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Parroquia San Juan Bautista

PAZ Y BIEN
BOLETÍN PARROQUIAL
AÑO XXIX SEPTIEMBRE 2023 - NRO. 321

TRABAJO LOS DOMINGOS . A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


Y NO PUEDO IR A MISA PARA PEDIR LA PROTECCIÓN DEL CIELO
¿COMETO PECADO
MORTAL? Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los
(pág. 2) ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la
Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus inferna-
CUAL ES LA DIFERENCIA
ENTRE UN PECADO
les. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a
MORTAL Y UNO VENIAL ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos
defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos ca-
(pág. 4) da vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos
AGENDA
los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para
que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus ase-
(pág. 8) chanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí,
libres de toda culpa, ante la Divina Majestad. Amén.
ARCÁNGELES ¿Quiénes
son y cuál es su misión?
ORACIÓN A SAN GABRIEL
(pág. 11)

Dios Señor nuestro, imploramos tu clemencia para que habiendo


conocido tu Encarnación por el anuncio del arcángel San Gabriel, con el
auxilio suyo consigamos también sus beneficios. Por Jesucristo nues-
tro Señor. Amén.

ORACIÓN A SAN RAFAEL

Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los


días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en
el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que ateso-
rar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances
gracias para seguir tus consejos. Amén.

Pte. Juan D. Perón 2998. Valentín Alsina. 4208-8234


https://parroquiasjuanbautista.blogspot.com.ar/ psanjuanbautista1
Secretaría Parroquial: Martes y Viernes de 17 a 18:30 hs.
Trabajo los domingos y no puedo ir a misa,
¿cometo pecado mortal?
El precepto cristiano indica oír misa entera los domingos y fiestas de guardar,
pero los que trabajan ese día,
¿cometen pecado mortal si no van?
Un dilema en el que se sienten atra-
padas las personas cristianas que se es-
fuerzan en llevar su fe lo mejor que pue-
den está en no poder cumplir el precepto
dominical. Saben que el primer manda-
miento de la Iglesia prescribe oír misa
entera los domingos y fiestas de guardar,
pero resulta que muchos laboran ese día
de la semana. ¿Qué pueden hacer?

¿Estoy cometiendo pecado


mortal?
Un principio importante para saber
si algo es pecado mortal o no, estriba en que se cumplan tres condiciones, de acuerdo
con el catecismo de la Iglesia católica: que se trate de materia grave, que sea cometido
con pleno conocimiento y con deliberado consentimiento.
Es claro que la materia es grave, se atenta contra el tercer mandamiento de la ley
de Dios «santificar las fiestas». En cuanto al pleno conocimiento, estamos hablando del
supuesto de que la persona sabe que es pecado faltar a misa. Y por el lado de actuar
con deliberado consentimiento, es obvio que si a la persona le dieran a escoger, no iría a
trabajar, pero debe hacerlo porque, de no hacerlo, le descontarán el día o hasta podría
quedar desempleado. Como vemos, no se cumplen plenamente las condiciones, por lo que
tanto, no hay pecado grave.

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Quiero ir a Misa, ¿puedo ir otro día?
Ante la duda, siempre será mejor preguntar, y como cada caso es distinto, para
no caer en situaciones individuales, sino buscar el bien común, lo ideal es acudir a la
parroquia para que el sacerdote de nuestra comunidad nos aconseje al respecto.
El código de derecho canónico marca que «cumple el precepto de participar en la Mi-
sa quien asiste a ella, donde quiere que se celebre en un rito católico, tanto el día de
la fiesta como el día anterior por la tarde»; es decir, podemos ir a misa el sábado por
la tarde-noche, si es que nos toca trabajar el domingo.

Pero si ni siquiera el sábado podemos hacerlo, el párroco tiene la potestad de


indicar cómo proceder en ese caso, pues el canon 145 dice que, con causa justa, «el
párroco puede conceder, en casos particulares, dispensa de la obligación de guardar
un día de fiesta o de penitencia, o
conmutarla por otras obras piado-
sas». Es decir, la decisión no la to-
mamos nosotros, sino el sacerdote
que tiene la autoridad para aconse-
jarnos en este caso.

Lo importante es que, en la
medida de lo posible, recordemos y
demos su lugar al domingo, porque es
el día en el que, de manera especial,
debemos rendir culto a Dios, estar
con la familia y descansar. La Igle-
sia, como madre y maestra, siempre
querrá lo mejor para sus hijos, no lo
olvidemos.

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¿Cuál es la diferencia entre un pecado mortal
y uno venial?

Los pecados mortales y veniales son formas diferentes de


categorizar nuestras ofensas a Dios y a los demás

Los pecados no son algo en lo que normalmente nos gusta detenernos, ya que
nos recuerdan nuestras faltas y fallas.
Sin embargo, la Iglesia nos insta a reconocer la gravedad de nuestros pecados
y a volver al Padre, confesándolos en el sacramento de la confesión. Al hacerlo, nos
reunimos con Dios, y nuestra relación se restaura.
Al hablar de pecado, la Iglesia católica nota una diferencia entre pecados
mortales y veniales.

Pecados mortales

El Catecismo de la Iglesia Católica define el pecado mortal como «una infrac-


ción grave de la ley de Dios».
Y añade que tal pecado «aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su
bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior» (CCC 1 855).
Para que un pecado sea mortal, para romper nuestra relación con Dios, debe
cumplir con tres requisitos específicos establecidos por el Catecismo.
El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento.
Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a
la Ley de Dios. Implica también un consentimiento suficientemente delibera-
do para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento
del corazón no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del peca-
do. CCC 1859
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Para resumir las tres calificaciones, un pecado mortal debe ser materia gra-
ve, cometido con pleno conocimiento y la persona debe tener pleno consentimiento.

Pecados veniales

Los pecados veniales son ofensas contra la caridad, el amor de Dios por no-
sotros y nuestro amor a los demás.
Aunque no cortan nuestra relación con Dios o con la vida de gracia, los pecados
veniales pueden tener consecuencias de largo alcance.
A menudo, cuando cometemos pecados veniales repetidamente, nuestra deter-
minación se debilita y es más probable que cometamos un pecado mortal.
La Iglesia nos invita a confesar estos pecados «veniales», porque dañan nuestra
relación con Dios y con los demás.
Además, «la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la con-
ciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progre-
sar en la vida del Espíri-
tu» (CIC, 1458 ) .
La diferencia básica entre los pe-
cados mortales y veniales es que esta-
mos obligados a confesar todos los pe-
cados mortales en confesión, y se nos
anima, pero no se nos exige, a confesar
todos los pecados veniales.
Los pecados veniales son típica-
mente nuestras debilidades cotidianas,
mientras que nuestros pecados morta-
les son aquellas cosas que nos separan
de Dios y de la Iglesia.

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Cardenal Sarah propone estos 5 consejos ante la
“crisis de fe” del mundo

El Cardenal Robert Sarah, prefecto emérito del Dicasterio para el Culto


Divino y la Disciplina de los Sacramentos, propuso estos consejos ante la
“crisis de fe” que vive el mundo de hoy.
Resaltó que “en nuestros días reina tanta confusión, tanta ambigüedad e
incerteza en la enseñanza doctrinal y moral, tanto fuera como dentro de la
Iglesia, sobre todo respecto a la identidad de Cristo y la salvación traída por
Él”.

1. La Palabra de Dios

Prepararse con la Palabra de Dios para poder combatir al mal y estar bien
dispuestos, citando el pasaje bíblico de Mt. 4, 1-11; cuando Jesús fue llevado
al desierto, donde fue tentado por Satanás. Comentó que “nuestra principal
arma en el combate espiritual es la Palabra y, por lo tanto, hay que conocerla
muy bien”.

2. La oración

“La otra arma fundamental es la oración. El Papa Benedicto nos dio una
gran lección del poder de la oración en sus últimos 10 años de vida”.
Así, el Cardenal animó a no dejar de rezar, ir a Misa y confesarse: “Hoy tene-
mos necesidad urgente de reapropiarnos de estos dones divinos”, enfatizó.
Alentó también a orar, reflexionar y dialogar con Dios en silencio.

3. Vida interior

“Cuando nos retiramos al desierto de la vida interior, discernimos la ver-


dad de que la creación está en guerra contra el hombre que pretende curar la
ecología y la defensa del ambiente, pero al mismo tiempo promueve el aborto,
la eutanasia y la homosexualidad”, advirtió.
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4. Silencio

“En el silencio, entramos en la presencia de Dios en nuestros corazones.


En el silencio, todos los ruidos, las distracciones y aun las preocupaciones más
legítimas son oportunamente relativizadas, puestas en relación con la cruz y
ahí aparece la luz del Evangelio. Ahí todo se ofrece a Dios, también nosotros
mismos”.
“El hombre moderno ha iniciado una terrible guerra contra Dios y contra
el hombre: una guerra satánica. Es por esto que la batalla espiritual con el mal
es parte de la vida cristiana”.
“Occidente ha olvidado a Dios y busca sólo el placer fugaz. Esto ha gene-
rado individuos cada día más aislados y con un gran vacío existencial”.

5. Lucha interior

“La lucha actual, y de todos los días, se da en los corazones y es como di-
ce San Pablo, contra los espíritus del mal. Los demonios buscan a toda costa mi
ruina y mi alejamiento de Dios.
“Es imperativo hoy disciplinar la mente y el corazón clavando la mirada en
la Cruz”.
El “ser humano lucha por prote-
ger la naturaleza, pero al mismo tiem-
po destruye al hombre, el matrimonio,
la vida y rechaza aceptando su propia
identidad de hombre o de mujer”.
“Dios nos ha creado hombre o mujer y
hoy decimos que cada uno puede elegir
si ser hombre o mujer”.
“Con el transhumanismo quere-
mos aumentar al hombre, hacer del
hombre una máquina, un superhombre, quizás engañándonos con llegar a ser
inmortales, invencibles, super inteligentes, super potentes, de hacer del hom-
bre un Dios”.
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SEPTIEMBRE 2023
MES DE LA BIBLIA

01.09 1º Viernes de mes, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús


8,30 hs a 19 hs. Exposición Santísimo Sacramento. Bendición y Misa.
02.09 1º Sábado de mes, dedicado al Inmaculado Corazón de María
Peregrinación Diocesana a la Basílica de Luján
03.09 Recordamos a la Virgen del Rocío. 11 hs. Misa.
05.09 Santa Teresa de Calcuta
08.09 Natividad de la Virgen María
12.09 Santísimo Nombre de María
14.09 Exaltación de la Santa Cruz
15.09 Ntra. Señora de los Dolores
21.09 San Mateo Evangelista
23.09 San Pio de Pietrelcina
24.09 Ntra. Señora de la Merced
25.09 Ntra. Señora del Rosario de San Nicolás
29.09 Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
30.09 San Jerónimo

Todos los meses...


Los días 7: Recordamos a San Cayetano. Rezamos por el pan y el trabajo.
Los días 8: Recordamos a Ntra. Sra. que Desata los Nudos.
De 8.30 a 18.30 hs. Rosario c/hora. 19.00 hs. Misa.
Los días 11: Recordamos a Nuestra Señora de Lourdes.
18.30 hs. Rosario en la Gruta. Procesión hacia el Templo.
19.00 hs. Misa.
Los días 19: Recordamos a San Expedito.
Los días 24: Recordamos a San Juan Bautista.
Los días 26: Recordamos a Jesús Misericordioso.
Horarios de Misa: lunes a sábado 19hs; domingo: 11 y 19hs; Rezo del Santo Rosario: todos los días 18:30hs
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Arcángeles: ¿quiénes son y cuál es su función?

La Iglesia Católica reconoce la existencia de solo tres Arcángeles, los tres menciona-

dos en las Escrituras: Miguel (“¿quién como Dios?”), Gabriel (“fortaleza de Dios”)

y Rafael (“medicina de Dios”).

Esta aclaración es necesaria, porque se podría argumentar que en los textos del pasado

se mencionan otros arcángeles, hasta llegar al número siete en el Libro de Enoc: Uriel, Rafael,

Raguel, Miguel, Sariel, Phanuel y Gabriel. El sistema de siete arcángeles es, de hecho, una an-

tigua tradición de la matriz judaica.

La Iglesia Católica, sin embargo, consideró necesario frenar las interpretaciones arbi-

trarias y demasiado imaginativas de textos que no pertenecían a las Sagradas Escrituras ca-

nónicas. Recordemos que todas las tradiciones individuales deben ser examinadas y verifica-

das de acuerdo con lo que se informa en la Sagrada Escritura canónica, la única y verdade-

ra Revelación.

Entonces, con respecto a los Arcángeles, se estableció en la Edad Media que el culto y la

adoración de los únicos tres arcángeles mencionados en la Biblia eran legales. Miguel, Gabriel y

Rafael, precisamente. Incluso en el pasado, en la Iglesia primitiva, hubo un gran compromiso

para evitar que la adoración de los ángeles, influenciada por las prácticas heterodoxas y las

tradiciones paganas de los mensajeros divinos, se convirtiera en una forma de idolatría.

En 1992, el decreto Litteris Diei declaró que “es ilegal enseñar y usar nociones de ánge-

les y arcángeles, de sus nombres personales y de sus funciones particulares, fuera de lo que

se encuentra directamente en la Sagrada Escritura; en consecuencia, está prohibida toda for-

ma de consagración a los ángeles y cualquier otra práctica que no sean las costumbres del cul-

to oficial.”

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Dicho esto, ¿quién y qué son los arcángeles?

La existencia de los ángeles es una verdad de fe. Su presencia en la Biblia es el testimo-

nio más incontestable. Se trata de seres incorpóreos, espirituales, perfectos, creadas por

Dios al principio de los tiempos con el objetivo de hacerlos sus siervos y mensajeros. Ellos siem-

pre y para siempre han contemplado el rostro de Dios, listos para precipitarse a cada uno de sus

comandos, atentos oyentes y ejecutores de Su palabra.

Son, por tanto, espíritus que existen para Él y en Él, y sin embargo, también están cerca

del Hombre, a través de los fieles entre la voluntad del Altísimo y sus criaturas.

Por lo tanto, los ángeles viven en la contemplación de Dios y actúan como mensajeros.

¿Y los Arcángeles?

Desde la antigüedad, se considera el hecho que las filas angelicales están organizadas en

una especie de Corte celestial, en la que los ángeles tienen diferentes grados y dignidades. Los

tres arcángeles ocupan las esferas más altas de esta jerarquía angélica. Ellos también tienen

tareas similares a las de los ángeles ordinarios, pero sus deberes son aún mayores e importan-

tes. Es su deber contemplar a Dios, día y noche, glorificarlo incesantemente preservando y pro-

tegiendo el misterio. Sus mismos nombres sugieren su papel y su propia naturaleza: todos termi-

nan con “El”, que significa “Dios”.

La Sagrada Escritura atribuye a cada Arcángel una misión particular.

Miguel es el guerrero que lucha contra Satanás y sus emisarios

(Gd 9; Ap 12, 7; cfr Zc 13, 1-2), el defensor de los que aman a Dios

(Dn 10, 13.21), el protector del pueblo de Dios (Dn 12, 1).

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Gabriel es uno de los espíritus más cercanos a Dios, frente a su Trono ce-

lestial (Lc 1, 19), quien le reveló a Daniel los secretos del plan de Dios (Dn 8,

16; 9, 21-22), anunciado a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista (Lc 1,

11-20), y a María el de Jesús (Lc 1, 26-38).

Rafael está frente al trono de Dios (Tb 12, 15; cfr Ap

8, 2), acompaña y protege a Tobías en su peligroso viaje y cura a su pa-

dre de la ceguera y su futura esposa de la influencia del maligno.

En general, por lo tanto, la tarea de los tres Arcángeles, aparte

de la contemplación de Dios, es comunicar al hombre de diferentes ma-

neras su voluntad, ser una inspiración para los seres humanos, los cata-

lizadores de la Gracia Divina para ellos.

San Miguel aparece en las Sagradas Escrituras, especialmente en el Libro de Daniel,

en la Epístola del apóstol San Judas Tadeo y el Apocalipsis.

Su nombre deriva del hebreo Mi-ka-El, que significa “¿quién como Dios?”

La iconografía popular lo representa como un guerrero con armadura que blande una

espada, o intento de atravesar a un dragón con una lanza, que simboliza el Demonio. De he-

cho, este es el papel desempeñado por Miguel, la del luchador en la lucha contra los ángeles

rebeldes encabezados por Lucifer. Fue él quien llevó a los ejércitos celestiales en la guerra

que condujo a la expulsión del Paraíso de los ángeles rebeldes, y desde entonces continúa

erigiéndose como el defensor de Dios contra el Maligno y sus engañadores.

Teatro de esta nueva batalla ya no es el cielo, prohibido a Satanás, sino las almas de

los hombres, constantemente apuntando a los halagos del Mal, instigadas en todo momento a

la rebelión contra Dios. El Diablo trata de convencer a la gente que Dios es un tirano, que

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limita su libertad y su plena realización en la creación. El Arcángel Miguel es enviado desde

el cielo para proteger a los hombres y guiarlos, para enseñarles a distinguir el bien del mal,

la verdad de la mentira.

En el Apocalipsis, que él mismo le habría revelado a Juan, se describe como un ser ma-

jestuoso investido en la tarea de examinar las almas destinadas al Juicio Final.

Juez de almas, por lo tanto, y protector, de-

fensor de la Iglesia y del pueblo de Dios.

No es casualidad Castel Sant’Angelo, la

fortaleza donde el Papa se refugiaba en caso

de peligro, está vigilada por su estatua, y los

viajeros y peregrinos invocaban su nombre y su

protección contra los peligros del viaje.

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