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DEL MUNICIPIO
05 de Diciembre de 1851
Conviene al interés de los lectores saber desde cuándo, cómo y por qué se
estableció el Río Táchira como Límite Internacional, situación que nos obliga a
una breve digresión para abordar los elementos históricos y documentales, en
gracia de lo cual adquirió dicho carácter. El tema se remonta a los tiempos de
la conquista y colonización, y tiene su origen en un curioso incidente ocurrido
en el acto de fundación de San Cristóbal por el Capitán Juan de Maldonado en
1561. En efecto, refiere la historia que en aquel evento fundacional realizado
por Maldonado, con estricta sujeción a las Leyes del Consejo de Indias, el
fundador delimitó el espacio geopolítico de esta Villa en los siguientes términos:
“…hacia la banda de la ciudad de Pamplona hasta el río que llaman de Cócuta
por límite para la justicia desde dicha Villa y para las de la dicha ciudad de
Pamplona, por evitar escándalos que entre las dichas justicias suelen tener,
que no puedan pasar con Vara del dicho río de Cúcuta a esta parten ni las
justicias de dicha Villa pasen a la otra parte, sino fuere la Justicia Mayor que es
o fuere de la dicha ciudad”, (Archivo Histórico Nacional de Colombia. Tierras de
Venezuela. Tomo XV, f. 560, (citado por Lucas Guillermo Castillo Lara en San
Juan Bautista de Ureña y Santa Bárbara de la Mulata ediciones de la,
Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas 1997). Asentada su
jurisdicción en los términos establecidos por el Capitán Juan de Maldonado, la
Villa de San Cristóbal, efectivamente ejerció presencia, posesión y dominio
sobre el valle de lo que hoy es la ciudad de Cúcuta y, tras el descubrimiento del
río Zulia, ubicado en esa jurisdicción, cuyo hallazgo hizo el Capitán Juan
Guillén de Saavedra, quien lo remontó –dice Castillo Lara- “por orden del
Gobernador de Venezuela, Don Juan Pimentel, hasta la laguna de Maracaibo”,
asumió también la posesión, administración y legítima disposición de su puerto
en 1578.
Fuerza es hacer aquí una breve digresión, para recordar la Real Cédula de
1588, mediante la cual se crea la Gobernación de La Grita, bajo jurisdicción de
la Nueva Granada y con dominio en la Villa de San Cristóbal y zonas aledañas.
Adicionalmente se produjo otra decisión mediante la cual se incorpora La Grita
(1607) al Corregimiento de Mérida, incluidos los territorios de San Cristóbal y
San Antonio de Gibraltar (hoy del Táchira). Sesenta y nueve años después, el
31 de diciembre de de 1676, se establece la Provincia de Mérida del Espíritu
Santo de Maracaibo, comprendida la que sería con el tiempo Parroquia San
Antonio de Padua, cuya extensión incluía el territorio de la Ureña de nuestros
días, asiento, como vimos, de las parcialidades Abriacas y Tamucos. Este
ordenamiento geopolítico del territorio se mantiene casi inalterable hasta el 08
de septiembre de 1777, cuando, desprendidas nuestras provincias del Nuevo
Reino de Granada, pasan a constituir la Capitanía General de Venezuela. El
pueblo llamado “de los Abriacas”, no obstante el régimen esclavista y la tropelía
de los encomenderos, siguió creciendo hasta establecer caseríos cuyos
nombres se conservan en la toponimia, o en documentos de antiguas datas.
Así llegaron hasta el presente, “Sabana Larga”, “La Mulata”, “El Tablón”, “Los
Quemados”, “San Juan del Llano Táchira”; “El Morro”, “El Palmar” “El Rayo”,
“Palmarito” y otros tantos lugares donde el Encomendero esclavizaba los
siervos de la gleba; haciendas, más tarde, del “señor” feudal, pero en resumen,
reflejo de un poblamiento importante, embrión y preludio de la primera
manifestación autonomista, dirigida al Obispo de Mérida en 1807, suscrita por
Pedro Francisco Vivas, Felipe Maldonado, Fermín Pisco y Felipe Olivares.
Dichos oficiantes, actuando en nombre y representación de unas 55 familias
expresaban la disposición de separarse de San Antonio de Padua, (del
Táchira), para erigir una nueva Parroquia en el lugar de “Los Quemados”. Se
trata de una incidencia que muestra los albores de la autonomía ureñense pero
reveladora, al mismo tiempo, del poder político omnímodo de la Iglesia para la
época. En efecto, los autonomistas arguyen que para trasladarse a la Villa de
San Antonio, donde están obligados a cumplir sus deberes religiosos, deben
caminar varias leguas de una travesía llena de peligros, así que entre otras
cosas han decidido construir su propio Templo en el lugar de “Los Quemados”.