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Publicada: 17.10.02
Expediente Nº 1405-2002-HC/TC
Lima
Jesús Dimas Chávez Sifuentes
En Lima, a los nueve días del mes de julio de dos mil dos, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey
Terry, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y
García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Jesús Dimas Chávez Sifuentes contra la
sentencia de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas sesenta y seis,
su fecha catorce de mayo de dos mil dos, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de
autos.
ANTECEDENTES
El recurrente interpone acción de hábeas corpus contra los Vocales de la Sala Corporativa
Nacional de Bandas y Terrorismo Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima, pues considera
que se han violado sus derechos a la libertad y al debido proceso al expedir la resolución de fecha
cinco de marzo de dos mil uno, que revocó la resolución del Tercer Juzgado Especializado en lo
Penal de Lima, de fecha quince de noviembre de dos mil, que declaró fundada su solicitud de
beneficio de semilibertad, declarándola improcedente.
Alega el actor que ha cumplido con todos los requisitos para obtener el beneficio
solicitado; sin embargo, la resolución que impugna pone en tela de juicio el Acta Nº 088-2000, de
fecha tres de noviembre de dos mil, del Consejo Técnico Penitenciario, que resuelve proponerlo a
la autoridad judicial para que resuelva sobre el beneficio solicitado.
Añade el recurrente que la resolución acotada resulta incoherente, dado que no toma en
cuenta lo dispuesto en la Directiva Nº 03-96-INPE/DGT-DTE al considerar, como otro sustento para
denegar su pedido de semilibertad, que resulta inaceptable que en el Certificado del Cómputo
Laboral aparezca que el solicitante ha laborado incluso los días domingos y feriados, cuando la
directiva establece que, para efectos de la redención de la pena, la jornada laboral se
complementa con los domingos y feriados siempre y cuando el interno reúna 48 horas de trabajo
semanal.
Además, argumenta el demandante que el fiscal apeló de la resolución que declaró
fundada su solicitud de semilibertad un mes después de que fue dictada vulnerándose, de este
modo, su derecho al debido proceso.
El Décimosexto Juzgado Penal de Lima, con fecha quince de abril de dos mil dos, declaró
improcedente la demanda en aplicación del artículo 10 de la Ley Nº 25398 y de los incisos a) y b)
del artículo 16 de la misma norma, en concordancia con lo establecido en el inciso 2) del artículo 6
de la Ley Nº 23506, por considerar que el actor hizo uso de los recursos que las normas procesales
establecen, no observando que el proceso haya sido irregular.
FUNDAMENTOS
FALLA
Publicada: 17.10.02
Expediente Nº 1425-2002-HC/TC
Lima
TA-011105000022
En Lima, al uno de agosto de dos mil dos, reunido el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Terry, Vicepresidente;
Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia
la siguiente sentencia:
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Luis Galindo Cárdenas, a favor del beneficiario
TA-011105000022, contra la sentencia de la Segunda Sala Penal Corporativa para Procesos
Ordinarios con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas ciento treinta y tres,
su fecha veintinueve de abril de dos mil dos, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus
de autos.
ANTECEDENTES
La presente acción de garantía ha sido interpuesta a favor del beneficiado de Clave TA-
011105000022, contra la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República
(Exp. Nº 1666-2001) y la Primera Sala Penal Corporativa para Procesos Ordianarios con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, a fin de que se le otorgue la libertad por beneficio
de exención de pena, al amparo del Decreto Legislativo Nº 824 (Ley de Lucha contra el Tráfico
Ilícito de Drogas). Se sostiene que el beneficiario es un interno del Establecimiento Penal de
Aucallama-Huaral, que se encuentra privado de su libertad desde mayo de dos mil, pese a haber
cumplido con todos los requisitos para obtener su libertad por vía de exención de pena
establecido en el Decreto Legislativo Nº 824 y en su Reglamento, el Decreto Supremo Nº 008-98-
JUS.
Se alega, además, que la Sala Penal emplazada declaró improcedente, con fecha
veintinueve de marzo de dos mil uno (Exp. Nº 47-2001), el beneficio de exención de pena, no
obstante haber cumplido el beneficiario con todos los requisitos exigidos. Asimismo, se señala en
la demanda que la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, en
indebida aplicación del artículo 292 del Código de Procedimientos Penales, mediante resolución de
fecha once de diciembre de dos mil uno, declaró nulo el concesorio del recurso de nulidad
interpuesto contra la resolución que declaró improcedente el beneficio de exención de pena;
situación descrita que viola sus derechos constitucionales a la pluralidad de instancia, a la defensa
y a la tutela jurisdiccional efectiva.
El Vigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, a fojas setenta y ocho, con fecha doce de
marzo de dos mil dos, declara improcedente la acción de hábeas corpus, estimando que las
resoluciones dictadas por los órganos judiciales cuestionados no adolecen de falta de regularidad,
pues el artículo 292 del Código de Procedimientos Penales no contempla el recurso de nulidad
para el beneficio de exención de pena.
La recurrida confirma la apelada, por los mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS
1. La presente acción de hábeas corpus tiene por objeto que se respete el derecho
constitucional a la doble instancia, supuestamente vulnerado cuando la emplazada Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República declaró nulo el concesorio del recurso
de nulidad interpuesto por el beneficiario contra la resolución que declaró improcedente su
pedido de libertad en aplicación del beneficio de exención de pena previsto por el Decreto
Legislativo Nº 824.
2. Al respecto, cabe señalar que el artículo 139, inciso 6), de la Constitución Política del
Estado prevé el derecho constitucional a la doble instancia, y a nivel supranacional este derecho
resulta igualmente reconocido en el artículo 8, inciso 2), literal “h” de la Convención Americana de
Derechos Humanos; más aún, garantiza a toda persona el derecho de recurrir a una instancia
superior por un fallo que le sea adverso.
FALLA
Publicado: 23.11.2002
Expediente Nº 1011-2002-HC/TC
Lima
Elena Albertina Iparraguirre Revoredo
En Lima, a los veinte días del mes de junio de dos mil dos, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Aguirre
Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente, Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Luis Ramón Landaure a favor de doña Elena
Albertina Iparraguirre Revoredo, contra la sentencia de la Primera Sala Penal Corporativa para
Procesos Ordinarios con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas cincuenta y
ocho, su fecha cuatro de abril de dos mil dos, que declaró improcedente la acción de hábeas
corpus de autos.
ANTECEDENTES
El Tercer Juzgado Penal de Lima, a fojas veintinueve, con fecha trece de febrero de dos mil
dos, emitió sentencia de “improcedencia”, estimando que las acciones de hábeas corpus no
pueden ejercerse contra procesos regularmente tramitados, ni pretender enervar el cumplimiento
de resoluciones o sentencias firmes, emanadas de procesos que tienen aquella condición.
FUNDAMENTOS
2. En el presente caso, si bien la denuncia fue por traición a la patria, debe analizarse si
dicha traición ocurrió durante un estado de guerra exterior. Sobre el particular, podemos señalar
que “guerra” se define como un conflicto armado entre dos o más naciones; es decir, es una lucha
armada entre Estados. Asimismo, es necesario resaltar que, según la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, “el delito de Traición a la Patria debe ser clasificado dentro de los delitos
contra la seguridad exterior de la Nación, en los cuales se atenta contra la soberanía, la
independencia, la seguridad o el honor de la Nación [...] en beneficio de una potencia extranjera”;
situación que no se da en el presente caso, pues era un hecho notorio que en la época en que
acontecieron los hechos sub litis, la atribución constitucional de declarar la guerra con
autorización del Congreso, prevista en el artículo 118, inciso 16), de la Carta Política de 1993 y
artículo 211, inciso 19), de la Constitución precedente, no había sido ejercida por el Primer
Mandatario.
3. En el artículo 2, inciso 20), literal “l” de la Constitución de 1979 se declara que ninguna
persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimientos distintos de los previamente establecidos, ni juzgada por tribunales de excepción;
es decir, se reconoce el derecho al juez natural, al igual que en el inciso 3) del artículo 139 de la
Constitución de 1993, que señala que toda persona tiene derecho al juez natural, por lo cual
“ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimientos distintos de los previamente establecidos”. Asimismo, dicho derecho es
garantizado por el artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, que señala que
toda persona tiene derecho “a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,
por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la
ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter.”
FALLA
REHABILITACIÓN:
La rehabilitación del sentenciado opera sin mediar trámite alguno. La interposición del
recurso de nulidad no impide que se cumpla la sentencia condenatoria.
Publicado: 28-11-2002
Expediente Nº 2455-2002-HC/TC
Piura
José Aguilar Santiesteban
Sentencia del Tribunal Constitucional
En Lima, a los once días del mes de noviembre de 2002, reunido el Tribunal Constitucional
en sesión de Sala, con asistencia de los señores Magistrados Revoredo Marsano, Presidenta;
García Toma, y Gonzales Ojeda pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
ANTECEDENTES
El recurrente, con fecha 23 de setiembre de 2002, interpone Hábeas Corpus contra José
Eduardo Díaz Campos, Luis Alberto Cevallos Vegas y José María Gómez Tavares integrantes de la
Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura; Victor Celso La Madrid Amaya, Juez
del 5 Juzgado Especializado en lo Penal de dicha Corte Superior y el Procurador Público encargado
de los asuntos judiciales del Poder Judicial, con el objeto que cese la violación contra su derecho a
la libertad y a la participación en la vida política del país. Afirma que por sentencia expedida con
fecha 22 de diciembre de 1999 por la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura
fue condenado por la comisión del delito de concusión -exacciones ilegales en agravio del Estado,
a un año de pena privativa de la libertad, cuya ejecución quedó suspendida por el mismo período
de prueba, sujeto de determinadas reglas de conducta; así mismo se le impuso, como pena
accesoria a la principal la inhabilitación; contra dicha sentencia, el recurrente interpuso el medio
impugnatorio de recurso de nulidad; siendo el caso que con fecha 31 de enero de 2002, la Sala
Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República declaró No Haber Nulidad en la
recurrida y la confirmó en todos su extremos; con fecha 29 de abril de 2002 el accionante solicitó
su rehabilitación, toda vez que había cumplido la pena impuesta, en aplicación de lo dispuesto por
los artículos 293 y 330 del Código de Procedimientos Penales; dicha solicitud fue declarada
improcedente por la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura, argumentando
que la pena debía computarse desde el momento en que el 5 Juzgado Especializado en lo Penal de
Piura le ordenó cumplir con las reglas de conducta por disposición de lo señalado en la Ejecutoria
Suprema, vale decir desde el 16 de julio de 2002; frente a lo resuelto interpuso recurso de nulidad,
el mismo que fue declarado improcedente al igual que el recurso de queja que presentó por
denegatoria de recurso de nulidad afectando ello su libertad individual.
FUNDAMENTOS
2. El hábeas corpus, históricamente, surge como remedio frente a una detención; sin
embargo, la doctrina reconoce el denominado “hábeas corpus restringido”, también llamado
accesorio o limitado, siendo una modalidad del hábeas corpus reparador, que tiene por finalidad
según Néstor Pedro Sagues, “...evitar perturbaciones o molestias menores a la libertad individual
que no configuren una detención o prisión.”
3. En el caso de autos ocurre que el recurrente fue sentenciado por la comisión de delito
de concusión -exacciones ilegales- en agravio del Estado imponiéndole la Primera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de Piura la pena privativa de la libertad de un año, cuya ejecución quedó
suspendida por el mismo período, debiendo cumplir con determinadas reglas de conducta y como
pena accesoria, la inhabilitación por igual período que la condena conforme consta de fojas
ochocientos setenta y cuatro.
4. El actor, mediante escrito de fojas novecientos tres, solicitó ante la Primera Sala Penal
de la Corte Superior de Justicia de Piura su rehabilitación, de conformidad con lo dispuesto por el
artículo 69 del Código Penal, no estando obligado a hacerlo, toda vez que el artículo antes
señalado menciona que el sentenciado que ha cumplido con su pena queda rehabilitado “sin mas
trámite”, por lo que la Sala, al haber admitido su pedido sin existir un procedimiento
preestablecido convirtió al proceso en irregular, contraviniendo lo consagrado en el inciso 3 del
artículo 139 de la Constitución del Estado.
La Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura resuelve declarar
improcedente el pedido de rehabilitación, argumentando que el cómputo del plazo para acreditar
el cumplimiento de la condena sólo debe contarse a partir del requerimiento efectuado por el
Quinto Juzgado Especializado en lo Penal de Piura con fecha 16 de julio de 2002, de acuerdo a lo
resuelto por la Corte Suprema, conforme consta de fojas novecientos cuatro.
FALLA:
Publicado: 10-12-2002
Expediente Nº 1260-2002-HC/TC
Huánuco
Amadeo Domínguez Tello
En Lima, a los 9 días del mes de julio de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en sesión
de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Terry, Vicepresidente;
Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia
la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Amadeo Domínguez Tello y otros contra la
sentencia expedida por la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Huánuco-Pasco,
de fojas 100, su fecha 18 de diciembre de 2001, que declaró infundada la acción de hábeas corpus
de autos.
ANTECEDENTES
Amadeo Domínguez Tello, Ciro Clufe Domínguez Estela, Segundina Santiago Hidalgo,
Paulina Ramírez Santiago y Aurelia Domínguez Estela, con fecha 5 de diciembre de 2001,
interponen acción de hábeas corpus contra Laura Lidia Gallegos López, Jueza del Tercer Juzgado en
lo Penal de Huánuco, por considerar que se han lesionado sus derechos constitucionales a la
libertad individual y a la presunción de inocencia.
El Primer Juzgado Penal de Huánuco, a fojas 72, con fecha 6 de diciembre de 2001, declaró
infundada la demanda, por considerar que a los accionantes se les abrió instrucción por el delito
de robo agravado y hurto agravado, dictándose mandato de detención y que no se advierte que se
haya incurrido en irregularidad alguna. Asimismo, los procesados han hecho uso de los recursos
impugnativos que le faculta la ley, siendo de aplicación al presente caso el artículo 6, inciso 2), de
la Ley Nº 23506.
La recurrida confirmó la apelada, por considerar que no proceden las acciones de garantía
contra resoluciones judiciales o arbitrales emanadas de un procedimiento regular.
FUNDAMENTOS
Por ello, juzga el Tribunal que el principal elemento a considerarse con el dictado de esta
medida cautelar debe ser el peligro procesal que comporte que los procesados ejerzan
plenamente su libertad locomotora, en relación con el interés general de la sociedad para reprimir
conductas consideradas como reprochables jurídicamente. En particular, de que los procesados no
interferirán u obstaculizarán la investigación judicial o evadirán la acción de la justicia. Tales fines
deben ser evaluados en conexión con distintos elementos que, antes y durante el desarrollo del
proceso, puedan presentarse y, en forma significativa, con los valores morales del procesado, su
ocupación, bienes que posee, vínculos familiares y otros que, razonablemente, les impidan
ocultarse o salir del país o sustraerse a una posible sentencia prolongada. La inexistencia de un
indicio razonable en torno a la perturbación de la investigación judicial o a la evasión de la justicia
por parte del procesado, terminan convirtiendo el dictado o el mantenimiento de la detención
judicial preventiva en arbitraria por no encontrarse razonablemente justificada.
7. Asimismo, considera el Tribunal Constitucional que, derivado del derecho a que las
resoluciones judiciales sean motivadas, pero con mayor razón aún, de la carga que comporta sobre
la libertad individual el establecimiento de una medida como la detención judicial preventiva, su
establecimiento se encuentra sujeto a una exigencia especial de motivación, pues sólo de esa
manera es posible despejar la ausencia de arbitrariedad en la decisión judicial, a la vez que, con
ello, se permite evaluar si el juez penal ha obrado de conformidad con la naturaleza excepcional,
subsidiaria y proporcional de la detención judicial preventiva.
Dos son, en ese sentido, las características que debe tener la motivación de la detención
judicial preventiva. En primer lugar, tiene que ser “suficiente”, esto es, debe expresar, por sí
misma, las condiciones de hecho y de derecho que sirven para dictarla o mantenerla. En segundo
término, debe ser “razonada”, en el sentido de que en ella se observe la ponderación judicial en
torno a la concurrencia de todos los aspectos que justifican la adopción de la medida cautelar,
pues, de otra forma, no podría evaluarse si es arbitraria por injustificada.
Por ello, de conformidad con el artículo 135 del Código Procesal Penal, modificado por la
Ley Nº 27226, es preciso que se haga referencia y tomen en consideración, juntamente con las
características y la gravedad del delito imputado y de la pena que se podrá imponer, las
circunstancias concretas del caso y las personales del imputado.
FALLA
Publicado: 10-12-2002
Expediente Nº 1423-2002-HC/TC
Lima
Sacha Fonzo
En Lima, a los nueve días del mes de julio de dos mil dos, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey
Terry, Vicepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y
García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Willy Quintanilla Legua, a favor de Sacha
Fonzo, contra la sentencia de la Segunda Sala Penal Corporativa para Procesos Ordinarios con Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas doscientos diecinueve, su fecha dos de
mayo de dos mil dos, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
El recurrente interpone acción de hábeas corpus contra los doctores Enrique Agreda
Villavicencio y Rafael Enrique Menacho Vega, vocales integrantes de la Primera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia del Callao, pues considera que se ha violado el derecho a la libertad
individual del beneficiario Sacha Fonzo al expedirse el auto de fecha veintiocho de febrero de dos
mil dos, que confirmó la resolución del Quinto Juzgado Penal del Callao, de fecha veinticuatro de
enero del mismo año, que declaró improcedente su pedido de beneficio de semilibertad. Alega
que los demandados han interpretado erróneamente la resolución dictada por la Primera Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao, de fecha siete de diciembre de dos mil uno, por la
que se le adecuó la pena, en la cual se aplicó el artículo 300 del Código de Procedimientos Penales,
por cuanto se considera que la adecuación sólo se realiza respecto al quántum de la pena y no
respecto del tipo penal; en consecuencia, los magistrados han insistido en hacer uso del principio
reformatio in peius sin observar que no resulta coherente adecuar al quántum de la pena sin que
se haga lo propio con el tipo penal, el mismo que debe entenderse al referido en el artículo 296
del Código Penal, que sirvió de sustento de la acusación y de la sentencia de primera instancia.
El Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, con fecha diez de abril de dos mil dos, declaró
improcedente la demanda en aplicación del artículo 6, inciso 2), de la Ley Nº 23506, por considerar
qué el juez que conoce del proceso tiene la facultad discrecional de decidir respecto a la
procedencia o improcedencia del pedido de semilibertad, y porque el recurso de apelación
garantiza la pluralidad de instancias, por lo que la resolución que se impugna no se puede
considerar como atentado contra la libertad individual del beneficiario, más aún cuando la
resolución de adecuación solicitada por el interno Sacha Fonzo sólo se refiere a la pena mas no al
tipo penal; por consiguiente, no se observa que el proceso haya sido irregular.
La recurrida confirmó la apelada, por los mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS
1. Para entender la situación procesal que motiva la demanda de autos, es necesario tener
presente las etapas sucesivas por las que ha pasado el problema pendiente de decisión por parte
de este Tribunal, esto es: a) la sentencia de la Sala Penal Especializada en Delito de Tráfico Ilícito
de Drogas de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fecha primero de junio de mil
novecientos noventa y nueve, que resuelve el recurso de nulidad interpuesto por el interno Sacha
Fonzo, y lo condena incrementándole la pena privativa de la libertad, al aplicarle el tipo penal
establecido en el inciso 7) del artículo 297 del Código Penal, respecto del cual no había sido
acusado ni denunciado; b) la solicitud de adecuación de la pena de conformidad con la Ley Nº
27454; c) la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao, de fecha
siete de diciembre de dos mil uno, que adecuó el quántum de la pena, pero no el tipo penal; d) la
solicitud de otorgamiento del beneficio penitenciario de semilibertad, formulada ante el Quinto
Juzgado Penal del Callao; e) la resolución de fecha veinticuatro de enero de dos mil dos, que
declara improcedente el pedido de semilibertad, basada en que, al adecuarse el quántum de la
pena, no se adecuó el tipo penal, subsistiendo, consecuentemente, el tipo penal aplicado en la
sentencia de la Sala Penal Especializada en Delito de Tráfico Ilícito de Drogas de la Corte Suprema
de Justicia de la República; esto es, un tipo penal respecto del cual no proceden los beneficios
penitenciarios; f) el recurso de apelación interpuesto contra la denegatoria del pedido de
semilibertad; g) la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao, de
fecha veintiocho de febrero de dos mil dos, que confirma la resolución del Juzgado por los mismos
fundamentos. Cabe agregar que el recurrente interpuso recurso de nulidad contra la cuestionada
resolución, impugnación que fue rechazada por la Sala Penal emplazada y contra la cual se
interpuso el recurso de queja previsto en el último párrafo del artículo 292 del Código de
Procedimientos Penales, sin que en autos se aprecie indicación de su estado al momento de
emitirse la presente sentencia. Sin embargo, por economía procesal y en atención a que el recurso
de queja planteado es opcional, y que resulta evidente la vulneración de los derechos alegados, el
Tribunal considera que la vía del hábeas corpus se encuentra habilitada.
2. A juicio del Tribunal, los Vocales demandados integrantes de la Primera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia del Callao, al aplicar la Ley Nº 27454, debieron incluir en la adecuación
de la pena no sólo el quántum, sino también la calificación penal del delito comprendido en la
sentencia respectiva de fecha dos de diciembre de mil novecientos noventa y nueve, que condenó
al beneficiario por el delito descrito en el artículo 296 del Código Penal.
FALLA
Publicado: 10-12-2002
Expediente Nº 2263-2002-HC-TC
Arequipa
Luis Cáceres Velásquez
En Lima, a los 22 días del mes de octubre de 2002, el Tribunal Constitucional, reunido en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados: Rey Terry, Presidente;
Revoredo Marsano, Vicepresidente; Aguirre Roca; Alva Orlandini; Bardelli Lartirigoyen y García
Toma, pronuncia la siguiente sentencia:
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Luís Cáceres Velásquez, contra la resolución
de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fecha 19 de setiembre de
2002, que revocando la apelada del 09 de setiembre 2002, declaró improcedente la acción de
hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
En tal sentido, informa el accionante que: a) Con fecha 01 de febrero de 1999, fue
condenado por la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, a cuatro años
de pena privativa de libertad, suspendida en su ejecución por el término de tres años, con la
accesoria de inhabilitación por el mismo plazo, razón por la cual, y en mérito a lo dispuesto en el
artículo 61 del Código Penal, tanto la pena principal como la accesoria, vencían el 01 de febrero de
2002; b) Esta sentencia fue objeto de recurso de nulidad ante la Sala Penal Transitoria Suprema, la
que al absolver el grado, el 14 de febrero de 2002, declaró no haber lugar a la recurrida; sin
embargo, tal resolución fue expedida trece días después que la condena ya había sido cumplida,
festinando el trámite y afectando la regularidad del proceso, pues es inconcebible que
encontrándose cumplida una pena impuesta, esta pueda ser objeto de modificación; c) Ello -indica
el accionante-, impide que ejerza sus derecho ciudadanos, sin tomar en cuenta que no puede
considerarse vigente una condena (inhabilitación), que vulnera los efectos y alcances de la
supresión de la pena en virtud a la rehabilitación, la misma que es automática, obligando al
Magistrado declararla de oficio; d) La presente acción ha sido interpuesta, dado que a pesar de
haber sido solicitada su rehabilitación, el órgano jurisdiccional no ha resuelto dicho pedido.
FUNDAMENTOS
1. Está acreditado que el accionante fue condenado a cuatro años de pena privativa de
libertad, con fecha 01 de febrero de 1999, como autor del delito de concusión, en la modalidad de
colusión ilegal, conforme a lo previsto en el artículo 384 del Código Penal, pero con suspensión de
ejecución de la misma por un período de (3) tres años.
Tal resolución, posteriormente, fue confirmada por la Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia de la República, con fecha 14 de febrero de 2002, la que declaró no haber
nulidad en la recurrida, en cuanto a la pena impuesta, a la suspensión de la misma y a la pena
accesoria de inhabilitación.
FALLA
Expediente Nº 1727-2002-HC/TC
Lima
Víctor Rázuri Arrigoni y Otro
En lima, a los 8 días del mes de agosto de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Rey Terry,
Vicepresidente; Revoredo Marsano, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García
Toma, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don César Armando Daga Rodríguez, abogado de
los demandantes, contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 118, su fecha 4 de junio de 2002, que declaró infundada la acción de hábeas corpus
de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 13 de febrero de 2002 don Víctor Rázuri Arrigoni interpone acción de hábeas
corpus en favor suyo y de don Ragoberto Buchelli Mendoza y la dirige contra don Máximo
Wilfredo Donayre Franco y Ladislao Peck Kopena, por considerar que se han vulnerado sus
derechos constitucionales a la libertad de tránsito. Refiere que su vivienda se encuentra ubicada
en el segundo piso del edificio ubicado en la avenida Petit Thouars Nº 385, Santa Beatriz, Lima, y
que con fecha 4 de febrero de 2002 un grupo de personas, alegando ser administradores, impidió
el libre tránsito por el ingreso común del edificio a los inquilinos que no pagaron sus alquileres,
situación que no es su caso. Tales acciones, por otra parte, fueron dirigidas por la persona de don
Ladislao Peck Kopena, quien indicó ser comunero y que cumplía con la órdenes del dirigente
principal de la Comunidad Industrial Fábrica de Calzado Peruano S.A., don Máximo Wilfredo
Donayre Franco. Precisa, además, que dicho inmueble lo habita desde hace más de 34 años en
compañía de su tío Ragoberto Buchelli Mendoza y su esposa. Señala por último que, denunciados
estos hechos, se constituyó al lugar el señor Fiscal Adjunto de la 34 Fiscalía Provincial Penal de
Lima, levantándose un acta cuya copia obra en la comisaría de Petit Thouars.
Practicadas las diligencias de ley se reciben las declaraciones de los accionantes, quienes
se ratifican en los términos de su escrito de hábeas corpus, agregando que los emplazados han
ingresado al inmueble desalojando a los inquilinos del primer y segundo piso y además han
colocado candado y armellas a la puerta y retirado la escalera que daba al segundo piso, por lo que
han quedado sin acceso a su domicilio. Alegan que poseen un contrato celebrado con la anterior
Junta Directiva, pero que los demandados desconocen el mismo, aduciendo que las personas que
lo suscribieron carecían de representatividad. Finalmente los demandantes desconocen alguna
acción judicial iniciada en su contra respecto del bien en donde habitan.
El Quinto Juzgado Penal de Lima, a fojas 27, con fecha 28 de febrero de 2002, declaró
infundada la demanda. Sin embargo, la Primera Sala Penal Corporativa para Procesos Ordinarios
con Reos Libres, a fojas 58, con fecha 1 de abril de 2002, declaró nula la apelada y ordenó que se
reciban las declaraciones de los emplazados.
El Quinto Juzgado Penal de Lima, con fecha 10 de mayo de 2002, declaró infundada la
demanda, fundamentalmente por considerar que los hechos realizados por los demandados
constituyen actos atentatorios del derecho real de posesión, debiendo los accionantes acudir a la
vía judicial ordinaria. Asimismo argumenta que los accionantes han presentado sobre los mismos
hechos una denuncia ante el Ministerio Público, la misma que debe seguir su trámite.
Se hace necesario determinar si, en el caso de autos, se han cumplido las condiciones de
procedibilidad exigidas por la ley. A este respecto considera este Tribunal que en el caso de autos
no cabe invocar la existencia de vías paralelas, pues mientras el proceso penal instaurado por
delito de usurpación (34 Fiscalía Provincial, Ingreso Nº 701-02), tiene por objeto determinar si
existe o no legitimidad por parte de los emplazados de permanecer en el inmueble ubicado en la
avenida Petit Thouars Nº 385, Santa Beatriz, el proceso constitucional interpuesto tiene por
exclusiva finalidad determinar si existe o no transgresión a la libertad de tránsito de los
accionantes. Por otra parte, tampoco y mucho menos puede alegarse que porque los mismos
accionantes interpusieron, en anterior oportunidad, otro proceso de hábeas corpus, con resultado
desestimatorio, esa sola situación impida el ejercicio de un nuevo proceso constitucional, pues
conforme lo establece el artículo 8 de la Ley Nº 23506, la cosa juzgada en materia constitucional
únicamente opera en los casos en los que el resultado haya sido favorable a la parte quejosa, lo
que evidentemente, y como se constata de los autos, no ha ocurrido en el caso señalado. Además,
subsiste la vulneración del derecho de acceder al domicilio.
FALLA
SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
Se declara Fundada la demanda y nula la sentencia expedida por la Sala Penal Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia de la República
Expediente Nº 2082-2002-HC/TC
Lima
Martha Luz Guerra Carrasco
En Lima, a los 30 días del mes de septiembre de 2002, reunido el Tribunal Constitucional,
en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Rey Terry, Presidente;
Revoredo Marsano, Vicepresidenta; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García
Toma, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Martha Luz Guerra Carrasco contra la
sentencia de la Primera Sala Penal Corporativa para Procesos Ordinarios con Reos en Cárcel, de
fojas 281, su fecha 21 de junio de 2002, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de
autos.
ANTECEDENTES
La recurrente, con fecha 6 de mayo de 2002, interpone acción de hábeas corpus contra los
Vocales de la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, Cabala
Rosand, Lecaros Cornejo, Escarza Escarza, Huamaní Llamas y Zegarra Chávez, con el objeto que se
declare nula la sentencia de fecha 15 de enero de 2002, expedida por la Sala Penal Transitoria de
la Corte Suprema de Justicia de la República, en la causa signada con el Nº 4273-2000. Manifiesta
que en el año 1991 se le abrió proceso por la presunta comisión de los delitos de secuestro y
tráfico de menores previstos en los artículos 152 y 153 del Código Penal. Con la acusación por los
mismos delitos se le inició juicio oral hasta en tres oportunidades, proceso que concluyó con la
sentencia de la Segunda Sala Penal Corporativa para Procesos Ordinarios con Reos Libres,
Expediente Nº 1407-97, expedida con fecha 14 de agosto del año 2000, en la que se la condena
como autora del delito de tráfico de menores a 2 años de pena privativa de libertad, y se le
absuelve del cargo de secuestro.
Interpuesto el recurso de nulidad, con fecha quince de enero de dos mil dos, es
sentenciada por la emplazada Sala Penal de la Corte Suprema, por un delito que no fue materia de
acusación fiscal; refiere que si bien se le incriminó por el delito de tráfico de menores previsto en
el primer párrafo del artículo 153 del Código Penal, se le sentenció por la modalidad agravada de
tal delito prevista en el inciso 1) del artículo referido. Manifiesta que el fallo de la Corte Suprema
vulnera el principio de interdicción de la reformatio in peius al haberla condenado por un delito
que no fue objeto de acusación ni juicio, sin poder ejercer su derecho de defensa efectiva ni
efectuar sus descargos respecto de dicha imputación.
El Cuadragésimo Primer Juzgado Penal de Lima, a fojas 221, con fecha 10 de mayo de
2002, declaró improcedente la acción de hábeas corpus al considerar, principalmente, que existe
congruencia entre la acusación fiscal y el fallo dictado por la Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema de Justicia de la República, por lo que se descarta la inobservancia del debido proceso.
FUNDAMENTOS
Conforme aparece en el escrito de hábeas corpus presentado por doña Martha Luz Guerra
Carrasco, el presente proceso se dirige a que se declare inejecutable la sentencia de la Sala Penal
Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fecha 15 de enero de 2002, y, en
consecuencia, se disponga su inmediata libertad, por considerar que han sido vulnerados sus
derechos constitucionales.
Respecto al fondo del asunto, cabe señalar que se manifiesta que la cuestionada
resolución lesiona el principio que prohibe la reformatio in peius y el derecho de defensa, puesto
que la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República modificó la sentencia
que condenó a la demandante a 2 años de pena privativa de la libertad, aumentándola a 4 años,
basándose en el tipo penal señalado en el inciso 1) del artículo 153 del Código Penal, respecto del
cual no fue acusada y contra lo cual no pudo ejercer su derecho de defensa, pues inicialmente fue
condenada por el ilícito previsto en el artículo 153, segunda parte, del Código Penal.
La Constitución Política del Perú reconoce el derecho de defensa en el inciso 14) del
artículo 139 de su texto. En materia penal, la interposición de un medio impugnatorio permite
determinar la competencia del órgano judicial superior en el sentido de que éste no puede: a)
modificar arbitrariamente el ilícito penal con el que se venía juzgando al procesado; y, b) aumentar
la pena inicialmente impuesta si es que ningún otro sujeto procesal hubiera hecho ejercicio de los
medios impugnatorios. Como regula el artículo único de la Ley Nº 27454, que modifica el artículo
300 del Código de Procedimientos Penales, “si el recurso de nulidad es interpuesto por uno o
varios sentenciados, la Corte Suprema sólo puede confirmar o reducir la pena impuesta y
pronunciarse sobre el asunto materia de impugnación”, salvo que el medio impugnatorio haya
sido interpuesto también por el Ministerio Público, en cuyo caso “la Corte Suprema podrá
modificar la pena impugnada, aumentándola o disminuyéndola, cuando ésta no corresponda a las
circunstancia de la comisión del delito”.
El asunto no tendría mayor relevancia de cara al objeto del hábeas corpus, si no fuera
porque se encuentra de por medio una nueva imputación, la misma que nunca fue investigada y
como ya se ha manifestado, la actora no pudo ejercer su derecho de defensa.
Por ello, de conformidad con lo expuesto por este Tribunal en el fundamento Nº 4 de esta
sentencia, en materia penal el superior jerárquico no puede pronunciarse más allá de los términos
de la acusación penal sin con ello afectar el derecho de defensa y el derecho al debido proceso. En
efecto, considerados conjuntamente, tales derechos garantizan que el acusado pueda conocer de
la acusación en su contra en el curso del proceso penal, y de esa manera tener la posibilidad real y
efectiva de defenderse de los cargos que se le imputan, pero también que exista congruencia
entre los términos de la acusación fiscal y el pronunciamiento definitivo del superior jerárquico,
pues de otra forma se enervaría la esencia misma del contradictorio, garantía natural del debido
proceso judicial, y con ello también el ejercicio del derecho de defensa de la acusada.
FALLA
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
Expediente Nº 2192-2002-HC/TC
Lima
Brígida Marcela Noreña Tolentino
En Lima, a los 14 días del mes de octubre de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Rey Terry, Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma,
pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Brígida Marcela Noreña Tolentino contra la
sentencia de la Sala Penal de Apelaciones para Procesos Sumarios con Reos en Cárcel de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 220, su fecha 12 de agosto de 2002, que declara
improcedente la acción de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
La recurrente, con fecha 22 de julio de 2002, interpone acción de hábeas corpus contra la
Sala Penal Corporativa para Casos de Terrorismo de la Corte Superior de Justicia de Lima, con el
objeto de que se declare nula la sentencia de fecha 18 de junio de 1993 y la ejecutoria suprema de
fecha 11 de marzo de 1994, porque ambos violan el debido proceso. Asimismo, solicita se ordene
su excarcelación. Sostiene que fue condenada por el delito de terrorismo, regulado por el Decreto
Ley Nº 25475, a la pena de 25 años de pena privativa de la libertad. Refiere que fue acusada por
una fiscal sin rostro y sentenciada también por magistrados sin identificación.
El Cuadragésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, a fojas 156, con fecha 23 de julio de 2002,
declara improcedente la demanda aduciendo que mediante el hábeas corpus no se puede dejar
sin efecto un proceso judicial regular.
En ese sentido, la exigencia de su efectivo respeto no sólo tiene que ver con la necesidad
de garantizar a todo justiciable determinadas garantías mínimas cuando éste participa en un
proceso judicial -o en cualquiera de los ámbitos a los que este Tribunal en diversas ocasiones se ha
referido-, sino también con la propia validez de la configuración del proceso, cualquiera sea la
materia que en su seno se pueda dirimir.
Tal es lo que sucede, desde luego, con el derecho al juez natural, reconocido en el segundo
párrafo del artículo 139 de la Constitución y cuyo contenido, de conformidad con la Cuarta
Disposición Final y Transitoria de la Norma Suprema, debe concordarse con el artículo 8.1 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, según el cual “Toda persona tiene derecho a ser
oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley...”.
La disposición exige que la competencia del juez llamado a conocer el proceso penal deba
ser determinado a la luz de distintas consideraciones (materia, territorio, grado, etc.), de forma tal
que quede preservada su independencia (principio que, a su vez, es recogido en el inciso 2 del
mismo artículo 139) e imparcialidad en la resolución de la causa.
En ese sentido, al realizarse el acto del juicio oral, sustentado en una acusación fiscal
suscrita por un miembro del Ministerio Público no identificado, y al mismo tiempo llevarse
adelante el juzgamiento oral y posterior condena por magistrados cuya identidad se desconocía,
lesionó el derecho a ser juzgado por un juez o tribunal competente, imparcial e independiente,
toda vez que la actora estaba en la incapacidad de conocer con certeza quiénes eran los que la
juzgaban.
Sin embargo, no todo el proceso penal es nulo, pues los vicios no afectan a la instrucción
penal, sino sólo a la etapa del juicio oral, incluyendo la acusación fiscal.
En ese sentido, la declaración de la nulidad de la sentencia condenatoria y la realización de
un nuevo juicio oral contra la actora, deberá efectuarse de acuerdo con el Decreto Legislativo Nº
926.
FALLA
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
Expediente Nº 797-2002-HC/TC
Arequipa
Félix José Arce Apaza y Otros
En Lima, a los 20 días del mes de noviembre de 2002, la Sala Segunda del Tribunal
Constitucional, integrada por los señores Magistrados Aguirre Roca, Presidente, Alva Orlandini y
Bardelli Lartirigoyen, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Lourdes Lazo Lezama, a favor de don Félix
José Arce Apaza y otros, contra la sentencia expedida por la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 317, su fecha 8 de marzo de 2002, que declaró
infundada la acción de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
La presente acción de hábeas corpus ha sido interpuesta a favor de don Félix José Arce
Apaza, don Julio Donicio Rodríguez Delgado, don César Machaca Apaza, don Leoncio Prado
Coronado y don Rituay Edwin Ramos, contra don Wilmer Aranzamendi Fernández, ex director
general de la Dirección Regional Sur del INPE; doña Norma Pacheco Villagra, directora general de
la Dirección Regional Sur del INPE; don José Fernando Agurto Cabrera, director del Establecimiento
Penitenciario de Socabaya, y el teniente PNP Pedro Vargas Ruiz, encargado del traslado de los
internos al penal de Challapalca. Los favorecidos sostienen que se han violado sus derechos
constitucionales a la integridad física y moral y a no ser incomunicados, al haber sido trasladados
arbitrariamente al penal de Challapalca, el cual no reúne las condiciones mínimas de habitabilidad
(según informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Cruz Roja Internacional y
la Defensoría del Pueblo), por lo que solicitan regresar al penal de Socabaya.
Afirman que, con fecha 29 de noviembre de 2001, fueron trasladados con violencia del
establecimiento penal de Socabaya al penal de Challapalca, sin haber sido evaluados por un
médico antes o después del referido traslado. Señalan que varios de ellos padecen enfermedades
de diversa índole y que se agravarán con su traslado a un penal que no reúne las mínimas
condiciones de habitabilidad, considerando que se ubica a casi cinco mil metros (5,000 m) sobre el
nivel del mar, lo que atenta contra sus derechos humanos.
Realizada la investigación sumaria, los demandados rinden sus declaraciones y hacen los
descargos del caso; asimismo, se consignan recaudos documentarios que contradicen lo expuesto
en la demanda.
El Sexto Juzgado Penal de Arequipa, a fojas 212, con fecha 21 de febrero de 2002, declaró
infundada la demanda, por estimar que el traslado de los internos se ha producido por medidas de
seguridad y conforme a lo establecido en la Directiva 02-2001-INPE-OGT; agrega que los internos
contaron con examen médico al momento del traslado al penal de Challapalca.
FUNDAMENTOS
La acción de hábeas corpus interpuesta en favor de don Félix José Arce Apaza, don Julio
Donicio Rodríguez Delgado, don César Machaca Apaza, don Leoncio Prado Coronado y don Rituay
Edwin Ramos, tiene por objeto que se repongan las cosas al estado anterior a la violación de sus
derechos constitucionales, entre ellos su derecho a la integridad física y moral a no ser
incomunicados al ser trasladados arbitrariamente al penal de Challapalca, el cual no reúne las
condiciones mínimas de habitabilidad; en consecuencia, solicitando regresar al Establecimiento
Penal de Socabaya, lugar donde se encontraban anteriormente recluidos.
En tal sentido, teniendo en cuenta que la presente demanda contiene idéntica pretensión
respecto de otro caso resuelto por este Colegiado, el Tribunal Constitucional considera que los
fundamentos que sustentan la sentencia de fecha 19 de noviembre de 2002, recaída en el
Expediente Nº 1429-2002-HC/TC -Caso Juan Islas Trinidad y otros-, resultan aplicables en su
totalidad al caso materia de autos, a los que se remite por razones de celeridad y economía
procesal.
FALLA
SS.
AGUIRRE ROCA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
Expediente Nº 1567-2002-HC/TC
Lima
Alejandro Rodríguez Medrano
En Lima, a los 5 días del mes de agosto de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Aguirre Roca, Presidente;
Rey Terry, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma,
pronuncia la siguiente sentencia; con el voto singular, adjunto, del Magistrado Aguirre Roca.
ASUNTO
ANTECEDENTES
El recurrente, con fecha 2 de mayo de 2002, interpone acción de hábeas corpus contra los
Vocales Supremos de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República,
quienes por resolución de fecha 27 de marzo de 2002, confirmaron el mandato de detención
dictado en su contra, en la instrucción que se le sigue por los delitos de concusión, corrupción de
funcionarios, tráfico de influencias y abuso de autoridad, lo cual, según afirma el accionante,
vulnera sus derechos a la libertad personal, defensa, igualdad ante la ley, presunción de inocencia,
debido proceso y el principio constitucional de motivación escrita de las resoluciones judiciales.
Los emplazados manifiestan que en el presente caso han concurrido los requisitos que el
artículo 135 del Código Procesal Penal exige para dictar un mandato de detención. Señalan que el
referido artículo trata de aspectos que son de única competencia del juez penal y no del juez
constitucional. Afirman que la suficiencia de los elementos de juicio surgidos a partir de los nuevos
actos de investigación dieron lugar a que se confirmara la detención. Indican que la acción de
hábeas corpus es improcedente cuando el procesado tiene instrucción abierta, a menos que exista
un procedimiento irregular, no siendo este el caso. Por último, señalan que el recurrente está
privado de la libertad en mérito a un auto admisorio de carácter penal que está confirmado por la
Sala, es decir, que tiene el carácter de cosa juzgada.
El Trigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, a fojas 171, con fecha 8 de mayo de 2002,
declaró improcedente la demanda por considerar que, de acuerdo con el artículo 10 de la Ley Nº
25398, las anomalías que pudieran cometerse dentro de un proceso regular, deben resolverse
dentro de los mismos, y que los fundamentos del accionante son, básicamente, alegatos de no
responsabilidad y objeciones de carácter probatorio, cuestiones que deben ser dilucidadas en sede
penal y no constitucional.
FUNDAMENTOS
La detención provisional tiene como última finalidad asegurar el éxito del proceso. No se
trata de una medida punitiva, por lo que, mediante ella, no se adelanta opinión respecto a la
culpabilidad del imputado en el ilícito que es materia de acusación, por cuanto ello implicaría
quebrantar el principio constitucional de presunción de inocencia. Se trata de una medida
cautelar, cuyo objetivo es resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional.
No obstante, la prisión provisional constituye también una seria restricción del derecho
humano a la libertad personal, el mismo que constituye un valor fundamental del Estado
Constitucional de Derecho, pues, en la defensa de su pleno ejercicio, subyace la vigencia de otros
derechos fundamentales, y donde se justifica, en buena medida, la propia organización
constitucional. Por ello, la detención provisional no puede constituir la regla general a la cual
recurra la judicatura, sino, por el contrario, una medida excepcional de carácter subsidiario,
razonable y proporcional. Así, en la línea de lo sostenido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, “nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento por causas y métodos que -
aún calificados de legales- puedan reputarse como incompatibles con el respeto de los derechos
fundamentales del individuo por ser, entre otras cosas, irrazonables imprevisibles o faltos de
proporcionalidad” (Caso Gangaram Panday, párrafo 47, en Sergio García Ramírez, Jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, UNAM, México 2001, pág.117).
Si bien es cierto que no es obligación del recurrente tener que demostrar su inocencia,
pues ésta parte de una presunción constitucional que, en todo caso, debe ser desvirtuada por la
parte acusadora dentro del proceso judicial, también es cierto que ello no implica que el acusado
tenga derecho a mostrar una actitud reacia al esclarecimiento de la causa. Por el contrario, todo
procesado está en la obligación de colaborar con la justicia cada vez que dicha colaboración sea
requerida, en la medida en que ello no importe una afectación del derecho constitucional a la no
autoincriminación.
La Fiscalía Suprema ha tenido en cuenta la actitud del recurrente, dado que en su recurso
de apelación, a fojas 98, recalca que la conducta del imputado se ha orientado a obstaculizar la
actividad probatoria durante el proceso seguido ante la Subcomisión Investigadora del Congreso,
posición que no es ajena tampoco a la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la
República, conforme se aprecia en su resolución de fecha 6 de setiembre de 2001, a fojas 99, que
revoca el mandato de comparecencia, dictando mandato de detención, pues, si bien dicha
resolución no menciona expresamente los argumentos tendientes a determinar el peligro
procesal, hace suyos los fundamentos del dictamen de la Fiscalía Suprema.
De este modo, a juicio del Tribunal Constitucional, existen una serie de elementos
objetivos que permiten concluir que el recurrente tiene una actitud tendiente a perturbar la
actividad probatoria, lo que constituye un argumento razonable y proporcional para ordenar una
detención provisional que asegure la eficacia del proceso penal.
FALLA
SS.
REY TERRY
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
EXP. Nº 1567-02-HC/TC
LIMA
Dada la naturaleza de las dos únicas acusaciones que han servido como sustento de las
cuatro imputaciones delictivas que aparecen en la denuncia penal que origina estos autos, estimo
que, habida cuenta de la prolija investigación ya efectuada, tanto en el Congreso, a través de dos
Subcomisiones Investigadoras, como a lo largo del expediente penal respectivo, iniciado el 23 de
mayo de 2001, no puede ya subsistir el hipotético peligro de una perturbación de la actividad
probatoria, tanto más que, habiéndose ratificado en su únicas acusaciones las juezas Sonia Medina
Calvo y Rosario del Pilar Encinas Llanos, no parece fácil entender en qué puede consistir la
supuesta perturbación.
Por otro lado, la conducta del demandante a lo largo del proceso penal respectivo, no
induce a pensar que exista peligro de fuga, tal como fluye de la resolución suprema recurrida, esto
es, de la decisión judicial que ha motivado, precisamente, la presente demanda.
Como no aparece, en mi criterio, según lo dicho, el impedimento del inciso 3) del artículo
135 del Código Procesal Penal, y como no encuentro, por lo demás, fundamentos convincentes en
las sentencias recaídas en el proceso penal que origina esta acción de habeas corpus, ni tampoco
en las dos sentencias judiciales emitidas en estos autos, pienso, discrepando, con el debido
respeto, de la opinión mayoritaria que sostiene la presente sentencia, que no existe razón
suficiente para denegar el pedido de conversión de la orden de detención en una de
comparecencia restringida, situación que, por otro lado, no veo cómo pueda facilitar el hipotético
propósito de perturbar una actividad probatoria prácticamente ya agotada, pues los hechos que
sustentan las cuatro imputaciones que alimentan estos autos, no son de los que dejan rastros o
huellas tangibles en el mundo físico, es decir, un “cuerpo del delito” que pudiera ser objeto -y
menos a estas alturas del proceso- de manipulaciones dolosas. Y si lo hubiera y pudiera serlo, no
alcanzo a comprender en qué forma o de qué modo el cambio de la detención por la
comparecencia restringida, pueda gravitar en el asunto.
SR.
AGUIRRE ROCA
Se declara Infundado el pedido de libertad física solicitado por la actora por considerarse
que no es arbitraria.
Expediente Nº 791-2002-HC/TC
Lima
Grace Mary Riggs Brousseau
En Lima, a los veintiún días del mes de junio de dos mil dos, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados
Aguirre Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia por mayoría, con el voto singular, adjunto,
del Magistrado Aguirre Roca.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Grace Mary Riggs Brousseau contra la
sentencia de la Primera Sala Penal Corporativa para Procesos Ordinarios con Reos Libres de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas trescientos ochenta y siete, su fecha ocho de marzo de
dos mil dos, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
La recurrente interpone acción de hábeas corpus contra el juez Saúl Peña Farfán y los
Vocales integrantes de la Sala Penal Especializada en Delitos de Corrupción de la Corte Superior de
Justicia de Lima, por violación a su libertad, pues señala que sufre detención arbitraria ordenada
en un proceso penal irregular, que se le sigue por la comisión de los presuntos delitos de cohecho
propio e impropio, asociación ilícita y encubrimiento real y, en consecuencia, solicita se disponga
su excarcelación del Centro de Reclusión Santa Mónica.
Alega que, con fecha seis de agosto de dos mil uno, se le abrió instrucción por la supuesta
comisión del delito contra la administración pública, en la modalidad de cohecho propio e
impropio, y contra la función jurisdiccional, en la modalidad de encubrimiento real, en agravio del
Estado. Señala que de su co-procesado, Vladimiro Montesinos Torres, desde mil novecientos
ochenta y ocho, recibía la suma de tres mil quinientos dólares americanos ($ 3,500.00) por
concepto de pensión de alimentos a favor de su menor hija. Señala que, como consecuencia del
ejercicio de su profesión de abogada, logró adquirir diversos bienes inmuebles, así como ahorrar
una determinada suma de dinero.
El Juzgado Penal de Turno Permanente de Lima, con fecha quince de febrero de dos mil
dos, declara improcedente la acción de hábeas corpus interpuesta, por considerar, principalmente,
que dicha acción de garantía no procede contra resoluciones judiciales emanadas de
procedimiento regular; que en ella no cabe realizar valoración de pruebas actuadas en un proceso
penal y que la errónea tipificación de una conducta como delito debe remediarse en el proceso
donde se originó.
La recurrida confirmó la apelada, por considerar, principalmente, que la detención fue
decretada por una resolución que emana de un procedimiento regular; que antes de acudirse al
hábeas corpus, debió interponerse el recurso de queja, y que no corresponde al juez
constitucional examinar la responsabilidad penal de la actora.
FUNDAMENTOS
En tanto que derecho subjetivo, garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física
de las personas, esto es, la libertad locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos o
condenas arbitrarias. Los alcances de la garantía dispensada a esta libertad comprende, frente a
cualquier supuesto de privación de la libertad, independientemente de su origen, la autoridad o
persona que la haya efectuado. Garantiza, pues, ante cualquier restricción arbitraria de la libertad
personal, según señala el artículo 9 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo
7.3 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
En sede judicial, el derecho a la libertad física y a que ésta no sea restringida en forma
arbitraria, alcanza no sólo a las denominadas “detenciones judiciales preventivas”, sino, incluso, a
las condenas emanadas de sentencias expedidas con violación del debido proceso.
Por otro lado, al tratarse la detención judicial preventiva de una medida excepcional, el
principio favor libertatis impone que la detención judicial preventiva tenga que considerarse como
una medida subsidiaria, provisional y proporcional, esto es, cuyo dictado obedezca a la necesidad
de proteger fines constitucionalmente legítimos que la puedan justificar. El carácter de medida
subsidiaria impone que antes de que se dicte, el juez deba considerar si idéntico propósito al que
se persigue con el dictado de la detención judicial preventiva, se puede conseguir aplicando otras
medidas cautelares no tan restrictivas de la libertad locomotora del procesado. Por tanto, el
Tribunal Constitucional considera que la existencia e idoneidad de otras medidas cautelares para
conseguir un fin constitucionalmente valioso, deslegitima e invalida que se dicte o mantenga la
medida cautelar de la detención judicial preventiva.
Como se ha sostenido, la detención judicial preventiva debe ser también una medida
provisional, es decir, el mantenimiento de ésta sólo debe persistir entre tanto no desaparezcan las
razones objetivas y razonables que sirvieron para su dictado. Una vez investigados los hechos, el
contenido garantizado de los derechos a la libertad personal y a la presunción de inocencia exige
que se ponga fin a la medida cautelar, pues de lo contrario, su mantenimiento tendría que
considerarse como una sanción punitiva, incompatible con su naturaleza cautelar y con los
derechos antes enunciados.
Desde este punto de vista, el principal elemento a considerarse con el dictado de esta
medida cautelar debe ser el peligro procesal que comporte que el procesado ejerza plenamente su
libertad locomotora, en relación con el interés general de la sociedad para reprimir conductas
consideradas como reprochables jurídicamente. En particular, de que el procesado no interferirá u
obstaculizará la investigación judicial o evadirá la acción de la justicia. Tales fines deben ser
evaluados en conexión con distintos elementos que, antes y durante el desarrollo del proceso,
puedan presentarse y, en forma significativa, con los valores morales del procesado, su ocupación,
bienes que posee, vínculos familiares y otros que, razonablemente, le impidan ocultarse o salir del
país o sustraerse a una posible sentencia prolongada. La inexistencia de un indicio razonable en
torno a la perturbación de la investigación judicial o a la evasión de la justicia por parte del
procesado, terminan convirtiendo el dictado o el mantenimiento de la detención judicial
preventiva en arbitrario, por no encontrarse razonablemente justificado.
La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio que informa
el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, un derecho constitucional de los
justiciables. Mediante ella, por un lado, se garantiza que la administración de justicia se lleve a
cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (art. 138 de la Constitución) y, por otro, que
los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de defensa. En la sentencia recaída
en el Exp. Nº 1230-2002-HC/TC, el Tribunal Constitucional ha sostenido que dicho derecho no
garantiza una determinada extensión de la motivación; que tenga que pronunciarse expresamente
sobre cada uno de los aspectos controvertidos o alegados por la defensa, ni excluye que se pueda
presentar la figura de la motivación por remisión.
Dos son, en ese sentido, las características que debe tener la motivación de la detención
judicial preventiva. En primer lugar, tiene que ser “suficiente”, esto es, debe expresar, por sí
misma, las condiciones de hecho y de derecho que sirven para dictarla o mantenerla. En segundo
término, debe ser “razonada”, en el sentido de que en ella se observe la ponderación judicial en
torno a la concurrencia de todos los aspectos que justifican la adopción de la medida cautelar,
pues, de otra forma, no podría evaluarse si es arbitraria por injustificada.
Por ello, de conformidad con el artículo 135 del Código Procesal Penal, modificado por la
Ley Nº 27226, es preciso que se haga referencia y tome en consideración, juntamente con las
características y la gravedad del delito imputado y de la pena con que se le podrá imponer, las
circunstancias concretas del caso y las personales del imputado.
A ello se suma el proceder de la actora, quien mediante actos sólo imputables a ella, ha
contribuido a desvanecer cualquier indicio sobre la no obstaculización de la investigación judicial
practicada en su contra, pues pese a que es juzgada por los delitos contra la administración
pública, en las modalidades de cohecho propio e impropio, contra la tranquilidad pública, en la
modalidad de asociación ilícita, y contra la función jurisdiccional, en la modalidad de
encubrimiento real, derivado del hecho de haber percibido diversas cantidades de dinero de su
coprocesado Vladimiro Montesinos Torres; con posterioridad al seis de agosto, fecha en la que se
le abriera instrucción por los delitos mencionados, trató de entorpecer el desarrollo del proceso al
cursar, con fecha tres de setiembre de dos mil uno, una carta al BAC International Bank,
solicitando que se cancele un Certificado de Depósito por la suma de trescientos mil dólares
americanos ($ 300,000.00), mediante diez cheques de gerencia, lo que ha sido considerado por el
juzgador -según expresa la emplazada, en el fundamento sexto de la resolución que declaró
improcedente la solicitud de la actora sobre variación del mandato de detención- y que acredita la
intención de la actora de perturbar la actividad probatoria.
FALLA
SS
REY TERRY
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
EXP.Nº 791-2002-HC/TC
Discrepando del fallo de la sentencia (S) -sin perjuicio, por cierto, del respeto que merecen
las opiniones de mis honorables colegas-, emito el presente voto singular, principalmente por las
razones siguientes:
En casos tan complejos como el presente, pienso que no puede pasarse por alto la grave
infracción legal en que incurre el auto del juez penal de primera instancia, quien, en efecto, lejos
de citar al Juez y los vocales demandados en esta acción de habeas corpus y de “requerirlos” -tal
como lo manda el artículo 18 de la Ley 23506- para que “expliquen la razón” de sus decisiones
impugnadas, optó por rechazar, in limine, la demanda, dejando, así, sin respuesta alguna los
sólidos argumentos y cargos que la justiciable formula contra dichos demandados. A mi criterio, tal
decisión judicial implica -dada la especial naturaleza del caso- una sui géneris especie de
denegación de justicia.
Es cierto que la S también detecta la infracción señalada en el punto precedente -y en eso
concordamos-; pero también lo es que estima, ello no obstante, que, habiendo suficientes
elementos de juicio para resolver la controversia, no es necesario ordenar la subsanación de dicho
vicio procesal, devolviendo la causa a primera instancia, sino que procede pronunciarse sobre el
fondo. Comparto el criterio, en general, pero en el caso concreto pienso que la festinación del
trámite procesal señalado priva al justiciable -y también, evidentemente, a los demandados (Juez y
vocales)- de un irrenunciable derecho de defensa, y al Tribunal -como consecuencia de ello- de
valiosísimos elementos de juicio para resolver.
Tres son las especies delictivas que se imputan a la demandante, y ninguna de ellas ha sido
técnicamente examinada y evaluada a lo largo del proceso penal que origina la acción de garantía
de autos. Por eso, no resulta aceptable que los jueces demandados no fueran citados y oídos, tal
como -para repetirlo- lo manda el artículo 18 de la ley 23506, en este especial proceso
constitucional. Se puede admitir que un juez se equivoque, pero no que prive al justiciable, sin
razón alguna atendible, de los derechos garantizados por el “debido proceso”, esto es, entre ellos,
del sagrado derecho de defensa, tal como lo hace el Juez al rechazar la demanda in limine, sobre
todo cuando la orfandad argumental de las decisiones judiciales impugnadas en esta vía
constitucional, exigían, precisamente -para el esclarecimiento del caso- que se recogieran las
explicaciones de los jueces demandados, a quienes también se ha privado, según se indica líneas
arriba, mediante el inconsulto rechazo in limine, de los respectivos derechos de defensa.
Last but not least, conviene tener presente que, así como no aparece en el procedimiento
penal que origina este habeas corpus, ni en estos autos, un estudio técnico satisfactorio respecto
de los tipos penales que se imputan a la demandante -varios de ellos inverosímiles-, tampoco
resultan satisfactorios los argumentos esgrimidos con el propósito de demostrar la presencia del
requisito-impedimento que corre en el inciso 3) del artículo 135 del Código Procesal Penal. Antes
por el contrario, según fluye de los fundamentos de hecho que corren en las páginas segunda y
tercera del recurso extraordinario elevado a este Tribunal, y signados segundo, tercero y cuarto, a
criterio de este Magistrado, no resulta probable que exista propósito de fuga ni riesgo procesal.
SR.
AGUIRRE ROCA
Expediente Nº 1567-2002-HC/TC
Lima
Alejandro Rodríguez Medrano
En Lima, a los 5 días del mes de agosto de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Aguirre Roca, Presidente;
Rey Terry, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma,
pronuncia la siguiente sentencia; con el voto singular, adjunto, del Magistrado Aguirre Roca.
ASUNTO
ANTECEDENTES
El recurrente, con fecha 2 de mayo de 2002, interpone acción de hábeas corpus contra los
Vocales Supremos de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República,
quienes por resolución de fecha 27 de marzo de 2002, confirmaron el mandato de detención
dictado en su contra, en la instrucción que se le sigue por los delitos de concusión, corrupción de
funcionarios, tráfico de influencias y abuso de autoridad, lo cual, según afirma el accionante,
vulnera sus derechos a la libertad personal, defensa, igualdad ante la ley, presunción de inocencia,
debido proceso y el principio constitucional de motivación escrita de las resoluciones judiciales.
Los emplazados manifiestan que en el presente caso han concurrido los requisitos que el
artículo 135 del Código Procesal Penal exige para dictar un mandato de detención. Señalan que el
referido artículo trata de aspectos que son de única competencia del juez penal y no del juez
constitucional. Afirman que la suficiencia de los elementos de juicio surgidos a partir de los nuevos
actos de investigación dieron lugar a que se confirmara la detención. Indican que la acción de
hábeas corpus es improcedente cuando el procesado tiene instrucción abierta, a menos que exista
un procedimiento irregular, no siendo este el caso. Por último, señalan que el recurrente está
privado de la libertad en mérito a un auto admisorio de carácter penal que está confirmado por la
Sala, es decir, que tiene el carácter de cosa juzgada.
El Trigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, a fojas 171, con fecha 8 de mayo de 2002,
declaró improcedente la demanda por considerar que, de acuerdo con el artículo 10 de la Ley Nº
25398, las anomalías que pudieran cometerse dentro de un proceso regular, deben resolverse
dentro de los mismos, y que los fundamentos del accionante son, básicamente, alegatos de no
responsabilidad y objeciones de carácter probatorio, cuestiones que deben ser dilucidadas en sede
penal y no constitucional.
FUNDAMENTOS
La detención provisional tiene como última finalidad asegurar el éxito del proceso. No se
trata de una medida punitiva, por lo que, mediante ella, no se adelanta opinión respecto a la
culpabilidad del imputado en el ilícito que es materia de acusación, por cuanto ello implicaría
quebrantar el principio constitucional de presunción de inocencia. Se trata de una medida
cautelar, cuyo objetivo es resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional.
No obstante, la prisión provisional constituye también una seria restricción del derecho
humano a la libertad personal, el mismo que constituye un valor fundamental del Estado
Constitucional de Derecho, pues, en la defensa de su pleno ejercicio, subyace la vigencia de otros
derechos fundamentales, y donde se justifica, en buena medida, la propia organización
constitucional. Por ello, la detención provisional no puede constituir la regla general a la cual
recurra la judicatura, sino, por el contrario, una medida excepcional de carácter subsidiario,
razonable y proporcional. Así, en la línea de lo sostenido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, “nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento por causas y métodos que -
aún calificados de legales- puedan reputarse como incompatibles con el respeto de los derechos
fundamentales del individuo por ser, entre otras cosas, irrazonables imprevisibles o faltos de
proporcionalidad” (Caso Gangaram Panday, párrafo 47, en Sergio García Ramírez, Jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, UNAM, México 2001, pág.117).
La existencia o no del peligro procesal debe determinarse a partir del análisis de una serie
de circunstancias que pueden tener lugar antes o durante el desarrollo del proceso y que están
ligadas, fundamentalmente, con las actitudes y valores morales del procesado, su ocupación, sus
bienes, sus vínculos familiares y todo otro factor que permita concluir, con un alto grado de
objetividad, que la libertad del inculpado, previa a la determinación de su eventual
responsabilidad, pone en serio riesgo el correcto desenvolvimiento de la labor de investigación y la
eficacia del proceso. La ausencia de un criterio razonable en torno a la perturbación de la
investigación judicial o a la evasión de la justicia por parte del procesado, terminan convirtiendo el
dictado de la detención judicial preventiva o, en su caso, su mantenimiento, en arbitrarios por no
encontrarse razonablemente justificados.
Si bien es cierto que no es obligación del recurrente tener que demostrar su inocencia,
pues ésta parte de una presunción constitucional que, en todo caso, debe ser desvirtuada por la
parte acusadora dentro del proceso judicial, también es cierto que ello no implica que el acusado
tenga derecho a mostrar una actitud reacia al esclarecimiento de la causa. Por el contrario, todo
procesado está en la obligación de colaborar con la justicia cada vez que dicha colaboración sea
requerida, en la medida en que ello no importe una afectación del derecho constitucional a la no
autoincriminación.
La Fiscalía Suprema ha tenido en cuenta la actitud del recurrente, dado que en su recurso
de apelación, a fojas 98, recalca que la conducta del imputado se ha orientado a obstaculizar la
actividad probatoria durante el proceso seguido ante la Subcomisión Investigadora del Congreso,
posición que no es ajena tampoco a la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la
República, conforme se aprecia en su resolución de fecha 6 de setiembre de 2001, a fojas 99, que
revoca el mandato de comparecencia, dictando mandato de detención, pues, si bien dicha
resolución no menciona expresamente los argumentos tendientes a determinar el peligro
procesal, hace suyos los fundamentos del dictamen de la Fiscalía Suprema.
De este modo, a juicio del Tribunal Constitucional, existen una serie de elementos
objetivos que permiten concluir que el recurrente tiene una actitud tendiente a perturbar la
actividad probatoria, lo que constituye un argumento razonable y proporcional para ordenar una
detención provisional que asegure la eficacia del proceso penal.
FALLA
SS.
REY TERRY
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
EXP. Nº 1567-02-HC/TC
LIMA
Dada la naturaleza de las dos únicas acusaciones que han servido como sustento de las
cuatro imputaciones delictivas que aparecen en la denuncia penal que origina estos autos, estimo
que, habida cuenta de la prolija investigación ya efectuada, tanto en el Congreso, a través de dos
Subcomisiones Investigadoras, como a lo largo del expediente penal respectivo, iniciado el 23 de
mayo de 2001, no puede ya subsistir el hipotético peligro de una perturbación de la actividad
probatoria, tanto más que, habiéndose ratificado en su únicas acusaciones las juezas Sonia Medina
Calvo y Rosario del Pilar Encinas Llanos, no parece fácil entender en qué puede consistir la
supuesta perturbación.
Por otro lado, la conducta del demandante a lo largo del proceso penal respectivo, no
induce a pensar que exista peligro de fuga, tal como fluye de la resolución suprema recurrida, esto
es, de la decisión judicial que ha motivado, precisamente, la presente demanda.
Como no aparece, en mi criterio, según lo dicho, el impedimento del inciso 3) del artículo
135 del Código Procesal Penal, y como no encuentro, por lo demás, fundamentos convincentes en
las sentencias recaídas en el proceso penal que origina esta acción de habeas corpus, ni tampoco
en las dos sentencias judiciales emitidas en estos autos, pienso, discrepando, con el debido
respeto, de la opinión mayoritaria que sostiene la presente sentencia, que no existe razón
suficiente para denegar el pedido de conversión de la orden de detención en una de
comparecencia restringida, situación que, por otro lado, no veo cómo pueda facilitar el hipotético
propósito de perturbar una actividad probatoria prácticamente ya agotada, pues los hechos que
sustentan las cuatro imputaciones que alimentan estos autos, no son de los que dejan rastros o
huellas tangibles en el mundo físico, es decir, un “cuerpo del delito” que pudiera ser objeto -y
menos a estas alturas del proceso- de manipulaciones dolosas. Y si lo hubiera y pudiera serlo, no
alcanzo a comprender en qué forma o de qué modo el cambio de la detención por la
comparecencia restringida, pueda gravitar en el asunto.
SR.
AGUIRRE ROCA
Expediente Nº 1230-2002-HC/TC
Lima
César Humberto Tineo Cabrera
En Lima, a los veinte días del mes de junio de dos mil dos, reunido el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Aguirre
Roca, Presidente; Rey Terry, Vicepresidente; Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y
García Toma, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento singular, adjunto del
Magistrado Aguirre Roca:
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don César Humberto Tineo Cabrera contra la
sentencia expedida por la Sala de Apelaciones de Procesos Penales Sumarios - Reos Libres de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas ciento veinticinco, su fecha veintisiete de marzo de dos
mil dos, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
El recurrente, con fecha treinta de enero de dos mil dos, interpone acción hábeas corpus
contra los Vocales de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República, por
violación de sus derechos constitucionales a la libertad individual, a la motivación de las
resoluciones judiciales, al debido proceso y a la defensa.
Sostiene que dicho proceso penal está plagado de irregularidades, ya que, a su juicio: a) se
violó la garantía constitucional de la motivación de las resoluciones judiciales, puesto que la
emplazada no se ha pronunciado sobre cada uno de los argumentos de hecho y de derecho
controvertidos en el proceso; b) la sentencia condenatoria no se sustenta en pruebas actuadas en
el proceso, sino en declaraciones actuadas fuera de él, específicamente, en las vertidas ante la
Comisión de Fiscalización del Congreso que, además, son ilegibles e incompletas; c) existen nuevas
evidencias de que el proceso en su contra se inició por razones extralegales, concretamente, por
razones de orden político, como se demuestran en los videos 806 y 807; y, d) se violó el principio
de legalidad, dado que se le sentenció por un delito -el de falsedad ideológica- en el cual no se
basó la acusación constitucional del Congreso de la República y por el que no se le abrió
instrucción penal.
El Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal con Reos en Cárcel, con fecha veintisiete de febrero
de dos mil dos, declaró improcedente la acción de hábeas corpus por considerar, principalmente,
que mediante este proceso constitucional no se puede dejar sin efecto una sentencia que tiene la
autoridad de cosa juzgada.
FUNDAMENTOS
Procedencia del hábeas corpus por violación del debido proceso con incidencia en la
libertad personal
Si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho
al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición, en la sentencia
condenatoria, de determinadas reglas de conducta al actor, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los actos judiciales
considerados lesivos.
El reconocimiento de este derecho no sólo exige el respeto de los poderes públicos, sino,
además, se configura como una garantía institucional del Estado Constitucional de Derecho, por
cuanto la condición de norma suprema de la Constitución y la necesidad de su defensa opera tanto
en el proceso de producción jurídica de las fuentes formales del derecho como ante todos los
órganos estatales e, incluso, ante los privados, cualquiera sea el tipo, la calidad o naturaleza de los
actos que puedan practicar.
Por ello, ante una aparente restricción de este derecho por el artículo 6, inciso 2), de la Ley
Nº 23506, así como por los artículos 10 y 16, inciso c), de la Ley Nº. 25398, el operador
jurisdiccional de la Constitución debe realizar una interpretación que busque optimizar el ejercicio
del derecho subjetivo en el mayor grado de intensidad posible y, en forma muy especial, en
relación con el derecho a la protección jurisdiccional de los derechos, puesto que, como antes se
ha sostenido, su reconocimiento es consustancial con el sistema democrático.
Con arreglo a lo expresado, el Tribunal Constitucional considera que cuando el inciso 1) del
artículo 200 de la Constitución señala que el hábeas corpus “procede ante el hecho u omisión, por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona”, la Constitución no excluye del concepto de
“autoridad” la figura de los jueces como sujetos susceptibles de vulnerar derechos
constitucionales y, con ello, prohíbe que se pueda interponer el proceso de hábeas corpus contra
los diversos actos que pudieran expedir los jueces, cualquiera sea su clase.
Y no de otro modo, en efecto, podría ser. Si una resolución judicial emana de un proceso
regular, y en él se han respetado las diversas garantías que integran el debido proceso, no cabe
acudir al hábeas corpus, pues el objeto de este no es hacer las veces de un recurso de casación o
convertir a las instancias de la justicia constitucional, a su vez, en suprainstancias de la jurisdicción
ordinaria, sino, como se deduce de la propia Constitución, proteger únicamente derechos
constitucionales.
Idéntico criterio sostiene en relación con el inciso c) del artículo 16 de la Ley Nº 25398,
cuando establece que “No procede la acción de hábeas corpus”: […] c) “En materia de liberación
[..] cuando [..] “esté cumpliendo pena privativa de la libertad ordenada por los jueces”.
Así, en materia de derechos fundamentales, las normas que los reconocen, regulan o
limitan deben interpretarse de conformidad con los tratados sobre derechos humanos. Aquel
criterio de interpretación de los derechos no solo es una exigencia que se deriva directamente de
la IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución, sino también del hecho de que los tratados,
una vez ratificados por el Estado peruano, forman parte del derecho nacional.
“Proceso irregular”
Por todo ello, a juicio del Tribunal Constitucional, una acción de garantía constituye la vía
idónea para evaluar la legitimidad constitucional de los actos o hechos practicados por quienes
ejercen funciones jurisdiccionales, en la medida en que de ellas se advierta una violación del
derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional. Esto es, cabe incoarse el hábeas corpus
contra resoluciones judiciales emanadas de un “procedimiento irregular”, lo que se produce cada
vez que en un proceso jurisdiccional se expidan actos que violen el derecho al debido proceso. En
ese sentido, dado que en el presente caso se ha alegado la violación de diversos contenidos del
derecho al debido proceso, como son los derechos de defensa y a la motivación de las
resoluciones judiciales, corresponde ingresar a evaluar el fondo de la controversia.
Tampoco garantiza que, de manera pormenorizada, todas las alegaciones que las partes
puedan formular dentro del proceso sean objeto de un pronunciamiento expreso y detallado. En
materia penal, el derecho en referencia garantiza que la decisión expresada en el fallo sea
consecuencia de una deducción razonable de los hechos del caso, las pruebas aportadas y la
valoración jurídica de ellas en la resolución de la controversia. En suma, garantiza que el
razonamiento empleado guarde relación y sea proporcionado y congruente con el problema que al
juez penal corresponde resolver.
En el presente caso, el actor considera que se lesionó tal derecho, pues los emplazados no
se habrían pronunciado sobre cada uno de los argumentos de hecho y de derecho expuestos
durante su defensa y, en particular: a) sobre la no aplicación de la determinación alternativa, pues
vulnera el derecho de defensa, al debido proceso y el principio de legalidad; b) por no haberse
tomado la declaración testimonial de los vocales firmantes de la resolución judicial que motivó su
juzgamiento por el delito de fraude procesal y otro; c) porque la sentencia se sustenta en
evidencias efectuadas fuera del proceso, ilegibles e incompletas; y, d) porque existirían nuevas
pruebas que debieron actuarse; argumentos expuestos en su alegato de apelación, fechado el
veinte de noviembre de dos mil uno.
En primer lugar, expedida por los emplazados, obrante a fojas veintitrés, según se
desprende de la sentencia el Tribunal Constitucional considera que no se ha violado el derecho a la
motivación de las resoluciones judiciales. En efecto, como antes se ha expresado, dicho atributo
no garantiza que el juzgador tenga que pronunciarse pormenorizadamente sobre cada uno de los
extremos en los que el actor apoyó parte de su defensa procesal. Es suficiente que exista una
referencia explícita a que no se compartan los criterios de defensa o que los cargos imputados al
acusado no hayan sido enervados con los diversos medios de prueba actuados a lo largo del
proceso, lo que cumple con efectuarlo la sentencia cuestionada, especialmente en el tercer
considerando. Por otro lado, el problema planteado como consecuencia de que no se hayan
actuado determinados medios de prueba y que, pese a ello -según se alega-, sobre la base de
pruebas incompletas o insuficientes, se haya condenado al actor, no es un tema que ocasione la
violación del derecho a la motivación de las resoluciones judiciales, sino, antes bien, se relaciona
con la eventual afectación del derecho a la presunción de inocencia.
Este principio impone que el juez, en caso de no existir prueba plena que determine la
responsabilidad penal del acusado, deba absolverlo y no condenarlo. No es ese el caso que ha
acontecido en el proceso penal que se le siguió al actor, según los argumentos expresados por la
sentencia recurrida y que sirvieron para condenar al actor por los delitos señalados en los artículos
416 y 428 del Código Penal. Efectivamente, los medios de prueba que el actor considera
insuficientes, conforme puede apreciarse de la sentencia cuestionada, no sirvieron únicamente a
los emplazados para expedir la sentencia condenatoria, sino otros elementos de prueba, cuyo
detalle, por lo demás, la misma sentencia expresa.
Y, por lo que respecta a este último derecho, tampoco considera el Tribunal Constitucional
que haya sido vulnerado, pues, conforme se deduce de lo afirmado por el actor en su demanda,
las pruebas solicitadas no fueron ofrecidas en la oportunidad que la ley procesal penal establece,
sino, como se expresa en la demanda, en su escrito de alegato; esto es, cuando la investigación
judicial había concluido y la controversia se encontraba ad portas de sentenciarse.
Asimismo, alega el actor que existen nuevas evidencias que acreditan que el proceso en el
que se le terminó condenando se inició por razones extralegales; a saber, porque según los videos
Nºs 806 y 807, el ex asesor Vladimiro Montesinos Torres dio indicaciones a los diversos
presidentes de las comisiones parlamentarias de 1998 para que lo “sacrificaran” (sic).
Finalmente, señala que se violó su derecho de defensa, pues mientras que el Congreso de
la República habilitó su juzgamiento por los delitos previstos en los artículos 416 y 427 del Código
Penal, y en correspondencia con ello, se le abrió “auto apertorio de instrucción” por aquellos
delitos, formulándose en los mismos términos también la acusación fiscal; sin embargo, en el
momento de expedirse sentencia, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la
República lo condenó por un delito distinto: en vez del ilícito penal previsto en el artículo 427, se le
condenó por el delito señalado en el artículo 428 del Código Penal.
FALLA
SS
AGUIRRE ROCA
REY TERRY
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
Este fundamento singular tiene por objeto dejar constancia de que, si bien concuerdo con
el fallo o parte final y dispositiva de la sentencia (S), no me ocurre lo mismo -con el debido respeto
por la opinión de mis colegas- respecto de la parte de la fundamentación en que se sostiene (o,
por lo menos, así lo entiendo) que en la evaluación y revisión de las resoluciones judiciales
penales, llegadas vía recurso extraordinario, la competencia del Tribunal Constitucional está
limitada por la regularidad formal del procedimiento del que emanan, y por la independencia del
Juez que las emite.
Estimo, de un lado, que para el Tribunal Constitucional no hay en el campo penal, así como
no lo hay en el civil, castrense o cualquier otro, zonas vedadas, ni cotos cerrados; y, de otro, que la
limitación de la “regularidad del procedimiento”, que aparece en el artículo 200, inciso 2) de la
Constitución, opera respecto de la acción de amparo, pero no de la de habeas corpus, pues, en
efecto, en el inciso 1) del citado artículo 200, que es el correspondiente al habeas corpus, no
aparece tal limitación; amén de que - valga precisarlo - la regularidad procesal en cuestión, no se
agota en las meras formas externas, pues dicho concepto abarca, necesariamente, la regularidad
sustantiva.
También conviene dejar constancia de que el hecho de que considere nula la parte de la
sentencia suprema que condena por una especie delictiva no comprendida textualmente en la
acusación (y este es, en verdad, el único fundamento decisivo o sine qua non que comparto con la
S), pero que sí pertenece a la misma familia o género, y cuya gravedad resulta menor, no significa
que a mi juicio dicha sentencia se encuentre desprovista de toda sindéresis, pues es sabido que un
tal fallo tiene apoyo en reiterada jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia y, asimismo,
en jurisprudencia análoga de otros ordenamientos jurídicos de la misma estirpe. En suma, este es
un caso en que, sin perjuicio de respetar la razonabilidad del criterio impugnado, creo procedente
que el Tribunal, en resguardo del derecho de defensa, y habida cuenta de su propia jurisprudencia
y de la normatividad objetiva vigente, ponga de manifiesto, tal como en este fallo se hace, su
desacuerdo y declare, por tanto, fundado - considerando a su propio criterio como el mejor de los
dos - el correspondiente habeas corpus.
SR.
AGUIRRE ROCA
Expediente Nº 1429-2002-HC/TC
LIMA
JUAN ISLAS TRINIDAD Y OTROS
Recurso extraordinario interpuesto por don Emiliano Álvarez Lazo y otros, a favor de don
Juan Islas Trinidad y otros, contra la sentencia expedida por la Sexta Sala Civil de la Corte Superior
de Justicia de Lima, de fojas 172, su fecha 17 de enero de 2002, que declaró infundada la acción de
hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
Los accionantes, con fecha 25 de setiembre de 2001, interponen acción de hábeas corpus
contra el Ministro de Justicia, don Fernando Olivera Vega, el Ministro del Interior, don Fernando
Rospigliosi y el Jefe del Instituto Nacional Penitenciario, con el objeto de que se disponga el cese
del aislamiento, incomunicación y las condiciones humillantes, degradantes e inhumanas de
reclusión de treinta y cuatro internos trasladados al Establecimiento Penal de Challapalca, y se
ordene su retorno a su lugar de origen, el Establecimiento Penal “Miguel Castro Castro” de Lima.
Afirman que los favorecidos, 34 internos del Pabellón IV del Penal de Yanamayo, en la
madrugada del día viernes 21 de septiembre de 2001 fueron trasladados ilegalmente al
Establecimiento Penal de Challapalca, en contravención de las sugerencias de la Defensoría del
Pueblo y el Comité Internacional de la Cruz Roja, que recomendaron el cierre de dicho
establecimiento penal, de mayor aislamiento y altura, por ser atentatorio de la salud de los
internos y los visitantes. Manifiestan que el Establecimiento Penal de Challapalca se encuentra a
una altitud mayor a los 4650 metros sobre el nivel del mar, en un lugar bastante alejado de la
residencia de los familiares de los internos y que sus condiciones de aislamiento del lugar y
características climatológicas, lo hacen inadecuado para la sobrevivencia humana, constituyendo,
así, un peligro para la salud de los internos y de sus familiares que, por lo general, son personas
mayores de edad y tienen que trasladarse desde la ciudad de Lima. Refieren que esta medida tiene
por finalidad aislarlos más de sus familiares y de la sociedad, en aplicación de un plan de
aislamiento, aniquilamiento y genocidio iniciado por el anterior gobierno Asimismo, que el
traslado se efectuó en medio de un operativo militar y policial que puso en riesgo sus vidas e
integridad física y cuyas consecuencias son ocultadas, al extremo de no haberse permitido la
presencia del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Defensoría del Pueblo y de negarse la
visita de los familiares, quienes, los días sábado 22 y domingo 23 de septiembre del año pasado,
acudieron al Establecimiento Penal de Challapalca y se les informó que los internos estaban
incomunicados indefinidamente. Sostienen que el acto cuestionado evidencia la continuación del
plan del ex Presidente Fujimori y del señor Montesinos, de aniquilamiento y genocidio contra los
recluidos, expresados en encierro celular, incomunicación, aislamiento y sometimiento a
condiciones de reclusión inhumanas, humillantes y degradantes, incompatibles con la dignidad de
persona humana y que transgreden el artículo 5.2 de la Convención Americana de Derechos
Humanos. Sostienen que parte del mencionado plan es la negación del derecho a la defensa de los
demandantes debido a que se les mantiene incomunicados con sus abogados e, incluso, con sus
familiares y que las características climáticas, aislamiento y lejanía del lugar, imposibilitan que los
abogados tengan acceso al cuestionado establecimiento penal. Manifiestan también que el
traslado se efectuó sin conocimiento previo de la Defensoría del Pueblo, del Comité Internacional
de la Cruz Roja y familiares de los internos, desconociéndose su estado salud y en qué condiciones
fueron trasladados, extremo que, sostienen, debe verificarse a través de la presente acción, así
como la situación de los objetos personales y de trabajo pertenecientes a los internos que
permanecen en el Penal de Yanamayo. Manifiestan que estos hechos conculcan el derecho a la
integridad personal de los 34 demandantes, reconocido por el artículo 5 de la Convención
Americana de Derechos Humanos. Solicitan que se tome la declaración, además, del Delegado del
Comité Internacional de la Cruz Roja, con relación al estado de salud de los demandantes y del
Defensor del Pueblo, respecto a las condiciones inadecuadas del Establecimiento Penal de
Challapalca, que lo impulsaron a recomendar su cierre.
El Presidente del Consejo Nacional Penitenciario del Instituto Nacional Penitenciario, don
Luis Javier Bustamante Rodríguez, por su parte, afirma que el traslado de los demandantes se
realizó en mérito a la Resolución Directoral de la Dirección Regional Altiplano Puno Nº 159-2001-
INPE-DRAP-D, de fecha 20 de septiembre de 2001, que, a su vez, se sustenta en el Acta del Consejo
Técnico Penitenciario Nº 029-2001-EPY-CTP del Establecimiento Penal de Máxima Seguridad de
Yanamayo, de fecha 20 de septiembre del mismo año. Manifiesta que en la citada Resolución
Directoral se consigna que existe un deterioro significativo de la infraestuctura del establecimiento
penitenciario y que para efectuar las reparaciones correspondientes se hacía necesario el traslado
de los internos a quienes, previamente, se les propuso trasladarlos en distintos grupos a los
penales de Huancayo, Cajamarca e Ica, lo cual rehusaron. Señala que durante su salida del
pabellón del establecimiento y su embarque en los vehículos que los llevaron, estuvieron
presentes dos representantes del Ministerio Público y un médico legista invitados, con el
propósito de cautelar el operativo y los derechos humanos de los demandantes. Sostiene que la
razón por la que no se les permitió llevar consigo sus pertenencias fue para efectuar una requisa
en los ambientes que ocupaban de las armas hechizas manufacturadas (sic) y otros objetos no
autorizados por el Reglamento, para posteriormente remitirlos. Afirma que no hay norma alguna
que disponga que el Instituto Nacional Penitenciario deba consultar sus decisiones al Comité
Internacional de la Cruz Roja o a la Defensoría del Pueblo. Refiere que el Establecimiento
Penitenciario de Challapalca es un penal de máxima seguridad de construcción nueva, que cuenta
con una clínica, áreas laborales y educativas y un equipo profesional multidisciplinario encargado
del tratamiento, donde cada interno posee su propia celda; éstas cuentan con servicios higiénicos
propios y no existe hacinamiento, además que se dispone de varios patios para actividades al aire
libre. Enfatiza que los demandantes no se encuentran incomunicados, ya que pueden recibir
visitas de sus abogados y representantes de organismos protectores de derechos humanos, como
la Cruz Roja y la Defensoría del Pueblo, y que luego de que concluyan el periodo de treinta días de
sanción disciplinaria impuesta por los destrozos que los internos ocasionaron, éstos podrán recibir
visitas de sus familiares; asimismo, reitera que no se encuentran aislados, y que cada uno
permanece en su celda unipersonal en cuatro alas de un mismo pabellón, con cama individual que
dispone de colchón y cuatro frazadas. Manifiesta que ha presentado al despacho judicial diez
fotografías que muestran los destrozos en el establecimiento de Yanamayo ocasionados por los
demandantes, así como, entre otros documentos, el Informe Nº 085-01-XII-RPNP-EPY.SI del Jefe
de Seguridad de dicho establecimiento, donde se indica el grado de deterioro del penal y se
recomienda el traslado de los internos; asimismo, el acta de verificación y de recepción de los
médicos de los establecimientos de Yanamayo y Challapalca, respectivamente. Afirma que los
Ministros accionados no estuvieron presentes el día del traslado de los demandantes porque dicho
acto es competencia de la Dirección Regional del INPE.
El Procurador Público encargado de los asuntos judiciales del Ministro del Interior
manifiesta que el traslado de los demandantes se realizó en el ámbito de competencias del
Director del Establecimiento Penal de Yanamayo y sus superiores, en ejercicio de sus atribuciones,
como consecuencia de los actos ilícitos (sic) cometidos por los demandantes y que el informe que
da cuenta de estos hechos, refiere que el establecimiento carcelario estaba dominado por los
internos, situación que ponía en riesgo la seguridad integral de las instalaciones, de ellos mismos,
de los funcionarios del INPE y de los funcionarios (sic) encargados de la custodia exterior del
establecimiento.
La Procuradora Pública encargada de los asuntos judiciales del Ministerio de Justicia, por
su parte, afirma que el traslado cuestionado se dispuso por decisión del INPE, que es el ente rector
del sistema penitenciario nacional, de conformidad con el artículo 1 de su Reglamento de
Organización y Funciones, Resolución Ministerial Nº 040-2001-JUS.
El Tercer Juzgado Especializado en Derecho Público de Lima, a fojas 126, con fecha 30 de
octubre de 2001, declaró infundada la acción interpuesta por considerar que en la constatación
realizada por el juez comisionado en el Establecimiento Penal de Challapalca, se verificó que los
internos se hallan recluidos en condiciones normales, pues cuentan con los servicios básicos para
su subsistencia y que no existe queja por maltrato o tortura contra el personal del INPE; asimismo,
porque siendo potestad de la administración penitenciaria determinar el establecimiento penal
donde se ubican los internos, de conformidad con la Resolución Directoral 159-2001-INPE-DRAP-D,
ésta dispuso transitoriamente y por reordenamiento el mencionado traslado; y, finalmente,
porque los demandantes no han sufrido deterioro de su salud ni se encuentran en condiciones
humillantes, degradantes o inhumanas de reclusión, pues el Establecimiento Penal de Challapalca
cumple las disposiciones contenidas en el Decreto Supremo Nº 003-2001-JUS.
FUNDAMENTOS
Para este supremo intérprete de la Constitución queda claro que aun cuando el artículo 12
de la Ley Nº 23506 no comprende de manera expresa la protección de estos derechos, el carácter
enunciativo del conjunto de derechos que pueden ser objeto de protección, de conformidad con el
citado artículo 12, posibilita o autoriza que derechos no comprendidos expresamente por éste
puedan ser objeto de protección del proceso constitucional de hábeas corpus. Ello puede suceder
tanto respecto de derechos directamente conexos con el de la libertad, así como respecto de
derechos diferentes a la libertad, pero que su eventual lesión se genera, precisamente, como
consecuencia directa de una situación de privación o restricción del derecho a la libertad
individual.
En los casos en que sufran lesión alguno de los derechos constitucionales antes
mencionados, el denominado hábeas corpus correctivo es la vía idónea para la protección que
corresponda.
7. Dentro del concepto de “tratos inhumanos”, identifican aquellos actos que “producen
intensos sufrimientos y daños corporales, a veces de importancia”, que, empero, no llegan al
extremo de la tortura, pues “En las torturas se incluyen aquellos tratos inhumanos deliberados
que producen sufrimientos graves y crueles, constituyendo la tortura una forma agravada y
deliberada de penas o de tratos crueles, inhumanos o degradantes”. (Rivera Beiras, Iñaki; La
devaluación de los derechos fundamentales de los reclusos, 1 ed., J. M. Bosch Editor, Barcelona,
1997, p. 78). En la sentencia precitada, el Tribunal Europeo entiende que se está ante un trato
inhumano cuando se inflingen sufrimientos de especial gravedad o severidad. Es decir, “un
mínimo” de gravedad o severidad del trato. Ahora bien, “(...) La apreciación de este mínimo es
relativo por esencia; él depende del conjunto de circunstancias del caso, tales como la duración de
la aflicción, sus efectos físicos o mentales y, a veces, del sexo, la edad y del estado de salud de la
víctima, etc”. (Europe Court of Human Rights, Case of Ireland v. United Kingdom, 18 de enero de
1978, párrafo Nº 162). Desde luego, según esto, conductas que, en principio, estarían en el ámbito
de un trato inhumano, podrían devenir en una forma de tortura si los sufrimientos inflingidos
alcanzan una mayor intensidad y crueldad.
De otra parte, la lejanía del establecimiento penal así como su ubicación en un lugar
inhóspito y alejado de la ciudad, afecta el derecho a la visita familiar de los recursos sin el cual
puede verse afectada la finalidad resocializadora y reeducadora de la pena, en clara contravención
del principio constitucional del régimen penitenciario, enunciado en el artículo 139, inciso 14), de
la Norma Fundamental. Debe considerarse que cualquier acto, como el cuestionado, que, al
margen de su intencionalidad, incida o repercuta en esferas subjetivas o derechos que no están
restringidos, afecta el derecho y principio a la dignidad. La condición digna es consustancial a toda
persona y el hecho de que esté restringido el derecho a la libertad como consecuencia de una
sanción penal, por más abominable y execrable que haya sido el hecho que motivara su aplicación,
nunca enervará o derogará el núcleo fundamental de la persona, su dignidad. Es en este sentido
que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que en “los términos del
artículo 5.2 de la Convención, toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en
condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el
derecho a la vida y a la integridad personal. En consecuencia, el Estado, como responsable de los
establecimientos de detención, es el garante de estos derechos de los detenidos” (Caso Neyra
Alegría y otros, párrafo Nº 60). Por esto, cualquier restricción de algún derecho constitucional o de
cualquier esfera subjetiva del interno, tendrá condicionada su validez constitucional a la
observancia del principio de razonabilidad.
Derecho a la salud
12. El artículo 7 de la Constitución Política del Estado establece que “(...) Todos tienen
derecho a la protección de su salud (...) así como el deber de contribuir a su promoción y defensa”.
La salud es entendida como “Estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus
funciones”, “Condiciones físicas en que se encuentra un organismo en un momento determinado”,
“Libertad o bien público o particular de cada uno” (Diccionario de la Lengua Española, Real
Academia Española, 22ª edición, 2002). Puede considerarse, entonces, como la facultad inherente
a todo ser humano de conservar un estado de normalidad orgánica funcional, tanto física como
psíquica, así como de restituirlo ante una situación de perturbación del mismo.
Por lo tanto, los reclusos, como en el caso de los demandantes, tienen un derecho
constitucional a la salud al igual que cualquier persona. Pero, en este caso, es el Estado el que
asume la responsabilidad por la salud de los internos; hay, pues, un deber de no exponerlos a
situaciones que pudieran comprometer o afectar su salud. Por esta razón, el Instituto Nacional
Penitenciario, como sector de la administración competente de la dirección y administración del
sistema penitenciario y, en particular la Dirección Regional de Puno, son responsables de todo acto
que pudiera poner en riesgo la salud de los demandantes y debe, en consecuencia, proporcionar
una adecuada y oportuna atención médica. Asimismo, ante esta situación, el Estado debe tomar
las acciones apropiadas para el cese de la situación peligrosa, la que exige, en principio, el traslado
inmediato de los internos cuyo precario estado de salud, clínicamente comprobado, no permita
que continúen en el centro penitenciario en el que se encuentran recluidos.
16. La resolución por la cual se dispone el traslado de los demandantes invoca la Directiva
Nº 002-2001-INPE/OGT, que establece en el Punto A.4 la facultad de traslado de los internos “por
reordenamiento”, en el supuesto de que “la capacidad de albergue de un Establecimiento
Penitenciario es excedida por el número de internos que actualmente presenta dicho
Establecimiento, poniendo en riesgo el régimen y disciplina penitenciaria”. Antes de evaluar el
mérito de este acto administrativo en función de los derechos y principios constitucionales, es
menester analizar el asunto relativo a la propia directiva en cuanto fuente normativa sustentatoria
del acto administrativo de traslado. Las directivas constituyen disposiciones a través de las cuales
la administración establece procedimientos específicos para el mejor cumplimiento de las
funciones que la propia ley les ha asignado. Sin embargo, dos aspectos deben tenerse en cuenta
respecto a su validez. El primero, es que, por su propia naturaleza, se hallan estrictamente
enmarcadas dentro de la ley y el reglamento. Están vinculadas al principio de legalidad. Pero,
además, no pueden regular materia relativa a derechos constitucionales. Aquí, el principio de
reserva de ley impone que cualquier disposición que tenga por objeto directo la regulación de
derechos constitucionales o que, aun cuando de manera indirecta, incida en ella, debe ser objeto
exclusivo y excluyente de ley, mas no de fuentes normativas de jerarquía inferior.
Los medios probatorios dispuestos por este Colegiado en uso de la facultad que le confiere
el artículo 57 de su Ley Orgánica (Nº 26435) y los argumentos expuestos por los demandados
ratifican los hechos evaluados anteriormente.
FALLA
SS.
REY TERRY
REVOREDO MARSANO
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA