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INTERVENCION DEL ACOMPAÑANTE TERAPEUTICO EN LAS

DIFERENTES ETAPAS DEL CICLO VITAL 1

Intervenciones importantes en el trabajo con niños:

El juego y el dibujo se presentan como instrumentos posibles en la


construcción del vínculo del at con el niño, como así también como
intervenciones terapéuticas.

El juego: Una de las tareas propias de la infancia es el juego,


asimismo en la adolescencia también está presente la actividad
lúdica. Nos preguntamos entonces, ¿Qué es el juego? ¿Cuál es su
función?, ¿Por qué puede ser una intervención en el campo de lo
terapéutico? Plantearemos sólo algunos aspectos del mismo para
vislumbrar su importancia en la tarea de acompañar a niños y
adolescentes. En relación a la definición de “juego”, podemos
encontrar varias según la corriente teórica en la que se sustente.
Ahora, tomaremos algunas definiciones más generales que nos
permitan tener una mirada amplia al respecto. ”El juego es una
conducta innata, con funciones evolutivas de adaptación y
supervivencia. Tiene propiedades terapéuticas que favorecen
cambios cognitivos y conductuales. Así el juego no es solamente un
medio para aplicar otros procedimientos terapéuticos, sino que es
terapéutico en si mismo”… (G.Aguilar y Espada del valle 2002)
Desde diferentes corrientes teóricas y terapéuticas se sostiene que
el juego constituye un medio por el cual se puede construir un
vínculo terapéutico. Un camino posible en la tarea de encontrar-
encontrase con el otro. Es con los niños, que de manera especial, se
utilizan las actividades de juego para comunicarse y se concibe el
ambiente terapéutico como un lugar seguro. Según cada enfoque
terapéutico es que se diferencia la teoría que sustenta su
interpretación, el tipo de actividades promovidas, así como el
establecimiento de metas terapéuticas, estrategias para lograrlas y
el posicionamiento por parte del terapeuta. Según G.Aguilar y
Espada del valle (2002) el juego se clasifica en:

a) El juego estructurado: Se caracteriza por sus reglas, normas,


instrucciones y excepciones preestablecidas con claridad. Puede
incluir juegos de mesa diseñados con fines terapéuticos (orientados
al desarrollo de las habilidades sociales, el control de la ira, etc.).
También se pueden incluir juegos de mesa no diseñados con fines
terapéuticos, como ajedrez, damas, domino, naipes. Estos pueden
utilizarse terapéuticamente con propósitos muy diversos. Pueden
servir para iniciar una actividad cualquiera con un niño poco verbal,
resistente o desmotivado. Puede ser un distractor o una actividad
reforzante, placentera, que permita al niño bajar las defensas. En el
contexto de un juego resulta más fácil hablar de cualquier cosa. El
juego llega a ser solo una excusa, una actividad mientras se analizan
los problemas y sus posibles soluciones. Dependiendo del contexto,
pueden utilizarse deportes como el futbol, que exige ciertas reglas
e instrucciones a seguir, de esfuerzo, constancia, estrategia.
También puede servir para modelar en el niño conductas de
cooperación, tolerancia a la frustración, etc.

b) El juego no estructurado: Se incluye en esta categoría, en primer


lugar, el juego no estructurado y no directivo. Requiere un
ambiente con muchos juguetes, de manera que el niño pueda
escoger tanto el tipo de juguete como el juego que desea realizar.
Proporciona las condiciones para que se presenten las conductas
de mayor probabilidad en el repertorio del niño. En el ámbito de un
consultorio psicológico, una vez que el niño manifiesta temas de
conflicto, el terapeuta puede reorientar el juego en una dirección
terapéutica. Puede tomar el muñeco que representa a la figura
materna y proporcionarle una explicación, confrontación o
elementos racionales que permitan una restructuración cognitiva, o
introducir un personaje adicional, de fantasía, y de ayuda
terapéutica como un mago, un amigo, o un héroe que le ayude a
entender los hechos, relaciones o aspectos de su pensamiento y
desarrollar actividades sociales o de afrontamiento. El
acompañante terapéutico al trabajar en la cotidianidad del paciente
debe conocer la realidad propia del paciente, es decir, deberá
contemplar sus intereses, actividades, deseos, es decir, deberá
prestar especial atención a la subjetividad del paciente para que
sea ésta la que se despliegue en el espacio del acompañamiento
terapéutico. De modo particular en los niños el at habrá de alternar
cuidadosamente entre mayor o menor estructura y directividad de
acuerdo a la disposición del niño y al momento particular que
atraviesa el vínculo.

Tomaremos los aportes de Donald Winnicott, para vislumbrar


algunos aspectos del juego en los niños. Actividad creadora y
búsqueda de la persona. Un rasgo importante del juego es que en
él y quizá solo en él, el niño o el adulto están en libertad de ser
creadores (...).Pueden usar toda la personalidad y el individuo
descubre su persona solo cuando se muestra creador.(…). Al juego
y a la experiencia cultural se le puede asignar una ubicación si se
emplea el concepto de espacio potencial entre la madre y el bebé.
Hace falta un estudio de la creatividad como característica de la
vida y del vivir en su totalidad. Para desarrollar lo que quiero decir
necesitaré la siguiente secuencia:

a) relajamiento en condiciones de confianza basada en la


experiencia;

b) actividad creadora, física y mental, manifestada en el juego;

c) suma de estas experiencias para formar la base de un


sentimiento de la persona. En estas condiciones tan especializadas,
el individuo puede integrarse y actuar como una unidad, no en
defensa contra la ansiedad, sino como expresión del YO –SOY,
estoy vivo, soy yo mismo. A partir de esta posición todo es creador.
Experimentamos la vida en la zona intermedia entre la realidad
interna del individuo y la realidad compartida del mundo, que es
exterior a los individuos.

Silvina Cohen Imach. Universidad Nacional de Tucumán, Facultad


de Psicología:

funciones del dibujo:

1. Domina el movimiento: el dibujo constituye una actividad


motora espontánea, que gradualmente se vuelve más coordinada y
compleja, que contribuye a la formación de la personalidad; tal
como en el juego, el niño dibujando y garabateando, siente el
placer del movimiento. Dominar el movimiento supone un
determinado nivel de maduración psicomotriz, intelectual y
afectiva. Muchas conexiones cerebrales permanecerán estables en
el sujeto precisamente a continuación de las primeras experiencias
de movimiento y de control del trazado gráfico. Tanto en el
garabato como en el dibujo, el niño desarrolla aspectos
fundamentales para su evolución, tales como cimentar las bases
esenciales para la lectura y la escritura, la confianza en sí mismo, la
experiencia de la motivación interior y la creatividad.

2. Permite la comunicación interpersonal: es una forma de


comunicación interpersonal (tanto consciente como inconsciente) y
por lo tanto constituye un lenguaje denominado desde el
psicoanálisis como "latente", "silencioso", no verbal.

3. Expresa el mundo interno del sujeto: supone un medio para


expresar las fantasías y la creatividad. El dibujo constituye un
complejo proceso a través del cual el niño reúne elementos
diversos de su experiencia en una unidad distinta y con un nuevo
significado. Sophie Morgestern (1948) afirma que el niño se
permite ser él mismo y representar, algunas veces, situaciones
complicadas utilizando símbolos más o menos trasparentes.

4. Tiene una función de elaboración de conflictos: el dibujo le


permitirá al niño expresar su realidad de una manera concreta
pero, al mismo tiempo, mediatizada, deformada, cumpliendo con
una función de descarga, de sublimación, como así también de
elaboración de distintas situaciones, sentimientos o temores del
sujeto. Diferentes autores señalan la importancia del desarrollo del
grafismo en los niños a partir del desarrollo de la motricidad fina
que se presenta entre el primer y cuarto año de vida. Es a partir de
dicho desarrollo que se posibilitan otras tareas y habilidades que
requieren mayor complejidad como lo es el dibujo. Según Piaget
(1972), el dibujo, o la imagen gráfica que produce, representa un
esfuerzo en el niño por acercarse e imitar la realidad y es
considerado como un intermediario entre el juego y la imagen
mental, que se manifiesta alrededor de los 2 años.

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