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PAZ Y BIEN
BOLETÍN PARROQUIAL
AÑO XXIX SEPTIEMBRE 2023 - NRO. 321
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Quiero ir a Misa, ¿puedo ir otro día?
Ante la duda, siempre será mejor preguntar, y como cada caso es distinto, para
no caer en situaciones individuales, sino buscar el bien común, lo ideal es acudir a la
parroquia para que el sacerdote de nuestra comunidad nos aconseje al respecto.
El código de derecho canónico marca que «cumple el precepto de participar en la Mi-
sa quien asiste a ella, donde quiere que se celebre en un rito católico, tanto el día de
la fiesta como el día anterior por la tarde»; es decir, podemos ir a misa el sábado por
la tarde-noche, si es que nos toca trabajar el domingo.
Lo importante es que, en la
medida de lo posible, recordemos y
demos su lugar al domingo, porque es
el día en el que, de manera especial,
debemos rendir culto a Dios, estar
con la familia y descansar. La Igle-
sia, como madre y maestra, siempre
querrá lo mejor para sus hijos, no lo
olvidemos.
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¿Cuál es la diferencia entre un pecado mortal
y uno venial?
Los pecados no son algo en lo que normalmente nos gusta detenernos, ya que
nos recuerdan nuestras faltas y fallas.
Sin embargo, la Iglesia nos insta a reconocer la gravedad de nuestros pecados
y a volver al Padre, confesándolos en el sacramento de la confesión. Al hacerlo, nos
reunimos con Dios, y nuestra relación se restaura.
Al hablar de pecado, la Iglesia católica nota una diferencia entre pecados
mortales y veniales.
Pecados mortales
Pecados veniales
Los pecados veniales son ofensas contra la caridad, el amor de Dios por no-
sotros y nuestro amor a los demás.
Aunque no cortan nuestra relación con Dios o con la vida de gracia, los pecados
veniales pueden tener consecuencias de largo alcance.
A menudo, cuando cometemos pecados veniales repetidamente, nuestra deter-
minación se debilita y es más probable que cometamos un pecado mortal.
La Iglesia nos invita a confesar estos pecados «veniales», porque dañan nuestra
relación con Dios y con los demás.
Además, «la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la con-
ciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progre-
sar en la vida del Espíri-
tu» (CIC, 1458 ) .
La diferencia básica entre los pe-
cados mortales y veniales es que esta-
mos obligados a confesar todos los pe-
cados mortales en confesión, y se nos
anima, pero no se nos exige, a confesar
todos los pecados veniales.
Los pecados veniales son típica-
mente nuestras debilidades cotidianas,
mientras que nuestros pecados morta-
les son aquellas cosas que nos separan
de Dios y de la Iglesia.
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Cardenal Sarah propone estos 5 consejos ante la
“crisis de fe” del mundo
1. La Palabra de Dios
Prepararse con la Palabra de Dios para poder combatir al mal y estar bien
dispuestos, citando el pasaje bíblico de Mt. 4, 1-11; cuando Jesús fue llevado
al desierto, donde fue tentado por Satanás. Comentó que “nuestra principal
arma en el combate espiritual es la Palabra y, por lo tanto, hay que conocerla
muy bien”.
2. La oración
“La otra arma fundamental es la oración. El Papa Benedicto nos dio una
gran lección del poder de la oración en sus últimos 10 años de vida”.
Así, el Cardenal animó a no dejar de rezar, ir a Misa y confesarse: “Hoy tene-
mos necesidad urgente de reapropiarnos de estos dones divinos”, enfatizó.
Alentó también a orar, reflexionar y dialogar con Dios en silencio.
3. Vida interior
5. Lucha interior
“La lucha actual, y de todos los días, se da en los corazones y es como di-
ce San Pablo, contra los espíritus del mal. Los demonios buscan a toda costa mi
ruina y mi alejamiento de Dios.
“Es imperativo hoy disciplinar la mente y el corazón clavando la mirada en
la Cruz”.
El “ser humano lucha por prote-
ger la naturaleza, pero al mismo tiem-
po destruye al hombre, el matrimonio,
la vida y rechaza aceptando su propia
identidad de hombre o de mujer”.
“Dios nos ha creado hombre o mujer y
hoy decimos que cada uno puede elegir
si ser hombre o mujer”.
“Con el transhumanismo quere-
mos aumentar al hombre, hacer del
hombre una máquina, un superhombre, quizás engañándonos con llegar a ser
inmortales, invencibles, super inteligentes, super potentes, de hacer del hom-
bre un Dios”.
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SEPTIEMBRE 2023
MES DE LA BIBLIA
La Iglesia Católica reconoce la existencia de solo tres Arcángeles, los tres menciona-
dos en las Escrituras: Miguel (“¿quién como Dios?”), Gabriel (“fortaleza de Dios”)
Esta aclaración es necesaria, porque se podría argumentar que en los textos del pasado
se mencionan otros arcángeles, hasta llegar al número siete en el Libro de Enoc: Uriel, Rafael,
Raguel, Miguel, Sariel, Phanuel y Gabriel. El sistema de siete arcángeles es, de hecho, una an-
La Iglesia Católica, sin embargo, consideró necesario frenar las interpretaciones arbi-
trarias y demasiado imaginativas de textos que no pertenecían a las Sagradas Escrituras ca-
nónicas. Recordemos que todas las tradiciones individuales deben ser examinadas y verifica-
das de acuerdo con lo que se informa en la Sagrada Escritura canónica, la única y verdade-
ra Revelación.
Entonces, con respecto a los Arcángeles, se estableció en la Edad Media que el culto y la
adoración de los únicos tres arcángeles mencionados en la Biblia eran legales. Miguel, Gabriel y
para evitar que la adoración de los ángeles, influenciada por las prácticas heterodoxas y las
En 1992, el decreto Litteris Diei declaró que “es ilegal enseñar y usar nociones de ánge-
les y arcángeles, de sus nombres personales y de sus funciones particulares, fuera de lo que
ma de consagración a los ángeles y cualquier otra práctica que no sean las costumbres del cul-
to oficial.”
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Dicho esto, ¿quién y qué son los arcángeles?
nio más incontestable. Se trata de seres incorpóreos, espirituales, perfectos, creadas por
Dios al principio de los tiempos con el objetivo de hacerlos sus siervos y mensajeros. Ellos siem-
pre y para siempre han contemplado el rostro de Dios, listos para precipitarse a cada uno de sus
Son, por tanto, espíritus que existen para Él y en Él, y sin embargo, también están cerca
del Hombre, a través de los fieles entre la voluntad del Altísimo y sus criaturas.
Por lo tanto, los ángeles viven en la contemplación de Dios y actúan como mensajeros.
¿Y los Arcángeles?
Desde la antigüedad, se considera el hecho que las filas angelicales están organizadas en
una especie de Corte celestial, en la que los ángeles tienen diferentes grados y dignidades. Los
tres arcángeles ocupan las esferas más altas de esta jerarquía angélica. Ellos también tienen
tareas similares a las de los ángeles ordinarios, pero sus deberes son aún mayores e importan-
tes. Es su deber contemplar a Dios, día y noche, glorificarlo incesantemente preservando y pro-
tegiendo el misterio. Sus mismos nombres sugieren su papel y su propia naturaleza: todos termi-
(Gd 9; Ap 12, 7; cfr Zc 13, 1-2), el defensor de los que aman a Dios
(Dn 10, 13.21), el protector del pueblo de Dios (Dn 12, 1).
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Gabriel es uno de los espíritus más cercanos a Dios, frente a su Trono ce-
lestial (Lc 1, 19), quien le reveló a Daniel los secretos del plan de Dios (Dn 8,
neras su voluntad, ser una inspiración para los seres humanos, los cata-
Su nombre deriva del hebreo Mi-ka-El, que significa “¿quién como Dios?”
La iconografía popular lo representa como un guerrero con armadura que blande una
espada, o intento de atravesar a un dragón con una lanza, que simboliza el Demonio. De he-
cho, este es el papel desempeñado por Miguel, la del luchador en la lucha contra los ángeles
rebeldes encabezados por Lucifer. Fue él quien llevó a los ejércitos celestiales en la guerra
que condujo a la expulsión del Paraíso de los ángeles rebeldes, y desde entonces continúa
Teatro de esta nueva batalla ya no es el cielo, prohibido a Satanás, sino las almas de
los hombres, constantemente apuntando a los halagos del Mal, instigadas en todo momento a
la rebelión contra Dios. El Diablo trata de convencer a la gente que Dios es un tirano, que
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limita su libertad y su plena realización en la creación. El Arcángel Miguel es enviado desde
el cielo para proteger a los hombres y guiarlos, para enseñarles a distinguir el bien del mal,
la verdad de la mentira.
En el Apocalipsis, que él mismo le habría revelado a Juan, se describe como un ser ma-
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