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PRINCIPIO DE MÍNIMA

INTERVENCIÓN O
ULTIMA RATIO
El derecho penal se basa en el principio de mínima intervención, lo que significa que el

ejercicio del derecho a castigar debe ser el último recurso disuasorio del Estado para

controlar los excesos que atentan contra la vida de una comunidad. La doctrina penal

reconoce unánimemente este principio, según el cual el derecho penal debe reducir su

intervención en la medida estrictamente necesaria para la utilidad social general. En

aplicación de este principio, el ejercicio de la potestad sancionadora penal debe

realizarse en ausencia de otros medios de control, esto es, cuando sea posible utilizar

otros medios o instrumentos jurídicos no penales para la aplicación de la ley penal, la

intervención de la ley penal no tiene sentido. Restablecer el orden jurídico, como

sanciones administrativas o de derecho civil, para que el conflicto se resuelva de la

forma más satisfactoria posible, beneficia tanto al imputado como a la sociedad. Así,

en relación con otras ramas del ordenamiento jurídico, el derecho penal exhibe un

carácter subordinado, lo que resulta fundamental a la hora de tratar casos concretos.

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