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Trump no triunfó con la agenda clásica conservadora y neoliberal de la élite del Partido

Republicano. Trump se posicionó como partidario del Brexit y se manifestó contra el


Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), contra el TPP, contra el TTIP.
También se pronunció contra la arrogancia de los “gatos gor- dos” de Wall Street, a favor
de aumentar los impuestos a los corredo- res de fondos de inversión y por el
restablecimiento de la Ley Glass- Steagall. Además, en contraposición al establishment
angloamericano, se pronunció a favor de una posible alianza con Rusia y un accionar
conjunto contra el Estado Islámico –al cual apoyan los propios servi- cios de inteligencia
de Estados Unidos según el desplazado consejero de Seguridad Nacional de Trump,
Michael Flynn.25

Trump bajo una forma ideológica de derecha y Bernie Sanders bajo una forma ideológica
de izquierda también expresan, a su vez, una crisis de los partidos políticos
norteamericanos y una profunda crisis de legitimidad del régimen estadounidense,
ponien- do de manifiesto este tercer sector emergente que mencionamos. En este
sentido, Trump emerge expresando a un conjunto de integrantes de ese tercer sector
bajo una forma ideológica de “derecha” en sus aspectos culturales, con una mezcla de
nacionalismo económico in- dustrialista y proteccionista, cierto aislacionismo en política
exterior, un discurso anti-establishment y una promesa de retorno del sueño americano
articulado en la consigna “Estados Unidos primero”, con fuertes reminiscencias
neoconservadoras (especialmente luego de la asunción). Articuló en su campaña las
demandas de gran parte del “viejo” EE.UU. lejano a las costas que se resiste a perecer, a
los indus- triales no globalizados y mercado internistas, a una parte de los traba- jadores
industriales que vieron perder sus trabajos en los últimos años.26

producto de la deslocalización industrial y las transformaciones tec- nológicas, al Estados


Unidos “blanco” perdedor de la “globalización” que ve en el multiculturalismo
cosmopolita del capitalismo transna- cional una amenaza a su identidad nacional. En
definitiva, a una gran parte de quienes sienten que ya no existe el “sueño americano”: el
75% de los votantes de Trump dice que para la gente como ellos la vida es peor que hace
50 años. Y eso se condice con una sociedad cada vez más desigual, donde la crisis golpea
especialmente en los más pobres y en donde la tasa de suicidios es la más alta en 30
años (new York Times, 29/4/2016).27

Por otro lado, en los últimos meses antes de la elección, una vez que Trump triunfa en la
interna del Partido Republicano a pesar de su elite y sus líneas dominantes –los
conservadores expresados en el candidato Jeb Bush, los neoconservadores en Marco
Rubio y Ted Cruz ligado al Tea Party– la candidatura de Clinton intentó articular una
frágil unidad entre las fracciones dominantes de las fuerzas en pugna. Es decir, Clinton
era la candidata del establishment norteamericano, con predominancia de las fuerzas
globalistas, que en el tramo final intentó unificar las posiciones del establishment, junto
con la base de- mócrata referenciada en Sanders, ante una crisis por “arriba” (geopo-
lítica) y por “abajo” (política e ideológica con respecto su base social). Trump, por su
parte, articuló a buena parte del americanismo y al nacionalismo industrial anti-
establishment.27

Las fuerzas que se expresan con el triunfo de Trump y el Brexit es- tán claramente en
contra de la geoestrategia globalista, que busca contener y rodear a China y Rusia en la
disputa por Eurasia a través de acuerdos como el Tratado Trans-Pacífico (TPP, por sus
siglas en inglés) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inver- sión (TTIP, por
sus siglas en inglés). Una institucionalidad cuyo ob- jetivo final según el propio Obama es
“poner las reglas de juego” de la economía global. A lo que se le agrega un conjunto de
acuerdos políticos y militares, expandiendo la influencia del establishment oc- cidental
globalista desde las periferias euroasiáticas hacia el “hin- terland continental”.

El gobierno de Trump avanzó rechazando el TPP y el TTIP, cues- tionando a la OMC y por
una rediscusión de la OTAN y de los pro- tectorados norteamericanos. La versión
trumpiana de la estrategia americanista se inclina por aumentar los niveles de
proteccionismo económicos y desde ahí negociar cuestiones políticas y estratégicas,
establecer acuerdos bilaterales, priorizar el plano político y militar en las relaciones con
aliados y enemigos por sobre el plano económico y financiero (o subordinar este al
primero), relocalizar la industria en el territorio nacional-continental, apostar al
unilateralismo del Estado norteamericano sobre el multilateralismo globalista de
Occidente y priorizar el fortalecimiento unilateral del polo de poder angloamerica- no
(incluyendo a Israel), en una suerte de continentalismo expandido.32 y 33

Fue notorio el hecho de que mientras los CEO de las mayores compañías
estadounidenses rechazaban a Trump, antes de las elec- ciones de noviembre se
pronunciaron a favor de él 88 almirantes y generales retirados. A su vez, el nuevo
gabinete del ejecutivo estadou- nidense presenta una importante presencia militar, a
cuyos persona- jes principales Trump alude como “mis generales”: James “perro loco”
Mattis, secretario de Defensa; Michael Flynn, ex asesor de seguridad nacional,
despedido por sus conversaciones con Rusia, y su sustituto en el puesto, el general H.R.
McMaster; John Kelly, nuevo Jefe de Ga- binete en la Casa Blanca en sustitución de
Reince Priebus. Todos ellos fueron protagonistas en las últimas guerras imperiales de los
Estados Unidos en Medio Oriente, cuyo dominio es estratégico para mantener la
supremacía global de acuerdo a la concepción unilateral “continen- tal” angloamericana.
Kelly, por su parte, agrega su experiencia como Jefe del Comando Sur, que tiene a cargo
la región de América Latina y el Caribe, territorio fundamental para el americanismo en
su visión de ampliar el espacio continental en su lucha por el poder mundial.34

Trump también contiene una línea nacionalista, cada vez más debilitada durante
2017, que buscaba disminuir las intervenciones de Estados Unidos en los
distintos escenarios de disputa internacional, retomando el aislacionismo
anterior al período de entreguerras. Apo- yado por esta línea, representada por
ejemplo por Stephen Bannon (nacionalista económico, a favor de un
“capitalismo más humano”, su- premacista blanco y anti-islamista), Trump se
pronunció al comienzo de su gobierno a favor de una posible alianza con Rusia
contra el Esta- do Islámico. La visión nacionalista-aislacionista es profundamente
re- chazada por los neoconservadores y la cúpula republicana. Sin embar- go, a
partir del desplazamiento de Bannon y Flynn del gabinete, estas posiciones
perdieron influencia y avanzó el establishment conservador. Otro sector
también nacionalista pero antirracista y tradicionalmente del Partido Demócrata
es el que está representado por Lyndon Larou- che, que también apoya a Trump.
Trump también contiene una línea nacionalista, cada vez más debilitada durante
2017, que buscaba disminuir las intervenciones de Estados Unidos en los
distintos escenarios de disputa internacional, retomando el aislacionismo
anterior al período de entreguerras. Apo- yado por esta línea, representada por
ejemplo por Stephen Bannon (nacionalista económico, a favor de un
“capitalismo más humano”, su- premacista blanco y anti-islamista), Trump se
pronunció al comienzo de su gobierno a favor de una posible alianza con Rusia
contra el Esta- do Islámico. La visión nacionalista-aislacionista es profundamente
re- chazada por los neoconservadores y la cúpula republicana. Sin embar- go, a
partir del desplazamiento de Bannon y Flynn del gabinete, estas posiciones
perdieron influencia y avanzó el establishment conservador. Otro sector
también nacionalista pero antirracista y tradicionalmente del Partido Demócrata
es el que está representado por Lyndon Larou- che, que también apoya a
Trump.34

El americanismo también tiene como apoyo fundamental a parte


de las grandes petroleras americanas, para quienes la lucha por los
recursos naturales es indisociable del poderío político-militar unila-
teral y del control de medio oriente, cuya nave insignia Exxon Mobil
condujo el Departamento de Estado a travé s de su CEO Rex Tillerson. Estos
sectores, junto con los industriales del carbó n, fueron la base del rechazo
unilateral de Estados Unidos al Acuerdo de París contra el cambio climá tico.
Por su parte, una muestra del unilateralismo proteccionista y el rechazo a instituciones
multilaterales como la OMC fue el anuncio de la administración Trump de arancelar
productos chinos por prácticas comerciales injustas, especialmente en lo que se refiere a
la exigencia del régimen chino de propiedad intelectual que exige a las compañías
extranjeras transferir tecnología a subsidiarias y socios locales. Dicha decisión no se
establecería mediante de la Organización Mundial del Comercio no se haría a través de la
Organización Mundial de Comer- cio, sino a través de un estatuto de 1974 conocido como
caso “Artículo 301” que permite a los presidentes norteamericanos fijar aranceles a
productos extranjeros como represalia. A ello se le agrega el aumento de aranceles en
varios productos provenientes de países aliados. (34-39). Gabriel esteban merino

Personalidades como Trump aparecen periódicamente en situaciones políticas que requie- ren un
remezón. A principios del siglo XX apareció Teddy Roosevelt. A principios del siglo XIX emergió
Andrew Jackson. Los tres tienen en común un discurso demagógico, que atrae la atención de
amplios sectores sociales descontento.111

Su triunfo electoral aparentemente le ha dado, en sus primeros meses en Washington, el


poder para cambiar el enfoque del país. Su xenofobia la expresa insistiendo en
negar la diversidad cultural de EE.UU.. Propone un retorno a la superioridad industrial
del país (America First) capaz de generar empleo para todos los trabajadores del país.
Igualmente, se ha embarcado en un presupuesto militar que no tiene antecedentes.
Este último punto abre el escenario para nuevas guerras en todos los puntos
cardinales. El segundo le per- mite hablar de un fin a los acuerdos de libre comercio,
alianzas y de un nuevo estilo de proteccionismo de la economía nacional. La xenofobia lo
lleva a postular la superioridad subjetiva de la elite norteamericana (WASP) sobre los
demás. Esto último está simbo- lizado en la muralla que separa a EE.UU. de México y del
resto de América Latina.111

TRUMP LLEGA A LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

Antes de abordar el problema central del presente trabajo, explicare- mos como
Trump logró imponerse a su contrincante en las elecciones presidenciales en
2016. Despué s de una larga campañ a, inaugurada a mediados de 2015, y
superando los obstá culos que parecían invenci- bles, el magnate de las finanzas
especulativas de Manhattan, Donad J. Trump, se convirtió en el 45° presidente
de EE.UU..
TRUMP LLEGA A LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

Antes de abordar el problema central del presente trabajo, explicare- mos como
Trump logró imponerse a su contrincante en las elecciones presidenciales en
2016. Despué s de una larga campañ a, inaugurada a mediados de 2015, y
superando los obstá culos que parecían invenci- bles, el magnate de las finanzas
especulativas de Manhattan, Donad J. Trump, se convirtió en el 45° presidente
de EE.UU..
TRUMP LLEGA A LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS

Antes de abordar el problema central del presente trabajo, explicare- mos como
Trump logró imponerse a su contrincante en las elecciones presidenciales en
2016. Despué s de una larga campañ a, inaugurada a mediados de 2015, y
superando los obstá culos que parecían invenci- bles, el magnate de las finanzas
especulativas de Manhattan, Donad J. Trump, se convirtió en el 45° presidente
de EE.UU..
Prueba de ello, los nombramientos que ha hecho en su consejo de Gabinete
(Wallerstein, 2017).
En total son diecinueve personas, casi todas millonarios o milita- res, de
extracció n europea (blancos) y hombres. Una excepció n es la multimillonaria
Betty Devos, secretaria de Educació n cuyo “objetivo es socavar la educació n
pú blica y dar vales escolares para financiar escuelas privadas y religiosas”. Tom
Price, quien renunció reciente- mente, como secretario de Salud quiere acabar
con los servicios de salud para todos (Obamacare). Jeff Sessions, ministro de
Justicia, es defensor racista del encarcelamiento masivo. Andrew Puzder, minis-
tro de Trabajo, se opone al aumento del salario mínimo federal. Cathy
McMorris Rodgers, secretaria del Interior, apoya la perforació n en co- marcas
indígenas y la apertura de tierras federales. Scott Pruitt nuevo administrador de
la Agencia de Protecció n Ambiental promueve el fin de las regulaciones.
Por el lado de la seguridad (militar), encabeza la lista el general James (Perro
Loco) Mattis como secretario de Defensa. Le sigue el general Herbert McMaster
como su consejero de Seguridad Nacional. Mike Pompeo (director de la CIA),
propone crear un registro de lla- madas domé sticas. Rex Tillerson, secretario de
Estado, era presidente de la hermana mayor Exxon-Mobil, que tiene inversiones
multimillo- narias en Rusia.
Con este equipo al má s alto nivel, no es casual que Michael Kla- re diga que
Trump só lo tiene en mente la reconquista del mundo. En su agenda aparecen
cuatro puntos: China, Rusia, Europa y el Medio Oriente. El resto del mundo no
existe o tiene una importancia menor. Prometió destruir el llamado Estado
Islá mico mediante la acció n militar.
Con relació n a Europa, Trump considera que ese continente está en
decadencia y la OTAN es obsoleta. En cambio, en el caso de Rusia, Trump y
Putin han declarado que quieren normalizar las relaciones entre los dos países.
Segú n Klare, muchos creen que Ti- llerson fue nombrado secretario de Estado
para estimular las re- laciones en el campo energé tico. Exxon tiene enormes
inversiones en el Á rtico ruso. Ademá s, comparten su aversió n a las corrientes
islá micas radicales.
El problema nú mero uno en la política exterior del nuevo pre- sidente es China.
Pekín se ha convertido en el motor econó mico del capitalismo del siglo
XXI. Sin embargo, aú n no ha desplazado a EE.UU. como potencia hegemó nica
(poder cultural, militar y fi- nanciero). La estrategia de Trump es acorralar a
China creando un círculo de bases en su entorno. En el plan tiene un papel
central la Federació n rusa. Si EE.UU. logra convertir a Rusia en un aliado
subordinado (tipo Alemania y Japó n), obtiene tres resultados inme- diatos: i)
cierra militarmente la larga frontera china en el norte; ii) dificulta el desarrollo
de las Rutas de Seda chinas que tienen a Eu- ropa como destino y; iii) minimiza
la importancia de los recursos energéticos rusos con destino a la industria
china.
En té rminos militares, Trump hereda las fuerzas armadas mejor equipadas de la
historia. Segú n Miguel Barrios, el presidente salien- te –Barack Obama–
expandió las guerras aé reas y el uso de las fuer- zas especiales en todo el
mundo. El nú mero de países que cuentan con bases de fuerzas especiales
norteamericanas pasaron de 60 en 2009 hasta 138 en 2016 (el 70% de los
países del mundo). En 2016, el gobierno de Obama arrojó al menos 26.171
bombas. Ademá s, Oba- ma logró vender 265 mil millones de dó lares en armas,
cifra record (Barrios, 2017).
Trump no tiene una política hacia Amé rica Latina y el Caribe. La muralla en la
frontera de México es una concesió n a los sectores xe- nofó bicos que lo
apoyaron en las elecciones. Es un enemigo declarado de la Revolució n cubana y
de los gobiernos progresistas por razones ideoló gicas. Sin embargo, sus
intereses comerciales pueden superar sus prejuicios. Percibe la regió n al sur del
río Bravo como un á rea para la explotació n de sus recursos naturales y
humanos. Ademá s, los países de Amé rica Latina y el Caribe pueden ser ú tiles en
sus planes geopolíticos a escala global.114

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