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L E RA UNA DROGA QUE NO POD A DE J AR.
HAB A TE NIDO ANTE S UNA SOBRE DOSIS DE L. NO SALI BIE N.
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Saskia
is manos se deslizan a lo largo de las ásperas paredes,
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Ryken
—E
s a mí a quien no puedes tener. ¿Aún no lo has
entendido, Ryken? Dos errores no pueden hacer un
bien. Tú y yo, somos dos errores —Las últimas palabras
de Saskia resuenan en mi cabeza, incluso una semana
después. Una semana es el tiempo que ha estado lejos. Una semana es el
tiempo que la he estado buscando.
Livia lo jodió, y eso es un eufemismo. Está furiosa y no tiene idea de
por qué. Sabe que no quiero que me toque, me hable, esté cerca de mí. No
quiero que nadie esté cerca de mí en este momento.
Entonces, cuando me confrontó después de que no regresé a casa, se
fue al día siguiente y me dio órdenes estrictas de ordenar mi mierda antes
de que ella regresara. Me reí y cerré la puerta detrás de ella mientras salía.
Este lugar ya no está destinado a ser mi hogar. Me fui, pero ahora
estoy de regreso donde no quiero estar.
Cane se sienta en uno de mis clubes, fumando, mirándome. Él levanta
una ceja, esperando que yo diga algo.
—Estás perdiendo la cabeza, Ryken. ¿Cuándo fue la última vez que
dormiste?
Mis manos rozan mi cabello mientras camino de un lado a otro.
—Cuando ella se fue. La necesito de vuelta.
Él pone los ojos en blanco ante mis palabras.
—No. Tienes que volver con tu novia. ¿O te has olvidado de ella y de
tu maldito bebé?
Le muestro el dedo medio, él se ríe de mí.
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—¡Vete a la mierda! Solo pregunta por ahí, tal como te dije.
Cane asiente mientras observamos a la multitud que ya se ha
acumulado en el club.
—Vinieron varias veces esta semana preguntando por ti. —Ahora está
parado a mi lado.
Veo a Quinn parado en la puerta que conduce a las escaleras para
subir aquí. Él se queda quieto. Se ha convertido en alguien en quien confío,
mucho. Eso sucede, supongo, cuando ya no queda nadie más en este
mundo. Livia parece no entender. Incluso ahora, cuando le conté lo que le
pasó a su prima. A ella no le importa Saskia, todo lo que quería saber era
cuándo volvería a casa. Luego sus tacones hicieron clic mientras se iba, sin
siquiera preguntar si Saskia estaba viva o muerta. Honestamente no le
importa una mierda.
—¿Quién? —Mis manos tiemblan mientras las vuelvo a pasar por mi
cabello. Tengo que cortarlo, ha pasado demasiado tiempo y me cae en la
cara, haciéndome enojar.
—Spikes —responde.
Ellos son los MC que mueven a las chicas que recolectamos. Ellos
fueron quienes tomaron a Saskia. Los he estado evitando porque temo que
mataré a uno, y eso no puede suceder. Porque la restitución por matar a
otro no es algo que quiera contemplar. La expiación del último ha sido
demasiado alta. No lo haré, pero joder si no quiero, y está tomando todo en
mí para no reaccionar y corresponder.
—Es mejor que rece porque no lo vea pronto. Le abriré una zanja
desde la polla hasta los labios.
Cane sonríe, sacudiendo la cabeza ante mis palabras.
—Mierda.
Dando vuelta, veo que Quinn tiene un miembro de Spikes contra la
pared, con las manos en la garganta y un arma en el estómago.
—Llama a tu perro guardián. —Niego con la cabeza, sonriendo—.
¿Quieres que llamen a la policía? Llámalo. Y. Qué. Saque. Su. Mierda —dice
Cane.
Poniendo los ojos en blanco, salgo de la oficina hacia donde Quinn
está susurrando actualmente todas las cosas dulces que le gustaría hacerle
a este tipo si no tuviéramos audiencia. El tipo no dice una palabra, solo lo
mira con los ojos muy abiertos. Sabe lo que es mejor. Caminando detrás de
Quinn, lo toco en el hombro y él relaja su postura de inmediato, pero no
quita su arma, solo su mano de la garganta del tipo.
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—Quiere entregarte un mensaje —es todo lo que Quinn dice mientras
da un paso atrás, pero su mano se queda en su arma, y los ojos del tipo
miran, sabiendo exactamente que lo matará con un simple asentimiento de
mi cabeza. Riendo de sus palabras, sacudo la cabeza. La música es ruidosa
aquí, así que no puedo escucharlo correctamente a menos que me acerque
más, y eso seguro como la mierda, no va a suceder. Girando y entrando a la
habitación más fría, me siguen, y la puerta se cierra, encerrándonos en la
habitación.
¿Es posible sudar en una habitación fría? Porque él lo está haciendo.
Su parche de motocicleta se muestra con orgullo en su pecho. Él no
levanta la vista, mientras busca algo en su bolsillo. Es un teléfono celular,
pero Quinn tiene su arma apuntándolo de todos modos.
—Tienes que mirar —Todavía está sudando profusamente, mientras
miro hacia su celular.
Ahí es cuando la veo. Saskia. Ella está vestida de blanco. Se ve más
delgada. Demacrada. Casi desaparecida. Sus mejillas están hundidas justo
en su cara, y sus ojos están abatidos. Antonio está sentado a su lado con
su mano alrededor de sus hombros, manteniéndola en su lugar. Mi mano le
quita al celular, tomándolo en mis manos.
—¿Cómo demonios conseguiste esto? —Mi voz se alza, y mis palabras
son letales. Me cuesta todo no dar un paso y abrir este tipo para sacar toda
la información de su cabeza.
—Antonio lo envió. Michael pensó que sería mejor que lo vieras.
—Por supuesto, lo hizo. Él quiere presionar mis malditos botones. —
Dejo caer el teléfono, por lo que se estrella contra el piso de cemento.
—Michael quiere que te encuentres con él.
Me tiembla la cabeza.
—Si lo veo, lo mataré —es mi única respuesta.
El chico se limpia la frente.
—Bueno, él está esperándote afuera.
Puedo sentir mi sangre hervir. Literalmente hiervo, como un absceso
enojado a punto de reventar. Sus palabras se sienten como una marca de
hierro, y se abren camino a través de mi piel.
—No, jefe. Recuerda lo que estás evitando —dice Quinn.
Pero si él es el único que puede ponerse en contacto con Antonio,
entonces Michael es a quien tengo que ver, me digo a mí mismo.
Mis pies se mueven antes de siquiera tener tiempo para contemplar
un movimiento más inteligente. Michael está apoyado en mi auto cuando
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salgo, esperando que me vaya. Está vestido con su uniforme de MC como de
costumbre, pero ninguna sonrisa toca su rostro mientras me mira. Mis pies
me llevan hacia él, entonces mi mano golpea su cara, una y otra vez hasta
que ambos estamos en el suelo rodando. Él recibe algunos golpes, pero no
se registran cuando la ira burbujeante y la adrenalina toman el control, y
mi puño sigue moviéndose.
—Ryken —Cane dice mi nombre o lo grita, no estoy seguro. De
cualquier manera, no nos detenemos hasta que nos separamos. Cane tiene
sus manos debajo de mis brazos, tirando de mí hacia atrás, ya que el tipo
que me mostró la fotografía está tirando de Michael. Quinn está parado allí
sonriendo, lo que molesta más a Cane—. ¿Por qué diablos no estás
ayudando?
Quinn se encoge de hombros, y me libero de Cane que me maldice.
—Si quiere golpear al hombre que se llevó a su mujer, ¿Quién coño
soy yo para detenerlo?
—Ryken hizo eso. Lo hizo en el momento en que la vio. Él la condenó,
no Michael. —Las palabras de Cane son ciertas. Sin embargo, no hace que
sea más fácil escucharlas.
—Tal vez deberías cuidar tu boca —afirma Quinn.
—¿Cómo obtuviste esa fotografía? —pregunto, ignorándolos y
mirando a Michael.
—Él me mantiene actualizado. ¿Miraste las otras fotos?
Frunzo las cejas y niego con la cabeza. Michael saca su celular para
mostrarme. Saskia está en las fotos, durmiendo en el piso. Está vestida con
la ropa con la que se fue, pero no parece estar despierta.
—Ella estuvo dormida por días. Dejaron de controlarla después del
segundo día —dice Michael.
Quinn jura. Todos volteamos a mirarlo.
—Le di un poco de algo.
Todos están en silencio.
—¿Qué quieres decir? —pregunta Michael.
—Para calmarla. Y a menos que ella estuviera en otra cosa, debería
haber hecho exactamente eso —dice Quinn.
—Ni siquiera voy a decirte nada sobre eso —Me giro para mirar a
Michael—. ¿Dónde está ella?
Michael mira al suelo y luego a mí porque no sabe. Sabía que no lo
haría, es la única razón por la que no le hice una visita y rompí su puto
cráneo.
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—Esa imagen salió esta noche. Sin embargo, creo que conozco ese
lugar —dice Michael. Le pasa su celular a Quinn que asiente.
—Ese es su lugar —confirma Quinn—. Es su club clandestino. Es
donde se mezcla con sus clientes más sombríos.
—Eso es lo que pensé. —Me vuelvo para mirar a Michael—. ¿Por qué
te importa? Tú fuiste quien la tomó.
Michael se muerde el labio.
—Mataste a uno de mis hombres, Ryken. Por ella. Sabías que por cada
acción hay una reacción.
—Podrías haberme llevado.
Él se ríe de mis palabras.
—¿A ti? Estoy seguro de que tus hombres “solo” —usa citas de aire—
, nos dejarían llevarte. También sabías que, si te tomábamos, no vivirías. Tu
cabeza tiene la mayor recompensa ahora que tu padre no está aquí. Antonio
también lo sabe. Él quiere tus derechos. Está presionando para hacerse
cargo de las relaciones. Incluso me ofreció un trato para acabarte.
Me río de sus palabras.
—No habría un tú, o él para el caso, si no fuera por mi familia.
Él sabe que tengo razón. Pero tampoco habría compradores si no fuera
por mí. Sí, ese es el trabajo de Antonio, y fue creado por mi padre. Él
simplemente lo agarró y lo extendió. Él es bueno en eso. Además, es una
manera menos de volver a conectarme. Pero yo aseguro a las chicas. Las
escogemos a mano, luego ellos hacen el resto. Somos conocidos por nuestro
gusto y excelencia en nuestra elección.
—No traes suficiente producto, Ryken. Tu padre siempre llegó a
tiempo.
Niego con la cabeza.
—Sus hombres son de mi propiedad. Yo les pago. Si lo corto, no
ganarán ni un centavo.
—Él es el príncipe del Bajo Mundo ahora, tu padre fue una vez el rey
silencioso.
Todos están callados. Sí, los productos han sido lentos. Pero eso está
a punto de cambiar. Dirigiéndome a Quinn, él espera mis órdenes. Ahora
entiendo por qué mi padre confiaba tanto en él. Es el mejor y más leal que
he conocido.
—Recoge cuatro. Vamos a venderlas nosotros mismos. —Quinn no
dice una palabra y se va antes de que yo pueda decir algo más.
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Michael se aclara la garganta.
—No deberías hacer eso. —Sus cejas están fruncidas en profundas
líneas.
—Quiere jugar, puedo jugar el doble de fuerte. Él simplemente aún no
se da cuenta. ¿Olvidaste quién era mi padre?
Michael da un paso atrás con un simple asentimiento.
—¡Jesús! Estás empezando a sonar como él, —es todo lo que dice.
Cane se queda callado junto a nosotros. No he visto a Cane en el último año
mientras estuve fuera. He tenido que hacerlo porque él dirige mis negocios.
Y lo está haciendo muy bien. Mejor de lo que podría haberlo hecho yo.
Mi corazón está oscuro. Igual que el de mi padre. Quizás estaba
destinado a estar donde él me puso.
—¿Qué piensas hacer cuando llegues allí? No puedes ser el primero
en romper el trato. Perderás toda la responsabilidad y el respeto que has
estado construyendo. Entonces Antonio podría tomar todo lo que tu padre
construyó de un solo golpe. Me quedaré contigo, Ryken, pero otros no lo
harán. La hermandad se mantiene unida, es código. Pero él ha impuesto
algunos límites bastante serios incluso para mí —dice Michael.
Su hombre detrás de él se queda donde está.
—Solo voy a mostrarle quién es el jefe, luego tomaré lo que es mío.
Michael sonríe y asiente.
—Realmente la amas, ¿verdad? —me pregunta.
¿Cómo respondo eso correctamente? Amo a dos mujeres, pero a una
más que la otra. Una ha estado allí durante todo el tiempo cuando debería
haberse alejado desde el principio. Le debo a ella.
—Lo hace —responde Cane mientras niega con la cabeza y luego
vuelve a entrar al club, dejándonos afuera.
—Tu padre predicaba el no amar. Era para los tontos.
Me río porque suena como él.
—Sí, bueno, mira dónde está ahora. Estoy seguro de que ¿no quieres
terminar de la misma manera? —pregunto y luego me alejo, esperando la
llamada de Quinn.
La llamada que me informa que está recolectando.
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Saskia
o ha dicho una palabra desde que me senté a su lado. La chica
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Ryken
uinn tiene cuatro chicas, todas desmayadas, con las manos
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Saskia
—S
al de la cama, puta. —La chillona voz de Amy me
despierta. Abriendo los ojos lentamente, me cae agua
encima. Ella está ahí parada, encima de mí, con un
cubo en la mano mientras me congelo en la cama en
la que he estado los últimos dos días. Al menos me han dado de comer—.
Levántate —grita de nuevo.
Me apresuro a levantarme. Tirando de la sábana conmigo. Pero ella
no acepta nada de eso y tira con fuerza, así que lo saca de mis manos. Llevo
un par de pantalones de chándal y una camisa grande. Depende de mí, pero
no me importa.
Sus ojos me miran de arriba a abajo y luego se burla.
—Tenemos compañía. Vas a complacer a nuestros invitados. Vístete,
puta. —Amy sale de la habitación sin cerrar la puerta mientras se va. Un
tipo entra, no tengo ni idea de cómo se llama.
—Yo no la haría esperar. Ella es mucho peor que él —es todo lo que
dice.
Me envuelvo en mis brazos, con miedo de que entre y me los agarre y
me haga más moretones. Pero no lo hace. En vez de eso, se para en la puerta
de espaldas a mí, esperando que me prepare.
—Deberías llevar un vestido... en el cajón de arriba —me dice.
Con un tirón en el cajón, me doy cuenta de una serie de vestidos
diferentes. Agarrando el primero en la parte superior, me lo pongo en la
cabeza y luego me quito la ropa por debajo.
—Tacones —gesticula cuando miro a mi alrededor. No me está
observando, pero parece saber exactamente lo que estoy haciendo. En el
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cajón de abajo hay dos juegos de tacones. Un par negro y uno blanco. Saco
los negros, me las pongo en los pies y me peino el cabello con las manos.
Se da la vuelta y cuza las manos por encima del pecho.
—Te ves presentable.
¿Digo, gracias? Creo que no.
—¿Adónde voy?
Agita la mano para empezar a salir a través de la puerta. Puerta detrás
de la que he estado encerrada durante dos noches. Es más bonita que la
otra habitación, y creo que, si hiciera algo, aunque fuera un poquito mal,
estaría de vuelta en ese calabozo en un segundo. Especialmente si Amy tiene
algo que decir.
—No hables a menos que te hablen. Mézclate con el resto. Coquetea y
muestra interés. —Su mano toca el pomo de una puerta y me mira—.
Antonio te estará observando esta noche, así que no me decepciones. —Abre
la puerta y me empuja a través de ella.
¿Qué se supone que debo hacer? No tengo la menor idea.
Es el mismo lugar en el que estuve la otra noche. La música es fuerte,
y consiste principalmente de chicos. Hay pocas chicas esparcidas por ahí
rodeadas de hombres. Pero los hombres superan en número a las mujeres
cinco a uno. Entrando más en la habitación, no tengo ni idea de lo que estoy
haciendo.
Mirando a mi alrededor, la veo, con los ojos fijos en mí. La mirada de
muerte de Amy desde donde está sentada con Antonio a su lado. Justo
cuando me voy a dar la vuelta, una pequeña mano me toca el brazo. Mi
primer instinto es liberarlo, alejarlo de quienquiera que me toque, porque
cuando la gente me toca, parece que nunca sale bien.
—Sonríe. No pierdas la sonrisa y sígueme. —Parece amable, pero eso
podría ser una maldita mentira por lo que sé. Esto es el Bajo Mundo,
después de todo. Todos podrían ser peligrosos asesinos, y yo sólo soy un
cordero en el matadero—. Tenemos una pelea principal esta noche. Toda la
gente que ves aquí son apostadores de muy alto nivel. Los entretendremos
hasta el evento principal. Eso es lo que harás. Así que, por favor, sonríe
antes de que la hagas enojar más de lo que pareces estar haciendo sólo por
estar en la misma habitación que ella.
Mis labios se levantan, y mi sonrisa es tan falsa como las tetas de
Amy, pero escucho a esta chica de todos modos.
—¿Qué hago? —pregunto, confundida. Ella me mira, y puedo ver
mejor sus rasgos ahora que estamos lejos de la entrada oscura. Es hermosa,
con el cabello largo y oscuro que casi le toca el culo, y un tonto vestido de
encaje rojo sobre su cuerpo.
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—Sonríes, te ríes, ofreces bebidas. Estos hombres gastarán hasta cien
mil dólares cada uno aquí esta noche. Es nuestro trabajo hacer que quieran
gastar más.
Lo entiendo, pero no quiero hacer nada de eso. La sigo de todos modos
porque ¿qué otra opción tengo? Se detiene ante un grupo de hombres
mayores. Supongo que probablemente a finales de los cuarenta o principios
de los cincuenta. Todos miran hacia arriba, sonriendo mientras nos
acercamos a ellos. Soy la única sin maquillaje. Mirando a mi alrededor,
todas las otras chicas están listas para impresionar, mientras que yo tuve
cinco minutos para ponerme algo y esperar lo mejor. Toca el brazo de un
tipo, pero no se detiene, sólo lo prueba. Miro lo que hace y me doy cuenta
de que es una provocadora.
¿Para eso estamos aquí? ¿Para provocarlos?
Estar aquí no es algo que quiera hacer. No tengo mi medicación. Y
cada vez que pienso en lo que tenía, a donde finalmente iba con mi vida,
todo me golpea como un tren de carga. Pero no moverme de una cama como
lo haría normalmente ya no es una opción para mí cuando estoy en esos
estados de ánimo. Esta gente podría matarme. ¿Por qué? Por seguir a Ryken
una noche, y al final terminó eligiéndola de todos modos. Livia es a quien
ama, aunque diga que me ama. Era ella, y siempre será ella.
Mi mente me grita que corra, que nunca mire atrás, y que tome el
dinero que me queda y lo esconda. Ryken me dijo que me encontrarían, y le
creo. Esta es mi siguiente mejor opción. Y hasta ahora, tengo todos mis
miembros, y no estoy muerta, así que eso es una gran ventaja. ¿No es así?
Sólo cinco meses y medio para salir de este agujero infernal. Cierro los
ojos, tratando de no pensar en ello.
Una mano me toca. Maldita sea, estoy harta de que me toquen. Podría
pasar el resto de mi vida sin que una sola mano me vuelva a tocar. No soy
una chica del tipo sentimental, y todo este roce me está poniendo los nervios
de punta.
—¿Qué tal un trago, cariño?
Miro a la chica que me muestra el lugar y me levanta la barbilla.
Volviendo al tipo, enluzco la mejor sonrisa falsa que puedo reunir.
—Por supuesto. ¿Qué te gustaría? —Mi mano toca su hombro. Hago
lo mismo que ella y lo borro rápidamente. Tocar a otras personas no es algo
que me gusta hacer, pero tener mi propio negocio en servicio al cliente me
ha enseñado a sonreír cuando ni siquiera quiero hacerlo. Aunque me duela
el corazón y me duela la cabeza.
—Sorpréndeme. Pero asegúrate de traer algo para ti, cariño. —Me
estremezco ante sus palabras y me giro, buscando el bar.
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Me empujan y la veo caminando delante de mí. La sigo y me doy
cuenta de que realmente necesito aprender su nombre.
—¿Cómo te llamas?
Ella se detiene, inclinando su cuerpo sobre la barra. Otro conjunto de
chicas trabajan detrás de la barra en nada más que un sujetador deportivo
negro y pantalones cortos negro botín.
—Cecilia. Ahora pide a tu hombre un whisky directamente y usa este
jugo para agregarlo a tu vaso. No dejes que lo toque, o que sepa que no estás
tomando las bebidas que te ofrece.
—Asiento y tomo un vaso vacío cuando el jugo de manzana se coloca
junto a él.
—¿Haces esto a menudo? —pregunto, sirviendo el jugo.
—No podemos emborracharnos. Pero queremos que piensen que la
estamos pasando tan bien como ellos. Así que mentimos. También es un
bono si no bebemos el alcohol caro que pagan los clientes.
—¿Con qué frecuencia haces esto? ¿Trabajar aquí, quiero decir?
Cecilia mira al suelo, sus ojos se ven oscuros cuando me mira de
nuevo.
—Soy una de las chicas de Antonio, así que cada noche estamos
abiertos.
—¿Y Amy? —pregunto con cuidado para no mirar atrás donde está
sentada.
—Ni siquiera la mires a los ojos ni le hables. ¿Lo tienes? —Asiento
ante sus palabras—. Porque ella es pura maldad, y créeme que no quieres
estar cerca de eso.
Cecilia se va con una bandeja de bebidas. Ella regresa al grupo con el
que acabamos de estar, y yo la sigo con mis dos tragos en la mano. El tipo
me sonríe cuando lo alcanzo, y le ofrezco su bebida y luego le disparo a la
mía al mismo tiempo que él.
Saca un billete de cien dólares y lo mete en la correa de mi vestido y
me besa la mejilla.
—Cómprate otro y quédate con el cambio.
Mi sonrisa es falsa, y por dentro le estoy gritando, tanto que quiero
darle un puñetazo en la cara por tocarme. En vez de eso, sonrío y me voy.
¿Qué coño se supone que tengo que hacer con el cambio? No es como
si pudiera gastarlo mientras estoy encerrada en mi jodida habitación.
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—Hola, chica —dice Cecilia, pasando a la siguiente—. Toma esto. —
Me ofrece una bandeja llena de bebidas y sonrisas, demasiado burbujeante.
¿Por qué está tan contenta?
¿Ella también es una de ellas?
No podría estar con una sonrisa así. Quiero darle las gracias, pero no
lo hago, sólo tomo mi bandeja y empiezo a caminar de nuevo.
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Saskia
as manos de Amy me están golpeando, fuerte. Por qué, no estoy
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Ryken
os noches es todo lo que tenía, dos noches es el tiempo que
D
tardaré en recuperarla. No puede quedarse allí más tiempo.
Ese agujero de mierda no es lugar para ella. Su lugar en esta
vida está a mi lado. Sólo me ha llevado un tiempo verlo.
Mi padre se casó a los dieciocho años y me tuvo a los veinte.
Había comenzado su negocio a la edad de diecinueve años. Papá comenzó
sus negocios en clubes, en particular en clubes nocturnos. Entonces el
negocio evolucionó. Se mezcló con algunas bandas de motociclistas locales.
No los veía como negativos, veía lo positivo en lo que podían hacer por él y
cómo podían hacerlo. Porque de alguna manera, todos estaban conectados,
a través de cada Estado, era una hermandad. Fue entonces cuando vio el
potencial. Así es como se convirtió en este negocio. Puede que él no hubiera
podido hacerlo sin ellos, pero ellos definitivamente no podrían haberlo hecho
sin él.
Una vez que resolvió los pormenores de su negocio, fue entonces
cuando puso todo en su lugar. Encontraría compradores. En primer lugar,
todos estaban en Australia. Luego, creció en todo el mundo. Hizo conexiones
a lo largo del camino. Los políticos compraban una esclava sexual porque
sus esposas ya no querían acostarse con ellos. Cada vez que vendía a una
chica, la conexión crecía. Era casi intocable.
Tenías que admirar su negocio, incluso si no te gustaba lo que era o
en lo que se había convertido. Porque cultivar algo de la nada era
absolutamente extraordinario. Desarrolló su negocio cuando yo era un niño.
Casi nunca lo veía cuando estaba creciendo. Su negocio era más importante.
Mucho más importante que yo y me lo ha dejado todo a mí.
A veces pienso que no soy digno porque nunca me gané mi puesto.
Fue dado. Pero tal vez mi sacrificio fue no tener a mi padre porque aún no
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lo tengo. Sólo lo que queda de él. Y aunque tenía una mente extraordinaria,
eso no significa que deba escuchar todo lo que dijo.
El problema es que sí escuché y ahora Barbie está fuera de mi alcance.
Pero pronto, la traeré de vuelta y puede que pierda mi vida tratando de
liberar la suya. Pero si alguna mujer vale la pena, es ella. No le pide nada a
nadie. Incluso donó la mitad del dinero que usé para comprar su virginidad
a una organización benéfica. Podría haber hecho mucho con ese dinero, pero
no lo hizo. Parece que sólo vive dentro de sus posibilidades.
—Tienes que entrenar, Ryken. —Quinn no está impresionado. Mi falta
de concentración la está cabreando.
—He estado entrenando todo el maldito día. —Ahora estoy enfadado.
Todo lo que quiero hacer es dormir, pero ni siquiera puedo dormir. Cada vez
que cierro los ojos todo lo que veo es a ella. Cane quiere que vuelva, pero no
entiende, nunca ha estado enamorado. Todo lo que hace es follar. No
entiende por qué voy tras ella. Cree que ni siquiera estaría en este aprieto si
no fuera por ella. Tal vez tenga razón, pero ¿qué importa ahora?
—No lo suficiente. Va a encontrar a su mejor luchador. ¿Entiendes,
jefe?
Mis manos se frotan, volviendo a levantarme.
—Sé esto, Quinn. Jodidamente lo sé.
Golpea los guantes juntos.
—Bueno, empieza a actuar como tal, porque no planeo sacar tu bolsa
de cadáveres de ese lugar. Planeo llevar a tu oponente. ¿Me escuchas?
Lanzo un golpe. Él lo atrapa con la almohadilla y continúo.
Izquierda, derecha, izquierda, izquierda, derecha.
—Si no fueras tan bueno, te daría un puñetazo en la cara ahora
mismo.
—Hazlo. Trata de tener un golpe, justo en mi maldita mandíbula. Si
tienes éxito, me calmaré.
¡Bang! Le di un golpe en la mandíbula.
Suelta una maldición, moviendo la cabeza.
—No quise decir en ese momento. —Escupe algo de sangre—. Pero si
quieres jugar sucio, te lo recomiendo. —Me quito la cinta de las muñecas y
llaman a la puerta. Quinn se quita los guantes para abrir. Cuando vuelve a
entrar, es Cane quien está a su lado.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Se encoge de hombros.
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—Si mueres, no quiero perdérmelo. —Le frunzo las cejas—. Vamos,
hombre, estoy aquí para apoyarte. Además, la Coñotrampa no ha dejado de
llamarme para decirme que te vas a suicidar.
—¿Ella también te ha estado llamando? —Esta vez mi cabeza cae. Le
dije que me diera espacio. Así que llama a todos los demás. De nuevo, ¿Por
qué la amo?
—No ha parado. Me rogó que viniera y te convenciera de que no lo
hicieras. Por supuesto, le dije que lo intentaría. —Sonríe—. Pero ella no
necesita saber que no lo haré. —Se mete un chicle en la boca y Quinn sale
de la habitación. Parece que nunca se llevan bien. Nunca he entendido por
qué, pero tampoco he querido investigarlo.
—Viniste a ver cómo me pateaban el trasero —bromeo.
Asiente, sonriendo.
—Te animaré en la banda. ¿Cómo suena eso?
—Mientras no hagas nada estúpido. Este no es tu mundo. No puede
protegerte en el escenario.
Cane se sienta en el sofá y su pie se levanta para descansar sobre su
pierna.
—No necesito protección.
Quinn entra por detrás de Cane, moviendo la cabeza; pero sin decir
una palabra.
—Come y descansa. Un día más de entrenamiento.
Cane lo mira por encima del hombro y luego me mira a mí. O voy a
morir y arruinar absolutamente todo lo que mi padre ha construido, o voy a
vivir y espero llevarla conmigo. Porque Barbie es todo lo que parece consumir
mi mente.
Y como el chocolate, no puedes evitar volver por más.
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Confesión #9
—Bendígame, Padre, porque he pecado. Han pasado tres días desde
mi última confesión. Y esta vez tengo un plan en marcha. Estoy a punto de
arruinarles todo. Simplemente no se dan cuenta. Su amor no es tan
importante como el mío. —Mi mano se golpea en el asiento, mientras me
levanto para irme.
El sacerdote va a hablar. Para ofrecerme su absolución, pero lo
bloqueo todo mientras me alejo.
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Saskia
o me he movido. Sus ojos y la forma en que me miraba como
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Ryken
aldita sea! El primer puñetazo me dejó tirado, no me lo
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Saskia
is pies golpean el pavimento mientras corro. Incluso cuando
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Ryken
o pasó mucho tiempo antes de que Barbie se durmiera cuando
85
Ryken
―A
my tiene a Saskia ―dice Quinn, mientras me muestra
un vídeo de hace dos días que fue tomado desde el
frente de mi hotel. No he salido del hospital después
de la operación de Livia, y he permanecido a su lado
desde entonces. Sus padres no pueden mantenerme alejado. Yo soy la razón
por la que ella está en este lío. Tenía que verla, para asegurarme de que ella
está bien. He llegado a una decisión de que no estamos bien juntos. Pero no
puedo hacerlo ahora, no con la forma en la que ella esta.
Tenemos que esperar un resultado, y ella me preguntó en el momento
en que despertó. Sus padres no están contentos con eso, pero tampoco hay
nada que puedan hacer al respecto. Hemos estado juntos demasiado tiempo.
Somos una pareja.
Sentado y tomo el celular de su mano, miro su largo cabello rubio
mientras ella sale seguida por Amy. Parecen hablar antes de que otros dos
hombres salgan del automóvil y caminen hacia ella. Voy a apagar el vídeo
porque no quiero ver qué pasa después.
Quinn coloca una mano sobre su celular para detenerme.
―Sigue mirando.
De mala gana lo hago y una sonrisa tira de mis labios. Ella patea a
uno de los chicos directamente entre las piernas, y justo cuando el otro
hombre la agarra, le muerde la mano, pero luego se congela. Sus ojos
vuelven al edificio, y sé lo que está oyendo. Ella está escuchando los
disparos. La suben al auto, y ahí es donde termina el vídeo.
―¿Esto es todo lo que sabes? ―pregunto.
Él asiente y mira hacia la cama donde Livia está durmiendo.
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―Los hombres han comenzado a llegar.
Me levanto y crujo mi cuello. Sentarme todo el día no es bueno para
mí. Caminando hacia Livia, la beso en la frente antes de salir por la puerta
con Quinn siguiéndome.
―¿Como está ella?
Miro hacia atrás en la habitación donde todavía está dormida.
¿He arruinado su vida porque no pude escogerla? Espero que no.
―Está sanando. Van a evaluarla en unos días.
Él no dice nada al principio, es cuidadoso con sus palabras.
―¿Pero podrá caminar otra vez?
Asiento.
―Sí, eso dijo el doctor.
Se rasca la cabeza y luego se escucha su celular. Sus cejas se fruncen,
y él vuelve a levantar su teléfono.
―Entonces, ¿es más dura de lo que le dimos crédito?
―¿Qué? ―pregunto, confundido.
Él me da su celular. Esta vez las imágenes del auto negro al que se
vio forzada a entrar. Y entonces algo sucede. La puerta se abre, y Barbie se
lanza. Rodando directamente hacia el tráfico que viene en sentido contrario.
―¿Qué mierda? ―grito.
Los labios de Quinn se levantan en una sonrisa.
―Es jodidamente ruda. Se ríe. No me parece gracioso. Como no sé lo
que sucedió, lo único que agradezco es que ella ya no está con ellos. Al
menos, eso es lo que espero.
―Estaré aquí esta noche.
Él asiente, alejándose.
Caminando hacia la habitación, Livia está despierta y mirándome.
―No quieres estar aquí, ¿verdad?
Me acerco a ella y le toco la mano.
―Por supuesto que sí.
―¿Dónde está ella? ―pregunta, sin moverse. Sus ojos muy abiertos.
Su cabello en la parte superior de su cabeza en uno de esos bollos sucios.
―¿Quien?
Livia pone los ojos en blanco hacia mí.
87
―No juegues conmigo, Ryken. ¿Dónde está Saskia?
―No lo sé.
Ella retira su mano.
―¿Realmente no lo sabes? ¿O estás mintiendo? Lo cual pareces hacer
mucho conmigo últimamente.
―Realmente no lo sé.
Livia me mira y luego sus ojos vuelven a mí.
―Quiero que me elijas por encima de ella. ¿Por qué es tan difícil de
hacer?
―No quiero hablar de esto ahora, Livia, estás sanando.
Su mano se cierra a su lado.
―No me tengas lástima, merezco más que eso. ¿Quiero saber por qué?
Sentándome junto a su cama, mis manos están sobre mis piernas
mientras que saltan de arriba abajo.
¿Cómo dice a alguien la verdadera razón sin romperlos en un millón
de piezas?
―Porque la amo. ―Al mirarla, creo que ella lo sabe. Ya le había dicho
anteriormente que las amo a las dos. Simplemente no espera que lo repita.
―¿La amas más que a mí? ―Voy a decirle que no, pero la mentira se
pega a mis dientes—. Quiero la verdad... Necesito la verdad.
―Deberíamos hablar de esto cuando estés mejor. No hay necesidad de
hacerlo ahora.
Una sola lágrima se desliza fuera de su ojo.
―No me mientas, Ryken. Te amo jodidamente tanto que he sido
baleada. No me digas tonterías. Dime. Toda la verdad.
Mi pierna rebota porque quiero decirle, pero no ahora. Excepto que
ella quiere saber. Entonces no sé qué hacer.
―Ryken... ―repite mi nombre.
―La amo más de lo que te amo.
Gira su cabeza lejos de mí.
―Quiero que te vayas, Ryken. Quiero que te vayas y nunca vuelvas.
―Livia... ―digo, tocando su mano que está apretada sobre la cama al
lado de ella. La retira rápidamente.
―No, lo sabía. Siempre lo supe. Desde ese primer momento. Traté de
no verlo, hice mi mejor esfuerzo. Pero no puedes dejar de verlo una vez que
88
lo haces. Se quema en tu cerebro. El chico que amas... amando a alguien
más que a ti. Ahora por favor, amablemente... vete al maldito infierno.
Hago lo que dice, deteniéndome en la puerta. Ella mira hacia otro lado
mientras sus padres se acercan detrás de mí. No dicen nada, y me alejo de
ella, pagando todas sus cuentas al salir, así no tiene nada de qué
preocuparse. Pero eso no la lastimará menos, lo sé. Ese gesto no es más que
hacerme sentir mejor acerca de todo esto. Livia está sufriendo, y yo causé
eso al escuchar a otras personas.
Ahora si puedo encontrar a Saskia, asegurarme de que está bien. Y si
puedo encontrarla, entonces tal vez algunas cosas en esta vida comiencen a
estar bien. En lugar de forzado y desagradable.
92
Saskia
yatt no es más que un caballero, olvidé lo que es tener a uno
99
Ryken
ntonio está ensangrentado y en el piso de mi habitación, el
N y me hace abrir los ojos. Cuando los abro, puedo sentir sus
labios sobre los míos y su olor, el aroma distintivo de Ryken
que he llegado a conocer demasiado bien. Su mano frota mi
pecho, justo encima de mis pechos mientras me hace
cosquillas, haciendo líneas de un lado a otro. Sus labios bajan sobre los
míos, y nos besamos, es lento, lánguido. No apresurado. Simplemente
saboreando, explorando entre sí en lugar de nuestros habituales besos
calientes. Está sentado en el borde de la cama, y cuando extiendo la mano
para tocarlo, me pongo en contacto con su piel. Él está desnudo.
―Muévete, estoy cansado ―dice, tomando aire. Me muevo mientras él
se sube a mi cama doble que realmente solo está hecha para mí. Nunca
pensé que tendría compañía aquí. Cuando compré este lugar, era mi
escondite. Mi lugar que nadie más puede quitarme.
Su cuerpo toca el mío, y su mano acaricia mi cara cuando se acerca
para besarme otra vez. Su otra mano está debajo de mi cabeza, y estamos
acostados el uno frente al otro mientras nos besamos. Mi mano toca su
cintura, y mi cuerpo se empuja hacia adelante. Puedo sentirlo en todas
partes. Lo quiero en todas partes. Detiene nuestro beso cuando me empujo
contra él, y me atrae para poder abrazarme, pero no hace ningún
movimiento desde ese punto.
Aparta mi cabello de mi cara.
―Vine a dormir, Barbie.
No sonrío, ni siquiera me muevo, ni reacciono. Entonces me doy
cuenta de que ha irrumpido en mi apartamento sin mi consentimiento. No
lo invité a entrar, y estoy segura como la mierda que no le abrí la puerta de
106
mi habitación. Y ahora está a mi lado, los dos desnudos. Lo único que se me
ocurre es lo bien que se sentirá cuando me toque, en ese lugar. Cómo
encajaremos perfectamente cuando él se deslice dentro de mí y haga que mi
espalda se arquee con placer por su toque.
―Deja de pensar, Barbie. ―Alcanza mi barbilla, y la levanta,
besándome de nuevo para callar mis pensamientos. No funciona. Porque
todo lo que hace es hacer que lo desee aún más.
Lo aparto de mí y me mira confundido. Me levanto y trepo sobre él
haciendo que su sonrisa aparezca. Estoy cachonda y lo deseo. Puedo decir
que él también me desea porque su grosor está presionando mi espalda
ahora mismo.
―No soy tu juguete ―le digo, deslizándome hacia abajo. Empujo hacia
arriba para poder sentirlo allí a mi entrada. Su sonrisa no abandona sus
labios hasta que me deslizo hacia él. Mi cabeza cae hacia atrás, y mi cabello
cae alrededor de mi espalda cerca de mi culo. Es un alivio instantáneo
tenerlo dentro de mí otra vez. Como un lugar que he echado de menos y que
no he visitado durante mucho tiempo. Así es como se siente Ryken.
Casa.
Mis uñas se clavan en su pecho cuando empiezo a moverme, porque
incluso si se siente como ese lugar al que quiero llamar hogar, mi cabeza lo
sabe mejor y me lo dice. Entonces, entierro mis uñas para decirme lo
contrario. Para intentar adormecer el dolor que viene con eso. Porque amar
a Ryken Lord es algo que he hecho durante demasiado tiempo, y lo mejor es
tratar de adormecerme. Para no sentir los sentimientos que tengo por él y
guardarlos. Solo dos cosas parecen venir de amarlo: dolor y dolor. Y eso es
todo para mí, nadie más.
Mis uñas cavan con cada deslizamiento que hago en su polla. Mi
clítoris frotando contra él y mi coño tensándose a su alrededor. Es un jodido
placer que solo existe cuando él está dentro de mí.
―Barbie, mi putita.
Mis movimientos no se detienen, pero mi mano reacciona y le da una
bofetada en la cara, mientras continúo moviéndome. No estoy aquí por
placer, estoy haciendo esto para tomar lo que es mío.
―Barbie, mi maldita Barbie ―dice, sentándose conmigo dentro de él.
Él besa mi cuello, y trato de mantener mis movimientos porque estoy cerca,
tan jodidamente cerca—. Nunca he amado a alguien tanto como a ti, Barbie.
Mis manos se envuelven alrededor de su cuello, y lo jalo hacia mí para
callarlo. Su rostro se ubica en mis pechos, y los lame, levantando una mano
de mi culo y tirando de mi pecho con los dedos mientras chupa el otro. Él
es bueno, tan jodidamente bueno, que cuando me da la vuelta, se queda
107
dentro de mí, y estoy mitad en la cama y la otra mitad fuera, mientras me
folla desde atrás. Me folla como está destinado a hacerlo. Como si fuera su
puta porque eso es lo que se siente estar con él. No deberíamos estar juntos.
Él la tenía, y yo era su pedazo de basura que no debería haber existido. Sin
embargo, no me detuvo. Incluso cuando me grité para mantenerme alejada.
Él era mi oxígeno cada vez que me tocaba.
El mundo se detendría, y todo lo que vería sería él. Todo lo que sentiría
sería él.
Ryken Lord toma mi mundo y lo hace suyo. Cada. Maldita. Vez.
Me da una palmada en el culo con fuerza y se agacha para tomar mi
pecho mientras aprieta mi pezón con una presión firme.
Me vengo, y mi cuerpo quiere derrumbarse en la cama, pero me
sostiene por la cintura y me folla hasta que se viene. Esta vez, cuando llego,
él también. Cae sobre mi espalda con cuidado de no asfixiarme y besa mi
cuello. Finalmente se sale de mí, entonces está a mi lado. Mi cabello me
cubre la cara, así que lo empuja hacia atrás y se inclina y besa mi
mandíbula.
Entonces me golpea lo que hemos hecho. Que él está aquí. Cuando
Livia está allí, en un hospital.
―¿Dónde está Livia? ―pregunto, alejándome.
Su mano cae a la cama, y suspira por mis palabras.
―En el hospital ―responde.
Me vuelvo para mirarlo.
―¿No deberías estar con ella? ―pregunto, tratando de contener mis
emociones.
Sacude la cabeza.
―Ella sabe que se acabó, hemos hablado de eso.
Me río de sus palabras.
―Tú hablaste... ¿también le dijiste que durante años fuimos a sus
espaldas? ¿Que cada vez que me tocaste, de algún modo la engañamos?
―Me levanto, pero él se para frente a mí y me empuja hacia abajo, para estar
de pie encima de mí. Lo miro ahora, y está enojado.
―Ella sabe que follamos, no creas que no lo hace. Pero no, si quieres
saberlo. No entré en detalles sobre cuántas veces follamos, o cuántas veces
deseé que fueras tú, y que nunca la dejé. Así que no intentes esa mierda
conmigo, Barbie. Ella sabe que te quiero. Siempre jodidamente me tuviste.
Y haré lo que sea por tenerte. ¿Me oyes? ―Levanta mi barbilla con el dedo,
más alto para poder verlo claramente. Su pene está justo en mi cara, y está
108
creciendo a medida que lo miro—. No te lamas los labios delante de mí.
Maldita sea.
Extiendo mi mano, la envuelvo alrededor de su longitud. Deja caer su
mano de mi rostro, me pongo de rodillas y me adelanto para tocar la punta
de su pene con mi lengua. Él gime, y es ruidoso. Así que lo hago de nuevo,
esta vez dando vueltas a la punta como si fuera mi propio caramelo.
―Barbie ―gime de placer.
Toco sus pelotas, juego con ellas, luego abro mi boca y las succiono.
Su mano agarra mi cabello, y él comienza a moverme sin que yo me mueva.
Arriba y abajo, y cada vez que subo, me aseguro de rodear con la lengua su
punta solo una fracción antes de volver a bajar. Él me aleja y me da vuelta,
así que estoy en mi espalda. Su polla ahora de pie muy por encima de mí.
Intento alcanzarlo otra vez, ahora acostada sobre mi espalda, mi mano lo
toca, luego me inclino para darle una larga lamida por debajo. Él jura.
Ruidosamente. Mientras lo hago.
Se mueve para que la punta toque mis labios, y él sube por encima de
mí, su polla ahora en mi cara. Mis manos lo acarician cuando su boca
alcanza mi clítoris y yo me levanto. Él me lame, dando vueltas de la misma
forma que yo estoy haciendo con mi lengua, y extiendo mis piernas aún más
amplias cuando él inserta un dedo. Su polla ahora en mi boca empuja hacia
abajo cada vez que uno de nosotros se mueve, y le toco el culo, golpeándolo
con fuerza mientras se levanta.
La lengua de Ryken comienza a moverse más rápido, y empiezo a
chupar aún más fuerte. Sus dedos bombean dentro y fuera de mí con fuerza,
y los dos llegamos exactamente al mismo tiempo que él sale de mí. Pero sus
dedos permanecen dentro de mí mientras sigue moviéndose. Entonces su
cabeza está de vuelta entre mis piernas, y esta vez no lo tengo encima de mí,
lo tengo acostado entre mis piernas.
Voy a moverme porque estoy sensible, pero él lo sabe y se mueve como
si nunca me hubieran tocado antes. Es cuidadoso, pero no lo
suficientemente cuidadoso como para no detenerlo, y me folla con la boca
de la forma correcta hasta que me vengo otra vez, pero esta vez lo rechazo
porque ya no puedo hacerlo. No puedo soportar más, mi cuerpo está agotado
y necesito dormir.
Me folló hasta el olvido. Tanto que cuando me mueve, soy como una
muñeca para él, y lo hago sin una sola queja. No es que realmente me haya
quejado de tener sus manos sobre mí antes.
Las manos de Ryken Lord están hechas para complacerme, tal como
él.
Ojalá no fuera cierto. Ojalá fuera otra persona. Alguien más normal.
Alguien que sabe exactamente lo que es esta cosa llamada amor. En cambio,
109
obtengo piezas, piezas para las que no me suscribí. Es casi injusto amar a
alguien tanto que te duele respirar.
Ryken Lord es mi oxígeno, pero quiero ser mi propio aire.
―Te amo, Saskia ―dice mi nombre en mi cabello. Puedo sentir que sus
palabras son verdaderas. Más verdaderas que cualquier cosa que me haya
dicho alguna vez.
Sin embargo, creo que nuestras versiones de amor son dos cosas
diferentes. Porque cada vez que se aleja, se lleva una parte de mí con él. Y
cada vez que regresa, la devuelve, cuando realmente lo guarda para sí
mismo.
―¿No lo vas a corresponder?
―No ―respondo de manera sucinta.
Me abraza y no me deja ir.
―Está bien, no necesito escucharlo... puedo sentirlo. —Su mano toca
mi corazón, y late con fuerza—. ¿Puedes sentirlo, Barbie? ¿Puedes sentir lo
duro que late por mí? ¿Cómo solo me deseas a mí? Porque yo puedo. Puedo
sentirlo tanto como puedo sentirte ahora mismo a mi lado. Estamos
destinados a ser. Pronto lo verás. Simplemente no te tomes tu tiempo. No
soy un hombre paciente como algunos.
No puedo decir nada. Él me va a ganar, lo sé. Es solo cuestión de
tiempo hasta que ceda. Y si lo hago, ¿cuánto tiempo durará? Porque él
realmente no se ha apegado a mucho antes. Se supone que él también
estaba destinado a amarla.
¿Qué pasa cuando se encuentre con alguien mejor?
¿Entonces qué?
¿Me dejará como a ella?
Quizás entonces finalmente me vuelva loca. Él será el que me lleve
hasta el borde y luego me empujará. Porque eso es lo que hará con mi
corazón.
110
Ryken
is manos la están buscando antes de que abra los ojos. No
117
Saskia
s tarde y no está aquí. Esperé a que viniera porque no quería
123
Confesión #11
—Bendígame, Padre, porque he pecado. Ha pasado... No sé cuánto tiempo
ha pasado desde mi última confesión.
Escucho al sacerdote moverse en su asiento. El sonido de su sotana
clerical cruje con sus movimientos.
Estoy seguro de que detesta mis visitas, sé que yo lo haría si fuera él. Una
amplia sonrisa cubre mi cara ante ese pensamiento.
—No tienen ni idea. Ni puta idea de que tienen una rata. ¿Crees que soy
tan listo como el peor de los peores? No, no respondas a eso. Tal vez sólo
soy el más listo. De cualquier manera, nunca sabrán qué los golpeó.
Nunca.
Salgo corriendo del confesionario y de la iglesia.
¿Abso-maldita-lución? No me importa y nunca me importó.
124
Ryken
ichael está parado frente a mí, sus manos limpiando la
No tiene sentido.
—¿Quién es él? —le pregunto.
—Mi suposición es que eres tú. Tú eres quien parece ser capaz de
arruinar su vida. —Se pone más alto una vez que dice eso, como si fuera
algo que ha querido decir desde hace mucho tiempo. Pendejo.
—¡Vete a la mierda! Me encargaré de ello. —Se ríe de mí y le levanto
una ceja. Me importa un bledo si le disparo al imbécil.
—¿Te encargarás? ¿Cómo piensas hacer eso? ¿Vas por ahí disparando
a todo el mundo? ¿O tal vez sólo ponerle una correa? —Se necesita todo en
mí para no hacerle daño ahora mismo.
—No te quedes aquí y actúes como si supieras cómo es nuestra vida.
Y sí, si se trata de protegerla, mataré a cualquiera. Eso incluso si te incluye
a ti.
Me sacude la cabeza.
—Es demasiado buena para ti. Ya sabes, eso, ¿verdad?
129
Sí, pero no voy a admitirlo ante él en un futuro cercano.
—Vete a la mierda —le digo, abriendo la puerta para que se vaya.
—Díselo, o lo haré yo —dice, y se va.
—Si le dices algo, te mataré yo mismo. Ya no estás en su vida, Stiles.
Es mía, la tuviste mientras me esperaba. —Cierro la puerta en su cara de
shock y subo sus escaleras a su habitación. Más fotos.
Enviando un mensaje a Quinn, que está esperando a la chica que
quería que llegara, me aseguro de que lo sepa. Porque si alguien puede
rastrear a esta persona, es él.
130
Saskia
onducir en la entrada de Livia es algo que no he hecho en
136
Ryken
o me responde, y tengo que levantarle la barbilla para que me
142
Saskia
l me dio su auto, su brillante auto rojo. Voy a devolvérselo, pero
estoy disfrutando como la mierda el conducirlo por el momento.
Es uno de los autos más hermosos que he conducido. Al
acercarme a su casa, los autos están alineados en todas partes.
La última vez que estuve aquí, me corte el pie en su habitación.
Ahora estoy de regreso y esta vez con él a mi lado, y no como una
especie de tercera en discordia o un sórdido objeto oculto.
—Llegan temprano —dice Ryken.
Salimos y vemos a Cane y Quinn enseguida. Parecen estar en una
acalorada discusión en los escalones, pero ellos sacuden la cabeza mientras
caminamos hacia arriba. La mano de Ryken toca la pequeña parte de mi
espalda mientras subimos y pasamos junto a sus amigos. La puerta está
abierta, y él entra directamente. Sabrina está allí, sentada sola en un sofá,
mientras que algunos de los tipos que reconozco se sientan frente a ella,
mirándola. El líder, el que más habló cuando me llevaron, me mira y sonríe.
Mira más allá de mí, y lo siento antes de verlo. Ryken se sienta a mi lado,
su mano en mi muslo, se inclina y me susurra al oído, —¿Por qué no subes
a la habitación?—. Sacudo la cabeza. Él no discute, solo mantiene su mano
donde está y mira alrededor.
—¿Por qué estamos aquí, Ryken? Esto viene del tipo sentado frente a
nosotros, su nombre es Michael por lo que recuerdo.
—Michael, ¿tienes mejores planes? —dice Ryken, riendo.
Los labios de Michael se contraen.
—Sí, en realidad sí, podría estar con la nariz metida en un coño en
este momento. —Me guiña un ojo y luego se sienta aún más derecho.
143
—No tengo miedo de golpearte de nuevo si le haces un guiño a mi
mujer —dice Ryken en su voz más seria, el aire se vuelve gélido. Su mano
se queda en mi muslo y la aprieta antes de moverse. Quinn y Cane entran.
Cane se sienta a mi lado, mientras Quinn se para detrás de Sabrina. Ella se
relaja visiblemente con él estando cerca. Es bastante sorprendente no verla
atacar a nadie.
—Jefe.
Todos buscamos a un hombre que es más joven que yo. Y
probablemente sea uno de los más jóvenes aquí, aparte de Sabrina. Se rasca
la cabeza y luego mira a Michael y luego a Ryken, y tiene un chaleco igual
que Michael.
—¿Estamos aquí por las amenazas sobre tu mujer?
Los ojos de Ryken se oscurecen cuando inclina su cabeza, y todos
parecen quedarse en silencio.
—También nos enviaron una carta a nosotros. Junto con una foto de
nosotros colocando a tu chica en la camioneta. —La mano de Ryken se
aprieta en mi pierna, y logro chillar mientras sus dedos cavan más fuerte de
lo que obviamente pretendía porque tan pronto como se da cuenta de lo que
está haciendo, levanta su mano .
Ryken se levanta, saca su celular y mira a su alrededor.
—¿Alguien aquí quiere admitir algo? ¿Puedo considerar matarlo más
rápido si confiesa en este momento? —pregunta Ryken, mirando a su
alrededor.
No se escucha ni un pío, por lo que se encoge de hombros y llama.
Todos nos sentamos confundidos, hasta...
Es un teléfono, y está sonando justo a mi lado. Todo el mundo parece
darse vuelta en ese momento exacto, y todas las miradas se vuelven hacia
mí, o debería decir la persona sentada a mi lado. Algo frío me toca el cuello
antes de tener la oportunidad de darme la vuelta y ver quién es. Pero su voz
la reconozco enseguida cuando habla.
—Maldito cabrón.
¿Cane?
Mis ojos se abren, y Ryken lo mira sorprendido. De todos aquí,
supongo que Cane nunca llegó a su radar. Ni una sola vez.
Las voces se elevan y la gente comienza a moverse.
Mi corazón entra en una sobrecarga, no estoy segura de lo que está
pasando. Las fosas nasales de Ryken se enardecen con furia, aprieta los
puños y sus nudillos se ponen blancos. Todo parece ir en cámara lenta.
144
¿Esta es mi vida?
¿Cómo es que soy la persona que termina en estas situaciones?
Yo no pido esto. No lo provoco yo misma. Simplemente parecen
suceder. Todo el maldito tiempo.
Mis ojos se cierran sobre Ryken.
¿Es él?
¿Es él una maldición sobre mí?
No puede ser, sin embargo, porque él es todo lo que quiero cuando
somos solo nosotros dos. Somos perfectos juntos. Una sonata de dos almas
perfectas que se unen para formar un movimiento en una sinfonía.
Ryken es un Dios para mí. De alguna manera lo supe en el momento
en que lo conocí. Solo olvide decirme a mí misma que podría tenerlo y que
podría ser feliz.
Y ahora, todo podría ser arrebatado de mí, y ni siquiera lo vi venir.
Pensé que Ryken se encargaría de todo. Mantenerme a salvo. Pero por la
expresión de su rostro, no tenía idea de que era Cane. Nadie lo hizo.
Obviamente.
¿Por qué haría eso?
¿Por qué enviaría mis fotos a todos para mantenerse limpio?
¿Lo he lastimado y no estaba enterada?
Estoy tan confundida que me duele la cabeza.
—Saskia —Cane dice mi nombre.
Ryken da un paso adelante y se detiene de repente. Algo afilado golpea
mi cuello, y está helado. Los ojos de Ryken se vuelven salvajes, sus cejas se
juntan, y está tan tenso que puedo ver sus músculos vibrar con absoluta
furia.
Todos están de pie, ni una sola persona se ha quedado sentada.
Ryken no dice una palabra, solo da un paso al frente, y cada vez que
lo hace, el cuchillo se presiona más fuerte en mi piel, y siento el calor de la
sangre goteando por mi cuello.
¿Es así como dejaré esta Tierra?
Quiero decir, podría haber sido asesinado varias veces alrededor esta
gente. Debían haberme matado. Ryken me salvó, pero al final, solo parece
haberme condenado. Es una forma divertida de verlo. Porque la ruina de
Ryken es algo que elegiría incluso si me da el mismo resultado, él.
Lo elijo, y ese es un gran paso para mí personalmente. Porque nunca
tuve que elegir a nadie.
145
Voy a moverme, pero su cabeza tiembla. Veo la preocupación grabada
en su rostro. Ryken está preocupado por mí, y eso me asusta más.
Si está preocupado, en realidad, ¿cuáles son mis posibilidades?
146
Ryken
iempre es la persona que menos esperas, ¿cierto? Seguro como
152
Confesión #12
—Bendíceme...
¡Mierda! No hay sacerdote aquí para escuchar mi confesión.
Estoy total y completamente jodido.
Ningún sacerdote puede salvarme ahora. No hay últimos ritos,
sacramentos, penitencia y definitivamente no hay absolución.
No... estoy condenado por mi propio hermano.
153
Cane
l está dando vueltas por el piso porque no sabe qué hacer
conmigo. He sido su amigo, su confidente más cercano por tanto
tiempo, ahora está confundido. Pero no está lo suficientemente
confundido como para no matarme para protegerla. Porque al
igual que yo, él también la ama. Excepto que él la tiene, y ella lo
tiene a él. Me enoja y quiero matar a Ryken aún más. Me muevo, luchando
contra la cuerda que me ata y gimo cuando no me muevo. Él me mira, sus
cejas fruncidas. El cuchillo está de vuelta en su mano mientras me mira
fijamente. Está trabajando en el coraje para hacerlo, para matarme. Está
jugando en su cabeza, cómo hacerlo. Él no quiere, pero sé que lo hará.
—La amé primero, la vi primero. Pero ella no me vio. ¡Maldita sea! Ella
nunca vio a nadie más que a ti.
—Me odiabas porque ella me amaba.
Asiento. Lo entiende ahora. No es solo porque él lo tenía todo. Lo
hacía, y yo debería haber estado donde él está ahora. Padre no me eligió, lo
eligió a él.
—Lo siento, Cane, realmente lo lamento.
Se acerca a mí. Es entonces cuando lo veo, justo cuando el cuchillo
toca mi garganta de la misma manera que tenía la suya.
Ryken Lord es el hijo de su padre.
Y yo no soy nadie.
Un último aliento es todo lo que necesita para cortar mi garganta de
un lado a otro.
154
Saskia
espertar en una cama al lado de una chica que apenas conozco
D
es nuevo para mí. Sentándome, la televisión sigue encendida
desde anoche y el sol ahora brilla a través de las ventanas.
¿Por cuánto tiempo dormí? Recuerdo que el doctor me evaluó
y luego me dio algo para dormir. Ese es el alcance de mis
recuerdos antes de desmayarme. Me levanto lentamente, con
cuidado, para no despertarla.
—He estado despierta por siglos. —La voz de Sabrina me sorprende, y
cuando me doy vuelta, la veo mirando.
—No lo sabía.
—Tenías malos sueños y no parabas de moverte.
—Lo siento.
Se encoge de hombros.
—¿Ya están todos aquí? —pregunto, mirando a la puerta.
—Quinn, Michael, y tu hombre están aquí. Sí. Él vino a ver cómo
estabas, pero estabas fuera de combate. Ha estado pasando cada hora.
—Gracias —respondo, dirigiéndome a la puerta. Abriéndola, Michael
está sentado en el suelo leyendo una revista.
Michael me mira y luego se para.
—Estás despierta —No estoy segura de cómo tratarlo, así que solo
asiento. Él mira hacia las escaleras y luego hacia mí.
—¿Ryken está aquí?
155
Asiente y baja las escaleras. Lo sigo, y es entonces cuando veo a
Ryken. Está sentado en el mismo sofá en el que Cane y yo estábamos, y está
hablando con Quinn. Ambos miran hacia arriba mientras bajamos.
Ryken se para y viene directamente hacia mí. Sus manos se cierran a
mi alrededor, y me atrae hacia sí con fuerza, atrapándome. Hace que sea
casi imposible que me mueva, pero luego deja caer sus manos y retrocede,
mirándome.
—Barbie...
Mis manos suben y corren a lo largo de mi brazo, abrazándome a mí
misma. Lo admiro.
—¿Es seguro para mí ir a casa ahora?
Ryken niega con la cabeza. Inseguro de qué decir. Yo también, para
ser honesta, yo también estoy un poco perdida.
—Quiero ir a casa.
Retrocede y busca las llaves.
—Te llevaré.
Mis brazos se mueven para empujarlo hacia atrás, pero doy un paso
atrás.
—No quiero que me lleves a casa, Ryken.
—La llevaré.
Ambos volteamos para ver a Sabrina bajar las escaleras, y cuando
llega a Ryken, toma las llaves de su mano y continúa caminando hacia la
puerta. Voy a seguirla, pero Ryken me agarra de la mano y me atrae hacia
él.
—Estaré allí más tarde, ¿de acuerdo?
Niego con la cabeza, su mano cae de mí.
—Hoy no... hoy no.
—¿Cuándo? —pregunta.
Esta vez me encojo de hombros.
—Necesito... espacio. —Salgo por la puerta antes de que él pueda
agarrarme otra vez, Sabrina ya está en su auto, el mismo que intentó darme,
y está lista para irse.
Ella arranca con un chillido de neumáticos y conduce rápido, y todo
el tiempo hay una sonrisa grabada en su rostro.
—Luchó por ti, ¿lo escuché? —La miro pensando que no me está
hablando. Pero por supuesto, lo hace. Mi cabeza no está bien, al menos
156
ahora mismo—. Debe sentirse bien tener a alguien que quiera luchar por ti.
—Miro hacia mis manos.
¿Puedo sentirme mal por todo cuando ella lo ha tenido peor?
—¿Qué pasa con Quinn? —le pregunto, cambiando de tema.
—No es un buen hombre, pero hasta ahora ha sido bueno conmigo.
Es lo mínimo que puedo pedir. Incluso si él decidiera, bien y verdaderamente
después, que estamos bien el uno para el otro, —se ríe—. Quiero decir, ¿no
podría haberlo decidido cuando me recogió? ¿Tuvo que enviarme a ese
agujero infernal? —niega con la cabeza y un ceño fruncido aparece en su
rostro.
—¿Cómo te sientes, sabiendo lo que hacen? —Sabrina se detiene, y
me doy cuenta de que estamos en casa.
—Quiero decir... me molesta. Pero realmente no puedo cambiarlo,
¿verdad?
—Supongo que no.
Abro la puerta, y su mano se acerca a mi pierna.
—Si realmente no puedes soportarlo, cuéntaselo y déjalo. Él
claramente haría cualquier cosa por ti. Pero pedirle a alguien que amas que
renuncie a algo que ama no es justo... en absoluto.
—Para ser una chica basura de remolque, tienes una buena manera
de pensar —le digo con una sonrisa.
—Viniendo de otra chica basura de remolque... —se calla con una
sonrisa y me saca del auto.
Mi apartamento está vacío y silencioso cuando entro. Subiendo las
escaleras, todavía puedo olerlo. Todavía se siente como si estuviera en todas
partes. Su bolso todavía está en el piso, el que ni siquiera lo vi traer. Me
desnudé y entre en la ducha. El agua corre sobre mi cara, afortunadamente
tengo un vendaje a prueba de agua en el cuello, y estoy confundida, ya sea
con agua o lágrimas. Te garantizo que es más probable lágrimas.
Dejándome caer al suelo, me hago una bola. Cada emoción corre a
través de mí.
¿Debería dejarlo?
O...
¿Me quedo y trato de hacerlo funcionar?
Eso significa tenerlo tal como es, y no tratar de cambiarlo. Es justo,
considerando que no trataría de cambiarme.
157
De alguna manera llegué a mi cama. Mi cuello me está volviendo loca
de dolor, pero de alguna manera me voy a dormir después de quitarme la
ropa, haciendo caso omiso de las interminables llamadas y los golpes en la
puerta.
161
Ryken
n el momento en que sé que su horario de trabajo ha terminado
E
y la tienda se cierra, es el momento en que estoy de vuelta en
su puerta. Ella sonríe mientras me deja entrar. Esta vez no uso
mi llave, quiero que me deje entrar. Me ofrece un pequeño “Hola”
antes de que empecemos a caminar hacia su apartamento.
Tengo mi bolso en la mano, listo para guardar algunas cosas
aquí. Si aquí es donde quiere estar, es donde estaré. Es hora de que alguien
la ponga primero y ella es mi prioridad número uno.
Deja las llaves y me mira.
—Somos un nosotros, y eso nos hace iguales. Decidimos las cosas
juntos —dice. Simplemente sonrío ante sus palabras—. ¿Por qué me miras
así? ¿No deberías estar diciendo algo? Tienes que decir algo. —Sus ojos son
salvajes mientras me mira—. ¡Bien! Dime cómo quieres que sea, y luego
cuéntame lo equivocada que estoy y cómo debe ser. —Me acerco a ella y
parece estar al borde de la ira—. ¿Por qué no estás diciendo nada? Dios,
Ryken, ahora es el momento en que necesito tranquilidad. Mi mente no se
apagará.
—Puedo hacer que se apague.
Ella niega, pero yo no escucho. La beso de todos modos. Mis manos
envolviendo su espalda y tiro de ella fuertemente hacia mí. Va a hablar, pero
mi boca la toca, quitándole la voz mientras la abrazo tan fuerte como puedo.
Porque quiero quitarle cualquier inseguridad que tenga, quiero quitarle
cualquier sentimiento de inseguridad y mantenerla a salvo y segura
conmigo. Sus manos se envuelven alrededor de mi cuello, y me devuelve el
beso. Nuestras lenguas bailando y nuestros labios cerrados.
¿Es posible besar a alguien y sentirse drogado?
162
Estoy tan drogado con ella ahora mismo, y tengo miedo de la caída
que sigue. Pero esta vez no será una caída, esta vez no tenemos a dónde ir,
solo el uno al otro. Todo está funcionando. Incluso si perdemos gente en el
camino, incluso ganamos algo, aún estamos en pie y nos tenemos el uno al
otro. Nadie va a quitarme eso, a nosotros.
Le quito la ropa y dejamos de besarnos para que pueda ayudarme.
Hago lo mismo, desvistiéndome, y en el momento en que nuestras prendas
están fuera, nuestros cuerpos se vuelven a unir.
Apasionado.
Sensacional.
Ansioso.
Tantas palabras para describir cómo estamos juntos.
Ninguna puede describir cómo nos sentimos. Cómo nuestras manos
nunca pueden dejar de tocarse. Cómo devoran nuestros labios como si no
hubiéramos comido durante días y que todo lo que tenemos es el uno para
el otro para alimentarnos. Nuestro amor es loco.
Estúpido.
Impredecible.
Asombroso.
No pasa mucho tiempo antes de que estemos en la cama, y estoy
encima de ella. Ella se estira entre nosotros, su mano rodea mi polla
mientras la coloca en su entrada. Sus ojos se centran en los míos, y con un
dulce aliento, me lleva dentro de ella. Nuestros cuerpos están conectados, y
somos uno.
Dos corazones que están jodidos por el dolor y la angustia. No hay
reemplazo. Nadie podría siquiera acercarse a compararlo.
Las palabras de mi padre estaban mal.
Nunca debería haberlo escuchado para empezar.
Si hubiera escuchado a mi corazón, a menudo me pregunto dónde
estaríamos ahora. Cómo hubiéramos terminado. ¿Hubiéramos caído en el
mismo lugar que estamos ahora? Estoy seguro de que el camino para llegar
aquí habría sido menos transitado. Su alma no habría sido lastimada en ese
proceso tampoco.
—Te amo, Ryken —dice mientras mis caderas comienzan a empujar.
Mi boca baja hasta su cuello, besando el camino hasta su barbilla, lamiendo
los bordes y luego hasta su boca donde saboreo sus labios.
La beso y la follo como si esta fuera nuestra última vez. Ya no es solo
sexo lo que compartimos, es mucho más. Mucho más.
163
Sus manos se deslizan por mi espalda, deteniéndose sobre mis
hombros y hundiendo sus uñas. Sus piernas se unen detrás de mi espalda
mientras me siento mirándola y viendo una jodida obra maestra mientras la
follo.
¿Alguna vez has visto algo más hermoso? Porque no lo hice. La forma
en que sus labios se curvan y sus manos sostienen un puño apretado.
Mirando hacia abajo, sus piernas se abren a mí alrededor, y las alzo
sobre mis hombros, mirando mientras mi polla se desliza perfectamente
dentro y fuera de su estrecho coño.
—Dímelo otra vez... —Me detengo, la punta de mi polla en su entrada.
Se mueve para intentar deslizarme adentro. La mantengo quieta con
mis manos en sus caderas.
—Fóllame —gime, tratando de moverse.
—Me gusta cuando luchas, pero esas no son las palabras que quiero
escuchar. —Me deslizo un poco más y ella gime, y luego gime de nuevo.
—Te amo. Ahora fóllame.
Hago lo que me pide. Golpeándome con ella, haciendo que sus manos
se agarren a su pecho y se aprieten. Ella pellizca sus pezones, con fuerza.
Los aparto y me inclino hacia adelante, mordiendo uno y pellizcando el otro.
Sus gemidos de placer me inclinan aún más. Y con cada empuje, mi lengua
golpea su pezón.
Puedo sentir su tensión a mí alrededor, casi está allí. Casi estoy allí.
Pero no quiero que termine, así que me retiro y le doy la vuelta, su culo
ahora en el aire y su frente acostada hacia la cama. Mi polla va hacia su
entrada, y la agarro de las manos, cerrando cada una con la mía y luego la
empujo hacia atrás, su frente deslizándose sobre la cama mientras la golpeo
con mi polla. Una y otra vez.
Grita fuertemente cuando se viene. La sigo, saliendo y mirándola
colapsar sobre la cama. Se ríe cuando le doy una bofetada pero no se
molesta en moverse. Está saciada, y estoy feliz con eso. Buscando su ayuda,
le doy la vuelta para poder ver su frente, y su sonrisa está allí para que
pueda verla con claridad.
—¿Qué es eso? —señala mi mano. Levantándola hacia un lado hay un
tatuaje. Es pequeño, pero claramente visible. Le doy la vuelta para que
pueda leer las palabras escritas allí.
Dice su nombre. Barbie. El nombre que le di. Sonríe fuertemente
cuando lo ve.
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—¿Tienes mi nombre en ti? No sé cómo me siento al respecto. —
Sonríe, agarrándolo y mirándolo de cerca—. Pero me gusta que estés
marcado.
—Lo hace, ¿verdad?
Su sonrisa es contagiosa y me hace quererla de nuevo.
—Sí, me hace sentir poderosa.
Llaman a la puerta y ella se sienta rápidamente. Alguien dice su
nombre, y rápidamente se para y se viste. Sus ojos me miran a los ojos.
—Es mi madre. Vístete.
Su madre.
¿Qué mierda?
Me pongo de pie, logrando ponerme una camisa antes de que la puerta
se abra de golpe, y su madre se queda allí pareciéndose tanto a Barbie que
da miedo. Sus ojos se posan en mí y luego en Barbie.
—¿Te olvidaste de nuestra cena?
Saskia golpea su cabeza y luego me mira y dice que lo lamenta. Luego
mira hacia atrás a su madre.
—Ryken y yo tuvimos que hablar. ¿Puede venir?
Quiero decirle que no, pero su madre dice:
—Sí.
—Puedo ordenar, y podemos comer aquí.
—Eso puede ser más fácil.
Su madre entra y me mira, colocando su bolso sobre la mesita
mientras Barbie entra a la cocina buscando su teléfono celular.
—Ryken... he oído mucho sobre ti. —No estoy seguro de qué decir
sobre eso. Entonces no digo nada—. ¿Ya has trabajado todo con mi Sass?
—Lo hice.
Parece insegura pero no me pregunta nada más, sus ojos se posan en
mi mano.
—¿Barbie? Robert me dijo que la llamas así. —Los ojos de su madre
caen hacia donde ella está hablando por teléfono—. Ella es aún más bonita,
¿no?
Asiento, sin lugar a dudas. Ella es maravillosa. Levanta la vista, me
sonríe y luego mira a su madre.
—La amas —dice su madre.
165
—Lo hago.
—Ella no está acostumbrada a amar. Tendrás que recordárselo, a
menudo.
—Planeo hacerlo todos los días —Sonríe mientras Barbie regresa.
—La pizza está ordenada. ¿Por qué no me dices dónde vives, mamá?
—Mismo lugar. Lo limpié. Incluso tu habitación si quieres verla. —
Saskia niega con la cabeza—. Está bien, no me importa ir. Es lo menos que
puedo hacer.
Todo esto se siente tenso. Muy jodido.
—Ryken se está mudando —dice Barbie de la nada. La miro,
confundido, luego a su madre con una sonrisa. Planeo llevarla a mi casa
eventualmente. Pero ahora mismo, estoy feliz de estar aquí con ella.
Mientras ella esté aquí, aquí es donde quiero estar.
—Ese es un gran paso. ¿Estás lista para eso?
Ella asiente.
—Por supuesto. Bueno, eso creo.
Toco su pierna para tranquilizarla y ella cubre su mano con la mía.
—Lo solucionaremos... como viene —respondo.
—Quiero intentar conocerte mejor. Bueno, supongo que a los dos
ahora —Su madre me mira y luego a Barbie—. Si él está en tu vida, eso es.
—Lo está.
Su madre asiente.
El resto de la tarde va más suave de lo que pensé. La tensión
finalmente termina cuando Barbie comienza a hablar sobre su trabajo. Su
madre escucha con interés e incluso entusiasmo, y finalmente me disculpo
porque siento que estoy invadiendo el tiempo de vinculación personal que
debería haber entre ellas.
Agarrando mi celular, bajo para recibir la pizza. Quinn se detiene al
mismo tiempo que el conductor de entrega de pizza y la paga antes de que
me la traiga.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?
—Sí —respondo simplemente. Le di dos de los cinco clubes que tengo
y también lo dejé para que manejara el mío. Trató de convencerme de que
no lo hiciera, pero lo necesita, se lo merece, por su lealtad. Nadie ha sido
más leal de lo que Quinn ha sido.
—Es tuyo. Firma los malditos documentos y lo finalizaré mañana.
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Asiente, pasándome la pizza y luego regresa a su auto donde Sabrina
está sentada tranquilamente. Él está enamorado de ella. Está tan loco por
ella como yo por Barbie. Es interesante verlo desde una perspectiva externa.
Él ama de manera diferente. Lo mismo ocurre con Sabrina. Hacen una
excelente pareja. Planea proponerle matrimonio y darle todo lo que nunca
tuvo. Muy parecido a Barbie. Sin embargo, son dos mujeres completamente
diferentes.
Al volver a entrar, se están riendo, y su risa me hace caminar derecho
e inclinarme para besar su frente. Honestamente podría sobrevivir solo con
esa risa. Me hace feliz. Ella me hace feliz.
Comemos y no mucho después, la madre de Barbie se va.
Decidimos que es hora de acostarnos y lo hacemos después de
desvestirnos. La he desnudado de nuevo de la manera en que me gusta.
—Matrimonio. ¿Dime lo que sientes? ¿Es algo que quieres?
Se da vuelta para mirarme, deteniendo a Grey's Anatomy que está
sonando en la televisión.
—Nunca ha sido algo que haya pensado mucho —me dice.
Sostengo su cara, besando sus labios.
—Planeo poner un anillo en ese dedo un día, prepárate.
Ella se ríe y me devuelve el beso. Y así es como pasamos el resto del
fin de semana. Ella en mis brazos con un fin de semana lleno de risas.
Qué manera de terminar.
¡Qué puta manera de comenzar!
Es nuestro comienzo. Nuestro nuevo comienzo fue hecho por
nosotros, y solo para que nosotros lo contemos.
167
epilogo
UN A O DESPU S
FIN
170
T.L. Smith
T.L Smith
171
172