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Harry descubre verdades indómitas gracias al diario privado de su


padre; Jame Potter. Mentiras entretejidas y herencias ligadas a un
amor que no se creia verdad o que estaba destinado a jamas ser
fomentado.

¿Qué dices cuando unos ojos verdes y un par de alas negras


aparecen frente a tus ojos...?

elfos, licanos, y veelas....

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Harry Potter es propiedad de J.K. Rowling y la
Warner Bros

Slasheaven.com

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Ese día fue frustrante para Harry, más que frustrante, sería mejor decir. Hacia una maldita semana
que su herencia mágica había despertado al completo y resultaba un verdadero circo el intentar
ocultar los cambios tanto físicos como los mágicos que había sufrido.

El simple Glamour se rompía cada cierto tiempo y tenía que estar renovándolo constantemente.

Lo único feliz de esa semana era que al fin era libre de la casa de los Dursley. Al fin se iría del
maldito Surrey, Privet Drive no 4. De la maldita habitación pequeña en donde tenía que vivir todos
los veranos desde que se enteró por la “generosidad” del viejo director de Howarts, que era un
mago.

No tendría que ver de nuevo a esa maldita familia con problemas glandular. Ni el tío Vernon con
sus estúpidos prejuicios contra los magos al sentirse tan eximido de un mundo al que nunca podría
entrar, ni de su tía Petunia que de flor tenía solo el color morado cuando lo escuchaba hablar con
orgullo defendiendo a sus padres de sus estúpidas diatribas blasfemitas, lograron arrancarle la
felicidad el día de su partida. ¡Oh! Y como no hablar de al fin sentirse alejado de esa masa de grasa
andante que era su primo Duddles; que ahora parecía la pequeña cría de una orca asesina.
Aunque mirando a sus tíos…

No es como si los odiara, el sentimiento no tenía nombre, pero había alguien que los superaba con
creces.

Odiaba a Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore por ocultarle tantas cosas de su vida, tanto;
como en su momento llego a admirarlo al ser un mago de una índole inteligencia y personalidad
férrea y convicciones manipuladores por el llamado “bien mayor” pero eso no impedía a sus dos
mitades odiar al anciano con todo su ser.

Por el perdió a Sirius.

Sirius Orión Black. Cuantas cosas paso el pobre de su padrino, cuando con la ayuda del más grande
miembro del Winsengamot, en otras palabras, Dumbledore y el maldito tribunal mágico, pudo
haber tenido un juicio justo; donde con Veritaserum o algún estúpido hechizo de la verdad, pudo
haber sido eximido de toda culpa y ser él quien lo criara.

Otra cosa más para odiar al querido director.

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Por su culpa había vivido con los Dursley la peor de las miserias, que jamás podría desearle a su
peor y más acérrimo enemigo, durante 17 años de su vida.

Por él se vio engañado completamente.

Y tanto su lado Griffindor como su lado Slytherin le pedían cada vez que miraba aquel pequeño
atisbo de una llameante chispa en los ojos del director, cada vez que lo miraba a los ojos cuando
intentaba pedirle explicaciones. Que le gritara con todas sus fuerzas que le diera al menos una
razón que resultase ser algo bastante razonable. Que le devolviera todo el tiempo que le fue
robado junto a la persona que debió estar todos esos años de incongruentes y farsas medias
verdades.

Pero no lo haría.

No era estúpido como muchos afirmaban. Tenía la inteligente y fría mente calculadora de un
Slytherin, como debió ser puesto desde el principio, y un auto impuesto estúpido valor Griffindor
que no le impedía lanzarse al peligro, claro, no sin obviar que entraba a veces en conflicto con su
serpiente interior.

Estaba en esos momentos terminando de arreglar una de las últimas habitaciones que necesitaban
remodelación en el Grimmauld Place 12 cuando escucho el retumbar de las conocidas barreras de
la casa, que hizo levantar deliberadamente. A paso raudo se deslizo por la escalera y se paró
enfrente de la chimenea; queriendo saber quién osaba querer entrar a su ahora casa. Ya que Sirius
lo había dejado como albacea de toda la fortuna Black, incluyendo pertenencias y mansiones
aledañas que con el tiempo iría visitando.

— ¿Quién es? – pregunto a la humareda de llamas verdes frente a él. Tenía los brazos cruzados y
la mirada afilada hacia la oscura sombra que se asomaba de a poco tras las llamas para mostrar al
menos su rostro.

— Soy yo, mi muchacho – dijo Albus Dumbledore, con una tan falsa sonrisa como decir que Draco
Malfoy era su mejor amigo.

— ¿Qué desea, director? – dijo mientras bajaba las defensas de la casa, conteniendo las ganas de
echarlo a patadas. Se giró sobre sus talones y se dirigió en compañía del senil anciano que
evaluaba con punto crítico las remodelaciones de la anterior cede de la orden del fénix – ¿Desea
algo de tomar?

— Té, por favor – pidió, mientras se acomodaba en el sofá frente a Harry.

— ¡Kreacher! – solo levanto un poco la voz, con el nombre del elfo domestico tambaleando en sus
labios, para que luego de un (puf) apareciera la extraña criatura de ojos saltones que hacia una

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corta reverencia ante su ahora amo – Podrías traernos unas tazas de té y si puedes unos bocadillos
para el invitado, el té lo dejo a tu gusto.

— Como desee, amo – se inclinó y desapareció. Albus estaba algo sorprendido al ver como el elfo
domestico que jamás obedeció a Sirius, y que tenía cierta reticencia contra los impuros y traidores
de sangre, obedecía a Harry; que ahora fungía como cabeza de la, no tan extinta, antigua y noble
familia Black.

— Ahora, ¿Qué desea hablar conmigo, director? – dijo Harry, mientras serbia las tazas de té
Oolong y le pasaba una al anciano director, aguardando con reticencia las palabras que seguro
desatarían un cataclismo en su interior. Y que no mostraría.

— Primero que nada, me impresionan las remodelaciones de la casa y el que hayas podido
doblegar un poco esa actitud rebelde del elfo domestico de la querida Walburga – dijo mientras
sorbía con gracia y gusto el té de medio oriente. Le concedió el alago con un leve movimiento de
cabeza – Ahora, llegando al tema principal, quiero que regreses a casa de tu tía petunia, Harry.

No fue una petición, fue algo demandante que, como Harry atisbo, desato la guerra de Troya en su
interior, la cual logro calmar durante breves momentos. Miro el raro relampaguear de los ojos
detrás de los lentes de media luna de Dumbledore en expectativa de que le obedecería.

— Lo lamento, director – hablo calmo mientras tomaba un sorbo del delicioso té –... pero me
temo que eso no podrá ser.

— Pero mi muchacho, ¿Qué no sabes que es la sangre de tu tía petunia la que te mantiene a
salvo? – dijo refulgiendo imperceptible, solo para aquellos que no conocían al director como lo
hacía Harry, en furia. Nunca espero que después de tanto tiempo, el pequeño Harry comenzara a
alejarse de su protección.

— Como le dije, no volveré. No importa cuánto me insista – puso la pequeña taza de porcelana en
la mesa y dirigió una mirada enigmática al hombre de barba blanca – Además, la protección que
me ofrecía la sangre de mi tía, desapareció el mismo día de mi cumpleaños; donde se cumplió mi
mayoría de edad – agrego recalcando las últimas palabras.

— Eso no podemos asegurarlo – insistió Dumbledore.

— Y tampoco pienso arriesgarme a ello – el brillo en las corneas azules le indico que el director
estaba perdiendo la paciencia. Pero ni aun así, se atrevería a gritarle a su carta del triunfo contra el
mayor enemigo del mundo mágico; Voldemort – Director – dulcifico su tono de voz – espere 17
años de mi vida para salir de esa casa, sufrí incontables problemas psicológicos y maltratos que
debieron llevarme al suicidio, lucho contra el mago oscuro más poderoso de la historia y solo soy

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un adolescente que quiere terminar de cursar el 7mo curso de Howarts para graduarme y tal vez
convertirme en Auror. No regresare con los Dursley, ni aunque fuera mi último chance de vida.

— Lo sé, mi muchacho – pensó en decirle que se metiera su zalamería por donde mejor que
cupiera, pero se contuvo – pero…

— Pero nada, director. No me hará cambiar de opinión.

— Bien, pasemos al otro tema a tratar – Harry se esperaba eso – Dime Harry, ¿te has sentido
extraño desde tu cumpleaños?

— Eh estado perfectamente bien, nada fuera de lo común, más que mudarme aquí…– comento
como si del clima se tratase – No tiene nada de qué preocuparse, director.

Dumbledore asintió comprensivo y luego de tratar algunos asuntos de la posible inminente guerra
con Harry, a regañadientes se marchó; con la excusa de que necesitaba ver a algunos de los
miembros de la orden del fénix.

Harry suspiro aliviado y levanto nuevamente las defensas de la casa. No quería que visitas
inesperadas e indeseadas aparecieran de repente.

Solo quería terminar su último curso de Howarts junto a sus amigos; los cuales, estaba seguro eran
de su digna confianza. Solo faltaban unos cuantos días para su vuelta al colegio de magia y
hechicería y tenía que dar algunas respuestas a sus compañeros cuando vieran el real cambio, bajo
el Glamour, que oculto ágilmente del director.

Nadie en absoluto, exceptuando al director, sabía que él se encontraba en Grimmauld place. Harry
subió lentamente las escaleras hasta su habitación, ya se encargaría luego de terminar la
remodelación.

Pensó en lo que le deparaba en Howarts una vez posara un pie en el inmenso castillo. Debía actuar
con rapidez y definir toda su situación. No podía decirle mucho a sus amigos; ellos confiaban
demasiado en Dumbledore y le irían con el cuento una vez se enteraran; los conocía como la
palma de su mano, tanto como Hermione conocía el libro de Pociones de pies a cabeza.

También debía definir su situación por cierto Slytherin que le había robado el corazón, y a quien
debía poner en su lugar.

Miro el viejo diario de amarillentas hojas que reposaba a su lado, en la cómoda de noche.

Era el diario de su padre, James Potter; el cual le había llegado como regalo el día de su
diecisieteavo cumpleaños por orden de su padre desde Gringotts. Los gnomos le habían informado
que aun cuando él todavía no había nacido, su padre, james Potter, había entregado el diario a la
bóveda de la familia Potter y había firmado unos documentos haciéndoles a los gnomos prometer

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confidencialidad y que el diario fuera entregado solo a manos de su hijo, con las debidas
advertencias.

No confiar en Albus Dumbledore.

Advertencia que con gusto, desde que comenzó a pensar por sí mismo, empleo con maestría.

Tomo con cuidado el maltratado recuerdo de su progenitor. Abrió una parte cualquiera al azar, no
había tenido mucho tiempo para indagar por completo en el diario, pero sabía bien ahora, que Lily
Evans no era su madre, sino su madrina. Y que su padre, jame Potter, fue quien lo engendro… lo
difícil fue saber quién era su otro padre, cuando aún estaba adaptándose a la idea de que los
hombres podían embarazarse.

Resoplo fastidiado al leer como su padre hablaba con devoción de su otro progenitor.

Se acomodó en la cama, dejando de nuevo el diario sobre la mesita de noche y después de


cubrirse, y haciendo gala de algo de sus nuevas habilidades, chasqueo los dedos haciendo que la
mansión familiar de los Black, quedara en completa oscuridad esa noche.

La mañana llego, con los acostumbrados rayos del sol que se adentraban impertinentemente por
las cortinas de vinilo de rojo vino, dando directamente con sus suaves y perfectas facciones
obligándole a abrir los ojos.

El efecto del Glamour, nuevamente había pasado.

Su pelo negro, largo y lacio, caía como cascada por su espalda y se esparcía en una pequeña
porción sobre la cama; ese era uno de los rasgos que más le habían gustado, el no tener que lidiar
con los cepillos por la mañana tratando de domar a su anterior salvaje cabello. Sus ojos eran un
verde más profundo y enigmático y no por ende menos hermoso. Sus labios más brillosos y
atrayentes que nunca, que hasta el mismo cuando se miraba en el espejo tenía ganas de violarse.

Si era así, debía tener cuidado de todos los pervertidos que lo rodeaban.

Sus perfectas curvas, casi femeninas, se vislumbraron al salir de debajo de las sabanas. Tenía
intenciones de darse una larga ducha antes de bajar al comedor a desayunar.

Se metió al baño y se despojó de todas las prendas, quedando como un dios completamente
desnudo.

— Si pudiera salir de este espejo, te devoraría lentamente – un gruñido desde su reflejo le hizo,
tanto sonrojar como sonreír. A eso se refería con que el mismo deseaba violarse. Cada mañana,
desde que se metía al baño a ducharse, su reflejo soltaba cosas obscenas de su persona. Y según
intuía, Sirius debió haber hechizado aquel espejo.

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Después de haber aguantado por más de 20 minutos los improperios que se lanzaba el mismo de
su propio cuerpo y como se haría gozar hasta llevarse el mismo a la luna envuelto en placenteras
caricias, salió de la ducha y se cambió para encaminarse hasta la mesa.

Bajo las escaleras con parsimonia, admirando todo el trabajo que había estado haciendo en la
mansión Black; aún no se había puesto el Glamour, puesto que todas las protecciones estaban
puestas, no había necesidad de ufanarse en ocultarse allí dentro – ¿Quién eres? – lo alerto una voz
a su derecha cuando toco el último escalón. Desde su retrato, Walburga Black lo miraba con el
ceño fruncido y sin sus acostumbrados alaridos, despotricando a toda persona que se encontraba.

— Señora Black – saluda mientras se coloca frente a ella. Imaginaba que sería Kreacher el
responsable de que no tuviera la cortina que la cubría, tal vez intentaba enseñarle lo hermosa que
estaba la casa – Yo soy Harry Potter, el ahijado de su hijo, Sirius.

— Mmmm, un Potter – escucho como arrastraba las palabras, al igual que Malfoy hacia cuando lo
nombraba – Y bien, ¿dónde está el ingrato de mi hijo?

— Lamentablemente, señora Black, Sirius está muerto – vio la sorpresa enmarcar las facciones de
aquel anciano rostro – Cayó en el velo, el que está en el de asuntos de misterios del ministerio de
magia.

— Ya veo – susurro, y después de unos breves minutos volvió la mirada hacia él – E imagino que te
heredo todo a ti, o ¿me equivoco? – Harry negó, dándole la razón y Walburga volvió a bufar –
Entonces tendré en mi casa a todos eso imbéciles adoradores de muggles.

— Se equivoca – musito tranquilamente Harry, mientras invocaba una silla, sorprendiendo a la


anciana mujer al ver el perfecto hechizo de levitación sin siquiera usar palabras y mucho menos
varita – E cerrado la sede de la orden del fénix en esta casa. Después de todo, viviré aquí, y no
estoy dispuesto a tener constantemente personas irrumpiendo mi tranquilidad – Harry vio que ella
tenía curiosidad en saber él como hizo para hacer lo del hechizo, pero prefirió desviar el tema un
poco solo hasta que ella hablara – Con respecto a los muggles; no es que sean de mi agrado, pero
todo tiene solución… no me refiero a matarlos como hace Voldemort. Siempre hay solución para
todo.

— ¿Cómo qué?, revelar nuestra existencia y pedir un tratado de paz – El sarcástico tono
empleado para decir aquello, hizo que Harry tuviera deseos de reír.

— No. No necesariamente. Existen hechizos como el que oculta al mundo mágico de los ojos de
los muggles y existen hechizos de confidencialidad que podrían aplicarse tanto a los hijos de
muggles que hacen magia como a los mestizos que tienen padres muggles como a los mismos –
explico calmadamente – Con respecto a lo de la magia, comprendo lo de la pureza de la sangre.
Pero no me puede negar que eso también tiene un efecto que a la larga resulta dañino.

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— No, no puedo negártelo – expreso sinceramente la anciana mujer – Terminaríamos como los
Weasley, con una progenie que diluye la magia más rápido que involucrarse con un muggle –
Harry asintió y Walburga estaba interesada en los planes de ese chico – ¿Cuáles serían las
soluciones que darías para resolver este problema?

— Como sabe, actualmente existen más hijos de mestizos y muggles con magia que la propia
prole mágica pura sangre – Walburga volvió a asentir – Pues, resulta que la misma magia, cuando
se combina con la de otros seres mágicos, sean pura sangre, muggles con magia o mestizos,
purifica la sangre.

— Aun no logro entender tu punto. Es posible, si, pero la prole mágica pura sangre comenzaría a
descender y a desaparecer mientras más hijos de muggles o mestizos nazcan – expreso solemne a
lo que Harry sonrió enigmático.

— En realidad, no era eso lo que buscaba. Me refiero a que, si un muggle con magia, se casa con
otro igual, su hijo, como siguiente generación y heredero de sus partes mágicas, nace siendo
mestizo – en ese punto, Walburga capto las intenciones del chico – Veo que comprende, si
mestizos se casan, la población pura sangre renace en la primera generación de esa familia, sin
embargo, en la muggle tardaría dos generaciones. Ya que la magia en su cuerpo solo habría
borrado la mitad de sus genes muggles.

— Oh, ya veo. Solo sería aplicar una ley que prohíba a los hijos de muggles, casarse con muggles
sin magia – Harry sonrió dándole la razón – Eso resolvería el problema de los genes y tanto así, con
hechizos de confidencialidad, lo del mundo mágico no se podrá hablar fuera de mundo mágico…
chico, eres realmente interesante… ¿estás seguro que no eres un Slytherin?

— Solo la mitad; ya que pedí al sombrero seleccionador que me enviara a Griffindor y la estúpida
personalidad de mártir se adhirió a mis genes.

— ¡Oh Merlín!, ¿Cómo pudiste hacer eso? – reprocho la anciana mujer.

— Puede agradecérselo a Draco Malfoy – dijo, y Walburga lo miro contrariado, en muda pregunta
del porque – Digamos que si él no me hubiese mostrado tan pedante actitud, la primera vez que
entre a Howarts, posiblemente estaría en Slytherin en estos momentos.

— Todos los Malfoy son así, ¿no lo sabías? – pregunto curiosa y Harry negó – ¿En qué clase de
pueblo te criaste que no conoces a los Malfoy? – Walburga sonrió – Eso sería un golpe bajo para
un Malfoy.

Ambos se rieron

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— Estuve 11 años de mi vida en el mundo muggle – la expresión en la mujer dio mucho que
pensar – Debían protegerme de Voldemort y la sangre de mi madre era la única que me protegía,
según me dijeron.

— Lily Evans, cierto – la cara de incredulidad de Harry era digna de plasmarse en un cuadro –
Quita esa cara chico, para ese tiempo conocía a todos los amigos de mi hijo. Remus Lupin, James
Potter y Peter Pettigrew… cada uno más loco que el anterior, incluido Sirius. Al menos Lupin era el
serio. Buen chico, una lástima lo de la licantropía aunque también resulta ser interesante la sangre
pura que recorre sus venas.

— ¿A qué se refiere con eso?

— Bueno, chico. Muchas de las familias sangre pura se unen a criaturas mágicas para continuar
sus líneas, y añadirle los poderes de las criaturas mágicas a sus líneas sucesoras. La sangre lycana
es tan pura como la Veela, ya que esta es lo que llaman la maldición de la mordida en luna llena –
explico – Es decir, la sangre, si es muggle, la erradica y la cambia por la del hombre lobo mientras
si es mágica, simplemente elimina las impurezas y añade el factor lobo a esta. El chico sigue siendo
tan sangre pura como cuando nació, o más. Simplemente las leyes mágicas se vuelven contra
estos, ya que no tienen control sobre ellos mismos bajo la luna llena. Si pudieran tenerlo, otra
seria la historia.

— Valla, el tema resulta tan escabroso como interesante… es como mi padre, exceptuando que no
es un hombre lobo y no es penado por la ley mágica – Walburga escucho interesada y Harry, al
encontrar bastante educada a la mujer en ese momento, decidió contarle, le serviría de practica a
la hora de soltarle la verdad a sus amigos – Los Potter también llevan líneas sucesorias de criaturas
mágicas; desde mi bisabuelo Magnus Potter.

— Valla con el hombre, resulto no ser tan recatado… – Walburga soltó una risilla que era seguida
por la de Harry.

— Continuando con el tema. Resulta ser que la criatura mágica con la que se casó mi bisabuelo
fue un elfo…

— ¿¡Un elfo domestico!? – exclamo horrorizada y Harry puso la misma cara.

— ¡Merlín me libre! – la expresión en el cuadro se relajó y Harry suspiro para volver a sentarse –
Un elfo antiguo. Más poderosos que cualquier criatura mágica, e inmortales mientras no
encuentran a sus parejas. Resulta ser, que estos elfos, no existen en estos días y ellos eran la
primera recomendación para una sangre pura para casarse y engendras vástagos.

— Increíble, así que Magnus se casó con un elfo antiguo – Harry asintió y luego continúo.

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— Yo soy el ultimo según tengo entendido, por eso estos cambios que tengo. Quitando las orejas
puntiagudas, viene con muchas habilidades distintas entre ellas, el manejo de la magia por
completo, eso incluye también el no usar varita – callo, esperando que Walburga hablara.

— ¿Pero, no se supone que eres un mestizo? – Harry negó y la señora Black quedo pensativa.

— Mi padre es otro mago que se inmiscuyo con mi padre, james Potter.

— Oh, ya veo, resulto ser la pareja natural de tu padre, ¿cierto?

— Así es… creo que deberemos conversar en otro momento señora Black…

— Tía – Harry la miro confundido y ella explico – soy tu tía abuela.

— Eso quiere decir que Sirius era…

— Tu tío, al igual que tu padrino – Harry espero escuchar la completa revelación antes de retirarse
a comer, ya que había quedado casi toda la hora, charlando con su tía abuela – Resulta ser, que tu
abuela, Dorea Potter, era Dorea Black, mi hermana y jame Potter mi sobrino. Estas ligado
familiarmente hasta la segunda generación de los más allegados, o sea sobrinos y primos,
exceptuando algunos casos, como el mío que me case con mi primo segundo, el padre de Regulus
y Sirius, orión Black.

— Con quien estoy emparentado entonces…

— Veamos, con mis sobrinas, Bella, Cissa y Andrómeda – a Harry le dieron ganas de detener
aquello, saberse familia de la asesina de su padrino le daba asco, pero eso sería renegar de Sirius
también – De los prewett y también los Longbottom…

— ¿Los Longbottom?

— Si, Alicia Longbottom es mi sobrina, por ende, serias primo de su hijo. La tercera generación es
donde comienza a perderse el parentesco familiar. Pero aun así siguen siendo familia hasta la
cuarta generación.

— Gracias por la información, será un placer hablar con usted nuevamente, tía – Harry se retiró a
la mesa, donde ya lo esperaba la comida siendo la hora. Cayendo en la cuenta de algo muy
importante; era primo de Draco Malfoy.

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Harry había caminado por todo Deagon Alley; con la lista de sus útiles, buscando cada uno de los
tomos a usar en ese último semestre de clases. Había visto en uno de los escaparates un par de
modelos nuevos de la Snich silver Soul; el último modelo del pequeño objeto dorado. Este
alcanzaba una velocidad aun mayor que su viejo modelo y por no decir, que podías graduar las
velocidades para la práctica con la misma. Estuvo tentado a comprarla…

Después de todo, había pasado por Gringotts antes de empezar las compras.

— Mira que tenemos aquí; san Potter en carne y hueso – siseo una voz con de mas ya conocida
detrás de él, explotando su muy hermosa burbuja de felicidad auto inducida al estar observando la
Snich.

Venga que casi se droga con su baba.

— Malfoy..–..siseo..No quiso decirlo con aquel tono de siempre, como comúnmente


acostumbraban a hablarse o responderse en Howarts.

— ¡No! – ironizo – Soy la sangre sucia vestida del guapo y sexy Draco Malfoy – estuvo a punto de
asentir con lo de guapo y sexy, que se terminaban entremezclando con la palabra sexo en su
mente.

— ¡Piérdete, hurón! – rumio perdiendo un poco los estribos. ¿Cómo le hacia Draco para sacarlo de
sus casillas? Porque de algo estaba seguro; eso solo lo lograban Voldemort y Ron, ahora Draco.

— ¡Uy! Que elocuencia la que ronda tu virginal cerebro, Potter.

Harry sonrió, en cierto modo, le encantaba discutir con ese egocéntrico rubio. Al final de cuentas,
era una de sus entretenciones.

— No más que la tuya, querido primo.

Draco entrecerró los ojos y lo miro perspicaz – ¿Qué quieres decir con eso?

— ¡Oh! – exclamo fingiendo sorpresa – ¿Qué no sabías que somos parientes? – la cara que puso
Draco, fue más que digna de plasmarse en una fotografía; cosa que hizo Harry con discreción de
que el rubio no se diera cuenta. Enmarcaría la foto en su recamara.

— ¡Eso es mentira! – siseo de modo peligroso y luego sonrió – ¿Tienes pruebas de eso?

— Si quieres, puedes preguntarle a la tía de tu madre; Walburga Black, tía de mi padre, y tía
abuela mía, por lo tanto tú y yo somos primos. – se encogió de hombros y planeaba pasar por el
lado de un choqueado Draco Malfoy. Para cuando una voz le hizo detenerse con una sonrisilla
rondando sus casi, virginales labios.

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— Potter – ¿Qué coño tenían los Malfoy con arrastrar su apellido? Hizo mala cara y luego miro a
Lucius a los ojos – Draco… – espeto en modo de que Malfoy, junior, dijera que ocurría.

— Padre – dijo este – Potter, me acaba de informar, que al parecer somos primos – dijo Draco,
diciendo lo último con repugnancia y en modo de pregunta capciosa para su padre.

— Puede explicarme, señor Potter.–.ahí estaba ese maldito tono: ¿lo meterían a Azkaban si le
cortaba la lengua a los Malfoy? Harry suspiro y luego miro a Lucius a los ojos, lo que pidió fue en
modo de orden. Además también necesitaba a ese orgulloso aristócrata que luego se encargaría
de cortarle las alas.

— Así es, señor Malfoy. Su hijo y yo somos primos – al ver la cara de indignación del hombre,
sonrió para sus adentros y luego explico – Dorea Potter; antes Black, era hermana de Walburga
Black, quien es mi tía abuela. Soy sobrino de Sirius Black, y por ende; de su esposa, Narcisa Malfoy
(Black) lo que nos hace a mí y a su hijo, primos – se encogió de hombros.

— Ya veo – lo miro con recelo, ¿es que Lucius Malfoy era un paranoico? Harry había aprendido a
ver las diferentes emociones en los ojos de los Malfoy; esa era la única forma de ver sus diferentes
expresiones.

Los Malfoy, después de darle una lánguida mirada de odio, se retiraron. Ah, qué bien se sentía
mortificar rubios en la tarde, pasaría por un helado y luego a la casa. Poco faltaba para inicios de
semestre escolar.

Y ahí estaba de nuevo, en el andén 9 ¾ con todos sus útiles y cosas, junto a Hedwig esperando el
momento en donde, el portal que le daría paso y el hechizo que haría a los muggles desorientarse,
se activara.

Era aburrido esperar, pero también era excitante el pensar en las nuevas cosas que podrían
ocurrirle. Ya que tenía un plan trazado al completo de lo que haría… Bueno, no tan completo; ya
que necesitaba de ayuda, la cual conseguiría una vez llegado al colegio. Lo primero que hizo, ya
que al adquirir su herencia mágica, pudo comprender mucho de la magia y hechizos que antes se
le hacían difíciles, fue con el libro que le dejo su amado padrino, Sirius, se convirtió en Animago, y
para su sorpresa, pudo convertirse en Animago doble; si es que se podía. Bueno, con el resultado
que tenía sabía que era posible, pero no sabía si otros podían lograrlo.

Para su extrañeza, la primera criatura en la que se podía convertir, fue un león. Pero no fue eso lo
que lo dejo estupefacto, sino el hecho de que era un león negro con rayas blancas, con su mismo
color de ojos verdes. Aunque más brillantes y ese característico rasgado que lo hizo lucir
impresionante e imponente.

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Tocando en punto la hora, atravesó el muro y a paso raudo se dirigió a la imponente maquinaria
que años atrás lo hizo emocionarse como nunca lo había hecho…

Era la primera vez que veía y montaba uno.

La primera vez que veía colores tan imponentes como la de aquella locomotora.

La primera vez que se vio envuelto en un sueño…

Se montó en uno de los compartimentos más alejados y casi privados de todo el vagón… siendo
este el que siempre utilizaba junto a sus amigos.

Ya había encontrado a su destinada pareja, pero debía esperar, esperar el momento oportuno
para desvelar aquella parte de su herencia. No deseaba que el viejo director inmiscuyera su nariz
en sus asuntos…

— ¡Hermano! – grito Ron después de haber casi azotado la puerta del compartimiento; tras el
Hermione lo miraba con reproche mientras entraba y lo saludaba con una elegante inclinación…
estaba aprendiendo de algún libro de costumbres mágicas – ¿Qué tal tu verano, Harry?, esos
muggles no te hicieron nada ¿verdad?

— No Ronald, no me han hecho nada – dijo con aquella sonrisa tan característica repleta de
tranquilidad y agrego – me he mudado a Grimmauld place una semana después de mi
cumpleaños.

— ¡Genial!, así no tienes que verles la cara a esos estúpidos de tus regordetes tíos. Ni a esa
ballena asesina de tu primo – exclamo Ron, recibiendo un zape de Hermione para tranquilizarlo –
¡Hey!

— Tranquilízate – siseo, ganando de por medio una carita de perro apaleado; aquella que Harry
utilizaba para salir de problemas y Hermione frunció el entrecejo – Eso no funcionara Ronald
Beleus Weasley – Ron se colocó a mirar el paisaje bufando – Me alegro por ti, Harry, ¿Por qué no
nos avisaste?

— Muchas cosas que atender Mione – se excusó – Tuve que remodelar casi todo Grimmauld place
y convencer a Kreacher de que estuviera bajo mi servicio.

— ¿El viejo elfo te obedece? – pregunto Ron y Harry asintió. A Hermione no le gustaba la
explotación de aquellas criaturas – Mione, los elfos domésticos se mueren si no sirven a alguien,
puede que hagas una ley para que tengan mejor trato, pero si los liberas lo único que conseguirás
es un genocidio en masa de ellos mismos…

— Pero, Harry…

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— Hermione, hay amos pésimo; como Lucius Malfoy, que trata a los elfos como escoria; lo mejor
que puedes hacer por esos elfos es poner una ley de protección que impida que sus amos los
golpeen. Pero no con eso impedirás que se auto flagelen cuando creen que hacen algo mal –
espetó restándole importancia al asunto.

— Mione suspiro, sabía que Harry tenía razón.

— Y que, ¿nada nuevo este verano? – dijo ron retomando la conversación – Es decir, te la pasaste
en la mansión Black. Que ahora es tu casa, ¿nada nuevo?

Harry sonrió ante la curiosidad de su amigo.

— Descubrí que Malfoy y yo somos primos.

Otra foto más para el álbum de la desgracia. Se comenzó a carcajear cuando Ronald comenzó a
boquear como pez sin poder asimilar la información y Mione continuaba analizando lo dicho como
si estuviera descifrando el rompecabezas más difícil del mundo.

— Harry, e-estas bromeando, ¿verdad? – Harry negó y ron se dejó caer pesadamente – ¿Cómo?

— Mi abuela, Dorea Potter; era una Black, hermana de la madre de Sirius y si analizas desde ahí,
sabrás quienes son mis familiares, incluyendo que Neville es mi primo y también tengo lazos con
los prewett – Hermione salió de su diatriba y lo miro sorprendida.

— Wow Harry, eso quiere decir que tienes muchos familiares con vida. Aunque no tan allegados
como Neville y Malfoy – Potter asintió.

— Pero no digan nada. Excepto a Neville, lo de Malfoy es secreto de estado – Mione y ron
asintieron.

— Nada más que nos deje la boca en el suelo – Hermione miro a Harry y supo que no quiso saber;
pero la maldita curiosidad investigativa mata – ¡Anda, suéltalo!

— Bien, pero les advierto que si esto se sabe, los mato – rio y aseguro las puertas con un hechizo y
un Silencius para que ningún chismoso ollera más de aquello – También descubrí que tengo
esencia de una criatura mágica; mi padre es descendiente de uno.

Y el Glamour cayó, dejando a los dos presentes atónitos… la belleza de Harry era incomparable. El
cabello sedoso los ojos casi rasgados; ya que se había quitado los lentes, se podían apreciar esos
hermosos ojos verdes. Esos labios carnosos, aquella piel canela tan suave y esa figura esbelta.

Hermione tuvo que petrificar a Ron.

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— ¿Tenías que hacer eso? – pregunto divertido Potter luego de recolocar el Glamour y que Mione
soltara a Ronald.

— Si, lo era, ¿a menos que quisieras ser violado…? – dijo con una sonrisa de lado.

— Lamentablemente, la belleza viene con una correa.

— ¿A qué te refieres? – pregunto curiosa.

— Como las Veelas, tengo que elegir pareja y ya la encontré: nadie que no sea mi pareja, puede
tocarme íntimamente.

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“En insistentes paradigmas de una vida,
Pensamos en el que y el cómo de las cosas.”
Phenix.

Estaban siendo absorbidos por los bullicios de los estudiantes, amigos que se veían de nuevo y
conversaban animadamente; los profesores buscaban la manera más cómoda de no destrozar sus
gargantas gritando que contuvieran sus muestras de afecto y cariño para con sus compañeros y
amigos hasta que estos estuvieran en las salas comunes.

Los pequeños que recién ingresaban, estaban nerviosos detrás de la puerta del gran comedor,
esperando que Mcgonagall les diera permiso a adentrarse mientras ellos imaginaban la dura
prueba que venían pensando que les esperaría para la selección de sus casas en Howarts.

— Hermione…– rompió Harry el silencio que sobrevoló cuando las puertas del gran comedor se
abrieron con Mcgonagall encabezando la facción militar de pequeños asombrados y algo
asustados, atrayendo la atención de la aludida que miraba a un punto fijo en particular tras este, y
por ende la de Ron que miraba con el ceño fruncido al mismo punto de Hermione mientras fingía
que esperaba ansioso la cena.–.Lo que hemos estado hablando, ni una palabra a nadie ni a
Dumbledore…– espeto cuando estos dos lo miraron por fin.

— ¿Por qué a Dumbledore no, Harry? – Pregunto curiosa, en tono bajo y casual mirándolo con el
ceño fruncido en señal de desagrado ante lo pedido – Dumbledore siempre está cuidando de ti…

— Hermione…– suspiro y la miró fijamente; Ron no debatía lo que Harry decía. Al final de cuentas,
cinco años son suficientes para aprender que las decisiones de Harry son absolutas y no hay
manera de refutarlas – Si me dices que Dumbledore me cuida, ocultando información que pudo
haber salvado a Sirius. Mintiendo como se le viene en gana en cosas que yo debería saber primero
que nadie y manteniéndome en la inopia con gente que muchas veces pudo llegar a matarme…,
creo que no debí confiarte esto…

Hermione bajo la cabeza avergonzada – Lo siento, Harry – se disculpó – Pero… ¿Por qué no se lo
cuentas? Tienes que admitir que posiblemente él pueda tener más información sobre tu
herencia…

— No lo dudo – Acepto con una mueca de escepticismo y mirando de reojo, con desdén, como el
director miraba a los nuevos estudiantes que eran seleccionados.–.Lo sé porque ha estado

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bastante interesado en cómo me he sentido desde mi cumpleaños y no dudo que piense que
pueda manifestarse la misma para este tiempo – explico – También me causa una leve curiosidad
por qué tanta insistencia en por qué quiere mantenerme con los Dursley…– Hermione y Ron
fruncieron el ceño ante eso último y miraron a la mesa donde Dumbledore comía tranquilamente,
lanzándole una lánguida mirada de odio.

Ellos sabían lo mal que Harry la había pasado durante tantos años en esa maldita casa.

Inclusive la vez que Ron tuvo que salvarlo en tercero de aquella casa.

— Entonces…– dijo Hermione, esperando que Harry continuara; ya lo apoyaba 100% después de
escuchar lo que intento el director. ¡Maldito viejo manipulador!

— Según las especificaciones de mi padre.–.explico.–.el diario se me debía entregar con las


debidas indicaciones…, no confiar en Albus Dumbledore.–.Ron y Hermione abrieron los ojos
sorprendidos – Te apuesto que mi padre sabía que esto podía llegar a ocurrir. Donde moría y no
podía cuidar de mí y se aseguró que en una edad, donde pudiera ser libre a mi gusto, recibiera su
última voluntad.

— Entonces no hay más que decir: pero debemos hacer algo con la información que nos has
dado…– dijo Hermione, mirando de reojo al director que parecía absorto en una charla con Snape.

— ¿A qué te refieres? – quiso saber Ron quien aún no entendía el punto de vista de la siempre
sabelotodo de su amiga.

— A que, como sabemos – recalco con ironía – Dumbledore es un Legeremante poderoso; ni tu ni


yo sabemos Oclumancia y a Harry no le pasara nada al tener las barreras naturales de la criatura
mágica que sabemos que es. Un hechizo de ocultamiento de la verdad, quizás…– hizo saber,
cavilando entre los miles de volúmenes de hechizos memorizados que tenía.

Harry sonrió. Sabía perfectamente que podía confiar ciegamente en sus dos mejores amigos. Pero
aun necesitaba aquello que esos dos les acababan de mostrar; lealtad a su persona – No es
necesario.—.Mione dejo de pensar y lo miro interesada al igual que el pelirrojo que ya se estaba
hartando de la perorata del anciano director después de seleccionar a todos los alumnos – Resulta
que lance el hechizo cuando comenzamos a hablar del asunto en el tren.– Hermione lo miro con
aquel gesto maternal de regaño en señal reprobatoria y luego de unas sonrisas nerviosas de Harry,
suspiro para luego suavizar la expresión.

— Bien.– Acepto lo que el moreno hizo, entendiendo desde su punto de vista que con tantas
revelaciones no podía bajar la guardia con nadie por el momento.– Con eso estoy más tranquila –
dijo, para luego entornar los ojos a modo de regaño maternal como Molly Weasley.– Pero no
vuelvas a hacerlo sin decirnos o avisarnos para estar preparados por si algún contratiempo o daño
ocurre con el hechizo.

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— Vale, mamá – Ron soltó una risita seguida de él y al final, después de cansarse de mirarlo mal,
Hermione rio igual de alegre.

— ¿En verdad no piensas decirnos quien es tu pareja, Harry? – dijo Hermione, insistiendo en el
asunto que habían dejado inconcluso en el tren cuando Potter no les quiso dar el nombre de su
ahora tan afamada pareja.

—No.–.dijo tajante.–.No quiero decírselos por el momento. Todavía hay cierto número de
información que los hará morir de la impresión cuando la escuchen: por el momento hare que se
preparen de a poco y dudo que me dejen tranquilo cuando les diga quién es. Además, no quiero
abrumarlos – termino y luego de que viera la pequeña llamita de curiosidad en los ojos de
Hermione agrego.–.Posiblemente sepas quien es, ya que se pondrá celoso cuando me vea con
alguien. Al parecer también es un heredero mágico.

— ¿Qué tan celoso, Harry? – preguntó, temiéndose lo que por su mente pasaba y formulo mejor
su pregunta—: ¿Qué clase?

— Veela

Con decir que Ron se atraganto fue poco – ¡Compadezco a quien ose poner su mirada en ti! –
Mione le dio con el codo entre las costillas – ¡Oye! Solo digo la verdad y no me días que eso no te
paso por la mente, porque no te creería.

Harry rio con ganas.–.¿Espero esto satisfaga tu banal curiosidad, querida Mione y pueda
contenerte de querer saber más?

— Bien, me contendré por ahora – sonrió maliciosamente; después de reponerse al insulto de


llamarla banal, ¿querer saber no era malo? ¿Cierto?.– Y gracias por el adelanto – Su maquiavélica
sonrisa se ensancho.

Harry frunció el ceño ante el gesto de su amiga – ¿Qué adelanto, Mione?

— En decirme que es un chico – Harry mascullo un, “mierda”. Y desvió la mirada, sonrojándose
ante la risita burlona de sus dos amigos: resultaban bastante molestos cuando se ponían a joderlo
de esa forma. Miro, cuando vio a sus amigos ser ocupados de un momento a otro por preguntas
un tanto curiosas de Neville y Deán, quienes parecían no darse cuenta de los cambios de actitud
que habían adquirido los tres miembros del trió de oro durante el verano, hacia la mesa de
Slytherin. Mirando a ese alguien que desde tenía sus puntos acerca de su sexualidad aclarados, le
sacaba el aire.

— ¡Queridos estudiantes, solicito su atención! – llamo Dumbledore sacando a Harry de sus más
húmedos sueños mirando a cierto oxigenado. El moreno gruño y miro al director que tenía aquel
brillo en sus azules ojos que le producían arcadas de solo imaginar que planes perversos
maquinaba el anciano – ¡Me complace anunciar, que este año tenemos de vuelta a un viejo amigo

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de todos! – Todos quedaron en silencio esperando la continuación a las anteriores palabras –: ¡el
maestro de Defensa contra las Artes Oscuras; Remus John Lupin!

Las exclamaciones y cuchicheos entre los estudiantes no se dejaron esperar mientras el profesor
Lupin caminaba con aquella sonrisa tan característica de él. Harry sonrió complacido y no por ende
menos preocupado imaginando lo que quería lograr el director con eso. Quizás pensaba que Harry
le agradecería al permitir que el hombre lobo enseñara de nueva cuenta en Howarts. Y volvería a
hacer lo que este pidiera sin poner trabas en el asunto.

Iluso.

Miro al licántropo sentarse en la mesa de los profesores sonriéndole y luego de unos minutos,
alzando una ceja en señal de duda con lo que olfateaba en el aire. Dos criaturas mágicas estaban
en Howarts, con sus herencias activas. Cosa que no auguraba nada bueno con un terrenal hombre
lobo en manifiesto.

Y una de aquellas era su querido cachorro. Aunque este no le suponía un problema ya que era su
alfa; su querida cría a quien protegería de cualquier cosa.

Harry entendió lo que aquellos dorados ojos le pedían en muda expresión y con un imperceptible
cabeceo, acepto encontrarse con él esa noche. Tenían mucho que hablar.

Ronald miraba a los Slytherin que cuchicheaban entre ellos secretamente, como venían haciendo
desde que los conocían, y no pudo dejar que su mirada se ensombreciera al ver algo que no le
gusto para nada nadita – ¡Malditas serpientes rastreras! – mascullo mientras atacaba lo que hacía
unos minutos parecía un filete.

— Ron…– amonesto Mione con su usual tono al escuchar lo que el aludido decía.

— ¡¿Qué?!.–.Se defendió al escucharla.–.Simplemente digo la verdad.–.levanto la barbilla


orgulloso.–.pobre del que le ponga un dedo a Harry, se las verá con su pareja totalmente
cabreada, ¿Malfoy se pondrá más blanco de lo que es?

Los otros dos se carcajearon. Mas Harry rio de una forma un tanto extraña, cosa que Hermione
logro entre ver haciéndose la desentendida de la mirada de súplica de Potter que sabía había
metido la pata – posiblemente – espeto Hermione sonriendo y a Harry le bajo una gota de sudor
frio por la espalda. Frunció el ceño hacia la aludida que simplemente se encogió de hombros, pero
que nunca dejo de sonreír – Bueno, yo pienso igual que Ron, pobre de esas serpientes si osan
poner un dedo en ti – Termino, negando divertida con la situación.

— Oigan – dijo Ron en tono bajo y meditativo – No se les hace raro que el hurón alvino y sus crías
no nos molestaran en el tren ni cuando llegamos a Howarts.

— Tienes razón, ni siquiera hicieron su tan ya acostumbrada conversaciones despectivas respecto


a los Griffindor – continuo Hermione, pero es que la cara que hacia Potter cuando miraba a Malfoy

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no era de odio o aquella de suspicacia cuando creía que tramaba algo. Su sonrisa se extendió
cuando Harry la miro con horror ante el movimiento de labios que pudo leer, “lo sé”

Las personas se equivocan, ¿verdad?

Ella no era la excepción, ¿cierto?

Esa cara de enamorado de Harry, ¿era de odio, no?

Harry negaría todo y la haría ver su error, ¿verdad?: aunque en realidad no le molestaba; eso solo
alimentaba su vena un tanto pervertida. ¡Y no había cosa en lo que ella se equivocara!

Comenzó a mirar en dirección a donde los ojos de Harry miraban, deteniéndose a medio camino
en alguien que venía desde hace mucho tiempo interesándole. Sabía que no tendría oportunidad,
era Muggle y a aquellas serpientes jamás le interesarían los Muggle’s con toda aquella estúpida
perorata de la pureza de la sangre. Tal vez todo eso cambiara y tuviera una oportunidad cuando
Harry ganara la guerra, ¿Por qué eso iba a pasar, no?

La cena término, cuando los platos y sobras desparecieron.

— Bien, jóvenes. ¡Pueden retirarse!, pero deben recordar que el bosque, como lo indica su
nombre, está prohibido.–.dijo el director con mirada algo seria – Pueden dirigirse a sus aposentos.

Todos salieron, y tanto Hermione, como Ron, siendo prefectos de Griffindor, se encaminaron a
recoger a los nuevos de la casa del león. Ellos debían mostrarles las salas comunes y guiarlos por el
camino hasta el cuadro de la dama gorda; también decirles la contraseña e informarles cuál era el
toque de queda.

Por su lado, Harry (que ya venía preparado por si algo así ocurría y conociendo la ya, antes
habitación de Remus), se encamino; separándose discretamente de los alumnos de quinto sin que
nadie se percatara y tomando su capa de invisibilidad; oculta en su bolsillo, por los pasillos
oscurecidos de Howarts a las habitaciones del licántropo, que esperaba su llegada ansioso de
saber muchas cosas particulares.

Howarts seguía tan deslumbrante como siempre, sin importar cuánto tiempo pasara; aquel sería el
primer lugar al que se vio feliz de llamar hogar. Luego de pasar un infierno constante durante once
largos años, al fin había encontrado al sitio que pertenecía. Donde no lo llamaban monstruo o
aberración. Donde nadie lo golpeaba; sin contar las excesivas veces que se enfrentó en duelo con
Malfoy y su sequito de péndulos aduladores que solo giraban en torno a su fortuna; pero eso
importaba poco comparado con lo que tenía que pasar con un montón de gordos con los que no
tenía posibilidad de defenderse: ni aun usando su magia como amenaza ya que el maldito
ministerio monitoreaba a todos los menores de 17 años.

Aunque ahora mismo recorría con una enorme sonrisa en vez de estar preocupándose por lo que
le diría Remus; de parte del director.

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Porque de eso estaba seguro, el director de alguna manera había engatusado a su querido Remsie
para que lo convenciera de volver con los regordetes de sus familiares.

Suerte que ni el Imperius funcionaba para controlarlo y si no funcionaba una de las tres
maldiciones imperdonables más potentes y penadas con pena máxima en Azkaban por las leyes
mágicas, mucho menos cualquier piruleta de poción inhibidora o controladores de mente; por algo
era el maldito niño que vivió.

¡Ja! ¡Imbéciles!

Pensó con gracia mientras giraba por uno de los corredores y caminaba unos cuantos pasos hasta
llegar a una figura que miraba a la nada divertido:

— ¿Nunca dejaras de usar la capa de invisibilidad para recorrer Howarts, Harry? – lo descubrió
Remus con una sonrisa mientras abría la puerta de su habitación y le daba paso a la invisible figura
que sonreía socarronamente; para segundos después de ver que no había nadie, adentrarse él y
cerrar con los debidos hechizos contra los bocazas que le encantaban escuchar tras puertas
cerradas.

— Sabes que es una manía heredada por mis maestros, Moony – respondió con una sonrisa,
Harry, mientras retiraba la capa y era atrapado en un ferviente abrazo por parte del licántropo –
Yo también te extrañe – dijo feliz, después de lograr zafarse de la asfixiante muestra de cariño de
su cuasi padre adoptivo. Remus lo miro apenado y se disculpó.

— Bueno, Harry…– Remus tomo asiento e hizo aparecer dos tazas de chocolate “se notaba lo
mucho que le encantaba” y le pidió con la mirada a Potter que tomara asiento –… me explicaras
eso que ambos sabemos.–.el tono no era sugerente sino demandante. Harry a sabiendas de
saberse descubierto, no espero que se sintiera nervioso cuando Remus se lo preguntara
directamente – Cálmate, Harry – le trato de tranquilizar con aquella sonrisa que no traslucía más
que la más profundas de las calmas – recuerda que yo era uno de los mejores amigos de tu padre,
y sabia de su herencia mágica.

— Entonces, no tengo mucho que explicar…

— Claro que sí, cachorro…– la sonrisa de Moony le dio miedo a Harry. ¿Qué tanto sabia el
profesor?

— ¿A que, precisamente, te refieres, Remus? – quiso indagar, con el deseo innatamente palpitante
dentro de todo su cuerpo, de que ese hombre que aprendió a querer, no estuviera mezclado con
el director en toda aquel barbullo formado alrededor de su vida.

— Pues, lo primero seria, ¿Por qué el director esta tan interesado en que vuelvas con eso
estúpidos Muggle’s que son tus familiares? – Espeto interesado y con un leve tono de molestia –
Pero lo que más me inquieta es, ¿Por qué no has contado nada de tu herencia al director?, eso me
hace pensar que has descubierto algo del viejo que no te da confianza en él para estar un mes

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desde tu cumpleaños sin haberle dicho nada y que este me pidiera precisamente que insistiera en
que volvieras “por tu seguridad” al finalizar el siclo escolar con los Dursley.

Harry lo miro lánguidamente, esperando ver algo tras esa cara seria que había puesto su querido
merodeador; no encontrando nada que lo hiciese desconfiar. ¡Venga que era Remus Lupin!
¡Amante del chocolate y hombre lobo que se desvive enteramente por él, matando de por medio
a quien intentara hacerle daño!

— Muchas cosas han pasado, Moony – comenzó suspirando algo alicaído; viéndose en la forzosa
necesidad de borrarle la memoria al hombre si resultaba fuera de sus grandes expectativas – No
confió en el director; ni siquiera mi padre lo hacía – eso sorprendió a Remus – Este verano, para el
día de mi cumpleaños. Llego el diario de mi padre, entregado a mí con la explicita advertencia de
que no confiara para nada en el director.

— ¡Pero Harry! – dijo casi horrorizado – ¡Si James y el director eran buenos amigos!

— Aparentemente, según esto – dijo sacando el diario que Harry noto, que Remus reconoció por
el jadeo de sorpresa que soltó – el mantenía al directo cerca cómo según el intuía, era un enemigo
que debía mantenerse vigilado de cerca; como un amigo.

Remsie suspiro y luego sonrió amargamente – Típico de James. Después de todo, Sirius le había
pegado sus paranoicas formas de ser.

— Sí – Harry sonrió igual – Eso explica en el diario, al comienzo.

— No pienso convencerte de volver con aquellos Muggle’s, Harry – el aludido lo miro – ¡¿Qué?!
¡¿Creías que trataría de convencerte de volver con gente que te desprecia y te maltrata?! – Grito
escandalizado. Harry bajo la cabeza, algo apenado dando a entender que esa idea cruzo su línea
de pensamiento.–.Primero muerto antes de permitir algo así, cachorro, lo único por lo que te
dejaba ir cada verano era porque no tenía opción, era menor y podrían haberme metido a
Azkabanm – explico – Y si eso pasaba, Merlín sabría que tanto te atacarían esos Muggle’s.

— ¿A qué te refieres, Moony? – pregunto, ya lo que había dicho el profesor le resulto algo
sugerente a ciertas cosas extrañas ese último verano.

— Dime, Harry…– Remus sonrió algo malévolo – ¿Esos Muggle’s, te hicieron algo este verano?

Harry se lo pensó y luego negó – No. Aparte de miradas de odio, nada más me paso; estuve todo el
verano haciendo el vago hasta mi cumpleaños. ¿Por qué lo dices?

— Digamos que, un lobito, antes de que llegaras con ellos, lanzo una amenaza hacia sus
integridades físicas y al aparato reproductor de su hijo ¡oh! Y por supuesto, dándole las debidas
precauciones de que si eran mordidos, se convertirían en hombres lobo – Harry soltó una
carcajada mientras llevaba la taza de chocolate a sus labios. ¡Como adoraba a ese hombre lobo de
personalidad tan cambiante! – Merlín y circe me libren de morder a esas bolas de grasa andante,

24
¿te imaginas hombres lobos tan gordos? – ambos se carcajearon ante la insólita imagen llegada a
sus mentes.

— Gracias…– sonrió Harry; Remus siempre seria como uno de los padres que jamás conoció.

— De nada – respondió – Y dime, cariño…– le susurro dulcemente haciendo estremecer a Harry,


ese tono no auguraba nada bueno. Remus miro complacido como Harry se removió incomodo en
el asiento, esperando aquella pregunta, sabría bien, seria soltada en algún momento de la
conversación, como bomba que agitaría todo en él, ¿Por qué le resultaba tan vergonzoso hablar
de eso con Remus? – ¿Quién es tu pareja? – pregunto de golpe, sin aligerar el ambiente. Harry
planeaba alegar que no había encontrado a su pareja y Remus conociéndolo, se adelantó – Y no
me digas que no lo sabes, muy bien en cuenta tengo cuando alguien de tu especie encuentra a su
pareja. En estos momentos desprendes esa aura que James tenía cuando encontró a la suya.

Harry sabia, por el diario de James, que ninguno de sus padres conoció a la pareja real de su
padre; más que uno solo de los merodeadores y su madrina. Suspiro, ¿Cuándo le podría ocultar
algo al instinto lobuno de aquel hombre? – Sí, la encontré. Y sí, es la otra presencia mágica que
sentiste en el gran comedor.

— ¡Pero, Harry! – grito escandalizado – U-ustedes se odian a muerte…– susurro algo incómodo al
decir aquello. Harry sonrió.

— Con la mirada sugerente que me enviaba cada vez que Ron se me acercaba o cuando Seamus
me abrazo al bajar del tren, dudo mucho que esos sentimientos de celos que sentí, difieran mucho
de la verdad.

— ¿Estás seguro de eso?.–.pregunto no muy convencido.–.Sabes que el instinto Veela es


demasiado peligroso…, esa obsesión puede llevarlos a algo que terminaría en catástrofe.

—De una u otra forma, ambos estamos obsesionados con el otro. Aunque en mí no se note,
mucho, también lo estoy con él. Por algo somos grandes rivales desde que nos conocemos.
Remus, Draco Malfoy me quiere como algo más y yo a él, pero te apuesto toda mi fortuna a que su
lado que cree amarme, vive en constante lucha con aquel que cree odiarme—dijo con un tono
jocoso—. Al igual que me paso a mí el día que me di cuenta de ello.

— ¿Cómo lo aceptaste tan rápido? – pregunto intrigado y Harry alzo una ceja.

— Estuve todo el verano aburrido después de enterarme de la herencia y como mi razonamiento


aumento, pude llegar a la conclusión de que mi obsesión era solo deseo puro de tener sus ojos
sobre mí – Remus se sonrojo. Harry se había vuelto tan…

— Este último año en Howarts, te resultara bastante entretenido – ambos rieron quedamente. Y
Moony suspiro al no saberse descubierto por su cachorro, sería bastante mal que se diera cuenta
de lo que este pensaba; al final de cuentas, siempre era transparente para ese chico.

25
— Ni que lo digas, Remus – Harry se levanto de su asiento y camino a la puerta. Ya habían dado el
toque de queda y el necesitaba llegar a su habitación para descansar un poco – Por cierto, Moony,
vivo en Grimmauld place, y tú – dijo apuntándole – vivirás allí conmigo, no admito quejas – le
advirtió al verlo que planeaba declinar – te mudaras a principios de vacaciones en diciembre y por
el momento no podre contarte más de lo que hemos hablado, primero debo poner unos asuntos
en orden antes de que sepas todo. Al igual que Ron y Hermione.

— Vale – Dijo resignado, sabiendo de antemano que el chico no admitiría un no por respuesta –
Pero antes de irte, ¿me dejas ver tu verdadera forma bajo el Glamour? – sus ojos mostraban las
ilusiones de un niño queriendo subir por primera vez a la montaña rusa.

—Por supuesto que sí – Sonrió ante la mirada de su profesor, y como dijo, el Glamour callo,
dejando desencajado a Remus totalmente.

—Cachorro, ten por seguro que quien no sea tu pareja se atreva a tocarte, lo mato junto con la
ayuda de la serpiente albina – Harry rio y luego de recomponer el hechizo, se puso la capa encima
y salió de la habitación del profesor, encaminándose presuroso a la torre de Griffindor.

Remus miro por donde Harry había salido.

Su cachorro crecía tan rápido…

— Pero que tenemos aquí… – dijo una voz ronca a sus espaldas, antes de que pudiera entrar al
retrato de la dama gorda que había despertado de su profundo sueño ante el siseo de aquella
persona – Si es San Potter en persona, atrapado infraganti fuera del toque de queda.

— Ahora no, querido primo – espeto Harry tratando de decir la contraseña para entrar a través del
retrato que no despegaba su vista interesada en lo que ocurría frente a ella.

Tanto trabajo de huirle a tanto maldito prefecto y a Filch y su maldita Gata Norris, la chismosa;
para ser atrapado con quien menos deseaba en esos momentos encontrarse. No porque no
quisiera verlo, sino que resultaba bastante tedioso el no poder contener sus ganas de tirársele
encima a esa ególatra serpiente teñida.

Draco le tomo del brazo y lo azoto contra uno de los muros, colocando su mano en su cuello –
Mira, Potter.–.Otra maldita vez escupiendo su apellido.–.Tú y yo, no somos nada.–.siseo
peligrosamente cerca de los labios de Harry. Ese sin duda no era su día de suerte como pensaba;
¿cuándo el maldito destino había comenzado a ensañárselas con él? Ah, sí… el día que su padre y
su supuesta madre, murieron. El aliento de Draco comenzaba a invadir su olfato, haciendo que
indescriptibles sensaciones vagaran por su cuerpo; haciendo titilar levemente el Glamour y
dejando algo choqueado a Malfoy por lo que admiraba entre los leves parpadeos – ¿Queda claro?
– termino, soltando a Potter y mirándolo de forma lasciva.

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Los ojos verdes de Harry se rasgaron un poco, dándole una apariencia peligrosamente sexy a
opinión inconsciente de Draco que solo sintió cuando esta vez fue Potter quien lo azotaba al muro
y lo miraba de una manera que no supo definir bien – Posiblemente, no. No me queda claro –
siseo sensualmente a centímetros de la boca de Malfoy, quien había intuido que el aliento de
Harry era chocolate con una mezcla excitante de vainilla, ¿su boca sabrían igual? – ¿Qué harías en
ese caso?.–.preguntó, lamiendo sus labios para martirio del instinto carnal que comenzaba a
crecer en Malfoy.–.¿Me, castigarías?.–.¿eso fue una sugerencia sexual? Porque si lo fue, ya se
había corrido varias veces bajo la tela francesa que conformaban sus calzoncillos.

Harry rozo levemente sus labios con los de Draco, pasando su lengua por la superficie de esta y
luego rozando de paso su mejilla, depositando como la caricia del viento un beso en ese lugar.
Antes de que Draco se diera cuenta y reaccionara; se había metido completamente airado dentro
de la sala común de Griffindor, dejando muy acalorado al rubio y muy complacida a una dama
gorda que se abanicaba con el corazón en la garganta con lo que había visto.

Draco frunció el ceño al haber salido de su ensoñación y se maldecía una y mil veces al haberse
dejado engañar, pero al menos comprobó que los labios de Potter si tenían sabor a vainilla y
chocolate. Aun no controlaba bien su instinto Veela, y no tenía ganas de hacerlo; pero de algo
estaba seguro, desde el día que había visto a Potter en el callejón Diagon había descubierto que
ellos dos estaban ligados por algo más que la obsesión naciente de un rechazo en primer año que
acarreo su vergüenza.

Y eso ocasiono varias torturas que el mismo se implementó cuando llego a su mansión empalmado
y avergonzado de haberse puesto duro con la mera voz de Potter aquel día. Pero ahora estaba
más que enfurruñado al sentirse nuevamente excitado y con su herencia Veela gritándole y
reclamando por qué no se cogió a Harry en aquel muro; haciéndolo jadear su nombre con una voz
indecorosamente chillona y placentera.

Y desde ese momento lo supo: Potter era su pareja.

Su padre lo iba a Cruciar por ello; y más ahora que sabían que eran familia cercana.

Maldito Potter, maldita herencia, maldito su padre por habérselo dicho apenas había despertado
ese lado suyo que jamás quiso conocer; aquel que le daba la maldita respuesta que siempre busco
a la obsesión que tuvo con Potter durante esos siete años de colegiatura mágica. Aquella obsesión
que lo llevo a molestarlo durante todo aquel tiempo para solo tener su atención.

Y aunque Potter no lo supiera, ya era propiedad de un Malfoy, y un Malfoy jamás comparte; pobre
de aquel que osara tocar un solo pelo de ese chico que ahora tenía visualmente su marca. Porque
conocería la temprana muerte de un Veela obsesionado. La palabra celoso no va con él.

Un Malfoy siempre obtiene lo mejor, y en esos momentos, según su herencia, Potter lo era.

Y no lo negaba, extrañamente, Potter era hermoso.

27
Dejo de mirar el cuadro de la dama gorda y se encamino al baño de los prefectos a bajarse aquel
bulto que golpeaba insistentemente contra su pantalón.

Harry se dejó resbalar por la puerta de la sala común; otra vez se dejaba llevar por su lado
Slytherin y aunque agradecía tener una personalidad un poco más controladora y decidida: eso no
quitaba el hecho de que se estaba casi ofreciendo como puta al rubio oxigenado aquel que llenaba
sus pensamientos de arriba abajo.

Y es que, desde que recibió su herencia, estaba seguro que ese maldito de Draco Malfoy sería su
pareja; por algo lo quería en secreto. Y también se sentía mal al haberse imaginado tener una
oportunidad con el rubio si hubiera tomado la mano en aquel momento que se le era ofrecida.

Pero a quien engañaba: si lo pensaba bien, prefería matarse a Crucío limpio con el rubio a tener
que aguantar en abstinencia por solo este ser su amigo y tener miedo a perder su amistad porque
este pensara mal de él en el momento que revelara que era gay.

Todavía tenía en cuenta el perfecto trasero de Diggory contoneándose frente a él mientras era
novio de Ginny: en esos días estaba más pendiente de pollas y culos que de ortos y coitos. Le
gustaba más una Berga que imaginarse a la hermanita menor de su mejor amigo en paños
menores.

Y tenía en clara cuenta que Ronald bateaba al mismo lado que él. Sino, por qué tanta obsesión con
una serpiente italiana. Bueno, podía ser que el temperamento de su pelirrojo hermano era
fácilmente quebrantado, pero eso no indicaba que tenía que ensañárselas solamente con aquel
castaño amigo de su futuro esposo.

¡Coño! ¡Ya pensaba en boda!

Ese pequeño encuentro con Malfoy lo hizo desvariar. Y mucho a mal de su parecer.

Lo único que le caía en gracia, sería el grito al cielo que pondría Snape cuando se enterar que
ambos enemigos desde la infancia, se comenzaban a gustar mutuamente.

— De seguro y le da un infarto múltiple…– murmuro con una sonrisa bailando en sus facciones
mientras se encaminaba a su habitación. Tal vez soñar un poco con un grupo de serpientes en una
orgia no fuera tan malo, si en ella incluidas a quien te arrancaba suspiro aunque no quisieras.
Suerte que su herencia le permitía controlarse; quitando el hecho de que no podría enamorarse
de nadie más – Pero de seguro muere varias veces cuando sepa lo otro…

Soltó una leve risita cuando cerraba la puerta tras de sí.

Ese sería un semestre con emociones bastante fuertes.

28
“Aun con oscuridad dentro,
El alma humana es pura”
White.

Draco caminaba por los corredores de Howarts: siendo prefecto de Slytherin era algo bastante
común estar a esas horas caminando sin rumbo fijo más que custodiando las mazmorras. Tenía
ese gesto indescifrable de imperturbable calma; aunque bajo el leve reflejo de sus brillantes y casi
luminiscentes ojos de plateados orbes se ocultaba la curiosidad enmarcada en la lucidez. Era
simple conocer ese gesto de aquella leve sonrisa, que no hacía más que ser una imperceptible
mueca que se permitía cuando estaba indudablemente satisfecho con algo. Por ejemplo;
descubrir, o al menos intuir con lo que su nublado juicio le permitió, que Harry Potter tuviera algo
diferente, y que de alguna forma no le fuera indiferente.

Pero claro, estos gestos eran levemente interpretados por solo dos personas:
Su padrino Severus y su padre.

Aunque la que de verdad lo conocía era su madre. Su recuerdo simplemente lo hizo detenerse
para suspirar. Nunca la olvidaría, pero deseaba que su padre hiciera el intento. ¡El hombre se haría
frígido sino hacia algo pronto!

Su pensamiento volvió a navegar ante aquella actitud tan Slytherin del león rey de Griffindor.
Quizás eran las hormonas tan decorativas que venían con la sangre Veela la que lo ponía a pensar
aquello. Al final de cuentas, era de san Potter con actitud suicida de la casa del león de quien
hablaba: ¡estúpido-niño-que-vivió-para-ser-su-esposo!

Estuvo desde el día del encuentro en el callejón Diagon con Potter, pensando en que lo orillo a
aquello; porque sabía que no tendría salida cuando tuviera que desposar a Potter. Lástima que el
Lord oscuro mataría a Potter y a él de ser posible. Y si no era así, moriría de pena.

¡Maldita sangre Veela!

No resultaba tan malo después de aceptarlo, (claro está, que tuvo que pasar un par de semanas
digiriendo el contenido del fin de su vida). Porque de algo estaba más que seguro, su padre lo

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mataría: ¡Ja! ¡Un Potter-Malfoy! A quien se atreviera a insinuarle eso antes de saber quién era su
estúpida pareja y que era un heredero mágico. El Cruciatas hubiese sido insuficiente para lo que
haría sufrir a ese desgraciado que se atrevía a insinuar tal blasfemia.

También recordaba como Potter lo puso duro solo con el roce de sus labios y el beso en la mejilla,
¿estaba buscando enfadarlo o que lo violara en el pasillo con una dama gorda amante del
homosexualismo presente?

El hecho era simple; lo había aceptado, a regañadientes y con una posible muerte adjunta como
regalo del señor oscuro por “la flagrante pareja” junto a la tarjeta y al pastel que traía consigo
dentro a una Bellatrix muy feliz de acabar con sus vidas.

Tembló ante él la imagen de su tía saliendo del pastel desnuda.

Debía dejar de asistir a esas fiestas de cumpleaños que organizaba Blaise.

Suspiro.

Siempre supo que su vida no duraría mucho.

¡Pero solo durar lo que tenia de colegiatura era una locura!

Suspirando, y luego de haber tomado una relajante ducha en los baños de los prefectos; donde
estuvo mucho tiempo divagando en un par de ojos verdes semi-rasgados traslucidos por aquellos
lentes redondos que empañaban su belleza.

Decidido, obligaría a Potter a botar esas malditas lentejuelas.

Con un suspiro más, se adentró a la sala común de Slytherin a través del muro falso con
decoración de un cuadro de dos dragones luchando entre ellos.

Sería buena otra ducha antes de dormir.

Harry se levantó algo desorientado en su cama. A sabiendas de que el maldito Glamour se quitaría,
había hechizado sus doseles y los había corrido para que nadie lo viera. Se desperezo y se colocó
con un movimientos de mano, el más fuerte hechizo que pudo, así duraría la tarde entera sin
problemas.

Se levantó y coloco sus lentes, para luego meterse en el baño y ducharse lánguidamente a lo que
esperaba que sus amigos se levantaran y levantaba a Ron para que bajase a desayunar.

Nunca comprendería como podía dormir tanto.

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El agua corría por su cuerpo. Estaba algo estresado. Aun no entendía su actitud para con Malfoy; y
anoche lo llamaba Draco. Suspiro. Ni siquiera el mismo se entendía. Era claro que la herencia no lo
hacía actuar así, su padre describió como seria. Entonces, solo quedaba la opción de que era lo
que él estaba buscando; pero ni muerto se ponía así de nuevo, bueno… tal vez un poquito; le gusto
la cara de Draco cuando lanzo ese pequeño gemido.

Salió de la ducha, ya cambiado. No quería ser violado en el proceso por Seamus, el cual ya había
intentado en varias ocasiones de los años anteriores hacer algo contra su cuerpo. En aquel tiempo
su cuerpo ya había adquirido las características de un jugador de Quidich, piel torneada y
músculos formados; pero no por ende muy marcado.

Y Seamus se había obsesionado con él.

Se encamino a paso ceremonioso a la cama de Ronald, el aludido aun abrazaba a la almohada casi
asfixiándola; de alguna manera se veía muy tierno. Tomo las sabanas y quito la almohada, ya
estaba acostumbrado a eso.

— Cinco minutos más, Harry – musito mientras giraba entre el colchón y trataba de cerrar los
doseles, tanteando el aire. Harry suspiro y le dio un golpecito en la cabeza, tirando las sabanas al
piso y caminando a la salida.

— Levanta y date una ducha – dijo mientras salía – Y ya casi están cerrando el gran comedor.

Sonrió para sus adentros, escuchando como Ron salía corriendo de la cama para meterse a la
ducha mientras el bajaba las escaleras, encontrándose abajo a Hermione sentada en uno de los
cómodos sofás de terciopelo rojo que adornaban la sala común, haciendo lo que típicamente
hacía, leyendo.

— Buenos días, Harry – musito después de levantar la cabeza del libro que sostenía.

— Buenos días, Mione.

— He de suponer, por el ruido de hace un momento, que engañaste a Ron, de nuevo, con la hora
– Potter sonrió asintiendo y Hermione simplemente negó con la cabeza esbozando una pequeña
sonrisa – ¿Nunca cambiaran?

— El día que Ron despierte sin que lo tenga que llamar, quizás…– respondió a modo de defensa.

— Entonces tenemos para mucho tiempo – ambos rieron – Harry… – susurro Mione, poniéndose
algo seria. La sala estaba vacía y no había nadie que interrumpiera. Todos estaban en el comedor
disfrutando de su espléndido desayuno – ¿Qué harás? – pregunto curiosa refiriéndose a lo que
había descubierto hasta ese momento.

Potter, entendiendo esas palabras, tomo asiento en el sofá al lado de Granger y suspiro.

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— Antes que nada, Mione, saber quiénes están de mi lado y no de Dumbledore – dijo suave,
mirándola directo a los ojos – no necesito espías a mi lado

— ¿A quiénes tienes seleccionado? – inquirió, entendiendo a su amigo. ¿Por algo habían estado
tanto tiempo, juntos? Vio a Harry suspirar y mirar al frente con la mirada ausente.

— Por el momento, a los más cercanos a mí en Griffindor…

— Sabes bien que todo el ED. Estará contigo en lo que decidas – lo interrumpió antes de que se
deprimiera y se perdiera en cosas que no eran – Y hay varios Slytherin que posiblemente no estén
de acuerdo con lo que hace Voldemort, venga, ¿matar a todos los Muggle’s simplemente por no
tener magia o porque algunos, como seres humanos, actúan como animales? – bufo – Hay muchos
magos que actúan igual.

— También estoy de acuerdo con que no debemos formar parte, como magos que somos, con el
mundo Muggle – dijo, a lo que Hermione abría los ojos impresionada – Pero no que debamos
matarlos…– respondió ante la creciente duda en la chica y la mirada incrédula que le enviaba –
Sabes bien, que hace años cazaban brujas, y si se enteraran ahora no habría mucho de lo que
diferir en lo que ellos se planteen hacer…

— No podemos simplemente alejar a los padres de sus hijos solo por no hacer magia, Harry –
inquirió consternada – Eso sería arrancarles una parte importante para ellos.

— No me refería a eso, Mione, digo que debemos proteger tanto este mundo como el otro –
explico – Es decir, utilizar hechizos en los padres Muggle’s, por si algún día a muchos de ellos se les
da por hablar, sea por despecho o por desliz, muchos lo verán raro e investigaran.

— Lo entiendo…– asintió comprensiva – Pero dudo mucho que Voldemort lo entienda – musito
ella, lanzando un sonoro suspiro – Y mucho menos aquellos que desean la pureza en la sangre.

Harry sonrió. Sabía que a Hermione le gustaba alguien de Slytherin y también sabía que por ese
concepto estúpido de la pureza, su amor, tanto como sus posibilidades de, al menos intentarlo,
acabaría fracasando.

—No lo creo, Mione – Harry sonrió enigmático. Como solía hacerlo desde hacía meses – siempre
hay solución para todo.

Antes de que ella decantara sus dudas ante lo dicho por Harry, Ron apareció por la escalera,
bajando a trote y a toda prisa.

— ¿Tenemos tiempo de desayunar todavía, o tenemos que asistir a clases con el estómago vacio?
– Pregunto y Harry señalo un reloj en la pared, que daba las 9 de la mañana, cuando las clases
comenzaban a las diez – Harry...– lloriqueo dándose cuenta del engaño.

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Harry rio y se encogió de hombros.

— Es la única manera de levantarte – Hermione volvió a negar divertida ante la desairada mirada
de su amigo pelirrojo y salieron los tres al comedor. Con Ron bufando aun por lo que le hizo su
amigo.

Sabía que había algo raro en ese chico, lo sentía en la sangre, y en aquel sexto sentido que todo
mago adusto y perceptivo decía tener. Potter ocultaba algo, algo que ni su amo o el propio
Dumbledore alias, anciano-come-caramelos, sabían. Miro de nuevo a la mesa de Griffindor y
crispo sus dientes al verlo allí, tan campante como su padre, planeando algo a escondidas detrás
de esa afanosa sonrisa que expresaba falsedades como el mismo identifico en muchas ocasiones
en el padre de ese mocoso.

Como odio a James Potter.

Tanto como odio sus bromas pesadas junto a aquellos jodidos merodeadores y tanto como
cuando le quito al amor de su vida…

…Lily

Su nombre aun susurrado en su mente acarreaba desconocidas sensaciones. Aquella que hacía a
sus papilas gustativas querer saber a que saben sus labios. Labios que ya no probaría gracias a que
su amo los extermino junto a aquella hermosa figura.

Ahora solo yacían los recuerdos y el cuerpo enterrado de esta en el valle de Godric.

Ella fue la única mujer que se pudo decir, que el gran maestro en las pociones, Severus Snape,
desheredado de Prince, amo.

Y solo por su antiguo amor y por qué el mocoso aquel fue su hijo, decidió proteger a Potter desde
las sombras, comportándose como el bastardo que nunca fue. También así mitigaba algo de su
odio hacia el padre para con su hijo.

Miro a Draco, su ahijado y….

¿Esa era una mirada de idiota hacia Potter la que veía en los plateados orbes de su ahijado?

Sacudió un poco su cabeza y miro de nuevo.

Suspiro al ver que era una alucinación posiblemente causada por una de sus pociones
experimentales. Draco jamás se metería con un Potter, si así fuese, a él y a Lucius les daría un
infarto.

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Miro a su lado al director que parecía escanear a Potter de una manera un tanto extraña…, el
anciano se venía comportando de una manera un poco rara desde hacía unas semanas atrás. El
brillo que vio en esos ojos azules no le gusto para nada. Eso solo significaba problemas para su
amo.

Posiblemente nunca le gusto la manera en que Lily murió ni en manos de quien, pero su lealtad
era inquebrantable. Apoyaba discretamente a Potter, pero discrepaba de las decisiones que el
anciano director de Howarts tomaba para hacer mejor al mundo al que aprendió a amar a tan
corta edad.

Poso sus oscuros ojos de nuevo en su taza de café y sin más, comenzó a desayunar…

Luego tendría tiempo de saber que haría Potter. Al final de cuentas, su primera clase de esa
mañana era con el grupo de Griffindor’s que el lideraba.

Thomas Sorvolo Riddle miraba el vacio salón de su enorme mansión. Aquel donde, cada vez que lo
solicitaba, estaba lleno de sus mejores hombres; el circulo interno. En esos momentos sentía
nostalgia: sus años de colegiatura, no que fuesen my buenos y agradables teniendo en cuenta que
sus compañeros hacían su vida imposible.

Pero aun así, era nostálgico el tiempo que había transcurrido desde ese entonces…

También los días que fue profesor en Howarts y donde conoció a…

— ¿Qué ocurre Tom? – El siseo lo saco de sus cavilaciones. Miro a su fiel e inseparable compañera,
Nagini. Se arrastraba hasta el trono donde estaba sentado, y un lánguido suspiro salió de sus
labios.

— No mucho, Nagini – respondió para luego mirar a las serpientes que decoraban el salón; ya
sean en las paredes o en los mosaicos – Solo pienso en el pasado, quizás muchas cosas fueran
diferentes si él… no, olvídalo.

— Creo que eso es imposible.–.pareciera que sonreía maternalmente.–.yo tampoco logro


olvidarlo. Me encariñe demasiado con él.

— Somos dos, mi querida Nagini – sonrió. Quien lo viera haciendo ese gesto, saldría corriendo.
Pero Nagini no hablaría, solo un hablante de Parsel conocería aquel gesto, y que el supiera Potter
era el otro hablante aun existente.

— ¿Qué hubiese pasado si el siguiera con vida? – se preguntó el mismo, y la astuta y encomiable
serpiente respondió esa duda.

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— Te apuesto que hubiese encontrado una forma alternativa para que lograras todo lo que ahora
te propones. Recuerda que siempre te supero en perspectivas y soluciones – Voldemort hizo una
mueca ante ese comentario y Nagini rio un poco.

— Nunca logre entender por qué siempre estaba tres pasos delante de mí – espeto mientras se
levantaba y caminaba hacia las escaleras.

— Quizás porque tenía lindo trasero, según tú – rio burlonamente mientras Tom subía.

— Sí. Tenía lindo trasero….

Susurro mientras se perdía en su oficina, preparándose para otro día de ajetreados planes oscuros.

Harry estaba algo extrañado: estaba en la clase de pociones y Snape a parte de no criticarle o
decirle cuanto se vanagloriaba quitándole puntos a su casa, no le quitaba la vista de encima.
Pareciera que quería saber algo, y si planeaba usar la Legeremancia estaba totalmente perdido, ya
que sus barreras mentales no le darían paso a ninguna información.

Tomo la raíz de asfódelo, trozándola en julianas según decía la receta. Era la primera vez que se
sentía tan familiarizado con esa asignatura. Debía tener algo que ver su herencia nuevamente en
la ecuación.

Desde que la tenía, muchas de las cosas que azoraban su vida, se le hacían más fáciles.

Solo deseaba no ser Hermione 2.

Ese día preparaban una de las pociones, según Snape, de gran importancia: filtro de muerte en
vida.

— Veo que ha mejorado, señor Potter – otro lameculos más que arrastra su apellido. Pensó,
mientras le dirigía una mirada sin gestos – Al parecer sirve para algo más que hacerse el mártir y
ser un idiota sobre una escoba.

Para sosaña de Snape, no lo miro mal sino que simplemente sonrió. Volvió a prestar atención a la
pócima, tenía que darle dos vueltas contra reloj y ya estaba lista.

Saco un vial, escribió en la etiqueta y se la coloco, para luego verter un poco del líquido hirviente
de su cardero en la probeta.

Snape no se había movido ni un milímetro, aun enojado con el chico.

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— Aquí tiene, profesor – le dedico una sonrisa que le hizo aparecer un tic nervioso debajo de su
ojeroso ojo izquierdo. Tomo el vial y sin decirle nada mas, se encamino a su escritorio enviándole
una mirada envenenada. Ese mocoso era un demonio.

El timbre sonó, y todos entregaron sus respectivos viales a Snape; Harry espero a que todos
salieran después de dirigirles un gesto a sus amigos para que estos lo esperaran en el pasillo.

— Profesor Snape…–.susurro llamando la atención del Pocionista, el cual estaba absorto en


corregir unos ensayos de los de primer año. Snape levanto la mirada y parecía que ya lo estaban
enterrando varios metros.

— Se le ha perdido algo, Potter – oh la ironía de la vida, tener que utilizar a Snape para conseguir
lo que quería. Se mentalizo haciendo lo que estaba buscando en ese momento y encaro al
profesor.

— En realidad – trago saliva – Quería pedirle un favor…

Aquella risa austera le crispo los nervios. ¿Es que Snape no podría ser un poco más sensible?

Mejor no, eso sería más traumático.

— Y se puede saber – dijo después de calmarse haciendo que Harry frunciera el ceño – de que se
trata, señor Potter.

— Deseo que le entregue esta carta – dijo mostrando un hermoso sobre adornado con una
espléndida letra y sellado en cera por el sello mágico de los Potter – a Voldemort.

Tardo unos míseros segundos en analizar lo que ese inconsciente cuatro ojos le estaban pidiendo.
¿Qué fuera con el señor tenebroso a entregarle una carta como un vil mensajero? Y peor aún, Que
interrumpiera al Lord con algo tan insignificante como una misiva de su peor enemigo. Quizás
diciéndole que por favor ya no atacara a gente inocente…

Bufo ante la mera idea.

— Y que le dirá señor Potter. Quizás que se entrega en bandeja de plata para la cena de su
serpiente – Harry simplemente sonrió, gesto que comenzaba a exasperar a Severus. Antes de que
Snape lanzara otra de sus sarcásticas frases, Harry hablo de nuevo:

— Es algo que le espantaría saber, señor – respondió tranquilamente y Snape alzo una ceja,
retándolo – y a Voldemort también.

— ¿Y qué le hace pensar que hare lo que me pide, Potter? – Harry volvió a sonreír. Snape suspiro y
conto mentalmente en regresiva desde diez. Potter no lo volvería loco.

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— Esto como recompensa, ¿no lo hará cambiar de opinión? – Potter le mostro un libro de un color
dorado y con motas rojas dispersas por todo su entorno. Tenía un nombre, en letra florida que
resaltaba ante los ojos oscuros de Severus, donde decía:

— Lily – susurro incrédulo – ¿Qué se supone que es esto, señor Potter? Y ¿Por qué cree que me
interesaría el diario de su madre? – inquirió sarcásticamente luego de que se recuperara del shock
inicial. Aquel diario era el de su amada, ¿quizás dijera algo sobre él?

— Quizás porque estuvo enamorado de ella – Snape estaba alucinado ante lo dicho y antes de que
dijera otra palabra más, Harry volvió a hablar –: ella lo confirma en el diario – Severus volteo la
mirada y Potter sonrió agregando –: También dice haberlo amado…

Snape apretó los labios, señal de que se estaba molestando – Si esto es una broma señor Potter no
se crea que…

— No lo es, profesor – Le cortó antes de que terminara la amenaza – Y podrá comprobarlo


siempre y cuando cumpla mi petición.

— Entrégueme la maldita carta y lárguese – Potter sonrió y le tendió la carta y antes de comenzar
a caminar a la salida le hablo de nuevo:

— Dígale que estaré dispuesto a reunirme con él si lo ve necesario después de que lea la carta –
Snape lo miro incrédulo.

— Se ha vuelto loco ya, Potter.

— Algo así. Profesor, cuando termine mis asuntos con Voldemort, quizás sea el primero en
saberlo – sonrió – O después de que lea el diario lo sepa.

— Retírese – Harry salió y dejo a Snape perdido en sus pensamientos.

— Este día he comprobado lo que siempre me temí – bufo exasperado mientras retomaba su
trabajo de quemar a los primeros grados – Todos los Potter están locos…

— ¿Por qué te quedaste a hablar con el murciélago, Harry? – pregunto curioso Ron, mientras
caminaban hacia la sala común de Griffindor. Ese día era uno de los más normales que habían
tenido; ni siquiera el director estaba presente ese día en Howarts, según Hermione intuía, estaría
planeando algo contra alguna acción Mortifaga.

— Tenía asuntos que tratar con el…– espeto a lo que miraban el cuadro de la dama gorda que lo

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miraba con una boba sonrisa. Harry alzo una ceja, ¿sería por lo de la otra noche? – Por lo que
precede a la maldad.

La puerta se abrió; ¿quién había elegido la contraseña ese año? No importaba, se escuchaba genial
de todas formas.

— Me gusta la contraseña de este año – dijo Hermione y Ron la miro raro.

— ¿Te gusta algo así?

— ¿Por qué no?, al final de cuentas habla de justicia – el pelirrojo frunció el ceño.

— Ilumíname, oh gran Hermione – Harry se carcajeo ante la inopia mental de Ronald. Granger lo
miro mal y bufo – ¿Qué? No es muy común que yo sepa ese tipo de cosas. Raro sería que si lo
hiciera, y hasta apuesto que me mirarían como si no fuera yo o como si me hubiera salido otra
cabeza – dijo en defensa de aquellas miradas.

— En realidad, tienes razón – rio Harry – No te reconoceríamos como Ron.

El pelirrojo bufo.

— Bueno, la contraseña en si lo dice todo – la mirada de Ron le dijo todo lo contrario a lo que
pensaba – Bueno, quiere decir, que después de la maldad, llegara la justicia.

— No era mejor decir eso – Harry y Mione viraron los ojos.

— Ron nunca cambiara – musito Harry – Espero al menos que cierta serpiente de origen italiano lo
ayude.

Ronald se puso rojo de vergüenza – No sé de lo que me hablas – viro su rostro, tratando de ocultar
aquel color en sus mejillas.

— En serio – secundo Hermione – Creía que, esa cierta serpiente italiana te observaba esta tarde –
terminó, haciendo que los ojos de Ronald se iluminaran.

— ¿¡De verdad!? – pregunto esperanzado, delatándose delante de ellos. Se mordió el labio y los
miro ofendido – Como pueden ustedes…

— En realidad no mentía – Harry la miro sorprendido – ¿Qué? El que yo preste atención a lo que
me rodea no es raro.

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— ¿De verdad lo miraba?

— Sí Harry…– se acerco a su oído – Como cierto rubio te miraba a ti comiéndote con los ojos –
Harry no dijo nada, su evidente sonrojo, al igual que Ron, lo delataba.

Hermione rio y subió a su habitación dejando a dos Griffindor hiperventilados.

— Mi Lord – se inclinó Severus en señal de sumisión delante de su maestro. Al final había decidido
ir a hacer el encargo de Potter. Quería leer ese maldito diario.

— Severus – dijo Tom, levantando la vista del montón de papeles, se le hacía raro que su espía lo
fuese a ver por voluntad propia, ya que regularmente era él quien lo llamaba para sus encargos
con pociones o que le diera el reporte de su misión – ¿Qué deseas?

— Ha ocurrido algo raro, mi Lord – soltó sin más, no deseaba estar mucho tiempo fuera de
Howarts, seria sospechoso.

— Explícate, Severus – su imperiosa voz sonó interesada en lo que uno de sus mejores Mortifagos
le quería decir: hacia mucho que algo interesante no pasaba.

— Es Potter, mi Lord – Voldemort frunció el entrecejo al escuchar ese nombre. La única cosa que
había impedido su éxito durante 17 largos años. ¿Qué algo tan raro estaría ocurriéndole al
salvador del mundo mágico para que Snape se arriesgara a ser descubierto?

— ¿Qué ocurre con el mocoso? – inquirió jocosamente sin dejar de lado esa curiosidad.

— Me ha pedido que le entregue esto, mi Lord – Snape saco la carta, con el sello Potter en ella.
Voldemort entrecerró los ojos y miro lánguidamente la carta después de tomarla.

La letra era hermosa, el sobre de los más caros que había y el resplandeciente Sello hecho
mágicamente en cera. No había duda de que eso era raro, ¿Qué querría Potter con él? A parte de
pedir clemencia.

Planeaba Cruciar a Severus por haberle llevado algo de su enemigo y este parecía esperárselo,
pero no lo haría, algo en esa carta le llamo poderosamente la atención. En la parte superior del
sobre había una P florida y si su memoria no le fallaba.

Busco debajo del dobladillo del sobre, encontrando lo que buscaba.

— ¿Te dijo algo más, Severus? – algo le estaba molestando y esa carta parecía contener escuetas

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respuestas. Claro, imaginaba que Potter querría algo más y se le hacía raro que no podía conectar
sus mentes esas semanas. Snape tenía razón, algo raro ocurría.

— Solo dijo que si usted lo veía necesario después de que leyera la carta, que le dijera el día en
que se encontrarían, mi Lord – Severus se levantó con un gesto del señor tenebroso y tomo
asiento en una de las sillas acomodadas frente al escritorio del amo de las tinieblas.

Particularmente era extraño volver a ver al señor oscuro con su antigua apariencia, exceptuando
que no era viejo, sino que aparentaba sus 25 años, no usando ya aquella apariencia serpentina que
tuvo durante varios meses después de que Colagusano fallara con el despertar del hechizo de
sangre que uso. Pobre, el señor oscuro lo había usado como tiro al blanco con su avada.

Lástima que se salvó.

Tenía el pelo de un color castaño oscuro y lo tenía por debajo del cuello y aquellos ojos,
extrañamente aun brillaban de un rojo intenso.

Era insulsamente hermoso; no era tan raro siendo heredero de Slytherin.

Aunque seguía dando miedo de todas formas; para nadie era raro que sus crucios fueran los que
más dolían.

Al final de cuentas era el mago oscuro más poderoso de la historia y por ironías de la vida, su
contra parte era un mocoso.

— ¿Hay algo más, Severus? – inquirió mientras abría la carta. Al parecer el Lord también tenía ese
sexto sentido mágico.

—Así es, mi Lord – respondió este, suspirando profundo antes de continuar – Es Dumbledore,
estos días se ha comportado extraño… y tiene ese estúpido brillo en los ojos de cuando trama algo
peligroso.

—Vigílalo, Severus – dijo rápidamente Voldemort, desviando la vista de la carta que comenzaba a
parecerle demasiado interesante, para posarla en Snape – No podemos arriesgarnos a que trame
algo extraño en mi contra. Ese anciano senil todavía es poderoso y no me cabe la menor duda de
que tiene algunos planes reservados por si algo le sale mal.

—Así lo hare, mi señor…– planeaba retirarse, no le gustaba estar mucho tiempo con aquel
hombre, pero aun necesitaba la respuesta del señor oscuro, de si este se reunía con Potter o no.

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De que respondiera estaría posibilitada la decisión del mocoso aquel de entregarle en diario de su
amada Lily o no.

— Y, Severus…– lo miro directo a los ojos, haciendo estremecer al hombre. ¿El Lord sería tan
intenso en la cama?

Se reprendió y trago en seco al pensar ese tipo de cosas.

— ¿Si, mi Lord?

— Dile a Potter que gustoso me reuniré con él, esto que dice en su carta, es demasiado
interesante.

El despacho del director se encontraba en completo silencio; ni siquiera el ave fénix allí cantaba o
trinaba como acostumbraba, simplemente se quedaba mirando al viejo hombre que estaba
sumergido en sus pensamientos detrás del escritorio.

Los cuadros de los viejos directores de Howarts lo miraban con el ceño fruncido. Ese hombre
nunca fue de su agrado; siempre lo vieron como alguien con futuro, pero nunca imaginaron que
diferiría tanto de lo que ellos pensaron que seria.

Aquel no era más que alguien más sediento de poder.

Ni siquiera su antiguo tutor, Armando Dippet hallaba las razones por las que aquel hombre se
volvió de aquella forma.

Ninguno de ellos le dirigía palabra alguna al anciano hombre.

Todos guardaban silencio ante su presencia.

No era miedo lo que sentían, sino desagrado, ya una vez intentaron convencerlo de que lo que
hacía no estaba bien, pero él los ignoro.

— Aun no encuentro la forma de resolver lo que está pasando – su voz quebró el silencio con un
leve suspiro seguido de aquellas palabras – Harry se aleja poco a poco de mí, me he dado cuenta,
aunque el trate de ocultarlo en sus deseos de ser un niño normal por un tiempo.

Fawkes trino ante la mención del pequeño y Dumbledore sonrió. Todos los cuadros fruncieron el
entrecejo.

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— Pronto lo tendré comiendo de mi mano, como antes – volvió a susurrar levantándose de su
asiento y caminando despacio, tocando de uno en uno todos los objetos que tenía en frente – No
me puedo permitir tenerlo lejos de mí.

Un melodioso trino se volvió a escuchar, un poco diferente a los alegres tonos que siempre daba.

— Si mi querido James me hubiese escuchado aquella vez, esto no estaría como está ahora —
Suspiro y acaricio al ave fénix, que se movió disconforme ante el contacto con el anciano hombre –
Mi querido Fawkes, no nos podemos permitir perder a Harry también, él es, aunque lo niegue,
más importante de lo que cree en todo lo concerniente a esta guerra, no con lo de la falsa
profecía, sino aquella.

Todo volvió a estar en silencio nuevamente a lo que el director volvía a tomar asiento tras el
escritorio. Sus planes estaban cambiando lentamente, ya nada era lo que tenía propuesto en un
principio, todo ocurría como lo hizo aquel tiempo en que james Potter aún continuaba con vida.

— Si no me hubieses traicionado de aquella forma – susurro – quizás ahora estarías vivo junto a tu
hijo. Al igual que lo estaría Sirius junto a su ahijado sino me hubiese desafiado; pareciera que solo
Lupin está bien amaestrado – sonrió sardónicamente – Al menos mis planes con Harry no se verán
afectados, creo que esto solo es por la pérdida de su adorado padrino.

El cuadro del director Black frunció el ceño y apretó los labios ante la mención de uno de sus
descendientes. El último Black pura sangre que existió, cabeza de familia, murió por culpa del
hombre que estaba pensando como un idiota en voz alta.

— Tú qué me dices, Fawkes – pregunto Dumbledore – ¿Qué crees que deba hacer para tener a
Harry bajo mi control de nuevo?

El ave fénix toco amargamente un trino lleno de decepción para luego callar y no volver a soltar
más. Aquel hombre al que una vez juro lealtad, no era más que un recuerdo de lo noble que fue.

— Me has quitado el control de la fortuna Black y Potter y ahora mismo sustenta dos títulos
nobles junto a los puestos del consejo del Winzengamot, no puedo dejar que consiga más poder
político – cavilo nuevamente en voz alta, sacando una sonrisa a Nigellus Black, quien comenzó a
pensar en los movimientos que daría para cuando llegara la hora de actuar – Mucho menos puedo
dejar que sustente “aquel” título, sería demasiado peligroso y allí no podría alcanzarlo.

Dumbledore guardo nuevamente silencio…– ¿Qué hare, Fawkes?

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“Y, caminare en valles llenos de sombras,
Porque soy un espíritu libre lleno de oscuridad.”

“I can see my life, flashing before my eyes.”

Miro su esbelta e ilustre figura en la cara del espejo de cuerpo completo que estaba en su
habitación. Decir que estaba perfecto era poco, pero eso no era nada para lo que deslumbraba su
apellido y fortuna, junto a todas aquellas conexiones que tenía con países aledaños y gente de
importancia dentro del ministerio; sea inglés o sin importar cual sea en el mundo, el derivado
dirigido por el consejo mágico. En otras palabras; tenía “amigos” en todas partes del globo
terráqueo mágico.

Lucius Abraxas Malfoy era el cabeza de familia de uno de los abolengo más grande y antiguo de
toda Europa; sin contar con que era uno de los más ricos del mundo mágico y por así decirlo del
mundo Muggle: secretamente tenía varias empresas repartidas por todo el mundo no mágico que
producían grandes beneplácitos.

Todo eso en caso de que nada saliera como su amo lo había estado planeando al igual que en la
última gran guerra; donde por parte de un infante – de apenas un año de edad – su señor perdió
temporalmente – por más de 14 años – su cuerpo. La última vez en su juicio mágico había alegado
ser controlado por una de las tres imperdonables; logrando así ser exento de todos los cargos
impugnados a su persona.

Por lo mismo su apellido no perdió prestigio.

Se acercó al mini-bar; después de minutos de estar viendo que tan perfecto estaba en el espejo, y
tomo una copa del mejor whisky de fuego escocés que tenía.

Sentía la dicha y el regocijo recorrer su cuerpo. Su amo lentamente iba ganando terreno en
aquella post-guerra contra el anciano director de Howarts. Sabía bien que el director era fuerte,
no por nada era el héroe que detuvo hacía muchos años a Gellert Grindelwald; el anterior gran
señor oscuro antes del poderoso Lord Voldemort, quien superaba con más que creces a aquel des-
prolijeado hombre que aún se debía estar refulgiéndose en la mísera de la prisión mágica
Nurmengard: creada por el mismo para tener prisioneros a sus opositores.

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Aunque Lucius era alguien que no mostraba sentimientos, solo había dos personas que lo hacían
sentir. No su difunta esposa; que murió debido a una incurable enfermedad. Que al parecer
heredo de su madre.

Sino su hijo, Draco. Por quien mataría de ser necesario…

… y la persona que realmente amo y aun – sin importar cuánto tiempo había transcurrido –
amaba.

Nunca amo a Cissa; siempre la tuvo presente como la mejor amiga que jamás existió y la que lo
ayudo a sobrellevar todo aquel yugo que tuvo que pasar por culpa de su – gracias a Merlín –,
difunto padre.

Siempre odio a Abraxas. Era un hombre que ni siquiera por su hijo mostraba la más leve de las
expresiones: siempre regio y altivo, con el honor familiar pregonando en cada rincón de su cuerpo.
Era un hombre admirable. Sí, pero era la cosa más despreciable en el ámbito familiar que, cuando
todo Malfoy debía recordar que era lo más importante, él solo lo utilizaba como un paso más para
tapar errores que imprescindiblemente existían en su propio carácter; encubriéndose ante la
sociedad como un padre modelo y un hombre de confianza sea en política o economía para
confiar.

Y no como la vil rata que era.

Siempre apoyo la pureza de la sangre, jamás fue condescendiente con lo Muggle’s, aunque no
particularmente le agradaba matarlos. Solo uno que otro que cometían fechorías contra los
propios hijos de magos o séase por defecto, sus propios hijos: alegando que eran fenómenos y
esas cosas.

El único partidario – y a veces orquestador, según algunos informes que llegaron a sus manos
después de una exhaustiva investigación a petición de su amo en el ministerio.–.,de este
comportamiento; era el mismísimo director de Howarts, líder de la orden – lleno de imbéciles
ciegos y manipulativos miembros—, del fénix y uno de los miembros de mayor influencia – para su
desgracia – , en el Winzengamot: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Su maestro tenía razón; ese hombre era aun – después de tantos años – alguien de temer y con un
poder avasalladoramente grande, sea en ámbitos políticos o en el social.

El imbécil del ministro – dígase Fuge –, bailaba al son de sus hilos.

Trago el contenido de su copa y se dirigió detrás de su escritorio para sacar algunos folders y uno
que otro documento antes de salir de su despacho.

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— ¡Wilshire! – Exclamo para segundos después de un “plup” apareciera una vieja elfina domestica
haciendo una exagerada reverencia ante Lucius.

— ¿Sí, amo Lucius? – dijo, mirando el porte elegante e imperial del hombre al que había servido
desde que nació. Lucius le dirigió una leve sonrisa: ese elfo era como su nana, era la única
compañía que tenía en los días que su padre le daba aquella estúpida charla de los
sentimentalismos y esas estupideces de negocios que lo deprimían. Y que ahora extrañamente
adoraba.

— Saldré al ministerio. Si alguien de importancia viene, sea el Lord o algún compañero del círculo
interno, me avisas discretamente, como siempre y los atiendes como es debido mientras dure mi
ausencia – la elfina comprendió con un leve movimiento a su cabeza, mirándolo con un cariño
exuberante en sus grandes y cansinos ojos.

— Como ordene, amo Lucius – y antes de desaparecer – Que pase buen día… – solo se escuchó el
“plup” de desaparición cuando el elfo se esfumo de su vista, después de darle un leve cabeceo.

El único lugar donde podía mostrar sus sentimientos era dentro de sus propios terrenos; dentro de
los propios límites establecidos para ellos. Pudiera ser que su padre lo hubiese olvidado, pero él
no. Por esa razón adoraba a su Dragón con devoción; su único y primogénito hijo.

Del cual estaba preocupado: después de que le dijo sobre su ascendencia Veela por parte de su
madre, la cual ya no estaba. Tenía el extraño presentimiento de que querría tirarse – como en sus
viejos tiempos de colegiatura – de la torre de astronomía cuando tuviera noticia de la congraciada
jovencita o joven en su defecto, que termine enlazado a su hijo.

Tendría que visitar a Severus y ponerlo al tanto de la situación para que estuviera al pendiente. No
quería recibir la noticia de golpe como solía decirle las cosas su heredero.

Lanzo un lánguido, no digno de un Malfoy, y profundo suspiro antes de adentrarse a la refulgente


chimenea y tomar un poco de polvos Flú y decir su destino:

— Ministerio de magia.

Harry salía de las regaderas, después de un intenso día de entrenamiento en el campo de


Quiddich, con dubitativo rumbo. No sabía hacia donde, pero simplemente se le apetecía dar un
paseo por los corredores de Howarts. Los cuales estaban casi vacios a esa hora. Todos estaban o
en las salas comunes o en la biblioteca; gracias a los extensos trabajos que cada profesor se
interesó en dejarles para esa semana.

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Solo unos cuantos de primero y otros de los cursos superiores estaban por Howarts; no tan a la
vista.

Camino hacia el lago, uno de los lugares que más paz le traían. Miro a la lejanía como el calamar
gigante lanzaba agua a unos críos que curiosos se habían acercado. Suspiro con una sonrisa
nostálgica. Aun recordaba cuando hacia ese tipo de cosas. Aunque su vida no fue muy libre que el
supiera. Algunos días mientras Voldemort no intentaba matarlo, podía disfrutar de los terrenos del
colegio.

Cosa que no ocurría muy a menudo.

Ya que o estaba luchando con un perro de tres cabezas o matándose con una serpiente de más de
tres metros de alto y dos pisos de largo. Y agregando el extra de los Dementores tras sus
recuerdos.

Camino hasta la orilla y toco el árbol de haya que siempre sostenía su espalda cuando buscaba paz
y tranquilidad, o cuando estaba tan cabreado que para no matar a alguien simplemente se
recostaba de este. Ese sitio siempre seria especial ya que representaba lo que siempre estuvo
buscando durante toda su vida.

Y le pertenecía durante cierto tiempo de su estancia en Howarts: oculto entre matorrales y


protegido por un juguetón calamar súper desarrollado.

— ¿Nostalgia, Potter? –.una hermosa sonrisa se dibujó en sus facciones al no escuchar ese
seseante arrastrar de su apellido, más bien fue como un susurro trinado de fénix el que llego a sus
oídos. Draco Malfoy estaba a su espalda, con una mirada que no supo como descifrar pero que
tampoco le desagradaba; le quedaba completamente bien el tener aquella relajada expresión en
su presencia y no aquella típica mascara de pura indiferencia y desprecio que siempre lo
acompañaba, y que a él le parecía de estreñido.

— Pues como vez, tienes razón – Harry sonrió nuevamente y Draco trago en seco al ver aquel
radiante y hermoso gesto dirigido hacia él, que hizo sentir el latir de su corazón en su oído. Potter
miro aquella expresión que Draco hacia: tratando de no saltarle encima y violarlo – Te ocurre algo,
Draco? – pregunto divertido, a sabiendas que el rubio no intentaría nada malo contra su persona.
Al final de cuentas, los Veelas jamás dañarían a sus parejas.

Malfoy retrocedió unos pasos mientras temblaba algo excitado, imprestablemente ante la vista de
cualquiera Malfoy seguía igual, pero no para aquellos ojos verdes que lo escaneaban con un brillo
que hizo jadear por lo bajo a Draco – ¿Q-quién te dio permiso de llamarme por mi nombre? –
¡maldita sea! Ahora resultaba tartamudo y débil delante de aquel hermoso ser.

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¡Jodete madre naturaleza!

La sonrisa de Harry – en un claro momento que él no logro intuir ni mediar cuando despotricaba
internamente con la madre naturaleza, y contra todo Dios y las pelotas de Merlín y los ovarios de
la bruja Circe que estaban en su contra – se volvió seductora – Oh, vamos – Harry se lamio los
labios y Draco se atraganto –: puedes llamarme Harry si lo deseas. En retribución por usar el tuyo.

Harry se acercó cual felino hambriento mientras Draco.–.el cual parecía ya gelatina.–.,
simplemente quedaba absorto en el aroma de su pareja mientras daba leves pasos alejándose de
aquel Potter seductor. No lo negaba, ese Potter le encantaba. Pero eso no quita el hecho de
querer auto dominarse – y no desnudarse ahí mismo –, y antes de violar a un Harry Potter absorto
en deseo delante de un calamar gigante con posibles tendencias hacia el voyerismo, quiso irse de
ese lugar.

— Harry…– se maldijo internamente al ver la cara de satisfacción en aquel hermoso y angelical


rostro cuando pronuncio de aquella manera suave su nombre, y al ver como este se acercaba cada
vez más, corrigió aquel leve error –: Potter… ¿qué crees que haces?

El tono parecía un ronroneo salido de sus labios, ¡maldito Veela!

— ¿Qué crees que haces tú, Draco? – el Slytherin no entendió porque Potter sonreía con altanería
y ese toque de sensualidad. Tiraría esos malditos lentes cuando pudiera. No le permitían apreciar
la mirada hambrienta que sentía sobre su cuerpo – ¿Qué no te has dado cuenta de lo que haces…?

Draco lo miro de nuevo y, se percato de cuan cerca lo tenía. Y más raro era aquella estrecha
cintura que estaba entre sus manos. Vale, quien tenía a Potter cerca era él y estaba contra un
árbol sin posibilidades de escape.

Harry acerco lentamente su lengua a la comisura de los labios del Sly y Draco inconscientemente
saco la suya y se froto un poco con la de Potter.

Draco retiro un poco a Harry y luego Se soltó como si quemara y, trastrabillando con una de las
raíces del árbol de haya, se dio media vuelta y se encamino lo más rápido que pudo – todo lo
rápido que un Malfoy se da la gana de caminar – hasta el interior del castillo; dejando a un muy
feliz Harry Potter.

Ah, el pequeño juego de excita al hurón lo dejo satisfecho – Todavía no, mi dragón, todavía no… –
se dijo mientras caminaba silbando The Good Left Undone de una de las bandas Muggle’s que le
gustaba oír cuando sus tíos salían de viaje y se creían que estaba bien encerrado en su habitación
con todos los candados puestos. Suerte que supo usar el encantamiento Alohomora sin uso de

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varita de por medio. Por ende, el maldito ministerio no registraría su magia siendo usada, ya que
eran los catalizadores quienes tenían el hechizo de rastreo de magia en menores de 17 años.

Suspiro felizmente.

Excitar a Draco se convertiría en uno de sus juegos preferidos.

Maldito Potter, Maldito Potter, Maldito Potter.

¡Maldito Veela y malditos sean sus antepasados al haberse ligado a creaturas tan insulsas como
aquellas!

Draco caminaba presuroso por los pasillos con dirección a las mazmorras, aun cuando ni siquiera
había comenzado la primera clase. Necesitaba calmar esos ánimos suyos y de su muy acalorado
amigo que requería de atención inmediata.

Se volvía a maldecir por ser débil, a Merlín por ser un gilipollas y a los Black por tener complejo de
estúpidos en la sangre.

Solo por culpa de uno de los antepasados de los nobles y antiguos Black, ahora mismo estaba con
aquella encrucijada que le carcomía día con día la cabeza y los sentidos desde que ingreso ese año
a Howarts. Quería y no quería con Potter. Más bien deseaba tirarse a Potter, complacerlo y
mimarlo en todos los aspectos de la palabra que existieran, pero aun estaba ese lado dolido
porque el muy miserable lo había rechazado cuando él le ofreció su amistad. Y eso que Sentía
cuando Potter andaba cerca de él. Su instinto sobreprotector le indicaba donde podría estar
metido siempre Harry, también sabía lo que este sentía. Podía intuir al meramente verlo que este
se encontraba en plena tranquilidad pero que algo aquejaba su mente.

Chasqueo la lengua en señal de frustración.

Y aunque estaba consciente de que su parte Veela había escogido a Potter como su pareja, aun le
quedaban días a su parte humana para hacerse a la idea de que se tiraría día con día a su peor
enemigo. Y no negaba que Harry estaba como quería.

También estaba el hecho de cuando el Lord se enterara: terminaría matándolo por traicionero, sin
importar que no fuera por sus deseos.

¿A quién estaba engañando?

Estaba enamorado de Potter desde la primera vez que lo vio. No era que necesitaba aceptarlo, es

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que no quería ser rechazado de nuevo. El sentimiento fue doloroso la primera vez y, aunque
Potter no quiso nada con él, él se planteó inconscientemente – oculta tras la falsa idea de que
nadie se negaba a un Malfoy –, la forma de hacer que este le prestara atención solo y
exclusivamente a él.

Aunque fuera solo odiándolo.

¡Merlín y sus dos bolas mágicas!

¿Por qué siempre Potter ponía su mundo de cabeza?

Suspiro sonoramente y al llegar a la sala común de Slytherin, antes de que su adorada amiga Pansy
se acercara a guindarse de su brazo, preguntarle que le pasaba y luego de que el la mandara
prácticamente al diablo, esta desviara el tema a que hizo ese día, se encamino a su habitación de
prefecto. Necesitaba estar solo y acomodar sus ideas. Y de paso dígase arreglar un problema que
estaba creciendo entre sus pantalones.

Aun recordaba el sabor vagamente a vainilla de la lengua de Potter.

Esta vez soltó un suspiro más profundo:

Esperaba el día en que Harry y el consumaran su inexistente relación. Porque de algo estaba
seguro. Antes de morir bajo la imperdonable de su amo, quería disfrutar junto a Harry, aunque
fuese a la fuerza: cosa que su Veela, con el mero toque de Potter, se lo reclamaba.

Severus caminaba por los corredores de Howarts algo azorado y con el corazón latiendo en la
punta de un alambre de púas. Lo que había hablado con su Lord y la respuesta de este en contesta
al estúpido del Griffindor lo dejó helado y con miles de cuestiones en si su amo mataría al hijo de
Lily.

— ¡Maldito irresponsable! – Gritó, a sabiendas de que no había nadie por los corredores en ese
momento – ¡Maldito estúpido! Mira que pedir tal petición y me sorprende que precisamente ÉL
aceptara el encuentro, ¿Qué demonios el Griffindor de pacotilla le habrá escrito para que aceptase
encontrarse con él?

Siguió caminando para detenerse abruptamente y suspirar – ¡¿Por qué demonios lo ayude?!

— ¿Se puede saber que lo aqueja, señor? – Snape casi tuvo un infarto de la impresión cuando
escucho aquella voz. Ese mocoso insolente pagaría caro, se dijo y volteo a ver al sonriente Gry que
no dejaba de verlo con burla.

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— No lo mato ahora, señor Potter – espeto escupiendo cada palabra –, porque considero que es
innecesario ser yo quien lo haga, cuando usted mismo esta concertando una cita con la muerte
misma.–.Siseo molesto mientras achicaba su mirada y lo observaba con esos ojos negros que
parecían atravesarle el alma. Harry solo ensancho un poco más su sonrisa – Se puede saber, ¿Qué
pretende con todo esto?

— Todo a su debido tiempo profesor – culmino sonriendo nuevamente, pero con un matiz de
diversión y misterio que no le gusto para nada al pocionista.

Snape suspiro – Más me sorprende el señor oscuro…

— Entonces parece que Tom ha aceptado mi propuesta para encontrarnos.–.interrumpió,


hablando para sí mismo en un susurro, pero que llego a oídos de Snape quien bufo sonoramente
fastidiado con la actitud tan Slytherin de ese Griffindor – Descuide profesor – dijo ante la mirada
inquisitiva que Snape le lanzaba esperando a que reaccionara y terminaran su trato – un trato es
un trato y yo siempre cumplo.

— Tenga, señor Potter – Severus lo fulmino con la mirada y le tendió una carta con el Sello de una
serpiente verde y Harry saco el diario de Lily –, el lugar y la hora están escritos allí. Me retiro.

— Profesor…– le llamo al verlo dar vuelta para irse de allí. Snape volteo y lo miro de mala manera
esperando a que prosiguiera –: le pido de favor que de nada de esto que ha ocurrido, Dumbledore
se entere. No deseamos al anciano director inmiscuido en esto – el hombre asintió –, y dentro del
diario hay un pedido especial. Cuando lea la página cuarenta y dos y asimile lo que leyó, lo que le
pido está en la página 70 usted mismo sabrá para que la deseo.

— Con respecto al director, ya lo sé, señor Potter – escupió indignado – Y con lo de su pedido, solo
si me interesa lo hare, ahora… Será mejor que se largue…

— Le interesara – y con esto, Harry dio media vuelta, con paso seguro al séptimo piso, hacia la sala
Multipropósito con intenciones de leer la carta a gustó y sin que nadie se inmiscuyera.

—Estúpido niñato – murmuro refunfuñando y despotricando contra Potter mientras se dirigía a su


habitación: tenia claras intenciones de leer ese diario y acabarlo en tiempo record.

Quizás podría continuarla en la clase de la tarde dentro del salón mientras los estúpidos mocosos
trabajaban en la las pociones. Les daría la más difícil para que no lo interrumpieran.

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Remus Lupin, era un hombre encantador, atractivo y aunque muchos no lo vieran o no lo creyeran
por la encantadora sonrisa que siempre regalaba, era alguien que había pasado por todas las cosas
malas que el mundo de los magos ofrecía a quienes ellos consideraban como inferiores.

Mordido por Fenril Greyback – hombre lobo buscado y que jamás seria encontrado –, a la edad de
tan solo cinco años y por ese mismo hecho desheredado por su padre y exiliado de su familia,
teniendo que sufrir una y mil penurias en el proceso. Vivió de las limosnas de su familia; que lo
mantenía en una casa de campo para que la sociedad no lo viera y supieran de enfermedad, hasta
que llego la hora de partir a Howarts, donde estudio gracias al permiso del gran Albus
Dumbledore; un héroe entre muchos, por haber detenido una guerra que había perdurado
demasiado tiempo contra el Lord oscuro Grindelwald y en esos días, reciente director del colegio
de magia y hechicería más grande de toda Inglaterra, así como el más importante.

Durante seis continuos años – después de la mordida y antes de ingresar a Howarts – lloro ante la
indiferencia que sus padres le mostraban. Su madre nunca lo volvió a ver después de eso y el
altivo Lord Lupin lo miraba con desprecio cada vez que iba a dejarle unos cuantos galeones para
que se mantuviera con vida durante su estadía en aquel sitio apartado de todo poblado y personas
en miles de kilómetros a la redonda.

Estuvo siempre solo, inclusive en los dolorosos procesos de transformaciones donde gritaba
pidiendo ayuda a su madre que jamás respondía o a su padre que jamás llegaba a su rescate como
siempre hacia antes de que ese hecho innegable que marco su vida ocurriese. Siempre lloraba el
día antes de la luna llena tanto o más que en el proceso de cambio. Cuando sus huesos
comenzaban a romperse y reacomodarse, cuando sentía que moría en el proceso, cuando se
perdía en la inconsciencia y cuando a la mañana siguiente despertaba solo, tirado en el piso y con
el cuerpo tan adolorido como estaba su alma mientras se hacia un ovillo y lloraba gritando el
nombre de su – aun amada – madre.

Después de que ingreso a Howarts, el primer día, todo cambio. Conoció a ese egocéntrico chico
llamado Sirius Black y a ese sonriente chico de lentes llamado James Potter.

Ambos descubrieron su secreto y él, acongojado, solo vio que todo el esfuerzo que hizo fue en
vano, que todos lo odiarían al igual que sus padres y lo expulsarían del colegio. Pero su sorpresa
fue inmensa cuando estos le prometieron guardar el secreto, al igual que su tercer amigo, el
pequeño Peter Pettigrew.

Lloro como nunca el primer día de su transformación en aquel cuartucho viejo y olvidado al que
los chicos apodaban la casa de los gritos. Estuvo cierto tiempo así, solo, como siempre lo estuvo.

— ¡Te tenemos una sorpresa, Moony! – recordó como le gritaron sus tres amigos una noche antes
de su transformación y él, con una conciliadora sonrisa los siguió a aquella habitación que
descubrieron en uno de sus tantos paseos ilícitos en el castillo.

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Ante sus ojos, con asombro, presencio la transformación de los tres chicos en animales. Y después
de esa noche, más nunca tuvo que pasarlo solo en sus dolorosos cambios; hasta ese día…

— ¿Profesor Lupin? – lo saco de sus recuerdos una de las nuevas estudiantes de ingreso en ese
año.

— ¿Si, Agatha? – respondió con una hermosa sonrisa mientras la pequeña niña se sonrojaba.
Estaban en el salón de DCAO, Enseñando a los pequeños de primero, con hechizos y teorías
simples de cómo evadir algunos hechizos de magia negra.

— ¿Podría explicarme de nuevo? Es que, no me puedo concentrar y el hechizo no me sale bien –


Agatha agacho la cabeza avergonzada, esperando a que el profesor se decantara contra su
ignorancia como lo hacia aquel profesor lúgubre de la clase de pociones que para ella era un
vampiro.

— Descuida, aun eres nueva en esto. Todo lleva su tiempo – Remus le sonrió a la pequeña y esta
tuvo de nuevo la decencia de sonrojarse – Bien, vamos a practicar…

Harry entraba en la sala de los menesteres; acomodada a conveniencia con los colores de
Griffindor y Slytherin, dándole un aire ceremonial y a la vez— con una paradoja un tanto extraña
entre ambos colores – estético y a la moda.

Tomo asiento en uno de los sofás rojo y plata que se cernían cerca de la chimenea y a paso
presuroso abrió la carta. Tenía ganas de saber que le respondía Tom a la carta que le había
enviado con Snape.

Después de analizar la hermosa caligrafía que todo lord tenebroso debe tener, se dispuso a leer:

Mí muy agraciado Potter:

Me ha intrigado por completo lo que me has contado. No sé cómo has sabido sobre aquel
acontecimiento de mi vida, pero ni se te ocurra divulgarlo o tendrás una sesión completa de crucios
conmigo y quita esa estúpida cara de burla que traes.

Harry soltó una leve risilla ante eso; ¿Tanto lo conocía Tom?

Sí, te conozco demasiado bien.

Una carcajada se escucho dentro de la sala de los menesteres. Era hilarante que hasta
indirectamente conociera las expresiones que pondría. Después de calmarse un poco, continúo
leyendo:

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Al final de cuentas, eres mi enemigo. Volviendo al tema principal: aquella extraña propuesta de
encontrarnos, estoy dispuesto a hacerlo. Me resultan atrayentes algunas cosas que ocurren
contigo que no logro explicarme. Quizás si te veo logre entenderlas.

Te espero en la casa de los gritos, se que la conoces, allí estaré, solo, a las 10 pm de mañana y sí,
puedes traer a Severus. Aunque no se para que deseas que esté presente.

Tu muy querido y hermosamente odiado, Lord Voldemort.

PD: lleva algo para cenar; preferiblemente para dos, tengo la certeza de que será una conversación
muy larga.

Harry negó con la cabeza ante la forma de responder su misiva de Voldemort y quemo la carta. Era
mejor prevenir que lamentar, ya al día siguiente se las arreglaría para encontrarse con él. Salió de
la sala multipropósito y se encamino presuroso a la sala común de Griffindor a prepararse junto
con sus amigos que de seguro estaban preocupados por él, para las clases.

Estaba feliz y todo salía como había imaginado.

Poco a poco daría a conocer todos los planes que trazo y toda la información que obtuvo el tiempo
que estuvo tanto en la mansión Black como en el callejón Knocktourn recolectando información
que le seria de utilidad llegado el momento.

Dumbledore se encontraba dando vueltas dentro de su despacho. Algo que él no controlaba


estaba por ocurrir y el no tenía la menor idea de que podría estar alertándolo con tanta fuerza. Sus
nervios eran visibles, pero no había nadie cerca, más que Fawkes para verlo; incluyendo los
cuadros de sus antecesores.

— Puedo sentirlo, Fawkes.–.murmuro suspirando.–.quizás sea la profecía que la querida


Trelawney hizo, la cual este empezando a formarse.

Dumbledore rápidamente se paro entre los estantes y en un movimiento con su varita, de uno de
los objetos brillantes y esféricos de la superficie de una caja con gemas incrustadas, una pequeña
gema salía y caía en manos de Albus.

— Veamos que dice – susurro – Hacía mucho que no lo sacaba – con otra floritura de su varita, la
esfera brillo y la voz de la profesora de adivinación se escucho retumbando entre las cuatro
paredes del elegante despacho:

“El único con el poder de derrotar al falso mesías, se acerca…– dijo y Albus presto mayor atención
a lo que continuaba – Nacido del que ha desafiado a las tinieblas tres veces, vendrá al mundo al
concluir el séptimo mes… y el señor tenebroso dará su marca haciéndolo su igual – Dumbledore
recordó ese momento con una sardónica sonrisa que hizo a todos los directores fulminarle con la

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mirada. El exdirector Black, grababa cada palabra. Dumbledore pagaría –, pero él lo superara,
porque poseerá algo que nadie había alcanzado y que todos deseaban… una nueva luz surgirá en
el mundo mágico, porque el regresara al concluir el séptimo mes…”

La pequeña esfera regreso su lugar y Dumbledore no cambio expresión alguna, todavía le daba
rabia no ser el que se ha nombrado sino ese mocoso hijo de James.

Pero todo estaba a su favor y no había nadie que pudiera cambiar las cosas.

— Quien podría desconfiar del muy amado director Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore –
sonrió ante esom – ¿Verdad, mi querido Fawkes?

Fawkes lo miro y no emitió sonido alguno: había tomado un voto de silencio aquella noche en que
el hombre frente a ella olvido por completo quien fue en realidad y traiciono toda su confianza.
Dumbledore no presto atención y comenzó a caminar a la salida luego de tomar unos cuantos
caramelos de limón.

Una vez el despacho se volvió todo silencio el director Black hablo.

— Fawkes…– el ave fénix lo miro curioso – Por favor, trae a Potter aquí… debemos ayudarlo.

El ave trino y ante la atenta mirada de todos los directores que asentían de acuerdo con el plan de
Nigellus, se consumió en llamas desapareciendo para ir en búsqueda del chico.

El Rey necesitaba de su ayuda…

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La poesía es solo un medio de expresión.
“Palabras que filosas se clavan en la mente y el corazón”

Apenas hacia unas horas había sido el toque de queda para finalizar las clases y la hora de la cena
se acercaba vertiginosamente. Los estudiantes debían estar reuniéndose en el gran comedor y
comenzando charlas aburridas de lo que les había ocurrido ese día esperando a que las mesas
fuesen llenadas, mientras tanto, el adusto, serio y reservado profesor de pociones estaba en su
oficina, sentado tras su escritorio con el diario de Lily Evans en sus manos y con una expresión que
cualquiera podría descifras como de horror.

Eso era lo malo…

… su rostro mostraba lo que sentía en esos momentos. Agradecía a su sentido mágico que lo
advirtiera de no leer tales atrocidades frente a su clase de ese día, hubiese sido deshonroso que lo
vieran con la boca abierta a más no poder y con un tic continuo bajo su parpado izquierdo.

¿Quién podría decir que Severus Snape, podría abrir tanto la boca?

…Y no fuera para gritar precisamente.

Estaba seguro que si alguno de sus.–.estúpidos.–.estudiantes lo vieran con aquella expresión


correría de la impresión y gritando que el fin del mundo se acercaba – lo cual no estaba muy lejos
de la realidad con lo que leía – posiblemente creyendo que era una maldición o un milagro – o que
posiblemente habían capturado a Snape y lo habían cambiado por otro – lo que estaba ocurriendo
en ese momento.

¡Aleluya! ¡Alabadas sean las bolas de Merlín!

Odiaba su vida…

¿Quién diría que el destino era un loco enfermizo?

Creyendo que su vida no podía ser más loca… ¿Cómo ocurría una situación tan… bizarra?

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Hizo una mueca de fastidioso desdén…

Se paró de su escritorio – del cual no se había movido ni un milímetro mientras leía como un
obseso niño curioso el diario – , y llego en varias zancadas al otro lado del salón a un mino bar que
reposaba en la esquina. Tomo una botella de un escocés que databa de 40 años atrás – uno de los
de su reserva especial para los nervios – y un vaso para luego girar sobre sus talones y dirigirse de
nueva cuenta al escritorio y derrumbarse en la silla mientras tragaba el ambrosiano líquido.

Su garganta escoció un poco ante lo caliente de la bebida y sintió sus músculos – desde hacía más
de una hora tensos – relajarse.

Mierda…

Mordió su labio inferior y tomo de nueva cuenta el diario, releyendo una y otra vez aquellas líneas
hasta grabarlas a fuego y metal en su memoria…

Mierda…

Volvió a susurrarse mentalmente mientras cerraba los ojos y suspiraba forzadamente…

¿Cómo podía ser eso posible?

No es que no confiara en lo que decía aquella página maltrecha por el tiempo. Inclusive había
realizado el hechizo de autenticidad para verificar la firma mágica de su amada Evans. La cual dio
positivo por lo cual no podía desconfiar de ninguna de aquellas cosas que la misma relataba.

Inclusive, había frases que lo devolvían a ser un niño pequeño y sonrojarse como colegiala
enamorada. No cavia duda que su amada Lily estaba tan loca por él, como él lo seguía estando aun
después de su muerte.

Y otra vez… Mierda…

Esa frase se volvería su cabecera con su psicólogo cuando todo aquello terminara. Ahora tenía que
andarse por las ramas con el mocoso insufrible hijo de su mayor enemigo.

Colgaría sus genitales al lado de la corbata desde esa misma noche…

Suspiro. Maldiciendo internamente varias veces a Potter y su maldito complejo – el cual se le


había pegado – de atraer los problemas y mandando al pobre de Merlín a que se lo follaran en una
orgia de ogros.

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Busco la página que Potter había pedido que leyera luego de que revisara aquella que –
literalmente – lo había dejado helado, releyendo aquella frase otra vez, varias veces para luego
levantarse y encaminarse a paso liviano – más bien arrastrado – hasta su laboratorio.

Miro en los viejos estantes – que aun se mantenían en pie desde la época de cuando el anciano
director era joven ¡500 años por dios! – buscando aquella pócima que pedía – amablemente – el
mocoso aquel.

Debía ser más ordenado…

Miro otra vez todos los documentos de investigaciones que había hecho – ha pedido especial de
su amo – en los últimos años. Miro de reojo una que otra opción que aun hervían y debían estar
así otro par de días más.

¡Aja! Encontró lo que buscaba, detrás de una de las imperdonables liquidas que había – de nuevo
a petición de su señor – creado. Esas eran para no ser detectadas por el ministerio y sus revisiones
de varitas.

Volvió a soltar un lánguido suspiro mientras removía el líquido azul platino que estaba en el
pequeño frasco…

Con eso comprobarían si todo lo que había leído era cierto: tuvo que darle – a regañadientes y con
nota mental de pasarse una tarde entera limpiando recuerdos en el Pensadero – crédito al idiota
de Potter al haber pensado en aquello.

Lo cual extrañamente no se le había ocurrido a él.

Volvió a su oficina y volvió a dejarse caer mientras preparaba otra copa. Estaba demasiado tenso y
no tenía ganas de tomarse una poción calmante.

Sus recuerdos se perdieron a la primera vez que había conocido a Lily; había sido después de una
de las tantas palizas que su padre acostumbraba a darle cuando descubrió que tenían poderes
mágicos.

Una amarga sonrisa apareció en sus labios cuando se dio cuenta de lo mucho que extrañaba a
aquella pelirroja y atractiva chica, lo cual era extraño ya que ella tenía un fuerte temperamento y
constantemente ambos se empecinaban en entrar en discusiones sin sentido referente a pociones
o algún que otro hechizo.

Pero eso no impidió que la amara con una benevolente locura, y aun ese mismo día recordaba con
anhelo y aprensión ese sentimiento que hacia latir a su arcaico y arrugado corazón.

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Tenía que darle crédito a la mujer…

…lo ato con un lazo insoluble e irrompible.

El crepitar de las llamas de su chimenea, y también el cambio súbito de color de un rojo amatista a
un verde escarlata, le dieron a entender que esa noche tenía visitas, y no eran de las esperadas.

— ¿Lucius…? – musito contrariado al ver la cabellera rubia de su amigo. Lucius levanto una ceja,
esperando a la reacción de Severus. Con un movimiento de su mano levanto las defensas de la red
Flú y le dio paso al altivo hombre que se movía imperturbable con aquel andar…

Si supieras... pensó jocosamente a cerca de la información del diario.

— Severus – saludo con un movimiento de cabeza que fue respondido por Snape quien se tomó el
contenido de su copa.

— ¿A qué debo el honor, Lucius? – pregunto mientras le daba permiso a sentarse, no sin antes
ofrecer una copa de whisky que fue aceptada gustosamente. A Lucius le encantaba la reserva
especial de Snape para los nervios.

— Es algo que está relacionado con Draco – espetó a lo que tomaba un sorbo y miraba la
contrariada mirada de su amigo, el cual levanto una audaz ceja en duda de aquello.

— Según eh notado, Draco está bien…– dijo, no muy seguro de lo que el hombre frente a él quería
contarle. ¡Él no era psicólogo de nadie! Y mucho menos una caja de pandora…

Que se buscaran otro sitio donde guardar sus males.

— Es referente a una herencia mágica por parte de Narcisa – explico – Los Black, por línea paterna
de Narcisa, son herederos de una criatura mágica – tomo de un solo trago el contenido de su vaso
y miro a Severus, el cual se había perdido en sus pensamientos al escuchar aquello.

— ¿Qué criatura, Lucius? – pregunto otra vez, no muy seguro de querer escuchar la respuesta que
implicaba algo que lo dejaría tremendamente nervioso: su ahijado era otra maldita caja llena de
sorpresas.

Por segunda vez… ¡Aleluya las bolas de Merlín!

— Veela – Snape pasó por su rostro una mano, masajeando el puente de su nariz y suspirando
quedamente. ¿Potter en verdad le había pegado su rastreador de problemas? O…

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Trago en seco… ese pensamiento jamás debía hacerse realidad, Potter no debía ser…

Miro a Lucius con un tic nervioso acentuándose en su ojo izquierdo…, Lucius levanto una ceja e
hizo una mueca burlona entendiendo el por qué su amigo se ponía mas pálido de lo que era.

— Me imagino que has de estar pensando en la posibilidad de que Potter sea la pareja de mi hijo –
espetó, Mayormente afirmando la reacción de Snape con lo referente a Harry, negando con la
cabeza – También esa posibilidad paso por mi mente. Potter es el más poderoso en el colegio y su
poder mágico rivaliza con el de nuestro señor…, entiendes que un Veela busca poder y belleza. Y
no podemos negar que Potter, aunque no se dé cuenta, tiene ambas.

Snape rodo los ojos. Inclusive las criaturas con que se unían las familias mágicas eran ególatras y
selectivas – ¿No te molesta? – le había impresionado la actitud de su amigo al hablar así del
enemigo de su amo.

— ¡Por supuesto que sí, Severus! – replico y luego suspiro – Odio al mocoso ese, pero si Draco no
se une a su pareja ya sabes que ocurrirá: depresión y luego muerte por soledad.

Ambos hicieron una mueca asqueada por eso último.

— Todavía guardo esperanza de que sea otro el elegido – para ambos el fondo de sus copas vacías
era lo más interesante. Snape resoplo ante eso último y Lucius levanto la mirada incrédulo – .
¿Cuándo?

— Aller, en el gran comedor – dijo, curvando sus labios en una mueca desagradable – Jure que era
una alucinación, pero vi a Draco con una cara de Huffluppuff enamorado, mirando a Potter.

— Y eso es poco para mi opinión – agrego Lucius, con voz suave destilando desdén. Nunca imagino
que su apellido al final de cuentas se uniría al de un Potter – Su herencia no despierta por
completo – Severus alzo una de sus negras cejas como siempre hacia en señal de pregunta(o
cuando quería hacer mear a algún Griffindor que creía que le harían el examen de su vida) – Le dije
que tenía herencia mágica Veela, jamás le explique lo del despertar y esas cosas.

— La razón…

— Se asustaría de verse como un Huffluppuff embobado mirando a Potter – una mueca sínica y
burlona apareció en los labios de Lucius. Aunque estaba algo contrariado con la elección de la
pareja del Veela de su hijo, no se quitaba el goce de verlo destruyendo la máscara replicada, de el
mismo ante la sociedad, de Draco.

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Era como verse a sí mismo sucumbiendo ante la tentación de mostrar sus verdaderos sentimientos
hacia aquella persona en especial.

Snape resoplo ante la actitud infantil del gallardo hombre sentado frente a él – ¿Qué tipo de
características y qué tipo de Veela, Lucius? – su voz denotaba orden y Malfoy se sentía
extrañamente devuelto a los días cuando estudiaba y Mcgonagall lo reprendía por haber estado
peleando a hechizo limpio – y uno que otro de magia negra – contra James Potter y sus amigos.
Especialmente contra “aquel” chico.

— Increíblemente, un Veela rey – el tic en el ojo de Severus se intensifico. ¿Le estaba diciendo que
Draco era un Veela real? – Según Cissa, lo habían encontrado en Albania. A la muerte de este,
Cissa, dado que el linaje trascendía mágicamente, se convirtió en reina y como Cissa murió pues…

—Draco es rey – la mano de Severus paseo por su oscurecido cabello.

— Así es – afirmo Lucius – Por eso su herencia se presento un poco premeditada al recibir el titulo
mágico – explico – Recibió ambas liberaciones al mismo tiempo y debe esperarse cuanto menos
un tiempo antes de que se adapte.

— ¿Cuánto?

— Cuanto más, dos o tres días – suspiro – La mayor parte lo ayude a controlarlo en la mansión
luego de que se liberara. Cissa me había dejado instrucciones por si algo como lo que está pasando
ahora, sucedía.

— ¿Qué exactamente ocurrirá cuando se adapte por completo a su nuevo poder?

— Prácticamente – Lucius hizo una pausa y miro directo a aquellos oscuros ojos – violara a Potter.

Snape palideció.

— Descuida – lo tranquilizo Malfoy – Eso solo ocurriría si Potter se negara a él. Aunque dudo que
acepte…

— Aceptara… – espeto, con una sonrisa ladeada y enigmática adornando sus labios.

— ¿Qué te hace pensar eso?

— ¿Demasiado Griffindor, te dice algo? – Lucius entendió. Un Griffindor jamás dejaría ni siquiera a
su peor enemigo, si este pide ayuda, desamparado. Aunque en dicha situación la excepción a la
regla seria su amo.

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— Por cierto, Severus… ¿Por qué esa cara cuando llegue? – ambos se habían servido de nuevo.

— Nada de lo que preocuparse por el momento hasta que sea confirmado – desvió y aclaro – Lo
sabrás de boca del Lord oscuro si él lo cree conveniente.

Lucius asintió y termino su whisky para luego levantarse – Me retiro – anuncio – Pasare a ver a
Draco antes de irme, a esta hora ha de estar en la sala común de Slytherin.

Snape asintió y vio que su reloj daban las nueve de la noche – Será mejor que le expliques eso
antes de que cometa algo que lo dejara más devastado de lo que podría estar.

— Mas por eso he venido – fue lo último que escucho de Malfoy para cuando este salió al pasillo
de las mazmorras.

Debía comprarse un vuelo a las islas de Cancún…

Estaba dando un paseo por los corredores de la mazmorra esa noche: le apetecía caminar por la
oscuridad de aquel lugar, aunque Snape replicara. Extrañamente el hombre le recordaba sus días
de colegiatura. Pensó en James y en Sirius, poniendo una amarga sonrisa en el proceso. Aunque
fue en periodos diferentes, pensó que ahora más que nunca, aunque tuviera a Harry, estaba más
solo que cuando sus padres lo abandonaron en aquella casucha que ocupo hasta que dejo al fin
Howarts.

Remus encontraba el nombre de su soledad y aunque estuvo buscando durante mucho tiempo,
jamás encontró a esa persona que él creía estaba destinada para él y nadie más.

Su lobo interno era una maraña de sentimientos confusos y sin orden aparente.

Sacudió el repentino escalofrió que recorrió su espina dorsal y se concentro en los oscuros cuadros
que lo miraban admirados por el oscuro ser que se removía inquietantemente en su interior; por
alguna razón estoica aquello lo hacía tragar en seco y sentirse un egocéntrico.

Su energía oscura se podía sentir claramente. Al final de cuentas, la luna llena estaba a unos días
de aquel.

Pensó en lo que le había dijo Harry el día de ingreso al colegio y en realidad tenía razón: James
actuaba extraño delante del viejo y luego despotricaba como loco en soledad contra el anciano.
Muchas veces había escuchado por su súper oído desde la sala común como este empleaba unas
palabrotas que lo ruborizaban hasta la última hebra de su pelo castaño.

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También pensó en el día que James y Lily comenzaron a andar; extrañamente fue después de que
James se enfermara y comenzara a vomita. Aun recordaba el día que este había ingresado por
error a los baños femeninos y se había dado de bruces contra Lily.

El, por respeto, jamás ingreso al baño y no pudo enterarse de lo que hablaban por los hechizos de
silencio que empleaban las chicas para no ser descubiertas cuchicheando; por eso dio a entender
que ellos dos habían arreglado sus diferencias allí adentro.

De repente se detuvo y se agito visiblemente al reaccionar como obseso a un delicioso aroma que
lo atraía a la lejanía. Era inconfundible.

¿Cuánto tiempo lo busco?

Durante años, en sus viajes y en los lugares que había visitado; en todos y cada uno de ellos lo
busco y precisamente, ese día que estaba algo distraído y contrariado aparecía.

Nadie podría engañar a sus sentidos y mucho menos al lobo que se movía con insistencia en su
interior buscando ser liberado en esos instantes.

“Esta cerca…”

Escucho que le decían y, mordiendo su labio, redoblo el paso hasta el pasillo por donde se divisaba
la esencia de esa persona.

Su olfato estaba pendiente de ese olor solamente, nada importaba ni nadie, aparte de su cachorro
que nadie podía sacárselo de la mente. Giro un par de pasillos mas —prácticamente corría una
olimpiada por los pasillos siendo reprendido por los cuadros de aristócratas muertos que alguna
vez pasaron por Howarts ante su desfachatez y poca elegancia al correr—, y se dio de frente con
un bloque de músculos perfilados bajo una hermosa túnica de blanco inmaculado que lo miraba
desde arriba con una ceja alzada.

— Remus…– saludo este.

En esos momentos, Remus John Lupin, se había perdido por completo en aquellas palabras que
sonaban como un canto angelical para su yo interior.

Se levanto y miro al hombre a los ojos, detallando con sus doradas pupilas su figura; devorando
prácticamente todo. Y para este no paso desapercibida aquella acción por parte del licántropo.

Remus tomo la mano del hombre y simplemente soltó contrariado aquella pregunta que lo asalto
al haber chocado con él – ¿Eres, mi pareja, Lucius?

A Lucius Abraxas Malfoy no había nada que lo sacara de su burbuja de egocéntrica altivez para
rebajarlo a alguien incrédulo. Ni siquiera enterarse que su hijo estaba calado por un Potter, el
último para ser precisos, lo hacía cambiar de expresión a menos para la más desdeñosa de todas.

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Pero simplemente aquellas palabras salidas de aquel licántropo lo dejaron sin habla, sin
respiración y estupefacto.

— ¿Qué has dicho, Remus? – quiso confirmar, aunque sonara estúpido, aquellas palabras.

— M-mi lobo interior está inquieto; tu aroma hace que se remueva y me pide salir – Lucius sonrió
y su mirada se volvió depredadora al ver el gesto vergonzoso de Lupin al morderse el labio inferior
y sonrojarse.

— Tsk, Tsk, Tsk – chasco la lengua, moviendo uno de sus dedos y atrayendo a remos a sus brazos;
tomándolo delicadamente por la cintura y haciendo que este se estremeciera no solo por la
cercanía sino por el aliento cálido que hondaba en sus sentidos y prácticamente en su oído,
excitándolo de alguna manera – Creo que esta actitud tuya merece un castigo…– susurro y Lupin
tembló soltando un gemido para segundos después tornarse tan rojo como un Weasley.

— ¿¡q-que dices!? – se removió un poco, pero ni la fuerza del hombre lobo le ayudo, (el muy
maldito apoyaba al egocéntrico rubio que lo sostenía) – Luc, suéltame – vibro un poco al ver la
depredadora sonrisa de Lucius cuando dijo aquel pequeño apelativo que salió imperceptiblemente
de sus labios. No es que quisiera decirlo de aquella manera; pero el hombre tenía lo suyo…

— No, no, no – repitió como mantra en el oído de Remus mientras lo apoyaba contra uno de los
muros del pasillo – Te dije que merecías un castigo…– mordió el lóbulo de su oreja haciéndolo
soltar otro gemido.

— ¿Por qué? – se aventuró a preguntar mientras se perdía en aquella sensación de placer que
comenzaba a mermar toda fuerza o acopio de voluntad que haya reunido. Lucius era un demonio
y desgraciadamente él deseaba ser devorado por él.

— Por esperar tanto tiempo en encontrarme – Musito, antes de perderse en el sabor de los labios
del tímido profesor.

Harry caminaba con sus tres amigos rumbo a la sala común de Griffindor. Los tres habían estado
incómodos con las miradas lujuriosas y depredadoras que recibían extrañamente de la mesa de los
Slytherin.

— ¿Qué creen que les pasa? – pregunto Ronald, harto del silencio que se asentó en ellos tres
cuando decidieron encaminarse por otro pasillo para dirigirse a la sala de los menesteres. Estaba
curioso por el repentino interés que vio en los castaños y oscuros ojos de su serpiente italiana.

— No se – dijo Hermione – pero es extraño que de repente comenzaran a interesarse en nosotros.


¿Tú qué dices Harry?

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— Que están paranoicos – recibió un zape de la chica en el brazo y sonrió – Es broma, no sé qué
les pasa, pero imagino que tiene que ver con mi pareja.

Hermione frunció el ceño y comenzó a analizar a velocidades angustiosas aquello dicho por su
amigo.

— Explícate…– pidió Ron, no entendiendo a que se refería. Antes de que Harry dijera palabra
alguna, Mione termino su análisis y respondió en su lugar:

— La pareja de Harry es un Veela y sus encantos han de estar liberándose. Su Allure está activo –
espeto sabiamente y luego miro a Harry – Lo que dice (algo que teológicamente es imposible que
puedas negar) que ya han tenido un encuentro – el de ojos verdes tuvo la decencia de ruborizarse
y desviar la mirada de aquellos que lo hacían sentir incomodo – Pero eso no es todo. Se sabe que
Veela puede inducir al placer, no obstante, ellos parecían que nos miraban con más que eso…

Harry frunció el ceño – ¿A qué te refieres?

— ¿Qué hacíamos en el comedor, Harry? – pregunto Mione, dándole aquella mirada que decía
que ella sabía algo que el ignoraba.

— Solo hablábamos – inquirió el pelirrojo. Recordando la hora de la cena en el gran comedor – Tú


con Pavarati, yo con Seamus que se comportaba un poco raro y Harry con Deán que tenía una
actitud igual….– Ron los miro intensamente y Hermione no dijo nada al ver un milagro suceder
frente a sus ojos. ¡Ronald Bilius Weasley había descifrado algo sin que ella tuviera que hablar
mucho! – ¡Celos! – Casi grito, incrédulo ante lo que el mismo decía.

— Pero… ¿Cómo? – pregunto Harry, un poco contrariado ante eso. ¿No que los Veelas solo
despertaban el placer y la lujuria? Lo entendía de Draco; lo suyo fue a propósito (había comenzado
a desarrollar un lado sádico y, particularmente, Draco era el centro de todo). Pero, y los otros.

— Veela de la realeza – dijo solemnemente mientras tomaba asiento en uno de los sofás que
habían invocado cuando se adentraron a la sala replica y fusión extraña de Slytherin y Griffindor.
Mione lo miro raro.

— ¿Qué?, me gustan sus colores y los de nuestras casas juntas, ¿a que no es genial? Lo llamo la
sala común de Slyffindor – Mione y Ron rieron ante eso – Bueno, Mione – les detuvo – ¿podrías
continuar? ¿Qué es eso de un Veela real?

— Es algo que ley en el libro de criaturas mágicas el semestre pasado – ambos asintieron y ella
continuo – Son los que rigen a los Veelas, la familia real entre estos. Pero con el tiempo fueron
desapareciendo…

— ¿Y qué tiene que ver mi pareja con esto? – pregunto escéptico, Harry.

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— Pues todo, Harry – la mirada indulgente de Mione lo hizo quedarse callado hasta que ella
terminara – Un Veela solo hace que muestres lujuria y placer, porque eso es lo que ellos
representan – ambos asintieron en comprensión – Un Veela real, al contrario de un Veela común,
hace que muestres tus verdaderas emociones. En otras palabras; hace que el mismo y los que
estén cerca de él, muestren lo que realmente sientes desde el primer contacto del Veela en sí, con
su pareja, hasta que estén completamente ligados.

— Completamente… ligados – Hermione sonrió y Ron se sonrojo al darse cuenta de las palabras de
la chica.

— Sí, Harry – Confirmo – Cuando tengan sexo.

— ¡Mione! – replicaron ambos a la vez.

— ¿¡Que!? – se defendió – Ustedes son los únicos que se ponen así, virgencitas. Y sí, yo también lo
soy, pero no me comporto como si el tema en si me afectara – replico, luego de ver la mirada
acusadora de los dos chicos.

— Dejando el tema de lado – desvió Harry, con imágenes un tanto altas de tono volando por su
mente – ¿No están felices?

— ¿Por qué abríamos de estarlo? – pregunto Hermione y Harry sonrió de la misma forma que ella
hacia a veces. Ron simplemente lo miro intensamente esperando a que se dignara a soltar prenda.

— De que acaban de confirmar que sus dos amores sienten algo más que desdén por ustedes –
Mione boqueo al darse cuenta de ello.

— Q-quieres decir…– pero no pudo continuar, el nudo y las mariposas en su estómago le impedían
preguntar mas allá de ello.

— Tú misma lo dijiste, Mione – replico Harry, sonriendo – si mi pareja es un Veela real, eso indica
que ellos sentían lo que ustedes mismos vieron en ellos. Celos.

Mione sonrió y Ronald se puso rojo al recordar la intensa mirada de de Zabini…

Los chicos continuaron sus pláticas sobre los Slytherin y Harry se negaba de nueva cuenta a decir
quién era la pareja que le había tocado: gracias a dios Ron no se había dado cuenta de que la
pareja de Harry era un Slytherin por igual y que este estaba cerca de Zabini haciendo la misma
mirada – aunque un poco más oculta – hacia su persona.

¡Por Circe! Cuanto le agradaba molestar a Draco.

No era por mal, simplemente quería que el rubio actuara y se le declarara.

Antes de que Hermione le soltara algo de suma importancia, de una llamarada carmín surgía en
toda su gloria y esplendor el ave fénix, Fawkes.

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Harry, Mione y Ron dieron un brinco del susto y habían sacado sus varitas instintivamente. El ave
los miro comprensivos y sobrevoló un poco la sala antes de posarse en los hombros de Harry y
darle un picotazo que le dejo tonto por unos segundos.

— ¡Hey! – Exclamo confuso ante la actitud del ave – ¿Por qué me pegas?

Fawkes trino mientras se paraba en la puerta de salida.

— Creo que quiere que lo sigamos – sugirió Hermione y Ron la miro incrédulo.

— Es el ave fénix de Dumbledore, ¿no que no debíamos confiar en él?

— Por eso mismo, Ron – explico Hermione – El ave es fiel a alguien de corazón puro, algo que
tengo en duda desde que nos conto Harry aquello. Fawkes debe estar haciendo el pedido de
alguien en quien confía.

Ron no dijo más y los tres se encaminaron a seguir al fénix por todos los corredores; que
extrañamente estaban vacios cuando hacía no mas unos minutos estaban atestados de
estudiantes.

— Harry…– lo llamo Mione y este la miro mientras no perdía de vista a Fawkes – ¿Traes tu capa de
invisibilidad?

Harry asintió – Siempre la llevo conmigo.

Ella asintió y continúo su carrera hasta llegar a la gárgola que daba acceso a la oficina del director.
Los tres se miraron y luego vieron al fénix posarse sobre la gárgola y luego trinar un poco para que
la estatua se moviera. Cosa que los dejos alucinados.

Los tres subieron sin decir nada al respecto y, revisando que no hubiese nadie, al parecer
Dumbledore había salido, se adentraron al despacho, encontrándolo en penumbras.

— ¡Aquí no hay nadie! – reclamo ron! – Mejor vámonos.

Harry no hizo caso y miro a Fawkes en busca de respuestas para cuando un escalofrió recorrió su
cuerpo al igual que sus amigos cuando escucharon una voz a sus costados.

— Señor Potter…

Blaise Zabini era alguien que sin duda tendría lo que quería cuando lo quería y a la hora que se le
antojara. Pero había algo que se le escapaba por primera vez de las manos.

Desde el curso anterior había comenzado a “sentir” algo por un pelirrojo en particular. Le
encantaba ver como Malfoy los molestaba pero nunca le agrado cuando insultaba a susodicho

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pelirrojo. Siempre lo atribuyo a que era porque sus comentarios ofendían a la familia de este y lo
degradaba sin el tener culpa de ser lo que el rubio le gritaba.

Mujeres y hombres caían por él.

Pero el pelirrojo no le hacía caso. Y para su ego aquello no era nada bueno. Desde ese punto
comenzó a ver cosas que le parecían lindas de aquel hermoso chico. Sus sonrojos y la poca
paciencia que tenía. Sus ojos azules y sus hermosas pecas.

Para él era perfecto.

Y por eso era natural que rumiara en rabia mientras caminaba de un lado a otro dentro de su
habitación siendo observado por Draco.

— Se puede saber, ¿Qué te ocurre, Blaise? – pregunto su rubio amigo y el castaño se obligó a
respirar calmadamente mientras contaba en regresiva.

— ¡Hechizare con una imperdonable a aquel maldito moreno! – no le gusto que tocara de aquella
forma a lo que era suyo. Aunque este no lo supiera, ya era propiedad Zabini y aquel que lo tocara
pagaría.

— ¿Hechizar a quien precisamente, Blaise? – indago Draco, con una sonrisa bailoteando en sus
labios. Era increíble ver al apacible Blaise Zabini sonar tan posesivo y a la vez tan vengativo, y
mucho más, tan expresivo.

Antes de que Blaise hablara, Pansy entro a la habitación azotando la puerta y viéndose igual de
agitada que Blaise.

— ¡Maldita Pavarati! – grito y Draco solo alzo una ceja incrédulo. ¿Era lo que creía lo que estaba
pasando? – ¡Juro que si le vuelve a poner esa cara, la hechizo de aquí hasta el infierno…! – volvió a
gritar. Era la primera vez que Draco los veía perder la calma con tanta facilidad – ¡Nadie toca lo
que es de Pansy Parkinson!

¡Por las arrugadas bolas de Merlín! ¡Sus amigos estaban celosos!

— ¿Pero qué demonios les ocurre a ustedes dos? – Blaise bufo y Pansy se dejo caer en la cama
más cercana.

— Ni yo misma lo sé…– gimoteo Pansy, cubriendo con una mano su rostro – Solo sé que quiero
matar a Pavarati por estar manoseando tanto a mi ratón de biblioteca.

Draco rio ante eso, pero la mirada asesina de una mujer enamorada y celosa lo hizo quedar mudo
de la impresión. ¿Pansy siempre fue tan visiblemente peligrosa? Que Merlín se apiadara del que se
metiera con ella.

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— Y tú que, Blaise, ¿Por qué el enojo? – desvió el tema. No quería enfrentarse a una Pansy en
crisis de locura.

— Nada – dijo suavemente – Simplemente matare a Finnigan por coquetear con rojo – Otro más
al buril de los locos. Pero él no podía quedarse atrás: deseaba matar a Deán Thomas por tocar a su
Harry.

Los tres se sentían completamente extrañados y mas ante el hecho de que cada uno de ellos
estaba más que colado por un Griffindor en particular.

— ¿Cómo llevas lo de tu Veela, Draco? – pregunto Blaise.

— Nada fuera de lo común más que querer tirarme a Potter – dijo sonriendo – El muy maldito me
hará violarlo de un momento a otro.

Draco les había contado sobre los recientes encuentros con el Griffindor rey de la casa de los
leones.

— Nunca espere esa actitud tan “Slytherin” de Potter – dijo Pansy suspirando por Granger: la
chica le gustaba desde que la vio por primera vez. El único problema eran los señores Parkinson y
que ella no era una maga pura.

Odiaba la palabra sangre sucia.

— Ni yo – contesto Draco – Pero besa como un demonio y juro que hare a ese Griffindor gritar por
más cuando lo tenga mordiendo la almohada – dijo sonriendo abiertamente y haciendo que los
otros dos se calmaran un poco. Esos pocos gestos de Malfoy los ayudaba a concentrarse.

— Decidido – dijo Pansy levantándose – Granger será mía, que mis padres se vallan al diablo.

— Yo hare mío al pelirrojo cueste lo que cueste – dijo Blaise.

— Lamentablemente…– soltó Draco sonriendo – nuestros padres se pueden ir al diablo si no les


gusta.

Los otros dos sonrieron devuelta y salieron con un “buenas noches” para dirigirse a sus aposentos,
dejando solo al rubio.

Eres mío, y solo mío, Harry…

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“Aunque camine por valles de muerte,
No temeré a mal alguno;
Porque tu estas a mi lado.”
Salmo 23.

Theodore Nott; era un chico con un comportamiento bastante extraño a parecer de las opiniones
de los demás – en todo sentido de la palabra misma –. Era alguien que particularmente gustaba de
la soledad y el silencio aparte de que, con excesiva calma, observaba todo con detallismo. Amaba
y seguía fielmente los propios límites y metas establecidas: teniendo en consideración que amaba
la lectura sobre economía e historia, llegando a albergar unos cientos de volúmenes de
historiadores de la magia y magnates empedernidos con el dinero que hacían biografías de sus
tantos éxitos en el mundo mágico.

Admirador fiel de aquellos que se embarcaban en investigaciones que otros creían infructíferas
pero que al final aceptaban con bobas sonrisas que aquellas investigaciones salvarían millones de
existencias o por el contrario, las destruirían: tanto o más como creyó que el fundador de su casa
en Howarts, Salazar Slytherin, era una deidad con tratos mismos con la muerte en sí. ¿Quién
podría crear tantos hechizos de magia negra; no solo tan poderosos y destructivos sino tan
contradictorios a ellos mismos?

Porque eso era Slytherin, alguien que ambicionaba el equilibrio entre las cosas; tanto que si creaba
un hechizo de gran magnitud oscura, creaba un contra hechizo o poción para curar los efectos de
estas.

Nott también era alguien conocido por una complejidad que lo caracterizaba en sí mismo:
teniendo en cuenta simple, que cuando abría los labios para decir algo, todo se sumía al mutismo
para escuchar su suave y rasposa voz diciendo algo a lo que todos asentirían en acuerdo.

Inclusive aquel con el título de príncipe de las serpientes dentro de la casa de Slytherin, callaba
para escuchar a su joven amigo dar su opinión sobre temas de relevancia para los que los
discutían; a sabiendas de que Nott tiene la singularidad de estar acertado un 120% sobre lo que da
su opinión.

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Nadie tenía quejas o si quiera planteaba inmiscuirse con él. El chico tenía el título de sabelotodo al
igual que la Griffindor Granger. Ningún miembro de Griffindor, Huffluppuff o Ravenclaw se
inmiscuían con él: para ellos él solo era otro ratón de biblioteca más; sin fuerza física para
enfrentarse a ellos.

Que equivocados estaban…

Aquellos que conocían a Nott, lo tenían en tan alta estima como ellos mismos valoraban sus vidas.
El chico era un demonio cuando se enfadaba; cosas que pocas o ninguna vez había sido apreciada.

Howarts jamás se ha habido enfrentado a la furia de un Theodore Nott completamente cabreado


hasta la medula. El ultimo incrédulo que lo hizo enojar insultando cosas que para el eran más que
sagradas, termino comiendo por una tubería y aun se encontraba en san Mungo recuperándose de
secuelas espantosas que rondaban día y noche su mente – dígase con el rostro de Theo y una
sonrisa macabra – que lo hacían gritar en miedo, dolor y frustración misma.

Ni el más experto Psicomago había podido sacarlo de aquel estado de regresión mental. Tampoco
había descubierto quien lo dejo en tan lamentable estado.

Y con tal explicita razón; nadie – entiéndase el sentido más común con dicha frase –, ¡nadie! Se
atrevía a molestar a Theodore Nott. A menos que si quiera valoraba su vida para hacer tan suicida
Azaña.

Uno de los seres actualmente vivo que admiraba a parte de su propio padre, era al gran señor
oscuro; quien había hecho una investigación más profunda sobre la magia oscura que el mismo
Salazar Slytherin en sus días de gloria.

— Theo…– el sonido de la voz de su amigo Draco, lo hizo salir de su inherente ensoñación para
con alguien – dígase el único ser humano – que había logrado poner su mundo de cabeza. Suspiro
en pleno fastidio al no poder hacerlo suyo y miro a Draco quien tenía una sonrisa comprensiva en
sus labios –. ¿Por qué no simplemente lo secuestras en cualquier esquina que lo encuentres solo,
como mayormente va, lo llevas a un lugar vacio y le dices todo?

Theodore marco la pagina del libro que actualmente estaba leyendo y lo cerró para colocarlo en su
regazo.

Soltó otro suspiro de resignación. Podría haber seguido todos los consejos de Draco. Porque en
área del amor, particularmente él, era un simple amateur. Pero no, se negaba a eso; es que la
persona de quien estaba prendido como cualquier Slytherin lo estaría de la primera y última
persona que amaba, era alguien que de ser posible, lo freiría a hechizo limpio (cosa imposible de
creer con la actitud tierna y tímida de ese chico) con su mera presencia.

— Sería la forma más simple de alejarlo con claro y explicito miedo hacia mí, después de eso,
Draco – se digno a responder, luego de meditar la respuesta por varios segundos –. En verdad, no
quiero que se aleje de mí – Theo suspiro y miro tiernamente hacia su hermoso cachorro de león,

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con una senda – todo lo que un Slytherin como Theo se digne a ese indigno acto – sonrisa;
sacando con ese simple acto muchos suspiros de chicas que lo miraron sin previo aviso de ese
gesto (es que Theo, sin darse cuenta, era un rompecorazones de primera categoría) –. Con solo
ponerme a su lado huiría despavorido…

Draco admiraba todas las facetas que eran visibles con segundos de intermedio en el rostro de su
amigo; negando en el proceso por el complejo de damisela enamorada que cargaba esa mañana…

Aunque el mismo podía entrarse en aquel estúpido comportamiento que sus amigos adoptaban
de idiotas enamorados…, siendo él, el principal.

También preguntándose por que su padre llego la noche anterior sonriendo a visitarle (cosa que lo
lleno de terror presenciando algo que jamás en todos los años de su vida y alguna que otra
reencarnación se hubiese imaginado), y por qué el maestro de defensas contra las artes oscuras le
evadía la mirada…

—Aunque seas un genio con un IQ superior al de cualquiera de nosotros en Slytherin – intervino


Blaise, sacando de sus cavilaciones deductivas para con el profesor de DCAO y su padre en algo
que no lograba visualizar bien, a Draco. Theo lo miro esperando que continuara – eso no te hace
inmune a ciertas sensaciones que los humanos (considerando que tú pareces otra cosa o un
“demonio” en sí) tenemos – Nott lo miro, fulminándolo con la mirada de tal manera que Blaise
pensó hundirse en su asiento (lo único era que Zabini ya parecía inmune a sus miradas) para luego
negar indiferente y Blaise simplemente continúo dándole en el proceso una palmadita en el
hombro con una sonrisa que se le antojo molesta –.¡Felicidades, Theo! Al fin conoces lo que es el
miedo a no ser correspondido – comento feliz –.¡Ahora ten el puto valor y se tan astuto como eres
y conquístalo!

Theo suspiro mirando el techo hechizado del gran comedor exasperado ante el poco
entendimiento de su amigo italiano.–.¿Como el que tú has tenido para conquistar a tu amado
pelirrojo, querido Blaise?.–.sonrió mordazmente cuando el sonrojo en las mejillas de Blaise
apareció, acentuándose cuando señalo a Ronald en la mesa de Griffindor y este sonreía de una
forma un tanto lasciva. O ese era el pensamiento de Zabini.

Blaise simplemente miro a la mesa de Griffindor y bufo visiblemente irritado al ver algo que no le
gusto para nada; ahí estaba el idiota de Finnigan coqueteando con lo que era suyo. De nuevo.
Suspiro y bajo la mirada; se había planteado conquistarlo, pero tenía también miedo a ser
rechazado, ¿Cómo es que esos leones atraparon sus corazones tan fácilmente?

Theo miro las acciones de su amigo y luego sonrió. Al menos tenía que hacer algo por los únicos
que tenían la decencia de estar a su lado cuando más lo necesitaba – Qué te parece si hacemos
esto, Blaise – le espeto mientras sonreía altanero – Yo, Theodore Nott, me comprometo a pedirle
matrimonio a mi Griffindor, si tú, Blaise Zabini, logras conquistar a tu amado pelirrojo. Dando mi
palabra de mago de por medio.

71
Decir que todos tenían miradas de estúpidos era poco; Theodore Nott, haciendo proposición para
algo de tal calibre, no era común. Draco boqueaba al igual que Blaise y una muy ilusionada Pansy
Parkinson al lado del italiano sonreía bobamente al entender la magnitud de tal propuesta.

Después de meditativo silencio, Blaise sonrió – ¿Es esto una apuesta, Theo?

Theo negó haciendo que el ceño de Zabini se acentuara un poco en la incomprensión de eso.
Draco y Pansy se encogieron de hombros tampoco entendiendo a lo que Theo quería llegar con
ese simple gesto.

— Piensa por una vez en tu vida, Blaise – los ojos de Blaise fulminaron a un sonriente Nott – Dime
Blaise, ¿Qué pasaría si esto fuera una apuesta, aunque tenga los fines que tenga, y nuestros
queridos leones se enteran de ello de una manera poco explicita para nosotros?

Tanto Blaise como Draco y Pansy meditaron su respuesta, llegando todos a la conclusión más
simple de todas; siendo Blaise el que hablo primero.–.Se sentirían usados y llegarían a la
conclusión, conociéndolos como los conocemos, que solo son un juego para nosotros.

— Así es, mi querido Zabini – acepto Theo, dándole una mirada de superioridad – Por ello, esto es
solo una meta que nos proponemos cumplir, con nuestras palabras de mago (que lo que con más
valor podemos ofrecer) de por medio y con su debido castigo si es que llegas a realizar lo pedido
con esto.

— Acepto.–,dijo altanero, Blaise, estrechando la mano en clara aceptación de los términos


establecidos. Draco volvió a negar y Pansy sonrió abiertamente mientras ponía su mano en las
palmas entrelazadas.

— Yo me uno también – murmuro sonriente –, pero el reto se ampliara a que si yo, tanto como
Blaise, logramos conquistar a nuestros amados leones; tendrás que pedir matrimonio aquí, en
pleno gran comedor.

La sonrisa de Blaise se agrando y Theodore asintió complacido ante lo último – Pero será un par de
días después de habérmele declarado o en su defecto, habérmele acercado y ganado algo de su
confianza, he insistido en que él es importante para mí – Blaise y Pansy asintieron sintiendo duda
del porque de aquella decisión.–.No quiero que simplemente piense que juego con sus
sentimientos si es que este llega a sentir algo por mí.

Después de haber establecido aquello los tres dieron sus palabras de mago…

Draco simplemente levanto una ceja incrédulo ante lo simple que se tomaban sus amigos las
decisiones como aquellas. Estaban resignándose al fin a realizar lo que con tanto ahincó habían
declarado la noche anterior en su habitación.–.Pensé que tardarían más.–.se dijo para poner
atención a su hermoso Griffindor, que entablaba una amena conversación con sus amigos
frunciendo el ceño de vez en cuando.

72
Tres pares de ojos que atravesaban su nuca lo hicieron girarse para encarar a sus compañeros: los
cuales tenían unas brillantes miradas que lo hicieron tragar de sopetón uno de los bocados de su
desayuno – se puede saber, ¿Qué pasa en estos momentos por aquellas macabras mentes de los
que se supone son mis mejores amigos? – entorno una ceja al ver que Pansy sonreía indiferente y
Blaise simplemente volvía a su desayudo con cara de aburrido y Nott, como siempre, volvía a su
amena lectura.

— No es nada, Draco, olvídalo – dijo Blaise, comenzando a crispar los nervios del Veela – No creo
que lo hagas después de todo – suspiro dramático mientras tomaba un poco de jugo – Tú no eres
del tipo de personas que hacen esas cosas…

— Querido Blaise – sonrió cuando el aludido lo miro. A nadie le gustaba cuando Draco comenzaba
a hablar con una voz tan pasiva y condescendiente.–.Me podrías explicar al menos a que te
refieres –.sonrió de una manera que varios de los Slytherin más cercanos, simplemente se movían
varios puestos más alejados.

— De que vale explicártelo, Draco, si ni siquiera lo intentaras.–.intervino Parkinson.–.


Conociéndote bien, sabemos que no aceptaras nunca unirte a nuestro pequeño reto.

Draco entendió a que se referían y estaba planeando asentir en que no se uniría a algo tan
absurdo como aquellos a lo que los tres dieron sus palabras mágicas, para incentivar el
sentimiento de conquista para con sus amados.

Pero Nott dijo algo que quebró su orgullo tanto como mago y así mismo, como hombre.

— Dejen en paz a Draco – había dicho mientras cambiaba la hoja que estaba leyendo – Sabemos
que el tiene miedo a este tipo de cosas – Draco frunció el ceño en desagrado a como lo había
categorizado el de avellana mirada.

— ¡Yo no soy ningún cobarde! – siseo molesto ante lo dicho. Nott lo miro indulgente y Pansy y
Blaise trataban de contener las sonrisas que amenazaban con salir – ¡Bien! – Rumio indignado,
entornando la mirada agresivamente mientras los miraba de hito en hito – Si ustedes dos –
apuntando a Pansy y Blaise – logran su cometido de conquistar a sus leones, yo me comprometo,
dando mi palabra de mago de por medio, de que declarare que Potter me pertenece y lo besare
delante de todos.

Detrás del libro, Theodore Nott sonreía un tanto macabro al ver su plan comenzando a marchar –
Entonces es un trato, Draco.

Los tres sellaron el trato, dándose un apretón de manos y mirándose retadoramente para luego
mirar a sus Griffindor’s destinados.

73
Harry sintió un expectante escalofrió recorrer su cuerpo y por lo que entrevió con sus amigos,
estos sintieron lo mismo que él, al igual que Neville que estaba a su derecha. Los tres se miraron
sin entender bien que sucedía, pero simplemente lo tomaron como una anomalía momentánea
con referente a lo que vivieron la noche anterior en la oficina del director: quien en esos
momentos se miraba algo más viejo que de costumbre.

Nunca en su vida imagino que el anciano pudiera hacer tal cosa como la que descubrió…

— La profecía es falsa – inquirió molesto ante la revelación que le hacia el ancestro de los Black;
quien al parecer fue quien los llamo para informarle tal suceso que simplemente aumentaba su
odio para con el anciano director…– ¿Todo esto ha sucedido por algo que jamás se dicto…? – se
cuestionó mientras apresaba su labio inferior.

— No – espeto este. Hermione y Ron, tanto como Harry, lo miraron sin comprender bien – Solo dije
que la profecía que te dijeron era falsa, no que esta no existió.

— ¿Entonces la profecía existe? – inquirió Hermione, pensando nuevamente en las posibilidades


que acarreaba una nueva profecía.

— Así es, jovencita – dijo Nigellus, mirando altanero, con su porte aristocrático a los jóvenes – Pero
esta dista mucho de la que el joven Potter escucho cuando mi descendiente murió…

Harry desvió la mirada culpable. Podía superar la pérdida de su padrino, pero el dolor aún era
tangible en su interior.

— Descuide, joven Potter – inquirió Black mientras relajaba un poco sus facciones. Harry lo miro
atentamente el retrato.–.Las decisiones que todos nosotros tomamos, hechas ya están, no
podemos cambiar situaciones que han ocurrido…– Harry desvió la mirada de nuevo y Nigellus
sonrió – Aunque para ti, joven Potter, nada es imposible.

— ¿A qué te refieres? – la intriga no era muy buena amiga de Harry.

— Todo a su debido tiempo, joven león – amonesto Black, mientras todos los cuadros lo miraban
atento y con entendimiento de sus decisiones.–.Primero escucha la verdadera profecía…, no
debemos perder el tiempo.

Harry asintió y sus amigos se preparaban para memorizar cada frase de la misma.

— “El único con el poder de derrotar al falso mesías, se acerca…, nacido del que ha desafiado a las
tinieblas tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes…, y el señor tenebroso dará su
marca haciéndolo su igual. Pero él lo superara, porque poseerá algo que nadie había alcanzado y
que todos deseaban… una nueva luz surgirá en el mundo mágico; porque él regresara al concluir el
séptimo mes…”

74
— Espero que pronto comprenda la magnitud de esta profecía, joven Potter – declaro el director
Black. Harry lo miro sorprendido y Hermione tanto como Ron analizaban cada una de las frases –
En la mansión Black, Grimmauld place, existe un cuadro mío. Cuando valla en vacaciones, lo
espero; tenemos mucho que discutir.

— Harry…–.Hermione lo saco de sus cavilaciones. Harry la miro y esta simplemente suspiro –


¿Estás pensando en lo que escuchamos anoche?.–.el chico asintió lentamente.–.He estado
pensando, y esta profecía— lo dijo en voz baja y solo para ellos tres, ya que Ronald los escuchaba
atentamente – es un poco parecida a la anterior.

— ¿En qué forma? – pregunto Ron y Harry lo apoyo con su asentimiento.

— Bueno. A diferencia de la anterior, que simplemente habla en plural y definiendo a dos o más
familias – dijo. Analítica y diferencialmente –, esta habla de una sola persona, tu padre, sin la mera
mención de tu madre.–.Harry asintió, luego de que tratara ese asunto con Voldemort se los
contaría a sus amigos.–.Y también está esta otra frase “y el señor tenebroso dará su marca
haciéndolo su igual” lo que nos dicta que no solo el señor oscuro sabia que te daba poder
suficiente como para vencerlo sino que lo hizo adrede.

— ¿Quieres decir que el señor oscuro sabia que le daba poder a Harry? – Harry se preguntaba
cuando dejarían de tomar el nombre de Voldemort como excusa para temblar como gallinas a su
mera mención.

— Así es – dijo Hermione, con cara de pensar un poco más en el asunto – Y lo último que me dice
que algo importante esta por pasar, es la última línea.–.su cara reflejaba incertidumbre y
comprensión – Si lo que intuyo es verdad, Harry, tu eres la reencarnación de alguien sumamente
importante para el mundo mágico…

— Alguien que pondría en desbalance los planes de Dumbledore, como para que este armara
todo este melodrama con tu vida, amigo – Mione y Harry aun no se adaptaban a un Ronald
Weasley más maduro e inteligente, ¿Qué le había hecho su madre ese verano?

Harry suspiro pesadamente y miro a Remus, el cual simplemente evadió la mirada incrédula de
Harry. En toda la mañana aquella era la noticia silenciosa más espectacular que había recibido.

— ¿Por qué la sonrisa, hermano? – pregunto Ron, curioso y Hermione miro en la dirección de este
encontrándose con un Lupin un poco menos desgastado y con un aire soñador atrayente en su
alrededor. Con decir que las chicas suspiraban más que de costumbre con el hombre lobo sentado
en la mesa de profesores.

— Al parecer – lanzo una gran sonrisa dirigida a sus compañeros, que de más que uno y otra cerca
que lo apreciaron, saco un suspiro soñador (Draco por su lado los fulminaba a todos) – Nuestro…
lobito, encontró a su pareja.

75
— ¿Cómo sabes eso? – indago Mione, curiosa como siempre al parecer de Harry.

— Puedo sentirlo.–.contesto.–.El ambiente alrededor de Remus cambio, su esencia está mezclada


con otra.

— Con lo referente a que un hombre lobo solo puede tener una pareja. ¿Es imposible que se
pueda relacionar con otras personas? – pregunto Ron, recibiendo una negativa de Harry.

— Su lobo interior se lo negaría completamente –.hizo una mueca de desagrado ante eso –.El lobo
solo tiene una sola pareja de por vida, y lamentablemente Remus no la había podido localizar…,
hasta ahora.

— Eso es una gran noticia, ¿no? – dijo Hermione un poco contrariada por la mirada de su amigo.

— Si lo es.–.desestimo.–, pero con la cara de preocupación de Remus, ah de ser alguien que


piensa que no me agrada o que tal vez no le conviene.

— Pues háblenlo a solas ya que tú eres quien más lo entiende – sugirió Ron, recibiendo de nuevo
aquellas miradas incrédulas – ¡Dejen de mirarme cómo si fuera UN bicho raro!

— No es algo que queramos, pero, el escucharte así nos da la idea de que te cambiaron por otra
persona, Ron – espeto Harry sonriendo. Ron solo bufo – Será mejor que nos vallamos a la primera
clase del día…

Al levantarse, los demás Griffindor’s hicieron lo mismo, acompañando a su jefe a las clases que
ellos también tenían.

— ¿Te ocurre algo, Severus? – pregunto Albus mientras observaba a Harry marcharse a las clases
que tenia a esa primera hora de la mañana. Le parecía algo extraña la actitud de su profesor de
pociones ese día, se notaba algo más nervioso o ansioso de la cuenta. Snape lo miro y luego
simplemente negó.

— Simplemente estoy esperando unos ingredientes que pedí hace meses al extranjero – explico –
Los necesito para mañana y tienen que llegar esta tarde o eso espero.

— Ah – dijo jocoso para luego esbozar una sonrisa – Creo que tu primera clase está a punto de
comenzar, muchacho – Snape gruño y se levantó de su asiento, después de asentir con la cabeza.

Albus Dumbledore siempre le parecería desagradable, el maldito hombre nunca borraba aquella
maldita sonrisa.

76
Camino a paso raudo por los pasillos: espantando hasta el punto de la muerte a uno que otro
estudiante que se atravesaba en su camino a las mazmorras. Tenía que reunirse con Potter esa
noche a petición de su amo para llevarlo a la casa de los gritos.

El Frufrú de su túnica al aire, creaba el efecto deseado cuando sus estudiantes.–.los más
experimentados con el sonido –, se pegaban a las paredes dándole paso al adusto hombre.

Extrañamente había algo que lo intrigaba con respecto a la vuelta de Lucius para usar su chimenea
para irse del colegio. El hombre había regresado con aires renovados; como si hubiese olvidado
que Potter era posiblemente la selección de su hijo como pareja. Su sonrisa simplemente hizo que
su consternación creciera aún más de lo que había hecho el que Lucius Malfoy llegara con rostro
relajado.

Ahí había gato encerrado…

… o más bien lobo enjaulado.

Tampoco le pasaba desapercibido el renovado ambiente alrededor del licántropo; Remus Lupin
era un hombre demasiado transparente para su bien propio. Había visto esa sonrisa brillar con
más alegría que las que siempre usaba, inclusive aquel claro nerviosismo que tenía cuando miraba
a Potter — como un niño esperando a ser regañado por su padre al haber hecho algo malo—, y la
palabra Lucius Malfoy estaba pintada en todo su rostro.

Tendría que tratar ese asunto a fondo luego de que resolviera los asuntos de su amo y del mocoso
aquel de Potter.

¿Cuánto odiaba Merlín su vida?

Doblo unas cuantas esquinas y luego de darle el golpe final a la estaca en los corazones de sus
estudiantes (tenía la certeza que madame Pomfrey lo visitaría para reprenderlo de mandar a
tantos chicos con problemas cardíacos a la enfermería), se adentró a la sala de pociones con una
macabra sonrisa adornando sus labios luego de ver a Mcmillan desmayado al ser sorprendido
jugando con algo ilegal.

Tom se miraba de nueva cuenta en el espejo de cuerpo completo de su habitación,


intercambiando varias prendas con un simple movimiento de manos. Necesitaba ir bien vestido y
ni el mismo entendía la razón del por qué tanto ahincó en lucir bien.

— No me gusta –.Decía Nagini, dando su opinión sobre la vestimenta que Tom se probaba en ese
momento – Y a todo esto, ¿Por qué tan dedicado a que te pondrás hoy, Tom? – inquirió curiosa
del porque su cría se comportaba de aquella forma tan egocéntrica ese día.

77
— Nada importante – respondió indiferente mientras tomaba otro conjunto de túnicas en tono
sombrío. Nagini pareció levantar una ceja incrédula ante eso y Tom ladeo una sonrisa.–.
Simplemente quiero dar una buena impresión, eso es todo. No es tan extraño que el gran señor
tenebroso se vista con clase.

— Pero si es extraño que te esmeres tanto con para ir a ver al chico – respondió burlonamente
mientras negaba a un nuevo conjunto que le era mostrado. Tom debía cambiar gran parte de su
guarda ropa.

Tom suspiro y se dejó caer de espaldas en su cama mientras Nagini reía lentamente, divertida ante
la situación. Hacía mucho tiempo que Tom no se ponía nervioso solo por un encentro.

— Ni yo mismo me entiendo. Inclusive me sorprendió en la forma tan familiar en que le respondí


a la carta – cerro los ojos un momento visualizándose nervioso en que contestar; cosa extraña en
él. Una imagen de alguien sumamente hermoso ante sus ojos, le vino a la mente – Quizás porque
es su hijo, tal vez esa sea la razón…

— No la ha sido en estos siete años que has intentado acabar con su vida.–.le reto mientras
colocaba su cabeza en una de las almohadas, a veces le exasperaba la poca razón de Tom para
analizar las situaciones – ¿Por qué ahora?

Voldemort lo medito durante minutos que parecieron horas. Nunca se había planteado esa
situación, para eso tenía a su conciencia andante de nombre Nagini para que lo asesorara en
ciertos casos de entendimiento sentimental.

— Tal vez su carta tiene mucho que ver en esto…– respondió luego de sentirse frustrado al no
hallar conexión alguna con su forma de comportarse con el chico.–.Dice saber de la antigua
relación de James y yo.

Nagini sonrió nostálgicamente con aquel nombre; aun estaba vivo aquel recuerdo de la pareja de
su querido amo. A ella le encantaba James y siempre estuvo presente que esté sentía lo mismo
que su amo.

— ¿No vas a ir solo por eso, verdad? – inquirió tan curiosa como era. Tom simplemente rio entre
dientes y se dispuso a continuar eligiendo túnicas para la visita que haría aquella noche al joven
Potter. Nagini volvió a mirar otra de las prendas y negaba ante aquel color tan claro.

— Iré más por curiosidad que otra cosa – espetó, volviendo a mirarse con otro conjunto más en
las manos, recibiendo el asentimiento de Nagini para el conjunto que este había elegido – Él dice
saber algo de James que solo me incumbía a mí y nadie más. Planeo darle el beneficio de la duda.

— De paso dile con quién demonios esta… el chico merece saber al menos eso – espeto con algo
de asco mientras sus ojos se tornaban de un hielo verdoso profundo en odio – Ese maldito viejo
siempre tiene algo oscuro bajo la manga; aún recuerdo lo que intento contigo…

78
— Y de no ser por ti, lo hubiese logrado, Nagini – sonrió a su amiga para calmar aquellos aires
asesinos que se apoderaban de ella en ese momento – Esa es una de las cosas por la que siempre
estaré agradecido – Nagini sonrió después de suspirar y calmarse. Tom termino por decidirse por
el último conjunto luego de echarle una escrudiñada mirada selectiva – Tratare de convencerlo, el
hecho está en que crea en mi palabra cuando piensa que yo mate a sus padres.

— Si le dices que lo salvaste, podrías arreglar ese asunto…– Nagini se encaminaba hacia la puerta.

— Dudo que me crea – Nagini asintió también pensando lo mismo; no es algo fácil creerle al señor
oscuro cuando este te dice que salvo tu vida una vez.

— Al menos inténtalo, nada puedes perder ya…

Tom asintió y Nagini salió de la habitación dejando que el chico se terminara de asear y preparara
todo para la reunión de aquella noche.

Habían terminado las clases de ese día y él se encontraba sumergido en toda clase de
pensamientos referente a una sola persona; una sola entidad que había abarcado todo su ser,
dejando espacio para su pequeño cachorro.

Tenía que corregir algunos documentos y dar las clasificaciones de algunos estudiantes que
elegiría para mostrarles algunos cuantos hechizos de defensas más avanzados: ya que solo los
selectivos por él serian capaces de poder controlar aquellos hechizos.

Pero toda clase de concentración parecía inútil en esos momentos. Su mente solo vagaba en él…

Lucius Malfoy.

Su pareja destinada…

A quien siempre estuvo buscando…

Y a quien debía odiar al ser un Mortifago y uno de los causantes de tantas muertes en el mundo
mágico.

Pero era inútil contradecir a su lobo interno: quien particularmente estaba más que encantado
con lo que ocurrió la noche anterior; quizás no se unieron sexualmente, pero el maldito rubio
besaba como un demonio, y él estaba más que deseoso de ser devorado en ese momento de
austero descubrimiento.

¿Es que el destino estaba contra él?

Había perdido a sus mejores amigos y ahora, solo quedando su cachorro, se sentía solo con lo
referente a su niñez y la tristeza embargaba su interior.

79
No era fácil olvidar a los únicos seres que mostraron humanidad y familiaridad con él. Ellos eran su
familia y los había perdido a todos y cada uno, solo quedando sus recuerdos y el hijo de uno al que
consideraba su propio hijo.

Suspiro pesadamente y soltó la pluma con la que corregía uno de los trabajos que había pedido
para esa semana.

No sabía qué hacer para resolver esa encrucijada.

El crepitar de las llamas en su chimenea lo hicieron salir de sus pensamientos; alguien pedía
acceso a su oficina. Con una simple floritura le dio paso a la persona que pedía comunicarse con él;
dando extrañamente con que Lucius Malfoy se adentraba a su despacho con una sonrisa, un ramo
de flores y una caja de chocolates: que suponiendo bien eran de los más caros que podían existir.

— Luc…– soltó inconscientemente, reprendiéndose después de salir de la depredadora sonrisa


que aquel bello hombre le soltaba.

— Buenas tardes, Remus – saludo, entregándole los paquetes y en el desprovisto del momento en
que un contrariado Lupin los recibía, le robaba un beso de los labios.

Lupin no dijo nada, solo se quedó anonadado mientras tocaba sus labios.

Si, estaba jodido.

— ¿Está listo, Potter? – pregunto seriamente el profesor Snape mientras terminaba de recoger
algunos de los documentos que le tocaban corregir ese día; había pedido licencia para esa noche
para ir en busca de algunas plantas exóticas que solo se dan en su máximo punto de cultivación
varios días antes de la luna llena.

— Así es, profesor – contesto Harry, quien cargaba con su capa de invisibilidad y un recipiente
hermético que hizo levantar una ceja a Severus.

— ¿Que lleva en ese recipiente, Potter? – inquirió curiosamente. Harry alzo el objeto en cuestión y
simplemente se encogió de hombros.

— Algo de comer.–.Severus estuvo tentado a limpiarse los oídos pero no lo hizo. Simplemente
levanto nuevamente una ceja incrédulo y con una sonrisa altanera de lado. Harry simplemente
suspiro – Fue Tom quien me pidió que llevara algo para comer…

Severus entro en estado de shock, su amo le había pedido algo de comer a Potter para la
conversación. Sacudió su cabeza y simplemente se hizo de la vista gorda con el asunto; no quería
recibir quejas ni cruciatas después de esa noche.

80
— Bien, colóquese la capa, Potter – Harry hizo lo que este le pidió y luego se encamino a los pasos
– más bien zancadas.–,que daba el profesor por los corredores de Howarts en silencio, con
dirección a un sauce boxeador muy entretenido con varias aves que buscaban anidar en sus
ramas.

Se adentraron por el pasadizo que había debajo de este (después de detener su ajetreado
movimiento), y siguieron por el largo y sucio corredor hasta la trampilla que daba acceso a la vieja
casucha conocida como la casa de los gritos; nombrada por su padre a honor de los días de
transformaciones de Remus, según su padrino le había dicho.

Y allí, esperando junto a su profesor de pociones, estaba esperando a dar el primer paso de los
muchos que daría, para el éxito de los planes que había puesto en marcha…

Dumbledore no tenía idea de que lo golpearía.

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“Buscamos un guía en alguien poderoso,
Pero lo señalamos cuando no cumple nuestras expectativas.”
“Humano,
Regodéate,
Porque el infierno es lo que espera a tu alma,
Maldita por los deseos impuros.”

Neville Longbottom era un chico temeroso y poco fiable a vista de muchos; su confianza era
quebrada cada verano que iba a casa de su abuela a pasar las vacaciones y recibía las típicas
reprimendas al no ser igual que su padre, al no ser inteligente como su madre, no tener sus valías
en la sociedad ni su confianza a la hora de actuar o inclusive, al no tener sus gallardos portes de
gente de sociedad.

¡Todo era su maldita culpa!

Siempre sufriendo las infructíferas reprimendas que en vez de alentarlo lo hacían retraerse aún
más en sí mismo.

Pocas veces podía reír con tranquilidad, y su única compañía eran las flores que secretamente
cultivaba en el jardín a escondidas de su abuela cuando esta salía a atender los negocios de la
familia Longbottom que él tenía que suceder cuando su día final de clases llegase: que a decir
verdad no estaba muy lejos…

… prácticamente ya estaban a noviembre y se acercaba el día en que fuera a pasar la noche buena
con su abuela y, al saberse adulto, en el fondo se alegraba tanto como sentía morirse.

Siendo adulto podría irse de casa de su abuela, pero si lo pensaba mejor, esta simplemente le
daría más y más problemas a cuestas; más estúpidas quejas de su parte al no poder llevar los
negocios de los ilustres Longbottom y por ende, mas retracción en sí mismo, más miedo con cada
día trascurrido.

¡Estaba harto!

Mordió su labio frustrado y se quito los guantes con los que estaba protegiéndose de una
Nimbelus Mimbletonia carnívora y se dejo caer en uno de los tantos asientos del invernadero 3
donde siempre estaba; tenía pocos amigos y estos a su vez, tenían amigos, con los que si les

82
gustaba relacionarse,–.dejándolo a él como siempre, solo.–.No es que le molestase; siempre
estuvo solo…, era algo normal.

Una lágrima descendió por sus mejillas y antes de que callera, tomando uno de los bordes de de su
túnica, la limpió con bastante fuerza… siempre seria débil, ni aun al haber alcanzado algo de
confianza en el ministerio el día que acompaño a su amigo y líder, Harry, a salvar a su padrino, esta
la perdió cuando volvió aquel verano con su abuela.

No es que odiara a la mujer, pero ella siempre lo vio como menos, siempre observándole desde
arriba como una cucaracha – nunca lo trato como a su nieto o alguien querido – siempre seria el
hijo de su madre, nunca hijo de su amado padre, eso causaría vergüenza y aversión en la mujer.

Sus padres aún se recobraban en san Mungo, 15 años después de que se volvieran locos por el
Crucío de Bellatrix Lestrange: todo sentimiento conocido como odio, iría a parar con aquella mujer
el día que la viera de nuevo en persona, acabaría con cada molécula de cordura y locura que
existiera en ella.

Suspiro pesadamente y se puso en pie; recogiendo de paso todos los implementos de jardinería
que tenia, los cuales, curiosamente le llegaron hacia días como un regalo de alguien anónimo…
una hermosa sonrisa afloro entre todos aquellos sentimientos contradictorios que tenía esa
mañana después de recibir otra de las misivas de su “adorada abuela” donde le pedía calmada y
detalladamente – amenazándolo con algunas cosas de su interés – que sus notas fuesen perfectas
ese último año en Howarts.

¡Odiaba a esa mujer con todo!

Lo aceptaba: desde el día que puso un pie en casa de esa mujer, su vida se volvió un infierno.

No recordaba día alguno donde tuvo una sonrisa cuando estaba con la anciana; 11 años de su vida
sufriendo lo mismo y aunque no fue precisamente igual que a lo que tuvo que vivir su amigo Harry
Potter, era similar en sentido de que su vida misma era catalogada como un infierno en vida…,
sino es que era peor a aquello.

Día tras día recibiendo lecciones incomprensibles y castigos que lo hacían temblar al solo hecho de
recordarlos eran llegados cuando no tenía respuesta a las preguntas de su abuela, ¿Cómo
demonios esperaba que un niño de apenas 3 años sepa lo que es una imperdonable, o mucho
peor, como emplearla?

Gimió en frustración de nuevo soltando los libros de las clases de primera hora que le tocaban y
apoyándose en la mesa en un débil momento donde se sintió mareado ante el cambio tan
repentino de humor: aparte de que hacía poco recibió toda su magia con su verdadero porte
Longbottom al haber cumplido los 17 años; pero aun así nadie le prestaba atención…

Otra esplendida sonrisa afloro en su aniñado rostro cuando se imagino al amor de su vida,
mandándole penosamente aquel regalo que alegro la semana de infructíferas asignaturas

83
escolares; donde tenía más que seguro que su abuela enviaría un Howler para reprimirlo en
público.

Cosa en la que no le daría el gusto.

Tomo nuevamente los libros y tomo una bocanada de aire que soltó suavemente tratando de
concentrarse: no iba a dejar que su abuela siguiera controlando su vida; la fortuna Longbottom le
pertenecía y por ende él era quien decidía que hacer con ella. Su abuela solo cuidaba de los
intereses familiares no de él, no de su vida, no de lo que le pasaba. Planeaba completamente
olvidarse de ella a como diera lugar.

Camino unos cuantos pasos con la cabeza gacha y pérdida en miles de ideas infructíferas que le
pasaban por la mente. Para cuando se vino a dar cuenta, ya estaba tirado en el suelo, con un chico
tomando erróneamente sus labios por la caída ejemplarizada con una pose MUY – entiéndase
bien, como aquellas de revistas corazón de bruja o las poses sexys catalogadas así por una revista
de personajes célebres con portes candentes – sexualmente visible.

No supo qué hacer más que quedarse quieto mientras observaba a su atacante levantarse con la
cabeza adolorida. ¿Pensaban que el golpe que tubo no dolió?

Neville acariciaba el moretón en su frente mientras trataba de enfocar bien a su agresor, o más
bien a la víctima en este caso.

— Lo siento…–.musito, agachando la cabeza al ver quien era. Tenía una sonrisa oculta al saberse
merecedor de al menos, y aunque fuese robado erróneamente, un beso de la persona que tanto le
gustaba, ¿el destino conspiraba? ¿Acaso Trelawney tenía razón con sus estúpidas predicciones que
hacía en momentos poco esperados?.–.No era mi intención, simplemente estaba perdido en mis
pensamientos y no te vi… me disculpo – su voz salía suave y calmada; junto a un extraño ronroneo
de su garganta al usar cada una de aquellas palabras.

— No… me disculpo yo al no haber prestado atención –.dijo el joven mientras se levantaba de su


cintura y le daba una mano para ayudarlo a levantarse – Venia leyendo un libro, y antes de darme
cuenta de que iba caminando y que eventualmente chocaría con alguien, simplemente me
sumergí en las palabras.

Ambos tenían las mejillas rosas de la vergüenza al haber tocado sus labios de aquella manera. No
negaban que el beso les gusto a ambos por igual, pero era algo que no saldría de sus bocas
fácilmente.

— ¡Siento lo del beso! Digo, no… ¿cómo decirlo? – Neville se sentía en una encrucijada mientras
sus mejillas se tornaban más y más rojas.

— Es mi error al no prestar atención… me disculpo nuevamente – el chico, igual de sonrojado que


Neville, extendió la mano – Soy Theodore Nott…, mucho gusto.

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— Neville Longbottom – respondió sonrojado mientras apretaba la mano de Theo delicadamente,
como si fuera a escaparse o romperse si ejercía presión alguna en aquella suave piel. Esa parte de
él nunca cambiaria y mucho menos delante de Nott, que prácticamente era un Dios ante sus ojos.
Tan inalcanzable.

Como sus sueños húmedos donde ambos compartían sus cuerpos con el otro, abrazados,
besándose apasionadamente, tocando sus pieles con éxtasis y gula.

Neville sonrió nerviosamente a lo que su cara ya era un tomate a ojos de Nott, ¿el chico pensaba
algo obsceno de él, o algo relacionado con su persona prácticamente desnuda?

— Ya lo sabía – dijo, ante lo que Neville se vio algo feliz. Al menos alguien lo conocía, y más feliz
era al saber que era su secreto amor.

— Yo… también – respondió atragantándose con sus palabras. Ambos se dieron cuenta de que sus
manos seguían unidas por lo que se separaron rápidamente y volvían al juego de los sonrojos. No
podían decir nada coherente; ni siquiera Nott que era el ser más inteligente en Howarts, tenía algo
que decir para alargar la conversación. No hasta que vio lo que Neville cargaba en las manos.

— ¿Estabas en el invernadero? – pregunto como quien no quiere la cosa, pero en realidad sus
facciones a ojos de Neville que siempre lo observo era otra: mostraba expectación y según
Longbottom veía, también había algo de felicidad cuando los ojos de Nott se posaron en el juego
de jardinería en su mano derecha.

— Sí, cuidaba de las Mimbletonia…– Nott sonrió para aprecio y consternación de los hermosos
ojos de Neville que se abrieron sorprendidos ante aquella reacción por parte de Theodore.

—…

Harry daba vueltas en la cama, aun cubiertos por los tibios edredones mientras se concentraba en
pensar, entender y digerir por completo la charla que tuvo con Tom la noche pasada: Snape le
había concedido el permiso de faltar a la primera clase con la excusa de tener un contagio por
alguna planta que él no sabía que existía y también, aun no tenía idea que hacer con el último
obstáculo a continuar….

— Buenas noches, Voldemort – espeto burlonamente al hombre que estaba bajo una túnica negra,
con el gorro aun puesto y sentado en un hermoso sofá de un color verde escarlata dentro de la
casa de los gritos – Slytherin – pensó, soltando una carcajada mental. Pero aun así le gusto como
este había acomodado la habitación. Se notaba que todo maldito Slytherin tenía estilo hasta en lo
tétrico.

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— Bienvenido, Potter – saludo Tom, con el mismo tono condescendiente al tiempo que deslizaba la
tela del gorro hacia atrás y dejaba ver su hermoso rostro de 25 años y su lacio pelo cayendo para
cubrir de una manera sexy parte del mismo. Harry enarco una ceja al ver que Voldemort ya no era
aquella repugnante serpiente en la que se convirtió el día que renació y más bien ahora parecía
modelo de revista atrevida.–.¿Espero no te moleste que ella me acompañe?.–.Continúo Tom,
apuntando a una esquina del sofá y sacando de su ensoñación al joven frente a él.–.Fue una
verdadera odisea el tratar de convencerla de lo contrario y como vez, mi “influencia” con ella, no
tiene caso alguno.

De detrás del sofá, Nagini salió mostrándose en esplendor y detalle. Harry negó con una sonrisa
divertida ante la situación que le explicaba Voldemort y se acercó a otro sofá igual de largo – que
estaba al frente de Voldemort – mientras su profesor de pociones miraba con brillo curioso
alternamente a los hablantes a lo que aún seguía de pie.

— Buenas noches, Potter – saludo Nagini mientras se acomodaba en el asiento de Voldemort. La


serpiente tenía el mismo tono de la voz de Tom. De tal dueño, tal mascota. Pensó mientras la
observaba antes de responder el saludo en Parsel.

— Buenas noches, Nagini – saludo formal, haciendo gala de lo poco que había aprendido de
modales en el transcurso de esos últimos dos meses. No tenía de quien aprender mas de los
modales mostrados por los Slytherin que copiaba cada vez que veía que estos se presentaban con
Snape cuando le preguntaban por algún material de clases de su asignatura.

— Por favor, Severus, toma asiento…– pidió Tom a su leal espía al verlo aun escuchándolos
mientras intercambiaban saludos Harry y Nagini. El profesor se quedó mirando a su amo,
esperando a que terminara lo que fuera a decir – Esto es una visita social, no una reunión y mucho
menos una fiesta de gala – Harry ladeo una sonrisa al ver a su profesor tomar asiento cerca de él.
Tom cruzo sus piernas e hizo levitar de una pequeña nevera transfigurada, dos copas de escocés y
una de whiskey de fuego – Dudo mucho que tomes un licor más fuerte que ese, Potter o ¿no? –
dijo, ladeando una prepotente sonrisa mientras lo miraba inquisitivamente evaluador.

— Aun no estoy tan deprimido como para caer en eso – contraataco y sonrió a lo que tomaba la
copa de whiskey de fuego y el profesor Severus a su lado, tomaba la otra con el escocés. Tom bufo
y Harry al escucharlo soltó una leve risilla – ¡Por cierto! – Recordó exaltado a lo que – ante la
mirada de ambos magos – sacaba una pequeña caja envuelta en un pañuelo y la colocaba en una
mesa que transfiguro de una pequeña moneda de plata – Traje lo que me pediste.

Snape enarco una ceja y miro intermediada mente a ambos magos. Eso parecía más una visita de
amigos que tenían tiempo que no se veían más que una conversación seria entre enemigos
jurados, ¿no?

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¿Pero a él que le importaba? Era mejor no hacer caso a muchas cosas por amor a su sanidad
mental. Quería terminar cuerdo cuando todo aquello acabara.

Harry desencogió el paquete y desanudo; dejando a la vista una hermosa bandeja: la cual destapo
dejando a la vista algo que ambos magos no habían visto. Snape miraba fijamente a Harry y luego
a su señor.

— ¿Qué es… eso? – pregunto, hablando por primera vez en toda la noche, Snape. No tenía
planeado inmiscuirse en lo que conversarían Potter y su amo, solo estaba ahí para probar que si lo
que había descubierto era cierto o no.

— Eso, querido profesor, se llama lasaña – sonrió burlonamente – ¿Qué nunca la han comido? —
pregunto curioso. No es que le importara en todo caso, solo que ese maldito lado Griffindor jamás
lo dejaría en paz; siempre queriendo saber todo lo curioso que se presentaba frente a él.

— No, señor Potter, es la primera vez que veo esto…– respondió Severus, a lo que seguía
escrutando la bandeja con la mirada como si estuviera a punto de darle un castigo a la inocente
comida – Los magos no acostumbran comer o cocinar lo mismo que los Muggle’s, por eso viven en
mundos separados – la burla podía sentirse a kilómetros en aquella andrógina voz. Harry frunció el
ceño.

— Pues tendrán que comerla, no me pase las últimas dos horas tratando de convencer a los elfos
domésticos de la cocina para que me permitieran usarla. ¡Al final tuve que hechizarlos! –
Voldemort levanto una ceja al igual que Snape con cara de sorpresa. Harry suspiro y negó con la
cabeza quitando importancia al hecho de cómo fue hecha aquella (según Tom y Snape) cosa –
Simplemente pruébenla, no está envenenada ni nada por el estilo. Luego podemos proseguir con lo
que Voldemort quiera preguntar y podamos tratar este asunto rápidamente antes de que
descubran que no estamos en el castillo.

Cada mago asintió y tomo uno de los platillos en la bandeja. Les resultaba curiosa la forma de
aquella cosa llamada lasaña, pero solo le darían el beneficio de la duda probando al menos para
no ofender al que la preparo; resultaría una grosería de su parte no hacerlo. Tom, con algo de
reticencia al saberse entre la espada y la pared con su educación y su odio hacia los seres no
mágicos, prefirió comportarse como todo un señor oscuro y probo primero “la cosa” para tener
una idea de qué tipo de repugnante sabor tendría si aquello venia de manos de Potter.

Que el supiera, James siempre fue un cero a la izquierda en la cocina. Para eso estaban los elfos
domésticos y, por extraño que pareciera, al unigénito Potter le gustaba cocinar: siendo él, como su
novio, su probador oficial para los venenos que preparaba.

Suerte que fue bueno en pociones y siempre guardaba una que otra para venenos clásicos y
extraños como los que lograba hacer su amado chico: habría ganado la guerra hace años si este
continuara con vida y a su lado.

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Una gota de sudor recorrió su espalda cuando llevaba el tenedor a su boca y la cerraba
mordisqueando ante la expectante mirada del pocionista y el estudiante con complejo de ama de
casa.

— Está… delicioso – susurro extrañado ante ese hecho. Posiblemente Potter haya sacado las artes
culinarias de parte de su madre. Snape al escuchar aquello de boca de su amo, también probo el
peculiar alimento para tener la misma reacción. ¿Cómo era posible que aquella combinación de
elementos alimenticios tuviera tan exquisito sabor? Tendría que ir al mundo Muggle a conseguirse
uno que otro libro de cocina.

Estuvieron comiendo alrededor de 10 minutos: tomándose su tiempo en degustar algo que


posiblemente no tendrían otra oportunidad de probar. Harry sonrió al terminar y llevo la copa de
whiskey a sus labios y espero escuchar la primera pregunta de su interlocutor.

— ¿Cómo sabias que James y yo tuvimos algo? – Snape casi escupe lo que estaba tomando. Nunca
espero que su señor soltara eso así como así, y menos que hablara del que fue su enemigo con voz
casi melosa.

Calma, calma, paz mental….

Suspiro y presto atención nuevamente a la conversación; no quería perder detalle alguno de lo que
particularmente era participe gracias a la confianza de su señor.

Harry sonrió – Mi papá me dejo como regalo de cumpleaños su diario personal – un tic nervioso
apareció bajo el ojo derecho de Voldemort.

— ¿J-James?, ¿te dejo aquel diario de vinilo negro con piel de dragón austriaco? – Harry asintió
mirando hacia otro sitio recordando el por qué, para sorpresa de cualquiera que lo haya escuchado
– léase Severus Snape con cara de estúpido – al señor todo poderoso oscuro tartamudear ante la
mención de un simple diario – ¿Cuánto has leído? – entrecerró los ojos y Potter no tuvo valor de
mirarlo.

— To-todo…– susurro. Nagini se echo a reír detrás de Tom mientras este palidecía ante lo dicho:
Harry estaba sonrojado hasta las orejas, por lo que su mirada no se topaba con Voldemort. Se le
hacía muy difícil mirarlo a la cara después de recordar línea por línea lo que leyó hizo su padre.
Inclusive daría toda su fortuna y puesto al Winzengamot solo porque se le concediera un Obliviate.

— ¡Será mejor que nadie más se entere de eso, Potter! ¡Si no quieres ser rostizado por mí! –
exclamo exaltado Voldemort mientras sorbía de golpe varias copas de whiskey escocés y trataba
de borrar él también aquellas imágenes que infundían aquel maldito sonrojo que se apoderaba
fuertemente de sus mejillas y dígase de paso – con todo el sentido de la palabra misma y algunas
variantes más – que la sanidad mental del hombre serio, seco y soberbio que era el profesor de
pociones estaba en más que peligro en esos momentos a donde su mente inquiría miles de
sugestiones diferentes para aquella acción tan poco Slytherin de su amo. ¿Qué le habría hecho
Potter padre para que se pusiera en aquel estado?

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No quería saberlo y aunque tuviera la oportunidad de hacerlo, no quería acercarse a la respuesta:
el simple hecho de que Voldemort, el señor oscuro y mago tenebroso más poderoso de toda la
historia; asesino de miles – aunque no gente inocente – estuviera así, era más que una simple
sugestión para no saber que era aquello.

Aun quería vivir una vida normal…

— A… ahora me toca preguntar a mi – dijo Harry para dejar olvidada la escena poco ética de
momentos atrás. Tom asintió aun molesto por las risillas de Nagini – ella había estado presente el
día que James hizo “aquello” – Tenía planeado hacer zapatos de piel de víbora. Harry lo miro
meditando que preguntaría hasta que mordió su labio queriendo y no queriendo conocer la
respuesta de lo que preguntaría – ¿Tú… mataste a mi padre?

Tom quedo en silencio y arreglo varios mechones de su largo pelo, acomodándolo detrás de su
oreja mientras suspiraba – Nunca podría haberlo hecho – espeto sinceramente – Sí tienes su diario,
deberías el saber sin preguntar, el porqué.

Harry asintió y Voldemort creyendo ya no necesario decir más, se levantó.

— Creo que hay una cosa más que preguntar, Voldemort – Tom se detuvo y volvió a sentarse
esperando a que Potter dijera que era: tenía asuntos pendientes con algunas torturas en sus
calabozos – Acaso sabias, ¿Qué era mi padre?

Voldemort frunció el ceño no entendiendo la pregunta muy bien – Que yo sepa Potter, tu padre era
un mago y fue mi pareja antes de que se casara con Lily Evans – dijo rencoroso lo último y Snape lo
miro intensamente. Cosa que el Lord prefirió ignorar – ¿Qué más habría de ser?

— Sí, era mago y no, no te traiciono – Voldemort apretó las manos y antes de que desbocara
cualquier imperdonable ante el chico, este hablo –: pero también era algo que desconocías y ese
algo es la prueba de que jamás podría traicionarte – respondió Harry para luego agregar –: Es más
por eso que estoy hoy aquí.

— Explícate, Potter.–.curioso. No podía negar que aquellas palabras eran atractivas para su
bípedo sentido Slytherin. Severus permaneció en silencio mientras su corazón se desbocaba
esperando conocer la verdadera respuesta para la encrucijada que se estuvo formando todo aquel
tiempo desde que descubrió lo de que James Potter era amante de Lord Voldemort.

Algo que dejo un trauma por varios días en su mente antes de llegar a la conclusión de que era
mejor obviar ese detalle de su mente.

— Mi padre, James Potter, era mitad elfo antiguo – Severus boqueo y Voldemort se carcajeo ante
la serenidad que Harry mostraba diciendo aquellas palabras y esperando a que Tom dejara su
comportamiento de niño pequeño.

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— ¿Cómo piensas probarme que dices la verdad, Potter? – Harry lanzo una mordaz sonrisa que
acallo todo sonido dentro de la casa de los gritos – que particularmente había sido sellada e
insonorizada por parte de la varia de Tom – para que Harry segundos después de aquel reto, dejara
caer el Glamour delante de un anonadado Voldemort y de un pálido profesor de pociones.

— ¿Te parece esto suficiente para todas las respuestas de preguntas que te formules? – pregunto
Harry a lo que dejaba caerse elegantemente en el sofá; de una manera donde todo su cuerpo
brillaba en esplendor y hermosura única. Retiro sus lentes y cruzo de manera atrayente y sugestiva
– según la mente pervertida de Snape y Riddle – las piernas mientras suspiraba y chasqueaba los
dedos, recolocando el Glamour al darse cuenta de que estos no hablarían hasta salir de su estupor
de idiotas sodomizados – ¿Ya están cuerdos de nuevo? Si no puedo usar un Expeliarmus para
sacarlos de su estupor momentáneo.

Riddle salió de su ensoñación y miro con ojos abiertos a Potter hasta que a su mente llego una
pregunta o mejor dicho una afirmación que derrumbaba toda perorata y muestra que ofreciera
Potter – Eso no prueba nada. Sí, era una criatura mágica en parte. Pero eso no indica que yo fuera
su pareja… tu madre es Lily Evans, ¿no? – espeto mientras lo miraba arrogantemente – ¿Tienes
algo más que decir?

— Sí. Tengo algo más que decir – el Lord espero a que soltara algo más para rebatírselo como todo
un genio que era – Creo que estas mal de la cabeza, padre…

Pudo esperar cualquier basura y todo eso, ¿pero cómo esperar que alguien como Harry Potter,
enemigo jurado desde que tenía un año de edad por una vieja profecía, dijera contradictoriamente
a lo que pensabas, que era tu hijo?

Snape se imaginó algo así, por eso Potter requería de su presencia con aquella poción que le pidió
días atrás.

— Mi amo – llamo Snape, recibiendo para su sorpresa la cara de idiota incrédulo más visible que
jamás vio. Ni siquiera Potter hijo hacia esa cara cuando le preguntaban algún asunto de pociones
de la que no sabía absolutamente nada. Se abofeteó mentalmente y decidió acabar con todo
aquello una vez por todas: si probaba que era cierta la afirmación del pequeño chico de oro, eso
sacaría de sus dudas si lo que leía en aquel viejo diario que perteneció a su amada era verdad –
Tengo una poción que permitirá ver si lo que dice el señor Potter es cierto o no. Me la había pedido
días atrás y ahora sé el por qué.

El Lord se dejó caer y acaricio la cabeza de Nagini que soltaba varias cosas inentendibles en siseos
al oído de Tom. Este asintió – Será mejor salir de dudas… solo quiero saber si lo que este pequeño
mocoso dice es verdad o no.

— ¡Oye! ¡Yo no tengo culpa de que mis padres hayan sido almas gemelas! – Tom enarco una ceja
incrédulo aún más no poder. Para él era entendible el no enojarse tan fácilmente: había enfrentado

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a tantos Mortifagos idiotas que ya se le hacía normal la situación aunque esta fuera un poco más
inverosímil y lo afectara de una forma en la que solo James lo afectaría.

Ahora que lo pensaba detenidamente… era James quien lo afectaba tanto directa como
indirectamente.

Snape saco el pequeño frasco de un azul luminiscente y pidió a ambos magos que derramaran una
gota de su sangre dentro del frasco. Severus revolvió por varios minutos y luego vertió en un
pedazo de papel, haciendo que el líquido fuera absorbido por el mismo y comenzara a emitir un
brillo rojizo mezclado con negro para luego aparecer en una hermosa caligrafía lo que los tres
esperaban.

— Hijo: Harry James Potter – leyó Snape enarcando una ceja al escuchar lo siguiente.

— Madre: James Potter – continuo Harry al oír mudo a su profesor de pociones y fue Tom quien
termino todo con cara de – realmente no tenía definición alguna de la cara que su padre hacía en
ese momento – simplemente era algo “extraña y sin definición”

— Padre: Thomas Sorvolo Riddle – Tom se dejó caer en el sofá nuevamente como saco de patatas
mientras se corría el pelo hacia atrás y suspiraba: eso era todo lo que podía soportar en un día –
Esto…– apuntando al papel – ¿Puede tener un margen de error, Severus? – el pocionista negó y el
Lord sabía que era estúpido preguntar algo tan obvio, las pociones de Snape nunca son erróneas;
todas deben trabajar al cien por ciento para que al menos el pocionista en si se digne a usarlas.

Harry observo la escena en silencio: necesitaba que su padre terminara de asimilar todo aquello y
necesitaba hacerlo rápido sino todos sus planes se irían a pique.

— Mi señor yo…

— ¿Cómo puede que sea mi hijo la persona destinada a matarme? – soltó de repente, haciendo
caso omiso a las palabras de Severus, quien extrañamente se hizo la misma pregunta.

— Creo que te equivocas en eso, padre…– Voldemort subió rápidamente la cabeza y miro a Potter
como si otra cabeza le hubiese salido. Harry se sintió una rana de laboratorio al ver como su padre
diseccionaba su cuerpo y lo ensamblaba con la mirada – Podrías o verme así – desvió la mirada,
ofendido.

— No es eso, es que yo…– revolvió con fuerza su pelo y se paró para dar dos vueltas en círculos y
luego sostenerse de la pared detrás del sillón donde estuvo sentado – ¿Cómo puedes asimilar esto
como si nada hubiese ocurrido? – pregunto – ¿Cómo puedes decirle padre, a la persona que te
intento matar durante 7 años seguidos?

— Quizás por eso…– sonrió entendiéndole mientras su mirada se hacía lejana – He estado mucho
tiempo solo…,me refiero a sin familia verdadera… y tal vez porque nunca fui de los que piensas

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mucho las cosas antes de aceptarlas. Además, tuve todo el verano y varios meses más para
asimilar la noticia.

— Eres tan loco como creí que estabas, Potter – suspiro Tom mientras ante la atenta mirada de la
silenciosa Nagini y el incrédulo Snape, tomaba asiento al lado de Harry – Pero creo que eso lo
heredaste de mi – Harry sonrió mientras Riddle simplemente posaba una mano en la cabeza de
Harry y la acariciaba como si este se fuera a romper o de un momento a otro apartarla de un
manotazo.

— Ceo que lo último que te puedo decir por ahora es que…– Harry tomo aire y miro directo a los
ojos rojos de Thomas para luego decirlo con rabia y los ojos refulgiendo de odio – El culpable de
todo esto es Dumbledore – A Tom y Snape no se les hizo raro pero si les sorprendió lo último – La
profecía, es falsa….

Harry salió de su ensoñación cuando recibió el almohadazo de parte de un Ronald Weasley


totalmente cabreado, y que para su sorpresa no era con él con quien estaba enojado según vio
como este se disculpaba seguido por haberle dado con la almohada que arrojo en su momento de
furia.

— Vamos Ron, no puede ser tan malo… sabes que eres demasiado explosivo – espeto Harry en
son de paz, tratando d mitigar el tenso ambiente que se formaba en la actitud antes arrebolada de
su pelirrojo amigo y que ahora era un aura depresiva – ¿Qué paso para que vinieras así?

— Es Blaise – susurro, desviando la mirada dolido de alguna manera.

— ¿Qué ocurrió con tu chico? – dijo sonriendo, pensando que eso lo animaría un poco: cosa que
no logro.

— Lo vi besándose con Lavander – una lagrima descendió por su mejilla mientras simplemente se
tiraba en la cama y se tapaba la cabeza con la almohada.

— Sabes tan bien como yo, que él puede tener o no novia o inclusive puede estársela
consiguiendo, Ronald – Harry suspiro cansino – También pudo ser otra cosa y que yo sepa, él aun
no te debe explicaciones…

— Lo sé, pero entiéndeme…– susurro – Es como si estuviera traicionándome frente a mí, como si
simplemente estuviera diciéndome que no tenía posibilidad alguna.

— O simplemente es tu imaginación volando más de la cuenta como siempre ha sido – Harry rio
para cuando Ron salió de debajo de la almohada con todo el cabello hecho un revoltijo –.Te
dejaras vencer tan fácilmente ¿eh, Ron?

— Tal vez…

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— Ya veo lo mucho que lo quieres…

— Lo amo, pero no sé cómo actuar frente a él. Simplemente me congelo – Harry suspiro y miro al
cielo rogando ayuda.

Harry sonrió cuando una idea se le cruzo por la mente y miraba con un brillo que aterro a Ronald y
lo hizo cohibirse sobre sí mismo – Ron – canturreo y Weasley simplemente tembló como hoja ante
ese tono en Potter – Simplemente tienes que hacer esto…

Y ahí estaba de nuevo, en la pared de su oficina, con un gran bulto entre sus pantalones, con sus
labios hinchados y deseosos de más, con su cuerpo enarcado en una posición poco común, algo
dolorosa y muy excitante. ¿Cómo diablos podía precisamente esa persona, lograr que se
encendiera con un par de besos?

Trataba de negarse a cada insinuación, pero es que le resultaba incomodo hacerlo, y más teniendo
en cuenta que había otro que le contradecía aparte del que devoraba cada partícula de su ser en
esos mismos momentos.

Cerraría la chimenea la próxima vez… demasiadas veces ya, Lucius Malfoy entraba cuando y como
quería allí: sin importar que estuviera esperando una visita importante en esos momentos; el
padre de uno de sus alumnos.

— Lu- Lucius… por… favor – suplico que lo soltara y Malfoy solo sonrió para acercarse a su oído y
soltar lentamente un soplido que lleno de placer al hombre lobo que solo tuvo tiempo a temblar
en éxtasis para cuando al fin el hombre decidió hablar. Pero no precisamente para escuchar la
respuesta que esperaba.

— Parece que ya no puedes soportarlo, mi lobito.–.¡con un demonio! Ese hombre planeaba


matarlo, sí, pero de una manera MÁS sutil y sugerente que cualquiera se hubiese planificado
nunca. Y otra maldita vez quería morir a manos de aquel asesino de paciones – Creo que tenemos
que resolver un pequeño problemita…– las manos de Lucius pararon en la hombría de Remus y la
apretaba sacando unos cadenciosos gemidos que hacían palpitar aun más al endurecido pene del
rubio.

— ¡Al diablo con el tipo ese! – exclamo Lupin antes de echarse a devorar los labios del malicioso
Malfoy que sonreía prepotente mientras cerraba con varios hechizos la oficina y la chimenea.

— Sí, al diablo con ellos y nosotros al infierno…– termino Lucius mientras agarraba las nalgas de
Remus y lo llevaba hasta se escritorio y lo dejaba tumbado – Porque allí moriremos quemados en
placer….

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“Cuando llegas al fondo del pozo,
Cuenta te darás de cuáles son las formas correctas de subir”
El sapo.

Todos, sin excepción alguna – quitando a los de bajo rango de su grupo y los que estaban bajo sus
mandos.–.sin importar que posición o nivel de tolerancia tuvieran, estaban asustados como
pequeñas perdices que esperaban alzar sus alas fuera del nido o como cuando veían a un hipogrifo
que planeaba tirárseles encima y pisotearlos hasta la muerte.

Y no, NO exageraban. La cuestión en sí, les daba que pensar y también razones para temblar y
MUCHAS – con todo casto sentido de la palabra – ganas de mearse encima.

¿Quién diría que ver a Voldemort sonreír como colegiala a la que le dieron la mejor noticia del
mundo (sí, el mismo, no hablaba de una imitación tomando su lugar) los pondría en aquel estado
catatónico de puro blancor?

Sí, veían blanco y rosa: justo cuando esperaban ver negro y rojo por que habían fallado la misión
que el señor tenebroso los había mandado a realizar. Esperaban unas cuantas cruciatas de su
parte; con temor claro y, aunque agradecían no haber recibido tal trato, lo que encontraron los
hacía querer aquello a cambio o tal vez un Obliviate empleado ridículamente poderoso para borrar
tal escabroso recuerdo.

¿Qué recibieron a cambio del Crucío por fallar? Simple, una palmadita en la espalda y un “será
para la próxima” de labios de su amo.

No había nadie que estuviera discutiendo con el señor tenebroso dando noticias infructíferas, que
no se viera en la necesidad de auto flagelarse como un elfo domestico lo hacía ante el tono de su
amo.

¡Joder! Si en sí, él, que era el señor tenebroso, daba miedo cuando actuaba de aquella manera
tan… no tenían nombre para darle a algo tan inverosímil. Pero si sabían que esperaban no ver
aquello de nuevo, demasiadas malas pasadas de la vida para tener pesadillas para un mes
completo o más.

Todos vieron a la serpiente del señor tenebroso con una expresión tan risueña que juraban que se
burlaba de todos ellos. Discutieron algunos planes y una que otra cosa antes de retirarse de la sala

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de reuniones: una vez todos afuera, comenzaron a susurrar como viejas chismosas que
encontraban la noticia del año y no era para poco que el temido hombre que nadie en su vida
pudo matar, a excepción del mocoso Potter, estuviera de tan buen humor.

¿Cuánto duraría aquel estado?

¿O que lo provoco?

— ¿Tan bien te callo la noticia, Tom? – pregunto Nagini una vez todos los molestos pura sangre
dejaron la sala de consejos. Voldemort no presto mucha atención a las palabras de su amiga y
quedo sumergido en sus recuerdos, rememorando la noche anterior. Aquella falta de atención
para su persona molesto a Nagini pero ella estaba igual. El compañero de su cría tuvo un retoño y
eso la hacía feliz porque era abuela.

¿Quién diría que aquella noticia los entusiasmaría? No solo saber que tenía un hijo sino que su
amado James jamás lo engaño y también le dio lo que siempre quiso. Mas le sorprendió la actitud
de Harry para con su persona y como se tomó ciertas cosas.

Tenía curiosidad con lo que el pequeño Griffindor se refería a que pronto le explicaría cosas que lo
dejarían atónito.

— Es que es algo que uno no se espera, Nagini – contesto sorpresivamente a la pregunta de su


amiga – ¿Te pensabas que el que James no me engañara y más, que tuviera un hijo mío, no me
haría feliz? – sonrió burlón mientras se levantaba de la silla y suspiraba para luego dirigirse a la
puerta que daba a un jardín encantado que era de su exclusividad. Ese lugar lo había creado
exclusivamente para James y sus hijos, ahora tal vez sea para sus futuros nietos.

Espera…

Su hijo era un elfo antiguo, por lo que necesitaba una pareja elegida por su propia esencia de
criatura mágica ¡oh, Dios mío! Esperaba que no fuera un maldito Weasley el que fuera elegido.

¡Cruciaria al maldito pelirrojo si eso pasaba!

Una risa maniaca comenzó a escucharse por toda la mansión haciendo respirar aliviados a los
Mortifagos en esta: su amo ya estaba de vuelta.

— ¿Ahora qué te causa gracia, Tom? – Nagini lo seguía de cerca mientras este caminaba entre las
hermosas flores que se mantenían con magia. Tom suspiro rememorando uno de sus tan
hermosos días junto a James y se sintió enojado con Dumbledore más que nunca al saber que por
culpa de este perdió a su amada pareja y nunca tuvo la oportunidad de convivir con él, es más,
estuvo a punto de matarlo en muchas ocasiones.

¡Gracias a Salazar que nada malo ocurrió!

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Ahora que lo pensaba: Harry querría la cabeza de Bellatrix en bandeja de plata después de que
esta matara a su padrino. La situación en si era algo mala, perdería a una buena Mortifaga de sus
líneas más letales, aunque se libraría en sí de los molestos coqueteos que la misma le daba. Glup.
Mejor que Harry la matara.

Él seria fiel toda la vida al sentimiento que tenía a James y que aún conservaba.

— Nagini – la llamo y esta se subió a su hombro y enredo su reptil cuerpo a su cintura – Harry es
un elfo antiguo y, como sabemos, cada uno de ellos tiene una pareja destinada, ¿Cuál crees que
sea la de él? – pregunto. Con un demonio, necesitaba salirse de dudas. ¿Por qué no pensó en eso
cuando estaba con él? Debió haberle preguntado.

— Quizás su amigo el pelirrojo, el que nunca se despega de él – Voldemort tembló. Esperaba que
no fuera así. Bien, el chico era pura sangre pero su sangre era diluida y tenían hijos como si fueran
conejos: si bien la idea de tener muchos nietos no era mala, tampoco lo era que nacieran débiles –
O quizás Malfoy hijo.

Eso sonaba bien. Una de las familias más antiguas de toda Inglaterra y con un gran poder
económico y buena vista social. Pero no…

— Creo que eso es imposible. Según tengo entendido esos dos se odian a muerte y Lucius siempre
me informa que su hijo odia al mío como nunca – desestimo mientras ingresaba de nueva cuenta
al salón principal y se apresuraba a las escaleras para llegar a su oficina. Aún tenía trabajo
pendiente el cual atender.

— “El odio y el amor son separados solo por una línea llamada pasión” he ahí una respuesta, el
resto, lo dejo a tu retorcida imaginación – Tom gruño y Nagini se rio divertida.

— Mientras no vea pelirrojos en mi camino, todo bien – suspiro y se adentró a su oficina después
de darles una apreciativa mirada a las serpientes guardianas de la puerta de su oficina en la
mansión Riddle.

— Que buen amigo eres, Draco – Le espeto el italiano mientras rumia dentro de la habitación,
enojado como un león enjaulado – ¿Por qué no me avisaste que era para eso que me quería la
estúpida de Lavander? Ahora rojo no me querrá ver en su vida.

— No me culpes por algo que no sabía, Blaise – respondió Draco indiferente ante la actitud tan
molesta de su amigo – Solo sabía que te buscaba. ¿He acaso de saber, para que toda chica que
pregunte por ti, desee? Solo le informe donde estabas. Lo que se dijeran o hicieran era su
problema.

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Blaise suspiro. Draco tenía razón, el debía haber intuido para que Lavander lo quería citar a aquel
pasillo. ¡Si toda puta chica en Howarts lo cita solo para eso!

Ahora por su ineptitud había perdido toda oportunidad que tuviera para acercarse a su adorado
pelirrojo – ¿Qué hare? ¡Joder! Ahora cuando me vea dirá que soy solo un ofrecido y que solo
quiero jugar con él.

Blaise dio varias vueltas en la habitación haciendo a Draco ver doble antes de que se tirara en la
cama y suspirara fuertemente. El rubio soslayo la mirada exasperado, su amigo era un inútil en los
momentos de presión – Puedes simplemente ir y tratar de explicarle.

— No querrá oírme – hizo un puchero. Draco maldijo ante lo idiota de la situación.

— Querido Blaise – comenzó dulzón, dándole esa mirada sabia y burlona – Mi querido e idiota
amigo – Blaise levanto el rostro de la almohada y le envió una mirada asesina. Draco le ignoro el
gesto y continuo – En primera; ustedes no tienen nada. En segunda; toma esta situación como un
medio para poder acercarte a él sin que te quiera tirar por una las ventanas del castillo. Y espero
que no vuelvas a molestarme. ¡Capisce!

Blaise serio y apuro a levantarse y acercarse a Draco dándole un gran y mojado beso en la mejilla –
¡Te amo!

— ¡Pues yo no! ¡Lárgate! – Zabini amplió su sonrisa y salió a toda prisa de la habitación con rumbo
a un lindo pelirrojo. Draco sonrió y se pasó una mano por la mejilla limpiándose el desastre que le
había dejado Zabini. Había estado pensando en lo que le dijo su padre el día que lo fue a visitar;
toda la situación del Veela rey y la herencia sincronizada que recibió.

También el asunto de que se calentaría tanto que se violaría a Potter.

Y se suponía seria en ese día – No me siento raro – se dijo y se paró a echarse un vistazo al espejo
del baño no encontrando nada fuera de lo común en su perfección habitual. De repente su imagen
se distorsiono y comenzó a cambiar convirtiéndose, para su asombro, en un hermoso Potter –
desnudo y toda la cosa – haciéndole señas.

¡¿Qué demonios…?!

¡Joder! ¿Solo lo vio desnudo y ya estaba caliente? Mierda, su miembro apretaba con toda
intensidad sus pantalones. La prenda de importación italiana se le hacía pequeña en esos
momentos. Se sentía caliente y excitado: ¿Cómo coño podía estar un momento bien y al segundo
de ver a un Potter desnudo (en una jugarreta que de seguro pertenecía a Blaise) quería
desfogarse?

¿Quizás lo que su padre le dijo fuera verdad? No es que dudara del hombre, pero ¿un Malfoy
perdiendo su auto control? ¡Ja!

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Se quito con algo de pesar todas las prendas de su cuerpo. Con cada maldito roce se excitaba cada
vez más y no creía muy bien que el agua fría le fuera a quitar la calentura que comenzaba a
extenderse. Unos ojos verdes llegaron a su mente haciéndolo soltar un fiero jadeo.

Rápidamente se metió bajo el agua fría. Temblando en el proceso pero viendo que al menos
comenzaba a surtir efecto, pero unos finos labios que siguieron a los ojos esmeraldas le hicieron
ver otra cosa cuando su pene se endureció como una roca.

— ¡Potter, salte de mi cabeza! – se grito y cuando un fino “te deseo” llego a su mente con la voz
de Harry su mano derecha ya estaba jugando con su pene. En su mente Potter pidiendo que le
diera más fuerte lo hizo correrse solo con unos minutos masajeando su miembro.

Y tan solo diez corridas una tras otra después, se dio cuenta que nada lo detendría de tenerla tan
dura. Rápidamente salió de la ducha y se puso la ropa; secándose después. Un Malfoy jamás sale
desarreglado sin importar que.

Aunque ese que, fuera ir a violar a Potter.

Hermione estaba perdida entre todos los volúmenes de la historia de Howarts. El profesor
Flickwcik les había pedido un pequeño resumen sobre cada uno de los volúmenes, algo no tan
largo. Pero Mione se lo había tomado tan en serio que había comenzado su propio volumen
sacando lo importante de cada uno de los tomos e iba por la página 256 escrita a mano.

— Solo a Hermione Granger se le ocurriría tal barbaridad – comento desdeñosa, una voz que salió
como un dulce susurro para la voz de la pelirroja – ¿Qué, Granger, sorprendida?

Hermione se giró y la miro con confusión – Pansy – Pansy sonrió internamente al haber escuchado
su nombre de los labios de la hermosa Gry. Mione se golpeó mentalmente y se recompuso – ¿Qué
quieres, Parkinson?

— Yo, nada. Solo admiraba tu obra maestra – comento burlonamente – ¿Qué? ¿Planeas escribir
otro libro sobre Howarts y todos los estudiantes de relevancia que han pasado por aquí?

— Eso…– Hermione se sintió adolorida. La persona que le gustaba estaba siendo cruel con ella –
no es problema tuyo – Pansy, al ver que solo ellas dos estaban un viernes libre en la tarde solas en
a la biblioteca, se acercó al oído de la Griffindor e intencionadamente rozo con sus labios la punta
de sus orejas.

— ¿Enojada? – dijo tan sensual, que el corazón de Mione latió fuertemente y hasta su pelo
ensortijado se puso de punta con los bellos de sus brazos. Glup. ¿Acaso la Slytherin coqueteaba
con ella?

98
— ¿Qué te propones Parkinson? – espeto, tratando de alejarse mientras sus mejillas se desvivían
en enmarcar el color rojo que se agolpaba en sus pómulos (diciendo cuanta indecencia pasaba por
su cabeza) – Porque si esto es una broma no es…

— Jamás me atrevería a jugar contigo, Mione…– Hermione se paró rápidamente y se alejó


topándose con una de las mesas, impidiendo su discreta huida. Pansy se rio entre diente y se
acercó con paso gatuno a su pequeña ratona de biblioteca – ¿Miedo acaso, Mione?

— Y-yo n-no te tengo miedo, serpiente rastrera – musito sobre cogida ante el tono sensual con
que su nombre era pronunciado. Pansy sonrió ladinamente cuando logro arrinconar a Granger
contra la mesa – ¿Qué… que quieres de mi? – pregunto, un tanto más nerviosa por la cercanía. Su
corazón latía desbocado, como un potro salvaje, y su garganta se secaba con cada centímetro que
Pansy se acercaba a ella.

— ¿Qué no es obvio? – tomo un ensortijado rizo y lo envolvió en su dedo índice, lanzando miradas
sensuales a la muchacha. Se había planteado de mil maneras tratar de conquistarla, pero al
parecer había llegado a la conclusión de que enfrentar la situación de frente era la manera más
efectiva de tener un resultado acorde con lo que quería.

— No, no es obvio, solo veo que me estas a-arrinconando para luego hechizarme ¡o algo! – soltó
contrariada y casi temblando como una hoja.

Pansy bufo. El dicho de que se era genio para unas cosas y bobo para otras quedaba demostrado
con Granger. Sonrió y se acercó a los labios de Mione deteniéndose a centímetros al cuadrado de
estos. Miro fijamente a sus marrones ojos con un deseo tal, que Mione vibro – Te quiero a ti…

¡oh, y el mundo se ha acabado!

Jadeos sin sentido con nombres que no llegaban al entendimiento se escuchaban dentro del
despacho de Remus Lupin. Remus estaba subido sobre su escritorio mientras un más que caliente
Lucius Malfoy lo penetraba sin vacilación. Una tras otra las estocadas daban perfectamente en el
punto heterogéneo del placer dentro del hombre lobo.

Nunca se había sentido tan jodidamente vivo en toda su existencia.

¡Que Merlín se pudra en el infierno si no le gustaba lo que sentía cuando lo penetraban!

Y con un demonio, le encantaba que le dieran duro.

Lucius acaricio las tetillas erectas de Remus y salió por completo de su interior para cuando este
intento reprochar se adentró a una velocidad vertiginosa que hizo al de ojos dorados abrirlos y
quedarse sin aliento ante esa mera acción.

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— ¡Ooooh, merliiiiiin! – exclamo, cuando pudo respirar nuevamente sintiendo como era partido
por dos por la gran y hermosa pieza maestra que lo penetraba con frenesí.

— Merlín ya está muerto, llámame Lucius – sonrió malignamente para luego tirarse a degustar de
los rojos labios del hombre postrado ante el placer debajo de él.

— Oh, Luc. Más fuerte, cógeme ¡con todo! – se aferró a la mesa que se movía con insistencia
tratando de tirarlo al suelo con los fuertes golpes de Malfoy. Su mente viajaba en intervalos del
cielo al infierno con cada toque en su próstata.

— No… tienes que pedírmelo… dos veces – sus movimientos se centraron en un punto y Remus
sonreía entre lo placentero y dulce que podía ser estar con la persona que amas.

— ¡Te amo…!

y, Lucius sintió las ganas de querer escuchar aquello con un Remus Lupin perdido en placer…

Ron seguía enojado por lo que había visto en aquel pasillo oscuro cuando estaba dando un paseo.
Odiaba a Lavander con todas sus fuerzas y golpearía a Blaise por haberla besado.

No tenía rumbo fijo, al igual que su amigo Harry, había salido a dar un paseo esperando encontrar
paz y tranquilidad a sus pasos por Howarts y tal vez encontrarse a un Slytherin que quisiera buscar
pelea y le permitiera descargar su frustración en él. Suspiro. Ya no podía seguir comportándose
como un niño mimado, tenía que crecer y dejar atrás todas esas boberías.

¡Pero mataría a Lavander!

Iba tan absorto que no se fijó cuando choco con alguien – ya había bajado al tercer piso – y
cayendo en el proceso de culo al suelo. Se levantó soltando uno que otro improperio contra
personas que no conocía y fijo su vista en el joven que había caído como él, quedando con la boca
abierta (y aguada), cuando diviso a Blaise Zabini en bóxers y con las piernas abiertas no dejando
nada libre a las pervertidas imaginaciones de un depravado como lo era él.

Blaise se quejo y se puso en pie sin mirar al pelirrojo – no tenía idea de que era él, y eso, que lo
había estado buscando durante dos horas sin éxito – Se sobo el trasero lanzando un poco al frente
la cadera mostrando mas pegada a su entrepierna la fina tela negra. Se había estado dirigiendo al
baño de prefectos y retirándose la ropa en el camino no aguantando el calor. Miro sus prendas
tiradas al suelo y comenzó a recogerlas haciendo que Ronald tuviera una erección monumental.

— ¡Zabini!, ¿Cuál es tu problema? – exclamo todo rojo y avergonzado de ponerse así solo de ver
los bellos pectorales y trasero de su hermoso italiano. Ya podía morir en paz – ¿Crees que esas son
fachas para andar por los pasillos, eh?

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Blaise que no le había importado hasta ese momento a quien había tumbado, se levantó de
repente y miro al pelirrojo – ¡Weasley! ¡A ti te buscaba! – espeto mientras recogía rápidamente las
prendas que se le cayeron y trataba de cubrir algo de su cuerpo con ellas. No logrando mucho que
se diga.

Ron se sorprendió, ¿para qué diablos lo quería? Por su mente cruzaron mil y una ideas pero
ninguna de ellas coincidía con lo que Blaise Zabini deseaba de él y segundos después ladeo una
sonrisa burlona – ¿Con intenciones de violarme, quizás? – le dio una mirada a sus fachas y Blaise
se sonrojo.

— ¡No! …bueno, quizás – sonrió ladinamente al ver como Ron se ponía rojo, y luego completo –
Pero te quería para aclararte el asunto de Lavander – la sonrisa y el sonrojo vergonzoso de Ron se
esfumaron como si le hubiesen echado un balde de agua fría.

— No tienes que…

— ¡Sí tengo! – le corto – Ella no es nada mío y la que me beso fue ella de sorpresa – dijo. Ron se
sintió volar con esas palabras y se replanteo con la idea de matar a Lavander. ¡Nadie toca lo que es
suyo! Aunque este aun no lo sepa.–.Tal vez ella te gusta y yo no quiero problemas – musito lo
último, dejando un tono lastimero intencionalmente al cual, fielmente Ron respondió.

— ¡No! No me gusta – Blaise sonrió y se acercó a Ron.

— Entonces, ¿estabas celoso por mí?

— ¿Q-quien dijo que estaba celoso? – se puso nervioso y trago en seco. Blaise se burlaría de él si
supiera que le gustaba.

— Soy un Slytherin, rojo –.musito seductor.–.Nada se me escapa. Y tú no te escaparas de mis


colmillos.

— ¡Zabini! – Ron se pego a la pared tratando de huir del chico. Aunque en realidad lo que quería
hacer era tirársele encima en esos momentos y dejarlo hacer lo que quisiera con él – ¿Qué te
propones?

— Hacerte mío, rojo y no dejar que nadie te toque – lo arrincono. Dios, siempre espero un
momento como ese y no dudaría en ser malditamente directo, ya estaba harto de usar métodos
complicados para obtener a su pelirrojo – Juro que matare a quien se atreva a tocarte. Eres mío.

— ¿Quién te dio ese derecho? – casi grita, cuando sintió el tibio aliento tocar su cuello y aquellos
suaves labios rozar su oreja.

—Tú me lo darás, ¿verdad, rojo? – lamio suavemente el cuello de Ron. Depositando lentos besos y
haciendo un chupetón – Me darás tanto permiso como yo te lo doy de hacerte mi dueño, ¿verdad,
rojo?

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Ron se sintió mareado y caliente de repente.

— Sí, te lo doy…

Harry caminaba sin rumbo alguno; estar metido en una habitación llena de chicos hormonales que
se fallarían cualquier escoba con falda, no era bueno. Para nada. Caminaba por los pasillos que
extrañamente lo conducían a las mazmorras. No le dio importancia pensando que así tal vez se
encontraba a Draco y comenzaba a jugar con el de nuevo y así quizás se desfogaba ese inherente
deseo que crecía día con día.

Miro los viejos cuadros que le enviaban una mirada de desdén por el color tojo de su traje. Se rio
ante la idea de que la mayoría de los Slytherin se follaban a los Griffindor y si no era porque sus
padres los obligaban a casarse estos hubiesen tenido hijos con los mismos. El pasillo comenzaba a
oscurecerse cada vez más, pero no al punto de perder el camino.

La luz de las antorchas era suficiente para iluminar sus pasos.

Estuvo a punto de llegar a la puerta de entrada a la sala común de Slytherin, pero una mano,
fuerte, suave y algo conocida lo halo dentro de una de las puertas que había pasado con
anterioridad. No tuvo que voltearse para darse cuenta de quién era el que lo tenía atrapado entre
sus brazos, vibrando en deseo y descontrol.

— Potter…– susurro en su oído. Cosa que lo encendió a mil y despertó cierta parte de su anatomía
de un solo jalón. ¿Hasta para hablar en susurros tenía que ser tan malditamente excitante? Pero
había algo diferente en Draco…

— ¿Te ocurre algo, Draco? – se mordió el labio cuando Malfoy deslizo una mano por su cintura sin
pudor alguno llegando hasta su entrepierna donde tanteo su miembro. Un jadeo salió de sus
labios – ¡Malfoy!

Comenzaba a asustarse y aunque el también tenía deseo de entregarse a Draco, no quería ser
tomado sin explicaciones y mucho menos a la fuerza.

— Me estoy volviendo loco, Harry…– volvió a susurrar en su oído – Mi Veela me reclama que te
tome, sea cual sea el resultado…– lamio su oreja e hizo que Potter se estremeciera en placer.
¡Demonios! Para cuando hubiera boda dejaría a Draco en abstinencia varios días como penitencia
de esa tarde. También para placer propio.

— ¿Así que, un Veela, eh? – fingió no saber nada. Draco suspiro y restregó su parte noble con los
perfectos glúteos de Potter. Harry sintió la dureza de aquel miembro y se mordió en deseo sus
labios.

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— Sí, Potter y tú me perteneces…– mordió el lóbulo y continuo desabotonando la camisa – la
túnica ya había caído y la correa del pantalón sufrió un duro golpe al ser jalada por la fuerza –
lentamente – Eres mi pareja destinada.

— ¿Solo por el Veela?.–.preguntó, mientras se soltaba del agarre y caminaba alejándose


sensualmente hasta el viejo escritorio del fondo – Acaso, ¿solo por el deseo del Veela me quieres,
Draco?

Draco seguía sus pasos de cerca pero se mantenía alejado, dándole espacio para apreciar las
hermosas caderas contonearse con deseo y los verdes ojos de Potter brillar intensamente en un
verde escarlata tras aquellas feas gafas. Podía ver cada maldito detalle de ese cuerpazo que se
gastaba el Griffindor en ocultar.

— Respóndeme, Draco.–.Harry limpio el escritorio con una floritura de su varita y se montó


encima de este mientras se desabotonaba lo botones que quedaban en la camisa.

— Mi Veela escoge a mi pareja, pero tú me gustabas desde antes que supiera que mi Veela existía
– respondió sin moverse. Ver a Potter acariciarse a sí mismo no era bueno para su salud sexual –
Me gustas Harry, y mucho.

¡Por los ovarios de Circe! Potter estaba tan bueno.

Harry estaba feliz de escuchar esas palabras pero no se conformaba con saber solo aquello –
Entonces, el deseo que sientes ahora, ¿que lo provoca?.–.Harry tomo una de sus tetillas y
comenzó a pellizcarlas mientras se mordía los labios. ¡Oh, Dios! Era tan excitante hacer eso frente
a la persona que te gustaba. Draco debía estarse muriendo y según veía desde esa distancia. No
estaba equivocado.

Draco tenía su miembro palpitando como loco entre sus pantalones.

¡Joder! Eso lo partiría.

Harry se relamió los labios ante esa idea. ¿Ahora era masoquista?

— He tenido este deseo por mucho tiempo, mi lado Veela solo ha aumentado ese deseo por ti
hasta el nivel en que no podía soportarlo más – respondió, dando pasos cortos y felinos hasta
Harry – Potter, me he masturbado 10 veces por solo ver tu imagen en un espejo encantado por
Blaise como broma y aun lo tengo tan parado como la torre Eiffel haciendo honores a las imágenes
que tenia de ti en ese momento.

Harry escucho cada palabra con la boca abierta. Esa sería una tarde memorable.

— Si me niego me violarías y si te pido tiempo también harías lo mismo – suspiro Harry colando
una mano por sus pantalones jugando con la punta de su pene y soltando un gemido que hizo a
Draco jadear deseando ser los dedos que tocaban aquella parte de tan perfecta anatomía.

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— ¿Te molesta? – pregunto cauteloso y deteniendo sus pasos tratando de suprimir un poco sus
deseos carnales. También necesitaba escucharlo de labios de Potter.

— A cualquiera le molestaría ser violado, Malfoy – respondió, bajando el cierre y mostrando una
blanca prenda que se asomaba por los bordes, delineando a lo largo su cintura – ¡Pero vamos! No
me molesta ser tuyo por las buenas…, me gustas, Draco – Malfoy quedo perplejo y un leve rozar
de ternura llego a su corazón. Harry se bajó del escritorio y se acerco a Draco y lo abrazo por la
cintura mientras se acercaba a su oído – solo que no pensé tener mi primera vez en un sucio salón
de clases…

— Esto es algo que tiene arreglo mi dulce Griffindor – canturreo, refregando su entrepierna a la
de Potter y haciéndolo sacar un gemido por el roce de la tela. Con un movimiento de mano de
Draco, la habitación se volvió un hermoso paraje de verde esplendor y la mesa al fondo se volvió
una cama bajo el azul infinito que el cielo artificial mostraba en esos momentos – ¿Mejor, mi
Griffindor? Si quieres te puedo buscar algo mejor – Harry volvió a jadear ante las manos que
apretaban con deseo su trasero.

— Solo quiero algo más, Draco – Malfoy asintió y Harry simplemente se soltó y se acercó a la
cama – ¿Cuánto puedes suprimir el deseo de tu Veela?

— No mucho – respondió, pensando que Harry se negaría. No quería violarlo y mucho menos
hacerle daño, pero era algo imposible con su estado mental esfumándose poco a poco – Contigo
aquí, dudo que pueda mucho.

— Entonces toma todo el autocontrol que tengas, mi dragón – Draco hizo caso, no sabía porque,
pero las palabras de Harry iban con deseo lo que lo hizo sentirse seguro de que ese sería su día de
suerte. El sexo no le importaba; eso era tarea del Veela. Lo que lo hacía sentirse con suerte era
saberse correspondido en sentimientos; le había tomado su tiempo aceptarlo pero ahora todo
parecía tan natural. Ya Harry le había dado indicios de que quería algo con él, pero jamás se pensó
que pudiera amarlo también.

Harry se puso al lado de la cama y sonrió ladinamente mientras hacia un ademan con las manos y
dejaba caer el hechizo Glamour revelando lo que realmente era. La piel canela brillando bajo la
intensa luz del sol, sus ojos medio rasgados – sin los estúpidos fondos de botella que nublaban la
bella vista – refulgían en un verde algo oscuro y por lo mismo de una manera atrayente y sin igual.
Y sus labios, tan suaves aun sin ser tocados, se sentían a la distancia. El cuerpo de Draco vibro con
intensidad al ver aquello.

— ¿Qué…? – pero más de allí no salió de sus labios. Harry tomo una pose tan provocadora que
Draco pensaba no poder resistirse – ya estaba en su límite y tenía en cuenta de que no duraría
mucho bajo el efecto sexual que provocaba su león en el – creyendo que se tiraría como cazador
sobre su presa.

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— También eres mi pareja destinada, Draco – susurro. Draco se sentía mareado, la magia sexual
del Veela, el Allure, comenzó a sentirse en el aire provocando a Harry quien soltó un gigantesco
gemido – Mi dragón, ¿Qué esperas para comenzar? Quiero que me hagas tuyo… demasiado he
esperado a que te decidas.

Draco camino como todo un zorro hasta estar al lado de Harry y apresarlo por la cintura. No se
dijeron nada, sus respiraciones decían los ansiosos que cada uno en esos momentos se
encontraban. Los labios de Harry se entreabrieron y Draco no pensó dos veces el hacer suyos esos
casi castos labios.

Se deseaban como ningún otro ser; sus magias se comenzaban a unir en un esplendoroso arcoíris
de colores, haciendo sentir a toda Howarts sedienta de placer.

No era exageración, durante su acto de desprendimiento, todo joven en varios metros a la


redonda dentro del castillo buscaba un lugar discreto donde follar. Incluso en la biblioteca donde
una seria e intelectual Mione era arrastrada para una de las aéreas no frecuentadas dentro de la
misma. Y un pelirrojo era secuestrado por un urgido italiano en bóxers cerca de los baños de
prefectos en el tercer piso.

Draco quito los molestos pantalones de un jalón y miro en extremo esplendor el cómo las
danzantes hebras de cabello negro daban una vista angelical a todo el cuerpo de su amado
moreno – Potter estas…

— Para comerme – completo y le guiño un ojo al Veela – Lo sé. Pero lo que mejor sé de todo es
que esto – se presentó completamente – solo te pertenece a ti.

— Y con gusto lo aceptare.–.beso a Harry devorando sus ya de por si enrojecidos labios, las
palabras ya no eran necesarias. No obstante los gemidos era una delicia para oídos de ambos.
Draco recostó a Potter en la King size que había invocado, quedando unos minutos más
contemplándolo antes de bajar la prenda blanca que cubría su primordial objetivo.

Jadeo al ver al viril miembro erguido; tan hermoso y suave, tan dulce se veía que provocaba que lo
mimaran, tal cual hizo.

— ¡Draco! – gimió, cuando sintió los dedos de Malfoy colarse entre la tela que cubría su glande.
Daba vueltas en ella haciéndolo sentir fogosamente insatisfecho y con deseo de más que eso.

— Tranquilo, todo a su momento – Harry suspiro y Draco soplo su cálido aire en el glande
haciendo que Harry se mordiera los labios con fuerza.

— Por favor…– pidió mientras restregaba sus caderas en la cara de Malfoy.

— ¿Cómo se dice? Creo no haber entendido bien lo que quieres…

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Harry jadeo – Quiero que me la chupes… con ganas, fuerte – Draco trago ante la forma que Potter
había dicho aquello sin inmutarse y con cara de extremo placer.

— Como ordenes, mi príncipe – sin mediarlo más, llevo el pene a su boca y comenzó a lamerlo
entre cada una de las penetraciones de la felación. Su lengua disfrutaba del rico sabor que este
emanaba haciéndolo querer seguir probando por siempre, pero como nada es eterno un gemido
de Harry anuncio que se corría y Draco no hizo caso queriendo probar más allá del mero néctar
superficial de aquella agradable fruta sexual.

— Eso fue rápido, Harry – sonrió y Harry se sonrojo.

— Échale la culpa a quien me la chupaba con tanta devoción – esta vez fue Draco quien se
sonrojo. El deseo se apoderaba de ellos poco a poco. Harry abrió sus piernas y se colocó en cuatro,
inclinando su torso y levantando su trasero para que Draco tuviera un mejor aprecio del lugar
donde entraría – ¿No vas a prepararme? – pregunto después de durar dos minutos sin que Draco
apartara la vista sin parpadear.

El rubio reacciono y saco una botellita de lubricante que no dudo en tomar de su gaveta cuando
salía al encuentro que ahora se producía tan calmadamente. Metió dos dedos hasta humedecerlos
por completo y en intervalos los metió en el esfínter de Harry haciéndolo soltar un quejido por la
rápida intromisión.

— Lo siento…– se disculpó – pero así será más rápido – Harry asintió y Draco continuó con su
labor. Pasaron minutos que parecieron horas para cuando termino de prepararlo y liberaba su
enorme miembro ante la mirada de Harry – Lo hare suave… todo lo que pueda.

— Solo… hazlo…– su voz se hallaba entre cortada por el placer y su cuerpo pedía más que aquellos
simples dedos. Sus caderas se movían en espera de la fuerte intromisión de Draco.

Malfoy tomo sus caderas y posiciono su pene en el centro comenzando a apretar la punta para
que entrara y luego forzando el largo para que estuviera todo dentro. Harry ponía cara de dolor y
placer, ambas sensaciones se intermediaban la una con la otra sin dejarlo saber cual sentía cada
vez. Su elfo antiguo estaba caliente dentro de él y Draco solo avivaba la llama mientras más
profundo entraba.

— ¡Oh, Dios! Potter, inclusive eres perfecto dentro…– gimoteo dejándose caer en la espalda de
Harry para morder su omoplato. Tomo el miembro de Potter y comenzó a masajearlo cuando se
dio cuenta que el dolor aun no pasaba. El dolor fue bajando poco a poco mientras sus caderas se
movían esperando a que Draco lo hiciera.

El vaivén comenzó lento, sacando un quejido al Griffindor, dolor que lentamente se fue
convirtiendo en placer y placer que evoluciono a algo que no tenía descripción por él, tocaba el

106
cielo con cada estocada y se sentía en el infierno cuando Draco la sacaba para meterse de lleno
hasta el fondo dentro de su ano.

— ¡Ah! ¡Draco! ¡Más fuerte, más! – pidió y el rubio tomo una de sus piernas, tumbándolo en la
cama haciendo que lo mirara y coloco la pierna en su hombro teniendo mayor acceso y logrando
una mayor velocidad y fricción con el ano de Potter.

Harry comenzó a masturbarse buscando mas placer y Draco se sentía a más no poder. Su miembro
palpitaba con fuerza en el interior de Potter. Harry llego al clímax seguido minutos después –
gracias a la presión ejercida por sus paredes intestinales en el pene de Draco – de que Harry se
corriera.

— ¡Dios! ¿Esto es el sexo? – pregunto agitadamente Harry mientras acariciaba los rubios cabellos
de Draco.

— ¿De qué hablas Potter? – Draco levanto la cabeza y se acercó a besar a Harry para después
susurrar a su oído – Esta es solo la primera ronda, Harry…

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“En amenos cielos me hará volar;
A nubes apacibles me llevara.”
“Solo soy un ángel descarado oculto en la oscuridad.”
Fly.

Harry estaba de pie, debajo de la regadera, mientras absorbía la sensación tan calma en la que el
agua tibia lograba sumergirle. Había llegado a su habitación luego —en el sentido forzoso y
doloroso de la palabra— de haber tenido que separarse de Draco, no sin antes dejarse —más que
literalmente— sin labios. Aun sentía el recorrido de aquellas pálidas manos en su piel o el cómo su
propio cuerpo se contorsionaba ante las sacudidas salvajes de su muestra de atracción. Amor,
pasión, deseo. ¿Qué más podía pedir?

Pego su frente a las frías baldosas y suspiro profundamente. Draco y el habían consumado su
unión y de alguna manera se sentía tan feliz y a la vez estaba tan jodidamente preocupado. Le
preocupaba aquella maldita actitud despreocupada y tranquila que mostraba Dumbledore esos
días. No le hacía gracia que el anciano no comenzara actuar; ya prácticamente estaban en invierno
y pronto se iría a casa para las vacaciones.

Ahora que lo recordaba, en el despacho del director, el cuadro de Phineas Nigellus Black, le había
dicho que necesitaban discutir sobre muchas cosas con respecto a aquella nueva profecía – a la
que virtuosamente no le prestó mucha atención – que venía cargada de tantas intrigas. Como
aquella, ¿realmente era una reencarnación de alguien importante? Bien. Importante ya era…
aunque no le gusto la idea de que era por matar a su propio padre… ¿de quién habría
reencarnado? Eran cuestiones de lógica, por supuesto que las líneas de rey eran simples de unir al
hecho de algo importante, ¿Qué demonios significaban todo aquello?

Suspiro involuntariamente, pasando una de sus manos por sus cabellos y tallándose los ojos con
cansancio. Aun resentía la falta de horas en las que no pudo dormir. Si bien disfruto la noche de
sexo salvaje y desenfrenado con Draco, el tener que asistir a clases con solo dos horas de
descanso, no era algo que realmente le gustara. Su cuerpo vibro y se arqueo con intensa
sensualidad al sentir una línea goteante de semen escurrirse de su interior y resbalar por el dorso
de su pierna derecha. Dios, Draco era tan… mmmm. Tendría que castigar al Veela por apresurar
todo aquello, pero valió la pena pasar todo aquel suplicio, aunque el Slytherin jamás se enterara
de ello.

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Miro hacia abajo y se extrañó al ver tan poco semen bajar – aunque su miembro, después de posar
sus ojos en la blanquecina línea que se vislumbraba bajar lentamente por su pierna, despertó con
intensidad – La fragancia del jabón lo hizo desviarse de nueva cuenta a que tan delicioso olía
Draco. Maldición. Se suponía que no se sentiría tan atraído y displicente hacia aquel rubio
engreído, pero al parecer su adorado padre había mentido en esa parte en el diario. Tenía unas
ganas irrefrenables de estar junto a su hermoso Slytherin, de abrazarlo, de besarlo, de sentirse tan
protegido como se sintió esa noche en la que sus cuerpos se encontraron o como cuando se sintió
tan completo cuando sus piernas se encontraron y se entrelazaron. Inclusive en el hecho de que
los fuertes brazos de Draco emanaban aquella abrumarte fuerza que le hicieran pensar en lo
seguro que se sentía.

Una sola noche y ya Malfoy era indispensable para él.

Aaah. Era una maldita locura. Su padre, su amor, su herencia y que el hombre en que siempre
confió era ahora el villano del cuento. Joder. ¿Acaso su vida podía ser más loca que ahora?

Su pene punzaba cuando su mente se hondaba mas en que tan hermosos y llenos de deseos
estaban los ojos color plata que se presentaban ante él, seguidos de unas dulces y carnosas líneas
y una respingada y aristocrática nariz. Draco estaba grabado tan profundamente en su
inconsciente que hasta podía imaginarlo con todo su cuerpo desplegado en la cama King sizes
completamente desnudo. Sus piernas abiertas, permitiéndole poner sus verdes ojos en aquella
parte que mantenía presa en una de sus manos y a la cual daba caricias que lo hacían gemir
placenteramente, y aun así sus ojos no se desconectaban del todo.

— ¿Cuánto más profundo hondaras en mí, mi querido y único príncipe?.–.Alzo el rostro –


permitiendo que el agua chocara con mas avidez la piel de su cara.–.y se dejo llevar por la
sensación de placer que recorría su cuerpo cuando comenzó a tocar su miembro, buscando aliviar
toda aquella tensión y claro placer que lo recorría – En verdad eres una… ¡aah!… droga para mí, mi
querido Dragón.

No pensó en nada. No era algo que necesitaba cuando su mente divagaba en las palabras que su
amor le decía al oído mientras lo penetraba con frenesí, había sido una noche espectacular. Una
espectacular de 6 horas sin descanso alguno para tener otra ronda de caricias una tras otra. Gimió
cuando el Draco de su imaginación se corrió con su nombre como última línea, larga y exquisita
entre sus labios abiertos con un ronco y suave sonido, y gimió cuando sintió su miembro
convulsionar expulsando un líquido blanquecino en su mano. Lo miro y vio su espesor y también lo
vio yéndose con el roce de la cristalina y tibia agua… se estaba volviendo un pervertido.

No era algo que le alegrase, pero de alguna forma se sentía bien consigo mismo. Tampoco era algo
que había planeado cuando comenzó a acosar al que en un futuro no muy lejano seria su esposo.
Toco su vientre y sonrió. Serian padres de dos hermosos niños cuando quedara embarazado.
Ahora que lo pensaba, ¿Cómo se vería con una barriguita de seis meses, el pelo largo y una bata
verde esmeralda cubriendo su desnudo cuerpo mientras era abrazado por Draco?

109
Salió de la ducha y se miro en el espejo largo y empañado una última vez, completamente
desnudo, antes de ponerse la toalla y salir del cuarto de baño recolocando en su sitio el Glamour
que había dejado expuesto cuando se vio dentro de la sala común de Griffindor y todo el mundo
dentro de la torre dormía. También preguntándose donde se encontraba Ronald, el cual
inexplicablemente no se hallaba en su cama.

Aunque no le dio mucha importancia; el comportamiento de Ron era extraño de por sí desde que
llego ese semestre. Todavía tenía ganas de saber que le hizo la señora Weasley para lograr tan
impresionante cambio o que hechizo utilizo el Slytherin italiano para que Ronald pusiera de su
parte en cambiar para bien.

Dejo sus pensamientos volar en mil y una explicaciones mientras se cambiaba. Era mejor
apresurarse para bajar a desayunar.

Bien. No es que la situación lo preocupase, no, para nada. Pero estar en sus zapatos en esos
momentos nadie, ni siquiera el más fiel de los siervos, lo desearía. Ahora mismo tenía ganas de
estar en su habitación disfrutando de sus “extrañas” – según mucho – maneras de pasar el tiempo
corrigiendo los trabajos de los estúpidos leones que no sabían ni lo que era una simple peonia. Ese
pensamiento lo hizo desear estar con mas ahincó del necesario estar detrás de aquel hermoso
escritorio corrigiendo una tras otra las pociones y oliendo los fétidos trabajos para marcar con
letra grande, cursiva y perfecta una F que cubriera todo el pergamino de 15 centímetros.

Pero no, era mucho pedir. Ahora mismo estaba atrapado a esa primera hora de la mañana en la
oficina de su señor, el cual inexplicablemente le daba la sensación de hacerlo querer gritar como
niña que ve por primera vez un fantasma y salir por la primera ventana que se encontrara.

No es que nunca haya sentido ese deseo de hacerlo cuando veía a su maestro con cara de enojo y
pocos amigos – aunque dudaba seriamente que este tuviera alguno – o cuando sentía aquella
magia oscura borbotar desde el cuerpo de su señor tan tangible y malignamente terrible. Muchas
veces tenía hasta pesadillas donde Voldemort lo utilizaba de tiro al blanco para sentirse tranquilo y
en armonía.

La cuestión era que, delante de él, sentado tras el escritorio de mármol pesado y pulido con
hermosas runas adornándolo, estaba su señor. Aquí es donde comenzó lo controversialmente
inverosímil y que si no estuviera asustado, hasta le resultaría irascible. Su señor estaba sentado
como de costumbre detrás de su escritorio y en la silla de cuero negro aterciopelado. Su ropa
habitual – negra con encajes en color verde o plata, lo usual – Sus manos cruzadas delante de él y
un rostro con una gran sonrisa mientras le ofrecía una copa de vino danés añejo de 300 años.

¡He ahí su maldito problema!

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¡¿Que, en nombre de los rizados pelos de las bolas alvinas de Merlín, estaba ocurriendo?!

Su sentido de auto conservación estaba activo y punzaba como nunca antes lo hizo en su
inexorable vida. Su señor tenebroso jamás sonreía de aquella manera. Bueno, si de manera
escabrosa, pero nunca.–.entiéndase completamente bien el marcado tono.–.NUNCA de los
jamases, el señor tenebroso sonreiría como una colegiala desquiciada.

Eh ahí al punto donde deseaba llegar: Voldemort lo había citado en su oficina porque quería
discutir algo muy importante, bueno, no solo estaba eso…

¿Qué hacia Lucius sentado a su lado con una mueca tan expectante como la que él –.podía
apostarlo, no necesitaba un estúpido espejo para ver la cara de idiota que cargaba – tenía puesta?
Suspiro suavemente tratando de no llamar la atención. Grave error teniendo en cuenta que el
sonido de un alfiler cayendo en la alfombra persa podía percibirse en aquel tenso ambiente.

— Severus…– palideció. Bien, tuvo una hermosa y no tan buena vida. Podía estar junto a Lily de
nuevo. Espero durante diez segundos el innombrable hechizo de la muerte, el cual no llego.
Sorprendido miro a su amo – aunque, ¿Quién mata por un suspiro? –.Este estaba aun con su
sonrisa bonachona con los brazos cruzados – Lucius…

Miro a Malfoy y este simplemente trago con algo de dificultad. ¡Ja! Quién diablos no lo haría
cuando el hombre más peligroso sobre la faz de la tierra te habla con un dulzón acento. El señor
tenebroso permaneció en silencio durante varios minutos más. Severus miro con detenimiento la
impotente y algo tenebrosa – en todo puto sentido y ángulo – persona sentada frente a él con
aquella enorme sonrisa. Vio su aura. Dios. Padre. Vendito. De todos los magos hijos de puta del
mundo. Un tic se asentó en su ojo derecho mientras palidecía más y más con cada segundo que
lograba vislumbrar más de aquel verdadero rostro detrás de la sonrisa eminente que presentaba
su señor.

Era poderosa el aura sangrienta que se presentaba detrás de este. ¿Qué, en su sano juicio, se
habría atrevido a enojarlo hasta tal punto de desarrollar aquella nueva faceta oscura?

— Los he llamado aquí para atender algo simple…– Snape no dijo nada. ¿Cómo hacerlo cuando te
encontrabas sosegado con aquella esencia colérica que hacia vibrar al mismo oxigeno? Tampoco
es que estuviera permitido que hablara mientras su señor estaba concentrado tratando de
encontrar las mejores palabras para comunicar la razón del porque él y Lucius estaban frente a él
– Bien. Primero que nada Lucius…

— ¿Sí, mi señor….? – el hombre se veía en sí, impasible y tan sereno como una gota de agua en las
aguas mas calmas dentro de un vaso.

— La razón del por qué estás aquí, es porque este tema te concierne, no solo por ser mi mano
derecha y uno de mis más apreciados Mortifagos.

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— Sus palabras me honran, mi señor – Voldemort continuaba con aquella sonrisa de colegiala
melodramática. Severus no quería decir absolutamente nada; estaba más preocupado por su
seguridad que por que Lucius no midiera sus palabras.

— Bueno. Regresando al tema del por qué los llamo, es simple; Lucius, Harry Potter es mi hijo.

Tal vez no era la mejor forma de decir que el enemigo jurado de tu amo es su único hijo. Lucius
entro en estado catatónico y parecía que de un momento a otro convulsionaria y echaría espuma
por la boca mientras susurra incoherencias. ¿Quién hubiese imaginado que su sonriente señor
prevería eso y les daría poción calmante dentro de las copas del añejo?

— ¿No es eso peligroso, mi Lord? – pregunto con cautela. Al parecer no era tan tonto como
imaginaba, nadie se pondría en una situación así sin antes pensar. Tom sonrió – un poco más de lo
que lo estaba haciendo – y comenzó a caminar por la oficina, deteniéndose en la ventana que le
daba vista al desolado jardín trasero de la mansión Riddle. Lucius no había preguntado sobre quien
era la madre o en sí, el gastador de Potter. No había que ser un genio para darse cuenta.

— Para nada, Lucius. Incluso tuvimos una agradable charla padre e hijo no hace mucho tiempo –
Malfoy boqueo como pez fuera del agua intentando decir algo, no sabía qué, pero sentía que
debía decir algo. Al no salir sonido alguno de sus labios prefirió seguir escuchando las palabras del
Lord – Como su padre, James Potter, mi pareja, Harry también es un heredero de una criatura
mágica. Un elfo antiguo. He allí la explicita razón del porque nuestras mentes se desconectaron
cuando recibió su herencia, su parte de criatura mágica le da barreras especiales mentales para
bloquear a cualquier Legeremante – Lucius y Snape asintieron sin saber hacia dónde su amo
deseaba llegar con todo aquello – También conocen mejor que nadie cuales son las situaciones
que hacen que una barrera natural puede decaer, ¿cierto?

Lucius y Severus volvieron a asentir ahora un poco cohibidos para cuando Voldemort entrecerró
los ojos dulcemente. Parecía como si les estuviera explicando a unos niños de kínder algo tan
simple como aquello. Y también resultaba tan escabrosa aquella mirada que les daba.

— ¡Genial! – exclamo. Y tanto Malfoy como Snape saltaron un poco sobre sus asientos con el
corazón casi fuera. Aquella acción de su amo casi les da un infarto; si de por si estaban nerviosos
ahora estaban en estado casi comatoso – Pues resulta ser, que a Harry, una de esas situaciones le
ocurrió anoche…

Snape volvió a palidecer. Ya casi no tenía sangre en las venas. Miro a su amo con ojos desorbitados
– ¿No querrá decir que…?

— Así es, Severus, Harry tuvo relaciones sexuales anoche. Lo vi todo – ahora Lucius quería saber
que tenía el que ver en el asunto de que el hizo de su amo estuviera de calentorro. A menos que…
– Así es, Lucius – Voldemort sonrió indulgentemente. Lucius quiso explicar una y mil cosas a la vez,
pero de su garganta sonido alguno no salían. Mierda. ¿Qué demonios pensaba Draco? Aunque
estaba tan seguro como cualquiera que su hijo echaría espuma por la boca como quería hacer él

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cuándo se enteró que el querido niño que vivió no era más que el hijo de Lord Voldemort – ¿Qué
te preocupa, Lucius?

— ¡Realmente lamento lo que hizo mi tonto hijo, mi Lord! – Casi grito y espero el golpe del crució
por la insolencia que cometió su hijo al tocar al hijo de su señor – aunque aún no lo supiera – y de
miles de cosas ininteligibles que balbuceaba.

Tom rio suavemente haciendo que Lucius alzara la cabeza – No necesitas ponerte así, querido
Lucius. No te estoy reprochando nada ni a ti ni a tu hijo. Es más, estoy feliz de que tu hijo resultase
ser la pareja del mío – Pronto necesitarían un estanque de agua purificada, Lucius parecía un pez
fuera de esta en la forma que su boca se abría en incredulidad – Escuche gran parte de su
conversación y se sobre el estado de Veela de tu hijo y no es por eso que estoy así de molesto –
dejo la ventana y se encamino de nueva cuenta detrás del escritorio y dejo su máscara de falsa
felicidad caer – En el ministerio han estado haciendo unos extraños movimientos que tienen que
ver con que mi hijo este en la mansión Black y también con que sostenga ambos títulos sobre los
puestos más importantes dentro del Winzengamot y estoy seguro que el maldito anciano tiene
que ver con esto.

— ¿En qué le podemos servir, mi Lord? – se atrevió a preguntar Severus. El Lord tomo de golpe la
copa que aun reposaba en su escritorio. Tenía los nervios casi a reventar. Como se atrevía ese
imbécil y senil anciano a tan siquiera pensar hacer algo contra su hijo. La copa reventó en su mano
y Severus se vio tres metros bajo el más asqueroso de los pantanos con su cadáver lleno de
gusanos.

— Por el momento, deseo que Harry y Draco estén casados lo más rápido posible….

¡¿Quéeeee?!

Draco estaba que veía de color rosa todo a su alrededor. Su habitación se veía tan hermosa y a la
vez tan fría al no tener dentro de esta a su hermoso elfo. Sí, Harry era una hermosura y también
era cariñoso y adictivo. Su cuerpo, sus ojos, sus manos, sus labios. Hasta el más mínimo detalle de
aquella bella figura era perfecto. También le gusto la actitud dominante que este, siendo el sumiso
en la relación, daba a entrever. Lo aceptaba. Estaba irremediablemente enamorado de Harry
Potter. Cada molécula en su cuerpo se lo gritaba y el estúpido de su Veela solo lo hacía aumentar
el deseo de tenerlo entre sus brazos diez veces más de lo necesario.

Suspiro… Dios, estaba tan necesitado de su Griffindor.

Blaise no se encontraba en las mazmorras y tampoco su padrino estaba como de costumbre en su


habitación. Le parecía raro, pero qué diablos le importaba cuando tenía grabado en su oído
interno, memoria y cuerpo el sonido y la esplendorosa vista y sensación de la textura del cuerpo y
voz de Potter. SU Potter.

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Tenía que tener cuidado con Harry, era demasiado hermoso y hermosamente tan ingenuo: sabía
eso de todas las experiencias que gano cuando lo vigilaba constantemente en su cuarto año. Se
había aprendido hasta el más mínimo de los detalles de todo cuanto hacia y de todo lugar cuanto
visitaba en las noches e inclusive cuáles eran sus comidas preferidas.

Le hubiese encantado comentarle aquello a Pansy, pero esta inexplicablemente tampoco se


encontraba dentro de las mazmorras o en sus aposentos, aunque tenía la ligera impresión que su
Allure Veela tenía la culpa de que prácticamente todo Howarts se encontraba patas arriba con lo
referente al alumnado, pero qué diablos le importaba si ya era dueño de la cosa más hermosa de
su mundo y otros.

— Me haces falta, Harry…– casi grito, con la almohada pegada a su rostro.

Sonrió y se puso en pie, tal vez si lo atrapaba antes del desayuno podría tener la oportunidad de
robarle unos cuantos besos más. No se sintió satisfecho con los que había tomado unas horas
atrás.

Estaba cómodo e inexplicablemente no se sentía mal. Era como un maldito sueño hecho realidad.
Uno donde él era la cenicienta y el chico que dormía plácidamente a su lado era el príncipe que
hacia la fiesta para encontrar a una digna esposa. Sonrió y volvió a mirar su cara desde aquella
posición: estaba recostado en su pecho, completamente desnudos, y con su cintura siendo
apresada como un candado entre los brazos de su amado.

— Blaise…– canturreo. Sus labios se acercaron a la fuerte y cuadrada mandíbula del italiano y
planto dos, tres, cuatro besos y para darle un toque final, mordió ligeramente su mentón. Zabini
sonrió aun con los ojos cerrados y Ronald realizo de nuevo el proceso desde el inicio, tentado a
besar aquellos labios y saciarse hasta el cansancio; como la noche anterior, de caricias. Blaise abrió
los ojos y su mirada avellana se encontró con los azulinos ojos que estaban temblando en
vergüenza junto a sus mejillas que ya estaban rosadas – Perdón… yo…

— No te disculpes – susurro y beso los labios de Ron – ¿Podrías hacer eso de nuevo?

Ron sonrió de nuevo e hizo lo que su italiano le pedía. Estaba tan enamorado, tan apegado a él,
que la noche anterior no se atrevió a decir nada más que gemidos y suspiros en oleadas de placer
que recorrieron sus cuerpos cuando a duras penas sus pieles se tocaban. El caso de que ambos se
desearan y tenían miedo de decirlo por miedo a la reacción del contrario era casi irascible…

— ¿Sabes cuánto me encantas, rojo? – Ron negó y Blaise robo un beso terminando con una suave
mordida que hizo estremecer un poco el desnudo cuerpo de Weasley – Es tal tu encanto hacia mí,
que juro que mi corazón late tan fuerte cuando me miras de esa manera…

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Los labios de Ron se entreabrieron en sorpresa y luego una dulce sonrisa se dibujó en ellos. Zabini
era tan hermoso, rico, popular y decía que lo amaba, pero él no tenía mucho que ofrecer más que
el mismo sentimiento.

Sus ojos perdieron el brillo que tenían rápidamente. Blaise preocupado se sentó, todavía
agarrándolo de su cintura y haciendo que permaneciera sentado a horcajadas en sus caderas. Ron
tenía los brazos por el cuello de Blaise y su cara oculta en el desnudo y trabajado pecho del
Slytherin.

— ¿Te ocurre algo, rojo? – pregunto. La angustia y el miedo se vislumbraron en su tono de voz.
Ron restregó su cara contra los fuertes pectorales y levanto la mirada… tenía miedo, miedo de que
lo que estaba frente el solo fuera un sueño o una ilusión creada por alguien que quería hacerle
una broma. No quería perderlo de vista…

— ¿Por qué… porque te gusto? – Blaise no entendía y Ron simplemente desvió la mirada, no
quería ver la verdad si es que era solo un juego – No… no tengo nada, soy pobre y no soy nada
apuesto… veras yo…

— Tu eres para mí, el ser más hermoso de este planeta….– Ron lo miro sorprendido y Blaise
simplemente tenía una radiante y dulce sonrisa que lo hizo derretirse entre sus brazos. ¿Cómo
podía existir ser tal, como lo era Blaise? – Rojo, te dije que Pavarati vino y me beso. Que todas las
chicas de Howarts quieren algo conmigo y yo, solo pienso en ti y en lo que dirás de mi si me vez
con ellas. ¿Sabes? Solo te amo a ti con cada partícula de mí ser.

— Blaise…– sus brazos presionaron contra el cuello de Blaise y sus bocas se encontraron en un
suave beso – No digas cosas tan dulces… me haces derretir con cada susurro. Es que… solo pienso
que esto es un sueño y que podría despertar en cada momento….

— Lamentablemente, rojo, estamos en las mismas – sonrió, y luego abrazo a Ron más fuerte
contra si, sacándole un gemido cuando sus miembros se rosaron. Era tan insulsamente
emocionante estar en esa posición que de solo imaginarlo le entraban ganas de hacer lo que
estuvieron haciendo toda la noche sin detenerse – Creo que eres un sueño en el que me gustaría
estar dormido por siempre. Te amo, te adoro, te deseo y lentamente moriría si alguna vez me
dijeras que me odias…

— Te amo….– musito cerca de sus labios. Las mejillas de Ron rosaron con la barbilla de Zabini y se
restregaron contra aquellos labios para luego suavemente rosar con las mejillas de Blaise. Se
sentía tan bien aquel suave tacto entre los dos. Los labios de Ron se acercaron al oído de Blaise –
¿Sabes? Cada día, desde que te vi aquella vez junto a Malfoy, he sentido unos celos idílicos que me
pedían robarte y obligarte a hacerme el amor cada día, durante horas… te adoro, te deseo, y soy
solo tuyo…

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— Ya demostraste con hechos esas palabras, rojo. Ahora solo queda dictaminar – Blaise busco
entre su ropa una pequeña caja que había estado cargando toda la noche anterior cuando había
salido a la búsqueda de su adorado pelirrojo. Ron lo miro desde su posición con mucho interés,
deseaba saber que había en la pequeña caja de terciopelo negro – Compre esto pensando en ti el
otro día en Hogsmeade, no había forma de que no lo comprara…– abrió la cajita y mostro un
hermoso collar de oro con un dije en forma de cabeza de león. Ante los ojos azules, era precioso y
resultaba tan significativo que se lo dieran esa misma mañana cuando despertaba de la que fue,
una noche de ensueño…

Una lagrima escapo de sus cristalinos y azules ojos. Blaise sonrió con ternura y limpio la lágrima –
Quería pedirte que fueras mi novio. Que fueras solo y nada más, que mío – mordió su labio – Que
algún día fueses mi esposo…

Ronald, impresionado, abrió los ojos y trato de decir algo, pero su garganta parecía reacia a
apoyarlo en esa situación. Era, hermosa e increíble toda aquella situación – Sería el honor más
grande de todos, el que permitieras que yo pasara el resto de mi vida junto a ti, Blaise. Te amo…

Blaise sonrió y sin pensarlo dos veces, sus labios conectaron y encajaron perfectamente con los de
Ron. Su sabor, su dulzura, su amargura. Todo prácticamente le encantaba de ese pelirrojo que se
removía arriba de él, buscando más apego, deseando más caricias que sin dudar le daría….

Cuanto lo amaba.

Estaban en la parte más oscura de la biblioteca; a esas horas la luz que se colaba furtiva por las
ventanas les daba la sensación de estar en una noche de hadas. Las luces que se colaban por entre
los gruesos tomos del arte prohibido de la magia negra creaban pequeñas volutas de luz brillante
que parecían de ensueño y fantasía. Ambas estaban abrazadas debajo de un cobertor que había
invocado…. Mione no podía creer que todo aquello fuese en verdad realidad. Un sueño o quizás
una de esas bromas de las Ravenclaw, que se creían más inteligentes, solo por haber sacado la
mejor nota en todas las materias, otra vez.

Y aunque fuese así, se sentía bien. Los brazos de su Pansy eran cómodos y suaves. Sus labios aun
durmiendo se fruncían en una suave y hermosa sonrisa. Aunque hubiese querido, jamás habría
podido imaginar aquella escena que estaba viviendo tan nítidamente, bien. Aah. Deseaba no
despertar y quería que Pansy dijera una vez más su nombre…

— No es un sueño, Hermione…– la voz de Pansy la sobresalto, pero no la hizo moverse de su


lugar. Estaba entre las piernas de la Slytherin mientras su cabeza descansaba en aquellos
voluptuosos senos. Era el cielo o al menos, la premonición de que se acercaba a aquello.

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— Esto es tan inverosímil e increíble, que me imagino que lo es… uno del que no quiero salir y del
que no quiero despertar jamás, Pans… no sabes cuánto he esperado por esto… no quiero perderlo
simplemente abriendo mis ojos…

— Y, es algo que no harás, mi querida Mione. Porque esto no es un sueño, es nuestra realidad y
sin importar que, no me separare de ti – los labios de Pansy se asentaron en el cuello de Mione y
dieron varias caricias a lo largo y ancho antes de dejar tiernos besos bajo el ensortijado cabello.
Para Pansy, Hermione era la chica más perfecta y hermosa que jamás hubiese visto.

Le resultaba increíble que alguien que quiera probar que no es una molestia, resultara tan tierna
cuando se le veía esforzarse tanto. Aun recordaba aquella mañana cuando había entrado a la
biblioteca en búsqueda de su revista semanal de corazón de bruja que su idiota amigo, Blaise,
había ocultado allí. Al entrar, la había visto tan sumergida en aquel libro de geometría estelar, con
su cabello recogido y su túnica mal puesta, con sus mejillas sonrojadas por el calor que hacia
aquella mañana. El sudor deslizándose por sus suaves pómulos e indecentemente descendiendo
por sus labios de un fulgor rosáceo, casi rojo en aquellas carnosas líneas.

Ante sus ojos, era perfecta, no había nada mejor que aquella visión. Desde aquel día comenzó a
acosarla sin que nadie se diera cuenta, a ver más allá de las estúpidas apariencias en las que un
Slytherin y un Griffindor jamás deben juntarse o al menos hablar sin insultarse de por medio.

— Te amo, Pansy… no sabes cuánto…– Pansy sonrió y beso las mejillas, luego el mentón y por
ultimo unió sus labios a los de ella y se fundieron en un casto beso que pareció eterno.

— Pues creo, mi querida genio aparecida del libro que frote, que te equivocas al decirme que no
se cuanto…, porque si lo sé, me amas tanto como lo hago yo contigo… me adoras tanto como yo te
adoro a ti, me deseas tanto, como en la noche, cuando nos fundimos en caricias y besos – las
mejillas de Mione ya eran de un refulgente fucsia que se encendía con cada palabra de los labios
de su amada.

¡Por las barbas trenzadas allí debajo de Merlín!

Esa chica era su propia odisea.

— Pans – canturreo. Su rostro ya no podía mostrar otro color más fuerte que aquel rojo intenso.
Beso los labios de Pansy que aun se movían diciendo cuanta parte de ella le encantaba (sin dejar
de mencionar indecencias de por medio) y de cuanto más deseaba disfrutar – Calla y bésame… –
dijo, cuando lograron separarse y mirarse con ternura.

— Solo cuando lo aceptes, Mione.

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— ¿Que he de aceptar, mi adorada serpiente? – aah. Resultaba tan hermoso reptar con su cuerpo
prácticamente desnudo por el de Parkinson. Sus gemidos eran un premio que no compararía a
ningún otro.

— Que eres mía y yo, sin ninguna controversia, soy tuya y de nadie más…– su nariz jugueteo con
las orejas de Mione, su barbilla, su cuello y sus mejillas, haciéndola suspirar y casi gemir ante el
frio y candente tacto.

— Eso es algo que acepte anoche, cuando me besabas y yo te dejaba hacer lo que desearas con
mi cuerpo. Porque es tuyo, Pans, tuyo y tú eres mía…– se fundieron en un pudoroso beso mientras
la sabana se descorría y las mostraba tal cual vinieron al mundo. Sus pieles brillaban al son del sol
de la mañana. Pronto seria la hora del desayuno y ellas ya estaban disfrutando del suyo. Una
mañana de sexo ininterrumpido en la sección prohibida de la biblioteca…

Oh. Merlín. Vendito. Adoraba ser una bruja, Muggle, pero una.

— Cada jodido segundo te deseo más…

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Era una mañana esplendorosa. El sol azotaba con pequeñas líneas transversales de luz el gran
comedor, donde la mayoría de los estudiantes estaban sentados desayunando y charlando sobre
la experiencia tan caliente que experimentaron la noche anterior por causas que desconocían. En
Griffindor estaban todos los leones con los de su especie – literariamente figurado – comentando
y riendo y uno que otro sonrojado mientras miraba a la mesa de los Huffluppuff’s o, se quedaba
embelesado cuando sus miradas quedaban posadas en la mesa de los siempre hermosos y
elegantes Slytherin’s. También había algunos que saludaba a algunos chicos mayores, o de su edad
de los Ravenclaw; era algo casi perfecto…

El ambiente idóneo para respirar la paz y la tranquilidad misma que se sabe, precede a la
tormenta:

Teniendo en cuenta de que Theodore Nott estaba con cara de pocos amigos esa – ya de por sí sola
– insaturable mañana, se notaba que aquella tormenta seria un ciclón tempestuoso en cualquier
momento. Theo estaba en verdad mosqueado; el maldito aire a su alrededor denotaba – todo en
su máxima expresión – el carisma y amor que todos parecían profesarse. Como odiaba esa clase
de días: todos besuqueándose y agarrándose de las manos tímidamente y el allí, mirando como
todos interactuaban con su persona especial. Lo irritaba. Miro a Draco de soslayo y frunció el ceño
un poco más; todo era su culpa…, ahora tendría que pedirle matrimonio a Neville ese mismo día
en el gran comedor con todo el mundo pendiente de él… Grrr.

Suspiro abatidamente, tratando de calmar sus nervios y enojo. No podía hacer pagar a Draco por
algo que el mismo se buscó al tratar de subirle el ánimo a Blaise; fue tan idiota de su parte. Estaba
algo preocupado – bien. Mentía. Estaba que se moría de un infarto cardiovascular en ese
momento – y todo eso gracias a su propia idiotez momentánea: había dicho que solo se declararía
cuando viera que tenía oportunidad o algo por el estilo y sabía bien que podía tenerla. La había
visto en la hermosa sonrisa de Neville, pero esos malditos nervios lo carcomían por dentro, era
realmente difícil aquella estúpida situación en la que el mismo se metió al sugerirle aquella cosa a
Blaise. No volvería a ayudar a sus amigos con temas amorosos, eso no era lo suyo.

Miro de soslayo hacia la mesa de los Griffindor y su cara se tranquilizó – reduciendo esas feas
arrugas a opinión de Blaise, que se formaban imperceptibles entre las cejas de Theo – un poco, al
notar como Neville lo miraba, con aquellas lindas mejillas sonrojadas y apenado, con su rostro casi
dentro de su desayuno, ¿Cómo podría criatura tan tierna y hermosa fijarse en él? Mierda…, se

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odiaba así mismo por lucir tan patético en tan esplendorosa mañana donde debería estar
discutiendo con Neville por ser tan esquivo con él, después de haber pasado una noche – que
nunca ocurrió – llena de pasión, amor y caricias, y de ser tan conformista que cuando las
feromonas emanadas del Allure Veela lo afectaron – sí, así lo descubrió – se trató con algunos
toques con pensamientos indecentes que incluían a un Neville completamente desnudo, a su
merced en una inmensa cama de seda, pidiendo por su presencia.

Mierda. Mierda. Mierda…, maldita sea su propia baja autoestima, que cada vez era más baja y a su
estúpida consciencia que lo detuvo en el momento que planeo tirársele encima en el pasillo a
Neville cuando se lo encontró sólo.

La otra vez que se había topado con Neville, solo cruzaron un par de frases y unas disculpas –
aparte de aquel caluroso y corto beso que se dieron por error – que terminaron por hacerlos
alejarse después de discutir unos cuantos asuntos sobre plantas curativas mágicas. Era tan
jodidamente estúpido por no haberle detenido y besado ahí, aunque fuese contra su voluntad y al
final disculparse y decirle cuanto lo quería. Que no era poco. Suspiro.

Ese maldito asunto no terminaría nada bien, podía sentirlo; aunque su sentido de por si casi
siempre se equivocaba.

Una vez más, suspiro profundamente. Necesitaba tranquilizarse y pensar con calma; algo que
seriamente dudaba que pudiera lograr con una Pansy Parkinson y un Blaise Zabini risueños y con
sendas y bobas sonrisas adornando su rostro. Sus actitudes tan poco Slytherin lo hacían enervarse.
¿Cómo diablos podían estar así cuando él se auto suicidaba mentalmente de unas 102 maneras
diferente?

Ambos Habían llegado a la sala común de Slytherin, aquella mañana, con caras dulces, bobas y
llenas de ilusiones: lo que le dio la llave para llegar a la respuesta más simple y común: habían
conseguido su objetivo en conquistar a sus Griffindor’s, lo que lo hacía a él, automáticamente,
tanto como a Draco – gracias a Merlín y Circe en una orgia – los perdedores. Gimió en frustración y
mordió su labio inferior haciendo una tierna cara de un niño de 5 años que no sabe lo que quiere.
Antes de que todos los Slytherin que los acompañaban en la mesa lo notaran – aludiendo a los
suspiros que se escucharon de unas pocas chicas y chicos que siempre estaban pendientes del
hermoso Slytherin – una gran y hermosa lechuza parda apareció por la ventana y se posó frente a
él con una nota atada a la pata y una pequeña caja que extraño a todo el mundo; Nott muy pocas
veces recibe correo entre semana, ya que solo los sábados de cada dos meses aquella lechuza se
posaba en su mesa.

No, no eran acosadores, en lo absoluto, solo se fijaban un poco más en Theo.

— Buen día, Eris – saludo con una caricia a la lechuza, que ululo contenta y picoteo el dedo de su
amo antes de extender la pata con la nota. Theo la miro y suspiro antes de desatarla. He ahí donde
esperaba su respuesta y por lo que vio en la caja, era afirmativa a su pedido.

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— ¿De quién es, Theo? – pregunto Pansy, curiosa, mientras se inclinaba un poco tratando de leer
la nota de su amigo. Nott la miro mal y pego la nota más para sí, haciendo que Pansy bufara y se
pusiera recta, ofendida, pero no dejando de mirar de lado, esperando una respuesta.

— Es de mi padre. Le había pedido que me enviara ese objeto…– apunto con el dedo a la caja aun
amarrada en la pata de Eris, la cual comía tranquilamente unas golosinas que su amo había puesto
a su lado. Theo dejo de lado a sus amigos y leyó tranquilamente la carta:

Querido Theo…

No he de negar que me ha sorprendido el que me escribieras para pedirme aquello, más el que me
escribieras que pedirme ese objeto. Me alegro de que te encuentres bien y continúes tal como vas
en Howarts: en casa no ha ocurrido nada controversial o interesante. Como vez te envié el pedido y
me parece bien que estas navidades me lo presentes; es natural que piense que es un hombre,
conociendo bien tus gustos, sé que no habrá otro género. Los recogeré personalmente en la
estación…, sin excusas. Al menos dame ese gusto.

Atte.: Ethán Nott

Sonrió mientras negaba y, mientras sentía que se devoraban su cuerpo con la mirada – de seguro
Pansy – guardo la nota en su bolsillo para luego tomar la caja y despedir a Eris que ululo otra vez
antes de alzar el vuelo.

— ¡Theo! Deja de poner cara de malos momentos y dime que hay en la caja…– Pansy era
demasiado curiosa para su propio bien. No quería mostrársela, pero no tenía otra opción,
conociéndola bien, haría el berrinche de su vida. Sería mejor enseñársela, se dijo, y luego abrió la
cajita en frente de su alocada amiga, mostrando un hermoso dije en forma de mariposa imperial.
El material era hermoso. Plateada con algunos diamantes y una que otra gema incrustados. Pansy
quedo deslumbrada tanto como todo aquel que la vio – ¿Qué es?

— ¿se les olvido lo que Draco y yo prometimos si ustedes lograban su cometido? – Parkinson
ahogo un chillido acordándose de golpe de lo que habían los tres prometido a cambio de que ella y
Blaise consiguieran tener algo con sus Griffindor’s. Draco, que estaba sentado a la cabeza de la
mesa – mas absorto en la noche anterior que a cualquier otra cosa – abrió los ojos en sorpresa al
recordar (y al salir de su estupor e intoxicación de rosas), al igual que Pansy y Blaise, la promesa
que se habían hecho con respecto a lo la declaración a la que estúpidamente él – siendo engañado
por Theo – se había unido.

Dios, tendría que declararse a Harry en pleno gran comedor. No es que tuviera miedo – un Malfoy
jamás lo tiene – pero le daba algo de mella lo que Harry podía hacerle si arruinaba su amistad con
los Griffindor, su Veela le reprocharía durante todo el castigo de castidad (que era lo que mejor se
le ocurría que Harry podía hacerle y no estaba muy lejos de ello) la falta de atención de su otra
mitad.

121
Miro hacia la mesa de Griffindor, esperando encontrarse con los verdes y hermosos ojos de su
amado, mordiendo su labio inferior al ver a Harry con las mejillas coloradas y a una animada
Granger contando cosas junto al Weasley que estaba tan rojo como su cabello. Se veía hermoso
como siempre y… ¡¿qué diablos hacia el maldito Finnigan cerca de SU Harry, con esas apestosas
manos cerca de su hermoso trasero?! Grrr. Maldito Griffindor, lo mataría. Nadie en su sano juicio
– y aunque no lo estuviera – toca lo que es suyo, y Harry Potter tenía su nombre por todos lados.
Cada centímetro de aquel hermoso cuerpo le pertenecía.

— ¡Draco! – lo llamo Blaise con la voz un poco alzada. Malfoy entrecerró los ojos y lanzo una
mirada asesina al cuello de Seamus (a quien se le erizó la piel de un momento a otro) antes de
mirar a Blaise – Deja de gruñir salvajemente y dime si harás lo de la declaración hoy…, Theo ya se
resignó – rio quedamente. Theo lo fulmino con la mirada mientras Draco se lo pensaba
calmadamente, para luego poner una maliciosa sonrisa en sus hermosos y atrayentes labios. Theo
dejo de ahorcar mentalmente a Blaise y levanto una ceja, admirado ante la actitud tan cambiante
de su rubio amigo; ese chico era una bomba de tiempo con problemas emocionales, y el Veela no
ayudaba mucho que se dijese.

— Lo hare hoy – espeto y se levantó esperando a que Nott se parara junto con él. Ambos se
miraron y con un leve asentimiento se encaminara a la mesa de los Griffindor bajo la atenta
mirada de todo el gran comedor y algunos profesores que estaban en la mesa, desayunando:
entre ellos un Severus Snape con cara de susto, pocos amigos – que todo el alumnado dudaba
seriamente que existía – y una mirada algo opacada mientras seguía los pasos de dos de los
miembros más respetados dentro de Slytherin actual.

La mesa de los leones estaba atenta a todo movimiento de los Slytherin, procurando estar
preparados para cualquier eventualidad que surgiera. Malfoy se había parado frente a su
respetado y venerado líder, Potter, y Theodore Nott, junto a Neville Longbottom. Si su jefe sacaba
la varita, todos freirían sin contemplaciones a Malfoy y de paso, a Nott.

— ¿Deseas algo, Malfoy? – mascullo Ronald mientras entrecerraba los ojos fieramente y casi
gruñía. Nunca le había gustado la actitud pedante de aquel hijo de papi. Hermione tenía la mano
cerca de su varita por precaución y – aunque la precaución era lanzarle un Petrificus totallus a un
Ron con rabia – para extrañeza de todos, Harry solo estaba ahí, atento a Draco y sus movimientos.
Le resultaba cada vez más esplendoroso cada vez que lo veía.

— Nada que ver contigo, Weasley – espeto y extendió su mano hasta tomar una de las de Harry,
quien se dejó hacer sin más. Ron se iba a levantar pensando en que Harry estaba siendo abducido
por algo, pero una mirada de Hermione lo hizo desistir y simplemente ver que ocurría – mi asunto
es con Harry…

Una gran exclamación silenciosa, entre suspiros, se produjo entre todas las mesas al escuchar
como Malfoy decía el nombre de Potter con tanta sensualidad y naturalidad. Mas fue la cara de

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sorpresa de Ron al ver que Harry no decía nada, ¿así que Malfoy resulto ser el Veela pareja de
Harry?

Finnigan, que al lado de Harry había recuperado el aliento y el color, se proponía ponerse en pie
para cuando Malfoy jalo a Harry y lo agarro por la cintura – Nunca me imaginé que esta faceta tan
posesiva tuya, me resultase tan encantadora, Draco…– bien, todos planeaban morir sin oxígeno
(mas Seamus y Ron que casi morían de un infarto) ante las palabras de Harry. Su voz salió como un
risueño susurro y las chicas ya estaban gritando como magdalenas excitadas. Ver a los dos
enemigos jurados de todos los tiempos tan cercanos – estaban casi besándose – resultase ser tan
emocionante. Seriamente, a opinión de Draco, las chicas tenían aquella vena pervertida más
desarrollada que los hombres.

Bueno. No para todos resultaba emocionante ese momento. A unos cuantos asientos, junto a sus
amigas, Ginevra Weasley miraba con asombro y genérico odio la escena que protagonizaba Malfoy
y su futuro – según sus pensamientos sobre lo que él pensaba de ella – esposo, Harry Potter. ¿Qué
demonios se proponía esa asquerosa serpiente con su adorado león? Y, ¿Por qué Harry no hacía
nada para apartarlo de su lado?

— Oh. Aun no conoces que tantas cosas de mi pueden ser tan “encantadoras” – susurro,
mordiendo.–.mientras muchas y muchos se desmayaban tanto de la impresión como de la
emoción – el labio inferior de Harry para terminar en un beso apasionado. Ginny tenía los ojos
abiertos en asombro mientras doblaba el tenedor que sostenía y apretaba los dientes
fuertemente. Esa situación no le gustaba para nada. Tendría que hablar seriamente con Harry.

Mientras Harry y Draco protagonizaban “Romeo y Julieta renovado y adaptado en el gran


comedor” cierto castaño Slytherin miraba a Neville con devoción y ternura mientras le sonreía.
Estaba tan nervioso como veía a su propio león casi correr por tan solo tenerlo ahí, parado frente a
sí.

— N-Nott…– saludo, inclinando un poco su cabeza y agarrando una mano con la otra debajo de la
mesa mientras mordía su labio inferior. ¿Qué querría hablar Theo con él? Quizás quería reclamarle
lo del beso de la última vez. O al menos una disculpa formal frente a todos o quizás cobrarse ahí,
frente a todos, la situación que le hizo pasar. Dios, resultaba tan frustrante tener al chico que te
gustaba frente a ti con deseo – según su opinión personal – homicida para con su persona.

Theo no dijo nada, simplemente sonrío aun mas, se acercó, inclinándose sobre sí y robo un beso
de un Neville de color fucsia. Todos los que habían vuelto en sí, al presenciar la escena, volvieron a
caer. Sus mundos colapsaban ante sus ojos con tanta facilidad. Neville quería decir cualquier cosa,
pero nada salía de sus labios. Bien que estaba impresionado al ver como Harry se comía con Draco
frente a todos mientras Ginny, su antigua novia, borbotaba magia con intenciones homicidas, pero
ese simple beso lo dejo helado y sin pensamiento alguno con el que pudiera expresar aquel
desbocado latido que propinaba con fuerzas su corazón. ¿Acaso soñaba o había entrado a una

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realidad alternativa donde sus enemigos juraban amor eterno? Vale, exageraba, pero valía la pena
soñar, ¿no?

— Me gustas…– suspiros a sus oídos de parte de chicas que apenas conocía lo hicieron ver que
Nott estaba más esplendoroso que nunca y, ¿de dónde diablos salían las flores que adornaban el
ambiente alrededor de Theo? Estaba precioso y alucinante ¿había algo malo en la comida, quizás y
ahora alucinaba con lo que deseaba? – Neville, siempre me has gustado y, por alguna razón que te
contare luego; me decidí a venir aquí, a decirte frente a todos los estudiantes de Howarts, que yo,
Theodore Nott, estoy profundamente enamorado de ti…

Neville vio nubes y estrellas, soles y mareas galácticas cuando escucho su nombre tan
sensualmente siendo pronunciado por aquellos labios que le profesaban amor. ¿Podría quedarse
en ese mundo paralelo al que había sido halado sin darse cuenta de ello? No sabía que ocurría,
pero le gustaba; aunque fuese solo una fracción de segundo o que fuese una mentira o jugarreta,
era un momento que le gustaría apreciar y conservar por siempre.

— Nott… yo no sé qué decir… siempre me has gustado, pero… no sé si esto es un juego… ¡sé que
siempre eres serio y todo! Pero entiéndeme yo…

— Respira profundo – ordeno y Neville obedeció al instante, ya estaba hiperventilándose. Theo


sonrió dulcemente. Ya casi la mayoría de los estudiantes estaban siendo despertados por una
divertida madame Pomfrey que ayudaba a minerva Mcgonagall a enervar a los caídos – Me gustas
y no estoy jugando; nunca lo he hecho y no hay por qué comenzar ahora – su mirada era seria y
decidida. Neville suspiro enamorado y Nott saco de la pequeña caja a la mariposa y la coloco en el
cuello de Longbottom. La mariposa aleteo ante la sorpresa de todos y, de detrás de sus plateadas
alas, una fina cadena se ajusto en el cuello de Neville, dejando un rastro de magia que tranquilizo
sus nervios.

La mariposa era hermosa a la visa de cualquiera…– ¿Por qué? – simplemente eso logro preguntar.
No sabía por qué Theo le regalaba aquello. Era tonto, lo sabía y por eso, ¿Quién se enamoraba de
un inútil como él?

— Ese collar, perteneció a mi madre. Fue usado para pedir su mano en matrimonio y yo lo uso
para lo mismo.–.miro a Neville todo el tiempo a los ojos. Este estaba sonrojado y alucinado
mientras tocaba la cadena. ¡Theo iba más que en serio con él!.– ¿Quieres casarte conmigo,
Neville? Por supuesto, será después de terminar Howarts si así lo quieres.

— ¿Qué te gusta de mi? – pregunto. No tenía puntos buenos como para que alguien se fijase que
él estaba ahí. Nadie nunca lo notaba y casi todos trataban de esquivarlo por lo tonto e inútil que
era – No soy bueno en nada…

— Todos tenemos puntos fuertes y débiles, extrañamente me gustan todos de ti…

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Draco tenía a Harry por la cintura, mientras ambos admiraban, al igual que los alumnos aun con
conciencia, la hermosa escena que Neville y Nott estaban dando – Nunca me espere eso de parte
de Nott, pero son lindos, ¿no crees, Draco? – alzo la mirada y se encontró con la sonrisa de su
adorada serpiente. Ron y Hermione estaba siendo abrazado por sus Slytherin que habían tomado
la oportunidad del revuelo causado por tan inesperadas revelaciones para acercarse a sus parejas.

— Theo siempre ha sido así de lindo, solo que su actitud huraña lo fastidia todo, quizás y estar
junto a Longbottom lo ayude…– musito Pansy mientras sonreía y besaba a una Hermione bastante
gatuna.

— O en su defecto, lo haga más huraño – exclamo Blaise, lanzando una pequeña carcajada. Ron
estaba atrapado entre sus brazos a lo que miraba mal de soslayo a Malfoy.

— Ese tipo de cosas, les quedan, Harry – respondió a lo dicho por Potter, ignorando la plática de
sus amigos y, descansando su cabeza en el hombro de Harry y besando su cuello – Pero, en algún
momento estaremos así, tu y yo – Harry sonrió y se apegó aún más a Malfoy.

Era tan genial que el maldito anciano come caramelos hubiese salido esa mañana a “atender
ciertos asuntos” según la sub-directora. Podía disfrutar de ese pequeño desliz tranquilamente por
el momento hasta que alguien le soltara la sopa a Dumbledore. Mejor no, sellaría la escena en las
memorias de los presentes. Miro a Neville que pedía ayuda como un animalito atrapado y Harry
solo pudo sonreírle tiernamente antes de susurrarle algo que le infundió algo de valor para
responder a la propuesta de Theodore.

— Sí quiero, Theo – Theodore rápidamente se levantó y atrajo a Neville en un abraso ante la


sorpresa de la respuesta. Nunca espero que Neville le diese el sí, pero era tan enormemente feliz
por el solo hecho de escucharlo. Neville representaba todo lo que amaba y, siempre temió nunca
tenerlo a su lado.

Luego le propondría que se fuera a quedar navidades con él y así podía presentárselo
correctamente a su padre.

El despacho era amplio y lleno de objetos mágicos viejos y antiguos junto a algunos carteles con su
imagen impresa en ellos, saludando mientras el escritorio frente a él estaba lleno de papeles que
requerían de su firma. Había estado ocupado toda la mañana con ellos y solo con la compañía de
una taza humeante de café negro, sin azúcar, como siempre le gustaba. Sentado frente a él,
estaba el hombre que alguna vez lo instruyo en muchos planes para alcanzar el éxito y a quien le
debía tantas deudas mágicas.

Estaba realmente confundido sobre qué hacer en una situación de tal magnitud. Suspiro y se
levantó para dirigirse a la ventana bajo el fiero escrutinio de aquellos ojos que demostraban más
ambición de lo que nunca antes vio.

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— ¿Realmente estas seguro de esto, Albus? Sabes bien en el predicamento que podemos
meternos ambos si algo sale mal, no, estoy seguro de que todo saldrá mal…– Dumbledore olfateo
su te y sorbió calmadamente mientras escuchaba las quejas de su viejo alumno. Siempre le
pareció un cobarde, pero su idiotez fue la que lo llevo a ser seleccionado por él. Nada podía salir
mal cuando era correctamente calculado. Arreglo sus lentes de media luna y mojo sus labios antes
de contestar:

— Tranquilízate, Cornelius, nada puede salir mal…

— ¡Es de uno de los miembros más importantes del Winzengamot del que hablamos, Albus! ¡Sin
contar de que es el mismísimo Harry Potter, héroe del mundo mágico, amado por todos! –
Exclamo, enfrentando su mirada a la de Dumbledore. No podía dejarse enganchar esta vez por la
fachada de buena persona que ocultaba al más manipulador de los seres – Sabes demasiado bien
lo que puede ocurrir si nos enfrentamos a alguien con tanto poder como él. Las masas lo adoran;
saben que Voldemort regreso y él es el único que puede derrotarlo, ¿Cómo esperas que le
hagamos lo que pides sin ser linchados – literalmente – por la población mágica? ¡Es una completa
locura, Albus!

— Es por un bien mayor, Cornelius…

— Ni un Merlín senil y estúpido se creería esa basura, Albus. Potter fue marginado en aquella casa
Muggle todos esos años que estuvo ahí. El quisquilloso, El profeta e inclusive en corazón de bruja,
todo acerca de cómo vivió Harry Potter en aquella casa fue desvelado en sus páginas haciendo
voltear muchas de las opiniones públicas sobre ti y, ¿tu esperas que sea yo quien te de poder para
meterlo allí de nuevo? – Cornelius dejo de lado la taza de café y se preparó un whisky de fuego
bien cargado. Froto el puente de su nariz, sentía que tendría una enorme migraña por toda esa
situación. Tomo un sorbo de su copa, se acercó a la ventana y pasó una mano por su cabello.

— Mi querido Cornelius, Harry necesita ser protegido y tú sabes mejor que nadie que la sangre de
su familia es la necesaria para ello. ¿No crees que sería más peligroso dejarlo andar por sus
anchas? – pregunto, mirando por encima de sus lentes. Dumbledore sonrío cuando lo vio titubear,
solo un poco más y la primera parte estaría completada.

— Eso es…

— Algo que es totalmente innecesario, Fuge – Lucius Malfoy ingreso al despacho del ministro de
magia con un aura gallarda y llena de rencor en cada poro exudado de magia que borbotaba
rabiosa de su cuerpo. El azote de la puerta había sobresaltado a ambos hombres dentro de la
oficina. No se habían esperado aquello – El señor Potter es un adulto como la ley mágica lo dicta.
Ninguno de ustedes tiene poder sobre él ya, y no voy a permitir que lo tengan – Dumbledore
apretó los dientes haciendo a Lucius sonreír altanero. La estúpida conversación se podía escuchar
en el pasillo y el idiota de Fuge no había puesto ningún hechizo silenciador como siempre.

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— ¡Lucius! ¡¿Cómo te atreves a entrar así a mi despacho?!

— ¿He acaso de presentarme para interrumpir las sandeces de un viejo senil y de un ministro inútil
que actúa como su lacayo o perro lame botas? – espeto, soltando una pequeña carcajada irónica
mientras se acercaba a la licorera y se preparaba un whisky. Fuge apretó los dientes y los puños a
lo que Dumbledore miraba detenidamente el comportamiento de Malfoy. No le agradaba para
nada que aquel hombre estuviera allí. Al único que no pudo alcanzar con su influencia por todo el
poder que los Malfoy conferían.

— ¿Por qué razón te tiene que importar lo que le ocurra a Harry, Lucius? Que yo sepa, lo odias a
muerte.

— Malfoy para ti, Dumbledore. Y la pregunta seria, ¿Qué te tiene que importar a ti lo que el señor
Potter decida hacer con su vida? Que yo sepa, ¿no ha sufrido bastante por tu culpa al haberlo
dejado con esos asquerosos Muggle’s cuando pudo haber sido educado y protegido por muchos
magos que se habrían ofrecido gustosos de tener al gran salvador del mundo mágico bajo su ala?

— ¡Lucius, retírate, esto no tiene nada que ver contigo! – otra risa irónica y burlona se escuchó
después del comentario de Fuge por parte de Lucius. Dumbledore bebía de su té calmadamente y
escuchaba todo, no podía dejar pasar ese momento, pero no contaba con que Lucius esperara
todo aquello.

— mmmm, quizás tengas razón, pero he venido a que el anciano sepa que me llevare a mi hijo
hoy a la mansión junto a su futuro esposo, tengo permiso de toda la junta así que no tienes
objeción alguna que poner, puesto que nada lograras negándote – comunico mientras terminaba
de beber su copa. Dumbledore estaba interesado en quien era el prometido de Malfoy hijo, pero
eso podía averiguarlo luego, por el momento necesitaba hacerse de la custodia de Harry. La cual
parecía esquivarlo por todo; tendría que emplear el plan B si todo aquello fallaba.

— Si ya se lo has comunicado, retírate – Cornelius suspiro. Lucius y el siempre tendrían los mismos
malditos problemas.

Lucius sonrió altanero y arrogante mientras salía del despacho y azotaba la puerta tras de sí.
Cornelius cayó sobre su silla y suspiro sonoramente frustrado mientras tragaba de golpe todo el
contenido de su copa.

— Cálmate, Cornelius…

— Ya tenemos otro maldito enemigo en este tema Albus, ¿Cómo diablos quieres que me calme? Y
aún está el asunto de que el señor Potter es el miembro de más influencia dentro del
Winzengamot y si así lo requiriera, pediría mi renuncia y yo no podría objetar nada a ello, aun
teniéndote a ti de mi parte, los otros miembros lo apoyaran por sobre lo que piensen de ti…, esto
es un caso perdido, Albus, recomiendo que lo dejes por tu propio bien. Ya encontraras otra forma
de protegerlo….

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— Tienes razón, pero este es el modo más rápido para hacerlo…

— Entonces me niego rotundamente a ser partícipe de esto. No solo mi carrera política que ya
pende de un hilo se cortaría de raíz, sino que mi propia vida caería en picada si me atreviera a ir
contra Potter. Lo siento, Albus, pero es algo que no me puedo dar el lujo de hacer – Fuge giro su
silla y le dio la espalda a su mentor – Que pases buen día, Albus.

— Igualmente, Cornelius…

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“Los deseos entran en conflicto con la realidad de los hechos,
Y los hechos no son más que parafernalias en la vida.”

Minerva Mcgonagall entro al despacho del director, con su senda cara envuelta en aquella
seriedad que la caracterizaba – y que asustaba a los estudiantes de todos los grados – tanto. La
había llamado después de que había regresado aquella noche de atender todos los asuntos que
tenía fuera del colegio. No sabía para qué, pero tenía la ligera impresión que se trataba de lo que
había ocurrido aquella tarde – que la había más que impresionado – y posiblemente en la mañana.
De lo que, por alguna extraña razón, no podía hablar. Pensó al principio que se trataba de un
embrujo, pero nunca escucho o vio a alguien sellando los recuerdos de las revelaciones en el
comedor a la hora del desayuno, no obstante, si se acordaba y podía hablar normalmente de lo
que había acontecido 10 minutos después de todo aquello.

— Aquí estoy, Albus, ¿querías algo? – pregunto, después de tomar asiento y suspirar pesada y
lánguidamente cansada. En sus cincuenta años como profesora de Howarts, nunca se había
sentido tan así como en ese día. Miro la silla de cuero negro y espero tranquilamente a que el
director se diera vuelta y la encarara. Fawkes estaba en su percha, tranquilamente tomando agua
y, por alguna extraña razón, se sintió observada más de la cuenta por los cuadros de los ex
directores. Todo estaba tan bizarro esos días.

— Así es, mi querida minerva. He estado preocupado de que no poder sentir y mucho menos de
haber visto a Harry hoy ni en la cena ni mucho menos por los corredores del castillo, ¿sabrás
donde se encuentra? – pregunto, con su usual sonrisa juguetona y alegre a la sub-directora.
Minerva frunció el ceño ligeramente y miro desconcertada a Albus. El director esperaba su
respuesta, comiendo su usual caramelo de limón mientras veía la mirada confusa de su vieja
amiga.

— Se supone que tú lo sabías primero que nadie, Albus. Cuando vinieron por él, me informaron
que te habían dicho personalmente que se lo iban a llevar – Albus retuvo el aliento y la miro tan
confundido como estaba ella en esos momentos frente a él. Sabía que Minerva no le mentiría, no
obstante, no tenía mucha idea a que se refería, nadie le había…

— Minerva, querida, ¿Quién se supone que vino a buscar a Harry? – volvió a preguntar, esta vez
más interesado y deseando que no fuera lo que pensaba. Eso solo acarrearía más problemas

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dentro de sus planes si era lo que le había pasado por la mente lo que estaba ocurriendo. Minerva
apretó las manos y entorno la mirada en suspicacia. Algo estaba mal en todo eso para ella, ¿No se
suponía que el director estaba completamente enterado de ello así como la junta escolar?

— Esta mañana, como a eso de las 8:50, antes de que acabara la hora del desayuno, vino Lucius
Malfoy a recoger a su hijo para llevárselo junto con su pareja, Harry.

La sonrisa en el rostro del director se esfumo tan rápido, que dio miedo y pasó a pensar muchas
cosas malas a Mcgonagall. Estaba segura que algo estaba fuera de control y que ese mundo se
estaba cayendo de cabeza o, posiblemente había sido embrujada por uno de sus molestos
estudiantes que no conocen ni moral, ni ética. Era la primera vez que veía esos ojos refulgiendo
tan furiosamente.

— ¿No se negó Harry, Minerva? Quiero decir, el conoce tan bien como tú y yo, que Lucius Malfoy
es un Mortifago fiel a Voldemort, es totalmente imposible que Harry se hubiese ido con él, así
como así – maldición. Al parecer, Lucius se había adelantado a sus acontecimientos y había hecho
algo a Potter. Quizás tenía mucho que ver la conversación que Malfoy había escuchado dentro de
la oficina de Fuge. Era lo que pensaba, no obstante, había más de una cosa que no entendía y que,
aunque las tuviera frente a sí, se le estaban escapando de las manos. Tenía que descubrir que
estaba ocurriendo realmente bajo sus narices.

— Realmente, no entiendo que ocurre, Albus. Harry se fue con él tranquilamente, abrazado al
joven Malfoy mientras conversaba con Lucius como si se conocieran de años y no fuesen enemigos
jurados. Inclusive, vi en el joven Malfoy, un atisbo de confusión cuando su padre llego de
improviso y les dijo que se alistaran para salir del castillo. ¿Sabes acaso, que demonios ocurre?

La situación en sí, era irascible. Ese parecía un mundo alterno a su propia realidad, aquella que se
había planteado cuando conoció a Tom Riddle como un niño de Slytherin, que al principio fue
vapuleado y molestado por los puros de sangre, por ser un mestizo. Cuando este se hizo profesor
para hacer que se unieran a su causa los Slytherin, secretamente mientras se hacía pasar por un
simple aprendiz de pocionista, e inclusive, cuando este se alzó como el mago oscuro más poderoso
de la historia, Lord Voldemort. Todo aquello parecía desmoronarse ante sus ojos mientras era
escudriñada por la mirada cargada de odio e incomprensión de Albus Percival Wulfric Brian
Dumbledore. Antiguo mentor y amigo.

Nunca, en todos sus años de vida, había visto aquellos ojos tan llenos de rabia y oscuridad como
ahora los veía. Albus se levantó y le dio la espalda mientras veía el cuadro de Armando Dippet, el
anterior director de Howarts, quien lo miraba altivo, como nunca antes lo estuvo y eso fue
suficiente para hacerlo crispar sus nervios – ¡Oh, claro! ¡¿Cómo me había olvidado de eso?! – el
director se giró, con aquella sonrisa bonachona adornando sus labios nuevamente mientras
encaraba a una más que asustada Mcgonagall, que parecía sumergirse cada vez más, lentamente,
en el sillón donde estaba. Trago con fuerza y algo de miedo, saliva. Ese hombre frente a ella era un
total desconocido frente a sus ojos – descuida, mi querida minerva, ya me acuerdo. Harry esta con

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Lucius para tratar de convencerlo de que se una a nuestra causa, al parecer, Lucius quería discutir
esto con Harry durante la navidad y para no tener sospechas de Voldemort, pidió permiso para
llevárselo dos días antes de la fecha de salida junto a su hijo. No te preocupes, me dio su palabra
de mago y sabes lo que es eso para un Malfoy…, se me había olvidado por completo, creo que lo
senil me está llegando.

— Sí, tienes razón, Harry no se iría con alguien que odia tanto, me alivia escuchar eso. No podía
imaginar lo que estaba pasando cuando vi a Harry yendo con ellos así como así – Dumbledore
sonrió y despidió a minerva con una sonrisa un poco más tranquilizadora, ofreciéndole un
caramelo para los nervios que gustosa acepto. Al salir, coloco un hechizo silenciador y lo primero
que hizo fue explotar con la más poderosa bombarda que pudo hacer, el escritorio frente a sí.

— ¡¿Qué demonios está ocurriendo?! ¡Las cosas no pueden estarse saliendo de control así sin
más! ¡¿Quién demonios se está interponiendo en mis planes?! – el fénix estuvo atento a todo, y
simplemente quedo en silencio. Parecía estar burdamente sonriendo con petulancia a la situación
tan desconcertante que el hombre que había estado tramando tantos planes, durante tantos años,
estaba sufriendo en ese momento. Dumbledore miro toda la sala en rededor, buscando algo fuera
de sí. Algo que estuviera pasando por alto, algo que no encontró sin importar cuánto buscara.
Inclusive la profecía real estaba en su lugar, no había nadie que supiera de ello y que él tuviera
entendido, los cuadros no hablarían a nadie sin el permiso del actual director.

Paso una mano por su frente y, levantando sus lentes de media luna, la paso por sus ojos, secando
el sudor que salía por sus poros mientras trataba de bajar un poco la etamina que se agolpaba a
borbotones en su corazón. Debía pensar calmadamente la situación y pensar en dos o tres
opciones más por si algo se salía de control una vez más. Volvería a ver a Harry después de
vacaciones e inclusive podía ir y visitarlo a la mansión Malfoy, pero eran necesarias buenas
excusas para esa opción. Debía averiguar qué ocurría realmente y si Harry tenía algo que ver con
todo aquello. No. Eso era demasiado, Harry no sabía nada y no había forma de que se enterara de
lo que él realmente hizo con sus padres. Maldición, quizás un buen descanso lo ayudara…

Salió a pasos apresurados por la puerta del despacho con dirección a su habitación. Ya era
demasiado tarde como para querer ir a la mansión Malfoy, imaginaba que Lucius lo sacaría con
una de sus tantas palabras insultantes disfrazadas de bonito y posiblemente tampoco suba las
defensas de su hogar.

Necesitaba dormir…

Remus estaba en su habitación, dando vueltas en la cama, desconcertado, como un perro con
unas pulgas insaciables que quería erradicar. Esos eran sus pensamientos con respecto tanto a lo
ocurrido en el gran comedor como cuando llego Lucius a recoger a su hijo y a Harry, tanto como la
razón del no poder hablar nada de lo pasado antes de que su rubia obsesión viniera por la rubia
obsesión de su cachorro y su cachorro. Su lobo interno le decía que confiara, pero su instinto de

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merodeador estaba rompiéndole los tímpanos, pidiéndole que fuera a ver qué demonios ocurría
dentro de la mansión Malfoy. No obstante, no podía irse sin más del castillo sin decirle a nadie.

Rápidamente se levantó, tomo su capa de viaje y salió por la puerta con dirección a su oficina para
tomar la red Flú hasta la mansión. Tenía acceso ilimitado a la casa de los Malfoy por parte de su
pareja, Lucius, y también podía salir cuando quisiera del castillo. ¿Cuántas veces no lo ha hecho
ya? Se puso rojo por pensar en todas las ocasiones en que Lucius lo había arrastrado fuera del
castillo, a escondidas, dentro de las horas de trabajo para tomarse un tiempo para ellos dos a
solas.

Al doblar la esquina que faltaba para llegar a la puerta del salón de DCAO, se topó con un
agrupamiento un tanto sorpresivo. Delante de su oficina, acampando junto a la puerta, estaban
Hermione, ron, Neville y sus distintivas parejas, resultantes todas Slytherin. Dios, vendito sea que
Sirius no estaba por allí, sino, la de Troya se hubiese armado en el momento que hubiese visto tal
sacrilegio de moralidades entre las casas enemigas – ¿Qué se supone que ocurre aquí? – pregunto,
cruzado los brazos sobre su pecho y mirando inquisitivamente a los chicos, con sus ojos dorados
brillando en curiosidad.

— Lo mismo que usted, profesor. Estamos preocupados por lo de esta mañana – respondió
Mione, siendo abrazada por Pansy mientras los demás asentían. Todos estaban preocupados por
sus respectivos amigos y no planeaban irse hasta tener las respuestas que querían.

— Yo planeaba ir a ver a Lucius para que me explicara un poco más claro que es todo esto y si
tenemos oportunidad, ver a Harry y a Draco – dijo, abriendo la puerta de su despacho y dándole
paso a los chicos que captaron la indirecta y la sonrisa del hombre lobo. Los estaba invitando a que
lo acompañaran a la mansión Malfoy. Todos, sin excepción, se adentraron a la oficina y esperaron
a que el profesor diera acceso a la red Flú – Iré primero, ustedes síganme y sean cuidadosos, por
favor – Asintieron en acuerdo con Lupin y el profesor tomo los polvos de una pequeña maceta
antes de decir:– mansión Malfoy.

Remus desapareció y luego tomo su lugar la pareja Nott y Longbottom, así uno por uno fue siendo
transferido hasta la chimenea de recepción de la mansión Malfoy.

— Buenas noches, amo Remus, ¿desea que lo lleve a donde se encuentra el amo Lucius? – la
elfina domestica encargada de la mansión, recibió con una esplendorosa sonrisa a Remus mientras
este le devolvía tímidamente la sonrisa a lo que era escrutado con la mirada de todos sus
estudiantes. La situación era incomoda, teniendo más en cuenta que para lo que iba a veces a esa
casa era para charlar con Luc o para tener sexo casual, exasperante y tan sensual como el cuerpo
de su sexy rubio en traje de baño. Que en realidad solo eran unos pequeños leotardos que
resaltaban el gran bulto entre sus piernas. Suspiro tratando de calmar la baja erección que
empezaba a levantarse bajo su capa.

— Por favor, Wilshire, ¿serias tan amable?

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— Por su puesto amo Remus, no tiene por qué ser tan respetuoso con nosotros – Mione miro al
profesor confundida, tanto como lo estaban los Slytherin o como lo estaban todos los Griffindor.
No sabían que estaba ocurriendo, y aunque lo supiera, todo se vería igual ante sus ojos, patas
arriba – Los amos están disfrutando de una esplendorosa taza de té Chai en la terraza oeste, bajo
la luz de la luna menguante, ¿desean todos acompañarlos?

Remus asintió y con un movimiento de mano, Wilshire les pidió que la acompañara todo el
camino, hasta llegar a una enorme entrada de dos puertas. La elfina se adelantó para presentarles,
dejándoles afuera esperando por corto tiempo – pueden pasar, el amo Lucius, el amo Draco y el
amo Harry los están esperando.

Agradecieron, solamente los Griffindor mientras los Slytherin se mantenían tan altivos como
siempre, con su cabeza en alto, y tan cerca de sus parejas que parecían respirar su aire mismo.
Ron estaba un poco nervioso, contando con que esa era la primera vez que entraba a la mansión
de los que consideraba como peores enemigos, era mucha valía de su parte estar allí por su amigo.
Tenía a Blaise a su lado, sosteniendo su mano, infundiendo un poco de la frialdad que siempre
llevaba cada vez que salía a dar una vuelta por el castillo o cuando estaba frente a otro que no
fueran Slytherin o su pareja en sí.

Mione estaba de igual manera, pero un poco más confianzuda por su inteligencia al lado de su
amada serpiente. Neville, por su parte, estaba que moría de un infarto. Solo faltaba que
Voldemort apareciera y diera el golpe de gracia que solo era estar ahí, frente a él. Theo sintió su
nerviosismo y lo abrazo por la cintura mientras colocaba la cabeza en su hombro y le daba un
casto beso en la mejilla – Estoy contigo, ¿recuerdas? – Neville tenía las mejillas rojas mientras
asentía, Theo era un verdadero amor y él era el único que disfrutaba de esa faceta del incognito
Slytherin.

— Buenas noches, Remus, muchachos, ¿necesitaban de algo? – pregunto Lucius, levantándose


para recibirlos mientras Draco y Harry, que estaban sentados en un sillón solo para ellos dos, les
saludaban con unas sendas sonrisas mientras tomaban algo de té. En la pequeña mesa, había
varias tazas más, humeando, esperando por ellos.

— Realmente, Lucius, queremos saber que está realmente ocurriendo. Vienes por Harry y Draco
de improviso y te los llevas con la excusa de venir por tu hijo y su pareja, ¿Qué en verdad, está
pasando? – Remus se veía algo enojado, pero para Lucius era hermosamente atrayente esa
pequeña escena de rebeldía. Deseaba follarse al gran lobito malo allí mismo, pero, como hombre
con modales y principios, buscaría la mejor manera de llevárselo a su habitación, sin que nadie
note su ausencia.

— Es un asunto largo y tedioso de explicar, no obstante, eso solo le incumbe a mi yerno, Harry,
desvelarlo.

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Todos miraron a Potter, con tanta intensidad que el pobre casi se atraganta con el sorbo de té que
había tomado. Draco rio y suavemente toco su espalda, aliviando la tos en la que este incurrió –.
Bueno, primero que nada – tomo la mano de Draco y la levanto junto a la suya, mostrando dos
hermosos enlaces de oro brillando en sus dedos – Draco y yo nos casamos en una semana….

¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeé?!

Tenía una gran migraña agolpada en su cabeza mientras trataba de descubrir qué demonios
estaba ocurriendo. Primero lo de descubrimientos en masa de los sentimientos de los Slytherin y
Griffindor, luego el desmayo generalizado de los individuos famélicos y enfermos mentales que se
imaginaba sufrían alucinaciones con sus Slytherin y los Griffindor montándoselas en una orgia
única dentro del gran comedor.

Suspiro hondamente y removió su cabello. Era cierto, tenía que empezar a usar esa maldita poción
para el cabello que hizo el mes pasado cuando escucho a las mocosas de primero decir que se veía
horrible con el cabello grasoso. No es que se tomara en cuenta aquellas palabras, solo pensaba en
lo que le diría Lily si lo viera así como estaba ahora, y en lo que diría el idiota de Black si lo viera en
esa situación en la que hasta unas mocosas se burlan de su cabello grasoso. De cierta manera,
extrañaba a ese estúpido perro pulgoso. Sonrió tristemente y acaricio el diario de Lily.

Todavía recordaba cuando su corazón se rompió en dos, compartiendo el mismo sentimiento con
dos seres tan distintos como lo eran aquellos dos. Lily era cariñosa y amorosa como ella sola sabia
serlo mientras que Black, era el tipo rudo que nada le importaba, pero que aun así gano toda su
atención con un solo vistazo. Extrañamente, aun no se reparaba aquella grieta que no podía elegir
entre uno y el otro, no obstante, Sirius Black no era más que un Casanova y el día que intento
confesarle sus sentimientos, simplemente sufrió la humillación más grande que jamás conoció. Los
merodeadores habían jugado una broma en su contra aun cuando él no había hecho nada para
merecerla.

Había planteado muchas veces odiarlo, pero nunca pudo albergar ese sentimiento más allá de una
máscara que demostraba falso rencor y odio.

Y justo cuando tenía a uno de sus medios corazones con él, vuelve a desaparecer. Nunca podría
llegar a conocer lo que era la verdadera felicidad. Tenía que empezar a creer en eso del karma y
las vidas pasadas. Se preguntaba que hija de la gran putada cometió para merecer vivir siempre en
la soledad y tener que cargar con tantos problemas sobre sí.

Se levantó, se desperezo y se fue a tomar su capa de viaje para dirigirse con una gran
determinante a ver – aunque moriría del susto si llega a ver aquella sonrisa de nuevo – a su señor.
Necesitaba saber si era algo que este había planeado. Sabía que le había pedido a Lucius que
hubiera boda rápido y el mismo – con todo el dolor de su corazón – tenía que dar un soporte en
esa situación, pero, ¿Por qué apresurar todo tan rápido a solo dos días de salir de Howarts?

134
Lucius había apresurado las cosas de una manera demasiado rápida. Posiblemente Dumbledore
estuviera sospechando y se pusiera a investigar para dar con lo que ocurría realmente y él,
estando en la línea como espía entre ambos bandos, posiblemente sería usado y tendría que
encontrar un montón de mentiras para eludir al baboso anciano aquel. En fin, todo un proceso de
dolores de cabeza.

Tomo los polvos Flú y se transportó luego de haber colocado los hechizos pertinentes de bloqueo
en la sala y aposentos, a la mansión Riddle.

Tom estaba en su oficina, como siempre, acompañado de Nagini y una fuerte copa de coñac añejo
de un par de siglos en el tiempo a su lado. Estaba revisando una cierta cantidad de trabajo,
cuentas bancarias que los gnomos habían enviado a petición de él de las cuentas de los Gaunt,
algunos de los planes infructíferos que habían sido arruinados por los metiches de los Aurores y la
orden del fénix y planes a largo y corto plazo que tenía que implementar dentro de poco en los
asuntos dentro del ministerio de magia. Bostezo un poco y paso una mano por su cabello mientras
apartaba varios de los documentos y tomaba su copa, dando un largo y lánguido sorbo hasta el
fondo.

Hacia un par de días tenía el inherente deseo de ver a Harry. De alguna forma se había apegado a
él a través de los leves sentimientos que pasaban a través de la conexión que se había abierto
luego de que viera en vivo y en directo una sesión de sexo todo pago entre su hijo y su pareja. Fue
algo que lo traumo de cierta forma. No es que James y el no fueran fogosos en la cama, pero,
¿Cómo reaccionaría su león al saber que Harry tenía relaciones fuera del matrimonio? Entrecerró
los ojos un poco. No es como si él y James se hubiesen casado antes de traer a Harry al mundo.

Se levantó y dio un paseo por la oficina, apreciando los viejos cuadros familiares que aún
conservaba de la familia Gaunt y alguno que otro diploma de las viejas carreras que hizo cuando
salió de Howarts para conocer aun mas de la magia. Su vida entera fue una expedición antes de
conocer a aquel chiquillo escandaloso que buscaba siempre llamar su atención, sino en los salones
de clase, en su habitación o cuando nadie lo veía. Todos los días de aquel año donde conoció ms
que el deseo de apoderarse del mundo mágico para librarlo de la extinción a la que rápidamente
se acercaba por personas como Dumbledore.

— ¿Qué piensas, Tom? – pregunto Nagini, bajando del cómodo sillón en el que había estado
durmiendo las últimas dos horas esperando a que Voldemort terminara sus asuntos. Había
levantado la cabeza para ver si aun continuaba trabajando, topándose con un par de ojos perdidos
no en lo que veía, sino en pensamientos a la lejanía. Nagini sonrió mientras descendía y
serpenteaba hasta su amigo, subiendo por su pierna y acomodando su cabeza en su hombro.

— En el pasado, en lo que viene y en lo que pasara de ahora en adelante en mi relación con Harry
y sus sesiones de sexo imprevisto – Nagini se carcajeo de buena gana. Tom nunca dejaría su humor

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negro. Voldemort sonrió de lado y volvió a tomar asiento en su escritorio, acercando el resto de
papeles que antes había apartado para continuar revisándolos.

Estuvieron en silencio durante unos minutos, bajo el insípido ruido de la pluma rayando con tinta
negra los documentos, siendo seleccionados y otros simplemente dejado de lados al no dar la talla
de lo que el Lord oscuro quería. Nada estaba a la talla si tenía la más mínima falla que parecía
irreparable y causaba un daño imprevisible. Se necesitaban muchas cosas para ser un Lord oscuro,
pero lo principal era el principio de estrategia en una guerra, y él, sabía manejar más que bien los
hilos dentro de las mentes de los débiles y aquellos que deseaban hacer grandes cosas.

No es que él fuera el malo del cuento, en realidad, su deber era mantener la estabilidad y no dejar
que Dumbledore arruinara el mundo mágico haciendo que la sangre perdiera su poder tras
generaciones donde los Muggle’s conocían más de su secreto legado. Inclusive en Howarts,
muchos no sabían de las raíces de donde procedían.

— Resulto ser una verdadera sorpresa que la cría ya esté en celo. Pronto serás abuelo Tom, más
pronto de lo que imaginas.–.Tom salió repentinamente de sus pensamientos y la miro
lánguidamente antes de suspirar profundo y suave, y dejarse caer hacia atrás pensando en los
nietos que posiblemente tendría corriendo por la mansión, obteniendo una espléndida y pequeña
sonrisa de orgullo plantada en sus labios.

— Sí, espero que sean bastantes. Sería bueno tener un montón de mocosos correteando por allí –
Voldemort se inclinó de nuevo y continúo con su trabajo, dejando todo listo en un par de minutos.
La red Flú llameo y crepito inesperadamente haciéndole voltear para encontrarse con el rostro de
uno de sus Mortifagos. Severus, para ser más exactos. Tom lo escudriño luego de darle paso a su
oficina y ofrecerle que tomara asiento – ¿Ha ocurrido algo de relevancia, Severus?

— He venido por lo ocurrido esta mañana en el gran comedor, mi Lord – Voldemort levanto la
mano y la movió un par de veces, dándole permiso a continuar mientras convocaba dos copas más
de coñac – Lucius llego diez minutos antes de que acabara el desayuno y se llevó al señor Potter y
al señor Malfoy con él a su mansión. Llevaba un permiso de la junta escolar avalando la salida
antes de las vacaciones de diciembre.

— Oh, así que Lucius ha actuado precipitadamente esta vez…, imagino que ha de tener algún
motivo oculto tras esto. Sé que Lucius no es de los que hace las cosas sin pensar.

— No sabría que decirle, mi señor. Aunque estoy de acuerdo en que Lucius no es del tipo de
persona que hace las cosas sin tener planes de antemano. Lo lamento, mi Lord, no pude venir
antes a informarle gracias a que Dumbledore llego y me cito como siempre a saber el reporte de si
habría algún ataque de los Mortifagos y luego me ocupo en el encargo de algunas pociones junto
con la continuación de la clase de esta tarde – se disculpó, tomando la copa que flotaba a su lado y
tomando un sorbo largo y tendido mientras su señor hacia lo mismo y se hamaqueaba en la silla.

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En ese momento, Voldemort parecía un poco más viejo que de costumbre, cansado y con el peso
de tanta responsabilidad sobre sus hombros. Más teniendo en cuenta lo inútiles que resultaban
ser sus seguidores en ciertas ocasiones.

— Descuida, Severus, imaginaba que algo así pudo haber pasado. Me parece bien que Lucius haya
sacado a aquellos dos de ahí, por el momento. Es mejor planear todo anticipadamente y que se
realice con la mayor de las discreciones si es posible. No me gustaría que ese viejo metiche supiese
algo de un momento a otro y arruinara lo planeado así sin más con sus intromisiones junto a esa
estúpida orden del fénix – dijo, mirándolo a la cara mientras Nagini se acercaba a Tom y susurraba
unas cuantas cosas antes de dejarse caer – Al parecer, Nagini piensa que esto es una de las formas
que Lucius tiene para vanagloriarse en cierta manera. Imagino que ahora ha de estar hablando con
Harry sobre cómo deben ser los preparativos para la mejor boda de la historia. Sí, ¿Por qué no
dejamos saber al mundo mágico, el mismo día de la boda, que su héroe se casa con un Malfoy?

— ¿No sería peligroso, mi Lord? Quiero decir, Dumbledore trataría de impedir aquella ceremonia
costara lo que costara y, aun si llegara a realizarse por completo, ¿no bajaría esto el porcentaje de
confianza que tiene la gente en el señor Potter? – analizo Severus, sacando una arrogante sonrisa
en su señor. Hacía tiempo que no lo veía sonreír de aquella manera, al parecer le complacía
completamente toda esa situación en vez de preocuparle.

Nagini, para no interrumpir lo que para ella sería una sesión aburrida de detallados planes, salió
dándole aviso a Tom de que iría de cacería.

— En lo absoluto, Severus, no me preocupa para nada, porque la opinión de la gente no bajara


para nada con Harry, sino que aumentara la credibilidad de Lucius. Un punto de oro que nos
facilitara el acceso a muchos lugares vetados dentro del sistema de jurisdicción mágico que son
inaccesibles sin los contactos que Lucius consiguió. Podremos usar esa accesibilidad, con los
puestos del Winzengamot que Harry posee, y el puesto de Lucius dentro del consejo para poner en
marcha el plan globalizado de conquista, pero antes de eso necesito la opinión de Harry con
respecto a los Muggle’s.

— ¿No le había dicho el que tenía una solución que discutir con usted, mi Lord? – espeto Severus,
mirando cuidadosamente al Lord oscuro mientras este miraba el techo perdido en sus
pensamientos.

— También he estado intrigado con eso. ¿Qué solución habrá encontrado para todo este
conflicto?

Antes de que Severus dijese algo, una elfina doméstica se apareció ante ambos, haciéndolos
girarse hacia donde el estallido se escuchó.

— Buenas noches, mi Lord. Soy Wilshire, la elfina principal y ama de llaves de los Malfoy. Mi amo
me ha pedido que venga a informarle de que su hijo, el señor Potter, está ahora reunido con sus
amigos y los Slytherin’s amigos del amo Draco en la mansión. El amo Harry pidió por su presencia.

137
– informo, mientras hacia su reverencia habitual. Voldemort sonrió mientras se ponía en pie y
tomaba su capa oscura.

— Informales de que iré enseguida y que un invitado ira conmigo.

— Como ordene, mi Lord – Wilshire se despidió y desapareció. Severus se levantó, a sabiendas de


que él era el invitado que su amo había mencionado. Voldemort camino hacia la red Flú y
rápidamente se transportó a través de esta con Severus siguiéndole. Harry lo había llamado en el
momento que más necesitaba hablar con él. Ya era momento de que resolvieran las
particularidades que dejaron inconclusas aquella vez en la casa de los gritos cuando se hablaron
por primera vez como padre e hijo.

— Bienvenido sea, mi Lord – Lucius hizo su reverencia habitual mientras Wilshire recibía la capa
del Lord oscuro y la de Snape y las colgaba – Los chicos están en la terraza del ala oeste, tomando
el té. Estoy seguro que recibirán un infarto con su visita, mi Lord.

Lucius sonrió sádico y su señor, al igual que Severus, hizo la misma expresión. Les darían el susto
de sus vidas a quienes no conocían la realidad de la situación que les rodeaba en esos momentos.
Aunque Harry posiblemente no estuviera de acuerdo, no podía dejar uno de sus hobbies atrás.

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“Somos una variante,
Dentro de toda la ecuación.”
Einstein.

Ginebra, o como muchos la llamaban, Ginny Weasley, es una chica tranquila, dulce y muy
amigable, pertenece al equipo de Quiddich de Griffindor con la posición de buscadora. Su gran
sueño es pertenecer a uno de los equipos nacionales de Quiddich de gran Bretaña. A ojos de
muchos, es una chica que promete grandes cosas en un cercano futuro. No obstante, nadie
conoce su codicia, aquella que se acrecienta entre los pasos de la fama y la fortuna. Para ella,
conocer a Harry Potter fue una de las mejores cosas de su vida, él a sus ojos, era su boleto al
estrellato. El chico de oro, el niño que vivió y el salvador del mundo mágico eran algunos de los
títulos que sustentaba de boca en boca entre las personas.

También era dueño de una de las fortunas más grandes de toda Inglaterra, sin contar que era
dueño de la fortuna Black, aquella que casi rivalizaba con la fortuna Malfoy. Cuando se hizo su
novia, solo bastaba con mantenerlo atado a ella una temporada hasta que salieran de Howarts y
que le pidiera matrimonio, pero eso no ocurrió ya que Harry había cortado con ella con la excusa
de que no quería que Voldemort fuera tras ella; lo entendió dándole la razón. Ella esperaría
pacientemente hasta que todo terminara y luego esperaría a que Potter le pidiera que volvieran a
salir juntos.

Luego todo iría viento en popa con sus sueños.

Pero aquella escena en el gran comedor fue la que rompió por completo toda ilusión que se había
creado y de la que siempre se había regodeado. Su mundo de fantasías, donde ella era el centro
del mismo universo, colapso ante sus ojos, rompiéndose en mil y una fracciones. No tenía ni idea
de cuando fue que aquellos dos comenzaron a frecuentarse y mucho menos hasta que punto
había tenido frutos esa relación, pero si tenía idea de que tan malo para ella era que estuvieran
juntos. Todo cuanto había ideado para cuando Harry estuviera nuevamente disponible, se había
deshecho en un solo parpadear de ojos.

Un futuro tan brillante que para ella, en esos momentos no era absolutamente nada, e inclusive
cuando iba a pararse a pedir una explicación detallada de qué demonios estaba ocurriendo,
aparecía Lucius Malfoy en persona y se los llevaba a expensas de aquella notificación del consejo
que le había entregado a Mcgonagall. No podía tener tan mala suerte, no obstante, se equivoco

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cuando, al finalizar las clases, había corrido por todo el castillo en busca de su hermano o en su
defecto de Mione, quienes eran los más cercanos a Harry y quienes podían tener una explicación
de lo que quería saber, encontrándose con que al parecer, no estaban en el castillo o estaban en
un lugar que ella desconocía por completo. Ni siquiera el pequeño Neville, su mejor amigo, estaba
en el castillo; al parecer estaba festejando su relación con Nott.

Por ello, estaba dando vueltas por los pasillos de Howarts, rumiando cuanta maldición se le pasara
por la cabeza. No podía estar dentro de la torre, sino maldeciría al primero que cruzara palabra
con ella; debía cuidar su imagen de niña buena. Había planeado contarle lo sucedido en el gran
comedor, al director, pero pronto se dio cuenta de que no podía revelar nada con respecto a
aquello; al parecer un hechizo de silencio había sido lanzado impidiéndole a ella decir algo al
respecto.

Solo esperaba que no todo estuviera verdaderamente perdido cuando Harry regresara de nueva
cuenta a Howarts.

Harry se encontraba sentado al lado de Draco, tomado suavemente su mano mientras escuchaban
ambos las recomendaciones que daban tanto Pansy como Hermione sobre qué tipo de manteles o
qué tipo de decoración deberían de utilizar en el camino al atar como en las mesas para los
invitados e inclusive que tipo de invitaciones, (designando colores y formas). Draco hacia una que
otra sugerencia mientras Harry solo las escuchaba de vez en vez. El no era muy dado a ese tipo de
actividades y no sabía mucho de moda que se dijera, mientras Draco, Pansy y Mione parecían más
que expertos en el tema.

Desde que había dicho que había boda de ahí a una semana, su amiga y su novia se habían puesto
como locas diciendo esto y que lo otro, Parkinson se había puesto reacia a contratar a un experto
para la decoración, alegando que con ella y su dulce ratón de biblioteca era más que suficiente.
Mione había hecho pucheros con su apodo mientras Harry y Draco trataban de calmar la carcajada
que pugnaba por salir.

— No me gusta – había dicho Mione – Me hace sentir extraña.

— Pero – replico Pansy, con una ensoñadora sonrisa – te queda como anillo al dedo, y para mí lo
eres. Mi dulce ratoncito de biblioteca.

Harry no había aguantado la risa, echándose a reír con todo lo que pudo. Estaban un poco
apartados de los demás que parecían cómodos junto a sus parejas, por lo que nadie parecía
escucharlos. Mione le dio una mirada de advertencia y Harry se calmó un poco después de haber
sido codeado por Draco.

— Lo siento – se disculpó, soltando una leve risilla – Pero no pueden negar que es divertido
cuando son taaaan acarameladas.

140
Las mejillas de Hermione se estaban tiñendo de un leve rosado y Pansy simplemente la abrazo,
sacándole la lengua a Harry y Draco para luego darle un beso en la mejilla a Hermione que termino
de ponerla aun mas roja. Le daba vergüenza mostrar su amor en público, pero eso no parecía
detener a Pansy para hacerlo. Habían invocado cierto número de revistas, unos números
específicos de corazón de bruja que Pansy había leído sobre las mejores bodas de gran Bretaña y
los diseños exclusivos que habían utilizado en las recepciones.

— Como dije, Draco – volvió a la carga Parkinson – el color pastel para el ala oeste es el mejor,
combina con el jardín de flores y hace que la luz se refleje perfectamente, no puedes negarlo,
¡será hermoso!.–.habían estado discutiendo el mismo tema desde hacía unos minutos,
deteniéndose a tomar un tentempié de los que adornaban la mesa. A pedido de Harry, la cena esa
noche se había retrasado, a sabiendas que sus amigos asistirían, sería de muy mala educación no
esperarles a ellos y a sus invitados de honor.

— No Pans, te dije que el mejor para esa área era el color crema, además de que sería genial
invocar un par de animales mágicos, los pavos reales de la mansión estarán por todo el jardín –
nuevamente, Draco había denegado el color señalado, dando ciertas razones para no utilizarlos.
Harry, viéndose inútil dentro de ese tema, se había acercado al oído de Draco.

— Amor, iré a ver como esta Remus, ¿de acuerdo? – Draco asintió, girando su rostro para darle un
beso. Harry le sonrió suavemente y se levantó del sofá para encaminarse a donde estaba el
profesor sentado.

Remus estaba un poco apartado de sus estudiantes, mirando de hito en hito cada una de sus
interacciones, haciéndolo sentir como un entrometido. Había estado que se caía del susto cuando
su cachorro le había dicho que se casaba. No es que le molestara, pero sentía que había algo de
gravedad oculto en todo aquel asunto de adelantar las tornas con el asunto de su pareja; aun a
sabiendas de que ambos debían terminar juntos de todas formas. Le preocupaba Lucius y su forma
de tomarse las cosas, no es que no confiara en su linda y sexy pareja, para nada, pero, si ahondaba
en el asunto, sentía que descubriría algo que lo dejaría sin alma y sin vida.

Eso le había dicho su lobo después de decirle que necesitaba confiar un poco más en su adorado
Luc.

Vio cuando Harry se levantó, después de susurrarle algo al oído a Draco, para encaminarse hasta
donde él estaba. Tenía ganas de preguntarle que estaba ocurriendo, pero sabía de ante mano que
este no le diría absolutamente nada relacionado con el tema. Suspiro algo cansado, hacia dos
noches que había sido luna llena y aun sus huesos crujían adoloridos: no era muy bueno tener que
sufrir el acomodamiento de sus huesos involuntariamente cada tres días en luna llena. Y no era
muy esperanzador ver el amanecer después de una noche tan difícil como lo eran aquellas.

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La poción mata lobos surtía efecto, pero no quitaba lo adolorido que se sentía en las mañanas. Era
como sentir al autobús noctambulo pasarse por encima de él cuando lo invocaban.

— ¿Te sientes bien, Remus? – pregunto Harry, una vez hubo llegado al lado del hombre lobo.
Lupin le miro y sonrió, palmeando el lado vacio del sofá donde estaba invitándole a sentarse.

— No muy bien que digamos, hace dos noches fue luna llena y todavía siento como si mis huesos
se hubieran hecho polvo – comento burlonamente, llevando su mano a la taza de té Chai en la
mesa.

— ¿La poción matalobos no te quita esos dolores? – Harry le miro un poco angustiado. Era cierto
que nunca hablaba con Remus sobre ese tema, a sabiendas que era un tema delicado a tratar
según su punto de vista y obviando que Lupin ya era un hombre entrado en edad que sabía más
que bien manejar sus emociones. Los dorados ojos se posaron en el con cariño, como siempre lo
hicieron desde que se conocieron por primera vez en el tren que lo llevaba a Howarts.

— Lamentablemente no, la poción solo inhibe el control del lobo durante la transformación, por
lo que siento completamente todo de principio a fin – Harry exhalo suavemente mientras hacia
una mueca adolorida que hizo a Remus reír suavemente. Su cachorro parecía nunca cambiar en
ese aspecto que lo hacía preocuparse de todos a su alrededor. Remus pasó una mano por los
negros cabellos del chico y le dio una sonrisa lobuna – Y dime, Harry, ¿Cómo va eso con Draco?

Harry se puso rojo, a sabiendas de lo que Remus quería decir con esas palabras. Como criatura
mágica, Remus podía sentir que tan cercanos eran a través de la magia que ambos emanaban y
que tan lejos parecían haber llegado con respecto a ese tema. Para Harry, que alguien que
consideraba igual a un padre supiera ese tipo de cosas era una total vergüenza.

— Ahí vamos – dijo, desviando la mirada hacia donde estaba Draco aun discutiendo alegremente
con Parkinson y Hermione. Remus soltó una pequeña risilla divertida, dando un sorbo a su taza de
té mientras sus ojos vagaban nuevamente por la habitación, viendo lo entretenidos que estaban
todos. Parecía que la preocupación y alevosía se había esfumado una vez supieran como estaban
Draco y Harry. La noticia de la boda los había tomado de sorpresa, pero de igual manera habían
felicitado a los novios deseándole lo mejor – Qué hay de ti, Remsy?

Remus, que estaba atento a la tierna interacción que estaban haciendo Theodore Nott y Neville
Longbottom cuando escucho a Harry preguntar aquello con aquella sonrisa maliciosa adornando
sus labios, casi escupe el té que había tomado. Era cierto que aun no había discutido aquel tema
con Harry ni siquiera lo había discutido con la persona más implicada en el asunto, Draco, (aunque
era un asunto inútil tratar de ocultar aquello de un Veela y un elfo antiguo). Todavía le preocupaba
que le dijera el heredero de los Malfoy cuando se enterara de quien era la pareja de su padre.
Draco siempre había mostrado cierta lejanía con respecto al hombre lobo, mostrándole miedo a
su persona después del incidente que casi lo mata en tercero.

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— Bueno, no es algo publico aun y espero me entiendas al no poder contarte nada, Harry, pero
considero que es algo delicado a tratar, mas si mi pareja aun no ha decidido decirlo – dijo Remus,
suspirando y pasándose una mano por el pelo, sonriendo tristemente al recordar que esa era una
de las manías de su amigo James, que parecía haber sido heredada al hijo. Volvió a pasarle una
mano por la cabeza a Harry, desordenándole el cabello – Sé que todavía no me dirás nada con
respecto al asunto que te traes entre manos, Harry, pero cuenta con todo mi apoyo. Sé que eres la
persona más capacitada de todas para saber lo que haces, después de todo, eres el heredero de
los merodeadores.

Harry asintió, dándole una lobuna sonrisa a Remus.

Ron estaba sentado – más bien obligado – en las piernas de Blaise, con el rostro arrebolado y una
mirada auspiciosa mientras miraba de hito en hito a Malfoy y a su amigo Harry. Sabía bien que
como Veela, Malfoy no le haría nada a su pareja, pero eso no implicaba que Malfoy padre no
intentara algo como fiel sirviente de Voldemort que era. Todavía no sabía por qué Harry estaba
tan calmado en la base enemiga, pero eso no lo hacía a él, un Weasley, enemigo natural del hurón
alvino, bajar la guardia.

— Ronald, por vigésima vez, cálmate, no es como si hubiesen invitado al señor oscuro a cenar a la
mansión. El señor Malfoy jamás pondría en peligro a su familia y que el señor tenebroso se
enterase que la pareja de Draco es Harry sería la peor ofensa que podrías hacer contra él a
sabiendas que Potter es su enemigo natural – comento Zabini, apresando un poco más la cintura
de Ron, apegándolo hacia si para darle un tierno beso en el cuello. Ron relajo sus facciones,
suspirando suavemente, sintiendo el contacto de su piel con los labios de su novio. Blaise tenía
algo de razón en sus palabras, por lo que, dejándose llevar, dejo su peso ir hacia atrás para poder
atrapar la boca de Zabini con la suya – Demonios, Rojo, ¿quieres que te tome aquí, delante de
todos?

Ron rio quedamente mientras acomodaba su cabeza en el pecho de Blaise. El beso había sido
demasiado apasionado a su parecer. Podía sentir la erección de su pareja rectarse bajo la tela del
pantalón.

— Serias serpiente a la brocheta si el señor Malfoy entrara por esa puerta, sin contar que el hurón
te asaria primero si intentaras algo en sus finos muebles de importación inglesa del siglo doce – le
saco la lengua, mostrándole una depredadora sonrisa.

— ¿Me dirás como es que sabes todo eso sobre el inmueble? – pregunto un poco intrigado. No es
que pensara que su Ron era un tonto o algo por el estilo, pero que este supiera sobre las edades
de las piezas de inmobiliaria y sobre la bajilla italiana del sigo nueve que estaban utilizando en ese
momento lo había sorprendido. Pensaba que ese tipo de cosas solo lo sabrían las mujeres. O en su
defecto los elfos domésticos.

143
— Mis amigos me han estado preguntando desde que entre en Howarts. Resulta, pues, que como
soy el primer Weasley fértil en tanto tiempo, mi madre me obligo a aprender tantas cosas a alta
velocidad – no había ni terminado para cuando Blaise lo estaba besando apasionadamente.

— Entonces, mi querido rojo, tratare con todas mis fuerzas de dejarte un pequeño regalo – Ronald
ya se estaba tornando tan rojo como su cabello. Forcejeo un poco, tratando de zafarse de Blaise,
siendo imposible por la fuerza del italiano y por supuesto, por lo cansado que se sentía desde
hacía días – ¿Qué pasa rojo?, ¿acaso no quieres?

Ron simplemente negó, sonriendo, dándole a entender que no era aquello lo que le ocurría. Blaise
se preocupó al verle bajar el rostro algo entristecido.

— ¿En verdad te alegraría tener un hijo conmigo?, quiero decir, ya sé que te lo había dicho, pero
soy alguien que viene de una familia empobrecida, ¿Qué dirán tus padres? – aquello lo había
estado consumiendo durante las noches, tener que separarse de Blaise por el designio de su
familia, como debía ser dentro de cada estirpe de los sangre pura si alguien no daba la talla para
pertenecer a su círculo. Una de las razones por la que su familia dejo sus tradiciones de lado.

— Rojo, yo soy el ultimo Zabini en pie, a parte de mi madre que no puede durar con un marido
vivo por mucho tiempo, por lo que, soy yo quien decido con quien quedarme. Y para tu mala
suerte, fuiste el elegido por lo que, no importa que, jamás te dejare escapar de mis colmillos –
Zabini le dio una mordida entre el omoplato y el cuello, sonriendo mientras Ron trataba de zafarse
de sus dientes. Weasley tomo el rostro de Blaise y le dio un cándido beso, lleno de todo lo que
sentía por él.

— Entonces, ¿Qué me dirías si te dijera que estoy esperando un hijo tuyo?

Theo estaba algo alejado del grupo, al lado de Neville, quien parecía un ratón en una jaula llena de
serpientes a punto de comérselo, (el término se acercaba a lo literal con tanto Slytherin
rodeándolos). Sonrió ante lo nervioso que estaba su ahora novio, tomando una de sus
temblorosas manos y dándole un beso en el dorso de esta, haciendo que lo mirara. Ah, qué
hermoso era ese chico ante sus ojos, no importaba que expresión hiciera, parecía ser un ángel
caído para ser tomado por él. Neville mordió su labio inferior, mirándolo tímidamente antes de
darle una sonrisa que deslumbro todo sentido de Theodore; si seguían así, terminaría por
desvirgarlo ahí mismo.

— No tienes por qué estar nervioso – dijo Theodore – después de todo, estas entre amigos.

— Pero me siento fuera de lugar, Theo. Todos se ven tan felices juntos y yo, no sé qué hacer, me
siento nervioso – rectifico, mirando a sus amigos y la forma en que interactuaban libremente con
sus parejas.

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Theo lo miro lánguidamente, algo confuso con lo que este le quería decir. Neville siempre fue un
chico inseguro y nervioso por lo que siempre fallaba en todo lo que podría ser bueno. Su abuela lo
había intimidado a tal punto de hacerlo encerrarse en sí mismo como medio de protección, todo
eso lo había notado desde el primer año y fue una de las cosas que lo hicieron decirse a sí mismo
“quiero protegerlo”

— Eso es, que esta es la primera vez que estas entre verdaderos amigos, Neville. No por decisión
de tu abuela, sino por decisión propia. Creo que es hora de darle un descanso a esa señora – Theo
le guiño un ojo a lo que Neville, con ese simple acto, se puso tan rojo como el pelo de Ron. Era la
primera vez que le hacían eso, también fue la primera vez que le daban un beso y la primera vez
que le tomaban de la mano tan cariñosamente, y todas ellas fue Theodore quien las hizo. Esa era
la parte más emocionante de todas, aquella que casi le saca el alma de lo feliz que lo hacía.

— Quiero ser capaz de decidir por mi mismo que deseo hacer, Theo, ¿Cómo lo hago? – los ojos de
Neville brillaron como cientos de estrellas expectantes a que una de ellas se hiciera fugaz. Nott le
regalo una de sus tan conservadoras sonrisas, tomando su rostro y besando su frente y mejilla;
estaba enternecido con aquella actitud del joven Griffindor. Ahora comprendía todo, no es que
Neville no fuera un Griffindor, es que Neville era el cachorro de Griffindor, aquel león recién
nacido que todavía no tenía experiencia cazando y mucho menos relacionándose con los expertos.
Aquel que estaba bajo el ala de su adulta madre, en este caso, su abuela.

— Tú ya eres capaz de decidir por ti mismo, solo que no puedes verlo. Tu abuela aun decide solo
porque tú quieres, eres adulto y ya sus decisiones no te afectan – dijo, colocando la cabeza de
Longbottom en su pecho, acariciando sus cabellos y espalda mientras parecía arrullarlo. Le
encantaba Neville y cada faceta que parecía descubrir en el. La valiente, la tímida, aquella faceta
Slytherin cuando es necesaria según el juicio de la situación que logro descubrir cuando
lamentablemente el señor Black pereció. Todas las había descubierto en los diferentes años de
Howarts cuando el pequeño león se tuvo que enfrentar a tantas situaciones dolorosas – ¿Qué es lo
que más deseas en estos momentos, Neville?

Neville levanto el rostro, y poso sus ojos en los de Theodore, con aquella mirada tan expectante y
tímida, llena de luces y vida. La pregunta de Nott lo hizo hacérsela una y otra vez, llegando a la
misma conclusión que le saco una hermosa sonrisa. No tenía que pensárselo mucho para llegar a
la respuesta más idónea y la que siempre resultaría sin importar cuantas veces se la hiciera. Quería
estar junto a él.

— Estar siempre a tu lado – Theo le tomo el rostro y le susurro cerca de los labios “tu deseo será
concedido” para segundos después, darle un tierno beso, mirándole el rostro, sin apartar la
mirada de las diferentes facciones que este lograba hacer en tan solo un segundo. Adoraba a
Neville, lo adoraba con todo y si alguien se atrevía a hacerle daño se enteraría de quien era en
realidad el demonio conocido como Theodore Nott.

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— Su atención por favor – Wilshire entro a la habitación, haciendo una reverencia y llamando la
atención de todos – la cena será servida en breves momentos, les pido que se dirijan al comedor,
los demás invitados y el amo Lucius los están esperando.

Todos se levantaron y siguieron a la elfina domestica hasta las puertas que daban acceso al
comedor de la mansión. Los pasillos estaban adornados con viejos jarrones de varios siglos en el
tiempo y algunos cuadros de los antepasados Malfoy en cuestión, exceptuando al padre del señor
Malfoy, que parecía haber sido retirado de la línea guardada dentro de la mansión principal.

Harry encabezo al grupo, entrando primero al salón, seguido de Draco, siendo recibidos por Lucius
y el profesor Snape y por alguien a quien nadie reconoció.

— Buenas noches, jóvenes – los saludo el extraño, con una lobuna sonrisa haciendo estremecer
las pieles de quienes lo desconocían. Todos hicieron una inclinación de cabeza a modo de saludo,
Harry le había devuelto la sonrisa, dándose cuenta de quién era.

— Disculpe mi atrevimiento, pero, ¿Cuál es el nombre de nuestro invitado, padre? – pregunto


Draco, sintiendo algo que no le gustaba o eso le decía su instinto Veela.

— Lamento mis modales, joven Malfoy – se disculpó, levantándose – mi nombre es Thomas


Riddle, mejor conocido como Lord Voldemort.

La quijada de la mayoría estaba por los suelos. El más hábil de todos, Nott, metió a Neville detrás
de si al igual que segundos después, lo hizo Blaise con Ronald y Pansy con Hermione. Ron estaba
libido, nervioso y el color casi se le había ido. Sabía que no debía confiar en Lucius Malfoy, ni
siquiera siendo el padre del chico que podría estar muerto en esos momentos por las manos de su
Lord, dejaba de ser un fiel Mortifago. Draco se veía adolorido mientras sacaba su varita y apuntaba
con fiera fuerza hacia donde se encontraba su padre.

— ¿Qué haces, Draco? – pregunto Lucius, sonriendo ante el miedo que mostraban sus invitados.
La situación acontecía tal cual esperaba; su señor era un verdadero demonio. Tanto Lucius como
Severus tenían unas fuertes ganas de carcajearse a más no poder, pero eso iba en contra de su
entrenamiento como Slytherin y no podían hacerlo estando su señor a la mesa.

— ¡No! ¿Qué demonios crees que haces tú, padre? ¿Invitando al enemigo de mi novio? ¿Es que te
has vuelto loco? – Draco estaba nervioso, sabía bien que aún no controlaba por completo su poder
Veela de rey por lo que no era absolutamente nada para el Lord tenebroso y lo que menos quería
era herir a Harry o causarle un daño sin querer por perder el control.

Theo había sacado su varita al igual que Blaise y Pansy todos apuntando al mismo objetivo, la
persona que idolatraban; cuantas cosas podían hacer por esos leones.

— Mi Lord, lo admiro, pero no por eso perderé eso importante para mí – había dicho Theo,
resguardando a Neville detrás de sí con mas fiereza mientras empuñaba con más fuerza la varita.

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Lord Voldemort estaba calmadamente mirando las interacciones de todos, con cierto orgullo
mirando como Draco protegía a Harry.

La tensión se podía aspirar en el aire, todos estaban en blanco y con miedo. A sabiendas que no
tenían oportunidad lo único que podían hacer era salvar a sus leones y darles tiempo a encontrar
una salida.

— Por favor – intervino Harry, saliendo de detrás de Draco con una sonrisa – creo que todos están
exagerando un poco. Y tú, me imaginaba que harías algo así – le escruto Harry, mirando hacia el
cielo cuando Voldemort ladeo una sonrisa.

— Me conoces mejor que nadie, es tu culpa por no prepararlos – se defendió, apuntando con la
barbilla hacia los chicos. Nagini habría disfrutado enormemente de ver las interacciones que
estaban teniendo en esos momentos, lástima que tuvo que salir de cacería. Sabía que recibiría una
reprimenda cuando llegara a la mansión Riddle.

— Harry – nadie entendía nada. Draco miro a su pareja con cara de preocupación, no tenía ni puta
idea de qué demonios ocurría ni por qué diablos estaba tan calmado cuando el mismísimo lord
Voldemort, su enemigo, estaba sentado en la mesa justo frente a él.

— Bajen sus varitas, no hay nada de qué preocuparse – les dijo, suspirando algo cansado –
Déjenme hacer nuevamente la presentación, señores, señoritas, les presento a, Thomas Sorvolo
Riddle, mi padre.

Ahora parecía que todos morirían con un ataque continuo al corazón. Las sorpresas llegaban un
tras otra y parecían más impactantes que las anteriores. Harry estaba que casi moría con la cara
que Draco estaba haciendo, sus ojos completamente negros y la boca abierta en algo no tan
Malfoy como se esperaría. Lucius se dio un toque en el rostro avergonzado mientras Severus se
divertía a sus expensas mientras le daba una palmada en la espalda.

Los chicos estaban todos iguales, caras largas, ojos negros y piel tan blanca como una hoja de
papel.

¿Qué demonios, en el nombre de las bolas de Merlín estaba ocurriendo?

Sus mundos ahora no solo estaban de cabeza sino que la izquierda era la derecha y viceversa,
arriba era abajo y el infierno se había congelado mientras el cielo ardía con ángeles danzando el
úla-úla.

El primero en salir de su estupor fue Remus, quien se acercó a Harry con manos temblorosas y el
rostro aun lívido del susto. Tantas sorpresas en una sola noche lo harían volverse completamente
loco. Ahora sí, el ministerio de magia tendría una razón para encerrarlo.

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— ¿Qué es esto, Harry? ¿Cómo es que Voldemort es tu padre? – Harry le puso una mano en el
hombro, sonriéndole y asintiendo.

— Lily no es mi madre, Remus, ella era mi madrina. Cuando papá no había querido decirles quien
era su pareja, era porque su pareja era el profesor aprendiz de DCAO en su época, en otras
palabras, Thomas Riddle – antes de que Remus callera hacia atrás, Harry lo tomo del brazo y lo
sentó al lado del señor Malfoy quien lo miraba divertido – Chicos, por favor, tomen asiento, hoy,
serán ustedes los que sepan todo cuanto ocurre en realidad.

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“El cielo no tiene alegría,
Que el mar no pueda reflejar”
Phenix.

Harry, que desde el momento que había recibido el diario de James Potter creyó estar preparado o
al menos, estarse preparando para ese momento, estaba algo nervioso. No era para menos, si,
entre todas las cosas posibles por imaginar, aquello le estaba sucediendo. Se había imaginado que
tendría una amena charla, o al menos, una charla que no defiriera mucho de algo decente donde
las palabras lo fueran todo. No obstante, la verdad tomaba real realidad sobre todas sus locas
fantasías pasajeras sobre ese asunto. En ese mismo momento estaba disfrutando, o lo que parecía
hacerlo, de un delicioso postre mientras, todos en la mesa sin excepción alguna, le clavaban la
mirada tan densamente que creía que moriría de una asfixia ejemplificada crónica.

Dejando de lado el parfait de chocolate, que según las explicaciones de Wilshire, la elfina
doméstica y ama de llave de los Malfoy, era una de las cosas preferidas de la familia. A Harry le
agrado la idea e inmediatamente probo el helado, no obstante, la incomodidad jamás se borró de
los rostros de todos. No era para menos si de un momento a otro, el enemigo público de todos los
Griffindor’s estaba sentado a la mesa, con una expresión sardónica todo el santo rato, mientras los
miraba de hito en hito de un momento a otro.

Ronald, sentado al lado de su amado Blaise, estaba comiendo de modo mecánico. Su cerebro
había recibido demasiada información de parte de su amigo Harry, por lo que, cuando la mirada
del hombre que en sí que representaba todo por lo que había estado estudiando (quería ser
Auror, por lo que Voldemort, siendo raíz del mal en sí, era un enemigo natural), producía aquel
efecto taciturno donde se congelaba y al final, cuando la mirada se quitaba de él, tragaba en seco,
doliéndole la garganta.

— Harry – susurro Remus, al lado de Lucius y mirando al Griffindor tan penetradoramente, que
Voldemort hasta se sintió avergonzado. Harry, que estaba empeñado en ignorar las miradas sobre
si hasta que el momento llegara, suspiro y dejo el helado de lado para mirar a Remus y sonreírle.

— Creo que debería comenzar desde el principio, nuevamente – espeto, mirando a su padre quien
le asintió de regreso en acuerdo, el también necesitaba estar al corriente de todo desde el
principio. Harry los miro a todos y espero unos segundos antes de continuar – Como ya había
mencionado antes, mi padre, o sea Tom Sorvolo Riddle alias Voldemort – Tom hizo una cara de

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disgusto ante la mención de su nombre y apellido Muggle, no obstante, no interrumpió a Harry –
había ingresado a Howarts como maestro aprendiz de las artes oscuras cuando comenzó a reclutar
seguidores de las diferentes casas para así reunir a su ejército de Mortifagos. En esa época, mi
papá, James Potter, era el líder de la casa de Griffindor y se habían conocido allí. Lily Evans, mi
madrina, conocía todo sobre el tema ya que papá le tenía plena confianza y según él, solo una
mujer podía darles los consejos que necesitaba. Para no ahondar más en el tema, esto lo
dejaremos aquí. Ya que es parte del pasado privado de mis padres.

Todos asintieron en acuerdo y esperando a que Harry llegara al punto de aclaración.

— En primera, Remus, al parecer no fue Colagusano quien delato a papá y a mi madrina – Lupin
frunció el ceño en contrariedad, no encontrando palabras para refutar algo simple como que,
siendo Colagusano el guardián secreto del Fidelio, es común saber que solo él podía revelar la
ubicación exacta de sus amigos – Sé muy bien lo que piensas, Remus, pero no es lo que crees. En
cierta forma podrías echarle la culpa a Colagusano, no obstante, fue culpa del Imperius del
verdadero asesino de quien tomo las vidas de papá y mi madrina.

— Pero, Harry, sin ofender, ¿no fue el Lord oscuro quien los había asesinado? – Ron miro de
soslayo a Tom, estando seguro de que este no lo mirara mal o peor, que planease lanzarle el avada
Kedavra. Harry negó, siendo interrumpido por Tom.

— Ciertamente, aquella noche, estuve allí. Pero no fui yo quien había matado a James o a la
pequeña Lily. Cuando llegue aquella noche después de recibir el informe de Colagusano, buscando
a James por que no había podido contactar con él en varios meses después de que deje Howarts,
queriendo una explicación de aquello que se rumoreaba sobre que él y Lily Evans habían contraído
matrimonio y tenían un hijo, los había encontrado sin respirar y a Harry en su cuna – explico,
tomando una copa de vino. Harry asintió en acuerdo – Lo único que nunca supe fue quien me
mato aquel día a quemarropa. No pude ver bien su rostro después de que deje la casa y no sé qué
ocurrió después dado que no tenía nada más que buscar en las ruinas de aquel sitio. Harry ya no
se encontraba allí después de todo. Pero, pese a todas las contradicciones que todos tengan de mí,
Harry está vivo gracias a que fue impactado por un hechizo de protección hecho por mí. Aquel
rayo es la prueba.

Todos volvieron a posar sus miradas penetrantes en Harry, quien bufo exasperado. Ni que aquello
fuera una novela de suspenso o una loca idea de un escritor con problemas de vida. Hermione
estaba atenta a cada una de las palabras que eran dichas, estando segura de estar resguardada
bajo el ala protectora de su amada Pansy, quien parecía tener mayor influencia o solo era aquella
presencia Slytherin que emanaba de cada uno de sus poros que siempre le encanto la que llevaba
las frías calculaciones. No importaba cual fuera, de todas formas, se sentía completamente segura
y a salvo.

— Quien tomo la vida de Lily Evans y James Potter e intento matar a mi padre y a mí (donde aquí
presente este relata que me salvo de aquello), no fue otro más que Albus Wulfric Brian

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Dumbledore.–.los que conocían al director, ahogaron un chillido, siendo presas de la
incertidumbre. Harry pensó en mostrar la prueba más contundente que tenía. Así que, invocando
el diario de su padre, lo abrió y salto hasta la última página, donde, escrito en con sangre y
uniformemente estaba el nombre del director – Esta es la prueba más clara de aquello. Este diario
fue hechizado para que desapareciera en el momento exacto en que mi padre, James Potter,
muriera. Debía entregárseme a mí directamente por los gnomos de Gringotts al cumplir mi
mayoría de edad.

— Si eso es cierto, Harry, y viniendo de ti no lo dudo, ¿Qué se supone que haremos? – Cuestiono
Remus, recibiendo el asentimiento en acuerdo de Ron, Hermione y el pequeño Neville que parecía
estar protectoramente sumergido en el abrazo de su compañero a su lado. Nott no se atrevería a
dejar a su amado Griffindor desprotegido ante nada – Quiero decir, sabiendo que Dumbledore es
malo en este caso, no podemos unirnos ni debemos permanecer con él, no obstante, tu padre es
Voldemort, quien odia a los Muggle’s por sobre todo.

— En ese aspecto hay realidad en tus palabras, Lupin – musito calmadamente, Tom. Harry suspiro,
ese era uno de los momentos más difíciles de aclarar que tenía y prefería hacerlo frente a todos
los Mortifagos, pero al parecer tendría que adelantar las tornas un poco antes con los únicos
presentes, pero al menos eran los verdaderamente importantes.

— Puede que odie a los Muggle’s, pero no se atrevería a eliminar el principio de todo – Voldemort
dejo su copa de vino, un poco contrariado ante esas palabras. Al igual que todos, Severus y Lucius
prestaban especial atención al señor Potter, que esa noche parecía más sabio y tranquilo que
todos los que estaban a la mesa. Draco, que estaba a su lado y que por alguna extraña razón
recibía más escrutinio de los ojos de su “suegro”, estaba tomando la mano de Harry, prestando
atención a cada palabra de su adorado elfo.

— ¿A qué te refieres al llamar a esos Muggle’s el principio de todo, Harry? – pregunto Tom,
levantando una ceja en duda y dando un largo trago a su copa, con el presentimiento de que lo
que escucharía no le agradaría o que lo dejaría en tal estado que tendría que haberse tomado el
vino después.

— Para ser simples, los magos desciende de los Muggle’s.

— Plantear eso es simplemente una atrocidad, señor Potter – dijo Severus, haciendo una mueca
de asco ante el simple hecho. Harry rio quedamente. Ahora comenzaba la prueba de fuego al
revelar aquello, ya que, siendo estos magos pura sangre los que adornaban la mesa, exceptuando
a Mione, parecían reacios a un tema tan complejo.

— Entonces, profesor Snape, ¿díganme de donde descienden los magos? ¿Cuál es el principio
detrás de su existencia? No me dirá que aparecimos de otra dimensión y comenzamos a poblar el

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mundo o, que al final, venimos del espacio exterior.–.nadie dijo nada, carente de aquel
conocimiento sería algo estúpido batirse en duelo mental con alguien que parecía conocer todo de
aquello. Severus no dijo nada, no sabiendo que decir en ese momento – Comenzare a explicar.
Como mi amiga Hermione y como todos saben, hay Muggle’s que poseen capacidades mágicas
para invocar hechizos al igual que un mago pura sangre, no obstante, al no tener sus limitantes
completamente abiertos en su sangre, su poder es inferior. Estos limitantes comienzan a abrirse
cuando un mago y una bruja comienzan a tener descendencia, lo que, en un principio comenzaron
a hacer cuando comprendieron que no eran únicos.

— ¿Qué quiere decir eso, Harry? – Ron intervino, un poco confuso en la explicación. Prestaba
especial atención, tratando de no perder de vista lo importante como siempre le decía Mione en
las sesiones de estudios que mantenían en Howarts todos los años para los exámenes. Blaise le
sonrió, estando por igual un poco confundido por aquella explicación que se desviaba un poco,
según él, de lo que querían expresar verdaderamente o que simplemente a Potter le gustaba
ahondar en el tema.

—Hubo un tiempo donde los magos Muggle’s comenzaron a aparecer en grandes cantidades, pero
al estos poseer poderes que los seres humanos, carentes de sentido común o conocimientos sobre
la magia, comenzaron a ser cazados por los Muggle’s comunes creyendo que estos eran demonios.
Es igual que a los tiempos de Salem pero esto se remonta a los inicios de la creación humana. Los
brujos y brujas Muggle’s hicieron comunidades a parte, lugares donde se sentirían seguros siendo
ellos mismos y pudiendo usar su magia naturalmente, sin que nadie les reprochara o los cazara por
ello. Pero en esos tiempos no se conocían los hechizos de ocultamiento por lo que hacían sus
pueblos ocultos en frondosos bosques.

— ¿Qué tiene que ver eso, con los sangre pura, joven Potter? – pidió amablemente Lucius, a
sabiendas que estaba hablándole al príncipe de la oscuridad. Miro de soslayo a su amo, tratando
de encontrar indicios de enfado por la manera de hablarle a su hijo, suspirando en alivio al no
encontrar nada malo.

— Eso, señor Malfoy, es el principio del todo. Es el principio de la purificación y de que los magos
pura sangre existan en este momento. Aquellos magos comenzaron a procrear entre ellos y la
sangre, de alguna manera comenzó a ser más pura, hasta que el momento llego y la sangre
Muggle dejo de correr por la vena de sus descendientes.

Todos estaban sin habla, aquello era poco decir. Harry había dicho algo increíble e inaudito; nadie
en su sano juicio se había planteado aquello. Los magos se sabían que existían desde tiempos
inmemorables, pero nadie conocía su origen. Se habían hecho varias investigaciones pero
simplemente se planteó que los primeros magos nacieron por las uniones entre humanos y
criaturas mágicas.

— No nacimos de uniones con criaturas mágicas ni nada por el estilo – resolvió Harry esa cuestión
mirándolos a todos con una sonrisa de lado – podríamos decir que las criaturas mágicas sufrieron

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el mismo tipo de cambio que los magos Muggle’s, pero eso sería una cuestión un poco más
profunda. Al igual que Howarts, que es un epicentro mágico, existieron lugares impolutos
rebosantes de magia. En estos epicentros, los animales pudieron absorber ese poder y de allí las
criaturas mágicas comenzaron a nacer. Los dragones son una excepción ya que ellos nacieron de la
magia misma. Continuando con el tema a tratar: después de que estos magos se dieron cuenta de
esto, comenzaron a esparcirlo a otras comunidades recién formadas. Así, los magos comenzaron a
ser pura sangre y comenzaron a ganar influencia entre los Muggle’s sin magia.

— Luego de eso comenzó lo de Salem y la cacería de brujas y hechiceros – dijo Tom, un poco
impresionado ante el relato. No obstante, nada de aquello le decía el por qué debía de perdonar a
los Muggle’s. Estaba de acuerdo en que, teniendo poderes mágicos, magia corriendo por sus
venas, los Muggle’s que podían conjurar hechizos tenían derechos mágicos como dictaban las
leyes imborrables de los sagrados mandamientos inscritos en la línea misma de la magia que el
mismo Merlín el grande había creado, pero eso no trascendía hasta aquellas asquerosas ratas sin
magia que sentían celos de ellos y por ello los miraban como una amenaza – Eso no tiene nada
que ver con los Muggle’s sin magia.

Harry, que conocía muy bien la manera de pensar de Voldemort, sonrió displicente mientras
negaba. Al parecer no habían prestado real atención a sus palabras como esperaba. Lo que
ocultaban las líneas que había dictado era el futuro mismo para los magos y brujas que existirían.

— Como dije, es el principio del todo. Los Muggle’s con magia y los que no la tienen son la fuente
para que los magos crezcan y prevalezcan. Gracias a ellos, nosotros los magos, existimos.

Tom bufo algo irritado aun incomprensible ante las palabras de su propio hijo. No negaba que
había cosas curiosas e interesantes detrás de todo aquello, y Harry le estaba demostrando con
creces todo eso, pero eso no implicaba que no fuera a vengarse de los Muggle’s sin magia y que
tomara control del mundo completo.

— Lo digo en serio, padre.–.Todos miraron a Harry como si le hubiese salido otra cabeza,
haciéndole lanzar un denso y largo suspiro ante la irritación que comenzaba a surgir de momentos
en aquella charla tan extraña.–.Bien, si quieren pruebas de que los Muggle’s sin magia son
importantes, mírenme a mí y a padre.

— Bien, Harry, ¿podrías explicarte mejor? – pidió Hermione, como la ratoncita de biblioteca que
era, le era intrigante y asombroso todo aquello. Pansy sonrió y le dio un beso en la mejilla
mientras apretaba un poco más su mano.

— Por supuesto, Mione. Lo que quiero decir es, que si la magia trasciende a través de las venas
como un núcleo positivo que conecta al ser humano a las líneas de vida de la madre tierra,
conocida mejor como Gaia, entonces, los humanos que no poseen magia tienen bloqueado ese
núcleo positivo, pero tienen abiertos los negativos, que son los que influyen por completo ahora
en mi padre y en mí.

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— En otras palabras, su poder es así de inmenso porque en sus genes hay una línea Muggle que
abre estos núcleos negativos y los hacen interactuar con los positivos, produciendo un mayor
acercamiento entre la magia y sus cuerpos – Remus daba una explicación más simple, haciendo
que todos miraran embobados a Harry. Potter asintió complacido ante la ayuda de su querido
hombre lobo.

— ¿Qué se supone que significa esta explicación? ¿No desaparecerían los magos sangre pura si
comenzaran a unirse a los Muggle’s? – dijo Lucius, mirando un poco disconforme a Potter. No es
que quisiera abrumarse ante la mirada que recibió al atreverse a levantarle la voz, pero era algo
que no podía concebir ni en las más puras de sus pesadillas.

— Señor Malfoy, con esta explicación que he dado, ¿Qué cree usted que soy yo? – Lucius no
entendió muy bien, pero analizando las palabras se dio cuenta de que quería Harry diciendo
aquello.

— Usted es un mago mestizo, ¿no? – Harry negó.

— Yo soy un mago sangre pura, señor Malfoy. No hay una simple gota de sangre Muggle
corriendo por mis venas. Mi padre, James Potter, era sangre pura y mi padre aquí presente, es un
Mestizo, por lo que, según les había explicado, la sangre mágica erradica a la no mágica mientras
más pura sea esta. En otras palabras, si un mestizo tiene descendencia con un mestizo su hijo será
un sangre pura.

La mayoría entendía completamente lo que Harry buscaba. La coexistencia entre Muggle’s y


magos no entraba en los planes de Voldemort, pero escuchando que aquello era la salvación
definitiva a la raza mágica y a los sangre pura, no le daba opciones de elección que dijera.
Suspirando, se levantó de la mesa, siendo seguido de cerca por Lucius y Severus.

— No busco que ambos mundos coexistan – musito Harry, haciendo a Tom detenerse y que girara
con ambas cejas alzadas. Harry quería carcajearse por la perplejidad de su padre ante eso, pero
prefirió permanecer completamente sereno.–.Solo deseo que las comunidades mágicas
permanezcan en la clandestinidad, como un mundo aparte del que los humanos consideran
normal. No deseo que otra Salem se esparza y que una guerra sin fin comience solo por el
estereotipa-miento de los Muggle’s. Si nos damos a conocer, seria simplemente una perdida para
ambos mundos. Una declaración de guerra planteada por nosotros mismos al dictaminar que
tenemos el poder de regir sobre la tierra – Harry miro a Voldemort y sonrió altanero – Los padres
de hijos Muggle’s que posean magia firmaran un contrato mágico que les prohibirá hablar del
mundo mágico o de que sus hijos posean magia, e igualmente, protegerán a estos niños del abuso.
El mundo mágico permanecerá como es, un mundo aparte del Muggle’s y permanecerá oculto.
Eso es lo que deseo, nada más.

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— Me parece que has pensado en todo, Harry – Voldemort le sonrió de vuelta y le acaricio la
cabeza – Pues siendo así, te apoyare completamente. Que tengan buenas noches, jóvenes, me
despido.

Voldemort salió por la puerta, siendo seguido de Severus. Lucius planeaba seguir a su amo, pero,
la mano de Remus lo detuvo justo antes de que saliera. Lucius se giró, mirando suavemente a su
adorada pareja antes de voltear hacia su hijo. Lupin tenía una mirada de terror ante la idea que se
le cruzo por la mente al pensar que era lo que Lucius planeaba en ese momento, pero
inevitablemente el momento debía llegar y ese parecía el mejor de todos, asique, suspirando, se
resignó a ser odiado.

— En verdad piensan que soy tarado, ¿o Qué? – pregunto Draco, frunciendo el ceño y haciendo
un elegante puchero a modo de rabieta ante la perpleja mirada de su padre y el profesor Lupin –
Por Dios, soy un mago sangre pura y un Slytherin, a parte, también soy un Veela rey, ¿saben lo que
eso significa? – a su pregunta, con las caras de extrañeza que se compartían Lucius y Remus, llego
la clara respuesta de que estos no tenían clara idea de lo que hablaba – Puedo ver las líneas que
los unen. En otras palabras más simples y comprensibles, sé que son pareja.

Remus casi se ahoga ante la sonrisa espontanea que apareció en los labios de Draco, sintiéndose
abrumado al no comprender por qué aquella actitud tan dulce con alguien que intento matarlo
una noche de luna llena. Draco que pareció comprender que estaba ocurriendo después de que
Harry le susurrara la razón del entumecimiento de Remus en ese momento, se levantó y abrazo
quedamente al profesor, susurrándole algo que casi lo hace gritar.

— ¿Draco? –.Lucius tampoco comprendía bien, pero sabía que en algún momento algo así
sucedería, después de todo fue Draco quien le pidió que buscara una pareja y, ¿quién mejor que el
amor de sus años de colegiatura?

— Bienvenido a la familia, Remus – Draco le sonrió, tomando la mano de Harry para salir juntos
con dirección a su habitación. Voldemort había salido por lo que no tenía que tener preocupación
alguna por las miradas de escrutinio de su suegro – Nos iremos a descansar, que pasen buenas
noches. Wilshire les mostrara sus habitaciones, será mejor que descansen y mañana temprano
regresen a Howarts siendo este el último día de clases.

Sin esperar respuesta alguna de sus amigos o de los Griffindor’s Draco continuo su camino
llevando de manos a un sonriente Harry que se esperaba, o mejor dicho deseaba desde hacía unas
horas estar completamente a solas con su amado Slytherin sin interrupciones y sin que nadie los
molestara de alguna forma. Era natural aquello teniendo en cuenta de que, desde la última vez
que pudieron estar juntos carnalmente habían transcurrido demasiados días. No es que le
molestara, pero sentía la férrea necesidad de estar al lado de Draco sin razón aparente.

Draco, que no prestaba mucha atención al camino, conociéndolo de memoria, no apartaba la vista
de Harry, queriendo ver un poco más allá de aquel disfraz que este llevaba puesto. Solo pudo verlo

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una vez y aun así la verdadera figura de Harry estaba tan realmente pintada en su memoria que le
resultaba exquisito solo cerrar los ojos para encontrárselo tras sus parpados.

— Harry…– Draco detuvo sus pasos, girándose para encarar a Harry mientras mordía – a opinión
de Harry – seximente y, mientras tomaba sus manos y las besaba, lo miraba con tal sutileza que
Potter pensó que se derretiría en ese mero instante. No cavia duda que un Malfoy con poder de
una criatura tan hermosa como lo era un Veela, tenía el poder de remover más que el mundo de
las personas que se fijaban en ellos. Sus verdes ojos, casi rasgados y de un fulgor verdoso,
reflejaron paz y tranquilidad, ocultando en un suspiro una neblina de deseos ominosos y lujuriosos
para con Draco – Creo que seré devorado realmente si sigues mirándome de esa manera, amor.
Aunque no cabe duda de que, me bañaría en crema y pondría fresas por todo mi cuerpo si eres tú,
Harry – sonrió dulce y provocativo mientras decía esto. Harry, que había estado en las nubes
contemplando los Bellos ojos grises de Draco, bajo de sopetón a la realidad y se tornó tan rojo
como el pelo de su amigo Ronald.

Draco rio quedamente, mientras su novio y futuro esposo le miraba ofendido antes de poner una
sonrisa que se le antojo lasciva. Harry se acercó a su oído y mordió el lóbulo antes de lamer los
bordes haciendo a Draco estremecerse – No me des ideas, amor.

Wilshire los había guiado por el corredor contrario hasta el pasillo que daba a las habitaciones de
huéspedes de la mansión Malfoy; el señor Malfoy y el amo Remus habían tomado otro camino,
por decisión del señor Malfoy, hacia la habitación de este. Por el contrario de lo que sucedía, todos
estaban más que un poco animados y con sus pensamientos tan revueltos que nunca creyeron
vivir en aquella alterna realidad que se tornaba su propio mundo. Era cierto que a todos los agarro
de sorpresa lo de que Harry Potter, salvador del mundo mágico, era hijo del mismísimo enemigo
de la orden del fénix.

Theo se veía más y más con la loca idea de tomar un vuelo Muggle hacia alguna isla paradisiaca
junto con su lindo Neville. El problema quizás radicaba en que tendría que dar explicaciones a su
padre y a la abuela de Neville, a la cual no quería hacer su enemiga, no por el momento.

—Theo...– la dulce voz de Neville lo hizo sentir mariposas en el estómago revoloteando tan
salvajemente que creyó que lo tendrían que recoger del piso luego de desmayarse. Suavizando la
expresión, miro a Neville con una pequeña sonrisa mientras se acercaba para hacer su
conversación más personal. Los demás iban por delante mientras él y Longbottom habían decidido
caminar de últimos – ¿Estás bien con todo esto? Digo… la situación que sucedió en el comedor.
Harry es un muy buen amigo, es quien me ha ayudado en muchas situaciones donde no sabía
dónde meterme. Confió en su juicio y lo seguiría a donde fuera conociendo esto, pero ahora te
tengo a ti y, quiero vivir bajo tus expectativas…

— Neville…– le corto suavemente, su pequeño león estaba un poco ofuscado mientras trataba de
explicar cosas que ni el mismo parecía entender. Traicionera, una pequeña risilla escapo de sus

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labios, provocando que Neville se pusiera rojo de la vergüenza – Por favor, nunca me ocultes el
rostro. Eres totalmente adorable – Longbottom salió de su espontanea vergüenza para quedar
totalmente fuera de sí. ¡Theo había dicho que era adorable! Siendo esto más de lo que podía
soportar, su cerebro se incendió y su rostro parecía más que un tomate. Se había detenido
abruptamente, logrando apartarse un poco más del grupo de exploración – Lo siento – se disculpó
Theo, mirándolo con adoración mientras besaba la parte lateral de sus manos – pero me es
totalmente imposible no pensar que eres un amor. Nev, eres para mí lo más hermoso que allá
visto jamás y te puedo asegurar que mientras más conozco de ti, mas caigo ante tus pies.

— ¿Puedo dormir…, contigo esta noche, Theo? – pregunto Nev, mirando en intervalos hacia el
suelo y luego a Nott que pareció sumergirse en un mar de ideas inconexas que inexplicablemente
lo llevaban a la misma dirección con la idea en general de tener a un Neville totalmente
desprotegido a su merced en una de las grandes camas de seda de la mansión Malfoy.

— Por supuesto…

— Por alguna razón ilógica me siento inquieto – dijo Ron, pomposamente exhibiendo su trasero a
opinión intima de Blaise que se deleitaba de la parte redonda y carnosa de su pareja. Era un poco
pervertido de su parte, pero quería pasar una hermosa noche con su ahora novio, quien por
razones divinas estaba esperando a su primogénito.

— Posiblemente sea por el bebé, amor – le expuso cerca de él, queriendo guardar aquello hasta el
momento adecuado como se lo había pedido Ron.

— Quizás…– acepto, llegando al que sería, según la elfina que los guiaba, la habitación de Blaise.
Ron no quería dormir separado de él; en ese momento se le había cruzado la simple idea de un
cómodo despertar abrazado de Blaise. Y, siendo quien era, no desaprovecharía la primera
oportunidad que se le presentaba para ello.

— Dormirás conmigo esta noche, rojo – adelanto Blaise las tornas, despidiéndose de Hermione y
Pansy que los miraban divertidos antes de seguir de nueva cuenta a Wilshire. Tomando la mano
del Griffindor, se adentró a la habitación mientras se compartían una coqueta y lasciva sonrisa.

Esa era una noche que recordarían siempre, todos y cada uno de ellos. Era un momento único en
el tiempo que tendrían la plena satisfacción de disfrutar al máximo. En Howarts posiblemente
nunca hubieran tenido la oportunidad de aquello, por lo que habían planeado que al salir de esta,
se reunirían después de anunciarles a sus respectivas familias sus decisiones para con sus vidas.

La que encontraba su situación un poco más dificultosa seria Mione, teniendo en cuenta que le
gustaba una chica y siendo hija de padres Muggle’s religiosos. También estaba la situación de
Pansy, que era la heredera del imperio Parkinson y que debía traer un heredero a su familia.

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— No pienses tanto, solo vive – la voz de Pansy la saco de todos su problemas. ¿Tanto se reflejaba
lo que pensaba? Bajando la mirada un poco avergonzada de aquella sonrisa que su adorada
Slytherin le daba, Mione pensó en tantas cosas a una velocidad alarmante. Lo que sentía por Pansy
no era simplemente cariño, la amaba, con locura y devoción.

— Son tantas las cosas que me abruman en este momento – musito, mirando al techo mientras
suspiraba sonoramente.

— Estás pensando demasiado – Le recrimino, frunciendo un poco el entrecejo – Los problemas


que lleguen los resolveremos. Mi familia no es un caso aparte en esto ni la tuya, por lo que ambas
deben de saber que nos queremos. No me importa si me desheredan Mione, te quiero junto a mí
y punto final. Te amo y ahora que te tengo no pienso dejarte ir jamás, ¿me entiendes, Mione?
jamás.

Hermione la miro tan bobamente que sintió que todo su mundo se volvía de color rosa y que los
libros en su mente se desvanecían como niebla. Todo pensamiento se erradico mientras quedaba
absorta en la hermosa sonrisa, tan posesiva y brillante, que en esos momentos Pansy le mostraba
luego de haberle robado más que un fiero beso que se le antojo exquisito. De repente, con este
pensamiento, todo problema que pensó que la aquejaría hasta que fuese resuelto, termino
estando aparte para solo pensar en lo hermoso que era estar al lado de aquella loca Slytherin con
complejo posesivo sobre ella.

— Y tú, Pansy Parkinson, solo me perteneces a mí. Tampoco pienso dejar que me aparten de ti o
te aparten de mí. Somos la una de la otra – habían llegado hasta la puerta de la habitación que
ocuparían, a pedido de ambas, para después escuchar entre su beso el puf de desaparición de la
elfina doméstica.

— Esta noche, disfrutaremos a lo grande…

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“Por poderoso que sea el designio inculcado,
No es nuestro deber cumplirlo:
Somos almas divinas nacidas en libertad.”
Phenix.

Por los inmensos ventanales que llevaban a los hermosos balcones con vista al jardín principal de
la mansión, a través de las cortinas de ceda verde esmeralda que permanecían abiertas por
petición de los residentes de la habitación, se colaban filamentos de luces de un tenue pero
resplandeciente blancor por parte de la luna en cuarto menguante. La oscuridad era tenuemente
difuminada por la luz, permitiendo una vista amenizaba de aquellos que se movían a complacencia
del contrario en la cama King size estratégicamente colocada en el centro mismo del cuarto. Los
muebles de estilo barroco bordeaban las esquinas y alrededores de la cama; dándole ese tan
complejo pero suave estilo de principado. Aunque siendo sinceros, eso parecía importarle poco a
los residentes de tan esplendorosa y exótica recamara.

Theo no tenía otro lugar que ver más que a los ojos y el bello cuerpo de Neville desnudo, gimiendo
bajo sus embestidas salvajes que buscaban más y más fricción entre ambos cuerpos. No habían
hablado mucho: aquello se explicaba con sus besos y desenfrenados toques. Habían esperado
tantos años y parecían no querer darse tregua a esperar un poco más de tiempo; para Theo fue
suficiente aquellos donde tuvieron que verse tontamente sin que el otro lo notara, pero no más,
no señor; tenía a Neville y no lo dejaría escapar. Además, tendrían toda una noche antes de
separarse por unos cuantos días o semanas por parte de las vacaciones de invierno. No es que
planeara decírselo en ese momento, peor Theo planeaba secuestrar a Neville en el tren de regreso
a casa y lo llevaría a su habitación en su mansión para no dejarlo salir durante lo que quedaba de
vacaciones. No era tonto al saber que la vieja amargada de su abuela no le permitiría acercarse a
su nieto siendo él un Slytherin.

Oh, no. Claro que sabía todo lo que acontecería de antemano… por algo era un Slytherin, ¿no?
¿Qué demonios hacia pensando en pros y contras cuando tenía a su pequeño león debajo de él
mirándolo con tal deseo que creía morir en ese momento?

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Al diablo con todo maldito raciocinio. Lo único que importaba en esos momentos era segur
dándole placer a su león sin importar cuán cansado se sintiera o cuantas horas le tomara terminar
en un espléndido orgasmo. Sentía el placer recorrerlo con solo sumergirse unos centímetros más
con los choques de su cuerpo, con el sonido de su pene penetrando aquella virginal entrada que
ahora le pertenecía con todo y claro derecho de la palabra. Tanto como le pertenecía a ese chico
que excitadamente le gritaba casi al oído que lo amaba una y otra vez con tanta pasión. No era
justo de su parte detenerse a observarlo con tal deseo de devorarlo en cuerpo y alma mientras
este simple e inocente esperaba en la inopia de su propio acto a que su querido Theo decidiera
continuar con aquello que apenas comenzaba a experimentar.

Cuanto deseo y pasión podía desbordarse en algo tan efímero como lo era el acto sexual, cuando
era mutuo y con sentimientos aquel tan cotidiano entendimiento de sexo se transformaba en
amor; hacer el amor, como lo hacían ellos ahora, como tenían planeado continuar haciéndolo por
años venideros en tiempos desiguales. Theo nunca se cansaría de admirarlo, estaba seguro, Nev
nunca cambiaria esa inocente faceta suya que se vio cortada a poca edad: era lo único que podía
agradecerle a aquella vieja bruja.

— Serás mío toda esta noche, mi amado león – dijo enfáticamente, con voz ronca y autoritaria
que denotaba cuanto dijera que no, no se detendría. Aunque para Neville aquello era una
demanda que no quería dejar de seguir como estaba establecida por Theo; sentir aquel inmenso y
tibio pedazo de carne atravesarlo hasta casi partirlo era una sensación placentera y única. Nunca
pensó sentir algo igual: no es que conociera algo relacionado al placer carnal. Nunca en su vida se
había masturbado; creía que era algo en lo que su abuela lo descubriría y lo castigaría por el resto
de su vida o por lo que sus compañeros de Griffindor, si lo descubrían, se burlarían de él a más no
poder. Y, siendo sinceros, no era algo que deseara; no por el momento.

Gimió con fuerza, quedando afónico al sentir como Theo se deslizaba nuevamente dentro de él,
ganando de nuevo su atención con dos o tres envestidas más, una un poco más fuerte que la otra.
Tal placer era un pecado a la dignidad y, para él, esa dignidad valía poco si estar con Theo de
aquella manera era posible.

— Solo piensa en mí, Nev, nadie más – esas palabras lo hicieron pensar tanto en lo posesivo que
estaba resultando ser Theodore. Bien tenía claro que un Slytherin demostraba toda su pasión con
la persona que de verdad le importaba; como prueba estaba esa noche y, claro estaba que las
veces que había seguido a Theo a escondidas este no parecía tener nada que le importara. Pero
ahora estaba él y sentirse así de querido lo hacía sentirse tan completo. Era algo que por nada del
mundo perdería, Theo era suyo y de nadie más y así ambos se pertenecían mutuamente.

— En… estos momentos, solo puedo pensar en ti, ¡Theo! – sus últimas palabras terminaron siendo
un gemido que fue acallado por el apasionado beso de Nott, que dejo sin más que aliento al
inocente Neville. Su cuerpo parecía ronronear en deseos endémicos que transgredían los propios
límites que años atrás había impuesto. Al parecer, tener a Neville así; desnudo, sudando y
gimiendo tan descaradamente su nombre era algo que rompía toda barrera y mascara que pudiera

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conocer de sí mismo. Con cada penetrante movimiento un rosto falso era roto y una nueva faceta
surgía, una que solo Neville, con el deseo nublando cada sentido de su cuerpo, haciendo que sus
ojos derramaran lágrimas de placer, pudiera toscamente verlo como realmente era fuera de aquel
mundo sumergido en tantas tradiciones. Solo el, sólo Neville podía logras aquellos que tantos
pudieron. Su dura y fría coraza se había desmoronado completamente para mostrar al tímido Nott
de tantos años en el tiempo. Aquel joven castaño de tantas indecisiones: uno que solo mostraba
cuán difícil era su propio modo de vivir.

— Cuanto te amo…, Neville.

Y, con un dulce beso amos llegaron a sus límites. Neville se corrió entre ambos, poniendo tan
exquisito rostro y apretando tan deliciosamente su trasero que logro hacer que la resistencia de
Theo se fuera al demonio y se corriera en su interior con salvajismo, envistiéndolo unas cuantas
veces más antes de salir y admirar su bello trabajo; su obra maestra tumbada en la cama,
susurrando su nombre mientras se entregaba a los brazos de Morfeo.

Toco su pecho cuando sintió a su razón latir con tan alto ímpetu que creyó que le daría un infarto
cardiaco – Tanto así me afectas, mi amado león – dijo, poniendo una suave sonrisa que se
transformó en una gran impresión de sorpresa y luego un enorme rubor cuando vio su semen salir
de entre las piernas de Nev. Dioses, hasta dormido era una muy peligrosa tentación. Tenía que
plantearse como proteger al hermoso Gry de los pervertidos obsesos con ese tipo de cosas. No era
muy difícil imaginarse a Neville de aquella manera y no sonrojarse hasta volverse un cerillo
viviente.

Acercándose, lanzando un Fregotego en ambos, se acurruco entre las sabanas tomando el cuerpo
de Longbottom entre sus brazos, brindándole calor, confort y, por lo que su rostro mostraba, una
infinita paz.

En medio de la oscuridad, osadamente las flamas de la chimenea eran un torrente que envolvía y
engullía parte de las sombras. Las campanadas del viejo reloj italiano de madera ocre y cetrina,
pulcramente pulido y bañado en un tono caoba oscuro, se escucharon rebotar entre los muro;
anunciaba bulliciosamente que las doce habían llegado. Harry levantaba su cabeza y su cuerpo se
estremecía con el pensamiento de cuantas cosas compartieron en ese lecho él y Draco durante
horas. Poso sus brazos bajo su cabeza, mirando a Draco dormido: a sus ojos el joven Malfoy era un
ángel precioso. Su ángel. Muchas cosas desafortunadas estaban por comenzar a ocurrir; las
recurrentes fluctuaciones de magia se lo decían. No obstante, buena fortuna los seguiría, no tenía
dudas de ello.

Con calma, tratando de no levantar al Slytherin, se movió saliendo de entre los cobertores de la
cama: su negro cabello rozo las brillantes baldosas del suelo y sus ojos brillaron en un verde
juguetón. No tenía sueño; la preocupación de que su boda seria dentro de una semana estaba

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aumentando, no es que se estuviera echando atrás, pero debía admitir que casarse a esa edad tan
temprana era un poco extraño. Quería pasar sus días con Draco, y así seria. Pero también estaban
las preocupaciones que más dolores de cabeza le vaticinaban.

Dumbledore.

Con la bata de seda negra puesta Harry comenzó a caminar por los pasillos hasta la biblioteca de
los Malfoy; Lucius le había dado esa tarde un recorrido completo por las instalaciones. Quería
revisar cierta cosa que le había entrado en la mente aquella noche al terminar la cena. La
curiosidad había aumentado cuando a su mente llego un pensamiento pasado que no supo bien
de donde venia (simplemente sabía que era de un tiempo desconocido en la historia mágica), pero
tenía la certeza de que no estaba herrado del todo con los conceptos de la filosofía de los temas
antiguos que quería indagar. Wilshire estaba haciendo unas de sus rondas rutinarias, al parecer.
Harry se detuvo al verla, se sentía un poco perdido al no conocer realmente el pasillo por donde
estaba caminando – indiscutidamente tendría que darle un denso castigo a Draco por estar
“devorándoselo”, literalmente, entre los pasillos – por lo que tendría que pedirle indicaciones.

— Buenas noches, Wilshire – dijo, cuando la elfina hizo una reverencia al darse cuenta de quién
era. En cierto modo, compaginaba sus pensamientos con los de Hermione acerca de los tratos tan
inescrupulosos que cierto número de magos tenían con los elfos domésticos, pero eso era algo
que no podía entrar a discusión dado que un elfo no podía sentirse a gusto si no se encontraba
bajo un contrato mágico con algún sangre pura.

— Buenas noches, amo Harry. Su forma elfica es tan esplendorosa como ninguna otra. Lástima
que la mantenga oculta bajo el Glamour.–.una sonrisa aristocrática deslumbro sus facciones,
haciendo a la elfina suspirar en algo parecido a la gracia y el orgullo. Para los elfos de baja clase
como lo eran ellos, estar frente a la magnificencia que representaba ser un elfo antiguo, regentes
desde los tiempos olvidados de la magia, era un verdadero honor y placer.

— Si no lo hiciera así, tendrías que recoger los cadáveres que mi amado dragón dejaría a su paso –
rio y su risa resonó como campanillas al viento. Era tan pacifico estar al lado de su verdadero amo.
Ciertamente, un elfo domestico trabajaba para los magos gracias al contrato que ellos establecían,
pero eso solo era por la falta de los verdaderos “entes” de los cuales, el ultimo existente estaba
parado frente a él, tan sorpresivamente deslumbrante como siempre imagino que serian. La grácil
magia que rodeaba el ambiente, haciendo vibrar el aire tan suave, era prueba infinita de la pureza
de aquella alma.

Inclinándose en son de respeto ante él, Wilshire hablo: – ¿Desea algo de esta humilde criatura, mi
Lord?

Harry suavizo su mirada y le sonrió.

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— Podrías guiarme hasta la biblioteca de la mansión, Wilshire. Conozco el camino, pero no
conozco esta sección de la mansión dado que Draco me trajo tan distraídamente que no me di
cuenta que corredores tomamos – pidió, siendo correspondido por la escueta reverencia del elfo.

— Sera todo un honor, señor. Sígame, por aquí.

Observando las blancas paredes y el techo que terminaban en bóveda, Harry siguió a la elfina
principal por los largos pasillos. El suave color, siendo alumbrado por las arañas de cristal
suspendidas mágicamente en el techo daba ese aire ceremonioso, (tan extraño y conocido a la
vez), de cómo si estuviera caminando por un lugar conocido. Podría atribuirlo al hecho de que
estaba en la mansión Malfoy, que era más como un castillo tres veces más grande que Howarts,
pero ilógicamente nada de eso tenía que ver con los cortos flashes de memoria que florecían en su
mente: sonrisas y aplausos, bulliciosas platicas que de alguna manera le concernían y, aquella
persona parada al final de la larga alfombra roja.

Su línea de pensamiento fue interceptaba y rota por la voz de Wilshire que le anunciaba que
habían llegado a las puerta de la biblioteca.

— Ciertamente, esta biblioteca solo abre sus puertas a un miembro de la familia. Pero para usted
no habrá problemas, mi Lord.

— ¿Tiene esto algo que ver en que sea un elfo antiguo o, que este enlazado a Draco? – pregunto,
el deje de curiosidad aumento cuando Wilshire negó suave al viento.

— En lo absoluto. No tiene nada que ver el que este comprometido con el amo Draco o el hecho
de que sea una de las criaturas mágicas más poderosas del mundo. Lamentablemente, está fuera
de mi jurisdicción dar esa clase de detalles. Sólo el Regis*está autorizado para decírselo
personalmente, amo.

Harry sintió más curiosidad aun al escuchar esto, pero no dijo nada más. Despidiendo a Wilshire
con una sonrisa se adentró por las inmensas puertas que se abrieron solas ante su mera presencia.
Se sintió tan pleno y poderoso en ese momento; fue como sentir a miles de personas inclinándose
ante él, seguros de sí mismos e indudablemente con certeza a seguirlo si eso significaba ir al
mismo infierno. Tal tipo de sentimiento floreciendo dentro de sí lo hizo ponerse nervioso. Desde
hacía días estaba comenzando a tener nuevos cambios en su cuerpo y sus formas de criaturas
mágicas estaban cambiando, lo sentía incluso cuando cerraba los ojos para dormir, ese paradigma
lo estaba volviendo un poco loco.

Las grandes estanterías lo hicieron centrarse en lo que deseaba. Estaba buscando el nombre de un
libro que se repetía incontables veces en su mente, logrando captar aun mas una pequeña
fracción de su interés. Harry camino como danzando sobre el viento; las líneas de magia de la
mansión parecían guiarlo a donde deseaba ir y, hablando desde un punto científico, era algo que
lo estaba empezando a asustar. Podía ser un mago, el más poderoso de todos, pero eso no

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borraba el hecho de que alguna vez vivió como un ser humano común y corriente, con miedos y
dudas, con deseos y odios, con esperanzas marchitas y otras florecidas. Ese tiempo donde pensó
que traer algo de la nada era imposible; ese donde el mismo comenzó a creerse una abominación
de la naturaleza y que por eso sus “tíos” lo odiaban a más no poder.

— Cromwell* “Tales of The Werewolfe*”– sorprendido, se echó hacia atrás cuando el libro salió
de la estantería y se posó delante de él. Era un tomo bastante grueso y viejo: para los Malfoy
parecía no haber libro que no poseyeran. Tapas raudas de un color negro cuervo, con las
inscripciones hechas con algo que al parecer era plata. Suave, paso un dedos por la portada,
encantado por su efecto antes de tomarlo ente sus manos. El libro parecía poseer vida propia; la
antigua magia parecía que salía de este a borbotones mientras más lo sostenía.

Harry miro hacia ambos lados de aquel oscuro corredor, buscando al parecer un lugar donde
pudiera leer a gusto. Mirando un sillón barroco estilo trono, Harry se acercó y se acomodó entre
los afelpados bultos de piel negra. Volvió a tener esa sensación de tener el poder de dirigir y
controlas, no obstante desecho todo eso un poco más rápido que la vez anterior; tenía más
curiosidad de saber que decía aquel enigmático libro que parecía estar conectado con Remus.

— ¿Qué clase de misterios me desvelaras? – susurro pasando suave una de sus manos por la tapa.
El libro se abrió por sí solo y las letras del prólogo comenzaron a dar vueltas como un tornado de
profundo conocimiento formando un rostro, viejo y con una sonrisa cansina.

— “Te desvelare todo lo que desees saber. Lo soy todo en este mundo al igual que lo eres tú,
Harry Potter”

No debía sorprenderle el hecho de que un libro que parecía contener magia le estuviese hablando
en ese momento, claro que no. Pero eso no quitaba el hecho de haberse llevado el susto de su
vida y que su corazón casi colapsaba por la repentina presión en las arterias coronarias por la
expansión sucesiva de sus venas por culpa de la fluctuación de sangre. Cerró los ojos, pensando
calmadamente en lo que estaba viendo y qué clase de conexiones tenía ese libro con su vida como
para que supiese su nombre, no llegando a nada en concluso.

— Pareces conocerme, ¿me dirías porque?.–.el viejo rostro sonrió entre las palabras que
formaban sus labios, “libertad y hegemonía”. Como hace mucho no hacía, las cejas de Harry se
fruncieron un poco. Tenía dudas que deseaba solventar cuanto antes y ese libro parecía tener
respuestas a lo que quería. Incluyendo aquello sobre la profecía que aún no entendía.

— “No conozco a tu actual yo, joven mago. Pero conozco cada una de tus vidas pasadas, tú mismo
me contaste de ellas. Antes, en el tiempo donde lo oscuro regia sobre este mundo, tú fuiste una
luz que dio esperanza, pero eso concierne a otro ente, no a mí. Eso pertenece a un tiempo donde
aun yo no nacía y que no me concierne contarte. Pero te puedo decir que una vez fuimos amigos y
este libro fue escrito por pedido expreso de ti mismo” – Harry, con la mejor cara de sorpresa que
alguna vez había tenido, quedo completamente mudo ante aquellas palabras. Muchas cosas

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estaban comenzando a salirse de su cauce; tanto como se estaban saliendo de la lógica misma
establecida que alguna vez tuvo – “Como mago que eres, fuiste y serás, tu alma puede reencarnar
fuera del ciclo establecido por el Dios de la muerte. En otras palabras, como principio explícito de
este mundo y su línea de vida, tu existencia es necesaria, como la de todos los magos que
dominan la línea de Gaia”.

— Pero, fuera de todo eso, es imposible que siendo un libro tan antiguo como para ser escrito en
una vida pasada, 100 ó 200 años atrás, puedas conocer mí nombre.

El libro sonrió burlonamente.

— “Para un mago, conocer el pasado o el futuro no es tan difícil. Cada vida tiene un camino
trazado dentro de Gaia, “la historia” de cada ente, es reescrita en cada reencarnación. Pero eso es
solo para los magos. Los humanos comunes y corrientes que no tienen nada que ver con ella. Estos
perecen y llegan con su creador: sus almas tienen un proceso antes de volver a un ciclo donde
reencarnan. Antes de morir, había impuesto a este libro unirse a tu línea de existencia; cada uno
de los sucesos de tu vida, están escritos en palabras invisibles que solo tú puedes leer”.

Harry cavilo, llegando a donde quería llegar desde hacía unos minutos. El nombre Cromwell se le
hacía conocido de algún lado y, no era por lo de una vida pasada que comenzaba a recordar o toda
esa perorata, era sobre algo que una vez cuando había salido de la escuela Muggle, yendo a la
biblioteca pública para leer un tomo interesante, se había topado.

— Ahora recuerdo. Maximillius Demetrian Cromwell. Se supone que era un personaje de


mitología Muggle’s, uno que lucho contra Dracula sellando sus poderes en los tan conocidos sellos
de Cromwell – triunfante, puso un sonrisa que hizo reír al anciano rostro.

— “No obstante, mi querido Harry, nada de aquello fue una leyenda. Sí. Dracula existió y sí, lo
selle en lo más profundo del averno. Pero eso no nos concierne por ahora” – dijo, dándole un
guiño. Harry rio suave ante esto expandiendo esa sensación de estar en una verde pradera otra
vez.

— ¿Con que referencias de mi viejo yo, creaste este libro? – Ese era un tema que quería plantear
de primera mano. El titulo era extraño y tenía en cierta relatividad algo que ver con el síndrome
del hombre lobo como la portada exponía. Posiblemente historia antigua que tenía que ver con
especies abominables y sádicas como lo eran Greyback y sus seguidores. Ese mero pensamiento lo
hicieron estremecerse: las sangrientas imágenes corrieron por sus corneas como una película de
video dándole arcadas con los antiguos recuerdos antes de que aquel hombre lobo terminara
muerto en su intrusión a Howarts por parte de la varita de Remus.

— “Yo era un mago prominente en mi tiempo, uno olvidado del mundo mágico al ser exiliado por
haberme relacionado con aquellos tan llamados Muggle’s. Una ley antigua que parece ya estar
abolida del todo. Bueno, rindiendo al caso, este libro posee toda mi información de

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investigaciones que hice hace mucho en la vieja Transilvania y en la antigua Escocia con respecto a
criaturas mágicas con síndromes hereditarios y contagiosos que no tenían cura y que continuaran
igual no importa cuánto pase” – Cromwell suspiro cansino, como si hubiese estado tanto tiempo
sin nadie que le agotaba el mero hecho de haber hablado tanto. Harry también suspiro con
cansancio. Había esperado que aquello fuese algo para curar a Remus pero resulto otro punto
fallido que daba a un lugar sin salidas, el último – “No te desanimes mi joven amigo, dije que no
tenía cura, no que no había otras formas de inhibir a aquel viejo hombre lobo que quiere salir de
su jaula de plata” – guiñándole nuevamente un ojo al feliz Harry, Cromwell ladeo una altanera
sonrisa que fue retribuida.

— Tendremos que hablar en otro momento, ahora estoy muy cansado repentinamente –
despidiéndose, Harry planeaba cerrar la portada para salir camino a la habitación de su futuro
esposo donde descansaría las últimas horas y, trataría de convencer a Draco de no dejar la cama
en la mañana. Eran las dos, según apuntaba el reloj mental que había colocado.

— “Oh, joven mago, realmente no tienes que dejarme aquí, puedo acompañarte a todos lados”–
Harry no entendió. El libro se cerró automáticamente y comenzó a encogerse mientras estaba
suspendido en el aire. Su tamaño era el de un pendiente, en color gris reluciente; parecía un
diamante. El pendiente con forma de cabeza de hombre lobo que sostenía una pequeña sortija en
sus fauces, se colocó en su oreja, haciendo una incisión que no dolió para nada. Parpadeando en
confusión Harry se levantó – “Cuando necesites de mí, solo hala la sortija de la boca del lobo, solo
responderé a ti así que no tienes que preocuparte de que otros me toquen”.

— Lo que realmente me preocupa es la explicación que tendré que dar cuando pregunten sobre
mi nueva moda.–.soltó burlón, levantando una ceja en cuestión a la causa. Cromwell rio
cantarinamente.

— “No te preocupes por eso, este pendiente era recurrentemente usado en los tiempos antiguos
por los cabeza de las familias nobles mágicas. Puede que resulte obsoleto en estos tiempos, pero
si te lo ven y preguntan, posiblemente el señor Malfoy de una buena explicación de su uso. Tu solo
di que estaba en la bóveda de tu padrino, Sirius y que estaba a tu nombre como un regalo de su
parte. Por el momento nadie debe conocer de mi existencia, joven Potter, sea cuidadoso” – con
estas últimas palabras, Cromwell quedo en silencio y el brillo que se había propagado en rededor
ceso, al igual que los ojos brillantes que la cabeza de lobo tenía. Harry suspiro trágico, pensando
de nuevo que todo lo raro solo podía ocurrirle a él y a nadie más.

Hecho una última ojeada a la inmensa habitación que parecían varios kilómetros cuadrados de
solo libros y una pequeña sala, donde actualmente estaba, que era usada para leer. Era obvio que
los Malfoy tenían un gusto exquisito en sus decoraciones, la que contemplaba antes de salir era
prueba magnificente de ello.

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Ágil y grácil, aquella sombra se movía por los corredores de Howarts con un rumbo indefinido. Era
imposible para cualquier ser humano, criatura mágica o ser sobrenatural traspasar las barreras
naturales del antiguo e imponente castillo. No obstante aquello parecía ser nada para él. Sus ojos
resplandecían en un intenso carmesí nebuloso y sus facciones aristocráticas sobresalían dándole
un aire majestuoso y ceremonial como ningún otro. Parecía ser de este tipo de personas al que
solo escuchabas una vez y te sentías tan pleno que te arrodillabas ante su conocimiento. El aire
rugía por la intensidad de la magia que era desplegada… extrañamente lo que buscaba no podía
sentirlo por ninguna parte de ese colegio.

No tuvo más remedio que desvanecerse como humo oscuro en la nada. Aun había residuos de su
existencia, por lo que solo tenía que esperar calmadamente su llegada.

— Date prisa y ven a mí, Potter

“Eres mío, Albus”

— ¡No le pertenezco a nadie, libérame! – las cadenas que lo aprisionaban resonaron en aquel
espacio lleno de agua, lleno de nada. Solo estaba él y aquel despreciable ser que se había
apoderado de todo cuanto deseaba. Cuan estúpido había sido.

“¡Todo cuanto eres me pertenece!”

Una risa, oscura y tétrica se expandió en horizontes sin fin alguno. El blancor se transformó
nuevamente en oscuridad y las gotas de agua empezaron a repiquetear otra vez, con más
profundidad que antes. Suspirando con cansancio levanto su rostro al escuchar aquellos pasos
acercarse a su persona. Estaba encadenado y suspendido en el aire, las cadenas en algún punto se
difuminaban y desaparecían, pero no parecían estar atadas a nada más que a sus muñecas y
tobillos. Su mirada fue capturaba por aquellos azules ojos de un anciano que era la personificación
de su cuerpo exterior. El permanecería siempre joven según le había dicho aquella asquerosa rata,
mientras permaneciera en ese mundo fuera de lo real y que comenzaba en lo fantasioso.

Una lengua paso asquerosamente por su mejilla, produciendo arcadas de repugnancia.

“Eres mío no importa cuánto lo niegues, Albus. Me perteneces”

Apretó su mandíbula cuando, rudamente, aquella mano oso pasearse por su entrepierna. Tan solo
aparentaba unos 20 años, pero había estado aprisionado allí durante los últimos 400 años. No
tenía nada que hacer más que imaginar qué demonios sucedía en el mundo mágico. Cuanto
anhelaba volver a verlo.

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— ¿Qué demonios te propones? Me has tenido aquí encerrado por tanto tiempo. ¡¿Cuál es tu
maldita razón para hacer todo esto?! – su grito saco una sonrisa burlona en el anciano, haciéndole
gruñir rabiosamente. Nunca tendría hambre en aquel sitio, nunca sentiría lo que es la libertad de
nuevo. Mordió su labio inferior cerrando los ojos con fuerza antes de abrirlos de nuevo y mirar con
un intenso odio a aquella aberrante criatura.

“Poder, Albus. Eso es lo que mueve mi alma y son mis deseos. Durante décadas he deseado
controlar este mundo, ir en contra de todo lo que “EL” ha impuesto durante tantos siglos. Es el
placer inherente de controlar todo cuanto deseo, Albus; tú eres solo la pieza que inicio el juego,
Potter es solo la pieza final. El rey que debe ser desbancado de su trono. Para mí, este mundo es
solo el tablero que dará inicio a “su caída”. ¿Me comprendes, Albus? Para mí, todo esto no es más
que un simple juego de estrategia que debe ser completado perfectamente. Todas las piezas están
en su lugar; Potter ya ha hecho su primer movimiento. Lo siento en los profundo de mi, aquel
mismo sentimiento de cuando luche contra Arturo”.

— No eres más que un maldito enfermo – escupió, arrugando la nariz con asco antes de ser
abofeteado rudamente. Sus labios se partieron al friccionar con sus dientes. Gimió cuando su
saliva entro en contacto con la herida pero aun así sus ojos no borraron el deje de odio que
poseían.

“Una de las razones del porque me gustas tanto. Siéntete afortunado, aun no llega el momento de
tu adiestramiento, mi reina. Albus, comprende, este solo es un juego que decidirá quién será el
nuevo gobernante de este mundo. Pero yo no deseo algo tan poco como lo es este planeta
infestado de plagas; lo destruiré y absorberé todo para alcanzar mi objetivo primario.”

Rio profundamente, con malicia bailando en sus azules ojos los cuales de un momento a otro se
tornaron oscuros. Su viejo cabello, blanco, se tornó en un negro más profundo que la oscuridad y
la magia oscura rugía con rayos y centellas en aquel espacio.

“400 años, ¿eh? Albus. Te he tenido aquí retenido durante tanto tiempo. Todos piensan que yo soy
tu y nadie se imagina quien en realidad soy”.

— ¡Maldito seas, Luc…! – sus labios fueron acallados por un rudo beso. Que hizo poner una mueca
de prominente asco a Albus.

“Tsk, Tsk, Tsk Parece ser que aún no aprendes, Albus. Pero descuida, pronto comenzare a
adiestrarte, aun no, solo espera. No tendrás derecho alguno a negarte a ninguna petición que te
haga para cuando termine contigo, pero eso será solo cuando el Regis muera. ¡La era de mi
ascenso pronto será marcada en la vida de cada ser viviente! ¿No te emociona todo esto?”

— Lo que me produce es repulsión, asquerosa cucaracha. Nada de lo que has planeado ha salido
como esperabas. Por esa razón has estado viniendo hasta aquí durante los últimos días, ¿no es
verdad? ¡Nunca veras cumplida tu estúpida meta!

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“Parece ser que tu vocabulario se ha expandido un poco más las últimas cinco décadas que no
había venido a verte.”

— Lamentable para ti, pero mi único pasatiempo es blasfemar en tu nombre.

“No me tientes, querido Albus. Eres demasiado pecado para un solo demonio. Lástima que solo
serás para mí.”

— Tsk, maldito demonio. Espero que la gracia de los dioses siempre acompañe al joven Potter. Al
parecer es el único que te preocupa.

“En cierto modo hay razón en tus palabras. Después de todo, solo un rey puede hacerle frente a
otro. Será mejor que me valla, pronto amanecerá y debo estar listo para recibir a los estudiantes
en el comedor en el último día antes de vacaciones de diciembre; tratare de dejarte tu regalo. Un
sexy traje de leotardo”

Rio con encanto cuando Albus puso cara de no creerse lo que escuchaba antes de desaparecer.

— Ruego a los dioses triunfes en tu misión, Lagolos

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"No desees el mal a tus enemigos, Planea como hacérselos."

Entre las suaves sabanas que envolvían su piel, se movía inquieto tratando de alcanzar al cuerpo
que se suponía dormía a su lado. Tanteo la cama con suavidad no encontrando a nadie entre los
espacios vacios que lo separaban del suelo. La luz que atravesaba imprudentemente la ventana de
la habitación daba de lleno en su rostro, obligándolo a arrugar el ceño y apretar los ojos.
Ciertamente era incomodo tratar de dormir de nuevo, aun cuando había usado su varita para
cerrar las cortinas.

— ¿Harry? – soñoliento, levanto el rostro de la almohada y abrió perezoso los ojos. Harry no se
encontraba, según su escaneo de la habitación, en ningún lugar visible para sus ojos. Agudizo el
oído tratando de alcanzar el ruido que parecía provenir del cuarto de baño; se escuchaba el agua
de la regadera correr y a alguien tararear. Con la imagen plena de un Harry Potter completamente
desnudo y enjabonado en la regadera, se levantó de la cama y en dos zancadas llego a la puerta
entreabierta del baño, espiando por el resquicio el cómo, a través del cristal, suavemente Harry
pasaba sus manos por su piel.

Ser un Veela en si era malo. En otras palabras, estando cerca de su pareja en tal estado de
desnudes simplemente lo hacía ver irresistible y su otro compañero, alzado entre sus piernas,
opinaba de igual manera. Sus instintos carnales eran prioridad en esos momentos de tranquilidad
y lucidez embriagada en placer. Harry era una perdición de ensueño hecha realidad. La fantasía de
todo ser humano; la cual complacía cualquier aspecto teológico de las personas que buscaban la
perfección pincelada con detalle. Con calma y (por qué negarlo) con deseo, abrió la puerta y
comenzó a dejar las prendas de su pijama tiradas en el suelo. Harry no se había percatado de su
presencia.–.más importante era tararear aquella canción del grupo Muggle que le había
comentado la vez anterior mientras tomaban el té de las 5 – que lo que lo rodeaba. Abrió las
puertas de cristal empañadas. Estas impedían la vista de su hermoso elfo. Harry se espantó y
quedo viéndolo en shock durante unos segundos antes de reparar en quien era, lanzando un
suspiro y suavizando una mirada de reproche que se transformó en una clara invitación de
compañía.

— Cada que te veo, pienso que eres más un ángel que un mago, Harry – Draco observo atento el
cuerpo de su amado; sus sedosos cabellos caían al ras del suelo de la tina, parecían mojados, no
obstante brillaban con luz propia resaltando detalles que no había notado antes; como aquellas
líneas verdes que trascendían ente los oscuros mechones del frente que combinaban con los ojos

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cazadores del Griffindor. El cuerpo escultural y casi femenino que curveaba entre sus largos dedos,
sus largas y esbeltas piernas y – aquello que prendía de entre las piernas de Harry – que, aunque lo
había visto, olido y probado varias veces inexplicablemente hacia que sus mejillas ardieran con
fiereza arrolladora. Harry rio con soltura y cristalinidad. Draco estaba avergonzado y Harry estaba
disfrutando a sus costas. Y eso, aunque supusiera algo para estar enfadado por parte del Slytherin,
simplemente lo hacía querer ver más de aquel alegre rostro y escuchar más de aquella risa que se
asemejaba de a poco al susurro del viento en un hermoso jardín de flores – Eres perfecto – resoplo
Draco – demasiado perfecto.

— En este mundo nada es perfecto, Draco; solo existe el sentido ético humano de lo que es y no es
la perfección. Algo que verdaderamente no es importante – las manos de Harry se alzaron y
entrelazaron tras el cuello de Draco. Cerró los ojos y recostó su cabeza en sus hombros,
suspirando suave al sentir lo cálida de la piel del chico a su lado, su amado y querido Draco. Draco
apretó el agarre en la cintura de Harry, pegando más sus cuerpos y haciendo que sus íntimas
partes entraran en contacto. Harry suspiro excitado a su oído, calando sus cinco sentidos en un
mero instante – Parece que el raudo león se levantó con ganas de algo más que un abrazo – la voz
de Harry se escuchaba como un ronroneo a oídos del extasiado Veela – ¿Te parece si apagamos
sus rugidos?

Draco asintió y, para su sorpresa, Harry comenzó a descender sin despegar la vista de sus ojos –
Puede que tengas razón, pero para mí lo eres y cualquiera que estuviera en sus cinco cabales
sentidos…– un gemido salido de lo más profundo de si lo corto, trago en seco y abrió despacio los
ojos (los había cerrado de la impresión) mirando el cómo Harry burlonamente sonreía mientras
restregaba sin pudor alguno su lengua por la punta de su pene – …sabría que eres lo más perfecto
de este mundo. ¡Oh por Circe! ¿Dónde demonios aprendiste a hacer eso?

Harry soltó una risilla y respondió –: veía muchas revistas que los chicos se dejaban tiradas en la
habitación algunas veces. Así descubrí que me gustaban los chicos.

— ¿Se supone que debo de estar agradecido de eso? – una rubia ceja se alzó.

— No sé, dímelo tú – el cuerpo de Draco se sintió como si varios látigos lo hubiesen azotado
cuando Harry trago por completo su pene, masajeándolo con su lengua mientras lo entraba y
sacaba a tiempos lentos. ¡Oh sí!, ¡le daría las felicitaciones a los Griffindor’s con un viaje todo
pago! Harry, que absorto en hacer sentir bien a Draco no se había fijado de la propia rigidez de su
pene, comenzó a masturbarse al tiempo que hacia la experta felación junto con las indicaciones
que había leído con anterioridad en el catálogo especial para homosexuales de aquella revista de
su amigo Seamus Finnigan “chupa y gira mientras acaricias con la lengua.” Según la cara de placer
que Draco estaba haciendo, sacaba un diez por hacer tan perfectamente el implemento de la
teoría.

Los placenteros espasmos que comenzó a sentir lo hicieron detener a Harry, no quería
corrersetodavía. Harry lo miro algo confuso – ¿He hecho algo mal?

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— Si has hecho algo mal en esto, puedo considerarme ya muerto – Harry tuvo ganas de reír; Draco
estaba agitado bajo el chorro de agua tibia de la regadera y lo miraba con un deseo voraz. No, aún
conservaba el diez. Draco lo tomo de la cintura y lo movió hasta la pared, poniéndolo a que se
apoyara contra ella, levantando su trasero. No había que ser un genio para entender el porqué de
aquello. Descendió y, sin pudor alguno, abrió sus nalgas; dándole un beso antes de pasar su lengua
desde donde la columna perdía su nombre hasta el esfínter. Harry se sintió en un mar de
sensaciones tan conocidas y arrolladoras; era como nadar en el mar de los sentidos mismos del
placer. Draco sabía más que bien cómo hacerlo sentir de aquella forma y no solo eso, la magia
misma se involucraba cuando ambos comenzaban a darse placer mutuo: era como sentir las
vibraciones del aire mismo contemplándolos y alentándolos a que hicieran aquellas indecencias,
que para sus ojos y cuerpos distaban mucho de serlo.

Harry regreso a la realidad cuando un chillido ahogado salió de sus labios. No se había dado cuanta
de cuando comenzaron sus ojos a humedecerse ni cuando su boca se abrió agitada a lo que una
línea de saliva la bordeara descendiendo por su barbilla – Draco~.

— Con solo oír tu voz así de excitada me dan ganas de correrme, ¿sabes que tan corrompido me
tienes?

Harry tomo a Draco de la nuca cuando este se acercó a susurrarle aquello al oído y le robo un fiero
beso que le decía tantas cosas a la vez – Tanto como para morir viéndome.

Una altanera sonrisa se posó en los labios del Slytherin mientras este restregaba su pene en el
esfínter de Harry, haciéndolo maldecirse una y otra vez. A Draco le encantaba jugar en el acto
sexual (tanto como que a él le encantaba ser el juguete de aquel niño mimado). Harry se dejó
llevar por las sensaciones y Draco aparto su cabello para besarle en la nuca y dejar una marca que
luego se pondría morada – Dime Harry, ¿Qué quieres ahora?

— Que la metas a fondo dentro de mí.

Era cierto que estuvo a punto de ahogarse con eso, pero venga, ¿Quién no querría escuchar eso
viniendo de los labios de “san Potter”? mmmm, el muy maldito tendría que haber sido un incubo
en su vida anterior, ¡le estaba succionando hasta el alma! Y porque diablos negarlo, ¡le entregaría
la piel si pudiera!

Draco comenzó a introducirse lentamente, fijo en los cambios en el rostro de su querido león:
¿Harry tendría idea de lo incitante que era cuando hacia aquella clase de rostros? No.
Seguramente no tenía ni la más mínima idea; aunque estaba seguro que este sentía lo duro que se
estaba poniendo por dentro.

Aquella seria la hora del baño perfecta.

— ¡Ah, Draco! ¡Dame duro!

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De eso estaba seguro….

Tom estaba en su oficina con unos horrorosos deseos asesinos mostrados en su rostro. Nagini
estaba lejos de él con el semblante serio. No le gustaba para nada aquella clase de aura que su
protegido emanaba cuando tenía aquella clase de visiones momentáneas. Y estaba más que
segura que aquello supondría un riesgo mortal para los Mortifagos bajo el mando del gran Lord
oscuro.

— Tom, tranquilízate – siseo la serpiente, arrastrándose hasta el sillón de su amo detrás del
escritorio – Sabes bien que eso ocurriría y no tienes derecho a intervenir ni poner pautas o
condiciones; tú fuiste el primero en entrar en esa clase de relaciones y tu hijo nació de uno de esos
carnales encuentros que ustedes los magos llaman “prohibidos por la ley natural de las cosas.” Y te
apuesto que James te hubiese sermoneado.

— Lo mío fue diferente. Y James me hubiese apoyado con eso de asesinar al joven Malfoy –
replico y Nagini se rio entre colmillos.

— Sí, lo fue. Fue peor. Y no, no creo que te apoyaría – Riddle gruño y se reclino en el asiento.
Discutir con Nagini no tenía caso, la muy maldita tenía argumentos y armas para replicar a todo y
salirse con la suya, especialmente en esos momentos donde unos inherentes deseos de ver sangre
Malfoy correr se había apegado a su ADN. De no ser porque Harry no lo perdonaría (y Nagini le
daría replicas como el padre nuestro de cada día), en esos momentos iría a la mansión Malfoy y
erradicaría la última línea existente. Bien, estaba actuando muy sobreprotectoramente, Harry era
un chico adulto que sabía lo que hacía. Y además Nagini tenía razón en eso de que el loco de
James apoyaría aquello. Inclusive tenía las líneas de dialogo que escucharía de parte de su león;
“ojala pudiera verlo para ver si lo hace bien.”

— Maldigo a Merlín – paso un mano por su rostro cansado y tratando de borrar los gemidos de su
hijo de su mente – De no ser por esa maldita cicatriz…– gruño de nuevo esta vez tomando una
copa de un sorbo de coñac de su preferido – Matare a Dumbledore la próxima vez que me cruce
con él.

— Todavía tienes asuntos que discutir conmigo, deja al estúpido viejo come caramelos por el
momento. ¿Por qué no me llevaste contigo a ver a Harry? – bramo Nagini haciendo a Tom reír
internamente al haber predicho ese momento. No le resultaba difícil saber que Nagini se enojaría
al saber que él fue con su “cría” y dejo a la “abuela” fuera del asunto.

— Ya te lo había dicho…

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— “No estabas y el asunto era para rápido” no son excusas Tom. Podías haberme dicho por la
comunicación; ¡tenía tantos deseos de ver a Harry! – Voldemort rodo los ojos exasperado ante la
actitud tan materna de su amiga.

— Vale, lo siento, te llevare conmigo para la próxima. Después de todo, Harry permanecerá en la
mansión Malfoy todo lo que duren las vacaciones de invierno.

Rápidamente, Tom tomo la botella de coñac; sorprendiendo a Nagini ante esto, se tomó todo el
contenido con rapidez, desperdiciando gran parte que terminaba en el suelo o manchando el
escritorio y los pergaminos en este. Toda la educación que un señor oscuro debía tener se fue a
pique en ese momento.

— Es extraño verte en ese estado de descompostura, Tom.

— Si tuvieras piernas y brazos junto a una conexión indestructible con tu hijo que se rompe
cuando gime de manera placentera e indecorosa estarías como yo en este mismo instante, Nagini.
—Nagini descendió de la silla y camino con dirección a la puerta aun con la inmensa carcajada que
le había comenzado a salir. Claro, como no pensó en eso. Tom podía ser el mago oscuro más
poderoso, pero no podía mantener sus barreras arriba cuando su hijo era uno de los seres más
poderosos y puros de todo el mundo. Voldemort resoplo, al menos aquellos dos habían terminado
su sesión de sexo en la bañera.

— ¡Oh, por Merlín en tanga! ¡¿Qué coño no se cansan de tener sexo?!

Y, la risa de fondo de Nagini fue lo último que escucho antes de levantarse, tomar su varita y salir
con dirección a la reunión que tendría ese día con sus Mortifagos. Al menos podría desquitarse
con algunos ineptos su rabia.

Estaban en el jardín de la mansión, en el ala oeste por donde el sol salía resplandeciente. Eran eso
de las 9 de la mañana y todos los chicos (incluido Harry y Draco que acababan de llegar con unas
sendas caras plagadas de serenidad y satisfacción) estaban sentados a la mesa redonda de cristal.
Wilshire preparo un suculento desayuno para todos: tostadas francesas con huevo y jamón junto a
un vaso de zumo de naranja.

— Ciertamente es intrigante todo eso que dijiste la noche anterior, Potter – comenzó Theodore a
hablar mientras le daba a probar a Neville de un pedido particular que le había hecho a Wilshire
para el desayuno. Harry lo miro y espero a que continuara: – me refiero a los procesos y principios
de la purificación de la sangre en los sangre pura y Muggle’s con magia.

— Realmente no es algo de gran relevancia, después de todo eso debería de ser de conocimiento
común. Es nuestro derecho como magos saber nuestro origen conforme nuestros avances
respecto a nuestra semejanzas con los Muggle’s – Harry tomo un sorbo de su taza de café

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humeante. Prefería eso al zumo. Theo asintió en comprensión y también apoyaba aquella idea—.
Por cierto, pueden llamarme Harry, Theo, ¿cierto?

— Me parece bien, Harry.

— ¿A quienes piensan invitar, Harry? – Pansy miro a Potter con una sonrisa adornando sus labios.
Hermione estaba a su lado y recién había reparado, nuevamente, en que ese par se casaría dentro
de cuatro días más.

— No tengo a muchos quienes invitar – respondió Harry, mirándolos a los ojos antes de proseguir
– No sé a quienes invitara Draco, pero a los únicos que siempre considere mi familia son los
Weasley y ahora mi padre, que siendo quien es resultaría un peligro invitarlo a la boda.

— Por mi parte es igual – dijo Draco mirando dulcemente a Harry – los aquí presentes son los
únicos necesarios y que no pueden faltar. Los demás solo serán personas importantes dentro del
sistema mágico. Empresas afiliadas a las compañías de padre e inversionistas importantes. Nada
de relevancia – dijo Draco, dejando de lado toda aquella parafernalia sobre invitados que no
deseaba ver en su boda.

— No creo que sea necesario que tu padre o mi familia falte, Harry. Al final de cuentas ni siquiera
nosotros, que luchamos tantos años contra él, lo reconocimos – añadió Ron, tomando un bocado
de su desayuno. Blaise le robo un beso fugaz, ambos compartían el asiento. Harry asintió en
acuerdo, se le había pasado por alto el detalle de que el serpentino ser había desaparecido por
completo y que nadie lo reconocería a menos que hiciera un reconocimiento de firma mágica;
además asistirían muchos magos oscuros.

— Bueno, chicos, los veré dentro de, ¿un par de horas? – Harry rio ante las caras de espanto de
los muchachos. Remus aun no había aparecido y, en Howarts, ya debían de estar preguntando por
ellos. Antes de que se levantaran de la mesa para ir en búsqueda de su profesor, este apareció
dándole una lánguida mirada asesina a un sonriente Lucius Malfoy (todo lo que un Malfoy puede
sonreír). Al parecer aquellos dos habían pasado una noche tan inolvidable como estos lo habían
hecho. Harry quería reírse de la escena, pero soporto.

— Harry, ¿para qué nos veremos esta tarde? – pregunto Mione. Todos tenían la misma pregunta.
Harry solo había dicho que se reencontrarían y era cierto que todos ellos tendrían sus planes de
salida; incluso Neville que esperaba a que su abuela lo fuera a recoger a la estación de trenes con
su típica cara de réplica (no teniendo idea del secuestro implícito que Theodore planeaba hacer.
Ya había dejado la nota en casa de la abuela de Neville).

— ¿Piensan asistir a nuestra boda en esas fachas? – exclamo fingidamente horrorizado haciendo
sonreír a las amantes de la moda (las únicas dos chicas en todo el grupo). Harry puso sus manos en
su cintura y coloco una sonrisa de medio lado, tan altiva como la de un Malfoy – Además tienen

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que tener algo de ropa por el tiempo que duren las vacaciones, ¿no rondaran la mansión como
pordioseros, o si?

— Eso quiere decir…

— Son nuestros invitados aquí – termino Lucius haciendo acto de presencia frente a ellos junto a
un desenfadado Remus que aún le miraba enojado; algo claramente problemático había pasado
para dejarlos en ese estado.

— Por cierto, Harry, ¿y ese pendiente? – pregunto Mione, y todos se percataron de aquello.

— Es algo que me dejo mi padrino. Estaba en la bóveda de los Black y me lo puse hasta ahora –
rogo por que le creyeran, suspirando aliviado después de que Lucius explicara para que se
utilizaban aquel tipo de accesorios.

— Bueno chicos, vámonos, debemos regresar a Howarts cuanto antes.

Habían llegado a Howarts sin que nadie se hubiese percatado de su falta; Harry se había tomado
las molestias de sellar sus recuerdos para que nadie pudiera verlos. Realmente una habilidad muy
útil a la hora de acarrear información importante. Remus les había dicho que si preguntaban,
estaban tomando una clase de repaso con respecto a la defensa contra los ataques de algunas
criaturas mágicas oscuras.

— Descuiden, no creo que nadie pregunte nada más después de esto. Y si vienen simplemente les
diré que quería enseñarles algunas cosas que en el año anterior a mi llegada no pude enseñarles –
los chicos asintieron y comenzaron a retirarse. Todos tomaron por sus lados para no esparcir
rumores dado que esta vez Harry no podría ayudarlos con lo de los recuerdos. No debían levantar
sospechas al director.

No desayunaron, pero asistieron al gran comedor para escuchar el discurso de despedida del
director. Ese día no paso con algo que sobresaltara sus ya de por si agitados corazones. Podía que
no se enteraran de lo que sabían, pero eso no quitaba el hecho de que estaban algo nerviosos por
el tema de que lo que creían ya no era lo que era.

Mucha información que aun necesitaba ser cuidadosamente digerida rondaba por sus mentes.
Potter era una caja de sorpresas y, en cierta forma, comprendían porque en algunos de los años
estaba tan decaído. Todo le sucedía a él.

El chico había sufrido desde su nacimiento. Si se ponían en su lugar, era algo bastante choqueante
que podría llevarlos hasta la locura. Todavía se preguntaban por qué Harry Potter aún no estaba
en san Mungo recibiendo tratamiento de un especialista.

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Un par de horas después; con su equipaje recogido y haberse despedido de sus amigos
deseándoles felices fiestas, habían abordado el tren que los llevaría a la estación King Cross y
donde se reunieron en un solo vagón. En fin. Ese semestre daba por completo terminado, hora
comenzaba todo cuanto acontecimiento importante ocurriría. Solo les quedaba esperar a que
todo fuera como Potter lo quería, según su relato les había dejado claro.

— ¡Aun no me puedo creer todo esto! – exclamo Pansy después de unos minutos de silencio.

— ¿El asunto de la sangre y todo eso? – tanteo Neville cuidadoso.

— ¡No! – Negó con efusividad – Que me he dejado mi set de maquillaje de importación europea
en el castillo y no dejaran a mi elfo domestico ir a recogerlo – lloriqueo haciendo reír a los chicos y
quitando la tensión entre ellos. Hermione la consoló con un par de besos en el cuello – Aquí no
Mione – le detuvo – después no aguantare la tentación.

Las mejillas de Granger ardieron en vergüenza bajo la mirada de todos. Aun no estaba
acostumbrada a ser el centro de atención de todos; no es que su relación fuese anormal. Al igual
que la homosexualidad varonil era aceptada en mundo mágico, la femenina también lo era. Lo
único que la preocupaba era el asunto de la procreación.

— Por cierto, Granger…

— Mione, todos mis amigos me llaman así – Nott asintió, y prosiguió:

— Como decía, Mione, en el mundo mágico existe lo que es el instinto de conservación. Como has
de saber, imagino, existe una poción fertilizante para los hombres.–.Hermione asintió
reconociendo que conocía el tema de sobra. Había investigado después de ver a un par de parejas
en el castillo haciendo indecencias en los baños de Myrtle la llorona. ¡La mismísima Myrtle le
contaba todo lo que escuchaba con lujo de detalles cuando la entrevistaba! Solo recordar ese
asunto le hacía hervir la sangre en vergüenza. Theo, que vio como la mente de la chica era
tenuemente deslumbrada por caminos y senderos que no correspondían a su conversación,
continuo –: los magos mantienen como punto principal la subsistencia de su especie. Es algo
primordial en sus vidas. Son pocos los magos que existen en correlación con los Muggle’s que hay
el planeta. Por lo que se crean todo tipo de pociones para la fertilidad, inclusive en las relaciones
con las mujeres.

— Eso quiere decir que…

— En efecto, las mujeres pueden tener hijos entre ellas…

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El director recorría los ahora vacios pasillos de Howarts. Todo el profesorado se había marchado a
orden suya a vacaciones cortas. No quería a nadie en el castillo; estaba harto de estar fingiendo y
mostrándose tal cual no era. Puede que haya sido parte de todos sus planes aquello, pero era
agotador en primera instancia. Se detuvo momentáneamente al sentir, al menos un segundo o
dos, una fuente de magia de gran poder.

Agito su cabeza. Estaba imaginando cosas. Pero para no caer en sorpresas, lanzo hechizos
detectores asegurándose de no encontrar nada fuera de lo común en los pasillos. Satisfecho
retomo su caminata alejándose de las mazmorras. Unos ojos rojos se abrieron en la nada para
entrecerrarse con odio y luego desaparecer como si nunca hubiesen estado.

Llego a su oficina y dejo caer por completo su máscara de falsedad. Su cabello se tornó negro y su
barba desapareció dejando un rostro algo pálido, pero no por eso menos hermoso. Sus ojos se
tiñeron de negro y su rauda túnica morada se tornó negra. Agitando su pelo a la nada, se irguió
completamente, suspirando extasiado al poder recuperar su verdadera forma. Hacía mucho que
no la utilizaba.

Fawkes trino una melodía descompuesta ante aquello. Otra vez aquel hombre se presentaba como
era.

— Oh, mi querido Fawkes, ¿enojado? – rio dejando al final una sonrisa ladina y cruel – Que
lastima, yo tanto que te quiero – hizo un rostro triste y fingió un sollozo.

— Tan sarcástico como siempre, Lu-ci-fer – Fawkes mascullo toda letra. Los cuadros de los viejos
directores no entendían muy bien lo que ocurría, pero para Nigellus era un acontecimiento que no
dejaría pasar. Aun esperaba el momento en que tuviera la oportunidad de hablar con el joven
Potter sobre los significados de la profecía.

— Usa tu verdadera forma, cariño, me resulta un poco extraño hablar con un ave – el fénix
sobrevoló la habitación un par de veces antes de trinar incinerándose en su propio fuego para
cambiar entre las llamas de apariencia. Un joven de no más de unos 16 años; con el pelo
trascendente entre rojo y amarillo; con unos ojos azules sin iguales alguno; con unos ropajes viejo
y rotos, miraba con odio al ser frente a él – Buen chico.

— Tsk, ¡deja tus estupideces! – su rostro fue girado a la derecha por la bofetada recibida. Sus ojos
reflejaban odio e impotencia. No podía hacer nada para librarse de todo aquello en lo que estaba
atrapado. Tanto tiempo había transcurrido y no podía ni siquiera quitarse su propia vida por las
limitaciones puestas en el conjuro que estaba atrapado.

— Tus labios son la causa de tu perdición, Aeón. Creo que debí quitártelos en vez de volverte un
fénix – Comento, mirando duramente al chico antes de volver a poner su cara de burla y caminar
hasta su escritorio para sacar una botella de vino que mantenía guardada para aquellas solitarias
ocasiones – O quizás debí hacerte un ratón, son más obedientes.

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— Preferiría haber muerto – dijo con rigidez, alzando la vista al techo evadiendo la mirada de su
estúpido interlocutor.

— ¿Cómo crees que un padre puede matar a su único hijo? – Aeón crispo los dientes.

— ¡Nunca me consideraste tal cosa!

— Au contraire, mi pequeña avecilla. Siempre te eh considerado mi orgullo, pero, como he dicho,


tus labios son tu perdición. Aunque en aquel momento fue tu corazón el culpable de tu maldición.
Si no te hubieses enamorado, todo seguiría igual que siempre – subió sus pies al escritorio y se
reclino en la silla. Aeón lo miraba aun con odio – No me mires así, Aeón, todo fue por un bien
mayor.

— Dirás que todo fue por tus malditas ambiciones de poder, padre.

— Exacto. Ese es el punto de todo, poder. Todo se mueve por poder, Aeón, todo en este mundo
esta creado por un sistema complejo de jerarquía preestablecida desde el momento que nosotros
fuimos creados por “El.” – con la mano que sostenía la botella apunto al cielo. El joven fénix bajo la
mirada avergonzado de ser hijo de esa cosa delante de él – Lamentablemente en mi caída fui
degradado a un mero humano con poder mágico. ¡Toda mi divinidad se esfumo con un chasquido!
Y ahora que tengo la oportunidad de regresar a quien una vez fui, no permitiré que me arruines
los planes. Aunque seas mi hijo.–.el fénix bajo el rostro. Su amado había desaparecido
simplemente porque él lo amaba – No te sientas mal, no está muerto.

Rápidamente su cabeza subió y miro perplejo al hombre tras el escritorio – ¿Está vivo? – su voz
tembló en alegría – ¿Dónde está, donde lo tienes? ¿Qué le has…?

— No pienso decírtelo – lo interrumpió, poniendo una ladina sonrisa al ver la decaída cara de su
primogénito. Se levantó y se acercó al chico para pasarle el brazo por el hombro – Lo único que te
puedo decir es que Albus sigue tan hermoso como siempre, Aeón.

— ¡No entiendo para qué diablos lo necesitas! Al no te es necesario de ninguna forma. Lo


engañaste desde el primer momento y yo, que lo amo de verdad, fui el único en obtener
verdaderamente su corazón. ¿Por qué no nos permites estar juntos?

— El corazón de Albus debía ser mío. El simple hecho de que se hayan entregado mutuamente es
suficiente delito para ti como para recibir el castigo que ahora cargas, Aeón. Albus es una de las
piezas que necesito para alcanzar mi meta; ¡su corazón me debía pertenecer por completo! –
enojado, dio otra bofetada que tumbo al chico al suelo. Su labio estaba partido y la herida ardía
como mil demonios. Lucifer lo miro con severidad antes de girarse para tomar su capa de viaje y
volver a transformarse en el anciano director – Vuelve a tomar tu forma de fénix.

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Aeón asintió. Le era imposible desobedecerlo por cuestión del estúpido hechizo, por lo que
simplemente se transformó y quedo trinando tristemente en son de su perdido corazón.

La brumosa niebla caía sobre las oscuras calles del Londres Muggle. Eran más de las ocho de la
noche y las luces de la ciudad titilaban como un mar de estrellas en la tierra. Sobre la capa
indescriptible de nubes que cubrían el vasto y oscuro cielo, la luna menguante miraba embelesada
a la humanidad junto a un grupo de curiosas estrellas a su lado. Una sombra se movía entre los
callejones deshabitados, sucios y tan llenos de peligros; su cuerpo estaba cubierto por un gran
abrigo y su rostro oculto tras un sombrero de copa. Reviso en ambas direcciones antes de sacar
una fina varita y apuntar hacia el muro a su derecha:

— Finito Incantatem – el susurro del hechizo hizo al muro comenzar a moverse, reorganizándose
ante él mientras comenzaba a formarse una puerta que dejo escuchar un grave sonido desde
dentro. Música salía a todo volumen, llenando sus sentidos y haciendo que sus labios se curvaran
en una macabra sonrisa. No cavia duda de que estaba en el lugar correcto.

Descendió por las escaleras, presentándose con el guardia de la puerta mostrando su varita;
realmente creía que eran idiotas. Solo un puto mago podría abrir esas puertas, o en efecto, una
criatura mágica como la que estaba buscando en esos momentos.

— Bienvenido sea al Alkale Night.–.y las puertas se abrieron mostrando un completo mundo
diferente, donde el baile y el alcohol era el pan de cada día. Donde se encontraba a quien buscaba.

Rápidamente se movió entre magos que estaban danzando una de las canciones de un grupo
Muggle de música metálica. El alcohol – literalmente – llovía por todas partes. (Los que estaban
bailando tiraban todo el contenido de sus copas).

— ¿Desea algo de tomar? – el cantinero lo miro con desconfianza.

— Sí. Dame un Moon shrine – los ojos del cantinero se entrecerraron antes de tocar un botón bajo
la barra. Una puerta se abrió del lado derecho, por donde el encapuchado entro y vio una
trampilla en el suelo.

— Disfrute de su copa…

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“El alma se cura estando con los niños.”
¡Sin doble sentido, pervertidos!

Al posar sus pies en el suelo, luego de notar el penetrante olor del moho y el acero oxidado, vio
que todo en rededor era oscuridad. No podía ver bien por el momento, no hasta que sus ojos se
adaptasen por completo, y dudaba que tardara mucho. El suelo en rededor estaba lleno de agua,
logrando humedecer sus botas de piel de dragón. Hizo una mueca desagradable ante eso y el
sonido escabroso de las tuberías fijas en la pared que goteaban incesantes. Luego de esperar unos
minutos en los que sus pies se humedecieron más, logro vislumbrar a la lejanía dos antorchar
posadas cerca de lo que parecía ser una vieja puerta de acero.

No lo dudo dos veces para encaminarse a aquel sitio. Necesitaba dar con el paradero de aquello
que buscaba y, especialmente, deseaba que esta vez no fuera una información falsa como las otras
en los últimos años. Logrando llegar a la puerta, la aprecio con aprehensión y detalle. Las runas
inscritas y los sellos rotos en los bordes eran un indicio para él, pero también podía ser falso como
los otros lugares antes que ese.

Antes de siquiera tocar, la puerta se abrió por si sola y una suave brisa azoto su rostro y su
capucha ondeo suave haciendo que la sonrisa oculta bajo esta pudiera apreciarse un poco más.
Más allá de aquellos detalles en runas en el marco, todo estaba oscurecido por lo que parecía ser
una densa neblina, o eso parecía.

— Me es extraño tener visitas sin “previo” aviso. Y más impresionante es que sea un “caído” – una
voz con tintes de oscuridad inundo sus agudos oídos haciéndole ensanchar más aquella sonrisa. Su
búsqueda al fin había acabado en este lugar y eso le alegraba de sobremanera – ¿Qué deseas tú,
que tienes tus alas “rotas”de mí, un “pecado,” para llegar al punto de venir hasta aquí?

— He venido a proponerte un trato, “pecado.” – respondió, sin atisbo alguno de nerviosismo en


su voz. Se adentró a la habitación y camino entre la oscuridad a paso seguro con sus manos en sus
bolsillos, atravesando la neblina que parecía disolverse tan solo al tocarlo – Quieres salir, ¿no?
Puedo darte esa oportunidad.

Una dulce carcajada, con matices oscuros, abrazo la oscuridad y lo hizo temblar un poco. Era una
extraña sensación, reconfortante, pero extraña. Se detuvo cuando sintió el poder de las barreras
incrementarse, impidiéndole el paso más allá de aquel punto. Unas runas que parecían ser
antiguas se iluminaron levemente de azul y dieron un poco de lumbre al desmadejado cuarto. Al
final de la habitación, atada con gruesas cadenas y rodeada de un incontable número de sellos,
una figura con raídas ropas, sucias y viejas, reía con locura y diversión.

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— Perdona mis modales, pero creo que he comenzado a escuchar desvaríos. Según puedo sentir,
tu poder es insuficiente como para siquiera destruir mis “ataduras” – comento jocoso, dando una
sonrisa de lado a la encapuchada figura de su invitado – Lamento no tener asientos o, al menos,
algo que invitarle, pero deberá entender que no salgo bastante de este sitio. La última vez fue
hace más de 500 años.

— Tienes un humor bastante negro, ¿eh? – retiro su capucha y dejo que, entre la oscuridad
levemente matizada por el brillo de los sellos que impedían su paso, la figura moribunda pudiera
verle mejor. Sus ojos de un azul oscuro y profundo llamo la atención del encarcelado, mas,
aquellos finos labios seguidos de la respingada nariz, y no olvidarse del rizado cabello casi tan
oscuro como las plumas de los cuervos, fue lo que mejor vislumbro de aquel refinado rostro.

— Y yo he de aceptar que eres bastante hermoso, chico – sonrió, mostrando dos alargados
caninos entre los filamentos de sus dientes – ¿No te gustaría mantenerla por toda la eternidad?

— He de declinar su oferta. La inmortalidad no es algo que necesite – dijo, encogiéndose de


hombros y transfigurando con un movimiento de su mano derecha, una roca en una silla
aterciopelada estilo trono de color rojo y madera oscura.

— Lamentable, entonces. Pero volviendo al tópico de su “visita” debo decir que es la primera vez
que escucho tanta insensatez en tanto tiempo. Y he de agregar que es bastante – el joven frente a
él tomo asiento y cruzo elegantemente sus piernas. Ciertamente era tentativo y no dejaba muchas
cosas a la imaginación con tan galante y bello porte.

— ¿No fue la insensatez de “ciertas” palabras lo que lo llevo a donde está ahora? – chasqueo la
lengua cuando escucho aquello. Aquel chico era un poco más hábil en el uso de las palabras y,
bueno, tenía más ventajas que él ya que este parecía conocer ciertos detalles de su encierro –
Volviendo al tema, ¿te gustaría ser libre de esas cadenas? No estoy jugando, mis palabras son tan
seguras como el decir que esas cadenas que te aprisionan pueden ser removidas.

— No hay día en el que no espere estar libre, mon petit chat. Y no es que dude de tus palabras,
pero sigo diciéndotelo, tu poder es insuficiente siquiera para destruir esta barrera – negó antes de
sonreír. Al menos era agradable tener una conversación decente después de aquel tiempo solo. Y
no es que el conversara mucho con los seres que “iban” a visitarle para darle su “alimento” –
Ciertamente mi curiosidad es grande, por lo que he de preguntar, ¿Por qué tienes tanto empeño,
joven Nephilim*, en liberarme de este sitio?

— Necesito de tu poder para poder entrar a un lugar donde ya no soy aceptado – hizo una mueca
de dolor y luego entrecerró los ojos con tristeza. Nada de aquello paso desapercibido por el
encarcelado. Ese chico resultaba interesante (dejando de lado que lo atraía de una manera un
poco fuera de lo cotidiano) – Puede que no tenga el poder de liberarte de aquel sello que te
aprisiona, pero puedo al menos sacarte de este lugar. Solo acepta y te daré las condiciones para
esto.

— Sabía que no sería tan fácil hacer un simple trato de libertad. Al menos dime tus condiciones y
puede que acepte. Ya que, si quisiera ser libre, solo tendría que esperar algunos años más y el

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poder necesario que he estado recolectando me liberaría de este maldito sello de castidad – rio
quedamente al ver las mejillas del chico enrojecerse.

— No mataras ni te alimentaras de nadie, yo seré tu fuente de alimento. Y acataras todo lo que te


diga del momento en que te libere al momento en que el trato llegue a su fin – otra oleada de
locura lo golpeo con la mofa oscura de su interlocutor. Podría decirse que era un sentimiento
escabroso y poco natural, pero era ciertamente interesante sentir todo aquel poder oscuro
traspasarle el cuerpo.

— Eres interesante. Te daré una última pregunta, ¿Cómo piensas devolverme mi poder? – sonrió
de lado y ondeo su oscuro pelo mostrando así la mitad de su rostro. A pesar del tiempo
transcurrido y que su cuerpo estaba marcado por cicatrices que no podía curar por el sello, seguía
siendo hermoso.

— El “grave of María*” ha sido liberado – el aire parecía haber sido cortado en ese momento. El
silencio se asentó entre ambos y la seriedad tomo posesión del rostro del prisionero. El joven se
levantó con ceremonia y camino más allá del límite del sello, haciendo vibrar los muros y que
rayos y un brillo casi cegador se apoderara de lo que antes fue aquella oscura habitación. Para
sorpresa del prisionero, el Nephilim, que parecía brillar con luz propia, absorbiendo el poder del
sello, destruyo la barrera y se acercó hasta él, tomando su rostro y levantándolo para que sus ojos
se enfrentasen – Ciertamente, tu mirada me confirma cuanta emoción posees al oír esto.

— No tengo emoción alguna al escuchar eso. Si sabes tanto como parece, has de conocer también
el significado de que, el grave of María, haya sido despertado – su voz sonó como un susurro, pero
aun así hizo vibrar cada parte del Nephilim con emoción. Nunca había sentido algo así, y, para su
perplejidad, el hombre al que miraba parecía saber todo lo que pensaba. Cosa que lo hizo sentirse
de alguna manera morbosa, excitado – Alguien tiene en su poder el contenedor de todo lo que
antes fue mío. En otras palabras, después de tanto tiempo, ha aparecido un nuevo dueño para mi
poder.

— Te equivocas en eso, Vladimir tepes – Sonrió de lado ante la sorpresa que logro vislumbrar en
aquellos ojos de color rojo cuando pronuncio su nombre – Tú “poder” sigue siendo tuyo, no ha
encontrado nuevo dueño.

— ¡El grave of María solo puede ser invocado por su dueño! Dime quien otro, aparte de mí, podría
despertarlo, ¿eh? Solo su nuevo poseedor podría hacerlo. Nadie más podría – desvió el rostro
haciendo que, su invitado, se levantara y lo mirada desde arriba. ¿De qué demonios valía estar
ahora libre si su poder ya no respondería a él?

— Sabias que, existe “una llave maestra” para todo lo que existe en este mundo – los ojos de
Vladimir se posaron de nueva cuenta en él y luego bufo pensando en lo idiota que sonaba todo
aquello. Podría ser verdad que existiera una llave maestra, pero era imposible que estuviera
devuelta tan solo a poco tiempo de su desaparición – El Regis está despertando, y en sus manos
esta, el grave of María.

El cuerpo de tepes se sintió estremecer. Su propio cuerpo se sintió atemorizado ante esa
afirmación que su interlocutor le estaba contando.

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— ¡Él no puede haber regresado! Ha pasado muy poco tiempo y, Eso solo pronosticaría…

— Otra “caída” o posiblemente la salvación de todas las especies. Por eso estoy aquí, para pedir
tu ayuda. Si logramos obtener lo que estoy buscando, la “caída”puede detener. Ayúdame, por
favor, bríndame tu poder – sus ojos brillaron en expectativa. Puede decirse que Vladimir se sentía
atravesado por aquella mirada. Bajo el rostro y sonrió de lado.

— Tienes mi absoluta obediencia joven Nephilim – no tenia de otra más que aceptar el trato. No
podía creer lo que estaba ocurriendo, pero debía prepararse para lo peor – ¿Puedo conocer su
nombre, joven amo?

— El nombre que me fue por mi padre, dado aquel día, el día de mi nacimiento fue, Ciel – al decir
esto, sus manos brillaron y los sellos interpuestos en su camino comenzaron a arder. Las ataduras
que detenían a Vladimir comenzaron a destrozarse, como si una gran cantidad de presión fuese
puesta en ellas. El mayor sello de todos, el mágico a sus espaldas, el tetragramaton* de cinco
picos, lo atravesó y se acerco al joven Ciel, quien poso su mano extendida hacia él y comenzó a
absorberlo – Obert, ànima en pena, segells sagrats, sang de l'hereu, passió de l'amo, destí incert.
uneix les nostres ànimes* – En el dorso de sus manos apareció el sello que antes estaba en las
paredes, deteniendo todos los movimientos del vampiro – Ahora estas ligado a mi hasta que seas
realmente libre. Ven conmigo, Vladimir tepes.

Rayos caían incesantes, atravesando el oscuro cielo y azotando con la planicie destrozada de
aquella ciudad en ruinas. Edificios desquebrajados y, nada en rededor más que destrucción y
soledad era lo que lo acompañaba. Ni siquiera los cuerpos de los muertos estaban a su alrededor o
indicio alguno de que alguna vez, en esa ciudad, algún ser humano vivió. En uno de los muros aun
intactos de concreto, él estaba atado, con sus manos en alto y, lo que parecía ser una espada,
atravesaba su estomago. Su sangre formaba el dibujo de dos hermosas alas desplegadas.

— ¿De verdad creías que podía hacer algo contra él, chico? – una lúgubre voz lo hizo levantar la
vista de la fina hoja de acero que tenia partiéndolo por la mitad. No era doloroso, pero se sentía
ciertamente extraño tener eso atravesando sus intestinos. Fijo su vista en la nada y, a sus oídos
llegaron risas y gritos, sonrisas de alegría y rostros sin vida de gente que desconocía
completamente – No pudiste salvarlos aquella vez, ¿Qué te hace pensar que ahora lo harás?

— ¿Quién eres? – su voz fue un murmullo que se expandió en la nada. Le dolía la garganta y sentía
que pronto dejaría de hablar.

— Soy quien te permite ver la realidad de tu futuro – ante él, dos enormes alas negras se abrieron
con esplendor y, cuando fijo la vista en el suelo, se encontró con una de sus formas Animagas. Un
león oscuro con dos hermosos ojos de un verde escarlata sin igual – Yo soy una de las respuestas a
todas tus preguntas. Ven conmigo, te dejare ver lo que una vez perdiste.

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Las cadenas que ataban sus manos, se redujeron a cenizas y la espada que estaba en su estomago
despacio haciéndolo caer de improvisto al suelo. Sin pensarlo dos veces, bajo la mirada
escrutadora del león, se levanto y comenzó a seguirlo – ¿Por qué estaba atado, en ese muro?

— Tú mismo te ataste, o al menos, tu otro yo lo hizo – respondió el león rugiendo hacia muro que
empezó a brillar, pasando imágenes inconexas de personas desconocidas – Esta es, tu línea de
vida. Donde todos tus recuerdos residen, y todas tus vidas pasadas interactúan entre sí.

Antes de que si quiera pensara seguir al león, una mano lo agarro del bazo y lo hizo estrellarse
contra un muro aledaño. Se levanto adolorido y ante el contemplo al león observándole mientras
una figura conocida, o eso parecía, le acariciaba la crin.

— ¿Por qué demonios has hecho eso? – pregunto con el ceño fruncido y la voz alzada. Le molesto
en gran medida y ciertamente le dolió como el demonio el golpe que recibió. Su cabello danzo al
levantarse y sus ojos brillaron con enojo, mas no pasó de allí – ¿Quién eres?

— Seria la personificación de todo tu poder, o algo así – el león gruño y, para Harry, pareció una
carcajada burlona. El ser delante de él, acariciando al león, estaba vestido como un príncipe de la
edad media. Su cabello era rubio y sus ojos parecían dorados mesclados con azul –.Puedes
llamarme Arthur.

— Bueno, Arthur, ¿Por qué demonios me lanzaste así? – su ceño se frunció y su resoplido pareció
darle vida al lugar. El joven príncipe rio un poco y se acerco para acariciarle la mejilla.

— Aun no estás listo para ver todo aquello – Respondió, con una sonrisa maternal antes de pasarle
una mano por la cabeza – En aquel lugar – dijo apuntando al muro donde antes planeo entrar –
solo hay dolor esperándote, joven Potter. Memorias que van de la mano con desdichas de la vida y
de un destino poco favorable que una vez te toco.

— ¿Cómo lo sabes? – volvió a preguntar, esta vez intrigado.

— Porque son mis recuerdos, de mi antes de ser el Regis – Harry abrió grande los ojos al estar en la
presencia que todos los seres mágicos le nombraban. La sonrisa de Arthur lo tranquilizo y lo hizo
pensar que estaba en un país lleno de maravillas inimaginables, aunque ciertamente, estaba
parado en un lugar que pareció ser arrasado por una guerra donde todo ser viviente desapareció –
Tú, siendo yo, eres mi sucesor al trono de la vida, Harry.

— ¿Trono, de la vida? – pregunto curioso mientras seguía al joven príncipe y al león que se había
encogido y ahora figuraba como un pequeño gatito con dos alas minúsculas en su espalda, en las
manos de Arthur. La devastación estaba por todos lados y las nubes, que seguían cargadas de
truenos y centellas, amenazaban con blandir su furia contra la tierra.

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— El Regis, es el rey del mundo. Tú, siendo el Regis, eres amo absoluto de toda forma viviente en la
tierra. O algo así – Harry bufo ante eso y le dio una mirada escrutadora al joven rey, según lo que
este mismo había dicho.

— No quiero ser alguien que manipule a otros a su conveniencia.

Arthur sonrió ante esas palabras – Creo que no entiendes bien el concepto de ser un rey, Harry –
Harry bufo y Arthur rio quedamente – Podrías decir que un rey es alguien que manipula, pero eso
solo es si el rey lo desea. Un rey es alguien noble que gobierna y da confort a los menos agraciados.
Sería lo mismo que harías siendo Lord Potter, con los puestos de aquel llamado Winzengamot:
impartir justicia y equidad. No obstante, la existencia del Regis es esencial para este mundo, y mi
turno está por terminar.

— ¿Por qué? – cuando llegaron al límite de la ciudad, todo era nada. Todo más allá del límite de
esta era solo un blancor único que parecía tragarse absolutamente todo. Arthur extendió una
mano y Harry, la tomo. Cuando Arthur poso un pie en el blancor refulgente de aquella nada, todo
desapareció detrás de ellos y delante, un hermoso paradigma de un lago y la naturaleza, los rodeo.
Era esplendoroso y Harry pareció suspirar al sentirse tan tranquilo y en paz. Algo muy diferente de
la escena anterior que parecía haberle dado escalofríos todo el tiempo.

— Gaia es nuestra madre y nosotros somos sus mensajeros como una vez fue establecido – dijo –
Nosotros, siendo hijos de Gaia, somos la conexión de la vida de esta a los seres descendientes de
ella. En otras palabras, si nosotros, o tú, no existiésemos, la magia desaparecería por completo. Y
así toda forma viviente sobre el plano terrenal. Y con respecto a mi tiempo, he sustentado el trono
del Regis durante siglos siendo un simple mortal con poder. Un mago, como ustedes los llaman,
esperando a tu llegada. Tú eres yo, aun conectado a Gaia y yo soy tú y a la vez una existencia
unilateral con pensamientos propios; somos la misma hoja de una espada. Harry Potter, he llegado
a mi límite sosteniendo el mundo como alguien simple y común, es momento que un verdadero
inmortal tome el trono de la vida.

Harry, sorprendido, quedo atónito ante aquellas palabras. Podría esperarse cualquier cosa al
saberse reencarnación de un rey importante, pero eso era demasiado. En otras palabras, el era la
razón de vida de todas las cosas que respiraban y se movían.

— El Regis es hijo mismo de la madre tierra, Gaia, nacida del poder de Dios y, posiblemente igual a
este. Simplemente posees un cuerpo mortal, pero ahora mismo eres, siendo un elfo antiguo, un
inmortal. Gaia es el centro de la vida en el universo. La primera hija de Dios, quien sustenta la vida
de todas las formas existentes y, quien posee el poder para lograr batirse con el todo poderoso
creador – Harry estaba anonadado y tan sorprendido que no podía articular palabra alguna ante
tal revelación – Eso es lo que desea nuestro enemigo, tu enemigo. El poder de batirse con Dios.
Tomar su lugar como creador, como nuestro abuelo, podría decirse. Pero para ello necesita
devorar a Gaia y para alcanzar eso, necesita eliminarte a ti.

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— Esto es, Merlín, increíble – Arthur rio quedamente. Harry sentía que todo su cuerpo temblaba y,
sin lugar a dudas, eso era algo que estaba comenzando a posarse con más peso que sus
responsabilidades anteriores sobre sus hombros.

— Jamás pensé que mi padre llegaría a ser tan famoso – Harry casi dejo de respirar mientras
apuntaba con un dedo acusador a Arthur. Olvido todo lo dicho y miro con impresión al joven rey
(aun a sabiendas que este era más antiguo de lo que creía) – Oh, sí, Merlín el grande era mi padre
y yo, era el rey legítimo de Camelot al igual que el Regis de aquella época.

Antes de que Harry dijera nada, Arthur le golpeo en la frente con un dedo haciéndolo salir del
sueño como si saliera de un lago helado. “hablaremos después, joven Potter”

Draco estaba a su lado, mirándolo preocupado mientras el solo negaba tranquilizándolo. Había
despertado con un ensordecedor grito; pensó que moriría mientras la oscuridad se lo tragaba con
gula. La luz del sol lo baño y se sintió tranquilizado de repente luego del beso de su pareja.

— Solo ha sido una pesadilla, amor, no te preocupes. Luego te lo comentare – Draco sabía que le
estaba ocultando algo, pero confiaría en que Harry le diría todo cuando estuviera listo. La anterior
tarde se la habían pasado de compras después de que los chicos arribaran de Howarts. Pansy se
había tomado las molestias de ponerles una correa a todos para llevárselos de compras. Para
Harry, ciertamente, fue el día mas largo de toda su vida. Se la habían pasado de tienda en tienda
(de alta costura y categoría que Pansy conocía), viendo todo tipo de traje celebre y conformista
para pasar los días en la mansión Malfoy a partir de la semana siguiente, ya que primero debían
informar a sus familias de todo (o una parte resumida contada por Harry como excusa) del porque
de sus decisiones. Y también presentar formalmente a sus parejas.

Era la primera vez que Harry pensaba que las mujeres eran algo de temer. Y más lo era tener a un
Draco con obsesión por la moda acompañando a dos eruditas de la tela.

Tuvieron el día mas ajetreado de todos. Pero al final, lograron conseguir todo cuanto pudieron.
Inclusive habían descubierto cierto secretito que Ron y Blaise estaban escondiéndoles. Al parecer,
Ronald estaba embarazado de unas pocas semanas y ellos lo estaban guardando para el día más
presuroso a revelarlo; cuando Blaise le pidiera matrimonio.

Lo más terrorífico fue, que las chicas al enterarse del embarazo, había arremetido contra una
tienda Muggle de ropa de bebes junto a los futuros padres. Suerte que pensaban que las parejas
eran normales, sino hubiesen tenido problemas obliterando las memorias de tantos Muggle’s
curioso que se acercaba a oír los gritos histéricos de Pansy y Hermione que compraban todo
cuanto les gustaba.

— ¿Cómo han pasado la noche? – pregunto Lucius, con Remus a su lado que le serbia, a gusto
propio, una taza de café caliente. Harry se acerco; había pasado una agradable ducha junto a
Draco. Desde hacía un par de días que habían comenzado a disfrutar (en más de un sentido) de la
regadera juntos. Harry se había decidido a contarles lo del sueño y todo con respecto a lo del

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Regis, al igual que a su padre, ya que en estos momentos la presión lo estaba aplastando. Por lo
que tener ayuda de gente mayor y mas experimentada seria de gran relevancia.

— Muchas cosas han pasado – comento Harry, impresionándolos a todos por la seriedad con lo
que había dicho aquello. Draco alzo una ceja expectante ante el tono de su amado elfo. Harry se
había levantado extraño (aunque eso no le quito lo excitante en el baño, para nada) – Con
respecto al sueño, Draco, tengo algo que contarles a todos. Algo que pone las tornas de lado. Y es
algo mas cojonudo que lo que les conté en la cena la otra vez.

— ¿He de llamar al Lord? – Harry asintió y Lucius le dio las indicaciones a Wilshire para que fuera
en busca de su amo. El príncipe, a su manera de ver, era alguien más intrigante de lo que nunca
antes pensó.–.Por el momento, comamos a complacencia antes de que el Lord arribe. Así
podremos pasar al jardín y hablar un poco más calmos todo este asunto referente a lo que nos
tengas que decir.

Lord Voldemort arribo a la mansión Malfoy con cara de preocupación. Ciertamente estaba
ocupado y le había intrigado que su hijo lo hubiese llamado tan temprano en la mañana. Había
algo que lo hacía estremecerse, y eso, siendo el Lord Voldemort, no auguraba nada bueno.
Después de lo de la reunión con sus Mortifagos, informándole solo a los más seguros de sus
subordinados sobre los detalles de Harry siendo su hijo, y lo de la pureza de sangre con respecto a
los Muggle’s y posibles nacimientos de nuevas familias sangre pura luego de la guerra, hubo algo
que tomo posesión de sus ya extintos sentimientos. Era algo que se le había quedado atravesado
en la garganta y no podía salírsele, y posiblemente tenía que ver con Harry y el asunto que aun no
habían tratado.

La elfina domestica lo había guiado hasta el jardín, donde su hijo, junto a su pareja y Lucius junto
al hombre lobo, lo estaban esperando.

— Buenos días, mi Lord – saludo Lucius, siendo seguido por el saludo de Remus y el de su hijo. El
devolvió el cabeceo y miro a Harry.

— Buenos días, padre – saludo Harry, invitándole a tomar asiento junto a él. Tom tomo asiento y,
detrás de él, apareció Nagini diciendo una que otra indecencia que hicieron a Harry reír con
soltura – Buenos días, Nagini – la saludo cuando esta repto por la silla de Tom y se coloco en su
regazo, con la cabeza en la mesa escuchando atenta.

— Buenos días, Harry – pareció sonreírle, cosa que extraño a los que no entendían el Parsel.

— ¿Para qué era requerida mi presencia tan temprano en la mañana, Harry? – pregunto, Tom,
mirándoles a todos con aquella profunda mirada antes de servirse el té.

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— Quería hablarles a todos de la verdadera profecía y, de quien soy la reencarnación – Tom se
detuvo, mirando inquisitivamente al joven Potter al igual que los otros tres pares de ojos – No
había comentado esto porque necesitaba primero encontrar las respuestas a algunas preguntas
con respecto a esta.

— ¿Ya las has encontrado? – pregunto Remus, y Harry asintió quedamente. Suspiro y relajo los
músculos antes de comenzar a resumir las cosas.

— La profecía simplemente establecía que, estando en peligro, mi padre me salvaría y me


marcaria como su igual – Levantando un mechón de su cabello, mostro la marca en forma de rayo
de su frente haciendo a Tom suspirar disconforme ante esta; lamentablemente, fue la única
opción que tuvo en aquel momento que sintió el peligro sobre el pequeño de su querido James –
Y la otra parte de esta simplemente dice que yo regresare, una vida pasada en esta presente,
como algo que siempre se espero.

— Es intrigante, debo añadir – dijo Lucius, con el ceño fruncido ante esto.

— Lo mas intrigante seria, ¿a quién estoy reencarnando? – susurro con una sonrisa marca
Slytherin (enseñada por Draco mismo) de lado – Y de eso se trata mi sueño de anoche.

— ¿De la que te levantaste todo sudoroso y temblando? – pregunto Draco y este asintió. Mm,
nunca espero a que Harry comentara aquello tan rápido.

— Yo soy la reencarnación del rey Arturo de Camelot, hijo de Merlín el grande, y reencarno como
el Regis regente de este mundo...

Todo era escombros en ese momento, nada parecía tener sentido, pero según podía entrever todo
tenía que ver con el ser que lo estaba acompañando en ese momento. El Night club al que había
entrado la noche anterior estaba derrumbado y las personas que antes estaban allí, al igual que el
que atendía el bar, se habían convertido en muñecos.

— Esa edificación, al igual que los que estaban dentro, la había creado para atraer personas para
así poder alimentarme – Había explicado encogiéndose de hombros – Era para lo único que podía
usar el poder que me quedaba, y era la única manera de atraer personas hacia mí. Descuida, no los
mataba, de nada me servía quedarme con los cuerpos sin vida y, ciertamente no quería
transformarlos en futuros vampiros.

— Bueno, de acuerdo. ¿Te parece bien si vamos a por ropas que te queden mejor que eso? –
Vladimir asintió, siguiendo al que sería algo así como su amo. Le había asombrado cuando había
cambiado el mundo en todo el tiempo que estuvo encerrado. Las personas ya no conocían quien

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era él; todo el mundo en su época decía su nombre con terror en los labios – Te dije, nosotros
cambiamos radicalmente lo que era este mundo. Desde la época del último Regis, los humanos
dejaron de conocer lo que era la magia. Exactamente llevas más de 1500 años encerrado en aquel
lugar, mi querido Vlad.

— Impresionante, juraba que era más de 500 años, pero al parecer he estado más allí – comento
con desdén y una mueca de asco en el rostro – razón que explicó por qué el Regis está de vuelta.

— Para tu memoria serian exactamente eso, pero Cromwell te había dormido por mil años y
cuando despertaste no tenias noción del tiempo, por lo que imaginaste que era un día después de
tu encierro o algo por el estilo – Ciel se encogió de hombros y entro acompañado de Vlad a una
tienda de ropa común y corriente. La gente los miraba extrañado y la dependiente estaba a punto
de sacarlos a la calle por estar empañando la belleza del lugar – Disculpe, pero, ¿cree tener una
talla que le quede al joven aquí? – mostro una gran cantidad de dinero que hizo a la dependiente
ahogarse en su propia imaginación.

— ¡Por supuesto! Por favor, pase al probador – Vlad alzo una ceja en señal de intriga ante la
forma de manipular que tenia Ciel, haciéndole soltar una sonrisa de lado que hizo que suspiros de
mujeres fuesen escuchados. Oh, aun no perdía ese toque. Acompaño a Ciel a los probadores y se
adentro a la espera de los cambios que se probaría.

Después de más de una hora, donde ropa iba y venía, Vlad al fin salió con un traje Gucci de color
negro, con una camisa branca por debajo del chaleco y la corbata en la mano al no saber
ponérsela.

— ¿Cómo se supone que va esta cosa? – alzo una ceja y apunto a la corbata en su mano. Ciel rio y
se acerco para tomar la corbata y luego pasarla por el cuello de la camisa. El olor de Ciel, para
Vladimir, era embriagante y tentativo. Hacía mucho que no probaba bocado alguno y, ese parecía
el mejor momento para hacerlo.

— ¡Oye! Estamos en público – Vlad sonrió lobunamente y halo a Ciel tras el vestidor. Nadie se
percato de esto, y la dependiente estaba muy ocupada contando los fajos de dinero tras la caja
registradora.

— Entonces aquí estaremos seguros – dijo, y oliendo su fragancia, clavo sus colmillos en el blanco
cuello del chico, cerrando los ojos excitado al sentir como su boca era llenada por aquel exquisito
liquido con esencia mágica.

— ¡Ah! Eres un maldito pervertido, ¡ah! Mira que morderme de esta… manera – gimió y se
estremeció. Cierto que el mismo se había ofrecido a ser el alimento del vampiro, pero eso no
adjudicaba que podría ser cuando este quisiera. Por el momento lo dejaría, era la primera vez
después de tanto tiempo que se alimentaba después de todo, o ¿no?

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“El arma más poderosa no es la que se sostiene o dispara,
Es la imaginación que las crea; la mente es peligrosa.”
Una neurona.

Querubines de cristal danzaban y jugueteaba en el aire con sus pequeñas trompetas. Mariposas
imperiales, de un azul cielo único, les seguían el paso entretenidas con la música de los violines.
Una alfombra verde adornada con hilos en rojo, dorado y plata guiaba un largo camino desde la
parte trasera de la mansión hasta el jardín, donde un hermoso arco de flores era el centro de
atención en ese instante. Los pavos reales contenían un hechizo solar en las plumas de sus colas,
haciendo más hermosa y deslumbrante el escenario. A ambos lados de la alfombra varias hileras
de sillas estaban mirando al frente, con sus respectivos ocupantes, esperando a la clausura del ave
maría de los violines.

Los invitados, que eran solo unos pocos: Familia y amigos, estaban nerviosos. Más que el mismo
dueño de la celebración. Draco estaba parado en el altar, con una mirada serena, pero aun así no
dejaba de pensar en cuanta cosa podría interponerse en ese día que para él era el más especial de
todos. A su lado, Lucius, su padre, ponía una mano en su hombro, siendo conocedor del
nerviosismo intangible que rodeaba a su primogénito en ese instante.

— No es como si el novicio se fuera a escapar, Draco – comentó, con un deje de burla en su seria
voz, que su hijo supo captar muy bien. Draco frunció ligeramente el ceño mirando a su padre con
desaprobación, mientras retiraba una pelusa inexistente que arruinaba su gallardo porte. Estaba
vestido con la túnica que se tardo más de 4 horas (sin exageraciones) en elegir. Mione y Pansy
fueron muy minuciosas en su elección con respecto a la ropa de gala para ese día – teniendo el
permiso exclusivo de toda la familia para hacer y deshacer todo en cuanto le viniera en gana – por
lo que, ellas, siendo las mejores amigas de los futuros esposos, decidieron echar manos a la obra
en vestirlos y arreglarlos para el desenlace en el altar erigido en honor de aquel suceso.

— Lamentablemente, es algo por lo que no puedo dejar de estar nervioso – respondió, suspirando
y mirando, por decima vez, a la puerta de donde saldría su atractivo elfo, vistiendo las ropas que,
por ningún motivo, le permitieron ver. (Mione había dado la excusa de que ver al novio antes de la
boda era de mal augurio). Por lo que se tuvo que resignar a la desesperación del momento – La
información podría haberse filtrado, Dumbledore pudo haberse enterado. Sabes cómo son los
medios, padre. Cualquier cosa que sea noticia, amerita romper toda regla.

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— Ya te lo dijimos, Draco – amonesto Pansy que a su lado había estado todo el tiempo, igual de
nerviosa, esperando al arribo del otro novio. Ella había sido elegida como una de las madrinas para
la boda, por lo cual era obvio el por qué vestía aquel vestido, de un tono verde escarlata, de
prominente escote. Su cabello estaba amarrado en un precioso moño, adornado con ciertas
alhajas preciosas. Su cuello portaba las joyas familiares de la familia Parkinson, heredadas a su
única hija. Uno de los lados del vestido caía al ras del suelo, asemejándose al flujo del agua,
mientras el otro lado estaba abierto hasta las rodillas. Sus labios tenían un color amatista y sus
ojos estaban pintados con un tono de sombra negro, tirando a verde oliva. Y calzaba unos tacones
altos. En simples palabras, estaba despampanante (razón por la cual, cuando Mione regreso a su
asiento, susurrándole unas cosas a Blaise y Ron que estaban a su lado, casi se devora a Pansy con
los ojos) – Nos encargamos de que la prensa no se enterara de nada sino hasta el momento en que
la fiesta diera inicio. No te preocupes, nada saldrá mal. Esto es completamente legal. Y si ocurre
algún inconveniente con el que tengamos que mediar, recuerda que nuestro señor está en la
boda, acompañando a su hijo.

Draco la miro, la detallo, alzo una ceja y luego bufo. Pansy soltó una leve risilla calmando un poco
la tensión.

— Debemos estar listos, ya casi da comienzo la ceremonia.–.advirtió Lucius, comenzando a


retirarse hacia donde estaba su pareja, que era devorado por un grupo de familiares con la
mirada. Lucius los fulmino de lejos, logrando que retiraran la vista de lo que era suyo. Remus
estaba con un traje de gala blanco, con una camisa y un chaleco de color negro, y una corbata
verde. Estaba peinado hacia atrás, resaltando la perfección de su hermoso rostro; el cual había
recuperado ciertas facetas perdidas por la falta de cuidado en las transformaciones (De las cuales
Lucius mismo se encargo). Remus le sonrió y, al escuchar varios jadeos, Lucius volvió a fulminar de
una manera más visible a los invitados. ¡Malditos carroñeros!

— No hagas esa cara, Lucius – le dijo Remus, tanteando el asiento a su lado, invitándolo a que se
sentara. Cundo Lucius se sentó, pudo verse claramente que tanto ambos combinaban (incluso en
el estilo de vestir, que era el invertido en Lucius). Tenía un traje negro, con una camisa y un
chaleco blanco y, para sorpresa de muchos, una corbata roja. Su pelo era una cascada que caía
libre. Remus le paso una mano por el rostro y le dio un beso – No te queda muy bien eso.

Lucius suspiro. Tendría que proponerle matrimonio muy pronto a Remsie, sino habría muchos
problemas (Y cadáveres) con los que tendría que lidiar.

La familia Weasley estaba en la segunda fila, mirando embobados la decoración. La matriarca de la


familia, la señora Molly, se vio totalmente encantada cuando recibió la invitación de Harry para su
casamiento (recibiendo de ante mano la explicación completa de lo que estaba sucediendo,
quitando ciertos temas que no le concernían), pero no pudiendo asistir por la enfermedad que la
estaba aquejando. Por lo que su esposo Arthur, tuvo que asistir sin ella y solo con sus hijos, que
solo eran los gemelos y Ginny, quien se notaba casi a punto de explotar. Para su desgracia, Arthur,
estaba recibiendo la mirada de un viejo conocido, poniéndolo nervioso a más no poder. No sabía

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de él desde lo ocurrido en el colegio, cuando tuvieron que separarse por opiniones distintas de los
bandos a los que pertenecían.

Ronald estaba delante de ellos, con el futuro padre del que sería su primer nieto. Estaba vestido
con un traje de gala rojo vino, que hacia resaltar el color de su pelo y el de sus mejillas sonrojadas
cuando Blaise soltaba una que otra indecencia en su oído. Un chaleco negro y una corbata de
vinilo azul metálico lo acompañaban. Por el contrario, Blaise llevaba puesto un traje gris, con
camisa verde y chaleco negro junto a una corbata blanca, quedándole más que de lujo (y dejando
a Ron con deseos carnales insatisfechos).

Neville y Theo, la pareja que menos destacaba (no porque no quisieran, sino por la mirada
furibunda de Theodore). Neville estaba encantador. Su pelo, como era un poco largo, estaba
peinado en ondulaciones, y caía sobre su rostro haciéndolo parecer un poco más adulto. Su traje
era un marrón ocaso acompañado de una camisa roja y un chaleco del mismo color. Sin corbata.
Hermione, viéndolo un poco libido (el pequeño se asustaba de estar en presencia de muchas
personas) había decidido ayudarlo con el maquillaje, haciendo que resaltaran cosas que lo hacían
lucir precioso a ojos de quien lo viera. En conclusión, Theo quería matar a más de la mitad de los
invitados. Theo iba vestido de negro completo, haciéndolo lucir elegante y reservado.

En primera fila, del lado de los invitados Slytherin, estaba, para consternación propia del hombre;
Severus Snape, con cara de pocos amigos (como si alguna vez hubiese tenido alguno). Fue invitado
a la fiesta y no podía hacer el desplante al hijo de su amo (valoraba demasiado su vida) y mucho
menos a su propio ahijado. Iba vestido de la mejor manera posible; traje de gala color negro, con
una corbata verde acompañando a la camisa del mismo color. Su pelo estaba sedoso, ya que tenía
más de una semana que no entraba a su laboratorio y había comenzado a usar la poción para el
pelo que había creado la última vez. Estaba gruñendo un par de maldiciones (las miradas que se lo
estaban devorando le molestaban en desmedida manera) para cuando toda música paro y el
tiempo pareció detenerse. Los querubines y las mariposas volaron al principio de la alfombra,
comenzando a seguir a la figura que, a cada paso, dejaba bocas abiertas y jadeos de sorpresa.
(Junto a mentes depravadas con sueños que jamás se cumplirían).

Harry estaba usando su forma elfica. No era menester el ocultarla ya, de ese momento en
adelante. De todas formas, se casaba con Draco. Usaba una túnica negra, con un chaleco gris y una
camisa verde. Harry tenía sus manos entrelazadas al frente, con una hermosa sonrisa mientras la
capa, de un color plateado oscuro, que prendía de sus ante brazos, ondeaba libre al viento. El
cabello largo seguía sus movimientos, restringidos en parte por la capa de gala. Una hermosa
sonrisa lo acompañaba. Jadeos comenzaron a hacerse audibles cuando Harry soltó una cristalina
risilla por la cara de Draco en ese instante. El mundo pareció transportar a los que la escucharon;
regresando de inmediato a la tierra por el gruñido del Veela que los amenazaba de muerte, desde
el altar.

Al lado de Harry, tomando su brazo, una desconocida figura lo acompañaba. Iba vestido
igualmente de negro, con un rostro serio pero que expresaba poder y liderazgo, belleza. Algo

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bastante diferente de la mañana anterior donde estaba libido, con cada de que le hubiesen
lanzado el Avada y como si Dumbledore le hubiera salido bailando en tanga, después de que le
diera no solo la información de la nueva profecía, sino también todo aquello concerniente a lo del
Regis. E incluso todos los que estaba sentados a la mesa en aquel momento tenían las mismas
expresiones que su padre.

La alfombra detrás de ellos se convertía en cristal y terminaba como polvo brillante en el aire,
dándole ese aire de fantasía a la lenta escena. Los querubines tocaban sus pequeñas trompetas y
el viento mismo parecía querer inclinarse ante Harry, reverenciando su perfección. El juez había
subido al altar y les esperaba ansioso (una buena paga por sus servicios y un extra por callarse la
boca). Cuando llegaron al altar, Tom, mirando lánguidamente a Draco, le asintió y le paso a Harry;
tomando asiento al frente, observando todo con criterio y detalle.

Puede que estuviera de acuerdo con que Harry se casara, pero era como entregar a su hijo recién
nacido (exagerando el sentimiento de sobreprotección) al villano de la película. Como decían los
Muggle’s, “Al mal tiempo darle prisa”. Realmente no era eso lo que le preocupaba, sino su sanidad
mental con respecto a lo que ocurriría después de ese día (y con el dolor de cabeza que se
levantaría mañana). No tenia que pensarlo mucho para darse cuenta de lo que pasaría en la noche
de bodas, en la cama, donde nuevamente él tendría que verlo todo de principio a fin.

¡Maldito Merlín y sus cojonudas ganas de joderle la vida!

— Buenas sea para los presentes, y bendiciones para los novios – comenzó el juez, luego de que
Harry y Draco se pusieran al frente. Todo mundo hizo silencio (incluidos los querubines que eran
envueltos por las mariposas) y presto atención.–.Hoy estamos todos los magos prominentes,
amigos y familia reunidos para presenciar la unión de dos jóvenes magos en sagrado matrimonio
mágico. Antes de comenzar, es necesario saber si ambos están aquí de pie, por propia voluntad.

Guardo silencio y los observo. Ambos habían asentido, por lo que el juez continúo:

— Sí es así, nada puede impedir que este matrimonio se lleve a cabo…– dicho esto, las líneas de
magia de la mansión, comenzaron a crear una aurora en el cielo; matizándolo en esplendor y
detalle. Parecía como si el amanecer y el anochecer se hubiesen fusionado. Harry jadeo
sorprendido mientras el juez les sonreía cálidamente – Este es el pacto astral de los magos, donde
las líneas, una vez unidas, de ambas vidas serán marcadas bajo las propias reglas de la magia. Lo
que aquí se una, solo la muerte podrá separarlo. ¿Están preparados para afrontar este destino?

Harry sonrió y Draco, solemne, asintió, regalándole en el acto una hermosa sonrisa a Harry.

— Levanten sus varitas, jóvenes y pronuncien sus votos – Draco le asintió a Ron y este se levanto y
acerco hacia ellos con una pequeña caja de cristal. Tomo uno de los anillos en esta y le entrego el
otro a Harry. Draco se hinco y tomando una de las manos de Harry, coloco el anillo mientras
recitaba sus votos con la varita alzaba a la aurora.

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— Yo, Draco Lucius Malfoy Black, te desposo a ti, Harry james Potter Riddle en sagrado
matrimonio. Prometiendo cuidarte y amarte, en salud y enfermedad, en la riqueza y en la pobreza,
hasta que la muerte nos separe – terminando sus votos, Draco beso la mano de Harry y un fino
hilo plateado se extendió desde la varita del chico hasta el pergamino que descansaba en la mesa
delante del juez, escribiendo mágicamente su nombre. Después Harry, tomando la mano de Draco
y colocando en esta el enlace, pronuncio sus votos:

— Yo, Harry james Potter Riddle, te desposo a ti, Draco Lucius Malfoy Black en sagrado
matrimonio. Prometiendo cuidarte y amarte, en salud y enfermedad, en la riqueza y en la pobreza,
hasta que la muerte nos separe – Harry también beso el anillo de Draco y de su varita se extendió
de la misma forma un hilo de magia, pero este era dorado.

— Como testigos, los padrinos hagan lo mismo – dijo nuevamente el juez, dirigiéndose a Ron y
Pansy que estaban a los lados de los novios. Estos alzaron sus varitas y escribieron sus nombres en
el pergamino – Para finalizar y dar por hecho que su unión es legal e inquebrantable – hizo una
pausa y puso una sonrisa sincera – señor Malfoy, puede besar a su pareja.

En un gran instante de felicidad, siendo aplaudidos por los invitados (sacando a Ginny, que tenía
una fiera aura asesina rodeándole), Harry y Draco se fundieron en un beso. Su magia volvió a
conectarse y esta vez, bajo el chasqueo del juez de paz mágico, esta se alzo hasta la aurora;
transformándola en un precioso Draco que volaba al lado de un magnifico fénix que se perdían a la
distancia, esfumándose de la misma forma en que llegaron.

Ahora, solo quedaba la fiesta.

Sus manos apretaron con bastante fuerza la hoja que estaba en sus manos, arrugándola y
haciéndola una pelotita. Sus azules ojos parecieron brillar con fiereza sin igual al tiempo que se
levantaba de su escritorio y comenzaba a rumiar cuanta maldición se acordara. Se estaban
burlando de él de aquella manera tan abierta, diciéndole que no podía hacer nada con lo que ya
estaba hecho. Tenían razón, pero haberse burlado de su persona de aquella manera era jugar con
fuego, y el infierno quema.

Apretó la mandíbula, mandando al diablo el disfraz de viejo mequetrefe come caramelos, para dar
paso a un hermoso y enojado ser oscuro de impresionante poder. Tomo una de las copas que
guardaba y saco una botella de tequila Muggle que había conseguido en uno de sus “viajes”la
última vez que hizo una visita a los miembros de la orden del fénix.

Habían osado mandarle una invitación a la boda de su muy querido Harry, dejándole la post data
de que era a la recepción, después de que el matrimonio había culminado. Quiso haber detenido
aquello, pero ya era demasiado tarde como decía la misiva que estaba arrugada en una de las
esquinas de la oficina. Aun mas enojado (si se podía) lanzo un reducto ridículamente poderoso que

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hizo volar el papel (y más de la mitad de su escritorio) por los aires, convirtiéndolos luego en una
maraña de escombros y papel destrozado.

El fénix lo miraba sorprendido y, si estuviera en su forma humana, tendría una ceja levantada y
una sonrisa burlona y despectiva. Pocas eran las veces en que Lucifer se enojaba de aquella
manera y solo Potter podía lograr ese efecto últimamente.

Lucifer miro al fénix y arrugo la nariz: – deja de mirarme de esa manera, Aeón. O serás el próximo
en quedar como pollo rostizado – el fénix viro los ojos, con clara diversión. En un movimiento de la
mano de Lucifer, su cuerpo tomo su forma real, haciéndolo caer con estrepito de la percha donde
estaba.

— Se puede saber, ¿Qué demonios te pasa ahora? – bufo y elegante, se levanto del suelo. Miro
desafiante a su padre y luego tomo asiento en uno de los sillones de la sala – O mejor dicho, ¿Qué
hizo Potter esta vez para enojarte de esa manera?

Lucifer lo miro ceñudo antes de lanzar un “reparo” a su escritorio y tomar asiento detrás de este:

— Me ha desafiado de nuevo, pero esta vez, abiertamente.–.Aeón alzo ambas cejas no


comprendiendo. Lucifer bufo y luego de tomarse de un solo sorbo todo el contenido de su copa
respondió: – Se ha casado, con el joven Malfoy.

Lo siguiente fue la risa de Aeón, burlándose del hombre frente a él. Lucifer lo dejo, tratando de
sobrellevar la jaqueca que esta acción trajo.

— Tantos planes para nada.

— Au contraire, ma petite, esto solo ha adelantado las cosas más de lo que había planeado. Me
pone en desventaja por algunas cosas, pero aun así sigo ganándole al joven Potter – respondió,
dándole una sonrisa de superioridad al chiquillo frente a él. Aeón había renacido de nuevo, por lo
que contaba no con mucha edad en ese momento. Unos doce años aparentaba. Inflo sus cachetes
y miro a su padre con arrogancia.

— Te dije que dejaras de intentar volver, nunca lo conseguirás de todas formas. Y aunque lo
lograras, solo harías que todo fuera igual de nuevo. O peor.

— Lamentablemente, Aeón, es algo que no me puedo permitir hacer. Tú mejor que nadie conoce
mis razones y, no importa cuántos cadáveres tenga que dejar en el medio, nunca me detendré.
Obtendré lo que me propuse sin importar nada ni nadie – dijo, con voz serena y mirada perdida en
recuerdos pasados. Aeón bajo la mirada perdido en el movimiento de sus pequeño pies – Naci
perfecto, y soy el único con derecho de sustentar ese poder. Me traiciono al entregárselo a los
míseros seres humanos.

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— La perfección no es una forma de describirte. Locura sería la mejor definición y él no te debía
nada que yo supiera; tú solo eras uno de sus subordinados – Aeón hizo una mueca y Lucifer rió con
soltura.

— Quizás tengas razón. Locura es algo que me describe a la perfección. Pero te equivocas en que
no me debía nada; muchos sacrificios fueron hechos en su “gloria” por mi parte… mi recompensa
será vengarme de él, por eso necesito el poder que dejo atrás.

La mansión Black se encontraba algo apesadumbrada sin la presencia de su dueño en esta.


Kreacher estaba en las cocinas, durmiendo dentro de su habitación por el contrario, la señora
Black estaba despierta, mirando la desolada habitación que le daba una extraña impresión desde
hacía unos momentos.

— ¿Quién anda ahí? – pregunto, con voz profunda y rostro endurecido. De la nada un par de ojos
rojos se abrieron y se fijaron en ella, sorprendiéndola antes de que un cuerpo comenzara a
formarse – ¿Qué hace uno de tu especie en mi casa?

— Lamento mi intromisión en sus dominios, pero es necesario algo que está aquí para el joven
Potter.

Walburga frunció el ceño en desconfianza: – ¿Qué es eso que buscas?

— Un retrato. Uno de los antiguos directores de Hogwarts, el de Nigellus Black.

— ¿Para que necesitas ese retrato? – le pregunto, aun desconfiando. No sabía que tuviera que ver
su sobrino con uno de los viejos directores del colegio de magia y hechicería, y
correspondientemente no confiaba en aquella criatura frente a sí.

— El retrato de Nigellus Black es necesario para que el joven Potter se entere de ciertas cosas que
están ocurriendo ahora mismo en Hogwarts, madame – Walburga asintió.

— Está en la habitación principal, búscalo allí. Y si en verdad vez a Harry, dile que venga a
visitarme; nos tiene muy abandonado a Kreacher y a mí – el joven asintió antes de desaparecer
nuevamente, dejando la estancia en silencio.

Estaban en la biblioteca, a sabiendas que nadie entraría allí para molestarlos. Habían dejado a
Pansy y a Mione junto a Blaise y Ron a cargo de los asuntos de la fiesta para atender a sus
invitados desconocidos e inesperados. Harry estaba en la silla estilo trono y los demás estaban
repartidos entre los sofás de cuero negro que había invocado el señor Malfoy. Draco estaba más

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cerca de Harry, por si a caso se les ocurría atacarlo. No le daba mucha confianza aquel hombre que
no dejaba de ver a Harry.

— Bien, mi señor, primero que nada, debemos explicarle la situación que acontece en estos
momentos. Es decir, cuanto sé sobre el asunto que les molesta – Harry asintió, dejándoles que
continuaran. Ciel sonrió – Primero que nada, Dumbledore no es quien aparenta ser…

— Eso ya lo sabemos…– gruño Tom – Es innecesaria esa información – Ciel negó, suspirando algo
cansado. Todo el tiempo que pasó mostrándole a Vlad cuanto había cambiado el mundo lo dejo
extremadamente exhausto (incluyendo la sangre que había perdido tratando de calmar de a poco
la sangre del vampiro).

— No me refería a algo tan superficial. El Dumbledore que ustedes describen, no es más que otra
persona tomando su lugar…– todo el mundo lo miró con intensidad. Volvió a suspirar, calmando
sus nervios – Su verdadero nombre es Lucifer, y él es un caído.

— ¿Por qué deberíamos confiar en ti? – dijo Draco, mirando aun mas ceñudo (si era eso posible) a
Vlad, quien no había despegado la mirada de su Harry. Todos se miraron con la misma pregunta. El
chico había llegado conociendo su verdadera identidad y les estaba dando información
relacionada al asunto. Lo que les daba solo dos posibles conclusiones y una tercera que se haría
clara cuando la conversación terminara y dependiendo de lo que ese chico dijera.

— Porque yo… soy hijo del verdadero Dumbledore.

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“Lo normal, es sólo un mito.”

La chimenea, centrada detrás de ellos, crepitaba de forma calmada y constante. La habitación


estaba tenuemente deslumbrada por la humareda de llamas carmesí. El silencio era participe en
su conversación, la cual quedo suspendida luego de la revelación de Ciel con respecto a su
progenitor. Era sorprendente descubrir no solo aquello, sino también que Dumbledore no era
Dumbledore.

Las miradas de Harry y Ciel estaban conectadas de alguna manera imprecisa. Parecía que se
analizaban y veían en lo más profundo de sus propias almas. Draco se sintió nervioso al avistar un
tenue brillo que supo reconocer de los ojos de ambos. Era como cuando un hijo encontraba un
compañero de juegos que sacaba a relucir todo su potencial, creando el caos y la discordia por
doquier. Azul ultramar y verde escarlata chocaron entre sí y una sonrisa se extendió en los labios
de ambos jóvenes.

Tom carraspeo regresándolos a la realidad. No solo se sentía interesado en continuar la


conversación, sino que también quería saber las verdaderas intenciones de esos dos.

— Podría decirlo otra vez, joven. Si no es mucha molestia, claro está – pregunto, cruzando las
piernas y clavando la mirada en su persona. Ciel se sintió regañado, como cuando hacia algo malo
y necesitaba expiar sus pecados disculpándose de alguna manera. Aunque claro, era normal
cuando el señor oscuro te mira de esa manera tan profunda. No había Mortifago que no se
sintiera en un jardín de infancia cuando su señor lo miraba de esa manera.

— Como dije – comenzó – : soy hijo de Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, el verdadero,
claro está. Quien ocupa su posición en estos momentos es un imitador. Mejor conocido como
Lucifer, y es un caído.–.respondió, sintiéndose consumido por el asiento cuando Voldemort
entrecerró los ojos en suspicacia.

— ¿Qué es un caído? –.pregunto Remus. Como profesor, tenía esa neurona que era adicta al
conocimiento y que nunca se saciaba hasta estar satisfecha con las explicaciones. Harry le sonrió
cuando este le miro.

— En el génesis, biblia de los Muggle’s, en un aspecto religioso en su forma de vida – hablo Harry,
ganando la atención de la audiencia. Inclusive Severus estaba presente, había seguido a los

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anfitriones luego de ver que desaparecían dentro de la mansión acompañados de invitados
desconocidos (y queriendo escaparse de los acosadores que no lo dejaban tranquilo) – Existe la
tesis de un Dios todo poderoso que creó el universo. Los ángeles, seres nacidos de su poder, son
sus soldados de la justicia. Entre estos, el rango más alto, el arcángel, mano derecha de Dios, es
quien tiene soberanía sobre ellos. Un día, este arcángel, que era uno de los más hermosos y
poderosos, se rebeló contra su creador. Lidero una horda de ángeles con ideales iguales a los
suyos, sedientos de más poder… Dios lo derroto con facilidad y lo desterró junto con los ángeles
que lo siguieron, del paraíso. A este hecho se le llamo la caída, y los ángeles desterrados son
conocidos como “caídos”. Eso sería un resumen de ello.

Ciel asintió, dándole la razón: – Esta en lo correcto, mi señor. Y como especificación, ese arcángel
desterrado, es Lucifer. Quien se hace pasar por mi padre.

Tom no era del tipo de personas que creía en dioses ni ningún tipo de patrañas, pero si el relato
tenía algo de cierto, eso quería decir que había aspectos de su mundo que no conocía. También
estaba intrigado por saber que era lo que ese tal arcángel necesitaba como para usurpar a alguien
como Dumbledore: – ¿Qué es lo que este, Lucifer, busca?

— Realmente no estoy seguro de ello. Sólo sé que mantiene a mi padre encerrado en alguna
dimensión donde el tiempo y el espacio no tienen constancia. Mi padre no puede envejecer y no
tiene necesidad de alimento o alguna necesidad fisiológica.–.respondió con sinceridad.–.Pero
posiblemente tenga que ver con querer regresar al cielo. Según me dijeron, hubo una vez donde
este lucho contra alguien que poseía un poder abrumador, algo relacionado con el creador.

— El Regis – Le corto Harry, sintiendo como un alud de imágenes pasaban por su mente con la voz
de fondo del Regis relatando lo del sueño pasado. Suspiro y tomo un poco del té que Wilshire
había traído.–.Como les había dicho antes, el Regis es el que ocupa el trono del mundo,
controlando la magia y los cursos de la vida de los seres mágicos. Según me dijo Arthur; hubo una
vez donde tuvo que luchar con alguien de un inmenso poder, y aunque logro derrotarlo, perdió
cosas muy valiosas en el proceso.

— Al parecer, según indican sus palabras, para derrotarle se necesitaría demasiado poder, poder
con el cual no contamos – declaro Lucius, a sabiendas que Harry aun no aceptaba ocupar el cargo
mágico del Regis.

Ciel negó, suspirando suave después de haber tomado un sorbo de su tasa: – Realmente no. Como
dijo el señor Potter, hubo un tiempo donde el Regis y Lucifer se enfrentaron. Lucifer perdió y el
Regis lo maldijo convirtiéndolo en un simple ser con poder mágico, pero de alguna manera este
obtuvo la inmortalidad.

— ¿Cómo naciste, si en el lugar que está encerrado Dumbledore no corre ni el tiempo ni el


espacio? – pregunto Severus intrigado. Según la teoría de la relatividad, que comprendía la
analogía bidimensional de la distorsión espacio-temporal, aquello no era posible – Si el tiempo no

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corre, tú debías estar aun, en estos momentos, como un feto congelado en el tiempo, hasta que
Dumbledore saliera de aquella dimensión distorsionada. A menos que hallas nacido de tú otro
progenitor.

— No, yo nací de Dumbledore – corrigió: – Tiene razón en lo de que el tiempo y el espacio


distorsionado, no debía permitirme nacer hasta que mi padre no saliera de aquella habitación.

— Entonces, ¿cómo? – pregunto Draco, quien había permanecido en silencio todo el rato.

— Mi otro padre le había regalado un huevo de dragón a papá. Este lo llevaba siempre consigo,
inclusive en el día que fue encerrado en aquella dimensión. El huevo, como se han de imaginar,
entro en un estado de hibernación espacio-temporal al igual que yo. Papá utilizo algunos hechizo
durante un tiempo, con un bajo nivel de magia, para poder crear un escudo que creara una cuarta
dimensión temporal que se moviera a una velocidad 10 veces mayor que el mundo real – hizo una
pequeña pausa, esperando a que tomaran bien el rumbo de la conversación.

— ¿Una cuarta dimensión? – le pregunto Lucius, queriendo saber un poco más.

— Como seres bidimensionales en un universo astrictivo como este, no podemos interactuar con
un objeto tridimensional sin alguna protección. El espacio donde padre esta, es un área aislada en
el tiempo-espacio como un punto tridimensional. El escudo crea una barrera que rompe esa
equidad y crea una dimensión dentro de otra. En otras palabras, una cuarta dimensión con las
propiedades elegidas.

Todos analizaron esto, asintiendo minutos después de comprender por completo la síntesis de la
analogía. Ciel continúo:

— Este escudo era hecho sin varita, como padre está atado con unas cadenas mágicas imposibles
de romper, debió durar algunos años cultivando su magia para poder estabilizar este pequeño
hechizo. Y solo podía usarlo durante unas horas por día. Estuvo días hasta que el huevo erosiono y
Lagolos nació. Después de eso, durante los últimos treinta años, estuvo haciendo el mismo
hechizo para hacer madurar al dragón hasta al punto de convertirlo en un adulto.

— Un dragón adulto, con más de cien años de edad, puede tomar la forma corpórea de un
humano. Si estuvo 30 años haciéndolo madurar con ese hechizo, quiere decir que el dragón tiene
más de 300 años en estos momentos. Es un antiguo para ser más exactos – explico Voldemort al
tiempo que Ciel le asentía – Imagino que luego de mostrar todo lo que sabía de magia al dragón,
comenzó a realizar el mismo proceso en su feto dormido, ¿verdad?

— No esperaba menos del señor tenebroso – concedió. Tom de alguna manera se sintió orgulloso.
Harry rió un poco – Con la ayuda del mismo hechizo, mi padre y Lagolos lograron hacerme nacer
en exactamente quince días. Y me hicieron crecer hasta los cinco años en un proceso más lento, ya

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que la magia en pequeños crea un efecto secundario si es empleada con medios inseguros de
tratar. Lagolos y yo escapamos de aquella habitación hace diez años atrás, cuando Lucifer entro a
la dimensión para hacer una visita a padre.

— ¿Conoce él de su existencia? – pregunto Harry, un tanto preocupado.

— En lo absoluto. Lagolos posee la capacidad de desaparecer y borrar todo rastro mágico. Cuando
la puerta fue abierta, se creó un espacio seguro por donde podíamos usar su habilidad.
Lamentablemente, no tenemos el poder para transgredir las leyes que rigen ese espacio para
poder rescatar a padre. Por eso me pase los últimos cinco años buscándolo a él – todos voltearon
la mirada hacia el invitado que había estado todo el tiempo en silencio, admirando a Harry, quien
se ruborizo al darse cuenta de que era observado con perplejo detenimiento. Draco gruño un
poco, pero no estaba del todo seguro que ese ser estuviera teniendo pensamientos indecorosos
sobre su esposo – Su nombre es Vladimir Tepes, un vampiro.

Remus sintió que palidecía con rapidez. No era posible que un vampiro estuviera presente cuando
él era un hombre lobo. No poseía lógica alguna que no estuviera gruñéndole y que el vampiro no
estuviera amenazándolo con destazarlo como solía ser cuando sus especies se encontraban.

— Pero, ¡no es posible! –.exclamo con sorpresa – Soy un hombre lobo, se supone que deberíamos
estarnos matando con solo estar a esta distancia el uno del otro – Vlad parpadeo y luego sonrió
divertido, mostrando los largos caninos que lo avalaban como un chupa sangre (su tarjeta de
presentación, como le gustaba decir).

— No comprendo que quiere decir con eso señor…– hizo una pausa, esperando a que Remus diera
su nombre.

— Soy Remus Lupin.

— Señor Lupin. Después de todo, los vampiros y los hombres lobo coexistían en mi tiempo – eso
los agarro de sorpresa. Remus frunció el ceño algo confuso en todo el asunto. Ciel sonrió, pero no
dijo nada.

— Según la historia mágica de las criaturas oscuras; los hombres lobo y los vampiros se han
odiado mutuamente durante eones. Es imposible que hubiesen coexistido alguna vez. ¿En que se
basa para tal afirmación? Puede ser verdad que no lo vea como un enemigo, pero posiblemente
exista una explicación básica para ello – Los dorados ojos de Remus chocaron con los negros de
Vlad, que de un momento a otro se volvieron rojos. Aun así, Remus no sintió temor alguno, sino
que se sintió como si estuviera delante de alguien muy querido para él. Sentía nostalgia y una
opresión en el pecho que le decía algo que estaba ignorando olímpicamente.

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— La explicación racional que busca para eso, señor Lupin, seria que, como un hijo, es natural no
sentir odio a su padre – respondió, con una sonrisa conciliadora, tomando de la copa de vino
francés que había traído consigo. Remus, al igual que todos los presentes, incluso Ciel, lo miraron
un poco contrariados – Yo fui quien creó a los hombres lobo. Prácticamente soy su padre.

— ¡Eso es imposible! No tiene lógica lo que está diciendo. Como podría ser un vampiro el creador
de los hombres lobo – expreso Remus exaltado, y aunque algo le decía que ese hombre no mentía,
no podía creer tal cosa así por así – No hay manera de que un simple vampiro tuviera el poder de
crear a un hombre lobo.

— Oh, pero no soy un simple vampiro, señor Lupin – como le gustaba, hizo una pausa dramática
que devoro toda calma en el ambiente – Yo soy el primer vampiro…

El silencio se hizo presente entre todos. Harry cavilaba a una velocidad alarmante. Sí ese hombre
era el primer vampiro (Dracula, como decían los Muggle’s), eso quería decir que era el vampiro
que Cromwell, quien dormía plácidamente ahora, había encerrado. Aunque si Ciel decía que era
necesario, quería decir que había encontrado una manera de mantenerlo bajo control, o algo por
el estilo.

— ¿Cómo? – murmuro Remus, con mirada afligida y algo dolida. Delante de él estaba el culpable
de todos sus años de dolor, de los años donde sus padres lo repudiaron y donde la gente lo veía
como un animal peligroso que debía ser puesto a dormir – ¿Por qué creaste a los licántropos?

Vlad tomo la copa hasta el fondo y su mirada se ensombreció.

— Cuando yo renací como el primer vampiro, le di vida también a los hombres lobo. Una historia
bastante triste de contar, y por igual, de escuchar…– Remus no aparto la mirada. Quería saber,
conocer la razón detrás de la existencia de su parte oscura.

— Por favor…

Suspirando, Vlad cerró los ojos y los abrió perdidos en un recuerdo bastante doloroso: – Yo era el
rey de un país que fue borrado de la historia, junto a mi existencia. Casado con una hermosa mujer
y con tres hermosos hijos. Mis hermanos estaban celosos, aun cuando tenían sus propios dominios
esto no les bastaba, por lo que planearon asesinarme a mí y a cada uno de mis herederos – un
estremecimiento rodeo a los presentes quienes se sintieron consumidos por el nerviosismo. Vlad
hablaba con voz profunda, cargada de odio y matices impregnados en oscuridad – En una de mis
salidas, unos soldados atacaron mi mansión, asesinando a todos y cada uno de mis hijos luego de
haberlos mutilado y violado hasta el cansancio. Mi esposa fue la última, quien aun estaba viva
cuando logre regresar. Los soldados aun seguían allí, tratando de acabar con todos los residentes
de la mansión, incluso mis sobrinos. Mi esposa, que aun respiraba entre mis brazos, me rogo que
la dejara ir con nuestros hijos. Yo, maldiciendo a Dios y renegando de su existencia, tome de la
sangre de mi esposa hasta dejarla muerta. Fui maldito ese día, obteniendo un poder sin igual y la

203
inmortalidad. Luego de matar a cada culpable de la muerte de mi familia, comencé a buscar
sobrevivientes. Caída la noche, en luna llena, logre dar con uno de los cuerpos de mis sobrinos,
quien aun respiraba.

Hizo una corta pausa antes de continuar, dejando que todos lograran visualizar lo que, aun con
siglos de existencia, aun consumía su maldita alma.

— Su cuerpo había sido mutilado y mordido por lobos. Su sangre corría por sus venas. Joshua era
el ser que mas amaba el más joven de mis hijos, simplemente no lo podía dejar morir. Él también
deseaba vivir. Por lo que yo le di parte del poder que recibí ese día, mi sangre, convirtiéndolo en el
primer hombre lobo. Digamos que esa es la historia resumida de nuestros nacimientos – Remus
sentía como su lobo interno lloraba desconsolado – Joshua amaba únicamente a mi hijo y a nadie
más. Por eso el lobo en su interior solo busca a la persona que realmente es la que ama, la ideal,
aquella que ensambla todo lo idóneo, su otra mitad astral. No es un principio animal como los
magos le dicen, son los sentimientos de Joshua impregnados en cada uno de sus genes
trascendidos entre ustedes, la tribu de los lobos.

El silencio se hizo nuevamente participe entre ellos. Lucius tomo la mano de Remus para calmar lo
que parecía ser tristeza. Vlad sonrió y añadió un tanto confuso: – Lo único que me parece extraño
es que ustedes no puedan transformarse a voluntad al igual que mí querido sobrino.

Antes de que dijeran nada, unos ojos rojos se abrieron en la nada y luego un cuerpo se materializo.
Era un hombre alto y fornido, vestido formal. Su cabello era largo y tan oscuro como las plumas de
los cuervos. Lo tenía atado en una coleta. Tenía bajo el brazo lo que parecía sr un retrato. Antes de
que todos sacaran sus varitas para atacar al intruso que los sorprendió, Ciel había saltado hacia él,
abrazándolo de manera familiar y afectiva.

— Te he dicho muchas veces, Ciel, que dejes de actuar de esa manera – le reprendió. Ciel inflo sus
cachetes de manera infantil y Vlad se vio deleitándose de manera indecorosa (en su mente) con
ese chiquillo, hasta el cansancio.

— Pero que quieres que haga, Lagolos, cuando tengo tanto tiempo sin verte ya – Se justifico,
lanzando una sonrisa antes de fruncir el ceño, apuntando hacia el cuadro que este cargaba –, ¿qué
es eso?

Lagolos alzo el cuadro y luego de mirar en rededor y darse cuenta de la presencia de todos, se
inclino en son de respeto: – Lamento las molestias que haya causado. Soy Lagolos, y soy el
sirviente del amo Ciel – todos lo vieron sorprendido. Al parecer, ese era el dragón del cual habían
estado hablando. Lagolos, cuando vio a Harry, se poso sobre una de sus rodillas Y bajo la cabeza
humildemente – Mi señor, he traído conmigo algo que dará confirmación de todo lo que ha
hablado mi amo. Este es el cuadro de Nigellus Black, quien dijo respondería a todas las inquietudes
que tuvieran.

204
— Ya me tenía olvidado, joven Potter – Nigellus sonrió he hizo una inclinación en saludo a los
presentes. El cuadro se agrando y se poso encima de la chimenea, en el espacio vacío.

— Lamento no haber podido ir por usted, pero ciertos inconvenientes me hicieron olvidarme de lo
acordado.

— El señor Lagolos me ha puesto al corriente de lo ocurrido. Descuide. Pero por el momento solo
me queda informarle de ciertos acontecimientos e inconvenientes que han ocurrido en la oficina
del director.

— ¿Inconvenientes? – Harry frunció el ceño a lo que Black asentía.

— El que se supones es Dumbledore, es alguien llamado Lucifer – Ahí llego la confirmación a todo
lo dicho por Ciel. Harry suspiro y se dejo caer en su asiento, cruzando las piernas algo preocupado
por todas las consecuencias que la existencia de ese hombre traería – También de que el fénix en
su oficina, Fawkes, es alguien maldito por él, su propio hijo.

Ciel abrió inmensamente los ojos sorprendido: – ¡¿Cuál es su nombre, lo sabes?!

Nigellus lo miro con ambas cejas alzadas.

— Según escuche, lo nombro, Aeón.

Ciel se dejo caer, con lágrimas en los ojos mientras tapaba su boca. Lagolos se arrodillo y lo abrazo,
haciendo gruñir a Vlad que los miraba disconforme.

— ¿Le sucede algo, joven Ciel? – pregunto Harry, colocando una mano en su hombro.

— El amo Aeón es el padre de Ciel – respondió Lagolos – Tanto yo, como el amo Dumbledore y
Ciel, creíamos que Lucifer había acabado con él. Según el amo Dumbledore, la última vez que lo
vio, un hechizo asesino había impactado contra el amo Aeón antes de que fuera encerrado en
aquella dimensión.

— Siéntete feliz, chico. Al parecer, lo que lo impacto fue una maldición que lo convirtió en fénix –
Harry le sonrió, cuanto quisiera el que tanto su papá como su madrina estuvieran vivos – Y joven
Potter…– Nigellus lo miro lánguidamente – El tal Lucifer dijo, en una conversación estúpidamente
alta en su oficina, que al parecer él había tomado los cuerpos de su padre y la joven Lily, que aun
seguían con vida, y los había arrojado al velo del ministerio para no dejar rastro alguno de que él
los había atacado.

Tom sintió una irrefrenable ira comenzar a consumir su auto control. Harry estaba igual, con sus
puños cerrados tan fuerte, que parecía que en algún momento sus palmas sangrarían. Vlad los
miraba alfo confundido…

205
— ¿Qué es el velo? – pregunto.

— Nadie precisamente lo sabe, pero se dice que es una puerta que conecta con el mundo de los
muertos. Quien lo atraviesa no vuelve jamás. Se piensa que sus cuerpos se desintegran –
respondió Remus, con la imagen mental de la puerta en su mente. La biblioteca comenzó a
emanar algo parecido a líneas de seguimientos y los libros parecían comenzar a revisarse. Un libro,
del fondo del tercer pasillo visible desde donde estaban, comenzó a acercarse a ellos y se abrió en
la imagen del velo – Esta es la puerta, ¿cómo?

— Es un hechizo que esta puesto en esta sección. Permite encontrar con más facilidad lo que se
busca con eficacia y rapidez – respondió Lucius a la incógnita.

— ¿Es esta el tan llamado velo? – Lupin asintió y él comenzó a carcajearse divertido. Todos lo
miraron sorprendidos y con sendas miradas enojadas. Draco trataba de tranquilizar a Harry, quien
parecía querer destruir todo a su paso – Discúlpenme, pero no lo hago por mal. ¿Saben por qué
razón el pequeño Ciel necesita de mi para entrar a aquella dimensión donde el tiempo y el espacio
no tienen ley integra? – todos lo miraron confundidos, pero Ciel se levanto y contesto:

— El señor Vlad posee el poder de crear dimensiones con este tipo de especificaciones. Es una de
sus habilidades.

— ¿Por qué razón reía cuando vio el velo? – pregunto Tom, con poca paciencia y con ganas de
Cruciar a todo su círculo de inútiles para calmarse.

— Sí mal no recuerdo, les había dicho, en mi historia, que el nombre de mi familia y mi tierra
desapareció de la historia de este mundo – todos asintieron – La razón es porque yo cree una
dimensión diferente, donde mi mansión y las tumbas de mi amada familia se encuentran – levanto
el libro sonriendo, mostrando el velo – Y esta es la puerta…

Se encontraban en una mesa alejada, mirándose con escrutinio. Para Hermione, no había peor
sinónimo de catástrofe que una mirada desdeñosa y escudriñadora como la que los señores
Parkinson le estaban dando en ese preciso instante. Se sentía no sólo pequeña, sino también como
si estuviera en la cueva, acompañada únicamente de un gran basilisco que esperaba a que
estuviera distraída para devorársela. Suspirando, y con ayuda de un apretón de manos de Pansy,
logro recuperar algo de compostura.

— Pansy, amor…– comenzó su madre, Amelia, con ese tono meloso que tanto le molestaba. Antes
de que continuara, Pansy alzo la mano, deteniendo la conversación para que no continuar por un
camino que, como todos los presentes sabían, no terminaría en nada bueno.

206
— Ya lo conversamos, madre, padre, y saben mejor que nadie que no daré mi brazo a torcer –
respondió serena. Como el mar cuando no había viento – Me comprometí con Mione, y me casare
solo y únicamente con ella. Otros, nunca.

— Pero, el joven Kruchstein es un buen partido; hermoso, buena posición social, de una muy
reconocida familia de magos oscuros… y esta joven es…– Dio una mirada de asco mientras la
escrutaba. Mione se mordió el labio inferior sintiéndose aun más pequeña. Pansy dio una mirada
de odio que sobresalto a su madre y la hizo ponerse nerviosa. Tomo a Mione de la cintura y la
acerco un poco más hacia ella.

— Es. Lo. Mejor. Que. Me. Ha Pasado – mordió cada letra con orgullo. Hermione se sintió un poco
nerviosa, no quería que Pansy terminara en disputa con sus padres. Antes de que dijera nada para
detener aquella discusión sin sentido, Pansy volvió a hablar: – Los quiero, los adoro y aprecio, pero
a Mione la amo. Y no pienso permitir que la insulten delante de mí. Si alguna vez sucede de nuevo,
la familia Parkinson queda sin heredero – dejando con la palabra en la boca a sus padres, se
levanto y tomo a Mione de la mano. La tomo de la cintura, poso sus manos en su vientre y los miro
a los ojos – Además, no puedo dejar a mi pequeño gorrión sin su madre.

Después de darles una sonrisa de superioridad, tomo nuevamente la mano de Mione y se alejo
con toda la elegancia y dignidad posible, con una senda alegría. Mione estaba colorada de la
vergüenza, no esperaba que Pansy les dijera que serian abuelos de esa manera. Ni ella aun se creía
lo que le estaba sucediendo. Apenas y en la mañana había salido corriendo al baño después de
que termino con el maquillaje y los perfumes de Harry, se dio cuenta de que no soportaba el olor.
Ni siquiera le gustaba el olor de su colonia favorita.

Luego fue que descubrió que tres noches antes Pansy le había dado la poción para que quedara
embarazada. Debió prevenir ese momento en algunas de sus cavilaciones. No supo bien cómo
demonios funciono aquello, pero estaba feliz (aunque quería matar a la Slytherin después que le
conto lo que le sucedía). ¡Seria madre y aun no terminaba sus estudios!

Aunque eso no implicaba que estuviera feliz de tener algo que las unía más que nunca.

— Te lo dije, mi ratoncita – le susurro al oído: – Una serpiente solo tiene un solo amor toda su vida
– al finalizar, termino robándole un beso entre los murmullos de los presentes y la saco a bailar…

La oficina estaba a oscuras, deslumbrada solo por las crecientes llamas de la chimenea. Fawkes
estaba absorto en su percha, con los ojos mostrando una tristeza sin igual. Extrañaba a Albus,
siempre lo hacía y no había manera de que le olvidara, aun si su padre lo maldecía. Lanzo un
suspiro que resonó en la vacía estancia. Los cuadros de los directores lo miraban con pena.
Cualquiera se sentiría de igual manera viendo a tan hermosa ave con aquella aura tan depresiva
rodeándole.

207
— No deberías sentirte tan triste, Aeón – susurro Nigellus con una senda sonrisa en los labios.

— No hay manera de que no me sienta así, señor Black. La persona que amo está alejada de mi,
en un lugar que desconozco, sufriendo quien sabe que cosas – respondió, lanzando un suave
silbido. Lucifer no le había prohibido hablar. De todas formas, no había nadie en Hogwarts para
escucharlo más que los cuadros de los viejos directores que no podían hacer nada.

— Hay muchas formas de sentirse vivo…

— Dígame una de ellas. Porque si lo pienso, no tengo nada que me de ese regocijo. He estado
atado a esta forma por más de 500 años; vivo, crezco, como y duermo, y termino muriendo para
sufrir el mismo proceso interminable. No hay nada que me haría más feliz que ver a Albus otra vez.

— ¿Quizás un hijo? – Aeón alzo la mirada y lo vio con tristeza y confusión.

— Nunca tuvimos la oportunidad de estar el suficiente tiempo, juntos, como para poder tener
uno…

— Según el joven que está llorando de alegría al saber que vives, dudo mucho que no tuvieron el
suficiente tiempo – rió con soltura al ver la confusión en los ojos del pequeño fénix – Así es, Aeón,
en estos momentos estoy viendo a tu pequeño hijo, su nombre es Ciel y lo que más desea en estos
momentos es conocerte.

— ¿Dónde? – su voz resonó con miedo y alegría. Parecía que estaba a punto de echarse a llorar.
Nigellus le sonrió…

— La mansión Malfoy… ve. Te esperan.

Y sin decir nada más que un pequeño “gracias”, salió volando a toda prisa del castillo al encuentro
con algo inesperado.

— “El principio del fin está comenzando”.

208
“No hay dolor en la tierra, que el cielo no pueda curar.”
ANONIMO.

Una lengua de fuego crepito con intensidad entre las llamas de la chimenea. El cuarto de la
biblioteca donde estaban reunidos todos ellos, pareció sumergirse en un raudo silencio roto sólo
por sus respiraciones. Severus tenía sus labios cubiertos y sus oscuros ojos desvelaban más de lo
que en años hubiese demostrado. Tanta alegría y expectación; tantos sentimientos mesclados que
siempre creyó olvidados, todos relucían con brillante realidad en su mirada. Harry, que
permanecía agarrado de mano de Draco, exhalo un suave gemido, con lágrimas en los ojos y sus
labios bailando, esperando sollozar sin control.

— Sin importar cuánto me mire – dijo Vlad, con una sincera sonrisa dibujada en sus labios – no
encontrara mentira en mi rostro, o en mis palabras, mucho menos en mis ojos. No miento con lo
que les he dicho.

El silencio volvió a posarse sobre todos; fue Severus quien, con un murmullo, pregunto:

— ¿Cómo? ¿Cómo planea rescatarlos?, ¿qué demonios es el velo, en realidad?...– Vladimir levanto
una mano, deteniendo el sin fin de preguntas que llegarían de la boca del pocionista. El silencio se
hizo. Ciel lo miro en espera de escuchar todo. En cierto sentido, nunca espero esa posibilidad
entre todos sus planes. Ni siquiera tenía idea de la tan oculta historia de Vladimir y cómo fue que
llego a ser quien era.

— El que ustedes conocen como “El Velo”, no es simas una puerta de cruce espacio-tiempo –
explico. Su voz era calmada mientras sorbía de su copa de vino entre palabras. Todos esperaban la
continuación en silencio: – Una puerta que te deja en un mundo donde el tiempo y el espacio
(como ocurre con el padre de Ciel) no corre en ningún sentido o dirección. Quienes lo cruzan, no
pueden salir al lugar que verdaderamente lleva; tampoco pueden regresar por donde entraron. Es
como estar perdidos en un espacio donde no existe nada, donde nada es comprensible y donde
todo es un misterio…

— ¿Cómo puede ésa ser una puerta? – pregunto Lucius, calmado, pero con el ceño fruncido al ver
a su Remus exaltado de tal manera. Las emociones se filtraban una tras otra hondando en los
implicados, incluso su señor se notaba nervioso y con ganas de ahorcar a ese vampiro para que
soltara la manera de traer a Potter padre a la vida, literalmente hablando – Quiero decir: dices que

209
quien entra está literalmente perdido, cuando se supone que eso, o El Velo, debería llevarlos a
donde tu antigua mansión, se encuentra.

— Creo que no presto real atención a mis palabras, señor Malfoy – Lucius lo fulmino con la
mirada. Vlad sonrió y alzo su copa burlonamente hacia él – Ciertamente, dije que es una puerta,
pero también dije que era para entrar a un lugar que deseaba borrar de la faz e historia de este
mundo. Por lo que comprenderá que, aun cuando alguien lo cruce, jamás lo llevara al destino por
el cual esa “puerta” fue creada – las miradas que todos clavaban en él, eran profundas y parecían
atenazarle el cuello, el estomago y algo más bajo que eso. Río con calma y desinterés, tomando de
nuevo de su copa. Aquello parecía un aula universitaria de aquellas que tanto gustaba “visitar” en
sus tiempos de ocio y diversión en Transilvania.

— ¿Podría – Tom gruño con tranquilidad y hablo con tal frialdad que el aire pareció congelarse –
explicarse con más claridad, señor Vlad?

Vlad perfilo la mirada y sus ojos se rasgaron con sinuosa frialdad. El ambiente pareció cortarse y
las respiraciones ahondarse hasta que Ciel poso una mano en su hombro, y le hablo con suave
calma: – Por favor, ¿podrías?

— Por supuesto, Mon maître – exhalo con finura y afino su mirada, sonriendo con rotunda
arrogancia y altivez, digna de todo Malfoy – Esa puerta sólo puede ser traspasada por mí, en plena
conciencia y poder. Por supuesto que alguien que me acompañe puede realizar tal proeza, sin
sufrir ninguno de los castigos inscritos en la creación de aquella puerta (como la están sufriendo
ahora sus prisioneros). Por esa razón, todo el que cruza jamás vuelve. Sus voces serán escuchadas
como murmullo por aquellos que se han enfrentado, al menos una vez, a la muerte; la puerta fue
creada por un no-muerto, después de todo.

Harry se mordió los labios y limpio un par de lágrimas que aun escurrían por sus mejillas. Miro a
Draco y le sonrió para luego acercarse a Vlad, con paso ceremonioso y un tanto ominoso: – Ha
dicho; en plena conciencia y poder. ¿Acaso no lo está ahora?

— Lamentablemente – levanto la copa hacia Harry y luego sorbió con parsimoniosa calma – no, no
lo estoy.

Harry arrugo el ceño suave, tratando de no descomponer su rostro con aquella mueca de
desesperante incertidumbre: – ¿Qué le falta para estar a plena potencia?

Vlad sonrió tras la copa de cristal, fijando sus ojos en el danzante y eclipsante líquido carmesí: –
Necesito algo que posee usted, su alteza real. Algo que en este momento esta prendiendo de su
oído y mostrándose en abrumador y oscuro esplendor, restregándome que no podrá ser mío a
menos que usted me lo permita. Leyes de la vida, o de la inmortalidad, podría llamarse el caso.

— Cromwell.–.murmuro Harry, entrecerrando la mirada y empezando a dar la vuelta hasta


posarse detrás de Draco, quien, al igual que todos, no entendía de que iba la conversación de esos

210
dos. Vlad le asintió con seriedad después de escuchar ese nombre; nunca le gusto, nunca le
gustaría – Tengo entendido que usted, Vladimir Tepes; rey de los vampiros y señor de las tinieblas,
fue un verdadero peligro para este mundo. ¿Por qué habría yo de devolverle aquel abrumador
poder que sumergió al mundo en caos, desde las sombras?

— No sé yo.–.dijo informal, sonriendo divertido. Harry le estaba empezando a agradar en


sobremanera: – ¿Por qué no me lo dice usted?

Los ojos de Harry centellearon fría furia y por primera vez, Vlad sintió temor, pero no lo traslució
tras aquella fría y exuberante arrogancia: – El caso podría ser, que yo puedo ser capaz de usarlo.
Su poder, me refiero – Vlad admitió, con un cabeceo, que sus suposiciones no eran erradas –
También puedo ver, como cuando el joven Ciel le llamo la atención, no fue capaz de renegar a su
orden. Aunque para los presentes, exceptuándome, sonó mas como un ruego. ¿Es él su amo?

— Como se esperaba de su alteza; ningún error en sus palabras ni duda tras sus ojos. Siempre el
que domina la situación – le alabo, riendo entre dientes – El joven Ciel, Mon jeune maître, es mi
amo absoluto. Lo he jurado antes de mi libertad; y como vampiro que soy, aun siendo rey y
epicentro de tales criaturas oscuras, también me rijo por un código. Hasta que Ciel muera, le
serviré como su escudo y espada… no hay palabra suya que no esté atado a obedecer; aunque su
control tiene cierta limitación.

La mirada carnívora (en términos sexuales) que le envió al de profunda y azulina mirada, lo hizo
temblar y ahogarse con su propio aliento. Lagolos, que estaba a su lado, lo escudo detrás de sí
para recibir un gruñido de parte del vampiro. Vlad, luego de bufar y posar su mirada en Harry,
agrego: – Pero con lo referente a mi poder, usted tardara en aprender a usarlo, sin importar que
sea el Regis o no; yo, en cambio, puedo usarlos en plena libertad. Eso es si me lo devuelve, que si
es el caso, también le hare una oferta especial; le devolveré el control al señor Lupin sobre su
hombre lobo. Es esplendorosa cuando se realiza a voluntad propia, se lo puedo asegurar…

— Harry – irrumpió Voldemort en la conversación – ¿puedes explicarnos de que va todo esto?

Potter suspiro y volvió a tomar asiento, bajo la atenta mirada de todos, incluido Black quien se
veía rebosante de alegría y energía. Draco le beso el dorso de la mano y Harry le sonrió con
ternura. Toda aquella tensión les estaba haciendo mal.

Harry movió su pelo hacia atrás, mostrando el pendiente de lobo en su lóbulo, resplandeciente
como nunca antes. Incluso parecía estar vivo; Vlad jadeo y sus ojos se iluminaron:.– Este
pendiente, que antes fue un libro de esta biblioteca, es un último deseo dejado por un viejo y
poderoso mago conocido como Maximillius Demetrian Cromwell; quien sello al Sr. Vlad durante
los últimos mil quinientos años. Está conectado a mi línea de existencia, si me comprenden, y es
también el contenedor de todo el poder del señor Vlad.

— Nunca dije que era el contenedor de mi poder…

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— Lo intuí cuando este comenzó a llorar – Harry sonrió mientras mostraba más abiertamente al
lobezno, dejando ver con mas claridad las dos finas líneas oscuras que se escurrían de sus
plateados ojos y se perdían en sus fauces – Hermoso, ¿cierto?

Vlad asintió. Todos estaban sorprendidos: ciertamente, era preciosa la vista de aquel pendiente
llorando oscuridad. Un temblor frio les recorrió el rosario que conformaba sus espinas dorsales.

Harry, luego de que el silencio volviera a asentarse, halo el anillo en las fauces del pendiente y
este, para sorpresa de todos, lanzo un esplendido aullido mientras saltaba de la oreja de Harry y
un cuerpo, igual de plata, tras su cabeza se materializaba. Cuando aulló una segunda vez, un haz
de luz, de vibrantes y vivos colores, se transformo en una pequeña luna llena sobre él y este
comenzó a crecer. Las bocas de los presentes, incluido Vlad, estaban desencajadas y sus ojos
mostraban no sólo sorpresa sino también incredulidad al por mayor.

El lobezno los escruto a todos y pareció sonreír, haciendo el raudo sonido del metal en
movimiento: – Es bueno verte de nuevo, Vladimir Tepes.

— Tus raros medios para comunicarte no han cambiado ni aun estando muerto, Cromwell – ironía
despectiva en sus palabras. Vlad ensancho una fiera y arrogante sonrisa y el lobo pareció hacer lo
mismo. Para los que los observaban, parecía que los ojos de ambos relampagueaban de manera
alarmante.

— Eso no es algo que alguien, literalmente muerto, deba decirme – un gruñido acompaño ambos
comentarios.

Tanto Harry como Draco notaron que esos dos se miraban como lo hacían ellos antes en el colegio,
se sonrieron malévolamente y dijeron en tono casual: – Es solo tensión sexual.

Tres cuellos giraron con rapidez, resonando dolorosamente y creando una descomunal descarga
de odio con la mirada. Ciel, Cromwell y Vladimir perforaban las gargantas de Harry y Draco,
quienes se destornillaban de la risa, con la mirada. Estos bufaron luego de darse cuenta de la
pequeña broma de esos dos.

— Ya que tenemos su atención – se burlo Harry, recibiendo tres bufidos más – Sr. Cromwell;
podría explicar, detalladamente, todo lo referente al poder del señor Vlad. O al menos en lo
referente de donde, literalmente, esta.

No fue una petición, fue una orden y, inclinándose en una reverencia, Cromwell miro mal Vlad.
Harry y Draco parecían tener razón “Esos dos eran amantes en su tiempo.”

— En mis colmillos, los caninos – abrió un poco las fauces y mostro los dos largos y plateados
dientes, envueltos en runas y finas marcas que parecían inscritas a mano – están sellados los
poderes de este vampiro – apunto con el hocico e hizo una expresión desdeñosa – Uno de los
sellos contiene su poder, el otro contiene al licántropo primo.

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Lupin miro con sorpresa al lobo de plata, con miedo a acercarse; pero con un inherente deseo de
tocarlo, aun a sabiendas de que le lastimaría el material del que estaba hecho. Lo mismo sentía
Vlad, aquella era una plata bendecida por el poder de Cromwell, y eso, muy a su pesar, le impedía
recuperar lo que por derecho le pertenecía sin la bendición de su actual poseedor.

— Su poder es aterrador – continuo – Astronómicamente aterrador, a decir verdad. Está por


debajo del suyo, su alteza, pero no tiene limitantes que lo detengan. Eso lo hacía y lo hace un
peligro. Capaz de crear dimensiones de la nada, donde puede arrastrar un continente completo si
así lo quisiera. Aparte de ser un peligro para los seres humanos sin un suppresseur que lo
satisfaga. Nunca estará satisfecho con la sangre, siempre querrá más.

— Lo comprendo – murmuro Harry. Estaba un poco sorprendido de su actitud taciturna con este
asunto. A parte de poder recuperar a su padre y madrina, tenía la oportunidad de regalarle a
Remus su total libertad e independencia del lado oscuro que se lo carcomía tres veces por mes.
Tomo con fuerza la mano de Draco y sonrió – Le devolveré aquello que le pertenece, señor Vlad –
antes de que el lobo hablara, le interrumpió – El señor Vlad, Cromwell, está atado a un contrato de
lealtad hacia el joven Ciel, aquí presente. Imagino que ese es su suppresseur.

Su cuello metálico resonó en la estancia cuando se giro hacia el chico al lado de Lagolos, a quien
Harry le señalaba. Lo escruto con sorpresa y luego giro contrariado a Vlad: – ¿Qué es esto, Tepes?
– le gruño con rabia – ¿qué demonios planeas con esto? Tú, en todo el tiempo que te conozco,
jamás hiciste uso de esas reglas que atan a tu especie para liberarte de mi sello. Ni antes ni nunca;
¿Por qué ahora?, ¿por qué estar atado al límite de tu supresor? – su mirada atravesó los ojos
oscuros de Vlad y luego se abrieron con sorpresa para terminar mirando a Ciel como si se hubiese
ahogado con el aliento. Se acerco temeroso, pidiendo permiso a Lagolos para poder ver mejor al
chico. Giro y le dio la vuelta, esperando equivocarse con lo que observaba – Vlad…– lo miro
temeroso – ¿es esto cierto?

— Tampoco lo creí la primera vez que lo vi. Pensé que era un engaño, pero me arriesgue.

Ciel tenía ambas cejas alzadas, con muda pregunta de qué mierda estaba pasando. Algo que no
podía expresar con su nana allí presente.

Antes de que alguno dijera algo más, en una variante de fuego carmesí, azul y negro, el ave fénix
apareció, lanzando un suave silbido y la sala enmudeció por completo. Black sonrió ante la
sorpresa de todos, y más la del pequeño Ciel, quien miraba con desorbitante expresión al ave roja
que sobrevolaba el cuarto. Todos fijaron su vista en Nigellus y captaron la burla en sus ojos,
sabiendo que tenían unas caras de infarto en risas.

El ave fénix descendió y se quedo mirando a Lagolos, quien se inclino ante él y luego dejo a la vista
a Ciel, quien parecía morir por abrazarle, pero que también tenía miedo.

— No me temas – todos lo miraron con sorpresa – Por extraño que parezca, sí, soy tu padre.
Lucifer no me prohibió hablar, por eso puedo dirigirme a ustedes aun en esta forma – se acerco

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con temor, con pequeños pasos hacia Ciel. El joven Nephilim se arrodillo y extendió la mano –
Nunca espere tal sorpresa – pareció llorar mientras acariciaba con su pico los finos dedos – Eres
tan hermoso como Albus.

Ciel se mordió el labio y gimoteo con una sonrisa: – ¿P-puedo ver tu verdadera forma?

— Sólo si así lo deseas…– le dijo, alejándose un poco – El hechizo que me mantiene en esta forma,
es de sangre. Sólo familia puede romperlo, ¿me das permiso de adoptar mi real yo?

Ciel hizo una pantomima con su mano, asemejándola a una reverencia. Sus ojos estaban llenos de
lágrimas. Su aliento, y el de todos, se detuvo cuando vio al fénix cambiando entre llamas oscilantes
y felices, que danzaban a su alrededor. Primero su cuerpo fue creciendo; luego su largo cabello
matizado en colores llameantes hasta la raíz; largos brazos y piernas; un bello rostro, joven y
deslumbrante. Cuando termino de cambiar, parecía un príncipe joven, no más de veinte años,
poderoso y con un vigor sin igual, sonriendo mientras extendía sus brazos hacia Ciel.

— ¡Cuan feliz me hace conocer tu existencia, Mon petite Ciel! – el pequeño se aferraba a su
cintura como si estuviera viendo una visión que se esfumaría en cuanto terminara de abrazarlo.
Aeón lo entendía, él se sentía de igual manera. Fijo sus ojos en Lagolos, quien seguía arrodillado a
su lado – ¿Qué nombre te ha dado Albus, mi pequeño dragón?

— Lagolos, mi señor – como su creador que era, Lagolos debía rendirle pleitesía; al igual que a su
amo y su hijo. Pero debía mayor respeto a Albus e Aeón que a Ciel.

— No me debes nada de eso, Lagolos. También eres como un hijo para mí; después de todo,
naciste de mí. De mi poder – lo hizo levantarse y también lo abrazo.

Luego de unos minutos de convivencia, un carraspeo interrumpió la muy sentimental escena.

— Bueno – hablo Tom, harto hasta la raíz del pelo en cosas que pensar – ¿podemos dejar esto
para una tarde más tranquila? Estoy seguro que todos deseamos disfrutar de la fiesta de mi hijo y
su esposo…, este asunto podemos tratarlo mañana, en la tarde, en el jardín y sin miedo a que
alguien interrumpa o se meta y entere de asuntos que no le interesan.–.Todos asintieron,
consientes de que el señor oscuro tenía razón. Ciel se separo de su padre y sonrió mientras
limpiaba sus lágrimas – Señor Vlad, joven Ciel, señor Lagolos; están invitados a pasar la velada con
nosotros y si gustan, mi mansión esta dispuesta para su alojamiento de tiempo indefinido. ¿O
preferirían estar aquí? Eso lo incluye a usted, joven…

— Aeón. Y no, debo declinar su ofrecimiento de quedarme; mi padre no debe saber que he
desaparecido del castillo. Me preguntara sobre donde estuve y si mi tiempo no coincide, me
obligara a revelar lo que oculto, no pudiendo negarme a ello, el hechizo me lo impide hacia mi
maestro.

— ¿Su padre? – exclamaron con sorpresa.

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— Lucifer es mi padre. Porque no estoy de acuerdo con él y por haberme enamorado de Albus,
esta es mi maldición – miro a Ciel y sonrió a gusto – Y la sufriría mil veces a cambio de esto…–
todos le regalaron una suave sonrisa, entendiendo su punto.

— Entiendo – murmuro Tom, mirando a Harry y sintiendo la misma calidez del primer día que
supo que era su hijo. Aeón beso en la mejilla a Ciel y a Lagolos, mirándolos con ternura antes de
volver a su forma de fénix.

— El hechizo se romperá con una orden de alguien de la familia, pero no deseo eso por ahora.
Seré su espía, al igual que el señor Black y terminare de explicar la situación cuando me vea
completamente libre, por un día, de mi padre – miro a Ciel y Lagolos – Quisiera pasar más tiempo
con ustedes, pro no puedo. No por ahora. En tres días volveré.

De la misma forma en que apareció, se desvaneció dejando tristeza momentánea en Ciel y


Lagolos.

— Si no es molestia.–.incurrió Vlad, no gustándole la expresión en aquellos rostros;


particularmente en el de Ciel – me gustaría pasar la noche aquí, sino es molestia, claro está.

— No es problema alguno. Pueden quedarse tanto como deseen; después de todo, el enemigo de
mi enemigo, es mi amigo – Todos miraron a Lucius con una senda expresión de sorpresa, bueno,
los que lo conocían y sabían de su extraña fijación de la pureza de la sangre y su desagrado con lo
Muggle (y eso incluía hasta sus frases) – ¿Qué? Remus lo dice mucho. ¡Wilshire!

— ¿Qué desea, amo Lucius? – la elfina apareció dando una senda reverencia.

— Prepara habitaciones para los invitados, se quedaran tiempo indefinido con nosotros – Wilshire
hizo otra reverencia y desapareció.

— Nos veremos después, entonces – Cromwell aulló una vez más y se volvió a transformar en el
pequeño pendiente, posándose en la oreja de Harry. Todos comenzaron a salir de la habitación,
con dirección a la fiesta que era celebrada, en espera de los recién casados para el brindis. Harry
dejo que Draco se adelantara y se quedo en la puerta, observando al silencioso profesor, quien
había quedado callado, perdido en sus pensamientos.

— Una nueva oportunidad, profesor…–,Snape lo miro y sus ojos brillaron emocionados,


endureciéndose segundos después.

— Métase en sus asuntos, Potter – gruño, levantándose de golpe. Harry río y se fue por el pasillo,
no antes de dejar aun más mosqueado y traumado al profesor.

215
— ¿A quién elegirá, profesor? – Arrugo el ceño, parado en medio del pasillo mientras observaba al
Potter que se hacía más pequeño a la distancia – ¡Sirius también sentía algo por usted!

Snape abrió amplio los ojos y maldijo a todos los Potter hasta la actualidad. “¡Malditos engreídos!”

La fiesta era esplendida y animosa. Todos los invitados se encontraban danzando al ritmo de una
canción que no conocían (Muggle, elegida por Hermione) y disfrutaban de exóticas bebidas que
eran adictivas (otra vez Muggle, elección de Hermione), inclusive los aperitivos eran deliciosos y
desconocidos (¡Muggle y elección de Mione! ¡¿Cómo adivinaron?!).

Mientras unos bebían, otros danzaban como locos y algunos comían disfrutando de algo nuevo,
los anfitriones entraron a la fiesta, con caras felices que cambiaron a sorpresa al ver todo el
ajetreo que nunca se pensaron (ni en sus más locos sueños) imaginar. La mayoría de los sangre
pura estaban, ¿bailando como desquiciados al ritmo del rock?

Draco miro a Harry y viceversa, ambos con cara de sorpresa y mudas preguntas que fueron
respondidas por una borracha Pansy y una más que feliz Hermione (la cual estaba un tanto
extraña). ¿Cuánto tiempo estuvieron en la biblioteca?

— ¡¿Qué demonios es esto?! – bramo Tom, tratando, pero imposible de lograrlo, de que su voz se
alzara por encima del volumen de la música. Trato de encontrar a los músicos los cuales ¿estaban
amontonados en una esquina borrachos? Sus ojos se tornaron oscamente rojos de la rabia, ¡la
fiesta estaba arruinada! Estaba más que seguro que el culpable chillaría como cerdo en matadero
cuando lo Cruciara.

— ¡Calma, papá! – Harry le desangro el tímpano con la voz. Tom se sintió un tanto mareado, no
sólo porque Harry casi lo mata de un infarto, sino por los potentes que eran los ¿amplificadores?
Murmuro una maldición, tapándose los oídos mientras observaba a Harry que, con un movimiento
de mano, cambio su ropa y la de Draco a una más “cómoda” – ¡Esto es una verdadera fiesta!

Las túnicas de Harry se convirtieron en sexys pantalones de cuero; del mismo color negro,
ajustados a la entre pierna y el trasero; y una camiseta ajustada a su torso. Las ropas de Draco,
que eran blancas, hicieron lo mismo que las de Harry, dejando embobados a los invitados que los
veían caminar hacia el centro del jardín, el cual era la pista de baile actual.

Ron reía tontamente al lado de Blaise, con un jugo en las manos (el cual podía jurar estaba
adulterado). Estaban en una esquina, comiéndose a besos de vez en cuando. Y si notaba bien; al
fondo, cerca de uno de los matorrales, estaban Neville y el calmado Theodore casi arrancándose la
ropa a medida que se devoraban, literalmente, los labios. ¡Guau! Nunca vio a Neville tan vivo.

Cuando, Inside the fire (de una banda Muggle que le gustaba), comenzó a sonar, Harry y Draco se
comenzaron a mover con esplendor; y una lujuria estremecedora. Draco tocaba su cintura, sus

216
caderas, su trasero y Harry reía y gemía de vez en cuando, cuando robaba un beso durante el
ritmo. O cuando tentaba a Draco a hacer algo peor.

Los invitados (los más perdidos en el alcohol) brincaban y aplaudían animados. Los reporteros
tomaban fotos de aquí por allá, igual de perdidos mentalmente que los invitados de más Glamour
en toda Inglaterra; esa iba a ser una noticia sensacionalista única.

Lástima que Tom, en un momento de lucidez, había hecho explotar las cámaras y los pergaminos
hechizados que se auto escribían; mejor que los periodistas escribieran lo que recordaban, que
sería lo poco que duraron en emborracharse.

Harry seguía la onda, o algo por el estilo junto a Draco. Su baile era exótico y atrayente, una
combinación explosiva que los hacía a todos seguirlos a la pista improvisada a hacer lo mismo.
Pareja por pareja, la pista fue llenándose y mostrando a los mejores pureblood a disfrutar una
verdadera fiesta. Inclusive Remus y Lucius se habían unido al baile. Todos ellos imitando a los
recién casados y a los más jóvenes del montón.

No cabía duda, cuando despertaran del trance se avergonzarían por el resto de su vida
(enviándoles las gracias por escrito por la fiesta).

— ¡Guau! ¡Los magos sí que saben divertirse…! Y me imaginaba otra cosa…– comento con burla
Vlad, al lado de Tom, quien ya estaba por subirse a las paredes por aquella locura acometida por
ese grupo de adolescentes hormonales, rebeldes y ominosos. Voldemort le envió una mirada
furiosa y gruño enviando maldiciones de aquí para allá; ni Merlín se salvo de sus comentarios
oscuros contra la creación – Vamos mi señor oscuro, ¿Qué no se divertía de joven?

— ¡Tengo más de 50 años! – le espeto furioso. Sus ojos ya estaban rojos y estaba pronto a matar a
alguien – Malditos chiquillos hormonales.

— Es su fiesta. Deben disfrutarla al máximo, ¿no? – Vlad estaba demasiado divertido. Tomo a Ciel,
bajo el estricto gruñido de Lagolos, y salió a la pista – ¡Sólo se vive una vez! ¡Y un mago sólo se
casa una vez!

Antes de que Voldemort objetase algo, un rayo blanco lo golpeo y lo obligo a moverse hacia el
centro, a reunirse con los pelirrojos hermanos de Ron, Fred y George. Trato de evadir por
completo el maldito hechizo, encontrando que era imposible (y sólo una persona puede hacerle
eso). Miro hacia donde Harry estaba y vio como este le guiñaba un ojo. ¡El crució sería insuficiente
para cuando termine!

— “Vamos padre, disfruta este día. Al final de cuentas, pronto traeremos a papá.” – Le hablo a
través de la conexión. Tom refunfuñó entre gruñidos, maldición tras maldición, pero se dejo llevar
por los pelirrojos que parecían comérselo con los ojos. ¡Malditos mocosos hormonales!

¡Maldito fuese Merlín y todas sus putas concubinas!

217
Para el final del día, varias parejas terminaron en hoteles y algunos en habitaciones particulares
dentro de la mansión…

— ¿Donde estuviste, Aeón? – pregunto Dumbledore, una vez el ave fénix se poso en su percha.
Trino suave, con lo que parecía ser el ceño fruncido – ¡Oh! Cierto, perdona – haciendo un ademan,
lo hizo transformarse.

— Que yo sepa, también tengo que alimentarme, ¿no? – Dumbledore parpadeo y se encogió de
hombros, dejando de lado el tema. Se movió hasta posarse tras su escritorio, saco una botella de
coñac de uno de los cajones superiores y dos vaso de cristal. Se sirvió y se dejo caer hacia atrás, en
su asiento. Subió los pies sobre el escritorio y pego el primer trago.

— Estos días me he sentido exuberante y poderoso. Quizás ya es hora de que dé comienzo a todo,
¿Qué te parece?

Aeón alzo las cejas y tomo el otro vaso de encima del escritorio y se sirvió también.

— ¿Desde cuándo pides mi opinión para las cosas?

— Desde que eres una ficha en mi tablero – espeto sereno. Aeón volvió a alzar la ceja, pero esta
vez con una mueca de incertidumbre y desdén en los labios.

— Nunca trabajare para ti. ¿Se te ha olvidado por que tengo esta forma? – puso una mueca
burlona a su padre y se tomo el contenido de la copa – No puedes amenazarme con Albus; tú
también le necesitas. De manera diferente a la que yo lo hago, pero lo haces. Sin él no podrás
lograr absolutamente nada.

— Has dado en el clavo de nuevo, mi querido y adorado hijo – sonrió cuando miro que lo iracundo
en los ojos de Aeón se poso sobre él. Cuanto disfrutaba el ponerlo furioso – Tienes toda la razón,
le necesito, pero has sido tú quien me lo ha robado. Por eso eres otra parte importante. Sin que él
lo quiera, no puedo obtener la “Luz” que reside en su interior. Y para derrotar por fin al Regis, le
necesito pronto. Necesito de ti para que me la entregues, Aeón, quiero su “amor”.

— ¿En verdad crees que te ayudare? – bufo cuando este le apunto con la copa en alto y una
sonrisa altiva.–.No te lo tengas muy creído, padre. No hay manera de que te ayude en tus
estúpidos planes.

— Tengo maneras más difíciles de obtener lo que quiero, Aeón. Simplemente no quiero verte con
aquella cara de nuevo – sonrió con senda burla mientras se preparaba otra copa. Aeón gruño y lo
miro con mayor odio – ¿Qué me dices, me ayudaras?

218
— Dame una semana libre de este lugar y lo pensare – Dumbledore entrecerró los ojos suspicaz –
Hablo con mi forma de fénix; estoy harto de estar aquí siempre y sólo salir cuando quieres. Una
semana libre es lo que pido y lo pensare… es tu decisión…

— Bien. Después de todo, sin mí no puedes lograr nada.

Para cuando terminaba de tomarse su copa, tanto Aeón como Black sonreían cómplices. Unos
cuantos pasos más y todo estaría listo.

219
“La abadía es mi redención del pecado condenado al averno de mi sufrimiento.”
Phenix.

Los imponentes rayos del sol, atravesaban con divinidad, como fieras lanzas, las oscuras nubes que
cubrían el cruel y vasto cielo, azotando en la tierra con el poder de destruir la oscuridad. Todos los
escombros se vieron bañados en luz, potente, cálida, que anunciaba el fin de un martirio
agonizante. Las torres destruidas, antes consumidas por el fuego y azotadas por un avasallador
oscuro poder, parecieron cobrar vida en el momento en que la luz las cubrió. Incluso las sombras
parecieron adquirir vida en aquel caótico lugar.

Lentamente, con el cansancio y el dolor consumiendo su cuerpo, abrió los ojos con pesadez, con
agonía, con sufrimiento. Estaba de rodillas, su espada a su lado, y con ella el cuerpo de su enemigo
mutilado. Había logrado vencerlo y en el proceso, había caído víctima del agudo dolor que la
magia negra había hecho correr por sus venas. Una lagrima surco sus mejillas, limpiando sangre
seca en ellas. No había podido salvar a nadie, todo y todos habían desaparecido. Estaba solo…

De repente, como si sus pensamientos hubiesen sido escuchados, unos fuertes pasos, seguros de
sí mismos, comenzaron a escucharse, acercándose hasta él. Eran elegantes y cortos, como si
admirase el paisaje con parsimonia mientras iba a su encuentro. Cuando alzo el rostro,
desviándolo de la fina hoja de metal que estaba enterrada en aquel ser, pudo sentir una cálida
brisa envolviendo su cuerpo y relajando sus músculos.

A la lejanía, con elegancia enmarcando toda su figura, una persona se vislumbraba siendo
golpeada por el sol a su espalda, oscureciendo sus rasgos. Entrecerró sus ojos, tratando de captar
con más lucidez a la persona que iba a su encuentro, no logrando mucho más que ver una larga
melena, tan oscura como las plumas de los cuervos, y una barbilla fina. Sus ojos azules se
mostraron con gran expectación lo ansioso que estaba por poder descubrir como seria el rostro de
tal persona. El viento volvió a surcar el cielo y aquel bello cabello comenzó a ondear, tan elegantes
como una fina capa hecha con hilos de oro.

Antes de que pudiera darse cuenta, la figura estaba frente a él, observándolo con un interés que
no supo describir. Su cuerpo recibió una fuerte descarga, intensa y excitante, cuando logro ver
aquellos ojos. Eran grandes, hermosos, y verdes… un verde tan sofocante, que incluso sentía como
si su alma fuera envuelta por ellos, viendo sus mas intrínsecos secretos. Parpadeo con fuerza y
desvió sus ojos a sus facciones. Eran finas y hermosas. Parecía una mujer, pero el cuerpo lo

220
delataba como un hombre hermoso. Todo su porte era imponente, arrogante, poderoso “digno de
todo rey”, pensó, y se descubrió soltando un suave silbido en vez de risa, pero el extraño supo
captarlo tan bien como capto sus pensamientos. Este rio un poco, suave y calmado, y pudo jurar
haber escuchado campañillas resonar a su alrededor.

Para su sorpresa, una mano delineo su mejilla, descendió hasta su mandíbula y termino
acariciando su barbilla, alzando lentamente su rostro hasta él, quien lo miraba con una sonrisa
triste: – Has sufrido demasiado, Arthur…

Su voz era hermosa, imponente, pero suave y rasposa. Las palabras parecían cobrar vida,
transportando el sentimiento que estas reflejaban. No supo por que, ni cuando, pero estaba
llorando bajo el escrutinio de aquella mirada.

— Pero era algo que debía suceder, Arthur, tu destino es más grande de lo que imaginas – Arthur
mordió su labio y, con toda la fuerza que pudo reunir, retiro con rudeza aquella mano aún posada
en su barbilla. Aquellos ojos mostraron gran sorpresa por su acto, pero no replico nada.

— No necesito de su pena…– murmuro, y al instante descubrió que su voz estaba quebrada en un


tono afónico. Quizás por haber estado gritando durante toda la lucha que sostuvo. El extraño
lanzo una sonrisa tranquilizadora, como si se hubiese esperado todo aquello. Los rubios cabellos
de Arthur se vieron danzando al viento, como si alguien divino le estuviera acariciando la cabeza.
Suspiro con cansancio, incluso hablar le suponía un gran esfuerzo – No lo conozco…, y no quiero
hacerlo. Estoy demasiado débil para siquiera hablar con propiedad. Si quiere hacerme un favor
más grande que el hacerme ver como alguien con un gran destino deparándome, por favor,
máteme… no tengo nada a lo que proteger, lo he perdido todo por alguien mezquino hambriento
de poder – miro con odio al cuerpo del sujeto en cuestión, aun muerto a su lado, pero tampoco
podía mostrar a relucir todo su odio, ¿su cansancio era para tanto? – No quiero nada más que el
poder reunirme con mi muerte. Sólo eso deseo, nada más…

El extraño pareció mirarlo aun con más pena que la anterior y, cuando no se dio cuenta, lo tenía
abrazándole con cariño. Susurrando cosas a su oído que lo hacían querer llorar con dolor y gritar
hasta perder por completo la voz….

— ¿De nuevo pensando en ello? – la fuerte voz lo hizo salir del trance en el que se había inducido.
Parpadeo un par de veces y luego miro al raudo e imponente león a su lado. Estaba cerca de él,
mirándolo con preocupación – ¿Por qué no lo olvidas? Ha sido ya demasiado tiempo desde eso…

— Es imposible para mí el olvidarlo. Y lamentablemente, parece que hemos caído en un círculo


vicioso. Perdí algo muy importante ese día, y aunque sé que fue para bien, no dejo de culparme
por todas esas calamidades que han sufrido – miro a los ojos verdes del león y contemplo su
reflejo a través de ellos. Mostraba tristeza, una profunda e irremisible tristeza – Bueno, quizás es
porque mi final esta pronto, mi querido amigo. Ya sabes, las personas siempre se arrepienten
cuando están pronto a su final. Y yo tengo muchas cosas de las que arrepentirme.

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— ¡Tú hiciste lo que debías hacer! – le gruño molesto. Esa parte de Arthur nunca le gusto – Las
cosas fueron puestas por el destino mismo, y tú sólo tenias la tarea de observar. Una vez lo
perdiste, y sólo por tener la oportunidad de volver a verlo, has hecho todo esto, Arthur. No tienes
culpa de nada. ¿No deseas verlo de nuevo? ¿Para qué fue todo esto entonces? No te traiciones a ti
mismo. Estas ayudando al pequeño príncipe a ser un rey. Le has dado más ayuda de la que has
podido aun cuando no debías interferir con lo que sucedería. Y a demás tu hijo…

— No me malentiendas. Lo comprendo perfectamente, amigo mío. Más de lo que imaginas –


Arthur contemplo la escena de sus pensamientos en la lejanía, antes de que el león rugiera y el
impacto de su grito borrara por completo la ilusión – El destino ya se ha puesto en marcha, sólo
espero que no se vean abatidos ante las tretas de su enemigo.

— ¿Estas triste…?

Arthur negó y coloco una sonrisa enorme en sus labios, haciendo que dos figuras aparecieran en la
palma de su mano: – Lo he vuelto a ver, y conocí la existencia de otro más a quien debo proteger.
¿Cómo puedo estar triste si se que algo tan maravilloso está con él?

— Las ruedas del destino están pronto a detenerse…– ambos, el león y él, sorprendidos se dieron
la vuelta. Frente a ellos estaba un ser que irradiaba luz de todo su cuerpo, mostrando belleza y
esplendor sin igual. Poseía unas inmensas alas, casi brillaban como oro a la luz del sol. Sus ojos
mostraban cariño sin igual. Ella estaba frente ellos. Hicieron una reverencia – En final de tu destino
está cerca, Arthur, prepárate…

Harry suspiro con fuerza, por enésima vez en aquellos diez minutos, tratando de mantener sus
mareos controlados. Y que su cabeza dejara de darle vueltas. Había estado así desde que había
abierto los ojos aquella mañana. Lo primero que había hecho fue correr al baño a tirar por el
retrete todo lo que había comido la noche anterior, y los tres días anteriores a ese. Lo había
decidido, no volvería a tomar alcohol Muggle ni aunque fuera la última bebida en mundo. Draco,
que había estado al pendiente de todos sus cambios, lo miraba con recelo y preocupación. La
conexión sensorial que ambos compartían le decían que era algo natural lo que su pareja, y ahora
esposo, estaba sintiendo. Pero su sentido común le decía que había algo más dentro de todo eso.
Harry lo miro y le sonrió mientras lo halaba para robarle un corto beso.

— Me encuentro bien, solo es indigestión y un leve dolor de cabeza por lo de anoche en la fiesta,
y quizás por lo de anoche en la cama – Draco sintió sus mejillas arder, y sus pantalones siendo
golpeados por su miembro gracias al apasionado recuerdo de ambos haciendo el amor con una
entrega ciega. Harry rio, robando otro beso y apretando el miembro de su adorado Veela,
logrando que Draco se empalmara completamente – ¿Te gustaría hacer una repetición rápida?

222
Draco le asintió, algo perdido por las rudas sensaciones de su miembro que palpitaba fuera de sí.
Harry dejo caer su pijama y mostro su trasero, recostándose de las frías baldosas, en espera de ser
tomado tan apasionadamente como la noche anterior….

Media hora después, el Gryffindor salía con una gran sonrisa en los labios al igual que Draco, de su
habitación matrimonial. Ambos tenían que estar presente en el desayuno para poder terminar de
arreglar lo que harían junto a Vlad y Ciel. Cuando llegaron al jardín, se toparon con la mayoría de
los implicados en todo el asunto, desayunando junto a Remus y Lucius en la mesa agrandada.
Hermione y Pansy parecían agotadas y tenían ojeras bien pronunciadas bajo sus ojos, al igual que
Blaise, aunque Ron parecía tan fresco como una lechuga. Theo y Neville también los
acompañaban.

— Buenas – saludaron mientras tomaban asiento. Harry miro nuevamente y no logro dar con su
padre. Antes de que preguntara, todos se giraron hacia atrás para contemplar con asombro como
el gran Lord oscuro entraba con cara de querer asesinar a varias personas. Todos temblaron, mas
no se movieron, creyendo que él los usaría de tiro al blanco. Harry parpadeo extrañado – Buenos
días, padre…

Todos saludaron de igual modo, haciendo que Tom les devolviera el saludo. El Lord gruño algo
molesto, frotando sus sienes y contando en regresiva, tratando de aplacar el dolor de cabeza que
tenia. Aparte de haber tenido que levantarse en una cama con dos gemelos bien drogados, con
recuerdos de una noche salvaje a más no poder, y de haber sido usado en una orgia, tenía que
tatar con el sexo mañanero de su hijo. “¡Qué buena vida, Lord Voldemort! Tienes sexo todo pago
vía conexión sensorial con tu hijo. Y tienes que ver como se lo follan de principio a fin.”

Mordió con fiereza un trozo de jamón. Todos lo vieron sorprendidos, pero no dijeron nada. Más
tarde, quince minutos después del arribo del Lord, Lagolos, Ciel y Vladimir arribaban al jardín. Ciel
hizo un cabeceo hacia los presentes y Lagolos también.

— Buenos días, caballeros – saludo Vlad, con una senda sonrisa adornando sus labios. Hizo una
exagerada reverencia a quienes no les conocían – Oh, es cierto, ustedes no estuvieron durante
nuestra conversación, anoche – Harry rodo los ojos y se concentro en desayunar. Sabía bien que el
vampiro lo hacía a posta. Draco estaba más pendiente del leve semblante pálido de Harry que de
cualquier otra cosa – Yo soy Vladimir Tepes, rey de los vampiros…– los chicos ahogaron un gemido
de sorpresa. Theo miro mal al vampiro al igual que Blaise y Pansy, como advirtiéndole que no le
permitirían acercarse más a sus parejas. Le sonrió burlonamente y continuo: – A mi lado esta mi
maestro, Ciel Wulfric Dumbledore y su mascota, Lagolos…

Lagolos miro mal a Vlad, lanzando un gruñido que fue detenido por Ciel, quien le reprendió su
falta a Vlad.

Los chicos miraron a Harry con zendo interés en querer saber que estaba ocurriendo. Después de
suspirar, levanto la mano y acallo cualquier posible palabra que fuera a surgir de sus labios: – Una
vez terminemos de desayunar, podre explicar todo con calma y claridad.

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Todos asintieron y se dispusieron a comer.

Una hora más tarde, después de que hubiesen comido bien, y después de que todos salieran de su
asombro al ver que Harry comía mas de lo que acostumbraba, se dispusieron a servir una buena
taza de café para hacer más amena la conversación.

— Bien, chicos, como verán, hay personas a la mesa que son completamente desconocidas para
ustedes, pero que tienen que ver en profundidad con nuestro problema actual – dijo con suavidad
y simpleza – El señor Tepes, como dijo, es el rey de los vampiros. El joven Ciel es hijo de
Dumbledore – antes de que una réplica llegara, como estaba a punto de hacer Mione, Harry
levanto la mano. Tom estaba orgulloso del autocontrol que Harry demostraba, aunque era su hijo
después de todo – Nuestro enemigo resulta ser un impostor tomando el lugar de Dumbledore. Ciel
es hijo del verdadero, el cual está encerrado en un lugar difícil de acceder, por eso el señor Tepes
está con nosotros. Lagolos es un dragón al servicio del verdadero Dumbledore, y es el encargado
de proteger a Ciel. El resumen más corto de la historia es que mi padre, James Potter, aun sigue
con vida, al igual que mis padrinos, detrás del velo. El velo es una puerta que el señor Tepes creo,
un espacio-tiempo distorsionado donde no corre el tiempo en ninguna dirección. El nos ayudara a
rescatarlos a todos ellos, y al padre de Ciel cuando sea el momento. ¿Han entendido?

Todos los que desconocían el tema asintieron de acuerdo, las cosas se habían tergiversado de un
modo que todo estaba patas para arriba, y no les sorprendía que ahora Dumbledore no resultase
ser el verdadero enemigo a derrotar.

— Por el momento, sólo debemos planear cómo y cuándo ingresaremos en el ministerio para
poder hacer uso del velo – interrumpió Severus, dando un cabeceo como saludo a los presentes –
Hogwarts abre sus puertas en dos días, si lo haremos, tendrá que ser entre hoy y mañana,
caballeros.

— Todo se hará esta noche – sentencio Harry, levantándose junto a Draco y caminando hacia su
habitación… no se sentía muy bien…

Cuando abrió los ojos, aun cansado, suspiro con fastidio. Otra vez lo mismo, nada cambiaba en
aquel entorno. Todo era blanco en cualquier dirección en que sus ojos se posaran, sin cielo, sin
tierra. Solo blanco, blanco, blanco…. ¡estaba harto! No había nada que calmara su aburrimiento o
mucho menos algo con lo que entretenerse, si tuviera quizás un paisaje las cosas seria un tanto
diferente…. Pero no, el muy capullo que lo había encerrado allí no tenia imaginación para nada.
Incluso una maldita mazmorra tiene mejor ambientación que aquel sitio del demonio.

Dejo de maldecir a todas las generaciones anteriores de Lucifer, no llegando donde su amado
Aeón, y suspiro una vez más. Cuantas habían sido, ¿15? ¿20 quizás? No había diferencia, el tiempo
no corría y el seguiría siendo joven hasta que se le diera la puta gana a Lucifer de sacarlo de allí, o

224
hasta que su adorado Ciel llegara a su rescate. Una vez más cerró los ojos, tratando de que el
sueño se lo llevara y aquel esporádico mal humor desapareciera.

Ya estaba acostumbrado a sus cambios de temperamento, le ocurrían cuando perdía algo la


compostura. La locura era algo que hacía mella en su personalidad un poco mas con el pasar del
tiempo, el cual, para su desgracia, no corría. Siendo joven para toda la eternidad mientras
estuviera allí, si al menos estuviera suelto seria otra cosa, podría hacer algo inventivo y tal vez
decorar de otro color aquel maldito sitio. O ponerse a jugar cualquier estupidez que se le
ocurriera. Podía usar su magia cada cierto tiempo, pero no había nada útil en que usarla.

Antes de que se diera cuenta, el cielo cambio a un gris acrecido y dio gracias a los dioses la visita
del maldito petulante aquel, tal vez y pudiera desquitarse de alguna manera el estar encerrado,
aburrido y de mal humor.

— Te vez cansado, mi querido Albus – murmuro una vez llego hasta el prisionero, alzándole el
rostro por la barbilla, mirando directo a sus ojos azules. Le sonrió con altanería y luego giro para
alejarse un poco y contemplarlo. Albus le devolvió una cara de aburrimiento, mirándolo con odio
en el proceso – Si no estuvieras atado, juraría que ya estaría siendo mordido – Albus rodo con
aburrimiento los ojos, ¿Qué pensaba al creer que el aburrimiento se le iría? Bueno, al menos
podría seguirle el juego al imbécil.

— ¿Y lo dudas? Ahora mismo te transmitiría la rabia si pudiera – una austera risilla escapo de
labios de Lucifer, haciendo a Albus mirarle con más odio aun; lo que tenía que hacer para
entretenerse – Y sí, estoy cansado, así que… ¿puedes largarte? Planeaba dormir un poco, lo único
que puedo hacer para entretenerme, ya sabes, como no puedo moverme, y no hay juegos de
mesa. No es que pueda moverme tampoco.

— No es como si no te entendiera, Albus, pero… no hay nada que pueda hacer….

— Liberarme sería un buen comienzo.

— Buena broma, pero no, aun te necesito aquí – le dijo con una socarrona sonrisa en los labios.
Albus bufo. Estaba harto de estar allí, sin nada más que él mismo y lo que parecían ser la visita de
rutina de aquel cretino. Bien, de nada servía intentar entretenerse con un idiota – Aguanta un
poco, Albus, sólo queda terminar lo comenzado y todo terminara para siempre.

Albus lo miro, y no resistiéndolo más, dejo que el sueño se lo llevara a un lugar donde pudiera
estar con su amado y sus hijos.

La noche había caído rápidamente, y los miembros de la mansión Malfoy estaba parados frente a
la chimenea en la recepción. Harry, que había mejorado notablemente desde la extraña recaída en
la mañana, esperaba a que Ciel, junto con Vladimir y Lagolos, bajaran al recibidor y se encontraran
con ellos. Cuando estos se presentaron por fin, vestidos y preparados para irrumpir en el
ministerio de magia (usaban las capas de Mortifagos suministradas por Tom), todos tomaron los

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polvos Flú y se internaron en la chimenea por turnos de dos. Sólo los implicados en el asunto
viajarían. Harry, Draco, Tom, Severus, Lupin y Lucius, Ciel, su dragón y el vampiro.

Los chicos habían acordado permanecer en la mansión, preparados con equipos y pociones por si
eran necesarias, por parte de alguna complicación que se encontraran.

Harry era quien encabezaba la marcha por los largos pasillos del ministerio, dirigiéndose al
departamento de misterios de la planta inferior, donde se encontraba la cámara de la muerte y la
sala donde estaba ubicado el velo. Una vez llegaron, Harry lo contemplo con fascinación y tristeza,
ese fue el lugar donde había visto morir a la persona que hasta ese momento era la más
importante para él. Draco le apretó la mano, transmitiéndole fuerza.

— Todo estará bien, pronto estarán con nosotros de nuevo – le dijo, robándole un beso y
alejándose unos pasos. Harry se vio más decidido. Tomo el anillo del lobo en su oreja, e invoco a
Cromwell otra vez. El aullido se disperso en la sala, y esta vez, un hombre lobo, hecho de plata, fue
el que hizo acto de aparición, inclinándose ante Harry con parsimonia y respeto.

— Sirvo al Regis y sus deseos – murmuro con orgullo. Harry le acaricio el plateado pelaje,
maravillado al sentirlo tan suave siendo hecho de metal. Una vez acabo, el lobo se puso de pie y
espero a las órdenes de Harry.

— Libera los sellos que atan el poder de Tepes y al licántropo primo – el lobo asintió y arranco sus
colmillo, tirándolos a ambos extremos de Harry, y regresando en el proceso a ser el pendiente en
la oreja del mismo. Bajo los colmillos, dos grandes círculos de runas comenzaron a girar y a liberar
lo que parecían ser dos magníficos sarcófagos, tallados con marcas muy antiguas. Vlad los
contemplo maravillado al igual que los presentes. Cuando estuvieron fuera del círculo mágico,
Vlad se acerco al que era más grande de los dos y acaricio el cristal.

— Cuanto tiempo sin verte, mi querido sobrino…– dijo con suavidad. Ciel lo admiro con un rostro
impasible, pero con clara molestia al ver ese gesto tan suave en él. Como si hubiera sentido la
molestia de Ciel, se aparto del sarcófago y se acerco al más pequeño, soltando unas cadenas que
lo ataban, vislumbrando líneas oscuras que escapaban por los lados – ¡El grave of María será
liberado! —exclamo, alejándose un poco.

La habitación se oscureció y la punta de los dedos de Vlad, se iluminaron con un fulgor rojo oscuro.
Su rostro se puso serio y apunto al sarcófago: – Aperiam, compedes incisorius, anima remissionis,
fatorum puppeteer. ¡Patefacio sursum, sepulcrum Mariae!

El sarcófago comenzó a destruir la madera y desde dentro, figuras oscuras comenzaron a salir,
pareciendo demonios que deseaban arrastras un alma al infierno. La temperatura comenzó a
descender con rapidez, provocando escalofríos por lo terrorífico de la escena. Las oscuras figuras
que desdeñaban dolor, odio, traición, pena y sufrimiento comenzaron a girar en el techo, creando

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un manto oscuro que cayó sobre Tepes. Vlad se vio sumergido en una vorágine de oscuridad
perpetua que ingresaba por su piel, su boca, sus ojos, oídos…

Todos lo contemplaron con estupefacción y cruentas muecas de asco y dolor. Se veía terrible tener
que pasar por eso. Cuando todo acabo, Vlad se mostraba imponente y oscuro como ninguno. Sus
ojos eran de un rojo sangre, tan brillante como un par de rubís. Su cuerpo estaba cubierto por una
espesa y fina neblina oscura, algo roja, casi como fuego viviente que danzaba al son de sus deseos.

— Comencemos…– su voz, profunda y rasposa, sexy a opinión de los magos oscuros en la


habitación, los hizo estremecerse y sentir un escalofrió subir por sus espaldas. Camino hasta el
velo y coloco una mano en el mismo, destrozándolo como si fuera un espejo. Un agudo grito salió
de este y luego, una inmensa puerta se formo, abriéndose lentamente. Vladimir se giro sobre sus
talones y los miro con burla – Sean bienvenidos a mis dominios… ya he enviado a mis invitados al
otro lado… ¿gustan pasar?

227
“Somos antagonistas ante los ojos de la moral.”

Mientras sus pasos eran un eco en la brumosa neblina; fría, corrosiva y asquerosa neblina, sus ojos
sólo podían seguir a Vlad; único ser visible aún cuando iban en parejas, agarrados de manos para
no perderse o terminar en algún espacio visceral como le había explicado el vampiro, cuando
comenzaron a adentrarse. La primera sensación que recibieron fue una de advertencia; sus
sentidos se habían disparado por sentir caricias de las lenguas de magia oscura que borbotaban
del suelo y la nada. Harry suspiro algo abatido al pensar que sus padrinos y su padre pasaron por
tantas cosas en ese lugar. Sólo esperaba que estuvieran bien y no mal heridos y con alguna cosa
que impidiera su regreso de nuevo a la sociedad mágica.

Lamentablemente, no habiendo magia, y mucho menos medios para emplearla, se había dado
cuenta de golpe que Bellatrix había lanzado el hechizo a su padrino de improvisto y lo había herido
de gravedad. Si bien el tiempo no los mataba; esa herida mortal sin medio para curarse era un
verdadero mal presagio para cuando salieran. Nuevamente se sintió culpable, sintiendo palpable a
su corazón desbocado que se comprimía y latía con fuerza aterradora. Una mano envuelta, con
suaves dedos y caricias simples lograron hacerlo salir de ese momentáneo dolor. Harry sonrió
entre la neblina. Draco estaba siempre a su lado. Sin importar nada desde el principio. Se sentía
tan completo y a la vez tan preocupado; había ganado cosas que eran simplemente su vida en una
bola de cristal, capaz de fragmentarse y destruirlo sin contemplaciones si algo les ocurría a sus
seres queridos.

Draco se había convertido en el epicentro de su vida, lo que lo mantenía cuerdo y con ganas de
seguir y seguir viviendo. Sin apuros, sin murallas, sin senderos cortados por derrumbes de
pensamientos. Sólo él y Draco, sus seres amados, los amigos que vienen y van, los padres; los
hermanos. Todo… absolutamente todo era un fragmento importante para él. Su existencia misma.
Y de repente lo comprendió; aun cuando estuvo completamente solo, jamás estuvo desamparado
o fue olvidado. El amor se acumulaba en su espera, simplemente quieto esperando a que lo
reclamara y gritara en todos los sentidos y direcciones que le pertenecían y nadie podría
arrebatárselo.

La neblina comenzó a desaparecer y a su lado Draco tenía una expresión igual a la suya; serena y
en paz consigo mismo. Apretó su mano y Draco lo miro con aquella sonrisa que tanto amaba, que
tanto aprendió a añorar y necesitar: – Te amo – Draco suspiro y un vaho de colores vividos
exhumo de su cuerpo. Los colores danzaron con belleza a su alrededor y Harry presencio algo

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hermoso nacer. El cabello de Draco creció tan largo como el suyo. Resplandecía con vida propia y
danzaba al vacio aire con sus pasos secos en la nada. Sus ojos plateados se rasgaron, su piel
ligeramente se volvió un poco más colorida, más vivida, más tibia…. Sus facciones se hicieron
masculinas y hermosas, en muchos sentidos.

No podía entender que ocurría en su presencia, y notaba que nadie más podía verlo. Draco sonrió
y su musical voz resolló en sus sentidos, haciéndolos estremecerse al igual que cada parte de su
cuerpo, sea interna o externa: – Te amo – Volvió a repetir, pero esta vez había atrapado a Harry en
un abrazo; en un beso fugas que le quito el aliento por completo y lo hacía desear una y otra vez
estar en su cama junto a su esposo. De un momento a otro, todo se aclaro; el cielo azul
resplandeció con esplendor detallando, como si el tiempo se hubiese detenido, la inmensa
mansión rodeada de jardines. Era magnifica; inmensos paredones y algunas torres a los lados;
ventanales inmensos y una gran fuente con sirenas de piedra era la atracción principal. Su color
era en blanco hueso, con matices de negro en los detalles angelicales y gárgolas en los tejados.

— Sean bienvenidos a mi mansión – la voz de Vlad pareció endurecerse. No le gustaba estar en el


lugar donde lo perdió todo en una sola noche. El viento se alzo con suavidad y sus ropas bailaron
por un momento en el aire – Si no me equivoco, han de estar esperándonos en la recepción – El
vampiro continúo su caminar lento y pausado, sin dejar de mirar a su pequeño sobrino entre sus
brazos, quien dormía plácidamente acurrucado entre ellos. Ciel no dejaba, para sorpresa de todos,
de maldecir entre dientes cuanta cosa se le ocurriera. De pronto todos se detuvieron y giraron a
encarar a Draco y Harry, notando por fin el cambio que este había sufrido. Enarcaron una ceja al
mismo tiempo.

— Mi herencia al fin ha despertado por completo, bajo mi pleno control – sonrió mientras
atrapaba a Harry más cerca de si por la cintura. Sentía una necesidad única de mantenerlo siempre
así; y si estaba en lo cierto, Harry gemiría sin control bajo su toque velico – Al parecer, necesitaba
de un cambio contraproducente como el que sufrí cuando atravesamos el velo. El tiempo se
disparo en diferentes direcciones antes de ser detenido por completo. La herencia fue forzada,
con suavidad, a adaptarse a mi cuerpo. Si bien ya la había recibido por completo, esta se negaba a
manifestarse. La ruptura del espacio alrededor, cuando entramos, fue de gran ayuda.

— Eso es un proceso requerido para que la puerta actúe con el castigo impuesto sobre los cuerpos
de los pecadores. Los murmullos que se escuchan desde fuera (sólo para aquellos que han
experimentado la muerte) son las voces grabadas entre los tiempos fragmentados de sus
prisioneros. Se reproducirán una y otra vez interactuando con las demás de los que la han
atravesado. Prácticamente, cuando se adentran en la puerta, su tiempo exterior y el de aquí se
separan, creando dos firmas de su alma hasta que logre salir y pueda volver a juntarlas – se
encogió de hombros y siguió hasta la entrada donde se detuvo. Hizo una lenta pantomima con la
mano, hondeándola con delicadeza hacia ellos – Durante nuestra estadía congelada tiempo-
espacio; espero sea de su agrado lo acogedor de mi hogar – la burla se extendió mientras las
inmensas puertas de roble macizo se abrían con lentitud – El salón principal esta al fondo y a la

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derecha luego de doblar a la izquierda en el primer pasillo. Yo necesito visitar un lugar de mi viejo
hogar y depositar a mi sobrino en una cama hasta que decidamos retirarnos. Los personajes que
buscan están en aquel salón que les he indicado; posiblemente ansiosos por descubrir que ocurre.

Vlad se encamino por una dirección diferente a las que les había indicado. Todos se miraron
extrañados por el cambio en su burdo comportamiento, pero lo dejaron de lado por la expectación
de querer ir a ver a sus seres queridos.

La oficina a la que entro se encontraba a oscuras; luces apagadas y las cortinas cerradas. Con un
leve chasquido de sus dedos dos lámparas de gas se encendieron y dejaron a la vista el inmenso
cuadro de una familia feliz. Tenuemente sonrió mientras la admiraba. Eran hermosos, todos ellos,
y también eran lo más importante que alguna vez tuvo. El destino y la avaricia tuvieron la
desfachatez de arrebatárselo de forma tan cruel; él fue creado por el pecado de Dios. Nadie más
tenía la culpa de lo que le había sucedido. Nunca había hecho daño a nadie, inclusive guiaba a su
pueblo con el dictamen de la paz, pero eso pareció insuficiente. Tuvieron que clamar sangre;
incluso vio traidores entre los hombres de sus hermanos, hombres que juraron servirle y ayudarlo.
Gente por la que él hubiese dado la vida, le daba la espalda y lo traicionaba de forma tan atroz.
Violando a sus pequeños hijos y mutilándolos a más no poder.

La habitación se estremeció por el crudo recuerdo que lo inundo. Estaba enojado, aún después de
más de dos mil años aún tenía ese visceral odio que removía con fiereza sus entrañas. Jamás se
sintió satisfecho cuando desgarro los cuerpos de los culpables, o cuando bebió la podrida sangre
de sus hermanos; arrancando su corazón en el proceso. Jamás se sintió feliz y renovado. Su mundo
era caos y oscuridad, dolor y sufrimiento. Ya no era apto para vivir con goce y alegría.

Se dejo caer en la vieja silla de terciopelo rey, de un opaco azul oscuro. Miro las finas líneas de
cabello que danzaba al viento. Los hermosos ojos azules, las líneas de sus labios que se alzaban
mientras sostenía con suavidad a sus pequeños hijos: – Trisha. Mi amada y adorada Trisha –
susurro con amargura; inclusive decir aquel nombre en su inmortal cuerpo, carente de
sentimientos y deseos que no fuesen el de la sangre, era doloroso. Desearía llorar, pero sus
lágrimas se secaron al igual que sus venas. Su corazón dejo de latir en el mismo instante en el que
ella había exhalado su último suspiro de vida. ¿Qué sentido tenía vivir? Se preguntaba
constantemente, pero nunca podría hacerlo, no, jamás. No había forma en que pudiera perder la
vida. Estaba atado a la eternidad con un poder grotesco rondando su cuerpo, incitándolo a
devorar almas inocentes hasta dejarlas sin vida. No sentía remordimiento alguno, era su forma de
vivir, aquella que el mismo altísimo le había otorgado por su osadía de renegar de su existencia.

— ¡Nunca creeré que existes! ¿Me oyes maldito Dios mundano? ¡Jamás! Y si existieras, yo mismo
acabaría con tu maldita y asquerosa vida. Me arrebataste injusta y cruelmente todo lo que amaba.
Me quitaste todo cuanto adoraba. Me hiciste un monstruo y me alejaste de ellos. ¡Tú no eres ni
benévolo ni grandioso! Eres cruel. Eres una aberrante existencia, maldita criatura. ¡Me alejaste,
me alejaste de mis amados hijos y de mi esposa! – comenzó a gritar fuera de sí mientras tiraba

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todo cuanto encontraba hacia lo muros, destrozándolos. Las sombras bajo sus pies reían
extasiadas, incitándolo a que continuara despotricando todo su sufrimiento. Un manto oscuro
tomo forma, subiendo por sus piernas hasta alcanzar su rostro para acariciar sus mejillas con
placer. Era negra, sin rostro alguno más que dos resplandecientes ojos, redondos y rojos. Una línea
zigzagueante con el mismo matiz conformaba sus labios. Los ojos de Vladimir se volvían negros y la
habitación comenzó a sentirse más y más fría – ¡Reniego de ti y de tu maldita existencia! Renegare
de ella no importa cuántos siglos y milenios pasen, ¡nunca aceptare que existes!

Cayó al piso gritando mientras la sombra se agachaba riendo con estruendo en su oído,
susurrando que continuara, que desafiara otra vez más al divino. Su burla era intensa, y sus voces
infernales transgredían sus defensas, consumiendo lo poco de cordura que conservaba. La sombra
miro de repente hacia la entrada, que se abría con un estruendoso azote, y grito de terror. Uno
intenso, como si viese algo mucho más oscuro que ella, con un intento asesino más poderoso y
tangible que el que ella emanaba. Pero no era nada de eso. A uno de sus pasos, todo dolor y
oscuridad se desvaneció. Una honda de luz, azul y cálida, se esparció por aquella habitación. Las
ventanas se abrieron con estrepito.

Vlad seguía sosteniendo su cabeza, negando con enojo. No podía aceptarlo, jamás lo haría. No
pudo haberla perdido. A ninguno de ellos. Los amaba a todos, los deseaba entre sus brazos, de
regreso junto a él como en antaño. Pero todo era un recuerdo más, imborrable, inexpugnable, que
su mismo cuerpo le hacía regresar.

Y sentía envidia de los que morían por sus colmillos.

Ellos si tenían derecho a morir. A morir bajo su deseo. A morir bajo la sensación inexplícita que le
daba el beber su última gota de sangre. Incluso sentía envidia de las criaturas que nacieron de su
persona. Ellos, los vampiros impuros, podían morir si eran tocados por el sol, si eran decapitados
por sus enemigos, si eran atravesados por una estaca en el corazón.

— ¡¿Por qué ellos sí y yo no?! ¿Por qué, por qué, por qué? ¡Dímelo! – su grito se alzo con odio
entre sus dolientes tonos. Unos brazos rodearon su cuerpo y un par de lágrimas se desplazaron a
través de su cuello – ¿Fui tan cruel al haberle entregado a mi gente mi amor, al haberles dado
seguridad y paz sin muertes de por medio? ¿Acaso fui cruel con ellos al haberles dado alimento a
los necesitados? ¿Fui tan cruel al haber dado dinero a los desamparados, al haberme hecho
medico para ayudarlos, al ser alguien que velaba por ellos día y noche? Fui tan cruel para que me
los arrebatara de esa forma…

— No es culpa tuya… el Dios del que hablas no pudo ser tan cruel…

— ¡Claro que lo es! – se removió incomodo y mas enojado aún. Ese maldito ser era culpable de su
sufrimiento y el de su sobrino. Joshua amaba a su hijo como nadie y tuvo que presenciar con
horror el cómo lo violaban ante sus ojos, sin poder hacer nada para ayudarlo, sin poder siquiera
estar en su lugar recibiendo su sufrimiento. Soportando la misma carga que él al no poder morir, al
no poder verlo, al no poder tocarlo. Odiaba a Dios, lo odiaba y despreciaba a más no poder. Trato

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de zafarse de aquellos brazos sintiendo como su fuerza diezmaba – No defiendas algo que no
conoces… tú no sabes las crueldades que me hizo, ¡tú no sabes nada!

— ¡Y nunca lo sabré si no lo compartes conmigo! – Ciel lo giro y lo tumbo en el suelo, subiéndose


sobre él mientras sujetaba sus brazos y lo miraba fijamente a los ojos con enojo – Según tengo
entendido, los humanos pidieron libertad de elección y él se las concedió. Pedimos muchas cosas y
él no las concedió. Creamos una sociedad bajo ley creada por nosotros mismos, excluyéndolo de
todo…

— Si es culpable o no yo lo juzgare – espeto con odio y acides – Tuve que matarla yo mismo para
no hacerla sufrir. Ella tuvo que verlos, al igual que Joshua, todo cuanto hicieron a las personas que
amaban. Los desmembraron luego de violarlos. Los hicieron sufrir hasta que rogaron que los
mataras. ¡Todo eso sufrieron mis seres amados! Renegué de su existencia por qué no importo
cuanto ellos rogaron por su ayuda, el nunca apareció. Sin embargo cuando no creí en él, ah, ¿Qué
paso? Se acerco a mí y me convirtió en lo que soy. Robo toda gota de humanidad de mi cuerpo y
me hizo un chupasangre sanguinario y cruel. Tal y como lo es él. Así que preferí destrozar toda su
creación en retribución a su omnipotencia. Olvide lo que soy y masacre incontables pueblos llenos
de inocentes.

— ¡Cállate!

— ¡No lo hare! No me detendré… ¡jamás dejare de matar a toda su preciosa raza humana! Sólo
tengo a Joshua, no necesito de na…

Sus labios fueron acallados por el rápido beso de Ciel. No lo soportaba. Su sufrimiento lo sentía en
carne propia. Cada palabra sobre su pasado era un recuerdo doloroso en su mente. Imaginárselos
de aquel modo, tener que matar a su esposa por petición propia, enterrar su corazón junto a los
cadáveres de sus hijos. Todo eso era cruel. Sus labios se saborearon con convicción y detalle, con
lujuria y simpleza… se sentían tan de uno como del otro.

— ¿…por qué, Trisha, porque me abandonaste? – murmuro una vez el beso había terminado.
Delante de él se encontraba su amada, como antes lo estuvo miles de veces en el pasado,
mirándolo con aquella sonrisa que iluminaba su día a día. Ciel lo observo confundido hasta que se
dio cuenta de un detalle que colgaba de la pared del fondo. Abrió desmesuradamente los ojos y
miro de nuevo a Vlad, pero esta vez con una expresión significativa. Vlad le acaricio la mejilla
mientras, inexplicable de cualquier manera, dos finas lagrimas descendían por sus ojos. Las
sombras bajo el cuerpo del vampiro se retorcían grotescamente, aplacadas por el poder del
pequeño Ciel – Te amo, Trisha. De una manera que nunca te dije, y te extraño, como nunca podrás
imaginar. Día con día siento que mi cuerpo se destroza con tu recuerdo, y cuando mas anhelo
siento por la muerte, más vivo estoy. Me desespero esperando a que aparezca y me digas que
todo ha sido una mentira; que yo y Joshua no estamos solos. Que todo lo que paso ha sido un
sueño…

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Ciel se mordió los labios. Su corazón se apretó con una fuerza espeluznante. No quería admitirlo,
pero estaba celoso de un recuerdo. Y también sabía que no significaba más que alguien que le
recordaba un doloroso pasado. Aquel cuadro con aquella bella dama tan parecida a él se lo
gritaba. Cerró con fuerza los dedos alrededor del traje y azoto al vampiro con fuerza, haciéndole
reaccionar. Vlad lo miro con sorpresa, presa inaudita de aquellos ojos que lo miraban dolidos y con
reproche.

— Me importa un carajo cuanto odies al mundo. Me importa una mierda cuanto odies a ese Dios.
¿Me escuchas? Porque quiero que lo hagas con toda la claridad que tu condición te permita –
mascullo apretando la mandíbula con fuerza. Vlad, que ya estaba de nuevo en sus cinco súper
sentidos, parpadeo con perplejidad plasmada en su rostro. Asintió con nerviosismo – Muy bien
pues, ¡me gustas! ¿Entiendes? Estoy tan obsesionado contigo desde hace cinco años que comencé
a sentirme atraído aún sin conocerte. Cuando al fin te encontré, en aquel maldito lugar, me sentí
nervioso; tu sola voz me hizo estremecer en placer. Sólo observar tus ojos tan altivos aun en
aquellas condiciones me hicieron querer correrme de forma indecente y sin pudor.

Sus mejillas estaban rojas de la vergüenza. Estar revelando esos detalles era un poco… bueno,
indecente de su parte. Vlad había colado una sonrisa maliciosa en sus labios mientras tomaba de
la cintura al chico. No lo había notado hasta ese momento. El detalle final para concluir la estúpida
pregunta que rondaba su mente. No sólo el estúpido de Cromwell había dado con aquella
conclusión extraña cuando vio al joven frente a él. Era Ciel, sí, no había duda alguna de ello. El
pequeño se tenso al sentir el agarre en su cintura.

— ¿Sabes, mon Maître, lo que mi amada me prometió mientras bebía la última gota de su sangre?
– Ciel negó con efusividad mientras su rostro se tornaba fucsia resplandeciente por la cercanía del
vampiro. Vlad le sonrió con malicia tensándolo aun más de lo que estaba, desviando su objetivo
hacia su oído derecho – “Volveré; no importa que, siempre juntos hasta el fin de las eras.” – su voz
se hizo sedosa y excitante. Ciel se estremeció e inconscientemente movió la cabeza hacia el otro
lado, dejando paso libre hasta su pálido cuello. Vlad puso una sonrisa soñadora – Gracias por
cumplir tu promesa, mon Ciel.

Harry y Draco iban de las manos, más atrás que el grupo que se movía con rapidez por los pasillos
hasta llegar a la puerta indicada anteriormente por el vampiro. Lagolos no se encontraba a la vista
y Ciel había ido tras Vlad en uno de aquellos giros que dieron. El ambiente se volvió tenso cuando
se pusieron frente a la puerta. La expectación era inmensa entre los que esperaban con ansias
conocer lo que les deparaba tras abrirlas. Harry estaba nervioso, moviéndose incomodo en su
posición, esperando que alguien hiciera el honor. Ya no soportando mas, su padre, el Lord, decidió
acabar con toda aquella maldita incertidumbre de saber si estaban bien o no.

Cuando las puertas cedieron ante su toque quedaron maravillados con el decorado tan rustico y
elegante; todo un Slytherin quien lo hubiera hecho. Todos traspasaron hasta el recinto,
encontrándose con dos personas; una era James Potter, y la otra completamente desconocida.

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James se levanto de golpe al igual que el desconocido: – ¿Tom? ¿Eres Tom, verdad? – pregunto
con una mano cubriendo sus labios. Voldemort asintió con una de sus características sonrisitas
sarcásticas. James lo miro feo para segundos después tirarse contra él, cayendo los dos al suelo
por el peso – ¡Eres tú! Esa pose de chulo bastardo no podía tenerla nadie más. Además, nadie me
hace enojar con tan sólo una estúpida sonrisa arrogante como lo haces tú – Tom tenía el ceño
fruncido por aquellas palabras tan groseras delante de tanta gente, pero lo dejo ser, después de
todo, no todos los días te reencuentras con tu pareja. Y mucho menos la reprendes mientras esta
llora y tiembla de felicidad a lo que te abraza como si te fueras a esfumar. No había duda alguna,
ese era su estúpido Gryffindor busca pleitos. Lo abrazo con posesividad, oliendo su piel y
recordando su fragancia.

Un carraspeo los hizo salir de su transe. James miro a quien se atrevió a interrumpirle y quedo
petrificado al ver a una copia de él agarrado de manos de una copia de Malfoy: – Hola… papá –
Harry dejo que las lágrimas surcaran su rostro mientras sonreía de felicidad. James se levanto de
golpe algo confundido. No entendía bien que estaba pasando pero su Harry era apenas un niño de
un año de edad, ¿Cómo…? – Sé que te es difícil de creer, pero sí, soy yo, tu hijo Harry.

— Pero Harry sólo tiene un año de edad… esto es… como decirlo… es…

Harry río con suavidad y el característico sonido de campanillas se entendió. James aún no daba
crédito de lo que ante sus ojos se mostraba. Su pequeño Harry era todo un hombre ¿Cuánto
tiempo llevaba exactamente en aquel maldito lugar? Antes de que diera lugar a un montón de
preguntas, Harry lo estaba abrazando con fuerza. Ahí lo sintió, la firma mágica de su hijo, la calidad
que emanaba su cuerpo, la familiaridad de aquel suave olor. No había duda alguna, era su hijo; y él
se había perdido todos los cambios que había sufrido a lo largo de los años.

— Dieciséis, papá, dieciséis años han pasado desde la última vez que me viste.–,murmuro
sintiendo su cuerpo estremecerse de felicidad. Draco deseaba abrazarlo pero estaba consciente de
que ambos necesitaban estar así, uno cerca del otro. Harry inmediatamente se acordó de Sirius y
aparto a su padre para verlo con desesperación – Sirius, papá, ¿Dónde está?

James le regalo una triste sonrisa.

— No hace un par de horas, creo, que llego aquí. Estaba muy mal herido y nosotros, Lily y yo, no
teníamos nuestras varitas para poder curarle. No hubo mucho que yo pudiera hacer – suspiro y los
invito a sentarse.

— ¿Qué paso? Tampoco veo a Lily por ningún lado – Severus. James le vio sorprendido, pero no
dijo nada. No obstante, cuando diviso a Remus, le abrazo con toda la fuerza que pudo y sin decir
palabra, más que regalarse una sonrisa, volvió a tomar asiento. Era más importante estar enterado
de todo antes que la reunión sentimentalista que esperaba tener con cierta serpiente y cierto
leoncito una vez llegara a casa. Porque eso haría, ¿verdad?

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— Como dije, Lily y yo encontramos a Sirius muy mal herido por un hechizo. Tratamos de curarlo
pero se nos hizo imposible sin nuestras varitas. Desde que estamos aquí no ha pasado nada de
mucha relevancia. Los prisioneros que el Winzengamot juzgaba sólo tardaban cierto tiempo antes
de volverse locos y suicidarse, y al final terminaban desapareciendo sus cuerpos. Logramos
obtener algo de información, pero como siempre los entregaban a los Dementores primero, se nos
hacía difícil conseguir más allá que la noticia del día del mundo mágico. Ni fechas ni eventos, sólo
que el mundo mágico estaba bajo una seria amenaza – miro de soslayo a Tom y dio una seria
mirada que advertía que luego hablarían. Tom trago con dificultad, aún recordaba las serias
charlas de moral que Potter padre le daba; y no le gustaban para nada. Mucho menos cuando
incluía aquellas sesiones que lo rebajaban en todo sentido ético y moral – Bueno, pues, como dije,
no logramos mucho sin nuestras varitas, sin embargo, Lily conocía un método que podría salvarlo
de una inevitable muerte una vez saliera del campo tiempo-espacio detenido en el que estamos.

— ¿Qué fue lo que hizo? – pregunto Remus con interés. Le interesaba saber cómo se encontraban
todos los merodeadores. James hizo un gesto desesperanzado, como los hacía cuando una broma
no iba bien y algo terminaba dañando a alguno de los del grupo. Rápidamente se tenso y puso
recto, preocupado – James, dínoslo. No puede ser algo tan malo, ¿verdad? Lily era una gran bruja
y conocía de pies a cabeza todas las posibilidades en un caso como el de Sirius. Debió dar con algo
que no pusiera en peligro a ninguno de los dos.

James apunto hacia el extraño en quien, atentos a la alegría de haberlo encontrado con bien,
nadie habían reparado. Era alguien con una sonrisa entre amable y lasciva, ojos verde azulado y un
pelo negro rojizo. Su rostro era fino y elegante, con un toque de arrogancia que realzaba todo su
fresco porte. No había dicho ninguna palabra pero los miraba a todos con un rostro comprensivo.

— Les presento a Lilith – dijo con voz apesadumbrada – El es el resultado de la unión mágica de
los cuerpos de Lily Evans y Sirius Black…

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“Hay un intruso en la vida de cada ser humano: aquel que destroza
las barreras emocionales y construye un puente hacia el alma.”

— Como comprenderán bien, en este espacio-tiempo, no existe la muerte para quien se encuentra
bien, pero el tiempo seguirá fluyendo en una constante variabilidad relativa a una existencia en
perenne agonía. Si Sirius despertaba del trance del golpe, su sufrimiento sería tan alto que, sólo la
muerte seria lo único que impediría que sufriera tal agonía – murmuro James mientras miraba al
renombrado nuevo Lilith en que se habían convertido Lily y Sirius – Según notamos bien; el recibió
una imperdonable, el avada para ser más precisos. Hubiera muerto instantáneamente de no ser
que en ese mismo instante estaba cruzando el umbral del velo. Se estarán preguntando el por qué
no había muerto. Eso es simple, al cruzar el umbral, su tiempo de muerte y el de vida fueron
separados al este cristalizar con la entrada. El avada perdió su funcionabilidad en ese momento,
pero si Sirius lo cruzaba de regreso (si alguna vez eso ocurría), moriría de todas formas, y si se
quedaba en ese estado, su cuerpo permanecería como si estuviera recibiendo un crució constante.
El más poderoso para ser exactos, por culpa de las conexiones entre sus tiempos de vida y muerte
en el exterior e interior del velo.

— ¿Por qué Lily pudo usar un hechizo tan complejo sin su varita? Si lo ponemos en términos
simples, como ustedes dijeron, hacer magia aquí sin un catalizador es prácticamente imposible –
murmuro Severus algo conmocionado mirando desde “Lilith” hasta Potter padre. Estaba en shock,
literalmente hablando. No comprendía del todo esas cosas de fluctuaciones de tiempo y tiempos
destrozados en variables permisivas.

— Realmente no fue necesario emplear varitas para el conjuro; este lugar fue creado con magia, y
si bien no podemos escapar sin la ayuda del que lo creo, podemos usar cierto grado de hechizos.
Lily lo descubrió hacia un tiempo. Estuvimos ayudando a una horda de prisioneros que fueron
enviados aquí para sufrir una condena por asesinatos o algo por el estilo. Ellos, a diferencia d
nosotros dos, sentían el tiempo en una constante diferida; algo que no logramos comprender del
todo pero tenemos una sólida teoría que quizás luego discutamos. En fin, era como si en sus
cabezas el tiempo corriera a una velocidad normal y en sus cuerpos otra. Había un momento
donde se cansaban de todo y preferían acabar con sus vidas y, cuando pensaban en eso, puf, se
convertían en polvo – dijo algo asqueado por el término, como si rememorar esos momentos
fuera lo más terrible que hubiese hecho en su vida – Cuando vimos a Sirius en ese estado, no
podíamos permitir que despertara; si lo hacía, cabía la posibilidad de que deseara morir y le
ocurriera lo mismo que a los otros. Por eso Lily prefirió unir sus cuerpos; ya que el hechizo
requería de alguna similitud que los atara. El pacto que usaron para unir sus cuerpos y almas era el
ser padrinos de Harry. La magia aquí no fue tan compleja de utilizar…

236
— En este espacio todo es concebible con un grado de conocimiento algo avanzado, señores –
Vlad se adentró a la conversación. Venía con Ciel sujeto del brazo y caminaba con una senda
sonrisa en los labios. Nadie dijo nada, puesto que querían seguir escuchando – Como ya les había
mencionado anteriormente, este lugar no tiene redirección de tiempo o constancia de espacio. Lo
cree como punto indefinido para quien osara tratar de entrar a mis dominios, quedara atrapado.
Es un punto en blanco entre dos espacios, la entrada y la salida, por la cual no se puede atravesar
sin mi ayuda. Fue creado con magia antigua y poderosa, por lo que si se ubica en una dimensión
alterna a la realidad, la magia misma fluirá en su interior como parte del intermedio nebuloso.
Pero creo que sólo ellos dos se dieron cuenta de esto. Un mago con potencial y conocimiento
suficiente, puede emplear varios hechizos redirigiendo la energía que pulula en su interior, hacia
sus cuerpos. Algo simple de imaginar – James se quedó observándolo con un rostro extrañado –
Oh, mil perdones, donde están mis modales. Mi nombre es Vladimir Tepes, creador de este sitio, y
señor de los Vampiros.

— James Potter, y Lilith, antes conocidos como Sirius Black y Lily Evans – se presentó, y presento a
su nuevo mejor amigo. La mayoría aun veía aquello como algo surrealista, más Severus, que se
veía intrínsecamente atraído hacia aquel nuevo ser nacido de sus dos amores. La belleza de Lily, el
carisma de Black, el cuerpo fornido del chucho y la delicadeza de la bella flor. ¡Joder! ¿Qué maldito
crimen cometió en su vida pasada? No es que no le pareciese apetecible (y más con las miradas
ocultas de hambre, que ese bello ser, le mandaba de vez en cuando). Sí. Era completamente
verdad. Severus Snape estaba condenado a sufrir una vida llena de cardinales incurables.

Harry, quien había estado todo el rato en silencio; aunque emocionado al saber que su padre y lo
que ahora sería la combinación de sus padrinos, estaban con vida, eso sí, tenía serias dudas y
remordimientos que se lo estaban consumiendo. Era como regresar a ser un niño pequeño metido
bajo la alacena de su supuesto tío Vernon, temiéndole a la soledad y la oscuridad. Puede que
nadie le reprochara nada de lo sucedido, que su padrino no le dijera en cara que tenía la culpa,
pero el sentimiento lamentablemente seguía plasmado en su interior, impidiéndole continuar
como debía con su vida. Mordió su labio inferior mientras Draco apretaba con suavidad sus dedos
sobre su rodilla.

— Harry…– el suave murmullo resolló como golondrinas. Era una voz preciosa entonada de un
modo único, era grave y el tono suave. Parecía que el aire vibraba con su voz. Harry lo, o la,
observo con apremiante escrutinio. El nuevo ser en que se había convertido Sirius le sonreía con
alegría y elegancia – No te culpo de nada, si es por eso que no has dicho palabra y no me quitas los
ojos de encima. Y, aunque fuera verdad todo lo que piensas, jamás me atrevería a decirte que
tienes la culpa de algo por lo que jamás pudiste imaginar. Fue Dumbledore quien oculto cosas que
debías saber…

Todo el mundo quedo en silencio por la mención del anciano hombre. Ni James ni Sirius o mucho
menos Lily, conocían toda la verdad acerca de que Dumbledore era otra víctima más en el jodido
asunto. Guardaron un tenso silencio que alerto a los dos hombres (léase; Lilith y James). Harry fue
quien suspiro y rompió lo tenso de la atmosfera, logrando captar la atención de todos.

— Tenemos demasiado que contarles…– todos asintieron y Harry carraspeo para que su voz no
saliera temblorosa; todavía la emoción corría por sus venas – La cosa es que…

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Lagolos caminaba por los viejos, pero aun extrañamente nuevos, pasillos de la mansión del
vampiro pederasta aquel. No le gustaban las miradas promiscuas y lascivas que le mandaba a su
protegido con todo el descaro de tenerlo a él enfrente. Quería degollarlo, pero lamentablemente
era la única manera de sacar a su amo de aquel maldito apuro en que ese desgraciado de lucifer lo
había metido. Pero aun así tenía ganas de degollarlo con sus propias garras – Maldito hijo de puta.

Oh, joder, ahora hasta maldecía con palabras que jamás había empleado. Que diría su lord si lo
escuchaba hablar de aquella manera. No tenía justificante para sus acciones, no, si las tenía, y
venían pegadas en grande en su frente; Ciel. Tenía ganas de ponerlo en su sitio, o por lo menos
ganas de dejar sin aparato reproductor al maldito vampiro aquel. Su comportamiento, si se lo
preguntaban, era completamente normal, después de todo siempre había tratado a Ciel como si
fuese su propio hijo durante esos últimos diez años; y su creador, que era como su padre, le dijo
que lo quería como si fuera un hijo más. Lo que automáticamente lo convertía en el hermano
mayor que cuidaba de la pureza de su inocente hermanito.

Bufo con tono despectivo mientras miraba algunas de las viejas pinturas de la familia. Había unos
cuantos cuadros que mostraban a una hermosísima mujer de pelo azul oscuro, con unos ojos azul
hipnotizante, y claramente se alarmo al notar que era la copia exacta (sólo que femenina) de su
pequeño Ciel. Mmmm, he ahí la maldita razón de la lascivia mirada del maldito energúmeno
aquel. Al parecer, y como había escuchado bien, aquella dama era su esposa, y suponía que los
bellos niños que reían con alegría a su alrededor eran sus hijos.

Era realmente lamentable que los hubiera perdido de manera tan cruel, pero de sentir pena a
dejarle que tomara a Ciel en lugar de aquella mujer, era demasiado. Entrecerró los ojos al ver la
sonrisa de un chico a la lejanía, dentro del cuadro, claro está. Estaba apoyado en un árbol y su
mirada se dirigía al más pequeño de los niños. Su pelo era negro y largo, amarrado en una
pequeña coleta. Sus ojos eran de un tono azul eléctrico y reflejaban cariño absoluto. Vestía un
traje rojo, de aquellos de la antigua aristocracia, acompañado de un par de botas negras y unos
guantes blancos. Al niño que observaba era rubio y ojos casi dorados, un ángel a comparación de
muchos. Dejo que una fugas sonrisa se plantara en su rostro mientras observaba lo irascible de la
situación; lo amaba, y el jovencito le devolvía la mirada sonrojado, pero sonriente.

— No te recomendaría que intentaras atacarme en un estado tan débil, pequeño – hablo sin
siquiera voltearse mirar al que lo miraba con sospecha – No tienes ni diez minutos que estas aquí,
y ya has despertado. En verdad el tiempo fluye con rapidez, había calculado un par de horas de
inconsciencia. Mas, siendo que llevabas mucho tiempo dormido, quizás pensé que estarías al
menos dos o tres días durmiendo antes de despertar – esta vez sí volteo. Enfrento su sonrisa al
fiero gruñido del que en antaño fue aquel feliz niño de ojos azules.

— ¿Quién eres y que haces aquí? – hablo con voz queda y demandante mientras miraba con
aprehensión al “invitado”. Lagolos no se movió o inmuto ante la emanante aura asesina que le
llegaba a estremecer. El chico tenía verdadero poder, y odio también. Suspiro y negó para tomarle
de la solaba de aquel viejo y ruido traje para encaminarse de nueva cuenta por el camino hasta la

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habitación del chiquillo – ¡Oye! ¡Maldito imbécil, suéltame! No sé quién eres, pero seas quien seas
eso no te da derecho a tratarme de este modo, ¡¿sabes siquiera a quien te enfrentas?!

— No, y no me interesa tampoco – un tic nervioso comenzó a acrecentarse en Joshua, pero estaba
demasiado débil, aún, como para siquiera intentar liberar sus poderes. Se cruzó de brazos y dejo
que el extraño hiciera como quisiera, pronto se las arreglarían – Mira, mocoso, puede que tengas
miles de años, pero eso no se aleja demasiado de que yo tenga, posiblemente, la misma edad que
tú. Deja de refunfuñar y gruñir como perro salvaje y metete a darte una ducha, es una orden; ¿has
entendido? Si no lo has hecho, espero que al menos pienses con quien te estas metiendo; soy un
dragón, uno antiguo, y estoy en mi forma humana. Puede que seas un hombre lobo, el primero y
más poderoso, pero ¿podrás aguantar miles de toneladas sobre ti? Y si, es una maldita amenaza.
Mis sentidos se están volviendo locos con tu aroma; apestas. Tienes mil quinientos años
durmiendo, con la misma ropa, y en un sarcófago hermetizado.

Joshua hizo un hermoso puchero mientras rumiaba por lo bajo: – Di las cosas con más tacto,
quieres. ¡Joder, literalmente me has dicho que soy un puerco! Y eso que no tengo la culpa de ello.
Échasela al malnacido aquel de Cromwell que me encerró sólo por andar con el tío Vlad, aunque
también puede que tenga puntos a favor de ello por haber jugado con su hija. ¡Dios, si era un
maldito bombón! ¿Cómo no quería que me le acercara si ella misma me tentaba? La manera en
que se contoneaba era deleitable para cualquiera; sólo que yo no era cualquiera – Lagolos soltó
una lánguida carcajada por la manera de actuar del mocoso. Joshua se ruborizo al darse cuenta
que había estado hablando para sí sin parar – Bueno, deja de burlarte y explícame el porqué de
que este yo aquí, ¿dónde está el tío Vlad, y para quién diablos trabajas?

— Primero que nada, dúchate – lo lanzo al suelo una vez llegaron a la habitación y lo obligo a
entrar al baño que estaba contiguo. Joshua siguió aún refunfuñando bajo la regadera mientras
Lagolos rebuscaba en un armario. Las viejas prendas permanecían en buen estado; pero estaban
pasadas de moda, varios siglos atrás para ser más exactos. Tomo unos pantalones, los más ligeros
y menos elaborados, y con unos cuantos movimientos de su mano cabio color y forma. Luego una
camisa, bastante horrible a su parecer, e hizo lo mismo. Incluso con algunas finas prendas para
hacer la ropa interior.

Los pantalones eran unos vaqueros en color marrón oscuro y la camisa se había transformado en
una camiseta bastante elaborada de un azul celeste con diseños en negro y rojo. Cuando les dio el
visto bueno, se sentó en una silla al lado de un escritorio de caoba y cruzo las piernas esperando a
que el mocoso saliera del baño.

Estuvo viendo el paisaje desde el lugar a través de la ventana. Ciertamente precioso, lo único malo
era la tristeza que se respiraba en la atmosfera. Dolor y odio comprimidos en cada molécula de
oxígeno.

Joshua había salido sin hacer ruido, completamente desnudo mientras se secaba sus intimidades
con la toalla y había quedado hipnotizado por la madures que demostraba aquel hombre. Era

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interesante, no, mejor dicho, le interesaba. Después de la muerte de su amado había optado,
siglos después, por el libertinaje; y cualquiera que entrara en su rango de gustos era más que
bienvenido a pasar una noche de locura; al día siguiente alzaba vuelo hacia otra cama. Sólo se
relacionaba con hombres, aunque la hija de Cromwell fue la única mujer por la que se había
interesado en mucho tiempo.

Carraspeo para llamar la atención de Lagolos, recostándose del marco de la entrada al baño,
sosteniendo la toalla en una mano y mostrando abiertamente todo de su ser. Lagolos volteo y lo
miro con indiferencia, cosa que removió el orgullo del lobo que esperaba una boca desencajada y
ojos llenos de lujuria sin contener.

— Si ya terminaste de hacerte el exhibicionista, ahí está la ropa que usaras. Cámbiate – otra
maldita orden. ¿Sería heterosexual? No, ese hombre no demostraba tener gustos de ningún tipo.
Mmmm, algo difícil. Lo miro con desconfianza y luego se acercó a paso orgulloso a revisar las
extrañas prendas de ropa, sin saber bien para qué era la pequeña tela con tres agujeros.

— Me puedes decir, ¿Qué es esto? –.meneo al aire el calzoncillo negro con una ceja alzada.
Lagolos suspiro y se acercó a él. Se había olvidado que en aquellas épocas no se utilizaba ropa
interior. Tomo el calzoncillo y se puso a sus espaldas, inclinándose hacia abajo y quedando de
frente con aquel perfecto trasero. Le indico que levantara una pierna y este obedeció sin replicas,
sintiéndose algo ofendido al no ver reacción alguna en el hombre. Lagolos deslizo la prenda por el
pie derecho y luego por el izquierdo, subiéndola mientras sus dedos acariciaban la piel en toda su
extensión. Joshua soltó un bajo silbido algo parecido a un jadeo por el frió contacto mientras
sentía la tela de aquella cosa que le ponían, rozas sus genitales y levantando su miembro hasta
ocultarlo.

— Se le dice ropa interior – susurro en su oído con una voz ruda y suave, sin pasarse del límite de
la indiferencia. Totalmente autoritaria, propia de un hombre recto. “Mmmm, espero lo tenga
igual”. Joshua se estremeció y sintió a su amiguito tironear con fuerza. Lagolos se retiró y le indico
que continuara con la demás ropa, haciendo gruñir al pequeño por la clara indiferencia que
demostraba ante todos los intentos de su persona de conquistarlo para una noche de plena
pasión. Tenía mucho que no hacía nada, y quería a ese hombre en su cama a toda costa. Su orgullo
le reclamaba el que una persona mostrara indiferencia a su persona.

Luego de lograr cambiarse; aun con ayuda de Lagolos, se sentó en un banquillo cerca de la cama
mientras Lagolos lo peinaba. Su pelo seguía siendo del mismo largo que mucho tiempo atrás.
Jamás se lo había cortado, aunque no serviría de mucho si su condición se lo impedía.

— Mi nombre es Lagolos, y la razón del por qué estamos aquí es porque vinimos a salvar a unas
cuantas personas que había cruzado, lo que tu tío Vlad llama, la puerta. Somos un grupo, los
demás están en el salón principal y de seguro tu tío y mi amo están allí – comunico sin mucho
atisbo de querer entablar una conversación – Nuestro enemigo actual es un viejo conocido de

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todos los implicados, sea de una forma u otra en nuestra relación, su nombre es Lucifer. Y para
mayor información, o más específica, el Regis ha sido marcado, pero aun no despertado.

Joshua se tensó y abrió los ojos desmesuradamente: – Eso significa…

— Así es: otra guerra esta pronto a iniciar.

Dumbledore reía con soltura mientras caminaba por los pasillos del castillo. Su plan al fin se había
completado y no había falla alguna esta vez. Todo estaba en su debido lugar y cada cosa marchaba
como la había planificado inicialmente. Nadie sabría los que lo golpeo. De un momento a otro su
forma cambio a su yo original, los profesores aún no regresaban por especificaciones propias.
Seguro y ninguno entendía porque de aquella acción o el porqué de que los estudiantes no
regresarían ese semestre a clases, no por el momento, como se había planificado.

Ni siquiera Aeón se había percatado de algo. Negó con la cabeza mientras se encaminaba a los
jardines y lanzaba algunos hechizos, como lo hizo en la entrada principal y en algunos salones.
Había estado plantando todo aquello para arraigar el terreno donde se llevaría a cabo uno de sus
juegos preferidos. Su pelo negro ondeo al viento mientras una carcajada se disipaba por los
alrededores. Siguió su camino y con su labor.

El día siguiente era el momento decisivo para todo lo que había decidido hace mucho.

— Pronto, mi querido Arthur, pronto todo ocurrirá. El maldito circulo vicioso acabara y yo estaré
en todo lo alto, siendo amo del universo.

James y Lilith se miraban, y luego los miraban a todos con incredulidad plasmada en sus rostros.
No podían creer cuanto había ocurrido mientras ellos estaban fuera de circulación, metafórica y
literalmente hablando. Los chicos les habían contado todo con lujo de detalle, aunque lo único que
los había molestado fue no el no haber podido participar en la boda de su querido Harry con el
pelo teñido de Malfoy junior. Harry había reído por lo bajo; la personalidad de su padrino seguía
intacta bajo esa nueva apariencia, y Draco, aunque moleste, le había hecho la seguidilla.

Ambos continuaban anonadados entre las anécdotas de todo lo sucedido, no soltando cosas de
gran relevancia. James se impresiono de más cuando supo sobre la ascendencia que Harry estaba
a punto de recibir. A parte de ser heredero de dos de los magos más poderosos en la historia,
también era el heredero al trono que fungía como pilar de la existencia misma de la magia sobre la
tierra.

Habían desvelado detalle a detalle todo cuanto había sufrido y cómo fue que descubrieron la
verdad. Tom miro mal a James; ese maldito diario era un peligro para su honor: – Vamos, Tom – le
dijo con zalamería y lujuria bajo el tono de súplica – esas son unas muy buenas memorias de cosas

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que vivimos juntos. Son nuestros recuerdos – Harry se sonrojo visiblemente cuando recordó lo que
decía la parte que su padre más odiaba de aquellos recuerdos. Era una descripción detallada de un
día específico donde, literalmente, su papi había sido tomado por su papá. En otras palabras,
James Potter había prácticamente violado a Tom Sorvolo Riddle, alias Lord Voldemort. Si eso se
llegaba a saber; no por el sexo y quien se cogía a quien, sino la manera en que fue. Se estremeció
sólo de recordar cada explicita palabra.

Carraspeo luego de recobrar el sentido: – Podrían dejar eso para luego, tenemos cosas aún más
importantes que atender.

James asintió, enviándole una mirada lasciva a su esposo (futuro, pero valía la pena decirlo ahora)
poniéndolo visiblemente nervioso. Tom se imaginaba de nuevo atado a aquella cama con esos
implementos Muggle’s, que el insensato de James, había conseguido por medios desconocidos y
que no quería saber. Se alegraba de que su proveedor posiblemente estuviera muerto. Habían
sido más de cincuenta años después de todo y el hombre, cuando lo conoció, era un poco mayor
que ellos. La fría sensación de aquella funesta noche lo envolvió de tal modo, que si no fuera quien
era, (Lord Voldemort en todo lujo de detalle), hubiera salido corriendo a ocultarse de ese sexy
hombre por el resto de su serpentina vida. Tenía que admitirlo, aunque no lo dijera en voz alta,
pero le tenía miedo a James. Uno bastante explícito. Y que sería de él si alguna vez se llegaba a
enterar lo que ocurrió con dos gemelos pelirrojos y una gran cama con él en el centro.

— Lo primero que deberíamos de hacer es salir de este lugar – Lagolos había hecho acto de
aparición con un muy apetecible chico, de más o menos la edad de Ciel, aunque sabían que tenía
cientos de años. Ciel le dedico un gesto territorial con Vlad cuando lo vio acercarse, más se
contuvo un poco. Se sentía demasiado avergonzado, pero sentía que aquel vampiro era suyo; y
literalmente lo era – Por si no se acuerdan, caballeros, el tiempo aquí, literalmente, no fluye.
Estamos hablando que en estos momentos ya podría haber pasado un año allá afuera – Todos se
pararon de golpe al darse cuenta de la verdad de aquellas palabras. Joshua miro aún más deseoso,
si eso era posible, al dragón. Remus se había quedado admirando al pequeño, sintiéndose algo
atraído; quizás porque era el rey propio de su especie. Lucius apretó el ligero agarre que tenía en
sus manos y Remus simplemente se giró para darle un beso y tranquilizarle con eso – Quiero que
todos se tomen de las manos. El señor Vlad – escupió eso dándole una fiera mirada al maldito
vampiro – ha abierto la entrada, y puedo sentir un flujo entre las dimensiones para poder salir con
mi habilidad. Para ahorrarnos muchos inconvenientes, nos llevare directo a la mansión Malfoy.

Todos se miraron y se encogieron de hombros, haciendo lo que Lagolos les había pedido. Joshua
se había agarrado directamente de una de las manos del dragón, cuidando de que sus dedos
pasaran suavemente por aquella piel antes de sujetarla con firmeza. Lagolos ni se inmuto lo mas
mínimo. Hump, debía de estar fuera de práctica, o aquel maldito dragón lo estaba haciendo a
posta para molestarlo. Luego de que todos estuvieron listos, se sujetaron de la mano libre del
mencionado y desaparecieron en una vaga sensación algo parecida a la de un traslador, pero que
este era un poco diferente, ya que no sentían la sensación de estar viendo paisajes a alta
velocidad, sino que estaba desvaneciéndose y apareciendo en otro lugar al mismo tiempo.

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Ron, Mione, Neville, y sus respectivas parejas, estaban totalmente nerviosos. Había transcurrido
un día entero desde la incursión de los adultos y sus amigos para el rescate de los atrapados en el
velo. Creían que sería un viaje rápido para no ser acusados por algún delito grave por interrumpir a
aquellas horas en el ministerio de magia. Mione caminaba de un lado para otro, bajo la borracha
mirada de Pansy, que cuidaba de que no tuviera alguna recaída o mareo por la falta de sueño que
todos tenían. Theo tenía a Neville, obligado, sentado en sus piernas mientras que Blaise y Ron se
tomaban de las manos en sillas contiguas. Cuando ya estaban a punto de lanzar el grito al cielo,
una línea de sombras agarradas todas de mano, comenzaron a aparecer en el hall de recepción,
tomando forma casi instantáneamente.

— ¡Hasta que al fin llegan! – gritaron al mismo tiempo, apresurándose a mirar si no había ningún
herido. Una vez la inspección hecha, todos se pusieron serios de inmediato y extendieron unas
cartas a los adultos, y dos sobres sin abrir hacia Draco y Harry, todas con el sello de Hogwarts.

— Creo que lo primero que deberían hacer, es leer esas cartas.

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“Apasionado es el deseo olvidado; bullendo en sensaciones
infinitas en un mar de conocimientos encontrados.”

Y…, ahí estaban ellos, cómodamente sentados en sillones de terciopelo negro con franjas
planeadas, uno delante del otro, mirándose fijamente con aprehensión. Era la noche antes de la
partida, donde Joshua lo miraba con una sonrisa ladeada, y Lupin bajaba la mirada completamente
avergonzado: creyó que estaba frente a un padre que nunca llego a conocer verdaderamente. La
chimenea crepito y Lupin se removió un poco incómodo, como si estuviera recibiendo un regaño
por algo mal hecho, muy mal hecho. Joshua cruzo sus piernas y entrelazo sus dedos con
delicadeza, haciendo que su porte, enfundando en un Gucci negro, con camisa roja y corbata
negra, se viera tan imponente como él lo estaba en ese momento. No había nadie en rededor
dentro del salón, habían pedido entablar aquella conversación entre ellos solos, y nadie debía
interrumpir sin importar que escuchasen.

— Yo… Me es difícil aceptarlo – el aire volvió a circular y una risilla de Joshua atrajo su atención, la
cual estaba mejor puesta en la fogata que crepitaba y llameaba tan intensa dentro de la chimenea,
absorto en su eclipsante danza. Miro aquellos ojos que parecieron verlo con ternura. Lo cual
descoloco cualquier barrera que tuviera antepuesta antes de que a conversación se produjera.

— Creo que aún no lo comprendes, Remus. No es cuestión de aceptarlo, es cuestión de liberar su


existencia. Dices que no puedes aceptarlo, pero creo que nunca te diste cuenta que lo has
aceptado desde que está contigo. El lobo que se retuerce en tu interior no es una bestia, son
sentimiento que vagan salvajes en tu interior, sin nadie que los domestique. Porque tú nunca
aceptaste el papel del domador – Joshua tomo una copa de una pequeña mesa al lado de su sillón,
dando varios sorbos antes de poner atención a la expresión alicaída del licántropo – Has vivido
mucho tiempo con él, el cual siempre está tratando de susurrarte lo que desea, pero siempre lo
pones a un lado creyendo que quiere sólo liberarse para matar. Satisfacer deseos asesinos con la
sangre y carne humana.

— ¿Y, no es así? – Remus alzo la vista, bastante incordiado por esas palabras.

— No, no lo es. Tú te creaste una imagen sin siquiera darle la oportunidad de explicarse. Lo
encerraste y, con pociones nocivas, drogaste su pensamiento; arrebatando toda libertad de
expresión. Él es sólo un prisionero inocente que desea su libertad. Dices que tienes miedo de

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atacar a alguien inocente, y que, posiblemente, eso haya sucedido en algún momento, pero nadie
más que tú tendría la culpa de esto. Reniegas que él existe dentro de ti, y la luna llena lo obliga a
salir a la fuerza cuando él se siente incordiado y abrumado por todos los sentimientos negativos
que le transmites, Remus Lupin. Lo consideras un monstruo, y reniegas de que él, siendo la otra
mitad de tu ser, se encuentra allí, en el rincón más oscuro de tu mente, como un cachorro falto de
afecto, encogido sobre sí mismo y llorando por heridas que no tiene maneras de explicar. Sólo tú
eres culpable de su salvajismo, nadie más. Creció como lobo solitario, y aún ahora busca que lo
comprendas. Eso es lo que quiero que comprendas.

Remus observo los movimientos del pequeño Joshua en la habitación. Eran gráciles y elegantes,
con una madures únicamente palpable en un hombre que ha vivido miles de cosas a la vez y que
ha sabido superarlas. Delante de él podría estar la figura den un adolescente, pero estaba seguro
que allí estaba la figura paterna que en toda su vida falto. Aquellos ojos lo observaban algo
decepcionados, pero a la vez expectantes de su respuesta, como si le estuviera dando ánimos a
aceptar sus palabras como si fuesen una ley natural interpuesta en su especie, y de alguna manera
sabía que así era.

Joshua dejo de pasearse y se puso delante de él, con una expresión de pura comprensión.

— Permíteme llevarte a donde tu otro yo espera impaciente tu llegada – sin decir una palabra
más, tomo a Remus de la mandíbula y vertió una gota de su sangre en su boca. Lupin se
sorprendió, pero no tuvo tiempo a reaccionar. Sentía la gota de sangre recorrer todo su interior,
quemándolo como si estuviera todo un infierno ardiendo en ella. Trato de gritar, pero su garganta
parecía haberse cerrado. Callo al piso, sosteniendo su cuello, tratando de expulsar lo que ya
parecía correr por sus venas, retorciéndose de forma alarmante, como si su propia sangre quisiera
dejar su cuerpo. Y lo sintió tan doloroso, incluso cuando vio su hombro rajarse como si hubiesen
aplicado un Diffindo con lentitud, exactitud y crueldad dejando a la vista al hombre lobo en su
interior, quien viro abruptamente y abrió sus fauces devorando su rostro, y transportándolo a una
etérea oscuridad donde no había nada.

Cuando abrió los ojos, consciente de que no había más dolor, la oscuridad en su alrededor no
permitía que viera nada más allá que sus propias manos. Sus ojos vagaron en rededor buscando
algo más allá que su propia existencia, fijándose en un pequeño ladrido pocos metros delante de
él. Se acercó poco a poco, temeroso de sufrir nuevamente el ataque de su hombre lobo. Mientras
más se acercaba, una pequeña luz se agrandaba y se fraccionaba en dos, posándose sobre dos
pequeñas figuras separadas por unos pocos metros la una de la otra. Al llegar cerca de ellos, pudo
notar en un extremo a un niño desgarbado, con ropas viejas y sucias, quien lloraba sin consuelo
alguno. Y en el otro extremo, un cachorro de lobezno quien jipaba con la cabeza baja.

Se dejó caer en el suelo al interpretar que el niño era él, y el lobo la existencia que, según Joshua,
había separado sin siquiera escucharla. Soltó un suave suspiro que hizo a los dos seres frente a su
persona, girarse con pereza y miedo.

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— ¿Quién eres? – pregunto el niño un poco retraído y temeroso de su presencia. Remus
presentaba una apariencia cansina y ojerosa. Le sonrió como él sólo podía hacerlo, logrando
aplacar un poco el temor del pequeño mientras se acercaba un poco.

— Mi nombre es Remus.

— ¡El mío también! – exclamo con una sonrisa.

— Lo sé – le sonrió devuelta – ¿Por qué estás solo?

La sonrisa se volvió triste: – Papá dice que soy un monstruo y mamá ya no me quiere. Estoy solo y
nadie quiere estar cerca de mí. Los comprendo, yo tampoco quisiera estar cerca de mí, siendo lo
que soy. Pero…– sus ojos se humedecieron y lágrimas comenzaron a brotar una tras otra mientras
se lanzaba hacia Remus. Sus labios temblaban y su cuerpo hacia igual – ¡no quiero estar solo! Es
muy doloroso y nadie está conmigo. La casa siempre esta vacía y no tengo a nadie que se quede
conmigo en las noches. Es demasiado frio y oscuro, tengo miedo de quedarme siempre así. No me
dejes, quédate conmigo. Me portare bien y cuando haiga luna llena me encerrare en el sótano, de
verdad, se lo prometo, pero no me dejes aquí.

Remus lloraba junto a su pequeño yo, recordando lo doloroso que era dormir siempre temiendo a
enemigos imaginarios, sin nadie que le protegiese. Lo doloroso de las transformaciones siendo tan
sólo un niño. Mientras se abrazaban y consolaban, el pequeño lobito caminaba hacia ellos,
mirando la escena un poco renuente a acercarse más, pero deseoso de participar. Remus le sonrió
a la distancia y le hizo un pequeño gesto para que se acercara. El pequeño lobito miro a los lados,
no creyendo que fuera con él. Remus rio quedamente y el pequeño en sus brazos giro hacia donde
él observaba y sus ojos se iluminaron.

— ¿Nunca lo habías visto?

— No, siempre he estado aquí, solo, sin nadie. Nunca lo había visto. ¿Es tuyo? – Remus negó.

— No, es tuyo. Siempre ha estado esperando a que lo buscaras, pero mientras llorabas jamás lo
escuchaste a él. Siempre ha estado allí, junto a ti, en la oscuridad, igual de solo que tú. Es tu otro
yo, quien sufre lo mismo y llora por estar solo – se detuvo a observar la expresión del niño durante
unos segundos antes de preguntar: – ¿Le temes?

— No – negó con vehemencia, soltando una cálida sonrisa mientras limpiaba sus lágrimas – es
lindo – hizo el mismo gesto que Remus, haciendo al pequeño lobito ladrar y correr hasta él. Pasó
sus manos por el pelaje gris, y soltó una suave y dulce risilla mientras este le lamia las manos.
Remus sintió como estos se alejaban, olvidándose de su presencia. A su lado, mientras las figuras
del niño y el pequeño lobezno desaparecían, el hombre lobo se sentaba a su lado, contemplando
la misma escena.

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— Entonces, así es como debió ser – Remus dejo entrever una sonrisa triste en sus cancinas
facciones mientras miraba al desgarbado hombre lobo, el cual lo miraba abstraído, como si
estuviera absorto en sus pensamientos. Remus acerco una mano lentamente, tratando de ser lo
más cuidadoso posible, recibió un gruñido, pero no se detuvo hasta acariciar el pelaje. La criatura
se removió un poco, pero no se alejó. Los dedos de Lupin paseaban con calidez y suavidad por
entre sus facciones, fascinado ante lo que miraba. Los ojos dorados del lobo se volvieron cálidos.
De un momento a otro se separó de Remus y se puso delante de él, lanzando un espléndido
aullido que disipo la oscuridad, mostrando una resplandeciente luna llena, y un hermoso y oscuro
bosque plagado de luciérnagas que pululaban de aquí por allá – Perdóname por alejarte todo este
tiempo, debí ser más comprensivo. Ya no te temo, ni siento odio hacia ti. No eres culpable de
nada. ¿Me perdonas?

El lobo ladeo la cabeza y pareció sonreír, luego, en una intensa luz violeta, su figura cambio y se
convirtió en un niño de no más de cuatro años; con una cola y orejas caninas por sobre su cabeza,
sonriendo con alevosía mientras se lanzaba hacia su persona.

Sus pulmones se llenaron rápidamente de aire y se sostenía de la silla como si se fuera a caer de
un momento a otro. La chimenea crepito una vez más, logrando que su conciencia se fijara en la
realidad. Miro a Joshua, quien bebía con calma de su coñac mientras le observaba.

— Parece que has tenido un viaje bastante educativo, Remus – le sonrió Joshua con chulería –
Espero y hayan arreglado sus diferencias. Ciertamente, no lo dudo, ya que el comprensible es el
lobo, el inconsciente sólo es el humano que lo porta. Algo abstraído en sentimientos que siempre
están bullendo en un mar de soledad, siempre estará conforme con un abrazo. No lo olvides,
Remus Lupin, el lobo en tu interior son tus sentimientos más oscuros, pero eso no lo hace
peligroso, porque él es quien mejor comprende lo que es estar siempre solo – Joshua se levantó e
hizo una pequeña pantomima de despido. Cuando llegó a la puerta, se giró y susurro: – Ya eres su
amo; trata de no dejarlo otra vez sumergido en aquella endeble oscuridad – Y salió, dejándolo solo
para que reflexionara sobre lo sucedido. Aunque realmente estaba huyendo, presa de todos los
sentimientos que había fluido hasta su cuerpo desde Lupin. El dolor y la soledad que lo habían
envuelto eran casi similares a la sensación de vacío que rodeaba a su maldita alma. Necesitaba
quemar todas esas sensaciones antes de que lo volvieran a consumir….

Había estado discutiendo el asunto del contenido de las cartas que habían llegado desde Hogwarts
hacía apenas unas horas atrás junto a sus padres y amigos. Era un descaro total por parte de aquel
demonio que se hacía pasar por el honorable director. Harry se dejó caer en su cama, observando
la pulcra letra de la carta entre sus manos, conteniendo la rabia de la hipocresía allí escrita. En
resumidas cuentas, el muy bastado los estaba invitando a una confrontación directa entre ellos.
Todos fueron invitados, y también les había augurado que nadie más sabría de ese encuentro,
puesto que había hecho llegar cartas algo similares a todos los estudiantes, sólo que estas diferían
en contenido; estas anunciaban un cese escolar durante un mes más. Los estudiantes de Hogwarts

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no entrarían a clases sino a partir del mes entrante, en febrero, para darles plena libertad para su
lucha sin cuartel, de la que estaba seguro era la última vez en la que sus poderes chocaran
titánicamente.

La enrollo y la lanzo al fuego, molesto con todo eso. Pues, un sentimiento de contrariedad estaba
tomando fuerza en el fondo de su estómago y tomaba parte de su pecho, una preocupación que le
decía que algo iba mal, pero que tampoco podía descartar aquella oportunidad.

Antes de que se diera cuenta, Draco estaba sentado a su lado y lo tumbaba en la cama,
subiéndose a horcajadas sobre su cuerpo: – No te preocupes – dijo, dándole un casto beso
mientras su pelo se corría entre las sabanas y su espalda. Harry lo aprecio y vio como la delicadeza
de aquel ser era algo que no podía perder nunca de vista. Era hermoso en todos los sacrosantos
sentidos – Nada malo pasara, superaremos cualquier cosa que se ponga en nuestro camino. Eres
luz para el porvenir, mi luz, mi amado.

— Te has vuelto todo un cursi, Draco, lo sabias – afloro una suave sonrisa mientras le devolvía los
besos.

— Teniendo a alguien tan hermoso como tú cerca de mí; es imposible no aflorar este tipo de
sentimientos. Como leí en un viejo libro Muggle: ser o no ser, he ahí el dilema.

Harry lo admiro con vehemencia: – Si es más noble a la luz de la razón padecer las pedradas y
flechazos de la afrentosa suerte, o empuñar las armas contra un mar de aflicciones y terminar con
ellas combatiéndolas. Morir: dormir. No más. Y pensar que al dormir le damos fin a las congojas y
las mil desdichas naturales herencia de la carne. Morir: dormir. ¿Dormir? Quizás soñar. Mas ¡ay!
he ahí el obstáculo; porque en el sueño de la muerte ¿cuáles visiones pueden asaltarnos, luego de
habernos despojado de este mortal ropaje? Es algo que nos hace vacilar – le beso y Draco lo hizo
devuelta con admiración brillando en sus ojos – Shakespeare; el dilema de Hamlet.

— ¿Qué desea mi príncipe esta noche? Con gusto concederé todo deseo que su alteza quiera
hacer realidad. Porque mi misión es hacerle feliz y hacerle olvidar los males que azotan el mundo:
yo soy la endorfina que corre por tus venas. El afrodisiaco que satura tus sentidos, y no permite
que quites tú vista de mi persona – Harry jadeo al sentir el toque de aquellas manos por su piel.
Las caricias de Draco eran una droga para sus sentidos, y ahora, con su forma Veela liberada, era
tocar el cielo y rozar entre los círculos del pecado del infierno.

— Por qué mañana puedo morir: hazme perder la razón – Draco se detuvo y lo miro directo hacia
aquellos orbes brillantes.

— ¿Morir?; jamás. Vencer será. No impliques caminos mortuorios a nuestro amor que es
inmortal. Cumpliré tu deseo y te hare delirar, olvidar estar vivo y encarnar el placer en su forma
más celestial – Harry no volvió a escuchar más, sus sentidos estaban más perdidos en el deseo que
aquellas palabras despertaban que en su significado. Draco lo era todo ahora para él, su esposo, la

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forma más directa de tener una familia propia, su sueño hecho realidad. Podría tener ahora a sus
padres juntos, pero Draco estaba por sobre todo aquello, aún más arriba que el amor fraternal.
Era amor verdadero, del puro y duro, sincero.

James lo miraba con aquellos ojos avellana que lo hacían tanto delirar aún después de haberse
enterado de la infortunada (y por suerte no existente) muerte de este. Lo adoraba, lo quería, era
lo único que lo hacía perder la razón y todo autocontrol que todo buen Slytherin debe tener. Pero
de adorarlo a permitir que una situación igual que la anterior aconteciera, era mucho trecho que
recorrer. No iba a permitir que su autoridad, como el gran Lord que era, se perdiera de una
manera tan estoica, y mucho menos en un reencuentro dramático como aquel. Aunque también
había un problema bastante grande. Si bien no quería que sucediera aquello, no había manera de
impedirlo. ¿La razón? Era clara, por supuesto, sino le creían, sólo debían mirar las cadenas que lo
ataban a la cama. Con los brazos laxos hacia la cabecera y las piernas atadas, abiertas, a cada pata.

¿No era convincente? Pues sólo debían mirar al pie de la cama donde James estaba sentado, con
una mirada depredadora y vestido con una fina piel de leotardo y un antifaz cubriendo su rostro.

Si aún poseían alguna duda de que aquella escena era lo que costaría la vida de Voldemort (la
social y su orgullo), tan sólo debían observar la mano (y por qué no, la caja llena de ellos a su lado)
de James, la cual sostenía lo que los Muggle’s llamaban: vibrador. Un pene de goma, bastante
grueso a primera vista. Si descubría al nuevo proveedor de esos artilugios mortuorios, no le
quedarían huevos para lamentarse ni reproducirse, eso podría jurarlo: – James…

— Unos bellos y adorables pelirrojos, gemelos, me dijeron que pasaron una noche inolvidable con
cierto hombre buenorro según su descripción.–.Tom trago con sequedad al ver la sonrisa
comprensiva de Potter. Estaba seguro de algo para cuando saliera de aquella situación tan
escabrosa: mataría a Harry. James se giró y le dio una de esas sonrisas inocentes que le ponían
toda la piel de gallina y algo más – Por ser la mami de nuestro querido Harry, y un merodeador al
cual ellos admiraban; me describieron con lujo de detalles todo lo ocurrido durante la noche de
bodas de nuestro pequeño. He de admitir que esos dos tienen ingenio. Un trio y de forma tan
candente. Y me pregunte qué tan bueno seria.

— No me puedes estar culpando…

— ¡Oh, no, claro que no, Tom! ¿Por qué habría de culparte? Ellos me dijeron que Harry te hechizo
– Voldemort se sintió un poco más tranquilo, pero no bajaba sus defensas, ese hombre era de
armas tomar. Quien mejor que él para saberlo.–.Pero aun así creo que necesitábamos de
este reencuentro que sería épico entre nosotros, ¿no te parece, Tom?

Se puso lívido cuando escucho la vibración del objeto aquel mientras James se acercaba y lo
pasaba por entre sus piernas, logrando arrancarle un jadeo. Que conste, intento resistirse cuanto
pudo: – ¡Claro que no! esto no es justo y lo sabes bien, James Potter.

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— Pero, amor, es nuestra primera noche juntos después de tanto tiempo – aquella maldita cara
de cachorro apaleado funcionaba aún después de más de diecinueve años – Y estoy más que
seguro que nos encantara…

Que va… No había salvación.

Lagolos observaba el incierto paisaje nocturno del bosque que rodeaba la mansión Malfoy. Había
estado allí desde que regresaron, ya que Ciel había desaparecido con cierto vampiro hacia sus
aposentos, y le había ordenado no seguirlo. Lamentablemente debía acatar la orden, aunque
deseaba degollar al vampiro con sus propias fauces.

Todos los demás miembros que cohabitaban en la mansión se habían ido a sus aposentos, unos
descansando y otros, según imaginaba (el tal Snape y el tal Lilith), estaban pendiente de cosas un
poco subidas de tono. Su amo lo había criado de una manera que, particularmente hablando, eso,
le pareciera poco ético sino era realizado con una pareja elegida, razón idónea para ignorar a
aquel licántropo renacuajo con mal vocabulario que buscaba toda oportunidad de pegársele. Y
razón de más para estarse enojando con Ciel; no creía que el vampiro se estuviera tomando
enserio absolutamente nada sobre su joven amo.

Suspiro y se acercó a uno de los árboles, apoyándose en este, mirando de frente el oscuro bosque,
sintiéndose sutilmente atraído por la oscuridad de aquel hermoso lugar. Aspiro el aroma de la
naturaleza, sintiendo como sus sentidos se calmaban por completo. Rápidamente viro lo ojos,
fastidiado por aquel incordio llamado Joshua que no lo dejaba a cal y canto desde que se
conocieron: – ¿Qué quieres? – un perfecto tono seco y aburrido, rayando en las vibraciones de la
molestia. Joshua lanzo una risita un tanto molesta y se acercó, truncando cualquier salida de
Lagolos.

— No sé. Cuando salía de la mansión a dar un paseo, te encontré perdido y me


pareciste exquisito.

— Si bien lo recuerdo, creo que te he marcado perfectamente la línea de mi animadversión hacia


tu persona desde que nos conocimos. No me interesas, chico, ni ahora ni nunca. Así que
haciéndote un favor, te lo dejo en claro, nuevamente. No me interesas. – entrecerró los ojos y
clavo su mirada con molestia en él. No había hecho algún movimiento, esperando a que Joshua se
retirara por propia voluntad.

— Oh, vamos, no seas así. Sino pruebas, jamás sabrás si es de tu agrado o no – Lagolos estuvo
tentado a mandarlo al demonio, pero no tuvo oportunidad alguna para cuando sus labios fueron
rudamente apresados por aquel crio del demonio. Estuvo tentado a matarlo en ese momento,
pero la sensación oscura que se transmitía a través de ese toque lo hacía estremecerse como
nunca antes lo había hecho. Era una sensación escabrosa y algo placentera – Y yo tengo grandes
deseos de conocerte…, a fondo.

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“Un rompecabezas es confuso; sino hasta que las piezas son juntadas”

Severus estaba en un sofá barroco color verde botella, admirando la escena que se ejecutaba
frente a sus oscuros ojos. Ere hermosa, no cabía duda alguna de ello. Frente a él, parado junto a la
ventana, se encontraba Lilith, admirando el oscuro paisaje que era regalado por los jardines de la
mansión Malfoy. Su largo cabello, casi rojo, casi negro, danzaba por el vaho del viento. Ninguno
había dicho nada desde que subieron a los aposentos que compartirían, según había dicho su
amigo Lucius. Sólo se encargaban de admirarse de vez en cuando, regalarse una escueta sonrisa y
tomar sorbos de un Johnny Walker Muggle a las rocas. (No tenía idea de que Lucius tomaba de
esos licores).

El tintinear del hielo lo atrajo a la realidad. Lilith había movido su vaso vacío de cristal, y su mirada
se tornó un tanto oscura mientras cerraba las ventanas y rápidamente, por parte de un hechizo, el
ambiente cobraba calidez: – Te molesta mi nueva apariencia, Severus, ¿verdad? Por eso no me has
dirigido la palabra, ¿cierto? – Severus abrió los ojos al escuchar las melancólicas notas salidas de
aquellos bellos y pálidos labios. Ahora que lo notaba, desde que se reencontraron, sólo se habían
dirigido unas cuantas palabras producto de la exaltación al descubrir lo sucedido detrás del velo,
más no para un saludo o una palaba que denotase algo que ambos sentían – No hubo otra opción
más que esta para salvarme. No me hubiese perdonado dejar a Sirius en aquel aletargado dolor.
Hubiese sido bastante más doloroso presenciar a Sirius retorciéndose que ayudándolo a sabiendas
que nuestras personas se unirían. También pensé en lo que dirías…

— ¿Qué importa mi opinión? – musito calmadamente, pero por dentro su corazón de piedra
estaba palpitando furiosamente, fracturando la roca agazapada alrededor de aquel blando
musculo; que se había endurecido hacia bastante tiempo. Le había agarrado por sorpresa todo
aquello. Nunca creyó que Lily, o Sirius en su defecto, revelase que le interesaba su opinión al
respecto de algo que era su propia decisión y que él no debía entrar en la ecuación.

— Por qué no habría de importarme lo que opinas de esto. Tú, para ambos, eres importante –
poso una sonrisa entre chula, como la de Sirius, y tranquilizadoramente hermosa, como la de Lily.
El corazón de Severus se derrumbó en ese momento. Era perfecto. Cada gesto, cada movimiento,
cada milímetro de esa persona era perfecta. La arrogancia de Sirius era complementada con la
personalidad bondadosa de Lily, y ambos cuerpos en uno solo hacían al ser más bello que en su
vida hubiese visto. Lilith se acercó con pasos cortos y elegantes – Ambos, antes y ahora, te

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queremos, Severus. El sentimiento es multiplicado por los dos. Te amamos y queremos diez veces
más de lo que antes lo hacíamos.

Lilith se reclino, sujeto de los brazos del sillón, hacia el rostro de Snape, con una sonrisa lasciva e
incisiva. Ciertamente, Lilith, con aquellas personalidades tan perfectas, era un peligro para cada
molécula genéticamente codificada de su cuerpo.

Soltó un resignado suspiro, largo y pesado. Sus oscurecidos orbes parecían sonreír con burla,
admiración y algo de determinación en lo que estaba planteando hacer. Así que, sin pensar mucho
en lo que estaba a punto de realizar, tomo el rostro de Lilith y le dio un casto beso, uno cálido,
pequeño y ciertamente electrizante. Tanto así, que ambos sacudieron la electricidad que se
apodero de ellos. Se volvieron a admirar a los ojos. El verde azulado que era la representación de
los ojos de Sirius y Lily, era un color hermoso. Único a su opinión.

— Debo reconocer, aunque es un tanto extraño, que me agradas enormemente – Lilith le dio una
enorme sonrisa que le hizo estremecer como nunca lo había hecho. Demonios, quería follárselo –
Creo que esto me libra de tener que escoger entre ambos, Lily y Black, ya que sería algo bastante
difícil, y tener al chucho acosándome seria…– dejo la frase en el aire y la completo con un
escalofrió. Lilith río mientras se sentaba en sus piernas, enlazaba sus brazos tras su cuello, y se
pegaba hasta quedar a centímetros de aquellos pálidos y bellos labios.

— Por qué no dejamos esa conversación para otro momento y mejor nos ponemos
a explorarnos entre nosotros – se mordió los labios con morbosidad. Oh, sí, esa era la mejor parte
de Black; aquella que no tenía pudor alguno en demostrar lo que deseaba, y cuando lo deseaba
(hasta como lo deseaba). Snape se levantó (años como Mortifago espía daban bastante trabajo
físico) y cargo a Lilith hasta la cama, consciente de lo que allí ocurriría dentro de unos minutos.
Mmmm, mejor era comenzar rápido…

Ciel gemía sin control ante el toque experto de aquel oscuro hombre que lo miraba tan
deleitablemente. Estaba seguro que si perdía un minuto más en caricias terminaría muriéndose de
manera indecorosa (gimiendo como mujer a todo tono). Pero, ¿Cómo no hacerlo? Vlad le estaba
dando la (primera) mejor experiencia sexual que hubiera experimentado. Sus frías manos se
paseaban por su cuerpo sin pudor, tocando cada centímetro de piel a su vista. Era frustrante no
poder moverse ante el poder desprendido por su oscura y excitante aura. Era hermoso, y esa
sonrisa socarrona (aparecida después de los primeros gemidos de su persona) no ayudaba a
calmar su libido. No podía pensar con la cabeza fría, como siempre lo hacía. Podía parecer un niño,
pero era alguien con una mentalidad adulta bastante desarrollada.

En su búsqueda por el legendario señor de la oscuridad, Vladimir Tepes, Ciel se fue enamorando
de un mito. De una leyenda urbana entre los seres humanos no mágicos, incluso entre los
mágicos, de un ser de temer incluso en las historias infantiles. A medida que su emprendedora

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búsqueda avanzaba, sus pensamientos se llenaban más y más con ideas de índoles insospechadas.
Se imaginaba siendo amado por aquel hombre, abrazado y acariciado (las pinturas que había
conseguido de su persona lo habían hecho sentir una conexión extrasensorial a primera vista).
Podría llamarse deseo, lujuria, pero… El amor había entrado en la cuestión.

¿Qué se podía esperar, si él, un joven de tan solo diez años de edad, había comenzado a investigar
el pasado de una leyenda entre leyendas? A medida que el cuento en cuestión avanzaba, los
sentimientos comenzaban a colarse en su interior, gritando cada vez que se hallaba cerca de una
pista para dar con el paradero de su, hasta en ese entonces, amor platónico. Nunca le había
comentado a Lagolos, tenía miedo de que este finiquitara esa búsqueda y quisiera encontrar otra
manera de rescatar a su papi.

Por eso aquella sonrisa emocionada había aflorado cuando lo vio allí, tendido en aquel inmundo
calabozo disfrazado como Night club de mala vibra. Se había sentido emocionado, incluso su voz
fue como se la había imaginado (se había corrido un par de veces de sólo sentir ese diabólico
tono). Se estremeció, regresando a la realidad de golpe, cuando sintió las manos de Vlad acariciar
su miembro y pasar uno de sus afilados colmillos, con delicadeza, por la punta. Su glande (igual
que todo su cuerpo) se estremeció de cabo a rabo. Esa escena, para su joven mente, fue
perturbadora. La puntiaguda lengua acaricio su pequeña extensión. No que se avergonzara,
apenas era un adolescente en desarrollo.

— Mi querido maestro.–.gimió ante acento francés en aquellas palabras, cortantes y con matices
de oscuridad dirigido hacia su persona – debería dejar de pensar, y sentir a complacencia – una
mordida en su muslo derecho lo hizo gemir. Vlad había clavado sus colmillos y succionaba con
avidez y suavidad su sangre desde esa posición tan lasciva. Sus piernas estaban separadas,
desnudas y con su orificio anal a la vista. Un torrente de endorfina recorría su cuerpo, deseando
más y más.

Un frio, largo y, en abundancia, mojado dedo, se había adentrado en su virgen culo hasta la matriz
que dominaba el ovidiano placer. No se sentía tan doloroso, es más, era hasta placentero. La
endorfina atrofiando sus sentidos no permitía más que al placer correr por su sistema nervioso. Un
segundo y tercer dedo angostaban su ano, entrando y saliendo, abriéndose y cerrándose de
manera mecánica mientras la succión, de tan sólo unos minutos de intenso placer, se detenía poco
a poco. Cuando todo paro, y la endorfina y tontera dejo su cuerpo de golpe, otra sensación de
placer lo inundo. Aquella que estaba corriendo dentro de su pared y paladar anal.

Vlad había tocado un punto dentro de su persona que lo había hecho soltar un gemido indecoroso
(abstenido en la habitación gracias a un hechizo de insonorización). Se ruborizo al darse cuenta de
que algo de tal índole había escapado de su garganta, produciendo tal velico sonido.

Vlad le regalo una sonrisa lasciva y complacida mientras, en una bruma oscura, su ropa se
desintegraba. Fue magnifico en toda palabra bienhechora hacia su figura y persona. Aquel erguido

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y (inmenso ante sus inocentes ojos) duro pedazo de carne entre la ingle y las caderas, se mostraba
con glamour propio.

Inconscientemente, Ciel había abierto las piernas, y movido su trasero hasta una posición más
cómoda para ser penetrado. (Tan salvaje como en sus más profundos sueños). ¡Joder! Era un
adolescente que no había experimentado ni siquiera lo que era masturbarse. Demasiado puro
para su gusto. Vlad se recostó sobre él, acercándose hasta su oído: – Relájate, mon cheri, esto será
para largo…

Seguida de aquellas palabras que hicieron a su cuerpo entrar en un trance inductivo de relajación,
sintió algo colándose en su interior, con lentitud y tacto, impropio y sorpresivo, a su parecer, en
alguien que argumentaba ser cruel. Oh, y por supuesto, era doloroso. No tanto como sentir el frio
vaho proveniente de aquellos labios antes de que su piel fuera penetrada por los finos colmillos.
Era una sensación de temor al principio antes de la succión y después de la decepción que sentía
cuando su sangre dejaba de fluir hasta aquella apetecible boca. Era algo que lo había estado
preocupando desde hacía un tiempo, más precisamente desde que encontró a Vlad y recibió la
primera mordida cargada de un torrente de endorfina.

Vlad se lo había explicado: la endorfina emanada de su saliva era implementada para sumir a
sus presas en un trance de placer que, si no se tenía cuidado, se convertía en algo bastante
adictivo para la persona. Pero también le había asegurado que por su parte era algo normal. Él se
había convertido en su compañero, por lo que no era raro que desarrollara un poco de resistencia
a la tentación de querer ser secado sólo por sentir el placer de sus colmillos.

Se quedó sin aire cuando se movió en su interior, tocando algo que desconocía y que ponía su
cuerpo en una presión gravitada, sus ojos desorbitados y su aliento acompasado irregularmente.
Era un punto indescriptible en su propio interior que, como fue tocado en ese momento, enviaba
miles de señales a los puntos inconexos de placer en su cuerpo. Su pene se endureció como roca y
sus pezones parecieron adquirir dureza.

Un par de estocadas más, y ya gemía como magdalena por más, y más, y más, y más…

Sus cuerpos parecieron adentrarse en un vals donde se arqueaban y tensaban como cuerdas de un
violín. Movimientos curvilíneos, circulares y rectos. Posiciones indecorosas donde sus cuerpos eran
recompensados con las más ínfimas de las bajas paciones. Era amor compartido, encontrado e
ilusionado. Ciertamente, era algo esplendoroso que los hacia ver el cielo nocturno plagado de
estrellas.

Vlad dio una estocada más profunda, provocando que Ciel gimiera agudamente. El pequeño
cuerpo se agito cuando su miembro fue atrapado en aquellos fríos dedos. Los movimientos no
tenían comparación alguna. La mano se movía lenta y placentera, mientras la pelvis arremetía sin
control contra su ano, causando un dolor placentero en su próstata, que auguraba poco tiempo
antes de cerrarse con fuerza para obligar al vampiro a correrse.

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En un movimiento poco habitual en su persona, Vlad se abrazó a Ciel, respirando con dificulta
después de que el joven Nephilim se corriera entre sus dedos y apresara su miembro con sumo
poder. Dio sólo cuatro estocadas, potentes y pretensiosas, antes de correrse en un tenso gemido
salido, para complacencia de Ciel, de sus labios. Con un “te amo”, sorpresivo y mutuo.

Ciertamente, había tenido muchos amantes de turno, (en los tiempos de su libertina libertad),
pero ninguna asemejaba a la cálida sensación que había sentido con Ciel. Algo que lo confundía en
soberana manera, aunque tuviera la explicación a todo el asunto.

Así que, dejando de pensar por un momento, se dejó guiar por la sensación que le transmitía Ciel
mientras se abrazaba a su cuerpo y Morfeo lo arrastraba hasta sus brazos. Quizás fuera mejor
acompañarlo…

Una suave sonrisa se extendió en su rostro al verlo llegar hasta su persona. Se notaba contrariada,
pero igual de feliz por reencontrarse nuevamente. Arthur se bajó del montículo de escombros que
servía como asiento, y se acercó a Harry con parsimoniosa tranquilidad, aunque supiera que
muchas cosas estaban a punto de ocurrir en unas cuantas horas más.

— Hay algo que siempre me he preguntado sobre este asunto del Regis y lo que lo atañe a todos
los problemas que le siguen – Arthur asintió, dándole permiso a proseguir – Sé que el Regis es una
deidad que protege al mundo, sus vidas, y el destino de cada persona. Algo que se ha mostrado
por si solo con el paso de los días. Días que han augurado muchas cosas extrañas. La pregunta que
me carcome es, ¿Qué nos ata a lucifer? Se, por parte de Aeón, que él proviene de un principio,
donde el mundo antes de llamarse así, se originó. Cuál es su meta, que lo guía a
quererme/querernos con tanto ahínco.

— Sólo hay un ser que podría responderte esa duda sobre cuál es su deseo realmente, no
obstante, puedo responder el porque nos quiere tan fervientemente – el negro león apareció
desde las sombras y se acercó a Arthur, saludando a Harry en el proceso. Y, para sorpresa del
mismo, un fénix oscuro descendió desde lo alto del firmamento, posándose al otro lado del actual
Regis – Es tu otra forma Animaga – sonrió quedamente – Muy pocas veces ronda por estos lares,
ya que es guardiana de otras cosas. Entre ellas tu amor, y que tu no sueles usarla habitualmente.
Pero dejando eso de lado, la respuesta más factible es “un círculo vicioso sin principio ni fin”.

— No entiendo – musito con sinceridad.

— Lucifer es lo que los humanos llaman “un ángel caído”. Era alguien verdaderamente hermoso,
único, y muy querido por su creador. Pero, lamentablemente, sus ansias de poder sosegaron todo
sentimiento en su persona. Él deseaba, y aún desea (es sólo una especulación de mi parte), regir el
universo. Controlarlo todo – se encogió de hombros – Ni yo mismo lo entiendo, aun después de

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tantos milenios. Es una existencia un tanto contradictoria para consigo mismo. El círculo vicioso
fue implementado de su parte, para el fin que está a punto de suceder.

— ¿Qué busca este círculo vicioso, como comenzó?.– Arthur le dio una sonrisa soslayada de
tristeza.

— Yo soy el principio de ese círculo vicioso, Harry. Yo, un príncipe que de la noche a la mañana se
volvió rey por la repentina muerte del que se decía era su padre. Que fue amado como nadie por
alguien aparecido un día ante mi puerta con una hermosa sonrisa, un padre abnegado que una
noche, el día del nacimiento de su más preciado tesoro, fue traicionado y casi asesinado – Harry lo
miro sorprendido – Mi hijo nació la misma noche en que lucifer, quien en ese entonces se hizo
llamar Lancelot; mi mano derecha, y mi amante, me traiciono – Harry abrió los ojos espantado –
Si, Harry, Aeón es mi hijo, y Ciel es mi nieto. Y, en consecuencia de las ataduras subyugantes de
nuestras almas, también los son tuyos.

Harry quedo sorprendido. Era, de alguna forma bizarra y extraña, padre y abuelo. Su vida siempre
lo sorprendía con cosas extrañas. Lo que más le sorprendió fue lo de Arthur: – ¿Te traiciono por
poder? – Arthur asintió. El león lanzo un suspiro al igual que el fénix que lo escrutaba con cariño, o
eso parecía.

— Las cosas que te he dicho pueden parecerte algo… confusas ahora mismo, pero lo entenderás
llegado el momento – le dijo con tranquilidad – Lucifer deseaba convertirme en el Regis para
obtener lo que deseaba, pero al parecer algo le fallo, y no me convertí en lo que soy sino hasta su
muerte.

— ¿Su muerte? – Harry estaba cada vez más contrariado con todo aquello. Preguntas sin una
respuesta sustancial sólo lo hacían perderse más de lo que estaba.

— Parte de su alma murió ese día, pero no así sus ambiciones, que siendo tan oscuras, trajeron a
la vida su maltrecho cuerpo. Su poder es solamente oscuridad. La otra parte de su alma,
perdonada por la divinidad, renació en un cuerpo nuevo – los ojos del Regis lo escrutaron con
brillo que lo desubico – Ahora, Harry, regresa… Es momento de que te encamines a enfrentar tu
destino, como la divinidad lo dicta.

Antes de que Harry pudiera hacer nada, se encontró levantado de golpe en su cama, con Draco a
su lado, y el sol rayando en su ventana. Suspiro comprendiendo las últimas palabras: era momento
de encaminarse al castillo para enfrentar a ese hombre.

— Ruego a los dioses por éxito – murmuro acariciando las largas y platinadas hebras de cabello
esparcidas por aquel cálido rostro. Antes, claro, de salir disparado al baño por los estrépitos de sus
nauseas….

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“Y ella es como la rosa: hermosa, y tan peligrosa como sus cruentas espinas.”

— Sean bienvenidos, todos ustedes.–.su voz sardónica hizo que un escalofrió recorriera sus
cuerpos. El anciano sonrió complacido mientras los observaba desde el atrio de profesores en el
gran comedor – Es un gran placer tenerlos conmigo, hoy, en este día tan especial – un estridente
relámpago, como rugido desgarrando la oscura noche, resolló en el firmamento, logrando darle al
que por mucho tiempo se hizo pasar por Dumbledore, una apariencia siniestra. Lucifer dio una
burlona reverencia, aun utilizando la apariencia del viejo bonachón. Harry apretó los labios,
enojado con ese repugnante ser…

Habían llegado allí luego de pasar por sin fines de pruebas que los llevaron al limites sus fuerzas
desde que entraron al castillo. Sombras con feroces y demoniacas apariencias los habían atacado y
mermado sus fuerzas. Sus energías se iban reduciendo a límites insospechados mientras luchaban
por cada pasillo que necesitaban recorrer. Aquellos demonios nacían del suelo tal lazo del diablo
enojado, atacándoles sin compasión alguna.

Y ciertamente eran poderosos.

Ni siquiera Vlad y Joshua habían podido manejar, con todo su poder oscuro, a la horda anterior
que había arremetido contra ellos. Con más poder del que hubieran imaginado. Habían podido
manejar las situaciones a medida que avanzaban por los corredores; con varitas en ristre, y sus
pieles y túnicas adquiriendo el adquisitivo olor a sangre luego de ser bañados en ella cuando
utilizaban el Diffindo para desmembrar a aquellos aterradores entes, un color negruzco adornaba
sus ropajes. Cerca de uno de ellos era como estar al lado de veinte Dementores al mismo
momento.

Draco soltó un jadeo endureciendo su mirada mientras observaba la condescendiente sonrisa que
le era ofrecida por Lucifer. Los ojos azules brillaron malévolos, regocijados en felicidad: – Veo que
recibieron el tratamiento VIP por parte de los huéspedes actuales de Hogwarts – sus labios
esgrimieron una enorme sonrisa a costa de las miradas incrédulas de los presentes.

— Oh, por supuesto que, como invitados de honor, tuvimos que hacer acopio de nuestra
educación para devolver los gratos saludos de sus incipientes inquilinos – murmuro con sarcasmo
Voldemort con una sonrisa sardónica en sus labios. El Dumbledore frente a ellos río de manera
macabra, podría decirse que hasta poseía eco propio, uno oscuro, que hasta al vampiro logro
petrificar por la gran energía emanada con ese solo acto.

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— Por eso siempre me has agradado, Thomas, siempre tan sarcástico.–.los rojos ojos de
Voldemort brillaron con ganas asesinas mientras observaba con fijeza al maldito viejo. Con razón
siempre le desagrado.

— Por qué no te haces un favor y detienes tus cocherías delirantes, caído de mierda. Has perdido.
Puede que seas poderoso, pero somos todos estos magos y seres – hizo un movimiento con su
varita en rededor con una sonrisa condescendientes, misma que el viejo les ofrecía – contra ti. No
tienes oportunidades de ganar.

Una fría carcajada volvió a desquebrajar el aire, logrando un efecto caótico en el ambiente. El cielo
del gran comedor, que era solamente una imagen proyectada de lo que sucedía fuera, se tornó
oscuro y cuatro relámpagos azotaron su planicie, cada cual más potente que el anterior. Un
escalofrió los recorrió a todos por ello. El ceño de James estaba fruncido, y así había permanecido
desde que llegaron a Hogsmeade y se encontraron con el pueblo destruido y sin personas a su
alrededor.

— ¿Dónde están todos los habitantes de Hogsmeade? – pregunto Remus con dureza, y en sus ojos
bailando el odio en pura expresión. Su cuerpo, en algunos lugares estratégicos, estaba revestido
de una fina capa de pelo plateado. Sus garras salían a relucir al igual que sus feroces gruñidos.
Dumbledore movió varias veces el dedo, con una sonrisa y chasqueando la lengua.

— ¿Es esa manera de hablarle a tus mayores, Remus? – le dijo con un suspiro desairado – Creí
haberte educado de mejor forma, pero no en todo podemos ser perfectos – Lucius apretó los
puños. Prácticamente le estaban diciendo mascota a su pareja. Nadie podía deshonrar el honor de
Remus (a excepción de él, de manera sexual claramente hablando) y salir impunes por ello – Mi
querido Lucius, no deberías enojarte. Ah, y respondiendo a tu pregunta, Rems, les advertí que
Voldemort.–.una risilla divertida mientras observaba al ahora humeante Tom,–.atacaría
Hogsmeade este día. Todos están en alguna parte del país con familiares, o refugios. Por supuesto,
tuve que hacer convincente lo del pueblo usando a algunos de mis cachorros. Ustedes ya tuvieron
el placer de conocerlos. ¿Verdad que son lindos? Yo mismo los hice – Fingió enjaguarse algunas
lágrimas y añadió con burla: – Crecen tan rápido.

— ¡Deja tus malditas burlas y ríndete ya! Somos muchos como para que puedas manejarnos a
todos. ¡Todos tus planes se han destrozado! – otra de aquellas terroríficas carcajadas inundo el
aire. Harry sentía que algo iba mal. Estaba demasiado tranquilo para su propio gusto. Pensó verlo
enojado, gritando por planes fallidos y pregonando muertes a diestra y siniestra usando todo su
poder para intimidarlos, pero no, ahí estaba él, todo bonachón, sonriente y juguetón. Todo estaba
fuera de control, y nada estaba saliendo como lo habían imaginado.

— No, no, mi querido Zabini, mis planes no se han frustrado de ninguna manera – admitió
dejándose caer en lo que había llamado la atención de todos desde que habían ingresado al
comedor. Era un trono donde se suponía que la mesa de maestros debía estar. La mirada de los
presentes se entorno de manera irreal ante las palabras de Lucifer – Pero claro, antes de

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proseguir, ¿no creen que todos los invitados deberían de estar presentes primero? – con un
chasquido de sus dedos, cuatro seres cayeron desde el techo algo maltrechos y heridos; pero
vivos. Lagolos, Ciel, Aeón y alguien desconocido estaban frente a todos los presentes. Su cuerpos
estaban bañados, para horror de unos cuantos, en sangre y profundas heridas producto de fieras
batallas. Joshua sintió su cuerpo arder en ese instante.

Ellos se habían separado en uno de los corredores cuando Vlad sintió que podía abrir una puerta
espacio-temporal hacia donde se encontraba el padre de Ciel. Aeón había pedido a su hijo que lo
liberara del hechizo (ya que había aparecido de la nada a su encuentro en Hogsmeade), y habían
desaparecido diciéndoles que se apresuraran a llegar a allí.

— Vlad, Joshua, tranquilícense – otra vez ese maldito ser los estaba tomando como una mera
burla. Vlad y Joshua sentían la sangre hervir al ver a su pequeño amo, y a Lagolos, de aquella
manera, y que decir del aura oscura que desprendían sus cuerpos producto de la incontenible
rabia – Creo que todos ustedes son unos sentimentales – suspiro con fingido dramatismo – Pero
bueno, todo sea por la causa.

— ¿Planes, causa? ¿No que todos tus planes habían fallado? Harry se casó con Draco, no tendrás,
ni tendrías oportunidad alguna – le soltó Pansy con un deje de rencor – ¡Acepta la maldita verdad!
Todo acabo.

— Tsk, Tsk, señorita Parkinson, modere su tono de voz. Además, creo que se equivoca en algo –
una extensa y macabra sonrisa se extendió en sus facciones, al igual que sus ojos brillaron con
intenso placer – Todo ha ido como fue planeado. ¿Nunca les pareció extraño que no actuara aun a
sabiendas que Harry estaba comenzando a sospechar de mí?, ¿Qué no actuara, y no comenzara
una masacre poniendo en su contra a todo el mundo mágico? ¿Qué todo fuera como si
estuviéramos en un simple juego? Aunque, ciertamente, es así. Al menos para mí.

Todos quedaron pasmados ante esto.

— ¿Sorprendidos? No deberían – cruzo las piernas con tranquilidad – Todo lo que ha sucedido lo
había previsto, y todo ha terminado como he querido. Han de estarse preguntando por que no he
eliminado a todo obstáculo que se me atraviesa – fue una afirmación. Rodo los ojos con
exasperación, todos los mortales eran iguales; pensando que todo se resolvía matando a miles y
miles en masa para demostrar poderío – Porque no lo veo necesario. Nadie aquí, o en el exterior
de este castillo, represente es un reto para mí, sólo tú, Harry. Después de ser derrotado por Arthur
comencé a trazar los planes, usando las visiones que a mí llegaban. Oh, sí, el poder de un vidente.
Una de las ventajas de ser un caído, como ustedes me dicen. Logre acomodar cada paso hasta el
día de hoy. El nacimiento de Aeón, la primera guerra oscura contra Grindelwald, el surgimiento del
Lord oscuro Voldemort, el nacimiento de Harry Potter. Todo está conectado, todo es un círculo
vicioso sin fin, ahora; ese círculo está completamente cerrado y el destino se ha hecho innegable.

Se levantó del trono y sonrió con cinismo.

259
— El Regis nace de un alma que es pura, de una persona que aprecia lo que es sentir y valora el
vivir, sin arrogancia alguna que dañe sus dotes – explico con simpleza haciendo unos cuantos
gestos con la mano – Si se criaba con sus padres, Harry se hubiese convertido en un arrogante crio
lleno de vicios y adicto al poder, algo que no me podía dar el lujo de permitir. Por ello utilice mis
visiones y cree los escenarios más convenientes para todo. Hice la vida de Thomas Riddle
miserable utilizando un Imperius en su padre, para que lo odiara a tal punto de matar a su madre;
luego fue cuestión de dejarlo en el peor orfanato jamás habido – Tom abrió los ojos sorprendido,
al igual que los que escuchaban el cómo habían caído en el juego de aquella araña – Te eduque
aquí, en Hogwarts, de tal manera que quisieras conocer más sobre la magia oscura, y que pensaras
que los pura sangre debían prevalecer por sobre todo junto con sus tradiciones. Y eso, aunado a tu
odio por los Muggle’s, nacido por el desprecio hacia tu familia, te convertiría en lo que hace
tiempo eras: Lord Voldemort, el mago oscuro más poderoso de todos los tiempos. Por supuesto,
todo esto era porque necesitaba que las líneas herederas más poderosas se unieran. Sólo fue
cuestión de hacer que James, heredero de Gryffindor, se interesara en el muy huraño y poco
comunicativo ayudante del profesor de pociones, que era el último heredero de Salazar Slytherin.
Que no fue difícil, ya que a James le encantaban los retos, y tú representaste el más grande que él
jamás había conocido, cayendo rendido por ti en el proceso de su conquista, querido Tom.

Guardo silencio durante breves instantes, deleitándose con las facciones de contrariedad que
mostraban sus invitados.

— Luego de que Harry estuviera en camino, llego el momento de separarlos y que así las ruedas
comenzaran a girar. Un simple engaño, utilizando al muy tonto de Peter, y caíste en la trampa,
Tom. Lily estaba protegiendo a James y a su ahijado de mí, y utilice eso en mi favor haciendo
correr la noticia del matrimonio Potter y Evans. Logre hacer que Sirius, quien desconocía del todo
las razones de James para ocultarse, declinara en la oferta de convertirse en guardián secreto del
Fidelio, proponiendo a Peter para el puesto ya que nadie pensaría que su tímido amigo seria el
elegido para lo mismo – una macabra sonrisa se ensancho – En ese momento la cuestión fue hacer
que Tom deseara matar al hijo de su amado, quien lo había traicionado con la pelirroja Muggle. Y
aquí entra la profecía. Sólo el lugar indicado y las cosas correctamente ejecutadas permitieron que
las cosas funcionaran a la perfección; y esa pieza de juego fuiste tú, mi querido Severus, quien
estaba resentido por creer que su amor lo había traicionado – Snape entorno rabiosamente la
mirada – Hice que Trelawney recitara una falsa profecía, con algunos de mis trucos – le guiño un
ojo provocando cierto número de arcada – Fue como un juego de niños. Sólo te permití escuchar
la primera parte para así poner nervioso a mi muy joven pupilo; Tom siempre fue un supersticioso,
y eso me ayudaba bastante.

Comenzó a rodear el trono mientras deslizaba sus dedos con sutileza por la madera: – Luego de
lograr mi objetivo al hacer que Tom desapareciera, consciente de que volvería. Oh, sí, Tom,
lo sabía. Conocía todas las cosas que hiciste para ser casi inmortal, después de todo yo fui quien le
pidió a Slughorn que dijera aquellas palabras que tanto te intrigaron y te llevaron a crear los
Horrocruxes. Cuando me encargue de hacerte literalmente polvo, tome a Harry y lo lleve al lugar

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indicado, la casa de los Dursley, quienes lo convertirían prácticamente en sirviente por su
aberración hacia la magia. Como dije, no necesitaba a alguien arrogante, sino a alguien puro. Harry
no podría odiar a sus familiares, porque eran los únicos que, según su deducción a tan corta edad,
se preocuparían de su persona. Harry se crio humilde y consiente de que no merecía nada. Pero
valoraba enormemente su vida y la de otros.

— ¡Maldito! – mascullo Harry con una mirada completamente perdida en odio.

— No necesito de halagos para saber lo que soy, pero de todos modos gracias, Harry – dijo con
diversión – Donde me quede, oh, sí. Luego de eso, era sólo cuestión de tiempo. Las líneas de
Slytherin y Gryffindor estaban unidas, por lo que el ser más fuerte entre los magos ya había
nacido. Harry tan sólo necesitaba recibir su herencia, aquella que representaba la bondad de la
tierra, su parte elfica, y Tom se encargaría de refinar las habilidades de su joven hijo en todos
aquellos intentos de asesinato infructíferos: porque, ciertamente, era necesario sacar a relucir la
valentía Gryffindor de parte del joven Potter. La piedra filosofal, la cámara de los secretos, el
escape de Sirius de Azkaban, el torneo de los tres magos, el regreso de Tom, la supuesta muerte
de Sirius. Todos y cada uno de esos eventos meticulosamente planeados hasta la perfección.
Luego fue la cereza sobre el pastel. El diario de tu padre, Harry, ¿cómo crees que llego a tus
manos, con aquellas palabas finales que me describían como el villano?.–.Potter abrió
desmesuradamente los ojos – Permití que James viera a través de mí y que escuchara alguna de
mis conversaciones con mí adorado hijo, que era otro peón mas atrapado por sus sentimientos,
para que desconfiase completamente de mí. Nada muy difícil de lograr debo decir. Eso hizo que el
diario llegase a tus manos a la edad requerida, que tu pudieras ver a través de mis falsedades, y así
llegaras hasta donde estas ahora. Casado con el pequeño dragón.

— En la oficina de Fudge…

— Oh, por favor, Lucius. Eso fue otro de mis pasos a seguir, al igual que lo fue tomar el lugar de
Albus y encerrar al verdadero en aquella dimensión hasta ahora. Como también lo fue engañar a
todos mis allegados con mi falsa preocupación, con mis fingidos nervios casi explotando. Como lo
fue decir en voz alta todos mis planes consiente de que mi viejo amigo, Nigellus Black, resentido
por haber perdido al último cabeza de familia y saber que fue mi culpa, actuaría como un espía
para Harry en mi oficina. Tú, como todos los demás a mi alrededor, debías de pensar que estaba
siendo derrotado, así nadie se desviaría de los pasos que les marque,con luces de neón y todo,
para que siguieran – Lucius apretó los puños – Después de esto, sólo fue comenzar a cerrar el
círculo. El afecto mutuo entre tus amigos, la aparición del viejo diario de Cromwell que contenía
los poderes sellados de un ente oscuro, la entrada de mi muy querido nieto junto al antiguo rey de
los no muertos. El regreso de James y los otros, el control de la parte licantrópica de Remus,
aunque lo único que me sorprende es la unión entre Sirius y Lily, se ven muy bien, los felicito.

— ¿Cuál es la finalidad de todo esto? – pregunto Lilith, ardiendo en rabia. Dumbledore comenzó a
descender mientras su apariencia desvelaba a su verdadero ser. Todos quedaron pasmados ante la

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belleza oscura que emanaba. Lucifer continúo hasta situarse frente a Harry con una rauda sonrisa
y una mirada de superioridad.

— Aparte de regodearme un poco diciéndoles como hemos llegado a este momento, tiene la
finalidad de informarles a todos, principalmente a ti, Harry, que el Regis ya está entre nosotros – lo
miro con parsimonia mientras giraba y volvía a subir por la escalinata – Sólo dos llaves más se
necesitaban, y una de ellas se encuentra dentro de ti. “El fruto de un amor verdadero”. Así es, mis
queridos invitados, un hijo. Felicidades, Harry, serás papá. La alegría en el momento preciso.

Harry toco su vientre mientras sus ojos se agrandaban presas de la sorpresa, al igual que los de
Draco, pero este instintivamente se colocó frente a Harry en son de protección.

— Y por supuesto, la llave faltante – una gran sonrisa mientras un gran rayo en forma de lanza,
escupido de forma siniestra de los dedos de Lucifer, atravesaba a Draco en el pecho, justo en el
corazón – La muerte del verdadero amor… El dolor hacia un ser muy querido.

Un grito desgarrador rompió los cielos y removió la tierra. Harry no podía creer lo que observaba,
no podía ni quería creerlo. Draco caía en cámara lenta entre sus brazos, de forma irreal ante sus
ojos. Después de eso no presto atención a nada más. No supo cómo fue, pero todos, quienes en su
rabia ya incontenible comenzaron a atacar, caían fulminados por fieros ataques ejecutados con
elegancia por parte de Lucifer. No quería prestar atención a nada más que no fuese su amado
esposo…

— Draco….

— Ahora es tu turno, Harry – miro hacia arriba y se encontró con aquellos oscuros ojos envueltos
en una sensación de complacencia. Había logrado lo que quería, y esta vez no había nada que le
impidiera lograr sus metas. Luego de eliminar el alma de Harry, el poder del Regis fluiría y sólo era
cuestión de tomarlo como único sucesor restante. Levanto su mano, la cual oscilaba con un verde
escarlata envolviéndola. Era el avada, pero más poderoso que cualquier otro – Descuida, pronto te
reunirás con tu amado, ya no me eres necesario. Ni tú, ni tu hijo. Ha sido un placer jugar con tu
vida…

Disponiéndose a lanzar el avada, sonrió con cinismo, consciente de que todo, esta vez, sería como
él quería. Ondeo su mano en dirección a Harry, y libero la feroz maldición de muerte. A Harry ya
no le importaba morir. Draco estaba muerto después de todo, e hiciese lo que hiciese, nada lo
cambiaria. El poder del Regis no trascendía más allá de la realidad. No podía otorgar vida a lo que
ya estaba muerto.

Cerró los ojos preparándose para partir, pero por su mente fluyeron cientos de ideas y miles de
razones por las que estar vivo cuando unos finos dedos se apretaron contra su mano. Una luz
irrazonablemente luminosa lo envolvió, y un rugido, junto a un graznar feroz, rompieron el

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dramático silencio. Cuando Harry abrió los ojos, se encontró con algo sorpresivo; sus dos formas
Animagas frente a él, paradas con elegancia, defendiéndolo.

— No deberías rendirte tan fácil, joven Regis – exclamo el gallardo y oscuro león, lanzándole lo
que a su parecer fue una arrogante sonrisa. Piso con fuerza, extendió sus enormes alas y lanzo un
rugido tan potente como un relámpago que recién azota la tierra. Lucifer se cubrió el rostro por la
potente ráfaga, impresionado ante lo que observaba. Antes de que de sus labios saliera palabra
alguna, el fénix oscuro hizo brillar sus ojos con fiereza, extendiendo sus alas cuan largas eran y
ondeo creando Una ráfaga aún más poderosa que la del rugido, logrando azotar a Lucifer contra el
muro trasero del gran comedor. (Y, en el proceso, procediendo a destruir toda la propiedad
escolar).

— El león tiene razón, mi joven amo. Te has rendido sin dar pelea; no sólo tu dragón existe en la
planicie del mundo, y no sólo fue su vida la que te fue confiada – la oscura ave se detuvo frente a
Draco y dejo caer una lágrima entre sus labios – Él está protegido por alguien divino, su felicidad es
la tuya, y la ecuación se hace inversa con sus vidas – El fénix acaricio la mejilla del impresionado
Harry con su cabeza – “Su mano acaricia tu pelo cada mañana, y susurra palabras de amor hacia
su prodigo hijo”. Ella siempre te tiene en vigía, admirando tú día a día.

Antes de que Harry dijese nada, el ave sobrevoló la habitación, haciendo varias paradas entre los
heridos, haciendo lo mismo que con Draco. El león se encargaba de mantener a lucifer abajo con
sus potentes rugidos y su fiera expresión de amenaza.

— ¿¡Que se supone que es esto!?.–.grito Lucifer, con la pata del león sobre su espalda,
impidiéndole movimiento alguno. Nada de eso lo había planeado. Sus cálculos, junto a sus
visiones, habían sido perfectos. En esos momentos debería de estar sosteniendo el poder del
mundo en la palma de su mano. Sus ojos destilaron veneno puro mientras sus facciones se
deterioraban – ¿Qué demonios eres? ¿Por qué se entrometen en algo que no les concierne?

— Eres muy arrogante, Lucifer – mascullo con sorna el león, respirando con ferocidad en el rostro
del aludido. Lucifer entorno la mirada – Yo soy la conciencia del Regis, quien mantiene en orden su
ser. Y el fénix es la representación de sus sentimientos. ¿Algo que no previste que existía dentro
de él, y mucho menos que pudiera manifestarse, eh? – El caído abrió desmesurado los ojos.

— Arthur, ¿no? ¡Es Arthur quien impide mis planes de nuevo! – un poco más de presión y estaba
comiendo tierra – ¡Ese poder me corresponde por derecho! – escupió con sorna.

— ¿Quién lo afirma? Tú no eres el creador, sólo eres una más de sus creaciones – los dientes de
lucifer crisparo – Te enoja escuchar eso, ¿verdad? Pero no puedes negar lo que es cierto. Aunque
lograses haber terminado con la vida de mi amo, nada hubieses logrado.

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— ¿Qué te hace pensar lo contrario? – una fría carcajada fricciono la atmosfera – Ya cree el
agujero en el corazón de tu señor, sólo es tiempo de que su poder descienda y se descontrole al
tener una vasija incompleta para contenerlo.

Lucifer comenzó a carcajearse. El león lo observo fríamente y le dejo libre mientras caminaba
hacia su amo. Harry no comprendía de qué iba todo aquello. El demonio observo al raudo león
mientras se levantaba con una sonrisa complacida delineando sus labios.

— Arthur jamás fue el Regis – musito el fénix, posándose al lado de Harry, el caído frunció el ceño
ante eso – Ese poder sólo se le fue otorgado temporalmente. Por eso jamás cumpliste tus metas
en los tiempos de Merlín, Lucifer, y dudo mucho que lo hagas ahora.

— Sólo ella puede otorgar ese poder, y si lo hizo ella, Arthur legítimamente es el Regis. Este mago
– escupió con asco hacia Harry – es sólo su sucesor.

— ¿Quién asegura que fue ella? – una dulce voz quebró el aire, y desde el vórtice que se formó
con las estrellas y las nubes en el techo del gran comedor, Arthur descendió envestido en una
armadura de oro. Brillaba tan elegante como hacía más de mil años lo había hecho, en la misma
noche que se enfrentaron. Los que se habían recuperado de los choques múltiples provocados por
los hechizos de Lucifer, quedaron anonadados por tanta belleza. Aeón lo observo fascinado. El ser
que siempre quiso conocer estaba parado frente a él, observándolo con aquella bella sonrisa.

— Padre…– fue un leve susurro acompañado de un par de lágrimas incontenibles. Ciel tenía una
expresión de sorpresa plasmada, ya que era la primera vez que conocía a su abuelo. Y por
supuesto, su entrada fue de infarto.

— Hijo…– le respondió con sutileza y amor plasmada en esa simple frase. Lucifer torció el gesto.

— Hola, amor mío – arrojo con asco, posando una sonrisa socarrona y cínica. Arthur lo miro sin
cambiar de expresión.

— Esa forma de referirte a mí, no te pertenece desde hace mucho tiempo – respondió con tanta
altiveza como correspondía a su persona – Después de todo, Lucifer murió por mi espada frente a
mí, sólo eres un remanente de su existencia.

— Sigo aquí, ¿no?

— Sólo eres el fantasma de un falso deseo incompleto – sus labios se extendieron al ver crispadas
las facciones de Lucifer, y para mayor placer de su persona, apunto hacia un Draco recién
despertando; quien estaba algo mareado y con visión difusa – He allí al contenedor de tu alma.
Tu reencarnación.

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— ¡He! Aun así sigo aquí. Él es nada más que sentimientos. Yo soy el verdadero, jamás morí,
Arthur, simplemente libere todo de mi aquel día. Todo gracias a ti – hizo una burda reverencia con
todo el cinismo que pudo – ¿Por qué no ahorramos todo esto y me entregas lo que por derecho
es mío, Arthur?

— ¿Y que sería eso, si puedo preguntar?

— El poder que cargas contigo. Sólo a alguien puro se le puede entregar, sea oscuro o blanco. Tu
elegido está incompleto, y sólo a mí me corresponde cargar con el poder ahora que has
descendido – Arthur río con diversión, para completa molestia del caído.

— Creí haber dicho que este poder jamás me fue entregado por ella…

— ¡Deja de mentir y entrégamelo!

— ¿Por qué habría de mentir? Ciertamente, es como dices, el poder del Regis sólo puede ser
entregado por ella. Pero hay un solo fallo en todo lo que dices, Lucifer – se acercó a Harry e hizo
que Aeón tomara, contra toda negativa de Potter, a Draco entre sus brazos para así poder levantar
al joven elfo mientras le sonreía con picardía – Tu error fue sólo uno, Lucifer…– el vórtice en el
techo comenzó a girar con más fuerza a lo que Arthur llevaba consigo a Harry hacia su interior. El
caído rápidamente extendió unas alas oscuras y deterioradas. Eran algo huesudas y resplandecían
con un rojo sangre asqueroso. Emprendió el vuelo al igual que las dos criaturas que representaban
a Harry en formas animales hacia el vórtice que se cerraba con la profunda y dulce voz de Arthur
como fondo: – Y ese fue, no conocer la verdad ante mi ascenso al poder, Y el verdadero alcance
del poder de un Regis.

El espacio en el que se encontraban era hermoso. Una extensa pradera con variopintos tonos de
verde y amarillo, un cielo completamente azul y un sol cálido deslumbrando todo rastro de
oscuridad. Un arroyo se escuchaba cerca del bosque que, según lograban notar, se extendía por
miles y miles de kilómetros. Harry observo todo con exorbitante placer. Era precioso, una obra
sólo encontrada en lienzos y sueños.

— ¿Dónde estamos? – pregunto, levantándose con algo de esfuerzo, pero no recibió la respuesta
que esperaba de cualquiera.

Giro sobre si, logrando encontrar a Lucifer junto a Arthur varios metros más adelante, mirándose
fijamente con rencor pululando a su alrededor. Arthur lanzo una carcajada sarcástica, por algo
comentado por el ángel caído, que no logro escuchar por la distancia que los separaba.

Decidió acercarse. El asunto le concernía después de todo.

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—… rry quien me otorgo el poder para ser lo que soy – logro escuchar. Se detuvo en seco y los
observo. Las facciones de lucifer eran indefinidas; estaban siendo tapadas por un oscuro flequillo.
Pero podía ver sus puños cerrados con bastante fuerza, lo que decía que su autocontrol estaba en
su límite – Quieras creerlo o no – Arthur, sorprendiéndolo, le sonrió a él, y se acercó hacia donde
se encontraba. Al estar frente a frente, extendió sus brazos y los coloco tras su cuello, haciendo
que un escalofrió lo recorriera – sólo he estado guardando esto hasta regresarlo a su dueño.

Sin más, colocando juntas sus frentes y una extensa sonrisa apareció en sus labios: – Es hora de
que te regrese lo que te pertenece, mi rey.

Una zagas luz, fuerte y brillante, los rodeo a ambos. A Harry le llegaron cientos de imágenes
desconocidas, que comenzaron a cobrar sentido y vida dentro de su cabeza, y su alma pareció
despegarse de su cuerpo en un lapso astral de tiempo llevándolo a recorrer sus memorias.
Recuerdos del viejo Cromwell, de algunos seres que desconocía en su actual vida y… y Arthur de
rodillas, esperando a la muerte con pesar…

— Has sufrido demasiado, Arthur…– dijo estando ya cerca. Lo había visto desde la lejanía en aquel
maltrecho estado, con aquel moribundo cuerpo a su lado, atravesado por el filo de una imponente
espada. Y lo comprendió. He allí el significado de todo.

Su voz, para Arthur, era hermosa, imponente, pero suave y rasposa. Las palabras parecían cobrar
vida, transportando el sentimiento que estas reflejaban. No supo porque, ni cuando, pero estaba
llorando bajo el escrutinio de aquella verde mirada.

— …Pero era algo que debía suceder, Arthur, tu destino es más grande de lo que imaginas.
Doloroso, quizás, pero con oportunidades únicas. Aquellas que tanto deseas – Arthur mordió su
labio y, con toda la fuerza que pudo reunir, retiro con rudeza aquella mano aún posada en su
barbilla. Aquellos ojos mostraron gran sorpresa por su acto, pero no replico nada.

— No necesito de su pena…– murmuro, y al instante descubrió que su voz estaba quebrada en un


tono afónico. Quizás por haber estado gritando durante toda la lucha que sostuvo. Harry, que era
un mero extraño para su persona, lanzo una sonrisa tranquilizadora, como si se hubiese esperado
todo aquello. Los rubios cabellos de Arthur se vieron danzando al viento, como si alguien divino le
estuviera acariciando la cabeza. Suspiro con cansancio, incluso hablar le suponía un gran esfuerzo
– No lo conozco…, y no quiero hacerlo. Estoy demasiado débil para siquiera hablar con propiedad.
Si quiere hacerme un favor más grande que el hacerme ver como alguien con un gran destino
deparándome, por favor, máteme… no tengo nada a lo que proteger, lo he perdido todo por
alguien mezquino hambriento de poder – miro con odio al cuerpo del sujeto en cuestión, aun
muerto a su lado, pero tampoco podía mostrar a relucir todo su odio, ¿su cansancio era para
tanto? – No quiero nada más que el poder reunirme con mi muerte. Sólo eso deseo, nada más…

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El extraño pareció mirarlo aun con más pena que la anterior y, cuando no se dio cuenta, lo tenía
abrazándole con cariño. Susurrando cosas a su oído que lo hacían querer llorar con dolor y gritar
hasta perder por completo la voz….

— Es dolorosa la espera, pero hermoso fruto traerá el futuro. ¿No deseas ver a tu hijo crecer,
llorar, amar, tener entre sus brazos a alguien que lo quiera? Sí es así, guardaras lo que te daré
hasta que me conozcas, porque yo soy tú, sabrás encontrarme. Puede que sufras, puede que el
dolor siempre te acompañe como sombra meridiana, pero no te dejare solo.

Un intenso brillo de su persona y dos figuras animales formándose a su lado hicieron a Arthur
mirarlo con sorpresa: – Ellos estarán contigo, ayudándote y siendo tu compañía.

De repente, comenzó a desvanecerse…

— Espera…– musito Arthur con algo de miedo – ¿Cuál es tu nombre?

Y con cantarina sonrisa le respondió: – Harry Potter.

Y Harry se dejó caer en el verde pasto. Sus largos cabellos brillando en un negro resplandeciente,
como nunca antes lo hizo. Lucifer había quedado en shock al no haber podido impedir la sucesión,
y mucho más al haber observado todo lo sucedido. Arthur comenzó a desvanecerse mientras
miraba con ternura al ahora, por fin, Regis.

— Me diste la oportunidad de cuidar de mis seres queridos. De velar por un futuro en el que los
descendientes de estos vivirían felices y en paz. Te doy las gracias por eso, y por darme, al final de
todo, la oportunidad de observar contigo su crecimiento.

— Te lo dije, yo soy tú, Arthur, y tú eres yo – le respondió una vez logro asimilar lo sucedido.
Arthur era traslucido, como humo difuso y brillante que comenzaba a ser absorbido por su cuerpo
– entonces, al final de cuentas, ambos seremos felices. Yo soy tu reencarnación, y Draco la de tu
verdadero amor.

Una gran sonrisa y un par de lágrimas fue lo último que vio de Arthur, junto al pequeño murmullo
en su mente: – Gracias, mi joven rey…

Harry aguardo un minuto, aspirando con tranquilidad el dulce olor de aquella pradera ante de
endurecer su mirada y levantarse con convicción y poder rodeando su existencia. El impacto de su
presencia hizo salir de su letargo al demonio orquestita de todos aquellos planes que lo llevaron
hasta donde se encontraba. Un relámpago rompió la tranquilidad, los cielos se oscurecieron, la
naturaleza murió. Un aura benigna rodeaba a Lucifer de la misma forma en que un halo de vida
envolvía a Harry.

— Me han… Han osado engañarme… ¡Han osado joder con mis planes! – el descomunal grito hizo
vibrar la tierra de forma imponente, pero Harry solo le devolvió una mirada entre resentida y de

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pena – ¡No te atrevas a mirarme de esa manera, Potter! ¡Un maldito mocoso como tú no puede
siquiera pensar en derrotar!...

— Ya lo he hecho.–.le interrumpió. Lucifer prácticamente enrojeció de rabia. Su blanca piel


parecía lava hirviendo y sus ojos negros se volvieron completamente rojos, rasgando sus pupilas
de manera animal – Tú me diste las armas y el conocimiento para vencerte. Sólo era cuestión de
elegir el momento preciso, el lugar, las razones, y tu preparaste todo sin siquiera tener que
pedírtelo. Tú no orquestaste mi caída, limpiaste el camino de mi ascenso.

A medida que hablaba se acercaba al oscuro ser con una sonrisa consentida. Lucifer temblaba de
rabia e impotencia. Había hecho todo aquello pensando en poder, tan consumido en sus deseos
que no vislumbro los caminos anexos que podían crear sus anhelos.

— Sólo es cuestión de comenzar de nuevo – musito para sí, pasando una temblorosa mano por su
rostro, con una sonrisa desquiciada – Sí, eso es, sólo tengo que matarte… puede que no tenga lo
que quiero ahora, pero es cuestión de erradicarte y esperar por el próximo Regis. Sin fallos esta
vez, lo planeare todo minuciosamente… – Harry soltó un suspiro resignado. La locura ya se había
apoderado de él. Los rojos ojos se voltearon a verlo y parecieron perderse en la letanía de su
poder. Ondeo un par de veces sus manos, creando varios relámpagos que impactaron contra un
escudo invisible. Harry ni siquiera se esforzaba para impedir sus ataques. Su cabello danzaba al
compás de las oleadas de viento salvaje arremolinado a su alrededor. Levanto su mano una vez
estuvieron ambos uno frente al otro, y toco su mejilla, preparándose para dar el simple golpe que
acabaría con todo.

— Ya ha sido suficiente, hijos míos – aquella voz se extendió por todo el lugar, como cálida mano
que toca el corazón, devolviendo todo a como estaba cuando arribaron. Harry vislumbro una larga
cabellera de blancor impecable. Parecían finos hilos de plata que danzaban con cada grácil
movimiento de su persona. Una figura preciosa, como si fuera una obra de arte, casi como una
muñeca de porcelana. Usaba un vestido blanco y andaba descalza. Sus ojos eran de una profunda
e indefinida variedad de colores. De un momento eran azules y al otro verdes. Ambos la
contemplaron, a la hermosa e imponente dama acompañada de dos risueños querubines. Una
sonrisa de su parte los desmorono por completo. Se sintieron tan inferiores en su presencia, pero
a la vez tan cómodos. Como si hubiesen sido abrazados en unos reconfortantes brazos.

— ¿Tú, eres Dios? – pregunto Harry, sintiendo un nudo en la garganta. La bella dama río con
diversión y fue como recibir una probada del mejor licor jamás existido. Era embriagante en todos
los sentidos.

— He tenido muchos nombres a lo largo de los siglos, pero ese es como todos me conocen.
Aunque los llamados magos me tienen por la Diosa – concordó, acercándose. Lucifer no la miraba,
su rostro veía todo menos a ella.

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— Sí eres tan poderosa, ¿por qué no impediste que Lucifer hiciera todo esto? – el mencionado
pareció tensarse y murmurar varias cosas por lo bajo. Y Harry se sintió en una dimensión
completamente diferente.

— Un padre es consejero, pero de nada sirve hablar si sus consejos no son escuchados, mi joven
hijo. Como padre y madre que soy de todos mis hijos, no puedo interferir en las decisiones que
ellos mismo toman. Yo les di a todos la opción de elegir, no puedo romper mis propias palabras
cuando los veo caer en malos caminos. Pero eso no significa que no pueda darles un empujoncito
para regresar al buen sendero – le guiño el ojo, cosa que puso rojo a Harry de la vergüenza. Ahora
que lo notaba, la voz de ella era preciosa. Dulce, fina, elegante y comprensiva. Aunque no era lo
que había esperado – esperabas encontrar a un anciano barbudo y bonachón, comprensivo y en
una toga blanca y con sandalias, ¿cierto? – Harry se sintió morir en ese instante. Era como si fuera
regañado, y por Dios para colmo de males. Una fina oleada de notas cantarinas lo hizo voltear
hacia la dama. Estaba riendo – Muchos esperan encontrarse con una apariencia igual.

— ¿Qué hará ahora? Quiero decir, él.–.apuntando al caído, desviando su vergüenza con la
pregunta – ha causado mucho daño a los míos. No puedo perdonarle el que nos haya usado a
todos nosotros, no se cuales sean sus deseos, y no me importan. Pero esto no puede quedar
impune.

Dijo imponente. Estaba seguro que estaba siendo demasiado familiar con aquel divino ser, pero le
era imposible actuar a la altura de la situación con el miserable que había jugado con su vida y las
de sus amigos. La hermosa dama, no la llamaría Dios viendo como le desagradaba ese término, lo
abrazo de improvisto. Fue como recibir el sol primaveral de lleno, cálido y reconfortante. Sus
pensamientos se volvieron nulos en ese instante…

— Ya me las ingeniare para castigar a ese pequeño bribón – Y, para total vergüenza del que se
hacía llamar todo poderoso (o sea, lucifer), Harry soltó una estrepita carcajada – Será mejor que
regreses, mi joven hijo; los tuyos te esperan. Y cierto dragón esta que muerde – le dio una sonrisa
divertida – Muchas felicidades, les deseo lo mejor – dijo y añadió, tocando el vientre de Harry: – A
los cuatro.

Y antes de que Harry dijera nada, se vio halado, como si de un traslador se tratase, por la tierra.
Escuchando de fondo aquella dulce y maternal voz hablando con un nervioso Lucifer. ¿Quién
hubiera pensado que todo aquel lio de dimensiones estratosféricas terminaría como si fuera una
simple riña entre niños, y que la madre (Dios) intervendría castigando al perpetrador? Si se lo
hubiesen dicho aquella mañana, diría que estaban listos para un psiquiatra. De repente, Harry
sintió que su cuerpo comenzaba a quemarse, pero no era doloroso. Unas llamas entre azules y
rojas envolvían todo su cuerpo, como si de ropa se tratase. La llama azul se volvió el fénix negro, y
la roja se convirtió en el león. Del fénix sólo estaba presenta la mitad de su cuerpo, y del león por
igual, el resto era difuminado por las llamas. Los hermosos ojos de Harry se abrieron
impresionados.

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— Descuida, mi joven rey, solo estamos aquí para entregarte lo que por derecho te pertenece –
sin más, y dejándolo con las palabras en la boca de nuevo, las dos figuras comenzaron a rodearlo
tal cual tornado mientras caían en picada.

Draco tenía los nervios de punta y su Veela estaba que mordía a cualquiera que intentara
tranquilizarle. Desde que despertó, y se encontró con el desastre que era el gran salón con sus
conocidos y familia tirados en el suelo, había estado buscando a Harry. Pero no lo había
encontrado, y le dan la noticia de que había desaparecido junto a Lucifer y un extraño que había
descendido del cielo mágico del gran comedor.

— Draco, tranquilízate,–.le dijo Pansy, cuidando no acercarse. Draco le lanzo una mirada
tenebrosa que la hizo retroceder – ¡Oye!, no somos tus enemigos. Y sabes mejor que nadie que
Harry no se dejara vencer así por así.

— Lo siento, lo siento, pero no puedo tranquilizarme. No siento a Harry, ¡no siento nada! Estoy
demasiado preocupado y que él no se encuentre en este mundo precisamente no me ayuda en
nada – su cuerpo parecía temblar con cada paso que daba. Quería desmoronarse y comenzar a
gritar a los cuatro vientos que quería a su esposo de regreso. Sus amigos lo observaron y
prefirieron guardar silencio. Era mejor eso a tenerlo mandándoles miradas asesinas cada dos por
tres, como le había ocurrido al señor tenebroso cuando lanzo uno de sus comentarios para
tranquilizarlo. Con decir que el ser más oscuro entre los magos por poco y sale corriendo era poco.
Malfoy rumio unas cosas ininteligibles y comenzó como soldado a dar marchas de un lado al otro.

Estaba que se halaba los pelos de su hermosa cabellera rubia.

De la nada, el suelo comenzó a vibrar y los muros del castillo parecieron responder a la fuerza que
comenzaba a emanar del agujero oscuro que se formó en el techo. Todos sacaron sus varitas, y
Draco se preparó para cualquier cosa. Inclusive Remus sacó a relucir nuevamente su auto
controlada transformación.

El primero en bajar la guardia ante lo que ocurría fue Draco. El castillo se estaba reconstruyendo a
velocidad increíble, y el agujero oscuro comenzó a volverse blanco, esparciendo nubes en un cielo
azul plagado de querubines. Y del centro, para asombro de todos los que lo observaban, Harry
descendía.

Y, aunque tonta, una pregunta se formuló en la cabeza del Veela. Y, extrañamente, tenía la misma
voz de quien flotaba frente a él.

¿Qué dices cuando unos ojos verdes y un par de alas negras aparecen frente a tus ojos...?

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— Hermoso – murmuro con voz quebrada y alegre, atrapando la cintura de Harry con ternura y
acercando sus labios hasta su persona – Esa es la respuesta a lo que eres: hermoso.

— Lo sé – le devolvió con gracia, y unió sus labios con dulzura.

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“El final no es simas el comienzo de miles de nuevos caminos: abre los
ojos mortal, que ante ti hay una nueva oportunidad”.
Phenix.

Ambos se observaron sin cambiar expresión alguna. Mostraban muchos sentimientos el uno al
otro. Mientras ella lo miraba como un padre vería a un hijo que no ha visto en mucho tiempo, él la
observaba distante y refugiado en miles de capas de odio. Aún estaban en aquel paramo llamado
paraíso.

— ¿Piensas castigarme? – una sonrisa burlona adorno sus facciones – ¿Tú, quien me dio la libertad
para escoger lo que quería hacer, piensas ahora darme una lección de moral? Oh, gran padre, me
siento taan~ avergonzado de mí mismo – sarcasmo en su máximo esplendor. Las facciones de la
bella dama no cambiaron en lo absoluto, y eso lo enojaba – ¿Qué demonios te crees para siquiera
creer que yo, un ser perfecto, deba hacerte caso? ¡Tú entregaste lo que por derecho nos
pertenecía a nosotros, los ángeles, a esos miserables seres que sólo te buscan cuando realmente
te necesitan! Matan, roban, violan y sacrifican a sus propios hermanoscuando lo ven de manera
conveniente. ¿Y tú, padre, que nunca has intervenido en sus juicios indiscriminados con tu
omnipotencia, quieres venir ahora a hacer una diferencia después de tantos milenios?

Un suave suspiro crispo sus nervios y le hizo enrojecer. Es como si ni siquiera atención se
mereciera de su parte, y eso para él era una grave ofensa.

— ¿Por qué, por qué demonios no fue mío? – la diosa lo miro con pena – El mundo pertenece a los
ángeles, a mí, como el más poderoso de todos, me correspondía ser el gobernante de todos esos
seres inferiores. ¡¿Qué demonios no te gusto de mí?! ¿Por qué ellos? ¿Por qué no yo…?

— Nunca has creído en ti mismo – eso lo dejo descolocado por completo. ¿Qué quería decir? –
Robaste tu poder de otros, jugaste con las vidas de miles como si de títeres se tratasen y, a pesar
de haber nacido de mí, lo único que hiciste fue apegarte a la palabra Dios. Ni siquiera viste la
felicidad cuando te la puse delante de tus ojos tantas veces. Y, aun cuando te di otra oportunidad,
no has crecido en lo más mínimo. ¿Creíste que al obtener el poder de aquel humano que ha

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dejado atrás sus siete pecados, denominado el Regis, podrías convertirte en alguien que rivalizaría
conmigo? ¡No me hagas reír!

— ¿Qué tiene de malo desear el poder? – apretó sus labios mientras sus ojos lanzaban dagas
impregnadas en el más oscuro veneno – Aquellos que sustentan el poder son los que mantienen el
balance en la vida, decidiendo por aquellos que no saben decidirse. ¿Qué tiene de malo
convertirse en un ser perfecto? ¿Qué tiene de malo desearlo? ¿Qué tiene de malo querer ser un
verdadero Dios, y no ser un simple observador como tú, que has abandonado a tus propios hijos?
– La bella dama permaneció sonriendo, como si nada estuviese pasando y ellos estuvieran
teniendo una conversación pacífica. Lucifer entorno su mirada rabiosamente – Aun después de
tantos siglos aun no lo comprendo: ¡¿Quién demonios eres?!

— Yo soy… lo que llamas el mundo – Lucifer abrió los ojos y apretó los puños – O quizás el
universo, o quizás el creador, o quizás la verdad, o quizás todo, o quizás uno. Y también soy tú – El
caído se sintió cada vez más pequeño ante la seria mirada que le era enviada – Yo soy lo que te
provoca desesperación para que no te vuelvas arrogante. Soy el pináculo que, aun cuando el
mundo sea destruido mil veces, permite a las almas que vagan por este interminable universo
saber lo que se siente el estar vivo. Los humanos, como mis hijos, obtuvieron la libertad deseada,
al igual que tú, en el mismo instante en que tentaste a Eva. Y como a ellos, a ti también te
castigare de la misma manera en que son castigados aquellos que se vuelve arrogantes.

— ¿Eh? – Un crujir metálico lo hizo girarse para presenciar dos enormes puertas con ángeles de la
muerte tallados en ella, abriéndose. En su interior todo era oscuridad. Se volvió a girar para
encarar a la diosa, quien mantuvo cerrados los ojos en el mismo instante en que dos oscuros
brazos salieron para arrastrar al caído lentamente hacia su interior. No importo cuando forcejeo,
su poder no parecía suficiente para liberarse de aquel agarre – ¿Qué demonios es esto?

— Desesperación para aquellos que se vuelvan presuntuosos – cuando abrió sus ojos, mostro el
mismo dolor que se verían en los de un padre traicionado – No hago más que devolverte hacia el
mundo que tú mismo creaste: Tu infierno. Además, esto es sólo el resultado de lo que tanto
deseabas.

— ¿Qué debí haber hecho? – se dejó hacer mientras observaba las finas facciones de su señor y
creador. Su padre. Las puertas comenzaron a cerrarse al tiempo que la oscuridad comenzaba a
brillar de un suave tono rojo sangre.

— Deberías haber visto la respuesta, hijo mío.

273
Su cuerpo se deslizaba por los pasillos con una delicadeza innata, sus cabellos danzando a su paso;
pues era parte de su naturaleza ser siempre bello y elegante: era un Veela. Su rostro iba
enriquecido cual mármol, ya que acababa de regresar del trabajo y esa era una expresión que no
se desvanecía con facilidad.

Los cuadros de generaciones de Malfoy iban admirándolo; era natural, era el primer Veela real en
la familia, después de todo. Una expresión soñadora se dibujó en su rostro en el momento que dos
pequeñas risillas llenaron el aire y golpearon su cuerpo cual onda expansiva. Guiado por su
instinto, doblo en uno de los pasillos y siguió de largo hacia el fondo del corredor. La risa se hizo
más aguda, y se pudo sentir paz y tranquilidad cuando una tercera risa resonó, haciendo que
campanillas imaginarias cantaran en el viento.

Colocando una sonrisa divertida, se adentró al que se suponía era el salón de té del ala norte;
aquel que daba hacia el bello jardín que su querido esposo había estado cuidando, y que a ellos
tanto les gustaba. Cuando, ya dentro, sus grises ojos se posaron en las tres figuras que le miraban
con grandes sonrisas, su corazón se sintió lleno a rebosar.

— ¡Padre! – gritaron a coro dos pequeños casi idénticos, la única diferencia seria que uno era una
niña y el otro un niño. Se inclinó y extendió los brazos, recibiendo a ambos pequeños entre ellos.

— ¿Qué pasa aquí? Podía escucharse su alboroto desde la entrada – su expresión se suavizo de
manera espontánea cuando su mirada se cruzó con la del bello elfo que, elegante en su postura, le
esperaba con un brillo carismático en sus verdes y resplandecientes ojos. Se acercó a él, aun con
los niños en los brazos, y le dio un suave beso que lo hizo estremecer de pies a cabeza.

— Es que, veras… papá y nosotros estábamos discutiendo donde pasaríamos el verano. Yo quiero
ir a Francia y…– dio una mirada pistola a su hermano, quien le hacía un gesto de asco ante la
proposición – Y Scorpius quiere ir, de nuevo, a la isla que visitamos con la toda la familia el verano
pasado.

Scorpius hizo un ligero gesto de molestia, que para sus cinco años no le permitía verse muy serio
que se dijera: – No quiero ir a Francia. La última vez, por culpa de Lily, nos la pasamos de tienda en
tienda todo el tiempo.

— ¡No es cierto!

— ¡Si lo es!

— Niños…– Harry no necesito nada más para hacerlos calmarse, su voz era imponente y a la vez
delicada cual melodía más hermosa. Scorpius y Lily se disculparon, pero no dejaron de mirarse
retadoramente. Draco suspiro mientras los bajaba y estos volvían a ocupar sus lugares, uno a cada

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lado de Harry, intentando convencerlo; puesto que si lo convencían, convencían a su padre Draco
– Mmm, estamos en un gran aprieto – murmuro Harry con un ligero puchero que dejo a Draco sin
aliento. Sabía que lo hacía adrede – Estas vacaciones, puesto que todos nos reuniremos, debemos
encontrar un lugar lo suficientemente tranquilo y divertido para todos.

— ¿Aeón faltara? – Indago, levantando una de sus cejas con delicadeza. Harry negó y le extendió
una sonrisa.

— Albus logro conseguir el permiso del consejo. Este año no había mucho papeleo y los
estudiantes no han causado muchas molestias. Minerva también lo ha ayudado con algunas cosas
– Draco asintió, no creyéndose bien que esos estúpidos del consejo escolar se creyeran que el
director, Albus Dumbledore, había rejuvenecido debido a una poción fallida, que se suponía era
para la gripe, de efecto irreversible.

— ¿Y los abuelos, vendrán?.–.pregunto Lily, esperanzada. Scorpius se limitó a mirarlos con


expectación.

— Eso espero…– murmuro Harry, mirando a Draco esperando que supiera algo.

— No tengo ni idea, amor. Tu padre es un ministro excelente, y casi siempre está ocupado –
suspiro al ver aquella leve expresión de tristeza – Además, no sé si quiera dejar su oficina. Desde
que el señor Potter es su secretario se encierran bastante allí – murmuro al descuido, sacando una
risilla más amena del bello elfo – Le comentare del viaje, estoy seguro que tirara el trabajo por la
ventana con tal de estar con sus nietos y su hijo predilecto. Además, Mione, Pansy, Blaise y Ron,
Neville y Theodore me han comentado que quieren unirse a las fiestas de verano. También traerán
a los niños. Mis padres también vendrán, estoy seguro de que Remus no se perdería esto por nada
del mundo, incluso nuestros padrinos aseguraron que asistirían sin falta alguna.

Eso pareció hacer efecto inmediato en los pequeños, que contentos, comenzaron a soltar un gran
bullicio de felicidad. Harry y Draco negaron, encontrando imposible el cómo tratar con dos niños
mitad Veela mitad elfo. Agregándole la solución de que eran herederos de los linajes de Salazar y
Gryffindor. Un caos total cuando se lo proponían.

— Entonces, ¿también vendrán Ciel y Sasha? – Draco río un poco ameno al notar la exclusión del
vampiro en la pregunta. Sabía perfectamente que su hija no lo pasaba por ningún medio, y más
porque, según ella, Ciel le atraía de alguna manera y por ende le pertenecía. Vlad sólo se lo estaba
cuidando.

— Sí, ya me confirmo que asistiría. Al igual que Lagolos y Joshua. El pequeño Altaír ya está lo
suficientemente grande como para acompañarnos esta vez –.luego de esto, los pequeños se
despidieron, alegando que debían preparar su equipaje con antelación. Draco se dejó caer en el
suelo, entre sus piernas y él sonrió mientras acariciaba las platinas hebras con delicadeza – ¿Cómo
te ha ido en el trabajo?

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— No hay problemas, puedo manejar muy bien la situación en el departamento de misterios –
subió la cabeza y sonrió de manera coqueta – Después de todo, soy el esposo del héroe del mundo
mágico.

— Todo eso por culpa de padre. Mira que organizar una última batalla para que lo dieran por
muerto – Puede que sonase molesto, pero la sonrisa en sus labios no se la borraba nadie.

— No, fue ingenioso, admítelo. Voldemort muere, y aparece Thomas Riddle con propuestas únicas
para unificar y purificar el mundo mágico de manera pacífica, convirtiéndose en el nuevo ministro
de magia. A parte de eso, resulta ser que es tu padre, quien estuvo ocultándose de Voldemort
junto con el señor Potter en alguna parte lejana en el Tíbet, donde la magia no corría.

— Lo considero más desquiciado que lo que había pensado nuestro Aeón. Mira que decir que
Albus y él eran novios en pleno comedor, y que por haber consumido una poción para la gripe,
que resulto alterada por algún ingrediente en mal estado, terminaron siendo de esa edad
irreversible. Todavía me acuerdo de la cara de todos los estudiantes cuando se imaginaron que se
montaban al viejo director – Draco soltó una risotada, acordándose aun de las caras de shock y en
blanco que todos, sin excepción alguna en el gran comedor, habían puesto – Será mejor que
vallamos a ver que están haciendo esos dos – suspiro al escuchar los gritos por la discusión que
debían estar teniendo los gemelos. Draco le detuvo, aun en la misma posición.

— ¿Me amas? – pregunto con una de esas hermosas sonrisas.

— Por supuesto.–.se inclinó, dejando que su largo cabello cubriera el beso que se estaban dando –
Hasta el fin de nuestra larga inmortalidad, amado mío, y aun después de eso.

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