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Discipulado IV-2
EL CONFLICTO ENTRE LA CARNE Y EL
ESPIRITU
(Gálatas 5:16-17)
Satanás y sus demonios no son los únicos enemigos que tenemos.
Tenemos otro “enemigo” que pelea contra nosotros: la “carne”, o la
naturaleza carnal. Satanás usará la carne en su intento por derrotarnos,
porque la naturaleza carnal es el área donde ocurre la tentación. Sin
embargo, la carne no es lo mismo que el diablo, así que tenemos que
lidiar con ella de manera diferente a como lidiamos con él. Aprender a
derrotar la carne es vital para nuestra defensa espiritual. He visto
cantidad de casos en los cuales las personas que habían sido liberadas
de las ataduras de Satanás o que habían recibido sanidad, han vuelto a
caer y experimentan el regreso de la opresión o los síntomas, porque le
han dado entrada al diablo, cediendo a la carne.
Gálatas 5:24. “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con
sus pasiones y deseos”
Los seres humanos somos seres tripartitos: somos espíritu, tenemos un
alma y habitamos en un cuerpo físico. (1 Tesalonicenses 5:23).
Cuando aceptamos a Jesús, nuestro espíritu nace de nuevo, pero
nuestra alma sólo es “rescatada”. Ahora es capaz de ser renovada, pero
todavía no está totalmente transformada. Desde el momento de nuestra
salvación, debemos trabajar continuamente en la transformación de
nuestras almas.
Cada vez que me niego a pecar, el cuerpo pecaminoso que desea hacer
lo malo y desagradable a Dios, pierde su poder en nosotros. Si yo me
niego a pecar, la pasión de la carne se extingue en mí, y muero al
pecado. Por lo tanto, crucificar la vieja naturaleza pecaminosa significa:
1. Negarme a pecar
7. Odiar al pecado
Morir al pecado
Debemos unirnos a Cristo en Su muerte para que estemos unidos en
su resurrección. El que muere al pecado queda liberado o justificado
del pecado. Morir al pecado es crucificar la vieja naturaleza
pecaminosa.
Solo una debe reinar en nosotros pero no las dos juntas. Si una crece
la otra decrece y eso dependerá del alimento que le des a tu espíritu
con la Palabra de Dios, la oración y la obediencia fiel.
HUYE O MORIRAS
Nuestro cuerpo solo debe servir al Señor Jesús y no al pecado.
Debemos ser esclavos de Dios y no del pecado. ¿De quién quieres ser
esclavo? - Tú eres el resultado de propias decisiones. La decisión más
sabia es huir de la tentación, no trates de resistirla porque tarde o
temprano puedes llegar a caer. No olvidemos, “La paga del pecado es
muerte”
¿Cuál es tu decisión?
¿Jugar con la serpiente o huir?