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Dale Hard
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ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
© Dale Hard
ISBN: 9798686606777
Contenido
Intercambio suave
Intercambio no tan suave
Primer intercambio interracial
Nuestro primer intercambio
Intercambio suave
Lara llegó a casa y se puso a ordenar las compras en la cocina cuando oyó
abrirse la puerta del garaje. A los pocos minutos Luis entró en la cocina con
una docena de rosas.
"¿Qué hiciste ahora?" le preguntó su mujer riendo.
"Nada", respondió. "¿No puedo mostrarte cuánto te amo?"
Lara tomó las flores y lo besó en la mejilla. "Gracias cariño." Después de la
cena fueron a la sala y se sentaron en uno de los sofás con una copa de vino.
Charlaron y se pusieron a gusto.
"Oye, me olvidé de decirte, pero escuché a uno de los hombres en la oficina
hablar de intercambio suave", dijo Luis mientras fingía no darle
importancia al asunto.
“Y vas a volver con eso, estás como Andy”.
“Espera oye el resto”, le dijo su marido.
"No me interesa, aparte. ¿Suave?" Repitió Lara. "Eso no suena muy
emocionante" se rió.
Luis se rió también. "No es una polla suave, es intercambio suave, supongo
que significa besos, caricias y no hay penetración".
Lara lo miró interesada. "Sí, como si los hombres se van a detener después
de eso".
Luis pensó, al menos lo está imaginando. "Este tipo decía que era mejor que
ir hasta el final. Me refiero a horas de juegos previos". Decidió no
mencionar el sexo oral.
Lara se acercó a él y vio que su entrepierna mostraba algo de vida. "No creo
que puedas verme jugar con otro hombre”, dijo sintiendo la reacción en la
entre pierna de su marido que la sorprendió.
"Quizás, no estoy seguro".
Lara se echó hacia atrás y lo miró a la cara. "Lo dices en serio, ¿no?". La
sonrisa de su marido respondió a su pregunta. "Tendría que hablar con
Alecia sobre esto".
"Andy ya debe estar hablando con ella", dijo Luis sintiendo como
reaccionaba su polla a toda la conversación. Parecía como si ella estuviera
considerándolo.
“Así que ustedes han estado conversando de todo esto, y por lo duro que lo
tienes parece que te gustaría verme besando a Andy o ¿te estas imaginando
en besar a Alecia? Le dijo mientras apretaba su erección sobre el pantalón.
Andy puso una música suave y bajó las luces. Luis susurró mientras se
sentaba en uno de los sofás. "¿Alecia te dijo que tan lejos que íbamos a
llegar esta noche?".
"Ella me advirtió que no esperara demasiado esta noche, que sólo serían
besos", susurró Andy en respuesta.
"Oye, al menos lo van a intentar", sonrió Luis. Oyeron los pasos de las
mujeres y se volvieron para verlas sonriendo mientras entraban a la
habitación y servían copas de vino para cada uno.
"Está bien", comenzó Alecia mientras estaba de pie frente a todos.
"Estamos dispuestas a intentar esto, pero solo si vamos despacio. Si van
más rápido de lo que queremos, renunciamos. ¿Están de acuerdo?".
"De acuerdo", respondieron ambos hombres a la vez.
"Nuestras reglas son", intervino Lara. "Primero, todos estaremos juntos en
la misma habitación, segundo, si alguien quiere parar, todos nos
detenemos”.
"Hecho", dijo Luis imaginando que extendía la mano y ahuecaba las tetas
de Alecia.
"Esta noche todo lo que haremos será besar", dijo Alecia mientras se giraba
y se sentaba junto a Luis en el sofá. "Sin tocar y solo besar por encima de
los hombros".
Solo la tenue luz de la habitación creaba una atmosfera sensual.
Luis se paró y tomó la mano de Alecia y la atrajo hacia sí para bailar.
Pegaron sus cuerpos, ambos podrían percibir el calor del otro y sus caras
estaban tan cerca que respiraban su aliento. Él podía sentir el generoso
pecho de la esposa de su amigo y esto hizo que su erección repuntara.
Recostó discretamente su erección en la pierna de ella y se besaron
apasionadamente.
Andy miró a su esposa y la vio besarse con Luis. Un disparo de celos pasó
por su mente cuando sus labios se juntaron y él usaba la mano en su espalda
para acercar su cuerpo al suyo. Los celos desaparecieron rápidamente
cuando Lara se sentó a su lado, puso una mano en su pierna y apoyó sus
suaves labios en los de él.
Luis miró a los ojos de la esposa de su amigo, se hacía consciente de su
suave pecho presionarse contra el suyo, sentía como si su cuerpo se hacía
uno con el de ella. Sus ojos se cerraron cuando sus labios volvieron a
juntarse y con el brazo en su espalda la atraía más hacia sí. Ambos dudaban
en usar la lengua hasta que él lamió suavemente sus labios. Su punta
húmeda se encontró con la de ella y se frotaron como dos amantes en una
cama.
Lara sintió que la lengua de Andy se precipitaba rápidamente hacia afuera
mientras trataba de empujar sus labios cerrados. Era demasiado rápido y
con demasiada fuerza y ella quería marcar el paso, así que echó la cabeza
hacia atrás y lo miró.
"Ve despacio cariño", susurró.
Andy respiró hondo y se relajó. Cuando sus labios regresaron, él los
presionó suavemente y le dio pequeños mordiscos al labio inferior. Escuchó
su suave gemido y se dio cuenta de que estaba tan excitada como él. Esperó
a que su lengua hiciera el primer movimiento y después de un minuto de
frotarla y mordisquearla se entregó a él.
El sonido de la música inundaba la habitación llenándolos a todos de un
aura de sensualidad, esto hizo que los gemidos se hicieran cada vez más
fuertes. Habían estado besándose durante unos minutos cuando Alecia se
apartó. "Dios, creo que necesito un descanso", lo hizo porque de repente,
era ella la que quería que pasara algo más que solo besarse.
"Yo también", dijo Lara separándose de Andy no sin antes darle un piquito
en la boca.
Los hombres vieron como las mujeres se levantaron y se dirigieron por el
pasillo hacia el baño.
"Wow", Andy le sonrió a Luis. "Lara besa deliciosamente”.
"Alecia también", respondió Luis. Ambos hombres podían ver las grandes
carpas en los pantalones del otro.
Mientras Lara se lavaba la cara con agua fría, Alecia usaba el baño. "Estoy
pensando que no deberíamos hacer mucho más de esto", dijo Lara. "Estoy a
punto de explotar".
"Lo sé y eso que solo nos estamos besando", sonrió Alecia antes de limpiar
con papel. "Necesitaba secarme".
"Yo también", se rió Lara mientras se subía la falda y empujaba un poco de
papel debajo de sus húmedas bragas.
"¿Viste lo duros que se pusieron?", preguntó Alecia.
"Claro que me di cuenta" rió Lara. "Pero apuesto a que tú lo sentiste más
bailando tan cerca de mi marido".
“Así es amiga Luis se puso durísimo y me lo recostaba, por eso me mojé
tanto. ¿Ustedes solo se están besando, verdad?" preguntó Alecia porque
había impedido que la mano de Luis bajara de sus caderas.
"Sí, pero Andy me estuvo acariciando la espalda."
“Está todo bien con nosotras?”, preguntó Alecia.
"Mejor que nunca amiga, esto me está gustando, vamos a besarnos un poco
más."
"¿Vuelves por más?" sonrió Andy cuando Lara se acercó al sofá donde
estaba sentado.
"Si, pero me preguntaba si querías bailar, sentados no es muy cómodo".
“Claro que sí”, dijo Andy presuroso.
Alecia miró a Lara. Ambas sabían que los hombres querían juntar sus
cuerpos. "Está bien, pero sin manos".
"Sin manos", repitió Andy antes de abrazarla y posicionarla frente a él y
sentir todo su sensual cuerpo.
Alecia se caminó hacia Luis y lo abrazó volviendo a sentir aquella erección
que la hacía volar de calentura. Después de que su mano se movió alrededor
de su cintura. Esta vez, cuando sus labios se encontraron, los ojos de Alecia
se cerraron y luego se abrieron cuando sintió su erección contra la parte
superior de su vientre.
Por su parte Andy había aprendido a ir despacio con Lara y a dejar que ella
marcara el ritmo. Fue ella quien atrajo su cuerpo hacia el suyo y fue su
lengua la que invadió su boca primero. Más importante aún, fue su muslo el
que presionó contra su rígida virilidad.
Luis podía sentir los duros pezones de Alecia ahora presionando contra su
pecho. Frotaron y frotaron sus cuerpos durante algunos minutos antes de
que sus labios se alejaran de su boca y viajaran hasta el lóbulo de su oreja.
"Ohhh", gimió Alecia mientras él succionaba su oreja. Dejarse chupar y
besar sus oídos siempre había sido excitante para ella. Luego abrió los
muslos y dejó que su muslo se presionara contra su lascivo sexo.
"Ahhh", dijo Lara mientras frotaba su pierna en la erección de Andy. Su
lengua estaba profundamente en su garganta mientras que ambas manos
estaban en su espalda baja presionándola hacia sí.
"Eso se siente tan bien", susurró después de separarse un poco de él.
El tiempo que estuvieron besándose y frotándose pasó inadvertido para los
cuatro. El tiempo no importaba ahora mientras sus cuerpos reaccionaban en
busca de satisfacción. Ninguno de ellos se estaba concentrando más en sus
labios porque era el frotamiento de la parte inferior del cuerpo lo que los
mantenía concentrados a todos.
Lara sintió los dedos de Andy cruzar la cinta de su tanga y sabía que debía
detenerlo, pero quería que le tocara el trasero y empujara su cuerpo hacia su
bulto.
"¿Está bien?", preguntó Andy tímidamente.
“No te detengas”.
Andy casi llegó al clímax en ese momento cuando sus dedos comenzaron a
explorar su trasero y finalmente se curvaron y apretaron sus maravillosas
nalgas. Mientras exploraba su boca con la lengua.
Luis escuchó a su esposa susurrar y miró cuando las manos de Andy se
aferraban a su trasero. "Mierda", susurró, lo que hizo que Alecia también
mirara. Estaba casi lista para correrse.
"Toca el mío también", rogó Alecia. Habían girado sus cuerpos de forma
que la espalda de ella estaba fuera de la vista de su marido y su amiga. Luis
subió la falta de ella y nadie lo vio deslizarse para acariciar su hermoso culo
sin tela de por medio, ella lo sintió y gimió.
"¿Qué estás haciendo?".
"Dándote lo que deseas", susurró esperando que ella no objetara lo que
hacía.
Ella sentía sus manos aferrarse a sus calientes nalgas. Ella no tenía fuerza
de voluntad para detenerlo.
"Ahhhhhhh", ambas mujeres gimieron cuando los hombres presionaron sus
piernas hacia adelante y hacia atrás en sus coños.
De pronto Andy alcanzó el clímax. "¡OH, MIERDA! ME VINE".
"¡No pares!" le rogaba Lara mientras lo agarraba por las caderas y mantenía
el movimiento.
"¡LUIS! Que ricoooooo" gritó Alecia cuando su cuerpo estalló en mil
orgasmos simultáneos.
Luego fue Lara. "¡ME VOY!, dame asiiiiiii".
Luis se detuvo y ya no siguió frotándose con Alecia. "¿No quieres
correrte?" Ella susurró.
"No en mis pantalones," susurró él.
"Está bien," le sonrió y llevó sus labios hacia los suyos.
Lara se sentó sola en el sofá mientras Andy se fue al baño a limpiarse. Vio
que su esposo y su mejor amiga continuaban besándose y acariciándose la
espalda. Su clímax había sido el mejor que podía recordar, así que nada de
lo que estaban haciendo la molestaba. Unos minutos después, Andy regresó
y se sentó junto a ella. Se besaron y abrazaron durante unos minutos más.
Alecia dijo, "¿alguien está listo para el café y el pastel?", todos asintieron
con la cabeza y se fue a la cocina mientras Luis se sentaba en el sofá frente
a su mujer y su mejor amigo.
De repente, las cosas habían cambiado entre los cuatro. Las líneas de
privacidad se habían cruzado y cuando se miraron sintieron un profundo
deseo en lugar de una cálida amistad. El solo hecho de hablar de las cosas
cotidianas normales era incómodo, tanto que se dijo muy poco mientras
tomaban su café y pastel al final de la noche.
Fue en la puerta principal cuando Lara y Luis se iban cuando las cosas se
pusieron más incómodas. Normalmente solo se daban un ligero beso en la
mejilla. Sabían que eso no sería suficiente ahora.
"Bueno, buenas noches", le dijo Alecia a Lara mientras le daba un abrazo y
un beso en la mejilla.
"Buenas noches amigo," Andy le sonrió a Luis antes de que se estrecharan
la mano. Los cuatro reorganizaron sus cuerpos hasta que Luis estuvo con
Alecia y Andy con Lara.
"Buenas noches, fue divertido", susurró Alecia en el oído de Luis mientras
sus cuerpos se juntaban. Esta vez su abrazo fue fuerte y su beso fue un
piquito en la boca. No les importaba que sus cónyuges estuvieran mirando a
su lado.
Lara y Andy hicieron lo mismo. Se diría que era un besito inocente entre
amigos de máxima confianza.
Luis rompió el momento diciendo. "Oye, será mejor que nos vayamos o
todos tomaremos una mala decisión". Sacó a Lara de los brazos de Andy y
casi salieron corriendo por la puerta.
Tan pronto como salieron y cerraron la puerta, Andy casi le arranca la ropa
a Alecia allí mismo en el salón, él le bajó la falda y las bragas y se desnudó
rápidamente. "Dios, necesito follarte", dijo.
"¿Aquí?" rió ella se antes de dejarse caer sobre su espalda en el sofá y
recibir en su húmedo coño la dura verga de su marido. Ambos cerraron los
ojos e imaginaron que follaban a la pareja la pareja de sus amigos. No
tardaron mucho en venirse haciendo todo tipo de sonidos y gemidos.
“Eso fue intenso, ¿no?” exclamo con voz entrecortada Andy.
“Si, amor, nunca creí que sería tan satisfactorio todo esto”.
Tan pronto como subieron al coche, Luis estaba sobre Lara. "Necesito
correrme bebé", gimió antes de desabrocharse la bragueta y sacar su dura
polla.
"¿Aquí? ¿Enfrente de su casa?" Preguntó sorprendida.
"Sí, no puedo esperar", suplicó mientras ella tomaba sus pequeños dedos y
los enrollaba alrededor de su pene.
Lara miró a su alrededor y no vio ningún coche en la calle. Ella continuó
mirando por la ventana trasera mientras pajeaba su miembro. "Deberías
haber acabado como lo hizo Andy y como lo hicimos Alecia y yo".
"¿Sentiste su dura polla en tu vientre?" susurró él.
Ella rió. "Sí, fue rico". Mientras continuaba acariciándolo, agarró una caja
de pañuelos desechables que guardaba en la guantera del vehículo. "Vamos
bebé, vente para mí."
"¡OH DIOS!" Luis gritó cuando sus jugos calientes se dispararon y salieron
de su hinchada pija.
A pesar de lo caliente que había sido para todos, pasaron tres días antes de
que volvieran a hacer contacto entre las dos parejas. Todos se sentían
nerviosos por lo vivido y estaban deseosos de que volviera a suceder.
Dentro de cada pareja los recuerdos llenaban las noches de lujuria y pasión.
Sin embargo, no estaban seguros de hasta dónde querían llegar la próxima
vez.
Alecia estaba haciendo ejercicio en su cinta de correr cuando sonó la puerta.
Era Lara "Hola ¿tienes algo de tiempo para hablar?" preguntó. Era la
primera vez que hablaban desde la cena y estaba muy nerviosa con su
amiga.
"Seguro, te iba a llamar cuando terminara mi entrenamiento. Pasa".
"Las cosas se pusieron un poco locas la otra noche", comenzó Lara mientras
se sentaban en el estudio. "Creo que nos asustaron los niveles de deseo que
experimentamos".
"Nosotros también", sonrió Alecia. "Quiero decir que realmente nos gustó,
pero seguimos pensando que está mal, ya sabes, hacer esas cosas con otras
personas".
"No hicimos cosas realmente malas", dijo Lara. "Pero quería decirte que
Andy tocó mi trasero". Alecia se rió.
"Sí, lo vimos y luego Luis tocó el mío también. No pudiste verlo, pero él
metió una mano debajo de mi falda".
"Anoche Luis me sugirió que lo hagamos de nuevo", susurró Lara. “Y la
verdad es que todas estas noches nos hemos estado excitando mucho”.
"Creo que Andy también quiere repetir la experiencia, porque todas las
noches hemos estado cogiendo y antes de que todo esto comenzara, eso no
era así".
"Pensé que me bastaría con besarnos, pero quiero más", agregó Lara.
"¿Qué tan lejos quieres ir?" Preguntó Alecia. Se alegraba de que su amiga
hubiera iniciado esta conversación.
"Desde que nos casamos nunca he tocado a otro hombre que no sea mi
marido".
"Yo tampoco".
Lara preguntó, ¿podemos dejarlos que nos toquen las tetas?
"Y si mientras nos dejamos tocar aprovechamos y agarramos sus miembros
por encima de sus ropas, ¿crees que perderemos el control?", sonrió Alecia.
“Yo creo que ese es un buen límite Alecia. Me alegra de que podamos
hablar abiertamente de estas cosas y que nuestra amistad siga intacta”.
"¿Qué tal si vienen a nuestra casa a nadar el viernes que viene en la noche?,
podemos asar una carne y vemos hasta donde podemos llegar sin que las
cosas se salgan de control" sugirió Lara.
"Eres una chica traviesa, ¿estás segura de que nunca has hecho esto antes?"
dijo Alecia mientras ambas compartían una risa cómplice.
Cuando las chicas finalmente salieron con la ensalada, Luis preguntó "¿por
qué demoraron tanto?, ya el pollo está listo".
“Preparando la ensalada, aquí está, vamos a comer”, intervino Lara.
Comieron y siguieron tomando vino, conversando de cosas triviales.
Descansaron en las tumbonas y los hombres se fumaron unos puros.
Andy estaba sentado en una de los sillones cuando escuchó pasos y las
chicas riendo. Luis estaba limpiando el patio y se perdió la entrada triunfal
de las chicas en batas cortas de paño que llevaban puestas.
"Pensé que se habrían quitado los trajes de baño".
"Quizás lo hicimos", bromeó Alecia. Sus manos apretaron el cinturón
blanco alrededor de su cintura.
"Entonces ¿están desnudas debajo de esas batas?" dijo Andy.
"¿Desnudas? ¿Quién está desnuda?" preguntó Luis casi corriendo hacia la
habitación y se paró en seco cuando vio a las dos mujeres.
"No dijimos que estábamos desnudas", sonrió Lara. "Ustedes dos tienen
mentes sucias".
"Veamos", se rió Andy antes de estirar la mano y levantar la túnica de su
esposa. Todos los ojos se centraron en la tanga de encaje blanco de Alecia.
Mido 1.80m y soy fornido, aunque no gordo. Soy bien parecido y tengo un
pene grande. Mide aproximadamente 21cm cuando está erecto y es muy
grueso. Llena muy bien a mi esposa y soy bastante bueno follando. Nunca
dejo de complacerla, eso es seguro. Renata mide 160m y pesa 54 Kg.
Siempre me ha sorprendido cómo ese cuerpecito se puede tragar toda mi
polla y la cabalga con tanta facilidad.
Mi esposa y yo hemos estado casados por 25 años y nuestra vida amorosa
sigue siendo grandiosa. Siempre estamos buscando nuevas formas de darle
fuego a la vida y mantenerla fresca. Cuando éramos más jóvenes teníamos
un poco de vena exhibicionista en nosotros, hacíamos el amor donde nos
podían ver o atrapar, ese tipo de cosas. Con el tiempo estas actividades
fueron cayendo en desuso. Últimamente había vuelto la idea del
exhibicionismo a mi cabeza, aunque no parecía que fuese así para mi
esposa, sin embargo esperaba poder cambiar esto. No tenía ningún interés
en hacer un intercambio con otra pareja, pero si estaba pensando en quizás
en algún tipo de sexo frente a otra pareja en la misma habitación. Me excité
un poco pensando en ello.
Aunque siempre estoy pensando en una nueva aventura, no se trata de que
no tengamos sexo. Quiero decir, todavía cogemos dos o tres veces por
semana y siempre es una experiencia muy satisfactoria. Sin embargo, la
idea de darle verga frente a otra pareja me pone demasiado caliente.
Hace un par de meses mientras cenábamos me decidí a comentarle mi idea
a Renata. Le expliqué que no tenía ningún deseo de intercambiarnos con
otra pareja, pero a lo largo de los años en la internet había visto varios
anuncios de parejas que querían reunirse para tomar algo y tal vez terminar
teniendo sexo en la misma habitación con sus propias parejas. Le dije que
eso me pareció muy interesante y que de hecho me excita bastante. Le
recordé nuestros años de juventud y las pocas veces que nos atraparon y lo
emocionante que había sido.
Su única respuesta a eso fue una pequeña sonrisa y luego dijo: "Creo que
tenemos que ir a nuestra habitación y follar como". En ese momento me di
cuenta de que la idea la ponía caliente.
Así que nos fuimos al cuarto y nos fuimos desvistiendo mientras
caminábamos, a medida que caminaba por el pasillo me iba poniendo más
duro con cada paso que daba. Para cuando llegamos a la habitación, ella
estaba casi desnuda y yo estaba en mis interiores. Mientras ella retiraba las
sábanas, yo sacaba mi polla dura como una roca de mis boxer. Después
mientras me iba a acostar junto a ella la cama para jugar un poco, ella me
agarró y me jaló para que la montara. A los 48 años a veces tenía problemas
para mojarse, pero eso no fue un problema esa noche. Inmediatamente
comencé a deslizarme dentro de ella y me di cuenta de que estaba más
húmeda y más caliente de lo que había estado durante mucho tiempo. Ella
abrió sus piernas y las cerró sobre mi espalda atrayéndome cada vez más
hacia sí.
Se la enterré y luego empezamos a follar con animales. La estaba
bombeando duro y ella gruñía y gemía y me instaba a follarla más fuerte.
Ya podía sentir mis bolas llenándose de esperma mientras le daba verga,
hasta que finalmente ella comenzó a correrse y no aguanté más y me vine
llenándola de leche. En mi primer chorro, ella se volvió loca con el extremo
de mi polla llegando a su vientre y se vino entregándose a la lujuria del
momento. Pensé que su vagina iba a arrancarme la polla por la forma en
que me estaba ordeñando y vacié mis bolas como no lo había hecho durante
algún tiempo. Me derrumbé encima de ella sin aliento y finalmente rodé y
me quedé allí jadeando.
Después de recuperar el aliento, finalmente la miré para ver que todavía
tenía lujuria animal en los ojos y dije: "Dios mío, Renata, ¿qué fue todo eso
mi vida? Quiero decir, fue fantástico, pero ¿qué diablos provocó eso?".
Ella me echó una mirada libidinosa y dijo: "Creo que tu idea suena
maravillosa si encontramos la pareja adecuada. De hecho, hice esto una vez
en la escuela secundaria con mi novio en una cita doble y fue realmente
muy erótico. Vamos a poner un anuncio y ver qué pasa".
No conocía esa experiencia de ella y me llenó de celos de no haber sido yo
quien la hubiese experimentado con ella, pero me calentó mucho y de
manera increíble mi pene parecía endurecerse una vez más.
Dicho, se arrastró hasta mi pene y comenzó a chuparlo como si alguien se
lo fuera a quitar. Sentí la agitación de una segunda erección mientras me
preguntaba cuándo fue la última vez que conseguí echarle dos polvos
seguidos. Recuerdo que pensé que si la sola idea de hacer esto le resultaba
tan emocionante, cómo reaccionaría si de verdad lo llegábamos a hacer.
Mi pija no podía estar más erecta y quería más de ella, lo único en lo que
podía pensar era en sexo. Después de una satisfactoria mamada Renata se
subió sobre mí y alineó la cabeza de mi polla en sí misma y luego se sentó
empalándosela toda de una sola vez.
Ella comenzó a subir y bajar sobre mi polla como no lo había hecho en
años. Se sentía como si estuviera tratando de metérsela más profundo cada
vez y en minutos pude sentir que estaba a punto de correrme de nuevo, así
que le dije: "Bebé, me voy a correr muy pronto ¿y tu?".
Ella solo dijo: "Fóllame maldita sea, cógeme como a una puta".
Bastaron tres movimientos más de ella descolgándose en mi dura verga para
que comenzara a venirse con espasmos que recorrían hasta la última fibra
de su cuerpo dejando escapar un fuerte "Yaaaaaa!!!". Temblaba desde la
parte superior de la cabeza hasta la punta de los pies.
Eso fue todo lo que pude aguantar y comencé a disparar mi leche contra su
cuello uterino. Su orgasmo duró unos 30 segundos y ya me estaba
ablandando cuando dejó de temblar.
Ella simplemente se cayó a un lado y se durmió instantáneamente. Tenía
una mirada de serenidad y tranquilidad que en realidad era bastante erótica.
Me levanté, me puse la bata y me dirigí con las rodillas débiles de regreso a
la cocina y me eché a reír cuando miré el reloj. Habíamos subido al cuarto
hacía sólo unos 25 minutos y todo eso había sucedido en ese tiempo.
Increíble. Me prometí poner un anuncio al día siguiente.
Al día siguiente, después de poner el anuncio con una foto de nosotros
vestidos con la cara bloqueada, me pregunté qué respuesta podríamos
obtener. Sabía que había otros que hacían esto, ya que yo había visto
anuncios antes, pero me preguntaba qué tipo de gente encontraríamos. No
pasó mucho tiempo para descubrir que obtuvimos algunas respuestas de
algunos monstruos reales. Chicos solteros con fotos de pollas que querían
hacer a mi esposa todo tipo suciedades. De cada cuatro respuestas que
recibía al día aparecía al menos uno interesante.
Hubo uno que captó mi atención. Estimado señor, leí su anuncio con cierto
interés. Mi esposa y yo tenemos 45 años y, como puede ver en la imagen,
estamos bastante bien. Tenemos experiencia tanto con el sexo en la misma
habitación como con el intercambio completo. Me interesaría discutir esto
por teléfono y tal vez reunirnos para tomar algo y ver si parecemos una
pareja con la que estarían interesados en pasar un rato agradable.
Obviamente si nos juntamos será para ver si somos compatibles antes de
comprometernos a ir más allá. Sinceramente, Carlos; y dejó su número de
teléfono celular.
Imprimí la respuesta con la foto que enviaron y me lo llevé a casa después
del trabajo. Se lo mostré a Renata mi esposa y ella estuvo de acuerdo en que
parecían una pareja limpia, cuerda y que tal vez deberíamos llamarlos. Cogí
el teléfono con un poco de miedo en el estómago y marqué. Un hombre
respondió y le pregunté: "¿Carlos?".
Él dijo: "Sí, soy yo ¿en qué puedo ayudarlo?".
Le dije: "Mi nombre es Ramón y respondió a nuestro anuncio en internet.
Estamos interesados en conocer una pareja para experimentar sexo en la
misma habitación”.
Carlos respondió: "Eso suena muy interesante, Ramón, mucho gusto. Mi
esposa Caro y yo hemos hecho esto antes. Realmente es bastante erótico ser
observado y observar".
“¿Comprende que no queremos intercambiar?, sino que solo buscamos la
emoción de observar y ser observados".
“Perfectamente entendido. Lo que sugeriría es que nos reunamos para tomar
algo en algún lugar y simplemente charlar y ver si todos nos sentimos a
gusto con todos y podemos continuar”.
Estuve de acuerdo e hicimos una cita para el viernes por la noche en un bar
local. Estaba familiarizado con el lugar y le dije a Carlos que estaríamos
sentados en la mesa para 4 en la esquina izquierda trasera del local. El
quedó de acuerdo, así que era solo cuestión de esperar el viernes.
Mi esposa y yo estábamos muy emocionados, ansiosos y calientes, así que
subimos a nuestro cuarto y tuvimos una sesión de sexo muy reconfortante.
Cuando terminamos, me dijo, “si esto es con solo imaginarlo, piensa en lo
que será vivirlo”.
Por fin llegó el viernes y fuimos al pequeño bar, nos sentamos y ordenamos
un par de copas. Aproximadamente 5 minutos después vimos entrar a una
pareja y le dije a mi esposa, “esos deben ser Carlos y su esposa Caro”. Les
hice una seña con la mano y se dirigieron directamente a nuestra mesa. Me
puse de pie cuando se acercaron y le pregunté: "¿Carlos?".
Él sonrió y dijo: "Sí, yo soy. Esta es mi esposa Caro” y mirando a mi mujer
dijo, “y tú debes ser Renata".
Después de todas las presentaciones, pedimos un trago para ellos y nos
sentamos a charlar calmadamente para conocernos unos a otros. Después de
una hora más o menos, Carlos se puso de pie y dijo: "Les diré qué chicos.
¿Por qué no nos separamos y hablamos con nuestros cónyuges y charlemos
por teléfono más tarde?". "Creo que Caro y yo realmente disfrutamos de su
compañía y espero que sea lo mismo con ustedes, pero lo ideal es tomarnos
esto con calma".
Todos estuvimos de acuerdo y nos separamos. Una vez en el coche, miré a
Renata y le pregunté “¿qué piensas?”. Renata respondió: "Realmente me
gustaron y me sentí muy cómoda con ellos. Creo que esto podría
funcionar". Mis sentimientos eran los mismos y sentí que mi miembro
reaccionaba al estímulo.
Cogí mi teléfono celular, lo puse en altavoz y llamé a Carlos y le dije
“disfrutamos mucho de su compañía y creo que disfrutaríamos si
compartimos nuevamente y ver si podemos avanzar desde allí. Su respuesta
fue: "Caro y yo también disfrutamos mucho con ustedes. De hecho, pensar
en todo esto nos pone bastante cachondos. De hecho nos registramos en el
Motel que se encuentra al final de la calle. Si desean Tomar una copa en
nuestro habitación? Estamos en la 432".
Colgué sin decir nada y me volví hacia Renata y su respuesta inmediata fue
“¿vamos?”, mi respuesta fue hacer girar el auto y me detuve en la licorería,
compre una botella de vino y nos dirigimos al Motel.
Al tocar a la puerta de la habitación, Carlos abrió la puerta solo en ropa
interior. Dijo un poco avergonzado, “por favor pasen, ustedes nos disculpan
pero estábamos muy cachondos y no tenía certeza de si iban a venir o no”.
Entramos y Caro estaba en ropa interior en la cama, ella se paró y vino a
saludarnos y nos dio un beso en la mejilla a cada uno. La miré en su juego
de sostén y pantaletas y comencé a excitarme. Ellos actuaban totalmente
normal. Carlos tomó la botella de mi mano y dijo, “gracias por el detalle,
déjame abrirla, por favor pónganse cómodos”.
Caro nos dijo, “creo que tienen demasiada ropa, quédense como nosotros en
ropa interior”.
Me encogí de hombros y comencé a quitarme la camisa. Carlos sirvió el
vino y nos trajo copas mientras nos desvestimos y quedamos en ropa
interior. El cuarto tenía 2 cama Queen así que nos sentamos en la que no
estaban usando ellos. Nos sentamos frente a frente las dos parejas y
brindamos, “por una noche llena de pasión”, dijo Carlos y todos brindamos.
Ellos colocaron sus copas en la mesa de noche y comenzaron a besarse.
Podía sentir mi pija ponerse más dura, así que dejamos nuestras copas y
comencé a besar a mi mujer, mientras le quité el sujetador y dejé sus tetas
libres. Sus pezones quedaron expuestos y se pusieron duritos en un
segundo, acaricié sus tetas mientras me paré frente a ella para que bajara
mis interiores. Mi verga saltó totalmente erguida.
Escuché a Caro en un susurro decir a Carlos, "Mierda Carlos, mira esa
polla. ¿Cómo crees que va a poder poner eso en esa chica tan pequeña?".
Renata me miró sonriendo. Así que imaginé que ella también había
escuchado.
Hice que mi pequeña esposa se parara para bajar sus pantaletas y quedamos
totalmente desnudos besándonos.
Volteamos a ver a nuestros amigos y estaban desnudos también.
Renata me empujó suavemente, me acostó sobre mi espalda y empezó a
treparse sobre mí. Eché un vistazo a la otra cama para ver a Carlos
bombeando sobre Caro que estaba gimiendo bajo y mirando directamente a
mi polla en la entrada del coño de Renata.
Mi esposa agarró mi verga y la embocó en su vagina y se sentó lentamente
hasta que se lo metió hasta el fondo. Mientras disfrutaba del sedoso calor
que envolvía mi pene, mantuve mis ojos en Caro, quien pareció correrse
cuando mi mujer tocó fondo dio un fuerte gemido.
En ese momento decidí que la dejaría hacer lo que quisiera, sabía que ella
necesitaba follar un poco más. Renata llegó a su primer orgasmo soltando
un gemido y comenzó a temblar. Después de un rato, ella comenzó a
moverse suavemente cabalgando mi polla de nuevo y de repente se puso
frenética. Estaba tratando de aguantar, pero a este ritmo no tardaría mucho.
Ella se dejó caer de golpe sobre mi polla y comenzó a correrse de nuevo
mientras gemía como una puta. Después de unos 30 segundos de orgasmo,
se dejó caer sobre mi pecho.
Estaba pasando mis dedos por su cabello cuando ella se volteó para que me
montara sobre ella. Mientras cambiábamos posición, miré y encontré a
Carlos y Caro tumbados allí, mirando. Supuse que habían terminado la
primera ronda y ahora solo estaban viéndonos. Pensé que si lo que querían
era ver un show, les daríamos uno bueno, así que empecé a acariciar a
Renata, lo cual sé que a ella le encanta. Luego abrí sus piernas y bese sus
muslos, emboqué mi verga en su mojada cuca y me metí en ella con
facilidad, luego comencé a empujar y apretar mi trasero hacia abajo
empujando toda mi verga en su coño. Entre gemidos, me instaba diciendo:
"Fóllame Ramón. Dame toda esa hermosa polla. Oh Dios, sí, cógeme".
Empecé a sentir que estaba llegando al punto de no retorno. Miré a la otra
cama para encontrar a Carlos y Caro jugando consigo mismos. Caro tenía
su mano en su entrepierna, masturbándose abiertamente. Eso me puso a
hervir, así que aceleré mi paso. Renata parecía estar en un orgasmo casi
constante así que me entregué a construir mi propio orgasmo. Finalmente
no pude soportarlo más y simplemente comencé a eyacular muy profundo
en el vientre de mi amada esposa. Mire a Carlos acariciando perezosamente
su polla mientras Caro se corría salvajemente con su propia mano. Si
estaban haciendo algún ruido, no podía escucharlo a través del zumbido en
mis oídos. Dejé escapar un gemido y disfruté de la sensación de mi polla
palpitando y sacudiéndose mientras llenaba a Renata con mi carga.
Agotado, me acosté sobre ella por un minuto más o menos mientras nuestra
respiración volvía a la normalidad y finalmente saqué mi pene un poco
flácido fuera de ella y rodé sobre mi espalda.
Por lo general, siempre busco a Yoel para saciar mi lujuria, pero ese día
había decidido quedarme cachonda reservándome para lo que pudiera
ocurrir más tarde, dejando que mi tensión sexual aumentara.
Yoel no ignoraba mi estado de excitación y lo exacerbó durante el día
acariciándome aquí y allá, frotando sensualmente mis senos, rosando
inadvertidamente su paquete en mi trasero o mis piernas, besando mi cuello
cariñosamente, todo lo que él sabía que me calentaba en demasía, era como
una danza sexual, todo esto incluso si estábamos en cubierta a la vista de
todos.
El día había sido agitado. En la mañana mucho el sol y viento mientras
navegábamos alrededor de la Isla, actividad que principalmente recayó
sobre mi esposo, mientras yo me dedicaba a ordenar las estancias bajo
cubierta y hacer algo ligero para comer.
Después de las 10am anclamos en una ensenada, donde había un par de
veleros y otro yate. Después de asegurar el barco tomamos un desayuno
ligero y nos quedamos descansando en cubierta. Vimos que en uno de los
veleros estaban una pareja de jóvenes morenos muy atractivos. Los
saludamos a lo lejos con la mano y nos respondieron cordialmente. Ella era
una chica bella con sus tranzas en el pelo y el un chico atlético, estimé que
ambos tendrían alrededor de 30 años. No pasó mucho tiempo para entender
que terreno pisábamos con ellos. La discreta insignia que se desplegaba
junto a su bandera de popa era una clara indicación de que, como nosotros,
eran swingers, sólo nos restaba averiguar sus preferencias y si encajaban
con las nuestras. Además y más importante si había química entre todos
nosotros.
Antes de mediodía fuimos nadando hasta la orilla a disfrutar de las
cristalinas aguas y el incandescente sol.
Una vez en la playa salí a caminar y me encontré con la joven pareja. Me
comentaron que vivían en la isla y que solían pasar los fines de semana
recorriendo las playas, ambos eran muy morenos y exudaban sex-appeal.
Nos presentamos y me dijeron que se llamaban Fred y Flor. Conversé con
ellos haciéndole preguntas generales de la isla y aproveché de invitarlos a
nuestro bote a ver el atardecer.
Regresé con mi marido y a eso de las 3 de la tarde regresamos al bote y
disfrutar de un almuerzo reparador. Yoel se puso cariñoso cuando fuimos a
recostarnos, pero sutilmente lo evité. Quería ahorrar toda esa energía para
una posible explosión esa noche, si como pensaba, se decidían a aceptar mi
sutil invitación a visitarnos en nuestro bote.
Disfrutamos de una reparadora siesta hasta las 5pm, nos levantamos y nos
vestimos casuales, me puse un encantador conjunto floreado de una tela
muy ligera y transparente, debajo solamente una discreta tanga blanca que
resaltaba con mi dorada piel. Mis senos lucían un perfecto bronceado y
cuando sentía la brisa mis pezones reaccionaban poniéndose muy duritos.
Fred y Flor llegaron poco antes del atardecer. Yo les presenté a mi marido
quien se apresuró a abrir una botella de champagne para recibir a nuestros
nuevos amigos.
Eran al menos veinte años más jóvenes que nosotros, así que estaba muy
feliz de que hubieran encontrado en nosotros a una pareja con la que
querían ´jugar´. Ella tenía aproximadamente la misma altura que yo, tenía
un cuerpo atlético muy tonificado. El de mayor estatura que la mía, con el
cuerpo ágil de una persona que corre todos los días, y el tono cálido y
delicioso de su piel negra azabache.
Cuando todos tuvimos copa en mano Yoel dijo “Salud!!! Por la buena
amistad y el disfrute de este bello atardecer en el paraíso”, alzamos nuestras
copas y brindamos y nos sentamos a apreciar la hermosa caída del sol sobre
el horizonte mientras charlábamos sobre trivialidades.
Todos parecíamos adolescentes mirando disimuladamente los atributos de la
otra pareja, imaginando como íbamos a satisfacer los deseos de la piel.
Después de abrir la 2da botella la dinámica se animó mucho más. Había
caído el sol y la brisa fría nos obligó a entrar al pequeño salón del yate.
Yoel bajo la intensidad de las luces y colocó una suave música que nos hizo
relajarnos aún más.
Yo invité a Fred a que me ayudara con unos bocadillos. La cocina y la sala
del bote están integrados, así que podíamos ver a nuestros esposos sentados
en el sofá hablando animadamente.
Comencé a jugar con Fred. Cuando pasaba a su lado frotaba la punta de mis
pezones en sus fuertes brazos. El medía al menos 1.80m era delgado pero
muy musculoso, eso me hizo sentir con ganas de entregarme a sus brazos.
Cuando podía restregaba mi culo en su paquete, el cual no tardó en ponerse
duro.
En un momento dado él se puso detrás de mí y me habló al oído, “eres una
mujer muy hermosa y me encanta ver tus bellos y rosados pezones duritos
de lujuria”, esto hizo que me mojara mucho. Sentí sus manos en mi cintura
y me acariciaba hasta la cadera, di vuelta a mi cabeza y nuestras caras
quedaron a centímetros de distancia. Podía oler su aliento y cerré mis ojos.
El me besó tiernamente mientras sus manos recorrían mi humanidad. Me
dio vuelta, recostó su erección en mi entrepierna mientras besaba mi cuello,
lo cual me puso a mil.
Miré donde estaban sentados Flor y mi marido. Se besaban y mi esposo
acariciaba su busto sensualmente, ella tenía su mano sobre una pierna de él
y lo acariciaba acercando su mano a su paquete.
Flor vestía una blusa amarrada bajo sus hermosos senos lo que hacía ver
estos más exuberantes. Era de un material ligero que al igual que el mío,
que dejaba adivinar sus hermosos pezones con la delicadeza de una
transparencia leve. Así mismo llevaba una falda muy ligera que se
levantaba con cualquier brisa dejando a la vista su hermoso trasero y el
hecho de que vestía una tanga muy diminuta.
Los miré y sonreí aunque ninguno de los dos me prestaba atención. Sentí la
lengua de Fred en mi cuello lo que me hizo cerrar los ojos y gemir como
una gata mientras un escalofrío recorría todo mi cuerpo.
Mi marido finalmente me miró e intercambiamos señas privadas de que
ambos estábamos a gusto con toda la situación y teníamos luz verde mutua
de seguir adelante. Si alguno de los dos no se sintiera a gusto, nos
avisaríamos y delicadamente terminaríamos la noche. La situación prometía
ser muy placentera y por mi mente pasó la posibilidad de llegar hasta
nuestro límite, el sexo oral, del cual nunca habíamos pasado. Ambos
estábamos cómodos con este límite y no veíamos necesario superarlo ya
que al final siempre terminábamos cogiendo como recién casados entre
nosotros dos.
Nos unimos a ellos en el salón y nos sentamos en otro sofá colocado en
ángulo con respecto al que ellos estaban. Abrimos otra botella y brindamos,
“salud, por una buena amistad” dijo Fred y todos repetimos “salud!!!”.
Fuimos honestos con ellos respecto a nuestros límites. Fred nos dijo,
“respetaremos el deseo de ustedes de avanzar hasta que lo consideren. Los
invitamos a que abran sus horizontes y permitan vivir esta experiencia con
su mente libre a lo que la pasión y el deseo les indiquen. Tenemos mucha
experiencia iniciando parejas a pasar de un intercambio suave a uno
completo. Pero dejemos de lado las expectativas, si les parece bien”.
Fred y Flor eran una pareja extraordinaria y por como se había desarrollado
todo hasta el momento, sabía que tanto Yoel como yo estábamos muy a
gusto en ellos dos y sentíamos un lazo de confianza que nos unía y nos
permitía pensar en dejar nuestros deseos volar a su propio ritmo sin la
atadura de ninguna limitación. Solo pensar en poder ir más allá de nuestros
límites hizo que me mojara e intercambiara con mi marido las señas que nos
indicaba que ambos teníamos luz verde para continuar.
Yoel respondió, “nos sentimos muy a gusto con ustedes y dejaremos que la
noche hable por sí misma”. La sola idea de que esta joven pareja pudiese
iniciarnos en nuevos horizontes nos tenía a todos al filo de la lujuria.
Aparte, el hecho de que fuesen afrodescendientes, estimulaba en mi una
sensación extrema de lujuria ya que nunca había estado con un negro.
Fred se paró y me ayudó a pararme delante de él, me besó tiernamente en
los labios mientras nuestras parejas nos miraban acurrucados en el sofá y
disfrutando de caricias mutuas. Abrió el top de mi conjunto dejando mis
senos al aire, acariciándolos y fomentando que mis pezones se pusieran
muy duritos. Me invitó a quitarle su camisa, así que mientras lo hice
mientras besaba su cuello y su pecho. Luego se arrodilló y me quitó el
pantalón corto del conjunto que llevaba y me dejó sólo vistiendo mi tanga,
sus manos se posaron en mis nalgas y me atrajo hacia si para besar mi sexo.
Cerré los ojos y gemí mientras el hundía la cara en mi entrepierna.
Luego se paró y me dijo, “por favor quítame los pantalones”. Me arrodille y
los baje. Vestía unos bóxer pegados, cortos y blancos que permitían dibujar
una generosa erección. Mi corazón latió fuerte de pensar que lucía un poco
más grande que mi marido. Quise devolverle el favor y bese su pene sobre
el bóxer. Lo recorrí con mi boca dibujando la línea desde la base a la punta.
Mi esposo había abierto la blusa de Flor y acariciaba sus senos mientras ella
son soltaba su entrepierna. “Nuestro turno” anunció Flor desatando el nudo
de su blusa y arrodillándose frente a mi esposo para bajar sus shorts y
acariciar su evidente erección mientras él se quitaba su camisa. Luego él se
arrodilló mientras ella se plató ante él vistiendo sólo la faldita. Yoel bajó la
falda para dejarla al igual que a mi vistiendo solo su tanga.
¿Por qué no llevamos esto a nuestro cuarto?, sugerí yo pensando en estar
más cómodos. Nuestro yate tenía una cama 2x2 en la habitación principal,
suficientemente amplia para albergarnos a los 4. Así que me paré, le di la
mano a Fred para que me siguiera y lo mismo hicieron Flor y mi marido.
Caminamos vistiendo sólo nuestra ropa interior por el estrecho pasillo que
llevaba a nuestro cuarto.
Fred me indicó que me uniera a él en una de las esquinas de la cama para
mirar a su esposa y mi marido por un rato. Asentí silenciosamente con la
cabeza y me deslicé de la cama para ponerme de espaldas a él. Pasó un
brazo sobre mi para ahuecar mi busto y acariciar mis pezones. Podría sentir
su erección en mi trasero lo que me tenía muy caliente. Volteé mi cara hacia
atrás, él me sonrió y luego me dio un sentido beso en la boca. Mirábamos a
nuestras parejas besarse apasionadamente con ella abajo, sus piernas
abiertas y el frotando su verga sobre su coño. Aun vestían su ropa interior,
pero no sería por mucho tiempo.
Sentí la mano de Fred bajar a mi tanga y meter sus dedos dentro de mi
humedad, lo que me hizo gemir y perder el control de mí. Llevé mi mano
atrás y la metí en su bóxer para sentir su dura verga, su piel caliente en mi
mano y sus rugosas venas duras a reventar.
Cuando volvimos la mirada a nuestros cónyuges estaban totalmente
desnudos. Yoel seguía frotando su erección en el coño de Flor, pero esta vez
no había ninguna tela de por medio. Aunque él no la había penetrado hasta
ese momento fue muy claro para mí, que mi marido por primera vez,
delante de mí, se iba a follar a otra mujer. No pensé en nuestros límites, por
el contrario sentía un deseo inmenso de que la penetrara. Quería que él le
diera placer. El se dedicó a frotar su clítoris con su glande y hacía que ella
se retorciera de pasión y le rogara, “ven, métemelo, lo necesito”, mi marido
sólo reía y seguía dándole placer pero a juzgar por sus ruegos parecía que la
estaba torturando.
Fred me quitó la tanga y se quitó el bóxer, nuestros cuerpos se tocaron en
muchos niveles, me envolvió con sus brazos, seguía de espaldas a él de
forma que podíamos ver el acto sexual de nuestras parejas. Él metió su
polla entre mis piernas mientras yo presionaba mi trasero contra él. Fue mi
turno de gemir en agradecimiento, su polla entre mis piernas se abría paso
hasta mis labios vaginales y comenzaba a frotar suavemente hacia adelante
y hacia atrás mientras veíamos a Yoel y Flor disfrutando de los cuerpos del
otro.
Podía sentir el resbaladizo movimiento de su polla en mi coño mientras mi
clítoris se hinchaba con el roce persistente de su cabeza morada en forma de
hongo. Su verga era tan grande que podía ver como salía entre mis piernas
con cada movimiento. Sus manos alternaban entre ahuecar y acariciar mis
senos y pellizcar y torcer mis pezones. No estaba segura de cuánto tiempo
iba a poder seguir sin correrme.
Volví a mirar a mi marido, de vez en cuando mojaba su cabeza en sus
húmedos labios vaginales y seguía. Por experiencia sabía que ella se iba a
correr en cualquier momento. Yoel me miró como pidiéndome permiso para
penetrar a otra mujer por primera vez desde que nos casamos. Asentí
permitiéndole hacer lo que quisiera, sabía que la juventud de Flor lo tenía
extasiado. Él sonrió una vez más embocó su dura verga en la vagina de mi
nueva amiga y se la enterró de un solo golpe hasta el fondo. Ella se corrió
gimiendo y gritando como poseída. Él se acostó sobre ella y comenzó a
bombear su verga muy profundamente en ella. No puedo decir cuántas
veces se corrió ella, pero sé que fueron varias.
Ver esto me produjo el primero de muchos orgasmos de esa noche, me vine
en la mano de Fred quien manipulaba mi clítoris.
Flor tenía las piernas abiertas y abrazaba a Yoel con sus brazos y piernas,
atrayéndolo hacia si en un vano intento de que fuera más profundo en ella,
pero él ya estaba dentro de ella hasta las bolas. Sus gemidos de
agradecimiento me hacían presumir que la polla de Yoel le estaba
electrificando su cuerpo de placer.
Se dieron vuelta y Flor quedó cobre mi marido y comenzó a cabalgarlo con
lentos y largos movimientos hacia adelante y hacia atrás, permitiendo que la
verga de mi esposo la penetrara muy rico. El contraste de color entre mi
esposo y Flor exacerbó la excitación que sentía.
Ella gemía como una puta y de pronto dijo, “mi amor, que esperas, necesito
tu polla en mi culo, quiero una doble penetración”.
Tomé la crema lubricante de la mesita de noche y me dediqué a acariciar la
polla negra y palpitante de Fred mientras le aplicaba lubricante. La tenía
muy grande, evidentemente más grande que la de mi marido y quizás la
más grande que hubiese visto en mi vida.
Quería ver a Flor disfrutar de la doble penetración, así que le di a la polla de
Fred un último toque de lubricante y di un paso atrás. Se colocó detrás de
ella, lubricó con su mano el ojete de su mujer y puso la cabeza de su pija en
el culo de Flor. Ella se estremeció e hizo un pequeño movimiento en
anticipación a lo que vendría. Luego él la tomo de las caderas y comenzó a
presionar su dura polla en el culo de Flor cada vez un poco más fuerte,
aflojó y luego empujó lenta y suavemente una vez más hasta que la cabeza
de su polla se deslizó dentro de su trasero. Ella gimió de placer y finalmente
volvió a follar muy lentamente la polla de Yoel arriba y abajo en su vagina.
Me masturbaba suavemente mientras veía como mi marido y Fred se cogían
a Flor. Sabía que en algún momento tendría la polla de Fred dentro de mí y
me vino un micro orgasmo. Imaginé como sería besar a Flor mientras su
marido me follaba a placer.
Yoel tuvo muchas experiencias antes de conocerme y con frecuencia, creo
yo, que para animarme me describía, cómo era sentir en una doble
penetración el empuje de otra polla contra la suya en los estrechos confines
del cuerpo de una mujer. El absurdo movimiento de tres cuerpos con
diferente frecuencia de movimiento exacerbaba el disfrute de cada uno de
los hombres, así como el de Flor a quien le faltaba el aire y gemía como una
bestia agonizante.
Los pechos de Flor golpearon contra el pecho de Yoel mientras el ritmo de
la follada se aceleraba, ambas pollas sincronizaban sus empujes y
retracciones. Flor, en este punto, estaba gimiendo como una tormenta,
ocasionalmente estallaba con un "¡Oh, Dios!" o un prolongado "¡Síiiiiiiii!"
pero fue su grito de "Fóllenme, fóllenme duro", lo que los envió a ambos al
límite y el frenesí de sus embestidas y sus jadeos irregulares me dieron a
entender que se estaban corriendo al unísono.
Imaginé los chorros de semen de la polla de mi marido dentro de Flor al
mismo tiempo que Fred latía en su culo. Luego Yoel me explicaría que
podía sentir los espasmos de la polla de Fred cuando el semen brotaba de
ella, lo cual, por supuesto, añadió intensidad a su propio orgasmo.
Los tres colapsaron en una pila de cuerpos sudorosos, cada uno
parcialmente encima del otro, y se quedaron allí, la respiración disminuyó
gradualmente, mientras se recuperaban. Fred se retiró del culo de su mujer
y se fue al baño.
Flor se desmonto de mi esposo y rodo quedando boca arriba a mi lado fue la
primera en recuperar la compostura y me lanzó una sonrisa cálida. Con un
rápido movimiento de su mano y una petición en voz baja, me hizo me hizo
posicionarme entre sus piernas, así que mi cara estaba justo al nivel de su
entrepierna. Abrió los labios de su coño desnudo solo un poco y pude ver el
montículo reluciente de su clítoris hinchado que bajaba hacia los pliegues
erizados de su vagina. Lamí sus labios vaginales y sentí un momentáneo
destello de decepción de que Flor, una vez más, iba a ser el centro de la
actividad sexual, enterré mi lengua en su suave y cálido coño.
Sus gemidos entusiastas y el sabor del semen de mi marido cuando escurría
de ella, mezclado con sus propios jugos se agregaron rápidamente a la
excitación voyerista que ya había experimentado y no pasó mucho tiempo
antes de que yo también estuviera gimiendo de placer mientras lamía y
chupaba su hermoso coño. Fred regresó y se acostó al otro lado, es decir, los
dos compañeros de cama masculinos estaban a cada uno de nuestros lados y
comencé a sentir que dos pares de manos y dos pares de bocas comenzaban
a explorar mi cuerpo desnudo. Fred me dio unas palmaditas y me colocó en
una posición de estilo perrito en la cama para poder meter la mano debajo y
comenzar a acariciarme y chuparme el culito. Las manos y la boca de Yoel
estaban bajo mis pechos y podía sentir el erotismo aumentado de mis
pezones erectos rozando su lengua y labios.
Flor por su parte, a decir por sus gemidos, estaba por llegar a un orgasmo
así que me enfoqué en su clítoris y lo succione con fuerza hasta que le
arranqué un estruendoso orgasmo.
Mi boca, por supuesto, estaba ocupada abriendo un surco entre su clítoris y
la abertura vaginal mientras mi dedo medio buscaba y luego encontraba su
punto ´G´. Comencé a frotar vigorosamente y la voz de Flor chilló en un
momento de éxtasis cuando su cuerpo comenzó a bombear chorro tras
chorro de líquido transparente caliente por sus piernas mientras otro
orgasmo hacía que temblaran sus piernas.
Fred insertó dos dedos mientras me presionaba el pulgar en mi clítoris, así
que comencé a sentir como se construía mi propio clímax y ya no pude
sostenerlo más, y comencé a gemir fuertemente mientras Flor después se
recuperada y nos daba espacio. Fred posicionado detrás de mí, se agarró de
mis caderas y comenzó a frotar su verga a lo largo de mis labios vaginales.
Mi marido se arrodilló frente a mí y metió su verga en mi ansiosa boca
diciéndome, “mi putita por fin voy a ver una polla extraña dentro de ti, miré
hacia arriba y él sonreía con lujuria. Sabía que me iba a penetrar y yo lo
deseaba tanto como él. Así que sentí a Fred posicionar su cabeza en mi
vagina y empujar, metiendo gradualmente su verga en mí. No puedo
describir lo rico que sentía con dos vergas dentro de mí, una en mi boca y
otra en mi panocha.
Fred seguía aferrado a mi trasero bombeando su viril miembro dentro de
mí. Con sus piernas presionó mis muslos para que mis piernas se abrieran y
siguió empujando su verga en mi ávida vulva. Este joven semental sería el
primer hombre en meterme su verga desde que me casé con Yoel.
Siguió empujando suavemente en mi vagina su polla completamente
endurecida. Me sentí tan estirada por mi posición física que el más mínimo
roce de su cabeza en forma de hongo contra mi cuello uterino fue suficiente
para hacer que mis músculos vaginales latieran con el deseo de ser follada
fuertemente.
Fred y mi marido sincronizaron sus movimientos para que la doble cogida
que me daban elevara nuestra calentura al máximo.
Flor alargó su mano para jugar con mis tetas, “haz que este par de machos
se corran dentro de ti“.
El frenesí de nuestra acción se convirtió en gemidos y jadeos que provenían
de cada uno de nosotros, así que todos sentíamos una mayor sensación de
excitación con cada afirmación de que los demás estaban en el mismo nivel
de lujuria.
Fred seguía penetrando mi vagina mientras bajó su mano y con un dedo
alcanzó mi jugoso clítoris. La intensidad con que chupaba a Yoel y como
Flor apretaba mis pechos me hizo alcanzar el punto de no retorno y
comencé a venirme. Esto animó a mis compañeros a follarme más rápido y
comenzaron a venirse dentro de mi útero y boca.
Eso nos envió a los tres al límite mientras ambas pollas bombearon, chorro
tras chorro y gota tras gota de semen blanco lechoso al interior de mi
caliente humanidad. Yoel llenó mi boca con su rico semen; Fred por su
parte llenaba mi vientre repetidamente con su esperma a la par de mis
propios orgasmos.
Los cuatro nos dejamos caer sobre la cama jadeando y resbaladizos por el
sudor y el semen. A cada uno de nosotros. Nos tomó un tiempo volver a
respirar a un ritmo normal y comenzó a sentirse fresco, a pesar del calor de
nuestros cuatro cuerpos, mientras nuestro sudor se evaporaba en el aire de
la noche.
Nos refrescamos con una ducha y nos encontramos en salón para brindar
por nuestro encuentro, comimos algunos bocadillos mientras charlábamos
de todo un poco.
Vi a Fred en el sofá y me fui a sentar a su lado. Adoraba su verga, de solo
verla ya me empezaba a mojar, así que la comencé a acariciarla y reaccionó
de inmediato desplegando una hermosa erección. Me encantaba esta polla
negra, grande, joven y viril. Además sentía que le debía el hecho de ser la
primera que escudriñaba mis entrañas desde que me casé con mi marido y
el placer que esto me generó.
Sentía que de alguna forma me había quitado la virginidad. Quería
mostrarle mi aprecio y sacarle un orgasmo junto a su espeso semen. Así que
me incliné y besé la punta de su morado glande donde apareció una gota de
líquido seminal que saboreé con gusto. Me encantaba como mis delgados
dedos blancos contrastaban con su oscuro color negro. Metí la cabeza en mi
boca y Fred cerró sus ojos y recostó su cabeza hacia atrás.
“Que buena mamadora de verga eres Yuraima, sigue mamando por favor”,
me animó Fred.
Pajeaba su tronco mientras chupaba la cabeza. Luego me lo tragué hasta la
mitad, no podía más, mientras masajeaba sus bolas con mi mano.
“ahhhhhh” lo oí gemir, estuve mamándoselo unos 10 minutos, mis
mandíbulas comenzaban a doler, pero estaba sometida a esa hermosa pija y
no pararía hasta hacerlo eyacular. En un momento dado comenzó a acelerar
su respiración, supe que lo tenía donde quería, así que empecé a chupar
fuertemente y no aguanto y se vino en mi boca. Tragué tanto como pude.
Parte resbalo por la comisura de los labios y cayó en sus huevos, luego lo
limpie con mi lengua y por último lo bese en la boca y me acurruque en su
pecho.
Volteamos a ver a mi esposo montado sobre Flor dándole la cogida de su
vida, ella comenzó a gesticular y gritaba “métemelo todo, dame más duro,
córrete en mí” cuando los dos finalmente se vinieron juntos.
Brindamos una vez más y Fred nos dijo, “amigos gracias por esta velada,
tenemos que irnos porque zarpamos temprano en la mañana”. Nos
despedimos con besos en la boca con la excepción de los dos hombres.
Nos fuimos a la cama, me acosté sobre el pecho de mi marido y nos
quedamos dormidos.