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Los efectos, la subida, y reducir riegos

para evitar “viajes desafiantes” con el


cannabis
¿Cómo se está seguro de los posibles efectos del cannabis?, cómo estar seguros de que están
actuando los cannabinoides, el THC, el CBD y estamos empezando a sentir esa extraña sensación de
que el organismo se relaja y así mismo se ralentizan los sentidos, aumenta el apetito y hay una
nueva y extraña resequedad en la boca.

El objetivo de informarse es por fin entender qué es lo que está pasando en el organismo, esforzarse
por recordar qué motivó ciertos efectos y así evitar pensamientos desconocidos que intensifiquen o
conduzcan a un viaje indeseado producto de suposiciones o ideas vagas. Eso sí, asumiendo que lo
que estás fumando es 100% THC.

El comienzo del viaje


Parto del recorrido de los cannabinoides en el organismo y cómo va transitando las moléculas de
THC en él, esto con el fin de lograr ubicarlas cuando hay consumo por combustión, en la ingesta de
comestibles o en concentrados. Al fin y al cabo la mejor forma de saber qué pasa en nuestro cuerpo,
es entendiendo el tránsito de las sustancias.

Cuando se quema un porro ocurre un proceso de combustión que alcanza los 800 C, producto de la
intensidad de la llama, el cannabis entra en contacto con ésta llama hiper caliente, se da una
liberación de distintos cannabinoides y terpenos que entran al organismo e interactúan con el
sistema endocannabinoide.

Esta carburación no solo libera terpenos -molécula que se encarga de generar el característico olor
del cannabis- sino también “se genera monóxido de carbono, alquitrán y otras 6000 sustancias”
(A.T.S 2010) es bueno saberlo para recordar que el proceso de combustión es riesgoso para el
organismo sin importar qué sustancia se esté quemando.

Cuando los cannabinoides de la flor del cannabis -valga la redundancia- comienzan a entrar a
nuestro organismo, inicia una interacción entre estos y el sistema endocannabinoide que posee
nuestro cuerpo.

El sistema endocannabinoide interviene interna y externamente en el organismo, “Este sistema


parece ser la versión evolucionada de un sistema ancestral de comunicación intercelular encontrado
también en las plantas” (Canna, 2013)) y funciona de manera particular.

Al entrar un cannabinoide al cuerpo -como la molécula de THC-, este va a conectar directamente con
una neurona del sistema endocannabinoide, estas neuronas receptoras están distribuidas por todo
el cuerpo, y el cerebro.
Cada neurona posee unos mensajeros químicos llamados neurotransmisores, una especie de
mensajeros neuronales que viajan de neurona a neurona propagando mensajes -éste proceso es
conocido como sinapsis-. Cuando el neurotransmisor viaja hacia otra neurona, se encuentra en el
trayecto con otro neurotransmisor y éste responde con un mensaje de regreso, que es en esencia un
feed back de la información transmitida.

Éste feed back -es decir,el mensaje de respuesta- puede tomar la libertad de ralentizar el ritmo de
las señales neuronales, pero con un fin claro. Al ralentizar el mensaje hace que procesos fisiológicos
como percibir el olor de -por ejemplo- un pan recién horneado, le de al olfato el tiempo necesario
para degustar los olores producto de éste estímulo externo.

Luego de eso, nuestro cerebro aprenderá que X o Y olor pertenece, por ejemplo, a harina recién
horneada, al pescado frito, etc. Es decir, el feed back tiene un propósito y es la asimilación de las
moléculas que generan ciertas respuestas en el organismo.

Entonces los receptores que reciben el olor se conectan con las moléculas cannabinoides creando así
una conexión con otras neuronas receptoras -como un candado con una llave-. Los dos principales
receptores del sistema endocannabinoide son los receptores CB-1 y CB-2.

Estos receptores que se encuentran con mayor abundancia en el cerebro, tienen la particularidad de
que conectan los más de 1000 cannabinoides que posee la hoja de la marihuana. “El caso más
estudiado es la similitud que tiene el Delta-9 THC con la Anandamida” -molécula lipofílica que se
produce en las membranas celulares y los tejidos del cuerpo- de la que hablaremos más adelante-

De los receptores CB-1 podemos decir que se expresan de forma elevada en el hipocampo, los
ganglios basales, el córtex y el cerebelo. Un poco menos en las amígdalas, el hipotálamo, el núcleo
accumbens, el tálamo, la materia gris peripeduncular y la médula espinal, así como en otras zonas
del cerebro, principalmente en el telencéfalo y el diencéfalo.

También en varios órganos periféricos; el hígado, los pulmones, la musculatura lisa, el tracto
gastrointestinal, las células pancreáticas, los órganos reproductivos, el sistema inmunológico, y los
nervios periféricos sensoriales.

Por otra parte, el receptor CB-2 se puede encontrar en las fibras nerviosas de la piel, en el sistema
nervioso central (CNS), en los astrocitos, en las células microgliales, en células inmunitarias lo que
indica que los cannabinoides pueden jugar un papel en la modulación de la respuesta inmunitaria, y
en las neuronas del tallo cerebral.

Esto indica que cuando entran al organismo las moléculas cannabinoides mediante ingesta o
carburación, hay una interacción de todo el organismo. Entonces al haber tantas conexiones con los
receptores CB-1 y CB-2, en lugares como el hipocampo, el cerebelo, otras zonas cerebrales, o otros
sistemas del cuerpo como el sistema digestivo, es apenas normal que la molécula del THC tenga tan
variados efectos
Los efectos fisiológicos
El principal, eso sí, “es la ralentización de las señales en la comunicación de las neuronas durante la
sinapsis. Haciendo que los endocannabinoides en ese mismo momento, se liberen en un lugar
específico como respuesta a un estímulo concreto” (Hart, C. 2005)

De esta manera los endocannabinoides que liberan los neurotransmisores del organismo se
encuentran adormilados, dando paso a una serie de efectos físicos, influenciados por la química
cerebral, la genética, las experiencias individuales de cada uno, y el potencial de acción del cannabis.

Es bueno recordar que según la Drug Wheel, -modelo infográfico sobre los efectos en el cuerpo a los
que pertenece cada sustancia- los cannabinoides pueden producir calma y ansiedad a un mismo
nivel, esto significa que aun así hay cierta relatividad en la discusión, pero de todas maneras hay
efectos que persisten en la mayoría de los usuarios, estos son:

- Cardiovasculares: Taquicardia en el corazón

Fig 1 (tomado de “Drugs, Society, and Human Behavior”)

El cannabis es un vasodilatador natural que interactúa con el sistema cardiovascular del cuerpo. En
pocas palabras, significa que la marihuana abre o ensancha los vasos sanguíneos. Al hacer que los
vasos sanguíneos se dilaten y la presión arterial disminuya, el corazón tiene que trabajar más para
bombear la sangre.

La anterior gráfica muestra un ejemplo de subida cardiovascular suponiendo que el cannabis tenga
una concentración de 4% y 2% de THC. -es decir una concentración extremadamente baja- Efectos
de subida similares a 20 mg de THC por vía oral, pero con un tiempo de acción diferente. Tendremos
un pico de elevación cardiaca en 10 minutos para volver a un estado normal en 90 minutos. (Hart,
2010)

Mientras que las elevaciones máximas de la frecuencia cardíaca producidas por el THC oral no se
producen hasta 90 minutos después de la ingestión y permanecen elevadas durante al menos cuatro
horas después de la administración de la sustancia. Esta es la explicación del por qué cuando
fumamos puede sentirse una ligera taquicardia en el pecho.

Como dato curioso en Bogotá o en Colombia se puede llegar a fumar cannabis con un porcentaje
promedio de 12% a 20% de concentración de THC, siendo estas dos concentraciones “bajas” en el
mercado informal.

- Ojos rojos: Inyección conjuntival


El THC aumenta la frecuencia cardiaca y por tanto la presión sanguínea, las paredes capilares de los
ojos se hacen más delgadas permitiendo un mayor flujo y transporte de sangre. La molécula del THC
se une a los receptores cannabinoides del ojo y estos capilares comienzan a dilatarse, por tanto
aumenta el flujo sanguíneo de los ojos.

Sin embargo esto depende del potencial de uso, término que refiere al uso, capacidad y tolerancia
que tiene cada usuario según su consumo particular. Esto quiere decir que en los ojos como en otros
efectos secundarios del cannabis que iremos nombrando, dependerá siempre del historial,
frecuencia, tiempo y variedades que se hayan consumido antes.

- Boca seca o arenosa: Xerostomía


Para entender esto hay que entender antes el proceso de salivación; “existen unas células llamadas
células acinares ubicadas en las glándulas salivales, estas segregan un líquido que pasa por un
conducto hacia la cavidad bucal, esta solución hipotónica es la que mantiene húmeda dicha
cavidad”. (Tiwari, 2011) Y se le conoce como saliva.

Las glándulas salivares se activan -no solo por la ingesta de alimentos-, sino gracias a un órgano
llamado; La cuerda del tímpano, “es una rama del nervio facial que se origina en las papilas
gustativas en la parte delantera de la lengua, pasa por el oído medio y lleva mensajes gustativos al
cerebro” (Sinha 2020) Esta cuerda emana una sustancia conocida como la acetilcolina, sustancia que
activa y estimula el salivar. Y es acá donde comienza el asunto:

En el 2006, investigadores de la Universidad de Buenos Aires, Argentina descubrieron que los


receptores cannabinoides CB-1 Y CB-2, - de los cuales ya hablamos- “están presentes en las
glándulas mandibulares, bajo el suelo de la boca y son responsables de producir entre el 60 y el 67%
de la saliva” (Prestifilippo, 2006)

Cuando comienzan los efectos del THC, la molécula anandamida (AEA), “se une con gran afinidad a
los receptores cannabinoides glandulares mandibulares y bloquea la acción de los compuestos
inductores de la saliva, norepinefrina y metacolina y acetilcolina, lo que provoca una disminución de
la secreción de saliva.” (Solari, 2006)

- Hambre o Monchis: Aumento de la palatabilidad


El aumento del apetito es un proceso que ocurre tras una serie de activaciones; la interacción entre
los cannabinoides de THC y los endocannabinoides como la Anandamida, seguido del resultado de
ésta interacción con el sistema nervioso -particularmente el cerebro- Y, cómo esta interacción
termina estimulando finalmente el sistema digestivo.

Todo comienza cuando los cannabinoides (THC) se encuentran con la anandamida, molécula
lipofílica -significa que es soluble en grasa pero no se disuelve en agua-. que se produce en las
membranas celulares y los tejidos del cuerpo.

Este suceso es importante porque “parte de las funciones de la anandamida son regular el apetito, el
placer y las recompensas, es también la molécula encargada de aumentar los niveles de tales
funciones, regular el sueño y la fase REM” (Clapper, 2010)

Tan importante es su existencia que puede llegar a creerse que el THC imita el comportamiento de la
anandamida, ya que tiene la capacidad de “hacer los alimentos mucho más apetecibles aumentando
sus sabores o la recompensa que busca el cerebro cuando los consume, es decir generando apetito”
(Arnone et al., 1997)

Entonces los cannabinoides de THC interactúan con ésta y, envía dopamina y pequeñas liberaciones
de endorfina directamente al cerebro, especialmente cuando no se ha comido, o si el alimento es
novedoso o apetecible. Tal mensaje dopaminérgico llega al núcleo accumbens (N.A), donde se da la
“evaluación hedónica de la comida” y donde están ubicados la mayoría de los receptores CB-1.

Ahí, el N.A, encargado de manejar el circuito premio recompensa, -es decir aquel que sugiere qué
queremos comer y que acompaña la sensación de placer que lleva tener esa idea- estimulado por la
anandamida, hace más interesante y sugestivo cualquier alimento.

Mientras esto ocurre en el sistema nervioso y el N.A -inducidos por la recompensa placentera del
comer-, en el sistema digestivo se comienza a dar una “motivación alimentaria” (___) se estimula el
estómago y el intestino delgado, órganos que secretan una hormona llamada grelina, hormona que
estimula el sistema nervioso, produce sensaciones de apetito y acelera la digestión.

Si la grelina está ausente por alguna razón (en los pacientes de quimioterapia, ciertos fármacos
inhiben la liberación de grelina), no se manifiesta ninguna sensación de hambre aunque el estómago
esté vacío, y el paciente puede volverse anoréxico.

Es esta la llamada “munchies” y es importante entenderla porque es un recorrido simultáneo entre


tres sistemas distintos; digestivo, nervioso y endocannabinoide. Lo que indica el potencial de acción
del THC en relación al organismo.
Como dato curioso algunos científicos creen que el hambre que produce el cannabis se da porque la
mayoría de consumos se dan en la etapa adolescente, un momento clave de la vida donde se está
desarrollando el sistema digestivo, es decir que podría hablarse de una herencia interna adquirida
producto del consumo de THC, que trasciende a otras etapas del ciclo vital... Pero no hay mucha
evidencia de esto.

Los efectos psicológicos y cognitivos


Es posible hablar de efectos psicológicos desde muchos enfoques particulares para entender el
consumo de sustancias, en este caso del cannabis. Si quieren entenderlo como una sustancia con
ciertos efectos particulares pueden leer el artículo de Daniel Rojas, quien hace un resumen sobre la
idea de quedarse en el viaje apoyado en los estudios de la psiquiatría.

En este caso, y viendo que es una sustancia que interviene en varios aspectos del cuerpo y de la vida,
puede pensarse que parte de su belleza está en la cantidad de influencias de las que somos
receptivos al consumirla.

Existen escuelas del pensamiento donde se dice que bajo la influencia del entorno y asumiendonos
como productos históricos de una serie de experiencias que marcan nuestras vidas, estas, definen
por sí mismas lo que sentimos cuando hay o no viajes desafiantes. Ésta macro forma de
pensamiento avala la idea de que al vivir en una cultura con tabúes y prohibicionista incidirá
directamente en una experiencia psicótica del viaje.

Ésta forma de asumir el mundo indica que como seres sociales, es la misma sociedad la que nos
moldea para ser como ésta lo indica -sobre todo a quienes viven en grandes ciudades-. Asumiendo
tal imperiosa necesidad de la búsqueda por ser como, somos receptivos a una búsqueda del placer
constante, pues en esta ecuación de asumir el mundo a partir de los imaginarios sociales hay que
tener en cuenta que sólo vive quien es feliz o quien logra el placer.

El placer es mediado por la necesidad de una estabilidad emocional y corporal a veces forzada -en el
sentido de la imposición mediática que puede llegar a ser el estar bien a como dé lugar- y que Freud
(1930, pp.29) dividiría en tres “la supremacía de la naturaleza, la caducidad del cuerpo y por último
la capacidad de regular nuestras relaciones”

Entonces, el cuerpo insistentemente -y sobre todo aquel cuerpo que busca nuevas experiencias-, en
la búsqueda del buen vivir hace de la comodidad y de lo familiar, una especie de grial en el que salir
de tales zonas resulta conflictivo y forzoso.

Puesto que el confort es estar a gusto con, más no es bienestar en sí mismo. Es muy posible que
suceda en el cuerpo lo que sociólogos como Byung-Chul Han (2010) o Howard Becker (2016) han
tratado de definir como; formas en las que la cultura/entorno define las sensaciones -o en este caso
el viaje, el viaje que produce fumar cannabis-
Para Han, tener dentro del organismo una nueva forma de sensación, va en contra del cuerpo en
confort, por tanto se busca inconscientemente sacar lo extraño de lo propio, porque la extrañeza es
hostil frente al organismo, organismo que se entiende como: lo mío. Cortar el viaje o extirpar la
extrañeza es la prioridad.

Lo corrobora Becker mucho antes, cuando en “Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje” (2016)
entiende que parte de la salud mental ha estado permeada por la propaganda y esto ha
desencadenado la tendencia a sufrir casos de psicosis, paranoia, delirios de persecución, etc. Y si a
esto se le suman las predisposiciones genéticas o biológicas que podemos llegar a tener algunos
consumidores, podría empeorar o causar crisis.

Lo que nos lleva a un tercer y posible escalón, para entender los efectos psicológicos de la sustancia,
y es la incidencia de esta en la química cerebral, algo que a pesar de sonar exclusivamente biológico
tiene el soporte de la evidencia científica.

Esta forma de percibir la sustancia parte del hecho de que “Todas las drogas gratificantes, desde el
alcohol hasta la metanfetamina, estimulan las neuronas dopaminérgicas de la vía mesolímbica. Se
propone que esta vía es el principal componente responsable de las propiedades gratificantes de la
estimulación eléctrica del mesencéfalo” (Hart, K. 2021)

Acorde a esta teoría las drogas conducen al consumo porque estimulan este sistema de recompensa,
que es responsable de la recompensa del hacerlo bien. Y si ésta es la respuesta del cerebro, vale la
pena sumarle la capacidad que tiene la sustancia para solaparse químicamente con la estructura
molecular de nuestros neurotransmisores.

Es decir que hay una relación de nuestro cuerpo con las sustancias, poseemos neurotransmisores y
un sistema endocanabinoide que se relacionan con agentes externos para llegar a una experiencia
placentera. Así el organismo está buscando llegar a la homeostasis.-mantenimiento de la
temperatura o el entorno corporal en rangos determinados, equilibrio-

Existen consumidores de cannabis que lo hacen porque están buscando algo en particular y el
organismo les indica que posiblemente una pequeña cantidad de CBD relajará el cuerpo, por tanto
su homeostasis será el tranquilizarse para. Y no solo pasa con el cannabis, “el alcohol inhibe la
liberación de la hormona antidiurética vasopresina, que provoca un aumento de la excreción de
orina.” El cuerpo le indica entonces a quien bebe alcohol que si no orina se puede intoxicar, la
homeostasis lo ha salvado.

A pesar del equilibrio hay otros efectos cognitivos que se escapan del control consciente del cuerpo
y que como dijimos reportan otros usuarios, ralentización del procesamiento cognitivo; disminuye el
rendimiento en tareas de recuerdo inmediato, alteración de la memoria a corto plazo; aumenta la
respuesta prematura, alteración del control inhibitorio; disminuye el rendimiento en tareas de
seguimiento y pérdida de concentración sostenida o vigilancia.

Esto en base a estudios tomográficos donde se veía la actividad cerebral de fumadores frecuentes en
relación a quienes llevaban abstinencia de 25 días. El estudio dejó como resultado un “aumento en
el actividad del hipocampo y un decrecimiento de actividad en el cingulado anterior y en la corteza
prefrontal lateral izquierda en quienes no estuvieron abstemios” (Gerard, Nathalie. 2011)

Lo que indica que hay ciertas activaciones sutiles en el cerebro que tienen poco impacto en el
comportamiento, pero que este rendimiento tiene una relación con el nivel cognitivo de los
participantes

Entonces para responder a la pregunta sobre si hay efectos cognitivos, los hay. Pero esto no significa
que sean producto de un solo factor, como expliqué la probabilidad de que sea una cadena de
sucesos de un nivel macro -sociedad y ley- a un micro, efectos neurológicos. Indica y da una directa
idea sobre la importancia de ser perceptivos a la mayoría de estímulos o de lugares donde
consumimos

Es importante reconocernos como consumidores experimentales o recreativos para así darle un


espacio a esos momentos donde creemos que necesitamos de... para sentirnos como..., incluso
cuando creemos que hay situaciones en la vida que fueron detonadas por las mismas sustancias.

Al final solo el buen viaje está dado por las intenciones de quien consume, sus búsquedas personales
“pero siempre bajo la idea del bien común” (M. Nussbaum 2018), asumirse como parte de una
sociedad que debe cambiar los estigmas y por tanto abanderarse de las causas, evitar los excesos,
porque consumir sustancias es una decisión que pone a prueba la mayoría de edad.

Y si a pesar de todo llega el malviaje


Recuerde que “No existen casos relacionados sobre la fatalidad del cannabis y o sobredosis”
(Schmader 2016), sin embargo, son muchos los casos de personas que simplemente no van con el
viaje cannábico, pueden sentir paranoia, ansiedad, aceleración del ritmo cardíaco y otros
displaceres, entonces recomendamos:

Relajarse: Esforzarse por imaginar que lo que se está sobre-imaginando es lo que se conoce como
profecías autocumplidas -pensamientos intrusivos que solo son reales para quien los imagina-. Las
ideas que tiene preconcebidas no están sucediendo realmente, sea paciente, sientese, tome varias
bocanadas de aire en un lugar sin tantos estímulos, hidratese y si es necesario recuestese y estire las
piernas hacia arriba. Recuerde que; Si el aguacate fuera ilegal, muchos de sus consumidores y
vendedores también estarían asustados por la idea de la ilegalidad, por tanto es comprensible el
miedo.

Exprima un limón: El limón tiene terpenos que modulan los efectos del THC. Si se siente sobre
dosificado, exprime el zumo de un limón fresco, póngale un poco de cáscara, añada la cantidad de
azúcar necesaria y tómelo

Huela pimienta: Pero muy poca, porque también contiene fitocannabinoides y terpenos como el
beta-cariofileno (componente de aceites esenciales como el romero y el cáñamo) ayuda combatir la
paranoia pues la combinación de la pimienta con el cannabis tienen una reacción sinérgica en los
receptores cannabinoides del cerebro. Aplaste unos gramos de pimienta, aspire una línea diminuta -
entre 30 mg y 40 mg- y estornude.

Tome agua fría: Un duchazo, empapar la cara o beber bastante agua reactiva el sistema nervioso y
ayuda a limpiar el sistema.

Permita el paso de aire fresco, tome un corto paseo o abra una ventana para respirar mejor.

Comer algo que posea nutrientes, como yogur o fruta fresca, mientras habla con alguien y le cuentas
lo que está pasando, si es necesario pedirle que le recuerde que esta bien cada 45 minutos… Para
que así finalmente descanse.

Si alguna vez se pasa con los comestibles, recuerde que aunque se sienta como si te estuviera
muriendo, no es así. Una experiencia demasiado intensa con la marihuana puede ser
psicológicamente alarmante y físicamente debilitante, pero pasará con el tiempo sin ningún daño
duradero para el cuerpo o la mente.

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