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¿CUÁLES SON LOS REQUISITOS PARA SER DIÁCONOS?

1. Los requisitos espirituales de un diácono son básicamente los mismos que los de un pastor excepto
en que el pastor es un maestro agraciado.
i. 1 Timoteo 3:8 Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no
codiciosos de ganancias deshonestas; 9 que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. 10
Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son
irreprensibles. 11 Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en
todo. 12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
13 Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza
en la fe que es en Cristo Jesús. 3:1 Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2
Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente,
decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de
ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a
sus hijos en sujeción con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo
cuidará de la iglesia de Dios?); 6 no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la
condenación del diablo. 7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para
que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
2. Los diáconos primero deberían ser probados antes de ser reconocidos como diáconos.
i. 1 Timoteo 3:10 Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el
diaconado, si son irreprensibles. Así como el obispo o el pastor no debería ser un novato 3:6 no
un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo.
ii. Deberían ser examinados cuidadosamente.
i. 1 Timoteo 5:22 No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos.
Consérvate puro.
iii. La imposición de manos debería llevarse a cabo muy seriamente
3. Tanto la familia del diácono como la familia del pastor deben ser examinadas 1 Timoteo 3
i. Una esposa
i. 1 Timoteo 3:2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer,
sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3:12 Los diáconos sean maridos de
una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Dios aborrece el repudio o el divorcio
Malaquías 2:14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu
juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. 15 ¿No
hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una
descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la
mujer de vuestra juventud. 16 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio,
y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro
espíritu, y no seáis desleales.
ii. Que gobiernen bien sus casas
i. 1 Timoteo 3:4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad
12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
4. Los diáconos nunca gobiernan ni supervisan el ministerio o al pastor
i. 1 Timoteo 3:5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de
Dios?); 5:17 Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor,
mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.
ii. Hebreos 13:7 Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad
cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe. 17 Obedeced a vuestros pastores, y
sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para
que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
5. La palabra para ministro, diácono, o cualquier otra palabra para líder espiritual es básicamente
siervo—nunca jefe, señor, etc.

Diaconisa es el término que denota una función que procede del período antiguo de la Iglesia,
aunque el término técnico en la forma femenina (griego, diakonissa, latín, diaconissa, diacona),
no ocurre hasta un periodo posterior.
 En la edad apostólica
 Diaconisas y viudas
 Edad
 Deberes
 Ordenación
 En las Iglesias protestantes

En la edad apostólica.
Febe fue diaconisa de la iglesia de Cencrea, aplicándosele la forma masculina, diakonos, a ella
(Romanos 16:1). Las mujeres cuyos nombres aparecen en 16:12 fueron probablemente de la
misma clase. No es probable que hubiera un orden distinto de diaconisas en la Iglesia apostólica
en el sentido moderno. No obstante, el modo de Pablo de referirse a Febe implica que era
reconocida en Cencrea y por él mismo en el desempeño de una obra y el ejercicio de una
autoridad especial. Es posible que las diaconisas sean mencionadas en 1 Timoteo 3:11. Si así
fuera, eran distinguidas de las "viudas" (1 Timoteo 5:3-16), que no debían ser catalogadas en esa
clase hasta que hubieran alcanzado 60 años de edad. Desde los primeros tiempos se sintió la
necesidad de una clase especial de mujeres que se dedicaran al servicio cristiano en tiempos
de bautismo, visitaran las partes de las casas separadas para mujeres y realizaran otros deberes.
Aunque Febe es la única persona en el Nuevo Testamento a la que se llama diaconisa, hay
indicaciones, como en el caso de Dorcas (Hechos 9:36) y otros casos, de que el servicio de las
mujeres era tenido en alta estima por la Iglesia y tuvo un carácter distintivo.

Diaconisas y viudas.
La primera referencia en la edad subapostólica a mujeres funcionarias en la Iglesia la hace
Plinio el Joven en su carta (x, 96) a Trajano hacia el año 110 d. C. Habla de "mujeres jóvenes que
son llamadas ministræ", esto es, "diaconisas." Las noticias en la literatura de los siglos segundo y
tercero son muy raras antes de las Constituciones Apostólicas, que contienen frecuentes
referencias a las viudas y diaconisas y a directrices para su trabajo e instalación en el oficio.
Cuando se escribieron las Constituciones Apostólicas las viudas y las diaconisas eran órdenes
distintos (ii, 26), ocupando las viudas una posición inferior a las diaconisas y estando sujetas a
ellas (iii, 7). Había diferentes normas para la consagración de unas y otras (vii, 19,25). Por otro
lado, no está claro que en el siglo segundo se mantuviera esta distinción. Pero por otra parte, hay
evidencia de que en el siglo cuarto el orden de las viudas quedó abandonado, mientras que el de
diaconisas permaneció. El concilio de Nicea (325) habla sólo de "diaconisas." El concilio de
Orleáns (533) habla de las viudas "que son llamadas diaconisas."
En la literatura del siglo segundo, con la excepción del pasaje de Plinio, no hay referencia a las
diaconisas por nombre y ninguna referencia distintiva a ninguna clase sino a la de las viudas.
Cuando Tertuliano, a comienzos del siglo tercero, habla de "vírgenes" y las distingue de las
"viudas" (De virginus velandis, ix; De monogamia, xi, etc.) no tiene en mente una clase de
funcionarias en la Iglesia. Ignacio en su carta a Esmirna (xiii; cf. Lightfoot, ii. 322 y sgg.) habla de
"vírgenes que son llamadas viudas" y Policarpo en su carta a los Filipenses (iv; Lightfoot, ii.912)
llama a "las viudas prudentes" el altar de Dios. Esta expresión, que también se usa en
las Constituciones Apostólicas (ii, 26), quería decir mujeres dedicadas a la oración y santos
pensamientos. Policarpo habla de viudas en su relación oficial, ya que las menciona antes de
los diáconos y presbíteros. Al principio del siglo tercero la institución de las viudas parece haber
prevalecido ampliamente. Clemente (Hom., xi. 36, Recognitiones, xv) y Tertuliano se refieren a
ellas repetidamente. Luciano en su Muerte de Peregrino también habla de viudas de edad
avanzada que ministraron a Peregrino en la cárcel, trayendo huérfanos con ellas. Pero un cambio
tuvo lugar y a mediados del siglo tercero las "viudas" en Roma eran simplemente una clase de
mujeres pobres dependientes del apoyo de la Iglesia (Eusebio, Hist. eccl., VI. xliii. 11).
Aunque el orden de las viudas fue abandonado en el oeste, continuó existiendo en el este. Pero
no puede ser seguido más allá del tiempo de la composición de las Constituciones Apostólicas. El
término "viuda" parece haber desaparecido. Por otro lado, el de diaconisa aparece con
prominencia y es mencionado en las decisiones conciliares del este y el oeste y en la legislación
de Justiniano (Novellæ, vi. 6, cxxiii. 30). En el oeste, Ambrosio, comentando sobre 1 Timoteo
3:11, declaró que a las mujeres les estaba prohibido desempeñar oficios en la Iglesia
y Jerónimo al comentar Romanos 16:1 y 1 Timoteo 3:11 habla de mujeres funcionarias que
existían todavía en el este, pero da la impresión de que habían cesado de existir en el oeste. Sin
embargo, parece haber habido diaconisas en la Galia hasta por lo menos el siglo sexto, como
atestigua el segundo concilio de Orleáns en 533. Una inscripción en Ticinum, fechada en 539,
lleva el nombre de la "diaconisa (diaconissa) Teodora." Las diaconisas continuaron en la Iglesia
oriental hasta el siglo octavo. Los términos "diaconisa" y "archidiaconisa" se usaron como
designaciones de las oficiales en los conventos y todavía se hallan en el siglo XII
en Constantinopla ayudando en la comunión. La razón por la que las órdenes de viudas y
diaconisas caen en desuso es en parte por los abusos de los montanistas, que permitieron a las
mujeres predicar, mientras que Montano mismo iba con dos mujeres, cosa que provocó mucho
escándalo. Algunos de los herejes, siguiendo a Simón el Mago, se mezclaban con profetisas que
supuestamente eran sujetos de revelación y enseñaban, contrariamente a la enseñanza de
Pablo. Otras razones fueron los peligros morales asociados a tales mujeres. Se establecieron
normas prohibiendo a los clérigos de las órdenes menores visitar viudas y diaconisas sin permiso
especial del obispo o sacerdote y no sin un acompañante (sínodo de Hipona, 393;
cf. Hefele, Conciliengesichte, ii. 58). Otras razones fueron el crecimiento de las
casas monásticas para monjas que ofrecían un refugio seguro, así como
un llamamiento distintivo religioso y clerical para mujeres y la cesación de la necesidad de
ministros femeninos, una vez que el bautismo de adultos dio paso al bautismo de niños.

Edad.
La edad en la que las mujeres podían entrar a la clase de viudas se redujo de los 60 años
(Constituciones Apostólicas, 3:1). Tertuliano (De virginubus velandis, ix) habla de una virgen que
había sido admitida al orden de la viudedad a la edad de 20 años, pero lo menciona como una
irregularidad notoria. El código de Teodosio de 390 (cf. Hefele, ut. sup. ii. 519) exige obediencia a
la norma paulina que requiere la edad de 60 años. En cuanto a las diaconisas, el  concilio de
Calcedonia (451; canon 15) permitía su consagración a la edad de 40 años, pero sólo tras prueba.
El código de Justiniano (Novellæ, cxxiii. 13) igualmente prescribe la edad de 40 años. Si una
diaconisa se casaba, ambos, ella y el marido, debían ser anatematizados. Según el código de
Justiniano, si se casaba o se dejaba seducir, se hacía culpable de pena de muerte y el hombre
sufría la muerte por la espada (Pfannmüller, ut. sup. p. 72). Olimpias († 420), la diaconisa de
Constantinopla alabada por Crisóstomo y a quien dirigió 17 cartas, fue viuda a los 18 años y
parece haber entrado inmediatamente en la función diaconal.

Deberes.
La declaración de las Constituciones Apostólicas (iii, 15) es reguladora de las funciones de esas
mujeres: "Una diaconisa ha de ser ordenada para el ministerio hacia las mujeres." Es llamada la
ayudante o ministra del diácono (vii, 28). Era enviada a ciertos servicios para los cuales
expresamente se manda que el diácono no debía ir (iii, 15). En el bautismo ayudaba al presbítero
"por causa de la decencia" (viii, 28). El obispo era instruido para ungir sólo la cabeza de una
mujer y la unción de las otras partes era dejada a la diaconisa (iii, 15). Sin embargo, se produjo un
cambio y esta costumbre se abandonó deliberadamente. El sínodo de Dovin en Armenia (527;
Hefele, ut, sup., p. 718) prohíbe el ministerio de las diaconisas en el bautismo. La prohibición
probablemente surgió de la negativa a permitir ni siquiera la presencia de mujeres realizando
servicios clericales. Tertuliano (De baptismo, xvii) permite a los laicos bautizar, pero
expresamente prohíbe a las mujeres bautizar y enseñar. Las Constituciones Apostólicas (iii, 9;
también Orígenes, Homilías sobre Isaías 6) señalan expresamente que las diaconisas no han de
servir en el altar y se les prohibe enseñar y bautizar o ejercer cualquiera de las funciones del
sacerdote. Otro deber de las diaconisas era permanecer a la entrada de la iglesia por la que las
mujeres pasaban a su propio lugar en el auditorio y saludar a aquellas que entraban, para
mostrarles sus asientos y preservar el orden (Constituciones Apostólicas, ii, 57).

Ordenación.
Los eruditos católicos al interpretar las declaraciones patrísticas sobre la instalación de las
diaconisas en el oficio niegan que hubiera un rito de ordenación. Esta interpretación tiene en su
favor el canon 19 del concilio de Nicea (Hefele, ut. sup., i. 427), que señala "las diaconisas lo son
sin imposición de manos y están catalogadas con el laicado". El sínodo de Laodicea, una
generación o dos más tarde, que habla de presbutides y prokathēmenai, esto es, mujeres
presbítidas (no presbíteras; cf. Epifanio, lxxix) y supervisoras, parece negarles posición oficial en
la Iglesia, pero el significado del pasaje es vago (cf. Hefele, i. 757). Por otro lado, hay ciertas
declaraciones claras de que se realizaba un rito de ordenación. Había una imposición de manos
(Epifanio, ut. sup.) y tal imposición era hecha por el obispo y en presencia del presbiterio, los
diáconos y aquellas que ya pertenecían al orden de las diaconisas (Constituciones Apostólicas,
viii, 19). El código de Justiniano trata de su ordenación (cf. Pfannmuller, ut. sup., p. 72). La forma
de oración usada en tales ocasiones se da en las Constituciones Apostólicas (viii, 20). El sínodo de
Orange en 441 (canon 26; Hefele, ii. 295) prohíbe la ordenación de mujeres y les permite sólo la
consagración impartida al laicado. Por el sínodo de Epao en 317 (Hefele, ii. 684) tal ordenación
quedó prohibida en toda Burgundia. Similarmente el segundo sínodo de Orleáns en 533 (Hefele,
ii. 758) niega a las mujeres "a causa de la debilidad de su sexo" la bendición diaconal. Esto parece
ser similar a la ordenación al diaconado. Durante la Edad Media las sectas heréticas ordenaron
diaconisas (cf. Döllinger, i. 186, 203 y en otros lugares).

En las Iglesias protestantes.


Los reformadores no dispusieron el reconocimiento oficial de mujeres como funcionarias en la
Iglesia. Entre las raras noticias de diaconisas están aquellas en relación con la iglesia de Wessel
desde 1575 a 1610 y la iglesia puritana de Ámsterdam. Uno de los primeros actos de la iglesia de
Wesel fue decidir emplear a mujeres. Tras larga demora el sínodo de Middelburg en 1581 se
pronunció contra la proposición "a causa de varios inconvenientes que pueden surgir, salvo en
tiempos de peste y otras enfermedades, cuando se requiere el servicio entre mujeres enfermas,
que sería inadecuado para los diáconos pero que pueden ayudar en esto a través de sus esposas
u otras cuyo servicio pueda ser apropiado." Las conclusiones elaboradas por Thomas
Cartwright y Walter Travers como resultado de diversas confesiones de ministros puritanos en
1575, contienen una cláusula "tocante a diáconos de ambas clases, esto es hombres y mujeres."
Ambos habían de ser escogidos por la congregación y "ser recibidos en su oficio con las oraciones
generales de toda la iglesia" (cf. D. Neal, History of the Puritans, i, Nueva York, 1805, p. 140). En
el Dialogue de Bradford se señala que había una diaconisa que visitaba a los enfermos, ayudaba
a los pobres y se sentaba en un lugar conveniente en la congregación, con una pequeña vara de
abedul en su mano, para mantener a los niños en orden sin perturbar a la congregación.
Frecuentemente visitaba a los enfermos y débiles, especialmente a las mujeres y si había pobres
ella recolectaba ayuda de los que podían o lo ponía en conocimiento de los diáconos; era
obedecida como una madre en Israel y un oficial de Cristo." (A. Young, Chronicles of the Pilgrim
Fathers, Boston, 1841, páginas 445-446). El congregacionalismo americano antiguo reconoció el
oficio y ordenó las "viudas antiguas (donde pueda haberlas) para ministrar en la iglesia, ayudar a
los enfermos y darles socorro y a otros en necesidades semejantes." (Cambridge Platform, 1648,
vii. 7). Esta teoría no fue puesta en práctica (cf. W. Walker, History of the Congregational
Churches in the United States, Nueva York, 1894, p. 230). Los menonitas de Holanda parecen
haber tenido la costumbre de designar diaconisas para servir entre los enfermos y pobres y hacer
otras obras cristianas y caritativas.

La organización y preparación oficial de mujeres para la obra cristiana en las Iglesias protestantes
se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX y halló su primera expresión en la institución de
diaconisas fundada por el pastor Theodor Fliedner, que ha sido el modelo para organizaciones
similares en todo el mundo protestante. Esta institución se fundó en 1836 en Kaiserswerth en el
Rin, cerca de Düsseldorf. Fliedner no fue movido en primera instancia por la idea piadosa de
revivir el orden apostólico de ayudantes femeninas, aunque él creía que habían estado en
existencia en tiempos primitivos. Se sintió impulsado por la consideración práctica de cubrir una
necesidad apremiante de su tiempo, el cuidado apropiado de los enfermos y la instrucción de
niños abandonados. Existía un sentimiento en ciertos círculos alemanes piadosos de que la
Iglesia necesitaba un orden de mujeres preparadas, similar a las fraternidades de la Iglesia
católica. Este sentimiento halló expresión en un tratado publicado por el pastor Klönne de Bislich
cerca de Wesel en 1820, titulado "El avivamiento de las diaconisas de la Iglesia antigua en
nuestras sociedades de damas." En 1835 el piadoso conde Adalbert von der Recke-Volmerstein
comenzó la publicación de un periódico "Diaconisas, o vida y labores de las doncellas de la Iglesia
en enseñar y preparar y en cuidar a los enfermos." Sin embargo, fue Fliedner quien dio expresión
plástica a este sentimiento. Antes de 1836, en sus visitas a Holanda en 1823 y 1832, quedó
impactado con el empleo de diaconisas entre los menonitas. Eran nombradas por las juntas
oficiales de las iglesias y realizaban su trabajo sin remuneración. En su descripción de sus
experiencias en Holanda escribió: "Esta digna institución de diaconisas debería ser revivida por
otras comuniones protestantes." Quedó también impresionado, en su visita a Inglaterra en 1832,
con el contraste entre la delicada arquitectura de los edificios hospitalarios y la incompetencia de
los ayudantes. Impresionado por la necesidad de mujeres preparadas, tras esas visitas elaboró la
constitución para "el orden de las diaconisas para las provincias renanas", que fue firmado en la
casa del conde Stolberg en Düsseldorf en 1836. En octubre de ese mismo año la primera
diaconisa, Gertrud Reichard, ingresó en el Instituto. Dos años más tarde envió las primeras
diaconisas al hospital de Elberfeld.

La importancia de la primera comunión

La primera comunión, un sacramento en la Iglesia Católica, también se conoce como la


santa comunión o la recepción de la Santa Eucaristía. Ésta es una de las prácticas
centrales de la iglesia católica. Las familias católicas frecuentemente llevan a cabo este
evento con gran importancia, ya que es un sacramento de iniciación y sumerge a los
niños dentro de la Iglesia Católica.
Comprensión

De acuerdo al catecismo de la Iglesia Católica, “los sacramentos de iniciación cristiana,


el bautismo, la confirmación y la eucaristía, colocan los fundamentos de cada vida
cristiana.”

Preparación

La preparación para la Primera Comunión viene de la familia, así como también la


Iglesia Católica por medio de la educación religiosa en una iglesia local. La educación
religiosa, también conocida como catecismo, enseña a los niños acerca de la misa y las
creencias religiosas de la Iglesia Católica.

Creencia

Se cree que la Santa Comunión es para preservar la vida del alma por medio de la
fortaleza de la comunicación para evitar cualquier tentación y debilitando la tendencia
hacia el pecado. Los católicos creen que la Santa Comunión incrementa las virtudes y
dones del Espíritu Santo. La doctrina de la iglesia católica se enfoca en la necesidad
moral de la Santa Comunión para poder obtener salvación, en lo cual, sin la gracia de la
primera comunión y su subsecuente recepción, llega a ser difícil resistir las tentaciones y
el pecado.

Iniciación

El rito de iniciación de la Iglesia Católica ocurre normalmente en la edad de 7 o 8 años


después de que el niño ha recibido el sacramento del bautismo y de la primera
reconciliación. En algunas iglesias, la edad es más joven si el receptor está bien
preparado. Esto se da normalmente a grupos de niños que han sido preparados para
recibir la primera comunión en conjunto. La recepción de la primera comunión
normalmente ocurre después de participar en actividades de educación religiosa por dos
años y el sacramento normalmente se programa para mayo, aunque esto
frecuentemente varía según la iglesia o la diócesis.

La gente que se convierte a la fe católica recibirá el sacramento de la eucaristía más


adelante en su vida. Si recibes la primera comunión en la edad adulta, es generalmente
parte del servicio de vigilia de Pascua como parte del bautismo y confirmación. La
preparación del adulto es un evento comprendido dentro del rito de iniciación cristiana de
adultos por medio del cual las personas interesadas son introducidas a las enseñanzas y
sacramentos de la Iglesia Católica. El proceso puede tomar varios años, dependiendo de
su crecimiento en la Fe y la comprensión de los sacramentos.

Simbolismo

La eucaristía es la conmemoración de la última cena de Cristo, cuando Jesús compartió


su última comida con los 12 apóstoles antes de su crucifixión. La primera comunión es la
participación mediante la recepción de la sangre y el cuerpo de Cristo. Los católicos
creen que Cristo está presente en la eucaristía.
Atuendo

Los niños que participan en la primera comunión normalmente usan un traje negro y
corbata. Las niñas, sin embargo, usan un vestido totalmente blanco, incluyendo un velo
y guantes de este mismo color. La mayoría de las iglesias indican a los padres cómo
deben usar los vestidos para las longitudes apropiadas.

Celebración

Como sacramento, la primera comunión es usualmente una celebración familiar donde


los padres invitan a la familia y amigos a asistir a la iglesia y a una fiesta posteriormente.
Los regalos comunes para la primera comunión incluyen una Biblia, un crucifijo,
canastas de regalos y tarjetas de rezos.

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