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Características peculiares en el trabajo con niños y adolescentes

El trabajo con clínico con niños y adolescentes plantea una serie de


adaptaciones, y diferencias del trabajo con adultos, entre algunas de ellas se
pueden contar:

- Conflictos normativos vs. Psicopatología


o Evolutivamente existen conflictos que son normativos y que
representan crisis transitorias y normales del desarrollo, estas no
son psicopatologías pero en ocasiones son confundidos con
problemas psicológicos, como por ejemplo el conflicto de
autoimagen que se da en la pubertad por los cambios en las
características sexuales secundarias y primarias (Estirón, cambio
de voz, acné, etc.), por esta razón es necesario que quienes
trabajan dentro del ámbito de la conducta infantil tengan un
amplio conocimiento de la psicología del desarrollo (Hersen y Last
citados en Mendez y Macià, 2002).
- Voluntariedad y consciencia de los procesos
o Los niños y adolescentes con poca frecuencia asisten a
psicoterapia por voluntad propia, puesto que son los familiares o
tutores del paciente quienes solicitan ayuda. Con mucha
frecuencia los adolescentes van a las primeras sesiones sin tener
mucha motivación o voluntad. La consciencia de la situación
problemática con frecuencia proviene de algún familiar del niño o
adolescente, es decir el niño o adolescente no siempre se da
cuenta de sus propias conductas o sentimientos problemáticos,
por dicha razón el funcionamiento psicológico de los padres es de
alguna forma un proceso que ayuda al menor a tomar consciencia
de sí mismo, no siempre el menor está de acuerdo con las
apreciaciones de sus padres.
- Paciente vs. Sistema consultante
o Una interrogante relevante es ¿quién es el paciente? Si la familia
(padres, hermanos, a veces incluso profesores) está consultando,
pues el trabajo no puede excluir la presencia de los padres o
tutores, es por esta razón se habla de sistema consultante en
lugar de paciente. La noción de sistema consultante incluye a
todas las personas que tienen un motivo de consulta, y al
momento de iniciar la atención se deberían consignar los motivos
de consulta de todos los participantes, en este sentido se debe
incluir en la evaluación a todos los que se constituyen como parte
del sistema consultante (padres, hermanos, profesores), con
especial relevancia de la evaluación de la familia, puesto que el
funcionamiento psicológico de los padres de alguna forma
contribuye al funcionamiento psicológico del menor, por esta
razón un funcionamiento distorsionado de los padres distorsiona
al menor, o bien un funcionamiento armonioso de los padres
contribuye a la armonía interna del menor.

- Otros significativos:
o En el trabajo clínico con niños es frecuente necesitar de otros
informantes (House, 1997) ya sean padres, tutores, profesores,
amigos de los niños u otros, que puedan brindar datos
significativos para contrastar sobre todo durante el proceso de
psicodiagnóstico.
Esto implica la participación de personas que pueden aportar
información o elementos relevantes para la toma de decisiones
fuera del sistema consultante, estas personas no necesariamente
tendrán un motivo de consulta. Los “Otros significativos” pueden
ser personas de la misma edad (mejores amigos, parejas,
compañeros); personas que tengan alguna relación significativa o
jueguen un papel de orientación o guía (profesores, familiares,
figuras de fé). El clínico puede convocar a los “otros significativos”
en algún momento del proceso de atención a los niños y/o
adolescentes.
- Metodologías de evaluación e intervención: Juego y dibujo
o La herramienta que más se utiliza en el trabajo con adultos es la
entrevista clínica, sin embargo, las modalidades de trabajo con
niños incluyen actividades como el juego y el dibujo, así como
otras actividades de expresión plástica, puesto que el informe
verbal que pueden dar los niños, sobre todo los más pequeños
con frecuencia es muy limitado, esto implica que el setting de
trabajo es muy flexible en relación a la clínica con adultos, por ello
la entrevista con los niños implica más a la observación de los
contenidos, comportamientos y las actitudes que se reflejan en el
juego y el dibujo que una búsqueda con preguntas y respuestas
como se suele hacer con adultos. Sin embargo, esto no implica
que los informes verbales de los niños no sean confiables, o que
se deba prescindir de ellos, es recomendable combinar la
exploración con la entrevista, con actividades de juego y dibujo.
En el caso de los adolescentes es conveniente revisar si aún les
gusta el juego y el dibujo, pero se pueden incluir otras estrategias
informales de evaluación.

- Situacionalidad del comportamiento infantil


o A diferencia de los adultos que tienen comportamientos más o
menos consistentemente similares en diversas situaciones, la
conducta infantil está muy determinada por la situación, es decir
que el comportamiento de niños y de los adolescentes varía
mucho en función del contexto, de dónde y con quienes se
encuentran. No es extraño encontrar a madres o padres que se
inquietan por los reportes de conducta que obtienen por parte de
los profesores (u otros cuidadores) de sus hijos, puesto que “en
casa no se comportan así”, sin embargo, esta característica es
normal, y en todo caso debería llamar la atención que el
comportamiento del niño no sufra ninguna variación. A medida
que vamos haciéndonos adultos el comportamiento se va
haciendo menos variable en función del contexto en el que nos
encontramos.
- Mayor Fluidez durante los procesos de adaptación y curso
psicopatológico
o Vinculado al punto anterior House indica que: “Muchos aspectos
de la adaptación y el funcionamiento de los jóvenes, incluidos los
problemas que presentan, son más fluidos y evolucionan en
mayor medida que los de la mayoría de los adultos, lo que genera
problemas para un sistema de clasificación categorial” (House, p.
31. 1997) es decir que para entender y clasificar los posibles
trastornos del niño o adolescente no solo es necesario conocer
las características propias del paciente sino de su entorno y aun
así la fluidez con la que puede evolucionar un cuadro clínico en la
niñez o la adolescencia difiere mucho de los criterios específicos
de diagnóstico para los mismos trastornos en etapas más tardías
de la vida.
- Psicopatología polimorfa
o No existe uniformidad en la manifestación de la psicopatología en
niños y adolescentes, un cuadro depresivo, por ejemplo, puede
manifestarse como bajo rendimiento académico, consumo de
sustancias, comportamientos disruptivos. En otras palabras,
existe mucha variabilidad en la forma de presentación de la
psicopatología, dependiendo esta de múltiples variables, esto
dificulta el diagnóstico y el establecimiento de categorías cerradas
en las clasificaciones de psicopatología infantojuvenil, lo cual
implica una orientación dimensional más marcada con niños y
adolescentes, que conlleva a la necesidad de tener criterios
clínicos más flexibles y susceptibles de análisis.

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