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Día 8 Enemigos del alma 1 LA CARNE

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la vida; teman
más bien al que puede destruir al hombre entero en el fuego que no se apaga.
(Mateo 10, 28)

ENEMIGO DEL ALMA 1 LA CARNE



de la Perfección Cristiana)
Fr Antonio Royo Marin, (Teología

LA CARNE: La carne, en el sentido que aquí


nos interesa, es la naturaleza humana tal
como existe actualmente, o sea viciada por el pecado, infectada por la concupiscencia. Es
el hombre tal como le ha dejado el pecado
original. Las «obras de la carne» son el
pecado y, finalmente, la muerte eterna. «El apetito de la carne es enemistad con Dios y
no se sujeta ni puede sujetarse a la ley de Dios» (Rom 8,7).

VENCEMOS AL DEMONIO: Vida de gracia, oración, sacramentos y sacramentales, etc.


VENCEMOS AL MUNDO: Despreciando sus vanidades.

Pero la propia carne nos tiene declarada la guerra de 2 modos:

1. Sed insaciable de gozar

2. Horror al sufrimiento

1. SED INSACIABLE DE GOZAR


Inclinación al deleite,
Tendencia al placer

HUIMOS DEL DOLOR PORQUE AMAMOS EL PLACER –concupiscencia de la carne

EL PLACER NO ES MALO: DIOS LO CREO: Pero con el pecado original se desordenó, se


rompió el equilibrio de nuestras facultades.

REMEDIOS CONTRA LA CONCUPISCENCIA

1. Mortificación en cosas lícitas


La primera precaución que hay que tomar en la lucha contra la propia sensualidad es la
de no llegar jamás al borde o límite de las satisfacciones permitidas.

En tus infidelidades diarias, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado
hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él. - San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA

Enemigos del alma 1 LA CARNE

2. Aficionarse al sufrimiento y a la cruz


Nada hay que tanto contrarreste las acometidas de la sensualidad como sufrir con
calma e igualdad de ánimo las punzadas del dolor y aun imponérselo
voluntariamente.

3. Combatir la ociosidad
La semilla de la sensualidad encuentra terreno abonado en un alma desocupada y
ociosa. La ociosidad es ¡la madre de todos los vicios: «multam enim malitiam.docuit
otiositas» (Ecli 33,29),

4. Huir de las ocasiones peligrosas


Es el más importante y decisivo de los remedios de orden puramente natural. La
voluntad más enérgica está expuesta a sucumbir con facilidad, sometida
imprudentemente a la dura prueba de una ocasión sugestiva.

5. Considerar la dignidad del cristiano


El hombre por su naturaleza racional está mil veces por encima del mundo de los
animales.

6. Considerar el castigo del pecado


Pero si la nobleza de estos motivos tan sublimes fuera demasiado exquisita para
impresionar a inteligencias envilecidas por el pecado, bueno será ayudarse dé otros
motivos inferiores. Entre ellos ocupa el primer lugar la consideración de los castigos
que aguardan a la gula y la lujuria en el purgatorio o en el infierno eterno.

7. Recuerdo de la pasión de Cristo


Los motivos inspirados en el amor y la gratitud son mucho más nobles y elevados que
los que tienen por origen el temor. Jesucristo fue clavado en la cruz a causa de
nuestros pecados. El pecador consciente de ello, en cuanto está de su parte, vuelve a
crucificar a Jesucristo, renovando la causa de su muerte.

8. Oración humilde y perseverante


Sin la gracia de. Dios es imposible el triunfo completo sobre nuestra propia
concupiscencia; y esa gracia de Dios está prometida infaliblemente a la oración
revestida de las debidas condiciones.

9. Devoción entrañable a María


Una devoción tierna y profunda a nuestra Madre del cielo y su invocación confiada y
ardiente a la hora del peligro es garantía infalible de victoria.

En tus infidelidades diarias, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado
hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él. - San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA

Enemigos del alma 1 LA CARNE

10. Frecuencia de los sacramentos


Es el remedio más seguro y eficaz contra toda clase de pecados, sobre todo contra los
asaltos de la concupiscencia.

HORROR AL SUFRIMIENTO

NECESIDAD DEL SUFRIMIENTO


1. Para reparar el pecado


La balanza de la divina justicia: Desequilibrada por el pecado original y restablecida a
su fiel por la sangre de Cristo, quedó nuevamente desequilibrada por el pecado
posterior. Por la misma naturaleza de las cosa, se impone que el equilibrio se
restablezca por el peso de un dolor depositado en el otro platillo de la balanza.

2. Para la santificación del alma


“El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame”.
Mt. 16, 24

SANTIFICACIÓN = CRISTIFICACIÓN =SACRIFICACIÓN

HORROR AL SUFRIMIENTO

EXCELENCIA DEL SUFRIMIENTO


1. Expía nuestros pecados


2. Somete la carne al espíritu
3. Nos desprende de las cosas de la tierra
4. Nos purifica y hermosea
5. Lo alcanza todo de Dios
6. Nos hace verdaderos apóstoles (SLGM)
7. Nos asemeja a Jesús y a María (Configuración con Cristo y María molde y modelo
para nuestra santificación)

GRADOS DE AMOR AL SUFRIMIENTO

1. No omitir ninguno de nuestros deberes a causa del dolor que nos produce
2. Aceptar con resignación las cruces que Dios permite: “Padre pase de mí este cáliz,
pero no se haga mi voluntad sino la tuya”.
3. Practicar la mortificación voluntaria
4. Preferir el dolor al placer
5. Ofrecerse a Dios como víctima de expiación.

En tus infidelidades diarias, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado
hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él. - San Pío de Pietrelcina
FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA

Enemigos del alma 1 LA CARNE

«Así, pues, hermanos, no somos deudores a la carne de vivir según la carne; que, si
vivís según la carne, moriréis; mas, si con el espíritu mortificar las obras del cuerpo,
viviréis (Rom 8,12-13). Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus
pasiones y concupiscencias. Si vivimos del espíritu, andemos también según el
espíritu» (Gal 5,24-25).

En tus infidelidades diarias, humíllate, humíllate, humíllate siempre. Cuando el Señor te vea humillado
hasta el suelo, te tenderá su mano. Él mismo pensará en atraerte hacia Él. - San Pío de Pietrelcina
SOBRE SAN PIO
Junto a la batalla que podríamos llamar «cósmica»
entre Cristo y el Diablo, entre la Luz y las tinieblas,
que tendrá su Armageddon en el juicio final,
paralelamente a esa «guerra santa», todo creyente
libra otro combate en su interior, en el centro de su
propia alma.

El Padre Pío –cuya santidad era de tal magnitud que Un hijo


la guerra que libró individualmente con Satanás era
la misma que se operaba a nivel universal, en el espiritual dijo
sentido de que su combate era parte fundamental de al Padre Pío en
la pugna entre la cristiandad y el Diablo– lo explicaba cierta ocasión:
con estas palabras:
«Padre, algunas
«El alma es un campo de batalla, donde Dios y personas niegan
Satanás no cesan de luchar. Es necesario abrir al la existencia del
Señor las puertas de nuestra alma de par en par, Diablo». Él
entregársela totalmente, fortificarla con toda clase de
armamento, iluminarla con su luz para combatir las respondió:
tinieblas del error, revestirla de Jesús, con su verdad y «¿Cómo se
justicia, con el escudo de la fe, con la Palabra de Dios, puede dudar de
sólo así triunfaremos sobre el enemigo». su existencia
Esta es la advertencia que nos da San Pedro: «Sed cuando le veo
sobrios y vigilad, porque vuestro adversario el diablo, alrededor de mí
como león rugiente, os acorrala buscando presa» todo el
(1Pe 5,8). Si la pavorosa crisis de fe que ha llevado a
la descristianización del mundo actual es realmente
tiempo?».
el resultado de la intervención masiva de los poderes
del Maligno, es lógico suponer que, en estricta
justicia, también el mismo Dios habrá suscitado y
promovido fuerzas de luz contrarias a ellos, poderes
luminosos, gracias extraordinarias derramadas desde
el cielo para contrarrestar la maléfica influencia de
Satanás, capaces de presentar batalla a sus insidiosos
planes destructivos, pues de lo contrario la batalla
sería sumamente desigual. Para decirlo con otras
palabras: ¿Cuál fue la respuesta del cielo a este
ataque terrible a la Iglesia, a esta liberación de los
poderes satánicos que iban a poner a prueba al
cuerpo de Cristo que conforma la comunidad de los
creyentes? ¿Qué fuerza iba a oponer la providencia
divina a estos poderes de las tinieblas?
SOBRE SAN PIO
¿Con qué armas iba a combatir la Iglesia para resultar vencedora del
cataclismo que causó en sus cimientos la irrupción de esas energías
malignas que «vagan por el mundo buscando la perdición de las almas»?

«La humanidad está acosada por una multitud de espíritus malos,


conscientes de sí mismos, llamados demonios, los cuales son
responsables de gran parte, por no decir de la mayoría, de las complejas
dificultades de la personalidad, las presiones espirituales, las tensiones y
las formas de perversidad agravadas que caracterizan a nuestro orden
social moderno.

La condición caída de la humanidad, el pecado del corazón del hombre,


por sí solo, no explica las psicosis anormales y la maraña y corrupción
generales de las relaciones humanas. Este constante y diabólico
desbaratamiento de nuestro orden social, sólo se explica mediante la
actividad masiva, entre bastidores, de una hueste grande y bien
organizada de espíritus malvados, gobernados por su príncipe.
Cualquier método o técnica espiritual que ignora la presencia y actividad
de estas fuerzas ocultas no puede, de ninguna manera, ofrecer una
solución adecuada a los problemas que azotan a la humanidad.

Una vez que se comprende la estrategia para alcanzar la victoria, ésta


puede ser utilizada con eficacia, sea cual fuere la forma que adapte la
actividad demoníaca. El método de Dios para vencer se expone
específicamente en Apocalipsis 12,11. Allí, después de describir la batalla
en el cielo y la expulsión de Satanás y de sus ángeles, los cuales son
lanzados a la tierra, el escritor explica que en la contienda establecida
contra los hermanos como resultado de dicha expulsión del diablo, la
victoria se consiguió “por medio de la sangre del Cordero y de la palabra
del testimonio de ellos”:

“Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la


autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de
nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y
noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y con el
mensaje que ellos proclamaron; no tuvieron miedo de perder la vida,
sino que estuvieron dispuestos a morir” (Ap 12,10- 11)».[54] La sangre
del Cordero es el arma contra los ataques de los poderes de las
tinieblas. La sangre derramada en el Gólgota, la sangre que lava los
pecados del mundo, la sangre divina que nos cubre con su fuerza
protectora. La misma sangre que derraman los santos en su entrega
incondicional a Cristo, la misma sangre que brotaba de las llagas del
estigmatizado del Gargano. Por esa sangre hemos sido comprados y
rescatados de la muerte.
SOBRE SAN PIO
Y, como el ataque de las fuerzas del Mal es abrumador, hacía falta un
mayor derramamiento de sangre... ¿Cuál fue el resultado? 50 años de
estigmas. «Fátima y el Padre Pío, juntos, son la gran respuesta del cielo
al horrible siglo del mal».

Éste es uno de los más importantes mensajes del Padre Pío al mundo de
hoy: sí, el Diablo existe. Frente a la creencia cada vez más extendida
entre los creyentes que considera al Diablo como un mito, la tradición
de la Iglesia afirma tajantemente que el Maligno existe, y que no es un
dogma teórico, sino una realidad que puede comprobarse
experimentalmente, porque el cristianismo siempre ha tenido pruebas
irrefutables de su existencia. Sí, el Diablo existe, aunque algunos –cada
vez más– no crean en él, pero, como decía el Padre Pío, «ya creerán más
tarde, pues algún día morirán y se encontrarán con la terrible realidad
de haber malgastado su vida, viviendo sólo para el placer, y haber sido
engañados miserablemente por el Demonio».

Un penitente, al confesarse de malos pensamientos, le preguntó al


Padre Pío: «Padre, ¿habrá sido el Demonio?». El Padre, riendo, repuso:
«¿Qué crees tú, que las tentaciones son cosa del Espíritu Santo?».

Un día, un señor, tal vez bromeando, le dijo al Padre Pío: —Padre, yo no


creo en el infierno: es una invención de los curas. —No te preocupes,
hermano –le contestó pronto el Padre–: cuando vayas allá, te darás
cuenta si existe o no.

Un hijo espiritual dijo al Padre Pío en cierta ocasión: «Padre, algunas


personas niegan la existencia del Diablo». Él respondió: «¿Cómo se
puede dudar de su existencia cuando le veo alrededor de mí todo el
tiempo?».

En otra ocasión dijo a un grupo de personas que el número de diablos


activos en el mundo es más grande que todas las personas que habían
vivido desde Adán, y, con cierto humor, confesó una vez que «si todos
los diablos que están aquí se pusieran en forma corporal, ¡taparían la luz
del Sol!».

Las tentaciones de Satanás que pretendieron hacer caer al padre Pío se


manifestaron de muchos modos. El Padre Agostino, su director espiritual
durante muchos años, y con el que mantuvo una intensa
correspondencia, afirmaba que Satanás se le aparecía bajo las formas
más variadas:
SOBRE SAN PIO

«Bajo forma de jovencitas desnudas que bailaban; en forma de animales


(gatos y, en especial, perros negros); bajo forma del Padre espiritual, o del
Padre Provincial; incluso llegó a revestirse de la apariencia del papa Pío X, del
Ángel de la guarda, de san Francisco... y de ¡María Santísima! Pero también se
materializaba con semblantes horribles, con un ejército de espíritus
infernales. A veces no había ninguna aparición, pero el pobre Padre era
golpeado hasta salirle sangre. Logró librarse de estas agresiones invocando el
nombre de Jesús». Pero estas agresiones físicas, esta violencia diabólica no
es, desde luego, la manifestación más común de los ataques del demonio, ya
que sólo es perceptible en la vida de algunos santos muy especiales.

Las insidias del Maligno suelen ser mucho más discretas, más oscuras y
misteriosas, más subrepticias, ya que operan a niveles generalmente
subconscientes, en forma de insinuaciones y sugestiones a la voluntad para
tentarnos a actuar de una manera determinada: o ejecutando acciones
negativas y contrarias a nuestro progreso espiritual, o abrumándonos con
sentimientos y emociones perniciosas que nos disuadan de emprender
acciones positivas para nosotros y para el mundo.

Satanás pocas veces aparece de modo formal, sino que prefiere actuar
sibilinamente, socavando poco a poco la fe de los creyentes, sugiriendo al
oído acciones, deseos, omisiones de actos buenos, egoísmo, pereza, dejadez,
falta de oración... quitando importancia a los pecados, convirtiéndolos en
conquista de la libertad y la razón. Su intención no es otra que apartarnos del
camino que conduce a la salvación, apartar a las almas de la vista de Dios.
Desde luego, los santos son las víctimas favoritas de estos ataques, que tienen
como objetivo disuadirles de acometer empresas de importancia para el
futuro de la Iglesia, pero también son bien conocidos por muchos creyentes,
que frecuentemente se ven obstaculizados por sugestiones negativas cuando
se deciden a emprender cualquier proyecto de importancia para su vida
espiritual.

El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia.


Sabemos que este ser oscuro y perturbador existe realmente y sigue
actuando; es el que insidia sofisticadamente el equilibrio moral del hombre, el

PROPÓSITO:
Hoy en cada momento del día que sufra alguna tentación,
invocaré el nombre de Jesús para que acuda en mi auxilio.
SOBRE SAN PIO

pérfido encantador que sabe insinuarse en nosotros por medio de los


sentidos, de la fantasía, de la concupiscencia, de la lógica utópica, o de las
confusas acciones sociales, para introducir en nuestros actos desviaciones
muy nocivas y que, sin embargo, parecen corresponder a nuestras estructuras
físicas o psíquicas o a nuestras aspiraciones más profundas».

En tus infidelidades diarias, humíllate, humíllate,


humíllate siempre. Cuando el Señor te vea
humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él
mismo pensará en atraerte hacia Él. - San Pío de
Pietrelcina

PROPÓSITO:
Hoy en cada momento del día que sufra alguna tentación,
invocaré el nombre de Jesús para que acuda en mi auxilio.

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