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©Marina Esteve

La Momificación Humana

Desde la visión de Heródoto y del Génesis

La momificación era una forma de asegurar la preservación del


cuerpo para la vida en el Más Allá.
La momificación es una interrupción del proceso natural de
descomposición del cadáver. Para esto, diversas culturas han
desarrollado procesos químicos, aunque en algunos casos se da de
forma natural.
Se pretende preservar el cuerpo por un mero hecho religioso, la
creencia de la vida eterna, para lo que necesitaban su cuerpo
físicamente.
La momificación va estrechamente unida al mito Osiríaco, a la unión
que realiza Isis de las partes del cuerpo de Osiris para realizar su
momia y preservarlo.
La sequedad del clima egipcio fue la propiciadora de las primeras
momificaciones, aunque eran naturales eran intencionadas.
En el periodo predinástico ya se realizan pruebas de momificación,
con resinas y linos, pero sin eviscerar.
En el Imperio Antiguo se enfoca la momificación, aunque siguiendo el
mismo patrón, como el tratamiento de una estatua.
Alrededor de la V dinastía se cree que se disecan los cuerpos al sol
sin eviscerar, ya que el natrón estaba destinado para adinerados.
En el primer periodo intermedio se enmascaran las momias, que ya
son evisceradas, desecadas con natrón y divididos sus órganos en
vasos canopos.
En el Imperio Medio podemos destacar la evisceración anal o vaginal
de las esposas de Mentuhotep II.
El momento álgido de la momificación llega con el Imperio Nuevo.
Se “institucionaliza” la Casa de la Muerte, el taller donde se realizaba
la momificación y con ella la expertización de los trabajadores.
Tras lavar el cuerpo se trasladaba al Per-Nefer, allí
se extraía el cerebro con un gancho por una
fractura del hueso etmoides. El cuerpo de lateral
eliminaba la masa encefálica.
Para la evisceración se hacía una incisión en el
©Marina Esteve

lado izquierdo del abdomen. Se extraen los intestinos, el estómago y


el hígado. Y por el diafragma los pulmones, dejando el corazón.
En la imagen podemos ver la incisión abdominal abierta, en una
reconstrucción tridimensional de una señora llamada Pa-Ib.
Las cavidades una vez vacías se lavaban con vino de
palma, y los órganos con natrón y aromas.
El interior del cuerpo se rellenaba con lino, natrón y
aromas, de 40 a 70 días.
Pasado el tiempo de desecación interna se vaciaba pero
no se tiraba el material.
La cavidad craneal se rellenaba con resinas y arena, y el
cuerpo con natrón y arena. La incisión abdominal se cerraba con lino
empapado en resina.
El cuerpo se vendaba dando forma y pintando detalles, entre las
vendas se colocaban amuletos protectores, uno de los más
importantes era el escarabeo que protegía el corazón.
Podemos encontrar referencias al embalsamamiento
en los Papiros Médicos, así como la información que
nos proporcionan los restos humanos, de instrumental
y de momias que nos han llegado.

Herodoto de Halicarnaso en el siglo V a.C. en su obra Historias, en el


libro II (Euterpe) nos hace alusiones al embalsamamiento.
“Enseñan después otra figura inferior en mérito y menos
costosa, y por fin otra tercera más barata y ordinaria,
preguntando de qué modo y conforme a qué modelo desean se
les adobe el muerto; y después de entrar en ajuste y cerrado el
contrato, se retiran los conductores”
Cuando los llevan a la casa de la muerte los embalsamadores les
ofrecen tres tipos de embalsamamiento, o como dice Heródoto de
adobe, dependiendo de lo que puedan pagar.
“Empiezan metiendo por las narices del difunto unos hierros
encorvados, y después de sacarle con ellos los sesos,
introducen allá sus drogas e ingredientes. Abiertos después los
ijares con piedra de Etiopía aguda y cortante, sacan por ellos
los intestinos, y purgado el vientre, lo lavan con vino de palma”
©Marina Esteve

Relata el mismo proceso que conocemos hoy en día del


embalsamamiento del Imperio Nuevo, con la retirada del cerebro por
las fosas nasales y de los órganos internos mediante la incisión
abdominal. Menciona Herodoto también el periodo de setenta días.
Tras esto destaca como cierran las aberturas y vendan
minuciosamente al difunto para devolvérselo a la familia, que lo
entierra en un ataúd con forma humana.
Como he mencionado, habla de tres rangos de embalsamamiento, en
el medio, más barato y menos minucioso, dice que no se eviscera
pero si se le introducen resinas desecantes y que diluyen los órganos.
Y así dice que se devuelve a la familia, sin mencionar vendaje alguno.
“El tercer método de adobo, de que suelen echar mano los que
tienen menos recursos, se deduce a limpiar las tripas del
muerto a fuerza de lavativas, y adobar el cadáver durante los
setenta días prefijados, restituyéndole después al que lo trajo
para que lo vuelva a su casa”
Para el tercer método solo destaca que limpian sus intestinos con
lavativas y aroman el cadáver.

También en el Libro del Génesis podemos encontrar antiguas


alusiones a la momificación egipcia.

Génesis 50, 2-3:


“Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró
sobre él, y lo besó.
Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a
su padre; y los médicos embalsamaron a Israel.

Y le cumplieron cuarenta días, porque así cumplían los días de


los embalsamados, y lo lloraron los egipcios setenta días”
Nos relata como la momificación era una práctica extendida en
Egipto.

Destacando que el duelo eran 70 días, y en otro versículo habla de


los siete días de luto.

Es importante destacar que José quería ser enterrado en Egipto, algo


muy marcado en el carácter egipcio, que muriera donde muriera tenía
que ser sepultado allí.

“Y murió José a la edad de ciento diez años; y lo


embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto”

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