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HERENCIAS RECIBIDAS A LO LARGO DEL CONTEXTO HISTORICO DEL

CUIDADO

Herencia Religiosa

“El mejoramiento consecuente de la salud y el aumento en la longevidad son las


características más notables y admirables de nuestra época. Aun si la ciencia no
ha hecho otra cosa por la felicidad humana, por ello merece nuestra gratitud. A los
que creen en la utilidad de las creencias religiosas o teológicas, les sería difícil
señalarles algún beneficio comparable” (Russell, 1951). La iglesia ha tenido un
papel muy valioso a lo largo de la historia, debido a su influencia acerca de la
familia y sus creencias sobre el papel otorgado hacia la mujer. En las
comunidades primitivas la enfermera era considerada maga, bruja y sacerdotisa,
las prácticas realizadas estaban ligadas al cuidado de niños y atención a pacientes
inválidos y de avanzada edad, se administraban remedios caseros a partir de
productos naturales como las hierbas. Debido a su dedicación por curar, muchas
de las acusaciones contra las brujas iban dirigidas a las enfermeras. La mujer
sabía o bruja tenía un arsenal de remedios que habían sido probados en años de
uso y muchos de ellos tienen su lugar en la farmacología moderna. Sus métodos
y sus resultados fueron una amenaza para la iglesia pues su conocimiento era
empírico y se guiaban más por el sentido que por la fe o la doctrina. Confiaban en
su habilidad para encontrar formas de tratar a los enfermos, embarazos y partos.
Las “brujas” fueron temidas, creadoras y cuidadoras de la salud de sus
congéneres. Mientras que ellas practicaban entre el pueblo, las clases dirigentes
cultivaban sus propias cámaras de curanderos seculares: Médicos entrenados en
universidades.
“Tradicionalmente la práctica de la medicina popular ha sido prerrogativa de las
mujeres, pues el arte de curar dentro de la familia suele estar relacionado con las
tareas y el espíritu de la maternidad… En la historia de la medicina occidental, la
toma del poder por parte de una elite masculina profesional supuso una larga
lucha que acompaño la aparición de la visión racionalista científica de la salud y de
la curación. El resultado de esta lucha fue el establecimiento de una elite medica
casi exclusivamente masculina, y también, la usurpación por parte de los hombres
de asuntos como el parto, que tradicionalmente habían sido terreno de la mujer.”
(Capra, 1987). Finalmente, las sanadoras se vieron reducidas a la condición de
enfermeras, cuidadoras de los enfermos en los hospitales, ejecutando las órdenes
de la erudición masculina.
En los primeros tiempos las labores de enfermería eran llevadas a cabo por gente
de buena voluntad, sin ninguna preparación.
Solamente en algunos asilos se contaba con la presencia de religiosas que
conocían más del oficio. La mayor parte de las veces la práctica de la medicina
era una combinación de medicina empírica, magia y superstición. El trabajo de
enfermería estaba en manos de religiosas ayudadas por seglares, pero el cuidado
de los enfermos tenia bases más domesticas que científicas. Los primeros
enfermeros que vinieron a Colombia fueron los hermanos hospitalarios de San
Juan de Dios, quienes arribaron inicialmente en Cartagena hacia 1768 y
establecieron el Hospital de San Juan de Dios.
A comienzos del siglo pasado los cirujanos y los médicos eran religiosos. Un
grupo de respetables señoras filántropas compuesto por doña Vicenta Gutiérrez
Vergara, Francisca Pineda Valencia, Ana Josefa Quijano, Virginia García, Juana
Lago y tres más, se organizaron en una asociación de caridad o congregación,
que dieron en llamarse Hermanas de la Caridad, bajo el patronato de San Vicente
de Paul y la ayuda de la sociedad de Beneficencia. Desde 1856, varios señores
notables de Bogotá se pusieron en la tarea de hacer venir a las religiosas de la
Caridad para que sirvieran en el hospital.
En Colombia, las primeras enseñanzas sobre la higiene y el cuidado de los
enfermos fueron impartidas por religiosos, franciscanos, dominicos, mercedarios,
capuchinos, hermanos hospitalarios de San Juan de Dios, jesuitas y también
bethlemitas. La enseñanza de enfermería se orientaba hacia las actividades que
más comúnmente se desarrollaban: Higiene y tareas domésticas. El ejercicio de
las denominadas actividades de enfermería estuvo durante tres siglos en manos
de religiosos en quienes se destacan los hermanos hospitalarios por su gran labor,
quienes además fundaron diferentes instituciones.
En 1873 llegan al país las primeras enfermeras: Seis religiosas francesas de la
orden de las hermanas de la caridad dominicas de la presentación. Estas primeras
religiosas llegaron por solicitud expresa del Hospital San Juan de Dios y
comenzaron a dar asistencia.
Hasta la década de los cincuenta en Bogotá y Cali, la mayoría de las directoras de
enfermería eran religiosas. Además en los hospitales del estado y en algunas
clínicas privadas su presencia sigue siendo significativa. Los valores en
enfermería fueron muy marcados por los valores religiosos, desde los cuales la
enfermería se ve como un servicio al prójimo, una vocación personal y mística.
También, la atención en salud como una caridad cristiana, ya que el paciente es
concebido como una persona hecha a imagen y semejanza de Dios.
Otro aspecto importante es el salario, puesto que las religiosas no devengaban y
las instituciones, no estaban acostumbradas al pago.

Herencia femenina

Se ha tratado de tomar la condición histórica de la mujer como madre, esposa,


mujer doméstica, para convertir el “Eterno femenino” En una ley natural e
implacable cuando sabemos que es un fenómeno histórico y por tanto social. La
formación de la mujer hasta las primeras décadas del siglo XX era básicamente
intrafamiliar y estaba orientada a formarla en los oficios domésticos.
En 1766 se fundó un monasterio de religiosas de María Santísima, más tarde
llamadas de la enseñanza, fue el primer plantel de educación para niñas. En 1832,
Rufino José Cuervo promovió la creación del colegio La Merced para la educación
de las niñas, considero mejorar la educación de la mujer pero sin hacer de ella,
sabia, pedante, ni ridícula. La obstetricia fue el área de la salud en la que por
primera vez tuvieron acceso las mujeres. Años después, se promulga el decreto
592 en junio de 1905 en el cual se reza que podrán ejercer como comadronas las
enfermeras que presenten certificados de dos o más doctores en medicina y
cirugía.
La educación en aquel entonces se partía de una manera informal, los salarios de
la mujer eran más bajos pues se les relacionaba con ocupaciones para las cuales
se creía que no había necesidad de estudiar mucho, fenómeno que a la vez
influye en el mantenimiento de la dependencia económica de la mujer y por tanto
en su papel secundario en la familia y en el contexto laboral. Pese a que la
profesión de maestra es más antigua, la de enfermería fue la primera que las
mujeres pudieran estudiar en la universidad. Las primeras escuelas se abren al
finalizar el siglo pasado, cuando solo puede exigirse de las candidatas una
preparación primaria elemental. Las dirigentes de estas escuelas eran religiosas o
enfermeras extranjeras.
Desde finales de los años 30, la mujer inicia una transición progresiva para salir
del hogar y ubicarse en otras instituciones sociales diferentes del área educativa y
de salud y empiezan a incursionar en el campo económico, político y artístico.
Aparecen señales de un nuevo papel social e intelectual de las mujeres, crece el
número de mujeres destacadas por su labor profesional, literaria o artística o por
sus funciones de liderazgo social o político. La participación femenina en la fuerza
laboral llega casi al cincuenta por ciento.

Herencia militar
“Las cruzadas produjeron las órdenes militares de enfermeros y legaron a la
posteridad del espíritu de la disciplina que debe reinar entre los consagrados al
enfermo.” (Frank y Elizondo, 1961).
Después de 1854, con su participación en la guerra de Crimea, Florence
Nightingale formaliza la enfermería como servicio de apoyo logístico a los
ejércitos, así que recoge a un grupo de enfermeras para llevarlas a la guerra.
Posteriormente, cuando se abre la escuela de enfermeras de Santo Tomas en la
que se preparan enfermeras para las guerras, se organiza con todos los
elementos de un recurso de retaguardia. Todo esto potencializa la influencia de la
visión militar en enfermería.
Otro resultado de la guerra fue el surgimiento de la sociedad de la Cruz Roja
Internacional, bajo el impulso de Henri Dunant, testigo ocular de la batalla de
Solferino en Italia.
En Colombia, las hermanas de la presentación prestaron sus servicios en los
conflictos armados en 1876, y durante la guerra de los mil días. Cuidaron en el
Hospital militar a los soldados heridos.
En 1838 cuando se crea la escuela de enfermeras de la Cruz Roja, se adiciona
una asignatura autorizada por el ministerio de guerra sobre sanidad militar en la
cual se estudiaban aspectos relacionados con la estrategia militar, incluyendo las
prácticas en terreno con los cadetes de la Escuela. Con base en un decreto de
1971, en 1977 se desarrolló un programa especial para la formación de oficiales
de reserva, orientado al profesional femenino, luego del cual se les confería el
grado de teniente. En 1979 se organizó un curso al que ingresaron 18 enfermeras
que recibieron dicho grado y fueron las primeras mujeres oficiales del ejército
colombiano, estas continuaron prestando sus servicios profesionales en el
Hospital militar de Bogotá. Otro aspecto que tiene que ver con la influencia militar
son los títulos de Supervisora, Jefe.

Herencia Etnográfica

La herencia etnográfica en América Latina tiene mucho peso, solo que no hay
conciencia de ello. Muchos de los procedimientos utilizados son costumbres
ancestrales que se han ido modificando, modernizando, cambiando de nombre,
para hacerlos más “Científicos”.
Tal herencia no es solo la indígena, existen muchas fuentes, una de ellas es la
enfermería española, que a su vez tiene herencias mediterráneas, del cercano
oriente, como la medicina árabe y judía, además de la medicina ayurvedica que
predomino hasta la víspera del descubrimiento de América.
En la época de la conquista española se encuentran seis tipos de diferentes de
manipuladores del poder mágico, enclavados institucionalmente con funciones
específicas o mezcladas: Los asociados a la religión, los vinculados al poder
político, la cabeza médica, los agoreros y adivinos anexos a la milicia.
Los controladores de la naturaleza asociados a la economía y los conductores de
los ritos de paso o dirigentes del proceso sociabilizador generacional.
Colombia es un país con una cultura triétnica, lo que ha influido en las prácticas de
la salud y en los procedimientos de enfermería. Por ejemplo, el recitar textos del
Corán, tuvo un poder curativo tan considerable que se le reconocía como
profesión el ser ensalmador. Los versos de las sagradas escrituras se
complementaban con rituales curativos, usándolos en forma de recitativos sobre
las heridas y aplicando algunas veces remedios de otra naturaleza. Hoy en
Colombia se denomina ensalmar al proceso curativo de mordedura de serpiente.
En los llanos orientales, en Antioquia, en el Tolima y en las zonas ganaderas, se
rezan los parásitos de las reses. Existen algunos trabajos en relación a la
medicina pero de enfermería es muy poco lo que se encuentra al respecto.
Sin embargo, muchas de las actividades de los quehaceres de las enfermeras son
tomadas de la medicina popular o tradicional. Podemos tomar como referente el
uso de diferentes tipos de aguas aromáticas, el empleo de alimentos calientes
para cuando se tiene frio el estómago y el uso de determinadas hierbas.
La llegada de las seis hermanas de la presentación en 1873, procedente de
Francia rompe con la influencia española en la enfermería colombiana e impone la
influencia francesa. De modo que se refuerza la tradición religiosa de la
enfermería en nuestro país.

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