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TEMA 12.

UNA PERSPECTIVA APLICADA PARA EL


ANÁLISIS DE POLÍTICAS PÚBLICAS
Introducción: la naturaleza y objetivos del análisis aplicado de políticas ..................... 1
El modelo de 8 pasos de Bardach ................................................................................. 3
Paso primero: la definición del problema ..................................................................... 4
Paso segundo: la obtención de evidencias ..................................................................... 6
Paso tercero: la construcción de alternativas ............................................................... 11
Paso cuarto: la selección de criterios........................................................................... 13
Paso quinto: la proyección de resultados .................................................................... 16
Paso sexto: la confrontación de contrapartidas ........................................................... 19
Paso séptimo: ¡decida! ................................................................................................ 20
Paso octavo: cuente su historia ................................................................................... 20
Para seguir leyendo ..................................................................................................... 22

Introducción: la naturaleza y objetivos del análisis aplicado


de políticas
Como se mencionó en el TEMA 1, el término análisis de políticas abarca muchas
actividades diferentes. Puede significar el examen de los componentes del proceso de
elaboración de políticas, tales como la formulación de políticas y la implantación, o el estudio
del contenido concreto de determinados asuntos de política pública, tales como la atención
sanitaria, la reducción de los accidentes de tráfico, o la regulación del uso del tabaco en
lugares públicos. Desde un punto de vista aplicado, el análisis de políticas implica por lo
general la recolección e interpretación de datos e información que ayude a entender las causas
y efectos de los problemas públicos y las posibles consecuencias del uso de una opción de
política u otra para hacer frente a ellos.
Dado que los problemas públicos sólo se pueden entender mediante recurso a las
perspectivas de varias disciplinas, el análisis aplicado de políticas se ha de basar
necesariamente en las ideas y métodos de la economía, la ciencia política, la sociología, la
psicología, el trabajo social, la ingeniería, la filosofía y otros campos científicos y técnicos
(Anderson 2011; Weimer y Vining 2011). Muy a menudo, el análisis de políticas se centra
en la evaluación de las opciones de política pública. De acuerdo con un estudioso del tema,
el análisis de políticas es "la investigación sistemática de las opciones de políticas alternativas
y la recolección e integración de la evidencia a favor y en contra de cada opción" (Jacob
Ukeles, citado en Patton y Sawicki 1993, 22).
El análisis de políticas, por tanto, no está destinado a determinar las decisiones de política
pública, sino más bien a informar y mejorar el proceso de deliberación pública y el debate
acerca de esas decisiones. El análisis puede proporcionar información útil y comparaciones
para responder a los tipos de preguntas que la gente hace sobre lo que podría hacerse sobre
el problema. En última instancia, sin embargo, el público y sus funcionarios electos deben
decidir qué curso de acción tomar. (Kraft y Furlong, 2011)
Podría decirse, por tanto, como recuerdan Kraft y Furlong, que el análisis de políticas es
en parte ciencia y en parte juicio político. Hacer un análisis a menudo significa llevar el
conocimiento científico al proceso político, o "decir la verdad al poder" (Wildavsky 1979) 1.
Para decirlo con otras palabras, el análisis de políticas implica tanto un estudio descriptivo o
empírico, que trata de determinar los hechos de una situación dada, como una evaluación
normativa o basada en el valor atribuido a las diferentes opciones. El análisis de políticas

1
Aaron B. Wildavsky (1979) Speaking Truth to Power: The Art and Craft of Policy Analysis.
Transaction Publishers.

1
nunca puede ser reducido a una simple fórmula o receta para solucionar los problemas
públicos, pero puede aportar información muy valiosa tanto a los políticos como al público
en general. En aquellos casos en que la participación del público en las decisiones es
importante, el análisis también puede mejorar, por tanto, el proceso democrático.
Entonces, ¿en qué consiste exactamente el análisis aplicado de políticas? Una de sus
funciones principales es satisfacer la necesidad de información relevante y de evaluaciones
imparciales reflexivas en el proceso de formulación de políticas. La información puede no
estar ampliamente disponible, o los ciudadanos y los responsables políticos pueden no ser
capaces de comprenderlas suficientemente. Esto es así especialmente cuando las decisiones
deben adoptarse rápidamente debido a los plazos inminentes o cuando las cuestiones son
políticamente controvertidas.
Cuatro objetivos básicos pueden perseguirse mediante el análisis sistemático de políticas,
informado por la ciencia política y otras disciplinas. Estos objetivos prácticos que subyacen
a los fines de formación de la presente asignatura y que podríamos cifrar y condensar también
en cuatro tareas principales:
1) Describir cuáles han sido y cuáles son, o al menos cómo se han definido y entendido,
los problemas de política pública y cómo se han tratado de solucionar aquí y en otros sitios.
Para este fin la ciencia política y los estudios de políticas públicas proporcionan descripciones
y evaluaciones históricas o contemporáneas de las ideas y modelos de actividad de diferentes
gobiernos o autoridades nacionales o regionales en un sector concreto de actuación pública,
así como el análisis de la definición pública, o de los propios decisores y expertos, de los
problemas en ese sector. Eso permite en última instancia enriquecer el debate o la discusión
pública sobre los contenidos o valores subyacentes a las políticas públicas relativas a ese
sector.
2) Proponer las mejores vías para solucionar más eficazmente los problemas en la gestión
y organización de la política pública. Para ello las vertientes más aplicadas de la ciencia
política y de la administración han tratado de estudiar y transmitir las técnicas profesionales
de validez universal de adopción de decisiones y resolución de problemas de política pública
y la gestión de sectores concretos de actuación. Estos estudios han pretendido predecir la
eficacia relativa de diferentes métodos de decisión o resolución de problemas o su impacto
para mejorar así la calidad de la política pública. Además, han proporcionado criterios de
evaluación de la eficacia o la eficiencia y modelos o “buenas prácticas” de gestión o
administración de programas o servicios públicos.
3) Establecer cuáles son los obstáculos o factores de todo tipo que explican que las cosas
se hayan hecho de un modo determinado y que no se hayan podido solucionar algunos de
los problemas existentes. En este sentido, la ciencia política puede proporcionar
explicaciones científico-sociales contextualizadas del marco institucional o de actores y del
contenido de las decisiones o actuaciones en el marco de las políticas sectoriales. Ello
conduce a una mejor comprensión del funcionamiento del sistema político en concreto y los
condicionantes socioeconómicos o institucionales de la capacidad de las autoridades para
resolver ciertos problemas que afectan a la juventud.
4) Proponer las soluciones y los medios políticos y organizativos más viables y eficientes
en función de las circunstancias existentes y el alcance y gravedad de los problemas
públicos. Para ello el estudio politológico de las políticas públicas intenta generar un cuerpo
de conocimientos que pueda traducirse, en manos de los propios funcionarios públicos o
consultores de los decisores políticos, en asesoramiento político sobre los fines a perseguir
en las diferentes políticas públicas y sobre los medios o instrumentos y modalidades
discursivas, organizativas u operativas más adecuados en cada sistema político, en función
de la gravedad del problema de política pública. Este conocimiento y asesoramiento debería
poder proporcionar predicciones útiles y realistas sobre la viabilidad y oportunidad política
de ciertas decisiones de la política pública.
En esencia, el análisis de políticas consiste en analizar lo existente y en mirar hacia el futuro
para anticipar las consecuencias de las decisiones y pensar seriamente y críticamente sobre
ellas. Es una alternativa a la improvisación o la adopción rápida de decisiones sobre la base
de la ideología, la experiencia personal, o una evaluación limitada o sesgada de lo que debe
hacerse. Sin embargo, hay que recordar que, a pesar de que este tipo de análisis de políticas
es una actividad intelectual, se lleva a cabo dentro de un contexto político concreto (Dunn
2011). La forma en que el análisis se lleva a cabo y sus efectos en la adopción de decisiones

2
reflejan necesariamente la realidad política del contexto. El papel de la pugna y el conflicto
políticos es evidente en asuntos o ámbitos de política pública como la garantía del derecho
de la mujer a interrumpir su embarazo, el control de la inmigración ilegal o la inclusión de la
religión en los programas de la escuela pública.
En todo caso, después de varios capítulos anteriores que han abordado sobre todo el estudio
más académico o teórico del proceso de políticas públicas, en esta unidad se describe un
modelo aplicado para el análisis de las políticas públicas (policy analysis), siguiendo la
contribución muy célebre e influyente de Eugene Bardach, profesor de la materia en la
Escuela de Política Pública de la Universidad de California, Berkeley, desde 1973. A
continuación se explica su aportación, que consideramos como la más completa y útil para
los estudiantes de ciencia política y disciplinas afines 2 . Además, se tratan con cierto
detenimiento aspectos de interés dentro de este ámbito como son la realización de
compendios de buenas prácticas en la evaluación de políticas públicas. El objetivo es
proporcionar una guía práctica introductoria de utilidad para la realización de estos análisis
aplicados desde una perspectiva profesional.

El modelo de 8 pasos de Bardach


El análisis de políticas públicas es una actividad social y política ya que concierne a la vida
y el bienestar de un gran número de ciudadanos. El proceso y los resultados implican
generalmente a otros profesionales y partes interesadas: se suelen realizar en equipo, el
consumidor inmediato del análisis aplicado de políticas es un “cliente” de alguna clase, como
un superior jerárquico, si estamos en la administración, o un partido u organización de la
sociedad civil, y la audiencia final incluirá diversos subgrupos de oponentes y partidarios
políticamente alineados con el trabajo del analista.
Según Bardach, el análisis de políticas públicas es más un arte que una ciencia, se basa
tanto en la intuición como en el método. El enfoque de Bardach (2009) se denomina el
modelo de los ocho pasos, a semejanza de una de las principales enseñanzas de Buda, y se
compone de las siguientes partes:
- La definición del problema.
- La obtención de evidencias.
- La construcción de alternativas.
- La selección de criterios.
- La proyección de resultados.
- La confrontación de contrapartidas.
- ¡Decida!
- Cuente su historia.
Estos peldaños no se recorren necesariamente en ese orden ni todos son significativos en
todos los problemas. Sin embargo, se suele empezar con la definición del problema y se suele
acabar con la narración de la historia al final. La construcción de alternativas y la selección
de criterios para valorarlas deben formularse al principio del proceso. La obtención de datos
es un paso recurrente a lo largo del mismo y se aplica en particular a la fase de definición del
problema y en la fase de proyección de los resultados de las alternativas que se consideren.
La utilidad de este enfoque estructurado radica en que recuerda tareas y opciones importantes
que podrían olvidarse de otro modo. Su principal inconveniente es que, tomado en sí mismo,
puede ser un tanto mecanicista.
El proceso de resolución de problemas es un procedimiento iterativo, de ensayo y error,
que repite generalmente estos pasos, en ocasiones más de una vez. El espíritu con el que
deben afrontarse estos peldaños es tentativo, al avanzar en el proceso irá cambiando la
definición del problema, el menú de alternativas, el conjunto de criterios evaluativos, y las
evidencias que se relacionan con el problema.
A continuación se ofrecen algunas directrices prácticas, aunque la mayoría son
conceptuales. Muchos de los conceptos empleados parecerán obvios pero hay excepciones.
Se emplean a veces términos técnicos. Algunos vocablos del lenguaje ordinario se emplearán
de manera que se le quiten ciertas connotaciones y se le añadan otras. Los conceptos están

2
Esta obra está traducida al español como Bardach, Eugene (1999), Los ocho pasos para el análisis
de políticas públicas. Un manual para la práctica. México: CIDE/Porrúa.

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inmersos en situaciones particulares de las cuales depende su significado. En la vida real los
problemas de política pública aparecen como un confuso maremágnum de detalles:
personalidades, grupos de interés, demandas retóricas, cifras presupuestarias, normas legales,
etc. Pero los conceptos que se emplean en el capítulo se formulan en abstracto. Es preciso
aprender a “ver” los conceptos analíticos en las manifestaciones concretas de la vida
cotidiana.
¿Qué apariencia tendrá el producto final? El típico informe escrito con un análisis de
políticas públicas seguiría a grandes rasgos el esquema siguiente:
- En un estilo narrativo coherente se describe algún problema que necesita migarse o
resolverse.
- Se exponen unas vías o cursos de acción alternativas que pueden emprenderse.
- A cada curso de acción se le asignan unos resultados proyectados que se considera
que preocuparán a su cliente o audiencia, sugiriendo los fundamentos probatorios
en los que se basan las proyecciones.
- Si ninguna alternativa domina sobre todas las demás en todos los criterios
evaluativos de interés, se indican la naturaleza y magnitud de las contrapartidas
implícitas en las diferentes opciones de política pública.
- En función de las expectativas del cliente, el analista puede presentar su propia
recomendación sobre qué alternativa debería elegirse.
El análisis de políticas públicas se origina en la política y concluye en ella. La vida política
tiene dos caras: la canalización del conflicto y la construcción de la comunidad. El análisis
sirve a ambas facetas. Canaliza el conflicto porque muestra que algunos argumentos son
superiores y merecen salir triunfantes. Ayuda también a construir comunidad en el sentido
de que establece un ámbito campo común de encuentro. Este campo común se define por las
normas y convenciones del discurso racional, donde los oponentes pueden emplear
procedimientos analíticos para resolver desacuerdos o donde pueden descubrir qué conflictos
de valor aparentemente irreducibles pueden reformularse en desacuerdos técnicos
terriblemente áridos sobre cómo la Política Pública A tiene mayor probabilidad que la
Política Pública B de resolver el Problema P.

Paso primero: la definición del problema


El trabajo analítico suele avanzar en una cierta dirección desde la definición del problema
al comienzo hasta la adopción de una decisión y su explicación al final. Pero es un proceso
que se caracteriza por la reconsideración, la revisión y los cambios de idea, es decir, por
acciones que implican volver sobre los propios pasos en el camino avanzado para volver a
empezar de nuevo. En algunos casos, el cliente o la situación política estrechan y concentran
la tarea analítica hasta tal punto que no se necesita detenerse en algunas de las etapas.
La definición del problema es un asunto crucial pues proporciona tanto la razón para hacer
todo el trabajo necesario para terminar el proyecto como el sentido y la dirección en las que
se han de recoger las evidencias. En las últimas fases del análisis, la definición del problema
servirá para estructurar cómo el analista cuenta su historia.
Piense en términos de déficit y exceso
A veces puede ayudar el pensar en términos de déficit o exceso. Por ejemplo:
- Hay demasiados mendigos sin hogar en esta ciudad (provincia, comunidad
autónoma, España).
- La demanda de agua para uso agrícola está creciendo más deprisa que nuestra
capacidad de suministrarla a un coste aceptable desde el punto de vista financiero y
ambiental.
- La población escolar entre 5 y 16 años está creciendo a una velocidad superior a
nuestra capacidad de construir edificios para escuelas e institutos.
Puede tratarse de problemas que potencialmente pueden aparecer en el futuro (el
crecimiento económico es demasiado lento o demasiado rápido). Sin embargo, esta manera
de plantear un problema sustantivo no sirve cuando el problema es ya una decisión bien

4
estructurada en la que hay que optar por una opción (por ejemplo, hay que arrojar los residuos
en esta bahía o en el fondo del océano).

Haga una definición evaluativa


La idea de problema suele significar que la gente piensa que algo va mal en el mundo, pero
el concepto de mal es muy debatible dentro de una democracia pluralista. No todo el mundo
estará de acuerdo con los hechos que definen un problema porque otra persona puede emplear
otro marco evaluativo de referencia ante los mismos. Tampoco hay maneras obvias o
aceptadas de resolver diferencias filosóficas de este tipo. Puede ser útil plantear la situación
como producto de los fallos del mercado y otras limitaciones derivadas de la utilización de
la eficiencia como criterio valorativo, es decir como referencia del modelo competitivo
idealizado, del mismo modo que los objetivos distributivos o como los fallos del Estado, esto
es, las limitaciones de la intervención pública (Weimer y Vining 2011, parte II).
Centrándonos en los fallos del mercado, éstos se producen cuando las propiedades técnicas
de un bien o servicio tienen efectos tales como alguno de los siguientes:
- Dificultad para obtener ingresos de todos los potenciales beneficiarios. Por ejemplo,
la gran cantidad de personas que se benefician indirectamente de los avances
científicos.
- Dificultad de recaudar de los beneficiarios del consumo el verdadero coste de
utilizar un bien o servicio. Por ejemplo, el aire fresco que los dueños de los vehículos
usan y contaminan con la emisión de gases contaminantes.
- Dificultad para los consumidores y a veces para los propios suministradores de
conocer las verdaderas cualidades de un bien o servicio que están adquiriendo. Por
ejemplo, muchos de los servicios médicos típicos relacionados con la salud. .
- Hacer que el coste marginal de producción por unidad sea inferior que el coste
medio dentro del rango relevante de la demanda, como en un artículo de una revista
distribuido por Internet en comparación con el coste de imprimirlo en papel.
En la mayoría de las situaciones en las que no pueden identificarse fallos del mercado, los
problemas particulares de la gente no pueden mejorarse por muy bien intencionadas que sean
las intervenciones estatales para tratar de solucionarlos. Además de los fallos del mercado
hay situaciones en las que sí pueden aparecer problemas públicos, como en los siguientes
casos:
- Rupturas de sistemas que suceden al margen de los mercados como son las
relaciones familiares.
- Bajos niveles de vida que aparecen porque los mercados funcionan bien y no
recompensan a los individuos que carecen de cualificaciones o talentos
comercializables en el mercado.
- La existencia de discriminaciones contra distintos sectores sociales por raza, sexo u
otra característica.
- El fallo del Estado en todas aquellas áreas en las que se supone que debe actuar
efectivamente. Por ejemplo, en la vigilancia del cumplimiento de la ley y el
mantenimiento del orden público.
El empleo de la retórica del asunto
Generalmente la materia prima con la que se valora y se hace la definición inicial del
problema proviene del cliente y se deriva del lenguaje ordinario del debate en su entorno
político, lo que puede denominarse genéricamente “retórica del asunto”. Dicha retórica puede
estar estrechamente ligada y limitada a un problema técnico o encontrarse ligada a una
controversia de amplio interés social. En cualquier caso debe irse más allá de esa retórica
para definir un problema que sea analíticamente manejable y que tenga sentido a la luz de
los medios políticos e institucionales disponibles para mitigarlo. Hay que emplear con
cuidado la materia prima de la retórica de la cuestión porque puede traer aparejadas
valoraciones previas relacionadas con un determinado partido o ideología que no deben
tomarse al pie de la letra. Por ejemplo, las posturas genéricas de desconfianza hacia “los
mercados” desde posturas típicamente “progresistas” pero lejanas a veces de una
comprensión realista de cómo funcionan, o defensas irreflexivas de “los mercados” que
enmudecen cuando determinados intereses empresariales persiguen una legislación

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proteccionista. En consecuencia, no se trata tanto de hacerse eco de esa retórica como de
emplearla para elaborar una definición provisional del problema que se espera sea
analíticamente útil.
Cuantifique si es posible
La definición debería incluir, siempre que sea posible, una faceta cuantitativa para
determinar de alguna manera la magnitud del problema o al menos proporcionar estimaciones
del mismo.
Diagnostique las condiciones que provocan el problema
Algunas de las condiciones que originan un problema no son percibidas como tales por
parte de los ciudadanos. En ocasiones es útil diagnosticar alguna de estas condiciones como
problema a mitigar o solucionar, por ejemplo, “una de las causas que provocan la
contaminación del aire es que las autoridades regionales no han querido obligar a los dueños
de los vehículos a mantener sus motores y tubos de escape en perfecto estado”. Otra
posibilidad es encontrar una oportunidad para una mejora creativa en una política pública
concreta que no haya sido objeto de algún tipo de reivindicación o queja, aunque carecemos
de teorías académicas o técnicas para responder a esta cuestión.
Evite los inconvenientes comunes en la definición del problema
La definición no debe conllevar una solución implícita introducida por un descuido
semántico. Las soluciones proyectadas deben evaluarse empíricamente y no legitimarse
meramente por la propia definición del problema. Ésta debe ser una descripción escueta que
deje abierta la búsqueda de soluciones.
Asimismo, las relaciones causales implícitas en el diagnóstico de las definiciones de un
problema no deben aceptarse con demasiada facilidad, deben ser reales y no meramente
supuestas. Debe evaluarse la relación causal que va desde la situación a los malos efectos
alegados como causa, y convencerse uno mismo de que la relación causal es real.
Vuelva a repetir
La definición del problema es un paso crucial pero, como es difícil de hacer correctamente,
resulta necesario hacerla una y otra vez. En el curso del trabajo analítico la comprensión
empírica y conceptual evolucionará. Si esta labor se realiza en un contexto organizativo se
estará negociando implícitamente una definición del problema mutuamente aceptable con los
colegas y los superiores jerárquicos.

Paso segundo: la obtención de evidencias


Todo el tiempo que se hace análisis de políticas públicas se invierte en dos actividades:
pensar, algunas veces en voz alta y en otras con otros, y buscar con rapidez datos que puedan
convertirse en evidencia. Pensar es lo más importante pero la búsqueda de los datos consume
mucho más tiempo: lectura de documentos, búsqueda en bibliotecas, estudio a fondo de
investigaciones y estadísticas, entrevistas a personas, viajes para hacer las entrevistas, esperas
para las citas… El objetivo debe ser economizar lo más posible en la recogida de datos. Se
trata de recoger sólo aquellos datos que puedan convertirse en “información” que, a su vez,
pueda transformarse en “evidencia” que esté relacionada con el problema. Algunas
definiciones pueden servir para aclarar el sentido de los términos:
- Datos: son hechos o, para algunos, representaciones de hechos sobre el mundo. Los
datos incluyen toda suerte de estadísticas así como otro tipo de información que va
mucho más allá, por ejemplo, hechos relativos a la capacidad de un gestor de
cualquier nivel jerárquico para tratar constructivamente con la prensa.
- Información: consiste en datos que tienen significado, en el sentido de que pueden
ayudarnos a clasificar el mundo en categorías lógicas o empíricas. Por ejemplo, la
prevalencia del consumo de cigarrillos en cinco países diferentes constituye un

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conjunto de datos pero si los ordenamos comparativamente de menor a mayor son
ya información.
- Evidencia: es aquella información que afecta a las creencias existentes de personas
relevantes, empezando por usted mismo, sobre las características significativas del
problema que se está estudiando y sobre cómo puede solucionarse o mitigarse. La
prevalencia de diferencias en el consumo de cigarrillos puede convertirse en
evidencia relacionándola con diferentes niveles de preocupación sobre la salud de
las personas en los distintos países.
La evidencia es necesaria para lograr tres propósitos principales, todos ellos relevantes para
el objetivo de producir proyecciones realistas de posibles resultados de políticas públicas. El
primero es evaluar la naturaleza y extensión del problema(s) que se tratan de definir. El
segundo es valorar las características particulares de la situación de la política pública
concreta que se está examinando. Por ejemplo, se puede necesitar conocer las cargas de
trabajo de un organismo X, las cifras presupuestarias recientes, los cambios demográficos en
un área en la que presta servicios X, la ideología política del presidente de X, la competencia
técnica de los mandos intermedios de X, o las actitudes de otro organismo que coopera
nominalmente con la suya. El tercero es evaluar las políticas públicas que se han creído que
han funcionado efectivamente en situaciones aparentemente similares a la suyas, por lo
menos para algunas personas, en otras jurisdicciones o en otros momentos, como se verá con
mayor detenimiento más adelante. Dado que cada uno de estos propósitos es relevante en
distintas fases del proceso de análisis, este paso de recogida de datos se realizará más de una
vez pero con un centro de atención diferente cada vez.
Piense antes de recoger
El principal error y el más frecuente que cometen principiantes y veteranos es invertir
mucho tiempo en recoger datos que tienen escaso potencial o carecen de él para convertirse
en evidencia de utilidad. Se suele hacer esto porque la recogida de datos parece y se percibe
como si fuese productiva mientras que pensar es difícil y frustrante.
Como la mayoría de las evidencias son costosas de producir, se debe sopesar
cuidadosamente su coste probable con su valor potencial. La decisión puede plantearse en un
árbol de decisión pero en general depende de los factores siguientes:
- la probabilidad de sustituir una decisión mejor por cualquier decisión que hubiese
adoptado sin ella (que podría haber sido una decisión aceptable por sí misma).
- la probabilidad de que la decisión sustituida producirá directa o indirectamente un
mejor resultado de política pública que el que hubiera sido producido por la decisión
original.
- la magnitud de la diferencia en valor entre el resultado mejorado y el original.
También hay que tener en cuenta que en muchos casos no resulta preciso recoger ninguna
evidencia sino reflexionar y elaborar una estimación bien fundamentada.
Revise la literatura disponible
Apenas existen problemas sobre cuyas causas y soluciones no esté investigando alguna
disciplina académica o asociación profesional. Es fácil encontrar revistas y publicaciones
profesionales que difunden los resultados de investigaciones, teorías, estudios de caso,
experiencias prácticas. Gracias a Internet buena parte de estos materiales llega hasta su propio
ordenador. La fiabilidad del trabajo desinteresado es mayor que el de las organizaciones que
abogan por alguna causa en especial.
Investigue “las mejores prácticas”
Con toda probabilidad el problema que se estudia no es único y los gestores públicos que
elaboran políticas de otras jurisdicciones han tratado cuestiones similares. Hay que ver si se

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puede localizar algunas de estas soluciones y extrapolarlas a lo que se está estudiando, aun
cuando este proceso sea complicado. Sobre ello se ahondará más adelante.
Emplee analogías
Algunas veces merece la pena recoger datos que superficialmente no parezcan relevantes
para el problema que se estudia pero que en un plano más profundo muestren similitudes
instructivas.
Vuelva a empezar, gane credibilidad y favorezca el consenso
El proceso de recogida de evidencias tiene un propósito político a la par que analítico. En
ocasiones implica entrar en contacto con críticos potenciales para evitar que puedan quejarse
más tarde de que no se han tenido en cuenta sus opiniones. Y a la inversa, dándose a conocer
a simpatizantes potenciales, se puede crear luego una red de defensores. Por ello es preciso
tomar contacto con todo tipo de individuos en especial con quienes quepa esperar no estar de
acuerdo.
La recogida de evidencia en la práctica
Lo primero es empezar por lo que se sabe tras recibir el encargo de realizar el análisis. La
estrategia de investigación se compone básicamente de los elementos siguientes:
- Localización de las fuentes relevantes. Con el tiempo, descenderá el nivel de
incertidumbre sobre lo que merece la pena conocer y sobre cómo hacerlo.
- Consecución y mantenimiento del acceso a las fuentes. La capacidad de lograr
entrevistarse con personas muy ocupadas u hostiles y de conseguir datos que no
estén claramente en el domino público mejorarán. También se utilizará el acceso a
ciertas fuentes no haciendo públicas las evidencias hasta que el momento sea
propicio.
- Acumulación de un historial de información para conseguir influencia. Con el
tiempo mejorará la capacidad para interpretar datos y para extraer información de
fuentes reticentes, aumentando el conocimiento de base.
- Protección de la credibilidad política. El mismo proceso de investigación en sí
mismo crea un ambiente que facilitará o dificultará la adopción e implantación de
sus recomendaciones finales.

La gestión de cada uno de estos aspectos puede entrar en conflicto con alguno de los otros.
Por ello, al final de este apartado se examinarán las dificultades de afrontar simultáneamente
estos imperativos estratégicos.

La localización de las fuentes relevantes


A diferencia de la investigación académica en ciencias sociales, la mayoría de la
investigación sobre las políticas públicas es derivada más que original. Esto es, se produce
con ideas y datos ya desarrollados por otros. Sólo en algunas ocasiones el investigador sobre
políticas genera datos nuevos o inventa una nueva idea partiendo de cero. En su lugar, su
papel consiste en descubrir, recopilar, interpretar, criticar y sintetizar ideas y datos
desarrollados por otros. Ciertamente, en las ciencias sociales se procede así con frecuencia
pero se suele poner mayor énfasis en la originalidad. En cierto sentido, el investigador de
políticas públicas se convierte en un experto en otros expertos.
En este ámbito las fuentes de información, datos e ideas encajan en dos tipos generales:
documentos y personas. Por documentos debe entenderse cualquier cosa que tenga que
leerse: sitios Web, artículos de revista, libros, periódicos, informes gubernamentales,
archivos, memorandos, ponencias, boletines, etc. Por personas se entienden individuos o
grupos que deben ser consultados cara a cara. Cualquier investigación en esta esfera implica
una combinación de ambos tipos de fuentes, sin privilegiar a ninguno sobre el otro y teniendo
en cuenta que se producen cuatro conexiones en red: personas que nos conducen a otras
personas; personas que nos llevan a documentos; documentos que nos conducen a otros
documentos y documentos que nos llevan a personas.
La información de segunda mano debe ser empleada con cautela y comprobada
constantemente en búsqueda de sesgos o errores. Pero a priori no es inferior a la obtenida de

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primera mano que puede tener también sus propios sesgos y errores de hecho. Una y otra se
complementan.

La consecución y mantenimiento del acceso a las fuentes


Conseguir acceso a las fuentes puede ser un problema. Si se quiere entrevistar al director
general X de la Comunidad Autónoma Y, lo primero que hay que hacer es convencer a la
persona que lleve su agenda de la seriedad de su entrevista. Aparte de contribuir a que la
entrevista se produzca en un ambiente de cortesía, suelen obtenerse buenos resultados de la
conversación si previamente se ha apelado al interés político, propio o del organismo al que
pertenece, en los resultados del estudio. Un buen procedimiento puede ser escribir primero
una carta explicando el propósito del estudio y solicitando la entrevista, y después realizar
una llamada telefónica. Como los distintos informantes entrevistados pertenecen al mismo
sector de política pública es muy probable que se conozcan y comenten el estudio entre ellos.
Por ello puede ser de gran importancia desarrollar una reputación como investigador
competente, bien informado y activo, lo que probablemente produzca algo de simpatía
intelectual o política.
El trabajo de campo no evoluciona rápidamente o con fluidez. En su mayor parte, se es un
rehén de los horarios de otras personas. Puede haber retrasos de días o semanas hasta la
concertación de una cita o que ésta se desconvoque en el último momento para convocarse
semanas después. Para evitar estos tiempos de espera conviene organizar varias tandas
simultáneas de entrevistas, de manera que un retraso en una de las tandas no detenga la labor
de recogida de datos. El acceso continuado a un individuo u organismo a lo largo de una serie
encuentros sucesivos presenta problemas diferentes al de la concertación de una sola cita.
Aquí la motivación política es crucial pues, si se percibe que el resultado va a ser adverso a
individuos u organizaciones, las puertas se cerrarán con casi total seguridad. La afinidad
política puede ayudar pero tampoco mucho.
El acceso repetido depende del establecimiento de una relación personal. El investigador
es un antropólogo que debe pasar varios meses viviendo en una cultura organizativa,
observando sus rituales y prácticas. Aún a riesgo de parecer obvio, debe resaltarse que el
investigador debe vestir apropiadamente, con el mismo grado de formalidad que el
interlocutor. Debe ser amable sin excesivas familiaridades o sin ser presuntuoso. Si se graban
las entrevistas, normalmente algo imprescindible para guardar un registro de la información,
se debe montar el equipo con el mínimo alboroto, explicando que la grabación es para su
propio uso, pactando las condiciones de confidencialidad y ofreciendo siempre la posibilidad
de interrumpir la grabación si el informante así lo desea.
La realización de una entrevista para la investigación sobre políticas públicas
La investigación sobre políticas públicas, cuando se finaliza, se convierte en un recurso
político. Cualesquiera que sean sus méritos o faltas como pieza de análisis racional, suponen
un avance en los estudios realizados hasta la fecha. Puede ser una justificación para que
ciertas partes ataquen a otras o una herramienta para defenderse de los ataques, es decir un
arma de persuasión en una guerra de propaganda. Aunque el tono y el formato de la
investigación sobre políticas públicas que se publica son típicamente neutrales y
desinteresados, todos reconocen que la investigación se suele emplear para propósitos
políticos bien por el autor o por otros. De aquí que los informantes sean sumamente
susceptibles a las implicaciones políticas de cualquier cosa que puedan contar. Cómo trate el
informante a su entrevistador depende en gran parte en cómo cree que el resultado del trabajo
afectará a sus intereses políticos. Con esto en mente, a continuación se desarrolla una
estrategia básica para realizar entrevistas para el análisis.
El proceso de la entrevista es una interacción entre el informante y el investigador. En este
proceso la principal fuente de energía debería ser el investigador/analista. Sus tareas son,
primero, animar al informante a hablar y a seguir haciéndolo y, una vez conseguido el
impulso apropiado, guiar, redirigir, frenar o repreguntar. Además de la motivación política,

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los informantes hablarán porque tienen una historia que contar. Muchos directivos públicos
—políticos, gestores, altos funcionarios— sienten, y con razón, que buena parte de su trabajo
más valioso se hace entre bambalinas, pasa inadvertido y es poco valorado. Estarán
sorprendentemente deseosos de utilizar al entrevistador como vía de comunicación con el
mundo exterior. Algunos también desean que se conozca mejor su “versión de la historia” de
lo que creen que se conoce.
En buena parte de la investigación en ciencias sociales se supone que el entrevistador es,
en lo posible, un instrumento neutral para la recogida de datos emitidos por el entrevistado.
Sin embargo, esto es en general un modelo inapropiado para las entrevistas de la
investigación sobre políticas públicas. Aquí el informante supone que el objetivo del
entrevistador es cualquier cosa menos neutral, ya que su propósito es llegar a elaborar
recomendaciones. Por tanto no debe temerse plantear al informante cuestiones provocativas
o conflictivas, ni responder uno mismo a las cuestiones planteadas al entrevistado. Si se hace
con la finura apropiada puede suponer un estímulo positivo para el desarrollo de la entrevista.
Se trata de plantear las preguntas conflictivas sin que el analista parezca estrecho de miras u
hostil, y dejando una puerta abierta para que el informante pueda evadirse por ella si así lo
desea. La cuestión es ayudar al entrevistado a pasar de un asunto a otro sin perder impulso o
ser inoportuno.
En ocasiones, nos encontramos con un informante que adopta una postura
irrevocablemente defensiva, para quien la respuesta “sin comentarios” es la precaución
primaria y la evasión calculada es la posición alternativa. Hay que diagnosticar este problema
al comienzo de la entrevista para poder reformular los objetivos de la entrevista en vista de
la actitud del entrevistado. Es preciso concentrarse en conseguir información sobre
cuestiones específicas que el informante, y probablemente nadie más, pueda contestar. Otra
posibilidad es convencerle de que se es consciente de su postura defensiva, que ya se conoce
bastante del asunto en cuestión y que esa postura no le ayudará, que otras fuentes ya han
ofrecido información y que se tiene acceso a otras más que estarán deseosas de ayudar. Que
la información de estas fuentes puede ser incluso más perjudicial para sus intereses que la
que él podría facilitar, que probablemente no tiene nada que perder y mucho que ganar al dar
unas respuestas honradas. Resulta obvio señalar que esta táctica tiene sus riesgos.
La protección de la credibilidad
Como cualquier investigación en ciencias sociales, el análisis de políticas públicas es
susceptible de críticas sobre fundamentos intelectuales, y resulta todavía más vulnerable
desde una perspectiva política. Por ello resulta imprescindible proteger la credibilidad del
investigador tanto en términos políticos como intelectuales. A diferencia de otras
investigaciones cuyo propósito es la ilustración intelectual, el objetivo del análisis es mejorar
la comprensión de un problema de política pública y de los posibles medios para afrontarlo,
hasta el punto en que sea posible aconsejar un curso de acción responsable. Se afrontan
fenómenos amplios y complejos, conformándose con aproximaciones muy groseras de la
“verdad”, en contraste con la investigación más académica que busca típicamente
interpretaciones más refinadas de problemas estrechamente definidos.
Por ello resulta preciso contactar con todas las partes interesadas en el problema que
pudieran cuestionar el informe, so pretexto de no haber sido tenidas en cuenta. Es una buena
idea citar a algunas de estas fuentes en el informe final. Asimismo es importante recabar las
opiniones de otros expertos con autoridad política o intelectual a quienes se puedan atribuir
perspectivas, opiniones, estimaciones… en especial cuando se sienta inseguro en algún
extremo. La cita de publicaciones o de palabras textuales de una entrevista es una manera de
hacer esas atribuciones de autoridad. Además conviene contar con otros expertos que avalen
el trabajo una vez hecho público. Las fuentes citadas en el informe con un punto de vista
sobre esto o lo otro son los objetivos naturales de los periodistas o los decisores cuando les
pregunten sobre lo expresado en el informe y así lo defenderán cuando se les pregunte.
Además es imprescindible prestar una atención especial a los oponentes potenciales e
identificar qué proposiciones es probable que ataquen. Estos puntos deben ser reforzados con
antelación con citas de expertos, así como mencionar cortésmente la existencia de
contraargumentos sin darles ni mucho espacio ni prominencia. La cita de los oponentes es
siempre utilizable posteriormente en caso de que se aduzca que sus perspectivas fueron
ignoradas, al tiempo que la presentación equilibrada de los dos lados de una cuestión es una

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forma sutilmente persuasiva dirigida al lector. Por último, las estadísticas pueden ser de
utilidad para respaldar la credibilidad. Empleadas de esta manera desempeñan un papel
documental más que informativo, al documentar la validez de las generalizaciones que los
oponentes políticos podrían cuestionar, aunque la verdad resulte evidente con fuentes más
impresionistas.
Los dilemas estratégicos
A modo de conclusión, cabe situar a los informantes al principio o al final del calendario
del proyecto de investigación y conviene aproximarse relativamente pronto a:
- Personas que sea probable que faciliten la búsqueda de fuentes con información
abundante.
- Personas poderosas que facilitarán el acceso a fuentes ulteriores.
- Personas expertas que proporcionarán la información pertinente para obtener
cobertura política frente a una exposición prematura del trabajo y cuya información
pueda proporcionar cierta influencia frente a informantes a la defensiva.
- Expertos amistosos que puedan reforzar la credibilidad política en caso de
exposición prematura.
- Oponentes potenciales con los que conviene tomar contacto para obtener cobertura
en caso de una exposición política prematura.
Así, conviene aproximarse relativamente tarde a:
- Informantes hostiles o a la defensiva con los que es deseable acumular influencia
previa para contrarrestar la táctica.
- Informantes muy ocupados de quienes se podría perder el acceso de forma
irrecuperable una vez se hayan visto o sobre quienes no se dispone de información
suficiente para entrevistarlos antes.
- Oponentes potenciales especialmente poderosos que pueden tratar de impedir el
acceso a otros.
- Gestores con problemas potenciales que carecen de deseos de airearlos a no ser que
sea en su propio interés.
No hay manera de reconciliar las obvias contradicciones entre estas dos listas por lo que
resultará preciso descender a los detalles particulares y sopesar los riesgos inherentes a
cualquier opción dada. No hay manera de evitar las contrapartidas por lo que se deben
afrontarlas conscientemente más que inadvertidamente.

Paso tercero: la construcción de alternativas


Por alternativas debe entenderse “opciones de política pública”, o “vías de acción
alternativas”, o “estrategias de intervención alternativas para mitigar o resolver el problema”.
Evite un inconveniente lingüístico
La especificación de alternativas no significa necesariamente que las opciones sean
mutuamente excluyentes. Los analistas emplean el término de manera ambigua. En la etapa
final del análisis no es deseable estar evaluando dos o tres alternativas pero al principio es
mejor errar del lado de la exhaustividad. Al comienzo es recomendable hacer una lista de
todas las posibilidades que se podrían considerar en el curso del análisis. Luego se descartan
algunas de las más evidentes, se combinan otras y se reorganizan otras de manera que haya
una sola alternativa básica con una o más alternativas subsidiarias.
Una manera de comenzar puede ser dar cuenta de las alternativas que actores políticos
clave estén proponiendo activamente. Luego puede intentarse inventar alternativas que sean
superiores a las existentes. Un punto de partida es utilizar las estrategias genéricas que
emplean los gobiernos de entre el conjunto de herramientas genéricas que se emplean en la
actualidad para corregir los fallos del mercado y del Estado: liberar, facilitar y simular el
funcionamiento de mercados; emplear subsidios e impuestos para alterar los incentivos;
establecimiento de normas y regulaciones; suministro de bienes mediante mecanismos

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distintos del mercado; provisión de seguros y amortiguadores financieros (Weimer, Vining
2011: 209-262).
Siempre debe incluirse en la primera aproximación al problema la alternativa “Dejemos
que las tendencias actuales continúen sin perturbación”. Es necesario hacer esto porque el
mundo está lleno de cambios que ocurren naturalmente, algunos de los cuales pueden
contribuir a mitigar el problema sobre el que se está trabajando. Para comprobar este extremo
puede ser útil inspeccionar las fuentes de cambio más frecuentes en el entorno de las políticas
públicas:
- Cambios políticos que siguen a elecciones, así como los inducidos por la perspectiva
de tener que participar en unas elecciones.
- Cambios en el desempleo y la inflación que acompañen al ciclo económico.
- La cambiante rigidez u holgura de los presupuestos de un organismo originada por
las políticas fiscal y de gasto.
- Cambios demográficos como las pautas de migración de la población o el tamaño
de los distintos grupos de edad.
- Las cambiantes tecnologías.
Normalmente, esta opción se abandonará en el análisis final. Si la definición del problema
funciona bien se terminará con un problema importante a la vista que en la mayoría de los
casos puede mitigarse hasta cierto punto mediante una acción intencional.
Modele el sistema en el que se sitúa el problema
Un buen modelo causal puede ser bastante útil para sugerir posibles “puntos de
intervención”, como ocurre cuando el problema se sitúa en un sistema complejo de fuerzas
interactivas, incentivos y constricciones. El ser exhaustivo en el planteamiento es deseable
porque disminuye el riesgo de perder importantes conexiones causales, pero puede diluir el
centro de atención analítico y la creatividad para diseñar las estrategias de intervención.
Muchos modelos pueden concebirse mejor como elaboraciones de una metáfora
fundamental, algunos de los cuales se mencionan a continuación.
- Modelos de mercado. El modelo de un mercado donde suministradores desagregados
intercambian bienes y servicios con demandantes desagregados puede aplicarse a bienes y
servicios sin precios asignados. La idea principal detrás de este modelo es el equilibrio
mediante el intercambio que puede aplicarse a muchos fenómenos, por ejemplo, el flujo de
pacientes en un sistema hospitalario puede analizarse en términos de oferta (médicos, camas,
quirófanos) y demanda (pacientes para los distintos tratamientos). Una estrategia de
intervención estándar para mejorar mercados que no funcionen bien consiste en elevar o bajar
los precios afrontados por los suministradores y los demandantes.
- Modelos de producción. Desafortunadamente no hay mucha literatura académica sobre
la lógica operativa de los tipos comunes de sistemas de producción que se encuentran en la
política pública, por ejemplo regulaciones de mando y control, la provisión de información
y otras. La principal preocupación para comprender los sistemas de producción radica en la
identificación de los parámetros cuyos valores, cuando salen de un cierto rango, provocan
que los sistemas sean más vulnerables a la ruptura, el fraude y el abuso, las desventajas
económicas o la distorsión de los propósitos previstos. Una manera de examinar estos
sistemas es mediante la optimización. Los modelos de investigación operativa (colas, gestión
de inventarios o cadenas de Markov) pueden ser de utilidad.
- Modelos evolutivos. Describen un proceso de cambio frecuente a lo largo del tiempo. Se
compone de tres subprocesos: las variaciones entre competidores, la selección y la retención.
Por ejemplo, en un organismo que impulsa la salubridad en los puestos de trabajo, las quejas
recaen desproporcionadamente sobre problemas visibles y molestos pero que no eran tan
nocivos como otros menos visibles. El modelo sugiere distintos puntos de intervención
plausibles. El organismo puede educar a los trabajadores para detectar y quejarse de los
problemas más serios, consiguiendo desplazar a los problemas más serios, cambiando así el
abanico de competidores. Puede comenzar a escudriñar las quejas por su probabilidad de
estar asociadas a esos problemas más serios, cambiando así el “mecanismo de selección”. O

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puede persuadir a los trabajadores y a sus representantes sindicales para reducir su propensión
a quejarse sobre los problemas menos graves, cambiando así el “mecanismo de retención”.
Conceptúe y simplifique la lista de alternativas
La lista final de alternativas, la que se incluirá en el informe final para el cliente y otras
audiencias, será bastante diferente de la inicial porque se han eliminado las que no parecían
suficientemente buenas y porque se ha trabajado para conceptuarlas y simplificarlas. La clave
para la conceptuación consiste en tratar de resumir el sentido estratégico de una alternativa
en una sola frase, clara y sin jerga, lo que suele resultar difícil pero generalmente merece la
pena. Se trata de distinguir entre la alternativa básica y sus variantes. El elemento
fundamental es una estrategia de intervención que hace que las personas o las instituciones
modifiquen su comportamiento de alguna manera. Normalmente se requiere que esa
alternativa se implante por una organización o un conjunto de ellas (públicas, privadas o sin
afán de lucro) y debe haber una fuente de financiación. Aquí radican las variaciones posibles.
Diseñe alternativas de política pública
Se supone que se está trabajando en un problema de opción de una política pública, pero
puede ser necesario diseñar una alternativa especial para añadir al menú de posibilidades.
Quizá el problema es nuevo o único o, probablemente, otros ya lo han afrontado y se puede
aprender tanto de los éxitos como de los fracasos. Puede acudirse a repertorios de “buenas
prácticas” elaborados en otras jurisdicciones o por asociaciones profesionales. Siempre es
preciso considerar si los problemas son similares en naturaleza y escala. Si son o no
extrapolables se tratará más adelante.
Es útil comprobar las reacciones de las partes interesadas y quizá de una audiencia más
diversa, incluyendo oponentes, frente al diseño que se propone con dos finalidades. Mejorar
el diseño de acuerdo con los criterios del cliente, incluyendo su viabilidad política; y
responder de manera que se aumente el apoyo político a la medida y disminuya la oposición.
Un término medio puede ser útil presentando un diseño ni muy tentativo ni muy elaborado,
como base para una discusión ulterior.
Hay dos tipos de asuntos principales en el diseño: uno, gestión de un “caso”, individuos o
entidades, que recibe algún tipo de “tratamiento”, sea un subsidio, la imposición de
obligaciones… El segundo tipo implica operar con una colectividad de algún tipo más que
sobre casos individuales, por ejemplo, el flujo de tráfico, la eliminación de la corrupción en
las administraciones públicas… Este suele afrontarse mediante un programa, un
procedimiento general y un listado de cuestiones que deben afrontarse.

Paso cuarto: la selección de criterios


Puede servir de ayuda pensar que cada política pública es una narración con dos tramas
interconectadas pero separables, la analítica y la evaluativa. La primera se refiere a hechos y
proyecciones desinteresadas de consecuencias. La segunda son juicios de valor. Idealmente
todas las personas analíticamente sofisticadas y de mente abierta pueden estar más o menos
de acuerdo sobre la trama analítica y sobre la naturaleza de sus incertidumbres residuales
pero esto no es así en la trama valorativa. Aquí la subjetividad y la filosofía social de cada
cual desempeñan un papel determinante. Este cuarto paso se corresponde primaria, aunque
no exclusivamente, con la trama valorativa. Ello es así porque los posibles “criterios” son
estándares evaluativos empleados para juzgar la bondad de los resultados proyectados
asociados con las alternativas de la política pública que se trate.
El criterio valorativo principal, por supuesto, es si el resultado proyectado resolverá el
problema en un grado aceptable. Pero esto es sólo el comienzo. Cada curso de acción afectará
al mundo real de muchas maneras previstas e imprevistas, y cada uno de estos efectos
requiere nuestro juicio acerca de si se considera deseable o no. Cuanto más rica sea la
variedad de los efectos significativos, más numeroso será el conjunto de criterios evaluativos
que necesitaremos para afrontarlo. Debe subrayarse, no obstante, que los criterios valorativos
no se emplean directamente para juzgar las alternativas sino que se aplican a los resultados
proyectados. La formulación completa sería la siguiente: “La Alternativa A conducirá

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probablemente al Resultado RA, que juzgamos el mejor de los resultados posibles. Pensamos,
por tanto, que la Alternativa A es la mejor”.
Criterios evaluativos empleados con frecuencia
A continuación se comentan brevemente los criterios valorativos más utilizados en el
ámbito de las políticas públicas.
- Eficiencia. Típicamente el criterio de la eficiencia es la consideración evaluativa
más importante en los estudios de coste-efectividad (CE) y de coste-beneficio (CB).
Se emplea eficiencia en un sentido próximo al utilizado en economía, para
maximizar el agregado del bienestar de los individuos tal y como sería interpretado
por ellos. En jerga económica sería la “maximización de la suma de las utilidades
individuales” o “maximizar los beneficios netos”. Otra formulación equivalente
podría ser la “maximización del interés público”. Nótese que pese a que eficiencia
tiene un tono aséptico, tecnocrático y elitista, se insiste aquí en que las “utilidades”
deben valorarse de acuerdo con la construcción que los ciudadanos individuales
elaboren sobre su propio bienestar, lo cual es ampliamente democrático. De otra
parte, los análisis CE y CB suenan parecidos y son frecuentes compañeros de viaje
pero no son lo mismo y sus usos pueden ser bastante diferentes. Ambos interpretan
los problemas de políticas públicas como algún tipo de relación de producción entre
recursos y objetivo (-s) y examinan esa relación con lentes economizadoras. Sin
embargo, CE se conforma con evaluar sólo la naturaleza y cantidad de los productos
deseados, mientras que CB va un paso más allá y trata de valorar esos productos de
alguna forma, típicamente en términos monetarios o en raras ocasiones de utilidad
real. Como es menos ambicioso, CE es más frecuente que CB, pues muchos asuntos
de políticas públicas pueden simplificarse y estilizarse como problemas de CE
aunque aparentemente no lo parezcan.
- Igualdad, equidad, ecuanimidad, justicia. Hay desde luego muchas ideas diferentes
e incluso opuestas sobre lo que estos términos significan o deberían significar. El
analista debe pensar intensamente sobre estos conceptos y sus contrapartidas pues
en ocasiones, por ejemplo, pueden enfrentarse la ecuanimidad para los individuos
en oposición a la justicia para los grupos sociales como puede ser el caso en las
políticas de acción afirmativa para ciertos grupos sociales.
- Libertad, comunidad y otras ideas. Aquí puede encontrarse una nueva lista de ideas
de posible relevancia como criterios evaluativos para estimular el pensamiento y
que dista mucho de ser completa: mercado libre, libertad económica, capitalismo,
libertad frente al control del Estado, igualdad ante la ley, igualdad de oportunidades,
igualdad de resultados, libertad de expresión, libertad religiosa, privacidad,
seguridad alimentaria, vecindad, comunidad, sentimiento de pertenencia, orden,
seguridad militar, ausencia de miedo, estructura familiar tradicional, estructura
familiar igualitaria…
- Valores de proceso. La democracia valora el proceso y el procedimiento, —esto es
tener una opinión que cuente en asuntos de políticas públicas que te afecten,
racionalidad, apertura, accesibilidad, transparencia, ecuanimidad, no
arbitrariedad—, así como los contenidos. Estas consideraciones se aplican
probablemente al mismo diseño del proceso decisorio para el que se elabora el
trabajo de análisis. En consecuencia debe reiterarse la necesidad de consultar amplia
y equitativamente. Además de añadir legitimidad para el trabajo se aprende mucho
de personas con diferentes perspectivas ideológicas o sociales. Esto no implica
mantener el proceso de consulta abierto continuamente ni que todas las opiniones
tengan igual crédito y que en algún momento hay que adoptar la decisión. Piense
que ser más accesible o dar una mayor participación no implica necesariamente más
democracia o más racionalidad. Las mayores oportunidades de participación pueden
explotarse con más facilidad por quienes tienen más tiempo para hacerlo, por

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quienes tiene intereses especiales que proteger o por ideólogos fanáticos. La gente
corriente y sus preocupaciones pueden llegar a ser perdedores relativos.
Sopesando criterios evaluadores en conflicto
Los conflictos de valores pueden enfocarse con dos enfoques generales. Uno es que los
procesos políticos y gubernamentales existentes determinen los valores que deben
prevalecer. Este enfoque dará primacía al empleador o cliente del analista. Una segunda
posibilidad es que el analista modifique esa valoración anterior y sea quien sugiera una
concepción política o filosófica global poco presente en la política habitual. El analista puede,
dependiendo de las circunstancias, sugerir los criterios existentes a la luz de nuevos hechos
o argumentos. El analista toma la iniciativa para abrir un diálogo sobre el asunto pero luego
puede ceder el protagonismo al proceso político.
Criterios prácticos empleados con frecuencia
No todos los criterios que entran en juego en un análisis son parte de la trama evaluadora.
Algunos son puramente prácticos y corresponden a la trama analítica. Tienen que ver con las
posibilidades que afronta una alternativa entre las fases de adopción de una política y su
implantación. A continuación se comentan brevemente.
- Legalidad. Una política viable no puede violar las normas constitucionales o
estatutarias o los derechos establecidos. Recuérdese, no obstante, que los derechos
legales están cambiando continuamente y suelen ser ambiguos por lo que no siempre
sobrevivirán ante los tribunales. Es necesario el consejo legal en esos casos para
diseñar la política de manera que aumenten sus probabilidades de supervivencia.
Nótese que los derechos “naturales” o “humanos” son conceptualmente muy
diferentes de los derechos legales pese a su similitud semántica, piénsese por
ejemplo en las posturas conflictivas sobre el aborto derivadas de los valores del
derecho a la vida o desde el derecho de una mujer al control de su propio cuerpo.
Muchos de estos “derechos” son controvertidos porque mientras que algunas
personas quieren verlos reconocidos legalmente otras se oponen.
- Aceptabilidad política. Una política pública factible debe ser políticamente
aceptable o, por lo menos, no inaceptable. La inaceptabilidad es una combinación
de dos condiciones: demasiada oposición, que puede ser amplia o intensa o ambas;
o apoyo demasiado escaso, insuficientemente amplio o intenso o ambos. No
conviene tener una visión estática de la inaceptabilidad pues esas condiciones
pueden cambiarse, construyendo coaliciones o emprendiendo campañas. Puede
resultar de utilidad para valorar las limitaciones y posibilidades estratégicas en el
plano político, el empleo de lentes conceptuales metafóricas, entendidas como
modelos del proceso político, como las siguientes: un juego complejo en el que
minorías bien organizadas y situadas disfrutan de ventajas especiales; un teatro en
el que los políticos electos tratan de crear una buena apariencia ante ellos mismos,
sus oponentes, los críticos y la audiencia; un mercado de eslóganes, símbolos, ideas
con una mezcla de comerciantes honrados y dependientes poco fiables y
compradores inocentes y sofisticados; una escuela en la que los políticos electos
aprenden cómo hacer un buen trabajo de diseño de políticas públicas y en ocasiones
comparten con sus condiscípulos sus resultados y sus métodos.
- Vigor e improbabilidad. Muchas veces hay ideas de política pública que suenan
magníficamente en teoría y fracasan en las condiciones reales de su implantación.
Este proceso tiene vida propia. Es el caso de que sea puesta en páctica mediante
sistemas administrativos inflexibles, siendo distorsionado por los intereses
burocráticos. Las políticas que aparecen en la práctica pueden divergir,
sustancialmente incluso, de tal y como fueron diseñadas y adoptadas. Una política
pública, por tanto, debe poseer el vigor suficiente como para conseguir que, aunque
el proceso de implantación no funcione con fluidez, los resultados sean
satisfactorios. De manera similar al apartado anterior, puede ser de utilidad el
empleo de modelos burocráticos como lentes conceptuales para la estimación del
vigor y la improbabilidad de las políticas públicas diseñadas: la generación
automática de rutinas pre-programadas o procedimientos operativos normalizados;
una persona en un ambiente determinado impulsada por necesidades de

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supervivencia, intereses de mejora personal, y, en ciertas condiciones, de auto-
realización; una arena política en la que individuos y facciones compiten por influir
sobre la misión de la organización y el acceso a sus sistemas decisorios; una tribu
con sus propios rituales y un abanico de salvaguardas para protegerse de los
“extraños”; una sociedad de individuos cooperando para conseguir un conjunto de
objetivos más o menos común; una estructura de papeles e interrelaciones que se
intentan complementar mutuamente en una división del trabajo racional; o un
instrumento empleado por la “sociedad” para sus propios objetivos.
Hasta aquí hemos considerado criterios sustantivos pero también podemos pensar en
criterios puramente formales, por ejemplo, valores que deseemos maximizar, aquellos que
deban satisfacerse mínimamente y otros con menor prioridad. Puede ayudar el centrarnos
inicialmente en un criterio primario, un objetivo principal a maximizar o minimizar, que sería
el inverso de la definición del problema que hemos establecido. Por último debe evitarse
confundir las alternativas y los criterios. Las alternativas son cursos de acción, mientras que
los criterios son normas mentales para evaluar los resultados de la acción. Como en muchas
otras confusiones del análisis de políticas públicas la fuente del error es probable que sea
semántico. Por ejemplo no debe asumirse que una intención se realizará en la práctica en
virtud de que así figure en la definición como también suele suceder con las reorganizaciones
porque estas propuestas suelen parecen plenas de intencionalidad que pueden terminar en
resultados opuestos.

Paso quinto: la proyección de resultados


Para cada una de las alternativas de la lista confeccionada, ahora hay que proyectar todos
los resultados, o impactos, que el analista u otras partes interesadas consideren que es
necesario tener en cuenta. Este es el paso más arduo de los ocho. Es difícil hacerlo bien
incluso cuando uno es un analista veterano pero lo importante es hacerlo. Hay tres grandes
dificultades prácticas o psicológicas a afrontar. Primero, una política pública se refiere al
futuro, no sobre el pasado o el presente, pero nadie puede estar seguro de cómo se desplegará,
incluso si se afronta con la mejor de las intenciones y el diseño más meditado de política
pública. Segundo, la proyección de los resultados es otra manera de decir “Sea realista”. Con
todo, el realismo suele ser incómodo. La mayoría prefiere el optimismo. Las políticas
públicas afectan las vidas y fortunas de las gentes. Ello impone una carga moral más pesada
de lo que muchos quisieran reconocer. Comprensiblemente nos gustaría creer que nuestra
alternativa de política pública preferida o recomendada logrará lo que esperamos y lo hará
con menores costes de los que realistamente podemos temer. Tercero, lo que se denomina a
veces “el principio 51-49”. Esto es, como si en medio del fragor del conflicto político,
imaginamos por pura autodefensa, que una confianza del 51 por cien en nuestra proyección
mereciese el 100 por cien de confianza, de manera que confundimos a los demás igual que
nos engañamos a nosotros mismos.
Extienda la lógica de la proyección
Los esfuerzos sistemáticos para proyectar los resultados son esenciales porque en una
democracia moderna los decisores sobre las políticas públicas no pueden actuar basándose
en corazonadas o en el examen de las entrañas de algún ave. Se trata de combinar modelos y
evidencias para producir proyecciones de los resultados de las políticas públicas de las
distintas alternativas que se están considerando. La lógica a emplear es la del sentido común
con algunas adiciones.
La primera adición es la de la metáfora. Como se ha visto, las metáforas pueden
proporcionar perspectivas cualitativas sobre importantes relaciones causales. Las relaciones
especialmente importantes son las que pueden facilitar puntos de intervención útiles en
sistemas complejos o que presentan inconvenientes potenciales en los procesos de adopción
o implantación de las políticas públicas.
El análisis de políticas públicas emplea las ciencias sociales en la medida en que puede.
Buena parte de las ciencias sociales intentan responder a la pregunta ¿es realista el modelo
X de esta porción del mundo? Los estudios científico-sociales de este tipo pueden ser útiles
para diagnosticar la existencia de problemas, esquematizar tendencias y decidir si algo

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constituye una “buena” práctica. Sin embargo, se debe ser cuidadoso para evitar la aplicación
de la norma científico-social de adecuación sobre el realismo de un modelo porque es
bastante conservador. En el análisis de políticas públicas la norma, más imprecisa pero más
apropiada, debería ser si la confianza en un modelo puede conducir a mejores resultados y
evitar los peores que una conjetura menos disciplinada.
El análisis de políticas públicas utiliza, como se ha visto ya, múltiples modelos. La mayoría
de la ciencia social, a imitación de las ciencias naturales, busca “el mejor” modelo, o en el
caso de algunos prácticos, el modelo “verdadero”. Pero como todos los modelos son
abstracciones de la realidad, incluso los mejores nunca están completos. Aunque esas
abstracciones pueden avanzar el progreso de la ciencia, en el mundo de las políticas públicas,
donde las opciones tienen consecuencias reales para personas reales, ninguna faceta de un
problema, o su alternativa posible, puede adoptarse exenta de análisis. Cualesquiera modelos
que se puedan emplear para iluminar algún aspecto del problema o de los resultados deben
emplearse, incluso si ello supone una multiplicación poco parsimoniosa y ad hoc de
subanálisis.
Finalmente, incluso cuando se hayan adoptado modelos adecuadamente realistas en
número y variedad suficientes, todavía necesitan emplearse en conjunción con la evidencia
sobre las condiciones iniciales o los hechos tales como existen. Aunque hay que tener en
cuenta que las proyecciones de muchos modelos no son particularmente receptivos a las
condiciones iniciales, algunos sí lo son. Estos son los modelos que pesan sobre las
proyecciones de aceptabilidad política y del vigor de una posible alternativa a las tensiones
características del proceso de implantación.
Magnitud de las estimaciones
La proyección de resultados suele requerir pensar no sólo sobre la dirección general de
éstos sino también sobre su magnitud. En muchos casos la estimación de una cantidad será
suficiente, en otros casos se deberá proporcionar un rango. Hay que tener en cuenta que la
carga de la justificación recae siempre sobre el analista. Típicamente, el curso de acción
recomendado es “suficientemente probable” para producir resultados lo suficientemente
buenos para justificar los costes y riesgos conocidos. Este enfoque se denomina análisis de
“umbral” o “punto de equilibrio”. Es una lente conceptual sorprendentemente poderosa
porque es simple, intuitiva y de sentido común. Construye un marco de referencia para la
decisión basándose en lo conocido, o en un supuesto razonable, para manejar las
incertidumbres residuales comparándolas con elementos en este marco.
Confronte el problema del optimismo
Para resguardarse del problema del optimismo excesivo, puede ser de utilidad la escritura
de escenarios realistas. Se trata de determinar qué escenarios podrían provocar que la
propuesta fracase en producir el resultado deseado, esto es, en resolver o mitigar
suficientemente el problema de política pública. Algunos ejemplos pueden ser los siguientes:
- En un programa regulador de sanidad, puede carecerse del conocimiento científico
o técnico necesario para producir normas racionales y legalmente defendibles. El
resultado en un plazo de cinco años sería que la política simbólica, la corrupción, la
captura de la industria o un celo regulador excesivo pueden haber llenado el vacío.
- El tiempo pasa, y los recursos presupuestarios y el apoyo político disponibles
desaparecen bajo el impacto del cambio electoral y los desplazamientos en la
economía. Un programa de identificación de terroristas que nació en esas
condiciones favorables se unifica con otro programa, pasa a depender de otra unidad
burocrática o desaparece eventualmente.
- Un programa regional con éxito diseñado para proporcionar asistencia técnica a
municipios rurales extremadamente pobres al que se añaden municipios urbanos no
tan pobres, con el resultado de que los recursos escasos desaparecen o se malgastan.
Hay que tener en cuenta también los efectos colaterales indeseables. Algunos ejemplos
comunes de estos efectos indeseados pero previsibles en los programas públicos son:
- Se aumenta el riesgo moral. La política pública tiene el efecto de aislar a la gente de
las consecuencias de sus acciones. Por ejemplo, al aumentar los beneficios por

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desempleo tiene el efecto colateral de reducir los incentivos para buscar un nuevo
trabajo.
- La regulación razonable se convierte en exceso de regulación si los costes no son
perceptibles por quienes los soportan. Una consecuencia adversa del
establecimiento de normas muy exigentes de salud o de seguridad y de implantarlas
demasiado uniformemente es que pueden incrementarse los costes del sector
privado más allá del nivel óptimo. Otra consecuencia puede ser que se provoque un
desplazamiento de la actividad regulada a otra que es menos segura o menos
saludable.
- Los buscadores de rentas, esto es, la existencia de unos interesados a la búsqueda
de nichos beneficiosos protegidos de la competencia abierta, pueden distorsionar el
programa para servir a sus propios intereses. No es inevitable que los
suministradores de bienes y servicios al Estado, funcionarios públicos incluidos,
encuentren maneras de captar “rentas” como suele suceder, por ejemplo con muchos
contratistas de defensa. La búsqueda de rentas ocurre de formas menos obvias
cuando algunas empresas reguladas presionan con éxito para obtener regulaciones
que impongan costes superiores a sus competidoras que a ellas mismas.
El analista siempre debe plantear una pregunta ética “Si se fuera a seguir mi consejo ¿cuáles
serían los costes de haber estado equivocado y quién debería soportarlos?”, teniendo en
cuenta, además, que el propio analista no va a formar parte del grupo que soporte estos costes.
El problema de las características incipientes
La política pública interviene en sistemas de cierta complejidad, sistemas poblados por
actores que se adaptan a las intervenciones de maneras sorprendentes y cuyos ajustes
conducen a otros a crear ulteriores adaptaciones. Esta dinámica puede hacer surgir
comportamientos inopinados que es difícil prever cuando se realizan las propias
proyecciones. En muchos casos es imposible porque el sistema es muy complejo y mal
comprendido como ocurre típicamente con la macroeconomía, con puntos de vista
conflictivos sobre los efectos positivos o negativos de los recortes de impuestos. Aunque los
casos habituales no son tan extremos, pueden conseguirse algunos progresos siguiendo la
heurística de ponerse en el lugar del otro según el problema que se considere.
La construcción de la matriz de resultados
La actividad de proyectar resultados conduce a un punto en el que es preciso valorar varios
escenarios complejos e inciertos para entre dos y cinco alternativas, combinadas con sus
variantes principales. Una manera conveniente de conseguir una perspectiva general de toda
esta información es desplegarla en una matriz de resultados. La matriz típica recoge las
políticas públicas alternativas en las filas y los criterios evaluadores en las columnas. Cada
celda contiene el resultado proyectado de la alternativa de la fila evaluada en referencia al
criterio de la columna. Un ejemplo simplificado de un caso real se recoge en la Tabla 4, sobre
cómo limitar las emisiones de CO2 en los EEUU y se incluyen como criterios valorativos las
consideraciones de eficiencia, de implantación y de coherencia internacional debido a la
existencia de un régimen internacional sobre la materia dadas sus repercusiones globales.

Esta matriz puede resultar útil para consumo interno del analista y su equipo de trabajo
pues su función principal es ayudar a ver la panorámica conjunta y lo que se necesita aprender
todavía, la versión final puede ser interesante para el paso final de contar la historia. Conviene
evitar el error de no incluir el valor de referencia en las columnas de los criterios y en qué
dimensiones se efectúa la medida. En caso de no disponer de medidas cuantitativas pueden

18
emplearse descriptores verbales como “muy bueno” o “muy elevado” o simbólicos como +
ó -, pero la opción cuantitativa siempre es preferible.

Figura 1. Comparación resumida de políticas públicas seleccionadas para recortar


las emisiones de CO2, elaborada por la Congressional Budget Office, 2008.

Política Consideraciones Consideraciones Consideraciones de


pública de eficiencia de implantación coherencia internacional
Impuesto Un impuesto evitaría Un impuesto no requeriría Podría establecerse el impuesto en
fluctuaciones significativas supervisar las emisiones y sería EEUU en coherencia con los
sobre
anuales en los costes. relativamente fácil de implantar. impuestos equivalentes en otros
emisiones Rango de eficiencia: 1 países.
Tope de Tendría muchas de las ventajas Requeriría una nueva La válvula de seguridad y el banco
de un impuesto, la válvula de infraestructura administrativa de emisiones tendrían que formar
emisiones con
seguridad evitaría la elevación de para seguir las posesiones y parte de programa internacional de
válvula de precios y mantendría las transferencias de permisos de topes o comercio de emisiones.
seguridad y reducciones de los costes de emisión.
banco de emisión. El banco prevendría la
bajada excesiva de precios.
emisiones o
Rango de eficiencia: 2
precio mínimo
Tope de Permitiría evitar las fluctuaciones La determinación de cuándo Introduciría incertidumbre por la falta
excesivas al alza o la baja. activar el interruptor o modificar de vinculación del tope de emisiones
emisiones con
las restricciones de préstamos de EEUU en relación a los de otros
banco e Rango de eficiencia: 3 requeriría juicios sobre precios países.
interruptor o actuales y futuros de los
gestor de permisos de emisión que
agravarían las fluctuaciones de
préstamos de
precio en caso de estar
emisiones equivocados.
Tope de Los precios de los permisos de Requeriría una nueva Crearía un incentivo global para la
emisión podrían ser volátiles. infraestructura administrativa reducción de emisiones. Pero las
emisiones
Requeriría demasiadas para seguir las posesiones y incoherencias en la supervisión y
inflexible reducciones de emisión, en transferencias de permisos de aplicación entre países debilitaría el
relación a sus beneficios. emisión. sistema de comercio internacional de
Rango de eficiencia: 4 emisiones.
Fuente: Congressional Budget Office, Policy Options for Reducing CO2 Emissions (Washington,
DC: Congress of the United States, febrero 2008), Tabla resumen: xi-xii.

Paso sexto: la confrontación de contrapartidas


En algunas ocasiones una de las alternativas de política pública en consideración se espera
que produzca un mejor resultado que las demás respecto a cada uno de los criterios
evaluativos. En ese caso, denominado “dominio” no hay contrapartidas entre las alternativas.
Normalmente uno no es tan afortunado y se deben clarificar las contrapartidas de los
resultados asociados con las diferentes opciones de política pública en beneficio de su cliente
o su audiencia. La contrapartida más frecuente es entre dinero y un bien o un servicio recibido
en cierta proporción por la ciudadanía, por ejemplo ampliar el horario de apertura de una
biblioteca pública de las 20.00 a 22.00, con un coste de 200.000 € anuales. Otra contrapartida
común, en especial en políticas reguladoras, implica sopesar costes sobrellevados
privadamente (una compañía obligada a instalar un equipo contra la contaminación

19
ambiental) frente a beneficios sociales (mejora de la salud de la población afectada y
protección de los bosques).
Como nos enseña la economía, las contrapartidas aparecen en los márgenes. Su análisis
establece algo similar a “Si gastamos una cantidad extra X de euros para proporcionar una
unidad extra del Servicio S, podemos conseguir Z unidades extra del resultado previsto”.
Nótese la reiteración del término extra.
Establezca la proporcionalidad
Suponga que la Alternativa A1 puntúa muy bien en el Criterio C1, moderadamente bien en
el C2, y pobremente en el C3. Y suponga que A2, puntúa a la inversa. Podemos elegir entre
las dos alternativas sólo si podemos sopesar la importancia de los criterios y si podemos
expresar sus pesos relativos en unidades que sean mensurables por un estándar común. El
empleo del dinero como métrica es una muy buena idea, aunque tiene sus límites. Muchas
veces no puede establecerse cuáles son las contrapartidas en términos significativos, y se
plantea lo que se denomina “problema de los atributos múltiples”, que es insoluble en un
sentido lógico profundo pero sobre el que se puede utilizar alguna heurística para recortarlo
hasta su núcleo irreducible.
Céntrese en los resultados
Un error frecuente al confrontar las contrapartidas es atribuirlas a las alternativas cuando
se refieren a los resultados proyectados. El objeto de todo su esfuerzo analítico no debería
ser meramente presentar al cliente una lista de opciones bien elaboradas. Debe asegurar que
por lo menos una de ellas, y más de una si es posible, sería una elección excelente para
resolver o mitigar el problema.
Resulta preciso, como mínimo, concentrar, estrechar y profundizar en el análisis de la
alternativa más promisoria por lo que se debe pensar muy seriamente: sobre la contienda
política para conseguir que esta alternativa se legitime y se adopte, el diseño de las
instituciones que tienen el poder y los recursos para implantar la política pública o el
programa a largo plazo.

Paso séptimo: ¡decida!


Este paso aparece para comprobar si se ha hecho bien el trabajo hasta este punto. El analista
debe colocarse en el papel de decisor. Si adoptar la decisión es difícil o problemático, la razón
puede radicar en que no se han clarificado suficientemente las contrapartidas, en que no se
ha pensado sobre la probabilidad de que surjan problemas de implantación serios, o que la
estimación de coste crucial es todavía demasiado confusa e incierta,… A menos que el
analista pueda convencerse a sí mismo de la plausibilidad de una vía de acción,
probablemente no será capaz de convencer a su cliente. Por último, debe valorarse la
resistencia burocrática para mantener el statu quo o la falta de un emprendedor político en el
entorno de la política pública relevante que tenga iniciativa para impulsar la alternativa
escogida.

Paso octavo: cuente su historia


Después de muchas iteraciones de algunos o todos los pasos recomendados aquí,
principalmente redefinición del problema, re-conceptuación de las alternativas,
reconsideración de los criterios, revaloración de sus proyecciones, reevaluación de las
contrapartidas, se está en condiciones de contar la historia a alguna audiencia. Esta puede ser
el cliente o un conjunto de partes interesadas, hostiles o amistosas. Puede ser una sola
actuación o el primer esfuerzo de una campaña a largo plazo para recabar apoyos. La mejor
verificación de realidad consiste en tratar de explicar lo realizado a una persona lega en la
materia en un lapso de tiempo breve. Es necesario ser capaz de explicar la historia básica en
términos suficientemente sencillos y con los pies en la tierra.
Además del cliente se debe tener en cuenta el entorno político más amplio, por lo que se
debe responder a cuestiones como las siguientes: ¿Quién “utilizará” el análisis y para qué
propósito (-s)? ¿Seleccionará alguien los resultados para abogar por alguna causa? ¿Se

20
consideraría esta utilización como algo deseable? ¿Deseable si lo utilizan unos e indeseable
si lo hacen otros? ¿Se quieren “segregar” los elementos del análisis por el tipo de audiencia
que se quiere, o no, alcanzar? ¿Se está utilizando un lenguaje que puede alejar a algunas
audiencias? Si hace una recomendación clara es necesario estar seguros de que se plantean y
rechazan las posibles objeciones que podrían ocurrírsele a diferentes audiencias. Asimismo
es recomendable comparar la siguiente mejor vía de acción de manera que pueda mostrar por
qué es mejor la que se ha elegido.
El proceso de contar su historia se puede hacer por escrito o en forma oral. En todo caso
hay que comunicarlo de manera sencilla y clara. En igualdad de condiciones, la norma es que
cuánto más breve siempre es mejor. En las presentaciones escritas los títulos de los apartados
y los gráficos pueden hacer que la lectura y la comprensión sean más fáciles. La utilización
de diapositivas de cualquier aplicación informática en una presentación puede ser de alguna
utilidad sin olvidar que son un elemento auxiliar y su lectura no es el objetivo de la
presentación. Las presentaciones orales requieren práctica, autodisciplina y algún
conocimiento de algunos principios básicos. Es recomendable hablar despacio y con claridad,
con un tono de voz calmado y audible en toda la habitación, y hacer contacto visual con los
miembros de su audiencia.
El flujo narrativo escrito u oral debe tener en cuenta la audiencia a la que se dirige. Deben
quedar claros desde el principio los motivos del análisis. Una vez descrita la definición del
problema puede ser útil examinar cada una de las alternativas, cuál es el resultado probable
de su implantación y valorar su probabilidad a la luz de algún modelo causal y la evidencia
asociada. Después de esta exposición convendría discutir las contrapartidas entre los distintos
resultados. Nótese que en ocasiones puede ser necesario añadir una discusión explícita de los
criterios, que debería aparecer justo antes o después de la presentación de las alternativas.
Errores a evitar
- No seguir demasiado estrechamente el método de los ocho pasos, su propósito es
ayudar a pensar en un problema complicado pero no es necesario emplearlo al contar
la historia.
- No interrumpir la argumentación con reservas, matizaciones y dudas sobre algún
elemento en particular.
- No mostrar todo el trabajo previo, desplegando todo lo que ha aprendido al efectuar
el análisis pues buena parte será irrelevante una vez que éste ha terminado.
- No proporcionar listas de cada alternativa y cada criterio, sino concentrarse en lo
fundamental.
- No inventar una historia de intriga. Al revés, se recomienda comenzar con la
conclusión del análisis, ya que esa es la parte más interesante de la exposición.
Presentar todos los razonamientos y las evidencias que sirvan para que la audiencia
llegue a la misma conclusión. Seguir la estrategia opuesta a un novelista.
- Evitar la pomposidad y los circunloquios de los estilos burocráticos, políticos y de
los malos académicos, así como las familiaridades y el estilo coloquial. Se
recomienda leer en inglés George Orwell, Politics and the English language (1946)
(https://www.mtholyoke.edu/acad/intrel/orwell46.htm). En español resultan muy
útiles Lázaro Carreter (2009) y De Miguel (2013)3.
Estructure su informe
A menos que el informe sea muy breve, es recomendable comenzar con un resumen
ejecutivo. Si tiene entre 15 y 20 páginas conviene incluir un índice. Si hay muchas tablas y
figuras puede ser conveniente incluir una lista aparte. La información técnica de detalle o los
cálculos deben ir en un apéndice y no en el texto. Éste debe contener, sin embargo suficiente
información y razonamientos técnicos como para persuadir al lector de que su argumentación
es, por lo menos, creíble. Se recomienda emplear títulos y subtítulos para orientar al lector y

3
Lázaro Carreter, Fernando (2009) El dardo en la palabra. Barcelona: Debolsillo. De Miguel,
Amando (2013) Hablando pronto y mal. Barcelona: Planeta.

21
romper los cuerpos de texto largos y cerciorarse de que el formato que se emplea es
compatible y corrobora la jerarquía lógica del argumento.
Cada tabla o figura debe tener un número y un título inteligible. Se debe describir el punto
principal que puede extraerse de la tabla. Cada fila y columna deben tener un encabezamiento
y el conjunto debe interpretarse sin dificultad. Normalmente una tabla demuestra una relación
causal o es descriptiva, por lo que sólo debe mostrar un punto o dos como máximo y debe
explicarse por sí misma. Es mejor descomponer una tabla grande y compleja en varias
sencillas que no necesiten apenas explicación. Siempre se debe especificar la fuente de donde
provienen los datos de la tabla. A veces es preciso incluir notas al pie para especificar los
encabezamientos de filas o columnas que se han abreviado necesariamente o para hacer algún
tipo de aclaración. Por último, debe incluirse una lista de referencias y fuentes al final de la
presentación. Los libros y artículos deben citarse en formato académico, en orden alfabético
por autor. En el capítulo siguiente se tratan todas estas últimas cuestiones con mayor detalle.

Para seguir leyendo


 Weimer, David L., Aidan R. Vining (2011) Policy Analysis: Concepts and Practice.
Boston: Longman. (5ª ed.),
Es el libro más completo sobre el análisis de políticas públicas pues trata
con detalle tanto las cuestiones conceptuales como las puramente prácticas
o técnicas de medida y evaluación.
 Dunn, William N. (2013) Public Policy Analysis, Pearson, 5ed
Es otro de los libros clásicos más usado en la formación de analistas de
politica pública. Atiende también a las cuestiones metodológicas y
conceptuales. Una perspectiva de gran interés para comprender los
condicionantes del éxito de las políticas públicas.
 Patton, Carl, David Sawicki, and Jennifer Clark (2012) Basic Methods of Policy
Analysis and Planning. New York: Pearson, 3ª edición,
El tercero de los tres clásicos más usados del análisis de políticas con un
planteamiento también en varios pasos y una muy buena descripción de
métodos cualitativos y cuantitativos aplicados sobre análisis y
planificación para el analista de políticas
 Ordoñez-Matamoros, Gonzalo ed. (2013) Manual de Análisis y Diseño de Políticas
Públicas, Bogotá: Universidad Externado de Colombia
Reciente aportación en lengua española muy útil para entender el rol del
analista de políticas. También hace un buen repaso de todas las teorías del
proceso de políticas públicas y las fases y técnicas del análisis.
 Dente, Bruno y Joan Subirats (2014) Decisiones públicas. Análisis y estudio de los
procesos de decisión en políticas públicas, Barcelona: Ariel.
Libro reciente de dos clásicos europeos del análisis de políticas con
ejemplos italianos y españoles en torno a la adopción de decisiones y las
múltiples vertientes del análisis de políticas
 Hogwood, Brian W. Lewis A. Gunn (1984). Policy Analysis for the Real World. ,
Oxford: Oxford University Press.
Es el clásico británico del análisis de políticas, aún útil a pesar de tener
tres décadas. Muy interesante su parte sobre la identificación y definición
de los problemas y las soluciones.

En cuanto a los métodos de evaluación de políticas, en el siguiente vínculo se pueden


encontrar evaluaciones de políticas y servicios públicos realizadas por AEVAL (Agencia

22
Española de Evaluación de las Políticas y Calidad de los Servicios) que pueden ser útiles
para conocer la práctica real de la evaluación

http://www.aeval.es/es/productos_y_servicios/informes/informes_evaluacion_politicas/

Algunos ejemplos de evaluación:


E38/2013. Diagnóstico de situación y rediseño del Sistema de Información
Administrativa
E36/2013. Evaluación del Plan de Medidas para la Mejora de los Servicios de Sanidad
Exterior
E31/2011. Evaluación de las trabas administrativas para la creación de empresas
E29/2010. Evaluación de los Programas de Vacaciones para Personas Mayores y
Termalismo Social
E27/2010. Evaluación del Programa de Ayudas para Actuaciones de
Reindustrialización (REINDUS)
E26/2010. Evaluación de la Estrategia de Cuidados Paliativos del Sistema Nacional de
Salud
E24/2010. Evaluación del Plan Español de Energías Renovables 2005-2010
E23/2009. Evaluación de los Programas de Formación de la Cooperación Española al
Desarrollo
E22/2009. Evaluación de las medidas de racionalización y mejora de la gestión de la
Incapacidad Temporal
E18/2009. Evaluación del Plan Nacional de Transición a la Televisión Digital
Terrestre (TDT)
E16/2009. Evaluación del Plan Estratégico de Seguridad Vial 2005-2008

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