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¿Dormirías con la ropa con la que hiciste deporte?

¿Irías a una cena elegante con


la ropa de trabajo? ¿Saldrías a correr con la ropa de gala? Todos sabemos que
para cada actividad especial hay una forma de vestir especial. Lo mismo ocurre en
la vida de fe, es nuestra mayor vocación y merece que vistamos a la altura. Esto
se llama “renovación”, lo cual indica toda una “novedad” de vida.
En la primera parte de Efesios 4 se describe la relación del cristiano con la iglesia;
ahora se enfatiza la relación del creyente con el mundo que le rodea. Pablo dice
que ya estamos «en Cristo» y somos parte de Su cuerpo; pero también estamos
en el mundo, donde hay tentaciones y mucha contaminación. No podemos escapar
del mundo pues tenemos una misión de ser luz aquí; pero podemos andar en
pureza y no permitir que este mundo nos contamine.
Texto Efesios 4:17-24
cuatro características del andar del viejo hombre y luego cuatro características de
la manera de andar del nuevo
La evidencia de una GENUINA SALVACIÓN es un vivir continuo y diario EN Cristo,
muriendo uno a sí mismo cada día, odiando y detestando el pecado que antes
amábamos, produciendo evidentes y notables frutos del cambio producido
interiormente en nosotros, y que sólo será genuino si éste se manifiesta y
exterioriza en obras para Su Gloria (ver Efesios 2:8-10)
I. No vivan como los impíos… en la corrupción que proviene del engaño
(17-19)
Debemos romper con nuestra forma de vida anterior. Si ha de haber unidad en la
iglesia, debemos separarnos del resto de los gentiles y de su forma de vida impía
que una vez seguimos. Debemos diferenciarnos del resto de nuestra sociedad al
no vivir como ellos porque su estilo de vida es totalmente contrario a la vida
cristiana. Ahora somos radicalmente diferentes y nuestro pensamiento y
comportamiento deben demostrarlo.
El pues se refiere a lo que Pablo estaba diciendo acerca de nuestro llamamiento
supremo en Jesucristo. Puesto que somos llamados a salvación, unificados en el
cuerpo de Cristo, equipados por el Espíritu Santo con sus dones y edificados por
hombres dotados de manera especial (vv. 1-16), debemos ya dejar de andar como
los otros gentiles. No podemos llevar a cabo la obra gloriosa de Cristo si
continuamos viviendo de la misma manera que el mundo vive.
Con base en lo que somos en Cristo y todo lo que Dios ha propuesto y dispuesto
para nosotros como sus hijos redimidos y amados, hemos de ser en absoluto
distintos del resto del mundo que no le conoce ni le sigue. En sentido espiritual ya
hemos dejado el mundo y somos ahora ciudadanos del cielo. Por lo tanto,
debemos acatar la exhortación: "No améis al mundo, ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los
ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. y el mundo
pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre"
(1Jn. 2:15-17). Las normas del mundo son erróneas, sus motivos son errados, sus
metas son absurdas. Sus caminos son pecaminosos, engañosos, corruptos, vacíos
y destructivos.
La advertencia que Pablo da no se originó de sus propios gustos o preferencias
personales. Esto, pues, digo y requiero en el Señor. Insistir en el asunto de
abandonar el pecado y seguir la justicia no es un capricho de predicadores y
maestros anticuados. Es la propia norma de Dios y su única guía para quienes le
pertenecen. Es la esencia misma del evangelio y está en contraste radical con las
normas de los no redimidos.
Cuatro características de los no creyentes que el cristiano debe
abandonar
A) una mente vana
La primera característica de los no creyentes es una mente vana, vacía, sin
propósito, sin sentido, pues está alejada de la vida de Dios.
Puesto que los incrédulos y los cristianos piensan de manera diferente, se concluye
por lo tanto que han de actuar diferente. En lo concerniente a asuntos espirituales
y morales, un incrédulo no puede pensar correctamente.
La vida de un incrédulo está destinada a lo superficial absoluta en pensamientos y
acciones. Consume sus energías en pos de metas puramente egoístas, en la
acumulación de lo que no pasa de ser temporal, y buscando satisfacción en lo que
de por sí es engañoso y decepcionante.
b) ignorantes de la verdad de Dios.
La humanidad caída tiene una incapacidad para conocer y comprender las cosas
de Dios, las únicas cosas que en realidad merecen y necesitan ser conocidas.
Cuando los hombres rechazaron a Dios "se envanecieron en sus razonamientos, y
su necio corazón fue entenebrecido" (Ro. 1:21). entenebrecido indica una
condición continua de oscuridad e ignorancia espiritual, implica al mismo tiempo
ignorancia e inmoralidad, y la oscuridad en el entendimiento va de la mano con la
exclusión irremediable de la vida de Dios.
(dureza) alude a la idea de ser duro como la piedra. Por lo tanto, la palabra podía
connotar tanto la idea de parálisis como de dureza espiritual. El pecado tiene un
efecto paralizador, y el corazón de la persona que opta por pecar de continuo, se
endurece y paraliza frente a la verdad espiritual y llega a ser por completo
insensible a las cosas de Dios.
C) insensibilidad moral y espiritual
La tercera característica de la persona no regenerada es la insensibilidad espiritual
y moral, por eso Pablo dice que los impíos perdieron toda sensibilidad. Cuando las
personas continúan en el pecado y dan la espalda por voluntad propia a la vida de
Dios, se vuelven apáticos e insensibles con respecto a realidades morales y
espirituales. Rechazan todas las normas de justicia y no les importan las
consecuencias de sus pensamientos y acciones injustas. Hasta su conciencia se
cauteriza y pierde la capacidad de percibir lo que es malo (1 Ti. 4:2; Tit. 1:15).
La sociedad ha perdido toda sensibilidad, tanto frente a la realidad como a las
consecuencias del pecado, los pecados que antes eran disimulados o excusados
ahora son objeto de la indulgencia pública y se cometen de manera abierta y
desmandada. A veces ni siquiera se trata de mantener la apariencia de moralidad.
D) mente depravada
(lascivia) se refiere a conducta obscena libertina y ausencia total de todo freno
moral, sobre todo en el área de los pecados sexuales, Tras rechazar todas las
pautas y recursos divinos para su protección, se vuelven depravados en sus
mentes y se abandonan a la lascivia. A esa clase de persona no le importa en
absoluto lo que piensen otras personas, para no mencionar lo que Dios piensa,
sino tan solo aquello que gratifica las concupiscencias de su propia mente
descarriada.
El Verdadero Problema radica en la mente y en las decisiones contra Dios, por eso
la vital y urgente necesidad imperiosa de renovarnos y transformarnos (Romanos
12:2) No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen
que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar.
Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena,
agradable y perfecta. Se entregaron, nadie los empujo a esa dirección ellos
mismos tomaron con gusto ese camino.
(avidez) es codicia sin límites, lujuria desaforada hacia el objeto del deseo egoísta.
II. II. Vivid como Jesús… en la pureza que brota de la verdad (20-24)
Convertirse en cristiano significa un cambio completo de identidad. Es un
intercambio de nuestra vieja humanidad por una nueva creación de Dios. Es
despojarnos de nuestra vieja naturaleza, la cual se corrompe conforme a las
concupiscencias engañosas (22b) y revestirse de una nueva naturaleza, creada
según Dios (24b).
Cuando Dios en el principio creó los árboles los hizo con el propósito de que estos
diesen un fruto del cual el hombre pudiese comer. De esta manera, por su
naturaleza el manzano ofrece manzanas, el naranjo, naranjas y el almendro
almendras. Lo cierto es que el árbol no tiene que hacer nada especial,
simplemente por el hecho de que su naturaleza es de la que es dará su propio
fruto, pero en cambio tendría que hacer un esfuerzo inmenso para que un
manzano diese peras, porque no es su naturaleza.
Al igual que los árboles, Dios creó al hombre con una naturaleza para dar buenos
frutos que glorificaran a Dios, pero el pecado corrompió la naturaleza del ser
humano, y cambió nuestro ADN de manera que dejamos de dar el fruto correcto
para dar mal fruto. Pero todo cambió por medio de Cristo; "Pero vosotros no
habéis aprendido a Cristo de esta manera, si en verdad oísteis y habéis sido
enseñados en Él, conforme a la verdad que hay en Jesús, que, en cuanto a vuestra
anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según
los deseos engañosos, y que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, y os
vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la
justicia y santidad de la verdad."
Antes de ser salvas, las personas viven normalmente de acuerdo con los deseos de
la carne, placeres, diversiones y cosas materiales. Para promover la auto
gratificación el mundo enseña que cada quien es dueño de su propio universo y
que podemos decidir qué es correcto o no.
Pero nuestro Salvador nos dice precisamente lo contrario; nos ordena poner
primero a Dios. El Señor nos manda a amarle con todo nuestro corazón y toda
nuestra alma, a negarnos a nosotros mismos, y a seguirle (Mt 16.24). En vez de
motivarnos a adquirir dinero y posesiones, Él nos dice que dar proporciona muchas
más bendiciones que recibir (Hch 20.35).
Conoce la verdad de Dios.
Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo. Esa no es la manera ni el estilo de
Cristo ni de su reino o familia. "Ustedes no deben tener parte alguna en tales
cosas", les insistió, "bien sea por participación directa o por asociación indirecta".
Jesús es la Verdad (Juan 14:6) y fuera de ÉL NO hay Verdad, conocerlo NO es
solamente conocer o aprender intelectualmente sus palabras o hechos (cosas las
cuales son imprescindibles), es algo más, es más bien una relación y una unión
con ÉL, tal como Pablo decía en Gálatas 2:20, ya NO vivo yo, más vive Cristo en
mí. Cristo, quién vive en nosotros y nosotros estamos en ÉL, nos invita a asumir
valores y metas totalmente distintas a las de nuestra anterior vida mundana y
pagana.
Pablo da por sentado que, a través de la voz de sus maestros cristianos, ellos han
escuchado realmente la voz de Cristo. Por lo tanto, cuando se da buena enseñanza
moral bíblica, puede decirse que Cristo está enseñando acerca de Cristo.
la verdad que está en Jesús es primero que todo la verdad acerca de la salvación.
Esta idea va paralela a la de 1:13, donde Pablo dice escuchar la verdad y estar en
Él son sinónimos de la conversión: "En él también vosotros, habiendo oído la
palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa". La verdad está en Jesús y
conduce a la plenitud de verdad acerca de Dios, el hombre, la creación, la historia,
el pecado, la justicia, la gracia, la fe, la salvación, la vida, la muerte, el propósito y
significado de la existencia, las relaciones, el cielo, el infierno, el juicio, la
eternidad, y todas las demás cosas de importancia y trascendencia.
Se despoja del viejo hombre
Un hombre de negocios de Londres contó la historia de una propiedad de almacén
que estaba vendiendo. El edificio había estado vacío durante meses y necesitaba
reparaciones. Los vándalos dañaron las puertas, rompieron las ventanas y
esparcieron basura por el interior. Mientras le mostraba la propiedad a un posible
comprador, el empresario se esforzó en decir que reemplazaría las ventanas rotas,
traería un equipo para corregir cualquier daño estructural y limpiaría la basura.
“Olvídate de las reparaciones”, dijo el comprador. “Cuando compre este lugar, voy
a construir algo completamente diferente. No quiero el edificio; Quiero el sitio.4
Comparados con la renovación que Dios tiene en mente, nuestros esfuerzos por
mejorar nuestras propias vidas son tan triviales como barrer un almacén destinado
a la demolición. Cuando nos volvemos de Dios, la vieja vida se acaba (2 Cor.
5:17). Él hace nuevas todas las cosas.
significa desprenderse o arrancar, como en el caso de prendas o harapos sucios.
indica una acción que sucede una vez para siempre y que el creyente realiza en el
tiempo de su salvación.
Despojaos del viejo hombre se relaciona con "habéis oído, y habéis sido por él
enseñados" en el evangelio (v. 21). También debe advertirse que, a pesar de ser
esencial afirmar que la salvación es un milagro divino y soberano aparte de
cualquier contribución humana, también debe afirmarse que los hombres sí
participan al escuchar y creer el evangelio y al despojarse del viejo hombre
mientras son vestidos con el nuevo. El acto de salvación de Dios efectúa tales
respuestas en el alma que cree. No se trata de obras humanas requeridas para
merecer la salvación divina sino de elementos inherentes de la obra divina de
salvación.
En contraste a la persona no regenerada que de continuo resiste y rechaza a Dios
y vive en la esfera del pecado que domina sobre su vida (la pasada manera de
vivir) el cristiano ha escuchado y acatado el llamado: despojaos del viejo hombre,
significa desprenderse, arrancar como harapos sucios.
la salvación es una unión espiritual con Jesucristo en su muerte y resurrección que
también puede describirse como la muerte del "viejo hombre" y la resurrección del
"nuevo hombre", el cual anda de ahora en adelante en vida nueva (Ro. 6:4).
El viejo hombre es la naturaleza humana antes de su conversión a Dios y que se
describe como algo que está viciado conforme a los deseos engañosos. El viejo
hombre del incrédulo no solo es corrupto, sino que se corrompe cada vez más, La
invitación del evangelio es a despojarnos del viejo hombre en arrepentimiento
genuino del pecado, un arrepentimiento que no solo incluye el pesar profundo por
el pecado sino un apartarse radical del pecado para volverse a Dios.
Convertido en un nuevo hombre
El espíritu renovado de la mente del creyente es una consecuencia directa de
vestirse con el nuevo hombre que es la nueva creación, aquel hombre creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Aquel que antes había
permanecido en tinieblas ignorante, endurecido, insensibilizado, esclavo de lo
sensual, impuro y engañado por los deseos de la carne, ahora ha sido iluminado,
ha sido enseñado en la verdad, es sensible al pecado, puro en todos los aspectos
de su vida y generoso. Aunque antes se había caracterizado por la maldad y el
pecado, ahora se caracteriza por la justicia y la verdad.
Somos nuevos, pero todavía no somos del todo nuevos. Somos justos y santos,
pero todavía no somos perfectamente justos y santos. No obstante, el hecho de
entender la realidad genuina de nuestra salvación transformadora es esencial si es
que vamos a saber cómo vivir como cristianos en el cuerpo de Cristo al cual
pertenecemos.
La necesidad continua de la vida cristiana es seguir siempre desechando y
quemando los residuos de la vieja vestimenta del pecado: "ni tampoco presentéis
vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad", ruega Pablo; "sino
presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia" (Ro. 6: 13).
La verdad que se encuentra en Jesús ha hecho toda la diferencia. Es la línea de
demarcación entre la vieja vida y la nueva vida. No se trata de pasar página, ni de
hacer un propósito de Año Nuevo, ni de ningún mérito propio. Es un asunto de lo
que Dios ha hecho en Cristo a nuestro favor al redimirnos; al darnos una nueva
naturaleza que se deleita en agradarle; y al iluminarnos con el poder del Espíritu
Santo que mora en nosotros para que podamos entender la verdad tal como es en
Jesús. Eso es lo que ha marcado la diferencia en nuestras vidas.
¿Este principio contrastante para vivir es cierto para usted? ¿Busca usted, a través
del conocimiento de la verdad, la pureza con el pueblo de Dios? ¿Practicas la
justicia y la santidad que provienen de la verdad? ¿Vives como aquellos que “ya no
son esclavos del pecado, sino servidores de la justicia ”

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