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La dimensión material de la acción pública, las políticas públicas (en inglés policy), que
consiste en el contenido de las decisiones vinculantes adoptadas por un gobierno respecto a la
distribución y asignación de bienes o valores apreciados.
Por último, se podría argumentar que otra parte de la ciencia política o la teoría política se ha
ocupado de una dimensión más normativa, dedicada a aportar ciertos criterios empíricos de
cómo deberían ser estas tres dimensiones, proponiendo criterios de buen gobierno, de
gobernación democrática o de eficacia institucional.
“curso de acción intencional llevado a cabo por un actor o conjunto de actores al tratar con un
problema o asunto problemático. La decisión se toma por varios actores, es fruto de múltiples
decisiones y destaca un vínculo entre la acción de un gobierno y la percepción real o no de la
existencia o no de un problema”. (Anderson)
Otros autores insisten también en que la presencia de una política pública requiere la adopción
de una serie de actividades legislativas y administrativas relacionadas (ver Subirats et al.
2008). La elaboración de políticas públicas se concibe, por tanto, como una actividad social o
colectiva de solución de problemas (Birkland 2011: 7-11).
Podemos quedarnos con la idea de que la política pública es un fenómeno complejo que
consiste en muchas decisiones de varios actores públicos y que normalmente están
determinadas por políticas públicas anteriores y vinculadas aparentemente con decisiones no
relacionadas con la política pública.
Cabe, por último, referirse al concepto de “productos de política pública” (policy outputs), que
se refiere a las actuaciones adoptadas en la práctica en cumplimiento de las decisiones y
objetivos de una política pública. Por ejemplo, se referirá a la cantidad de impuestos
recaudados o a los kilómetros de carretera construidos.
Deben distinguirse de los “resultados de política pública” (policy outcomes), que se refieren al
impacto o las consecuencias sociales de una política. Por ejemplo, la evolución de los índices
de criminalidad producidos por la política penitenciaria o la mejora de la salud pública
producida por los programas de control de la contaminación del aire.
Las características principales de las cinco etapas propuestas que luego serán descritas en
detalle en los temas correspondientes del curso:
- Problemas simples o bien estructurados Para Dunn (2013) los problemas simples son
todos aquellos que tienen una cantidad limitada de decisores (uno o pocos), un número
reducido de opciones alternativas, un grado de consenso alto entre los actores críticos
involucrados (llamados en inglés stakeholders), unos resultados ciertos y, por último,
unas probabilidades de éxito o fracaso calculables.
- Problemas complejos o débilmente estructurados: son aquellos en los cuales existen
un gran número de decisores que, en general, tienen valores e intereses en conflicto.
Las opciones alternativas de solución en este tipo de problemas son ilimitadas y, por lo
general, los resultados de dichas alternativas son inciertos. Las probabilidades de éxito
en los problemas débilmente estructurados son incalculables.
- En este mundo cada vez más interconectado, hay problemas públicos que no tienen
una solución fácil. De hecho, incluso la identificación y estructuración del problema
puede resultar difícil. Este tipo de problemas complejos se han denominado a veces
“problemas “retorcidos”, “endiablados” o “perversos” (en inglés wicked problems). “Un
problema que es difícil o imposible de resolver dado que presenta requisitos
incompletos, contradictorios y cambiantes que generalmente son difíciles de
reconocer”.
Baumer y Van Horn (2014) han tratado de establecer una relación entre diferentes tipos de
problemas:
- Los asuntos que preocupan a gran número de personas es probable que estimulen un
intenso debate público y atraigan a más participantes en el proceso político.
- Las políticas complejas y las que requieren cambios importantes en el comportamiento
público o administrativo son mucho más difíciles de implantar.
- Los asuntos que implican costes ocultos suelen ser manejados por el sector privado,
mientras que los asuntos que implican la atribución de costes en disputa requieren
algún tipo de intervención gubernamental.
- Las decisiones adoptadas por funcionarios de nivel bajo o medio tienden a reflejar las
normas profesionales, los imperativos de la organización y procedimientos operativos
estándar.
- Las decisiones adoptadas por los políticos en un contexto de excitación pública pueden
ofrecer oportunidades para la innovación de política pública.
- Los políticos frecuentemente responden simbólicamente a los ciudadanos, o pueden
abordar los problemas de unos pocos grupos o individuos
- Las decisiones adoptadas por los jueces pueden diferir significativamente de las
decisiones tomadas por otros funcionarios públicos, ya que aquellos no necesitan
encubrir o diluir un cambio en las políticas públicas.
Las tipologías de políticas más tradicionales generalmente dividían las políticas públicas en
categorías temáticas como la educación, la política de sanidad, o la política de transporte, por
ejemplo. Este sistema era útil para entender diferentes sectores de política, pero no servía para
extraer conclusiones generales acerca del proceso político que subyace a estas políticas. En
1964 Theodore Lowi estableció los tipos de políticas clásicas dividiendo las políticas públicas
en tres categorías:
- Políticas distributivas: son las que implican la concesión de algún tipo de beneficio para
un grupo de interés concreto u otro grupo bien definido relativamente pequeño de
beneficiarios. Los ejemplos de la política distributiva incluyen las subvenciones o
subsidios agrícolas; o el gasto o transferencias a los gobiernos locales por parte del
gobierno central para financiar sus infraestructuras, tales como presas, sistemas de
control de inundaciones, aviación, carreteras y escuelas.
- Políticas reguladoras. Son las políticas que tienen por objeto regular la conducta de los
particulares en sus actividades en el mercado o en la vida cotidiana. Política reguladora
competitiva y Política reguladora protectora.
o Las políticas reguladoras competitivas implican medidas diseñadas para
"limitar la provisión de bienes y servicios a uno o unos pocos proveedores
reconocidos, que se eligen entre un número mayor de potenciales
proveedores”. Por ejemplo la asignación de frecuencias de radio y televisión
por el gobierno central o las políticas destinadas a regular los oficios o las
profesiones.
o La política reguladora protectora, por su parte, tiene por objeto proteger al
público en general de los efectos negativos de la actividad privada, como los
alimentos contaminados o la contaminación del aire.
- Políticas redistributivas: se caracterizan por actuaciones públicas que tienen la finalidad
de “manipular la distribución de la riqueza, la propiedad, los derechos individuales o
civiles, o algún otro elemento valorado entre diferentes clases sociales o grupos
raciales".
- Políticas constituyentes. Aquellas políticas que tienen que ver con la reorganización o
reforma de las administraciones públicas, la organización electoral, la creación de
nuevos ministerios, etc.
En qué medida los costes y los beneficios de una política se concentran en un solo
interés particular o se extienden a la mayor parte de los individuos o intereses
colectivos. Nos sirve, para entender mejor cuáles serían las políticas más fáciles de
defender y aprobar.
- Política de Grupos de Interés. En ella tanto los costes como los beneficios se
encuentran concentrados en determinados grupos. Se beneficia a un grupo
pequeño de población identificable, a costa “de otro grupo también pequeño e
identificable” (un arancel aduanero).
- Política de Emprendedores. En ella los costes están concentrados pero los
beneficios son difusos o generales para la población. El conjunto de la
sociedad se beneficia de una política que impone costes elevados en un
segmento pequeño e identificable de la población (medidas anticontaminación).
- Política Clientelar. En ella los costes son soportados por la población pero los
beneficios están concentrados en un grupo identificable (los aranceles que se
ponen a la importación de algunos productos para mantener altos los precios
de los productos locales).
- Política Mayoritaria. Es aquella donde los beneficios y los costes de la política
son difusos. Beneficia a un gran número de población y los costes también
deben ser soportados por un gran número de personas (la seguridad social).
Según Vedung, (1998) , el como se utilizan estos recursos se puede definir: “el conjunto de
técnicas mediante las cuales las autoridad es gubernamentales (o sus apoderados, actuando
en nombre de ellas) ejercen su poder en el intento de asegurar el apoyo y provocar o evitar el
cambio social”.
Peter John (2011) ha desarrollado una tipología que propone tres grades grupos de
herramientas de las que disponen los gobiernos para manipular, la realidad social a fin de influir
en los resultados de las políticas públicas.
En un extremo está el enfoque de arriba hacia abajo reflejado en algunos tipos de leyes y en la
prestación de financiación pública. Esta perspectiva tiene la ventaja de que los objetivos de la
reforma se especifican claramente con antelación y hay un plan claro de cómo llegar al
resultado deseado. El problema es que los legisladores no pueden prever todas las situaciones
para las que una ley se ha diseñado. Los otros tipos de actuación pueden ser más potentes al
afectar el comportamiento de los participantes en el largo plazo. Acerca de las fortalezas y
debilidades relativas de cada una de las herramientas y perfilar cuál es la mejor combinación,
Peter John propone separar dos cuestiones o criterios:
A veces los propios objetivos de una política son disputados o están en tensión unos con otros.
Sin embargo, cuando el legislativo o los decisores en el ejecutivo han especificado su definición
del problema o han elegido un método de implantación de un programa, estos conflictos entre
diferentes objetivos son ya menos probables, ya que los fines elegidos se formalizan en el
diseño concreto de la política.
Una teoría causal es una teoría sobre qué causa el problema público y qué intervenció) aliviaría
el problema. Sin una buena teoría causal, es poco probable que un diseño de la política sea
capaz de lograr los resultados deseados.
Criterios de selección y combinación de instrumentos en el diseño de
políticas.
Los diseñadores de políticas deben considerar una serie de criterios a la hora de seleccionar
un instrumento de política tales como la viabilidad política, los recursos disponibles para aplicar
la política o los supuestos de conducta de las poblaciones destinatarias.
Los primeros trabajos sobre el tema del establecimiento de la agenda comenzaron con
la suposición de que las condiciones socio-económicas llevaban a la aparición de
conjuntos particulares de problemas. La idea subyacente era que la estructura de la
economía de una nación determina los tipos de políticas públicas adoptadas por el
gobierno. En la década de 1980 surgió una segunda explicación menos determinista
del establecimiento de la agenda, que trataba los factores políticos y económicos
como un todo integral. Según este modelo de dependencia de recursos, la
industrialización crea una clase obrera con una necesidad de seguridad social y con
los recursos políticos necesarios para ejercer presión sobre el Estado y satisfacer esas
necesidades.
Las creencias basadas en principios y las historias causales, pueden ejercer una
influencia directa en el reconocimiento de los problemas de política pública y en su
contenido subsiguiente. En opinión de Stone, este concepto implicaba la construcción
de una “historia” sobre qué causaba el problema de política pública en cuestión. Como
ha argumentado:
- En primer lugar pueden desafiar o proteger un orden social existente.
- En segundo pueden asignar responsabilidades a determinados actores
políticos para que alguien tenga que, detener una actividad, hacerla de otra
manera, compensar a sus víctimas o afrontar el castigo.
- En tercer lugar, puede legitimar y habilitar a actores particulares como
“arregladores” del problema.
- En cuarto lugar, pueden crear nuevas alianzas políticas entre personas que se
muestran que están en la misma relación de victima respecto al agente causal.
Según Murray Edelman: “Los problemas llegan al discurso como refuerzos de las
ideologías, no simplemente porque estén ahí o porque sean importantes para el
bienestar.”
Rochefort y Cobb han avanzado una serie de categorías que influyen en cómo puede
encuadrarse un problema:
- La “causalidad” se ocupa de la cuestión de qué factores o actores han causado
originalmente un problema.
- La “gravedad” concierne a cuán severa se percibe que sea una cuestión y sus
consecuencias.
- La “Proximidad” implica que la cuestión afecta directa o indirectamente los
intereses personales de un público amplio.
- Hablamos de una “crisis” cuando los responsables políticos experimentan una
amenaza seria para las estructuras básicas o los valores y las normas
fundamentales de un sistema.
- La “incidencia” se refiere a la prevalencia real del problema, es decir, a la
proporción de individuos que padecen el problema.
- La “novedad”. Etiquetar una cuestión como algo nuevo y sin precedentes
puede dar lugar a una amplia cobertura mediática.
- La séptima y última categoría se refiere a las características de una “población
problema”. Se trata de cómo la imagen de los grupos destinatarios se manipula
por las partes contendientes.
Conceptos analíticos para entender el establecimiento de la agenda.
La perspectiva de proceso.
El análisis descriptivo de mayor influencia sobre los procesos de establecimiento de
la agenda ha sido desarrollado por Cobb et al. (1976), que distinguen entre tres
modelos genéricos:
- (1) el modelo de la iniciativa exterior describe una situación en la que un
actor individual o un grupo de actores externos a las estructuras
gubernamentales inicia una propuesta de reforma que luego tratan de
introducir en el dominio público.
- (2) el modelo de la movilización describe un proceso de establecimiento de
la agenda donde las instituciones o líderes políticos tratan de mover temas
de la agenda sistémica a la institucional con el fin de reunir el apoyo
necesario para lograr sus objetivos.
- (3) el modelo de acceso interno describe una pauta de establecimiento de la
agenda que busca excluir la participación del público.
La perspectiva institucional.
Las primeras teorías del establecimiento de la agenda hicieron hincapié en el papel
que juegan las estructuras institucionales en la definición de las líneas de conflicto y
en la configuración de los equilibrios de poder
El enfoque del “equilibrio interrumpido”, de Baumgartner y Jones (2009), sostiene que
tanto la estabilidad política como el cambio están determinados principalmente por
los escenarios y las imágenes de las políticas públicas. Los escenarios de la política
son ámbitos institucionales en los que se lleva a cabo la adopción de decisiones.
Donde exista un monopolio bien establecido, sin nuevas ideas, es probable que
resulte la negación de la agenda y una orientación hacia el statu quo. Cuando ese
mismo monopolio tenga algunas ideas nuevas, éstas resultarán en algún re-
encuadramiento de las cuestiones. Cuando exista un subsistema más competitivo,
pero no se hayan desarrollado nuevas ideas, es probable que el establecimiento de
la agenda contemple variaciones controvertidas sobre el statu quo. Si las ideas
siguen siendo antiguas, es probable que solamente se eleven a la agenda
institucional propuestas de cambios modestos en el statu quo. Sólo cuando existen
ambas situaciones, tanto un subsistema competitivo como la presencia de nuevas
ideas, es probable que se produzcan cambios innovadores.
La perspectiva contingente
De acuerdo con este enfoque, los problemas públicos logran situarse en la agenda
política sólo cuando los problemas percibidos puedan acoplarse con éxito a aquellas
soluciones preexistentes.
Burocracia.
En primer lugar, la burocracia tiene un monopolio virtual de información cierta sobre
los costes de la oferta. En segundo lugar, la burocracia conoce las demandas del
parlamento sobre los servicios que presta (Niskanen, 1971).
Los medios de comunicación.
Numerosos estudios han examinado la influencia de la cobertura de los medios
informativos sobre las prioridades temáticas del público. Si los medios realmente
afectan a la opinión pública o no es menos relevante que el hecho de que los actores
políticos creen que lo hace.
Los grupos de interés.
La lógica que subyace al impacto de los grupos de interés se refiere a la agudización
de la conciencia sobre una cuestión y la lucha por el apoyo del público. Al mismo
tiempo, participan en el proceso mediante el encuadramiento (framing) de las
cuestiones y proporcionan información a los políticos electos.
Baumgartner et al. (2009b) distinguen entre tres formas de cabildeo (lobbying). La
primera se da a través del apoyo interior, es decir, que la información se suministra a
los involucrados en el proceso de elaboración de políticas. La segunda es el patrocinio
exterior, donde la información se comunica a los actores al margen del proceso de
elaboración de políticas. La tercera forma se refiere a la defensa de los grupos de
base, lo que implica la movilización de las masas.
La medida en que los grupos de interés son capaces de influir en el proceso de
establecimiento de la agenda depende de varios factores como son sus recursos o su
acceso a los políticos.
Organizaciones internacionales.
La creciente interdependencia económica y política entre las naciones afecta a la
elaboración de las políticas públicas nacionales. La tesis de la “democracia
disminuida” argumenta que la integración económica internacional restringe las
agendas nacionales de políticas públicas y esta interdependencia económica y
política entre las naciones ayuda a transferir problemas nuevos o desatendidos a la
agenda política.
TEMA 6. EL PROCESO DE FORMULACIÓN Y CAMBIO DE
POLÍTICAS.
Jones (1984: 78) describe estas características generales del proceso de formulación de
políticas:
En todos los procesos de formulación de políticas deben identificarse las limitaciones técnicas y
políticas de la actuación del Estado.
La burocracia puede dar forma, directa e indirectamente, al discurso sobre las políticas
públicas. Indirectamente, durante la etapa de formulación de políticas, los burócratas pueden
influir en el discurso a través de sus comunicaciones con los políticos y el público en general.
Directamente porque desempeñan un papel clave para delinear y concretar los detalles de la
política a través del diseño de programas específicos y el uso de instrumentos concretos en su
aplicación a casos concretos.
Los cargos políticos dentro de la administración intentan controlar este poder que tienen los
burócratas en el proceso de formulación:
- Los ministros gozan de la legitimidad directa que les da su elección a través del
proceso electoral.
- Tienen el poder de crear o suprimir unidades administrativas u organismos autónomos
y agencias para gestionar una política pública.
- Los ministros también tienen el poder del presupuesto.
- Los políticos, por último, también pueden restringir la autonomía de los cargos
administrativos a través de normas y reglamentos.
Los parlamentarios pueden intentar también mantener un control sobre la burocracia mediante
el examen de sus políticas y su implantación en las comparecencias y los debates
parlamentarios.
Todo parece indicar que en España estamos ante un estilo estatista y reactivo con algunos
momentos de concertación con los grupos de interés más importantes y otros de pura
imposición de los gobiernos.
Aplicando las ideas de Hall, podríamos entender los tres tipos de cambio en estas políticas de
la siguiente manera (Del Pino y Rubio 2013: 31).
Después de que un problema público haya llegado a la agenda política, se hayan propuesto
varias opciones por diferentes actores para hacerle frente, y el gobierno haya establecido los
objetivos de su política pública y decidido sobre un curso de acción concreto para alcanzarlos,
la decisión debe ponerse en práctica.
¿Quién está involucrado en la implantación de las políticas públicas?
La implantación consiste en la transformación de un producto - policy outputs- (una ley, un
presupuesto,) en un resultado de política pública, - policy outcomes- (una reducción del
fracaso escolar una reducción de los accidentes de tráfico). En la mayoría de los sistemas
políticos, la implantación de políticas se lleva a cabo principalmente por los diferentes niveles
de la administración pero en el nivel central hay organismos autónomos o agencias situados
fuera de los ministerios que se encargan de ello.
Van Meter y Van Horn (1975) proponen un modelo en el que se combinan las características
de la política a implantar, las especificidades institucionales de los organismos para la
implantación y cómo éstas se interrelacionan con otras organizaciones pertinentes, los
factores contextuales y la respuesta de los ejecutores a todos estos factores. La implantación
tendrá éxito cuando el producto de la política pública sólo requiera cambios marginales en
comparación con el statu quo y cuando el consenso sobre los objetivos entre los actores
públicos y privados implicados sea elevado.
Esta perspectiva toma los productos de la política como el punto de partida del análisis y no
tiene en cuenta las acciones emprendidas antes en el proceso, especialmente durante la
elaboración de las políticas. Los modelos de arriba hacia abajo tienden a ver la implantación
como un proceso puramente administrativo que ignora los aspectos políticos.
Lipsky (1980) argumenta que la probabilidad de que los ejecutores locales o burócratas de
ventanilla se desvíen de los objetivos definidos de la política pública se deriva de las presiones
impuestas sobre ellos y de cómo les hacen frente. Así que el aumento de la supervisión sobre
los ejecutores locales no reduciría las probabilidades de una implantación imperfecta sino que
aumentaría la tendencia a proporcionar servicios rutinarios
Esta concepción desafía los supuestos simplificadores de la perspectiva de arriba a abajo y
trata de tener en cuenta la complejidad de los procesos de implantación. Se hace hincapié en
que la formulación de objetivos claros suele contrastar con los intereses de los políticos que
tienen una preferencia por objetivos vagos y ambiguos. La perspectiva de abajo a arriba
representa el hecho de que los procesos de implantación no se caracterizan por una clara
delimitación de las competencias entre los actores políticos y administrativos que intervienen
en los diferentes niveles institucionales.
El modelo híbrido de implantación de las políticas públicas propuesto por Matland (1995)
analiza la ambigüedad (falta de claridad de los objetivos y/o los medios) y los niveles de
conflicto de las políticas con el objetivo de determinar si es más apropiado un enfoque de arriba
a abajo o de abajo a arriba para explicar un proceso de implantación en particular. El conflicto
en una política es la diferencia entre el resultado preferido por un organismo que lleve a cabo la
implantación y el producto que la agencia tiene que implantar.
La teoría de juegos es otro método utilizado por los analistas de modelos híbridos. Los
incentivos para el cumplimiento y el incumplimiento por parte de los regulados podrían coincidir
con los de los reguladores para utilizar la educación o la imposición como estrategias de
implantación.
Los cuatro tipos básicos de instrumentos en cada categoría generada por este sistema de
clasificación son: Nodalidad, Autoridad, Hacienda y Administración.
La selección de instrumentos es una actividad compleja influida por factores tales como la
naturaleza del subsistema en cuestión y, en especial su tendencia a permitir que los nuevos
actores y las nuevas ideas penetren en las deliberaciones sobre las políticas públicas. Las
opciones de instrumentos deben estar relacionadas con los objetivos de la política pública y los
nuevos objetivos y herramientas también deben integrarse con las políticas existentes.
Foco Criterio
Transposición Provisiones legales y Periodo de tiempo
formal administrativas para la
Finalización
trasposición de los
requisitos en el Integración correcta en el
sistema administrativo contexto normativo
y legal
existente
Los gobiernos con una alta capacidad para hacer frente a entornos complejos son capaces de
utilizar los instrumentos directivos, incluyendo medidas como una reorganización del gobierno.
Por el contrario, los gobiernos que poseen una escasa capacidad para hacer frente a entornos
complejos de política pública pueden tener que basarse solo en subsidios como ayudas o
regímenes de financiación.
La elección de los instrumentos a la luz de la capacidad del gobierno y las características de los
subsistemas de política pública.
Complejidad del entorno de la política pública
Alta Baja
Capacidad Alta Instrumentos directivos Instrumentos autoridad experta
del Estado
Baja Instrumentos de subsidio Instrumentos informativos
Estructuras de control.
En las teorías principal-agente se asume que los problemas de implantación son el resultado
de las diferencias entre los objetivos de política pública y su implantación efectiva. La
delegación implica el problema de la llamada “deriva o desviación burocrática” (la diferencia
entre los objetivos originales de la ley y su aplicación real por los funcionarios) agravada por la
alta complejidad organizativa, que podría aumentar el número de agentes y niveles de
gobierno que están involucrados en el proceso y porque un alto grado de complejidad científica
o tecnológica del problema de política pública subyacente aumentará las posibilidades de
diferentes interpretaciones de los objetivos de política de los principales y los agentes.
Además, se han señalado posibilidades adicionales para reducir el riesgo de una deriva
burocrática.
- La formación de los funcionarios de manera que se desarrolle una ética profesional del
servicio público.
- Los controles financieros.
- El empleo de leyes de transparencia.
Diseño institucional.
Las políticas generalmente tienen consecuencias institucionales, es decir, requisitos para el
establecimiento de estructuras apropiadas y procedimientos para su correcta implantación. Es
menos la elección del instrumento per se lo que afecta al éxito de la implantación de las
políticas que el alcance de las modificaciones institucionales necesarias que se derivan de la
política pública. La implantación efectiva es generalmente una cuestión de adaptación
institucional eficaz. La magnitud del cambio institucional está limitada por los mecanismos
institucionales existentes.
Capacidades administrativas.
La variable eficacia de la implantación puede explicarse también por las diferentes
capacidades, que afectan a las oportunidades disponibles para la implantación formal y
práctica efectiva. El organismo responsable debe estar equipado con los recursos necesarios
para asegurar que la política se lleve a cabo según lo previsto, aunque en realidad esto no
siempre ocurre.
Aceptación social.
El objetivo principal de la implantación de las políticas públicas es modificar el comportamiento
de sus destinatarios y hay legislación que no es bien recibida ya sea porque impone costes en
el grupo objetivo o porque sus consecuencias no se conocen bien.
Es probable que las cuestiones políticas especialmente controvertidas que parece poco probable
que sean aceptadas por el público requieran un amplio apoyo por parte de grupos de interés y
otros actores privados, tales como los movimientos sociales.
Algunos de los factores que pueden complicar las actividades de evaluación incluyen:
- El contexto político.
Evaluación e implantación.
“El evaluador recoge y analiza datos para proporcionar información sobre los resultados del
programa. El implantador consume esta información, utilizándola para comprobar las
decisiones pasadas y orientar las acciones futuras. La implantación (...) trata de aprender de la
evaluación. Los ejecutores y los evaluadores se involucran en relaciones complementarias
basadas en su mutua producción y consumo de información (es decir, aprendizaje)”.
(Wildavsky y Browne - 1984: 204).
Las perspectivas más recientes tienden a considerar la evaluación de políticas como una
actividad inherentemente política, aunque con un componente técnico significativo. En su forma
extrema, llamada post-positivista, se ha argumentado que, dado que la misma circunstancia
puede ser interpretada de manera muy diferente por distintos evaluadores, no hay una manera
definitiva de determinar el modo correcto de evaluación. Qué interpretación es la que
prevalece, desde este punto de vista, está determinado en última instancia por los conflictos y
compromisos políticos entre los actores presentes.
Una forma de ver la evaluación de las políticas, que combina elementos de las perspectivas
positivista y post-positivista, es considerarla como una etapa muy importante en un proceso
global de aprendizaje sobre la política pública. Tal vez los mayores beneficios de la evaluación
de una política no son los resultados directos que genera en términos de las evaluaciones
definitivas sobre el fracaso o el éxito de políticas particulares per se, sino más bien la dinámica
de aprendizaje que puede estimular entre los responsables políticos.
Esta expresión se refiere al esfuerzo de los gobiernos por reformar o reestructurar los procesos
de las políticas públicas, dando prioridad a los criterios de adopción de decisiones basados en
datos probatorios sobre valoraciones menos formales, más “intuitivas” o derivadas de la
experiencia, con el fin de evitar o minimizar los fracasos de las políticas causados por un
desajuste entre las expectativas del gobierno y las condiciones reales sobre el terreno.
A veces, un conjunto de políticas públicas puede fallar, mientras que con más frecuencia son
algunos programas específicos dentro de un sector de políticas los que pueden ser calificados
como éxito o no. Como Bovens y t’ Hart (1996: 21) apuntan, en última instancia, los “juicios
sobre el éxito o el fracaso de las políticas o programas públicos son altamente maleables. Los
procesos de evaluación de las políticas a menudo simplemente tienen como objetivo
proporcionar suficiente información para hacer afirmaciones razonablemente inteligentes y
defendibles sobre los resultados de las políticas, en lugar de ofrecer explicaciones definitivas
que hagan afirmaciones definitivas sobre su nivel absoluto de éxito o fracaso.
Los tipos de evaluación de las políticas.
Para la evaluación de las políticas es fundamental su posible impacto en la introducción de
cambios en ellas. Las evaluaciones de las políticas pueden clasificarse en cuatro grandes
categorías de evaluación: administrativa, judicial, política, y científica:
La evaluación administrativa.
Cualquier énfasis en examinar en qué medida los objetivos de la política se logran mediante un
programa debe lidiar con la realidad de que las políticas no suelen establecer sus fines con
precisión suficiente como para permitir un análisis riguroso de si se están cumpliendo; además,
los gobiernos a menudo no desean que sus fallos sean publicitados y diseccionados, a
diferencia de lo que consideran sus éxitos.
Evaluación judicial.
El poder judicial tiene jurisdicción para revisar las acciones del gobierno, ya sea por iniciativa
propia o cuando lo pida un individuo u organización. Los jueces suelen evaluar factores tales
como si la política se ha desarrollado y aplicado de una manera no caprichosa y no arbitraria
de acuerdo con los principios del debido proceso y el derecho administrativo aceptado.
Evaluación política.
Es la que se lleva a cabo por casi todo el mundo que tiene interés en la vida política. No son
por lo general ni sistemáticas ni técnicamente sofisticadas. De hecho, muchas son
inherentemente partidistas, unilaterales y sesgadas que intentan simplemente etiquetar una
política como un éxito o un fracaso, para después exigir su continuación o su cambio .
Evaluación científica.
Tiene como objetivo proporcionar respuestas neutrales a la cuestión de si una política pública
determinada es efectiva o no. Es parte de la investigación en evaluación (evaluation research),
que representa una disciplina diferenciada de las ciencias sociales.
Los métodos de evaluación.
Los estudios de evaluación se centran en la efectividad de una política y en comprobar si ésta
aminora un problema social dado. También pueden evaluar, si se han utilizado los mínimos
recursos para conseguir los fines. Los métodos (casi-)experimentales y cualitativos se utilizan
principalmente para el propósito de las evaluaciones científicas y están interesados
principalmente en la efectividad de una política.
los resultados y/o los impactos que ha sido diseñada para llevar a cabo. Tienen que ver con la
exploración de la causalidad, es decir, una asociación entre una causa y un efecto.
Evaluación cualitativa.
Evaluación económica.
- El análisis coste-beneficio implica sopesar los costes totales previstos con relación a los
beneficios totales esperados de una o más acciones con el fin de elegir la mejor opción.
- El análisis coste-efectividad compara los costes relativos y los resultados de dos o más
políticas. Es distinto del análisis de coste-beneficio, que asigna un valor monetario a la medida
del efecto.
- Fusión. Algunas sucesiones traen consigo la refundición de varios programas en uno solo.
- La que considera a la política pública como proceso. Entiende que lo que hacen los gobiernos
es definir los asuntos, examinar las opciones, consultar o no sobre las alternativas, adoptar
decisiones, decidir cómo se pondrán en práctica y qué procedimientos se emplearán para
evaluar.
Esta concepción de las políticas públicas, que distingue entre dimensiones procesales,
programáticas y políticas puede servir para captar la complejidad y la diversidad de las
actividades gubernamentales en las democracias contemporáneas.
La evaluación, según Dye (1998: 354), es “el aprendizaje sobre las consecuencias de las
políticas públicas”. Desde el punto de vista de la democracia liberal sobre la distribución del
poder y la rendición de cuentas, hay que determinar lo que funciona y lo que no lo hace. Para
construir el concepto de mejora, Boyne (2003) se dedica a analizar la literatura sobre
efectividad organizativa. Sus conclusiones generales de cara a aplicarla a los servicios públicos
son las siguientes:
Así pues, según Boyne: “la mejora del servicio público puede definirse formal, pero
provisionalmente, como una correspondencia más estrecha entre la percepción de los
estándares actuales de servicios públicos y los deseados”. Las principales preguntas de
investigación planteadas por esta definición incluyen las siguientes:
- ¿Qué criterios se utilizan por los diferentes actores para juzgar la calidad de los
servicios públicos y cómo se seleccionan?
- ¿Cuánto consenso hay sobre estos criterios y sobre su importancia relativa? Por
ejemplo, ¿cómo varían las preferencias según el nivel económico, sexo, edad, grupo
étnico y zonas geográficas?
- ¿Cuán cerca están la percepción de mejora con las variaciones en los indicadores
“objetivos”?
Una “buena” política es aquella que sirve los intereses, la visión y la agenda del gobierno o la
que se adhiere y promueve determinados principios como la igualdad, la justicia o la equidad.
Por ejemplo, hay distintos puntos de referencia (benchmarks) explícitos e implícitos de éxito:
- Mejora de la política pública. Los servicios son mejores de lo que lo eran antes.
- Lo que importa es lo que funciona. Las pruebas que acopiamos sobre el impacto de
una política.
Hay una división tajante entre los partidarios de un enfoque científico y los de uno centrado en
los valores. Para el primero el éxito es algo objetivo y las técnicas típicas de este enfoque son:
- El análisis coste-beneficio.
Un aspecto particularmente útil de esta literatura es que nos alerta de las complejidades de la
valoración de las políticas públicas, y tienen distinto énfasis según la perspectiva adoptada:
La literatura sobre mejora supone que el éxito es un ajuste incremental de las políticas
existentes, basado en evaluaciones y las lecciones aprendidas de ellas.
Los infortunios de tipo 1 generalmente ocurren en sectores de política pública estable. Es fácil
construir argumentos sobre que los desastres son previsibles y evitables.
Los infortunios de tipo 2 puede ser de varias clases: situaciones de riesgo inherente o
diferentes casos en los que todas las opciones disponibles tienen resultados negativos. Aquí se
puede argumentar que a pesar del hecho de que los riesgos eran conocidos, poco se podría
haber hecho para evitarlo.
Los infortunios de tipo 4 pueden implicar apuros en una política pública que vayan mucho más
allá de cualquier previsión o control.
Filosofías de gobierno
Los realistas, sin embargo, parten de una filosofía muy diferente, “la concepción de las políticas
públicas y la gobernación como actividades esencialmente frágiles” (Bovens y ‘t Hart 1996: 97).
Desde esta perspectiva, los funcionarios públicos tienen más probabilidades de ser vistos como
maximizadores de utilidad individualistas preocupados por sus propios beneficios y privilegios.
La visión realista tiende a ver a la elaboración de políticas públicas como un proceso social y
político complejo que implica valores e ideologías en competencia. Una visión realista
alternativa ve al gobierno dentro de una telaraña más amplia de redes y dependencias, como
organismos, grupos de clientes, medios de comunicación y gobiernos extranjeros.
Aquellos que comparten una filosofía pesimista, por el contrario, sugieren que algunos sectores
de política pública son inextricables o presentan altos niveles de riesgo. Los teóricos marxistas
afirman que la desigualdad fundamental se basa en los fallos del Estado capitalista y los
pesimistas tecnológicos sugieren que ciertas características de la tecnología avanzada no
pueden ser seguras sin un costoso proceso de ensayo y error.
Según Bovens y ‘t Hart (1996: 35-37), Bovens, ‘t Hart, Peters, (1998: 200-201) y Bovens, ‘t
Hart, Peters, (2001: 20), el fracaso sucede cuando una estrategia, un plan o una decisión de
política pública que se ha implantado no llegan a tener el efecto deseado sobre su población y
el éxito significa cosas distintas para personas diferentes en distintos momentos porque las
valoraciones deben tener en cuenta los factores temporales, espaciales, culturales y políticos.
- El éxito, sea explícito o implícito, significa cosas diferentes para distintas personas.
- Hay diferentes puntos de vista sobre qué aspectos de una política pública pueden
tener éxito.
- El éxito no es una cuestión de todo o nada, más bien entre ambos extremos hay una
amplia zona gris con resultados contradictorios entre sí.
- Hay muchas perspectivas sobre cómo puede lograrse el éxito. No es lo mismo una
óptica racional que un enfoque de estrategia política o la mera preservación del interés
egoísta.
- Por último, cabe plantear distintas preguntas abiertas a la reflexión ¿Cómo puede
tener éxito una política pública si muchos la aborrecen? ¿Son las condiciones para el éxito
las mismas en todos los sectores de política pública? ¿Cuán estable es el éxito una vez que
se alcanza?
Definiciones y dimensiones.
“Una política fracasa en el grado en que no logra los objetivos que sus proponentes querían
alcanzar. Quienes apoyaban las finalidades originales es probable que perciban, con pesar, un
resultado de fracaso de política pública. Los oponentes percibirán también el fracaso pero con
satisfacción porque no apoyaban los objetivos originales”.
“Una política pública tiene éxito si alcanza los objetivos establecidos por su proponentes y no
atrae críticas significativas y/o el apoyo es prácticamente universal” (McConnell; 2010a: 39,
2010b: 351).
“Los procesos de elaboración de políticas públicas que cooptan a los participantes en debates
y discusiones son efectivamente rituales que legitiman los arreglos de poder existentes”
(Edelman 1977).
La valoración del éxito debe fundamentarse en resultados y pruebas más que en ideologías
políticas. Para los gobiernos deseosos de mostrar que están gobernando en defensa del
interés nacional y público, el igualar éxito con prueba puede crear la apariencia de neutralidad.
El éxito en el proceso y/o en el programa puede traer éxitos políticos al gobierno, dependiendo
de las circunstancias, de tres maneras principales: el refuerzo de las perspectivas electorales,
el control de la agenda y la distensión de la gobernación y con el sostenimiento de los valores y
la dirección del gobierno.
En conclusión, si las políticas públicas son, en sentido amplio, lo que el gobierno decide hacer,
o no, entonces los gobiernos abren procesos - definen problemas, examinan opciones,
consultan…-, desarrollan programas -empleando una amplia variedad de instrumentos de
política pública- y hacen política -realizan actividades que refuercen sus perspectivas
electorales, mantengan su capacidad de gobernar y la dirección de sus políticas-. El éxito
puede darse en cada una de estas esferas cuando el gobierno logra lo que ha establecido que
quiere alcanzar.
- El éxito es una categoría típico-ideal del espectro porque supone el logro pleno e inequívoco
de todos los objetivos de proceso, programa y políticos de una política pública. Una categoría
de “éxito en una política pública” es necesaria como punto de comparación con el que valorar
la vasta mayoría de políticas que están por debajo de las expectativas del gobierno.
- El éxito duradero puede predicarse de políticas públicas que han quedado por debajo de las
expectativas en escaso grado.
- En la categoría del éxito conflictivo, la política recibe una intensa contestación como
consecuencia del espacio político abierto por el alejamiento sustancial de los objetivos
originales y/o porque la cuestión es intrínsecamente controvertida.
- Las políticas de éxito precario están al borde del fracaso pues hay graves desviaciones de los
objetivos originales, aun cuando puede haber algunos éxitos menores en algún aspecto.
- Las políticas públicas fracasadas no logran sus objetivos ni reciben apoyo de sus
proponentes.
Contexto y estrategias.
Los políticos deben sopesar las contrapartidas entre las tres esferas (proceso, programa,
político) para conseguir éxitos en las políticas públicas que impulsen. Es preciso partir del
contexto en el que la estrategia va a operar porque una que parezca viable y con éxito probable
en unas circunstancias puede ser un riesgo casi seguro de fallo en otras.
Estas variables toman en consideración la naturaleza del asunto en sí, la oportunidad temporal
y el contexto político más amplio. La estrategas con éxito pueden inclinarse hacia varios tipos
de factores: la búsqueda del consenso, el ejercicio de un liderazgo ejecutivo decisivo, o la
búsqueda de soluciones innovadoras y por otro lado hemos de tener en cuenta la interacción y
grados de sinergia y conflicto entre las variables, que la predicción política no es una ciencia
exacta o que las variables del contexto no tienen en cuenta las personalidades y estilos de los
líderes.
Cuanto mayor sea el grado de politización que caracteriza a una política pública particular, será
mayor el riesgo de que soluciones basadas en la ampliación de horizontes o en el liderazgo
ejecutivo puedan salir mal.
Cuando hay presiones para decidir, lo más probable es que una estrategia de construcción de
alianzas retrasarán la adopción de decisiones. Por el contrario, el éxito parece más probable si
se emplean las soluciones innovadoras o un poder ejecutivo fuerte.
Cuanta más importancia tengan los asuntos electorales y de reputación, mayor es el riesgo de
que las soluciones de mero ejercicio del poder ejecutivo y de ampliación de horizontes
conduzcan al fracaso.
Cuanto mayores sean las presiones para el consenso, es mayor el riesgo de que las soluciones
tipo “arreglo rápido” susciten un fracaso de proceso, programa o político.
Es importante destacar que el cálculo del riesgo político, en particular de las consecuencias
electorales, es parte de la esencia de la elaboración de políticas públicas. Y es importante
recordar también que la valoración del riesgo se realiza mediante juicios más que basándose
sobre hechos.
En principio todas las estrategias son factibles para conseguir el éxito si el contexto es propicio:
Las estrategias de riesgo medio suelen concentrarse en el ejercicio del poder ejecutivo si la
situación: no está politizada en exceso, hay moderadas repercusiones electorales o de
reputación en juego, algunas presiones para el consenso o la probabilidad de una oposición
moderada. Las estrategias de riesgo elevado mediante el empleo del poder ejecutivo sin
mayores aditamentos suelen resultar en fracaso:
Perspectivas analíticas.
Tres imágenes distintas (según Manza y Cook 2002).
Muchos votantes tienen una comprensión escasa de la política pero en mayor grado de lo que
podríamos imaginar, hay una inteligencia en la opinión pública a nivel macro que a menudo
parece ausente entre los ciudadanos individuales en el nivel micro.
El modelo termostático.
Cada vínculo entre la opinión y la política pública es necesariamente recíproco; si queremos
que los políticos hagan la política pública que deseamos, nuestras preferencias deben estar
informadas por la propia política.
La teoría termostática parte de estos dos supuestos fundamentales: las decisiones sobre las
políticas públicas de los representantes electos deben reflejar las preferencias del público; el
público, por su parte, debe saber lo que quiere que hagan sus representantes, debe tener
preferencias sobre las políticas públicas, basadas en su conocimiento real sobre ellas, para
que esas preferencias sean coherentes y racionales. Si el modelo funciona, vamos a observar
tres cosas.
• La diferencia entre la temperatura de la política pública actual y la temperatura preferida
hará que el público envíe una señal para cambiarla, por ejemplo, para subirla.
• En respuesta a una señal de este tipo, las autoridades incrementarán la política.
• Como la temperatura de la política se aproxima a la temperatura preferida, la señal para
el cambio será menor.
Complacer o eludir: elites, políticas y opinión.
La presunción de que los políticos siguen servilmente la opinión pública cuando diseñan la
política está equivocada o, más precisamente, es menos correcta hoy en día de lo que era
hace dos o tres décadas. Los términos “complacer” o “doblegarse” se asocian más
habitualmente con la idea de que las encuestas y la opinión pública impulsan las opciones
sustantivas de la política pero esta receptividad sustantiva está en decadencia. La
receptividad instrumental implica el uso de encuestas y grupos de discusión para tratar de
persuadir o, si se prefiere, manipular a la opinión pública. La estrategia de “discurso
cuidadosamente confeccionado” se utiliza para simular receptividad -las palabras y las
presentaciones de los activistas políticos se elaboran para cambiar las percepciones, los
sobreentendidos y las evaluaciones del público-.
Desde un punto de vista aplicado, el análisis de políticas públicas (que es en parte ciencia y en
parte juicio político) implica por lo general la recolección e interpretación de datos e información
que ayude a entender las causas y efectos de los problemas públicos y las posibles
consecuencias del uso de una opción de política u otra para hacer frente a ellos. Una de sus
funciones principales es satisfacer la necesidad de información relevante y de evaluaciones
imparciales reflexivas en el proceso de formulación de políticas.
Cuatro objetivos básicos pueden perseguirse mediante el análisis sistemático de políticas:
- Describir cuáles han sido y cuáles son, o al menos cómo se han definido y entendido,
los problemas de política pública y cómo se han tratado de solucionar aquí y en otros
sitios.
- Proponer las mejores vías para solucionar más eficazmente los problemas en la gestión
y organización de la política pública.
- Establecer cuáles son los obstáculos o factores de todo tipo que explican que las cosas
se hayan hecho de un modo determinado y que no se hayan podido solucionar algunos
de los problemas existentes.
- Proponer las soluciones y los medios políticos y organizativos más viables y eficientes
en función de las circunstancias existentes y el alcance y gravedad de los problemas
públicos.
En esencia, el análisis de políticas consiste en analizar lo existente y en mirar hacia el futuro para
anticipar las consecuencias de las decisiones y pensar seriamente y críticamente sobre ellas.
El modelo de 8 pasos de Bardach.
Según Bardach, el análisis de políticas públicas es más un arte que una ciencia, se basa tanto
en la intuición como en el método. Su modelo de los ocho pasos:
El principal error y el más frecuente que cometen principiantes y veteranos es invertir mucho
tiempo en recoger datos que tienen escaso potencial. Se debe sopesar:
Revise la literatura disponible, Investigue “las mejores prácticas”, Emplee analogías, Vuelva a
empezar, gane credibilidad y favorezca el consenso. La estrategia de investigación se compone
básicamente de los elementos siguientes:
- Legalidad.
- Aceptabilidad política.
- Vigor e improbabilidad.
Hay tres grandes dificultades prácticas o psicológicas a afrontar. Primero, una política pública
se refiere al futuro, no sobre el pasado o el presente, pero nadie puede estar seguro de cómo se
desplegará. Segundo, la proyección de los resultados es otra manera de decir “Sea realista”. Con
todo, el realismo suele ser incómodo. Tercero, lo que se denomina a veces “el principio 51-49”.
Esto es, como si imaginamos por pura autodefensa, que una confianza del 51 por cien en nuestra
proyección mereciese el 100 por cien.
Los esfuerzos sistemáticos para proyectar los resultados son esenciales porque en una
democracia moderna los decisores sobre las políticas públicas no pueden actuar basándose en
corazonadas. El análisis de políticas públicas utiliza, como se ha visto ya, múltiples modelos.
La mayoría de la ciencia social, a imitación de las ciencias naturales, busca “el mejor” modelo,
o en el caso de algunos prácticos, el modelo “verdadero”.
Para resguardarse del problema del optimismo excesivo, puede ser de utilidad la escritura de
escenarios realistas. Se trata de determinar qué escenarios podrían provocar que la propuesta
fracase en producir el resultado deseado. Hay que tener en cuenta también los efectos
colaterales indeseables.
La actividad de proyectar resultados conduce a un punto en el que es preciso valorar varios
escenarios complejos e inciertos para entre dos y cinco alternativas, combinadas con sus
variantes principales.
Errores a evitar.
- No seguir demasiado estrechamente el método de los ocho pasos.
- No interrumpir la argumentación con reservas y dudas sobre algún elemento en particular.
- No mostrar todo el trabajo previo.
- No proporcionar listas de cada alternativa y cada criterio, sino concentrarse en lo
fundamental.
- No inventar una historia de intriga..
- Evitar la pomposidad y los circunloquios de los estilos burocráticos, políticos y de los
malos académicos.