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En julio de 1905
nació su primer hijo, Giorgio. Dos años después nació su segunda hija Lucia. Se
casaron en 1931, veintisiete años después de aquel primer encuentro.
2 de diciembre de 1909
Querida mía, quizás debo comenzar pidiéndote perdón por la increíble carta que te
escribí anoche. Mientras la escribía tu
carta reposaba junto a mí, y mis ojos
estaban fijos, como aún ahora lo están, en
cierta palabra escrita en ella. Hay algo de
obsceno y lascivo en el aspecto mismo de
las cartas. También su sonido es como el
acto mismo, breve, brutal, irresistible y
diabólico.
Querida, no te ofendas por lo que escribo.
Me agradeces el hermoso nombre que te
di. ¡Si, querida, "mi hermosa flor silvestre
de los setos" es un lindo nombre! ¡Mi flor
azul oscuro, empapada por la lluvia! Como
ves, tengo todavía algo de poeta. También
te regalaré un hermoso libro: es el regalo
del poeta para la mujer que ama. Pero, a
su lado y dentro de este amor espiritual
que siento por ti, hay también una bestia
salvaje que explora cada parte secreta y vergonzosa de él, cada uno de sus actos
y olores. Mi amor por ti me permite rogar al espíritu de la belleza eterna y a la
ternura que se refleja en tus ojos o derribarte debajo de mí, sobre tus suaves
senos, y tomarte por atrás, como un cerdo que monta a una puerca, glorificado en
la sincera peste que asciende de tu trasero, glorificado en la descubierta
vergüenza de tu vestido vuelto hacia arriba y en tus bragas blancas de muchacha
y en la confusión de tus mejillas sonrosadas y tu cabello revuelto. Esto me permite
estallar en lágrimas de piedad y amor por ti a causa del sonido de algún acorde o
cadencia musical o acostarme con la cabeza en los pies, rabo con rabo, sintiendo
tus dedos acariciar y cosquillear mis testículos o sentirte frotar tu trasero contra mí
y tus labios ardientes chupar mi pija mientras mi cabeza se abre paso entre tus
rollizos muslos y mis manos atraen la acojinada curva de tus nalgas y mi lengua
lame vorazmente tu sexo rojo y espeso. He pensado en ti casi hasta el
desfallecimiento al oír mi voz cantando o murmurando para tu alma la tristeza, la
pasión y el misterio de la vida y al mismo
tiempo he pensado en ti haciéndome gestos
sucios con los labios y con la lengua,
provocándome con ruidos y caricias
obscenas y haciendo delante de mí el más
sucio y vergonzoso acto del cuerpo. ¿Te
acuerdas del día en que te alzaste la ropa y
me dejaste acostarme debajo de ti para ver
cómo lo hacías? Después quedaste
avergonzada hasta para mirarme a los ojos.
¡Eres mía, querida, eres mía! Te amo. Todo
lo que escribí arriba es sólo un momento o
dos de brutal locura! La última gota de semen
ha sido inyectada con dificultad en tu sexo
antes que todo termine y mi verdadero amor
hacia ti, el amor de mis versos, el amor de
mis ojos, por tus extrañamente tentadores
ojos llega soplando sobre mi alma como un
viento de aromas. Mi pija está todavía tiesa,
caliente y estremecida tras la última, brutal embestida que te ha dado cuando se
oye levantarse un himno tenue, de piadoso y tierno culto en tu honor, desde los
oscuros claustros de mi corazón.
Nora, mi fiel querida, mi pícara colegiala de ojos dulces, sé mi puta, mi amante,
todo lo que quieras (¡mi pequeña pajera amante! ¡mi putita folladora!) eres siempre
mi hermosa flor silvestre de los setos, mi flor azul oscuro empapada por la lluvia.
JIM
6 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín.
16 de diciembre de 1909
20 de diciembre de 1909
44 Fontenoy Street, Dublín
Mi dulce y pícara Nora, recibí esa noche tu ardiente carta y
he tratado de imaginarte frotándote el sexo en el baño.
¿Cómo lo haces? ¿Te recuestas contra la pared con tu
mano cosquilleándote debajo de tus ropas? ¿O te acuclillas
bajo el agujero con las camisas vueltas hacia arriba y tu
mano trabajando fuertemente a través de la abertura de tus
bragas? Me pregunto cómo pudiste hacerlo. Debe haber
sido una horrible cosa lasciva ver a una niña con sus ropas
levantadas frotando con furor su coño, ver sus calzoncillos
blancos y hermosos bajados de atrás y su trasero. Dijiste
que me dejarías follarte. Me gustaría oírte primero decir
cochinadas y follarte después. Alguna noche, cuando estemos en alguna parte
hablando en la oscuridad cosas puercas y sientas que rodeas mi cuello con tus
brazos en tu vergüenza...
¡De nada sirve continuar! ¡Ya puedes adivinar qué!
Hoy abrió el cinematógrafo. El domingo 2 de enero salgo par Trieste. Espero que
hayas hecho lo que te dije respecto a la cocina, el linóleo, el sillón y las cortinas. A
propósito, no cosas esas bragas delante de nadie. ¿Está hecho tu vestido? Así lo
espero, con una chaqueta larga, con cinturón y con los puños de cuero, etc. No sé
como voy a arreglármelas con los gasto de Eileen. ¡Por Dios, arregla tú esto y que
pueda yo tener una cama confortable! No tengo ningún deseo especial de hacerte
nada, querida. Puedes descansar tranquila respecto a mis idas con ... Tú no lo
comprendes. Querida, esto no sucederá.
Oh, ahora estoy hambriento. El día que llegue di a Eva que haga un "pudding"
corriente y algún tipo de salsa de vainilla sin vino. Me gustaría comer rosbif, sopa
de arroz, cupuzzi garbi, puré de patatas, "pudding" y café negro. No, no, me
gustaría stracotto di macheroni, una ensalada, ciruelas cocidas, torroni, té y
presnitz. O no, preferiría anguilas cocidas o polenta con...
Perdóname querida, esta noche estoy hambriento.
Querida Nora, espero que pasemos juntos un año feliz. Mañana escribiré a Stanie
sobre lo del cinematógrafo.
Estoy tan feliz que ahora veo Miramar. Lo único que espero es que no lleve de
nuevo conmigo esa abominable cosa, debido a lo que hice. Querida reza por mí.
¡Addio, addio, addio, addio!
Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de
verte mientras te desnudas y te envuelves en las sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude
poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que
toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo inacabable y
lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la
cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de
conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes.
Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la
historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia,
nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la
explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil
y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a
tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu
diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de
desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal
vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi
ciudad con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el
fuego en la mano derecha.
Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes
de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June
se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. Te extraño casi a todas horas:
cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las
tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una
comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando
como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos
encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre.
Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. Adiós, tuyo siempre
Henry
GINA MONTANER
Las malas noticias vienen juntas. Hace unos días los científicos daban a conocer más
datos que apuntan a que estamos solos en nuestro sistema planetario y en Marte nunca
hubo marcianos, sino océanos que se tragaron cualquier posibilidad de vida semejante a
la nuestra. Que hasta ahora es la única que conocemos.
Pues bien, no contentos con alimentar el angst existencial frente al vacío cósmico, ahora
un grupo de sicólogos de la Universidad Northwestern, en Chicago, concluye en un
estudio que los servicios online para encontrar pareja no aumentan más las
probabilidades de resolver la ecuación sentimental que la aventura del happy hour en un
bar.
O sea, un jarro de agua fría para los millones de usuarios que recurren a Match.com o a
eHarmony para, con la ayuda de los algoritmos convertidos en alcahuetas cibernéticas,
afilar la diligente búsqueda de la media naranja. Una busca que para muchos se ha
convertido en una empresa más quimérica que dar con el mítico El Dorado.
¿Qué es lo que han hallado los aguafiestas en sus laboratorios? Pues que tener acceso a
cientos de perfiles prefabricados y edulcorados no revela nada sustancial acerca de la
persona que pretende “venderse” por medio de un avatar dulcificado por el airbrush. Los
sicólogos añaden que tener un abanico de posibilidades demasiado amplio sólo
contribuye a aumentar las posibilidades de escoger mal entre el muestrario de candidatos.
Incluso comparan los portales de dating con la sensación abrumadora que producen los
mega centros comerciales. Digamos que confiar en un casamentero virtual es tan poco
fiable como jugar a la ruleta rusa en la semioscuridad de un garito.
Es verdad que cada vez hay más personas a las que les causa una inmensa pereza el
cortejo y los preámbulos que conllevan los rituales del conocimiento mutuo por los
caminos de la casualidad. Pero no es menos cierto que las pesquisas frente al ordenador
requieren horas de la selección natural de la especie, con el tedio de un funcionario de
Recursos Humanos a la búsqueda y captura del mejor currículum para propiciar el
romance. Una actividad que también puede resultar agotadora y sin las socorridas pistas
de las feromonas que se emanan en el primer encontronazo si surgen las chispas de la
atracción mutua. Destilaciones químicas que sirven de hoja ruta a la hora de intuir si el
asunto es futurible o si se trata de un cul de sac sin avenidas amorosas.
Como era previsible, el informe de los sesudos expertos señala que el sistema de filtro
que promocionan los servicios online dista mucho de ser científico. Una ecuación
matemática nunca podrá sustituir ese primer pálpito que sienten dos perfectos extraños
en un recinto lleno de desconocidos. Las probabilidades de una eventual incompatibilidad
parecen ser mayores enfrentados al espejismo de la pantalla que en el cuerpo a cuerpo
que nos regalan las maromas del destino.
Para quienes deseen saber más de las conclusiones de este estudio que despoja de toda
magia a los puntos com del amor, en marzo las podrán leer en la revista Psychological
Science in the Public Interest. Prueben a hacerlo a media tarde en un café y tal vez
encuentren a su alma gemela en la soledad del algoritmo. Siempre nos quedará el azar.
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