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Los Diáconos (1 Timoteo 3:8–13)

La palabra “diáconos” es una transliteración de la palabra griega diakonos que significa siervo. Tal
parece que el origen de los diáconos se encuentra en Hechos capítulo 6. Los primeros diáconos fueron
elegidos para ayudar a los apóstoles. En la actualidad, los diáconos de una iglesia local relevan a los
pastores (ancianos) de otras tareas para que los pastores puedan concentrarse en el ministerio de la
Palabra, la oración y el cuidado espiritual.

Aunque los diáconos no tienen la autoridad de los ancianos, deben también llenar ciertos requisitos.
Muchos diáconos fieles han sido nombrados ancianos después de que han demostrado ser dignos.

Honestos (3:8a). Los diáconos deben ser dignos de respeto; un creyente con carácter digno de imitar.
Los diáconos deben tomar sus responsabilidades con seriedad, y hacer uso de su cargo y no sólo
ocuparlo.

Sin doblez (3:8b). No llevan cuentos de casa en casa; no son chismosos. No dicen una cosa a algún
miembro, y luego lo opuesto a otro miembro. Son confiables en su palabra.

No dados a mucho vino (3:8c). Hemos tratado ya este asunto en el versículo tres en la página 32.

No codiciosos de ganancias deshonestas (3:8d). Los diáconos manejan las ofrendas y distribuyen el
dinero para las personas necesitadas de la iglesia. Esto puede ser una tentación para robar, o para usar
los fondos de manera egoísta. Los comités de finanzas de la iglesia necesitan tener una actitud correcta
hacia el dinero.

Doctrinalmente correctos (3:9). La palabra “misterio” significa una verdad una vez encubierta, pero que
ahora ha sido revelada por Dios. Las grandes doctrinas de la fe están encubiertas para aquellos que no
creen, pero son entendidas por los que confían en el Señor. Los diáconos deben entender la doctrina
cristiana y obedecerla con una buena conciencia. No es suficiente sentarse en las reuniones y decidir
cómo gobernar la iglesia. Deben basar sus decisiones en la Palabra de Dios, y respaldar esas decisiones
con una vida santa.
He notado que algunos oficiales de la iglesia conocen mejor la constitución de la iglesia que la Palabra de
Dios. Aunque es bueno tener estatutos y reglamentos que ayuden a mantener el orden, es también
importante manejar los asuntos de la iglesia basándose en la Palabra de Dios. Las Escrituras eran la
constitución de la iglesia primitiva. Un diácono que no conoce su Biblia es un obstáculo para el progreso
de una asamblea local.

Un pastor amigo mío, que ya está con el Señor, se hizo cargo de una iglesia que se había dividido de otra
y que constantemente tenía conflictos internos. Por lo que él me dijo, ¡sus reuniones de negocios eran
algo que debía verse! La constitución de la iglesia era reverenciada casi al par con la Biblia. Las personas
la llamaban “el libro verde”. Mi amigo empezó a enseñar la Palabra de Dios, y el Espíritu empezó a
cambiar vidas. Pero el enemigo comenzó a trabajar y usó a algunos oficiales para desafiar al pastor en
una reunión.

—¡Usted no está siguiendo el libro verde! —dijeron ellos.

Mi amigo levantó su Biblia en alto y preguntó: —¿Vamos a obedecer a la Palabra de Dios, o a un libro
verde escrito por los hombres?

Esto fue un punto decisivo para la iglesia, y luego Dios bendijo con un crecimiento y un poder
maravilloso.

Un diácono que no conoce la Palabra de Dios no puede manejar los asuntos de la iglesia de Dios. Un
diácono que no vive la Palabra de Dios, sino que tiene una conciencia reprobada, no puede manejar la
iglesia de Dios. Simplemente porque un miembro de la iglesia sea muy apreciado, próspero en sus
negocios, o dadivoso en sus ofrendas no quiere decir que esté capacitado para servir como diácono.

Probados y aprobados (3:10). Esto implica observar su vida para ver cómo se comporta. En muchas
iglesias un nuevo miembro o un nuevo creyente empieza sirviendo a Dios en la visitación, recogiendo la
ofrenda, ayudando en la escuela dominical, y de muchas otras maneras. Este es el principio de Mateo
25:21, “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”.
Vale la pena notar que varios líderes que se mencionan en la Biblia primero fueron probados como
siervos. José trabajó como siervo por 13 años antes de que llegara a ser el segundo gobernador en
Egipto. Moisés cuidó de las ovejas por 40 años antes de que Dios lo llamara. Josué fue siervo de Moisés
antes de que ocupara su lugar como líder. David cuidaba de las ovejas de su padre cuando Samuel lo
invitó para ser ungido rey de Israel. Aun nuestro Señor Jesucristo vino como siervo y trabajó como
carpintero; el apóstol Pablo fabricaba tiendas. Antes de gobernar, hay que servir.

Siempre se debilita el testimonio de una iglesia local cuando un miembro que no ha sido probado ocupa
un puesto en la iglesia. “Tal vez Jaime asista más a la iglesia si lo nombramos diácono”, es una
declaración que demuestra ignorancia en cuanto a Jaime, así como de la Palabra de Dios. Un creyente
no probado es un creyente no preparado. Probablemente hará más daño que bien si se le da un cargo
en la iglesia.

Hogares piadosos (3:11–12). La esposa del diácono es una parte de su ministerio, ya que la piedad debe
comenzar en el hogar. Los diáconos no deben ser hombres que se han divorciado y vuelto a casar. Sus
esposas deben ser creyentes, mujeres que toman en serio el ministerio, que no son calumniadoras
(literalmente no diablas, puesto que la palabra “diablo” significa calumniador, acusador falso), y son
fieles en todo lo que hacen. Es triste ver el daño que se hace a la iglesia local cuando las esposas de los
diáconos o los ancianos dicen chismes o calumnian a otros.

Algunos estudiosos piensan que el versículo 11 se refiere, no a las esposas de los diáconos, sino a otra
clase de ministerio—el de las diaconisas. Muchas iglesias tienen diaconisas que ayudan en el trabajo de
las mujeres, en los bautizos, en los compañerismos, etc. Febe era una diaconisa de la iglesia de Cencrea
(Romanos 16:1). Tal vez en algunas de las iglesias las esposas de los diáconos servían como diaconisas.
Agradecemos a Dios por el ministerio de mujeres piadosas en la iglesia local, ya sea que ocupen cargos o
no. No es necesario tener un cargo para llevar a cabo un ministerio o ejercer un don.

Deseo de trabajar (3:13). Debe usar su cargo, y no sólo ocuparlo. La palabra griega que se traduce como
“grado” significa rango (así como en el ejército), una posición, un paso o un peldaño de la escalera. ¡Qué
aliento para un diácono fiel! Dios le ascenderá espiritualmente y le dará más y más honra entre los
creyentes, lo cual significa mayor oportunidad para ministrar. Un diácono fiel tiene una buena posición
ante Dios y los hombres, y puede ser usado por Dios para levantar la iglesia. Tiene un denuedo espiritual
que hace que su ministerio sea eficaz.
Ciertamente, una parte de esta bendición podría incluir la posibilidad de un ascenso en el ministerio
espiritual de la iglesia. Es un gozo para el pastor ver a sus diáconos llegar a ser ancianos, y luego ver a
algunos de los ancianos ser llamados al ministerio del pastorado a tiempo completo. (Debe recordarse
que en las iglesias del Nuevo Testamento los ancianos eran nombrados de entre los miembros de sus
propias congregaciones. No eran importados de otros lugares.)

Es un asunto serio servir en una iglesia local. Cada uno de nosotros debe examinar su corazón para
asegurarse de que, por la gracia de Dios, está capacitado.

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