al honor, sino a las cualidades y
capacidades para el desempeño de actividades o profesión (por ejemplo, tratándose
de profesionales, desacreditarles lo que repercute en su economía).

b) Para que se configure este delito, es necesario que exista el ánimo de


ofender, animus injuriandi, que se presume presente a menos que se demuestre lo
contrario.

Para la existencia del delito es indiferente el móvil. La injuria desaparece cuando el


autor obra en ejercicio de un derecho o en el cumplimiento de un deber. El testigo
que preguntado por un juez hiere el honor o buena fama de una persona no comete
injuria. Así mismo no hay injuria en el "animus corrigendi", es decir en las frases o
expresiones con la intención de corregir, ya que no hay animus injuriandi; de igual
modo en el "animus jocandi" realizado con el deseo dé divertirse si se realiza en el
límite del mutuo respeto y no se esgrima como pretexto para injuriar y difamar;
asimismo en el "animus consilendi", es decir en la intención de aconsejar e informar;
también en el ánimo de crítica y censura si recae sobre acción política o pública de
las autoridades; en el "animus narrandi" no se excluye la injuria si quien refiere lo
hace con el ánimo de desacreditar o deshonrar; el "animus defendendi" o sea de
defensa de personas o intereses legítimos puede excluir la injuria si no hay propósito
deliberado de ofender; en el "animus retorquendi" el injuriado devuelve la injuria:
hay compensación de injurias.

La injuria verbal se consuma en el momento en que se pronuncia la palabra


injuriosa, la escrita en el momento que llega a conocimiento del injuriado y la de
imprenta, en el momento en que se publica el escrito.

La injuria es un delito formal, pues no es necesario que el injuriado se deshonre o


desacredite realmente para que haya delito.

Puede darse el concurso de injurias en el delito de lesiones, con la calumnia si se


imputa delito y vicio vergonzoso.

Cuando la injuria se dirige a varias personas hay tantos delitos como personas
ofendidas; si son varias las dirigidas a una misma persona en un solo acto y sin
interrupción hay un solo delito; si se las infiere en diversos momentos o en diversos
escritos, hay concurso real de delitos.

Las injurias generalmente se clasifican en graves y leves. Las graves siempre son
delitos; en otras legislaciones las leves son delitos cuando se las hacen por escrito
y con publicidad.

En la calumnia, se admite siempre prueba sobre el hecho criminal imputado; en las


injurias no se admite prueba sobre la verdad de las imputaciones, ya que en la
calumnia interesa descubrir y castigar el delito, mientras que en la injuria no hay
interés de la sociedad. No se admite la "exceptio veritatis" de la injuria, pues si se
imputa un hecho indigno o deshonroso, aunque fuere verdadero, se ofenden la fama
y reputación.

Nuestro Código distingue las injurias en graves y leves, enunciándolas


taxativamente, entre los casos principales tenemos los siguientes:

I. Se considera injuria todo acto, toda palabra dicha con intención de


deshonrar, afrentar, envilecer, desacreditar, hacer odiosa, sospechable,
despreciable, o mofar o poner en ridículo a otro, siempre que el acto o la
palabra sea bastante para causar algún efecto en la opinión común o en
las más generalmente recibida entre las gentes del pueblo en que se
cometa el delito, o también es injuria omitir o rehusar la honra o señal de
respeto, con intención de injuriar.
II. Injuria grave. Se considera injuria grave: cuando se comete contra alguna
persona anunciando o diciendo de él o echándole en cara en presencia
de otra u otras personas: a) Delito; b) culpa o vicio; c) aunque sea cierto,
pero que pueda causarle responsabilidad civil o criminal; d) deshonrarle;
e) envilecerle; f) desacreditarle; g) hacerle odioso; h) despreciable; i)
sospechoso; en la opinión común o entre las gentes del pueblo. Se
presume la intención de injuriar cuando se la hace espontáneamente y a
sabiendas. Todas las demás injurias que no se encuentran entre las
enunciadas se consideran leves. Él delito anteriormente descrito se
sanciona cuando es grave, hecho en público o per escrito, con
satisfacción o reclusión o prisión de dos meses a un año. Pero si es en
libelo infamatorio además se impone la multa. En ningún caso servirá al
reo la excusa de ser notorio o declarado judicialmente el hecho en que
consiste la injuria grave o que pruebe la veracidad a menos que el
ofendido le acuse de calumnia; siempre el ofensor queda sujeto a la pena
de injuria.

La injuria grave ejecutada privadamente, se sanciona con arresto de un mes a un


año y satisfacción privada. La cometida en público se sanciona con satisfacción
pública y arresto de ocho días a dos meses. Las injurias leves serán castigadas de
cuatro a doce días y la satisfacción privada o pública, según el caso y multa.

En las injurias leves cuando no resulta malicia ni intención y el reo protesta que su
ánimo no era perjudicar ni causar daño, la pena se reduce al pago de costas y
satisfacción pública o privada según el caso.

En las injurias graves cuando resulta no haber malicia ni intención de injuriar, la


pena se reduce a satisfacción y arresto de cuatro días a dos meses.
Cuando se presenta la circunstancia de injurias recíprocas, éstas se compensan,
pero si hubieren causado escándalo, el juez corregirá a quien creyere conveniente
y penará con arresto de quince días o multa.

Como circunstancias agravantes para las injurias tenemos las siguientes: a) La


publicidad del delito; b) la solemnidad del acto en que se comete; c) la
consideración, autoridad o superioridad, clase conspicua o notoria del ofendido; d)
la buena fama del injuriado; e) la calidad de mujer honrada; f) ser el ofensor,
subalterno, inferior, súbdito, dependiente o beneficiado por el injuriado.

En el caso de que la injuria sea por libelo infamatorio se recogerán todas las copias
para inutilizarlas. Quien, a sabiendas de la orden del Juez, conserve alguna copia,
será sancionado con multa; pero si es necesario conservar el documento, se
borrarán las partes injuriosas o calumniosas.

Se presenta la excepción o exclusión de antijuricidad, es decir, no hay injuria cuando


los padres y ascendientes en línea recta con respecto a sus hijos y descendientes;
los amos,1 maestros, tutores, jefes, superiores y autoridades legítimas, en cuanto a
los delitos, culpas, faltas, excesos y vicios que reconvengan y reprendan, tachen a
sus súbditos o subalternos usando sus facultades competentes o cumpliendo con
sus obligaciones; excepto en el caso de calumnia o en el exceso de facultades.
Tampoco comete delito quien en acción legal acuse a otro de un delito o culpa o lo
denuncie a la autoridad legítima o la exponga en juicio siempre que no haya
calumnia. Asimismo, tampoco comete injuria quien verbalmente o por escrito
publique, anuncie, censure delitos, culpas, defectos o excesos cometidos por
funcionarios públicos en el ejercicio del cargo, siendo delito público denunciable por
cualquiera. Pero comete delito quien publique, anuncie, descubra, censure o eche
en cara defecto, exceso o vicio puramente domésticos o los que estén sujetos a
pena por ley civil o los privados denunciables por los interesados o lesionados. Si
en delito privado las personas que tienen derecho a denunciarlo lo hacen
anunciándolo, publicándolo o lo echan en cara después de prescrita la acción.

Nuestro Código Penal señala estas figuras en los artículos 583 a 595.
El Anteproyecto de 1964, en los artículos 287 a 290.

3.- REVELACIÓN DE SECRETOS. En estos delitos tenemos que distinguir los


siguientes casos: 1) La revelación de un secreto por una persona a quien se le. haya
confiado en virtud de la profesión o cargo que ejerce; en estos casos tenemos
delitos tipificados por el Libro 2o. del Código que establece que los eclesiásticos,
abogados, médicos, cirujanos, boticarios, barberos, matronas, comadronas o
cualquier-otro que, habiéndosele confiado un secreto por razón de su estado,
empleo, profesión, lo revele fuera de los casos que la ley prescribe, será sancionado
con arresto de dos meses a un año y multa. 2) Existe el caso de revelación de un
secreto que ha sido confiado por razón de amistad, particularmente, como sucede
entre amigos y no por razones profesionales o de autoridad, y el poseedor de la
confidencia se porta infidentemente causando perjuicio.

Habiendo analizado las dos circunstancias anteriores en estos delitos de revelación


de secretos, el Código además descríbelos siguientes tipos:

I.- Una primera figura se refiere a la revelación de secreto violando la


correspondencia y establece que el empleado de correo que abra, suprima alguna
carta cerrada después de depositarla en el correo o contribuya a que otro la abra
fuera de los casos en que la ley autorice, sufrirá como sanción por este acto la
pérdida del cargo e inhabilitación para ejercer otro, multa y reclusión por seis meses
a dos años.

II.- El funcionario de gobierno que no trabaje en correos y que viole la


correspondencia; se le aplicará la pena de pérdida del cargo, multa y arresto de tres
meses a un año.

III.- El particular que maliciosamente abra la correspondencia será sancionado con


multa y arresto de quince días a seis meses. Existe la exención de responsabilidad
para quien tenga a su cargo bajo tutela, patria potestad, a menor o. a su mujer.

IV. - Quienes extravíen o sustraigan, supriman o abran maliciosamente pliego oficial


dirigido por autoridad o por particular a autoridad o hallándolo casualmente; se le
aplicará la pena del doble de los casos respectivos.
Hasta aquí hemos visto lo que se tipifica en el Libro 2o. del Código. Pero el delito
de revelación de secretos que corresponde a este subtítulo es propiamente el que
está en el Libro 3o. en el Capítulo de las Injurias y que dice: "Cualquiera que además
de los comprendidos en el artículo 315 descubra o revele voluntariamente a una o
más personas algún secreto que se le haya confiado por otra, siempre que lo haga
con perjuicio de ésta en su persona, honor, fama y concepto público, fuera de los
que casos en que la ley le mande o permita hacerlo, será castigado como reo de
injuria pública o privada según sea privado o público el descubrimiento del secreto
y la trascendencia que la revelación pueda tener contra la persona que lo hubiere
confiado. Del mismo modo será castigado quien abra, extraiga o suprima carta
dirigida a otra persona según los casos que hemos visto, haga uso del contenido
con perjuicio de otro según las circunstancias. Este caso se refiere a lo ya visto en
el punto 2) de quienes en razón de la amistad confían secreto a su amigo.

Nuestro Código contempla las figuras vistas en los artículos 315 a 319 y 596.

El Anteproyecto de 1964 define estos delitos bajo el título de "Delitos contra la


inviolabilidad del secreto y tiene el artículo 300 que dice: "(Violación de la
correspondencia y papeles privados) El que indebidamente abriere una carta, un
pliego cerrado o una comunicación radiotelegráfica, telegráfica o telefónica,
dirigidos a otra persona, o el que, sin abrir la correspondencia, por medios técnicos
se impusiere de su contenido, será sancionado con reclusión de tres meses a un
año o multa de sesenta a doscientos cuarenta días. Con la misma pena será
sancionado el que de igual modo se apoderare, ocultare o destruyere una carta, un
pliego, un despacho u otro papel privado aunque estén abiertos o el que arbitraria-
mente desviare de su destino la correspondencia que no le pertenece. Se elevará
el máximo de la sanción a dos años, cuando el autor de tales hechos divulgare el
contenido de la correspondencia y despachos indicados". En el artículo 301 se
refiere a la violación de secretos de la correspondencia no destinada a la publicidad,
del siguiente modo: "El que grabare las palabras de otro no destinadas al público
sin su consentimiento, o el que mediante procedimientos técnicos escuchare
manifestaciones privadas que no le estén dirigidas, o el que hiciere lo mismo con
papeles privados o con una correspondencia epistolar o telegráfica aunque le
hubieren sido dirigidos, siempre que el hecho pueda ocasionar algún perjuicio, será
sancionado con privación de libertad de tres meses a un año". En el artículo 302 se
refiere a la revelación del secreto profesional y dice: "El que teniendo conocimiento
de secretos en virtud de su estado, ministerio, profesión, empleo, oficio, arte o
comisión, lo revelare sin justa causa, o los usare en beneficio propio o ajeno, si de
ello se siguiere algún perjuicio será sancionado con privación de libertad de tres
meses-a un año y multa de treinta a cien días".

4.- AMENAZAS DE HOMICIDIOS Y OTROS DAÑOS. En nuestra legislación, las


amenazas están consideradas como delito autónomo, y son tratadas a continuación
de las injurias.

Sobre el tratamiento de las amenazas en las legislaciones se sigue dos criterios:


uno, las considera como medios para la comisión de diversos delitos; otro, como
delitos contra la libertad y seguridad de las personas. Francisco Carrara las
considera como tentativa del delito amenazado.

Es evidente que estos delitos atentan contra el derecho que tienen las personas de
sentirse seguras y tranquilas; por eso es que perturban la confianza en la acción
protectora del ordenamiento jurídico. En cierto modo el amenazador, usando del
temor, se enseñorea del ánimo del amenazado, le impone adopción de
precauciones que- e modo normal no tomaría; por eso puede decirse que en estos
delitos hay un verdadero atentado contra la libertad.

En las amenazas se sanciona el temor y la intimidación causados.

Bajo este título se pueden considerar las siguientes clases de amenazas: a)


Amenaza de un mal que constituye delito; b) amenaza de un mal que no constituye
delito; c) amenaza con armas. La más grave de estas figuras es sin duda la
amenaza contra la vida del sujeto pasivo, de sus familiares, contra su honra y fama.

En estos delitos cualquier persona puede ser sujeto activo y pasivo, todo el que sea
capaz de recibir la amenaza, excepto los dignatarios de Estado porque en estos
casos hay delitos especiales.
Los elementos constitutivos de estos delitos son:

a) Amenaza de un mal, sea verbalmente o por escrito, mediante símbolos, con


condición de que sea susceptible de perturbar la tranquilidad; se debe considerar la
personalidad del que amenaza, del amenazado,» también es necesario tener
presente que la amenaza puede ser directa o indirecta.

b) El mal amenazado puede constituir un delito que recaiga sobre la persona,


propiedad o sobre la familia del amenazado; debe ser posible de realización, que
sea realmente eficaz de perturbar al amenazado y asimismo debe ser concreta la
amenaza.

c) El elemento interno debe estar constituido por la voluntad de amenazar con


un mal que sea un delito, aunque el agente no posea conciencia de que es un delito;
basta la conciencia de ilicitud.

El delito se consuma en cuanto la amenaza llega a conocimiento del amenazado.

Son autores de estos delitos los que hacen las amenazas y también los que las
hacen por cuenta de otros. Es necesario recalcar que en la amenaza hay coacción
moral; la amenaza que no se plasma en hechos es delito, porque pertenece a la
clase de los delitos formales.

Nuestro Código contiene sobre estos delitos las siguientes figuras:

I.- Quien, por palabras o escrito, o por interpósita persona amenace a otro con
matarle o herirle, hacerle daño en su persona, honra o propiedad para intimidarle,
impedirle la resistencia o usurparle algo, para que el amenazado haga o deje de
hacer alguna cosa en perjuicio de sus derechos o "para que sufra, tolere, consienta,
encubra otro delito; la pena que se. aplica en este caso es la misma que se impone
en el rapto, fuerzas y violencias, si con la amenaza consigue su objetivo en todo o
en parte.

II.- Pero si la amenaza, no alcanza ningún efecto de los que se propone el


amenazador, entonces la pena que se aplica es dé reclusión de seis meses a un
año; si se amenaza con muerte u otro daño por el cual se merecería la pena capital,
se aplica la pena de presidio u obras públicas de dos meses a un ano sí el delito
mismo mereciere pena de presidio; si la amenaza fuera leve, se sanciona con
arresto de quince días a cuatro meses.

III.- Si las amenazas no fueren de los males expresados en el caso uno, la pena
será de arresto de cuatro días a cuatro meses, exceptuándose las que se hagan en
riñas y peleas, agresión, ofensa, entonces no estarán sujetos a pena especial, sin
perjuicio de la que corresponde a la injuria, presión, ofensa o riña.

En cualquiera de estos casos, cuando se teme riesgo a la persona, honra, fama,


propiedad; se podrá a juicio del juez pedir que el amenazador dé fianza de conducta
pacifica o si no la diere será desterrado de seis meses a tres años del pueblo en
que habita el amenazado.

Nuestro Código Penal contiene estas figuras del artículo 600 al 603.

El Anteproyecto del Código de 1964 tiene el artículo 293 con referencia a las
amenazas y el 294, de coacción; éste dice: "El que con violencia o amenazas graves
obligare a otro a hacer, no hacer o tolerar algo a que no está obligado, incurrirá en
reclusión de seis meses a dos años. La sanción será de reclusión de uno a cuatro
años, si para el hecho se hubieren usado armas".

Disposiciones comunes a calumnias, libelos infamatorios e injurias. Sobre las


calumnias, libelos infamatorios e injurias nuestro Código contempla las siguientes
figuras en los artículos 597 a 599:

I.- Las imputaciones calumniosas de hecho que no constituyen delitos públicos,


hechas por personas a quien la ley prohíbe acusarlas, o las imputaciones de la
misma especie que contemplan delitos o culpas públicas hechas por personas a
quienes la ley no permite acusarlas, o las imputaciones a funcionarios públicos, por
conductas privadas que no ofendan al orden público ni a terceros se aplicará la
misma pena que a las injurias.

II.- Cuando las injurias o calumnias fueren equívocas, el ofendido podrá pedir
explicación en juicio; si el autor rehúsa darla, quedará sujeto a las penas de
calumnia e injuria por haberse dado lugar al equívoco; pero si las diere o protestare
que su ánimo no ha sido injuriar ni perjudicar al ofendido, quedará exento de
responsabilidad.

III.- Las calumnias e injurias hechas a todos o cada uno de los miembros del Poder
Ejecutivo, no se entienden hechas directa ni indirectamente al Presidente de la
República o las que se haga a alguna corporación o persona no se entenderán
hechas a las no nombradas.
CAPÍTULO LXI

DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD DE LOS PARTICULARES

I.- EL ROBO. CARACTERES. No existe unanimidad sobre la consideración del robo


y hurto, ya que entre los autores modernos consideran que aunque el robo sea más
grave que el hurto, tratan en primer lugar el hurto porque conceptúan que el robo no
es más que un hurto agravado.

Con referencia al título de "Delitos contra la propiedad" hay algunas figuras que no
se adecúan al contenido, porque no todos los comprendidos en el rubro atacan la
propiedad, sino más bien la relación económica del hombre con las cosas; por eso
se prefieren la denominación de "Delitos contra el patrimonio", ya que el patrimonio
es el conjunto de cosas, derechos evaluables en dinero o económicamente. Nuestro
Código y el Anteproyecto de 196.4 hablan de delitos contra la propiedad.

Se han hecho muchas clasificaciones de estos delitos; Francisco Carrara los


clasifica según el móvil que guía al autor; si el ánimo es el lucro se tienen el robo,
hurto, usurpaciones, estafas; si el ánimo que impulsa al agente es la venganza,
tenemos los delitos de incendios, daños, etc.

Otra clasificación que podemos considerar es aquella que deriva de la naturaleza


de las cosas, según sean muebles, caso en el que estamos frente al robo, hurto,
defraudaciones; si son inmuebles tenemos por ejemplo las usurpaciones.

Nuestro código, en los delitos que llama contra la propiedad, establece los
siguientes tipos: robo, hurto, quiebra, estafa, engaños, abuso de confianza,
falsificación de cosas, incendios, daños a las cosas fuerza y violencia contra la
propiedad, despojos, alteraciones de los términos de las propiedades. El
Anteproyecto del Código Penal de 1964 consigna las siguientes figuras: hurto, robo,
extorsión, estafa, defraudaciones, apropiación indebida, abigeato, usurpación,
daños, usura, delitos contra el derecho de autor.

De estos delitos, el robo es la figura más grave, porque además de ser un ataque
contra el derecho de propiedad y posesión de las cosas, es también una lesión a la
tranquilidad personal; por eso siempre se lo castiga con penas más graves que las
de otros delitos de esta, especie.

Podemos decir que el robo es el ánimo de lucrar, apoderándose de las cosas


muebles ajenas, con violencia e intimidación en las personas o empleando fuerza
en las cosas.

Cualquiera puede ser sujeto activo en el robo, con las excepciones que la misma
ley establece. El bien jurídicamente lesionado es la POSESION de hecho de las
cosas; pero cuando hay fuerza o violencia a las personas también hay intereses
jurídicos personales lesionados. Muchos autores cometen un error al decir que la
propiedad o el patrimonio es el bien jurídico violado, pues se puede tener la simple
posesión de una cosa, cuyo robo para el poseedor no signifique un ataque contra la
propiedad o patrimonio. Por ello el sujeto pasivo es el poseedor de la cosa, que en
muchos casos o en la mayoría es el propietario.

Los elementos constitutivos del robo son: 1) Apoderamiento de una cosa con
violencia a intimidación en las personas o empleando fuerza en las cosas; 2) que la
cosa sea mueble; 3) Que sea ajena; 4) que concurra el elemento subjetivo, además
del dolo, el ánimo de lucro.

Las cosas han de ser muebles y corporales; las incorporales como ser derechos,
ideas, etc., no son susceptibles de robo sino de usurpación.

La cosa robada ha de ser ajena, es decir tener propietario o poseedor; por ello las
cosas comunes no son susceptibles de robo.

El elemento psíquico en estos delitos está constituido por la voluntad de apoderarse


de una cosa con conciencia de que es ajena y con un móvil especial: el ánimo de
lucro. El dolo especial en el robo es el ánimo de enriquecerse y obtener cualquier
género de ventaja, provecho o satisfacción; para ello no es necesario obtenerlo,
basta el propósito de lograrlo.

En el robo podemos distinguir dos clases: a) Robo con violencia o intimidación en


las personas; b) robo con fuerza en las cosas.
Si con motivo del robo se mata (latrocinio) tenemos la figura del delito complejo
integrado por violación de bienes jurídicos diferentes: la vida y la propiedad; tal
circunstancia determina la calificación del homicidio como asesinato. El homicidio
ha de provenir del robo; cuando a consecuencia del robo existen varios homicidios,
hay un solo delito, siempre que exista relación de causalidad; es indiferente que
muera la víctima del robo o una tercera persona; si el homicidio se consuma, pero
no el robo, se considera como consumado el delito de asesinato; si no hay homicidio
y se consuma el robo, sólo se tiene robo. Son autores del homicidio todos los que
intervienen en el robo. Además del homicidio con robo, también pueden concurrir
otros delitos como ser heridas, incendios, etc.

Nuestro Código Penal da la siguiente definición "Comete robo el que quita o toma
para sí o para otro con violencia o con fuerza lo ajeno". Luego establece que la
violencia o fuerza se hace a las personas o cosas.

Además de lo dicho con referencia al robo el Código establece lo siguiente:

I.- Quienes, con fuerza o violencia roben en caminos públicos, fuera de poblados o
en casa, choza, barracas u otro edificio habitado o sus dependencias, será
sancionado con presidio de uno a ocho años.

II.- Quienes, con fuerza o violencia roben en otros sitios de los anteriormente
mencionados, no siendo camino público, fuera de poblado, casa, choza, ni barraca
u otro edificio habitado o sus dependencias será sancionado con obras públicas de
dos a ocho años.

III.- Quienes roben capas, pañuelos, relojes, mantillas u otras ropas, alhajas o
efectos, arrebatándolos por sorpresa a la persona que los lleva consigo, aunque sin
hacerle fuerza o violencia, serán sancionados con obras públicas de seis meses a
tres años.

IV.- Quienes roben aparentando pelea, aunque sea sin fuerza o violencia, dando
empujones o maniobras dirigidas a causar agolpamiento o confusión, serán
sancionados con obras públicas de seis meses a tres años.
V.- Quien con violencia solo en las cosas robe en casa, cuarto, aposento, choza,
barraca; si el robo no pasa de 25 pesos, será sancionado con obras públicas de seis
meses a dos años; si pasa de esta suma a 100 pesos la sanción será de obras
públicas de dos a cuatro años; si el robo pasa de 100 pesos la sanción será de cinco
a diez años.

Para efecto de estos delitos se consideran como edificios, habitados los templos y
edificios públicos.

VI.- Si el robo se hace en edificio no habitado o heredad, la pena que se aplica es


igual a la anterior, pero según las circunstancias se rebaja la octava parte.

VII.- Quien robe en sitios distintos a los anteriormente mencionados se disminuye,


según las circunstancias, la sexta parte de la pena merecida.

VIII.- Quien robe aprovechando calamidad pública como motín, incendio,


inundación, causada por caso fortuito o por el autor; si el que roba no es causante
de estos desastres ni toma parte en ellos, se le aplica la pena de obras públicas de
diez y ocho meses a siete años.

IX.- Si con fuerza o violencia se roba una cosa y se debe abandonarla porque hay
accidente o acaso, o por ser rechazado con fuerza; la pena que se aplica es igual
que si se hubiere consumado el delito.

X.- Quien, sin hacer fuerza ni violencia en el robo, esté de vigía, sufrirá la misma
pena que los ejecutores.

XI.- Quienes, con fractura de chapas, usando llaves falsas, escalan o se introducen
por otros medios en domicilio para robar y se los descubra antes de la consumación
del robo, se los sanciona con obras públicas de uno a cuatro años. Si se hubiere
introducido por otros medios de los expresados, la pena será de seis meses a tres
años de obras públicas.

Estos delitos están contemplados en el Código Penal en los artículos 604 al 608;
610 al 619.
El Anteproyecto del Código Penal de 1964 tiene el artículo 331 que define el robo
como lo hace el código vigente.

2.- QUE HA DE ENTENDERSE POR FUERZA O VIOLENCIA CONTRA LAS


PERSONAS O COSAS. Para configurar el robo y distinguirlo de otros delitos de la
misma especie, es necesario que en la ejecución exista fuerza o violencia, aunque
otras legislaciones agregan la intimidación que en la nuestra se puede interpretar
dentro de la violencia. La fuerza o violencia puede ser en las personas o cosas; no
es indispensable que concurran ambas puesto que son disyuntivas. Si al mismo
tiempo concurre fuerza y violencia en las personas y cosas, se castiga el delito con
la pena mayor.

La violencia significa el empleo de la fuerza física; la intimidación significa la


coacción moral, producir miedo.

La fuerza y violencia deben realizarse en el momento del robo; si se las emplea con
posterioridad al delito no integran el robo; no es necesario que se realice la violencia
o la fuerza sobre el propietario, poseedor o encargado de la custodia de la cosa
robada; además es indiferente que la fuerza o violencia se ejecute sobre terceras
personas, aunque es necesario que se empleen como medios para el
apoderamiento de lo ajeno.

El empleo de narcóticos u otras substancias para ejecutar el robo privando del uso
de los sentidos integran la violencia configurando el robo, incluso cuando sólo
momentáneamente privan de la capacidad de proteger o defender la cosa.

La violencia en las cosas es el medio empleado para vencer la resistencia del


poseedor y/o propietario, resistencia que está representada por las medidas de
encerrarlas, resguardarlas, rodearlas de seguridad y obstáculos materiales que las
defiendan. Es necesario que la fuerza empleada tienda al apoderamiento de la cosa.

Sobre estos aspectos nuestro Código tiene las siguientes figuras: I.- Se entiende
por fuerza o violencia de acuerdo a nuestra ley la hecha a la persona: a) Los malos
tratamientos de obra; b) Las amenazas; c) La orden ilegal o falsa de entregar o
manifestar las cosas, la prohibición de resistir o de oponerse a que se quiten; d)
Cualquier acto que naturalmente pueda intimidar para la manifestación o entrega de
la cosa.

II.-. Por fuerza o violencia en las cosas nuestra ley entiende: a) Escalamiento de
edificio, pared, cerca; b) La fractura de pared, puerta, ventana, reja, techo, armario,
escritorio, cofre, arca, cómoda, maleta, papeleta o cualquier, otra cosa cerrada, de
las sogas, correas, o ataduras dé cualquier cosa atada; c) Abertura de agujeros,
conductos subterráneos o por debajo de las puertas o paredes; d) Uso de llaves
falsas, ganzúas u otros instrumentos que no sean la llave propia o verdadera o uso
de la verdadera sin el consentimiento del dueño, e) Quien se vale de alguna
doméstica para abrir alguna cosa, o introducirse en alguna casa o lugar cerrado.

Estas figuras están contempladas en los artículos 605 y 606 del Código Penal; el
Anteproyecto del Código de 1964 no se refiere absolutamente a ninguna de estas
figuras; fuera de la definición del robo, sólo se refiere al robo agravado.

3.- AGRAVANTES ESPECIFICAS DEL ROBO. Además de las agravantes


genéricas aplicables a todos los delitos, para el robo y hurto existen agravantes
específicas, es decir que sólo valen para estas figuras penales.

Las agravantes específicas del robo que nuestro código señala casi ya no se
consideran en otras legislaciones, sino que más bien existen otras tales como: robo
con mutilación en las personas, robo en cuadrilla, robo de escritura o documento
con intimidación o violencia, tenencia de ganzúa u otro instrumento para ejecutar el
delito, etc.

De acuerdo a nuestro Código Penal, son agravantes específicas del robo, además
de las generales señaladas para todos los delitos, las siguientes:

I.- Cometerse el robo desde media hora después de puesto el sol hasta media hora
antes de haber salido. En esta circunstancia, el código supone que las personas
están descansando de las fatigas del día y por lo tanto no vigilan sus bienes,
circunstancia que es aprovechada por el ejecutor del delito para obrar, en estas
horas con alevosía, sobre seguro y traición que es una agravante del delito.
II.- Siendo dos o más los ladrones se agrava la figura delictiva, debido al hecho de
que la asociación para el delito da a los ejecutantes superioridad- en la acción y
eficacia, provocando mayor indefensión en la víctima.

III.- Yendo el autor disfrazado; igual que en el caso anterior, la figura se agrava
debido a que el disfraz permite que el propietario descuide su atención es decir que
hay una forma de traición; por ejemplo, si se va disfrazado de sacerdote o de
trabajador que en la puerta de una joyería comienza a reparar la calle haciendo que
el joyero confíe en esta apariencia y no tome por esta causa medidas precautorias.

IV.- Cometiéndose el robo por una persona que habita en la misma casa, edificio o
heredad robada o por algún criado, familiar, discípulo, oficial, aprendiz, consocio,
aparcero actual, o por el que viaje o ande en su compañía. La agravante en este
caso finca en que se viola la confianza por una persona en quien se la ha
depositado, esta, por las circunstancias predichas, obra arteramente; además, al
robar actúa con conocimiento de causa, sobre seguro, con traición, puesto que no
responde a la confianza de su situación, y con alevosía puesto que, pasando de
vecino o discípulo, por ejemplo, aprovecha de estas calidades para robar.

V.- Llevando armas de fuego ostensibles, acero o hierro; debido a que la vista de
las armas de por sí amedrenta intimida a la víctima, que por el susto prefiere salvar
su vida antes que las cosas; además la vista ostensible de armas reduce la
resistencia de la víctima.

VI.- Introduciéndose en la casa o edificio deshabitado o habitado o en la heredad


deshabitada por medio de escalamiento, fractura, llave falsa o connivencia con
algún doméstico. En esta circunstancia no existe violencia contra las cosas o
personas, pero el robo se agrava porque es artero, se usa de la traición o de ciertas
ventajas para cometer el delito.

VII.- Siendo pobre el robado o suficiente la cantidad para arruinarle. Es evidente que
el robo no afecta a todos del mismo modo, pero si por su causa se lesiona
gravemente el patrimonio de una persona arruinándola o si es pobre, es evidente
que esta circunstancia opera como agravante. Aquí se considera la situación
personal del ofendido; en el robo por necesidad se considera la situación del agente.

VIII.- Robo de instrumentos, máquinas, aperos, utensilios de oficio o yuntas o


caballerías de su labor o tráfico. En estos casos, se trata de robos que privan de los
instrumentos de trabajo, es decir, de los medios necesarios para ganarse la
subsistencia, no puede calificarse de igual modo un robo de cosas superfluas o de
lujo que no sirven como los instrumentos de trabajo.

IX.- Atando, mortificando de obra a una persona para la ejecución del robo o en el
acto de cometerlo. El autor, además de robar, demuestra saña, que ya es una
agravante/ si muere la víctima se califica de asesinato.

Las anteriores agravantes están insertas en el artículo 609 del Código Penal.

En el artículo 332 del Anteproyecto del Código Penal, como agravantes se tipifica lo
siguiente: "(Robo agravado) La sanción será de privación de libertad de dos a siete
años: 1) Si el robo fuere cometido con armas o con disfraz, 2) Si fuere cometido por
dos o más personas. 3) Si concurriere alguna de las circunstancias señaladas en el
párrafo 2o. del artículo 326".

4.- ENCUBRIMIENTO HABITUAL. El encubrimiento habitual del robo consiste en


dar asilo, amparo, ocultar de modo habitual, es decir acoger a las personas que
roban, asaltan; recibir las armas e instrumentos que han servido para el delito o las
cosas robadas, sabiendo que se ha cometido, el robo o que son fruto del robo. La
habitualidad en el robo lleva a constituir una verdadera profesión, especialmente
entre quienes se dedican a comprar cosas robadas para revenderlas. Al comprar o
guardar cosas robadas se fomenta directamente el robo. En nuestro país, el
comercio de cosas robadas es intenso, especialmente en los accesorios de
vehículos y otros.

Quien compra cosas robadas pierde la cosa, el precio pagado y si es habitual, es


condenado a presidio.
Las condiciones que configuran el encubrimiento habitual del robo son las
siguientes: a) Habitualidad, b) Conocimiento del robo o para el robo, c) Dar abrigo
a acoger a ladrones o salteadores o recibir instrumentos del delito o la cosa robada.

El Código señala sobre esta figura lo siguiente: "Los que habitualmente y a


sabiendas dan acogida o abrigo en sus casas o sitios de habitación, a salteadores
de caminos, o recogen o encubren habitualmente en ellos los caballos o armas de
los delincuentes o los efectos que roban; serán castigados con dos a diez años de
presidio u obras públicas". Pero existe excepción de antijuricidad cuando los
ascendientes, descendientes, el marido, la esposa, encubren estos delitos, no
sufrirán pena alguna por las razones de parentesco ya estudiadas.

Estos tipos están señalados por los artículos 620, 40 y 41 del Código Penal.

5.- EL HURTO. CARACTERES. Como ya hemos dicho, el hurto está considerado


antes que el robo, tenido como hurto agravado; pero nosotros seguimos el orden de
nuestro Código, por eso lo tratamos después de aquél.

Podemos definir el hurto como el delito cometido por quienes toman las cosas
muebles ajenas sin la voluntad de su dueño, con ánimo de lucrar y sin violencia o
intimidación en las personas ni fuerza en las cosas.

En este delito, puede ser sujeto activo cualquiera, salvo las excepciones de ley, y el
bien jurídico lesionado es la posesión de hecho de los muebles cualquiera que sea
su origen.

La consumación de este delito se realiza cuando la cosa hurtada queda de hecho a


disposición del agente, siendo indiferente que pueda o no aprovecharse de la cosa.

Cuando en el hurto se presenta el concurso de-delitos deben estimarse las


diferentes sustracciones como hurtos distintos, independientes entre sí, es decir
diferentes delitos; pero si el hecho obedece a un único pensamiento y propósito y
se realiza en diverso tiempo y ocasión y aún en diversos lugares en perjuicio de
distintas personas, las distintas sustracciones integran un solo delito, un hurto
continuado.
Para que se configure el delito de hurto deben concurrir los siguientes elementos
constitutivos: el hecho de tomar una cosa sin violencia ni intimidación en las
personas ni fuerza, en las cosas; que la cosa sea mueble; que sea ajena; que tenga
lugar el hecho sin voluntad del dueño; que se haga con ánimo de lucro.

a) Respecto al elemento consistente en tomar la cosa sin fuerza en ellas ni


violencia ni intimidación en las- personas, debemos considerar que gramaticalmente
tomar equivale a coger, asir una cosa; pero legalmente para nuestro estudio este
vocablo significa apropiarse, traer a nuestro poder una cosa ajena. Es necesario
que el agente efectivamente sustraiga y traiga a su poder la cosa ajena; por tanto
comete hurto quien trae a su poder la cosa aunque sea momentáneamente y quien
disfrute de ella aunque después la devuelva. El modo de tomar la cosa para los
efectos de este de Tito es indiferente, puede ser manual o de otra manera. Es
necesario considerar que si la cosa se entrega con engaños ya no hay hurto sino
estafa y si la cosa se entrega por confianza que se tiene en una persona tampoco
hay hurto sino abuso de confianza.

b) Es necesario que la cosa sea mueble; entiéndase por ello desde el punto de
vista jurídico toda sustancia corporal susceptible de ser aprehendida y transportada.
La cosa es necesario que tenga valor; aquella sin valor económico, pero con valor
moral para el dueño, constituye objeto de hurto. Es evidente que sólo los muebles
corporales son objeto de hurto. Las cosas incorporales susceptibles de ser
transformadas en utilidad o en cosas, como por ejemplo la electricidad, son
consideradas como susceptibles de hurto por la ciencia y legislación penal
contemporánea; tal el caso del Anteproyecto del Código Penal de 1964 que en el
artículo 330 establece: "El que sustrajere una energía con valor económico,
usándola en beneficio propio o de un tercero, incurrirá en multa de treinta a cien
días.

c) Es necesario que la cosa hurtada sea ajena, es decir, que en el momento del
hecho pertenezca a una persona distinta del que la sustrae o esté en posesión de
distinta persona que el agente. Si uno pierde una cosa, por este hecho se sustrae
de la posesión del dueño y por esta circunstancia ya no se da la figura del hurto.
Las cosas comunes no son ajenas; si uno de los comunarios se apropia de ellas, no
comete hurto.

d) Es necesario que el apoderamiento tenga lugar sin concurrencia de la


voluntad del dueño o poseedor en el momento de la sustracción. Se debe tener
presente que el consentimiento debe ser prestado por quien .es capaz de disponer
de sus bienes y no por terceros.

e) En el hurto, el elemento psíquico está constituido por la voluntad de tomar la


cosa ajena sabiendo que es ajena y que se obra sin el consentimiento del propietario
o poseedor. Además de este dolo genérico es necesario el "ánimo de lucro" que
consiste en el propósito de obtener una ganancia o provecho con apropiación de la
cosa; el ánimo de lucro no es equivalente al enriquecimiento sino más bien a
cualquier ventaja, que puede ser o no ganancia, como por ejemplo goce,
satisfacción, provecho.

La sustracción de la cosa sin consentimiento pierde el carácter de ilicitud si es por


causa de necesidad o si concurre causa de justificación o media el consentimiento
del propietario o poseedor.

Nuestro Código dice que comete hurto quien quita o toma para sí o para otro lo
ajeno fraudulentamente, sin fuerza ni violencia contra las personas o cosas.

De acuerdo a esta definición los elementos del hurto son: 1) Quitar o tomar lo ajeno;
2) Fraudulentamente, es decir con maquinaciones que excluyen el consentimiento
del poseedor o propietario; 3) La ausencia en el acto, de fuerza o violencia.

Por lo expuesto, el hurto de electricidad entra en este concepto del Código ya que
expresamente se refiere a quitar o tomar lo ajeno.

Sobre el hurto nuestro Código Penal contempla las siguientes figuras

I.- El hurto ratero, que es aquel cuyo monto es pequeño; será sancionado con
reclusión de un mes a seis meses.

II.- (Abigeato) Si se hurta caballería, buey, vaca, ganado menor de cualquier especie
que no pase de ocho cabezas o colmenar que no pasa de ocho colmenas, aunque
su valor no llegue a 25 pesos; se sancionará este delito con obras publicas de seis
a diez y ocho meses. Si el hurto fuere de la misma especie o mayor, la pena será
aumentada con tres meses por cada caballería o cabeza de ganado mayor o por
cada ocho del menor o por cada ocho colmenas con tal de que no se pase de la
mayor duración de la pena de obras públicas.

III.- El hurto que exceda de 25 pesos a 50 pesos fuera de los casos anteriormente
visto, se sancionará con reclusión de seis meses a un año; pasando el valor o el
monto de cincuenta hasta cien pesos la pena que se aplique será de reclusión de
uno a dos años; pasando el monto de cien pesos y no excediendo de quinientos
pesos la pena será de obras públicas de uno a cuatro años; excediendo el monto
de quinientos pesos hasta mil pesos se sancionará el hurto con obras públicas de
dos a seis años y pasando el monto de mil pesos, la pena será de obras públicas
de cuatro a ocho años.

IV.- Las penas anteriores se aumentarán con un año más de reclusión u obras
públicas: a) Si se ejecuta el hurto por un vecino de la misma casa, familiar, discípulo,
aprendiz, socio, aparcero; b) Si lo ejecuta mesonero, ventero, patrón u otra persona
que aloje personas; c) Siempre que se realice en casa habitada o lugar habitado.
Se consideran como casa habitada para efectos del hurto, los templos y edificios
públicos; d) Hurto con abuso de confianza de depósito miserable.

V.- Cualquiera que encuentra una cosa y la retenga sabiendo quién es el dueño, o
si no lo sabe no da aviso público como corresponde; o quien reciba una cosa como
propia sabiendo que no es suya se sancionará esta figura con multa equivalente al
valor de la cosa y con resarcimiento de los perjuicios que hubiera causado
conjuntamente con arresto de diez días a dos meses.

VI.- Quien fraudulentamente hace uso de una cosa propia puesta en poder ajeno en
calidad de prenda o en vía de seguridad, será sancionado con arresto de ocho días
a dos meses.

Estas figuras están contempladas en el Código Penal en los artículos 621 a 624 y
626.
El Anteproyecto del Código Penal de 1964 contempla el hurto en el artículo 326 en
el que lo define; habla del hurto de cosa común en el artículo 327, del uso de cosa
ajena en el artículo 328 que dice: "El que sin derecho alguno ni mediar mutua
confianza, amistad o lazos próximos, de parentesco, tome sin intención de
apropiársela una cosa ajena, la use y devuelva a su dueño o la restituya a su lugar,
incurrirá en prestación de trabajo de uno a seis meses, siempre que el valor del uso
v del deterioro o despreciación de la cosa fueren apreciables, a juicio del juez.

También se refiere" el Anteproyecto al hurto de posesión en el artículo 329.

6.- AGRAVANTES ESPECÍFICOS DEL HURTO. De la misma manera que en el


robo, en el hurto además de las agravantes generales se tienen las propias,
específicas para estos delitos.

De acuerdo a nuestra legislación las agravantes específicas del hurto son:

I.- Haberse cometido el hurto en feria o mercado, en paseo o fiesta pública.

II.- Haberse hurtado desde media hora después de puesto el sol hasta media hora
antes de que salga.

III.- Siendo dos o más los ejecutores del hurto.

IV.- El hurto de aperos, yuntas o instrumentos de labor o ganadería, ma-quinas,


utensilios, instrumentos de artes u oficios, útiles.

V.- El hurto de personas necesitadas o hurtarles lo bastante para arruinar a la


víctima.

Estas agravantes están tipificadas en el artículo 625 del Código Penal.


Disposiciones comunes o robos y hurtos. Entre las disposiciones comunes a los
robos y hurtos, nuestra ley contempla los siguientes:

I.- Todo condenado por robo y hurto además de la respectiva pena, después de
cumplida quedará sujeto a la vigilancia de la autoridad de uno a cinco años. Una
vez cumplida la pena, para rehabilitarse como ciudadano, deberá dar fianza de
buena conducta; además hay la agravante común para robo y hurto cuando se
hubieren cometido en cuadrilla.

II.- El marido que quita o toma las cosas de su mujer o esta de aquel, el viudo o
viuda que toma o quita la de su > cónyuge difunto, el padre o madre que toman o
quitan las cosas de sus hijos o descendientes o éstos de los de aquellos; todos los
que se hallan en el mismo errado de afinidad sólo pueden ser demandados para la
restitución sin lugar al pago de daños y resarcimiento de los perjuicios.

III.- Quienes hubieren participado a sabiendas de la cosa tomada o que la hubieren


ocultado o hubieren auxiliado, serán sancionados como reos de hurto o robo o como
encubridores o auxiliadores respectivamente.

IV.- Todo el que hace llave falsa o ganzúa o la alterare para que sirva como llave
verdadera será sancionado con prisión de dos a diez y ocho meses si no fuere
cerrajero de oficio. Es de hacer notar que por disposición de la Ley de Policía, sólo
pueden fabricar llaves quienes tienen autorización y permiso especial dado por la
Policía y la Alcaldía. La anterior pena. se cambiará por una de reclusión por doble
tiempo y multa si el fabricante fuere herrero o cerrajero de oficio; sin perjuicio de
que en ambos casos se los sancione como cómplices de robo o hurto si hubieren
procedido en conocimiento de este delito.

Las anteriores figuras están determinadas en los artículos 627, 629 y 630 del Código
Penal.

7.- ROBO Y HURTO POR ESTADO DE NECESIDAD. En la parte general nos


hemos referido al robo y huno por estado de necesidad, es decir, aquel realizado
por no existir otro medio lícito para obtener elementos esenciales a fin de sobrevivir,
debiendo recurrirse a estas formas delictivas para apropiarse de lo ajeno.

Desde el punto de vista positivo, nuestro Código Penal, en lo que toca a esta figura
aplicada al robo y hurto, señala el estado de necesidad no

como un justificativo de responsabilidad tanto penal como civil, sino como una
disminúyeme. Por esto, exige entonces que el robo y hurto se realicen: a) Por la
necesidad justificada del reo de alimentarse y vestirse; b) De alimentar y vestir a su
familia; c) Que las condiciones remantes sean calamitosas, que no permitan adquirir
lo necesario para subsistir por medio del tratajo honesto. De acuerdo a nuestra ley,
esta figura esta tratada privilegiadamente sancionándola con disminución de una
tercera parte a la mitad, de la pena, cuando el delito es cometido por primera vez;
esto se establece en el artículo 628 del Código Penal.

En general, tanto la doctrina como la legislación positiva tratan de esta figura en su


parte general al estudiar las causas de justificación y de esta manera se comporta
el Anteproyecto del Código Penal de 1964 en su artículo 11, inciso 2 que dice: "Esta
exento de responsabilidad: 2) Estado de necesidad: "El que infringe un deber o
causa un mal para evitar otro mayor, inminente o actual, por él no provocado y no
evitable de otra manera, siempre que el necesitado no tuviere, por su oficio, cargo
o actividad, la obligación de afrontar el peligro".

8.- ROBO Y HURTO DE COPROPIEDAD FAMILIAR. Es sabido que el matrimonio


induce entre los cónyuges a la comunidad de bienes, a no ser que se estipule lo
contrario; pero en general, los bienes tenidos en la familia se consideran comunes
a todos sus miembros, padres, hijos, abuelos, nietos, etc. Por esta razón, el
parentesco excluye la sanción penal cuando el hurto o robo se: realiza entre
parientes.

Nuestro Código estipula en su artículo 629, que: estas personas que quitan o toman
las cosas: a) El marido con respecto a su mujer; b) la mujer con relación al marido;
c) el viudo o viuda con relación a lo que ha sido de su difunto cónyuge; d) el padre
o madre con relación a sus hijos o descendientes; e) los hijos o descendientes con
relación a sus padres o madres o ascendientes; f) todo los que se hallen en el mismo
grado de afinidad; sólo pueden ser demandados para la restitución y resarcimiento.
Pero quienes a sabiendas participen con los autores mencionados, o quienes
auxilien en ocultar la cosa, serán castigados como reos de robo o hurto, o como
encubridores o auxiliadores respectivamente.

El Anteproyecto de 1964 tiene al respecto el artículo 327 que dice: "De cosa común.
El que, siendo condómino, coheredero o socio, sustrajere para sí o un tercero la
cosa común de poder de quien la tuviera legítimamente, será sancionado -con
reclusión de uno a seis meses".

9.- HURTO RATERO. Por hurto ratero se entiende aquel de poco monto y que
constituye más una falta de policía que un delito propiamente dicho; por eso es que
las sanciones que se aplican son leves y se los juzga y sanciona por vía
administrativa, policial.

En nuestro país, al respecto, existe la Ley de 19 de diciembre de 1905 qué


determina que el hurto ratero se da cuando el valor de la cosa robada no excede de
100 pesos; en cuanto se refiere al monto dicha ley ha sido modificada por el Decreto
Supremo de 23 de Junio de 1955, que considera como ratero el hurto en el cual el
valor de la cosa no pase de Bs. 10.000. Este mismo decreto reforma el artículo 623
del Código Penal indicando: "El hurto que exceda de Bs. 10.000 hasta Bs. 100.000
se castigará con reclusión de uno a dos años; excediendo de Bs. 100.000 a Bs.
1.000.000 la pena será de reclusión de dos a cuatro años y pasando de Bs.
1.000.000 de cuatro años de reclusión".

Al respecto debemos hacer presente que se trata de un decreto que de ningún modo
puede modificar una ley y menos un Código, pero que por los motivos de la
desvalorización de la moneda tampoco se pueden mantener las sumas señaladas
por la ley original.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 sobre este problema no estipula nada,
porque deja librado el hurto ratero, a la ley de policía.

10.- ABIGEATO. La denominación de abigeato es de origen romano, servía para


designar el hurto de ganado. En nuestro país, se ha llegado a tipificar este delito de
modo claro por la Ley de 22 de noviembre de 1916 que lo define como el hurto o
robo de ganado caballar, mular, asnal, vacuno, porcino, caprino, y lanar (llamas,
alpacas, vicuñas, domésticas), ya sea llevándolos de propiedad ajena a la suya u
otro lugar, ya sea encontrándolos en su campo y destinándolos a su uso y
transportándolos, ya sea manteniéndolos en cualquier campo para aprovechar de
todo el animal o fracción de él.
Por el incremento de la ganadería en el país, especialmente en el Oriente, esta ley
resultó insuficiente, requiriendo una agilización en el procedimiento por ausencia de
jueces en el campo, razón por la cual se dictó el Decreto Supremo de 6 de mayo de
1938 que si bien jurídicamente no puede modificar una ley, por las necesidades se
ha impuesto.

De acuerdo con el Decreto Supremo de 6 de mayo de 1938, se establecen las


siguientes figuras:

I.- Quien roba o hurta cueros, lanas y pieles, ganado vacuno o caballar, mular, asnal,
cabrío, porcino, lanar comprendiéndose en esta última denominación las llamas,
alpacas y vicuñas domésticas.

II.- Quien marca o señala animales ajenos, borra o modifica las marcas de animales
ajenos o cueros sin consentimiento del dueño y para aprovecharse de ellos.

III.- Quien destruye, inutiliza, curte, o cambia por otros objetos cueros ajenos
provenientes de animales robados.

IV.- Quien a sabiendas encubre animales o cueros robados.

V.- Quien sin conocimiento del propietario marca animales orejanos.

VI.- Quien arrea o entropa animales ajenos para exportarlos o conducirlos a cantón,
provincia, departamento diferente.

VII.- Quien a sabiendas compra o canjea animales o cueros robados.

VIII.- Quien traslade a su propiedad u otro lugar, animales ajenos y quien los
encuentre en el campo, los destine a su uso y servicio.

IX.- Quien en su campo o campo ajeno, pretextando haberle causado perjuicios, se


aprovecha de todo o parte del animal.

La pena aplicable a las anteriores figuras es la de presidio de dos a seis años,


devolución de lo hurtado o robado, indemnización a la parte robada o perjudicada;
pero si el animal es de raza, se aplica el máximo de la pena. También se aplica la
pena accesoria de confinamiento o trabajos forzados por igual tiempo que la
principal.

Para efectos de la ley son encubridores, además de los que señala el artículo 12
del Código Penal, quienes compran o permutan animales, pieles, sabiendo que son
hurtados. Se presume conocimiento cuando la persona que vende o compra no es
habitual en este tráfico. El encubrimiento se castiga con la mitad de la pena aplicable
al principal. Sé entiende por encubridor habitual quien realice estos actos por tres
veces o más.

No es necesario que analicemos los otros artículos de la ley porque se refieren al


procedimiento que señala el juzgamiento correccional ante el Juez Instructor con
apelación ante el Juez de Partido en lo Penal cuyo fallo tiene calidad de cosa
juzgada.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 se refiere a este delito de abigeato en el


artículo 350 que prácticamente adopta la definición de la ley con solo variantes en
cuanto a la penalidad; dice: "El que hurtare, robare o se apropiare indebidamente
de ganado caballar, mular, asnal, bovino, porcino, caprino, y lanar, ya llevándolo de
ajena propiedad a la suya u otro lugar, ya encontrándolo en su campo y destinándolo
a su uso o transportándolo, ya matándolo en cualquier campo para aprovecharse
del todo del animal o fracción de él, será sancionado con privación de libertad de
uno a cinco años. En igual sanción incurrirá: 1o.- El que marcare, señalare, borrare
o modificare las mancas o señales de animales ajenos. 2o.- El que marcare o
señalare en campo o propiedad ajena sin consentimiento del dueño del campo,
animales orejanos. 3o.- El que marcare o señalare animales orejanos ajenos,
aunque sea en campo propio. La pena será agravada en un tercio: 1.- Si concurriere
algunas de las agravantes señaladas en el párrafo segundo del artículo 326. 2.- Si
el delito se perpetrare en animales de raza. Si concurriere alguna de las
circunstancias señaladas en el artículo 332, la pena será agravada a una mitad".
CAPÍTULO LXII

DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD DE LOS PARTICULARES

1.- LAS QUIEBRAS. SUS CLASES. Es necesario hacer hincapié en que la doctrina
distingue la quiebra de los comerciantes y el concurso de los no comerciantes;
instituciones distintas porque para la quiebra basta la suspensión en el pago de las
obligaciones, mientras que en el concurso se necesita la comprobación de la
insuficiencia patrimonial del deudor, acreditada en el hecho de no haber encontrado
bienes libres en las ejecuciones dirigidas contra él.

La quiebra constituye aquella situación especial del comerciante que no tiene, de


una manera general, con qué pagar sus obligaciones; o como la define nuestro
Código Mercantil el que entiende por "quebrado el comerciante que no satisface sus
deudas procedentes de contratos mercantiles, vencidos los plazos que ha tenido
para el efecto".

La doctrina general señala como notas comunes a las quiebras punibles las
siguientes:

1) Son estados que sólo pueden afectar a los comerciantes, es decir, a los que
habitualmente ejercen el comercio, que están registrados como tales.

2) En las quiebras, el fraude se presume.

3) A diferencia de otros delitos contra la propiedad que sólo pueden cometerse


dolosamente, en la quiebra puede darse la comisión por culpa, distinguiéndose en
que en la fraudulenta hay anímus nocendi; mientras que en la quiebra culpable sólo
existe negligencia o imprudencia.

4) La enunciación de los hechos calificativos de la quiebra tiene carácter limitativo


porque llevan, consigo sanciones penales.

5) Para la perseguibilidad del sujeto activo de la quiebra es necesario que el tribunal


civil haga la calificación previamente.
Nuestro Código Mercantil clasifica las quiebras en cinco tipos: por suspensión de
pagos; por insolvencia fortuita; por insolvencia culpable; por Insolvencia fraudulenta
y por alzamiento.

a) La quiebra por suspensión de pagos es la que comete quien, teniendo bienes


suficientes para responder a sus acreedores, momentáneamente suspende sus
pagos y pide nuevos plazos para satisfacerlos.

b) El quebrado por insolvencia fortuita es quien, habiendo experimentado la


disminución de sus bienes, por efecto de desgracias casuales o inevitables, se halla
en la imposibilidad de cumplir en todo o en parte de sus deudas.

c) Quebrados por insolvencia culpable son quienes no pueden pagar a sus


acreedores por las siguientes circunstancias: 1) Por haber hecho en su persona o
familia gastos exorbitantes respecto a sus ganancias; 2) Por haber perdido en el
juego o en apuestas mayor suma que la permitida por ley en compras y ventas
arriesgadas, u otras operaciones cuyo éxito depende absolutamente del azar; 3) por
haber vendido a precio menor que el corriente efectos que compraron al fiado y cuyo
importe estuvieron debiendo en los seis meses anteriores a la declaratoria de
quiebra; 4) quienes no hubieren observado en sus libros mercantiles lo que exige la
ley; 5) los que. hallándose en estado de quiebra no hicieren la manifestación en el
tiempo debido; 6) los que debieren el doble de la cantidad líquida, resultante a su
favor por último inventario; 7) los ausentes en el momento de la declaratoria de
quiebra y que en el proceso no se presentan en persona salvo quienes prueben
impedimento legítimo.

d) Los quebrados por insolvencia fraudulenta son los que incurren en las
siguientes circunstancias: 1) Quienes en sus documentos mercantiles hubieren
incluido gastos no hechos y deudas inexistentes. 2) Los que no hubieren llevado
libros-mercantiles, los oculten, o alteren partidos. 3) Aquellos cuyos libros no
correspondan al último inventario o no consignen ingresos posteriormente habidos.
4) Aquellos cuyos libros por su informalidad no pueden dar a conocer la verdadera
situación. 5) Los que en los balances hubieren omitido dinero, bienes o valores. 6)
Quienes después del último balance hubieren negociado letras o giros con quienes
no le tenían abierto crédito o fondos. 7) Los que en su negocio hubieren consumido
fondos, depósitos y otros que se les hubiere confiado. 8) Quienes a nombre de
terceros hubieren comprado bienes para sí. 9) Los que habiendo negociado letras
ajenas a nombre del propietario no les remiten su producto. 10) Los que hubieran
ocultado a su comitente la negociación para la que fueron comisionados. 11)
Quienes hubieren reconocido deudas supuestas. 12) Los que hayan anticipado
pagos no exigibles sino en fecha posterior a la declaratoria de quiebra. 13) Quienes
después de declarada la quiebra hayan tomado para sí alguna cosa. 14) Los que
siendo llamados por el juzgado no se presentan.

e) Son quebrados por alzamiento los que, ocultando intereses ajenos con los
libros y papeles de su razón, se fugaren o ausentaren sin dar ni dejar cuenta de sus
deudas.

El delito de los quebrados en nuestro Código Penal está tipificado en las siguientes
figuras:

I.- La quiebra fraudulenta es castigada igual que el hurto y en proporción a las


cantidades que resultan; pero si la quiebra es cometida por cambista, corredor,
comisionista o factor, la pena aplicable es de uno a ocho años de presidio.

II.- La pena por insolvencia culpable sin que haya intervenido deseo de defraudarle
sanciona con reclusión de dos a seis años. Mas si el quebrado fuere corredor,
cambista, comisionado o factor, que hubiere disipado la mercancía o caudales
ajenos, sean fiados o encargados, se le aplicará la pena de reclusión de cuatro a
ocho años.

III.- Toda quiebra se supone fraudulenta o culpable; el quebrado quedará preso


hasta que pruebe haber quebrado sin culpa.

IV.- El arreglo entre quebrado o acreedor no exime de la responsabilidad penal. El


cómplice sufre las mismas penas que el autor principal.

El Código Penal del artículo 631 al 636, se refiere a estas figuras y el Código
Mercantil trata de la quiebra en los aspectos que hemos visto del artículo 487 al 495.
El Anteproyecto del Código Penal de 1964, en el artículo 343, define la quiebra y se
refiere al alzamiento de bienes o falencia civil en el artículo 344 del siguiente modo:
"El que no siendo comerciante se alzare con sus Bienes o los ocultare o cometiere
cualquier otro fraude, con el propósito de perjudicar a sus acreedores, incurrirá en
privación de libertad de dos a seis años".

2.- DE LAS ESTAFAS Y ENGAÑOS. CASOS DE CHEQUES SIN FONDOS. La


estafa es una figura jurídico penal de estructura proteiforme debido a que no ha
tenido un contorno preciso, ya que se presta a confusiones con otras figuras de
apropiación indebida, y por confundirse en algunas circunstancias con el dolo civil.
A consecuencia de esto, en muchas oportunidades ha existido una confusión en la
doctrina y la legislación.

Los tratadistas, al definir la estafa, acentúan generalmente la circunstancia o la


manera en que el culpable se apropia de los bienes, que es lo que da tipicidad a la
conducta para que sea estafa. Algunos autores, como Guillani, dicen que la estafa
es una impostura apta para engañar, mientras que von Liszt enseña que la estafa
es un engaño astuto.

La doctrina dice que la insidia es la nota principal de la estafa, circunstancia por la


que el fraude, para ser considerado como estafa, debe ir acompañado de algo que
tenga el poder de engañar.

La estafa es un delito contra la propiedad, mejor dicho, contra el patrimonio.


Cualquier persona puede ser sujeto activo o pasivo; el móvil que guía al delincuente
es el lucro. Con estos elementos nos es posible adoptar la definición de estafa que
da Merkel del siguiente modo: "La estafa es el perjuicio patrimonial causado con
ánimo de lucro y originado por engaño fraudulento".

Entre los elementos constitutivos de la estafa la doctrina nos señala los siguientes
principales:

1) Perjuicio patrimonial logrado o intentado.

2) La existencia de ánimo de lucro; este es el elemento genérico de los delitos


contra el patrimonio, caracterizados por la apropiación de una cosa ajena a través
de los distintos medios. El ánimo de lucro puede ser directo o indirecto y aún para
que aproveche a un tercero.

3) Que el perjuicio se haya llevado a cabo mediante engaño; este elemento es


el típico de la estafa que lo diferencia de los otros delitos contra el patrimonio.
Existen muchas clases de engaños, y la dificultad de diferenciar el engaño de la
impostura meramente civil.

4) En la estafa debe existir relación de causalidad entre el engaño y el perjuicio.

Para aclarar la figura, diremos que la estafa se diferencia del hurto en que en éste
se toma la cosa sin consentimiento del dueño, mientras que en la estafa el
perjudicado es el que da la cosa porque está engañado. También la estafa se
diferencia de la apropiación indebida, porque, como hemos dicho, -en la estafa el
agente activo recibe la cosa con el consentimiento de la víctima engañada; en
cambio, en la apropiación indebida, el actor normalmente recibe la cosa sin engañar
y sólo después se queda con ella. La estafa, a su vez, se diferencia de la falsedad
porque ésta se realiza a través de algunas de las formas que el Código establece
para la falsedad documental.

En la vida real la estafa puede presentarse a través de dos formas principales: a)


Defraudación en sentido estricto, que surge cuando se defrauda a una persona en
la cantidad o calidad de las cosas entregadas en virtud de un título obligatorio; b) la
estafa propiamente dicha que comprende la común y las especiales; por ejemplo,
entre la común tenemos la que señala el Código de modo general y entre las estafas
especiales el giro de cheques sin fondos; quien se finge dueño de una cosa como
libre sabiendo que está gravada; el dueño de una cosa mueble que la sustrae de
quien la tenga legalmente; los que cometen defraudación en propiedad literaria.
Nuestro Código en su artículo 637 define la estafa así: "Cualquiera que con algún
artificio, engaño, superchería, practica supersticiosa u otro embuste semejante
hubiere sonsacado a otro dineros, efectos o escrituras o le hubiere perjudicado de
otra manera en sus bienes sin alguna circunstancia que lo constituya verdadero
ladrón, falsario o reo de otro delito especial sufrirá la pena de reclusión por el tiempo
de un mes a dos años, y una multa de diez a cien pesos sin perjuicio de la mayor
pena que merezca como ladrón, falsario o reo de otro delito, si justamente lo fuere".

De acuerdo al Código Penal, el delito de estafa está constituido por el hecho de


sonsacar a otro dineros, efectos o escrituras o perjudicarle de otra manera.
Sonsacar significa: sacar arteramente una cosa de poder de otra, es decir,
empleando maña y astucia; perjudicar equivale al causar daño o menoscabo en los
bienes de otra persona (defraudar). Embuste semejante significa los medios que
emplea el agente para sonsacar o perjudicar. Las supercherías son los engaños,
trampas, añagazas, tretas. Los artificios son los medios o maniobras del embuste.

El embuste es el término en el cual podemos resumir todos los vocablos y es


sinónimo de mentira e impostura, palabra genérica que comprende toda clase de
fraude. Én todo ello se encuentran los medios de simulación astuta o disimulación
apta para engañar. Engaño significa dar a la mentira apariencia de verdad.

Casos de cheques sin fondo. La intensidad del comercio ha aumentado el empleo


del cheque como medio de pago debido a que evita el peligro y molestia de llevar
consigo grandes sumas de dinero. Correspondiendo a esta mentalidad, la Ley de 5
de diciembre de 1912 define el cheque "como la orden de pago a la vista que permite
al librador retirar en su provecho o de un tercero todo o parte de los fondos que
tenga disponibles en poder del librado sea por depósitos a la orden en cuenta
corriente, por saldos de éstos en su favor o por crédito en descubierto. Para su pago
el cheque tiene el plazo de quince días desde la fecha de su giro".

Por esta facilidad que ofrece el cheque en el manejo de dineros, ha llegado a


constituir un documento de curso legal que recaba la fe de las personas en su
convertibilidad. Pero por diferentes causas, se ha alterado la finalidad de los
cheques llegándose a girarles sin que existan fondos en poder del librado, es decir,
en descubierto, burlando la buena fe del receptor o tomador, razón por la cual
dándose en pago un cheque que no tiene fondos se comete estafa, ya que se
engaña, se usa del embuste.
Por la gravedad y frecuencia que ha cobrado el giro de cheques sin fondos o en
descubierto, aunque como estafa ya estaba comprendido en el artículo 637 del
Código Penal, para hacer frente a la crisis del crédito, cortar los abusos de cheques
en descubierto, primero se dictó el Decreto Supremo de 13 de agosto de 1943, que
con modificaciones ha sido elevado a rango de ley en 23 de diciembre de 1949 y
que dice:

I.- Comete estafa, al tenor del artículo 637 del Código Penal, el que gira un cheque
sin tener fondos suficientes en poder del librador.

II.- Girado el cheque, se entregarán los fondos que haya y si no hay suficiente para
cubrirlo se protestará el cheque por el saldo.

El Decreto Supremo de 13 de agosto de 1943 además dispone que el giro de cheque


sin fondos es delito in fraganti que hace improcedente la libertad provisional y si se
la concede, la fianza deberá fijarse en el triple del monto del cheque.

Con referencia al cheque dado en garantía, se discute su carácter, habiéndose


resuelto que para estos cheques no procede la acción criminal, puesto que no son
entregados en pago; deben llevar escrito en el dorso como prueba de que son en
garantía o en parte visible la frase "girado en garantía", para facilitar la prueba,
aunque se admiten otros medios de prueba para probar esta calidad.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 en el artículo 335 define la estafa con
claridad con los siguientes términos: "El que, induciendo en error por medio de
artificios o engaños, sonsacare a otro dinero u otro beneficio o ventaja económica,
incurrirá en privación de libertad de uno a cinco años y multa de sesenta a
doscientos días". En el artículo 336 se refiere al abuso de la firma en blanco, en los
siguientes términos: "El que defraudare abusando de firma en blanco y extendiendo
con ella algún documento en perjuicio de quien firmó o de tercero, será sancionado
con privación de libertad de uno a cuatro años y multa de sesenta a ciento cincuenta
pesos".

3.- ABUSO DE CONFIANZA. El delito de abuso de confianza, llamado también de


apropiación indebida, es la conducta dirigida a apropiarse dinero, efectos o cualquier
otra cosa mueble en perjuicio de otro y que se los hubiere recibido en depósito,
comisión o administración o por otro título que produzca obligación de entregarlos
o devolverlos o negare haberlos recibido.

Tanto la doctrina como la legislación consideran este delito como autónomo,


segregado de la estafa, que como ya hemos dicho se diferencia de ella, en que en
la estafa se obtiene la cosa con engaños, mientras que con el abuso de confianza
no hay engaño, sino abuso de confianza del que da la cosa o propietario.

En este delito, cualquiera puede ser sujeto activo y pasivo, salvo las excepciones
de ley, siendo el bien jurídico lesionado la propiedad.

Los elementos constitutivos que configuran el abuso de confianza son:

1) El hecho de que el culpable haya recibido de otro dinero, efectos o cualquier


otra cosa mueble, lo que supone que se halle en posesión trasmitida por el
propietario. Es necesario que la entrega de la cosa se haga de modo expreso y
manifiesto por el propietario o tercero en representación del propietario. Asimismo,
es necesario que la cosa haya sido entregada al culpable por la confianza que se
tiene en él; no se requiere que intervenga el engaño. La cosa recibida en estos actos
ha de ser dinero, efectos o cualquier mueble; los inmuebles no pueden ser objeto
de este delito.

2) Ha de haber apropiación o distracción de la cosa en perjuicio de otro; es


preciso considerar que hay apropiación cuando se hace suya la cosa incorporada a
su patrimonio con ánimo de disponer de ella como dueño.

3) La cosa ha de llegar a manos del agente de un modo legal y recibida por el


culpable en depósito, comisión o administración.

4) Asimismo debe haber perjuicio patrimonial que puede recaer sobre el


propietario o tercero. El perjuicio se produce desde el momento en que el agente se
apropia de la cosa.

5) Finalmente, diremos que el elemento subjetivo, interno, consiste en la


voluntad de apropiarse o distraer la cosa con conciencia del deber de restituirla. Si
el agente de buena fe cree que no se halla obligado a restituirla, no hay delito por
ausencia de dolo.

El delito de abuso de confianza se consuma en el momento en que se verifica la


apropiación o distracción de la cosa entregada.

De acuerdo a nuestro Código Penal tenemos que el abuso de confianza se comete


cuando alguien se hubiere apropiado en todo o parte de un depósito o habiendo
franqueado alguna cosa con objeto de verla y enterarse de ella para comprobar o
satisfacer la curiosidad u otro motivo la hubiere sustraído y cualquiera que con el
ánimo de sustraerse a la devolución de alguna cosa recibida en préstamo o en
alquiler, prenda o depósito o por algún otro título y con intención de apropiársela
negare haberla recibido; se le aplicará la pena de multa equivalente al valor de la
cosa, resarcimiento de los perjuicios que su conducta hubiere causado o causare al
dueño, poseedor o tenedor.

Como vemos, la esencia de este delito es la apropiación de la cosa ajena confiada


al agente que se niega a devolverla.

Otras figuras del abuso de confianza que contiene nuestro Código Penal son las
siguientes:

I.- Cuando el tutor, curador o albacea disipan fraudulentamente bienes del pupilo,
menor o demente o testamentaría; sufrirá la pena de multa equivalente al monto del
disipado.

II.- Cuando el tutor, curador, o albacea, con dolo o mala conducta, a sabiendas, en
la administración de los bienes del pupilo, con perjuicio de ellos o hubiere revelado
documentos o secretos en perjuicio del pupilo o testamentaría; se le aplicará la pena
de multa en relación a los perjuicios sufridos y ganancias que debía haber recibido.

III.- El administrador de negocios que descubre secretos de los mismos en perjuicio


del patrimonio o extravía fraudulentamente lo que se le entregó o que se hubiere
portado con dolo, sufrirá la sanción de multa.
IV.- El criado que abuse del conocimiento de las cosas de su amo, de los encargos
o instrucciones y por sí o por otro cause perjuicio; se penará con obras públicas de
un mes a un año.

V.- Quien habiendo recibido papel en blanco hubiera escrito en él cosas contrarias
a la intención del que le entregó y con distinto fin del que se hizo la confianza; se
sancionará con reclusión de seis meses a dos años y multa. Quien haga otro tanto
en perjuicio ajeno en papel firmado en blanco, comete estafa.

VI.- Los delincuentes que fraudulentamente se apropien de lo ajeno o concurren a


que otro lo haga, sufrirán las penas correspondientes al hurto y robo.

VII.- Quienes no pueden ser demandados por hurto o robo tampoco podrán serlo
por abuso de confianza; asimismo, quien incurre en abuso de confianza por las
funciones que se le hubiere confiado, no puede volver a ejercerlas.

VIII.- Quien abuse de la cosa depositada, pignorada o prestada, sin consentimiento


del dueño o más allá de lo que le fuera permitido, responderá de los perjuicios y
sufrirá arresto de cuatro a veinte días.

Estas figuras las define el Código Penal en los artículos 647 y 656.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 trata de estos delitos bajo el título de
apropiación indebida y se refiere a ella en el artículo 345 diferenciándola del abuso
de confianza, en que en la primera el agente se apropia de la cosa ajena en
provecho propio o de tercero cuando tiene la posesión de la cosa; mientras que en
el abuso de confianza, definido por el artículo 346, interviene el elemento
consistente en que el agente posee la cosa por la confianza de la víctima que se la
entrega; en el artículo 347 se refiere al tesoro, cosas pérdidas o tenidas por error o
caso fortuito; en el artículo 348, tipifica la apropiación o venta de prenda, y en el
artículo 349 las circunstancias agravantes y atenuantes de estos delitos.

4.- LA USURA. La usura es una de las figuras delictivas de mayor versatilidad que
está influida en su configuración por las concepciones doctrinales que tienen una
influencia mucha más acentuada en esta figura que en otras. Al respecto en la
determinación de la usura, generalmente se siguen tres orientaciones: la impunidad
de la usura en atención a la libre contratación; la sanción de la usura en cualquier
forma en que se presente y la punibilidad de la usura cuando reviste especial
gravedad. Es de hacer notar que en Bolivia hasta el 5 de enero de 1961, se ha
seguido el primer criterio.

La usura es una de las figuras criminales más despiadadas, porque encubriéndose


en la apariencia de cooperación, se aprovecha de la desesperación de las personas
en momentos de falencia económica para encadenarlas a sustracciones de bienes
que acaban por consumir todo el patrimonio manteniendo subsistente la deuda; es
por eso que siempre se la ha combatido con excepción del régimen y práctica del
liberalismo basado en la libre contratación.

La usura puede ser habitual cuando el sujeto activo se dedica a préstamos con
intereses excesivos que sobrepasan el ingreso normal de las personas en una
actividad regular y constante. Los elementos constitutivos de la usura habitual son:
1) Existencia del préstamo de dinero o de otra cosa mueble. 2) El préstamo es
usurario, es decir que percibe intereses ilegales o superiores a cierto porcentaje. 3)
El agente se dedica a esta actividad de modo habitual.

El delito de usura se consuma en el momento en que se perfecciona el contrato; su


elemento subjetivo consiste en que el sujeto activo da préstamo con interés ilegal o
subido, en desproporción a los ingresos normales de las personas.

La otra modalidad de la usura es la encubierta que como su nombre lo indica, se


encubre bajo otra forma contractual distinta a la del préstamo usurario; aunque en
esencia es usura, en las formas puede aparentar distinta naturaleza. La usura puede
no ser patente; en ella, los intereses se ocultan mediante contratos fingidos que
hacen sumamente difícil reconocer el interés subido o excesivo; por ejemplo,
cuando los intereses se incluyen en el capital presentado una sola cantidad global
como capital.

Cuando la usura surge del abusó, de la impericia o pasión de un menor que es la


víctima, cuando se le hacen otorgar obligaciones, descargo o trasmisión de
derechos por razón de préstamo de dinero, crédito u o a cosa mueble, se tiene una
de las formas agravadas de la usura. También es una variante de la usura la
relacionada con la industria de los prestamistas, que se dedican a préstamos sobre
salarios, etc., que es otra de las formas perniciosas de este delito.

En nuestro Código Penal, no existe mención a la usura porque se lo ha promulgado


al amparo de la doctrina liberal, para la cual no existe este delito porque todo
préstamo, sea sin intereses o con intereses elevadísimos, emerge, como ya hemos
dicho, del principio de la libre contratación que según el liberalismo no puede ser
limitado porque con ello se violaría la libertad, falsa concepción de libertad de
contratación que necesariamente en materia civil desemboca en el abuso del
derecho y, en la penal, en el delito.

Como ya no es posible mantener los principios del liberalismo en esta y en otras


materias porque han sido totalmente superados, es que el Anteproyecto del Código
Penal de 1964 en su artículo 360 define la usura como: "El que. aprovechando la
necesidad, la ligereza o la inexperiencia de una persona, diere en cualquier forma,
para sí o para otros, valores o especies a cambio de intereses superiores a los
fijados por ley u otras ventajas pecuniarias evidentemente desproporcionadas con
la prestación, será sancionado con reclusión de tres meses a dos años y multa de
treinta a cien días. Se aplicará la misma pena al que a sabiendas adquiriese,
transfiriese o hiciere valer un crédito usurario, o al intermediario, testaferro o
cooperador". En el artículo 261 tipifica el caso agravado del siguiente modo: "La
sanción será agravada en una mitad y multa hasta de cien días: 1º Si el autor fuere
prestamista o comisionista usurario profesional o habitual. 2º Cuando se hubiere
empleado cualquier artificio o engaño para obtener el consentimiento de la víctima.
3º Si el hecho fuere encubierto mediante otras formas de contrato. 4º Si el hecho
constituyere algunas de las formas del anatocismo".

De igual modo en nuestro país, para limitar los estragos de esta forma perniciosa y
solapada de aprovecharse de las necesidades ajenas bajo la apariencia de
legalidad, se ha dictado la ley contra la usura de 5 de enero de 1961, que determina
lo siguiente:
I.- No puede haber interés legal mayor al 4% mensual; tampoco se permite el
anatocismo, es decir, el interés compuesto.

II.- Se considera interés, aparte del convenido, toda forma de porcentaje, rédito,
comisión de préstamo, toda utilidad que un deudor estipula pagar a su acreedor.

III.- Constituye usura: a) Todo préstamo con interés superior al 4% mensual. b)


Cualquier manera de obtener del acreedor una prestación, cesión, garantía, o algo
análogo que implica una ventaja notoriamente desproporcional a lo dado o hecho
por el prestamista; la pena que se aplica en este caso es la de multa equivalente al
triple del monto de los intereses usurarios.

IV.- También incurre en usura el intermediario provocador, favorecedor de la usura.

V.- Se considera usura encubierta el depósito de dinero, mutuo oneroso, si el


depositante o prestamista se dedica a cobrar contratos con préstamos a intereses.

VI.- Quien descuente sueldo, salario u otra retribución o pago que sea usurario,
incurre en la pena que hemos visto anteriormente.

VII.- Los cheques antedatados que respaldan un préstamo usurario, para los efectos
penales, no están comprendidos en la Ley de 23 de diciembre de 1949, es decir, no
constituyen cuerpo del delito para la estafa.

VIII.- Existe la presunción de usura si el beneficiario directo o de endoso se dedica


a negocios de préstamos a intereses, caso en el cual debe darse aviso, a la
Superintendencia Nacional de Bancos para que cobre el impuesto respectivo.

IX.- Los cheques antedatados usados fraudulentamente para burlar impuestos


fiscales y extorsionar a los deudores con amenazas de juicio de estafa constituyen
prueba de delincuencia.

X.- Una vez comprobada la usura, además de las medidas anteriores, se ordenará
la reducción de los intereses al legal.

XI.- También las entidades de crédito están comprendidas en estas disposiciones.


5.- DE LOS QUE FALSIFICAN O CONTRAHACEN OBRAS AJENAS O
PERJUDICAN LA INDUSTRIA DE OTRO. Las figuras del subtítulo se refieren a la
falsificación de marcas de fábrica, usando indebida e ilegítimamente las que tienen
mayor prestigio. El delito, en cuanto se refiere a su sanción, recibe diferente
tratamiento según se lo cometa en el país o fuera de él.

Para evitar el uso indiscriminado e indebido de marcas de fábricas, existe el registro


sobre la materia dependiente del Ministerio de Economía Nacional.

Sobre estos delitos en el Código Penal, existen las siguientes figuras:

I.- Todo fabricante que para acreditar sus productos les ponga el nombre o marca
de otra fábrica; o la persona que ponga el nombre o marca de un fabricante o
propietario en sus artefactos, materias primas, manufacturas procedentes de otra
fábrica o propiedad, será sancionado con multa y pérdida de las cosas.

II.- Quien a sabiendas turbe al inventor, perfeccionador o introductor de una industria


en- el uso exclusivo de una propiedad que concede la ley; lo mismo quien turbe al
autor de escritos, composiciones musicales, dibujos, pinturas, o cualquier otra
producción impresa o grabada, en todos los casos, el autor será sancionado con
multa del cuádruple del perjuicio causado.

III.- Si los objetos anteriormente mencionados hubieren sido contrahechos fuera de


la república, los que, a sabiendas, los hubieren introducido o los vendan sufrirán las
penas anteriores.

IV.- Quien revele a un extranjero o boliviano residente en el extranjero, secreto de


fábrica nacional en la que trabajare, será sancionado con una multa y reclusión de
uno a tres años. Se impondrá la mitad de la pena, cuando la revelación se haga a
boliviano residente en Bolivia.

Estas figuras están definidas en los artículos 657 al 660.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 se refiere a estos delitos bajo el título de
"Delitos contra el derecho de autor"; en el artículo 362 dice: "(Violación del derecho
de autor) El que de manera arbitraria y por cualquier medio explotare o dispusiere,
publicare o reprodujere una obra literaria, cien tilica o artística, en perjuicio de los
derechos de su legítimo autor, siempre que. éste hubiera reservado sus derechos o
los hubiere inscrito en los registros respectivos, será sancionado con reclusión de
tres meses a dos años y multa de treinta a sesenta días. En el artículo 363 del
mismo Anteproyecto se tipifica la violación del privilegio de invención del siguiente
modo: "Será sancionado con reclusión de tres meses, a dos años y multa de treinta
a sesenta días el que violare el derecho de privilegio de invención o descubrimiento,
en los siguientes casos: 1º Fabricando sin autorización del concesionario objetos o
productos amparados por un privilegio. 2º Usando medio o procedimiento que sea
objeto de un privilegio".
CAPÍTULO LXIII

DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD DE LOS PARTICULARES

l.- DE LOS INCENDIOS Y OTROS DAÑOS. Nuestro Código como otras


legislaciones, coloca los delitos de incendio entre los que atacan la propiedad. Pero
si bien el incendio ataca directamente la propiedad, en algunas circunstancias
además de esta violación, entran a peligros que advienen por la propagación del
fuego; es decir, provoca amenazas contra la seguridad y tranquilidad colectivas.

Sujeto activo en estos delitos puede ser cualquier, excepto los que la ley excluye.
El delito está constituido por el hecho de prender fuego sin importar el medio; la
cosa se considera incendiada cuando arde una vez retirada la substancia de
inflamación. El elemento interno, subjetivo, el ánimo de causar daño está constituido
por la intención de prender fuego y el conocimiento de las circunstancias que rodean
al acto.

El delito se consuma cuando el objeto arde, aunque no llegue a destruirse. En estos


se da la tentativa desde que comienza la ejecución del delito; por ejemplo, regando
con gasolina el objeto que luego no se incendia.

El incendio puede presentar diversas modalidades como ser: incendio de inmueble


en poblado o despoblado, de tren, barco, albergue, hotel, inmueble público, de
pastos, plantaciones, bosques, etc.

Los otros daños a los que se refiere el subtítulo en las legislaciones modernas, se
llaman estragos, como ser la destrucción de aeronave, inundación, explosión,
provocar desastres, como ser cambiando maliciosamente las señales en las líneas
férreas, provocando choques, destrozos de hilos telegráficos y telefónicos.

Los principales elementos constitutivos de estos delitos son: a) Hecho material que
cause estragos, es decir destrucción. b) Empleo de medios para causar daños como
los anteriormente mencionados. c) Voluntad criminal.

En lo que se refiere a los incendios, nuestro Código contempla las siguientes figuras:
I.- El incendio de casa, choza, embarcación, o lugar habitado dentro o contiguo a un
pueblo, con intención de causar daño, aunque el lugar no esté habitado, o creando
peligro de propagación del fuego; se sanciona el delito con diez años de presidio,
pero si alguien muere a consecuencia del incendio se aplicará la pena de muerte,
si el autor se hubiere propuesto matarla.

II.- El incendio de edificio no habitado, fuera de poblado, a minas, a colmenares,


establos, bosques, etc., con peligro de propagación; el delito se sanciona con obras
públicas de uno a ocho años; pero si hay perjuicio superior a cinco mil o más pesos,
se sanciona con cuatro a diez años de obras públicas.

III.- Cualquiera que haciendo quemas de terrenos, rastrojos o de pasto seco a


menos de 200 varas de edificios, mieses, plantaciones, árboles, o en día de viento
hace la quema o dispare fuegos artificiales, armas de fuego sin precaución, cause
fuego; se lo sancionará con multa.

IV.- El incendio provocado por negligencia o culpa, descuido, falta de precaución o


vigilancia, se sancionará con multa.

Las figuras sobre distintos daños que contempla nuestro Código principalmente son:

I.- Los que hacen daño, minen, caven, para destruir edificio habitado; se los
sancionará con la pena de presidio de cuatro a ocho años; pero si por estos actos
se causa la muerte de uno con intención de causarla (asesinato) se les aplicará La
pena de muerte.

II.- El que taladre embarcación o la hunda será sancionado con las penas aplicables
al caso anterior.

III.- El que derribe, arruine, anegue, destruya un edificio ajeno en parte considerable
o cualquier otra obra; se le aplicará la pena de uno a tres años de obras públicas y
multa. Pero-si estos actos se los realiza en sitio habitado, la pena se agrava
aumentándola en la mitad; pero si es mina la que sufre estos hechos, se aplica la
pena de cuatro a diez años de obras públicas.
IV.- Quien, por hacer daño corrompe, destruye o inutiliza instrumento público o
recibo, será sancionado con la pena de dos meses a dos años y multa.

V.- Quien destruye mercaderías sean manufacturadas, materias primas o


maquinaria, será sancionada con arresto de ocho días a cuatro meses y multa por
el triple del daño causado. Si el daño se causa por el empleado u obrero a
sabiendas, las penas se agravan al doble fuera de multa. Al respecto según la Ley
General del Trabajo, esta, circunstancia constituye causal de despido.

VI.- Quien destruye plantaciones merece la pena de arresto de cinco días a tres
meses y multa en el triple del daño causado.

VII.- Quien, por cualquier medio y con intención destruye árboles, será sancionado
con arresto de cinco a quince días por cada árbol y multa; pero si el árbol
simplemente se estropea, la pena se reduce a la mitad.

VIII.- Quien perjudique árboles frutales hortalizas, flores, etc., será sancionado con
arresto de cuatro a veinte días y multa.

IX.- Quien intencionalmente destroce instrumentos o aperos de agricultura o


ganadería, será sancionado con arresto de quince días a tres meses y multa en el
triple del valor del daño.

X.- Quien maliciosamente mate caballo o ganado será sancionado con las mismas
penas anteriores.

XI.- Quien mate o inutilice aves de corral será sancionado con multa equivalente al
triple del valor.

XII.- Si cualquiera de los delitos anteriores se hubiera hecho con destrucción de arca
o por odio a funcionario público o por resentimiento, aunque en el tiempo de
ejecución del delito hubiere dejado de ser funcionario, se aplica al máximo de la
respectiva pena.

XIII.- Quien, por malicia rompe dique, paredes, conductos, etc., con intención de
causar inundación o avería, será sancionado con reclusión de un mes a dos años y
multa en el triple del valor del daño.
XIV.- Quien maliciosamente eche a perder o deteriore licor o comestible, será
sancionado con arresto de uno a cuatro meses y multa graduable en el triple del
daño, sin perjuicio de la mayor pena que le corresponda si la substancia mezclada
fuese, per judicial para la salud.

XV.- Cualquier otro daño que se cometa en propiedad ajena o en perjuicio de otra
persona se sancionará con multa del triple del valor y arresto que no pase de quince
días.

XVI.- Cualquiera que cometa daños será puesto bajo la vigilancia de la autoridad de
uno a cinco años y si no da fiador, se duplicara el arresto o reclusión.

Estos delitos están tipificados en el Código Penal de los artículos 661 a 680. En el
Anteproyecto del Código Penal de 1964 están bajo el título de "Delitos contra la
seguridad común"; el artículo 206 trata del incendio; el 207, de otros estragos; el
208 del peligro de estrago y expresa: "El que por cualquier medio originare el peligro
de un estrago, incurrirá en privación de libertad de uno a cuatro años"; en el artículo
209 habla de los actos dirigidos a impedir la defensa común; en el artículo 210 habla
de la conducción peligrosa de vehículos diciendo.- "El que al conducir un vehículo,
por inobservancia de las disposiciones de tránsito o por cualquier otra causa
originare o diere lugar-a un peligro para la seguridad común, será sancionado con
reclusión de seis meses a dos años"; en el artículo 211 habla de la fabricación,
comercio o tenencia de sustancias explosivas o asfixiantes. Posteriormente en el
Capítulo VIII, bajo el título de daños tiene el artículo 357 referente al daño simple; el
358, referente al daño calificado, y el artículo 359 a la exención de la pena.

2.- DEL INCENDIO CON EL FIN DE HOMICIDIO (ARTÍCULO 518). A causa de un


incendio se puede matar a una persona aunque no exista intención de matarla sino
de causar el incendio; en este caso tenemos un delito preterintencional calificado
como homicidio involuntario en nuestra legislación.

En muchas circunstancias, para encubrir o disfrazar un homicidio, se lo ejecuta en


un incendio o a través de un incendio; se provoca el incendio no ya para perjudicar
la propiedad sino para matar; en este caso tenemos un asesinato.
Además de lo dicho, tenemos el caso del artículo 518 del Código Penal, cuando una
persona voluntariamente, a sabiendas y con el fin de matar, incendia la casa,
habitación o lugar donde se encuentra la presunta víctima, si no logra su muerte ni
el incendio se propaga, se tiene un delito de tentativa de homicidio por causa ajena
a la voluntad del agente, caso que se castiga con presidio de diez años; si se logra
la muerte, se califica como asesinato con la pena de muerte.

En el Código Penal al respecto tenemos los artículos 661, 518.

3.- DE LAS FUERZAS Y VIOLENCIAS CONTRA LAS PROPIEDADES Y DE LOS


DESPOJOS. En el Capítulo VIII, Título III del Libro 3º del Código Penal están
contenidos los delitos del subtítulo. En otras legislaciones se los conoce con los
nombres de "Daños y usurpación" respectivamente.

En materia penal, el daño es una variedad del civil con el que guarda semejanza,
aunque se diferencian en los dos siguientes aspectos: a) Los daños penales están
definidos por el Código; b) en materia penal debe concurrir el ánimo o intención de
dañar, la que no es necesaria en materia civil que solo exige que objetivamente
haya daño.

El artículo 966 del Código Civil establece que todo el que cause daño a otro está
obligado a repararlo; como se trata de materia civil, sólo se refiere a la reparación
sin ninguna sanción.

Por su naturaleza, puede decirse que el daño consiste en la destrucción, deterioro,


o. menoscabo de una cosa corporal que le quita o disminuye su valor ya sea de
cambio o de uso. El delito surge del perjuicio o daño sufrido y no del atentado a la
cosa. La cosa dañada ha de ser de pertenencia ajena. La destrucción, el deterioro,
etc., han de lesionar su esencia, aunque también se puede lesionar la cosa sin
atacar la esencia, sólo su utilización. El daño causado puede ser económico o moral
(destrucción de un objeto que tiene significación moral, por ejemplo, que sirve de
recuerdo).

El elemento interno de este delito requiere además del hecho dañoso y de la


conciencia de su ilegitimidad, el ánimo de perjudicar, la intención de dañar. Siendo
el ánimo elemento esencial, es lógico que no puede darse la comisión de estos
delitos por imprudencia o negligencia.

Hoy se conoce el despojo como usurpación, claro está que con algunas
modalidades nuevas. Los preceptos sobre esta materia tienen por objeto la
protección de la propiedad inmueble y el disfrute de los derechos reales contra actos
de violencia o intimidación ejecutados con ánimo de lucro.

Desde el punto de vista doctrinal esta usurpación tiene dos modalidades: 1) La


cometida con violencia o intimidación a la persona que ocupa un inmueble o
usurpación de un derecho real de ajena pertenencia, figura en la que han de
concurrir los siguientes elementos: ocupación de cosa inmueble que sea de
pertenencia ajena; que la ocupación se realice con violencia o intimidación y con la
conciencia del ánimo de lucro. 2) La segunda modalidad del despojo, es la alteración
de términos o linderos de cualquier, heredad.

Cualquier persona puede ser agente de este delito.

Por lo visto, podemos decir que el despojo es la usurpación y el apoderamiento


violento o encubierto de bienes inmuebles y reales. La usurpación o despojo puede
comprender el ataque a bienes muebles con igual violencia y empleando fuerza
insuperable, puede ser un grupo de personas, en cuadrillas, motón, saqueo,
incendio, ruina y la destrucción de las cosas y bienes en general afectando el
derecho de propiedad en toda su integridad.

Los Códigos, al tipificar el despojo, más se refieren al ataque a los inmuebles, unas
veces violento y otras por. embuste y abuso de confianza. Por estas circunstancias
el despojo afecta a la posesión de un bien raíz, al derecho real de uso, habitación,
usufructo, servidumbre o cualquier otro que es turbado injustamente en los actos
dichos sobre los inmuebles y derechos reales.

En la mayor parte de los códigos se conceptúa que el despojo es una variedad de


la usurpación.

Sobre los delitos del subtítulo nuestro Código tiene las siguientes figuras:
I.- El saqueo, destrucción, corrupción de muebles, alhajas, comestibles,
derramamiento de licores, violentamente y con allanamiento de casa almacén en
general, depósito o embarcación, cometidos por cuatro o más personas reunidas en
sedición, motín, asonada o cuadrilla para causar daños, se sanciona con obras
públicas de dos a seis años, sin perjuicio de las penas que se merezcan por motín,
asonada y otros.

II.- Los mismos actos anteriores cometidos con relación a cosas puestas al público
o su allanamiento; en este caso la pena es de obras públicas de uno a tres años,
sin perjuicio de otras penas que merezca por otros delitos.

III.- Cuando se quita a la fuerza la propiedad ajena sin ánimo de apropiársela, o la


propia, poseída o detentada por otro; la pena que se aplica en este caso es de multa
y arresto de ocho días a dos meses; si la cosa es poseída injustamente, la multa es
la mitad de la anterior y arresto de cuatro a veinte días.

IV.- El acreedor que a la fuerza quita a su deudor cosas para hacerse pago u
obligarle a pagar; la pena aplicable en este caso es de arresto de cuatro a veinte
días y multa.

V.- Despojo. El despojo violento de: a) finca, b) alhaja, c) derecho, d) acciones, e)


facultad, f) o cualquier cosa: 1) arrojando al poseedor, 2) impidiéndole el uso,
aunque el acto sea realizado por el propietario; la pena aplicable a este caso es de
arresto de un mes a cuatro v multa.

VI.- El acto de disputar a la fuerza la cosa de dudosa posesión es sancionado con


la pena del caso anterior.

VII.- Cuando sin verificarse despojo se perturba con fuerza o violencia el uso de la
posesión de la finca, alhaja o derecho, acción, facultad o cualquier otra cosa, se
aplica la pena de arresto de quince días a dos meses y multa.

Por fuerza o violencia, para todos los casos anteriores, se entienden la violencia
material, intimidación, amenazas que sean suficientes para impedir la resistencia o
tomando el nombre de autoridad legítima o suponiendo una orden legítima y cuando
hay actitud de llegar a las manos, aunque el atentado no se ejecute.
El Código vigente contempla estas figuras en los artículos 681 al 688.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 tiene los siguientes tipos bajo el título de
Usurpación; el artículo 351 que dice: "(Despojo) El que en beneficio propio o de
tercero, mediante violencia, amenazas, engaño, abuso de confianza o cualquier otro
medio, despojare a otro de la posesión o tenencia de un inmueble o del ejercicio de
un derecho real constituido sobre él, sea que el despojo se produzca invadiendo el
inmueble, manteniéndose en él o expulsando a los ocupantes, incurrirá en privación
de libertad de seis meses a cuatro años". Con referencia a los daños, bajo el título
del mismo nombre tiene el artículo 357 que dice: "(Daño simple) El que de cualquier
modo deteriore, destruyere, inutilizare, hiciere desaparecer o dañare cosa ajena,
incurrirá en la pena de reclusión de un mes a un año y multa basta de sesenta días".
En este mismo subtítulo, el Anteproyecto tiene el artículo 358 sobre el daño
calificado y el artículo 359 sobre la- exención de la pena en estos delitos.

4.- DE LOS QUE MUDAN O ALTERAN LOS TÉRMINOS DE LAS PROPIEDADES.


Estos delitos se refieren a la alteración de los términos o lindes de los pueblos,
heredades o señales que sirven para fijar los límites de las propiedades.

El sujeto activo en estos delitos puede ser cualquiera, aunque Francisco Carrara y
otros tratadistas dicen que debe ser el dueño o poseedor de la propiedad limítrofe
o los que hubieren obrado por su orden. El delito consiste en la remoción o alteración
realizada para obtener provecho. El delito está constituido por el hecho de alterar
términos, lindes, de pueblos, heredades de toda clase. Es evidente que
principalmente el Código se refiere a propiedades rústicas (agrarias).

El elemento principal de estos delitos es el propósito de usurpar la propiedad


inmueble ajena con ánimo de lucro. No caben en estas figuras el dolo especial sino
el dé obtener lucro. Si la usurpación se realiza simplemente con ánimo de perjudicar
a terceros se convierte en delito de daños.

Sobre estos delitos nuestro Código tiene las siguientes figuras:

I.- Cuando a sabiendas se destruyen o quitan los mojones, árboles, paredes, cercas,
zanjas, vallados, lindes o cualquier otra señal reconocida por termino entre su
heredad, campo, propiedad, de cualquier clase y la ajeno mudan de lugar dichas
señales. La pena qué se aplica en este caso es de arresto de seis días a un mes y
multa. Si el delito se refiere a propiedades ajenas la pena es la mitad de las
anteriores.

II.- Si se quita la señal o se la varía en tratándose del límite de provincias, partido,


pueblo, parroquia, jurisdicción, o gobierno, la pena que se aplica es la de arresto de
dos días a dos meses y multa.

El Código tipifica estas figuras en los artículos 689 y 690 y el Anteproyecto de 1964
en los artículos 352 a 356.
CAPÍTULO LXIV

OTROS DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD PÚBLICA Y PRIVADA

1.- DELITO DE ESPECULACIÓN. DECRETO SUPREMO DE 3 DE AGOSTO DE


1938.- El apetito desordenado de lucro de quienes tienen un concepto materialista
basada en la riqueza, considerada como valor supremo, influye en que no mediten
en la licitud dé los medios para adquirirla, razón por la cual en muchas
circunstancias trafican con las necesidades del prójimo, llegando con sus
especulaciones a alterar las relaciones económicas normales del intercambio. Esta
actitud antisocial, que llega al terreno de la inhumano, muchas veces provoca
consecuencias desastrosas. Entre las principales tenemos las siguientes:

1) El enriquecimiento de esas gentes, llamadas especuladores, se efectúa


necesariamente a expensas de la gran mayoría de la población, dando como
resultado el empobrecimiento, miseria, depauperación de las clases
económicamente débiles.

2) El acaparamiento de artículos, fase de la especulación, ocasiona a su vez la


insuficiencia en los suministros, ya que no se dispone de las cantidades de bienes
en proporción a las necesidades sociales;

3) El hecho de que los que dispongan de mayores cantidades o posibilidades


económicas puedan adquirir lo que necesitan y aun lo superfluo y en cambio las
clases peor dotadas, pobres y medias se vean en la imposibilidad de tener lo
elemental para satisfacer sus necesidades primarias, produce un estado de
injusticia.

4) Estas situaciones provocan un clima apropiado para conducir al pueblo a un


descontento que desemboca en conflictos sociales y políticos.

5) La especulación provoca el enriquecimiento ilícito.

6) Finalmente, para continuar con esta enumeración de las funestas


consecuencias de la especulación, diremos que provoca el encarecimiento del costo
de vida.
La especulación, llamada también agio, consistente en el acaparamiento o tenencia
de mercaderías, de modo anormal en cuanto se refiere a la cantidad, ilegal en
cuanto a su almacenamiento, permite la posibilidad de una venta clandestina con
ganancias desmesuradas.

El propósito del agio es el ánimo de especular clandestinamente. Se presenta esta


figura cuando existe el comercio controlado, es decir, cuando en un país existe el
régimen del control de precios, en cuanto al máximo que se puede cobrar por los
artículos, por lo que para burlar este control se especula en el comercio clandestino,
llamado bolsa negra. En un régimen de libertad de comercio, donde el comerciante
fija el precio de sus artículos de acuerdo a sus propósitos, la especulación
desaparece. El sistema del comercio controlado y dirigido surge por diferentes
circunstancias que se presentan generalmente en momentos críticos, por ejemplo,
en período de guerra y post bélico, cuando se presenta la escasez de artículos de
consumo y el Estado debe intervenir y regular la distribución para que ella alcance
a todos.

La ocultación de bienes es la figura que consiste en la sustracción a la venta de


disponibilidades actuales.

La Ley de 3 de agosto de 1938 tipifica la especulación como delito de carácter


público y lo define como: "Todo acto o hecho realizado con el fin de producir alza
indebida de los precios de los artículos y productos de primera necesidad
destinados al consumo de las poblaciones q provocar su encarecimiento en los
mercados de venta por su ocultación o acaparamiento y en general todo acto o
hecho que tienda a la consecución de ganancias ilegítimas a costa de sacrificio del
bienestar colectivo"

La ley no sólo define la especulación sino también tipifica quién es especulador, en


las siguientes figuras: 1) Los que eleven injustamente los precios de las
subsistencias y además artículos de consumo o uso considerados de primera
necesidad por el Decreto, incluyendo drogas y medicinas en general; 2) los que
ocultan, destruyen cosechas o alimentos que les son propios; 3) los que acaparan
los mismos productos con el fin de elevar sus precios; 4) los que comercian con
artículos de primera necesidad contrariando las disposiciones legales; 5) los que
comercian con cualquier clase de artículos cobrando precios que sobrepasan los
límites señalados por las autoridades; 6) los que contratan con el Estado y fijen
precios mayores de los que; rigen en las plazas donde debe entregarlos artículos y
los que reciben divisas que les dan un virtual monopolio de importación; 7) los
dueños de casa que sin motivo elevan los alquileres; 8) los que mixtifiquen o alteren
substancias alimenticias y bebidas alcohólicas; 9) las empresas mineras y
ferrocarrileras que especulen con artículos de pulpería... La ley también se refiere a
los productos agrícolas, indican do que los productores están obligados a hacer
declaración de su producción ante las autoridades municipales; esto con el fin de
impedir su especulación y venta clandestina a precios más elevados que los
oficiales.

Las penas que establece esta norma son las de multa o en su defecto presidio de
uno a cinco años; en caso de reincidencia se aplican ambas penas; conjuntamente
con el decomiso de los productos y multa. El decreto fija agravante consistente en
que si el que realiza los actos dichos es empleado público se le aplicará el máximo
de la pena.

El procedimiento que se debe seguir en estas acciones es el sumario verbal


tramitado ante el Intendente de la Policía Municipal, que deberá resolverlo en el
plazo de quince días; admite la apelación ante el Alcalde Municipal y la demanda
de nulidad ante la Corte Superior del Distrito.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964, siguiendo las corrientes modernas del
Derecho Penal, define estas figuras bajo el título de: "Delitos contra la economía
nacional, la industria y el comercio" y tiene el Artículo 221 que define los delitos de
contratos lesivos al Estado; el Artículo 222 sobre incumplimiento de contratos
celebrados con el Estado; el 223, sobre la destrucción de bienes del Estado y la
riqueza nacional; el 224, sobre la conducta antieconómica; el 225 sobre la infidencia
económica del funcionario público o quien por sus funciones se halla en posesión
de datos que interesen a la economía; el Artículo 226 sobre el agio dice: "El que
procurare alzar o bajar el precio de las mercaderías, salarios o valores negociables
en el mercado o en la bolsa, mediante noticias falsas, negociaciones fingidas o
mediante cualquier otro artificio fraudulento, incurrirá en privación de libertad de seis
meses a tres años, agravándose en un tercio si se produjere cualquier de estos
efectos. Será sancionado con la misma pena, el que acaparare u ocultare
mercaderías provocando artificialmente la elevación de precios". Asimismo,
consigna el Artículo 227 sobre destrucción de productos; el Artículo 228, sobre
contribuciones y ventajas ilegítimas; el Artículo 229, sobre sociedades o
asociaciones ficticias; el Artículo 230, sobre franquicias, liberaciones o privilegios
ilegales. El Artículo 231 sobre evasión de impuestos dice: "El que obligado
legalmente o requerido para el pago de impuestos no los satisficiere u ocultare, no
declarare o disminuyere el valor real de sus bienes o ingresos, con el fin- de eludir
dicho pago o de defraudar al fisco, será sancionado con prestación de trabajo de un
mes a un año y multa de veinte a cincuenta días". En nuestra actual legislación el
Código no se refiere en nada a la falta de pago de impuestos y sólo existen leyes
hacendarlas que sancionan esta omisión con multa sin privación de libertad.

2.- DELITO DE OCULTACIÓN. REFERENCIA AL DELITO DE OCULTACIÓN DE


MINERALES; DECRETO SUPREMO DE 11 DE FEBRERO DE 1954. Hemos ya
indicado que otro delito contra la economía de la sociedad es el de ocultación, que
podemos definirlo como "la sustracción a la venta o a las posibilidades de los
organismos correspondientes, ya sea por falta de declaración afirmando que no se
los tiene habiéndolos, o no declarando su existencia con posibilidad de
especulación".

La ocultación es un procedimiento que desemboca en la especulación, pues el


objetivo y finalidad de ocultar es provocar escasez y consiguiente elevación del
precio. Este es otro delito económico que aparece como una plaga en el régimen
de control de precios y de consumo como consecuencia del estado de crisis, como
hemos visto en tratándose de la especulación, de la cual es la antesala; de igual
modo, cuando se pone en vigencia el sistema de libre comercio, este delito
desaparece.
A continuación, nos vamos a referir al Decreto Supremo de 11 de febrero de 1954,
promulgado en virtud de la obligatoriedad que tienen los mineros de entregar su
producción al Banco Minero de Bolivia. Esta modalidad existe en nuestro país
debido a su estructura económica, en la que la industria minera es la básica que
determina lógicamente que el Estado tenga el monopolio de la exportación de
minerales, vale decir de su comercialización, que le produce divisas necesarias para
que pueda cumplir con sus obligaciones; por ello, en Bolivia quien debiendo no
entrega sus minerales a la entidad bancaria minera, comete la falta de ocultación
de minerales. Recordemos que se comete una falta contra el Derecho Penal
Administrativo y no de Derecho Penal criminal.

Como en muchos casos se ha tratado de eludir esta obligación, se ha dictado el


Decreto Supremo de referencia que principalmente contiene los siguientes
extremos:

I.- Se considera comercio clandestino el rescate, la compraventa o transferencia de


minerales entre personas jurídicas o particulares.

II.- Se exceptúa de esta venta obligada de minerales al Banco Minero de Bolivia a


la COMIBOL.

III.- Los productores de minerales están obligados a comunicar quincenalmente al


Banco Minero de Bolivia, la cantidad de minerales que existe en sus depósitos.

IV.- Además cometen ocultación, los productores de minerales que almacenen o


guarden sus productos sin dar el aviso mencionado.

El comercio clandestino, el contrabando de minerales, la falsedad en las


declaraciones, serán sancionadas con el decomiso de minerales y multa
equivalente a su valor. También la multa será cancelada por quien tenga en su
poder los minerales.

La denuncia es de acción pública, es decir obligación de todos y puede hacerse


ante la Dirección General de Minas, Banco Minero de Bolivia, Dirección General de
Aduanas y sus reparticiones. Los denunciantes como premio, recibirán el valor total
de lo denunciado.
El procedimiento que se sigue, en estos casos es el trámite de la primera instancia
ante la Dirección General de Minas; la alzada ante el Ministro de Minas y Petróleo.
En el contrabando de minerales, el juicio se sigue ante la Aduana, es decir la primera
instancia ante la Dirección Distrital de Aduanas, la apelación ante el Jurado Nacional
de Aduanas y la demanda de nulidad ante la Corte Suprema de Justicia.

Las multas cobradas por estos delitos se acumulan en favor del Estado

3.- ENRIQUECIMIENTO ILÍCITO DE EMPLEADOS. REFERENCIA A LA LEY DE


17 DE NOVIEMBRE DE 1941. Ya hemos visto en qué consiste el enriquecimiento
ilícito de los empleados públicos (funcionarios); ocurre cuando usan de la función
pública a costa del Estado, o sin que exista daño al interés público el funcionario se
enriquece a través de diferentes medios ya sea cobrando o recibiendo pagos
indebidos favoreciendo a determinadas personas, recibiendo dineros, regalos,
dadivas para cumplir con sus obligaciones, etc.

Estas conductas ilegales que asuelan la administración pública en varios países; se


han presentado en Bolivia con una generalidad alarmante a partir de la Guerra del
Chaco, fomentada por diferentes causas; la relajación de la moral funcionaría, la
desvalorización de la moneda, el aumento de los inmigrantes proveniente de los
países desarrollados que traen consigo estas malsanas conductas, etc. Para hacer
frente a esta grave situación, se dictó la Ley de 17 de noviembre de 1941, que
determina que el Presidente, Vice Presidente de la República, Ministros de Estado,
Representantes Nacionales, Miembros del Poder Judicial, Agentes Diplomáticos y
Consulares y en general todos los funcionarios públicos civiles, militares,
eclesiásticos de la Administración Pública, entidades públicas autónomas o
autárquicas, a excepción de los maestros, soldados de ejército y policía, auxiliares,
escribanos, ujieres, porteros, al iniciar sus gestiones deben hacer una declaración
jurada en el Registro Nacional de Bienes (Contraloría) de lo que poseen.

En base a la anterior disposición, el Estado sabe lo que posee un funcionario cuando


inicia su gestión con lo que ya puede entrar a tipificar el enriquecimiento ilícito, y lo
hace del siguiente modo: "El aumento o acrecentamiento del patrimonio que no
proviene: a) Del ejercicio del oficio, profesión lícita que no sea incompatible con el
cargo; b) de los emolumentos legales; c) del aumento natural de los bienes
declarados que se tenían al comenzar el ejercicio de la función pública; d) de
herencia, legado, donación, o causa extraña a la función pública; e) de hecho fortuito
lícitos (ejemplo lotería) debidamente comprobados". El delito se sanciona con
presidio de dos a diez años, inhabilitación para ejercer todo cargo público con doble
tiempo. La denuncia de enriquecimiento ilícito de funcionario es de orden público,
por lo que se puede hacer por cualquiera.

La ley prescribe que el que soborne o trate de sobornar al empleado público sufrirá
las anteriores penas.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 contempla figuras penales referentes a


estos delitos bajo el título de "Delitos contra la función pública"; en el artículo 142
dice: "(Peculado). El funcionario público que aprovechando del cargo que
desempeña se apropiare de dinero, valores o bienes de cuya administración, cobro
o custodia se hallare encargado, será sancionado con privación de libertad de tres
a ocho años y multa de sesenta a doscientos días". En el Artículo 143 trata del
peculado culposo, en el Artículo 145 se refiere al cohecho pasivo propio, en el
Artículo 146 define el uso indebido de influencias; en el Artículo 147, tipifica el delito
de "los beneficios en razón del cargo", en el Artículo 149, se refiere a la omisión de
declaración de bienes y renta; en el Artículo 150, a las negociaciones incompatibles
con el ejercicio de función pública, en el Artículo 151, al referirse a la concusión,
dice: "El funcionario público o autoridad que con abuso de su condición o funciones,
directa o indirectamente, exigiere u obtuviere dinero u otra ventaja ilegítima o en
proporción a la fijada legalmente, en beneficio propio o de un tercero, será
sancionado con presidio de dos a cinco años". Finalmente, en el Artículo 152 define
las exacciones.

4.- LOS DELITOS CONTRA LA ECONOMÍA NACIONAL. DECRETO LEY DE 3 DE


ENERO DE 1956. Los delitos contra la economía nacional atacan directamente la
economía del Estado con consecuencias que repercuten en lesiones a los intereses,
seguridad económica y estabilidad de los particulares. Después de la Primera
Guerra Mundial, estos delitos han aflorado de una manera pavorosa con
consecuencias sumamente graves.

En Bolivia somos testigos de la grave situación en la que nos encontramos agravada


por delitos cometidos a través de los Fondos de Contrapartida, convenios como el
Chacur, Markus, Arpie, el negociado de las divisas, el comercio ilícito y lesivo de
bienes del Estado, tráfico de divisas, bolsa negra, etc., etc. Para hacer frente a esta
delincuencia es que se ha dictado el Decreto Ley de 3 de enero de 1956. A
continuación, veremos las partes que nos interesan de este decreto ley que dejó de
tener vigencia al constitucionalizarse el país.

Entre las figuras más relevantes que contiene tenemos las siguientes:

I.- Son delitos contra la economía del Estado: a) Explotación, tala, destrucción de la
riqueza forestal sin permiso de autoridad competente. b) Caza y pesca en épocas y
con procedimientos prohibidos. Para las dos figuras anteriores se estipula la sanción
de reclusión de dos a cuatro años. c) Los que comercien con bienes del Estado y
exporten ilícitamente armas, municiones y materiales pertenecientes al Ejército
Nacional; el delito se sanciona con dos a cuatro años de obras públicas. d) La
elevación artificial de los costos de producción industrial sometida a control de
precios y destinada al uso y consumo públicos; se sanciona esta figura con- dos a
cuatro años- de obras públicas. e) La especulación de artículos de primera
necesidad y mercaderías en general o modificación fraudulenta en las misma de los
precios de venta aprobados legalmente; se sanciona este delito con obras públicas
de uno a tres años. f) Ocultación o acaparamiento de artículos de consumo con el
propósito de provocar su escasez; la pena que se aplica a este hecho es de uno a
tres años de obras públicas. g) La constitución nominal de personas jurídicas para
beneficiarse con créditos y divisas; la pena en este caso es de dos a cuatro años de
obras públicas. h) La reexportación de artículos de primera necesidad que fueron
importados con divisas de cambio oficial o exportación de artículos nacionales sin
permiso; se sanciona el delito con obras públicas de dos a cuatro años. i) La
reexportación sin autorización de mercaderías importadas con divisas oficiales; en
este caso la pena, es de obras públicas de dos a cuatro años. j) La sobre facturación
con el fin de descargo de divisas, sancionándose la figura con la pena de obras
públicas de dos a cuatro años. k) La alteración dolosa de precios de venta de
materias primas o productos exportados para efectos de descargo de divisas; la
pena que se aplica es de dos a cuatro años de obras públicas.

I) La fabricación, suministro venta al Estado, entidades autónomas o


semifiscales de maquinarias, productos, materias primas de distinta clase y calidad,
cantidad de las ofrecidas pedidas o contratadas. Se pena el caso con dos a cuatro
años de obras públicas.

II) La promesa o entrega a empleado público de dinero u otra recompensa para


que realice o deje de hacer algo inherente a su cargo; se sanciona con dos a cuatro
años de obras públicas.

III) La celebración de contratos desventajosos a los intereses del Estado o


entidades autónomas o semifiscales sin haberse cumplido los requisitos legales o
aunque habiéndoselos cumplido, cuando los contratos hayan sido obtenidos
mediante dádivas, cohechos, o dando participación en las utilidades; se sanciona el
caso con obras públicas de dos a cuatro años.

La responsabilidad penal comprende a todos los que concurren moral o


materialmente en cualquier forma a la ejecución del delito. Estos delitos son
públicos, denunciables por cualquiera.

II.- El procedimiento para estos juicios se debía seguir ante el juez ordinario; el
sumario no debe durar más de treinta días, el plenario sesenta y el auto de vista
debe tramitarse, en quince días. La retardación de justicia en estos casos da lugar
a la exoneración del Juez o fiscal. Iniciado el proceso se hipotecarán los bienes de
los encausados; además la ley comprende la restitución al Estado o entidades
públicas de las sumas objeto del delito.

El Anteproyecto del Código Penal de 1964 comprende estos delitos bajo el título de
"Delitos contra la economía Nacional, la industria y el comercio"; los tipifica
comenzando del artículo 221, que dice: "(Contratos lesivos al Estado) El funcionario
público que, a sabiendas, celebrare contratos en perjuicio del Estado o de entidades
autónomas autárquicas, mixtas o descentralizadas, será sancionada con privación
de libertad de uno a cinco años. En caso de que actuare culposamente, la pena será
de privación de libertad dé seis meses a dos años. El particular que, en las mismas
condiciones anteriores, celebrare contrato perjudicial a la Economía Nacional, será
sancionado con reclusión de uno a tres años". En el Artículo 222 se refiere al
incumplimiento de contratos celebrados con el Estado; en el Artículo 223, a la
destrucción o deterioro de bienes del Estado y la riqueza nacional; en el Artículo
224, a la conducta antieconómica; el Artículo 225, a la infidencia económica; el
Artículo 226; al agio; el Artículo 227, a la destrucción de productos; el Artículo 228,
a las contribuciones y ventajas ilegítimas; el Artículo 229, a las sociedades o
asociaciones ficticias; el Artículo 230; a las franquicias, liberaciones o privilegios
ilegales; el Artículo 231, a la evasión de impuestos.
CAPÍTULO LXV

DERECHO DE MENORES

1.- EL MENOR ANTE EL DERECHO PENAL. TENDENCIAS MODERNAS. La


desorganización de la familia, provocada por muchas causas, entre las cuales
podemos contar principalmente: 1) económicas, ya que el Liberalismo al proletarizar
la sociedad, arranca del hogar a la madre, a los hijos, porque todos deben trabajar
para mantener la familia, ya que la riqueza está polarizada, se encuentra en manos
de pocos. 2) Causas morales que debilitan los vínculos conyugales, familiares y
sociales; el divorcio, que jurídicamente consagra la desintegración de la familia, y
otras más; todas determinan el crecimiento incesante de la infancia abandonada,
uno de los más graves problemas de la sociedad contemporánea, que muchas
veces puede desembocar en conductas antisociales.

Para solucionar esta grave situación, desde mediados del siglo pasado, más o
menos, se inicia la legislación protectora de la infancia que intenta poner coto a las
dañosas y perniciosas consecuencias de todo orden que trae consigo esta cuestión.

La legislación protectora, del menor surge a su vez como una consecuencia de la


evolución del Derecho Penal que es fundamentalmente sancionador de imputables;
pero como el menor, para nuestra materia es inimputable, por ello considera al niño
fuera del Derecho Penal, el sentido aflictivo y punitivo de las normas penales,
tratándose de menores se pierde adoptándose más bien un espíritu puramente
tutelar y protector; por esto es que para los menores el Derecho Penal ha sido
instituido por la "pedagogía correctiva", y las penas se han transformado en medidas
educativas y reformadoras.

Siguiendo este proceso tutelar del menor, es que en 1946 se ha creado la Unión
Internacional de Protección de la Infancia, que se ocupaba de la criminalidad infantil,
habiendo organizado con fines de información y estudio la "Comisión Consultiva de
la Infancia Delincuente y Socialmente Inadaptada", cuya misión es la de estudiar los
problemas de reeducación y readaptación social de los menores delincuentes y
moralmente abandonados.
El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, que se preocupa también
de estos problemas, ha organizado y celebrado reuniones para el estudio de la
delincuencia infantil en París, en octubre de 1948, en Lake Success, en marzo de
1949, habiendo ocurrido además a esta sesión de Ia UNESCO, la Unión
Internacional de Protección a la Infancia, la Comisión Internacional Penal y
Penitenciaria, la Asociación Internacional de Derecho Penal.

El espíritu moderno, que inspira el tratamiento de los menores delincuentes, se


manifiesta apenas el niño y el menor ha infringido la ley penal. No hace muchos
años, el menor delincuente, durante el período de instrucción del sumario, era
recluido preventivamente en las prisiones donde no siempre se los aislaba de los
delincuentes adultos; hoy, por el contrario, en casi todos los países se procura que
los menores no franqueen las puertas de la prisión. Es así que actualmente a los
menores que han de" comparecer ante sus jueces, según la gravedad de su delito
y según sus condiciones personales y familiares, o se les permite continuar en su
propia familia o se "los coloca en instituciones benéficas o en casas especiales de
detención cuya organización se procura que recuerde en todo lo posible el hogar
familiar.

En tratándose del menor, la instrucción del proceso se arranca de las manos de los
jueces comunes. Sobre este punto, las ideas dominantes en la actualidad son que
existan jueces de menores que conozcan su psicología para penetrar en su alma,
totalmente diferente de la del adulto. Es fundamental reunir todos los ciatos posibles
de la personalidad del menor, condiciones físicas y de salud de sus padres (si
estuvieron enfermos con sífilis, fueron alcohólicos, etc.), ambiente escolar, familiar,
profesional. Por esto, en muchos países hay instituciones especializadas y
consagradas al estudio específico del menor delincuente, así como funcionarios
especializados encargados de esta misión. Una parte importante de esta función
está encargada al médico para que determine la salud física y mental del menor.

2.- NORMAS VIGENTES EN BOLIVIA. En Bolivia se ha trabajado bastante sobre la


materia desde el punto de vista de los planes, proyectos y leyes, pero esta actividad
no ha sido la misma en las realizaciones, fundamentalmente por razones
económicas. En nuestro país, existen una serie de normas sobre la materia, que
comenzaron con la creación del Patronato Nacional de Menores, hoy
completamentado, por no decir sustituido, por el Consejo Boliviano del Menor. No
tenemos ningún código ni cuerpo legal compilado; sólo hay leyes sobre diferentes
aspectos. A continuación, veremos las disposiciones más importantes:

I.- El Decreto Supremo No. 04017, de 11 de abril de 1955, que reconoce los
"Derechos del Niño Boliviano", en los siguientes aspectos: a) El derecho de nacer
en condiciones adecuadas. b) El derecho de ser alimentado, asistido, educado,
instruido de acuerdo a su calidad de persona humana. c) El derecho de no ser
maltratado moral o materialmente. d) El derecho a la igualdad entre todos los niños.
e) El derecho a ser respetado en sus creencias. f) El derecho a escoger sus
actividades y la orientación para su profesión. g) El derecho a la protección. h) El
derecho a la seguridad y previsión social. i) El derecho a reclamar contra la
explotación de sus trabajos. j) El derecho al ejercicio pleno de su personalidad
artística. k) El derecho a la protección integral de su vida.

Para la ejecución de este derecho se crean la "Sección Tutelar" y la "Policía de


Menores", dependientes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Se excluye
totalmente de la actividad policial la detención, retención y otros actos en menores
de 18 años.

II.- El Decreto Supremo No. 5321 de 30 de septiembre de 1959, que crea como falta
grave el abandono moral y material de los hijos; establece para los infractores
multas desde $b. 100 a $b. 5.000; se encomienda a la Sub-Dirección Nacional de
Menores la ejecución de esta calificación y la aplicación de las sanciones.

III.- El Decreto Supremo 05436, de 26 de mayo de 1960, que crea el "Consejo


Boliviano del Menor", que completa el Patronato Nacional de Menores y establece
las siguientes bases: a) La función del Consejo Boliviano del Menor es proteger
integralmente a los menores para que desarrollen todas sus aptitudes
principalmente referidas a los niños abandonados moral o materialmente,
desvalidos y menores trabajadores, y contribuir al afianzamiento de las familias. b)
Desarrollar las normas establecidas en la Declaración de los Derechos del Niño. c)
Supervigilar el destino de los subsidios de lactancia, natalidad, sepelio; del Código
de Seguridad Social. d) Otorgar albergue, alimentación, abrigo a los menores de
situación familiar irregular. e) Prevenir o tratar enfermedades de niños. f) Asegurar
la instrucción primaria, secundaria, o especializada de los menores que se
encuentran bajo su dependencia. g) Orientarlos moral o espiritualmente;
reeducarlos y readaptarlos. h) Estudiar sus aptitudes físicas y espirituales. i) Adoptar
medidas para proteger económica, social y espiritualmente a los menores.

Este Consejo es dependiente del Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Trabajo
y Seguridad Social. El Consejo está formado por un presidente nombrado por el
Presidente de la República; y por sendos representantes de las siguientes
entidades: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Educación y Bellas Artes,
Gobierno, Justicia e Inmigración, Salud Pública, Ministerio Público, Sociedad
Boliviana de Pediatría, Asociación Nacional de Asistentes Sociales; de las
instituciones privadas de asistencia a menores. Los Ministerios elevarán propuesta
de seis delegados, para que el Poder Ejecutivo haga las nominaciones.

Para ser miembro de este Consejo se deben llenar los siguientes requisitos: a) Ser
boliviano. b) Tener más de 30 años. El Consejo tiene las siguientes atribuciones:

1) Protección de menores abandonados, buscándoles hogares sustitutos, o


educándolos para que se habitúen para la vida. 2) Proteger sus bienes. 3) Investigar
y sancionar sus malos tratamientos. 4) Tener bajo su dependencia la Policía de
Menores. 5) Dirigir albergues, hogares, casas cunas, gotas de leche. 6) Controlar la
prestación de alimentos. 7) Ejercer las medidas para la protección de los menores.

En cada departamento, se organizará una oficina del Consejo su domicilio Central


es La Paz, en el Albergue de Menores.

IV.- El Decreto Supremo 687, de 26 de febrero de 1947, sobre Código de


Contravenciones, crea contravenciones en las cuales pueden incurrir los menores
hasta los 18 años. Las principales contravenciones que establece son: No asistir a
la escuela, pena a los padres con multa; uso de bebidas alcohólicas, narcóticos y
estupefacientes, se sanciona al que provee al menor; tráfico por el menor de drogas,
tabaco, alcoholes, libros y revistas obscenas; prostitución de menores de 18 años,
realización de actos de perversión, mendicidad; vagabundaje, se considera
vagabundo quien, hallándose en edad escolar, no asiste a la escuela y se halla en
la calle o lugares públicos más allá de las 10 de la noche (cines, billares, cafés, etc.
); concurrencia de menores a lugares de juego, lenocinio, bares, cabarets;
desobediencia grave a los padres, maestros, tutores y ancianos; juegos de azar en
la calle, portones, habitación y por dinero.

La denuncia de estas infracciones y contravenciones es obligatoria y de orden


público.

Las contravenciones se someten en su juzgamiento a juicios orales y breves, son


castigadas con amonestación a los menores, y penas leves y multas a los padres.
En tanto se cree el tribunal especial, serán juzgados por el Patronato Nacional de
Menores.

3.- PROYECTOS EXISTENTES. Existen sobre la materia algunos proyectos; la


dificultad radica en que no han sido publicados; su conocimiento general, por esta
razón, es difícil. Entre los principales proyectos tenemos los siguientes:

I.- Proyecto de Código de Menores de la Dra. María Josefa Saavedra, que


comprende dentro del término menor sólo el que tiene hasta 18 años, estipula que
todo menor debe contar con el amparo de sus padres y ascendientes; a falta de
familiares, el Estado a través de sus órganos debe suplir la ausencia.

El Proyecto de Código principalmente los siguientes objetivos: a) Protección y


reajuste de la familia. b) Protección de la mujer grávida antes y después del
alumbramiento. c) Protección de niños desaparecidos. d) Menores que son Víctimas
de familias incompletas, ya sea por divorcio o abandono. e) Vigilancia de la salud
infantil. f) Protección de niños anormales y abandonados. g) Vigilancia y reclusión
de niños víctimas de lesiones.

El Proyecto instituye el Patronato Nacional de Menores para que el Código sé


aplique por su intermedio.
El proyecto también se refiere a la niñez escolar, a su asistencia y amparo; a los
menores abandonados. Entiende por menor abandonado al que carece de familia,
parientes, patrones, padrinos. De igual modo, enfoca el trabajo de menores,
estableciendo que sólo pueden trabajar siete horas para dedicar la octava a su
asistencia a la escuela. También estudia el contrato de trabajo de los menores y el
trabajo de mujeres.

II.- Proyecto de Código de Procedimiento o régimen procesal de menores,


presentado por el especialista belga Marcel Scarmure que hizo el trabajo asistido y
cooperado por profesionales bolivianos. Este proyecto establece un Tribunal
Correccional, que se denominará Tribunal Tutelar; el juez de este tribunal tendrá la
misma categoría del juez Instructor, pero especializado en menores. Pueden
desempeñar esta judicatura tanto hombres como mujeres con conocimiento en
Pedagogía, Psicología, y Legislación Social; el Fiscal de Partido será también Fiscal
de Menores; tanto el juez como el personal serán designados por el Patronato.

Entre las facultades del tribunal se tiene que puede ordenar cuando crea
conveniente la comparecencia del menor. El menor no podrá ser detenido ni en
cárceles ni en policías, sino que será mantenido en libertad vigilada.

El juicio que se haga al menor no tiene por efecto castigar al culpable, sino que en
lugar de sancionar se lo convierte en protegido, es decir que el juicio tiene por fin
proteger y amparar al menor. El procedimiento señalado para estos trámites es el
verbal, no siendo admisibles escritos de ninguna clase. Durante el juicio el menor
será sometido a un examen plural, somático, intelectual, caracterológico,
profesional, médico, psicológico. De todo lo actuado en el juicio, se debe guardar
absoluta reserva. Una vez cumplidas las anteriores diligencias y realizados los
informes ante la presencia de la Visitadora Social y del menor, debe procederse al
juicio. Los pronunciamientos que dicte el juez por ningún motivo pueden llevar la
palabra fallo, sentencia o condena; todo el trámite se realiza en audiencias.

Las sanciones que puede aplicar el juez son las siguientes: a) Multas a los padres
o guardadores del niño. b) Libertad vigilada con la obligación del menor para que se
presente al tribunal cuando sea llamado. Se puede recurrir de la resolución en
apelación para que la conozca la Corte Superior del Distrito.

Se establece el sistema de rehabilitación para los padres o tutores que han sido
privados de la tenencia, la misma que puede ser pedida una vez pasados dos años
de la resolución.

III.- Existen otros proyectos como el del Dr. Adolfo Bozo Jhansen, presentado en
1936, otro del Dr. Manuel López Rey y Arrojo, a los que no podemos referirnos
porque no nos ha sido posible encerarnos de sus contenidos, debido a que no
cursan copias en bibliotecas y otros institutos.

4.- PRINCIPIOS DE UNA REFORMA PENAL EN LO TOCANTE A LOS MENORES.


Actualmente el tratamiento de los menores ha progresado grandemente
coadyuvado por la pedagogía, psicología, sociología y otras disciplinas. Antes a los
menores se les daba un tratamiento penal casi idéntico al de los adultos, hoy con la
definición sobre la inimputabilidad, el menor» como hemos visto, está fuera del
Derecho Penal y de su Código.

Los principios de mayor relevancia que rigen esta materia son los siguientes-.

a) El Derecho Penal, en lo tocante a los menores, ha sido sustituido por la


"pedagogía correctiva", con lo que las penas se han transformado en medidas
educativas y reformadoras.

b) Hoy, cuando el menor infringe las normas penales, no toca ni franquea las
puertas de la prisión ni preventiva ni definitivamente; según sus condiciones
personales y familiares, o se le permite continuar en su familia o se le coloca en
instituciones benéficas que recuerdan la familia.

c) La instrucción del proceso, de ningún modo corresponde al juez ordinario;


para sustituirlo se han creado jueces de menores que comprendan la psicología de
éste y estudien los antecedentes familiares, sí situación familiar y personal; deben
tener una idea exacta de la salud física y mental del menor.
d) Los tribunales para niños o jóvenes, que por primera vez aparecen en 1889
en Chicago y en 1901 en Filadelfia, comienzan siendo una supervivencia de los
tribunales comunes con finalidades de educar y proteger, pero no de imponer penas.
En algunos países como en Inglaterra y Estados Unidos, poseen el carácter de una
jurisdicción criminal que lleva consigo ciertas garantías para precautelar la libertad-
individual. En otros países, son instituciones no judiciales de sentido tutelar,
desprovistas de carácter represivo, que se ocupan de los menores más que por
causa de la infracción de la ley penal, por su no adaptación social. Estos tribunales,
en algunos países son unipersonales y en otros colegiados. Se dice que el tribunal
colegiado es más solemne, asusta al menor haciéndolo más receloso, mientras que
el juez único le impone mayor confianza.

El Juez de menores, además de una acrisolada moralidad, ha de reunir un


conocimiento profundo de psicología. En algunos países estos magistrados
pertenecen a te carrera judicial. Se insiste que estos cargos se hagan extensivos a
la mujer.

La presencia de abogado defensor en el proceso no se considera necesaria puesto


que no se trata de sancionar ni es puesto en peligro derecho alguno; más bien se
estima imprescindible la presencia de trabajadores sociales. Tampoco se concibe
necesaria la presencia del Fiscal debido a que su misión es fundamentalmente
penal.

En estos tribunales, las audiencias o sesiones son especiales; el público por lo


general no es admitido para que los menores no sean juzgados como criminales.
Estos tribunales extienden su sanción a menores hasta la edad de 16 a 18 años,
siendo opinión de que todas las infracciones que cometan sean juzgadas por estos
tribunales. También existe la corriente de dividir la jurisdicción de estos tribunales
hasta los 12 o 16 años para que los menores sean juzgados por tribunales juveniles,
cuales quiera sea la infracción que cometa; pero tratándose de menores entre diez
y ocho y diez y seis años, las infracciones más graves corresponderían a los
tribunales comunes.
e) Con relación a las penas aplicables a los menores se han abolido todas las
rigurosas como las penas de privación de libertad; mucho más la de muerte; algunos
países, como Inglaterra, mantienen la de azotes y en la gran mayoría sigue vigente
la multa.

Hoy se considera que las únicas medidas aplicables y adecuadas son las tutelares
o educativas. Entre las principales de esta clase tenemos las siguientes:

I.- El régimen de prueba o de libertad vigilada es una de las medidas de mayor éxito;
consiste en dejar al menor con su familia si ella no es un peligro, o en familia extraña
de reconocida moralidad, o en una institución de caridad bajo la vigilancia de
funcionarios, los oficiales de prueba, durante determinado tiempo; sí pasado el
período, la conducta del menor no da lugar a quejas, la prueba termina; pero si el
régimen no consigue su reforma es preciso adoptar otras medidas correccionales
más adecuadas. Un aspecto importante de este sistema es la vigilancia organizada
que debe estar a cargo de funcionarios de gran moralidad y especializados en la
materia. Ese sistema se aplica en casi todos los países.

II.- Para los menores que no sienten los efectos benéficos del anterior, sistema, se
aplican medidas de mayor rigor; pueden ser las de interna-miento en instituciones
de reforma, entre las que las tenemos de diferentes clases. Por lo general, todas se
caracterizan por internamiento desprovisto de sentido penal respondiendo al único
fin de moralizar y reformar. Los internos reciben educación moral, religiosa,
intelectual, profesional, física y, si es necesario, tratamiento médico adecuado.

III.- Hoy se trata de imponer y establecer instituciones médico-pedagógicas para los


menores delincuentes anormales y para aquellos que no habiendo aún delinquido
legalmente; tienen tendencias peligrosas.

Como instituciones de carácter correccional, hay las de tipo de patronato cuyo fin
es la de asistencia y protección de los menores que vuelven a la vida de libertad.

La institución del patronato, cuyo nombre deriva de las palabras latinas pater que
significa padre, y onus que quiere decir carga es el organismo que toma a su cargo
la educación de los menores abandonados en peligro moral o incursos en faltas.
CAPÍTULO LXVI

FALTAS POLICIALES

1.- EL PROBLEMA DE LAS FALTAS O CONTRAVENCIONES. Como


anteriormente hemos explicado, en el Derecho Penal se han seguido dos
orientaciones para la clasificación de las infracciones: una corriente, la francesa,
como hemos visto es partidaria de la clasificación tripartita en crímenes, delitos y
faltas o contravenciones; y otra corriente, la moderna que es bipartita, que distingue
sólo delitos y contravenciones. Esta última es la preferida en la actualidad legislativa
debido a que es más realista.

Muchos tratadistas consideran que entre delitos y contravenciones existen


diferencias sustanciales; otros, los menos, creen que sólo se tienen diferencias
cuantitativas. Analizaremos ambas posiciones.

I.- Doctrinas que afirman la distinción entre delitos y faltas: Las principales corrientes
que se agrupan en esta posición son:

a) La teoría que se fija en los criterios de daño y peligro, donde se ubican Luchini
y gran parte de los tratadistas italianos; consideran que el delito es una violación del
Derecho, y la mera falta sólo un peligro social.

b) La doctrina que encuentra la diferencia en el examen del Derecho Positivo,


representada principalmente por Manzini, para quien, la diferencia no se encuentra
en la teoría y especulación, sino en los preceptos del Código Penal y leyes
especiales.

c) La doctrina que encuentra la diferencia en la moralidad, pues considera que


la falta en relación al delito, tiene una inmoralidad mínima; pero podemos
preguntarnos: ¿Acaso no existen muchas faltas que son más inmorales que los
delitos?

d) La doctrina que encuentra la diferencia en la naturaleza íntima de la


infracción, pues el delito viola un derecho existente inclusive antes que la ley lo haya
reconocido; y hay contravención, cuando se hace una cosa que sería lícita si el
Estado no la hubiere prohibido; en esta corriente se encuentra Feuerbach.

e) La doctrina integral en la que se encuentra Eugenio Cuello Calón, que


considera que los delitos contienen violaciones o lesiones efectivas o potenciales
de las normas jurídicas, contravienen las normas de moralidad y son hechos
inspirados en la intención malévola, mientras que las contravenciones son los
hechos inocentes en sí mismo, realizados sin mala intención, que sólo constituyen
un peligro para el orden jurídico y por ello se sancionan a título preventivo.

II.- Doctrinas que niegan la distinción entre delito y falta: En esta corriente se
encuentran principalmente Ferri, Von Bar, Dorado Montero, Pacheco; mediante ella
se interpreta que no existe distinción esencial entre ambas, sólo diferencias
cuantitativas.

Es evidente que doctrinalmente es difícil precisar las diferencias entre delitos y


faltas; mayor es la dificultad desde el punto de vista positivo, pues algunos códigos
consideran faltas las conductas que en otros son delitos. Por esto se impone una
cuidadosa selección. Es este un problema de sistemática: deben reservarse para el
código de contravenciones los hechos que no lesionan gravemente los intereses
individuales y colectivos ni implican maldad e inmoralidad graves.

En la legislación boliviana tenemos que los delitos están contenidos en el Código y


las faltas en leyes y decretos especiales; igual criterio se sigue en el Anteproyecto
de 1964; en el Anteproyecto del Código Penal de Manuel López Rey y Arrojo, delitos
y contravenciones están en el Código; de las contravenciones trata en el Libro 3o..

De modo general, como sanción de las faltas se aplican arrestos, reprensión


privada, multa, etc., según posteriormente veremos. Respecto a la competencia, el
juzgamiento de las faltas se suele dejar librado a las autoridades administrativas.

2.-CONTRAVENCIONES POLICIALES. DECRETO SUPREMO DE 25 DE


FEBRERO DE 1962.- Como ya lo hemos repetido, en nuestro Código Penal sólo se
contemplan los delitos; lo que se refiere a las contravenciones está configurado en
el Decreto Supremo de 25 de febrero de 1962. De acuerdo con esta norma, son
contravenciones policiales las transgresiones a las leyes, decretos, y reglamentos
de policía, como ser: a) Uso indebido, de emblemas y símbolos nacionales; b) riñas,
peleas, obstrucción del tránsito en vía pública,, juegos con fichas, monedas, y otros
en calle y lugares públicos; c) uso no autorizado de cohetes, petardos y proyectiles
que causen alarma; tenencia de armas no matriculadas; portación de armas sin
autorización; práctica de caza dentro del radio urbano de las poblaciones;
existencia, compra, venta y traslado de explosivos y municiones sin autorización; d)
proporcionar maliciosamente informes falsos a la policía; sentar denuncias falsas
ante las autoridades policiales; inasistencia injustificada de testigos citados por la
policía; incumplimiento a actas de buena conducta, desacato y faltamiento a la
autoridad; e) propagar y difundir noticias falsas tendientes a alterar el orden público;
incitar a desórdenes, tumultos, etc.; desórdenes y escándalos en vehículos en
general; perturbación del orden en actos públicos; f) contratar servicios de menores
de edad sin autorización; expender o proporcionar bebidas alcohólicas a menores
de edad; aceptar menores en clubs nocturnos, boites, lenocinios, quintas y otros
lugares de diversión; malos tratamientos a menores de edad; g) realizar actos
contrarios a la moral y buenas costumbres; molestar con actos y palabras
inconvenientes a personas del sexo femenino; exhibición y venta de cuadros y
folletos pornográficos; actos obscenos, prostitución clandestina; h) dar y recibir en
garantía documentos personales; negarse a recibir monedas de curso legal,
ventade loterías no autorizadas; i) práctica de hechicería, brujería, curandería y
otros análogos que exploten la buena fe del público; juegos y rifas no autorizados;
cometer especulación y exacciones con los turistas y extranjeros en general, que
sean de competencia policial. Fraudes y engaños dentro de la competencia policial
hurtos, rateros; j) traslación de maletas y equipajes por changadores sin plaqueta
municipal; traslación nocturna de muebles sin autorización policial, arrojar piedras y
otros objetos contra personas, muebles e Inmuebles (casa y vehículos, etc.);
ensuciar, pintar paredes, puertas, ventanas, con inscripciones, afiches o de
cualquier otro modo; destruir, inutilizar piletas, postes de alumbrado, verjas,
árboles, bancos, jardines, calzadas y otros atentados al ornato público; robo o
destrucción de líneas telegráficas, telefónicas y otras de transmisión eléctrica.
Ocasionar desperfectos en vías públicas y particulares, destruir señales de tránsito
y otras, en vías públicas; fabricación de llaves sin previa autorización policial k)
expendio de bebidas alcohólicas en horas y/o locales no autorizados; expendio de
bebidas alcohólicas en locales deportivos, proximidad dé planteles de educación y
templos; en los campamentos de trabajo, así como en las cercanías de los
cementerios; expender o proporcionar bebidas alcohólicas a personas ebrias;
admitir en el trabajo a personas en estado de ebriedad; I) el incumplimiento de
órdenes o requerimientos emanados de autoridad competente cuya ejecución sea
encomendada a la Policía Boliviana; II) todos los hechos y actos que constituyen
atentados contra el orden público, la moral, las buenas costumbres y la seguridad
de las personas y bienes siempre que no estén tipificados como delitos.

3.- CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES Y ATENUANTES EN LAS


CONTRAVENCIONES POLICIALES. Las contravenciones también tienen
diferentes grados de gravedad, razón por la cual se les aplican circunstancias
agravantes y atenuantes. De acuerdo al Decreto Supremo que estamos viendo, de
25 de febrero de 1962, son circunstancias agravantes las siguientes: a) El mayor
desorden y escándalo que causa la contravención; b) la frecuencia de
contravenciones y la necesidad que tenga la sociedad de sancionar a los autores;
c) haberse cometido las contravenciones ante numeroso público y en actos y
lugares que merezcan respeto por su solemnidad e importancia; d) haber obrado en
cuadrilla; e) habitualidad genérica y específica; f) la mayor instrucción del
contraventor y prevalencia de su posición social; h) la vagancia y dedicación a los
juegos de azar y otras actitudes ilícitas; i) el haber cometido la infracción de noche;
j) haber cometido la contravención durante el estado de sitio o en ocasión en que
se han producido siniestros, calamidades o alteraciones del orden público.

De acuerdo al mismo Decreto son circunstancias atenuantes, las siguientes:

a) Haber observado el autor, antes de la contravención, vida ejemplar de trabajo


habitual y cumplimiento de sus deberes; b) haber cumplido sesenta años de edad;
c) ser menor de edad; d) la reparación inmediata y efectiva del daño causado; e)
haberse presentado el infractor inmediatamente y de modo voluntario a las
autoridades policiales; f) haber sido la primera contravención en la que ha incurrido
por asuntos de esta naturaleza; g) haber sido provocado el autor, su cónyuge, sus
ascendientes, descendientes o personas dependientes.

4.- SANCIONES POLICIALES. De modo general, la doctrina y la legislación positiva


establecen de acuerdo a las características de las faltas o contravenciones que sólo
se sancionan cuando hay consumación, excepto las frustradas contra las personas
y cosas. En esta materia la gran mayoría de las legislaciones dan paso al arbitrio
judicial.

En materia de contravenciones las principales penas impuestas son: reprensión


privada, arresto menor, multa, comiso.

En nuestra legislación, de acuerdo al Decreto Supremo de 23 de febrero de 1962,


las principales sanciones son la multa y el arresto; cuando la multa no puede
cancelarse, se sustituye con el arresto en la proporción de $b. 20 por un día de
arresto.

En las sanciones. para determinar la gravedad, se deben compulsar las


circunstancias atenuantes y agravantes. En las faltas de primera clase se puede
imponer una multa que vaya de $b. 20 a $b. 100, o su equivalente de arresto, sin
que éste en ningún caso pueda exceder a los cinco días.

Las multas y arrestos se clasifican en tres categorías:

Primera categoría: arresto de cinco días o multa de $b. 100; segunda categoría:
arresto de tres días o multa de $b. 60; tercera categoría: arresto de un día o multa
de $b. 20.

En los casos de juegos, rifas, loterías, y otros no autorizados y comprendidos en la


competencia policial, se aplicarán: a) Una multa que no puede exceder de $b. 100
y b) incautación del dinero, valores y objetos que se hallen en juego.

En las contravenciones cometidas por los locales de expendio y consumo de


bebidas- alcohólicas, cada infracción se sanciona del siguiente modo: a) Primera
categoría: que comprende boites, clubs, hoteles y restaurants, con $b. 300; b)
segunda categoría: quintas de recreo, bares, cantinas, casas de lenocinio y
similares, con multa de $b. 150; c) tercera categoría: chicherías y tiendas, con multa
de $b. 75.

Las reincidencias a las anteriores infracciones se sancionan: por la primera vez, con
el doble; por la segunda vez, clausura temporal del local y, por la tercera vez,
clausura definitiva.

5.-COMPETENCIA PARA CONOCER DE LAS CONTRAVENCIONES


POLICIALES. Este problema plantea la delimitación de la frontera entre la falta
penal y la administrativa. Cuando la falta está consignada en el Código Penal, la
autoridad competente es la judicial; pero si la falta está en el Decreto Supremo de
23 de Febrero de 1962, la competencia, por determinación de los artículos 2º y 10,
es de la Policía, para cuyo efecto se han creado juzgados policiales mediante ley
No. 153 de 18 de Diciembre de 1961, que estipula: a) En los Comandos Policiales
funcionarán los Jueces de Policía para conocer, tramitar, resolver y sancionar en su
caso las faltas, infracciones y contravenciones; b) en cada Comando Zonal existirá
un Juez con competencia limitada a la del Comando; c) los jueces son oficiales de
policía, en lo posible abogados; d) el juez resuelve en audiencias públicas, de
acuerdo al procedimiento establecido para los juicios verbales; e) en cada Distrito
Policial habrá un juez de apelación para conocer de las alzadas y compulsas; f) de
los fallos del Juez Zonal se apelará al Juez Distrital.
ÍNDICE

Prólogos

Abreviaturas de Bibliografía

PRIMERA PARTE - INTRODUCCIÓN

Capítulo I - El Derecho Penal y sus caracteres

1.- Concepto del Derecho Penal.

2.- Denominaciones.

3.- Derecho Penal Objetivo y Subjetivo.

4.- Caracteres del Derecho Penal.

5.- Elementos del Derecho Penal .

6.- Titular y destinatario del Derecho Penal.

7.- Sistemática.

Capítulo II - Relaciones y Métodos del Derecho Penal

1.- Las Ciencias Penales.

2.- Relaciones con otras ramas del Derecho.

3.- Derecho Penal no Criminal.

4.- Los métodos.

Capítulo III - Historia del Derecho Penal

1.- Los fundamentos del Derecho de Penar.

2.- El Derecho Penal oriental y driego.

3.- Derecho Romano.

4.- El Derecho Germánico.

5.- El Derecho Canónico.


6.- El Derecho Penal Secular de la Edad Media al Siglo XVII.

7.- El Siglo XVIII. Beccaria y Howard.

8.- La Codificación en los Siglos XIX y XX.

Capítulo IV - Las Escuelas Penales

1.- La Escuela Clásica.

2.- Escuela Positiva .

3.- La "Terza Scuola".

4.- Escuela Correccionalista.

5.- Escuela de la Política Criminal.

6.- Escuela Dualista.

7.- La Escuela Humanista.

8.- La Escuela Técnico-Jurídica.

9.- Política y Derecho Penal.

Capítulo V - El Derecho Penal Boliviano

1.- Época Precolonial.

2.- Derecho Colonial.

3.- El Derecho Penal Republicano.

4.- Tentativas de Reforma.

5.- La Ciencia Penal Boliviana.

SEGUNDA PARTE - LA LEY PENAL

Capítulo VI - Fuentes del Derecho Penal

1.- Fuentes de Producción y de Conocimiento.

2.- Ley Penal y Norma Penal.


3.- La Ley Penal como única fuente directa.

4.- El principio "Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege".

5.- La Analogía.

6.- Fuentes Mediatas o Indirectas.

Capítulo VII - Interpretación de la Ley Penal

1.- Concepto

2.- La interpretación según el órgano que la hace.

3.- Interpretación según el medio empleado.

4.- Interpretación según el objetivo buscado.

5.- Límites de la interpretación en materia penal. La interpretación analógica.

Capítulo VIII - Vigencia de la Ley Penal en el Tiempo

1.- Nacimiento, vigencia y derogación de la ley penal.

2.- Petroactividad, irretroactividad y ultra actividad de la ley penal.

3.- Casos de sucesión de leyes penales. La aplicación de la ley más benigna. La


cosa juzgada.

4.- Las leyes excepcionales y temporales.

5.- Tiempo de comisión del delito .

6.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo IX - Vigencia de la Ley Penal en el Espacio

1.- El derecho penal internacional.

2.- Principios generales.

3.- La extradición y el asilo.

4.- Lugar en que se cometió un delito.


5.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo X - Vigencia de la Ley Penal en cuanto a las Personas

1.- Principio de igualdad de las personas ante la ley.

2.- Casos de irresponsabilidad o impunidad.

3.- Privilegios de proceso.

TERCERA PARTE - EL DELITO

Capítulo XI - Concepto de Delito

1.- Concepto y definiciones.

2.- Evolución histórica del concepto de delito.

3.- Caracteres del delito y teorías analíticas y sintéticas acerca de los mismos.

4.- La ausencia de elementos del delito.

5.- El delito en de Derecho Penal Boliviano.

Capítulo XII - Clasificaciones de la Infracción Penal

1.- Clasificación según la gravedad. Sistema Bipartito y sistema Tripartito.

2.- Delito instantáneo, permanente y continuado.

3.- Delitos de acción, de omisión y de comisión por omisión.

4.- Delitos materiales y formales.

5.- Delitos de lesión y de peligro.

6.- Delitos individuales y colectivos.

7.- Delitos dolosos, culposos y preterintencionales.

8.- Delitos de acción pública y de acción privada.

9.- Delitos calificados y privilegiados.

10.- Delitos comunes, políticos y sociales.


11.- Delitos simples y complejos.

12.- Delitos comunes y especiales.

13.- Delito infraganti.

Capítulo XIII - La Conducta

1.- Concepto y contenido.

2.- El sujeto. Caso de las sociedades.

3.- El objeto.

4.- El resultado.

5.- Acción, omisión y comisión por omisión.

6.- Relación de causalidad. Reenvío.

7.- La ausencia de conducta.

Capítulo XIV - La Causalidad

1.- Concepto.

2.- Teorías de la causalidad.

3.- La causalidad en los delitos de omisión, en los delitos calificados por el resultado
y en los preterintencionales.

Capítulo XV - La Antijuridicidad

1.- Conducta y antijuridicidad.

2.- Antijuridicidad y tipicidad.

3.- Los elementos subjetivos del injusto.

4.- Evolución del concepto de tipicidad.

5.- Las causas de justificación en general.


Capítulo XVI - Causas de Justificación. Consentimiento del Ofendido y
Cumplimiento de Especiales Deberes

1.- Consentimiento del ofendido.

2.- El cumplimiento de especiales deberes.

3.- Ejercicio de un derecho, oficio o cargo, cumplimiento de la ley o de un deber.

Capítulo XVII - Causas de Justificación. Ejercicio de un Derecho

1.- La legítima defensa.

2.- El estado de necesidad.

3.- Ejercicio legítimo de un derecho.

4.- Tratamiento médico-quirúrgico.

5.- Muerte y lesiones deportivas.

6.- La no exigibilidad de otra conducta.

7.- Las causas supralegales de justificación.

Capítulo XVIII - La Culpabilidad en General. La Imputabilidad

1.- Concepto y sistemática.

2.- Imputabilidad y responsabilidad.

3.- Doctrinas sobre la responsabilidad penal.

4.- La peligrosidad.

5.- Las actiones liberae in causa.

6.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XIX - Causas de Inimputabilidad

1.- Concepto.

2.- Las causas de inimputabilidad.


3.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XX - Formas de Culpabilidad. El Dolo

1.- Problemas generales.

2.- El dolo. Elementos que lo integran.

3.- Clases de dolo.

4.- La presunción del dolo.

Capítulo XXI - Formas de Culpabilidad. La Culpa

1.- Concepto y elementos.

2.- La naturaleza de la culpa.

3.- Clases de culpa.

4.- Concepto de imprudencia, negligencia e impericia.

5.- El delito preterintencional.

6.- La responsabilidad objetiva y los delitos agravados por el resultado.

Capítulo XXII - Causas de Inculpabilidad

1.- Concepto.

2.- Clases.

3.- El error y la ignorancia.

4.- La aberratio ictus.

5.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XXIII - Las Excusas Absolutorias

1.- Concepto.

2. - Casos principales.

3.- El delito putativo.


Capítulo XXIV - Las Circunstancias del Delito

1.- Concepto de circunstancias y diferencia con los elementos del delito.

2.- Circunstancias agravantes.

3.- Circunstancias atenuantes.

4.- Circunstancias del delito y grados de la pena.

Capítulo XXV - Vida del Delito o "Iter criminis"

1.- Concepto.

2.- Momentos en la vida del delito.

3.- Delito imposible. Condiciones idóneas e inidóneas. Punibilidad.

Capítulo XXVI - La Participación

1.- Concepto.

2.- Doctrina sobre la codelincuencia.

3.- La autoría y co-autoría.

4.- Complicidad.

5.- Auxiliadores o fautores .

6.- Receptadores y encubridores.

7.- Delito colectivo.

Capítulo XXVTI - El Concurso de Delitos

1.- Concepto.

2.-La unidad del delito. Pluralidad de delitos.

3.- Concurso ideal y concurso de leyes.

4.- Concurso real.

Capítulo XXVIII - La Reincidencia


1.- Concepto.

2.- Criterios para determinar la reincidencia.

3.- Consecuencias de la reincidencia.

4.- Habitualidad, profesionalismo e incorregibilidad.

CUARTA PARTE - CONSECUENCIAS DEL DELITO

Capítulo XXIX - La Pena

1.- Concepto de la pena.

2.- Esencia y fin de la pena.

3.- Teorías acerca del fundamento de la pena.

4.- Clasificación de las penas.

Capítulo XXX - Pena de Muerte y Penas Corporales

1.- La pena de muerte. Argumentos en pro y en contra. Formas de ejecución.

2.- Penas corporales propiamente dichas. Mutilación y azotes.

3.- Caso especial de la castración y la esterilización.

4.- Concepto de pena corporal en nuestra legislación.

Capítulo XXXI - Penas Privativas y Restrictivas de la Libertad

1.- Concepto.

2.- Evolución histórica. Los sistemas penitenciarios. Condiciones de las


penitenciarías.

3.- Penas privativas de libertad.

4.- Penas restrictivas de libertad.

5.- Arresto domiciliario.


Capítulo XXXII - Penas Pecunarias y Privativas o Restrictivas de Derechos.
Otras Penas

1.- Las penas pecunarias. La multa: principios que la rigen

2.- Privación y restricción de derechos.

3.- Penas contra el honor.

4.- Otras penas en nuestra legislación.

5.- Determinación de la pena en nuestro derecho.

Capítulo XXXIII - Penas Modernas

1.- Tendencia a la individualización de la pena.

2.- La condena condicional.

3.- La libertad condicional.

4.- Perdón Judicial.

5.- Sentencia indeterminada.

6.- Casos de conversión y rebaja de pena en nuestra legislación.

Capítulo XXXIV - Las Medidas de Seguridad

1.- Concepto.

2.- Doctrinas sobre las medidas de seguridad.

3.- Clases de medidas de seguridad admitidas hoy.

4.- Personas sometidas a las medidas de seguridad.

5.- Casos de penas y medidas de seguridad que se aplican conjuntamente.

Capítulo XXXV - Causas de Extinción de la Pena

1.- Concepto.

2.- Cumplimiento de la pena.


3.- Muerte del reo.

4.- Amnistía.

5.- Indulto.

6.- Prescripción de la pena. Consideraciones generales sobre la prescripción en


materia penal.

7.- Perdón del ofendido.

8.- Derecho de gracia.

Capítulo XXXVI - La Responsabilidad Civil

1.- Concepto.

2.- Daños materiales y morales. Avaluación de los mismos.

3.- La satisfacción civil en la legislación boliviana.

Capítulo XXXVII - Rehabilitación. Indemnización a los Inocentes

1.- Concepto.

2.- Formas de rehabilitación.

3.- Alcances de la rehabilitación.

4.- Indemnización a los inocentes.

5.- El error judicial. Causas y responsabilidades.

QUINTA PARTE - DE LOS DELITOS EN ESPECIAL

Capítulo XXXVIII - De los Delitos en Particular

1.- Problemática de la parte especial.

2.- El tipo penal. Sus elementos.

3.- Clasificación de los delitos.

4.- Sistema del Código Penal vigente.


Capítulo XXXIX - Delitos contra la Constitución v el Orden Político de la
República

1.- Análisis del Libro segundo, título primero del Código Penal.

2.- De los delitos contra la libertad de la Nación.

3.- Delitos contra la religión del Estado.

4.- Delitos contra la libertad de los bolivianos.

5.- Disposiciones comunes.

Capítulo XL - Delitos contra la seguridad exterior del Estado

1.- Concepto de estos delitos.

2.- De los que comprometen la existencia de la Nación o exponen al Estado a los


ataques de una potencia extranjera.

3.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XLI - De los delitos contra la seguridad interior del Estado y contra la
tranquilidad y orden público

1.- Naturaleza de estos delitos.

2.- De la rebelión y del armamento ilegal de tropas.

3.- De la sedición.

4.- Motines o tumultos, asonadas y otras conmociones populares.

5.- Facciones y parcialidades; confederaciones y reuniones prohibidas.

6.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XLII - De los delitos contra la seguridad interior del Estado y contra
la tranquilidad y orden público

1.- Resistencia contra las leyes y actos de las autoridades.


2.- De los atentados contra las autoridades establecidas o contra los funcionarios
públicos cuando procedan como tales; y de los que les usurpan o impiden el libre
ejercicio de sus funciones, o les compelen a ellas con fuerza o amenazas.

Capítulo XLIII - De los delitos contra la seguridad interior del Estado y contra
la tranquilidad y orden público

1.- De las cuadrillas de malhechores.

2.- Delitos contra la propiedad del Estado, Iglesia o común de los particulares.

3.- Contrabando y evasión de impuestos.

4.- Allanamiento de lugares de detención y fuga de detenidos.

5.- Fabricación, venta, introducción y uso de armas prohibidas.

6.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XLIV - Delitos contra la Salud Pública

1.- Naturaleza de estos delitos.

2.- Ejercicio ilegal de las profesiones médicas.

3.- Delitos de los boticarios.

4.- De los que venden géneros medicinales sin ser boticarios. Disposiciones
comunes.

5.- El Código Sanitario.

6.- El anteproyecto de 1964.

Capítulo XLV. Delitos contra la Salud Publica. Estupefacientes

1.- Antecedentes.

2.- Substancias estupefacientes.

3.- Los sujetos del delito.

4.- Conductas delictivas.


5.- Penas y medidas de seguridad.

Capítulo XLVI - Delitos contra la Fe Pública

1.- Falsificación y alteración de las monedas.

2.- De los que falsifiquen los sellos de las cámaras, del Presidente de la República,
de las autoridades y oficinas del gobierno, o las actas y resoluciones de las cámaras
los títulos, despachos y decretos nacionales, el papel moneda, los créditos contra
el Estado o contra otros establecimientos públicos.

3.- De las falsedades, supresiones y omisiones que se cometan en escrituras, actos


judiciales u otros documentos públicos o de comercio.

4.- De las falsedades en documentos privados, sellos, marcas y contraseñas de los


particulares.

5.- De la falsificación o alteración de los pesos y medidas, y de la falsedad en la


venta de metales, pedrería y otros efectos.

Capítulo XLVII - Delitos contra la Fe Pública

1.- De los que violen el secreto que les está confiado en razón del empleo, cargo o
profesión pública que ejerzan y de los que abran o supriman indebidamente cartas
cerradas.

2.- De los acusadores, denunciantes y testigos falsos y demás que en juicio


oficialmente falten a la verdad.

3.- De la sustracción, alteración o destrucción de documentos custodiados en


archivos, oficinas u otros depósitos públicos; de la apertura ilegal de testamentos
cerrados y del quebrantamiento de secuestros, embargo, sellos puestos por
autoridad legítima.

4.- De los que suponen títulos o facultades que no tienen o usan condecoraciones
o distintivos que no les están concedidos.

Capítulo XLVIII - Delitos y Culpas de los Funcionarios Públicos


1.- Quiénes son funcionarios públicos.

2.- La prevaricación.

3.- Sobornos, cohechos y regalos.

4.- Extravío, usurpación y malversación de caudales y efectos públicos, por los que
los tienen a su cargo.

5.- De las extorsiones y estafas cometidas por funcionarios públicos.

6.- De los funcionarios públicos que ejercen negociaciones, o contraen obligaciones


incompatibles con su destino.

Capítulo XLIX - Delitos de los Funcionarios Públicos

1.- De los funcionarios públicos que no obedecen o cumplen las leyes u órdenes
superiores; de los que impiden o embarazan o se conciertan para impedir o
embarazar su ejecución o la de algún acto de justicia; y de los que incurren en otras
faltas de subordinación y asistencia al desempeño de sus obligaciones

2.- De los funcionarios públicos de mala conducta; y de los que tratan mal a sus
inferiores y a las personas que tienen que recurrir a ellos por razón de su oficio; de
los que cometen violencias en el ejercicio de sus funciones; y de los que abusen de
la autoridad o poder que tengan por su empleo para asuntos particulares.

3.- De los funcionarios públicos que anticipan o prolongan sus funciones o ejercen
las que no les corresponden.

4.- De los funcionarios públicos omisos en perseguir a los delincuentes; y de los que
nieguen o retardan la administración de justicia, la protección o los remedios legales
que deben aplicar, no cooperen o auxilien, debiendo, a los servidores del orden
público.

5.- De los tribunales y jueces eclesiásticos que hacen fuerza.

6.- De los delitos y culpas de los funcionarios públicos en la administración de


justicia.
7.- Delitos de los asentistas, proveedores y empleados públicos que suministran,
venden, compran o administran algunas cosas por cuenta del gobierno.

Capítulo L - Delitos contra las buenas costumbres

1.- De las palabras y acciones obscenas en sitios públicos; de la edición, venta y


distribución de escritos, pinturas o estampas de la misma clase.

2.- Violación, y abuso deshonesto.

3.- Seducción.

4.- El estupro alevoso.

5.- Fomento de la prostitución y corrupción de menores. Acuerdos internacionales


sobre la trata de blancas.

6.- La bigamia.

7.- Matrimonios clandestinos, faltos de las previas formalidades de ley.

Capítulo LI - De los delitos contra las buenas costumbres

1.- Del desacato de los hijos contra la autoridad de los padres y del de los menores
de edad contra sus tutores, curadores o parientes a cuyo cargo estuvieren.

2.- De las desavenencias y escándalos en el matrimonio.

3.- Los delitos contra la familia en las legislaciones modernas.

4.- El delito de contagio venéreo.

Capítulo LII - De los que rehúsan al Estado los servicios que le deben

1.- Denuncia de delitos públicos.

2.- Arresto de delincuentes.

3.- Servicio militar obligatorio.

4.- Negativa a desempeñar cargos públicos.

5.- Profesionales de ramas médicas que se niegan a prestar servicio.


6.- Abogados y procuradores que se niegan a defender y gratuitamente a los pobres.

7.- De los que se niegan a ser testigos en causa criminal.

8.- De los que se niegan a acudir en caso de calamidad pública.

9.- Otros casos.

Capítulo LIII - Delitos de Imprenta

1.- De los delitos de los escritores.

2.- De los delitos de los impresores.

3.- Ley de imprenta de 1925.

4.- Ley del anonimato del 30 de septiembre de 1944.

Capítulo LIV - Delitos contra los Particulares. Delitos contra las Personas

1.- Análisis del Libro II.- Título 1. "Delitos contra las personas".

2.- El homicidio en general.

3.- Homicidio voluntario. Elementos constitutivos.

4.- La premeditación. Presunciones establecidas.

5.- La Aberratio letus.

Capítulo LV - Delitos contra las personas

1.- El homicidio calificado.

2.- Asesinato. Caracteres constitutivos. Caso de cooperación al suicidio.

3.- Parricidio. Disposición Constitucional.

4.- Otros homicidios calificados.

Capítulo LVI - Delitos contra las Personas

1.- Homicidios privilegiados.

2.- Infanticidio por causa de honor.


3.- Homicidio por exceso de legítima defensa.

4.- Homicidio en riñas y peleas.

5.- Homicidio por causa de honor.

6.- Homicidio por exceso en la corrección.

7.- Homicidio involuntario en nuestro Código.

8.- Homicidio culposo

9.- Homicidio piadoso.

Capítulo LVII - Delitos contra las Personas

1.- Encubrimiento, entierro u ocultación de cadáveres.

2.- De los envenenadores.

3.- El aborto.

4.- Tentativa de suicidio.

Capítulo LVIII - Delitos contra las Personas

1.- De las heridas, ultrajes y maltratamientos de obra.

2.- Inutilización de los órgenos de la generación.

3.- Tipos de heridas, ultrajes y maltratamientos de obra.

4.- Heridas y maltratamientos culposos.

5.- De las riñas y peleas.

Capítulo LIX - Delitos contra las Personas

1.- El rapto. Variedades de su gravedad.

2.- Robo de mujer casada.

3.- Robo de menores.

4.- Detención arbitraria.


5.- De los que fuerzan a oíros a realizar actos públicos. Otros tipos de empleo
delictivo de fuerza.

6.- Violación de sepultura.

7.- De los que exponen, ocultan o cambian niños o comprometen de otro modo su
existencia natural o jurídica.

8.- De los partos fingidos.

9.- De los que no prestan socorro pudiendo hacerlo.

10.- Abandono de hijos y deudos.

Capítulo LX - Delitos contra la Honra, Fama y Tranquilidad de las Personas

1.- De las calumnias y libelos infamatorios.

2.- Injurias. Sus clases.

3.- Revelación de Secretos.

4.- Amenazas de Homicidios y otros daños.

Capítulo LXI - Delitos contra la Propiedad de los Particulares

1.- El robo. Caracteres.

2.- Qué ha de entenderse por fuerza o violencia contra las personas o cosas.

3.- Agravantes específicas del robo.

4.- Encubrimiento habitual.

5.- El hurto. Caracteres.

6.- Agravantes específicos del hurto.

7.- Robo y hurto por estado de necesidad.

8.- Robo y hurto de copropiedad familiar.

9.- Hurto ratero.


10.- Abigeato.

Capítulo LXII - Delitos contra la propiedad de los particulares

1.- Las quiebras. Sus clases.

2.- De las estafas y engaños. Casos de cheques sin fondos.

3.- Abuso de confianza.

4.- La usura.

5.- De los que falsifican o contrahacen obras ajenas o perjudican la industria de otro.

Capítulo LXIII - Delitos contra la Propiedad de los Particulares

1.- De los incendios y otros daños.

2.- Del incendio con el fin de homicidio (Artículo 518).

3.- De las fuerzas y violencias contra las propiedades y de los despojos.

4.- De los que mudan o alteran los términos de las propiedades.

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