Está en la página 1de 172

1

2
3
4
L E RA UNA DROGA QUE NO POD A DE J AR.
HAB A TE NIDO ANTE S UNA SOBRE DOSIS DE L. NO SALI BIE N.

AH ES DONDE COMENZ EL PROBLEMA.


TAL VEZ AS ES COMO DEBER A TERMINAR .

5
Saskia
is manos se deslizan a lo largo de las ásperas paredes,

M mientras cuento silenciosamente hasta diez antes de que


pueda levantarme para moverme. Es un conteo lento y
deliberado. Me duele el cuerpo, me tiemblan las manos.
Todos mis músculos gritan por los pequeños movimientos que estoy
haciendo. He perdido la cuenta de cuántos días he estado encerrada aquí.
Todavía tengo la cabeza nublada desde el día en que me recolectaron.
Recuerdo haber visto su rostro, el dolor y la promesa de que vendría
a buscarme. Entonces nada más. Todo negro. Y aquí es donde desperté, en
este lugar, y aquí es donde me he alojado.
Cuántos días, no puedo decírtelo, ni siquiera recuerdo si es de día o
de noche. Es difícil hacer un seguimiento cuando no hay luz, nada de
comida y solo un inodoro. He estado mirando ese inodoro por lo que parecen
horas. Mi estómago ha llegado al punto en que duele tanto que no puedo
moverme. Nadie me ha ofrecido comida o agua.
Los jeans que llevaba puestos cuando me recogieron ahora caen de
mis caderas, y si me pongo de pie, sé que se caerán. Así que sí, el agua del
inodoro se ve muy bien ahora mismo.
Hay una sábana debajo de mis pies, y es todo lo que hay para dormir.
Hace un frío terrible aquí, y me he vuelto inmune a los escalofríos que
destrozan mi cuerpo constantemente. Estoy rodeada de paredes de cemento
y un techo alto. No hay ventanas, solo oscuridad húmeda y noche
interminable. Tal vez este es mi infierno. El castigo que estoy recibiendo por
amarlo, por traicionarla. Esta es la bien merecida penitencia que debo
pagar.
Al levantar mi mano, me limpio la cara tratando de enfocar mis ojos
antes de volver a colocarla para moverme hacia el inodoro. Mi estómago está
6
peor ahora, el dolor es casi inimaginable. Necesito algo para seguir, y parece
que esta es mi única esperanza: agua del inodoro.
No debería matarme, ¿verdad?
Tratar de mover mis manos es más difícil de lo que imagino. No
quieren moverse, en absoluto. Dolor y frío, dos cosas que hacen que mi
cuerpo se inmovilice cada vez más a medida que pasa el tiempo. Mi cuerpo
está dolorido, no duele ahora, sino más como una agonía insoportable con
cada movimiento. Mi estómago parece estar palpitando cada vez más, se
siente como si se estuviera comiendo a sí mismo.
Mientras intento pararme, escucho algo. Es solo un leve ruido, pero
miro hacia arriba, y un par de ojos oscuros me miran a través de un pequeño
agujero en la puerta. Jadeo, y el ojo desaparece. Luego se abre la puerta y
veo la luz por primera vez. Hay un hombre vestido de negro, y entra a la
habitación. Él parece familiar, pero no puedo ubicarlo.
¿Fue uno de los que me llevó?
Mi memoria no es la mejor en este momento, pero debe serlo.
Tratar de alejarme de él es inútil, apenas puedo moverme. Él detiene
sus botas a unos centímetros de mis manos que están extendidas en el suelo
frío y húmedo. Me atrevo a mirar hacia arriba, lo hago, mis ojos recorriendo
todo su cuerpo. Pantalones negros, seguidos por una camisa negra, ojos
oscuros y sonríe hacia mí.
Saca una botella de agua y la cuelga frente a mí. Sus ojos son
burlones, pero sé que tengo que beber esa agua. Me las arreglo para mover
mi mano muy lentamente, pero él me golpea y el agua desaparece cuando
se inclina, por lo que su rostro está en línea con el mío.
—Eres una cosita bonita. Él aún no sabe qué hacer contigo.
Considerando que no puede follarte y todo eso.
Mi interior grita. No pueden, es parte de su trato. Estoy agradecida
por esa parte. Él tira la botella de agua alrededor de mi cara y luego la vierte
sobre mi cabeza. Mi cara se levanta en un intento de introducir algo en mi
boca, pero en el momento en que tomo el primer trago, lo retira.
—Tal vez podamos utilizarte contra Ryken. Él tiene todo lo que no
debería tener.
—Por favor... —No estoy escuchando. Mis ojos están pegados a esa
agua, es como una zanahoria colgada delante de un conejo. Quiero esa agua
más de lo que quiero escuchar sus tonterías.
—¿Por favor qué, Rubiecita?
7
—Agua, por favor. —Estoy suplicando en este momento porque mi
mano trata de alcanzarlo, pero él sigue sonriendo. Tirando de la botella solo
un poco.
—Necesitas conocerlo primero, Rubiecita. —Él me mira y niega con la
cabeza—. Primero, te ducharás. —Se para y me levanta con la mano hasta
ponerme de pie.
Tropiezo
La debilidad me destroza el cuerpo
Mis rodillas tiemblan. Mi cabeza gira tan rápido que juro que estoy en
uno de esos juegos de feria. Sorprendentemente, él pone su brazo debajo del
mío y me ayuda. Bueno, si puedes llamarlo ayuda, más bien me arrastra,
pero tomaré lo que me dé. Quiero ducharme, más que nada. La idea del
agua es lo que detiene los gritos que quieren salir de mi boca, no solo por el
dolor, sino también por estar aterrorizada mientras me levantaba.
La botella de agua con la que me estaba tomando el pelo cae al suelo,
mientras me saca por la puerta cerrada desde hace días. Espero que la
botella permanezca allí, así cuando regrese puedo tomarla.
La luz asalta mis ojos.
Demasiado brillo, y no se ve a ninguna persona, mientras parpadeo
rápidamente tratando de acostumbrarme a la luz nuevamente.
Agua.
Comida.
Mi cuerpo lo quiere, y es todo en lo que puedo pensar.
Mientras camino, o debería decir tropiezo, mis jeans caen de mis
caderas y trato de alcanzarlos para levantarlos, pero me duelen las manos,
así que los dejo donde están.
—Rubiecita —Me empuja hacia adelante, y aterrizo sobre mis manos
y rodillas. El agua fría me lava. Mi boca se abre rápidamente para tomar un
trago, el agua toca mis labios secos y agrietados. Sin embargo, de alguna
manera se siente genial.
—Barbie —repite el apodo de Ryken para mí, y me las arreglo para
mirarlo. El agua sigue cayendo en cascada sobre mí, y mi boca
definitivamente no quiere cerrarse mientras doy vueltas al agua.
Sus ojos miran los míos y luego caen a mi cuerpo. Es entonces cuando
me doy cuenta de que mis jeans están casi fuera de mí, y mi camisa ahora
semiblanca está empapada. Él puede ver todo.
¿Me importa lo suficiente? No.
8
Mi estómago envía dolores punzantes a través de él cuando trato de
pararme, pero no puedo. Todo sigue doliendo. ¿Cuándo se detendrá?
Empiezo a jadear. No tengo nada que vomitar, pero mi cuerpo no lo sabe, y
me muevo de rodillas tratando de detener las náuseas interminables.
—Aliméntala —dice una voz.
Termino cayendo al piso por completo. Mi cuerpo ahora yace sobre las
baldosas frías mientras el agua cae a mí alrededor. No me quedan fuerzas
para hacer nada más.
—Ella va a vomitar de todos modos. —Esa voz es suya, el hombre que
sigue llamándome Rubiecita, pero no miro hacia arriba.
—Es por eso que debes alimentarla, idiota —La voz habla de nuevo, y
reconozco que es la voz de una mujer.
La ducha se cierra y enseguida echo de menos el agua y me pregunto
si volveré a ducharme pronto.
Quiero esa agua
El agua es mi amiga
Estas personas no lo son.
Manos agarran mi brazo. Mi brazo siempre está siendo jalado, y está
magullado. La cantidad de veces en la última semana que me jalaron el
brazo es ridícula. Los moretones se ciernen completamente alrededor de él,
los dedos marcan toda la mezcla y el sangrado en una desfiguración gigante,
y sé que él se está sumando cada vez que me agarra. Haciendo los moretones
más grandes, desagradables, más vibrantes en color.
—Vístete y come algo, Rubiecita. Intenta no vomitar. —Me empuja
hacia adelante pero todavía me sostiene el brazo, y ahora estoy en una
habitación que nunca había visto antes. Es completamente blanca. Azulejos
blancos en el piso con una cama blanca, y sobre la cama, hay un vestido
que también es blanco. Al lado del vestido hay algunas galletas. Mis pies
logran arrastrarse y acercarse hasta que estoy allí. Caigo al lado de la cama,
y mis manos trabajan rápido abriendo las galletas. Es curioso cómo no
puedo sentir mis dedos ahora doloridos. Cada galleta me la llevo a la
garganta rápidamente. Tan rápido, me siento como uno de esos perros que
simplemente inhala su comida. Por supuesto, es la elección incorrecta, a la
cuarta sé que mi estómago no está de acuerdo con lo que está sucediendo.
Es entonces cuando su habitación perfectamente blanca se convierte en un
desastre marrón manchado. En el interior, aunque me siento mal, algo sobre
mí vomitando sobre su blancura prístina me hace sonreír.
—Diablos, Rubiecita. —Sus pasos vienen desde atrás, y me aparta del
vómito, aterrizando una patada en mis costillas haciéndome gritar de dolor
mientras caigo al suelo aferrándome.
9
—Límpialo y vete.
Esa es la voz de dama que escuché antes.
Mirando hacia arriba, una anciana está caminando. Hay un delantal
alrededor de su cintura, y tiene una cara amable. Me ofrece su mano y no
trata de levantarme. Estoy agradecida por eso. Me duele el brazo, casi tanto
como mi estómago en este momento. Cuando me siento, ella mira mi brazo
y luego golpea al chico vestido de negro en el brazo con bastante fuerza
cuando pasa.
—¡Ay! ¿Por qué diablos fue eso? —Su frente se arruga, y la fulmina
con la mirada.
—Mira su brazo, maldito tonto.
Él se burla mientras sale, y noto que mi vómito ya no está allí.
¿Cómo diablos lo limpió tan rápido?
—Ahora, no quiero ser una idiota, pero si no te vistes pronto, el jefe
se enfadará. Y créeme, cariño, él no es alguien a quien quieras enojar. —
Ella me ofrece su mano.
Colocando la mía en la de ella, me ayuda a levantarme lentamente y
luego busca mi ropa. Desnudándome por completo, ella me pasa el vestido
blanco y sonríe mientras se desliza sobre mí en un ajuste perfecto.
—¿Por qué? —pregunto. Ella es la primera persona que ha sido
normal. Agradable. Buena.
Camina detrás de mí y comienza a cepillarme el cabello. Tiene nudos
por no cepillarse durante días. Ella tiene que tirar fuerte un par de veces,
pero el dolor no se compara con la agonía que está causando estragos en
todos lados, por lo que no me molesta demasiado.
—No siempre tenemos respuestas para todo, Saskia. Es mejor no
saber algunas cosas.
Girándome para mirarla, su viejo rostro arrugado se ve tranquilo. Pero
luego recuerdo dónde estamos.
—Está bien —digo, asintiendo y girándome de nuevo.
Cerrando mis ojos, la primera persona que aparece es Ryken. Luego
Livia. Después veo mi tienda. La extraño. Extraño mi tienda más de lo que
pensé. Hacer crecer ese negocio de la nada es algo de lo que estoy
extremadamente orgullosa. Y ahora me lo han quitado, es una pastilla difícil
de tragar. Me siento un poco delirante, mi mente no parece concentrarse en
una cosa a la vez.
10
—Ahora, un consejo... asiente... sonríe cuando te lo pida... no hagas
ninguna pregunta innecesaria. ¿Me entiendes, Saskia? —Me tira
fuertemente del cabello cuando no respondo de inmediato.
—Sí —respondo en voz baja.
El chico regresa y mira mi brazo, luego sus ojos miran a los míos.
—¿Está lista?
El cepillado del cabello se detiene, y me doy cuenta de que él no le
pregunta a ella.
—Casi —Caminando, saca un cepillo de dientes, me lo ofrece y luego
señala el pequeño fregadero blanco en la habitación—. Cepíllalos.
Hago lo que me dicen en piernas inestables. Mis movimientos son
deliberados, lentos, medidos, por lo que no me caigo por la debilidad que
estoy sintiendo. La mujer mayor sale por la puerta, dejándome en la
habitación con el hombre cuando empiezo a cepillarme. Incluso cepillarme
los dientes es una tarea ardua, cada movimiento que hago es difícil para mi
cuerpo.
—Sería sabio no vomitar nuevamente.
No tengo palabras para decir, cuando lo miro en el espejo y me doy
cuenta de que me está mirando. Cepillándome los dientes, escupo y enjuago,
y cuando lo hago, está detrás de mí otra vez. Su mano va a tocar mi brazo,
puedo verlo en el espejo, y lo acerco más a mi cuerpo, con miedo de que lo
amorate aún más.
Él gime y alcanza mi otro brazo aplicando presión con sus dedos.
—¿No son muchas las palabras, Rubiecita? —Él me saca de la puerta,
luego se detiene cuando la mujer mayor regresa con un par de tacones
blancos colgando de las yemas de sus dedos.
—Ella necesita usar esto —me los pasa y luego se aleja.
¡Qué mierda! ¿Se espera que los altos tacones sigan en mis pies en mi
estado? Uso tacones, pero estos son del siguiente nivel, y sé que con el más
mínimo giro, mi tobillo se romperá. Soy tan inestable en mis pies cómo es
posible.
—La escuchaste, Rubiecita, póntelos —ladra sus órdenes.
Hago lo que dice porque a partir de ahora no tengo alternativas. Él
parece ser la única forma en que obtendré agua y comida. Y la comida y el
agua es lo que anhelo desesperadamente en este momento para funcionar.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
Él gruñe. Me pongo de puntillas, pero retrocedo, más miedo de lo que
sucederá si me tropiezo. Soy tan inestable y temblorosa como ellos mientras
11
estoy de pie. Me agarra y mira hacia atrás, con el ceño fruncido, y luego se
da cuenta de que es por lo que tengo en los pies. Su agarre relaja un toque,
y su postura se endereza, pero me abraza fuertemente mientras caminamos
hacia una puerta negra que empuja para abrir.
—Mejor comportamiento —murmura casi en un susurro.
Música fuerte está sonando. Las luces están en todas partes,
estroboscópicas. Nos abrimos paso a través de una multitud de personas y
llegamos a un gran sofá en forma de “u” con una mesa en el centro. Noto
que las chicas beben, y solo un hombre está sentado allí y está rodeado de
mujeres. Sus ojos se levantan, y en ese mismo momento me doy cuenta de
que en cualquier momento este hombre podría matarme.
Nada sobre su apariencia es ligero o amable.
Es aterrador y duro en todas partes.
Y la forma en que me mira me da ganas de usar mi respuesta de lucha
o huida, y creo que la huida está ganando indiscutiblemente.
Me han recolectado.
Y el hombre que me atrapó es uno de los criminales más peligrosos
del mundo.

12
Ryken
—E
s a mí a quien no puedes tener. ¿Aún no lo has
entendido, Ryken? Dos errores no pueden hacer un
bien. Tú y yo, somos dos errores —Las últimas palabras
de Saskia resuenan en mi cabeza, incluso una semana
después. Una semana es el tiempo que ha estado lejos. Una semana es el
tiempo que la he estado buscando.
Livia lo jodió, y eso es un eufemismo. Está furiosa y no tiene idea de
por qué. Sabe que no quiero que me toque, me hable, esté cerca de mí. No
quiero que nadie esté cerca de mí en este momento.
Entonces, cuando me confrontó después de que no regresé a casa, se
fue al día siguiente y me dio órdenes estrictas de ordenar mi mierda antes
de que ella regresara. Me reí y cerré la puerta detrás de ella mientras salía.
Este lugar ya no está destinado a ser mi hogar. Me fui, pero ahora
estoy de regreso donde no quiero estar.
Cane se sienta en uno de mis clubes, fumando, mirándome. Él levanta
una ceja, esperando que yo diga algo.
—Estás perdiendo la cabeza, Ryken. ¿Cuándo fue la última vez que
dormiste?
Mis manos rozan mi cabello mientras camino de un lado a otro.
—Cuando ella se fue. La necesito de vuelta.
Él pone los ojos en blanco ante mis palabras.
—No. Tienes que volver con tu novia. ¿O te has olvidado de ella y de
tu maldito bebé?
Le muestro el dedo medio, él se ríe de mí.
13
—¡Vete a la mierda! Solo pregunta por ahí, tal como te dije.
Cane asiente mientras observamos a la multitud que ya se ha
acumulado en el club.
—Vinieron varias veces esta semana preguntando por ti. —Ahora está
parado a mi lado.
Veo a Quinn parado en la puerta que conduce a las escaleras para
subir aquí. Él se queda quieto. Se ha convertido en alguien en quien confío,
mucho. Eso sucede, supongo, cuando ya no queda nadie más en este
mundo. Livia parece no entender. Incluso ahora, cuando le conté lo que le
pasó a su prima. A ella no le importa Saskia, todo lo que quería saber era
cuándo volvería a casa. Luego sus tacones hicieron clic mientras se iba, sin
siquiera preguntar si Saskia estaba viva o muerta. Honestamente no le
importa una mierda.
—¿Quién? —Mis manos tiemblan mientras las vuelvo a pasar por mi
cabello. Tengo que cortarlo, ha pasado demasiado tiempo y me cae en la
cara, haciéndome enojar.
—Spikes —responde.
Ellos son los MC que mueven a las chicas que recolectamos. Ellos
fueron quienes tomaron a Saskia. Los he estado evitando porque temo que
mataré a uno, y eso no puede suceder. Porque la restitución por matar a
otro no es algo que quiera contemplar. La expiación del último ha sido
demasiado alta. No lo haré, pero joder si no quiero, y está tomando todo en
mí para no reaccionar y corresponder.
—Es mejor que rece porque no lo vea pronto. Le abriré una zanja
desde la polla hasta los labios.
Cane sonríe, sacudiendo la cabeza ante mis palabras.
—Mierda.
Dando vuelta, veo que Quinn tiene un miembro de Spikes contra la
pared, con las manos en la garganta y un arma en el estómago.
—Llama a tu perro guardián. —Niego con la cabeza, sonriendo—.
¿Quieres que llamen a la policía? Llámalo. Y. Qué. Saque. Su. Mierda —dice
Cane.
Poniendo los ojos en blanco, salgo de la oficina hacia donde Quinn
está susurrando actualmente todas las cosas dulces que le gustaría hacerle
a este tipo si no tuviéramos audiencia. El tipo no dice una palabra, solo lo
mira con los ojos muy abiertos. Sabe lo que es mejor. Caminando detrás de
Quinn, lo toco en el hombro y él relaja su postura de inmediato, pero no
quita su arma, solo su mano de la garganta del tipo.
14
—Quiere entregarte un mensaje —es todo lo que Quinn dice mientras
da un paso atrás, pero su mano se queda en su arma, y los ojos del tipo
miran, sabiendo exactamente que lo matará con un simple asentimiento de
mi cabeza. Riendo de sus palabras, sacudo la cabeza. La música es ruidosa
aquí, así que no puedo escucharlo correctamente a menos que me acerque
más, y eso seguro como la mierda, no va a suceder. Girando y entrando a la
habitación más fría, me siguen, y la puerta se cierra, encerrándonos en la
habitación.
¿Es posible sudar en una habitación fría? Porque él lo está haciendo.
Su parche de motocicleta se muestra con orgullo en su pecho. Él no
levanta la vista, mientras busca algo en su bolsillo. Es un teléfono celular,
pero Quinn tiene su arma apuntándolo de todos modos.
—Tienes que mirar —Todavía está sudando profusamente, mientras
miro hacia su celular.
Ahí es cuando la veo. Saskia. Ella está vestida de blanco. Se ve más
delgada. Demacrada. Casi desaparecida. Sus mejillas están hundidas justo
en su cara, y sus ojos están abatidos. Antonio está sentado a su lado con
su mano alrededor de sus hombros, manteniéndola en su lugar. Mi mano le
quita al celular, tomándolo en mis manos.
—¿Cómo demonios conseguiste esto? —Mi voz se alza, y mis palabras
son letales. Me cuesta todo no dar un paso y abrir este tipo para sacar toda
la información de su cabeza.
—Antonio lo envió. Michael pensó que sería mejor que lo vieras.
—Por supuesto, lo hizo. Él quiere presionar mis malditos botones. —
Dejo caer el teléfono, por lo que se estrella contra el piso de cemento.
—Michael quiere que te encuentres con él.
Me tiembla la cabeza.
—Si lo veo, lo mataré —es mi única respuesta.
El chico se limpia la frente.
—Bueno, él está esperándote afuera.
Puedo sentir mi sangre hervir. Literalmente hiervo, como un absceso
enojado a punto de reventar. Sus palabras se sienten como una marca de
hierro, y se abren camino a través de mi piel.
—No, jefe. Recuerda lo que estás evitando —dice Quinn.
Pero si él es el único que puede ponerse en contacto con Antonio,
entonces Michael es a quien tengo que ver, me digo a mí mismo.
Mis pies se mueven antes de siquiera tener tiempo para contemplar
un movimiento más inteligente. Michael está apoyado en mi auto cuando
15
salgo, esperando que me vaya. Está vestido con su uniforme de MC como de
costumbre, pero ninguna sonrisa toca su rostro mientras me mira. Mis pies
me llevan hacia él, entonces mi mano golpea su cara, una y otra vez hasta
que ambos estamos en el suelo rodando. Él recibe algunos golpes, pero no
se registran cuando la ira burbujeante y la adrenalina toman el control, y
mi puño sigue moviéndose.
—Ryken —Cane dice mi nombre o lo grita, no estoy seguro. De
cualquier manera, no nos detenemos hasta que nos separamos. Cane tiene
sus manos debajo de mis brazos, tirando de mí hacia atrás, ya que el tipo
que me mostró la fotografía está tirando de Michael. Quinn está parado allí
sonriendo, lo que molesta más a Cane—. ¿Por qué diablos no estás
ayudando?
Quinn se encoge de hombros, y me libero de Cane que me maldice.
—Si quiere golpear al hombre que se llevó a su mujer, ¿Quién coño
soy yo para detenerlo?
—Ryken hizo eso. Lo hizo en el momento en que la vio. Él la condenó,
no Michael. —Las palabras de Cane son ciertas. Sin embargo, no hace que
sea más fácil escucharlas.
—Tal vez deberías cuidar tu boca —afirma Quinn.
—¿Cómo obtuviste esa fotografía? —pregunto, ignorándolos y
mirando a Michael.
—Él me mantiene actualizado. ¿Miraste las otras fotos?
Frunzo las cejas y niego con la cabeza. Michael saca su celular para
mostrarme. Saskia está en las fotos, durmiendo en el piso. Está vestida con
la ropa con la que se fue, pero no parece estar despierta.
—Ella estuvo dormida por días. Dejaron de controlarla después del
segundo día —dice Michael.
Quinn jura. Todos volteamos a mirarlo.
—Le di un poco de algo.
Todos están en silencio.
—¿Qué quieres decir? —pregunta Michael.
—Para calmarla. Y a menos que ella estuviera en otra cosa, debería
haber hecho exactamente eso —dice Quinn.
—Ni siquiera voy a decirte nada sobre eso —Me giro para mirar a
Michael—. ¿Dónde está ella?
Michael mira al suelo y luego a mí porque no sabe. Sabía que no lo
haría, es la única razón por la que no le hice una visita y rompí su puto
cráneo.
16
—Esa imagen salió esta noche. Sin embargo, creo que conozco ese
lugar —dice Michael. Le pasa su celular a Quinn que asiente.
—Ese es su lugar —confirma Quinn—. Es su club clandestino. Es
donde se mezcla con sus clientes más sombríos.
—Eso es lo que pensé. —Me vuelvo para mirar a Michael—. ¿Por qué
te importa? Tú fuiste quien la tomó.
Michael se muerde el labio.
—Mataste a uno de mis hombres, Ryken. Por ella. Sabías que por cada
acción hay una reacción.
—Podrías haberme llevado.
Él se ríe de mis palabras.
—¿A ti? Estoy seguro de que tus hombres “solo” —usa citas de aire—
, nos dejarían llevarte. También sabías que, si te tomábamos, no vivirías. Tu
cabeza tiene la mayor recompensa ahora que tu padre no está aquí. Antonio
también lo sabe. Él quiere tus derechos. Está presionando para hacerse
cargo de las relaciones. Incluso me ofreció un trato para acabarte.
Me río de sus palabras.
—No habría un tú, o él para el caso, si no fuera por mi familia.
Él sabe que tengo razón. Pero tampoco habría compradores si no fuera
por mí. Sí, ese es el trabajo de Antonio, y fue creado por mi padre. Él
simplemente lo agarró y lo extendió. Él es bueno en eso. Además, es una
manera menos de volver a conectarme. Pero yo aseguro a las chicas. Las
escogemos a mano, luego ellos hacen el resto. Somos conocidos por nuestro
gusto y excelencia en nuestra elección.
—No traes suficiente producto, Ryken. Tu padre siempre llegó a
tiempo.
Niego con la cabeza.
—Sus hombres son de mi propiedad. Yo les pago. Si lo corto, no
ganarán ni un centavo.
—Él es el príncipe del Bajo Mundo ahora, tu padre fue una vez el rey
silencioso.
Todos están callados. Sí, los productos han sido lentos. Pero eso está
a punto de cambiar. Dirigiéndome a Quinn, él espera mis órdenes. Ahora
entiendo por qué mi padre confiaba tanto en él. Es el mejor y más leal que
he conocido.
—Recoge cuatro. Vamos a venderlas nosotros mismos. —Quinn no
dice una palabra y se va antes de que yo pueda decir algo más.
17
Michael se aclara la garganta.
—No deberías hacer eso. —Sus cejas están fruncidas en profundas
líneas.
—Quiere jugar, puedo jugar el doble de fuerte. Él simplemente aún no
se da cuenta. ¿Olvidaste quién era mi padre?
Michael da un paso atrás con un simple asentimiento.
—¡Jesús! Estás empezando a sonar como él, —es todo lo que dice.
Cane se queda callado junto a nosotros. No he visto a Cane en el último año
mientras estuve fuera. He tenido que hacerlo porque él dirige mis negocios.
Y lo está haciendo muy bien. Mejor de lo que podría haberlo hecho yo.
Mi corazón está oscuro. Igual que el de mi padre. Quizás estaba
destinado a estar donde él me puso.
—¿Qué piensas hacer cuando llegues allí? No puedes ser el primero
en romper el trato. Perderás toda la responsabilidad y el respeto que has
estado construyendo. Entonces Antonio podría tomar todo lo que tu padre
construyó de un solo golpe. Me quedaré contigo, Ryken, pero otros no lo
harán. La hermandad se mantiene unida, es código. Pero él ha impuesto
algunos límites bastante serios incluso para mí —dice Michael.
Su hombre detrás de él se queda donde está.
—Solo voy a mostrarle quién es el jefe, luego tomaré lo que es mío.
Michael sonríe y asiente.
—Realmente la amas, ¿verdad? —me pregunta.
¿Cómo respondo eso correctamente? Amo a dos mujeres, pero a una
más que la otra. Una ha estado allí durante todo el tiempo cuando debería
haberse alejado desde el principio. Le debo a ella.
—Lo hace —responde Cane mientras niega con la cabeza y luego
vuelve a entrar al club, dejándonos afuera.
—Tu padre predicaba el no amar. Era para los tontos.
Me río porque suena como él.
—Sí, bueno, mira dónde está ahora. Estoy seguro de que ¿no quieres
terminar de la misma manera? —pregunto y luego me alejo, esperando la
llamada de Quinn.
La llamada que me informa que está recolectando.
18
Saskia
o ha dicho una palabra desde que me senté a su lado. La chica

N a su derecha se inclina continuamente hacia él y le toca el


muslo o las manos. La comida frente a mí es lo único en lo que
puedo concentrarme. Mi estómago gruñe fuerte, y siento que
se vuelve hacia mí. Su aliento me hace cosquillas en la mejilla y trato de no
fruncir el ceño.
—Tienes hambre. —Su voz es oscura, profunda, peligrosa, y me da
escalofríos por todo el cuerpo. Tampoco del tipo bueno.
Un asentimiento es todo lo que puedo darle.
—Come. La comida está aquí para ser disfrutada.
Mi mano se mueve para tocarla, pero no puedo moverme. Podría estar
mintiendo, y no quiero comer delante de él o de esta gente. No sé quiénes
son, ni qué quieren de mí. Luego está la cuestión de si puedo mantenerlo o
no.
—Come, Saskia. —Sus palabras me hacen sentarme más erguida. La
música parece volverse más ligera a medida que su voz se hace más fuerte.
Eso no pasa, pero en mi cabeza sí, porque su voz es ensordecedora.
Extendiéndome hacia adelante, mi mano toca un pequeño trozo de pan con
un poco de tomate. En el momento en que toca mis labios, mi estómago
gruñe en agradecimiento. Apreciar el buen sabor de la comida es algo que
nunca olvidaré ni daré por sentado de nuevo.
—Bueno, ¿verdad? —pregunta la chica a mi izquierda.
Un simple asentimiento es todo lo que le doy. Volviéndome a mirarla,
me doy cuenta de que también tiene el cabello largo y rubio, excepto que no
está vestida de blanco. Sus labios están pintados de un rojo mate muy
atrevido.
19
—Debes ser nueva, nunca te había visto antes. —Sus ojos se centran
en los míos mientras me estudia.
—Nueva... —imito sus palabras, probándolas en mis labios. Nuevo no
es algo que usaría para describirme ante ella.
—Esta es propiedad de Ryken Lord, la estamos alquilando —dice el
tipo a mi lado, Antonio.
¿Alquilando? ¿Es así como describen a alguien que no tiene voz en el
asunto?
—Ryken... eso es interesante —dice la chica, frunciendo los labios.
Entonces su mano me toca el muslo, y ella lo aprieta—. Estás muy delgada.
¿Es eso lo que quiere estos días? —Su mano se mueve de mi muslo y luego
toca cualquier lado de mi barbilla. Mis ojos se abultan ante sus palabras.
—Es a quien quiere, Amy. Ahora quita las manos —dice Antonio.
Las manos de Amy caen de mi barbilla, pero sus ojos no dejan los
míos.
—Pero eres una cosita muy bonita.
No tengo palabras para ella. No sé qué está bien o mal, o qué podría
hacer que me maten.
—No nos gustan las mudas. Así que será mejor que aprendas a hablar
pronto, pequeña. No estoy segura de por qué Ryken te quiere. He visto a esa
morena que tiene con él, es preciosa. Incluso yo he tenido a Ryken. No le
gusta el tipo silencioso —afirma Amy.
—Lo has tenido —respondo, finalmente hablando.
Me sonríe, feliz de tener una reacción.
—Varias veces en realidad. Definitivamente más de una vez.
Mi boca permanece cerrada a esa pequeña revelación. Entonces la
música se calla y la gente comienza a irse cuando se encienden las luces.
Me sonríe y se recuesta en el sofá.
Puedo sentir sus ojos en mí ahora, el jefe.
—Tu brazo está magullado. —Sus palabras vienen de mi lado, y sin
mirar sé que es él. Todos los demás se callan y nos observan. El tipo que me
hizo un moretón en el brazo es el único que hay aquí. Sus ojos encuentran
los míos, pero no se mueve ni un centímetro ni dice una palabra.
Dos chicas siguen en el sofá con nosotros, y la comida sigue delante
de mí. Puedo sentir todos los ojos sobre mí, así que no busco alimento,
aunque mi estómago lo quiera más que nada en este momento. Acercando
mi brazo a mi cuerpo, me quedo quieta.
20
—Levántate. —Su voz sigue estando cerca. Cuando no me muevo o no
hago lo que me dice, me exige otra vez—. Levántate.
Mis brazos empiezan a temblar, y sé que si tratara de pararme sobre
mis piernas ahora mismo no me sostendrían. Estoy demasiado débil por
falta de comida. Así que me quedo donde estoy hasta que veo botas negras
frente a mí. Las manos me agarran por debajo de los hombros y me levantan
para ponerme de pie. El que me lastimó ahora tiene sus manos sobre mí.
Esta vez son más suaves, pero contundentes de todos modos. Mis pies se
las arreglan para mantenerme en posición cuando se aleja después de tirar
de mí hacia arriba. Siento que mis rodillas tiemblan, mis piernas se sienten
como gelatina. Mi cabeza se inclina hacia abajo, con miedo de mirar hacia
arriba.
¿Qué quiere de mí?
¿Por qué estoy aquí?
—Me pidió que no te hiciera daño, pero podría tenerte. ¿Ves lo confuso
que es para mí? —pregunta.
Levanto la vista para verlo mirándome. Sus ojos son odiosos,
enojados. Su labio superior está curvado hacia arriba. Las chicas a su lado
me miran, pero todas parecen drogadas. Excepto por la que estaba sentada
cerca de donde yo estaba. Me está observando con interés.
—Podría venderte o quedarme contigo para mí. Dime, Saskia. ¿Qué
debo hacer contigo? Ya que no puedo follarte.
—Déjame ir.
Sacude la cabeza y luego se sienta más atrás en su asiento. Es
entonces cuando veo el chaleco que lleva puesto, y dice "Presidente".
Eso es interesante. Es del mismo tipo que los tipos que me llevaron
de mi ciudad natal. ¿Están todos conectados? ¿Ligados de alguna manera?
—Eso no es algo que pueda hacer. Pero planeo conseguir que mi
dinero valga la pena. Ahora ponte de rodillas. —Se inclina más hacia atrás,
si eso es posible, entonces su mano toca la parte posterior de la cabeza de
la chica que está sentada a su lado. Él empuja la cara de ella en su
entrepierna, y ella automáticamente desabrocha sus vaqueros tirando de su
polla libre—. Rodillas, Saskia.
Miro a la chica que me estaba mirando, que me tocó, y me está
mirando. Mis rodillas golpean el piso de baldosas, y miro hacia abajo.
—Ojos arriba.
Miro hacia arriba, justo cuando su boca se envuelve alrededor de su
polla. Sus ojos se quedan en mí mientras su cabeza sube y baja. Lo lleva a
la boca con cada empujón. Su mano se enreda en el cabello de ella, y él la
21
obliga a tomarlo más profundo. Mis ojos tratan de bajar, de mirar hacia otro
lado, pero me sacude la cabeza. Así que ahí me quedo, observando a un
hombre que no conozco, recibiendo la cabeza de una mujer que no conozco.
Sus ojos están sobre mí hasta el último minuto. Hasta que él entra en su
boca y luego la aleja como si fuera una muñeca de trapo, como si ella no le
hubiera chupado la polla.
—¿Haces eso por él, Saskia? ¿Le chupas la polla a Ryken, como una
buena niña?
—No.
—Lástima. Esa boca tuya es muy follable. —Se pone de pie,
levantándose. Él mira a la chica llamada Amy y luego camina directamente
a mi lado, dejándome de rodillas en este piso sucio. Me voy a mover, pero
Amy me sisea.
—No dije que podías moverte. —Amy se pone de pie, con los talones
chasqueando mientras se acerca a mí. Sus manos tocan mis hombros, luego
los mueve hacia abajo hasta que libera mi pecho del vestido que estoy
usando, exponiéndome. Sólo hay chicas en la habitación, aparte del tipo que
me trajo aquí. Pero no está prestando atención, tiene la cabeza gacha y está
al teléfono. Sus manos son rudas mientras me aprieta el pecho. El dolor es
casi hasta el punto en que quiero gritar.
—Le gusta hacerme enojar follando con otras chicas delante de mí, o
dejándolas que le chupen la polla —dice, quitando la mano a medida que mi
vestido baja aún más, así que ahora todo mi pecho está expuesto. Quiero
subirlo, pero tengo el presentimiento de que me detendrá si lo hago. Parece
que le gusta tener poder, y de alguna manera, me recuerda a Livia.
—Sí, puedo ver por tu cara que no tienes ni idea. Antonio es mi
marido. Estas mujeres no están en su cama. Sólo están aquí para
complacerlo. Ahora, lo que no puedo resolver es... ¿qué quiere de ti? —Su
mano se levanta, y la veo antes de que llegue. Me aprieta el estómago cuando
su mano baja y me abofetea en la cara. Duro. Mi cuerpo cae hacia atrás y
me las arreglo para atraparme antes de golpearme la cabeza. Pero a ella no
le importa, porque me agarra y me tira del cabello. Luego lo tira tan fuerte
que tengo que inclinarme sobre mis rodillas para igualarla en altura
mientras se inclina ligeramente.
—Si piensas en follártelo, te abriré en pedazos. ¿Me oyes, puta?
Quiero asentir para responderle, pero no puedo moverla con lo fuerte
que me sujeta.
—Sí —grito.
¿Puedo hacer esto?
¿Puedo vivir así?
22
¿Qué clase de persona seré cuando esto acabe?
—No te oí, puta.
—Sí —grito de nuevo.
Me aprieta más el cabello y siento que me arrancan las hebras del
cuero cabelludo. Después de que tiene un puñado, me deja ir, empujándome
con su tacón. Honestamente, es casi al punto de patearme. Así que esta vez
me caigo de espaldas, golpeándome la cabeza contra el suelo, y no e stoy
segura de si debería moverme. Me pasa por encima, una pierna a cada lado.
Su largo cabello rubio cae a cada lado de su cabeza, como el mío cuando
está suelto. Pero su expresión facial es mala. No le gusto ni un poquito, lo
sé por la sangre que siento en la boca.
—Voy a jugar contigo. Cada vez que te mire de algún modo, me
enfadaré. ¿Me entiendes, Saskia? —Asiento—. Bien. —Se mantiene erguida,
pero todavía está sobre mí—. Porque él es mío —ruge—. Y un día... tal vez
incluso Ryken también lo sea. —Sonríe y luego me pasa por encima y se va,
dejándome en el suelo.
Levantarme el vestido es lo primero que hago para cubrirme. Las botas
de mi cuidador vuelven a estar a la vista, y sé que está a punto de llevarme
de nuevo a esa habitación sin nada de comida. Rápidamente, me acerco
para agarrar algo de comida, agarrándola entre mis manos, mientras sus
manos se acercan a mi brazo y me jalan hacia arriba.
—¿Tanta hambre tienes?
Mirando mis manos, la comida está aplastada y no parece muy
apetitosa. Pero apuesto a que es mejor que nada.
—¡Te voy a dar de comer, mujer! Mierda. Sólo Amy te odia hasta ahora
—dice riendo—. Pero ella odia a todo el mundo. Acostúmbrate a su crueldad.
Él nunca la detendrá. Secretamente ama su racha de celos. —Me acompaña
de vuelta a la habitación, pero esta vez es la habitación blanca y no la
habitación con sólo un baño. Respiro un suspiro de alivio y me relajo
instantáneamente cuando veo lo que hay en la cama, una bandeja llena de
comida y agua. Su mano suelta la mía mientras doy un paso adelante en la
habitación—. No creo que tenga que decirte lo que pasa si intentas escapar,
¿verdad?
Volviéndome hacia él, lo veo bajo una nueva luz.
¿Es tan malo como pensé al principio?
Sacudiendo la cabeza, me digo a mí misma que no vea lo mejor de la
gente. Algunos son mejores escondiendo lo que realmente son que otros. Y
apuesto a que todos aquí son tan malvados como los demás. O eso quiero
decirme.
—Bien, no recomendaría que te fueras. No hasta que te lo pidan.
23
Asiento esta vez. Me echa un último vistazo mientras cierra la puerta.
Lo oigo cerrarse desde afuera. Corro con las piernas bamboleantes hasta la
cama, dejando caer la comida que tengo en la mano y comiendo el panecillo
que está en la bandeja con algunos otros dulces. Tengo cuidado de comer
sólo porciones pequeñas, aunque quiero devorar cada bocado de la bandeja.
Hay una botella de agua, y la bebo lentamente, dejando que el líquido se
deslice por mi garganta. Refresca mis entrañas secas y resecas. El agua
cubre mis labios agrietados, y los lamo, sintiendo que la humedad se
absorbe.
Tirando mi vestido libre, lo dejo caer al piso, y veo un vestido más flojo
de la guarnición en la cama. Poniéndome eso, me arrastro a la cama
deseando y esperando que cuando me despierte, todo esto sea sólo una
pesadilla.

24
Ryken
uinn tiene cuatro chicas, todas desmayadas, con las manos

Q atadas a la espalda. Michael parece que no puede creer lo que


acabamos de hacer. No deberíamos haber recolectado tan
pronto, pero lo hicimos de todos modos. Si lo haces todo de un
golpe, es terrible para el negocio. Llama la atención de las
autoridades. Quinn, sin embargo, confío en que haga lo correcto y que sea
lo más cuidadoso posible.
—Yo las entrego. Puede venir como invitado —dice Michael.
—¿Ser un invitado en mi propio negocio?
Michael me sacude la cabeza.
—Esa parte del negocio no es tuya, Ryken. Puede que tú lo hayas
creado, pero esa parte es de Antonio, y lo sabes.
Miro a las chicas en el suelo. La mayoría son rubias. Quinn responde
a mi pregunta antes de que pueda decir otra palabra.
—Le gustan las rubias —dice Quinn.
Lo recuerdo. Recuerdo a Amy y sus otras perras. Lo recuerdo todo.
Sin embargo, ¿Se está quedando allí, o está en otro lugar? Sé cómo es la
vida nocturna cuando está lleno. Las peleas son por dinero. Las chicas no
son más que putas que están ahí para una sola cosa: su placer. Los hombres
gobiernan esa parte de la ciudad, y a veces hasta Amy puede opinar si está
lo suficientemente enojada con Antonio. Aprendí mucho mientras vivía allí,
no sólo de él y haciendo todo su trabajo sucio, sino de todos los que conocí
y de los rostros que tuve que castigar a las vidas que quité. Anteriormente
había preguntado por ahí para ver si Saskia estaba allí y me dijeron que no.
Así que estaban mintiendo.
—Esta rubia, no puede tenerla.
25
Todos los ojos se dirigen hacia atrás.
—Una morena camina detrás de ti —dice Michael con una sonrisa en
la cara. Sé que es Livia antes de que me dé la vuelta. El chasquido de sus
tacones la delata. Mientras camina delante de mí, su mano toca mi hombro.
Livia tiene el cabello suelto y está vestida como si acabara de salir de la
oficina. Está haciendo prácticas en una de las prestigiosas firmas de
abogados mientras estudia. Pero no entiendo por qué está aquí después de
que la envié a casa esta semana.
—Livia.
Livia se da la vuelta para mirar a Quinn y Michael.
—Necesitamos un minuto. Tienen que irse.
Me miran para confirmarlo, y les hago un breve asentimiento. Ambos
se dan la vuelta y salen de la casa de mi padre. La misma en la que me he
estado quedando desde que volví. Su mano cae de mi hombro y cruza los
brazos mientras se para frente a mí. Está enojada. Eso es todo lo que hago
últimamente, hacer que se enfade conmigo.
—Stiles me llamó. Imagina mi sorpresa cuando recibí esa llamada.
Debí haberlo matado. Cabrón.
—¿Y qué, Livia? —pregunto moviendo la cabeza mientras me apoyo
contra la pared, esperando lo que sé que vendrá. Livia es una mujer
locamente celosa.
Ella se adelanta, su dedo apuntando hacia mi pecho.
—Has estado viéndola... otra vez. ¿No es así? ¿Incluso sabiendo que
estoy embarazada de ti? —Sabe que Barbie se ha ido, que se la llevaron.
Pero lo que no sabe son las circunstancias que la rodean. Y nunca preguntó
o pareció importarle. Hasta ahora.
—Está desaparecida, Livia. Tu prima ha desaparecido.
Se encoge de hombros.
—Volverá, no tiene a nadie.
Bajando la mano a su lado, sacudo la cabeza. Livia es increíblemente
hermosa. No tengo ninguna duda al respecto.
—No escuchas, ¿o sí? —digo, enfadándome—. ¡Admítelo! ¡Estás celosa
de ella!
Los ojos de Livia se entrecerraron hacia mí, y sus manos se apretaban
contra su costado.
26
—Estás destinado a amarme, ¿o lo has olvidado, Ryken? Soy yo la que
ha estado ahí, para todo. Por tu madre, luego por tu padre. Ella no. Así que
dime... ¿por qué te sigue importando?
No le digo que Barbie estuvo ahí para mí más de lo que ella podría
haber estado, pero sé que no debo hacerla enojar demasiado.
—Te amo, Livia, ese es el maldito problema, ¿no? Sería mucho más
fácil si no lo hiciera.
Una lágrima cae de su ojo, y ella se adelanta, así que tengo que
abrazarla. Lo hago hasta que ya no puedo más, y los dejo caer, empujándola
hacia atrás. Busca mis vaqueros y trata de desabrochármelos. Le aparto las
manos, y ella me mira, todavía con la cara mojada, pero también ahora con
los ojos suplicantes.
—Demuéstrame que me amas, Ryken. Incluso si no tengo este bebé,
me amarás, ¿verdad?
¿Qué diablos significa eso? Sacudo la cabeza ante sus palabras.
—Voy a buscarla, Livia. Voy a traerla de vuelta. Pero el bebé no cambia
nada. Te protegeré hasta que no pueda.
Sus manos caen, y su boca forma una línea estrecha.
—No lo harás, te lo prohíbo. Perdí al bebé. Tienes que quedarte
conmigo.
Mi boca se abre en shock.
—¿Siquiera estabas jodidamente embarazada?
—No. Pero eso no significa que no podría estar embarazada ahora
mismo si estuvieras más atento —grita.
El fuego dentro de mí se ha encendido bien y verdaderamente. Me
enfurezco con rabia, y estar cerca de ella ahora mismo me tiene indignado
con una rabia violenta. Tomo un respiro largo, lento, profundo y calmante y
simplemente digo:
—No dejes que la puerta te golpee el culo al salir.
Su boca se abre al pasar junto a ella. Podría estrangularla. Me mintió,
carajo. Mintió. ¿Mandé a Barbie lejos por qué? Porque las amo a las dos, y
por el bebé, sabía que lo único correcto en ese momento era proteger a Livia.
Me empuja hacia atrás hasta que caigo en el sofá. Luego me empuja
de nuevo mientras trato de volver a levantarme. Mis manos se aprietan a los
lados, así que no hago nada estúpido. Mi respiración es profunda, mientras
trato de calmarme. Las piernas de Livia van a cada lado de mí, y ella se sube
a mi regazo. Sus manos pasan a través de mi cabello y luego lo tira fuerte,
hacia atrás hasta que mi cuello queda expuesto, y ya no puedo ver su rostro.
27
Siento la mano de Livia bajándome la cremallera, y entonces sus dedos
calientes están en mi polla, sacándola. Trato de moverme, de apartarla de
mí, pero ella sólo sonríe y tira de mi cabello hacia atrás otra vez y levanta
un poco. Su mano nos conecta. Puedo sentirla en mi punta y sé que está a
punto de follarme, y no voy a decir que no. Aunque quiera, joder.
—Dime que me amas, Ryken. —Se mueve mientras se desliza sobre
mí. Mi polla está dura y se desliza dentro y fuera de ella fácilmente. Me besa
el cuello, sus labios se deslizan hacia arriba y hacia abajo—. Dime, Ryken.
—Se detiene, no se mueve, sus labios se quedan en el mismo punto de mi
cuello. Lo está haciendo a propósito.
—Muévete o aléjate de mí, Livia. —Ella no espera esa respuesta. Livia
quiere esas palabras de mis labios, pero no puedo dárselas de la manera en
que está ahora. Está siendo una maldita perra. Se levanta y se sienta a mi
lado, bajándose el vestido.
—La amas, ¿verdad? No puedo creerlo... realmente lo haces. Dime,
Ryken. ¿Cuánto tiempo la has amado?
Debería mantener la boca cerrada, no debería decir ni una palabra.
Pero mientras meto la polla en mis vaqueros, le digo honestamente:
—Desde la primera vez que la vi.
Un grito ahogado deja sus labios. Se queda callada por un tiempo. Así
que me volteo para mirarla y sus ojos están abatidos.
—¿Cuánto tiempo me has amado?
Esa es una pregunta más difícil. En realidad, no sé la respuesta, se
metió a hurtadillas.
—No lo sabes, ¿verdad? ¿Fue esa noche? ¿en la fiesta, cuando te traje
a mi casa?
Me salen risas de la boca, aunque no es mi intención.
—No. No, no lo fue.
—¿Fue después? —pregunta.
—Mucho después.
La cabeza de Livia se le cae a las piernas y la oigo llorar. Voy a tocarla,
pero decido que es mejor no hacerlo. Ella quería la verdad, así que se la di.
Se siente mejor habérselo dicho. Pero aún no le he dicho el resto. Hay un
momento y un lugar para eso, y este no es el momento ni el lugar.
—Voy a buscarla, Livia. No merece estar donde está. Es porque me
siguió que está allí, y ahora es porque eres una perra mentirosa.
Llora más fuerte, luego se sienta y el rímel le pinta las mejillas.
28
—Si vas tras ella, no quiero volver a verte la cara.
De pie ante sus palabras, asiento y sus ojos se abren de par en par.
—No me das ultimátums, Livia. Así no es como funciona esta relación.
Tú no me gobiernas. Soy mi propio jodido jefe. —Girando, salgo de la
habitación, y sus gritos se hacen más fuertes, pero eso no me detiene. Tengo
que recoger mis cosas e irme. Tenemos que llegar mañana por la tarde.
Tengo que hacer mis planes para prepararme para ello. Ir a la guarida de
un león sin un tigre sería lo más estúpido que podría hacer. Por suerte para
mí, soy el maldito tigre, y recuperaré a mi tigresa.
¡Bam!
Es el único sonido que oigo cuando algo muy fuerte y agudo me golpea
en la nuca. Inmediatamente, busco alrededor, y mis dedos tocan el punto.
Puedo sentir el calor y la humedad de la sangre. Al dar la vuelta, Livia está
en el mismo lugar donde la dejé y me mira con una siniestra sonrisa en la
cara.
—Me eligió a mí. Tu padre me eligió. ¿Sabías eso? Me dijo que me eligió
a mí. Así que no, no puedes amarla o tenerla. Dejaré que la salves, Ryken.
Pero eso es todo. Eso es malditamente todo. En cuanto la tengas de vuelta,
la dejarás.
Mi mano cae de mi cabeza, y todo lo que puedo ver es sangre en mis
manos. La pequeña puta de mierda.
Ella se me acerca más. Se necesita todo en mí para no golpearla en la
cara, ahora mismo. Entonces lo hace, su mano me abofetea, y ella sonríe
mientras lo hace.
—Me amarás, Ryken Lord, y te casarás conmigo. Es el último deseo
de tu padre. Deja de pensar con tu polla por una vez.
Es la gota que colma el vaso. Todo lo que veo es rojo. El mismo color
que tengo en las manos ahora mismo.
Rojo.
Rojo.
Rojo.
Mi mano sale y agarra su garganta. Se agarra fuerte, aprieta fuerte,
por lo que corto el suministro de aire y la circulación. Me araña las manos
mientras la giro sin esfuerzo y la golpeo contra la pared. Grita, pero se le
corta con otro apretón de garganta.
—Creo que más bien... olvidas quién soy, Livia. —Vuelvo a apretar, y
sus labios empiezan a ponerse azules.
—Ryken. No mates a tu novia —dice Quinn desde algún lugar cercano.
29
Con esas palabras, mi mano suelta lo justo para dejar entrar aire en
sus pulmones.
—Vuelve a la casa, Livia, y cuando esté listo volveré para que podamos
hablar. —La suelto completamente, y ella jadea fuerte. Sus manos van a
donde las mías se tocan. Intenta decir algo, pero no sale nada más que un
ronco:
—Ryken...
Me inclino a su nivel y le susurro al oído:
—Me la follé, Livia, más de una vez. Y planeo hacerlo de nuevo.
Sus manos caen alrededor de su garganta mientras se para y me mira.
Ahora las lágrimas caen libremente al pasar junto a ella. Intenta hablar,
pero oigo a Quinn diciéndole que lo deje. Entrando a mi oficina, la misma
que era la oficina de mi padre, me siento en su escritorio y me pregunto
cómo carajo me metí en este lío. Él no lo habría hecho. Papá fue uno de los
mejores hombres de negocios de todos los tiempos. De eso, no tengo ninguna
duda.
Anthony Lord era temido por muchos.
Ahora sólo tengo que ser de la misma manera.
—Se ha ido —anuncia Quinn, cerrando la puerta. Se sienta en el
escritorio de enfrente—. ¿Quieres que la mate? —pregunta.
La sonrisa en mis labios es real, pero sacudo la cabeza de todos
modos.
—No, sólo está molesta. Se calmará.
—Le dijiste... le dijiste que te follaste a Saskia. —Quinn me chasquea
la lengua.
—Y me la follaré de nuevo en cuanto la tenga —digo, sin mencionar el
hecho de que Livia me mintió sobre el maldito bebé. Me dijo como si todo
fuera una pequeña mentira, nada de qué preocuparse. Bueno, no lo es,
maldita sea.
—Escoge una o toma ambas. Mierda, toma diez. Tal vez solo evita que
la loca no se entere. Porque las mujeres son vengativas. Y una mujer
despechada no es algo que necesitemos. Especialmente una que es un
maldito abogado, Ryken.
—Tal vez debería matarla... —me digo más a mí mismo—... pero
también la amo, maldita sea.
Quinn no dice una palabra.
30
Confesión #8
—Bendígame, Padre, porque he pecado. Ha pasado... demasiado
tiempo desde mi última confesión. —Respiro profundamente. Mis manos
se aprietan en puños en mi regazo—. Verás... lo que había planeado
funcionó, pero ahora él quiere joderlo todo. No puedo permitirlo.
La frustración llueve sobre mí. Así que, antes de que el sacerdote
pueda decir una palabra, salgo del confesionario y se mece mientras cierro
la puerta con fuerza.
Que se joda el cura, y que se joda la absolución.

31
Saskia
—S
al de la cama, puta. —La chillona voz de Amy me
despierta. Abriendo los ojos lentamente, me cae agua
encima. Ella está ahí parada, encima de mí, con un
cubo en la mano mientras me congelo en la cama en
la que he estado los últimos dos días. Al menos me han dado de comer—.
Levántate —grita de nuevo.
Me apresuro a levantarme. Tirando de la sábana conmigo. Pero ella
no acepta nada de eso y tira con fuerza, así que lo saca de mis manos. Llevo
un par de pantalones de chándal y una camisa grande. Depende de mí, pero
no me importa.
Sus ojos me miran de arriba a abajo y luego se burla.
—Tenemos compañía. Vas a complacer a nuestros invitados. Vístete,
puta. —Amy sale de la habitación sin cerrar la puerta mientras se va. Un
tipo entra, no tengo ni idea de cómo se llama.
—Yo no la haría esperar. Ella es mucho peor que él —es todo lo que
dice.
Me envuelvo en mis brazos, con miedo de que entre y me los agarre y
me haga más moretones. Pero no lo hace. En vez de eso, se para en la puerta
de espaldas a mí, esperando que me prepare.
—Deberías llevar un vestido... en el cajón de arriba —me dice.
Con un tirón en el cajón, me doy cuenta de una serie de vestidos
diferentes. Agarrando el primero en la parte superior, me lo pongo en la
cabeza y luego me quito la ropa por debajo.
—Tacones —gesticula cuando miro a mi alrededor. No me está
observando, pero parece saber exactamente lo que estoy haciendo. En el
32
cajón de abajo hay dos juegos de tacones. Un par negro y uno blanco. Saco
los negros, me las pongo en los pies y me peino el cabello con las manos.
Se da la vuelta y cuza las manos por encima del pecho.
—Te ves presentable.
¿Digo, gracias? Creo que no.
—¿Adónde voy?
Agita la mano para empezar a salir a través de la puerta. Puerta detrás
de la que he estado encerrada durante dos noches. Es más bonita que la
otra habitación, y creo que, si hiciera algo, aunque fuera un poquito mal,
estaría de vuelta en ese calabozo en un segundo. Especialmente si Amy tiene
algo que decir.
—No hables a menos que te hablen. Mézclate con el resto. Coquetea y
muestra interés. —Su mano toca el pomo de una puerta y me mira—.
Antonio te estará observando esta noche, así que no me decepciones. —Abre
la puerta y me empuja a través de ella.
¿Qué se supone que debo hacer? No tengo la menor idea.
Es el mismo lugar en el que estuve la otra noche. La música es fuerte,
y consiste principalmente de chicos. Hay pocas chicas esparcidas por ahí
rodeadas de hombres. Pero los hombres superan en número a las mujeres
cinco a uno. Entrando más en la habitación, no tengo ni idea de lo que estoy
haciendo.
Mirando a mi alrededor, la veo, con los ojos fijos en mí. La mirada de
muerte de Amy desde donde está sentada con Antonio a su lado. Justo
cuando me voy a dar la vuelta, una pequeña mano me toca el brazo. Mi
primer instinto es liberarlo, alejarlo de quienquiera que me toque, porque
cuando la gente me toca, parece que nunca sale bien.
—Sonríe. No pierdas la sonrisa y sígueme. —Parece amable, pero eso
podría ser una maldita mentira por lo que sé. Esto es el Bajo Mundo,
después de todo. Todos podrían ser peligrosos asesinos, y yo sólo soy un
cordero en el matadero—. Tenemos una pelea principal esta noche. Toda la
gente que ves aquí son apostadores de muy alto nivel. Los entretendremos
hasta el evento principal. Eso es lo que harás. Así que, por favor, sonríe
antes de que la hagas enojar más de lo que pareces estar haciendo sólo por
estar en la misma habitación que ella.
Mis labios se levantan, y mi sonrisa es tan falsa como las tetas de
Amy, pero escucho a esta chica de todos modos.
—¿Qué hago? —pregunto, confundida. Ella me mira, y puedo ver
mejor sus rasgos ahora que estamos lejos de la entrada oscura. Es hermosa,
con el cabello largo y oscuro que casi le toca el culo, y un tonto vestido de
encaje rojo sobre su cuerpo.
33
—Sonríes, te ríes, ofreces bebidas. Estos hombres gastarán hasta cien
mil dólares cada uno aquí esta noche. Es nuestro trabajo hacer que quieran
gastar más.
Lo entiendo, pero no quiero hacer nada de eso. La sigo de todos modos
porque ¿qué otra opción tengo? Se detiene ante un grupo de hombres
mayores. Supongo que probablemente a finales de los cuarenta o principios
de los cincuenta. Todos miran hacia arriba, sonriendo mientras nos
acercamos a ellos. Soy la única sin maquillaje. Mirando a mi alrededor,
todas las otras chicas están listas para impresionar, mientras que yo tuve
cinco minutos para ponerme algo y esperar lo mejor. Toca el brazo de un
tipo, pero no se detiene, sólo lo prueba. Miro lo que hace y me doy cuenta
de que es una provocadora.
¿Para eso estamos aquí? ¿Para provocarlos?
Estar aquí no es algo que quiera hacer. No tengo mi medicación. Y
cada vez que pienso en lo que tenía, a donde finalmente iba con mi vida,
todo me golpea como un tren de carga. Pero no moverme de una cama como
lo haría normalmente ya no es una opción para mí cuando estoy en esos
estados de ánimo. Esta gente podría matarme. ¿Por qué? Por seguir a Ryken
una noche, y al final terminó eligiéndola de todos modos. Livia es a quien
ama, aunque diga que me ama. Era ella, y siempre será ella.
Mi mente me grita que corra, que nunca mire atrás, y que tome el
dinero que me queda y lo esconda. Ryken me dijo que me encontrarían, y le
creo. Esta es mi siguiente mejor opción. Y hasta ahora, tengo todos mis
miembros, y no estoy muerta, así que eso es una gran ventaja. ¿No es así?
Sólo cinco meses y medio para salir de este agujero infernal. Cierro los
ojos, tratando de no pensar en ello.
Una mano me toca. Maldita sea, estoy harta de que me toquen. Podría
pasar el resto de mi vida sin que una sola mano me vuelva a tocar. No soy
una chica del tipo sentimental, y todo este roce me está poniendo los nervios
de punta.
—¿Qué tal un trago, cariño?
Miro a la chica que me muestra el lugar y me levanta la barbilla.
Volviendo al tipo, enluzco la mejor sonrisa falsa que puedo reunir.
—Por supuesto. ¿Qué te gustaría? —Mi mano toca su hombro. Hago
lo mismo que ella y lo borro rápidamente. Tocar a otras personas no es algo
que me gusta hacer, pero tener mi propio negocio en servicio al cliente me
ha enseñado a sonreír cuando ni siquiera quiero hacerlo. Aunque me duela
el corazón y me duela la cabeza.
—Sorpréndeme. Pero asegúrate de traer algo para ti, cariño. —Me
estremezco ante sus palabras y me giro, buscando el bar.
34
Me empujan y la veo caminando delante de mí. La sigo y me doy
cuenta de que realmente necesito aprender su nombre.
—¿Cómo te llamas?
Ella se detiene, inclinando su cuerpo sobre la barra. Otro conjunto de
chicas trabajan detrás de la barra en nada más que un sujetador deportivo
negro y pantalones cortos negro botín.
—Cecilia. Ahora pide a tu hombre un whisky directamente y usa este
jugo para agregarlo a tu vaso. No dejes que lo toque, o que sepa que no estás
tomando las bebidas que te ofrece.
—Asiento y tomo un vaso vacío cuando el jugo de manzana se coloca
junto a él.
—¿Haces esto a menudo? —pregunto, sirviendo el jugo.
—No podemos emborracharnos. Pero queremos que piensen que la
estamos pasando tan bien como ellos. Así que mentimos. También es un
bono si no bebemos el alcohol caro que pagan los clientes.
—¿Con qué frecuencia haces esto? ¿Trabajar aquí, quiero decir?
Cecilia mira al suelo, sus ojos se ven oscuros cuando me mira de
nuevo.
—Soy una de las chicas de Antonio, así que cada noche estamos
abiertos.
—¿Y Amy? —pregunto con cuidado para no mirar atrás donde está
sentada.
—Ni siquiera la mires a los ojos ni le hables. ¿Lo tienes? —Asiento
ante sus palabras—. Porque ella es pura maldad, y créeme que no quieres
estar cerca de eso.
Cecilia se va con una bandeja de bebidas. Ella regresa al grupo con el
que acabamos de estar, y yo la sigo con mis dos tragos en la mano. El tipo
me sonríe cuando lo alcanzo, y le ofrezco su bebida y luego le disparo a la
mía al mismo tiempo que él.
Saca un billete de cien dólares y lo mete en la correa de mi vestido y
me besa la mejilla.
—Cómprate otro y quédate con el cambio.
Mi sonrisa es falsa, y por dentro le estoy gritando, tanto que quiero
darle un puñetazo en la cara por tocarme. En vez de eso, sonrío y me voy.
¿Qué coño se supone que tengo que hacer con el cambio? No es como
si pudiera gastarlo mientras estoy encerrada en mi jodida habitación.
35
—Hola, chica —dice Cecilia, pasando a la siguiente—. Toma esto. —
Me ofrece una bandeja llena de bebidas y sonrisas, demasiado burbujeante.
¿Por qué está tan contenta?
¿Ella también es una de ellas?
No podría estar con una sonrisa así. Quiero darle las gracias, pero no
lo hago, sólo tomo mi bandeja y empiezo a caminar de nuevo.

La pelea comenzó y terminó en veinte minutos. Los chicos gritaban,


las chicas se quedaban cerca del bar, aparte de Amy que estaba pegada a
su posición cerca de Antonio. De vez en cuando me miraba.
Cecilia no vive aquí. Dijo que tenía que volver con su gato a su
apartamento. Me hace preguntarme por qué está aquí entonces.
El mismo tipo al que le gusta tirar de mí me espera en la puerta
cuando termino. Supongo que está aquí para acompañarme a mi habitación.
—Saskia.
Recuerdo la voz pegada a ese sonido oscuro. Girando lentamente,
consigo ofrecer una pequeña sonrisa mientras me enfrento a Antonio. Se me
acerca, y su mano recoge un mechón de mi cabello y luego lo deja caer,
mirándome. No es un hombre atractivo. Al menos para mí, no lo es. Es un
hombre dominante, sin embargo. Alguien que podría matarme sin
pestañear. Así es como lo veo, y probablemente sea la mejor manera de verlo
siempre.
—Sí, señor.
Su labio se mueve. Luego cae. Veo una pequeña cicatriz que tiene en
un lado del labio.
—Lo hiciste bien esta noche. ¿Qué recompensa te gustaría?
—¿Perdón? —pregunto, confundida. ¿Lo hice bien? Sentí como si me
arrastraran y arrastraran por todas partes. Las manos de los hombres me
tocaron toda la noche, y bebí tanto jugo de manzana que tuve que orinar
tantas veces que me sentí como un bebé.
—Tienes una recompensa, querida. Elige sabiamente.
Mis ojos bajan mientras pienso.
—Mis pastillas.
—¡Hecho! Scott, dale sus pastillas. —Está hablando con el hombre
que me lastima. Al menos ahora tiene un nombre: Scott.
36
—Por supuesto, señor.
Antonio me mira, con la cabeza inclinada hacia un lado mientras me
evalúa.
—¿Sabe que estás rota? —Mis ojos se abren ligeramente,
sorprendida—. Quiero decir, su Livia no está rota. Tú lo estás. ¿Sabe Ryken
que lo estás?
—No lo hace.
El labio de Antonio se levanta en curva.
—Es una pena que lo ames, ¿no? Piensa dónde estarías si no lo
amaras. si realmente amabas a la persona con la que estabas destinada a
estar.
Mis ojos se quedan abajo mientras habla.
—No lo amo.
¡Golpe!
Me arde la mejilla. En realidad, está ardiendo. Me pegó, y lo hizo muy
fuerte. El silencio cae a mi alrededor mientras me zumban los oídos y
parpadeo un par de veces mientras soporto el dolor.
—Una cosa que no me gusta... es la mentira. No vuelvas a mentirme,
Saskia. ¿Lo tienes?
—Lo siento.
—Puedo hacer que no lo ames, Saskia. De hecho, puedo hacer que lo
odies. No me obligues a hacerlo porque si lo hago implicaría más que nada
hacerte daño.
Un escalofrío me atraviesa, y todo lo que hago es mirar al suelo
mientras él pasa.
—Serías el alma perfecta para vender. Podría conseguir un precio alto
por ti. Recuérdalo. —Luego se ha ido sin decir una palabra más, y yo me
quedo con una mejilla dolorida y una pérdida de palabras.
37
Ryken
—E
s la cosa más estúpida que hayas hecho jamás y has
hecho mierda bastante estúpida —dice Quinn,
sacudiendo su cabeza mientras entramos en el club. No
está lleno porque no es de noche. Pero sé que estará
aquí, siempre lo está. El negocio nunca se acaba para
nosotros, a menos que elijamos hacerlo. Eso generalmente requiere que
seamos enterrados con aquellos que se fueron antes que nosotros.
—Cállate —respondo. Las luces están encendidas y primero veo a
Scott, parado detrás de Antonio. Antonio ya no manda a su gente como si
fuera el presidente de un MC. Se ha vuelto todo negocios. No lo he visto
sobre una motocicleta en un largo rato. El dinero debe ser una tentación
muy grande para él.
—Señor Lord —dice Scott, haciendo que Antonio levante la mirada.
Junto a él está sentada Amy y, por supuesto, me está sonriendo. Antonio
no dice una palabra, sino que ondea su mano para que nos sentemos. Quinn
se para detrás de mí, sin tomar el asiento junto a mí. Antonio quería que
Quinn le sirviera. Quinn es mortal, bueno en su trabajo y dedicado a
aquellos a quien sirve. Pero incluso Quinn tiene algo de moral y no le gusta
Antonio en absoluto.
—Vienes a visitar, ¿cierto?
Mi espalda se endereza ante sus palabras. Se ríe con su jodida risa
malvada y se reclina hacia atrás, su mano tocando el muslo de Amy
mientras ella me mira fijamente.
—Es una cosa bonita. ¿Cómo se siente Livia respecto a ella? —
pregunta Amy.
38
Tanto Amy como Antonio llegaron a conocerme bien cuando estuve
aquí. Así como yo llegué a conocerlos. Ella está tan loca como él, tal vez
incluso más. Rodando mi cuello hacia el costado, intento contenerme de
subirme en él para poder estrangularla hasta dejarla sin vida.
—Ella es... más bonita que varias. De cualquier forma... —digo,
mirándola fijamente. Amy piensa que es la cosa más bonita que camina
sobre este planeta. Pregúntale y te lo dirá felizmente. Incluso te hace decirlo
cuando la estás follando. Sí, estuve ahí. También la follé. Hace muchos años,
cuando la conocí por primeva vez, de hecho, fue la segunda persona con la
que alguna vez follé. Estaba intentado ganarse a mi padre, pero él la empujó
hacia mí. Era ardiente, inteligente, pero loca como una liebre de Marzo. Era
joven y no quise decir que no.
Sus tacones comienzan a golpear de arriba abajo y sus labios se
fruncen en una línea delgada.
—¿Realmente quieres hacerme enojar, cuando está viviendo bajo mi
techo? Ya no me gusta la perra, Ryken. ¿Preferirías que la odiara y tener las
consecuencias de ello sobre tu conciencia?
Me quedo parado en el mismo punto listo para estirarme hacia su
cuello.
—Será mejor que no la toques, perra.
Amy se ríe, recostándose hacia atrás y su mano toca el hombro de
Antonio.
—No estás a cargo en esta habitación. Deberías saber eso.
¿Por qué siquiera la tiene aquí? Sería mucho más adecuado que
estuviera yaciendo en un agujero cubierto con tierra.
—¿Estás intentado decir que mi opinión no importa aquí? Este
negocio fue construido por mi familia. Aun así, ¿una perra piensa que puede
decirme qué hacer? —Me río mientras mira a Antonio, quien se la quita de
encima.
—Necesitas cerrar tu boca, Amy —dice Antonio en voz alta.
Amy se pone de pie, maldiciendo, mientras camina junto a nosotros
para salir de la habitación.
Antonio levanta la mirada.
—Me disculpo. Sabes que no pienso igual que ella. Aun cuando tu
poder parece haber disminuido en las últimas semanas, una vez que la gente
escuchó que ahora tengo posesión de tu chica.
Mis dientes se aprietan entre ellos.
39
—Seguí el código. El código que fue puesto por mi padre. Una vida por
una vida. Pero esta es diferente. Sabes eso.
Sus dientes se aprietan mientras me mira.
—La puse a trabajar, está trabajando aquí.
Asiento. Dijo que eso era todo lo que haría. Era parte de la venganza.
Pero no empezó de esa forma. Livia era su primera opción. No supo de Saskia
hasta que Michael abrió su maldita bocota, luego Antonio pidió a Saskia en
cambio.
Este mundo en que vivimos está jodido.
Sí, soy el rey.
Pero aun un rey tiene que seguir las reglas.
Y las reglas no están ahí para ser rotas, porque entonces la cadena de
comando se daña.
Si mi padre rompía una regla, pagaba las consecuencias, de la misma
forma en que haría que otros pagaran por sus errores. Así que una vida por
una vida, tenía un acuerdo. Podía tener una vida, pero bajo mis condiciones.
Pero todo esto arruinaría su inocencia en el proceso. Saskia vería cosas,
oiría cosas, tal vez incluso experimentaría cosas para las que no estaría
preparada. Pero lo que la gente no ve, es que Barbie es fuerte. Si miras lo
suficientemente de cerca, puedes verlo. Es mucho más que lo que incluso
ella piensa.
—No está trabajando en otros, ¿verdad? —pregunto. Tiene que
confirmarlo y necesito que verifique con sus propios labios que no está
siendo utilizada como esclava sexual como sus otras chicas lo hacen.
Necesito escuchar que lo afirme.
Sus labios se curvan hacia arriba.
—No, Ryken. Tus órdenes son indiscutibles. Pero recuerdo que esa fue
la única orden. Lo demás que sea que pase, no puedes venir tras nosotros.
—Eso no suena bien, Antonio. Eso suena como que podrías estar
tratándola muy mal y esperemos que no le hicieras eso a quien pone la
comida en tu mesa.
Se endereza.
—Comida en mi mesa... —Se ríe—. Tu familia puede que hubiera
iniciado esto, Ryken, pero Melbourne es mío ahora. Siempre eres
bienvenido, pero no eres quien manda aquí.
Scott mira hacia abajo.
La actitud de Quinn se endurece, puedo sentir su postura enderezarse
junto a mí.
40
Antonio me mira.
—¿Estás pensando que puedes relevarme, Antonio? —Su mano limpia
su boca.
—Realmente no lo estoy pensando. ¿No puedes sentir que está
sucediendo, Ryken? —Quinn se mueve, así ahora está junto a mí. Antonio
hace un sonido de chasquido con su boca mientras deja de hablar. Antonio
distingue luego mira a Quinn—. Por qué lo estás siguiendo, no tengo idea.
Sabes que deberías haber sido el siguiente en la línea después que el viejo
muriera. Ryken no está en este mundo, solo brevemente y tampoco lo
quería. Tú eras de este mundo, Quinn. Entonces, ¿por qué no lo tomaste?
—Antonio se mueve.
Me río de sus palabras. Quinn no se mueve, ni dice una palabra. Pero
Antonio me mira como si hubiera perdido la cabeza. Tal vez lo hice.
—Estás intentado cazar a uno de mis hombres justo frente a mí.
Tienes unas jodidas bolas. —Ahora es su turno de retroceder—. Así que,
estaba pensando... tal vez las prácticas del negocio necesitan cambiar. Tal
vez algo necesita cambiarlo todo.
Antonio no tiene sonrisa de suficiencia en su rostro ahora, sabe en lo
que estoy pensando. Sabe lo que haré.
—Nadie puede hacer lo que yo hago. Recuerda ese hecho, Ryken.
Miro a Quinn, a quien le he ofrecido el lugar de Antonio y se ríe con
engreimiento. Cuando lo llamo al poder, es todo.
—Crees que nadie puede, ¿eh? —cuestiono.
—Se te olvida que tengo a tu chica atrapada de una de mis
habitaciones, Ryken. ¿Es ahora el momento correcto para realmente
amenazarme?
Antonio sabe en quién estaba pensando. La gente respeta a Quinn
más que a mí, ha estado por aquí mucho más tiempo. Pero nunca encontraré
a nadie más confiable, ni honorable que él. Su lealtad está firmemente
alineada conmigo.
—Sí, acerca de eso... he venido a recuperarla.
Su cabeza se sacude.
—Sabes que no debes retirarte de un acuerdo, Ryken. La gente
hablará.
Froto mis manos.
—No estoy aquí para retirarme, estoy aquí para negociar.
Sus cejas se levantan.
41
—Adelante, estoy escuchando.
—Pelearé contra tu mejor peleador en la noche de peleas. Si gano, me
la llevaré y mi pago está hecho. Si pierdo... —Miro a Quinn, sus ojos ahora
están en mí—... puedes tener a Quinn.
Antonio sonríe ampliamente. Quiere a Quinn tanto como quiere mi
poder.
—Hecho. —Aplaude y grita para que le traigan bebidas. Un mesero las
deja frente a mí. Tragos. Tomo uno y le paso uno a Quinn, quien ya sabía lo
que había planeado. Eso por eso que lo dejé que me golpeara durante las
últimas noches. Hemos estado entrenando y no es por echarme flores, pero
ya soy un peleador jodidamente excelente.
—En dos noches a partir de hoy —dice Scott.
Mis manos se frotan con anticipación. Scott aparta la mirada. No
sostiene el contacto visual durante mucho tiempo.
Entonces Amy entra, una sonrisa en su rostro mientras se sienta
cerca de Antonio.
—Solo tenía que sacar algo de mi sistema, ahora me siento mejor.
Scott levanta la mirada luego cierra la puerta. Esa sonrisa que está en
su rostro no me gusta, ni un poco.
—Dos noches —dice Antonio. Limpia su mano en sus pantalones,
poniéndose de pie. Me ofrece su mano y la estrecho. Me mira
cuidadosamente. Puedo verlo, el hambre por más poder. Quiere lo que tengo,
pero no lo obtendrá. La única forma en que perderé esta pelea es si soy
sacado en una bolsa para cadáveres y eso no sucederá. Pero entonces gana
y Antonio no puede ganar. Mi padre perseguiría mi trasero y nunca
superaría esa vergüenza.
—¿No vas a darme un beso de despedida, Ryken? —pregunta Amy,
poniéndose de pie para ofrecerme su mejilla. Si pudiera desollar a alguien,
sería a ella. Solo para que pueda ver que sus negras entrañas no son tan
bonitas como su falso exterior. ¿Tal vez debería trabajar en eso?
—No beso basura.
—Esa es mi esposa, Ryken —dice Antonio.
—Ese es tu problema, no el mío. —Saliendo, no miramos atrás. ¿Cuál
es el punto? No queremos engancharnos con ella. Si hubiera un perro del
infierno, ella lo sería. Es igual que el perro demoniaco de ficción. Un
guardián de la entrada del mundo de los muertos, con su repugnante olor y
su saliva venenosa. Merodea en las sombras y estás condenado a morir. Si
ella fija su mirada en ti, muy seguramente sería un presagio de muerte. Así
que, si Amy está alrededor, debes correr por tu vida porque es muy probable
42
que estará detrás de ti antes que puedas hacer algo para salvarte. Un
personaje, perro del infierno, es una excelente descripción para Amy.
En el minuto en que llegamos al auto, Quinn lo enciende, luego sacude
su cabeza mientras arranca.
—Encontrará al mejor peleador que pueda. —Asiento—. Se asegurará
de que pelee sucio. También sabes eso.
—Lo sé —le digo.
—¿Vale la pena? ¿Realmente lo vale? Nunca antes nos importó si las
chicas estaban tomadas. ¡Mierda! Nosotros las tomábamos. Aun así, te
preocupas demasiado por esta. Aun cuando no la quieres. ¿Estoy en lo
correcto?
—Livia era la decisión correcta —digo, intentando recordarme ese
hecho.
—¿Lo era? Tu padre no tiene la razón en todo, sabes. Una cosa que
puedo decir con certeza es que nunca tuvo la razón con respecto a las
mujeres en su vida.
—Lo sé, pero no quiero que me lo recuerden.
—No está embarazada, ¿cierto?
Obviamente escuchó, pero no lo había sacado a colación hasta ahora.
—No lo está.
—Es una buena mentirosa. Ese talento le servirá muy bien cuando
vaya a la corte.
No le digo nada. Porque realmente ni siquiera he procesado el hecho
de que estuvo embarazada en primer lugar, por no mencionar que ya no lo
está. Me lanzó esa mierda cuando sabía que Barbie podía ser una opción
por la que decidir. Me dijo una mentira. Creo que Livia sabía que habría
elegido a Barbie si no hubiera estado embarazada y la hubiera enviado con
Antonio en cambio. Bueno, resulta que es un maldito embarazo falso.
—Ha estado llamando sin parar. —Bajo la mirada y veo que Quinn
tiene razón. Livia está llamando. Lo dejo que suene hasta que se calla para
ver que tengo cinco llamadas perdidas, todas de ella. Luego suena de nuevo,
pero esta vez lo respondo. Porque sé que de otra manera no se detendrá.
—¿Qué quieres, Livia?
—No puedes dejarme, Ryken.
Me río de ella.
—Tuvimos esta discusión sobre que me dijeras lo que crees que puedo
hacer.
43
Resopla en el teléfono.
—Te amo.
Mi mano se frota sobre mi rostro. Cree que esas palabras funcionarán,
que son mágicas, una cura para todo. No sabe ni una mierda. Nunca ha
tenido que no amar a alguien en su vida. Siempre todo le ha sido entregado
en bandeja de plata.
—Eso ya no funcionará, Livia. —Comienza a llorar—. Tampoco lo hará
esa mierda —digo gruñendo.
—Saskia no sabe cómo amar. Está rota. ¿Por qué la estás
persiguiendo y no estás aquí para arreglar lo nuestro?
—Tal vez ya no quiero arreglar lo nuestro, Livia.
—No digas eso, Ryken. No lo hagas.
—Lo digo. Ahora, deja de llamar, Livia. —La escucho llorar de nuevo
antes de colgar.
Quinn se ríe, pero no comenta.
—Me está volviendo loco —digo, refiriéndome al dolor de cabeza que
me provoca, cada jodida vez.
¿Tal vez realmente no la amo de la forma en que se merece ser amada?
¿Tal vez ya no estamos moldeados para encajar juntos?
—Bloquéala —dice Quinn y eso es lo que hago.

44
Saskia
as manos de Amy me están golpeando, fuerte. Por qué, no estoy

L segura. Pero están bajando rápido y consistentes mientras me


insulta. Diciéndome lo pedazo de mierda que soy. Y todo lo que
puedo hacer para protegerme es tratar de permanecer en una
pelota en el suelo, donde ella me sacó de mi cama para
golpearme y patearme.
¿Por qué? Tengo el presentimiento de que no me lo diría, aunque se
lo pidiera. Parece que no le agrado y es todo lo que consigo. No sé por qué
no le agrado. No es como si le hubiera hecho algo. Herirla de cualquier
manera. Pero mientras cada golpe maltrata mi cuerpo, desearía poder estar
en cualquier lugar menos aquí ahora mismo. La sangre se acumula en mi
boca y hago todo lo que puedo para proteger mi cara, pero no me sirve de
nada. Luego me patea en las costillas y les hace más moretones que nunca.
—Él cree que puede hablarme como basura. —se ríe y se detiene.
No me atrevo a moverme, ni siquiera lo intento.
—Tiene suerte de que no te envíe con él en pedazos.
Entonces oigo el clic de la puerta, y sé que se ha ido. Dejándome
enroscada en un maldito desastre en el suelo.
Amy es una perra vengativa, y espero que algún día reciba lo que se
merece.
45
Scott está sobre mí cuando abro los ojos. Quiero poner la manta sobre
mi cara y esconderme. Amy no ha vuelto hoy después de que se fuera ayer.
La única persona que entró fue la anciana que me ayudó a ducharme.
—Tienes que trabajar hoy —dice Scott.
Al ponerme en posición sentada, me pregunto cómo me las arreglaré
para caminar o incluso para usar un vestido apretado y tacones cuando
apenas puedo respirar. Scott me compró mis pastillas, así que la mayoría
de los días han sido mejores que cuando llegué. Aparte de cuando Amy me
visitó, eso fue lo peor.
—Apenas puedo moverme, Scott.
Me mira y sacude la cabeza.
—Alguien la hizo enojar. Ella quería herir a esa persona. Tú fuiste su
elección. —Camina hacia la puerta y luego se detiene—. No estás en la arena
esta noche, así que no importa lo que lleves puesto. Date prisa, Cecilia te
está esperando. —Me las arreglo para ponerme de pie, me quedo en lo que
estoy vestida. No he podido cambiarme la camisa porque me duele
demasiado levantar los brazos. Las manchas de sangre aún son claramente
visibles en mi camisa. Mis pantalones de chándal están sucios desde donde
me patearon sus tacones. Sigo a Scott, pero mis pasos son lentos, cada paso
que doy es como un cuchillo en las costillas.
Scott se da la vuelta para mirarme, pero no me espera. Cuando
finalmente lo alcanzo, tengo mi mano sosteniendo y apoyando mi costado.
No dice una palabra, principalmente porque no le importa. Y, ¿por qué
debería? No está aquí para cuidarme.
Scott abre una puerta y recuerdo esta puerta. Es donde me desperté
por primera vez, es el lugar con sólo un baño. Se aparta del camino y cuando
miro hacia adentro veo a una chica joven, posiblemente de mi edad o tal vez
más joven. Está enroscada en una bola y me pregunto si también la han
matado de hambre. Realmente espero por su bien que no lo hayan hecho,
porque los retortijones de hambre no sólo duelen por dentro. Es un castigo
cruel. Me doy la vuelta para mirar a Scott, que me está observando por mi
reacción. Pero no tengo nada para él. Porque lo último que quiero hacer es
volver a esta habitación.
—¿Qué hago?
Mira a la chica.
—Ella va a ser vendida. Los compradores ya están aquí. Tienes que
limpiarla y luego llevarla a la Arena. —Se detiene—. ¿Crees que puedes
manejar eso?
Me sudan las manos y me tiembla el labio inferior, pero de alguna
manera me las arreglo para mover la cabeza.
46
Cuando se va, entro en la fría sala de cemento. Ella no mira hacia
arriba y todo lo que puedo ver es cabello largo y oscuro. Pienso en agacharme
para tocarle el hombro, pero eso me dolería demasiado. Apenas puedo
caminar como está. Mis posibilidades de caer al suelo e intentar volver a
levantarme son escasas o nulas.
—Hola... —digo con la voz más tranquilizadora que puedo reunir. Al
principio no se mueve hasta que me acerco de nuevo—. Deberías intentar
moverte. Después de que te limpiemos podemos alimentarte. —Al menos eso
es lo que espero.
¿Ella sabe para qué está aquí?
¿O por qué la han robado como a esas chicas de mi barrio?
Su mano se mueve, apartando el cabello de su cara y veo ojos verdes
que me miran. Cuando ve que no es quien pensó que era, se sienta, con las
rodillas en el pecho.
—Tenemos que bañarte. ¿Crees que puedes moverte?
Asiente, pero no habla. Recuerdo esa sensación. Es una sensación de
total impotencia. No estoy segura de cómo reaccionar. Si hablas, te golpean,
así que es más seguro no abrir la boca.
Llevo aquí dos semanas. No he visto a ninguna otra chica quedarse
donde estoy, esta chica es la primera.
Caminamos hasta las duchas, la enciendo, la pruebo con mi mano
para asegurarme de que está caliente, y luego le indico que entre. Mira a su
alrededor para asegurarse de que no hay nadie y se quita la ropa antes de
meterse bajo el agua.
Tirando de la silla, me siento y la miro.
—¿Por qué estás aquí? —Mi pregunta la sorprende, parece que no está
segura de cómo debería responderme—. No soy uno de ellos. —Me mira y
creo que se da cuenta de que no soy uno de ellos. Para empezar, yo también
tengo unos moretones muy grandes. Su boca se abre como si quisiera
hablar, pero la cierra y mete la cabeza bajo el agua. Espero a que me diga
algo.
¿Estará en la misma habitación que yo?
¿Estamos destinadas a lo mismo?
Entonces ella habla. Su voz es dulce e inocente.
—Me llevaron de noche. Iba caminando a casa de una fiesta. Ni
siquiera le oí venir detrás de mí. —Mira hacia los azulejos, el agua corriendo
sobre sus pies. No entiende, creo que sabe que este lugar no es donde
debería estar.
47
—¿De dónde eres? —le pregunto.
Sus ojos no se elevan cuando me responde:
—Darwin.
Jadeo. ¿Podría haberme mentido? ¿Él me vendió? Porque tengo la
sensación de que esta chica fue recogida por él o por Quinn.
—¿Recuerdas cómo era? ¿El tipo que te llevó?
Asiente.
—Era alto, cabello oscuro, ropa oscura. Tenía un ligero rastrojo de
barba. Era intenso. Asusta como la mierda. —Está hablando de Quinn.
Cuando las mujeres miran a Ryken, no usan palabras de miedo para
explicarlo. Es intenso, sí, pero atractivo suele ser la primera palabra que
sale de la boca de una mujer para explicar cómo es Ryken.
—¿Cuántos años tienes?
Mira hacia arriba desde el suelo.
—Dieciocho en un mes.
¡Oh Jesús! Mi corazón se rompe por ella.
—Lo siento.
No entiende mis palabras porque hasta ahora no he hecho nada malo.
Pero tengo la sensación de que su presencia aquí está relacionada conmigo.
Tal vez está tratando de proveer chicas para recuperarme, pero eso no es
algo que me gustaría que ocurriera. La vida de otra chica, sí, es tan
importante como la mía. Si pudiera liberar a esta chica ahora mismo, lo
haría. Pero no sé cómo salir de este lugar. Así que, en vez de eso, hago lo
que se me pide. Porque me gusta mi cabeza exactamente dónde está y no
bajo el zapato de Amy.
—¿Qué me harán? —me pregunta como si lo supiera. Tengo la
sensación de que lo que sea que me haya pasado, lo que está a punto de
pasarle a ella va a ser peor. Me encojo de hombros y retrocedo, apagando su
ducha. Le paso una toalla y ella misma se cubre. Cuando me doy la vuelta
para volver por la puerta, Scott está ahí parado.
—¿Vestido? —le pido. Me mira con lástima en los ojos mientras
asiente. Camina detrás de mí a la habitación en la que me estoy quedando.
—¿Te quedas aquí? —me pregunta, mirando alrededor. Cerrando la
puerta detrás de ella, saco un vestido que sé que le quedará. No está
llorando, ni gritando, ni siquiera está tratando de correr.
¿Tendría a dónde correr si pudiera?
48
Si fuera yo, no creo que pudiera ser tan plácida y obediente como ella
ahora mismo.
—Quieren que te vistas. —Ella abraza la toalla que envuelve su
cuerpo—. Por favor, es más fácil si escuchas.
—¿Así es como te hiciste los moretones?
No me he mirado la cara, pero cuando levanto la mano para tocarla,
siento que se me está hinchando. Me encojo de hombros. Ella deja caer la
toalla, escuchándome y toma un vestido de mis manos y se lo pone. La
comida está en mi cama y se la ofrezco. No sé cuánto tiempo la han tenido,
pero apuesto a que no la han alimentado. No puede ser mucho tiempo, ya
que no está tan débil. Estaba tan débil que apenas podía pararme, después
de estar hambrienta durante días. También me cambio rápidamente,
sabiendo que no quiero andar vestida así con estas manchas de sangre por
todas partes. Nos sentamos en silencio mientras come hasta que Scott
vuelve a la puerta.
—Es la hora. Llévala a la Arena. —Se aleja y ella me mira.
—¿Qué es la Arena?
—Es un club nocturno. —Le oculto la verdad a medias. ¿De qué sirve
decirle la verdad si la asusta? Tendrá suficiente de eso cuando llegue el
momento. Cuando se pone de pie, le paso unos tacones que se pone sin
discutir.
¿Estoy a punto de llevarla a la guarida del diablo?
Espero que no, pero no pelea ni hace más preguntas. Ni siquiera
cuando abro la puerta de la Arena y los hombres están sentados alrededor
de un gran escenario. El mismo en el que he visto peleas. Pero no se peleará.
—Tengo miedo. —Quiero tocarla para tranquilizarla, pero mis manos
permanecen en su lugar porque Amy me está mirando. En el momento en
que nos ven, nos saludan. Me quedo al lado de esta chica, al menos hasta
que me digan que me vaya. La cabeza de algunos tipos se vuelve hacia
nosotras cuando pasamos al escenario.
Cecilia está allí, la reconozco enseguida. Parece sorprendida de verme.
Sus ojos se posan en la chica a mi lado. Cecilia se adelanta, toma la mano
de la niña y la empuja hacia el escenario. La chica parece preocupada, me
mira como si pudiera ayudarla. Pero no puedo. Ni siquiera puedo evitarlo.
Veo a Antonio, está sentado justo al lado de Amy. Me está observando,
estudiándome, igual que ella. ¿Puede ver los moretones que me dejó? ¿Él
puede? No parecía gustarle cuando me marcaron la última vez, a menos que
fuera él quien marcara.
La voz de Cecilia llega a los altavoces y todo el mundo se va quedando
en silencio. Camina por el escenario sonriendo, su mano saludando
49
alrededor. Agradece a Antonio, al que todos los demás aplauden. Luego
vuelve a mirar a la chica.
Me pregunto cuál es la manera más rápida de salir de la habitación.
Porque en su siguiente frase Cecilia hace algo de lo que yo sólo he oído
historias.
Comienza una guerra de ofertas y es dinero de juego.
Empieza con medio millón. ¿Quién tiene tanto dinero? Qué
desperdicio. Oh, es cierto, Ryken lo hace. Las pujas siguen subiendo cada
vez más alto. Hasta que un hombre los supera a todos. Cecilia acepta su
oferta, cierra las ofertas y le dice al hombre cuándo cobrar su premio. La
chica en el escenario está congelada en el lugar. No se mueve cuando Cecilia
se lo pide. Tiene que arrancarla firmemente de la etapa oscura.
—Saskia. —me dice Cecilia al pasar. La chica ni siquiera mira hacia
arriba cuando la llevan a una habitación de atrás. Observo y veo a Amy
mirándome. No pasa mucho tiempo antes de que mis pies se muevan, y
vuelvo a mi habitación.
Acabo de ver cómo se vendía la vida de una chica como si no fuera
más que una muñeca de trapo.

50
Ryken
os noches es todo lo que tenía, dos noches es el tiempo que

D
tardaré en recuperarla. No puede quedarse allí más tiempo.
Ese agujero de mierda no es lugar para ella. Su lugar en esta
vida está a mi lado. Sólo me ha llevado un tiempo verlo.
Mi padre se casó a los dieciocho años y me tuvo a los veinte.
Había comenzado su negocio a la edad de diecinueve años. Papá comenzó
sus negocios en clubes, en particular en clubes nocturnos. Entonces el
negocio evolucionó. Se mezcló con algunas bandas de motociclistas locales.
No los veía como negativos, veía lo positivo en lo que podían hacer por él y
cómo podían hacerlo. Porque de alguna manera, todos estaban conectados,
a través de cada Estado, era una hermandad. Fue entonces cuando vio el
potencial. Así es como se convirtió en este negocio. Puede que él no hubiera
podido hacerlo sin ellos, pero ellos definitivamente no podrían haberlo hecho
sin él.
Una vez que resolvió los pormenores de su negocio, fue entonces
cuando puso todo en su lugar. Encontraría compradores. En primer lugar,
todos estaban en Australia. Luego, creció en todo el mundo. Hizo conexiones
a lo largo del camino. Los políticos compraban una esclava sexual porque
sus esposas ya no querían acostarse con ellos. Cada vez que vendía a una
chica, la conexión crecía. Era casi intocable.
Tenías que admirar su negocio, incluso si no te gustaba lo que era o
en lo que se había convertido. Porque cultivar algo de la nada era
absolutamente extraordinario. Desarrolló su negocio cuando yo era un niño.
Casi nunca lo veía cuando estaba creciendo. Su negocio era más importante.
Mucho más importante que yo y me lo ha dejado todo a mí.
A veces pienso que no soy digno porque nunca me gané mi puesto.
Fue dado. Pero tal vez mi sacrificio fue no tener a mi padre porque aún no
51
lo tengo. Sólo lo que queda de él. Y aunque tenía una mente extraordinaria,
eso no significa que deba escuchar todo lo que dijo.
El problema es que sí escuché y ahora Barbie está fuera de mi alcance.
Pero pronto, la traeré de vuelta y puede que pierda mi vida tratando de
liberar la suya. Pero si alguna mujer vale la pena, es ella. No le pide nada a
nadie. Incluso donó la mitad del dinero que usé para comprar su virginidad
a una organización benéfica. Podría haber hecho mucho con ese dinero, pero
no lo hizo. Parece que sólo vive dentro de sus posibilidades.
—Tienes que entrenar, Ryken. —Quinn no está impresionado. Mi falta
de concentración la está cabreando.
—He estado entrenando todo el maldito día. —Ahora estoy enfadado.
Todo lo que quiero hacer es dormir, pero ni siquiera puedo dormir. Cada vez
que cierro los ojos todo lo que veo es a ella. Cane quiere que vuelva, pero no
entiende, nunca ha estado enamorado. Todo lo que hace es follar. No
entiende por qué voy tras ella. Cree que ni siquiera estaría en este aprieto si
no fuera por ella. Tal vez tenga razón, pero ¿qué importa ahora?
—No lo suficiente. Va a encontrar a su mejor luchador. ¿Entiendes,
jefe?
Mis manos se frotan, volviendo a levantarme.
—Sé esto, Quinn. Jodidamente lo sé.
Golpea los guantes juntos.
—Bueno, empieza a actuar como tal, porque no planeo sacar tu bolsa
de cadáveres de ese lugar. Planeo llevar a tu oponente. ¿Me escuchas?
Lanzo un golpe. Él lo atrapa con la almohadilla y continúo.
Izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha.
—Si no fueras tan bueno, te daría un puñetazo en la cara ahora
mismo.
—Hazlo. Trata de tener un golpe, justo en mi maldita mandíbula. Si
tienes éxito, me calmaré.
¡Bang! Le di un golpe en la mandíbula.
Suelta una maldición, moviendo la cabeza.
—No quise decir en ese momento. —Escupe algo de sangre—. Pero si
quieres jugar sucio, te lo recomiendo. —Me quito la cinta de las muñecas y
llaman a la puerta. Quinn se quita los guantes para abrir. Cuando vuelve a
entrar, es Cane quien está a su lado.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Se encoge de hombros.
52
—Si mueres, no quiero perdérmelo. —Le frunzo las cejas—. Vamos,
hombre, estoy aquí para apoyarte. Además, la Coñotrampa no ha dejado de
llamarme para decirme que te vas a suicidar.
—¿Ella también te ha estado llamando? —Esta vez mi cabeza cae. Le
dije que me diera espacio. Así que llama a todos los demás. De nuevo, ¿Por
qué la amo?
—No ha parado. Me rogó que viniera y te convenciera de que no lo
hicieras. Por supuesto, le dije que lo intentaría. —Sonríe—. Pero ella no
necesita saber que no lo haré. —Se mete un chicle en la boca y Quinn sale
de la habitación. Parece que nunca se llevan bien. Nunca he entendido por
qué, pero tampoco he querido investigarlo.
—Viniste a ver cómo me pateaban el trasero —bromeo.
Asiente, sonriendo.
—Te animaré en la banda. ¿Cómo suena eso?
—Mientras no hagas nada estúpido. Este no es tu mundo. No puede
protegerte en el escenario.
Cane se sienta en el sofá y su pie se levanta para descansar sobre su
pierna.
—No necesito protección.
Quinn entra por detrás de Cane, moviendo la cabeza; pero sin decir
una palabra.
—Come y descansa. Un día más de entrenamiento.
Cane lo mira por encima del hombro y luego me mira a mí. O voy a
morir y arruinar absolutamente todo lo que mi padre ha construido, o voy a
vivir y espero llevarla conmigo. Porque Barbie es todo lo que parece consumir
mi mente.
Y como el chocolate, no puedes evitar volver por más.
53
Confesión #9
—Bendígame, Padre, porque he pecado. Han pasado tres días desde
mi última confesión. Y esta vez tengo un plan en marcha. Estoy a punto de
arruinarles todo. Simplemente no se dan cuenta. Su amor no es tan
importante como el mío. —Mi mano se golpea en el asiento, mientras me
levanto para irme.
El sacerdote va a hablar. Para ofrecerme su absolución, pero lo
bloqueo todo mientras me alejo.

54
Saskia
o me he movido. Sus ojos y la forma en que me miraba como

N si pudiera ayudarla, pesan mucho en mi mente. Nunca le


pregunté su nombre porque creo que una parte de mí nunca
quiso saber, nunca quiso sentir ningún tipo de cercanía hacia
ella.
Él ha vuelto a mi puerta. Scott me mira esperando a que me levante.
Mis costillas no me duelen tanto ahora, y mi hinchazón facial se ha reducido
ligeramente. No he comido. Por elección. No me atreví a comer sabiendo lo
que le había pasado. O le está pasando ahora mismo.
—¿Esta noche? —confirma, señalando la cómoda que sostiene los
vestidos. Así que esta noche es una de esas noches, similar a la otra.
Preferiría una de estas a lo que acabo de pasar con esa pobre chica.
—Tienes una chica más que asear antes de salir. Ella es luchadora.
Así que pon una camisa sobre el vestido. —Se va sin más instrucciones. De
pie, elijo un vestido que me quede suelto pero que sea bonito, y me lo pongo
para que no me apriete las costillas, o tendría que levantar las manos al
aire. Encuentro la base de maquillaje en uno de los cajones y lo aplico sobre
mi cara magullada antes de salir con un par de tacones.
Me dirijo a la sala de cemento, la puerta no está abierta como la última
vez. Mi mano se levanta para golpear, y luego me doy cuenta de que es lo
más estúpido que puedo hacer. Abriéndola desde el exterior, giro el mango
y mis ojos se dirigen instantáneamente al suelo. Pero ella no está allí. No.
Cuando miro hacia arriba, la veo. Corre hacia mí con todas sus fuerzas
tirándome al suelo. Mi cabeza golpea fuerte el suelo, y su cuerpo está ahora
encima del mío.
55
—No puedes tenerme, cretina. —Mis ojos se abren de par en par ante
sus palabras, y sus manos comienzan a abofetear mi pecho. Justo cuando
voy a tratar de quitármela de encima, recibe un golpe en la cabeza y cae
directamente sobre mí. Está inconsciente, y detrás de ella está Scott con un
bate de madera en la mano.
—Esta es la loca.
Se mueve pero no se despierta. Me cuesta respirar mientras está sobre
mí. Es más pesada que yo, y ahora que está dormida es como un peso
muerto.
—¿Y pensaste que yo podría manejarla? —le pregunto.
Se ríe, de verdad se ríe de mí.
—No. Sólo quería verla derribarte. Se lo ha hecho a todos los que abren
esa maldita puerta.
—Gracias, cabrón —digo, tratando de alejarla. Se inclina hacia abajo
y le ata las muñecas detrás de la espalda seguida de las piernas.
Empujándola, me quedo mirando hacia abajo. Su cabello es rubio, pero está
cortado en forma de sacudida. Tiene los pantalones cortos alto en el culo y
unos tatuajes cubriendo sus brazos.
—Todavía tienes que ducharla.
Le enseño el dedo mientras la veo, esperando a que se despierte.
Comienza a moverse pero no se levanta inmediatamente.
—Está empezando a moverse.
—Ya lo veo, imbécil —le digo.
Su cabeza gira, y ella me mira. Las lágrimas llenan sus ojos, pero tiene
una mirada de determinación. Me inclino y trato de no gritar mientras mis
costillas me gritan en protesta.
—Necesito que te calmes, no estoy aquí para hacerte daño. ¿Puedes
moverte?
Ella me escupe.
—¡Vete a la mierda! Sé lo que es este lugar. Planeas venderme, puta.
Recuerdo a Scott que se encoge de hombros.
—Podrías hacerlo fácil. Sólo quiero llevarte a las duchas. ¿No quieres
una ducha?
—Si quieren comprarme, pueden comprarme así. Sucia. Porque eso
es lo mejor que tendrán.
De nuevo, miro a Scott, y se gira señalando hacia la manguera que
está en la pared.
56
—De ninguna manera —digo, y su ceja se eleva. De pie, le pregunto
de nuevo—. ¿Seguro que no quieres venir a ducharte?
—¡Jódete! —me grita de nuevo.
—Realmente no quería hacerlo a su manera. Preferiría hacerlo de la
manera agradable. Pero no lo estás haciendo fácil. —Se burla de mí—. Por
favor, ¿me dejas llevarte a las duchas?
—Saskia, te esperan en la Arena —dice Scott con una mirada
puntiaguda. Prefiero quedarme aquí toda la noche discutiendo con ella que
entrar en la Arena.
—Lo siento —le digo, mirando a la chica. Al encender la manguera, la
apunto hacia ella asegurándome de quitarle la mayor cantidad de suciedad
posible, para no tener que retenerla más tiempo del necesario. Cuando
vuelvo a ver el color de su cara, la cierro y escupe el agua en el suelo de
cemento frío. Scott se inclina y la golpea en la parte posterior de la cabeza,
dejándola inconsciente de nuevo y luego la arrastra por los pies de vuelta a
la habitación.
Cierra la puerta con llave y me sonríe al salir.
—Arena, ahora.
—Siento como si tuvieras una doble personalidad que apenas estoy
descubriendo —digo, siguiéndolo hasta donde se encuentra la entrada de la
Arena. Toca la manija de la puerta y la gira, sonriendo, y luego la abre.
—Recuerda sonreír y vender más.
Le enseño el dedo cuando paso junto a él y entro en la habitación. Veo
a Cecilia de pie en el bar con una bandeja en la mano. Caminando hacia
ella, inmediatamente me entrega la bandeja, y luego me da la vuelta
señalando hacia un grupo de tipos.
—Sonríe, no la dejes caer. Noche importante esta noche, será una de
las más ocupadas.
Asiento, caminando en la dirección que ella quería que fuera. Los
hombres toman sus bebidas, un tipo incluso se inclina para un beso, pero
me doy la vuelta justo a tiempo para que me bese la mejilla en lugar de los
labios. Todos dejan propinas, grandes propinas, suficientes para pagar el
alquiler de alguien. Pero para ellos, es un cambio pequeño.
Caminando de vuelta al bar, Amy está exactamente donde tomo las
bebidas. Sus brazos están apoyados en el mostrador mientras espera a que
me acerque a ella. Me doy cuenta de que Cecilia está al otro lado de la barra
y mueve la cabeza como si me dijera que no. Si pudiera darme la vuelta sin
que ella se diera cuenta, lo haría, pero sus ojos ya me están mirando. La
música es alta, casi ensordecedora, así que cuando la alcanzo y empieza a
57
hablar, no oigo las palabras que salen de su boca. Tengo que inclinarme, y
no es algo que quiera hacer.
—¿Me oíste?
Mi frente se arruga en confusión y la ira se apodera de su rostro. Sus
ojos hojean rápidamente la habitación y luego me mira y me da una bofetada
en la cara.
—Ahora escucha, tú... perra. Aléjate del escenario esta noche. Si te
acercas, te cortaré un dedo. ¿Escuchaste eso?
Mis ojos se abren de par en par por el miedo, y asiento rápidamente
comprendiendo. Le creo cuando lo dice. Me odia, por razones que ni siquiera
entiendo. Y no hay nada que pueda hacer al respecto. No es como si pudiera
hacer que le gustara. Y para ser honesta, no creo que me pueda gustar
nunca. Ella es malvada. Hasta el fondo, como un maldito perro del infierno.
—Sí —digo en voz baja. Pasa junto a mí para que pueda ir al bar.
Cecilia extiende su mano y toca mi mejilla.
—Siento que te haga eso. —Me encojo de hombros, no hay nada que
ella pueda hacer al respecto. Sólo tengo que tratar de mantenerme fuera del
radar de Amy. Si eso es posible. Lo dudo, pero lo intentaré. Tomando la
bandeja de las manos de Cecilia, salgo a la multitud de hombres. Mi sonrisa
está pegada en mi cara, tanto es así que mi cara me está picando por
mantenerla en su lugar.
Cuando me acerco al siguiente grupo de hombres, soy cortés cuando
les pregunto qué les gustaría beber.
—Saskia. —Mi nombre viene de uno de los miembros del grupo, lo que
me escandaliza. Rápidamente levanto la mirada para ver a Cane parado allí.
Mis ojos buscan en la habitación.
¿Está aquí solo o con otra persona?
Cuando no veo a nadie, miro hacia atrás. Ya me está observando, y se
acerca, su mano tocando suavemente mi hombro.
—No sabíamos que estarías mirando.
—¿Mirando qué? —pregunto, confundida. Su mano cae y sus ojos
miran alrededor de la habitación y se detienen en la de Antonio. Que nos
mira. Justo cuando voy a preguntar qué está pasando, Cecilia sube al
escenario y la música se calla. Sus ojos encuentran los míos, y puedo ver el
dolor en ellos antes de que hable.
—Tenemos una noche especial hoy. ¿Quién está emocionado? —ruge
en el micrófono. Todo el mundo empieza a aplaudir y a vitorear en voz alta.
Miro de nuevo a Cane. Me está observando.
58
—¿Qué está pasando?
Sacude la cabeza.
—Lo siento, Saskia.
No me dice nada. ¿Por qué se disculpa?
Cecilia empieza a hablar de nuevo. Antes de que diga una palabra
más, Amy me agarra del brazo y ni siquiera la vi venir. Tira de mí,
haciéndome soltar la bandeja que estaba sosteniendo mientras nos abrimos
paso entre la multitud. Nos movemos a los mismos asientos que la primera
noche. Es básicamente el asiento de Antonio. Cada vez que lo busco,
siempre está sentado ahí.
Ella me tira hacia abajo por lo que tengo que sentarme a su lado, luego
agarra mi barbilla con fuerza girándola hacia el escenario. Puedo sentir su
aliento mientras se inclina más cerca para susurrarme al oído:
—Si te vuelves una vez, te corto la pierna. —Quiero mirarla, pero tengo
miedo. Así que mantengo la vista en donde está Cecilia en el escenario—.
Voy a disfrutar esto.
—Esa hora de la noche ha llegado, cuando la sangre será derramada,
los corazones serán destrozados, y los puños serán magullados. Díganme,
caballeros, ¿están listos para la pelea más épica que verán en esta Arena?
Porque esto no volverá a pasar, se los garantizo. Ahora, permítanme ser la
primera en dar la bienvenida a nuestro primer oponente. Lo llaman
Cuchillos, principalmente porque sus manos son muy afiladas. No querrás
interponerte en su camino. Ha ganado todas las peleas en las que ha estado.
Así que, esta noche no debería ser diferente. Todos aplaudan y hagan sus
apuestas... por Cuchillos.
Todos aplauden tan fuerte. Ella es buena en esto. Cecilia. Sabe cómo
hacer suya la habitación. El tipo sale con un bastón negro en la mano. Es
enorme, y salta de un pie al otro empapado en cada ovación que recibe. Da
un paso atrás, y Cecilia da un paso adelante. Vuelve a la mitad del escenario,
con los ojos mirando a mi alrededor hasta que se detienen sobre mí. Ella
mira rápidamente hacia otro lado antes de volver a hablar.
—Ahora, esta es la razón por la que vinieron. Esta es la razón por la
que cada uno de ustedes está aquí esta noche. Nuestro rey, el creador del
Bajo Mundo, está aquí. Y esta noche, lucha por el amor... —Se detiene y
mira hacia atrás, mi corazón empieza a latir fuerte.
No se referiría a... ¿o sí? No, no podría.
—Es tan listo como su padre, pero mucho más peligroso. Lo hemos
visto pelear antes, pero nunca hasta la muerte.
59
Jadeo, cubriéndome la boca. Amy se ríe a mi lado, aparentemente lo
supo todo el tiempo. Por eso no me permite moverme. Cree que perderá. Tal
vez ella tenga razón, tal vez yo esté atrapada aquí para siempre si lo hace.
—Por favor, demos la bienvenida, al Sr. Ryken Lord.
Todo el mundo aplaude, pero mi corazón se desploma. Creo que ni
siquiera está en mi pecho. Da un paso al frente sin camisa, también con el
bastón en la mano. Entonces, antes de que pueda comprender lo que está a
punto de suceder, o incluso estar agradecida de que esté aquí, la campana
suena y Knives golpea primero, tirando a Ryken al suelo.
Miro para otro lado, y a cambio, mi pierna empieza a sangrar. Me
cortó, como dijo que haría.

60
Ryken
aldita sea! El primer puñetazo me dejó tirado, no me lo

¡M esperaba. Pero él tampoco esperaba que volviera a


levantarme. Es rápido. Antonio ha elegido bien. Cada
golpe que hago, él hace dos más. Puedo saborear mi
propia sangre. Me duele la cabeza, la adrenalina me mantiene en marcha.
Se siente como cinco minutos de nada más que golpes sólidos hasta que
finalmente recojo el bate negro. Él también lo hace, y da un paso atrás. Doy
un paso adelante.
Tiene una sonrisa en la cara como si supiera que está a punto de
ganar. No quiero darle esa satisfacción, estoy aquí por algo más que dinero.
Estoy aquí por una vida, la vida de Barbie en particular. Y no me iré hasta
que la tenga conmigo.
Quinn tiene órdenes directas. Si voy a morir en el ring, él debe hacer
todo lo necesario para recuperarla. Incluso si eso significa matar a todos
aquí. Lo que pienso hacer varias veces por segundo mientras estoy aquí.
Mi nombre es gritado, y me distrae por un momento. Lo suficiente
para que me golpee en la mandíbula. Mis pies dan un paso atrás, y yo doy
un paso adelante rápidamente. Mi mano con el bate golpea primero, seguido
por mi propio puño. He dado varios golpes sólidos antes de que pueda
devolverme el golpe.
La multitud empieza a aplaudir o a cantar. No estoy prestando
atención. Apenas puedo entender lo que están diciendo. Pero todo lo que
hace falta es una distracción menor, de cabello rubio, para que él acierte en
su golpe. Me tira al suelo y la Arena se queda en silencio. Comienza a
golpearme, el bate seguido por su puño, seguido por sus pies. Es muy
rápido, lo reconozco. Pero no espera que mis pies se muevan tan rápido. Lo
61
golpeo y su cabeza vuelve a caer al suelo, en el momento en que oigo el
crujido, estoy sobre él y lo golpeo hasta que sus ojos ya no se abren y su
cara no es más que sangre.
Todo se queda en silencio, y me las arreglo para volver a levantarme.
Todo me duele, hasta los dedos de los pies. ¿No es una sensación extraña?
¿Por qué notaría que me duelen los dedos de los pies? Entonces puedo sentir
la sangre goteando de mi ojo, sentir la hinchazón en mi labio, y sentir la
costilla rota como si no pudiera respirar.
Cecilia vuelve al escenario. Es una de las chicas que recogimos al
principio. Cuando aún estaba aprendiendo. Es buena, demasiado buena
para estar aquí. Pero por eso la mantiene, porque es buena en lo que hace.
Y a Amy incluso le gusta, y a esa puta no le gusta nadie. A menos que sea
ella misma, entonces está enamorada.
—Caballeros, parece que tenemos un ganador. El Sr. Lord sigue en la
cima, y los que apostaron en su contra, espero por su bien que nunca se
entere. —Cecilia se ríe y mira a su alrededor—. Ahora démosle otra ronda
de aplausos, y espero que cada uno de ustedes le invite a una copa.
Especialmente los que apostaron en su contra. —Me toca el hombro,
suavemente mientras baja el micrófono. Me sigue por las escaleras, pero
antes de que lleguemos al fondo, la voz de Antonio pasa por el micrófono:
—No lo mataste. No puedes reclamar lo que viniste a buscar si no lo
matas.
Cecilia me mira, luego sus ojos buscan por toda la habitación.
Siguiendo su línea de visión, la veo. Barbie está sentada al lado de Amy, que
parece tener un agarre sobre ella. Miro alrededor de la habitación viendo a
Quinn, muevo mi cabeza hacia donde está. Al subir las escaleras, Quinn me
lanza un cuchillo mientras camina hacia donde ella está sentada. Este lugar
no permite armas, no pueden impedir que traiga las mías. Alcanzo al
hombre, todavía desmayado, y en un rápido movimiento le corto el cuello.
Se desangra por todas partes. Miro a Antonio. Está sonriendo mientras me
mira. Quería ver ese lado de mí. Además, ahora conoce una de mis
debilidades.
Hay dos cosas en este mundo que nunca deberías hacer.
Una: deber un favor. A menos que planees matarlos.
Dos: que alguien sepa tu debilidad.
He hecho ambas cosas en el lapso de unos pocos años. La he cagado
de verdad. Pero eso no importa porque les daré a todos el mismo trato que
le dieron a este hombre en el piso, cuya sangre ahora empapa la planta de
mis pies.
62
Cuando me cruzo con Cecilia, ella no me mira, y yo no la miro
mientras camino hacia donde está sentada Barbie. No puedo ver su cara
porque Quinn está ahora bloqueando mi vista, pero cuando llego a ellos
Quinn da un paso atrás, y es cuando veo la sangre en ella, su cara roja, y
Amy sentada allí sonriendo alegremente, abrazándola.
Todo en mí hierve. Es la gota que colma el vaso de mi cordura, y se ha
roto. Con el cuchillo aún en la mano, me acerco más y me inclino hacia
abajo y beso la mejilla de Barbie, la herida. Susurrándole al oído, para que
Amy no oiga, le hago una pregunta directa:
—¿Ella lo hizo?
Barbie confirma con una mirada hacia abajo, y un breve "Sí" deja sus
hermosos labios suavemente. Luego introduzco mi cuchillo en la pierna
desnuda de Amy, justo al lado de la de Barbie. Ella grita fuerte, así que la
habitación se queda en silencio. Antonio se pone de pie, y se acerca a mí.
La ira irradia de él.
—Tienes valor, Lord.
Mis labios se mueven con una sonrisa de satisfacción mientras
chasquea los dedos. Un grupo de hombres salen con las armas en la mano
y me apuntan. Sacudo la cabeza ante ellos, y él.
—¿Crees que es inteligente, ponerme un arma en la cabeza?
Antonio mira a su esposa, que todavía tiene el cuchillo implantado en
la pierna.
Me agacho y lo saco. Sus manos cubren su herida, y Barbie se sienta
allí sonriendo.
—¿Crees que puedes dejar que tu puta toque lo que es mío y que a mí
me parecerá bien? —pregunto, mirando hacia atrás.
Quinn asiente, con la mano en el cinturón donde está su arma. Me
pasa una, deslizándola en mi mano mientras alcanzo la parte de atrás. Al
ponerla delante de mí, Antonio la mira.
—¿Cuál es la apuesta de que acabaré contigo antes de que una bala
me toque?
Sus ojos crujen de ira.
—No lo harías.
Me acerco, el arma se eleva a su cabeza y toco su sien.
—Si no les dices a tus hombres quién es el jefe, lo haré en un instante.
—Respira profundamente—. Tic, tac. —Le doy un chasquido en la oreja.
—Retírense.
63
Miro a mi alrededor mientras todas sus armas caen.
—Ahora diles... diles quién es el maldito jefe, Antonio. —La mitad de
la habitación se ha vaciado, así que ahora somos sus hombres y nosotros.
Podrían acabar conmigo si quisieran, pero tomaría mucho conmigo. Los ojos
de Antonio me miran, no quiere hacer eso. No quiere mostrar debilidad. No
delante de sus hombres, que ahora pensarán menos de él. —Michael sabe
quién es el jefe, tú también tienes que saberlo.
Antonio se queja ante el nombre de su hermano.
—Tú... tú eres el jefe.
Me apoyo en su oído.
—Dilo más fuerte.
—Tú eres el jefe.
Me echo para atrás, tiro el arma y miro a Barbie. Se sujeta la pierna
donde sangra. Amy está sentada junto a ella llorando.
—¿Quieres hacerle daño? —pregunto.
Barbie me admira, luego Antonio. No está segura.
—Abofetéala, de la misma manera que te abofeteó a ti, Barbie. Puedo
ver la huella de su mano en tu mejilla. —Se toca la mejilla y Amy deja de
llorar y comienza a rogarle a su esposo que la salve. No lo hará porque no
puede. Nadie puede salvar a esa perra ahora. Tiene suerte de que no la meta
en una bolsa para cadáveres—. Te dije que no la tocaras.
Amy automáticamente se calla, y Barbie se levanta de su lugar en el
sofá y la mira hacia abajo.
—Fuiste tan mala, sin ninguna razón. Me golpeaste, sin ningún
propósito. ¿Por qué? — le pregunta. Amy me mira y luego se vuelve hacia
ella, con su mano aun cubriendo su pierna que está sangrando.
—No lo mereces. Sólo eres una versión más joven de mí. ¿Te crees más
guapa? Veo la forma en que todos te miran. Incluso él... —Señala a Quinn
a mi lado—. Todos solían mirarme así.
—Así que son celos —le pregunta Barbie, confundida—. ¿Me golpeaste
porque estabas celosa?
Amy sonríe brillantemente, se le ven los dientes, y la mano de Barbie
se levanta y le da una palmada en la cara. Todos oímos el golpe, y cuando
me acerco a tocarla, lo vuelve a hacer. Golpeándola de nuevo.
—Maldita perra, no podía moverme por tu culpa. Apenas podía
respirar.
64
La agarro por la cintura y la muevo hacia atrás, para que ya no esté
cerca de ella. Amy siempre ha sido vengativa, pero esto es algo nuevo.
—Será mejor que te lleves a tu esposa antes de que se vaya en una
bolsa para cadáveres —amenazo a Antonio. Él mira a sus hombres, y los
chicos vienen a recogerla y sacarla—. Barbie. —Me mira, pero no hace
ningún movimiento para tocarme. Miro a Quinn, y él la toma de la mano y
la saca de la habitación.
Ahora de pie a mi lado está Cane. Ni siquiera lo vi venir, pero se siente
bien tener más de una persona leal cerca de mí.
—Nuestro trato ha terminado —dice Antonio sentado en su asiento.
—Tu hermano me contó algunas cosas. Quieres lo que es mío. ¿Crees
que debería dejarlo pasar? —Él no sabía que yo sabía que estaban
emparentados. A Michael se le escapó la noche antes de que nos fuéramos.
Cuando me estaba contando los planes de su hermano para hacerse cargo
de todo, salir del club y entrar en mi papel, no iba a dejar que eso pasara.
De ninguna manera.
—Está mintiendo —dice, moviendo la cabeza.
Mi cuerpo está empezando a bajar de la adrenalina. Puedo sentir que
quiere caer.
—No. No, no lo estaba. Pero parece que estás empeñado en tratar de
tomar lo que es mío. Incluso la chica.
—Ese fue el pago, lo sabías.
—Eso está a punto de terminar. Cambiaré las reglas. —Quinn vuelve
a aparecer junto a mí—. De ahora en adelante, no pagaré por una vida. Si
tomo una vida, se me permite tomar una maldita vida. ¿Quieres saber por
qué puedo tomar una maldita vida? —Me inclino hacia él, mi sangre
goteando sobre sus pantalones blancos y limpios—. Porque soy el puto jefe
y lo que digo se hace. Ahora repítelo.
Antonio no quiere. Quiere herirme más de lo que ha querido herirme
en el pasado. Pero me he probado a mí mismo esta noche, y ahora tengo la
ventaja. Pensó que estaría muerto. Cambió las reglas en el último minuto, y
sin embargo, aquí estoy.
—Tú eres el jefe.
Disparo el arma al aire, rompe la pared de yeso del techo haciendo
que las piezas caigan a nuestro alrededor.
—Ahora no quiero oír de ti una maldita noticia a menos que sean
negocios. ¿Me oyes?
—Sí, jefe.
65
Me mantengo erguido. Entonces camino hacia la entrada.
—¿Dónde está? —le pregunto a Quinn. Toma el arma y va a agarrarme
porque estoy a punto de desmayarme. Puedo sentirlo.
—En el auto. —Abre la puerta, y veo dentro del auto. Pero no la veo.
Todo lo que tengo delante es una puerta abierta.
—¡Joder! —grito. Luego hago lo que creía que iba a hacer. Demasiadas
heridas en la cabeza, demasiada pérdida de sangre. Así que, me desmayo
con Barbie en ninguna parte a la vista.
Maldita Barbie.

66
Saskia
is pies golpean el pavimento mientras corro. Incluso cuando

M mis costillas y mis piernas gritan, sigo corriendo. ¿Por qué


carajo no lo haría? No quiero quedarme aquí. Este es el
último lugar donde quiero estar. Tan lejos de este infierno
es donde quiero estar.
Las luces del auto parpadean delante de mí y se detienen a mi lado,
pero sigo corriendo hasta que su voz grita mi nombre.
Cecilia.
Me detengo bruscamente y me vuelvo hacia ella. Me está haciendo
señas para que vuelva. Me quité los tacones antes y mis pies están
descalzos. Así que en el momento en que me detengo, puedo sentir todo, las
rocas afiladas que se clavan en las plantas de mis pies. Dios mío, el dolor
en mis costillas es casi demasiado para soportar.
—¿Qué es lo que quieres?
Me saluda con la mano.
—Déjame llevarte.
—Me llevarás de vuelta —grito, tratando de mantenerme alejada de
ella.
Sacude la cabeza.
—No lo haré.
—Vives allí —le digo.
—Solía hacerlo, te quedabas con mi habitación.
—¿No me llevarás de vuelta allí? —Espero que sea tan buena como
parece y no una malvada encarnada como Amy.
67
—No, Saskia. Tengo un pequeño apartamento cerca de aquí. ¿Quieres
quedarte allí?
Me duelen los pies, me duelen mucho. Pero, ¿cuáles son mis
opciones? Quinn me metió en el auto y luego regresó por Ryken y salí
corriendo una vez que todo me golpeó. Me di cuenta de que ahora era libre.
—¿Nadie sabrá que estoy allí? —pregunto. Sacude la cabeza cuando
me acerco a ella y a su auto. Se mete cuando abro la puerta y conduce una
distancia corta a un bloque de apartamentos no muy lejos de donde corrí.
No conozco este vecindario en absoluto ya que nunca he estado aquí antes.
Me he quedado en mi ciudad y nunca me he ido, nunca he tenido los medios
para irme ni el deseo de hacerlo. ¿Qué más había para mí? No lo sabía, y
una parte de mí se contentaba con no saber lo que no podía tener.
—Esto es todo. No es mucho, pero tengo un sofá. —Señala el pequeño
edificio y sale mientras la sigo dentro. Tiene razón, es pequeño, pero estoy
acostumbrada a lo pequeño. Especialmente, de donde vengo. Desaparece y
luego vuelve con una manta para mí mientras la pone en el sofá.
—¿Los conoces bien?
Ella me mira.
—¿A quién? —pregunta.
—Bueno, Amy, Antonio... ya sabes, ellos.
Se encoge de hombros.
—Así como un empleado conoce a su jefe, supongo. Pero he conocido
a tu hombre antes, en realidad.
—¿Mi hombre? —le pregunto confundida.
—Ryken.
Oh... las palabras luchan por salir de mis labios, pero se las arreglan
para salir con un aliento tembloroso.
—No. No estamos... Quiero decir, no estamos...
Me hace un gesto con la mano para que no me preocupe.
—En realidad me tomó hace unos años.
Mis ojos se amplían ante sus palabras.
—¿Ryken te tomó?
Ella asiente, confirmándolo.
—Mira, sé que probablemente piensas que todo está jodido ahora
mismo. Pero recuerda, podría ser peor. Podrías estar todavía allí, en ese
lugar, con ella. —Me estremezco ante sus palabras.
68
—Sólo quiero ser yo. Sin ellos, ¿sabes?
Me ofrece una sonrisa triste.
—Te va a buscar.
—Lo sé, pero no sé si dejaré que me encuentre.
—Puede que no tengas elección en ese asunto. Es ingenioso. Es el rey
por una razón, Saskia. —Se va saludando con la mano, dejándome en su
sofá. Con nada más que la ropa en mi espalda.

Ella me mueve en la mañana, despertándome. Apenas he dormido.


Sólo dormí una vez que el sol salió. No tengo mis pastillas y mi cabeza giró
la mayor parte de la noche. Abro los ojos para ver a Cecilia mirándome.
—Tienes que moverte, están aquí. —Me muevo rápido, mis costillas
doliendo cuando lo hago. Me pasa un par de zapatos, me los pongo y voy a
la ventana de atrás. Está en su puerta cuando viene un golpe y deslizo mis
pies hacia afuera primero y luego voy a tocar el suelo, pero manos me
envuelven y me levantan. Voy a gritar, a golpear a la persona, pero los ojos
oscuros de Ryken se posan sobre los míos y puedo ver la tormenta detrás
de ellos. Incluso con toda la ira, el odio que tiene en ellos, puedo verme allí
también y relajarme instantáneamente a su toque.
Su toque me hace sentir como si tuviera una sobredosis.
Me jode más de lo que debería e instantáneamente calma mi corazón
errático.
—Huiste, Barbie, huiste de mí cuando no debiste. —Sus palabras me
ponen cachonda, mientras me desliza por su parte delantera. Siento cada
centímetro de él.
—Vuelve con Livia, tu prometida embarazada —me burlo de él.
Me empuja contra la pared, con las manos en el borde de la ventana.
—Vine por ti, Barbie. —Tratar de apartar la mirada de sus ojos es
difícil, incluso quebrado sigue siendo perfecto.
—No necesitaba que lo hicieras. —Empujo contra él y su cara se
contorsiona de dolor. Entonces me doy cuenta de que acaba de ser golpeado
y aquí estoy hiriéndolo aún más—. Mataste a un hombre —digo con una voz
más pequeña. Siempre tendré pesadillas por eso—. Su vida no valía la mía.
Sacude la cabeza y se queda conmigo.
—Lo hizo y siempre lo hará.
69
—Jefe.
Ryken mira más allá de mí y entra en la habitación. Tira de mi cabeza
hacia adelante y la pongo en su cuello. Huele a todo lo que extraño. Todo lo
que quiero pero que no debería. Ni siquiera lo escucho hablar mientras lo
oigo respirar, y hablar, mientras me tiene agarrada. Casi podría quedarme
dormida en el lugar en el que estoy ahora. Me siento sedada. Calmada. Feliz.
—Saskia. —Levanto la cabeza para ver a Cecilia mirándome por la
ventana—. ¿Quieres ir con ellos?
Quinn está de pie cerca de ella. En los brazos de Ryken, soy suya, así
que simplemente asiento. Me arrastra para asegurarse de que
permanezcamos conectados incluso cuando nos deslizamos en la parte
trasera de su auto.
Me pone en su regazo y me acuesto sobre él como si lo fuera todo. Que
sólo su presencia puede calmar todo en mí. Ese es el problema con Ryken
Lord, me hace olvidar quién soy y toda mi moral se va por la puerta cuando
está cerca. Tiene tanto poder sobre mí que cuando finalmente puedo respirar
cuando no está cerca, me doy cuenta de lo que me hace. Y ahí es cuando
intento escapar.
Su mano me recorre el cabello y lo cepilla con los dedos
repetidamente. No me pide que me mueva, incluso cuando Quinn dobla la
esquina y siento que su respiración se hace más profunda a medida que
aplico presión en su pecho. Él se queda dónde está y me quedo donde no
puedo apartarme de él. Porque si lo hiciera, sabría que este no es el lugar
donde debería estar. Debería estar en cualquier lugar menos aquí.
Conducimos durante lo que parecen horas cuando en realidad es
probablemente sólo una. Me quedo donde no pronuncio ni una palabra,
tumbada sobre su cuello tratando de pensar en nada más que en él. Eso es
casi imposible para mí. Así que por una vez lo disfruto. Son las pequeñas
cosas de la vida que se supone que debemos disfrutar, pero fracasamos en
muchas de ellas.
—Jefe. —La voz de Quinn es fuerte cuando el auto se detiene. La mano
de Ryken toca mi pierna y recuerdo entonces que estaba sangrando.
Mirando hacia abajo, sin moverme mucho de donde estoy, veo la sangre seca
y congelada de donde Amy me cortó. Sus manos se tocan alrededor para
comprobarlo, pero no hay nada que pueda hacer. Las manos me separan de
él y Quinn me recoge del auto y de Ryken como si fuera una muñeca. Me
lleva como si fuera una niña a una casa que no reconozco. Ryken nos sigue,
abriendo la puerta del dormitorio. Una niebla se despeja de mi cabeza
cuando no me toca, como si finalmente pudiera respirar y lo miro. Está
malherido y lastimado. Sin embargo, aquí está más preocupado por mí que
por él mismo. Entonces recuerdo la forma en que le cortó la garganta a ese
70
hombre, la cortó como si no fuera nada y luego lo dejó desangrarse en el
suelo.
Un escalofrío atraviesa mi piel cuando Quinn me pone en la cama.
Todavía no me he cambiado de ropa y todo lo que quiero hacer es quitarme
este estúpido vestido. Me recuerda a ese lugar. Huele como ese lugar y ese
es un lugar en el que no quiero pensar. Quinn sale cerrando la puerta detrás
de él y me levanto, abriendo el primer cajón de la cómoda. No hay nada
dentro. Mirando alrededor de la habitación, camino al armario. Justo antes
de que lo abra, la puerta de la habitación se abre y Ryken está ahí parado
mirándome.
—¿Planeando escapar de nuevo?
Me muerdo el labio, ni siquiera se me pasó por la cabeza. Sólo necesito
ducharme y cambiarme. Necesito que se vaya el olor de ellos.
—Necesito ropa y una ducha. Por favor.
Se quita la camisa con cuidado. Sus costillas están púrpuras y
parecen muy doloridas. Trato de no acobardarme. Se desabrocha los
pantalones y se los quita, así que está desnudo frente a mí.
—¿Qué estás haciendo?
Camina hacia donde yo estoy, abre la puerta del armario y saca una
de sus camisas. Me la pasa, luego mira a la ducha y luego a mí.
—Quieres ducharte. Necesito ducharme.
Quiero decirle que no, tenemos que dejar de cruzar esos límites. ¿Por
qué no podemos detenerlo? Es como si no se diera cuenta de que lo estamos
haciendo. ¿Cómo puedo verlo y él no? Pero la palabra “no” tiene problemas
para salir de mis labios cuando él está cerca y creo que él lo sabe.
—No juntos. —Es todo lo que digo, tirando de la camisa hacia mi
pecho.
Sacude la cabeza mientras abre la puerta de la ducha.
—Te he visto desnuda. He tenido tu trasero en el aire. Todo lo que es...
—Agita las manos en el aire—. ... Es una ducha, Barbie. Estoy demasiado
cansado y adolorido para cualquier otra cosa.
Creo en sus palabras, así que lo sigo. Como una tonta enferma de
amor que debería saberlo mejor. Pero no tiene ni idea. Enciende la ducha.
El cubículo es enorme. Más de dos personas podían caber cómodamente.
Dejando caer el vestido al suelo, salgo de él y me meto en la ducha con él.
Su espalda está hacia mí y qué increíble maldita espalda es. El contorno de
los músculos se marca con cada movimiento.
Me mira y se aparta del camino. Me meto en el agua con él y me cae
por toda la cara y por todo el cabello. El sentimiento es fuera de este mundo.
71
El agua caliente y acogedora, las pequeñas gotitas golpeando mi piel y
quitando cada pedazo de escoria de ese lugar.
Ryken agarra el jabón y empieza a lavarme. Es cuidadoso como si
fuera a romperme. Y es fiel a su palabra, ni una sola vez intenta algo. Puede
que se quede en lugares donde no debería, pero eso es lo más lejos que
puede llegar.
Después de lavarme todo el jabón, lo siento detrás de mí. Sus labios
besan mi cuello y susurra:
—Ahora hueles como yo. —Es difícil moverse cuando alguien que
quieres, pero sabes que no puedes tener, te está tocando y susurrándote al
oído. Se necesita todo en mí para no sufrir una sobredosis en su toque.
Porque eso es todo lo que parece pasar. Me toca, me derrito y soy suya.
Saliendo, me sigue de vuelta a la habitación. Me pongo la camisa y me
enrosco en una bola. No está a mi lado cuando me duermo y por eso, estoy
agradecida porque tenerlo allí me llevaría a otras cosas. Cosas para las que
no estoy preparada y sé que sería difícil decir que no.
Ese es el problema con el Ryken Lord... le gusta que darte una
sobredosis.

72
Ryken
o pasó mucho tiempo antes de que Barbie se durmiera cuando

N volví a entrar para ver cómo estaba. Se había metido en una


bola. Coloqué la sábana suavemente sobre ella y le besé la
mejilla antes de salir de la habitación.
Quinn está sentado en el sofá con un trago en la mano. No mira hacia
arriba ni hace ningún movimiento cuando me siento. Me envolvió las
costillas después de la ducha y eso me ayuda con el dolor. Además, el
alcohol te quita la tensión.
—Tu padre te dio la lista, ¿verdad? —Miro hacia arriba, confundido
ante sus palabras. Se toma el resto de su bebida y continúa—: La lista para
incriminarlos. Además, la caja de seguridad. Él te lo dio, ¿verdad?
—Lo hizo. ¿Cómo lo supiste?
Se ríe.
—¿Quién crees que la creó para él?
Por supuesto que lo hizo. Me olvidé completamente de la lista. La puse
en mi bolsillo y fue lo último en lo que pensé. Supongo que eso es lo que
pasa cuando tu padre muere. Pasando la mano por mi cabello, escucho a
Quinn servir otra bebida. Me la ofrece y se sienta sacudiendo la cabeza.
—La usaré en su contra porque no va a descansar. Lo pude ver en sus
ojos. Él me odia. Odia que lo haya acobardado y que ahora haya perdido el
respeto de su gente.
Quinn asiente.
—Le faltaste el respeto en su lugar.
Aprieto los dientes con fuerza.
73
—Se lo merecía.
No argumenta que estoy equivocado, está de acuerdo conmigo.
—Deberías haberlo matado porque ahora va a intentar matarte.
Tiene razón, Antonio no dejará pasar esto. Estará en una misión para
derribarme. Sólo tengo que averiguar primero cómo derribarlo. No planeaba
matarlo, es demasiado valioso. Pero todas las cosas pueden ser
reemplazadas, Antonio incluido.
—No será capaz de hacerlo.
Quinn mira detrás de mí a la habitación donde ahora ella está
durmiendo.
—¿Seguro que no va a intentar saltar por la ventana? —bromea.
—No, se desmayó. —Además, estamos en lo alto del hotel. Somos los
dueños de esta suite. Y la única forma de que saliera sería pasándonos.
—¿Vas a hablar de lo que hizo Livia o planeas eliminarla? —Se refiere
a cómo me mintió sobre el bebé.
—Necesito un tiempo lejos de ella. Si la viera ahora, no sé qué le haría.
Eso es lo que me asusta. —Es verdad. Mi amor por Livia ha cambiado, pero
mi amor por Barbie ha permanecido igual. Ni siquiera sé por qué.
—¿Quieres saber lo que pienso? —Sacudo la cabeza, pero sé que me
lo dirá de todos modos—. Nunca amaste a Livia, sólo pensaste que lo hacías.
Porque eso es lo que deberías haber hecho. Porque eso es lo que tu padre te
dijo que hicieras. Crees que la amas porque estaba ahí para ti. —Podría
tener razón, pero también podría estar equivocado.
Mi celular empieza a sonar. Es ella, siempre es ella. Livia nunca se
detiene. Estoy tan cansado que podría desmayarme ahora mismo y no
despertarme nunca. Pero no quiero hacer eso. Ahora mismo, quiero ver a
Saskia, tocarla y sentirla. Saber que es mía y que puedo tenerla. Obsesión
es una palabra que usaría para ella. Es lo que siento con ella, día tras día y
lo que he hecho desde el primer día que la vi. Incluso cuando intenté
convencerme de que la odiaría. Nunca funcionó. ¿Cómo puede ser alguien
tan perfecto?
—Me voy a dormir. —Me pongo de pie, mis manos tocan mis costillas.
Duelen, pero los analgésicos y el alcohol finalmente han hecho efecto.
—Trata de no molestarla cuando duerme —bromea mientras me voy—
. Oh, ¿y dónde coño está Cane?
Mierda. Olvidé que estaba aquí.
Mirando atrás a Quinn.
—¿No puedes encontrarlo?
74
Sacude la cabeza.
—No, su celular está apagado, así que no puedo rastrearlo.
Probablemente esté bebiendo y follando —responde Quinn, que es lo que
Cane suele hacer hoy en día.
—Aun así, de todos modos, trata de encontrarlo; especialmente ahora.
Caminando hacia la habitación, abro la puerta y compruebo que sigue
ahí. No se ha movido del lugar en el que la dejé, con una sábana encima y
mi camisa. Tirando de la sábana hacia atrás, me deslizo junto a ella, con
cuidado de poner mis brazos a su alrededor para poder envolverme en ella.
Respira más profundamente y suspira durante el sueño.
Este es mi lugar feliz. Lástima que sea fabricado y que no dure.

Ella se ha movido, sólo para acercarse a mí. Su cabello está esparcido


por todas partes. Estoy acariciando con mis dedos su hermoso cabello y sé
que está despierta. Pero no se está moviendo. Sólo se acuesta en el mismo
lugar.
—¿Vas a hablar?
Ella sacude la cabeza en respuesta.
Nos quedamos en el mismo lugar, los dos sin hablar, simplemente
tumbados.
La puerta del dormitorio se abre y golpea contra la pared. Los dos nos
movemos mirando hacia arriba y Livia se queda ahí parada. Nos mira a los
dos y el vaso en su mano es lanzado directamente en nuestra dirección.
Cubro a Barbie, el vaso golpea mi espalda, seguido por el agua fría que nos
golpea.
—¿Planeas seguir adelante tan rápido? —grita.
Barbie salta de la cama, con los ojos bien abiertos y temblando.
¡Joder! ¿Por qué tenía que venir Livia ahora?
—No hicimos nada, sólo dormimos.
Livia la mira, se burla y me mira a mí.
—Haz que se vaya, Ryken, ahora. Si quieres intentar salvarnos, haz
que se vaya.
75
Sus amenazas ya no funcionarán. Mirando a Barbie, no ha dejado de
temblar. Nos mira con los ojos muy abiertos y sigue vestida con mi camisa.
Quinn se acerca a la puerta, y lo miro fijamente. ¿Cómo carajo lo pasó
Livia en primer lugar? Se está frotando los ojos. Así es como entró, ni
siquiera estaba despierto.
—No. Ahora vete a la mierda, Livia.
Me mira fijamente y luego mira a Saskia. No quería tener nada que
ver con ella antes. También sabe que Barbie la ama. Así que, si no escucho,
adivina quién lo hará.
—¿Planeaste esto? ¿Acostarte con mi hombre?
Las manos de Barbie tiemblan, me mira a mí y luego a ella.
—Sólo dormimos. Nada más, Livia.
—Quiero que te vayas, Sass. Quiero que te vayas ahora mismo.
Barbie no discute, recoge sus zapatos y no mira hacia atrás cuando
sale por la puerta de la habitación justo después de Livia y Quinn en
dirección a la puerta. Voy a detenerla, pero Livia se interpone en mi camino.
—Ella no te elegirá a ti. ¿No te das cuenta de eso? Si se lo dijera, me
elegiría a mí. —Se necesita todo en mí para no estrangularla—. Ahora tienes
que hacer lo mismo. No puedes desecharnos tan fácilmente, Ryken. Hemos
sido demasiado buenos juntos. Construimos una vida.
Estoy harto de esta mierda, harto de ella. No puedo soportarlo más.
Dando un paso hacia ella, voy a decirle algo y ahí es cuando lo veo. Ahí es
cuando los veo.
Hay otros tres hombres en la suite. Quinn gira rápidamente y cae al
suelo, y el ejército se arrastra hasta donde se encuentran sus armas.
Agarrando a Livia mientras los disparos cruzan, la tiré al suelo cubriéndola
con mi cuerpo. Una me golpea en el brazo y luego se desliza una pistola
delante de mí. Quinn responde, puedo oír los disparos a mi lado. Tomando
el arma y manteniendo a Livia a mis espaldas, hago lo mismo, levantando y
disparando. A dos les disparan, el tercero corre. Quinn corre a la puerta
para asegurarse de que todo esté despejado antes de volver a entrar.
Barbie.
Lo miro y sus ojos son salvajes.
—Se fue antes de que esto ocurriera. La encontraré.
Suelto un suspiro de alivio y luego me levanto de Livia. Sus ojos están
muy abiertos cuando me mira. Parece asustada.
—Liv. —No dice una palabra, se le caen las lágrimas de los ojos. Voy
a moverla, pero Quinn me grita que pare.
76
—Si la mueves, podrías causar más daño. —Se acerca y la mira.
—Livia, ¿estás herida?
Sus ojos dejan los míos y miran a Quinn mientras murmura un
pequeño Sí. Y automáticamente llama a una ambulancia.
—Mierda. —Me dejo caer a su lado y le beso la frente. Llora más fuerte,
no se mueve.
—No puedo moverme, Ryken, no puedo sentir mis piernas. —Sus
palabras me escandalizan. Trato de hablar con ella, de decirle que todo
saldrá bien.
Unos minutos más tarde llegan los paramédicos y la evalúan. Ha sido
golpeada, la bala ha pasado a través de su costado y se ha alojado en su
columna vertebral. Tienen cuidado cuando la trasladan y la llevan al
hospital. Quinn y yo la seguimos de cerca y en el momento en que llegamos,
la llevan a cirugía.
—Ella estará bien, jefe —dice Quinn. Aún lleva su arma, puedo verla
metida en sus pantalones.
Lleva horas. Nos sentamos en el mismo lugar mirando el reloj, hasta
que el doctor sale. La policía ha venido. Los padres de Livia han venido de
visita. Pero no hay señales de Barbie.
Nos dice lo que no queremos oír, que sí golpeó su columna vertebral.
Tienen que esperar a ver cómo se recupera. Que tienen grandes esperanzas
de que vuelva a caminar, pero será un proceso largo.
Mi corazón cae en picada al suelo.
Se necesita todo en mí para no ir tras Antonio ahora mismo. Porque
sé que fueron sus hombres. Nadie más sería tan estúpido como para hacer
eso.
—¿Por qué había armas? —pregunta Christopher, su padre.
Nos escuchó cuando hablamos con la policía, pero nos hicimos los
tontos. No estamos familiarizados con la policía aquí. Este no es nuestro
territorio local.
—No lo sabemos, señor. —Quinn responde por mí.
Christopher lo mira y luego me lo devuelve.
—¿Qué es lo que dijiste que hacías para ganarte la vida, Ryken?
Porque no me siento muy seguro contigo con mi hija.
—Dirijo los negocios de mi padre. —Mira al piso y mira hacia atrás,
hacia la puerta de donde vino el doctor. La madre de Livia no ha dicho ni
una palabra, está sentada con las manos apretadas y se está balanceando.
77
—Quiero que te vayas, Ryken. No te quiero aquí cuando se despierte.
Quiero hablar con mi hija sin tu influencia. —Si supiera que es Livia la que
tiene la influencia. Ella es la que mueve los hilos, ella es la titiritera y yo sólo
soy el títere que no siempre obedece.
—Quiero verla.
Su labio se levanta en un gruñido ante mis palabras.
—Lo harás cuando ella diga que puedes. Vete, ahora, por favor. No
puedo tenerte aquí con mi esposa, mientras esperamos a que nuestra hija
se despierte. —No discuto con él. Me pongo de pie y Quinn se pone de pie.
No nos mira de vuelta mientras se sienta a tomar la mano de su esposa.
Caminando por el frente del hospital, Quinn levanta su teléfono.
—Todavía está en la Arena, ¿tienes un plan?
No contesto porque todavía estoy tratando de convencerme a mí
mismo de no entrar y arrancarle la cabeza del cuerpo mientras me muestra
el rastreador.
—Se lo puse anoche. cuando le estreché la mano. —Le sonrío a lo
inteligente que es. ¿Quién habría pensado hacer eso, sino Quinn? Tengo que
darle las gracias. Darle más de lo que mi padre nunca pudo darle.
Estaría muerto si no fuera por él.
También Barbie.
—¿No la has encontrado?
Sus ojos caen al suelo antes de volver a mirarme.
—Nada. Incluso hackeé las cámaras de seguridad. No la encuentro,
pero seguiré buscando, jefe.
—Llama a los hombres.
Asiente, colocando el celular en su oreja mientras nuestro auto se
detiene.
Estamos a punto de hacer algo de ruido.
Estamos a punto de volar a algunos cabrones.
Y no lo verán venir.
Porque a diferencia de ellos, no entraremos allí con unos pocos.
Entraremos con todo un ejército y una gran explosión.
78
Saskia
e siente como si todo lo que hago es correr. Correr los últimos

S días es todo lo que he intentado hacer, pero he fallado todas las


veces. Zapatos en mano y con solo su camiseta puesta, me
siento bastante desnuda. El hombre en la puerta del hotel me
mira luego aparta sus ojos rápidamente.
—Perra. —Girándome, veo a Amy ahí parada.
¿Qué demonios está haciendo ahí?
Me sonríe con una sonrisa siniestra, mirando detrás de mí y luego a
mí de nuevo.
—No pensaste que te dejaría irte tan fácilmente, ¿cierto?
Mis ojos buscan alrededor, a alguien. El portero ya no está en la
puerta y todo lo que hay ahí es un auto negro. Con Amy parada fuera de
este mirándome hacia abajo. Su pierna está envuelta en un vendaje y es
cuidadosa en no poner peso en ella mientras está de pie.
—¿Qué es lo que quieres?
Amy sacude su cabeza ante mis palabras.
—Bueno, para empezar, nunca fuiste alguien que quisiera. Pero ahora
que te fuiste, extraño tener a alguien con quien jugar.
Con una rápida sacudida de mi cabeza, doy un paso atrás.
—Tienes problemas, lo sabes, ¿cierto?
Se encoge de hombros hacia mí.
—Todos los tenemos. Solo acepto mi locura. Tú eres igual, Saskia. Lo
veo en tus ojos. Solo prefieres ocultarlo y pensar que eres buena.
79
Sacudo mi cabeza hacia ella.
—No me conoces.
Amy chaquea su lengua ante mis palabras.
—Oh, pero sí lo hago. Tienes una severa depresión, ¿cierto? Y la única
manera que conoces para controlarla es tomar pastillas. No necesitas las
pastillas. Escucha las voces y hazlo.
—No hay voces, Amy. ¿De qué estás hablando? Tal vez para ti las
haya, pero no para mí.
—¿Es por eso por lo que intentaste suicidarte?
Miro hacia la cicatriz en mi muñeca.
—Mi mundo estaba cambiando, intenté detenerlo.
Una vez más, chasquea su lengua hacia mí y se adelanta. Sus pasos
son lentos, medidos, pero también dado que está virtualmente discapacitada
por la herida de cuchillo que Ryken tan amablemente le infligió.
—No tienes tus pastillas. ¿Las quieres? —Amy las ondea hacia mí.
Piensa que las necesito para sobrevivir, pero no lo hago. Espero. Pero las
dos enfermedades son completamente diferentes. Eso lo sé.
—No las necesito para sobrevivir. —Miro alrededor para ver a dos
hombres saliendo de su auto y cruza sus brazos por encima de su pecho.
—Aunque verás que yo sí te necesito. He llegado a extrañarte en las
últimas veinticuatro horas. ¿Tú no me ha extrañado?
Estuve a punto de soltar una carcajada.
—Ni un jodido poco.
—Lástima. —Chasquea sus dedos hacia los dos tipos para que se
acerquen a mí. Uno me alcanza antes que pueda girarme y correr, así que
lo pateo fuertemente entre sus piernas haciéndolo que se agache. El otro
aprovecha la oportunidad para agarrarme, fijando mis manos en mis
costados y levantándome como si fuera una muñeca de trapo. Dejo caer mi
cabeza y muerdo su mano tan fuerte como puedo.
Ahí es cuando lo escucho, disparos. Mi cuerpo se queda inmóvil y mis
ojos se agrandan, mientras intento mirar atrás para ver de dónde proviene
el ruido. Fue amortiguado, pero definitivamente fue de un arma.
—Oh, esos solo fueron mis hombres matando a los tuyos. Nada de lo
que preocuparte, Saskia.
Pude haberme alejado, pero esta vez su mano está de nuevo sobre mí
y me está levantando y llevándome hacia el auto. Me empuja hacia el interior
y se para en el exterior del auto, así no puedo abrirlo y escapar. Las puertas
80
se bloquean y el conductor arranca el auto cuando Amy se sienta junto a
mí. Quiero arrancarle los ojos, estirarme hacia esa herida y hundir mis uñas
tan profundamente como pueda para ver si grita.
—Tu cerebro no se apaga mucho, ¿cierto? —pregunta.
El auto acelera y me acercó más hacia la puerta. El tráfico está por
todas partes, pero las ventanas del auto están oscurecidas y la tintura es
muy oscura. Mi mano se estira hacia el seguro, mientras ella inspecciona
sus uñas.
—Oh, sí lo hace, cuando estoy dormida.
Amy se ríe de mis palabras y logro desbloquear la puerta sin que lo
note. Mirando hacia adelante, el conductor no parece estar disminuyendo
la velocidad, pero el camino está lleno de autos.
—Estás celosa de mí, ¿cierto? Porque soy mucho más bonita que tú.
Sus labios forman una línea apretada y mira hacia adelante. He
logrado llevar mi mano hacia la manija. No voy a retroceder. De ninguna
maldita manera. Ni por equivocación.
—Tú no... —Sus palabras son interrumpidas cuando abro la puerta y
salgo, saltando de un auto en movimiento. Grita, pero no me importa. Mi
espalda y cabeza golpean el suelo fuertemente, pero incluso intentar
proteger mi cabeza no ayuda en mucho. Escucho rechinidos y autos
deteniéndose a mi alrededor. Un hombre en un auto plateado sale y camina
hacia mí. No parecer ser uno de ellos, pero de todas formas soy cuidadosa
mientras me enderezo para alejarme de él. Incluso si no puedo moverme
lejos.
—Señorita, señorita, por favor no se mueva. Saltó de un auto en
movimiento. Puede que tenga algunas lesiones serias.
Sacudo mi cabeza y miro hacia el auto en que estaba. Ya no está ahí,
siguieron conduciendo. Gracias al cielo. Ahora tengo que salir de aquí y
alejarme de ella lo más que pueda.
—Estoy bien. —En el minuto que mis palabras salen de mi boca sé
que no es así.
—No, señorita... por favor. Soy doctor. Al menos déjeme llevarla al
hospital.
Lo ignoro e intento ponerme de pie. Algunos autos a nuestro alrededor
comienzan a moverse de nuevo, excepto el que está detrás de nosotros que
es su auto plateado. Su mano se desliza debajo de mí y me ayuda a pararme,
para así no caerme.
—No quiero un hospital —respondo con piernas temblorosas.
No discute conmigo, acompañándome a su auto.
81
—Tengo una clínica. ¿Vendrías conmigo ahí? ¿Solo para que pueda
asegurarme que no te hayas roto nada o tengas una conmoción cerebral?
Necesitas una evaluación médica. —Me sonríe amablemente.
—¿Nadie más? —Me mira con sorpresa—. Está bien.
Suspira mientras abre la puerta de su auto y entro de la mejor manera
que puedo hacerlo. Corre para rodearlo hasta llegar a su lado, entra y
enciende el motor. Arrancamos hacia la calle y nos quedamos en silencio
mientras conduce. Mi espalda duele y mi cabeza está pulsando tan fuerte
que temo que vaya a explotar.
—¿Tienes algo para el dolor de cabeza? —pregunto.
Sacude su cabeza, luego me mira.
—Casi llegamos. Una vez que te evalúe, puedo darte algo. —Nos
orillamos frente a un consultorio médico y sale del auto, rodeando para
llegar a mi lado para ayudarme a salir. Camina conmigo, su mano en mi
cintura, cuidadoso de no lastimarme mientras abre la puerta y enciende las
luces. Ayudándome a subirme a una camilla, me inspecciona, revisa todo y
retrocede, entregándome algunos medicamentos para el dolor.
—Debes ser cuidada de cerca durante las próximas veinticuatro
horas, te golpeaste la cabeza bastante fuerte.
Ignoro su palabra de advertencia.
—Necesito regresar a casa.
Baja la mirada y ahí es cuando realmente lo miro. Su cabello es claro,
su rostro es suave y es amable. Algo que no había visto o estado alrededor
por algo de tiempo. Ni siquiera Ryken es amable. Ryken me desea y nadie
va a detenerlo de obtenerme. Ni siquiera yo.
—Umm... ¿puedo preguntarte dónde está tu ropa?
¡Mierda! Jalo la camisa de Ryken hacia abajo tanto como puedo.
—No tienes algo de ropa de mujer por ahí, ¿cierto?
Mira más allá de mí y camina hacia un closet, abriéndolo y sacando
una falda de mujer. Se inclina y me la pasa.
—¿Sirve esto? Es de mi asistente.
Asiento.
—Gracias.
—¿Cuál es tu nombre?
—Lo siento, es Saskia.
—Bueno, Saskia... no quiero sonar como un oficial de policía o un
investigador. Pero oye... —sonríe—... saltaste de un alto en movimiento casi
82
contra el mío. —Se encoge de hombros e intento no sonreír ante su elección
de palabras—. Pero ¿debo preguntar? ¿Alguien te está lastimando? ¿Tienes
algún problema que quieras compartir? —Mira hacia mi muñeca, luego a mi
pierna, donde no hay duda que hay una herida nueva cortesía de Amy.
—Lo hacían, pero ya no.
Sus ojos se ensanchan como si no hubiera estado esperado mi
respuesta.
—Tal vez deberías ir con la policía.
—No. Solo quiero ir a casa. —Mirándolo antes de ponerme la falda,
pregunto—. ¿Cuál es tu nombre?
Me ofrece una sonrisa amable.
—Wyatt. —Se da la vuelta mientras me pongo la falda, luego, cuando
digo “Gracias”, se da la vuelta de nuevo para mirarme.
—¿Dónde es casa, Saskia?
—Aquí no —digo, mirando alrededor—. Lo siento, eso fue grosero.
Wyatt se encoge de hombros.
—Creo que tienes derecho a eso. Aunque ¿me dirás por qué brincas
de un auto en movimiento?
Mis manos pasan por el frente de la falda que llevo puesta. Estoy tan
cansada. Oh, tan cansada. Quiero dormir de nuevo, por algo de tiempo si
puedo.
—La mujer en el auto... —me detengo, pensando en qué decir—... no
es particularmente de mi agrado. Y no quería ir a donde ella me llevaba.
Asiente como si entendiera, pero nadie puede hacerlo. Es imposible
saber lo mucho que odias a alguien solo porque decidieron que eras
demasiado bonita.
—He querido saltar de algunos autos debido a mujeres, pero nunca lo
he hecho realmente. —Se ríe y a pesar de la situación, de hecho, me río con
él.
—Sí, bueno, esta era el siguiente nivel de locura. Da gracias que
nunca la conocerás. —Mirando alrededor, me giro hacia él—. No sabrías
cuán cerca está el aeropuerto más cercano. ¿cierto?
—Sí. ¿Vas a volar hacia algún lugar?
Mi mano frota mi brazo. Estoy nerviosa de contarle a alguien hacia
donde me dirijo. Con el tiempo, podrían averiguarlo. Pero por alguna razón,
sin importarlo lo mucho que quiero intentarlo, sé que no puedo mantenerlo
oculto, pero seguro que voy a intentarlo. No debería tener que hacerlo, mi
83
deuda fue pagada por completo. Así que ¿por qué debería hacerlo? Sé que
tengo que escapar de aquí. Este es el peor lugar para que esté.
—Quiero volar al norte, necesito llegar a casa.
Wyatt se gira, caminando hacia el mostrador para levantar su celular.
Escribe un par de cosas, luego se gira hacia mí.
—Mira, normalmente no ofrecería esto. Pero mis padres tienen un jet
privado y puedo llevarte en él esta noche.
Estoy sorprendida por su bondad. No he experimentado bondad como
esta desde lo que se siente como años. Todo es tan agotador. Esta vida, mi
vida, se ha convertido en algo debilitante. Ni siquiera sé cómo llegué a este
lugar en el tiempo, cómo no me he roto en millones de piezas para este
punto. Así no es como se suponía que fuera en esta etapa de mi vida. Se
suponía que fuera alguien que amara a alguien, que disfrutara de la vida.
Necesito a alguien que me ame, no que me toque como a un violín.
Ryken Lord me ama.
De esto no tengo duda.
Pero también me está consumiendo. Incluso si también lo amo, ya no
puedo seguir haciéndolo. Necesito vivir y con él, hago exactamente lo
contrario a eso. Apenas si sobrevivo.
—Tan amable como eres, no puedo aceptar tu oferta. Eso sería...
—Mira, siéntete libre de decir que no. Lo entiendo. Pero suena como
que necesitas un escape y no uno donde la gente pueda encontrarte.
¿Déjame hacer esto por ti?
—¿Estás seguro? Puedo pagarte. Cuando llegue a casa. —Puedo,
bueno, al menos espero poder. Tenía dinero y soy dueña de mi propio
negocio. Así que espero que eso aun siga con vida.
—Confío en ti, Saskia. Por favor, déjame ayudarte.
Le doy un simple asentimiento. Toma sus llaves y sale por la puerta.
Aceptar ayuda de alguien es nuevo para mí. La única persona de la
que he aceptado alguna ayuda fue de Livia y su familia, porque eran mi
familia, así que esto simplemente se siente nuevo. No puedo determinar si
es algo bueno o malo. Pero, de cualquier manera, quiero ir a casa y puedo
ver que esta es una forma segura y conveniente de hacerlo. Quiero ver a mi
madre y quiero dormir en mi cama de nuevo.
Pero, más que todo, quiero estar lejos de este lugar lo más rápido que
pueda. Y si esta es la manera de hacerlo, entonces eso es lo que haré.
84
Confesión #10
—Bendígame, padre, porque he pecado.
Oh Dios, sí que he pecado.
Si tan solo supiera que yo fui la razón.
La razón por la que ella la odia tanto.
Soy la causa de todo ello.
Me odiarán, de eso no tengo duda.
Pero está bien, porque nadie gana una guerra teniendo gente que los ame.
Me importa una mierda la redención o cualquier otra cosa que el sacerdote
quiera lanzarme en este momento, así que me voy rápidamente.
¿Absolución? ¿Qué es eso? ¿Exoneración por algo que haya hecho? Bueno,
digo que... a quién le importa una jodida mierda tu absolución.

85
Ryken
―A
my tiene a Saskia ―dice Quinn, mientras me muestra
un vídeo de hace dos días que fue tomado desde el
frente de mi hotel. No he salido del hospital después
de la operación de Livia, y he permanecido a su lado
desde entonces. Sus padres no pueden mantenerme alejado. Yo soy la razón
por la que ella está en este lío. Tenía que verla, para asegurarme de que ella
está bien. He llegado a una decisión de que no estamos bien juntos. Pero no
puedo hacerlo ahora, no con la forma en la que ella esta.
Tenemos que esperar un resultado, y ella me preguntó en el momento
en que despertó. Sus padres no están contentos con eso, pero tampoco hay
nada que puedan hacer al respecto. Hemos estado juntos demasiado tiempo.
Somos una pareja.
Sentado y tomo el celular de su mano, miro su largo cabello rubio
mientras ella sale seguida por Amy. Parecen hablar antes de que otros dos
hombres salgan del automóvil y caminen hacia ella. Voy a apagar el vídeo
porque no quiero ver qué pasa después.
Quinn coloca una mano sobre su celular para detenerme.
―Sigue mirando.
De mala gana lo hago y una sonrisa tira de mis labios. Ella patea a
uno de los chicos directamente entre las piernas, y justo cuando el otro
hombre la agarra, le muerde la mano, pero luego se congela. Sus ojos
vuelven al edificio, y sé lo que está oyendo. Ella está escuchando los
disparos. La suben al auto, y ahí es donde termina el vídeo.
―¿Esto es todo lo que sabes? ―pregunto.
Él asiente y mira hacia la cama donde Livia está durmiendo.
86
―Los hombres han comenzado a llegar.
Me levanto y crujo mi cuello. Sentarme todo el día no es bueno para
mí. Caminando hacia Livia, la beso en la frente antes de salir por la puerta
con Quinn siguiéndome.
―¿Como está ella?
Miro hacia atrás en la habitación donde todavía está dormida.
¿He arruinado su vida porque no pude escogerla? Espero que no.
―Está sanando. Van a evaluarla en unos días.
Él no dice nada al principio, es cuidadoso con sus palabras.
―¿Pero podrá caminar otra vez?
Asiento.
―Sí, eso dijo el doctor.
Se rasca la cabeza y luego se escucha su celular. Sus cejas se fruncen,
y él vuelve a levantar su teléfono.
―Entonces, ¿es más dura de lo que le dimos crédito?
―¿Qué? ―pregunto, confundido.
Él me da su celular. Esta vez las imágenes del auto negro al que se
vio forzada a entrar. Y entonces algo sucede. La puerta se abre, y Barbie se
lanza. Rodando directamente hacia el tráfico que viene en sentido contrario.
―¿Qué mierda? ―grito.
Los labios de Quinn se levantan en una sonrisa.
―Es jodidamente ruda. Se ríe. No me parece gracioso. Como no sé lo
que sucedió, lo único que agradezco es que ella ya no está con ellos. Al
menos, eso es lo que espero.
―Estaré aquí esta noche.
Él asiente, alejándose.
Caminando hacia la habitación, Livia está despierta y mirándome.
―No quieres estar aquí, ¿verdad?
Me acerco a ella y le toco la mano.
―Por supuesto que sí.
―¿Dónde está ella? ―pregunta, sin moverse. Sus ojos muy abiertos.
Su cabello en la parte superior de su cabeza en uno de esos bollos sucios.
―¿Quien?
Livia pone los ojos en blanco hacia mí.
87
―No juegues conmigo, Ryken. ¿Dónde está Saskia?
―No lo sé.
Ella retira su mano.
―¿Realmente no lo sabes? ¿O estás mintiendo? Lo cual pareces hacer
mucho conmigo últimamente.
―Realmente no lo sé.
Livia me mira y luego sus ojos vuelven a mí.
―Quiero que me elijas por encima de ella. ¿Por qué es tan difícil de
hacer?
―No quiero hablar de esto ahora, Livia, estás sanando.
Su mano se cierra a su lado.
―No me tengas lástima, merezco más que eso. ¿Quiero saber por qué?
Sentándome junto a su cama, mis manos están sobre mis piernas
mientras que saltan de arriba abajo.
¿Cómo dice a alguien la verdadera razón sin romperlos en un millón
de piezas?
―Porque la amo. ―Al mirarla, creo que ella lo sabe. Ya le había dicho
anteriormente que las amo a las dos. Simplemente no espera que lo repita.
―¿La amas más que a mí? ―Voy a decirle que no, pero la mentira se
pega a mis dientes—. Quiero la verdad... Necesito la verdad.
―Deberíamos hablar de esto cuando estés mejor. No hay necesidad de
hacerlo ahora.
Una sola lágrima se desliza fuera de su ojo.
―No me mientas, Ryken. Te amo jodidamente tanto que he sido
baleada. No me digas tonterías. Dime. Toda la verdad.
Mi pierna rebota porque quiero decirle, pero no ahora. Excepto que
ella quiere saber. Entonces no sé qué hacer.
―Ryken... ―repite mi nombre.
―La amo más de lo que te amo.
Gira su cabeza lejos de mí.
―Quiero que te vayas, Ryken. Quiero que te vayas y nunca vuelvas.
―Livia... ―digo, tocando su mano que está apretada sobre la cama al
lado de ella. La retira rápidamente.
―No, lo sabía. Siempre lo supe. Desde ese primer momento. Traté de
no verlo, hice mi mejor esfuerzo. Pero no puedes dejar de verlo una vez que
88
lo haces. Se quema en tu cerebro. El chico que amas... amando a alguien
más que a ti. Ahora por favor, amablemente... vete al maldito infierno.
Hago lo que dice, deteniéndome en la puerta. Ella mira hacia otro lado
mientras sus padres se acercan detrás de mí. No dicen nada, y me alejo de
ella, pagando todas sus cuentas al salir, así no tiene nada de qué
preocuparse. Pero eso no la lastimará menos, lo sé. Ese gesto no es más que
hacerme sentir mejor acerca de todo esto. Livia está sufriendo, y yo causé
eso al escuchar a otras personas.
Ahora si puedo encontrar a Saskia, asegurarme de que está bien. Y si
puedo encontrarla, entonces tal vez algunas cosas en esta vida comiencen a
estar bien. En lugar de forzado y desagradable.

Veinte hombres en fila fuera de las paredes de la Arena esperando que


entremos. Quinn se para junto a mí, y en el momento en que abrimos la
puerta, la música es ruidosa, y una pelea se está llevando a cabo. Nadie nos
mira cuando entramos. Ya hemos matado a los porteros, y pronto Antonio
será el siguiente.
―Amy está sentada junto a él. No hay señales de Saskia ―afirma
Quinn.
Suspiro de alivio, mi arma en mi cintura mientras caminamos hacia
Antonio. Él no se da cuenta de inmediato, sus ojos están en la lucha
esperando ver quién será su vencedor. Ella nos nota primero. Los ojos de
Amy se amplían e intenta levantarse, pero Quinn está detrás de ella y la
empuja hacia el sofá impidiéndole ir a ninguna parte. Antonio mira a su
alrededor, pero sus hombres están ocupados con pistolas en la cabeza por
mis hombres.
―¿Entras a mi casa y traes armas? ―pregunta incrédulo mientras se
para en el lugar. Amy se queda donde está en el sofá, pero mira hacia abajo.
Lo ignoro y la miro.
―¿Te importaría explicar por qué la tocaste de nuevo, Amy?
Antonio la mira, luego vuelve a mirarme.
―Ella no lo hizo.
Levanto el arma a su cabeza, la música se apaga y la gente está
callada.
―Dile la verdad, Amy.
89
Ella lo mira en busca de ayuda, pero no hay nada que él pueda hacer.
Él lo sabe, ella simplemente no parece verlo todavía.
―¿Qué hiciste?
Se chupa el labio inferior.
―Dijiste que era mía. La quería de vuelta.
Su cabeza se acerca a ella. Puedes sentir la ira que emana de él. Pero
no me importa una mierda, no me importa si le molesta. Se trata de mí esta
noche.
―No es tuya ―me burlo.
Ella me mira frunciendo los labios.
―Tampoco es tuya. Estaba huyendo de ti.
Mi arma se mueve de la cabeza de Antonio a su cabeza.
―Ella saltó de tu auto. ¿Dónde está ahora?
Amy mira directamente el arma como si desapareciera mágicamente.
No lo hará.
―No lo sé.
Me lamo el labio inferior tratando de contener la ira a raya.
―Respuesta incorrecta. No me gusta esa respuesta, Amy. Inténtalo de
nuevo. Última oportunidad para decirme dónde está.
Niega con la cabeza otra vez, diciéndome que no. Todo lo que se
necesita es un clic del arma para volar sus sesos. La una vez blanca
chaqueta de Antonio ahora está enlucida de rojo. Él me grita y va a moverse
hacia mí. Retrocedo girando la pistola hacia él. Señalando el sofá, le digo
que se siente. Luego saco la lista de mi bolsillo. La que mi padre me dio.
―Maldito bastardo...
Le pregunto.
―Deberías haberla mantenido con una correa más estrecha, Antonio.
Gruñe hacia mí mientras mira hacia abajo, donde la mentirosa Amy,
ahora está sin vida, la sangre se acumula alrededor de su cabeza. Miro
alrededor de la habitación. Sus hombres están ansiosos, pero se quedan
completamente quietos. Después de todo mis hombres tienen pistolas en
sus cabezas. Me inclino más cerca, así que casi le susurro al oído:
―¿Quieres ver cómo puedo convertirte en una operación de un solo
hombre?
Gruñe hacia mí otra vez, y me paro erguido tocando mi cabeza con el
arma.
90
―Leslie... ―Su nombre deja mis labios, pero no sé exactamente quién
es. Miro alrededor de la habitación, un hombre asiente con la cabeza
diciéndome con quién estoy hablando—. Antonio mantuvo registros de ti.
¿Sabías eso? ―Se mantiene de pie, sin dejarse impresionar por mis palabras.
Antonio me mira y miro hacia él—. Mi padre era un hombre ingenioso,
Antonio. Creo que tú, de todas las personas, debería saberlo. ―Los ojos de
Antonio se abren, él conoce el lado malo de mi padre. Lo había visto en más
de una ocasión.
―Que te jodan ―escupe Antonio. Es un hombre inteligente, de otro
modo no podría haber llegado a donde está hoy. Sin embargo, mi padre era
el mejor.
―Entonces, de vuelta a Leslie. Tengo escrito aquí que tu madre, la que
desapareció antes de unirte... ―Pauso y continúo― Bueno, ¿cómo te
sentirías si fuera Antonio quien la matara porque sabía lo buen luchador
que eres? ―No parece aturdido. Antonio, por otro lado, está mirando a Leslie.
―Estás mintiendo ―dice Leslie.
Levanto una ceja hacia él.
―Antonio guarda el anillo de tu madre, está en su cajón superior. El
que estaba en su mano cuando ella murió.
Antonio se para y mira a Leslie.
―Está mintiendo ―escupe.
Lo alejo con mi mano.
―¿Qué tal si vas y miras? ―le digo a mi hombre que lo deje pasar.
Leslie parece inseguro al principio, luego camina hacia la habitación de
Antonio. Todos esperamos que regrese, y cuando lo hace, el anillo de su
madre está en su mano.
Él se ve sorprendido, no puede creerlo. Sus ojos están muy abiertos
mientras mira a Antonio.
―¿La mataste? ¿A mi madre? ―Leslie pregunta con el anillo en su
mano.
―No. De ninguna manera. Sabes que no habría hecho eso ―la voz de
Antonio vacila. Él sabe que acaba de perder a su mejor luchador. Alguien a
quien engañó para ponerlo en sus manos.
―¿Yo? ―Los ojos de Leslie se ponen enojados, y él salta sobre la mesa
que nos separa para llegar a Antonio. Cuando sus manos tocan su cuello,
levanto el arma y le tiro a Leslie también. La otra vez una chaqueta blanca
de Antonio es aún más roja.
―No debería haberla tocado ―le digo, sonriendo a Antonio. Leslie era
uno de los hombres con Amy, él fue quien metió a Saskia en el auto. No
91
puedo permitir eso. Al mirar a mí alrededor, noto al siguiente. El que Barbie
mordió en la mano. Él niega con la cabeza, sabiendo lo que está por suceder.
―Me gustaría contarte cómo él, Antonio, violó a tu esposa antes de
matarla. Pero eso sería una pérdida de tiempo teniendo en cuenta que voy
a matarte. —Mi hombre detrás de él empuja al sorprendido hombre hacia
adelante hasta que casi cae al suelo. Se atrapa, enderezándose, justo a
tiempo para que le pegue una bala entre los ojos.
Volviendo a Antonio, sonrío.
―Ahora los hombres que vinieron a mi habitación, uno escapó. Quiero
que todos lo encuentren y lo traigan a mí. Y si eliges no... terminarás como
tus amigos. Ah, y una última cosa... cualquiera que decida quedarse al lado
de Antonio, puede quedarse en la sala y podemos discutir sus posibilidades.
Casi todos se van, pero quedan dos. Dos de los hombres más cercanos
a Antonio.
Quinn se para detrás de ellos y les rompe el cuello, caen a los pies de
Antonio.
Leal hasta la muerte
Leal hasta el final

92
Saskia
yatt no es más que un caballero, olvidé lo que es tener a uno

W de ellos cerca. Stiles era más o menos lo mismo. Un


verdadero caballero. Wyatt no se quedó, incluso cuando
aterrizamos en el avión de sus padres. Se sentía raro, y
agregar a otro hombre a mi vida loca no era algo que quisiera hacer, incluso
si era solo como amigo. Mi único amigo es Robert, y no lo he visto en meses.
Incluso antes de que me recogieran, él estaba de viaje, mientras yo me
quedaba en casa construyendo mi negocio.
A la casa de Robert ahora, así que cuando el taxi se detiene frente a
su casa, y veo su auto, respiro aliviada. No tengo dinero, así que corro al
frente y estoy agradecida cuando abre la puerta.
―Necesito veinte dólares.
Robert saca su billetera.
—"No hola, cómo estás, Robert”. O “te he echado de menos, Robert”.
O, “¿sabías que Robert no te fallaría?” ―dice mientras me da el dinero, sus
ojos se centran en mí.
―Hola, Robert... He vuelto, Robert. Te extrañé, Robert. Pero ahora
tengo que pagar el taxi, Robert. —Me río cuando vuelvo corriendo para
pagarle al taxista, luego vuelvo a mirar a Robert, que me está esperando en
la puerta de su casa. Lo sigo hasta su habitación, donde cierra la puerta y
se sienta en la cama esperando a que hable.
―¿Cómo estuvo tu viaje?
Él tiene ira escrita en su rostro.
―Ni siquiera comiences con eso. Desapareciste. Regresé a casa
temprano porque no pude contactarte. —Debí haberle dicho cuando me iba.
93
Pero no estoy acostumbrada a que alguien me extrañe. O incluso le importe
dónde estoy—. Incluso tu madre estaba preocupada. ¿Puedes creerlo?
No lo creo.
―Ella ni siquiera se habría dado cuenta de que me había ido.
Robert levanta sus cejas hacia mí.
―¿Cuándo fue la última vez que la viste?
Me encojo de hombros.
―No sé, tal vez hace un año ahora. Desde antes de comprar el negocio.
―Bueno, ha estado limpia durante seis meses.
Mi boca se queda abierta. De ninguna manera.
―Estás mintiendo. Seguramente si ella estuviera limpia, ¿me habría
contactado? ―le digo. Seguramente eso es lo que hace una madre, ¿cierto?
―Lo hizo, pero tu empleado dijo que te habías ido por unas largas
vacaciones.
Ese sería Ryken cubriendo sus huellas.
―¿Mi tienda todavía está abierta?
Su frente se arruga, dejando caer la mirada a un lado.
―¿Cómo no sabes si tu tienda está abierta o no? ¿Dónde has estado,
Saskia?
Mis manos bajan por la falda que estoy usando que no es mía. La
camisa que tengo todavía es de Ryken.
―No lo sé ―respondo honestamente.
―Saskia, ¿dónde has estado?
Me encojo de hombros.
―Fuera. —Mis manos tocan la cicatriz en mi pierna, luego la cicatriz
en mis muñecas.
―¿Qué mierda? ―tira de mi muñeca y luego la mira. Luego toca la
cicatriz aún muy roja en mi pierna—. Dime en este momento qué demonios
ha sucedido o llamaré a la policía.
―Fui recogida.
Deja caer mi mano, se para y camina hacia su escritorio donde está
su celular.
―No me engañes. Ahora dime la verdad, o llamaré. —Marca números,
y antes de llamar, le repito.
94
―Fui recogida. Ryken Lord es el rey del Bajo Mundo. Disparó a alguien
por mí, y su pago no fue suficiente. Entonces, en última instancia, el pago
fui yo, y Ryken hizo la restitución en la forma de mí.
Su celular cae de su mano.
―¿Hablas en serio? ―pregunta, sentándose a mi lado.
―Así es.
―Voy a matar a ese guapo maldito cretino.
Niego con la cabeza.
―Él me sacó de allí. Livia estaba embarazada, o al menos eso
pensamos. La querían hasta que oyeron hablar de mí. No iba a dejar que la
recogieran si estaba embarazada.
―Ella es una puta. —Sus palabras ni siquiera me hacen sonreír.
Porque echo de menos la compañía de Livia, realmente lo hago. Y entiendo
por qué ella es como es, me lo merezco.
―¿Cómo llegaste hasta aquí?
Muerdo mi uña y lo miro.
―Pude haber saltado de un automóvil en movimiento. Luego, fui
rescatada por un médico que también tenía un jet privado, y él me trajo
hasta aquí.
―Ahora me estás tomando el pelo. —Se ríe, se detiene, luego se vuelve
hacia mí.
―Ojalá fuera todo un sueño.
―¿Regresó, Ryken volvió? ―pregunta.
Asiento. Estaba aquí cuando Ryken se fue. Cuando me esforcé para
hacer funcionar la relación con Stiles, que falló. No por él, sin embargo, por
mi culpa.
―¿Como fue eso?
Me encojo de hombros.
―Fue difícil, y fácil al mismo tiempo. ―Sus brazos se cierran a mí
alrededor, y me atrae hacia él—. Esto con Ryken y conmigo, ni siquiera lo
entiendo. Es difícil para mí entender lo que siento.
¿Cómo puedes amar a alguien y no importarte?
¿Cómo puedes amar a alguien y elegir a alguien más?
Eso hiere mi corazón.
Ryken hace daño a mi corazón.
95
Suena el timbre y Robert me suelta y sale de la habitación. Cuando
regresa, Cane está detrás de él. La expresión de su rostro es comprensiva.
¿Cómo diablos sabía Cane que estaba aquí?
―Tengo las llaves de tu tienda. ¿Me permites llevarte a casa?
Robert mira a Cane y luego a mí.
―Puedes quedarte aquí si quieres.
Eso no es algo que quiero hacer, pienso mientras me pongo de pie.
Tirando de él para un último abrazo antes de salir con Cane, le digo:
―Gracias, pero solo quiero irme a casa.
El auto de Cane está enfrente y Robert saluda cuando nos vamos.
―¿Todavía está funcionando? ¿La tienda, quiero decir? ―Le pregunto
mientras conduce.
No me mira cuando doblamos la esquina y nos dirigimos a mi casa.
―Así es. Ryken ordenó que paguemos de nuestros salarios a tu
personal adicional por abrir y cerrar.
―Lo devolveré. Cada centavo.
Cane mueve su mano hacia mí y luego mira hacia la carretera.
―No tienes que hacer eso. El club aporta dinero más que suficiente
para mantenernos.
Nos detenemos, y lo veo; es un lugar que creé de un caparazón vacío.
Lo extrañé, realmente, realmente lo extrañé este lugar. Él sale, y yo lo sigo
adentro. Cane encuentra rápidamente el interruptor de luz como si hubiera
estado aquí antes. Quizás él es el encargado de cuidar de esto por Ryken.
Es lo único por lo que le daré las gracias a Ryken, por no matar este sueño
mío, aunque haya matado a todo lo demás dentro de mí. Además de las
partes de mí que todavía lo quieren, lo anhelan, eso es todo lo que parece
quedar.
―Sabrá que estás aquí pronto. Es solo cuestión de tiempo antes de
que venga.
―No le digas todavía, ¿por favor?
Cane me ofrece una pequeña sonrisa.
―Gracias, Cane. Realmente no tienes que hacer esto.
Se encoge de hombros.
―Es lo menos que puedo hacer. ―Me inclino y le doy un abrazo, y él
me abraza, su cara enterrada en mi cabello antes de que me aparte y abra
la puerta para que se vaya. Me pasa las llaves cuando se va, cierro la puerta
96
y subo las escaleras. Todavía sigue igual, mi ropa de la noche antes de irme
todavía está en el piso, y mi cama es un desastre de sábanas arrugadas.
Quitándome la ropa, me acuesto en la cama y me pongo las sábanas
sobre la cabeza, y allí es donde me quedo por los próximos días.

Mi nombre ha sido llamado, y no es por una de mis chicas a quien he


escuchado varias veces abajo. Ya no tengo teléfono celular, así que no he
estado en contacto con nadie. Dejé la cama para comer, luego volví
directamente a ella y me quedé dormida. La gente ha tocado a mi puerta,
pero me he negado a levantarme para ver qué es lo que quieren.
No quiero visitas.
Excepto hoy, los golpes no se han detenido. En absoluto.
―Bien, este es el trato. Tienes hasta que cuente hasta veinte para abrir
esta puerta... o patearé la maldita cosa. ―La voz de Robert grita a través de
la puerta. Comienza a contar, y cuando llega a los veinte, oigo un fuerte
estampido y el astillar de la madera. Mi cabeza todavía está enterrada debajo
de las sábanas, así que no miro hacia arriba cuando él entra en el cañón—
. Oh, vamos... ―dice, tirando de la sábana. No solo Robert está parado allí,
también está mi madre. Ella me está mirando como si me pudiera romper.
No quiero que me mire lastimosamente, así que vuelvo a colocar la sábana
sobre mi cara y continúo escondiéndome.
―Saskia... ―gimo cuando dice mi nombre.
¿Ahora ella quiere verme?
¿Dónde ha estado toda mi vida?
―Te traje tus pastillas. —Tiro la sábana. Mirándola, es la primera vez
que la veo sin bolsas debajo de los ojos y vestida muy bien. Por lo general,
ella arroja lo que sea, y eso es todo. Hoy se ve como una dama. Una madre.
Sin embargo, no la mía.
Después de todo, no sabría qué es eso.
―Christopher me ayudó a estar limpia. Dijeron que Livia está en el
hospital, Saskia. ¿Sabías?
Me siento.
―¿Por qué? ―pregunto preocupada. Tomo las pastillas que me está
ofreciendo, y Robert da un paso atrás.
―Ella recibió un disparo... en la espalda.
97
Jadeo en voz alta. No, no.
―¿Ella se encuentra bien?
Mamá asiente. Mientras disperso todo lejos de mí en un intento de
ponerme de pie, esta vez ella me grita. Mirando hacia abajo, noto los
moretones que se están desvaneciendo. Mis manos cubren mi sección
media, y Robert solo me mira como si fuera una causa perdida. Sé que estoy
perdida.
―¿Estás bien?
Saco la sábana de la cama y me cubro con ella.
―Estoy bien. ¿Podemos verla?
Mamá me ofrece una triste sonrisa.
―Livia pidió no ver a nadie.
Mi cuerpo vuelve a la cama. Si ella hubiera sido lastimada antes,
cuando éramos amigas, antes de Ryken, sería la primera en saberlo. Ahora
no hay nada entre nosotras.
―Ese chico no te está haciendo esto, ¿o sí?
Miro a Robert, él mira a mi madre y luego a mí.
―Creo que es hora de que nos vayamos, Sheryl. ―Niega con la cabeza,
pero no la miro. No la quiero aquí. Cuando la necesitaba al crecer, no estuvo
cerca. Ella vacilante da la vuelta y sale de mi habitación.
Robert se detiene mirando hacia mí con ojos críticos.
―Tendrás que salir pronto de la habitación.
Quiero ignorarlo.
―No, no lo haré.
―Hablé con Cane. Dijo que Ryken está con Livia. ―Por supuesto, que
lo está. Yo también lo estaría si se me lo permitiera—. Él va a volver aquí.
¿Lo sabes?
―No lo hará.
Suspira pesadamente.
―Claro que lo hará. Él puede amarla, Sass, pero está enamorado de
ti. Hay una gran diferencia ¿Ella lo sabe?
Bajo la cabeza pensando en cómo me miró. Cómo me miró como si me
odiara.
―Ella me odia.
Su mano toca mi rodilla.
98
―No lo hace. Ella simplemente no lo ve. Él es tuyo, y tú eres suya. Ella
acaba de llegar a la mitad de ese hecho.
―No entiendes…
Él retira su mano, balanceando sus manos en el aire.
―Bien entonces. ¿Qué tal si pretendes volver a amar a Stiles? ¿Por qué
no le vuelves a romper el corazón, porque no puede admitir a quién
realmente quiere tu corazón?
―Eso fue duro, nunca quise lastimarlo. Yo también lo quería.
―¡Exactamente! Te preocupabas por él. No lo amabas. Piensa en toda
la traición que tú y Ryken han hecho. Esa no eres tú. No harías eso por
cualquiera. Es porque estás ciega por él. Su mutuo amor es siniestro, hiere
a quienes te rodean solo porque no lo ves.
Una lágrima cae de mi ojo, y la limpio rápidamente.
―Soy una persona horrible.
Él sacude la cabeza.
―Estás lejos de ser horrible. De hecho, eres exactamente lo contrario.
―Se inclina y besa mi mejilla—. Ahora mañana, será mejor que salgas de
esta cama y trabajes. Volveré a chequear tu trasero. ―Se va, y hago lo que
dice, finalmente me muevo.

99
Ryken
ntonio está ensangrentado y en el piso de mi habitación, el

A mismo piso que aún tiene la sangre de Livia. Él no está vestido


impecablemente como siempre. Sus hombres lo han estado
buscando, pero no pueden encontrarlo. He enviado a Quinn
con algunas de las verdades que Antonio ha mantenido
guardadas, para contarlas. Veremos cuánto tiempo más quieren quedarse a
su lado. ―Nos vamos de viaje pronto Antonio, ¿no estás emocionado? ―Está
atado al poste de la cama y no ha podido moverse, ni siquiera para ir al
baño. Él apesta.
―Te daré lo que quieras.
Me río de sus palabras.
―¿Qué rayos podrías darme que yo no tenga?
Antonio mira alrededor de la habitación.
―Puedo darte el nombre de alguien que te está traicionando. En cada
uno de tus movimientos y no tienes idea. ―Se ríe cuando se abre la puerta
principal y entra Quinn. Ambos lo miramos al mismo tiempo.
―¿Cómo te fue?
Quinn asiente, caminando hacia la nevera y sacando una botella de
agua. Él no bebe alcohol, nunca lo he visto hacerlo. Los ojos de Quinn caen
sobre Antonio, y él arruga la nariz mientras lo mira.
―No hay problema, me quedaré para limpiar el desastre y volver a
ponerlo en funcionamiento, para que el negocio no se ralentice demasiado.
—Se sienta en el sofá bebiendo agua—. ¿Qué planeas hacer con él? —Señala
con la cabeza hacia Antonio.
100
―Pensé que podías lidiar con eso. ―Sonrío. He conseguido mi
venganza. Amy fue suficiente. Incluso lloró por la estúpida perra. Nunca creí
que la amara solo pensé que no podía deshacerse de ella. Estaba
equivocado.
Quinn se frota las manos sonriendo mientras mira a Antonio.
―No quiero quedarme. Sin embargo, quiero volver. Esto no es lo que
yo quería. Te agradezco por pensar que quiero esto, pero no es así.
No esperaba eso. Él quería poder, estar aquí se lo daría. Se lo merece.
Puede tener todo lo que mi padre nunca le dio aquí.
―¿Por qué? Te lo estoy dando. Puedes tenerlo.
Él baja la cabeza y luego me mira con determinación.
―Este no es mi hogar. Quiero volver a casa. Dáselo a Michael.
―¿Quieres que Michael lo haga?
Se encoge de hombros.
―Estoy bien quedándome donde estoy, pero sí... puedo hacer lo que
él hace también.
―¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?
Su confesión me confunde. Pensé que quería más. Tal vez ha
cambiado de idea. Aunque no veo cómo. Quinn se ha vuelto más cercano a
mí que Cane.
―Es lo que quiero. Además, nadie te protegerá de la manera en que yo
puedo. Se lo prometí a tu padre.
Arghh, eso es todo.
―Lo aprecio, Quinn, realmente lo aprecio. Pero no tienes que hacer
todo lo que él quería que hicieras. Has cumplido tu parte del trato, así que
no sientas que tienes que contenerte porque un hombre moribundo y egoísta
así lo dijo.
Antonio gruñe en la esquina y los dos lo ignoramos.
―Lo sé, pero te respeto, y prefiero ser quien te proteja a ti más que a
nadie más. —Asiento porque ya no voy a discutir más. Si trabajar conmigo
es donde quiere quedarse, ¿quién carajo soy yo para discutir? Quinn estuvo
allí cuando quería beber hasta el olvido todas las noches por lo que Livia
hizo en mi cabeza. Estaba allí cuando desaparecía por las noches porque no
soportaba estar en la misma habitación que ella, o la llamaba Barbie cuando
me corría.
101
No funcionó, incluso cuando traté de forzarlo a funcionar. Nunca lo
hizo. Mi corazón ya estaba con otra persona, incluso nunca supe que se lo
había dado por completo.
―¿Barbie? ―pregunto.
Regresa a la nevera para sacar otra botella de agua.
―La encontramos. Estuvo callada por unos días. Pero en realidad,
hablé con Robert. Ella ha estado en su habitación sin moverse.
Antonio tose.
―Está enferma, ¿lo sabías?
Los dos lo miramos a él.
―¿De qué mierda estás hablando?
Él se ríe, él realmente se ríe.
―Ella pidió sus pastillas. Tu chica está enferma, eso es. Depresión, es
una verdadera perra. Así es como mi madre se suicidó. Mala enfermedad. —
Sonríe como si supiera de lo que está hablando.
―Eso explicaría por qué se desmayó durante días. Ella ya estaba
tomando pastillas cuando le di esa droga para calmarla.
―Estuvo desmallada por días, casi nos olvidamos que la teníamos. —
Antonio se ríe.
―Resérvame un vuelo ―le digo a Quinn mientras me alejo, tomando
mi celular. ―Y mátalo mientras estés en ello―. Cerrando la puerta, escucho
el débil sonido del silenciador y luego el suave golpe de Antonio cayendo al
suelo. Cuando vuelvo, Quinn está limpiando el cuerpo, enrollándolo en una
sábana plástica en el suelo. Se pone de pie, va al fregadero y se lava las
manos. Me voy, Quinn se queda. Es hora de recuperar mi Barbie.

La casa esta exactamente igual, nada ha cambiado. Toda la mierda de


mi padre todavía está aquí ya que nunca me molesté en moverla. Él todavía
tiene la habitación principal, y yo tengo la mía. Es hora de deshacerme de
sus cosas, sacarlas de esta casa para poder reclamarlas como mías. No es
que ya me quede en su casa porque así es como se siente. Es tarde, y aunque
todo en mí grita ir a su casa y traerla de todas las formas posibles, necesito
esperar. Debería ser durante el día cuando tengo la cabeza despejada y no
cuando estoy lleno de ganas de follarla.
102
Así que me dirijo al club, ha pasado demasiado tiempo desde que
estuve allí. Está lleno, el negocio es bueno. Abriéndome paso entre la
multitud, veo dos caras demasiado familiares. Robert y Stiles. Ambos de pie
en la barra hablando el uno al otro a una corta distancia. Al acercarme,
coloco mi mano sobre el hombro de Robert haciéndolo girar para mirarme.
Lo hace y su sonrisa cae, luego mira a Stiles que me mira y luego niega con
la cabeza, mirando al camarero.
―¿No luces contento de verme? ―pregunto a Robert. Lo digo lo
suficientemente fuerte como para que Stiles también pueda oírlo.
―¿Por qué estás aquí? ―pregunta Robert. No tengo la oportunidad de
responder, ya que es Stiles quien lo hace.
―Una suposición, ella es rubia. —Se va después de ese comentario,
dejándome en el bar con Robert. Agito la mano a una de las chicas que nos
sirve unas copas y luego se aleja.
―No estás aquí por ella, ¿verdad? ―pregunta.
Ladeo la cabeza.
―¿Por qué no lo estaría?
Levanta su whisky y se lo toma de un trago.
―Porque la haces enfermar. Ustedes dos no son buenos juntos.
―Discrepo ―le respondo.
―Por supuesto, lo haces, porque la amas. Por eso no lo ves.
―No, Robert, tú no lo ves. Ella es ella misma cuando está conmigo. No
pretende quererme, lo hace con todo lo que es ella. ―Mira a su alrededor y
luego a mí, tomando el otro whisky.
―Apenas salió de su cama hoy. Voy a decir esto ahora, he tomado
unas copas de coraje líquido. —Tose en sus manos—. Si la rompes de nuevo,
te romperé. —Hago lo posible por no sonreír, pero se abre camino
sutilmente. Él suspira y se aleja de mí. Haciéndome ir en busca de Cane. A
quien encuentro en la cabina sobre la pista de baile, mirando a la multitud.
Se ve serio por un segundo hasta que se da cuenta de que soy yo, luego
cambia su comportamiento.
―No sabía que habías regresado.
Se encoge de hombros.
―Alguien tenía que dirigir este lugar. —Su mano ondea alrededor.
―Has hecho un buen trabajo, deberías estar orgulloso.
Él me mira, la seriedad grabada en toda su cara.
103
―Mi padre quiere que deje de jugar contigo y que vaya a hacer negocios
con él. —Sus palabras me sorprenden. Odia trabajar con su padre. Esa es
la única razón por la que está aquí.
―¿No quieres?
Sacude la cabeza.
―Su oferta es agradable, pero no quiero quedarme atrapado detrás de
un escritorio toda mi vida. —Mira hacia la multitud y agita su mano—.
Especialmente cuando tengo todo esto. ¿Ves a esa mujer allí con ese
hombre? Señala a una rubia que está besando a un hombre. Apuesto a que
si bajo y le ofrezco bebidas, ira a casa conmigo esta noche. No es su novio.
Me río de sus palabras.
―¿De qué sirve eso?
La rubia está casi trepando al hombre ahora. Ambos volteamos a
mirarnos.
―¿Cuál es el punto de ir y venir entre Saskia y Livia?
Me rasco la barbilla y me siento. La música no es tan alta aquí, pero
aún puede escucharse.
―Ya no voy y vuelvo.
Levanta una ceja.
―¿Así que finalmente elegirás y mantendrás eso? ¿O quizás jugar un
poco más? ―pregunta.
―Debería estar jugando, ¿cierto? Quiero decir que tengo éxito, soy
joven... ―Cane se sienta a mi lado—. Pero por qué iba a hacerlo cuando todo
lo que quiero es a ella.
―Eso podría cambiar. Cambiaste de opinión sobre Livia Coñotrampa.
Me río de su término para ella. Poco sabía que sus palabras eran
ciertas. Una vez que tuvo sus ganchos dentro de ti, fue difícil sacarlos.
―Esto era diferente, no quería únicamente a Livia.
Sacude la cabeza.
―Puedo ver una receta para el desastre.
Me pongo de pie, mirando hacia atrás sobre la multitud de personas.
Stiles está allí, lo puedo ver ahora con otra mujer. Su mano está alrededor
de su cintura.
―¿Quién es la morena con Stiles?
―Su rebote. —Cane se ríe—. Todavía quiere a tu rubia. —Bromea.
―Por supuesto que lo hace. Joder, lo hago.
104
―¿Entonces qué estás haciendo parado aquí? ―bromea, golpeándome
en el brazo.
―Vine para asegurarme de que no hubieras matado a mis negocios
―le dije, caminando hacia la puerta.
Se ríe de mis palabras.
―Por favor, esto es mío ahora. ¿No puedes ver cuánto prospera bajo
de mí dirección?
Pongo los ojos en blanco ante sus palabras mientras giro y salgo por
la puerta.
Robert me detiene cuando voy a irme, parándose frente a mí.
―Ella se levantó de la cama hoy. Quizás, por ahora, deberías dejarla.
―¿Eres su guardaespaldas?
Levanta sus cejas hacia mí.
―Realmente no sabes lo que le haces, ¿verdad? Ella ya está enferma.
Simplemente la enfermas más. —Va a darse la vuelta, pero mi mano se
extiende, tomando su brazo para detenerlo.
―No estoy aquí para ponerla enferma, estoy aquí para arreglarla.
Libera su brazo.
―Tienes intenciones oscuras, ni siquiera tratas de negarlo. ―Se aleja,
dejándome confundido incluso más que antes de que abriera la boca. Al
salir, me subo a mi auto y me dirijo a su casa. Debería ser inteligente y
regresar con la cabeza despejada. Pero, ¿quién carajo es inteligente?
Especialmente cuando se trata de ella. Ella es mi maldito oxígeno que solo
me permite respirar en momentos de placer. Ella podría sofocarme y moriría
sonriendo. Eso es lo que ella hace por mí. Es lo que siempre ha hecho. Es
por eso que he tratado de evitarla el mayor tiempo posible.
Sacando la llave de mi bolsillo, abro la puerta de su negocio y me abro
paso. La puerta de su apartamento está cerrada, pero la desbloqueo de todos
modos. Cuando abro la puerta, una luz está encendida, y brilla sobre su
forma dormida mientras yace desnuda en su ropa de cama.
Mi ropa toca el suelo mientras camino hacia ella. No se mueve cuando
le acaricio la cara.
Es el beso lo que hace que sus ojos se abran.
105
Saskia
o sé qué es lo que me saca de mi sueño, pero vuelve a suceder

N y me hace abrir los ojos. Cuando los abro, puedo sentir sus
labios sobre los míos y su olor, el aroma distintivo de Ryken
que he llegado a conocer demasiado bien. Su mano frota mi
pecho, justo encima de mis pechos mientras me hace
cosquillas, haciendo líneas de un lado a otro. Sus labios bajan sobre los
míos, y nos besamos, es lento, lánguido. No apresurado. Simplemente
saboreando, explorando entre sí en lugar de nuestros habituales besos
calientes. Está sentado en el borde de la cama, y cuando extiendo la mano
para tocarlo, me pongo en contacto con su piel. Él está desnudo.
―Muévete, estoy cansado ―dice, tomando aire. Me muevo mientras él
se sube a mi cama doble que realmente solo está hecha para mí. Nunca
pensé que tendría compañía aquí. Cuando compré este lugar, era mi
escondite. Mi lugar que nadie más puede quitarme.
Su cuerpo toca el mío, y su mano acaricia mi cara cuando se acerca
para besarme otra vez. Su otra mano está debajo de mi cabeza, y estamos
acostados el uno frente al otro mientras nos besamos. Mi mano toca su
cintura, y mi cuerpo se empuja hacia adelante. Puedo sentirlo en todas
partes. Lo quiero en todas partes. Detiene nuestro beso cuando me empujo
contra él, y me atrae para poder abrazarme, pero no hace ningún
movimiento desde ese punto.
Aparta mi cabello de mi cara.
―Vine a dormir, Barbie.
No sonrío, ni siquiera me muevo, ni reacciono. Entonces me doy
cuenta de que ha irrumpido en mi apartamento sin mi consentimiento. No
lo invité a entrar, y estoy segura como la mierda que no le abrí la puerta de
106
mi habitación. Y ahora está a mi lado, los dos desnudos. Lo único que se me
ocurre es lo bien que se sentirá cuando me toque, en ese lugar. Cómo
encajaremos perfectamente cuando él se deslice dentro de mí y haga que mi
espalda se arquee con placer por su toque.
―Deja de pensar, Barbie. ―Alcanza mi barbilla, y la levanta,
besándome de nuevo para callar mis pensamientos. No funciona. Porque
todo lo que hace es hacer que lo desee aún más.
Lo aparto de mí y me mira confundido. Me levanto y trepo sobre él
haciendo que su sonrisa aparezca. Estoy cachonda y lo deseo. Puedo decir
que él también me desea porque su grosor está presionando mi espalda
ahora mismo.
―No soy tu juguete ―le digo, deslizándome hacia abajo. Empujo hacia
arriba para poder sentirlo allí a mi entrada. Su sonrisa no abandona sus
labios hasta que me deslizo hacia él. Mi cabeza cae hacia atrás, y mi cabello
cae alrededor de mi espalda cerca de mi culo. Es un alivio instantáneo
tenerlo dentro de mí otra vez. Como un lugar que he echado de menos y que
no he visitado durante mucho tiempo. Así es como se siente Ryken.
Casa.
Mis uñas se clavan en su pecho cuando empiezo a moverme, porque
incluso si se siente como ese lugar al que quiero llamar hogar, mi cabeza lo
sabe mejor y me lo dice. Entonces, entierro mis uñas para decirme lo
contrario. Para intentar adormecer el dolor que viene con eso. Porque amar
a Ryken Lord es algo que he hecho durante demasiado tiempo, y lo mejor es
tratar de adormecerme. Para no sentir los sentimientos que tengo por él y
guardarlos. Solo dos cosas parecen venir de amarlo: dolor y dolor. Y eso es
todo para mí, nadie más.
Mis uñas cavan con cada deslizamiento que hago en su polla. Mi
clítoris frotando contra él y mi coño tensándose a su alrededor. Es un jodido
placer que solo existe cuando él está dentro de mí.
―Barbie, mi putita.
Mis movimientos no se detienen, pero mi mano reacciona y le da una
bofetada en la cara, mientras continúo moviéndome. No estoy aquí por
placer, estoy haciendo esto para tomar lo que es mío.
―Barbie, mi maldita Barbie ―dice, sentándose conmigo dentro de él.
Él besa mi cuello, y trato de mantener mis movimientos porque estoy cerca,
tan jodidamente cerca—. Nunca he amado a alguien tanto como a ti, Barbie.
Mis manos se envuelven alrededor de su cuello, y lo jalo hacia mí para
callarlo. Su rostro se ubica en mis pechos, y los lame, levantando una mano
de mi culo y tirando de mi pecho con los dedos mientras chupa el otro. Él
es bueno, tan jodidamente bueno, que cuando me da la vuelta, se queda
107
dentro de mí, y estoy mitad en la cama y la otra mitad fuera, mientras me
folla desde atrás. Me folla como está destinado a hacerlo. Como si fuera su
puta porque eso es lo que se siente estar con él. No deberíamos estar juntos.
Él la tenía, y yo era su pedazo de basura que no debería haber existido. Sin
embargo, no me detuvo. Incluso cuando me grité para mantenerme alejada.
Él era mi oxígeno cada vez que me tocaba.
El mundo se detendría, y todo lo que vería sería él. Todo lo que sentiría
sería él.
Ryken Lord toma mi mundo y lo hace suyo. Cada. Maldita. Vez.
Me da una palmada en el culo con fuerza y se agacha para tomar mi
pecho mientras aprieta mi pezón con una presión firme.
Me vengo, y mi cuerpo quiere derrumbarse en la cama, pero me
sostiene por la cintura y me folla hasta que se viene. Esta vez, cuando llego,
él también. Cae sobre mi espalda con cuidado de no asfixiarme y besa mi
cuello. Finalmente se sale de mí, entonces está a mi lado. Mi cabello me
cubre la cara, así que lo empuja hacia atrás y se inclina y besa mi
mandíbula.
Entonces me golpea lo que hemos hecho. Que él está aquí. Cuando
Livia está allí, en un hospital.
―¿Dónde está Livia? ―pregunto, alejándome.
Su mano cae a la cama, y suspira por mis palabras.
―En el hospital ―responde.
Me vuelvo para mirarlo.
―¿No deberías estar con ella? ―pregunto, tratando de contener mis
emociones.
Sacude la cabeza.
―Ella sabe que se acabó, hemos hablado de eso.
Me río de sus palabras.
―Tú hablaste... ¿también le dijiste que durante años fuimos a sus
espaldas? ¿Que cada vez que me tocaste, de algún modo la engañamos?
―Me levanto, pero él se para frente a mí y me empuja hacia abajo, para estar
de pie encima de mí. Lo miro ahora, y está enojado.
―Ella sabe que follamos, no creas que no lo hace. Pero no, si quieres
saberlo. No entré en detalles sobre cuántas veces follamos, o cuántas veces
deseé que fueras tú, y que nunca la dejé. Así que no intentes esa mierda
conmigo, Barbie. Ella sabe que te quiero. Siempre jodidamente me tuviste.
Y haré lo que sea por tenerte. ¿Me oyes? ―Levanta mi barbilla con el dedo,
más alto para poder verlo claramente. Su pene está justo en mi cara, y está
108
creciendo a medida que lo miro—. No te lamas los labios delante de mí.
Maldita sea.
Extiendo mi mano, la envuelvo alrededor de su longitud. Deja caer su
mano de mi rostro, me pongo de rodillas y me adelanto para tocar la punta
de su pene con mi lengua. Él gime, y es ruidoso. Así que lo hago de nuevo,
esta vez dando vueltas a la punta como si fuera mi propio caramelo.
―Barbie ―gime de placer.
Toco sus pelotas, juego con ellas, luego abro mi boca y las succiono.
Su mano agarra mi cabello, y él comienza a moverme sin que yo me mueva.
Arriba y abajo, y cada vez que subo, me aseguro de rodear con la lengua su
punta solo una fracción antes de volver a bajar. Él me aleja y me da vuelta,
así que estoy en mi espalda. Su polla ahora de pie muy por encima de mí.
Intento alcanzarlo otra vez, ahora acostada sobre mi espalda, mi mano lo
toca, luego me inclino para darle una larga lamida por debajo. Él jura.
Ruidosamente. Mientras lo hago.
Se mueve para que la punta toque mis labios, y él sube por encima de
mí, su polla ahora en mi cara. Mis manos lo acarician cuando su boca
alcanza mi clítoris y yo me levanto. Él me lame, dando vueltas de la misma
forma que yo estoy haciendo con mi lengua, y extiendo mis piernas aún más
amplias cuando él inserta un dedo. Su polla ahora en mi boca empuja hacia
abajo cada vez que uno de nosotros se mueve, y le toco el culo, golpeándolo
con fuerza mientras se levanta.
La lengua de Ryken comienza a moverse más rápido, y empiezo a
chupar aún más fuerte. Sus dedos bombean dentro y fuera de mí con fuerza,
y los dos llegamos exactamente al mismo tiempo que él sale de mí. Pero sus
dedos permanecen dentro de mí mientras sigue moviéndose. Entonces su
cabeza está de vuelta entre mis piernas, y esta vez no lo tengo encima de mí,
lo tengo acostado entre mis piernas.
Voy a moverme porque estoy sensible, pero él lo sabe y se mueve como
si nunca me hubieran tocado antes. Es cuidadoso, pero no lo
suficientemente cuidadoso como para no detenerlo, y me folla con la boca
de la forma correcta hasta que me vengo otra vez, pero esta vez lo rechazo
porque ya no puedo hacerlo. No puedo soportar más, mi cuerpo está agotado
y necesito dormir.
Me folló hasta el olvido. Tanto que cuando me mueve, soy como una
muñeca para él, y lo hago sin una sola queja. No es que realmente me haya
quejado de tener sus manos sobre mí antes.
Las manos de Ryken Lord están hechas para complacerme, tal como
él.
Ojalá no fuera cierto. Ojalá fuera otra persona. Alguien más normal.
Alguien que sabe exactamente lo que es esta cosa llamada amor. En cambio,
109
obtengo piezas, piezas para las que no me suscribí. Es casi injusto amar a
alguien tanto que te duele respirar.
Ryken Lord es mi oxígeno, pero quiero ser mi propio aire.
―Te amo, Saskia ―dice mi nombre en mi cabello. Puedo sentir que sus
palabras son verdaderas. Más verdaderas que cualquier cosa que me haya
dicho alguna vez.
Sin embargo, creo que nuestras versiones de amor son dos cosas
diferentes. Porque cada vez que se aleja, se lleva una parte de mí con él. Y
cada vez que regresa, la devuelve, cuando realmente lo guarda para sí
mismo.
―¿No lo vas a corresponder?
―No ―respondo de manera sucinta.
Me abraza y no me deja ir.
―Está bien, no necesito escucharlo... puedo sentirlo. —Su mano toca
mi corazón, y late con fuerza—. ¿Puedes sentirlo, Barbie? ¿Puedes sentir lo
duro que late por mí? ¿Cómo solo me deseas a mí? Porque yo puedo. Puedo
sentirlo tanto como puedo sentirte ahora mismo a mi lado. Estamos
destinados a ser. Pronto lo verás. Simplemente no te tomes tu tiempo. No
soy un hombre paciente como algunos.
No puedo decir nada. Él me va a ganar, lo sé. Es solo cuestión de
tiempo hasta que ceda. Y si lo hago, ¿cuánto tiempo durará? Porque él
realmente no se ha apegado a mucho antes. Se supone que él también
estaba destinado a amarla.
¿Qué pasa cuando se encuentre con alguien mejor?
¿Entonces qué?
¿Me dejará como a ella?
Quizás entonces finalmente me vuelva loca. Él será el que me lleve
hasta el borde y luego me empujará. Porque eso es lo que hará con mi
corazón.
110
Ryken
is manos la están buscando antes de que abra los ojos. No

M puedo sentirla, así que me siento rápido. Mirando a su


alrededor, ella no está aquí. En cualquier parte. De pie, me
visto rápidamente, buscando mi ropa y bajando las
escaleras hasta donde supongo que estará. La veo en el momento en que
mis pies tocan el escalón inferior. Está detrás del escritorio, hablando con
alguien. Los dos me miran y luego se inclina sobre el mostrador besando la
mejilla de Barbie antes de salir por la puerta y dejarnos solos en la
habitación.
—Desapareciste.
Ella me mira encogiéndose de hombros.
—Algunos tenemos que trabajar para vivir.
Me acerco a ella, pero retrocede.
—No tú. ¿Qué pasó con todo tu dinero?
Mira al escritorio y luego me mira a mí.
—Doné la mayor parte. —Le pongo los ojos en blanco.
—Por supuesto, lo hiciste. —Voy a acercarme, pero su mano sube para
detenerme.
—Sólo mantén la distancia. Deja de intentar acercarte.
Trato de ocultar mi sonrisa.
—¿Por qué?
Sacude la cabeza, dejando caer su mano.
111
—Porque quiero poder respirar mientras hablo contigo. Así que
guarda tus manos para ti mismo —dice con seriedad. Sus ojos me miran.
Esos ojos de color mocha que me ponen de rodillas.
—Disfruto mucho tocándote.
—Por favor, no lo hagas. Si quieres hablar, estoy aquí para escuchar.
Pero debes guardarte las manos para ti mismo.
—Eso es injusto. —Me levanta una ceja—. ¿Quién era la mujer? —
pregunto, refiriéndome a la mujer con la que estaba hablando.
—Era la hermana de Stiles. ¿Por qué?
—¿Ella era la que cuidaba la tienda? —le pregunto. Quinn lo había
manejado todo. Mencionó algo parecido a la hermana de Stiles, pero no le
presté mucha atención.
Simplemente asiente y luego comienza a abrir su correo.
—Ella es muy buena conmigo. Necesito más mujeres en mi vida... —
Se detiene y su mano se congela. Retrocede, congelada en el tiempo, y la
carta que acaba de abrir flota en el suelo. Su cara se ha vuelto blanca y su
mano se levanta para cubrir su boca.
Al dar un paso adelante, tomo la carta y veo una foto. Es de ella y yo.
En el techo del hospital. Recogiendo la nota, la leo en voz alta.
¡Él no es el indicado para ti!
Si te quedas con él... ¡Voy a matarla!
Detrás de la foto hay una foto de otra mujer. Me recuerda a Barbie.
—¿Quién es, Barbie? —Le muestro la foto, y ella me mira, pálida.
—Esa es mi madre. —Miro de nuevo a las fotos y lo veo. Es su madre,
pero eso no tiene sentido. Me mira, su cara cambia y sus manos se
aprietan—. Esto es culpa tuya. Mi vida es una mierda por tu culpa. Es todo
culpa tuya. —Se adelanta, sus manos golpeando mi pecho. La dejo porque
tiene razón. Pero eso no significa que me vaya. Me he vuelto así de egoísta.
Ella disminuye la velocidad y luego su cabeza se apoya en mi pecho mientras
la jalo hacia mí—. Quiero odiarte.
Le acaricio el cabello, besando la parte superior.
—Lo sé, pero es imposible odiar a los que ya tienen todas tus piezas.
Ella sacude la cabeza.
—¿Quién podría ser? ¿Amy?
Cuando no contesto, se aleja y me mira.
112
»Es ella, ¿verdad? —Mis ojos están en todas partes menos en ella, no
quiero decírselo—. ¿Por qué pareces culpable? ¿No enviaste esto? —Me mira
a mí señalando la carta.
—No es Amy —respondo.
—¿Por qué no puede ser ella? Ella es la que más me odia, aparte de
Livia. Pero Liv es de la familia a pesar de lo que sentimos por ti.
—No es Amy —repito de nuevo y sus manos atraviesan su cabello
mientras lo sacude.
—¿Por qué no es Amy? —Me rasco la barbilla mirando hacia otro
lado—. No pienses en una excusa, sólo dímelo.
Miro de vuelta para ver que sus manos están en sus caderas. Luce
sexy como la mierda cuando es combativa.
—Porque puede que haya desparramado sus sesos por todo el suelo
de la Arena por intentar secuestrarte.
Sus manos vuelan a su boca mientras me mira. Habla, pero está
amortiguado.
—¿La mataste? —Me encojo de hombros—. ¿Sabías que ella hizo eso?
—Asiento.
—Te buscamos. ¿No pensaste que lo haríamos?
Tartamudea en sus palabras, luego trata de ocultarlo, pero lo veo.
—L-Livia estaba allí...
—Livia y yo hemos estado separados por un tiempo, ella no quería
creerlo.
—No puedo creer que hayas matado a Amy —dice sorprendida.
—Te tocó. ¿Qué esperabas que hiciera?
Me mira y luego vuelve a mirar al suelo.
—¿Y Antonio? —Sacudo la cabeza otra vez—. ¿También lo mataste?
—pregunta con la boca abierta.
—Ya no era necesario. Había cruzado demasiadas líneas de las que no
podía volver.
—¿Es eso lo que haces ahora? ¿Simplemente matar gente?
—No, es lo que hago con los que se lo merecen.
—¿Y si me lo merezco? ¿Y si tuvieras que matarme?
Gimo ante sus palabras.
113
—Eso nunca pasaría porque un día pronto serás mi esposa, y
entonces la única persona que estará matándome, serás tú cada vez que te
niegues a besarme.
Sus manos se cruzan sobre su pecho.
—Suena como si tuvieras grandes esperanzas que no están ahí para
tener. Ni siquiera somos algo. Sin embargo, ¿crees que algún día me casaré
contigo? —se ríe y va a dar un paso a mi alrededor. Le agarro de la cintura,
la traigo de vuelta delante de mí, le quito el cabello del camino y le beso en
el cuello.
—No es cuestión de si, Barbie, es claramente una cuestión de cuándo.
Baja la cabeza hacia un lado.
—No puedes usar tus palabras y tus manos para convencerme.
Me río y se aleja de mí.
—Creo que podría... sí quisiera.
Camina hacia la puerta principal, abriéndola.
—Tienes que irte. Tengo que trabajar. Y tienes que encontrar al que
envió esto y aplastarlo. Sin embargo, no matarlo. —Me sacude el dedo y
señala la puerta cuando voy a alcanzarla.
—Matas toda mi diversión. —Salgo de la puerta y subo al escalón.
—Y no vuelvas esta noche. Dame mi llave. —Extiende la mano.
—Eso no va a pasar. Ahora es mía.
—Entonces cerraré la puerta con candado.
—Romperé el vidrio. No trates de dejarme fuera. —Sus ojos se vuelven
amplían en shock.
—Bien, al menos llama antes de entrar a hurtadillas.
Me adelanto, mis labios están a centímetros de los suyos.
—Recuerdo muy bien que disfrutaste de mi compañía. —Beso sus
labios. Retrocede, pero no le permito que dé un paso cuando lo hace y la
presiono contra la pared para que pueda besarla sin que ella se vaya. Se
relaja cuando la toco y mis labios no la abandonan. Mi cuerpo empuja el de
ella, sus manos caen a su lado y se agarran a mis pantalones, y su mano se
detiene para no moverse hacia adelante y tocarme más.
Alejándome para tomar aire, mi frente toca la suya.
—Ya puedes irte.
114
Asiento, alejándome de ella. Saliendo por la puerta, mi auto sigue en
el mismo sitio. Mirando hacia atrás, la veo observándome. Se da la vuelta
cuando lo hago y regresa a su escritorio mientras conduzco.

Quinn está en la puerta de mi casa cuando llego. Tiene su teléfono en


la mano y una mirada más que seria en su cara.
—¿Por qué tan serio? —le pregunto, subiendo las escaleras y abriendo
la casa. Me sigue hasta aquí—. ¿Quinn? —Me doy la vuelta encendiendo las
luces interiores.
—Recibimos algunas amenazas de muerte, para ti y para ella.
—¿Barbie? —le pregunto y asiente—. Ella también tiene una.
Gime.
—He interrogado a cada uno de los hombres de Antonio. No es
ninguno de ellos.
—¿Estás seguro? —Sólo pregunto para estar seguro de lo que me está
diciendo. Podría ser cualquiera. Una cosa que mi padre me enseñó es que
siempre habrá alguien dispuesto a derribarte cuando estés en tu mejor
momento. La mayoría serán falsos, pero algunas deben ser observados de
cerca. Pensé que esto era falso, hasta ahora.
—Logramos rastrearlo hasta aquí. El sello es de aquí.
—¿Alguien que conozco?
Se encoge de hombros.
—Esa posibilidad es mayor que la mayoría, considerando que saben
de ustedes dos.
—Y no eres tú —bromeo con él.
—Esto es serio, Ryken, podrían matarla. No hay vuelta atrás de eso,
¿verdad?
—¡Aplástalo! Mátalo, maldita sea. Ahora.
Asiente y pulsa unos cuantos botones en su teléfono celular. Él es
bueno con eso. Me sorprende a veces las cosas que puede recoger y cómo
puede utilizar todo tipo de aplicaciones para obtener los resultados que
necesitamos. Como cuando encontró a Barbie en Internet en cuestión de
minutos.
—Y también... ¿estás planeando quedarte aquí? —pregunta, mirando
desde su celular.
115
—Por supuesto, es donde ella está.
Me parece que sabe lo que pienso.
—¿Piensas dejar los clubes con Cane o llevarlos de nuevo?
No he pensado mucho en eso. Parece que le va bien con ellos. Aunque
ahí es donde quiero estar, no es donde más me necesitan.
—Vete con él por el momento.
Vuelve a asentir con la cabeza, escribiendo en su celular.
—También está el asunto de la casa con Livia. —Ella escogió esa casa,
yo no la quería. ¡Carajo! Ni siquiera quería mudarme. Mi casa es donde está
Barbie. Es a quien quiero que se quede cerca.
—Dásela a ella. —Levanta una ceja—. Está pagada y ella es la que la
ama. Dásela.
—Una última cosa.
Gimo en mis manos.
—¿Te has convertido en mi secretaria, una que no conocía o que creía
que necesitaba?
Se ríe moviendo la cabeza.
—Ese favor que me debes.
—Sí —respondo, sin olvidarme de eso. Me preguntaba cuándo sacaría
el tema. Era sólo cuestión de tiempo antes de que cobrara el favor que le
debo.
—Pronto lo cobraré.
—Qué pronto.
Inclina la cabeza a un lado, mirándome.
—Espero que muy pronto. —Sonríe y le sacudo la cabeza.
—¿Coleccionando esta noche? —pregunto. No parece feliz, pero lo
confirma de todos modos.
—Esta noche, te veré allí.
El negocio no se detiene, aunque queramos. Así no es cómo funcionan
las cosas por aquí. Los compradores todavía quieren chicas.
—Ten cuidado, ellos saben que has vuelto y también saben ahora que
el negocio sigue en marcha. Sólo porque nunca atraparon a tu padre no
significa que no puedan atraparte a ti. —Asiento y entro en la oficina de mi
padre. En la mesa hay una lista de las dos últimas chicas que enviamos a
Antonio. Empujándolos a un lado, junto a esa foto, una de Barbie cuando
Michael me la quitó. No había nadie más allí esa noche, y estoy seguro de
116
que no tomé esta foto. Entonces, ¿cómo carajos están apareciendo todos
ahora? ¿Quién demonios está tratando de joderme? Presiono el botón de
llamar al número de Michael. No responde inmediatamente, pero cuando lo
hace su voz es seria y habla bajo.
Michael ahora está a cargo. La muerte prematura de Antonio puso a
Michael a cargo de los capítulos de MC. Ahora todo recae en Michael.
Podría haber sido su plan maestro todo el tiempo. Pero eso sería
estúpido. Son parientes. Hermanos.
Podría estar conspirando para matarme ahora, ya habría oído lo que
le pasó a su hermano.
—Tenemos que hablar —digo colgando el teléfono.
Las conversaciones telefónicas son estúpidas. La tecnología tiene una
forma de atraparte en su red. Es avanzada y casi siempre es la forma en que
te atrapan, por hacer o decir algo que no deberías haber hecho. Por suerte
para nosotros estamos lejos de ser estúpidos.

117
Saskia
s tarde y no está aquí. Esperé a que viniera porque no quería

E que volviera a entrar a hurtadillas. Eventualmente, vuelvo a mi


habitación y justo cuando cierro la puerta de mi apartamento,
es cuando la escucho, la puerta de la tienda se abre.
—Ryken —digo en voz baja.
No contesta cuando bajo las escaleras. Y cuando llego al fondo, sus
manos están sobre mí y me empujan de nuevo contra la pared. Voy a gritar
hasta que su voz me calme instantáneamente.
—Mierda, te he echado de menos hoy.
Me derrito en él. Mi cuerpo se relaja instantáneamente. Sus manos se
vuelven salvajes y recorren mi cuerpo, levantando mi camisa, sus dedos
raspando mi piel para tratar de agarrarse a todas partes. Me subo a él y
pongo mis piernas alrededor de su cintura. Me sostiene, me pasa la camisa
por la cabeza y me lleva por las escaleras hacia atrás.
En la parte superior, me acerco y empujo la puerta para abrirla
mientras él logra quitarme el sostén, dejándolo caer al suelo. Su boca está
instantáneamente en mi pecho mientras me acuesta en mi cama. Es
caliente. Nos desvestimos el uno al otro mientras él tira de mis pantalones
cortos y tiro de su camisa y luego de su cinturón. No falta mucho para que
ambos estemos desnudos y su cuerpo venga sobre el mío. Todo lo que
hacemos, tocamos, vemos, oímos, es el uno al otro. Nos consumimos uno al
otro y tiramos y tiramos hasta que no queda nada.
Es un amor como ningún otro. No sabía que existía un amor así hasta
él. Eso es lo que más me asusta. Realmente podría joderme tanto que podría
terminar como ella. Como Livia. Casi me ha destruido antes, no creo que
pueda volver a hacerlo.
118
—Ryken...
Me levanta bajo mis brazos y me deslizo sobre él. Sus manos se
mueven hacia mi culo y cuando ambos empezamos a movernos su dedo se
desliza hacia mi culo. Lo bombea mientras su polla se mete en mi coño.
¿Alguna vez has experimentado un placer en el que no sabes de dónde
viene, pero la acumulación es tan intensa que sabes que te va a dejar
completamente destrozado? Esa soy yo ahora mismo.
Me golpeó contra la pared, mi espalda se estrelló contra ella y no me
importa. Trato de escalarlo más, acercándolo aún más, y presionándolo más
despacio para que pueda sentir cada pulgada a medida que nos deslizamos
unos contra otros.
—Barbie... —gruñe, levanta sus manos de mi culo y me golpea contra
él. Nos empujamos contra la pared, y ahora nos paramos en medio de mi
pequeño apartamento mientras mi cabeza se inclina hacia atrás y apenas
puedo aguantar más. Mis piernas tiemblan, mis manos quieren soltarse
cuando lo siento venir.
Lo siente y me acuesta de nuevo en mi pequeña mesa de comedor. Mi
culo está en el borde mientras me alcanza las tetas, me agarra y sigue
follándome. Mis manos cubren las suyas y aprieto sus manos sobre mis
pechos, mi cabeza cae hacia atrás mientras se agarra y todo mi cuerpo
tiembla.
Todo mi corazón es suyo ahora mismo. Es el momento perfecto para
que me lo saque del pecho como si fuera suyo para empezar. Sus manos
están justo ahí, así que podría. Pero no lo hace. En vez de eso, se inclina
hacia adelante y me besa allí. Justo entre mis pechos, justo sobre mi
corazón.
Me toma un momento bajar, sentir su aliento todavía allí mientras
ambos tratamos de controlar nuestra respiración. Cuando finalmente lo
admiro, me está observando. Sus manos me rozan los costados y luego me
levantan mientras me lleva a la ducha mientras está dentro de mí. No hace
otra cosa que besarme, en todas partes menos en mis labios, mientras me
baja y luego me da la vuelta, abriendo el agua. Mi ducha es pequeña, no fue
construida para que dos personas quepan en el pequeño cubículo. Sin
embargo, de alguna manera, ambos nos las arreglamos con él contra mi
espalda, y sus manos frotándome ahora con jabón. Apenas nos hemos dicho
unas pocas palabras esta noche y de alguna manera, me siento más cerca
de él, más que nunca.
—Ryken...
—Mm hmm —me responde al oído mientras sigue enjabonándome.
Puedo sentir su polla en mi espalda. Está duro otra vez. Me doy la vuelta
119
para enfrentarme a él y mira hacia abajo entre nosotros, sonríe y luego mira
hacia mí—. Esos ojos color mocha serán mi muerte.
Parpadeo un par de veces ante sus palabras, me sorprende y luego
sonrío. Nunca nadie había prestado atención al color de mis ojos. Me presta
toda clase de atención. Es quien es él.
—Ryken... —digo de nuevo.
Esta vez se inclina hacia adelante, besando suavemente mis labios y
luego tirando hacia atrás para lavarse una vez que termina conmigo.
—¿Qué es esto?
Se detiene y luego me mira.
—Sabes lo que es esto, somos nosotros. Como debe ser.
Me muerdo el labio.
—No hay un nosotros. Quiero decir que hay un nosotros follando, pero
no un nosotros. —Trato de enfatizar las palabras y él se detiene para
mirarme. Lo veo entonces, esos demonios que vi por primera vez en sus ojos.
Me los ha ocultado durante bastante tiempo. Pero era sólo cuestión de
tiempo antes de que volvieran a la superficie y salieran a jugar.
—Hay un maldito nosotros. ¡Maldita sea! No vayas pensando que no
lo hay. No hay un yo sin ti.
Quiero creer en sus palabras, de verdad. Rápido, salgo de la ducha
antes de que pueda detenerme. Todavía puedo sentir espuma de jabón, pero
no me importa.
—Ya tenías un nosotros... Livia y tú.
Gruñe a mis palabras. Su cara es dura y sale tras de mí
completamente cubierto de jabón. Es una vista hermosa y aterradora, todo
en uno.
—Ella no era un nosotros, era un yo. La amaba, Barbie, no se puede
negar eso. Ella estuvo ahí para muchas de mis cosas. —Me agarra la cara—
. Pero ella no es tú. Me has jodido la cabeza y el corazón desde la primera
vez que te conocí. Tú.... que eres tan hermosa... no tienes idea de lo mucho
que significas para mí.
Aparto la mirada ante sus palabras. Porque las declaraciones de amor
son algo a lo que no estoy acostumbrada. Nunca estuvo en mis cartas. Mi
madre nunca me lo dijo, así que ¿por qué debería creerle a alguien que eligió
a otra persona? La eligió a ella cuando nadie quería elegirme a mí. No la
gente que yo quería, de todos modos.
120
—Quiero tomármelo con calma. —Sacude la cabeza—. Esto es
demasiado. Eres demasiado. No puedo lidiar con esto. No me hagas lidiar
con esto.
Da un paso atrás, agarra la toalla, se quita la espuma del jabón y me
toca la cara.
»Lento es medio factible. No esperes que no te quiera cada vez que te
vea. Porque ahora, cariño, nadie se interpone en nuestro camino. —Camina
a mi alrededor, regresa a mi pequeño cuarto para recoger su ropa. Lo sigo
desnuda. Me apoyo en la puerta mientras lo vigilo.
—¿Te vas? —pregunto sorprendida.
Me besa los labios rápidamente.
—Sólo vine a verte porque hoy ha sido una mierda y para decirte que
no podía quedarme —se ríe porque todos sabemos por qué eso nunca
funcionará para él—. Eso me llevó a llegar tarde ahora. —Me admira una
vez que se pone los pantalones, sus ojos vagan a lo largo de mí—. Lo estás
haciendo casi imposible de dejar, Barbie. Quiero saquear ese cuerpo de
nuevo. —Sonrío, amo la forma en que sus ojos me miran. Es una nueva
imagen. Algo completamente distinto. Y me gusta. Mucho.
—Adiós, Ryken —digo sonriendo.
Se adelanta y levanto la mano. Sacude la cabeza y luego me pega en
el culo mientras pasa.
—Guárdame eso para después, nena.
Mi risa sale a carcajadas mientras baja las escaleras y me quedo en
la cima viéndolo salir.
Se detiene y mira a su alrededor.
»No dejes entrar a nadie. Cierra la puerta a menos que yo llame.
Voy a decirle que no tengo teléfono para llamarle. Pero esta vez,
mientras me mira las tetas, dice:
—Está en tu cama. Úsalo, es tuyo. —Se lame los labios, la sonrisa no
se va al salir por la puerta. Volviendo a entrar, lo veo ahí. Un iPhone nuevo
en mi cama.
Caminando hacia él, lo tomo y me río cuando veo la foto en la pantalla.
Es una foto de él sonriendo. Me aferro a él y me acuesto en mi cama.
Creo que a pesar de decirme a mí misma que no lo haga, he caído aún
más por Ryken Lord. Ahora que tiene mi corazón, tengo miedo de lo que
pueda hacer con él.
121
El celular suena y eso es lo que me despierta a la mañana siguiente.
Todavía está en mi mano, debo haberme quedado dormida con el anoche.
Sus mensajes de texto están llegando y sonrío cuando leo el primero.
Maldición, te extraño. ¿Estás despierta?
Sonrío ante su mensaje y dejo el teléfono a mi lado. Todavía no nos
entiendo. Es difícil para mí comprendernos como un nosotros real. Porque
nunca he sido un nosotros. Con Stiles, éramos una pareja, sí, pero nunca
sentí honestamente que hubiera un nosotros y yo era totalmente suya. Era
cómodo, incluso agradable estar cerca de él. Mi cabeza desearía que me
enamorara de él. Pero mi corazón lo sabe mejor que nadie. Mi corazón sabe
la verdad.
Me levanto, me visto y me preparo para el día. Tengo que empezar a
recuperar mi vida ahora que sé que Amy no vendrá por mí otra vez. Escuchar
que la mató fue un poco exagerado. Quiero decir, no es que no supiera que
era capaz de hacer esas cosas, es sólo cuestión de si puedo manejar el saber
que eso es lo que hace. Sin mencionar que todo su negocio se trata de
coleccionar chicas —chicas que no tienen familia ni vida— para que se las
lleve consigo y las venda a otros hombres. Ese pensamiento por sí solo me
asusta.
Bajando las escaleras, me detengo en el escalón de abajo, porque de
pie en la puerta de cristal está mi madre. Me está mirando y se ve bien,
mejor de lo que ha estado en mucho tiempo. No me atrevo a abrir esa puerta
para dejarla entrar.
¿Y si dice algo que no quiero escuchar?
¿Algo que pueda hacerme regresar?
Me ofrece una sonrisa mientras me quedo donde estoy, sin poder
moverme.
Saliendo de mi aturdimiento, me acerco a ella, abro la puerta y la dejo
entrar, cerrándola detrás de ella. Mira a su alrededor y luego se da la vuelta
para mirarme a la cara. Se siente raro tenerla en la misma habitación que
yo y sobria.
—No pensé que me dejarías entrar.
Me encojo de hombros, sin saber realmente lo que ella quiere de mí.
—Estabas en la puerta.
La mira y luego a mí.
122
—Me alegro de verte en pie y moviéndote. ¿Tiene que ver con ese
chico?
No tengo que decirle nada, pero lo hago de todos modos.
—No, pero lo estoy viendo.
—He oído hablar de su familia... bueno, de su padre y de lo que solía
hacer. ¿Estás a salvo con él?
Si tan sólo lo supiera. Para empezar, nunca estuve a salvo con él. Es
la razón principal por la que quería que me mantuviera alejada. Nunca
funcionó y cambió completamente mi vida. Pero creo que he salido más
fuerte gracias a ello. Y no fue su culpa, no realmente. Elegí seguirlo. No tenía
que tratar de protegerme, pero de todos modos no podía.
—Estaremos bien.
Asiente.
—Esperaba que quisieras conocerme y que yo te conocerte a ti. Es
curioso, sabes... Miro a la chica que eres ahora y me pregunto cómo llegaste
allí. Sé que no fue de mi parte porque no fui de ninguna ayuda en absoluto.
Pero me gustaría mucho conocerte, si te parece bien.
Mis manos tocan mi falda, cepillándola antes de mirar hacia arriba
para ver una expresión nerviosa en su cara. Teme que le diga que no.
—Eso sería genial.
Sonríe y no presiona cuando sale por la puerta, sino que sigue
sonriendo.

123
Confesión #11
—Bendígame, Padre, porque he pecado. Ha pasado... No sé cuánto tiempo
ha pasado desde mi última confesión.
Escucho al sacerdote moverse en su asiento. El sonido de su sotana
clerical cruje con sus movimientos.
Estoy seguro de que detesta mis visitas, sé que yo lo haría si fuera él. Una
amplia sonrisa cubre mi cara ante ese pensamiento.
—No tienen ni idea. Ni puta idea de que tienen una rata. ¿Crees que soy
tan listo como el peor de los peores? No, no respondas a eso. Tal vez sólo
soy el más listo. De cualquier manera, nunca sabrán qué los golpeó.
Nunca.
Salgo corriendo del confesionario y de la iglesia.
¿Abso-maldita-lución? No me importa y nunca me importó.

124
Ryken
ichael está parado frente a mí, sus manos limpiando la

M comida que acaba de comer mientras me admira. Todos sus


hermanos MC se sientan detrás de él, mientras yo saco el
asiento delante de él con Quinn sentado a mi lado.
—Tú convocaste esta reunión. ¿Para qué? —pregunta, encendiendo
su cigarrillo y luego soplando humo hacia nosotros.
—Parece que tenemos algunos asuntos que discutir. —Sigue
fumando—. No pensarías que sería inteligente tratar de amenazar a los que
me rodean, ¿verdad, Michael?
Me mira con las cejas fruncidas.
—¿Qué estás diciendo, jefe? —Se inclina hacia adelante tomando una
larga calada de su cigarrillo y luego soplando el humo en anillos—. No me
estás acusando de nada, ¿verdad?
No tengo que responder a su pregunta.
—Te estoy haciendo una pregunta. Considerando cómo era tu
hermano, no puedes culparme por preguntar ahora, ¿verdad, Michael?
Se inclina hacia atrás y sacude la cabeza.
—Por suerte para mí, no nos criamos juntos, y no me parezco en nada
a él —le creo. Conozco a Michael desde hace unos años, y durante el tiempo
que conocí a Antonio, supe que era un problema.
—¿Así que te vas a mudar para hacerte cargo del negocio? —le
pregunto.
Michael sonríe.
—Sí. ¿Tienes dos chicas para que me lleve?
125
Quinn se pone de pie, sale y luego regresa con dos niñas con los ojos
vendados y las empuja hasta las rodillas con las manos atadas a la espalda.
Uno de sus miembros se levanta y se lleva a las chicas.
Quinn me toca el hombro.
—Estoy reclamando mi favor ahora.
Todos nos volvemos para mirarlo. Es un momento raro para que lo
haga. Pero no puedo negarlo. Salvó a Saskia de las garras de mi padre
cuando le hubiera encantado llevársela. Y siempre somos fieles a lo que
debemos.
—Le debes un favor a tu hombre. Eso es arriesgado —dice Michael
riendo.
Lo ignoro y espero lo que Quinn quiere.
Se rasca detrás de la oreja y me mira con seriedad.
—Quiero a una de las chicas de vuelta, y quiero quedármela.
Michael se ríe. Lo miro con los ojos muy abiertos y con confusión. No
lo entiendo. No lo entiendo. ¿Por qué querría a una de las chicas?
—¿Fue vendida?
Sacude la cabeza.
—Todavía está en ese lugar. La quiero a ella.
Miro a Michael. Se encoge de hombros.
—Tú eres el jefe, si la quieres, tómala y reemplázala.
—Bien —digo, dando golpecitos con la mano sobre la mesa.
—¿Su nombre? —pregunta Michael.
—Sabrina.
Michael se ríe a carcajadas.
—¿Seguro que la quieres? Esa perra está loca.
Quinn sonríe, y puedo decir que hay más. Una historia de por qué la
quiere. Pero ahora no es el momento de indagar en ello. Tiene derecho a
amar, y si quiere eso con una chica de colección, puede tenerlo.
Michael se vuelve hacia sus hombres, les dice que lo organicen y luego
me mira a mí. —Hiciste un desastre, ¿sabías eso? La gente tiene miedo de
hacer negocios contigo ahora.
—No se detendrán. La mercancía para ellos es la mejor a través de
nosotros. Y el miedo es bueno. Quieres que nos teman. Entonces no nos van
a joder —digo sonriendo.
126
—Entonces, ¿por qué venir aquí y acusarme de algo? ¿Quién te está
amenazando?
Mi mano me roza el cabello. Necesito cortarlo.
—Alguien le está enviando fotos. Amenazándola.
Michael mira a su alrededor y luego me mira a mí.
—Si le están enviando fotos, deberías estar mirando a tu círculo
íntimo. O de ella. No fuera de ella. Obviamente la conocen.
No lo había pensado de esa manera. Este negocio viene con gente que
quiere arruinarte invariablemente. Así son las cosas. Alguien siempre quiere
lo que tú tienes, y el poder es una posición difícil. La mayoría lo quiere, pero
no sabe cómo manejarlo. Lo descubrí por las malas. La gente quiere
conocerte, ver qué pueden sacar de ti. Algunos sólo quieren conocerte para
decir que te conocen. Y algunos quieren matarte. Livia me quería por las
razones equivocadas. Ella no me conoce. Ella vio lo que yo podía darle. El
tipo de estilo de vida y mi nombre unido a eso era algo que ella quería. Yo
no era para ella, y ella no era para mí.
Terminamos nuestra reunión, y cuando llego a su tienda, Saskia está
sentada al frente y al lado de ella está Robert sosteniendo una lata de cerveza
mientras beben. Se está riendo. Y quiero participar en esa risa, quiero ser
yo quien la haga sonreír. Pero sé que estoy a punto de quitárselo en cuanto
salga y le diga por qué estoy aquí.
Tal vez pueda aguantar un poco más. Sin embargo, no sería correcto
hacerlo. La he lastimado lo suficiente como para que nos dure toda la vida.
No tengo intención de seguir haciendo eso.
Los dos miran hacia arriba, con su sonrisa en la cara mientras me
mira con esos ojos que me hacen hacer locuras. Como querer recogerla
ahora mismo y reclamarla en esta calle frente a cualquiera que se atreva a
mirarla.
Robert asiente mientras camino y me siento junto a ella.
—Interesante lugar para beber —le digo, mirándola. Se encoge de
hombros y sonríe.
—Se necesitaba... al menos uno. — Ella me empuja el hombro con el
suyo y me pasa su cerveza. Lo tomo, lo bebo hasta que está vacío y luego lo
coloco entre mis piernas—. Llegas temprano. Por lo general, son llamadas
nocturnas. —Ella se ríe, pero yo no.
—Livia está en casa. Preguntó por ti. — Si tuviera la botella en la mano
ahora mismo, sé que probablemente se le caería. Por suerte para mí, no lo
hace, sólo se sienta en el mismo sitio, pero está conmocionada.
—¿Preguntó por mí? —dijo finalmente.
127
Voy a tocarle el muslo, pero ella aleja mi mano.
—Así es —respondo, pensando en la conversación que acabamos de
tener en el auto de camino a mi Barbie. Fue incómodo, pero Barbie no tenía
un teléfono celular para que Livia llamara. Bueno, ahora sí, pero Livia no
sabe el número. Por eso le he dado uno para poder enviarle mensajes de
texto sucios todo el puto día. Es divertido jugar con ella.
Robert se retira mirándola.
—Ella sólo te hará sentir como una mierda. No vayas a verla, Sass.
Barbie lo mira, y puedo ver las emociones corriendo por toda su cara.
—Pero la extraño. Además, está herida.
Robert se inclina y le besa la frente. Si fuera cualquier otro hombre,
le pegaría por tocarla, pero es su mejor amigo.
—Ese corazón tuyo te jode todo el tiempo, Sass. Trata de protegerlo
esta vez, ¿de acuerdo? —Ella ofrece una sonrisa triste, y Robert me mira a
mí—. Te la quitaré si eso significa protegerla. ¿Me entiendes?
Asiento y miro a Barbie. Todavía no mira nada, sólo mira hacia
adelante, hacia la nada. Él se dirige a su auto, mientras ella me mira a mí.
Insegura.
—¿Debería verla? —me pregunta.
No sé qué decirle. Mi respuesta inmediata es, no. Pero sólo soy yo
siendo egoísta. Levantándome, le empujo su largo cabello rubio detrás de la
oreja.
—Deberías, pero sólo si quieres. —Se ve triste y su tristeza no es algo
de lo que quiera ser responsable, nunca más—. Pero se enfadará. Así que,
por favor, vete si eso sucede, y en el momento en que lo hagas, quiero que
me llames. —Asiente y le paso las llaves de mi auto. Los toma mirando hacia
abajo—. Me quedaré aquí y te esperaré. Tómalo. Tómate todo el tiempo que
quieras. —Me paro besando su cabeza y entrando en su tienda. Se queda
donde no se mueve por un tiempo, y luego se las arregla para pararse y
caminar hasta mi auto, subiendo.
Fue la primera cosa desinteresada que hice por ella. Ahora va a ver a
alguien a quien ama, quizá incluso más que a mí. Y podría volver para
decirme que me vaya. Es un riesgo en el que no había pensado hasta ahora.
Pero espero y rezo para que vuelva conmigo. Porque la necesito más de lo
que necesito mi próximo aliento.
Mientras la veo irse, otro auto se detiene donde ella se acaba de ir.
Stiles sale y se dirige a la puerta de la tienda. No puede verme ahí parado,
pero pone su cara en la puerta y mira hacia adentro. Cuando me ve, maldice
y retrocede. Parece que está a punto de cambiar de opinión e irse. Se gira,
128
pero luego vuelve a la tienda y golpea la puerta con fuerza con la mano.
Contemplo no abrir. No me gusta el tipo por el simple hecho de que la tuvo
cuando yo debería haberla tenido. Ella era mía mucho antes de ser de él.
Cuando abro la puerta, él empuja su camino hacia adentro haciéndome dar
un paso atrás y luego me da un portazo con algunas cosas en el pecho.
Mirando hacia abajo, se las quito y veo fotos de él y de Barbie.
—Qué carajo. —Mi mano alcanza su garganta, y lo empujo contra la
puerta de cristal, su espalda golpeando contra ella mientras mi mano se
aprieta alrededor de su cuello. Las fotos caen al suelo, y él trata de alejarme,
pero no funciona. Lo tengo, y no lo voy a dejar ir pronto hasta que su último
aliento salga de su cuerpo.
—Ryken, es viejo. —Sus palabras están apagadas, pero las oigo y le
quito la mano de la garganta. Su mano reemplaza a la mía, y maldice—. Qué
carajo de verdad. ¿Estás jodidamente loco? —Lo miro con las cejas
levantadas. ¿En serio me preguntó eso? Dado que acaba de mostrarme fotos
de él y Barbie juntos.
—¿Me las enseñas y esperas que no te mate? —Voy a acercarme a él
de nuevo y él me tiende la mano.
—Maldito idiota, estas fotos son viejas. Pero esa es la razón por la que
estoy aquí. ¿Por qué carajo me los envían a mí en primer lugar? ¿Quién coño
las estaba tomando? También me pasó un trozo de papel y en él se lee....
Espero que la extrañes porque él está a punto de hacer que la maten.

No tiene sentido.
—¿Quién es él? —le pregunto.
—Mi suposición es que eres tú. Tú eres quien parece ser capaz de
arruinar su vida. —Se pone más alto una vez que dice eso, como si fuera
algo que ha querido decir desde hace mucho tiempo. Pendejo.
—¡Vete a la mierda! Me encargaré de ello. —Se ríe de mí y le levanto
una ceja. Me importa un bledo si le disparo al imbécil.
—¿Te encargarás? ¿Cómo piensas hacer eso? ¿Vas por ahí disparando
a todo el mundo? ¿O tal vez sólo ponerle una correa? —Se necesita todo en
mí para no hacerle daño ahora mismo.
—No te quedes aquí y actúes como si supieras cómo es nuestra vida.
Y sí, si se trata de protegerla, mataré a cualquiera. Eso incluso si te incluye
a ti.
Me sacude la cabeza.
—Es demasiado buena para ti. Ya sabes, eso, ¿verdad?
129
Sí, pero no voy a admitirlo ante él en un futuro cercano.
—Vete a la mierda —le digo, abriendo la puerta para que se vaya.
—Díselo, o lo haré yo —dice, y se va.
—Si le dices algo, te mataré yo mismo. Ya no estás en su vida, Stiles.
Es mía, la tuviste mientras me esperaba. —Cierro la puerta en su cara de
shock y subo sus escaleras a su habitación. Más fotos.
Enviando un mensaje a Quinn, que está esperando a la chica que
quería que llegara, me aseguro de que lo sepa. Porque si alguien puede
rastrear a esta persona, es él.

130
Saskia
onducir en la entrada de Livia es algo que no he hecho en

C mucho tiempo. Ni siquiera sé qué esperar mientras llego.


¿Cómo me recibirán, o he venido para que me digan lo horrible
que soy? Podrían odiarme todos. Enfrentémoslo, me odio tal
como soy. Al bajar del auto, Christopher abre la puerta
principal antes de que yo cierre la mía. Me sonríe y baja las escaleras, con
las manos alrededor de mi espalda y tirando de mí hacia él. Echaba de
menos esto, estar cerca de ellos. Pasé de verlos todo el tiempo a, bueno,
nunca. Fue un cambio extraño, y me lo perdí.
—¿Dónde has estado, cariño? ¿Has visto a tu madre? Eso espero,
porque ella también vendrá. ¿Estará bien? —Se marcha, subiendo las
escaleras conmigo sin dejarme hablar.
—¿Va a venir? —pregunto, sorprendida.
Asiente y abre la puerta. Miro hacia arriba y sé dónde está la
habitación de Livia.
—Quiere que vayas a verla. Lo está haciendo mucho mejor. —Me
aprieta el hombro y luego se va. Mi mano toca la barandilla de las escaleras,
y la uso para subir cada escalón que es tan agonizante como el siguiente.
Su puerta está abierta, y puedo verla acostada en su cama con su celular
en la mano. Me admira sin decir una palabra, pero me mira fijamente. No
estoy segura de si debo entrar, o esperar donde estoy, sin moverme.
—Entra, no es como si pudiera ir a ti.
Entro y ella mira a la silla junto a su cama en la que estoy sentado.
Mis piernas se cruzan, luego no se cruzan, insegura de lo que debería estar
haciendo o diciéndole.
—¿Querías verme?
131
—Pareces sorprendida por eso. ¿He sido tan terrible contigo? —No sé
cómo responder a esa pregunta. Sólo miro al suelo—. Supongo que tú lo
viste primero, ¿no? Técnicamente no, pero tuvo ojos para ti primero, al
menos. Lo vi, ya sabes, ese día en el pasillo cuando él te miró, y tú lo miraste
a él. Lo vi, y decidí ignorarlo, porque ¿por qué te querría a ti cuando podría
haberme tenido a mí? —Se ríe, y eso mata a una pequeña parte de mí.
—Eres hermosa —le digo, sin mirar hacia arriba.
—Y siempre me lo has dicho. Nunca fuiste la mala, Sass. Fueron mis
celos lo que fue malo. —Estoy un poco sorprendida—. Incluso si fueras una
puta, y no respetaras lo que es mío. —Esta vez la miro, con los ojos bien
abiertos ante sus palabras—. Te lo estabas follando mientras yo estaba con
él, ¿no?
Mis manos tiran de mi falda.
¿Cómo es que esto se convirtió tan rápido en algo malo?
—Sass, no me mientas.
—Sí —le respondo, sin mentir. Se merece la verdad.
—Debería haberme amado como te ama a ti. Debería haberlo hecho.
Nunca luchó por mí. Todo fue manipulación. Tuve que usarlo para
atraparlo. No tenías que hacer nada, sólo pestañearle, y él estaba en tus
manos.
—No lo estaba —le susurro en voz tan bajo que no me oye.
—¿Qué has dicho?
La miro.
—No lo estaba. Él te eligió cada vez y me dejó al hacerlo. Me rompió
con el tiempo. Él hizo eso —le digo.
—¿Qué tan gracioso es que ambas nos enamoramos del mismo
hombre? ¿Y te elige a ti?
—Lo siento, si pudiera... me gustaría que te eligiera a ti.
Mira hacia abajo a su celular y sonríe.
—Lo creas o no, a pesar de toda la locura que nos rodeaba, creo que
lo he superado. ¿Es eso posible? Quiero decir, todavía estoy enfadada con
los dos, pero quizás él tenía razón, y yo estaba equivocada. ¿Quizás no
estaba hecho para mí después de todo? ¿Sabes? —Me encojo de hombros.
Ella mira de nuevo a su celular—. Quiero decir, uno de los chicos con los
que trabajo me está dando mariposas. Nunca he sentido mariposas, Sass.
¿Él te hace sentir mariposas?
Asiento.
132
—Cada vez que me toca.
—¿No con Stiles?
—Nunca —respondo sinceramente.
—No estoy diciendo que va a ser fácil para mí superarlo.
Probablemente no quiera verlos juntos por mucho tiempo. Pero estoy bien
con ello. ¿De acuerdo?
Sus palabras me sorprenden. Pensé que quería que viniera, para
decirme cuánto me odiaba. Me alegro de que no sea eso en absoluto.
—Bien, gracias, Livia.
No me ofrece una sonrisa.
—Te está esperando, ¿no?
Mis manos corren por mi falda otra vez, sin saber si debo decir algo.
—Nunca me esperó. Tal vez debería haber mirado las señales para
empezar.
—¿Vas a estar bien? —pregunto, mirándola tumbada en la cama sin
moverse.
—Sí, gracias. Si no lo estuviera, estoy segura de que lo habría matado
yo misma en lugar de capear esta tormenta de me amaba o no me amaba —
bromea. No está bromeando, la conozco muy bien.
—Te he echado de menos, Liv.
Ella sonríe.
—Yo también te he echado de menos, lo creas o no.
Dicen mi nombre, y sé que es mi tío.
—Ve.... diles que estamos bien. Han estado preocupados porque no te
han visto últimamente.
Me paro y salgo de su habitación sintiéndome diferente, más ligera si
es posible. Bajando las escaleras, la veo, parada en el fondo sonriéndome.
Mi madre está en la casa. No recuerdo haberla visto allí.
Mi tío se acerca a mí y me abraza desde un costado.
—Deberías estar muy orgullosa de ésta, sé que lo estoy.
Le doy las gracias mientras se aleja. De pie en una postura incómoda,
espero a que ella hable.
—Estoy orgullosa de ti.
—¿Lo estás? —le pregunto, mi cabeza cayendo a mi lado—. Estoy
destrozada, después de todo.
133
—No debería haber dicho eso, era una charla de borrachos. —Siempre
tuvo miedo de que me rompiera como su madre. Estoy rota, pero de una
manera diferente a la de mi abuela, que finalmente se suicidó—. Y no estás
rota. En realidad, estás lejos de eso.
—No me conoces, no puedes decir eso. —Me da vueltas la cabeza—.
Tal vez deberías tratar de conocer mi verdadero yo. No el que quieres ver.
Comienzan las lágrimas en sus ojos, y ella mira al suelo.
—Tu padre murió cuando eras pequeña, eso me mató. Esa es la razón
por la que yo era así. No quiero eso para ti. Este chico que amas... ¿es
realmente para ti?
—No necesitas saber nada de Ryken. Eso es asunto nuestro, y
tenemos que resolverlo nosotros mismos.
Ella asiente.
—Supongo que tienes razón, pero todavía me preocupo.
—Es un poco tarde para eso, madre. Ahora soy un adulto y he estado
cuidando de mí misma durante mucho tiempo.
—Está bien, pero quiero intentarlo más. Tal vez pueda entrar cuando
estés trabajando, y tal vez ayudar, incluso limpiar si me necesitas...
gratuitamente.... sólo para intentar conocernos de nuevo?
—Tal vez. —Me doy la vuelta, buscando a mi tío—. Tengo que irme.
Por favor, diles que volveré esta semana. Tengo que estar en un lugar. —Sus
ojos se abren en estado de shock, cuando paso junto a ella. Ella esperaba
que me quedara, pero ahora quiero estar con Ryken. Porque él es mi refugio
seguro ahora mismo y es donde elijo estar.
—Te amo, Saskia —dice mi madre.
No reconozco sus palabras cuando salgo y voy directo a su auto. Entro
y conduzco hasta mi tienda, con la esperanza de que siga allí cuando
regrese.
Está en mi cama, la televisión está fuerte, y come caramelos. Me río
cuando entro porque lo que sea que esté viendo lo tiene enganchado.
Levanta la vista cuando cierro la puerta para llamar su atención, y me sonríe
y luego vuelve a mirar al televisor.
—No planeas ser médico en un futuro cercano, ¿verdad? Porque
seguro que les gusta follar mucho en ese armario de suministros. —Me rio
cuando lo veo viendo Grey's Anatomy. Entonces camino y me siento a su
lado. Me pasa los caramelos, y yo los tomo, comiendo uno mientras sigo
viendo el programa con él. Su mano descansa sobre mi muslo mientras lo
acaricia de un lado a otro.
—¿Cómo estuvo? —Me mira alejando los ojos de la televisión.
134
—Ella fue... Livia.
Él gime y me empuja hacia él y me besa. Sabe a caramelos de fresa.
Sabe bien.
—No fue una perra total contigo, ¿verdad?
Me sorprendió cuando hablé con ella.
—No. Ella está de acuerdo con esto. Bueno, lo mejor que puede,
supongo.
Me sonríe con una mueca.
—Entonces, ¿no planea quemarnos vivos mientras dormimos?
Le doy un empujón con mi lado.
—Ella no es tan mala... —Los dos nos miramos y nos reímos—. Bueno,
tal vez sí, pero no lo hará. De hecho, ya lo ha superado.
Me levanta una ceja.
—¡Joder! Eso fue rápido —dice sorprendido.
—¿Eso te afecta?
Me mira y sacude la cabeza.
—No. Me alivia no tener a nadie que venga a tratar de destruirnos.
Bueno, aparte de... —se calla.
Mis cejas se entrecruzan y espero a que termine, pero no lo hace, así
que le digo:
—¿Aparte de qué?
—Bueno, tenemos más fotos. —Mi ritmo cardíaco se acelera. Su mano
se aferra a mi muslo manteniéndome en mi lugar—. Quinn lo está
investigando. Es el mejor en lo que hace. Es por eso que lo tenemos.
Mi cabeza cae.
—¿De qué eran las fotos, exactamente?
Mira hacia atrás, hacia la televisión. Mi mano agarra su muslo ahora,
y se da la vuelta para mirarme. Sus dientes rechinan mientras me responde:
—Tú y Stiles.
Lo miro como si no le creyera. Las saca de su bolsillo y me las muestra.
Él tiene razón. Somos Stiles y yo besándonos. Y hay otra en la que estamos
haciendo más cosas que eso. Mirándolo, sus dientes están apretados y sus
manos apretadas contra su costado.
Me arrastro sobre su regazo, mis manos pasando por su cabello
mientras lo miro.
135
—Tú y yo somos todo lo que importa ahora, ¿verdad?
Él asiente con la cabeza, presionándome en el cuello y sujetándome a
él.
—Tú y yo —dice mientras me aferro a él. Puedo sentirlo entre mis
piernas mientras se endurece al tocarlo. No quiero hacerlo, pero de alguna
manera lo hago mientras lo molesto. Tratando de curar ese impulso que me
retiene cada vez que está cerca. Sus manos se vuelven rápidas a medida que
se interpone entre nosotros, liberando su polla y deslizando mis bragas
hacia un lado, y él está en mí en cuestión de segundos. Empiezo a moverme,
rebotando sobre él, mientras me tira del cabello hacia un lado, mordiéndome
el cuello. Me agarra el cabello con las manos y me tira de la cabeza hacia
atrás, exponiendo mi cuello. Luego la lame hasta que llega entre mis pechos
y tira de los botones para abrirla, revelando mi sostén de encaje que me
muerde hasta el pezón.
—Ryken...
Sus manos caen a mis caderas, y me ayuda a moverme aún más
rápido. Más y más rápido nos movemos hasta que lleguemos juntos.
—¡Joder! Te amo. Múdate conmigo.
Me tumbo sobre su hombro y no le respondo. Porque nunca esperé
que me lo preguntara tan pronto. Ni siquiera hemos decidido lo que somos.
Hasta ahora, somos dos personas que se exploran mutuamente, y no
podemos dejar de hacerlo. No estoy segura de estar lista para lo que él
quiere.
—Barbie... —me tira hacia atrás, me quita el cabello de la cara...
contéstame?

136
Ryken
o me responde, y tengo que levantarle la barbilla para que me

N mire y me dé una respuesta. En serio, la quiero conmigo todos


los días y para siempre. Quiero despertarme con ella y tenerla
allí cuando la necesite. Porque la necesito mucho, muchísimo.
Ella va a apartarse de mí, pero yo la sostengo para que no se mueva
hasta que obtenga mi respuesta de sus dulces labios.
—No.
La miro, sorprendido.
—No —dice ella esta vez más que un susurro—. Me gusta donde vivo,
es mío.
—Lo mío también podría ser tuyo.
Sacude la cabeza. Su mano agita alrededor del pequeño apartamento
que ella llama suyo.
—Esto es mío y soy feliz aquí. Al menos por ahora.
—Lo considerarás, sin embargo. ¿Más tarde?
Se encoge de hombros.
—Tal vez, pero no hay garantías.
—Puedo soportarlo. —La levanto y la pongo en la cama. Mi celular
suena con el nombre de Quinn en camino. La beso en los labios mientras
me llevo el celular a la oreja—. Sí.
—Estoy enfrente de su tienda, déjame entrar. —Cuelgo y sonrío
mirándola mientras me bajo de ella. Bajándose la falda por las piernas, con
las bragas destrozadas, me sonríe.
137
—Quinn va a venir.
Se sienta, se levanta la camisa y luego se pone de pie, cepillándose la
falda. Bajando, veo a Quinn en la puerta, pero a su lado hay alguien a quien
no esperaba ver. Su cabello es corto y rubio, y tiene el ceño fruncido más
significativo escrito en toda la cara.
—¿Trajiste compañía? —le pregunto. Mira a la chica, quien
escasamente tendrá unos dieciocho años y le toca el hombro. Ella se encoge
de hombros mientras él señala la puerta. Ella entra, me frunce el ceño y
luego él la sigue. Me siguen por las escaleras hasta donde Barbie está
esperando. Cuando Barbie ve a la chica, jadea fuerte y la chica le escupe y
trata de golpearla, mientras que Quinn la jala hacia atrás justo a tiempo.
—Esa perra —grita la rubia de Quinn.
Empujo a Barbie detrás de mí, mientras Quinn sujeta a su chica con
fuerza.
—Será mejor que la mantengas bajo control y le digas que no vuelva
a ir por Barbie, o no seré tan amable como tú, Quinn.
La chica deja de moverse y se calma en sus manos.
Barbie da un paso a mi alrededor y le ofrece una sonrisa débil a la
chica.
—Nunca quise bañarte con la manguera. Sabes que no tenía otra
opción —dice Barbie, lo que me confunde.
—¿La conoces?
Barbie me mira sorprendida.
—Ella estaba allí cuando yo estaba. Scott me hizo limpiarla. Me tiró
al suelo y Scott la noqueó —dice. Barbie me rodea y la mantengo cerca de
mí, porque si esta chica cree que puede tocar lo que es mío, está delirando.
Eso nunca sucederá.
—No están aquí para hacerse amigas —digo, mirando a la chica y
luego a Quinn, que asiente—. Ahora dime, ¿quién carajo envió esa mierda?
Me pasa un pedazo de papel, y todo lo que hay en él es un número de
teléfono.
—No se puede rastrear, pero sigue siendo un número activo. Tómalo
y trata de ver si contestan. Hasta ahora es todo lo que hemos encontrado.
—Tomo el número y lo meto en mi bolsillo.
Barbie se adelanta, ofreciendo su mano a la chica que ahora está
detrás de Quinn.
—Soy Saskia.
138
Mira a Barbie como si estuviera loca. Puede ser, considerando que se
está acercando a una chica que quería hacerle daño hace unos segundos.
Quinn la empuja hacia adelante, así que da un paso al frente y mira hacia
ella.
—No me agradas, —Saskia baja la mano—. Pero estoy dispuesta a
intentarlo. Mejor que tenerlo sólo a él a mi lado todo el día. —Mira a Quinn
y luego a Barbie—. Soy Sabrina —dice finalmente. Barbie tiene el fantasma
de una sonrisa en su rostro mientras la mira y luego camina a mi lado, con
sus pequeñas manos agarradas a mi brazo.
—Jefe, tienes esa reunión mañana. —Quinn me mira fijamente.
—¿Vas a asistir?
Asiente y luego vuelve a poner la mano sobre Sabrina. Barbie les ofrece
un pequeño saludo mientras salgo y cierro la puerta con llave. Caminando
de regreso a su pequeña área, veo que ya está en la cama con una de mis
camisas puesta y enroscada en una pelota para ver el resto del programa de
televisión que estábamos viendo antes.
—Ahora somos una cosa, ¿no? —me pregunta mientras me desnudo
y me subo detrás de ella, acurrucándome.
—Estamos bajo juramento. Eres mía. —La acerco más a mí.
—Y tú eres mío...
Le gruño en la oreja y le muerdo el lóbulo de la oreja. Se ríe y luego
me pega. ¿Puedes morir de felicidad? Porque estoy seguro de que quiero
hacerlo ahora mismo. Barbie es todo para mí, y nunca puedo soñar con
reemplazarla. Nadie se acerca a lo que siento cuando estamos juntos. —
Ahora sólo tengo que meter un bebé en tu barriga y un anillo en el dedo.
No responde ni se mueve. Parece que aún no se ha recuperado.
Tirando de ella para que se enfrente a mí, intenta ocultar su miedo, pero lo
veo.
—¿Qué pasa?
Ella mira hacia abajo y beso su nariz.
—No estoy segura de querer tener hijos.
Esa pequeña declaración es un shock.
¿No es que la mayoría de las mujeres quieren tener hijos?
—Bueno, entonces no tendremos hijos.
Me mira.
—¿Quieres tener hijos? —Me encojo de hombros, sin saber qué
responder. Supongo que siempre pensé que pasaría. Es lo que hacemos,
139
tener hijos a los que dejarle las cosas. ¿A quién le dejaría mis negocios?—.
Si tú no lo haces, yo tampoco. Mientras te tenga a ti.
Me sonríe y luego la sonrisa se cae de los labios. —Todavía no nos
vamos a mover rápido. Me gusta quedarme aquí. Me gusta tener mi espacio
ahora mismo. Me la quitaron una vez y no quiero que me la vuelvan a quitar.
—dice con voz pequeña.
—Nunca te lo quitaría.
Se da la vuelta y tira de mi mano sobre la suya, enredando sus dedos
con los míos. Así es como se duerme, muy rápido, dejándome con
pensamientos que pasan por mi mente.

Ella se ha despierta y se va antes de que yo me levantara. Sentí como


se despertaba y me besaba y luego se había ido. Es perfecto. Tan perfecto
ahora que tengo miedo de levantarme y dejar esta maldita cama en caso de
que algo salga mal. Pero tengo que hacerlo porque hoy todo el mundo viene
a mi casa. A una casa que una vez fue de mi padre y ahora es mía. Bueno,
no, todavía tengo que hacerla mía. Eso va a ser difícil cuando todo en ese
lugar me recuerde a él.
Al abrir la bolsa que traje anoche, me visto rápidamente y bajo las
escaleras hasta donde sé que estará. Saskia trabaja más duro que la
mayoría de la gente que conozco. Vive y respira en este lugar. Puedo ver su
amor por ella cada vez que habla de ella. Cuando llego allí, no es ella la que
está detrás del escritorio, es la hermana de Stiles.
Se da la vuelta y me sonríe.
—Saldrá pronto.
Asiento y me acerco para sentarme.
—Realmente le arruinas la vida, ¿no? —La miro de nuevo, sorprendido
de que me dijera esas palabras.
¿Quién demonios es ella? Oh, es cierto, la hermana de Stiles. Por
supuesto, ella me va a odiar.
—¿Disculpa? —pregunto, poniéndome de pie.
Me hace señas con la mano.
—No actúes como si estuviera hablando tonterías... —se detiene
mirándome— ... ya sabes lo que quiero decir. Pero por suerte para ti, ella te
ama, o esto podría ser incómodo. —Quiero decirle que ya es incómodo, pero
antes de decir una palabra, Barbie sale. Se endereza la falda con las manos,
140
nos mira y sonríe. Esa sonrisa hace que mi corazón se estremezca. Me hace
sentir mariposas. Esta rubia sexy que ahora llamo mía está caminando
hacia mí como si yo fuera todo lo que ve. Las cosas que me hacen son
indescriptibles.
—Se conocieron —dice Barbie, sonriendo. La tomo en mis brazos,
tirando de ella hacia mí. Se ríe como una colegiala o una chica enamorada.
No puedo notar la diferencia. Debería odiarme, por todo lo que le he hecho
pasar. Debería detestarme. Me alegro de que no lo haga. Estoy tan feliz de
que esté aquí ahora mismo, en mis brazos. Es la forma en que siempre debe
ser. Es como deberíamos haber sido siempre. Así es como estamos
destinados a ser.
—Lo hemos hecho. —Becca me sonríe y asiente a Barbie.
—Eso me hace feliz, Becca es la mejor. No estoy segura de dónde
estaría sin ella. —Miro a Becca, que ahora me está sonriendo.
—Estarías exactamente dónde estás hoy —digo
tranquilizadoramente—. ¿Vienes a mi casa? Tengo una reunión, pero
¿podemos jugar después? —le susurro al oído—-. Te quiero en mi casa, en
mi habitación y en mi cama. —Se da la vuelta, me pone las manos en el
cuello, luego se inclina y me besa en los labios y me ofrece la mayor de las
sonrisas. Mierda, cómo me gustan esas sonrisas, cada una está hecha para
mí.
—Planeaba pasar el día contigo de todos modos. Sólo tengo que
terminar algunas cosas. —Becca le da a Saskia su bolso cuando salimos por
la puerta—. Me gusta tu auto. ¿Te lo dije ayer? —Le tiro las llaves y las mira
confundida—. ¿Qué se supone que tengo que hacer con esto?
Me encojo de hombros.
—Es tuyo.
Sus ojos se abren de par en par y su cabeza empieza a temblar.
—No. No, no puedes darme un auto. —Está sosteniendo las llaves
como si la mordieran.
—Puedo y lo acabo de hacer.
Sacude la cabeza otra vez.
—No puedes darle un auto a una chica que apenas empiezas a salir.
Eso es una locura.
Me río de ella.
—Te he amado desde el momento en que te vi. Te conozco y te voy a
dar este auto. Así que tómalo.
Me mira, ahora sonriendo con mis palabras.
141
—¿Me amaste desde el momento en que me viste?
—¿Eso es todo lo que obtuviste de esta conversación? ¿No que el auto
sea tuyo?
Ella sonríe más fuerte.
—Creo que yo también te amé desde entonces. ¿Cómo es posible?
Caminando hacia ella, para estar más cerca, la meto en el auto y le
beso los labios. Con cada beso, una palabra sale de mis labios.
—Porque... —Beso—. Nosotros. —Beso—. Estábamos. —Beso—.
Destinados. —Beso—. A. —Beso—Estar. —Beso—. Juntos. — se ríe de
nuevo y golpeo mis labios contra los suyos robándola toda.
Ella me empuja y sonríe.
—No me vas a dar un auto.
—Al final del día, estará a tu nombre. Puedes dejarlo aquí si quieres.
—Sacude la cabeza cuando la empujo y abre la puerta del lado del pasajero,
haciendo que camine hasta el asiento del conductor y lentamente se desliza
hacia adentro.
—Me gusta mucho este auto, pero no puedes comprarme. Lo sabes,
¿verdad? Sólo porque lo hayas hecho una vez, no significa que puedas
hacerlo de nuevo. —me río, recordando aquel momento perfecto de mi vida,
cuando la tenía debajo de mí y no entendía los sentimientos que ella
provocaba en mí.
—Nunca planeo comprarte. Planeo mantenerte y mantenerte feliz por
el resto de nuestras vidas. —Arranca el auto y cuando se va, no va despacio.
Se va tan rápido como puede en las curvas y cuando la miro, veo a la chica
más hermosa del mundo entero, que ahora es mía. Y nunca la dejaré ir.
Moriría antes de que eso ocurriera.

142
Saskia
l me dio su auto, su brillante auto rojo. Voy a devolvérselo, pero
estoy disfrutando como la mierda el conducirlo por el momento.
Es uno de los autos más hermosos que he conducido. Al
acercarme a su casa, los autos están alineados en todas partes.
La última vez que estuve aquí, me corte el pie en su habitación.
Ahora estoy de regreso y esta vez con él a mi lado, y no como una
especie de tercera en discordia o un sórdido objeto oculto.
—Llegan temprano —dice Ryken.
Salimos y vemos a Cane y Quinn enseguida. Parecen estar en una
acalorada discusión en los escalones, pero ellos sacuden la cabeza mientras
caminamos hacia arriba. La mano de Ryken toca la pequeña parte de mi
espalda mientras subimos y pasamos junto a sus amigos. La puerta está
abierta, y él entra directamente. Sabrina está allí, sentada sola en un sofá,
mientras que algunos de los tipos que reconozco se sientan frente a ella,
mirándola. El líder, el que más habló cuando me llevaron, me mira y sonríe.
Mira más allá de mí, y lo siento antes de verlo. Ryken se sienta a mi lado,
su mano en mi muslo, se inclina y me susurra al oído, —¿Por qué no subes
a la habitación?—. Sacudo la cabeza. Él no discute, solo mantiene su mano
donde está y mira alrededor.
—¿Por qué estamos aquí, Ryken? Esto viene del tipo sentado frente a
nosotros, su nombre es Michael por lo que recuerdo.
—Michael, ¿tienes mejores planes? —dice Ryken, riendo.
Los labios de Michael se contraen.
—Sí, en realidad sí, podría estar con la nariz metida en un coño en
este momento. —Me guiña un ojo y luego se sienta aún más derecho.
143
—No tengo miedo de golpearte de nuevo si le haces un guiño a mi
mujer —dice Ryken en su voz más seria, el aire se vuelve gélido. Su mano
se queda en mi muslo y la aprieta antes de moverse. Quinn y Cane entran.
Cane se sienta a mi lado, mientras Quinn se para detrás de Sabrina. Ella se
relaja visiblemente con él estando cerca. Es bastante sorprendente no verla
atacar a nadie.
—Jefe.
Todos buscamos a un hombre que es más joven que yo. Y
probablemente sea uno de los más jóvenes aquí, aparte de Sabrina. Se rasca
la cabeza y luego mira a Michael y luego a Ryken, y tiene un chaleco igual
que Michael.
—¿Estamos aquí por las amenazas sobre tu mujer?
Los ojos de Ryken se oscurecen cuando inclina su cabeza, y todos
parecen quedarse en silencio.
—También nos enviaron una carta a nosotros. Junto con una foto de
nosotros colocando a tu chica en la camioneta. —La mano de Ryken se
aprieta en mi pierna, y logro chillar mientras sus dedos cavan más fuerte de
lo que obviamente pretendía porque tan pronto como se da cuenta de lo que
está haciendo, levanta su mano .
Ryken se levanta, saca su celular y mira a su alrededor.
—¿Alguien aquí quiere admitir algo? ¿Puedo considerar matarlo más
rápido si confiesa en este momento? —pregunta Ryken, mirando a su
alrededor.
No se escucha ni un pío, por lo que se encoge de hombros y llama.
Todos nos sentamos confundidos, hasta...
Es un teléfono, y está sonando justo a mi lado. Todo el mundo parece
darse vuelta en ese momento exacto, y todas las miradas se vuelven hacia
mí, o debería decir la persona sentada a mi lado. Algo frío me toca el cuello
antes de tener la oportunidad de darme la vuelta y ver quién es. Pero su voz
la reconozco enseguida cuando habla.
—Maldito cabrón.
¿Cane?
Mis ojos se abren, y Ryken lo mira sorprendido. De todos aquí,
supongo que Cane nunca llegó a su radar. Ni una sola vez.
Las voces se elevan y la gente comienza a moverse.
Mi corazón entra en una sobrecarga, no estoy segura de lo que está
pasando. Las fosas nasales de Ryken se enardecen con furia, aprieta los
puños y sus nudillos se ponen blancos. Todo parece ir en cámara lenta.
144
¿Esta es mi vida?
¿Cómo es que soy la persona que termina en estas situaciones?
Yo no pido esto. No lo provoco yo misma. Simplemente parecen
suceder. Todo el maldito tiempo.
Mis ojos se cierran sobre Ryken.
¿Es él?
¿Es él una maldición sobre mí?
No puede ser, sin embargo, porque él es todo lo que quiero cuando
somos solo nosotros dos. Somos perfectos juntos. Una sonata de dos almas
perfectas que se unen para formar un movimiento en una sinfonía.
Ryken es un Dios para mí. De alguna manera lo supe en el momento
en que lo conocí. Solo olvide decirme a mí misma que podría tenerlo y que
podría ser feliz.
Y ahora, todo podría ser arrebatado de mí, y ni siquiera lo vi venir.
Pensé que Ryken se encargaría de todo. Mantenerme a salvo. Pero por la
expresión de su rostro, no tenía idea de que era Cane. Nadie lo hizo.
Obviamente.
¿Por qué haría eso?
¿Por qué enviaría mis fotos a todos para mantenerse limpio?
¿Lo he lastimado y no estaba enterada?
Estoy tan confundida que me duele la cabeza.
—Saskia —Cane dice mi nombre.
Ryken da un paso adelante y se detiene de repente. Algo afilado golpea
mi cuello, y está helado. Los ojos de Ryken se vuelven salvajes, sus cejas se
juntan, y está tan tenso que puedo ver sus músculos vibrar con absoluta
furia.
Todos están de pie, ni una sola persona se ha quedado sentada.
Ryken no dice una palabra, solo da un paso al frente, y cada vez que
lo hace, el cuchillo se presiona más fuerte en mi piel, y siento el calor de la
sangre goteando por mi cuello.
¿Es así como dejaré esta Tierra?
Quiero decir, podría haber sido asesinado varias veces alrededor esta
gente. Debían haberme matado. Ryken me salvó, pero al final, solo parece
haberme condenado. Es una forma divertida de verlo. Porque la ruina de
Ryken es algo que elegiría incluso si me da el mismo resultado, él.
Lo elijo, y ese es un gran paso para mí personalmente. Porque nunca
tuve que elegir a nadie.
145
Voy a moverme, pero su cabeza tiembla. Veo la preocupación grabada
en su rostro. Ryken está preocupado por mí, y eso me asusta más.
Si está preocupado, en realidad, ¿cuáles son mis posibilidades?

146
Ryken
iempre es la persona que menos esperas, ¿cierto? Seguro como

S la mierda que no esperaba que fuera Cane. Ni una sospecha o


por un maldito segundo esperé esto de Cane.
¿Cómo o por qué? Aun debo descubrirlo.
Pero primero debo de contenerme de dispararle directamente entre los
ojos mientras sostiene un cuchillo muy afilado contra la garganta de Saskia.
Ella no se mueve, se queda donde está observándome, esperando que haga
algo para salvarla.
Quinn aparta a Sabrina. Cane permanece con Saskia caminando
hacia atrás, así nadie queda por detrás de él. Es listo, sabe que Quinn se
moverá hasta quedar en una posición donde podrá derribarlo desde atrás
con un solo golpe.
—Cane —dice Quinn maliciosamente, su labio levantándose con
disgusto.
Sacudo mi cabeza hacia él y doy un paso hacia adelante. Sisea hacia
mí y puedo decir que es precisamente ese momento en que empuja el
cuchillo más profundo contra el cuello de ella porque una lágrima cae de su
ojo, pero no se mueve o grita por el dolor. Todos están de pie y todos los ojos
están sobre él. Puedo decir que todos se han preparado porque sus manos
están sobre sus armas. Necesito que se vayan. Si hablan con él siquiera de
la más ligera forma en que puedo interpretar como incorrecta, podría
cortarla y no puedo dejar que eso suceda.
Cane habla antes que pueda tener la oportunidad de verlo de nuevo.
—Diles que se vayan, Ryken. Diles ahora que se suban a sus autos y
se vayan.
147
Miro alrededor y todos hacen eso sin que tenga que decir las palabras.
Todos comienza a caminar. Quinn empuja a Sabrina hacia las manos de
Michael y aunque ella le tiene miedo, se irá porque Quinn le dice que lo
haga.
Cane sacude su cabeza.
—Tú también, Quinn. Ni pienses por un segundo que vas a quedarte.
Quinn me mira, esperándome que responda. Obedece sus órdenes
directamente de mí y entiendo su vacilación.
—Esto es entre Ryken y yo.
Quinn mira a Cane como si estuviera pensando en matarlo justo en
ese momento y no estuviera escuchándome, pero Sabrina toma la mano de
Quinn y lo lleva hacia la puerta. Las únicas personas que quedan de pie en
la habitación somos Cane, Saskia y yo.
—Se han ido. Afloja el maldito cuchillo.
Corta su garganta de nuevo y veo más sangre. Ella no se mueve, pero
afloja su agarre en ella. Respira un poco más profundamente, sus ojos fijos
en los míos.
Es la sensación más indefensa en el mundo, observarla y no ser capaz
de protegerla.
¿No había pasado por suficientes cosas?
—Realmente nunca ves, ¿verdad? —me cuestiona Cane.
Su agarre en ella permanece, no la dejará irse. Sabe que es lo único
que lo mantiene con vida en este momento. Porque a pesar de nuestra
amistad, lo mataré en un instante si eso significa protegerla.
—Esa noche salió a verte recolectando esas chicas, lancé una roca a
su ventana para despertarla. Funcionó y te siguió—. Besa su mejilla—. Se
te tendió una trampa desde el principio, cariño. Un peón para romperlo así
yo podría tomarte.
Se estremece cuando sus labios dejan su piel. Los ojos de ella caen al
suelo.
—¿Y Amy? Amy supo dónde encontrarte porque yo le dije. Le dije todo.
Es por eso por lo que te odiaba. —Se ríe y toca el hombro de Saskia, su
mano bajando por el frente de su camiseta, mientras la otra sostiene el
cuchillo. Me mira fijamente mientras su mano toca su pecho y aprieta—. Te
quería roto, tan de mala manera que solo yo pudiera armarte de nuevo. —
Sacude su cabeza, luego me mira de nuevo—. Ahora no estás tan ciego a
ello.
—Déjala ir, Cane.
148
Lame el costado de su rostro, mirándome.
—¿Crees que soy estúpido? Sé que no me lastimarás mientras la
tenga, es demasiado preciosa para ti —dice esto con la más grande de las
sonrisas—. Así que aquí es donde se quedará hasta que logre obtener una
manera de salir de aquí sin que tus hombres me maten... y lo haré, Ryken.
—¿Quieres los clubs? —le pregunto, pensando que la negociación
debe ser mi mejor apuesta.
Se ríe de mí.
—No. Los tuve. Ya los superé. No los quiero, Ryken. Quiero tu vida.
Lo que tienes... incluso a ella.
—¿Por qué?
—Te odié desde el momento en que te conocí. Aunque esa fue
mayormente culpa de tu padre. Folló con mi madre, tuvo un hijo y lo guardó
en secreto. —Lo miro, confundido—. Yo. También era mi padre. Ella me lo
dijo una noche después de una cena. No le creí. Pensé que estaba en uno
de sus estupores de ebriedad. Eso fue hasta que me mostró la prueba. Él le
hizo firmar papeleo, liberándolo de cualquier responsabilidad. Para
ocultarme, así no sería capaz de rastrearme. Nunca me quiso. Imagina mi
sorpresa cuando descubrí que tenía un hijo. Uno al que le da todo y el hijo
no apreció ese regalo en absoluto. —Sacude su cabeza de nuevo—. Eres mi
hermano y jodidamente te odio. Supongo que tenemos algo en común,
¿cierto? Ambos nos enamoramos de la misma rubia. —Besa la mejilla de
Barbie de nuevo. Luego me mira otra vez—. Y nuestro padre era un idiota.
—Puedes tenerlo. Te lo daré todo. Pero a ella... no. Déjala ir.
Cane la mira y luego a mí. Barbie no ha dicho ni una palabra y no se
ha movido. Sabe lo que tiene que hacer y no puedo evitar pensar que eso
también es mi culpa. Debería correr de mí y nunca mirar atrás. Hay que
afrontarlo, sería un plan más seguro para ella que lo hiciera así.
—No lo quiero. Ahora todo lo que quiero es lastimarte. ¿Cómo crees
que sea la mejor manera de hacer eso, Ryken? ¿Qué debería hacer que te
arruinará?
Mis ojos caen hacia ella, pero él ya sabe lo que me matará.
En cámara lenta, eso es lo que sucede cuando tu corazón atraviesa tu
pecho y sale hasta caer a tus pies.
El cuchillo se desliza y sus ojos se agrandan mientras corta su cuello.
Empuja a Saskia hacia adelante y me las arreglo para atraparla,
automáticamente levantándola para revisar su cuello. Está sangrando, pero
el corte no es demasiado serio. Una herida en la piel para distraerme, porque
cuando vuelvo a levantar la mirada, se ha ido y estoy cubierto de sangre.
149
Michael es el primero en entrar. Remuevo mi camiseta de mi cuerpo y
la envuelvo alrededor de su cuello para retrasar el sangrado. Está tranquila
y no hace ni un sonido, su mano toca mi pecho desnudo mientras se inclina
hacia mí.
—El último cajón está lleno de vendajes. —Apunto en dirección de la
alacena.
Michael se va y regresa con el kit, mientras ella apoya su cabeza
contra mi pecho. Apartando la camiseta, rápidamente limpio el área y la
vendo. Asegurándome de besarla en el minuto en que termino. Todavía no
dice ni una palabra cuando nos paramos y vemos a todos observándonos.
Incluso Quinn que ahora lleva a un noqueado Cane tomado de la
camisa. Barbie me mira, luego a Cane. Sabía que no llegaría muy lejos, no
con Quinn afuera. Mi mano acaricia su rostro, sus ojos ya no lloran mientras
me mira.
—¿Qué vas a hacer con él?
Miro a Quinn, quien levanta a Cane, llevándolo a donde guardamos
nuestras colecciones en el sótano. Mirándola de nuevo a ella, me inclino y
beso sus labios suavemente.
—Sabrina va a subir a mi habitación contigo y Michael va a montar
guardia. Estarás segura. —Poniéndome de pie, la levanto y cae en mis
brazos fácilmente mientras la llevo cargando. Sabrina me sigue sin
discusión y Michael también lo hace. La llevo escaleras arriba, llevándola
directamente a mi cama y la acuesto—. Un doctor vendrá pronto a arreglar
tu cuello. —Aparto su cabello de su rostro. Se voltea y jala la manta hacia
arriba, sin mirarme. Sabrina entra y se acuesta junto a ella, prendiendo la
televisión, mientras Michael se queda en la puerta. Volviendo a salir y
bajando las escaleras, los chicos de Michael se quedan alrededor esperando
y observando para ver lo que va a suceder.
Pero mientras bajo por las escaleras hacia el sótano, cierro la puerta
detrás de mí, solo somos Quinn, Cane y yo. De la misma manera que ha
sido muchas veces antes. Cane está atado a las escaleras, sus manos por
encima de su cabeza mientras él está sentado sobre el frío suelo de cemento.
Ahora está despierto y nos está mirando.
Mi hermano, quién lo hubiera empezado.
Si lo hubiera dicho antes, lo hubiera aceptado. En cambio, eligió
mentir y engañarme.
¿Por qué? Esa es una pregunta de la que puede que nunca escuche
la respuesta.
—Realmente jodiste esto, ¿cierto? —cuestiono a Cane.
Sacude su cabeza.
150
—Lo ves de esa manera, yo lo veo como que los mantuve separados
durante tanto tiempo que ahora ella tiene dudas sobre ti. La rompí y toda la
culpa por todo lo que le sucedió es tuya. —Se ríe de él.
—Sabes que voy a matarte, ¿cierto?
Se encoge de hombros.
—Puedes intentarlo. Aunque ¿ella te lo permitirá?
Miro hacia la puerta que está cerrada, sabiendo que lo que hago aquí
adentro será por ella. Para mantenerla a salvo por el resto de su vida.
—No me preocuparía por lo que ella apruebe, especialmente no
mientras te tengo atado aquí abajo, Cane. —Sacó una silla y me siento frente
a él.
Quinn me pasa un cuchillo y Cane ni siquiera se encoge.
—Está arriba. ¿Crees que se quedará donde está si me estás
lastimando?
Gruño e intento mantener mi trasero en el asiento. Se está volviendo
más difícil para mí mantener una tranquilidad en mi persona.
—No sabes jodidamente nada, idiota. No escuchará tus gritos. E
incluso si lo hiciera, ¿realmente crees que te salvaría? —me río y Quinn se
inclina para susurrar en mi oído—. Sabrina dijo que está dormida. Michael
está frente a la puerta en caso de que escuche algo. El doctor le dio algo
para dormir.
Cane escucha y sonrío. Porque por alguna extraña razón tiene esta
idea de que ella lo salvará. Después de todo lo que le ha hecho. Todas las
maneras en que la lastimó sin que ella siquiera lo supiera.
Tal vez está vida de ella no era mi culpa. Tal vez era la de él, durante
todo el tiempo. Lo hace más fácil creer que su amor por mí no tiene que ver
con que la lastimara.
—Amy realmente la jodió —dice Cane, riéndose—. Me dijo lo mucho
que la odiaba. Cómo entraría y la patearía hasta que ya no llorara como una
perra. —Se ríe y mira hacia abajo. Sacudiendo su cabeza—. Realmente,
realmente la odiaba para vengarse.
Me levanto de silla y vuela hacia atrás cuando mi puño golpea
directamente a su mandíbula. Sacude su rostro cuando retrocedo para
mirarlo.
—Será mejor que me digas... dime ¿por qué? —Hay más que eso. No
puede ser solamente por mi padre y porque él hubiera elegido odiarme.
Porque no he sido nada más que bueno con él. Mucho más que bueno con
él.
151
—Estás tan malcriado, tan maldito niño mimado. Todo entregado a ti.
Ya no peleas por nada. —Contener mis ojos para no ponerlos en blanco es
tan difícil.
—Estás cortado con la misma tijera, Cane, tu familia es adinerada.
Justo igual que la mía. No actúes como si la vida que viviste hubiera sido
difícil. Ni siquiera sabes lo que es eso. Tal vez deberías ir y vivir en el parque
para remolques de donde viene ella. Pasar algunos años ahí y decirme que
tan difícil tu lastimosa vida ha sido. Eres un jodido idiota. ¿Cómo pude
haber sido tan ciego ante ello? —resoplo, mirando a Quinn que está viendo
a Cane sin moverse. Quiere matarlo, pero no lo permitiré. Esa es mi decisión
para tomar y cómo hacerlo. Es algo que necesito hacer para que esté segura
de nuevo. Así ya no se sentirá vulnerable o en peligro. Pero,
desafortunadamente, conmigo, supongo que realmente nunca tendrá
garantía de ello, de cualquier manera.
—Déjame hacerlo, jefe —dice Quinn.
Sacudo mi cabeza hacia Quinn, asintiendo para que se vaya. No
quiere hacerlo, pero esto necesita ser hecho entre mi hermano y yo y nadie
más puede estar presente.
Su vida tiene que deslizarse entre mis manos.

152
Confesión #12
—Bendíceme...
¡Mierda! No hay sacerdote aquí para escuchar mi confesión.
Estoy total y completamente jodido.
Ningún sacerdote puede salvarme ahora. No hay últimos ritos,
sacramentos, penitencia y definitivamente no hay absolución.
No... estoy condenado por mi propio hermano.

153
Cane
l está dando vueltas por el piso porque no sabe qué hacer
conmigo. He sido su amigo, su confidente más cercano por tanto
tiempo, ahora está confundido. Pero no está lo suficientemente
confundido como para no matarme para protegerla. Porque al
igual que yo, él también la ama. Excepto que él la tiene, y ella lo
tiene a él. Me enoja y quiero matar a Ryken aún más. Me muevo, luchando
contra la cuerda que me ata y gimo cuando no me muevo. Él me mira, sus
cejas fruncidas. El cuchillo está de vuelta en su mano mientras me mira
fijamente. Está trabajando en el coraje para hacerlo, para matarme. Está
jugando en su cabeza, cómo hacerlo. Él no quiere, pero sé que lo hará.
—La amé primero, la vi primero. Pero ella no me vio. ¡Maldita sea! Ella
nunca vio a nadie más que a ti.
—Me odiabas porque ella me amaba.
Asiento. Lo entiende ahora. No es solo porque él lo tenía todo. Lo
hacía, y yo debería haber estado donde él está ahora. Padre no me eligió, lo
eligió a él.
—Lo siento, Cane, realmente lo lamento.
Se acerca a mí. Es entonces cuando lo veo, justo cuando el cuchillo
toca mi garganta de la misma manera que tenía la suya.
Ryken Lord es el hijo de su padre.
Y yo no soy nadie.
Un último aliento es todo lo que necesita para cortar mi garganta de
un lado a otro.
154
Saskia
espertar en una cama al lado de una chica que apenas conozco

D
es nuevo para mí. Sentándome, la televisión sigue encendida
desde anoche y el sol ahora brilla a través de las ventanas.
¿Por cuánto tiempo dormí? Recuerdo que el doctor me evaluó
y luego me dio algo para dormir. Ese es el alcance de mis
recuerdos antes de desmayarme. Me levanto lentamente, con
cuidado, para no despertarla.
—He estado despierta por siglos. —La voz de Sabrina me sorprende, y
cuando me doy vuelta, la veo mirando.
—No lo sabía.
—Tenías malos sueños y no parabas de moverte.
—Lo siento.
Se encoge de hombros.
—¿Ya están todos aquí? —pregunto, mirando a la puerta.
—Quinn, Michael, y tu hombre están aquí. Sí. Él vino a ver cómo
estabas, pero estabas fuera de combate. Ha estado pasando cada hora.
—Gracias —respondo, dirigiéndome a la puerta. Abriéndola, Michael
está sentado en el suelo leyendo una revista.
Michael me mira y luego se para.
—Estás despierta —No estoy segura de cómo tratarlo, así que solo
asiento. Él mira hacia las escaleras y luego hacia mí.
—¿Ryken está aquí?
155
Asiente y baja las escaleras. Lo sigo, y es entonces cuando veo a
Ryken. Está sentado en el mismo sofá en el que Cane y yo estábamos, y está
hablando con Quinn. Ambos miran hacia arriba mientras bajamos.
Ryken se para y viene directamente hacia mí. Sus manos se cierran a
mi alrededor, y me atrae hacia sí con fuerza, atrapándome. Hace que sea
casi imposible que me mueva, pero luego deja caer sus manos y retrocede,
mirándome.
—Barbie...
Mis manos suben y corren a lo largo de mi brazo, abrazándome a mí
misma. Lo admiro.
—¿Es seguro para mí ir a casa ahora?
Ryken niega con la cabeza. Inseguro de qué decir. Yo también, para
ser honesta, yo también estoy un poco perdida.
—Quiero ir a casa.
Retrocede y busca las llaves.
—Te llevaré.
Mis brazos se mueven para empujarlo hacia atrás, pero doy un paso
atrás.
—No quiero que me lleves a casa, Ryken.
—La llevaré.
Ambos volteamos para ver a Sabrina bajar las escaleras, y cuando
llega a Ryken, toma las llaves de su mano y continúa caminando hacia la
puerta. Voy a seguirla, pero Ryken me agarra de la mano y me atrae hacia
él.
—Estaré allí más tarde, ¿de acuerdo?
Niego con la cabeza, su mano cae de mí.
—Hoy no... hoy no.
—¿Cuándo? —pregunta.
Esta vez me encojo de hombros.
—Necesito... espacio. —Salgo por la puerta antes de que él pueda
agarrarme otra vez, Sabrina ya está en su auto, el mismo que intentó darme,
y está lista para irse.
Ella arranca con un chillido de neumáticos y conduce rápido, y todo
el tiempo hay una sonrisa grabada en su rostro.
—Luchó por ti, ¿lo escuché? —La miro pensando que no me está
hablando. Pero por supuesto, lo hace. Mi cabeza no está bien, al menos
156
ahora mismo—. Debe sentirse bien tener a alguien que quiera luchar por ti.
—Miro hacia mis manos.
¿Puedo sentirme mal por todo cuando ella lo ha tenido peor?
—¿Qué pasa con Quinn? —le pregunto, cambiando de tema.
—No es un buen hombre, pero hasta ahora ha sido bueno conmigo.
Es lo mínimo que puedo pedir. Incluso si él decidiera, bien y verdaderamente
después, que estamos bien el uno para el otro, —se ríe—. Quiero decir, ¿no
podría haberlo decidido cuando me recogió? ¿Tuvo que enviarme a ese
agujero infernal? —niega con la cabeza y un ceño fruncido aparece en su
rostro.
—¿Cómo te sientes, sabiendo lo que hacen? —Sabrina se detiene, y
me doy cuenta de que estamos en casa.
—Quiero decir... me molesta. Pero realmente no puedo cambiarlo,
¿verdad?
—Supongo que no.
Abro la puerta, y su mano se acerca a mi pierna.
—Si realmente no puedes soportarlo, cuéntaselo y déjalo. Él
claramente haría cualquier cosa por ti. Pero pedirle a alguien que amas que
renuncie a algo que ama no es justo... en absoluto.
—Para ser una chica basura de remolque, tienes una buena manera
de pensar —le digo con una sonrisa.
—Viniendo de otra chica basura de remolque... —se calla con una
sonrisa y me saca del auto.
Mi apartamento está vacío y silencioso cuando entro. Subiendo las
escaleras, todavía puedo olerlo. Todavía se siente como si estuviera en todas
partes. Su bolso todavía está en el piso, el que ni siquiera lo vi traer. Me
desnudé y entre en la ducha. El agua corre sobre mi cara, afortunadamente
tengo un vendaje a prueba de agua en el cuello, y estoy confundida, ya sea
con agua o lágrimas. Te garantizo que es más probable lágrimas.
Dejándome caer al suelo, me hago una bola. Cada emoción corre a
través de mí.
¿Debería dejarlo?
O...
¿Me quedo y trato de hacerlo funcionar?
Eso significa tenerlo tal como es, y no tratar de cambiarlo. Es justo,
considerando que no trataría de cambiarme.
157
De alguna manera llegué a mi cama. Mi cuello me está volviendo loca
de dolor, pero de alguna manera me voy a dormir después de quitarme la
ropa, haciendo caso omiso de las interminables llamadas y los golpes en la
puerta.

Robert está de pie sobre mí cuando me despierto. Él niega con la


cabeza y agita sus pestañas mientras me mira.
—¿Qué? —dije, sentándome.
—Sass... —grita rápidamente y gira.
Fui a dormir desnuda, demasiado cansada a la hora de vestirme con
una especie de pijama. Estoy sorprendida de no haberme quedado dormida
en la ducha.
—Lo siento —murmuro, levantándome, tirando de mi sábana.
Da la vuelta y me sigue mientras camino hacia mi pequeña cocina y
me preparo un café.
—Has estado durmiendo mucho últimamente.
—Si ¿Y?
—Eso me tiene preocupado, Sass. La gente feliz no duerme toda su
vida.
—Bueno, suerte para ti, no soy una persona feliz. Soy una persona
rota.
Se burla de mí.
—Las cosas están a tu favor últimamente. Tu madre es finalmente
una madre, o algo así como una madre. Livia ya no odia tus entrañas. Estás
a salvo, y estás enamorada. Sin embargo, parece que alguien mató a tu perro
y no sabes cómo lidiar con ese hecho.
—Tal vez alguien lo hizo —le dije, llevándome el café a los labios.
—Por favor, no tienes un perro... ¿verdad? —pregunta Robert, y parece
muy confundido. Sus cejas están unidas, y hay profundos pliegues en su
frente. Me río y niego con la cabeza.
Comprobando la hora, tengo que ir a trabajar. Me he tomado
demasiado tiempo libre últimamente y he ejercido demasiada presión sobre
Becca. Necesito recuperarlo. Necesito recuperar mi vida. Saliendo de la
cocina y subir a mi habitación, rápidamente me visto y listo.
158
Robert habla sobre su nuevo chico juguete, y escucho como una
buena amiga. Robert me sigue por las escaleras. Me detengo en seco,
observando la escena frente a mí, haciendo que Robert choque contra mi
espalda. Mi escritorio está lleno de flores, hay tulipanes por todas partes.
Ryken está de pie en la puerta. Parece inseguro, lo cual es muy diferente a
él. Él es la persona más segura que conozco. Admiro esa cualidad en él.
Robert tose detrás de mí y bajo para dejarlo pasar. Se despide con la mano
y sale por la puerta, pasando a Ryken y sacudiendo la cabeza hacia él.
—Te di anoche —dice Ryken.
Miro a mi alrededor para ver si hay clientes en la tienda. Becca está
con uno, así que le hago un gesto para que me siga afuera. Mantiene la
puerta abierta para mí cuando salgo. Mis manos me abrazan, tratando de
darme valor, ya que estamos a centímetros de distancia.
—Lo sé, gracias.
Me mira otra vez, sus ojos están siempre sobre mí.
—¿Estamos de vuelta a donde comenzamos, Barbie?
Tal vez lo estamos, tal vez no. Sigo teniendo esos sentimientos hacia
él que tuve cuando lo conocí. Ryken es para mí. Él es el único hombre que
puede hacer que mi corazón lata rápido y mis manos suden. Es el único
hombre que me provoca mariposas.
—¿Qué le pasó a él? —pregunto.
—¿Realmente quieres saber?
Asiento. Entonces muevo la cabeza de un lado a otro. Luego me
detengo.
—Quiero saber si esto me va a pasar otra vez.
—Eres una chica hermosa, la gente siempre te querrá o querrá ser tú.
No puedo garantizar que no te lastimen.
—¿Pero por ahora, estoy a salvo?
Sus ojos se cierran brevemente, y una pequeña sonrisa me hace saber
que es seguro. Luego da un paso adelante, retrocedo, y parece herido por mi
acción.
—¿No te sientes segura conmigo?
—¿Debería?
Casi parece herido por mis palabras y me mira.
—Siempre. Malditamente siempre. Mataré a cualquiera que te lastime,
incluso si esa persona es mi mejor amigo. Eso es lo mucho que te amo,
Saskia. Tú lo eres, y si no soy para ti, es malditamente malo porque eres
159
para mí. No voy a ir a ninguna parte, y tú tampoco, porque veo la forma en
que me miras. Incluso cuando tienes miedo. Todavía quieres que te toque
aunque creas que no. —Su mano toca mi piel muy ligeramente en mi brazo,
y eso es todo lo que necesita. Me derrito por él justo cuando dijo que lo haría.
Me conoce mejor que yo misma. Me hace una sobredosis de su toque de
forma regular.
—No puedo pensar con claridad cuando me tocas —le digo, esperando
que lo dejara ir. No lo hace.
—Demasiado jodidamente mal.
—Me confunde. Deja de tocarme.
Ahora sus dos manos están sobre mí. Mi cerebro se nubla, y todo lo
que puedo sentir y ver es él. Intento luchar, sacudirlo, pero no me suelta.
Lo miro tratando de darle mi peor mirada de enojo, pero solo lo hace reír.
—Eso solo me excita —dice burlándose de mí.
—Es mi cara de “estoy enojada contigo”. Ahora deja de tocarme.
No deja de tocarme, ni siquiera cuando pasa una anciana y niega con
la cabeza.
—Bueno, ¿Qué tal si te muestro mi cara de “Quiero follarte de todas
las formas posibles”? —Levanta las cejas, moviéndolas.
—¿Eso es todo lo que piensas? ¿Cómo meterme en la cama? —Me río,
y me toca la cadera y me atrae hacia él.
—Sí, y más. Pero, sobre todo, te quiero a ti tan a menudo como sea
posible. No quiero que te enojes conmigo. No puedo lidiar con eso. No me
sienta bien. Si Livia estaba enojada, me alegraba. Porque realmente no me
importaba. Tú, no puedo tenerte enojada conmigo. Tú, lo necesito, Barbie.
Te necesito.
Esta vez me meto en él. Sus brazos tiran de mí, por lo que mi cuerpo
está al mismo nivel que el suyo. Si no estuviéramos en público en este
momento, él haría lo que quisiera y yo lo dejaría.
—No me voy a mudar contigo.
Sonríe como si esperara que esas palabras salieran de mis labios.
—Está bien, puedo dormir aquí y trabajar desde mi casa. —Lo dice
como si lo hubiera ordenado en su mente.
Me alejo de él y me vuelvo para mirar hacia atrás en la tienda.
—Tengo que trabajar... tienes que irte.
Va a discutir conmigo, pero hace una pausa y luego respira
profundamente antes de volver a mirarme.
160
»No discutas conmigo. Si tratas de evitar que trabaje, puedo decirte
que esto no va a funcionar.
—No lo haría.
Una parte de mí sabe que solo necesitaba que lo confirmara. Al abrir
la puerta para entrar, le saludo con la mano, tomando las flores y
colocándolas hacia el frente de la tienda. Todavía está afuera cuando doy la
vuelta, luego entra. Estaba allí parado mirándome.
—Estas son tuyas. —Me pasa las llaves de su auto y luego se va. Las
miro, aparte de las llaves del auto, también hay otro juego de llaves. Salgo
corriendo detrás de él, gritando su nombre mientras camina hacia un auto
negro.
—Hay una llave extra —grito confundida.
Ryken abre la puerta del auto, volviéndose para mirarme.
—Son de mi casa. Son tuyas —Su sonrisa es lo último que veo antes
de que se deslice en el auto y se marche.
Al regresar a la tienda, mi sonrisa no parece querer irse, no por el
resto del día. Estar enojada con Ryken Lord nunca dura mucho. El corazón
quiere lo que quiere. E incluso si trato de negarlo, no funciona. Porque lo
amo. Más de lo que alguna vez he amado algo o alguien.

161
Ryken
n el momento en que sé que su horario de trabajo ha terminado

E
y la tienda se cierra, es el momento en que estoy de vuelta en
su puerta. Ella sonríe mientras me deja entrar. Esta vez no uso
mi llave, quiero que me deje entrar. Me ofrece un pequeño “Hola”
antes de que empecemos a caminar hacia su apartamento.
Tengo mi bolso en la mano, listo para guardar algunas cosas
aquí. Si aquí es donde quiere estar, es donde estaré. Es hora de que alguien
la ponga primero y ella es mi prioridad número uno.
Deja las llaves y me mira.
—Somos un nosotros, y eso nos hace iguales. Decidimos las cosas
juntos —dice. Simplemente sonrío ante sus palabras—. ¿Por qué me miras
así? ¿No deberías estar diciendo algo? Tienes que decir algo. —Sus ojos son
salvajes mientras me mira—. ¡Bien! Dime cómo quieres que sea, y luego
cuéntame lo equivocada que estoy y cómo debe ser. —Me acerco a ella y
parece estar al borde de la ira—. ¿Por qué no estás diciendo nada? Dios,
Ryken, ahora es el momento en que necesito tranquilidad. Mi mente no se
apagará.
—Puedo hacer que se apague.
Ella niega, pero yo no escucho. La beso de todos modos. Mis manos
envolviendo su espalda y tiro de ella fuertemente hacia mí. Va a hablar, pero
mi boca la toca, quitándole la voz mientras la abrazo tan fuerte como puedo.
Porque quiero quitarle cualquier inseguridad que tenga, quiero quitarle
cualquier sentimiento de inseguridad y mantenerla a salvo y segura
conmigo. Sus manos se envuelven alrededor de mi cuello, y me devuelve el
beso. Nuestras lenguas bailando y nuestros labios cerrados.
¿Es posible besar a alguien y sentirse drogado?
162
Estoy tan drogado con ella ahora mismo, y tengo miedo de la caída
que sigue. Pero esta vez no será una caída, esta vez no tenemos a dónde ir,
solo el uno al otro. Todo está funcionando. Incluso si perdemos gente en el
camino, incluso ganamos algo, aún estamos en pie y nos tenemos el uno al
otro. Nadie va a quitarme eso, a nosotros.
Le quito la ropa y dejamos de besarnos para que pueda ayudarme.
Hago lo mismo, desvistiéndome, y en el momento en que nuestras prendas
están fuera, nuestros cuerpos se vuelven a unir.
Apasionado.
Sensacional.
Ansioso.
Tantas palabras para describir cómo estamos juntos.
Ninguna puede describir cómo nos sentimos. Cómo nuestras manos
nunca pueden dejar de tocarse. Cómo devoran nuestros labios como si no
hubiéramos comido durante días y que todo lo que tenemos es el uno para
el otro para alimentarnos. Nuestro amor es loco.
Estúpido.
Impredecible.
Asombroso.
No pasa mucho tiempo antes de que estemos en la cama, y estoy
encima de ella. Ella se estira entre nosotros, su mano rodea mi polla
mientras la coloca en su entrada. Sus ojos se centran en los míos, y con un
dulce aliento, me lleva dentro de ella. Nuestros cuerpos están conectados, y
somos uno.
Dos corazones que están jodidos por el dolor y la angustia. No hay
reemplazo. Nadie podría siquiera acercarse a compararlo.
Las palabras de mi padre estaban mal.
Nunca debería haberlo escuchado para empezar.
Si hubiera escuchado a mi corazón, a menudo me pregunto dónde
estaríamos ahora. Cómo hubiéramos terminado. ¿Hubiéramos caído en el
mismo lugar que estamos ahora? Estoy seguro de que el camino para llegar
aquí habría sido menos transitado. Su alma no habría sido lastimada en ese
proceso tampoco.
—Te amo, Ryken —dice mientras mis caderas comienzan a empujar.
Mi boca baja hasta su cuello, besando el camino hasta su barbilla, lamiendo
los bordes y luego hasta su boca donde saboreo sus labios.
La beso y la follo como si esta fuera nuestra última vez. Ya no es solo
sexo lo que compartimos, es mucho más. Mucho más.
163
Sus manos se deslizan por mi espalda, deteniéndose sobre mis
hombros y hundiendo sus uñas. Sus piernas se unen detrás de mi espalda
mientras me siento mirándola y viendo una jodida obra maestra mientras la
follo.
¿Alguna vez has visto algo más hermoso? Porque no lo hice. La forma
en que sus labios se curvan y sus manos sostienen un puño apretado.
Mirando hacia abajo, sus piernas se abren a mí alrededor, y las alzo
sobre mis hombros, mirando mientras mi polla se desliza perfectamente
dentro y fuera de su estrecho coño.
—Dímelo otra vez... —Me detengo, la punta de mi polla en su entrada.
Se mueve para intentar deslizarme adentro. La mantengo quieta con
mis manos en sus caderas.
—Fóllame —gime, tratando de moverse.
—Me gusta cuando luchas, pero esas no son las palabras que quiero
escuchar. —Me deslizo un poco más y ella gime, y luego gime de nuevo.
—Te amo. Ahora fóllame.
Hago lo que me pide. Golpeándome con ella, haciendo que sus manos
se agarren a su pecho y se aprieten. Ella pellizca sus pezones, con fuerza.
Los aparto y me inclino hacia adelante, mordiendo uno y pellizcando el otro.
Sus gemidos de placer me inclinan aún más. Y con cada empuje, mi lengua
golpea su pezón.
Puedo sentir su tensión a mí alrededor, casi está allí. Casi estoy allí.
Pero no quiero que termine, así que me retiro y le doy la vuelta, su culo
ahora en el aire y su frente acostada hacia la cama. Mi polla va hacia su
entrada, y la agarro de las manos, cerrando cada una con la mía y luego la
empujo hacia atrás, su frente deslizándose sobre la cama mientras la golpeo
con mi polla. Una y otra vez.
Grita fuertemente cuando se viene. La sigo, saliendo y mirándola
colapsar sobre la cama. Se ríe cuando le doy una bofetada pero no se
molesta en moverse. Está saciada, y estoy feliz con eso. Buscando su ayuda,
le doy la vuelta para poder ver su frente, y su sonrisa está allí para que
pueda verla con claridad.
—¿Qué es eso? —señala mi mano. Levantándola hacia un lado hay un
tatuaje. Es pequeño, pero claramente visible. Le doy la vuelta para que
pueda leer las palabras escritas allí.
Dice su nombre. Barbie. El nombre que le di. Sonríe fuertemente
cuando lo ve.
164
—¿Tienes mi nombre en ti? No sé cómo me siento al respecto. —
Sonríe, agarrándolo y mirándolo de cerca—. Pero me gusta que estés
marcado.
—Lo hace, ¿verdad?
Su sonrisa es contagiosa y me hace quererla de nuevo.
—Sí, me hace sentir poderosa.
Llaman a la puerta y ella se sienta rápidamente. Alguien dice su
nombre, y rápidamente se para y se viste. Sus ojos me miran a los ojos.
—Es mi madre. Vístete.
Su madre.
¿Qué mierda?
Me pongo de pie, logrando ponerme una camisa antes de que la puerta
se abra de golpe, y su madre se queda allí pareciéndose tanto a Barbie que
da miedo. Sus ojos se posan en mí y luego en Barbie.
—¿Te olvidaste de nuestra cena?
Saskia golpea su cabeza y luego me mira y dice que lo lamenta. Luego
mira hacia atrás a su madre.
—Ryken y yo tuvimos que hablar. ¿Puede venir?
Quiero decirle que no, pero su madre dice:
—Sí.
—Puedo ordenar, y podemos comer aquí.
—Eso puede ser más fácil.
Su madre entra y me mira, colocando su bolso sobre la mesita
mientras Barbie entra a la cocina buscando su teléfono celular.
—Ryken... he oído mucho sobre ti. —No estoy seguro de qué decir
sobre eso. Entonces no digo nada—. ¿Ya has trabajado todo con mi Sass?
—Lo hice.
Parece insegura pero no me pregunta nada más, sus ojos se posan en
mi mano.
—¿Barbie? Robert me dijo que la llamas así. —Los ojos de su madre
caen hacia donde ella está hablando por teléfono—. Ella es aún más bonita,
¿no?
Asiento, sin lugar a dudas. Ella es maravillosa. Levanta la vista, me
sonríe y luego mira a su madre.
—La amas —dice su madre.
165
—Lo hago.
—Ella no está acostumbrada a amar. Tendrás que recordárselo, a
menudo.
—Planeo hacerlo todos los días —Sonríe mientras Barbie regresa.
—La pizza está ordenada. ¿Por qué no me dices dónde vives, mamá?
—Mismo lugar. Lo limpié. Incluso tu habitación si quieres verla. —
Saskia niega con la cabeza—. Está bien, no me importa ir. Es lo menos que
puedo hacer.
Todo esto se siente tenso. Muy jodido.
—Ryken se está mudando —dice Barbie de la nada. La miro,
confundido, luego a su madre con una sonrisa. Planeo llevarla a mi casa
eventualmente. Pero ahora mismo, estoy feliz de estar aquí con ella.
Mientras ella esté aquí, aquí es donde quiero estar.
—Ese es un gran paso. ¿Estás lista para eso?
Ella asiente.
—Por supuesto. Bueno, eso creo.
Toco su pierna para tranquilizarla y ella cubre su mano con la mía.
—Lo solucionaremos... como viene —respondo.
—Quiero intentar conocerte mejor. Bueno, supongo que a los dos
ahora —Su madre me mira y luego a Barbie—. Si él está en tu vida, eso es.
—Lo está.
Su madre asiente.
El resto de la tarde va más suave de lo que pensé. La tensión
finalmente termina cuando Barbie comienza a hablar sobre su trabajo. Su
madre escucha con interés e incluso entusiasmo, y finalmente me disculpo
porque siento que estoy invadiendo el tiempo de vinculación personal que
debería haber entre ellas.
Agarrando mi celular, bajo para recibir la pizza. Quinn se detiene al
mismo tiempo que el conductor de entrega de pizza y la paga antes de que
me la traiga.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?
—Sí —respondo simplemente. Le di dos de los cinco clubes que tengo
y también lo dejé para que manejara el mío. Trató de convencerme de que
no lo hiciera, pero lo necesita, se lo merece, por su lealtad. Nadie ha sido
más leal de lo que Quinn ha sido.
—Es tuyo. Firma los malditos documentos y lo finalizaré mañana.
166
Asiente, pasándome la pizza y luego regresa a su auto donde Sabrina
está sentada tranquilamente. Él está enamorado de ella. Está tan loco por
ella como yo por Barbie. Es interesante verlo desde una perspectiva externa.
Él ama de manera diferente. Lo mismo ocurre con Sabrina. Hacen una
excelente pareja. Planea proponerle matrimonio y darle todo lo que nunca
tuvo. Muy parecido a Barbie. Sin embargo, son dos mujeres completamente
diferentes.
Al volver a entrar, se están riendo, y su risa me hace caminar derecho
e inclinarme para besar su frente. Honestamente podría sobrevivir solo con
esa risa. Me hace feliz. Ella me hace feliz.
Comemos y no mucho después, la madre de Barbie se va.
Decidimos que es hora de acostarnos y lo hacemos después de
desvestirnos. La he desnudado de nuevo de la manera en que me gusta.
—Matrimonio. ¿Dime lo que sientes? ¿Es algo que quieres?
Se da vuelta para mirarme, deteniendo a Grey's Anatomy que está
sonando en la televisión.
—Nunca ha sido algo que haya pensado mucho —me dice.
Sostengo su cara, besando sus labios.
—Planeo poner un anillo en ese dedo un día, prepárate.
Ella se ríe y me devuelve el beso. Y así es como pasamos el resto del
fin de semana. Ella en mis brazos con un fin de semana lleno de risas.
Qué manera de terminar.
¡Qué puta manera de comenzar!
Es nuestro comienzo. Nuestro nuevo comienzo fue hecho por
nosotros, y solo para que nosotros lo contemos.

167
epilogo
UN A O DESPU S

us manos se deslizan sobre mi cuerpo y las alejo. Eso no

S funciona. Se quedan donde están. Hago lo mejor que puedo


para no reírme, pero sale de todos modos.
—Ustedes dos, ya basta —dice mi madre a nuestro lado. Cierro
los labios, pero sus manos no se mueven. Asiente a mi madre,
que simplemente sonríe y vuelve a mirar al frente de la habitación. Nuestra
relación ha cambiado, muchísimo. Mi madre es en realidad una madre de
la vida real ahora. Ella es parte de nuestra vida diaria y tiene una relación
sólida con los dos. Incluso creo que ama a Ryken más que a mí porque él
tiene su propia manera especial con las mujeres.
Es hora de sentarse. Me empuja hacia abajo, así que estoy sentada lo
más cerca de él que puedo. Su mano en mi muslo, no me suelta.
Observamos y escuchamos a la gente del frente. Su aliento se acerca a mi
oído y me muerde el lóbulo de la oreja. Tengo que apartar la cabeza para
mantenerlo alejado de mí.
—¿Puedes creerlo? —pregunta mi madre, moviendo la cabeza.
La ceremonia se prolonga y cuando llega el momento de ponerse de
pie, sé que está inquieto y quiere ponerme las manos encima, porque ahora
las dos están encima de mí.
—Es un milagro —dice Ryken riéndose.
Giramos para seguir a la multitud caminando por el pasillo y entrar
en la recepción. Cuando entran, sus manos están detrás de mí,
sosteniéndome ahora hacia adelante y no dejándome moverme.
Livia me ve y camina derecho y se ve preciosa con su vestido blanco.
Es lo que ella quería, que alguien la mirara como Ryken me mira a mí. Livia
es la novia más hermosa.
Ryken aprieta más fuerte y asiente a Livia mientras ella se inclina para
besar mi mejilla.
—Te ves absolutamente hermosa —le digo sonriendo.
168
Ella se entusiasma, mira a Ryken y luego me mira.
—La siguiente.... es tu turno.
Intento mover la cabeza, pero Ryken responde por mí:
—Seguro que lo será.
Livia sonríe a sus palabras. Se casó con un compañero de trabajo, del
que estaba enamorada. Se aleja después de que su marido se acerca y se la
lleva a sus padres. Ryken me lleva a la pista de baile, dándome la vuelta,
para que nuestros frentes se junten.
—Si pudiera, te doblaría aquí mismo, te follaría tan fuerte que verías
las estrellas.
Sonrío a sus palabras que nunca han cambiado y pongo mis brazos
alrededor de su cuello.
—Y yo te dejaría. —Le sonrío mientras nos balanceamos hacia
adelante y hacia atrás.
—Es gracioso estar aquí... en su boda —dice, mirando a mi alrededor
y luego hacia mí—. Pero supongo que es un punto de partida para cuando
ella tenga que venir a la nuestra. —El lado de su labio se acurruca. Ha
estado hablando así durante meses, pero no se ha producido ningún anillo.
Livia y yo estamos bien ahora. Ella vive aquí de nuevo y sí, ahora vivo
con Ryken. Me llevó más de seis meses llevarme a su casa. Lo intentaba a
menudo, pero cuando tenía que trabajar mucho no podía volver a mí tan a
menudo como quería, y finalmente, me cansé de hacer que fuera en auto a
las cinco de la mañana sólo para poder acurrucarme con él a dormir. Estar
separada de él no es algo que me guste.
—Vamos.
Miro a mi alrededor, todo el mundo se está mezclando. Podemos
escabullirnos, así que asiento. Me toma de la mano, saca las llaves del auto
de la cartera y busca el auto. Es el rojo, que finalmente me regaló. Sólo
cuando nos mudamos a su casa porque entonces tenía que ir a trabajar
todos los días.
Seguimos siendo los mismos, nuestro amor no se ha apagado y nunca
lo hará. Sus manos nunca dejan de tocarme, sus labios nunca dejan de
besarme. Nos hemos peleado, como todas las parejas. Y siempre es el
primero en ceder porque no dejo que me toque. Y no puede irse sin tocarme.
Se acerca a nuestra casa. Quinn, Robert y Sabrina están de pie en el
frente. Miro a Ryken, pero acaba de salir del auto. Me acerco a él, me agarra
de la mano y sube las escaleras hacia ellos. Cada uno de ellos sostiene un
tulipán.
Sabrina me da el suyo.
169
—Tú... —no dice nada más. La veo extrañada, pero Ryken me sube
por una escalera.
Quinn es el siguiente.
—Te.... —Me pasa un tulipán.
Ryken me sube un paso más.
—Casarías... —dice Robert, sonriendo mientras me pasa otro tulipán.
Cuando me doy la vuelta hacia Ryken, que ha soltado mi mano, en
sus manos hay un montón de tulipanes, y está de rodillas sosteniendo una
caja abierta.
—Conmigo... —dice.
Dejo caer los tulipanes de mi mano y me tapo la boca.
—¿Barbie?
Asiento, dándome cuenta de que no le he contestado.
Sonríe, toma mi mano y desliza el anillo. Parece la torre Eiffel
construida exclusivamente con diamantes. Me encanta. Salto a sus brazos,
y él se inclina hacia atrás para besarme. Levanta una mano para despedir
a los muchachos, y escucho que se van, mientras me lleva dentro de la casa
y nuestros labios se fusionan entre sí.
Retrocediendo, le sonrío con una lágrima en el ojo.
—Ahora estás atrapado conmigo.
—No, nena, estás atrapada conmigo. Así que continuemos con las
sobredosis para siempre.
Y eso es todo lo que se necesita.
Nuestro destino está sellado.
Nadie se comparará jamás con Ryken Lord.
Y ahora pronto seré la Sra. Ryken Lord. Nunca pensé que ese
pensamiento me haría tan feliz. Pero no es así, afrontémoslo, es él quien lo
hace feliz.
Y seguiré con la sobredosis de él por el resto de mi vida.

FIN
170
T.L. Smith

T.L Smith

171
172

También podría gustarte