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Detente, sombra de mi bien esquivo

imagen del hechizo que más quiero,


bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo


sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho


de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,


poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Plantea una relación de contraste entre dos ideas o conceptos opuestos: “(…) bella ilusión por
quien alegre muero, / dulce ficción por quien penosa vivo.”

La voz poética interpela a un amante, designado como “sombra de mi bien esquivo”, cuya
presencia fugaz, referida como una “bella ilusión”, una “dulce ficción”, la llena de angustias y de
anhelos.

Ese amante, al principio esquivo, pasa en la siguiente estrofa a ser visto como un imán, metáfora
de la fuerza misteriosa del amor, al cual la voz poética, sin embargo, sucumbe: “¿para qué me
enamoras lisonjero/ si has de burlarme luego fugitivo?”

En las dos siguientes estrofas, no obstante, la voz poética ironiza sobre la presencia del amante
esquivo, que, pese a que viene y se va a su antojo, permanece en la fantasía de amor que labra la
voz poética.

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