Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SIGLO XVII
Se ha especulado sobre el origen de la palabra Barroco. Puede derivar de barrueco
que significa perla irregular. Se asocia con el Barroco porque figura de un silogismo
de cierta complejidad. Así, lo irregular y lo complejo aparecen más mezclados en las
definiciones iniciales de lo barroco. Esta línea de valoración negativa fue constante
desde que el Diccionario de la Academia Francesa admitió, especialmente desde la
edición de 1740, el siguiente sentido del término: dícese también barroco (baroque),
en sentido figurado, con referencia a lo irregular, extravagante y desigual. Un
espíritu barroco, una expresión barroca, una figura barroca. El arqueólogo francés
Antoine Quatremère de Quincy en su obra Enciclopedia Metódica aplica en 1788
este sentido peyorativo a la arquitectura: lo barroco es en la arquitectura un matiz de
lo extravagante. El arquitecto italiano Francesco Milizia, defensor y teórico del
Neoclasicismo, en su Diccionario de las Bellas Artes acentúa el carácter negativo
del Barroco: Barroco es el superlativo de lo extravagante, el exceso de lo ridículo. A
mediados del siglo XIX, superada en gran medida la fiebre anti-barroca, hay un
intento de conceptuar el Barroco como un estilo diferenciado. Sin embargo, el
historiador suizo Jacob Burkhardt en su obra El Cicerone a pesar de plantearse la
revisión de los epítetos negativos que conformaban el barroco, llega a afirmar que
la arquitectura barroca habla la misma lengua que el Renacimiento, pero que se ha
convertido en un dialecto salvaje. Sería finalmente Heinrich Wölffin el verdadero
iniciador de una valoración positiva del arte Barroco. Publica en 1888 Renacimiento
y Barroco, en el que define el Barroco con un estilo con un lenguaje propio y
diferente, en cierta medida distinto al Renacimiento. Esta diferenciación entre los
dos estilos comporta considerar su estudio desde dos ópticas distintas: una
sociológica (barroco como época histórica) y otra formal (Barroco como categoría
estética). Otro autor importante fue el historiador francés Henri Focillon. En su obra
La vida de las Formas en el Arte, considera el arte Barroco como la tercera fase del
desarrollo artístico, que emerge del arcaísmo, pasa por el equilibrio de las formas
alcanzando el orden perfecto o clasicismo, y acaba en la senectud o barroquismo. El
catalán Eugeni D'Ors amplía la visión de Focillon, y en su obra Lo Barroco,
encontró 22 momentos a lo largo de la Historia del Arte susceptibles de ser
calificados de barrocos, y los considera capítulos finales de distintas evoluciones.
Durante el siglo XVII los artistas lucharon por dejar de ser artesanos, dependiendo
también de la situación de libertad de cada país. El caso de Diego Velázquez es
significativo, ya que desde su situación privilegiada como pintor de cámara del rey
Felipe IV consiguió el título de la orden de Santiago para, según él, ennoblecer el
Arte de la pintura. No fue así en Francia, caso particular, ya que durante el reinado
de Luis XIV se fundaron las primeras Reales Academias de Bellas Artes de Europa
(la de escultura y pintura en 1648 y la de arquitectura en 1671), en elas se formaban
a los artistas coartando muchas veces su libertad, careciendo algunos de ellos de
originalidad. A imitación de Francia, estas academias se desarrollaron a lo largo del
siglo XVIII alrededor de Europa. En España la primera fue la de San Fernando en
Madrid, seguida de la de San Carlos en Valencia.
.1. ARQUITECTURA.
1. ITALIA.
De las fachadas podemos decir que se usó un tipo de forma habitual. Este tipo era
un esquema de dos cuerpos con alerones, y se remataban con un frontón triangular.
Dicho modelo había surgido en el siglo XV y se había desarrollado en el siglo XVI,
pero a lo largo del siglo XVII comienzan a desarrollarse con una mayor riqueza en
claroscuro. La presencia escultórica era cada vez mayor, con columnas despegadas
del muro, y evolucionando en muchos casos hacia las formas cóncavas o convexas.
Iglesia del Gesú. 1568. Vignola y Giacomo della Porta. Roma: planta singular por
sus capillas laterales intercomunicadas, dedicadas a la Sagrada Familia, La Pasión
y a santos de la Compañía de Jesús. El espacio interior sigue los ideales trentinos,
con una nave única que potencia la capilla mayor y el culto eucarístico. Hubo dos
proyectos para la fachada, el que se usó, de Giacomo della Porta, guarda
características más propias de una transición del Renacimiento al Barroco.
Proyecto para el palacio del Louvre. París: el rey Luis XIV lo convocó entre otros
artistas italianos para que presentaran proyectos para la realización de la fachada
oriental de los palacios del Louvre. De todos, el único finalmente invitado a París
sería Bernini. Hizo tres proyectos que el rey rechazó, acabando por contratar a un
arquitecto francés. De estos proyectos, dos los hizo en Roma y los envió a París, el
último lo hizo allí invitado por el rey. El primer proyecto era de doble curvatura, con
un cuerpo central entre dos brazos que eran cóncavos. El segundo proyecto
mantiene la concavidad de las zonas laterales, pero la parte central la hace también
cóncava. El tercer proyecto renuncia a cualquier tipo de curvatura. A pesar de las
correcciones al rey no le gustó.
Piazza della Minerva. 1665-1667. Roma: un elefante sustenta el eje del mundo,
simbolizando la sabiduría. Este sentido es reforzado por el obelisco. A Bernini le
llegó la fama antes como escultor que como arquitecto. Con altibajos en su
trayectoria, su arquitectura fue de las más notables en el siglo XVII en Italia y fuera
del país. Sus proyectos del Louvre incluso si no fueron admitidos, contribuyeron a su
difusión por Europa. Aunque su actividad arquitectónica declinó con la muerte de
Alejandro VII en 1667, en sus últimos años de vida resolvió a su favor el llamado
conflicto tardo-barroco que él mismo había postulado, diciendo que el clasicismo no
se oponía al barroco, sino que ambos se enlazaban a la perfección.
FRANCESCO BORROMINI:
Es junto a Bernini uno de los grandes genios de la arquitectura barroca romana.
Inició su carrera como ayudante en la cantera de su padre, en Suiza. De allí se
trasladó a Milán donde llegó a trabajar en las obras de su catedral. Llega a Roma en
el año 1619 y empieza a trabajar con Carlo Maderno en las obras de San Pedro.
Cuando murió Maderno, Borromini se unió al equipo de Bernini como su asistente
en las obras de la reforma del palacio Barberini. Pocos años después nació una
gran enemistad entre ambos. Durante el pontificado de Inocencio X Borromini fue el
arquitecto principal de Roma, desplazando a su enemigo, pero con Alejandro VII
Bernini renació una vez más como principal figura. Dejó a la posteridad un trabajo
de arquitectura, con numerosos bosquejos y borradores, aunque gran parte de sus
escritos los destruyó el mismo artista antes de su muerte.
San Carlos alle Quattre Fontante. 1634. Roma: convento de trinitarios descalzos
situado en la intersección de la via del Quirinale y la Via delle Quattre Fontane. El
primer encargo de Borromini. Hay cuatro fuentes, cada una en uno de los chaflanes
de la intersección, y en cada una se representó a un genio de un río. Las dos figuras
masculinas son alegorías del río Tíber y del río Arno, y respectivamente representan
las ciudades de Roma y Florencia. Las figuras femeninas representan a las diosas
Juno y Diana El terreno no es grande, lo que estimuló el ingenio del arquitecto. Se
ha dicho que dentro podría caber uno de los pilares de San Pedro. Aumenta en la
planta la dinamicidad y en alzado. La planta parte de una geometrización del
espacio: dos triángulos equiláteros se unen por la base, sus contornos se alabean
por curvaturas compuestas cóncavas y convexas. Algo que caracteriza la iglesia es
el sentido de movimiento por sus paredes ondulantes. Tiene columnas adosadas de
orden gigante y profusión de hornacinas. La dinamicidad del espacio interior se
proyecta hacia la cubierta, en la cúpula y la cornisa. Aquí la luz también tiene
protagonismo. La cúpula es ovalada, no tiene tambor, sí casetones poligonales y
cruciformes tomados del tratado de Serlio. La fachada es plana de forma que haría
resbalar la vista, es alabeada. Contrasta con las fachadas planas del convento. La
cornisa divide la fachada en dos cuerpos. La visión en escorzo de la fachada
acentúa la concepción de volumetría y movilidad de la fachada. La visión lateral nos
permite apreciar la curvatura compuesta, el contraste entre ambos cuerpos y la
oposición de las hornacinas. El cuerpo inferior es cóncavo-convexo-cóncavo, el
cuerpo superior es cóncavo. En el segundo destaca el templete central y el hueco
ovalado que estaba destinado al escudo de la orden trinitaria, que no se sabe si no
se puso o si desapareció. En las hornacinas vemos esculturas de los santos Carlos
Borromeo y trinitarios. Destaca la del centro, imagen del titular, en la que Borromini
ornamenta la hornacina con querubines que extienden las alas enmarcando el
espacio.
Iglesia de la Madonna del Prato. Toscana: fue el autor de los planos. Lo más
impresionante es el interior, con gran influencia de la iglesia de San Carlino de
Roma. De cornisa hacia arriba predomina la decoración pictórica.
San Ivo alla Sapienza. 1632-1652. Roma: tiene su origen en una iglesia anterior,
del siglo XIV. Lleva el nombre de la Sapienza por la universidad de Roma. Es la
capilla de la misma, su titular es el patrón de los juristas. Hay diferentes
interpretaciones sobre el origen de la planta, se halla de que es por su semejanza a
la estrella de David, por medio de 6 triángulos equiláteros superpuestos que
acabarían formando una estrella de 6 puntas, símbolo de sabiduría. Después habría
jugado con este esquema alterando los contornos hasta formar una planta mixtilínea
de líneas curvas cóncavas y convexas. Otra teoría es que el triángulo se relaciona
con la trinidad, que al ser combinado con otro triángulo y con partes del círculo
cóncavas y convexas, forma una figura estilizada de tres abejas, presentes en el
escudo de los Barberini, familia del Papa Urbano VII iniciador de esta obra. Se ha
valorado esta obra como la más original de Borromini, pensando que sus
contemporáneos debieron considerarlo "gótico" por su osadía. Su planta
centralizada tiene un carácter dinámico que jamás se había visto en las estructuras
centralizadas tradicionales. Enlaza exitosamente el final perspectivo del patio de la
Sapienza en forma cóncava con el templo, del que tan solo podemos apreciar su
cúpula. Los estribos de la cúpula se remataron con originales almenas. La linterna
llama especialmente la atención por los tramos cóncavos y el remate helicoidal.
Como remate del patio y flanqueando la cúpula tenemos a cada lado las armas de la
familia Chigi, formada por la estrella de múltiples puntos sobre promontorios. Estas
armas están en otros lugares como puede ser la Piazza del Popolo, en la muralla
aureliana. En el interior vemos una gran riqueza perspectiva que engrandece el
espacio del entorno a medida que lo transitamos. Podemos apreciar que la cúpula
sigue la forma natural de la planta de la iglesia, no hay elementos transitorios. La
cúpula constituye el cierre de las formas cóncavas y convexas de la planta del
templo. La cúpula se decoró con estrellas y con elementos referentes al escudo de
la familia Chigi, la familia del Papa. Se remató con serafines en el intradós.
Santa María de los Siete Dolores. 1642. Roma: obra de ladrillo con dos cuerpos
esquineros, sobresale la portada que es de piedra. En el interior tiene una moderada
decoración de corte clásico. Las columnas son de orden gigante con capiteles
compuestos. La bóveda era rebajada.
Santa Inés en la Piazza Navona. 1652-1657. Roma: la obra fue comenzada por
Carlo Rainaldi, pero continuada, modificada y concluida por Borromini, a quien se le
atribuye el diseño general y especialmente el de la fachada. La fachada está
flanqueada por dos torres. En el centro se hunde el imafronte cóncavo, aproximando
la cúpula hacia delante de tal forma que parece que esté montada sobre la misma
portada central, como si fuera parte de la fachada. En el interior vemos que se trata
de una planta centralizada, y para ser de Borromini no vemos una excesiva
vanguardia.
Oratorio de San Felipe Neri. 1637-1649. Roma: La fachada es de ladrillo con dos
cuerpos. La decoración de los vanos era la típica de Borromini. Especialmente en el
exterior, en el ático hay recuerdos a San Carlino (bóveda de cuarto de esfera del
interior de este templo, cornisas de las ventanas). El conjunto se adornó con un gran
frontón de carácter mixtilíneo cuyo diseño contemplaba remates en la cornisa que
no llegaron a hacerse. En la parte de atrás el conjunto se completa con una torre del
reloj. Esta torre era de planta de corvatura compuesta, tan del gusto de Borromini.
En el interior del Oratorio hizo uno de los espacios más amplios y diáfanos como
lugar de reunión del siglo XVII, de planta rectangular, bóveda rebajada, y pilastras
con capiteles miguelangelescos.
Santa Maria Vinvacelli. Martino Longhi: realizada para las necesidades del
oratorio. Tiene un interior muy espectacular, pero no se ha encontrado
documentación de la intervención de Borromini.
Colegio de Propaganda Fide para los Jesuitas. 1646-1667. Roma: la última obra
datada de Borromini, en una calle muy estrecha de la ciudad. Destaca el tramo
central de la fachada cóncava, contrasta con el friso convexo de la ventana central.
El arquitecto trata de burlar con el edificio la planitud de la fachada en una calle
estrecha. En el interior encontramos una capilla de planta rectangular, un espacio de
los más amplios y originales del Barroco romano del siglo XVII. En esta capilla está
el altar mayor y vemos el escudo del papa Alejandro VII en el arranque de la bóveda
de dicho altar.
Palacio Spada. Mediados del siglo XVI. Roma: reformado por Borromini en el
siglo XVII. Su obra maestra en este lugar fue la galería, que aunque solo tenga 9
metros de largo, a través de una ingeniosa inclinación de muros, suelo y bóvedas
parecen muchos más. Tiene influencia de perspectivas pintadas.
PIETRO DE LA CORTONA:
Iglesia de San Lucas y Santa Martina. 1635-1650. Roma: reconstrucción de la
antigua curia romana. Es una obra enteramente suya y es su mayor creación como
arquitecto. No fue, sin embargo, la que le dio su mayor fama. El templo se levanta
sobre una antigua capilla dedicada a Santa Martina Mártir del siglo VII, siendo
adquirida en 1593 por la prestigiosa recién creada Academia de San Lucas. De
planta centralizada en forma de cruz griega, ya que se trata de un templo
conmemorativo a la titular de la antigua capilla. Destaca la fachada de fuerte
impulso vertical, de dos cuerpos y con recuerdos manieristas. El primer cuerpo
contrasta con mayor volumetría y predominio de columnas de capiteles jónicos con
el segundo, donde vemos pilastras con capiteles compuestos que las dominan. El
toque más barroco es la leve curvatura junto a los tramos rectos de los bordes
salientes. Se ha barajado la posibilidad de que el arquitecto se inspirara en el
proyecto de Miguel Ángel para el imafronte de la fachada de San Lorenzo de
Florencia. La cúpula solo es visible desde la colina del Capitolio. Juega en el interior
con la alternancia de columnas y pilastras. El arquitecto está enterrado en el interior
de esta iglesia y en su tumba mandó escribir su testamento completo.
Santa María in Via Lata: hizo una intervención, hizo la fachada entre los años 1658
y 1660. Es un diseño plano, sin movilidad, de gran importancia clásica, con fuerza
de las columnas exentas resaltadas por el atrio inferior, y el espacio abierto en el
cuerpo superior. En este último sobresale el motivo del arco entre dinteles que
segmenta el frontón.
Santa María delle Pace: su intervención en esta iglesia fue la que le dio su mayor
fama. Este templo ya se había hecho famoso en el siglo XV por el claustro que hizo
Bramante. El templo se reconstruyó en el siglo XVII, a inicios, a expensas de la
familia Rivaldi, que consiguió de esta forma una amplia cripta sepulcral debajo del
gran crucero octogonal. La planta resultante viene a ser la suma de dos espacios
agregados: central y longitudinal. En el año 1656 el Papa Alejandro VII le encargó a
Cortona la restauración del templo como una innovación a la misericordia y a la paz,
después de la peste padecida por la urbe y la amenaza de la invasión. Cortona creó
un contraste entre la planimetría del crucero y la volumetría de la nave. La mayor
aportación de Cortona fue sustituir la antigua fachada por una monumental, con un
pórtico semicircular en la planta baja sustentado por columnas toscanas pareadas.
El pórtico condiciona el urbanismo colindante.
GUARINO GUARINI:
Estudioso de las matemáticas y de la geometría, diseñador de varios edificios en
algunas ciudades de Italia, Viena, Praga, Lisboa y París. Recibió influencia de
Francesco Borromini y fue un admirador del arte hispanomusulmán. Entre el 1639 y
el 1647 estuvo en Roma donde estudió filosofía, teología, matemáticas y
arquitectura, además de conocer a Borromini. Desde 1647 estuvo en Módena,
donde fue ordenado sacerdote. Estuvo allí hasta 1655, habiendo profundizando sus
estudios en arquitectura y habiendo comenzado su labor como arquitecto al
participar en la nueva casa de la orden
Capilla del Santo Sudario. Turín. 1667-1694: en la catedral de la ciudad, que para
ser una catedral no es demasiado vistosa. La capilla llama más la atención que el
conjunto como tal. El interior de la cúpula se considera una reelaboración a partir de
influencias de Borromini.
GUARINO GUARINI:
Estudioso de las matemáticas y de la geometría, diseñador de varios edificios en
algunas ciudades de Italia, Viena, Praga, Lisboa y París. Recibió influencia de
Francesco Borromini y fue un admirador del arte hispanomusulmán. Entre el 1639 y
el 1647 estuvo en Roma donde estudió filosofía, teología, matemáticas y
arquitectura, además de conocer a Borromini. Desde 1647 estuvo en Módena,
donde fue ordenado sacerdote. Estuvo allí hasta 1655, habiendo profundizando sus
estudios en arquitectura y habiendo comenzado su labor como arquitecto al
participar en la nueva casa de la orden. Algunas de sus obras han desaparecido, las
conocemos por el tratado de Architettura Civile publicado en 1737.
Capilla del Santo Sudario. Turín. 1667-1694: en la catedral de la ciudad, que para
ser una catedral no es demasiado vistosa. La capilla llama más la atención que el
conjunto como tal. El interior de la cúpula se considera una reelaboración a partir de
influencias de Borromini. La cúpula consiste en un elevado tambor que soporta una
bóveda nervada de perfil cónico. Posee 36 nervios arcados que quedan agrupados
en seis hileras de seis, y cada nervio queda enmarcando un par de ventanas, los
soportes sólidos se disuelven virtualmente en un haz de luz indirecta, resultando la
estructura aún más desconcertante.
2. FRANCIA.
El escritor y pensador político Montesquieu nos proporciona la clave para la
comprensión política francesa y explica su éxito a lo largo de todo el periodo
barroco. Los numerosos encargos arquitectónicos y efectuados por el monarca
respondían no solo a una finalidad práctica, sino a unos objetivos de representación.
El rigor con el que se ejecutaron dichos proyectos, su despliegue económico y la
calidad de organización ejecutiva determinaron que en el transcurso de unas pocas
décadas.
FRANCIA EN LA EDAD MODERNA: PROYECTOS YRBANOS Y ARQUITECTURA DE PARÍS Y ZONAS
DE INFLUENCIA:
1. REINADO DE ENRIQUE IV
SALOMON DE BROSSE:
El primer arquitecto importante del siglo, cuya obra influyó en Mansart. Era de una
familia de hugonotes. Se estableció en París en 1598 y lo ascendieron a arquitecto
de la corte en 1608.
Plaza de los Vosgos. París. 1605-1612: prototipo de plaza Real: planta cuadrada y
rodeada de edificios iguales fundamentalmente ladrillados con dos plantas sobre
pórticos. Los pabellones más relevantes corresponden a los más altos: el del rey y
el de la reina, situados en los lados en los que la plaza se comunica con los ejes
más importantes. En un principio, las superficies habitables y comerciales estaban
reservadas a la manufactura de la seda a los trabajadores, pero la plaza no tardó en
convertirse en el lugar de encuentro de la aristocracia. Entre las ventanas de los dos
pisos vemos alternancia del ladrillo color rojo y de la piedra, simulando pilastras
fajadas rehundidas.
Pabellón del Reloj del palacio del Louvre. París. 1624-1641: las cariátides del
ático son obras de Sarrazin.
FRANCÇOIS MANSART:
Durante el largo reinado del rey Luis XIV la arquitectura y el urbanismo alcanzaron
su mayor concepción como reflejo del poder del Estado francés y de su monarca.
Mansart es uno de los arquitectos más representativos del clasicismo en la
arquitectura francesa. Algunas de sus obras más famosas se encuentran ya dentro
del reinado de Luis XIV. Fue el difusor de las ventanas situadas en las cubiertas de
los edificios, denominados por este motivo mansardas, pervivieron hasta el siglo XX
en la arquitectura francesa.
Iglesia Val-de-Grace. París: su obra religiosa más importantes. Se trata del templo
de mayor inspiración romana levantado en París en el siglo XVII, con fachada de
dos cuerpos con aletones y una cúpula inspirada en la de San Pedro. La influencia
romana está también presente en el interior. En la Cúpula interior podemos ver un
fresco dedicado a la Gloria de los Bienaventurados. La capilla mayor también
recuerda a San Pedro con un Baldachino inspirado en el de Bernini, con la
diferencia de que este es de planta ovalada.
CLAUDE PERRAULT:
Fachada oriental del palacio del Louvre. 1667-1670: une planimetría con
monumentales columnas, pareadas y exentas del cuerpo principal.
LOUIS LE VAU:
Famoso por la construcción del palacio de Vaux-le-Vicomte. Colaboró en la
construcción del palacio de Versalles.
Durante el siglo XVII y especialmente durante el largo reinado de Luis XIV cobró un
auge especial la tipología de hôtels, este artista hizo uno de los más importantes:
Los Inválidos. París: Mansart añade una segunda iglesia, lo anterior es obra
diseñada por Liberál Bruant. Se trata de una gran construcción real destinada a
acoger a los soldados militares lisiados franceses, como residencia y hospital. El
grandioso conjunto de edificios rectangulares con patios interiores recuerda a la
disposición de El Escorial. El templo de Mansart es de planta centralizada y está
adosado a la cabecera del anterior templo, tiene su propia fachada autónoma en la
parte superior del conjunto. La obra representa el triunfo del clasicismo francés
frente al clasicismo romano. El protagonismo de la cúpula, con sus dos tambores, y
el elevado chapitel hacen que el edifico se conciba como un soporte visual de la
misma así como en uno de los símbolos arquitectónicos de París.
.2. ESCULTURA.
1. ITALIA.
1.1 BERNINI Y ALEJANDRO ALGARDI (1595-1654).
En general pretende visualizar pasiones y sentimientos a conceptos de belleza
abstracta. En este sentido se aleja bastante del Renacimiento y se acerca a la
literatura y el teatro. En definitiva, la escultura barroca se dirige más a conmover al
espectador que a hacerlo razonar, se dirige al sentimiento más que a la razón.
Tumba del Papa Urbano VIII. 1628-1647. Basílica de San Pedro en Roma:
impulsó a Bernini a un tipo de sepulcro papal que sería muy limitado, con la figura
del pontífice sentado en posición de arenga y con figuras alegóricas. Se mezcla el
mármol y el bronce. El sarcófago y las figuras recostadas recuerdan a Miguel Ángel
en la capilla Medici de Florencia. El conjunto tiene un elevado valor simbólico y
alegórico. La autoridad del papa con sus actitud discursiva más que benedictente y
las abejas, símbolo de los Barberini. El esqueleto es la muerte e inmortaliza al
personaje grabando su nombre. A ambos lados del sarcófago vemos las glorias de
las virtudes del pontífice: La Caridad y La Justicia, la primera la mayor virtud
cristiana según San Pablo, y la segunda la principal de las virtudes espirituales. Ya
en su vejez Bernini reelabora el esquema del Papa Urbano VIII en el de Alejandro
VII, colocando al papa en oración y dramatizando más el grupo. Las alegorías de la
izquierda aluden a la Caridad y a la prudencia, las de la derecha aluden a la Verdad
y a la Justicia. El esqueleto esta vez no escribe el epitafio, esta vez sostiene un reloj
de arena. El cortinaje que une a las figuras es algo muy barroco.
Tumba del papa León XI. 1634: el tercero de los papas Medici, cuyo pontificado
duró menos de un mes en 1605. La composición aunque más sencilla, se inspira en
el monumento funerario de Bernini para Urbano VIII (1627-1628). Las figuras
alegóricas, para las que contó ayuda, representan a la prudencia y a la Libertad.
Encuentro del papa León I con Atila. 1646-1653. Basílica de San Pedro: Se trata
de un relieve pictórico muy efectista, en el que el escultor utiliza diversos tipos de
relieve, destacando la actitud la algo teatral del pontífice, valeroso, y de Atila,
temeroso , y de los apóstoles Pedro y Pablo en el cielo junto a los ángeles. El
relieve es propagandístico del Papado (encargado por el papa Inocencio X), al
representar la leyenda del papa León I, quien con ayuda sobrenatural, derrotó a los
hunos y les impidió saquear Roma.
Olimpia Pamphili, 1640: Aunque menos que Bernini, también destacó Algardi en el
retrato de busto. El más famoso es el de Olimpia Pamphili, cuñada del papa
Inocencia X. El escultor refleja el temperamento fuerte y autoritario de esta
2. FRANCIA.
Durante la primera mitad del siglo XVII la escultura francesa estuvo influida por otros
escultores o escuelas europeas, especialmente la italiana. A lo largo del reinado de
Luis XIV, la influencia de la Academia de Escultura y Pintura condicionaría el
desarrollo de la escultura, mesurando su naturalismo y supeditando las obras a las
demandas del poder.
2.2 LA OBRA DE PIERRE PUGET (1622-1694).
El artista más influido por la plástica italiana. Su escultura está determinada más por
el apasionamiento y los efectos barrocos que por los planteamientos académicos.
Portada del Ayuntamiento de Toulon. 1656-1657: efectuó el proyecto y la
escultura arquitectónica en piedra de los atlantes que están en los estípites.
San Sebastián. Génova. 16663-1668: una de las obras más barrocas y más
italianizadas de Puget, tanto por la composición como por el efecto dramático.
FRANÇOIS GIRARDON:
Se acomodó perfectamente al espíritu francés cortesano.
Apolo y las Ninfas. Versalles. 1666-1675: inspirada en la escultura helenística sin
dejar de ser una escena muy barroca. La composición de las figuras está muy
lograda. Apolo, dios del sol, viene a simbolizar al propio rey Luis XIV.
ANTOINE COYZEVOX:
El otro gran escultor al servicio del rey Luis XIV.
Tumba del cardenal Mazarino. París. 1689-1693: en la realización de las alegorías
participaron otros escultores. Se dispone en dos planos sobre una base
polilobulada, en la que de izquierda a derecha vemos alegorías de la Prudencia
(sierpe enrollado en su brazo izquierdo), de la Paz (antorcha encendida hacia abajo)
y de la Fidelidad (fidelidad al monarca, mediante la corona y el escudo). El cardenal
está arrodillado sobre el sepulcro, y junto a él hay un amorcillo que porta un atributo
de poder (un haz o hacha de los lictores romanos). Al lado está también la dignidad
eclesiástica.
Interior del palacio de Versalles: realizó un relieve de Luis XIV triunfante a caballo
aplastando a sus enemigos, y con una victoria al fondo que se dispone a coronarle.
Estatua orante de Luis XIV. París. 1715: también fruto de la tendencia rococó.
3. ESPAÑA.
Busto de San Juan de Dios. 1655. Museo de Bellas Artes de Granada: Cano
hizo numerosas cabezas de santos en las que plasmó un gran realismo. Sin duda
este es uno de los más destacables, con el verismo del tratamiento del pelo y sus
ojos de vidrio.
ANDALUCÍA: PEDRO DE MENA:
Creó una espléndida escuela en Granada.
Bustos de la Dolorosa y del Ecce Homo. 1650. MET, Nueva York: con frecuencia
se emparejan. Su labra es sobria y está hecha en planos simplificados, pero sigue
plasmando el dolor con gran expresividad.
San Juan Bautista Niño. 1674. Museo de Bellas Artes de Sevilla: despunta entre
sus últimas obras, con su rostro pensativo y ensimismado más propio de un adulto
que de un niño.
.3. PINTURA.
1. ITALIA.
Como en el Renacimiento, Italia seguirá siendo el referente artístico a seguir por
buena parte de Europa durante el siglo XVII. A pesar que durante esta centuria van
a desarrollarse las escuelas artísticas “nacionales” en los diferentes estados. Italia
además, contaba con el precedente de la Academia de San Lucas, fundada en
Roma en el año 1593, por el pintor y arquitecto Federico Zuccaro, con el propósito
de considerar a los arquitectos, escultores y pintores como artistas en vez de
artesanos. El nombre de San Lucas proviene de la leyenda de que dicho evangelista
fue el autor del primer retrato de la Virgen María. El papa Urbano VIII concedió a la
Academia el derecho de establecer quién podía ser considerado artista en Roma y
el monopolio sobre las obras en los Estados Pontificios, con lo que la Iglesia
controló esta institución, caracterizada por la buena instrucción a los artistas. Todos
los artistas deseaban ingresar en esta Academia, incluso los no italianos. El pintor
español José de Ribera lo consiguió, si bien ya residía en Italia. En el año 1705
adoptó la institución el blasón todavía vigente con un triángulo (pincel, cincel y
compás) con instrumentos de las tres nobles artes con la frase de Horacio sobre la
igualdad entre las mismas. Italia por lo tanto, en el Barroco del S.XVII, será pionera
en la reacción contra el Manierismo y en la aportación de las dos direcciones
fundamentales de la pintura: el Naturalismo y el Clasicismo.
La crucifixión de San Pedro. 1601. Santa María del Popolo en Roma: la escena
recoge los preparativos para la crucifixión del apóstol cabeza abajo. La composición
resulta muy barroca, a base de dos grandes diagonales cruzadas entre los tres
esbirros romanos de rostros oscuros y el propio madero que está siendo erigido con
el santo ya clavado en el mismo. El cuerpo del anciano sobresale en ligero escorzo,
a la vez el musculoso San Pedro es el máximo receptor de foco de luz, con
patetismo realista. Destacan algunos detalles en el suelo, como la pala, la túnica de
San Pedro, o el pie sucio del esbirro que aparece en cuclillas en primer plano. Es
destacable la similitud entre los rostros de San Pedro y San Mateo, tipos populares
alejados de toda idealización. Este recurso contribuye a que la santidad esté al
alcance de los más humildes.
El sacrificio de Isaac. 1603. Galería Uffizzi, Florencia: sin renunciar a la luz focal
de la escena en primer plano, es una de las pocas pinturas en las que aparece un
paisaje. Destaca el ángel de tradición manierista.
David con la Cabeza de Goliat. 1610. Galería Borghese, Roma: Las figuras salen
de la oscuridad resaltadas por el foco de luz con toda su crudeza realista. El pintor
recurre a los personajes y a los enseres imprescindibles para la escena. Los fondos
son casi siempre inexistentes, tanto en escenas interiores como exteriores (como si
fueran escenas nocturnas) Caravaggio y los pintores tenebristas influidos por él
ignoran el paisaje, pero valoran enormemente la naturaleza muerta .
Ecce Homo. 1604. Palazzo Bianco, Génova: intensifica el tema de la pasión con
carácter distinguido de Cristo, llegando a cierta idealización de los rostros. En esta
obra Jesús es el máximo receptor de luz, es de joven complexión. Está ausente y
resignado al suplicio que le espera. Fuerte contraste con el aspecto de rufianes de
los esbirros.
La muerte de la Virgen. 1606. Museo del Louvre, París: pintado para una capilla
para la iglesia de Santa María della Scala en el Trastevere. El clero no la aceptó ya
que el pintor se sirvió de un cadáver de una mujer ahogada en el Tíber con el
vientre hinchado como modelo. El asunto tenía un carácter doctrinal: según la
tradición la Virgen no murió, sino que se sumió en un profundo sueño y ascendió al
cielo. Sin embargo, Caravaggio la presenta en rigor mortis. La composición es
lograda, con el cortinaje en la parte superior y los apóstoles a su alrededor, con
María Magdalena en primer término sentada, llorando la pérdida. Predomina la
gama de colores rojos y ocres, con luz rasante sobre la penumbra del fondo, que se
centra sobre el torso, cabeza y manos de la Virgen.
El dios Baco. 1598. Galería Uffizzi, Florencia: sobre un fondo neutro, se recorta el
joven personaje que posa como un actor haciendo de Baco. Los pámpanos, el plato
con la fruta, la copa y la botella de vino constituyen de por sí solos objetos de
naturaleza muerta. El cuadro fue un regalo de bodas de Cosme II de Medici
ANNIBALE CARRACCI:
El artista más importante de esta corriente, perteneciente a una familia de pintores
que formaron una Academia en Bolonia. Aníbal estudió en Venecia y en Roma.
PIETRO DE CORTONA:
Alcanzó su mayor notoriedad profesioanl al servicio de los papas Urbano VII y
Alejandro VII. Como pintor se dedicó a la decoración realizada con fescos.
LUCCA GIORDANO:
Discípulo del español Ribera.
El arcángel San Miguel y los ángeles caídos. 1666: composición vertical, de gran
dinamismo y con la figura de San Miguel dominando sobre los desnudos de los
condenados.
Galería de los Espejos del palacio Medici Riccardi: vemos distintas ecenas. En la
creación del hombre fusiona la influencia romana y la veneciana, usando acusados
escorzos en todo momento. Otra escena que destaca es la de el triunfo de los
Medici entre las nubes del Olimpo, en los que vemos a la familia como si fueran
auténticos semidioses.
2. ESPAÑA.
La pintura barroca se considera el Siglo de Oro de la pintura española. Tiene varios
periodos.
Santa Cena. 1562. Museo del Prado, Madrid: bajo influencia de la obra homónima
que hizo Juan de Juanes. Ribalta reúne a todos los personajes de la escena en una
mesa redonda con un punto de vista alto, favoreciendo la contemplación del lienzo
desde su ubicación. El santo cáliz es el nexo de unión entre ambas pinturas, por lo
demás se diferencian bastante, vemos claramente que una es barroca y otra
renacentista.
El abrazo de Jesucristo a San Bernardo. 1622. Museo del Prado, Madrid: otra
obra de escena de abrazo místico. La escena se tomó de la vida de los Santos de
Ribadeneyra, según la cual San Bernardo tuvo una visión en la que Cristo se
desclavaba de la cruz para abrazarle. El modelado humano de Cristo es menos
natrual que el del santo. La escena se concentra en monumentales figuras que son
iluminadas por una luz focal, que enfatiza las mismas figuras y los pliegues del
hábito del santo. La asunción del naturalismo tenebrista de Caravaggio es
excepcional.
Adoración de los pastores. 1613. Museo del Prado, Madrid. composición vertical
y alargada, testimonio de la formación caravaggiesca del artista, aunque sin un tan
marcado tenebrismo italiano. Destaca el grupo de ángeles adolescentes, de aspecto
popular, que se asoman a la composición desde el celaje de la parte superior. El
grupo principal es la Virgen en Adoración, San José besando tiernamente la mano
del niño, y el pastor que arrastra una cabra a modo de ofrenda. Belleza e intensidad
devota.
Adoración de los magos. 1613. Museo del Prado, Madrid: composición más
movida que en el cuadro anterior y con magníficos detalles de naturaleza muerta.
aplica colores brillantes y el canon estilizado de las figuras. Hay un toque de
exotismo, más afín con la iconografía desarrollada de los Magos de Oriente.
JUAN DE ROELAS:
Pintor un tanto arcaizante. Sus obras más importantes destacan por prsentar dos
registros, uno celeste y con rompimientos de gloria, con ángeles niños en una esfera
dorada, y otro registro representando la parte terrestre.
El Tacto. 1616. Museo Norton Simon, Pasadena: forma parte de la serie de los
sentidos. Representa a tipos populares de medio cuerpo en diferentes posiciones,
siempre detrás de una mesa, y sobre un fondo neutro. Vemos influencia del
naturalismo tenebrista de Caravaggio.
Arquímedes. 1630. Museo del Prado, Madrid: dentro de la primera etapa del
naturalismo tenebrista de Ribera destaca este lienzo. El matemático griego es
representado como un tipo popular y menesteroso, y nos recuerda a alguno de los
borrachos del famoso cuadro de Velázquez. Los detalles naturalistas son logros
perfectamente conseguidos.
San Sebastián después del Martirio. 1628. Hermitage, San Petersburgo: vemos
el cuerpo del sanro en postura zigzagueante, y recorre casi toda la superficie del
lienzo como máximo receptor de la luz focal. El cuadro recoge el momento en el
que, según la tradición, es atendido por santa Irene, representada al fondo.
El apóstol San Ándres. 1633. Museo del Prado, Madrid: se representó al apóstol
con la cruz en aspa con la que fue martirizado. El naturalismo de su anatomía se
enfatiza por la luz focal que procede de la parte superior izquierda, es excepcional.
Esta obra constituye uno de los máximos exponentes del concepto de santidad bajo
los ideales contrarreformistas. La santidad masculina se identifica con la pobreza, la
humildad y al mismo tiempo, con la sabiduría.
Martirio del apóstol San Felipe. 1639. Museo del Prado, Madrid: el apóstol
aparece como un personaje popular. El pintor escoge el momento de preparatorio
del maritirio. Vemos color y luminosidad, y una escena compuesta a base de dos
triángulos cuyo lado común es el cuerpo del santo, que marca una diagonal de un
vértice a otro lienzo
El sueño de Jacob. 1639. Museo del Prado, Madrid: Ribera nos enseña aquí su
tendencia a captar el aspecto cotidiano de un episodio bíblico. Si no fuera porque
conocemos el título de la pintura, podría ser prefectamente una escena de género.
El Génesis dice que Jacob vio en sueños a una escala de ángeles que ascendía a
los cielos, mientras Dios le aseguraba protección para él y para los suyos. El pintor
opta por no representar la escala, y decide representar el momento de reposo de un
pastor. Una restautación desveló que la escala está insinuada en el blanco y
nuboso haz sobre Jacob. La composición forma un aspa mediante el crucero de las
dos diagonales clásicas de la estética barroca: una señala la figura de Jacob y el
haz nubloso, la otra marca el árbol
San Pablo Ermitaño. 1640. Museo del Prado, Madrid: reserva la misma idea
penitencial dentro de una gruta. La entrada de la cueva es más pequeña, lo que
hace más evidente la luz focal proveniente del interior de la misma.
San Jerónimo Penitente. 1652. Museo del Prado, Madrid: en sus últimos años,
Ribera regresó al naturalismo tenebrista de su primera etapa de representación de
santos. Este cuadro constituye una prueba de ello.
FRANCISCO DE ZURBARÁN:
Zurbarán es uno de los genios más singulares y complejos de la pintura española
del siglo XVII. Ha pasado a la historia como el pintor monástico por excelencia, y
efectivamente, naide ha siabido representar como él lo cotidiano y lo portentoso de
la vida monástica de la Contrarreforma en España. Entre los recursos utilizados
para ello se encuentra el desprecio deliberado a la perspectiva clásica. Usó también
el naturalismo tenebrista, pero la luz en sus cuadros no solo ilumina las figuras, sino
que también las transfigura. En sus últimos años abandonó su marcado estilo para
imitar la exitosa pintura de Murillo.
Virgen niña en éxtasis. 1627. Museo MET de NY: representó a la Virgen extasiada
en mitad de su actividad de costura. Mezcla la realidad y la irrealidad, mediante la
representación arbitraria del espacio, del abatimiento del suelo y de la mesa, y de la
aureola de querubines que rodean la cabeza de la figura. Se contrapone con el
naturalismo efectista de los objetos. El cortinaje enmarca la escena, verificando la
procedencia delantera de la luz.
Aparición del apóstol San Pedro a San Pedro Nolasco. 1629. Museo del Prado,
Madrid: forma parte de la serie de 22 lienzos que pintó para el convento de la
Merced Calzada de Sevilla. San Pedro Nolasco era el fundador de dicha orden y
había sido recientemente canonizado. Aparece extasiado ante la milagrosa
aparición del apóstol San Pedro en la misma posición en la que el mismo fue
crucificado. La composición se reduce a dos figuras dispuestas en diagonales
paralelas. Presciende de toda alusión al escenario para así concentrarse en el
hecho milagroso. El foco de luz proviene de la visión, que ilumina fronatlmente al
santo mercedario y a su blanco hábito con efecto de relieve.
Visión de San Pedro Nolasco de Jerusalén Celeste. 1629. Museo del Prado,
Madrid: para la misma colección que el cuadro anterior. Vemos de nuevo un
contraste entre la verosimilitu de las figuras, el virtuosismo de sus ropajes, y lo
arbitrario del espacio y de los muebles, que contribuyen a lo portentoso.
San Serapio mártir. 1629. Ateneo de Hartford: este santo fue un militar irlandés
participe de las cruzadas. Conoció a San Pedro Nolasco e ingresó en la orfen. la
realidad es más tangible, se plasma en este lienzo cuando el pintor presciende del
espacio. El rostro del santo resulta estremecedor, con su cuerpo colgando de las
cuerdas y el relieve pictórico de su hábito invadiendo el lienzo. Lo ilumina un foco de
luz procedente de la parte superior derecha.
Funerales de San Buenaventura. 1630. Museo del Louvre, París: forma parte de
una serie de cuatro lienzos para el convento franciscano de San Buenaventura. Los
rostros contrastan. Despunta el blanco resplandeciente del hábito de difunto y la
captación de sus rasgos mortuorios.
Cristo en la Cruz. 1628. Instituto de Arte de Chicago: uno de los mejores lienzos
de Cristo crucificado de la pintura barroca española. Es realmente una escultura
pintada, se nota la influencia de la imaginería.
Hércules con el león de Nemea. 1634. Museo del Prado, Madrid: la labor de
Zurbarán para el Salón de los Reinos comprendía una serie de lienzos con los
trabajos de Hércules. En ellos el artista exhibe su capacidad para la pintura
mitológica, como en el cuidadoso estudio desnudo de Hércules en este lienzo.
Agnus Dei. 1640. Museo del Prado, Madrid: el cordero aparece con las patas
trabadas. El artista lo destaca aislado, como si estuviéramos ante un bodegón
místico. Zurbarán fue uno de los mejores autores de bodegones, caracterizándose
por la disposición de pocos objetos pero que estaban perfectamente alineados e
iluminados, y recortados sobre un fondo oscuro y con un gran realismo en las
calidades de materia.
Inmaculada Concepción. 1662. Museo de Budapest: una vez más imita a Murillo,
en este caso su etapa vaporosa.
ALONSO CANO:
Se formó con Juan Martínez Montañés como escultor y con Francisco Pacheco
como pintor. Se trasladó en 1638 de Sevilla a Madrid, llamado por el conde-duque
de Olivares para la decoración de palacios reales. En la cpital conoció las
colecciones reales y estudió la pintura veneciana, resultando esto en composiciones
pictóricas más elaboradas e idealizadas.
Cristo atado a la Columna. 1632. Museo del Prado, Madrid: vemos como al inicio
de su carrera las obras de Cano estaban fuertemente ligadas a la imaginería. Esta
pintura está sometida al tenebrismo y está hecho con pincelada suelta, la figura es
concebida como una escultura.
Virgen con el niño. 1645. Museo del Prado, Madrid: también vinculada a la
imaginería. No obstante, vemos como evoluciona hacia efectos cada vez más
pictóricos con tonos suaves. El claroscuro está suavizado y la técnica es más
pictórica y con menos base en el dibujo.
El milagro del Pozo. 1645. Museo del Prado, Madrid: una de las composiciones
más famosas y más elaboradas del artista. Representa a un milagro de San Isidro
Labrador. Nos hallamos ante una escena hagiográfica que el pintor trata como
escena de género. Detacan los rompimientos arquitectónicos del fondo, con algunas
pervivencias tenebristas.
DIEGO DE VELAZQUEZ:
Uno de los mayores genios de la pintura universal, situado entre el realismo de la
pirmera mitad del siglo y el barroquismo de la segunda. Nació en Sevilla y se formó
allí hasta su traslado a Madrid, donde desarrolló la amyor parte de su carrera. Es
uno de los casos más significativos de los que pueden hacer una educación y unas
condiciones naturales que se juntan con un ambiente muy favorable a lo largo de su
vida.
El aguador de Sevilla. 1621. Museo Wellington, Londres: una de las obras más
notables de este periodo. Se trata de una escena de género sometida al mejor
naturalismo tenebrista que Velázquez desarrolló en su obra. En esta pintura se ha
querido ver una alegoría de las tres edades del hombre.
La Túnica de José. 1630. Monasterio del Escorial: pintura de tema bíblico, con
desnudos académicos similares a los de la fragua de Vulcano.
La reina Isabel de Francia a caballo. 1636. Museo del Prado, Madrid: se sabe
que los adornos de su vestido y de la gualdrapa del caballo fueron efectuados por
otro pintor, un ayudante más paciente para estas labores. Oculta partes del caballo
que ya se habían pintado.
El príncipe Baltasar Carlos a caballo. 1635. Museo del Prado, Madrid: opta por
disponer el escorzado corcerl en dirección hacia el espectador. La posición de
corveta es, de nuevo, usada como un recurso enaltecedor. El paisaje y sus gamas
de azules y verdes con pincelada suelta, es excepcional.
El cardenal infante don Fernando de caza. 1635. Museo del Prado, Madrid:
personaje de la nobleza/realeza representado como cazador. Iconografía
enaltecedora del retratado. Brillante fondo de paisaje , resuelto en una composición
vertical. Son fundamentales en el equilibrio compostivo la inclinación del arma en su
diagonal, el mastín y el árbol.
El príncipe Baltasar Carlos de caza. 1635. Museo del Prado, Madrid: paisaje de
composición imilar al anterior, con dos perros en lugar de uno.
Cristo Crucificado. 1632. Museo del Prado, Madrid: para el convento de San
Plácido. Es un Cristo de cuatro clavos. Sigue el modelo indicado por Zurbarán,
recuperando el naturalismo tenebrista para su iconografía, pero el foco de luz en
este caso es más frontal. La cabeza está levemente inclinada, de forma que los
cabellos ocultan la mitad de su rostro, añadiendo a la imagen un toque de misterio.
El dios Marte. 1640. Museo del Prado, Madrid: el rostro del personaje no ofrece
su aspecto a un Dios del Olimpo. Ciertos elementos de la pintura nos indican la
elaboración de influencias por parte de Velázquez. Entre ellas están el colorido y su
resolución de procedencia veneciana.
La Infanta Margarita con vestido azul. 1659. Museo de Viena: la infanta con 8
años de edad, a base de pinceladas sueltas de efectos luminosos.
Apoteósis de San Hermenegildo. 1654. Museo del Prado, Madrid: su obra más
notable. Cumple con los requisitos barrocos, pues es una imagen triunfal de gloria,
cuenta con escenografía y dinamismo, los santos gesticulan y hay colorido.
CLAUDIO COELLO:
Máximo representante del pleno Barroco. Su pintura está influida por Francisco
Herrera y otros pintroes del mismo estilo pictórico.
Triunfo de San Agustín. 1664. Museo del Prado, Madrid: una de sus primeras
obras notables. La movilidad de San Agustín y sus brazos en escorzo son influencia
de Rubens. Las arqutecturas que dan monumentalidad a la composición son
influencia del Veronés.
La Virgen con el Niño entre las virtudes teologales y santos. 1669. Museo del
Prado. Madrid: parte del habitual rompimiento arquitectónico, enriquece el lienzo
con una interesante iconografía religiosa. Destacan las figuras de San Miguel, San
Francisco de Asís y San Antonio de Padua en los extremos, ya que contribuyen a la
profundidad de la escena.
CLAUDIO COELLO:
Se rasladó a Madrid desde Avilés, donde se formó estudiando las colecciones
reales.
Fundación de la Orden Trinitaria. 1666. Museo del Louvre, París: Inspirada en
una obra de Rubens del mismo tema para la catedral de Amberes, Carreño solventa
la composición con el tradicional doble registro celeste y terrestre, mediante una
pincelada suelta, iluminada por la luz dorada procedente de la visión trinitaria.
Carlos II. 1671. Museo de Bellas Artes de Oviedo: Este es el retrato oficial más
famoso del rey, de pie en posición de tres cuartos, portando documento, espada, y
asiendo un sombrero sobre la mesa sustentada por leones. Los dos espejos
permiten ver parte del salón, sin que falte el tradicional toque barroco envolvente del
cortinaje rojo a la izquierda.
1. PERIODO TENEBRISTA
San Diego dando de comer a los pobres. Academia de San Fernando, Madrid:
destaca la virtud caritativa del santo, pero no penetra en la trascendencia del hecho.
Rápidamente deriva hacia lo anecdótico: niños jugando en primer término. Los tipos
son populares
Sagrada Familia del Pajarito. Museo del Prado, Madrid: Intensifica lo anecdótico
(el Niño Jesús con el pajarito en la mano frente al perro), la ternura y la dulzura. La
técnica está a la altura de otros grandes maestros del siglo.
2. PERIODO CENTRAL LUMÍNICO
Periodo con variados temas.
El buen pastor y San Juan Bautista NIño. Museo del Prado, Madrid: escenas
tiernas y entrañables, no exentas de teatralidad y con un cierto academicismo en la
repetición de tipos.
3. FRANCIA.
Magdalena Penitente. 1638-1643. MET: ya vemos rasgos más típicos del pintor. La
Magdalena se retrata delante de un espejo, símbolo de la vanidad, en el que se
refleja la llama de una vela, símbolo del tiempo que se consume. Las joyas que hay
sobre la mesa y la calavera que hay sobre su regazo sugieren la opción penitencial.
La incidencia de la luz en la escena es el propósito primordial del pintor.
San José carpintero y el Niño Jesús. 1640. Museo del Louvre: si no fuera por los
personajes podría ser una escena costumbrista sin más. El pintor experimenta con
la luz de la vela sobre los personajes y objetos de forma magistral. Destaca la
transparencia de los dedos de la mano izquierda de Jesús niño.
Aparición del ángel a San José. 1643. Museo de Nantes: los logros de la luz son
fabulosos. El pintor coloca estratégicamente el brazo derecho del ángel tapando la
vela, haciendo que su rostro sea el máximo receptor de la luz.
LOUIS LE NAIN:
El pintor más opuesto a la corriente Clasicista. Se distingue como el máximo
intérprete de una visión poética de la vida rural, que supone una de las corrientes de
pintura de género de esta centuria. En su taller trabajaron sus hermanos, que no
alcanzaron su misma notoriedad.
Familia de Campesinos. 1642. Museo del Louvre: en una habitación rústica y
sobria, unos austeros personajes se disponen frontalmente como actores sobre el
escenario, con la mirada severa e intensa a excepción de la del niño de pie, que la
dirige hacia el espectador. La luz focal está centralizada.
Comida de campesinos. 1642. Museo del Louvre: los personajes comparten una
comida fragual con el decoro del que asiste a una importante ceremonia. Se ha
dicho que el pintor introduce la pintura de género con esta escena. Se ha
interpretado la obra también como una posible escena evangélica: Cristo con dos de
los discípulos de Emaús.
Adán y Eva en el paraíso terrenal. 1664: interés del artista en el paisaje natural,
empequeñece a los personajes en una visión panorámica dominada por la
naturaleza.
CLAUDIO DE LORENA
Se le puede considerar un pintor romano. Su aprendizaje tuvo lugar en el taller del
paisajista romano Agostino Tassi.
El campo Vaccino. 1636: Lorena reproduce fielmente un entorno urbano que
conocía perfectamente: el foro romano. Por lo tanto podemos decir que se trata de
un testimonio de aquella época. Medio soterrado, convertido en terreno de pasto,
mercado de ganado, afán detallista, descriptivo en figuras, monumentos y paisaje
iluminados por la luz del atardecer.
La mayor parte de la producción de Lorena se caracteriza por entornos fantásticos,
en los que repite con variantes los mismos elementos: puerto, barcos, arquitecturas
clásicas, y una luz difusa con el sol de la aurora o el crepúsculo.
Solo por los títulos de los lienzos, cuando no son genéricos, se desvela lo
representado.
Puesta de sol en un puerto. 1639.
Puerta con el embarque de Santa Úrsula. 1641.
Puerto con el desembarco de Cleopatra en Tarso. 1642.
Puerto con el embarque de la reina de Saba. 1648.
Paisaje con el descnaso de la huida a Egipto. 1661.
Lorena cambia los puertos por el paisaje, y al igual que Poussin, empequeñece a los
personajes en una visión panorámica, en diferentes temas bíblicos o mitológicos.
SIMON VOUET
Amplia formación en Italia (pintor). En 1627 se traslada a París, donde Luis XIII le
nombra “primer pintor titular del rey”, con alojamiento en el Louvre y pensión anual.
Se dedicó a la decoración de iglesias y palacios parisinos, fundiendo rasgos
barrocos y clasicismo poussiano.
Crucifixión. 1622: Una obra entre el manierismo y el barroco. Herencia de
Tintoretto (punto dde vista bajo y visión ladeada y escorzada) y una luz focal
caravaggiesca.
La última cena. 1623: Sobresale la visión esquinada de la mesa rectangular con los
apóstoles dispuestos en varios planos. A destacar la tradición de Judas de acuerdo
con el evangelio de San Juan. El cortinaje y el rompimiento con el fondo con paisaje
veneciano.
El tiempo vencido por el amor, la esperanza y la fama. 1640: En las últimas
obras de Vouet se acentua su barroquismo y la teatralidad anticipando las
composiciones del periodo tardobarroco del siglo XVIII.
La sagrada familia con San Juan Bautista Niño, 1655: Composicion triangular,
solemne y académica con los personajes ocupando los dos tercios del cuadro y
dejando el tercero para el fondo arquitectónico. Estilistacmente recuerda a Poussin y
Carracci.
El canciller Séguier a caballo. 1656: Cuadro en honor al canciller Pierre Seguier,
mecenas de Le Brun. Refleja el gusto imprante por la equilibrada composición y el
clasicismo boato de la corte.
Galería de los espejos de Versalles: Bóvedas pintadas por Le Brun y su taller, con
paisajes propagandísticos del reinado de Luis XIV.
Triunfo de Alejandro Magno sobre el rey hindú Poros, en la batalla de
Hidaspes. 1665: Le Brun narra una de las hazañas militares de la historia antigua,
como esta de la última victoria de Alejandro Magno, en una abigarrada composición
con multitud de figuras inmersas en un elaborado paisaje.
4. PAÍSES BAJOS.
1. PINTURA RELIGIOSA
San Gregorio Magno con los santos Domitila, Mauro y Papiano. 1606: aunque
es de sus primeras obras ya vemos características de su estilo, como la opulencia,
la faustosidad, la escenografía, y el despliegue de efectos barrocos.
2. PINTURA MITOLÓGICA
El rapto de las hijas de Leucipo. 1620: composición aparatosa y dinámica, nada
que ver con las que usa en las obras religiosas. Las figuras de las dos mujeres son
representadas con exuberantes desnudos típicos de Rubens. Todas las figuras
están colocadas como si fueran un gran grupo escultórico.
El juicio de Paris. 1638: paisaje covencional de carácter flamenco, muestra la
escena en la que el dios Mercurio muestra la manzana de oro de la discordia a
Paris, que debe elegir si dársela a Minerva, Venus o Juno.
3. PINTURA DE GÉNERO
El jardín del amor. 1633: Esta pintura se iterpreta como la fiesta que siguió al
matrimonio de Rubens. Varias parejas bailan, conversan o escuchan música,
mientras varios amorcillos aparecen revoloteando. Con esta obra Rubens se erige
en creador de las llamadas fiestas galantes, que en la Francia del siglo XVIII
retomaría Watteau. La arquitectura de fondo de este cuadro se identifica con el
portico sobreviviente de la casa de Rubens en Amberes.
Le Kermese. 1640: En esta obra se revive una tradición rural y humilde de las
fiestas de aldeanos, poblada de múltiples figuras en regocijo, que ya populariza con
anterioridad Pieter Brueghel el Joven.
4. LOS RETRATOS
Los retratos femeninos de Rubens, sobre todo los de la fase juvenil y la primera
madurez, impactan por su fausto áulico y distanciado.
Maria Serra Pallavicino. 1606: Fue realizada durante su estancia en Genova, y
constituye un preludio para los retratos de su discípulo Van Dyck. La suntuosa figura
de la retratada, contrasta con la agitada figura del papagayo aferrado al respaldo de
la silla.
Autorretrato con Isabelle Brandt. 1610: Rubens se retrata satisfecho, complacido
y seguro de sí mismo. El artista aparece como un refinado caballero, en compañía
de su primera esposa, igualmente lujosamente ataviada.
5. PINTURA OFICIAL
Presentación del retrato de María de Medici a Enrique IV, Núm. 4: El monarca
parece estar siendo aconsejado por el dios Marte, mientras que unos amorcillos
juegan con el yelmo y la rodela de Enrique IV. La exaltacion de la monarquia se lleva
a cabo con las figuras de Jupiter, el águila, Juno junto al pavo real en la parte
superior.
La boda por poderes de María de Medici con Enrique IV. Núm. 5: La boda se
celebró el 5 de octubre de 1600. Fernando I de Médicis representando al rey, coloca
el anillo en el dedo de su sobrina. El propio Rubens se autorretrata detrás de la
novia, sosteniendo la cruz y mirando al espectador. La mitología está representada
en primer plano, a la izquierda, por el joven Himeleo, que sostiene la antorcha. Al
fondo un grupo escultórico del dios padre (recuerda a Miguel Ángel) sosteniendo el
cuerpo muerto de Cristo.
Llegada de María de Medici al puerto de Marsella. Núm 6: María de Medicis
desembarca en Marsella, en el año 1600 para reunirse en Lyon con Enrique IV. Es
recibida por la figura alegórica de Galia y un ángel, en la parte superior de las
trompetas, que anuncian su llegada. Aparecen también ninfas marinas y tritones en
la parte inferior.
Vista de Delf. 1661. Mauritshuis, La Haya: una visión panorámica de la ciudad, sin
dejar de abandonar el detallismo. Resuelve la obra con una pincelada considerada
casi como un preludio del Impresionismo.